DE LA LÓGICA DE LA EXCLUSION A LA PERSPECTIVA DE INCLUSIÓN. Una Mirada desde los/as otros/as Mauricio Zorondo B.1 Desde hace algún tiempo en el mundo entero se ha impuesto la idea que la seguridad se gana con imposición; basta recordar algunos tristes episodios de nuestra historia reciente, en especial las acciones de los Estados Unidos hacía los pueblos de Afganistán e Irak. No es casualidad que luego en nuestro país se insista en que el tema más importante de nuestros días es la seguridad, o si lo quieren la inseguridad2. Estamos presenciando cada cierto tiempo en nuestros noticieros y en las informaciones de la prensa escrita y radio, una visión de Chile que pone acento en los episodios de inseguridad “reinante”, este hecho junto con los planteamientos políticos que intentan hacerse eco de una “sensación generalizada” en la población, se va imponiendo entre nosotros la desconfianza y por cierto el temor. No es casualidad tampoco que algunos lideres de opinión insisten en identificar como una de las causas del “problema” el “consumo de drogas”, para luego pasar a insistir, con un tono social, que la solución esta en el desafió de erradicar “la pobreza” y la falta de “oportunidades”. En este escenario nos gustaría hacer algunas reflexiones que nos parecen centrales desde el trabajo que realizamos en la Pastoral Nacional de Alcoholismo y Drogadicción del Área Pastoral Social de la Conferencia Episcopal de Chile: Lo primero es insistir como lo venimos haciendo hace casi veinte años, que el fenómeno de las drogas no es un problema de clases sociales, ni tiene sus raíces solamente en los fenómenos de marginalidad. Como lo hemos dicho muchas veces el problema no son sólo el consumo sino sobre todo los procesos de exclusión social; el problema no es ubicar la causa, que sin duda puede estar en alguno de los elementos que se mencionan, sino sobre todo en tratar de entender cual es el mensaje, la pregunta, el discurso que se nos impone a través de estas practicas. Se trata de un cambio de foco, no tanto de pensar desde “nosotros los no consumidores” respecto de las causas que “mueven al consumo”, sino más bien intentar pensar desde las personas que activan esta conducta, para lograr encontrar en que necesitamos cambiar; no sólo en que requieren cambiar aquellos/as. Es más o menos común mirar algunos planteamientos que hacen hincapié en la “rehabilitación” como medio de solución, en el sentido que la solución se establece en el proceso de “reinserción” social. La pregunta de fondo es a que “reinserción”. Los que trabajamos en este ámbito nos cansamos de ver y vivir una y otra vez los grandes esfuerzos que hacen amigos/as por intentar darle un nuevo giro a su vida y como, una vez con fuerzas para enfrentarse con su medio social, se sienten nuevamente con las puertas cerradas. En este sentido es que decirnos que los cambios, la “rehabilitación” no es sólo un problema individual es ante todo una necesidad comunitaria, cultural. La verdadera “rehabilitación” del usario de drogas, parte por mi no usuario, parte por mi manera de ver, pensar y sentir ante aquellos que usan drogas. En definitiva, “rehabilitación” sin cambio global comunitario, sin oportunidades, sin un nuevo espacio 1 Mauricio Zorondo, es Psicólogo, Secretario Ejecutivo de PANAD y EFAD. Contacto: [email protected] 2 Esta más que claro que los problemas que se señalan como los más relevantes para la población, son sin duda muchísimo menos numerosos, en términos de involucrados, que otros como la desocupación o los problemas en Salud y Educación de inclusión, no es real. No se trata de “reinserción” sino más bien de Inclusión, lo que supone un proceso de apertura del sistema. Por lo tanto se hace muy necesario, en este proceso de inclusión, preguntarnos preguntarnos que es lo que nos quieren decir estos grupos que es necesario que aprendamos. No sólo condenar las prácticas desviadas, sino sobre todo entender que en la desviación esta la semilla del cambio. Del Caos proviene el Orden. Mirar a los/as Otros/as con nuevos ojos y ver que es lo que tienen para nosotros. Ponernos en el lado de los otros/as nos puede ayudar a entender3. Es importante destacar como la mayoría de las personas en estas situaciones buscan maneras de integración social; es decir, buscan integración por medios (caminos) socialmente no aprobados; es decir, si bien buscan los objetivos/fines sociales establecidos y dominantes, no comparten los medios para lograrlos. Este escenario parece muy obvio, pero encierra una cierta verdad perversa en nuestro sistema. Es más o menos evidente para los analistas que no hay una fuerza real, política o social contracultural, o más bien una fuerza que busque la articulación de un modelo totalmente otro4; mas bien lo que tenemos es un modelo hegemónico, casi sin contrapeso en el despliegue de sus fuerzas; de esta manera los fines sociales impuestos como mayoritarios y dominantes, tales como el éxito medido en dinero; el tener por sobre el ser, etc. se ven y se sienten compartidos por una gran mayoría5, incluidos aquellos que aparecen como la contracultura. De este hecho podemos argumentar que la contracultura en nuestro actual sistema no es un problema ideológico, no es un hecho social de cambio; sino