CONSENSO DE WASHINGTON De Wikipedia Se entiende por Consenso de Washington un listado de políticas económicas consideradas durante los años 1990 por los organismos financieros internacionales y centros económicos con sede en Washington DC como el mejor programa económico que los países debían aplicar para impulsar el crecimiento. En realidad el Consenso de Washington fue formulado originalmente por John Williamson en un documento de noviembre de 1989 ("What Washington Means by Policy Reform" que puede traducirse como "Lo que Washington quiere decir por reformas políticas"). Fue elaborado como documento de trabajo para una conferencia organizada por el Institute for International Economics, al que pertenece Williamson. El propio Williamson cuenta que en ese histórico borrador, incluyó "una lista de diez políticas que yo pensaba eran más o menos aceptadas por todo el mundo en Washington y lo titulé el Consenso de Washington" [1]. Originalmente ese paquete de medidas económicas estaba pensado para los países de América Latina, pero con los años se convirtió en un programa general. 1. Disciplina fiscal 2. Reordenamiento de las prioridades del gasto público 3. Reforma Impositiva 4. Liberalización de las tasas de interés 5. Una tasa de cambio competitiva 6. Liberalización del comercio internacional (trade liberalization) 7. Liberalización de la entrada de inversiones extranjeras directas 8. Privatización 9. Desregulación 10. Derechos de propieda 11. d Hay que puntualizar que por "Washington", Williamson entendía el complejo políticoeconómico-intelectual que tien sede en Washington: los organismos financieros internacionales (FMI, BM), el Congreso de los EEUU, la Reserva Federal, los altos cargos de la Administración y los institutos de expertos (think tanks) económicos. Esa breve lista tomó autonomía y se constituyó en la base de lo que luego se denominará neoliberalismo o fundamentalismo de mercado. Con posterioridad la "lista" inicial fue completada, ampliada, explicada, y corregida. Se ha hablado del Consenso de Washington II, y del Consenso de Washington III. Asmismo el Consenso de Washington ha recibido gran cantidad de críticas. Quizás las más importantes sean las que le formulara Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía 2001 y ex-vicepresidente del Banco Mundial. Tabla de contenidos [ocultar] 1 Crítica o 1.1 Movimiento altermundista 2 Referencias 3 Enlaces externos [editar] Crítica [editar] Movimiento altermundista Muchos críticos de la liberación económica tales como Noam Chomsky y Naomi Klein, ven en el Consenso de Washington un medio para abrir el mercado laboral de las economias del mundo subdesarrollado a la explotación de compañias del primer mundo. La prescipción de la reducción en aranceles y otras barreras comerciales que permiten el libre flujo de bienes a través de las fronteras siguiendo las fuerzas del mercado, sin embargo al trabajo no le está permitido moverse libremente a través de las fronteras debido a restricciones propias de migración en cada nación, con restricciones más duras en los países desarrollados. Lo anterior genera un clima económico donde los bienes son manufacturados utilizando mano de obra barata en los países con economías en subdesarrollo y luego exportadas al primer mundo para su venta a un mercado inmenso, con el balance comercial resultante en beneficio típico de las grandes multinacionales. La crítica central es que los trabajadores en el mundo subdesarrollado permanecen pobres, ya que si bien sus ingresos aumentan ligeramente por el empleo adicional de las multinacionales con respecto al que tenian antes de la liberalización económica, este aumento se ve muy reducido en términos reales por la inflación, que en los países subdesarrollados es mayor que en los del primer mundo; mientras tanto los trabajadores en el primer mundo sufren desempleo, mientras que los dueños de las grandes multinacionales cada vez obtienen mayor bienestar y riqueza. El movimiento altermundista argumenta además que los países del primer mundo imponen las políticas neoliberales del Consenso de Washington sobre los países de economías débiles mediante una serie de organizaciones supranacionales como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional además de ejercer presión política y extorción. Se argumenta además que el Consenco de Washington no ha producido ninguna expansión económica significativa en Latinoamérica, y si en cambio algunas crísis económicas severas y la acumulación de deuda externa que mantiene a estos países anclados al mundo subdesarrollado. Muchas de las reformas, (e.g. la privatización de las industrias de estado, la reforma fiscal y la desregulación) son críticadas como un mecanismo que asegura el desarrollo de un pequeño grupo elitista de altos ingresos económicos en los países subdesarrollados, los cuales tienden a acceder al poder político y así mantener las políticas económicas que los privilegian y mantienen a las mayorías en el subdesarrollo y la pobreza. Lideres políticos socialistas en Latinoamérica tales como el presidente de Venezuela Hugo Chávez, el presidente de Cuba Fidel Castro, el de Bolivia, Presidente Evo Morales así como el de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva son bien conocidos críticos del Consenso de Washington. Lula heredó una economía muy alineada al Concenso de Washington y sus reformas sociales han sido graduales de tal forma de no causar disturbios económicos. Cuba es una economía planificada comunista y Venezuela ha aplicado un tipo del llamado "socialismo de mercado" que es impulsado económicamente por la empresa paraestatal petrolera y sus grandes reservas. En Argentina, las políticas del Consenso de Washington han ido evaporándose desde el colapso económico, desde el cual muchas personas han desaprobado las políticas neoliberales. EL CONSENSO DE WASHINGTON (II) En este artículo nos describen las diez leyes que constituyen este Consenso, así como las diferentes modificaciones que se han hecho. Escrito por Jonathan Heath. Publicado en Reforma el 14 de agosto de 2001 Aunque las reformas propuestas por el “Consenso de Washington” fueron