Vol 247. Analisis del Diario de Colon Guanahani y Mayaguain las

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Análisis del Diario de Colón
Guanahaní
y Mayaguaín
las primeras isletas descubiertas en el Nuevo Mundo
Don Cristóbal Colón, “Almirante del Mar Océano, Visorrey y Gobernador de las islas y Tierra Firme que descubriera”.
Archivo General de la Nación
Volumen CCXLVII
Contralmirante Ramón J. Didiez Burgos, ARD
Análisis del Diario de Colón
Guanahaní
y Mayaguaín
las primeras isletas descubiertas en el Nuevo Mundo
Santo Domingo, R. D.
2015
Cuidado de edición: Área de Publicaciones, AGN
Diagramación: Harold Frías Maggiolo y Juan Francisco Domínguez Novas
Diseño de portada: Esteban Rimoli
Motivo de cubierta: Retrato de Cristóbal Colón, obra del pintor italiano Ghirlandaio, y recreación de imágenes de
las tres carabelas: la Pinta, la Niña, y la Santa María.
Primera edición: 1974
Segunda edición: 2015
© Ramón Julio Didiez Burgos, 1974
De esta edición
© Archivo General de la Nación, 2015
Departamento de Investigación y Divulgación
Área de Publicaciones
Calle Modesto Díaz Núm. 2, Zona Universitaria,
Santo Domingo, República Dominicana
Tel. 809-362-1111, Fax. 809-362-1110
www.agn.gov.do
ISBN: 978-9945-586-41-1
Impresión: Editora Centenario, S.R.L.
Impreso en la República Dominicana • Printed in the Dominican Republic
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PRESENTACIÓN
El libro Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín, las primeras isletas descubiertas en el Nuevo Mundo,
del autor contralmirante Agr. Ramón Julio Didiez Burgos, de la Armada de República Dominicana, es un aporte de
alta trascendencia cognitiva en el campo de la historia dominicana, por la agudeza en el análisis y en las descripciones e
interpretaciones que gradual y cronológicamente desarrolla conforme al Diario del almirante Cristóbal Colón.
Esta obra es fruto de la colaboración diáfana entre la Armada Dominicana y el Archivo General de la Nación
(AGN), instituciones que asumen dentro de sus múltiples fines el de propiciar el conocimiento de la historia nacional,
para una correcta vida ciudadana.
Como principio editorial del AGN, se respetó la grafía y las convenciones utilizadas por el autor en la edición
original de esta obra.
Es importante destacar que el primer viaje de Cristóbal Colón se produjo en el año 1492, y representó, para el mundo conocido de la época, una verdadera revolución tecnocientífica, pues demostró que la tierra no era plana, descartando
de una vez por todas esta teoría medieval tan socorrida en aquel momento. Los cálculos y los descubrimientos realizados
por el almirante lograron revolucionar la Geografía y la Cartografía, que tuvieron que ser revisadas para la inclusión de
las nuevas tierras y mares, desconocidos por estas disciplinas. Igualmente ocurrió con las Ciencias Naturales, la Botánica
y la Zoología. Estas transformaciones impactaron además en el mercado mundial e impusieron la modernización de los
barcos para la navegación transoceánica.
La obra, entre otros aspectos de gran interés, refleja la colaboración que se estableció entre los indios lucayos y los
europeos, representados por Colón. Esto facilitó la comunicación con las comunidades taínas, así como el conocimiento
de las ubicaciones de otras islas situadas en el mar Caribe, lo cual contribuyó a su posterior sometimiento y control.
Es oportuno resaltar que, por orden del almirante Cristóbal Colón, el primer escrito de posesión de las tierras
que luego se llamarían América, fue registrado y certificado por el escribano de la Armada Rodrigo Sánchez de Segovia,
teniendo como testigos presenciales a Martín Alonso Pinzón y Vicente Yáñez, ambos capitanes de la Pinta y la Niña,
entre otros hombres de los que integraban la expedición.
Este hecho da origen al primer documento escrito en tierras del llamado Nuevo Mundo, el cual otros estudiosos de
la historia, en conocimiento de que la cultura taína era ágrafa y partiendo del supuesto de que la historia se inicia con la
escritura, lo consideran también como el que le da inicio a la historia de la sociedad taína.
Con la toma de la primera Isla del nuevo mundo, Colón fue prácticamente convertido en el Guamiquina, jefe
supremo de los cristianos, según lo plasmó en su Diario.
Desde el correlato empírico de nuestra realidad científica, el contralmirante Agr., Ramón Julio Didiez Burgos, logró
demostrar la validez de las técnicas marineras de navegación implementadas por Colón, descartando la percepción de que
el Almirante era un improvisado o un simple aventurero.
Este aporte histórico del autor a la historia y cultura dominicana, cristalizado en el Análisis del Diario de Colón.
Guanahaní y Mayaguaín..., constituye un documento de obligada consulta para el público en general, y de manera muy
especial para los estudiosos de la Historia en República Dominicana.
Álvaro Caamaño Santana
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PRÓLOGO A LA SEGUNDA EDICIÓN
Con gran placer aceptamos la alta distinción que nos otorga el vicealmirante Edmundo Néstor Martín Félix Pimentel,
Comandante General de nuestra Armada, de reprologar el libro titulado Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y
Mayaguaín, las primeras isletas descubiertas en el Nuevo Mundo, autoría del siempre recordado profesor de Cinemática y
Navegación, contralmirante, agrimensor, Ramón Julio Didiez Burgos, Armada República Dominicana.
Como autor de este valioso libro, destaca la participación de los antiguos caldeos, griegos, egipcios de 141 a. C., en
la astronomía y de los italianos a partir del siglo xvi. Incluye el portulano de Santo Domingo año 1500, las cartas náuticas
de Paolo Toscanelli; la cartografía de las Antillas frente a Portugal; las cartas astronómicas empleadas por los navegantes
de la época; las tablas de navegación del primer viaje de Colón; las tablas de rumbo, velocidad y objetos visibles en el mar
que empleó; la comprobación de las distancias recorridas; normas y costumbres de los nativos, entre otras, además de los
nombres de las tripulaciones de cada nao y sus salarios por categoría.
Su contenido se apoya en una vasta bibliografía colombina, que invita al lector a involucrarse en la vida de este gran navegante. Es rico en el uso de las terminologías navales de aquella época. En sus páginas, nos mantiene cautivos, llevándonos
al éxtasis durante la narrativa de la travesía, como si él estuviese realizándola, pues con gran esmero apunta todos los detalles
en sus cálculos, para llegar al punto de recalada precalculado, de manera que demuestra, al concluir su análisis del Diario de
navegación y las singladuras en estudio, que las técnicas marineras empleadas en la época eran confiables. Cabe destacar que,
para lograrlo, debió delinear como instrumentos de trabajo las cartas náuticas y el cuadrante de madera (sextante), similares
a los de esa época, reliquias que nos mostró durante la docencia como un tesoro de valor ilimitado.
De igual modo, el autor recoge en sus apuntes que, antes de Cristóbal Colón, la navegación se realizaba mayormente
cercana a la costa y rara vez sideral, debido al concepto geográfico prevaleciente. Sin embargo, también afirma que por las
innegables relaciones de este gran nauta con el cosmógrafo Paolo del Pozzo Toscanelli, pudo adquirir los conocimientos
y las habilidades necesarios para hacer una usanza confiable de la cartografía estelar.
Este inolvidable profesor nos bautizó con el mote de Jarocho, cuando fuimos brigadier mayor de la promoción del
año 1969. Su ejemplo como docente fue único, premiándonos ese año con su presencia en los cruceros de instrucción
(verano e invierno). Durante la travesía siempre estuvo junto a nosotros en el ala de estribor del puente, asiento del
Oficial de Guardia de navegación. Desde ahí nos supervisaba y corregía las prácticas de navegación astronómica diurnas
y nocturnas; los errores del compás y otros detalles útiles para determinar la posición del buque. Esas experiencias nos
resultaron cardinales para el ejercicio del mando como oficiales. De ese ayer sólo permanece un nostálgico recuerdo.
Hoy prevalece la navegación electrónica y satelital; sin embargo, sería aberrante que la oficialidad prescindiera del uso
tradicional de las tablas y el sextante, herramientas esenciales para el cálculo de las posiciones astronómicas.
Con la publicación de este importante trabajo intelectual, el contralmirante Ramón Julio Didiez Burgos se corona
de gloria, al dejar este legado de incalculable valor a la posteridad. La inversión de recursos y tiempo no fueron tan significativos, como los aportes que hará en beneficio de las nuevas generaciones de lectores. Con ella ha demostrado cómo
la fuerza de voluntad y la perseverancia conducen al logro de las metas. Aprovechamos para reiterar nuestra gratitud al
Comandante General de la Armada, por la oportunidad que nos otorga de expresar un criterio diferente sobre el esfuerzo
realizado por este valeroso representante de los valores humanos, a través de sus provechosas acciones en beneficio del
conocimiento.
Leoncio Martínez Gil
CA (R) ARD, DEMN.
A mi esposa, quien como secretaria compartió conmigo
los sinsabores que envolvieron la edición de este libro.
Agradecimiento
El amigo contralmirante retirado César de Windt Lavandier quien me obsequió una Revista General de Marina
de junio del 1967, en la cual encontré un trabajo literario titulado “Más sobre la isla de Guanahaní”, por el capitán de
corbeta Roberto Barreiro Meiro de la Marina de Guerra Española; este trabajo analítico de la arribada del almirante don
Cristóbal Colón, a la primera isla del Nuevo Mundo, después de un largo viaje lleno de tantos peligro, me despertó el
interés de seguir en el plano de las islas Lucayas las explicaciones dadas por el investigador Barreiro-Meiro, así lo hice,
pero observe que este era el desarrollo del Diario del Almirante don Cristóbal Colón en los días 11-12-… al 28 de octubre a
través de las islas Lucayas. Este desarrollo estaba de acuerdo a muchos otros historiadores, tales como el almirante Samuel
E. Morrison, Juan Bta. Murdock, y otros más dentro de la tesis de Watling como la isla de Guanahaní, pero, al tratar yo
de ver si la estima que se desarrolla en el Diario del Almirante podía acomodarse a esta isla, encontré que no, probé en
otras islas y tampoco, así fui probando hasta que di con un par de islotes, en los cuales hice todas mis investigaciones y
me decidí a considerar que estas eran las isletas que se buscaban desde hace algún tiempo.
Muchas frases expresadas por el Almirante en el Diario que han sido soslayadas por casi todos los autores, por no
encontrar una explicación o interpretación, creo haberla descifrado con la ayuda de muchos testimonios.
La ilación de los hechos de día en día en el Diario, en algunas ocasiones se desvanecen, y se pierde el sentido de
la narración, pero siempre existen frases que dan la idea de lo perdido y de esta manera se recobraran muchos de los
acontecimientos perdidos.
El análisis de este Diario me imponía la búsqueda de muchos libros, planos, documentos y referencias que me
fueran aclarando y dilucidando cada una de las tesis que me planteaba.
La bondad de muchos amigos, cuya extensa cultura, me brindaron la ocasión de servirme con largueza de sus
bibliotecas, planos y documentación para en ellos encontrar las informaciones que necesitaba.
El agradecimiento que debo a estos amigos, me hacen deudor y por este medio les doy mis más expresivas gracias, por
haber hecho posible este libro; al licenciado don Emilio Rodríguez Demorizi; contralmirante retirado Cesar A. de Windt L.,
doctor Manuel Mañón Arredondo, comodoro Francisco Amiama Castillo, capitán de fragata Oscar Pérez Mota jefe de la
Sección de Cartografía de la Marina de Guerra, capitán de corbeta Cristóbal Tobias Artiles, Elena Despradel encargada
de la Biblioteca de la Universidad Autónoma de Santo Domingo.
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
PRESENTACIÓN
Por Emilio Rodríguez Demorizi
En la vasta bibliografía colombina este es un
libro de valor excepcional, porque lo propio es
que el egregio argonauta genovés sea estudiado
por personas versadas en las misteriosas ciencias
del mar y las constelaciones.
Aquí, pues, el Genio Navegante es juzgado por
otro navegante –guardadas las distancias– que es,
entre nosotros, la primera autoridad en las impresionantes cuestiones de la Náutica.
Libro nuevo, en el amplio sentido del término, porque ofrece interpretaciones nuevas del
documento máximo de la historiografía americana,
del magno Diario de Colón, y porque se somete al
juicio de los especialistas diversas tesis, originales,
acerca de las memorables incidencias de los viajes de
Colón. Desde este punto de vista la obra resultara
eminentemente polémica, y por lo mismo renovará
el raudal de la discusión entretejida entorno a las
más discutida figura de las tiempos modernos.
¡Que maraña de alabanzas y de negociaciones de
toda índole envuelve al Almirante! Y sin términos
medios: desde la condenación y el dicterio hasta los
proyectos de canonización; desde la tacha de judío
hasta su conversión en catalán o en gallego.
Didiez Burgos ha ido por rumbos más ciertos,
por las mismas singladuras de Colón, como si él
hubiese sido uno de los grumetes de la Santa
María, de la Pinta y de la Niña. Así deberíamos
verle, en la apasionante lectura de este libro, junto
al Descubridor, frente al timonel y a la bitácora.
No se trata de una de las tantas apologías de
Colón, sino de un estudio analítico del Viaje del
Descubrimiento, que incluye el comentario, día
por día, del célebre Diario de navegación, así como
sugestivos detalles de la técnica, de los hábitos y las
prácticas de la marinería de la época.
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La tesis propuestas por Didiez Burgos son por
demás diversas: la inadmisibilidad de la leyenda del
Piloto Desconocido, del caso de Alonso Sánchez de
Huelva; las discutidas relaciones epistolares entre
Colón y el cosmógrafo Paolo del Pozzo Toscanelli;
los orígenes de la prisión del almirante por obra de
Bobadilla; el análisis y la comparación de las distancias
computadas por el Marino, según el autor excelente
calculista; la travesía del Atlántico, su afectación por el
magnetismo terrestre y el abatimiento de las carabelas
hacia el Sur de su rumbo; el novedoso señalamiento de
las primeras tierras descubiertas en octubre de 1942;
la precisión de la hora del descubrimiento; la interpretación del Diario sincronizada con la cartografía
moderna, tanto en los rumbos como en la distancias;
el análisis de los eclipses de luna observados por Colón
en la Saona y en Jamaica; el cabal desciframiento de
algunos enigmáticos términos y frases de Colón; y
otras tantas tesis de mayor o menor trascendencia,
basadas en deducciones y en textos irrecusables.
Por todo ello la obra constituye una abundosa
fuente para el conocimiento de los discutidos
problemas colombinos, de lectura tan instructiva
como apasionante.
El doctor autor, Ramón Julio Didiez Burgos,
nació en la Villa de Santo Domingo en el año 1907.
En su universidad, en 1931, se graduó de agrimensor, y ya muy pronto, en 1934, ingresó en la Marina
de Guerra Dominicana, iniciando sus estudios de la
Náutica bajo la dirección del viejo lobo de mar vasco
capitán José Urruchua, en el transporte de guerra
Presidente Trujillo. No tardó en ser ascendido a alférez de fragata, a alférez de navío y a comandante de
guardacostas. Sus experiencias del mar tuvieron su
aspecto trágico: fue uno de los quince supervivientes
en el hundimiento, por obra de un submarino alemán en aguas del Caribe, del citado vapor Presidente
Trujillo. En 1943 fue ascendido a teniente de navío;
en 1946 a capitán de corbeta y en 1947 designado
Jefe de Estado Mayor de la Marina de Guerra. En
1949 fue director de la Academia Naval, y en 1952
director del Instituto Cartográfico Militar. En 1956
paso a ser capitán del lujoso yate Angelita, y a la vez
subsecretario de Estado de las Fuerzas Armadas,
con rango de contralmirante. En sus viajes, como
oficial navegante, y como comandante, navegó por
mares de Europa y de América, incluso el Pacífico.
Comandaba el famoso yate Angelita en su histórico
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Ramón Julio Didiez Burgos
viaje de 1961 hacia Europa, llevando a su bordo el
cadáver de Trujillo.
En 1966 fue nombrado profesor de navegación
y cinemática naval en la Academia Naval, función
que ejerce en la actualidad. Es además miembro
fundador de la Sociedad Dominicana de Geografía,
y su tesorero.
Didiez Burgos, consagrado perseverantemente
a los estudios históricos, particularmente a lo relativo a la Náutica, ha publicado otro libro, El milagro
en el fuerte de Santo Tomás, pleno de nuevos atisbos
históricos y de rectificaciones.
Para la Sociedad Dominicana de Geografía, que
él cuenta como uno de sus más notables Miembros,
es honra y placer patrocinar la publicación de la
presente obra, que ha de despertar gran interés así
como de suscitar vivas polémicas, que desde ahora
esperamos que sean tan constructivas como el alto
espíritu que las ha inspirado. Aquí tienen, pues,
ancha palestra, la ciencia y la verdad.
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
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INTRODUCCIÓN
Hace 475 años un diestro y audaz navegante,
acompañado de un puñado de hombres valientes en
una gesta heroica y jamás vista abrieron la puerta que
conducía al Nuevo Mundo, en un día del mes de
octubre del 1492, el Viejo Mundo se conmovió en
sus cimientos con la noticia y por ella entraron todas
las virtudes y todos los pecados cultivados durante
siglos y siglos de luchas infructuosas, en el viejo continente, fue una verdadera revolución en el sentido
amplio de la palabra, los viejos moldes sociales se
resquebraron, la economía tomó otros derroteros,
las ciencias remodelaron sus arcaicos conceptos al
derrumbarse una simple noticia, la integración de
elementos desconocidos y las viejas supersticiones
amparadas de las más dogmáticas creencias, desaparecieron de las mentalidades subordinadas al
conjuro de la ignorancia. La Tierra era redonda, era
la noticia del momento y de la época, la nobleza y la
burguesía no se explicaban el fenómeno, que aunque
el concepto era viejo, pertenecía a un grupo muy
ínfimo privilegiado el cual tenía que mantenerlo y
sostenerlo, en silencio, ahora, era noticia popular y la
fuerza del choque era tremenda, contundente, exigía
la revisión de lo antiguo por lo nuevo.
Nuevos imperios surgían y una nueva raza
también.
¿Dónde está esa puerta? ¿Quién la abrió?
De quien la abrió se conoce su nombre, don
Cristóbal Colón, almirante del Mar Océano, visorrey y gobernador general de todas las Islas y tierras
firmes que descubriera y ganara en el Océano.
Hombre de sólido conocimiento náutico y de
una experiencia vastísima, arriesgada y seguro de
sus decisiones, con dotes extraordinarias de mando
para el título que ostentaba.
Y esa puerta, ¿dónde está? Esa ha sido el enigma
que él legó a la posteridad, pero dejó la llave virtuosa de su Diario de navegación para que alguien
que supiera manipularla y llevarla al debido lugar,
la encontrara en forma de isleta.
El mundo antiguo y sus límites.
Muchos han sido los que han intentado descifrar el enigma, pero hasta ahora nadie ha podido
decir ¡eureka!, todos han tropezado con pasajes en
el Diario del navegante que han sido verdaderos
jeroglíficos, que han tenido que soslayar para continuar en sendas de perdidos eslabones, y por ende,
también han dejado sin una solución satisfactoria el
camino de la verdad.
Hombres de la talla de Alexander von Humboldt
y Washington Irving quienes en 1828 patrocinaron
que la isla del Gato era la primera isla que arribó don
Cristóbal Colón en su primer viaje, a la que él llamó
San Salvador y los indios le llamaban Guanahaní,
don Juan Bautista Muñoz escoge la isla Watling en
1783, hoy San Salvador, el geógrafo G.V. Fox en
1881 elige la isla Samaná o Atwood como la primera
que arribó el Almirante; en 1834 Francisco Adolfo
Varnhagen dice que fue la isla Mayaguana, Pieter
Verhoog en 1947 escoge y desarrolla sus cálculos de
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Ramón Julio Didiez Burgos
la arribada desde los Cayos; y don Martín Fernández
de Navarrete quien escogió la isla Gran Turca como
San Salvador o Guanahaní; muchos estudios han
compartido estas tesis dividiéndose y acogiéndose
cada uno a una de estas tesis para apoyarlas y abonar
razones y cálculos para confirmar la autenticidad de
la teoría que apoyan; la que más ha tenido admiradores es la tesis de don Juan Bautista Muñoz, esta
ha sido respaldada por historiadores como Samuel
Elliot Morrison, últimamente por el oficial de la
marina española, R. Barreiro Meiro y otros que han
hecho gala de erutismo en beneficio de dicha tesis.
La tesis de don Juan Bautista Muñoz, a pesar de
ser la más aceptada por varios autores, uno de los
cuales, don Aurelio Tió, historiador puertorriqueño ha esgrimido contra de dicha tesis razones muy
poderosas y muy acertadas, pero que como es entre
todas las que han surgido, las que más posibilidades
tiene de que sea la verdadera se ha sostenido a pesar
de los ataques que ha sufrido.
Más adelante veremos que al desarrollar el
Diario de navegación del Almirante, don Cristóbal
Colón desde la isla Watling, no se corresponden lo
narrado en el lugar, se ha tratado de acomodar su
relato a esta isla, pero el vestuario es muy holgado,
de manera que por más esfuerzos que se haga no
pueden ajustar en el lugar lo que aconteció el día
11 de octubre de 1492.
La personalidad del Almirante don Cristóbal
Colón ha sido una de las más discutidas en la humanidad, la oscuridad que aún existe acerca del lugar de
su nacimiento y su país natal no ha sido despejado, la
documentación exhibida que lo hace genovés es muy
endeble y muy poco convincente al pretender superponer de un tal Cristóforo Colombo, quesero, negociante
de vinos, lanero, y otros oficios muy diferentes al del
marino; otro lo hacen gallego otros vizcaínos, Catalán
de Felanits en Mayorca, griego, inglés, francés, portugués; hasta ahora no se ha dicho la última palabra,
porque los registros parroquiales de aquella época eran
extremadamente deficientes y sobre todo para las personas alejadas de las ciudades más pobladas.
Don Cristóbal Colón quiso que su identidad se
mantuviera oculta, y hasta ahora así ha sido; él tuvo
sus razones porque su verdadera personalidad no
fuera revelada y dirigió las miradas de cualquiera que
se interesara en su vida, por camino errado, y quedara
envuelto en una confusión, tal y cual le paso a su hijo
don Fernando Colón, cuando fue a Génova a buscar
los familiares de su padre: no encontró nada relativo
a él, a pesar de que Domingo Colón que dice fue su
abuelo, vivía para el 1499, en la dirección de Génova,
el Almirante abundó en sus informaciones, de manera que de ahí no se pudo sacar de su identidad nada
claro, que diera pie a que el mayorazgo instituido por
el no se desmoronara y la familia Colón fuera siempre
de la Nobleza, su intención era encaminar cualquier
pesquisa que condujera a resultados negativos, hasta
ahora ha logrado su objetivo, no han podido determinar su lugar de nacimiento.
Don Cristóbal Colón en el transcurso de su
vida dio a conocer ciertos incidentes de su vida
agitada, los cuales algunos fueron desestimados
como verídicos y otros como dudosos, al correr
el tiempo los estudios de su vida han encontrado
documentos relativos a estos sucesos mencionados
por él y no ha habido otra alternativa de ahondar
en las investigaciones para sacar en claro que él era
parte del hecho y ser verdad sus informes, pero esto
no representa nada más que fases de su vida incierta, acerca de la que el trato de ocultar se mantuvo
muy cauto y muy parco en no hacer referencias que
pudieran, por cualquier indiscreción, deducciones
de su verdadera personalidad y perdiera todas las
prerrogativas en la corte.
Se ha hablado de su cultura y su preparación;
algunos lo creen con escasa escuela, otros con mediana preparación y los más indulgentes con suficiente
preparación y bastante culto. Como marino vemos
en el transcurso de este trabajo que no se quedaba
atrás de ningún otro marino, pues sabia manejar el
astrolabio, el cuadrante, las ampolletas; sabia medir la
velocidad de su barco, deducía el estado del tiempo
por el aspecto del sol, la luna, las estrellas; como cartógrafo conocía bien el trazado de cartas, por el sistema
de proyección planas, sistema diseñado por el Infante,
don Enrique de Portugal, llamado el Navegante; su
primer viaje dejara dicho mucho de su gran capacidad en el mar, fue, según Fernández de Oviedo, que
vivió sus años de trabajo y de triunfo, quien enseño
a los españoles a navegar con instrumentos, conocía
astronomía, que en esa época era la cosmografía,
matemáticas y trigonometría y geometría, en lo social
se codeo con la nobleza de Portugal y de España, su
comportamiento era el de una persona fina y educada,
en los menesteres de la alta sociedad era muy leído en
autores clásicos, tanto filósofos, como científicos, en
sus libros escribía notas marginales dando a conocer
sus opiniones y su pensar acerca del tema tratado
en él. Durante esa época pertenecía a una clase muy
escogida de personas, el interés por los libros y la cultura, pues la nobleza en su mayoría se entretenía en
la caza, torneos, aventuras ecuestres y amorosas, los
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
caballeros le daban preferencia a los ejercicios de armas, que aprender a leer y escribir, era inconcebible
que un caballero de renombre en la guerra, no sabía
leer ni escribir, por eso él sobresalía en sus ideas y pensamientos y al conversar y tratar con ello, él solo era el
que hablaba, los otros como no tenían cultura tenían
que hacer silencio, era lo contrario cuando alternaba
con hombres de ciencia, sabios y hombres cultos,
comprendían que se la entendían con un hombre de
amplios conocimientos y le escuchaban y alternaban
con él, tales como Martin Behaim, Joseph Vicinho,
padre Antonio de Marchena, Pedro de la Frontera,
versado en los asuntos de mar, etc. Al transformar
los historiadores a Cristóforo Colombo en Cristóbal
Colón han traído sobre el último toda la ignorancia y
toda la incultura que no cultivó el primero y esto ha
ocasionado una serie de criterios y juicios acerca de él
algo lamentable y penoso.
A don Cristóbal Colón le debe la humanidad
la iniciativa de que los antiguos navegantes se aventuraran a viajes trasatlánticos. Como es sabido los
viajes a Inglaterra, a Egipto, a Grecia, a la Guinea
se hacían no perdiendo nunca de ver la tierra, la
navegación era costera.
Gravado de Olaus Magnus, donde muestra una culebra marina gigante que según la leyenda de la época existían en el mar Tenebroso
(mar Occidental).
Rompió también el terror al mar Tenebroso
donde habían enormes aves que cargaban con los
barcos, pulpos gigantescos que hundían los buques
en las profundidades del mar con sus enormes tentáculos, enormes culebras o dragones que hacían
desaparecer los barcos, todo esto antes de llegar al
fin del mundo donde las aguas se derricaban en
cascadas en el espacio e igual todo lo que estuviese
flotando, ya se podía navegar a todo su largo y su
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ancho en la confianza de que no encontraría tantos
monstruos.
Al descubrir la oscilación de la aguja magnética
se inició su estudio y hasta llegar a descubrir los
elementos que la perturbaban.
Cuadrante de madera con que se tomaban las alturas de la Polar y el
sol en el siglo xv.
Por las largas distancias, hizo ver que era imprescindible navegar con instrumentos; los que
había en la época, el astrolabio y el cuadrante, las
ampolletas de arena, no eran suficientes para conocer las posiciones en alta mar y esta grandísima
necesidad ocasionada por travesía tan larga, dio
origen a otros instrumentos, así como cálculos
nuevos.
A fines del siglo xix las naciones acordaron
dividir las longitudes al Este-180°. al Oeste 180°.
desde el meridiano de Greenwich, pero ya 1494,
y en 1504 en observaciones de eclipses lunares
el estableció las longitudes al Oeste, desde la
bahía de Cádiz, España, a la islita Catalina en
el paso del Catúan en la isla Saona, República
Dominicana y la bahía de Gloria (Santa Ana) en
la costa norte en la isla Jamaica, las longitudes en
esta época se contaban desde un meridiano 0°, al
Oeste de Europa, al Este hasta completar 360°
en el globo.
Abrió nuevos horizontes a la sociedad, a la
economía, a la moral, dio un nuevo impulso a
las aspiraciones humanas, una nueva filosofía
nació, así como un nuevo ambiente de inquietud,
el hombre se salió de su rutina para emprender
nuevos senderos, el Mundo Antiguo empezó a
cambiar, esa fue la obra de un hombre que aun
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Ramón Julio Didiez Burgos
recibe menosprecio y crítica, como si la que ha
recibido por más de 400 años no fuera suficiente
para apocarlo de manera de reducirlo a una mínima expresión.
Dio a conocer la ruta para ir hacia las Antillas,
América del Sur, Centro América y como volver
con vientos favorables; las largas travesías en mares
abiertos y el transporte de grandes cantidades de
mercancías, trajo aparejada la necesidad de mayores
bodegas o de espacio para carga, lo que significo
mayores buques; esta evolución engendro otro concepto marítimo, España se hizo a la mar, tanto impulso se dio al desarrollo marítimo comercial como
al naval. El descubrimiento de un Nuevo Mundo
hizo levantar a España como potencia de primera
clase y la clave del origen de este movimiento ascensional fue don Cristóbal Colón, almirante del
Mar Océano, gobernador perpetuo de las islas y
tierras que descubrió.
Es penoso que el Nuevo Mundo que él entregó
a Europa persista en una indiferencia que podríamos llamar clásica, cuando si bien hoy se ha unido
en un solo bloque internacional, bien pueden en
esa unión restaurar como sagrado símbolo de su nacimiento la toponimia de todos estos lugares como
homenaje póstumo a su gloriosa y audaz hazaña.
Ya que la humanidad del continente no ha
tenido el valor y el arrojo de consagrar con el agradecimiento de su nombre a este Nuevo Mundo,
que lleva y aceptamos el nombre de un comerciante
genovés que no puso un maravedí en la consecución de la empresa, al menos, jolonemos el camino,
por el cual entro para hacer imperecedera su gran
obra, conservando los nombres que él por agradecimiento a sus regios protectores puso a cada isla, y
a cada lugar.
Las grandes obras, así como los grandes acontecimientos de la vida se deben a los grandes hombres,
hombres geniales, nacen con designios para hechos
relucientes y destacables, al sobresalir por su talla,
su altura moral, científica o técnica, se contraen ipso
facto la envidia y el egoísmo de los que no han tenido el privilegio de lo ignoto de sobreponerse a las
condiciones comunes que le fue asignado, esta relación de dos naturalezas opuestas engendra todas las
pasiones inconcebibles en la sociedad dando lugar
a las diferencias que ocasionan los muchos desengaños de esta vida. Si el Almirante fue empequeñecido en su tiempo por aquellos que fueron incapaces
de algo, hoy el mundo le premia y le reconoce la
gran hazaña del descubrimiento de un Nuevo
Mundo en compañía de un grupo de valientes que
también algún día se le reconocerán sus méritos en
una placa de bronce donde se graben para siempre
sus venerados nombres. Estos estudios, aunque no
descritos en todos sus detalles, al menos, el bosquejo general que hace de ellos, así como el trazo de
los trabajos desarrollados por ellos darán una idea.
En lo que respecta al descubrimiento del Nuevo
Mundo muchos son los que me han precedido en el
estudio detallado de los momentos que precedieron
al grito de tierra y han tratado de forzar los hechos y
abrirse camino y seguir el trayecto del Diario, pero
es mi consideración y mi opinión que al no ser
aplicado con propiedad lo especificado en el Diario
es por lo que se han estado dando cabezas entre
tantas islas sin llegar a una solución satisfactoria,
al extremo que se pueda distinguir tesis diferentes
que consideran otras tantas islas como Guanahaní;
al ver que por el camino seguido por mis antecesores la isla seguía oculta; decidí trazar mi plan de
estudio en sentido contrario, empezando por el 27
de octubre cuando vio a Cuba y desde 5 leguas al
Norte de la Loma llamada Silla de Gibara, retrocedí
en la derrota tratando de llegar a todos los puntos
por él anunciado, así como reconocer las islas que
bojeo, aunque con algunas dificultades en la interpretación del Diario encontré lo que era para mí la
salida, era para él, la entrada, la isleta Guanahaní o
San Salvador, una vez encontrada la isleta me fue
fácil volver con el Diario por el mismo camino sin
tropiezos y sin argumentos conflictivos.
Hago saber que este estudio solo refiere al
desarrollo del Diario de navegación del almirante
don Cristóbal Colón, día por día y que tan solo
lo que hago es comentar día por día sus apuntes
y sus observaciones, he tratado de aclarar todos
los puntos oscuros que hasta ahora no han tenido
una explicación clara y tratar de explicar frases que
parecen difíciles de aclarar.
Muchas de las técnicas y costumbres antiguas de
navegar, por el gran adelanto de Ciencias Náuticas,
han sido olvidadas y hoy muy pocas personas las
conocen, de ahí que el Diario del Gran Nauta no
sea interpretado con propiedad, algunas de estas
costumbres y técnicas se conocen porque algunos
investigadores minuciosos han desempolvado los
documentos o libros que las explican y las han dado
a conocer en diferentes trabajos.
En un principio doy a conocer algunas de las
costumbres que existían en esa época para ser más
inteligibles al trabajo que he trazado, aunque parece trivial creo que da base para comprender mucho
de los hechos.
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
Capítulo I
EL DÍA EN LA ANTIGÜEDAD
La vida en el medioevo empezaba con el día, y el
día con el sol. Este día ha sido con el objeto de una
infinidad de divisiones, las cuales empezaban con
las babilónicas, las hebreas, las griegas, las caldeas,
las mayas en el Nuevo Mundo, las indias, las persas,
las chinas, etc., cada pueblo tenía sus propias divisiones; ahora la división que más nos preocupa será
la que predominó y por la cual la Europa sujeta su
tiempo. El día artificial era el tiempo transcurrido
entre una puesta del sol y su ocaso el cual sabemos
que se alarga o se acorta según la declinación del
sol, el tiempo entre el ocaso y la puesta del sol es la
noche. Los hebreos en su cautiverio en Babilonia,
se acostumbraron a dividir el día artificial en 4 partes y la noche en cuatro vigilias. Las tres primeras
horas del día, les llamaban, la prima, las otras tres,
las tercias, las sexta y la nona.
Los antiguos persas consideraban 5 períodos en
el día: la aurora, desde media noche hasta la salida
del sol; el tiempo del sacrificio, desde la salida del
sol, hasta medio día; la plena luz, desde medio día
hasta el ocaso del sol; la salida de los astros, desde
el ocaso solar hasta la aparición crepuscular de las
constelaciones (es la que hoy llamamos crepúsculo
náutico), y el tiempo de las oraciones, desde la caída
de la noche hasta la media noche.
Los romanos también tenían sus divisiones y las
diferentes fases del día la llamaban, deliculum, hacia
el día, (la Aurora) mane, (mañana); amerid (hacia
el mediodía), meridies (mediodía), demeridies (después del mediodía), suprema (puesta del sol), vespera (atardecer); crepusculum (crepúsculo), prima fax
(primera antorcha), concubitore, (noche entrada),
intespesta nox, (noche negra), media nox (medianoche), gallicinium (canto del gallo o aurora).
Los hebreos, los chinos, los griegos antiguos,
los romanos, los judíos modernos y los italianos
hasta el siglo pasado y los musulmanes aún hoy día,
hacen empezar el día en el ocaso del sol.
19
Los caldeos, los egipcios, los persas, los sirios y
los griegos modernos hacen empezar el día civil a la
salida del sol.
Los astrónomos caldeos fueron los primeros en
tratar de hacer partir desde la media noche el día,
Hiparco, astrónomo griego (141 años a. C.) y Nicolás
Copérnico (1473-1543), se manifestaron de la misma
idea, los franceses, los ingleses y los españoles hacían
partir su día civil hacia tiempo desde medianoche,
pero en 1925 se hizo partir desde medianoche el
día astronómico, el comienzo del civil (medianoche) precedía en doce horas al comienzo del día
astronómico (mediodía), la iniciación definitiva del
día civil tiene que haber tenido origen al tiempo de
la invención del cronómetro por John Harrison en
el 1759, como es conocido con el cronómetro se
le dio forma más simple y más definitiva al cálculo
de las longitudes y su hora o (media noche) fue
referido al meridiano del observatorio de Inglaterra
Greenwich, el cual fue fundado en 1675; el día civil
tiene toda la posibilidad de haber tenido su origen
antes de esa fecha ya que existían relojes pendulares
cuyas esferas están divididas en 12 horas, pero aun
así y aunque existieran los relojes del sol con su
sombra de mínima y máxima marcando el medio
día con las 12, clépsidras o relojes de agua, velas
que dividían el día y la noche en 12 horas, estas
media noche, no fueron hasta el siglo xix punto
de referencia para hacer marchar el día a partir de
la media noche y en razón a que aún desarrollando
el cronómetro, este no tuvo un uso general hasta
mediados de este siglo. El Gnomon, fue el reloj
solar que con su sombra máxima y mínima dio la
idea a los árabes antiguos de empezar el día a mediodía, Ptolomeo y todos sus discípulos adoptaron
esta costumbre, por eso, el tiempo verdadero entre
dos pasos consecutivos del sol en un lugar al quedar
marcado en su sombra más corta era considerado
de aceptable precisión.
Dice Manuel Rice en su libro La vida, las
costumbres y el amor en la Edad Media: “la vida en
el campo y en la ciudad empezaban con el alba y
concluía al anochecer […] para monjes y clérigos
a medianoche”. Los eclesiásticos establecieron las
horas canónigas y estas se regían en el sistema por
las campanadas de las iglesias.
A medianoche se tocaba a maitines (cuando el
hermano encargado de ello no está adormilado); a
las tres alaúdes, a las seis, a prima, a la que sigue por
regla general, las mismas particulares; a las nueve
a tercia, a la que sigue misa mayor, a medio día,
a sexta; a las tres de la tarde, a nona, a las seis, a
20
Ramón Julio Didiez Burgos
vísperas, y a las nueve a completas. Este horario
sigue siendo hoy día el de varias órdenes religiosas,
sobre todo las de los benedictinos y los trapense.
De aquí se observa que la jornada para los religiosos
empezaba a medianoche, con los maitines y seguían
según la regla establecida, por ende terminaba en
las horas completas, el día religioso.
“San Pedro Damiano (1067-1072) recomendaba a los laicos el uso de las horas canónigas por ser
muy excelentes para seguir su vida, y en los usos
de la Orden de Cister (1120) se recomendaba al
sacristán que dispusiera el reloj de modo que sonara
a las horas de los maitines (media noche)” sin duda
alguna por estas notas podemos colegir que los
canónigos desarrollaron el sistema de las horas en
que debían practicar sus servicios religiosos desde
el siglo xi y estas empezaban con los maitines a medianoche, y si bien vemos esta forma de proceder
no era aplicado para considerar el día, en la vida
corriente de aldeas y pueblos, sino para ellos en su
práctica religiosa.
El célebre historiador de Indias, fray Bartolomé de las Casas.
Las horas canónigas eran usadas profusamente
por el Almirante en su Diario, es posible que si así
lo hacía, sería en acopio de referir hechos entre
períodos largos de tiempo, y no hacerlo de acuerdo
al sistema que llevaba por ser más determinado o lo
más probable es que fray Bartolomé de las Casas,
al vaciar el Diario del Almirante a su modo y deseo
personal, como ya hemos visto, lo haya arreglado
bajo el sistema canónigo.
De ahí vemos que el Almirante dijera el día; 16
de octubre: “Después a horas de tercia”.
Día 29 de octubre: “Anduvo hasta horas de
vísperas”.
24 de noviembre: “A la hora de tercia tomó la
tierra”.
23 de febrero 1493: “No pudo tomar surgidero
hasta horas de completas”.
6 de diciembre. “A horas de vísperas entro al
puerto, etc. Y bien parece que la fuerza de la costumbre y hábito se impuso en ese aspecto para el
padre De las Casas, al resumir circunstancialmente
en su modalidad el enojoso y calamitoso (para él)
sistema llevado por el Almirante de la cuenta del
tiempo y sus puntos de referencia, aún así al no
poder acomodar algunos pasajes, tuvo la imperiosa
necesidad que dejarlos pasar y verterlos en su original estilo, tales como: “Al salir el sol” “Al poner del
sol” “A media noche” “A medio día” “Luego que
amaneció” “Después del sol puesto” “Después del
sol salido” “Al rendirse el cuarto del Alba” “Hasta
pasado el primer cuarto que serían las once de la
noche”. Etc.
Los hechos para los eclesiásticos eran considerados dentro de los lapsos horarios de sus horas
canónigas cuyos márgenes abarcaban tres horas, de
manera que si bien se enmarcaban, no muy bien
partían de puntos de tiempos definidos. Porque en
ocasiones al decir del Almirante “A media noche
partí etc.” “no se expresó” “a horas de maitines”. Al
decir “En amaneciendo levante las anclas”, no se
expresó, a prima, porque consideró que estos eran
momentos en el tiempo definidos y él (Las Casas) no
podía ubicarlos en un lapso de división demasiado
largo que resultara contraproducente en las costumbres marinas, después de todo tiene el parecer, y no
podemos expresarnos de otra forma, que si el arreglo
encajó en algunos casos, en otros no, provocando
confusiones y falsos juicios que han llevado a los críticos a considerar en muchos aspectos al Almirante
equivocado o errado en su Derrotero.
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
Nicolás Copérnico en 1502 recibió las sagradas
órdenes y ocho años después fue nombrado canónigo de Frauenberg (Alemania), esta es la razón por
la que estuvo de acuerdo con Hiparco, en que el
día tuviera su origen a la medianoche, pues regía su
vida por las horas canónigas.
21
estabilidad y asiento, pero este tipo presentaba serias
dificultades para contabilizar el tiempo en razón a
que cuando había mucha humedad, esta afectaba la
independencia entre los granos de arena y retardaba
la caída de ella en el vaso inferior, registrando mayor
tiempo. Para conjurar esto se hizo la ampolleta de
sonido, que llevaba la misma forma de la anterior,
pero era de latón herméticamente cerrada y con
construcción especial de madera que la humedad no
penetraba y al caer la piedra con piedrecitas emitía
un ruido, la razón del ruido está en que no se podía
ver cuando la arena terminaba de pasar de un vaso a
otro como en la de cristal, pero su funcionamiento
era más regular y así era medido mejor el tiempo,
luego del 1664 en que el alcalde Otton de Guericke,
de Magdeburgo, Alemania, inventó su máquina de
vacío, se fabricaron ampolletas al vacío de 30 segundos, 25 segundos, 20 segundos, etc.
El servicio a bordo de los barcos
en la antigüedad
Ampolleta de arena de 30 minutos, semejante a las que se
usaban en el siglo xv.
El tiempo en el mar en el medioevo
En la mar el tiempo se controlaba en el siglo xv,
xvi, xvii, y xviii, con unos aparatos llamados ampolletas, estas tenían forma de cilindro alargado y con
un estrangulamiento en su centro, podríamos decir
también que eran dos conos truncados, unidos por
sus bases menores, o dos ampollas en forma de gotas
de agua unidas por sus principios, estas eran llenadas
en uno de sus conos con arena fina y al girar el llenado
sobre el vacío la arena pasaba de un cono a otro en un
tiempo determinado, para el cual fue construido, así
habían ampolletas de media hora, de 15 minutos; estas ampolletas se hacían de cristal y estaban cerrados
los conos en su parte superior por discos de madera
unidos estos por columnas de madera para hacerla
una sola unidad y no dejar escapar la arena, y darle
El servicio de navegación a bordo de los barcos
estaba repartido en tres turnos que se llamaban guardias o cuartos; eran cada uno de cuatro horas y por
lo regular tenían su principio a la 7 de la mañana o
de la noche (primera guardia o cuarto), a las 11 de
la mañana o de la noche (segunda guardia o cuarto o
cuarto de medianoche), y a las 3 de la mañana o de
la tarde (cuarto del alba o de la aurora), y así seguía
rotándose el servicio, los medios días y las medias
noches quedaban determinados con los medios tiempos de la duración del día o de la noche esto es, la
duración del día dividido en dos, daban el medio día
y el de la noche, la media noche, esta se determinaba
dividiendo el número de ampolletas que duraban en
el mar el día artificial o la noche, no se hablaba nunca
de horas sino de ampolletas y de guardias; correspondiendo ocho ampolletas a una guardia.
Las ampolletas las manejaba un grumete o paje
por cada guardia; él tenía que estar velando cuando
la arena pasara del vaso superior al inferior para
luego darle la vuelta y cuando esto sucedía el paje o
grumete cantaba.
Buena es la que va
mejor es la que viene.
una ya es pasada
y las dos muele
y más moliera si Dios quiere
22
Ramón Julio Didiez Burgos
cuenta y pasa
que buen viaje faza.
—De inmediato gritaba con todas sus fuerzas:
¡ah de proa, alerta y buena guardia!
El marino que hacía servicio en la proa gritaba
también para dar a conocer que no estaba dormido
cada vez que pasaba una ampolleta se daba una
campanada, el grumete hacía la misma cantaleta
anunciando la ampolleta pasada en la que molía,
de ahí era que cada ampolleta (media hora) correspondía a una campanada, y es por lo que en la
actualidad las horas a bordo de los barcos se hacen
conocer con campanadas: considerando que ya el
sistema horario de las guardias han cambiado a las
8, 12 y 4 horas del día o de la noche.
Así tenemos que al empezar las guardas a las
8h–00m a.m. o p.m., los primeros 30 minutos
(8h–30m) se daba una campanada, a las 9h–00m, dos
campanadas, a las 9h–30m, una campanada doble y
una sola, son tres se sigue sucesivamente el mismo
ritmo de una campanada cada media hora hasta
terminar la guardia a las 12 con 8 campanadas, 4
doble.
Al terminar las 8 ampolletas y dar 8 campanadas, el grumete gritaba.
Al cuarto, al cuarto señores marineros de buena
parte.
Al cuarto, al cuarto en buena hora de la guardia del
señor piloto…
que ya es hora; leva, leva, leva:
Siempre en esta cantaleta se anunciaba el título
del oficial que le tocase la guardia.
Era costumbre también que algunos de los que
entraban de guardia para anunciar su presencia se
expresaban y cantaban en voz alta.
Bendita la hora que Dios nació
Santa María que lo parió
y San Juan que lo bautizó
la guardia es tomada
la ampolleta muele.
Buen viaje haremos
si Dios quiere.
A los grumetes se les llamaba “Paje de escoba”;
este humor que se usaba con los grumetes, era en
razón a la creencia de que a Dios le era más agradable oír de labios inocentes la oración, estos una vez
que encendían al anochecer el farol para alumbrar
la bitácora, a medida que la llevaban cantaban:
Amén y Dios nos dé buenas noches
buen viaje, buen pasaje haga la nao,
señor capitán
y mestre y buena compañía.
En el crepúsculo y antes de la primera guardia
o cuarto que empezaba a las 7 de la noche, toda
la tripulación se reunía cerca del palo mayor y
rezaba el Padre Nuestro, el Ave María y el Credo,
terminados estos cantaban todos la Salve Regina,
haciendo alusión el Almirante a este acto decía que
“los marineros la cantaban o recitan a su estilo”, no
era para menos, unos porque se la sabían y otros
porque se sabían la fonética de la letra latina.
Luego que terminaba la última ampolleta de la
guardia, el grumete cantaba la Salve Regina, cuya
letra y música es así:
Salve Reina
Yo te saludo Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y nuestra esperanza, te saludo
Nosotros los hijos de Eva desterrados
te invocamos.
Gimiendo y llenos de lágrimas
suspiramos por ti en
esta humanidad que llora.
Ea pues nuestra defensora, míranos con ojo
de piedad
y enséñanos tras este destierro
al fruto bendito de tus entrañas
que es Cristo.
Oh Virgen Clemente, oh virgen piadosa,
oh dulce Virgen María,
ruega por nosotros,
Madre de Dios
para que seamos merecedores
de las promesas de tu Hijo,
Jesucristo.
Así sea.
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
Salve Reina
23
24
Ramón Julio Didiez Burgos
Los amaneceres eran saludados por los grumetes
que hacían el cuarto o guardia del alba cantando:
Bendita sea la luz
y la Santa Veracruz
y el Señor de la Verdad
bendita sea el alma
y el Señor que nos la manda
bendita sea el día
y el señor que nos la envía.
Acto seguido de esta cantaleta se rezaba el Padre
Nuestro y el Ave María secundado.
Dios nos dé buenos días, buen viaje;
buen pasaje haga la nao;
Señor Capitán y Maestro,
y buena compañía, amén,
así faza buen viaje,
faza buenos días de Dios
a vuestra mercedes
señores de popa y proa.
Con el correr del tiempo la campana fue instalada en la parte de proa para que así cuando el
grumete cantaba el paso de una ampolleta el marinero en la proa contestaba dando la hora con la
campana.
Como dije anteriormente, el tiempo era controlado a bordo por la ampolleta y se anunciaba tomando
uno de los cuatro puntos de referencia del día, la salida
o la puesta del sol, mediodía o medianoche o se hacía
tomando como referencia, el origen de una guardia,
en horas ampolletas, así podremos ver cómo se decía,
“una hora después de la salida del sol” “catorce ampolletas después de puesto el sol”, “media ampolleta antes
del sol salir”, “a ocho ampolletas después de la primera
guardia, etc.”, siempre se llevaban a bordo más de una
docena de ampolletas en estos viajes, porque como
quiera que sea algunas se rompían con los balances del
buque o el manipuleo de ellas o al protegerlas cuando
hacían fuertes vientos o lluvia, de noche el grumete
siempre la llevaba al abitacolo (bitácora), especie de
armario donde se guardaba el compás, para que con la
luz de aceite que alumbraba a este, poder ver cuando
la arena se vaciaba a la copa inferior.
Compás de mortero de madera similar a los compases del siglo xv.
Estilo de navegación de los barcos
de velas según reciban viento
Las naos y carabelas, por su parte llevaban
generalmente un velamen redondo o en cruz, lo
cual las incapacitaba a navegar hasta cierto ángulo
de la proa con el viento, con las embarcaciones de
velas en cuchillo, este ángulo se acercaba más y se
aprovechaba más camino. A medida que el ángulo
entre el viento y la proa se hacía mayor, mejor se
navegaba, de aquí, se le dio el nombre a los diferentes ángulos de incidencias del viento con referencia
a la proa, así:
Cuando el viento se recibe por la proa, se dice que
esta fil de roda.
Cuando el viento se recibe a 6 cuartas
de la proa, se dice que se navega a la bolina o
ciñendo al viento........................................ 67°
Cuando el viento se recibe a 7 cuartas se dice
que se navega a un descuartelar.................. 79°
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
Cuando el viento se recibe a 8 cuartas se dice
que se navega a la cuadra............................ 90°
Cuando el viento se recibe a 10 cuartas se dice
que se navega a un largo........................... 112°
Cuando el viento se recibe a 12 cuartas se dice
que se navega por la aleta......................... 135°
Cuando el viento se recibe por la popa se dice
que se navega en popa cerrada o seguir
el viento................................................... 180°
La generalidad de los buques de las velas redondas o en cruz no pueden navegar a un ángulo con el
viento menor de seis cuartas (67°), es posible que se
pueda llegar hasta los cinco y media cuartas (62°),
cuando el buque de velas redondas tenga las tablas
de las jarcias algo atrás que permita un giro más
pronunciado de las vergas.
25
colocado entre las dos manos (estilo molinillo). La
fricción desarrollaba calor y este cuando se aumentaba con la persistencia de los giros encendía la yesca
o el palo poroso. En la generalidad, los indios hacían
sus fuegos dentro del bohío en barbacoa hecha de
ex-profeso en base de tierra y no la dejaban apagar
pues aunque lo sabían hacer, presentaba un poco de
trabajo volverlo hacer, conservarlo en la intemperie,
corría el riesgo de extinguirse por el viento o por las
lluvias, por eso trataban de cualquier forma conservar su rescoldo hasta el nuevo día dentro del bohío.
Todos los datos expuestos anteriormente, son
exponentes de referencias para el análisis que haré
de la derrota del almirante don Cristóbal Colón, y
aunque en algunos casos no cito autores, hago saber
que me acomodo a las nuevas modalidades de no
cansar en esta lectura como llamadas y citaciones a
los que me honren con su atención y anoto al final
la bibliografía consultada.
Preámbulo al Diario
Indio haciendo fuego.
El fuego o guatú de los indios
Los indios del Nuevo Mundo hacían sus fuegos
(guatú como ellos le llamaban), haciendo girar un
palito de madera dura, un poco largo sobre un
pedazo de madera yesca o entre dos palitos fofos o
porosos atados fuertemente en sus extremidades,
los giros, algo violentos se hacían con el palito duro
Como la tarea que me he propuesto es analizar
el Diario de navegación del insigne almirante don
Cristóbal Colón, quien descubrió el Nuevo Mundo,
iré transcribiendo día por día el derrotero seguido
por él desde que salió de Palos de la Frontera el día 3
de agosto de 1492 y haciendo el comentario de cada
día de acuerdo al resultado de la investigación hecha
para cada aspecto que presenta el Diario presentado
por la Editora Tor de Buenos Aires, Argentina.
Dice la Editorial Tor: “Por ella Colón bien
puede ser considerado como un precursor en la
literatura náutica castellana, aun cuando el original
del Diario de navegación ya no exista más que en
las limitadísimas partes y las ediciones existentes se
hayan tomado de la copia hecha por De las Casas; lo
que ha sugerido la duda de probables alteraciones.
El catejo de la prosa del Almirante en sus cartas,
bastantes numerosos, permite afirmar que todo lo
medular del libro y gran parte de lo accesorio se
deben a Colón y confirman el juicio que la obra
literaria del Gran Descubridor ha merecido, y el favor de que goza el Diario en Inglaterra e Italia. Este
Diario escrito por el Gran Almirante de su puño
y letra fue enviado a la corte de España, este fue
copiado y restituido al Almirante personalmente
por la reina Isabel la Católica el 6 de septiembre del
1493; es indudable que fray Bartolomé de las Casas
26
Ramón Julio Didiez Burgos
lo tuvo en sus manos del cual sacó el Sumario que
hoy existe, el resumen lo hizo una tercera persona,
añadiendo en muchos de sus pasajes citaciones auténticas del Almirante”.
Como apunta Editorial Tor “existen en el Diario
alteraciones que en cierta forma han ocasionado
graves interpretaciones que han conllevado a emboscadas sin salidas, todos los que han abordado el tema
de desarrollar la trayectoria del Gran Almirante, han
quedado envueltos con frases y sentencias algo difícil
de interpretar, para algunos; considero natural esta
falta de interpretación porque hoy se desconoce en
un gran porcentaje los métodos de navegación de
aquella época y además que la terminología usada,
así como la técnica del marino de esos tiempos en
el manejo de los barcos y el de conducirlos han sido
superados y aquellos abolidos.
Fernando el Católico.
