Año XXIV - Nº 236 - Diciembre 2008 REVISTA DE MÚSICA Año XXIV - Nº 236 - Diciembre 2008 - 6,50 € DOSIER Olivier Messiaen: 100 años ENCUENTROS Charles Mackerras ACTUALIDAD Richard Egarr REFERENCIAS Idilio de Sigfrido de Wagner 1001 discos scherzo-CESC.indd 1 18/11/08 17:49:38 AÑO XXIV - Nº 236 - Diciembre 2008 - 7 € OPINIÓN 2 Religión y cantos de pájaros Enrique Igoa CON NOMBRE PROPIO Richard Egarr 6 8 16 44 58 Pablo J. Vayón Bruno Serrou AGENDA Santiago Martín Bermúdez ACTUALIDAD NACIONAL German Gan Quesada 130 Un arco iris teológico Harry Halbreich ACTUALIDAD INTERNACIONAL 136 Una guía de escucha Francisco Ramos 142 ENCUENTROS ENTREVISTA Charles Mackerras Juan Antonio Llorente Discos del mes EDUCACIÓN Pedro Sarmiento SCHERZO DISCOS 146 152 JAZZ Sumario DOSIER 113 124 Pájaros en el cielo hispano José Luis Pérez de Arteaga 65 120 Pour Messiaen José Ramón Encinar 64 114 Las lecciones de independencia (entrevista con Pierre Boulez) Olivier Messiaen Pablo Sanz 154 LA GUÍA 156 CONTRAPUNTO Norman Lebrecht 160 Colaboran en este número: Javier Alfaya, Julio Andrade Malde, Íñigo Arbiza, Emili Blasco, Alfredo Brotons Muñoz, José Antonio Cantón, Patrick Dillon, Pierre Élie Mamou, José Luis Fernández, Fernando Fraga, Germán Gan Quesada, Manuel García Franco, José Antonio García y García, Georgina García-Mauriño, Juan García-Rico, José Guerrero Martín, Harry Halbreich, Fernando Herrero, Bernd Hoppe, Enrique Igoa, Paul Korenhof, Antonio Lasierra, Norman Lebrecht, Fiona Maddocks, Bernardo Mariano, Santiago Martín Bermúdez, Leticia Martín Ruiz, Joaquín Martín de Sagarmínaga, Enrique Martínez Miura, Aurelio Martínez Seco, Blas Matamoro, Juan Carlos Moreno, Antonio Muñoz MolinaMiguel Ángel Nepomuceno, Rafael Ortega Basagoiti, Josep Pascual, Enrique Pérez Adrián, José Luis Pérez de Arteaga, Javier Pérez Senz, Paolo Petazzi, Francisco Ramos, Arturo Reverter, Pablo L. Rodríguez, Stefano Russomanno, Ignacio Sánchez Quirós, Pablo Sanz, Pedro Sarmiento, Bruno Serrou, Carlos Singer, Franco Soda, Christian Springer, José Luis Téllez, Asier Vallejo Ugarte, Claire Vaquero Williams, Pablo J. Vayón, Juan Manuel Viana, Albert Vilardell, Carlos Vílchez Negrín, Reinmar Wagner. Traducciones: Rafael Banús Irusta y Blas Matamoro (alemán) - Enrique Martínez Miura (italiano) - Barbara McShane (inglés) Juan Manuel Viana (francés) Impreso en papel 100% libre de cloro PRECIO DE LA SUSCRIPCIÓN: por un año (11 Números) España (incluido Canarias) 65 €. Europa: 100 €. EE.UU y Canadá 115 €. Méjico, América Central y del Sur 120 €. Esta revista es miembro de ARCE, Asociación de Revistas Culturales de España, y de CEDRO, Centro Español de Derechos Reprográficos. SCHERZO es una publicación de carácter plural y no pertenece ni está adscrita a ningún organismo público ni privado. La dirección respeta la libertad de expresión de sus colaboradores. Los textos firmados son de exclusiva responsabilidad de los firmantes, no siendo por tanto opinión oficial de la revista. Esta revista ha recibido una subvención de la Dirección General del Libro, Archivos y Bibliotecas para su difusión en bibliotecas, centros culturales y universidades de España, para la totalidad de los números editados en el año 2008. 1 OPINIÓN OPINIÓN EDITORIAL 2 MÚSICOS DE VERDAD E n el presente número de SCHERZO tienen una presencia importante los directores de orquesta. Las entrevistas a José Ramón Encinar y sir Charles Mackerras y el artículo de nuestro colaborador Norman Lebrecht sobre Gergiev y Harding ponen sobre el papel distintos aspectos de la realidad de este oficio en el que reposa buena parte del atractivo mediático de la música, incluso cuando a ésta se le dota de un morbo un tanto fatigoso. Coinciden entrevistados en nuestras páginas dos directores como Encinar y Mackerras, es decir, dos maestros que no pueden estar más lejos de los fastos del marketing, del amor por la cáscara de la música más que por su esencia, dos maestros a los que se les conoce y se les admira por su obra y no por lo que el aire pueda ir construyendo a su alrededor. Dos maestros que igual que hablan con la batuta pueden hacerlo con la pluma y quedarse tan anchos. Véase, si no, el discurso de ingreso de Encinar en la Real Academia de Bellas Artes o los trabajos de investigación de Mackerras sobre Janácek o Mozart. La música española le debe mucho a José Ramón Encinar, que ha estrenado tantas y tantas obras nuevas desde su doble condición de artista e intelectual. A veces, con mucha frecuencia, nos olvidamos — o pasamos por alto cuidadosamente— ese componente intelectual del músico, que además de un artesano ha de ser un artista y, como tal, un conocedor de la cultura con la que trabaja: esa que, sea del tiempo que sea, y más aún si lo es del propio, lleva consigo, inevitablemente, toda la tradición en que se sustenta. Y a pesar de eso, de los méritos que atesora, la sensación es la que acompaña a tantos buenos directores españoles: siempre hay una dificultad añadida para traspasar fronteras, para dar a conocer un trabajo bien hecho cuya falta de repercusión exterior hace que disminuya la interior y se piense siempre en la preeminencia del producto foráneo, como si no fuéramos capaces de medirnos por nosotros mismos. Muchos de quienes hayan asistido a la versión de concierto de La walkyria dirigida por Víctor Pablo Pérez a la Orquesta Sinfónica de Galicia y a un formidable elenco de cantantes habrán podido preguntarse legítimamente en qué el maestro burgalés puede ser inferior, por poner un ejemplo, al oxoniano —y tan deseado en estos días por el Teatro Real— Daniel Harding, epítome, al parecer, de todas las virtudes y remedio de todos los males. No se trata ni de comparar porque sí ni de preferir lo nuestro a ultranza — ese chovinismo del que desde siempre hemos abominado en SCHERZO— sino de mirar lo que sucede con la mayor limpieza posible. Y el otro protagonista es sir Charles Mackerras, uno de esos músicos que engrandecen su profesión a través de años de dedicación, de investigación, de amor al trabajo y de honradez a prueba de oropeles y mercadotecnias. Iniciador, como al paso, como quien no quiere la cosa, de la renovación en la interpretación de la música del barroco y el clasicismo y hoy inteligente caminante por una tercera vía que se muestra bien fecunda, descubridor de Janácek para el público de fuera del ámbito checo y eslovaco, magnífico director de foso curtido en mil batallas escénicas, Mackerras es el artista íntegro que dedica a la música su esfuerzo por encima de cualquier otra ambición que no sea la de hacer las cosas lo mejor posible. Dos ejemplos, pues, de distintas generaciones, de edades, por tanto, diferentes, con intereses estéticos diversos. Pero también dos muestras de que el mundo de la dirección de orquesta está hecho también de rigor y de seriedad. De imaginación y de amor. Ya que cada vez es más difícil encontrar al animal mediático que tire de este trabajo otrora tan sometido a su propia mitificación, no está de más una cura de sensatez, una dosis suficiente de realismo para que la vida siga. OPINIÓN REVISTA DE MÚSICA $xR ;;,9 1 'LFLHPEUH Ą Año XXIV - Nº 236 - Diciembre 2008 La música extremada Olivier Messiaen: 100 años ENCUENTROS ACTUALIDAD Richard Egarr REFERENCIAS Idilio de Sigfrido de Wagner Edita: SCHERZO EDITORIAL S.L. C/Cartagena, 10. 1º C 28028 MADRID Teléfono: 913 567 622 FAX: 917 261 864 Internet: www.scherzo.es E mail: Redacción: [email protected] Administración: [email protected] Presidente: Santiago Martín Bermúdez REVISTA DE MÚSICA Director: Luis Suñén Redactor Jefe: Enrique Martínez Miura Edición: Arantza Quintanilla Maquetación: Iván Pascual Fotografía: Rafa Martín Secciones Discos: Juan Manuel Viana Educación: Pedro Sarmiento Jazz: Pablo Sanz Libros: Enrique Martínez Miura Página Web: Iván Pascual Consejo de Dirección: Javier Alfaya, Manuel García Franco, Santiago Martín Bermúdez, Enrique Pérez Adrián, Pablo Queipo de Llano Ocaña, Arturo Reverter Departamento Económico: José Antonio Andújar Departamento de publicidad Cristina García-Ramos (coordinación) [email protected] Magdalena Manzanares [email protected] DOBLE ESPACIO S.A. 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A Adams no había música que no le gustara: el jazz de Coltrane y Miles Davis, el pop de los Beatles y de los Beach Boys, las indagaciones psicodélicas en los blues de The Doors, Jimi Hendrix y Janis Joplin. Sus aficiones eran amplias e indiscriminadas, pero su credo estético se fue inclinando por los dogmatismos de la extrema vanguardia, complicados con una experimentación electrónica que en esa época tenía una cosa arcaica de cintas magnéticas y circuitos asegurados con esparadrapos. Hacia 1972, en su empeño por agregar a la música los sonidos casuales, se vio arrodillado con un magnetofón y un micrófono sobre una mierda fresca de perro para grabar el zumbido de las moscas que acudían a ella. Una inquietud lo agobiaba: la constatación del aburrimiento que parecía atenazar sin remedio, después de los primeros cinco minutos, a los asistentes más valiosos a aquellas sesiones de tormento acústico que se celebraban en pequeñas galerías, en garages y sótanos de San Francisco. Esa tarde de abril, mientras conducía, descubrió de golpe la razón de tanto tedio y tanto fastidio, y a la vez la vía de escape del callejón sin salida en el que como compositor se encontraba metido. Eran tiempos de un primitivismo tecnológico que ahora nos asombra: la música que escuchó John Adams procedía de un tosco magnetofón que llevaba en el asiento contiguo. Cuando la reconoció ya había sucumbido a su influencia: era un largo pasaje melódico de Götterdämmerung. Conduciendo por aquella carretera entre montañas cubiertas por jirones de niebla, cerca del Pacífico, Adams comprendió que en la música de Wagner había algo que él había JOHN ADAMS Charles Mackerras Deborah O’Grady Diseño de portada Argonauta Foto portada: Rafa Martín UNA ILUMINACIÓN DOSIER estado echando de menos cada momento de los últimos años: una emoción sostenida e impúdica, una voluntad de expresar plenamente los sentimientos humanos, justo lo que estaba más proscrito en el credo de John Cage o en el Stockhausen, en el de Morton Feldman y Babbitt, los héroes forzosos que se había impuesto a sí mismo. “No era sólo música sobre el deseo”, recuerda Adams. “Era deseo en sí misma”. Lo dice en un libro de memorias admirablemente titulado Hallelujah Junction, que ha llegado a las librerías al mismo tiempo que se repone en Nueva York su tercera ópera, Doctor Atomic. Llego a la ciudad y cuando busco entradas ya no quedan para ninguna de las últimas funciones. Me consuelo en parte con el doble CD antológico de su música y con este libro que está escrito de una manera luminosa y precisa, con un instinto para los detalles y un sentido de la ironía hacia uno mismo que me recuerda la prosa de los diarios de Ned Rorem, más amarga y sarcástica, quizás porque Rorem ha tenido menos suerte como compositor que John Adams. Y esa revelación me es muy familiar: también muchos de nosotros, los que empezábamos a escribir en los años setenta, descubrimos de golpe que el amor por Joyce y por Galdós no eran incompatibles, y que el descaro emocional y la búsqueda de un espacio de encuentro con el lector no eran traiciones a nuestro credo fervoroso de novelistas modernos. Antonio Muñoz Molina 3 O AP GIENNI D ÓA N Prismas ACEPTAR LA CRÍTICA SCHERZO_170x120_tr.pdf 4 20/11/08 12:52:19 Iguana Jo A ntes, cuando yo era joven —hace, pongamos por caso, entre cuarenta y cincuenta años— ejercer la crítica en este país era cuestión ardua. Si ibas demasiado lejos —e ir demasiado lejos entonces era sumamente fácil; bastaba, por ejemplo, con llamar guerra civil a lo que, en la sucia y pomposa retórica al uso, se conocía por Gloriosa Cruzada de Liberación Nacional— te convertías en un “rojo separatista” o simplemente en un “subversivo”. Pretender hacer un periodismo libre en aquellos tiempos era prácticamente imposible. Si te obstinabas en mostrarte crítico, lo más seguro es que te quedaras sin trabajo y aun más, que pasaras a engrosar las listas negras de tu profesión —lo que nos pasó a unos cuantos en aquellos nada felices años sesenta. Hoy las cosas marchan, por fortuna, de otra manera. Pero la tendencia a no tolerar la crítica sigue viva y coleando. Hace unos años por escribir aquí unas líneas contra la atroz guerra de Iraq me gané las respuestas airadas de unos cuantos lectores que decidieron calificarme de “estalinista” y que se dieron de baja en la revista. Ahora la cosa no ha llegado tan lejos, pero le ronda. Me llegan ecos de que criticar aspectos de una política cultural que juzgo equivocada es “hacer el juego” a alguien en la sombra, seguramente a un fascista. Hace poco me encontré con una soberbia descripción de lo que para la conciencia colectiva de los españoles supuso el desastroso triunfo de la Inquisición en el siglo XVI. Se encuentra entre las páginas 102 y 104 de un libro extraordinario de José Antonio Maravall titulado La oposición política bajo los Austrias. Recomiendo de modo especial su lectura a quienes tienen la tendencia a apuntarse a lo que cierto norteamericano, que indudablemente era un mal ciudadano, dijo hace siglos: “My country, right or wrong”. Mi país, con razón o sin ella. Cambien una palabra, una sola, en esta frase y tendrán la clave de lo que quiero decir. Javier Alfaya O AP GIENNI D ÓA N Musica reservata INMARCESIBLE CHUECA u música posee una tersura realmente difícil de ponderar. Su perfección pareciera deberse a la sinergia entre todos los rasgos académicos propios de lo cantable: cuadratura y simetría de la frase, adecuación total entre versificación, acentuación y perfil melódico, coincidencia entre acento rítmico y periodicidad armónica, económico y límpido diatonismo. Pero es obvio que numerosas músicas participan de semejantes características sin alcanzar ni aún de lejos la imperecedera lozanía de la suya: algo esencial escapa a todo análisis, algo que se percibe intuitivamente pero que no resulta tan sencillo establecer. En la música de Chueca no se sabe qué resulta más asombroso, si la desconcertante simplicidad de su factura armónica, la nitidez de sus contornos rítmicos o la plenitud de su trazado melódico, dibujado con deslumbrante seguridad: música genérica, danzas de un folclore urbano internacionalista y finisecular (polkas, mazurcas, valses…), pero también insuperables recreaciones de la más genuina música popular autóctona, como jotas, seguidillas o pasacalles, la exquisitez de cuyo acabado les confiere la cualidad de lo arquetípico. Chueca no pone música a un texto: autor de la mayor parte de sus cantables, la palabra nacía de la música y no al contrario (es sabido que aprovechaba piezas escritas con anterioridad que después adaptaba a la situación concreta). La mazurca de El año pasado por agua supone un ejemplo significativo que recurre a lo que Cervantes denominase humorísticamente poesía entreverada en que la rima se establece sobre la penúltima sílaba con omisión de la postrera aprovechando la acentuación llana: S mandar que nos preparen enseguíun solomillo y unos langostíLa música sigue el contorno rítmico con tal idoneidad que el aspecto hilarante del texto toma la primacía, pero una versión puramente instrumental revela toda su fuerza: el humor resulta ser el disfraz del genio. La grandeza de Federico Chueca reside en que se trata de un genuino músico popular, poseído a tal extremo del estro folclórico que todo cuanto crea es de inmediato asumido por el espectador como algo nacido de su más íntimo sustrato cultural. La escena de las niñeras de Agua, azucarillos y aguardiente supone, en tal sentido, un admirable tour de force: dos canciones infantiles genuinas (Arrión y Las carboneritas) comparten el espacio con una gallegada, especie de muñeira asturiana (debemos suponer que las niñeras eran de tal procedencia) más lenta y de menor incisividad rítmica que la gallega, formada por dos melodías sobre una pedal de re en ostinato rítmico invariable que es una transfigurada estilización del baile de dicho nombre que, huelga decirlo, procede en exclusiva del numen del autor madrileño. No hay el menor rechinamiento entre unas músicas y otras, todas se mantienen en idéntico nivel enunciativo y el discurso las yuxtapone sin el más leve conflicto (concluyendo, por cierto, con un abrupto y conmovedor retorno abreviado del Arrión: simetría formal de extrema finura y eficacia que quizá haya que achacar a Valverde, el colaborador privilegiado de Chueca). Esa brillantísima homogeneidad de resultados se extiende a toda la partitura: el celebradísmo Coro de barquilleros arranca con la anacrusa de mayor ímpetu que quepa imaginar y la memorable bronca del segundo cuadro se desarrolla en un tiempo de panaderos en do mayor (un brioso bolero, a todos los efectos) sobre el que la melodía inicial efectúa un inesperado y vivificante giro hacia mi menor en la conclusión de la segunda frase: los recursos de autor y el material procedente del acervo popular se amalgaman en una realidad unitaria y sin fisuras de eficiencia poderosísima. En la hoy extinta Unión Soviética la máxima distinción otorgada a un creador o un intérprete era la de Artista del Pueblo: la obtuvieron Shostakovich, Igor Oistrakh o la bailarina Galina Ulanova. Desde el punto de vista de la producción artística no puede existir categoría estética más elevada que la de quien es capaz de lograr que su propia voz sea indistinguible de la creada espontáneamente por las clases populares: Machado escribió palabras definitivas sobre ello. En el referido pasaje de Agua, azucarillos y aguardiente (pero también en el resto de su obra), Federico Chueca alcanzó con creces ese logro admirable. Compositor casi ágrafo, de recursos técnicos en extremo limitados, necesitado de colaboradores que instrumentasen su música, no precisó más para situarse en ese mismo nivel de excelencia tan sólo reservado a ciertos elegidos, Mozart y Schubert (pero también Johann Strauss II) entre ellos. “Feliz aquel artista que, consciente de sus limitaciones, jamás pretende sobrepasarlas”, ha escrito Mosco Carner a propósito de Puccini. Chueca no fue (ni pretendió ser jamás) un músico de enjundia, un sinfonista, un operista, ni siquiera un autor de zarzuela grande: Los barrios bajos, su única tentativa en tal dominio, aún al comienzo de su carrera (1878), fue un fracaso cuya lección aprendió de inmediato. Aspiraba a una grandeza más sencilla, pero también más difícil: que el pueblo aceptase su música como cosa propia, se regocijara y gozase con ella. Por esa razón, en toda su obra no hay el menor vestigio de vulgaridad, la más leve mácula de ramplonería: su música es la elegancia y la viveza mismas, sea en su aspecto más bullanguero, sea teñida de esa melancolía refinada y sutil de la breve gavota de El bateo. Quizá no exista en toda la historia un compositor que, con menor formación, haya alcanzado cumbres de tan acrisolada belleza: el asombroso espontaneísmo de la música de Chueca roza casi lo milagroso. José Luis Téllez 5 CON NOMBRE PROPIO RICHARD EGARR Marco Borggreve PROPIO CON NOMBRE El fulgor N 6 o es que el caso de Richard Egarr sea único. De hecho es bastante habitual en la música barroca (y en la música en general) que miembros de conjuntos que cuentan ya con cierto reconocimiento emprendan provechosas carreras de solistas. Pero difícilmente podrá documentarse un salto de tanta envergadura como el que ha llevado en la última década a este clavecinista, organista y pianista británico de formar parte habitual de las plantillas de algunos grupos barrocos ingleses a dirigir a los más prestigiosos de entre ellos, a la vez que se imponía como uno de los teclistas más destacados del concierto internacional. La iniciación musical de Richard Egarr está vinculada, como la de tantos CON NOMBRE PROPIO Richard Haughton RICHARD EGARR ACADEMY OF ANCIENT MUSIC músicos británicos, a una escolanía, en su caso a la de la Catedral de York, luego a la Escuela Cheetham de Manchester, donde obtuvo una maestría en órgano con sólo 16 años, lo que le permitió trabajar en la Catedral de la ciudad, actividad que compaginaba con sus estudios universitarios en Oxford. Estudió luego instrumentos de tecla con David Roblou en la Escuela Guidhall y con Gustav Leonhardt a título privado. Cuando en 1988 gana en Hamburgo el Primer Premio del Concurso Internacional de clave y piano C. P. E. Bach su futuro se orienta de forma prioritaria a la interpretación histórica. En la primera mitad de los 90 empieza a colaborar con grupos como London Baroque o The New London Consort, mientras mantiene en Holanda una importante actividad tanto con otros conjuntos menos conocidos como a través de sus grabaciones para los sellos Globe y Channel Classics. Es de aquella época de la que datan sus primeros registros con el violinista Andrew Manze, al que conocía desde su época de estudiante. Esta relación con Manze, sobre todo a partir de la muerte en 2001 de John Toll, compañero del violinista en el conjunto Romanesca, es la que hará su nombre popular entre los aficionados. Sus grabaciones para Harmonia Mundi, primero acompañando a Manze, luego como solista y más tarde como director nada menos que de la Academy of Ancient Music, donde sustituye en 2006 a toda una leyenda del Barroco europeo como Christopher Hogwood, lo descubren no sólo como un extraordinario clavecinista u organista, sino como un músico integral y versátil, cuya fulgurante carrera parece guardar estrecha correspondencia con su estilo interpretativo, vigoroso, apasionado, empeñado en desmentir la fama de flemáticos que se ganaron tantos de sus predecesores ingleses. De las manos del Egarr clavecinista saltan chispas, de su batuta un fulgor que da luz y claridad a todo aquello en lo que se empeña, si bien su labor al frente de conjuntos sinfónicos convencionales es aún poco conocida y no ha sido certificada ni por la crítica internacional ni por la industria del disco. Tal vez sea ése el próximo paso que cabe esperar de un músico cuyo potencial de crecimiento se adivina aún generoso. Pablo J. Vayón DISCOGRAFÍA SELECTA Como solista BACH: Per cembalo solo. Harmonia Mundi (en adelante, HM). — El clave bien temperado. Libro I. HM (2 CD). — Variaciones Goldberg. HM (2 CD). L. COUPERIN: 4 Suites. Globe. FROBERGER: Obra integral para teclado (órgano y clave). Globe (8 CD). MOZART: Fantasías y rondós (piano de época). HM. PURCELL: Suites y grounds. HM. Con Andrew Manze BACH: Sonatas para violín (junto a JAAP TER LINDEN). HM (2 CD). BIBER: Sonatas del Rosario. HM (2 CD). CORELLI: Sonatas para violín op. 5. HM (2 CD). HAENDEL: Sonatas para violín completas. HM. PANDOLFI MEALLI: Sonatas (junto al laudista FRED JACOBS). Channel. REBEL: Sonatas para violín (junto a JAAP TER LINDEN). HM. SCHUBERT: Sonatas para violín y piano. HM. Como miembro de London Baroque W. LAWES: Fantasia-Suites (2 vols. independientes). PURCELL: Sonatas a tres partes. HM. HM. — Sonatas a cuatro partes. HM. Murcia. Auditorio. 17-XII-2008. Madrid. Auditorio. 18-XII-2008. Valladolid. Auditorio. 19-XII-2008. Santander. Palacio. 20-XII-2008. Coro y Academy of Ancient Music. Director: Richard Egarr. Bach, Oratorio de Navidad. Con la Academy of Ancient Music BACH: Conciertos para clave (como solista; director: ANDREW MANZE). HAENDEL: Concerti grossi op. 3 (como director). HM. HM (2 CD). — Conciertos para órgano op. 4 (como director y solista). HM. 7 AGENDA AGENDA Ministerio de Cultura y Fundación BBVA CONCURSO INTERNACIONAL DE COMPOSICIÓN AUDITORIO NACIONAL DE MÚSICA E l ministro de Cultura, César Antonio Molina; el presidente de la Fundación BBVA, Francisco González y el director general del INAEM, Juan Carlos Marset, han suscrito un convenio por el que se establece el premio a la creación musical que llevará el nombre de Concurso Internacional de Composición Auditorio Nacional de Música y cuya puesta en marcha coincide con el XX aniversario de la sala que le da nombre. El certamen, que tendrá carácter anual, se convertirá en uno de los más importantes del panorama nacional e internacional, tanto por la amplitud de su convocatoria, al estar abierto a creadores de todos los países, como por la cuantía a la que se eleva el importe total de las tres categorías previstas en el premio: 53000 euros (30000 euros para el Primer Premio, 15000 euros para el Segundo Premio y 8000 euros para el Tercer Premio). La Fundación BBVA, cubrirá también los gastos derivados de la implantación del proyecto y de la ejecución de las tres primeras ediciones del Concurso; para la primera, la aportación ascenderá a 200000 euros. De entre las obras enviadas, un Jurado compuesto por expertos de reconocido prestigio internacional, seleccionará un máximo de cinco composiciones que serán interpretadas por la Orquesta y el Coro Nacionales de España en enero de 2010. Estrenos CARTER CELEBRA SUS CIEN AÑOS E 8 l día 11 cumple cien años el compositor norteamericano Elliott Carter, cuya figura glosábamos en nuestro número de enero con ocasión de la Carta Blanca que le dedicara la Orquesta Nacional de España. Ejemplo apabullante de vitalidad creadora, en este mes se estrenarán tres obras suyas. El día 2, el NEC Percussion Ensemble presentará en Boston Tintinnabulation, y el 4 Daniel Barenboim al piano y la Orquesta Sinfónica de Boston dirigida por James Levine harán lo propio con Interventions. El 12, el violinista Rolf Schulte y el pianista Fred Sherry darán en el Carnegie Hall neoyorquino la première del Duettino. Finalmente, culminando la serie, el 16 en el Barbican Center de Londres se escuchará Wind Rose a la Orquesta Sinfónica de la BBC dirigida por todo un campeón de la música de Carter: Oliver Knussen. AGENDA Gira española IMPARABLE DIDONATO J oyce DiDonato es hoy uno de los nombres imprescindibles en cualquier gran temporada de ópera. La mezzo de Kansas, formada en Filadelfia y Houston, se ha convertido en protagonista indispensable de los mejores repartos en obras de Haendel —una gran Dejanira en el Hércules que William Christie dirigiera en 2004 en Aix—, Mozart —debutó Cherubino en el Met en 2005—, Rossini —Cenerentola y El barbero de Sevilla cimentaron su reputación— o Massenet — Cendrillon— aunque su versatilidad le permita adentrarse en repertorios más cercanos y participar en estrenos de contemporáneos como Mark Adamo o Jack Heggie. Los aficionados españoles tienen una magnífica ocasión de acercarse al arte de DiDonato gracias a la gira que la cantante emprende, acompañada por Les Talens Lyriques bajo la dirección de Christophe Rousset, por cuatro ciudades españolas: Madrid, Valladolid, Zaragoza y Bilbao —por cierto, ABAO presenta esta temporada sólo dos recitales líricos, pero qué recitales: DiDonato y Damrau. El programa reúne, con el título de Furore, fragmentos de obras de Haendel: Teseo, Imeneo, Il pastor fido, Xerxes, Ariodante, Rodrigo y Hércules. Madrid. Teatro Real, 3-XII-2008. Valladolid. Auditorio Miguel Delibes. 15-XII-2008. Bilbao. Palacio Euskalduna. 17-XII-2008. Zaragoza. Auditorio. 19-XII2008. Joyce DiDonato, mezzosoprano. Les Talens Lyriques. Director: Christophe Rousset. Obras de Haendel. En la Escuela Reina Sofía UN NUEVO AUDITORIO EN MADRID E l pasado 2 de noviembre se inauguraba el Auditorio Sony de la Escuela de Música Reina Sofía, un nuevo espacio para la música en Madrid, de muy hermoso diseño y excelente acústica desde cualquiera de sus algo más de cuatrocientas localidades. La sala incluye un órgano dotado de 1692 tubos y sistema informatizado para las combinaciones de registros obra de Gerhard Grenzing. El concierto de arranque, presidido por SS MM los Reyes, estuvo a cargo de la Orquesta de Cámara Sony dirigida por Zubin Mehta en un programa exclusivamente dedicado a Mozart. Ana María Valderrama fue más que prometedora solista en el Concierto nº 3 para violín y orquesta mientras el maestro, que había iniciado la sesión con la obertura de Las bodas de Fígaro, sentó cátedra —y nunca mejor dicho— con una gran versión de la Sinfonía “Linz”. 9 AGENDA Andrei Boreiko, primer invitado OROZCO-ESTRADA, NUEVO TITULAR DE LA SINFÓNICA DE EUSKADI A ndrés Orozco-Estrada (Medellín, 1977) ha sido nombrado nuevo director titular de la Orquesta Sinfónica de Euskadi en sustitución del tándem Gilbert VargaChristian Mandeal. El maestro colombiano se hará cargo de la formación a partir de la próxima temporada y compartirá ese cargo con el de igual responsabilidad en la Niederösterreich Tonkünstler-Orchester de Viena, en la que sucederá a Kristjan Järvi. Orozco-Estrada tiene, a pesar de su juventud, una amplia experiencia en ponerse al frente de buenas orquestas europeas. Andrei Boreiko (San Petersburgo, 1957) será el director principal invitado compatibilizando su cargo con la titularidad de la Sinfónica de Düsseldorf. Sobre el papel todo un acierto —el tiempo irá juzgando los resultados— el de la Sinfónica de Euskadi al confiar su futuro inmediato a un director como Orozco-Estrada, seguramente dispuesto a crecer con ella, capaz de aportar ideas frescas y con un creciente prestigio internacional. Del Liceu al Palau MOMPOU INÉDITO 10 Archivo familiar A Frederic Mompou no le gustaba repetirse. Por eso desestimó algunas piezas de juventud en las que aparecían esbozos y temas que, tras no pocas depuraciones, acabaría usando en obras posteriores. Pero no las destruyó: guardó las partituras en una carpeta, con la singular anotación de escombraries (basura), que ha sido recientemente descubierta en lo alto de un armario de su piso familiar del Paseo de Gràcia, hoy sede de la fundación privada que lleva su nombre. Los pianistas Jordi Masó y Mac McClure estrenan parte de ese material inédito en el ciclo Frederic Mompou (1893-1987). La persona i l’obra, programado hasta el 20 de diciembre en el Ateneo Barcelonés. “No son obras trascendentales, pero tienen mucho encanto, son pequeños tesoros que nos ayudan a conocer mejor el legado de Mompou”, afirma Jordi Masó, que recientemente ha descubierto en el fondo de la Biblioteca de Catalunya música inédita y desconocida del compositor que también verá la luz en el ciclo, concebido para mostrar al público el espíritu de Mompou. Las sesiones, iniciadas el 22 de noviembre, tienen carácter divulgativo e incluyen la proyección de documentales, históricas entrevistas televisivas —como las realizadas en los setenta por Joaquín Soler Serrano (A fondo) y Montserrat Roig (Personatges)— y comentarios a cargo de Joan Vives y Joan Millà, presidente de la Fundació Frederic Mompou. La guinda de cada sesión es, por supuesto, el estreno de las piezas rescatadas. El hallazgo ha llenado de alegría a los responsables de la fundación, creada en 2006 por Carme Bravo, viuda del compositor, Joan Millá y la entidad Joventuts Musicals de Barcelona. “Tras la muerte de Carme Bravo, el año pasado, comenzamos a investigar los manuscritos que quedaron aparcados en la vivienda del matrimonio, y nos hemos topado con estas partituras, de las que nadie tenía noticia”, explica Millà, quien, tras el hallazgo, llamó a Masó en su condición de experto que ha grabado toda la obra pianística publicada del compositor en Naxos. “Son piezas breves, escritas entre 1910 y 1919, llenas de encanto, con la influencia de Satie. En los recitales, que son muy breves, sólo estrenaremos parte del material inédito, que comprende unas 40 piezas, explica. ”Mompou no las consideró buenas para ser publicadas, pero tienen un gran interés para estudiar su desarrollo”, añade Mac McClure, otro gran divulgador de la obra pianística y vocal de Mompou, que ha grabado en Columna Música. El ciclo rescata también música inédita hallada por Masó en la Biblioteca de Catalunya, entre ellas piezas de madurez como las incluidas en Ballet, una serie de ilustraciones musicales que Mompou escribió a mediados de los años cuarenta. Las editoriales Tritó, Boileau y La Má de Guido preparan ediciones de este material inédito, que también será llevado al disco. Basta escuchar la Glossa sobre “Au clair de la lune” (1946) o algunas danzas y piezas de juventud, entre ellas un Foxtrot y un Tango que respiran la alegría de sus años de formación en París, para darse cuenta de su encanto musical y su gran valor para conocer mejor la evolución del estilo de uno de los genios de la creación musical española del siglo XX. Javier Pérez Senz AGENDA VII Ciclo de Jóvenes Intérpretes Clive Barda SUBDIN Y FRAY: DE LO NUEVO LO MEJOR E l Ciclo de Jóvenes Intérpretes que organiza la Fundación Scherzo y tiene su sede en el madrileño Teatro de la Zarzuela, se abre con dos recitales que cabe calificar de extraordinarios, tanto que probablemente a ninguno de sus oyentes le hubiera extrañado ver los nombres de Evgeni Subdin y David Fray en su hermano mayor, el Ciclo de Grandes Intérpretes. Dos de los mejores pianistas jóvenes del momento, galardonados en concursos, premiados por sus discos, con muchas cosas que decir y diciéndolas con un magisterio sorprendente y una madurez ya admirable. No hay en ellos ni fuegos de artificio ni consideraciones mediáticas más o menos extramusicales. Sus carreras son el triunfo del trabajo bien hecho, del estudio a fondo de un repertorio adecuado y de una musicalidad a toda prueba. Evgeni Subdin (San Petersburgo, 1980) vive en Londres y ha estudiado con Murray Perahia, Claude Frank, Leon Fleisher, Stephen Hough y Alexander Satz, entre otros. A pesar de su juventud, ha desarrollado ya una intensa carrera discográfica con el sello BIS, iniciada con una grabación dedicada a sonatas de Scarlatti y a la que seguirían obras de Scriabin, Rachmaninov, Chaikovski y Medtner. Entre sus planes de futuro destaca la grabación de los cinco conciertos para piano de Beethoven con la Orquesta de Minnesota y Osmo Vänskä. Con esta actuación en el VII Ciclo de Jóvenes Intérpretes, se presenta por primera vez en Madrid. David Fray (Tarbes, Francia, 1981) fue alumno de Jacques Rouvier en el Conservatorio Superior Nacional de Música de París. Ha trabajado con Dimitri Bashkirov, Menahem Pressler y Paul Badura-Skoda. Por recomendación de Pierre Boulez, recibió el Premio a los Jóvenes Talentos en el Festival de Piano del Ruhr, donde actuó en 2006. La pasada temporada realizó una gira por Estados Unidos con la Orquesta Nacional de Francia y Kurt Masur. Ha firmado un contrato en exclusiva con Virgin Classics, incluyendo su primer disco con obras de Bach y Boulez. Su presencia en el VII Ciclo de Jóvenes Intérpretes supone su debut en España. Madrid. Teatro de la Zarzuela. 16-XII-2008. Evgeni Subdin, piano. Obras de Scarlatti, Haydn, Chopin y Scriabin. 22-XII-2008. David Fray, piano. Obras de Bach, Mozart y Schubert. 11 AGENDA En el 25 aniversario de la Fundación MÚSICAS SOBRE JACINTO GUERRERO E n 2007 se celebraban los veinticinco años de la creación de la Fundación Guerrero y, como una celebración bien pensada, ésta encargaba a diez compositores españoles una página pianística compuesta a partir de algún tema del autor de El huésped del sevillano. Fueron estos: Raquel Rodríguez Fernández, Tomás Marco, Alicia Díaz de la Fuente, Miguel del Barco, Antón García Abril, Daniel Roca Arencibia, Francisco Novel Sámano, José María Sánchez-Verdú, Luis de Pablo y Pilar Jurado. Ahora sale a la luz el resultado de aquella idea con una muy cuidada edición de las diez obras, a cargo de Tritó y la propia Fundación, y a la que acompaña un disco protagonizado por el pianista chino Xiaofeng Wu, quien estrenara todas ellas en el Auditorio del Museo Reina Sofía de Madrid el pasado 10 de noviembre. Cuaderno para un aniversario. Fundación GuerreroTritó. Barcelona, 2008. XIII Ciclo de Grandes Intérpretes ANDSNES: DE BEETHOVEN A SCHOENBERG C on sus sucesivas visitas al Ciclo de Grandes Intérpretes de la Fundación Scherzo, Leif Ove Andsnes se ha convertido en uno de los pianistas preferidos del público madrileño como lo es ya de todos los públicos del mundo. Su carrera es un ejemplo de seriedad, de crecimiento bien consciente y de profundización interpretativa. Versátil y hondo, técnicamente irreprochable, Andsnes elabora además unos programas de enorme interés. Esta vez, en el recital que clausura la decimotercera edición del Ciclo, no será una excepción, pues a dos sonatas de Beethoven, las Op. 27, nº 1 y Op. 27, nº 2 “Claro de luna”, une nada menos que las Seis piezas, op. 19 de Arnold Schoenberg y esos Cuadros de una exposición de Musorgski que es tan poco habitual escuchar en su versión original para piano. 12 Felix Boerde Madrid. Auditorio Nacional. 9-XII-2008. Leif Ove Andsnes, piano. Obras de Beethoven, Musorgski y Schoenberg. AGENDA Herramientas y espacio DIÁLOGOS ARQUITECTURA-MÚSICA O rganizadas por la Fundación Arquitectura COAM y la Universidad Europea de Madrid, y bajo la dirección de Susana Moreno y Francisco Domouso, se han desarrollado las jornadas Tres diálogos de Arquitectura con Música. En cada jornada un arquitecto ha dialogado con un profesional del mundo de la música. En la primera, la compositora y catedrático de Composición Electroacústica Zulema de la Cruz —de la que se escuchó su obra El color del cuarzo— y la arquitecta Susana Moreno —de quien se presentó su libro Arquitectura y Música en el siglo XX— dialogaron sobre la utilización de recursos extramusicales y el uso de herramientas como la proporción en la composición. La discusión sobre el libro en términos interdisciplinares dio pie a un diálogo en torno a Electroacústica y sinfonismo. Nuevas herramientas y conceptos musicales. En la segunda jornada —No tengo espacio—, Xavier Güell, director artístico de musicadhoy y operadhoy, dialogó con el arquitecto Andrés Perea, quien recorrió la relación histórica existente entre música, arte y arquitectura. Xavier Güell reivindicó la necesidad de contar con espacios de específicos adaptados a la música contemporánea. La jornada se inició con la escucha de Prometeo. Tragedia dell’ascolto, de Luigi Nono. En la tercera jornada —Terribilis est locus iste—, y tras escuchar el primer acto de La walkyria de Richard Wagner, dialogaron el crítico musical José Luis Téllez y el arquitecto Miguel Verdú. El Teatro de Bayreuth fue el punto de partida. Según Verdú, se trata de uno de los escasísimos ejemplos que existen de un edificio proyectado y construido para escuchar específicamente la música de un compositor. Al contrario de lo dicho en la sesión anterior, Téllez y Verdú defendieron la tesis de que, históricamente, el compositor y el músico se han adaptado a los espacios de los que disponían en cada momento, no siendo especialmente relevante que estos se adecuen específicamente a la música del siglo XX. 13 AGENDA Catálogo GERARDO DIEGO Y LA MÚSICA L a Fundación Gerardo Diego ha publicado el primer volumen de lo que será el catálogo completo de la biblioteca del poeta cántabro. Y como demostrando una especial sensibilidad ha dedicado ese primer volumen a los libros de música, es decir, a lo que fue la otra pasión, junto a la poesía, del autor de Ángeles de Compostela. El tomo, muy pulcramente editado, incluye ilustraciones de algunos de los libros y sus dedicatorias y en cada ficha se indica si hay anotaciones autógrafas de su propietario. La catalogación ha estado a cargo de Sonia Ruiz Ilinxeta, la edición al cuidado de Andrea Puente y el prólogo introductorio es obra de Ramón Sánchez Ochoa. Fundación Gerardo Diego. www.fundacióngerardodiego.com Música en la Red HOMENAJE A UN MAESTRO http://www.celebratesalonen.com N 14 o siempre ocurre pero a veces los matrimonios que se separan terminan bien, se respetan, se quieren y hasta se hacen regalos de despedida. Es lo que ha sucedido con la vieja relación —17 años nada menos— entre el director finlandés Esa-Pekka Salonen y la Orquesta Filarmónica de Los Angeles, de la que, a partir de la próxima temporada, se ocupará como titular el venezolano Gustavo Dudamel mientras su antecesor hace lo propio en la Philharmonia londinense. Hoy Salonen —a sus cincuenta y tres años— es uno de los más grandes directores de orquesta, con un prestigio construido a base de seriedad, rigor y profesionalidad, una inteligencia especialmente equilibrada y una musicalidad sin tacha. Quien lo haya escuchado en concierto o a través de los discos seguro que guarda en su memoria ese acontecimiento pues, sin ganga alguna, Salonen sirve a la música por encima de todo. La Filarmónica de Los Angeles rinde homenaje a Salonen con una página web pensada desde la competencia técnica pero también desde el cariño. Todo está perfectamente cuidado en ella, partiendo de un muy atractivo diseño — pequeños detalles como la espera mientras se carga— hasta unos contenidos que procuran a quien se acerque a ellos una idea cabal de lo que han sido casi dos décadas de traba- jo conjunto a través de las cuales orquesta y maestro han formado un espléndido tándem. Muy bien equipada en el aspecto sonoro, la página procura más de un centenar de imágenes fotográficas —incluyendo instantáneas “detrás del escenario”—, cuatro horas de entrevistas —por ejemplo una conversación entre Salonen y John Adams—, tres horas de vídeo y quince horas de música a través de la sección “media”. Por supuesto, opiniones —de gentes de primera clase en el mundo de la música y de las demás artes—, comentarios, ensayos y notas al programa. Aparecen, por ejemplo, curiosidades como el primer ensayo de Salonen con la orquesta y la lista de los más de novecientos conciertos que han protagonizado juntos, ya sea en el Walt Disney Concert Hall, en el Hollywood Bowl o en giras. Claro está, la faceta del Salonen compositor se muestra especialmente detallada como corresponde a una actividad en la que se le ve cada vez más interesado. Y todo ello, como es natural pero no siempre ocurre, con una calidad sonora excelente. Proyectos así son los que hacen ver con optimismo moderado el futuro de la música clásica y su difusión. No es de extrañar que esté detrás de él una orquesta que ha sabido hacer de los programas sociales y de la captación de nuevas audiencias algunas de sus señas de identidad. s o d i O s u S a r a P o l a g e R n U es que novedad oídos. o c in c s sus tamo Le presen adero regalo para orte Inglés C l rd E e v e sica d logo son un cio de mú mplio catá s. En el espa siempre el más a o ll jores se rá encontra clásica con los me a c de músi SU TIENDA DE MÚSICA EN INTERNET AC T U A L I DA D Producción sin abucheos INAUGURACIÓN OFICIAL Bofill Gran Teatre del Liceu. 11-XI-2008. Mozart, Le nozze di Figaro. Emma Bell, Ofelia Sala, Sophie Koch, Ludovic Tézier, Kyle Ketelsen. Director musical: Antoni Ros-Marbà. Director de escena: Lluìs Pascual. Nueva coproducción del Liceu y la Welsh National Opera. NAC I O NA L ACTUALIDAD BARCELONA Tézier, Giménez, Ketelsen, Sala, Bell, McLaughlin y Röhlig en una escena de Las bodas de Fígaro BARCELONA El Liceu quiso dar una mayor solemnidad a estas funciones de Le nozze di Figaro, considerándolo una inauguración con presencia de autoridades y colaboradores del teatro, aunque la temporada ya lleva una trayectoria de ballet y ópera. La novedad más importante es que no hubo abucheos para el director de escena, como ocurre con mucha frecuencia y Lluìs Pascual y su equipo recogieron unos correctos aplausos. Su planteamiento trasladaba la acción a los años treinta del pasado siglo, con una estructura de grandes paneles movibles que dan vida a la acción, con pocas contradicciones con el texto. Quizá en el último acto el movimiento es excesivo, pero enmarcaba bien las entradas y salidas. También muy interesante fue el movimiento de los cantantes y el coro, reali- 16 zado con fluidez, siendo quizá lo más discutible la presencia de armas y algunos gestos fuera de lugar, como ya parece necesario para cualquier director que quiera estar al día. La situación de la orquesta del teatro es conocida, y reconocida por sus máximos dirigentes, por lo que Antoni Ros-Marbà intentó coordinar lo mejor posible, consiguiendo en los momentos mas intensos un mejor control, que quedaba más monótono y con un sonido gris en aquellas partes de la partitura mas suaves. Debe destacarse el coro, que corroboró el buen nivel a que nos tiene acostumbrados. La parte vocal tuvo un buen nivel medio, aunque el poder de penetración, en algunos casos, era más apto para un teatro de menores dimensiones. Ludovic Tézier fue un elegante Conde, pero le faltó algo de carácter, mientras que Kyle Ketelsen sonaba mejor, pero su fraseo era poco variado. Emma Bell, que daba vida a la condesa, tiene una voz poco adecuada para el rol, pero mejoró consiguiendo brillar en la segunda aria, mientras que Ofelia Sala mostró su delicada musicalidad y su sentido interpretativo, aunque se quedara limitada de proyección, completando el trío femenino Sophie Koch, que mostró un Cherubino dicharachero y vivaz, con una buena línea de canto y una expresión variable. En el resto de personajes, destacó la presencia del gran tenor rossiniano Raúl Giménez, la voz más timbrada del reparto, que dio una lección interpretativa, al igual que Marie McLaughlin como Marcellina, estando correcto el resto de los actuantes. Albert Vilardell AC T U A L I DA D MADRID BARCELONA Temporada de la OBC CAMINO DE LA GLORIA L a madurez en música no siempre depende de la edad. De hecho, algunos intérpretes no la alcanzan ni al final de su vida. Por eso es tan especial el caso del joven pianista polaco Rafal Blechacz (Naklo, 1985). Saltó a la fama en 2005 al ganar, con sólo 20 años, el Concurso Chopin de Varsovia, y desde entonces, no para, ha grabado dos discos en Deutsche Grammophon y se lo rifan las mejores salas del planeta. Cierto es que cada año aparecen pianistas más jóvenes y arrolladores en su virtuosismo, y la técnica de Blechacz es, en efecto, fenomenal, pero donde marca diferencias con otras estrellas emergentes es en su madurez expresiva, rara en un músico de 23 años de edad. Lo ha Felix Broede Barcelona. Auditori. 14-XI-2008. Rafal Blechacz, piano. Sinfónica de Barcelona y Nacional de Cataluña. Director: Víctor Pablo Pérez. Obras de Gerhard, Saint-Saëns y Brahms. RAFAL BLECHACZ demostrado con creces en su debut en la temporada de la OBC tocando una sensacional versión del Concierto nº 2 de Saint-Saëns. Sin vanidades ni excentricidades, Blechacz llenó de luminosidad y belleza sonora el más famoso de los cinco conciertos del compositor francés, obra que esconde mucha ciencia pianística bajo una jovial capa de cegador virtuosismo. En su versión, de apabullante precisión y claridad, huyó del sentimentalismo para hacer brillar el impulso vital y el carácter jovial de un concierto que encierra no pocas reminiscencias del mejor Mendelssohn. El acompañamiento de Víctor Pablo Pérez fue modélico. De propina, regaló una Mazurca de Chopin dicha con exquisitos matices y justa atmósfera poética. Un pianista sensacional que, si no se tuercen las cosas, camina hacia la gloria. Como apasionado divulgador de Roberto Gerhard, Víctor Pablo Pérez abrió el concierto con una rutilante versión de Pedrelliana, exuberante homenaje a Pedrell, del año 1941, y cerró la velada con una intensa y fluida lectura de la Sinfonía nº 2 de Brahms, de cálido fraseo, finos detalles y gran impulsividad. Javier Pérez Senz Ibercamera UNA DIVA MAJESTUOSA I bercamera se ha dado el gustazo de contar con la majestuosa Jessye Norman como maestra de ceremonias en el concierto inaugural de su 25ª temporada. La gran diva, que viaja con su propia leyenda a cuestas, sabía que la ocasión merecía algo especial y, en lugar de permanecer en el ámbito camerístico de sus anteriores comparecencias, aceptó cantar arias de ópera y canciones acompañada por una orquesta. Aunque los años no pasan en balde, puso su voz camaleónica al servicio de la expresión teatral y se metíó en la piel de varios personajes operísticos con gran temperamento. Manejó con prudencia y sabiduría sus aún envidiables recursos vocales y derrochó un sentido dramático de alto voltaje. JESSYE NORMAN Viendo, durante sólo unos minutos, la fuerza que imprime a personajes como Santuzza, Aida y Dalila, se lamenta el no haberla visto jamás actuar en un montaje escénico en esta ciudad. La Carol Friedman Barcelona. Auditori. 30-X-2008. Jessye Norman, soprano. Orquesta del Teatre del Liceu. Directora: Rachael Worby. Obras de Mozart, Purcell, Mascagni, Verdi, Saint-Saëns, Bernstein, Gershwin, Rodgers y Hammerstein. Orquesta del Liceo decepcionó con una respuesta gris y plana, a pesar de los esfuerzos de Rachael Worby, que no pareció especialmente ducha en estas lides. En la segunda parte, reinaron clá- sicos del teatro musical americano, que cantó con micrófono y pésima amplificación. Tocó el cielo con Somewhere (West Side Story) y You’ll Never Walk Alone (Carousel), bajó a nivel más terrenal en las piezas de Gershwin (aunque remontó el vuelo en The man i love) y estuvo radiante en Great Day! En las propinas, alguien del público gritó el nombre del entonces candidato Obama: Jessye, complacida, cantó entonces Amazing Grace a cappella, con una delicadeza expresiva única. Al salir del Auditori, caras de satisfacción y una certeza: la voz acusa, con mayor o menor virulencia, el paso del tiempo, pero el arte y la sensibilidad, en cambio, ganan siempre con los años. Javier Pérez Senz 17 AC T U A L I DA D BARCELONA Nace un nuevo proyecto CLASICISMO BARCELONÉS Barcelona. L’Auditori. 7-XI-2008. Josep Borràs, Carles Cristòbal, fagotes. Acadèmia 1750. Concertino-directora: Farran James. Obras de Carles Baguer, Haydn y Josepe Aiden. ACADEMIA 1750 C 18 on un concierto en la Sala 2, Oriol Martorell, del Auditori de Barcelona se ha celebrado la presentación en público del Centre Robert Gerhard, dedicado a la promoción y difusión del patrimonio musical catalán. El nuevo centro, que depende del Departament de Cultura de la Generalitat de Cataluña y está coordinado por Oriol Pérez Treviño, se propone impulsar y desarrollar diversos proyectos editoriales, discográficos y concertísticos, a la vez que quiere ayudar a reconocer y prestigiar la herencia musical que a lo largo de la historia nos han legado un considerable número de compositores de Cataluña y de otros ámbitos de habla catalana. Entre esos objetivos está el de incrementar la presencia de obras del mencionado patrimonio musical catalán en la programación habitual de conciertos y festivales. Por el momento, hemos asistido a la conmemoración del bicentenario de la muerte de Carles Baguer (17601808), compositor barcelonés que fue organista de la catedral de la Ciudad Condal durante veintidós años. Perfectamente contemporáneo de Haydn y de Mozart, los paralelismos de Baguer con los maestros de la Escuela de Viena no van más allá. Las Sinfonías nºs 2 en do menor y 16 en sol mayor son una sucesión de sencillos temas melódicos sin desarrollo que se van repitiendo en cada uno de los movimientos. Mayor interés presenta el Concierto para dos fagotes y orquesta en fa mayor, por el característico timbre y el chispeante juego de los dos instrumentos solistas. Hubo también una Sinfonía en do mayor, atribuida a un Josepe Aiden, que podría referirse a Franz Joseph Haydn, aunque hay quien la atribuye al propio Carles Baguer. Para mala suerte de éste, en el mismo concierto se incluyó la Sinfonía nº 49 en fa menor del auténtico Haydn de Rohrau e inmediatamente después, ¡qué casualidad!, pasamos a la Sala 1 para escuchar la Sinfonía nº 99 y el Concierto para piano y orquesta en re mayor del propio Haydn y la Sinfonía nº 38 “Praga” de Mozart, y las distancias quedaron claramente visibles. Cumplió la Acadèmia 1750, bajo la dirección de la concertino canadiense Farran James. Bienvenida la recuperación de patrimonios, pero con objetividad, modestia y ausencia de triunfalismos. José Guerrero Martín AC T U A L I DA D MADRID BILBAO Inolvidable Ariadne LUZ EN LAS SOMBRAS E. Moreno Esquibel Palacio Euskalduna. LVII Temporada de la ABAO. 21-X-2008. Strauss, Ariadne auf Naxos. Adrianne Pieczonka, Valentina Farcas, Michelle Breedt, Klaus Florian Vogt. Orquesta de Cámara de Basilea. Director musical: Stefan Anton Reck. Director de escena: Uwe Eric Laufenberg. Producción del Gran Teatre del Liceu. 15-XI-2008. Verdi, I due Foscari. Marco di Felice, Francisco Casanova, Latonia Moore, Maurizio Muraro. Coro de Ópera de Bilbao. Sinfónica de Bilbao. Director musical: Renato Palumbo. Director de escena: Joseph Franconi Lee. Nueva producción ABAO-OLBE y Fondazione Teatro Lírico Verdi de Trieste. Escena de Ariadne auf Naxos de Richard Strauss en el Palacio Euskalduna de Bilbao BILBAO La despedida del Coliseo Albia con Ariadne auf Naxos es y será siempre un hito de perdurable recuerdo en la historia de la ópera en Bilbao, no sólo por lo que supuso de cierre de un largo ciclo, sino por lo que allí se escuchó, nada menos que a Deborah Voigt y a Natalie Dessay en sus más favorables terrenos y con sus mejores galas. Casi diez años después se ha vuelto a alcanzar el nivel de aquellas noches, sobre todo al haber contado con dos cantantes en la primera línea del canto de nuestro tiempo. La soprano canadiense Adrianne Pieczonka, de voz llena, rica, caudalosa y esmaltada, se sometió al lirismo straussiano con una elegancia clásica y escultural, alumbrada por la robusta voz del tenor alemán Klaus Florian Vogt, que sonó envolvente y luminosa en el mismísimo reino de las sombras. En los últimos suspiros de la ópera deseábamos que los relojes se parasen y el tiempo se detuviese, pero la música nunca nos da esos lujos. La mezzo sudafricana Michelle Breedt, que ya sabe lo que es hacer Fricka en Bayreuth, cantó estupendamente las frases del Compositor, mientras Valentina Farcas afirmaba una Zerbinetta apenas digna, con poco cuerpo y no del todo segura en la estratosfera. De la larga e internacional lista de secundarios merecen cita aparte el divertido Brighella del siempre musical Atxalandabaso y la cálida Dryade de Rivas, él de la tierra y ella como si lo fuera. El alemán Stefan Anton Reck puso orden en el foso, siguió con pasión a los cantantes e hizo que el sonido de Orquesta de Cámara de Basilea llegase al patio con brillo y color. El otro director, Uwe Eric Laufenberg, se hizo notar en su afán por llenar la escena de cuerpos cuando no vino a cuento, un disparate en una producción que en ningún caso fue más allá de lo meramente funcional. Más rancia nos pareció la puesta en escena de Joseph Franconi Lee para I due Foscari, levantada sobre unos propósitos en extremo clásicos que en esta obra, de tan pobre, lento y previsible argumento, resultan de todo punto letales. Sí estuvo en su sitio Renato Palumbo, atento y diligente con los cantantes, firme y preciso al frente de las masas orquestales y corales bilbaínas. Al hablar del elenco debe ir por delante la dama, la norteamericana Latonia Moore, en una Lucrezia entregada y de gran empuje vocal. El italiano Marco di Felice resolvió la faena de hacer olvidar al ausente Leo Nucci con arro- jo juvenil, honestidad de medios y una expresividad aún algo corta, al menos para una parte como la del Doge. Muy presente y sonoro estuvo Maurizio Muraro en Loredano. Por su parte, el dominicano Francisco Casanova empezó francamente mal, corto de fiato e inseguro en la afinación, pero fue poco a poco a más, puso las notas altas en su sitio y cantó por momentos con un lirismo hoy casi inencontrable entre los de su cuerda. Anotamos para la hemeroteca los nombres de Andeka Azurmendi (Barbarigo) e Itziar de Unda (Pisana) antes de volver a evocar a la Pieczonka y a Florian Vogt, el ansiado dios, en las líneas finales de Ariadne y de convencernos a nosotros mismos de que en Bilbao fuimos, al menos por una vez, el centro de este mundo. Asier Vallejo Ugarte 19 AC T U A L I DA D BILBAO Estreno haendeliano LÍMPIDO Y AMARGO Moreno Esquibel Bilbao. Teatro Arriaga. 19-X-2008. Haendel, Tolomeo, re d’Egitto. Flavio Oliver, Maria Grazia Schiavo, Soledad Cardoso, Filippo Mineccia, Iván García. Orquesta Collegium Marianum. Director musical: Carlos Aragón. Director de escena: Curro Carreras. Producción de la Fundación Bilbao 700–Estación Barroco y el Teatro Arriaga. Iván García en Tolomeo de Haendel en el Teatro Arriaga E 20 n plena época de auge del operismo haendeliano, el Teatro Arriaga se apuntó un buen tanto al traer por primera vez a España este Tolomeo, re d’Egitto, sólo unos meses antes de que llegue al Teatro Real de la mano de Alan Curtis. Se trata de la última obra escrita para la Real Academia de Música de Londres, cuando el diestro autor se hallaba en la cima de su temprana madurez. La bella y pastoril historia de amor que se nos cuenta se rodea de una música límpida y delicada que caracteriza sabiamente a los personajes, en especial a la mala, Elisa, hermana de un rey. La ocasión merecía una puesta en escena fina y esmerada como la firmada por Curro Carreras, favorecida por el espléndido trabajo de Eduardo Bravo en la iluminación y apuntada a la moda de subir al tablado cuerpos esbeltos y hercúleos cortos de ropaje. El propio Flavio Oliver, sin ir más lejos, tuvo ocasión de lucir sus buenas hechuras, lo cual no desvió la atención de una manera de decir sensible y relajada, de gran emoción en su canto a esas amargas lágrimas, Stille amare, que cree las últimas de su vida. Quedó aun así un tanto desplazado por el valeroso arte de la napolitana Maria Grazia Schiavo, que movió su preciosa voz por toda la tesitura con un canto bien delineado y una emotividad de primer orden. La otra dama, la argentina Soledad Cardoso, y el otro galán, el contratenor italiano Filippo Mineccia, aún deben llenar y moldear sus voces. El quinto en discordia, el bajo venezolano Iván García, dio al rey de Chipre un curioso relieve, con un exagerado remate rústico en verdad difícil de entender. En el foso, Carlos Aragón se vio capaz de ambientar la obra en sus diferentes climas, de sacar partido al recitativo y de pulir la sonoridad de la Orquesta Collegium Marianum en favor de la radiante y a la vez suave melodía haendeliana. Asier Vallejo Ugarte AC T U A L I DA D BILBAO Sociedad Filarmónica LA GRAN MARTHA Rafa Martín MARTHA ARGERICH Bilbao. Sociedad Filarmónica. 5-XI-2008. Mischa Maiski, violonchelo; Martha Argerich, piano. Obras de Beethoven, Grieg, Messiaen y Shostakovich. A unque no suele ser decoroso referirse a la edad de una dama, en el caso de Martha Argerich hay que quitarse el sombrero ante la lozanía artística de sus sesenta y tantos, pues se muestra aún capaz del fuego más encendido, ardiente y abrasador, del lirismo más recogido, poético y reflexivo, de una fuerza que parece no conocer cansancio. Claro que Mischa Maiski es también un músico notable, otro fuera de serie, que expone siempre con un fraseo muy personal, un sonido robusto y un temperamento no menos nervioso. Pero asista, dialogue o mande, Argerich es siempre la protagonista, tiene ese algo indescriptible, invisible e inexplicable que sólo rodea a los más grandes, y por más que se entienda muy bien con el violonchelista letón, que sientan la misma música y que formen una pareja explosiva como ninguna, la noche bilbaína evidenció que juegan en distintas ligas. El inicio de la Sonata en la menor de Grieg mostró, por ejemplo, que la pianista no tiene rival en el Agitato, mientras las lentas líneas que escribió Messiaen en el quinto movimiento de su cuarteto Pour la fin du temps tensaron el ambiente para preludiar una lectura de la Sonata en re menor de Shostakovich que puede definirse como sensacional, sublime, arrolladora, celestial, espectacular, excelsa o como se prefiera. La facilidad con que Argerich resolvió las diabólicas dificultades que plantea la partitura (vertiginosas notas repetidas y escalas) sólo admite parangón con los innumerables matices que halló en sus tres movimientos, con la concentración que alcanzó en el Andante molto tranquillo y con el excitante arrebato de furia con el que llevó a Maiski a la doble barra final. Cuánta música cabe en un piano. Qué grande es Argerich. Casi media hora después, tras unos bellos y matizados minutos schumannianos que vinieron de regalo, aún seguíamos pidiendo más. Y sentado a nuestro lado, confundido entre el público en las alturas de la sala, el gran Joaquín Achúcarro fue de los últimos en dejar de aplaudir. Asier Vallejo Ugarte 21 AC T U A L I DA D JEREZ Sentido común UN CUENTO CHINO Miguel Ángel González Teatro Villamarta. 25-X-2008. Puccini, Turandot. Elisabete Matos, Carlos Moreno, Yolanda Auyanet, Rosendo Flores, Marco Moncloa, José Canales, Emilio Sánchez, Josep Ruiz, Joaquín Segovia. Coro del Teatro Villamarta. Filarmónica de Málaga. Director musical: Enrique Patrón de Rueda. Director de escena: Alejandro Chacón. JEREZ Escena de Turandot de Puccini en el Teatro Villamarta 22 Escribir en España, sentenciaba Larra, equivale a llorar. En estos tiempos nuestros, la dirección escénica de teatro lírico parece ser ya también, más frecuentemente de lo que debiera, sinónimo de caer presa de un ansia loca, desorbitada y frenética por epatar (no sé ya a quién, la verdad, porque, por más que todavía existan quienes se hacen cruces ante desmanes, disparates y delirios de la más varia naturaleza, la inmensa mayoría parece pasar ya ampliamente de someterse a tales dislates como de comer… eso que ya imaginan). Tal vez sea por eso que se agradece tanto —por ser cada día menos plato del día, digo— el buen sentido común del llamar al pan, pan y al vino, vino, asignándole a cada cosa su propio nombre, sin embarcarse en ese juego febril del trabucar épocas ni trufar de engorroso, estomagante y galimatiado aparato conceptual lo que a menudo no tendría otra ambición que la de ser un mero pasatiempos más o menos grato y apetecible. De Colombia, en concreto ejecutado de consuno entre Camarín del Carmen y Ópera de Colombia, nos llegaba ese barco cargado de… sentido común, esa rara avis que, ya lo lamentaba hace tiempo Unamuno, semeja ser cada vez más “el menos común de los sentidos”. Una producción escénica sencilla y vistosa, despojada de alardes de imaginación y de todo fardo conceptual fastidioso por pretencioso, de una literalidad más hermosa cuanto más desnuda sin por ello mermar, sino más bien acentuar, la indudable eficacia de sus planteamientos. Musicalmente el espectáculo tuvo, bien cierto es, sus irregularidades (¿podía, acaso, ser de otro modo, vistos los presupuestos que maneja el Villamarta?), pero globalmente enjuiciado su saldo resultaba positivo. Matos convenció de pleno con una Turandot tal vez menos enfática, hierática y gélida de lo que exige el tópico, una Turandot de aristas redondeadas y vocalidad límpida, precisamente hiriente, diamantina. De otro lado, Auyanet trazó una Liu también de muchos quilates, exhibiendo un instrumento de un lirismo certero y penetrante en sus arias. Ambas protagonistas fueron las grandes triunfadoras de una velada en la que Carlos Moreno, como Calaf, resolvía apenas la papeleta (de afilada exigencia, bien cierto es), mientras el elenco restante se movía entre lo solvente, lo suficiente y lo discreto. El Coro titular del Villamarta perfiló una actuación en la que se plasmaron con nitidez pareja tanto sus no escasas virtudes (convicción, entusiasmo, relieve expresivo…) como algunas de sus carencias (algún ligero desconcierto en las entradas, una afinación no siempre impoluta…). El mejicano Patrón de Rueda, un habitual del foso villamartino, demostró dominio del conjunto, inspiración e inequívoco olfato teatral, lo que no impidió, sin embargo, algún que otro ostensible desequilibrio dinámico. Ignacio Sánchez Quirós AC T U A L I DA D LA CORUÑA / LEÓN Ciclo de la OSG LA PRIMERA EN LA FRENTE Palacio de la Ópera. 25-X-2008. Anja Kampe, Jennifer Wilson, Elena Zaremba, John Trealeaven, Juha Uusitalo, Attila Jung. Sinfónica de Galicia. Director: Víctor Pablo Pérez. Wagner, La walkyria. 31-X-2008. Arantxa Armentia, soprano; Patricia Barton, piano; Fabienne Martin-Besnard, ondas martenot. Coro de la Comunidad de Madrid. Coro de Cámara del Palau de la Música Catalana. OSG. Director: Jesús López Cobos. Obras de Messiaen y Poulenc. LA CORUÑA Comenzar la temporada con una Walkyria, y además de este calado, es iniciarla dando la primera en la frente. Impresionante éxito, con reiteradas aclamaciones de un público enfervorecido que llenaba el Palacio de la Ópera. Formidables todos los cantantes — incluidas las ocho walkyrias— , muy motivados por un ambiente de expectación y una orquesta y una batuta en estado de gracia. Destacó la extraordinaria calidad vocal de la soprano Anja Kampe que fue especialmente aclamada, la impecable actuación del veterano Trealeaven en un rol agotador, la versatilidad de Uusitalo, los cambiantes acen- tos de Jennifer Wilson, la solidez de Jung y el registro agudo de Elena Zaremba. Muy interesante —y muy distinto— el concierto que planteó López Cobos. Si en el acto musical anterior escuchábamos a uno de los portaestandartes de la música alemana en una obra de exaltación pagana, en el que comentamos pudimos escuchar a dos importantes com- positores franceses del siglo XX en sendas obras religiosas insertas en la ortodoxia católica: Trois petites liturgies de la Présence Divine, de Messiaen, y el Stabat Mater, de Poulenc. Por más que el centenario del nacimiento nos traiga una y otra vez a Messiaen, al público le cuesta trabajo entrar en su música, a lo cual no ayudan sus lucubraciones místicas; la obra que comentamos tiene —eso sí— interesantes efectos tímbricos, a los que no es ajena la aportación de las ondas martenot y la utilización colorista del coro femenino. Interesó mucho más el precioso y emotivo Stabat Mater, una obra soberbia de formidable sonoridad debida a los medios instrumentales y vocales (los dos coros unidos) utilizados. Le sobra algún detalle de mal gusto que, a pesar de los esfuerzos realizados por algunos comentaristas para justificarlo, no acaba de entenderse en un compositor tan refinado e inteligente. Julio Andrade Malde Un cuarto de siglo del Festival de Órgano Catedral de León UN FESTIVAL MODÉLICO LEÓN XXV Festival de Órgano Catedral de León. La Bañeza. Carrizo de la Ribera. Ponferrada. Santa Marina del Rey. Catedrales de Palencia, Zamora, Valladolid y León. 19-IX/25-X-2008. Sinfónica de Castilla y León. Sinfónica de Galicia. Jean Guillou, Daniel Chorzempa, Theo Bradmüller, Jennifer Bates, Adolfo Gutiérrez Viejo. Carlos Mena. Capilla Jerónimo de Carrión. Collegium Vocale de Gante. Director: Philippe Herreweghe. Dieciocho conciertos distribuidos por diversas localidades de León y provincia así como por las catedrales de Palencia, Zamora, Valladolid y León, conformaron la XXV edición del Festival Internacional de Órgano Catedral de León. Si en algo se han significado estas bodas de plata ha sido por la excelente noticia de que finalmente y tras 25 años de oposición y negativas, al fin se construirá un nuevo órgano para la Catedral. El nivel artístico del Festival volvió a quedar patente en los nombres de los numerosos intérpretes de prestigio que pasaron por él a lo largo de los dos meses que duró incrementando los más de 500 conciertos, ofrecidos en estos 25 años con un número superior a 700 intérpretes, divididos en orquestas, solistas, grupos de cámara, organistas, que junto al Curso de Composición de Villafranca del Bierzo, la edición de obras de los archivos catedralicios y los estrenos mundiales escritos especialmente para ser estrenadas en el primer templo, forman un corpus de actividades al máximo nivel. Abrió la edición de este año la Orquesta de Castilla y León dirigida por uno de los principales impulsores de este Festival, Cristóbal Halffter, quien estrenó su obra Epitafio para el sepulcro de Juan del Enzina de impactante factura tímbrica que contrastó con la Fantasía sobre un tema de Thomas Tallis, para cuerda, de Vaug- han Williams y sobre todo con la Passacaglia y fuga de Bach en orquestación de Stokowski, y la obra de Halffter Tiento de primer tono y batalla imperial, de brillante ejecutoria. Sánchez Verdú dirigió a la Sinfónica de Galicia su estreno para el Festival Libro del frío, sobre el poema homónimo del Premio Príncipe de Asturias 2007, Antonio Gamoneda, con la cristalina voz del contratenor Carlos Mena, de inusuales sonoridades pero de incuestionable belleza. Jean Guillou y Daniel Chorzempa, Theo Barmüller y Jennifer Bates, volvieron por sexta vez al festival para dejar constancia de su sobrecogedor virtuosismo con un órgano que, pese a dejar tenidas varias notas, resultó hasta brillante. La Capilla Jerónimo de Carrión estrenó varias obras del fondo catedralicio del siglo XVII. El concierto de clausura fue, como en ocasiones pasadas, del más alto nivel, con la actuación del Collegium Vocale de Gante con Philippe Herreweghe al frente, interpretando una de sus especialidades como es la música del cantor de Eisenach: sus cantatas BWV 12 y BWV 21, en cuatro conciertos celebrados en las catedrales de Zamora, Palencia, Valladolid y León. Toda una lección de la mejor música barroca con voces únicas, e instrumentistas que no conocen el significado de perfectos porque ellos son sublimes. Una edición modélica. Miguel Ángel Nepomuceno 23 AC T U A L I DA D MADRID Del oratorio como ópera ALEGORÍAS CON CHAMPÁN Javier del Real Teatro Real. 6-XI-2008. Haendel, Il trionfo del Tempo e del Disinganno. Isabel Rey, Vivica Genaux, Marijana Mijanovic, Steve Davislim. Director musical: Paul McCreesh. Director de escena: Jürgen Flimm. Escenografía: Erich Wonder. Figurines: Florence von Gerkan. Iluminación: Martin Gebhardt. MADRID Isabel Rey y Marijana Mijanovic en Il trionfo del Tempo e del Disinganno de Haendel en el Teatro Real 24 No era una apuesta fácil la del Teatro Real, al presentar una versión escenificada, procedente de la Ópera de Zúrich, del primer oratorio de Haendel. Cierto que en la Roma barroca subía a las tablas frecuentemente este tipo de obras, en ocasiones como sustitutivo sacro de la prohibida ópera profana. No hace falta extenderse en el hecho de que está muy lejos de la sensibilidad moderna el libreto alegórico de Benedetto Pamphili, que ha sido muy duramente criticado pero en absoluto es de nivel inferior al de decenas de óperas de éxito. Flimm elude el lado retórico y teológico, obviamente no demasiado viable en la actualidad, situando la acción en un restaurante de lujo, con lo que el debate sobre la caducidad y el paso del tiempo parece que pasa a ser la discusión de unos elegantes vividores a altas horas de la noche. Sólo hay cuatro personajes, pero la escena se llena de un ejército de figurantes: camareros, comensales, misteriosos individuos empapados de nieve que dejan un muñeco —que se incendia espontáneamente al final—, repartidores de propaganda presumiblemente política, dos marineros — que se lanzan a un gracioso baile con una mujer vestida de novia—, un ángel y hasta una especie de alienígena, acaso un guiño al bar de La guerra de las galaxias. La opción funciona razonablemente, dado su punto de partida, mas no puede evitar instantes en que se pierde toda la posible fuerza dramática de la situación, como la invocación del Tiempo a la apertura de sepulcros —uno de los grandes momentos de la partitura de Haendel—, resuelta con un círculo blanco dibujado en el suelo por el personaje, o la incongruencia de que la segunda parte, cuando El Tiempo va a mostrarle la verdad a La Belleza, la escena siga siendo exactamente la misma. La irrupción de los músicos ataviados de manera dieciochesca montados sobre un dispositivo que lleva el órgano que ha de tocar la Sonata tampoco puede considerarse un acierto. Menos problemas tuvo la parte musical, gracias sobre todo a la soberbia labor de Paul McCreesh, que extrajo una respuesta admirable de la Sinfónica de Madrid, reforzada por algunos especialistas. El confusionismo ocasionado en los corellianos solos de la obertura fue luego desmentido con rapidez, entonándose el rendimiento del conjunto a medida que la obra avanzaba. La cuerda incluso alcanzó pasajes de incisividad muy apreciable, como su acompañamiento en el aria de El Tiempo Fulle, dunque tu sola presumi. Equilibrado y de gran altura el reparto. Isabel Rey no es posiblemente una cantante idónea por estilo para el papel de La Belleza, pero compuso con eficacia su personaje —aquí tal vez una artista de cine— y cantó con muchísima delicadeza la escena final, en la que, cambiado su vestido por hábitos monjiles, lo patético y lo ridículo se rozan peligrosamente. Magnífica Vivica Genaux (El Placer) no ya en las agilidades de sus arias, que resolvió con gran soltura, sino en su emocionante Lascia la spina, transformada después en Lascia ch’io pianga de la ópera Rinaldo. No pueden negarse ni la elegancia y ni el idiomatismo de Marijana Mijanovic como El Desengaño, pero lo limitado del volumen de su voz hacía que se perdiera en los conjuntos. Tampoco estuvo muy brillante en la resolución de las agilidades, que sonaban pesadas. Estupendo Steve Davislim como un irónico Tiempo. Balance positivo, en fin, de una propuesta que avanza en la necesaria implantación de Haendel en el repertorio del Teatro Real. Enrique Martínez Miura AC T U A L I DA D MADRID Domingos de zarzuela en familia PARA MAYORES Y PEQUEÑITOS Madrid. Teatro de la Zarzuela. 26-XI-2008. Chapí, Música clásica. Augusto Val, Cristina Faus, Francisco Sánchez. Director musical: Lorenzo Ramos. Directora de escena: Natalia Menéndez. Jesús Alcántara C on una obra temprana de Ruperto Chapí despierta el Teatro de la Zarzuela a su nueva temporada lírica dedicada al género de su propio nombre y avanza la conmemoración del centenario del fallecimiento del autor alicantino inaugurando el ciclo “domingos de zarzuela en familia”, donde la asistencia del público infantil se hizo notoria. Música clásica es una pieza, un juguetillo musical breve y trivial que cuenta con algunos chistes, que goza de indudable prestigio por las excelencias de su construcción y que Chapí estrenaría al poco tiempo de su instalación definitiva en Madrid, un 20 de septiembre de 1880 en el Teatro de la Comedia, sala, por otra parte, poco común a los estrenos líricos. Haciendo caso al título de la obra, su autor baraja con agudeza motivos o temas extraídos de obras de Mendelssohn, Beethoven y algún que otro compositor que son enlazados con temas populares entonados por los cantantes. Es una partitura con ironía en la que está patente la parodia en la que se representa la pugna entre la llamada música clásica y la popular por medio de los tres personajes que recrean el argumento: Paca, hija de Tadeo, cantaora en ciernes, amante del cante flamenco, cuyo padre, bajo de capilla, pretende casar con algún músico de porvenir a la vez que iniciarla en la música “culta”, tiene un enamorado, Cucufate, cesante hambriento, que para casarse con Paca se hace pasar por falso compositor teniendo que convencer a su futuro suegro con una sesión de música descriptiva hecha con retazos de piezas populares. La nueva producción presentada por el Teatro de la Zarzuela en coproducción con la Fundación Caja Madrid es extraordinaria, diría que soberbia, porque funciona a las mil maravillas. Bien pensada para el disfrute de todos los públicos, aunque orientada en buena parte para los más jóvenes. Este graciosísimo juguete cómico lírico que excitó la hilaridad de los espectadores en grado superlativo, se debe a los arreglos musicales de Juan José Colomer, la colaboración gráfica de Antonio Mingote y a la dirección escénica, divertida, colorista y llena de fantasía de Natalia Menéndez. Colaboraron al éxito con su canto y actuación Augusto Val, bajo cómico; Cristina Faus, mezzosoprano de agilidad y Francisco Sánchez, tenor cómico, acompañados por la Orquesta de la Comunidad de Madrid, bajo la eficaz dirección de Lorenzo Ramos. Próximas sesiones: 8, 15 y 22 de febrero y 1 y 8 de marzo del año venidero. No dejen de llevar a sus pequeños y a quienes quieran bien. Satisfacción garantizada. Manuel García Franco XV Ciclo de Lied PERSONALIDAD Madrid. Teatro de la Zarzuela. 3-XI-2008. Ian Bostridge, tenor; Graham Johnson, piano. Obras de Schubert. N 26 ormalmente, un cantante se distingue de otro por su personalidad tímbrica. Bostridge tiene una voz más bien impersonal, de tenor lírico-ligero, con graves a veces conjeturales y agudos a menudo gritados. Sin embargo, es inconfundible. Su arte interpretativo empieza por su quijotesca figura que parece descabalarse en movimientos espasmódicos y sigue por una elo- cución donde la palabra, dicha con tensión expresionista y una microscópica claridad, se adueña de todo, hasta tal punto que, en ocasiones, semeja que le estorbara la música. Bostridge hace de todo un poco con su voz: notas blancas, vibraciones ovinas, sonidos de difícil altura, algunos hilados impecables, remates faltos de aliento. Le importa poco la frase musical, que se descoyunta a favor de sílabas estremecidas que pueden llegar a la desesperación como pedido de la dicha en la trajinada Serenata: “Komm, beglücke mich!” (Ven, hazme feliz). Con frecuencia, es difícil distinguir melódicamente lo que canta por el peso abrumador del recitado. Con todo eso, el tenor inglés va construyendo una subjetividad mientras expone su programa. No es un loco que se cree Bostridge ni alguien que se pone la máscara de Bostridge para que no lo vean la cara. Es una personalidad. Estas son lentejas, las tomas o las dejas. Johnson tocó a Schubert. Su maestría merece que repitamos el elogio, ya convertido en lugar común. Quedó lejos de la voz pero era inevitable que así fuera. Blas Matamoro AC T U A L I DA D MADRID Ciclo de la ORCAM SCHUMANNIANA Madrid. Auditorio Nacional. 27-X-2008. Pieter Wespelwey, violonchelo; Lola Casariego, mezzosoprano; Gustavo Peña, tenor; Rubén Amoretti, barítono. Orquesta de la Comunidad de Madrid. Director: José Ramón Encinar. Obras de Gandini, Schumann y Stravinski. S e nos acercaba, para empezar el programa, Eusebius, cinco nocturnos para orquesta del argentino Gerardo Gandini, discípulo de Ginastera y de Petrassi, galardonado con el Premio Tomás Luis de Victoria de la SGAE. Son cinco nocturnos, como reza el título, escritos a partir del número 14 de las Davidsbundlertänze schumannianas. En la quinta, el autor refunde las cuatro anteriores, logrando una obra de “descomposición” serial en un clima de soterrado misterio sonoro, que fue traducido muy cuidadosamente por Encinar y su orquesta distribuida en cuatro grupos, como si de PIETER WISPELWEY orquestas de cámara individualizadas se tratase. Siguiendo en la estela de Schumann, escuchamos su Concierto para violonchelo y orquesta en la menor op. 129 en el cuidado violonchelismo de Wespelwey, exquisito en el fraseo, preciosista y cuidadosísimo en la traducción de la obra, adoleciendo sólo de un poquito más de fuerza en el arco. Le acompañó con cuidado y buena línea José Ramón Encinar, que cerró el concierto con una interpretación impecable, pimpante y fresca en su claridad de líneas, de la Pulcinella de Stravinski, por la que director y orquesta fueron muy ovacionados, como lo había sido el violonchelista, y Gandini al concluir su obra. Colaboraron en Stravinski, Lola Casariego con su adecuación habitual, siendo algo menos consistente el tenor Peña, y descollante por timbre y convicción el barítono. José A. García y García Temporada de la OCNE AROMA ESPAÑOL Madrid. Auditorio Nacional. 17-X-2008. Michelle DeYoung, mezzo. Coro y Orquesta Nacionales. Director: Josep Pons. Mahler, Sinfonía nº 3. 24-X-2008. Javier Perianes, piano. ONE. Director: Ilan Volkov. Obras de Guerrero, Ravel y Bartók. 7-XI-2008. ONE. Director: Pablo González. Obras de Rossini, Rivière y Prokofiev. 14-XI-2008. Josep Colom, piano. ONE. Director: Pedro Halffter. Obras de Rueda, Schumann y Saint-Saëns. M uy dignos conciertos de tres directores españoles y presencia de otras tantas composiciones de la misma extracción. Todo ello en los timbres de la Nacional, a la que vemos mejorar. Pablo González mostró su gesto expeditivo, sus maneras urgentes y su claro concepto, también una cierta intemperancia en la dinámica. Acelerada obertura de Guillermo Tell de Rossini y extrovertida versión (sin recitador) de Iván el Terrible de Prokofiev, en donde el coro exhibió su aceptable forma actual, aun sin lograr por entero el empaste. Flaquearon algo las féminas en pasajes forte. Flojos la mezzo Chistiakova y el bajo Storojev. Nos gustó mucho el estreno de Rivière, Los desastres de la guerra, una refina- da visión goyesca de temática bien trabajada, suavemente disonante, equilibrada y de calibrada tímbrica. Halffter, aparentemente seguro y mandón, aunque con ciertas debilidades agógicas, planteó una vigorosa, no exenta de finuras, interpretación de la Tercera Sinfonía de Saint-Saëns, algo confusa de planos en sus fugatos y afirmaciones finales. Expuso con aceptable limpieza esa suerte de perpetuum mobile que es La Tierra de Rueda y acompañó con grisura a un Colom musical, transparente de mecanismo y algo distante poéticamente en el Concierto de Schumann. El titular, Pons, no es maestro de exquisita espiritualidad pero sí seguro y cercano a la música de Mahler; por eso PABLO GONZÁLEZ dibujó con excelente pulso la Tercera Sinfonía, alejada del matiz expresionista y un tanto apagada de colores que, sin embargo, tuvo su adecuada curvatura dinámica en el romántico Adagio final. Correcta la mezzo DeYoung. Javier Perianes, siempre templado, asombrosamente maduro para su edad, delineó con rigor y sustancia poética el Concierto en sol de Ravel. Los pianísimos han ganado carne y el fácil mecanismo no impide los juegos y los matices, de los que fue rica la versión, impulsada por un rítmico Volkov, director preciso y espartano, que reprodujo con batuta clara la excitante Coma Berenices del añorado Francisco Guerrero y tradujo con buena caligrafía y escasa gracia el Concierto para orquesta de Bartók (que sustituía a la esperada Amériques de Varèse). Arturo Reverter 27 AC T U A L I DA D MADRID Ciclo de la ORTVE DELICADEZAS Madrid. Teatro Monumental. 17-X-2008. María Esther Guzmán, guitarra. Orquesta Sinfónica de Radiotelevisión Española. Director: Adrian Leaper. Obras de Delius, Cruz de Castro y Prokofiev. 24-X-2008. Xavier Phillips, violonchelo. ORTVE. Director: Adrian Leaper. Obras de Berlioz, Lalo, Fauré y Bizet. E l excelente Frederick Delius presenta varias singularidades traducidas en equívocos en buena medida ya sedimentados. Se le considera un delicado miniaturista, y en ocasiones lo era, ¿pero cómo explicar entonces el gigantismo apabullante de Appalachia? Inglés que exudaba fragancia gala en muchos compases, acaso tuviera un pie en el impresionismo, mas ello por sí sólo no desvela el secreto de la en algo parsifaliana A Mass of Life. Adrian Leaper y la ORTVE conocen de sobra el cincelado delicado de Delius, su fisicidad tanto como su abandono. Otra cosa es que en París: un nocturno no acertaran a extraer del todo el perfume de su autor, traducido en imágenes poéticas dispuestas con viveza extrema; en clímax que no se labraron del todo por enriscarse enseguida en el mezzoforte; en inflexiones suaves, sensuales, limoneras. Como gran señora que es, la guitarra no necesita dar voces para hacerse oír. Eso lo saben bien nuestros compositores, a quienes además parece inspirar, pues entre lo mejor oído de Marco, De Pablo o Cruz de Castro se encuentran, respectivamente, Tarot, la Fantasía, o el Concierto para guitarra y orquesta estrenado ahora en el Monumental. Rebosante de invención tímbrica y rítmica (esas frenéticas cabalgadas de la percusión fueron sabrosas), la obra está llena de sonoridades insólitas, por lo novedosas, y su comuni- ADRIAN LEAPER catividad es más plena que en otras laberínticas piezas del autor madrileño, cuya puerta de salida queda más al fondo. Para su triunfo fue determinante la excepciona- lidad de su solista, María Esther Guzmán, y decisivos a su vez fueron el empeño y sabiduría que Leaper puso en la recreación de tan atractivos 40 minutos. Relojero aplicado, puntual, lidió con la métrica y graduó intensidades mejor que en el poema musical anterior. La juvenil Sinfonía de Bizet marcó el retorno de la línea clara, legible al máximo, en una aproximación bien encarrilada por Leaper y los músicos, con gran eco de los solos instrumentales y un digno abordaje de las dificultades del Finale. En la Pavana de Fauré, que vale lo que su tema suculento, destacaron las sutilezas de color de la flautista Mónica Raga. J. Martín de Sagarmínaga Siglos de Oro LECCIÓN DE POLIFONÍA E 28 n paralelo con la presentación de la importante colección de discos dedicada a Tomás Luis de Victoria (véase comentario de los dos primeros editados en la pág. 100 de este mismo número), la Fundación Caja Madrid ha ofrecido también un concierto del Ensemble Plvs Vltra y Michael Noone dedicado al abulense dentro de sus serie Los Siglos de Oro. Eludiendo esta vez la reconstrucción de la liturgia o las músicas para ocasiones históricas célebres, Noone ofreció una selección de un puñado de obras maestras, con las Missas Pro Victoria y Alma redemptoris mater — ésta oportunamente acompañada del motete homónimo—, como puntales del programa. La sesión fue un ejemplo de polifonía al más Ana Ponce Madrid. Real Monasterio de la Encarnación. 25-X-2008. Ensemble Plvs Vltra. Director: Michael Noone. Obras de Victoria. MICHAEL NOONE alto nivel, puesto que la transparencia, afinación y estilo del Plvs Vltra no hacen sino mejorar, como probaron las sensibles versiones de los motetes Quam pulchri sunt y Gaude Maria virgo y el Mag- nificat de primer tono. Igualmente, Noone, musicólogo eximio, avanza como músico práctico, logrando estructuras muy sólidas de las dos misas y obteniendo de sus músicos instantes de expresi- vidad y cuidado dinámico auténticamente admirables. Un gran concierto que hace presagiar lo mejor para la serie discográfica hermana. Enrique Martínez Miura AC T U A L I DA D MADRID Temporada del CDMC SAXOFONES Y FRACTALES Madrid. Auditorio del MNCARS. 27-X-2008 Juanjo Guillem y Rafa Gálvez, percusión. Sigma Project. Director: Nacho de Paz. Obras de Ibarrondo, Blardony, C. Halffter y Guerrero. 3-XI-2008. Cuarteto Diotima. Posadas, Liturgia fractal. E n su primer concierto en Madrid, la formación liderada por Andrés Gomis y Josetxo Silgueiro, Sigma Project¸ ha elegido el que es probablemente el formato más espectacular de saxofones, el denominado genéricamente ensemble de saxofones o ensemble de Londeix, formado por 12 solistas, todos de gran prestigio, acompañados además en una de las obras por Juanjo Guillem y Rafa Gálvez. Este ensemble acometió la interpretación de Akaitz (1994) de Ibarrondo, estreno en España, Il suono dil sonno (2006), estreno y encargo de Andrés Gomis, de Blardony y Rhea (1988) de Francisco Guerrero. Tres obras con tres personalidades completamente diferentes y que mostraron la gran versatilidad del conjunto, tanto técnica como estéticamente. De la evocación sonora del paisaje vasco hasta la sonoridad envolvente de la ensoñación pasando por la dura estética matemática. Para completar el programa se eligió Fractal (1991) de Cristóbal Halffter, cuya fuerza en el cuarteto igualó al ensemble. Los fractales nos sirven de nexo entre este y el segundo concierto de esta reseña, Liturgia fractal de Alberto Posadas, estrenada en España por el Cuarteto Diotima, después de su presentación en el pasado Festival de Estrasburgo. Este ambicioso ciclo, compuesto entre 2003 y 2008, ha sido un enorme reto para el compositor, que ha resumido en algo menos de una hora gran parte de su estética y de su técnica compositiva. La poética de la matemática y de los fractales encontró en los cuatro solistas del Diotima su mejor intérprete, llegando de forma precisa a todos los efectos sonoros y tímbricos y dando muestra de un virtuosismo inaudito. Especialmente reseñable el trabajo de Yun-Peng Zhao, violín, en Arborescencias, quizá la más poética de las cinco partes del ciclo, al mismo tiempo independientes y relacionadas entre sí y que buscan mostrar diferentes sistemas fractales, técnica muchas veces incomprensible pero en este caso más que justificada y con un resultado fascinante. Leticia Martín Ruiz Liceo de Cámara RUIDO DE FONDO Madrid. Auditorio Nacional. 28, 30-X-2008. Cuarteto Meta4. Obras de Haydn y Ligeti. 13, 14-XI-2008. Roberta Invernizzi, soprano. La Risonanza. Director: Fabio Bonizzoni. Obras de Haendel, Telemann y Purcell. E 30 l Cuarteto Meta4 es un interesante grupo joven que empieza a dar sus primeros frutos más allá de la socorrida condición de “promesa”. Sus versiones de tres de los Cuartetos haydnianos de la Op. 55 (los tres primeros) superaron la mera corrección, estuvieron equilibradas y sólo se vieron perturbadas por alguna ligera dureza instrumental. El segundo día trajo algunas rarezas del compositor de Rohrau, como el Dúo op. 99, nº 3 o el Trío de cuerda Hob. IV:7, que contribuyeron al enriquecimiento de nuestra imagen de la inmensa obra camerística de Haydn. También se oyeron varias obras de Ligeti para diversas combinaciones —Homenaje a Hilding Rosenberg, para violín y chelo; Loop, para viola, Balada, para dos violines—, pero el peso del concierto recayó en el Segundo Cuarteto de Ligeti, al igual que en la velada precedente había ocurrido con el Primero del autor húngaro. Los músicos finlandeses muestran una especial afinidad con la música contemporánea y en concreto con la de Ligeti, entregando interpretaciones virtuosas y vibrantes de piezas tan sensacionales. Caso aparte fue la lectura —por lo demás romántica y apasionada— del Primer Cuarteto de Brahms, porque se vio seriamente perjudicada por un problema que se hubiera creído impensable en el Auditorio Nacional. La instalación electrónica para el concierto de flamenco de esa noche se acopló produciendo un molestísimo y bien perceptible zumbido durante toda la obra de Brahms. Nadie solucionó el problema; ni siquiera el sr. López López, Director Artístico del Auditorio, presente en la sala, supo reaccionar con rapidez y detener el concierto hasta resolver el percance. Y eso que los músicos del Meta4 hicieron una larga pausa entre el primer y el ROBERTA INVERNIZZI segundo movimientos mirando inquisitivamente a todos lados. Un caso claro de conflicto entre la programación “propia” del Auditorio y la “ajena”, en perjuicio de esta última. Ni Brahms, ni el Meta4, ni el público —fiel donde los haya—, ni el Liceo de Cámara, sin lugar a dudas la mejor serie madrileña en su especialidad, se merecían algo así. Confiemos en que no se repita. No hubo problemas en las dos sesiones barrocas, fundamentalmente haendelianas, de La Risonanza, que tuvieron su eje principal en las actuaciones de Invernizzi, bien que el segundo día la cantante evidenciase una ocasional tendencia al grito. Consiguió una dramática visión de Lucrezia, estuvo sensible en Pensieri notturni de Filli y graciosa en el curioso Haendel en español de No se emendará jamás; también destacó una muy comunicativa The Plaint de Purcell. Menos logradas las obras puramente instrumentales, como la apagada sonata en trío de Telemann. Los problemas con la afinación del violinista en la Sonata HWV 371 de Haendel comprometieron seriamente el resultado en esta página. Por otro lado, la virtuosista lectura de la clavecinística Suite HWV 432 por Bonizzoni estuvo demasiado inclinada hacia lo frenético, sin dar un respiro a la música. Enrique Martínez Miura AC T U A L I DA D MADRID Festival de Otoño GOEBBELS, UN ARTISTA IMPOSIBLE DE EXPLICAR Wonge Bergmann Madrid. Matadero Naves del Español. 26-X-2008. Théâtre Vidy-Lausanne. Stifters Dinge. Idea, música y dirección: Heiner Goebbels. Teatro de la Zarzuela. 1-XI-2008. Hilliard Ensemble. I went to the house but did not enter. Idea, música y dirección: Heiner Goebbels. HEINER GOEBBLES E l Festival de Otoño hace de Madrid, durante dos meses, la capital de España, y probablemente de Europa, donde en menos tiempo se puede disfrutar del trabajo de las compañías y autores más interesantes del panorama internacional. En este contexto se han presentado dos de los últimos trabajos del creador alemán Heiner Goebbels, un músico, director, pensador, nada convencional, que acerca las diferentes formas de creación a través de espectáculos totales en los que el espectador entra en una atmósfera artística claramente al margen de la realidad cotidiana. Stifters Dinge es una instalación sonora, sin músicos ni actores, que evoluciona y crece partiendo de los textos de Adalbert Stifter, cuyo espíritu romántico se apodera de cada segundo, cada imagen y cada sonido. La posibilidad de encontrar algo inexplorado, un aspecto ignoto del mundo, es una de las búsquedas pero siempre guiado por una estética que nos sitúa en la línea que separa lo sublime y lo bello, lo conocido y lo desconocido. Para esto recurre a otro de los mitos del romanticismo, el autómata, el milagro de la ciencia puesto al servicio de la creatividad y del arte. Un espectáculo en el que todos nuestros sentidos crecieron y se hicieron uno en busca de la verdadera belleza. En una línea completamente diferente, trabajando con un grupo de cantantes del prestigioso Hilliard Ensemble nace I went to the house but did not enter. Los textos vuelven a ser la génesis primigenia, en este caso de T. S. Eliot, Maurice Blanchot, Franz Kafka y Samuel Beckett, unidos por un sentido negativo del ser humano y de sus inquietudes y preguntas sin respuesta. Una interpretación magistral y una puesta en escena original y precisa convirtieron al espectáculo en un placer, pero no podemos sino sentir que perdimos gran parte del significado de este espectáculo por la extraña o al menos discutible decisión del Festival de traducir sólo parte de los textos, quedando el acercamiento a la obra mermado para la gran mayoría de los espectadores. Una lástima que nada tiene que ver con el talento y sensibilidad de este autor, figura independiente e indiscutible del mundo musical y cultural actual. Leticia Martín Ruiz 31 AC T U A L I DA D MADRID Cerrando el año Messiaen Ibermúsica PÁJAROS EXÓTICOS A STRAUSS LE GUSTÓ Madrid. Auditorio Nacional. 29-X-2008. Alberto Rosado, piano. Plural Ensemble. Director: Zsolt Nagy. Obras de Navarro, Delgado, Posadas, De Pablo y Messiaen. Madrid. Auditorio Nacional. 16-XI-2008. Sinfónica de la NDR de Hamburgo. Director: Christoph von Dohnányi. Obras de Schumann y Strauss. ALBERTO ROSADO Andreas Garrels CHRISTOPH VON DOHNÁNYI M 32 essiaen, en su centenario tan presente como siempre debiera estar, fue el principal protagonista del concierto del Plural Ensemble en el Auditorio Nacional, bajo la dirección del húngaro Zsolt Nagy, que demostró su capacidad para acercarse al repertorio contemporáneo tanto histórico como de nueva creación. Back in Transit es el primer estreno en Madrid de Jesús Navarro, compositor que pese a su juventud demuestra una madurez creativa que le augura un gran futuro. La obra, para percusión solista, fue interpretada por César Peris y grupo de viento. La línea rítmica y la melódica se retroalimentan de forma que genera una textura sorprendente y que lejos de buscar efectos de forma gratuita dota cada nota de una enorme personalidad. El otro estreno de la noche, del argentino Marcelo Delgado, Eppur si muove, para ensemble, mostró beber de diferentes fuentes heterogéneas, desde el jazz hasta el minimalismo, destacando en la interpretación los vientos, especialmente la trompeta. Junto a estos dos estrenos otras dos obras que ya pertenecen al repertorio, Cripsis para ensemble de Alberto Posadas y Trimalchio, para trompa y fagot de Luis de Pablo. En la primera, el trabajo compositivo del vallisoletano convierte en sonidos los lenguajes matemáticos, pero no llegaron al nivel de precisión necesario para su compleja música y en el dúo de Luis de Pablo recurrió a diferentes efectos sonoros para mostrar al personaje de Petronio, un extraño dúo en el que los dos protagonistas se reparten el trabajo. Pájaros exóticos cerró el concierto, en una interpretación en la que la dirección de Zsolt Nagy y el solista Alberto Rosado fueron los protagonistas. Los pájaros de Messiaen pasan del piano al grupo instrumental generando un diálogo en el que la naturaleza y la música se dan la mano. Las líneas melódicas de los pájaros se unen a un ritmo interpretado por cinco percusionistas que nos llevan hasta los lugares exóticos presentes en el título. Leticia Martín Ruiz D ohnányi es una de esas batutas que rara vez deparan sorpresas, ni para bien ni para mal. Valor seguro, ganancia discreta, podríamos decir, como quedó patente en el tercero de abono de Ibermúsica. El berlinés desplegó una labor artesanal de maestro concertador, tan eficaz como carente de elementos distintivos, en un concierto que fue de menos a más. Obviamente, con los mimbres hamburgueses entre manos, el resultado no dejó mal sabor de boca pero supo a poco. Dohnányi planteó el programa queriendo diferenciar las dos generaciones románticas que encarnaban los compositores escogidos. De la comparativa salió perdiendo Schumann, con un enfoque timorato y anodino frente a un Richard Strauss poderoso. Tras un inicio titubeante, la Sinfonía “Primavera” recibió una lectura circunstancial, diríase más de compromiso que de pleno convencimiento. Sosita la interpretación como ella sola, con tempi amarrados por una seguridad notarial, tuvo la expresi- vidad justa a la que obligaban las marcas de la partitura. Tan sólo a medida que nos aproximábamos al Allegro animato final la capacidad de comunicación comenzó a fluir, permitiendo un cierto grado de frescura. Mucho mejor resultó, tras el descanso, la plasmación del post-romanticismo que inspira Una vida de héroe. La NDR, encontrado ya su sitio, su sonido pleno y luminoso, entró en comunión con la batuta y consigo misma. La cuerda, sedosa en los sottovoce y brillante en la exigencia permanente, comenzó a tirar del resto del conjunto aportándole una seguridad que no había florecido en la primera parte. Hubo lugar para el lucimiento efectista —fantásticas trompetas fuera de sala, por ejemplo—, para la opulencia del tutti y hasta para el idilio entre concertino y primer trompa en un sobresaliente final. Tanto fue así que se rumorea que el teléfono que sonó a mitad de obra fue el propio Strauss para decir que aquello le estaba gustando mucho. Juan García-Rico AC T U A L I DA D MADRID Ciclo de música napolitana DECEPCIONANTE Madrid. Auditorio Nacional. 8-XI-2008. Maria Ercolano, soprano; Giuseppe De Vittorio, tenor. Capella Della Pietà de’ Turchini. Director: Antonio Florio. Ángeles y Demonios. Obras de Faggioli, Vinci, Paisiello, Scarlatti, Fiorenza, Piccini y Petrini. ANTONIO FLORIO E ra Ángeles y Demonios el sugerente epígrafe que Antonio Florio proponía para titular el concierto que cerraba el ciclo de música napolitana. Las músicas escogidas para levantar esa evocadora dualidad eran fragmentos de óperas y cantatas barrocas en las que la sensualidad y el efectismo reflejaran la peculiar manera de ser que se materializa en la hiperbólica gestualidad napolitana. Lamentablemente, no hubo ni lo uno ni lo otro. La velada no comenzó bien, ya desde la pobreza del programa de mano, carente de los textos interpretados, seguido de una deshilachada presentación a cargo del coordinador artístico del acto y el propio Florio, donde la aparente naturalidad improvisadora del momento fue en realidad desestructuración y carencia de contenidos relevantes. Tras ello, asistimos a un concierto justito en el que la planicie musical tuvo que buscar amparo en otros recursos para salvar la situación. La Capella Della Pietá mantuvo su plantilla 4-3-2-21-clave, más propicia para el foso que para la escena, difi- cultando el equilibrio con las líneas vocales. Sin tener ya en cuenta los continuos problemas de afinación, la sonoridad y la solvencia del conjunto fue pobre y, en muchos momentos, limitada. En lo relativo a las voces, Ercolano mostró un buen potencial al que no exprimió en todo momento, a diferencia de su compañero, De Vittorio, cuya carencia de recursos canoros se vio compensada con un dominio fabuloso de la expresión y el mimo, muy adecuados en este caso. Florio careció de funcionalidad expresiva, reduciendo su labor a proporcionar auftaks y marcar metronómicamente el compás. Su técnica directorial básica y sobreactuada fue irrelevante para sus músicos, cuyas escasas bocanadas de flexibilidad nacieron realmente en su concertino. Actuación global decepcionante con un discurso musical plano y de escasísima imaginación instrumental, salvo por el toque humorístico del histrionismo del tenor o el encanto popular de las propinas. ¿Ángeles y Demonios? ¿Dónde? Juan García-Rico 33 AC T U A L I DA D MURCIA Ciclo de la OSRM EN CLARA PROGRESIÓN MURCIA Auditorio y Centro de Congresos “Víctor Villegas”. 14-XI-2008. Javier Perianes, piano. Sinfónica de la Región de Murcia. Director: José Miguel Rodilla. Obras de Cruz Guevara, Beethoven y Bizet. Con la presencia de uno de los intérpretes revelación del actual panorama musical español, el joven pianista andaluz Javier Perianes, la Orquesta Sinfónica de la Región de Murcia ha abierto la temporada 2008-2009 programando el Concierto para piano y orquesta nº 4 op. 58, de Beethoven. La primera impresión a considerar es el dulce expresar romántico que el solista expuso en la enunciación de la obra, sentido que iba a mantenerse a lo largo de toda la interpretación, especialmente en el Andante central, movimiento donde el contrastado diálogo entre piano y orquesta llegó al súmmum de honda expresividad. La OSRM fue creciendo en tensión sonora y justeza rítmica, llevando al pianista a sacar lo mejor de su arte, sólido a la vez que sensitivo. Ciertas inconveniencias de afinación que fueron apareciendo en el instrumento no significaron obstáculo para el lucimiento de Perianes, que dejó claro cómo solventar esos imponderables, recurriendo a su gran talento y capacidad técnica, como dejó de manifiesto en un sensacional bis con la última pieza, Der Dichter spricht (Habla el poeta), de las Kinderszenen, op. 15, de Robert Schumann, en todo un alarde de expresión romántica. El concierto se había iniciado con una especie de friso musical en tres movimientos titulado Taracea del compositor también andaluz, Juan Cruz Guevara (Macael, 1972), que en su orden siguen el proceso de la ejecución de este arte decorativo de incrustación de materiales, en este caso el autor piensa en el mármol de su tierra, y que tan alto grado de preciosismo adquirió aplicado a la madera en la artesanía nazarí. José Miguel Rodilla ha sabido clarificar las texturas de esta obra con una transparencia realzada por las buenas condiciones acústicas del auditorio mur- ciano, y la entrega y el afán de unos músicos comprometidos con la interpretación de la obra. El pleno lucimiento de la orquesta se produjo con la espectacular ejecución de la Sinfonía en do mayor de Georges Bizet, ese milagro de un jovencísimo músico —compuesta con sólo diecisiete años— que posee una rara perfección formal en su mimetismo y referencia al periodo clásico vienés. Se confirmaba así la clara progresión de la OSRM que se viene produciendo desde las últimas temporadas. José Antonio Cantón Fundación Cajamurcia ELEGANTE MAESTRÍA Murcia. Auditorio y Centro de Congresos “Víctor Villegas”. 