muy criticadas por enfocarse exclusivamente a criterios de eficiencia, todavía mantienen su vigencia. El cambio de enfoque ha sido de abrirse hacia una visión más amplia para incluir propuestas adicionales. El decálogo original de las políticas del “Consenso de Washington” fue etiquetado como el centro neurálgico del neoliberalismo. Dado que no se cumplieron las promesas de crecimiento sostenido con estabilidad y al mismo tiempo, se le culpa por el aumento en la pobreza y el empeoramiento de la distribución del ingreso, fue sumamente criticado y encasillado como un modelo equivocado de desarrollo. Sin embargo, si examinamos a fondo las reformas propuestas encontramos que casi en su totalidad siguen vigentes como recomendaciones positivas. La falla del “Consenso de Washington” no fue su contenido sino lo que le faltó incluir. Todas las recomendaciones están enfocadas a criterios de eficiencia, con la idea de que lo más importante era reordenar los mercados. Sin lugar a dudas, el buen funcionamiento de los mercados es una condición necesaria, pero ahora queda claro que está lejos de ser suficiente. ¿Cuáles fueron las recomendaciones originales y cómo se han modificado?: 1) Disciplina fiscal. La evidencia a favor de un buen manejo de las finanzas públicas es abrumadora, a tal grado que prácticamente todos los partidos, ya sea de derecha o de izquierda, lo proponen. Sin embargo, su importancia no solamente radica en su contribución a la estabilidad y al buen manejo de los mercados, sino que también es esencial para la equidad. Para que un gobierno instrumente programas sociales contracíclicos, necesita tener la capacidad financiera para endeudarse sin causar desequilibrios macroeconómicos. Esta recomendación goza de un consenso amplio, aun en los países socialistas. 2) Prioridades en el gasto público. Al considerar la existencia de una restricción presupuestal, el gasto público deberá ejercerse en las actividades que tuvieran el retorno económico más elevado y la posibilidad de mejorar la distribución del ingreso. La recomendación central era la de evitar el uso indiscriminado de subsidios y enfocarse más en educación, salud e infraestructura. A la fecha se mantiene la recomendación de reducir o eliminar el gasto superfluo, que únicamente ejerce presión sobre las finanzas públicas sin beneficio para la sociedad. 3) Reforma impositiva. La recomendación era crear una base fiscal más amplia con tasas impositivas moderadas. Básicamente todos los partidos políticos están a favor de la reforma fiscal en el ámbito general. Las diferencias de opinión radican más en los detalles de cómo lograr una progresividad justa y minimizar la evasión de impuestos de las clases acomodadas. 4) Tasas de interés. La idea central era liberar los mercados financieros para que la tasa de interés sea un reflejo genuino de la relativa escasez de crédito. La recomendación era eliminar créditos directos de parte del gobierno, que involucraban subsidios y se aplicaban con criterios arbitrarios y al mismo tiempo, terminar con controles sobre las tasas de interés. Aunque la recomendación sigue vigente, ahora se recomienda una liberación gradual y cautelosa para evitar una crisis financiera. Últimamente se ha puesto más énfasis en asegurar un mayor acceso al crédito para las empresas pequeñas. 5) Tipo de Cambio. La recomendación original era asegurar un tipo de cambio competitivo para incrementar las exportaciones no tradicionales. Sin embargo, nunca hubo un verdadero consenso sobre el régimen “correcto” y cómo se debería conciliar “competitividad” con estabilidad. Ahora se recomienda más el uso de un régimen de flotación. 6) Política Comercial. La apertura comercial era uno de los pilares principales del consenso original, ya que fomentaba la eficiencia y el crecimiento sostenido. Es una forma de fomentar la creación de divisas vía exportaciones y reducir la carga de la deuda externa. No obstante, en los últimos años ha surgido un debate sobre los efectos que tiene sobre la equidad. Aunque la recomendación de mayor apertura se mantiene, ahora se ha puesto mayor énfasis en buscar cómo se pueden extender los beneficios a la mayor parte de la población. 7) Inversión extranjera directa. La propuesta original recomendaba la inversión extranjera como fuente de capital y tecnología, lo cual era necesario para el crecimiento. Es una fuente importante de divisas que no incrementa la carga de deuda externa. Sin embargo, dado que aumenta los salarios de la mano de obra calificada, no trae un beneficio directo sobre la equidad. 8) Privatización. La idea de privatizar es para hacer un mejor uso de un capital escaso. No tiene sentido que el gobierno realice inversiones costosas que puede hacer el sector privado. También funciona como una política para sanear las finanzas públicas. Sin embargo, la recomendación original no contemplaba los riesgos de una mayor concentración de riqueza, especialmente cuando los arreglos institucionales son débiles o vulnerables a presiones políticas. Ahora las políticas de privatización tienen que poner más énfasis en la transparencia y la competitividad. 9) Desregulación. La eliminación de trabas y costos administrativos fomenta la competencia y reduce las barreras para entrar en nuevos mercados. Dado que la desregulación favorece a las empresas pequeñas y facilita la creación de empleos, es buena para la equidad. 10) Derechos de propiedad. Es prácticamente imposible obtener un buen funcionamiento de los mercados sin derechos de propiedad bien establecidos. Como encontramos en México, el mercado crediticio es el más vulnerable ante derechos de propiedad endebles. Aunque con algunos cambios de énfasis, las recomendaciones originales siguen vigentes. Sin embargo, ha surgido un nuevo consenso sobre cuál debería ser el objetivo último del desarrollo económico de los países: reducir la pobreza y mejorar la equidad sin sacrificar el crecimiento. Puede sonar utópico, pero no hay peor lucha que la que no se hace. Para esto han sido necesarias nuevas propuestas, que no sustituyan a las anteriores sino que las complementen. ¿Cuáles podrían ser? De esto hablaremos el jueves.