Capítulo II
DIARIO DEL ALMIRANTE
DON CRISTÓBAL COLÓN
DE SU PRIMER VIAJE
Carta a los reyes e inicio del viaje,
del día 3 de agosto al 5 de septiembre
In nomine D. N. Jesu Christi
Isabel la Católica.
“Porque, cristianismo, y muy altos, y muy excelentes, y muy poderosos Príncipes, Rey y Reina de las
Españas y de las islas de la mar, nuestros Señores, este
presente año de 1492, después de vuestras Altezas
haber dado fin a la guerra de los moros que reinaban
en Europa, y haber acabado la guerra en la muy
grande ciudad de Granada, a donde este presente
año a dos días del mes de Enero por fuerzas de armas
vide poner las banderas Reales de vuestras Altezas en
las torres de Alfambra, que es la fortaleza de la dicha
ciudad y vide salir al Rey Moro a las puertas de la ciudad y besar las Reales manos de vuestras Altezas y del
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
Príncipe mi señor y luego en aquel presente mes por
la información que yo había dado a vuestras Altezas
de las tierras de la India, y de un Príncipe que es
llamado Gran Can, que quiere decir en nuestro romance, Rey de los Reyes, como muchas veces el y sus
antecesores habían enviado a Roma a pedir doctores
en nuestra fe porque le enseñasen en ella (1), y que
nunca el Santo Padre le había proveído, y se perdían
tantos pueblos creyendo en idolatrías, e recibiendo
en si sectas de perdición, vuestras Altezas, como
católicos cristianos y Príncipes amadores de la santa
fe cristiana y acrecentadores della, y enemigos de la
secta de Mahoma y de todas las idolatrías y herejías,
pensaron de enviarme a mí, Cristóbal Colón, a las
dichas partidas de la India para ver los dichos príncipes y los pueblos y tierras, y la disposición dellas
y de todos, y la manera que se pudiera tener para la
conversión dellas a nuestra santa fe: y ordenaron que
yo fuese por tierra al Oriente, por donde es costumbre de andar, salvo por el camino de Occidente, por
donde hasta hoy no sabemos por cierta fe que haya
pasado nadie. Así que después de haber echado todos
los judíos de todos vuestros reinos y señoríos, en el
mismo mes de Enero mandaron vuestras Altezas a mí
con armada suficiente me fuese a la dichas partidas
de India (2); y para ello me hicieron grandes mercedes, y me anoblecieron que dende en adelante yo
me llamase Don, y fuese Almirante mayor de la mar
océana e Virrey y Gobernador perpetuo de todas las
islas y Tierra firme que yo descubriese y ganasen, y
de aquí adelante se descubrieron y ganasen en la mar
océana, y asi sucediese mi hijo mayor, y asi de grado
en grado para siempre jamás; y partí yo de la ciudad
de Granada a 12 días de mes de Mayo del mismo
año 1492, en sábado; vine a la villa de Palos, que
es puerto de mar, adonde armé yo tres navíos muy
aptos para semejante fecho: y partí del dicho puerto
muy abastecido de muy muchos mantenimientos y
de mucha gente de la mar, a tres días del mes de
Agosto del dicho año en un viernes, antes de la salida
del sol con media hora y lleve el camino de las islas
Canaria de vuestras Altezas, que son en la dicha mar
océana, para de allí tomar mi derrota, y navegar
tanto que yo llegase a las Indias, y dar la embajada de
vuestras Altezas a aquellos príncipes y cumplir lo que
así me habían mandado; y para esto pensé de escribir
todo este viaje muy puntualmente de día en día todo
lo que hiciese y viese y pasase, como adelante se vera.
También Señores Príncipes, allende de escribir cada
noche lo que el día pasare, y el día lo que la noche
27
navegara, tengo propósito de hacer carta nueva de
navegar, en la cual situaré toda la mar y tierras del
mar Océano en sus propios lugares debajo en viento; y más componer un libro y poner todo por el
semejante por pintura, por latitud del equinocial y
longitud del Occidente y sobre todo cumple mucho
que yo olvide el sueño y tiente mucho el navegar,
porque así cumple, las cuales serán gran trabajo”.
Salida de don Cristóbal Colón del puerto de Palos en 1492.
Viernes 3 de agosto.— Partimos viernes 3 días
de agosto 1492 años, de la barra de Saltes, a las ocho
horas, anduvimos con fuerte virazón hasta poner
el sol hacia el sur sesenta millas, que son quince
leguas (3); después al sudueste y al sur cuarta del
surueste, que era el camino para las Canarias.
En este día empieza la gran aventura del insigne almirante don Cristóbal Colón, para entregar a
la Corona de España y a la humanidad un Nuevo
Mundo. Con esta salida a las 4h–4m de la mañana dejaba iniciada la exploración marítima más
portentosa que ha existido y que desde 22 años
atrás había tenido la idea; hoy confiado y ufano
en la toldilla de su nao insignia, se confiaba a la
divina protección de Dios, deslizándose por el río
Tinto hasta la confluencia del río Odiel, siguió
por el Saltes hasta llegar a la barra en las afueras
a las 7h–14m, aquí emprendió el viaje hacia el sur,
con destino a las islas Canarias que era el punto
de salida de sus descubrimientos y sobre todo
basado en las informaciones que había de que al
oeste de estas islas se habían visto algunas islas,
bajo ciertas condiciones de tiempo, siempre en
el mismo lugar, la visión de la isla fue tema de
comentarios en la isla Madera y las islas Azores,
donde se aseguraron que también la habían visto,
28
Ramón Julio Didiez Burgos
esta ilusión provocada por la fijeza de nubes altas
en períodos de calma atmosférica ocasionó estas
visiones imaginarias creyendo los habitantes de las
islas en la especie de ser islas lejanas, unos le llamaban Antilia y otros de San Borondón o Brendano
fraile irlandés, que vivió en el siglo vi a quien la
leyenda atribuye varios viajes por el occidente en
obediencia a una voz divina que le ordenó abandonar todos sus bienes e irse a predicar la palabra
de Dios, en tierras del occidente.
Varias fueron las expediciones salidas en busca de
esta isla, desde las Azores, las Maderas y las Canarias,
el 3 de marzo de 1486 el rey de Portugal Juan II hizo
una concesión en Santarem a Fernam Dulmo, caballero y capitán de la isla Tercera del Sistema de las
Azores “de una grande isla o islas ó tierra firme por
costas que se presume la isla de las Siete Ciudades”,
Dulmo parece que al no tener muchos recursos
económicos se asoció con Juan Alfonso Estreito,
hombre de facilidades económicas, prepararon la carabela, la cual partió desde la isla Tercera en el mes de
marzo de 1486 el viaje debía durar 40 días, si dentro
de ese tiempo no veían nada volver, así fue, cumplieron con ese tiempo en el mar y volvieron. Este
viaje de los dos marineros portugueses fue un acto
de felonía del rey Juan II puesto que fue planeado
como consecuencia de los informes dados por don
Cristóbal Colón al proponerle al rey la empresa de ir
a las Indias por el oeste; al ser sometida dicha idea al
rey, este nombro una comisión que estudiara el caso,
compuesta por dos autoridades en la materia y un
sacerdote, maestre Rodrigo, médico, maestre Joseph
Vicinho judío y astrónomo y el obispo de Ceuta,
D. Diego Ortiz, llamado doctor Calzadilla por ser natural de este lugar del maestrazgo de Santiago, quienes
rechazaron de plano las razones que Colón expresaba
por considerarlas inexactas; no obstante esta decisión
del rey, como no se expone en gastos, autorizó por
otro lado la expedición con el resultado negativo.
Este resultado no podía ser otro, puesto que el
punto de partida para la trayectoria era de vientos
del oeste y tendrían que navegar en zig-zag, o por
bordadas, lo cual significaba que el avance en el
paralelo era poco, muy diferente si hubiera sido en
las zonas de los vientos alisios en donde el avance
hubiera rendido distancia en paralelo y los cuarenta
días hubieran colmado para Dulmo y Estreito en
un triunfo, pero grave fue la experiencia porque
bien maltrechos llegaron los barcos a Portugal así
como su tripulación.
El capitán flamenco Van Olmer el año 1487 repitió el viaje desde las Azores sin ningún resultado.
Existe otra leyenda de un viaje forzado por los tiempos tempestuosos de un marino español, quien, entre
los años 1483 o 1484 yendo de España a Inglaterra
y a Flandes, arrebatado por una tormenta violenta y
arrastrado a tierras lejanas del oeste, de donde regresó
maltrecho exhausto casi moribundo, la mayor parte
de su tripulación murió, algunos historiadores lo
hacen recalcar en su regreso a la isla Gomera, en las
Canarias, otros a la isla Madera, otros a España y otros
a las Azores según la leyenda. A este viaje infortunado
de don Alonso Sánchez de Huelva, que, así se llamó,
se le atribuye el descubrimiento del Nuevo Mundo, y
quien traía, a pesar de sus condiciones físicas de moribundo, planos, derrotas, informaciones tan completas
y tan bien redactadas que fueron entregadas por una
casualidad a don Cristóbal Colón en articulu mortis,
como compensación abnegada a la hospitalidad y a las
atenciones de que fue objeto él y sus 4 o 5 compañeros
que se salvaron con él.
Hasta ahora el caso de Sánchez de Huelva es
pura leyenda, nada hay en concreto que pueda testimoniar la verdad de todo lo que los historiadores
que se han ocupado del caso hayan concluido de
manera probatoria el descubrimiento del Nuevo
Mundo por él; todos hacen alusiones en cadena
como si trayéndose los unos a los otros de la mano
se convierten en leyenda algunos casos corrientes
de aventuras en la mar, en uno extraordinario,
gracia a la conservación de la tradición, que tiene
la virtud de siempre transformar en el sentido de
abultamiento hechos pequeños.
Otros rechazan la leyenda bien porque no la ven
coherencia real a un hecho que, difícilmente hubiera
tenido desarrollo normal dentro del infortunio de
haber sido arrastrado más de 3,500 millas náuticas
sin haber perecido y luego de quedar todo destartalado su barco volver la misma distancia, sobre
vientos contrarios, ¿hicieron reparaciones? ¿Con qué
herramientas? Solo cuando se sale en expediciones
planeadas es cuando se prevé todo lo que pueda ser
necesario, para reparaciones, pero cuando se viaja
con fines comerciales se aprovecha todo el espacio de
bodegas como útil para el transporte de mercancía,
y Alonso Sánchez fue sorprendido por el temporal
en la costa de Europa en un viaje comercial, pudo
haber tenido las herramientas que el mantenimiento, en un barco, exigen las circunstancias de averías
menores, pero para averías mayores, era muy difícil
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
que las llevaran, como ocurrió a la Pinta en este viaje
hacia las Canarias que tuvieron que llegar con el timón enmendado por el insigne marino don Martín
Alonso Pinzón hasta Tenerife, para ser arreglado, esa
era la forma de proceder de los marinos en caso de
averías en el mar, buscar las facilidades de un puerto
que tuviera manos hábiles.
La mayor parte de los historiadores convergen
en que Alonso Sánchez de Huelva al arribar a la isla
Madera, se encontró con Cristóbal Colón, quien
lo hospedó en su casa, lo asistió en sus últimos momentos y que este en agradecimiento le confió todos
los datos relativos a las tierras donde el temporal los
llevó; ¿cómo se supo esta confidencia tan importante
entre los dos marinos? Cristóbal Colón no era tan
ignorante para desconocer que tenía en sus manos
informes de mucho valor para no hacer reserva de
ellos, pero el hecho no quedó en confidencia sino
que se supo porque los historiadores han recogido
la especie, entonces cabe preguntar ¿si Cristóbal
Colón en posesión de datos tan valiosos iba a dar a
conocer tales informaciones públicamente sin que el
rey de Portugal no se enterara de ello y llamara al
futuro almirante de Castilla y le obligara a entregar
tales datos? Habiendo sido obtenidos estos en sus
posesiones o se quiere exclusivamente pasar en este
caso como desprendido y tolerante al rey cuando se
sabía perfectamente la clase de exclusividad que tenía
este de los descubrimientos bajo el paralelo 28, no
puede ser tan ingenuo para admitir semejante relato,
sin que el rey de Portugal lo supiera y actuara con
el consabido vigor con que procedía en estos casos
¿no actuó a espaldas de Cristóbal Colón en 1485,
después que este le expusiera su plan, con Dulmo y
Estreito, y enviándolo al oeste desde la isla Azores?,
¿no procedieron con cierto rigor contra Colón los
habitantes de la isla de Santa María cuando arribó,
acosado por una tormenta, a ella el día 19 de febrero?
¿Acaso se quiere ignorar que según el capitán Juan de
Castañeda, gobernador de la isla Santa María, tenía
órdenes drásticas contra los marinos españoles, no la
tendrían los gobernadores de las otras islas? ¿Acaso el
alboroto internacional que armó el rey de Portugal
queriendo desconocer el descubrimiento de nuevas
tierras estaban en su jurisdicción por bula papal?
Si para el caso de Sánchez de Huelva se omiten estos detalles, para darle color de que el arribo a nuevas
tierras, cuyos datos fueron entregados a don Cristóbal
Colón, bien se ve cómo los historiadores amañan la
razón de muchas imposibilidades para encaminar
29
una aventura simple que pudo haber sido en una de
las islas conocidas de la época, para tejer una leyenda
imaginaria alrededor de ella.
Visto desde otro ángulo, no tiene sentido el
cuento, de que una tempestad sorprendió al barco de
Alonso Sánchez de Huelva y lo arrastró más de 3,500
millas náuticas hasta llegar a tierras desconocidas,
de haber sido así los analistas han descuidado que
desde la costa de Europa ningún temporal podría dirigirse hacia las Antillas en el sentido oeste sudoeste,
puesto que esa dirección para tormentas atlánticas
sería contravenir todas las leyes físicas en que estas
están fundadas, para que esto hubiera sucedido la
tormenta tendría que haber seguido con el barco
de Sánchez de Huelva a través del Atlántico hasta
haberlo depositado en playa de tierras desconocidas,
esto no lo soporta tanto tiempo un barco de madera
y de construcción tan lejos de obedecer las reglas que
se ajustan a cierta seguridad, sin que se produzcan
serias averías, tales como caída de mástiles, roturas
de velas, roturas de vergas, etc., para arribar a lugares
donde no existan facilidades de mano de obra, ni
cabullería, ni herramientas adecuadas para ciertas
labores. La naturaleza física del Atlántico no admite
una trayectoria semejante de tormenta; si ella se
desarrolla al norte de la línea límite de los vientos del
nordeste o alisios corre al este cruzando las inmediaciones de las islas Azores, si al sur de la línea, entonces la tormenta corre del oeste al oeste norueste hasta
llegar cerca del continente Americano donde recurva
hacia el norte y luego al nordeste entre las latitudes
25° a 35° norte en forma parabólica hasta perderse y
desvanecerse en el Atlántico norte, estas tormentas
pueden desarrollar cualquier intensidad en su centro
y en sus contornos periféricos, pero esta violencia de
su vórtice alcanza solamente cierta distancia desde
este que no pasa de las 400 millas náuticas hasta su
periferia, después de esta distancia se observa calma
y vientos suaves, la mar es prácticamente tranquila
en forma tal que hace la navegación agradable, de
manera que, de aquí deducimos que si don Alonso
Sánchez de Huelva se vio azotado por una tempestad
en las costas de Europa y fue impulsado al Atlántico
no pudo haber corrido más de 500 millas fuera de
las costas sin haber perdido el contacto con esta y
haberle venido la tranquilidad a esa distancia, distancia que no se acerca sino a haber arribado a alguna
de las islas Azores que hubiese estado deshabitada o
algún lugar de África, pero no América, puesto que
no solo es dudoso sino imposible que una tormenta
30
Ramón Julio Didiez Burgos
haya arrastrado tan larga distancia, una carabela de
construcción tosca y dejarla en condiciones de volver
a Europa.
El historiador don Torcuatro Luca de Tena en
su libro Los mil y un descubrimientos de América,
capítulo III, p. 38 contiene el siguiente párrafo: “En
1639 Fernando Pizarro Orellana en su libro Varones
ilustres del Nuevo Mundo dice: “El Piloto Sánchez
de Huelva al hallarse en tierra (la tierra casualmente
descubierta) tomó todos los datos náuticos y escribió
detalladamente sus aventuras y luego de proveerse de
víveres, se lanzó al mar de vuelta sin saber el derrotero
de regreso”. “No lograron pisar la Gomera más de seis
de sus tripulantes entre ellos el mismo Alonso Sánchez
de Huelva, que fue a la casa de Cristóbal Colón”, de
acuerdo a este relato, los datos náuticos tomados por
Sánchez de Huelva serían los rumbos, y las distancias,
porque en esa época los españoles no usaban el astrolabio o el cuadrante en la mar. Fue en el año 1492
cuando lo aprendieron a usar porque el almirante
don Cristóbal Colón les enseñó a usarlo, no creo que
don Alonso Sánchez para un viaje costero y comercial
llevara una carta del Atlántico, y un astrolabio que no
era tan fácil obtenerlos ni conseguirlos “luego se lanzó
al mar de vuelta sin saber el derrotero de su regreso”,
entonces se puede preguntar ¿qué datos náuticos y
escritos detallados de su aventura tomó? Si a pesar
de los datos náuticos tomados no conocía su derrota,
entonces, ¿qué clase de capitán era? El relato descrito
por don Fernando Pizarro Orellana puede pasar
como un cuento para entretener nietos pero no para
convencer a adultos, en vez de sostener una tradición,
la destruye con un relato mal tejido; y además para
el 1484 don Cristóbal Colón prestaba servicios a la
corona de Portugal y daba viajes a África pasando por
las islas Canarias, no vivió en la Gomera hasta ahora
la historia no ha registrado este hecho.
Este relato demuestra la animosidad como ha
sido tratado el almirante don Cristóbal Colón. Para
demeritarlo de su obra, hacen intervenir un marino
con toda la posibilidad de honorable, para tomarlo
como conejillo y hacerlo bailar en los cuentos y
relatos más mal concebidos que puedan conocerse.
El P. Gumilla es quien hace arribar a don Alonso
Sánchez de Huelva en la isla de Madera en su libro
Orinoco ilustrado.
Al cometer la impiedad de llevar los historiadores a seis náufragos en busca de la isla
donde se encontraba don Cristóbal Colón para
ponérselo a sus pies con una documentación de
latitud, longitud, distancia, rumbos, estado atmosférico de la ruta, corrientes oceánicas, error del
compás, declinación de la aguja magnética, y otros
datos náuticos de la ruta así como un portulano
dibujado de las tierras casualmente descubiertas y
de la derrota que le llevó el temporal, cometieron
el sacrilegio de hacer viajar entre tantas islas a seis
moribundos hasta que por fin lo encontraron, unos
en la isla Gomera del grupo de las Canarias y otros
en la isla de Madera, menos mal que don Alonso
Sánchez de Huelva y sus cinco compañeros descansaron una vez que hicieron aparecer a don Cristóbal
Colón y le entregaron los documentos.
Refiere el padre De las Casas, en su Historia de
las Indias, capítulo XXII, “que en el año 1417 o 18,
dos caballeros portugueses, que se llamaban Juan
González y Tristán Vásquez, ofreciéronse por servir
al infante de ir a descubrir y pasar adelante de cabo
Bojador. Salidos de Portugal en un navío, navegando
la vía de África, antes que llegasen a la costa della, diole
un tan terrible temporal y tan deshecha tormenta, con
la cual se vieron totalmente sin alguna esperanza de
vida, y andando desatinado, sin saber dónde estaban,
perdido el tino y la vía o camino que llevaban, corriendo a árbol seco, sin velas, dando los mares o las olas
querían echarlos, cuando no se acataron, halláronse
cabe una isla que nunca jamás se había descubierto, la
cual nombraron la isla de Puerto Santo”. Esta leyenda
simula a la anterior, desarrolla el descubrimiento de
una isla no conocida ni colonizada por los portugueses, dentro de un radio de amplitud conocido de unas
600 millas náuticas que entra dentro de la distancia a
que puede ser arrastrada cualquier embarcación por
un tiempo tal, que lo resista sin perderse.
El origen del descubrimiento de la isla de Puerto
Santo fue, según lo relata el padre De las Casas, y los
hechos que lo ocasionaron, según registra la historia,
son verídicos y nada dudoso ni alterado existe en él.
Don Cristóbal Colón corrió una tormenta
desde el día 12 de febrero hasta el 4 de marzo, de
acuerdo al Diario de navegación de él, esta fue, en
ocasiones, bastante fuerte al extremo de correr a
palo seco con viento en popa, pero así y todo se
alternó el tiempo bueno esto fue para rato. De manera que nunca dejó de tener control de su nave,
en tanto, todo parece indicar que el caso de don
Alonso Sánchez de Huelva fue lo contrario, si la
tormenta lo arrastró desde la costa de Europa hasta
América, él perdió el control por muchos días y si
este control estuvo perdido, graves averías debió
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
haber tenido, y mucho tiempo tuvo que seguir para
arreglos que muy difícil hubiesen estado a la altura
de lo correcto para emprender un viaje mucho más
difícil que el de ir de Europa a América. Cuando
se hace el viaje en buque de vela desde Europa a
América, se decía que se viajaba bajando y cuando
viceversa, subiendo, pero si se buscaba la parte
norte de la línea límite de los vientos alisios en la
vuelta a España, se bajaba también porque en esta
faja terráquea los vientos soplan del oeste.
Una de las cosas más curiosas es que muchos
historiadores que admiten como cierto el descubrimiento de las Indias Occidentales por Alonso
Sánchez de Huelva, aprovechan la hazaña del
almirante Cristóbal Colón del descubrimiento del
Nuevo Mundo para concluir moribundo a don
Alonso hasta la misma casa de don Cristóbal para
depositarle en sus manos un archivo de documentos
que es imposible de explicar cómo lo hizo, pues hasta
ahora no se conocen otros documentos anteriores a
este suceso de dicho navegante, sería prolijo inferir
que para esta época los navegantes no llevaban diario
a bordo, pues casi todos los capitanes y pilotos eran
analfabetos y su navegación la hacían por memoria de
sus travesías y la experiencia habida en ellas. ¿Dónde
está el diario de Martín Alonso Pinzón? ¿Dónde el
de Vicente Yáñez Pinzón? ¿Dónde el de sus pilotos?
Más evidencias de todas costumbres en la mar por
parte de los navegantes antiguos no son necesarias
para ver en ellos, no una decidia o descuido, sino un
hábito de no dejar escrito sus experiencias en la mar.
En ocasiones especiales, los marinos antiguos
dejaban escritos acontecimientos que revelaban
cierta importancia para los anales náuticos, pero
esto lo hacían después de llegar a puerto. Si algunos
conservó algún dato de una travesía era para servirse de él en subsiguientes viajes en el mismo litoral,
pero para esto se necesitaba saber leer y escribir.
No porque considere falso el cuento de que
don Alonso Sánchez de Huelva haya descubierto las
Indias Occidentales, desmiento lo grande o bueno
que haya habido en este distinguido navegante, pero
lo injusto y poco noble que es las glorias a que sea
merecedor por su labor en los anales náuticos haya
sido tomado como elemento propicio para tejer
a su alrededor una leyenda que va tendida muy
ingeniosamente contra don Cristóbal Colón por su
descubrimiento del Nuevo Mundo. Según dice don
Martín Fernández de Navarrete, que los historiadores
don Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés y don
31
Cristóbal Cladera consideraron la especie como falsa
y sin razones fundamentales para creerse esta leyenda.
La aventura corrida desde Europa a playas del
Nuevo Mundo en un barquichuelo arrastrado hasta
él por un temporal que corrió todo el atlántico en
un sentido sudueste, puede ser admitida como
leyenda, para engalanar tradiciones de pura fantasía literaria, pero no como una realidad histórica
o como un fenómeno entre un millón, no, la física geográfica del Atlántico no la admite porque
las fuerzas meteorológicas que se desarrollan en
esta vasta superficie del océano, tiene demasiadas
alternativas que imposibilitan una trayectoria tan
determinada y tan regular, como se ha querido
darle la leyenda de don Alonso Sánchez de Huelva,
la cual no puede resistir un análisis científico de la
posibilidad de este suceso.
Cuando el Almirante pasó de la Villa de Cascae a
Rastelo en el mismo río Tajo, el día 4 de marzo de 1493,
los marinos de esta villa le informaron al Almirante
que: “jamás hizo invierno de tantas tormentas, y que
se habían perdido veinticinco naos en Flandes y otras
estaban allí que había cuatro meses que no habían
podido salir”, vimos que estas tormentas empezaron
a azotar a la Pinta y a la Niña al sur de las islas Azores
el día 13 de febrero, antes de esta fecha las tormentas
se sucedían en Europa sin pasar de estas islas desde
hacía cuatro meses, y antes de esta fecha podemos ver
que el Almirante navegó con bastante buen tiempo
desde la bahía de Samaná (golfo de las Flechas) hasta
cerca de las Azores, cabe preguntar: ¿Si este estado
atmosférico tormentoso predominó por el lapso de
cuatro meses en Europa, por qué no devolvió la Pinta
y a la Niña otra vez para el Nuevo Mundo?, y ¿por qué
una tormenta de menos tiempo tiene una amplitud
de unas 3,500 millas o corre a esta distancia de Europa
al Nuevo Mundo para arrastrar barquillas a tan larga
distancia y otra de mayor tiempo no? Porque una fue
desarrollada por las fuerzas incontrolables de la naturaleza y la otra la incontrolable fuerza de la pasión, que
adormece y enturbia la razón, creadora de cuentos y
leyendas tendenciosas y destructivas. Ineludiblemente
que la aventura de don Alonso Sánchez de Huelva fue
una realidad dentro del marco África-Europa pero
no americano y fue también tomada como preámbulo por algunos historiadores para anteponerla a la
gran hazaña de don Cristóbal Colón, visto a través
del tiempo con el aumento de la lupa de la fantasía.
Si deseamos considerar que don Cristóbal
Colón conocía de la existencia de tierras e islas en el
32
Ramón Julio Didiez Burgos
Occidente, no tratemos de buscar en leyendas ni en
hipótesis o suposiciones arregladas e hilvanadas por
la imaginación, sino deduciendo y descolgándonos
de sus propias experiencias. Acepto que él conociera de nuevas tierras en el mar Occidental, pero no
en la forma como él da a conocer estas tierras.
En la apostilla No. 54 escrita por el Almirante
en una de las páginas del libro Rerum Ubique
Gestarrum, de Eneas Silva Piccolomini (papa Pío II),
deja dicha creencia de haber llegado por parte del
norte al continente Euroasiático o las tierras del
Gran Khan. La apostilla dice así:
“Nota. Et de seres multa nobis espectatibus”.
P↑ 7 Q ÷ 78 = 849 γ 8.
Es decir, “Hemos sido espectadores de muchas
cosas entre los seres”.
Dice Las Casas en su Historia de las Indias, capítulo XL, libro I, p. 203: “que a que los antiguos y
hoy llaman y llamamos los Seres, pueblos orientales
de la India”; dice A. Bernardini Sjoectedt en su libro Cristóbal Colón, parte II, p. 3: “para los griegos,
los chinos eran llamados seres”.
Esta frase hace confesión de haber estado entre los
seres, esto es, entre los chinos, el único lugar donde
podía ser espectador entre los chinos era en el imperio
del Gran Khan, de manera que podíamos deducir que
él ha dejado sentado que estuvo en tierras de dicho
emperador, ¿cuándo y en qué año estuvo a otro lado del
mar occidental, en las Indias? Si traemos para identificar
estas deducciones es la relación de su viaje a Islandia y a
Groenlandia publicado por su hijo don Hernando en
su Historia del Almirante, que dice: “Yo navegué el año
de cuatrocientos y setenta y siete, en el mes de hebrero
ultra Tile, isla, cien leguas cuya parte austral dista del
equinocial setenta y tres grados y no sesenta y tres, como
algunos dicen y no está dentro de la línea que incluye
el occidente, como dice Ptolomeo, sino mucho más occidental, y esta isla, que es tan grande como Inglaterra,
van los ingleses como mercaderías, especialmente los de
Bristol, y al tiempo que yo allá fui, no estaba congelado
el mar aunque había grandísimas mareas, tanto que en
algunas partes dos veces al día subía veinte y seis brazas,
y descendía otras tantas en altura”, no nos queda otra
alternativa de considerar de que don Cristóbal Colón
en esta ocasión vio tierra ya conocidas por muchos más
al occidente.
Con el cuidado con que siempre llevó sus
anotaciones le hizo asentar la posición geográfica
hasta donde llegó, esa forma como está escrita la
posición, era el estilo de cómo se expresaba esta.
P significa punto de posición geográfica.
↑ significa la longitud.
Q significa que los grados asentados son al oeste del
meridiano 0°.
÷ significa la latitud del lugar.
γ el símbolo del Gnomon.
De manera que interpretando el significado de
la anotación podemos decir:
Posición longitud 7° al oeste, latitud 78° eso
es igual a 849 gnomus 8. Esto es, la longitud, la
latitud y el grado gnomónico hasta donde él llegó.
De esta forma queda justificado que su informe del
viaje a Groenlandia fue una realidad histórica.
Completa las anotaciones anteriores con otra, la
cual envuelve la parte de un total que ha sido vista
por él, ubicándolo en referencias el mundo conocido.
“Está hacia el comienzo de la India, a saber, frente a frente de España y con Hibernia al Septentrion”.
Hibernia era el nombre antiguo de Irlanda. Como
el concepto e idea de imperio del Gran Khan era de
que estas tierras se extendían hasta 240 grados desde
el meridiano de las Canarias o 230 desde Portugal,
el viaje a Groenlandia le hizo ver tierras que estaban
situadas más al occidente de como la situó Ptolomeo
al meridiano 0° que pasaba por las islas Azores, las
situó y llevó frente a España e Irlanda.
Tres hechos que se unen entre sí, para evidenciar sus ideas cosmográficas y sus alcances, los
cuales guardó de forma entendible para él, y con
carácter indefinido hasta tanto él pudiera sacarles
las ventajas de gloria como descubrimiento.
En las bases que formaban los párrafos de las
Capitulaciones de Santa Fe del 17 de abril de 1492
en el párrafo segundo se consigna: “facen el dicho
D. Cristóbal Colón su Vise-Rey y Gobernador
general en las dichas islas e tierras firmes, que como
dicho es, él descubriese o ganare en los dichos mares etc.” deja entrever este párrafo la seguridad que
tenía don Cristóbal Colón de la existencia de islas y
tierras firmes sin descubrir.
No en vano el 19 de mayo de 1506 en el
Codicilo que agrega a su testamento consigna sin
temor ni preámbulo que: cuando vino a servir a
los Reyes les había dado las “Indias como cosa que
era suya”. Parece que ya mirando su fin acercarse
quiso sincerarse acerca del negocio de las Indias
y en forma velada dio a saber el conocimiento
que tenía de ella. Respecto al viaje a Islandia
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
don Enrique de Gandía en su libro Historia de Colón,
p. 141, indica que “Finn Magnussen pudo comprobar,
con antiguos documentos que en 1477 en Islandia
el invierno fue muy benigno y no había hielo en los
puertos, G. Storm confirmó científicamente estos hechos. Charcot pudo comprobar que a cien leguas de
Islandia, o sea, a trescientas veinte millas marinas actuales, por ejemplo en las islas San Mayen, en Febrero
y en todo el invierno el mar no estaba helado”. De
esta forma se deja confirmado el viaje del Almirante
en 1477 por esas regiones; en el anuncio de las leguas
que anduvo no existe en el texto de su anunciado
desde donde empezó a contar estas cien leguas si desde
Islandia o si desde Groenlandia, tratar de considerar
que fue desde Islandia de donde tomó como origen
las 100 leguas podemos pensar que no rebasaría las
costas de Groenlandia, pero si fue desde Groenlandia
bien puede verse que llegaría a las costas de Labrador.
Debe convencerse que para Cristóbal Colón así
como para los navegantes de su época, Groenlandia
era conocida, pues su descubrimiento por el 930
por un noruego llamado Gunmbjorn y su colonización por Erik el Rojo fue un hecho, de manera
que no es de esperarse que en el viaje a Islandia
él pretendiera hacer ver que el vio tierra nueva en
Groenlandia, sus alcances fueron mayores.
Antes de 1492, los pescadores de las costas del
Atlántico de Europa, iban a pescar el bacalao en las
costas de Terranova en el mapa de Andrea Bianco
de 1436 figura una isla al oeste del Atlántico y lleva
el nombre de Stokafixa, situada en una posición
que bien se corresponde con Terranova.
Es el célebre historiador peruano don Luis Ulloa
quien merece la gloria de haber descifrado el contenido
del viaje de Cristóbal Colón a Islandia y las incidencias de él en su sensacional tesis en la que identificó a
Johannes Scolvus, piloto con Cristóbal Colón.
En 1472 el rey de Dinamarca, Cristian I, por
encontrarse la nación en un estado de guerra con
Inglaterra, quiso desalojar a los ingleses de Islandia
y de Groenlandia; como el rey Cristian era amigo,
desde niños el Soberano de Portugal, le pidió a este
su ayuda de pilotos, para el envió de una expedición a esas tierras a efectuar dichos desalojos; el rey
de Portugal complació al soberano de Dinamarca
enviándole un piloto (no un polaco), quien se embarcó en la expedición de los barcos bajo el mando
de dos hábiles marinos Dietrich Pinning y Hans
Pothorst, estos cumplieron con su misión ya que
llegaron a Groenlandia y a Terranova.
33
Estos datos se conocen, por haberlos informado
un investigador llamado Sofus Larsen además el célebre geógrafo Gerardo Cramer, más bien conocido
como Mercator, en su mapamundi del año 1537,
en la figura que representa a Labrador inscribe:
“Quii popili ad quos Joannes Scolvus danus
pervenit circa anuum 1476” que significa “El
Pueblo de los Quios, a donde llegó el danés Juan
Scolvus hacia el año 1476”.
Mercator tuvo que haberse enterado de esta
información en papeles o relatos de los marinos de
aquella época en su país, pues 60 años que transcurrieron entre el 1476 y 1537 es un lapso aceptable
para que los hechos queden deformados.
Para el 1537 el concepto geográfico del mundo,
la posición de tierras y pueblos, nombres historias
de ellos, costumbres, etc. existían como nuevos,
pero en 1476 o 77 el panorama mundial se encogía
a una esfera muy reducida y a pormenores antiguos, así los individuos que don Cristóbal Colón
anuncia en su apostilla como “seres” al considerar
en su visita “100 leguas” en el viaje de Islandia que
había caminado por los contornos septentrionales
del imperio del Gran Khan y para Mercator, que
ya había evolucionado la geografía, el pueblo de los
quios eran los habitantes de Labrador, esquimales,
sin duda, ambos pueblos era el mismo.
Se especula con las fechas de 1476 y la de 1477,
pero si aceptamos que después del episodio del encuentro el 13 de agosto de 1476, frente al cabo de
Santa María entre cuatro naves genovesas y una flamenca, y catorce naos, en una de las cuales viajaba
don Cristóbal Colón de acuerdo a la confesión que
hace su hijo don Hernando Colón en su libro Vida
del Almirante, don Cristóbal Colón. Se puede deducir
que el servicio prestado por Cristóbal Colón al rey
Cristian I, como recomendado del rey Juan II de
Portugal, sería después de este incidente, esto es, para
los meses de invierno, que lo relatado por Mercator
en su mapamundi corresponda exactamente a la fecha
que la expedición de Pinning y Pothorst haya partido
de Dinamarca y no en la que estuvo por Islandia,
Groenlandia y Labrador, pues existe una secuencia
muy afortunada en la expedición, que puede compartir el reconocimiento de los tres lugares entre octubre
de 1476 y febrero de 1477.
Mercator y otros autores dicen que Johannes
Scolvus o Scolnus es danés, pero George Horm
en 1671 en su obra De originibus americanis
dice: “John Scolnus Polonus etc.”. Esto es, trata a
34
Ramón Julio Didiez Burgos
Johannes Scolnus como si fuera polaco y no danés,
de acuerdo a don Enrique de Gandía esto puede ser
“una errónea transcripción de Pilotus”, lo cual corroboro puesto que Horm tuvo que haber repetido la
especie de algún otro autor, y hasta ahora todos están
de acuerdo de que Johannes Scolnus era danés.
Relacionar a Cristóbal Colón con Johannes
Scolnus tiene mucho de ingenio y mucho de original. El historiador don Luis Ulloa al desarrollar su
tesis explica que Scolvus es “la seudo fonetización
sincopada de Colubus”; según afirma Bernandini
Sjoestedt en su libro Cristóbal Colón, en 1340 se
puede ver en los calendarios de la soborna que su
rector se llamaba Kolbe (o Kolvus) y se escribía
también Colobus (o Colombus).
En relación a los nombres de Juan y Cristóbal se
ha podido ver que desde tiempo muy atrás el nombre de Juan siempre iba ayuntado a otro y nunca
solo, en los santorales eclesiásticos de la religión
cristiana es muy común este binomio nombres,
así encontramos Juan Evangelista, Juan Bautista,
Juan Crisóstomo, Juan Cristóbal, Juan de Dios y
Juan Capistrano, etc. De estas razones se pueden
deducir sin pecar en exceso que la misma persona
fraccionando su nombre podía ser en Dinamarca
Juan Scolno y en Portugal Cristóbal Colón.
Scolno se puede escribir Colno y este puede ser
transformado con una simple alteración en Colón.
Era muy común y corriente, y aún en los días de
hoy también que a una persona que viajaba a un país
extranjero, se le escribía su nombre por su fonética
y en la generalidad siempre estos quedaban alterados
en su correcta escritura en el idioma del país visitado.
La información dada por don Hernando Colón
y la contenida en el mapamundi de Mercator han
sido unidas felizmente por investigadores acuciosos para comprobar que ambos personajes es uno
mismo, dejando demostrado que las frases del
Almirante en el codicilo de su testamento, el 19 de
mayo de 1506 tenían fundamento.
“cuando vine a servir a los Reyes les había dado
las Indias como cosa que era suya”.
De acuerdo a la relación hecha con anterioridad
se puede colegir que don Cristóbal Colón consideró
que había estado en los alrededores del imperio del
Gran Khan, el cual está “frente a frente a España y
con la Hibernia al Septentrión”; experiencia personal
bastante avanzada para aquella época en geografía
para formase un concepto más o menos claro del
mundo. Estas consideraciones nos hacen ver que
cuando don Cristóbal Colón acudió a hacerle proposiciones a una ruta por el oeste al rey de Portugal
y luego a los Reyes Católicos, esta idea ya tenía
como base una experiencia vivida y estimulada con
los planos de Toscanelli; esta idea y este propósito
ya no lo abandonaron en su vida hasta conseguir la
ayuda que se proponía para ir frente a España o “de
la Ciudad de Lisboa, en derecho por el Poniente…
Hasta la nobilísima y gran ciudad de Quisay”.
De estos argumentos es deducible, sin temor a
un gran porcentaje de erratas, que la idea de la travesía del mar Occidental tuvo razón y fundamentos
en experiencias verdaderas geográficas vividas y
no en supuestas confesiones, indocumentadas, de
un piloto desconocido que se supone, porque no
se ha podido demostrar, fue don Alonso Sánchez
Carvajal o de Huelva.
El padre Bartolomé de las Casas que tuvo en sus
manos casi todos los documentos, planos y escritos del
Almirante, fuente segura de las mayores informaciones
históricas del descubrimiento y sus antecedentes, relata
en el capítulo XIII de su libro I las confesiones escritas
del Almirante de varias aventuras de navegantes de
aquella época, las cuales fueron contadas a él por los
protagonistas, y así cuenta que “un Antonio Leme,
casado en la isla Madera, le certificó que habiendo una
vez corrido con una carabela buen trecho al Poniente,
había visto tres islas cerca de donde andaba; que fuese
verdad o no, al menos dizque mucho se sonaba por
el vulgo común mayormente en la isla de la Gomera
y del Hierro y de las Azores muchos lo afirmaban y
lo juraban ver cada año algunas islas hacia la parte
del Poniente”. En este cuento de Antonio Leme se
ve la falsedad de su invención porque de haber visto
estas islas tendrían que ser las Azores o las “Manadas”
de Sargazos, sí estuvieron a buena distancia de las
islas Madera, ahora puede preguntarse ¿podría algún
marino de aquella época sustraerse indiferentemente
al cambio de vida a que ascendía si descubría nuevas
tierras? ¿No tenía concedido de ante mano el rey de
Portugal prerrogativas especiales para todos aquellos
descubridores? Entonces, ¿por qué Antonio de Leme
si vio las islas no fue a ellas y tomó posesión de ellas
a nombre del rey de Portugal y luego regresar y dar a
conocer su descubrimiento y exigir los derechos que se
concedían a todos los descubridores? Porque era una
de las tantas fatuidades de que adolecían los marinos
de aquella época en atribuirse glorias supuestas y
difíciles de demostrar, ese fue otro cuento de hadas
de la época. ¿Por qué no fue donde el Rey y le hizo
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
el relato como hizo un marino de la isla de Madera
en 1484, según cuenta el mismo Almirante, que estando en Portugal este marino se presentó al Rey en
solicitud de una carabela para ir a descubrir ciertas
tierra, que juraba veía cada año y siempre de una
manera”? Porque era un garrafal cuento de él.
Sigue Las Casas en el mismo capítulo con otros
relatos: “Un piloto portugués, llamado Vicente Díaz,
vecino de Tavira, viniendo de Guinea para la isla
Tercera de las Azores, habiendo pasado el paraje de la
isla de Madera y dejando al Levante, vido o le pareció
ver una isla que tuvo por cierto que era verdadera tierra, el cual, llegando a la dicha isla Tercera, descubrió
el secreto a un mercader muy rico genovés, amigo
suyo que tenía por nombre Lucas de Cazana, al cual
persuadió mucho que armase para el descubrimiento
tanto que lo hubo de hacer, el cual, después de habida
licencia del rey de Portugal para lo hacer, envió recado
para que su hermano Francisco de Cazana que residía
en Sevilla, previera de armas una nao con presteza
y la entregase al dicho piloto Vicente Díaz, pero el
dicho Francisco de Cazana burló de la empresa, y no
quiso hacerlo; tornó el piloto a la Tercera armó luego
a Lucas de Cazana y salió el piloto tres y cuatro veces
a buscar la dicha tierra hasta ciento y tantas leguas y
nunca pudo hallar nada, por manera que el piloto y su
armador perdieron esperanza de jamás hallarla”.
Este relato de Vicente Díaz y el de Antonio
Leme, demuestran la falsedad y la sinceridad con
que el hombre se presenta en la sociedad, mientras
el uno hace tan solo un relato, sin tomar acción para
sacar provecho de descubrimiento, el otro se esfuerza
y prepara una expedición, a costa de sacrificio, para
verificar si fue un espejismo del océano lo que vio o
fue verdaderamente una isla real, nunca encontraron
nada porque lo que Vicente Díaz vio fue un espejismo oceánico o nubes altas estacionadas a muchas
leguas de él que simulaban tierra que no eran. Los
hermanos Miguel y Gaspar Corte-Real se perdieron
en el océano Atlántico buscando estas mismas islas.
Muchas eran las historietas y leyenda de viajes,
visiones y encuentros en la mar para esa época;
unas ciertas y las otras falsas. Siempre la fantasía se
aprovechaba de estos momentos de la historia de
la humanidad para infiltrar también sus leyendas
para engalanar más los cuentos y consejas, pero
según la razón depura algunos y los acepta a otros
le encuentra pie de que cojea y la desecha.
Se tiene duda de qué clase de dialéctica usó don
Cristóbal Colón con todos los que conversaba para
35
convencerlos a cerca de su plan para el descubrimiento de nuevas tierras, a sabiendas que las tierras
del Gran Khan no iban a ser descubiertas. Ni conquistadas, ni tomadas en posesión para los Reyes
de España; Marco Polo relata la magnificencia de
este gran rey de Catay y Mango y en la riqueza en
oro, perlas y piedras preciosas que habían en la
isla Cipango, así como la techumbre que hacían
sus habitantes de planchas de oro a sus templos
y las casas reales; habló Marco Polo también de
sus ejércitos y sus guerras, de sus inquietudes
políticas, y sociales, de las dimensiones urbanas y
sus grandes construcciones; no podía pensarse en
conquistas de países como estos donde había un
desarrollo y una civilización comparable con la de
Europa, por lo que se ve que en los 90 hombres
que llevó Colón a viaje no podían servir para una
conquista de estos grandes reinos, ni tampoco las
baratijas y cuenterías tenían valor donde había
tanto oro y tantas perlas y piedras preciosas. La
fantasía y la realidad se citaron en este caso para el
engendro de conceptos contraproducentes, mientras se idealiza las riquezas existentes en los lugares
que posiblemente se visiten se cargan los navíos de
chucherías pasa ser permutados en países pobres,
esto es, la pobreza que don Cristóbal Colón vio en
los países africanos, la ideó en países ricos descritos por Marco Polo.
El cardenal don Pedro González de Mendoza presentó a los Reyes
Católicos a don Cristóbal Colón en enero de 1486, quien expresó a
sus Majestades su plan.
El interés de don Cristóbal Colón de encontrar
una ruta más corta para ir a las Indias en busca de
las especies, le hizo crearse un léxico abundante de
36
Ramón Julio Didiez Burgos
informaciones que fuera convincente y exento de
retórica de excepciones, capaces de producir en
las primeras frases conturbaciones y perplejidad a
los que estuvieran escuchándole; esto ocurrió con
fray Juan Pérez y fray Antonio de Marchena en la
Rábida cuando llegó por primera vez a España. La
exposición hecha a estos religiosos contuvo tantas
informaciones y tantas documentaciones que ellos
quedaron admirados y convencidos de que su idea
era absolutamente buena, que podía ser llevada a
la práctica y derivarse de los beneficios para aquellos que lo protegieran, como religiosos al fin, con
quien primero hicieron contacto para dar a conocer
el ofrecimiento de don Cristóbal Colón fue con los
altos jerarcas de la Iglesia de España, tales como don
Pedro González de Mendoza, cardenal de España,
el arzobispo de Sevilla don Juan Diego de Deza, el
duque de Medinacelli, don Luis de la Cerda, quien
estuvo dispuesto a financiar la empresa y tuvo que
dejarla a la reina Isabel la Católica, Juan Cabrera,
Al ser demorada la ayuda de los Reyes Católicos, don Cristóbal
Colón, vuelve a solicitar la ayuda de don Luis de la Cerda, duque
de Medinaceli.
cuenta fray Bartolomé de las Casas que en carta que
don Cristóbal Colón escribió a los reyes, y que él
la vio, “que el susodicho maestro del príncipe, arzobispo de Sevilla D. fray Diego de Deza y el dicho
camarero Juan Cabrero, habían sido causa que los
reyes tuviesen las Indias. En muchos años antes que
lo viese yo escrito de la letra del almirante Colón,
había oído decir que el dicho arzobispo de Sevilla,
por sí, y lo mismo el camarero, Juan Cabrero, se
glorificaban que habían sido la causa de que los reyes aceptasen la dicha empresa y descubrimiento de
las Indias; debían cierto de ayudar en ello mucho,
aunque no bastaron, porque otro, a lo que parecerá,
hizo más, y este fue un Luis Santangel, escribano
de raciones, caballero de aragonés, persona muy
honrada y prudente, querido de los reyes, por
quien la reina se determinó: con este tuvo mucha
plática y conversación, porque debiera hallar en el
buen acogimiento. Estos todos y algunos de ellos,
negociaron que Cristóbal Colón fuese oído por los
reyes y le diese noticias de lo que deseaba a hacer y
venía a ofrecer”, el comendador mayor Cárdenas,
el Prior de Prado, don Enrique de Guzmán, conde
de Niebla y duque de Medinasidonia, el noble
más rico de España, a quien don Cristóbal Colón
llevó la carta de recomendación de fray Antonio de
Marchena, lo recibió y le oyó, pero no se decidió a
ayudarle, don Gabriel Sánchez, a quien envió una
copia de la carta escrita el 15 de febrero de 1495,
en plena tormenta, y cuando estaba de regreso del
primer viaje, a el escribano de raciones don Luis de
Santángel, y muchos otros más que por no tener
una confianza directa con los reyes no fueron registrados por la historia.
Si muchos oyeron a este “extranjero fantástico
y hablador” y quedaron admirados de su léxico y
abundancia de su cultura cosmográfica y religiosa,
otros que poseían alguna cultura tenían sus ideas
propias ponían en duda las ideas de Colón o no las
admitían, pero no hay que dudar que el interés de
allegarse a una ayuda rápida haya empleado en su
dialéctica giros de razón y convicción, anécdotas,
cuentos, leyendas y hechos reales de la vida que se
atrajera la atención de todos a él.
Hay que considerar el estado de angustia en
el ánimo de una persona que tiene una idea o un
plan en el cual cifra una esperanza o un cambio en
su vida. Si le es posible lograr esta idea, el hervor
de intranquilidad suple casi todas las funciones biológicas; baraja soluciones, concibe infinitas ideas de
cómo dar una solución rápida a estas; hay todas las
posibilidades de admitir que este estado febril la haya
hecho concebir la invención de la confesión que le
hiciera un piloto desconocido y que se haya ideado
todo el escenario en que se desarrolló el drama. La
anécdota de este piloto desventurado pudo haber
sido el punto esencial de convicción de todo su plan
de descubrimientos, contándoselo solamente a los
funcionarios ligados a los reyes. Como él navegó
bastante tiempo con los portugueses y poseía una
buena documentación marina, no era dudar de sus
informaciones. Tiene todo el carácter de que la leyenda del piloto desconocido pudo haber sido hecha
a no más de tres o cuatro amigos de los reyes.
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
La asignación de fondos de la corte para que a
don Cristóbal Colón no le hiciese falta nada mientras
su plan estuviese sujeto a la aprobación definitiva por
la reina, la desatención de la reina del resultado de la
junta de sabios del examen del plano de don Cristóbal
Colón, la orden de mandarle a buscar cuando él se
fue por dos veces decepcionado con intención de
pasar a otro país a ofrecer su plan, y las concesiones
hechas en Santa Fe en las Capitulaciones, son evidencias contundentes de que existía en el ánimo de
la reina y sus amigos la plena convicción de que don
Cristóbal Colón conocía de la existencia de tierras
lejanas, y de cómo llegar a ellas; esta seguridad no
podía darle si no la fe y la creencia que se tenía en
lo que él decía, y no hay alternativa que no existiera
en esa época ninguna posibilidad que subordinara
tantas mentalidades la leyenda o cuento como lo fue
la del piloto desconocido, leyenda que se inventó y la
usó con resultados magníficos. La retórica usada para
relatar la odisea del Piloto Desconocido parece que
tenía un encanto cautivador, revelador de un gran
poder de convicción, porque los resultados fueron
positivos.
Relata fray Bartolomé de las Casas en su
Historia de las Indias que en los primeros años del
descubrimiento se hablaba de este piloto que había
comunicado a don Cristóbal Colón, los informes
de unas tierras desconocidas, pero no da el nombre
del piloto, para Martín Fernández de Navarrete
consignar que la leyenda del Piloto Desconocido
surgió, después del primer viaje, “con el fin de
rebajar el mérito del gran Colón”, para el historiador Fernández de Oviedo la historia es falsa, para
el investigador don Cristóbal Cladera también la
especie es falsa, si se tiene en cuenta que todos estos
historiadores son coetáneos de la época del descubrimiento refutan el cuento, y no dan nombre al
piloto, la leyenda lo da como español, otro como
portugués y otro como viscaíno (véase nota 6).
Don Torcuato Luca de Tena consigna en su libro
Los mil y un descubrimientos de América, p. 37, que
“La primera alusión a Sánchez de Huelva de que tenemos noticia, corresponde a Juan López de Velazco,
quien habla de él en 1574, cuando no es inverosímil
pensar que aún vivieran protagonistas de la hazaña
del 12 de Octubre y, sin duda conocedores suyos y
descendientes inmediatos. A partir de entonces, las
citas son innumerables”. Don Juan López de Velazco
no indica dónde hubo la información del nombre de
Alonso Sánchez de Huelva; no hace referencia de la
37
menor indicación de la documentación existente del
nombre del Piloto, por lo que sin andar en preámbulo
de ninguna especie se puede considerar que el nombre
de don Alonso Sánchez de Huelva fue escogido por el
de un marino, de aquellos tiempos, para atribuirle, la
leyenda del Piloto Desconocido, como protagonista
del hecho. El historiador Luca de Tena deduce que no
es inverosímil que para el 1574 vivieran protagonistas
de la hazaña del 12 de octubre y que estos le dieran
el nombre a D. Juan López de Velazco. Lamento no
corroborar la opinión del distinguido historiador
porque desde 1492 al 1474 se deslizan 82 años, y
para que un superviviente de esa hazaña viviera en
esa época tendría que haber tenido cuando menos 14
años de edad a que era admitido un muchacho como
grumete, de manera que 14 + 82 = 96 años que debía
tener el informador, no creo que después de 82 años
una persona recuerde con tanta facilidad los nombres
como supone el distinguido historiador, ni que para
el 1574 existieran los protagonistas de la primera hazaña; la hipótesis admite cualquier posibilidad, pero
en este caso la posibilidad está en extremo; parece que
el nombre fue acomodado a la leyenda en ese año.
No debemos olvidar que el promedio de vida para esa
época era entre los 45 y 50 años, para que una persona
llegara a la edad de 96 años necesitaba tener una naturaleza muy privilegiada. El piloto desconocido surgió
después del descubrimiento del Nuevo Mundo.
Tal parece que los confidentes de la leyenda de don
Cristóbal Colón vieron confirmada la aseveración de
la existencia de otras tierras en el mar Occidental y se
dieron a la indiscreción de hacer patente que su apoyo
a las ideas de su protegido era una realidad como se
la relató el piloto que le dio las confidencias de tierras
lejanas; este pudo haber sido el punto de partida de
la leyenda y esta se propalara como lo hizo, pero sin
el nombre del protagonista, tal como lo relataba el
Almirante.
Todas las razones que se agrupan alrededor de la
leyenda del piloto desconocido tienen la tendencia
indicativa de que fue un subterfugio ideado por
don Cristóbal Colón para darle fuerza de realidad a
su plan y precipitar una ayuda particular y oficial lo
más rápidamente posible; como él sabía que estaba
en terrero fértil, deslizó la especie y la dejó germinar
hasta que fructificó.
Sábado 4 de agosto.— “Anduvieron al Sudueste
cuarta del Sur”.
Domingo 5 de agosto.— “Anduvieron su vía
entre día y noche más de cuarenta leguas”.
38
Ramón Julio Didiez Burgos
Lunes 6 de agosto.— “Salto o desencajóse el
gobernario (4) a la carabela Pinta donde iba Martín
Alonso Pinzón, a la que se creyó y sospechó por industria de un Gomes Rascón y Cristóbal Quintero, cuya
era la carabela, porque le pesaba ir aquel viaje; y dice el
Almirante que antes de que partiese había hallado en
ciertos reveses y grisquetas, como dicen, a los dichos.