más bien esta anidado en el interior del premio sistema. Un sistema que impone los sueños, las ideas, las expectativas y que con la misma fuerza te niega su concreción. Te dicen ser exitoso, y por tanto una persona de valor, es tener tal cosa; y en el mismo acto te muestra que su precio/valor esta por sobre lo que tienes/posees. Y este fenómeno luego se traslada a tu propia personalidad… tu no tienes el valor que ese objeto requiere… tu eres menos que ese objeto… la rabia y la frustración aflora; la violencia se impone. Por el otro lado, lo poco o lo mucho que tenemos se ha hecho parte de nosotros, es casi como nuestra identidad, por lo que los medios para resguardar lo que tenemos (lo que somos) se hacen cada vez más necesarios6, por lo que el temor a peder lo que tenemos (lo que somos) se hace cada vez más generalizado, en lo poco o en lo mucho, los resguardos son los mismos, tenemos que vivir para proteger, no para disfrutar7; de allí la desconfianza; en un cierto sentido todos/as son una amenaza. Es evidente que entre “todos/as” hay algunos mayores, entre ellos/as los usuarios de drogas ocupan un lugar preferente en nuestras desconfianzas, y al revés todos “nosotros” un punto muy especial en la desconfianza de “ellos/as”. Proteger, desconfiar, violentar, etc. se hacen verbos cotidianos entre toda nuestra población, para mirar a unos 3 A mi me parece, una vez y otra, que es esto lo que hizo Jesús cada vez que se enfrento con alguien, mirar y ver desde el otro, descubriendo allí su fe, su necesidad y su búsqueda más profunda para darle del agua que nunca da sed. 4 Es importante destacar en este momento como el principal movimiento social de los últimos tiempos protagonizado por los secundarios era una búsqueda de una educación mejor, para que permita ser un mejor medio de consecución de los fines sociales dominantes; en ningún caso se trataba de una propuesta alternativa, en el sentido de contradictoria al sistema establecido. 5 Hay que recordar que la suma de los candidatos presidenciales que no fueran del pacto de la izquierda extraparlamentaria hacen cerca del 90%, si se ve los programas eran en un 80% similares, por lo que el consenso social es evidente. 6 Vean que el negocio de la seguridad en Chile es uno de los más lucrativos. 7 No será esta una de las causas de los altos niveles de frustración, patologías psiquiatritas, trastornos del animo, etc. que han caracterizado el Chile de las ultimas décadas. y para ser mirados por otros. Las representaciones sociales dominates están teñidas de la desconfianza y el temor… entonces nuevamente la violencia como medio de control. Los mismos/as que dominan el discurso público en nuestro país y en el mundo, que llaman a la acción decidida para lograr mayores niveles de seguridad, son los mismos que callan ante estos hechos que están en el centro del sistema, un sistema que excluye y que luego castiga a los excluidos8. Es coherente con esta mirada, ciertas acciones en el abordaje de drogas que insisten en las lógicas de la lucha contra las drogas, que impone la penalización del uso de drogas, sea de maneras legales o socialmente punitivas, lo que importa es terminar con estas conductas. Lo hemos dicho muchas veces, es posible construir una nueva política de drogas, que no ponga su acento en la recriminación del consumo, sino más bien en la inclusión, que haga valer más las personas y menos sus conductas, que ponga más el acento en apoyar y ayudar a disminuir daños y riesgos, que en el “exterminio” de las conductas; que ponga menos atención en la “sensibilización” y la “información” y que haga ver su voz de frente a los sistemas de injusticia que mantienen pautas de exclusión nocivas para la población. La verdadera adicción de nuestra sociedad y sus lideres de opinión no esta en las drogas, sino más bien en la fuerza con que defienden y se atan al sistema que los mantiene en el poder. Quisiéramos escuchar menos recriminaciones mutuas, menos llamados a la mano dura, menos argumentos de intolerancia, menos guerra, menos violencia y más propuesta de inclusión, más posibilidades para integrarse al sistema, más amplitud del sistema para acoger otras demandas nacientes en nuestra sociedad, más preocupación por como podemos repartir los recursos, escasos que tenemos9. Las verdaderas causas de los “problemas de seguridad” no están en las drogas, ni en sus usuarios, no están en la pobreza ni en la escasez, están en la exclusión, la frustración, el temor y la desconfianza con que tenemos que vivir… quizás nos haga falta mirar al Maestro y volver a mirar a todos con ojos de bondad, para descubrir en cada cual la belleza de su creación; y comenzar a centrarnos menos en los problemas y más en las personas; centrarnos menos en las conductas “desadaptadas” y más en sus razones; en definitiva construir como Él un mundo más incluyente y menos excluyente… un mundo que pone el acento en la construcción común, en definitiva, nos hace falta volvernos a mirar, conversar y descubrirnos como hermanos/as. 8 El Padre Hurtado insistía que una sociedad injusta es una sociedad que vive en pecado mortal. Los problemas económicos no solo de escasez, también de distribución… esto parecen olvidarlo los economistas que nos guían. 9