30-X-2008. Deutsches Symphonie Orchester Berlin. Director: Georges Prêtre. Obras de Brahms y Musorgski-Ravel. S 34 iguiendo la tradición de clausurar su Semana Grande con un gran concierto sinfónico, la Fundación Cajamurcia ha contado en esta ocasión con una de las orquestas históricas de la capital de Alemania, originariamente denominada Orquesta RIAS de Berlín y que, después de un cambio de nombre por Radio-Symphonie-Orchester RSO en la década de los años cincuenta, adoptó en la década de los noventa el actual de Deutsches Symphonie Orchester Berlin. Desde su fundación supuso una gran alternativa al prestigio de la Filarmónica, ya que su primer titular, Ferenc Fricsay, la llevó a ser un referente entre las mejores orquestas de Europa. Por encima de cualquier consideración lo más destacado de su actuación murciana resultó ser la dirección musical de Prêtre. Este gran maestro francés posee la ambivalencia de desarrollar por un lado la técnica más depurada de la escuela vienesa y por otro haber materializado, junto a Michel Plasson, la herencia recibida de ese trío galáctico de la dirección musical francesa compuesto por Pierre Monteux, Charles Münch y Jean Martinon. Del húngaro, Prêtre conserva la precisión de gesto en la marca del tempo, en los cambios de dinámica, en el ajuste de entradas y en el equilibrio de los factores tímbricos. De los segundos la fantasía de su comunicación, con una enunciación y articulación diáfanas que son fiel reflejo de un coherente concepto global de la obra. Así en Brahms supo indicar con elegante maestría la línea melódica que proponían simultáneamente dos o más instrumentos, tan frecuente forma de expresarse este compositor atendiendo, en todo momento, con exquisita individuali- PRÊTRE zación los cometidos de cada músico protagonista, todo ello sin menoscabo de un estricto seguimiento del conjunto del discurso. Prescindiendo del “instrumento” de la batuta, convirtió la contemplativa serenidad del segundo movimiento de la Sinfonía nº 3 en una lección magistral de dirección, consiguiendo el pasaje más sublime de todo el concierto. El gran despliegue de facultades vino con los Cuadros de una exposición. Prêtre cargó de energía sus ya superados ochenta y cuatro años transmitiendo siempre los grandes contrastes que propone Musorgski de la mano de un genial Ravel. Todos sus recursos técnicos aparecieron en plenitud de gracia, eficacia y rara precisión haciendo que la orquesta expresara su mejor sonido y conjunción, pese a no llegar al extraordinario nivel artístico con que era requerida desde el pódium, donde Georges Prêtre se erigió en el gran protagonista de esta gran velada sinfónica, pasando a ocupar un lugar preeminente entre el elenco de grandes músicos que han visitado el auditorio murciano a lo largo de su joven a la vez que intensa historia. José Antonio Cantón AC T U A L I DA D OVIEDO Clausura de la XVII Semana de Música SOBRECOGEDORA RESURRECCIÓN OVIEDO Mathias Bothor Auditorio Príncipe Felipe. 23-X-2008. Coro de la Fundación Príncipe de Asturias. Sinfónica Simón Bolívar. Director: Gustavo Dudamel. Magda Nieves, soprano. Hadar Halevy, mezzosoprano. Mahler, Sinfonía nº 2 “Resurrección”. Gustavo Dudamel confirmó su reconocimiento artístico internacional con un concierto de gran nivel musical. El director parquisimetano de tan sólo 27 años se puso al frente de la enorme Orquesta Sinfónica Simón Bolívar, el Coro de la Fundación Príncipe de Asturias, la soprano puertorriqueña Magda Nieves y la mezzo israelí Hadar Halevy, para ofrecer una sobrecogedora versión de la Sinfonía nº 2 “Resurrección” de Gustav Mahler. El Auditorio Príncipe Felipe de Oviedo vivió así una de las citas musicales más esperadas de la temporada, que sobre todo se recordará por su descomunal impacto sonoro. La cita ovetense no estaba en principio situada en la agenda del director, totalmente repleta durante los próximos meses. Para acudir al Audito- GUSTAVO DUDAMEL rio de Oviedo, Dudamel tuvo que llegar en avión el mismo día del concierto por la mañana, porque tan sólo un día antes tuvo que dirigir en Múnich. Sorprendentemente, al día siguiente de su estancia en Oviedo ofreció otro concierto en Viena. Los tres días con tres programas diferentes. En Oviedo, con tan sólo un ensayo general el mismo día del concierto ofreció una soberbia versión de la obra. Al sonido de la orquesta no le sobró refinamiento; fue más apasionado que pulcro, pero Dudamel modeló la obra con detalle y de memoria, con un control absoluto sobre todas las secciones y músicos, obteniendo una lectura de enorme riqueza dramática y un efectismo dinámico sobrecogedor. La orquesta volvió a dar una lección de cómo hacer música al más alto nivel sin los encorsetamientos habituales de los conjuntos europeos. Fue una pena que no acompañase el Coro de la Fundación, que aunque visiblemente reforzado para la ocasión, no estuvo a la altura de decibelios de la orquesta y se quedó en un bastante discreto segundo plano. Magda Nieves y Hadar Halevy ya habían cantado la obra con Dudamel en otras ocasiones, así que las prestaciones fueron de garantías, si bien es cierto que a ninguna le sobró volumen ni cuidado lírico, cosa que podría haber mejorado bastante la versión. Aurelio M. Seco La OSPA reestrena una zarzuela de Bretón COVADONGA RESCATADA Oviedo. Auditorio Príncipe Felipe. 7-XI-2008. Mª José Suárez, Ana Nebot, Enrique Sánchez Ramos, Alfonso Echeverría, Iñaki Fresán, Francisco Corujo, Juan Noval-Moro, Miguel Bernal. Coro Universitario de Oviedo. Coro de la Sinfónica Ciudad de Gijón. Sinfónica del Principado de Asturias. Director: Miquel Ortega. Bretón, Covadonga (versión de concierto). D 36 entro de la temporada de abono de la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias, el estreno de Covadonga, zarzuela grande en tres actos de Tomás Bretón, era una de esas citas que tanto en Asturias como desde Madrid se esperaba con ilusión. Su estreno se había anunciado desde hace dos años y, por razones técnicas, relacionadas con el mal estado de las partituras, había sufrido una dilación que aumentó todavía más el interés en conocer la obra. Siempre es una buena noticia la recuperación de nuestro patrimonio musical, y más cuando se trata de una obra del maestro Bretón, pero en ocasiones ocurre que ni la partitura ni la interpretación logran estar, finalmente, a la altura de las expectativas creadas. Y esto fue lo que finalmente sucedió en Oviedo, que la obra no convenció, como tampoco lo hizo en el Circo Parish de Madrid en 1901, cuando se estrenó. Tampoco convenció, o más bien desencantó, la interpretación musical y lírica de la pieza, que se ofreció en versión de concierto. Lo que falla en esta zarzuela son varias cosas: primero el libreto, que cuenta bastante mal una historia don- de se desaprovecha incluso la figura de Pelayo, que resulta marginal. La música tampoco es de lo mejor que haya concebido el salmantino. Algún número mantiene un singular y alhambrista atractivo estético, pero nada más. La dirección musical fue de Miquel Ortega, mucho mejor director de lo que demostró en esta obra. Seguramente sería injusto cargar demasiado las tintas sobre los intérpretes. Sería más apropiado convencerse de que antes de reestrenar ninguna obra es totalmente necesario poseer una edición crítica de calidad, cosa que ya está en manos del ICCMU y José Luis Temes, y por la que, de momento, habrá que esperar. Los cantantes estuvieron en un segundo plano casi siempre, porque el volumen orquestal no es que fuera alto, es que por momentos fue atronador y totalmente descontrolado, como la concertación. La OSPA no mostró tampoco el sonido seductor al que nos tienen acostumbrados. También se podrían haber ajustado mejor alguno de los roles a las aptitudes de los cantantes, y contratado alguna voz de mayor entidad. Aurelio M. Seco AC T U A L I DA D SANTIAGO / SAN SEBASTIAN Días de piano Ciclo del OSE CLÁSICOS DEL SIGLO XX UNA MISA DE ÓPERA Auditorio Kursaal. 13-XI-2008. José Luis Sola, tenor; Favio Previati, barítono. Coral Andra Mari. Sinfónica de Euskadi. Director: Antonello Allemandi. Obras de Puccini, Dallapiccola y Respighi. Tres conciertos seguidos sin que en ninguno de los correspondientes programas estuviera incluida alguna de las obras que incansablemente se repiten año tras año, fue toda una singularidad que una parte del público agradece. Un monográfico Stravinski estuvo a cargo de dos notables especialistas en la obra del compositor: el pianista Paul Crossley y el director David Atherton al frente de la Real Filharmonía. Pianista y orquesta se alternaron en la interpretación de la obra didáctica Los cinco dedos, compuesta en 1921, y las Ocho miniaturas instrumentales que escribió cuarenta años más tarde para pequeña orquesta e inspirada en la primera. A ello siguieron los Movimientos para piano y orquesta de 1959 y el concierto para pequeña orquesta Dumbarton Oaks, para cerrar con la suite de Pulcinella. Un interesante repaso por algunas de las distintas facetas del proteico compositor rusofrancés-americano, pero que dejó una cierta sensación de frialdad, consecuencia de que la orquesta parecía cumplir más por obligación que por devoción. En el siguiente concierto, el Auditorio recibió la visita de la Sinfónica de Galicia, que al mando de Jesús López Cobos volvió a dar muestra de su gran calidad con las Tres pequeñas liturgias de la Presencia divina de Messiaen y el Stabat Mater de Poulenc. Como será comentado desde La Coruña, tan sólo señalamos su éxito de público. La gran novedad de este año es la inclusión en el programa anual del ciclo de piano Ángel Brage, intérprete y profesor de piano fallecido hace 25 años, del que fueron alumnos destacados melómanos santiagueses a cuya iniciativa se debe el ciclo. Excelente iniciativa, tanto por llenar una notoria ausencia en la actividad musical anual de la ciudad, como por la categoría de los pianistas que participarán en este primer ciclo. Lo comenzó Olli Mustonen, con una soberbia versión de los doce números (meses) que integran Las estaciones de Chaikovski y el estreno en España de una sonata suya titulada Jehkin livana, en la que intenta recrear el mundo finés del kantele y los cantos rúnicos. Virtuosismo por todo lo alto y una portentosa técnica, puesta aún más de manifiesto en los Estudios op. 8 de Scriabin. José Luis Fernández Muchos directores se afanan en restar ese carácter tan de ópera que suelen presentar algunas obras sacras compuestas por compositores que se prodigaron sobre todo en el terreno de la ópera. Pero aquellos que desean lograr un resultado más efectista lo que hacen es potenciar ese carácter. Si a ese detalle le sumamos un coro que en la actualidad está sonando más que bien, como es el caso del Andra Mari de Rentería, y le ponemos delante la batuta de Antonello Allemandi, más habituado al foso que al podio, el resultado indudablemente sonará como si el coro estuviera interpretando cualquier página de una ópera reconocida. Es lo que ocurrió con el Misa de Gloria —uno de los pocos recuerdos que los programadores de Donostia han tenido este año hacia la figura de Giacomo Puccini en su 150º aniversario. Allemandi buscó una sonoridad compacta y redonda, sin dejar de mantener un ritmo ágil con la complicidad de la coral errenteriarra que respondió estupendamente. Sonaron perfectas todas las cuerdas vocales en las entradas de las fugas, la cuerda de SAN SEBASTIÁN SANTIAGO OLI MUSTONEN Santiago de Compostela. Auditorio de Galicia. 16-X-2008. Paul Crossley, piano. Real Filharmonía de Galicia. Director: David Atherton. Obras de Stravinski. 1-XI-2008. Olli Mustonen, piano. Obras de Chaikovski, Mustonen y Scriabin. bajos y barítonos, igual que la de sopranos, sonó empastada en los fraseos del Qui tollis; y también quedaron equilibradas las voces femeninas, con una cuerda de contraltos de atractivo color vocal que tan poco se prodigan ya por esta ciudad. En contra, el volumen que la batuta exigió al coro y a la orquesta, demasiado forte con el consiguiente follón que ensució un sonido más limpio, echándose de menos fraseos en piano para mayor lucimiento de las voces. El tenor José Luis Sola cantó con gusto, pero tendiendo mucho al portamento y el barítono Previati pasó bastante inadvertido. Los gestores de la OSE arriesgaron bastante programando después las Variaciones para orquesta de Luigi Dallapiccola, obra llena de atmósferas donde cada instrumento mantiene un importante peso específico y que sonó estupenda. Allemandi logró el bravo del público; fue con Pini di Roma, obra de cuatro partes que interpretaron a ritmo muy épico, casi de peplum, y donde sonaron estupendos los metales. Íñigo Arbiza 37 AC T U A L I DA D SAN SEBASTIÁN / SANTANDER Temporada de la OSE RYAN NO PASA INADVERTIDO San Sebastián. Auditorio Kursaal. 23-X-2008. Nikolai Demidenko, piano. Orquesta Nacional de Burdeos y Aquitania. Director: Kwamé Ryan. Obras de Janácek, Prokofiev y Beethoven. L a Orquesta Nacional de Burdeos y Aquitania intervino en la temporada de la OSE dentro de su política de intercambio en lo que supuso una grata sorpresa gracias a la batuta de su titular desde hace poco tiempo Kwamé Ryan y un pianista fuera de serie como Nikolai Demidenko. Ryan dirigió de un modo inteligente, sin dejarse llevar por la mecánica de la música como hacen muchos, obteniendo lo mejor no sólo de cada sección orquestal sino logrando que cada músico diera lo mejor de sí mismo. Una batuta fresca, ágil, muy dinámica, sin caer en la tentación de recrearse con lo fácil, siendo contundente pero desde la contención. No es tarea ni agradecida ni fácil la expuesta, y a pesar de algunos excesos como la entrada de los contrabajos en la Marcha fúnebre Adagio Assai de la Heroica de Beethoven logró el maestro una versión bastante acertada, cargada de destreza interpretativa, con un diálogo bien planteado y mejor ejecutado entre la trompa y la orquesta en el Scherzo allegro vivace, además de una cuerda limpia y nítida. Si cautivaron los bordeleses con la obra beethoveniana no lo hicieron peor a través de las bellas páginas de la épica Taras Bulba de Leos Janácek con un trabajo que se caracterizó por el sonido tan limpio y la homogeneidad de la cuerda, con las bellas intervenciones del arpa en La muerte de Ostap, y en cualquier caso, con ese algo más que hizo que viéramos prácticamente la película del relato gracias a una versión tan expresiva como descriptiva. Precisamente si algo no le faltó al Concierto para piano y orquesta nº 1 en re bemol mayor op. 10 de Prokofiev fue expresividad gracias a las magníficas dotes del ruso Nikolai Demidenko. Contundente de principio a fin, impetuoso y exacerbado en ocasiones, en pro de los tres movimientos del concierto donde impera cierto sentido de la provocación, al menos en el momento en que se dio a conocer. Ryan siguió a Demidenko, y éste a su vez al maestro llegando al necesario entendimiento como para que la cosa no se desmadrara y la orquesta supiera estar a su vez en su sitio. Sin duda, la batuta que pudimos ver en el Kursaal no pasó inadvertida. Íñigo Arbiza XIII Temporada Lírica ABIERTA AL MAR SANTANDER Yarmem Palacio de Festivales. 25-X-2008. Puccini, Madama Butterfly. Hiromi Omura, Zoran Todorovich, Manuel Lanza, Francesca Franci. Coro Lírico de Cantabria. Orquesta de Córdoba. Director musical: Angelo Cavallaro. Director de escena: Lindsay Kemp. Coproducción: Palacio de Festivales de Cantabria y Gran Teatro de Córdoba. 38 La pequeña temporada lírica cántabra recuperó en esta Madama Butterfly la bella puesta en escena del británico Lindsay Kemp, de límpidos trazos, colorido vestuario y fina pintura de climas, abierta a un gran mar conciliador entre dos culturas alejadas. La larga espera de Cio-Cio-San, Suzuki y el niño tras la divisa del navío de Pinkerton mientras sonaban voces del coro a boca cerrada mereció, en su suave descenso a la noche, la consideración de triste y sereno clímax. Los cantantes no parecían perdidos en el tablado y dejaron en el aspecto teatral una representación de altura, si bien en lo musical sólo alcanzaron la excelencia la Suzuki sonora y sensible de la italiana Francesca Franci y el Sharpless humano, atento y bien cantado de Manuel Lanza, que jugaba en casa. La japonesa Hiromi Omura tiene, diríamos, el physique du role, además de una voz de lírica ancha siempre audible y en su sitio, pero no termina de regular la frase pucciniana con propiedad. El peor fue el serbio Zoran Todorovich en Pinkerton, pues sonó engolado arriba y dijo casi todo en forte, con poco gusto y sin seguir una línea de canto. Por su parte, los secundarios (con Carlos Durán, Josep Ferrer e Itziar de Unda entre ellos) cumplieron en general con solvencia, igual que el coro y la orquesta, todos ellos pendientes de la batuta que el italiano Angelo Cavallaro empuñaba en el foso, a veces algo parca en matices pero capaz en todo caso de llevar a la sala toda la emotividad que guarda esta centenaria y siempre conmovedora partitura. Asier Vallejo Ugarte AC T U A L I DA D SEGOVIA / TENERIFE XV Jornadas de Música Contemporánea LA PASIÓN DE HACER MÚSICA SEGOVIA Capilla del Museo Esteban Vicente. 10-XI-2008. Ángel Luis Castaño, acordeón; David del Puerto, guitarra amplificada; Carmen Gurriarán, soprano. Es Rejoice! la nueva aventura musical en la que se han unido tres grandes músicos, el acordeonista Ángel Luis Castaño, el compositor y guitarrista David del Puerto y la cantante Carmen Gurriarán, una idea que surgió del propio placer de hacer música y que en este concierto ha tenido su pri- mer encuentro con el público. Cada uno de ellos tiene una carrera profesional en la música, independiente de este proyecto que nace con gran ilusión. El primer espectáculo, entendido como un total, no como obras independientes, tiene como punto de partida la obra de David del Puerto Sobre la noche, para sopra- no y acordeón, sobre la cual ha desarrollado un nuevo lenguaje en el que se aúnan su labor compositiva y la improvisación y la creación colectiva de los tres músicos. Un espectáculo en el que se unen diferentes conceptos, la música de autor, el talento interpretativo, la improvisación y la música electrónica, tanto grabada como ejecutada en vivo. Todos estos factores se suman al placer con la música de tres intérpretes de gran talento que consiguieron generar una atmósfera de disfrute y unión con el público que pocas veces se dan en una sala de conciertos al uso. Leticia Martín Ruiz Giancarlo del Monaco abre una nueva etapa en la Ópera de Tenerife AL ROJO VIVO TENERIFE Auditorio. 4-XI-2008. Verdi, Otello. José Cura, Chiara Taigi, Lucio Gallo, Mario Alves, Stefano Palatchi, Mario Bellanova, Miroslava Yordanova, Lorenzo Moncloa. Coro de la Ópera de Tenerife. Sinfónica de Tenerife. Director musical: Mario de Rose. Director de escena: Giancarlo del Monaco. La Ópera de Tenerife ha inaugurado una nueva y ambiciosa etapa que aspira a convertir a la capital tinerfeña en uno de los referentes de la actividad lírica en nuestro país. Un buen ejemplo de ello han sido los dos principales montajes presentados en la edición de este año, Manon Lescaut y Otello, ambos bajo la perspectiva escénica de Giancarlo del Monaco, quien, además, será el responsable artístico del festival durante los próximos años. Otello procedía del Teatro de la ciudad suiza de St. Gallen, y el verdadero protagonista es el mar, a través de unas continuas proyecciones, muy bien realizadas, de unas olas que en José Cura en Otello de Verdi algunos momentos decisivos (como el Credo de Jago) se convertían en monolitos amenazadores. Giancarlo del Monaco ha planteado la penúltima ópera de Verdi centrándose en la psicología de los personajes y reduciendo el drama a su esencia, con lo que adquiere una enorme fuerza y veracidad. José Cura es, sin duda, el más convincente intérprete actual del moro de Venecia, y no sólo teatralmente. Salvando una tendencia natural al engolamiento, ha profundizado enormemente en una figura de la que conoce todos sus recovecos y sabe disimular con inteligencia los aspectos más problemáticos. La soprano Chiara Taigi también ha experimentado una evidente evolución, e hizo una Desdemona de mucho nivel, a pesar de algunas destemplanzas en la zona superior. Lucio Gallo salvó con recursos expresivos una clara inadecuación al carácter de Jago, que quedó bastante desdibujado. Correcto el resto del elenco, en el que resaltó Miroslava Yordanova como Emilia. El maestro italo-argentino Mario de Rose concertó adecuadamente, aunque no planteó una lectura especialmente personal. Rafael Banús Irusta XI CONCURSO INTERNACIONAL DE VIOLÍN “VILLA DE LLANES” 22, 23 y 24 de agosto de 2009 XXII CURSO INTERNACIONAL DE MUSICA Llanes - Asturias Del 17 al 31 de Agosto de 2009 Violín: José Ramón Hevia, Sergei Fatkouline Anna Baget, Aitor Hevia* Cibrán Sierra* Viola: Ashan Pillai, Dénes Ludmány* Cello: Aldo Mata, Helena Poggio* Cámara juvenil (duos, trios...): David Hevia Orquesta: José Ramón Hevia *Cuarteto: Cuarteto Quiroga Asociación de Músicos de Asturias C/ Monte Gamonal, 21-6º D, 33012 Oviedo. España Telf: 985 08 46 90 / 985 25 62 8. Web: www.llanesmusica.com e-mail: [email protected] EXCMO. AYUNTAMIENTO DE LLANES 39 AC T U A L I DA D VALENCIA Herzog apocalíptico RIDÍCULO FINAL PARA UNA MARAVILLA Palau de les Arts. 25-XI-2008. Wagner, Parsifal. Evgeni Nikitin, Alexander Tsimbaliuk, Stephen Milling, Christopher Ventris, Sergei Leiferkus, Violeta Urmana. Escolanía de la Mare de Déu dels Desemparats. Cor de la Generalitat Valenciana. Orquestra de la Comunitat Valenciana. Director musical: Lorin Maazel. Director de escena: Werner Herzog. VALENCIA Christopher Ventris (Parsifal) y Stephen Milling (Gurnemanz) en Parsifal de Richard Wagner en el Palau de les Arts de Valencia 40 Según sus propias palabras, Werner Herzog ha pasado una buena temporada en la Antártida rodando un documental científico que le ha acabado de convencer de que a la humanidad, o incluso a la vida sobre la tierra, le quedan muy pocas generaciones. En el montaje de Parsifal con que el Palau de les Arts ha inaugurado su tercera temporada, su Hermandad de Caballeros del Grial vendría a ser la de los últimos supervivientes, finalmente redimidos/rescatados por una divinidad que ojalá se hubiera quedado en la simpleza de, a falta de la paloma que pide el libreto, enviar un ovni corriente y moliente. Pero no, lo que vimos fue una fotografía del controvertido edificio de Calatrava como platillo volante sobre un firmamento estrellado. Una ridiculez, vaya. Hasta ese vuelco en el marcador que, casi agotada la prórroga, hizo perder una eliminatoria que parecía tan brillantemente encarrilada, el único pero grave que al director de cine alemán se le podría haber puesto había sido el poco provecho que se sacó de meter las voces de la segunda fila de muchachas flor en el foso. Y si alguien echó de menos la presencia de Titurel como oficiante de la Eucaristía, la plenitud de la voz de Alexander Tsimbaliuk en el hueco debajo de los palcos y detrás de las butacas de platea sobrecogió de tal modo los ánimos que su única consecuencia indeseada fueron las dudas que despertó sobre si había sido artificialmente amplificada. Por lo demás, Lorin Maazel dirigió, una vez más, magistralmente a una orquesta y unos coros, también una vez más, irreprochables en la respuesta. Si acaso, la perseverancia en la espontaneidad (¿qué mayor fidelidad?) con que se tradujo la larga y compleja partitura sólo se pudo ver superada por el cuidado exquisito con que se trató a los cantantes y por los rendimientos sin excepción al menos igual de memorables con que éstos agradecieron semejantes mimos. El primer acto fue de Gurnemanz porque así lo quiso Wagner y por la razonable y benigna humanidad de que la cálida y grande voz de Stephen Milling supo dotar a un personaje que en el tercer acto acusó la experiencia acumulada en los veinte años transcurridos. La evolución de la inocencia sigfridiana a la madurez de Parsifal fue similarmente apreciable en Christopher Ventris, lo mismo que, ahora en el sentido de una progresiva sublimación de la amargura, en el Amfortas de Evgeni Nikitin. No quedó a la zaga el Klingsor de Sergei Leiferkus, de maldad tan palpable como la agonía que la acompaña. Y si se deja para el final, no es sino para que resalte más la soberbia actuación de Violeta Urmana, capaz de plasmar vocal y escénicamente los infinitos matices de Kundry. Alfredo Brotons Muñoz AC T U A L I DA D VALENCIA De lo bueno a lo óptimo SOBRIEDAD EN LA SUTILEZA Valencia. Palau de les Arts. 10-XI-2008. Verdi, Luisa Miller. Orlin Anastassov, Marcelo Álvarez, María José Montiel, Rafal Siwek, Andrzej Dobber, Alexia Voulgaridou, Francesca Pedaci, David Asín. Director musical: Lorin Maazel. Director de escena: Lamberto Puggelli. María José Montiel y Marcelo Álvarez en Luisa Miller de Verdi en el Palau de les Arts de Valencia S obre un muro de falsa piedra rugosa, muy próximo al proscenio, hace Lamberto Puggelli que se desarrolle toda la acción de esta producción de Luisa Miller, originalmente estrenada en el Teatro Massimo de Palermo en 2004. Los bloques de que se compone se abren alternativamente para mostrar pequeños interiores en dos estratos y a menudo repetidos. Los cantantes se mueven dentro de ellos o salen fuera cuando no o al mismo tiempo que se ven envueltos por proyecciones de cuadros de Rembrandt y Vermeer. El vestuario y los decorados diseñados por Luisa Spinatelli acaban de adentrarnos en la imaginería de estos dos pintores flamencos. Los movimientos de Luisa y Rodolfo suelen ser mima- dos por dobles en estancias diferentes, quizá para subrayar la distancia psicológica a la que siempre se encuentran ambos protagonistas, auténticas marionetas de las ambiciones de los representantes del poder que son sus progenitores. Que se llame espada a un puñal o se hable de una lámpara no vista son deslices mínimos, y aunque algo más de importancia tiene lo mal que se resuelve el duelo y el strip-tease sobra, en este montaje abundan las sutilezas, en muchas ocasiones subrayadas por la eficaz iluminación dispuesta por Bruno Ciulli. El cuarteto a cappella o la “peregrinación” de los Miller a lo Timur-Liù o LearCordelia son momentos memorables. En la première, el reparto vocal estuvo muy equilibra- do dentro de un nivel general bastante más que simplemente correcto. Por la calidad de su materia y la musicalidad con que la manejó, María José Montiel se mostró un punto por encima del resto: nunca se habrá lamentado tanto la brevedad de la parte de Federica. Pero ninguno de sus colegas desmereció. Salvo por algunos efímeros desfallecimientos, la soprano Alexia Voulgaridou compuso una Luisa vocalmente rotunda y psicológicamente frágil; es decir, como debía. El tenor Marcelo Álvarez fue, cierto que en dientes de sierra, de menos a más, lo cual en este caso significa de lo bueno a lo óptimo. Wurm encontró en Rafal Siwek el contundente bajo deseable para un personaje tan consistente, monolíticamente mal- vado. Walter, en cambio, requería riqueza de matices, y Orlin Anastassov fue generoso en ellos, lo mismo que Andrzej Dobber con el otro padre. Es ya casi de rutina decir que el coro y la orquesta titulares funcionaron con excelencia hecha de precisión en la ejecución y flexibilidad en unos conceptos muy clara y eficazmente inculcados y controlados por Lorin Maazel. Los destellos de talento interpretativo menudearon sobre todo tras el descanso, pero nunca faltó el socorro de un oficio bien dominado. El público aplaudió con calor, esta vez sin duda porque debieron de ser muy pocos los que no disfrutaran de veras. Alfredo Brotons Muñoz 41 AC T U A L I DA D VALENCIA / ZARAGOZA Orquesta de Valencia MARCANDO LA PAUTA Valencia. Palau de la Música. 24-X-2008. Orquesta de Valencia. Director: Yaron Traub. Obras de Wagner, Bartók y Strauss. 31-X-2008. Enrique Palomares, violín. Director: Yaron Traub. Obras de Debussy y Prokofiev. 7-XI-2008. Rebecca Evans, soprano; Markus Eiche, barítono. Coro Filarmónico Checo. Director: Yaron Traub. Brahms, Un Réquiem alemán. 14-XI2008. Sol Gabetta, violonchelo. Escolanía de Nuestra Señora de los Desamparados. Director: Yaron Traub. Obras de Mendelssohn, Britten, Chaikovski y Elgar. C omo queriendo marcar la pauta para el resto, su titular, Yaron Traub, se reservó para sí mismo las cuatro primeras actuaciones de la Orquesta de Valencia en el abono del Palau de la Música. La primera, con la obertura de Rienzi, El mandarín maravilloso y la Sinfonía “Doméstica” como programa, constituyó una exhibición de fuerza, pero también de flexibilidad. El éxito fue grande, unánime y muy repartido, pues los desequilibrios entre secciones fueron mínimos y poquísimas las intervencio- nes individuales menos que correctas. En el impresionismo, concretamente Debussy, es fundamental el rubato, y Traub derrochó acierto para regular aceleraciones y retenciones, así como intensidades y el mayor o menor grado de claridad con que se percibían las líneas secundarias en Jeux, la Petite suite e Ibéria. Como complemento, el Primer Concierto para violín de Prokofiev encajó a la perfección en la magnífica interpretación que protagonizó Enrique Palomares. El habitual concertino de la orquesta estuvo, en efecto, impresionante por la riqueza y el refinamiento de su timbre, la afinación constante y la elocuencia con que él y sus normalmente compañeros y esta vez acompañantes supieron crear una atmósfera de lirismo muy atractivo por lo que tuvo de casi impresionista. En el Réquiem alemán la nota media global se situó en el aprobado alto, aunque con importantes desviaciones en uno y otro sentido. El arranque, por ejemplo, fue muy prometedor, pero el nivel interpretativo descendió cuando la fuga desveló que el Coro Filarmónico Checo no evitaba el grito. Por su parte, los solistas no pasaron de discretos. La gran triunfadora ha sido la joven violonchelista argentina Sol Gabetta, cuyas Variaciones rococó no tienen nada que envidiar a las firmadas por ninguno de los grandes nombres del instrumento. Y siguieron unas Enigma en las que orquesta y director reiteraron los motivos para un entusiasmo que había distado de producirse en los dos fragmentos del Sueño de Mendelssohn y el Salmo 150 de Britten. Alfredo Brotons Muñoz XIV Temporada de Grandes Conciertos de Otoño MEMENTO MORI 42 Poco impresionaría la muerte inexorable sin ponerla en parangón con las alegrías de la vida, y eso es lo que hizo el Cuarteto Emerson, al modo de una clásica vanitas, con un programa (cuarto de una temporada otoñal que ha tenido un arranque espectacular) visiblemente vertebrado sobre la idea de la muerte y sin embargo —o precisamente por ello— abierto con el Cuarteto en fa mayor, op. 74, nº 2, de Haydn, ejemplo de alegría vital que no oscurece la más mínima nube de pesar. Pero su modélica ejecución pareció apenas nada en comparación con el grueso del programa: belleza plena y conmovedora en el Cuarteto en re menor “La muerte y la doncella D. 814, de Schubert, sugerente de una muerte amiga, que tiende una mano cálida a quien Andree Eccles ZARAGOZA Auditorio. 15-XI-2008. Cuarteto Emerson. Obras de Haydn, Shostakovich y Schubert. se dispone a traspasar el umbral, y auténtico espeluzno en cambio en el impresionante Cuarteto en si bemol menor, op. 138, de Shostakovich, una de las músicas más herméticas, deshabidas, lacerantes y desoladoras jamás escritas, indiscutible cima de una sesión cuyo único protago- nista —un cuarteto; no cuatro instrumentistas— se mantuvo en todo momento en el máximo nivel en todos los conceptos en presencia: afinación, empaste, fraseo, cohesión, unidad y distinción de las voces, rigor del planteamiento, capacidad expresiva, emoción… Ovación de gala y una propina pintiparada: un Andante, que Schubert dejó inconcluso, que termina inesperada y abruptamente en medio de una frase. Asomado al vacío y enfrentado al gran misterio de la existencia. Es decir a la muerte. Una noche para terminar de rodillas. Antonio Lasierra AC T U A L I DA D VALLADOLID Cita con el cine DOS ACONTECIMIENTOS VALLADOLID Auditorio. 27-X-2008. Sellitto, La vedova ingegnosa. Maria Kuijken, soprano: Fulvio Bettini, bajo. La Petite Bande. Director: Sigiswald Kuijken. 29-X-2008. Sinfónica de Castilla y León. Director: Winfried Mitterer. Huppertz, Metrópolis (con proyección de la película de Lang). Un precioso regalo en la Sala de Cámara del Auditorio. Dos divertidos intermedios operísticos napolitanos en una representación que contó, no sólo con dos magníficos cantantes sino también con bailarines y mimos. La orquesta situada al fondo y los intérpretes en un proscenio que se improvisó. Una música inspiradísima en su sencillez, con un dúo que nos recordó uno del Don Giovanni mozartiano y una hermosísima aria de Satie. Un movimiento escénico sencillo pero virtuoso aprovechando perfectamente le reducido espacio. Setenta minutos que pasaron como un soplo. La soprano, actriz desenvuelta y graciosa, tiene una hermosa media voz, aunque cala un poquito en el agudo. El bajo, magnífico también como intérprete y cantante. Los mimos, el acróbata y los bailarines nos devolvieron la estética de aquellos tiempos. Y claro está, los diez músicos de La Petite Bande acompañaron la representación de forma perfecta. Absolutamente afinados, con una intencionalidad humorística que correspondía a la obra y luciendo siempre esa clase que les caracteriza desde hace bastantes lustros. Fue un espectáculo pequeño pero un gran espectáculo. Cuando se hacen las cosas así todo resulta fácil y feliz. Otro suceso único fue la interpretación por la Orquesta de Castilla y León de la extensa partitura de Gottfried Huppertz para Metrópolis, acompañando la proyección de la casi completa película de Fritz Lang (han aparecido otros 25 minutos en Argentina). Una música de orquestación densa, postwagneriana con temas de diferentes características que el conjunto, bien dirigido por un maestro competente, ejecutó con dominio y contundente sonido. Una ocasión en la que el cine y la música (La Seminci organizó el acto) mostraron un positivo maridaje. Este tipo de concierto-proyección es difícil de organizar pero cuando así ocurre la experiencia es impresionante. Fernando Herrero Desfile de batutas ESPLENDOR Valladolid. Auditorio. 20-X-2008. Imogen Cooper, piano. Sinfónica de Londres. Director: Daniel Harding. Obras de Sibelius, Mozart y Schumann. 23-X-2008. Laurent Korcia, violín. Sinfónica de Castilla y León. Director: Alejandro Posada. Obras de Ravel, Chausson y Copland. 25-X-2008. Collegium Vocale de Gante. Director: Philippe Herreweghe. Obras de Bach. 27-X2008. Bach Collegium de Japón. Director: Masaaki Suzuki. Obras de Bach. 30-X-2008. Sergei Khachatrian, violín. Sinfónica de Gotemburgo. Director: Gustavo Dudamel. Obras de Hillbor, Sibelius y Nielsen. 6-XI-2008. Sinfónica de Castilla y León. Director: Josep Pons. Obras de Falla, Turina y Shostakovich. 8-XI-2008. Dagmar Pecková, mezzo. Sinfónica de la BBC. Director: Jirí Belohlávek. Obras de Wagner y Bruckner. C on diez días de diferencia, dirigen en Valladolid a la Orquesta Sinfónica de Londres y a la de Gotemburgo dos de las rutilantes batutas del momento, de las que se habla para suceder a Jesús López Cobos en la dirección del Teatro Real. Daniel Harding, con la Séptima de Sibelius y la Segunda de Schumann y Gustavo Dudamel, con el Concierto para violín de Sibelius y la Cuarta Sinfonía de Nielsen como obras de peso. Muy diferentes ambos maestros, Harding, un tanto frío, muy técnico, dirigiendo con las manos, atento a la partitura. No resulta deslumbrante pero las dos difíciles sinfonías las vierte con precisión sin perder en el compositor finlandés el hilo de su difícil discurso ni dejarse vencer por la orquestación discu- tible de la bellísima Segunda de Schumann. Dudamel es un director impresionante. Tanto en la obra de estreno como en el acompañamiento magistral (qué pianísimo de comienzo) al no menos espléndido violinista, como en la brillantez de la Inextinguible, demostró ser un maestro fuera de serie. Pianísimos, crescendos, contrastes y fortísimos fuera de serie, siempre matizando a la extraordinaria orquesta sueca, completamente fiel a su batuta hasta en el Tico Tico, uno de los regalos. Esplendor de Johann Sebastian Bach, gran protagonista del Otoño en Clave. Tanto el director belga como el japonés, que sufrió la pérdida de su madre el día del concierto, interpretan de forma diferente cantatas y misa, los dos con rigor y unción, más grave la del primero, más ligera y alada la del segundo. El coral variado de la Cantata nº 140 nos trajo a la memoria su ejecución por la Orquesta Nacional de España en ocasión de las muertes de Pérez Casas y Argenta. Ahora los músicos nipones nos la ofrecieron con su prístina esencialidad. Buenas prestaciones de Laurent Korcia, en el Poema de Chausson y la Tzigane de Ravel. Bello sonido, muy francés, para partituras muy diferentes. Se estrenó en Valladolid la Tercera Sinfonía de Copland, su obra más compleja, llevada con entusiasmo por Alejandro Posada. Por su parte, Josep Pons entendió perfectamente la Décima Sinfonía de Shostakovich, jugando con los contrastes en los que abunda, pianos, fortes o una gran prestación de la orquesta. Esplendor, asimismo, en la extraordinaria versión de la Quinta de Bruckner, que fue grabada en directo. El director checo, elegante en la gestualidad y de suma claridad para sus músicos volcó todos los matices de la compleja obra, sus pianos en poscomienzos de los tiempos, sus contrastes, la emoción del Adagio, los hallazgos técnicos, las plenitudes, con un final asombroso de fuerza y matización. El público estuvo inmerso en el largo desarrollo de la obra, lo que no siempre se consigue. Antes acompañó con delicadeza a una mezzo con musicalidad y magnífico sonido en la zona media en los Lieder wagnerianos. En el agudo, estuvo mucho más discreta. Fernando Herrero 43 AC T U A L I DA D Wagner tomado en broma RIENZI EN LA PELUQUERÍA Theater. 18-X-2008. Wagner, Rienzi. Mark Duffin, Patricia Andress, Tamara Klivadenko. Director musical: Christoph Ulrich Meier. Directora de escena: Katharina Wagner. INTERNACIONAL ACTUALIDAD ALEMANIA BREMEN Mark Duffin y Patricia Andress en Rienzi de Wagner en el Teatro de Bremen 44 Se diría que “debajo de la baldosa” fuese el lema de Katharina Wagner al escenificar Rienzi, la “gran ópera trágica” de su bisabuelo, tomada a cachondeo. No hay patetismo y los héroes son pequeños y risibles. La única escenografía de Tilo Stefen consiste en una empinada escalera blanca en torno a una estatua que simboliza a Roma. Carece de cabeza y su torso ha sido pintarrajeado. Durante la función esta imagen se transforma hasta una rubia sexy con una mano sobre el pubis. Rienzi es un pelado en calzoncillos y camisa que entra en una salón de belleza en busca de un tupé. Se viste con una cortina del local, con un uniforme militar, cambia varias veces de peluca y de echarpes. Monta en un carro de combate dorado, se muta en cantante de rock, en imitador de Tarzán. Finalmente, la escalera se mancha de sangre que salpica a Rienzi, quien ya no puede seguir chaqueteando como buen/ mal político, y aparece una multitud de malheridos. El efecto está logrado. En la escena de la plegaria es ya un chiflado que se envuelve en el terciopelo rojo que sirvió para descubrir la estatua y la toma por esposa. Lo atrapa el pueblo, con máscaras de lobo, en un linchamiento que acaba con Rienzi colgado de la escena. La obra es pretenciosa y ha sido ofrecida con cortes. Mark Duffin cantó al protagonista con voz de tenor baritonal, aguantó hasta el final y brilló en la plegaria. Su emisión, no obstante, resultó forzada y monocorde. Patricia Andress como Irene resplandeció sin inmu- tarse y emitió metálicos agudos. Tamara Klivadenko (Adriano), de figura desfavorecida por un vestuario a rayas negro y naranja, agradó, empero, con medios de mezzo enérgicos y punzantes. Buenos recursos vocales mostraron los demás del elenco. Los coros, dirigidos por Tarmo Vaask y Wolfgang Helbich, lamentablemente vestidos de lencería rosa y en clamoroso primer plano, cantaron con fuerza y volumen, no siempre disciplinadamente ni con timbre homogéneo. Problemática resultó la Filarmónica de Bremen conducida por Christoph Ulrich Meier. Ya en la obertura pifiaron los vientos, que toda la noche estropearon el sonido del conjunto. Las cuerdas, en cambio, tuvieron ímpetu y florido timbre. Bernd Hoppe AC T U A L I DA D ALEMANIA Continuación del Anillo de Guth EL DOBLE WOTAN Sigue la serie del Anillo en la Ópera hamburguesa. El año pasado se inició con El oro del Rin y ahora tocó a La walkyria, con la dirección de escena de Claus Guth y el escenario de Christian Schmidt. El buen suceso de esta primera jornada no ha resultado comparable a su predecesor prólogo. Ante todo por un helado primer acto, ambientado en una cocina cutre y de una blancura clínica, donde la Siglinda de Yvonne Naef, vestida con una bata azul, vaciló entre el calor sentimental y los delicados pianissimi, y un agudo áspero y desagradable. El Sigmundo de Stuart Skelton, de juvenil anorak, lució un timbre de tenor baritonal, estrecho en el agudo y flemático de expresión, hasta echar el resto al final del acto. Sólido y brillante, el inusualmente joven Hunding de Mikhail Petrenko. Wotan fue convertido en doméstico director de escena, siempre atento a los personajes que manejó como un titiritero. Aunque muy enfermo, Falk Struckmann puso de manifiesto en él su fuerza, intensidad y agresividad, especialmente en sus brutales alteraciones de carácter. Hizo play back sirviéndose de la grandiosa voz de Thomas Mayer, emitida desde un lateral del tinglado. Este joven barítono fue la sorpresa de la noche: imponente y notable material, pregnante articulación y una tristeza sensible en la despedida final. El segundo acto pasó en el estudio donde Wotan arma las miniaturas de los escenarios sucesivos. Un panorama de amplio paisaje sirve para un Walhalla blanco, como la cocina de Siglinda, desde una de cuyas ventanas, vestida de lana, Brunilda lanza su grito de batalla. Deborah M. Rittershaus HAMBURGO Staatsoper. 19-X-2008. Wagner, Die Walküre. Yvonne Naef, Stuart Skelton, Mikhail Petrenko, Falk Struckmann/Thomas Mayer. Directora musical: Simone Young. Director de escena. Claus Guth. Polaski sustituyó a Linda Gasteen, también enferma, en este rol, y mostró su dominio del canto wagneriano con un generoso centro, aunque el agudo tremoló excesivamente y sonó quebradizo. En el anuncio de la muerte, se vio rodeada por unos señores de negro que mimaron la caída de los héroes en la lucha. Jeanne Piland, joven debutante, puede madurar su Fricka, que resolvió con caudal y elegancia, a pesar de un pesado y oscuro abrigo de invierno con cuello de piel y enorme bolso de mano. El tercer acto transcurrió en un dormitorio de internado, donde las walkyrias, de gris, saltaban en sus cuchetas en una suerte de ballet guerrero. Estaban a punto de una sesión freudiana para neuróticas. El octeto vocal se oyó homogéneo y rico. Mientras Wotan se despedía, Brunilda, separada de él por un cristal, limpiaba sus zapatos, se descalzaba y se tendía a dormir sobre sábanas y pañuelos. Simone Young condujo con rasante efecto el preludio, enmarcó delicadamente a Siglinda y mantuvo el estruendo de las walkyrias con demasiada y monótona tensión. El público no pareció acusar mayores efectos del espectáculo. Bernd Hoppe 45 AC T U A L I DA D ARGENTINA / AUSTRIA Tras 74 años de su estreno en el Colón RESCATADA DEL OLVIDO BUENOS AIRES Teatro Avenida. 26-X-2008. Refice, Cecilia. Adelaida Negri, Miguel Geraldi, María Luisa Martorell, Mariela Barzola, Roberto Falcone, Sebastián Sorarrain, Walter Schwartz. Coro y Orquesta de la Casa de la Ópera de Buenos Aires. Coro Estable de la Facultad de Derecho de la UBA. Director musical: Giorgio Paganini. Director de escena y escenografía: Alejandro Atías. Monseñor Licinio Refice, en la senda de Lorenzo Perosi, compuso enorme cantidad de música sacra pero sólo completó un par de páginas escénicas, siendo ésta la única que alguna vez se representa, siempre de la mano de una gran diva (Muzio, Scotto, Tebaldi). Ahora Adelaida Negri —alma mater de la institución local que impulsó esta empresa— toma el relevo, de seguro atraída por un tercer acto exigente pero lucido en extremo para el personaje protagonista. La escritura de Refice es académica y de relativo interés, algo reiterativa y ten- diendo a la grandilocuencia, con abundante empleo de giros modales y del gregoriano. Instrumentada con esplendor y sutileza, me sonó como un epígono desleído de Respighi antes que de operistas más célebres. Lo escaso de la acción, que la convierten casi en un oratorio, unido a un libreto muy flojo del ignoto Emidio Mucci, conspiran también bastante en su contra. El tenor paulista Miguel Geraldi constituyó una agradable sorpresa por su buena línea vocal, proyección, timbre consistente y correcta afinación. Lástima que su rol, de tintes heroicos, desapa- mieri, en tanto Giorgio Paganini lograba una muy positiva respuesta del conjunto orquestal, que se mostró solvente y refinado. Alejandro Atías logró un fluido movimiento actoral, a la vez que superó la estrechez escénica con una puesta sobria y simple pero suficiente. Vestuario e iluminación adecuados se unieron para conformar una exhumación bienvenida sobre todo por traer una cuota de aire fresco a las temporadas locales, signadas mayoritariamente por la rutina. rezca en el último acto. A su lado Negri compuso con su vasta experiencia una convincente Cecilia, superando los inconvenientes de una laringitis que obligó a suspender la primera función. Pero el paso del tiempo es inexorable y su otrora poderoso instrumento se ha deteriorado mucho. Rudo e impetuoso Falcone en el papel del victimario Amachio, algo corto de volumen Schwartz como Obispo, idóneas en sus roles Barzola (la ciega) y Martorell (Ángel de Dios), correcto el resto. Bien amalgamados y afiatados los dos coros, lo que habla en pro de la tarea de Martin Pal- Carlos Singer Harnoncourt se acerca a Stravinski GUIÑOS BARROCOS 46 La única ópera larga de Stravinski fue un fracaso en su estreno (Venecia, 1951). Si el compositor se adelantó a su tiempo, es algo que no ha podido demostrarse en esta nueva producción, en la que, debido a las escenas con desnudos, ha sido prohibida a menores de 18 años (!). El director de escena Martin Kusej ha trasladado la historia, bastante enloquecida, del libertino que firma un pacto con el diablo y termina en el manicomio, a la época actual, en la que las tentaciones proceden de la televisión, a través de la cual se accede a una seudopopularidad. En el escenario vemos constantemente imágenes de vídeo, en las que conocidos moderadores de la televisión austriaca y alemana presentan sus realityshows, junto a escenas de películas clásicas de Holly- wood como Gigante. Esto es doblemente problemático: a la gente a la que no le gusta ir a restaurantes con televisión tampoco le apetece que le bombardeen constantemente con imágenes, y éstas son a veces más poderosas que la acción que transcurre en la escena. Al final, sin embargo, esta idea se intensifica y resulta emocionante, cuando Tom Rakewell en su vivienda anónima se vuelve loco con las imágenes del carnaval de la ciudad austriaca de Villach. La salvación de esta pretenciosa producción estuvo en el buen elenco, en el que todos los papeles fueron adecuadamente defendidos vocal y escénicamente. Toby Spence hizo un juvenil Tom Rakewell, que con su clara voz otorgó plena justicia a la línea stravinskiana. Alastair Miles compuso un sólido Nick Shadow, que no obstan- Hans Jörg Michel VIENA Theater an der Wien. 15-XI-2008. Stravinski, The Rake’s Progress. Toby Spence, Anne Sofie von Otter, Alastair Miles, Adriana Kucerová. Director musical: Nikolaus Harnoncourt. Director de escena: Martin Kusej. Decorados: Annette Murschetz. Anne Sofie von Otter como Baba te podía haber sido algo más seductor y diabólico. Adriana Kucerová como Anne Trulove encarnó a ese personaje conmovedor en su timidez, y Anne Sofie von Otter brilló como Baba la turca, que por una vez no llevaba barba sino un largo pene. Nikolaus Harnoncourt fascinó con su dirección musical, aunque tuvo momentos irritantes. El maestro berlinés procede de la música antigua —y esto se aprecia también en esta obra del siglo XX, lo cual es un acierto, ya que The Rake’s Progress es en su neoclásica radicalidad como una reflexión sobre la historia de la música. Así, bajo su batuta, la Sinfónica de Viena y el Coro Arnold Schoenberg nos hicieron pensar con Stravinski en Bach, Haendel o Purcell. La bajada a los infiernos de Nick Shadow recordó claramente el final de Don Giovanni. Sin embargo, los tempi fueron en algunos momentos tan lentos que la velada resultó a veces un tanto pesante. A pesar del esperado escándalo, el espectáculo constituyó un claro triunfo. Christian Springer AC T U A L I DA D ESTADOS UNIDOS La ópera de Adams sobre Oppenheimer en el Met SERIA Y REFLEXIVA NUEVA YORK Ken Howard Metropolitan Opera. 1-XI-2008. Adams, Doctor Atomic. Gerald Finley, Sasha Cooke, Meredith Arwady. Director musical: Alan Gilbert. Directora de escena: Penny Woolcock. Escenografía: Julian Crouch. Vestuario: Catherine Zuber. Iluminación: Brian MasDevitt. Vídeo: Leo Warner y Mark Grimmer. Importante, seria y reflexiva como es Doctor Atomic de John Adams, la producción del Met también es seria y exige reflexión, habiendo sido vendida como un “acontecimiento muy importante”, generando muchas conferencias, mesas redondas y simposios relacionados con el tema en lugares notables como el Graduate Center de la City University de Nueva York. Las elecciones presidenciales de este año han concienciado a la nación que es vital reflexionar sobre el pasado y Doctor Atomic — la historia del nacimiento de las armas nucleares en Los Alamos en junio y julio de 1945— ofrece una sobria lección para las personas que vean esta ópera con su música muy poderosa. Nada de todo lo anterior significa que Doctor Atomic sea una gran ópera y no lo es —la verdad es que queda muy por debajo de ese tan alto nivel. Es demasiado larga, carece de variedad y a veces es muy aburrida. El libreto —hecho por el colaborador íntimo de Adams, Peter Sellars, y basado en archivos gubernamentales ya abiertos al publico, entrevistas, poesía y la BhagavadGita— es un modelo demasiado abstruso y obtuso; los personajes podrían estar hablando en sánscrito o acádico o algún lenguaje esotérico de Glass. Es difícil tener simpatía hacia personas que filtran sus sentimientos a través de las palabras de Muriel Rukeyser y Baudelaire o conversan usando citas de informes científicos que tienen tanto sentido para el lego como recitar la tabla periódica. J. Robert Oppenheimer (el Doctor Atomic) y su mujer, Kitty, deberían ser las figuras centrales pero son inescrutables y siempre bidimensionales (y muchas veces Gerald Finley como J. Robert Oppenheimer en Doctor Atomic de John Adams en el Metropolitan ni eso); cuando el rechoncho General Leslie Groves — interpretado por el espléndido bajo Eric Owens— cambia su estéril forma verbal por algunos comentarios típicamente humanos sobre su régimen alimenticio, se transforma, casi asombrosamente, en el único personaje de carne y hueso entre toda una multitud de gente presente en el escenario. La música es de un nivel más alto que las palabras. Como siempre con Adams, los coros (incluso cuando son de lo más formulario como al principio de la ópera) tienen fuerza rítmica y la orquestación es extraordinaria, con momentos de una extraña belleza y un lirismo tenso. Adams puede escribir con mucha elegancia y fortuna para la voz; el dúo de amor del primer acto, aunque demasiado largo (es casi una Liebesnacht moderna) es uno de los mejores de una ópera de nuestros días. Pero cuando Robert empieza a insultar el mar de cabellos negros (aunque fueran visiblemente rubios) de Kitty, lo asocié en seguida con Carlo Gerard y Maddalena en el tercer acto de Andrea Chénier de Giordano; una obra “sin importancia” según muchos, pero que, entre un panorama de acontecimientos históricos igualmente resonantes, ofrece personajes que nos conmueven, y usan palabras que entendemos —y dura la mitad que Doctor Atomic. Escuchar durante un buen rato a los veristas pasados de moda podría hacer maravillas para Adams. La producción del Met sufrió por el tamaño del teatro y la decisión de la directora de escena Penny Woolcock y el escenógrafo Julian Crouch de presentar la ópera jerárquicamente, con los coros en cubículos de madera situados en gradas, que recordaban las de Satyagraha del año pasado (también una escenografía de Crouch) y de Peter Grimes, y que de alguna forma distanciaba la “acción”, ya limitada incluso con el reparto colocado en primer plano. En el cuadro del clímax de la ópera, los sonidos amplificados que surgían de los lados y el fondo del auditorio eran mucho más efectivos que cualquier cosa visual. Durante todo la obra, Woolcock parecía más cómoda con las proyecciones de vídeo que con los cantantes, y Gerald Finley, el creador del papel protagonista y propietario de facto, parecía dar una interpretación a lo Sellars a la vez que a lo Woolcock, pero se le notaba con ganas de saltar a la coreografía familiar de Sellars. Cantó espléndidamente y gran entrega como siempre: pero a pesar de fumar sin parar y de sus angustiosas poses no parecía real. Sasha Cooke en el papel de Kitty mostró virtudes parecidas pero de poco provecho. Meredith Arwady consiguió darle un poco de vida (pido disculpas) a su personaje de piedra. Richard Paul Fink y Thomas Glenn lo hicieron bien como las disconformes voces entre la multitud nuclear. El director Alan Gilbert, futuro director de la Filarmónica de Nueva York, que hacía su presentación en el Met, fue el defensor más persuasivo de Adams y con su herencia cultural japonesa-estadounidense dio una versión más feliz de las relaciones internacionales que la sobria historia sobre la escena. Patrick Dillon 47 AC T U A L I DA D MADRID FRANCIA Falta de homogeneidad UN COSÌ ONDULANTE Última parte de la trilogía Mozart/Da Ponte, Così fan tutte es sin duda la más delicada de realizar, a la vez a causa de su intriga, su extensión y la simplicidad de su acción. La interpretación de Jean-Christophe Spinosi se sitúa en la línea de un René Jacobs. Pero no es Jacobs quien quiere. Al frente de su Ensemble Matheus, el joven director francés gesticula sin cesar, con el cuerpo ondulando hasta la náusea, colocado más alto que los cantantes (lo que ya es sistemático entre los directores de orquesta barrocos, como si necesitaran imponer su ego a cualquier precio frente al protagonismo de los directores de escena que les hacen sombra), hasta el punto de molestar tanto al público como a sus músicos. Lo que provoca numerosos desajustes, tanto rítmicos como sonoros. Los instrumentistas tampoco brillan por su precisión (trompas, flautas), su concentración o sus cualidades tímbricas (sequedad de las cuerdas, timbales demasiado presentes, etc.). La producción escénica de Eric Génovèse, miembro de la Comédie française, está en la línea del teatro de Molière, sobría y fiel al texto y provista de una excelente dirección de actores. La escenografía de Jacques Gabel, con decorados que se mueven maniobrados, a la vista del público, por técnicos vestidos con ropas del XVIII, y los bellos figurines de Luisa Spinatelli están iluminados armoniosamente por las luces pastel de Olivier Tessier. Constituido por cantantes Álvaro Yáñez PARÍS Théâtre des Champs-Elysées. 12-XI-2008. Mozart, Così fan tutte. Veronica Cangemi, Rinat Shaham, Yaël Azzaretti, Paolo Fanale, Luca Pisaroni, Pietro Spagnoli. Coro del Théâtre des Champs-Elysées. Ensemble Matheus. Director musical: JeanChristophe Spinosi. Director de escena: Eric Génovèse. Decorados: Jacques Gabel. Vestuario: Luisa Spinatelli. Cangemi, Shaham, Pisaroni, Fanale jóvenes de reputación internacional, el reparto resulta convincente pero no homogéneo. Lo que perjudica a veces a los conjuntos, numerosos y mágicos en Mozart. Veronica Cangemi es una Fiordiligi emocionante en sus dudas de mujer, pero si el timbre es hermoso la voz no siempre se muestra segura. Rinat Shaham es una Dorabella afable y espontánea, de voz firme y carnosa. Luca Pisaroni encarna a un Guglielmo rotundo y burbujeante. Pero es el Ferrando de Paolo Fanale quien se impone al final de la velada, por su voz sólida de atractivos armónicos, aun cuando a veces se muestre almibarado en exceso. Por el lado de los manipuladores, Pietro Spagnoli realiza un Don Alfonso distante y algo indiferente, de dicción no siempre precisa; la voz de Yaël Azzaretti se despliega sólo lentamente en el papel de Despina, en apariencia también poco interesada por el desarrollo de la acción. Bruno Serrou Dos sátiras LE TRIBUN, HOMENAJE A KAGEL París. Théâtre de l’Athénée. 31-X-2008. Kagel, Le Tribun. Finale. Bernard Bloch. Ensemble 2e2m. Director musical: Pierre Roullier. Director de escena: Jean Lacornerie. Decorados: Bruno de Lavenère. Vestuario: Robin Chemin. Iluminación: Laurent Queyrut. Vídeo: Jean-Baptiste Mathieu. L 48 a que debería haber sido una cita como cualquier otra en la temporada musical parisina se presentó finalmente como un homenaje al compositor Mauricio Kagel, impacientemente esperado desde su muerte el 18 de septiembre. Tal ha sido, en todo caso, la voluntad del director musical del Ensemble 2e2m, Pierre Roullier, pronunciada en el elogio a Kagel al inicio de la segunda parte. Le Tribun, que ocupaba la primera parte de la velada, es representativa del arte de su autor. Una obra de teatro musical para recitador y conjunto instrumental sobre un texto satírico, acerado; una música paródica que conjuga circo y music-hall. Compuesta en 1978, año en que Jorge Rafael Videla, jefe de la junta militar argentina, procedía a unas purgas de siniestra memoria, la obra mantiene una vigorosa actualidad. Kagel presenta a un dictador de opereta que repite un discurso sobre un fondo de fanfarrias y aplausos pregrabados. Una retórica del absurdo de grotesca demagogia se impone gradualmente, cada vez más desestructurada. Jean Lacornerie filma el discurso y lo emite en tiempo real. La cabeza de Bernard Bloch, omnipresente, llena la pantalla gigante al fondo del escenario. Su prestación, en francés y alemán y en un declamado que alterna lo hablado con lo ritmado, resulta sobresaliente. La música de Kagel, estrictamente paródica e ilustrativa, no es el elemento primordial del drama, pese a la excelencia de los músicos del 2e2m y de su director musical, vestidos con ropas blancas satinadas, como una orquesta de variedades. Aquí lo que importa es el texto. Finale es menos convincente. El argumento es simple: un director de orquesta dirige una obra de contornos muy académicos. Todos se aburren, tanto los músicos como los espectadores. Víctima de una crisis cardíaca, el director muere repentinamente. Los músicos, confundidos, comienzan entonces una marcha fúnebre a partir del Dies iræ gregoriano. Después, liberados ya de la férula del director, se ponen a tocar lo que quieren. Fragmentos de obras, en especial pasajes enteros de piezas de Ravel y Musorgski, así como una brillante ejecución del tema inicial de la Quinta de Beethoven, a cargo del percusionista con klaxons. Pero la libertad total no existe y el director es reemplazado enseguida por el primer violín… El Ensemble 2e2m y Pierre Roullier ofrecen de esta parábola una interpretación rigurosa y absolutamente inspirada pero que, por desgracia, no salva a la obra. Bruno Serrou AC T U A L I DA D FRANCIA Entre Weber y Wagner PRIMER VAMPIRO FRANCÉS Opéra. 2-XI-2008. Marschner, Der Vampyr. Christophe Fel, Vanessa Le Charlès, Marc Haffner, Nabil Suliman, Helen Kerns, François Piolino, Karine Audebert. Coro de la Ópera de Rennes. Orquesta de Bretaña. Director musical: Olari Elts. Director de escena: Zoltan Balazs. Decorados y vestuario: Judit Gombar. RENNES Con pocos medios, la Ópera de Rennes se distingue por la inteligencia y temeridad de su programación, que presenta obras raramente oídas, en condiciones modestas pero siempre eficaces. Es el caso de Der Vampyr de Heinrich Marschner, estrenada en Leipzig en 1828 pero que ha esperado inexplicablemente a su estreno francés hasta noviembre de 2008. La obra es un verdadero logro dramático, más aún que Der Freischütz, con una probada capacidad de evocación, una inspiración melódica muy lograda y una hábil orquestación, que hacen de ella la ópera que Schubert hubiera intentado vanamente escribir. Se escucha el eco del Beethoven de Fidelio y de la Novena y, de forma premonitoria, parece vislumbrarse a Wagner. Der Vampyr confirma así la reputación de Marschner como puente entre Weber y Wagner. La puesta en escena de Zoltan Balazs entra sólo de forma comedida en el terreno de lo fantástico, trasladando la acción desde Escocia hasta un Japón estilizado (país, es cierto, atraído también por las historias de fantasmas) que evocan el depurado escenario y los figurines de Judit Gombar, así como la gestualidad procedente del teatro kabuki al estilo de Robert Wilson. El procedimiento se revela enseguida reductor y monótono, pese a una excelente dramaturgia y a una interesante reflexión sobre la dualidad de los personajes de Ruthven y Edgar. La Ópera de Rennes ha reunido a cuatro finalistas del concurso internacional del canal de televisión Mezzo, cuyos triunfadores serán designados al término de un minifestival organizado por la Ópera húngara de Szeged, donde la producción se repone poco después de estas representaciones. En el papel del vampiro, el barítono sirio Nabil Suliman impone su voz sombría y carnosa, dando vida a su personaje con no poca sutileza. El tenor Marc Haffner posee el arrojo requerido para el rol de Edgar Aubry. La joven francesa Vanessa Le Charlès afronta con suficientes agallas un papel de gran soprano dramática. La voz es poderosa y homogénea, la técnica, patente. La irlandesa Helen Kearns, escuchada en este mismo teatro en El Golem, otorga bellos acentos a las dos víctimas del vampiro. El reparto es sostenido desde el foso por un interlocutor inspirado, la Orquesta de Bretaña, que impone su afinidad con este repertorio mediante unas sonoridades cálidas y pulidas, dirigida con aliento y rigor por el joven director estonio Olari Elts, que se muestra aquí muy prometedor. Bruno Serrou Centre International de Recherche Musicale HACIA LO PLURIDISCIPLINAR NIZA Festival Manca. 14/16-XI-2008. Ensemble Sillage. Cuarteto Danel. Directores: André Peyregne, Renaud Déjardin. Obras de Sciarrino, Markéas, Rivas, Ligeti. Caroli, Delangle y Kobayashi. Para conmemorar los cuarenta años de su creación, el CIRM (Centre International de Recherche Musicale) de Niza ha organizado la edición vigesimonovena del Festival Manca, una cita que no quiere volcarse en la nostalgia de la utopía de una época sino combatir el inmovilismo y aguzar el espíritu crítico. Para conseguirlo, el Festival se ha asociado con los conservatorios de Niza y sus alrededores a fin de reunir doscientos alumnos sobre la escena de la Ópera de Niza en una obra de Salvatore Sciarrino, Studi per l’intonazione de mare (2000), para contralto, cuatro flautas y cuatro saxos solistas, percusión, cien flautas y cien saxos. Su dificultad de ejecu- ción (técnica y rítmica) ha requerido dos meses de trabajo para un resultado ciertamente interesante. Los solistas son de primera fila (entre ellos el flautista Mario Caroli y el saxofonista Claude Delangle) y la cantante Marie Kobayashi otorga al texto de san Francisco de Asís una intensidad extrema pero la dirección de André Peyregne resulta crispada, como si no dominara la partitura. Aunque sus jóvenes músicos hacen lo que pueden no evitan los desajustes. La voluntad firme de François Paris, director del CIRM, con los diversos centros de creación es introducir la música, en pie de igualdad, dentro de lo pluridisciplinar abriéndose a diferentes géne- ros, en especial al cine, más para plantear preguntas que para encontrar respuestas. La Symphonie diagonale de Alexandros Markéas es uno de esos frutos. El joven compositor griego afincado en Francia profesa una auténtica pasión por el cine. Tras Outsider, estrenada el pasado año en la Péniche Opéra, y un primer espectáculo realizado para Royaumont, Markéas firma una odisea poético-musical que va de Creta a Bretaña y en cuyo transcurso el compositor encuentra a músicos tradicionales que tocan, cantan y dialogan con él. Pero este viaje se hace también en el sonido y las imágenes y hacia el interior de los instrumentos musicales, con un asombroso dúo entre dos pianos tocados por un mismo pianista (el mago Vincent Leterme), presentado simultáneamente en la pantalla y el escenario. Lástima que el Ensemble Sillage, que, dirigido por Renaud Déjardin, toca de manera superlativa, y la soprano responsable del canto griego (maravillosa Donatienne Michel-Dansac) no estén más presentes. El fin de semana concluyó con un concierto del Cuarteto Danel que incluía Orbis Tertius, obra de uno de los compositores más prometedores de la nueva generación, el argentino Sebastián Rivas, compuesta con la tecnología del CIRM, y el Cuarteto n° 1 de Ligeti. Bruno Serrou 49 AC T U A L I DA D GRAN BRETAÑA / HOLANDA La ópera que reveló a Flórez TODA LA EMOCIÓN EN LA MÚSICA LONDRES Royal Opera House Covent Garden. 23-X-2008. Rossini, Matilde di Shabran. Juan Diego Flórez, Aleksandra Kurzak, Carlo Lepore, Marco Vinco, Vesselina Kasarova. Director musical: Carlo Rizzi. Director de escena: Mario Martone. Es la ópera que catapultó al tenor peruano Juan Diego Flórez, a la fama en el Festival de Pésaro hace doce años: Matilde di Shabran de Rossini. Desde entonces él ha repetido su triunfo en el escenario y en CD, pero es la primera vez que la interpreta en el Covent Garden, donde no se había puesto la ópera desde 1854 y ahora llega en la nueva producción de Pésaro. La psicología sexual de esta obra demasiado larga no tiene nada de complicada. “Se debe prohibir a las mujeres”, proclama el tiranohéroe al principio. “Las muje- res nacen para conquistar y reinar” concluye su fogosa epónima amante al final. Puede usted elegir lo que más le convenga. Ninguna representa una acertada receta para una buena vida. Pero la partitura tiene muchos relumbrantes conjuntos más, una coloratura y una pirotecnia oral de los más explosivas para la voz humana y Flórez las ejecutó impecablemente: limpias, precias y ágiles. En Matilde, la soprano polaca Aleksandra Kurzak, fue casi más extraordinaria. Resplandecía, flotaba y escupía sus feroces pasajes orna- mentados. Disparó los agudos como flechas. De entre un excelente reparto, sobresalieron Carlo Lepore y Marco Vinco. La mezzo búlgara Vesselina Kasarova (Edoardo) sufría de una rebelde entonación pero su voz tiene unos espléndidos colores bruñidos. El Coro encontró su camino después de un irregular comienzo, llevado hacía la precisión por el director Carlo Rizzi. La Orquesta de la Royal Opera estuvo también desigual en la obertura pero pronto se enderezó en el nítido idioma. La trompa obbligato y el fortepiano continuo merecen un elogio especial. Incluso el vestuario a lo lumpen de Mario Martone, con su diseño fatalmente rígido, no podía distraer del todo. El decorado de Sergio Tramonti, una estrepitosa escalera de caracol doble, no proporcionó mucho soporte de la clase que necesitan los cantantes e incluso Flórez, cuando estaba subido en ella sonó algo débil y aflautado. La acción no tenía más salida que ir hacia lo alto. Pero con Rossini y un reparto de este calibre, la emoción reside en la música. Fiona Maddocks Regreso a la primera ópera de Dun EQUÍVOCO VIAJE TEATRAL ÁMSTERDAM C&M Baus Het Muziektheater. 16-XI-2008. Dun, Marco Polo. Nancy Allen Lundy, Sarah Castle, Tania Kross, Zhang Jun, Charles Workman, Stephen Bryant, Stephen Richardson. Orquesta de Cámara de los Países Bajos. Director musical: Tan Dun. Director de escena: Pierre Audi. Decorados: Jean Kalman y Elsa Ejchenrand. Vestuario: Angelo Figus. 50 Después del gran éxito de Tea, a Mirror of the Soul, que tuvo su estreno en Tokio en 2002, y The First Emperor, en una producción muy elogiada del Metropolitan con Plácido Domingo en 2006, era lógico que la gente empezara a tener curiosidad por las primeras óperas del compositor chino Tan Dun. La primera, Marco Polo, fue vista por primera vez en Múnich en mayo de 1996 y estaba previsto que fuese presentada unas semanas más tarde en el Festival de Holanda, pero debido a una serie de dificultades financieras se hizo únicamente en versión de concierto. Pierre Audi, el responsable de la primera producción de Tea, se hizo cargo de la nueva puesta en escena de Marco Polo, y una vez más lo hizo soberbiamente, convirtiendo las estructuras dramáticas más complejas en unas subli- mes imágenes teatrales. El problema real de Marco Polo es el libreto de Paul Griffiths, basado en su novela, Myself and Marco Polo. Como el mismo Tan Dun explicó en las notas del programa, Marco Polo es una “ópera dentro de una ópera” que cuenta tres diferentes episodios: un viaje espiritual a través de la vida, simbolizado por las cuatro estaciones; el viaje real de Marco Polo desde Europa a China, y un viaje musical del compositor en dirección contraria, desde el idioma musical chino hacia la música clásica europea. El punto de partida ofrecía muchas posibilidades pero tal vez una carencia de experiencia teatral indujo a Tan Dun a aceptar un libreto tan abstracto y lleno de pildoritas filosóficas o supuestamente filosóficas alternando con frases poéticas y semi-poéticas. El verdadero sentido parecía ahogado por una abundancia de palabras huecas, que se resolvió en una profunda artificialidad que sólo sirvió para oscurecer la historia aún más. Aunque la música carece de la serena belleza y claridad de Tea, es buena. En su primera partitura para los escenarios occidentales, Tan Dun pagó su deuda con su propio mundo pero a la vez mostró su gran conocimiento y respeto por el mundo de Wagner y Mahler, incluso citó una parte de Das Lied von der Erde. Al dirigir él mismo, la Orquesta de Cámara de los Países Bajos le siguió muy bien, al igual que los solistas, algunos de los cuales estaban muy familiarizado con su idioma musical al haber trabajado en Tea. El reparto mezcló cantantes occidentales con músicos chinos que trabajaban en la Ópera de Pekín. El actor cantante Zhang Jun hizo el papel más virtuoso, al combinar el teatro chino con un estilo de interpretación que recordaba la commedia dell’arte veneciana. Paul Korenhof AC T U A L I DA D IRLANDA Royal Wexford Festival Opera TRAGEDIA Y COMEDIA WEXFORD Pat Redmond Theatre Royal. 16-X/2-XI-2008. Rimski-Korsakov, Snegurochka. Director musical: Dimitri Jurowski. Director de escena: John Fulljames. Rodney Bennet, The Mines of Sulphur. Director musical: Steward Robertson. Director de escena: Michael BarkerCaven. Pedrotti, Tutti in maschera. Director musical: Leonardo Vordoni. Director de escena: Rosetta Cucchi. Se palpaba la magia del fin de semana inaugural (16 al 19 de octubre) del Wexford Opera Festival, que señaló su gran retorno al centro, a High Street, después de dos temporadas en lugares provisionales y fuera de Wexford. Como por arte de prestidigitación arquitectónica, el viejo e incómodo (aunque por razones sentimentales muy querido) Theatre Royal ha tenido, gracias a la compra de muchas propiedades contiguas para revalorizarlo, una metamorfosis a lo cisne, transformado ya en un teatro más grande (aforo de 750), elegante y técnicamente muy moderno, con una pequeña sala anexa, la “caja negra”, con 175 asientos que se puede usar también como lugar de ensayo. Cinco noches de música variada mostraron un brillante éxito acústico en el auditorio principal, aunque tal vez la palabra brillante no sea la más indicada, ya que se aplica a un sonido que ofrece una claridad prístina, calurosa y resonante de un timbre a otro en toda la gama. Y, ¡por fin!, Wexford tiene un escenario con bastidores amplios, que asombró a los veteranos cuando se utilizaron por primera vez en la inauguración de Snegurochka. Esta preciosa ópera, una de las primeras de RimskiKorsakov, mejor conocida con el nombre de La doncella de la nieve, ofreció otras sorpresas también —cuando menos la ausencia total de la naturaleza en una versión ambientada en lo que fue la Unión Soviética del director de escena John Fulljames y el decorador Dick Bird del cuento saturado de naturaleza del escritor Alexandr Ostrovski. No me gustó nada lo que vi en el estreno y aunque el director musical Dimitri Jurowski se esforzó con Krisztina Szabo, Thomas Goerz y John Bellemer en The Mines of Sulphur todo su talento y sacó de la orquesta una magia que le fue negada a mis ojos, los cantantes formaron un grupo desigual. Los que mejor parados salieron fueron Katerina Jalovcová en el papel de Lel, Igor Tarasov como Mizgir y Bryan Hymel como el alegre y anacrónico zar. Casi todo el reparto femenino cantó con voz trémula y estridente. The Mines of Sulphur ofreció un emocionante cambio de ritmo. La sobrecogedora obra gótica de Richard Rodney Bennet, su primera obra teatral larga, provocó mucho alboroto con su estreno en el Sadler Wells de Londres en 1965 y en teatros continentales e incluso en Nueva York ( Juilliard), pero la conmoción duró poco y la ópera languideció hasta que el Festival Glimmerglass de Nueva York la repuso en 2004. Con su serialismo modificado, emparejado con unos versos bien formados y cantables, Mines trae al pensamiento primero a Berg y luego a Britten aunque la temperatura emocional (al igual que muchas obras tardías de Britten) siguió siendo insistentemente fría, a pesar de una intriga fogosa. Los personajes —un desertor del ejército, una gitana y un vagabundo, el viejo avaro que se confabulan para asesinar; el sexteto de actores itinerantes que buscan refugio en la inquietante mansión situada en el páramo— son retratados con una gran fuerza musical y dramática, y si los excelentes intérpretes no causaron gran simpatía, pusieron toda su alma en los siniestros papeles. Caroline Worra dominó espléndidamente su papel de Jenny, mientras su “madre” en escena estuvo osadamente perfilada por la pericia cómica de Dorothy Bryne. Krisztina Szabó, de seductora voz, fue una perfecta Rosalind; John Bellemer se pavoneó vigorosamente como Bocannion, y John Packard, Owen Gilhooly, Daniel Norman, Thomas Goerz y (silencioso pero elocuente) Philip Connaughton todos merecie- ron elogios. Steward Robertson, el triunfador infatigable de la ópera, dirigió una vez más con un dominio total de la compleja partitura. La puesta en escena de Michael Barker-Caven, junto con los elegantemente detallados decorados de Joe Vanek no pudo ser mejor. Consta que Bennett (que no asistió) declaró que “no hay una producción mejor” que la de Glimmerglass, pero es probable que si hubiera visto la producción de Wexford la habría encontrado igual de excelente. La tercera ópera mantuvo el mismo alto nivel. Carlo Pedrotti fue un contemporáneo casi estricto de Verdi, pero su carrera siguió por otros derroteros, y su encantadora Tutti in maschera (1856) evoca a Rossini, Donizetti, Auber y Offenbach más que al maestro Verdi, tan dado a la tragedia. Es el cuento de dos divas beligerantes, tramposas y acaparadoras de la escena que luchan por el mecenazgo de un rico turco. Fue presentada con una elegancia puesta al día y un exquisito gusto por la directora Rosetta Cucchi, cuyo incontenible buen humor y teatralidad desafiante parecían disgustar a unos cuantos de los críticos más serios, pero para mí su excelente trabajo y los encantos dinámicos y melódicos de la partitura hasta ahora desconocidos resultaron atractivos. En los papeles de las dos prima donnas temperamentales, Sarah Coburn y Laura Vlasak Nolen mostraron ser perfectas cómicas y vocalmente virtuosas y el director musical Leonardo Vordoni mantuvo todo burbujeando como un chispeante y sabroso spumante, un clímax perfecto para una memorable temporada de Wexford. Patrick Dillon 51 AC T U A L I DA D ITALIA Estreno escénico italiano de El vampiro MARSCHNER ABRE TEMPORADA BOLONIA Teatro Comunale. 15-XI-2008. Marschner, Der Vampyr. Detlef Roth, Carmela Remigio, John Osborn, Donata D’Annunzio Lombardi. Director musical: Roberto Abbado. Director de escena, decorados y vestuario: Pier Luigi Pizzi. Algunos años después de la producción de Hans Heiling en Cagliari, también el Comunale de Bolonia inaugura la temporada con la interesante propuesta de una ópera de Heinrich Marschner, Der Vampyr (Leipzig, 1828), una partitura que en Italia se ha escuchado sólo una vez y en versión de concierto, pero que tiene gran relieve en la historia de la ópera romántica alemana después de Weber y antes de Wagner. La historia del vampiro Ruthven, que para salvarse de la condenación eterna debe conquistar la sangre y la vida de tres vírgenes, presenta una estructura dramática rica en afinidades evidentes con el Freischütz de Weber, aunque en Marschner el conflic- to bien/mal se pone en términos en parte distintos. Su música encuentra los acentos más intensos y sugestivos en la definición de las determinantes atmósferas nocturnas, en la esfera del mal, y poco importa que para los efectos de horror se use un repertorio de vocablos no siempre originales, o que las deudas frente a Weber (y otros) sean evidentes; el conjunto es interesante, sugestivo, convincente, con afortunados contrastes en las zonas cómico-populares, aunque con algunas caídas en lo obvio (no siempre las fuerzas del bien alcanzan el mismo nivel musical que las de su enemigo). Una de la víctimas del vampiro, Emmy, canta una balada sobre el “hombre pálido” que anticipa de lejos la de Senta del Holandés errante. Y el propio Wagner ideó una conclusión heroica para el aria de Aubry, que derrota al vamipro y está ligado a la única mujer que no cede a la irresistible fascinación del ardiente protagonista, Malwina. La dirección de Roberto Abbado iluminaba con sensible inteligencia las cualidades de la música de Marschner. En el reparto, notable en conjunto, se impuso con incisiva autoridad Detlef Roth (Ruthven), el tenor John Osborn se hizo admirar por elegancia y seguridad, incluso si la parte de Aubry lo sometió posiblemente a una dura prueba, y Carmela Remigio se desempeñó con valentía en el inclemente papel de Malwina. Persuasi- vas las dos víctimas, Donata D’Annunzio Lombardi (Emmy) y Manuela Bisceglie ( Janthe); mencionables al menos Harry Peeters y Mario Bolognesi. No era fácil la tarea de Pier Luigi Pizzi, que firmaba dirección escénica, escenografía y vestuario. Creó una planta escénica sugestiva y funcional (un claro con árboles laterales) en que bastaba cambiar el fondo para definir diversos lugares, ambientando la trama en una Escocia atemporalmente “moderna” y sin embargo no convenció con la dirección, más allá de algunas torpezas, porque parecía que faltase una idea precisa para enfrentarse con lo fantástico y horrible de la historia. Paolo Petazzi La opereta llega a la Scala LUJO VACÍO MILÁN La opereta más célebre de Franz Lehár ha llegado por vez primera a la Scala, que, con mucho retraso respecto de los otros teatros, se está abriendo cautamente a las obras más significativas del teatro “ligero”. El Candide de Bernstein fue una experiencia feliz, en primer lugar gracias a la dirección genial de Robert Carsen y a la participación de un gran actor, Lambert Wilson, como Voltaire-narrador. También la Lustige Witwe ha sido cantada en su lengua original, con un narrador sustituyendo los diálogos y explicando la acción en italiano; pero no se comprende por qué Pizzi quiso, en vez de a un actor, a Philippe Daverio, ex-galerista, ex-asesor de cultura, persona amable y conocida Marco Brescia Teatro alla Scala. 29-X-2008. Lehár, Die lustige Witwe. Eva-Maria Westbroek, Will Hartmann, Dimitri Korchak, Nino Surguladze. Director musical: Asher Fisch. Director de escena, decorados y vestuario: Pier Luigi Pizzi. 52 Nino Surguladze en una escena de La viuda alegre de Lehár en los salones milaneses, pero capaz de matar el solo cualquier sentido teatral. Más que Daverio contribuyeron al fracaso el mediocrísimo director de orquesta, Asher Fisch, y la dirección escénica de Pizzi, que, ambientando Lustige Witwe en los acostumbrados, predilectos años treinta, parecía sobre todo preocupado por crear un desfile de vestidos bellos y caros. Es sorprendente que un artista como Pizzi se revele a veces incapaz de confrotarse con el teatro “ligero”: la elección desastrosa de sustituir los diálogos con un texto y un narrador inadecuados se unía a una dirección caracterizada por inútiles pretensiones y caídas del gusto y ausencia de ideas. Así, en la Lustige Witwe de la Scala sólo el reparto parecía respetable, si bien Maria Westbroek (Hanna Glawari) se encontrase a veces extrañamente con dificultades y no a la altura de su fama. Will Hartmann fue un desenvuelto Danilo, en conjunto el mejor del reparto, y se comportaron bastante bien Nino Surguladze (Valencienne), Dimitri Korchak (Camille) y el resto. Paolo Petazzi AC T U A L I DA D ITALIA La última ópera de Janácek en Palermo DE DOLOROSA ACTUALIDAD PALERMO Franco Lannino Teatro Massimo. 16-X-2008. Janácek, Z mrtvého domu. Kay Stiefermann, Erik Stoklossa, Stefan Margita, Peter Straka, Alan Oke, Pavlo Hunka. Director musical: Gabriele Ferro. Director de escena: David Pountney. En Palermo, la producción de la última obra maestra de Janácek, Desde la casa de los muertos (1927-28), quizá pueda ser recordada como el mejor espectáculo de la temporada 2008 del Teatro Massimo, digno de la excepcionalidad de esta ópera de terrible, dolorosa actualidad, donde los “muertos” son prisioneros en condiciones degradantes. Desde la casa de los muertos nace de la lectura de Memorias de una casa muerta de Dostoievski, el libro sobre las experiencias de cuatro años de trabajos forzados en Siberia. Janácek traza tres breves actos de originalísima dramaturgia, sin protagonistas y sin historia, cortando y recolocando libremente situaciones y fragmentos, remachando la “no historia” de la llegada de un prisionero político sobre cuatro relatos de forzados acerca de cómo perdieron la libertad y dos espectáculos preparados e interpretados por los reclusos. Todo aparece concentrado en un conciso montaje de violenta intensidad expresiva, de naturaleza casi expresionista. Es característica de Janácek la repetición variada de motivos breves, que produce también una violenta acumu- lación de tensión. La vocalidad es excepcionalmente sobria y despojada, modelada sobre la palabras en relación inseparable con la orquesta. El clima de amena- zante opresión, de desolada mediocridad es interrumpido por laceraciones dolorosas, por ascensiones incandescentes, por golpes de violencia, con una cortante tensión, que la dirección de Gabriele Ferro subrayaba con energía y consciente sensibilidad. El reparto de esta ópera no requiere individualidades excepcionales y esta vez era convincente en conjunto, como lo fue el sensacional Coro Filarmónico de Praga. Citaremos al menos al prisionero político de Kay Stiefermann y a los protagonistas de las cuatro narraciones Peter Straka, Pavlo Hunka, Stefan Margita y Alan Oke. Decisiva en Palermo ha sido la calidad de la producción, oportunamente retomada de la Welsh National Opera. El director David Pountney y la escenógrafa Maria Björnson ponen el acento en la angustia de las barracas en las que viven los detenidos en condiciones inhumanas, como recuerda Dostoievski. La escena es única, los personajes se agolpan en un espacio oscuro, desagradable y accidentado, un edificio en ruinas. Cada uno aparece diferenciado por la inteligente dirección, pero es determinante la sofocante impresión global. En este contexto, aun la forzada alegría miserable de las farsescas representaciones teatrales de los reclusos tuvo gran eficacia. Paolo Petazzi 53 AC T U A L I DA D ITALIA Festival Verdi 2008 VERDIANA 54 Leo Nucci como Rigoletto Escenas de Nabucco (arriba) e Il corsaro S. Vassileva en Giovanna d’Arco PARMA A. Anceschi Teatro Regio. 3-X-2008. Verdi, Giovanna d’Arco. Ewan Bowers, Renato Bruson. Director musical: Bruno Bartoletti. Director de escena: Gabriele Lavia. Reggio Emilia. Teatro Municipale Valli. 4-X-2008. Verdi, Nabucco. Anthony Michaels-Moore, Mickael Spadaccini, Carlo Colombara, Dimitra Theodossiou. Director musical: Michele Mariotti. Director de escena: Daniele Abbado. Busseto. Teatro Verdi. 5-X-2008. Verdi, Il corsaro. Bruno Ribeiro, Irina Lungu, Luca Salsi. Director musical: Carlo Montanaro. Director de escena: Lamberto Puggelli. Parma. Teatro Regio. 6-X2008. Verdi, Rigoletto. Francesco Demuro, Leo Nucci, Désirée Rancatore. Director musical: Massimo Zanetti. Director de escena: Stefano Vizioli. jugó rápido al hermoso hallazgo del muro de las lamentaciones y luego el resto fue de menor efecto. Michele Mariotti, con su ímpetu juvenil, es más que brillante: capta la poética de Verdi. Dimitra Theodossiou (Abigaille) grita los agudos, pero tiene graves corpóreos y cálidos. Cierto, la parte es ingrata… la dicción de Anthony Michaels-Moore (Nabucodonosor) traicionó la procedencia australiana: poco ágil y con ligados frágiles pero musicales. Mickael Spadaccini fue un Ismael modesto de imposible dicción. Carlo Colombara (Zaccaria) se comportó como un profesional honesto; Luciano Montanaro (Gran Sacerdote), como bajo de distinguida agilidad. Il corsaro en el mini-teatro de Busseto, ciudad natal de Verdi: una deliciosa pues- heroicos, siempre con atención al equilibrio entre la escena y el foso. Svetla Vassileva (Giovanna d’Arco) no pudo con la inclemente partitura: tiene agudos ásperos, fijos, fríos. Se le da mejor el registro central. Ewan Bowers (Carlo VII) es un tenor mate, de feo timbre y modesta agilidad, al que le rescata la dicción. Renato Bruson (Giacomo) tiene 74 años, la voz no es la que era (¿dónde están los agudos?), pero cuando le asiste es un viejo león. La orquesta estuvo sencillamente espléndida, con metales luminosos y buenos solistas. El coro, preparado por Martino Faggiani, se hizo notar por la magnífica dicción y la presencia escénica, siempre bien entonado y compacto, aun fuera de escena. El Festival Verdi propuso cuatro títulos, aquí ordenados según el agrado producido. Buena la dirección de Rigoletto de Stefano Vizioli, fidelísimo a la tradición pero sabio, leyendo aun lo no escrito, logrando el empeño de todos, coro incluido. Bellos decorados de Pierluigi Samaritani, al igual que el rico vestuario. Dirección rigurosa de Massimo Zanetti. Désirée Rancatore (Gilda), siempre fría, tiene agudos luminosos que toma en souplesse. Francesco Demuro, joven Duque, es un fresco tenor lírico de hermosas expectativas. Leo Nucci en su Rigoletto nº 417 es el Rigoletto por antonomasia. Repitió a escena abierta el dúo Sì, vendetta, tremenda vendetta y el teatro se vino abajo. En Reggio Emilia, Nabucco. Daniele Abbaso ta en escena de Lamberto Puggelli a base de mástiles y velas, en la que los musulmanes son muy musulmanes, y los cristianos, cristianos. Dirección apasionada de Carlo Montanaro. Estupendo el joven tenor Bruno Ribeiro, todavía un poco crudo. Modesta Irina Longu (Medore), que gritó demasiado, pero sensacional Silvia dalla Benetta (Gulnara). Por fin, Giovanna d’Arco, con la que se inauguró el Festival, dirección escénica astuta pero pedante de Gabriele Lavia, mejor como actor de teatro. Escenografía esencial de Alessandro Camera. Hermoso el hallazgo de los cambios de escena con los paneles corredizos. La verdadera perla fue la dirección musical de Bruno Bartoletti que dominó la partitura iluminando ya los momentos líricos, ya los Franco Soda AC T U A L I DA D PORTUGAL Un proyecto de jóvenes cantantes EL COMIENZO DE UNA HERMOSA AVENTURA Alfredo Rocha Teatro São Carlos. 6-XI-2008. Menotti, El teléfono. Martinu, La comedia sobre el puente. Opera Studio. Director musical: Xaver Poncette. Directoras de escena: Karoline Gruber y Paula Gomes Ribeiro. LISBOA Escena de La comedia sobre el puente de Martinu El teatro São Carlos de Lisboa programó como su segunda producción durante la temporada la inauguración de su nuevo Opera Studio, un conjunto de jóvenes promesas portuguesas del canto elegidas mediante audiciones. Para su debut oficial, interpretaron dos óperas, El teléfono de Gian Carlo Menotti (dirigida por Karoline Gruber) y La comedia sobre el puente de Bohuslav Martinu (su estreno portugués fue dirigido por Paula Gomes Ribeiro) que representaron durante cuatro noches, desde el 6 de noviembre hasta el día 10. Un conjunto de la Orquesta Sinfónica Portuguesa tocó desde el foso bajo la batuta del alemán Xaver Poncette. El teléfono es una ópera breve (dura unos 25 minutos) y modesta, con sólo dos interpretes, una pareja joven en la que el pretendiente se ve siempre frustrado en sus intentos de proponer matrimonio debido a la obsesión (mejor dicho adicción) de ella de hablar por teléfono. Gruber utilizó unos coloridos decorados (hechos por Matthias Winkler) con varios teléfonos esparcidos por el escenario, todos con largos cables que resaltaban la futi- lidad por un lado y la dependencia infantil por otro, de la protagonista, del “cordón umbilical”. La Comedia sobre el puente —que Martinu escribió para la radio—, en cambio, fue totalmente distinta, con una mezcla típicamente checa de lo absurdo, lo trágico y la “comédie noir”. Los decorados del arquitecto portugués Manuel Aires Mateus, un puente en forma de codo con un soldado en cada extremo, y la sugestiva iluminación daba a la escena un ambiente bélico, resultaron imaginativos y efectivos. La partitura original se vio enriquecida por sonidos electrónicos especialmente elegidos para esta producción. Algunos de los jóvenes cantaron muy bien, sobre todo los barítonos Jorge Martins (hizo el papel de Ben en El teléfono) y João Merino ( Johnny en Comedia) y la mezzo Cátia Moreso (Eve en Comedia). La Sinfónica Portuguesa tocó comparativamente mejor la partitura más detallada de Martinu que la de Menotti (las cuerdas carecieron de cohesión y de agilidad). Bernardo Mariano 55 AC T U A L I DA D ITALIA / SUIZA Festival de Música Contemporánea de la Bienal de Venecia ARTE POBRE En el Festival de Música Contemporánea de la Bienal de Venecia, una de las citas más esperadas era Arbeit, Nahrung, Wohnung, la experiencia teatral más reciente de Enno Poppe (1969), producida por la Bienal de Múnich y la Staatsoper de Berlín, en coproducción con la Bienal de Venecia, operadhoy de Madrid y Musik der Jahrhunderte de Stuttgart. El título indica las exigencias elementales para la supervivencia (trabajo, comida, casa): se alude muy libremente a las situaciones de Robinson Crusoe en la célebre novela de Defoe. El subtítulo es “Bühnenmusik für 14 Herren”, o sea literalmente música escénica para catorce intérpretes masculinos. La escena es única y presenta una cocina y la estancia de una casa. Del espectáculo forman parte los instrumentistas de Musikfabrik (teclados electrónicos y percusiones), visibles sobre la escena, y seis voces masculi- Regine Koerner VENECIA Teatro Piccolo Arsenale. 15-X-2008. Poppe, Arbeit, Nahrung, Wohnung. Graham Valentine, Omar Ebrahim, Daniel Gloger, Martin Nagy, Guillermo Anzorena, Andreas Fischer, Musikfabrik. Director musical: Michael Wendeberg. Directora de escena y decorados: Anna Viebrock. nas, el actor Graham Valentine (Robinson), el barítono Omar Ebrahim (Viernes) y los cuatro hombres del Neue Vokalsolisten de Stuttgart (el contratenor Daniel Gloger, el tenor Martin Nagy, el barítono Guillermo Anzorena y el bajo Andreas Fischer) que representan a cuatro marineros. No hay narración, ni trama, ni orden cronológico: Robinson no parece agradecer la salvación que se perfila en la primera escena, ni el regreso entre los hombres, y las catorce escenas presentan situaciones, que aluden tan sólo vagamente y de manera muy libre a la novela de Defoe, que ciertamente no invitan al optimismo. El texto de Marcel Beyer, que ya colaborase con Poppe en Interzone, parece nacer en función del sonido de las palabras (y de la música) con caracteres antinaturalistas, surrealistas, que lo aproximan posiblemente al teatro del absurdo. Se crea una relación estrechísima entre una vocalidad extremadamente sobria y una música para teclados y percusiones, caracterizada por una incisi- va dureza mineral, directa y elemental, violenta. Robinson es un actor que actúa y de cuando en cuando pasa al canto, Viernes canta, como los cuatro marineros. Sobre todo, se trata de una vocalidad elemental, “pobre”, incluso cercana al habla, de vez en cuando con sencillas vocalizaciones o inflexiones litúrgicas o sinagogales. El conjunto es extremadamente fragmentario, cargado de una agresividad directa, que produce un efecto inquietante y violento, por momentos grotesco, que le debió mucho a la intensa, cuidadísima dirección de Anna Viebrock. Ésta se enfrentaba a un teatro musical difícilmente clasificable, en el que tal vez además de la música en sí (no carente de monotonía repetitiva en la deliberada simplificación) parece ser decisiva una convergencia de elementos, con intérpretes magistrales y una gran dirección de escena. Paolo Petazzi David Hermann evita el colorido parisiense en La bohème SENTIMIENTOS CONGELADOS BASILEA Theater. 10-XI-2008. Puccini, La bohème. Svetlana Ignatovich, David Lomelí, Eung Kwang Lee, Andrew Murphy, Nicholas Söderlund, Hendrik Köhler, Anna Ryberg. Director musical: Andrea Battistoni. Director de escena: David Hermann. Decorados y vestuario: Christof Hetzer. 56 Con el oratorio de Honegger Juana de Arco en la hoguera, David Hermann ya había demostrado en Basilea que sabía poner en escena un tema complejo de manera convincente e impactante. Ahora, en su Bohème, ha dejado constancia de que también puede convertir un argumento sencillo —igualmente, gracias a una poderosa iconografía— en algo complicado. Porque París, Montmartre, el deleite de los artistas bohemios en su miseria, que Henry Murger describe de una manera tan gráfica y Puccini convirtió en la más popular de sus óperas, todo esto podíamos olvidarlo. Sólo quedaba una cosa: el frío. El blanco del hielo dominaba la gélida escenografía, que no nos presenta el bullicio de Montmartre en el segundo acto sino a unas modernas turistas que disfrutan del sol mediterráneo. El sargento del tercer acto es — no sabemos muy bien por qué— un bandido del Oeste, y al final todo se vuelve negro. Mimì muere y se convierte en doble de su propio cuerpo. Un bello golpe de teatro, como hay otros muchos, aunque en general sobran las ideas y a cambio se pierde gran parte del carácter de la obra en cuanto a las relaciones entre los personajes. Los protagonistas, por el contrario, estuvieron muy acertados. El joven tenor mexicano David Lomelí ofreció un Rodolfo de apasionados acentos y cálidos colores. Aún más conmovedora resul- tó la soprano rusa Svetlana Ignatovich, una Mimì cercana al ideal pucciniano por belleza vocal y emotividad. El barítono coreano Eung Kwan Lee fue un acertado Marcello, si bien Anna Ryberg quedó algo pálida como Musetta. En el podio, Andrea Battistoni demostró seguridad y conocimiento de la partitura, dejando fluir libremente las cantilenas y proporcionando a los cantantes la necesaria expansión. Reinmar Wagner AC T U A L I DA D SUIZA La última ópera de Bohuslav Martinu vuelve al lugar de su creación SACRIFICIOS EN EL ESCAPARATE Fue el Teatro de Zúrich el que, en 1961, representó por primera vez la última ópera de Bohuslav Martinu, The Greek Passion (La Pasión griega), después de que el previsto estreno mundial en Londres cuatro años antes se hubiera frustrado por cuestiones musicales. En aquella época, el compositor checo vivía como huésped de Paul Sacher cerca de Basilea. Con el gran mecenas como director, la obra se estrenó finalmente, aunque con fuertes variantes. Nicolas Brieger, el director de escena de esta nueva producción, ha combinado elementos de ambas versiones para su montaje, que está cantado en inglés (como en la obra original). Ha renunciado a la actualización que hubiera supuesto presentar en escena a botes de refugiados que se acercan a las costas europeas, planteando en su lugar cuadros abstractos inspirados en la iconografía de la Pasión de Cristo (el beso de Judas, el Hanas Jörg Michael ZÚRICH Opernhaus. 9-XI-2008. Martinu, The Greek Passion. Emily Magee, Roberto Saccà, Alfred Muff, Reinhard Mayr, Gottfried Breitfuss, Andreas Winkler, Ruben Drole, Rudolf Schasching, Stefanie C. Braun, Pavel Daniluk, Rebeca Olvera. Director musical: Eivind Gullberg Jensen. Director de escena: Nicolas Brieger. Decorados: Hans-Dieter Schaal. Vestuario: Jorge Jara. Emily Magee y Roberto Saccà en The Greek Passion de Martinu sacrificio pascual o la Pietà). La mayoría de las veces hay un gran estatismo en la escena, lo que subraya el carácter oratorial de la partitura y ayuda a los intérpretes a concentrarse en el canto. En cualquier caso, esto no benefició tanto al coro, que tiene tanta importancia en la obra, y presentó muchas imprecisiones. El joven director noruego Eivind Gullberg Jensen tuvo que tener su responsabilidad en ello, pues tampoco en la orquesta funcionaron las cosas como debieran, y toda la velada estuvo marcada por una cierta inseguridad. Los solistas fueron quienes salvaron básicamente la producción: Emily Magee como Katerina mostró con sus múltiples medios vocales y expresivos la evolución de su personaje, aunque tuvo ciertos problemas al enfrentarse con la masa orquestal. También ahí los encontró Roberto Saccà como Manolios: en su última escena, una inflamada arenga de este nuevo Cristo ante la asamblea popular, le faltó peso dramático. Alfred Muff como sacerdote Grigoris se contagió de la incertidumbre general, si bien el resto del elenco fue muy homogéneo, destacando Pavel Daniluk como sacerdote Fotis o Stefanie C. Braun como el joven y soñador Lenio, seguidor del protagonista. Reinmar Wagner 57 E N T R E V I S TA JOSÉ RAMÓN ENCINAR: ”SOY UN DIRECTOR ATÍPICO” S 58 Fotos: Rafa Martín igue teniendo cara de adolescente. Ha cumplido 54 años, pero conserva la expresión de chaval. Hoy está al frente de uno de los proyectos artísticos españoles más interesantes, la Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid. Uno de los frutos de ese trabajo aparece en estos días bajo el sello Naxos: su grabación discográfica de la Sinfonía y la Fantasía morisca de Ruperto Chapí. Habla deprisa, con pocas pausas. Tiene las ideas muy claras y las manifiesta con rico vocabulario. Fue compositor de relieve en los 70 y 80, pero ha abandonado la creación musical en pro de la interpretación. Encinar evoca el pasado —Federico Sopeña, Franco Donatoni, Francisco Guerrero— y el presente —Pablo Rivière, Enrique Franco, Luis de Pablo— con similar viveza en las imágenes o expresiones, y brillante sentido del humor. E N T R E V I S TA JOSÉ RAMÓN ENCINAR ¿Hay antecedentes musicales en su familia? Sí, pero no en la generación anterior, en la de mis padres, sino en la de mis abuelos. Mis abuelos maternos eran músicos, los dos; mi abuela era pianista y organista, y había estudiado también composición y canto, y de hecho componía, y era profesora de canto. Mi abuelo también componía y dirigía zarzuela, y los dos son autores de una zarzuela que está registrada en la Sociedad de Autores. El hermano de mi abuelo también era músico, era guitarrista, y fue con él con quien empecé a estudiar guitarra. Anteriormente había estudiado solfeo con mi abuela. Mi tío abuelo, el guitarrista, es el único que llegó a ser un poco conocido: se llamaba Miguel Ángel, utilizaba el nombre sin el apellido, se dedicaba a dar clases de guitarra, y llegó a tener obras editadas en la Unión Musical, pero no llegó a tener más relieve, por eso que ahora tenemos todos los días en los periódicos, lo de la “memoria histórica”. Perdone, pero ya que sale el tema. ¿Dónde estaba su familia, y en qué bando estaban, en los tiempos de la “memoria histórica”? Bueno, yo podría tener también un “abuelito”, que es este del que hablo, al que afortunadamente he conocido y que, creo, me ha marcado mucho en mi vida y en mi carácter. Mi abuelo estuvo condenado a muerte, y estuvo en la cárcel… pero, mire, todo esto se lo dejo a los políticos, que les gustan mucho estas cosas. Yo creo que esto cada familia debe llevarlo en la intimidad. O sea, que entiendo perfectamente la reacción de la familia de García Lorca, cuando dice “Basta ya, vamos a dejarlo ya”. Lo que pasa es que viene muy bien hablar de ciertas cosas y dejar en la cuneta los problemas principales, para que se olviden. En una etapa muy temprana de su formación musical se va a Italia, a Siena. Pero antes hay una persona que influye especialmente en usted… Sí, claro, Federico Sopeña. Yo hice mis estudios de Solfeo en el Conservatorio y los de guitarra los hice libre, el Solfeo lo estudié con Gabriel Vivó, al que también recuerdo con especial afecto, que luego fue mi jefe… bueno, también el suyo… en Radio Nacional, y el Conservatorio, en la clase de Historia de la Música y de Estética, conocí al padre Sopeña, al que ya conocía de referencias, porque mi madre era profesora en el Colegio Cervantes, donde tenía relación con diversas personas del mundo de la música… y bueno, me desvío un poco, en el colegio donde yo estudié había estudiado también Ana Higueras, y el padre de Ana Higueras había sido padrino de mi madre, y también estudió Emilio Moreno, estudió Tomás Cabrera, también Miguel Ángel Martín Lladó… en fin, había muy buen ambiente, y yo tenía ya referencias de quién era Sopeña. Me matriculé con él y la relación, desde un principio, fue muy cordial, y él de hecho fue la primera persona que me escuchó tocar en la guitarra obras que yo componía, así muy a mi aire, y fue él quien me orientó en esa vocación hacia la composición, más que hacia la dirección… y me reñía cuando le decía que quería hacer también dirección, y por él tuve la primera beca para estudiar fuera de Madrid, en Música en Compostela, que fue en el verano del 69, cuando yo tenía 15 años. Al año siguiente, gracias a Sopeña, ya había empezado a introducirme en el mundo musical, y fui al primer curso “Manuel de Falla” en Granada, que fue en el 70, con 16 años, y al año siguiente, con 17, es cuando ya fui a Siena, también aconsejado por Sopeña. Después de vencer algún escollo: le cuento, yo había ya pretendido ir al Mozarteum de Salzburgo y me aconsejaron que fuera a hablar con un personaje pintoresquísimo, que estaba vinculado a Música en Compostela, que era D. Ramón Borrás. Fui a ver a este hombre al Ministerio de Asuntos Exteriores, y me recibió muy cordialmente, y me dijo: “Pero hombre, si es que ya estamos fuera de plazo para las becas… Bueno, me pide usted dirección de orquesta en Salzburgo, voy a ver que se puede hacer, venga dentro de una semana”. Así lo hice, y a los siete días volví. Borrás me recibió con una sonrisa de oreja a oreja, muy ufano, y me dijo: “Mire, lo de la dirección de orquesta en Salzburgo no se lo he podido arreglar, ¡pero tengo una beca maravillosa para que se vaya a estudiar árabe en El Cairo!”