Vídose allí el Almirante en gran turbación por no
poder ayudar a la dicha carabela sin su peligro, y dice
que alguna pena perdía con saber que Martín Alonso
Pinzón era persona esforzada y de buen ingenio; en
fin, anduvieron entre día y noche veintinueve leguas”.
La avería producida en la Pinta en este día puede
verse, más bien, como un incidente imprevisto que
como una maldad de Gomes Rascón o Cristóbal
Quintero; las carabelas estaban bien fuera de la protección del remanso que producen los vientos alisios
en el sur de la península Ibérica, estaban a mitad de
camino de las Canarias, donde la marejada es fuerte;
como esta la llevaban las carabelas por la popa los que
más sufrían su embate en ella era el gobernario o timón
y la popa; este sube y baja de la popa con el timón con
fuerte marejada producía un impulso de ascenso en él,
el cual era más o menos intenso, según el cabeceo de
la carabela, y era natural que este impulso ascendente
se traducía con cierta violencia, que repercutía en los
maderos y hembras del timón con golpes y sacudidas,
las cuales, al repetirse por un sin número de veces
dieron al traste con su rotura o su desencaje de las
hembras; al ocurrir esto, el timón no se perdió por las
razones de seguridad que adoptaban en esta época con
los timones, de amarrarlos al espejo de la popa con dos
cuerdas a un par de cáncamos; no cabe duda de que
el sistema de unión del timón al buque era defectuoso
y poco seguro, pues este quedaba en su alojamiento
abandonado a su propio peso en las hembras fijadas
con pasadores al Codaste; por eso tenían que amarrarlos porque ocasionalmente cuando hacía mucha
marejada estos se salían de su alojamiento.
Don Martín Alonso Pinzón, viejo lobo de mar,
que con su experiencia de muchos años de mar, dio
a comprender que el problema ya él sabía resolverlo,
y así lo hizo; volvió a encajarlo en su lugar y a seguir
viaje, no obstante este arreglo, parece que los ganchos
de los machos o hembras quedaron algo lastimados
o averiados porque al otro día volvió a desencajase de
nuevo, pero en esta vez don Martín dio muestra de
su pericia y su destreza que lo arregló de nuevo y así
pudieron llegar a Canarias, donde trabajando de día
y de noche fue reparada satisfactoriamente.
La sospecha de que Gomes Rascón y Cristóbal
Quintero, dueños de la Pinta, hayan expresamente
producido la avería para no ir a viaje no cabe en
razón; estos marinos una vez que se vieron en la alternativa de contribuir con su carabela para ir a viaje,
admitieron también ir ellos con las compensaciones
a que eran merecedores por sus servicios, era natural
el resentimiento de ellos en el puerto de Palos al ser
seleccionada su carabela; que representaba el medio
de librarse la vida sin riesgos algunos, a tener que
desorganizar su vida y su trabajo con su propiedad
como contribución obligatoria del puerto de Palos a
la Corona Española por alguna falta de sus habitantes en algún deber incumplido como dice Las Casas
en su capítulo XXXIV, “si por delito o por subsidio,
para que sirvieran a sus Altezas, con dos carabelas
tres meses (doce meses) en lo que le mandasen”.
De acuerdo a investigaciones hechas por don
Manuel Lopes Flores, quien las dio a conocer en su
libro Colón no descubrió América, en el capítulo XII,
p. 196, dice: “unos años antes de que Colón arribase al convento de la Rábida, los marinos palenses,
en una de sus temerarias expediciones por la costa
de Africana, desembarcaron con tal fortuna, que
hicieron preso al Rey de Gambia.
Ni cortos ni perezosos lo trasladaron a España
y lo recluyeron en el castillo de Palos, del que por
entonces era alcalde Gonzalo de Estúñiga, en espera
naturalmente del rescate oportuno.
En otra ocasión no muy posterior desembarcan
en la Guinea Portuguesa y se apoderan de la colonia
Antonio, así llamada por ser este el nombre de su
fundador, el Genovés Nolli.
Los paleños la saquearon y destruyeron y de regreso a las costas españolas, al tener noticias de que
navegaba con rumbo a Portugal Fernando Gómez
con cargamento tan importante que iba protegido
por la armada lusa, le presentaron combate apoderándose de dos carabelas”.
“Este es el móvil de que los vecinos de Palos
se encontrasen condenados a servir a los monarcas
con dos carabelas”.
Los Reyes Católicos –escribe don José Marchena
Colombo– sus dudas por razones políticas no pasaron
por la prisión del reyezuelo africano y ordenaron su
libertad. Estúñiga y Palos defendían su buena presa;
hay que sostener el prestigio de los navíos y convienen
cambiar el de Gambia por mercaderías exóticas que se
convierten en maravedises y doblas contante y sonante. Lo corriente –añade– en toda Europa y en cuantos
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
mares se navegaba por aquellos días, lo mismo en las
pequeñas y ricas repúblicas italianas que en los pobres
y grandes estados que se empezaban a formar.
SS. AA., ordenan: Estúñiga y el pueblo obedecen y… no cumplen.
Un mandato real condena a los palenses que
sirvieran a la Corona con dos carabelas cuando fuesen requeridos, pero los monarcas, con gran sentido
de gobierno y de lo justo, sí castigan la resistencia,
premian la valentía y audacia de la flotilla de Palos,
firmando en Córdoba a 16 de septiembre de 1493
en cédula concediéndole privilegios y franquicias.
Según el padre Ángel Ortega, la sentencia debió
ser perdonada u… olvidada, no se cumplió, por
aquel entonces”.
Sigue en la página 198 con otra cita: “Bien sabedes como por algunas cosas fechas e cometidas por
vosotros en deservicio nuestro, por lo de nuestro
Consejo fuisteis condenados a que fuerades obligadosa Nos servir meses con dos carabelas, armadas a
vuestras propias costas e exprensas, cada e cuando,
e doquier que por Nos os fuese mandado, so ciertas
penas, según que todo mas largamente en la dicha
sentencia que contra vosotros fue dado se contace,
é agora, por cuanto Nos habemos mandados a
Cristóbal Colón”.
Sus disgustos temen manifestarlos en el mismo
puerto o villa a que llegó a perturbarle su tranquilidad, y de manera, sin duda, compulsiva, pues, al ser
seleccionada su carabela Pinta entre todas las que
había, por Cristóbal Colón, Martín Alonso Pinzón
y de seguro, fray Juan Pérez y Juan de Peñalosa.
No solo estos dos buenos marinos anduvieron
disgustados con Cristóbal Colón, sino todos los
dueños de las embarcaciones que habían en la villa
de Palos de una población de unos 1,500 habitantes
en aque lla época, y desobedecían las disposiciones
reales como la del 30 de abril de 1492 en lo que
se ordenaba a las autoridades si le entrega a este
“extranjero fantástico y hablador” las dos carabelas.
Ningún dueño de embarcación quería entregar su
barco y la indignación creció en la villa cuando se
supo que la población tenía que tripular las tres
carabelas para ir a descubrir tierras nuevas.
Los Reyes Católicos, a fin de darle facilidades a
don Cristóbal Colón en su idea de viaje, por disposición especial ordenaron la suspensión de causas
y juicios judiciales a los delincuentes ladrones y
criminales, pero esto no fue suficiente; la resistencia
se hizo sentir de tal manera que la corte tuvo que
39
enviar el día 20 de junio a Juan de Peñalosa, uno de
sus capitanes con gente armada, que fue cuando se
apropiaron de la Pinta, ya señalada; con razón, los dos
dueños tuvieron sus palabras de disgusto y repulsión
contra el Almirante, porque se le despojaba por fuerza
de su propiedad y no es para menos considerar el
estado de ánimo que predominaría en esos días en
la villa de Palos.
Aunque se desconoce y se conjetura con hipótesis las razones de que se valió el Almirante para
convencer a los hermanos Pinzón para que fueran
a viaje, hay que admitir que fray Juan Pérez, uno de
los religiosos más decididos a ayudar a don Cristóbal
Colón, influyó, notablemente en el ánimo de don
Martín hasta obtener su cooperación; además sí es
seguro que la intervención de esta influyente familia
fue la que llevó la calma a la villa y produjo el cambio
en el sentir de sus habitantes en enrolarse para la
gran aventura; la reputación de don Martín Alonso
Pinzón y sus hermanos, fue el vehículo de confianza
para los renuentes a ir a viaje, y las tres carabelas se
vieron colmadas de tripulantes, inclusive los dos
dueños de la Pinta, más bien puede considerarse que
estas tripulaciones eran más de fiarse en la mar a la
pericia de los dos Pinzones que a la del Almirante
don Cristóbal Colón a quien no conocían sino hacía
algunos días como enviado de los reyes, pero no le
reconocían como marino. Estos hechos le trajeron
a Colón cierta antipatía y poca confianza en sus
ideas; que las tripulaciones cifraban en los hermanos
Pinzón la confianza de sus destinos.
Para esa época hubo un pregonero en la villa de
Palos llamado Juan Martínez, quien tuvo una diferencia personal con un marinero llamado Bartolomé de
Torres, estos se fueron a las manos y Bartolomé le dio
una puñalada a Juan Martínez de la cual murió; fue
hecho preso y llevado a la cárcel para ser ajusticiado
en la horca, pero tres amigos de este llamados Juan de
Moguer, Alfonso o Alonso Clavijo y Pedro Izquierdo,
marineros como él, decidieron sacarle de la cárcel, y
una noche amparados de la oscuridad y la soledad
violentaron la cárcel y los libertaron; al otro día se
supo de los hechos y los encargados de la justicia en
la villa los persiguieron y capturaron a los cuatro, los
cuales fueron a dar con sus huesos a la cárcel; parece
que era la regulación judicial en esos tiempos que
a los cómplices de los criminales se les aplicaba la
misma pena y así fue, los cuatro fueron condenados
a la misma pena, la horca, amparados estos de las
providencias reales del perdón “fasta que vuelvan”
40
Ramón Julio Didiez Burgos
intervinieron con los familiares de Juan Martínez para
el retiro de la querella, lo que obtuvieron, de seguro
que hubo algún arreglo compensatorio, así se libraron
de ser ajusticiados, con lo cual apareció Bartolomé
con menos culpa que Juan de su propia muerte.
Estos cuatro angelotes vinieron a bordo de la Santa
María con don Cristóbal Colón como tripulantes y
volvieron a España donde fueron indultados por los
reyes; esto demuestra cuál era la situación a que tenía
que hacerle frente el Almirante, quien sin duda alguna,
en estos días cifraba sus esperanzas en don Martín y su
recia personalidad para contener muchas inconformidades y algunos disgustos, era el respeto de todos y el
consulta de muchos, no se puede restar estos valores
que representó en la preparación de la expedición, la
palabra comprometida de los que se fiaban fueron a él
y en él veían su guía; estas condiciones no tienen discusión para ese momento y así fueron a la mar.
La presunción de que por diferencias surgidas
durante la confiscación de las carabelas y enrole de
su tripulación, repercutiera en alta mar en malas intenciones de Gómez Rascón y Cristóbal Quintero
de desencajar exprofeso el timón de sus alojamientos, dejando a la deriva a la carabela Pinta, no tiene
admisión de fe, puesto que la tripulación corría el
riesgo de la carabela y Gómez Rascón y Cristóbal
Quintero tenían que tener en cuenta la entereza y el
carácter de don Martín Alonso Pinzón para hacerle
una mala jugada y que no se diera de su maldad sin
que los castigara, teniendo en cuenta que, al lado
de Martín Alonso iban otros parientes y amigos
con los cuales hubiera podido castigar con dureza
cualquier ligereza de ambos dueños de la carabela.
Presumir que Gómez Rascón y Cristóbal
Quintero hubieran producido en la mar una avería
en la Pinta por los disgustos ocurridos en la villa de
Palos cuando se estaba armando la expedición, era
desconocer la autoridad y el valor de don Martín y
sus familiares que iban con él; si grandes cualidades
y virtudes le fueron reconocidas en los momentos
más álgidos de la situación en Palos, no es este
momento de echarlos por tierra para dar paso a una
presunción infundada; Gómez Rascón y Cristóbal
Quintero no creo que tenían el suficiente coraje
para intentar enfrentarse a don Martín con una
acción baja y desvergonzada; él representaba la disciplina y el orden, el respeto y la obediencia y estas
cualidades nadie las hubiera desafiado en la Pinta.
Creo y así lo tengo por seguro, que la avería de la
Pinta fue producida por el fuerte oleaje de popa que
se batía en el mismo espejo de la carabela; esta mar
tendida no puede verse en el litoral del Mediterráneo
ni en las costas españolas porque siempre que se
navega en ellas, se hace al amparo de puntas, cabos
y mares estrechos; es lo contrario en el lugar donde
le ocurrió la avería al oeste del continente Africano
y a unas 500 millas de Palos y con mar que les hizo
andar en ese día 40 leguas (127 millas náuticas) a
razón de 5.3 millas náuticas diarias.
Martes 7 de agosto.— “Tornose a saltar el gobernalle a la Pinta, y adodaronlo y anduvieron en
demanda de la isla del Lanzarote, que es una de las
islas de Canarias, y anduvieron entre días y noches
veinticinco leguas”.
Miércoles 8 de agosto.— “Hubo entre los
Pilotos de las tres carabelas opiniones diversas
donde estaban, y el Almirante salió más verdadero,
y quisiera ir a Gran Canaria por dejar la carabela
Pinta, porque iba mal acondicionada del gobernario y hacía agua, y quisiera tomar allí otra si la
hallara; no pudieron tomarla aquel día”.
En la anotación de este día, se ve la conferencia de los pilotos de las tres carabelas, los cuales
parece, que andaban inciertos de su situación en
la travesía; parece que los pilotos y capitanes que
le acompañaban nunca habían ido a las Canarias,
sino que sus navegaciones eran en la costa española,
el Mediterráneo y Portugal. Es improcedente conferencia como esta para capitanes y pilotos curtidos
en los asuntos de mar, para averiguar su situación,
ya que si llevaban cartas podrían llevar su derrota,
pero parece que no fue así, y se alarmaron al ver
que iban por caminos desconocidos por ellos; don
Cristóbal Colón tuvo que aclararle cuál era su destino y de aquí la razón de esa derrota, para llegar
a la Gran Canaria a reparar la Pinta del timón y a
recogerle algunas aguas en su casco; el que llevara
la intención de “tomar allí otra si la hallara”, no es
específico si la idea era de cambiar la carabela Pinta
o agregar otra carabela a la expedición.
El almirante Cristóbal Colón navegó durante
muchos años con los portugueses estas zonas de la
tierra, en los viajes de descubrimiento y colonización
de sus establecimientos en África y sobre todo en
la costa de Guinea, Sierra Leona, Liberia, costa de
Marfil, la Isla de Oro, Dahomey y Nigeria, conocía
la Meteorología de la costa de África, las islas de Cabo
Verde, las Canarias, las islas Maderas y las Azores;
tenía experiencia de estos mares y se dio a entender
con sus capitanes y pilotos, del camino que llevaban,
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
y este cambio de opiniones entre el Almirante y los
marinos subordinados hicieron ver a todos que se las
había con un diestro y hábil navegante, muy superior
a todos ellos, cosa que ignoraban porque no le reconocían como tal por ser ajeno a los litorales marinos
de los alrededores de Palos; después de 8 años alejado
de los menesteres de la mar, es fácil en ese lapso perder
mucho de las habilidades en el mar, pero el Almirante
dejó demostrado que su experiencia y su pericia
fue habida con solidez durante muchos años y este
tiempo de reposo en la coste en la Corte castellana
no fue suficiente para hacerle perder destreza en la
mar; él sabía que para navegar hacia el oeste había
que hacerlo desde las islas Canarias para aprovechar
los vientos alisios que soplan en estas comarcas del
nordeste, pues desde las islas Maderas o Azores, la navegaciones eran más difíciles por los vientos del oeste
y por el conocimiento que tenía de las expediciones
salidas de estos lugares fracasaron todos. Al acercarse
a las islas Canarias, el Almirante demostró sus conocimientos de náutica, con la consabida sorpresa de las
tripulaciones que mal lo juzgaron como marino, pues
anduvo cierto en las islas con la destreza y habilidad
con que la conocía, el panorama que prevaleció entre
los tripulantes cambió por completo y de ahora en
adelante se le vería con más respeto y más admiración,
esto independientemente de los temores que causaban
en los hombres las leyendas y admoniciones a los que
se atrevieran a desafiar el “mar tenebroso”, de terribles
monstruos que hundían las embarcaciones, montañas
de agua que se volcaban sobre ellas, el arrastre de estas
a los abismos por el desborde de la mar al final del
mundo y otras tantas que producían el pánico en las
tripulaciones de los barcos. Estas leyendas creadas por
doctrinas religiosas para seguir sosteniendo la idea de
la tierra plana fue el freno impuesto a los hombres
de mentalidades abierta a permanecer encerrados en
la ignorancia y quedaran sujetos a las ideas del medioevo, así, el ambiente de la expansión de ideas más
avanzadas quedaban contenidas en el marco de las
supersticiones y nadie se prestaba a seguir las nuevas
corrientes evolutivas de la ciencia. Este freno produjo
un desarrollo demasiado lento en los siglos anteriores
al xv de las sociedades Europeas, pero la consagración
de un hombre a un ideal fijo, el cual mantuvo por
el lapso de 22 largos años dio al traste con la mayor
parte de todas estas leyendas y supersticiones de la
edad media; el panorama del mundo cambió y nuevos
horizontes de luz, se impusieron a los arcaicos moldes
de las viejas creencias.
41
El día 7 al saltar el timón anduvieron en busca
de las islas de Lanzarote, pero todo parece indicar
que no la vieron, ni tampoco a fuerte Ventura,
puesto que el día 8 el Almirante dijo a los pilotos
que iban en demanda de la Gran Canaria y ese mismo día la vieron algo tarde por lo cual no pudieron
llegar al puerto que ellos buscaban, para hacerle las
reparaciones a la Pinta, puerto Gando.
Jueves 9 de agosto.— “Hasta el domingo
en la noche no pudo el Almirante tomar la
Gomera, y Martín Alonso quedóse en aquella costa de gran Canarias por mandato del
Almirante, porque no podría navegar. Después
tomó el Almirante a Canaria (o a Tenerife), y
adobaron muy bien la Pinta con mucho trabajo
y diligencias del Almirante, de Martín Alonso y
de los demás; y al cabo vinieron a la Gomera.
Vieron salir al gran fuego de la sierra de la isla
de Tenerife que es muy alta en gran manera.
Hicieron la Pinta redonda (5) porque era latina;
tornó a la Gomera domingo a 2 de septiembre
con la Pinta adobada”.
Dice el Almirante “que juraban muchos hombres honrados españoles, que en la Gomera estaban
con doña Inés Peraza, madre de Guillén Peraza que
después fue el primer conde de la Gomera, que eran
vecinos de la isla de Hierro, que cada año vían tierra al Oueste de las Canarias, que es el Poniente; y
otros de la Gomera, afirmaban otro tanto con juramento”. Dice aquí que el Almirante que se acuerda
que estaban en Portugal el año de 1484, vino uno
de la isla de la Madera al rey a le pedir una carabela
para ir a esta tierra que veía el cual juraba que cada
año vía y siempre de una manera; y también dice
que se acuerda que el mismo decían en las islas de
los Azores, y todos estos en una derrota, y en una
manera de señal y en una grandeza (6). Tomada,
pues, agua y leña y carnes, y lo demás que tenían
los hombres que dejó en la Gomera el Almirante
cuando fue a la isla de Canarias a adobar la carabela
la Pinta, finalmente se hizo a la vela de la dicha isla
de la Gomera con sus tres carabelas.
“En este día llegaron al puerto de Gando en la
Gran Canaria donde fueron en busca de las reparaciones necesarias, aquí permaneció el Almirante
hasta el día 11 de agosto ordenando los trabajos
para reparar la Pinta y cambiar el aparejo de la carabela Niña la cual, arbolaba velas latinas y se planeó
hacerla de velas redondas para que así soportara
mejor el largo viaje que intentaban hacer; durante
24 días le trabajaron con ahínco y firmeza, de día
y de noche a ambas carabelas, las cuales quedaron
listas el día 2 de septiembre.
42
Ramón Julio Didiez Burgos
En el ínterin, el día 11 de agosto el Almirante
zarpó hacia la Gomera donde llegó el día 12
de agosto, se podría preguntar: ¿A qué fue don
Cristóbal a la Gomera?, es de suponerse que si dejó
en reparaciones a la Pinta y la Niña, era de esperarse
que los carpinteros de ribera de Gando hicieran un
buen trabajo, y no habría necesidad de cambiar a
ninguna de las dos o si quería adicionar otra más
al grupo, ¿por qué no fue primero a Tenerife, sino
que lo pasó de largo y se fue a San Sebastián, en
la Gomera? Sin duda alguna, detrás de la idea de
cambiar la Pinta por otra, o buscar otra carabela,
escondía el verdadero designio de su inquietud,
porque sus diligencias se comportaban muy afuera
de la lógica.
Llegó a San Sebastián algo tarde y envió un
mensajero a tierra en el batel, a indagar si había
alguna nave disponible; al otro día regresó el batel con el mensajero y con la información de no
haberlo pero que esperaba a la señora gobernadora
de la isla, doña Beatriz Bobadilla, viuda de Hernán
Peraza de Ayala y Rojas, muerto en 1487 por los
guanches, naturales de las islas Canarias, por un desliz con una de sus mujeres. Era hija de Francisco de
Bobadilla, comendador de la Orden de Calatrava,
y sobrina de la marquesa de Moya, doña Beatriz de
Bobadilla, camarera mayor de la Corte de la reina
Isabel la Católica, (su íntima amiga). “Señora de
la Isla” llegaría de momento en un barco de unos
40 toneles el cual pertenecía a un señor de Sevilla,
llamado Grajeda el cual era posible conseguir su
alquiler o arrendamiento.
El Almirante decidió esperar la llegada de
la dama, pero el día 15 de agosto supo que un
barco pequeño iba para la Gran Canaria y decidió enviar allá uno de sus mejores hombres
para ayudar a Martín Alonso Pinzón e informarle donde el estaba. Hasta el día 24 de agosto
esperó la llegada de doña Beatriz, tampoco tuvo
noticias de don Martín Alonso, y este estado
de inmovilidad y de información lo inquietó
y salió ese día para la Gran Canaria; la calma
que existía no le hacía avanzar y a base de remo
alcanzó el pequeño barco que llevaba el mensajero y lo tomó a bordo y así llegó a la isla el día
25 de agosto, cuando pasaban al sur de la isla
de Tenerife pudieron completar una erupción
del Pico del Teide que se eleva a 3,700 pies,
los marinos de Palos, que nunca habían visto
a la tierra expulsar fuego por una montaña se
alarmaron, y presintieron que este fenómeno
era el anuncio de un mal presagio; esta visión
causó un gran desgano en la tripulación la cual,
aunque ya comprometida, daba muestras de
desaliento, el Almirante ante este problema les
platicó tratando de explicarle la causa de estos
fenómenos para llevar la calma y la tranquilidad
a su exaltación; parece que lo consiguió al verse
en los sucesivos días que nada les ocurrió.
Para el día 31 de agosto la Pinta tenía su timón
nuevo y calafateado sus fondos y la Niña lucía su
nuevo velamen redondo, ya podría bolinear como
la Santa María y la Pinta; el día 1 de septiembre,
avitualló de nuevo las naves y el día 2 salieron para
la isla Gomera donde llegaron el día 3 de septiembre; aquí volvieron a reabastecerse de provisiones,
agua, leña y demás cosas necesarias; cuatro días
estuvieron en la Gomera donde encontró a doña
Beatriz Bobadilla, viuda que apenas frisaba los
treinta años, cuyo esposo lo mataron los guanches,
naturales de la isla, por tratar de seducir una joven
de esa raza; ella había salido de la isla Gran Canaria
5 días antes de que el Almirante llegara a ella pero
las calmas en todo ese litoral no le permitieron
llegar a tiempo cuando él estaba esperándola en
la Gomera.
La obsesión del Almirante de fijar su base de
operaciones en la isla de Gomera quedó bastante
clara en la confesión que hizo Michel de Cuneo
en su relato del segundo viaje del Almirante a
las Indias. Este amigo del Almirante, a quien el
tenía gran afecto y especial distinción, a quien
en el segundo viaje cuando descubrieron la parte
sur de la Española llegaron a la Saona, le regaló
la isla y le puso por nombre la “Belle Saonesa”, es
a quien se le debe la información de que existía
entre la bella dama y don Cristóbal Colón relaciones muy superiores a la de la amistad, Michel
de Cuneo tuvo que haber participado de las
confidencias del Almirante, y eran amigos desde
hacía muchos años, y de ahí que este escribiera
que el Almirante estaba “tincto d’ amore” por esa
dama.
Cristóbal Colón conoció a doña Beatriz de
Bobadilla en la Corte española, en la cual, perteneció a las damas de honor de la reina admitida
por la expresa disposición de su distinguida tía,
y a quien la reina hizo casar para alejarla de las
singulares simpatías y muestras de admiración con
que la obsequiara su regio esposo, así la alejó de
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
la Corte a lugares harto difíciles de ser alcanzados
por él. Los requiebros amorosos de don Cristóbal
Colón hacia la bella viuda bajo su nueva investidura de almirante de Castilla, no podían haber existido
sin que la perspicacia de vecinos no cayeran en
cuenta de sus debilidades, y por ende don Fernando
el Católico, rey de España, quien se viera frustrado
en sus intenciones por la decidida intervención de
su digna esposa no supiera al cabo de los tiempos de
los pormenores que un protegido había sustentado
a la par que él, valiente desafío a la simpatía y pobre
competencia en el amor de una mujer; los años dejaron demostrado el enojo del rey hacia este, aunque
sin una estela de claridad en el proceder de este rey
con su Almirante, mucho se ha querido aclarar las
razones de este proceder, clasificándolo de ingrato
y mal agradecido, pero la raíz era muy profunda
y muy íntima, difícil; de sacarla al claro, el arreglo
de cuentas llegó y la indiferencia del rey justificó su
intercepción en sus asuntos amorosos.
Don Pedro de Bobadilla, gobernador de
Acevedo, tuvo tres hijos, Isabel, Beatriz y Francisco,
doña Beatriz Bobadilla, marquesa de Moya, casada
con don Andrés Cabrera, gran chambelán del rey
Fernando, hermana de Francisco Bobadilla, comendador de la Orden de Calatrava, quien era el
padre de su sobrina Beatriz de Bobadilla, señora de
la Gomera, conoció a don Cristóbal Colón en la
Corte española cuando este proponía a los reyes la
ejecución de su empresa; conoció sus proyectos, sus
ideas y sus inquietudes; con el tiempo le cobró afecto y simpatía al grado de llegar a ser uno de sus más
fervientes y decididos apoyos ante la reina, siempre
creyó y confió en la palabra de don Cristóbal Colón
y era la que sostenía en ánimo y en esperanzas a
este, a pesar de las vicisitudes que tuvo que hacerle
frente el futuro descubridor, ella era su ángel de la
guarda, su gran bondad, y su admiración por él, le
hicieron ver la necesidad de sostenerlo cerca de la
Corte para conservar para la Corona de España, el
privilegio que ofrecía el “Aventurero” y para ello,
influyó para que la reina le subvencionara sus necesidades, y así poder llevar una vida de espera más
cómoda y tranquila.
El historiador dotor Marino Incháustegui
Cabral es autor de un libro titulado Francisco de
Bobadilla el cual es el resultado de una investigación
en los Archivos Generales de Simancas y General de
Indias, donde fueron encontrados por él, una serie
de documentos los cuales después de ordenados y
estudiados pudo ver con asombro que para fines del
siglo xv existían tres Francisco de Bobadilla.
43
La historia solo registraba uno solo cuyas cualidades, virtudes y pecados eran las de dos, y cuya
personalidad era un enigma complejo de interpretación ya que lo bueno y lo malo andaban ligados
de manera inteligible en una persona confusa.
El historiador Incháustegui Cabral, al ordenar y
depurar los documentos, delimitó la personalidad
de cada uno de manera que se hacen inconfundibles
a través del tiempo; al desconocerse la existencia
de estos tres personajes y ligarse los caracteres de
cada uno en el otro, trajo aparejada la confusión de
funciones, las de familia, las de caracteres y las de
virtudes y pecados.
Los tres personajes del mismo nombre son los
siguientes:
1ro.) Francisco de Bobadilla, corregidor de las ciudades de Andújar, Jaén y Córdoba, fue alcaide de
las Fortalezas de Andújar, la Marmoleja, Pegalajar,
Menjibar, Calzadilla, Fuente del Rey, La Torre del
Campo, el Barrueco, de Cambil y Alabar, del Piñar
y Santa Fe, fue teniente de varias puertas, la de Santa
María y de la Carnicería.
Desde el 1478 hasta el 20 de octubre de 1496, día
de su muerte, tuvo la confianza y la protección de
los reyes católicos quienes lo amparaban en todas
clases de consideraciones y distinciones; llegó a ser
“Maestresala y Capitán del Rey y la Reina”, se casó
con doña María de Peñalosa y tuvo dos hijos con
ella, Antonio y María.
En el acta de la sesión celebrada por el cabildo de la
ciudad de Córdoba el día 20 de octubre de 1496, bajo
la presidencia de don Pedro López Balbas da cuenta
de una carta de doña María de Peñalosa notificando
la muerte de su marido, el corregidor Francisco de
Bobadilla, hombre que fue honesto, justo y de noble corazón, incapaz de una mala acción a nadie, se
distinguió siempre en sus decisiones oficiales por su
claridad e imparcialidad y con justicia, nunca cometió un acto denigrante que lo significara mal con el
pueblo, la fecha de su muerte lo distingue como otro
Francisco de Bobadilla, diferente al funesto caballero
de la Orden de Calatrava; le llamaremos como lo
hace el historiador Incháustegui “El Corregidor”.
2do.) De acuerdo a los documentos encontrados por
el historiador Incháustegui el 13 de abril de 1485
se cita en una Real Orden a un fray Francisco de
Bobadilla como visitador de la Orden de Santa
Clara; el 7 de septiembre de 1501 una Real Cédula
lo registra como abad de Jerez de la Frontera.
44
Ramón Julio Didiez Burgos
Como se ve este Francisco de Bobadilla fue toda su
vida un religioso que se dedicó al servicio de Dios
y en nada está relacionado con el Gobernador de
Santo Domingo; los historiadores desconocían la
existencia de este religioso y por tanto sus virtudes
de haberlas conocido se las hubieran aplicado al
Caballero Comendador de Calatrava para haber
hecho aún más difusa y más incomprensible la figura
de un delincuente, haciéndolo virtuoso, justiciero,
obediente a todos los preceptos del cristianismo y
dándole una personalidad que no tenía; como este
Francisco de Bobadilla fue desconocido y su personalidad no la tomaron para confundirla con el Caballero
de Calatrava no hacemos comentarios acerca de el, ya
que no es de interés para fines de esta crítica.
3ro.) Otro fue fray don Francisco de Bobadilla,
Comendador de Calatrava, quien en la documentación encontrada se da a conocer en el 1490 como
Comendador de la Villa de Auñón, en un hecho
bastante penoso para un hombre que gozaba de
altas consideraciones militares de una Orden y de
los Reyes Católicos.
En abril de 1490 los Reyes Católicos hacen saber por medio de una Cédula Real del conocimiento de las autoridades civiles, militares y eclesiásticas
de “todas las ciudades, villas y lugares de su reino
y señoríos” que Pedro Suárez de Toledo, le exigía el
pago de 100,000 maravedíes que le debía de dote
y casamiento con su hermana, los cuales les debía
pagar en un lapso de 4 años, cada uno 25,000, de
dichos años ya habían pasado 3 y él no le había
pagado todavía nada”.
En el mes de junio del año 1490 se quejó a los
Reyes Católicos de que estando enfermo en su casa,
en Auñón algunos vecinos y regidores del lugar le
invitaron a ver correr unos novillos bravos que el no
quiso ir pero que a los ruegos de dichos vecinos él
fue a ver correr novillos, y que estando en la puerta
de la iglesia, los mismos que lo fueron a invitar a ver
los novillos correr, lo atacaron en persona y se salvó
por la protección que le brindó la iglesia, lo hubieran
matado, luego trataron de matar un negro esclavo de
él llamado Cristóbal quien recibió muchas pedradas y
palos de los amotinados y enfurecidos vecinos; este se
salvó por haber saltado un muro; el insigne Caballero
de Calatrava fue donde los alcaldes a pedirles socorro
para evitar que le mataran su esclavo; como ellos no
quisieron él fue solo a caballo y les pidió a los regidores
que no le matasen a Cristóbal que él lo entregaría a
la justicia de permitírselo, pero no le fue aceptada su
proposición y le tiraron piedras y lanzas que tuvo que
huir más de un kilómetro y medio, el pueblo se alboroto y le gritaban “muera” “muera”; él, al ver el grave
estado en que estaban las cosas huyó del pueblo. Parece
que esta actitud del pueblo de Auñón obedeció a que
Bobadilla siendo el Comendador tenía poderes sobre
los funcionarios y quitó el mando de Gobernador a
Diego Carrillo de villas y lugares de Zorita.
En la sentencia del pleito sostenido por el
Consejo de hombres buenos de la villa de Auñón,
demandante, con fray Francisco de Bobadilla,
Comendador de Calatrava, demandado, comprobaron que Juan Díaz de la Cuesta y el Comendador
de Calatrava, “sacaron del arca del Consejo ciertas
escrituras… y porque parecía que los originales de
algunos de ellos vinieron a poder del Comendador…
y asímismo, decía que el Comendador tenía otras
(escrituras) de fueros”.
También fue comprobado que el “Comendador
que hacia prendar por las rentas, pechos y derechos de
la encomienda, y que algunas veces prendaba acémilas
y otras bestias, y se aprovechaba de ellos en gran daño
y perjuicio del Consejo y de los vecinos de él”.
También fue comprobado que el “Comendador
les cortaba los montes que tenía vedado para el
aprovechamiento de la “república del Consejo” de
aquí resultó la decisión de que “y de ahí en adelante
no cortase, ni mandase cortar leña sin licencia de
los alcaldes y regidores”.
Otras conclusiones e irregularidades del
Comendador fueron consideradas en el documento
de la Sección de Órdenes militares de la Orden de
Calatrava 372 del 14 de marzo del 1491 en la Villa de
Auñón, razón tenía de perseguirlo, apedrearlo, lanzarle
lanzas y tocar las campanas de la iglesia, pidiendo la
muerte del desquiciado elemento; creo que si los habitantes de la Villa de Auñón hubiesen conseguido su
propósito, hoy la historia no hubiera tenido una página
tan negra y tan repugnante como la que este perverso
enajenado escribió en el 1500 en Santo Domingo.
En el año del 1495 tuvo un pleito con la Villa
Bernichez.
Este es el célebre Comendador de Calatrava que
fue enviado a Santo Domingo como pesquisador
con órdenes Reales en blanco; las llenó para servirse
a sus anchas donde no tenía fiscalizadores ni acusadores, ni nadie que le estorbara en sus manejos
turbios y abusivos como lo hizo en Auñón; en esta
villa mostró a los extremos que este enajenado caía,
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
los documentos que extrajo de la residencia privada
del Almirante cuando llegó a Santo Domingo y la
toma de posesión de todas sus propiedades usufructuándolas como si fuera el acto segundo en el
drama de su vida; en la Villa de Auñón había hecho
lo mismo: extracción de documentos de las arcas
del Consejo sin consentimiento, el uso indebido de
acémiles y bestias tomados en rehén a los ciudadanos por falta de pago al Municipio, para trabajos y
aprovechamiento particular de él; “entrometerse a
conocer y juzgar en primera instancia, ni tomar las
armas, salvo en las causas que interviniese en grado
de apelación, nulidad o agravio hecho por los alcaldes
de la Villa, o en el caso de hallare algunos en ruido
o cometiendo algún delito, que en tal caso pudiera
prender a los que así hallare “reyendo”, (escándalo
público) o cometiendo algún delito y entregar luego
a los alcaldes de la villa los que así prendiera, para que
conozcan de ellos de primera instancia, y hagan y
administren en los dichos casos lo que fuere justicia.
“Que el Comendador cortaba los montes que tenían
para el aprovechamiento de la República… y que de
ahí en adelante no cortase ni mandase a cortar leña
sin licencia de los alcaldes y regidores”.
Todo este cúmulo de acusaciones escritas deben
haber sido las más graves y las más importantes, alrededor de estas deben haberse sucedido otras de menos
importancia y en número muchos más grandes que el
Consejo de la Orden de Calatrava la pasaría por alto;
un Caballero que cometía tantos excesos y abusos
contra la Municipalidad como contra los ciudadanos,
no merecía sino que se le expulsara de todos los alrededores de manera definitiva, pero parece indicar que
el agradecimiento de los Reyes Católicos a su digno
padre y a su hermana, doña Beatriz de Bobadilla,
Marqueza de Moya, Ayuda de Cámara de la Reina,
a su hija Beatriz de Bobadilla, Dama de Compañía
de la Reina de quién el Rey estaba sumamente
enamorado, le sirvieron de apoyo para que no se le
eliminara definitivamente de los asuntos oficiales.
Gracias al tesón investigador del historiador
J. Marino Incháustegui, se ha podido conocer
que el célebre Comendador de Calatrava era en
sus tiempos un delincuente vulgar, enmascarado
de Caballero, altamente protegido por la virtud
del agradecimiento de los Reyes Católicos a sus
familiares, eso fue lo que se escogió para ayudar
al Almirante a controlar una jauría de facinerosos
analfabetos, rebeldes detentores del orden y la justicia, ladrones y abusadores de los indios.
45
Al llegar a la Nueva Isabela (hoy Santo Domingo)
encontró un ambiente social muy adecuado a sus
propósitos y a su naturaleza, por un lado le llegó la
oportunidad de zanjar una vieja deuda y por el otro
un estado social en descomposición originado por
un grupo de descontentos que ansiaban hacer lo
que le pluguiese sin sujeción ni control, se adueñaron prácticamente de la isla y produjeron un estado
caótico de tal magnitud que los viajes de un pueblo
a otro, si se hacían era en gran compañía y buena
escolta, por temor de encontrarse con el grupo de
fascineros de Roldán, que era respetable, y les obligaran a que fueran con ellos o los mataban, que era
las condiciones propicias a su forma de vivir.
Era de considerar a un delincuente vulgar haber
abusado de la confianza de los Reyes al llenar las
Ordenanzas Reales con prerrogativas excesivas de
autoridad y respaldo por una turba de fascinerosos
a quienes les dio todo el derecho y toda la razón
de sus rebeldías y rapiñas; los hombres buenos de
la ciudad, encogidos antes tales acontecimientos,
indudablemente se encontrarían perplejos al ser
testigos de actos tan contrarios a la ley y a la justicia; el proceder era completamente injusto y fuera
de toda ley; a los que debía investigar y castigar los
tomaba a su amparo y protección y a los que debía
respetar y reconocer ascendiente de la isla, les echó
cadenas y los arrojó a las bodegas de dos carabelas
que estaban en el río.
Bobadilla continuo en la Nueva Isabela su
vida de atropellos, aquí no fue tan visible como en
España, porque en esta Villa los afectados no eran los
ciudadanos de allá, sino la corte representada en sus
intereses, los cuales el insigne Gobernador General
de Indias muy generosamente exoneró de pago de
derechos por 20 años a todo el que laborase el oro, al
ponerse de acuerdo con los rufianes se igualó a ellos
y esta asociación a la vista de un pueblo tan alejado
de los Reyes no daba oportunidad a protestas como
la que le dieron en la Villa de Auñón que tuvo que
salir huyendo a caballo del pueblo.
Las razones del proceder de Bobadilla en el
Nuevo Mundo quedó esclarecido en su totalidad con
las nuevas investigaciones del historiador Marino
Incháustegui Cabral al encontrar documentos que
aunque corresponden a un lapso corto del 1490 al
1500 ha sido lo suficiente para conocer que lo que
fue enviado como pesquisidor de la Nueva Isabela
fue un delincuente vulgar de baja ralea, investido
de Caballero, y con un complejo de desquite o de
46
Ramón Julio Didiez Burgos
venganza, la identificación de él con la chusma justifica la ausencia de los reportes y chismes desde la colonia a la corte, como se acostumbraba en la época, de
no haber estado la plebe a sus anchas en este tiempo
en la colonia hoy se hubiesen conocido los manejos
turbios y deshonestos de Bobadilla de la cosa pública.
Si hoy la historia del Nuevo Mundo no contiene
los hechos de los primeros años de la colonia bien se
debe al frey don Francisco de Bobadilla, comendador
de la Orden de Calatrava, quien se dio la autoridad,
no solo de pesquisidor sino también la de confiscador
de documentos y bienes ajenos los cuales no devolvió
por más que le fueran reclamados para que luego
en el naufragio se perdieran tan valiosos escritos del
Almirante de los primeros días de la colonia.
Francisco de Bobadilla es un borrón muy oscuro en la historia del Nuevo Mundo; quienes lo
enviaron sabían de antemano lo que sucedería a su
llegada; sus hechos en Auñón indicaban cuál sería
su actitud en la colonia, además de conocerse su
carácter egocentrista, se sabía de todos sus defectos
y pocas virtudes, la razón le asistía solo en presencia
de personas superiores en alcurnia y estirpe, antes
las cuales era muy sensato y muy simpático, en presencia de otras personas era arrogante, petulante,
grosero e intratable; todo el que se relacionaba por
primera vez con él no quedaba muy maravillado
de volver a tratarlo; la repugnancia de su carácter
le mantuvo siempre alejado de todo trato con la
buena sociedad de entonces; su aislamiento fue
proverbial. Como hombre perteneció a una orden
militar en la cual tenía que tener, por obligación,
relaciones con otros caballeros, no creo que más de
ahí se extendieran sus intimidades pues era hombre
brusco, incapaz de hacer amigos y cuando los hacia
no tardaba en entrar en diferencias con ellos.
La Reina desconocía los pormenores de lo
que sucedía en las Indias mientras estuvo frey don
Francisco de Bobadilla, comendador de la Orden de
Calatrava fungiendo de Gobernador General; como
el relevo de él era inminente, él supo aprovecharse de
la situación, el desorden y del descontrol que el mismo desarrollo para sacar todas sus ventajas posibles.
Cuando los Reyes ordenaron redactar la Real
Cédula del 3 de septiembre del 1501 en Granada
especificaron 15 disposiciones que indicaban como
“frey Niculas Dovando Comendador de Lares e
Caballería Dalcantara” debía conducir sus investigaciones al tomar posesión como gobernador. El
tono de cada disposición señala de manera muy
clara los gravísimos cargos que existían contra él y
los Reyes deseaban conocerlos; pues ya conocían
su forma de proceder y de actuar y esa era la que
ella esperaba que el usara contra los responsables de
alzamiento, robo e inquietud de la colonia.
A pesar de que los Reyes habían dispuesto el relevo
de Bobadilla en el cargo de Gobernador de la Colonia,
ordenaron una investigación de todos sus actos,
inclusive la de sus oficiales, los Reyes le concedieron
a Bobadilla y a sus satélites 30 días para entregar las
cuentas al nuevo Gobernador, y él no le concedió a
don Cristóbal Colón ni dos días para investigarle y
formularle los cargos seguido llegó de la Concepción
de La Vega; asimismo lo cargo de grillos y lo encerró
en la fortaleza, ya las acusaciones estaban formuladas
antes de él llegar a la villa, Roldán y sus honorables
seguidores se encargaron de enterar a Bobadilla de
muchos pormenores superfluos, incoherentes y contradictorios y así los envió como pieza comprobatoria,
pobre y ridícula, de una situación que merecía todo el
cuidado de un hombre de reposo y de conciencia, si
comparamos esta pieza, con el tenor de las cláusulas
que trajo el comendador Ovando podríamos ver con
pena la mentalidad de este absurdo de Calatrava.
Las instrucciones de Ovando fueron las
siguientes:
1. que supiese como Bobadilla había usado y ejercido
el oficio de gobernador de las Indias el tiempo que
habíalo tenido;
2. que él y sus oficiales hiciesen residencia ante él,
según lo mandaba la ley de Toledo;
3. que luego fuese a la Isla Española y a las otras islas
de las Indias donde el comendador frey Francisco de
Bobadilla había usado el oficio;
4. que tomase él las varas de la justicia y alcaldía y
alguacilazgo de las Islas;
5. que si tomadas, recibiese de Bobadilla y sus oficiales
la residencia, por termino de 30 días, según lo disponía la dicha ley (de Toledo);
6. que mandaban a Bobadilla y sus oficiales dar residencia ante el;
7. y otro sí, que se informase de su oficio como y de qué
manera Bobadilla y sus oficiales habían usado y ejercido el oficio de gobernación y ejecutado la real justicia;
8. que hiciese pregón (que) si alguno tenía queja de
ellos, de algunos agravios que por razón del oficio
hubiesen hecho, que lo fuesen a demandar ante él;
9. que hiciese justicia a los querellosos Forma castiza,
pero anticuada entre nosotros, por “querellantes”;
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
10.y otrosí, (que) hubiese información de las penas
que Bobadilla y sus oficiales habían condenado a
cualesquier concejos y personas, pertenecientes a la
Cámara y Fisco;
11.que las cobrase de ellos, y las diese y entregase al su
receptor de las dichas penas, o a quien en su poder
hubiere;
12.que cumplidos los 30 días de la residencia le enviase
(a Bobadilla) ante ellos, con la información que
hubiese tomado de como Bobadilla y sus oficiales
habían usado del oficio de gobernación;
13.y que para así hacerlo, cumplirlo y ejecutarlo le
daban poder cumplido, etc;
14.y mandaban a los concejos y a otras personas de las
islas que en lo susodicho no le pusiesen impedimento alguno, antes le diesen todo el favor y ayuda que
para ello les pidiere y menester hubiere.
15.y los uno ni los otros hiciesen ende al.
En cumplimiento de la orden de retornar dada
Bobadilla el 17 de septiembre del 1501 la flota zarpó del puerto de Santo Domingo rumbo a España,
y el 2 de julio del 1502, entre la Isla Española y la
de Puerto Rico la destrozó un violento huracán.
La recomendación a Ovando de que él mismo hiciera las investigaciones personalmente, es indicativo
de la desconfianza que embargaba a doña Isabel de que
si no era así la verdad no prevalecía y ella quería saber
los pormenores de un año de mala administración.
El Diccionario heráldico y genealógico de apellidos
españoles y americanos, tomo 17, de la Enciclopedia
heráldica y genealógica hispano-americana, por
Alberto y Arturo García Carraffa, según el historiador Incháustegui Cabral, contiene la siguiente
genealogía de los Bobadilla.
“Tercera Rama. Primera Línea Señores de las
Villas de Pinos y Beas, en Granada.
I. Mosén Pedro de Bobadilla (hijo tercero de
los quintos señores de Bobadilla del Campo, Juan
Fernández de Bobadilla y doña Beatriz del Corral),
fue primeramente Alcaide de Maqueda, en cuya
fortaleza tuvo su guarda, en tiempo de Enrique IV,
a los infantes don Alonso y doña Isabel, de lo que
se originó el cariño que le tomó esta princesa, luego
que la Reina Católica. Sirvió también a don Juan II
y acompañó al infante don Fernando cuando fue
elegido Rey de Aragón, en cuyo servicio estuvo algún tiempo y de lo que provino el llamarle Mosén,
como se acostumbraba en aquel reino a las personas
de calidad. Fue también alcaide de Segovia, 1476, y
47
asistió a las guerras de Portugal, Aragón y Granada.
Casó con doña María Maldonado. (Nota: Esta señora fue hija de Juan o Francisco Maldonado, regidor
de Salamanca, y de su mujer doña Juana Bonal, nieta
paterna de Fernán Álvarez Maldonado y de su mujer
doña Teresa de Anaya, y nieta materna del doctor
Arnal Bonal y Figueroa, del consejo de Enrique II, y
de su mujer doña María de Cueto. “Casa de Lara”).
Dama de la Reina Católica cuando era infanta, y
tuvieron los tres hijos que siguen: 1ro. Francisco de
Bobadilla, llamado el Comendador Bobadilla (Aquí
esta patente el error: se le llamaría “el Corregidor
Bobadilla”. Creemos que los documentos aportados
en esta obra demuestran, de modo claro y preciso,
que el primer Señor de Pinos y Beas fue el corregidor Francisco de Bobadilla (y no el comendador
fray Francisco de Bobadilla) primer señor de Pinos
y Beas, 2do. Doña Beatriz Fernández de Bobadilla,
primera marquesa de Moya; 3ro. Doña Isabel de
Bobadilla, dama de Isabel la Católica, que casó con
don Álvaro de Luna, doncel de Enrique IV, y luego
sirvió a los Reyes Católicos, etc.
Francisco de Bobadilla, llamado el comendador Bobadilla, por haberlo sido de la Orden de
Calatrava (Salazar dice de Santiago) (De nuevo se
repite el error. Este Francisco de Bobadilla fue corregidor (pero no comendador, ni de Calatrava ni
de Santiago), fue capitán de la gente de a caballo
de los Reyes Católicos (la calidad de capitán está
reiteradamente mencionada en los documentos del
corregidor Bobadilla) y de una de las Compañías de
lanzas (A las lanzas de la capitanía del Corregidor se
alude en varios de los documentos) de las Guardias
Viejas de Castilla, Maestresala (En los documentos
que aquí publicamos, uno de los títulos que los Reyes
más frecuentemente dan a Bobadilla (a más del de
“corregidor” naturalmente) es el de maestresala, de
los Reyes Católicos, corregidor de Ávila, Segovia y
Medina del Campo (mientras aportamos un documento, que hemos clasificado como “dudoso”, en
que a Francisco de Bobadilla se le llama “Corregidor
de Segovia”, nada hemos encontrado en cuanto a que
fuese corregidor de Ávila y de Medina del Campo,
cuyos tercios mandó en la guerra de Granada, en las
que también sirvió con las fuerzas de Jaén y Baeza,
de cuya primera ciudad fue corregidor, (hay pruebas
documentales de que Bobadilla fue corregidor de
Jaén), así como de la Córdoba.
Hallóse también en las jornadas de Montesino
Moclín, Alhama y toma de Granada. Además fue
48
Ramón Julio Didiez Burgos
Alcaide de los Castillos de Cambil, Alhavar y Piña
(Entre los documentos estudiados en este libro
están los relativos a la condición de Bobadilla como
alcaide de los castillos o fortalezas de Cambil,
Alhabar) de las villas de Pinos (La compra por
Bobadilla al alcaide Almandary de un heredarhiento cerca de “la puente de Pinos y Beas (Granada),
de las que le hicieron merced los Reyes Católicos
por sus servicios).
Si, como creemos, los datos de García Carraffa,
que anteceden, hasta ahí corresponden efectivamente al corregidor Francisco de Bobadilla (y no al
comendador frey Francisco de Bobadilla), y son correctos, entonces podríamos estructurar lo esencial
del linaje y biografía del Corregidor del siguiente
modo:
Padre:
“mosén” Pedro de Bobadilla, alcaide de
Maqueda y de Segovia, cuya familia
fue muy adicta a los Reyes Católicos;
Madre:
María Maldonado, quien fue dama
de la reina Isabel;
Hermanas:
Isabel, también dama de la reina Isabel;
Beatriz, la cual fue camarera mayor de
la reina Isabel, su amiga íntima y
favorita; casó con Andrés Cabrera,
fueron los primeros marqueses
de Moya (1480) y tronco de los condes
de Chinchon.
El corregidor Francisco de Bobadilla fue:
capitán
de la gente de a caballo
de los Reyes Católicos;
capitán
de una compañía de lanzas
de las Guardias Viejas de Castilla;
capitán de los tercios de Avila,
Segovia
Medina del Campo,
Baeza y
Jaén,
en las guerras de Granada,
en cuya conquista tomó parte muy activa.
Se halló en las jornadas de Montesino,
Moclin,
Alhama y
toma de Granada;
alcaide de los castillos de Cambil,
Alhabar y
Piñar;
maestresala
de los Reyes Católicos;
corregidor de Ávila
Segovia
Medina del Campo,
Jaén y
Córdova; y
primer Señor de los Pinos y Beas.
“Por último –continua García Carraffa, y aquí
está el error evidente: todo lo que sigue corresponde a frey Francisco de Bobadilla, comendador
de Auñón y gobernador de las Indias, y no al
corregidor Francisco de Bobadilla– le designaron
los citados Monarcas para que marchase a la isla
Española y pusiese fin a las discusiones surgidas
entre los colonizadores (Al ser nombrado frey
Francisco de Bobadilla, comendador de Calatrava,
como gobernador de las Indias, el 21 de Mayo del
1499, ya había fallecido el corregidor Francisco
de Bobadilla, quien murió en Córdoba el 20 de
Octubre del 1496, partiendo nuestro Comendador
de España en cuatro carabelas (Las carabelas de
la flota de Bobadilla fueron dos, y no cuatro). Al
llegar a Santo Domingo destituyó a Colón, (La
frase es inexacta, pues hace creer que Bobadilla
tendría poder para destituir a Colón, facultad
que solo podía corresponder a los Reyes. Quizá
podría decirse: sustituyó, pues para ello sí tenía
poder de los Monarcas y lo envió preso a Castilla,
continuando él durante dos años. En realidad, el
gobierno de Bobadilla no duró dos años, sino un
año, siete meses y veintiún días, en el gobierno de
aquellas islas. Al volver a España, en Junio del año
1502, el Comendador Bobadilla pereció, con todo
su acompañamiento, por haber sido devorados por
el mar las naves en que regresaban”.
Entonces vuelve García Carraffa a los datos que
realmente corresponden al corregidor Francisco de
Bobadilla, y agrega:
“Había casado con doña María de Peñalosa
(El que doña María de Peñalosa fue la esposa
del corregidor Francisco de Bobadilla figura en
reiteradas ocasiones, y muy especialmente en
cuya filiación ignoramos, y de este enlace fueron
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
hijos: 1. Don Antonio de Bobadilla, Sobre don
Antonio, segundo señor de Pinos. 2. Doña Isabel
de Bobadilla y Peñalosa, natural de Segovia, que
casó con Pedrerias Dávila, llamado el Galán,
natural de Segovia, Gobernador de Castilla del
Oro (1513), del Darién (1520), de Nicaragua
(hasta 1531), fundador de las ciudades de Panamá
(1519), Granada y León, en Nicaragua, fallecido
en esta última en 6 de marzo de 1531. 3. Doña
Beatriz de Bobadilla y Peñalosa, que casó con
don Juan Ladrón. 4. Doña Juana de Bobadilla,
natural de Segovia, que casó con el licenciado
Diego de Luzón, natural de Madrid alcaide de
Granada; (y). 5. Otra doña Juana de Bobadilla y
Peñalosa que casó con don Lope Yáñez o Sánchez
de Valenzuela, capitán de caballos, que se halló
en las jornadas de Argen y otras, hasta morir de
un balazo en el pecho”. (Notas. Referente a doña
Juana de Bobadilla y Peñalosa) “Esta señora esta
citada como hija de los padres que le ponemos y
con el casamiento y sucesión que se escribe, en Las
genealogías del Nuevo Reino de Granada, por don
Juan Flórez de Ocariz. Ignoramos si efectivamente
el comendador Bobadilla tuvo hijas del mismo
nombre, o si solo fue una que casase dos veces,
o si se equivocó Flórez de Ocariz”. (La otra nota,
relativa a don Yáñez o Sánchez, dice:) “Este Lope
Yáñez o Sánchez fue hijo tercero de Lope Sánchez
de Valenzuela, Comendador de los Bastimentos
de la Orden de Santiago, y de su mujer Isabel
Cerón”. En los documentos que hemos investigado y recopilado nada se encuentra, y no es que
dudemos de que pueda ser cierta la afirmación,
pues carecemos de elementos para formar nuestro
juicio de que el corregidor Francisco de Bobadilla
y su esposa, doña María de Peñalosa, tuviera cinco
hijos.
