No se perquè vaig començar aquell misteriós viatge

Anuncio
Diario de un dibujante
Martes, 22 de abril del 1957.
Me llamo Rulph Finnes y tengo diecinueve años.
Yo vivía con mis padres. Mi madre, Dorothy, fue, como muchas, una mujer muy maltratada
por la sociedad. En la época en la que yo vivía el papel de las mujeres era muy poco
importante. El sueño de mi madre era ser cirujana, pero era un trabajo demasiado “masculino”
y finalmente se tuvo que conformar con un puesto de trabajo en la peluquería de nuestro
barrio.
Mis padres, ya hace más de dieciséis años que están juntos.
Mi padre, Tom Finnes, nació en una familia rica. Hablo de familia como si no conociera a mis
propios abuelos. Pues así es; nunca llegué a conocerlos y mi padre tampoco me habla
demasiado de ellos. Sólo sé esto de que eran muy ricos y que echaron a mi padre de casa
cuando tenía dieciocho años. Mi padre era la oveja negra de la familia. Era de izquierdas,
defendía los derechos de los pobres y sobre todo, se saltaba las reglas que se les daban sus
padres; siempre le gustaba salir con los chicos y chicas de los barrios de Harlem o el Bronx,
dónde encontró muy buenos amigos. Se ve que esto, como era de esperar, no les gustaba
nada a ninguno de los dos. Una vez, mi padre se enamoró de una chica latina del Bronx,
María.
No sólo se enamoraron, sino que fue la primera chica con quien mi padre tuvo relaciones...
Sus padres no lo supieron hasta dos meses tras cumplir los dieciséis. Mi padre no hizo ni caso
de las caras que ponían en cada cena ni de los comentarios ofensivos que hacían siempre
cómo: -“Una pobre del Bronx no hace para ti”-, o - “A ver si cuando esto se acabe la habremos
de dar de comer nosotros”- . Al cabo de tres meses, los dos se quisieron casar, pero para esto
necesitaban el consentimiento de sus padres, y, ninguno de los cuatro aceptó. No sólo no
aceptaron, sino que los dos desheredaron a mi padre. Y él se quedó sin nada. No podía
esperar a los dieciocho años a casarse con aquella mujer. Cada vez, los dos se iban
distanciando más hasta que se dejaron de ver.
Mi padre, que guardaba un rencor enorme a sus propios progenitores, marchó de casa al
cumplir los dieciocho.
Dicho así, parece que quiera explicar la vida de mi padre, pero no. Realmente quiero empezar
con esto porque mi historia se identifica claramente con la suya.
Jueves, 24 de abril del 1957.
Casualmente, marché con dieciocho años de casa; simplemente porque tenía una afición que
cada vez me invadía más: yo quería ser dibujante. Nunca nadie me había dicho que tuviera
talento, pero lo tenía; en aquella época cualquiera de estos trabajos estaba criticado, mal visto
o incluso, marginado. La verdad, es que éramos una familia relativamente pobre, y mis padres
querían que todo lo que ahorraran lo usara para mi viaje a la universidad, puesto que se me
daban muy bien las ciencias; pero yo no quería! Yo lo que quería era ser dibujante.
Martes, 29 de abril del 1957.
Un día me llevé mi cuaderno de dibujo al Central Park y empecé a dibujar como quien no dice
la cosa. De repente, un hombre se me acercó y me dijo:
-Escúchame chico, dibujas muy bien.”-
Yo me sorprendí porque era la primera vez que me lo decían, pero tampoco le di demasiada
importancia. Aquel hombre me preguntó si tenía algún tipo de trabajo relacionado con la
pintura y yo le contesté que no.
Entonces, él me dijo que me podría enseñar un lugar dónde darme a conocer.
Antes de precipitarme, le pregunté quién era y él me dijo que era el director de la escuela de
arte de París y que estaba haciendo un viaje en Nueva York. Entonces, les expliqué todo a mis
padres y ellos me dijeron que aprovechara esa ocasión. Pero había un pequeño inconveniente;
era en París.
Aún así, el hombre me pagó el viaje, y hacia París marché. [...]
Rulph Finnes, Memorias de un dibujante
Viernes, 17 de enero del 1963.
[...] Nunca sabré como continuar esta historia realmente. La propia creación es aquella a la
cual nosotros nos adaptamos mejor y podemos explicar más detalladamente. Hoy revuelvo el
pasado de alguien que fue importante para mí: mi hijo Ruplh. La única cosa que puedo
explicar y llenar en estas hojas en blanco es que mi Rulph murió en un accidente de tren
hacia París. Lo que iba a ser el sueño de su vida, se convirtió en una pesadilla para todos.
Hoy, terminaré aquí. Y decididamente, la voy a tirar; y si alguien la encuentra, sabrá la
historia de una de las personas más valientes de la Tierra.
Tom Finnes, Memorias de un dibujo
Andro Crespo 3 ESO IES Vila de Gràcia
Descargar