. Yo le dije que se lo agradecía muchísimo, pero que iba a desaprovechar esa maravillosa oportunidad. Al año siguiente fui a Siena, después fui a Milán, con Donatoni, volví a Siena y luego a Milán en otra vez. No sé en medio de cuál de estos viajes se produce la historia, pero creo que fue entonces cuando nos conocimos, en un recital de guitarra que usted daba en el hoy ya historia Café-Concierto Beethoven, que dirigía nuestro buen amigo —que también lo era de Sopeña— Andrés Ruiz Tarazona, velada en la consiguió, con una obra inolvidable, vaciar el local… No sería el 4’33’’ de Cage, no, debía ser otra obra de un compositor italiano amigo mío, en cuya casa estuve viviendo un tiempo en Milán, Renato Maestri, del que por cierto utilizó un texto Donatoni en su obra Arie para soprano y orquesta, y la obra se llamaba Chiringa; creo que esto venía porque Maestri era un ávido lector de Lévi-Strauss y era el nombre de una tribu amazónica citada por Lévi-Strauss, y todo estaba perfectamente escrito, pero tenía que ser prácti- camente inaudible, en cuanto a dinámica, como diría Sciarrino en algún titulo, “Sul loro dell’ silenzio”. Y tan al borde era que, efectivamente, la gente me veía tocar, pero no oía nada, y creo que sí, que el pobre Tarazona se quedó sin público esa noche. ¿Qué le aportó el padre Sopeña? Mucho, claro, partiendo de la base de que en mi casa se daba mucha importancia a la cultura, ya le he dicho que mis padres eran profesores, pero el encuentro con Sopeña supuso el contacto con la cultura viva. Yo señalaría como principales dos aspectos. Uno, el aspecto general: usted sabe bien que la bandera principal de la vida de Sopeña era vincular la música a la cultura en general, y eso para mí ha sido determinante, me ha marcado profundamente, y sigue marcando mi actividad y mi manera de pensar como músico. La música forma parte de una cultura, aunque eso, viviendo en el país en el que vivimos, en ocasiones parezca una utopía, y mi criterio de programación y mi actividad como director artístico va siempre en esa línea. O sea, eso me ha marcado hasta hoy. Y por otro lado, como le he dicho, mis abuelos eran músicos, pero, seré muy sincero, eran bastante reaccionarios: recuerdo que se vivió como un auténtico cataclismo la noticia, dada por el ABC, de un estreno de Cristóbal Halffter, que venía a decir que en aquella obra cada músico tocaba lo que le daba la gana; en fin, esas cosas que se dicen o escriben de vez en cuando. Mis abuelos, lo recuerdo bien, se echaron las manos a la cabeza: “¡Qué horror, qué horror!”, decían. Bueno pues el padre Sopeña… que yo creo que para determinados temas forzaba su naturaleza… Vamos, yo estoy convencido de que le encantaba Rachmaninov, pero, ¿se acuerda?, siempre nos decía que Rachmaninov no le gustaba nada. Y del mismo modo estoy casi seguro de que no le gustaba nada Le marteau sans maître, ¡pero él nos decía que le gustaba mucho! Bueno, estoy de acuerdo, pero yo creo que él tenía la convicción profunda de que debía decirlo, pero no por esnobismo… ¡Seguro, y además lo hacía por una actitud didáctica continua, claro que sí! Para mí también aquello fue determinante, porque yo componía en re mayor, ¡mal, desde luego!, pero en re mayor. Y él fue la primera persona que me dejó discos de Schoenberg, del que yo no había oído ni una nota, bueno, ni de él, ni de Webern, o de Berg, o de Nono, y él fue quien, con esa generosidad que le caracterizaba siempre, dejándome buena parte de su discoteca, me fue indicando qué autores había, qué hacían, por qué lo hacían, etc. Es curioso, porque desde que hemos vivido en la democracia, y ese aspecto de Sopeña ha convenido olvidarlo, se ha hablado de otras cosas, 59 E N T R E V I S TA JOSÉ RAMÓN ENCINAR pero de eso no, y recuerdo que en mi etapa como titular de la Orquesta de Gran Canaria, una persona, que ya ha desaparecido, se mostró extrañadísima cuando yo le contaba estas cosas de Sopeña. “¿Que hablaba de Nono, de Boulez, de Stockhausen, de Xenakis? Pero no puede ser…”, me decía. ¿Y qué le aportó Donatoni? Pues muchísimo. De entrada hay una cosa curiosa, cuando yo llegué a Siena no sabía exactamente con quién iba a dar clase: para entendernos, sabía que iba a estudiar con Donatoni, pero no conocía nada de Donatoni ni me sabía nada de su vida, pero mi intención era haber ido a estudiar con Petrassi, pero Petrassi ya no iba a la Academia Chigiana desde el año anterior, de hecho cuando yo llego es el segundo año de Donatoni. Él me supuso el encuentro con una disciplina férrea, que yo necesitaba más que beber. Y después me encontré con una mente verdaderamente extraordinaria en cuanto a sistematicidad, en cuanto al continuo interrogatorio de sí mismo sobre por qué hacía una cosa y no otra, o por qué elegía esta opción y no aquella. Aunque parezca mentira, para mí es muy positivo, incluso aún hoy, el resultado de haberme encontrado con Franco Donatoni para estar casi permanentemente en crisis. Estar siempre cuestionando lo que estoy haciendo, siempre. Siempre dudando, hasta el punto de que a veces me quedaba en una situación de ataraxia, precisamente por esa excesiva autocrítica, pero yo creo que es muy positiva, sobre todo ahora en que vivimos en un momento en el que la autocrítica, no sólo en música, sino a todos los niveles, es algo que brilla por su ausencia. El sentido de la autocrítica lo aprendí a machamartillo con Franco Donatoni porque él era absolutamente intransigente consigo mismo. Y además me encontraba con una persona con muchas facetas, pero que al margen de cómo era en su vida doméstica o personal, que desde luego era un hombre problemático, he de decir que era una persona de una generosidad, de una bondad, realmente extraordinarias, y de una humildad como nadie puede imaginarse. Todo eso si no me ha marcado mucho, que yo creo que sí, he intentado que me marcase. ¿Hay alguna otra persona que en esos años tenga una influencia sobre usted? 60 No, conocí a Dallapiccola, con el que di clases en Siena, también a Berio, también en Siena, aunque debo decir que sí hay una persona, a la que volví a ver poco antes de que muriera y me quedó la duda de si me recordaba —aunque creo que sí, que con la inteligencia que tenía no se le olvidaba nada ni nadie—, y que era una persona realmente peculiar, y te hablo de quien en esos años decía que era mi hermano mayor: Giuseppe Sinopoli. Ya te digo que nos encontramos unos meses antes de su temprana muerte, y no nos dirigimos la palabra como si nos hubiéramos conocido tanto: pero en Siena íbamos a comer y a cenar juntos, me invitó a Venecia, me iba a invitar a Innsbruck, y él decía que era como mi hermano mayor, todo esto en la época en que él era asistente de Donatoni y yo alumno de Donatoni. Él, en un momento dado, no se portó bien con Donatoni, y estuvieron varios años sin dirigirse la palabra. Luego él hizo esa carrera absolutamente deslumbrante como director. Yo creo que era un magnífico compositor, una persona con una inteligencia extraordinaria. Pero no creo que ejerciera sobre mí una especial influencia, aunque el trato fue, como te digo, diario en una etapa de nuestras vidas. El año 72, concretamente, él dirigió el estreno de mi Shamadi. Pero pasada esa época, sí te puedo decir que la persona que ha sido decisiva en mi formación y en mi evolución como persona, e incluso como profesional, pues es mi mujer, Ana. Además, tiene gracia, nos conocimos en un lugar que usted ha mencionado antes, el Café-Concierto Beethoven de Andrés Ruiz Tarazona. Yo la conocía del Conservatorio, y ella a mí me gustaba mucho, y yo la veía por el Conservatorio, y ella a mí… pues ni me miraba, la verdad. Y andando el tiempo, casualmente, nos presentó un amigo común, José Luis García del Busto, por una coincidencia: Ana es pianista, como sabe, y había quedado en el Beethoven con José María Pinzolas, pero se despistó y llegó una hora antes de la cita. En ese momento estábamos allí Sopeña, García del Busto, Ángel Carrascosa, usted, y Ana conocía al otro José Luis de las cabinas del Conservatorio, porque sabes que la hermana de tu tocayo también es pianista, la saludó, resultó que llevaba mal el reloj y se sentó con nosotros a charlar, y eso fue a comienzos de 1973, y nos casamos en el 74. ¿Y qué piensa su mujer de que el director de orquesta Encinar se haya fagocitado al compositor? No, hombre, no dice nada, lo lleva bien. Bueno, pero seguirá componiendo… No, no, lo he dejado del todo. Si es que no tengo tiempo. Lo último que he escrito fue una obra, casi de circunstancias, cuando tomé posesión del sillón en la Academia de Bellas Artes. Y la última obra, digamos de catálogo, pues fue la que escribí cuando Donatoni cumplió 70 años, en el 97, Fantasía para orquesta de cuerdas, o sea, hace once años. Tengo ideas, pero lo que no tengo es tiempo. Y, bueno, pues teniendo en cuenta que hace cinco años me dio un infarto, pues mi mujer prefiere que me tome las cosas con calma. De todas maneras, sin falsa modestia, creo que no componía mal, pero tampoco creo que mi ausencia como autor se note mucho: ahora mismo hay grandes talentos jóvenes, pero grandísimos, en la música española. Mire, yo tengo como unas 27 obras escritas, y, la verdad, salvaría muy pocas, hay pocas que hoy realmente me gusten. Se has vuelto “donatoniamente” autocrítico. Pero, ¿y Fígaro, que acaso fue la más importante de las óperas que se escribieron para la Sala Olimpia? Bueno, creo que siempre, desde joven, he sido así. Pero reconozco que Fígaro es una de las que salvaría. Hice una revisión, cuando se hizo por tercera vez, en el Teatro de la Zarzuela, y todavía la volvería a revisar, una escena — concretamente la octava—, pero sí, Fígaro es una de las que hoy vería con gusto. Pero, por ejemplo, Mise en scène, el concierto para clarinete, se iba a haber hecho en Alicante cuando todavía estaba Tomás Marco en la dirección del CDMC, pero yo quería haber hecho una revisión a fondo… había hecho una pequeña revisión cuando se hizo en la Bienal de Venecia… pero al final, como no tuve tiempo de abordar esa revisión a fondo, preferí que no se hiciera. Y luego, sí, tengo proyectos, tengo ideas desde hace años, desde hace por lo menos diez años, de obras escénicas, pero claro eso lleva todavía mucho más tiempo. Concretamente, Hans Werner Henze me hizo un encargo para la Bienal de Múnich, que después no pude atender por falta de tiempo, pero empecé a dar vueltas a un argumento y a una plantilla, y ese es el primer proyecto que se me ha quedado en cartera, el tema estaba basado en un capítulo de una novela de Cunqueiro. Es decir, que se produjo porque una hubo una incitación previa para ello. Como ávido lector que he sido —ahora menos, por lo que no paro de repetir: el tiempo—, me surgió otra idea escénica que tendría tres capas, por un lado Il combatimento di Tancredo e Clorinda más un libro de Martorell en el que se habla del combate como fin en sí mismo, que es parte de Tirant lo Blanc, pero que es fundamentalmente una contienda epistolar que hubo entre Martorell y otro escritor de la época, y ese podría ser un segundo plano, y superpuesto a estos dos, un tercer plano de una contienda de crítica literaria sobre Martorell en donde uno de los contrincantes era Vargas Llosa. A pesar de los consejos de Sopeña, a usted le gustaba mucho dirigir. Sí, desde la época del Conservatorio. Yo lo comentaba con los amigos del Conservatorio, o sea con Miguel Ángel Martín Lladó, y con Emilio Moreno, que además era compañero de colegio, y con Pablo Rivière, al que conocí en la clase de Sopeña. Yo iba a hacer música a casa E N T R E V I S TA JOSÉ RAMÓN ENCINAR de Emilio, también estaba su hermano José Miguel —que por entonces ni soñaba con ser músico—, él con el violín, yo con la guitarra, y, bueno siempre he sido muy lanzado (ahora, con los años, menos), hablaba con unos y con otros, organizaba pequeñas orquestas y me ponía a dirigirles en colegios mayores, y el primer concierto que yo dirigí, naturalmente sin remuneración, también nos lo consiguió García del Busto, que por entonces vivía en el Colegio Calasanz, y recuerdo que Emilio tocaba El Otoño de Las cuatro estaciones, y Pablo tocaba la viola, y estaba otro compañero, Álvaro Aguayo, y me acuerdo de que en dicho Otoño lo que se fue cayendo no era la hoja, sino mi atril, que se iba encogiendo y yo iba sujetando la partitura como podía. También hacíamos obras de un compañero del Conservatorio, muy pintoresco, François, que era del norte de África. Y así yo iba dirigiendo. Y he de decir que alguno de aquellos infelices a los que yo embaucaba y liaba, venciendo su tendencia natural a no volver a dirigirme la palabra, llegaron a formar parte del Grupo Koan, como por ejemplo Román Gómez, el contrabajista. O sea, que había un ambiente muy agradable: salir adelante no era tan difícil como ahora y la gente colaboraba, y no importaba no cobrar por hacer un concierto. Recuerdo uno de sus conciertos en el Conservatorio, en el que figuraba Sincrónico de Cruz de Castro, que desató iras de una parte de la audiencia, y en que también estrenaba Cantos del pájaro muerto de Rivière. ¡Preciosa obra, una obra muy bonita, me acuerdo perfectamente! Luego hicimos otras obras de Pablo con el Koan, como Niños rotos, pero los Cantos del pájaro muerto era una obra preciosa, y además una partitura muy bonita de ver, muy grande, muy bien hecha, muy bien escrita. Hablamos del año 73 o 74. Recuerdo de ese concierto que el trompa era Peregrín Caldés, el trompeta era Juan Luque, y el trombón, que ya no está con nosotros, era Benjamín Esparza. Ese concierto ya fue con el Grupo Koan, del que yo me hice cargo a la vuelta de Italia, en el 73. Pero poco tiempo después ya le vemos hacer con la Nacional la Primera Sinfonía de Ives. Pues creo fue mi primer concierto con la Nacional, sí. Yo dirigía fundamentalmente al Koan, y de vez en cuando a la Orquesta de Juventudes Musicales, donde estaba otro fabuloso amigo, al que conocí en esos años, Luis Remartínez, y poco más. En otra ocasión, y gracias a otra persona a la que tengo tanto que agradecer —como usted, y tantos otros—, que es Enrique Franco, fui invitado a uno de esos programas que se hacía con emisoras de la UER que se llamaba Conozcamos los nombres, y ahí me presenté yo en un concierto que desde luego debe ser recordado, entre otras razones porque desde ese día Ana, mi mujer, se merece un altar en sede catedralicia, porque en mi vida lo he pasado peor, jamás; era un concierto en Ljubljana, con la Orquesta de la Radio de la antigua Yugoslavia, y aquello en lo que me metí me rebasaba de una manera increíble. Hice… bueno, no, destrocé una obra de un compositor danés, Jorgensen, que se llamaba Marin; la obra era tremendamente compleja, pero vamos, yo ni por asomo conseguí sacar aquello adelante. Luego acompañé las Variaciones rococó de Chaikovski a un violonchelista canadiense muy brillante, que se aprovechó por completo de mi bisoñez e hizo lo que le dio la gana, Dennis Brooks. Pero la guinda fue la obra de cierre, que es una obra que luego he hecho varias veces, y creo que no mal, que era nada más y nada menos que El mandarín maravilloso de Bartók, y creo que pensando en El mandarín — que salió… digamos de aquella manera—, casi no dormí en esa semana, y mi pobre y reciente mujer tampoco, porque aquello fue un verdadero calvario, pero eso sí fue una verdadera lección de cara al futuro, sobre todo para tener el sentido común de saber qué eliges a la hora de dirigir un concierto. Cuando empecé a dirigir orquestas con mayor asiduidad fue en el 84, a raíz de que Paco Guerrero padre me viera ensayar el Portrait imaginé de Luis de Pablo, en donde la parte de órgano, dificilísima, la hacía Paco Guerrero hijo, el compositor. Estábamos entonces en la sala de ensayos del Teatro Real, cuando aún era sala de conciertos, y al padre de Paco, que como sabe era un músico increíble, que podía tocar todos los instrumentos de la orquesta, le gustó cómo trabajaba yo, le pareció que era muy minucioso, y al cabo de unos meses me llamó y me preguntó si me interesaría ir de titular a la Orquesta de Las Palmas, le dije que sí, y salvo apariciones esporádicas, esa fue mi primera andadura continuada como director de orquesta. Mi primer concierto con la Nacional fue en los 80, un poco anterior a esa titularidad de Las Palmas. ¿Cómo fue la etapa de Las Palmas? Bueno, singular, porque aquella era una época en que se producía lo que siempre se ha dicho como un chiste que era el Octeto de Moscú, o sea, una Orquesta Sinfónica Soviética después de una gira por Europa Occidental. O sea que más o menos sabías con qué orquesta acababas la temporada, pero no sabías cuántos de los profesores iban a volver después del verano. Y era partir de cero continuamente y lidiar con una orquesta que tenía muchísimos problemas administrativos y por ende artísticos: había gente que no tocaba nada y gente que tocaba muy bien, varias nacionalidades a veces no muy bien avenidas, pero a mí me sirvió de muchísimo como experiencia. Yo hice mi labor de apostolado, quizá un poco excesiva, en pro de la música de hoy. Recuerdo haber programado el estreno de Punto de encuentro de José Luis Turina, que había ganado un concurso de composición que incluía el estreno de la pieza y al final no se hizo, y se presentó en Las Palmas, e hice también los Elefantes borrachos 3 de Luis de Pablo, o el Concierto Guadiana de Tomás Marco. Estuve dos temporadas. Hubo varios años de vacío, y llegó luego la Nacional Portuguesa. Sí, entre medias ya fui dirigiendo con asiduidad a varias de las orquestas de la península: la Sinfónica de Madrid, la de Galicia, la de Valladolid —que sería la base de la de Castilla y León. Yo había estado en el 97 dirigiendo el Grupo de Música Contemporánea de Lisboa, el que dirigía Jorge Peixinho, y a ese concierto fue a verme el que era intendente del Teatro São Carlos, que era gerente de la orquesta, Paulo Ferreira de Castro, musicólogo, y en el 98, el año de la Expo de Lisboa, volví a ir con algo que usted conoce bien, con el Proyecto Gerhard, y volví a coincidir con Paulo. Al poco tiempo me llamó y me comentó que Alvaro Casutto no iba a seguir como titular, que buscaban una persona para sucederle, y al día siguiente de Reyes se presentó en Madrid, comimos al lado del Teatro Real, y él me propuso un contrato como director asociado; yo le dije que a mí eso no me interesaba mucho, que sí estaba dispuesto a considerar la titularidad, y me dijo que lo estudiaría, lo planteó a su superior ministerial y la respuesta fue que sí. Yo les dije la verdad: que estaba ya en conversaciones con Félix Palomero y Jorge Culla para ser director de la Orquesta de la Comunidad de Madrid, y me dijeron que no había ningún problema. Lisboa es, desde luego, un mundo para conocerlo de cerca, por lo que es burocrática y administrativamente, y más de una vez he pensado que mi infarto se produjo como consecuencia de aquellos años. Paulo se preocupaba muchísimo del teatro, pero me dejaba a mí completamente, a mi albedrío, en lo que era la temporada sinfónica, que en los años que yo estuve allí llegó a ser de 24 a 28 conciertos sinfónicos, de los cuales yo hacía 15. Administrativamente, aquello era un problema tras otro: impagos a los profesores, luego una práctica muy conocida en Portugal, la “captivaçao do borsamento”; el “borsamento” es el presupuesto, te lo dan a principio de temporada, pero a mitad de la misma sobreviene la “captivaçao”, que es que te quitan la mitad, con lo cual todos los compromisos que tienes 61 E N T R E V I S TA JOSÉ RAMÓN ENCINAR se van… donde nadie sabe, con lo que tienes problemas por todas partes: yo en la orquesta no tenía gerente y tenía que hacerlo todo, oír los llantos de los músicos, defender al concertino porque querían echarle: algo, en fin, para no creerlo. Cuando yo llegué había un ministro de cultura que se llamaba Carrillo, y que tenía mucho glamour; cuando yo era titular, este señor llegó a un punto en que dimitió, y dimitió también Paulo, el intendente del teatro. Yo me quedé y Paulo finalmente se quedó también. Nombraron a otro ministro de cultura, José Sas Portas, con el que tuve muy buen trato. Pedí una serie de cosas que no llegaban ni llegaron nunca. Llegó el verano y como no me habían solucionado nada dije que me iba. El ministro, que la verdad era un caballero, se vino a un ensayo mío, esperó a que yo acabara el ensayo para hablar conmigo y decirme que no aceptaba mi dimisión, y que tenía que acabar la temporada. Bueno, yo pensé que este señor era muy amable y que al acabar la temporada tenía que ir a despedirme de él, pero no pude hacerlo, porque, tercera vez en el lapso de dos años, llegó otro ministro de cultura. Excuso decirle que esa inestabilidad continua era tremenda. No hice mucho apostolado por la música contemporánea española, porque una cosa sí aprendí, que los portugueses son gente muy educada y ceremoniosa, y que el coeficiente intelectual de la ciudadanía es considerablemente alto, pero tienen un visceral recelo hacia todo lo español, seguramente provocado por la propia actitud de los españoles hacia ellos, y eso les hace mirar con enorme desconfianza hacia todo lo que viene de España. Pero en cambio cometí un craso error para los portugueses, y es que fui un contumaz abogado de la música portuguesa, y es que los músicos de la Sinfónica Nacional Portuguesa lo que querían era tocar Mahler y yo les hice tocar, no sólo música contemporánea portuguesa, sino los poemas sinfónicos de Freitas Branco, por ejemplo. Yo fui un defensor de la música portuguesa en Portugal, y, como el escritor Lobo Antunes me ha dicho, el mayor enemigo de la cultura portuguesa son muchas veces los propios portugueses. En medio de todo esto usted trabaja varios años con el entonces recién creado Proyecto Gerhard. El Proyecto Gerhard fue una actividad muy agradable, la verdad. Uno de sus dos fundadores, el que está hablando conmigo, se empeñó en hacerme Principal Director Invitado… …con nunca disimulada oposición del otro fundador, todo hay que decirlo… 62 Bueno, era un secreto a voces, tampoco me extraña mucho. Pero tengo que decir que fue una experiencia positivísima, que me llevó a descubrir a fabulosos músicos que luego se han integrado en la Orquesta de la Comunidad de Madrid, y recuerdo experiencias como el concierto monográfico Varèse o el espectáculo del Don Perlimplín de Maderna, que hicimos en la Bienal de Venecia, en el Festival de Granada o en el de Segovia. Y desde luego el monográfico Paco Guerrero o alguna de las obras de Sandro Gorli que incluimos en otra sesión. Ha vuelto a citar a uno de los compositores más vinculados con usted, Guerrero. Mire, Paco y yo coincidimos en aquel primer Curso Manuel de Falla de Granada, del que le he hablado, y la verdad es que apenas tuvimos trato: él estudiaba todavía con Juan Alfonso García y llevó una obra suya para dos órganos, que había tocado con Juan Alfonso en los órganos de la Catedral de Granada. Conocí simultáneamente, en ese curso, a Paco y a Pepe García Román, pero no tuvimos mayor contacto: yo, en esa ocasión, estaba absolutamente obnubilado por dos cuestiones, una la presencia y el trato con Cristóbal Halffter, que era el primer gran nombre de la composición que yo conocía y me tenía completamente fascinado; la otra, la perplejidad por la obra de un compositor alemán — que empezó por dejarme estupefacto cuando me planteó que, ya que no podíamos hablar en alemán, podíamos hacerlo en latín…— y cuya composición, nada breve, y no es exageración alguna, estaba escrita para… zambomba. Claro, esos fueron mis dos recuerdos fundamentales del curso de Granada. Y luego, pocos años después, coincidí con Paco en la Radio, cuando los dos éramos colaboradores de Radio Nacional. Paco tenía mucha relación con Pablo Rivière, entonces más que conmigo. La relación con Paco no era fácil, sobre todo en aquellos años: Paco era una persona muy difícil, y era de un irónico y de un mordaz a veces terrible. Recuerdo que en esos años, con el Koan, hicimos varias obras suyas que luego descatalogó, como Datura fastuosa, o una que sí entró en su catálogo, Ars combinatoria, o La voz eterna, o Xenias Pacatas I para orquesta de cuerda. También hice el Concierto de cámara, que lo había estrenado José María Franco Gil, y tengo que decir que tengo un cariñoso contencioso con José Luis Temes porque ya no recuerdo quién de los dos hizo el estreno de la versión última de Acte préalable, porque Paco no la acababa nunca y se iban estrenando trozos, y yo creo que la versión final la estrené yo con el Koan en el Festival de Royan. De Paco recuerdo relaciones a veces tensas, otras más relajadas, pero la verdad es que nos teníamos mucho afecto, y en la época del Concurso Arpa de Oro, yo quedé finalista el año que Paco ganó el concurso con Actus, que era una obra para contrafagot, dos trombones y orquesta de cuerda, y era de una dificultad tremenda, como casi todas las obras de Paco, pero es que para los trombones era casi inabordable, pero eso sí, encontrar un contrafagot que tocara aquello ya era el colmo, y se había contactado con varios que veían la partitura y decían que no podían con aquello de ninguna manera. Bueno, yo me comprometí con Paco a encontrarle un solista, y había un señor E N T R E V I S TA JOSÉ RAMÓN ENCINAR que, no sólo era buen instrumentista, sino que además le echaba un coraje a las cosas de campeonato, y este era un señor muy mayor que había tocado varias veces con el Koan y que me dijo que él se comprometía a que aquello saliera de la mejor manera posible, este hombre se llamaba Román y sus propios compañeros de la Banda Sinfónica le llamaban “el abuelo”, y le llamé por teléfono, y Paco y yo fuimos a verle con la partitura y dijo que sí, que lo sacaba adelante, y él fue quien la tocó en el Teatro Real, con dirección de José María Franco Gil, y la obra ganó, de forma merecidísima, el premio. Yo estuve a punto de dirigirla años después, en París, con el Ensemble 2e2m, con lo que me la estudié a fondo, pero ese concierto se canceló por razones financieras y nunca la he dirigido. La verdad es que Paco y yo nos respetábamos mucho, sé que él me valoraba como intérprete de su música, y quizá a mí lo que siempre me admiró de Paco, por encima de todo, es algo que Enrique Franco definía de manera perfecta, la “inteligencia en ejercicio”; era una mente privilegiada, de inteligencia extraordinaria, una mente yo diría que esencialmente filosófico-matemática unida a una naturaleza musical que yo sólo he visto superada por una persona, su padre, que poseía eso, una naturaleza musical como no he visto igual en toda mi vida, no sólo porque pudiera tocar cualquier cosa, ¡también podía construir cualquier instrumento!, era algo asombroso. Su otro autor de referencia sería Luis de Pablo. Bueno, de Luis de Pablo he estrenado más de 30 obras, creo que no está mal. Para mí es el decano, con todo lo que eso conlleva, de la música española. Es el compositor español de gran obra, es decir con una obra enorme detrás de sí, merecidamente más importante que tenemos en el país y más reconocido a nivel mundial. A mí me parece un compositor extraordinario, con una inventiva fulgurante, deslumbrante, con una riqueza tímbrica única, además de constructiva, y es además un compositor que ha ido creciendo con los años, no ya porque haya pasado, como todos los que tienen una existencia larga, de escribir obras más agresivas a componer otras en donde se contempla más el objeto sonoro final, es que además en la factura de las obras ves que ha ido a una depuración de su técnica formidable. Yo a Luis de Pablo lo conocí bastante tarde, en los años del Koan, 78 o así, cuando él acababa de volver de Canadá, donde residió durante un tiempo, y es, desde luego, un autor que me apasiona, que me ha dedicado varias obras, al que yo tengo verdadera reverencia y al que admiro profundamente, y al que espero festejar casi como se merece en su octogésimo aniversario. Pues llegamos a la ORCAM, la Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid. Para mí es el proyecto en el que he estado, y en el que estoy, más ilusionado. Todo el mundo sabe, no es algo que diga yo de nuevas, que hemos ido creciendo en número de abonados en estas temporadas, porque quizá era algo que no era primordial en los años en los que se desarrolló una labor nunca suficientemente ponderada del maestro Miguel Groba. Pero hemos pasado, en apenas unos años, de poco menos de 100 abonados a 1500. He de decir que el trabajo de identificación con Jorge Culla como gerente ha sido fundamental, y luego está la materia prima que hay en el coro y la orquesta, de disponibilidad, de entusiasmo, y en todo el equipo. Es mi proyecto más importante. Yo soy director de orquesta, me gusta dirigir, pero reconozco que soy un director atípico: repito muy pocas obras y hago muchas obras nuevas, y muchos estrenos. Pero todavía me apasiona más el trabajo de director artístico, presentar un proyecto cultural, y he dado con un proyecto que ha tenido un buen calado en el público madrileño, lo cual no era fácil, porque teníamos que luchar contra la competencia de orquestas de más solera que la nuestra y mucho mejor remuneradas, con muchos más medios, y yo creo que poco a poco nos hemos ido haciendo con un público, y sobre todo, de lo que se trataba, desde mi punto de vista, era de tener una fisonomía personal, y yo creo que la orquesta y el coro, en ese abogar permanentemente por la defensa de la música española de todas las épocas junto con el gran repertorio, ha hallado aquello que ha definido nuestra fisonomía y creo que eso es lo que atrae. Hace una semanas leía un artículo en Babelia, el suplemento de El País, dedicado a sobre todo al quehacer del INAEM desde la llegada de Juan Carlos Marset, el texto lo firmaba Juan Ángel Vela, y en él comentaba que, desde el 2006, la Orquesta Nacional había interpretado diez obras españolas; me llamó la atención el dato, y me fui a nuestro archivo, y constaté que desde el 2006 la Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid ha tocado 27 obras españolas de este siglo y nos quedan otras cuatro en esta temporada. Eso yo creo que define a la ORCAM, y son dos cosas que a mí me enorgullecen: creo que nuestras últimas programaciones han influido en la forma de programar de otras orquestas, y también que aquello que preconiza Juan Carlos Marset a capa y espada en el INAEM —con lo que estoy de acuerdo en la idea y menos en las maneras— es lo que lleva haciendo la Orquesta y Coro de Madrid desde hace años: presencia de música latino-ameri- cana, presencia de música española de todas las épocas, y sobre todo de la música de hoy: pues eso que es lo que hoy predica el INAEM lo llevamos haciendo en la ORCAM desde el año 2000. ¿Y qué le diría Sopeña si le viera programando y dirigiendo Rachmaninov? Supongo que hay músicas que “odiamos”, entre comillas, que “debemos odiar” de jóvenes, que luego pasan a formar parte de nuestros gustos. Sopeña, como ya hemos comentado, tenía una actitud didascálica, pero a mí me llega luego Donatoni y su sentido de la autocrítica, y mi mujer que ha sido decisiva en muchos casos, y, claro, yo de joven era un kamikaze, era capaz no ya de decir que no me gustaba Rachmaninov, ¡sino de vocear en la Plaza Mayor que era una basura de compositor! ¡Y que Chaikovski era insoportable! Eso, claro, con los años ha ido serenándose y ha llegado lo que los británicos llaman el “sentido común” y se ha atemperado. Pero tengo que decir una cosa, que yo como programador a veces programo cosas que no me gustan y desde luego las dirijo: vamos, un ejemplo, a mí una obra que me parece de un primitivismo tremendo son los Carmina Burana, pero la he programado y personalmente la he dirigido tres veces, porque hay obras que hay que hacer y programar, y en eso incluyo hasta músicas de hoy, que algunas me gustan menos que otras, pero que creo que hay que incluir en el contexto de una programación, que en última instancia es un servicio social. Y por otro lado hay obras y autores que hace unos años denosté absolutamente, pero en los que, desde luego, he cambiado de criterio. A mí hoy Rachmaninov me parece un compositor muy serio y muy valioso. Hombre, en la Segunda Sinfonía hay, claro, pasajes en donde tú ves que se enrolla, y que recurre a una modulación y a otra, y ves que aquello puede hacer agua, pero junto a eso le digo que el Tercer Concierto para piano me parece una obra sensacional, no digamos el Segundo, y acompañar la Rapsodia sobre un tema de Paganini es una gozada para cualquier director de orquesta. Y no hablemos de Chaikovski, con obras que son admirables: Romeo y Julieta es de una perfección y concisión asombrosas, y la Patética es una obra extraordinaria. En las mismas Suites para orquesta están algunos de los mejores momentos de Chaikovski. ¡Y apenas se tocan! ¿Sigue descubriendo obras y autores? Trato de oír mucha música nueva, quiero decir nueva para mí. Y a veces descubro obras por la radio, por vuestros programas, y no me importa decirlo. La verdad es que no me he cansado, no me canso, de perseguir música nueva. José Luis Pérez de Arteaga 63 D I S C O S EXCEPCIONALES LOS DISCOS XCEPCIONALES DEL MES DE DICIEMBRE La distinción de DISCOS EXCEPCIONALES se concede a las novedades discográficas que a juicio del crítico y de la dirección de la revista presenten un gran interés artístico o sean de absoluta referencia. BEETHOVEN: Sinfonías. Oberturas. Missa Solemnis. e.a. GWYNETH JONES, EDDA MOSER, HANNA SCHWARZ, RENÉ KOLLO, KURT MOLL. HOMERO FRANCESCH, piano. FILARMÓNICA DE VIENA. ORQUESTA DEL CONCERTGEBOUW DE ÁMSTERDAM. Director: LEONARD BERNSTEIN. 5 DVD DEUTSCHE GRAMMOPHON 00440 073 4497, 4498, 4499, 4501 y 4502. Pg. 70 CHOPIN: Scherzo op. 31. Nocturno op. 15, nº 2. 4 Baladas. Fantasía op. 49. Barcarola op. 60. SCHUBERT: 4 Impromptus D. 899. KRYSTIAN ZIMERMAN, piano. SAUNDERS: Blaauw. Blue and gray. Duo. Vermilion. Stirrings still. MUSIKFABRIK. WERGO 6694 2 Pg. 95 DEUTSCHE GRAMMOPHON 00440 073 4449 Pg. 104 HAENDEL: El Mesías. (+ fragmentos haendelianos de anteriores discos del sello). CAROLYN SAMPSON, CATHERINE WYN-ROGERS, MARK PADMORE, CHRISTOPHER PURVES. THE SIXTEEN. DIRECTOR: HARRY CHRISTOPHERS. 3 CD CORO COR16062 SCELSI: Chukrum. Quatro pezzi. Natura renovatur. Hymnos. SINFÓNICA DE LA RADIO DE BAVIERA. Director: PETER RUNDEL, HANS ZENDER. NEOS 10722 Pg. 96 Pg. 87 MAHLER: Sinfonía nº 3. ANNA LARSSON, CONTRALTO. VOCES FEMENINAS DEL CORO ARNOLD SCHOENBERG. NIÑOS CANTORES DE TOLZ. ORQUESTA DEL FESTIVAL DE LUCERNA. Director: CLAUDIO ABBADO. SCHUBERT: Misa en mi bemol mayor D. 950. SUSAN GRITTON, PAMELA HELEN STEPHEN, MARK PADMORE, JAMES GILCHRIST, MATTHEW ROSE. COLLEGIUM MUSICUM 90. Director: RICHARD HICKOX. EUROARTS-MEDICI ARTS 2056338 CHANDOS Chaconne Chan 0750 Pg. 105 Pg. 98 MESSIAEN: Cuarteto para el fin del tiempo. CHONG: Mourning the Morder of an Old Banyan Tree. HET COLLECTIEF. FUGA LIBERA FUG540 VICTORIA: Veni, Sancte Spiritus. Missa Pro Victoria. Super flumina Babylonis. Missa pro Defunctis. ENSEMBLE PLVS VLTRA. DIRECTOR: MICHAEL NOONE. Pg. 91 ARCHIV Los Siglos de Oro 0028947668725 Pg. 100 MOZART: Sonatas para piano y violín vol. 6. Sonatas K. 376, 296, 27 y 377. GARY COOPER, fortepiano; RACHEL PODGER, violín. VICTORIA: CHANNEL CCS SA 26208 ARCHIV Los Siglos de Oro 0602517795211 Pg. 91 Pg. 100 MUSORGSKI: Cuadros de una exposición. RAVEL: Gaspard de la nuit. BALAKIREV: Islamei. FREDDY KEMPF, piano. L’HARMONIE DES NATIONS. BIS SACD-1580 Pg. 103 Pg. 93 PROKOFIEV: Sonatas para violín nºs 1 y 2. Marcha de “El amor de las tres naranjas” La máscara de “Romeo y Julieta”. Vals de “Cenicienta” (arrs. Heifetz y Fichtenholz). ERIK SCHUMANN, violín; HENRI SIGFRIDSSON, piano. AVI 8553122 Pg. 94 64 Lamentaciones de Jeremías. ENSEMBLE PLVS VLTRA. DIRECTOR: MICHAEL NOONE. Música en la Corte de Baviera. STYLUS PHANTASTICUS. Directora: FRIEDERIKE HEUMANN. ACCENT ACC 24200 DISCOS Ruth Walz/Nederlandse Opera SAN FRANCISCO. Gilfrey Marco Brescia/Teatro alla Scala Catherine Ashmore/ROH TRISTÁN E ISOLDA. Meier, Storey CARMEN. Antonacci, Kaufmann Año XXIV – nº 236 – Diciembre 2008 Novedades líricas ENTRE EMPERADORES Y SANTOS S SUMARIO ACTUALIDAD: Entre emperadores y santos. . . . . . . . . . . . . . . 65 Arcana reverdecida. P.J.V. . . . . . . . . . . . . . . . 66 REFERENCIAS: Idilio de Sigfrido. E.P.A. . . . . . . . . . . . . . . . . . 68 ESTUDIOS: Bernstein dirige Beethoven. E.P.A. . . . . . . . . . 70 Così por Muti en DVD. A.R.. . . . . . . . . . . . . . 71 Onegin en imágenes. S.M.B. . . . . . . . . . . . . . 72 Ariane en vivo. S.M.B. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 73 REEDICIONES: Harmonia Mundi: Edición Haendel. J.L.F. . . . 74 Melodiya: Óperas de Glinka. S.M.B. . . . . . . . 75 Hyperion Helios. A.B.M. . . . . . . . . . . . . . . . . 75 Deutsche Grammophon: Óperas para niños. C.V.W. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 76 Audite. E.P.A.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 77 Gala. A.V. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 78 Naxos Historical. B.M. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 79 DISCOS de la A a la Z . . . . . . . . . . . . . . . 80 DVD de la A a la Z . . . . . . . . . . . . . . . . . 104 NEGRO MARFIL. P.E.M.. . . . . . . . . . . . . . . 111 ÍNDICE DE DISCOS CRITICADOS . . . . . 112 i, para las fiestas navideñas, Brilliant anuncia la edición de una nueva grabación del haendeliano Giulio Cesare a cargo del joven Marco Vitale y su grupo Contrasto Armonico (recordemos su reciente Aci, Galatea e Polifemo en el mismo sello), en unos meses estará disponible en formato DVD (Opus Arte) el Tamerlano que Plácido Domingo protagonizara el pasado mes de abril en el madrileño Teatro Real junto a Monica Bacelli, Sara Mingardo y Paul McCreesh y Graham Vick como directores musical y escénico respectivamente. Enorme interés tiene el Cadmus et Hermione, primera tragedia lírica de Lully, que, también en formato DVD grabado en la Ópera Cómica de París a comienzos de año, acaba de publicar Alpha a cargo de Vincent Dumestre y Le Poème Harmonique. Por su parte Harmonia Mundi anuncia el lanzamiento para la próxima primavera del Idomeneo mozartiano dirigido por René Jacobs con el protagonismo vocal de Richard Croft en el papel titular, Sunhae Im (Ilia), Alexandrina Pendatchanska (Elettra) y Bernarda Fink (Idamante). Recién editada La sonnambula (Bartoli, Flórez, D’Arcangelo) con instrumentos originales en L’Oiseau-Lyre, Universal prepara en DG un nuevo registro de los Capuleti del músico de Catania grabado en Viena con Anna Netrebko, Elina Garanca y Joseph Calleja. Y dos nuevas Cenerentolas de Rossini en el horizonte audiovisual: la dirigida por Vladimir Jurowski, procedente del Festival de Glyndebourne (Opus Arte), y la que Decca captó en el Liceo barcelonés con producción de Els Comediants, dirección musical de Patrick Summers y Joyce di Donato y Juan Diego Flórez al frente del reparto. También en Decca acaba de salir al mercado la última Carmen que se añade al catálogo en DVD de la obra maestra bizetiana: la dirigida en el Covent Garden por Antonio Pappano con Anna Caterina Antonacci, Jonas Kaufmann, Norah Amsellem e Ildebrando D’Arcangelo en el cuarteto protagonista. La dirección escénica corre a cargo de Francesca Zambello. Igualmente dentro del repertorio francés Virgin anuncia La vie parisienne de Offenbach, asimismo en formato DVD, captada en la Ópera de Lyón. Y cuatro novedades wagnerianas: a La walkyria en imágenes recién editada por Bel Air, con Simon Rattle a la batuta desde Aix-en-Provence, se añaden el Anillo de la Ópera de Copenhague publicado por Decca (7 DVDs), el nuevo Tristán e Isolda de Barenboim, recogido por las cámaras de Virgin hace ahora un año en la Scala milanesa con producción escénica de Patrice Chéreau, y el Lohengrin que Semion Bichkov, con Johan Botha, Adrienne Pieczonska y Petra Lang, firmará para Hänssler. Y mientras EMI añade otra Madama Butterfly a su catálogo (Angela Gheorghiu, Jonas Kaufmann, Enkeledja Shkosa, Antonio Pappano y el Coro y la Academia de Santa Cecilia de Roma), la ópera del siglo XX se enriquece con dos nuevos títulos: El niño y los sortilegios de Ravel a cargo de Simon Rattle, Magdalena Kozena, Sophie Koch, Nathalie Stutzmann y Annick Massis (EMI) y San Francisco de Asís de Messiaen, que publicará Opus Arte con dirección escénica de Pierre Audi e Ingo Metzmacher a la batuta. 65 D D I SI CS O C O S S ACTUALIDAD De nuevo en el mercado ARCANA REVERDECIDA H 66 ace tantos años que en el mundo del disco se instaló la sensación de vivir en crisis permanente que los anuncios apocalípticos ya no hacen mella en nadie. No obstante, no parece ser éste el mejor momento para embarcarse en proyectos que tengan al disco como medio, sobre todo en el sector, comercialmente minoritario, de la música clásica. Mauro Primon lo sabe, pero el reto no parece asustarlo. Este italiano afable y locuaz, que ha pasado casi toda su vida residiendo en su región natal del Piamonte, lleva meses sintiendo las emociones propias del debutante. Y es que en diciembre de 2007, Primon cerró la compra de la marca y el catálogo de Arcana, una de las más prestigiosas firmas de la fonografía europea de las últimas décadas, y hace sólo unas semanas acometió su primera grabación para la nueva etapa del sello. “Una gran emoción y una enorme responsabilidad. Eso es lo que siento”, comenta a la vez nervioso e ilusionado. Enamorado de la música clásica después de escuchar en sus años universitarios un disco de Maurizio Pollini con Sonatas de Beethoven, en enero de 1995 Mauro Primon se lanzó sin red al mundo que tanto lo apasionaba al fundar Jupiter, una empresa de distribución de discos clásicos que, pasados trece años, se ha convertido en la más importante de Italia, con sus más de 60 sellos internacionales adscritos. “Fue una locura”, confiesa, “pero ésta era mi gran pasión, y las cosas nos han ido razonablemente bien. Ahora inauguramos una nueva etapa. Ya sé que la situación en el entorno del disco no es la ideal, pero tampoco aspiro a hacerme multimillonario con esto. Hemos apostado fuerte, hemos hecho una inversión muy importante, pero sabemos que el producto merece la pena. Arcana tiene un inmenso prestigio y confiamos en poder mantenerlo y, si es posible, incrementarlo”. Arcana fue en efecto el gran proyecto personal de uno de los más importantes productores europeos del último medio siglo, Michel Bernstein, un parisino que también se sintió irresistiblemente arrastrado hacia el mundo de la música clásica a partir de una Sonata de Beethoven, como confiesa en el primer capítulo de sus Memorias, que publicó en español la web de Diverdi [www.diverdi.com/tienda/dosi erd.aspx?id=41]. Acababa de terminar la Segunda Guerra Mundial y Bernstein era sólo un adolescente fascinado por un mundo cuyas dimensiones apenas empezaba a vislumbrar. Sólo nueve años después, en 1954, aquel joven fundaba su primer sello, Vendôme, al que cuatro años más tarde seguiría Valois, una marca ya importante, que pasaría a engrosar la factoría Astrée, el sello con el que se dieron a conocer Jordi Savall o Hopkinson Smith entre otros muchos y que Bernstein creó en 1975. Pero a finales de los 80 Astrée pasó a otras manos, el clima de trabajo se hizo turbulento y Michel Bernstein acabó saliendo de la casa que él mismo levantó en no muy buenas relaciones con los nuevos propietarios. Entonces se decidió a poner toda su sensibilidad, sus conocimientos y su experiencia de décadas al servicio de Arcana, seguramente la más personal de sus aventuras, que inició en 1992 y residenció en Nantes. Orientado principalmente, como casi todo lo que había hecho hasta ese momento, al sector, entonces en pleno auge, de la música antigua, el sello se distinguiría siempre por la naturalidad de su sonido, la exquisitez de sus presentaciones y la calidad incuestionable de sus intérpretes, que fueron configurando en catorce años un amplio catálogo en el que es casi imposible encontrar un minuto de ganga. Arcana fue además el más artesanal de los empeños de Bernstein. Durante mucho tiempo, lo compartió estrechamente con su esposa, Charlotte Gilart de Kéranflec’h, pero cuando el productor murió en octubre de 2006, la pareja se había roto y Charlotte no mostró nunca intenciones de continuar adelante con el proyecto de Michel. La marca y el catálogo de Arcana quedaban así en un limbo del que ha venido a sacarlos el empeño y la audacia de Mauro Primon. Para hacerse con los derechos del sello de Bernstein, el empresario italiano ha funda- do una nueva compañía, 551 Media (a ningún melómano se le escapará el hecho de que 551 es el número que la Sinfonía Júpiter de Mozart tiene en el catálogo de Köchel), que llevará a partir de ahora la distribución internacional tanto del fondo de catálogo como de las nuevas grabaciones. “El objetivo”, comenta Giovanni Sgaria, director artístico para la nueva etapa de Arcana, “es llegar al Midem 2009 con una lista importante de los próximos proyectos de grabaciones, en los que queremos que participen los artistas que han contribuido en estos años a labrar la reputación mundial del sello. También queremos tener para entonces un calendario de reediciones de nuestro catálogo, habida cuenta de la calidad del repertorio y de la excelencia técnica de la gran mayoría de los registros”. Mauro Primon no quiere adelantar todavía demasiados detalles del futuro. “Esperamos hacer 5 o 6 grabaciones a lo largo de 2009 y luego se verá”, comenta. “No pretendemos olvidar el legado de Michel y Charlotte”, repite una y otra vez, “pero somos diferentes y haremos cosas diferentes. La filosofía de partida tiene en cualquier caso mucho que ver con el pasado de Arcana: buscaremos la excelencia, no sólo en el sentido musical, lo que se puede dar por sobrentendido, sino también en los aspectos técnicos y visuales de nuestros productos, y, al menos al principio, la música antigua tendrá un peso muy especial”. “En enero presentaremos nuestro primer disco, que es el último que grabó Michel Bernstein”, apunta Giovanni Sgaria, “el último volumen de la colección de Cuartetos de Haydn por el Cuarteto Festetics, que Michel grabó completo, pero quedó sin montar. Es el trabajo que estamos haciendo ahora. Vamos a respetar por supuesto el aspecto exterior que tenía la colección; nos hemos hecho ya con el retrato de Haydn que correspondía para este volumen”. Es el de la imagen de las futuras publicaciones uno de los asuntos que queda por resolver. “En principio, vamos a mantener la línea de la antigua Arcana, para asegurar el reconocimiento de los aficionados, pero es algo sobre lo que tenemos que reflexionar más”, concluye sobre el particular Mauro. El otoño viste cada año con infinidad de matices cromáticos el bosque de castaños que recubre el Monte Mesma, en cuya cima se levanta un pequeño monasterio franciscano que dispone de unas deliciosas vistas sobre el lago de Orta y la localidad de Orta-San Giulio. “He vivido en ese pueblo los últimos 20 años de mi vida”, comenta Mauro Primon, que nació cerca de allí, y mantiene la sede de sus empresas en Verbania, una ciudad ribereña del lago Mayor, también próxima. Ha sido justo allí, en la iglesia del monasterio, donde el conjunto La Reverdie ha realizado entre el 14 y el 17 de octubre pasados la primera grabación de la nueva etapa de Arcana. Fundado en 1986 por dos jovencísimas parejas de hermanas (Livia y Claudia Caffagni, naturales de Bolonia; Ella y Elisabetta de Mircovich, nacidas en Trieste), a las que en 1993 se unió el norteamericano Doron David Sherwin, La Reverdie es uno de los grandes referentes de la interpretación de la música medieval en nuestros días y uno de los grupos que mejor representó la filosofía de Michel Bernstein, para quien grabaron trece discos. “Conocimos a Michel en 1992, a través de Klaus Neumann, que trabajaba en la Radio de Colonia y era uno de los más importantes productores europeos de música antigua”, recuerda Elisabetta. “Habíamos grabado ya un par de discos en Italia, para Nuova Era y Giulia Records, pero deseábamos encontrar otro sello. Nos gustó la filosofía sonora de Michel, que se basaba en encontrar acústicas naturales que se ajustaran a los programas, rechazando cualquier aspecto que pudiera resultar artificial, y esto para nosotras era fundamental. Nuestro primer disco con Arcana salió en 1993 y desde entonces no hemos trabajado para ningún otro sello. No hubo nunca ningún contrato de exclusividad firmado, era un acuerdo tácito, personal, casi una exclusiva ética entre Michel y nosotras. Él jamás nos impuso nada. Escogíamos aquello que deseábamos grabar y teníamos absoluta liber- D D I SI CS O C O S S ACTUALIDAD Lorenzo Camocardi LA REVERDIE tad para hacerlo. Lo vimos por última vez en septiembre de 2006, en la fiesta que organizamos con motivo del 20 aniversario de nuestra formación, y lo encontramos muy contento, aunque le quedaba apenas un mes de vida. Es curioso que el último mail que Jupiter ha encontrado en el correo de Arcana ha sido justamente un mensaje nuestro en el que le proponíamos la grabación de Carmina Burana, y Michel se mostraba muy interesado, porque le parecía un bello título, así que pienso que estaría muy feliz de saber que estamos haciendo ahora ese trabajo”. Es en efecto con un programa en torno al célebre manuscrito de Beuren que La Reverdie vuelve dos años después a la actividad discográfica. “Estábamos preocupadas, porque los discos son importantes, pero hemos preferido esperar, porque sabíamos que Arcana tenía muchos pretendientes. Además, el hecho de que el sello venga a Italia es una muy buena noticia para nosotras, porque la música antigua no está en nuestro país todo lo bien que desearíamos, y esto puede ser un acicate importante”, continúa Elisabetta. Carmina Burana. Sacri Sarcasmi se centra en las canciones moralizantes y amo- rosas del manuscrito. “Las más difundidas son siempre las canciones de taberna y sarcásticas”, dice Claudia, “que en el fondo son una minoría en el conjunto de los cantos. Hemos querido hacer algo diferente”. Hasta ocho músicos (los cinco que forman regularmente el grupo más los cantantes Andrea Favari, Paolo Borgonovo y Matteo Zenatti) se han reunido estos días de octubre en torno a Anne Decoville, la ingeniera de sonido, en la cima serena del Monte Mesma para grabar un programa que incluye también un par de temas puramente instrumentales, uno escrito expresamente por Doron Sherwin para el CD. A Claudia la acústica de la iglesia le parece ideal: “Es grande para lo que suele utilizarse en las grabaciones, pero lo preferimos así. A veces se acotan los espacios grandes para grabar y eso no me parece nada bueno, porque el sonido se satura”. “Este silencio, esta tranquilidad son una maravilla”, se complace Ella, “recuerdo una grabación que hicimos en Bérgamo y tuvimos que dedicar el día para ensayar y hacer las tomas de madrugada, porque a horas normales era imposible por el ruido”. “Es el segundo disco que grabamos con Anne Decoville”, explica Elisabetta. “Su nombre nos lo propuso Bernstein. Conocimos su forma de hacer las cosas y nos pareció que se ajustaba a nuestra propia filosofía de sonido. Registramos ya un disco con ella en vida de Michel, Missa Sancti Iacobi. Trabajamos muy bien juntas, como en su día lo hicimos con Charlotte, porque Anne también es músico, y es muy competente tanto en el terreno técnico como en el musical”. La jornada empieza muy pronto, a las ocho, porque a las seis de la tarde la iglesia tiene que quedar libre para los oficios religiosos. En la mañana del 16 de octubre el cuarteto femenino se esfuerza durante horas en pulir todos los matices de un tema instrumental, Claudia con el salterio, Livia con la flauta, Elisabetta con la fídula, Ella con el arpa. El equipo de grabación queda en una dependencia situada a un nivel inferior, entre dos pequeños y encantadores claustros, pero la comunicación con Anne es permanente. A última hora de la mañana, las tomas han terminado y el cuarteto ensaya la única pieza que les queda por registrar, la más larga de todo el CD, que es exclusivamente vocal. Música de goliardos cantada por mujeres. “Seguro que no era así”, reconoce Elisabetta, “pero no podemos hacer nada al hecho de que somos mujeres… En cualquier caso, hemos pensado también en la cuestión del color y aparte de que en el disco colaboran cuatro voces masculinas, tratamos de hacer que nuestra forma de cantar pueda aproximarse a la de unos muchachos jóvenes, como pudieron ser los goliardos”. Los próximos proyectos de La Reverdie pasan por música inglesa, por Johannes Ciconia, por un trabajo largo tiempo anhelado junto al actor Mimmo Cutticchio, y los de Arcana por asentar este reverdecimiento de su existencia. “Este mismo fin de semana hacemos nuestra segunda grabación. En Linz, Paul Badura-Skoda graba un programa Haydn”, informa Mauro Primon. “Ahora mismo estoy algo cansado, pero muy emocionado e ilusionado… Y, sobre todo, muy importante: no nos olvidamos del espíritu de Michel Bernstein, pero somos diferentes y haremos cosas diferentes en el futuro”, insiste una vez más antes de la despedida. En Orta, a vista de pájaro del lago y de la isla de San Giulio, ha comenzado a escribirse ese futuro. Pablo J. Vayón 67 D D I SI CS O C O S S REFERENCIAS Richard Wagner IDILIO DE SIGFRIDO R 68 epetimos de nuevo la historia de esta delicada página, a la vez regalo de Navidad y aniversario de Richard Wagner a Cosima y que festejaba también el nacimiento del pequeño Siegfried. Fue tocada en la mañana del domingo 25 de diciembre de 1870 en la escalera de la vivienda de los Wagner en Tribschen, sobre el lago de Lucerna; los músicos se agruparon silenciosamente en la escalera cerca de la habitación de Cosima y tocaron la pieza a su despertar (la escena la recrea admirablemente Luchino Visconti en su película Ludwig, con unos extraordinarios Trevor Howard —Wagner— y Silvana Mangano — Cosima—). Cosima percibió una música de una dulzura doliente y emotiva, y según nos cuenta Martin GregorDellin en su biografía del compositor (Wagner, vol. II, pág. 516. Alianza Editorial, 1983), “Cuando enmudeció la música, entró Richard con los niños en la habitación de Cosima y le tendió la partitura del Saludo de cumpleaños sinfónico que había concluido el 4 de diciembre en el mayor de los secretos y que después recibiría el título de Idilio de Sigfrido. Se trataba de una música de amor, íntima y casi de una ternura privada, que en principio pareció poco apropiada para tocarse en las salas de concierto, aunque estaba prevista para orquesta y no para el pequeño conjunto de cuerda y viento que la ejecutó por primera vez” (esto es, cinco instrumentos de cuerda, 1 flauta, 1 oboe, 2 clarinetes, 1 fagot, 2 trompas y 1 trompeta). Este poema sinfónico en un único movimiento, reelabora sólo motivos de Sigfrido y su autor lo revisó en Mannheim para un conjunto más nutrido, pero durante mucho tiempo no permitió editar ni presentar en público esa Música de la escalera, como la llamaban los niños, de la que Nietzsche decía que era “alegre y profunda como una tarde de octubre”. Razones financieras obligaron finalmente a su edición pública con gran tristeza de Cosima, y desde entonces la conocemos en la versión original y en su revisión posterior. La discografía de la página es enorme, como casi todas las obras que traemos a esta sección, y todos los directores de orquesta importantes la han grabado. Desde el lejano Weingartner (EMI) hasta Toscanini (RCA) pasando por Cantelli (Testament), Horenstein (Chessky), Markevich (DG), Schuricht (Hänssler), Sawallisch (Philips), Szell (Sony) y muchos otros, se han aproximado a la obra con éxito, además de curiosas grabaciones históricas, como la de Leo Blech (Pearl) e incluso la de Siegfried Wagner (Trax) con el encanto de ser una versión dirigida por el propio protagonista de la obra. De los actuales podemos destacar al malogrado Sinopoli (DG), al sobrevalorado Thielemann (DG), que Ángel Mayo defendía a capa y espada en la segunda edición de su libro sobre Wagner (SCHERZOPenínsula, 2001, pág. 371), o a los habituales todoterrenos de los estudios de grabación que se atreven con todo pero que no siempre resultan adecuados para la delicada efusividad de esta página (pensemos en Barenboim (Teldec), Boulez (Sony), Levine (DG), Norrington (EMI) —que también apli- adecuados, obviamente a nuestro juicio, los comentamos seguidamente por orden cronológico de grabación. Furtwängler / Filarmónica de Viena (Testament, 1949. 17’). Grabación original EMI disponible actualmente en el sello británico citado. Es la única vez que Furtwängler grabó la obra, saliendo al mercado primero en los viejos discos de 78 rpm, después en vinilo de 33 y finalmente en diversas colecciones económicas en CD. El que comentamos en Testament es la única versión disponible en la actualidad, con el inconveniente del elevado precio de los compactos de este sello. Por lo demás, versión profunda, expresiva, sensible, inspirada, muy bien tocada por la Filarmónica de Viena (Furtwängler está en su elemento) y acompañada por diversas piezas wagnerianas que constituyen un formidable legado de este representante único de la gran tradición germana (entre las piezas del disco destaca un bello preludio de Lohengrin con la Orquesta del Festival de Lucerna que es novedad absoluta en la discografía del director). La página fue graba- extensa discografía de Bruno Walter, cuya afinidad con el compositor se evidencia claramente en muchos de los testimonios fonográficos que poseemos de él (recuerden el célebre acto 1º de La walkyria con Lehmann, Melchior, List y la Filarmónica de Viena — EMI, 1936—), y también, naturalmente, en este Idilio que cuenta con los célebres ensayos que Walter y sus músicos hicieron durante el mes de febrero de 1959 en la American Legion Hall de Hollywood, California, antes de su grabación completa de la obra hecha el 27 del citado mes. La versión, una de las más efusivas, persuasivas y entrañables, donde todo canta y respira en plenitud, responde perfectamente a los dictados del autor y a las circunstancias que originaron su composición. Los ensayos van aleccionando al oyente sobre el modus operandi de Walter, puño de acero en guante de terciopelo, gentil educación para con todos los músicos (a los que llama por su nombre en vez del de su instrumento) pero inflexible en la observación de todos los matices de la obra. No sólo estamos ante una de las recreaciones más bellas y ca la purga historicista a su v.o. del Idilio—, Solti —que tiene una notable lectura de la v.o. con la Filarmónica de Viena— (Decca), y hasta el pianista Glenn Gould (Sony) que dirige la versión original (que no conocemos) y que consideramos destinada sobre todo a los amantes de rarezas fonográficas). Otros maestros que seguramente tienen excelentes versiones del Idilio pero que actualmente no nos consta que la tengan en sus sellos habituales, también merecen cita en este apartado: Karl Böhm, Rudolf Kempe, Lorin Maazel, Leopold Stokowski y Klaus Tennstedt. Los ocho más da los días 17 y 22 de febrero de 1949 en la Musikvereinsaal con los arcaicos equipos de grabación que se utilizaban entonces (EMI hacía tomas de corta duración, 7 minutos máximo cada vez), pero que no le restan a la interpretación ni la coherencia ni la fluidez y continuidad acostumbradas. El sonido está bien reprocesado y es aceptable si tenemos en cuenta las tempranas fechas de grabación. Walter / Sinfónica Columbia —con ensayos— (Sony, 1959. 18’ + 45’). La versión favorita del firmante, uno de los más bellos y extraordinarios documentos en toda la expresivas del Idilio de Sigfrido, sino también ante un documento histórico excepcional de uno de los grandes directores de siempre. Monteux / Royal Philharmonic (BBC Legends, 1960. 16’). A Monteux le recuerdo un bello Idilio de Sigfrido publicado en un LP RCA Victor que contenía también la Cuarta de Beethoven, pero de eso hace ya más de cuarenta años y el vinilo en cuestión debe de estar reposando el sueño de los justos en el trastero de mi casa (y naturalmente no voy a bajar a mirar). En su lugar, traemos esta versión que un Monteux de 85 años D D I SI CS O C O S S REFERENCIAS grabó en los estudios de la BBC el 18 de noviembre de 1960 en un disco BBC Legends que contiene también páginas de Debussy, Stravinski y Falla. La interpretación es ligera e intensa, y en algunos momentos puede dar la impresión de ser excesivamente apresurada (es la de tempi más rápidos de las ocho que se citan), pero siempre expresiva y musical. Como es sabido, Monteux detestaba haciendo música la ostentación y cualquier gesto teatral, y cara a la orquesta se mostraba calmado, contenido y con una sangre fría que le emparentaba con la anormal serenidad de un Bruno Walter. Aquí, al frente de la orquesta de Beecham, hace gala de claridad, coherencia musical y precisión, una versión de total fidelidad al espíritu y a la letra de la obra en una grabación de calidad. Klemperer / Philharmonia, v.o. (EMI, 1961. 18’). Es la única versión original para el pequeño conjunto de cámara que hemos elegido para comentar en esta relación. Klemperer la grabó los días 25 de abril y 25 de octubre de 1961 en el Kingsway Hall de Londres, y a pesar de esa distancia temporal, no hay ni rastro de falta de conexión o incoherencia estilística. El director hace gala, como siempre, de milagrosa claridad de texturas, de absoluto respeto a todo lo escrito y de cierta intensidad expresiva en la ximación. Viene publicado en un magnífico doble álbum EMI con toda la música orquestal de Wagner grabada por Klemperer entre 1960 y 1961. Reseñemos para finalizar este apartado una versión más de Klemperer muy recomendable, esta vez al frente de un conjunto de músicos de la Filarmónica de Viena (sigue siendo la v.o.) publicada en un álbum de 8 CDs Testament con los conciertos dados por Klemperer en Viena en 1968. Knappertsbusch / Filarmónica de Múnich (Westminster, 1962. 19’). Conocemos varias versiones del Idilio de Sigfrido dirigidas por Knappertsbusch. Que recuerde, una con la Filarmónica de Viena (Decca, 1955), otra con la WDR de Colonia (Tahra y Orfeo, 1953) y aún una tercera con la NDR de Hamburgo (Tahra, 1963), habiendo alguna que otra pendiente de su trasvase a CD (Filarmónica de Viena, en vivo, 1949, concierto completado con la Séptima de Bruckner). Sin embargo, la más afectiva y amorosa, la más íntima y expresiva, la más tierna y acariciante (con permiso de Bruno Walter), es la versión que Kna grabó en los Bavaria Studios con la Filarmónica de Múnich en noviembre de 1962 para el sello Westminster (actualmente distribuido en España por Universal) en un álbum que se completa con una colosal Octava de Bruckner (1963) y otros prelu- narración que no tiene en cuenta para nada la efusividad y ternura latentes en esta música, casi diríamos que el Idilio antes parece del Schoenberg de la Noche transfigurada o del Strauss de las Metamorfosis que del propio Wagner. A pesar de todo, una curiosa e interesantísima versión auténtica marca de la casa, es decir, y como decía Wieland Wagner: “Clasicismo griego, tradición judía, cristianismo medieval, romanticismo germánico y realismo contemporáneo se encuentran en este hombre”. El director con esa suma de culturas es el responsable de esta interesante apro- dios de Wagner. La continuidad y fluidez son las habituales en los conciertos de este director, o sea que no es de extrañar que la interpretación de estudio fuese hecha en una sola toma si tenemos en cuenta el rechazo visceral que Knappertsbusch profesaba a los ensayos, y además, el cuidadoso paladeo del discurso, siempre lírico y apasionado, la claridad de texturas y el sello inmediatamente reconocible de la batuta, nos llevan a una de las interpretaciones más emotivas de la página, 19 minutos de auténtica esencia wagneriana. Kubelik / Filarmónica de Berlín (Deutsche Grammophon, 1962. 19’). El CD de DG de la serie Galleria donde se encontraban diversas páginas wagnerianas por Kubelik y la Filarmónica de Berlín, está prácticamente desaparecido, a no ser que lo pidan a través de internet (www.universalclassics.com). Sin embargo, el sello amarillo lo ha vuelto a editar (sólo el Idilio de Sigfrido) en un doble álbum de serie económica con otras páginas de Wagner de menor interés dirigidas por Böhm, Gerdes, Jochum y Karajan, buenos maestros (menos el competente productor Otto Gerdes, metido en esta ocasión a director) que traducen notablemente diversos preludios y oberturas. Como quiera que sea, disponemos de este bello Idilio de Kubelik, magníficamente tocado por los berlineses, expresivo y con un encanto muy especial que sólo era patrimonio del magnífico maestro checo, fino artista y soberbio director que nunca defrauda, sea cual sea el registro del que hablemos. La recreación sigue la línea de Bruno Walter y Knappertsbusch, esto es, romántica y expresiva, con una orquesta de absoluta belleza y competencia, por no hablar del refinado estilo y virtuosismo de estos músicos incomparables que sabían amoldarse inmediatamente a los modos de cualquier maestro. Preferible la edición Galleria antes que la del doble álbum con otros directores. Karajan / Filarmónica de Viena (Deutsche Grammophon, 1987. 20’). Se trata de un concierto en vivo interpretado en el Festival de Salzburgo, Grosses Festspielhaus, en los últimos años de la vida de Karajan, esto es, agosto de 1987 y filmado también para Telemondial, aunque todavía no ha salido en DVD. Las obras interpretadas fueron la obertura de Tannhäuser, el Idilio de Sigfrido y el preludio y muerte de amor de Tristán e Isolda con la intervención de Jessye Norman en la muerte de amor. Por lo que respecta a la versión del Idilio, que es la que ahora nos interesa, la encontramos refinada, elegante, soberbiamente tocada y sin caer en los manierismos habituales del último Karajan (aunque siempre encontramos esos pasajes exquisitos y relamidos tan característicos), que se centra siempre en la belleza instrumental antes que en cualquier otro mensaje. Pero si el refinado modus operandi del director salzburgués podía hacerse insufrible en algunas versiones completas, en este concierto (que no llega a la hora de duración) y más concretamente, en los 20 minutos que dura el Idilio, se puede disfrutar plenamente de esta forma tan peculiar de enfrentarse con Wagner, primorosa, afectada y algo superficial. No es de las primeras opciones a elegir, pero es una notable recreación que puede aleccionar a los interesados en las formas interpretativas del último Karajan. Celibidache / Filarmónica de Múnich (EMI, 1993. 24’). Se trata de una versión tomada en concierto público en la Philharmonie am Gasteig de Múnich los días 3 y 4 de febrero de 1993, es decir, tres años antes de la desaparición del maestro. Del programa enteramente dedicado a Wagner — páginas de Maestros, Ocaso y Tannhäuser—, el Idilio fue lo mejor, el más paladeado de todos, también el más claro y refinado (con un refinamiento totalmente distinto al de Karajan), y desde luego podrá sorprender a más de uno, pero si lo escuchan atentamente en su casa, concentrados y con los ojos cerrados, comprobarán que aquello que nos contaba Ángel Mayo en su libro citado, “un Idilio de primerísimo rango, bellísimo de dicción, sensible y a veces sublime” (op. cit., pág. 362) era cierto y llevaba toda la razón del mundo. No obstante, quizá no sea una versión para elegir como primera alternativa; en la opinión del firmante, Walter, Knappertsbusch y Kubelik, Furtwängler también a pesar de la mediana calidad de la grabación, les darán una idea más certera de la página. Después del necesario rodaje, Celibidache les abrirá los ojos en muchos aspectos y les supondrá una revelación. Muy buena grabación. En suma y como acabamos de decir, Walter, Knappertsbusch y Kubelik son los preferibles sin que por ello haya que menospreciar al resto, que siempre tiene interés (no en vano estamos hablando de los mejores directores). Por el momento y salvo algún error que nos haya llevado a olvidarnos de alguien importante (que, la verdad, no creemos), esas tres son las elecciones más adecuadas. Enrique Pérez Adrián 69 D D I SI CS O C O S S ESTUDIOS Leonard Bernstein GRAN BEETHOVEN BEETHOVEN: Sinfonías. Oberturas de Egmont, Coriolano, Leonora III y Rey Esteban. Las criaturas de Prometeo. Missa Solemnis. Fantasía para piano, coro y orquesta. Cuarteto op. 131 (arr. orquesta de cuerda). GWYNETH JONES Y EDDA MOSER, sopranos; HANNA SCHWARZ, contralto; RENÉ KOLLO, tenor; KURT MOLL, bajo; HOMERO FRANCESCH, piano. CORO DE LA ASOCIACIÓN DE CONCIERTOS DE LA ÓPERA ESTATAL DE VIENA. CORO DE LA RADIO DE HILVERSUM. FILARMÓNICA DE VIENA. ORQUESTA DEL CONCERTGEBOUW DE ÁMSTERDAM. Director: LEONARD BERNSTEIN. Director de vídeo: HUMPHREY BURTON. 5 DVD DEUTSCHE GRAMMOPHON 00440 073 4497, 4498, 4499, 4501 y 4502. 1977- 1979, 1981, 1985. 657’. N PN D 70 eutsche Grammophon publica por fin las filmaciones protagonizadas por Leonard Bernstein dirigiendo música de Beethoven, ya disponibles en Japón hace algún tiempo junto a otras de diversos autores que oportunamente irán apareciendo en Europa (Gershwin, Schumann, Ives, Shostakovich y muchos otros). Las opciones de compra en este caso Beethoven son dos: una en un álbum de 7 DVDs con los Conciertos de piano incluidos (con Krystian Zimerman), y la otra en 5 DVDs sueltos con las obras que detallamos en la cabecera, a la espera de que salgan en un álbum doble los conciertos pianísticos citados que comentaremos en su momento. Para situar correctamente este Beethoven en la carrera discográfica de Bernstein sigamos los comentarios de David Gutman en los libretos de estos DVDs, que nos informan de las tres grandes etapas en la vida del director: la primera precede a su nombramiento como titular de la Filarmónica de Nueva York en 1958, en la que grabó para la Decca americana obras de grandes clásicos con comentarios incluidos que han sido publicadas recientemente en la serie Original Masters de Deutsche Grammophon, entre ellas y ya que estamos con Beethoven, una ligera, extravertida y muy interesante Heroica (477 0002, álbum reseñado en las páginas de SCHERZO). En la segunda fase, registró para la American Columbia (más tarde CBS, hoy Sony) más de doscientos discos en los que, junto a obras del gran repertorio (su primer ciclo de las 9 Sinfonías con la Filarmónica de Nueva York) había interpretaciones entusiastas y vitalistas de músicas poco frecuentes. El tercer período, europeo, tuvo como base las largas y excelentes relaciones de Lenny con la Filarmónica de Viena, orquesta con la que grabó discos y películas con obras del gran repertorio en las que aparecía el propio director comentando las obras con sus inigualables dotes de pedagogo consumado (independiente de que hiciese también películas con otras orquestas como la de la Radiodifusión Bávara e incluso con la Filarmónica de Nueva York, como veremos en próximos lanzamientos). Conocido hoy sólo en su versión en CD (aunque varias televisiones lo programaron en la década de los ochenta con gran repercusión, obteniendo incluso un premio en 1982 en los Estados Unidos), el último ciclo Beethoven de Bernstein se amplía ahora con algunas obras poco difundidas (fragmentos de Las criaturas de Prometeo, cuatro oberturas, la Fantasía para piano, coro y orquesta, la Misa Solemnis y el Cuarteto op. 131), representando una cima en la relación que el director mantuvo con la orquesta vienesa, obviamente lo mismo que en sus versiones de Brahms y Mahler que ya hemos reseñado en estas páginas, y facilitando al espectador esa escucha visual en la que el mensaje musical siempre gana puntos tratándose de un comunicador nato como Bernstein, y más si se cuenta con un experimentado e imaginativo Humphrey Burton para las filmaciones de estos conciertos. Ciclo más interiorizado y reflexivo que su anterior aproximación con Nueva York, aquí podemos disfrutar de la profundización conceptual y estilística que el director hace en cada una de las obras, desde el ropaje dieciochesco de la Primera, que todavía sigue casi a pies juntillas el clasicismo vienés, hasta el exultante mensaje de alegría (y libertad) en el último movimiento de la Novena. En medio de ese arco sinfónico, la gran lectura de la Segunda, con esa, en palabras de Bernstein, “abundancia de ideas frenéticas, de explosiones y de oleajes”; la audacia armónica e intensamente personal de la Heroica; la explosiva fiesta de la Cuarta —una de las mejores versiones de este ciclo—; la densidad y gravedad de la Quinta; la magnífica Pastoral, donde los sonidos y ambientes de la Naturaleza son sublimados en una gran concepción sinfónica; el sutil e inteligente tratamiento de la retórica beethoveniana en la Séptima, una de las especialidades de Bernstein que llegó a grabar hasta cinco veces a lo largo de su vida; la seria y sólida Octava, otra de las magníficas versiones de este ciclo que el director se esfuerza en interpretarla más como pre-Novena que como pariente ligera de las dos primeras, como muchos falsamente la concep- túan. La última, finalmente, “otra ocasión para hacer una nueva súplica idealista a favor de la paz mundial”, como señala Gutman en el libreto, sin olvidarnos de que era una obra de las favoritas del director, que logra aquí una interpretación intensa, exaltada y tumultuosa, digno colofón a este estupendo ciclo (emotivos comentarios del director sobre la obra). Las filmaciones, excelentes, contribuyen a valorar todavía más positivamente esta sobresaliente colección, una de las más interesantes de la fonografía que podría codearse sin problemas con cualquiera de las más destacadas, con el aliciente añadido de sus buenas tomas de sonido, de sus ya comentadas excelencias de imagen y de las siempre fascinantes introducciones del director que sólo pecan por su brevedad (trece minutos en cada DVD exceptuado el de la Misa Solemnis, donde no hay comentarios). La Misa Solemnis es otra excelente interpretación, la única hecha con la Orquesta del Concertgebouw, los Coros de Hilversum y los solistas Moser, Schwarz, Kollo y Moll. Se trata de una concepción densa, profunda y de una sorprendente intensidad, una de las grandes versiones de la discografía a pesar de su aparente ligereza propiciada por la rapidez de los tempi (cfr. fugas finales en el Gloria y el Credo). La claridad de texturas es absoluta, los solistas y coros están impecables, y la orquesta demuestra su altísima calidad de siempre (ni la información del libreto ni los títulos de crédito nos dicen el nombre del D D I SI CS O C O S S ESTUDIOS concertino, impecable en el Benedictus). De las oberturas quizá llama la atención la desacostumbrada lentitud de tocada, “una mezcla improbable e imposible entre Bartók y el Shortnin’ Bread (el canto tradicional de los esclavos Coriolano, algo alicaída y sin esa intensidad y poder dramático que otros directores han sabido exponer más certeramente (Furtwängler, Celibidache, Carlos Kleiber). También hay que destacar la infrecuente Rey Esteban, magníficamente negros americanos)”, explica Bernstein en sus comentarios. La interpretación para orquesta de cuerda del Cuarteto op. 131 por una impecable Filarmónica de Viena, es impresionante, profunda y apasionada como los mejores registros del direc- tor (el propio Bernstein dice en sus comentarios que si tuviese que elegir una obra entre todas las grabadas por él, sería esta versión la que iría en primer lugar). Sin embargo, después de oír el cuarteto en su escritura original, esto suena como algo hinchado y retórico, que no acaba de convencer totalmente al oyente a pesar de que la convicción de la batuta sea incontestable e impresionante la respuesta orquestal. Excelentes también los fragmentos del ballet Las criaturas de Prometeo, una serie de cuadros que recuerdan a Haydn, Mozart y Gluck y que el compositor creó en 1801, entre sus Sinfonías Primera y Segunda; sirven a las maderas de la Filarmónica de Viena para brillar espectacularmente. Cierra el extenso repertorio la frecuentemente denostada Fantasía coral, “una tentativa de extrema simplicidad, fundamental en su intención, elemental para los que no la comprenden”, como decía el musicólogo Hans Keller, interpretada aquí espectacularmente por Homero Francesch. En fin, ciclo Beethoven espectacularmente interpretado, muy bien grabado y con unas filmaciones que no desmerecen de la calidad demostrada por orquesta y director, once horas de espectáculos impagables. Es otra aproximación de muy alto nivel de este mundo inagotable, acompañado por otras obras recreadas con la convicción y entrega absolutas a que nos tenía acostumbrados esta inolvidable batuta. Imprescindible a pesar de todo (a pesar de todo quiere decir que había unos directores llamados Furtwängler, Walter, Klemperer, Kubelik, Schuricht o Szell que nos dejaron sensacionales ciclos Beethoven; pero Bernstein no se arredra ni acompleja ante ellos, y en muchos aspectos su emocionada convicción y estricta realización orquestal no desmerecen en nada de las de los citados). Volveremos pronto sobre el tema cuando se publiquen próximamente los Conciertos de piano con Zimerman. Enrique Pérez Adrián Riccardo Muti TRAS VOLUTA, LA MÚSICA MOZART: Così fan tutte. BARBARA FRITTOLI (Fiordiligi), ANGELIKA KIRSCHSCHLAGER (Dorabella), MONICA BACELLI (Despina), MICHAEL SCHADE (Ferrando), BO SKOVHUS (Guglielmo), ALESSANDRO CORBELLI (Don Alfonso). CORO Y ORQUESTA DE LA ÓPERA DE VIENA. Director musical: RICCARDO MUTI. Director de escena: ROBERTO DE SIMONE. Director de vídeo: BRIAN LARGE. 2 DVD MEDICI ARTS 2072368 (Ferysa). 1996. 187’. N PN U n espectáculo ordenado, bien ensamblado, fluido, en virtud sobre todo de la animada y muy plástica realización musical de Muti, que mantiene en todo momento, sin decaimiento, el tempo giusto, deja correr naturalmente los recitativos y hace sonar como los ángeles al foso, en el que se sitúa una de las facciones de la Filarmónica de Viena. Circulando cómodamente por esta alfombrada base se mueven las voces, que comienzan a girar en el torbellino preparado por Mozart y Da Ponte desde la misma obertura, delineada por Muti en un continuo y prodigioso sforzando, que da alas a la ópera y nos coloca en primera línea para asistir a este juego de las parejas equivocadas, tan cargado de significados y de guiños; una reflexión sobre el amor, la vida y la mentira; un combinado de alcance destructor e iconoclasta. Todos se mueven al son de la luz cambiante del director, que sabe ser refinado, travieso y sensual según el momento y que aureola su orquesta con luminosos colores al óleo dentro de una óptica napolitana que no desconoce la seriedad tan germana de algunas situaciones — terzettino Soave sia il vento, rondó Per pietà, dúo FiordiligiFerrando— y que impulsa el curso de la acción hacia su equívoco final. Nos ha gustado el trío femenino, en el que brilla el buen hacer de Frittoli, una soprano lírica de buen centro, grave suficiente y agudo un punto apurado, que resuelve, con igualdad de timbre e inteligente variedad de color, las múltiples dificultades de una parte escrita para una soprano spinto coloratura, una dramá- tica de agilidad de la época. Sin tener los medios ideales expone con finura y patética expresión sobre todo Per pietà y flaquea a veces en las fioriture. Hace gala de buen control en los filados. Kirschschlager es una Dorabella bien acoplada, una mezzo aguda de penumbroso color. Canta con elegancia y finura, sin aspavientos. La Bacelli concede a Despina desparpajo y un punto adecuado de desgarro. Es hasta cierto punto ordinaria y, aunque es mezzo lírica, accede aparentemente sin problemas a la zona superior en un papel que suelen cantar sopranos frecuentemente ligeras. Da por ello una interesante personalidad al personaje de la criada, muy importante en la trama. Aunque no tanto como Don Alfonso, el urdidor del conflicto, que es aquí el resuelto y siempre seguro Corbelli, barítono antes que bajo, lo que es conveniente para lo que está escrito. Es, creemos, un epígono de Sesto Bruscantini, probablemente el mejor “viejo filósofo” de los tiempos modernos —desde luego, el mejor en disco—, y, como él, aficionado a proyectar el sonido hacia la máscara, que a veces se confunde con la nariz. Matiza inteligentemente y, aunque el timbre no es siempre agradable, regula y expresa de manera muy convincente. Se pliega como un guante a las evoluciones de soprano y mezzo en el citado número Soave sia il vento; con gusto y delicadeza. Lo peor está en los enamorados. Skovhus es un barítono de grato espectro, sin aparentes problemas de tesitu- 71 D D I SI CS O C O S S ESTUDIOS ra, pero exento de refinamiento y frecuentemente desafinado. No canta el aria Rivolgete a lui lo sguardo K. 584, compuesta en principio para la ópera, sustituida por la más fácil y breve Non siate ritrosi. Schade es un tenor tirando a linfático, de timbre pálido de lírico-ligero, más ligero que lírico, que estrecha desagradablemente el sonido en la zona aguda y ha de recurrir a incorrectos rallentandi —permitidos por la batuta— en Tradito, schernito, de la que hace una versión desangelada y falta de impulso dramático. La voz no da para más. No canta a su vez el aria Ah! lo veggio, quell’anima bella, nº 24. Los personajes se mueven en decorado cambiante, edificado no en la Staastoper, sino en el Teatro an der Wien. Sobre una base circular se mueven en sentido concéntrico paneles pintados que van dando forma a los distintos espacios y fondos de la bahía de Nápoles. Bellas pinturas del escenógrafo Mauro Carosi ins- piradas en paisajes de Jacob Philipp Hackert, artista de origen alemán que trabajó en la corte de Fernando IV de Nápoles y que fue amigo de Goethe, como nos cuenta Kenneth Chalmers. Todo es bello y recargado, a veces apastelado, bien iluminado, con figurines hermosos y barrocos y con detalles innecesarios y faltas un tanto absurdas, aunque no tengan especial importancia en el sentido profundo de la historia; como el hecho de que, en contra de lo que dice el libreto, Ferrando disfrazado sea en esta representación moreno en lugar de rubio y, a la inversa, Guglielmo salga pelirrojo en lugar de moreno. El trabajo de actores es bueno, pero no llega a la altura del realizado por Hytner con los cantantes de la posterior versión de Glyndebourne aquí juzgada en julio de 2007. En ésta todo era más sencillo, natural, verosímil y certero, sin tantas alharacas. Arturo Reverter Daniel Barenboim ONEGIN Y SU OSCURA VERDAD CHAIKOVSKI: Evgeni Onegin. ANNA SAMUIL (Tatiana), PETER MATTEI (Onegin), JOSEPH KAISER (Lenski), EKATERINA GUBANOVA (Olga), RENÉE MORLOC (Larina), EMMA SARKISSIAN (Filipievna), FERRUCCIO FURLANETTO (Gremin). CORO DE LA ÓPERA DE VIENA. FILARMÓNICA DE VIENA. Director musical: DANIEL BARENBOIM. Director de escena: ANDREA BRETH. Escenografía: MARTIN ZEHETGRUBER. Director de vídeo: BRIAN LARGE. 2 DVD DEUTSCHE GRAMMOPHON 073 4434 (Universal). 2007. 157’. N PN N 72 o causó sensación el Festival de Salzburgo de 2007. Pero hubo una excepción, este sobresaliente Onegin de Andrea Breth y Daniel Barenboim, con unos cantantes excelentes, aunque no se trate ya de las voces de los viejos tiempos. No es éste un Onegin de referencia en tanto que audio, pero lo es como puesta en escena y dirección de actores, además de por su excelente dirección orquestal. Pero, como ya decimos, las voces son muy buenas, acaso lo mejorcito posible hoy para este título. La Tatiana de Anna Samuil, joven e ingenua, tímida y apasionada, nunca seductora, nada tontita, bastante decidida, es una bella construcción de un personaje al que a menudo tenemos que ver en divas que dan más el canto que la ilusión escénica; pero, además, canta de manera espléndida tanto la carta como el dúo final, además del dúo con Olga del comienzo. Magnífico el Onegin más escéptico que burlador de Peter Mattei, ducho ya en este papel; no dejamos de estar ante uno de esos “hombres superfluos” que retrataron Pushkin y Lermontov, pero que junto a un lado oscuro (más que seductor) posee su lado de verosímil sensatez, siquiera cuando comprende que él y Lenski han llegado demasiado lejos. La voz de Mattei responde con fuerza, con poderío, a las demandas de un personaje aquí enriquecido, múltiple más que contradictorio. Joseph Kaiser, en Lenski, no es el poeta inocentón que a veces vemos, y Andrea Breth sabe sacarle también a él su lado oscuro, el de un auténtico suicida que se lanza de manera absurda hacia la muerte (su rostro tiene una cicatriz, sin duda huella de una lucha con arma blanca). Ahí cobra sentido su aria, en la solución escénica y de dirección de actor de Breth, uno de sus momentos más acertados, más profundos, sin necesidad de especial brillantez. La Olga de Gubanova no sufre demasiada modificación con respecto a las pautas tradicionales, y su voz es excelente, carnal, con esmalte, profunda hacia la tesitura de contralto. Los papeles femeninos que cambian frente al modelo son el de Larina y el de Filipievna, muy bien interpretados por René Morloc y por Emma Sarkissian, que por edad ha perdido voz, pero que realiza un cometido modelo; a este personaje nos referimos más abajo. Larina deja de ser la mamá que no se entera de nada para convertirse en una capitana de granja de armas tomar. En fin, Furlanetto puede con su aria del tercer acto, con humanidad, con línea, con volumen, con gravedad. Y Ryland Davies cumple de manera excelente con el Triquet más escarnecido de la historia, dentro del ambiente dudoso de la fiesta de Larina. Breth ajusta cuentas con este personaje. Si la base sonora son estas bellas y adecuadas voces, junto con la muy interesante opción orquestal de Barenboim (poco pathos, poca concesión al brillo), Andrea Breth es la auténtica heroína de la vida y la verdad escénicas que transcurren por esta reinterpretación de Onegin. No es fácil encontrar un Onegin que no sea tradicional hasta la náusea o, por el contrario, insultante en su pretendida modernidad. Pero hay otra opción, la más difícil: desentrañar el texto, y para ello lo primero es alejarse del icono y de la ganga tradicionales; buscarle un sentido que potencie la obra, que no la oculte; y finalmente dirigir el elenco en lo actoral. Y eso hace Andrea Breth. Lo suyo es pura verdad teatral, con una dirección de actores sorprendente (algo poco habitual y hasta imposible en los montajes operísticos), lo que le da mayor verdad aún al drama. A partir de un espacio escénico circular magnífico de Martin Zehetgruber que permite una continuidad cinematográfica de la acción y las situaciones, Breth aprovecha la enorme escena salzburguesa y la sabe llenar siempre. Onegin, al comienzo de cada acto, mira un monitor de televisión con una vía de tren interminable y un paisaje nevado. La nieve, la muerte y la desolación son curiosamente elementos de vida palpitante que levantan el drama sobre supuestos nada manidos. Filipevna tiene una importancia especial, como testigo, como experiencia, como lucidez que está a punto de morir (y, en efecto, Breth nos muestra con sabiduría y discreción su muerte después de la escena de la carta). Definen el espacio las espigas de la granja, los campesinos, las obreras, el suelo mojado durante la fiesta, todo ello en una atmósfera algo opresiva, algo siniestra, en la que unos personajes someten a otros a humillación o servidumbre a lo largo de casi toda la acción. Se diría que estamos en la URSS de sus últimas décadas. Atención a la vulgaridad e incluso sordidez, al aburrimiento de los personajes en la escena de la fiesta en casa de Larina. Y a la manera de resolver las escenas del tercer acto, en especial la fiesta, con su lado grotesco y hasta siniestro. Desaparece el cuerpo de baile, no hay lucimiento en el vals del segundo acto ni en la polonesa del tercero. Y esas desapariciones se agradecen por lo que nos propone a cambio. Hasta la realización de Brian Large es muy adecuada, lo que no siempre se puede decir de este realizador omnipresente. Santiago Martín Bermúdez D D I SI CS O C O S S ESTUDIOS Bertrand de Billy ARIANE EN VIVO DUKAS: Ariane et BarbeBleue. DEBORAH POLASKI (Ariane), KWANGCHUL YOUN (Barbazul), JANE HENSCHEL (La nodriza), RUXANDRA DONOSE (Sélysette), STELLA GRIGORIAN (Bellangère), ILEANA TONKA (Ygraine), NINA BERNSTEINER (Mélisande). SINFÓNICA DE LA RADIO DE VIENA. CORO FILARMÓNICO ESLOVACO. Director: BERTRAND DE BILLY. 2 CD OEHMS OC 915 (Galileo MC). 2006. 116’. DDD. N PN C omo bien sabe el aficionado, existen obras “malqueridas”. No malditas; sólo malqueridas. Esto es, no amadas del todo bien. En todas las artes, en todos los géneros. Por alguna razón, esta obra maestra exquisita que es Ariane et Barbe Bleue no atrae el entusiasmo ni se instala por completo en el repertorio. No depende todo del público, como vemos en estas épocas mortierianas en que determinados títulos se imponen al gusto del respetable. Hay títulos que nunca provocarán el entusiasmo del público, pero que éste tolerará y hasta frecuentará, como las dos óperas de Ravel. Otros, en cambio, como la Ariane de Dukas, acumulan más prestigio que representaciones y registros fonográficos. Ahora bien, por segunda vez en más o menos un año recibimos una nueva toma de Ariane et Barbe-Bleue, esta pieza que funde (mas no confunde) los relatos míticos de la Ariadna griega y el duque francés uxoricida; esta ópera que no supuso la gran aportación de Pelléas; este título que su autor literario, Maurice Maeterlinck, quiso hacer para lamerse un poco la herida del Pelléas de Debussy: ¡de Debussy, no suyo! Una obra de “mensaje” evidente, diáfano: la heroína, última esposa del sospechoso duque que tiene soliviantados a los paisanos por sospechoso de críme- nes contra sus sucesivas mujeres, descubre que las chicas están vivas, pero sometidas, y trata de liberarlas; sin éxito, porque ellas prefieren la cómoda servidumbre, la bendita sujeción. El miedo a la libertad, así de claro. Nada hay especialmente complicado en esta ópera, ni el lenguaje es duro ni agresivo ni novedoso. Es obra compleja, sí, pero no más que cualquier ópera de Wagner (Dukas aconsejaba a sus discípulos, como cuenta Messiaen, cultivar lo complejo, no lo complicado). ¿Entonces…? Dejémoslo estar. Las cosas son así con la Ariane de Dukas y Maeterlinck, y no con la de Richard Strauss y Hoffmansthal. Mejor disfrutarla que hurgar las razones poco razonables para la ausencia de este título de un lugar destacado en el repertorio. Y el registro vienés que ahora recibimos, en vivo pero no escénico, tiene nivel artístico suficiente como para que podamos acceder con garantías a Ariane, descuidada por la fonografía. Sí, descuidada, porque no existen registros viejos de Ariane de Martinon, ni de Inghelbrecht, ni de Munch, ni de… Hay que constatar eso, por mucho que sea más un síntoma que una patología: que no conservamos ninguna grabación de Ariane et Barbe Bleue de ninguno de los grandes directores de antes ni de ahora ni de “en medio”. Ni radiofónica, ni pirata, ni de estudio. La producción del Châtelet de 1991, con puesta en escena de Berghaus, batuta de Inbal y protagonismo de Françoise Pollet podría haber dado lugar a una grabación, pero no fue así. ¿Por qué? Misterio. O acaso no. Con perspectiva, podríamos ver en Ariane una ópera postwagneriana, al modo de las de Franz Schreker y toda esa escuela (aunque con elementos “franceses”, si ustedes insisten en ello), que no es que duerman el sueño del justo, sino que están apartadas a la espera de sucesivos redescubrimientos concretos que las rescatan del pasado. Sólo que… sólo que a Dukas no hubo que rescatarlo de la exposición de Música degenerada de 1938, ni fue nunca víctima del ostracismo deliberado de dirigentes o poderosos. Sabemos que existe la inencontrable grabación dirigida a finales de los 60 por uno de los discípulos de Dukas, Tony Aubin (que está en la famosa foto de la clase de Dukas, al ladito de Yvonne Desportes; la misma foto en la que, sentado y con cara de joven empollón, vemos a un crío que se llama Olivier Messiaen). Tenemos mala noticia de este registro, protagonizado por Berthe Monmart, soprano que tuvo su renombre en tiempos, pero lo desconocemos. El de Armin Jordan para Erato, con Katherine Ciesinski, ha cumplido durante algo más de dos décadas el papel de único registro disponible, primero en LP y más tarde en CD, en única referencia para acceder a este título de rara belleza y gran abundancia y riqueza sonoras. El año pasado llegó la más que aceptable versión de Leon Botstein y Lori Phillips (Telarc). Y ahora, la protagonizada por Deborah Polaski y dirección de Bertrand de Billy. Que, podemos adelantarlo, es de muy alto nivel. A estas alturas ya no podemos quejarnos, como se hizo hace tiempos por parte de colegas de otras latitudes y otras actitudes, de carecer de una Ariane comme il faut. Tenemos al acercamiento de Jordan, oculto tal vez por las vicisitudes de Erato y el retroceso y transformación de este mercado. Y tenemos las dos referencias de estos dos últimos años. La soprano estadounidense Deborah Polaski, de voz clara y capacidad de descenso, construye una Ariane fuerte y no por eso abrumadora, apoyada en un timbre poderoso y muy bello; no en vano ha sido Casandra (Troyanos), Kostelnicka, Marie (Wozzeck), Brühnnilde y Elektra, www.scherzo.es . entre otros importantes papeles. No olvidemos que Ariane es un cometido diseñado para mezzo, aunque estas cosas nunca haya que tomárselas al pie de la letra, puesto que una soprano dramática como Polaski está más cerca de Ariane que de cometidos ligeros o ágiles. Es esta una ópera de protagonista absoluta, y Barbazul desaparece pronto vocalmente, aunque no escénicamente; lo que no le impide a Kwangchul Youn llevar adelante el papel con total dignidad. Atención a la voz flexible y dura, bella y envolvente de Jane Henschel en la nodriza, papel que empieza con mucho ímpetu y que también se diluye a favor de la protagonista. Muy bien, desde luego, las cuatro esposas cantantes del duque Barbazul; como es sabido, una de las cinco, Aladina, no canta, es un papel destinado a una actriz. Muy bien, muy belicoso, el Coro Filarmónico Eslovaco, así como Sinfónica de la Radio de Viena. Bertrand de Billy es quien da vida sonora a todo esto mediante un rigor y una disposición de secuencias abundantes en auténticos chorros de música que surgen por todas partes, que apoyan, que subrayan, que comentan. De Billy no nos plantea un misterio, pero ahí está el enigma. No hay misterio en la Ariane de Dukas, ya hemos dicho que es una historia muy clara, o al menos lo es el mensaje de sus autores. Lo había en Pelléas et Mélisande. Lo que hay en Ariane, tal vez, es un resto de mentalidad romántica, la propia del simbolismo cuando se asociaba a los Prerrafaelistas, porque ese es el icono, y acaso ese icono sea lo que un buen director de escena ha de saber romper, por mucho castillo que se alce y muchas hijas de Orlamonde que narren su aventura desde los subterráneos. De Billy hace una lectura en ese sentido, libre de los ropajes fastidiosos heredados de las últimas admiraciones medievales de la plástica y la dramática del XIX. Creemos que es un punto de equilibrio con suficiente rigor y altura artística, una propuesta sonora y dramática para conocer (y conocer bien) este título operístico tan rico y tan bello. Santiago Martín Bermúdez 73 D D I SI CS O C O S S REEDICIONES Harmonia Mundi Edición Haendel 1759-2009 HAENDEL POR TODO LO ALTO E 74 n el comentario a la edición conmemorativa de los 50 años de Harmonia Mundi, publicada en el nº 225 de SCHERZO, decíamos “llama la atención la ausencia de Haendel, de cuya obra tiene en catálogo la editora una abundante muestra de gran calidad interpretativa y que quizás guarde para 2009, año en el que se conmemorarán los 250 de la muerte del genio sajón”. Efectivamente, el sello francés reedita ahora una sustancial parte de las obras del compositor incluidas en su fondo y a un precio muy atractivo. La Edición Haendel 17592009 consta de cinco cajas: 1) Óperas: Rinaldo, Flavio, Giulio Cesare, 9 discos más un CD-Rom con los libretos. 2) Oratorios: Saul, El Mesías, 4 discos. 3) Arias para Cuzzoni, Durastanti, Senesino y Montagnana, 4 discos. 4) Arias célebres, 4 discos. 