Pero lo que sí está claro en los documentos
aportados es que el corregidor y su esposa tuvieron
una hija llamada doña María de Peñalosa que cuando tenía unos ocho años de edad, fue puesta por sus
padres en el monasterio de Santa Clara, de la ciudad
de Andújar, para que la “doctrinasen”, y en el 1498
su madre y tutora tuvo que pedir a los Reyes que
ordenasen a las monjas que se la devolviesen, pues
no querían hacerlo, diciendo que la niña quería ser
monja, y aún le había de demandar los bienes y
herencia que le pertenecía.
Es decir, que hay prueba documental de que el
corregidor Francisco de Bobadilla y su esposa doña
49
María de Peñalosa tuvieron esa hija, y otro hijo:
don Antonio de Bobadilla a quien, a la muerte de
su padre, se le dieron las tendencias de las fortalezas
de Cambil y Alhabar.
Según lo que afirma García Garraffa, la familia
de Bobadilla sería la siguiente:
esposa:
doña María de Peñalosa;
hijos:
don Antonio de Bobadilla
doña Isabel de Bobadilla y Peñalosa.
En el catálogo de la colección de Muñoz se cita dos
veces a doña Isabel: en el tomo I, número 737, donde
se lee: “Carta. Ocaña, 15 de noviembre (1530)… sobre mercedes pedidas por la mujer de Pedrarias doña
Isabel de Bobadilla…”; y en el mismo tomo, número
784, en la cual dice: Escritura de obligación otorgada por doña Isabel de Bobadilla, viuda de Pedrarias
Dávila, Medina del Campo, 10 de mayo (1532).
Obligase a pagar a los acreedores de su marido.
Se notará que en el primer documento (de
1530), Pedrarias aparece como vivo y en el segundo
(1532) como muerto y su esposa como viuda.
3. doña Beatriz de Bobadilla y Peñalosa
(esposa de don Juan Ladrón),
4. doña Juana de Bobadilla.
(esposa del licenciado Diego de Luzón) y
5. doña Juana de Bobadilla y Peñalosa
(esposa de don Lope Yáñez o Sánchez de Valenzuela).
Pero de acuerdo con los documentos que hemos publicado en esta obra, solo se comprueba
la existencia de algunos familiares del corregidor
Francisco de Bobadilla, de este modo.
esposa:
doña María de Peñalosa.
hijos:
don Antonio de Bobadilla.
hija:
dona María de Peñalosa.
A pesar de que el historiador Incháustegui
Cabral hace las objeciones de lugar en lo que
respecta a la confusión entre los dos Francisco de
Bobadilla, el Corregidor y el Comendador; aún
es objeciones no son muy completas puesto que
en la genealogía presentada existe un solo padre y
una madre, faltan los padres del otro; Mosén Pedro
de Bobadilla, fue hijo tercero de Juan Fernández de
Bobadilla y de doña Beatriz del Corral, de manera
que hubieron otros dos hijos, ¿hembras o varones?
50
Ramón Julio Didiez Burgos
Es posible que de uno de estos haya venido otra
rama de los Bobadilla y es la que está perdida.
Es indudable que los dos Francisco gozaron de
preeminencia de la Corte, que uno, el Corregidor se
consagra en los documentos encontrados como honesto, justo, religioso y con otras virtudes que lo distinguen como persona de bien y el otro, el Comendador
como violento, usurpador de lo ajeno, abusador, capaz
de cometer hechos delictuosos con el desenfado de
creerse que tenía autoridad para hacerlo y que no se le
tendrá en cuenta para fines de sanciones; era el tipo de
caballero que buscaba renombre en aventuras forzadas
por su ansiedad de relucir en hechos públicos como
desfacedores de agravios y desdichas, no escatimaba,
como el hombre prudente, calibrar la magnitud de
un acontecimiento para proceder sin freno de ningún
ambage y evitarse desagradables consecuencias; sus
acciones relucían por su reto y desafío a la cordura y
a la sensatez; su desfachatez y desenfado a la opinión
pública era significativa, a tanto que no le merecía el
menor respeto ni atención a las objeciones de altos
funcionarios. Él era la ley y la justicia, y nadie tenía
razón más que él.
Es inexplicable como un hombre de una conducta tan deplorable y tan absurda haya podido
llegar a escalar el puesto a que llegó con los Reyes
Católicos; para el historiador Incháustegui Cabral
ha sido una incógnita este acontecimiento y lo hace
exclamar ¿quién fue el valedor del oscuro y terrible
Comendador para que fuese nombrado en cargo tan
importante y en momento tan trascendental de la
historia de Nuevo Mundo? Esta oscuridad de la historia es que hace presumir que no habiendo acusado
los documentos más que dos hijos para el corregidor
don Francisco de Bobadilla y doña María de Peñalosa,
quien murió en Córdoba el 20 de octubre del 1496,
deja sin definir ascendencia ni relación determinada
para doña Beatriz de Bobadilla Marquesa de Moya,
Beatriz de Bobadilla sobrina de la Marquesa de
Moya a quien la Reina casó con Hernán Peraza de
Ayala y Rojas, señor de la Gomera, García Carraffa
la cita como casada con Juan ladrón, en cierta
forma es confusa y enigmática esta genealogía, no
hay duda que los otros dos hijos de Juan Fernández
de Bobadilla y doña Beatriz del Corral tuvieron
sus descendencias y estas están ligadas de manera
confusa sin haber quedado establecido la verdadera
genealogía por ramas, se ve en esto que Carraffa le da
al Corregidor como hija a doña Juana de Bobadilla
casada con el licenciado Diego de Luzón y a doña
Juana de Bobadilla y Peñalosa, casada con don Lope
Yáñez o Sánchez de Valenzuela. Es imposible que un
padre ponga un mismo nombre a dos vástagos de él,
por eso considero que hay una Juana de Bobadilla
que no es hija del corregidor.
Doña Beatriz de Bobadilla Marquesa de Moya
tuvo 9 hijos, 6 varones y 3 hembras.
Doña Isabel de Bobadilla casada con don Álvaro
de Luna, no se conoce cuantos hijos tuvo. Estas dos
eran hermanas de don Francisco de Bobadilla.
Doña Isabel de Bobadilla y Peñalosa citada como
hija del Corregidor, esposa de Pedraria Dávila ¿no sería hija de Isabel de Bobadilla y de don Álvaro Luna?
Doña Beatriz de Bobadilla y Peñalosa, esposa
de Juan Ladrón, ¿no sería hija de doña Isabel o de
doña Beatriz, Marquesa de Moya? Esta no era la
Señora Gomera.
¿Doña Juana de Bobadilla y Peñalosa no tendría
como padres los mismos que doña Beatriz?
Ya habíamos visto que el corregidor Francisco de
Bobadilla solo había tenido dos hijos, don Antonio
de Bobadilla y doña María de Peñalosa, según los
documentos encontrados, pero el genealogista
García Carraffa le consideró 5 hijos en vez de 2.
La comparación de la descendencia familiar que
traen los documentos y la de García Carraffa aclaran
una genealogía aproximada de don Pedro de Bobadilla,
aunque queda un algo oscuro la descendencias de los
hermanos de don Pedro, las cuales no han sido precisadas, ni tampoco los nombres de estos hermanos.
La conclusión de la genealogía de la familia de
frey don Francisco de Bobadilla, comendador de
la Orden de Calatrava es que ésta de acuerdo a los
señores Alberto y Arturo García Carraffa es confusa
e indefinida, pues las observaciones hechas a ella
por el historiador Incháustegui así lo demuestran
porque se apartan en mucho de lo que dicen los
documentos encontrados por él. El carácter de
un Francisco de Bobadilla le son aplicados a otro,
llegó a Santo Domingo en el 1500 un Francisco de
Bobadilla con las virtudes que le correspondían al
que murió en el 1496.
La extrañeza del historiador Incháustegui
Cabral de ver aupado a una posición señera un
Caballero cuyo historial se inició con documentos
bastantes vergonzosos, estribó precisamente en
la confusión genealógica de los Bobadillas, pero
si él hubiera visto que los hijos de don Pedro de
Bobadilla fueron tres, Francisco, el Comendador de
Calatrava, no el corregidor, doña Beatriz Fernández
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
de Bobadilla y doña Isabel, no hubiera preguntado
quien fue el valedor del terrible Comendador, pues
habiendo visto que tenía dos hermanas, una hija
al lado de la Reina, una ayuda de Cámara, y las
otras dos, damas de compañía y que el Rey trató de
hacerla objeto de su más tiernas atenciones y que no
llegaron a cristalizar porque su Reina y Señora vio a
tiempo las debilidades de su esposo y le cortó en la
iniciativa todas las atenciones casándola con el conde
de la Gomera, Hernán Peraza de Ayala y Rojas.
Frey don Francisco de Bobadilla, parece que
fue la oveja negra de la familia no se concibe que
tan elevadas consideraciones en que vivían las
Bobadillas en la corte de Castilla y León, este no
gozara de amplios privilegios y dones otorgados
por los Reyes, pues bien parece que las calaveradas y la vida disoluta y llena de escándalos alejaron las reales protecciones y la indiferencia de sus
parientes; evidencias de estas conjeturas es que
todos los documentos encontrados acusan a frey
Francisco de alguna trapisonda o algún exceso de
autoridad.
En él se juntaron ciertas condiciones sociales y
morales que le hacían el elemento muy apropiado
para ser enviado al Nuevo Mundo a cumplir con
el deseo del almirante don Cristóbal Colón. Estas
condiciones fueron vistas también como muy
adecuadas a sus fines ya que habían ciertas correspondencias de hechos que podían servir a las mil
maravillas para complementar las órdenes que el
insigne y preclaro representante del odio y la envidia señor obispo de Badajoz don Juan Rodríguez de
Fonseca tenía para enderezar un agravio, la oportunidad apareció y lo tomaron por los cabellos, se
escogió al delincuente hipotéticamente ofendido, el
menos indicado para corregir irregularidades, pero
el más correcto para castigar algo que debe haberse
considerado como una falta de lesa majestad y de
ofensa familiar.
Después de consumado el hecho no hubo otra
alternativa de ver que se había cometido un error,
se trató de enmendarlo pero ya era tarde, la historia
registró el hecho, una nación pagaría en culpas lo
que le correspondía a dos intrigantes.
Si para el 1500 circulaba de boca en boca en
España la expresión “Después de la Reina de
Castilla la Bobadilla” podía deducirse la clase de
consideración de que gozaba esta digna Señora ante
la Reina, fuera por su abnegación a los quehaceres
de cámara o por la docilidad de su comportamiento,
51
ella ejercía una gran influencia con ella y la arriesgo
protegiendo a don Cristóbal Colón en su idea en
tal forma, que no hay duda de que fuera objeto
de comidilla en la corte, su apoyo a la empresa, y
su entusiasmo decidido marco una definición en
la decisiva de la Reina por sobre las conclusiones
negativas a que llegaron las comisiones de entendidos en la materia que examinaron la propuesta de
Colón.
El proyecto de Colón es examinado por una comisión de sabios
y teólogos en Salamanca. Fue rechazado de primera intención,
porque las sagradas escrituras decían que la tierra era plana y Colón
con su proyecto intentaba hacerla aparecer como una naranja
redonda.
Un hecho muy significativo de agradecimiento de esta virtuosa señora fue manifiesto hacia el
futuro Almirante de la Mar Océano, título creado
por ella para concederlo en los acuerdos de Santa
Fe; en este hecho quedó unido el destino de tres
personas por un profundo sentido de favor providencial y que, durante las huestes españolas tenían
cercada la ciudad de Málaga, en 1487, una noche
un moro se deslizó en la regia tienda de campaña
de doña Isabel la Católica y su ilustre esposo el
Rey don Fernando; como era natural, esta tienda
era grande y se componía de varios apartamentos,
uno de los cuales lo ocupaba la ayuda de Cámara
de la Reina, doña Beatriz de Bobadilla, marqueza
de Moya, y el moro desorientado en el interior se
encontró en la sección de doña Beatriz quien en
ese momento se encontraba acompañada de don
Álvaro de Portugal, gentil hombre, uno de los valientes compañeros del ejército, que pertenecía a
la casa del Portugal como oriundo del país, era de
las más ricas y poderosas de los reinos de Castilla y
León, el moro en la creencia de haber encontrado
al Rey y la Reina de España, brincó ágilmente sobre
52
Ramón Julio Didiez Burgos
Momento en que el Santón de Guadix agredió a don Álvaro de
Portugal hiriéndolo.
don Álvaro lo hirió, doña Beatriz, ante este salto
sorpresivo, pidió auxilio, esta solicitud hizo acudir
ayuda y el primero que entro, fue don Cristóbal
Colón, quien agarró al moro y lo desarmó, pero
no pudo sostenerlo y este escapó, pero al salir de la
tienda fue visto por los caballeros y soldados que
había acudido en la demanda de auxilio, y estos al
ver al moro salir de la tienda huyendo lo siguieron,
pero este era ágil y rápido y lo dejaba atrás, pero
aun en la oscuridad de la noche un caballero de
pies ágiles y contextura hercúlea le dio alcance y
le hundió su espada por las espaldas, el cual cayó
muerto. El caballero, estupefacto delante del cadáver, al llegar los otros gentiles hombres les pregunto
“¿Podéis decirme a quien he dado muerte y por
qué?”, bien pronto salió de su asombro cuando
le relataron lo ocurrido a don Alonso de Ojeda,
protegido y criado del duque de Medinaceli y un
protegido por sus hazañas y destrezas del Obispo
D. Juan Rodríguez de Fonseca, quien le regaló una
estampa de la Virgen Santísima, la cual llevaba
siempre colgada de sus armaduras, por lo cual le
llamaron el Caballero de la Virgen.
Este suceso fue considerado por la Reina, como
una desventura de su ayuda de Cámara y como la
intervención del destino en el sacrificio de su amiga
para salvarla a ella, este hecho las ligaron más, y
el futuro confirmó hasta donde fue agradecida la
Reina, los bienes concedidos a doña Beatriz en vida
quedaron sin tocar en las cláusulas testamentarias
de ella a su hija; madre de 9 hijos, 6 varones y 3
hembras.
Asimismo, como la Reina, se sintió comprometida con su amiga por haber sido elegida por la
Providencia para representarla en un suceso que
pudo haber sido fatal para la Reina si hubiera ocurrido en su sección de la misma manera se sentía doña
Beatriz con respecto a don Cristóbal Colón. (7)
Al enlazarse tan asiduamente doña Beatriz de
Bobadilla, Marquesa de Moya, en la ayuda a don
Cristóbal Colón para la ejecución de su empresa,
hizo ver la gran simpatía que ella tenía por él y la
confianza de un resultado positivo, no fue una influencia a la ligera donde ella tenía más que perder
que ganar, puesto que si los resultados hubieran
sido negativos pudo haber significado la ruina de
su influencia y consideración en la Corte y la de su
propio crédito.
Mentes suspicaces se agudizaron para pretender
ver en esta firme protección algo más que la inocente y abnegada ayuda de una mujer superior a un
visionario que prometía, sin escatimar las circunstancias imprevistas; la diferencia de edad entre ella
y su viejo esposo don Andrés Cabrera, fue apoyo
circunstancial para darle vuelo a la imaginación
y levantar hipótesis algo aventurado acerca de la
intimidad de ambos, las conjeturas y habladurías
había y eso tendría que repercutir hondamente en
el ánimo de aquellos ligados por parentesco familiares a ella. Y una aversión hacia él, hondas huellas
de antipatías gratuitas dejaba don Cristóbal en la
Corte que se reflejarían luego en su vida como el
halo de un destino amalgamado de desdichas, las
cuales esperaban una oportunidad para manifestarse con la virulencia de los rencores desenfrenados.
En el 1500 en ocasión de las múltiples quejas
de los españoles avecinados en la nueva Ciudad de
Santo Domingo fundada en la margen Oriental de
la desembocadura del río Ozama, y que a la sazón
era Gobernada la isla por el Almirante como Virrey
y Capitán General de las Indias, llegó un enviado
regio, con poderes ilimitados a indagar todos los
pormenores que sucedían en la isla, su primer paso
fue encarcelar a don Diego Colón hermano de don
Cristóbal y confinarlo en una de las bodegas de su
buque, se incautó de todo sus bienes, el Almirante
se encontraba en La Vega y cuando fue informado
de la llegada de un enviado de los Reyes, se personó
a la Villa de Santo Domingo obedeciendo las disposiciones de los Reyes, no hizo la menor resistencia,
aunque si quejas de protestas por el procedimiento
del comisionado, este no tuvo reparos ni consideraciones a la persona que trataba y lo encadenó
y lo envió preso a bordo de la carabela Gorda.
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
53
Prisión del Almirante, así se llama esta estampa de 1500 del Puerto de Santo Domingo en la cual se ve la torre levantada en el barranco oriental del
río Ozama, al cual se le llamó la Torrecilla por la construcción que se había hecho sobre ella, más al sur se ve la Puntilla (hoy se le llama la Torrecilla).
Cuéntase que cuando el funesto Comendador de
Calatrava ordenó ponerle los grillos al Almirante,
hubo un murmullo de desaprobación y nadie
se prestó a cargar con semejante infamia, pero al
insistir Bobadilla ¡Aherrojadle! ¡Aherrojadle!, los
mismos hombres que han venido con él, se sentían sin valor para prestarse para ponerle encima
las manos al Almirante, pero siempre aparece en
todos estos casos el desagradecido, el ser de alma
envenenada, y este fue el cocinero de el llamado
Espinosa, ¡que Dios te ayude Espinosa! Fue la
expresión del Almirante cuando este terminó de
ponerle los grillos.
El Adelantado don Bartolomé Colón que andaba con buena tropa por los Reinos de Jaragua y
quien al conocer lo sucedido a su hermano se presentó a la villa con fines hostiles, pero persuadido
por don Cristóbal depuso su actitud por no desafiar
las disposiciones reales, también fue aherrojado y
embarcado, pero en otra embarcación. Se relata
que el capitán de la carabela Gorda quiso, una vez
salido a la mar quitar los grillos al Almirante, pero
este se negó a que se los quitaran ya que si fueron
puesto por orden real también eran ellos los que
debían ordenar quitárselo; así llegaron a España los
que dieron a la Corona Española un Continente
rico y extenso, y así el Rey don Fernando el
Católico, político hábil, aprovechó la oportunidad
que se le presentó para cobrar una vieja deuda de
enamorado frustrado e intercedido a través de uno
de sus caballeros quien también esperaba saldar
una deuda de honor familiar al originar habladurías y comidillas a expensas de una hermana y de
su hija, don Francisco de Bobadilla Comendador
de la Orden de Calatrava, ambos se vengaron con
furor, llevaron la consideración a su valor ínfimo,
el agradecimiento hacia el hombre que le dio
grandeza a España, al extremo de que un futuro
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Ramón Julio Didiez Burgos
descendiente de Fernando pudiera exclamar que
“en sus reinos el sol se ponía”. El rey don Fernando
Católico, creyó que la reivindicación borraría el hecho pero la humanidad no aceptó la especie y sobre
su conciencia cayó el estigma de su alma obscura y
nefanda.
Francisco de Bobadilla era uno de los personajes que siempre miró a don Cristóbal Colón con
suspicacias y antipatía, era de los que se reían y se
burlaban de las proposiciones de él, el apostrofe y
las criticas lucían siempre en sus conversaciones,
como complejo de inferioridad, en un alma tan
pobre no podían anidarse sino pecados peligrosos
cuyos resultados no dejarían de ser fatales. Esta turbiedad de sentimiento fue que salió a relucir el día
que encontró la oportunidad de desahogar toda su
antipatía y odio, conferida especialmente por quien
también quería hacer vivo su real encoro.
El autor A. Bernandini Sjoestedt en su obra
Cristóbal Colón considera en Bobadilla “La actualidad
que demostró tan solo podía explicarse por la ceguera
de una feroz enemistad personal que tiene algo de
sórdido y que hoy llamaremos “ajustes de cuentas”.
“Su comportamiento le valió el caer en desgracia, cosa que debía esperar un poco que fuera
su sentido común. Pero en su ofuscamiento, no
reclamaba para sí otra cosa que el enderezamiento
de lo que el juzgaba su torcido honor”.
El origen de todas las discordias que surgieron en
la isla desde 1497 hasta 1500 fue por el alcalde mayor
de la isla Francisco Roldán, los desafueros cometidos
por este analfabeto ambicioso, en la población india
y las amenazas que sostenía con 70 hombres bien
armados sobre las fortalezas existentes en la isla, lo
hacía invulnerable a todo ataque armado; su rebeldía
intransigente no daba oportunidad de arreglos pacífico “era bullicioso y pretendía subir a más de lo que
era”, el Adelantado don Bartolomé Colón y luego
el Almirante cuando regreso de España trataron de
complacerle en todas sus demandas.
La Reina y el Rey supieron del alzamiento de
Roldán y un grupo de facinerosos por habérselos
informado don Cristóbal Colón, era natural que el
Almirante tratara por medio de la fuerza o por el
arbitraje ponerle fin a una situación que a la larga
iba en perjuicio a la incipiente colonia, por la fuerza no encontró camino, las tropas que enviaban a
reprender a Roldán, pronto se unían a los rebeldes,
así estas aumentaban peligrosamente; viendo el
Almirante, la seriedad de la situación hizo arreglos
Roldán trató de aumentar sus secuaces en la llegada de viajes de
España.
amistosos con el cabecilla, haciendo una serie de
concesiones que no serían aceptadas por los Reyes,
era la solución del momento porque los rebeldes
eran fuertes y así lo exigían las consecuencias de
estos arreglos la sufriría el Almirante.
Entre las cláusulas de arreglos entre el Almirante
y Francisco Roldán hubo una en que los que querían volver a España bien podrían hacerlo y para
su conformidad podían llevarse un indio como
esclavo; a 300 alcanzaron los que se fueron, cada
uno se llevó un esclavo, cuando estos llegaron a
España la Reina tuvo noticias de la gran cantidad
de esclavos llegados y exclamó: “¿qué poder tiene
mío el Almirante para dar a nadie mis vasallos?”,
la ira de la Reina fue grande, su estado molesto se
agudizo y se manifestó con una cédula real en que
ordena fueran devueltos los indios a la Española en
los primeros navíos que salieran.
El Rey estaba de pláceme, su consejero y confidente el arcediano de Burgos y luego obispo de
Badajoz Juan Rodríguez de Fonseca; quien no perdía
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
los mas mínimos errores en el negocio de las Indias
para hacerlo saber a la Reina a través de su consorte,
pues el interés de destruir a don Cristóbal Colón,
consejero de la Reina, le mantenía en tensión para
quitar al Almirante todas las prerrogativas que le habían sido concedidos, a él no le bastaba ser Director
del Concejo de Indias, creado al principio del descubrimiento del Nuevo Mundo, quería suplantarlo
ante la Reina y la única manera era destruyéndolo
por medio de intrigas y calumnias.
El Rey consiguió el hombre que necesitaba para
llevar a cabo su designio “hallábase plagado de lo
que hoy llamaríamos una serie de complejos, que
se exteriorizaban en crispaciones nerviosas de los
músculos faciales, y en constantes cabeceos”.
Don Alonso de Ojeda, llamado el Caballero de la Virgen porque
siempre llevaba una estampa de la Virgen Santísima colgada de su
armadura.
El Almirante estaba relevado del cargo como
Gobernador y que la Reina se encontraba tan enferma que pronto moriría y con ello se […].
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Don Alonso de Ojeda, uno de los caballeros
que llegó con el Almirante don Cristóbal Colón, en
el segundo viaje, quedó como jefe de la Fortaleza de
Santo Tomás, al despertar para España el Aragonés
Pedro de Margarite.
El fuerte de Santo Tomás estaba ubicado en un
cerro, donde sucedió el milagro de la Aparición de la
Imagen de la Virgen de las Mercedes, en sus alrededores
fue donde los españoles encontraron la mayor cantidad
de oro en la región del Cibao, don Alonso gobernó toda
esa región durante más de un año, con mano férrea, los
indios le temían y lo respetaban, no titubeaba en sus
decisiones contra ellos, ni contemplaba los desacatos,
así se hizo reconocer como el recaudador de los tributos
de oro que el Almirante le había impuesto a los indios;
era natural que a pesar de la honradez en el manejo de
tanto oro, la fortuna ajena, durante tanto tiempo no
quedara lo suficiente para quedar inmensamente rico,
a tal grado que en 1499 después de haberse ido de la
Española, armó viaje de descubrimiento a sus expensas.
El 20 de mayo del 1499 sale de Cádiz con
cuatro carabelas sobre la misma ruta de Colón, la
del tercer viaje, con copias de los planos del mismo
Almirante, dados a él por su protector don Juan
Rodríguez de Fonseca, obispo de Badajoz (estas
copias las hizo Juan de la Cosa).
Ojeda después de reconocer la parte norte de la
costa de Sur América, arribo a la Española al puerto
de Yaquimo (Jacmel) donde abundaba el palo de
brasil, propio para tintes.
Al llegar a este lugar empezó a capturar indios
para venderlos como esclavos y a cortar palos de
brasil, amparado de la protección que tenía del
Obispo Fonseca. Es seguro que esta protección que
diera a Ojeda por la relación de intimidades con
el Obispo para cerciorarse antes de salir de España
que quebrantaría la protección que tenía.
Estas confidencias de Ojeda a fines del 1499
en la Española hacen ver bien claro que el ambiente que existía contra el Almirante en la Corte
Española, el único amparo y protección que tenía
era el de la Reina y solo esperaban que muriera
para retirarle todos los privilegios, el Obispo omnipotente de la Casa de Contratación, tenía todo
el poder de las Indias en sus manos, ¿Quién pudo
haberle concedido todo este poder? Pues no hay
que preguntar mucho, porque la contestación es
el Rey Fernando el Católico, es imposible admitir
que donde existían tantos gentiles hombres de
grandes tierras y gran influencia se comportara un
Obispo de marras con los defectos infernales más
repugnantes, con la libertad de acción con que se
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Ramón Julio Didiez Burgos
manifestó sin la menor protesta de condes, duques
y príncipes de sus procedimientos a menos que no
tuviera la certeza de que este estaba regiamente protegido por el Rey en sus acciones.
Esta indiferencia del Rey a las cosas de su esposa
y señora, doña Isabel la Católica no podían existir
sin una razón de extremado peso en su conciencia,
pero como mas valía este sentimiento oculto que el
agradecimiento a las tierras dadas a España por sus
descubrimientos, a eso fue que el Rey dio paso a través de un hombre, religioso, cristiano, un misionero
de Dios, el hombre adecuado para hacer el mal.
Las relaciones del Almirante con el Obispo
Rodríguez de Fonseca en el negocio de las Indias,
al ser uno Viso-Rey de las Tierras Descubiertas y
Capitán General y el otro Director del Consejo de
Indias, una especie de “Secretariado permanente
de un Consejo de la Corona relativo a los asuntos
oceánicos”, se verán alternativamente normales
y entorpecidos por efectos de supuestas irregularidades cuyo fin era causarles inconvenientes al
Almirante, inconvenientes que se veían en la corte
como responsabilidades del Almirante, ya que las
causas bien se tenía el Obispo de marras de hacerlas
aparecer; su compinche estaba al tanto de los detalles y espoleaba detrás de las cortinas.
El escándalo de Francisco Roldán y sus secuaces
llegó a tal extremo que obligaron al Almirante a
hacerles concesiones, que como vimos fueron reprochadas por la Reina, conociendo ésta las discordias en
las Indias ordenó que fuera enviado a la Española un
investigador, según lo había solicitado el Almirante,
que se le enviara un letrado para administrar justicia,
es aquí donde aparece el momento feliz del obispo
y su sombra; es la ocasión de dejar liquidado el rival
comparón y el estorbo del alto consejero y entre un
sin número de Caballeros de Alcurnia y de nombradía, de costumbres y vidas conocidas, nuestro insigne
Obispo elige precisamente, el Caballero que traía su
alma ennegrecida por el odio a los Colones, a quienes de igual a igual nunca les hizo caso en España, el
hombre que iba a desempeñar un papel bochornoso
en la historia, pero ajustado a los deseos de la ilustrísima Señoría, complaciendo a su protector, este era
el momento esperado y se aprovechó en su punto
más álgido para evitar un enfrentamiento y quizás
provocar un recuento y selección que entorpeciera
los planes, uno de venganza y el otro de sentirse solo
dueño del emporio de las Indias. Aquí aparece don
Francisco de Bobadilla, comendador de Calatrava,
muy bien provisto de reales cédulas, cartas, órdenes
y toda clase de providencia que facilite su misión,
firmado en blanco.
Llegó el día 23 de agosto al ante puerto de Santo
Domingo de dos carabelas la Gorda y la Antigua;
desembarca al día siguiente, va a misa, encontró
en la iglesia a don Diego Colón y a Rodrigo Pérez,
teniente alcalde de la ciudad. Una vez terminada la
misa, el Comendador de Calatrava hace conocer al
pueblo de Santo Domingo que entonces se encontraba en la margen oriental de la desembocadura del
río Ozama, una patente real que indicaba su misión:
los Reyes le enviaban para indagar acerca del levantamiento de un Alcalde (Roldán) quien “andaba por
la isla robando y haciendo otros males”, y una vez “la
información habida y la verdad sabida, a los que por
ella hallaredes culpables, prendedle los cuerpos y secuestradles los bienes, y así presos procedade contra
ellos y contra los ausentes a los mayores penas civiles
y criminales que hallaredes por derechos”.
La real cédula que el Comendador envió al
Almirante a la Concepción con fray Juan Trasierra
el día 7 de septiembre decía:
“Don Cristóbal Colón, nuestro Almirante del
Mar Océano, No habemos mandado al Comendador
Francisco de Bobadilla, portador de esta que os
hable de nuestra parte alguna cosas que el dirá, Os
rogamos que le deis fe y creencia y aquello pongáis
en obra, De Madrid, a 26 de Mayo del año de 1499,
Yo el Rey, Yo la Reina, I por su mandato, Miguel
Pérez de Almazan”. Por el tenor de las instrucciones
que anteceden se puede deducir cual fue la idea de la
Reina; enviar a un pesquisidor a investigar los males
en la isla y proceder con rigor contra los que hallara
culpables, de robo y otros males. No era el Almirante
y sus hermanos los que andaban “robando y haciendo
otros males”, en cambio contra ellos fue que procedió, liberó los presos de la cárcel, rebajó los diezmos
que se pagaban al Rey durante los próximos 20 años
y el porcentaje de oro que se recogiera, a Roldán y
los cabecillas de toda intranquilidad no solo les tocó,
sino que lo siguió usando como alcalde y como
turba de injurias, insultos y blasfemias, contra el
Almirante y sus hermanos, la cual recorría la ciudad
en semejantes tropelías. El proceder de Bobadilla
indicó cual fue la idea que se pretendía el enviado
aquel con una voluminosa documentación firmados
en blanco. La Reina fue sorprendida inocentemente
en un momento de furor para arrancarle semejantes
papeles, era lo que se acostumbraba, pero había que
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
considerar a quien se iba a pesquisar, la idea de ella
era diferente a los de su soberbio consorte y el obispo
de marras, la trama quedaría al claro, pero cuando
ellos ultrajaran al que hacia algunos años perseguían,
uno por venganza de enamorado frustrado y el otro
por llegar a ser el único señor de las Indias.
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de Fonseca, con un pliego conteniendo los cargos
siguientes:
El capitán Alonso de Vallejo y el maestre Andrés Martin en las
habitaciones bajo cubierta de la carabela Gorda tratando de quitarle
los grillos a don Cristóbal Colón durante el viaje, él los rechazó con
estas palabras: “¡No! SS MM me mandaron que me sometiera a
lo que Bobadilla ordenase en su nombre: por su autoridad me ha
puesto cadenas; yo las llevare hasta que ellos me la manden a quitar,
y las conservare después como reliquias y memorias del premio de
mis servicios”.
1ro.Malos y crueles tratamientos a los españoles en la
Isabela, cuando la pobló.
2do.Que mandaba a azotar a los hombres por cosas
livianas.
3ro.Que ordenaba ahorcar a los que se iban a otros
pueblos en busca de comida, por no poder soportar
el hambre.
4to.Que no consentía que se bautizara a los indios que
deseaban los clérigos y frailes bautizar, porque quería más esclavos que cristianos.
5to.Que hacia guerra a los indios sin causa justa, para
enviarlos a Castilla como esclavos.
6to.Que no deseaba otorgar licencia, para sacar oro, a
fin de ocultar las riquezas de las Indias y alzarse con
ellas en favor de algún otro Rey Cristiano.
7mo.Que había mandado reunir muchos indios armados para resistir al Comendador y hacerle tornar a
Castilla.
8vo.La denuncia de un religioso en carta al Cardenal
Cisneros del convenio que tenía Juan Antonio
Colombo con ciertos genoveses, sobre el comercio
de la isla, y pide no dejen entrar genoveses en la
tierra, porque la destruían.
Cuando a fines de septiembre del 1500
Bobadilla ordenó al Caballero don Alonso de Vallejo
que sacara al Almirante de la cárcel y lo llevara al
navío, éste le preguntó, un algo temeroso y triste,
pensando que lo irían a ajusticiar, “Vallejo, ¿Dónde
me lleváis?”; Vallejo le responde “Señor al navío va
vuestra señoría se embarca” y repitió, dudando el
Almirante: “Vallejo”, ¿es verdad?: respondió Vallejo:
“Por vida de vuestra señoría que es verdad que el
se va embarcar”. Este episodio es claro ejemplo del
drama que se desarrolló esos días con el Almirante
y sus hermanos, las amenazas, insultos y groserías
inferidas por Bobadilla y sus secuaces, la incautación
de sus bienes y documentos le hicieron temer por sus
vidas, la tranquilidad de espíritu le llegó con el buen
trato que recibió a bordo de la carabela Gorda por
parte de don Alonso de Vallejo y del patrón del navío
Andrés Martín quienes quisieron quitarle los grillos,
a lo cual este replicó que si los Reyes ordenaron ponérselos, ellos debían ordenar quitárselos.
Vallejo recibió el encargo especial de Bobadilla
de entregarle el preso al obispo Juan Rodríguez
Estas acusaciones de Bobadilla no tienen razón
ni peso, para sobre ellas justificar su actuación
sobre el Almirante y sus hermanos; ellas denotan
un motivo sin fundamento para incoar culpas no
cometidas ¿quiénes maltrataban, azotaban y ahorcaban a los españoles? Otros españoles, ¿por qué
no se revelaron todos los españoles para haber demostrado que el Almirante procedía mal?, porque
un grupo pequeño de delincuentes quería hacer y
deshacer a su entero antojo sin sujeción ni ley.
El padre Bartolomé de las Casas cuando vino a
la Española fue amigo personal de muchos de estos
habitantes y pudo comprobar lo falso de todas las
acusaciones de Bobadilla con las confesiones de
éstos, todo este andamiaje de cargos fue falso, el
interés era desacreditar al Almirante, para obligar a
la Reina echarlo de su lado.
Engrillar y desconsiderar tan ignominiosamente a un Almirante de Castilla tenía que haber sido
por motivos muy serios y muy graves. El solo hecho
de que Alonso de Vallejo “lo entregase preso como
estaba al obispo don Juan de Fonseca, con cuyo
favor y consejo se tenía por cierto que hacía lo que
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Ramón Julio Didiez Burgos
hacía”. Es indicativo de las instrucciones secretas
que traía, que mantenían a Bobadilla en predisposición de alta tensión moral para aprovechar la
ocasión que se le presentaba.
El obispo don Juan Rodríguez de Fonseca consiguió lo que deseaba en parte, desagraviar a su Rey y
poner hechos de sospechas en la vida del Almirante
para irle sacando del lado de la Reina; a pesar de todo
esto no lo consiguió. Después de muerta la Reina
a don Cristóbal Colón: en 1513 don Fernando el
Católico a fin de premiar sus buenos servicios,
le escribió al embajador español en Roma que le
solicitara al Santo Padre instituyera a dicho obispo
como “Patriarca Universal de las Indias”, esto es, el
dominio total de todas las Indias, Señor absoluto del
Nuevo Mundo; ya él tenía el control administrativo,
quería el espiritual, nada de esto consiguió.
El día 25 de noviembre llegaron las carabelas
a Cádiz, con su ilustre preso, el capitán Alonso de
Vallejo y Andrés Martín su piloto y maestre quienes
comprendieron las injusticias de Bobadilla y permitieron que el Almirante despachara correspondencia a los reyes, con uno de sus criados, antes de que
fueran despachadas las del comendador Bobadilla;
así llegaron a saber los Reyes las condiciones en
que el hombre que les dio un continente llegó a
España; la reacción de los Reyes y la del pueblo fue
de sorpresa, al saber que uno de los hombres que
tanto hizo por España, estaba encadenado en una
carabela, el asombro y el estupor se apoderaron de
muchos de sus amigos y conocidos, no lo creían
posible pero así fue.
“El día 17 de diciembre del 1500 llegó Colón a Granada y fue recibido por los Reyes con la mayor afabilidad y cortesía, posternose el
marino a los pies de la reina y las lágrimas de ambos confundiéronse
un momento”.
Las cartas del Almirante obtuvieron el efecto
deseado, el día 17 de diciembre los Reyes enviaron
órdenes de ponerle a él y sus hermanos en libertad y los enviaron a buscar, así como el que se le
entregara 2,000 ducados para gastos, llegados a la
corte que estaba en Granada “los recibieron muy
benignamente, mostrando compasión de su adversidad y trabajos, dándole todo el consuelo que al
presente pudieron darles, (en especial al Almirante)
certificándole que su prisión no había procedido
de su voluntad, y con palabras muy amorosas y
eficaces le prometieron que mandarían deshacer y
remediar sus agravios y que en todo y por todos
sus privilegios y mercedes que le habían hecho, le
serían guardados, (y en esto, la serenísima reina era
la que se aventajaba en consolarle y certificarle su
pesar, porque, en verdad ella fue siempre la que más
que el rey lo favoreció y defendió, y así el Almirante
tenía en ella principalmente toda su esperanza).
El, no pudiendo hablar por un rato, lleno de sollozos y lágrimas, hincado de rodillas, mandáronle
levantar”.
Para aquellos que no conocían la historia del
Almirante desde un principio, el espectáculo que
se desarrolló en esos momentos fue de tristeza y de
compasión hacia el hombre que sin motivo alguno
había sido ultrajado y desconsiderado de una forma
tan vil. El Padre de las Casas al significar que “la serenísima reina era la que se aventajaba en consolarle
y certificarle su pesar etc.” y “que su prisión no había procedido de su voluntad sino por solo querer
y autoridad del comendador Bobadilla”, deja ver
que la reina se sintió apesadumbrada y sorprendida
de lo ocurrido; ella no pudo haber ordenado una
monstruosidad como esa, pero desconocía los hilos
secretos de estos hechos y se lo atribuyó a Bobadilla,
el feliz ignorante usado a través de un intrigante,
envidioso de las glorias ajenas para cometer uno de
los hechos más degradantes de la humanidad.
Miente quien quiera que sea que trate de atribuir
con todo el juicio de la verdad que Bobadilla sólo hubiera cometido un acto tan degradante como el de la
prisión de Colón, no, Bobadilla actuó bajo conseja y
garantía del obispo de Badajoz, y este amparado de su
protector, ambos sabían que don Cristóbal Colón era
un protegido de doña Isabel la Católica, y que el beneficio de los descubrimientos hechos por el Almirante
correspondían al Reino de Castilla; ni el obispo ni
el comendador hubieran tenido valor de desafiar a
la reina Isabel la Católica, bien por su poder, por el
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
respeto y veneración que tenía el pueblo español hacia
ella, o por temor a una represalia fulminante que hiciera
saber hasta dónde se puede ser aventurado; ejemplos
sin número existen de muchos nobles y caballeros de
alcurnia que cometieron deslices triviales, en comparación con los de Bobadilla, y se arrepintieron de su
atrevimiento. Los hechos que siguieron a la entrevista
de los Reyes y Cristóbal Colón no han sido revelados,
pero la mano oculta que amparaba a dos secuaces intercedió por ellos porque el castigo ofrecido por la Reina
a los culpables de la falta cometida en la persona del
Almirante y sus hermanos no se efectuó después de año
y medio fue relevado Francisco Bobadilla del mando
del gobernador de la Isla pero el otro duró 30 años en la
administración y control de los negocios de las Indias.
España y españoles inocentes cargaron con la
responsabilidad y las consecuencias de estas páginas negras de la historia; muchos historiadores no
han querido ver este acto como el producto de la
inquina de tres insignificantes enfundados en trajes
de nobleza e hidalgos, sino en un hecho colectivo
y delictivo de desagradecimiento de un pueblo, un
pueblo que sintió la aprehensión desagradable de
ver en cadenas al hombre que ayer lo vitoreó y creyó grande por su hazaña, de una Reina que se sintió
desobedecida y burlada por un par de rufianes que
mal usaron las prerrogativas que siempre concedían,
como costumbre, por el respeto y el alto concepto
de confianza que se consideraban eran depositarios
por parte de los Reyes en entrega de reales órdenes,
documentos en blanco para ser llenados honestamente y con la prudencia de la honradez.
Hoy podemos ver muy apenados como España
ha cargado con los platos rotos y las culpas de los
actos que ella no fue protagonista sino espectadora;
un poderoso la envolvió como culpable de sus actos
delictivos y la insensatez de muchos no han deseado
separar y extractar la verdad de lo ocurrido. En esta
ocasión doña Isabel la Católica dejó demostrado a
reconfirmar a don Cristóbal Colón en todas las prerrogativas que le concedieron en las Capitulaciones su
agradecimiento y sus merecimientos por los servicios
prestados a la corona de Castilla, el pueblo de España
de esta manera desagravió al Almirante por un acto
que repudió como el hecho de un insolente, porque
nada ganó España con Bobadilla y sí con Cristóbal
Colón. Mientras este descubría tierras nuevas y promovía expediciones, el obispo Fonseca las estorbaba
y las entorpecía, sino eran las que el auspiciaba para
convertirlas en su propio negocio; se sabe que intrigó y
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molestó la obra Magallanes y la de Hernán Cortés; se
puede bien considerar que el Obispo en la Dirección
de la “Casa de Contratación” dilató el proceso evolutivo
de los descubrimientos, de aquí veríamos que dicho
Obispo significó para España un elemento regresivo.
La real protección que lo amparaba era indiferente a
estos menesteres porque la obra del descubrimiento
era negocio de Castilla y no de Aragón. Doña Isabel la
Católica se justificó ante la historia, don Fernando no,
y aunque los edictos, reales órdenes etc., contuvieran
ambas firmas, para confirmar la opinión pública, esto no
se hacía sino por razón de estado y no de conciencia de él.
Ahí están los culpables, la historia debe juzgarlos y absorberlos, una nación extenuada por la
guerra que hizo el sacrificio supremo para lanzarse
a una aventura de descubrimiento, no podía pagar
tan injustamente al hombre a quien confiar a esta
misión. Después de obtenido un triunfo tan sonado y tan combatido por otra nación, no tenía otro
camino de considerar los grandes beneficios que
derivaría de las tierras halladas; cumplió con los
ofrecimientos hechos y no había motivos de peso
para proceder de una manera soez contra quien
abnegadamente en conjunto de otros corriera tan
peligrosa aventura del descubrimiento, su caída fue
obra de resentimientos personales y no de necesidades nacionales, España debe quedar absuelta.
Se ha querido hacer ver que don Cristóbal
Colón tenía poderes excesivos en las tierras descubiertas, concedidos por los Reyes Católicos en las
Capitulaciones de Santa Fe, para justificar la acción
de Francisco de Bobadilla contra los hermanos
Colón y anular estos privilegios omnipotentes en las
nuevas tierras, estas acciones tan tempranas, 1500,
en que aún no se conocía el valor tan ingente de las
tierras halladas, no podían ser motivo de presunción
de la concesión de poderes excelsos, la verdad estaba
en el fondo y esa no podían ponerla a la vista porque
una era razón de Estado y la otra sentimental; las
capitulaciones de Santa Fe eran las siguientes: “las
cosas suplicadas y que Vuestra Alteza, dan y otorgan
a don Cristóbal Colón en alguna satisfacción de lo
que ha de descubrir en los mares Oceánicos, del viaje
que ahora con la ayuda de Dios, ha de hacer por ellas
en servicio de Vuestra Alteza, son las siguientes:
Primeramente, que Vuestras Altezas, como señores que son de las dichas mares Océanas, hacen desde
ahora al dicho D. Cristóbal Colón su Almirante
en todas aquellas islas y tierra firmes es que por
su mano o industria se descubrieren o ganaren
60
Ramón Julio Didiez Burgos
en las dichas mares Océanas, para durante su vida,
e, después de muerto, a sus herederos o sucesores,
de uno en otro perpetuamente, con todas aquellas
preeminencias y prerrogativas pertenecientes al
tal oficio, según que D. Alonso Enríquez, vuestro
Almirante mayor de Castilla, y de los otros prodecesores en el dicho oficio, lo tenían en su districtos.
Place a Sus Altezas. Juan de Coloma.
Otrosi, que Vuestra Altezas hacen al dicho
D. Cristóbal Colón su visorrey y gobernador general en las dichas islas y tierras firmes, que, como es
dicho, el descubriere o ganare en las dichas mares y
para qué el regimiento de cada una y cualquiera de
ellas haga elección de tres personas para cada oficio,
y que Vuestras Altezas tomen y escojan uno, el que
más fuere su servicio, y así serán mejor regidas las
tierra que nuestro Señor le dejare hallar e ganar a
servicio de Vuestras Altezas. Place a sus Altezas.
Juan de Coloma.
Ítem, que todas y cualesquiera mercaderías, según
sean perlas preciosas, oro o plata, especieria y otras
cualesquiera cosa y mercaderías de cualquier especie,
nombre y manera que sean que se compraren, trocaren, falleren, ganaren e hobieren dentro de los límites
del dicho almirantazgo, que desde agora Vuestra
Alteza hacen merced al dicho D. Cristóbal, y quieren
que haya y lleve para así la décima parte de todo ello,
quitadas las cosas que se hicieren en ellos; por manera
de lo que quedare limpio y libre haya y tome la décima parte para sí mismo y haga de ello su voluntad
quedando las otras nueve partes para Vuestras Altezas.
Place a Sus Altezas. Juan de Coloma.
Otrosi, que si a causa de las mercaderías que
él traerá de las dichas islas y tierras, que así, como
dicho es, se ganaren y descubrieren, o de las que en
trueque de aquellas se tomaren acá de otros mercaderes, naciere pleito alguno en el lugar donde el
dicho comercio y trato se terná y fará, que si por la
preeminencia de su oficio de Almirante le pertenece
cognoscer de tal pleito, plega a Vuestras Altezas que
él o su teniente, y no otro juez, conozca el pleito
y así lo provean desde agora. Place a sus Altezas si
pertenece a dicho oficio de Almirante, según que lo
tenían al dicho Almirante D. Alfonso Enríquez, y
los otros sus antecesores en sus districtos y siendo
justo. Juan de Coloma.
Ítem, que en todos los navíos que se amarren
para el dicho tracto y negociación, cada y cuando
y cuantas veces se amarren, que pueda el dicho
D. Cristóbal, si quisiere, contribuir y gastar la
ochava parte de todo lo que se gastare en el armazón, e que también haya e lieve el provecho de la
ochava parte de lo que resultare de la tal armada.
Place a Sus Altezas. Juan de Coloma.
Son otorgados e despachados, con las respuestas
de Vuestras Altezas en fin, un capítulo, en la villa
de Santa Fe de la Vega de Granada, 17 de abril del
año del nacimiento de Nuestro Salvador Jesucristo
de 1492 años. Yo el Rey.–Yo la Reina. Por mandato
del Rey e de la Reina, Juan de Coloma. Registrada”.
Por lo que se ve en estas concesiones, se le adjudica a don Cristóbal Colón títulos y privilegios
sucesorales a perpetuidad, era natural que al descubrirse las islas que buscaban, ipso facto el quedaba
como Gobernador General de ellas, pero este estado
de Gobierno y de poder estaba subordinado al poder
de la Corona. El hecho y razón de que los Reyes
Católicos no concedieran en un principio mucha
importancia a islas perdidas en el mar Occidental,
por tener que hacerle frente al complejo estado en
que quedaron las nuevas tierras conquistadas a los
moros, la deportación de éstos al África tuvo que haber dejado el estado social, el económico, el control
de las ciudades, el gobierno de éstas, el desalojo de
muchas propiedades etc., en un estado caótico que
los Reyes tenían que hacerles frente con rápidez, dedicándole bastante tiempo, y por ende descuidando
en cierta forma el negocio de las Indias que se encontraba en manos de uno de los incondicionales del Rey
Católico don Fernando, el obispo Juan Rodríguez
de Fonseca, hombre hábil, egoísta e intrigante, con
mucha ambición y no pocos defectos.
El poder absoluto estaba en manos del obispo
Juan Rodríguez de Fonseca quien desde el 1493
manejaba el Directorio del Consejo de Indias; los
títulos los llevaba don Cristóbal Colón, pero este
a pesar de ser Visorrey de las Indias, Gobernador
general, sus actuaciones estaban supeditadas a la del
Obispo, tanto es así que la tercera expedición a las
Indias de mediados de enero del 1498 fue demorada
exprofeso por el director del Consejo de Indias que
era quien disponía a su verdadero antojo en dichos
negocios: en este viaje los oficiales viajeros enviados
por la corte dilataban y demoraban la salida aduciendo infinidad de razones, hasta el extremo de que el
Almirante se desesperara y se enojara que tuvo que
usar violencia contra uno de los oficiales llamado
Jimeno (De las Casas, B., Historia de las Indias, libro
I, capítulo CXXVI). El desacato y la desobediencia
se observaban por todos los lados y a cada momento
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
en España y en la Española, la crítica, los comentarios y murmuraciones a su persona y a sus actos
llovían y llegaban a la Corte en forma acusatoria y en
tanta profusión que la personalidad del Descubridor
cambió momentáneamente en el ánimo de la Reina.
Después de estos preámbulos podría preguntarse
¿cuáles eran los grandes poderes concedidos a don
Cristóbal Colón en las Capitulaciones de Santa Fe? A
pesar del título de Visorrey y Gobernador General, el
no ejerció más autoridad y mandó que el que le confería su autoridad a bordo de Capitán de la Nao, la cual
era reconocida en tierras vírgenes como extensión de
la de a bordo, más de ahí el Almirante no ejerció tantos
poderes ni tanta preeminencia como se pretende ahora endirgarle para justificar su prisión y desconsideración. ¿En qué ocasión el Almirante se hizo reconocer
como Visorrey? ¿Cuándo se hizo prevalecer con tantos
poderes como se alegó que le fueron concedidos para
destituirlo violentamente? Desde 1495, cuando
empezaba la conquista de la primera isla, la Española
empezaron a herirlo en su moral en tal forma que sin
duda él comprendió su poca valía como representante
de sus majestades en las Indias. El padre Bernard Boyl
y Pedro Mosén Margarit, se fueron de la Isabela para
España y fueron oídos por los Reyes Católicos y luego
le enviaron un emisario, con poderes para investigar
la situación en la Isabela, Juan Aguado. Si los Reyes
le concedieron tantos poderes, ¿cuál es la razón de
no haber sancionado a dos disidentes que hurtaron
una carabela para irse a España en desobediencia a
la persona que representaba a los Reyes en la nueva
tierra­? Nótese en un principio que los dos disidentes
y díscolos individuos eran Catalanes, esto es, súbditos
del Serenísimo Rey Católico don Fernando; la historia
registra que la Reina doña Isabel la Católica fue la
que desde el primer momento en que recibió a don
Cristóbal Colón y sus proposiciones de descubrimiento en el 1484, lo admitió y le dio esperanza de ayudarle en la empresa, mientras que el Serenísimo Rey don
Fernando el Católico no compartía la misma idea.
Como este negocio se prolongó tantos años, los celos
del rey tuvieron que haber surgido por la preferencia
de éste por la protección de la Reina, pero eso con
mucho agradecimiento después del descubrimiento
de don Cristóbal Colón a quien dirigía sus solicitudes
y sus atenciones era a ella, no hay que esconder que
la Reina era tan dominante y celosa de su poder que
en ocasiones se imponía desconociendo al Rey. Si
“A Castilla y a León nuevo mundo dió Colón” ella
quiso que el negocio del descubrimiento quedara en
61
poder de los de Castilla y León. Gonzalo Fernández
de Oviedo y Valdés dice:
“En tanto que la Católica Isabel vivió, no admitían ni dejaban pasar a las Indias sino a los propios
súbditos y vasallos de los señoríos del patrimonio
de la Reina, como quiera que aquellos fueron los
que las Indias descubrieron, y no aragoneses, no
catalanes, ni valencianos, o vasallos del patrimonio
del Rey Católico. Salvo por especial merced, a algún
criado y persona conocida de la casa real se le daba
licencia, no siendo castellano porque como estas
Indias son de la corona y conquista de Castilla,
así quería la Serenísima Reina que solamente sus
vasallos pasasen a estas partes y no otros algunos.
Y así se guardó hasta el año 1504 que Dios la
llevó a su gloria”.
Esta información de Oviedo hace ver que en
aquella época el Rey Fernando al no haber tenido
participación en la expedición del descubrimiento
no había creado derecho y por discreción tenía que
dejar que la Reina dispusiera su voluntad; habrá que
reconocer también que todo el peso de las conquistas hechas en España estuvo a cargo de la Corona
de Castilla y de León, la contribución de la Corona
de Aragón fue muy mínima; a tal magnitud, que
Navarros y Aragoneses eran catalogados tan extranjeros en las nuevas tierras como los portugueses,
italianos, franceses u otros de países vecinos. Años
después Carlos V recibió la solicitud de la ciudad
de Barcelona para hacer el comercio directo con las
Indias, le fue negado el permiso, como una obediencia a las disposiciones de su Augusta Abuela, a
Cádiz y Sevilla era que estaba reservado el derecho
para salir y regresar, a las Indias.
Estas disposiciones de la Reina en favor y beneficio de su Reino, no concediendo ninguna oportunidad a las regiones del Rey don Fernando, era natural
que se originaría sentimientos muy íntimos, el Rey
Fernando no tuvo otra alternativa que esperar llegar
a ser el viudo para poder enderezar la diferencia
regionalista de su distinguida esposa y poder expresarse cínicamente “haber sido yo la principal causa
que aquellas islas se hayan descubierto y pueblen”.
La devoción de don Cristóbal Colón por
la Reina doña Isabel la Católica no despertaba
admiración en los partidarios y cortesanos del
Rey Fernando el Católico, sino que era objeto de
críticas y habladurías calumniosas; los súbditos del
Reino Aragón no se cejaban en tratar de destruir
el elemento principal de los descubrimientos y
62
Ramón Julio Didiez Burgos
negocio de las Indias; las leyes dictadas por doña
Isabel afectaban directamente a navarros a aragoneses y su representante tenía demasiada influencia en
la decisión de la Reina, había que eliminarlo de en
medio para quedarse con la mayor parte del pastel.
La Reina a pesar de haberse hecho sentir con todo
el volumen de su autoridad en el asunto de Indias,
perdió la táctica en dichos problemas y se le dejó participar a don Fernando con uno de sus incondicionales,
quien quedó al frente de los asuntos de Indias, con
manos amplias y poderes. Omnímodos en disponer
de dichos negocios, de manera tal que don Cristóbal
Colón no podía disponer en los viajes a Indias sin
consultar u obtener la aprobación de dicho obispo, a
pesar de todos los títulos de que estaba investido.
La destitución de Colón, parece fue la consigna
desde el segundo viaje de él, entre los partidarios
de don Fernando; la semilla de la discordia y la
desobediencia fue sembrada por sus súbditos
Mosén Pedro Margarite y el padre Boil, a partir
de este primer incidente se sucedieron una serie de
hechos en la Española que terminó con la prisión y
desconsideración moral de lo que representaba en
el Nuevo Mundo; después de este acto, que era el
que se perseguía con ansiedad, su persona quedó
despojada por completo de todo derecho y toda
influencia en los asuntos y negocios de Indias; sólo
le quedaban unos títulos como reconocimiento
honorífico de su gran labor, del poder no le fue despojado nada porque él no los tuvo en los siete años
que estuvo laborando por la grandeza de España.
Yo no veo que don Cristóbal Colón haya tenido
tanto poder en las Indias para que por él se le persiga
hasta llevarlo a postración moral ínfima; en ningún
momento de sus tres viajes se vio que las disposiciones
de sus ejecutorias tuvieran una acogida en la Corte,
sin restricciones, más bien, siempre era objetadas y
muchas rechazadas sin preámbulos y sin razones si
bien se ve, que las intrigas contra él, tuvieron más
influencia en el ánimo de los Reyes hasta llegar a
enviarle en el 1495 un inspector con tal carácter
que hasta quiso suplantarlo en sus funciones como
gobernador. Este enviado Regio de sus majestades
don Juan Aguado, hizo ver a la incipiente colonia
en la Española que la representación de la corte en
estos lugares no era de tanta alcurnia, ni tanta personalidad en ella, puesto que simples chismes e intrigas
producían pesquisas que demostraban el falso poder,
la poca potestad y la ausencia de fe pública que adornaban al Gobernador General, Almirante del mar
océano y otros títulos rimbombantes que le concedieron los Reyes a don Cristóbal Colón para llenar
un formato de concesiones que solo se tendrían en
cuenta por puro formulismo.
Para el 1494 cuando Mosén Pedro Margarite, el
padre Bernardo Boyl, Fermín Cado, el comendador
Gallego, el comendador Arroyo, Rodrigo Alvarca,
Micer Girao, Pedro Navarro, Gabriel de León y Juan
Vega, se fueron para España desencantados por no
haber hallado tanto oro como lo consignaba Juan de
Mandeville y Marco Polo en sus obras de cuentos,
y lo propagaron en España don Cristóbal Colón y
todos los tripulantes de las carabelas que llegaron en
marzo del 1493, dieron a desacreditar al Almirante
y a quejarse de su proceder desarrollando infinidad
de argucias, no sólo en el pueblo sino ante los Reyes.
¿No vendrían esos catalanes ya predispuestos
para empezar a sembrar las primeras discordias en lo
que se creyó desde un primer momento que serían
grandes yacimientos auríferos y cuyo negocio sólo
pertenecía a Castilla y León, y dislocando desde un
principio los primeros establecimientos, se podría sacar media tajada del melón para Aragón y Navarra?.
No hay que dudarlo, la Española era una isla no
bojeada por completo en esa fecha; sus dimensiones,
no se conocían, Colón pretendió que fácilmente se
podría dominar; de Cuba o Juana sólo se conocía
una parte, y hasta 1508 no se supo que era isla.
El concepto en esa época fue que era una proyección del continente Euroasiático, cuyo monarca el
Gran Khan, mandaba según lo exponía Marco Polo
en su libro, y tanto respeto tuvo el Almirante en esto
que el día 2 de noviembre envió una embajada de
dos hombres compuesta por Rodrigo de Jerez y Luis
Torres como un indio que traía de Guanahaní para
que le sirviera de guía intérprete en busca de dicho
Rey para darle las credenciales que había traído de los
Reyes de España (véase el día 2 de noviembre en el
Diario); hasta muy avanzado el siglo xvi no se cayó en
cuenta que las tierras halladas no eran el continente del
Gran Khan, pero para fines del siglo xv, la Hispaniola
no era del Gran Khan, Cuba sí; de aquí se ve que las
dimensiones de la española que era la que pertenecía a
la corona, y que ya con los chismesitos de Margarite,
Boyl y otros no revistirían tanto interés, porque la isla
no era de oro o de plata y donde no hay estos elementos, no podía revelar tanto interés, y este islote perdido
en el mar occidental no podía revelar motivo de tanto
poder ni jerarquía, para que se concibiera que había que
destronar a un potentado de mucha magnificiencia y
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
mucha influencia, en cuya caída se derivarían ventajas
para todos los que estuviera alrededor.
Juan Aguado estuvo cinco meses en la Isabela y
durante ese tiempo se registraron muchas diferencias
entre el Almirante y él. Aguado lo trataba con despotismo y con amenazas; trató de que la población
no le obedeciera sino a él, estorbaba sus trabajos y
contraordenaba cualquier orden del Almirante,
“Juan Aguado se entremetía en cosas con fiucia y
color de su creencia, que el Almirante sentía por
grandes agravios, decía y hacía cosas en desacato
del Almirante y de su autoridad, oficio y privilegios.
El Almirante, con su modestia y paciencia, lo sufría
y respondía (y trataba al Juan Aguado siempre muy
bien, como si fuera un conde), según vide de todo
esto, hecha con muchos testigos, probanzas”.
Juan aguado a pesar de llevar la misión de los
Reyes Católicos de pesquisidor y haberse portado
muy petulante en sus derechos en la Isabela, no se
sintió con el suficiente poder de concebir desplazar
violentamente a Colón ni tratar de maltratarlo, ni
hacerlo preso y enviarlo para España en cadenas;
esta ausencia de adversión y pasión capaz de las
peores bajezas no existían en su ánimo, reconocía
los derechos del Almirante, y sus méritos, y por
todo, lo que podría hacer, era acumular cargos
contra él y llevarlos a la corte para que los Reyes
actuaran de acuerdo a los cargos.
En esta misión de Juan Aguado, a pesar de
aparecer que fue el resultado de los chismes de
Margarite, Boyl y otros, bien se ve lo sórdido de
su origen, ya que en principio de la colonización
no podía haber engendrado en tampoco tiempo,
motivos y causas que ocasionaran estas movilizaciones de tan lejanas tierras para averiguar simples
chismes o desavenencias. Costaba mucho y necesitaban tiempo para aparejarse las embarcaciones
necesarias; se puede decir que ya el escenario de lo
que iba a suceder había empezado a montarse.
El concepto que existía del mundo en los tiempos
de los Reyes Católicos, era el concepto de Toscanelli,
el de Martin Behaim, Enrico Martellus, Ptolomeo y
otros. Asia y Europa quedaban cerca por el Oeste u
Occidente; ya Marco Polo en su libro había dado a
conocer quién mandaba en Asia, y de ahí las cartas de
los Reyes al Gran Kan presentando a don Cristóbal
Colón como un embajador. De aquí podría preguntarse, ¿Cuándo un embajador de la corte española
en otros lugares tuvo tanto poder para mandarlo a
buscar en cadenas? ¿Cuándo el Embajador Español
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en Francia, Inglaterra, Portugal u otro país fue llevado
a España con grillos para quitarle el poder dado por
la Corte Española? El motivo que sea querido tomar
de un falso poder concedido don Cristóbal Colón
para querer justificar las acciones de Bobadilla y las
del obispo Rodríguez de Fonseca contra aquél, no
tiene ni consistencia ni fundamento, tratar de deslizar
estas razones como motivo de un hecho bochornoso y
penoso, es como querer pintar de rojo el fondo del mar.
Las razones de no haber analizado a fondo
los hechos que se sucedieron entre los años 1492
y 1500 en las nuevas tierras descubiertas durante
su colonización, es que no nos ha permitido ver
la verdadera imagen del Gobernador General
como Gobernante; esta falsa figura con poderes
sujetos a cambios, investigaciones, amonestaciones
y encarcelamiento por los chismes de cualquier
delincuente de baja estofa o los corrompidos que
trataban de hacer riqueza al margen de los derechos
de la Corte; esta figura sin contorno definidos es a
la que le atribuimos poderes excepcionales concedidos en las Capitulaciones de Santa Fe para que
en 1500 por intriga deliberada de su Serenísimo
Rey don Fernando el Católico, por los motivos ya
conocidos, justificar la degradación moral a que fue
sometido y el ultraje de las turbas de delincuentes
que él tenía sujetos por díscolos y desobedientes.
Para el investigador sensato don Cristóbal Colón
no estuvo investido de poderes tan omnímodos para
que con esto se creara a su alrededor una imagen
que diera motivo para un derrumbe violento de su
posición jerárquica de la Corte Española; ese motivo
es el creado en los tiempos modernos para justificar
la acción de Francisco Bobadilla, ya que los investigadores no han querido hurgar hasta encontrar las
verdaderas razones de una acción poco loable y sí
muy vituperable ya que si se deseaba destituirlo no
había razón de usar acciones violentas contra él y sus
hermanos, sino que la Corte con su Alta Autoridad
hubiera procedido de una manera más de acuerdo a
que la persona contra de la que se iba a actuar, poseía
títulos y distinciones concedidos por motivos del
gran servicio prestado a la nación. Tratar de indicar
las múltiples formas que pudieron haberse empleado
para destituir a don Cristóbal Colón es pecar de
excesivo al tratar el tema.
En el primer viaje, en el segundo y ese era el
tercero tuvo el mando de la armada. Este mando,
lo natural y corriente que se le concedía a todo capitán que salía con fines de descubrimientos o de
conquista, con barcos y carabelas, su autoridad se
64
Ramón Julio Didiez Burgos
extendía a las tierras en las acciones o en las fundaciones de ciudades o factorías, si se ausentaba del lugar,
delegaba el mando en otros mientras estaba ausente,
más de ahí no le fue concedido nada, sino títulos y
privilegios.
Los condes de la isla Gomera gozaron de más
poder que él; eran dueños y señores con omnipotencia sin límites; no se puede esconder en estas
islas tuvo que haberse registrado hechos delictuosos
que los gobernadores o nobles que detentaban el
mando no lo castigaran con mano dura ¿Registra la
historia en las Islas Canarias el envío de un pesquisidor y pusieron en cadenas y conducción a España
de algún conde, duque ó gobernador de alguna de
sus islas? No, no lo registra ni en las Canarias ni en
Nápoles, ni en ninguna de las provincias de España,
o Alemania. Ese caso fue único en la historia, porque la historia sólo registra la existencia de un solo
Fernando de Aragón el Rey Católico.
Muchas hubiesen podido ser las soluciones
al estado de inquietud en que vivía la isla para el
1500, pero lo que se prefirió fue la del ultraje y
la desconsideración a un Virrey-Capitán General y
Almirante del Mar Océano de España; esa solución
era la que se buscaba para un hombre fiel a su Reina
y a Castilla. Aragón no disfrutaría de la aventura
ni de la fortuna el sufrimiento debió haber calado
hondo en el hombre que si no hubo nada, nada
ganó, pero ahora el remordimiento de su indiferencia lo ahogaba.
El Rey Fernando V de Aragón, el Católico, llevó
en su conciencia su propio repudio de haber convertido, por simples chismes y disgustos de delincuentes,
en un vulgar presidiario, reducido a la más abyectas
condiciones morales, por el ultraje inferido por aquellos que aprovecharon, el verdadero ambiente moral
en que este rey vivió, al hombre que por sus méritos él
llevó a la condición de Virrey y Gobernador General
de todas las islas y tierra firme que descubriera y ganare
en el océano, ahora lo reducía a un simple presidiario,
así cruzó el océano Occidental que desafío para darle
grandeza y excelsitud a la nación que sin duda alguna
era su patria de origen.
España tenía centenares de hombres de honor y
nobleza, caballeros de alcurnia que ostentaban títulos
de gran significación, que hubieran conducido y
encomendado cualquier pesquisa, sin llegar al extremo ignominioso de burlarse del regio edicto que
confirmara el Gran Almirante con todos los títulos
prometidos, al ser desconocidos en un momento de
pasión y venganza. Si bien que el ultraje al virrey y
gobernador, capitán general y Almirante de Castilla
don Cristóbal Colón fue un hecho, también lo fue a
los Reyes Católicos ya que el valor de los títulos, no tenía significación ni valor para Francisco de Bobadilla y
por ampararse de un exceso en su misión, con el cual
se hizo valer falsamente, como después se comprobó,
para reducir la obediencia al insigne Almirante.
Francisco de Bobadilla al llegar a la isla y apoderarse del mando de Gobernador de la colonia, liberó los
presos “culpables de robo y otros males”, se asoció con
los que “andaban robando y haciendo otros males”,
liberó del pago de los diezmos obligatorios que había
que hacerle a la Corona Española por los próximos
20 años; por un año y meses duró este estado de orgía
y de indiferencia a los deberes más sagrados de los
habitantes de la Hispaniola para con Castilla y León.
El que no quiera ver una actitud hostil y rebelde de
Bobadilla contra la Reina es porque quiere hacerse el
ciego y en esta postura, un caballero no se sentiría muy
seguro de llevarla a cabo si no estuviera bien aconsejado y respaldado en ese sentido; un desafío a las regias
instrucciones de la corte y una disposición en contra
de los derechos de renta de ésta, ningún funcionario
se arriesgaría a correr esa aventura si no estuviera en
seguridad de unas instrucciones muy precisas. Esta actitud de Bobadilla revela la abrogación de un derecho
y un poder más superior que el que tenía el Almirante.
Puesto que éste lo consideró así, no creo que hubiera
sido capaz de quitarle a la Corona el derecho de su renta; Bobadilla lo hizo y la Corona Española no recibió
ni un centavo colectado en la isla durante el mandato
de éste. Entonces ¿quién era que quería alzarse con el
mando de la isla? ¿Quién cometió faltas más graves
contra la Corona Española en esos años? Cuando don
Nicolás de Ovando lo relevó como gobernador de la
isla, ¿acaso no encontró la incipiente Colonia en un
estado desastroso y desorganizada? Si Bobadilla había
falseado los edictos en blanco de la Corona Española,
abusando de la confianza de los Reyes y había perjudicado las rentas de la corona, y había protegido a
los ladrones, criminales, y delincuentes, y había dado
la libertad al vicio y a los malos hábitos de los que
los reyes había mandado a perseguir, entonces ¿por
qué Ovando no los encadenó y los envió presos para
España, puesto que sus faltas eran mucho más graves y
más escandalosas que las del Almirante don Cristóbal
Colón? No lo hizo porque su compinche el obispo
de Badajoz ya tuvo la precaución de instruir al nuevo
Gobernador de un relevo sencillo y que volviera para
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
España en las mismas naves que fue Ovando, sin detenerse en la isla, a pesar de las órdenes drásticas que
llevaba el nuevo Gobernador contra Bobadilla.
La indiferencia y el desinterés de Bobadilla de
que la corona tuviera o no renta, era manifiesto en él,
cuando en el ejercicio de sus funciones conminaba a
sus protegidos diciéndoles “Aprovechaos, que no sabéis
cuánto este tiempo os durará”; esa forma de proceder de
un representante de la Corona en la Isla, deja muchas
dudas de su lealtad y su sinceridad, algo oscuro existía en
su vida cuando con tanto desenfado procedía en contra
de las disposiciones de los Reyes; disponer a espalda de
los soberanos de sus derechos y en favor de una turba de
fascinerosos, era demostrar qué clase de protección se le
estaba brindando por lo bajo y en ignorancia de doña
Isabel la Católica. Se puede conjeturar que el caballero
de Calatrava no sentía una gran simpatía por la Reina
por motivos de haber casado su hija Beatriz para enviarla
a islotes lejanos que directamente no representaban algo
importante en la corte por su lejanía, y por la amplia
protección que le diera a don Cristóbal Colón, razón
de muchas comidillas en los grandes salones del reino a
costa del nombre de su hermana y de su hija; era de suponer que el odio y la animosidad que éste tenía contra el
Almirante era ilimitado y la ansiedad de una oportunidad
que le permitiera desahogar toda su pasión lo mantenía
cerca de los enemigos más enconados del Almirante,
el Rey don Fernando, el obispo de Badajoz y otros.
La oportunidad que deseaba Francisco de
Bobadilla se presentó al solicitar el Almirante un
juez pesquisidor desde la isla Española la corte le
nombró y le entregó pliegos en blanco; éste los llenó concediéndose poderes superiores a los de don
Cristóbal Colón, inclusive el de Gobernador de la
Hispaniola, lo cual sugería la destitución de aquel.
Todo el drama que se desarrolló en Santo
Domingo en el 1500 era conocido por su Señoría el
obispo de Marras, y este esperaba regocijado la noticia feliz de la prisión y destitución del Almirante de
manera que a él no le cayó de sorpresa las primeras
noticias de la llegada de don Cristóbal a bordo de
una carabela con grillos.
El Almirante no creyó que Bobadilla era capaz
de presentarse en la isla con cargos que no le habían
sido concedidos, sino que los reyes lo habían designado como tal y le habían ordenado prenderlo, en
grillarlo y remitirlo a España como un preso peligroso y sin confianza, de ahí sus célebres frases al
capitán Alonso Vallejo y al maestre Andrés Martín
cuando éstos quisieron quitarle los hierros durante
el viaje en la carabela Gorda.
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Las dos órdenes reales de fecha 16 y 26 de septiembre de 1501 que se entregaron a don Nicolás
de Ovando para los fines de procedimientos en
cuanto a los bienes de don Cristóbal Colón y a los
derechos de la corona en la renta, evidencian que
el Almirante era inocente de los cargos hechos por
Bobadilla y que este no recibió órdenes de la corte
para que exonerará del pago de renta a los moradores de la Nueva Isabela o Santo Domingo; los Reyes
Católicos tuvieron todas las pruebas de los excesos
que cometió el insigne comendador de Calatrava
y ordenaron su relevo y no su encadenamiento y
envió a España bajo custodia. Si se desea ver claro, Bobadilla por sí solo, no creo que fuera capaz
de autorizarse a dar un paso tan arriesgado como
venturoso de perjudicar tan radicalmente al tesoro
de Castilla y León, sabiendo lo costoso que eran las
expediciones que iban de España a la Española, algo
nefasto se escondió detrás de esa orden de exonerar
a los habitantes de esta ciudad al pago del derecho
de renta a la corona, y el lerdo de Bobadilla no supo
vislumbrar su alcance y perjuicio que se lanzó a darla y llevarla a cabo; por ser una disposición insólita,
en ella cabe toda clase de conjetura o hipótesis tales
como: dar aliento a los rebeldes y empeorar el estado de la colonia, para derivar ventajas en beneficios
de la corona de Aragón; el desplazamiento de los
derechos del Almirante en beneficio del Obispo
infernal, y por ende, a su digno protector.
Órdenes reales:
“El Rey e La Reina. Comendador de Lares,
nuestro gobernador de las Indias. Nos habemos
mandado e declarado la orden que se ha de tener
en lo que se ha de hacer con don Cristóbal Colón,
nuestro Almirante del Mar Océano, e sus hermanos,
cerca de las cosas que el comendador Bobadilla les
tomó, e sobre la forma que se ha de tener en el acudir
al dicho Almirante con la parte del diezmo e ochavo
que ha de haber de los bienes muebles de las islas
e tierra-firme del mar Océano, e de las mercaderías
que non de acá enviaremos según veréis por la dicha
nuestra declaración e mandamiento, firmados de
nuestros nombres, que sobre ello les mandamos dar:
por ende. Nos vos mandamos que veáis la dicha
declaración, o conforme a ella les fagais entregar los
dichos sus bienes, e acudid al dicho Almirante con
lo que le pertenece, de lo susodicho, por manera que
el dicho Almirante e sus hermanos o quien su poder
hobiere sean de todo ello entregados; e si el oro e
otras cosas que así el dicho comendador Bobadilla les
66
Ramón Julio Didiez Burgos
tomó lo hobiere gastado o vendido vos mandaremos
que se les fagais luego pagar, lo que fuere gastado en
nuestro servicio e se les pague de nuestra facienda, e
lo quel dicho comendador Bobadilla hobiere gastado en sus cosas propias se les pague de los bienes e
facienda del dicho comendador, e non fagades ende
al. Fecha en Granada a veinte y ocho días del mes
de Septiembre de mil quinientos y un año. –YO EL
REY. –YO LA REINA. –Por mandato del Rey e de
la Reina, Gaspar de Gricio.
–Don Fernando e doña Isabel por la gracia de
Dios, Rey e Reina de Castilla &c. A vos frey Nicolás
de Ovando, Comendador de Lares, de la Orden de
Alcántara, nuestro Gobernador de las islas e tierra–firme del mar Océano, salud e gracia. Sepades que nos
somos informados que el comendador fray Francisco
de Bobadilla, sin tener para ellos nuestro poder ni mandato ha dado franqueza a los vecinos e moradores de la
isla Española, para que todo el oro que cogieron non
sean obligados a nos acudir con parte alguna por sierto
tiempo; e porque lo susodicho es en mucho daño e perjuicio de nuestras rentas, es nuestra merced e voluntad
que la dicha franquicia non haya lugar ni sea guardada,
e mandamos a vos el dicho frey Nicolás de Ovando e a
nuestro Gobernador que por tiempo fuera de las dichas
islas e tierra–firme que hagáis cobrar para Nos de los
dichos vecinos e moradores de la dicha isla española
todo el oro que nos pertenece e habemos de haber de
las dichas personas de todo lo que hobieren cojido e sacado, fasta que vos el dicho Gobernador llegáredes a la
dicha isla, conforme al asiento que con ellos tenía fecho
don Cristóbal Colón, nuestro Almirante del dicho mar
Océano, para que con ello sea acudido a la persona o
personas que en nuestro nombre lo hobieren de haber, e
después que vos el dicho nuestro Gobernador llegaredes
a la dicho isla Española, donde en adelante fagais cobrar
para Nos la mitad de todo el oro que en las dichas islas e
tierra-firme se cogiere e sacara, conforme al asiento que
por nuestro mandanto se tomó con lo que agora van
nuevamente poblar dichas islas. E mandemos a todos
los vecinos e moradores de las dichas islas e tierra firme
que agora son, e serán de aquí adelante, que conforme
a lo susodicho nos den e paguen la parte del dicho oro
que hasta aquí nos pertenece e nos pertenesciere de aquí
adelante, sin que ello pongan ni consientan poner impedimento alguno; e si asi no lo quisiere hacer ni cumplir,
o en ello excusa o dilación pusieren para no lo pagar
mandamos a vos el dicho nuestro Gobernador, e a las
otras Justicias que son o fueren de las dichas islas e tierra
firme que procedáis e procedan contra sus personas
e bienes cuanto con fuero e con derecho deban hasta
que nos seamos pagados de todo ello realmente e con
efecto, para lo cual todo que dicho es vos damos poder
cumplido con todas sus incidencias e dependencias,
anexidades e conexidades. E los uno ni los otros no hagades ni hagan ende al por alguna manera, so pena de la
nuestra merced e de diez mil maravedís para la nuestra
Cámara á cada uno que lo contrario fisiere. E de mas
mandamos al home que lea esta nuestra carta mostrare,
que las emplaze que parezcan ante Nos en la nuestra
corte doquier que nos seamos del día que les emplazase
hasta quince días primeros siguientes sola dicha pena,
so la cual mandamos a cualquier Escribano público que
para su signo, porque nos sepamos en cómo se cumple
nuestro mandato. Dada en la ciudad de Granada. A diez
y seis días del mes de septiembre año del nacimiento de
nuestro señor Jesucristo de mil e quinientos e un año.
–YO EL REY. –YO LA REINA. –YO Gaspar de Gricio,
secretario del Rey e de la Reina nuestros Señores, la fize
escribir por su mandato. –M. Doctor Archidiaconus
de Talavera Licenciatus Zapata. –Registrada. –Alonso
Peres. –Francisco Diaz. –Sin Derechos. –Esta Sellado.
Si las culpas de Francisco Bobadilla son suficientes claras para ser sancionadas por los reyes.
¿Por qué no le aplicaron la misma sanción que le
aplicó él a don Cristóbal Colón, ya que éste era el
gobernador general Almirante del Mar Océano y
Visorrey de la corte de Castilla de León? Estos procedimientos son completamente extraños y raros; si
Bobadilla era español, de don Cristóbal Colón no
se puede decir, aún en el siglo xx, cuál es su nacionalidad, y el mayor porcentaje de probabilidades es
de que sea catalán (español).
La reina se disgustó con su Almirante, porque
éste, para zanjar un problema grave en la incipiente colonia, concedió que los secuaces de Roldán
se llevasen para España un indio como esclavo,
de esta manera terminaría el estado de rebelión
que mantenía más de 102 rufianes, en toda la isla;
300 indios llevaron como esclavos los secuaces de
Roldán, y la reina lo supo de inmediato, y exclamó ¿qué poder tiene mío el Almirante para dar a
nadie mis vasallos?, y “mandó luego a pregonar en
Granada y en Sevilla, donde ya estaba la corte, que
todos los que hubiesen llevados indios a Castilla
que los hobiese dado al Almirante, los volviesen
acá, so pena de muerte, en los primeros navíos, o
los enviasen”;
En cambio, entre abril y mayo del 1500, antes
de arribar la expedición con los 300 indios que
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
llevaban los secuaces de Roldán, había arribado
a Castilla don Alonso de Ojeda, Juan de la Cosa,
Américo Vespucio y otros con 222 indios, hechos
prisioneros en la isla Martinica y de Guadalupe
como esclavos, y fueron vendidos en la misma
ciudad, nada de esto supo la Reina, ni su ilustre y
distinguido esposo, el Rey, le hizo saber la novedad
a la Reina porque de por medio estaba el religioso él
Obispo que ampararon y protegieron dicha expedición; el Rey se encargó de hacerle buena sujeción
a la nobleza para evitar que la Reina supiera el
acontecimiento y tuviera su reproche para con los
expedicionarios y con él y con el cura. si estas fases
de la historia no se desea contemplar con el debido
criterio de la tendencia directa que tenía el Rey y su
ilustre Obispo y maestre de la maldad, es que no se
desea ver la verdad dentro de los sucesos negativos
para una nación en esa época.
La historia escrita de los primeros años de la
colonia se perdieron en el 1502, cuando Bobadilla
naufragó conjuntamente con Francisco Roldán y
otros secuaces protagonistas de los alzamientos en
la isla. Cuando Bobadilla llegó a la isla y a la ciudad,
una de las primeras acciones bajas que cometió fue
aposentarse en la residencia del Almirante y posesionarse de todas sus propiedades, dice él acerca de
esto, en parte, en una carta hecha y dirigida a doña
Juana de Torres:
“El Comendador en llegando a Santo Domingo
se aposentó en mi casa; así como la falló así dio
todo por suyo; vaya en buena hora, quizá lo habían
menester: corsario nunca tal usó con Mercader. De
mis escripturas tengo yo mayor queja que así me
las haya, tomado que jamás se le pudo sacar una
y aquellas que más me habían de aprovechar en
mi disculpa esas tenía más ocultas, Ved que justo
y honesto pesquisidor. Cosa de cuantas él haya
hecho me dicen que haya seido con términos de
justicia salvo absolutamente. Dios Nuestro Señor,
está con sus fuerzas y saber, como solía, y castiga
en todo cabo, en especial la ingratitud de injurias”.
Bobadilla nunca quiso entregarle sus propiedades y
su documentación a don Cristóbal Colón.
En fecha 27 de septiembre del 1501 en orden
Real los Reyes ordenaron a fray Nicolás de Ovando
que todos los bienes y documentación de don
Cristóbal Colón le sean retornados y enviados a
España, y en ocasión de serle enviados estos bienes
y sus documentos en la misma flota de 30 navíos
que iban para España, llevando a Francisco de
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“y los de la flota perecieron por no creelle. Alli hobo fin el
Comendador Bobadilla que envió en grillos presos al Almirante y
a sus hermanos allí se ahogó Francisco Roldán y otros que fueron
sus secuases”.
Bobadilla, a Francisco Roldán con otros de sus
secuaces, según, Bartolomé de las Casas, Francisco
Roldán iba preso para España, más pero el idiota de
Bobadilla no, este iba libre.
Llegó el Almirante en su cuarto y último viaje al
ante puerto de Santo Domingo con cuatro navíos
el día 29 de junio del 1502 y envió a un capitán llamado don Pedro Terrero con el encargo de avisarle
el deseo de entrar a puerto en busca de protección
de una tormenta que se avecinaba y también el
interés de cambiar uno de los navíos que venía no
muy bien. Fray Nicolás de Ovando, Comendador
de Lares, no le permitió la entrada al puerto; tuvo
que irse y refugiarse en la bahía Ocoa o Puerto
Escondido. Como el capitán Terrero le dijo que la
flota de 30 naos saldría para España en esos días, el
Almirante le envió a decir al Comendador de Lares
que no dejara salir la flota durante ocho días, puesto que en este tiempo habría una gran tormenta,
Ovando y los capitanes y los pilotos de los buques,
no sólo no lo creyeron, si no que se burlaron de él,
interpretando este pronóstico del Almirante como
un subterfugio para ser causa para su entrada al
puerto, la flota salió y a las “treinta o cuarenta horas”
se desató la tormenta y 20 naos desaparecieron en
el mar, así murió Francisco de Bobadilla, Roldán y
sus secuaces, el cacique Guarionex, y muchos más.
Aunque el padre Bartolomé de las Casas no lo
dice, ni Fernando Oviedo tampoco, que el capitán
Terrero, ineludiblemente, le informó al Almirante
que Bobadilla, Roldán y muchos otros más saldrían
en este viaje de la flota que Ovando mandaba a
68
Ramón Julio Didiez Burgos
España, en esta ocasión se pudo ver que si don
Cristóbal Colón tuvo sus pecados, éstos no eran
tan abominables para que no dejara de demostrar
sus grandes virtudes; tuvo la nobleza de advertirle
el peligro de sus vidas si salían a navegar tantas
personas y tantos barcos incluyendo las personas
que lo desconsideraron y lo rebajaron a la más
abyectas de las condiciones humanas; las lágrimas
de desengaño e indignación que derramó a bordo
de la carabela Gorda y las que virtió ante los Reyes,
quién sabe si las admitió como un designio de Dios
y que le hiciera comprender cuál fue la causa de
toda la intriga y absolviera y perdonara a Bobadilla,
tratando de salvarle la vida. Si la historia registra
este desastre marítimo, puede decirse que fue por la
aversión y la animosidad que se tenía al Almirante;
no le reconocían capacidad ni cultura como marino
que era, y ahí estuvo la desdicha de todos; se rieron
de su pronóstico, se burlaron de sus predicciones y
a las 30 horas de haber salido a viaje, a la altura de
la isla Mona (Amona, así le llamaban los indios) y
cabo Engaño empezó a combatir duramente y en
forma rápida un huracán que pasaba por el sur de la
isla, con toda posibilidad, por las destrucciones que
hizo, a unas 70 millas de la ciudad, se conoce que
20 naos se fueron a pique y sus pasajeros y tripulantes desaparecieron ahogados, no hay que dudar
que los últimos pensamientos de los infortunados
fueron para el Almirante. Él les advirtió el peligro y
ellos se rieron de él.
Don Cristóbal Colón era persona que todos
sus hechos y acontecimientos los registraba con
meticulosidad sorprendente, la historia de los
primeros años de la Colonia tendría que estar en
los documentos que Bobadilla le confiscó; no hay
duda que éste los llevaba para España para querer
justificar su actitud frente al Almirante y al ocurrir
el desastre ellos se perdieron dejando en la historia
de la Española una gran oscuridad de estos años.
Al registrar el Almirante en su Diario, estos días
de la visión que los habitantes de la isla de Hierro
contemplaban todos los años siempre en una misma dirección al Oeste, unas islas, otro decían que
las veían desde la Gomera y juzgaban por ellos,
aprovechó al Almirante esta conversación llevada
entre sí y por los habitantes de la isla Gomera para
dar a conocer que las islas Azores en ocasión de
viajes de él a estas islas se decía lo mismo, así como
que un marino de la isla Madera que fue a la corte
de Portugal en 1484 a proponerle al Rey que le
diera una carabela para ir a descubrir una isla que se
veía al Poniente, el futuro confirmó que todas estas
personas sufrían de visiones fantasmagóricas, pues
las tales islas no existían a la distancia que pudieran
verse desde ninguna de estas islas mencionadas, puede muy bien explicarse que estas visiones ocurrían
en períodos de calmas, de gran visibilidad de nubes
altas y estacionarias, las cuales pueden ser vistas a
grandes distancias y tener todo el parecer de tierra.
Estos fenómenos son comunes para los navegantes
aún en la actualidad, pero como ahora se posee
cartas precisas que abarcan grandes extensiones de
los océanos, los marinos contemplan la formación
atmosférica como un fenómeno corriente.
Capítulo III
Desde el día 5 de septiembre
hasta el día 9 de septiembre
El día 5 de septiembre terminó de adquirir el
comestible, el agua y la leña necesaria para emprender el viaje más portentoso de los tiempos.
Jueves 6 de septiembre. “Partió aquel día por la
mañana del puerto de la Gomera, y tomó la vuelta
para ir su viaje, y supo el Almirante de una carabela
que venía de la isla del Hierro, que andaban por allí
tres carabelas de Portugal para lo tomar debían de
ser de envidia que el Rey por haberse ido a Castilla;
y anduvo todo aquel día y noche en calma, y a la
mañana se halló entre la Gomera y Tenerife”.
Al salir del puerto de San Sebastián en la Gomera,
se dirigió el sur, el viento era suave de manera que las
naves no avanzaban gran cosa, mientras navegaban con
lentitud, una carabela española se puso en contacto con
ellos en el trayecto y le informó al Almirante de la ronda
de tres calaveras portuguesas fuertemente armadas que
trataban de interceptarlos para hacerlos presos, pero
como la idea era de ir hacia Poniente u oeste, y los
portugueses esperaban que el Almirante navegara hacia
el sur donde tenían todo el derecho de descubrimiento
por dictado del papa Nicolás V en 1454 en la bula
Romanus pontifix, regni celesti claviger, esta bula le reconocía a los portugueses el señorío de todas las tierras que
descubriesen desde el cabo Bojador “hasta la Guinea y
mar adelante hacia el mediodía”.
En 1456 el papa Calixto III confirmó estos
derechos, pero a través de los años surgieron dificultades y desavenencias entre ambas naciones
en los asuntos del mar, y en septiembre cuatro
del 1479 los Reyes Católicos y don Alfonso IV
de Portugal mediante un tratado efectuado en la
villa de Alcazobas reconocieron que los españoles quedarían dueños de las islas Canarias y de
navegación y descubrimientos en el océano del
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
Norte del cabo Bojador, esto es, al norte del paralelo de
latitud 26° y los portugueses al sur de este cabo “más
allá o de este lado de Canarias en Punta de Guinea”.
El apresamiento de un navío Castellano el 6
de enero del 1480, por el capitán portugués Diego
Cao, sorprendido a la práctica de comercio de oro
que hacía en La Mina, región de Guinea, trajo
desavenencias entre ambas naciones.
El tratado de paz entre ambas naciones del 6 de
marzo del 1480 firmado en Toledo ratificó el acuerdo
de Alcazobas, además de ser reconocido a Portugal
su jurisdicción sobre las islas Azores, isla de Madera,
Puerto Santo y Desierta que están al norte de dicho
paralelo y las islas de cabo Verde que están al sur “e
todas las yslas que agora tienen descubiertas e cualquier otra ysla que se fallaren o conquiriensen de las
yslas Canarias para baxo contra Guinea, porque todo
lo que es fallado e se fallare conquerir o descobrir en
los dichos términos, allende de lo que ya es fallado,
ocupado, descubierto, finca a los dichos rey y príncipes de Portugal e sus reynos, tirando solamente las
yslas de Canarias, a saber Lanzarote, Palma, Fuerte
Ventura, la Gomera, el Fierro, la Graciosa, la Gran
Canaria, Tenerife e todas las otras islas de Canaria,
ganadas o por ganar, las cuales fincan a los reynos
de Castilla”. En virtud de esta ratificación, un mes
después, el 6 de abril de 1480 el rey de Portugal
decretó que todos los españoles que fueron hallados
de “as Canarias para baxo e adjante contra Guinea”
fueran arrojados al mar.
De manera definitiva el mundo quedó dividido
en dos esferas de acciones por un paralelo, la del
norte del paralelo 26° para España y la del Sur para
Portugal, para este caso Portugal se llevó la mejor
tajada y España se conformaría con lo que tenía
por qué para el mundo antiguo en el Norte de ese
paralelo todo estaba descubierto, pero para el sur
no; las esperanzas eran grandes y las regiones vastas,
los portugueses, parecen que eran mejores diplomáticos que los españoles y se hicieron conceder
por el Papa un mundo aún no conocido.
Los navíos portugueses tendieron su cordón
de vigilancia al sur de las Canarias mientras el
Almirante don Cristóbal Colón ponía proa al
Oeste, no pudo considerar que el Rey de Portugal
tuviera envidia de la empresa puesto que ésta no
había tenido resultados positivos, y como ya había
enviado al capitán Fernán Dulmo y reconoció el
trato de éste con Alfonso Estreito, financiero del
viaje, quienes salieron en el mes de marzo del
1487 de la Isla Tercera a descubrir la isla que se
veía a Poniente, después de navegar 40 días no
69
encontraron nada y volvieron a su destino; el Rey
supo el fracaso de la expedición y no pudo conceder
más crédito a la fantasía de la existencia de tierras
al oeste de las islas Azores, Canarias o islas de Cabo
Verde, y de aquí que a la expedición enviada por
los Reyes Católicos para fines de descubrimientos
que llegó a las islas Canarias, él consideraría que
esta expedición seguiría hacia el sur por las costas
de África al internarse en zonas avanzadas a las ya
descubiertas por los portugueses.
Indudablemente don Cristóbal Colón conocía,
por informe del mismo barco que dio a las carabelas
portuguesas, su posición y su dirección, y basado
en estas informaciones cruzó libremente entre la
isla de Hierro y la de Palma, desde la Gomera, sin
ser molestados, los portugueses lo esperaban que
cruzara en paralelo del cabo Bojador para luego actuar contra las tres carabelas de Colón, pero como
él tomó otro camino, no pudieron encontrarse.
Los Reyes Católicos en la provisión del 30 de
abril del 1492, ordenaban a los navegantes que
acompañarían a don Cristóbal Colón que ni “vos
no el dicho Cristóbal Colón, vayan a la Mina,
ni al trato de ella que tiene el Serenísimo Rey de
Portugal, nuestro hermano, porque nuestra voluntad es de guardar e que se guarde lo que el dicho
Rey de Portugal sobre esto tenemos sentados e
capitulado”, bien se ve que son instrucciones específicas de no navegar más abajo del paralelo 26°,
orden que fue obedecida en los límites del mundo
conocido, porque si bien los límites de las zonas
de descubrimientos, fueron estipulados, no así su
amplitud, la cual fue la puerta que dio luego pie a
los derechos de la Corona de Castilla, al reclamo
fundamental del desconocimiento del tratado de
Alcazobas por otro que estuviera más de acuerdo a
los nuevos descubrimientos.
Carta de Paolo del Pozzo Toscanelli
a don Cristóbal Colón
Don Cristóbal Colón, llevaba a bordo de la
Santa María el portulano que le había enviado
Paolo del Pozzo Toscanelli (1347-1482) copia de
la que él le envió al canónigo Fernando Martínez
de Roriz de Lisboa el 25 de junio del 1474 estando
ambos en Portugal; en este portulano y en el Globo
de Martin Behaim del 1492 la legendaria isla de
Antilia se encontraba dibujada en la línea del trópico de Cáncer, de manera que quedaba al oeste de
las islas Canarias.
70
Ramón Julio Didiez Burgos
Paolo del Pozzo Toscanelli cosmógrafo físico
de Florencia, guardaba estrecha amistad con el
canónigo don Fernando Martínez de Roriz cuando
éste vivía en Florencia; era de sus amigos íntimos,
ambos pertenecían al círculo de amigos del sabio
cardenal Nicolo de Cusa. Cuando el canónigo
volvió a Portugal, desde aquí intercambiaba correspondencia con Toscanelli, informándole a este todo
lo relativo a los nuevos descubrimientos hechos por
los Lusitanos quienes estaban en el apogeo de sus
viajes a nuevos países.
Figura de Paolo del Pozzo Toscanelli, el célebre médico y cartógrafo
del siglo xv.
La relación del Almirante con el canónigo se debía al parentesco familiar existente entre éste y doña
Felipa Moñis de Parestrello esposa del Almirante;
era natural que él estuviera bien enterado de todos
los pormenores de los descubrimientos e informes
náuticos, llegados al círculo íntimo del Rey Alfonso V,
en una ocasión el canónimo Martínez de Roriz
recibió la misión de dirigirse al cartógrafo y físico
Toscanelli para obtener informes cartográficos de la
ruta a las Indias por la vía del Poniente así lo hizo,
y el 25 de junio de 1474 recibió contestación de su
carta en la cual decía: “he visto con gran satisfacción
que estás tan buenos términos con vuestro noble y
magnánimo Rey, con mucha frecuencia he tratado
acerca del camino más corto de la india, de donde
vienen las especies; pues la ruta directa por mar es
más breve que la que vosotros buscais por Guinea.
Ahora me dices que el Rey desea recibir de mí un
comentario y una exposición sobre esto y sobre la
manera de seguir dicho camino.
Ahora bien soy de parecer que para esto convendría servirse de un globo; sin embargo, para
ahorrar esfuerzo y hacerme más inteligible, explicaré el derrotero con ayuda de un mapa parecido a
una carta marina. Te adjunto uno que he dibujado
yo mismo, en el cual aparece el Occidente de la
ecúmene desde Irlanda hasta Guinea, con todas las
islas que se encuentran en el camino.
Frente a estas islas al Oeste, está señalado el sitio de
la India, con las islas y lugares a los que podeis dirigidos
detrás del ecuador. Señalo también a que distancia y al
cabo de cuantas millas llegaréis a las tierras productoras
de tantas especies, piedras preciosas y joyas”.
Don Cristóbal Colón tuvo noticias de esta
correspondencia por boca del canónigo Fernando
Martínez, mas no así la carta, que era lo que más le
interesaba, el deseo de poseer una le hizo concebir
escribirle al físico y cartógrafo Toscanelli una carta
en la cual le expresaría su deseo de ir a la India por
vía del Poniente, así lo hizo y a manos del comerciante Lorenzo Giraldo o Girardi, de Florencia,
quien se encontraba en Lisboa, le envió la carta,
se admite que fue el mismo Giraldo quien llevó la
carta de Colón a Florencia.
El cartógrafo Paolo del Pozzo Toscanelli, contestó a don Cristóbal Colón y en la contestación le
transcribió la carta que había escrito al Canónigo
Fernando Martínez de Roriz la cual se expresa de la
siguiente manera:
A Cristóbal Columbo, Paulo, físico, salud: Yo
veo el magnífico y grande tu deseo para haber de
pasar adonde nace la expecieria, y por respuesta de tu
carta te envió el traslado de otra carta que ha días yo
escribí a un amigo y familiar del Serenísimo Rey de
Portugal, antes de la guerra de Castilla, a respuesta
de otra que por comisión de S.A. me escribió sobre
dicho caso, y te envió otra tal cual serás satisfecho de
tus demandas; cuyo traslado es el que sigue:
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
A Fernan Martínez, canónigo de Lisboa, Paulo,
físico, salud. Mucho placer hobe de saber la privanza
y familiaridad que tienes con vuestro generosísimo
y magnificentísimo rey, y bien que otras muchas
veces tenga dicho del muy breve camino que hay de
aquí a las Indias, adonde nace la especieria, por el
camino de la mar más corto que aquel que vosotros
hacéis para Guinea, decisme que quiera agora S.A.
de mi alguna declaración y a ojo demostracción,
porque se entienda y se pueda tomar el dicho camino; y aunque conozco de mi que se lo puedo
mostrar en forma de esfera como está el mundo,
determiné por más fácil obra y mayor inteligencia
mostrar el dicho camino por una carta semejante a
aquellas que se hacen para navegar; y así la envío a
S.M. hecha debujada de mi mano, en la cual está
pintado todo el fin del Poniente, tomando desde
Irlanda al Austro hasta el fin de Guinea, con todas
las islas que en ese camino son, enfrente de las cuales, derecho por Poniente, está pintado el comienzo
de las Indias por las islas y los lugares a donde podeis desviar para la línea equinoccial, y por cuanto
espacio, es a saber, en cuantas leguas podéis llegar
a aquellos lugares del fertilísimos y de toda manera
de especieria y de joyas y piedras preciosas: y no
tengáis a maravilla si yo llamo Poniente adonde
nace la especieria, porque en común se dice que
nace en Levante; mas quien navegare al Poniente
siempre hallará las dichas partidas en Poniente, e
quien fuere por tierra en Levante siempre hallará
las dichas partidas en Levante. Las rayas derechas
que están en luengo en la dicha carta amuestran la
distancia que es de Poniente a Levante; las otras,
que son de través amuestran la distancia es de
Septentrión en Austro,
También yo pinté en la dicha carta muchos
lugares en las partes de India, adonde se podría ir
aconteciendo algún caso que no se esperase acaecer, y también porque se sepa bien todas aquellas
partidas, de que debéis holgar mucho. Y sabed que
en todas aquellas islas no viven ni tractan si no mercaderes, avisándos que allí hay tan gran cantidad
de naos, marineros, mercaderes con mercaderías,
como en todo lo otro del mundo, y en especial en
un puerto nobilísimo llamado Zaiton, do cargan y
descargan cada año 100 naos grandes de pimienta,
allende las otras muchas naos que cargan las otras especierías. Esta patria es muy popularísima, y en ella
hay muchas provincias y muchos reinos y ciudades
sin cuento debajo del señorío de un príncipe que se
71
llama Gran Khan, el cual nombre quiere decir en
nuestro romance Rey de los Reyes, el asiento del
cual es el mas del tiempo en la provincia del Catayo.
Sus antecesores desearon mucho de haber plática
e conversación con cristianos, y habrá doscientos
El Gran Khan.
años que enviaron al Santo padre para que enviase
muchos sabios e doctores que le enseñasen nuestra
fe, mas aquellos que él envió, por impedimento, se
volvieron del camino y también al Papa Eugenio
vino un embajador que le contaba la gran amistad
que ellos tienen con cristianos, e yo hable mucho
con el, e de muchas cosas e de las grandezas de los
edificios reales, y de la grandeza de los ríos en ancho
y en largo, cosa maravillosa e de la muchedumbre
de las ciudades que son allá a la orilla dellos, e como
solamente en un río son doscientas ciudades y hay
puentes de piedra mármol muy anchas y muy largas,
adornadas de muchas columnas de piedra mármol.
Esta patria es digna cuanto nunca se haya hallado
e no solamente se puede haber en ella grandísimas
ganancias e muchas cosas, más aún se puede haber
oro e plata e piedras preciosas e de toda manera
de especieria, en gran suma, de la cual nunca se
trae a estas nuestras partes; es verdad que hombres
sabios, doctos, filósofos y astrólogos y otros grandes
sabios en todas artes y de grande ingenio gobiernan
la magnífica provincia e ordenan las batallas. Y de la
ciudad de Lisboa, en derecho por el Poniente, son
en la dicha carta 26 espacios, y en cada uno de ellos
hay 250 millas hasta la nobilísima y gran ciudad de
Quisay, la cual tiene al cerco 100 millas, que son 25
leguas, en la cual son 10 puentes de piedra mármol.
72
Ramón Julio Didiez Burgos
El nombre de la cual ciudad, en nuestro romance,
quiere decir ciudad del cielo, de la cual se cuentan
cosas maravillosas de la grandeza de los artificios
y de las rentas. Este espacio es cuasi la tercia parte
de la esfera. La cual ciudad es en la provincia de
Mango, vecina de la ciudad de Catayo, en la cual
esta lo mas del tiempo el rey. E de la isla de Antilla,
que vosotros llamáis de Siete Ciudades, de la cual
tenemos noticias, hasta la nobilísima isla de Cipango,
hay 10 espacios, que son 2,500 millas, es saber (625)
leguas, la cual isla es fertilísima de oro y de perlas y
piedras preciosas. Sabed que de oro puro cobijan los
templos y las casas reales; así que por no ser conocido
el camino están todas estas cosas encubiertas, y a ella
se puede ir muy seguramente. Muchas otras cosas
se podrían decir, más como os tengo ya dicho por
palabra y sois de buena consideración, sé que no vos
queda por entender, y por tanto no me alargo más, y
esto sea por satisfacción de tus demandas cuanto la
brevedad del tiempo y más ocupaciones me han dado
lugar; asi quedo muy presto a satisfacer y servir a S.A.
cuanto mandare muy largamente. Fecha en la ciudad
de Florencia, a 25 de Junio de 1474 años.
Parece que Toscanelli no quedó en nada satisfecho de la larga carta escrita a don Cristóbal Colón
y el portulano que le envió y volvió a escribirle para
completar sus informaciones, es significativo esta
actitud de Toscanelli, ya que esta decisión no se toma
a menos que se sienta simpatía por el solicitante por
el carácter de la solicitud, el interés de don Cristóbal
Colón lleve a cabo un viaje aconsejado por la vía por
donde él recomienda, le hace abundar en informaciones, así en su segunda misiva le dice:
Carta.
“Cristóbal Columbo, Paulo, físico, salud: Yo
recibí tus cartas con las cosas que me enviaste, y con
ellas rescibi gran merced, yo veo el tu deseo magníficos y grande a navegar en las partes de Levante
por las partes de Poniente, como por la carta que
yo te envíe se amuestra, la cual se amostrara mejor
en forma de esfera redonda. Pláceme mucho sea
bien atendida, y que en el dicho viaje no solamente
posible, más que es verdadero y cierto e de honra
e ganancia inestimable y de grandísima fama entre
los cristianos. Más vos no lo podréis bien conocer
perfectamente, salvo por la experiencia o con la
plática, como yo le he tenido copiosísima, e buena,
e verdadera información de hombres magnificos
y grande saber, que son venidos de las dichas partidas aquí en corte Roma, y de otros mercaderes
que han tractado mucho tiempo en aquellas partes,
hombres de mucha auctoridad. Así que cuando se
hará el dicho viaje será reinos poderosos e ciudades
e provincias nobilísimas, riquísimas de todas manera
de cosas en grande abundancia y a nosotros mucho
necesarias, así como de todas (maneras) de especieria
en gran suma y de joyas en grandísima abundancia.
También se seguirá a los dichos reyes y príncipes que
están muy ganosos, más que nos, de haber tracto e
lengua con cristianos desta nuestra partes, porque
grande parte dellos son cristianos, y también por
haber lengua y trato con los hombres sabios y de
ingenio acá, así en la religión como en todas las otras
ciencias, por la gran fama de los imperios y regimientos que han destas nuestras partes; por las cuales
cosas todas y otras muchas que se podrían decir, no
me maravillo que tú, que eres de grande corazón, y
toda la nación de portugueses, que han sido siempre
hombres generosos en todas grandes empresas, te vea
con el corazón encendido y gran deseo de poner en
obra el dicho viaje”.
El portulano de Toscanelli mostrado en la figura
fue dibujado por mí de acuerdo a la descripción dejada por él en sus papeles los cuales fueron encontrados.
La carta que poseía el Almirante estuvo en manos de
fray Bartolomé de las Casas, así como muchas de sus
notas y apuntes de sus travesías, la distancia a que está
situada la isla Antilia de las islas Canarias eran de unas
469 leguas, esto es, unos 15 días de camino.
En otro mapa de Toscanelli se figuran otras
islas entre la Antilia y las Canarias, cuyos nombres
eran de Saya, Imana y Satanaces, y cuyas distancia
a Canarias eran aproximadamente las mismas que
la de la Antilia.
Las informaciones de los habitantes de la isla de
Hierro, de aquí en ciertas épocas se veían tierras por
Poniente, las figuraciones de estas islas están en los
portulanos de la época, la meteorología de la zona
y la orden de los Reyes Católicos fueron suficientes
razones, para que el almirante trazara su plan de
descubrimientos desde las islas Canarias, amén de
algún otro motivo del corazón.
A pesar de la calma existente en esos días se ve que
avanzó algo en la dirección Sur, puesto que amaneció
entre la Gomera y Tenerife, este camino parece haber
sido hecho a remos o vientecillo flojo del Nordeste.
Viernes 7 de septiembre.—“Todo el viernes y el
sábado, hasta tres horas de noche, estuvo en calma”.
Sábado 8 de septiembre.—“Tres horas de noche
sábado comenzó a ventar Nordeste, y tomó su vía
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
y camino al Oueste; tuvo mucha mar por proa que
le estorbaba el camino, y andaría aquel día nueve
leguas con su noche”.
Todo el viernes y el sábado en el día siguió en
calma pero avanzando a remos o con vientecillo hasta
los 9h–00m de la noche cuando empezó a ventearle del
Nordeste como tenía su vía franca del oeste, por estar
al norte de la isla de Hierro, inició su rumbo, con oeste
franco, la mar era algo fuerte por la proa, indiscutible
de que algún temporal cruzó bastante lejos por las
regiones del Oeste que la mar le recalaba de la misma
dirección, anduvo nueve leguas durante el día.