5) Conciertos Opp. 3, 4 y 6, otros 4 discos. Un total de 25, con dos notables protagonismos: el de la música vocal por lo que se refiere a los géneros y el del director René Jacobs, ya que a su cargo están las versiones de las tres óperas y los dos oratorios. En cuanto a las fechas de las grabaciones, las más recientes son de 2006 y las más antiguas corresponden a los entornos de 1990, si exceptuamos los cinco Duetti e Cantate que completan el último disco del álbum de óperas, grabados en 1977. La calidad sonora va de lo bueno a lo excelente y la muy bien cuidada edición cuenta con unos completos cuadernillos acompañantes conteniendo interesantes comentarios disponibles en los tres idiomas habituales, así como la integridad de los textos cantados. Comenzando por las óperas, la reedición más interesante es la de Flavio puesto que, grabada en 1989, era ya difícilmente encontrable y es la única disponible en el mercado. Jacobs contó con el Ensemble 415 de Chiara Banchini y un conjunto de cantantes, entre los que destacan los contratenores Jeffrey Gall y Derek Lee Ragin y la soprano Lena Lootens, que quizás hoy en día fuera mejorable dado que en estos veinte últimos años el plantel de voces especializadas en la interpretación barroca ha aumentado considera- blemente. En cualquier caso, Flavio es una singular obra maestra que todo amante del género debe tener. Las otras dos óperas, no son solamente las más frecuentadas de Haendel sino que, además, las versiones de Jacobs son dos indiscutibles referencias discográficas. La mágica Rinaldo, con la Orquesta Barroca de Friburgo y un cuarteto protagonista formado por Vivica Genaux (Rinaldo), Miah Persson (Almirena), Inga Kalna (Armida) y Lawrence Zazzo (Goffredo) tan sólo tiene una posible competencia en soporte audio en la versión dirigida por Christopher Hogwood. En cuanto a la ópera cumbre de Haendel, Giulio Cesare, grabada con Concerto Köln y Jennifer Larmore (Giulio Cesare), Barbara Schlick (Cleopatra), Bernarda Fink (Cornelia), Marianne Rørholm (Sesto) y Derek Lee Ragin (Tolomeo) era la referencia indiscutible, hablando de versiones completas y con instrumentos de época, hasta la aparición de las de Marc Minkowski y William Christie (esta última sólo en soporte vídeo), que también son excelentes. Pasando a los dos oratorios, Saul es una grabación de 2004 con Concerto Köln y el RIAS Kammerchor, soberbios ambos conjuntos en la interpretación de uno de las más notables creaciones de Haen- sabido que existen tantos Mesías como veces se interpretó la obra en vida de Haendel y Jacobs utilizó la de 1750, con un reparto vocal soberbio, en el que llama la atención la utilización de una contralto (Patricia Bardon) y un contratenor (Lawrence Zazzo). La soprano es Kerstin Avemo, Kobie van Rensburg el tenor y Neal Davis el bajo. Jacobs contó con la acreditada Orquesta Barroca de Friburgo y el estupendo coro del Clare College. Una gran versión grabada en 2006 del más célebre de los oratorios, con su singular toque directorial, pero sin que llegue a destacar sobre algunas de sus numerosas rivales, lo que tampoco es de extrañar. El primer volumen de arias es una producción Harmonia Mundi USA de cuatro discos grabados entre 1986 y 1991, que en su día tuvo el original enfoque de recoger respectivas selecciones de las arias escritas por Haendel para cuatro de los más célebres cantantes entre los que contrató para trabajar en sus teatros londinenses: las sopranos Francesca Cuzzoni y Margherita Durastanti, el castrato Francesco Bernardi “Senesino” y el bajo Antonio Montagnana. Acompañados por la Philharmonia Baroque Orchestra, una formación de instrumentos de época fundada y dirigida por el tan haendeliano Nicholas Haendel, aunque no resulta fácil imaginarse que la célebre Cuzzoni fuera tan sosita como resulta ser Lisa Saffer. El segundo volumen de arias incluye también cuatro discos, de los que tres responden al habitual contenido del recital sin más, a cargo cada uno de Lorraine Hunt, Andreas Scholl y Mark Padmore. La excepción es el de Dorothea Röschmann, que canta muy bien las breves y deliciosas Nueve arias alemanas compuestas en Londres entre 1724 y 1727 sin que formen un ciclo ni conozcamos motivación específica para ello, disco que se completa con dos cuartetos de Telemann. El recital de Andreas Scholl en su mejor momento vocal es un imprescindible del género y el exquisito gusto del tenor Mark Padmore completa la gama de registros. Por último, The Academy of Ancient Music corre con la interpretación de los conciertos seleccionados: Los 12 de la Op. 6, una elegante versión con el violinista Andrew Manze al frente, mientras es el clavecinista y organista Richard Egarr el conductor de las recientes y estupendas grabaciones de los de la Op. 3 y de los conciertos para órgano de la Op. 4, utilizando aquí la copia de un órgano portativo inglés del XVIII, cuyo sonido casa maravillosamente con el de la orquesta. Una caja de cuatro del en el género y que goza fama de ser el más teatral, operístico, de sus oratorios por centrarse el libreto de Jennens en el desarrollo de sentimientos profundamente humanos, con una llamativa orquestación que incluye trombones y carillón, una extraordinaria variedad de arias y unos espléndidos coros. Voces solistas también notables, las sopranos Rosemary Joshua y Emma Bell, el contratenor Lawrence Zazzo y el barítono Gidon Saks, dan relieve a los principales papeles. ¿Qué decir de El Mesías, una de las obras magnas de la historia de la música que ha sido más veces llevada al disco? Es bien McGegan, las voces de estos cantantes históricos fueron asumidas Lisa Saffer, Lorraine Hunt, el contratenor Drew Minter y David Thomas, respectivamente. Entre los cuatro, destaca la mezzosoprano Lorraine Hunt Lieberson, una de las en verdad grandes intérpretes vocales de Bach y de Haendel, desaparecida hace un par de años. Como merecidísimo homenaje, volveremos a encontrarla protagonizando otro disco del segundo volumen de arias. Los otros tres cumplen dignamente sus difíciles cometidos, son poseedores de buena técnica y permiten disfrutar sin acritud del soberbio arte operístico de discos que hará las delicias de cualquiera, al igual que las restantes. Como pasa siempre con este tipo de reediciones, precisamente la bondad del contenido hace que su interés sea escaso para los haendelianos fervientes, pues raro sería no tuvieran ya la mayoría de las versiones reeditadas, particularmente las de las óperas y los oratorios, pero para el resto de los mortales con interés musical representan una gran ocasión para hacerse con unas excelentes muestras de la gigantesca obra de Haendel, con la posibilidad de adquirir cada caja por separado. José Luis Fernández D D I SI CS O C O S S REEDICIONES Melodiya VUELVEN LAS ÓPERAS DE GLINKA R ecibimos las dos óperas de Glinka en registros del sello ruso Melodiya. Son reediciones, se supone: Ivan Susanin (MEL CD 10 01336, 3 CD) y Ruslan y Ludmila (MEL CD 10 01346, 3 CD). Pero este Ivan Susanin no se había visto por este país ni en pintura. Con las excepciones de tal o cual amigo, lo aceptamos. En cambio, el Ruslan y Ludmila sí se había visto, tanto en un álbum de 4 LPs (recuerdo haberlo comprado en El Corte Inglés… de Vigo) como en formato CD, que ya reseñamos hace unos cuantos años, lo menos diez. Como es sabido, Ivan Susanin es la versión soviética de la ópera Una vida por el zar. Los bolcheviques habían terminado con los Romanov, y no nos referimos al crimen de Iekaterinemburg, sino a la liquidación de una monarquía corrupta, nociva e incompetente. No querían, en consecuencia, cantar la llegada de esa dinastía tres siglos antes, que es lo que canta la ópera de Glinka. Que no se iba a llamar Una vida por el zar, pero que se llamó así a sugerencia de la casa real. Eso no justifica que los soviéticos cambiaran nombres y detalles, aunque podamos comprender que lo hicieran. El libreto que acompaña a este registro indigna un poco, porque contiene una mentira: el libreto de Gorodetski censura y falsifica, eso es todo. ¿Que la música es más o menos la misma? Claro. Fue una solución de compromiso entre los que querían conservar tan iniciático título de la escuela nacional y los que querían suprimirlo. Eso fue el pan de cada día en la Rusia cantante y operística durante décadas: por ejemplo, los que querían suprimir el Bolshoi, por decadente, burgués, y todo eso; y los que consiguieron mantenerlo. Gracias a que se mantuvo tenemos registros magníficos; entre ellos, estos dos. Esta primera ópera de Glinka, se llame como se llame, tiene una influencia italiana manifiesta, pero al mismo tiempo es una obra rusa por los cuatro costados. Así se crean las escuelas nacionales, con elementos propios, con el melos popular y con la musicalidad extranjera más influyente en esa nación cuya escuela emerge. Algo así decía Stravinski en la Poética musical. Ya está ahí el coro-pueblo, la historia y el heroísmo nacionales como inspiración (y lo malos y lo frívolos que son los polacos, pueblo casualmente ocupado por Rusia cuando se estrenaba esta ópera). Y el reparto de lo que va a ser la constante vocal rusa, y que parte del modelo italiano, aunque con una especificad propia: el bajo, más o menos profundo, que es protagonista y cuyos descensos vocales son trasunto de nobleza, lealtad, hombría de bien, patriotismo, así desde Susanin hasta Ieletski (La dama de picas), pasando por los príncipes atormentados y a veces culpables, como Boris, o extranjeros enemigos de nobleza reconocida, como Conchak (El príncipe Igor). El reparto de este registro de 1979 es esplendoroso, con Evgeni Nesterenko al frente, el que fue repetidas veces el zar Boris con el Bolshoi, con la excelencia de su voz de bajobarítono, que al tiempo es clara y redonda. Bella Rudenko (Antonida) es una de esas sopranos insuperables de color rotundo y lirismo a veces hiriente, una de las últimas grandes voces del Bolshoi que todavía sobrevivía y que hoy ya no existe. Al lado, el gran tenor lírico de rigor, aquí Vladimir Shcherbakov (Bogdan), de excelentes prestaciones en su tendencia exaltada, pero rigurosa, con una línea bella y de gran musicalidad. Y para concluir, un papel travestido, el del joven Vania, en la voz de una mezzo también típica del repertorio ruso, Tamara Siniavskaia, de esas voces femeninas bajas con cuerpo y sólido esmalte, tradición que no se ha perdido del todo, como demuestran voces más ligeras como la de Olga Borodina, dentro de esa línea, y que no está sola. Excelente el coro del Bolshoi, pero el todo adolece de una dirección más bien sosa, poco eficaz, a veces inane, de Mark Ermler. Ahora bien, ni la dirección de Ermler ni la falsificación soviética impiden que nos encontremos ante un álbum que cualquier aficionado a este repertorio escuchará con atención y con deleite. Pero con el álbum que de veras disfrutará es con este Ruslan y Ludmila (1978) que ya hemos presentado en estas páginas, aunque de eso hace mucho. La pareja protagonista es la misma, pero ahora ya no son padre e hija, sino novios de leyenda: Nesterenko y Rudenko, que están insuperables. Escuchen la amplia cavatina de Ludmila con ocasional concurso del coro, en el acto primero, para saber lo que es bueno, con esa voz lírica y algo infantil, poderosa y dulce, todo al tiempo; y con la belleza de un línea inigualable, de inmediata belleza y rápido atractivo, un canto que sigue siendo italiano, pero que suena perfectamente ruso. En cuanto a Nesterenko, baste con escuchar su también dilatada aria del acto segundo, la que incluye entre su riqueza temática uno de los motivos de la conocidísima, popular, vivaz obertura: qué voz más profunda y al tiempo más diáfana, qué belleza de línea y de musicalidad retenida y, si se tercia, creciente, exaltada. En este caso, la dirección de Yuri Semionov es magistral, aunque no estemos ante un Somosud o un Jaikin. Su trama envuelve la bella leyenda y las diversas situaciones y personajes con un encanto sonoro muy superior al de Ermler, aunque hay que reconocer que esta ópera es más “agradecida” que la otra. No vamos a extendernos más sobre este registro espléndido, que provocará el entusiasmo del aficionado a la ópera en general, no sólo a este repertorio; al fin y al cabo, ya lo hemos reseñado. Sólo recordaremos la excelencia de voces como la de Alexander Arjipov, un tenor de gran lirismo y casi altino para Bayán; la de la contralto profunda y poderosa Tamara Siniavskaia (Vania en Susanin, ya vimos) en un papel travestido, el del Príncipe Ratmir; mientras que, en contraste, el Príncipe Farlaf se le asigna a un bajo, para el que parece que ni pintada la voz de Boris Morozov. Y, para rematar, nada menos que Maslenikov (el legendario iuródivi de Boris) en Finn y Galina Borisova en Naina. Sin olvidar a Jaroslavtsev en el Gran Príncipe Svetozar ni a Nina Fomina en Gorislava. El reparto no tiene desperdicio, es redondo; la dirección es muy adecuada, muy cálida, muy atenta y detallista, nada rutinaria. En fin, un recomendable Susanin y un imprescindible Ruslan y Ludmila. chaut, Solage, Cesaris, Cordier, Pycard, Sturgeon, Fonteyns y anónimas) que vieron la luz alrededor de 1400 y que ofrecen Gothic Voices bajo la dirección de Chistopher Page (CDH55294; grabado en diciembre de 1991). Particular atención merece la inteligente jerarquización de unas líneas sonoras en cuya defensa encontramos voces tan importantes como son las de los tenores Rogers Covey-Crump o Charles Daniels. La individualización de cada autor y hasta de Santiago Martín Bermúdez Hyperion Helios SIN DESPERDICIO H yperion continúa manteniendo en su serie de reediciones Helios un nivel extraordinario. De hecho, el paso de los años no hace sino revalorizar el trabajo realizado en muchas de ellas. Esto es lo que, por ejemplo y para empezar, sucede con la selección de piezas corales sacras inglesas y francesas (de Ma- 75 D D I SI CS O C O S S REEDICIONES cada obra revela un profundo estudio previo a la realización de las grabaciones y orientado a la búsqueda y realce, con la máxima precisión o al menos verosimilitud posibles, tanto de los puntos en común como de las diferencias. La Missa Sancta et Immaculata más un puñado de motetes e himnos de Francisco Guerrero que en marzo de 1997 registró el Coro de la Catedral de Westminster al mando de James O’Donnell (CDH55313) mereció de Pablo Queipo de Llano Ocaña en su día (véase SCHERZO, nº 121, pág. 87) calificativos como majestuosa, emotiva pero serena, robusta, afinada, espaciosa, envolvente y equilibrada, dentro de la ortodoxia inglesa en el enfoque de la música del siglo XVI. ¿Qué añadir? La música inglesa de los siglos XVII-XVIII no se entendería sin la trompeta como instrumento y sin Purcell como compositor. Mark Bennett y Michael Laird ofrecían en mayo de 1995 (CDH55258) tres piezas del genio rodeadas de otras de precedentes y consecuentes en el género. Evidentemente, no hay color, pero el disco suma al valor de curiosidad documental la calidad de unos solistas de primer orden y de un acompañamiento no menos experto a cargo de The Parley of Instruments muy bien guiados por Peter Holman. Precisamente este director y este grupo, más los Holst Singers, hicieron en 1997 otra incursión también en lo más infrecuente del repertorio barroco inglés, concretamente en la obra de Thomas Linley II (CDH55302). Como ya señaló Rafael Ortega Basagoiti (véase SCHERZO, nº 129, pág. 89), el interés se limita a los específicamente interesados, pero, pese a algunas debilidades en los solistas vocales y cierto desequilibrio en las tomas a favor del coro y los metales, nos hallamos ante una buena oportunidad de conocer música tan valiosa como la del oratorio El canto de Moisés y el himno Let God Arise, compuesta por alguien a quien el mismo Mozart no dudó en calificar de genio y que al menos completa el panorama sobre la primera fase del posthaendelianismo. La habitual cuota dedicada a los finales del siglo XIX y comienzos del XX se concentra en dos rusos casi estrictamente contemporáneos, Liadov y Scriabin, ambos pianistas e interpretados por el mismo artista, el excelente Stephen Coombs. De Liadov se reedita una selección de 1997, bastante significativa (CDH55309) en cuanto a lo que es una obra entre Satie y el propio Scriabin pero siempre mucho más que mera música de salón (véase SCHERZO, nº 124, pág. 72). Más alicientes aún se contienen en el disco en que en abril de 2000 se repasaron las primicias de Scriabin (CDH55286). Usando el programador se puede incluso lograr una secuencia cronológicamente fiel, a través de la cual se puede apreciar el avance, con algunos dientes de sierra, desde el academicismo estricto hasta los primeros destellos de libertad compositiva. Alfredo Brotons Muñoz Karajan, Böhm, Abbado… PARA LOS MÁS PEQUEÑOS I 76 ntroducir a los niños en el universo de la ópera ha sido siempre la intención —y muchas veces también la pesadilla— de muchos padres y madres, tíos y tías, abuelos y abuelas aficionados de verdad que no saben cómo hacer para que la gente menuda herede su pasión. Los teatros lo intentan a veces con resultados excelentes —ahí están el Liceu, el Real o ABAO— y las casas de discos siguen teniendo pendiente esa difícil asignatura que intenta aprobar ahora con una magnífica colección la rama española de Universal usando grabaciones del catálogo de Deutsche Grammophon. Los discos son visualmente muy atractivos y, sobre todo, se presentan con textos —en forma de cuento, para entendernos, pero conservando el formato del libretillo que suele acompañarlos de ordinario— a cargo de Lucía Moreno Velo y con ilustraciones de Javier Termenón. Los relatos son claros, directos y accesibles y los dibujos responden a la perfección a aquellos momentos y personajes que más pueden llamar la atención de los jóvenes oyentes —el tramo de edad, como dicen los expertos, sería hasta los doce o trece años pero a los más pequeños la ayuda de los mayores dispuestos a ello les servirá de apoyo para entender lo que se narra. Da gusto pensar en cómo las generaciones extremas de la casa se pueden unir en torno a la ópera gracias a estos discos. La entrega consta de quince discos de fragmentos escogidos, algunos de ellos procedentes de registros de referencia. Carmen, de Bizet, llega de la mano de Karajan con Baltsa, Carreras y Van Dam (47664260). De El elixir de amor de Donizetti se escoge la versión dirigida por Levine con Battle, Pavarotti y Nucci (47664246). No podía faltar Hansel y Gretel de Humperdinck, que se presenta en la grabación dirigida por sir Colin Davis con Murray, Gruberova y Ludwig en los papeles principales (47667421). Mozart aparece con dos títulos: Las bodas de Fígaro con Fischer-Dieskau como Conde, Hermann Prey como Fígaro, la Susana de Edith Mathis y la Condesa de Gundula Janowitz (47667582) y La flauta mágica con el Tamino de Wunderlich, la Pamina de Evelyn Lear y el Papageno de Fischer-Dieskau (47664253). En ambos casos el director es Karl Böhm. La Madama Butterfly de Puccini corre a cargo de Giuseppe Sinopoli con la japonesita de Mirella Freni, el americano de José Carreras y la Suzuki de Teresa Berganza (47664239). De La bohème se escoge la opción de juvenil reparto —en el que aparecen los nombres de unos principiantes Hadley y Hampson— que dirigiera Bernstein (47664284). Hay también dos Rossini con protagonismo de Teresa Berganza y la dirección irreprochable de Claudio Abbado: El barbero de Sevilla (47664291) y La Cenerentola (47664215). Como es natural, Verdi se lleva la palma con cuatro títulos. Tres de ellos en interpretaciones que se encuentran a la cabeza de la discografía de las obras seleccionadas. A saber: El Simon Boccanegra que Abbado dirige a Cappuccilli, Freni y Carreras (47664659); el Rigoletto de Giulini con Domingo, Cotrubas y Cappuccilli; y La traviata de Carlos Kleiber con Cotrubas, Domingo y Milnes (47664277). Completa la propuesta verdiana una Aida protagonizada por Ricciarelli, Domingo y Obraztsova bajo la dirección de Abbado (47664222). Cierra la selección Wagner con La walkyria dirigida por Karajan con Vickers, Janowitz y Talvela como trío de protagonistas (47664673). La verdad es que, a fin de cuentas, vale tanto para los niños como para los que hace tiempo dejaron de serlo. Claire Vaquero Williams D D I SI CS O C O S S REEDICIONEES Audite TESOROS RADIOFÓNICOS HUGO WOLF: Mörike-Lieder DIETRICH FISCHER-DIESKAU, barítono; HERTHA KLUST, piano; RUDOLF WILLE, piano AUDITE AUD 95599 (Diverdi). 19481953. H PE E l sello alemán Audite (distribuidor: Diverdi) nos trae varios tesoros inéditos de los fondos de la Deutschlandradio con cuatro importantes artistas: Fischer-Dieskau, Fricsay, Karajan y Böhm, los cuatro con abundantes registros en esta emisora todavía pendientes de comercializar y que suponemos irán publicándose poco a poco. Del primero se anuncia una Edición Fischer-Dieskau de la que nos llegan los cuatro primeros volúmenes. Lieder de Hugo Wolf grabados en Berlín entre 1948 y 1953 (Audite 95.599 y 95.600), Arreglos de canciones populares de Beethoven en registros de 1952 (Audite 95.598) y Lieder de Beethoven y Brahms en grabaciones radiofónicas de 19511952 (Audite 95.601). A pesar de que el barítono berlinés nos ha dejado abundantes muestras de todos estos repertorios, resaltemos su absoluta madurez intelectual, inmaculada dicción y juvenil y homogénea perfección vocal en los Lieder de Wolf, destacando también el impecable estilo en las canciones escocesas, irlandesas y galesas de Beethoven, en las que Dieskau es acompañado por el legendario pianista Michael Raucheisen, el Coro de Cámara RIAS y una serie de competentes solistas instrumentales y vocales. Finalmente, los diez Lieder de Beethoven y once de Brahms con Hertha Klust nos aleccionan sobre el ya conocido magisterio del barítono berlinés en este campo, con expresividad, estilo y calidad vocal insuperable. Los cuatro CDs vienen con todos los textos cantados en su idioma original, sin traducir, más documentados estudios en alemán e inglés. Los cuatro CDs los calificaríamos como imprescindibles, siendo muestras impagables del joven Fischer-Dieskau. Sonido monofónico claro y bien reprocesado. El siguiente doble CD es El murciélago en la versión completa que Fricsay grabó para la RIAS en 1949, con Peter Anders (Eisenstein), Anny Schlemm (Rosalinde), Rita Streich (Adele), Anneliese Müller (Orlofsky), Helmut Krebs (Alfred) y un competente plantel de comprimarios. Los diálogos están dirigidos por Heinz Tietjen (2 CD Audite 23.411, volumen 5 de la Edición Fricsay), y una curiosidad, en vez de incluir la habitual polka Bajo truenos y relámpagos, Fricsay interpreta El Danubio azul en el acto segundo. Por lo demás, versión excepcional, intensa y chispeante, quizá un punto rígida y sin el toque vie- nés de un Boskowsky (EMI) o la distinguida elegancia de un Clemens Krauss (Decca), pero con la suficiente inspiración, sentido teatral y musicalidad como para situarla al lado de las mejores (Kleiber jr, Karajan, Böhm y los citados Boskowsky y Krauss), y además con la particularidad de ser la primera grabación completa, salvo error, de esta magistral opereta. Del reparto vocal destaca el notable e inspirado Eisenstein del legendario Peter Anders. Un documento histórico excepcional que hará las delicias de todo el mundo. Buen sonido y excelente artículo en alemán e inglés. No se incluyen los textos hablados ni su traducción. De Karajan se publica otra versión más del Réquiem de Verdi en una grabación radiofónica tomada en el Festival de Salzburgo de 1949, salvo error la primera de las aproximadamente veinte versiones que actualmente se pueden encontrar de él. Solistas: Zadek, Klose, Rosvaenge y Christoff, Coro de la Sociedad de Amigos de la Música y Orquesta Filarmónica de Viena (2 CD Audite 23.415). La grabación del grupo Rot-Weiss-Rot, la Radio de los Aliados, que posteriormente pasó a la RIAS, está bien reprocesada y nos permite apreciar una versión juvenil de un director que entonces contaba 41 años, algo exterior (como la obra misma), efectista y de gran intensidad dramática. Los magníficos solistas cumplen sin problemas, destacando el quizá demasiado truculento Boris Christoff, siempre impactante, así como Klose y Rosvaenge, sin que nos olvidemos de la notable actuación de la soprano Hilde Zadek en su intervención final. Excelente artículo de Peter Uehling en el libreto del CD. Finalmente, dos poemas sinfónicos de Strauss, Vida de héroe y Muerte y transfiguración, en las manos del especialista Karl Böhm al frente de la RIAS en dos grabaciones de la emisora del mismo nombre de Berlín en 1950-1951. Nada nuevo que añadir en el repertorio de este auténtico apóstol del compositor bávaro: su absoluto respeto a todo lo escrito, la claridad de texturas conseguida, su alto nivel de precisión orquestal y su equilibrio y convicción, nos muestran dos interpretaciones notables de estas populares obras, aunque el mismo Böhm nos ilustraría abundantemente en años posteriores y con otras orquestas (Filarmónicas de Berlín y Viena, Staatskapelle de Dresde, Sinfónica de la Radio Bávara) sobre cómo traducir estos poemas sinfónicos de la manera más efectiva y brillante y con espectaculares resultados. Buenas grabaciones monofónicas y excelente artículo de Friedrich Sprondel sobre el binomio StraussBöhm. Por tanto y a juicio del firmante, imprescindibles los cuatro CDs de Fischer-Dieskau y sobresaliente lectura de Fricsay de El murciélago. Del resto tenemos mejores lecturas de esos mismos directores en grabaciones de estudio, aunque seguramente que para sus seguidores éstos sean platos exquisitos. Enrique Pérez Adrián 77 D D I SI CS O C O S S REEDICIONES Gala VARIEDAD EN LA NUEVA PROPUESTA L 78 a nueva propuesta de Gala incluye obras tradicionales, pero también compositores del siglo XX, con dos casos bien diferenciados, Gian Carlo Menotti, cuyas obras fueron muy representadas en su época, y Janácek, que en las mismas fechas subía poco a los escenarios y que ahora podemos verlo en variados teatros. Del compositor checo se edita un álbum de tres discos (GL 100.635) que contienen dos versiones de Desde la casa de los muertos, una en alemán de Ámsterdam de 1954 y otra en francés, dada en París un año antes, y El diario de un desaparecido, que recientemente pudimos ver en el Liceu, aquí en versión para piano, también de Ámsterdam el mismo festival de 1954, que celebraba el centenario del nacimiento del compositor. La primera de estas obras está basada en una obra de Dostoievski y narra la vida en una especie de campo de concentración, donde la palabra derechos no existe, que Janácek convierte en pequeños episodios, donde cada uno narra sus desventuras y con una partitura de una densidad dramática impresionante, que expresa de forma clara el sufrimiento de estos seres abandonados. La primera versión dirigida por Alexander Krannhals e interpretada por Siemen Jongsma, Chris Scheffer, Jan van Mantgem y Zbyslaw Wozniak, entre otros, destaca por el espíritu de equipo, donde cada uno expresa sus sentimientos de forma explícita, mientras que la segunda cuenta con una dirección muy cuidada de Jascha Horenstein y con una interpretación equilibrada de Bernard Demigny, Gérard Friedmann, Jean Giraudeau, Xavier Depraz y Lucien Lovano, donde el drama surge más comunicativo. Diario de un desaparecido es un ciclo de veintidós canciones para tenor, mezzosoprano, tres voces femeninas y piano, que narran la historia de un campesino que abandona todo para seguir a una misteriosa gitana, de la que se enamora locamente y es de las obras más inspiradas de su autor, que en aquellos momentos hervía de pasión por Camila Stosslova, mucho más joven que él, destacando en esta versión el depurado fraseo de Ernst Haefliger, que detalla de forma profunda la evolución del joven, su pasión, sus dudas, con una gran capacidad de contrastes, estando acompañada por una efectiva Cora Canne Meyer, apoyados por Felix de Nobel, al piano, consiguiendo una versión llena de detalles. Gian Carlo Menotti es un compositor del pasado siglo, aunque murió recientemente, de difícil clasificación. De nacimiento italiano, pero emigrado de joven a Estados Unidos, es ante todo un hombre de teatro, de ahí que escriba los libretos de sus óperas casi siempre sobre temas actuales, que le encanta la música y que quiere expresar hechos concretos a través de esta música. Se puede considerar que sus antecedentes son el verismo y Giacomo Puccini, que se palpan en sus partituras, pero también está influenciada por la música americana y con una forma de entender la evolución de la música, muy particular, pero efectiva. En la década de los cincuenta y primeros de los sesenta del pasado siglo se representaron en el Liceu seis de sus óperas, alguna como The Consul, dos veces. La propuesta que ahora se edita (GL 100.628) presenta tres obras procedentes del Teatro Ethel Barrymore de Nueva York con la versión en inglés de The Consul (1950), The Medium y The telephone, ambas de 1947, completando la visión con la versión italiana de The Medium, de 1957, lo que dará un amplio conocimiento del estilo del compositor. En The Consul destaca la presencia de Patricia Neway, una de las especialistas de la obra, que sabe reflejar la angustia por la incomunicación y la falta de humanidad, con un fraseo muy agitado, Cornell MacNeil, tenso John y Marie Powers, expresiva madre, con una dirección válida de Lehman Engel. The Medium es una ópera de cámara muy conseguida y narra las vicisitudes de una persona que se cree vidente, a la cual se le descontrola la situación y termina con la vida del sordomudo Toby. En la interpretación en inglés vuelve a surgir Marie Powers, correcta vidente y Evelyn Keller, musical Monica, dirigidos con oficio por Emanuel Balaban, mientras que en la versión en italiano destaca la presencia de Gianna Pederzini, que define primero el carácter embaucador y luego desquiciado de Baba, junto a fraseo cuidado de Graziella Sciutti, dirigidos por Nicola Rescigno que da fuerza y densidad al drama. Al oír The telephone, que es una sátira sobre la importancia del teléfono en nuestras vidas, uno se pregunta qué escribiría hoy Menotti, con el uso desaforado del móvil. Es una pequeña obra bufa de cámara, bien escrita, divertida y a veces sorprendente, que cuenta con dos cantantes profesionales, como Marilyn Cotlow, con sentido del humor y Frank Rogier, que sabe corresponder al estilo, con una dirección efectiva de Emanuel Balaban. La presencia de Victoria de los Ángeles hace de por sí recomendable cualquier grabación, pero en este caso tiene varios alicientes más. El álbum (GL 100.638) contiene tres registros distintos y a cual más valido. El primero es Manon, procedente del Metropolitan en 1954, que ya había salido en otras marcas y la gran soprano catalana da nuevamente una lección de fraseo, de estilo y de composición del personaje y su evolución, con todo lujo de detalles, desde la inocencia a la coquetería, de la pasión a la desesperación, dando a cada palabra el verdadero sentido. A su lado Cesare Valletti muestra una forma de cantar ya desaparecida, donde la expresión y el canto elegante llegan casi a la perfección. Completa el reparto un discreto Fernando Corena como Lescaut y destaca especialmente la dirección de Pierre Monteux, profundo conocedor de la obra a la que da nuevas sensaciones. La primera sorpresa es La vida breve, de Falla, que Victoria de loa Ángeles cantó en el Festival de Edimburgo de 1958, y del que circulaba alguna copia muy privada. Ahora podemos gozar nuevamente de la exquisitez y sentido del fraseo dolorido de la cantante, que está acompañada por Bernabé Martínez, que en realidad es Bernabé Martí, el tenor aragonés de canto extrovertido y Manuel Albalat, que no es sino Manuel Ausensi Albalat, con su canto noble y claro, todos bajo la refinada dirección de Eduard Toldrà, que sabe expresar como pocos el ambiente recreado por el músico andaluz, remarcando de forma sutil o densa cada una de las situaciones. Pero la verdadera sorpresa es un recital privado dado en Lisboa en 1944, donde Victoria canta dos canciones y dos fragmentos de La serva padrona, en los que podemos constatar que la artista ya estaba muy madura en aquellas fechas, acompañada por el hoy olvidado barítono Raimundo Torres, con un estilo explicito y con Napoleone Annovazzi al piano. El último registro es Lohengrin (GL100640), que es un ejemplo de la época de Rudolf Bing, que hizo grandes cosas como director del Metropolitan neoyorquino, pero también su estilo y gustos personales perjudicaron en ocasiones al teatro. Uno de estos casos es el repertorio wagneriano, que después de la época de oro que propició la marcha de cantantes europeos a Estados Unidos por el nazismo, fue algo marginada y valores consagrados en plena carrera como Astrid Varnay tuvieron que proseguir su carrera triunfal en el viejo continente. Del reparto sobresalen Eleanor Steber, que cantó el rol en Bayreuth poco después, destacando por su canto musical, dando vida a la influenciable Elsa y Sigurd Björling, de carrera menos triunfal que sus meritos, con una voz potente y canto incisivo, lleno de envidia y odio, completando el reparto Brian Sullivan, tenor de carrera versátil, que es un correcto protagonista, al igual que Margaret Harshaw como Ortrud, con una dirección aceptable de Fritz Stiedry. El bonus son unos fragmentos del acto segundo, de la misma obra en 1947, con la interesante presencia de Helen Traubel, nuevamente Margaret Harshaw, dirigidos con buen pulso por Fritz Busch, dándose la particularidad que el bonus está incluido al final de los discos, sistema muy discutible, ya que rompe la unidad de la obra. Albert Vilardell D D I SI CS O C O S S REEDICIONEES Naxos MUCHO PARA RECORDAR E l sello Naxos —distribuido por Ferysa— sigue haciendo lo suyo para evitar que nos olvidemos del riquísimo pasado discográfico musical. La edición en serie del tenor John MacCormack alcanza sus volúmenes 5 y 6 (8.111.315/6) que comprenden 51 intervenciones suyas. Las tomas acústicas (años 1914/16) han sido admirablemente remasterizadas por el prócer del tema, Ward Marston. Si bien los acompañamientos se oyen chatos y de color mate, aunque nítidos, las voces alcanzan un relieve presencial realmente notable. Si digo voces es porque el tenor irlandés aparece acompañado por colegas de la talla de Lucrecia Bori. Tampoco faltan célebres solistas instrumentales, entre ellos Fritz Kreisler y Rosario Bourdon (violín y chelo, respectivamente). Las virtudes de MacCormack se comprueban una vez más: generosos medios, control completo de la emisión, dicción higiénica, expresividad contenida y, por decirlo de alguna manera, “moderna”. Su repertorio es amplísimo y no cabe el detalle de arias operísticas, dúos, canciones de cámara, sean de alto corturno como Schubert o romanzas de autores de trapillo y encanto anticuado o arreglos de páginas populares. Otro grande en la misma cuerda, el alemán natural de la Bukovina Joseph Schmidt, que vivió entre 1904 y 1942, va muy servido en un doble CD (8.111318-19) con grabaciones eléctricas captadas entre 1929 y 1936. Aquí la ciencia de Marston alcanza el prodigio: la voz del solista tiene un cuerpo, una nitidez y una proximidad asombrosos, en tanto las diversas orquestas están rescatadas con ancha dinámica, color y matices de timbre. Schmidt fue un relevante tenor de sustancia lírica, con una voz naturalmente mórbida y acariciante, que se volvía insolente en el agudo sin perder flexibles apianados y astutos falsetes. Aquella doble cualidad le permitió asumir papeles líricos (Tamino, Nemorino, Rodolfo) o de peso (Eleazar, Manrico, Calaf), todos con la misma solvencia. Era un intérprete sensible y elegante, al cual no hace falta perdonarle las fechas. Canta con convicción latina el repertorio italiano en alemán, sin forzarnos a traducciones, y hasta en textos originales no siempre dichos con la debida nitidez aunque sí con la pertinente verba. También se pasea por la opereta, la romanza, la canción de cine y hasta la zarzuela, servida con un castellano pintoresco: la jota de El trust de los tenorios de Serrano. Ya en el terreno de la alta fidelidad cabe un Rigoletto de referencia, conducido con brío y estilo por Jonel Perlea en Roma y en 1956 (2 CD 8.111276/7). Robert Merrill hace un protagonista de rica vocalidad, impecable estilo verdiano y variados compromisos actorales, en tanto Roberta Peters cumple una brillantísima actuación de lírico ligera, angelical y transida Gilda, y Jussi Björling propone no sólo el esplendor de una voz incomparable sino una composición del Duque plena de arrogancia, salacidad y despotismo. Ana Maria Rota y Giogio Tozzi añaden viñetas de lujo. Como bonus, va un convincente retrato de Merrill en Rossini y Verdi. Otra referencia es la primera Cio-Cio-San en estudio de Victoria de los Ángeles (2 CD 8.111291/2) impresa en Roma y en 1954, en los tiempos dorados de su voz. Victoria hace una Butterfly poemática, de sutiles matices psicológicos y una musicalidad difícil de comparar. A su lado Giuseppe Di Stefano sostiene el desenfado sensual y algo canalla de Pinkerton y Tito Gobbi va sobrado de autoridad en su Cónsul. Eficaz, Rota en Suzuki. Gian Andrea Gavazzeni conduce con el cuidado, la minucia y la atención a las voces que siempre le han sido reconocidos. También se muestra Gobbi en un papel cortado a su medida de gran lector del verismo: el Michele del pucciniano Tabarro (8.111307), junto a una competente Margaret Mas y la descontada y sensible elegancia de Giacinto Prandelli. Plinio Clabassi hace un Talpa de lujo y Piero di Palma es cooptado como un histórico comprimario. Dirigió Vincenzo Bellezza, experto y justo, en Roma y en 1955. Hay un bonus de Gobbi que lo retrata como eximio actor-cantante imaginativo en Verdi, Rossini y el Don Juan mozartiano. Kathleen Ferrier es, ella sola y gloriosa, toda una referencia en el canto barroco de JOSEPH SCHMIDT, Tenor. Obras de Adam, Biscardi, Buzzi-Peccia, Chaikovski, Dellinger, Donizetti, Flotow, Goetze, Halévy, Lehár, Leoncavallo, Lewinnek, Massenet, May, Meyerbeer, Meyer-Helmund, Mory, Mozart, Niederberger, Puccini, Rossini, Serrano, Smetana, Strauss II, Tosti, Verdi. NAXOS 8.111318-19 (Ferysa). 19291936. 159’. H PE carácter oratorial (8.111295). De 1949 y 1952 datan estas tomas de Bach (la cantata Alabad al Señor en su Reino, momentos de la Misa en si menor y la Pasión según San Mateo) y de Haendel (fragmentos de Sansón, Judas Macabeo y El Mesías). Aunque en inglés, el aria bachiana con el obligado de violín y luego, en latín, el Agnus Dei son levitantes de concentración y encanto tímbrico, misterioso y oscuro. En fin, nada descubrimos en la Ferrier pero siempre ella nos descubre sus tesoros. Valga recordar a un clásico del oratorialismo inglés, Adrian Boult, y a un especialista barroco, Reginald Jacques, en los respectivos podios. Blas Matamoro 79 D D I SI CS O C O S S CRÍTICAS de la A a la Z DISCOS ALAGNA-BOCCHERINI ALAGNA: Le dernier jour d’un condamné. ROBERTO ALAGNA (Le Condamné), INDRA THOMAS (La Condamnée), JEAN-PHILIPPE LAFONT (Forçat 1–Le Directeur-Le Prêtre-L’Huissier de justice-L’Aumônier-Le Bourreau), RICHARD RITTELMANN (Forçat 2-Le Guichetier de garde-Un Friauche-Le Procureur Général). CHOEUR RÉGIONAL VITTORIA D’ÎLE-DE-FRANCE. ORCHESTRA NATIONAL D’ÎLE-DEFRANCE. Director: MICHEL PLASSON. DEUTSCHE GRAMMOPHON 480 095-8 (Universal). 2007. 105’. DDD. N PN D os hermanos menores de Roberto Alagna se han dedicado a la ópera, como directores de escena (su Werther se vio en Sevilla y su Pagliacci en Santander) y ahora como compositor uno (David) y libretista otro (Frédérico), en un texto donde colaboraron los tres incluido desde luego el más mediático de todos, el tenor. Basada en un conocido texto de Victor Hugo, un terrible alegato contra la pena de muerte, la obra se estrenó en forma de concierto en los Champs-Élysées de París en julio de 2007 (oportunidad para realizar esta grabación) llegando un año después nada menos que a Valencia donde el cantante Alagna suele ser presencia habitual. El estreno escénico, parece ser, está previsto próximamente en Montpellier. La partitura sigue fielmente el texto literario reducido a un espacio razonablemente operístico, pero su acción se desdobla paralelamente con otra que transcurre en nuestros días, protagonizada por la Condenada-soprano, una forma de dar al alegato victorhuguiano actualidad y universalidad. La música, perfectamente tonal, da mucha importancia al coro (estupendo éste que dirige Michel Piquemal) y la tensión dramática se evidencia más en Ottavio Dantone MINIMALISMO BACH: Conciertos para clave en re menor BWV 1052, mi mayor BWV 1053, la mayor BWV 1055, y fa menor BWV 1056. ACCADEMIA BIZANTINA. OTTAVIO DANTONE, clave y director. L’OISEAU-LYRE 475 9355 (Universal). 2007. 65’. DDD. N PN El concepto de cámara aplicado a estas obras ha cumplido en 2008 cuarenta años de existencia, desde la entonces revolucionaria y hoy clásica grabación de Leonhardt. Dantone vuelve a una visión minimalista, con un instrumentista por parte, obteniendo renovadas energía y transparencia. Le añade la frescura de una obligada idea italiana del concierto. El resultado suena especialmente equilibrado; si acaso, se producen momentos en que la liviandad del acompañamiento puede parecer excesiva — Allegro final del BWV 1053—, pero lo expeditivo de la articulación en los tiempos rápidos las partes de los solistas que en las situaciones teatrales en sí, con un lenguaje musical que privilegia el canto y el lucimiento de los intérpretes. Alagna, en papel a medida, se destaca de principio a fin con voz melosa y firme logrando en el momento más comprometido, Non je ne suis pas un empie, un instante de especial relieve vocal y expresivo. La Condamnée, que recita en inglés y canta en francés, encuentra en la voz de la Thomas una traductora sensible y musical, con una página hermosa y comprometida a su cargo y que puede evocarnos a ratos el aria de Lia de El hijo pródigo de Debussy, Me voici transferée. Su dicción, por otro —por ejemplo, Allegro inicial del BWV 1055—, el sentido cantable de las intervenciones solistas del propio Dantone, llevado casi a la frontera de lo vocal en el Largo del BWV 1056, casi un aria sobre los pizzicati de las cuerdas, sitúan estas lecturas entre lo más interesante de la fonografía reciente de las obras. Más urgente y fatalista se impone el BWV 1052, de apesadumbrado Adagio y direccionales movimientos rápidos. Estupenda grabación. Enrique Martínez Miura lado, suena algo borrosa en la doble faceta de su cometido. Los demás papeles se los reservan dos barítonos, Lafont y Rittelmann, en variadas faenas que sacan adelante cómodamente, el primero destacando como L’Aumônier (Limosnero) y el segundo, vocalmente de corte más lírico y de colorido más claro que su compañero de cuerda, sobresaliendo en un siniestro Friauche (el compañero de celda del Condenado). Plasson se ha tomado muy en serio esta música bien confeccionada, hábil y atractiva poniendo en ello toda su sabiduría y recursos. Fernando Fraga TIPO DE GRABACIÓN DISCOGRÁFICA N H R Novedad absoluta que nunca antes fue editada en disco o cualquier otro soporte de audio o vídeo Es una novedad pero se trata de una grabación histórica, que generalmente ha sido tomada de un concierto en vivo o procede de archivos de radio Se trata de grabaciones que ya han estado disponibles en el mercado internacional en algún tipo desoporte de audio o de vídeo: 78 r. p. m., vinilo, disco compacto, vídeo o láser disco PRECIO DE VENTA AL PÚBLICO DEL DISCO PN Precio normal: cuando el disco cuesta más de 15 € PM Precio medio: el disco cuesta entre 7,35 y 15 € PE Precio económico: el precio es menor de 7,35 € 80 D D I SI CS O C O S S ALAGNA-BOCCHERINI BEETHOVEN: Sonatas opp. 54, 57, 78, 79 y 81a. ANDRÁS SCHIFF, piano. EMC 1947 476 6187 (Nuevos Medios). 2006. 77’. DDD. N PN Nuevo volumen de la integral de Schiff sobre las sonatas de Beethoven y nueva ocasión para comprobar su talante interpretativo en referencia al autor de Bonn. El intérprete abunda en su idea de ligereza y gracilidad, con su sonido liviano y exquisito y sobre todo con su forma de narrar la música través de un fraseo extraordinariamente puntilloso y detallista. No innova especialmente en cuestiones de tempo (bien al contrario, ya que son todos los esperables) ni tampoco en temas de forma y construcción, pero sí que dota a las versiones de una inmediatez comunicativa y una chispa que sin duda son fruto de su procedencia del vivo. El húngaro imprime su personalidad creativa y funde dinamismo con pulcritud, cierto empuje y laboriosidad. El problema, si es que lo hay, es que parece que trata a la música siempre por igual: da lo mismo si interpreta el Op. 1, la sonata de Los adioses o la Appassionata; su modelo articulatorio siempre es el mismo. Modelo que presenta persistentemente a un Beethoven profundamente unido al clasicismo con unas articulaciones sobre todo ligeras y un bello sonido, pero todo ello carente de brío y vigor beethovenianos. Son añoranzas lícitas, la misma música en las partituras ya desprende semejantes adjetivos (grandeza, ternura), pero Schiff no lo acaba de entender así, y firma unas versiones que siendo excelentes, no llegan a algo superior. Su mensaje es fresco y sensato, libre de arrebatos y de fuerza arrolladora, extremadamente pulido y correcto. ¿Versiones diferentes? Sí, porque llevan la firma de la casa. ¿Necesarias con toda la tradición de sacerdotes beethovenianos en el haber de la historia del piano? Eso ya cada cual dirá. Yo diría que no. Emili Blasco BEETHOVEN: Conciertos para piano y orquesta. MIKHAIL PLETNEV, piano. ORQUESTA NACIONAL RUSA. Director: CHRISTIAN GANSCH. 3 CD DEUTSCHE GRAMMOPHON 477 7475 (Universal). 2007. 170’. DDD. R PN C omo ya h e m o s comentado en SCHERZO recientemente, Mikhail Pletnev y la Nacional Rusa con Christian Gansch grabaron el año pasado los cinco conciertos para piano y orquesta de Beethoven en tres CDs que fueron saliendo uno a uno en las tiendas. Y hasta hace bien poco solamente se podían adquirir independientemente; pero una curiosa gracia de las discográficas, hace que ahora salgan en una caja todos juntos. Bien. Como ya dijimos en su día, se trata de unas interpretaciones no recomendadas a todo aquel que pretenda un respeto hacia la partitura, y sí en cambio pueden ir dirigidas a los que prefieran un Beethoven muy brillante y extrovertido, que abusa de los tempi y que con una fantasía francamente abrumadora y hasta ofensiva se pasea por las partituras como si nada. Porque Pletnev hace eso y mucho más. Este particular pianista abusa de la originalidad y la sitúa como condición. Emili Blasco BELLO-PORTU: Obra coral completa. KEA GRUPO VOCAL. Director: ENRIQUE AZURZA. NB013 (Diverdi). 2008. 53’. DDD. N PN En el mundo de la composición coral en el País Vasco, de larga y fecunda tradición, Javier Bello-Portu (1920-2004) tiene un lugar propio y destacado, pese a que su producción no es suficientemente conocida, al menos fuera de su tierra. Por eso el presente CD con la obra completa del fallecido autor tolosano es doblemente útil y oportuno. Formado en su ciudad natal y después en Madrid, Francia, Italia, Suiza y Austria, Bello-Portu fue incorporando a su creación musical elementos de aquí y de allá que le sirvieron para que su estilo evolucionase y enriqueciese, aunque en el fondo la columna vertebral de su obra se caracteriza por una importante influencia de la escuela impresionista francesa, con sus mejores características. Si en 1943 Bello-Portu fundó la Escolanía Felipe Gorriti, agrupación mixta de referencia en el mundo coral de la época, aquí es el joven Grupo Vocal KEA, creado en 1997, el encargado de la interpretación con un alto nivel de Hardy Rittner SUTILIDAD Y FIRMEZA BRAHMS: Sonata nº 2 op. 2. Variaciones sobre un tema de Schumann op. 9. Baladas op. 10. HARDY RITTNER, piano. MDG 604 1494-2 (Diverdi). 2007. 67’. DDD. N PN S i hace algunas semanas hablábamos de la aportación de Nicholas Angelich sobre la obra de Brahms como algo sólido y no pasajero, algo que realmente deja huella y profundiza en la esencia romántica del de Hamburgo, ahora es justo también apostar por Hardy Rittner; pianista nacido en 1981, que después de las enseñanzas de Kart-Heinz Kämerling y de Siegbert Kempe en el Mozarteum de Salzburgo (y posteriormente de Pires, Pogorelich y Zimerman) afronta las partituras con personalidad propia, seguridad y quietud. Su Brahms no es comedido pero sí razonable, exquisitamente depurado, selectamente refinado. El joven artista basa su enfoque en la nobleza y la contención, ya que lo emotivo, pese a estar bien vivo resta equilibrado mediante una mezcla de racionalidad y ternura. Rittner interpreta a bordo de un piano Streicher del año 1851, lo cual sin duda confiere a las versiones unas características premarcadas. El sonido del instrumento es cálido y calidad y profesionalidad, garantizando así la continuidad de una tradición tan enraizada en el pueblo vasco. Al tratarse de una obra completa, forzosamente es desigual, pues abarca desde el periodo más juvenil y académico hasta el de más madurez, desde sus primeras obras de temática religiosa hasta sus últimas polifonías sobre poemas de Unamuno, coexistiendo las piezas más conservadoras en la escritura con otras que incluyen recursos expresivos más atrevidos. Con otra nota a destacar: la cuidadosa selección de los textos de sus canciones, terreno literario que conocía muy bien. José Guerrero Martín BOCCHERINI: Seis Cuartetos para cuerda op. 2. ALEA ENSEMBLE. STRADIVARIUS 33758 (Diverdi). 2006. 73’. DDD. N PN redondo, en cierta manera exuberante; de siete octavas y ya con el doble escape, este piano vienés permite de sobras el abordaje de semejantes obras tal y como hoy las entendemos. El intérprete en él se siente cómodo, y a través del “moderno” mecanismo que ya posee el instrumento, se expresa libremente y sin estereotipos. Su touché es poético y distinguido, su concepción extraordinaria, porque prima sobre todo la estabilidad y la firmeza. Rittner, absolutamente libre de dificultades técnicas, da forma a las obras con maestría y rigor, combinando los rubati (casi imperceptibles a menudo) con un fraseo introvertido y cargado de emoción. En fin, lo que es un principio de colección (obras de juventud, volumen nº 1) muy pero que muy prometedor. Emili Blasco L a contribución de Boccherini a la introducción en el paisaje musical del cuarteto de cuerda, tal y como lo conocemos hoy, está tal vez aún por revisar. Estas seis pequeñas sonatas para cuatro, como se conocían entonces, configuran su Op. 2 y se cuentan entre sus obras más tempranas, que vienen de aquellos primerísimos años sesenta en los que el joven autor ya sabía lo que era pasear por Viena. Si algo destaca en ellas, sin llegar obviamente a sorprender por la condición del músico, es la emancipación del violonchelo, que se da el lujo de compartir por norma el protagonismo del primer violín e incluso de asumir el mando en algunos cantabiles. Los tres movimientos responden, en cambio, a un modelo formal muy de su tierra ya en el final de su cami- 81 D D I SI CS O C O S S BOCCHERINI-BUXTEHUDE no. De ahí a considerarlo arcaico, como a veces se suele leer, hay un trecho. Los cuatro italianos del Alea Ensemble demuestran ser artistas de altura que se entienden entre sí y que parecen sentirse partícipes de algo grande. La morbidez del sonido es melancólica (Primer Cuarteto, movimientos centrales) o gozosa (Allegro Assai del Quinto Cuarteto), según se prefiera, siempre envuelta en un lirismo jovial, fresco y transparente que nos hace imaginar a ratos un ventanal con vistas al sol de la Toscana y que permite a este disco ir bastante más allá de lo meramente agradable. Asier Vallejo Ugarte BONIS: Suite op. 59. Andante et allegro op. 133. Air vadois op. 108. Septuor-Fantasie ou Concerto op. 72. Scènes de la forêt, op. 123. Suite dans le style ancien op. 127, nº1. Pièce op. 189. Une flûte soupire op. 121. Scherzo final op. post. 187. TATJANA RUHLAND, flauta; FLORIAN WIEK, piano. MITGLIEDER DES RADIOSINFONIEORCHESTERS STUTTGART DES SWR. HÄNSSLER CD 93.204 (Gaudisc). 2006. 71’. DDD. N PN H ace 82 poco ya nos referimos en estas páginas (véase página 77 de SCHERZO nº 234) a la música de la compositora francesa Mel Bonis (1858-1937) y este compacto viene a abundar en aquellas primeras impresiones. Su mundo estético es el romanticismo un punto salonnier con alguna que otra pincelada vagamente impresionista, cercana a un Fauré pero sin podérsele equiparar. Nuestro compañero Juan Carlos Moreno se refería a la convencionalidad de su música en el comentario al que aludíamos al principio, apreciación que cualquiera puede compartir, pero también es verdad, como él señalaba haciéndose eco de unas palabras de Saint-Saëns, de su excelente factura. Por momentos inspirada y poética, amable en todo momento, esta música se escucha con sumo placer pero, al menos en el repertorio que este compacto nos ofrece, no conviene abusar de ella sino que hay que tomarla en pequeñas dosis ya que puede cansar no sólo por una cierta uniformidad sino también por lo previsi- John Eliot Gardiner BRAHMS CON OTRO COLOR BRAHMS: Sinfonía nº 1 en do menor op. 68. Begräbnisgesang. Schicksalslied. MENDELSSOHN: Mitten wir im Leben. CORO MONTERVERDI. ORQUESTA REVOLUCIONARIA Y ROMÁNTICA. Director: JOHN ELIOT GARDINER. SOLI DEO GLORIA SDG 702 (Diverdi). 2007. 74’. DDD. N PN Nuevo e interesantísimo proyecto de Gardiner a partir de grabaciones en vivo para su propia firma discográfica. El director británico cuenta en su historial con magníficos logros brahmsianos, como el Réquiem alemán o del registro consagrado a los Liebeslieder Waltzer y otras obras corales. La presente distribución de las sinfonías al lado de obras corales —del propio Brahms o de otros autores, como la de Mendelssohn en este disco— extiende la empresa hasta cuatro discos, lo que acaso no encaja muy bien con las actuales dificultades del mercado, pero es necesario para el plan del director. No sólo nos explica las raíces del sinfonismo brahmsiano, que antes de ble que es en más de un momento. Versiones voluntariosas a cargo de intérpretes más que capaces. Un buen disco pero poco más. Josep Pascual BRAHMS: Cuartetos de cuerda opp. 51, nºs 1 y 2, 67. CUARTETO AURYN. 2 CD TACET 155 (Gaudisc). 102’. DDD. N PN En honesta y bien entendida labor en cuanto a estilo y ejecución, el Cuarteto Auryn despliega su sintonía con la música camerística de Brahms, música densa, muy elaborada, que responde plenamente a las exigencias que el autor nacido en Hamburgo se planteaba a sí mismo, madurando y repasando su obra. No hay nada que reprochar, digo, a este cuarteto alemán, que denota un magnífico entendimiento de las obras del hamburgués y arroja una edición valiosa abordar el género logró una considerable maestría en el terreno de la música coral, sino que sirve de demostración de la viabilidad de la lectura de la escritura del hamburgués en clave de cantabilidad vocal. Aquí sigue Gardiner los pasos de Norrington en la persecución de un Brahms más limpio de añadidos de la tradición posterior, si bien este acercamiento es más efusivo y lírico que el despojado del fundador de los London Classical Players. Nos brinda Gardiner en el primer disco de su ciclo un maravilloso Begräbnisgesang dotado del recogimiento e intimidad de un lied. El Schicksalslied suena plenamente brahmsiano en su poética melancolía, si bien la parte central más animada resulte un punto cortante y expeditiva, a cambio, eso sí, de un efecto inigualable en la reexposición de la sección inicial. Ya en la Sinfonía, el rápido tempo aplicado al Un poco sostenuto inicial priva al pasaje de grandeza fatalista, mas en el Allegro la incisiva acentuación, el vibrante tratamiento del ritmo conducen la música de manera de estos tres cuartetos, cuando en la carátula se señala la edición completa de los de Brahms por los mismos intérpretes. Hay un reparo: y es que la corporeidad del sonido, siendo tímbricamente buena, queda un poco falta de peso, de densidad sonora. No es una falta en sí misma y, además, quien escucha llega a familiarizarse con ella y se entra en ese mundo igual. Recomendable este disco doble. José Antonio García y García BRAHMS-JOACHIM: Danzas húngaras WoO 1. JOACHIM: Variaciones en mi menor. HAGAI SHAHAM, violín; ARNON EREZ, piano. HYPERION CDA67663 (Harmonia Mundi). 2007. 66’. DDD. N PN En 1995 apareció en el mercado un disco de Naxos grabado el año anterior con la versión de Joachim de las Danzas húngaras de Brahms inexorable. La tesis de lo cantable de la música instrumental de Brahms no puede tener mejor demostración que la intervención del oboe en el Andante sostenuto. Sorprendente, por su novedad, el Un poco allegretto e grazioso, donde las maderas crean efectos tímbricos y texturas casi inauditos. Tenso comienzo del Finale hasta la gloriosa llamada de la trompa; el tema principal es luego dicho por Gardiner con parsimonia y elegancia singulares. El nervioso desarrollo encaja muy bien con esta música, expuesta con inequívoco sesgo beethoveniano. Una Primera muy distinta y desde luego digna de ser oída. Enrique Martínez Miura más dos piezas del mítico violinista, un Andante y una Romanza. Los intérpretes, Marat Bisengaliev al violín y John Lenehan al piano. De vez en cuando ha podido escucharse alguna de estas danzas según Joachim pero esa grabación de Naxos permitía escuchar todo el ciclo, algo que para muchos era una novedad. Ahora, dos jóvenes músicos israelíes de reconocido prestigio nos ofrecen su lectura de estas encantadoras danzas también según la transcripción de Joachim, una transcripción que es todo un desafío para el violinista dada su extrema dificultad. Desde luego, es el violinista el protagonista absoluto en este despliegue de efectos y virtuosismo pero el pianista debe ser más que competente y ocasiones para lucirse no le faltan aunque, evidentemente, su papel no destaque tanto como el de su compañero. Joachim, húngaro de nacimiento, conocía el peculiar estilo violinístico de los gitanos de su tierra de un modo absolutamente brillante y probablemente exhaustivo. Shaham está sensacional y convence plenamente, sin problemas a pesar de D D I SI CS O C O S S BOCCHERINI-BUXTEHUDE lo que se le exige en muchos momentos. Pero Shaham, además, transmite toda la nostalgia y el espíritu popular cercano a la improvisación propio de esta música contando en todo momento con el eficaz apoyo de Erez. Completan el programa las Variaciones en mi menor de Joachim, tan rapsódicas y brillantes como las danzas y que constituyen un excelente complemento a éstas. Josep Pascual BRUCKNER: Misa nº 2 en mi menor. Motetes. SWR VOKALENSEMBLE STUTTGART. MIEMBROS DE LA SINFÓNICA DE LA RADIO DE STUTTGART. Director: MARCUS CREED. HÄNSSLER SACD 93.199 (Gaudisc). 2007. 65’. DSD. N PN Misa nº 3 en fa menor. INGELA BOHLIN, soprano; INGEBORG DANZ, contralto; HANS-JÖRG MAMMEL, tenor; ALFRED REITER, barítono. CORO DE CÁMARA RIAS. ORQUESTA DE LOS CAMPOS ELÍSEOS. Director: PHILIPPE HERREWEGHE. HARMONIA MUNDI HMC 901976. 2007. 56’. DDD. N PN Sólo en la Tercera de las misas se atisba el gran estilo sinfónico bruckneriano; la Segunda forma todavía parte de la producción de un maestro que, de haber seguido por ese camino, no hubiera pasado de la zona más provinciana de la historia de la música. Sin embargo, no es la página más importante la que estimula una interpretación de mayor altura. Creed extrae de su magnífico coro —plástico y afinado— lecturas ingenuas pero plenas de musicalidad de los motetes, de las que destaca un sensacional, expresivo Pange lingua. Maravilloso el pianísimo final de Christus factus est. Ya en la Misa, no faltan los efectos de grandiosidad —como la entrada de los vientos antes de la reexposición del Kyrie— que anuncian lo que será el Bruckner de los gigantescos bloques orquestales. Voces e instrumentos cuentan con elocuentes intercambios en el Gloria y el Credo. El crescendo hasta el clímax en el Agnus Dei anuncia también el sinfonismo del autor de Ansfelden. Más bien decepcionante, pese a sus aciertos parciales, la Misa nº 3 por Herreweghe. La música fluye con naturalidad, pero los violines poseen una sonoridad un tanto metálica. Muy por encima, la labor del coro. Momentos como la indudable magnificencia del “Et expecto resurrectionem mortuorom” corren el riesgo de quedar finalmente algo raquíticos —y ni siquiera hace falta pensar en lo que aquí conseguía Celibidache—; otras carencias en el rendimiento, como el timbre estrangulado del tenor en el “Et incarnatus” o las dificultades de homogeneidad de entonación de la soprano en el Benedictus, que rompen el clima poético logrado por la batuta, no puede decirse que sean bazas que se sumen a favor de la edición. Enrique Martínez Miura BUXTEHUDE: Obras completas para órgano vol. 1. CHRISTOPHER HERRICK, órgano de la Catedral de Helsingor, Dinamarca. HYPERION CDA67666 (Harmonia Mundi). 2007. 78’. DDD. N PN El organista británico Christopher Herrick inicia en Hyperion una nueva integral de la obra organística de Buxtehude, y para hacerlo se ha ido a una de las ciudades que se propone como posible cuna del músico, la danesa Helsingor (aunque en la mayor parte de las fuentes se considera más probable la ciudad alemana de Oldesloe), para sentarse en la tribuna de un instrumento construido en 1969 y renovado en 1987 y 2005. En programa, una selección de 16 piezas (de casi el centenar de obras organísticas que incluye el catálogo del músico) entre preludios (que en realidad adoptan siempre la forma de preludio y fuga; se incluyen BuxWV 139, 150, 151 y 162), preludios de coral (BuxWV 178, 184, 208 y 221), fantasías de coral (BuxWV 195 y 210) y variaciones de coral (BuxWV 179 y 205, el segundo es un Magnificat de noveno tono), además de la Chacona BuxWV 159, la Tocata BuxWV 157, la Canzona BuxWV 168 y la Fuga BuxWV 174. Interpretación de líneas suaves y elegantes. Herrick privilegia la claridad de las voces, la belleza del sonido, los registros más dulces al vigor y las grandes explosiones sonoras. Las fugas están trazadas con estricto rigor rítmico y notable transparencia, Philipp Vandré, Elmar Schrammel ORIENTE/OCCIDENTE CAGE: Sonatas para piano preparado. OTTE: Das Buch der Klänge. Studentbuch. PHILIPP VANDRÉ, ELMAR SCHRAMMEL, piano. WERGO 6706 2 (Diverdi). 2006. 76’. DDD. N PN Normalmente, en las exposiciones de arte los responsables contemplan la posibilidad de diálogo entre las obras. En los programas de música, en cambio, es raro ver esta clase de juegos. Se prefiere la unidad, antes que la confrontación. Por eso hay que felicitar a Ingo Ahmels al proponer la combinación Oriente/Occidente como dos formas de plantearse la música para piano, la de John Cage (la influida por el arte oriental) y la de Hans Otte (1926-2007), fuertemente enraizada en la armonía occidental. El mismo Ahmels explica en las notas su interés por propiciar así un diálogo entre las dos vertientes. En el CD de Wergo se suceden las piezas en un orden muy atractivo: tras un Otte soberbio, extenso (la segunda de las piezas de su magnum opus, el Libro de los sonidos), el pianista Elmar Schrammel empieza a desgranar su particular visión de las Sonatas para piano preparado (sólo hay un Interludio, el nº 1) en una lectura que refuerza el lado poético y ensimismado de la obra, extrayendo de lo percutido sólo un apunte exótico. Se obtiene de este modo un registro espléndido, tanto por lo insólito de la propuesta como por la calidad extraordinaria de la música. Si la de Cage es conocida suficientemente, la de Otte aún no lo es, lo que no deja de ser chocante, pues se trata, en el caso tanto de Das Buch der Klänge como de Studenbuch, de la que aquí se recogen 6 pero en los preludios o en la Tocata el fraseo se hace más flexible y parece querer atrapar su original esencia improvisatoria. La ornamentación llega a ser incluso suntuosa en piezas como BuxWV 178 o BuxWV 205, pero en general tiende a la sobriedad en el contexto de una interpretación de tempi tirando a rápidos y gran limpieza y agilidad en la pulsación. Buen inicio de integral. Pablo J. Vayón momentos, de una música altamente cautivadora, heredera del mejor Debussy y de los sonidos melancólicos del ciclo Les heures persanes, de Koechlin. Discurso tonal, pero con empleo de armonías no resueltas, que crean en la escucha la impresión de cierto flotamiento, en Das Buch der Klänge deja Otte que el tiempo resuene, que el piano se transforme en un fenómeno natural. Herbert Henck ya había servido en 1999 una versión de esta música que se ha convertido en única referencia (ECM). Si a Henck le interesaba potenciar una sonoridad más acorde con lo que de herencia hay en Otte de la vanguardia alemana (cierta agresividad en los clusters de la pieza octava), Philipp Vandré logra una sutilidad extrema en su lectura para Wergo. Dos son los momentos álgidos: la octava sección, una de las cumbres del pianismo moderno, y la breve pieza nº 6, tan cercana al mundo de los Preludios de Debussy. El gamelán (influencia última del hacer de Cage en las Sonatas) dialoga con el minimalismo cierto del Libro de los sonidos de Otte, pero donde también se dan cita las formas que han alimentado la tradición occidental, desde Bach hasta Schoenberg, Debussy y Messiaen. Francisco Ramos BUXTEHUDE: Obras para clave vol. II. LARS ULRIK MORTENSEN, clave. NAXOS 8.570580 (Ferysa). 1998. 53’. DDD. R PE S egundo volumen clavecinístico de las reediciones que Naxos publica procedentes del sello Dacapo. Como en el primer álbum de la serie, Lars 83 D D I SI CS O C O S S BUXTEHUDE-DUROSOIR Ulrik Mortensen toca aquí al clave algunas obras atribuidas al órgano en el catálogo del músico, en este caso, la Fuga en do mayor BuxWV 174, la Canzonetta en sol mayor BuxWV 171, la Canzona en sol mayor BuxWV 170 y el preludio de coral Nun lob, mein Seel, den Herren BuxWV 215. A su lado, el aria con variaciones More Palatino BuxWV 247, la Suite en sol menor BuxWV 242, la correnta con variaciones titulada Zimble BuxWv 245 y la Suite en mi menor BuxWV 235. Un programa acaso menos abigarrado que el primero, en el que Mortensen privilegia la sensualidad de los aires de danza (muy delicadas las dos Allemandes) y el virtuosismo ornamental y la flexibilidad rítmica que aplica a los juegos de variaciones. El instrumento es el mismo del primer volumen, una copia de Ruckers de sonido robusto y algo mate, pero que puede sonar también con brillantez, como se muestra por ejemplo en la Fuga, que Mortensen toca de forma impecable a un tempo rapidísimo, y que incluye un registro de laúd, que el clavecinista danés emplea mucho más que en el volumen 1 y con notable acierto, por ejemplo, en la tierna variación final del aria More Palatino, que concluye así casi transfigurada en color y espíritu, en la zarabanda de BuxWV 235 o en el preludio coral, que cierra el CD de forma muy sugerente. Pablo J. Vayón CAGE: Two2. BOB HASKINS, LAUREL KARLIK SHEEHAN, pianos. MODE 193 (Diverdi). 2001. 74’. DDD. N PN De todas las 84 number pieces de John Cage, esta que presenta el sello Mode, Two2, para dos pianos, es la que se encuentra más cerca del universo sonoro de un Morton Feldman, pero no porque Cage así lo buscase, sino porque la estética manejada por ambos podía hacer que en algunos casos coincidieran sus propuestas. Two2, dentro del catálogo de Cage, se situaría muy cerca de las desnudas Music for piano, pero allí donde los silencios se manifiestan en toda su crudeza, en Two2 se vuelven menos agresivos y participan de un discurso que, como en el Feldman de Piano o Palais de Neeme Järvi, Andrew Litton UN PLACER CHAIKOVSKI: Sinfonía nº 2 en do menor op. 17 “Pequeña Rusia”. Obertura en fa mayor. Obertura sobre el himno nacional danés op. 15. La tempestad op. 76. SINFÓNICA DE GOTEMBURGO. Director: NEEME JÄRVI. BIS SACD-1418 (Diverdi). 2004. 73’. DSD. N PN Concierto para violín en re mayor op. 35. Souvenir d’un lieu cher op. 42 (arr. Glazunov). GLAZUNOV: Concierto para violín en la menor op. 82. VADIM GLUZMAN, VIOLÍN. FILARMÓNICA DE BERGEN. Director: ANDREW LITTON. placer. Así de sencillo resulta definir a esta pareja de hecho, formada por sendos registros BIS. El primero de ellos nos ofrece una versión auténticamente referencial de una obra que, en principio, no se encuentra entre lo mejor de la producción de su autor. La Pequeña Rusia es una sinfonía con encantos diseminados aquí y allá, pero lejos aún de sus hermanas mayores. Sin embargo, abordada con el talento que aquí demuestran conjuntamente batuta y orquesta, lo pequeño se engrandece y acaba por merecer el mejor de los aplausos. Con una toma sonora de lujo, el resultado global comienza a degustarse ya desde su movimiento inicial en el que Järvi consigue hacernos olvidar la escasa calidad motívica gracias a una precisión espectacular y a un virtuosismo apabullante. El estado de euforia continúa cabalgando sobre un Andantino marziale juguetón, casi diríase paródico, seguido de un tercer movimiento donde el irresistible impulso rítmico nos hace perdonar las leves pérdidas de un control algo apresurado. El buen gusto dinámico y la lógica del fraseo del maestro estonio es aquí de esas que a uno le llegan a hacer dudar sobre si existe cualquier otra manera de entender esa música. Finalizando, el movimiento conclusivo se aparta con sabiduría del riesgo de un triunfalismo fácil que acecha tras la omnipresente sección percusiva, logrando de los atriles nórdicos una nueva lección de virtuosismo. Como complemento se ofrecen tres oberturas, obras de escasa relevancia a excepción de La tempestad, en las que el altísimo nivel de entrega ya descrito acerca de la sinfonía vuelve a hacerlas merecedoras de interés. El segundo disco nos depara la escucha de un violinista excepcional: Vadim Gluzman. Como protagonista del siempre agradecido Concierto de Glazunov, el carácter interminable- mente lírico de esta obra le permite ir marcando permanentemente el rumbo a una orquesta que, sin presentar grandes objeciones no llega a situarse al nivel de los de Gotemburgo. De la mano del propio Glazunov regresaremos a Chaikovski para encontrarnos con el arreglo que aquél realizaría del Souvenir d’un lieu cher, tomando la estructura concertante con violín solista. Obrita desmadejada pero mona, a Gluzman se le presenta aquí la ocasión para mostrarnos un bellísimo cantabile sosegado, que contrastará con el siguiente plato fuerte del disco. Efectivamente, ataca el Concierto op. 35 del ruso —cuya página central original, tras ser sustituida por la Canzonetta, acabó resultando la Méditation que encabeza el Souvenir— con un sonido potente y dúctil, una afinación impoluta y una precisión diabólica, tanto en articulación como en arco. La versión tiene tal grado de insultante atrevimiento que llega a convertir en un verdadero ejercicio de virtuosismo orquestal su mero acompañamiento. Puro fuego. Mari, se organiza como una cadena de secuencias que marchan imperturbables, que parece que niegan el tiempo, que crispan al receptor poco avisado por su aparente inmovilidad (sonidos escanciados con un orden de ritual, pulsaciones con ayuda del pedal para reforzar la sensación del instante, cortes bruscos de la secuencia para hacer que en la memoria del oyente no se guarde ningún sonido), pero que, a poco que se acepte el juego de Cage, ocurre el milagro de lo trascendente: el material se vuelve cercano, nos acuna con cada acorde, nos lleva a zonas placenteras. El sonido, al interrogarse continuamente, crea esa sensación de inestabilidad típica de un Morton Feldman, pero también aquí de Cage. Two2 es, por tanto, una de las cimas de esta monumental serie de obras del último período de Cage, logrando los dos intérpretes, Haskins y Sheehan, sobrepasar el listón técnico que supone la lectura parsimoniosa de cada esquema o cuadro temporal (el “time bracket”) y el seguir la pauta de tocar sus respectivos compases según la altura del sonido elegida, siempre con el cuidado de no pasar al compás siguiente antes de que el compañero no haya terminado de tocar su parte. Toda esta suerte de procedimientos técnicos y la relación que tiene aquí Cage con el “renga”, el modelo poético japonés, especie de inspirador de la armonía que sostiene la pieza, son explicadas en detalle y buen gusto por uno de los músicos, Bob Haskins, en las excelentes notas que acompañan a la grabación de Mode, que acierta una vez más en su ciclo The number pieces. BIS SACD-1432 (Diverdi). 2007. 71’. DSD. N PN Un Juan García-Rico Francisco Ramos COPLAND: Concierto para piano. The Tender Land (suite). Old American Songs, vols. 1 y 2. BENJAMIN PASTERNACK, piano. ST. CHARLES SINGERS. SINFÓNICA DE ELGIN. Director: ROBERT HANSON. NAXOS 8.559297 (Ferysa). 2007. 64’. DDD. N PE D D I SI CS O C O S S BUXTEHUDE-DUROSOIR E s probable que más de un aficionado considere que la suite de The Tender Land queda mejor que la ópera entera. El espléndido hombre de teatro que era Copland en obras como el ballet Appalachian Spring parece desmentirse en la idílica secuencia de la ópera, que hemos examinado aquí hace mucho tiempo con motivo de una versión fonográfica que tal vez sea inencontrable hoy (Brunelle, Virgin). Algo de música de cine hay en la suite, pero es lógico, la música de cine se inventó allí, y si Korngold creó ciertas pautas, otras (la música incidental amorosa, por ejemplo, trasunto del dúo de amor operístico) surgen poco a poco y dan lugar a músicas como la del primero de los tres movimientos de la suite de The Tender Land, ópera que, no lo olvidemos, es tardía, de 1952-1954 (pero, si a eso vamos, también dan lugar a momentos del Andante del Concierto). Esta ópera recoge en parte la rabia ante la caza de brujas del momento. No hay que exagerar en cuanto a escepticismo ante este título: la ópera es muy estimable, aunque no sea la mejor ópera americana, y contiene mucha música bella o interesantísima, o ambas cosas. Pasternack repite hazaña pianística con Copland, y nos da un precioso díptico de unos 17 minutos, el del Concierto para piano del que ya se conocen excelentes versiones en disco, y que desde ahora cuenta con una más, gracias también al inspirado acompañamiento de la Elgin Symphony dirigida por Hanson. Mención especial requieren los dos tomos de Viejas canciones americanas para coro, cinco en cada volumen, de una autenticidad poética en lo sonoro y lo lírico y lo folk que garantiza la verdad artística de unas obras bellas como lo sencillo y poderosas como lo genuino. ¿Casticismo? El imprescindible. ¿Virtuosismo? El de los Charles Singers y el barítono Nathaniel Stampley en tres ocasiones o el tenor Jeffrey Hunt en una. ¿Resonancias? Para nosotros, educados en el western, los viejos cantos populares que aparecían en las pelis del oeste, y en ocasiones así es cuando se ve su sentido, se advierte eso que decíamos antes, su verdad. Muy bello disco, sí señor, gracias a esos solistas, claro está, pero sobre todo a Robert Hanson y a esta casi desconocida formación que es la Elgin Symphony, de Illinois; una Noriko Ogawa, Lan Shui FIESTA CHEREPNIN: Conciertos para piano nºs 1 y 3. Festmusik. Marcha sinfónica. NORIKO OGAWA, piano. SINFÓNICA DE SINGAPUR. Director: LAN SHUI. BIS CD-1317 (Diverdi). 2002. 55’. DDD. N PN Grabado hace seis años, este disco ha tardado lo suyo en salir, pero más vale tarde que nunca, porque ¡vaya fiesta! Y eso que los primeros tres minutos del Concierto para piano nº 1 (1919) de Alexander Cherepnin (1899-1977) harán pensar a más de uno que le han puesto un compacto equivocado, pues lo que suena es puro Philip Glass. Cuando el piano hace su heroica y arrebatada entrada alla Rachmaninov, esa sensación empieza a desvanecerse para dar paso a una composición tan heteróclita e irregular como apasionante en su único movimiento. El Concierto nº 3 (1932) abandona el pathos romántico para traernos al Cherepnin más “modernista”, orquesta en alza, nos dicen en el libreto. Sin duda que es así. En fin, un recital que nos da cuenta de un Copland no siempre en primer plano, pero de una altura artística superior. Santiago Martín Bermúdez DONIZETTI: Lucia di Lammermoor. MARIELLA DEVIA (Lucia), GIUSEPPE SABBATINI (Edgardo), VLADIMIR STOYANOV (Enrico), CARLO COLOMBARA (Raimondo). CORO Y ORQUESTA DEL TEATRO LÍRICO DE CAGLIARI. Director: GÉRARD KORSTEN. 2 CD DYNAMIC CDS 576 1/2 (Diverdi). 2004. 137’. DDD. N PN C uenta Lucia di Lammermoor con una discografía muy amplia y la propia protagonista de este registro tiene en su haber otras grabaciones más antiguas, dirigidas por Gardelli y Mehta y una versión en DVD de 1992, procedente de la Scala de Milán. Mariella Devia es una cantante musical, con un estilo delicado, vinculado al timbre ligero, que con el tiempo ha adquirido más consistencia. Su más próximo a Stravinski y Bartók, pero enriquecidos con armonías, ritmos y melodías que miran más allá de la tradición musical europea, en concreto a Egipto. A todo lo cual hay que sumarle esa fantasía para las sonoridades orquestales propia de los músicos rusos y una escritura para el solista nada fácil… En cuanto a Festmusik (1931), se trata de una suite sinfónica de la ópera La boda de Sobeida. Y a fe que el título le hace justicia, pues la partitura es espectacular, una especie de adaptación a los nuevos tiempos de los cuentos de hadas de RimskiKorsakov, plenamente rusa en su sentido de lo grotesco, en su imaginación tímbrica (la Entrada, por ejemplo, con sus redobles de la percusión, los contrastes de tesitura de los vientos empleados y lo caprichoso de sus temas) y en su explotación de elementos exóticos y orientalistas. La Marcha sinfónica (1951), en cambio, es más circunstancial y un tanversión es interesante, delicada y de cierta sutileza, con una técnica segura, aunque echamos a faltar una mayor fuerza interpretativa, sin olvidar que hablamos del belcanto, y además con el paso del tiempo la voz ha disminuido en brillantez, lo cual le hace reconducir determinadas agilidades y notas agudas. Giuseppe Sabbatini es un tenor que ha destacado más que por la belleza de su voz, por un canto elegante, un buen fraseo y una gran profesionalidad. Carlo Colombara, en un papel que es breve, confirma su línea aristocrática, su estilo noble y un buen dominio del personaje, completando el reparto el correcto Vladimir Stoyanov, buen profesional. La dirección musical de las masas estables de Cagliari está cargo de Gérard Korsten, en una versión cohesionada, pero algo distante, no acabando de surgir ni el estilo donizettiano, ni las sutilezas que la partitura demanda. Albert Vilardell DUROSOIR: Cuartetos de cuerda nºs 1-3. CUARTETO DIOTIMA. ALPHA 125 (Diverdi). 2007. 80’. DDD. N PN to aparatosa. Noriko Ogawa lucha por sobrevivir a la hercúlea parte pianística de los conciertos convirtiendo por momentos su instrumento en uno de percusión, aunque el resultado acaba convenciendo. La orquesta, en cambio, no llega a hacer justicia a la brillantez, exuberancia y desparpajo de esta música. Suena opaca, y aunque mejora en la Festmusik, estos pentagramas dan más de sí bajo una batuta con un poco de imaginación. Aun así, lo dicho, una fiesta de disco. Juan Carlos Moreno La Primera Guerra Mundial fue el catalizador que llevó a Lucien Durosoir (18781955) a dejar la carrera de violinista de concierto por la de compositor, una profesión en la que tampoco se prodigó demasiado (41 números de opus, 34 de ellos del período de entreguerras) y que abordó más bien en secreto, alejado de los círculos musicales parisienses. Sólo algunos colegas, como su mentor André Caplet, pudieron llegar a conocer y admirar unas obras que parten directamente del Fauré más intimista y del último Debussy, del clasicista amante de las formas claras, que no traiciona la tonalidad, pero también amplía su paleta armónica. Fuera de eso, el silencio. Y si no hubiera sido por la labor de su hijo Luc y de la esposa de éste, Georgie, la misma que firma las notas de este compacto, así habría seguido, absolutamente desconocida. ¿Vale la pena la recuperación? Pues rotundamente sí. Estos tres cuartetos, compuestos en 1920, 1922 y 1934, tienen interés más que sobrado, sobre todo por su independencia. Son una prueba de que Durosoir no quería estar a la moda, de que 85 D D I SI CS O C O S S DUROSOIR-HAENDEL huía de cualquier ismo y simplemente escribía aquella música que su temperamento le pedía, sin traicionarse nunca. Y ésa es una música de sólida estructura, texturas diáfanas, trabajado contrapunto (el Finale del Cuarteto nº 1 es una prueba suprema del dominio del maestro en este campo), sugerentes sonoridades (Durosoir era violinista, y eso se nota en el conocimiento que demuestra a la hora de jugar con las posibilidades tímbricas de las cuerdas), un melodismo elegante y una expresividad siempre presente que tiende hacia lo desolado, hacia la descripción de un mundo secreto cuya clave se resiste a darnos. La interpretación del Cuarteto Diotima es irreprochable, un ejemplo de compromiso e implicación hacia unas obras sin elementos de cara a la galería y menos conservadoras de lo que podría parecer en una primera escucha, que se ofrecen en primicia mundial. Vale la pena conocerlas. Juan Carlos Moreno DVORÁK: Serenata op 22. Serenata op. 44. SUK: Meditación “San Venceslao”. PHILHARMONIA DE PRAGA. Director: JAKUB HRUSA. brillante y lleno de virtuosismo y encanto. El álbum proviene de unas grabaciones del sello Vox, que acumula algún que otro tesoro que todavía aguardamos, no sin impaciencia. Ivan Zenaty e Igor Ardasiev CON ENCANTO DVORÁK: Obras para violín Santiago Martín Bermúdez y piano: Piezas románticas op. 75, Sonata op. 57, Balada op 15, nº 1, Mazurek op. 49, Sonatina op. 100. IVAN ZENATY, violín; IGOR ARDASEV, piano. FAURÉ: Elégie op. 24. Papillon op. 27. Sonata para violonchelo y piano nº 1 op. 109. Sonata para violonchelo y piano nº 2 op. 117. Aprés un rêve. Sérénade. MARIA KLIEGEL, violonchelo; NINA TICHMAN, piano. AUDITE 92.566 (Diverdi). 2006. 78’. DDD. N PN De nuevo el Dvorák de belleza asequible e inmediata, el de piezas llenas de encanto “para todos”, como el Allegro inicial y el Larghetto final de las Cuatro piezas románticas op. 75; o el Mazurek, o el tema cantabile del Allegro risoluto que inicia el Op. 100. Por no referirnos a todas las piezas de este repertorio para violín y piano en el que todos, virtuoso, acompañante y público, salen contentos. Como es de rigor en un recital dvorákiano para violín y piano, tenemos los inevitables y benditos Opp. 57, 75 y, desde luego, el 100, cifra redonda que Dvorák quiso que tuviese ese número, y algo forzó las cosas para que así fuera algo después del segundo viaje americano. Hay bastante referencias de este repertorio, en las que destacan violinistas como Josef Suk (el nieto, desde luego). Pero esta referencia que ahora escuchamos, clara, diáfana, bella, penetrante, cantarina, virtuosa, no ocupará un lugar secundario en la más exigente discoteca de nuestro compositor, sino que destacará entre las grandes. Un violinista checo de gran altura, Ivan Zenaty; y un acompañante ruso que resulta muy cómplice en el programa, Igor Ardasev, garantizan el nivel y el encanto de un disco incomparable en su estilo. Santiago Martín Bermúdez SUPRAPHON SU 3932-2 (Diverdi). 2007. 61’. DDD. N PN M uchos afi- 86 cionados conocen bien las bellezas inmediatas de las dos Serenatas de Dvorák, la de cuerdas y la de viento, opp. 22 y 44. Y la de la Meditación sobre el antiguo himno checo “San Venceslao”, de Josef Suk, su discípulo y yerno, obra de 1914 para cuarteto y también para conjunto de cuerda. Pero si alguien no las conociera, aquí tiene una excelente oportunidad de hacerse con ellas en unas interpretaciones cuidadas, analíticas, llenas de encanto. El encanto de tendencia lírica del Op. 22; el de tendencia algo festiva, incluso humorística, del Op. 44. El encanto hondo de San Venceslao. El Op. 22, en la batuta del joven y ya excelente Jakub Hrusa, parece tener su culminación en el Scherzo, el movimiento central de los cinco que forman esta obra; y su lección magistral en el Larghetto que viene a continuación. Lo mismo parece suceder en el Op. 44, con una culminación en el Minueto y una lección “mozartiana” de música nocturna en el Andante. Hrusa cuida con especial rigor la Meditación de Suk, un muy bello broche de este disco checo en familia, cuya belleza, ya hemos dicho, es muy asequible, y no por ello menos digna de la atención de cualquier melómano. Otro logro de Hrusa, del que ya hemos reseñado en esta revista otras importantes lecturas suyas de obras de Dvorák y Suk para Supraphon. Ya sólo le falta saltar al gran repertorio sinfónico de ambos compositores. Santiago Martín Bermúdez DVORÁK: Conciertos para piano, violín y violonchelo opp. 35, 53 y 104. Romance op. 11. Mazurek op. 49. Bosques silenciosos op. 68. Rondó para violonchelo y orquesta op. 94. RUDOLF FIRKUSNY, piano; RUGGIERO RICCI, violín; ZARA NELSOVÁ, violonchelo. SINFÓNICA DE SAINT LOUIS. Director: WALTER SUSSKIND. 2 CD BRILLIANT 99763 (Brilliant). 130’. ADD. R PE Hay discos que hacen las delicias del aficionado. Este doble álbum de Brilliant con música concertante de Dvorák será uno de ellos. Tres referencias, no absolutas pero sí indiscutibles, de los tres grandes conciertos de Dvorák, a cargo de intérpretes de garantía, registros venerables y que suenan bien, precio sin competencia… Como propina, cuatro piezas para solista y orquesta; falta, eso sí, el ahora llamado Primer Concierto para violonchelo y orquesta, pero ya sabemos que se trata de una página no tenida en cuenta más que muy tarde, por el hallazgo de una pieza temprana e inmadura que no está a la altura de una obra maestra como el Op. 104. Firkusny al piano, Ricci al violín y Nelsová al violonchelo son excelentes intérpretes de este repertorio, aunque el aficionado conoce mejor la figura y el nombre del primero. Walter Susskind, con San Luis, se enfrenta con estos excelentes solistas a una obra poco querida, como el Concierto op. 33, a otra que es uno de los grandes favoritos, el Op. 104, y finalmente a ese concierto violinístico de mayor interés por sí mismo que por su ubicación en el repertorio, el Op. 53; estas tres son las grandes bazas de un doble CD NAXOS 8.557889 (Ferysa). 2008. 63’. DDD. N PE Triste e hiperromántica se despliega Elégie en abierto contraste con la evocadora Papillon, etérea y volandera. Sin deslumbrar, en versiones profundas y competentes, a más que notable nivel. Vigoroso y con ese toque de tosquedad que tienen varios de los registros de estas dos intérpretes, el primer tiempo de la Sonata nº 1, alcanzando en el desarrollo del segundo mayor dolcezza y liviandad, como la música pide. Esa adecuación está plenamente lograda en la pieza corta Aprés un rêve, pero a lo largo y ancho de todo el registro destaca esa dureza en el sonido del chelo, posiblemente por excesiva cercanía respecto del micrófono. José Antonio García y García FRESCOBALDI: Arie e Canzone. NANCY MAYER, mezzosoprano. ENSEMBLE BRACCIO. ALIUD ACD HD 024-2 (Gaudisc). 2006. 60’. DDD. N PN El disco presenta un recorrido por canzonas extraídas de diversas colecciones de Frescobaldi en interpretaciones de una banda de violines del Renacimiento (un soprano, dos tenores, un bajo, además de un clave), que se completa con arias para voz sola, entre ellas algunas de las más famosas, como Se l’aura spira o las escritas sobre la Passacaglia y la Romanesca. Sonoridades más bien mates (la propia estructura del instrumentario, con dos voces intermedias, así lo sugería desde el principio) y de dinámi- D D I SI CS O C O S S DUROSOIR-HAENDEL Roberto Loreggian UN CICLO QUE EMPIEZA BIEN FRESCOBALDI: Tocatas & Partitas. ROBERTO LOREGGIAN, clave y órgano. 2 CD BRILLIANT 93767 (Cat Music). 2007. 123’. DDD. N PE Brilliant inicia una colección dedicada a Girolamo Frescobaldi con las Toccate e partite d’intavolatura di cimbalo […] libro primo editadas en Roma en 1615 y luego revisadas y ampliadas en 1628 (Il primo libro d’intavolatura di toccate di cimbalo et organo) y en 1637 (Toccate d’intavolatura di cimbalo et organo). En total son cas estrechas, pero situadas en el contexto de un lenguaje muy articulado, ornamentado con notable gracia y exuberancia, muy claro en los pasajes de mayor densidad polifónica y de fraseo muy fluido. Algo por debajo quedan las piezas cantadas, pues la voz de Mayer resulta demasiado rígida e inflexible y se descoloca en los agudos. Pablo J. Vayón HAENDEL: Salomón. EWA WOLAK (Salomón), ELISABETH SCHOLL (Reina y Mujer Segunda), NICOLA WEMYSS (Reina de Saba y Mujer Primera), KNUT SCHOCH (ZADOK, SIRVIENTE), MATTHIAS VIEWEG (LEVITA). JÓVENES CANTORES. ORQUESTA BARROCA DE FRÁNCFORT. Director: JOACHIM CARLOS MARTINI. 2 CD NAXOS 8.557574-75 (Ferysa). 2004. 160’. DDD. N PE D el oratorio Salomón, estrenado en 1749, hasta este mismo año sólo disponíamos de dos versiones: la de Gardiner, muy bien considerada y con una voz femenina en el papel del título, pero con los muchos cortes posteriormente efectuados por el compositor (dos discos); y la de McCreesh, íntegra (tres discos) pero menos aplaudida pese a las magníficas prestaciones del contratenor Andreas Scholl. Poca cosa tratándose de una composición unánimemente considerada entre las indiscutibles obras maestras de Haendel. Mas hete aquí que, casi pisándose los talones, han aparecido tres más: de una, sobre los mismos parámetros musicológicos doce tocatas (las dos últimas claramente concebidas para el órgano) y una serie de otras diecisiete piezas que incluyen partitas, correntas, balletti y caprichos, algunos compuestos sobre famosos bassi ostinati de la época (Romanesca, Monica, Ruggiero, Follia, Passacaglia), todo un compendio que muestra el dominio de la forma, la sabiduría contrapuntística y la inagotable invención de uno de los compositores más influyentes en el desarrollo de la música europea a lo largo del siglo XVII. Con un clave copia de Giusti, Roberto Loreggian hace unas lecturas muy fluidas, detalladas y expresivas de las obras, con un fraseo suelto, que les da a menudo apariencia de impro- visación, una pulsación de extrema nitidez, que facilita la claridad de los pasajes contrapuntísticos, unas dinámicas algo estrechas, pero bien matizadas, y una ornamentación que realza la vitalidad de las piezas y da variedad al color. Las piezas organísticas (las dos últimas tocatas y el Capriccio fatto sopra la Pastorale) suenan con una más amplia panoplia de colores y contrastes en un instrumento moderno de la Iglesia de San Bernardino de Verona. Pablo J. Vayón Harry Christophers BRILLANTE MESÍAS HAENDEL: El Veintiún años después de su primer registro (sello Hyperion), Harry Christophers vuelve sobre El Mesías, logrando sobrepasar con mucho aquel primerizo y bastante pálido acercamiento al magno oratorio haendeliano. Christophers tiene ahora en sus manos un coro mucho más maduro, flexible y refinado, un equipo instrumental infinitamente más capaz y un cuarteto vocal que para esta música resulta hoy difícilmente superable. Su concepto no ha variado en cambio demasiado. Sigue dominando la brillantez y la ligereza de las líneas sobre la hondura dramática, aunque todo resulta ahora mucho más dúctil y matizado a la par que intenso (esos sforzandi en el But who may abide? atestiguan esto último sin duda), lo cual cabe atribuirlo tanto a la profundización en la obra en estos años por parte del director como a la mayor competencia de su equipo. La claridad orquestal resalta por ejemplo en algunos pasajes de las maderas que habitualmente pasan inadvertidos, como en el coro final de la primera parte, o en el empaste y la tersura de una cuerda que cuenta con el magnífico Walter Reiter como concertino y que suena con una fluidez y un brío extraordinarios. Radiante el coro, levemente escorado hacia el fulgor de las voces agudas, pero con un cuerpo, una plasticidad y una capacidad tanto para articular en riguroso staccato como para apianar el sonido sin perjuicio de la afinación ni la transparencia extraordinarios. El último sustento de esta magnífica aproximación a la más popular de las obras de Haendel recae en un soberbio cuarteto vocal, que forman una Carolyn Sampson de rutilantes medios, técnica impoluta que la de Gardiner salvo por contar con mezzosoprano, a Rafael Ortega Basagoiti (véase SCHERZO, nº 227, págs. 83s) le gustaron más los músicos (cantantes e instrumentistas, solistas y colectivos) que la dirección de Reuss; lo contrario sucedía con otra, donde el reproche mayor que se le podía hacer a McGe- gan era la opción por un contratenor de timbre muy pálido y por niños para la voz de tiple en el coro (véase SCHERZO, nº 228, pág. 83). Aunque dura tres minutos más que ésta, aquella con la que ahora Martini viene a incrementar su ya numerosa prole haendeliana respeta también escrupulosamente la redac- Mesías. (+ fragmentos haendelianos de anteriores discos del sello). CAROLYN SAMPSON, soprano; CATHERINE WYN-ROGERS, contralto; MARK PADMORE, tenor; CHRISTOPHER PURVES, bajo. THE SIXTEEN. Director: HARRY CHRISTOPHERS. 3 CD CORO COR16062 (Harmonia Mundi). 2007. 199’. DDD. N PN (impecable la coloratura de Rejoice!) e incisiva teatralidad; una Catherine Wyn-Rogers que, a despecho de un He was despised algo moroso (se trata en cualquier caso de un aria imposible), frasea con gran elegancia y resulta siempre muy expresiva; un Mark Padmore exultante en todas su intervenciones, pero especialmente en un deslumbrante Ev’ry valley; y un Christopher Purves que combina flexibilidad con profundidad. Una antología de fragmentos haendelianos procedentes de anteriores producciones del sello ocupa el tercer disco del álbum. Pablo J. Vayón ción original. Curiosamente, aquí lo “auténtico” es asignar el papel del sabio rey a una contralto, y Ewa Wolak lo desempeña con un timbre de extraordinaria densidad si bien no a todos gustará su color. La bella voz de la soprano Elisabeth Scholl da la arena en una Reina muy fría, y la de cal en una 87 D D I SI CS O C O S S HAENDEL-MALIPIERO Mujer Segunda a la que con gusto se le disculpa algún desfallecimiento vocal en aras de un mayor realismo en la exaltación fanática de la maldad. Como no deja de sorprender la frecuencia con que suceden fenómenos así, Nicola Wemyss, que no posee un material tan atractivo, expresa primero muy bien la desesperación de la bondadosa Mujer Primera, mientras que luego compone una Reina de Saba sólo discretamente correcta. Como Levita, al bajo abaritonado Matthias Vieweg le falta peso vocal, mientras que el tenor Knut Schoch convence más por el dramatismo que confiere a la breve intervención del Sirviente que cuando ataca con impropia bastedad las coloraturas correspondientes a Zadok. La recomendación se decanta finalmente por McGegan si se tiene en cuenta la oportunidad que con su mayor compacidad en la cuerda superior desaprovechan los Junge Kantorei para buscar los matices que los hagan sonar, según convenga, ora grandiosos, ora delicados, así como la comparativamente escasa elocuencia que Martini extrae asimismo de su orquesta. Alfredo Brotons Muñoz HAYDN: Trío para fortepiano, violín y violonchelo en mi bemol mayor Hob. XV:29. CLEMENTI: Trío I en fa mayor de las 3 Sonatas para fortepiano, violín y violonchelo op. 27. MOZART: Trío para fortepiano, violín y violonchelo en si bemol mayor KV 502. ACADEMIA MUSICI DEI LUMI. ARSIS 4220 (Diverdi). 2008. 62’. DDD. N PN 88 He aquí una grabación que nos hace llegar tres estilos, tres maneras de entender el hecho musical utilizando los mismos medios: combinando el entonces poderoso instrumento de tecla, salido de las brumas del obligado en el acompañamiento barroco, con el violín y el violonchelo. Tres estéticas musicales diferenciables, a pesar de que parte de las vidas de los tres compositores se yuxtaponga. Es de notar que en la maestría innegable de Haydn, la parte del violonchelo duplica casi siempre la parte de la mano izquierda en el teclado, pero aun así, su obra en trío convence por la fluidez, la coherencia y la perfección formal: James Sinclair DEL MEJOR IVES IVES: The Three Orchestral Sets: Three Places in New England, Orchestral Set nº 2, Orchestral Set nº 3 (edición de David Gray Porter y Nors Josephson). CORO DE CÁMARA Y SINFÓNICA DE MALMÖ. Director: JAMES SINCLAIR. NAXOS 8.559353 (Ferysa). 2006-2007. 63’. DDD. N PE Una orquesta media de muy buen nivel, un director muy implicado en estas obras singularísimas y una serie de tres secuencias sinfónicas de gran altura, todavía hoy sorprendentes, todavía hoy llenas de novedad. Pero, además, se trata de inéditos en dos de los tres casos, como veremos. De estos tres trípticos orquestales el más interpretado es el primero, de 1913-1914, conocido más bien como Three Places in New England. Sinclair utiliza una versión originaria más ivesiana, más agresiva que la que más tarde “arregló” el propio compositor. Que hasta ahora nos era desconocida. Ya está ahí el Ives de las sonoridades superpuestas, contrapuestas, opuestas. Y el Ives de la congregación y el himno. Además del Ives del nocturno sugerente e inquietante. Además del Ives del crescendo sonoro que avanza en medio de algo pareinevitable en el de Rorhau. Clementi, por su parte, concedió en estas composiciones concertantes suyas, todas las prebendas a la parte que corresponde al teclado, y no se podría definir si precisamente por esto su Trío en fa mayor aquí grabado queda más humilde, para expresarlo rápidamente, que las obras de sus competidores en el disco. Sin embargo, en el aire queda tras la escucha una especial sutileza nada desdeñable. Y queda Mozart, con su agilidad, su variedad y su increíble imaginación musical. Al ser obra contemporánea de la Sinfonía “Praga” y de Las bodas de Fígaro (¡por Dios: traducir “nozze” por noches a tanto tiempo de la torre de Babel en las notas de carpetilla!) ni que decir tiene, decíamos, que es una obra plenamente madura, que completa y cierra con total autoridad este buen disco. José Antonio García y García cido al caos. Pues bien, más aún lo está en el Set orquestal nº 2, posterior a la gran guerra, que tiene momentos emocionantes, sobrecogedores, sin necesidad de pathos ni de aliento posromántico. Recuerdo una lejana, preciosa lectura de Stokowski para Decca que, ¡ay!, hace años que no escucho. Si los dos Sets anteriores se componen de piezas pensadas por Ives de manera separada, el Tercero iba a constituir un todo pensado como tal desde el principio. Pero el tiempo pasó y Ives ya se consideraba un compositor fuera de la circulación, un jubilado del productivo medio de los seguros al que la enfermedad y el escepticismo alejaban de la creación permanente. De manera que el Tercer Set Orquestal de Ives que presenta este disco no es exactamente obra suya, sino reconstrucción a partir de los materiales en forma de esbozos y borradores del legado del genial compositor estadounidense. De los tres movimientos que lo componen, el más completo en cuanto a material del propio Ives es el primero, Andante moderato (indicación que no es de Ives; tampoco tiene título del movimiento). Pues bien, lo que escuchamos suena a ivesiano (salvo, acaso, cierta tímbrica, JANÁCEK: Obras para piano: En un frondoso sendero I y II. Sonata 1905. En la niebla. Tema con variazioni. Reminiscencia. 3 danzas moravas. MARTINO TIRIMO, piano. 2 CD QUARTZ QTZ 2023 (LR Music). 2003. 109’. DDD. N PN L a claridad es la característica principal del acercamiento al mundo pianístico de Janácek por parte del virtuoso chipriota Martino Tirimo. El segundo de los dos discos de este bello álbum lo ocupan 16 piezas de En un frondoso sendero, esto es, una más de lo habitual; lo que ya no es excepción, puesto que se han descubierto piezas alternativas a las diez del libro primero (las piezas tituladas) y las cinco del segundo libro (sólo con indicación de tempo). Estas miniaturas que tie- qué sé yo), y es sorprendente, bello, caótico, y uno se pregunta cómo ha podido David Gray Porter sacar esos dos primeros movimientos (el segundo, esplendoroso de veras, es el único que tiene título: During Camp Meetin’ Week – One Secular Afternoon in Bethel) y qué milagro y cuánto trabajo han llevado a Nors Josephson a conseguir ese Andante final, generoso en duración, sugerente en su variedad y su tímbrica, su carácter auténticamente vanguardista, casi 13 minutos extraordinarios en todos los sentidos. La altura de las interpretaciones de Sinclair con Malmö es indudable. Pero el valor de las obras va más allá de lo indiscutible. Un disco brillante y profundo, y a un precio más que favorable. Para no dudarlo. Santiago Martín Bermúdez nen mucho de impresionistas, que podrían enfocarse con la borrosidad o la bruma propias de repertorios de muy distinto espíritu son objeto especial de la claridad de Tirimo. Una claridad que no es contundencia, sino sólo exposición llena de sugerencias, sí, incluso vacilaciones y otras expresividades legítimas; y en la que está excluido el exceso de subjetividad y todo lo que huela a romántico. De esa manera diáfana de exponer se enriquecen también las otras obras conocidas del por otra parte breve pianismo de Janácek, sobre todo las tres piezas de En la niebla y las dos de la Sonata 1905, un tríptico muy sugerente y muy sutil, por una parte; y un díptico de contenido pero explícito dramatismo. Tirimo ha grabado este excelente recital en el praguense Palacio de Liechtenstein. Este intérprete filológico de Schubert, que ha tocado lo mismo Rachmaninov que Beethoven, ha hecho honor al marco y a lo que imaginamos D D I SI CS O C O S S HAENDEL-MALIPIERO como esperanza de sus anfitriones: ha dado una lectura de especial interés de un repertorio que cada vez interesa más a los virtuosos del teclado. Aunque se trata de una piezas que no requieren especial virtuosismo en cuanto a digitación y movilidad de dedos, sino en lo que se refiere a concepto, a medida, a matiz. Es el caso de Tirimo, como en su día lo fue de tantos otros (Kvápil, Firkusny, Pálenícek Crossley, Schiff, Klánsky…). Santiago Martín Bermúdez LISZT: Trascripción de la Sinfonía nº 9 de Beethoven. LEON MCCAWLEY, ASHLEY WASS, pianos. pero de entrada una de las consecuencias es que el sonido resultante es un poco duro y áspero, escaso de imaginación. Podría ser debido a la toma pero no, concretamente son los intérpretes que no lo cuidan suficientemente. Entre ambos sí hay equilibrio y sentido musical, mas esta carencia predomina por encima de otras virtudes. Las interpretaciones, aunque fornidas, padecen tosquedad y rusticidades innecesarias, además de rigidez si hablamos de tempi. Esta claro el interés, ya que en este caso tampoco se acostumbran a escuchar semejantes obras al piano, pero la versión no pasa del aprobado. Nada especial. NAXOS 8.570736 (Ferysa). 2007. 66’. DDD. N PE LISZT: Obras para piano y orquesta. LOUIS LORTIE, NELSON FREIRE, STEPHEN MAYER, piano. ORQUESTA DE LA RESIDENCIA DE LA HAYA. FILARMÓNICA DE DRESDE. SINFÓNICA DE LONDRES. Directores: GEORGE PEHLIVANIAN, MICHEL PLASSON, TAMÁS VÁSÁRY. 3 CD BRILLIANT 93700 (Cat Music). 215’. DDD. R PE Inexorablemente, Naxos prosigue con su integral de la música pianística de Liszt ahora con estos dos volúmenes, dedicados especialmente a la escrita para dos pianos. Trascripciones de Franz Liszt que desgraciadamente no abundan en los conciertos al vivo y que pasamos a comentar según interpretaciones. El volumen 28 encierra una espléndida versión de la Novena de Beethoven, con dos pianistas, Leon McCawley y Ashley Wass que perfectamente ensamblados aceptan el reto con un efecto sobresaliente, ya que el equilibrio sonoro es el adecuado, la pulsación es temperada y en consecuencia el sonido resultante es amable y pulido. El dúo obedece a la partitura y plasma un Beethoven vivo y ambicioso. Ellos, llenos de recursos y con un tocar completo dan vida “sinfónicamente” a la partitura pianística, procurando reproducir las texturas orquestales con vigor y sutilidades. El resultado general es muy convincente e indiscutible. Pero el volumen que prosigue a la colección (dedicado a las trascripciones de los poemas sinfónicos) adolece de ciertas durezas en los intérpretes. Tami Kanazawa y Yuval Admony también se esfuerzan pensando en la gran orquesta, José Antonio García y García MAHLER: Emili Blasco NAXOS 8.570466 (Ferysa). 2007. 61’. DDD. N PE Trascripciones de Mazeppa, Les Préludes, Orpheus y Die Ideale. TAMI KANAZAWA, YUVAL ADMONY, pianos. tanz. Los acompañamientos que le hace Plasson son irreprochables e incluso llaman la atención especialmente (escúchese, como ejemplo de la finura del director francés, la introducción del Concierto nº 2, con las deliciosas maderas de Dresde). Todo se completa con el póstumo Concierto nº 3, en el que no se queda atrás Stephen Mayer con el concurso de Vasáry al frente de la Sinfónica de Londres. Es una ocasión; es barato, es francamente bueno. Especial para época de crisis. C ompendio sin fisuras ni en grabación ni en estilo, pese a la diversidad de los intérpretes. Louis Lortie, un pianista que tal vez en el aprecio de muchos melómanos no ha llegado a adquirir el brillo que le corresponde por sus maneras, es quien cubre la parte más amplia del ambicioso programa que recogen estos tres discos. Él se hace cargo de Malédiction, de la Gran Fantasía Sinfónica sobre temas de “Lelio” de Berlioz, el De profundis, la Fantasía sobre un tema de “Las ruinas de Atenas” de Beethoven, de la Polonesa brillante, tomada de Carl Maria von Weber, del Concierto Patético, la Fantasía sobre temas populares húngaros, para terminar con la Fantasía “Wanderer”, tomada de Schubert. Todo lo hace el pianista canadiense con muy alta calidad, riqueza de medios y personalidad. Pehlivanian acompaña en su línea justa y fogosa, que conviene muy bien a estas obras, tocadas todas por el espíritu romántico y dotadas de una riqueza musical que no permite hacer distinciones en cuanto al interés de una u otra. Ni que decir tiene que Nelson Freire hace una labor magistral En los dos Conciertos para piano y orquesta y en la Toten- Sinfonía nº 7. SINFÓNICA DE LONDRES. Director: VALERI GERGIEV. LSO Live LSO0665 (Diverdi). 2008. 72’. DDD. N PN T ercera entrega discográfica del ciclo sinfónico de Gustav Mahler que dirigió Valeri Gergiev la pasada temporada 2007/08 a la London Symphony en combinación con otras obras más o menos coetáneas de Schoenberg, Strauss, Sibelius y los mahlerianos rusos Nikolai Karetnikov y Boris Tischchenko. Así, tras la edición de una imponente Sexta, que se escuchó en concierto junto al arreglo de Shostakovich del Concierto para violonchelo de Tischenko o una irregular Primera, que se programó al lado del Pelleas und Melisande de Schoenberg, llega ahora esta Séptima mahleriana que se registró en marzo pasado durante un concierto en el Barbican londinense en donde también se interpretó la Sinfonía de cámara nº 1 de Schoenberg. Y, desde luego, la idea de juntar ambas composiciones, que datan aproxidamente de los mismos años iniciales del siglo XX, constituye una declaración de intenciones, pues la Séptima siempre se consideró la sinfonía más vanguardista de Mahler, y también la que más interesó al joven compositor austriaco que caminaba por entonces hacia la atonalidad. De hecho, tras haber dirigido la obra de Schoenberg, Gergiev acomete la Séptima de Mahler con toda la modernidad del lenguaje del compositor austriaco en su cabeza. Y ello se traduce, de entrada, en un inicio del Langsam demasiado preocupado por las texturas y muy poco por el rumbo de la obra. Lo contrario sería, por ejemplo, la forma en que Abbado inicia esta obra en su registro también en vivo de Lucerna (Euroarts). No obstante, el maestro osetio va poco a poco encontrando el pulso a esta música, aunque sin perder esa mezcla de intensidad y precisión en dosis extremas tan habitual en el Mahler de los directores rusos. El mosaico formal del primer movimiento tiene momentos brillantes, como los pasajes climáticos que suenan frenétidos en varios momentos, aunque adolece de cierta elegancia y esmero en las transiciones. Sin duda, esa falta de elegancia al yuxtaponer episodios musicales diferenciados afecta a los dos Nachtmusik, y en especial al primero, donde la búsqueda de texturas orquestales impide a Gergiev ver con claridad la música de cámara escondida tras estas notas. El Scherzo central está admirablemente tocado y dispone del aire misterioso y sobrenatural necesario, aunque no encontramos el humor con el que Mahler se rio aquí del mismísimo diablo a ritmo de vals. El Rondo-Finale dispone de la misma paleta intensa y precisa del primer movimiento, aunque Gergiev sigue la misma tendencia de yuxtaponer todos los episodios sin imaginación para encontrar un hilo conductor, llegando al final demasiado preocupado por alcanzar un efecto bombástico que se funda con el estruendo del público (que aquí ha sido cuidadosamente estirpado). En resumen, una Séptima quizá más efectiva en la sala de conciertos que en un lector de SACD, donde la actuación de la London Symphony es excelente y la toma sonora resulta proporcionada y espaciosa. Desde luego, la referencia reciente en vivo de esta sinfonía sigue siendo para mí la versión de Abbado registrada en 2005 al frente de la Lucerne Festival Orchestra (Euroarts). Pablo L. Rodríguez MALIPIERO: Sinfonia del mare. Sinfonías nº 3 “De las campanas” y 4 “In memoriam”. SINFÓNICA DE MOSCÚ. Director: ANTONIO DE ALMEIDA. NAXOS 8.570878 (Ferysa). 1993. 