Domingo 9 de septiembre.—“Anduvo aquel día
19 leguas, y acordó contar menos de las que andaba,
porque si el viaje fuese luengo no se espantase ni desmayase la gente. En la noche anduvo ciento y veinte
millas; a diez millas por horas, que son treinta leguas.
Los marineros gobernaban mal, decayendo sobre la
cuarta del Norueste, y aún a la media partida; sobre
lo cual les riñó el Almirante muchas veces”.
73
redundar en desconfianza de la capacidad del almirante, sobre todo que conocido ya por todos los
Capitanes y Pilotos de la armada, el contenido del
Portulano de Toscanelli, donde estaba situada la isla
Antilia al oeste de las islas Canarias.
Las dos distancias
Lo más significativo de este día, cuatro en el
viaje, inicia el Almirante dos contabilidades de
distancias, una para consumo de los tripulantes y
otra para él “porque si el viaje fuese luengo no se
espantase ni se desmayase la gente” y otra que notó
que los marineros gobernaban mal; pues el rumbo
más bien lo hacían a la cuarta del noroueste, y aún
más, media cuartas más al norueste, esto es, oestenoroeste 5° al oeste, que equivalen a unos 18° más
al norte del rumbo señalado, el almirante corrigió
este descuido, anduvo entre día y noche 45 leguas
(parece que el Diario tiene un error en la contabilidad del día porque dice que anduvo 19 leguas en el
día y 30 en la noche).
El subterfugio del uso de dos distancias navegadas, una mayor (la supuesta real) y la otra menor,
(la falsa) para consumo de la tripulación de la Santa
María, “porque si el viaje fuese luengo no se espantase ni desmayase la gente”, esta idea no podía ser
extendida al entendimiento de los pilotos y marinos de alguna luz en los asuntos del mar, puesto
que en ello si aunque malamente podrían llevar una
contabilidad de su velocidad, no eran tan ignorantes para aceptar mentiras, es más, las tripulaciones
de las otras dos carabelas, como se verá, llevaban
su récord de distancia navegadas y tratar de hacerle
considerar un valor falso como real era venturoso
y hacerle prejuiciar engaño o perjurio que podían
Mapa de Andrea Bianco del 1436, la isla Antilia la dibujaban frente
a Portugal. La distribución de las islas Canarias obedece muy bien a
la realidad geográfica.
En el mapa de 1420 del veneciano Luane
Pezzigano, se ven dibujadas las islas de Antilia,
Ventura, Brasil, Satanaces, Saya e Imana en medio
del Atlántico, es la primera vez que aparece la
Antilia, su forma es más larga que ancha y rectangular, en el facsímil del mapa de Jacobo Bertrán del
1482 se ve en la Antilia, en una latitud muy elevada, con respecto a la península Ibérica, además se ve
en otras islas las Azores, las Maderas, las Canarias,
y la isla de Brasil.
No hay duda alguna de que Paolo del Pozzo
Toscanelli fue el primero que dibujó la isla Antilia
en el paralelo 28 al oeste de las islas Canarias pues
ningún otro mapa antiguo registra este dato antes
que el; parece que el Canónigo de Portugal su amigo
Fernando Martínez de Roriz lo puso en conocimiento
de las visiones de tierra que se hacían al Oeste de las
islas Canarias, Madera y Azores y la consideraría como
visiones reales y dibujó la isla Antilia en esa posisión;
según explica en su carta a Martínez de Roriz el 25
de junio del 1474, está distaba de la isla Cipango o
Zipangu (Japón) 10 espacios de 250 millas antiguas
cada uno, o sea 2,500 millas entre ambas islas, o 625
leguas y a 7.5 espacios de las islas Canarias, al Oeste,
74
Ramón Julio Didiez Burgos
que serían 1875 millas antiguas o 469 leguas, lo que
representaba tiempo de navegación de unos 15 días
en alta mar o menos, y para esa época este lapso en
el mar era poco, puesto que las grandes travesías por
toda la Europa, el Mediterráneo o el África envolvían
más tiempo que ese, y 15 días de navegación era
poco para navegar, si es que se esperaba poder llegar
a la isla Antilia.
No había razón para dos contabilidades para
distancias, como preocupación a la lejanía, pues se
salió a un largo viaje y esto se sabía desde el mismo
puerto de Palos.
No hay que dejar de estimar que el incentivo
de los 10,000 maravedises ofrecidos por los Reyes
Católicos al primero que viera tierra virgen en el
viaje, era un estímulo de muy alta consideración
entre marineros pobres para tan tempranos días
de viaje se pudiera pensar en disgustos ni resentimientos futuros, el interés de cada uno por verse
premiado, absorbía su atención y su pensamiento;
no creo que los tripulantes prestaran más atención
a la distancia recorrida en los primeros días, que al
horizonte, para ver si conseguían el premio ofrecido; considero más posible que los tripulantes de la
Santa María y la Niña se mantuvieran disgustados
con los de la Pinta, puesto que siempre ésta iba más
delantera y tenía toda posibilidad, como la tuvo,
ver tierra primero y no ellos que iban muy atrás,
no obstante esta desventaja en la Santa María y la
Niña, la cofa o gavia, la jarcias y el castillete de proa
siempre estaban colmados de vigías voluntarios que
perseguían un interés, los 10,000 maravedíes.
El método de como el Almirante llevaba el
control de la velocidad no difería mucho del que el
empleaban sus pilotos para el mismo fin y por tanto
la diferencia que pudiera existir entre la de él y la de
sus pilotos no pudo haber sido otra que la cadencia
de la contabilidad de los segundos en el paso de
objetos de proa a popa.
Mientras él dormía o descansaba, la distancia
registrada por sus pilotos se acercaba más a la
cuenta baja que a la alta y el tenía que admitir
este registro para sumarlo al total recorrido en la
menor, entonces ¿Qué sistema usaba para registrar
una mayor velocidad su barco? Dice don Salvador
de Madariaga en su obra Vida del muy magnífico
Señor Don Cristóbal Colón “cabe pues sospechar
que Colón no dijo aquí la verdad de lo que se
proponía, sospecha que se confirma con la lectura
de documentos posteriores”, razón tiene el señor
Madariaga, aún que menos perspicaz que De las
Casas, quien se ideó para este caso un motivo, luego dice “la verdadera razón de esta noble cuenta de
millas era su deseo asegurarse la clave exclusiva del
Descubrimiento”.
“Al arrojar duda y confusión sobre este dato tan
esencial, aspiraba a hacer el guía indispensable y el
Cancerbero de Cipango”, parece recordar lo que
dice el Diario el día 18 de febrero del 1493 “dizque
se inició haber andado más camino por desatinar a
los pilotos y marineros que carteaban, por quedar
el Señor de aquella derrota de las Indias, como de
hecho queda, porque ninguno de todos ellos traía
su camino cierto, por lo cual, ninguno pudo estar
seguro de su derrota para las Indias” por muchas
dudas y confusiones que podían deducirse de las
“alteraciones” las islas descubiertas no estaban a
más de 40 días de navegación de las Canarias, suficiente razón para no considerar que las Indias era
una aguja en el pajar del océano, la especie es débil
e inconsistente, el piloto don Antonio Torres desde
el 2 de febrero del 1494 hizo varios viajes desde la
Española a España y desde aquí a la Española comisionado por el Almirante, viajes que demuestran
el infundio de ser él el único que pudiera navegar
hasta las Indias o viceversa; es más larga la distancia
alterada no era la que dice Las Casas el daba una, la
disminuida y real.
Al leer entre sus apostillas en que decía “Entre
los confines de España y el principio de las Indias
el mar es limitado y navegable en pocos días” “la
India está próxima a España”, si él estaba convencido de esta idea, no era para considerar que el viaje
fuese luengo y la idea de las dos distancias dejaron
demostrado una orientación oculta bajo el disfraz
de lo que no existía, ni existirá.
El divino error del concepto cosmógrafo que
tenía el Almirante del globo terráqueo ha sido el
punto de partida de muchos desaciertos felices que
culminaron con la gloria del descubrimiento del
Nuevo Mundo. En la carta que escribió a los Reyes
Católicos en la isla de Jamaica; el día 7 de julio del
1503 en ocasión de haber varado las dos carabelas
en que viajaban, la Capitana y la Bermuda, el día 25
de junio en la bahía que bautizó con el nombre de
Santa Gloria en su cuarto viaje y que hoy se conoce
como Santa Ana le dice “Tolomeo dizque la tierra
más austral es el plazo primero, y que no baja más
de quince grados y un tercio”.
El mundo es poco; el enjuto de ello es seis
partes, la séptima solamente cubierta de agua; la
experiencia ya está vista, y la escribí por otras letras
y con adormecimiento de la Sacra Escritura, con
el sitio del Paraíso Terrenal que la Santa Iglesia
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
aprueba; digo que el mundo no es tan grande como
dice el vulgo, y que un grado de la equinoccial esta
cincuenta y seis millas y dos tercios; pero esto se tocaba con el dedo. Al mencionar a las partes en que
se descompone el mundo evoca al profeta Esdras,
uno de los autores de los sagrados libros apócrifos
entre cuyos versículos se lee;
“42; el tercer día mandastes que las aguas se
reuniesen en la séptima parte de la tierra; sacastes
seis partes y las dejastes secas a fin de que plantadas
para Dios y cultivadas te sirvieran”.
“47. El quinto día dijiste a la séptima parte
donde estaban reunidas las aguas, que produjesen
criaturas vivas, aves y peces y así fue”.
Al aferrarse a este concepto de las dimensiones
del globo terráqueo lo dividió en 7 partes, 6 de
tierras y uno de mar, esto es, el círculo de 360° divididos entre siete nos daría por cada parte, 51°. 4 Al
mar correspondería una parte, que interpretando
el millas de 56.66 millas por grado serían 2,922
millas italianas o 730 leguas a recorrer en el mar
Occidental o tenebroso, distancia que si bien se
ve no implicaba tan largo viaje para ordenar un
prejuicio de disgusto en una tripulación que por las
leyendas y las promesas volverían tan rico el regreso
que podían sentar plaza de Caballeros y Nobles de
la Corte.
Aristóteles en su libro Del cielo y del mundo
especificaba que las Indias a Cádiz se podía pasar en pocos días de navegación; Séneca en los
“Naturales” se expresa que en España a las Indias
se puede ir en pocos días de viaje con viento
favorable; Estrabón, Ptolomeo, Marino de Tiro,
el Cardenal francés Pierre D’Ailly en su Imago
Mundi así como otros autores antiguos, pensaba
lo mismo; Fernando Colón informó que su padre
esperaba encontrar tierra a 750 leguas de las islas
Canarias, por este informe se ve que el almirante
esperaba en su viaje de descubrimiento encontrar
tierra a poca distancia de las islas Canarias, y las
dos distancias observadas en el primer viaje no
tiene fundamento del viaje largo como subterfugio de engaño a la tripulaciones puesto que ellos
también sabía medir la velocidad de las carabelas
con más o menos precisión.
Fray Bartolomé de las Casas al hacer el traslado
resumido del Diario del primer viaje desconocía
la causa de esta doble contabilidad llevada por el
Almirante y al no encontrarle motivo ni comprender su razón la atribuyó a un ardid ilógico de un
engaño que, no fue a las tripulaciones, sino a los
eruditos que en la posterioridad se ocuparan de
los asuntos colombinos dieran con una razón a la
75
doble contabilidad, sin saber el daño y la confusión que ocasionaría a la relación e historia de esta
gran aventura, y dejando ver en el Almirante una
persona de muy poco noble proceder, con faltas
y pecados dignos de críticas, cuya sinceridad era
dudosa y poco confiable.
El Almirante no enseñó su Diario a nadie, era
secreto, las admoniciones hechas por los Reyes
Católicos a través de sus emisarios oficiales le
hacían ver las dificultades que le originaría a la
Corona de España con la de Portugal, si daba
motivo a que los portugueses sospecharan de la
injerencia de este viaje en sus derechos, y enterar
a las tripulaciones de sus pormenores era darlo
a la publicidad una vez volvieran a España, y la
premisa de que los reyes de Portugal sabían de
sus andanzas, con el consiguiente problema de
que se engendraría en las cancillerías de ambos
países.
Varios autores colombinos al analizar la
derrota del almirante don Cristóbal Colón y
compararla con la realidad geográfica hoy día se
expresan con el criterio que le da la experiencia de
su comprobación, la distancia corta que él daba
la tripulación para conformarla, la desecha por
inoperantes y enfoca en un análisis la otra que
consigna el padre Las Casas como la distancia
real y verdadera que guardaba celosamente sin
dejarla ver a nadie.
A Bernardini Sjoestedt en su libro Cristóbal
Colón se expresa así: “a partir de la salida del
Almirante hizo establecer dos posiciones o alturas
del recorrido de las cuales, una tan sólo con cifras
muy inferiores a los datos reales, estaba a disposición de la tripulación” otro autor se expresa “esta
astucia infantil engañará a los marineros a todo
el largo del viaje. La astucia y la mentira serán
las principales armas de Colón en los momentos
difíciles”.
El capitán J. W. Mc Elroy haciendo comparaciones de distancia sacó en claro que el Almirante
calculaba en un nueve por ciento más su distancia
verdadera.
Paul Herman en su obra Audacia y heroísmo de
los descubrimientos modernos, dice que Colón estimaba en un 10% más su velocidad.
El almirante Samuel E. Morrison en su libro
Admiral of the Ocean Sea dice que Colón sobreestimó sus distancias en el primer viaje del 1492 en
un 9% y agrega en la página 91-1 que el cálculo de
las distancias recorridas en su primer viaje no era
lógico, pero “la mente de Colón tampoco lo era”
que los cálculos no los tenía que adaptar a su idea
estuviera o no correctos.
76
Ramón Julio Didiez Burgos
En la página 415-1 dice “el sobrestimado de la
parte de Cuba y la Española que él había descubierto es colosal e inexplicable” (cuando lleguemos
a la exploración de Cuba y la Española se verá cuán
falso es este juicio), el almirante Morrison al no
comprender el sistema llevado por el Almirante
don Cristóbal Colón para medir sus distancias lo
ha criticado con dureza inmisericorde.
Dos distinguidos geógrafos cubanos J. Van Der
Gucht y S.M. Parajón en su obra publicada en el
1935 Ruta de Cristóbal Colón por la costa norte de
Cuba atribuyen al Almirante el uso de dos tipos de
legua, una larga en la mar y otra corta cuando navegaba cerca de la costa, para medir la distancia en
tierra, estos dos distinguidos geógrafos respaldados
por el almirante Morrison concluyeron en hacer
más confusa la forma de medir el almirante don
Cristóbal Colón sus distancias.
Al dictar la sentencia el almirante Morrison
de Van Der Gucht y Parajón establecieron en el
año del 1936 “con pleno conocimiento de la costa
cubana y con lógica inescapable,” que la bahía
Baria y fue el punto del descubrimiento de Cuba.
Declara “nuestras conclusiones meramente confirman la de ellos”, lamento con mucha pena no
compartir las mismas ideas del almirante Morrison,
ni la de Van Der Gucht y Parajón y más lo siento
porque mis análisis de las distancias y forma de
medir Colón sus velocidades están ajustadas a un
sistema invariable, imposible de adaptar en él dos
patrones bases de medidas que puedan practicarse
mediciones en la mar y mediciones para la costa
o tierra; el almirante observaba un solo sistema de
medida para sus velocidades en la mar y sobre ésta
las refería a grandes sectores de tierra, enlazando
trozos por trozos de las costas conocía la dimensión
de ellas, debemos recordar que él era cartógrafo y
calculista y si sus notas e informaciones todavía no
han sido comprendidas para reducir el tipo selecto
de navegante, que era, él no es culpable.
Las medidas
La Enciclopedia del mar dice:
Milla. Unidad de longitud, cuyo origen se
pierde en la más remota antigüedad. Su nombre
probablemente, es debido a representar la longitud
de uno o varios millares de pies. Se comprende
que, siendo la longitud de la unidad (pie) variables
entre 28 y 36 centímetros, las millas utilizadas en
distintos países tuvieron diferentes longitudes. Las
millas más antiguas que se conocen son: la milla del
mediterráneo, de 1.230 metros: la milla romana, de
1.480.8 metros, y la milla árabe, de 2.0105 metros.
A partir de la época de los grandes descubrimientos
se comienza relacionar la longitud de la milla con
las dimensiones terrestres correspondientes a un
grado de latitud. En el siglo xiv se aprecia como
longitud de un grado de latitud, la de 48,6 millas
marinas actuales, mientras otras la estiman en 15
millas germano-holandesas, equivalentes a 44.5
millas marinas:
En el siglo xv se corrigen estos valores, obteniéndose los de 55.9 y 45.3 millas marinas, valor este
último usado por Cristóbal Colón en sus cálculos:
mientras Ptolomeo da para el grado la longitud de
62 millas romanas (49,476 millas marinas), que
por comodidad, se tomaba de 62 millas romanas
como figura en algunas cartas de dicha época.
La tabla de medidas y sus equivalentes usados
durante el descubrimiento y conquista del Nuevo
Mundo es la siguiente:
PiesMetros
1- Milla italiana......................... 4,854.4 1,480
1- Legua italiana........................19,417.605,920
1- Legua terrestre italiana.......... 9,708.8 2,960
1- Milla terrestre italiana........... 2,427.2
740
1- Paso andante......................... 2.5
1- Paso geométrico.................... 5.0
1,000 pasos geométricos............ 1.0 milla italiana
1- Milla náutica actual...............6,080.21,853,25
Sobre este patrón de medida llevaba el
Almirante su derrota en su navegación en el Nuevo
Mundo, de manera que hoy tendremos que usar el
coeficiente de conversión 3.18 para convertirlo en
unidades actuales, si la distancia dada es en leguas,
u 0.8 si la distancia o velocidad es dada en millas
antiguas.
El Almirante medía su distancia por velocidad
de su buque, directa ó zig zag directa si los vientos
le eran favorables esto es, si los vientos le daban
desde un descuartelar hasta en popa cerrado, así
podía correr directo con su barco de un punto a
otro sin tener que andar al zig zageo, que es lo que
hace perder el tiempo, y el zig zag es el que se hace
para salvar distancias de un punto a otro cuando
el viento forma un ángulo de 6 cuartas (68) con la
línea de crujía del barco al estar obligado a avanzar
sobre la zona que desea en forma de zig zag es a lo
que se le dice dar bandadas o bordadas.
No todos los capitanes y pilotos de las embarcaciones antiguas sabían hacer mediciones de la
velocidad de su barco por los medios sencillos de
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
aritmética que había de hacer, porque casi todos
eran analfabetos y de números no sabían lo que
hoy llamamos las cuatro reglas; las distancias las
interpretaban, por el número de bordadas de un
lugar a otro o si el viento les favorecía por el tiempo
que transcurría de un lugar a otro, la experiencia
adquirida en la mar les hacía hábiles y duchos en
conducir una nave de un lugar a otro dentro de un
gran margen de seguridad; muchas otras experiencias podían servirle para determinar la velocidad de
su buque tales como, el tamaño del bolso de las velas, la velocidad de las burbujas de agua producidas
por la proa al deslizarse hacia popa. Este estimado
era aproximado pero con mucho que desear.
El almirante don Cristóbal Colón conocía su
oficio en la mar y no como un marino consciente
sino como un verdadero nauta, él para la mediación de la velocidad de un de un buque cualquiera
no tenía dificultades, él se las arreglaba como lo
hacían los marinos de altura, conocer los detalles
inherentes a este aspecto era un problema fácil de
resolver puesto que la operación para determinar la
velocidad se reducía a una simple operación aritmética, si como cartógrafo se enredaba en problemas
más intrincados, esto que era más sencillo no podía
dejar de efectuarlo con la habilidad y la destreza, de
un experto hasta llegar a conclusiones más o menos
precisa.
Rosa de control de rumbo y velocidad usada en las carabelas en el
siglo xv.
Control de rumbos y velocidades
En el tiempo del Almirante el control de la
velocidad y los rumbos se llevaba en una “Rosa
77
de los vientos” de madera la cual estaba dividida
en 32 rumbos y cada rumbo tenía 8 agujeros que
el correspondían a la 8 ampolleta de la guardia o
cuarto, del centro partían 8 tarugos amarrados
acordones que iban colocados en los rumbos
que se hacían según pasaban las ampolletas; si se
cambiaba rumbo, siempre trataban de hacerlo al
terminar una ampolleta, para así llevar con cierta
formalidad el rumbo con la distancia caminada y
de esta manera el nuevo rumbo empezaba en una
nueva ampolleta, que al terminar ésta se colocaba el
tarugo en el nuevo rumbo, cuando los tarugos terminaban se terminaba la guardia, se hacía el relevo
y se limpiaba la Rosa, se tomaba nota y se empezaba
una nueva corrida. El control de la velocidad era
llevado en una tabla adicional aparte o como pieza
construida anexa a la Rosa de los Vientos y tenía
cuatro hileras de agujeros numerados desde el 1o
hasta el 10; hasta la mitad de la tabla, la otra mitad
se enumeraba de la misma manera, en la esquina
de la izquierda o al centro de la tabla se aseguraban
4 cordones con cuatro tarugos de manera que eran
8 en total, cada hilera de la tabla correspondía a
cada una de la ampolletas, y de acuerdo a la velocidad que se hacía se colocaba un tarugo en el
agujero que correspondía a la mitad de la velocidad
por hora, esto es, la velocidad en media hora, se
seguía así hasta agotar la guardia y se sabía el total
de millas reconocidas durante la guardia o lo que se
hacía en los diferentes tiempos de esta. Al final de
cada guardia se tomaba la nota de Rumbos y velocidades hechas y se renovaban de nuevo los servicios
de control limpiando la Rosa de los Vientos.
En el siglo xv no era conocido a bordo de los
barcos ningún sistema mecánico de medición de la
velocidad del buque en el mar; la historia no hace
ninguna mención, no fue inventada hasta el siglo
xvi, según el sabio Alexander von Humboldt, en
su libro Cosmo, el uso de la corredera se cita por
primera vez en junio de 1521 en el Diario llevado
por don Francisco A. Pigafftta (1491-1534) durante el viaje de circunnavegación que hizo Fernando
de Magallanes del 1519 a 1522, hasta ese entonces
los viejos marinos, verdaderos lobos de mar, tenían
que estimar su velocidad a ojo, esto es, que con
los años y la práctica en sus navegaciones costeras
adquirían la cualidad de determinar la velocidad
del buque por el tiempo en segundo en el recorrido
que hacían las espumas y escarceo que producía el
barco en su alrededor y hacia otras, desde la proa
78
Ramón Julio Didiez Burgos
a la popa, y dividiendo el coeficiente de velocidad
entre el número de segundos que tardaban en hacer
el recorrido los objetos flotantes o espumas, esta
operación le daba la velocidad en millas. No era
para menos considerar que aquellos pilotos que
estimaban bien su velocidad en alta mar y fuera
de toda referencia eran hombres curtidos en esos
menesteres; era otra manera de determinar esta
velocidad de dividir el tiempo en ampolletas, la
distancia entre puntos cuya distancia era conocida
o podía medirse en la carta, bajo esta forma podía
observarse la velocidad de la espuma que producía
el buque y tomar estas referencias como experiencias y medir luego su velocidad a ojo.
Las carabelas, sus medidas
y sus tripulaciones
Carabela Santa María.
Las medidas de las tres carabelas eran las siguientes:
La Santa María
Eslora en cubierta principal 84 pies (25.60 m)
Eslora-en flotación
80 pies (24.38 m)
Manga
28 pies ( 8.53 m)
Puntal
12 pies ( 3.66 m)
Calado medio
8.5 ” ( 2.6 m)
Desplazamiento
238 toneladas métricas.
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
79
La Niña
Eslora...................................70
Manga..................................20
Puntal.................................. 9
Colado................................. 6
Carabela la Niña.
Carabela la Pinta.
La Pinta
Eslora-en cubierta.................80
Eslora flotación....................78
Manga..................................25
Puntal..................................10
Calado.................................. 6
pies
pies
pies
pies
pies
(24.38 m)
(23.77 m)
( 7.62 m)
( 3.0 m)
( 1.83 m)
pies
pies
pies
pies
(21.3 m)
( 6.1 m)
( 2.74 m)
( 1.83 m)
80
Ramón Julio Didiez Burgos
El almirante Samuel Eliot Morrison en su libro El Almirante de la Mar Océano, pp. 196-198,
contiene las listas de los tripulantes que vinieron
en cada una de las carabelas en el primer viaje, y las
funciones que desempeñaban a bordo de ellas; estas
listas son el resultado de los estudios hechos por la
historiadora de norteamericana Alice Bache Gould
acerca del descubrimiento de América.
En los llamados pleitos de Colón intervienen
personas en declaraciones que no dejan duda de su
participación en el primer viaje del Almirante don
Cristóbal Colón. Estas personas deben considerarse
como tripulantes y deben incluirse en las listas siguientes tales como:
• Alonso Beles
• Juan Pérez
• Alonso Cota
• Alonso Gallego
Tripulación de la nao Santa María
1. Cristóbal Colón, capitán
2. Juan de Lakotza, maestre y propietario
3. Alonso Niño, piloto
4. Diego de Arana, alguacil de la armada
5. Rodrigo de Escobedo, secretario de la flota
6. Pedro Gutiérrez, repostero de los estrados del rey
7. Rodrigo Sánchez de Segovia, veedor real
8. Luis de Torres, interprete
9. Juan Sánchez, maestre cirujano
10.Chachú, contramaestre
11.Domingo de Lequeitio, contramaestre 2
12.Antonio de Cuéllar, carpintero
13.Domingo Vizcaíno, marinero y tonelero
14.Lope, marinero y calafate
15.Juan de Medina, marinero y sastre
16.Diego Pérez, marinero y pintor
17.Bartolomé Vives, marinero
18.Alonso Clavijo, marinero
19.Gonzalo Franco, marinero
20.Juan Martínez de Acoque, marinero
21.Juan de Moguer, marinero
22.Juan de la Plaza, marinero
23.Juan Ruiz de la Peña, marinero
24.Bartolomé Torres, marinero
25.Juan de Xeres, marinero
26.Rodrigo de Xeres, marinero
27.Pedro Izquierdo, marinero
28.Cristóbal Caro, platero y grumete
29.Diego Bermúdez, grumete
30.Alonso Chocero, grumete
31.Rodrigo Gallego, grumete
32.Diego Leal, grumete
33.Pedro de Lepe, grumete
34.Jácome el Rico, (Genovés) grumete
35.Martín de Urtubia, grumete
36.Andrés de Yévenes, grumete
37.Juan, grumete
38.Pedro de Terreros, camarero del capitán
39.Pedro de Salcedo, paje del capitán
Tripulación de la carabela Pinta
1. Martín Alonso Pinzón, capitán
2. Cristóbal Quintero, propietario con plaza de
marinero
3. Francisco Martin Pinzón, maestre
4. Cristóbal García Sarmiento, piloto
5. Juan Reynal, alguacil
6. Diego X, maestre cirujano o boticario
7. García Fernández, despensero
8. Juan Quintero de Algruta, contramaestre
9. Antón Calabrés, marinero
10.Gil o Gutiérrez Pérez, marinero
11.Diego Martin Pinzón, marinero
12.Sancho de Rama, marinero
13.Gómez Rascón, marinero
14.Juan Rodríguez Bermejo (Rodrigo de Triana),
marinero
15.Juan Verde de Triana, marinero
16.Pedro de Arcos, grumete
17.Juan Arias, grumete
18.Pedro Medel, grumete
19.Francisco Medel, grumete
20.Alonso de Palos, grumete
21.Juan Quadrado, grumete
22.Pedro Tejero, grumete
23.Bernal, grumete y criado del capitán
Tripulación de la carabela Niña
1. Vicente Yáñez Pinzón, capitán
2. Juan Niño, maestre y propietario
3. Sánchez Ruiz de Gama, piloto
4. Alonso, maestre cirujano
5. Diego Lorenzo, despensero
6. Bartolomé García, contramaestre
7. Alonso de Morales, carpintero
8. Juan Arraez, marinero
9. Pedro Arraez, marinero
10.Rui García, marinero
11.Rodrigo Monge, marinero
12.Bartolomé Roldan, marinero
13.Juan Romero, marinero
14.Pedro Sánchez de Montulla, marinero
15.Pedro de Villa, marinero
16.García Alonso, grumete
17.Andrés de Huelva, grumete
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
18.Francisco de Huelva, grumete
19.Francisco Niño, grumete
20.Pedro de Soria, grumete
21.Fernando de Triana, grumete
22.Miguel de Soria, grumete y criado del capitán
Resumen.
“ Santa María............................................... 39
“ Pinta.......................................................... 26
“ Niña......................................................... 22
Total
87
Muertos en el Fuerte de la Navidad
39
Sueldos
El sueldo que recibía cada un tripulante de las tres
carabelas era de acuerdo a la tabla siguiente:
Capitanes.........................4,000 maravedíes al mes
Pilotos y Maestres.............2,000
”
.
Contramaestres................1,600
”
.
Marineros.........................1,000
”
.
Grumetes............................666
”
.
Pajes.................................2,000
”
.
Equivalencias
1 Excelente era igual a 870 maravedíes
1 Castellano era igual a 435
” .
1 Ducado era igual a
375
” .
1 Maravedí equivalía en moneda actual aproximadamente a RD$0.007, (tres cuarto de centavos).
1Blanca equivalía a medio maravedí (casi medio
centavo).
Patrones de velocidad
De las medidas de las esloras en flotación de
cada una de las carabelas podemos sacar el valor
en pasos geométricos que corresponde a cada una
de ellas, así: para la Santa María 16, para la Pinta
15.6, para la Niña 14, estos valores pueden llevarse
a fracciones de milla de 1000 pasos geométricos que
serían 0.016–0.0156–0.014 los factores que corresponden respectivamente a cada una; ahora estos
factores se convierten en pasos geométricos-esloramilla-hora multiplicándose por 3,600 segundos
(segundos en una hora) y se obtendrán los valores
de 57,6 para la Santa María, 56.2 para la Pinta
y 50.4 para la Niña, coeficientes invariables para
todas las velocidades de las tres carabelas; si estos
81
factores se dividían entre el número de segundos
que tardaban de proa a popa una burbuja de agua,
un ramo de algas cualquier objeto que se tirara a
la proa, se obtendría la velocidad de la carabela en
unidades de millas de 1,000 pasos geométricos: los
segundos de tiempo que transcurrían un objeto
cualquiera de ir de proa a popa se contaba en silencio ó en voz queda.
De aquí se desprende que el sistema que se
usaba para determinar las velocidades de los barcos
estaba fundamentada sobre bases matemáticas que
se derivaban de los patrones de medidas que se
usaban en esa época, y de ninguna manera puesto
un método de apreciación al ojo que a la larga, acumulaban serios errores, para los capitanes y pilotos
que desconocían las simples reglas elementales de
matemáticas, no tenían otro recurso de acogerse a
la experiencia y la práctica, pero para un cartógrafo,
un astrólogo, no. Éstos lidiaban con problemas de
más trascendencia matemática y no podían dejar de
resolver problemas tan sencillos como estos.
De aquí se deduce también que la altura del
capitán o piloto sobre la borda por la toldilla de
popa de una carabela no influía en nada en la alteración de la velocidad de la nave o la contabilidad
de los segundos de tiempo en recorrer la eslora, la
alteración estaba sujeta a la más o menos perfecta
cuenta del tiempo.
Por las comparaciones de las distancias dichas
los días 19 de septiembre y el 1 de octubre entre
las tres carabelas se ve que los capitanes y pilotos
llevaban bastante bien su control de velocidad
puesto que las diferencias entre ellos y el Almirante
era para la distancia navegada muy pequeña.
Las distancias dadas por el Almirante don
Cristóbal Colón desde el día 15 de octubre en su
recorrido de reconocimiento entre las islas Lucayas
o Bahamas, la costa Norte de la isla de Cuba y la
Española son tan asombrosamente “Colosales” y
explicables que parece que estas fueron tomadas
con aparatos de precisión el grandísimo cuidado de
llevar un control tan minucioso de sus distancias
lo evidencia como un experto en mediciones, estas
pueden ser consideradas como el resultado de sus
observaciones luego del recorrido navegado por él
para los lugares que las da, porque de otra forma
no podría ser aceptada a menos que poseyera sistema especial con el cuadrante para medir ángulos
desde diferentes posiciones y luego computar a la
distancia.
De aquí podemos muy bien inferir que las
distancias calculadas por el Almirante en su primer
viaje fueron, asombrosas ya que la diferencia con
82
Ramón Julio Didiez Burgos
la distancia real ortodrómica es de un 1.4 de millas
por ciento en defecto (o sea 2,593 metros), o que
cada 10 millas cometía un error de 0.14 centésimas
de millas, esto es 259 metros o 849.7 pies en defecto, según veremos más adelante.
Los cosmógrafos y don Cristóbal Colón
El cosmógrafo árabe Ahmed-ben Kebir, llamado corrientemente como El Farghani o Alfraganus,
bajo la protección de califa Almamun (813-832)
propuso como el valor del grado terrestre en 56.66
millas de 1,973.50 de estos valores se podría sacar
para el ecuador terrestre un total de 40,254,663.0
metros, que comparada con la real que es de unos
40,010,760 metros vemos una diferencia de 243,
kilómetros en exceso, medición bastante buena
para aquellos tiempos en que carecían de medios
y aparatos para hacer sus cómputos ajustados a
informes verdaderos.
En una nota marginal o apostilla en el Imago
Mundi, obra preferida por el Almirante don Cristóbal
Colón, por el cardenal Pierre D’ Ailly, Rector de la
Soborna y Obispo de Cambray el cual fue llamado
por uno de sus discípulos “el Águila de los doctores
de Francia”, la cual fue impresa por primera vez en
Lovaina, por Juan de Westfalia entre 1480 y 83,
escribió el Almirante; “nota de a menudo cuando
navegábamos desde Lisboa al Sur de Guinea, estudie
cuidadosamente este rumbo que seguíamos, como
los pilotos y marineros hacían, al tomar la altura del
sol con el cuadrante y otros instrumentos varias veces
he encontrado estar de acuerdo con Alfagranus que
cada grado era equivalente a 56 2/3 millas, y en esta
medida debe creerse. Podemos decir que la circunferencia de la tierra en el ecuador es de 20,400 millas
y así mismo como Master Yosepius (Joseph Vicinho)
el físico y astrólogo, encontró ser lo mismo, así como
otros que fueron enviados con este propósito por el
muy Sereno Rey de Portugal”.
Al considerar el Almirante este valor del grado
como cierto y verdadero lo hizo sin considerar el
valor de la milla árabe si no la italiana de 1480 que
era la que él usaba. Así disminuyó el valor de la circunferencia de la tierra a tres cuartos su verdadero
valor, esto es, en 30.192, kilómetros, 9.828 menos
de lo real, error que sostenido en otros tendrían
como consecuencia uno de los hechos más trascendentales de la humanidad.
Habiendo estudiado a los geógrafos antiguos, como a Marino de Tiro geógrafo romano
del siglo i, el cual daba una distancia en grados desde cabo San Vicente, hasta Cattigara
Indochina, de 225°, mientras que Claudio
Ptolomeo, el geógrafo griego, nacido en Egipto
daba una distancia de 180° solamente. Para
Ptolomeo la circunferencia de la tierra tenía en
el ecuador 180,000 estadios, o sea, 500 estadios
El mundo según el concepto de Ptolomeo.
por grados (un estadio es igual a 157.5 metros)
lo que representaba un círculo de 28,350,000
kilómetros de donde podíamos apreciar el valor
de la circunferencia equitorial de Colón y la de
Ptolomeo son bastantes aproximadas, no obstante esto; don Fernando Colón en su obra Vida
del Almirante don Cristóbal Colón en el capítulo
VI tratando de justificar las razones que asistían
a don Cristóbal Colón a descubrir las Indias dice
“En tercer lugar entendía que dicho espacio que
había entre el fin oriental, sabido por Marino, y
las dichas islas de cabo Verde, no podía ser más
que la tercera parte del círculo mayor de la esfera,
pues que ya el dicho Marino había descrito por
el Oriente quince horas o partes de veinticuatro
que hay en la redonda del Mundo, y hasta llegar
a las dichas islas de cabo Verde no faltaba casi
ocho, porque aún el dicho Marino no comenzó
su descripción tan al Poniente”. Esta cita deja
ver que el Almirante aceptó la idea del Marino
en cuanto a la longitud en grados 225° puesto
que la amplitud entre el fin del Continente euroasiático y las islas de cabo Verde no podía ser
mayor de 120°; la tercera parte del círculo, lo
que representan las casi 8 horas entre ambos lugares, el meridiano 0° para las longitudes en esta
época los cartógrafos lo hacen pasar cerca de la
isla de Hierro en las Canarias (islas Afortunadas)
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
las cuales están situadas más al Este de las islas
de cabo verde unos 4.5 grados que podían haber
sido la diferencia de tiempo a las 8 horas.
Agrega después don Fernando “en cuarto lugar, hizo cuenta de que, si hubiese Marino escrito
en su cosmografía 15 horas partes de la esfera
hacia el oriente, no habría aun llegado al fin de
la tierra oriental, que no era cosa razonable, sino
que tal fin estuviese mucho mas adelante, y por
consiguiente, cuanto él más se extendiese hacia el
oriente, tanto vendría a estar más cercano a las
dichas islas de cabo Verde por nuestro Occidente;
y que si aquel espacio fuese más, sería fácil cosa
navegarlo en pocos días”, este criterio de apreciar
la magnitud del continente euroasiático por don
Cristóbal Colón como consecuencia de la lógica
del Marino de Tiro, dejaba ver que el cartógrafo
Romano no apreció en su verdadera longitud el
continente, si no las 15 horas hasta Cattigara y
como él apreciaba en la tercera parte el espacio de
esfera entre las islas de cabo Verde y la costa de
Asia indefectiblemente para don Cristóbal Colón
“era razonable si no que tal fin estuviese mucho
más adelante” y de ahí los 15° más que adicionó a los 225° de Marino Tiro, para terminar el
El cartógrafo Henricus Martellus Germanus concebía el continente
asiático extendido hasta la longitud de 240, Cipango se ve 30 más a
la derecha, esto es, 95 grados desde Portugal al oeste.
83
continente y quedar con los 120° que él aludía
que existía entre las islas de Cabo Verde y Asia o
Indias.
Henricus Martelus Germanus, cartógrafo alemán
en el 1489 que vivía en Italia compuso su mapa y le
dio una extensión de 240 a toda la tierra firme hasta
Asia o la India, y 30° hasta Cipango (Japón), comprendida la isla, Martellus concebía también el continente Asiático como las dos terceras partes del globo,
así aumentaba el 60° más las medidas de Ptolomeo
de 180° hasta Catigara y 15° más de la de Marino
de Tiro, aquí se ve que Martellus al concebir toda
la extensión en el continente incluyendo a Cipango
abarca 270° lo cual pone a esta isla el 90° desde las
islas Canarias, distancia que, si bien se ve no es tan
larga para, no ser navegada en pocos días, buen viento.
El médico y cartógrafo Florentino Paolo del
Pozzo Toscanelli al construir su portulano al estilo
plano cuyo sistema fue ideado por don Enrique
de Portugal (El Navegante 1394-1460) reúne las
características del cilindro desarrollado y ser el primero en corregir a Ptolomeo y Marino de Tiro en
la extensión del continente hasta 240°, incluyendo
a Cipango con 30 grados más que serían 270° de
manera que parece que los 90° o seis horas desde
las Canarias completaran el círculo del globo, no
hay duda que al haberse anticipado a otros, le cabe
la gloria de ser el con su carta el motivo principal de
las grandes hazañas de fines del siglo xv.
En la construcción de las cartas planas siempre
se usaba un paralelo medio de los lugares que más
se navegaba, siendo los paralelos que corrían al
norte y al sur del mismo valor angular del paralelo
medio que se usaba, aunque la carta en si no era
perfecta, para aquella época en que las navegaciones se hacían con brújulas con errores más o menos
grandes, los errores en los rumbos con respecto a la
costa no eran tan sensibles.
Para la construcción de su Portulano Toscanelli
usó el valor que corresponde al apartamiento del
paralelo 42° este paralelo era un grado más del que
tenía asignado Lisboa en ese tiempo según las Tablas
Alfonsinas (Recolta colombina, parte IV, vol. I,
cap. III, Cartografía medioval), que era de 41° N,
como Toscanelli usaba el grado de 67 2/3 millas
(Ídem), el apartamiento que corresponde a esta distancia en el paralelo 42° es de 50.3 millas al grado,
éste fue el valor usado por Toscanelli en la construcción de su carta o portulano, sin la fracción, este
valor representa la distancia absoluta del paralelo 42
84
Ramón Julio Didiez Burgos
entre los dos meridianos que corresponden a un
grado, el apartamiento en el paralelo 41° es de 51.1
millas pero él uso 50 millas en el paralelo de Lisboa,
así que los 130° grados desde Lisboa hasta la ciudad
Primer mapa hecho de España por Claudio Ptolomeo en el siglo iv
el cual fue impreso en Ulm, en 1482, en el que se ve que Lisboa está
en 41 grados norte sobre la equinoccial.
de Quinsay nos dan los 26 espacios de 5° grados de
250 millas cada uno, harán 6,500 millas o 1,625
leguas. La milla usada por Toscanelli era de 1,749
metros (ídem).
El valor de la circunferencia del ecuador para
Toscanelli era de 24.357.6 millas de las usadas por
él o sea 42,608,442.4 metros; lo que da con la
realidad actual una diferencia de 2,597,682 metros
de más.
El valor del paralelo 42° era 18,000 millas y
como el arco de paralelo desde el Meridiano 0°
hasta el continente era, según sus cálculos de 120°,
entonces este arco tenía 6,000 millas para 24 se
espacios, y 6.500 para los 26 espacios desde Lisboa
hasta Quinsay, esto es, el apartamiento de la tercera
parte de la circunferencia a la altura de Lisboa.
Así completó Toscanelli el globo, aunque errado, por las noticias desmesuradas que existían de la
extensión del continente ultra Ganges, suministradas por los viajeros y misioneros que cruzaban las
grandes mesetas del Tíbet y la China.
La construcción de una carta del mar Occidental
o el mar Tenebroso, despejado de monstruos marinos de tamaño desmesurados o aves tan gigantescas
que pudieran alzar el vuelo con un barco entre sus
garras o el confín de la tierra plana por donde se
derricaba el mar en forma de catarata que arrastraban las embarcaciones y sus tripulantes a un fin
trágico, produjo un impacto contraproducente con
las ideas propaladas de lo que ocurría a todo aquel
que se atrevieran a desafiar este mar, despojado así
este mar de tantos vientos y tantas amenazas en una
carta para demostrar lo posible de navegar desde
Lisboa a la tierra del Gran Khan por vía del Oeste,
o de aquí a la India, despertó gran interés en aquellos que tenían un concepto errado del tamaño de
la tierra mas no en aquellos cuyos conceptos eran
más amplios y cuya cultura no aceptaba tal amplitud del continente euroasiático y veían más bien la
existencia de tierras de cierta magnitud, la distancia
no muy lejana justificado por la profetizacion del
sabio mallorquino Raimundo Lulio desde 1300,
quien decía “así como en este lado hay una porción
del mundo que vemos y conocemos también debe
haber en el otro lado al Oeste, un continente que
no vemos ni conocemos”, una predicción deducida
de los efectos de la marea, al contemplar que si está
cuando bajaba en el continente Europeo y volvía a
recuperarse las aguas, era porque no tenían salida
de otro lado, si no que contenida por tierras que se
le interponían la devolvían al continente Europeo,
deducción lógica basada en los efectos naturales de
las mareas.
Ptolomeo, Marino de Tiro, Martellus, Martin
Behaim y Toscanelli erraron el concepto desmesurado del contiente Euroasiatico admitido por ellos
de la versiones de Marco Polo, lo hicieron situar este
continente precisamente, donde hoy se encuentra
el Nuevo Mundo.
La obra de Cardenal Pierre D’Aylli Imago Mundi
obra preferida por el almirante don Cristóbal Colón
en la cual escribió 673 notas marginales o “apostillas” dio forma definitiva al concepto geográfico
que tenía de la idea de la tierra, concepto que al ser
desarrollado sobre módulos matemáticos a los cuales él estaba subordinado, revelaron la idea falsa a la
que estaba sujeto, a pesar de esta utopía, el destino
le tenía reservado como premio a su perseverancia
el verse coronado con el laurel de la gloria de encontrar por coincidencia de profecía unas tierras,
supuestamente conocidas a una distancia, con la
real existencia de otra tierra a la misma distancia.
Gracia la carta enviada por Toscanelli a don
Cristóbal Colón el día 25 de junio de 1474 y las
notas encontradas en sus papeles se puede reconstruir sin dificultad alguna el portulano plano que
se ideó y envió al rey de Portugal primero y luego
otro a él, y de aquí sacar en claro toda la realidad
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
del descubrimiento del Nuevo Mundo al comparar
hoy día la realidad de un viaje en un portulano falso
y en la carta del Atlántico del Norte: podríamos
ver no sin mucha sorpresa que el primer viaje del
Almirante estuvo sujeto en todo lo largo de su
travesía, a los efectos de los fenómenos que abarcaban cada zona del Atlántico, ya veremos a medida
que se vaya desarrollando la travesía como iba el
Almirante registrando la existencia de estos fenómenos que hoy ya conocemos por los estudios que
se han llevado a cabo de su geografía física.
Como don Cristóbal Colón tenía sus propias
ideas geográficas de la tierra, al igual que Toscanelli,
hizo su portulano, esta carta si bien que similar a
85
la de él difería en sus dimensiones puesto que ya
sabemos que el Almirante consideraba que el grado
en el ecuador era de 56.66 millas tal como lo había
determinado por observaciones astronómicas en el
1484 en un viaje a Guinea en compañía de Martín
Behaim, Joseph Vicinho y otros, y así correspondió
con las medidas dadas por el Alfagranus, pero sabemos que este sabio árabe usaba la milla de 1973.50
metros, mientras que el usaba la de 1480 metros ó
4854.4 pies.
Al sacar el concepto dimensional de la tierra
de Toscanelli y don Cristóbal Colón podríamos establecer comparaciones en cierta forma
interesantes.
Cuadro
Toscanelli
Colón
Millas en el equador
24,357.6millas
20,397.6millas
Metros en el equador
42,608,442.4metros 30,188.448metros
Pies en una milla
5,738.17
pies
4,854.4
pies
Metros en una milla
1,749
metros
1,480
metros
Valor del paralelo 41° en millas
18,000millas
15,450millas
En grados
230°
230°
En millas
11,500millas
9,860millas
Extensión del mar Occidental en el paralelo 41°
130º
130º
Extensión del continente Euroasiático en el paralelo 41°
En millas
Millas en un grado en el ecuador
Valor del grado en el paralelo 41° en millas
6,500
millas
67,66millas
50
millas
5,590
millas
56,66millas
43
millas
Distancia hasta Cipango desde Canarias:
En grados
90°
90°
En millas
4500
3870
En leguas
1125
En millas actuales serían
3577.5
967.5
3076.6
86
Ramón Julio Didiez Burgos
Como en el medioevo los cartógrafos estimaban
que la extensión del continente Euroasiático era de
16,000 millas, derivaban de esta cifra y el módulo de
millas-grados arco de círculo terrestre que abarcaba
esta zona, para Toscanelli que usaba el módulo 67 2/3
millas al grado, este arco se le convierte en un valor
angular de 236°.5. Hemos visto que la longitud del
ecuador millas para Toscanelli era de 24,357,6, ahora,
la parte de esta distancia que corresponde a 236°.5,
o sea las dos terceras partes del globo, es de 16,000
millas, por donde podemos ver que el arco que abarcaba del continente Euroasiático era de 16,000 millas
y que él le daba a Toscanelli en el ecuador es lo mismo.
El continente Euroasiático se encontraba contenido
entre las latitudes 25° y 41°, si esto era así su apartamiento no podía ser de 16,000 millas desde Lisboa
al este hasta la provincia de Mangí, sobre la base de
67°. 2/3 millas al grados sino de 11,500 millas en el
paralelo 41° y el mar Occidental desde Lisboa hasta
Mangí de 6.500 millas, tal como le dijo el canónigo
Martínez de Roriz en su carta del 1474.
Es posible que Toscanelli en vez de buscar el valor del arco Euroasiático por la distancia y el módulo
millas-grado, haya determinado por la distancia y el
arco del Continente el valor del grado en millas.
Don Cristóbal Colón disentía del concepto de
las dimensiones de la tierra que tenía Toscanelli,
en razón a que él estaba aferrado al módulo de
Alfraganus, el cual él dijo comprobó su veracidad en
viaje hecho a la Guinea; así engendra otro concepto
del globo, más reducido y sobre éste desarrolla su
trabajo de cartografía; al igual que Toscanelli; traza y
construye su carta de marear similar a la de él.
Para Colón el arco de 230° de Toscanelli para
el continente Euroasiático es invariable, pero no
así la distancia, la cual quedó reducida de 11,500
a 9,860 y el arco explementario desde Lisboa, de
6,500 millas a 5,590 millas (130° hacia el oeste).
El plano de Toscanelli y el plano
de Cristóbal Colón
Para Toscanelli el valor del círculo paralelo en
los 41° era de 18,000 millas, para Colón 15,450
millas (Colón de don Enrique de Candia, capítulo I,
p. 14); para Toscanelli en este paralelo el grado tenía
50 millas, para Colón 43 millas, para Toscanelli había
25 espacios desde Lisboa al continente Asiático, 19 a
Cipango, 9 a Antilia y de Antilia a Cipango 10, para
Colón la distancia en espacios era la misma a todos
los detalles de Toscanelli; para Toscanelli un espacio
tenía 5 grados de 50 millas al grado que harían 250
millas por espacio, para Colón también eran espacios de 5 grados, pero de 43 millas por grados lo que
haría divisiones de los 215 millas.
Con los elementos antecedentes el Almirante
construyó su carta del mar Occidental o Tenebroso,
con el confín del continente Euroasiático y con
esta carta y la de Toscanelli salió a navegar el día
6 de septiembre a viaje de descubrimiento. Como
él llevaba sus propias ideas, navegó de acuerdo a
ambas cartas, o sea con doble derrota, conociendo
que la distancia navegada en la Carta de Toscanelli
representaba una diferencia en defecto de 7 millas
por cada grado u 8.75 leguas por cada espacio en su
carta, de aquí que la doble contabilidad fuera llevada en la forma enunciada por él y motivada por el
Padre De las Casas a que, la largura del viaje diese
motivo a disgusto de la tripulación, por no haber
comprendido o interpretado un sistema que estaba
afuera de su especialidad, o que bajo el subterfugio
de una distancia menor que daba a la tripulación,
escondiera la razón de ocultar la verdadera distancia
adonde llegaran para ser él sólo, dueño del curioso
hecho.
Al construir don Cristóbal Colón su carta o
portulano del mar Occidental o Tenebroso, acercó
más a Europa el continente Asiático que Toscanelli,
porque éste usó 50 millas al grado y Colón 43, aún
que el arco entre ambos continentes era de 120°
para ambas cartas.
Los meridianos de igual grado no pasaban en
ambos portulanos por los mismos lugares de la tierra, los de la carta del Almirante, pasaban al Este de
los de Toscanelli; la razón fue obvia, Colón usó un
módulo de 43 millas al grado y Toscanelli 50 millas.
Al emplazar el Almirante las tierras del continente
Europeo y Asiático en su carta lo hizo en los mismos
meridianos que lo hizo Martellus no en el correspondiente a las diferencias de las millas por grados. Así
quedó la Antilia en el meridiano de 40° que equivalían
a la de Toscanelli a los 34°.4, a Cipango en los 90° que
equivalía en la de Toscanelli a los 77°.4 pudiéndose
ver que en sus situaciones geográficas entre ambas
cartas eran iguales, más sus distancias al meridiano de
origen, no, la Antilia quedaba de la isla de Hierro a
2,000 millas o 500 leguas en la carta de Toscanelli y
en la de Colón a 1,720 millas o 430 leguas, pero para
ambas cartas estaban en la misma latitud y la misma
longitud. El Diario de navegación del Almirante es la
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
prueba más concreta de que él poseyó el portulano de
Toscanelli y que confeccionó otro similar a él.
Más adelante veremos cómo se va desarrollando
el viaje bajo estos dos sistemas de contabilidad de
distancias, una Toscanelliana y otra Colombina, la
Toscanelliana sobre base de 50 millas-grados, y la
Colombia sobre la de 43 millas-grados, teniendo
en cuenta que muy bien podía ser aumentado
equivalente a la distancia navegaba bajo su sistema
y por su carta y no una disminución de la distancia
Toscanelliana, puesto que la cuenta llevada por
la carta de Toscanelli le obligaría a operar con un
coeficiente geométrico-hora diferente basado en el
valor de la milla de Toscanelli, la cual yo supongo
él no la conocería; de ser así él se saldría de la forma
y sistema que tenía acostumbrado esta razón me
obliga a considerar que más bien eran aumentos
que hacía y no reducciones a las distancias hechas.
Estos aumentos como veremos, están hechos en
forma irregular, esto es, no existen aumentos proporcionales a las distancias hechas diarias o por
períodos que abarcan espacios de 53.75 leguas que
era el valor de los espacios en la carta Colombina, o
si acaso eran disminuciones sobre espacios de 62.5
leguas, que eran valor de los espacios en la carta de
Toscanelli.
En solo dos puntos o días durante la travesía es
que se puede encontrar coordinación o correspondencia entre las dos derrotas como una justificación
plena, de que las dos contabilidades del almirante
don Cristóbal Colón, obedeció a dos derrotas, una
por la carta o portulano de Toscanelli y la otra por
la carta construida por él, y no ha prejuicio de
alteración en las tripulaciones por sí el viaje “fuese
luengo”.
No parece lógico que estos aumentos o disminuciones en las distancias recorridas en donde se
igualaban las distancias correspondiéndose también
estas operaciones en ambas cartas, pero si consideramos que las velocidades llevadas en una correspondían en la otra al tener en cuenta que una milla
de Toscanelli de 1,749 metros o 5,738 pies, o 67.66
millas al grado del ecuador, en el paralelo 42° equivalen estos valores respectivamente a 1,300 metros
o 4.265 pies y 50.3 millas al grado como valores de
apartamientos; como el Almirante navegaba en el
paralelo 29°, (este paralelo era el que cruzaba por las
islas Canarias en las cartas de esa época y sobre él se
refirió en sus cálculos; Recolta colombina, parte IV,
vol. I, cap. III, Cartografia medioeval), y su patrón
87
de medida de distancia era la milla italiana de
1,480 metros o 4,854,4 pies o 56.66 millas al grado
en el ecuador, estas medidas se transformaban en
1,295 metros o 4,245,6 pies y 49.6 millas al grado
como valores de apartamientos respectivamente; si
estos valores son comparados con los de Toscanelli
se puede ver que relativamente son los mismos y
de aquí la razón de poder hacer aumentos o disminuciones, sin errar sus valores sensiblemente;
pudiendo cotejar las distancias en ambas cartas, la
de Toscanelli y la de Colón, es óbice de considerar
que el valor absoluto de la milla en paralelo 29°
es para tenerlo en cuenta de comparación con los
valores de Toscanelli, esta igualación de valores de
los apartamientos hacía útil la carta de Toscanelli;
la cual hecha para la Latitud 42°, para navegar en el
paralelo 29° con el valor de la Colombina de 1,480
metros, puesto que como dijimos en el día 9 estas
igualaciones en vez de pasar de la carta de Toscanelli
a la del Almirante se pasaba de la del Almirante a la
de Toscanelli.