72’. DDD R PE Existe una Italia que no cantaba. O, al menos, que no sólo se dedicaba a eso… Una Italia en la que los músicos abordaban, como no podía ser menos, la ópera, pero sin desdeñar aquellos otros géneros pura- 89 D D I SI CS O C O S S MALIPIERO-MOZART mente instrumentales. Es la Italia de los Pizzetti, los Casella y los Malipiero, una generación fantástica, la de los 80, cuyo talento nos llega a cuentagotas, con la única excepción del menos dotado de sus representantes, ese Respighi de peplum y circunstancia. Pero no hay que lamentarse, y menos en estos tiempos de crisis. Por ello, consideremos como un regalo este disco, primer volumen de una integral sinfónica de Gian Francesco Malipiero (1883-1973) originalmente publicada por Marco Polo. Una edición que vale mucho la pena, y eso que la obra que la abre, la Sinfonia del mare (1906), no es más que un agradable ejercicio de decorativismo impresionista, sin la fuerza de La mar de Debussy, aunque evidencie habilidad para el color instrumental. En todo caso, su escucha es sólo un aperitivo a lo que viene después: la Sinfonía nº 3 “De las campanas” (1945), compuesta bajo la impresión de la ocupación de Italia por los nazis en 1944, anunciada por las campanas de San Marcos de Venecia, y la Sinfonía nº 4 “In memoriam” (1946), un réquiem orquestal para Natalie Kusevitzki. La primera de ellas es una obra sobre todo evocadora, que sólo en su último movimiento se tiñe de dramatismo. Éste, en cambio, está presente de principio a fin en la segunda composición, de armonías mucho más crudas y con una sonoridad marcada por los trombones, que tiñen la música de un tono doloroso y oscuro, pero no por ello resignado, pues mucho hay aquí de rebelión. La interpretación es convincente. La toma de sonido podría ser más transparente y tener más relieve, pero las versiones son lo suficientemente sólidas como para descubrirnos la belleza y calidad de estos pentagramas. Atentos a esta serie. Juan Carlos Moreno MARTINU: Concierto para violín nº 2 H. 293. Serenata nº 2 para cuerdas H. 216. Toccata e due canzoni H. 311. ISABELLE FAUST, violín; CÉDRIC TIBERGHIEN, piano. FILARMONÍA DE PRAGA. Director: JIRÍ BELOHLÁVEK. HARMONIA MUNDI HMC 901951. 2006. 63’. DDD. N PN 90 E n el corazón de este CD, está el Martinu clásico, clasicista y neoclásico por excelencia, el de la Serenade, con un sonido barroquísimo, con una vitalidad y una vivacidad a la que le bastan tres movimientos casi miniaturas para arrollar sonoramente. Antes, abre el registro una esplendorosa lectura del Segundo Concierto para violín, una de las joyas de este compositor que tanto compuso para solista (o solistas) y orquesta; Isabelle Faust, de la que ya tenemos gloriosa noticia en estas páginas (Dvorák, Beethoven), con un repertorio concertante que va desde Mozart hasta Egk y Ligeti, asume con maestría el cometido solista. Como bien sabrán muchos aficionados, es una violinista fantástica, de gran virtuosismo y con ese sentido de cada compositor, de su mundo y su sonoridad. Con Martinu acierta plenamente en este concierto, en el que canta (sobre todo en el Andante) y hasta danza con moderación (en ambos Poco allegro); da gusto revivir a Martinu en estas condiciones, y con el acompañamiento de Belohlávek. Para terminar, otra obra clasicista, Toccata e due canzoni, con conjunto de cuerda y protagonismo solista y hasta cierto punto concertante de Cédric Tiberghien. Belohlávek, sus dos solistas y la orquesta praguense se anotan un excelente tanto con este compatriota, Martinu, una joya del panteón musical checo que cada día crece un poco. Quizá con lentitud ante el grueso de los aficionados, pero siempre de manera segura. Con recitales como éste su causa crecerá y crecerá. ras y música religiosa y para complementar el panorama Opera Rara, pionera en tantas exhumaciones, dedica este registro a redescubrir su producción, que nos lo presenta como un compositor con mucho oficio y con bastantes momentos de inspiración. La selección se inicia con la obertura de Elisa, de aire descriptivo, luego siguen dos páginas de Ginevra de Scozia, procedentes de la grabación ya editada, con el canto cálido de Daniela Barcellona, la valentía de Antonino Siracusa y la profesionalidad de Marilyn Hill Smith y Della Jones, para luego incluir el aria de L’amore coniugale, sobre el mismo tema que Fidelio, cantada musicalmente por Eiddwen Harrhy, a la que siguen el terceto de Adelasia ed Aleramo, algo monótono, y el aria de Elena, con una correcta intervención de Russell Smythe. Los cuatro últimos fragmentos son el quinteto de Cora, muy logrado y de sentimientos contrastados, el aria de Alfredo il Grande, de bella melodía con una interpretación de Diana Montague muy cuidada, el aria de Fedra interpretada con gusto por Penelope Walker y la cavatina de Medea in Corinto, con el gran estilo de Bruce Ford. Los fragmentos están dirigidos por David Parry, siempre tan efectivo y Tiziano Severino, profesional. Albert Vilardell MELCER: Santiago Martín Bermúdez MAYR: Fragmentos de Elisa, Ginevra di Scozia, L’amore coniugale, Adelasia ed Aleramo, Elena, Cora, Alfredo il Grande, Fedra, Medea in Corinto. DANIELA BARCELLONA, mezzo; BRUCE FORD, tenor; EIDDWEN HARRHY, soprano; DELLA JONES, mezzo; IVONNE KENNY, soprano; DIANA MONTAGUE, mezzo; ANTONINO SIRACUSA, tenor. CORO GEORGE MITCHELL. ORQUESTA PHILHARMONIA. ORQUESTA DEL TEATRO LÍRICO GIUSEPPE VERDI DE TRIESTE. Directores: DAVID PARRY Y TIZIANO SEVERINI. OPERA RARA ORR 244 (Diverdi). 2008. 69’ DDD. N PN D urante muchos años, Mayr era un compositor desconocido, o sólo nombrado como maestro de Donizetti, cuando en realidad fue uno de los compositores de renombre de su época. Afortunadamente se han ido recuperando algunas de sus ópe- Conciertos para piano nºs 1-2. JOANNA LAWRYNOWICZ, piano. FILARMÓNICA DE KOSZALIN. Director: RUBÉN SILVA. ACTE PRÉALABLE 0163 (Harmonia Mundi). 2007. 76’. DDD. N PN Conciertos para piano nºs 1-2. JONATHAN PLOWRIGHT, piano. SINFÓNICA ESCOCESA DE LA BBC. Director: CHRISTOPH KÖNIG. HYPERION 67630 (Harmonia Mundi). 2007. 67’. DDD. N PN Actualmente en Polonia, la figura de Henrik Melcer (1869-1928) no tiene la notabilidad que debería; relegado prácticamente a presidir con su nombre alguna sala en cada conservatorio importante del país, su música no ha perdurado como la de otros compatriotas suyos. Este compositor y pianista que fue niño prodigio y que anduvo por media Europa siendo profesor de prestigiosas escuelas (Finlandia, Ucrania, Austria, ade- más de Polonia), heredó del lenguaje de Chopin su fluidez e inspiración melódica procedente del folclore. Sus conciertos respetan la forma clásica y cabe decir que el primero fue ganador del concurso de Anton Rubinstein (Berlín, 1895), acto del que también Melcer salió galardonado como intérprete. A partir de entonces, fue tomado como referencia para las siguientes generaciones de jóvenes compositores polacos. Si bien el repertorio es el mismo, las dos versiones que se proponen son diferentes en esencia y calidades. La más particular y la que posee más aromas de su tierra es la que presenta Joanna Lawrynowicz con la Orquesta Filarmónica de Koszalin. No necesariamente porque sea la que viene del país de Moniuszko, ya que los méritos son propios, sino porque básicamente tanto orquesta como solista poseen un sonido rústico y redondo que recuerda al vivo de las orquestas del este de antes. Esta versión abunda en calidez y sentido artístico; el discurso es fluido y benéfico con la música. El sonido de Lawrynowicz, entre schumanniano y chopiniano, es particular y torneado. Su bello timbre en todos los registros, complementa con la música romántica de Melcer, que avanza con seguridad y convicción. La expresividad se antoja natural, íntima y cuidada. La orquesta cumple con excelencia su papel e ilustra con fervor lo que viene de la partitura. Los tempi son reposados y la música camina espontáneamente. La otra versión procede de Gran Bretaña. Aquí piano y orquesta, con gran elegancia y vistosidad, se recrean con profesionalidad y oficio, pero con una calidad sonora bien diferente: llamativa, sugestiva, deslumbrante, apela sobre todo a la extroversión y a la brillantez. La firma de Jonathan Plowright no es tan personal como la de Lawrynowicz; tiene en su haber una colección de grabaciones nada desdeñable, toca bien, con oficio, pero le falta profundidad en su cometido. El conjunto es positivo, embellecedor, pero falto de esa calidez que tienen los polacos. La visión romántica de Christoph König y de la BBC Scottish Symphony Orchestra sugiere luminosidad y ligereza. Emili Blasco D D I SI CS O C O S S MALIPIERO-MOZART MITTERER: Im Sturm. Leblos. GEORG NIGL, barítono; WOLFGANG MITTERER, piano, electrónica. COL LEGNO WWE 20278 (Diverdi). 2007. 57’. DDD. N PN Het Collectief SENTIDO POÉTICO MESSIAEN: Sopop. BIRGIT MINICHMAYR, voz; WOLFGANG MITTERER, electrónica; WOLFGANG REISINGER, batería; KARL RITTER, guitarra; PETER HERBERT, contrabajo. COL LEGNO Pop WWE 20901 (Diverdi). 2007. 58’. DDD. N PN Las dos producciones recientes de Wolfgang Mitterer (Austria, 1958) que llegan al mercado discográfico son perfectamente prescindibles. Una, muy extensa, en forma de ciclo de lieder en torno a Schubert (Im Sturm) y la otra (Sopop), con un esquema exclusivamente pop, suponen un repliegue del compositor hacia modos del pasado (la tradición clásica, pero también el insulso proceder técnico del pop) que no hacen sino cargar de dudas al receptor con respecto a las posibilidades de un músico que, después de un estreno tan aparatoso con piezas para órgano (Mixture V, en el sello Col Legno), parecía que estaba llamado a aportar algunas novedades interesantes. No es así, ni mucho menos, en esta doble aparición. Educado tanto en el terreno académico como en el de la improvisación, a Mitterer se le agradece, en un principio, la idea de insertar en el lenguaje ritmos y ruidos tomados de la esfera electrónica y pop, pero el tejido con el que adorna el canto de Im Sturm, de 2004-2007, es de escaso calado. La sonoridad del piano preparado y los efectos tímbricos que obtiene Mitterer del arsenal electrónico son solamente decorativos y poco añaden, poco modernizan, un canto que no puede nunca deshacerse del modelo schubertiano, a pesar de los momentos en los que la línea vocal deriva hacia expresiones dramáticas muy evidentes. Por otra parte, la pieza Sopop no supone sino la incidencia de Mitterer en el campo de la improvisación y el pop electrónico que ya abordaría en Coloured noise, publicada por Kairos hace tres años. Pero si aún en Coloured se podía asistir a una actuación voluntarista del Klangforum Wien, en esta Sopop se echa en falta cualquier componente musical que haga nece- Cuarteto para el fin del tiempo. CHONG: Mourning the Morder of an Old Banyan Tree. HET COLLECTIEF. FUGA LIBERA FUG540 (Diverdi). 2007. 61’. DDD. N PN El grupo llamado Het Collectief se configura aquí como un quinteto en el que cuatro músicos tocan y uno dirige. De nuevo escuchamos un Cuarteto para el fin del tiempo perfectamente adecuado en su equilibrio de sugerencia, misterio y temor (¿o terror?). Los ángeles habitan la poética más que la teología. La evocación del concierto original en que se estrenó el Cuarteto no impide que podamos verlo así. Y acaso permite que un compositor saria una edición discográfica por parte de un sello pretendidamente ambicioso como Col Legno. La actuación del grupo liderado por Mitterer, en donde no faltan las sonoridades estandars de los modelos más estereotipados del rock clasificado como “electrónico”, sirve aquí un producto vulgar e infumable. Francisco Ramos MOZART: Sonatas K. 300h (330), K. 570, K. 576. Adagio K. 540. BOYAN VODENITCHAROV, fortepiano. FUGA LIBERA FUG538 (Diverdi). 2006. 63’. DDD. N PN U tilizando un fortepiano construido siguiendo un modelo Walter de 1795, el pianista búlgaro Boyan Vodenitcharov interpreta en este disco tres de las sonatas quizás históricamente menos apreciadas de Mozart, a causa del engaño que a primera vista produce su aparente facilidad. Junto a ellas incluye el Adagio en si menor, tan alabado por su tristeza y patetismo. Y es que hubo un tiempo en el que se consideraba que la mejor música instrumental de Mozart era la que parecía más “romántica” y la que no cumplía esta condición era tan sólo una banalidad bien construida. Tanto la sonata parisina K. 330, que en la última edición del como el malayo Kee Yong Chong (1971) cree una partitura que en buena medida parte del espíritu de Messiaen. El Apocalipsis de Messiaen sigue siendo lo que es originariamente, “revelación”. El de Kee Yong Chong es trasunto de destrucción, de auténtico final del tiempo, aunque parta de una imagen menos trágica que la del maestro francés: parte de la destrucción de la naturaleza ante el avance de las destructivas pautas urbanas e industriales. Si la ciudad medieval aportaba un aire que se respiraba en libertad, ¿qué libertad puede esperarse de la hostilidad abrumadora, cuando no homicida, de las megápolis? La tímbrica, la interválica, la línea, la métrica irregular permiten que Mourning the murder of an Old Banyan Tree relate no el fin, sino el trasunto del fin en un dispositivo para cinco músicos y amplios colores. En resumen, un disco de los que de veras aportan, de los que de verdad inquietan y le dan sentido a lo sonoro. Santiago Martín Bermúdez Gary Cooper, Rachel Podger TRANSPARENCIA MOZART: Sonatas para piano y violín vol. 6. Sonatas K. 376, 296, 27 y 377. GARY COOPER, fortepiano; RACHEL PODGER, violín. CHANNEL CCS SA 26208 (Harmonia Mundi). 2007. 66’. SACD. N PN Redondeando una serie magnífica, Cooper y Podger nos entregan este volumen, en el que vuelven a ponerse manifiesto la compenetración, el equilibrio, que incluye de tanto en tanto una fructífera fusión de timbres, y musicalidad de esta joven pareja de intérpretes. Una gran elegancia, junto a ternura y transparencia, caracteriza el Allegro inicial de la Sonata en fa mayor K. 376. Son muchos los aciertos de las versiones recogidas en el disco, que contribuyen no poco a la que es una extendida revalorización de las partituras mozartianas para esta combinación instrumental. Así, de nuevo otro movimiento de tempo moderado, el Andante sostenucatálogo Köchel aparece numerada como 300h, como las muy posteriores K. 570 y K. 576 para la princesa Federica de Prusia, están concebidas para pianistas principiantes y así lo manifiesta explícitamente Mozart refiriéndose a la última de ellas. Puede to de la Sonata en do mayor K. 296, que Cooper y Podger escancian con dulzura sin par, como si de una nana se tratara, o el maravilloso Andante poco Adagio, donde es por demás patente el protagonismo del teclado y el papel ornamental del violín, asumido aquí con musicalidad y sin complejos por la ejecutante. Sensacionales las variaciones de la Sonata en fa mayor K. 374. Una confirmación del progreso alcanzado a cada nueva sonata por este formidable dúo. Enrique Martínez Miura que como tal se considere modestamente Vodenitcharov en el campo del pianismo mozartiano, si nos atenemos a los comentarios suyos que figuran en el cuadernillo, y puede que ello sea la causa del desinhibido y juvenil acercamiento a 91 D D I SI CS O C O S S MOZART-PURCELL él, apoyado en una soberbia técnica que no tiene nada de principiante. La cuestión es que el resultado es francamente delicioso, pues pocas veces se han podido escuchar las obras aquí interpretadas con una calidad sonora tan exquisita, sin tener esa sensación de pérdida de expresividad que acontece en otras ocasiones en las que se utiliza un instrumento de época. Totalmente recomendable, pues quedamos convencidos de que así debían sonar las obras de Mozart cuando él las tocaba y disfrutamos de ellas sin el esfuerzo que a veces exige hacerlo, mientras deseamos que termine el disco para escuchar otra versión en un piano moderno. los col arco del Quinto. El violín de Thorsen asume con solvencia y belleza el papel solista tras cuajar un currículo interesante al frente del Nash Ensemble. Su sonido diáfano encuentra la afinación con pulcritud, atacando con soltura y agilidad perfectamente calculadas, y tendiendo a recrearse en los puntos cadenciales con gusto. Las tomas son acertadas, si exceptuamos los eventuales roces a alguno de los micros en la pista 6. Versiones que no hacen sombra a nadie pero que tampoco se dejan mojar la oreja. Entendido como tarjeta de presentación, un disco que muestra nombres a tener en cuenta. José Luis Fernández Juan García-Rico MOZART: MOZART: Conciertos para violín nºs 3, 4 y 5. MARIANNE THORSEN, violín. SOLISTAS DE TRONDHEIM. Director: ØYVIND GIMSE. Concierto en mi bemol mayor para dos pianos K. 365. Concierto en fa mayor para tres pianos K. 242. Concierto en mi bemol mayor para dos pianos K. 365. RONALD BRAUTIGAM, ALEXEI LUBIMOV, MANFRED HUSS, fortepianos. HAYDN SINFONIETTA WIEN. Director: MANFRED HUSS. CD + SACD 2L/38 (Digibit). 2006.80’. DSD. N PN P ese 92 a que la competencia en este repertorio podríamos decir, sin exagerar, que es despiadada por calidad y cantidad, el papel de estas interpretaciones no carece de méritos. Discográficamente, el aspecto casi promocional del producto resulta pobre, al carecer de notas e inducir a confusión ofreciendo en dos discos lo que, en realidad, es sólo uno en dos formatos distintos: CD y SACD. Sin embargo, decíamos, hay que reconocer que el planteamiento interpretativo es ciertamente satisfactorio. Instrumentos y plantilla camerística tradicional (5-4-3-3-1), y una dirección desde el chelo que, si bien no aporta rasgos imaginativos especialmente dignos de mención, sí obtiene redondez, conjunción y hasta entusiasmo de su labor concertadora. Planteando un discurso óptimo en los tempi, muestra una atención especial a la limpieza y al encaje. El juvenil conjunto nacido del conservatorio escandinavo de Trondheim logra así lecturas intachables, fluidas y luminosas. Como ejemplo podemos citar la precisión con la que resuelven los calderones y cambios de compás de los movimientos conclusivos de Tercero y Cuarto —con singular originalidad en este último—, aun a pesar de no conseguir la misma exactitud en BIS SACD-1618 (Diverdi). 2007. 69’. DSD. N PN U na excelente grabación, importante también en cuanto a que las obras en ella registradas no forman parte de las archirrepetidas del acervo del autor salzburgués. Bien es cierto también que su interés, si afinamos mucho el lápiz (aunque ya nadie lo use) está más en el repertorio y en lo espléndido de las ejecuciones que en el musical puramente hablando de las obras. Léase esto sin alejar el pensamiento de que estamos tratando de Mozart. El Lodron Concerto para tres pianos y orquesta, K. 242 es la más temprana de las obras que se agrupan aquí. Concretamente lo compuso en Salzburgo en febrero de 1776. La preocupación de Mozart por el fortepiano no ha sido nunca ningún secreto y quedan explicaciones escritas sobre sus preferencias acerca de los existentes en su tiempo. Hay un juego entre los tres pianos que parece no seguir una línea preestablecida que continúan uno con el otro en ingeniosa combinación. El resto del disco se consagra al Concierto en mi bemol mayor para dos pianos K. 365 no por su extensión, sino porque se nos presenta la versión genuina, de 1779, y la revisión que el mismo Mozart efectuó tres años más tarde, dotando a la obra de mayor entidad sonora, con lo queda más grandilocuente y contundente. Es el primer concierto del período salzburgués. José Antonio García y García MULLER: XII Sonatas. Toutes Suites. Director: MARIANNE R. PFAU. 2 CD GENUIN GEN 88525 (Gaudisc). 2007. 111’. DDD. N PN Es éste el segundo disco de un conjunto californiano que mantiene una estrecha relación con Alemania, donde han nacido o trabajan la mayor parte de sus miembros. Si en el primero se acercaron a la conocidísima figura de Telemann, en éste tocan a un músico casi desconocido, Jean Michel Muller, nacido en la región de Turingia en 1683 y muerto en Hanau en 1743 (desconozco las razones del afrancesamiento de su nombre) y que por tanto pertenece a la generación de los más conocidos maestros del tardobarroco. Estas doce sonatas, escritas al final de su vida, tienen la originalidad de estar escritas para oboe, conjunto de vientos y bajo continuo, combinando los estilos francés e italiano y explorando las posibilidades tanto del concerto grosso como de la suite de danzas. Oboes en distintos tamaños y afinaciones y un fagot además del continuo (clave y viola da gamba o violone) forman aquí la plantilla del conjunto americano, que ofrece versiones dominadas por el color y la viveza de tempi y ritmos. Son interpretaciones briosas y de suntuosa tímbrica, acaso demasiado estrechas las dinámicas (todo suena en una gama muy cercana al mf continuo), pero bien cuidado el fraseo y con apreciable claridad los planos sonoros. Un aire de ligereza y divertimento envuelve este doble CD que interesa tanto por lo poco acostumbrado del repertorio como por conocer a un notable grupo barroco casi debutante. Pablo J. Vayón NEUSIDLER: Música para laúd. PAUL O’DETTE, laúdes. HARMONIA MUNDI HMU 907388. 2006. 78’. DDD. N PN Los laudistas (y, más en general, los instrumentistas de cuerda pulsada) tienen a su disposición una notabilísima variedad de colecciones y manuscritos, en muchos casos apenas conocidos, que incluyen un repertorio abigarrado y lleno de encanto, no siempre trascendente, pero con esa belleza de las cosas pequeñas que se disfrutan de forma muy especial en ambientes íntimos y recogidos. El canadiense Paul O’Dette se ha convertido en un infatigable rescatador de todo este repertorio, en especial el creado durante el siglo XVI. Aquí nos presenta la figura de Melchior Neusidler (1531-1594), maestro alemán del que se han conservado unas 200 piezas entre manuscritos y ediciones de la época. Con tres laúdes diferentes, O’Dette ofrece veinticuatro de estas piezas entre canciones y salmos del tiempo, fantasías, danzas y ricercares, en las que el peso pasa alternativamente de una mayor riqueza polifónica en los últimos al gusto por las floridas ornamentaciones en las melodías, por la libertad en las fantasías o por la viveza rítmica en los saltarellos. Grandísimo maestro dentro de este repertorio, el laudista canadiense sabe cómo equilibrar todos estos elementos, aclarando las líneas polifónicas o enfatizando la melodía principal cuando el tema lo requiere, logrando en todos los casos versiones elegantes, refinadas y llenas de matices. Pablo J. Vayón PEIXINHO: Meta-Formoses. Leves veus velam. A silenciosa rosa/Río do tempo. Llanto por Mariana. GRUPO DE MÚSICA CONTEMPORÁNEA DE LISBOA. LA MÁ DE GUIDO LMG4004 (Gaudisc). 2007. 59’. DDD. N PN Por fin se distribuye en España un disco conteniendo obras de Jorge Peixinho (1940-1995). Ninguna de las escasas referencias de su catálogo había llegado al mercado español (la última y D D I SI CS O C O S S MOZART-PURCELL Freddy Kempf EL VIRTUOSO FUNAMBULISTA MUSORGSKI: cionados, el londinense Freddy Kempf es uno de los pianistas en alza de este momento. Para BIS ya había grabado discos con obras de Beethoven, Liszt, Schumann y Chopin, mas también Bach, y también Prokofiev y Rachmaninov; sólo faltaría Mozart para que pudiéramos decir que está “todo el repertorio” (si se nos permite esta pequeña exageración). Hay en Kempf una tendencia que llamaríamos clasicista, si no se nos toma demasiado al pie de la letra: elegancia, escasas concesiones al calor, pero también calor o incluso repentinos (pero motivados) estallidos cuando éstos parecen imponerse, cuando no hay otro remedio. Ahora llegan tres piezas muy bellas del currículo de cualquier pianista, obras que no toca necesariamente cualquiera, y que en un caso concreto requiere un virtuosismo especial, distinto a las agilidades, saltos y hazañas atléticas: Gaspard de la nuit, corazón francés de este CD, requiere el virtuosismo de la sugerencia, pero también de los dedos encrespados con un sentido; al margen de que Scarbo requiera, precisamente, saltos y agilidades. El clasicismo de concepto se advierte aquí, en cada una de las piezas, y acaso más en esa ágil Ondina que parece que dibujara una danza elegante; incluso en la manera de sugerir la torpeza de Scarbo; menos, claro está, en el ominoso Cadalso. Se diría que hay un guiño: Ravel está en el centro del recital tras Musorgski, porque Ravel garantizó más que cualquier otro la inmortalidad sinfónica de Cuadros de una exposición. Tal vez. El caso es que Cuadros abre este recital clasicista, y la elegancia de este vernissage no sorprenderá a quien sepa que el refinamiento era esencial en la obra y quién sabe si en otros aspectos de la vida de aquel hombre de ruda apariencia que se inventó en parte esta muestra y que creó en buena medida la secuencia y el paseo que ahora recrea Kempf con verdadera distinción. Magnífica lectura, distinta a otras, pero que se codeará con las mejores, como aquella de Brendel, con ya más de medio siglo, a cuyo espíritu tanto se parece el de Freddy más atractiva, la del Concierto para saxofón y orquesta, interpretado por Daniel Kientzy y editado por Nova Música). Ahora está disponible un disco producido por el Instituto das Artes y promovido por el inquieto Grupo de Música Contemporánea de Lisboa, un ensemble que creó, justamente, Peixinho a principios de los años setenta. Es curioso observar que, coincidiendo con la formación de este grupo, la obra de Peixinho se volcó hacia el pequeño formato, de manera que en su catálogo se aprecia una enorme obra dedicada al conjunto instrumental y otra, muy poco relevante en número, escrita para orquesta. A pesar de haber estado presente su música con normalidad en el circuito de festivales y de ser el portugués un compositor muy querido por sus colegas, el nombre de Peixinho sigue siendo uno de los más desconocidos de la modernidad. Las obras que integran este registro denotan las cualidades del músico, desapego de la técnica serial en favor de una escritura que toma diversas direcciones: sentido de la improvisación (el Grupo de Música Contemporánea de Lisboa se amolda bien a este tono participativo que pedía el músico), aleatoriedad y forma abierta, pero sobre todo el gusto por combinar las dimensiones vertical y horizontal en un mismo discurso. De ahí surgen las conflagraciones que transmiten las dos mejores piezas del CD, Meta-Formoses, de 1985, y A silenciosa rosa/Río do tempo, de 1994. Se asiste a un lenguaje de una intensidad siempre al borde de la crispación. Los instrumentos están al máximo de sus posibilidades y el resultado está lejos de caer en el hedonismo sonoro. Ese cúmulo de energía, aunque no desaparezca del todo, sí encuentra obstáculos para expresarse en las dos piezas con intervención de la voz, la Cuadros de una exposición. RAVEL: Gaspard de la nuit. BALAKIREV: Islamei. FREDDY KEMPF, piano. BIS SACD-1580 (Diverdi). 2006. 65’. DDD. N PN Como bien saben muchos afi- Kempf; o como la no poco antigua de Richter. Al final, una de las escasas obras del mentor y maestro de los Cinco, el Islamei de Balakirev (que Brendel ofrecía en el mismo viejo LP de Turnabout que contenía Cuadros, junto con las Danzas de Petrushka). De nuevo clasicismo, pero Islamei no es una secuencia de retratos onírico-poéticos, ni una exposición de cuadros fantasmales, sino una novela de aventuras y una pieza para virtuoso ágil y alto trapecista. Y aquí, si no lo había demostrado ya en Scarbo, Freddy Kempf sale airoso como cuentacuentos virtuoso y funambulista, como voz acariciadora y sugerente, como punto de encuentro del clásico y el romántico, de Beethoven y de Liszt, por decirlo de algún modo. Un pianista magnífico, un disco precioso. Santiago Martín Bermúdez basada en poemas de Pessoa, Leves veus velam, y Llanto por Mariana, a partir de textos de Lorca. Si la primera de ellas mantiene el interés por solaparse la voz con los instrumentos, la segunda fracasa al recurrir el autor a formas de canto y de acompañamiento ligados a la tradición, de lo que resulta un tono casi neoclásico. Además, es en esta pieza donde se deja ver con más claridad la debilidad de la toma de sonido, pues la voz llega por momentos saturada. Francisco Ramos PEPUSCH: Cantatas para tenor. Sonatas para flauta dulce. FÉLIX RIENTH, tenor. LA TEMPESTA BASEL. MURIEL ROCHAT RIENTH, flautas y directora. ENCHIRIADIS EN 2024 (Diverdi). 2006. 66’. DDD. N PN Johann Christoph Pepusch es el nombre completo del segundo componente del indisoluble par formado por Gay y Pepusch, autores de la célebre The Beggar’s Opera, que en 1728 dio al traste con el gusto de las clases altas londinenses por la ópera italiana y una de cuyas principales víctimas fue Haendel, aunque éste se repuso pronto gracias a su brillante idea de comenzar a componer oratorios cantados en inglés. Pepusch había nacido en Berlín y tras una estancia en los Países Bajos, recaló en Londres en 1697, donde desarrolló el resto de su carrera como compositor y pedagogo, siendo uno de los fundadores de la Academy of Ancient Music. La editora española Enchiriadis cubre con este disco una importante laguna en el conocimiento de la obra del músico prusiano-inglés, aunque por el estilo de las aquí recogidas podría ser también italiano, si hacemos salvedad del idioma utilizado en las cantatas. Bien es cierto que el estilo italiano, con la alternancia de recitativo secco y aria da capo, era absolutamente dominante incluso entre los que acabarían siendo sus detractores. El disco incluye cuatro de sus cantatas, tres sonatas para flauta dulce y continuo y seis breves obritas para órgano. El tenor Félix Rienth es el protagonista de las cantatas y la flautista Muriel Rochat Rienth lo es en las sonatas. Esta última asume también el papel de directora del conjunto La Tempesta Basel, integrado por flauta, fagot, viola da gamba y clave u órgano, debutante en el campo de los registros sonoros. Está muy bien que tras muchos años de ser los sellos ingleses los primeros mostradores de la obra musical de compositores españoles, Enchiriadis les devuelva el balón, metiendo un soberbio gol, dada la calidad interpretativa alcanzada, tanto en el campo vocal, gracias a la bella voz y estilo de Félix Rienth, como en el instrumental, donde destaca obviamente la flauta de Muriel Rochat, también muy presente en el acompañamiento de las cantatas. José Luis Fernández PURCELL: Anfitrión Z. 572. Sir Barnaby Whigg Z. 589. El nudo gordiano deshecho Z. 597. Circe Z. 575. ARADIA ENSEMBLE. Director: KEVIN MALLON. NAXOS 8.570149 (Ferysa). 2006. 60’. DDD. N PE 93 D D I SI CS O C O S S PURCELL-SARRO La música de Purcell llamada “para el teatro”, es d e c i r , incidental en d r a m a s hablados, ocupó la mayor parte del tiempo de este compositor en los últimos años de su corta vida. Desde que durante al segunda mitad de los años setenta y primera de los ochenta se grabaron los seis discos de que se compone, la integral de referencia absoluta ha sido la firmada por Christopher Hogwood al frente de su Academy of Ancient Music. La que con este disco se inicia no parece que le vaya a disputar esa posición de privilegio, al menos si no cambia de solistas vocales o estos mejoran mucho su rendimiento en las sucesivas entregas. Frente a leyendas del canto inglés como, entre otras, la soprano Emma Kirkby, el contratenor James Bowman, el tenor Rogers Covey-Crump o los bajos David Thomas y Michael George, los cantantes reunidos por Kevin Mallon no tienen, naturalmente, muchas oportunidades. En concreto, las tres sopranos que en este disco pueden oírse coinciden en adolecer de palidez tímbrica y, lo más grave, de personalidad interpretativa propia. En realidad, la única voz que llama la atención por la combinación que en ella se encuentra de belleza en el color y compromiso en la expresión es la del bajo Gilles Tomkins, que de todos modos sólo interviene en tres de las veintiséis pistas. La parte instrumental es otro, nunca mejor dicho, cantar, pues la extraordinaria calidad de las tomas no hace sino realzar la de unos músicos individual y sobre todo colectivamente prontos a responder a las vigorosas demandas del director. Alfredo Brotons Muñoz REGER: Cuatro poemas sinfónicos sobre Arnold Böcklin. Variaciones y fuga sobre un tema de Johann Adam Hiller. Salmo 100. Variaciones y fuga sobre un tema de Mozart. REAL ORQUESTA DEL CONCERTGEBOUW DE ÁMSTERDAM. Director: NEEME JÄRVI. CAPILLA SINFÓNICA DEL ESTADO RUSO. SINFÓNICA DEL ESTADO RUSO. Director: VALERI POLIANSKI. 2 CD BRILLIANT 8998 (Cat Music). 1989, 2000. 127’. DDD. R PE No parece Max Reger el compo- 94 sitor más adecuado para traducir en sonidos los perturbadores lienzos de Arnold Böcklin, en Erik Schumann y Henri Sigfridsson DE LO REFLEXIVO A LO JUGUETÓN PROKOFIEV: Sonatas para violín nºs 1 y 2. Marcha de “El amor de las tres naranjas” La máscara de “Romeo y Julieta”. Vals de “Cenicienta” (arrs. Heifetz y Fichtenholz). ERIK SCHUMANN, violín; HENRI SIGFRIDSSON, piano. AVI 8553122 (Harmonia Mundi). 2007. 65’. DDD. N PN Las dos sonatas de Prokofiev son obras de profundidad expresiva y hondura musical que ponen a prueba cualquier acercamiento, sobre las que, además, planea aún la autoridad interpretativa de David Oistrakh. Tales escollos parecen ser el incentivo que espolea la total implicación que sustenta el excelente trabajo de estos dos jóvenes músicos. Ambos encuentran el contenido reflexivo de la Sonata nº 1 —comenzada en 1938 pero no terminada hasta ocho años después— poniéndonos ante los ojos su carga sombría. Arco y piano se adentran en los pentagramas especial el famoso La isla de los muertos. A Rachmaninov ya le inspiró el más intenso de sus poemas sinfónicos, pero en su caso su temperamento hiperromántico, su morbidez y su tendencia al exceso parecían justificar ese interés por el lienzo. Reger, en cambio, fue un maestro de tendencias más clasicistas, más proclive a las formas abstractas de la gran tradición que a dejarse llevar por arrebatos subjetivos. De romántico, como mucho tenía cierta tendencia autodestructiva ligada al alcohol… Reger es especialmente conocido por sus variaciones sobre un tema dado. De esas obras tenemos aquí dos ejemplos señeros, pero son los Cuatro poemas sinfónicos sobre Böcklin op. 128 (1912-1913) la gran perla de este álbum. La forma en que el compositor se aproxima a la pintura simbolista y ambigua del suizo huye de brumas y artificios para ahondar en la expresión y, en el caso de Bacanal, también en el virtuosismo sonoro. En cambio, las Variaciones y fuga sobre un tema de Hiller (1907) y las Variaciones y fuga sobre un conscientes de que la multiplicidad de recursos exigidos será un medio —no sólo un fin— para ir más allá. La articulación de Schumann —pulquérrima incluso en esos peliagudos pasajes sotto voce del primer y último movimiento—, el legato expresivo que sabe dar paso a un spiccato percusivo, y una afinación inmaculada encuentran en la expansividad del sonido que le ofrece su compañero el complemento idóneo para ir dejando clara la seriedad de su propuesta. Entre las fechas de inicio y finalización de esa primera sonata, en 1944 nace —a petición del propio Oistrakh— la transcripción para violín del Opus 94, originalmente escrito para flauta y piano. La amargura de aquella es aquí suplantada por la elegancia y una multiplicidad de luces tornasoladas. Gracias a una toma sonora de lujo podemos escuchar los matices de la ligereza vaporosa con la que el stradivarius nos ofrece el cantabile del Moderato inicial, al que el piano atiende tema de Mozart (1914) son una demostración de técnica y ciencia, de transparencia clásica y feliz inspiración. Más académico suena hoy el Salmo 100 (1910), aquí lastrado por la interpretación de una Capilla Sinfónica del Estado Ruso a la que esta música le suena especialmente extraña. Por lo demás, las interpretaciones, publicadas originalmente por Chandos, son convincentes, sobre todo las firmadas por el siempre efectivo Järvi. Juan Carlos Moreno ROSSINI: Il turco in Italia. ALESSANDRA MARIANELLI (Fiorilla), MARCO VINCO (Selim), ANDREA CONCETTI (Geronio), FILIPPO ADAMI (Narciso), BRUNO TADDIA (Prosdocimo), ELENA BELFIORE (Zaida). CORO DE CÁMARA DE PRAGA. ORQUESTA HAYDN DE BOLZANO. Director: ANTONELLO ALLEMANDI. 2 CD DYNAMIC CDS 566/1-2. (Diverdi). 2007. 157’. DDD. N PN L a mejor forma de recordar a un compositor es representar sus obras y esto con mimo, calibrando el peso y reduciendo el pedal para lograr efectos bellísimos —cc. 15 a 18, por ejemplo. En los dos movimientos centrales el discurso se diversifica, ora juguetón, ora cuasi impresionista, sobre una técnica sobresaliente —escuchen esos impecables pizzicatos y armónicos dichos con un desparpajo insultante. El cierre nos ofrece la sensacional alternancia de una rítmica incesante y un lirismo de primera ley —secc. 38-39, por ejemplo. Después de esto, los complementos son lo de menos. Adornan un disco ya excepcional. Juan García-Rico lo han tenido muy claro, desde siempre, los organizadores del Festival de Pésaro, pero la labor es ardua y no siempre se pueden conseguir espectáculos de alta calidad. Il turco in Italia es una obra más difícil de lo que aparenta y siendo interesante el espíritu de equipo, necesita de individualidades que realcen las bellezas de la partitura. En el reparto, destaca la presencia de la soprano Alessandra Marianelli, en el rol de Fiorilla, que va a más a medida que transcurre la función, con una voz bella, un conocimiento amplio del estilo, musicalidad, que culmina con una importante interpretación del aria final. El enamoradizo Selim está a cargo de Marco Vinco, bajo de buena línea, con unos medios suficientes, pero que precisaría una mayor variedad y contraste en su fraseo y el joven Narciso lo interpreta Filippo Adami, tenor de voz al que le falta una expansión más clara y mejorar su técnica, para evitar las dificultades en determinados momentos, La Orquesta Haydn y el Coro de Cámara de Praga son dos conjuntos homogéneos y cohesionados, pero a la dirección de Antonello Allemandi le falta un mayor equili- D D I SI CS O C O S S PURCELL-SARRO brio entre los distintos ritmos, ya que a veces es precipitada y en otros falta un cierto melodismo, que perjudica a su vez a los cantantes. SALIERI: Oberturas y música para ballet vol. 1. MANNHEIMER MOZARTOSCHESTER. Director: THOMAS FEY. HÄNSSLER 98.506 (Gaudisc). 2007. 68’. DDD. N PN Albert Vilardell ROTA: Trío. Sonata. Improvviso “Un diavolo sentimentale”. Tre pezzi per due flauti. Cinque pezzi facili per flauto e pianoforte. Allegro veloce. Sonata per violino e pianoforte. Abate: Rotafantasy. ALBATROS ENSEMBLE. STRADIVARIUS STR 33790 (Diverdi). 2007. 77’. DDD. N PN El Trío Albatros es el núcleo del Albatros Ensemble, ya que al violín, flauta y piano de esta formación estable se les unen otros integrantes para abordar la interpretación de determinadas obras. En este programa consagrado a Rota se unen al trío una segunda flauta y un arpa. La primera composición es el Trío para flauta, violín y piano, y la última, ésta debida a Rocco Abate y también para esa misma formación, es una especie de homenaje a Rota, un homenaje sentimental pero muy bien hecho, hasta el punto que no desentona en absoluto con el resto del programa. No esperemos encontrar aquí grandes obras ni cabe la reivindicación de Rota como uno de los genios del siglo XX a partir de este programa. Tampoco se nos ofrece nada imprescindible ni ningún gran descubrimiento, pero el atractivo de esta música es innegable. Se trata de un arte honesto y sincero, poético y que surge de una profunda necesidad expresiva que es expuesta con el rigor propio de un músico de sólido oficio. Las versiones son sumamente respetuosas con el estilo de esta música amable y los intérpretes se sienten a gusto con ellas en los atriles —algo más que evidente al escucharles. Repetimos que no tenemos aquí al mejor Rota pero si a un Rota de lo más genuino, el Rota capaz de deleitarnos con esas encantadoras miniaturas que son las Cinque pezzi facili per flauto e pianoforte que, como el resto del programa, da gusto escuchar en las versiones de estos jóvenes italianos. Josep Pascual La historia primero y el cine después han dado de Antonio Salieri la imagen de un compositor menor, sobre todo al haber querido comparar reiteradamente su estatura con la de su contemporáneo Mozart. La imagen histórica de la victoria de la mediocridad ante el talento ha calado, durante muchos años, un poco en todos. Ahora, este recopilatorio de oberturas y música para ballet, que recorre un camino de dos décadas entre Armida (1771) y Catilina (1792), contribuye a la revalorización de la figura del autor italiano, y con ella a la de su música animada y vivaz, de moderada contundencia, en la mejor línea del clasicismo de su época. La opulenta orquestación de la obertura de Daliso e Delmita, próxima al espíritu del Sturmund-Drang, el alto vuelo lírico de las partes más serenas de Pafio e Mirra o los tensos contrastes afirmados en la obertura de Catilina son elementos, todos ellos por primera vez en disco, que merecían ser recogidos para la posteridad de una vez por todas. El alemán Thomas Fey dirige a la Mannheimer Mozartoschester con nervio y aliento en unos discursos agresivos en el fraseo y algo ásperos en el color. Pero es curioso: por más que las lecturas disten de ser impecables, el disco nos convence casi plenamente. Será que, en el fondo, hemos perdonado a Salieri el haber sido en vida demasiado grande. Asier Vallejo Ugarte SARRO: Achille in Sciro. GABRIELLA MARTELLACCI (Achille), MARCELLO NARDIS (Licomede), MASSIMILIANO ARIZZI (Teagene), MARIA LAURA MARTORANA (Deidamia), FRANCISCO RUBEN BRITO (Ulisse), EUFEMIA TUFANO (Nearco), DOLORES CARLUCCI (Arcade). CORO DE CÁMARA DE BRATISLAVA. ORQUESTA INTERNACIONAL DE ITALIA. Director: FEDERICO MARIA SARDELLI. 3 CD DYNAMIC CDS 571/1-3 (Diverdi). 2007. 189’. DDD. N PN Domenico Natale Sarro fue un compositor de la escuela napolitana que vivió entre 1679 y 1744 y desarrolló su carrera en la ciudad del Vesubio. Escribió bastantes óperas y se le considera como Musikfabrik PARA ESTE SIGLO SAUNDERS: Blaauw. Blue and gray. Duo. Vermilion. Stirrings still. MUSIKFABRIK. WERGO 6694 2 (Diverdi). 2007. 58’. DDD. N PN F igura enjuta, lentes muy separadas de los ojos, mirada de intelectual. Así es Rebecca Saunders, la compositora nacida en 1967 en Londres y que vive en Berlín desde mediados de los años noventa. A título práctico, Saunders pertenece a la estética musical centroeuropea y no es descabellado afirmar que, con ella, estamos ante una de las figuras más personales y originales de la música en este inicio de siglo, como se puede comprobar en la que es la tercera grabación, siempre en sellos del ámbito germánico, con obras de Saunders. Wergo sucede así a Col Legno y a Kairos en la tarea de difundir el catálogo de la autora. El disco de Col Legno sólo aportaba una obra, salida de la factoría de Donaueschingen en 2004, la extensa Miniata, que era una carta de presentación en toda regla: un sonido tortuoso que tiende hacia el silencio y en donde se manejan timbres y texturas especialmente densas. Kairos siguió con un monográfico en el que piezas como Quartet, de 1998, escrita para acordeón, clarinete, doble bajo y piano, e Into the blue, mostraban cómo Saunders concibe el material como una sucesión de objetos sonoros concisos, secos, interrumpidos por períodos de silencio meticulosamente calculados. Como en Webern o una especie de eslabón entre Scarlatti y Vinci y la generación de Pergolesi. Hoy es un músico prácticamente desconocido y en el mundo del disco creo que solo existe una grabación de Eurilla e Beltramme, intermedio propio de la época, publicado por Bongiovanni. Achille en Sciro es una ópera con texto de Pietro Metastasio y en ella encontramos una partitura que demuestra oficio, con algunos momentos de buena inspiración. Las más destacadas son las arias de Nearco y Achille del primer acto, la vitali- Feldman, el silencio se convierte en un elemento tan importante como las propias notas. La importancia de los sonidos sostenidos, la fisicidad del sonido (influencia última de Scelsi) es probablemente la seña de identidad de la compositora, quien vuelve a asombrar con las obras contenidas en este excelente registro de Wergo. El material utilizado no cambia mucho con respecto al del disco de Kairos. Siempre se mueve Saunders entre instrumentos que permiten amplias resonancias, reverberaciones: clarinete bajo, violonchelo, contrabajo. La sensacional pieza con que concluye el disco (Stirrings still) es un ejemplo perfecto de una música que se mueve entre registros extremos, que prefiere el choque de sonoridades para crear atmósferas subyugantes. La densidad y enorme sustancia del discurso de Saunders no anda lejos aquí del de un Morton Feldman. No es casualidad que sean los mundos de Samuel Beckett y Mark Rothko los que inspiren este universo sonoro, con la monumental Stirrings still a la cabeza. Francisco Ramos dad del fragmento del protagonista en el segundo y la introducción de Teagene del tercero. Como es habitual, este tipo de obras, son repuestas por un festival tan entusiasta como el de Martina Franca, que nos da a conocer partituras que han estado muchos años en el olvido, En el reparto destacan Gabriella Martellacci con un canto cuidado, Maria Luisa Martorana, musical y con un fraseo expresivo, quedando el resto del reparto entre correcto, la mayoría, y discreto alguno, todos bajo la batuta de Federico Maria Sardelli, en una versión cuidada. Albert Vilardell 95 D D I SI CS O C O S S SAYVE-SCHUBERT SAYVE: Misa para la consagración del emperador Matías. CORO DE CÁMARA DE NAMUR. LA FENICE. PSALLENTES. Director: JEAN TUBÉRY. RICERCAR RIC 266 (Diverdi). 2006. 53’. DDD. N PN En 96 un corto plazo de tiempo, han salido al mercado dos diferentes grabaciones de la Missa Dominus regnavit compuesta por Lambert de Sayve y casi con total seguridad destinada a la ceremonia de consagración del emperador Matías en 1612 (consagración es correcto, pues los emperadores del Sacro Imperio tenían su coronación y su consagración). Y las dos versiones son de gran calidad, tanto la debida a los conjuntos Oltremontano y Capilla Flamenca y publicada en el sello Et’cetera como la que ahora comentamos, aunque el enfoque es ligeramente distinto, pues aquélla se limita a recoger dicha misa y otras obras del compositor dedicadas a su protector Matías, mientras que la presenta intenta recrear la solemnidad musical de la ceremonia añadiendo a las partes de la misa, tanto del propio como del ordinario, otras piezas vocales e instrumentales: canto llano procedente de un gradual de Amberes, motetes e intabulaturas para órgano sacadas de las Sacræ Symphoniæ dedicadas al emperador y hasta una pequeña sonata al órgano para la Elevación debida a Adriano Banchieri, siguiendo lo que parece era costumbre en la época para este tipo de ceremonias. Lambert de Sayve, como otros muchos de sus compatriotas de la segunda mitad del siglo XVI pertenecientes a la escuela flamenca, estuvo al servicio de la corte vienesa de los Habsburgo y llegó a ocupar el cargo de maestro de la capilla imperial cuando Matías, a quien ya había servido como archiduque, accedió al trono imperial. Aunque De Sayve no parece que hubiera viajado nunca a Italia, la influencia en su obra de los modos venecianos encabezados por Giovanni Gabrieli es bastante notoria tal como se refleja ya en el gabrieliano título de la recopilación Sacræ Symphoniæ. La excelente interpretación de lo grabado corre a cargo del grupo instrumental La Fenice y su habitual colaborador el Coro de Cámara de Namur, complementados en esta ocasión por el conjunto vocal Psallentes en los fragmentos de canto gregoriano, todos bajo la dirección del también cornetista de La Fenice Jean Tubéry, bien conocidos y acreditados intérpretes de estos repertorios. Su consecución de la solemnidad musical de la ceremonia de consagración imperial es plena y han generado un disco cuya recomendación no ofrece duda. José Luis Fernández SCARLATTI: 48 Sonatas. RICHARD LESTER, clave y fortepiano. 2 CD NIMBUS NI 5822/3 (LR Music). 2000-2005. 159’. DDD. R PN El clavecinista Richard Lester grabó entre 2000 y 2005 la integral de sonatas de Domenico Scarlatti, registros que han sido recogidos por Nimbus en 38 CDs agrupados en siete volúmenes, a los que se añade este doble de muestra aparecido en 2008 y que está muy bien aprovechado, pues cada disco roza los 80 minutos de duración. Son 48 sonatas que Lester interpreta en varios modelos de clave y un fortepiano copia de Walter (sólo cuatro piezas). Se trata de versiones en las que dominan ante todo la brillantez del sonido y el virtuosismo del solista. Los tempi me parecen siempre un poco más rápidos de lo que pide cada pieza, lo que puede llegar a causar, en las más rápidas, efectos arrebatadores y hasta estimulantes (ejemplos, K. 511 o K. 517), pero en general causa una sensación de mecanicismo y de uniformidad que termina por provocar más hastío que excitación. En las sonatas lentas pueden encontrarse en cualquier caso más matices, con detalles agógicos de interés (por ejemplo, las repeticiones de acordes en K. 147 están tratadas con flexibilidad, lo que incluye pequeñas retenciones y silencios de notable poder expresivo, y ello puede hacerse extensivo a otras sonatas parecidas). De todos modos, la impresión global es la de versiones más volcadas en destacar los aspectos más exteriores y ornamentales de las obras, con muy apreciable vigor rítmico y un exuberante tratamiento de los adornos, que la de profundizar en sus valores más íntimos y poéticos. Pablo J. Vayón Peter Rundel, Hans Zender EL SONIDO ÚNICO SCELSI: Chukrum. Quatro pezzi. Natura renovatur. Hymnos. SINFÓNICA DE LA RADIO DE BAVIERA. Directores: PETER RUNDEL, HANS ZENDER. NEOS 10722 (Diverdi). 2006. 60’. DDD. N PN En un mundo globalizado como el presente, es muy pertinente tener en cuenta el aporte de un músico como Giacinto Scelsi (1905-1988), que se sirve de las lecciones aprendidas en sus viajes a India y Tíbet para conformar un lenguaje musical que no retiene de la tradición occidental más que el entramado de la orquesta, el material, pues todo lo que de verdad soporta esta aventura estética está fundado en la concepción del tiempo y la duración a la manera oriental. Lo de Scelsi, en realidad, no es más que un eslabón normal en toda esta cadena de autores occidentales que, desde Debussy, han venido aprovechando los aportes, sobre todo, de los países asiáticos. La vanguardia debe mucho a este trasvase incesante, que antes que acabar, no deja de enriquecerse desde todos los ángulos. Queda en Scelsi, por encima de cualquier otra consideración, la imposición de un lenguaje que identifique el sonido con lo trascendental. Para eso, el autor se vuelca en el mantenimiento de unas mismas sonoridades dentro de una obra. La variación es ínfima. El sonido cambia de frecuencia, pero no pierde su identidad. Lo que persigue Scelsi es que el sonido único sea el transportador de mensajes tal vez ultraterrenos: el uno es el todo, el todo es uno. Escuchar una obra como la que encabeza el presente y sobresaliente registro, Chukrum, es toparse con una desnudez de sonidos que es sólo aparente, SCHNITTKE: Música completa para piano vol. 1: Preludio y fuga, Pequeñas piezas, Sonata nº 1, Cinco aforismos, Sonatina para piano a cuatro manos. GIAMPAOLO NUTI, piano. DANIELA DE SANTIS, piano (Sonatina). STRADIVARIUS STR 33753 (Diverdi). 2006. 60’. DDD. N PN T res décadas en la vida de Schnittke (de 1963 a 1994), que pues tras esa masa en principio quieta, bullen demasiados datos como para no sentirse atrapados. Scelsi alcanza lo que han buscado muchos autores de la modernidad: el llegar al fondo de las cosas por el camino más simple. El sonido único puede socavar nuestro yo más profundo. Es esta la gran revolución estética de que puede alardear la modernidad, su éxito frente a la retórica de la polifonía y la proliferación de acontecimientos en una misma obra. Recomendar calurosamente este CD de Neos parecería proseguir la estela de tantos otros discos con música de Scelsi grabados con anterioridad, pero lo que lo hace excepcional es la lectura absolutamente abrasiva de unos músicos de Múnich en estado de gracia. La grabación, excelente y comunicadora de la espacialidad y profundidad de esta música, proviene de Música Viva, un ciclo donde, por cierto, se empezó a tocar al compositor italiano a la par que en Donaueschingen o Darmstadt, esto es, a finales de los años setenta. La aportación de la orquesta muniquesa a la discografía de Scelsi es muy a tener en cuenta, pues desde la integral de Accord (Orquesta de Cracovia/Wyttenbach) no se había escuchado al Scelsi orquestal de esta manera. Asombroso. Francisco Ramos no acudió a menudo a la soledad del piano, y esto acaso no fue por voluntad propia, sino por circunstancias. No se hacen encargos al apestado. Estas obras, en general y salvo lo que veremos de alguna de ellas o de algún momento concreto, muestran la manera de entender lo D D I SI CS O C O S S SAYVE-SCHUBERT clásico por parte de Schnittke. Ojo a ese doble movimiento, Preludio y fuga (1963), que invoca al barroco tardío y no sólo a Bach; pocas cosas tan atractivas, tan vivas, como la fuga, un crecimiento que adquiere auténtico dramatismo. También son clasicistas las siete miniaturas de 1971, desde una canción popular hasta una marcha muy vacilona, a contratiempo y brillante de pronto, pasando por imitaciones y cuentos infantiles. Con la Sonata de 1987 volvemos a una obra de envergadura, cuatro movimientos de cierta amplitud que culminan en un Allegro final muy ambicioso. Es una obra posterior a esa especie de resurrección del músico y el hombre, a la apoplejía de 1985, y hay momentos más graves que clásicos (aunque los clásicos no eran únicamente graciosos y elegantes, por favor), como en ese Lento inicial que a veces es como el Cadalso de Ravel, o que busca los extremos agudos del teclado para sugerir acaso que no se puede ir más lejos (perdonen esta interpretación, sin duda errónea). El Allegretto alcanza un clímax sonoro y dramático en el que agresivas disonancias no emancipadas (y que no creo que a esas alturas se consideraran vanguardistas, aunque acaso sí molestas para el vigilante agazapado). Quién será capaz de averiguar dónde o a quién se dirige esa pregunta que es el enigmático, misterioso segundo Lento. El Allegro final es virtuoso, rico, generoso, contraste de sonidos en tesituras lejanas, tocata y secuencia implacable, magistral. Los cinco Aforismos de 1990 y la Sonatina a cuatro manos de 1994 son miniaturas. Los Aforismos son piezas de algo menos de dos minutos y algo más de tres. Como su título indica, se trata de una sugerencia amplia escasa en signos. Sugerentes, pero no transparentes, sino al contrario. Misterios, tal vez. Para iniciarse, claro. Lo contrario a la contundencia o a lo diáfano: atención a las dos piezas finales, marcadas Senza tempo y Grave, por su intensidad lenta que en algún momento alcanza crispaciones. La Sonatina para dos pianistas concluye este recorrido breve pero de gran intensidad, clásico pero no exento de dramatismo cercano al pathos (cercano, sólo cercano). Pieza de sabor infantil, popular, puro diatonismo, de menos de tres minutos, la Sonatina es como un divertimento imprevisible dentro de este bello recital. Giampaolo Nuti recrea estos sonidos en su verdadero espíritu, con su poquito de virtuosismo (a veces, no tan poquito), con su mucho de introspección o de elegancia. Unas interpretaciones espléndidas, para las que Nuti cuenta con la ayuda eficaz de Daniela De Santis en la Sonatina que cierra el CD. Santiago Martín Bermúdez SCHUBERT: Sonata D. 960. Klavierstücke D. 946. EMMANUEL STROSSER, piano. MIRARE 025 (Harmonia Mundi). 2005. 71’. DDD. N PN He aquí un disco con repertorio canónico y con unas versiones muy notables que abundan felizmente en la obra de Schubert reuniendo imaginación y solvencia. El programa es tan exigente como profundo y muestra como en el solista prevalece de manera absoluta el aspecto musical y no el técnico exclusivamente. Este, muy completo a todos los niveles, profundiza en la estética schubertiana con fantasía y con un fraseo selecto al que hay que sumarle un cálido sonido y un hacer en general meticuloso y pulido. Porque Strosser construye las melodías con sentido común, paciencia y con amplitud de miras. Su dilatada paleta sonora ayuda añadiendo diferentes tintes en cada momento. En su interpretación caben la vehemencia y no los arrebatos, el candor y la naturalidad. El pianista, pausado, perseverante y tenaz, logra unas interpretaciones muy plausibles y notables, en las que el equilibrio es también una de sus características más eminentes. En su hacer no caben las estridencias y sí el paladeo de cada nota; pulcro en los pasajes rápidos, cultiva con éxito el aspecto melódico y se recrea con un buen uso del pedal en las atmósferas del vienés. Recomendable. Emili Blasco SCHUBERT: Sonatas D. 784 y D. 959. PAUL BADURA-SKODA, piano. GENUIN GEN 88125 (Gaudisc). 2008. 63’, DDD. N PN Sobrepasados los 80 (el disco está grabado en febrero de este mismo año), el ya anciano Matthias Goerne, Helmuth Deutsch, Eric Schneider UN MUNDO SCHUBERT: A mi corazón. Canciones, vol. 2. MATTHIAS GOERNE, barítono; HELMUTH DEUTSCH Y ERIC SCHNEIDER, piano. 2 CD HARMONIA MUNDI HMC 902004/5. 2008. 124’. DDD N PN En la plena madurez de su obra, Goerne ha llegado también al pleno dominio de una voz que, sin ser naturalmente de excepción —pensemos en Hampson o Fischer-Dieskau— está explorada con tan cabal maestría y coronada por tan señorial dominio, que resulta de una belleza personalísima. Grave y cavernosa, puede vibrar hasta el borde de la exclamación o adelgazarse y aclarar su timbre en un susurro, siempre sobre un ligado infalible que permite construir cada frase, decir el verso con claridad y explayarse, concentrada y serena, haciendo surgir todos los matices de un gran intérprete. Ya conocemos en Madrid su querencia schubertiana, en misceláneas y ciclos completos. Aquí, con un vasto programa de 43 piezas, se puede recorrer todo el mundo de Schubert en una alternancia inteligente de tesituras y temperamentos. Ensimismado y, a partir de ello, enamorado, resuelve cantar con dulce entrega en A mi corazón, Eres la paz, Lamento. Celebra la Badura-Skoda ofrece una interpretación un tanto especial de estas dos grandes Sonatas schubertianas. “Especial” puede sonar, digamos, a calificativo “políticamente correcto”. Para qué les voy a engañar: lo es. La sensación que uno tiene al escuchar este disco es algo agridulce. Por una parte está el conocimiento enciclopédico que el artista tiene de esta música, y que es evidente desde el mismo momento en que leemos sus textos acompañantes, como siempre muy documentados y de gran interés. Hay que gozar también de su visión crepuscular de estas obras en las que el dramatismo está a flor de piel. Tenemos también la fabulosa sonoridad del Bösendörfer Imperial, que parece nacido para esta música. Y está, en fin, la sensibilidad y saber hacer que este artista ha mostrado siempre en la música de Schubert (recordemos especialmente aquel estupendo disco de Impromptus). Pero en el otro lado, ¡ay!, el tiempo no perdona, y en los tres últimos años armonía del humor con la naturaleza en Junto al arroyo en primavera, A una fuente, Astro nocturno, Junto al Danubio. Otro empeño es el de animar a personajes como la melancólica Mignon o el sombrío Arpista, criaturas goetheanas. En El joven y la muerte hay dos voces, dos almas, dos lenguajes. Asimismo hay capacidad narrativa y descriptiva en El pescador y En el arroyo. En A la música confluyen dos vertientes fundidas en la canción: el poeta y el músico. Y así podríamos glosar cada página, porque no hay dos parejas, siendo todas del mismo origen, el canto schubertiano. Se podría decir algo similar de los pianistas, tan intérpretes del Lied como el barítono. Queden las líneas anteriores también dedicadas a ellos. Blas Matamoro las limitaciones se han vuelto más y más palpables. La pulsación es a veces irregular y la articulación se resiente, la sutileza de matiz se pierde en alguna que otra ocasión, la agilidad ya no es la de antaño, y el pianista austriaco muestra evidentes dificultades para superar escollos como el del movimiento final de la D. 784, cuya coda queda severamente afectada, o el Scherzo de la D. 958, al que le falta vuelo aunque no energía. Cierto, momentos como el dramático clímax del Andantino en la D. 958 están muy bien resueltos teniendo en cuenta lo que se comenta, pero aun así es evidente que los dedos ya no acompañan, que muchas veces tienen más peso del deseable, y que, faltaría más, ya no responden a las “órdenes” de su dueño como antaño. Por todo ello, el disco nos deja un cierto sabor de “sé lo que quiero, sé cómo hacerlo, pero no termino de poder”. Pese a todo, esa sabiduría y esa capacidad artística son de tal calibre que uno termi- 97 D D I SI CS O C O S S SCHUBERT-ZELENKA na siendo generoso con el resto y disfrutando de los momentos más hermosos, como las transiciones, el manejo de los silencios, la elegancia del canto. No son las mejores versiones de la discografía (hay que recurrir para ello a Richter, Brendel o Kempff) pero yo he terminado disfrutando de la escucha de este disco, pese a sus limitaciones. Rafael Ortega Basagoiti SCHUMANN: Sonatas para violín y piano nº 1 en la menor op. 105, nº 2 en re menor op. 121 y nº 3 en la menor WoO 27. JENNIFER KOH, violín; REIKO UCHIDA, piano. CEDILLE CDR 90000 095 (Gaudisc). 2006. 64’. DDD. N PN I nteresante disco, por logro de estilo y conjunción de las dos jóvenes intérpretes en la traducción de estas Sonatas schumannianas. Inspiración al realizar el potente trazo de la Sonata nº 1 con el remanso de su tiempo central. Un mismo aliento impregna la voz muchas veces unívoca en lo compositivo de las dos instrumentistas. Intensa también es la acepción de la Sonata nº 2 en su primer tiempo dando paso a ese saltarín segundo y tampoco por eso deja de estar impregnado de alto romanticismo en las paráfrasis del tema principal. Perfectamente traducido todo el etéreo encanto del tercero. Asimismo se encuentra bien plasmada la Sonata nº 3, diversa en sus sucesivos tiempos: acérrimamente romántico el primero, en un juego bipolar el segundo, rapsódico el tercero y resolutivo el cuarto, indudablemente esta pieza más deslavazada que sus hermanas en la relación entre sus cuatro tiempos, como fruto que es de la colaboración de Dietrich (alumno de Schumann), siendo los dos últimos movimientos de la autoría de éste, y de Brahms el restante. José Antonio García y García SCIARRINO: Variazioni. Allegoria della notte. Frammento e Adagio. Morte di Borromini. I fuochi oltre la ragione. Recitativo oscuro. Il suono e il tacere. Shadow of sound. SINFÓNICA NACIONAL DE LA RAI. Director: TITO CECCHERINI. 98 3 CD KAIROS 0012802KAI (Diverdi). 2006. 168’. DDD. N PN Richard Hickox INDESCRIPTIBLE BELLEZA SCHUBERT: Misa en mi bemol mayor D. 950. SUSAN GRITTON, soprano; PAMELA HELEN STEPHEN, mezzo; MARK PADMORE, JAMES GILCHRIST, TENORES; MATTHEW ROSE, bajo. COLLEGIUM MUSICUM 90. Director: RICHARD HICKOX. CHANDOS Chaconne Chan 0750 (Harmonia Mundi). 2007. 53’. DDD. N PN El último año de vida de Franz Schubert dio frutos musicales extraordinarios; entre ellos, esta Misa. Su factura puede, sin exagerar un ápice, situarla en la cumbre del género, junto a otras obras maestras como la en si menor de Bach, o la Solemnis, de Beethoven. Richard Hickox sabe conducir un conjunto formado por instrumental historicista, con atriles bien nutridos (8-6-4-3-2), y por una plantilla vocal excelente, por el camino del equilibrio perfecto entre la definición L as Variazioni, para violonchelo y orquesta, son un testimonio claro, dentro de este triple CD que el sello Kairos dedica a la obra para orquesta de Salvatore Sciarrino, de la manera de configurar el tejido sonoro por este autor, siempre más atento a los ecos y las resonancias que a las sonoridades poderosas. Sciarrino, como Feldman y Nono, plantea el discurso de manera que sean la espera y la incertidumbre los elementos fundamentales en la escucha. La expectación ante un suceso que habrá de llegar, ante una explosión que tendrá que ocurrir, hacen de la recepción de la obra de Sciarrino uno de sus principales atractivos. Las Variazioni imponían ya, en 1974, esa forma de combinar sonidos aleteantes y aquí, como en las dos piezas siguientes del disco, Sciarrino se aleja de las convenciones del concierto con solista para ahondar en su especial sonoridad apagada. El juego que hace el italiano de la cita (temas de Mendelssohn en Allegoria della notte) no tiene nada que ver con las irrupciones sarcásticas que hace un Lachenmann de materiales ajenos en sus obras. Al contrario, Sciarrino despoja al clásico de notas y lo detallista y la potencia sonora. El resultado nos permite disfrutar, de principio a fin, de una obra hermosísima, dotada de una dimensión de profundidad humana y, a la vez, espiritual. Desde la plegaria meditativa del Kyrie hasta la elevación suprema del Agnus Dei, pasamos por momentos de indescriptible belleza, como el diálogo entre solistas en Et incarnatus est, los simbólicos cambios de color tonal en Crucifixus, o la espectacular carga de energía con la que nos sorprenden esos atrevidísimos saltos de tercera menor en la secuencia armónica del Sanctus. La prestación del elenco solista está en afortunada consonancia con la del resto de componentes de la grabación. Cada elemento en su lugar, teniendo muy claro el objetivo común. Merece ser mencionada especialmente la sección de viento del conjunto instrumental, sensacional en el fundamenofrece rodeado de un aura de silencios. El afán por detener el fluir del tiempo es otra de las obsesiones del músico y lo hace a partir de una paleta que tiene mucho que ver con el impresionismo. Como cierto Debussy o el Feldman para piano, Sciarrino orna el discurso de silencios y de sonidos mantenidos, con lo que obtiene fragmentos de tiempo suspendido, mucho mejor cuando la duración se hace extrema, como en las dos piezas que cubren el segundo CD, Morte di Borromini y I fuochi oltre la ragione. La tensión deviene de esa paralización de la secuencia, que es lo que prevalece en Morte, obra de gran morbidez, donde Sciarrino recurre a una de sus constantes, el tema del suicidio, en este caso, el del arquitecto Borromini. La pieza se acompaña de un recitado en donde se hace lectura del texto que dictara Borromini a su médico la víspera de su muerte. El triple CD, servido con una interpretación modélica por los músicos de la RAI, a los que no se les escapa ninguno de los ínfimos detalles de esta música, presenta las nueve obras orquestales por orden cronológico (desde 1974 hasta 2005), con lo que facilita al receptor el poder comparar las distintas épocas. El resultado es que, tras el impresionismo encubierto de las primeras obras, como Allego- tal papel que le concede la pluma schubertiana en la partitura. La cuerda dosifica un levísimo uso del vibrato logrando un color tonal profundo y terso. Excepcional, sin parangón, el coro. Lástima que el detallismo del libreto —que ofrece todas las fichas de la nómina organológica orquestal— no encuentre lugar para hacernos saber, siquiera mínimamente, a quiénes debemos agradecer tanta belleza. Juan García-Rico ria o Frammento, tan etéreas como algo inconsistentes en su estructura (se preferirán aquí las piezas de cámara o dramáticas de esa misma época, como Introduzione all’oscuro), se erigen como mayores logros las extensas Morte di Borromini e I fuochi oltre la regione, mientras que las obras que cierran el ciclo, Recitativo oscuro, Il suogno y Shadow of sound (de 2005), están menos cargadas de sustancia, pues el estilo torna a cierto amaneramiento. Francisco Ramos SPOHR: Conciertos para clarinete y orquesta nºs 3 y 4. MICHAEL COLLINS, clarinete. ORQUESTA SUECA DE CÁMARA. Director: ROBIN O’NEILL. HYPERION CDA67561 (Harmonia Mundi). 2006. 53’. DDD. N PN Versiones de lujo para esta integral en dos volúmenes que ya llega a su fin con los conciertos para clarinete y orquesta de un compositor importante injustamente olvidado y a quien se recuerda casi exclusivamente por un único fruto de su creatividad, algo que no es una composición sino la barbada del D D I SI CS O C O S S SCHUBERT-ZELENKA violín más alguna que otra pieza de cámara. Desgraciadamente, obras tan destacables como sus óperas, sus oratorios, sus sinfonías y sus quince conciertos para violín y orquesta son de rarísima audición, aunque poco a poco la discografía va remediándolo. Gran admirador de Mozart, de quien se consideraba discípulo por haber estudiado en profundidad su música, Spohr se rindió después ante la fuerza de Wagner, si bien no mostró demasiado entusiasmo por Beethoven —al contrario— y ese afecto mozartiano se percibe en su música aunque sea inequívocamente un romántico. En este compacto tenemos al más claramente virtuosístico y exigente de sus cuatro conciertos para clarinete, el tercero, con vivaces y brillantes movimientos extremos aunque cabe reseñar la serena belleza del Adagio central, que empieza con una casi cita mozartiana directamente procedente del Concierto para clarinete del genio salzburgués. El cuarto, sin duda el más romántico y dramático de los cuatro, y probablemente una de sus mejores obras, merecería tener un lugar en el repertorio. Collins en la parte solista se luce como es habitual y destaca tanto por la belleza del timbre que extrae a su instrumento como por su dominio técnico y su musicalidad, con ese cantabile sereno de apariencia más clásica que romántica que tan bien sienta a esta música. La orquesta, con O’Neill a la cabeza, responde a la perfección con una claridad de texturas y líneas igualmente clásicas. Hermosas versiones para una música que merece reivindicarse. Josep Pascual SZYMANOWSKI: Sinfonías nºs 2 y 3. RYSZARD MINKIEWICZ, tenor. CORO Y ORQUESTA DE VARSOVIA. Director: ANTONI WIT. NAXOS 8.570721 (Ferysa). 2007. 61’. DDD. N PE S igue la colección de música sinfónica de Szymanowski en Naxos. Ahora, tras los volúmenes dedicados a las canciones con orquesta y a los conciertos para violín y orquesta le toca el turno a las sinfonías. Antoni Wit al frente de los efectivos corales y orquestales de Varsovia ya es una garantía en este repertorio que conoce perfectamente. Tenemos aquí, de entrada, la vibrante y romántica Sinfonía nº 2, de acentos straussianos y scriabinianos que se nos ofrece en la versión revisada por el propio autor en 1936, es decir, un cuarto de siglo después de haberse estrenado. Estructurada a modo de un tema y variaciones precedida de una extensa introducción, finaliza con una fuga a cinco partes que nos recuerda que Reger fue otra de las influencias en el Szymanowski sinfónico. Versión impresionante y virtuosística, nerviosa y enérgica, matizadísima y a la vez potente como es habitual en Wit. Viene después la Sinfonía nº 3, subtitulada “Canción nocturna”, con un texto basado en los versos de un poeta sufí persa del siglo XIII. La relación con Scriabin es en esta obra mucho más estrecha que en la anterior. De un orientalismo poético que nada tiene que ver con el de las operetas de Gilbert y Sullivan ni con las piezas alhambristas, advertimos en ella una cierta carga esotérica, acaso por los lazos que la unen con la música de Scriabin. En todo caso, es una obra para escuchar más de una vez para irse familiarizando con ello, algo que no es necesario con la precedente, de efecto inmediato. En esta Tercera la versión es asimismo intachable y dramática, aunque quizá Wit cargue un tanto las tintas con su habitual energía y contundencia que no es que la perjudique sino, tal vez, al contrario. Además, Wit no huye, ni mucho menos, de las aristas y ciertos momentos destacan por una reveladora modernidad. Josep Pascual THEODORAKIS: Romiosini. Axion Esti. GEORGE DALARAS (voz solista), GIORGOS KIMOULIS (narrador). ORQUESTA POPULAR MIKIS THEODORAKIS. ORQUESTA PARA LA MÚSICA MODERNA DE LA RADIO GRIEGA. Director: KOSTIS KONSTANTARA. CORO DE LA CIUDAD DE ATENAS. Director: STAVROS BERIS. CORO JOVEN DEL NEA SMYRNI LEONTIUM LYCEUM. Directora: KATERINA VASILIKOU. yo, exclamó “¡qué maravilla, tanta gente para hacer bailar a un solo hombre!” El oyente un poco naíf que ha de comentar estos CDs de Theodorakis se encuentra en la misma situación de asombro ante un diluvio de orquestas y masas corales arropando esos lieder y ese oratorio con barítono, “cantante popular” y narrador sobre textos de dos poetas mayores del tiempo tratando de lo helénico, del génesis, la vida, la pasión y la muerte: ¿cómo todo esto cabe en 2 CDs? ¿Toda esa energía, esa reflexión profunda, ese dolor universal y personal que es el del exilio, esa coexistencia de la estética “clásica” y de los acentos pop o populares…? Pues, con desbordante entusiasmo y acaso un poco de embudo. Quizá exista un problema de tiempo de absorción (siempre para este mismo oyente un poco naíf) que no tiene el libro (pienso en la novela-río Ciudades a la deriva de Tsirkas, por ejemplo), ni los textos escritos de los poemas cantados, esa posibilidad de volver perezosa y deleitosamente a la página, al capítulo, anterior sin crear un discotequero efecto a lo DJ, mal avenido en estas circunstancias (el tiempo que necesita el oyente para abordar/entender un texto cantado es diferente del tiempo que necesita el lector de ese mismo texto y más cuando el mensaje es profundo, complejo, trascendental etc.; en la música, el alargamiento es a menudo necesario, algo que Wagner sabía muy bien). Una vez superado ese problema de timing, una vez encauzado el arrebatador flujo de información y poesía que los recuerdos de unos estudios clásicos permiten percibir, uno se deja arrastrar por ese mismo clima de calurosa fraternidad y sentimientos bondadosos que nos enaltecen cuando, por ejemplo, volvemos a ver 1900 de Bertolucci o volvemos a sentir en cada campaña para las presidenciales cuando pasa cerca de casa el coche con altavoz y techos abiertos con mil brazos agitando banderas (las de uno, claro está). 2 CD TROPICAL MUSIC 68.866 (Karonte). 2006. 95’. DDD. N PN Durante el alba de los dedos de rosa (pues estamos en Grecia), Igor Markevich asistía a un ensayo de su maestro Mitropoulos en el teatro de Epidauro; un pastor se acercó, observó con suma atención y al final del ensa- Pierre Élie Mamou VALEN: Pastorale. Soneto di Michelangelo. Cantico di ringraziamento. Sinfonía nº 1. Concierto para violín. ELISE BATNES, violín. SINFÓNICA DE STAVANGER. Director: CHRISTIAN EGGEN. BIS CD-1522 (Diverdi). 2005-2006. 58’. DDD. N PN Al leer la novela Doktor Faustus, de Thomas Mann, es inevitable preguntarse cómo sonaría la música de Adrian Leverkühn de haber existido. Se habla de Arnold Schoenberg como modelo inspirador del novelista, pero para quien esto suscribe, esa música imaginada se acercaría más a la de un Fartein Valen (1887-1952), componente demoníaco excluido. Seguramente muchos otros lectores no compartan la misma idea, pero lo cierto es que al escuchar este disco el recuerdo de la criatura de Mann acudió inmediatamente a mi memoria. El carácter atonal de las composiciones, su rigor constructivo y polifónico, y su expresividad introvertida ahondan en ello. Bis inicia con este volumen la integral de la producción sinfónica de Valen, y realmente estamos ante todo un descubrimiento: el de un artista noruego que quiso ser parte de un mundo moderno, pero sin ceder a radicalismo alguno. Bach y Schoenberg son los extremos entre los que se mueve su obra, muy abierta también a la sugerencia literaria y plástica, de Miguel Ángel a El Greco. En lo personal, fue un creador que vivió por y para su arte, en un aislamiento que transmite a su música una fuerza soterrada. Como en el maravilloso Concierto para violín (1940), trasunto de aquel “A la memoria de un ángel” de Berg, inspirado como fue también por una vida segada antes de tiempo. Todo en este trabajo es magnífico, original y profundamente hermoso y verdadero. También lo es la interpretación de Christian Eggen, atenta al menor detalle, contenida, transparente y callada. La toma de sonido es excelente y no lo son menos las notas introductorias. Esperemos que no tarden mucho en llegar las siguientes entregas de esta serie. Juan Carlos Moreno ZELENKA: Misa votiva ZWV 18. COLLEGIUM 1704. COLLEGIUM VOCALE 1704. Director: VÁCLAV LUKS. ZIG ZAG TERRITOIRES ZZT 080801 (Harmonia Mundi). 2007. 71’. DDD. N PN Zelenka no deja de sorprender. La obra del que fuera uno de los maestros más grandes del barroco tardío —no en vano se le ha 99 D D I SI CS O C O S S ZELENKA-VARIOS comparado hasta con Bach— se va incorporando a la fonografía, aunque no con la celeridad que sería deseable. Esta Misa es una prueba excelente de su arte; puede que no esté a la altura de composiciones magnas como la Missa Dei Patris, pero evidencia bastante más que oficio. Aquí curiosamente Zelenka parecería estar más cerca de Haendel que de Bach. Bajo una capa algo rococó, surge con rapidez un contrapuntista de raza, algo bien patente en las partes fugadas. Luks ofrece una lectura muy convincente, de punzante sonoridad, seca acentuación, decidida y de efectivos juegos dinámicos. Los solistas vocales —pertenecientes al propio coro— se comportan con aceptable corrección, bien que con ocasionales problemas de timbre y agilidad. A cambio, la grabación proporciona pasajes como la fabulosa fuga sobre las palabras “Cum Sancto Spiritu” o el jubiloso “Et resurrexit”. Apreciable contribución, pues, a la discografía de Zelenka. Enrique Martínez Miura www.scherzo.es Michael Noone PRO VICTORIA VICTORIA: Veni, Sancte Spiritus. Missa Pro Victoria. Super flumina Babylonis. Missa pro Defunctis. ENSEMBLE PLVS VLTRA. Director: MICHAEL NOONE. ARCHIV Los Siglos de Oro 0028947668725 (Universal). 2008. 77’. DDD. N PN Lamentaciones de Jeremías. ENSEMBLE PLVS VLTRA. Director: MICHAEL NOONE. ARCHIV Los Siglos de Oro 0602517795211 (Universal). 2008. 73’. DDD. N PN Los Siglos de Oro, la colección discográfica promovida por la Fundación Caja Madrid, en colaboración con diversos sellos, inicia una importante serie dedicada a Tomás Luis de Victoria. No se trata de unas “obras completas” en sentido estricto, sino de una recopilación muy amplia que gira en torno a la actividad del compositor durante sus años de estancia en Madrid, pero con la inclusión de otras páginas por su escasa fonografía u otras razones. Empresa abierta y ambiciosa, pues, que se ha encargado a Noone, autor también de alguna de las ediciones de las obras, sin duda uno de los máximos expertos actuales en la polifonía española, en sus aspectos tanto musicológico como interpretativo. Noone no se cierra ninguna puerta, utilizando tanto versiones únicamente vocales como otras suavemente coloreadas por instrumentos, como por ejemplo la secuencia Veni, Sancte Spiritus. Brillante lectura de la Missa Pro Victoria, con su disposición bicoral. Afinación, timbre (óigase el Kyrie), claridad polifónica, solidez del registro grave, todo contribuye a una versión de nobleza apolínea. Exultante el Credo, con momentos de especial ternura. Igualmente soberbio el acercamiento a Super flumina Babylonis. Obviamente, la Missa pro Defunctis es una de las páginas más grandes de todo Victoria. Noone se acerca a ella sin efectismos, con una expresiva austeridad, pero apoyado también en la sensacional respuesta contrapuntística y la claridad de exposición de sus cantantes. Llaman la atención la concentración máxima de Sanctus y Benedictus y la ingenuidad del Agnus Dei. Los pasajes de canto llano de los Responsoria no son los que haría un grupo especializado, pero en el contexto de estas versiones funcionan sin chirriar. Sobresaliente asimismo la interpretación de las Lamentaciones de Jeremías, muy transparente en sus líneas vocales, de superficie tersa, seducción tímbrica y conjunto equilibrado. De gran capacidad comunicativa las contenidísimas invocaciones (“convertere”) de Aleph. Quomodo obscuratum. Dos sensacionales discos que abren una colección de la que cabe esperar mucho. Enrique Martínez Miura Cuarteto Artis de Viena UN ECLÉCTICO WELLESZ: Cuartetos de cuerda nºs 3, 4 y 6. CUARTETO ARTIS DE VIENA. NIMBUS NI 5821 (LR Music). 2008. 63’. DDD. N PN Entre 1904 y 1905, Egon Wellesz fue alumno de Arnold Schoenberg. Curiosamente, estudió con él armonía y contrapunto, pero no composición. Su contacto con la Segunda Escuela de Viena resulta, de algún modo, tangencial: toma contacto con ella, pero al mismo tiempo se mantiene a una distancia prudente. Admira a Schoenberg y es el primero en escribir en 1921 un estudio sobre su obra (también era musicólogo), pero emprende un camino independiente. Las diferencias con el padre de la dodecafonía no son ideológicas, como en el caso de Eisler. Tampoco es 100 Wellesz un reaccionario o un nostálgico: es, por así decirlo, un ecléctico convencido de que el momento crítico que vive la música no necesita de soluciones maximalistas. Tras un período de olvido, en el que las opciones radicales eran las únicas admitidas, su obra ha vuelto a despertar un renovado interés, orientado en un primer momento hacia su catálogo orquestal. Nueve cuartetos de cuerda jalonan la trayectoria creativa de Wellesz de 1912 a 1966. El Tercero se remonta a 1918 y es obra de un músico de treinta y dos años. En él se respira la crisis de la tonalidad, se comprueba la enfermedad, y como receta se prescribe una vuelta a las formas barrocas, con un dosificado equilibrio entre cromatismo y diatonismo. Por razones que se desconocen, el Cuarteto nº 3 permaneció inédito hasta 1997, año de su estreno. Diversa suerte corrió el Cuarteto nº 4 (1920), que fue en su día una de las obras más difundidas de Wellesz. Inquieta y fascinante, la pieza marca el máximo acercamiento del músico al expresionismo vienés y, con su estructura en cinco movimientos, parece anticipar la Suite lírica de Berg. Escrito en 1947, el Cuarteto nº 6 es una obra del exilio (desde 1938 el autor residía en Inglaterra debido a la persecución nazi) y quizá por ello tenga un carácter más retrospectivo. Aquí, Wellesz reflexiona sobre la herencia schubertiana como lo había hecho también su paisano Krenek. Estamos ante una obra que resuelve las tensiones críticas a través de una contemplación lírica y melancólica. El Cuarteto Artis es un especialista en este repertorio. Tiene, en su discografía, cuartetos de Zemlinsky, Schoenberg, Webern y Weigl. Si bien nada lo indica, esperamos que se trate del comienzo de una integral dedicada a Wellesz. Esta primera y magnífica muestra nos ha puesto los dientes largos. Stefano Russomanno D D I SI CS O C O S S ZELENKA-VARIOS RECITALES PIOTR BECZALA. Tenor. Salut! Arias de Donizetti, Gounod, Verdi, Bazin, Maillart, Massenet, Mascagni, Leoncavallo, Puccini y Offenbach. ORQUESTA DE LA RADIO DE MÚNICH. Director: ION MARIN. ORFEO C715081 A (Diverdi). 2007. 62’. DDD. N PN E xisten cantantes que van realizando una inter e s a n t e carrera sin excesiva publicidad, pero que en el escenario muestran sus cualidades. Este es el caso del tenor Piotr Beczala, al que hemos podido ver en sus DVDs de La traviata y Rigoletto y oír en una grabación de Das Land des Lächelns, de Lehár, donde muestra una voz timbrada, lírica, seductora y un fraseo expresivo. Ahora sale lo que creo es su primer disco en solitario, con un repertorio de arias francesas, algunas desconocidas, e italia- nas con una amplia variedad. Su estilo encaja perfectamente con el repertorio galo y así surgen una delicada versión de Roméo et Juliette, un estilo apasionado en Faust, el dolor del engaño en Manon, un canto atormentado en Les Contes d’Hoffmann, así como un buen estilo en arias de Maïtre Pathelin, de François Bazin (18161878) y Les dragons de Villars, de Louis “Aimé” Maillart (18171871), mientras que en Werther queda algo prematuro. Su prestación en el repertorio italiano, siendo buena, precisaría una mayor inmersión en el estilo para hacer el canto algo más comunicativo. Su Lucia di Lammermoor es musical, pero su belcantismo es mejorable, siendo más interesante sus prestaciones de las dos páginas de La bohème, la de Puccini y la de Leoncavallo, junto a páginas donde surge su interés como Jérusalem, cantada en francés, Un ballo in maschera, L’elisir d’amore o el cierre con Rigoletto, al que falta un cierto desenfado. Muy válida la orquesta de Múnich bajo la dirección de Ion Marin. Albert Vilardell CARLO COLOMBARA. Bajo. Rencontres. Mélodies françaises. Obras de Fauré, Hahn, Gounod, Duparc, Poulenc, Ibert y Ravel. RANI CALDERON, piano. DYNAMIC CDS 583 (Diverdi). 2007. 58’. DDD. N PN D entro del actual panorama de voces graves, Carlo Colombara es uno de los que está realizando una importante carrera, a partir de un timbre bello, penetrante, con una importante preparación técnica y un fraseo muy cuidado. Es básicamente un cantante de ópera; a este géne- ro dedicó su primer recital en disco, pero ya en el segundo se adentró en el mundo de la canción italiana y americana, y ahora afronta un nuevo reto al grabar este disco de canción francesa, que tiene unas características propias y por ello los resultados están en correlación con las mismas. Por ello destaca más en las piezas de mayor contenido dramático, como son las Chansons de Don Quichotte, de Jacques Ibert, a las que sabe dar ese carácter humano, con un variado contraste que también consigue en Don Quichotte à Dulcinée, de Maurice Ravel. Del resto, incluye un grupo de canciones de Gabriel Fauré, que resultan algo homogéneas, consigue mejores resultados en Reynaldo Hahn y Charles Gounod, volviendo a prestaciones algo lineales en Henry Duparc y Francis Poulenc. Le acompaña Rani Calderon con profesionalidad y sentido musical. Albert Vilardell VARIOS ALBRECHT MAYER EN VENECIA. Obras de Vivaldi, Platti, A. y B. Marcello, Lotti y Albinoni. ALBRECHT MAYER, oboe y director. NEW SEASONS ENSEMBLE. DECCA 478 0313 (Universal). 2008. 71’. DDD. N PN A lbrecht Mayer, famoso oboe solista de la Filarmónica de Berlín, es habitual frecuentador en disco de la música barroca, aunque hasta ahora la había grabado con conjuntos clásicos o como miembro de los Berlin Baroque Soloists, mientras que para este trabajo ha creado su propio conjunto de solistas, con el violinista italiano Riccardo Minasi de primer violín. El objetivo son conciertos para oboe de conocidos maestros venecianos, entre ellos los muy célebres de Alessandro Marcello y de Albinoni (Op. 9, nº 2), además del RV 447 de Vivaldi y otros dos más de Platti y Lotti (éste para oboe d’amore). Una canzona de Benedetto Marcello y un arreglo del propio Mayer del Largo central del Invierno vivaldiano completan el CD. Se trata de versiones minimalistas, pues el New Seasons Ensemble lo forman dos violines, viola y continuo (contrabajo, tiorba/laúd, clave/órgano), tocadas con instrumentos modernos, pero criterios interpretativos barrocos. Mayer tiene el sonido de oboe moderno más parecido al de un instrumento antiguo que yo conozca, lo cual ayuda a apreciar estas interpretaciones integrándolas en la tradición reciente de los conjuntos historicistas, pues buena parte de los problemas de oír oboes modernos haciendo música barroca deriva de su timbre, en general más chirriante, menos afectuoso y dulce que los antiguos. Son versiones muy bien articuladas, de líneas claras y contrastes tenues, con progresiones dinámicas suaves, aunque hay momentos en los tiempos rápidos de notable agilidad y chispa. Muy elegante siempre el fraseo de Meyer, que hace muy flexibles los movimientos lentos, sin que el énfasis expresivo sobre ellos (esos deliciosos Adagios de Albinoni o Marcello, como el poco conocido pero delicadísimo Affettuo- so de Lotti) los lleve nunca hasta el exceso de almíbar sentimentalista de las versiones románticas. Pablo J. Vayón ALTA DANZA. Música italiana de danza en el siglo XV. LES HAULZ ET LES BAS. Director: IAN HARRISON. CHRISTOPHORUS CHR 77293 (Diverdi). 1997. 79’. DDD. N PN Un variado conjunto de instrumentos agrupa el conjunto Les Haulz et les Bas: fídula, laúd, bombardas, calemías, gaitas, sacabuche, cornetto y pandereta. Con ellos interpretan una serie de danzas de los cuatro tipos característicos en la Italia del siglo XV: bassadanza, quaternaria, saltarello y piva. Todas ellas están sacadas de una decena de manuscritos conteniendo las correspondientes descripciones coreográficas acompañadas por fragmentos de música y en su mayoría se deben a Domenico da Piacenza y a su discípulo Guglielmo Ebreo (Giovanni Ambrosio, tras su conversión al cristianismo) de Pésaro. Los tratados de coreografía contienen exclusivamente las correspondientes a la bassadanza o danza baja, considerada la más noble de las cuatro y que es, a su vez, la más difícil y lenta. Los otros tipos de danza no gozan de una coreografía específica y tan sólo pueden encontrarse las correspondientes a mezclas de todos o alguno de los tipos, mezclas que se denominan balli o ballitti. Así, la primera de las grabadas, Rostiboli gioioso, comienza en danza baja, continúa en saltarello (denominada en España danza alta) y termina en cuaternaria. Tal como explica Ian Harrison, director del conjunto, las anotaciones musicales que acompañan a las descripciones coreográficas de los manuscritos son insuficientes para la directa interpretación de las danzas y están llenos de interrogantes sobre dicha interpretación, que es preciso suplir con determinados supuestos y arreglos. Ello no impide que la suya, realizada bajo los consejos de la especialista en danzas del renacimiento 101 D D I SI CS O C O S S VARIOS Véronique Daniels, haga las delicias del oyente, como es de esperar en este tipo de repertorio, a la vez que transmite sensación de rigor en el tratamiento. Un disco que, además, está muy bien grabado y tiene una duración aprovechada al máximo. José Luis Fernández ARS MEDITERRANEA. SPECULUM. Director: ERNESTO SCHMIED. OPENMUSIC CMBK0815 (LR Music). 2007. 64’. DDD. N PN 102 Le ha cabido de todo a E r n e s t o Schmied en su último disco: tres anónimos sefardíes, tres piezas del Llivre Vermell, una del Codex Huelgas, estampies royales del Manuscrito del Rey, una canción trovadoresca (de Thibaut IV de Champagne), obras de algunos de los grandes maestros del ars nova italiano (hay hasta cinco de Landini, pero también de Ciconia y Paolo Da Firenze) y hasta un Ricercar de Francesco Guami, que vivió en el siglo XVI. Dos contratenores (José Hernández Pastor y David Sagastume), dos tenores (Juan Sancho y Lambert Climent) y un equipo instrumental con dos violas da gamba, flautas, vihuela, santur (que no es otra cosa que un salterio) y percusiones varias componen aquí el equipo de Speculum para un trabajo que financia la Comunidad de Madrid sin que a mí se me alcance del todo la razón. ¿Una visión musical del Mediterráneo? Si aceptamos que una parte pone la música y la otra el color de la percusión, vale. No alcanzo a ver más allá, aunque a lo mejor es que tampoco hay nada más allá. Un grupo de estupendos músicos se han reunido para grabar obras que les gustan, sin más. Perfecto, ¿pero que pintan ahí las administraciones públicas? El programa carece de la mínima coherencia exigible y las interpretaciones son tan fantasiosas que tienden a homogeneizarlo, hasta el punto de que el Ricercar de Guami se funde con la versión instrumental de una caccia de Landini sin que ni tímbrica ni estilísticamente se aprecie mayor diferencia. El toque orientalista que dan tanto la percusión como algunos giros de las flautas o las violas se enfatiza en las canciones sefardíes y hasta en un canon de Ciconia, aprovechado para incluir una sección Michael Kevin Jones, Agustín Maruri MOLTO CANTABILE EVOCACIONES DE ESPAÑA. Obras de Rodrigo, Granados, Moreno Torroba, Nin, Colomé, Tanaka, Falla, Albéniz, Villa-Lobos y Coles. MICHAEL KEVIN JONES, violonchelo; AGUSTÍN MARURI, guitarra. EMEC E-075. 2007. 78’. DDD. N PN En su ya amplia discografía, y tanto juntos como por separado y también integrados a grupos de cámara, Jones y Maruri han ido contribuyendo al conocimiento de obras y autores olvidados al tiempo que se han preocupado por divulgar la música actual, y todo ello en las mejores condiciones posibles habida cuenta de su talento y musicalidad. Este compacto amable y delicioso, con un repertorio exquisitamente interpretado, nos trae cosas conocicentral de improvisación percutiva. Las versiones de las estampidas, con abundante empleo de la cuerda pulsada, son desde luego muy singulares, casi ucrónicas por el intencionado alejamiento de los referentes más habituales de esa música, y resultan bastante diferentes a las que recientemente han grabado Hespèrion XXI o Artefactum. Las ornamentaciones de las piezas de ars nova pueden llegar a ser de una riqueza exuberante, como muestra la flauta en el Ecco la primavera de Landini o en el Benedicamus Domino de Paolo Da Firenze. Visión pues muy particular y personal, en absoluto historicista, de un programa excesivamente abigarrado. Salvo que mi ejemplar viniera mal de origen, el CD no incluye ningún tipo de carpetilla anexa con notas. Pablo J. Vayón O FELICE MORIRE. ENSEMBLE PHOENIX MUNICH. JOEL FREDERIKSEN, bajo y director. HARMONIA MUNDI HMC 901999. 2007. 74’. DDD. N PN Tras el notable éxito que cosechó con su acercamiento a las baladas inglesas (ver SCHERZO nº 226), Joel Frederiksen se lanza nada menos que al complicado repertorio de arias y das e incluso muy conocidas con alguna que otra novedad incluidas tres composiciones dedicadas al dúo. Entre estas novedades tenemos la música siempre plácida de Paul Coles quien en estas Evocaciones de España acerca lo culto y lo popular empleando un lenguaje fundamentalmente tonal pero inequívocamente actual. Después encontramos una “deconstrucción” del célebre El cant dels ocells debida a Delfín Colomé titulada Dels ocells, más densa y ambiciosa de lo que pueda pensarse. Y terminan estas novedades —y el recital— con el sorprendente y bellísimo Nocturno de San Ildefonso de Satoshi Tanaka. El resto del programa es suficientemente conocido pero la combinación violonchelo y guitarra aporta madrigales del primer barroco italiano. Presentándose como “coloratura basso profondo” (ahí queda eso) y acompañándose él mismo con el laúd (al que se unen en distintas combinaciones las violas de Domen Marincic, el arpa de Reinhild Waldek y la variada cuerda pulsada de Axel Wolf), Frederiksen vuelve a mostrar sus opulentos medios, que básicamente consisten en un bello y cálido timbre, un registro grave que llega a las profundidades más abisales que yo recuerde en esta música y una agilidad que parece impropia en una voz de sus características. Sin embargo, las arias de Caccini, Kapsberger, Landi, Marini, D’India o Monteverdi que presenta aquí requieren un entendimiento de la prosodia y la ornamentación de la época a las que se aproxima con indudables intención y conocimiento, pero sin terminar de darles el toque de ligereza y flexibilidad que exigen. No es que falten notas en los pasajes disminuidos, pero sí algo de mordiente y de fluidez, lo que causa cierta sensación de monotonía (que transmite también su desangelado laúd en las piezas en que toca solo), como falta claridad y distinción en la pronunciación, lo que rebaja el sentido dramático de las obras. Un reto difícil, con resultados interesantes por lo extraño que resulta escuchar una voz de estas características en este repertorio, pero no del todo satisfactorios. Pablo J. Vayón un color especial a algunas de las obras, la mayoría de origen vocal, aunque no puede pasarse por alto —al contrario, debe destacarse— la labor de Jones y Maruri que redunda en una expresividad que ennoblece los originales. Podría ser un disco popular. Lo merece y ojalá sea así. Josep Pascual SALTERIO Y FORTEPIANO. De C. P. E. Bach a Mozart. ALINE ZYLBERAJCH, fortepiano; MARGIT ÜBELLACKER, salterio. AMBRONAY AMY012 (Harmonia Mundi). 2007. 63’. DDD. N PN Un disco fuera de lo común, absolutamente singular, que recrea el mundo sonoro previo a la definitiva consolidación del pianoforte, desde su invención por Bartolomeo Cristofori en 1695. Como puede leerse en el extracto del artículo de Michael Cole que figura en la carpetilla, durante el siglo XVIII tuvo un gran desarrollo la utilización de un instrumento llamado pantalon, del que no se conservan más que descripciones literarias y así llamado por ser su inventor Pantalon Hebenstreit, músico que desarrollaba su actividad en la corte de Dresde. Se trataba del antiguo salterio, también llamado dulcimer, considerablemente agrandado en tamaño y número de cuerdas, que llegó a causar furor en toda Europa e influir en el diseño de constructores de instrumentos de teclado, como el célebre Silbermann, que fue también constructor de los instrumentos de Hebenstreit hasta que comenzaron a pleitear. Aline Zylberajch, utilizando un fortepiano copia de los primeros Stein y Margit Übellacker con un salterio, reconocidas virtuosas D D I SI CS O C O S S VARIOS Friederike Heumann EUROPEOS L’HARMONIE DES NATIONS. Música en la Corte de Baviera. STYLUS PHANTASTICUS. Directora: FRIEDERIKE HEUMANN. ACCENT ACC 24200 (Diverdi). 2007. 68’. DDD. N PN E n este estupendo disco se recogen obras de compositores que estuvieron en relación con el elector de Baviera Maximilian II Emanuel, un príncipe que se distinguió por sus arriesgadas decisiones políticas en una Europa marcada por el enfrentamiento entre Francia y los Habsburgo, que culminaría en la guerra de sucesión española. Ello no quita para que fuera un gran amante de la música y se llevara su viola da gamba hasta en sus respectivos instrumentos, intentan recrear ese mundo sonoro, interpretando a dúo sonatas de C. P. E. Bach, Johann Schobert, Eberlin y Mozart, así como una originalmente escrita para salterio debida al casi coetáneo de Mozart Melchior Chiesa. Siguiendo la práctica habitual de los virtuosos de la época, han trascrito para su dúo de instrumentos las restantes obras. La conjugación de sonoridades resulta sumamente sugestiva y el disco se escucha con interés. El resultado puede ser discutible bajo un punto de vista estrictamente historicista, pero las intérpretes no pretenden otra cosa que llevar acabo un intento de resucitar timbres olvidados y, de paso, consiguen que el oyente pase una muy placentera hora. José Luis Fernández TRÍOS PARA PIANO, CLARINETE Y VIOLONCHELO. Obras de Beethoven. ENSEMBLE KHEOPS. FUGA LIBERA FUG 535 (Diverdi). 2007. 65’. DDD. N PN Obras de Beethoven, Lannoy y Österreich. DIETER KLÖCKER, clarinete; GUIDO SCHIEFEN, violonchelo; OLAF DRESLER, piano. CPO 777 224.2 (Diverdi). 2006. 68’. DDD. N PN Coincide en estos dos CDs, dedicados a tríos para piano, clarinete y violonchelo, el Op. 11, en si bemol mayor de Beethoven, en sendas excelentes interpretacio- a los campos de batalla. El más notable y mejor representado de los músicos es Georg Muffat, todo un ejemplo de paneuropeismo, pues siendo alemán nació en la Saboya francesa y se formó primero en París a la sombra de Lully y posteriormente en Roma con Corelli. Sus intenciones musicales, en las que se refleja la armonía entre los estilos alemán, francés e italiano, eran justamente el reverso de la situación política. El disco se abre y se cierra con dos soberbias suites de Muffat procedentes respectivamente de los Florilegium que publicó en 1698 y 1695. Ya la primera es todo un programa de intenciones, pues figuran en ella aires y danzas españoles, holandeses, ingleses, italianos y franceses. Entre ambas suites se incluyen una partita de Pachelbel, dos concerti a quattro de Evaristo Felice dall’Abaco, una sonata de Johann Caspar Kerll y dos del compositor muniqués Johann Christoph Pez. La audición del CD es una verdadera delicia, se cierran los ojos y se tran haber tenido una influencia paralizante en sus contemporáneos y sucesores. No obstante lo cual, son obras de grata escucha y que merecen ser conocidas. José Guerrero Martín nes. En el primer compacto, por el Ensemble Kheops, fundado en 2006; en el segundo, a cargo de Dieter Klöcker (clarinete), Guido Schiefen (violonchelo) y Olaf Dresler (piano). Dado que estamos ante versiones que superan sobradamente el nivel mínimo exigido, es cuestión de gustos. Quien esto escribe se inclinaría, de tener necesidad de ello, por la primera versión, algo más larga y pausada, aunque no necesariamente más sedimentada. Notable el movimiento basado en el tema Pria ch’io l’impegno de la ópera L’amor marinaro, de Joseph Weigl, de gran éxito en Viena en su época. Estamos en pleno clasicismo, aunque no tarden en percibirse aires anunciadores del romanticismo. Es el caso del segundo y último Trío que Beethoven escribió para esta formación, el Op. 38, en mi bemol mayor, en realidad una adaptación del propio autor de un Septeto suyo anterior y dedicado a la emperatriz María Teresa. Un ejemplo de madurez y buen gusto. Música de cámara arrebatadora, redonda, con gran poder de seducción y con hechuras sonoras de plantilla superior. El segundo CD incluye un Trío de Eduard von Lannoy y otro de Rudolph von Österreich Habsburg, dos buenos ejemplos de escritura en la estela del genio de Bonn y de cómo las ideas de éste demues- A VERY NICE ALBUM. Obras compuestas y arregladas por Nigel Kennedy. NIGEL KENNEDY QUINTET. XANTONÉ BLACQ, CHRIS LUNG, voces. 2 CD EMI 2 13171 2. 2008. 100’. ADD N PN La literatura, el cine (es decir la vida, en este caso, británica) de los Angry Young men, esos escritores que miraban hacia atrás con rabia, tenía por héroes a unos adolescentes, a jóvenes parejas que, lejos del glamour del éxito social y profesional, luchaban para no caer en la desidia o la delincuencia. Puede que los tiempos hayan cambiando, pero sigo viendo en las calles de Londres o Manchester la sonrisa radiante y melancólica de Rita Tushingham en A Taste of honey, la mueca de Tom Courtenay en La soledad del corredor de fondo, los hombros vencidos de Richard Harris en Sábado por la noche, domingo por la mañana… Nigel Kennedy hace el camino al revés: se gasta el sueldo en los mejores peluqueros londinenses para parecerse a un polaco emigrado (tipo Mickey O’Rourke en sus días malos), visita la Venecia de ve pasar el cortejo de las naciones reflejado en los diferentes estilos musicales. Las obras elegidas son todas de una gran calidad, no solamente las ya comentadas de Muffat y las de Pachelbel o Dall’Abaco, pues lo mismo puede decirse de los mucho menos conocidos Kerll y Pez. El despliegue interpretativo del conjunto Stylus Phantasticus (dos violines, dos violas da gamba, tiorba o guitarra barroca, violone y órgano o clave) hace honor a su nombre, con una subyugante sensación de pasión sin rotura del equilibrio preciso, envueltos en una gran calidad sonora. Fantástico disco, de veras. José Luis Fernández las Cuatro Estaciones subido en una rugiente moto acuática, toca el Concierto de Berg vestido de Drácula, agita el de Beethoven con un shaker o un serrucho mecánico… Esta desesperanza feroz da a las obras que Kennedy desgarra un perfume de azufre (el de todo amor imposible: Marlene y Emil Jannings en El último hombre, Onegin y Tatiana, y un largo etcétera) que crea una escucha apasionante… y un deseo incoercible de volver a escuchar estas obras con intérpretes más (o menos) normales. Al abordar el repertorio de estos CDs, obras suyas para quinteto sui generis, Kennedy deja el glamour por la calle o la alcantarilla. Esta trasgresión le basta; no aplica la misma receta a sus composiciones, las trata con demasiado respeto; la poesía que descubre/revela no es del todo desconocida, es la poesía anunciada en el título “a very nice album”, una música bonita… Oscilando sin lasitud en medio de unos graffiti sonoros que los enlazan, Nigel Kennedy y sus cómplices están al acecho, parecen observar, aguardar una música por llegar, acaso esa música mítica del misterio de las ciudades: parecen sentir que un cambio se prepara; saben que algunos (este pobre comentarista, entre otros) confían, esperan su decisión ¿qué hay que destruir? ¿o esconder…? Sus miradas melancólicas se mezclan y siguen bromeando en la noche londinense que se vuelve cada vez más fría. Pierre Élie Mamou 103 D V I SD C O S D CRÍTICAS de la A a la Z D V D CHOPIN-MASCAGNI Krystian Zimerman IMPULSO JUVENIL CHOPIN: Scherzo op. 31. Nocturno op. 15, nº 2. 4 Baladas. Fantasía op. 49. Barcarola op. 60. SCHUBERT: 4 Impromptus D. 899. KRYSTIAN ZIMERMAN, piano. DIRECTORES DE vídeo: HUMPHREY BURTON, HORANT HOHLFELD. DEUTSCHE GRAMMOPHON 00440 073 4449 (Universal). 1987. 103’. N PN G rabado en 1987 en Viena, este DVD contiene un recital pianístico de primer orden a cargo de uno de los pianistas más fascinantes del último cuarto del siglo XX. El treintañero Zimerman nos deja boquiabiertos de principio a fin. Lo hace con una interpretación tan arrolladora y poderosa como sutil, refinada, elegante, intensa y emotiva del Scherzo op. 31 chopiniano. Uno no sabe si admirar más la riqueza de matices, la absoluta claridad (con un muy mesurado pedal), la intensidad y energía, el fuoco desplegado en la sección principal, o el refinamiento de un cantable de aristocrática elegancia. No es menos impresionante el Nocturno, y las Baladas le tienen a uno sin respiración desde el primer compás. Qué DONIZETTI: L’elisir d’amore. HEIDI GRANT MURPHY (Adina), PAUL GROVES (Nemorino), LAURENT NAOURI (Belcore), AMBROGIO MAESTRI (Dulcamara). CORO Y ORQUESTA DE LA ÓPERA NACIONAL DE PARÍS. Director musical: EDWARD GARDNER. Director de escena: LAURENT PELLY. Director de vídeo: DENIS VAÏOZZI. BELAIR BAC040 (Harmonia Mundi). 2006. 133’. N PN Pelly, que se 104 ha destacado con unos soberbios montajes de Rameau y Offenbach, cuenta igualmente con una Fille du régiment muy exitosa, digna de ser repuesta continuamente. Este Elisir sigue también esa racha de logros, con una ambientación campesina más cercana a la actualidad (aparecen coches, bicicletas, un tractor) que salpimienta con acertados gags, contrastando con maravilla de sensibilidad, de articulación, de transición dramática, de efusión lírica en los momentos en que así se demanda. Zimerman se convierte en un verdadero camaleón, capaz de traducir con éxtasis la poesía más sutil y llevarlo hasta la cima de lo épico (así el episodio correspondiente de la Primera Balada, que más tarde Chopin transforma y transforma hasta desarrollar una titánica versión del mismo). Y si con la tremenda versión de las Baladas no habíamos tenido suficiente, la también demoledora versión de la Fantasía op. 49 nos termina de asombrar y emocionar. Sensacional en concepción y realización, uno tiene la sensación de que difícilmente se puede hacer mejor esta música. La Barcarola se contagia en su clímax de esa energía. Todo el recital tiene la espontaneidad, la naturalidad del mejor Zimerman, que encuentra el refinamiento sin la extravagancia ni la exageración. Schubert completa el recital, con los cuatro Impromptus D. 899. Ágil, elegante, refinado el cantable, pero siempre con un impulso juvenil envidiable, su Schubert otros de decisivo contenido poético, en la que mueve como es su costumbre con detalle e inteligencia a los personajes, dando incluso bastante más relieve del habitual a la a menudo ninguneada Giannetta. Cuenta claro está con cantantes capaces de adaptarse y sacar adelante todas sus exigencias. La Grant Murphy tiene una voz de soubrette que maneja con tino cantando con atención a la música y al matiz. Aunque, probablemente, para algún momento de su parte precisaría un instrumento de mayor anchura y proyección (Prendi per me sei libero y cabaletta, por ejemplo), sus cuidadosas maneras de cantar, de una musicalidad infalible acorde con las intenciones, y su forma de encajar en la producción la destacan como una Adina impecable. Llega a irritar un poco el continuo proceder de Groves de expresar un Nemorino siempre cantando en forte, pero teniendo en cuenta de que es capaz de alguna que otra repentina media voz y que hace está dibujado de un trazo (probablemente hoy sería bien distinto). En algunos momentos (nºs 1, 2) se echa en falta la trascendencia de Richter o Arrau, el inefable sabor vienés de Brendel, incluso la lírica efusión de Kempff y Barenboim o el intimismo de Leonskaia. Sin embargo, ¿cómo no engancharse al canto del nº 3 (y qué maravilla de sonido), y sobre todo al soberbio nº 4, refinadísimo y nostálgico, dicho con una delicadeza extraordinaria? Estupendas realizaciones visuales de Burton y Hohlfeld para un excepcional DVD pianístico que cabe recomendar con absoluta decisión. Rafael Ortega Basagoiti una detallada regulación al final de la Furtiva lagrima, se puede intuir que esa lectura es la elegida por el intérprete para hacerla coincidir con su personificación escénica, caracterizada por una energía y una variedad de movimientos realmente deslumbrante. Un Nemorino, visualmente hablando, encantador, tierno y de una arrolladora simpatía. Naouri, con los medios suficientes para Belcore, resalta lo más caricaturesco y petulante del sargento. Al contrario que Maestri, de una opulencia vocal destacable, que hace un Dulcamara bastante alejado del bufo tradicional, sin perder por ello relieve y contenido el personaje. Zamojska destaca a Giannetta, por lo dicho y por su calidad como cantante. El jovencísimo Gardner, director de la ENO, se inserta en esta juvenil y vital producción con una lectura donde pone el oportuno e incisivo clima sonoro que corresponde a lo que se ve y disfruta en el escenario. Fernando Fraga D V D CHOPIN-MASCAGNI Claudio Abbado EXPRESIÓN Y CONCEPTO MAHLER: Sinfonía nº 3. ANNA LARSSON, contralto. VOCES FEMENINAS DEL CORO ARNOLD SCHOENBERG. NIÑOS CANTORES DE TOLZ. ORQUESTA DEL FESTIVAL DE LUCERNA. Director: CLAUDIO ABBADO. Director de vídeo: MICHAEL BEYER. EUROARTS-MEDICI ARTS 2056338 (Ferysa). 2007. 102’. N PN Teníamos hasta la fecha dos notables versiones de la Tercera de Mahler protagonizadas por Claudio Abbado, una con la Filarmónica de Viena en 1980 y otra con la Filarmónica de Berlín en 1999, ambas en DG y las dos comentadas en su momento desde nuestras páginas de discos. A ellas habría que añadir alguna que otra retransmisión radiofónica en vivo (recuerdo una imponente del Festival de Salzburgo con una inolvidable Jessye Norman en el cuarto movimiento) que nos demostraba una vez más la particular afinidad del director italiano con estos pentagramas, a pesar de que predominase en ellos el DUN: El primer emperador. PLÁCIDO DOMINGO (Emperador Quin), WU HSING-KUO (Maestro de Yin-Yang), MICHELLE DEYOUNG (Chamán), ELIZABETH FUTRAL (Princesa Yueyang), SUSANNE MENTZER (Madre de Yueyang), HAIJING FU (Primer Ministro). BALLET, CORO Y ORQUESTA DEL METROPOLITAN DE NUEVA YORK. Director musical: TAN DUN. Director de escena: ZHANG YIMOU. Director de vídeo: BRIAN LARGE. 2 DVD EMI 2 15129 9. 2006. 177’. N PN A pesar de varios elementos fascinantes, casi todos ellos procedentes de la cultura musical china —actor de la ópera, instrumentos tradicionales…—, esta ópera de Dun no funciona a la misma altura que Marco Polo o Tea. Es inevitable pensar que el originalísimo compositor, caracterizado precisamente por su fuerza creativa y la fértil fusión de distintos procedimientos tecnológicos y acervos culturales, ha jugado aquí a la baja. Tan es así que un instante como The wind sent me the news of snow, a cargo del personaje de la Princesa Yue- fuerte temperamento intelectual de la batuta, muy por encima de cualquier consideración sentimental. Sin embargo, ninguna de ellas como esta que comentamos, en la que unidad conceptual y expresiva son llevadas a la cima de sus posibilidades a través de una realización técnica sin igual: ¿se puede tocar esta obra mejor que aquí?, ¿se puede encontrar otra versión con tal riqueza de matices y tanta variedad dinámica? (busquen en la inmensa discografía de la obra que encontrarán en internet con excelentes directores —por ejemplo, en la discografía de Henry-Louis de la Grange en www.gustavmahler.net—: en opinión del firmante, ni entre los antiguos (Adler, Mitropoulos, Schuricht, Scherchen), ni entre los desaparecidos en recientes pasados años (Bernstein, Kubelik, Neumann, Solti, Bertini), ni, por supuesto, entre los vivos de ahora (Inbal, Maazel, Levine, Mehta, Haitink), podrán conseguir algo parecido a esta bellísima versión, y fíjenyang, se diría procedente de una comedia musical con pretensiones intelectuales. La parte de Domingo —entregado, como siempre en él, pero difícilmente creíble cuando la cámara de Large le enfoca de cerca— se escora también hacia lo convencional. Dun se mueve en el resto entre las derivaciones de un canto tomado de la Escuela de Viena y el orientalismo de la marcialidad cortante y percusiva de los conjuntos. La escena de los esclavos constructores de la Gran Muralla posee un cierto tufillo de nibelungos entregados a una tarea tan febril como inhumana. Lo mejor de la función tomada en el Met está en la prestación del coro, la obsesión de los ritmos y la impactante visualidad de la puesta en escena, con sus juegos de colores vivos y formaciones simétricas. Fantástica Michelle DeYoung en el personaje chamánico. El toque chinesco de la obra fracasa finalmente en lo que debe considerarse un ensayo que no añade casi nada al catálogo de Dun. Enrique Martínez Miura se bien en los memorables directores que acabamos de citar. Quizá sólo la profunda e idiomática lectura de Horenstein (Unicorn, 1970, me parece que hoy ilocalizable) sería una rival digna de competir con la que ahora origina estas líneas. A pesar del logro incomparable de toda la interpretación, tendríamos que nombrar varios momentos que enseguida llaman la atención del oyente: marcha del primer movimiento, despojada aquí de cualquier matiz de vulgaridad a que tan MASCAGNI: Cavalleria rusticana. PLÁCIDO DOMINGO (Turiddu), FIORENZA COSSOTTO (Santuzza), ATTILIO D’ORAZI (Alfio). LEONCAVALLO: I pagliacci.. PLÁCIDO DOMINGO (Canio), ELENA MAUTI-NUNZIATA (Nedda), BENITO DI BELLA (Tonio), LORENZO SACCOMANI (Silvio), PIERO DE PALMA (Beppe). CORO DE NIÑOS HIBARI. CORO UNIÓN PROFESIONAL DE JAPÓN. SINFÓNICA NHK. Director: OLIVIERO DE FABRITIIS. Director de escena: ANTONELLO MADAU DÍAZ. VAI 4438 (LR Music). 1976. 158’. R PN Tras sus experiencias como Santuzza, en teatro y en set cinematográfico (con Karajan), Cossotto ofrece aquí una interpretación de las más sentidas y generosas que escuchársele puedan, acuciada por el público ante el que se halla, impresionante de voz y bastante conveniente como actriz. Esta prodigalidad se contagia a Domingo, en la que es su primera ejecución grabada de Turiddu (contemporánea de otra en audio con la Troyanos en San Francisco), generosa la voz áurea proclive es el fragmento; refinamiento y contrastes en los dos movimientos que siguen (bellísimas intervenciones de las maderas magníficamente contrastadas con el resto de la orquesta); misterioso y profundo el lied nietzscheano con una adecuada Anna Larsson; ingenuo encanto en el quinto movimiento, estupendamente cantado por solista y coros, o, en fin, incomparable densidad expresiva en el último movimiento, que sigue los dictados de Mahler “muy expresivo y sostenido” al pie de la letra. En fin, espectacular acontecimiento musical que nos lleva a afirmar con total convicción que, hoy por hoy, Horenstein y Abbado, éste, además, con una espectacular filmación y una envidiable toma sonora, son los principales traductores de la Tercera de Mahler y los que hay que conocer casi obligatoriamente. Película indispensable para cualquier público. Enrique Pérez Adrián y sedosa, con un físico creíble, vibrante de entusiasmo, pródigo de matices y, como siempre, nada avaro de entrega. En el dúo saltan las chispas. D’Orazi se une a la pareja con sus medios modestos y la mejor de sus intenciones, complementando con holgura el la atormentada , como corresponde, Mamma Lucia de Nella Verri y la vistosa Lola de Gabriella Novelli. De Fabritiis ofrece tempi lógicos, equilibra escena con foso y desgrana una lectura acorde con su buen oficio y experiencia tanto en el título mascagniano como en el de Leoncavallo. Aquí Domingo pone toda su carne en el asador, sin la menos muestra de fatiga tras su extrovertido Turiddu. Un Canio, pues, de colorido preferentemente lírico pero de intenciones inequívocamente dramáticas. De Bella, con esa voz de barítono rica en color y potencia, es capaz de sacar con holgura todas las posibilidades del prólogo y da suficiente contenido teatral al “lurido” Tonio. La bonita figura de Mauti-Nunziata (soprano de aprovechada carrera pero con escasa plasmación discográfica) le ayuda a componer una Nedda muy atractiva de ver, sumando una personificación musical y canora de buen nivel. Saccomani era un Silvio oficial en la época 105 D V I SD C O S D MASCAGNI-ROSSINI (dos años después lo grababa con Pavarotti y Freni) y de Palma, con un papel por fin por encima de los habitualmente asumidos, es un más que aceptable Beppe, cantando con corrección su bonita serenata. Al coro se le notan más las carencias en Leoncavallo que en Mascagni. Los montajes de Madau Díaz, regista muy activo en su momento incluido nuestro país, son tradicionales, bien narrados, con detalles que demuestran conocimiento y cuidado. Por todo lo cual las dos operitas resultan muy agradables de ver y disfrutar. Fernando Fraga MASSENET: Manon. ANNA NETREBKO (Manon), ROLANDO VILLAZÓN (Des Grieux), ALFREDO DAZA (Lescaut), CHRISTOF FISCHESSER (Des Grieux padre), RÉMY CORAZZA (Morfontaine). CORO Y ORQUESTA DE LA ÓPERA ESTATAL DE BERLÍN. Director musical: DANIEL BARENBOIM. Director de escena: VINCENT PATERSON. Director de vídeo: ANDREAS MORELL. 2 DVD DEUTSCHE GRAMMOPHON 073 4431 GH 2 (Universal). 2007. 177’. N PN E mpezando 106 por lo musical, vaya por delante la soberbia actuación de la protagonista. Seguramente, es la Manon de hoy, sin desdeñar a sus colegas (Fleming, Dessay, Gheorghiu). Pletórica de medios, bella y carnosa de presencia, solventa las transiciones del personaje con un arte de actriz exhaustivo, variado, fuerte. A su lado, el tenor mexicano muestra lo generoso de su voz, su entrega, su frenética calidez, a veces administrada sin medida y produciendo desigualdades de emisión. Eficaces los comprimarios, que en esta ópera pesan lo suyo. De ellos destaca la veteranía certera de Corazza. Barenboim, que debió suplir al enfermo Fournillier, cumple con su recato, oficio y equilibrio habituales. La puesta trae la acción a los años de 1950 y lee la historia como la fantasía de Manon: ser una estrella de cine. Sucesivamente: Audrey Hepburn, Elisabeth Taylor, Marilyn Monroe y una final y moribunda y pobre y sucia Manon que evoca a la Falconetti en la Juana de Arco de Dreyer. El propósito es facilitar las cosas a un espectador de hoy, al cual una ópera hecha con un lenguaje tradicional suele parecer una antigualla. Esta escena siempre monumental, con operadores de cámara e iluminadores que van y vienen, contribuye a embrollar más aún al desprevenido público. Para peor, los movimientos y morisquetas marcados por Paterson nos llevan a las comedias musicales y a las pasarelas de moda donde se luce un vestuario exquisito de colorido y evocación en plan Balenciaga. Los anacronismos proliferan, pues una diligencia no llega a una estación de trenes ni nadie espera al Rey de Francia bajo la Torre Eiffel, etcétera. Con todo, la historia se sostiene, lo que es decir mucho, dada la flexibilidad con que los puestistas de hoy llevan de una trama a otra. El trabajo actoral es minucioso, verosímil, efectivo, dentro de su juego. Al fondo, se oye la música de Massenet, galante, sentimental, drama que nunca llega al patetismo. Parece un signo de interrogación. Blas Matamoro sodios de su carrera y dando clases de montaje (en el caso, Giselle), asistida por una maestra de baile que sustituye la perdida visión de la gran bailarina cubana, aparte de secuencias del mismo Don Quijote y de Giselle con Vasiliev y Plissetski de partenaires en, respectivamente, 1968 y 1980. Conste que la toma principal fue obtenida en vivo en el Grand Palais de París en julio del 2007. Blas Matamoro Fernando Fraga MOZART: Gala de Salzburgo. Páginas de Don Giovanni, Mitridate, La clemenza di Tito, Così fan tutte, Idomeneo. Sinfonía nº 38 K. 504 “Praga”. ANNA NETREBKO, PATRICIA PETIBON, EKATERINA SIURINA, soprano; MAGDALENA KOZENÁ, mezzo; MICHAEL SCHADE, tenor; THOMAS HAMPSON, barítono; RENÉ PAPE, bajo. FILARMÓNICA DE VIENA. Director: DANIEL HARDING. Director de vídeo: BRIAN LARGE. DEUTSCHE GRAMMOPHON 00440 073 4430 (Universal). 2006. 93’. N PN MINKUS: Don Quijote. VIENGSAY VALDÉS (Kitri), ROMEL FRÓMETA (Basilio), DAYRON VERA (Don Quijote), JAVIER SÁNCHEZ (Sancho Panza). SINFÓNICA DEL GRAN TEATRO DE LA HABANA. Director: GIOVANNI DUARTE. COREOGRAFÍA: PETIPA Y GORSKI. Revisión: ALICIA ALONSO. Director de vídeo: DENIS CAÏOZZI. BELAIR BAC 036 (Harmonia Mundi). 2007. 127’. N PN E s muy difícil reseñar una entrega como la presente, donde todo está superlativa y parejamente bien hecho. La actualización del clásico, adecuada a la expresividad contemporánea y a la población hermosa y suavemente morena de la compañía; el virtuosismo, la resistencia, la plasticidad, el estilo y la disciplina de las dos estrellas, los solistas, las masas y la pareja de bailarines-mimos que son la excusa para dar nombre a la obra; la diversidad de atmósferas entre la aldea española, el campamento gitano y la ensoñación de Don Quijote, nocturna y fantasmal; la solución del vestuario, ingenuo, imaginativo y armoniosamente coloreado. Si el lector pide alguna otra excelencia, que la agregue y acertará. Como añadidos podemos ver a Alicia Alonso, en su laboriosa ancianidad, contando epi- (la que Mozart sustituyó por Non siate ritrosi, nº 15 de la partitura). Es un placer descubrir que la menos famosa y conocida del grupo, Ekaterina Siurina, está a la altura, musical e interpretativamente, de sus compañeros: una Ilia delicada y sutil (aria Se il padre perdei y dúo con Kozená). La velada se pasa en un tris tras y sabe a poco. Además está captada con la habilidad ganada en 40 años de experiencia televisiva por Large. En el Salzburgo del aniversario de los 250 años, aparte de programarse las 22 óperas mozartianas, se ofreció este recital en la Felsenreitschule, de fondo un decorado utilizado para Lucio Silla. Harding ataca dos oberturas que expone con ímpetu, limpieza y rigor, lo mismo que consigue con la Sinfonía nº 38. No en vano cuenta con la Filarmónica de Viena que suena flexible, suntuosa. Los solistas se ven arropados, sostenidos y complementados con tal conjunto de envergadura, ofreciendo un Mozart de manual. Como no han de soportar montajes inconvenientes, incómodos, latosos o feos, los intérpretes están cómodos y dan de sí acordes con el prestigio y la categoría. Todas las lecturas son de calidad, desde las menos llamativas aunque muy dignas de Schade (Ottavio, Tito) hasta la deslumbrante que cierra la parte vocal de la velada: Netrebko con la página final de Elettra, tan intensa como brillante. La Petibon se luce con la difícil aria de Aspasia, Nel grave tormento, y Kozená con el rondó de Sesto. Pape le saca más jugo del habitual al Leporello del aria del catálogo. Aplaudidísimo, con justicia, Hampson con el aria alternativa del Guglielmo de Così, Rivolgete a lui lo sguardo PUCCINI: La rondine. FIORENZA CEDOLINS (Magda), FERNANDO PORTARI (Ruggero), STEFANO ANTONUCCI (Rambaldo), EMANUELE GIANNINO (Pruneir), SANDRA PASTRANA (Lisette). CORO Y ORQUESTA DEL TEATRO LA FENICE DE VENECIA. Director musical: CARLO RIZZI. Director de escena. GRAHAM VICK. Director de vídeo: TIZIANO MANCINI. ARTHAUS 101 329 (Ferysa). 2008. 106’. N PN Trasladada la acción a los años 50 del pasado siglo, el decorado art déco del acto primero (Peter J. Davidson), de un realismo extraordinario, con detalladísima exhibición de objetos, da a la obra un toque de una sofisticada comedia de Hollywood, un clima que se va perdiendo a medida que avanza la obra hasta la escena final más sencilla y de menor atractivo visual. El acto II, el de cabaret Il Bullier, refleja con brillantez la época (aparece hasta algo tan propio del momento como es la moto vespa), con un alarde de imaginación en el diseño del vestuario (Sue Willmington) que de inmediato define a cada personaje de tan movida como abigarrada reunión. Vick aprovecha por supuesto una reconstrucción tan fidedigna para definir con precisión a los personajes, manejando con certera mano a los bailarines (Acrobatic Swing Dance, Venezia) y figuración, todo ello bien captado por las cámaras de Mancini, quien ya había demostrado su capacidad con la nada fácil realización del Torvaldo e Dorliska rossiniano de Pésaro en 2006. La Cedolins sobresale por la belleza de sus medios vocales y por el canto de una seguridad y musicalidad ejemplares, completados ambos por la atractiva presencia física y su más que convincente labor escénica. Una Magda, pues, de D V D MASCAGNI-ROSSINI Vladimir Ashkenazi TEATRO DANZADO PROKOFIEV: Cinderella op. 87. AURÉLIA SCHAEFER (Cenicienta), BERNICE COPPIETERS (El Hada), FRANCESCO NAPPA (El Príncipe), CHRIS ROELANDT (El Padre), GIOIA MASALA (La madrastra), AGALIE VANDAMME, FRANCESCA DOLCI (Las hermanas). BALLETS DE MONTECARLO. Coreografía y director de vídeo: JEAN-CHRISTOPHE MAILLOT. ORQUESTA DE CLEVELAND. Director: VLADIMIR ASHKENAZI. 2 DVD DEUTSCHE GRAMMOPHON 073 4410 (Universal). 2007. 170’. N PN El segundo de los tres ballets operísticos de Prokofiev, Cenicienta, aparece aquí en una secuencia heterodoxa, pero sus resultados son espléndidos. Jean-Christophe Maillot, titular de los Ballets de MonteCarlo, reduce un poco los casi 110 minutos del ballet original, pone música de El teniente Kijé (la romanza), cambia de orden algunos números, cambia el guión; pero se atiene a la historia de Cenicienta, esto es, al cuento que conocemos, aunque a su manera. Cobran aquí especial relieve el padre y la madre. El padre está en el original, pero poco, y algo desvaído; aquí es uno de los personajes más importantes. El hada madrina es contrafigura extraordinario nivel. El brasileño Portari, bien alejado del papel que anteriormente le había dado a conocer en el mismo escenario veneciano (Adriano de Il crociato in Egitto de Meyerbeer), da cuenta de una voz lírica muy hermosa que utiliza un poco desordenadamente, como si no estuviera “hecha” del todo o el papel no lo tuviera por completo in gola. Por su buena voluntad y simpatía como actor se hace perdonar algunas torpezas que son más aparentes ante el quehacer más centrado de su compañera. Pastrana aprovecha el jugo y el juego que Lisette le proporciona, algo mejor que su compañero de fatigas, Giannino, Prunier más notable como actor que como cantante. Antonucci da relieve a Rambaldo hasta el punto de añorar mayor presencia y responsabilidad en un personaje susceptible de pasar inadvertido. Las tres amigas de Magda, vestidas en plan alta costura parisina, resultan muy llamativas gracias a la buena presencia y suficientes recursos musicales de Sabrina Vianello, Giacinta Nicotra y Annika Kas- de la madre, personaje ausente que ha muerto hace tiempo al empezar la acción en cualquier versión, literaria o no, de Cenicienta, y por eso la protagonista es víctima de una madrastra y unas hermanas malvadas. Se utiliza como base sonora la versión de Ashkenazi con la Orquesta de Cleveland, bastante adecuada aunque no sea lo mejor que hay. La coreografía es muy bella, con base clásica y resoluciones de danza moderna. La protagonista, aquí, es el Hadamadre, soberbiamente bailada y gestualizada por Bernice Coppieters, gran estrella de esta compañía. A ella se le dedica una buena parte del segundo DVD. Pero no es menos intenso y artístico el desempeño de Aurélia Schaefer en Cenicienta, en su tránsito desde la melancolía hasta la felicidad, pasando por el sueño, la esperanza y hasta la embriaguez de espíritu, en la escena del baile. Francesco Nappa en el Príncipe cumple debidamente, aunque su personaje es el menos potenciado por Maillot. En cambio, el papel de Chris Roelandt en el Padre es una de las novedades de esta versión, junto con la chenz. Carlo Rizzi pone el suficiente apoyo instrumental a esta partitura menos conocida de lo que mereciera y que cuenta con otras bellezas aparte de su página más popular, tales son el dúo de la pareja cómica del acto I o el cuarteto del II. Fernando Fraga ROSSINI: La gazza ladra. MARIOLA CANTARERO (Ninetta), MANUELA CUSTER (Pippo), PAOLO BORDOGNA (Fabrizio). DIMITRI KORCHAK (Giannetto), ALEX ESPOSITO (Fernando), MICHELE PERTUSI (Il Podestà). CORO DE CÁMARA DE PRAGA. ORQUESTA HAYDN DE BOLZANO Y TRENTO. Director musical: LÜ JIA. Director de escena: DAMIANO MICHIELETTO. Director de vídeo: TIZIANO MANCINI. 2 DVD DYNAMIC 33567 (Diverdi). 2007. 201’. N PN E l repertorio rossiniano ha conocido un amplio desarrollo, superando los tiempos en que se representaban determinadas presencia casi permanente del Hada de Coppieters. Atención, Roelandt y Coppieters fueron protagonistas del Romeo y Julieta de Prokofiev en la coreografía de Maillot. Excelente esa atractiva y malísima madrastra, Gioia Masala: comprendemos, aunque esté feo, que el Padre ceda al principio a su seducción en menoscabo de la pobre Cenicienta. Magníficas también las dos hermanas, Agalie Vandamme y Francesca Dolci, que tienen que disimular su glamour a favor de la protagonista, pero lo tienen, como tienen arte y gesto. Hay también dos sobreintendentes, tan gemelos como las hermanas, de muy adecuadas prestaciones. obras de su producción. La gazza ladra era más conocida por su obertura, de gran inspiración, que por el propio contenido de la obra, a pesar de la originalidad de la idea, que genera acusaciones a inocentes, a partir de los robos de una urraca. Es una obra que contiene efectos dramáticos muy interesantes y melodías de amplio vuelo lírico que, en la versión revisada por Alberto Zedda, que se dio en Pésaro, tiene una larga duración, sin que ello perjudique su calidad. En el reparto encontramos a Mariola Cantarero, que con su amplia calidad vocal y su sentido interpretativo da el carácter humano y sufridor, con un estilo que siendo interesante es mejorable. Michele Pertusi es un bajo dominador de este tipo de repertorio, desde el más bufo al más malvado, como en el caso que nos ocupa, donde destaca por su Maillot firma la coreografía y también la filmación, pero renuncia a hacer por completo una película, y hay más teatralidad danzada (de la buena, de la mejor) que propiamente film. La historia se desenvuelve con ese toque doliente que precisa cualquier Cenicienta, pero el humor es importante en esta coreografía. Señalemos dos momentos de humor muy logrados, pero no únicos: el desfile fantasmal de escarnio ante Cenicienta y el viaje del príncipe en busca de la amada. Estamos ante una visión heterodoxa, pero respetuosa, de la Cenicienta de Prokofiev. Es una coreografía que se estrenó en el Palais Garnier en 1999, pero esta filmación es monegasca, de 2007. El segundo DVD está dedicado a un interesantísimo y muy amplio reportaje, el cómo se hizo esta Cenicienta. Y al retrato-homenaje a la espléndida Bernice Coppieters. En estos años la coreografía de Maillot ha dado la vuelta al mundo. Muchos aficionados la conocerán de sobra. Ha llegado el momento de hacerse con esta pequeña maravilla para visionarla una y otra vez. Santiago Martín Bermúdez fraseo claro, incisivo y lleno de detalles. No conocía a Alex Esposito y verlo fue un descubrimiento por la calidad de su actuación, con una voz timbrada y cálida. En el resto del reparto Manuela Custer, que dio una lección como Pippo, Dimitri Korchak que tuvo una actuación suficiente y corrección en el resto de los intérpretes, con una dirección muy variada del chino Lü Jia, manteniendo el ritmo necesario y consiguiendo una amplia coordinación. La puesta en escena parte de una buena idea, el sueño de una niña, pero después la acción se diluye, con un escenario encharcado y unos tubos, que tienen funciones variables, pero que dificultan la acción. Albert Vilardell www.scherzo.es 107 D V I SD C O S D J. STRAUSS-RECITALES J. STRAUSS: Sangre vienesa. Libreto adaptado por Hugo Wiener y Hermann Lanske. Arreglo musical: BERT GRUND. RENÉ KOLLO (Conde Zedlau), INGEBORG HALLSTEIN (Condesa Zedlau), DAGMAR KOLLER (Mademoiselle Cagliari), FRITZ MULIAR (Kagler), BENNO KUSCHE (Príncipe). CORO DE CÁMARA DE MÚNICH. BALLET DE LA ÓPERA DE VIENA. ORQUESTA SINFÓNICA KURT GRAUNKE. Director: ANTON PAULIK. Director de vídeo: HERMANN LANSKE. DEUTSCHE GRAMMOPHON 00440 073 4436 (Universal). 1971. 94’. R PN El barón gitano. Arreglo musical: BERT GRUND. SIEGFRIED JERUSALEM (Sandor Barinkay), WOLFGANG BRENDEL (Peter Homonay), HANS KRAEMMER (Conde Carnero), JANET PERRY (Arsena), MARTHA MÖDL (Mirabella), ELLEN SHADE (Saffi), BISERKA CVEJIC (Czipra). CORO Y ORQUESTA DE LA RADIO DE STUTTGART. Director musical: KURT EICHHORN. Adaptación y director de vídeo: ARTHUR MARIA RABENALT. DEUTSCHE GRAMMOPHON 00440 073 4437 (Universal) 1975. 97’. N PN 108 L as operetas straussianas han sido adaptadas con respeto y habilidad para convertirlas en filmes. Se han obtenido, así, una variedad y una alternancia de planos que la escena teatral reduce y detiene. La cámara, especialmente al aire libre, tiene inmensos espacios para recorrer y así, en la primera gozamos de paisajes urbanos vieneses, parques y palacetes, en tanto en la segunda abundan pictóricos y exquisitos rincones de Hungría. La acción gana asimismo en rapidez y diversidad. La cámara capta detalles de objetos, gentes, interiores, fauna y flora. El color pone el resto. Los elencos son nutridos y de una homogénea y eficaz calidad. Kollo y Jerusalem, empleados aquí en lo suyo y lejos de sofocantes compromisos wagnerianos, dan el tipo y soportan primeros planos, junto a una colección de guapas colegas de las que destaco a Perry por hermosa y a Hallstein por elegantísima comedianta. Viejas glorias de la ópera también asoman con su solvencia y buen hacer, como Mödl (aquí de maruja pizpireta, muy distinta de las walkyrias de otrora), Cvejic (una estupenda madre gitana) y Kusche. Masas competentes y un par de buenos directores de orquesta (Eichhorn brilla más por la mayor importancia de la obra en juego) completan estas entregas que valen tanto para el aficionado que quiera volver a ellas como para quienes ignoran el género y se propongan iniciarse en él. Los subtítulos sólo están en alemán e inglés. Blas Matamoro VERDI: La traviata. RENATA SCOTTO (Violetta), JOSÉ CARRERAS (Alfredo), SESTO BRUSCANTINI (Germont). CORO ITALIANO DE OPERA NHK. SINFÓNICA NHK. Director musical: NINO VERCHI. VAI 4434 (LR Music). 1973. 129’. R PN Otro documento más que se suma a los ya existentes y que, como los anteriores (Ballo de Stella y Bergonzi, Favorita con Kraus y Cossotto, Lucia con Scotto y Bergonzi, etc.), han permitido conservar interpretaciones visuales decisivas para las carreras de los respectivos intérpretes. Así, Scotto que es una Violetta discográfica de antología, carecía de un legado visual que redondeara su retrato, el más completo después de Callas de la tuberculosa verdiana. Helo aquí, en una producción correctamente tradicional, de alguien anónimo pero que sabe muy bien lo que se trae entre manos, con unos decorados magníficos que las cámaras captan en toda su dimensión en el acto II al estar escénicamente más iluminado. Verchi dirige con la consabida y equivalente corrección, a veces un poco desatento al escenario produciéndose algunos leves desajustes rápidamente solventados. Scotto con 10 años de vinculación al personaje se encuentra en el punto de inflexión justo entre las dos grabaciones de estudio, la registrada con Raimondi en 1962 y la tardía con Kraus en 1981. Algunos leves sonidos apretados en los agudos, un fraseo a veces algo brusco, no empañan una lectura modélica donde la intérprete sabe combinar perfectamente a la actriz con la cantante. A partir del dúo con Germont el personaje va creciendo hasta hacerse gigantesco en un acto III memorable. Bruscantini da la estatura física y ofrece el canto justo para un Germont de referencia. Con solo escucharle el tan trillado Di Provenza, magníficamente diferenciado en canto y expresión en sus dos estrofas, es suficiente para valorar su categoría profesional. Joven y atractivo, Carreras tiene el físico de Alfredo y también la voz. Aunque algo tenso por momentos, dice con claridad e intenciones y su retrato resulta de apasionantes contornos. Entre los cantantes de apoyo, una cita para la excelente Flora de Anna di Stasio y el Grenvil de Carlo Meliciani, poco antes distribuido en papeles de mayor importancia, como los Carlos de La forza y de Ernani, ambos en la Scala y el segundo en el debut de Domingo en el teatro. Fernando Fraga WAGNER: Tannhäuser. HANS SOTIN (Landgraf), SPAS WENKOFF (Tannhäuser), BERND WEIKL (Wolfram), ROBERT SCHUNK (Walther), FRANZ MAZURA (Biterolf), JOHN PICKERING (Heinrich), HEINZ FELDHOFF (Reinmar), GWYNETH JONES (Venus, Elisabeth). CORO Y ORQUESTA DEL FESTIVAL DE BAYREUTH. Director musical: COLIN DAVIS. Director de escena: GÖTZ FRIEDRICH. Director de vídeo: THOMAS OLOFFSON. 2 DVD DEUTSCHE GRAMMOPHON 00440 073 4446 (Universal). 1978. 188’. N PN Esta polémica puesta en escena de Tannhäuser, “escándalo de ayer, clásico de hoy” nos dice Mike Ashman en el libreto, es como un combate entre lo apolíneo y lo dionisíaco representados en la escena por accesorios fuertemente simbólicos (un arpa, una piel de leopardo). El escenógrafo subraya la condición de Tannhäuser en tanto que artista marginal en una sociedad esencialmente hostil y militarista. En la obertura, el protagonista mira a través de su arpa como si las cuerdas fuesen barras de una prisión. El Venusberg es un lugar de terror y de muerte, y la propia Venus aparece tras una máscara en forma de cráneo, mientras que el predominio del color rojo fue percibido en su estreno como un símbolo de las simpatías comunistas de Götz Friedrich (que, como se sabe, provenía de la Alemania del Este). También se pueden hacer paralelismos con los trajes negros de Biterolf y sus partisanos, que evidentemente recuerdan los trajes negros de las SS en la Alemania nazi. La première de 1972, fuertemente protestada por políticos conservadores y por cierta parte de la prensa, a la vez que vociferada con abundantes abucheos por el público del Festival, es considerada hoy como una versión clásica de Tannhäuser, ya suficientemente rodada en 1978 (año de esta producción) y que ahora nos ofrece DG por primera vez en DVD (recuerdo haber visto esta película en el cine Bellas Artes de Madrid a principios de los ochenta junto con El caballero de la rosa de Carlos Kleiber, de cuando el cine todavía nos deparaba estas sorpresas). La versión musical de sir Colin Davis, la primera vez que el director británico aparecía en el Festival y que inexplicablemente nunca más volvió a Bayreuth (vaya usted a saber el trasfondo que se cocería entre bambalinas), está presidida por la acostumbrada competencia de la batuta, enérgica, intensa, emotiva y eficaz, sobre todo en el acompañamiento a los cantantes, siempre director dramático, lírico y apasionado, estupendo maestro de foso que aquí brilla en una de sus indiscutibles representaciones. La soprano galesa Gwyneth Jones, magnífica actriz antes que voz adecuada para estos cometidos (aunque aquí, afortunadamente, no confunde la expresión dramática con el grito, como en el Anillo de Boulez), se atreve con los dos papeles femeninos de la obra y sale airosa del empeño, especialmente en la lírica y poética Elisabeth, cuyo mando en plaza no sufre merma en el acto segundo, lo mismo que el aliento dramático de Venus, que no supone para ella ninguna limitación vocal y acomete su interpretación con valentía y decisión. Spas Wenkoff, también estupendo actor (fue Tristan con Carlos Kleiber en Bayreuth y La Scala) pero de voz pálida, algo baritonal y con dificultades de afinación, que de todas formas se va calentando poco a poco hasta un sobresaliente racconto en el acto tercero, es un buen Tannhäuser, mientras que el resto del reparto cumple satisfactoriamente, especialmente los competentes Weikl (Wolfram) y Sotin (Landgraf). Coros espectaculares, como siempre, lo mismo que la orquesta. Excelente filmación, se supone que hecha en representación pública (al final de los actos, los cantantes salen a saludar entre aplausos, aunque éstos no estén sintonizados con su salida). Buena traducción española de los subtítulos. En suma, notable película de Tannhäuser, con ciertas limitaciones ya apuntadas, pero perfectamente soportables. En opinión del firmante, las versiones D V D J. STRAUSS-RECITALES de Cluytens en vivo en 1955 y Solti en estudio en 1970 (sólo audio, en Orfeo y Decca respectivamente) se siguen llevando la palma entre todas las existentes, aunque haya otras con intérpretes destacados aquí y allá que merecen ser conocidas (Sawallisch, Keilberth, Konwitschny). En lo que respecta a películas, hoy por hoy esta versión de Davis-Friedrich, junto con la de Levine-Schenk en el Met (DVD también DG), se llevan la palma entre todas las que hoy se pueden encontrar (a saber: Mehta —Arthaus— y Welser-Möst — EMI—, quedando pendiente de trasvasar a DVD otra de Sinopoli —Philips— que tampoco es especialmente relevante). Enrique Pérez Adrián WOLF-FERRARI: La viuda astuta. ANNE-LISE SOLLIED (Rosaura), MAURIZIO MURARO (Milord Runebif), EMMANUELE D’AGUANNO (Monsieur Le Beau), MARK MILHOFER (Conde Bosconero), RICCARDO ZANELLARO (Don Álvaro de Castilla), ELENA ROSSI (Marionette), ALEX ESPOSITO (Arlequín). CORO Y ORQUESTA DEL TEATRO LA FENICE. Director musical: KARL MARTIN. Director de escena, escenografía y vestuario: MASSIMO GASPARON. 2 DVD NAXOS 2.110234-5 (Ferysa). 2007. 141’. N PN E scasamente se repone esta ópera. La presente versión fue captada en vivo, en Venecia, los días 13 y 15 de febrero del año señalado. La obra se sostiene, en buena medida, por el ingenio de Goldoni, cuya comedia sirvió de base a Mario Ghisalberti, el libretista. Wolf-Ferrari aporta, sobre un fondo de elegante orquestación, su talento para el pastiche: españoladas, melodía sentimental a la italiana, evocación dieciochesca, valses y romanzas de la belle époque. Para subrayarlo, la puesta aloja la primera mitad en el París de 1900 y la segunda, en el de Luis XV. Por intriga y canto, la pieza se presta a un divertido espectáculo y es el que ha conseguido Gasparon, sobre la gracia un tanto irónica de sus elementos, deliberadamente pomposos y de un exultante colorido. Simetrías, movimientos coreográficos, una desenvoltura caricatural —a veces sobreabundante— de los actores, todo comunica buen humor. La dirección orquestal tiene comparable paleta de timbres, equilibrio y gracia. Un elenco de pareja calidad ofrece oportunidades de lucimiento especial a la protagonista, que debe alternar sus tesituras y demostrar histrionismo de máscara cuando finge ser otras cuatro mujeres; su secretaria y compinche, exigida en agudos y agilidad, y el galán, esta vez Mark Milhofer, quien luce su línea clásica y dominio del aliento en la romanza pertinente. auténtica maravilla) en los años 50, y terminó por organizar un festival de conciertos y adquirir la nacionalidad suiza. El documental, que lamentablemente no ofrece subtítulos (esto es, obliga a entender inglés, francés, alemán o italiano, que son los idiomas ofrecidos en audio), retrata con acierto la personalidad y sensibilidad del artista, su amor por la naturaleza, su implicación con el jazz, el yoga o la música hindú, así como su interés en los artistas jóvenes, con ayuda de los propios hijos del artista y de algunos compañeros como sir Colin Davis, Alberto Lysy, o discípulos, como el extravagante Nigel Kennedy (cerveza en mano). Incluso de algunos vecinos. Y evidentemente, uno se explica bien por qué decidió hacerse con esa casa en Gstaad, donde todo, desde el paisaje hasta el entorno cultural, situaba a su familia en el extremo opuesto a lo que tenían en California. Este recorrido por la vida de Menuhin se acompaña de imágenes y fragmentos sonoros, con mención de la influencia “suiza” de su adolescencia, que más tarde influiría en su decisión de mover su familia a ese país. Más interesante resulta alguno de los extras (que duran más que el propio documental), como el fragmento del Concierto de Brahms con Celibidache y la Filarmónica de Berlín (1946). También tiene mucho interés la entrevista con el propio Menuhin, cuyas reflexio- nes sobre la música y cómo afrontarla son siempre enjundiosas. Problema, y no pequeño: lo que a priori parece una misma entrevista en cuatro idiomas distintos, son en realidad cuatro entrevistas diferentes, en las que Menuhin habla en inglés, alemán, italiano o francés. Y por supuesto sin subtítulos. Obligación, pues, para el oyente, de ser un verdadero políglota. La película muda de los Menuhin en Suiza en el año 29 no tiene atractivo para el espectador (presumiendo que no sea familiar), pero por fortuna es breve. Más allá de la documentación anecdótica, tampoco tienen mayor interés los fragmentos de los conciertos del artista en Saanen, muy centrados en el repertorio barroco. Un disco, en resumen, bien elaborado en lo visual y narrativo, que queda malogrado por alguna cosa que sobra (la mencionada filmación muda de escenas familiares) y otras, muy importantes, que faltan: subtítulos. Es demasiado esperar que el espectador español domine cuatro idiomas además del suyo. Ustedes mismos. Blas Matamoro RECITALES MARTHA ARGERICH. Pianista. Evening Talks. Director de vídeo: GEORGES GACHOT. MEDICI ARTS 3073428 (Ferysa). 2002. 111’. N PN M edici Arts nos hace llegar un premiado documental (Prix Italia 2002, Golden Prague 2002, Premio Asolo 2003, UNESCO 2002) de Georges Gachot sobre Martha Argerich. La filmación tiene como centro una entrevista con el director francés en la que se intercalan numerosos ejemplos musicales, captados a lo largo de la ya larga carrera de la argentina. Película que se sigue con interés pese al relativo “desorden” que de por sí acompaña a Argerich en buena parte de lo que protagoniza. Pero ese “desorden” favorece también la espontaneidad, y eso se agradece mucho en un documental de estas características, aunque es indudable que Argerich no se siente cómoda hablando a la cámara. En la entrevista, la argentina parece tímida, insegura y lacónica, muchas veces algo traviesa en su mirada, que conserva muchas veces la sencillez de la de un niño. En los ensayos y otros momentos musicales aparece decidida, segura y alejada de toda duda. Y por supuesto la enorme energía que posee sale en toda su plenitud cuando se trata de desgranar en el piano con el poderío de un titán las Variaciones sobre un tema de Paganini para 2 pianos de Lutoslawski (junto a Mauricio Vallina), o cuando ataca con parecida contundencia (pese al catarro que arrastra) los acordes iniciales en la filmación del ensayo del Concierto de Schumann junto a Jörg Faerber. Es entonces cuando surge la otra Argerich, decidida, enérgica y espontánea. Tanto que aunque algunas de las propinas (Libertando y Tres minutos con la realidad de Piazzolla) son magníficas, otras son precisamente víctimas de esa energía desbocada (la Sonata K. 141 de Scarlatti o el Capriccio de la Segunda Partita de Bach). También es cierto que algunos de los artistas que la acompañan (por ejemplo, el menos que discreto violinista Géza Hosszu-Legocky) no están a la altura. Pero ello no quita un ápice al valor sobresaliente de este documental, que presenta como pocos a Martha Argerich como es: superdotada, decidida e insegura a la vez, enérgica y vulnerable, sonriente y emotiva, anhelante y temerosa. Muy recomendable. Rafael Ortega Basagoiti YEHUDI MENUHIN. Violinista. Los años en Suiza. Director de vídeo: FELICE ZENONI. 2 DVD MESCHUGGE 3073428 (LR Music). 2006. 126’. N PN De la firma Meschugge nos llega este documental sobre los años suizos de Yehudi Menuhin. El violinista americano se instaló en Gstaad (en una casa que es una Rafael Ortega Basagoiti ITZHAK PERLMAN. Violinista. Virtuoso Violinist. Director: CHRISTOPHER NUPEN. ALLEGRO FILMS A 08CN D (Ferysa). 1978. 165’. R PN Capítulo dedicado al célebre violinista israelí de la serie de documentales que el realizador británico Christopher Nupen dedicó a varias leyendas musicales. A lo 109 D V I SD C O S D RECITALES-VARIOS largo de casi una hora asistimos a un entrañable relato narrado en primera persona que nos lleva más allá de describir el personaje público. En su caso, además, teniendo que vencer sus limitaciones físicas. Este DVD contiene, además, el documental rodado para recordar la célebre grabación del Quinteto “La trucha” de Schubert junto a Du Pré, Barenboim, Mehta y Ashkenazi, y la figura de Jacqueline Du Pré. El documental está lleno de anécdotas graciosas, sobre todo por parte de su esposa, protagonista asimismo del film, que le retrata de una forma muy natural. En lo musical, podemos ver interpretaciones y procesos de grabación junto a Vladimir Ashkenazi, Pinchas Zukerman, Lynn Harrell o Bruno Canino, entre otros. Además, incluye una grabación realizada por la BBC de las Partitas BWV 1004 y 1006 de Bach. Interpretaciones casi todas ellas impecables en lo técnico y lo estético. Una ocasión inmejorable para ahondar en uno de los más grandes violinistas de los últimos 50 años. Carlos Vílchez Negrín GEORG SOLTI. Director. Obras de Beethoven y Schubert. SINFÓNICA DE CHICAGO. Director de vídeo: HUMPHREY BURTON. EUROARTS-MEDICI ARTS 2072466 (Ferysa). 1978-1979. 105’. N PN El DVD recoge el fragmento de un concierto de Solti y su orquesta de gira en el Royal Albert Hall de Londres el 5 de septiembre de 1978 (Primera de Beethoven), más dos Sinfonías de Schubert (Sexta y Octava) filmadas en la Orchestra Hall de Chicago los días 5 y 6 de diciembre de 1979, con breves comentarios del propio director sobre las dos últimas citadas. Las filmaciones son parecidas a las que había en el álbum Decca de 4 DVDs que comentamos hace poco desde estas mismas páginas, con las habituales precisión y competencia de Humphrey Burton. Y los modos de Solti son los acostumbrados, contundencia, objetividad y total perfección técnica, pero cierta asepsia y frialdad comprobables sobre todo en los pentagramas schubertianos, en los que la maravilla de la orquesta —arca- das impecables de las cuerdas, donde parece haber sólo un instrumento de cada familia a pesar de que tocan todos al unísono; soberbias maderas (impresionante clarinete en el Andante con moto de la Incompleta) y espectaculares metales— no son suficiente para el canto schubertiano, que aparece aquí desprovisto de su poesía y expresividad. Con la Primera de Beethoven sucede lo mismo, aunque el ritmo toscaniniano y la brillantez orquestal sean cualidades que puedan atraer a más de un aficionado. En suma, películas destinadas principalmente a incondicionales de Solti, de la Sinfónica de Chicago o para aficionados que empiecen a escuchar música. Los ocho minutos de charla del director (curioso inglés el de Solti) no aportan nada especial a la historia de las dos obras. o Rupert Graves (Una habitación con vistas, Maurice) en Tonio Puccini. Entre los cantantes, se reconoce a Linda Esther Gray (que fue Brünnhilde en Bayreuth y es la Isolde en inglés de Reginald Goodall) y al bajo jamaicano Willard White. Hace, como bonito complemento una emocionante aparición la mítica Eva Turner, viejita y entrañable, una de las Turandot más famosas de la historia. Asiste a la provocadora representación escocesa (acorde con la filosofía del film) y lamentablemente nos quedamos sin saber su opinión sobre la misma. su debido tiempo. Como ya dijimos en su momento se trata de obras que no son originales para coro, transcritas por expertos actuales en este campo aunque hay alguna excepción como el Agnus Dei de Barber que es una transcripción del propio autor de su célebre Adagio for strings (a su vez, transcripción de un fragmento de un cuarteto de cuerda) y el Grablied, que es una versión para coro masculino de Peter Cornelius (1824-1874) del no menos célebre Der Tod und das Mädchen de Schubert. El contenido musical, que ya conocíamos, es bellísimo, y las interpretaciones impecables, de una perfección sólo comparable a su calidez y musicalidad, de modo que lo nuevo son las imágenes. Y así, vemos al coro ensayar y actuar en público pero también para la cámara, en escenarios distintos, deambulando con paso lento o incluso corriendo, vemos a la directora trabajando sola ante las partituras y dirigiendo… la música se funde con la imagen en espacios abiertos y cerrados, y prevalece en todo momento un evocador, plácido, nostálgico y sobrio ambiente otoñal. Y a la belleza de lo que escuchamos se añade la belleza de las imágenes. ¿Era necesario este DVD? Probablemente no, si tenemos en cuenta que ya disponemos de los dos discos, pero su audición-contemplación proporciona un buen rato de auténtico y sereno placer. Enrique Pérez Adrián VARIOS PUCCINI. ROBERT STEPHENS, VIRGINIA MCKENNA, JUDITH HOWARTH, RONALD PICKUP, RUPERT GRAVES, LINDA ESTHER GRAY, PHYLLIS CANNAN, WILLARD WHITE, MARIE SLORACH. SCOTTISH OPERA. Director: ALEXANDER GIBSON. Director de vídeo: TONY PALMER. THE GOLD MEDAL SERIES TPDVD115 (Ferysa). 1984. 115’. N PN 110 El cineasta Tony Palmer tiene cierto apego a filmar personajes relacionados con la ópera, si juzgamos sus trabajos sobre la Callas, Wagner (serie algo enloquecida protagonizada por Richard Burton) y ahora ésta dedicada a Puccini. Recoge sobre todo la terrible historia de la joven criada Doria Manfredi, acusada por la enfermiza esposa del compositor, Elvira Venturi, de mantener relaciones sexuales con su marido. La joven se suicida con un letal producto de limpieza y muere tras tres días de insoportables dolores. El suceso conmocionó a Puccini, que era inocente de lo que se le imputaba, y siempre se dijo que el personaje de Liù en su ópera inconclusa Turandot era un reflejo de la infeliz criadita. Palmer añade que Turandot lo es de la intransigente y terca Elvira. Sobre tal base, Palmer construye en paralelo a la historia pucciniana un montaje de su obra a cargo de la Scottish Opera. Realizada con un cuidado detallista de la ambientación y filmada, se supone, en los lugares donde transcurre la acción, Torre del Lago (donde en agosto hay un festival dedicado al compositor), aprovecha en medio de los acontecimientos primordiales para añadir alguna que otra pincelada acerca del artista y el hombre que se supone fue el autor de Tosca. Las interpretaciones, más allá del parecido físico de los actores con los personajes a interpretar. Por ejemplo, Elvira era más gordita que Virginia McKenna, una magnífica actriz que protagoniza, imponente, los momentos más dramáticos de la película. Robert Stephens, sólido actor que encontró en La vida privada de Sherlock Holmes de Wilder uno de los mejores papeles de su carrera, da asimismo mucha credibilidad a Puccini. Judith Howarth hace su presentación como Doria Manfredi, bordando su cometido. Curiosamente, esta muchacha luego se convertiría en una respetable soprano que es, para situarla, protagonista de Il segreto di Susanna en Oviedo (grabada en CD) y demuestra que tiene un prodigioso registro agudo en la selección de Maria Stuarda de Mercadante, publicada por Opera Rara. Stephens, McKenna y Howarth se llevan la parte principal del film, aunque otros actores conocidos aparecen fugazmente como Ronald Pickup (el de la serie televisiva italiana sobre Verdi) como Giulio Ricordi Fernando Fraga TRANSCRIPTIONS. Obras de Barber, Chopin, Debussy, Mahler, Prokofiev, Ravel, Schubert, Vivaldi y Wagner. ACCENTUS. Directora: LAURENCE EQUILBEY. Director de vídeo: ANDY SOMMER. NAÏVE EDV 1057 (Diverdi). 2008. 90’. N PN Este DVD se compone esencialmente de un conjunto de videoclips dividido en dos partes: Transcriptions 1 y Transcriptions 2. Una y otra partes son extractos de los programas respectivos de los compactos del mismo título ya conocidos y comentados aquí a Josep Pascual NEGRO MARFIL MÚSICAS MÁS ALLÁ DE LOS SUEÑOS MELOS. Obras de Gurdjieff y de Tsabropoulos. VASSILIS TSABROPOULOS, piano, ANJA LECHNER, violonchelo; U. T. GANDHI, percusión. ECM 2048 175 7980 (Nuevos Medios). 2007-2008. 64’. DDD. N PN YERAZ. Obras de Gurdjieff, de Seim y Haltli. TRYGVE SEIM, saxos; FRODE HALTLI, acordeón. ECM 2044 175 7975 (Nuevos Medios). 2007-2008. 69’. DDD. N PN CANTANDO. Obras de Petr Eben, Alban Berg, Ornette Coleman, y Piazzolla recompuestas por Bobo Stenson. BOBO STENSON TRIO. ECM 2023 177 5462 (Nuevos Medios). 2007-2008. 78’. DDD. N PN Lo que nos une todavía, lo que nos permite esperar… es la certeza que el país de Shangri-La existió realmente, hemos sido testigo de ello. Dalia Viett. Último margen P ara algunos, bastaban los limpiaparabrisas: mirarlos trabajar, barrer las gotas de lluvia, con un ritmo parejo, haciendo siempre el mismo sonido sin cansarse; otros, giraron la llave de contacto y condujeron noche tras noche, e incluso antes del nacimiento del automóvil, subieron a lomo de burro o de yak, tomaron las pistas que llevaban a las mesetas, Dane Rudhyar en el nuevo y antiguo México, Georges Gurdjieff en el Tíbet, más cerca del cielo… y muchos más, que nadie recuerda. Anunciaron que se iban a ir, se fueron y mientras estaban lejos, sus discípulos colmaban su ausencia con vaya usted a saber qué fragmentos de filosofía o esperanza; los sabios volvieron más sabios, nimbados de antiguos saberes adquiridos, con nuevas viejas ideas sobre la educación, la familia, la medicina, la sexualidad, el dinero… y con algunas músicas en la cabeza… Grandes expectaciones por parte de los músicos, pienso en Scriabin esperando el retorno de Madame Blavatski e imaginando músicas meta-scriabinescas… músicas más allá de los sueños más disparatados… Uno de los primeros en volver con esas músicas “cargadas de sabiduría” fue Gurdjieff; esas músicas, lo sabemos hoy mejor que anteayer, nada o —poco— tienen que ver con las músicas tradicionales tibetanas (grabadas por Levy para Elektra Nonesuch, por ejemplo) que son increíblemente caóticas, convulsas, desmesuradas, paroxísticas — las trompas, las percusiones, las voces— incluso cuando llaman a la oración o al recogimiento. Músicas que hubieran interesado a Scriabin. Pero no fue lo que ocurrió: Gurdjieff canturreaba las músicas a su hombre de mano, Thomas de Hartmann, quien las transcribía para piano. ¡Por cuántos trances y tránsitos, tuvieron que pasar esas músicas, esos bailes, esas oraciones…! ¡Por cuántos rodillos compresores, de la memoria, del sistema bien temperado, del timbre, de la ideología! Todo tenía que ser shangrilesco, calmo y voluptuoso para adecuarse a la idea de la sabiduría trascendental de Gurdjieff. Esa estética, su secuela musical encantadora por su lado naíf (existen varios CDs de las obras originales de Gurdjieff/Hartmann), su mensaje, pasaron de moda, hasta que unos músicos, escritores, vagamundos de otras generaciones siguieron la pista de Gurdjieff & Cía para componer, escribir, o sólo por el viaje, por las horas en Greyhound, en Orient-Express, por la radio con sordina y las luces largas iluminando la carretera vacía, por ver pasar las casas, las gasolineras, los bares que abren tarde y los caravasares que no cierran nunca, por la sensación deliciosa, embriagadora del anonimato compartido con los otros viajeros cambiando de autobús en una estación de un país desconocido… Volvieron pensando en esa masa suspendida encima de las montañas, volvieron cansados, contentos por haber viajado en la noche y encontraron ese Shangri-La o ese Tíbet que acaso ya no existen, buceando en la música de Gurdjieff, recomponiéndola: y es cuando, y como, las músicas de Gurdjieff (El baile de Sayyid y la Lectura de un libro sagrado) empiezan a vivir revisitadas por Tsabropoulos y Anja Lechner con sedosos sonidos que convienen a esta versión de concierto, y es cuando empezamos a sentir esa dulce embriaguez que invadió al viajero filósofo… Tygve Seim y Frode Haltli, con una estética más desenfadada, — mochila y a andar, saxos y acordeón— sitúan a Gurdjieff antes de la escalada, escuchando músicas clásicas y populares de Armenia, Georgia (Bayati, Duduki) y oímos el viento canturrear, volverse torbellino, y los pies se levantan del suelo… … la música empieza por murmurar al oído del que la ama, que se acerca al canto y se deja arropar por él. Dane Rudhyar. Granites … la música acaso empieza, también, cuando consiente en perder su identidad o cuando algunos de los que la hacen vivir (compositor, intérprete, oyente) consienten en perder su identidad, o incluso su lengua. Clandestinos, hablan del momento en el que tocan la otra orilla, pasan la valla donde un trozo ha sido arrancado… se encuentran en la carretera delante de unas hileras de pisos. Es mi ciudad, acaso la suya, hipotético lector… a los clandestinos, les parece una ciudad en ruina… Son dos ciudades, la misma ciudad abordada por dos lados, como esa Liebesode de Berg o esa Song of Ruth de Peter Eben (compositor de culto que tarda en tener sitio en la discografía) cuando las abordan, desde la otra orilla, otra frontera musical entre la improvisación y algo que se podría llamase jazz, Bobo Stenson y sus amigos. ¿La música original o la recomposición —ambas— mueve recuerdos de lo que amaba? ¿Los intérpretes dicen: acordaos que habéis perdido lo que habéis amado? Las revoluciones —musicales— tan ansiadas por algunos no han tenido lugar y sin embargo el mundo de la música cambia. Asistimos, en la música, en una parte importante de la música que roza la antaño llamada música clásica, a un gran movimiento de éxodo, una suerte de ola de fondo que rompe continuamente sobre el escollo de las fronteras… Pierre Élie Mamou 111 ÍNDICE ÍNDICE DE DISCOS CRITICADOS 112 Alagna: Último día de un condenado. Alagna, Thomas/Plasson. DG. . . . . . 80 Albrecht Mayer en Venecia. Obras de Vivaldi, Platti y otros. Decca. . . . . . . . . . . . . . . . 101 Alta danza. Harrison. Christophorus. . . . . . . . . . 101 Argerich, Martha. Pianista. Medici. . . . . . . . . . . . . . . . 109 Ars Mediterranea. Schmied. Openmusic. . . . . . . . . . . . 102 Bach: Conciertos para clave. Dantone. Oiseau-Lyre. . . . . 80 Beczala, Piotr. Tenor. Salut! Orfeo. . . . . . . . . . . . 101 Beethoven: Conciertos para piano. Pletnev/Gansch. DG. 81 — Sinfonías. Bernstein. DG. . 70 — Sonatas para piano. Schiff. EMC. . . . . . . . . . . . . 81 Bello-Portu: Obra coral. Azurza. NB. . . . . . . . . . . . . 81 Boccherini: Cuartetos op. 2. Alea. Stradivarius. . . . . . . . . 81 Bonis: Septour e. a. Wiek. Hänssler. . . . . . . . . . 82 Brahms: Cuartetos. Auryn. Tacet. . . . . . . . . . . . 82 — Sinfonía 1. Gardiner. SDG. 82 — Sonata 2. Rittner. MDG. . . 81 Brahms-Joachim: Danzas húngaras. Shaham/Erez. Hyperion. 82 Bruckner: Misa 2. Creed. Hänssler. . . . . . . . . . 83 — Misa 3. Herreweghe. H. Mundi. . . . . . . . . . . . . . . 83 Buxtehude: Obras para clave 2. Mortensen. Naxos. . . . . . . . 83 — Obras para órgano 1. Herrick. Hyperion. . . . . . . . 83 Cage: Sonatas para piano preparado. Vandré. Wergo. 83 — Two2. Haskins/Sheehan. Mode. . . . . . . . . . . . . . . . . . 84 Chaikovski: Concierto para violín. Gluzman/Litton. BIS. 84 — Evgeni Onegin. Samuil, Mattei, Kaiser/Barenboim. DG. . 72 — Sinfonía 2. Järvi. BIS.. . . . . 84 Cherepnin: Conciertos para piano 1, 3. Ogawa/Shui. BIS. . . 85 Chopin: Scherzo, Nocturno. Zimerman. DG. . . . . . . . . 104 Colombara, Carlo. Bajo. Mélodies. Dynamic. . . . . . 101 Copland: Concierto para piano. Pasternack/Hanson. Naxos. 84 Donizetti: Elisir d’amore. Murphy, Groves/Gardner. Belair. . . . . . . . . . . . . . . . . 104 — Lucia di Lammermoor. Devia, Sabbatini/Korsten. Dynamic. . 85 Dukas: Ariane et Barbe-Bleue. Polaski, Youn/De Billy. Oehms.73 Dun: Primer emperador. Domingo, DeYoung/Dun. EMI. . . . 104 Durosoir: Cuartetos 1-3. Diotima. Alpha. . . . . . . . . . 85 Dvorák: Conciertos. Susskind. Brilliant. . . . . . . . 86 — Obras para violín y piano. Zenaty/Ardasiev. Audite.. . . 86 — Serenatas. Hrusa. Supraphon. . . . . . . . 86 Evocaciones de España. Obras de Rodrigo, Granados y otros. Jones/Maruri. Emec. . . . . . 102 Fauré: Sonatas para chelo. Kliegel/Tichman. Naxos. . . . 86 Felice morire. Frederiksen. H. Mundi. . . . . . . . . . . . . . 102 Ferrier, Kathleen. Contralto. Obras de Bach, Haendel y otros. Naxos. . . . . . . . . . . . 79 Frescobaldi: Arie e Canzone. Mayer. Aliud. . . . . . . . . . . . 86 — Tocatas y Partitas. Loreggian. Brilliant.. . . . . . . 87 Glinka: Ivan Susanin. Nesterenko, Rudenko/Ermler. Melodiya. . . . . . . . . . . . . 75 — Russlan y Ludmila. Siniavskaia, Borisova/ Semionov. Melodiya. . . . . . 75 Guerrero: Missa Sancta et Inmaculata. O’Donnell. Hyperion. . . . . . . . . . . . . . 76 Haendel: Antología. Varias. H. Mundi. . . . . . . . . 74 — Mesías. Sampson, Padmore/Christophers. Coro. . . . . 87 — Salomón. Wolak, Scholl/Martini. Naxos. . . . . 87 Harmonie des nations. Heumann. Accent. . . . . . . 103 Haydn: Trío 29. Academia dei Lumi. Arsis.. . . . . . . . . . . . . 88 Itzhak Perlman: Virtuoso. Allegro.. . . . . . . . . . . . . . . 109 Ives: Sets. Sinclair. Naxos.. . . 88 Janácek: Desde la casa de los muertos. Krannhals. Gala.. . 78 — Obras para piano. Tirimo. Quartz. . . . . . . . . . . 88 Liadov: Obras para piano. Cooms. Hyperion. . . . . . . . 76 Linley: Canto de Moisés. Holman. Hyperion.. . . . . . . 76 Liszt: Obras para piano y orquesta. Lortie/Plasson. Brilliant. . . . . . . . . . . . . . . . 89 — Transcripciones. Wass, Kanazawa. Naxos. . . . . . . . 89 MacCormak, John. Tenor. Arias y dúos. Naxos. . . . . . . 79 Mahler: Sinfonía 3. Abbado. Euroarts. . . . . . . . 105 — Sinfonía 7. Gergiev. LSO.. 89 Malipiero: Sinfonías. Almeida. Naxos. . . . . . . . . . 89 Martinu: Concierto para violín 2. Faust/Belohlávek. H. Mundi.90 Mascagni: Cavalleria. Leoncavallo: Payasos. Fabritiis. VAI. 105 Massenet: Manon. Netrebko, Villazón/Barenboim. DG. . 106 — Manon. De Los Ángeles, Valletti/Toldrà. Gala. . . . . . 78 Mayr: Fragmentos. Barcellona. Ford/Parry. Opera Rara. . . . 90 Melcer: Conciertos para piano 1, 2. Lawrynowicz/Silva. Acte Préalable. . . . . . . . . . . 90 — Conciertos para piano 1, 2. Plowright/König. Hyperion. 90 Menotti: The Consul. McNeil, Powers/Banabal. Gala. . . . . 78 Menuhin, Yehudi. Violinista. Meschugge. . . . . . . . . . . . 109 Minkus: Don Quijote. Duarte. Belair. . . . . . . . . . 106 Mitterer: Sopop. Mitterer. Col Legno. . . . . . . 91 — Sturm. Mitterer. Col Legno.91 Messiaen: Cuarteto. Collectief. Fuga Libera. . . . . 91 Mozart: Conciertos para dos y tres pianos. Brautigam, Lubimov/Huss. BIS.. . . . . . . 92 — Conciertos para violín 3-5. Thorsen/Gimse. 2L/38. . . . . 92 — Così fan tutte. Frittoli, Kirchschlager, Skovhus/Muti. Medici. . . . . . . . . . . . . . . . . 71 — Gala de Salzburgo. Harding. DG. . . . . . . . . . . 106 — Sonatas para piano. Vodenitcharov. Fuga Libera. 91 — Sonatas para piano y violín. Cooper/Podger. Channel. . . 91 Muller: Sonatas. Pfau. Genuin. 92 Música coral sacra. Page. Hyperion. . . . . . . . . . . . . . . 75 Música inglesa para trompeta. Bennett/Laird. Hyperion.. . . 76 Musorgski: Cuadros. Kempf. BIS.. . . . . . . . . . . . 93 Neusidler: Música para laúd. O’Dette. H. Mundi. . . . . . . 92 Ópera para niños. Varios. DG. 76 Peixinho: Llanto. Contemporánea de Lisboa. Má de Guido. . . . 92 Pepusch: Cantatas. Rienth. Enchiriadis. . . . . . . . 93 Prokofiev: Cenicienta. Ashkenazi. DG. . . . . . . . . 107 — Sonatas para violín y piano. Schumann/Sigfridsson. Avi.. 94 Puccini: Madame Butterfly. De los Ángeles, Di Stefano/Gavazzeni. Naxos. . 79 — Rondine. Cedolins, Antonucci/Rizzi. Arthaus. . 106 — Tabarro. Gobbi, Mas/Bellezza. Naxos. . . . . . 79 Puccini. Gold Medal. . . . . . 110 Purcell: Anfitrión. Mallon. Naxos. . . . . . . . . . . 93 Reger: Poemas. Polianski, Brilliant. . . . . . . . 94 Rossini: Turco en Italia. Marianelli, Vinco/Allemandi. Dynamic. . . . . . . . . . . . . . . 94 — Urraca ladrona. Cantarero, korcha/Jia. Dynamic. . . . . 107 Rota: Música de cámara. Albatros. Stradivarius. . . . . . 95 Salieri: Oberturas. Fey. Hänssler. . . . . . . . . . . 95 Salterio y fortepiano. Zylberajch/Übellacker. Ambronay. . . . . . . . . . . . 102 Sarro: Achille in Sciro. Martellacci, Nardi/Sardelli. Dynamic. 95 Saunders: Blaauw. Musikfabrik. Wergo. . . . . . . 95 Sayve: Misa del emperador Matías. Tubéry. Ricercar. . . 96 Scarlatti: 48 Sonatas. Lester. Nimbus.. . . . . . . . . . 96 Scelsi: Chukrum. Rundel. Neos. 96 Schmidt, Joseph. Tenor. Arias. Naxos. . . . . . . . . . . . 79 Schnittke: Obras para piano vol. 1. Nuti. Stradivarius. . . . . . . 96 Schubert: Canciones vol. 3. Goerner/Deutsch. H. Mundi.97 — Misa D. 950. Hickox. Chandos. . . . . . . . . 98 — Sonata D. 960. Strosser. Mirare. . . . . . . . . . 97 — Sonatas D. 784, 959. Badura-Skoda. Genuin.. . . . 97 Schumann: Sonatas para violín y piano. Koh/Uchida. Cedille. 98 Sciarrino: Variazioni. Ceccherini. Kairos. . . . . . . . 98 Scriabin: Obras para piano. Cooms. Hyperion. . . . . . . . 76 Solti, Georg. Director. Obras de Beethoven y Schubert. Euroarts. . . . . . . 110 Spohr: Conciertos para clarinete 3, 4. Collins/O’Neill. Hyperion. . 98 Strauss, J.: Barón gitano. Eichhorn. DG. . . . . . . . . . 108 — Murciélago. Schlemm, Streich/Anders. Audite. . . . . 77 — Sangre vienesa. Paulik. DG.. . . . . . . . . . . . 108 Strauss, R.: Vida de héroe. Böhm. Audite. . . . . . . . . . . 77 Szymanowski: Sinfonías 2, 3. Wit. Naxos. . . . . . . . . . . . . 99 Theodorakis: Romiosini. Vasilikou. Tropical.. . . . . . . 99 Transcriptions. Obras de Baber, Chopin y otros. Sommer. Naïve.. . . . . . . . . . . . . . . . 110 Tríos con clarinete. Kheops. Fuga Libera. . . . . . . . . . . . 103 — Klöcker, Schieffen, Dresler. CPO. . . . . . . . . . . . . . . . . 103 Valen: Pastorale. Eggen. BIS. . 99 Verdi: Réquiem. Zadek, Christoff/Karajan. Audite. . . 77 — Rigoletto. Merrill, Peters/Perlea. Naxos. . . . . . 79 — Traviata. Scottto, Carreras/Verchi. VAI. . . . . 108 Very nice album. Kennedy. EMI. . . . . . . . . . . . . . . . . . 103 Victoria: Misa y Lamentaciones. Noone. Archiv. . . . . . . . . . 100 Wagner: Idilio de Sigfrido. Varios. . . . . . . . . . . . . . . . . 68 — Lohengrin. Varnay, Steber/Stieddry. Gala. . . . . . 78 — Tannhäuser. Sotin, Weikl/Davis. DG. . . . . . . . 108 Wellesz: Cuartetos. Artis. . . 100 Wolf: Lieder. FischerDieskau/Klust. Audite. . . . . 77 Wolf-Ferrari: Viuda astuta. Sollied, Muraro/Martin. Naxos.. . . . . 109 Zelenka: Misa votiva. Luks. Zig Zag. . . . . . . . . . . . 99 D O S I E R OLIVIER MESSIAEN (1908-2008) 113 D O S I E R OLIVIER MESSIAEN RELIGIÓN Y CANTOS DE PÁJAROS Mi fe es el gran drama de mi vida. Soy creyente, y por ello canto palabras de Dios a los que no tienen fe. Doy cantos de pájaros a los que están sumergidos en las ciudades y nunca los han oído, hago ritmos para aquellos que sólo conocen marchas militares o jazz, y pinto colores para aquellos que no los ven. Olivier Messiaen “E 114 s muy amplio, por sus orígenes mismos, el más allá de Messiaen […] En su enseñanza se negaba a la lección dogmática y proselitista, incluso en lo concerniente a su propio trabajo. De ahí una paradoja innegable: este profesor, con la más acusada personalidad en el medio en el que enseñaba, no impuso ninguna ‘marca de fábrica’, hasta el punto de que sus alumnos, varias generaciones mezcladas, presentan pocos puntos comunes, en verdad ningún rasgo francamente reconocible. Él mismo lo constató con, tal vez, algo de sorpresa y un poco de pesar: dos polos importantes de su obra —la religión y los cantos de pájaros— quedaron sin consecuencia visible en sus discípulos”1. Así, con la precisión y la clarividencia que le caracterizan, es capaz de resumir Pierre Boulez en este breve escrito varios de los múltiples aspectos que definen la personalidad artística y humana de su maestro Olivier Messiaen, al tiempo que nos sugiere un marco adecuado para desarrollar dos de ellos a modo de polos de atracción: la religión y los cantos de pájaros, que están, como veremos, bastante relacionados entre sí. No hace falta ser un experto para apreciar la importancia que ambos temas tienen en la obra del autor francés, aunque sólo sea leyendo los títulos de sus composiciones. Es casi más adecuado conceder que hay pocas creaciones en las que no esté presente la alusión a la religión y/o a los pájaros. Sumergirse en esta fascinante parcela es más fácil de lo que pueda parecer a un oyente profano que no tenga acceso a las partituras. La primera razón es que el propio autor nos ha dejado material más que suficiente como para conocer perfectamente sus intenciones a este respecto, algo que también agradecemos mucho los que intentamos aproximarnos a la música a través del análisis (hay otros que, por el contrario, hacen lo imposible para que nadie sepa cómo han construido sus obras). Son dos los escritos teóricos de Messiaen que nos van a servir de guía en nuestro periplo místico y ornitológico: su Technique de mon langage musical, publicado en plena guerra mundial (1944)2, en el que expone ya muchos de los aspectos que van a caracterizar toda su obra: los ritmos hindúes y griegos, ritmos irregulares, polirritmia, técnicas melódicas, armonía, acordes y modos (es admirable que un compositor de 36 años tuviera tan claros los fundamentos de su estilo como para publicarlos a esa edad). En este libro sólo dedica media página al canto de los pájaros, que todavía era sólo una mera anécdota en su música. No será así en su magna obra teórica, el Traité de rythme, de couleur, et d’ornithologie, la suma de sus escritos entre 1949 y 1992 reunida, ordenada y publicada por su segunda mujer e intérprete de toda su música pianística, Yvonne Loriod, entre 1994 y 2002, que consta de 7 tomos en 8 volúmenes (precisamente el Tomo V, dedicado a los pájaros, es el que ocupa dos volúmenes), cada uno de los cuales consta de más de 600 páginas3. El título, con ser significativo y cuanto menos peculiar para un tratado musical, no puede englobar todo lo que realmente ofrecen sus páginas, que es un detallado recorrido por todas las técnicas que hacen de Messiaen un compositor inconfundible, profusamente ilustradas con ejemplos de cientos de sus propias páginas analizadas a fondo desde el punto de vista de los ritmos, los perfiles melódicos, la estructura de las frases y las piezas, los tipos de acordes, la presencia de sus símbolos numéricos, las simetrías, los modos, los pájaros citados, etc. A todo esto se añaden —como muestra de la importancia del Messiaen analista— varios de sus mejores análisis de obras y autores tan diferentes como Mozart, Beethoven, Debussy o Stravinski. Entre ellos hay que destacar, sin duda, el trabajo realizado sobre el ritmo en Le sacre du printemps, modelo de rigor analítico y de imaginación metodológica, o los dedicados a obras como Prélude à l’après-midi d’un faune, Préludes, Images, La Mer o Pelléas et Melisande de Debussy. Hay otro factor que permite un fácil acercamiento a la obra de Messiaen, y no es otro que la abundante documentación que el mismo autor (y también Yvonne Loriod) nos ofrece acerca de su obra en forma de comentarios y extensos prólogos a muchas de sus colecciones, a veces verdaderas exégesis poético-religiosas en las que se muestra como un digno heredero de su madre, la poetisa Cécile Sauvage, al convertir en imágenes terrenas y en fértiles diálogos entre el hombre y la divinidad las más complejas cuestiones teológicas o los pasajes del Antiguo y del Nuevo Testamento, de la liturgia o de los santos que utiliza como base temática o argumental. Quizá por este motivo —la autosuficiencia de estos comentarios para inducir la atmósfera que luego recrea la música— no hay casi alusiones a cuestiones religiosas en el Traité, asumiendo una familiaridad por parte del oyente con dichos textos que quizá está un poco lejos de ser cierta. Ni que decir tiene que la presencia de “nuestros hermanos los pájaros” en casi todos estos comentarios es constante, alzándose como protagonistas absolutos en varios títulos a ellos dedicados. Las primeras páginas del Tomo V, sin embargo, contienen ya una verdadera declaración de intenciones de Messiaen sobre su otro pilar: “Ornitólogo por pasión, yo lo soy también por la razón. Siempre he pensado que los pájaros han descubierto todo: los modos, los neumas, la rítmica, las melodías de timbres e incluso la improvisación colectiva” (Olivier Messiaen, 1970)4. Si leemos otra de las citas, el contacto con la religión quedará establecido: “Todas las criaturas del mundo sensible conducen a Dios: ellas son imágenes de la Fuente, de la Luz, de la Plenitud eterna, del Soberano Arquetipo. Son signos que nos han sido otorgados por el Señor mismo” (San Buenaventura). Más adelante, Alain Louvier resalta otra faceta de esta relación: “En Messiaen, como en otros filósofos, la fe en Dios es inseparable del amor a la Naturaleza, del respeto absoluto por ella, lo que nuestro tiempo, de una forma reduccionista y antropocéntrica, denomina ‘la defensa del medio ambiente’”. Asimismo recuerda que “por primera vez sin duda en la historia de la música, un artista genial acepta estudiar a fondo la ornitolo- D O S I E R OLIVIER MESSIAEN Werner Neumeister gía, escuchar sobre el terreno en compañía de científicos y repetir, con una tenacidad extraordinaria, las campañas de búsqueda y anotación, en cualquier hora, estación o momento. Olivier Messiaen, dotado de un oído proverbial, consiguió, con ayuda de lápiz y goma, transcribir en notación más o menos medible, cantos a veces ultra-rápidos y sobreagudos, integrando incluso la noción del timbre”. Messiaen elogia en este Tomo V la libertad del pájaro, antídoto indispensable a la gran formalización expuesta en los tomos precedentes. El recorrido que hace por la historia de la música, desde la prehistoria hasta los tiempos del ordenador, termina con esta frase: “y durante todo este tiempo, los pájaros han continuado cantando…”. La aplicación de los neumas gregorianos, de los ritmos hindúes y griegos a los cantos de pájaros —durante el proceso de transcripción del canto original a notación musical— muestra que el pájaro es enemigo de la pulsación regular. Y esto nos lleva directamente a una de las cuestiones más espinosas de todo este asunto, la posibilidad y la fidelidad de la transcripción del canto de los pájaros, y para ello nada mejor que contar con el testimonio de su acompañante en los viajes ornitológicos por todo el mundo, Yvonne Loriod. En efecto, la gran pianista cuenta que desde 1944 Messiaen (quien seguía desde tiempo atrás el consejo de su maestro Paul Dukas: “Escuchad a los pájaros; son grandes maestros”) anotó en cientos de libretas, tomándolos al dictado, miles de cantos de pájaros tanto en Francia como en los diversos viajes que realizaban ambos por motivos ornitológicos o musicales, pidiendo en este último caso a los empresarios unas 3 o 4 horas libres cada día para ir en compañía de ornitólogos a escuchar los pájaros de cada país. Así sucedió en Grecia, Japón, Estados Unidos, Nueva Caledonia, Australia, etc., y de ahí que este tomo termine con el agradecimiento expreso a los ornitólogos que introdujeron a Messiaen en esta ciencia5. Yvonne Loriod no se limitaba a acompañar a su marido en estas excursiones, sino que también realizaba grabaciones sonoras para su posterior control y comparación. De hecho, Alain Louvier expresa su deseo de que estas grabaciones pudieran ser editadas para comparar los cantos que escuchó exactamente Messiaen con el resultado escrito y sonoro, algo que ya se puede hacer en cinco casos gracias a los recursos de Internet6. Como es de esperar, el parecido es evidente en muchos casos, mientras que en otros hay mayores diferencias, sobre todo en el caso de los pájaros “individualistas”, cuyo canto no se atiene al estilo general de la especie. De hecho, Yvonne Loriod explica que muchos cantos de pájaros fueron recogidos varias veces, en lugares y en días distintos, anotando en todos los casos lo que podrían ser las formas “ortodoxas” del canto, pero también en ciertas ocasiones variantes más individualizadas: “si cada especie tiene sus timbres particulares y sus curvas melódicas, cada individuo tiene sus propios temas” (Yvonne Loriod). Messiaen era extremadamente prolijo y preciso en sus anotaciones de los cantos. Empieza por escribir el nombre del pájaro en francés y latín, y en muchas ocasiones también en inglés y alemán7. Luego hace una completa descrip- ción física del pájaro desde el punto de vista del tamaño, color del plumaje, parecidos y diferencias con otros individuos, etc. En muchas ocasiones nos informa del lugar exacto, el día y la hora en que el canto fue escuchado. La notación musical del canto incluye lo que podríamos llamar el motivo básico, sus variantes y subvariantes, desarrollos y hasta la posible división en estrofas cuando se trata de un solo extenso. El análisis del canto, sin embargo, no termina ahí. Es muy frecuente que el perfil melódico le sugiera el perfil de un neuma gregoriano8, y aquí se encuentra uno de los puntos críticos de la transcripción: la conversión de un motivo melódico no temperado en alturas temperadas de la escala de doce sonidos y dentro además del lenguaje característico de su autor (que prima ciertos intervalos por encima de otros). Otra conversión importante puede suceder cuando el ritmo del canto original se parece a cualquiera de los ritmos hindúes o griegos que Messiaen ha incorporado con asiduidad a su música desde muy pronto, en cuyo caso la notación del canto puede asumir alguna figura propia de la rítmica hindú o griega. Por último, las alturas melódicas del canto pueden aproximarse a los sonidos de alguno de los siete modos característicos de su lenguaje, o a otros modos habituales, y entonces la notación musical también se adapta a estos sonidos9. Finalmente, Messiaen suele proponer una versión monódica del canto, pero también es frecuente una versión en octavas, así como una elaboración en forma de melodía con intervalos variables (“armonías coloreadas”) hasta llegar a una versión en acordes, recorriendo 115 D O S I E R OLIVIER MESSIAEN así el camino hacia lo que puede ser la versión musical final en un piano o en una orquesta. La clasificación de los pájaros en su tratado responde a cuestiones geográficas y de hábitat, algo que puede parecer una mera formalidad científica pero que tiene una gran trascendencia en la construcción de su música, especialmente la inspirada totalmente por los pájaros. El volumen primero del Tomo V se dedica a los pájaros de Francia, estableciendo para ello grupos que incluyen de dos a trece pájaros. Cada grupo responde a un biotopo: alta montaña, bosques de montaña, montes, bosques, senderos campestres, nocturnos, viñedos, prados y campos, jardines y parques, ciudades, desiertos, garrigas y monte bajo, carrizos, estanques, ríos, océanos, costas. El volumen segundo recoge pájaros de Japón, Estados Unidos (especialmente de Utah y otras zonas del oeste), Nueva Caledonia y de diversas partes del mundo. Todo este trabajo se complementa con un enorme listado final (elaborado por Yvonne Loriod) de los cantos de pájaros que se utilizan en cada una de las obras compuestas desde 1944 (su presencia en obras anteriores es mucho más puntual y nada sistemática), algo muy demandado por músicos, musicólogos y aficionados, según explica su autora. Los pájaros aparecen aquí en columnas con su nombre en francés, latín, inglés, alemán y español (en algunos casos) y japonés (en los Sept Haïkaï). 116 ta para órgano (1933-34), aunque el tercer movimiento de esta última versión fue compuesto de nuevo (ante la imposibilidad de la transcripción del original orquestal) y se convirtió en una de sus más difíciles tocatas. Los títulos que integran esta especie de sinfonía en cuatro movimientos se apoyan en versículos evangélicos o en frases de la liturgia de la fiesta de la Ascensión12. No tardó mucho Messiaen en aportar otra gran obra al repertorio organístico; se trata de La Nativité du Seigneur (1935), un ciclo escrito en cuatro libros de desigual duración y nueve piezas en total. El comentario que inserta en la partitura puede servir como ejemplo de la transferencia entre un texto evangélico y el simbolismo teológico y poético que su autor obtiene de él: ********** “La Natividad del Señor”. Este es el tema. ¿Tratado cómo, desde el triple punto de vista teológico, instrumental y musical? Desde el punto de vista teológico. Cinco ideas principales. 1º Nuestra predestinación realizada por la Encarnación del Verbo (pieza nº 3). 2º Dios vivo en medio de nosotros, Dios sufriente (nºs 9 y 7). 3º Los tres nacimientos: eterno del Verbo, temporal de Cristo, espiritual de los cristianos (nºs 4, 1 y 5). 4º descripción de algunos personajes que dan a las fiestas de Navidad una poesía particular: los ángeles, los Magos, los pastores (nºs 6, 8 y 2). 5º Nueve piezas en total para honrar la maternidad de la Santa Virgen. Con todos estos datos en la mano, es el momento de poner en evidencia la presencia de estos dos pilares fundamentales de la obra de Messiaen a lo largo de su trayectoria, en un recorrido que no pretende ser ni muchos menos exhaustivo, sino más bien una “toma de muestras” que sirva de ejemplo de lo dicho hasta ahora. Como veremos, si la inspiración religiosa es constante desde la primera hasta la última obra (y aquí sólo hay excepciones), los cantos de pájaros se fueron incorporando con cierto rigor sólo a partir de la década de 1950, permaneciendo desde entonces en casi toda su producción. Es muy importante recordar también que Messiaen fue un excelente organista: alumno de Marcel Dupré10, fue recomendado en 1931 para ocupar — con sólo 22 años— el puesto vacante en la iglesia de la Sainte-Trinité de París (recomendado por Dupré, Tournemire y Widor), puesto que ocupó el resto de su vida. Su contribución al repertorio organístico es una de las más importantes desde J. S. Bach, y en sus obras confluyen la propia experiencia organística de su autor con el simbolismo religioso del órgano como el instrumento más característico de la iglesia cristiana. La primera obra publicada por Messiaen fue Le banquet céleste para órgano (1926-28, revisada en 1960), encabezada por un versículo alusivo del Evangelio de San Juan11, en la que ya se observa la idealización del dogma en forma de comentario musical, no sólo por el poético título que resume la frase de Cristo, sino por el ambiente estático y también “extático” que destila (como afirma N. Simeone), como si fuera la reproducción sonora de una visión del compositor. Les offrandes oubliés. Meditation symphonique (1931) —obra que existe en versión pianística y orquestal— parte también de conceptos religiosos (el olvido humano del sacrificio divino), pero en este caso sin referencia concreta a los libros sagrados. Su primera obra organística escrita en la iglesia de la Sainte-Trinité fue Apparition de l’église éternelle (1932), que simboliza la aparición mediante un crescendo gradual hasta un clímax que da paso a un diminuendo también gradual. Las dos obras organísticas citadas hasta ahora claramente preparaban el que sería sin duda su primer gran logro en este campo, L’Ascension, obra que nació primero para la orquesta (1932-33) y que luego fue transcri- El siguiente ciclo organístico — Les corps glorieux (1939)— se mantiene en la misma línea, aunque en este caso se trata de siete piezas cuya temática es más abstracta (Sutileza de los cuerpos gloriosos, Las aguas de la Gracia, El Ángel de los perfumes, etc.), conformando, eso sí, una extensa creación cercana a la hora de duración, como la anterior. En ese desdichado año comenzó la segunda gran guerra, algo que condicionó sin duda el nacimiento de una de sus obras emblemáticas, el Quatuor pour la fin du temps (Cuarteto para el fin del tiempo), compuesto entre 1940-41 en el Stalag VII A, en Silesia, donde Messiaen — como tantos otros franceses— estaba recluido como prisionero de guerra 13. La plantilla instrumental (clarinete, violín, violonchelo y piano) debe su peculiaridad a lo que permitían las circunstancias, y su inspiración procede de imágenes del Apocalipsis (Vocalización para el Ángel que anuncia el fin del Tiempo, Danza del furor para las siete trompetas, etc.), aunque ya empieza a hacerse un hueco el canto de los pájaros (Liturgia de cristal. Entre las tres y las cuatro de la mañana, el despertar de los pájaros; un mirlo o un ruiseñor improvisan, en un halo de trinos perdidos en la cima de los árboles. Transpongan esto a la esfera religiosa: tendrán el silencio armonioso del cielo Abismo de los pájaros. El abismo es el Tiempo, con sus tristezas, su hastío. Los pájaros son lo contrario del Tiempo; ¡son nuestro deseo de luz, de estrellas, de arco iris y de jubilosas vocalizaciones!). De vuelta a París fue nombrado profesor de Armonía en el Conservatorio de París, y una de sus primeras alumnas fue la pianista Yvonne Loriod, que con sólo 17 años demostró la maestría y musicalidad suficientes como para que Messiaen escribiera —dedicándosela— su siguiente obra, Visions de l’Amen para dos pianos (1943), que sería estrenada por ambos en un concierto de la Pléiade. Es una obra que opone la trascendencia y eternidad del Amén (Amén de la Creación, Amén de los Ángeles, de los Santos, del canto de los pájaros, etc.) a la dureza del momento bélico, y en la que de nuevo hay un espacio para los pájaros (ruiseñor, mirlo, pinzón y curruca, según Yvonne Loriod, que inaugura su lista final con esta obra). Algo muy parecido —en cuanto a los pájaros— ocurre con su siguiente obra, que se ha convertido D O S I E R OLIVIER MESSIAEN Conocedores ya de la transferencia de las ideas religioen un título esencial del piano del siglo XX: las Vingt regards sas en forma de comentarios en las obras de nuestro autor, sur l’enfant-Jésus (1944), obra de más de dos horas de duraasí como de las técnicas que utiliza para incorporar los ción, estrenadas por la veinteañera Loriod en un alarde de cantos de pájaros a su música (temas, temporalidad, resistencia, técnica y virtuosismo en 1945. De nuevo el proambiente, etc.), podemos abreviar sustancialmente el recopio autor nos propone una interpretación: “Contemplación rrido por las obras restantes, en las que estos aspectos no del Niño Dios del pesebre y miradas que en él se posan: cambian en lo esencial (aunque su técnica musical siga desde la inefable mirada de Dios Padre a la mirada múltiples evolucionando). Chronochromie para orquesta (1960) de la Iglesia del Amor, pasando por la increíble mirada del incorpora cantos de pájaros de México, Suecia, Japón y Espíritu de la Alegría, la mirada más tierna de la Virgen, y las Francia a una obra que busca el “color del tiempo”, es de los Ángeles, de los Magos y de las criaturas inmateriales o decir, la mixtura tímbrica variada puesta al servicio de las simbólicas (Tiempo, Alturas, Silencio, la Estrella, la Cruz…”. duraciones. Los Sept haïkaï, bosquejos japoneses para piaEn ella emplea también un grupo de temas cíclicos que no, xilófono, marimba y pequeña orquesta (1962) nacen recorren toda la obra; son el Tema de Dios, de la estrella y la tras un viaje a Japón en el que su autor quedó fascinado cruz, del amor místico, de acordes, de la danza oriental y del por los paisajes, colores, monumentos y pájaros de ese canto llano, de la alegría, etc. país, hasta el punto de dedicar un capítulo de 120 páginas También las dos obras organísticas que abren la década a los pájaros anotados, que por de 1950 reservan una de sus piesupuesto se escuchan en esta zas explícitamente a los pájaros. obra y en otras posteriores. Una La Messe de la Pentecôte (1950) nueva conjunción de alusiones —una especie de meditación en religiosas y pájaros se encuentra cinco partes en torno a la liturgia en Couleurs de la cité céleste de ese día— incluye un número para piano y conjunto instrutitulado Comunión (Los pájaros y mental (1963), obra inspirada en las fuentes), y su vanguardista el capítulo 21 del Apocalipsis (la Livre d’orgue (1951-52) denomina Jerusalén celestial, con sus coloCantos de pájaros a su pieza más res, piedras preciosas, pájaros, accesible. Pero serán una breve etc.) y donde el las fuentes orniobra camerística —Le merle noir tológicas incluyen Nueva Zelan(1951-52), para flauta y piano— y da, Argentina, Brasil, Venezuela Réveil des oiseaux (1953), para y Canadá. Mucho más volcado piano y orquesta, las primeras en la religión (sólo cita dos pájaobras totalmente inspiradas en la ros) y centrado en el tema de la ornitología. Esta última está dediresurrección de la carne es el cada a su primer maestro en este fruto de un encargo de André campo, Jacques Delamain; conMalraux, entonces ministro de tiene el canto de 38 pájaros de la cultura francés, que se titula Et región Île de France, según la lisexspecto resurrectionem mortuota de Yvonne Loriod, y está orgarum, escrito para cuarenta insnizada en cuatro partes en la trumentistas de viento y percusiguiente secuencia temporal: sión (1964). La Transfiguration medianoche; cuatro de la madrude Notre-Seigneur Jésus-Christ, gada; cantos de la mañana; sin embargo, es ya un oratorio mediodía. En 1955-56 escribe monumental, escrito para coro, otro de los títulos claves en este piano, otros solistas instrumental campo, Oiseaux exotiques para y gran orquesta (1965-69), con piano y 20 músicos, dividido en una amplia e internacional utilitrece partes y que ya abarca — zación de cantos de pájaros, que como se puede deducir— espe- Programa del estreno del Cuarteto para el fin del tiempo de alguna forma empieza a cies de la India, China, Malasia, cerrar un largo ciclo de obras religiosas que empezaron Canarias, América del Sur y del Norte. con La Nativité y que también incluiría, como parte de este Llegamos así a su tercera gran obra para piano, Cataloprimer final, las Méditations sur le mystère de la Sainte Trigue d’oiseaux (1956-58), un monumental ciclo en 7 libros y nité para órgano (1969), otro largo ciclo organístico en el 13 piezas que dura unos 160 minutos. La secuencia tempoque intenta una correspondencia más objetiva entre sonido ral va desde las doce de la noche hasta las tres de la mañay concepto mediante alturas o temas asociados a diferentes na del día siguiente, algo más de un día entero. Cada una personas o ideas. de las piezas lleva el nombre de un pájaro, pero en realidad La década de 1970 comienza con una obra para piano (y esto va a ser parte de su técnica en casi todas sus obras —La fauvette des jardins (1970-72) centrada nominalmente ornitológicas) la música recoge otros muchos pájaros de su en un solo pájaro (la curruca mosquitera), aunque en realientorno, así como el ambiente geográfico. Messiaen lo dad le acompañan 17 más, como era de esperar. La siguiencuenta así: “Cada solista es presentado en su hábitat, rodeate producción nace de un viaje a Estados Unidos (sobre do por su paisaje y por los cantos de otros pájaros que distodo a los cañones y los parques de Utah) y de un encargo frutan de la misma región”. En esta obra son más de setenta de Miss Alice Tully; se llama Des Canyons aux étoiles…, los cantos utilizados, aunque la calidad musical variable de para piano, amplia percusión y orquesta (1971-74). El título los 13 protagonistas (meros gritos, estrofas, cadencias y alude al elevarse desde los cañones hasta las estrellas “y solos) es la que decide la duración de cada pieza, que aquí más arriba aún, hasta los resucitados del Paraíso, para glorioscila entre cinco y treinta minutos14. Ni que decir tiene que ficar a Dios en toda su creación”. Obra en la que se aúnan todas las obras pianísticas aquí comentadas fueron estrenareligión, geología, astronomía, naturaleza y pájaros, sus das por Yvonne Loriod, incluida la proeza de interpretar las doce movimientos propician la aparición de más de ochendos horas y cuarenta minutos del Catalogue. 117 D O S I E R OLIVIER MESSIAEN ta pájaros de varios estados15. No menos utiliza (aunque en este caso de Australia, Europa, Japón, África y Nueva Caledonia) la que puede considerarse como su culminación artística, simbólica y espiritual, la ópera Saint-François d’Assise, gigantesco monumento dramático-musical en tres actos y 8 escenas de más de cuatro horas de duración, que le llevó ocho años de trabajo (1975-83). Sólo en la escena VI, Predicación a los pájaros, se escuchan 36 cantos diferentes, como es lógico. El periplo creativo de Messiaen se va a cerrar con varias obras de diferentes formatos pero igualmente importantes en su catálogo y depositarias —a modo de culminación— de las constantes de su estilo. El Livre du Saint Sacrement (1984) es su testamento organístico, una obra dividida en 18 piezas y de dos horas de duración, inspirada en el sacramento de la Eucaristía, con comentarios tomados del Evangelio, de himnos católicos y de textos de San Buenaventura, Santo Tomás, Kempis y Don Columba Marmion. Los pájaros proceden esta vez de Israel, Palestina y zonas cercanas, es decir, de los lugares en los que vivió Jesucristo. Su última obra de inspiración ornitológica es Petites esquisses d’oiseaux para piano (1985), quince minutos para recordar seis de sus pájaros favoritos. Un vitrail et des oiseaux, para piano, vientos y percusión (1986), fue un encargo del Ensemble InterContemporain, y ahí pone de nuevo en escena sus temas favoritos: los colores de las vidrieras (la iglesia y la religión, por tanto) y los pájaros. Y su última obra orquestal, Éclairs sur l’au-delà…[Relámpagos sobre el Más allá] (1988-92), un monumento sonoro con sabor a final inspirado en textos de la Biblia (especialmente del Apocalipsis) y de Dom J. de Monleon, que es también su culminación ornitológica: casi 60 pájaros de Europa, África, India, Papuasia, Nueva Guinea, Singapur, Australia, Nueva Zelanda y Venezuela. El legado musical de Messiaen propone al oyente sensible —creyente o no, pero con una mínima cultura religiosa— un mundo sonoro muy completo, riguroso en su concepción y poético en su resultado sonoro, quizá el más sistemático y original de todo el siglo XX, un universo basado en unas constantes estilísticas que sin embargo evoluciona y se renueva sin perder su esencia. Quizá el rasgo más original de su música sea la incorporación masiva y científica del canto de los pájaros, puestos en relación con la naturaleza como los seres que mejor expresan la gloria de Dios. Por ello es oportuno terminar estas líneas con las palabras de Alain Louvier en el Traité: “Deseamos que los estudiantes de ciencias naturales lean este tratado único en su género; deseamos también que los ornitólogos aprendan música, y esperamos que tantos pájaros maravillosos aquí descritos no conozcan la suerte de las especies desaparecidas Enrique Igoa Pierre Boulez, “Au-delà de Messiaen…”. Prólogo al Preludio del III Milenio (2ª edición). Festival de Otoño. Comunidad de Madrid, 1994. 2 Existe traducción española: Técnica de mi lenguaje musical. Alphonse Leduc. 3 Como se puede imaginar, no existe traducción a ningún idioma de una obra de tal extensión. Bastante costoso y hasta heroico ha sido publicar en francés casi 5000 páginas de texto, más de la mitad de las cuales son ejemplos musicales. En todo caso, el nivel de idioma requerido para leerlo no es nada elevado, y cualquier persona con una mínima base de francés puede acceder fácilmente a sus páginas. 4 Esta cita, puesta al comienzo del libro, se completa con un interesante párrafo de la segunda Introducción redactada por el propio autor. Dice así: “Los pájaros utilizan el trino, el trémolo entre soni1 118 dos disjuntos, el arpegio, el glissando, los sonidos ligados y picados, los neumas del canto llano, los diferentes modos europeos y exóticos, la tercera mayor, los cuartos de tono y otros intervalos más pequeños, las permutaciones de sonidos, el movimiento retrógrado, los ritmos griegos e hindúes, la melodía de timbres (Klangfarbenmelodie), la música-lenguaje, la música pura, la imitación de los ruidos e incluso la improvisación colectiva. 5 El primer agradecimiento es para Jacques Delamain, su primer maestro, y luego menciona a otros como R. D. Daniel Etchecopar, F. Huë, H. Lhomond, J. C. Roché, J. Penot, M. Hoshino, P. Geroudet, M. Adar, H. Bradley, H. Anderson o S. Curtis, ligados a cada uno de los viajes que realizó. 6 En una de las numerosas páginas dedicadas a nuestro autor (www.oliviermessiaen.org) hay que ir al epígrafe Birdsongs, y allí se encuentra una interesante comparación del espectrograma (representación del sonido mediante coordenadas de frecuencia y duración) del canto de cinco pájaros utilizados en Oiseaux exotiques y su transcripción en música real en dicha obra. Lo más interesante es que se pueden escuchar ambos fragmentos y así comparar el perfil melódico, rítmico y tímbrico de un canto de pájaro con la transcripción musical que Messiaen hace del mismo. Estos estudios están recogidos en un artículo de Robert Fallon titulado “The Record of Realism in Messiaen’s Bird Style”, incluido en el recientísimo libro titulado Olivier Messiaen: Music, Art and Literature, editado por Christopher Dingle & Nigel Simeone (Ashgate, 2007). 7 En el caso de los pájaros escuchados en Japón los nombres aparecen primero en japonés y luego en los idiomas citados, llegando a escribir la pronunciación correcta de la palabra en francés. 8 Un neuma es un símbolo parecido a los utilizados en taquigrafía que agrupa dos o más notas de la línea melódica en el canto gregoriano, presentando diversas combinaciones de perfiles melódicos. Los nombres de los diversos tipos de neumas son latinos (clivis, torculus, podatus, porrectus, etc.). 9 Uno de los casos en los que se produce esta similitud es el roquero solitario, cuyo canto recuerda la escala pentáfona, según Messiaen. 10 La relación de Messiaen con el órgano comenzó en 1927, cuando ingresó en el curso de órgano de Dupré. El gran organista recordará que Messiaen, que nunca había visto antes un teclado de órgano, permaneció quieto durante una hora mientras él explicaba y probaba el instrumento; cuando volvió una semana más tarde, se puso a tocar la Fantasía en do menor de Bach de una forma impresionante. 11 “El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él” (Juan, 6, 56). 12 Nº 1: Majestad de Cristo solicitando la gloria a Dios. nº 2: Aleluyas serenos de un alma que desea el cielo. nº 3: Transportes de alegría de un alma ante la gloria de Cristo que es la suya propia. nº 4: Plegaria de Cristo ascendiendo hacia su Padre. 13 La dramática historia de la gestación y estreno de esta obra es bien conocida, por lo que no será necesario repetirla aquí. Sólo me gustaría recomendar un reciente y excelente estudio histórico y analítico sobre la obra; se trata del artículo “Tradición, modernidad y sincretismo en el Quatuor pour la fin du temps” de Yvan Nommick (revista Quodlibet nº 25, febrero de 2003). 14 A título de ilustración, he aquí la organización formal del Catalogue d’oiseaux. Livre 1: I. Le chocard des alpes (Chova piquigualda) - II. Le loriot (Oropéndola) - III. Le merle bleu (roquero solitario). Livre 2: IV. Le traquet stapazin (Collalba rubia). Livre 3: V. La chouette hulotte (Cárabo) - VI. L’alouette lulu (Totovía). Livre 4: VII. La rousserolle effarvatte (Carricero común). Livre 5: VIII. L’alouette calandrelle (Terrera común) - IX. La bouscarle (Ruiseñor bastardo). Livre 6: X. Le merle de roche (Roquero rojo). Livre 7: XI. La buse variable (Ratonero común) - XII. Le traquet rieur (Collalba negra) - XIII. Le courlis cendré (Zarapito real). 15 En agradecimiento por esta obra el Estado de Utah, en 1978, renombrará uno de sus picos, The White Cliffs, como Mount Messiaen. 16 Louvier, Alain. Prólogo en el Traité de D O S I E R OLIVIER MESSIAEN Entrevista con Pierre Boulez LAS LECCIONES DE INDEPENDENCIA DE OLIVIER MESSIAEN Pierre Boulez fue alumno de Olivier Messiaen en 1944-1945, en la clase de armonía del Conservatorio de París y a título privado. Después de dieciocho meses lo dejaba, diploma en mano, a la vez que a la institución pedagógica en la que ya no le quedaba nada por aprender. Pero Boulez prosiguió las relaciones con su maestro, dirigiendo a menudo las obras hacia las que mostraba más afinidad. ¿En qué circunstancias conoció a Olivier Messiaen? Descubrí a Olivier Messiaen por casualidad, a finales de junio de 1944. Fue con ocasión de un concierto de música contemporánea en la Escuela Normal de Música. Tocaban su Tema y variaciones para violín y piano. De hecho, conocía su nombre por la reputación sulfurosa que tenía en el Conservatorio; era conocido como alguien marginal. El descubrimiento de su música, que me impactó mucho —el otro único compositor contemporáneo interpretado en la época era Arthur Honegger, al que había oído en Lyón, donde yo estudiaba—, tuvo lugar un año antes de mi entrada en su clase de armonía. Yo estaba entonces en el curso de armonía elemental obligatoria cuyo profesor no tenía ningún interés. Lo que me sorprendió en esta obra fue su lenguaje totalmente diferente a los que escuchaba habitualmente, un lenguaje muy seductor. Con la perspectiva del tiempo, puedo constatar que cierto número de rasgos característicos del lenguaje de Messiaen ya están presentes, en concreto su utilización de los modos. Pero también podía encontrarse una influencia sensible de César Franck. Sea como fuere, quedé estupefacto por la originalidad de su lenguaje. Fue en ese momento preciso cuando me dije: “Puesto que Messiaen escribe así, es a él a quien quiero como profesor”. Fui a verle a su domicilio, una casita en el distrito 19, poco después de aquel concierto. Me hizo pasar un pequeño examen, luego me dijo que quería acogerme en su clase pero que debía superar antes la prueba de acceso. Poco después, a finales de julio de 1944, organizó en casa de su amigo Bernard Delapierre una audición de las Visiones del Amén que tocó con Yvonne Loriod. Los conciertos se organizaron la semana que precedió a la Liberación de Paris. Después llegó la Liberación —diez días antes, mi profesor de piano, Jean Doyen, daba un recital en la Sala Gaveau. Tema y varaciones fue así la primera gran obra de Messiaen que pude escuchar. Acababa de componerla. Más tarde, convertido en su alumno en septiembre de 1944, oí las Pequeña liturgias de la presencia divina y después las Veinte miradas al niño Jesús, dos auténticas novedades para la época. Parece que su enseñanza fue extremadamente eficaz para usted. En realidad, sólo pasé dieciocho meses con él. ¡Pero me produjo una auténtica conmoción! Hasta tal punto que me bastó estar un año en su clase para obtener mi primer premio de armonía. El único curso que recuerdo del Conservatorio es el de Messiaen. El resto es un agujero negro. Por supuesto, tuve otros profesores pero prefiero no nombrarlos porque fueron inexistentes. Y pienso que es grave, a mi edad, cuando pienso en mi educación, recordar una institución que debería haberme marcado, que debería haberme abierto horizontes, haber ampliado mi cultura, haber incitado mi entusiasmo… como un agujero negro del que no emerge más que un solo profesor al que, en aquella época, no se le tenía precisamente en olor de santidad sino que, más bien, estaba considerado como un marginal, un excéntrico, una excepción. 