Estas deducciones que se acomodan en el sistema desarrollado por el Almirante en su primer viaje
no pueden tener otra alternativa de ser consideradas
sino como correcta ya que es la única que da salida
lógica y razonable al doble control de distancia
llevadas por él; para operar dos sistemas en uno.
Y llevando los detalles, cotejando el uno en otro se
necesita poseer conocimientos muy sólidos y una
cultura vastísima en cartografía, pues no pertenece
al ignorante ni al profano ahondar de manera señalada en una disciplina que desconoce, sus yerros
serían infinitos.
Una gran parte de historiadores, al examinar
las condiciones cartográficas del almirante don
Cristóbal Colón, han hecho resaltar sus graves errores en cuanto a las medidas del Globo Terráqueo y
la distribución de tierras y mares, pero lo lamentable de esto, es que, al no obrar con equidad en
sus juicios, resumen en el almirante los errores de
todos los cartógrafos antiguos y contemporáneos
de él; un examen y análisis de cada una de las tésis
cartográficas de Ptolomeo, Marino de Tiro, Pierre
D’ Ailly, Toscanelli, Martellus y Martin Behaim
sobre quienes el almirante se había cultivado e
ilustrado, encontramos grandísimos errores cartográficos, pero los críticos antagonistas de don
Cristóbal al no desear ver y compararlo con los
cartógrafos dichos arremeten con furia desmedida
contra él, achacando los errores de aquellos en él,
más bien con el interés de desmentirlos, y haciendo
sus conocimientos geográficos pobres, sin caer en
88
Ramón Julio Didiez Burgos
cuenta que así empobrecen a todos sus predecesores o contemporáneos del mismo oficio. Es como
operar por reflejo.
Si grandes fueron los cartógrafos antiguos con
todos sus delesnables errores, grandes fue también
don Cristóbal Colón en sus concepciones cartográficas, porque sus conocimientos derivaban del
club, aún podríamos concluir que fueron más
significativos sus trabajos de cartografía porque
fueron tomados como referencia para establecer
comparaciones que hicieron resaltar los falsos conceptos que existían en la antigüedad del mundo.
A don Cristóbal Colón se le debe el que todas
estas concepciones erradas quedaran aclaradas y un
nuevo criterio surgiera con el descubrimiento de
este continente, presentido por el sabio mallorquin
Raimundo Lulio, y surgiera como el explemento
de lo desconocido, gracias a su error, derivado de
los cosmógrafos antiguos y a su perseverancia, el
mundo se completó, y así, él corrigiera el falso
concepto existente, por muchos que hayan querido hacer aparecer sus grandes desatinos, más han
destacado su genio; no se puede hacer opiniones
de los cosmógrafos antiguos, sin tener en cuenta a
don Cristóbal Colón, quien los corrigió y mostró
lo falso de sus ideas en cuanto a la realidad de las
dimensiones del Globo, aunque no en su trazado
en cartografía.
Cuadro de comparación
Toscanelli
Millas en 1° en el ecuador
67,66
Colón
56,66
Metros en una milla
1,749
1,480
Pies en una milla
5,738
4,854
Millas de apartamiento en el paralelo 42°
50,3
Metros de apartamiento de 1 milla en el paralelo 42°
1,300
Pies de apartamiento de 1 milla en el paralelo 42°
4,265
Millas de apartamiento en el paralelo 29°
42,8
49,6
Metros de apartamiento de una milla en el paralelo 29°
1,295
Pies de apartamiento de una milla en el paralelo 29°
4,245
Capítulo IV
Desde el día 10 DE
septiembre hasta el día 29
Lunes 10 de septiembre.— “En aquel día con
su noche anduvo sesenta leguas, a diez millas por
hora, que son dos leguas y medias; pero no contaba
sino cuarenta y ocho leguas, porque no se asombrase la gente si el viaje fuese largo”.
Martes 11 de septiembre.— “Aquel día navegaron su vía, que era el Oueste, y anduvieron
veinte leguas más y vieron un gran trozo de
mástil de nao, de ciento y veinte toneles, y no
la pudieron tomar. La noche anduvieron cerca
de veinte leguas, y contó no más de dieciséis por
cada dicha”.
Durante este día, la única novedad que registra el Almirante en su viaje fue la de haber
encontrado un trozo de mástil flotando, similar
al de la Santa María que era de unos 120 toneles.
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
Miércoles 12 de septiembre.— “Aquel día, yendo su vía anduvieron en noche y día treinta y tres
leguas, y contando menos por dicha causa”.
Jueves 13 de septiembre.— “Aquel día con su
noche, yendo a su vía, que era al Oueste, anduvieron treinta y tres leguas, y contaba tres o cuatro
menos. Las corrientes eran contrarias. En ese día el
comienzo de la noche, las agujas nordesteaban, y a
la mañana noruesteaban algún tanto” (8).
En este día dice que las corrientes le eran contrarias, en esta parte del Atlántico las corrientes generales de esta zona son favorables, pero parece que algún
fenómeno oceánico produjo un arrastre de corriente
que mostraba los contornos contrarios a su ruta y
de ahí que él considerara este movimiento del mar
como normal. Al anochecer las agujas caían al este
de la estrella Polar y al amanecer caían a la izquierda
de la estrella Polar, al oeste, como en el Diario hay
tres observaciones similares, dejamos para el día 30
de septiembre, que es la última para hacer el comentario del aspecto magnético del Atlántico.
Viernes 14 de septiembre.— “Navegaron aquel
día su camino al Oueste con su noche, y anduvieron
veinte leguas; contó algunas menos: aquí dijeron
los de la carabela Niña que habían visto un garjao y
un rabo de junco, y estas aves nunca se apartan de
tierra cuando más veinticinco leguas”.
Sábado 15 de septiembre.— “Navegó aquel día
con su noche veintisiete leguas su camino al Oueste,
y algunas más, y en esta noche al principio della,
vieron caer del cielo un maravilloso ramo de fuego
en la mar, lejos de ellos cuatro o cinco leguas”.
Durante el crepúsculo vespertino vieron caer
un rayo ramificado en varias millas de distancia. El
padre Las Casas en su Historia de las Indias, capítulo XXXVI dice a este respecto “todas estas cosas
alborotaban y entristecían la gente y comenzaban a
estimar que eran señales de no haber emprendido
buen camino” con fenómenos tan corrientes en la
naturaleza, que es de suponerse que todo ser viviente
tiene que haberlos visto por un sin número de veces
en su vida, trata Las Casas de justificar su incomprensibilidad de los dos controles de velocidad o distancia, empezando a alterar las gentes como el factor
quimérico de un engaño infantil del Almirante.
Domingo 16 de septiembre.— “Navegó aquel
día y a la noche a su camino el Oueste; andarían
treinta y nueve leguas; pero no contó si no treinta y
seis; tuvo aquel día algunos nublados, llovizno; dice
aquí el Almirante que hoy y siempre de allí adelante
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hallaron aires tempranísimos: que era placer grande
el gusto de las mañanas, que no faltaba si no oír
ruiseñores; dice él, y era el tiempo como Abril en
Andalucía. Aquí comenzaron a ver muchas manadas
(9) de yerba muy verde que poco había, según le parecía, que se había desapegado de tierra, por lo cual
todos juzgaban que estaba cerca de alguna isla (10);
pero no de tierra firme, según el Almirante, que dice;
porque la tierra firme hago más adelante”.
En este día empezaron a ver el mar de sargazos,
hierba verde que crece algo tupida y se distribuye
en balsas o manadas.
La presencia de una pradera tan grande en medio del océano desconocido pudo haber infundido
temor a las tripulaciones, en razón a que nunca
habían visto este gran depósito de yerbas en la mar
y también el que podía encubrir bajos peligrosos;
el instinto de conservación respaldado por la superstición tiene que haber inquietado a todos los
tripulantes sobre todo contra don Cristóbal Colón
que fue quien planeó y estaba efectuando el viaje.
Al conjeturarse que la hierba era de peña, y era
dable a la razón deducir que había alguna isla o
rompiente cercana, todos los tripulantes se mantenían tensos en la vigilancia y algo temerosos por la
poca distancia comunicada; el Almirante admitía
la posibilidad de alguna isla no figurada en el mapa
de Toscanelli o en el suyo, pero no de tierra firme.
El domingo 10 de febrero del 1493 el Almirante
asentó en el Diario “que primero anduvo doscientas
sesenta y tres leguas de la isla de Hierro a la venida
que viese la primera yerba etc.”, contabilizando las
leguas desde el día 8 hasta el 16 nos encontramos
que esta distancia se encuentra en la cuenta menor
o del engaño con 263 para las 4h–30m en la tarde,
todavía el sol estaba afuera, el se pondría a la 6h–
02m (hora verdadera), y para la cuenta cierta 284
para la misma hora, es inexplicable que si la cuenta
real fuera 284 no se refiriera a ésta sino a la falsa
(vea Tabla no. 1).
Este inocente detalle hace notable que sus velocidades se originaban en la cuenta menor y de esta
iba a la cuenta mayor, y no lo contrario como ha
hecho ver el padre De las Casas.
Lunes 17 de septiembre.— “Navegó a su camino al Oueste, y andarían un día y noche cincuenta
leguas y más; no asentó sino cuarenta y siete; ayudábanles la corriente; vieron mucha yerba y muy a
menudo, y era yerba de peñas, y venía la yerba de
hacia Poniente; juzgaban estar cerca de tierra(11);
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Ramón Julio Didiez Burgos
tomaron los pilotos el norte marcándolo, y hallaron que las agujas noruesteaban una gran cuarta,
y temían los marineros, y estaban penados y no
decían de que. Conociólo el Almirante, mandó
que tornarsen marcar el Norte en amaneciendo, y
hallaron que estaban buenas las agujas, la causa fue
porque la estrella que parece hace movimiento y no
las agujas (12). En amaneciendo aquel lunes vieron
muchas más yerbas, y que parecían yerbas de ríos,
en las cuales hallaron un cangrejo vivo, el cual guardó el Almirante, y dice que aquellos fueron señales
ciertas de tierra, porque no se hayan ochenta leguas
de tierra; el agua de la mar hallaban menos salada
desde que salieron de Canarias; los aires siempre
más suaves; iban muy alegres todos, y los navíos
quien más podía andar andaban por ver primero
tierra; vieron muchas toninas, y los de la Niña
mataron una. Dice aquí el Almirante, que aquellas
señales eran del Poniente donde espero en aquel
alto Dios, en cuyas manos están todas las victorias,
que muy presto nos dará tierra. En aquella mañana
dice que vido un ave blanca que se llama Rabo de
Junco, que no suele dormir en la mar”.
“vido un ave blanca que se llama Rabo de Junco que no suele dormir
en el mar”.
Las novedades de este día se circunscriben a
considerar el estar cerca de tierra por deducir que
la yerba o zargazos venían de las peñas a orillas de
las islas, las cuales se desprendían por el empate
de la mar; al encontrar las líneas que forman en
la superficie las corrientes oceánicas, desplazándose
en el mismo sentido del rumbo le hizo presumir
al Almirante, que las corrientes le ayudaban, no
estaba mal fundado, así era: durante el anochecer
marcaron los pilotos la estrella polar con la aguja
y encontraron que la separación de esta era aún
mayor que el día 13 por lo que su preocupación
era grande. Ellos estaban acostumbrados a navegar
en un predio en que las oscilaciones de la aguja y la
Estrella era muy poco; era razonable que este fenómeno los alarmada, el Almirante, caído en cuenta
de lo que sucedía espero al amanecer y puso rumbo al norte donde se vio que la aguja y la estrella
coincidían; esta demostración y la explicación del
fenómeno que les dio les calmo.
La discusión del asunto del magnetismo en el
Atlántico lo ha reservado para exponerlo el día 30
de septiembre que fue la última observación.
Al amanecer hallaron un cangrejo vivo sobre un
manojo de hierbas y los marineros lo cogieron y
se lo dieron al Almirante, quien lo guardó; y por
la distancia caminada y la que le faltaba a una isla
que tenía dibujada en su carta dedujo que estos
crustáceos no se alejaban más de 80 leguas de tierra, la isla imaginaria estaba a 363 leguas desde la
isla de Hierro y él había caminado por la cuenta
menor hasta el amanecer del día 17,283 leguas;
los tripulantes “iba muy alegres todos, y los navíos
quien más podían andar, andaban por ver primero
tierra”. Datos que justifican la esperanza de ver
tierras pronto, a 10 días de viajes, de manera que
la inquietud de la tripulación por sí el “viaje fuese
luengo” ha quedado deshecho por las notas del
mismo Almirante y también atestiguada la derrota
doble de él, el incentivo de los 10,000 maravedíes
no daba lugar a pensar ya en disgustos si no en un
premio vitalicio, este era y fue su inquietud desde
que salieron de las islas Canarias, izaban las velas
todo lo mejor que fuera en los palos para que cada
navío hiciera mejor camino.
Esta isla imaginaria quedaba a 67 leguas al este
de la isla Antilia, o sea 6°.
El padre Las Casas da para este día una distancia de 370 leguas en la cuenta mayor, desde la isla
de Hierro, pero la cuenta mayor desde la isla de
Hierro, por el Diario es de 356; la cuenta correcta
para la carta de Toscanelli desde la isla de Hierro es
de 383,7, pero la 370 es la distancia caminada al 17
desde la Gomera.
Martes 18 septiembre.— “Navegó aquel día con
su noche y andarían más de cincuenta y cinco leguas,
pero no asentó sino cuarenta y ocho; llevaba todos estos
días mar muy bonanza, como en el río de Sevilla. Este
día Martín Alonso, con la Pinta. Que era gran velera,
no espero porque dijo al Almirante desde su carabela
que había visto gran multitud de aves y hacia el poniente y que aquella noche esperaba ver tierra (13) y
por eso andaba tanto. Apareció a la parte del Norte
una gran cerrazón, que es señal de estar sobre la tierra”.
Por el andar de este día y las condiciones de
mar tranquila “como en el río de Sevilla” se deduce
que las carabelas andaban cerca de la línea límite
de los vientos del nordeste, donde su fuerza queda
reducida, pero por la condición de bonanza del mar
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
impulsa las embarcaciones en toda su efectividad
en uno u otro lado de ella; lo que sí parece es que
todavía estaba en la parte sur de ella.
El vuelo de las aves fue en esos tiempos en el mar
la señal indicadora de la dirección de la tierra, sobre
todo para aquellas que no siendo palmípedas, denunciaban su procedencia de tierra, los portugueses
habían descubierto en varias ocasiones, por estos indicios en sus viajes, tierras no conocidas. La carabela
Pinta que era la más velera, y que mandaba Martín
Alonso Pinzón, se adelantó en la esperanza de que
aquella noche verían tierra; era natural que supiese
que esa noche la verían porque las aves duermen
en tierra y que la distancia de vuelo de ella a tierra
era corto y que si ellas dormían esa noche en ella,
ellos la encontrarían esa misma noche, criterio justo
y razonable por parte de don Martín Alonso, pero
parece que donde descansaban las aves era en las
grandes masas de algas o zargazos, porque la tierra no
la encontrarían a más que sólo habían navegado 354
leguas por la cuenta corta y 384 por la cuenta larga
o de Toscanelli; otro de los fenómenos que indujo a
don Martín a pensar así, fue la gran cerrazón que se
le produjo en el norte donde estaban; este fenómeno
atmosférico generalmente siempre se producía en los
lugares donde hay tierras, extendiéndose luego a la
mar pero en este caso se le produjo sobre la zona
neutra de la división de los vientos, la gran cantidad
de vapor de agua que se genera en el día al no ser
arrastrados se arremolinan, se condensan y se concentran unas veces para precipitarse en forma de lluvia o correr sin precipitarse, admirable observación
de don Martín Alonso Pinzón.
Miércoles 19 de septiembre.— “Navegó su camino, y entre día y noche andarían veinticinco leguas,
porque tuvieron calma; escribió veintidos. Este día,
a las diez horas, vino a la nao un alcatraz, y a la tarde
vinieron otro, que no suele apartarse veinte leguas
de tierra (14): vinieron unos llovizneros sin viento,
lo que es señal cierta de tierra, no quiso detenerse
barloventeando el Almirante para averiguar si había
tierra; mas de que tuvo por cierto que a la banda del
Norte y del Sur había algunas islas, como la verdad
lo estaban y él iba por medio de ellas; porque su
voluntad era de seguir adelante hasta las Indias, y
el tiempo es bueno, porque placiendo a Dios a la
vuelta se vería todo; estas son sus palabras. Aquí
descubrieron sus puntos los pilotos; el de la Niña
se hallaba de las Canarias cuatrocientas cuarenta
leguas; el de la Pinta cuatrocientas veinte; el de la
donde iba el Almirante cuatrocientas justas” (15).
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Durante este día las carabelas alcanzaron a estar
a la altura por donde pasa el límite de los vientos del
nordeste y señal de ello fue la llovizna que les cayó encima sin vientos, como característica muy significativa
de la Meteorología de la zona, el Almirante atribuyó
esto a estar cerca de tierra, además de que tenía la seguridad de que al norte y el sur existía algunas islas, al
asegurar Las Casas que las habían y que el Almirante
estaba en medio de ellas, deja ver que en la carta de
Toscanelli habían algunas islas dibujadas a esta distancia o en la carta dibujada por él; estas afirmaciones
quedan enmarcadas en la distancia navegada, hasta el
día 19 de septiembre, el padre De las Casas en su
capítulo XIII de su Historia de las Indias “dice pues,
Cristóbal Colón, entre otras cosas que puso en sus
libros por escrito, que hablando, con hombres de la
mar, personas diversas que navegaba en los mares
de Occidente, mayormente a las islas de las Azores
y de la Madera, entre otras, le dijo un piloto del
rey de Portugal, que se llamaba Martín Vicente,
que hallándose una vez 450 leguas al Poniente del
Cabo de San Vicente vido y cogió en el navío en
el mar un pedazo de madera labrada por artificio,
y a la que juzgaba, no con hierro de la cual y por
haber muchos días ventado vientos Ponientes
imaginaba que aquel palo venía de alguna isla o
islas que hacía el Poniente hubiese. También otro
que se nombró Pedro Correa concuño del mismo
Cristóbal Colón, casado con la hermana de su
mujer, le certifico que en la isla de Puerto Santo
había visto otro madero venido con los mismos
vientos, y labrado de la misma forma, e que también (había) visto cañas muy gruesas que en un
cañuto dellas podían caber tres azumbres de agua
o del vino; y esto mismo dice Cristóbal Colón
que oyó afirmar al Rey de Portugal, hablando
con él en estas materias, y que el rey se las mandó
mostrar. El cual tuvo por cierto (dijo el Cristóbal
Colón) ser las dichas cañas de algunas islas o isla
que no estaba muy lejos” “Asimismo un Antonio
Leme, casado en la isla de Madera, le certificó que
habiendo una vez corrido con su carabela buen
trecho al Poniente, había visto tres islas cerca de
donde andaba” (de seguro que por donde andaba
Colón), por lo que se ve, las distancias dadas por
Vicente a Colón fue que él consideró que hallarían
las islas supuestas y vistas por ellos al oeste de cabo
San Vicente o de la isla Madera a la distancia que
ya tenía navegado en esa fecha, 400 leguas.
En este día los tres pilotos de las tres carabelas se
acercaron e hicieron comparaciones de las distancias navegadas, el de la Santa María, Alonso Niño,
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Ramón Julio Didiez Burgos
asesorado y guiado por Colón en la cuenta menor
dio 400 leguas, el de la Pinta, Cristóbal García
Sarmiento dio 420 leguas y el de la Niña Sancho
Ruiz de Gama dio 440 leguas.
Alonso Niño suministró la misma distancia
menor que Cristóbal Colón, la cual se considera
a partir de la isla de Hierro. Alonso Niño determinando la velocidad lo mismo que el Almirante
o apuntaba la distancia menor dada por él para
luego tenerla como cuenta de él. Esto se verá más
adelante; Cristóbal García Sarmiento parece haber
dado distancia desde la isla Gomera y Sancho Ruiz
de Gama desde la isla Gran Canaria, al quererse
justificar este aserto de lo dicho por el padre Las
Casas en su Historia de las Indias, capítulo XXXVI
“el de la carabela Niña se hallaba de la Canarias 440
leguas”, estas distancias parece que fueron contabilizadas sobre el método normal y sin alterar sus
resultados los cuales eran llevados en la carta hecha
por Colón, aunque esta última se acerca a la cuenta
de Toscanelli la cual es 436, la dada por Colón pero
que en realidad es 443 leguas las que debió contabilizar para esa carta (la de Toscanelli), por lo que
veremos luego, la distancia dada por Alonso Niño
al coincidir con la anotada por el Almirante en el
Diario es correcta; la otra distancia que es la que se
considera la real es la que corresponde a la carta de
Toscanelli en equivalencia.
Jueves 20 de septiembre.— “Navegó ese día al
Oueste del Oueste cuarta del Norueste, y a la medida partida, porque se mudaron muchos vientos
con la calma que había; andarían hasta siete u ocho
leguas. Vieron a la nao dos alcatraces, y después
otro, que fue señal de estar cerca de tierra, y vieron
mucha yerba, aunque el día pasado no habían visto
de ella. Tomaron un pájaro con la mano, que era
como un garjao; era pájaro del río y no de mar los
pies tenía como gaviota; vinieron al navío en amaneciendo, dos o tres pajaritos de tierra, cantando, y
después antes del sol salido desaparecieron; después
vino un alcatraz; venía del Ouesnorueste iba al
sueste porque estas aves duermen en tierra y por la
mañana van a la mar a buscar su vida, no se alejan
veinte leguas”.
En este día se ve que cayó en la zona neutra de
los vientos o el límite de los vientos del Nordeste,
las diferentes direcciones de donde les sopla el viento; indican esta contingencia, la visita de alcatraces
y otros pájaros de tierra que indicaban que estarían
cerca de alguna isla, pero ahora que se conoce la
geografía del Atlántico, se puede apreciar que estas
aves eran empujadas por los vientos del oeste o el
noroeste de las islas Bermudas sobre el mar abierto
y estos al encontrar las grandes masas de algas se
sostenían sobre ellas hasta encontrar condiciones
atmosféricas que le permitiera volver a tierra firme
o a su isla.
Viernes 21 de septiembre.— “Aquel día
fue todo lo más calma y después algún viento:
andarían entre día y noche dello a la vía, y dello
no hasta trece leguas; en amaneciendo hallaron
tanta yerba que parecía ser la mar cuajada de
ella, y venía del Oueste; vieron un alcatraz, la mar
muy llana como un río, y los aires los mejores del
mundo. Vieron una ballena, que es señal de que estaban cerca de tierra, porque siempre andan cerca” (16).
El poco andar de este día y el rumbo hacia el
Oeste le mantenía dentro de la zona neutra de los
vientos, donde la mar se manifiesta calmada, según
la visita de aves a las carabelas, vieron una ballena
y consideraron que había tierra cerca porque éstas
siempre no se alejan de ellas pero por lo que podemos ver, todas las señales en el mar eran tomadas
como motivo de estar cerca de tierra al relacionarlas
con estas circunstancias.
Sábado 22 de septiembre.— “Navegó al
Oues-norueste más o menos, acostándose a una y
a otra parte; andarían treinta leguas; no veían casi
yerba; vieron unas pardelas y otra ave; dice aquí el
Almirante; mucho me fue necesario este viento,
contrario porque mi gente andaba muy estimulados
(17), que pensaban que no ventaban estos mares
vientos para volver a España. Por un pedazo de día
no hubo yerba después, muy espesa”.
“Durante este día avanzó mucho al norte de la
línea límite de los vientos del nordeste, razón para
encontrar los vientos reinantes al norte de esta línea, Norueste; aún que soplaba de esta orientación,
no era para levantar el mar, si bien encontraban
alguna mar era la de recalada de la existente más
al norte, el rumbo que llevaba al Ouesnorueste
lo profundizaba más en la zona de los vientos del
Oeste y la mar más movida, pues se verá que al
continuar así hacia el norte, encontró un tiempo
muy diferente al que tenía. 16 días tenía de haber
salido de la Gomera, navegando al Oeste, y no
encontraron las islas que tanto vieron desde las
Azores, Maderas y las Canarias, solo mar y cielo y
ahora algo que nunca habían visto ojos humanos,
el mar de Zargazos, siempre viento del Nodeste y
nunca al Oeste, la estrella Polar inclinada en otro
ángulo diferente al de Europa; nunca tripulante de
navíos de esta época habían pasado tantos días sin
ver tierra, aunque navegaren distintas mayores era
siempre a la vista de costas, en este viaje todo era
diferente, si estimamos que, por razones de cultura
de las gentes humildes y sus pocos accesos a las
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
fuentes verídicas de los avances de la ciencia, estas
tripulaciones eran propensas a la supersticiones o
a relacionar los hechos o fenómenos naturales con
leyendas fantásticas, diformadas en extremo por los
dogmas religiosos de la época; así su sensibilidad
al temor y a lo siniestro era altamente peligroso,
y sobre todo en un conglomerado donde todos
los individuos eran afines; este estado de incertidumbre era desesperante y bastaba una sola chispa
de rebelión para que estallara con consecuencia
lamentable”.
No es para sancionar y criticar acremente a los
tripulantes de la Santa María, si se comprenden
muchas de estas razones, la resignación con que
soportaron un destino incierto es para tenerse en
consideración como un esfuerzo abnegado en el
sacrificio por una empresa incierta.
La espera de verse coronado pronto en el
viaje con encontrar tierra fue el incentivo de su
paciencia, pero al no encontrarla, en los lugares
señalados por las cartas, decayeron sus ánimos y
sus esperanzas de hallarlas pronto; razón suficiente
para que apoderara de ellos una especie de desengaño y dieran a comentar y a murmurar acerca
del viaje y su finalidad; es natural y corriente que
en estos tiempos de leyendas y supersticiones
ocurriera esto.
Los continuos sermones de esperanzas y paciencia del Almirante mantuvo los ánimos calmados,
de sus hombres, los cuales, a pesar del tiempo y
la distancia navegada, se sostenían tan sólo en el
aspecto de comentarios y murmuraciones sordas,
sin que ello representara un peligro, hasta ahora, de
amotinamiento.
El viento que le sopló este día del oeste fue
un lenitivo espiritual para todos puesto que por lo
que asienta el Almirante en el Diario deja ver que
la tripulación comentaba que por esos lugares no
soplaba viento contrario para volver a España con
la misma facilidad con que habían llegado hasta
allí, esto es, la conjetura era la de la distancia en
función del tiempo, el cual se representaría doble o más, con la premisa de que las provisiones
podían agotarse antes de alcanzar las costas de las
Canarias, la conjetura era sensata y razonable, un
criterio inobjetable y juicioso, y contra esta forma
de enfocar la situación en que se veían, no existían
razones contrarias que pudieran desvirtuar esta
verdad, pero siempre el Almirante se salía de los
problemas más álgidos y más apremiantes, bien
porque la Providencia le asistía desde lo desconocido o que haciendo recurso de su experiencia
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alzara en rumbos hacia el norte en busca de esta
zona de vientos contrarios, conocidos por él cuando viajaba con los portugueses hacia la Guinea y
desde aquí para Lisboa. En dicho regreso a Lisboa
desde la Guinea los portugueses navegaban a lo
Los portugueses navegaban a lo largo de la costa de África hasta
las islas Canarias en su regreso hacia Portugal, y desde aquí hacia
las Azores, a donde encontraban los vientos del Poniente que los
llevaban hasta Lisboa.
largo de la costa de África hacia el Norte hasta
las Canarias y de aquí las Azores donde soplan
los vientos del oeste, con este viento del Poniente
llegaban rápido a Lisboa. No hay duda que el
Almirante al conocer las murmuraciones que ya
venían sucediéndose desde el día 19 intentaron
rebasar la línea límite de los vientos del nordeste,
que ya conocía por experiencia, para enseñarle
a las gentes que, si existían vientos del poniente
para volver a España en esta zona, no existe una
razón lógica, ni una explicación en el Diario de
estos cambios de rumbos al norte, a menos que no
fueran hechos como un recurso de su experiencia
para detener el creciente disgusto por parte de
la tripulación de la Santa María. A pesar de la
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Ramón Julio Didiez Burgos
cuenta corta y la larga “el viaje pareció luengo”,
como ese fue el motivo de las dos cuentas y ya se
gestó el disgusto entre los tripulantes, este sistema
no tenía ya lugar a seguirse, porque con ella y sin
ella, la tripulación estaba ya resentida, y por tanto,
irle suministrando las informaciones de distancias
que agrandaban su lejanía eran atormentarlos más
y precipitar hechos imprevistos; sin embargo, la
cuenta larga y la corta siguió siendo llevada por el
Almirante impertérritamente hasta el final del viaje; más evidencia de que esta doble contabilidad
no estribaba en engañar a la tripulación; “por si el
viaje resultaba luengo”, sino porque el Almirante
llevaba su derrota en dos cartas planas, la de
Toscanelli y la de él como ya se ha demostrado.
Domingo 23 de septiembre.— “Navegó al
Norueste, y a las veces a la cuarta del Norte, y a
las veces a su camino, que era el Oueste, y andaría
hasta veintidós leguas; vieron una tortola y un alcatraz, y otro pajarito de rio, y otras aves blancas; las
yerbas eran muchas, y hallaban cangrejos en ellas,
y como la mar estuviese mansa y llana, murmuraba
la gente diciendo: que pues por alli no había mar
grande, que nunca ventaría para volver a España;
pero después alzóse mucho la mar y sin viento, que
los asombraba, por lo cual dice aquí el Almirante;
así que muy necesario me fue la mar alta, que no
pareció, salvo el tiempo de los judíos cuando salieron de Egipto contra Mousén, que los sacaron de
captiverio”.
En este día el Almirante siguió navegando más
al norte hasta llegar a unas 100 millas antigua al
norte de la línea límite de los vientos del nordeste
(80 millas náuticas) durante el día la mar le fue
llana, pero a medida que se le acercaba la noche
en la mar y el viento predominante de esta zona
fueron apareciendo del poniente, contrario a su
vía, el Almirante alcanzó su objetivo, les enseñó
que desde esta zona podían encontrar el tiempo
adecuado para volverse a España derecho en el
mismo tiempo en que vinieron hasta aquí; la
demostración fue lo suficiente para acallar las
murmuraciones atinadas que tenía la tripulación y
proseguir su viaje de descubrimiento, vieron mar
alta y viento contrario, gran parte de sus temores
tuvieron que haber desaparecido, aún que no el
de la lejanía.
Gran alivio sintió el Almirante al ver la mar levantarse, que admitió en su espíritu la asistencia de
Dios en estos momentos cuando más necesitaba de
los elementos que acudieran en su ayuda para confirmar, quizá el descontento que parecía creciente,
y que diera al traste con la última esperanza en su
vida de hacer realidad la idea de muchos años, la
de llegar a las Indias por el Poniente; en su regocijo
íntimo no podía él dar gracias a Dios por su intervención y comparar este hecho con la asistencia
de la Providencia a Moisés en 1500 años antes de
Cristo, cuando sacaba a los judíos de Egipto para
formar su propio pueblo y no vivir esclavizados
de los Faraones. El éxodo que así fue llamado esta
migración en masa de una raza, vivió en su mente
en este instante y en el que se inspiró como una
repetición del hecho.
Lunes 24 de septiembre.— “Navegó su camino
al Oueste día noche, y andarían catorce leguas y
media; contó doce; vino al navío un alcatraz y vieron muchas pardelas”.
En este día ya satisfecho de haber actuado de
manera hábil para confirmar la inquietud de su
tripulación por la distancia a que estaban de las
islas Canarias, no siguió al norte sino que cambió
su rumbo al oeste que era su camino; siguió navegando con calma y más llena hasta amanecer.
Martes 25 de septiembre.— “Este día hubo
mucha calma, y después ventó, y fueron en camino
al Oueste hasta la noche. Iba hablando el Almirante
con Martín Alonso Pinzón, capitán de la otra carabela Pinta, sobre una carta que le había enviado tres
días hacia a la carabela, donde según parece tenían
pintadas el Almirante ciertas islas por aquel mar
(18), y decía Martín Alonso que estaban en aquella
comarca, y decía el Almirante que así le parecía a
él, pero puesto que no hubiesen dado con ellas lo
debía haber causado las corrientes que siempre habían echado los navíos al nordeste, y que no habían
andado tanto como los pilotos decían: y estando en
esto dijo el Almirante que enviase la carta dicha, y
enviada con alguna cuerda comenzó el Almirante
a cartear en ella con su piloto y marineros: al sol
puesto subió el Martín Alonso en la popa de su
navío, y con mucha alegría (19) llamó al Almirante,
pidiéndole albricias que vía tierra, y cuando se le
oyó decir, con afirmación el Almirante, dice que
se echó a dar gracias a nuestro Señor de rodillas, y
el Martín Alonso decía Gloria in excelsis Deo con
su gente: lo mismo hizo la gente del Almirante, y
los de la Niña subiéronse todos sobre el mastel y
en la jarcia, y todos afirmaron que era tierra, y el
Almirante así pareció, y que habría a ella veinticinco leguas; estuvieron hasta la noche afirmando
todos ver tierras; mandó el Almirante dejar su
camino, que era el Oueste, y que fuesen todos al
Sudueste, adonde había aparecido la tierra; habría
andado aquel día al Oueste cuatro leguas y media,
y en la noche al Sudeste diez y siete leguas, que son
veintiuna, puesto que decía a la gente trece leguas,
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
porque siempre fingía a la gente que hacía poco
camino, porque no les pareciese largo; por manera que escribió por dos caminos aquel viaje;
el menor fue fingido, y el mayor el verdadero;
anduvo la mar muy llana, por el cual se echaron
a nadar muchos marineros; vieron muchos dorados y otros peces”.
Siguió navegando en este día al oeste con calma
y poco viento; bajo estas condiciones meteorológicas
cerca de la zona de calma del límite de los vientos
del norte, se acercaron a la Santa María y a la Pinta
y hablaron de la carta que el Almirante le prestó a
Martín Alonso Pinzón donde tenía dibujada la isla
de Antilia en estos alrededores, tal como lo figuraba
Toscanelli en su carta y a la distancia de 322°, o sea
38° de las islas Canarias que representaban 1850
millas o 462 leguas, ya ellos habían navegado para la
tarde de ese día 489 leguas por la cuenta corta, ficticia o colombina y 536 por la cuenta larga, verdadera
o Toscanelliana, al no ver la isla se extrañaron de no
haberla encontrado, la corriente cargó con la culpa y
los pilotos se llevaron el desengaño de haber llevado
mal la cuenta de la velocidad.
Para la cuenta larga verdadera o Toscanelliana
dijimos que el Almirante tenía apuntado 536 leguas en el Diario, hasta la puesta del sol, pero lo
que correspondía era 568 leguas, de donde se ve
que habían rebasado la distancia a que Toscanelli
tenía dibujado en su carta la isla Antilia y había
alcanzado su distancia, a que él la tenía dibujada
en su carta (489 leguas), de donde se deduce que lo
citado por fray Bartolomé de las Casas en su capítulo XXXVIII “esta carta es la que le envió Paulo,
físico, el florentin, la cual yo tengo en mi poder
con otras cosas del Almirante mismo que descubrió
estas Indias, y escrituras de su misma mano, que
vinieron a mi poder, en ella le pintó muchas islas y
tierra firme que eran el principio de la India, y por
allí los reinos del Gran Khan, dicienle las riquezas
y felicidad del oro y perlas y piedras de aquellos
reinos, […]y según el paraje que en la dicha figura
e islas que le pintó, sin duda parece que ya estaban
en ellas, y así están todas estas islas cuasi en aquella
distancia, y por el crédito que Cristóbal Colón
le dio al dicho Paulo, físico, ofreció a los Reyes
descubrir los reinos del Gran Khan y las riquezas
oro y piedras y especierias, que en ellos habia”,
no era la carta de Toscanelli sino la de él, donde
pintó algunas islas imaginarias las que creyó que
encontraría en el camino el día 18 de septiembre, a
366 leguas de las islas Canarias por la cuenta corta
ó 426 leguas por la cuenta larga, al no encontrar la
isla a esa distancia por la cuenta de su carta la borró
95
del mapa, borradura que fue visible en la carta para
el padre De las Casas la viera y la diera a conocer en
su Historia de las Indias.
Al amanecer don Martín Alonso Pinzón al otear
el horizonte vio a lo lejos nubes altas y estables,
fenómenos propios de estas zonas de calma; estas
nubes altas tienen toda la característica de la tierra,
vista a distancia, no hay alternativa de confundirla
con ella, yo las he contemplado por múltiples veces
pero como poseía cartas de los lugares donde navegaba descontaba la existencia de tierras a lo lejos
para admirarme de la exactitud del parecido con
tierra, la carta ya había sido pasada a don Cristóbal
Colón a la Santa María quien se encontraba frente
a ella en sus meditaciones náuticas, cuando don
Martín dio el aviso de ver tierra a lo lejos, la coincidencias afortunada de estar figurando la isla en esas
inmediaciones y el anuncio de don Martín, levantó
el revuelo entre todos los tripulantes, las jarcias, la
cofa o gavia el castillo de proa, la toldilla de popa,
acogieron a toda la tripulación para contemplar lo
que esperaban ver hacía 19 días, tierra; todos afirmaban verla y certificaban que era tierra, cambiaron
rumbo hacía ella, al Sudueste, así lo hacen todo el
Almirante en su Diario, don Martín Alonso Pinzón
fue el primero que la vio y era el merecedor del
premio que los Reyes habían ofrecido, los 10,000
maravedíes, el Almirante consideró verdadero el
anuncio de don Martín y se hincó a dar las gracias a
Dios por haberle dado tierra, en el preciso momento cuando la necesitaba; los marinos se recobraron,
se rezó, se cantó el Gloria in Excelsis Deo, toda fue
alegría y se olvidaron disgustos y pasiones. ¡Habían
descubierto tierra y se dirigían a ella!
Miércoles 26 de septiembre.— “Navegó a su
camino al Oueste hasta después del mediodía, de
allí fueron al Sudueste hasta conocer que lo que
decían que había sido tierra no lo era, sino cielo;
anduvieron día y noche treinta y una legua, y conto
a la gente veinticuatro. La mar era como un río, los
aires dulces y suavísimos”.
Al amanecer de este día vino con el desengaño de lo que habían visto el día anterior había
sido tierra ficticia, muchos renegaron de la vela
que había pasado y renació la incertidumbre y
la desconfianza al verse más lejos de sus tierras y
aún no existía la más leve esperanza de ver tierra,
la calma del tiempo se hacía más clara, iban hacia
el Sur, y se internaban de nuevo en la línea límite
de los vientos del nordeste; a pesar del desengaño
las tripulaciones se entretenían en la pesca y en el
baño en aguas tan tranquilas “la mar era como un
río”, seguía la doble cuenta de velocidad, más bien
96
Ramón Julio Didiez Burgos
por las razones antes dichas y no por creerse que
engañaba a los tripulantes.
Jueves 27 de septiembre.— “Navegó a su vía al
Oueste, anduvo entre día y noche veinticuatro leguas, contó a la gente veinte leguas, vinieron muchos
dorados, mataron uno, vinieron un rabo de Junco”.
Viernes 28 de septiembre.— “Navegó a su camino
al Oueste, anduvieron día y noche con calma catorce
leguas, contaron trece: hallaron poca yerba, tomaron
dos peces dorados, y en los otros navíos mas”.
Sábado 29 de septiembre.— “Navegó a su camino al Oueste, veinticuatro leguas, contó a la gente
veintiuna; por calmas que tuvieron anduvieron entre
día y noche poco. Vieron un ave que se llamaba
rabiforcado, que hace vomitar a los alcatraces lo que
comen para comerlo ella, y no se mantiene de otra
cosa: es ave de la mar, pero no posa en el mar ni se
aparta de tierra veinte leguas; hay de estas muchas en
las islas de Cabo Verde: después vinieron dos alcatraces; los aires eran muy dulces y sabrosos, que dizque
que no faltaba si no oír al ruiseñor, y la mar llana
como un río; parecieron después en tres veces tres
alcatraces y un rabiforcado, vieron mucha yerba”.
El rabiforcado o rabihorcado.
Para este día la mar siguió en calma y ya habían
cruzado al sur de la línea límite de los vientos del
noroeste, ahora el viento lo impulsaría con mayor
velocidad, vieron las mismas aves.
Capítulo V
Desde el día 30 de
septiembre hasta
el 1 de octubre
Domingo 30 de septiembre.— “Navegó su
camino al Oueste, anduvo entre día y noche por
las calmas catorce leguas, contó once; vinieron al
navío cuatro rabos de Junco, que es gran señal de
tierra, porque tantas aves de un naturaleza juntas
es señal que no andan desmandadas ni perdidas;
vieron cuatro alcatraces en dos veces, yerba mucha.
Nota; que las estrellas que se llaman las Guardas,
cuando anochece, están junto al brazo de la parte
del Poniente, y cuando amanece están en la línea
debajo del brazo al Nordeste, que parece que toda
la noche no andan salvo tres líneas que son nueve
horas, y esto cada noche; esto dice aquí que el
Almirante. También en la noche siendo las agujas
noruestean una cuarta, y en amaneciendo están con
las estrella justo; por lo cual parece que las estrellas
hacen movimiento como las otras estrellas, y las
agujas piden siempre la verdad”.
En este día siguió la calma, estaban al sur de la
línea límite de los vientos del nordeste, siguieron
las visitas de aves y encontraron mucha yerba, sin
duda alguna estos grandes mantos de algas reducían
la velocidad de las carabelas.
Durante la noche en el crepúsculo observó el
Almirante la posición de la estrella polar, y cuando
amaneció también la observó, a esto anota. “Que
las estrellas que se llaman las Guardas, cuando anochece, están junto al brazo de la parte del Poniente
y cuando amanece están en la línea debajo del
brazo al Nordeste, que parece que en toda la noche
no andan salvo tres líneas, que son nueve horas, y
esto cada noche”.
Esta observación del Almirante nos hace recordar que en el siglo xv los astrónomos desarrollaban
sus observaciones en tierra con toda normalidad y
de acuerdo a sistemas ya establecidos entre ellos,
pero al llegar Martín de Bohemia (Behaim) a Lisboa
en 1484 y dar a conocer el uso del astrolabio en la
mar, el Rey se interesó y le llamó a formar parte de
la “Junta de los Matemáticos” para enseñar a sus
navegantes a determinar la posición de la nave en
la mar y poder dirigirse con más seguridad en sus
derrotas a los lugares de destino.
La hora en el mar
Los astrónomos al querer establecer reglas
fácilmente manejables por los navegantes, se encontraron con el inconveniente de que casi todos
los pilotos eran analfabetos, que eran propiamente
los oficiales navegantes de los navíos, difícil situación que conjuraron, basando las reglas que iban a
establecer, sobre otros que ellos seguían desde hacía
bastante tiempo en el mar.
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
97
memoria todas estas reglas para quedar entrenado
en cualquier momento de la hora y de la latitud
si tomaba la altura con cuadrante o astrolabio. Al
hacer uso de este sistema y conocer los astrónomos del error de ellos desfigurar la estrella Polar
como fija en el polo, colocaron el polo geográfico
Kochab y la Polar se unían por una línea imaginaria que hacía de
aguja horaria.
Hace muchos años los marinos y los pastores
de los campos interpretaban la hora de la noche
observando la posición de la constelación de la
Osa Menor o Bocina en su giro nocturno; consideraban que la Stella Maris o estrella Polar permanecía fija o inmóvil en el cielo y las demás estrellas
giraban alrededor de ella esta constelación está
formada por las estrellas A (Alfa o Polar), Z (Zeta),
E (Epsilon), Y (Gamma), B (Beta o Kochab)
la más brillante de todas, estas dos últimas las
llamaban las Guardas o Dos Hermanos; al usar
como reloj esta constelación unían por una línea
imaginaria a la Polar y a la Kochab que hacía de
aguja horario, el movimiento de esta línea o aguja
eran en sentido contrario de la bóveda celeste o de
las manecillas del reloj, las 24 horas del día estaban representadas en el círculo que describían las
Guardas, menos cuatro minutos, por cuya razón
cada 15 días el tiempo solar perdía una hora con
respecto al tiempo sideral.
A este sistema los astrónomos inscribieron una
figura de un hombre parado dentro del círculo que
describían las estrellas, con los codos apoyados a
la cintura y los antebrazos extendidos al este y al
oeste, en esta figura se distinguían, la cabeza, el
brazo derecho, los pies (el derecho y el izquierdo)
y el brazo izquierdo, sobre estos elementos de la
figura y el Giro de las Guardas o Los Hermanos;
sobre ellos se basaron las reglas que se establecieron para conocer las obras y latitudes de un lugar
cualquiera, los marinos tenían que aprenderse de
Los astrónomos inscribieron una figura de un hombre parado dentro
del círculo que describían las estrellas.
o verdadero en el ombligo de la figura e hicieron
girar la estrella con una amplitud igual a 5°–11 de
radio alrededor de éste, por lo cual la estrella ocupaba diferentes posiciones angulares desde la línea
horizontal, hacia abajo o hacia arriba, donde la
altura de la estrella Polar estaba relacionada según
la posición de las Guardas con los cuatro elementos de la figura, cabeza, brazo derecho, los pies y
el brazo izquierdo, y de aquí el error a corregir en
las alturas; asimismo estos cuatro elementos de la
figura, marcaban las cuatro posiciones de las manecillas del reloj, para medianoche, para mediados
de abril, de julio, de octubre y de enero.
Este sistema se completó trazando un par
de líneas diagonales que dividían el círculo en
ocho divisiones iguales, las cuales se nombraban
según la posición donde se encontraba con respecto a las partes de la figura así: la línea sobre
la cabeza, (o en el hombro derecho), la línea
sobre el brazo derecho; la línea encima del pie
izquierdo; la línea encima del brazo izquierdo o
en el hombro izquierdo, la más de las veces se
usaba “las líneas”.
El círculo de giro equivalía a 24 horas, una
división tendría o se dividiría en 3 horas o cuartos;
98
Ramón Julio Didiez Burgos
se consideró también que cada una de estas divisiones o cuatros equivalía a medio mes del año,
para cada 30 días; las posiciones de las Guardas
variaban en el círculo por perderse dos horas
solares.
y la Kochab para la tarde y para la mañana del día
que corresponde se verá con asombro la exactitud
de esta observación del Almirante.
Al continuar la nota el día 30 de septiembre
que dice “también en anocheciendo las agujas noruestean una cuarta en amaneciendo están con la
estrella justo; por lo cual parece que la estrella hace
movimiento como las otras estrellas, y las agujas
piden siempre la verdad”. Debemos recordar que
el día 13 y 17 de septiembre hizo otras observaciones similares que es necesario tratar en conjunto
para formarnos una idea de su derrota, pero antes
de todo la razón de ver dentro de una realidad
magnética sus observaciones, sería necesario echar
una mirada a ciertos aspectos astronómicos de la
época.
La estrella ocupaba diferentes posiciones angulares desde a línea
horizontal.
Para el caso relatado por el Almirante podríamos ver en la figura las diferentes posiciones de
las Guardas para el anochecer y el amanecer, cuyo
recorrido entre ambas posiciones es de 9 horas, así a
las 7.30 p.m. las Guardas se hallarían junto al brazo
derecho que es el del poniente y al amanecer a las
4.30 se encontraban en la línea debajo del brazo
izquierdo o la línea encima del pie izquierdo son
tres divisiones de 3 horas; total 9 horas, la media
noche le correspondería a las Guardas en posición
a dos horas debajo de la “línea de debajo del brazo
derecho o una hora encima del pie derecho de la
figura”.
Estas posiciones de las Guardas en la figura del
anochecer, media noche o el alba eran aprendidas
por los marineros antiguos para conocer la hora,
cada medio mes se adelantaba una hora y cada
mes dos horas, de manera que todos los meses
las Guardas tenían una posición diferente en la
figura.
El enunciado del Almirante deja confirmado
que él conocía el sistema de memoria y por él y su
ampolleta llevaba el tiempo a bordo bien controlado. Si hoy se computan las posiciones de la Polar
Círculo que traza el polo Celeste en el cielo en su movimiento precesional de 25,816, aquí se ve todas las posiciones que ocupó el polo a
través de hasta 4,000 años antes de Jesucristo, para el 1500 había una
diferencia entre el polo Celeste y la estrella Polar de 5º.
El magnetismo en el atlántico en el 1492
El meridiano magnético de declinación nula
Biot en su Astronomía Física nos relata que
Hiparco 141 años antes de Cristo observó la estrella
Alfa de la Constelación de Virgo, y tenía una longitud de 174º–07’–30”, en el 1802 el astrónomo
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
Nevil Maskelyne midió la longitud de esta misma
estrella y encontró en ese año que era de 201º–04’–
41”, al aumento de la longitud fue 26º–57’–11”,
en 1943 años, si buscamos por la división de estos
valores cual fue el movimiento anual, nos encontramos que este es de 50” de arco. Las observaciones
modernas, con equipos más precisos y más exactos
nos dan un valor 50”.2 anual.
Este movimiento anual es lo que los astrónomos
llaman Precesión de los equinocios, y es causado por
las atracciones que ejercen sobre el menisco del esferiode terrestre, el sol, la luna y los planetas en el eje
de la tierra, sobre el cual gira, no se mantiene paralelo
a sí mismo, sino que varía de posición en el espacio,
describiendo un circulo y señalando en diferente
épocas diferentes puntos. Este movimiento retrógrado
de los puntos equinocciales mantiene en constante
variación el punto Vernal o de Aries, punto de
Referencia de la ascensión recta o del tiempo sidéreo.
Una de las consecuencias de este movimiento
retrógrado es lo que se llama mutación de lugar
del polo. El círculo que describe el polo en su
movimiento mutacional da un recorrido entre las
constelaciones que se encuentra en su zona, dirigiéndose por épocas a diferentes estrellas. Como
sabemos que el valor del movimiento precesional es
de 50”.2 anual podemos concluir que el polo haría
un giro completo del círculo en 25,816 años.
De donde podríamos sacar que el polo geográfico necesitaría 71 años 8.5 meses y medio para
recorrer un grado en su movimiento mutacional en
el círculo que describe.
Este valor también nos puede servir para localizar
el punto axial cualquier año determinado y de esta
manera veremos que dentro de 12,000 años la tierra
dirigirá su eje hacia la estrella Alfa de la Constelación
Lira de la cual distara 5º; o si buscamos hacia lo
pasado encontramos que este señalaba la estrella
Alfa de la Constelación de Dragón hacia 4,800 años,
cuando la construcción de las pirámides de Egipto.
Si desde la fecha del descubrimiento del Nuevo
Mundo han pasado 475 años, podríamos muy bien
por el arco de movimiento precesional, ubicar el
punto donde la tierra giraba en el espacio y encontrar por referencia de la estrella Alfa de la Osa
Menor, o sea la Polar (a las dos estrellas exteriores
del carro de esta constelación también los antiguos
los llamaban las Guardas).
La estrella Alfa de la Osa Menor, o Polar como
se le conoce, tiene un movimiento de 19”.23 de
99
arco anual en una dirección casi igual a la dirección que lleva el eje de la tierra en su movimiento
mutacional; con este pequeño movimiento la Polar
necesita, para nosotros, 187 años para cambiar un
grado de su posición.
Los astrónomos han calculado que para 2095
la estrella Polar y el Polo Geográfico se encontraran
tan cerca que distara tan solo 0º–30’ y a partir de
esta fecha empezaran a separarse de nuevo sobre
esta distancia angular.
Si tomamos el año 2095 como referencia para
ejecutar un cálculo retroactivo y conocer cuál era
la distancia que había entre el Polo Geográfico y
la Polar, para el 1492 veremos que el 2095 al 1492
hay 603 años; si buscamos cual era la posición de la
Polar con respecto a este punto final 1492, encontramos que este distaba 3º–13’ y el Polo Geográfico
distaría 8º–24’ de ese punto de encuentro, de donde podemos deducir que la distancia angular de la
Estrella y el Polo Geográfico era de 5º–11’, en el
1492; esto nos da la conclusión de que la Estrella
giraba alrededor del Polo con un radio angular de
5º–11’ o 10º–22’ de diámetro en círculo. Al cabo
de 603 años se encontrarían cerca ya que la velocidad relativa de la estrella y el Polo Geográfico es
de 31”–anual, prácticamente, en el mismo sentido.
Esto lo confirma don Pedro de Siria en el 1602
en su libro que publicó El arte de la navegación,
donde relataba la falta de concordancia entre “el
Polo de Mundo y el Polo de Aguja” estando este 4º
o 5º más alto que aquel, recomendaba el estudio
y recopilación de estas diferencias para determinar
sus verdaderas causas.
Al dirigirse la aguja magnética a una dirección
determinada que a consideración de los antiguos
esta debía ser hacia la estrella Polar, por entenderse
que sobre ella era que se ejercía la acción magnética, se tomó a esta como punto de referencia direccional de la aguja; aquí escribió el fundamento de
los errores de los antiguos y de aquí que al girar la
estrella Polar alrededor del punto central del eje del
mundo, dieran con el Nordestear y el Noruestear
de la aguja, al desconocer que existía un punto fijo
en las regiones del norte que era la zona donde la
aguja se dirigía o apuntaba siempre.
No recriminó los antiguos en sus ideas y sus
conclusiones del magnetismo y sus declinaciones
por motivo de que el estudio del magnetismo, no
había iniciado aun sus primeros pasos definitivos.
El científico Alexander von Humboldt en su obra
cosmos nos asegura que “En el siglo xii de nuestra era,
los chinos sabían, no solo que una aguja magnética
100
Ramón Julio Didiez Burgos
horizontal, suspendida de un hilo de algodón, forma
un ángulo con el meridiano geográfico, sino que
sabían medir la amplitud de esta declinación.
Además dice “que Pedro de Maricourt por el
año de 1269 escribió a un amigo suyo manifestándole que el valor de la declinación magnética en
Roma era de 5º grados, esto es, el mayor ángulo
alcanzado entre la Polar y la aguja magnética.