120 A la vista de su experiencia con Messiaen, ¿qué importancia atribuye usted a un pedagogo? Messiaen pedía a sus alumnos comprender los mecanismos de lenguaje de los compositores. En cuanto a mí, lo primero que me hizo descubrir fue su propio idioma, dándome la idea de independencia respecto a él, el maestro. Al cabo de cierto tiempo, es preciso tomar distancias, si no, uno se queda en la sombra y acaba por convertirse en una seta en el hueco de un árbol. En paralelo a su clase oficial, Messiaen enseñaba composición a alumnos escogidos entre los que tenía en el Conservatorio, con los que se reunía por lo general una vez al mes. Recuerdo que me llamó una mañana, diciéndome: “Querido amigo, doy una clase fuera del Conservatorio. Hacemos análisis y me gustaría que usted participara”. Eramos una decena: Yvonne Loriod, Yvette Grimaud, que se inclinó por la etnomusicología, Jean-Louis Martinet, Maurice Le Roux, Serge Nigg, Raymond Depraz, Marcel Frémiot, Bernard Flavigny, que se dedicó al profesorado… Estabamos en 1944-1945. Sus cursos, que eran gratuitos, a semejanza de los de René Leibowitz, se desarrollaban sin interrupción, de dos a ocho de la tarde. Su primer análisis fue Ma mère l’oye de Ravel, después Petruchka de Stravinski. Recuerdo haber recibido una impresión determinante. Hoy, cuando toco estas obras, pienso siempre en aquellos cursos, como con La consagración de la primavera, algunos Bartók, y, por supuesto, Pelléas et Mélisande de Debussy. Profesaba a Richard Wagner una verdadera adoración que nosotros no compartíamos —fascinados por Stravinski, sufrimos el influjo de sus tomas de posición absolutamente antiwagnerianas. Wagner era para nosotros un cuerpo totalmente extraño. Messiaen nos dio un curso de armonía sobre él y sobre la canción de Walther de los Maestros cantores. En aquella época, esa música no se correspondía en absoluto con mis preocupaciones. De niño, sin embargo, me gustaba mucho e incluso acompañé de memoria la Romanza de la estrella de Tannhäuser. Otra partitura favorita de Messiaen era Boris D O S I E R J.P.Leroir L’Avant-Scène Opéra OLIVIER MESSIAEN vó a casa de un conocido para escuchar discos de músicas balinesas. Después, mi compañera de clase Yvette Grimaud me presentó a una tal Madame Sauvageot, que colaboraba con el Museo Guimet ocupándose de las músicas de Asia. Ella me hizo descubrir el gagaku, que me entusiasmó, las músicas chinas, japonesas, tibetanas —los cantos rituales de los lamas me fascinaron. Luego entré en contacto con los etnomusicólogos André Schaeffner y Gilbert Rouget, que trabajaban en el departamento africano del Museo del Hombre. ¿Qué más le aportó? Olivier Messiaen y Pierre Boulez en 1966 Godunov de Musorgski. Los demás profesores, antes y después de él, no me dejaron ninguna otra huella que el sarcasmo. Y no es ése el objetivo de la educación. Messiaen me hizo comprender que la enseñanza debe ser rápida. Después he reflexionado sobre la pedagogía basándome en su ejemplo y, sobre todo, comparando su enseñanza con la de René Leibowitz, de quien fui alumno durante un tiempo. Este último conocía muy bien su trabajo, pero no era un creador, al contrario que Messiaen, que ofrecía perspectivas a sus alumnos, empujándoles a encontrar su propio camino. Leibowitz se postraba de rodillas ante las obras que analizaba, lo que, fatalmente, limita la visión. El respeto ciego no enseña a deducir, a adquirir puntos de vista personales. ¿Cuáles son las características principales de la enseñanza? Se trata de crear un choc, de suscitar el entusiasmo del alumno. Es decir, arrastrar su adhesión, saber que se hace algo importante para su existencia y no enseñarle una rutina. Entre todos mis profesores del Conservatorio, lo que me parecía más decepcionante, lo más desalentador incluso, era esa horrible rutina en la que se instalaban los estudiantes. Aquella gente tenía anteojeras y carecía de imaginación. Un profesor debe tener imaginación para todos sus alumnos, es el punto de partida de una educación. Y cuando los profesores enseñan sólo tics, mecanismos, resulta agradable, pero si se contenta uno con eso, no se crea nada. Yo creo que un profesor crea sus alumnos, lo mismo que los alumnos requieren ser creados. En esta clase de armonía, que a priori podría parecer “mécanica”, Messiaen hacía pasar tanto el soplo de la historia de la música como el de los compositores. No nos obligaba a hacer deberes de armonía únicamente de forma mecánica diciendo “encadenad tal acorde a tal otro”, sino que tomaba una obra de Mozart, Monteverdi, Ravel o Debussy, diciéndonos: “Os propongo un trabajo en este estilo. Debéis intentar comprender los mecanismos del lenguaje del compositor. Pero no seáis autómatas, el entusiasmo que mostráis para comprender al compositor empleadlo también para comprender su lenguaje, no sólo lo que quiere expresar”. Así es como se aprende. ¿Fue Messiaen quien le orientó hacia las músicas extraeuropeas? En efecto, descubrí esas músicas en 1944-1945 en unos viejos discos de 78 rpm, gracias a Messiaen. Un día me lle- Por ejemplo, si yo no compongo al piano, es gracias a la excelente instrucción que Messiaen me inculcó en el Conservatorio. Entre sus tres clases de armonía semanales, la de mediados de semana estaba reservada a los ejercicios de bajo cifrado, bajo o canto dados en clase. Él dictaba el texto, que cogíamos al vuelo, y nosotros teníamos que escribir el ejercicio con los ecos sonoros de los cursos que se daban en las clases de alrededor, a la derecha una clase de piano y a la izquierda una lección de canto. El aislamiento sonoro era especialmente aleatorio en el viejo edificio de la calle de Madrid donde se encontraba entonces el Conservatorio, lo que nos obligaba a concentrarnos al máximo. Y como los deberes se corregían tan pronto como se terminaban, Messiaen se ponía al piano para tocarlos, lo que nos permitía darnos cuenta sobre la marcha de nuestras torpezas y de lo que no habíamos oído. Es así como nuestra audición se afinó, pues no hay nada mejor para desarrollar el oído interno. Respecto a esto, recuerdo una reflexión muy singular de Messiaen. Lo escuché de su propia boca una de las últimas veces que lo vi. Creo que yo dirigía La Ville d’En haut, encargo del Festival de Otoño de París. Estábamos en la Sala Pleyel, un día de noviembre de 1989, entre dos ensayos, en el camerino del director, y hablábamos de sus antiguos alumnos. Yo le decía: “Había uno que parecía muy dotado y, al final, no hizo gran cosa”. Me respondió: “Oh, pero, sabe usted, es que no oía bien”. Conservo en la memoria esta reflexión relativa a un curso ¡que se remontaba a cuarenta y cinco años atrás! Era eso lo que había recordado de ese chico. Es cierto que la escucha interna es capital. Experimenté eso en mis propios alumnos, cuando enseñé en Basilea durante un breve tiempo. Me daba cuenta claramente, mientras corregía en voz alta el trabajo de un estudiante, que sus ojos estaban más o menos vidriosos y la solución apenas le inspiraba. Entonces les decía: “Bueno, muy bien, tengo la impresión de que no habéis captado lo que quiero decir”. Y les hacía un pequeño dictado de acordes. Los resultados eran enloquecedores: algunos estaban bien, muy pocos por otra parte, otros transcribían cualquier cosa, incurriendo en enormes errores. Una consecuencia de la preparación básica que les faltaba. Desde el punto de vista del compositor que es usted, ¿qué queda de Messiaen? En mi trabajo de compositor, Messiaen deja un esqueleto de pensamiento. Un esqueleto de investigación, sobre todo. En particular sobre el tiempo, sobre la duración. Hay cosas que, por el contrario, me dejan indiferente, por ejem- 121 D O S I E R plo sus investigaciones sobre los modos. ¿Cuáles son las obras de Messiaen que figuran en su repertorio de director de orquesta? 122 D.R. L’Avant-Scène Opéra OLIVIER MESSIAEN No he dirigido la Sinfonía Turangalîla, por ejemplo. En realidad, he dirigido los tres Tâla, los únicos movimientos que me interesan. Otras obras que me resultan ajenas son las Tres pequeñas liturgias de la presencia divina o las Veinte miradas al niño Jesús, que escribió cuando yo era su alumno. De ahí que me acuerde muy bien de la Mirada que me impactó en su momento, y que aún me sigue impactando de entre todas las otras páginas de esta colección pianística, la enorme fuga Par lui tout a été fait. El profesor Messiaen sólo tenía un disgusto: “Entre mis mejo- Pierre Boulez, Yvonne Loriod y Messiaen durante la grabación de Couleurs de la Cité céleste, París, 1966 res alumnos, decía, ninguno se ha interesado por lo que ocupaba mi pensamiento, lutamente excepcional. En Mahler, lo trivial está abordado es decir la religión, la Iglesia, los cantos de los pajaros, el con mucho tacto; es una trivialidad irónica. En Francia no órgano”. Si no tuvo ninguna influencia sobre mí en esos se tiene sentido de la ironía: el final de La condenación de puntos precisos, por el contrario me hizo descubrir las Fausto es insoportable. Cuando Berlioz quiere hacer cosas músicas extraeuropeas, en particular la música balinesa. extravagantes, como la secuencia de los diablos, con ese De hecho, lo que me molesta de sus obras de aquella lenguaje diabólico inventado, resulta infantil. Incluso el final de Romeo y Julieta, con la intervención de fray Lorenzo, no época es el contenido, el estilo, la manera de pensar la llega a las cimas de la primera parte. música, en el fondo bastante académica, aun cuando incluyera numerosos hallazgos. Lo que más me gusta se ¿Mantuvo una relación continuada con Messiaen hasta su muerte? sitúa en el período precedente, es decir el de Poèmes Sí, aunque de manera más o menos estrecha, naturalpour Mi, que he dirigido a menudo. Los encuentro sincemente. Lo vi mucho más cuando escribió obras de conjunros, escritos según un vocabulario natural en él, no ese to para el Domaine musical. Antes de dirigirlas lo veía basexceso de retórica que gobierna las obras de los años tante a menudo, en el curso de su composición y en el 1943-1955. Su obra me atrae de nuevo a partir del Despermomento de su estreno. Tras mi marcha al extranjero y, tar de los pájaros y de Chronochromie —su partitura más tarde, tras su jubilación del Conservatorio, que le perorquestal más cautivadora, con ese sentido del color, la mitió refugiarse en su casa para escribir su ópera San Francisco de Asís, lo vi mucho menos. Pero siempre sucede así, forma estrofa/antistrofa extraída del esquema griego y ese al principio la gente se ve mucho, y cuando la existencia vocabulario que ha engendrado lo más audaz que ha escrito—, y la totalidad de su obra para órgano. Los Cuaavanza y uno se encierra en su círculo de actividades, ve tro estudios de ritmo son también muy importantes. Et con menos frecuencia a quienes no forman parte directa de expecto resurrectionem mortuorum es otra pieza mayor. él. Eso no quiere decir que no se piense en ellos. Las páginas concebidas a partir de 1955, como Pájaros Entre usted y él hay un mundo. No sólo desde el punto de vista exóticos, proceden de encargos gratuitos que le hice para musical sino también intelectual, espiritual… el Domaine musical. Él aceptó generosamente componer Seguramente hay grandes diferencias entre nosotros. para el grupo. Puse mucha atención en aquellas obras, Por otra parte es imposible, con personalidades tan acusaexiste una enorme diferencia, por ejemplo, entre Pequedas como las nuestras, quitar o allanar todas las diferencias ñas liturgias y Pájaros exóticos, lo que demuestra cómo para intentar coincidir al cien por cien. Creo que, afortunaMessiaen sabía perfectamente para quién escribía. En las damente, el mundo está hecho de personas singulares, lo obras que he citado entre las menos satisfactorias desde cual es muy enriquecedor. Pero Messiaen permanecerá para mí como un maestro que no buscaba imponer su personalimi punto de vista, o en De los cañones a las estrellas, se dad sino que, al contrario, otorgaba a sus alumnos la idea encuentra una retórica bastante enfática que no comparto. de independencia. Con relación a una enseñanza oficial ¿En qué línea inscribe a Messiaen? que era verdaderamente polvorienta, esta idea de indepenEn Messiaen se encuentra la herencia de Debussy, que dencia que adquirí respecto al profesor fue una suerte única se mantuvo hasta el final. También hay en su música un en mi vida. Lo que no se hizo sin rupturas, sin oposiciones eclectismo que no está en la tradición francesa —si es que violentas, sin reacciones de rechazo incluso. Pero todo esto hay una tradición, que no lo creo; se trata, como mucho, de es perfectamente natural. un modo de vivir francés—, aunque la música de Berlioz también sea excesiva y oscile entre la búsqueda excepcioBruno Serrou nal y lo muy trivial. En Messiaen se encuentra también esta mezcla de eclecticismo, de trivialidad y de búsqueda absoTraducción: Juan Manuel Viana Carta Blanca a SOFIA GUBAIDULINA Orquesta y Coro Nacionales de España Josep Pons Director artístico y titular Temporada 2008-2009 Venta de localidades: En taquillas del Auditorio Nacional de Música, Teatro de La Zarzuela, Teatro Pavón, Teatro María Guerrero y Teatro Valle-Inclán y en Servicaixa (teléfono: 902 33 22 11 y www.servicaixa.es). Precio: desde 4 euros. Más información: Teléfono: 91 337 01 40 E-mail: [email protected] Web: http://ocne.mcu.es © Viktor Platanow Ekstase (1998) Encuentro con Sofia Gubaidulina 12 DE ENERO DE 2009, 19:30 H. Residencia de Estudiantes. Presentado por David Cortés. Ciclo III Concierto 9 Concierto Extraordinario 9 Y 10 DE ENERO DE 2009, 19:30 H. 11 DE ENERO DE 2009, 11:30 H. Auditorio Nacional de Música. Sala Sinfónica. Orquesta Nacional de España Mikhail Agrest, director Nathalie Stutzmann, contralto Sharon Bezaly, flauta 18 DE ENERO DE 2009, 11:30 H. Auditorio Nacional de Música. Sala Sinfónica. Orquesta Nacional de España Reinbert de Leeuw, director Anne Sophie Mutter, violín Ludwig van Beethoven Sinfonía núm. 1, en do mayor, opus 21 Sofia Gubaidulina The Deceitful Face of Hope and of Despair Fairytale Poem Hour of the Soul Sofia Gubaidulina Stimmen... verstummen..., sinfonía en 12 movimientos In tempus praesens, concierto para violín y orquesta Conciertos de cámara 14 DE ENERO DE 2009, 19:30 H. Auditorio Nacional de Música. Sala de Cámara. 15 DE ENERO DE 2009, 19:30 H. Auditorio Nacional de Música. Sala de Cámara. Sofia Gubaidulina Silenzio, 5 piezas para bayan violín y violonchelo Sofia Gubaidulina Trio para violín, viola y violonchelo Elsbeth Moser, bayan Ane Matxain, violín Josep Trescolí, violonchelo In anticipation, para cuarteto de saxofones y 6 percusionistas Cuarteto Sigma Project Félix Castro, Juanjo Guillem y Rafael Gálvez, percusión On the Edge of Abyss, para 7 violonchelos y 2 waterphones Celli Monighetti Sofia Guabidulina, waterphone Transformation, para trombón, cuarteto de saxofones, violonchelo, contrabajo y tam-tam Miguel Tantos, trombón Cuarteto Sigma Project Josep Trescolí, violonchelo Ramón Mascarós, contrabajo Juanjo Guillem, tam-tam Mauro Rossi, violín Cristina Pozas, viola Miguel Jiménez, violonchelo In croce, para violonchelo y bayan Ivan Monighetti, violonchelo Elsbeth Moser, bayan Mirage: The Dancing Sun, para 8 violonchelos Celli Monighetti Dancer on a tightrope, para violín y piano Mauro Rossi, violín Alfonso Maribona, piano De profundis, para bayan Elsbeth Moser, bayan Ravvedimento, para violonchelo y cuarteto de guitarra Ivan Monighetti, violonchelo Basilea Gitarren Ensemble Anne Sophie Mutter © Anja Frers / DG Conciertos sinfónicos D O S I E R OLIVIER MESSIAEN Se dónde está, pero aún me pregunto quién es POUR MESSIAEN En souvenir de vous De vous, oiseau Maintenant, que vous êtes oiseau Qui habite les charmilles Sur les branches, vous, De l’Arbre de Vie Pas loin de St. François Peut être un jour Lui et vous assis à la table du banquet céleste En attendant la Résurrection des morts Vous, parti d’un Canyon, Arrivé, vous, sur une des étoiles du petit prince, Il poverello et vous en train de regarder En train de faire vingt mil regards sur l’enfant Jésus Et quelques méditations sur le mystère de la Trinité Communion, Prière, Visions En souvenir de vous on y voit On y voit vous et vos doigts sur l’orgue de la Trinité Et vous serez béni plusieurs fois Une de ces fois, Francesco vous remerciera Le prêche aux oiseaux Al cumplir los 80 años Messiaen recibió numerosos homenajes (lo mismo que había sucedido al cumplir 70). Hay uno del que queda una constancia mayor al haber sido registrado fonográficamente. Este homenaje consistió en un encargo, por una parte; mas también en la celebración de un concierto. Y, como decimos, todo culmina en un disco. Messiaen, como sabemos, respondía a los encargos a su manera, y en este caso el que le hizo el Ensemble InterContemporain terminó siendo Un vitrail et des oiseaux (“el título lo dice todo”, según Messiaen), una breve pieza para piano y pequeño conjunto (maderas, una trompeta, xilófono, xilorimba, marimba y percusiones metálicas). Estamos en noviembre de 1988, en el Théâtre des Champs-Élysées. Dirige Pierre Boulez, que fue discípulo suyo, y ahí está Yvonne Loriod de solista. Se añaden otras obras: los Siete Haikai, Colores de la ciudad celestial y Pájaros exóticos, obras que desde el principio defendió Boulez en el podio. En ese momento, Messiaen ya es todo. Le quedan todavía tres años y medio de vida. Como creador se encuentra inmerso en ese momento en tres culminaciones. Una culminación operística, otra organística y otra orquestal. Veamos. San Francisco 124 Cinco años antes, en 1983, ha estrenado en el Palais Garnier su amplia ópera San Francisco de Asís. Son “escenas franciscanas” en tres actos, ocho cuadros, cuatro horas de música en la que el compositor despliega una orquesta tan rica como la que hasta ese momento ha sabido emplear, y no sólo en cuanto a disposición de colores, de timbres. Pero también está la voz humana, claro. Un poco auto sacramental, un poco tableaux vivants, siempre con evocaciones líricas y dramáticas que apelan a la vocación cristiana sin necesidad de escribir una vida de santo, el libreto y la línea musical se transforman, se transfiguran, en virtud del tratamiento orquestal. A estas alturas (y Éclairs sur l’au-delà lo demostra- Biblioteca Nacional de Francia Culminaciones Manuscrito autógrafo de San Francisco de Asis de Olivier Messiaen rá mejor aún) la orquesta, en Messiaen, encierra el espíritu, el sentido; es el sagrario, el altar en que tiene lugar el sacrificio, mientras que cada concierto sería trasunto de una misa. ¿Pero qué es antes, la orquesta y su técnica, o el espíritu y su vivencia humana, religiosa? Sí, San Francisco es testimonio de Dios. Acaso no sea la obra de Messiaen parte de la utopía del reino de Dios en la música, y acaso sí lo fue la de Stravinski. En cualquier caso, el Poverello le sirve al viejo Messiaen pleno de fuerza para alzar tanto el ideal del yo como el ideal cristiano. Y su método es la grandísima orquesta, los hermanos pájaros, y la línea vocal austera que se inventó con Pelléas. No es una ópera para el público habitual de los teatros de ópera, ni mucho menos, pero ahora, 25 años después de su estreno, vemos que ha sido grabada repetidas veces, que se pone en escena más a menudo de lo que podría haberse esperado, y que su carácter estático en la acción sigue contrastando con el dinamismo que surge del foso en determinados momentos especialmente sublimes. Esta ópera la escuchamos pronto, al menos en Madrid; en cierto modo, la vimos. Fue en el Teatro Real, cuando era sala de conciertos1. El Gran Libro para órgano En segundo lugar, el órgano, con esa magna obra que es el Libro del Santísimo Sacramento. Organista de la Trinité desde muy joven, Messiaen compone de manera permanente D O S I E R OLIVIER MESSIAEN para el órgano, pero es algo aparte, distinto, se diría que es otro Messiaen, aunque sabemos que el que compone las Meditaciones sobre el misterio de la Santísima Trinidad es esencialmente el mismo que escribe dos obras, una poco anterior y otra justo posterior, Et exspecto resurrectionem mortuorum (encargo de un ministro de cultura agnóstico, André Malraux) y De los Cañones a las Estrellas. El mismo, por ejemplo, en cuanto al ritmo, cuya complejidad y riqueza es esencial en Messiaen desde muy pronto. El mismo, por ejemplo, en esa técnica o truco armónico que son los modos de transposiciones limitadas, que permiten administrar no poco la tendencia mandona de la tonalidad, y jugar con ella como quien la invita a una fiesta, no como sátrapa del discurso sonoro. En la obra de Messiaen, tanto la juvenil y breve pieza para organística El banquete celestial como en este testamento que es el Libro del Santísimo Sacramento, la referencia es el sacramento por antonomasia, la Eucaristía, que es también misterio para los iniciados (esto es, para los fieles), del mismo modo que el Bautismo y la Confirmación propician la iniciación misma, y la Penitencia y la Extrema Unción permiten el reequilibrio y el balance. Después de El misterio de la Santísima Trinidad, el Libro del Santísimo Sacramento es el auténtico testamento organístico de quien había sido hasta los años 70 años organista titular de la Trinidad parisiense. En el tratamiento de la Eucaristía vemos, como gran resumen y gran antología, que la obra de Messiaen es siempre celebración. También en eso fue extraño, ajeno, distinto. Porque vivió en tiempos de denigración, su contraria, enemiga y excluyente. De descreimiento, de manera que para defender la obra de Messiaen hay que pasar al otro lado de la sensibilidad de nuestro tiempo y sentarse en la sala en que cantan apóstoles sin fanatismo (acaso existan). El Libro del Santísimo Sacramento lo empieza Messiaen en 1984, inmediatamente después de estrenarse el San Francisco. Ha cumplido 75 años, y aún tiene muchas cosas que decir. Tanto la Eucaristía como tema central como su probable necesidad de cerrar su aportación organística con un nuevo ciclo que abarcara, a modo de síntesis, toda su obra anterior, lo llevaron a un trabajo febril en 1984. Como continuación de los códigos temáticos o de notas empleados en las Meditaciones sobre el misterio de la Santísima Trinidad, aunque ahora es menos radical, Messiaen usa en el Libro el motivo de Dios de aquella obra, así como las correspondencias entre letras y palabras. Y las palabras son de los Evangelios, de la Imitación de Kempis y de Dom Columba Marmion, monje irlandés que vivió entre 1858 y 1923, que fue abad de Maredous (Bélgica) y que ha sido beatificado después de la muerte de Messiaen. Podríamos decir que el Libro del Santísimo Sacramento es como una grandiosa obra de arte destinada a la celebración permanente del Corpus Christi. El árbol de la Vida Y antes de morir nuestro compositor, aportó su tercer monumento, la tercera parte de su testamento, con una obra, Relámpagos sobre el Más Allá, que es hermana o prima hermana de sus grandes aportaciones orquestales desde la Turangalila, pasando por Chronochromie (1959-1960), Couleurs de la cité céleste, (1963, para piano solo y orquesta de viento y percusión), Et exspecto (1964), La Transfiguration (1965-1968) y Des Canyons aux étoiles (1970-1974). Yvonne Loriod hizo un análisis de los once movimientos de Éclairs, que tradujimos hace años. No es posible acercarse a la riqueza de esta hora larga de música orquestal cuya referencia permanente es el Apocalipsis. Pueden sorprendernos las amplias notas tenidas del primera movi- Olivier Messiaen, Couleurs de la Cité céleste, París, A. Leduc. Portada diseñada por Olivier Messiaen. miento, Aparición de Cristo glorioso, pero es tan sólo un coral de alabanza, solemne, lento, forte, para maderas y metales. La línea del San Francisco ya era así, y no es la primera vez que Messiaen utiliza un coral grandioso y de efecto sobrecogedor. El segundo movimiento, La Constelación de Sagitario, introduce una enorme complejidad: ritmos indios, superposición de líneas (con el consiguiente resultado tímbrico y métrico), superposición de cantos de pájaros, etc. El cuadro sexto del San Francisco, Le prêche aux oiseaux, una culminación, iba a tener una bellísima y abrumadora segunda parte en varios momentos de su última obra, Eclairs sur l’Au-delà. Como en el tercer movimiento, El pájaro lira y la Ciudad-novia; en el octavo, Las Estrellas y la Gloria, que encierran quince pájaros en medio de un amplio concierto de astros; y en el noveno, Varios pájaros de los árboles de la Vida. El quinto y el octavo (Permanecer en el amor y Las estrellas y la Gloria) son los más amplios, con mucho, y al tiempo que se vinculan a otros movimientos anteriores y posteriores2. No sé si esta sugerencia se opone demasiado contrario a las intenciones del compositor; que me perdone, si es así, estoy dispuesto a rectificar, como hice con su misticismo, según ha de verse ahora. El movimiento más dramático es el sexto, Los Siete Ángeles con las siete trompetas: 6 trompas, 3 trombones, 3 fagotes, tremenda percusión (los golpes del bombo), intrincada métrica que es interrumpida o desmentida en varias ocasiones. En fin, el último movimiento, el undécimo, es Cristo, luz del Paraíso: armonía de las estrellas, de un mundo que no es este mundo, trasunto de la pureza, de la introspección y de la llegada de la felicidad eterna. “Permanecer en el amor — escribió Yvonne Loriod— era un himno al Amor divino que se encontraba a mitad del camino a recorrer. Este último es el desenlace de toda la vida. Hemos vuelto la hoja, la tierra está lejos, se ha abolido el tiempo, es un presente de felici- 125 D O S I E R OLIVIER MESSIAEN dad que nunca tendrá fin. El Amor infinito de Cristo en el alma que lo contempla…”. el primero asume las dificultades métricas, los racimos de acordes, todo lo que significa velocidad, encanto y calidad del sonido. Recapitulemos Miradas, Liturgias ¿De dónde viene este Messiaen que ha llegado tan lejos? Si vemos sus primeras obras, las que compone en su juventud y su primera madurez, podemos deducir un itinerario, y ese itinerario quizá nos lleve hasta San Francisco, el Libro del Santísimo Sacramento y los Éclairs. Pero en estilo, en armonías, en tímbrica, en métrica, Messiaen es Messiaen desde muy pronto. Con San Francisco y con Éclairs Messiaen llegó a una superior eclosión del color, de manera que el timbre es en ambas un protagonista sonoro de primer orden, lo que ha requerido una plantilla sencillamente impresionante (250 músicos para el San Francisco, aunque intervienen raras veces como tutti; esto es, hay mucho “camerismo” en esta ópera). En lo armónico están presentes y actuantes los modos de trasposiciones limitadas3. El ritmo es otro protagonista del universo sonoro de estas culminaciones; por ejemplo, los por Messiaen muy queridos ritmos indios o griegos; o los ritmos no retrogradables, simétricos; y, desde luego, la rítmica extraída del canto de los pájaros. Estas tres obras, además, suponen una dramatización de la experiencia religiosa; más que mística, y con esto rectifico algo que escribí hace algún tiempo: es religiosa, Messiaen no acude directamente a Dios, para eso está la Iglesia. Lo que no impide que titubeemos al rectificar cuando oímos el canto de San Francisco en el momento de su tránsito: “La Música y la Poesía me han llevado hacia Ti: por imagen, por símbolo, y por ausencia de Verdad (…) Libérame, embriágame, deslúmbrame en tu exceso de Verdad…”. El arte (la música) es tal vez metáfora del reino de Dios, pero sólo es su imagen. Flota por allí aquel Platón que los cristianos se empeñaron desde muy pronto en considerar antepasado suyo. Pero no sólo… Ahora bien, todos estos procedimientos, habilidades, formas estaban ya mucho más que en germen en el Messiaen que alcanza la madurez entre el Cuarteto para el fin del tiempo y la llamada Trilogía. Veamos esa etapa. Pero, eso sí, tendremos que detenernos ahí. Flash-back: después del Cuarteto 126 En 1942 el soldado Olivier Messiaen regresa a París después de ser prisionero allá en Silesia, en el campo militar en que compuso y estrenó el Cuarteto para el fin del tiempo. Es el París ocupado, el París del virrey Otto Abetz, de los colabós, de las persecuciones que llevaban a Drancy a ciudadanos franceses y extranjeros llamados judíos, camino del exterminio. Ese año cumple Messiaen 34, y lo nombran profesor de armonía en el Conservatorio de la capital ocupada. Compone entonces las Visiones del Amen, para dos pianistas. Es más o menos la aceptación de las cosas en su brutalidad puesto que Dios las impone; es la trascendencia de las cosas en la eternidad. Es el año en que cambian las cosas en la guerra: como demuestra Stalingrado, Hitler puede perder la guerra. Lo que parece todavía más claro cuando Messiaen y su discípula Yvonne Loriod estrenan las Visiones, en mayo de 1943 (conciertos de la Pléiade). Para entonces ya se ha producido el desembarco en el norte de África y el de Sicilia está a punto. Visiones del Amen podría haber sido un ciclo para órgano y hasta una de las series orquestales de gran riqueza armónica y tímbrica propias del compositor. El segundo piano es el encargado de la melodía principal, de la temática ya por entonces cíclica (aquí, la Creación, que aparece y reaparece en las cuatro Visiones impares, de siete), mientras Veinte miradas al niño Jesús es inmediatamente posterior. Está destinada a un solo pianista, y la compuso Messiaen desde poco antes del desembarco de Normandía hasta justo después de la liberación de París. El compositor señala cuatro temas cíclicos que circulan por la obra: Dios, el amor místico, la Estrella y la Cruz, y un tema de acordes. “Las piezas están ordenadas por los contrastes de tempo, de intensidad, de color, y también por razones simbólicas”. Son piezas breves, pero no miniaturas, e implican unos desarrollos de muy distinta ambición a la desplegada por los grandes maestros hasta ese momento. Qué hay en estas piezas. Podríamos decir que religiosidad (en el sentido de contemplación de lo sagrado, que en muchos sentidos es lo inefable), contemplación, amor, trascendencia. Estas Miradas se convirtieron pronto en texto obligado para quienes querían saber por dónde iba el lenguaje pianístico en adelante. Pero su longitud hizo raro su acceso a las salas de conciertos. Messiaen termina la guerra con Tres pequeñas liturgias de la Presencia divina, que se estrenó en el jubiloso abril parisiense de 1945, un mes antes de concluir del todo la guerra. Los tres movimientos o liturgias son una antífona, una secuencia y un salmo. El protagonismo del coro femenino de treinta y seis sopranos (que han de cantar en un nivel más elevado) está acompañado por piano, ondas Martenot, celesta, diversa percusión (vibráfono, címbalos chinos, maracas, tam-tam) y cuerda (8, 8, 6, 6, 4). La disposición predeterminada varía considerablemente la habitual colocación de los dispositivos en un escenario. La dimensión tímbrica es riquísima: Messiaen se acerca al despliegue de colores de la Sinfonía Turangalila. Y ya están ahí las ondas Martenot. Trilogía La llamada trilogía la forman Harawi, cantos de amor y de muerte; la Sinfonía Turangalila; y los 5 Rechants. ¿Cómo podemos aceptar que esas tres obras de tan distinto calibre, alcance, duración, de tan distinta cantidad de efectivos, constituyan una trilogía? Hay algo común al ciclo, desde luego: el amor irresistible, universalizado y abstraído. La Isolda de Harawi es una mujer quechua; el inmenso canto amoroso de la Turangalila tiene la India como referencia; los Cinq Rechants desarrollan su breve e intenso discurso sobre el horizonte de la polifonía del Renacimiento y el parentesco sonoro de la India, una vez más. Pero Messiaen diferencia claramente estas tres obras, a pesar del referente común, ya que nada permite acercarlas: los 80 minutos de la Turangalila los despliega una gran orquesta, mientras que los veinte de los Cinq Rechants los resuelven doce voces mixtas a cappella; la hora larga de Harawi es para una sola voz femenina acompañada al piano. En cambio, hay ciertos procedimientos comunes, no inmediatamente perceptibles, puesto que hay que buscarlos; como determinadas ideas rítmicas que dan unidad a cada obra, o el despliegue de temas cíclicos, como en las Visiones. Harawi será el último ciclo de canciones de Messiaen. Los Rechants serán su última obra a cappella, una de las pocas que compuso. La Sinfonía Turangalila es la primera de sus grandes obras destinadas a una orquesta sinfónica reforzada por instrumentos pocos habituales o decididamente raros, y que se beneficia de solistas en cometidos y líneas más o menos concertantes. En adelante, la orquesta y D O S I E R Ralph Fassey OLIVIER MESSIAEN el órgano serán los instrumentos en que Messiaen se sentirá realmente a gusto, aunque todavía están por llegar algunas importantes obras pianísticas, entre las que destaca uno de los tres grandes ciclos (Catálogo de pájaros). La voz convivirá fértilmente con la orquesta en determinadas ocasiones, como en Transfiguración o en San Francisco. La Turangalila es resultado de un encargo de Sergei Kusevitzki. Messiaen no aceptaba encargos, pero en esta ocasión se le brindó libertad total en cuanto a duración, temática y dispositivos. Es obra ya de la paz, y la compuso entre julio de 1946 y noviembre de 1948. Se estrenó en Boston en diciembre de 1949; la joven Yvonne Loriod defendió la parte pianística y la dirección corrió a cargo de un prometedor e inquieto director de orquesta y compositor de poco más de 30 años, un tal Leonard Bernstein. De 1947 es su Tratado de ritmo. El libro y la trilogía son poco menos que manifiestos de lo que ya ha aportado el músico, y de propuestas que miran hacia el futuro. En esos momentos algunos jóvenes compositores creen poseer el futuro. Cuando está a punto de cumplir los 40 años, Messiaen propone el suyo propio. Y para ello cierra el tiempo pasado. ¿Cómo? Con dos obras para órgano de 1950-1951. Una es la Misa de Pentecostés, que no es tanto para el culto como para la meditación, resumen de dos décadas como organista en la Trinité. Ya aparecen por allí algunos pájaros, como la fauvette des jardins, la curruca mosquitera, como el ruiseñor, como el mirlo (Ofertorio y Comunión). La otra es el Libro de órgano, siete piezas en las que una mira hacia el futuro (Cantos de pájaros), mientras las otras resumen el pasado inmediato. Balance, rendición de cuentas, resumen de toda una época, como Juan Sebastián, sólo que en aquellos otros tiempos del Barroco tardío las cosas iban mucho más despacio. La aceleración del proceso histórico, el tiempo en que es posible la vivencia de varias vidas en una vida, la época de los nacidos para cambiar siempre, hace que un compositor del siglo XX pueda ser él mismo hoy, su contrario mañana, y él mismo de otro modo algo más tarde. Así, Messiaen. Que de pronto se encontró entre los vanguardistas y no fue apedreado por ellos. Al contrario. El caso es que han llegado los pájaros. Para quedarse. Para crecer y multiplicarse. Y, en lo puramente técnico, para cumplir una función importante en cuanto al ritmo, o mejor dicho, en la polirritmia, a veces endiablada, hasta culminar o ir a parar al Prêche de San Francisco y a todo lo largo de los Éclairs, como hemos visto. A partir de este momento llegan las grandes obras posteriores a la primera madurez (no necesariamente grandes por su dimensión, sino sencillamente por su grandeza, como Couleurs, como Un vitral, de 1962 y 1988). Quedan, pues, casi diríamos que encerradas entre las dos épocas que hemos abarcado aquí. Lavs Deo. Santiago Martín Bermúdez 30 de septiembre de 1986. Con Phillipe Roillon, María Orán, John Gilmore, Phil Frohnmayer, Gerard Garino, Bruce Brewer y Charles Van Tassel. Orquesta Sinfónica y Orquesta de Cámara de la Radio de Holanda. Gran Coro de la Radio de Holanda y Coro de Cámara de Holanda. Director: Kent Nagano. Festival de Otoño, con la colaboración del Centro para la Difusión de la Música Contemporánea. 2 Por ejemplo, el quinto tiene relación íntima con el coral inicial y con el espíritu y la letra de Cristo, luz del Paraíso; el octavo contiene esas estrellas y esos pájaros que se refieren a este episodio en otros movimientos. 3 Los llamados ritmos de transposición limitada, invención de Messiaen aunque no a partir de la nada, se basan en la escala cromática, esto es, en las doce notas, no en las siete; se forman en grupos de carácter simétrico que configuran la octava en partes iguales o en intervalos iguales, de manera que la primera nota de cada uno es la primera del siguiente. 1 127 D O S I E R OLIVIER MESSIAEN OLIVIER MESSIAEN: OBRAS (Relación cronológica, 1928-1992) 1928-1932. Afirmación 1933-1939. Alrededor de Jeune France 1941-1944. Años de guerra 1945-1948. La Trilogía 1949-1960. Los hermanos pájaros 1962-1974. Años de peregrinación Finale. Iluminaciones 128 Le Banquet Céleste, para órgano (1928) Huit Préludes, para piano (1929) Trois mélodies, para soprano y piano (1930) La Mort du nombre, para soprano, tenor, violín y piano (1930) Diptyque, para órgano (1930) Les Offrandes oubliées, meditación sinfónica para orquesta (1930) Le tombeau resplendissant, para orquesta (1931) Thème et variations, para violín y piano (1932) Fantaisie burlesque, para piano (1932) Hymne, para orquesta (1932) Apparition de l’Eglise éternelle, para órgano (1932) L’Ascension, para orquesta (1933); versión órgano: 1934 La Nativité du Seigneur, nueve meditaciones para órgano (1935) Pour le Tombeau de Paul Dukas, pieza para piano (1935) Poèmes pour Mi, para soprano y piano (1936); versión orquesta: 1937 O Sacrum Convivium, motete para coro mixto a cappella (1937) Fête des Belles Eaux, para sexteto de ondas Martenot (1937) Chants de Terre et de Ciel, para soprano y piano (1938) Les Corps Glorieux, para órgano (1939) Quatuor pour la fin du temps, para clarinete, violín, violonchelo y piano (1941) Rondeau, para piano (1943) Visions de l’Amen, para dos pianos (1943) Vingt Regards sur l’Enfant Jésus, para piano (1944) Trois Petites Liturgies pour la Presence divine, para coro femenino, piano, ondas Martenot y orquesta (1944) Harawi, canto de amor y muerte para soprano y piano (1945) Turangalîla-Symphonie, para piano, ondas Martenot y orquesta (1946-1948) Cinq Rechants, para doce voces mixtas a cappella (1948) Cantéyodjaya, para piano (1949) Quatre études de rythme, para piano (1950) Messe de la Pentecôte, para órgano (1950) Livre d’orgue, para órgano (1951) Le Merle noir, para flauta y piano (1952) Réveil des oiseaux, para piano y orquesta (1953) Oiseaux exotiques, para piano solo, glockenspiel, xilófono, cinco percusiones y pequeño conjunto de viento (1956) Catalogue d’oiseaux, para piano solo (1956-1958) Chronochromie, para orquesta (1959-1960) Sept Haikai, esbozos japoneses, para piano solo, xilófono, marimba, trompeta, dos clarinetes y pequeño conjunto (1962) Couleurs de la cité céleste, para piano solo y orquesta de viento y percusión (1963) Et exspecto resurrectionem mortuorum, para maderas, metales y percusiones metálicas (1964) La Transfiguration de Notre-Seigneur Jésus-Christ, para solistas vocales e instrumentales, coro y orquesta (1965-1968) Méditations sur le mystère de la Sainte Trinité, para órgano (1969) La fauvette des jardins, para piano (1970) Des Canyons aux étoiles, para piano y orquesta (1970-1974) Saint François d’Assise, ópera en 3 actos y 8 cuadros (1975-1983) Livre du Saint-Sacrement, para órgano (1984) Petites esquisses d’oiseaux, para piano (1985) Un vitrail et des oiseaux, para orquesta (1988) La ville d’En haut, para piano y orquesta (1989) Un sourire, para orquesta (1991) Eclairs sur l’Au-delà, para orquesta (1991-1992) D O S I E R OLIVIER MESSIAEN Apuntes sobre la recepción inicial de la música de Olivier Messiaen en España1 PÁJAROS EN EL CIELO HISPANO ¿El pájaro? ¿Los pájaros? ¿Hay sólo un solo pájaro en el mundo que vuela con mil alas, y que canta con incontables trinos, siempre solo? (Pedro Salinas) A la altura de la celebración del centenario de su nacimiento, es difícil considerar a Olivier Messiaen como un compositor “fuera de circuito” en los auditorios españoles que, sobre todo en los últimos años, han dedicado una mayor atención a su música, recuperando parcelas, especialmente la orquestal, que con anterioridad se habían visto postergadas en beneficio de obras de menor formato, como su producción para piano, el Quatuor pour la fin du temps o su catálogo vocal y organístico. Los siguientes párrafos proponen un acercamiento provisional —conscientes de la diversidad y dispersión de las fuentes para su examen, aunque, nunca mejor dicho, “más valga pájaro en mano…”— a la presencia de la música de Messiaen en la escena española entre 1949 y 1974, destacando los hitos más relevantes de su progresiva incorporación al repertorio (lo que podríamos llamar la “prehistoria” de su recepción), dibujando a grandes rasgos su imposición definitiva —entia non sunt multiplicanda præter necessitatem, que diría Ockham (y suponemos que el guiño franciscano agradaría al compositor)— y, por qué no, algunas de las deudas aún pendientes. ¿Es Messiaen un gran músico? 1949-1974: un cuarto de siglo en busca de la música de Messiaen 130 “¿Es Messiaen un gran músico?” No son palabras propias, sino el título elegido por un comentarista anónimo para reflejar, en una breve reseña aparecida en los Cuadernos hispanoamericanos de 1953, la extrañeza que en el estrecho panorama musical español de la época suponía la irrupción en él de Olivier Messiaen, como síntoma de la evidente ausencia de la música de creación actual europea en las salas de conciertos nacionales de esos años. Conseguir la normalización de esta presencia, lograda a duras penas a partir de 1952 por iniciativa de instituciones como el Ateneo de Madrid, los ciclos del Círculo Manuel de Falla en el Instituto Francés de Barcelona o directores como Ataúlfo Argenta, supuso, sin duda, un paso adelante en la renovación de los modelos musicales imperantes y de las actitudes de escucha, pero, al tiempo, presentados autores como Bartók, Stravinski o Hindemith como verdadera “música avanzada”, cerró las puertas hasta 1960 a compositores realmente de vanguardia o, como en el caso de Messiaen, a aquellos de difícil ubicación estilística en esta dicotomía tan general. El primer testimonio sobre la labor de Messiaen de que tenemos noticia en los medios musicales españoles aparece en noviembre de 1945 en Ritmo; se trata de un artículo firmado por el colaborador habitual de la revista para temas franceses, Paul Loyonnet2, quien, al definir la situación de inmediata posguerra en la capital francesa como de indecisión estilística y superación del vanguardismo materialista, propone a Jolivet, Françaix y, sobre todo, a Messiaen, como exponentes de este nuevo espíritu. Tras recalcar el fervor católico del compositor, Loyonnet presenta su música aludiendo a referentes que, más cercanos al lector español, sin duda debían levantar su simpatía: “Trata de volver a encontrar, a través de los modos indios, el sentido de la vocalización sutil, que, sinuosa, de fugaces contornos, hace perder a los oyentes toda noción del tiempo y de la ordinaria manera de pensar. Creo que semejante doctrina no podrá extrañar ni chocar a mis lectores españoles: el flamenco es la supervivencia de un arte milenario que se propone idénticos fines mágicos; y la España de los grandes místicos San Juan de la Cruz y Santa Teresa está muy presente en el misticismo artístico de Messiaen”. Pero, ¿qué podía conocer este supuesto lector de la música de Messiaen de manera efectiva, si tenemos en cuenta la práctica inexistencia de un mercado de partituras extranjeras en España y la debilidad del sistema radiofónico nacional? La primera presencia, incluso física, de Messiaen, junto a Yvonne Loriod, en España se produce en febrero de 1949 a instancias de los Institutos Franceses de Barcelona y Madrid3. En la primera ciudad presentaron el 24 de febrero tres de las Vingt Regards sur l’Enfant Jésus y, en la segunda parte, las Visions de l’Amen, con una apreciación crítica básicamente positiva, aunque más dirigida hacia la labor interpretativa y la ambición de las obras que hacia la propia música; menor simpatía despertó entre la crítica la interpretación de los Trois Tâla —título que englobaba tres movimientos de la Turangalîla-Symphonie estrenados de manera independiente en París un año antes— a cargo de la Orquesta Municipal de Barcelona bajo la dirección de Eduard Toldrà, y con Yvonne Loriod y Ginette Martenot en las partes de teclado solistas. Pese al testimonio de Yvonne Loriod, que se refería a este concierto como un “inmenso éxito: el público lanzaba D O S I E R Archivo Pilar Bayona OLIVIER MESSIAEN sombreros, programas y flores a escena”4, y aunque el programa de mano subrayaba el “arte, tan interesante como personal” de Messiaen y el carácter de acontecimiento de su programación en Barcelona, U. F. Zanni, influyente crítico desde la tribuna de La Vanguardia, escribía dos días más tarde que los asistentes apenas si habían satisfecho la curiosidad del público por el extraño instrumento inventado por Martenot y reconocido el esfuerzo de los intérpretes: “En cuanto a los “Tres ritmos”, de Olivier Messiaen, que tanto abundan en la cocina strawinskiana, todo en ella tiende a las superposiciones rítmicas y tonales. El cerebro divorciado del corazón […] el autor añade que se trata de un ensayo de lenguaje rítmico. Y en eso queda todo, en un ensayo que no llega a la feliz realización. Mucha fuerza rítmica, muchas disonancias, y de allí no se pasa. […] La obra, y su autor, que se presentó en el estrado, no fueron acogidos con la misma unánime cordialidad [que los intérpretes solistas]. Aplaudieron los que se consideraron obligados a ello para que no se les tache de poco avanzados, y protestaron, ruidosamente por cierto, aquellos que, como diría Messiaen, por decir algo, no tienen suficientemente desarrollada la sensibilidad auditiva”. Por el contrario, la crítica madrileña saludó con más entusiasmo la repetición del concierto del tándem Messiaen-Loriod en el Instituto Francés de Madrid el 28 de febrero, recalcando la acogida del público “con curiosidad y cordiales aplausos” a la pareja; ello no significa una mayor comprensión de su propuesta sonora, ya que los comentarios publicados, tanto por Antonio Fernández-Cid en Arriba como por Regino Sáinz de la Maza en ABC, no pasan de reafirmar que la posible trascendencia de la propuesta de Messiaen no es tanto la propia música, tachada de esotérica y de “lenguaje complicadísimo, hostil incluso para el auditor medio, a quien sumen en una cierta perplejidad”, sino el “impulso emotivo” que las anima, su carácter cordial y, sobre todo, su trasfondo religioso: “En una época en que la inspiración musical se complace en los temas triviales, en estilizaciones más o menos refinadas de lo vulgar o se sitúa en el puro juego intelectual, que proscribe la sensibilidad y se eleva a la categoría de dogma la energía y el puro movimiento, resulta sorprendente la actitud de este místico, de este visionario de la música que aspira a hacer de ella vehículo de comunicación con lo divino”. Cuatro años más tarde, Federico Sopeña recordaría esta estancia del compositor en Madrid como “no demasiado fructífera”5, pero sí llamó la atención de ciertos intérpretes españoles, que incorporaron algunas de sus piezas a sus programas; así Ramón González de Amezúa al órgano a fines de los años cuarenta, o, como caso más reseñable, el de la pianista aragonesa Pilar Bayona, promotora del repertorio impresionista desde antes de la Guerra Civil y moderadamente modernista en sus programas de estos años: entre abril de 1950 y mayo de 1959 tenemos constancia de que interpretó al menos en ocho ocasiones dos de las Veinte miradas… (“Le baiser de l’Enfant Jésus”, y, sobre todo, “Regard des prophètes, des bergers et des Mages”) y el preludio “Un reflet dans le vent”), y, a partir de 1964, incorporaría a su repertorio “La colombe” e “Île de feu 1”, tercero de los Quatre études de rythme. En 1951 Ritmo había publicado la primera entrevista con Messiaen en un medio español, debida a Henri Collet6, que ofrecía, en apretada síntesis, algunas de las claves técnicas y estéticas de su obra para el lector español; si para Collet, Messiaen es “un maestrazo”, el comentarista anónimo mencionado al inicio de este artículo7, a propósito de la interpretación de L’Ascension en Roma por Pierre Monteux, no lo tiene tan claro, desconfiando de sus “declaraciones tan brumosas y literarias, tan ambiguas y tan poco musicales” y, sobre todo, de una concepción religiosa sensualista y desbordada, opuesta a los modelos de Palestrina, Monteverdi, 131 D O S I E R OLIVIER MESSIAEN Bach, Franck… o Falla; pero se muestra aún más duro con la “impureza” de su sustancia musical: “Desde un punto de vista estrictamente musical, parece música de un debussysmo exasperado y exasperante, sobre el cual se sostienen inestablemente todas las influencias posibles e imposibles: el gregoriano, Strawinsky, Schönberg, la música india, los cuartos de tono… Todo asimilado y perfectamente inestable, producto de una música de una sensualidad sonora exacerbada y desconcertante, a veces declamatoria, a veces de un romanticismo de baja ley, que la rutilante vestidura sonora no basta a ocultar. Música interesante, sin duda, para leer en la mesa de trabajo o al piano, pero que prácticamente no nos dice nada, de la que no queda sino un vago recuerdo de malestar físico”. Por su parte, Federico Sopeña, el mismo año en su mencionado libro sobre la música europea contemporánea aludirá a Messiaen únicamente en lo que atañe a su producción religiosa —a la que calificaría en 1958 de “obra discutible, excesiva de apoyatura literaria no pocas veces” 8—, y como posible arma de combate contra las tendencias existencialistas y propias de la cultura de masas: 132 Frente a estas disquisiciones poéticas, fundadas, obviamente, en un conocimiento tan reducido de la música de Messiaen como el que venimos señalando, pocas aportaciones de interés podremos encontrar en la literatura musical española del período. Como excepción, citemos un artículo de René Dumesnil, publicado en Ritmo en el verano de 1954, sobre Réveil des oiseaux, obra en que descubre, pese a su inorganicidad, “tesoros de paciente observación y de ingeniosidad en el empleo de los timbres”9. La situación apenas mejoró al inicio de la segunda mitad de los años 50: en primavera, la pianista Violette Abel incluyó música de Messiaen, dentro de un programa titulado Cincuenta años de música francesa en el Instituto Francés de Madrid, y, a comienzos de julio de 1956, una nueva obra de Messiaen podía ser por fin conocida en España: Cantéyodjayâ, interpretada por Pedro Espinosa —el segundo músico español en asistir a los cursos de Darmstadt, en 1958 y valedor de la obra del compositor— con ocasión de un curso sobre pianismo contemporáneo impartido por Margot Pinter. Sin embargo, las cosas estaban empezando a cambiar: una nueva generación, la de los Ramón Barce, Carmelo Bernaola, Cristóbal Halffter o Luis de Pablo, comenzaba a despuntar en el panorama compositivo español con plena curiosidad por estas músicas rechazadas, haciéndose valer en pequeños foros y asistiendo masivamente a conciertos como los de Béatrice Berg Duffour en los Institutos Franceses de Barcelona y Madrid en febrero de 1957, precedidos por la conferencia Observaciones de un compositor sobre la música francesa contemporánea de su marido Gunnar Berg: un programa como el planteado por la pianista, con obras de Messiaen, Jolivet, Webern y Berg, era poco menos que inimaginable sólo unos pocos años atrás. Por fin, en otoño de 1959, diez años después de Trois Tâla, comparece de nuevo la música orquestal de Messiaen en escenarios españoles: en este caso, L’Ascension, de nuevo con Eduard Toldrà y la Orquesta Municipal de Barcelona (¡y por dos ocasiones, 23 de octubre y 29 de noviembre!)10, Archivo Enrique Martínez Miura “Me interesa que frente a esos millares de jovenzuelos sartrianos, histéricos, gritadores, igualmente histéricos y gritadores en un concierto de “jazz” con Armstrong que ante el “Wozzeck” de Berg haya unos cientos, víspera de millar, que necesitan un aire grave, meditativo, un silencio trabajador para seguir el lenguaje metafórico y místico de Messiaen”. Programa del 19 de octubre de 1974 en Teatro Real, Madrid recibida con mucha mayor generosidad por la crítica de la Ciudad Condal; así, Zanni en La Vanguardia la describe como “obra noble, sensible, ilustrativa de los temas religiosos inspiradores, variada, dentro de lo posible, y seductora por su espíritu y por la escritura” y el menos progresista Menéndez-Aleyxandre, desde las páginas de Ritmo, nos habla de una música “audaz, pero emotiva y convincente […], de lenguaje algo descarnado, pero profundo y con buena dosis de belleza y color”. Pero, ¿qué ocurría con esos jóvenes compositores, forzados por las circunstancias a un conocimiento tan parcial de la obra de Messiaen y, en general, de toda la vanguardia europea de posguerra? Cristóbal Halffter había intentado asistir, sin éxito, a las clases de Messiaen en el Conservatoire parisino en 1956 y, años más tarde, Amando Blanquer sería su alumno oficial entre 1961 y 1963 y también concurriría a su magisterio, como oyente y por mediación de su hermano Alain, Joan Guinjoan entre 1962 y 1964. Un caso particular lo constituye Luis de Pablo, que, por medio de sus contactos personales con Maurice Ohana y Jean-Étienne Marie desde comienzos de los años cincuenta, tenía un trato más directo y profundo con la música francesa y en el que la admiración por la música pianística de Messiaen —“no podía comprender cómo era posible que un piano sonara de esa manera”, declaraba en 199111— era evidente desde mediados de la década; un buen ejemplo de esa admiración es la impronta messianesca sobre su propia Sonata para piano (compuesta en 1958 y estrenada públicamente en 1960), cuyo primer movimiento (“Invención rítmica libre”) no es tan libre como asegura al basarse, interválicamente, en D O S I E R Fotos: Enrique Martínez Miura OLIVIER MESSIAEN Yvonne Loriod, Olivier Messiaen y Jeanne Loriod en el estreno español de la Sinfonía Turangalila en el Teatro Real el 19 de octubre de 1974 una serie centralizada en torno a la altura la bemol y, rítmicamente, al fundarse compás a compás en los ritmos no retrogradables teorizados por el compositor de Aviñón. Será Luis de Pablo quien no dude, ya en noviembre de 1958, en reconocer algo tan evidente como el carácter de “evolución legítima” de la música del dodecafonismo y su condición de camino “vivo y actual”12; en este panorama, es lógico que, cuando Messiaen sea incluido en febrero de 1960, como único representante de su generación al lado de los nombres de Stockhausen, Boulez, Berio, Pousseur o Nono, en el ciclo de conferencias-concierto organizado en el Ateneo de Madrid por el grupo de compositores Nueva Música, lo haga más en virtud de su carácter de pionero de la serialización integral que por sus conquistas rítmicas y melódico-armónicas de años anteriores y, desde un punto de vista más emotivo, como ejemplo de magisterio intelectual, de capacidad de aventura y de conciliación entre las tradiciones germánicas y francesa. Ello no significa, sin embargo, que esta apreciación teórica de la producción de Messiaen tuviera un correlato directo en su programación en los conciertos españoles: todavía en la primavera de 1960 lo único que de Messiaen se pudo escuchar en Madrid fueron las Visiones del Amén y la Fantaisie pour violon et piano; y habría que esperar hasta 1963 para que vivieran su estreno español composiciones como las Trois petites liturgies de la présence divine —en la serie de conciertos del Ateneo y bajo la dirección del Albert Blancafort, 2 de abril de 1963)— y Oiseaux exotiques, en el Festival de Granada (24 de junio de 1963), con Rafael Frühbeck de Burgos, la Orquesta Nacional y Pedro Espinosa al piano. A propósito de este concierto, se explayaba un crítico contra la obra en Ideal: “Pero concretamente “Pájaros” es un intento sin meta alguna. Se trata de una música —en realidad una serie de ruidos organizados— totalmente descriptiva, pero una descripción inútil de una especie de pajarera infernal, donde seguramente los alados animales viven una apoteosis de locura ornitológica. La obra es infernal, desmedida y absurda, aun a pesar de la serie de ritmos posibles y su evidente sapiencia técnica para producir constantemente, como un terrible leitmotiv, ruidos desagradables”. Precisamente sería la Orquesta Nacional, y con sólo dos años de retraso respecto de su estreno absoluto, quien daría a conocer en España Chronochromie, dirigida por Maurice Le Roux (28 de noviembre de 1964), como parte del programa del concierto inaugural de la primera (y única…) Bienal de Música Contemporánea, preludio del acontecimiento que supuso, tras casi tres décadas, que nuestro país acogiera de nuevo el año siguiente el Festival de la Sociedad Internacional de Música Contemporánea. Tal vez en sus conciertos el público no lanzara flores a intérpretes y compositores pero, para esta época y aunque fuera con la boca pequeña, pocos dudaban ya de que Olivier Messiaen era, efectivamente, un maestro. Una coda apresurada y abierta al futuro Con motivo del estreno español —sólo veinticinco años de retraso…— de la Sinfonía Turangalîla en un repleto Teatro Real (19-20 de octubre de 1974), Enrique Franco hacía un primer balance de la recepción de la música de Messiaen en nuestro país13, en que, además de las interpretaciones ya consignadas, señalaba, en años próximos, la del Cuarteto para el fin del tiempo, por el Cuarteto de RTVE, y la de la Messe de la Pentecôte en la Semana de Música Religiosa de Cuenca; la primera audición de la magna sinfonía del compositor, “… genio capaz de haber impulsado, de modo decisivo, las corrientes contemporáneas sin afiliarse a tal cual principio predominante”, suponía un paso adelante decisivo en su incorporación a la escena musical española —hecho subrayado, ese mismo año, por su nombramiento como académico honorario de Bellas Artes—, y lo hizo, además, en una interpretación plenamente “autorizada” por su creador, asistente al concierto, con la presencia de ambas hermanas Loriod en los papeles solistas y con la alabadísima dirección de la Orquesta de la RTVE por Odón Alonso, que repondría la obra, con los mismos intérpretes, en mayo de 1989 y en el festival conquense de 1994. De hecho, la dimensión religiosa del catálogo de Messiaen ha sido, obviamente, explorada de manera intensa por la 133 D O S I E R OLIVIER MESSIAEN Semana de Música Religiosa de la ciudad del Júcar: en 1976, el dúo Uriarte-Mrongovius ofreció las Visiones del Amén, en marzo de 1978 el estreno español de Couleurs de la Cité Céleste, de nuevo regido por Alonso, y, en dos sesiones aún recordadas por los más veteranos, la ejecución integral de las Veinte miradas… (8 y 9 de abril de 1982), por Jean-Pierre Dupuy, abriendo un arco que se prolongó, por ejemplo, con la nueva interpretación de estas Veinte miradas… por Pierre-Laurent Aimard en 2002, y que cierra, por el momento, su importante presencia en esta edición de 2008, con la celebración de un ciclo de conferencias coordinado por Peter Donohoe. Aunque en Barcelona no se escucharía la Sinfonía Turangalîla hasta 1985 —21 y 22 de diciembre, bajo la batuta de Leif Segerstam—, los Messiaen habían visitado de nuevo la ciudad en octubre de 1976, con motivo del estreno nacional de Et exspecto resurrectionem mortuorum, dirigido por Gilbert Amy (4 de octubre de 1976), y para ofrecer tres semanas más tarde uno de sus habituales recitales a dúo en el Palau de la Música Catalana: primera de una serie de presencias en territorio español con ocasión de acontecimientos como la audición madrileña, en versión de concierto, de Saint François d’Assise (30 de septiembre de 1986) 14 o el estreno en nuestro país de los Petites esquisses d’oiseaux — por Yvonne Loriod, en el Círculo de Bellas Artes de Madrid (14 de mayo de 1989)— y la mencionada segunda interpretación de la Sinfonía Turangalîla por Odón Alonso. Tras la desaparición de Messiaen, saludado en las páginas de ABC como “el artista más grande” (Luis de Pablo) o “catedral del misticismo” (Cristóbal Halffter)15, en abril de 1992, Loriod ha seguido ofreciendo en España su vivo recuerdo del compositor y su conocimiento intimísimo de su música, ya de manera solista, como parte del homenaje que dedicó el Festival de Otoño de Madrid de 1994 a su obra16 —que se cerró con la première española del último opus magnum del músico, Éclairs sur l’Au-Delà…, por parte de la Orquesta Nacional y Antoni Wit—, ya asumiendo la parte de piano de Des canyons aux étoiles…, el 9 de junio de 1999, bajo la dirección de José Luis Temes y dentro de la tercera edición del festival Musicadhoy. Posdata 134 No hay orquesta, grupo o intérprete inquieto por la música del siglo XX que no nos haya rendido su particular homenaje a la música del “compositor ornitólogo” en este 2008: basta comprobar su presencia en los pasados festivales veraniegos de Granada, Santander, El Escorial, Torroella, La Coruña o San Sebastián, donde, por fin, se ha podido escuchar en España la integral de su producción organística, a la que hacía años venía prestando atención, en sana competencia con el Festival Internacional de Órgano “Catedral de León”; y en meses inmediatamente anteriores a éste de diciembre se han podido escuchar desde las primerizas Les offrandes oubliées (Gijón y Oviedo) o La Ascensión (Pamplona) hasta las Tres pequeñas liturgias… (Santiago de Compostela y La Coruña) o la plenamente madura De los cañones… (Sevilla), sin olvidar los conciertos monográficos llevados ya a cabo este otoño en Madrid, a cargo de conjuntos e intérpretes franceses y españoles, caso del grupo LIM en la Fundación Juan March o Plural Ensemble y Alberto Rosado, o el protagonizado —todavía está a tiempo el lector…— por la ORTVE y Claudio Martínez Mehner esta primera semana de diciembre con los Sept haïkaï. Tampoco Radio Clásica, con su programa veraniego El universo de Messiaen, ni la investigación musicológica17 han sido ajenos a la celebración colectiva, en la que parecen haber delegado, hasta donde hoy podemos conocer, ciclos de vocación más actual, como el Festival de Alicante —al menos en su edición de este año: la última ocasión en que se escu- chó música de Messiaen en la ciudad mediterránea fue en 2004— o la serie de conciertos del Auditorio del Reina Sofía. ¿Ha salido, pues, Messiaen del nicho “contemporáneo”? ¿Es ya el momento de cubrir las escasas, pero importantes, lagunas que existen en el conocimiento de su música en nuestros auditorios? El gran oratorio La Transfiguration de Notre-Seigneur Jésus-Christ, obras tardías como Un vitrail et des oiseaux, La Ville d’En-haut o el Concert à quatre18, apenas o nunca escuchadas en nuestro país… y su San Francisco de Asís puesto en escena. Por pedir —“alma, pronto, a pedir, / a aprovechar la máxima / locura momentánea”, como escribió Salinas— que no quede… Germán Gan Quesada 1 Este ensayo se basa parcialmente en la versión española de mi comunicación “Is Messiaen a great musician? Messiaen”s Reception in Post-War Spain (1945-1960)”, presentada el pasado mes de junio en la Messiaen 2008 International Centenary Conference organizada por la Universidad de Birmingham. 2 Paul Loyonnet, “Las tendencias actuales de la música en París”, en traducción de Antonio Iglesias (Ritmo, nº 191 (noviembre de 1945), pp. 4-5). 3 Para un catálogo de los programas “españoles” de Messiaen, cfr. Yves Balmer, Catalogue des concerts du fonds Loriod-Messiaen de la Bibliothèque Nationale de France ([París]: Y. Balmer, 2006). 4 Peter Hill y Nigel Simeone, Olivier Messiaen (París, Fayard, 2008), p. 244. 5 Federico Sopeña, La música europea contemporánea (Madrid, Unión Musical Española, [1953]), p. 20. 6 Henri Collet, “Olivier Messiaen”, Ritmo, nº 253 (abril-mayo de 1951), p. 4. 7 E. “¿Es un gran músico Messiaen?”, Cuadernos Hispanoamericanos, nº 48 (diciembre de 1953), pp. 373-374. 8 Federico Sopeña, La música en la vida espiritual (Madrid, Taurus, 1958), p. 21. 9 René Dumesnil, “Una nueva obra de Olivier Messiaen. “Le Réveil des oiseaux”, Ritmo, nº 263 (agosto-septiembre de 1954), pp. 10-11. 10 En estas décadas, la orquesta de Barcelona visitó con cierta asiduidad el catálogo de Messiaen: aparte de las interpretaciones ya señaladas, mencionemos la de La Ascensión (30 de octubre de 1965), bajo la dirección de Rafael Ferrer, y, ya como Orquesta Ciutat de Barcelona y de nuevo con Ferrer a la batuta, la de Oiseaux exotiques (24 y 27 de abril de 1969), con Ramón Coll al piano. 11 Piet de Volder, Encuentros con Luis de Pablo (Madrid, SGAE, 1998), p. 140. 12 Luis de Pablo, “El dodecafonismo: una técnica y una visión musical”, Acento cultural, nº 2 (diciembre de 1958), pp. 49-53. 13 En las notas al programa, reproducidas en sus Escritos musicales (Madrid: Fundación Albéniz, 2006), pp. 247-252. 14 Cantaba el papel del Ángel en este concierto María Orán, quien lo llevaría también al disco con Nagano en 1986 y que, dos años más tarde, firmaría para Erato una versión de referencia de los Poèmes pour Mi y de Chants de terre et de ciel, junto a Yvonne Loriod. 15 En el dosier “En la muerte de Olivier Messiaen”, ABC cultural, nº 26 (1 de mayo de 1992), pp. 45-49. También nuestra revista publicó un sugerente obituario (Santiago Martín Bermúdez, “Ite, Missa est, o el silencio del cordero”, SCHERZO, nº 65 (junio de 1992), p. 14). 16 Ofreció una conferencia en la Residencia de Estudiantes y un concierto en el Auditorio Nacional (13 de octubre), ocasión en la cual Santiago Martín Bermúdez le realizaría una extensa entrevista para nuestra revista (“Yvonne Loriod habla de Messiaen”, SCHERZO, nº 96 (julio-agosto de 1995), pp. 134-138). 17 El Curso Internacional Manuel de Falla de Análisis Musical, impartido por Yvan Nommick y Benet Casablancas, se dedicó el pasado mes de noviembre a El lenguaje musical de Olivier Messiaen: fuentes, modelos y técnicas. 18 Un sourire MADRID, DEL 16 DE DICIEMBRE DE 2008 AL 3 DE FEBRERO DE 2009 7 Martes, 16 de Diciembre de 2008. 20 h 1 YEVGENY SUDBIN, piano Rusia RECITAL Foto: Sasha Gusov Foto: Mark Harrison Organizado por la FUNDACIÓN SCHERZO y el TEATRO DE LA ZARZUELA, con la colaboración del diario EL PAÍS, el INAEM del Ministerio de Cultura y la Fundación Hazen Hosseschrueders Martes, 3 de Febrero de 2009. 20 h Lunes, 22 de Diciembre de 2008. 20 h 2 3 DAVID FRAY, piano Francia RECITAL SCARLATTI Sonatas (K.466 y K.427) F.J. HAYDN Sonata nº 47 en si menor, Hob. XVI:32 F. CHOPIN Mazurca en re mayor, op. 33, nº 2 [KK. 520-548] Mazurca en si menor, op. 33, nº 4 [KK. 520-548] A. SCRIABIN 4 Mazurcas, op. 3 Sonata nº5 ALEXIS DELGADO, piano España RECITAL J.S. BACH Preludio y fuga en si menor, BWV 544 Partita n° 6 en mi menor, BWV 830 W.A. MOZART Adagio en si menor, K 540 F. SCHUBERT 4 Impromptus, op. 90, D 899 B. DOZZA Homenaje a Bach (Estreno absoluto) J.S. BACH Variaciones Goldberg, BWV 988 Lugar de actuación: TEATRO DE LA ZARZUELA PRECIO DE LOS ABONOS Y LOCALIDADES ZONA A B C D PARA MÁS INFORMACIÓN: ABONO LOCALIDADES 22€ 18€ 15€ 12€ 12€ 10€ 8€ 6€ FUNDACIÓN SCHERZO TEATRO DE LA ZARZUELA Teléfono: 91.725.20.98 (De lunes a viernes, excepto festivos, de 10:00 a 15:00 horas) Teléfono: 91.524.54.00 / 72 (De 12:00 a 18:00 horas, excepto los días de representación que será hasta las 20:00 horas) http://teatrodelazarzuela.mcu.es www.scherzo.es VENTA DE LOCALIDADES Las localidades podrán adquirirse para cualquiera de los tres recitales del ciclo a partir de 1 de diciembre de 2008 en las taquillas del Teatro de la Zarzuela, en la Red de Teatros del INAEM (dentro de los horarios habituales de despacho de cada sala) y mediante el sistema de venta telefónica llamando al número de Serviticket 902.332.211 (de 9:00 a 24:00 horas), Servicaixa y Servicajeros de la Caixa. COLABORAN: ORGANIZAN: www.scherzo.es DISEÑO: ARGONAUTA D O S I E R OLIVIER MESSIAEN UN ARCO IRIS TEOLÓGICO Así es como Olivier Messiaen, que se definía como “músico teológico, músico del color, del ritmo, ornitólogo”, calificaba su música. “M 136 úsico teológico”, ese es el fin supremo e incluso exclusivo de toda su actividad creadora: celebrar mediante la música el misterio de su fe de católico, a fin de ofrecer la exégesis a sus hermanos los hombres. Y hay que insistir, de entrada, sobre esta distinción fundamental: teológica y no mística. Pues la actitud del místico es la aniquilación del ser en la contemplación de lo Inefable, que excluye la acción en general y la creación artística en particular. Un ejemplo que viene a la mente es el de Manuel de Falla, gran músico creyente que siempre se consideró indigno de componer música religiosa y terminó su vida en la contemplación ascética, hasta el punto de dejar de componer durante sus últimos veinte años. Mientras que para Messiaen la fe fue el motor que le estimuló a crear sin cesar; la gracia del don inestimable que le hizo “nacer creyente” imponiéndole dar testimonio a fin de hacer comprender, y por tanto compartir con sus oyentes, los misterios de la fe en Dios y en la Santísima Trinidad. Actitud teológica, pues, en el sentido especulativo de la Suma teológica de santo Tomás de Aquino, uno de sus libros de cabecera. Messiaen constituye uno de los dos mayores testimonios de la fe cristiana en la música occidental, junto con Johann Sebastian Bach. Lo que les separa — dos iglesias diferentes, pero que adoran al mismo Dios uno y trino, un contexto histórico, político y social distante dos siglos y medio, un entorno cultural germánico en un caso, latino en el otro, una concepción distinta del oficio de músico— resulta finalmente contingente, circunstancial, frente a lo que les aproxima. Ambos son los dos mayores exégetas y, por la fuerza de su mensaje expresivo, los dos mayores consoladores que la música haya conocido en Occidente. Messiaen merece tanto como el Cantor de Leipzig el epíteto de “quinto evangelista” que se le ha aplicado, y su arte, más allá de las opciones estéticas que nos aporta, ha podido no sólo ayudar considerablemente a nuestra comprensión de lo Incognoscible, sino a producir incluso conversiones. Está fuera de duda que este aspecto de su actividad artística, ya sea por sus obras o por su labor de más de sesenta años en la tribuna del órgano de su parroquia de la Iglesia de la Trinidad de París, fue absolutamente prioritario para él. En su legítima humildad, deseaba recuperar el anonimato de los constructores de catedrales y de los vidrieros geniales que crearon sus vitrales. Humildad que no excluyó en modo alguno la satisfacción, e incluso el orgullo ante el éxito del trabajo cumplido, orgullo del buen artesano, similar al de Bach que decía: “cualquiera que se esfuerce tanto como yo lo hará tan bien”, y sin duda lo creía realmente. Esto supone, evidentemente, hacer abstracción de la diferencia fundamental del genio, que hace del arte un artesanado inspirado. Pero esta actitud, para referirnos una vez más a la Edad Media, aleja a Messiaen del orgullo del maestro Ghislebertus, que escandalizó en su época firmando con su nombre —fue el primero— el tímpano del Juicio final de la catedral de Autun (“Ghislebertus hoc fecit A. D. 1152”), lo que causó su excomunión, para acercarle, por el contrario, al escultor anónimo que situó su obra maestra en lo más alto de una bóveda de la Catedral de Sevilla, donde nadie pudiera verla (los turistas acceden visualmente hoy día gracias a unos espejos), explicando que la había creado para Dios, que lo ve todo y en todas partes… Esta verdadera “teología sonora” recurre, como en Bach, a un lenguaje sonoro simbólico —incluso figurativo— que obedece a códigos precisos, aspirando a la revelación por el deslumbramiento del oído, una aproximación limitada por la imperfección de nuestros sentidos mortales pero que nos permite aprehender el —infinitamente más poderoso— de la Vida eterna, cercano “por falta de verdad”, por citar a Santo Tomás, citado a su vez por Messiaen en el libreto de su Saint François d’Assise. Mientras que, en el Más allá, Dios nos deslumbrará “por exceso de verdad”. “Músico teológico”, tal es el objetivo que se fijó Olivier Messiaen. Los elementos de su lenguaje musical, que enumera después en el orden mismo en que los conquistó durante el transcurso de su evolución artística, son otros tantos medios para alcanzar su objetivo, los frutos de un saber cada vez más perfecto. El Saber (el artesanado) es al Conocimiento lo que la Realidad es a la Verdad, lo que la Ciencia es a la Fe. El saber es una suma de experiencias. El conocimiento es innato, al menos en el estado virtual. Es el momento de disipar el falso conflicto mantenido artificialmente entre la iglesia y el siglo. Al explicar cada vez más exhaustivamente el cómo, la ciencia, dando testimonio de la grandeza insospechada e infinita de la creación divina, no pretende en ningún momento dar una respuesta al porqué, el cual pertenece al ámbito de la fe y por medio de la metafísica nos da un inicio de acceso a lo Incognoscible, en forma de Éclairs sur l’Au-delà, por citar el título de la última obra maestra de Messiaen. Son dos aproximaciones complementarias, por lo que cualquier sentido de competición debería estar ausente, tanto el cientificismo nacionalista limitado (cuyo parangón es Saint-Saëns, con toda razón el representante perfecto del “estúpido siglo XIX” al proferir esta solemne burrada: “a medida que la ciencia avanza, Dios retrocede”) como el proselitismo oscurantista de esa iglesia que persiguió a Galileo. O las sectas evangélicas americanas que han conseguido desterrar de muchas universidades la enseñanza de las teorías darwinistas sobre la evolución, remplazada por un creacionismo primario en nombre de un “designio inteligente”. Ahora bien, es la ciencia actual la que nos permite avanzar, sin reparar en obstáculos, en el desciframiento de un designio inconmensurablemente más “inteligente” de lo que sospechábamos, y que el saber limitado (no el conocimiento, insisto) de los hombres contemporáneos a la redacción del libro del Génesis aún no permitía expresar en términos científicos modernos. La Biblia no deja de ser, sin embargo, una colección de textos inspirados, llena de fulgurantes intuiciones. La teoría del big bang verifica, por ejemplo, que al principio la materia era demasiado densa para dejar pasar la luz, y la Creación es completamente posterior a ese principio, como se dice al inicio del Génesis… Color y tiempo Pero es hora ya de volver a los medios de los que se sirve Messiaen para hacernos comprender los Misterios de la fe mediante un complejo sistema de equivalencias o, mejor, de metáforas. “Músico del color”: la armonía fue el primer elemento D O S I E R Museo del Prado OLIVIER MESSIAEN Pentecostes, óleo de El Greco, 1596-1600 del lenguaje de Messiaen que se cristalizó, desde su Opus 1 compuesta a los diecinueve años, Le Banquet céleste para órgano, de 1928, primera celebración todavía muy modesta del misterio de la Eucaristía y de la Presencia real. El propio Messiaen subrayaba que con su última y más monumental colección organística, el Livre du Saint-Sacrement de 1984, dieciocho piezas que sobrepasan las dos horas de duración, rizaba el rizo “acabando donde había comenzado”. Partiendo de la armonía clásica de los tratados, se apartó enseguida de ellos para ampliar su alcance creando los famosos “modos de transposiciones limitadas” llamados así pues al cabo de un número restringido de transposiciones (de dos como mínimo a un máximo de seis) se vuelve a las notas de partida. Esto forma parte de ese “encanto de las imposibilidades” que siempre le fascinó. Los acordes resultantes de estos modos coinciden a veces con acordes tonales calculables, pero Messiaen no los interpreta así. Contrariamente a una escala tonal, un modo no está construido o polarizado sobre una tónica, y puede por tanto partir de no importa qué punto, lo que le exime de la pesantez ligada a la gravedad. Por el contrario, posee su color específico. Aquí interviene la facultad singular de la sinopsia, que otorga a los que les afecta la facultad de ver colores al escuchar acordes. Un desarreglo de los sentidos que puede provocarse artificialmente mediante la absorción de ciertas sustancias, especialmente la mescalina, que se encuentra en un pequeño cactus mejicano, el peyote. Los sacerdotes aztecas conocían su uso y Henri Michaux redactó bajo su influencia su “obra mescaliniana”. Messiaen nunca ingirió drogas, y su sentido de la sinopsia se manifestaba al nivel de una visión interna de orden conceptual, de la misma manera que, como todo músico, “oía” interiormente la partitura que leía. Pero, prisionero de guerra en 1940-41, experimentó una percepción física real de la sinopsia bajo los efectos del frío y el hambre; así nació el Quatuor pour la fin du Temps, primera gran obra basada enteramente en el sonido-color. Dando cuenta de su experiencia vivida, procedió a codificar el lenguaje armónico resultante de sus modos, atribuyendo a cada uno de ellos en sus diversas transposiciones, y a cada acorde que se deriva, un complejo de colores particular y único. Este aspecto se convirtió gradualmente en exclusivo, al extremo de rechazar el análisis “cifrado” de los acordes tal como se practica en los conservatorios. Pero el color de un modo está alterado y comprometido por la presencia de notas que le son extrañas; es esto lo que ha diferenciado siempre la música modal de la música tonal, fuera incluso de toda sinopsia. De ahí que la música de Messiaen, con ayuda de la naturaleza no “polarizada” de los modos, es una música estática, liberada de la pesantez, incluida la del tiempo. Antes incluso de abordar el estudio de éste, esta música “aleja” (=abole) “lo temporal”. El brillante lenguaje armónico de Messiaen no cesó de enriquecerse durante el curso de su evolución como compositor, y cuando los acordes más complejos y tornasolados se suceden en una cadencia suficientemente rápida, se produce ese “deslumbramiento de colores” que es el objetivo que busca, y es el equivalente sonoro de sus queridas vidrieras catedralicias, y en particular de esos maravillosos rosetones en donde mil colores se funden en un azul o un violeta, sus colores predilectos. Además, un rosetón no tiene arriba ni abajo, ni sentido direccional, gira sobre sí mismo en el tiempo y en el espacio. Es el caso de una de sus obras más perfectas en su ejemplar concisión, los Couleurs de la Cité céleste de 1963, cuya estructura formal circular no tiene, efectivamente, ni comienzo ni fin. Lo que nos lleva al segundo elemento de su lenguaje, el Ritmo, dicho de otra forma, la organización del Tiempo. El tiempo es la más misteriosa de las Criaturas de Dios; criatura, en efecto, pues la eternidad de Dios precede al tiempo y le sucederá cuando el Ángel del Apocalipsis proclame: “Ya no habrá más tiempo”, argumento del famoso Cuarteto ya mencionado. Pero desde el libro XI de las Confesiones de San Agustín, primera gran reflexión mística y metafísica sobre la esencia del tiempo en Occidente (los filósofos del Oriente, India y China nos precedieron ampliamente en esta vía), el misterio del tiempo no ha cesado de fascinar a los hombres, y sobre todo a los músicos, los únicos artistas cuyo lenguaje se inscribe ineluctablemente en el tiempo. En mi opinión, decir que “el tiempo pasa” es una metáfora ilusoria y tan tributaria de una visión literal e 137 D O S I E R 138 inmediata de las cosas como decir que “el sol se levanta y se pone”. Creo, por el contrario, que, como todas las criaturas (las estrellas y los planetas tanto como los otros seres vivos), pasamos a través de la fijeza estática de un espaciotiempo en el que inscribimos una trayectoria efímera, a la manera de una estrella fugaz. Tampoco creo en la “flecha del tiempo”, un tiempo unidireccional, sino en la posibilidad de un tiempo “circular” que quizá nos devuelve a su origen. Añadamos a los misterios del Tiempo que es el único de los parámetros musicales (altura, intensidad, timbre, posición espacial…) que existe independientemente de toda encarnación sonora: puede imaginarse una “composición” del tiempo puramente visual… Messiaen ha definido muy bien el origen de un tiempo “del acontecimiento”. Un acontecimiento (un frappé, como él dice) crea una cesura: la eternidad antes, la eternidad después. Pero un segundo frappé crea una referencia, una articulación: esto es el origen del ritmo, una pulsación que estructura el tiempo. El tiempo liso, no pulsado, no articulado, puede imaginarse por el paso de las nubes, cuyas diversas direcciones y velocidades pueden crear polirritmias infinitamente complejas. Pensemos en el flujo de un río, cuya velocidad (el tiempo) es variable según la pendiente, la fuerza de la corriente, sus riberas o su centro: tiempo liso y no pulsado, pero si el río se hiela una parte del año, según el ritmo no ya humano sino planetario, hay un tiempo pulsado hecho de la alternancia movimiento-pausa. En el siglo XX, gracias sobre todo al advenimiento de las músicas electroacústicas, el tiempo liso, no pulsado, conquistó ampliamente el mundo sonoro. Pero Messiaen, aunque practicando duraciones a veces extremadamente largas, siguió siendo ante todo un técnico que organizaba la articulación sonora del tiempo. Él sabe que, ante la ausencia de referencias “a escala humana”, nos es imposible apreciar físicamente mínimas diferencias entre duraciones muy largas. En la pieza conclusiva de su Livre d’orgue de 1951, Soixante-Quatre durées, articula su discurso introduciendo los puntos de referencia de los cantos de pájaros (objeto del capítulo siguiente), contribuyendo a facilitar un poco la diferenciación entre duraciones de sesenta y tres y sesenta y cuatro semicorcheas, por ejemplo. Al tiempo que creó un brillante lenguaje modal, para elaborar su lenguaje rítmico Messiaen recurrió a fuentes externas: los ritmos de la antigüedad griega, calcados sobre los de la poesía, están basados en combinaciones de una gran variedad entre dos valores fundamentales, la breve y la larga (dos breves), organizándose en pies, metros, versos y estrofas, evidentemente al margen e incluso opuestos al sistema rítmico de nuestra música clásica. Luego, el canto gregoriano, que ofrece simultáneamente la riqueza de sus ritmos y de sus melodías (modales, claro está). Entre los sistemas rítmicos prestados de las músicas extraeuropeas, hay que citar entre otros, en primer lugar, las ciento veinte decîtalas de la música clásica del norte de la India y es el momento de rectificar un error todavía frecuente: Messiaen nunca recurrió a las riquezas de los modos melódicos indios, sino sólo a sus ritmos, sin duda porque los râgas de la India escapan a la escala temperada de la música occidental (al menos, la que cristalizó a partir del siglo XVII para responder a las exigencias del lenguaje tonal): Messiaen, pianista y organista, nunca consideró las escalas no temperadas, ni los microintervalos. Lo que le condujo evidentemente a tener que “trampear” con los cantos de sus queridos pájaros. Volviendo al ritmo, adaptó las fuentes externas que hemos citado deformándolas, desarrollándolas, combinándolas mediante el incremento o disminución de las duraciones, no sólo mediante multiplicación o división como los Hospital de Nuestra Señora del Carmen, Cádiz OLIVIER MESSIAEN La visión de San Francisco, óleo de El Greco, 1600-1605 clásicos, sino por adición o sustracción de un valor fijo. En fin, sucumbiendo al “encanto de las imposibilidades” que le fascina, creó el equivalente de sus modos de transposición limitada inventando sus ritmos no retrógrados. Se trata de estructuras rítmicas idénticas, ya sean leídas de izquierda a derecha o de derecha a izquierda. En el plano visual, los modelos abundan en la naturaleza, desde una mariposa a un cuerpo humano. Si la emergencia de un lenguaje rítmico enteramente original se observa a partir de la época del gran ciclo organístico La Nativité du Seigneur (1935), es decir cerca de una década después de la constitución de su lenguaje modal, Messiaen no cesó de enriquecer y hacer más complejos sus ritmos, con la aparición, a partir de 1949 (año de la célebre pieza para piano titulada Mode de valeurs et d’intensités), del principio de las permutaciones simétricas o inversión de valores. Es el momento de precisar de nuevo que incluso ahí (el título elegido de la pieza lo indica inequívocamente) se trata de música modal y no serial, como los jóvenes lobos de Darmstadt lo proclamaron ruidosamente en su época, y lo mismo cuando Messiaen hace uso del total cromático dodecafónico (como es el caso, en concreto, en el Livre d’orgue de 1951, un poco posterior). Esta breve fase “radical”, donde Messiaen parece querer juntarse a los más jóvenes en un exceso de radicalidad vanguardista sin porvenir, habría podido arrastrarle hacia un callejón sin salida. Fue salvado de ello por los pájaros. Pequeños servidores alados A decir verdad, Messiaen quedó fascinado desde su infancia por los que calificaba como “pequeños servidores de la ale- D O S I E R gría inmaterial”, ante todo por su canto pero también por su plumaje multicolor y por su facultad de librarse de la pesantez mediante el vuelo. Su maestro Paul Dukas aconsejaba ya a sus alumnos: “Escuchad a los pájaros, son grandes maestros”, y así es como Messiaen los consideró de entrada, cuando aún no podía reconocerlos por sus cantos, y menos aún anotarlos. Fue un aprendizaje largo y laborioso, y hasta los años de guerra su notación fue todavía esquemática y poco individualizada. En 1944, la Regard des Hauteurs, octava de las Vingt Regards sur l’Enfant Jésus, fue su primera gran pieza casi enteramente hecha con cantos de pájaros. En aquella época había comenzado a estudiar ornitología con especialistas y evidentemente en la propia naturaleza, “sobre el terreno”. Pero fue a partir de 1952 cuando inauguró una década casi exclusivamente hecha de páginas “ornitológicas”, época dominada por el monumental Catalogue d’Oiseaux. En un período de dura soledad moral y afectiva y de cuestionamiento de sus posiciones estéticas, los pájaros le permitieron superar la crisis. En lo sucesivo ocuparon un lugar cada vez más dominante en su obra, y gracias a sus numerosos viajes a América, Oceanía y Oriente, amplió inmensamente su “repertorio”, al extremo de encontrarse en su música cerca de cuatrocientos pájaros diferentes. Su notación afinó aún más un oído de una agudeza excepcional y la rapidez de reflejos necesaria para intentar alcanzar la velocidad vertiginosa de los cantos de sus modelos alados, tanto más cuanto que los pájaros cantan rara vez solos sino, lo más a menudo, en grupos numerosos de especies diferentes. La célebre Epode de Chronochromie (1960), superada ampliamente más tarde, fue la primera de esas polifonías a la vez armoniosas e inextricables que llegan hasta los gigantescos conciertos de pájaros del sexto cuadro de Saint François d’Assise y luego de Éclairs sur l’Au-delà, donde se La Sagrada Familia, óleo de El Greco, 1594-1604 liberan de la barra de compás para evolucionar por fin en una libertad fuera del tiempo, lo que también a Dios. ocasiona los problemas de coordinación que pueden imagiTodas estas riquezas adicionales hacen de la música narse en su ejecución. de Olivier Messiaen ese arco iris teológico del que hablaMessiaen siempre transpuso sus cantos de pájaros “a la mos. Reflexionando recientemente sobre todas las dimenescala humana”, pues los pájaros son mucho más pequeños siones del sentido de esta expresión, he vuelto al capítulo y más rápidos que nosotros, y su tiempo no es el nuestro. 9, versículo 13, del Génesis, donde Dios dice: “Yo pongo Transpone, por tanto, de una a cuatro octavas hacia el grami arco en las nubes y será la señal de la alianza entre mí ve, amplia sus microintervalos al semitono de la gama temy la tierra”. perada y ralentiza proporcionalmente la velocidad de su Evidentemente, el arco iris evoca inmediatamente un cadencia, que ningún instrumento ni ninguna voz humana deslumbramiento de colores, e incluso de la totalidad de podrían igualar. En fin, para conseguir el equivalente de los los colores perceptibles del espectro, en el orden natural timbres propios a cada uno de ellos inventó miles de acorde las frecuencias, cuyo equivalente acústico se encuentra des brillantes que no son los de sus modos. ¡Un trabajo que en la escala de armónicos inscrita en la resonancia natural, exige la paciencia de un benedictino! esa resonancia que engloba todos los modos de Messiaen La recompensa es el inmenso enriquecimiento de su con exclusión del total cromático de la serie de doce sonilenguaje modal y rítmico mediante la integración de todos dos, que para él se anula en la uniformidad del gris, incluesos modelos. Y el autor de la Prêche aux Oiseaux de Saint so del negro. Pero más allá de sus cualidades ópticas y de François d’Assise está convencido de que ellos participan, a sus equivalentes acústicos, el arco iris es verdaderamente su manera, en el gran Cántico de las Criaturas alabando una criatura muy particular, en el límite de lo material y de Museo del Prado OLIVIER MESSIAEN 139 D O S I E R OLIVIER MESSIAEN lo inmaterial, escapando a toda realidad táctil. Podemos aproximarnos hasta tenerlo casi por encima de nosotros, pero si intentamos atravesarlo, desaparece. Lo mismo que el tiempo, es un umbral, una frontera que nos separa de lo Incognoscible. Sólo en la Vida Eterna, liberada de la imperfección de nuestros sentidos mortales, veremos la música y oiremos la luz y sus colores, como expresó Messiaen en su Conferencia de Notre-Dame. Volviendo al versículo del Génesis citado más arriba, el arco iris (el texto dice simplemente el arco, esto implica la flecha lanzada por el Dios del Amor en muchas mitologías), es un puente lanzado por el Dios del Cielo hacia la tierra, que invita al hombre a subirlo para ascender hacia Él. El arco iris como metáfora de Cristo: ¿está permitida esta audacia al teólogo aficionado e intuitivo que soy? Por otra parte, ¿no ha coronado a sus ángeles, santos y mártires con esos múltiples fragmentos de arco iris que llamamos aureolas? Tantos signos distintivos en la luz, el color, incluso en las vidrieras y los rosetones de las catedrales… Objetivos 140 Así definidos y dispuestos los medios, quedan por esbozar los objetivos. Y, antes que nada, debe constatarse que este creador en apariencia tan feliz, tan satisfecho, se consideraba en realidad incomprendido frente a un público formado en su inmensa mayoría por no creyentes, con un número ínfimo de sus oyentes dotado de sinopsia o capaz de comprender la verdadera naturaleza del ritmo, creyendo encontrarse ante el martilleo de una escansión regular, y no en la variedad o la sutileza de la música india o en la de un Mozart y un Debussy antes que en las corcheas repetidas de un Allegro de Vivaldi o de una Toccata de Bach; en fin, una audiencia en su mayoría urbana, ignorante e indiferente en lo que respecta al canto de los pájaros. Con su deliciosa ingenuidad, aconsejaba a los pianistas acudir al bosque a las cuatro de la mañana a fin de escuchar a sus modelos alados, cuando las exigencias de la vida mundana, o simplemente profesionales, hace que algunos se acuesten a menudo a esa hora… Desfase inevitable de intereses y de prioridades, los de Messiaen quedaban supeditados a su salvación eterna. Los progresos científicos impresionaban muy poco a un hombre seguro de que en la Vida Eterna, como los Cuerpos gloriosos, se desplazaría instantáneamente —espacio y tiempo confundidos— al otro extremo del universo… Pero hay que responder, ante ese pesimismo afortunadamente ocasional por el que Messiaen subestimaba gravemente su impacto benéfico en tantas almas atormentadas o simplemente escépticas, que su música continúa dispensando la alegría, la confianza, el consuelo a tantos seres humanos conscientemente o no sedientos de certezas, incluso de lo absoluto, proporcionándoles respuestas sencillas y poderosas del Amor divino capaz de socorrer a los que se encuentran desesperadamente “en falta” frente a las respuestas falaces, irrisorias, de un orden social exclusivamente centrado en el materialismo desecante del puro consumismo. Messiaen, gracias a su fe inquebrantable, gracias a su incansable glorificación del Creador y de toda la Creación, que implica en su más alto grado el amor al prójimo, resulta ser, como Johann Sebastian Bach una vez más, el más extraordinario de los “profesores de energía”. Porque su mensaje es esencialmente de alegría, según lo subraya y lo repite sin cesar: “Dios es feliz” y Cristo encarnado participa, igualmente durante toda su vida terrenal, de esta permanencia de la alegría beatífica. También su paleta de colores y de ritmos se encuentra, ante todo, al servicio de la exaltación de los Misterios de la Gloria y celebra incansablemente, más aún que las bellezas de la Creación, las — incomparablemente superiores— de la Jerusalén celeste, estancia de la eternidad bienaventurada de los salvados por la resurrección de Cristo, garante de la nuestra: unas bellezas descritas en este Apocalipsis de San Juan cuyas palabras Messiaen solicita tan a menudo. Exalta sin cesar las cualidades de los Cuerpos gloriosos: fuerza, agilidad, sutileza, impasibilidad (ignorando el sufrimiento). Misterios de la gloria, igualmente celebrados por Messiaen: Natividad, Ascensión, Pentecostés, glorificación de la irrupción fulgurante del Espíritu Santo que impone sus lenguas de fuego a los apóstoles reunidos en el Templo, Espíritu creador. Espíritu de la inteligencia (manifestado por la glosolalia) y arrastrado por el soplo vital del Rouach (“un viento impetuoso llenó toda la casa”). Misterio de la Gloria suprema, alegre y terrible a la vez (“los Ángeles son terribles” dice Messiaen, citando a Rilke) de la Transfiguration, que contiene la música más poderosamente alpestre jamás escrita (la Transfiguración tuvo lugar en una montaña, no lo olvidemos) en Terribilis est locus iste, con su inefable triple Gloria elevándose en medio de las vociferaciones formidables de las grandes rapaces de montaña. Y Messiaen regresó numerosas veces al mayor, al más difícil de todos los Misterios, el de la Santísima Trinidad, al que acabó consagrando una monumental colección de nueve grandes Méditations para órgano. Uno de los misterios a los cuales, puedo dar testimonio, su música me ha facilitado el acceso. Ciertamente no ignora la otra cara de la moneda, la vertiente de la sombra (pero sabemos que “las tinieblas proclaman la gloria de la luz”). Sabe que nuestra salvación exigió el Sacrificio de la Cruz cuya gran sombra se perfila ya sobre el pesebre del Niño Dios (Regard de la Croix en las Vingt Regards), razón por la cual la Estrella de la Natividad y la Cruz, en los dos extremos de la vida terrestre de Jesús, comparten un único y mismo tema. Los sufrimientos del Crucificado, que ha asumido hasta el final su humanidad, son consecuencia de nuestros pecados, lo que ocasiona la contrición, el remordimiento, el temor ante la muerte también. Añadiré que la doble naturaleza, divina y humana, del Salvador, le sitúa a la vez “fuera del tiempo” (en la eternidad) y “en el tiempo” (una distinción que el pensamiento del gran compositor no-creyente —subrayo— Iannis Xenakis, que fue discípulo de Messiaen, me ayudó a comprender), y que si esto lleva a nuestra salvación en todo tiempo y en todo lugar, la permanencia de la Cruz se nutre igualmente del peso presente de nuestros pecados y nuestros crímenes; mi única respuesta al horror de Auschwitz, es que Cristo estaba allí presente sobre seis millones de cruces, según la voluntad del Padre, proyectando sobre el Hijo la Regard de l’Onction Terrible. Pero estas cosas ocupan en la obra de Messiaen un lugar menor, pues este cantor de la dicha perfecta (tan maravillosamente definida en el primer cuadro de Saint François d’Assise) no se consideraba “dotado” para expresarlas. Es cierto que, desde un punto de vista puramente musical, el negro, incluso el gris, faltan en su paleta modal, y que si su lenguaje melódico-armónico concede también gran importancia a la disonancia, ésta, o bien “se resuelve”, o bien, y es el caso más frecuente, transcurre sin resolución pues se funda en la resonancia armónica, nueva victoria de lo “fuera del tiempo” sobre lo “temporal”. Tampoco encontramos en el ciclo del año litúrgico, que su música recorre casi íntegramente, una gran obra consagrada al tema de la Pasión: si Messiaen considera no estar “dotado” para esto, quiere decir que debía forzar su verdadera naturaleza. Esos raros momentos son otras tantas difíciles victorias ganadas a sí mismo, y sin duda la mayor es el alucinante cuadro de los estigmas, séptima de las ocho partes de Saint François d’Assise, que le permite por lo demás D O S I E R OLIVIER MESSIAEN Museo del Prado inventar un lenguaje de una novedad inaudita: es la necesaria puerta estrecha, ese umbral cuya recompensa es la entrada en la Vida eterna del último cuadro. Y si Messiaen no ha cantado ni a las estaciones del vía crucis, ni a otras secuencias de la Semana Santa, la resurrección pascual figura en buen lugar en su música, y ahí puede integrarse por asociación el gran ciclo de Les Corps glorieux, asimismo en la fiesta de Todos los Santos, pues en tanto que hijos adoptivos de Dios por la intercesión de Cristo (cfr. Carta a los Efesios) participamos todos en la gloria de esta Resurrección. Haría falta un libro entero para ilustrar con suficientes ejemplos la eficacia admirable del musicus theologicus. Encontramos intuiciones fulgurantes que parece haber sido el primero en expresar: la Regard du Fils sur le Fils (quinta de las Vingt Regards), que desdobla simultáneamente las naturalezas divina y humana de Jesús, el Hijo-Verbo contemplando al Niño recién nacido, o la, tan emotiva, Première Communion de la Vierge (undécima de las Vingt Regards) donde, tras la Anunciación, María adora en ella el fruto todavía escondido de sus entrañas antes incluso de la Natividad. Sería necesario examinar igualmente en detalle la totalidad de las Trois Petites Liturgies de la Présence divine, incluidos sus admirables textos que son del propio Messiaen (sus únicos textos religiosos que puso en música), con esta fórmula de una concisión que define la eternidad de Dios: “lo sucesivo os es simultáneo”. En la décima de las doce piezas del gran ciclo Des Canyons aux Étoiles, La Grive des Bois, el pájaro se convierte en símbolo de ese “nombre nuevo grabado en la piedra blanca” de que habla el Apocalipsis (2, 17) para definir el regreso en gracia al estado de pureza comprometido por el pecado original, ese estado de antes de la caída que sólo permite comprender que, en el origen, Dios creó al hombre “a su imagen”, una imagen que será de nuevo “conforme” en la bienaventuranza de la Vida eterna. Es una de esas páginas de sublime simplicidad, en un nítido do mayor (“todavía quedan por escribir muchas cosas hermosas en do mayor” decía el atonal Schoenberg), que se multiplican en el Messiaen de plena madurez, páginas accesibles a todos, más allá de cualquier sofisticación intelectual (“no más palabras, no más ciencia, es el amén de la Esperanza”, se canta en la Psalmodie de l’Ubiquité par Amour, tercera de las Petites Liturgies). Citemos especialmente el ideal de pureza de la octava de las Méditations sur le Mystère de la Sainte Trinité para órgano, ilustrando el concepto “Dios es simple (verdadero sentido de la primera Bienventuranza: “bienaventurados los simples en espíritu”, ¡y no “de espíritu”!), en su elevación final, de una absoluta nitidez diatónica exactamente acentuada por la llamada apacible del verderón amarillo. Y, en fin, esa pequeña joya de despojamiento absolutamente franciscano de la séptima parte del último ciclo Éclairs sur l’Au-Delà que ilustra el versículo tan a menudo comentado por Messiaen: “Se enjugará toda lágrima de sus ojos” (Apocalipsis 21, 4, citando a Isaías 25, 8). El compositor como consolador que presta su voz al Consolador: una música que me gustaría que me asistiera en el momento del gran tránsito por “ese poco profundo arroyo calumniado” del que habla Mallarmé. ¿Qué mejor conclusión para este ensayo…? Harry Halbreich Traducción: Juan Manuel Viana La Resurrección, óleo de El Greco, 1596-1610 Reproducido por cortesía de la revista Crescendo 141 D O S I E R OLIVIER MESSIAEN UNA GUÍA DE ESCUCHA En el primero de los discos que forman el volumen OHM. The early gurus of electronic music, 1948-1980, editado en 2006 por el sello Ellipsis Arts, se contiene la única grabación disponible de las Deux monodies en quarts de ton, la pieza para ondas Martenot que Olivier Messiaen compusiera en 1937, que, sin embargo, aparece aquí con el título de Oraison, el que le otorgan los intérpretes de esta particular versión, el Ensemble d’ondes Martenot. Se trata, en todo caso, de la primera pieza con elementos electrónicos, compuesta por un autor de envergadura, que se interpretó en una sala de conciertos. El tono de misteriosa atmósfera, con los sonidos se diría que suspendidos, que desprende la pieza, no sólo la aparta de la que será la tendencia de la música electrónica en lo sucesivo, sino que la sitúa perfectamente en el estilo que ya en esa época está empezando a desarrollar Messiaen y que queda mucho mejor ejemplificado en las primeras piezas para órgano (Apparition de l’église eternelle, Le banquet celeste). Ante esta música, se asiste a una contemplación de orden cósmico y a la concepción del tiempo como un flujo natural y no medido mecánicamente. Así, surge un discurso musical estático, sin aparente desarrollo, en el que la conclusión ya está contenida en el inicio de la obra y viceversa. 142 Ca Broerse E n Messiaen, el material melódico y armónico es esencialmente modal, basado en la resonancia natural, lo que otorga a su música un carácter luminoso, estático. Pero es en el uso del timbre donde se halla, probablemente, el signo más personal del autor. El tratamiento del color sonoro se convierte en fundamento de su discurso. Los tonos cambiantes del color en la progresión de cada pieza, donde la estructura armónica permanece estática, cobran una significación especial. Con la síntesis de diferentes fuentes (viejas fórmulas rítmicas de India, métrica de la poesía griega, cantos de pájaros, sonidos del gagaku japonés, el gamelán, las trompetas del Tíbet) logra Messiaen un imaginario sonoro tan inmediatamente reconocible como inimitable. Canto encendido a la naturaleza, la Sinfonía Turangalila, con sus diez movimientos, es la única obra del autor francés que merece ser calificada de sinfonía, aun cuando algunos elementos (la inserción de las ondas Martenot y el piano) puedan parecer extraños. La pieza conserva las características más indelebles del género sinfónico, pero, por encima de ello, prevalece como canto de amor, himno a la alegría, tiempo, movimiento, ritmo, vida y muerte. Con la Sinfonía Turangalila, nos encontramos ante el principal problema que plantea la discografía consagrada a Olivier Messiaen y que es de difícil Olivier Messiaen y Reinbert de Leeuw en el Real Conservatorio de La Haya en 1986 resolución, por cuanto la dificultad proviene del supo entender bien el lenguaje de Messiaen en un momenmismo medio, la grabación fonográfica, incapaz de restituir to de plena efervescencia, en ese mismo ámbito geográfial máximo las cualidades de una música que necesita del co, de otros aportes sonoros… espacio acústico (la sala de conciertos) para desplegar toda Los cantos de pájaros, pero también una evidente rituasu riqueza. Hay instrumentos en Messiaen que son espelización del sonido, dominan las dos obras instrumentales cialmente refractarios al disco, como las ondas Martenot, siguientes, Et exspecto resurrectionem mortuorum (quizás el presentes, y de modo importante, en la Sinfonía TurangaMessiaen más despojado en su afán por alcanzar la mayor lila. Quizás no sea casualidad que la versión que mejor trapureza sonora posible) y Couleurs de la cité céleste, una duce esa combinación de alegría, ritmo y movimiento, que página especialmente contemplativa, donde el amor por lo es la de Rattle, al frente de la Orquesta Ciudad de Birmingmisterioso, lo maravilloso, se manifiesta sobre todo en el ham, para el sello EMI, cuente, como intérprete de las Marderroche de color instrumental. Sigue sin ser superada la tenot, a un músico de la talla de Tristan Murail, quien, en lectura que de Et exspecto resurrectionem mortuorum efecese año de la grabación, 1987, ya perfilaba su estilo en la tuara en 1966 Pierre Boulez al frente del Domaine Musical y escuela espectralista. Murail, junto al pianista Peter Donolos percusionistas de Estrasburgo. La antigua grabación de hoe y los excelentes músicos de Birmingham, aportan un Erato se ha convertido, así, en uno de los monumentos de color sonoro que no han alcanzado nunca las otras versiola discografía de Messiaen. Pocas veces el disco ha podido nes. Ni la lectura de Chailly/Concertgebouw (Decca), ni la expresar con tanto realismo el universo poético de este demasiado concentrada de Chung/Bastille (DG) logran compositor. Ya no se trata de recoger aquí con fidelidad el diferenciar bien los contrastes tímbricos. Queda una rareza, lenguaje basado, fundamentalmente, en cantos de pájaros, la que Loriod y Rosbaud, con los músicos de Baden-Baden sino de montar toda una serie de secuencias que se sucegrabaran en 1951, y que recoge el sello Wergo. Las ondas den de modo abrasivo: un fresco arquitectónico de asomMartenot estaban ahí a cargo de… Ginette Martenot. bro. Las pausas, además, entre las secciones y el silencio Decepciona, claro es, la toma de sonido, pero Rosbaud D O S I E R OLIVIER MESSIAEN que bordea el comienzo de cada una de las partes, llevan a una escucha absorbente. Mucho más tendente a la contemplación es la versión, en este registro, de Couleurs de la cité céleste, mas tampoco se halla una lectura posterior que supere a ésta. El mismo Boulez, en una interpretación de 1995 de Et exspecto (DG) potencia más el tejido orquestal (soberbia la formación de Cleveland) que la forma ritualista. La mejor alternativa a Boulez es Reinbert de Leeuw, quien traza una misteriosa Et exspecto, cargada de ritos ancestrales, con el Netherlands Wind Ensemble, para el sello Chandos. El ritmo adolece de cierta pesantez, pero el tono general es más que convincente. Lo interesante de esta grabación (triple CD) es que contiene las piezas de duración media del autor (Un vitrail et des oisaeux, Oiseaux exotiques, 7 Haïkaï, Couleurs…). Es atractivo comparar el amplio aliento que transmite De Leeuw, su modo naíf de abordar a Messiaen en Oiseaux exotiques, con la mirada reflexiva de Boulez, muy interesado en el comportamiento de cada nota, de cada timbre, al frente, esta vez, del Ensemble InterContemporain, en una muy valiosa grabación de Montaigne de 1988. Si el triple CD de Chandos cumple perfectamente como introducción de estas obras, el registro de Montaigne viene a ofrecer un lado más introspectivo del músico. Los Couleurs, en esta prestación, pierden algo del viejo componente ritual, para ser un estudio de posibilidades tímbricas: un Messiaen casi espectralista. Chronochromie es la menos difundida de todo este grupo de obras de Messiaen. Boulez la aborda con Cleveland (DG) de forma extraordinaria. La partitura se amolda como un guante a la personalidad del autor de Le marteau sans maître, por cuanto la pieza obedece a un plan mucho más abstracto que, por ejemplo, a las secuencias enfebrecidas de Et exspecto. Encargo de Rosbaud para el festival de Donaueschingen, Chronochromie no está exenta de una sonoridad a ratos lujuriante, como si el compositor adelantase ya el gran fresco que es Éclairs sur l’au delà. El canto de alabanza que es Des canyons aux étoiles, para orquesta, cuenta con algunos de los aportes más bellos en el tratamiento instrumental del compositor. La variedad de la textura de la masa orquestal, que únicamente suena en tutti en contadas ocasiones, los ingenios de propia invención (la máquina de viento y el geófono), y el tratamiento de los timbres instrumentales, francamente puntillistas, se recogen con una precisión muy cercana al ideal en la interpretación de Reinbert de Leeuw al frente del Asko y Schönberg Ensembles (Montaigne). La plasticidad de esta lectura no encuentra igual en la fonografía (las versiones de Chung/Radio France en DG y la de Salonen/London Sinfonietta, en la antigua CBS, son demasiado planas, apenas identificadas con el caleidoscopio sonoro del compositor). Un detalle del esfuerzo de los músicos holandeses por restituir el sentido de espacialidad que tiene la obra, es la inclusión, en el cuadernillo que acompaña al disco, de un croquis en donde se observa la situación de los grupos instrumentales. El director se halla rodeado de las cuerdas, la trompa, el glockenspiel y el xilófono. El piano está detrás de él, más cercano al público, mientras que la máquina de viento y el geófono se encuentran en los extremos, al fondo. Los sonidos nos llegan, en la grabación, filtrados por esta apuesta analítica con la que se logra potenciar el tono de modernidad que posee la obra, muy lejos ya del tono naíf de Turangalila y el ritualismo de Et exspecto. La fragmentación de la secuencia, los silencios que rodean al tejido instrumental (formidables, en Appel insterstellaire) redondean una pieza maestra. Experimentos Entre el estreno de los Quatre études de rythme y la pieza electrónica Timbres-durées, sólo hay dos años de distancia. Entre 1950 y 1952, Messiaen compone, igualmente, el Livre pour orgue: es su etapa más interesada en la experimentación, pero las diferencias, en cuanto al resultado sonoro, de estas obras, con la perspectiva actual, son notables. Si los Quatre études son mucho más sencillos de lo que hace esperar el soporte teórico (los “Modos de transposición limitada”), el Livre d’orgue es una obra que, aunque desigual y desprovista del amplio aliento de piezas organísticas posteriores, mantiene un interés grande sobre todo en la sección llamada Pièce en trio, donde el tono estático de las obras anteriores a 1940 (Dyptique, Apparition de l’église éternelle) se convierte en una dura introspección, una rara y dolorosa página que solamente la alemana Almut Rössler ha logrado traspasar al disco de forma más que convincente (sello Koch). Si en manos de Louis Thiry (en la integral de Jade), la sección, y en general, todo el Livre, parece responder a un ámbito meramente especulativo, sin resaltarse los matices, Rössler extrae del discurso de Messiaen una rara intensidad. Es un momento especial en toda la discografía dedicada al compositor francés y es una lástima que esta veterana organista no se haya prodigado más en la grabación de obras del músico (sólo existe, también en Koch, un disco consagrado a las primeras y breves piezas y a la Nativité). En los Quatre études de ryhtme, y más aún, en sus dos primeras secciones (Île de feu), Messiaen refuerza el componente rítmico. El pianista ha de cuidar más el tono percutido que la paleta de colores brillantes. Angela Hewitt lo resuelve bien en su interpretación para el sello Hyperion. Esa misma violencia, que es expresada aquí por el empleo de notas irregulares, es mucho más explícito en la pieza electrónica Timbres-durées, donde Messiaen procede por medio de la alternancia de secuencias de ritmos muy marcados. Son bloques sonoros muy primarios, demasiado parejos entre sí, con lo que el resultado es desigual, decepcionante. Timbres-durées es, en la práctica, 143 D O S I E R OLIVIER MESSIAEN 144 una realización de Pierre Henry, quien asiste a Messiaen en el estudio de Radio France. La aventura electrónica de Messiaen es desafortunada, no añadiendo nada al mundo de sonidos concretos que por esas fechas exploran Schaeffer y el propio Henry. Por momentos, la obstinación en la repetición de los ritmos hace pensar en el Henry de la Misa por el tiempo presente, la pieza más ligera y pop de esa época, pero, en conjunto, Timbresdurées acusa de mala manera el paso del tiempo. La pieza se encuentra en el estuche, de reciente publicación, Archives GRM (Ina), con motivo de los 50 años de la creación del grupo experimental que nace siguiendo las enseñanzas de Pierre Schaeffer. Justo seis años antes de la presentación de los modos en los Quatre études, se estrena Visions de l’Amen (mayo de 1943). La gran novedad de Visions, más allá del rico tejido polifónico que asegura la escritura para dos pianos, es el empleo, por primera vez en Messiaen, de un tema cíclico que asegura la unidad perfecta de la obra. Aquí, el tema es el de la Creación, análogo al de un coral y compuesto de cuatro grandes frases, de cuatro períodos cada una. A pesar de que la versión discográfica de De Leeuw/Maarten Bon (Montaigne) pueda parecer, en un principio, algo mecánica, su interpretación de Visions destaca sobremanera por encima de las demás, al desproveer a la pieza de todo poso sentimental, que es, por ejemplo, en lo que caen Rabinovitch y Argerich (EMI). Abogan De Leeuw y Bon por reforzar los silencios. El discurso deviene aquí, a diferencia del registro de EMI, no un conjunto polifónico, sino una cadena de sonidos rodeados de misteriosos e impenetrables silencios, lo que hace de su lectura un objeto sonoro ampliamente seductor. Quizás más lograda en cuanto al efecto de espacialidad, la versión de Uriarte y Mongrovius (Wergo) es igualmente interesante, con un sentido de la musicalidad que, por momentos, puede echarse de menos en De Leeuw, tan obsesionado como está el pianista holandés por el aspecto analítico de la obra. El potencial sonoro de que hace gala, en cualquier caso, esta lectura de Montaigne, le hace ser la primera opción. En las Vingt regards sur l’enfant Jésus, obra concebida fundamentalmente como un libro de música para piano, el propio autor restringe todo su habitual arsenal de color y luz. El resultado es más una extensa composición pensada para el despliegue virtuosista del intérprete que como un estudio de formas, como era el caso de Visions. Loriod, en el sello Erato, se muestra mucho más serena, al abordar la compacidad de esta obra mastodóntica (más de dos horas de duración), que Roger Muraro, quien abusa del tempo rápido, en el registro de Accord. En el Catalogue d’oiseaux, Messiaen da un paso adelante con respecto a las Vingt regards. El secular “tema” lo sustituye por los complejos de colores y de ritmos y los cantos de pájaros, que escapan a las estruc- turas formales de la tradición musical para aproximarse a las del canto llano gregoriano y el raga de India, a la vez que representan el elemento dinámico de una música que, destinada a evocar paisajes, con ayuda de modos coloreados, permanece siempre y fundamentalmente estática. Así lo entienden Anatol Ugorski, en el titánico y feliz acercamiento que hace a la obra (DG), y Carl-Axel Dominique, quien, desde un sello más modesto (BIS) realiza una no menos precisa lectura del Catalogue, con momentos especialmente memorables: Le traquet stapazin, pero también La fauvette des jardins, la pieza que complementa las dos grabaciones, y que, aunque eclipsada por las dimensiones del Catalogue, no desmerece en inventiva dentro de un marco reconocible: color y mínima progresión armónica. Dominique tal vez no alcance los fuertes contrastes entre tonos de luminosidad de que hace gala Ugorski, pero su aportación bien merece conocerse. El empleo de la voz es más restringido en la obra de Messiaen. Sus ciclos de mélodies son contados y se reducen al período 193645. Con todo, tanto el conjunto de piezas vocales Poèmes pour Mi, como los Chants de terre et de ciel y Harawi constituyen auténticos hitos en el repertorio vocal del siglo XX, no en vano para Messiaen el canto ha significado siempre la expresión fundamental de la música misma. El propio compositor es autor de los poemas, de los que Chants y Poèmes se revelan como los ciclos más interesantes, donde Messiaen alcanza un mayor grado de intensidad, quedando Harawi como un ciclo más irregular, aunque también, en su diversidad, nos ofrezca en realidad la cara más alegre y despreocupada del músico (Doundou Tchil, L’amour de Piroutcha), junto a la más evanescente (Amour, oiseau d’étoile). Aunque tanto la integral discográfica de estas mélodies (Command/Petit, en EMI), como las versiones de Yakar/Loriod y María Orán/Loriod (Erato), siguen siendo de referencia, las interpretaciones que realizara, ya en los años 80, Jane Manning, junto al pianista David Miller, para Unicorn-Kanchana, aportan un sentido dramático, gestual, si se quiere, que no poseen aquellas viejas grabaciones. La vitalidad y la amplia expresividad de Manning hacen, además, que las canciones de Messiaen parezca que no llevan fecha de composición: son piezas atemporales, como hay pocas en el catálogo del autor. Hacia las estrellas La gran tapicería sonora La Transfiguration de notre Seigneur Jésus-Christ es de 1969, cuatro años después de Et exspecto, con la que hace de puente entre el ritualismo de esta pieza y la explosión de color y canto que será Saint François d’Assise. Hay momentos en que, por su entramado, esta magna obra que es La Transfiguration deja percibir ecos de las antiguas pasiones de Bach... (papel protagonista del coro, seccio- D O S I E R OLIVIER MESSIAEN nes monolíticas, cerradas sobre sí mismas), pero, sobre todo, hay un signo especial en ella, y es que por vez primera Messiaen maneja un texto sacro que se convierte en verdadera sustancia del discurso musical, no un apoyo. Se preferirá, en el soporte fonográfico, la suntuosa, abrasiva versión que Loriod/Van Gijsegem/Holthaus y los músicos y el Coro de la Radio de Hilversum, dirigidos por Reinbert de Leeuw, grabaran para Montaigne, pues la única versión que se le acerca, la de Loriod/Orquesta de Washington/Dorati (Decca), ha perdido toda intensidad con el paso del tiempo. Saint François d’Assise, la única obra de Olivier Messiaen destinada a ser representada normalmente como ópera, aunque casi habría que considerarla mejor como especie de Gran Misterio Medieval, ha sido recogida en disco en tres ocasiones. En ninguno de los casos se logra plenamente trasladar al medio fonográfico la magnificencia que exhibe esta música. La versión de Nagano/Hallé Orchestra/Schönberg Chor (DG) puede ser la más equilibrada, pero en ella se echa en falta el fervor que transmite la primera, la de las representaciones en la Ópera de París en 1983 y grabada por Cybélia (Ozawa, en la dirección). Aquí, Van Dam es un Saint François en plenitud de facultades, junto a un grupo de solistas (Riegel, Philippe, Edu-Pierre) que conducen la obra hacia un enfebrecido clímax devocional. La débil toma de sonido, con toda suerte de ruidos de sala, no impide señalarla como la más fiel al espíritu que alienta la obra. La lectura de Nagano/Hallé, en el segundo montaje de Sellars en Salzburgo, responde más a los cánones de una ópera convencional que al imaginario de Messiaen, lo que le ocurre igualmente a la versión holandesa (Nagano/Kamerkoor/Radio Kamer Orkest: sello KRO), empobrecida por una escuálida separación de los planos sonoros. Hans-Ola Ericsson es quien ha sabido recoger mejor en disco (sello BIS) el tono hedonista y sensual de las tres primeras creaciones organísticas de Messiaen: Banquet celeste, Dyptique y Apparition de l’église éternelle. En los tiempos lentos de L’Ascension (mucho más desarrollados que en las piezas inmediatamente anteriores, y que miran más hacia el Messiaen del futuro), Ericsson encuentra dos grandes rivales: Hakim, en la integral del sello Jade y, sobre todo, a Almut Rössler, quien, en el mismo registro de Koch que también contiene el alucinante Livre d’orgue, impone una musicalidad distinta, ajena al gusto dominante de todos los organistas en su acercamiento al compositor. Rössler se sale del esquema meditativo para sugerir rasgos más modernos al Messiaen de los años 30. En La Nativité du Seigneur, Ericsson (BIS) es preferible a Bate (Jade), pues los técnicos del sello BIS ofrecen una más convincente sensación de profundidad del sonido. Les corps glorieux es la más equilibrada de todas estas piezas, con momentos culmi- nantes, como el extenso y febril Combat de la mort et de la vie o la conclusión, un inmarcesible canto monódico, Le mystère de la Sainte Trinité. Excelsos, tanto Gillock (Jade) como Innig, en una lectura, este último, mucho más reflexiva (MDG). Esta de Innig es la integral que se prefiere (trabajo sobre el sonido especialmente riguroso, comentarios muy pertinentes en los cuadernillos de los discos), seguida, en el sello BIS, de la de Ericsson, quien es también autor de la más completa versión de las Méditations sur le mystère de la Sainte Trinité, esta vuelta de Messiaen al tono meditativo e intensamente poético de los años 30. La integral del sello Jade tiene la interesante particularidad de estar integrada por diferentes organistas: Ericsson, Gillock, Thiry, la misma Bate, quien corre a cargo, por su parte, de la versión más vívida del Livre du Saint Sacrement, la grabada por el sello BIS. Hay mucho de fantasía sonora en este registro del sello escandinavo del Livre, hasta el punto de que, en la escucha, se piensa más en la formidable presencia del instrumento que en las verdaderas cualidades de esta música. Innig va más lejos que Bate y Ericsson, y en su integral pone un colofón de lujo con una exacta combinación entre canto devocional y rigor en la toma de sonido. No han sido pocos los músicos que han intentado atrapar el ritmo estático, natural y la reiteración de los ciclos temáticos que se hallan en el Cuarteto para el fin del tiempo. La versión que mejor representa tanto la desesperanza como la serenidad que habitan en esta obra, compuesta en circunstancias extremas, es la de Gawriloff, Deinzer, Palm y Kontarsky (EMI). Junto a ella, merecen escucharse, igualmente, las clásicas de Loriod, Meyer, Poppen y Manuel Fischer-Dieskau (EMI), la firmada por el propio autor, con Vencellier y Pasquier, en una grabación histórica, de 1952 (Adès), la comandada por Barenboim en DG y, más recientemente, la interpretada por el cuarteto Messiaen en el sello Pierre Verany. La impresionante percusión, los efectos del eolífono, las explosiones de la masa sonora (especialmente, en Les étoiles et la Gloire) y el lirismo exacerbado de los temas lentos con que se forja el broche final del catálogo de Messiaen, Éclairs sur l’au Delà, luce en todo su esplendor en la interpretación de Chung/Bastille (DG), mucho mejor compensado el sonido que en la demasiado vehemente lectura de Wit/Katowice (Jade) y en la visión un tanto intrascendente de Porcelijn/Sydney (ABC). Anatol Ugorski: “El pensamiento musical de Messiaen se distingue por la evocación de los fenómenos primarios que forman parte del despertar musical de un niño. Es una manifestación soberana de que la música puede ser portadora de los sentidos y estar más allá del mundo de las formas y de la simple imitación”. Francisco Ramos 145 ENCUENTROS CHARLES MACKERRAS: 146 Fotos: Juan Antonio Llorente “ME DEPRIME LO ESTÚPIDO DE MUCHAS PRODUCCIONES DE ÓPERA” ENCUENTROS CHARLES MACKERRAS E l cielo es tan azul que, de no constatar que se circula por la izquierda, creeríamos atravesar un paraje de la meseta castellana al recorrer las escasas 50 millas (la unidad de longitud aquí se impone) que separan al aeropuerto de Edimburgo de Perth. En esta localidad de algo más de 40000 almas, cuyo nombre significa la bella, a un paseo de la Abadía de Scone —de donde procede la legendaria Piedra del Destino, sobre la que se coronó a los reyes escoceses y se continúa coronando a los monarcas británicos— sir Charles Mackerras (Schenectady, Nueva York, 1925) graba tres de los cinco conciertos para piano y orquesta de Beethoven con la Scottish Chamber Orchestra y el portugués Artur Pizarro como solista. La acústica del pequeño auditorio con que cuenta el lugar les ha parecido idónea para este propósito al maestro de raíces australianas y a Linn, sello discográfico al que en los últimos tiempos ha asociado su nombre. Puertas cerradas a cal y canto para evitar el mínimo ruido; un improvisado estudio en el que James Mallinson y Philip Hobbs se afanan por calibrar el sonido idóneo para el compositor de Bonn. A pesar del cansancio acumulado tras los conciertos de rodaje previos, tras la sesión del segundo día, el Maestro Mackerras —sir Charles desde que en 1974 fuese nombrado Comendador de la Orden del Imperio Británico —, se entrega a una conversación con SCHERZO. Camisa gris azulado, chaleco con solapas en cuyo bolsillo emerge la familiar estrella que corona la pluma destinada a las anotaciones de la partitura de trabajo, se dispone a una larga conversación trufada con risas y con sorprendentes destellos de su proverbial memoria. ¿Cómo se explica un australiano nacido en Nueva York fijase su residencia en Inglaterra? Mis raíces están, efectivamente, en Australia, de donde me vine en 1947, cuando terminó la Segunda Guerra Mundial. Desde entonces he vivido en Londres, con la excepción del paréntesis entre 1966 y 1969 que pasé en la Ópera de Hamburgo, con el famoso director Rolf Liebermann como intendente. Yo fui kapellmeister, la segunda posición en la escala de directores. Trabajando con Liebermann aquellos años, me lo pasé muy bien y aprendí mucho. De haber seguido los consejos que le dio Ormandy de formarse en Estados Unidos, ¿todo habría sido distinto en su vida y en su carrera? Muy distinto, claro que sí. Ormandy estuvo en Australia cuando yo era muy joven para dirigir algunas de las orquestas locales más importantes, en las que introdujo grandes cambios. Cuando nos conocimos, le enseñe una composición mía, que quiso dirigir a una de aquellas orquestas. Entonces me aconsejó que me fuese a completar mi formación en la Juilliard School de Nueva York. Y es que, a pesar de haber nacido en Hungría, estaba muy americanizado, lo que le llevaba a creer que todo lo que tuviese que ver con Norteamérica era lo mejor. Estoy de acuerdo con que allí están algunas de las mejores orquestas del mundo, pero la idea no me atrajo. Ahora, con el tiempo, me siento muy feliz por haberme venido a Europa, porque prefiero este lugar. Claramente, se encuentra bien aquí. Está claro que sí, lo que no quita que haya trabajado mucho y con mucha frecuencia en Estados Unidos. Y que me lo haya pasado muy bien dirigiendo en el Met de Nueva York y, particularmente, en la Ópera de San Francisco, con la que he mantenido una relación muy especial durante bastantes años. Pero ya no voy a volver por allí. Creo que ya voy a trabajar sólo en Inglaterra, al menos en Europa, el tiempo que me quede de vida. ¿De dónde le llegan la mayor parte de sus invitaciones en estos momentos? Trabajo mucho con la Philharmonia en Londres, también con la orquesta de instrumentos originales El Siglo de las Luces, que dirijo de nuevo en estos días y, claro está, con la Scottish Chamber Orchestra con la que mantengo unos lazos firmes. Por otra parte, al haberme especializado en la música checa, con Dvorák y Janácek a la cabeza, también he trabajado con asiduidad con la Filarmónica Checa. Sin olvidar todas las veces que recientemente he dirigido a la Filarmónica de Viena, con la que regreso el día 18 de este mes para el que será el último concierto público de Alfred Brendel, que ha elegido hacerlo frente al público vienés. Hicimos juntos ya su último concierto londinense o, más bien, inglés, con la Philharmonia, en el que interpretó el Jeunehomme, de Mozart. Un momento muy emotivo, como lo fue cuando lo dirigí el pasado agosto en su despedida también del Festival de Edimburgo. Después de todo eso, ha querido que sea yo quien comparta con él ese concierto tan especial de Viena, que supone su despedida de los escenarios. En resumen, ¿cuál es su situación “laboral”? En este momento no soy titular de ninguna orquesta ni de ningún teatro de ópera. Ahora me muevo por libre, trabajando como invitado por todas partes, sin dedicación permanente en ninguna. Con todo y eso, en la Philharmonia Orchestra me han nombrado algo así como Director Laureado y también principal director invitado. El mismo puesto que ocupé en la Filarmónica Checa hasta que me llegó la oferta de la Philharmonia y decidí dejar aquel. Pero este mismo mes vuelvo a Praga para unas grabaciones y de paso a dirigir algunos conciertos con aquella orquesta con la que mantengo una larga relación. Hace un par de meses recibía el nombra- miento de presidente honorario del Festival de Edimburgo, cargo que hasta ahora sólo había ocupado Menuhin. Así es. Eso me acaban de nombrar [sonríe, y se iluminan los ojos oscuros del maestro, que ya acusan el cansancio acumulado de las últimas jornadas]. Cuando le dieron ese cargo, Jonathan Mills dijo que usted mismo era todo un festival, haciendo referencia sin duda a la cantidad de parcelas en las que se mueve. Como la danza, que pocos de sus colegas cultivan. [Más risas]. Es cierto que me gusta mucho, aunque en los últimos tiempos apenas dirijo montajes balletísticos. Pero en mi vida me he enfrentado con muchos desde que era muy joven. Hasta me atreví a comienzos de los años 50 a hacer para John Cranko mis propios arreglos de Pineapple Poll y The lady and the fool, sobre música de Sullivan y Verdi, respectivamente. Y no hace tanto ha dirigido para la compañía de Kilian y para el Cullberg Ballet. Es verdad… Con la Filarmónica Checa, que era la primera vez que se metía a trabajar en el foso de un teatro, interpretamos para el ballet de Jiri Kilian la Sinfonietta de Janácek y la Sinfonía de Réquiem de Britten. Otra de sus especialidades es la opereta. Claro que sí. Soy un experto en Gilbert y Sullivan. En los proms del año que viene voy a hacer una obra de ellos, Patience, semiescenificada. ¿Conoce algo de la zarzuela? Sólo por haberlas escuchado en grabaciones, nunca he tenido la ocasión de ver ninguna representada. Un antepasado suyo escribió una ópera con argumento español. ¡Don Juan de Austria! —dice con voz solemne, antes de reír. No sé mucho de aquella obra, pero tengo idea de que era más bien una opereta. Pensando en conciertos con pedigree , usted fue el primer no nacido en Inglaterra que dirigió una última noche de los Proms; el encargado de inaugurar el Auditorio de la Ópera de Sydney… 147 ENCUENTROS CHARLES MACKERRAS … de ese concierto de 1973, todo con música de Wagner y con Birgit Nilsson cantando, existe una grabación, que ha salido a la venta hace poco… …sin embargo, a pesar de su relación con los filarmónicos vieneses, nunca ha sido invitado a inaugurar un año con ellos… …y creo que probablemente ya es muy tarde para que lo hagan. Este año llamaron a su colega Prêtre. También es verdad, y también tenía 83 años, los que yo ahora. ¿Con la Filarmónica de Berlín trabaja de modo regular? Claro que sí. En los últimos años les he dirigido tres conciertos, pero ahora, en principio, no tengo ninguna invitación, por aquello de que creen que estoy pensando ya en jubilarme. ¿Nunca le han invitado de una orquesta española? En alguna ocasión, creo que sí. Pero nunca he dirigido orquestas españolas, no sé por qué. Y para eso pienso que probablemente ya es también muy tarde. Me parece que soy demasiado viejo para empezar a trabajar con otra orquesta. Siempre que he ido a su país ha sido con las orquestas con que habitualmente trabajo, como la English Chamber, la del Siglo de las Luces, la Scottish Chamber, y con el Coro de la Philharmonia. Recuerdo haber estado sobre todo en Barcelona, que creo que se sigue considerando España [más risas]. Puesto a recibir tal hipotética propuesta, podría ser para una ópera. En estos días el Teatro Real de Madrid ha programado esa Katja Kabanova que tanto le ha marcado. Ese título de Janácek lo he dirigido incluso en Sudamérica. Concretamente en el famoso Teatro Colón de Buenos Aires, donde me invitaron en una ocasión hace ya muchos años. Su idea era hacer allí El caso Makropulos, pero lo más curioso de todo es que lo querían hacer en alemán. Entonces hablé con el Intendente y le propuse hacerla en checo, habida cuenta que, al fin y al cabo, el alemán no es tampoco la lengua madre de Argentina. ¿Hasta qué punto le ayudó en sus comienzos como director haber formado parte de una orquesta como oboísta? 148 Mi formación en ese instrumento cuando vivía en Australia, me sirvió a mi llegada a Inglaterra con 21 años para encontrar un trabajo en la Orquesta de la Sadler’s Wells Opera, para una gira en la que tocaba como segundo oboe, y también corno inglés, además de asumir el trabajo de repetidor. El siguiente paso fue nombrarme director para tres años. A la vista de aquella experiencia en mis comienzos, puedo decir que para llegar a ser un buen director creo que tienes que haber pasado antes por los atriles como músico. Ahí es donde adquieres la mayor experiencia, observando qué es lo que hace el director cuando tocas con el resto de tus compañeros. Desde mi puesto, siempre me fijaba en qué hacía el maestro y eso fue decisivo para mi futuro en el pódium. Ser un director que interpreta, sin limitarse a leer lo escrito en la partitura… Porque de ese modo vas dándote cuenta de que lo que hace pasar un director a buen director es la capacidad de emanar su sentimiento, logrando transmitirlo a los músicos que tiene frente a él. A fin de cuentas, el ideal de un buen director es conseguir que los músicos toquen del modo en que tú lo harías para obtener el resultado al que aspiras. En las orquestas modernas a nadie le tienes que decir qué debe hacer, porque todos son muy buenos músicos. Cualquier orquesta con experiencia en la actualidad podría tocar lo que fuera sin un director. De ahí que, quien se responsabilice de ese cometido, lo que tiene que hacer es transmitir su personalidad de tal manera que sea capaz de inspirar a los integrantes de la orquesta para que toquen aquella música del modo en que el director la siente. Incluso si ellos mismos no la sienten así, tu capacidad de inducción debe hacer que los músicos reaccionen para conseguir los resultados que tu pretendes. ¿Tiene directores referenciales? ¿Modelos a imitar? En muchas ocasiones he dirigido como hacen otros lo que a mí me gusta. Eso podría ser visto por algunos como una imitación, sin que yo imite a nadie. Lo que no puedo negar es que a veces experimento influencias de otros directores. Por supuesto que en el repertorio checo reconozco la gran huella que en mí dejó Václav Talich, que me produjo esa clase de inspiración a la que aludía, que desprenden las figuras de muchos de los grandes directores. De ellos, considero que el más inspirador de todos para mí ha sido Furtwängler. No quiero decir que yo dirija a Beethoven, Brahms o cualquiera de las grandes obras de los compositores alemanes como él lo hacía. En absoluto. Pero siempre he dicho que Furtwängler fue uno de los directores más grandes de todos los tiempos. Lo admiré muchísimo por los increíbles efectos que imprimió a las orquestas, como se puede percibir cuando se escuchan sus grabaciones, donde está esa inspiración a la que aludo. Para los músicos, ¿sir Charles Mackerras es un tirano o un demócrata? Creo que un demócrata. Al menos lo intento convencido de serlo. También es cierto que me gusta trabajar con orquestas que se sienten atraídas por el trabajo razonado conjuntamente. Y por eso es por lo que me gusta volver a dirigir aquellas con quienes me dan la posibilidad de ejercerme de ese modo. Es el caso de los músicos de El Siglo de las Luces, a los que no les gusta involucrarse en los resultados sin formularse preguntas sino aportando sugerencias, y eso está muy bien. En otras orquestas le dicen al director, en este caso yo, qué es lo que quiere que hagan, y eso no me gusta tanto. Prefiero con mucho intercambiar ideas con los integrantes de la orquesta. Se dice que muchos críticos encubren directores frustrados, Alguien que con 13 años hacía sus pinitos componiendo y hoy edita partituras ajenas ¿es un compositor frustrado? Aquello era una ópera, sí, pero en un estilo nada original. Siendo un niño escribía cosas, pero al estilo de Mozart, Beethoven o Haendel. No eran tan originales como para haberme nombrado por ellas kapellmeistermusik [nuevas risas]. A lo largo de los años insistió en la composición, no obstante. Pero mi música es muy “a la manera de”, influenciada por otros creadores, posiblemente como inercia después de haber dirigido en tantos años todo tipo de músicas. Cuando me pongo a escribir aparecen cosas que, como es fácil imaginar, se parecen a Mahler, Janácek, Strauss… Por ahí van los resultados. Si en los comienzos de su adolescencia escribió una ópera es porque apuntaba su amor por el arte lírico. Por supuesto, y puedo decir que ENCUENTROS CHARLES MACKERRAS me considero como un auténtico director de ópera. El único problema hoy, y me entristece, es lo estúpido de muchas producciones que, desde mi punto de vista, arruinan los resultados de la obra. Incluyo en este juicio el modo en que a veces escenógrafos y directores escénicos cambian los argumentos, decidiendo por ellos mismos sin contar con lo que dejó el compositor y eso es un disparate. Hasta el punto de que, cuando veo ciertas cosas, me acabo deprimiendo al pensar cómo se plantean las producciones. ¿Está alineado con el grupo de directores que defiende la ópera en versión de concierto? Sí. Y si me gusta tanto en ese formato es porque cuando lo hago sé que no tendré que enfrentarme a problemas con el director de escena, después de haber visto producciones horrorosas, imposibles de admitir para mí como músico. En uno de los teatros en los que todavía me siento cómodo trabajando es en el Covent Garden donde se puede decir que las producciones no son malas. Por lo menos no muy malas. ¿Por eso accedió a abrir allí esta temporada con Don Giovanni? Y puedo decir que, en mi opinión, se trataba incluso de una producción verdaderamente buena. ¿No tiene usted una espina clavada con el Covent Garden, donde nunca ha sido director titular? Lo que ocurrió es que cuando realmente pude haber sido nombrado director musical titular o director artístico acababa de aceptar ese puesto en el Coliseum para la English National Opera. No estoy enfadado en absoluto. Claro que en algún momento pensé que me gustaría que me volviesen a llamar para uno de aquellos puestos, pero no me importa que no fuese así. Prueba de mi actitud es que llevo cincuenta años dirigiendo óperas en el Covent Garden, siempre, eso sí, como invitado. Desde la experiencia ¿piensa que el director más completo es aquel capaz de moverse cómodamente tanto en el terreno sinfónico como en el lírico? Claro que suscribo esa opinión. Un director, como cualquier solista, debe tener un repertorio amplio. Aunque el trabajo en la ópera es muy duro. Puestos a buscar un equilibrio, lo ideal sería dividirte a partes iguales en cada campo. Pero, como decía, antes que encontrarme con una producción deprimente, programo las óperas en concierto. En algún momento ha comentado que el tratamiento de las voces no puede ser el mismo que el que se concede a los instrumentos de la orquesta. Porque es así. En ópera hay que saber diferenciar los momentos en que eres el jefe y esos otros en que debes ser el acompañante. Esas sensaciones se van adquiriendo a base de experiencia y sentimientos. A veces, el director tiene que ser simplemente alguien que se pone al servicio de acompañar a los cantantes y otras lograr que sean los cantantes quienes le sigan. En el caso concreto de Puccini, pero también en Verdi y Donizetti, lo más habitual para el director es convertirse en acompañante de las voces. ¿Quiénes son más obedientes, los instrumentistas o los cantantes? ¿Hay divos en ambos casos? Con los solistas algunas, raras veces, pueden surgir discrepancias. Pero, como se sabe, hay muchos cantantes que se comportan como divos. Con frecuencia, tenores. ¿Recuerda haber tenido problemas con alguno? Me acuerdo de una discusión con Pavarotti una de las veces que lo dirigí. Fue en Un ballo in maschera al hacer una pequeña variante en la unión de las notas al final del quinteto del segundo acto. En ese momento me dijo: “Maestro ¿qué pasa con mi aria?”, y le respondí “¿te refieres al quinteto?”. Y es que él consideraba su parte allí como un aria. Es una de las pocas diferencias que recuerdo, porque por lo general me ha gustado mantener una buena relación con los cantantes. Igual que con los músicos de la orquesta, lo que no quita que unos sean más amigos míos que otros, aunque yo tiendo a ser tan afable con unos como con otros. ¿Ha trabajado con voces españolas? Naturalmente. Con Domingo, Carreras, Caballé…, todos ellos cantantes de primera clase, reconocidos como tales en todo el mundo. Y me acuerdo mucho de las veces que dirigí Cherubino, Dorabella y ¡ohhh! [dice poniendo énfasis superlativo]… Cenerentola a Teresa Berganza, que es una artista maravillosa. Después de haber mantenido vínculos destacados con cantantes de la pasada generación, con Janet Baker, Marilyn Horne o su compatriota Joan Sutherland a la cabeza. ¿Cuál es su opinión de las de la nueva hornada, con las que está trabajando, como Ian Bostridge, Bryn Terfel… …a Terfel lo dirigí en su primera ópera, cuando era muy joven. Un Così fan tutte en la Wells National Opera. Compartí su debut como cantante operístico. …también ha trabajado con Magdalena Kozená. Y cuando vuelva a Praga con la Orquesta Filarmónica Checa, volveremos a coincidir, porque ella es también checa. Como lo es de raíces Renée Fleming, a quien usted también conoce. Respecto a eso le voy a contar una anécdota. Cuando grabó Rusalka conmigo, una de las ninfas, con la que nunca coincidió durante las sesiones, casualmente se llamaba igual, creo, que su abuela materna. [tras un esfuerzo para constatar la fama de privilegiada memoria que le avala]… su abuela era Bures y la ninfa se llamaba Dana Buresová. Para alguien que hace más de medio siglo se preocupaba por la interpretación históricamente informada y dejando constancia de ello en grabaciones como su Mesías , ¿qué valor tiene el término “autenticidad” como hoy se utiliza? Creo que en el fondo es importante, aunque la gente lo lleva demasiado lejos. Por supuesto que las orquestas que utilizan instrumentación de época intentan tocar en el estilo en que imaginan cómo se haría en los tiempos de Beethoven, Haendel, Bach o quien sea, pero también creo que el término autenticidad se ha usado a veces en exceso. La cuestión es si un músico puede sentir lo que probablemente sintiera un músico de otra época, imaginando cómo reaccionaría ante una partitura determinada un colega de los BERGANZA, POR ALUSIÓN Si Mackerras evoca con cariño a Teresa Berganza, la mezzo madrileña también guarda buenos recuerdos de las veces en que trabajaron juntos. Recuerda especialmente lo que ocurrió en una de ellas, durante los preparativos de Cenerentola en la Ópera de San Francisco. “Después de un primer ensayo, me mostró sobre una partitura los adornos que él había introducido, diciéndome que me los aprendiese para que el siguiente día los cantase tal y como allí estaban escritos. Me llevé la partitura conmigo y, en el posterior ensayo, al llegar el momento lo canté exactamente igual a como lo había hecho la primera vez que pasé el papel. Mackerras paró la orquesta y se dirigió a mí, preguntándome por qué no lo había hecho tal y como él me había indicado. Ni corta ni perezosa le contesté. —No te lo vas a creer: Maestro, pero esta noche se me ha aparecido Rossini y me ha dicho “Teresa, no hagas lo que te dice Mackerras. Tú interpreta el papel como siempre lo has hecho… que para eso te he elegido a ti para que me cantes”. Los músicos de la orquesta se echaron a reír, aplaudiendo mi broma. Y él no se enfadó, porque siempre fue conmigo muy rico y muy cariñoso”. 149 ENCUENTROS CHARLES MACKERRAS siglos XVIII o XIX, que podría haber pensado acerca de esa música. Eso es lo que llaman autenticidad, término que a mí personalmente no me gusta utilizar. La moda en los últimos años siguiendo la tendencia de ciertos directores consagrados, desde Celibidache a Harnoncourt, parece apuntar a que los tempi más lentos son más puros. ¿Cree que eso ocurre hoy? Sin querer criticar lo que hacen mis colegas, diría que los tempi que utiliza Harnoncourt me resultan bastante extraños, y sin embargo él pensará que lo está haciendo como se debe. El caso de Celibidache es distinto. Sus tempi eran terriblemente lentos. Pero es que, como le ocurría a Furtwängler, le concedía un sentido a lo que estaba haciendo, algo que si yo intentase hacer no funcionaría. Un ejemplo: cuando fui director de la Ópera de Hamburgo, a veces me tocaba dirigir ballet. Un día se presentó uno sobre la Sinfonía Inacabada de Schubert y cuando me puse a dirigirlo, lo hice de un modo tan horriblemente lento que a mí mismo me sonaba ridículo. Entonces me di cuenta de que el coreógrafo había trabajado sobre la versión grabada por Furtwängler, que era lentísima. Pues bien, cuando él la dirigía sonaba maravillosamente, pero si yo me proponía hacerlo así, el resultado era catastrófico. Los tempi de Furtwängler adoptados por mí eran espantosos. Esa cuestión del tempo es muy personal. Si Furtwängler, Celibidache o Harnoncourt logran dar sentido a lo que están haciendo; si son capaces de controlar la obra con tal lentitud, convenciendo al público y a los músicos, su idea es totalmente válida. Decía que mi director favorito es Furtwängler, y a pesar de todo, mi manera de entender la música de los compositores alemanes es totalmente distinta de la suya. A pesar de que me encante el modo en que él se comportaba y que el sonido que conseguía es fantástico. Picasso decía “Yo no busco, encuentro”. Usted fue a Praga siguiendo las huellas de Mozart, y se encontró con Janácek. 150 [Risas]. Realmente no fue así. De repente me ofrecieron una beca para ir a Praga, cuando ya era un poco tarde para que yo me pusiese a estudiar. Más, en esa ciudad en la que nunca había pensado hasta que un día, en un restaurante, leyendo la partitura de una Sinfonía de Dvorák, un hombre que me vio vino a ofrecerme una de las seis becas que tenía para que estudiantes de Inglaterra fuesen a formarse a la capital checa. Aunque mi idea era haber regresado poco después a Australia, de donde procedo, me convenció diciendo que la vida musical en Praga era maravillosa. En parte porque a pesar de aquellos momentos de terrible ocupación de la II Guerra Mundial, aquella ciudad no había sido destruida, en contra de lo que había pasado con otras maravillosas ciudades musicales, reducidas a escombros. Como Leipzig o Dresde. ¿Por qué nosotros, los británicos, bombardeamos Dresde cuando la guerra estaba claramente decidida? ¿Por qué tuvo que ir Arthur Harris, a quien llamaban Bomber [el bombardero], porque le encantaba lanzar bombas sobre todo lo que se le ponía por delante, a destruir una de las ciudades más bonitas del mundo? Encima, cuando la guerra estaba prácticamente terminada. preguntarle por su relación con los músicos contemporáneos, habiendo estrenado hace exactamente medio siglo El Diluvio, de Britten. Incluso he leído que ha dirigido a Kurtág… ¿Janácek es su hallazgo más valioso? ¿Cuántos discos lleva grabados? Estoy convencido de ello. Cuando me muera, que será probablemente pronto [risas], dirán que yo descubrí a Janácek para Occidente. Todo el mundo sabe que Haendel y Mozart son grandes compositores, y nadie dirá que si los ha descubierto ha sido por mí. Lo de Janácek es otra cosa. Varios centenares. La cifra exacta no la recuerdo, y debería. Hasta tal punto se contagió que se dice domina el idioma checo. Digamos que lo hablo bastante bien. Es una pena que se me esté olvidando por tener que utilizar el alemán con mucha frecuencia. Pero cada vez que vuelvo a Praga, recupero esa lengua. Habla de Janácek, pero hay muchos Janáceks si damos un paseo por su obra, especialmente sus óperas: desde Jenufa a Desde la casa de los muertos. ¿Se queda con alguno en particular? Es verdad que es un músico plural, y me gusta todo lo que escribió. Pero debo confesar que Desde la casa de los muertos, sin dejar de reconocer su grandeza, es para mí la menos favorita de sus óperas. De todas ellas considero su obra maestra es Jenufa, que es una auténtica joya. …nunca he dirigido a Kurtág, ¿dónde ha visto escrito eso? En el discurso de Jonathan Mills, cuando le presentó como el nuevo Presidente de Honor del Festival de Edimburgo. Pues sintiendo contradecirle, diré que estaba equivocado. Es cierto que en un concierto que dirigí se incluía una obra de Kurtág, pero de esa pieza se hizo cargo Garry Walker, un director escocés. La música contemporánea prefiero dejar que la dirija gente más joven. Mi experiencia con la obra más reciente diría que acaba en Bartók, Britten y Shostakovich. ¿Entre ellos están los Conciertos para piano de Beethoven, de quien acaba de grabar los tres últimos con Artur Pizarro? Nunca al completo. Así como el Concierto de violín lo he grabado en dos ocasiones, las mismas que la integral de sus Sinfonías. De los de piano, sólo han sido el Segundo y el Cuarto. Pero los he dirigido muchas veces. ¿Con su amigo Brendel? Fue con Nikolai Demidenko con quien los grabé hace muchos años para Hyperion. Pero al revisarlos quise introducir cambios, sobre todo en el Cuarto. La primera vez que grabó las Sinfonías de Beethoven lo hizo en estudio; la segunda, en directo, tuvo resultados sorprendentes ¿Cómo no ha recurrido al vivo para los Conciertos? ¿Lo prefiere así? Mucho. Lo que pudiéramos llamar el verismo checo. Es una obra muy original, como La zorrita astuta, donde explota una idea fantástica entre aquel mundo de animales. Y hablando de argumentos, el del Caso Makropulos es fascinante. Con todo, mi ópera favorita de las suyas es Katja. Es la primera que escuché en Praga y también la primera que hice en el Sadler’s Wells de Londres. Cuando volví con ella el año pasado en el Covent Garden me dio por pensar que era extraordinario el hecho de haber dirigido por primera vez en Inglaterra todas las óperas de Janácek. No sé qué es mejor. Creo que prefiero las grabaciones en estudio. No me importa que sean en directo siempre y cuando se graben también los ensayos para que, de surgir algún imprevisto en los conciertos, porque en música puede ocurrir cualquier cosa, tengas la posibilidad de corregirlo. Recuerdo que cuando grabé con Philharmonia la Novena Sinfonía de Schubert comentó uno de los críticos: “Aunque se dice que es una grabación en directo, me consta que no lo es, porque estuve en ese concierto y hay algún punto en que no coincide con lo que he escuchado en el disco”. Lo que no valoraba es que, al haber hecho varios conciertos con aquella obra, lo que él no reconocía podía tratarse de una toma realizada un día distinto al que él estuvo. Además, en los ensayos me gusta hacer una primera grabación de principio a fin… Al final, las grabaciones en directo son así. Después de confesar su menor debilidad por Desde la casa de los muertos, hay que Juan Antonio Llorente Muy pucciniana. EDU GC UA Í AC I Ó N CUÉNTAME UNA ÓPERA “¡Mamá, en el cole nadie conoce a Figaro!” me lanzó disgustado mi hijo Manuel en el autobús de regreso a casa. Tenía no más de cuatro años, y ya era “amigo” de Figaro, de Orfeo, de Papageno… Le había encuadernado unos cuentos escritos e ilustrados por mí misma a partir de mis óperas favoritas, y también había grabado en un casete los fragmentos de música que debían acompañarlos. Guardo mis primeras narraciones de óperas a solas con mi hijo como un tesoro. Manuel no sabía leer todavía, pero enseguida aprendió a poner la cinta en el radio-casete, y por su cuenta pasaba las páginas de sus cuadernillos con precisión en cada cambio de escena, pues reconocía cada situación en la música que sonaba. A veces soltaba el cuadernillo para saltar o actuar. Era emocionante verle disfrutar con aquella música, patrimonio de la humanidad. Pero ahora, mi hijo me planteaba un nuevo reto: ¡los demás niños tenían también derecho a conocer a Figaro! M 152 e dirigí al profesor de música del jardín de infancia y me ofrecí al director del colegio para contar mis óperas. Y así, en un lejano mes de octubre del año 2000 inicié una experiencia inolvidable en las aulas del Liceo Francés de Barcelona con alrededor de 300 de niños de entre 6 y 10 años. A través de narraciones con audición atenta de óperas como cuentos, entendieron argumentos y descubrieron páginas extraordinarias de Monteverdi, de Haendel, de Mozart, de Rossini y de Saint-Saëns. Empezaron a apreciar cómo texto y música se fundían para transmitir toda suerte de emociones. También con la profesora de música abordaron la dimensión teatral de la ópera, con el apoyo de DVDs y la asistencia a alguna función. Así, tomaron conciencia de la ópera como espectáculo total, que implicaba el trabajo en equipo de grandes artistas y profesionales de campos muy diversos. Al final de cada encuentro, se suscitaban comentarios que daban lugar a un diálogo enriquecedor. Llegó la primavera y cada niño por sí mismo podía ya expresar con fundamento su opinión y sus preferencias sobre las obras que había conocido. Me despedí a finales de marzo y en junio fui invitada a una función muy especial: los niños estrenaban una ópera original en la sala de actos del colegio: ellos mismos habían escrito el libreto, seleccionado la música, confeccionado decorados y vestuario, ensayado coros… Aquel curso quedó en el recuerdo de todos, y fue para mí una experiencia decisiva que me animó a continuar. Con unos ahorros, esfuerzo y un sólido entusiasmo nació C u é n t a m e u n a ó p e r a como un proyecto personal para acompañar a los niños a descubrir la ópera. Una sencilla colección de CD-cuentos y una página web hicieron posible compartir mi trabajo. Y enseguida a cuentameunaopera.com llegaron muchos visitantes interesadísimos con comentarios y propuestas que me confirmaron en mi empeño. El proyecto ha crecido y, además de ofrecer sus cuentos editados bajo su sello, ofrece en la red juegos, actividades, materiales pedagógicos y hasta un concurso de ilustración. Pero las óperas como cuentos siguen siendo las preferidas de niños y mayores. Y es que el cuento es para la mayoría de los niños sinónimo de pasar un buen rato, a menudo con sus mayores. Si además los personajes nos cantan sus emociones con la mejor música de todos los tiempos para que las podamos compartir, entonces es fácil que la primera curiosidad retenga su atención, y pronto despierte una afición. Acompañar a Orfeo en su lamento al escuchar el aria de Gluck ¿Qué haré sin mi Eurídice? es fácil: tan sólo es preciso saber qué le está pasando. Ese es mi trabajo como autora-ilustradora, presentar con palabras sencillas e iluminar con claras ilustraciones la música. Además, a cada edad corresponde una capacidad de audición y unos centros de interés. Por eso para los más pequeños, evitando narraciones complicadas, la atención se centra en asociar emociones, personajes y situaciones, y reconocerlas en los pasajes musicales. A los primeros lectores van dedicados los enredos más divertidos, las aventuras de los caballeros… todo ello en unos cuentos de narración más dinámica, con más acción. Y finalmente, a los más mayorcitos se reservan las óperas románticas y las más dramáticas, siempre midiendo el lenguaje para dejarles a ellos la iniciativa en el descubrimiento del lado más oscuro de obras que al crecer podrán ir conociendo mejor. Acompañar a un niño a descubrir la ópera hoy es cada día más fácil, gracias a las numerosas propuestas pedagógicas de grandes teatros y fundaciones, gracias a una oferta editorial cada vez mayor y mejor, a los DVD, a los programas de radio, a las retransmisiones televisivas y en los cines, y también gracias a Internet. Pero, para proponer ópera a los pequeños, lo esencial, lo que no puede faltar, se tome el camino que se tome, es la complicidad de la palabra cercana y el entusiasmo auténtico por la música. Georgina García-Mauriño [email protected] GAUCÍ A EDUC IÓN Archivo de la Residencia de Estudiantes PREMIO DOBLE La niña se sienta al piano. Sus padres están entre el público. La escena se repite hace años: ella toca y ellos, en sus butacas, escuchan la pieza que ella ha preparado en casa mientras le guiaban en su estudio, contestaban correos electrónicos, preparaban la comida o leían un libro. En casa hay pocos ratos sin música y allí se escucha el piano como en otros sitios la radio o la televisión: todo el día. Ahora los padres están sentados como los demás, pero vibran como si hubieran pisado un cable de alta tensión. No es de extrañar: del piano sale un hermoso torrente de significados. Se está produciendo el milagro. Ya no hay teclas, martillos ni cuerdas, sino una voz que cuenta cosas. La médium, la que conecta estas fuerzas y nos las sirve con desparpajo, es su hija, una niña que hasta hace poco no alcanzaba los pedales. Entre el público, otros niños (otros magos), sus padres, sus profesores. El concurso fue en mayo. Ahora, en octubre, ganadores, finalistas y otros están en la Residencia de Estudiantes de Madrid, disfrutando de un relajado y muy especial encuentro. L a participación en concursos infantiles o juveniles es una de las escasas vías que encuentran los padres para facilitar a sus hijos y a ellos mismos el contacto con el mundo de la interpretación instrumental y hacerlo en un nivel adecuado a las expectativas de los intérpretes. Para los participantes, las familias, o para los profesores, no se trata solamente de conocer por dentro este mundo tan especializado de la música, algo sin duda importante, sino de conocer a otras personas en una situación parecida y abrir a estos jóvenes y niños un espacio en el que comprueben, a través de la experiencia y el contacto, que comparten su afición, su entusiasmo y su elevadísimo grado de implicación con otras personas. Tocar un instrumento de forma tan sobresaliente a los nueve o a los catorce años es algo verdaderamente inusual, y sin embargo, es permanente y absolutamente normal la aparición de nuevos músicos que entienden los lenguajes de Bartók o Vivaldi con una frescura y profundidad que ya quisiéramos muchos músicos profesionales, adultos y experimentados. El carácter competitivo de los concursos promueve la búsqueda de la excelencia, pero también inhibe la comunicación fluida entre los participantes, sus familiares y profesores. Los nervios, por más que se suavicen, nervios son. Los organizadores del Concurso de Piano Infanta Cristina (Premios LoeweHazen) saben que es así y han puesto en marcha, hace ya tres años, estos Encuentros de Orientación Artística para Jóvenes Pianistas, dirigidos a los pianistas participantes en su concurso de piano. Saben que tanto los objetivos del concurso como lo que se espera del mismo cambian notablemente con la edad de los participantes. En el caso de las categorías juvenil e infantil del concurso, estos encuentros ofrecen por lo tanto su lado más formativo. Algo que se inició como una extensión del concurso es hoy parte sustancial del mismo. La formación no abarca solamente el piano, sino que los chicos reciben una orientación de carácter general, en parte para pensar en su posible futuro como intérpretes profesionales, pero sobre todo como personas. En esta ocasión han recibido la visita, entre otros, del pedagogo Fernando Palacios, han visitado la colección Hazen y han conocido la Residencia de Estudiantes, lugar en el que se ha centrado la práctica totalidad de la actividad con el apoyo de la Fundación Scherzo. El encuentro ayuda a convertir el sueño de una vida en los escenarios en un objetivo no excluyente y a valorar su compatibilidad con otras perspectivas vitales. La intensa dedicación al instrumento se valora como un objetivo en sí mismo, además de ser un camino hacia la más o menos cercana profesionalización. Bajo la dirección del pianista Albert Attenelle y del compositor Alfredo Aracil, con la atenta mirada organizadora de Carla Fernández-Shaw, tanto AIE como las fundaciones de Loewe y Hazen han encontrado un buen filón hacia el que volver la mirada. Sabia decisión, pues la materia prima de estos encuentros es el entusiasmo y la afición por lo más bello. Estos doce intérpretes constituyen, sin duda, un grupo especial que recibe por duplicado el premio de haber llegado donde están. La iniciativa era necesaria, pero no por ello fácil de plantear. En contraste con la abundante tradición de aprendizaje musical individual (la especialísima relación profesor-alumno), no está suficientemente extendida otra idea, la de una clase abierta en la que se reciben elogios, pero también consejos para mejorar. Uno de los principales méritos de estos encuentros es el de plantear estas clases abiertas como un diálogo productivo entre profesores, padres y alumnos. Todos saben que se trata de un grupo selecto, singular, y que es mucho lo que saben, pero a la vez entienden que pocos grupos están tan interesados en aprender como este. Ojalá cunda el ejemplo y otros premios puedan ir ofreciendo este lado no sólo más amable, sino sobre todo más preocupado por el futuro de sus protagonistas. Pedro Sarmiento [email protected] 153 JAZZ RABIH ABOU-KAHLIL, AL ORIENTE DEL JAZZ E 154 l laudista libanés Rabih AbouKahlil (Beirut, 1957) se ha convertido en esta última década en una de las alternativas jazzísticas más agradecidas y excitantes. Es un artista con una sensibilidad exclusiva e infrecuente y un músico inteligente que mira hacia todos los rincones emocionados de su memoria, que también es baúl de sus sueños. El éxito de su fórmula reside en una armoniosa combinación de tradición y modernidad, arrimando contra sus cuerdas tanto las esencias de la música tradicional árabe como las de la música clásica contemporánea, siempre con la convicción jazzística de alcanzar nuevos paisajes sonoros a través de la improvisación. En este tiempo en el que, ya se sabe, Occidente parece no tener ninguna respuesta, el eco oriental de su discurso nos sugiere infinidad de preguntas, reafirmando la vitalidad de una música que a menudo nos visita muerta. El maestro libanés acaba de visitar nuestro país para presentarnos su último maridaje, el que se cocinan especias de jazz, música árabe y… música portuguesa, principalmente fados. El trabajo lleva por título Em Portugués (Enja/Resistencia, 2008) y es la consecuencia del encargo que el año pasado le remitiera el director del Teatro Nacional de Oporto, Ricardo Pais, en el que se le proponía crear nuevas músicas en torno a distintos poetas lusos. La experiencia ha contado con el respaldo de algunos de sus máximos colaboradores, caso del baterista y percusionista Jarrod Cagwin, el acordeonista Luciano Biondini y ese virtuoso de la tuba que es Michel Godard. Después, la necesidad de incrustar en el sonido del grupo una marca distintiva eminentemente portuguesa hizo que se sumara el joven cantante de fados Ricardo Ribeiro. La aventura humana y conceptual tiene su sustancia, aunque por encima de todos sus méritos se siga posicionando la audacia instrumental y creativa del libanés. Rabih Abou-Khalil es el gran renovador del laúd árabe contemporáneo, el continuador de ese movimiento vivo que inició Muhyedin Hyadar y desarrolló extraordinariamente Munir Bachir. Es el adalid moderno de la escuela libanesa que ha descubierto lugares inéditos en el instrumento y reanimado aquella vitalidad histórica que hizo nacer la música clásica árabe en la ruta de Bagdad a Córdoba. Es inevitable que Abou-Khalil recuerde a Ziryab, aquel músico cortesano que protagonizó este viaje musical en el siglo noveno, y colocó los primeros márgenes para la evolución de la música instrumental mediterránea, desde Turquía hasta la Isla de San Fernando. E igualmente es inevitable mencionar junto a su nombre el de otros laudistas ilustres fascinados por el jazz, caso de los tunecinos Anouar Brahim o Dhafer Youssef, así como el de otros intérpretes de Oriente Medio que representan la facción más renovadora de sus respectivos países, el iraquí Nassir Shama, el palestino Adel Salamen y el israelí Yair Dalal (en nuestro entorno más inmediato y cercano también convienen destacar las habilidades del madrileño Luis Delgado y el marroquí Omar Metioui, que, además de colaborar conjuntamente en varios proyectos, llevan a cabo lances en solitario de para la recuperación de la música andalusí). La singularidad de Abou-Khalil fren- JAZZ RABIH ABOU-KAHLIL te a estos maestros del laúd reside en la intensa y generosa explotación que el artista realiza en torno al lenguaje del jazz y la música europea contemporánea. Al igual que sus compañeros, es un intérprete erudito y conocedor profundo de los modos tradicionales árabes, pero lo que les distancia de ellos es la madurez con la que trabaja los recursos infinitos de la improvisación, revelándose como un creador sin marcha atrás, un rastreador incansable de sonidos e imágenes, y un concertista dotado de inusuales reflejos. Por ello, el laudista y compositor libanés creció en el ambiente cosmopolita del Beirut de los años sesenta y setenta. De niño aprendió a tocar el laúd de caña corta, que en el mundo árabe es el instrumento de composición y que goza de la misma popularidad que tienen el piano o la guitarra en Occidente. La guerra civil del Líbano forzó a Abou-Khalil a abandonar su país en 1978. Estudió flauta clásica en la Academia de Música de Múnich con el profesor Walter Theurer. Esta preocupación por la tradición clásica europea lo preparó para apreciar también la música árabe tradicional desde una perspectiva teórica, y abrió sus ojos a la posibilidad de trabajar simultáneamente dentro de sistemas musicales diversos. Mientras que muchos instrumentistas árabes se limitan a imitar las técnicas de la voz humana, Abou-Khalil se ha propuesto explorar nuevas formas de tocar la música árabe instrumental, en especial, aquellas que se derivan del lenguaje jazzístico. Esta realidad, por tanto, no apunta sorpresa alguna cuando se refiere la nómina de sus más actuales y estrechos colaboradores: los mencionados Jarrod Cagwin y Michel Godard; los saxofonistas Sonny Fortune y Charlie Mariano; los contrabajistas Glenn Moore y Steve Swallow; el clarinetista Gabriela Mirabassi; el trompetista Kenny Wheeler o el pianista Joachim Kühm. Con ellos ha dejado una huella discográfica imborrable a su paso por sellos tan respetables como ECM y Enja, donde tiene registradas obras monumentales como Nafas (1988), Al-Jadida (1990), Blue Camel y Tarab (1992), The sultan’s picnic (1994), Arabian Waltz (1996), Cactus Knowledge (2001) o Journey to the centre o fan egg (2006). Mención especial merece su “laúd solo” Il sospiro (2005), donde lucen desnudas todas sus técnicas inter- pretativas. A este catálogo habría que sumar el material que forma parte de la serie de televisiva Visions of Music, trece documentales en los que el propio Abou-Khalil sale a encuentro del jazz con toda suerte de músicas populares: tango, flamenco, klezmer… La banda sonora de esta serie realizada prácticamente a pie de campo, al viejo estilo de Alan Lomax, está disponible en formato discográfico en el álbum Visions of Music-World Jazz (Enja, 1998). La frescura creativa de músicos como Rabih Abou-Khalil hoy le sacan el color de la vergüenza a un jazz algo aburguesado, y que en este último trimestre del año ha vuelto a regirse por las leyes del mercado, es decir, las leyes que marcan las ventas de discos y entradas. No es un jazzista al uso, entre otras cosas porque está haciendo el viaje al revés que los instrumentistas americanos, pero sí mantiene viva muchas de las esencias del género. ¿La principal? La búsqueda permanente de lo nuevo y esa conexión ineludible que hay entre el sortilegio de la creación y la emoción más pura. Pablo Sanz EL JAZZ SE MUERE EN MADRID E l pasado 21 de octubre la Policía Municipal de Madrid precintó el Bogui, hasta entonces el único local de la capital que programaba jazz, sólo jazz, durante todo el año. Las circunstancias del cierre son complejas y oscuras, pero la resolución judicial sorprende especialmente porque los responsables de la sala llevaban meses negociando con la Gerencia de Urbanismo del Distrito Centro su perfecto ordenamiento legal. Y así, mientras el entrañable Dick Angstadt, dueño y señor del Bogui, hablaba con sus arquitectos para ajustarse a la Ley, ¡zas!, una orden judicial echa por tierra un sueño jazzístico que ya tenía un lustro de vida y que se alimentaba cada noche. El malo de esta trágica película de terror, sin embargo, parece que Dick lo tiene instalado en su propia casa, ya que a algunos vecinos del edificio no les gusta el jazz y habían emprendido acciones judiciales por su propia cuenta, y que son las que, a la postre, han determinado este desagradable final. Litigios al margen, lo que sí resulta indignante es que ninguna voz municipal haya comentado las repercusiones culturales que conlleva este cierre, porque con él se está matando al jazz en Madrid. El Bogui se había convertido en refugio de todos los jazzistas, los de aquí y los de allí, porque sobre su tarima han desfilado músicos como Barry Harris, cuya leyenda pianística acaba de presentarse en el mismísimo Teatro Real. Los aficionados tenían en este local emplazado entre las calles Barquillo y Piamonte una cita permanente con el buen jazz. Sin ir más lejos, allí tenían todos los lunes un encuentro elevado y fogoso con una de las mejores big bands europeas, la que dirige el saxofonista Bob Sands, y cuyo eco retumbaba hasta en Nueva York. Son muchos los artistas y espectadores que han protagonizado esta feliz aventura, ahora maltrecha por la indiferencia administrativa. Y todo porque nuestros regidores municipales parecen no disponer de tiempo para dialogar y solucionar el problema. Dick lleva esperando, ya se ha dicho, desde hace meses: “Yo sólo quiero que me dejen cumplir con la Ley”. El hombre ha asumido y reconocido las irregularidades que pueda tener el local, remitidas desde distintas ventanillas municipales. Y en ésas estaba, en las de arreglar las cosas, pero no contaba que desde otras ventanillas le estaban mandando al cuerno. Y ahí se ha quedado, sin saber cuál es la ventanilla buena. El tiempo le acabará dando la razón, no hay duda, pero mientras tanto el jazz se muere en Madrid. Mal asunto cuando a la cultura se le pone bozal, en este caso, un candado. Pablo Sanz 155 GUÍA LA GUÍA DE SCHERZO NACIONAL ALICANTE ORQUESTA DE CÓRDOBA DICIEMBRE 2008 SOCIEDAD DE CONCIERTOS CONCIERTO DE NAVIDAD 9-XII: Cuarteto Casals. 22: Mario Brunello, violonchelo; Andrea Lucchesini, piano. Días 18 y 19 de diciembre – 08 CÓRDOBA - Gran Teatro de Córdoba – 20:30 h. Día 20 de diciembre – 08 CABEZA DEL BUEY (Badajoz) – 18:00 h. BARCELONA 2-XII: Bell’Arte Salzburg. Annegret Siedel. Kirkby, Rydén. Bach, Biber, Schmelzer. (Euroconcert [www.euroconcert.org]. Palau [www.palaumusica.org]). 10: Cuarteto Mosaïques. Haydn, Mozart, Mendelssohn. (Palau 100). — BCN 216. Messiaen. (Auditori [www.auditori.com]). 11: Cuarteto Casals. Benjamin Hochman, piano. Haydn, Kurtág, Schumann. (Auditori). 12,13,14: Sinfónica de Barcelona y Nacional de Cataluña [www.obc.es]. Coro de Cámara del Palau de la Música Catalana. Carlo Rizzi. De la Merced, Haller, Prunell-Friend. Mozart, Mendelssohn. (Auditori). 16: Camerata Aragón. Vivaldi, Bloch, Mozart. 19,20,21: Sinfónica de Barcelona y Nacional de Cataluña. Eiji Oue. JeanYves Thibaudet, piano. Carnicer, Saint-Saëns, Beethoven. (Auditori). 22: José Carreras, Sumi Jo. Orfeó Catalá, Sinfónica del Vallés. David Giménez Carreras. Concierto de Navidad. (Palau 100). I Sinfonía nº 45 “Los adioses” J. Haydn Sinfonía nº 38 “Praga” W. A. Mozart II Tríptico para violín y orquesta: Introducción y rondó caprichoso C. Saint-Saëns Poema E. Chausson Tzigane M. Ravel dación Caja Madrid [www.fundacioncajamadrid.es]. A.N.). 11,12: Orquesta de RTVE. Luca MADRID 4,5-XII: Orquesta de RTVE [www.rtve.es]. Adrian Leaper. Claudio Martínez Mehner, piano. Debussy, Messiaen, Wagner, Scriabin. (Teatro Monumental). 9: Leif-Ove Andsnes, piano. Beethoven, Schoenberg, Musorgski. (Grandes Intérpretes. Fundación Scherzo [www.scherzo.es]. Auditorio Nacional [www.auditorionacional.mcu.es]). 11,12: Cuarteto Mosaïques. Haydn, Boccherini. (Liceo de Cámara. Fun- ORQUESTA SINFÓNICA DE MADRID Auditorio Nacional 30 de diciembre de 2008 22, 30 horas Orfeón Pamplonés (director: Igor Ijurra) Alexis Cárdenas, violín ORQUESTA DE CÓRDOBA Director: Manuel Hernández Silva da. Sagi. Mironov, Cook, Dhen, Casariego. 15,17,19,21-XII. CÁCERES ORQUESTA DE EXTREMADURA Director: Rafael Frühbeck de Burgos Raquel Lojendio, soprano Mª José Suárez, mezzosoprano Robert Künzli, tenor Marco Vinco, bajo Beethoven Sinfonía nº 9 en re menor op. 125 WWW.ORQUESTADEEXTREMADURA.CO M GRAN TEATRO DEL LICEO WWW.LICEUBARCELONA.COM SIMON BOCCANEGRA (Verdi). Carignani. Gómez. Álvarez, Stoyanova, Shicoff, Giordani. 23,27,30-XII. BILBAO SINFÓNICA DE BILBAO WWW.BILBAORKESTRA.COM 4,5-XII: Günter Neuhold. Olli Mustonen, piano. Prokofiev, Shostakovich. 11,12: Gloria Isabel Ramos. Nelson Freire, piano. Penderecki, Chopin, Wagner. 18,19: Coro de Conservatorio de la Sociedad Coral de Bilbao. Pablo González. Ibáñez, Rimski-Korsakov. SOCIEDAD FILARMÓNICA WWW.FILARMONICA.ORG 10-XII: Trío Jean Paul. Haydn, Brahms, Chausson. 15: Julian Rachlin, violín; Itamar Golan, piano. Beethoven. TEATRO ARRIAGA WWW.TEATROARRIAGA.COM 156 IL VIAGGIO A REIMS (Rossini). Zed- 12-XII: Coro de la Fundación Orquesta de Extremadura. Jesús Amigo. Lojendio, Rexroth, Peña, Gleadow. Haendel, Mesías. CASTELLÓN AUDITORI 3-XII: Capella de Ministrers. Carles Magraner. Monteverdi, L’Orfeo (versión de concierto). 19: Kiri Te Kanawa, soprano; Julian Reynolds, piano. JEREZ TEATRO VILLAMARTA WWW.VILLAMARTA.COM EL DILUVIO DE NOÉ (Britten). Aragón. De Gaspar. 13,14-XII. LA CORUÑA SINFÓNICA DE GALICIA WWW.SINFONICADEGALICIA.COM 5-XII: Víctor Pablo Pérez. Frank Peter Zimmermann, violín. Laura Alonso, soprano. Gaos, Sibelius, Mahler. 12: Marc Albrecht. Berg, Mahler. CDMC AUDITORIO 400. MUSEO NACIONAL CENTRO DE ARTE REINA SOFÍA Ronda de Atocha esquina c/Argumosa. Teléfono: 91 774 10 72 Web: http://cdmc.mcu.es Todos los conciertos con acceso libre hasta completar el aforo Lunes, 1 de diciembre, 19:30h. XIX Premio de Jóvenes Compositores Fundación Autor - CDMC 2008 Barcelona Modern Project Director: Marc Moncusí Finalistas: Demián Luna Procupez: Ecos de luz +* Jesús Rafael Morales Lamas: Designios de la imposibilidad +* Francisco Coll García: Cuando el niño era niño…+* Enrique Busto Rodríguez: Caleidoscopio II +* ——————————————— * Estreno mundial + Encargo del CDMC TEATRO REAL Información: 91/ 516 06 60. Venta Telefónica: 902 24 48 48. Venta en Internet: teatro-real.com. Visitas guiadas: 91/ 516 06 96. K AT I A K A B A NO V A . L e o s J a n á c e k . Diciembre 2, 4, 5, 8, 11, 14, 16, 17, 20, 23. 20.00 horas; domingo, 18.00 horas. Director musical: Jiri Belohlavek. Director de escena: Robert Carsen. Director del coro: Peter Burian. Solistas: Oleg Bryjak, Miroslav Dvorsky (Dic. 2, 5, 8, 11, 14, 17, 20, 23) / Attila Kiss (Dic. 4, 16), Julia Juon, Guy De Mey, Karita Mattila (Dic. 2, 5, 8, 11, 14, 17, 20, 23) / Andrea Dankova (Dic. 4, 16), Gordon Gietz, Natascha Petrinsky, Marco Moncloa, Itxaro Mentxaka, María José Suárez. Coro y Orquesta Titular del Teatro Real. Coro y Orquesta Sinfónica de Madrid GRANDES VOCES: JOYCE DIDONATO, mezzosoprano. Diciembre: 3. 20.00 horas. Obras de Georg Friedrich Händel. Les Talens Lyriques. Director musical: Christophe Rousset V Í C T O R U LL A T E B A LL E T – C O M U N ID A D D E M A D R I D . 2 Y o u M a e s t r o . P r o g r a m a c o nm e m o r a t i v o d e l X X a n i v e r s ar i o d e l a creación de la compañía. Diciembre: 10, 12, 15. 20.00 horas. Diciembre: 13. 17.00 y 20.00 horas. Coreografías: Víctor Ullate y Eduardo Lao. Música: Arvo Pärt, Luis Delgado, Manuel de Falla, Wolfgang Amadeus Mozart, Hossam Ramzy, Mari Boine Persen, Dead Can Dance, Lisa Gerard P R OY E C T O P E D A G ÓG I C O Y PRO GRAMA JO VEN: EL GA TO CON BOTAS. Xavier Montsalvatge. Diciembre: 13. 18.00 horas. Director musical: Vicente Alberola. Director de escena: Emilio Sagi. Escenógrafa y figurinista: Ágatha Ruiz de la Prada. Iluminador: José Luis Canales Solistas: Marisa Martins, Miguel Ángel Zapater, Sonia de Munck, Isidro Anaya, Marc Canturri. OrquestaEscuela de la Sinfónica de Madrid. Edad recomendada: de 6 a 11 años. Auditorio de la Universidad Carlos III de Madrid. Campus de Leganés. DI A R I O D E U N D ES A P A R E C I DO . Leos Janácek. Diciembre: 28, 29, 30. 20.00 horas. Director de escena: Michal Znaniecki. Sala Gayarre del Teatro Real. GGUUÍ A ÍA TEATRO DE LA ZARZUELA ORCAM Jovellanos, 4. Metro Banco de España. Tlf.: (91) 5.24.54.00. Internet: http://teatrodelazarzuela.mcu.es. Director: Luis Olmos. Venta localidades: A través de Internet (servicaixa.com), Taquillas Teatros Nacionales y cajeros o teléfono de ServiCaixa: 902 33 22 11. Horario de Taquillas: de 12 a 18 horas. Días de representación, de 12 horas, hasta comienzo de la misma. Venta anticipada de 12 a 17 horas, exclusivamente. ORQUESTA Y CORO DE LA COMUNIDAD DE MADRID El Rey que Rabió de Ruperto Chapí. Hasta el 11 de enero de 2009, a las 20:00 horas (excepto lunes, martes y días 24, 25 y 31 de diciembre). Miércoles (día del espectador) y domingos, a las 18:00 horas. Dirección Musical: Miquel Ortega y José Miguel Pérez-Sierra. Dirección de Escena: Luis Olmos. Orquesta de la Comunidad de Madrid. Coro del Teatro de La Zarzuela. Entradas a la venta. Conciertos Líricos de Zarzuela. * Concierto III. Martes 2 de diciembre, a las 20:00 horas. Isabel Rey, Alejandro Roy y Jorge Lagunes. Dirección Musical: Cristóbal Soler. * Concierto IV. Martes, 9 de diciembre, a las 20:00 horas. Mariola Cantarero, Celso Albelo y Ángel Ódena. Dirección Musical: Miquel Ortega. Orquesta de la Comunidad de Madrid. XV Ciclo de Lied. Lunes 15 de diciembre, a las 20 horas. Marlis Petersen, soprano, Stella Doufexis, mezzosoprano, Werner Güra, tenor, Konrad Jarnot, barítono. Christoph Berner y Camillo Radicke, piano. Programa: J. Brahms. Coproducen: Fundación Caja Madrid y Teatro de La Zarzuela. VII Ciclo de Jóvenes Intérpretes de Piano. * Recital I: Martes 16 de diciembre, a las 20:00 horas. Yevgeny Subdin (Rusia). * Recital II: Lunes 22 de diciembre, a las 20:00 horas. David Fray (Francia) Martes 23 de diciembre de 2008 19,30 h. Sala Sinfónica. Auditorio Nacional María Espada, soprano Matthias Rexroth, contratenor Johannes Chum, tenor José Antonio López, bajo Juanjo Mena, director J.S. Bach Oratorio de Navidad, BWV 248 Abono 5 musicales-madrid.com]. A.N.). MÁLAGA FILARMÓNICA DE MÁLAGA WWW . ORQUESTAFILARMONICADEMA LAGA.NET 19,20-XII: Hansjörg Schellenberger. Corelli, Marcello, Puccini. OVIEDO ÓPERA DE OVIEDO WWW.OPERAOVIEDO.COM IL BARBIERE DI SIVIGLIA (Rossini). Albiach. Clément. Zapata, De Simone, Tobella, Spagnoli. 16,18,19,20,22-XII. PAMPLONA BALUARTE WWW.BALUARTE.COM 1-XII: Sinfónica de Euskadi. Pinchas Steinberg. Lorenz Nasturica, violín; Asier Polo, violonchelo. Bello Portu, Brahms, Chaikovski. 3: Sinfónica de Navarra. Christoph Mueller. Tianwa Yang, violín. Mozart, Bizet, Sarasate. 5: Kremerata Baltica. Gidon Kremer. Serksnyte, Pelecis, Piazzolla. 11,12: Sinfónica de Navarra. François-Xavier Roth. Svetlin Roussev, violín. Franck, Lalo, Berlioz. SAN SEBASTIÁN Pfaff. Carter, Chausson, Debussy. (T.M.). 12,13,14: Orquesta Nacional de España [ocne.mcu.es]. Vasili Petrenko. Ainhoa Arteta, soprano. Dukas, Rodrigo, Prokofiev. (A.N.). 14,15: Filarmónica de Londres. Vladimir Jurowski. Kampe, Dean Smith, Connolly, Polgár, Gadd. Mahler, Wagner. / Nicholas Angelich, piano. Brahms, Chaikovski. (Ibermúsica [www.ibermusica.es]. A.N.). 18: Coro y Academy of Ancient Music. Richard Egarr. Bach, Oratorio de Navidad. (Juventudes Musicales [www.juv- FUNDACIÓN KURSAAL WWW.FUNDACIONKURSAAL.COM 9-XII: Conductus Ensemble. Andoni Sierra. Graun, Bach. ORQUESTA SINFÓNICA DE EUSKADI WWW.EUSKADIKOORKESTRA.ES 2,4-XII: Pinchas Steinberg. Lorenz Nasturica, violín; Asier Polo, violonchelo. Bello Portu, Brahms, Chaikovski. PALACIO DE FESTIVALES WWW.PALACIOFESTIVALES.COM 20-XII: Coro y Academy of Ancient Music. Richard Egarr. Bach, Oratorio de Navidad. IL VIAGGIO A REIMS (Rossini). Zedda. Sagi. Casariego, Cantarero, Jordi, Menéndez. 27-XII. TEATRO DE LA MAESTRANZA SANTIAGO DE COMPOSTELA Día 13 de diciembre de 2008 GRANDES INTÉRPRETES URI CAINE Desastres de la guerra Carmen Linares y Celia Mur, voz José Ramón Ripoll, textos REAL FILHARMONÍA DE GALICIA Día 14 de diciembre 2008 (Sala Manuel García) JÓVENES INTÉRPRETES JOSE ENRIQUE BAGARIA. Piano AUDITORIO DE GALICIA Diciembre 2008 Martes 2 - 11.00 h Conciertos didácticos Banda Municipal de Música de Santiago [Offenbach, de Meij] Miércoles 3 – 11.00 h Conciertos didácticos Real Filharmonía de Galicia Maximino Zumalave, director [Poulenc] Jueves 4 – 11.00 h Conciertos didácticos Real Filharmonía de Galicia Maximino Zumalave, director [Poulenc] Viernes 5 – 21.00 h Concierto de abono Ciclo de piano “Ángel Brage” Arcadi Volodos, piano [Scriabin, Ravel, Schumann, Liszt] Jueves 11 – 11.45 h Ensayos abiertos Real Filharmonía de Galicia Antoni Ros Marbà, director [Schubert] 21.00 h Concierto de abono Real Filharmonía de Galicia Antoni Ros Marbà, director Jorge Federico Osorio, piano [Beethoven, Schubert] Sábado 13 – 21.00 h Ciclo Sons da Diversidade Aynur Viernes 19 – 21.00 h Concierto de abono Real Filharmonía de Galicia Antoni Ros Marbà, director Isabel Monar, soprano Marina Rodríguez Cusí, mezzosoprano Gustavo Peña, tenor Josep Miquel Ramon, barítono Sociedad Coral de Bilbao (Iñaki Moreno, director) [Beethoven] SANTANDER SEVILLA Día 16 de diciembre 2008 ÓPERA PARA JÓVENES LO SPEZIALE de Joseph Haydn (1732-1809) Dirección musical, Santiago Serrate Dirección de escena, escenografía y vestuario, Patrick Mailler Principales intérpretes, Sandra Pastrana, Angélica Mansilla, Manuel de Diego, Juan Antonio Sanabria. Conjunto Instrumental de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla Producción del Teatro de la Maestranza Patrocinado por CAJASOL Orquesta de Cámara de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla TENERIFE ORQUESTA SINFÓNICA DE TENERIFE www.ost.es Información: 922 849080 Venta telefónica de entradas: 902 317 327 Lugar: Auditorio de Tenerife (Santa Cruz) 6-XII: J. Martín/M. Mira. Concierto en familia. Obras de Händel, Telemann, Mendelssohn, etc. 12-XII: V. P. Pérez/J. Rachlin. Obras de Beethoven, Berg y Beethoven. 19-XII: Lü Jia/Xue Wei. Obras de Mendelssohn y Rajmaninov. Lugar: Auditorio Teobaldo Power (La Orotava) 18-XII: Lü Jia/Xue Wei. Obras de Mendelssohn y Rajmaninov. Lugar: Puerto de Santa Cruz de Tenerife 25-XII: Lü Jia/C. Gallardo-Domâs. Concierto Extraordinario de Navidad organizado por la Autoridad Portuaria de Santa Cruz de Tenerife. VALENCIA PALAU DE LA MÚSICA WWW.PALAUDEVALENCIA.COM 4-XII: Orquesta de Valencia. Orfeón Universitario de Valencia. Virginia Martínez. Dvorák, Stabat Mater. 157 GUÍA 10: Cristina Gallardo-Domâs, soprano; Nauzet Mederos, piano. Puccini. 11: Leif Ove Andsnes, piano. Beethoven, Schoenberg, Musorgski. 12: Orquesta de Cámara Suiza. Kristian Järvi. Sergei Nakariavkov, trompeta. Mendelssohn, Arban, Dvorák. 15: Coro y The English Concert. Harry Bicket. Wyn-Rogers, Staples, Waddington. Haendel, Mesías. 17: Orchestra of the Age of Enlightenment. Simon Rattle. Berlioz, Schumann. 19: Orquesta de Valencia. Enrique García Asensio. Sánchez, Jordi. Zarzuela. PALAU DE LES ARTS WWW.LESARTS.COM IPHIGÉNIE EN TAURIDE (Gluck). Fournillier. Wadsworth. Urmana, Domingo, Jordi, Navarro. 3,9,13,15,18-XII. L’ARBORE DI DIANA (Martín y Soler). Dubrovsky. Slater. Sala, Vázquez, Faus, Korchak. 21,23,26,28,30-XII. VALLADOLID AUDITORIO WWW.AUDITORIODEVALLADOLID.ES 4,5-XII: Sinfónica de Castilla y León [www.oscyl.es]. Lionel Bringuier. Alexander Tharaud, piano. Musorgski, Beethoven, Hersant, Stravinski. ZARAGOZA AUDITORIO WWW.AUDITORIOZARAGOZA.COM 2-XII: Grupo Enigma. Juan José Olives. Camarero, Zárate, Schoenberg. 3: Alexander Markov, violín; Heike Doerr, piano. Vitali, Bach, Chaikovski. 10: Orquesta de Cámara Checa. Coro de Cámara de Praga. Ondrej Kukal. Corelli, Haendel, Zelenka. 19: Les Talens Lyriques. Christophe Rousset. Joyce DiDonato, soprano. Haendel. 20: Coro de Vozes y Al Ayre Español. Eduardo López Banzo. Haendel, Mesías. 29: Orquesta de Cadaqués. Cor Amici Musica. Miquel Ortega. Ainhoa Arteta, soprano. Valses, polcas, romazas. INTERNACIONAL ÁMSTERDAM ORQUESTA DEL CONCERTGEBOUW WWW.CONCERTGEBOUWORKEST.NL 3,4,6,7-XII: Kurt Masur. Nelson Freire, piano. Brahms, Dvorák. 11,12: Esa-Pekka Salonen. Yefim Bronfman, piano. Salonen, Stravinski. 17,18,18,21: Iván Fischer. Bartók, Chaikovski. 25: Mariss Jansons. Elina Garanca, soprano. Rossini, Verdi, Chapí. BERLÍN FILARMÓNICA DE BERLÍN WWW.BERLINER-PHILHARMONIKER.DE 11,12,13-XII: Christian Thielemann. Bruckner, Octava. 19,20,21,22: Zubin Mehta. Coro de la Radio de Berlín. Lioba Braun, contralto. Mahler, Tercera. 29,30,31: Simon Rattle. Thomas Quasthoff, barítono; Pauline Malefane, soprano. Gershwin, Barber, Copland, Adams. DEUTSCHE OPER WWW.DEUTSCHEOPERBERLIN.DE TANNHÄUSER (Wagner). Schirmer. Harms. MacAllister, Hagen, Michael, Brück. 3,7,11-XII. DIE ZAUBERFLÖTE (Mozart). Rösner. Krämer. Hagen, Biber, Carlson, Ashwin. 4,6-XII. AIDA (Verdi). Allemandi. Alden. Jerkunica. Mishura, Raspagliosi, Tanner. 5,10-XII. HÄNSEL UND GRETEL (Humperdinck). Foremny. Homoki. Carlson, Uhl, Helzel, McCarthy. 12,14,20,28-XII. LUCIA DI LAMMERMOOR (Donizetti). Martinenghi. Sanjust. Brück, Swenseon, Bros, Wolak. 13,16,22-XII. PRÍHODY LISKY BYSTROUSKY (Janácek). Zagrosek. Thalbach. Carlson, Wolak, Bieber, Bronk. 17,27-XII. LA BOHÈME (Puccini). Joël. Friedrich. Kim, Myers, Brück, Mula. 18,19,29,31-XII. DER ROSENKAVALIER (Strauss). Schneider. Friedrich. Gustafson, Hawlata, Donose, Brück. 21,26-XII. litz. Rydl, Vogt, Nylund, Ketelsen. 5,7,10-XII. DER FREISCHÜTZ (Weber). Schneider. Decker. Homrich, Gabler, Hossfeld, Rasilainen. 6,12-XII. HÄNSEL UND GRETEL (Humperdinck). Zimmer. Thalbarg. Papoulkas, Teuscher, Rasilainen, Vilsmaier. 16,19,25,27-XII. BORIS GODUNOV (Musorgski). Weigle. Pade. Pape, Wölffel, Tomlinson, Margita. 17,21,23,26,29-XII. DIE LUSTIGE WITWE (Lehár). Joel. Savary. Dorn, Petry, Pohl, Nadelamnn. 30,31-XII. FRÁNCFORT OPER FRANKFURT WWW.OPER-FRANKFURT.DE I MASNADIERI (Verdi). Hamar. Peter. Mikitenko, Frank, Kim, Lazar. 4,7,12,17,20,27,29-XII. DIE ZAUBERFLÖTE (Mozart). Kell. Kirchner. Baldvinsson, Mylys, Joyce, Rae. 5,15,22,25-XII. COSÌ FAN TUTTE (Mozart). Nielsen. Loy. Lascarro, Carlstedt, Nagy, Behle. 6,11,19,26-XII. DON CARLO (Verdi). Reck. McVicar. Szabó, Van den Heever, Lee, Argiris. 13,18,21,28,31-XII. GINEBRA GRAND THÉÂTRE BARBICAN CENTRE WWW.BARBICAN.ORG.UK 3-XII: The Sixteen. Harry Christophers. Haendel, Mesías. 8: Sinfónica de la BBC. David Robertson. Gil Saham, violín. Hayden, Mozart, Messiaen, Stravinski. 12: Yo Yo Ma, chelo; Kathryn Stott, piano. Schubert, Shostakovich, Piazzolla. 13: Les Talens Lyriques. Christophe Rousset. Joyce DiDonato, soprano. Haendel. 14: Sinfónica de Londres. Daniel Harding. Lars Vogt, piano. Bartók, Thomas, Brahms. 16: Sinfónica de la BBC. Oliver Knussen. Carter. 17: Cecilia Bartoli, mezzo; Sergio Ciomei. Bellini, Rossini, Donizetti. 18: Sinfónica de Londres. Daniel Harding. Daniel Hope, violín. Bartók, Mendelssohn, Brahms. 21: Sinfónica de Londres. André Previn. Anne-Sophie Mutter, violín. Haydn, Mozart, Previn. SOUTH BANK CENTRE 158 DE NEDERLANDSE OPERA WWW.DNO.NL DRESDE WWW.SOUTHBANKCENTRE.CO.UK SEMPEROPER DIE FLEDERMAUS (J. Strauss). Haider. Schaaf. Bonnema, Hahn, Dorn, Wesseling. 1,4,7,10,12,16,21,23,25-XII. WWW.SEMPEROPER.DE 5-XII: Filarmónica de Londres. Roberto Minczuk. Jean-Louis Steuerman, piano. Wagner, Schumann, Dvorák. 6: Filarmónica de Londres. Coro LOHENGRIN (Wagner). Prick. Mie- TEATRO ALLA SCALA WWW.TEATROALLASCALA.ORG MÚNICH HÖLDERLIN (Ruzicka). Ruzicka. Fischer. Henschel, Kataja, Mohr, O’Neill. 2-XII. L’ITALIANA IN ALGERI (Rossini). Dantone. Lowery. Regazzo, Queiroz, Schröder, Yang. 3,6,21-XII. LA TRAVIATA (Verdi). Ettinger. Mussbach. Jaho, Portari, Daza, O’Neill. 4-XII. TURANDOT (Puccini). Nelsons. Dörrie. Valayre, Schmidt, Bauer, Porretta. 10,14,20-XII. COSÌ FAN TUTTE (Mozart). Ettinger. Dörrie. Kammerloher, Samuil, Queiroz, Ovende, Trekel. 11-XII. DIE ZAUBERFLÖTE (Mozart). Ettinger. Everding. Pape, Rügamer, Bauer, Durlovski. 19,25,27,29,30-XII. RUSALKA (Dvorák). Lewis. Herheim. Guriakova, Friede, White, Soffel. 5,7,9,10,11,13,14,16,17,19,20,21-XII. MILÁN DIE FLEDERMAUS (J. Strauss). Rösner. Laufenberg. Kränzle, Behnke, Breslik, Otelli.12,13,15,16,17,19,21,22,26,2 7,30,31-XII. LONDRES LA MONNAIE LES CONTES D’HOFFMANN (Offenbach). Pappano. Schlesinger. Villazón, Saks, Jepson, Lekhina. 1,4,7,10-XII. HÄNSEL UND GRETEL (Humperdinck). Davis. Leiser, Caurier. Kirchschlager, Damrau, Silja, Allen. 9,11,12,14,16,18,21,28,30-XII. TURANDOT (Puccini). Luisotti. Serban. Wilson, Botha, Moore, Burchuladze. 22,27,29-XII. DON CARLO (Verdi). Gatti. Braunschweig. Furlanetto, Filianoti, Jenis, Salminen. 7,10,12,14,16,19,21-XII. STAATSOPER WWW.LAMONNAIE.BE ROYAL OPERA HOUSE COVENT GARDEN WWW.ROH.ORG.UK WWW.GENEVEOPERA.CH WWW.STAATSOPER-BERLIN.ORG BRUSELAS Geoffrey Mitchell. David Parry. Siurina, Bros, Alaimo, Ulivieri. Donizetti, Parisina d’Este (Versión de concierto). 8,9: Orchestra of the Age of Enlightenment. Simon Rattle. Berlioz, Schumann. 10,11: Ensemblre InterContemporain. Pierre Boulez. Pierre-Laurent Aimard, piano. Messiaen, Boulez. / Carter, Boulez. 12: The Sixteen. Harry Christophers. Tallis, Byrd, Lambe. 13: Filarmónica de Londres. Vladimir Jurowski. Mahler, Wagner. 14: Orquesta Philharmonia. Vladimir Ashkenazi. Akiko Suwanai, violín. Brahms, Mendelssohn, Beethoven. FILARMÓNICA DE MÚNICH WWW.MPHIL.DE 3,5,7-XII: Jun Märkl. Messiaen, Sinfonía Turangalila. 11,12,13: Coro Filarmónico. Zubin Mehta. Messiaen, Bernstein. 30,31: Coro Filarmónico. Christian Thielemann. Merbeth, Fujimura, Kaufmann, Dohmen. Beethoven, Novena. STAATSOPER WWW.STAATSOPER.DE WERTHER (Massenet). De Billy. Rose. Giordano, De Carolis, Conners, Trebes. 3,6-XII. TAMERLANO (Haendel). Bolton. Audi. Daniels, Ainsley, Fox, Beaumont. 4-XII. DOKTOR FAUST (Busoni). Netopil. Brieger. Koch, Humes, Daszak, Naglestad. 9,12,14-XII. HÄNSEL UND GRETEL (Humperdinck). Meister. List. Volle, Behle, Sindram, Reß. 13,18-XII. LA BOHÈME (Puccini). Callegari. Schenk. Harteros, Muzek, Borchev, Rieger. 17,20-XII. DIE ZAUBERFLÖTE (Mozart). Netopil. Everding. Humes, Strehl, Miklósa, Borchev. 21,25,28-XII. LA TRAVIATA (Verdi). Feranec. Krämer. Harteros, Morel, Brower, Beczala. 23,27,30-XII. DIE FLEDERMAUS (J. Strauss). Eschwé. Lehberger. Gantner, Rost, Kuhn, GUÍA Sindram. 31-XII. NUEVA YORK METROPOLITAN OPERA WWW.METOPERA.ORG DON GIOVANNI (Mozart). Koenigs. Iveri, Schnitzere, Schrott, D’Arcangelo. 1,5,9,13,19-XII. TRISTAN UND ISOLDE (Wagner). Barenboim. Dalayman, DeYoung, Seiffert, Pape. 2,6,12,16,20-XII. PIKOVAIA DAMA (Chaikovski). Ozawa. Guleghina, Palmer, Heppner, Delavan. 3,6,10,13-XII. LA DAMNATION DE FAUST (Berlioz). Levine. Graham, Giordani, Relyea. 4-XII. THAÏS (Massenet). López Cobos. Fleming, Schade, Hampson. 8,11,17,20,23,27,30-XII. LA BOHÈME (Puccini). Chaslin. Kovalevska, Vargas, Hakala, Gradus. 15,18,26,29-XII. DIE ZAUBERFLÖTE (Mozart). Fisch. Cabell, Sieden, Poittas, Owens. 22,27,30,31-XII. LA RONDINE (Puccini). Armiliato. Gheorghiu, Oropesa, Alagna, Ramey. 31-XII. PARÍS 3,5-XII: Filarmónica de San Petersburgo. Yuri Temirkanov. Denis Matsuev, piano. Prokofiev. (Teatro de los Campos Elíseos [www.theatrechampselysees.fr]). 4: Orquesta Nacional de Francia. Yannick Nézet-Séguin. Boris Berezovski. Bizet, Ravel, Schmitt. (T. C. E.). 6: Ensemble Matheus. Jean-Christophe Spinosi. Philippe Jarousky, contratenor. Bizet, Ravel, Schmitt. (T. C. E.). 9: Coro y The English Concert. Harry Bicket. Wilkinson, Staples, Foster- Williams. Haendel, Mesías. (T. C. E.). — Les Talens Lyriques. Christophe Rousset. Joyce DiDonato, soprano. Haendel. (Sala Pleyel [www.sallepleyel.fr]). 10: Roger Muraro, piano. Mozart, Messiaen, Debussy. (T. C. E.). 11: Orquesta Nacional de Francia. Yannick Nézet-Séguin. Boris Berezovski. Bizet, Ravel, Schmitt. (T. C. E.). 12: Filarmónica de Londres. Vladimir Jurowski. Nicholas Angelich, piano. Brahms, Chaikovski. (T. C. E.). 15: Pierre-Laurent Aimard, piano; Isabelle Faust, violín; Valérie Aimard, violonchelo; Pascal Moraguès, clarinete. Kertész, Messiaen. (T. C. E.). 17: Hélène Grimaud, piano. Bach, Beethoven. (T. C. E.). 17,18: Coro y Orquesta de París. Esa-Pekka Salonen. Janine Jansen, violín. Dubugnon, Mahler. (S. P.). 18: Orquesta Nacional de Francia. Daniele Gatti. Mihaela Ursuleasa, piano. Brahms, Bartók. (T. C. E.). 19: Filarmónica de Radio Francia. Mikko Franck. Yefim Bronfman, piano. Salonen, Sibelius. (S. P.). OPÉRA BASTILLE WWW.OPERA-DE-PARIS.FR TRISTAN UND ISOLDE (Wagner). Bichkov. Sellars. Forbis, Selig, Meier, Lukas. 3-XII. DIE ZAUBERFLÖTE (Mozart). Hengelbrock. Fura dels Baus. Mthey, Sobotka, Braun, Bengtsson. 1,4,7,10,13,18,20,23-XII. PALAIS GARNIER VENECIA LA FENICE WWW.TEATROLAFENICE.IT VON HEUTE AUF MORGEN (Schoenberg) / PAGLIACCI (Leoncavallo). Inbal. Homoki. Giuliacci, Atanelli, Casalin, Nigi. 12,14,16,18,20-XII. VIENA MUSIKVEREIN WWW.MUSIKVEREIN.AT 2-XII: Filarmónica de Viena. Christian Thielemann. Beethoven. 3: Clemencic Consort. René Clemencic. Carissimi, Monteverdi, Haendel. 4,5: Sinfónica de Viena. Fabio Luisi. Hélène Grimaud, piano. Brahms, Franck. 6,7: Concentus Musicus Wien. Nikolaus Harnoncourt. Patricia Petibon, soprano. Haydn, Mozart. 9: Mala Punica. Pedro Memelsdorf. Ars Nova. 11,12: Sinfónica de Viena. Singverein. Fabio Luisi. Oelze, Papoulkas, Chum, Butter. Martin, Schoenberg, Beethoven. 15: Sinfónica de la Radio de Berlín. Bertrand de Billy. Dutilleux, Beethoven. 18: Filarmónica de Viena. Charles Mackerras. Alfred Brendel, piano. Mozart, Schubert. 18,19: Sinfónica de Viena. Christian Arming. Midori Gotoh, violín. Mendelssohn, Chaikovski, Brahms. WIENER STAATSOPER WWW.WIENER-STAATSOPER.DE WWW.OPERA-DE-PARIS.FR FIDELIO (Beethoven). Cambreling. Simons. Gay, Held, Denoke, Selig. 2,4,8,11,13,18,21-XII. TOSCA (Puccini). Halász. Crider, Cura, Ramey. 2-XII. IL BARBIERE DI SIVIGLIA (Rossini). Soltesz. Tro Santafé, Osborn, Sramek, Jenis. 5,30-XII. DON CARLO (Verdi). Palumbo. Fantini, Krasteva, Salminen, Sartori. 6,10,13,16-XII. GÖTTERDÄMMERUNG (Wagner). Welser-Möst. Johansson, Gould, Halfvarson. 8,11,14,19,28-XII. DIE ZAUBERFLÖTE (Mozart). Halász. Gheorghiu, Reinprecht, Fink, Simu. 12,15,17,20-XII. LA BOHÈME (Puccini). Carydis. Briban, Tatulescu, Villazón, Daniel. 18,22,26-XII. DIE FLEDERMAUS (J. Strauss). De Billy. Dussmann, Kulman, Tonca, Skovhus. 31-XII. ZÚRICH OPERNHAUS WWW.OPERNHAUS.CH THE GREEK PASSION (Martinu). Gullberg. Jensen. Magee, Janková, Saccá, Muff. 3-XII. RIGOLETTO (Verdi). Santi. Deflo. Rancatore, Nikiteanu, Beczala, Nucci. 7-XII. IL TROVATORE (Verdi). Gómez-Martínez. Del Monaco. D’Intino, Chuchva, Álvarez, Nucci. 9,13,16,19-XII. TRISTAN UND ISOLDE (Wagner). Metzmacher. Guth. Stemme, Breedt, Storey, Muff. 10,14,18,21-XII. LA TRAVIATA (Verdi). Acocella. Flimm. Mosuc, Peetz, Chuchrova, Christoff. 17-XII. DIE FLEDERMAUS (J. Strauss). Weikert. Sturminger. Magee, Liebau, Breedt, Olivera. 26,28-XII. LUCIA DI LAMMERMOOR (Donizetti). Santi. Michieletto. Mosuc, Peetz, Grigolo, Polgár. 26-XII. LE NOZZE DI FIGARO (Mozart). Welser-Möst. Bechtolf. Dole, Fardilha, Winkler, Scorsin. 31-XII. BOLETÍN DE SUSCRIPCIÓN c/ Cartagena 10, 1ºc - 28028 MADRID Tel. 91.356 76 22 - Fax 91.726 18 64 E-mail: [email protected] - www.scherzo.es Deseo suscribirme, hasta nuevo aviso, a la revista SCHERZO por períodos renovables de un año natural (11 números) comenzando a partir del mes de …………………nº…… El importe lo abonaré de la siguiente forma: Transferencia bancaria a la c/c 2038 1146 95 6000504183 de Caja de Madrid, a nombre de SCHERZO EDITORIAL, S.L. Cheque a nombre de SCHERZO EDITORIAL, S.L. Giro postal. VISA. Nº: …………………………………………… Rellene y envíe este cupón por correo, fax o correo electrónico. O llámenos por teléfono de 10 a 15 h. También está disponible en nuestra página en internet. Nombre…………………………………………….............. ………………………………NIF…..…………….............. Domicilio…………..……………………………................. ........................................................................................ CP………Población……………………………….............. Provincia……………………………..…………….............. 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Los datos se tratarán y protegerán según la LO. 15 /1999 de 13 de diciembre de Datos de Carácter Personal y el titular de los mismos podrá ejercer los derechos de acceso, rectificación, cancelación y oposición ante las oficinas de la Sociedad sita en Madrid, calle Cartagena nº 10 1º C, 28028 Madrid. 159 CONTRAPUNTO DOS MAESTROS DE HOY Gergiev en el mundo 160 Con una agenda ajetreada y unos amigos equívocos, es fácil olvidar que Valeri Gergiev es, a sus cincuenta y cinco años, uno de los directores vivos más incandescentes, capaz, cuando se siente inspirado, de interpretaciones que sólo se pueden llamar épicas. Tiene un don natural con las orquestas, un sensible desvelo para los solistas y una intensidad casi imposible de creer. Cualquiera que escuchara la Patética de Chaikovski que dirigió en Viena la noche de la masacre de Beslan, o algunas de las óperas y sinfonías de Prokofiev que sacó del olvido, tendrá algunos pasajes de esas músicas grabados para siempre en su alma. Sin embargo, también es fácil olvidar que, en principio, Gergiev es el director titular de la Orquesta Sinfónica de Londres (LSO), antaño la orquesta más taquillera de la ciudad pero hoy no. En el South Bank, la Filarmónica de Londres ha rejuvenecido sus conciertos bajo dos directores treintañeros como Vladimir Jurowski y Yannick NézetSéguin, mientras la Philharmonia ha recibido una muy necesaria infusión de glamour gracias al ex de Los Ángeles, Esa-Pekka Salonen. Con tan dura competencia, la Sinfónica se ha dejado convertir en un indefenso y subsidiario mozo de carga del Gergiev global. La pasada temporada, la LSO interpretó un ciclo de las sinfonías de Mahler que no sólo fue inútil sino también absurdo, ya que el director no tenía nada nuevo que decir. Las sinfonías estuvieron espléndidamente tocadas y los abonados quedaron muy contentos pero se sustituyó la sustancia por el gesto y todo dejó un amargo sabor de boca. Me han dicho que se le pidió a Gergiev que diversificara el programa pero insistió en un todo Mahler como un derecho propio. Esta temporada repite con la LSO el mismo ciclo Prokofiev que hizo en Edimburgo el último verano con la orquesta del Kirov junto con una selección de obras de Rachmaninov, Bartók, Korngold y Stravinski. Todo ello reunido con el título de una temporada —Émigré—, dedicada a “emigración y desplazamiento”. No existe razón alguna para respaldar este título y no hay ningún contenido en sus programas que se pueda relacionar con las vidas reales de los miles y miles de refugiados políticos o de guerra que viven en la ciudad de donde toma su nombre la orquesta. Nada de Haendel ni de Gounod ni de Goldschmidt, tampoco nada de Panufnik o Firsova, ni de ninguno de los varios compositores —muertos o vivos— para los cuales Londres es o ha sido un refugio de regímenes intolerables. La temporada Émigré tiene el aspecto de una concha vacía, desprovista de un contexto social e intelectual y diseñada para la conveniencia de un célebre director cuya cabeza está a menudo en otra parte. Que conste que soy desde hace mucho tiempo admirador de Gergiev y le tengo afecto. Su transparencia emocional y sus instintos humanos son en general sólidos. Hay intérpretes en su séquito que no serían invitados de nuevo por un maestro más duro, pero Gergiev no deja que los lesionados musicales se queden a mitad de camino, los cuida hasta que se repongan. A la LSO, sin embargo, no le está haciendo ningún favor. El nombre de la orquesta está siendo dañado debido a su conexión con el Gergiev global. ¿Alguien recuerda qué orquesta tocó hace poco en el Festival Rachmaninov? ¿Fue la del Kirov, la del Met, la Filarmónica de Viena o la Orquesta Mundial para la Paz? Cuando André Previn dirigió Rachmaninov en la década de 1960, todo el mundo sabía que fue con la LSO. Ahora sólo reconoce a Gergiev. La LSO ha sobrevivido durante un siglo gracias a su orgullo e interés propios. Ahora necesita cantar las cuarenta a su celebérrimo director. ¿Por qué estamos tocando esta música? ¿Para quién la tocamos? ¿Dónde y cómo beneficia a la LSO para competir con las otras orquesta de Londres? No son preguntas que Gergiev haya tenido que contestar hasta ahora. Espero que sus respuestas sean convincentes. ¿Harding en Madrid? El Teatro Real quiere entrar en la liga de campeones contratando a un director extranjero caro. Una ambición digna de aplauso, aunque no lo sea tanto su aplicación precisa si, como se dice, Madrid quiere que sea Daniel Harding el director musical de su teatro de ópera. Harding, de 33 años, es un músico británico que ha subido como la espuma desde que cogió la batuta por primera vez bajo la tutela de Simon Rattle, con quien ahora comparte agente. Ha sustituido con éxito a Claudio Abbado y se desenvuelve bien en los círculos continentales. Está casado con Béatrice Muthelet, una viola francesa que toca en la Mahler Chamber Orchestra y que actúa a menudo en los conciertos de cámara de los Hermanos Capuçon. Hoy la pareja vive amigablemente distanciada. El atractivo de Harding es obvio: su juventud, sus conexiones y una considerable ambición serían valiosísimas para el Real. Es un músico enérgico, con unas ideas claras aunque a veces ingenuas sobre la interpretación. Las desventajas son más difíciles de definir. Harding tiene, por supuesto, una peligrosa falta de experiencia en dirigir ópera. Ha sustituido a Abbado en Aix-en-Provence y a Muti en La Scala pero nunca se ha dedicado a trabajar de manera regular en un teatro ni ha ejercido tampoco como director ejecutivo. Lo ideal sería que tuviera experiencia práctica en una compañía estable de ópera antes de tomar las riendas de un lugar tan complicado como es el Real. Hasta ahora Harding ha trabajado como director musical de pequeñas y no muy estimulantes orquestas —las orquestas de cámara de Trondheim, Bremen y la Mahler—; hace poco fue nombrado director de la Orquesta de la Radio Sueca y es también principal director invitado de la Orquesta Sinfónica de Londres. Y el impacto que ha conseguido con ellas es bastante insignificante. Con la LSO, donde comparte el podio con el veterano sir Colin Davis y el absentista Valeri Gergiev, aún no ha logrado hacerse con un hueco estilístico o de repertorio que sea claramente el suyo. Lo que sí tiene es un agente insistente, Martin CampbellWhite, y pudiera ser que el Real se sintiera más seducido por la habilidad del agente a la hora de vender que por los logros concretos del director. No hay duda de que Harding tiene una gran capacidad pero son pocos los que creen que su talento esté plenamente desarrollado. Si el Real quiere un maestro internacional que le otorgue un gran relieve debería sin duda cortejar a Daniele Gatti (ex Bolonia), a Andriss Nelsons (ex Riga), al talento en ascenso Robin Ticciati (Glyndebourne) o a Tugan Sokhiev (ex Gales). No veo a Harding compitiendo en el campo de la ópera con ninguno de estos cuatro. Norman Lebrecht MADRID, 2009 ORGANIZA: Jean-Yves Thibaudet Martes, 13 de enero de 2009. 19:30 h piano ELISABETH LEONSKAJA Martes, 27 de enero de 2009. 19:30 h piano NICHOLAS ANGELICH Martes, 17 de febrero de 2009. 19:30 h piano TILL FELLNER Martes, 10 de marzo de 2009. 19:30 h piano GRiGORI SOKOLOV Martes, 19 de mayo de 2009. 19:30 h 1 2 3 4 5 www.scherzo.es 14 Organizado por la FUNDACIÓN SCHERZO, con el patrocinio del diario EL PAÍS y la colaboración del Ministerio de Cultura (INAEM) y la Fundación Hazen-Hosseschrueders ÚL T DI IM SP OS ON AB IB ON LE O S S PATROCINA: NOTA IMPORTANTE: Todos los intérpretes, programas y fechas son susceptibles de modificación. MURRAY PERAHIA piano Martes, 2 de junio de 2009. 19:30 h NELSON FREIRE piano Martes, 30 de junio de 2009. 19:30 h ARCADI VOLODOS piano Martes, 29 de septiembre de 2009. 19:30 h MITSUKo UCHIDA piano Martes, 10 de noviembre de 2009 19:30 h piano PIERRE-LAURENT AIMARD 6 7 8 9 10 piano Miércoles, 2 de diciembre de 2009. 19:30 h BOLETÍN DE ADQUISICIÓN DE NUEVOS ABONOS El boletín para adquirir nuevos abonos se podrá enviar por correo a nuestras oficinas, por fax al número 91.726.18.64 (las 24 horas del día) o hacer la solicitud por teléfono llamando al 91.725.20.98 (de 10:00 a 15:00 horas de lunes a viernes, excepto festivos) o por mail a la dirección fundacion@scherzo. es o rellénelo en nuestra página web www.scherzo.es. ZONA ZONA SECTOR Rellene sus datos personales, marque el número de abonos que desea adquirir y las cinco opciones preferidas indicando la zona (A, B, C o D) y el sector que proceda. 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Se podrán solicitar un máximo de cuatro abonos por persona. 3 4 APELLIDOS FAX NOMBRE TLFNOS. (Mañanas) MÓVIL (Tardes) DIRECCIÓN N.º POBLACIÓN CP. PROVINCIA E-MAIL PISO filarmónica de viena viena, austria Escuchando a la Filarmónica de Viena se entiende fácilmente por qué tenía entre sus más fervientes admiradores a algunos de los mejores compositores de todos los tiempos. Es la única orquesta regida por sus propios músicos, la mayoría de los cuales permanecen toda su vida en la Filarmónica, protegiendo con éxito su integridad artística. La actuación puede ser en la Gran Sala Dorada del Musikverein —que pertenece a la Sociedad de Amigos de la Música— o en el extranjero, pero la experiencia sigue siendo tan mágica como hace más de 160 años. Oyster perpetual datejust rolex españa s.a. - tel. 900 41 43 45