Dice José María Martínez-Hidalgo y Terán en
su Historia y leyenda de la aguja magnética “Según
Saussure, los occidentales conocieron la declinación
magnética a partir del siglo viii, pero los primeros
testimonios de ello tienen una fecha bastante posterior, Hugo Lange ha demostrado recientemente
(1934) que el poeta inglés Chaucer autor del
“Tratado de astrolabio”, mencionaba la declinación
de la aguja el año 1380. Chaucer indicaba que al
marcar con el compás magnético el planeta Venus
la aguja apuntaba al N N W en lugar de hacerlo
N W con tal objeto al observatorio magnético de
Potsdam ha dictaminado que la declinación magnética de Londres por aquella fecha debió de ser
de 22 grados al W, lo cual está de acuerdo con la
diferencia apreciada por Chaucer”.
Por eso vemos con cierta admiración la elucubraciones mentales hechas a este respecto por
aquellas que se ocupaban del problema tratando
de descifrarlo tales como para don Martín Cortés
en 1551, que consideraba que el fenómeno era
motivado a la atracción que ejercía el polo celeste.
Alonso de Santa Cruz, cosmógrafo de la Casa
de Contratación en España, tiene toda la gloria de
haber sido el primero de haber construido una carta
con valores magnéticos entre los años 1535-43, al
consignar estos valores, considero como meridianos,
o líneas isógonas, las que bien utilizadas en su carta
podrían muy bien con las observaciones de la declinación del lugar obtenerse la longitud a que se estaba, posteriormente se dio cuenta de su error, pero no
era de culparse por ello, porque este error abrió los
caminos de la verdad para que postreros estudios que
hizo lo consagraran como uno de los investigadores
del magnetismo más deslumbrante de su época.
En 1600 un médico de la Reina de Inglaterra
llamado Gilbert editó un libro titulado De magnete,
resultado de 199 observaciones y experiencias con el
magnetismo y concluyó en el de que la tierra obraba
como un coloso imán natural que era el que producía las atracciones de aguja magnética.
La teoría de Gilbert, a partir de ese año, encamina el Magnetismo por otro derroteros, Edmundo
Halley, celebre astrónomo inglés quien fue director
del observatorio Greenwich en 1719, había realizado en sus viajes del 1698 y 1709 a bordo del
Paramous Pink para hacer experiencia con los métodos de longitudes geográficas y de declinación de
la aguja, hizo levantamientos de cartas isógonas y
así de esta manera estableció la diferencia entre los
polos geográficos y magnéticos, en el 1722.
George Graham descubre la variación diurna
de la declinación magnética.
En el viaje que hizo el capitán Jaime Cock en el
Resolution en el 1776 a 79 al hemisferio Austral, iba
en este viaje el astrónomo inglés Guillermo Wales y
observó por primera vez, un apartamiento del meridiano magnético del compás por causas externas,
el desvío del compás. Don José Mendoza y Ríos,
célebre navegante español e insigne matemático
en su obra Tratado de navegación en el 1787 dice:
“Después del artículo anterior y de lo dicho sobre
el magnetismo parecerá ocioso apoyar aún sobre la
necesidad de alejar de las cercanías de la aguja todo,
fierro, acero o cuerpo que contenga este metal en
cantidad sensible. La importancia de la escrupulosidad en la observancia de esta regla nos fuerza, sin
embargo, a recomendarla vivamente, advirtiendo
a los pocos inteligentes, que no por interponer
otros cuerpos entre el fierro y la aguja se evitan
las alteraciones de estas, pues al contrario, es cosa
demostrada por la experiencia que el imán actúa a
través de todos los cuerpo a excepción del mismo
imán y del fierro, y aún sin disminución sensible de
su efecto. Por esta razón, el paraje en que se sitúe la
aguja deberá elegirse a la mayor distancia posible de
todo fierro siendo costumbre muy viciosa conducir
las agujas a las regalas de los costados para hacer las
marcaciones, cuando en medio del buque se hallarían más lejos de los candeleros los cañones, etc.
Estas grandes masas pueden producir alteraciones considerables, en la dirección de la planchuela”.
Por lo que se ve aquí también don José Mendoza
y Ríos observa igual que Guillermo Wales la perturbación de la aguja por los efectos ferosos de a
bordo, lo que da principio a un elemento más que
influyente en la dirección de la aguja magnética.
A este respecto en el 1801 a 1803 Mateo Flinders,
capitán de la Marina Inglesa a bordo del Investigador
realizó las primeras experiencias para saber y conocer
si la causa de esta perturbación de la aguja está en la
imantación de los hierros a bordo. Esta experiencia de
Matthew Flinders, las del capitán de la Marina Inglesa
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
Scoresby en 1819, las de Pedro Barlow en 1824, y las
de sir William Thomson, lord Kelvin, llegaron a principios y reglas definitivas para corregir los compases de
los buques y llevar a su mínima expresión sus errores,
por compensación de todas las influencias ejercidas a
la aguja por el magnetismo de abordo.
Al anunciar el médico Gilbert que la tierra actuaba como un gran imán en el 1,600 era natural
que entonces este tuviera un centro de atracción,
los polos magnéticos, y es por esta razón por la
que Sr. Juan Ross inglés organizó, una expedición
ártica en el 1829 y envió a su sobrino Jaime C.
Ross a localizar dichos lugares a bordo del Victory.
La situación geográfica del capitán Ross encontró
donde la intensidad horizontal magnética y la
declinación era nula, y la inclinación era de 90°
fue de latitud 70°–15’ norte, longitud 99°–05’
oeste en el polo Boreal, lugar que corresponde a la
península de Boothia. Este fue en sí el polo Norte
magnético, por la atracción que hace a la aguja de
su polo Sur.
Diez años después, en el 1839, se dirige el capitán Jaime Ross al sur y el día 17 de febrero alcanza
una posición de Latitud 76°–12’ sur y longitud
161°–40’ este, acusaba la aguja 88°–40’ de inclinación no pudo alcanzar su objetivo.
La localizaciones actuales de los polos son al norte–latitud 73°–35’ norte y longitud 95°–39’ oeste, y
al sur latitud 72º–35’ sur. Longitud 152–°30’ este,
pero las más recientes 1960 localizan estos puntos en
latitud 74°–54’ norte y longitud 101°–00’ oeste en el
hemisferio Boreal y en hemisferio Austral en latitud
67°–06’ sur y longitud 142º–42’ este.
Investigaciones recientes en la región del Polo
Norte Magnético han dado indicaciones que este
punto no se encuentra tan al norte y que posiblemente no es fijo sino que esté en movimiento continuo
describiendo en su constante mudamiento, una elipse
cuyo eje mayores es de 50 millas o más de longitud,
encontrándose en su punto más al sur al mediodía en
su punto más al norte cerca de la medianoche, antes
pensaba que este punto era estacionario, pero al confirmarse que se en contra en constante movimiento,
principalmente diurno dentro del círculo elipsoide de
50 millas, confirma las observaciones de Graham del
1722, se ha notado también las investigaciones que
durante las tormentas eléctricas este círculo duplique
su diámetro. Este fenómeno ha dado por consecuencia
que la teoría de Gilbert de considerar la tierra como
un imán natural, está quedando atrás por otra nueva
101
donde se establece por hipótesis de considerarla un
enorme electroimán, y aún se investiga y todavía no
se ha llegado a una conclusión definitiva.
Don Francisco Fernández Fontecha en su libro
Curso de astronomía náutica y navegación, tomo
tercero del 1897 dice en una llamada “causas generales de la perturbación de la aguja magnética a
bordo de los buques” de observaciones prácticas en
el Ferrol a bordo de la corbeta Villa de Bilboa, en
cuya construcción no se empleó un solo lado de
hierro, resultó que al dirigirse la proa al E ¼ SE
y al SSO era la perturbación de la aguja de 9°NE
en el primer caso y 9° NW en el segundo. Todo lo
cual nos demuestra la imprescindible necesidad de
observar los desvíos en toda clase de buques. Este
experimento hecho en el Ferrol nos indica que los
buques construidos de madera, aunque estuviesen
exentos de elementos ferrosos, se le registraba perturbaciones a los compases instalados en ellos. En
los buques construidos de hierro o con partes de
ellos son más acentuadas estas perturbaciones.
En el desarrollo de este trabajo hemos podido ver que toda aguja magnética, se dirige en su
orientación a un punto de la tierra que se le llama
Polo Magnético; que el ángulo que forma esta
aguja en su dirección al Polo Magnético, con el
Polo Geográfico depende de la posición geográfica
donde está colocada la aguja; a este ángulo fue
que se le llamó declinación, perturbación y otros,
variación.
A la acción perturbadora de la aguja por los
hierros de abordo, se le llamaba, desvío, y a la
resultante de la suma algebraica de estos efectos
se les llamaba desvío totales, o corrección total,
de aquí vemos una terminología confusa que en
más de las ocasiones para entender el verdadero
sentido de una frase, había que recurrir a una meditación intensa y a un examen de los problemas.
Para nuestro fin vamos a separar de acuerdo a los
usos actuales cada uno de estos términos y así
consideremos como:
Declinación, al ángulo formado por los meridianos geográficos y el magnético.
Desvío.– La perturbación ocasionada a la aguja
magnética por los hierros de a bordo, la cual aumenta o disminuye el ángulo de Declinación;
Error Total.– Al resultado de la influencia de
la declinación en el desvío de la aguja, lo que daría
nuevo ángulo de la dirección de la aguja en el meridiano geográfico.
102
Ramón Julio Didiez Burgos
Para 1492 no se conocían estas influencias con
la debida razón y certeza de causa. Ya hemos visto
lo que dijo don Pedro de Siria en su libro El Arte
de Navegar; la diferencia angular que registraba
la aguja con la posición de la estrella Polar era lo
que se le llamaba declinación, pero la estrella Polar
distaba del polo verdadero unos 5°.2 de manera que
ni siquiera estas distancias angulares se acercaban a
la verdad puesto que eran referidos a un punto que
giraba alrededor del Polo Geográfico, y por ende
tenía que nrdestear y noruestear.
Dice don Andrés García de Céspedes en el 1606
en su libro Regimiento de navegación: “Después de
haber tratado de la altura del Polo, y de los instrumentos que para saberla son necesarios, trataremos
un poco de la aguja de marear, que es uno de los
tres instrumentos que dijimos que eran necesarios
para la navegación. Aunque algunos han querido
dar reglas de lo que Nordestea o Noroestea la
aguja, porque esto es cosa incierta, como adelante
diremos, aquí no se trata sino de cierta advertencia, según lo que de ella tenga conocido. La aguja
de marear es un instrumento con que los pilotos
enderezan su navío por el camino que tienen de
navegar, porque tienen tal propiedad que, estando
cebado con la piedra imán siempre mira a la parte
norte. En unas partes del mundo se aparte más que
en otras; una vez para oriente, entonces se dice que
nordestea, otra vez para occidente, entonces se dice
que noroestea, y que en otras partes se fija directamente para el Polo del Mundo.
Los lugares donde los pilotos hagan que mire
directamente al Polo es el meridiano de la isla del
Cuervo, mar de las Terceras; y en el meridiano que
pasa por Cartagena de las Indias y por el Cabo de
Buena Esperanza, donde llaman Cabo de las Agujas”.
Ya para esa época don Andrés García de
Céspedes presentía y caía en cuenta lo incierto del
nordestear y el noroestear de la aguja al rotar que
se fija en una dirección en algún lugar del globo al
formar con la estrella Polar ángulos iguales, tanto
al oeste como al este. Ahora bien, si esto sucede
en los compases, montados a bordo de buques, no
quiere decir que para todos los buques sea igual en
el mismo lugar, pues por lo que conocemos ya acerca del magnetismo, la línea norte sur es nula, esto
es, se dirige al norte verdadero, cuando el desvío es
igual y contrario a la declinación y el desvío no es
igual en todos los buques, además esta ocurrencia
puede suceder en dos zonas del globo, cerca de los
dos lugares de intensidad nula, y como dije cerca
de estos lugares, contando con el valor del desvío
del compás y según el rumbo que se haga en ese
momento.
Si analizamos el caso que por primera vez se le
presentó al Almirante Cristóbal Colón el día 13 de
septiembre de 1492 mientras se dirigía a su viaje de
Descubrimiento, podemos ver lo siguiente:
Dice.— jueves 13 de septiembre
“En este día el comienzo de la noche las agujas de noruestaban”.
“Aquel día con su noche, yendo en su vía, que
era el Oueste, anduvieron treinta y tres leguas y
contaba tres o cuatro menos, las corrientes le eran
contrarias. En este día al comienzo de la noche las
agujas noruestaeban y a la mañana nordesteaban
algún tanto”.
Dice J. Ma. Martínez-Hidalgo y Terán en su
Historia y leyenda de la aguja magnética Aquel
jueves memorable “que” en su primer viaje, descubrió que la declinación variaba de un lugar a
otro, pasando del nordeste al noroeste al atravesar
el meridiano de 3° grados y medio al este de la isla
de Corvo, del grupo de las Azores, otros autores
hacen similares elogios de este hecho, aunque
afirman que no fue él quien se dio cuenta de la
Declinación, pero sí encontró el meridiano o
Declinación 0°.
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
“y la mañana nordesteaban un tanto.
Diferentes posiciones que ha
tenido la línea isogónica en el
Atlántico de 1492 a 1900 según
C.A. Schot del U.S. Cost and
Geodestic Survey.
103
Jamás en la historia de la humanidad, ni de la declinación magnética en esta zona, aproximadamente
en el meridiano 30° W de Greenwich y en la latitud
28° norte ha estado el meridiano 0° de Declinación,
lo que ha tenido siempre este lugar en medio del
Atlántico es una concentración elevada de intensidad
magnética, las máximas están repartidas al norte y al
sur de esta zona, la declinación alcanza su mayor valor en esta zona para descender gradualmente hacia
el oeste o al este pero con el mismo valor de noroeste:
no como la línea divisoria de los dos valores nordeste
o noroeste; como se ha querido dar a entender, esta
zona de alta intensidad no permanece fija en la tierra,
esta región camina hacia el oeste, hasta cierto límite
y de ahí vuelve hacia el este, muy gradualmente hasta
otro límite, ¿acaso ya los estudios que se han hecho
en el magnetismo terrestre y la determinación de
la posición de los polos magnéticos no acusan un
movimiento en ellos?
¿No será que los polos magnéticos también
tendrán su mutación por las atracciones ejercidas
sobre ellos por el sol y la luna? Se está en los estudios de esos casos y aunque parece tardará algo
en verificar este fenómeno que considero que será
determinado.
La lógica indica que esta zona nunca he estado
alineada el polo magnético con el polo geográfico, porque de haber sido así el polo magnético
hubiera estado colocado mucho más al este de
donde hoy se encuentra, movimiento un tanto
104
Ramón Julio Didiez Burgos
Plano que muestra las líneas isogónicas en el Atlántico, Pacífico e Índico, en 1882.
improbable, sino posible de pensar que se haya
experimentado en la tierra y por tanto nunca el
meridiano 0° de declinación magnética pudo haber
estado en este lugar hace 475 años; en el medio del
Atlántico, lo que ha existido desde hace millones
de años es una zona de alta intensidad magnética;
en su mínima, existen dos líneas o meridianos
0° de Declinación, que son los lugares donde las
declinaciones cambian signo o nombre, como dije
anteriormente estas líneas al pertenecer al magnetismo terrestre oscilan también del este al oeste y
viceversa con la misma lentitud, la 1ra que pasa
por Sur América, las Antillas y Norte América y la
2da que corre desde Suecia, Alemania, Yugoslavia,
pasa por Bengazi, África, etc., en la actualidad, y
las líneas magnéticas de alta tensión en medio del
Atlántico en la zona norte y sur del Pacífico, porque
en el centro de perturbaciones locales de carácter
desconocido han roto su continuidad de manera
que seguirán líneas norte-sur, aunque hubieran sido
como las del Antártico, en direcciones irregulares,
pero de norte a sur.
Si contemplamos los planos de las líneas
isógonas del 1887, 1937 y 1967 podemos notar
de inmediato que el valor de mayor intensidad
magnética se encuentra en los alrededores de la
Latitud 28º–00’ N y la longitud 50º–00’ W y esto
se debe con muchas razón a la posición de los Polos
Magnéticos, los cuales han estado en esa posición
por más de 1,000 millones de años.
Si el día 13 de septiembre las agujas del compás
de la nao del Almirante noruesteaban en la noche
y nordesteaban en la mañana un tanto, no significa
que la igualdad de ángulos que formaba la brújula
con la estrella Polar indicara 0° grados Declinación,
sino que al ser igual valor y de signo contrario la declinación y el desvío del compás de la Santa María
engendraba un error total igual a 0°, esto. Fue lo
que sucedió y ya vimos que el descubrimiento de
los integrantes magnéticos del Error fue hecho en
fecha muy posterior al 13 de septiembre de 1492.
Veamos algo más; si en la mañana el compás de la
nao nordesteaba de la estrella Polar y ésta distaba
como hemos visto 5°.2 del punto central geográfico
sobre la cual la tierra giraba (polo Geográfico); la
Flor de Lis del compás de la nao se dirigía a este
punto, como la estrella era que giraba con un radio
igual a este valor angular, en la tardecita u horas
de vísperas la Estrella volvía a colocarse a la misma
distancia angular 5°.2 pero en el lado contrario,
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
norueste esto es, al oeste de la Flor de Lis de la
Rosa. Esta se dirigía invariablemente en dirección
al polo geográfico y por tanto la estrella tenía que
girar en su alrededor; de aquí que al ser iguales los
ángulos descritos por la Polar, la aguja se mantenía
fija a una zona del cielo, al norte verdadero.
105
La alineación del polo geográfico y el polo
magnético es lo que engendra el valor cero del magnetismo puesto que, lo que se mide es la distancia
angular de estos y no del polo magnético y la estrella A de la Osa Menor, la cual dista en la actualidad
1° aproximadamente del polo verdadero.
Plano que muestra
las líneas isogónicas
en el Atlántico,
correspondiente al
1927.
¿Cuál era el desvío del compás de la nao del
Almirante? No se sabe, pero si podemos conjeturar
con un promedio muy mínimo de errores de que
éste podría llegar a los 12°.5, esto es, 12°.5 grados
de desvío al este y en la zona tendría ineludiblemente 12°.5 al oeste de declinación magnética lo
que dejaría sentado una vez más que la declinación
en este lugar no era nula.
Las investigaciones modernas han determinado
para la zona central del Atlántico, contigua y cercana
a donde se consideró que cruzaba la línea de declinación nula, una alta intensidad magnética, donde
en una vasta distancia, el valor de la declinación se
mantiene fija e inalterable, a ambos lados de esta gran
faja oceánica; al este y al W, los valores magnéticos
de la declinación se extienden hasta Europa y hasta
América en forma decreciente con la denominación
NW hasta llegar a su valor 0° o sea la línea nula de
declinación; a esta línea es lo que se le llama en la actualidad línea de no variación o declinación; la cual
queda una en América y la otra en Europa, posiciones muy alejadas de la posición donde se consideró
que pasaba la línea de declinación nula.
El lunes 17 de septiembre dice:
“Navegó a su camino al oeste, y andarían en
día y noche cincuenta leguas y más; no asentó
sino cuarenta y siete; ayudanle la corriente; vieron
mucha hierba de peñas, y venía la yerba de hacia el
Poniente; juzgaban estar cerca de tierra, tomaron
los Pilotos el Norte marcándolo y hallaron que
las agujas Noruesteaban una gran cuarte, y tenían
los marineros estaban penados y no decían de que
Conociolo el Almirante, mando que tornasen
marcar el Norte en amaneciendo, y hallaron que
estaban buenas las agujas, la causa fue porque la
estrella que parece hace movimientos y nos las
agujas”.
Deseo hacer saber que para poder ver el
problema que se desarrolla en estos días con respecto a la aguja magnética o sea los fenómenos
ocurridos al compás de la nao del Almirante, he
recorrido a reconstruir el cielo que observaban
los tripulantes de la Santa María para el 1492,
volviendo el punto equinoccial de Aries al lugar
que ocupaba en esa fecha y por ende el punto
axial del eje terrestre y valido del identificador
106
Ramón Julio Didiez Burgos
de Estrellas H O. 2502 B se puede reconstruir en
el todo cuanto paso; la figura hecha de estos acontecimientos tal cual se presentaron en esta ocasión.
Al decir que “tomaron los Pilotos del Norte marcándolo, y hallaron que las agujas noruestaban una
gran cuarta” indica que la aguja señalaba al oeste de
“Tomaron los Pilotos el Norte marcándolo y hallaron que las agujas
noruestaban una gran cuarta”.
Plano que muestra las líneas isogónicas del Atlántico Norte en el
1960.
la estrella que le llamaban la Polar sobre la cual ellos
referían sus ángulos magnéticos, y ya sabemos que
esta estrella distaba 5°.2 grados del Polo Geográfico,
de ahí y que “una gran cuarta” tendría más de 11°
al oeste, aproximadamente 12° al oeste, entonces
tendríamos 12°–5°.2 = 6°.8W sería el valor total al
oeste como error, que tendría la flor de lis del compás de la nao, y no como Declinación o Variación
como se le ha venido adjudicando a esta diferencia;
es aceptable la significación de Declinación, para la
época del Descubrimiento porque se desconocían
las diferentes perturbaciones de la aguja magnética,
pero para el siglo xx no, puesto que estudios muy
intensos desarrollados en el siglo xvi, xvii, xviii,
xix y xx por Inglaterra, Francia, España, Estados
Unidos, etc., han clasificado de una manera
científica los principios básicos del magnetismo
terrestre, y basado en los resultados de todas esas
investigaciones se pueden dar conclusiones de lo
que le sucedió a los compases instalados en la nao
Santa María.
Como dijimos el error total del compás de la
nada era de 6°.8 al oeste, error negativo; se ve que
a medida que navegaban al oeste el error crecía de
valor al oeste; el día 13 de septiembre este valor
era igual a 0° este crecimiento negativo del error
del compás obligaba a la nao a derivar hacia el sur;
a éste derive se le sumaba el abatimiento que le
producían los vientos predominantes de la zona,
los vientos alisios.
Al existir en esa época la leyenda de que en
esa zona se producían fuertes corrientes que arrastraban a los barcos a los abismos, por terminar la
tierra en estos contornos, fue la razón para que los
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
“el Almirante mandó que tornarse marcar el norte en amaneciendo,
y hallaron que estaban buenas las agujas”.
tripulantes se sintieran aterrorizados creyendo que la
estrella se apartaba al este porque las corrientes de las
aguas arrastraban los barcos al oeste, hacia los abismos.
Esta era la tripulación que venía en los barcos, gentes
ignorantes, incultas, subordinados a supersticiones
y leyendas, que en, cada fenómeno de la naturaleza
veían presagios de hecatombes, castigos, penalidades
por supuestas faltas a preceptos y dogmas; con esta
tripulación educada y catequizada las falsedades que
convenían a una orientación atrasada fue que se
descubrió el Nuevo Mundo. Razón hubo de la lucha
espiritual que sostuvo un hombre altamente cultivado
en ciencias y artes, razón hubo en ello de vivir reprimidos por la autoridad y el valor de tres Gigantes de
la mar al tener que luchar a diario con el nerviosismo
que producían en los tripulantes todas las manifestaciones de la naturaleza; el Almirante ya conocía por la
experiencia que iba desarrollando durante el viaje que
a medida navegaban para el oeste, estas diferencias se
hacían más notables en la tarde que en la mañana, por
la razón natural que al ser oeste el error del compás se
107
acercaba en la mañana la Flor de Lis a la estrella y en la
tarde se alejaba. ¿Por qué cuando los pilotos sintieron
temor en la tarde del día 17 de septiembre no trato
de convencerlos de su error y les diera la explicación
harto maravillosa de las causas del fenómeno, sino que
espero la mañana para hacerles una demostración ingeniosa, maravillosa; hombre que conoce su profesión
y saca conclusiones verdaderas y razonables y establece
bases que deshacen las ideas de supersticiones ya arraigadas en espíritus empobrecidos por el misticismo
en que vivían. “Conociolo el Almirante, mandó que
tornarse a marcar el Norte en amaneciendo; hallaron
que estaban buenas las agujas, la causa fue porque la
estrella que parece hace movimientos y no las agujas”,
el padre De las Casas dice en Historia de las Indias para
este pasaje “mandó que tornarse a marear el Norte en
amaneciendo, y hallaron que estaban buenas las agujas,
la causa que Cristóbal Colón asignó desta diferencia,
fue que la estrella que acá nos parece que es el Norte
y hace movimiento, pero no lo hacen las aguas”.
Indudablemente que el padre De las Casas explica
el hecho tal cual sucedió, tornó a marear al norte, esto
es, viró y puso proa al norte al hacerlo “la Estrella que
acá nos parece que es el Norte” debería distar de la
dirección de la Flor de Lis del Compás 1°.6 al este;
debemos recordar que la estrella distaba 5°.2 del polo
geográfico y el compás le determinamos 6°.8 de error
al oeste pues buscaba la diferencia encontramos los
1°.6 grados al oeste, pero no fue así, sino que la estrella
Polar y la flor de lis estaban enfiladas.
Si el Almirante hubiera marcado la estrella
arrumbado al oeste, en la tarde, el error con la estrella se hubiera mantenido en los 12° al oeste, pero
como esperó la mañana que era cuando la aguja
estaba más cerca de la estrella así como que el error
se reducía al mínimo al arribar al norte y enseñarle
que no había tal error, y por tanto que los barcos
no se estaban desbordando en un abismo dejando
la estrella atrás.
La comprensión del Almirante al fenómeno que
por primera vez se le presentaba, estaba figurada en
la explicación que dio a la tripulación y pilotos de
las causas y motivos del fenómeno, las cuales se da
por aceptado que fueron válidas en el ánimo de
todos ellos, puesto que no se registra nada anormal
durante esos días; aún después de 475 años vemos
con asombro el gran ingenio del Almirante al explicar en aquella época razones que hoy vemos con
fundamento de su gran cultura y percepción para
108
Ramón Julio Didiez Burgos
encontrar razones y causas desconocidas en una
época de obscurantismo e ignorancia.
composición de la figura se registra de la misma
manera “en la línea debajo del brazo derecho” lo
cual es conforme en la realidad astronómica para el
10 de octubre.
Las estrellas que en esta época le llamaban las
Guardas eran las cuatro estrellas que forman el carro de la constelación Osa Menor, la B ó Kochab, la
Y (Gamma), la S (Zeta) y N (eta). Estas cuatro estrellas cuando anochecía se encontraban orientadas
al oeste directo, por eso él dijo que se encontraba
“junto al brazo de la parte del poniente” y cuando
amanecía se encontraban en la línea sobre el pie
izquierdo esto es “debajo del brazo derecho”. Parece
que en este caso se hizo la observación considerando la orientación de la Osa Menor con respecto
a la figura y teniendo en cuenta la posición del
“Que las estrellas que les llaman las Guardas, cuando anochece, están
junto al brazo de la parte del poniente también anocheciendo las
agujas noruestean a una cuarta”.
El domingo 30 de septiembre.— Dice en una
nota posterior a los asuntos de las novedades del
día…
“Que las estrellas que se llaman las Guardas
cuando anochece, están junto al brazo de la parte
del Poniente, y cuando amanece están en la línea
debajo del brazo Nordeste, que parece que en toda
la noche no andan salvo tres líneas, que son nueve
horas y esto cada noche. También en anocheciendo
las agujas noruestean una cuarta y en amaneciendo
están con la estrella justo, por lo cual parece que la
estrella hace movimiento con las otras estrellas y las
agujas piden siempre la verdad”.
En el enunciado del Diario hay un error
donde fue sustituido “derecho” por nordeste así
lo registra el padre De las Casas en su Historia
de las Indias, libro 1, capítulo XXXVIII. Y en la
“Y cuando amanece están en la línea debajo del brazo al sureste, que
parece que en toda la noche no andan salvo tres líneas, que son nueve horas y esto cada noche, y en amaneciendo están con la Estrella”.
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
observador y no el de ella, la inspección de la figura
hace ver este caso.
“En anocheciendo las agujas noruesteaban una
cuarta”.
Este problema nos acusa que el error total del
compás para esta fecha en esta posición latitud,
25º–37’N. Longitud 52º–35’.5 W era de 6º W, el
Polo Geográfico quedaba situado entre la estrella
Polar y la dirección de la Flor de Lis del compas,
como la distancia angular era de 11º.2 y la estrella
distaba del polo Geográfico 5º.2 grados, la distancia angular de la Flor de Lis y el polo Geográfico
era de 6º.0 al W, esto es, un error total del compás
6º W.
Según el padre De las Casas, otra vez “los
Pilotos de los tres navíos recibieron mucho
temor, sospechando algún peligro, hasta que él
les dio la razón, y es, que las agujas noruesteaban una cuarta entera en anocheciendo, y en
amaneciendo estaban fil con fil de la Estrella.
Dioles la causa desta diferencia Cristóbal Colón,
diciendo que aquello causaba el movimiento de
aquella estrella que llamamos Norte hace con sus
círculos alrededor del verdadero Norte o Polo.
Por manera que aquella estrella se muda, o tiene
su movimiento violento de Oriente a Occidente
como las otras, y las agujas siempre señalan el
verdadero Norte o Polo, mostrando la verdad,
con esta solución quedaron los Pilotos y marineros algo satisfechos”.
La explicación que dio el Almirante del fenómeno que por primera vez veía esta tripulación,
está representada en los conocimientos que tenia
de cómo los astrónomos representaban la estrella
Polar en el cielo y teniendo como centro de giro
el ombligo de una gran figura humana en el norte,
por lo que se ve, si el Almirante se le hubiera ocurrido mover la tierra lentamente alrededor de un eje,
para explicar el fenómeno, como trato de hacerlo
Galileo Galilei en 1633, lo hubieran tirado al agua;
tenía que acomodar lo real con lo dogmático para
seguir el camino del triunfo.
De lo antedicho podemos corregir que mientras
el Almirante as dirigiría al oeste con las tres carabelas desde la posición del día 13 de septiembre que
encontró un error total de 0°, aumentó al día 17, en
cuatro días o en un recorrido de 505 millas náuticas
o 159 leguas, a un error de un compás de 6°.8 W,
y desde el día 17 al 30 de septiembre, en 13 días
o 817 es millas náuticas o 257 leguas, disminuyó
0°.8 y quedó el error en 6°.0 W. Esto deja sentado
que desde el día 13 hasta el 17 de septiembre el
Almirante venía cruzando zonas de declinación crecientes que ocasionaban el aumento del error total
109
de su compás, y que desde el día 17 al 30 donde
se nota una disminución de su error en 0°.8 W
revela que hubo un lapso en que el compás estuvo
estable sin variante en su error hasta cierto punto
geográfico donde empezó a decrecer, esto nos hace
deducir que del 17 al 30 cruzó en su navegación una
amplia zona de fuerza magnética máxima hasta otro
punto geográfico en que el magnetismo descendía de
valor NW hasta alcanzar un valor igual al desvío de su
compás 12°.5 E donde su compás marcaría otro
meridiano 0° de Declinación; de acuerdo al trazado en la carta podríamos ver que la zona de gran
fuerza magnética que mantuvo el compás de la Santa
María invariable entre los días 17 y 30 de septiembre
estuvo entre las longitudes 39° y 50° W.
Los estudios en la actualidad se han hecho del
magnetismo terrestre en el Atlántico justifican las
deducciones hechas en este trabajo de lo ocurrido
al compás de la Santa María en el primer viaje del
Almirante a través del Atlántico. Tratar de apartarse
de estas razones físicas geográficas es justificarse
como desconocedor de los principios magnéticos a
que están sujetos todos estos lugares.
El resultado de la observación hecha el día 30 de
septiembre, que nos da un Error total de 6° al W, nos
indica un decrecimiento del error total y por tanto,
ya navegaba en zonas de Declinación decreciente
NW a medida que se alejaba al oeste, una disminución de la fuerza magnética que obraba en el compás
Es lamentable que los temores causados a
bordo de las carabelas por este fenómeno, haya
sido motivo de cierta indiferencia por parte del
Almirante al no seguir llamando la atención con
sus observaciones de la estrella, pues si hubiésemos
tenido otra observación más, quién sabe, nuestros
pasos hubieran seguido por senderos más definitivos y la conclusión acabaría por definir donde
estaba ubicada con aproximación la línea 17° W,
18° W, 19° W y 20° W de declinación magnética o
Variación como le llaman en las cartas y radicadas
de estos lugares. La Declinación no puede ser
referida a la estrella Polar porque ésta no ocupa,
ni ha ocupado el centro de giro de la tierra; ha
sido desde los tiempos del siglo xiii, una vía de
referencia aproximada, y toda alusión a ella en lo
relativo a la magnético es falso; toda referencia a
lo verdadero tendría que efectuarse entre el polo
magnético y el polo verdadero o geográfico, por
eso la aguja magnética refleja en un lugar y registra
su diferencia con el geográfico, al E o al W, pero
de un día o una noche ni nordestea ni noruestea
el que así piense, caminara errado y no saldrá del
atolladero en que se envuelve.
110
Ramón Julio Didiez Burgos
Al navegar el Almirante hacia el oeste desde las islas
Canarias, con un desvío de unos 12°.5 al E, y 7° grados
de Error total al E, es natural el lugar o zona tendría de
declinación 5°.5 W; al seguir navegando hacia el W
el error total disminuiría porque aumentaba la declinación al W, y cuando alcanzó una fuerza magnética
N W de 12º.5, igual al desvío de su compás, el error
total se redujo a 0° y por eso “al comienzo de la noche, las agujas nordesteaban y a la mañana noruesteaban algún tanto”. Esta anotación del Almirante
demuestra de una manera clara que la estrella Polar
en su movimiento circular sus elongaciones eran
ángulos iguales a la dirección de la flor de lis de
la aguja magnética. Esto fue lo que ocurrió el día
13 de septiembre, siguió navegando y el día 17 de
septiembre, 4 días después al haber navegado 505
millas náuticas habían llegado a un lugar que el
error total de su compás aumento a 6°.8 W, lo que
acusa a un aumento en la fuerza magnética terrestre
de la zona que llegó a 19°.3 W de declinación o
variación, y el día 30 de septiembre, 13 días después, al navegar 817 millas náuticas encontró que
el error total era de 6° W una disminución de 0°.8
grados, indicativo de que los meridianos magnéticos sostenían acompasado y decreciente su fuerza
magnética, pues en este caso siendo el error igual a
6° W. y el desvío igual a 12°.5 E el valor del meridiano magnético era igual a unos 18°.5 W.
De haber anotado el Almirante alguna observación más, hubiéramos visto que otra vez le
empezaba a disminuir el error total, que es lo que
los autores le llaman Variación, y que por feliz coincidencia al estar ligada a la declinación por medio
del desvío, las oscilaciones E-W del error están
subordinadas a los aumentos o disminuciones de
la declinación, hasta llegar de nuevo a 0° cuando el
desvío se igualaría de nuevo a la declinación en el
meridiano sogónico de declinación o variación para
pasar de nuevo a un error total al E.
El lunes 15 de octubre al decir el Almirante,
“y la otra que yo seguí se corría Leste Oueste” esta
costa que es la costa norte de las islas Acklin y
Crooked, a las que llamó “islas de Santa María
de la Concepción” se corren sus costas norte,
desde el este al oeste y a dos tiros de lombarda,
dos millas náuticas al norte del cabo Noroeste de
la isla Acklin hasta el punto más visible de la isla
Crooked 273°, como él la corrió al este-oueste, o
sea 90° o 270°, encontramos aquí un error en su
compás de 3° E.
El día 19 de octubre dice “el viento era norte, y
quedaba el dicho isleo en derrota de la isla Fernandina,
de donde yo había partido Leste-Oueste, y se corría
después la costa desde el isleo al Oueste, ya había en
ella doce leguas fasta un cabo, a quien yo llamé el
cabo Hermoso, que es de la parte del Oueste”.
El Almirante quería trasladarse desde donde
estaba fondeado en el cabo Isleo al norte, hacia el
cabo que él veía, pero el viento era norte y para
poder llegar allá, tuvo que salir con un rumbo tal
que su tipo de velamen le permitiera ganar barlovento o viento como se decía en la época y ya
vimos que las carabelas no podían ceñir al viento
con un ángulo menor de 6 cuartas 67°.5 al salir y
tomar su rumbo de 6 cuartas y media, en su proa
le salió la parte sur de la isla Fernandina, el rumbo
de la línea que une la parte sur de la isla Fernandina
con el isleo de la isla Fortuna o Isabela es de 290°,
verdadero, y al seguir el N 73° W o sea 6 cuartas
tirando a la media (287°) le dio un error de 3° al
E y al virar al W a unas 10.8 millas náuticas de la
isla Fernandina hacia cabo Hermoso, lo hizo a 87°.
Es de conocerse, que el error varia de signo en los
rumbos contrarios, y le dio en la Proa, la Loma de
Stopper Hill; desde el cabo del Isleo al punto de
viraje al 21 millas náuticas y desde este punto al
cabo Hermoso algunas 17 millas náuticas total 38
millas, las 12 leguas anunciadas por él.
Si el Almirante no hubiera tenido que afrontar
los problemas que se le presentaron con las supersticiones de la tripulación con el noroestear y
noruestear de la aguja con referencia de la estrella
Polar la cual era una estrella circupolar en esta
época con toda posibilidad nos hubiera legado
más observaciones con las cuales reconstruir un
plano magnético preciso de las Líneas de Fuerzas
Magnéticas del Atlántico y de esta manera, los hombres especializados en magnetismo en la actualidad,
hubieran dispuesto de un material valioso en que
fomentar muchas de sus observaciones, así también
los que hoy preconizan que la línea de declinación
nula estuvo a 3° y medio al este de la isla de Cuervo
hubieran encontrado otra línea de declinación
nula cerca de la latitud 24°–07’.5 norte, longitud
67°–37’.5 oeste el 8 de octubre.
Según se muestra en la Carta del Atlántico con
sus líneas isógonas, conceptuadas por mí según las
observaciones del gran almirante español Cristóbal
Colón y los insignes capitanes y pilotos que compartieron con él, la gran aventura de descubrir un
nuevo continente.
Hemos dicho anteriormente que es llamado del
error total hacia el W de la rosa náutica de la nao del
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
Almirante, aumentado ésta con el abatimiento de
los barcos al recibir el viento del nordeste derivaban hacia el sur, hasta caer directamente en las islas
Planas.
Figura del papa Alejandro VI, según un medallón que está en el
Vaticano.
Si aceptamos la hipótesis de que el meridiano 0°
de declinación estaba a 30 leguas al este de la isla
Cuervo de las Azores o al sur de estas, o 100 leguas al
oeste de las islas de cabo Verde como “líneas de demarcación” de las esferas de dominio y jurisdicción
entre España y Portugal, tal como lo consideró el
papa Alejandro VI en su bula del 1493, puede considerarse que, como este valor 0° fue determinado por
el compás magnético de la carabela Santa María, este
compás no tenía desvío y que su error era 0°, cuatro
días después; el día 17 de septiembre observó que
“Fallo de Septentrión en Austro, pasando las dichas
100 leguas de la dicha isla, que luego en las agujas
de marear, que fasta entonces nordesteaban, noruesteaban una cuarta de viento todo entero; y esto es
llegando allí aquella línea, (la líneas o meridiano
0° del día 13) como quien traspone una cuesta” la
posición geográfica del día 17 sería latitud 27°–06.
N y longitud 38º–10’.5 W. En cuatro días el compás
de la Santa María pasó de 0° a una gran cuarta (12°),
en sólo unas 159 leguas de camino a bien se ve del
día 13 al 17 solamente varió 6°.8 al oeste); como el
meridiano de declinación 0° estaba en la posición
latitud 28°–02’N y longitud 30°–21.5 W es de
111
presumirse que las líneas de fuerza del magnetismo
se distribuyen a ambos lados de esta línea en la misma proporción y que al este de esta línea el compás
tenía que nordestear con la misma amplitud y en la
misma proporción, con que lo estaba haciendo ahora, así podríamos sacar que si el Almirante navega
desde las Canarias 200 leguas u ocho días hasta el
13 donde encontró el meridiano 0°, es natural que a
toda esta zona hasta las Canarias le corresponde más
de 1 cuarta de nordestear del compás, fenómeno
que no ha sido registrado, ni por los Portugueses
que siempre navegaron estas aguas ni por el mismo
Almirante; si esta secuencia se lleva a Europa todavía
resulta peor la especie porque en el Mediterráneo la
declinación sería de 2 cuartas.
Si el meridiano 0° declinación estaba en la posición antedicha, entonces ¿La zona de alta tensión
magnética donde estaría ubicada? Indudablemente,
cerca de América o en Europa, pero la historia del
magnetismo no da datos de estas altas tensiones por
estos lugares.
Si seguimos adelante encontramos que el día 30
de septiembre el cielo se le presentó al Almirante
bajo el mismo aspecto que el día 17, de manera que
el compás le noruesteó todas las noches desde “una
cuarta” hasta “una gran cuarta” 13 días consecutivos
sin que se experimentara en el compás un cambio
notable. ¿A qué se debió esta permanencia del compás en sostener un mismo ángulo con la Polar? El
Almirante no lo explica, ni tampoco los analistas,
para él, los grandísimos “mudamientos del cielo” no
tenían relación con el compás, aunque para conocer
la verdad de él lo marcaba en un momento dado con
la estrella Polar, en la mañana, visto así, entonces
la Polar era la referencia de su compás para saber si
este estaba bien; no hay duda alguna que el cambio
de navegación en otras aguas le trajo problemas de
carácter científico que él interpretó a medias.
Si en cuatro días tuvieron una variante en el
compás de una gran cuarta y en los 13 días subsiguientes se mantuvo igual, esto se debió a algún
fenómeno magnético que debió haberlo afectado y
ese mismo fenómeno debió haber existido al lado
este del meridiano 0° de declinación, y estos fenómenos nunca han sido enunciados para esa parte.
Entonces, ¿qué se puede deducir de aquí? O que el
Meridiano 0° de declinación no existió en este lugar o que el Almirante alteró el compás con hierros
en sus proximidades; si el meridiano 0° existió en
ese lugar, el crecimiento o noruestear de la aguja
112
Ramón Julio Didiez Burgos
hubiera sido progresivo, y entonces el Almirante
hubiera tenido que apelar a alterar el compás en sus
crecimientos pero eso sólo hubiese sido un ardid
para el compás y la tripulación, pero no para el
magnetismo de la tierra el cual aumentaba a medida que se dirigían al oeste, el aumento llegaría hasta
las zonas de altas tensiones que como ya dijimos
estarían cerca de América estos constantes aumentos y el abatimiento de ella obligarían a las carabelas
a derivar hacia el sur todos los días con más pronunciamiento hasta arribar a las Antillas menores
de Barlovento, Puerto Rico o a Santo Domingo. A
las Lucayas no habría posibilidad, el Almirante no
hubiera podido resistir alterar con hierros unas 2
cuartas de noruesteo que hubiera hecho su compás
en la travesía del Atlántico, de no haber alterado
el compás, los pilotos y la tripulación se hubieran
alarmado de manera más peligrosa y el Almirante
hubiera anotado en su Diario la novedad, nada de
esto sucedió, porque el meridiano 0° de declinación
que era el que hubiera dado origen a estos acontecimientos no estaba ahí y lo que sucedió fue lo
relatado anteriormente.
Hoy podemos contemplar que la razón de la
permanencia del compás en sostener con respecto
a la Polar el noruesteo de una “gran cuarta”, fue el
haber navegado durante estos 13 días o 257 leguas
sobre una zona de alta tensión magnética, punto
de origen inverso de las declinaciones NW; a partir
de aquí las líneas isógonas se dividían al W y al E,
disminuyendo su valor hasta llegar a reducirse a
un valor 0° al nivel del golfo de México en el W y
Europa hacia E, pero con denominación NW.
No creo que haya alternativa en considerar que
la deducción hecha no tenga fuerza de razón para
considerar que esa fue la realidad del magnetismo
del Atlántico para el 1492. Tratar de tergiversar estas
realidades físicas geográficas magnéticas es lanzar
un mentís a lo que hoy se ha podido descubrir del
magnetismo del Atlántico.
Hay que convenir que la Santa María traía
a bordo, lombardas de hierro, arcabuses, herramientas de hierro, y estaba construida con clavos
de hierro, y hierro suficiente para producir una
perturbación (desvío) en el compás, de manera que
cualquier marcación de él a la Polar, era el resultado de la suma o diferencia de la declinación y
esa perturbación, que hoy llamamos Error Total del
compás.
Para John Davis en el 1594 El secreto del Marino
que en la isla de Fez en las Canarias fue usado para
el primer meridiano por pasar por ahí, la línea de
0° declinación, esta información denota que John
Davis o algún capitán amigo le informaron la
novedad de este fenómeno; en tan sólo 100 años
el magnetismo de la tierra no iba a variar una cantidad de grados magnéticos como los que hay entre
la porción donde don Cristóbal Colón encontró
el día 13 de septiembre del 1492 en el Atlántico
a la posición de la isla de Fez en el 1594; eso
acusaría un movimiento de los polos magnéticos
hacia el este un ritmo algo acelerado por año, pero
este movimiento nunca ha sido observado en los
estudios del magnetismo del Atlántico, de manera
que la observación del John Davis hace ver que el
compás con que fue hecha tenía un error igual a
cero en esa zona, esto es, un desvío pequeño que se
compensaba con la declinación igual a él.
Este caso ha sido debatido por muchos especialistas, y poca explicación han sacado de ella las
múltiples conjeturas que se han hecho del caso.
Hasta han llegado a pensar que el Almirante traía
el compás trocado; estos arreglos se hacían en esa
época en la cuenca del Mediterráneo y a las brújulas
en navegación de escasas distancias, y donde los
efectos de las Variaciones locales de la declinación
no tenían la significación de grandes cambios en los
rumbos o en la zona del Atlántico europeo, el que
navegaban los buques en su generalidad norte sur.
Los efectos tampoco eran muy notables.
Las líneas de puntos muestran la disposición de los imanes en los
compases antiguos cuando estos eran trocados.
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
El trocado de un compás, era el recurso que empleaban los constructores de Rosas Náuticas al final
del siglo xv y esto consistía en colocar los imanes en
la Carta, a un ángulo igual a la declinación del lugar,
en tierra, donde los imanes seguían un ángulo determinado, más, al instalarlo a bordo de un buque,
este ángulo ya no era el mismo, sino que se alteraba
en razón al magnetismo, de a bordo. Hemos visto
que aunque un buque de madera fuese construido
sin piezas de hierro, estos siempre se afectaban; y
como casi todos estos barcos, contenían piezas de
hierro, tales como lombardas, anclas, sunchos, candeleros, cadenotes, etc., esto influía notablemente en
la dirección de las agujas, y de aquí que una aguja,
no marcaba el mismo rumbo en tierra que a bordo
de un buque. De esta manera, al quedar colocado
los imanes debajo de la Carta Graduada a un ángulo
igual a la declinación, la Flor de Lis de la Carta señalaba el norte, pero como éste estaba fijado sobre una
estrella que giraba, al ocupar diferentes posiciones en
la noche que era cuando marcaba con la aguja tenía
su variación del oeste al este o viceversa. Con suma
razón dice don Juan Lisboa, con respecto a las agujas
francesas y genovesas “Nordestearem e noroestearem, diferente… e porque os antiguos nao sentirem
esta variçoa andaban mudando os ferros de agulha
fora da Flor de Lis”. Así, en esta forma, buscaban
corregir en lo más posible el error de su compás, una
especie de compensación rudimentaria.
Dice José Ma. Martínez-Hidalgo y Terán en su
libro Historia y leyenda de la aguja magnética que “en
todas partes se había generalizado luego el “trocar los
aceros” siendo el valor del ángulo formado por el eje del
imán con el diámetro norte-sur de la rosa en el litoral
Báltico, de unos 8° y medios, menos en Rusia, que era
algo menor, alrededor de los 7° grados y medios, en las
demás naciones citadas, media cuarta o sea, 5° grados y
medio, poco más o menos. La razón de situar los imanes hacia el este era porque en Europa, contrariamente
a lo que sucede hoy, la declinación magnética era N E.
Claro que esto es en términos generales, porque rigurosamente, ahora en el mar Negro y a oriente del cabo
Norte, pasa del N W. al N E, como puede apreciarse en
la carta de líneas isógonas.
Por eso el ilustre contralmirante Julio F. Guillén
admite la posibilidad de que el Almirante traía los
imanes de su aguja trocados en un estudio que hizo
del Diario, y al fijar los hechos del día 17 de septiembre el Sr. Martínez-Hidalgo correspondiendo con la
idea del contralmirante Guillén dice “Efectivamente,
113
si la aguja llevaba los imanes dispuestos para corregir
una Declinación NE en cuanto alcanzó un valor
NW la disposición se acentuó aún más”, sacamos de
aquí que a partir de la línea encontrada el día 13, al
E, las declinaciones eran N E, y al W eran N W y
esto medio a medio del Atlántico, no lo creo así.
De haberlos trocado no hubiera hecho en
lugares de baja declinación NW, cerca o al sur de
España; entonces el meridiano 0° lo hubiera encontrado más cerca de las islas Canarias, y por tanto
las declinaciones crecientes de la zona por donde
navegaba le hubieran obligado a trazar un rumbo
mucho más pronunciado hacia el sur.
El Almirante no traía su compás trocado en la nao
Santa María, ya hemos visto cómo se desarrollaron
paulatinamente y de un modo gradual las alteraciones de su compás y dentro de un círculo de fuerzas
que obedecían a las líneas isógonas que existían y tenían semejanza con las que en la actualidad se trazan
en el océano Atlántico por los servicios hidrográficos
norteamericanos en su carta Pilot Chart o en las cartas inglesas y francesas isogónicas. De otra manera
se trata de dar a entender que el meridiano 0° de
declinación estaba en la posición que las carabelas tenían el día 13 de septiembre en medio del Atlántico,
indicando así que esta línea viajaba alrededor del
globo, encontrándose en dicha posición en la fecha
indicada.
Si nos adelantamos de fecha y escogemos de
sus viajes otros datos valiosos que tendería a aclarar
estos acertijos, llegamos al 16 de agosto del 1498
en ocasión de su tercer viaje y mientras se dirigía
a la Española desde la isla Margarita con rumbo
Norueste cuarta norte (33°.8 W) o (326°) y llegó a
la isla Beata, al llegar a esta isla podemos sacar en
claro que desde isla Margarita a la Beata se hace con
un rumbo verdadero de 311°, que el rumbo que lo
siguió a pesar de llevar en su compás 326° fue de
311°, de manera que el error total de su compás (no
era el mismo que el de la Santa María) fue de 15° W.
Después de haber navegado 89 leguas desde la
isla Margarita al norueste cuarta norte y en posición aproximada de latitud 14°–25’ N y longitud
66°–35’W dice “que cuando partía de Canarias
para la Española pasando 300 leguas al oeste, luego
noruesteaban las agujas, una cuarta y la estrella del
norte no se alzaba sino cinco grados, y agora en
este viaje nunca le ha noruesteado, hasta anoche,
que noruesteaban más de una cuarta y media,
y algunas agujas noruesteaban medio viento,
114
Ramón Julio Didiez Burgos
que son dos cuartas, y esto fue todo de golpe anoche”.
Al decir que en este viaje las agujas nordesteaban, esta
posición estaba muy lejos del continente Europeo; al
decir de J. Ma. Martínez-Hidalgo y Terán “porque en
Europa, continuamente a lo que sucede hoy, la declinación magnética era N E” y la siguió nordesteando
hasta la posición señalada anteriormente donde se le
vario de golpe y le “noruesteaban más de una cuarta
y media, y algunas agujas medio viento, que son dos
cuarta” parece que en el medio del mar Caribe había
otra línea de declinación nula, porque pasa del E. al
W de golpe. Nos diría que no se puede pasar de una
declinación al E. a otra al W sin pasar por el cero, ¿qué
les ocurrió a las agujas magnéticas que violentamente
cambiaron de un error E a otro al W y en una noche?
Antes de considerar que este caso tiene su interpretación, consideremos que además de la influencia que ejercen los hierros de a bordo en las agujas
imantadas, cuando los buques navegan cerca de
tierra donde existe un gran contenido de hierro o
por parajes volcánicos, las agujas sufren atracciones
considerables de manera que se alteran por inducción, esto en forma rápida y peligrosa para la navegación. Se ha observado también que los compases
pierde mucho de su sensibilidad cuando el buque
está fondeado y en calma cierto tiempo; esto es, se
encuentran adormilados. Cuando se sale a navegar,
estos vuelven a recobrar su directriz, pero en una
forma paulatina y gradual por eso se aconseja el que
siempre en estos casos se le diera golpecitos suaves
sobre el cristal de la aguja para que se coloque lo
más rápido posible en su verdadera dirección.
Desde el día miércoles 1 de agosto del 1498
arribó a la Punta Noreste de la isla Trinidad que
le puso Punta de la Galera, siguió su costa este al
sur, y entró a la bahía que forma esta isla con tierra
firme a la que puso golfo de Ballenas (hoy Golfo de
Paria). Anduvo dentro de este golfo hasta el día 13
de agosto que salió por la boca que el llamo Boca
del Dragón para dirigirse a la Hispaniola, pasó por
la isla Margarita el día 15 de agosto y el día 16 fue
cuando hizo su observación.
Dice D. Francisco Fernández Fontecha en su magistral obra Curso de astronomía náutica y navegación
“Sir James Clark Ross, dice que encontró una gran
perturbación en la isla Trinidad”, como el Almirante
estuvo fondeado en estos parajes, es posible que las
agujas que poseía a bordo se hayan alterado y que los
buques hayan sido objeto de magnetismo accidental
en esta zona. Mientras reconocía todo el golfo de
Ballena y que al salir el día 13 de agosto este magnetismo fuera perdido golpe y produjera el fenómeno
ya enunciado por el día 16 de agosto, no hay que dudar de que este fenómeno haya sucedido así o que le
haya colocado el exprofeso un hierro cerca a la aguja
que le haya hecho variar de un signo a otro, por 17°.
W de error total que tenía la aguja, es precisamente
una cuarta y media de error.
En la actualidad los aviones que cruzaban de
Caracas a las Guyanas o a las ciudades de la parte
norte del Brasil pudieran notar que al cruzar por las
confluencias de los ríos Orinoco y Caroni, sus brújulas experimentaban ciertos giros irregulares, hizo
presumir la existencia de yacimientos de carácter
ferrosos; estas presunciones hicieron investigar a la
compañía norteamericana Bethlelem Steel en 1941,
la cual encontró en El Fao un rico filón de mineral de
hierro y seis años después la United States Steel descubrió que cerro Bolívar, montaña de 12 kilómetros de
largo por 800 metros de altura tiene el contenido de
unos 500 millones de toneladas de mineral de hierro,
con la riqueza de un 60 por ciento de pureza.
No hay duda que este enorme yacimiento
de hierro fuera el que alterara el compás del
Almirante, haciéndole adquirir magnetismo accidental, ya que él estuvo 10 días dando vueltas en
el Golfo de Ballena, y que en la noche del 15 de
agosto lo perdiera de golpe; también queda confirmada la observación de Sir James Clark Ross al
encontrar una “gran perturbación magnética” en
la isla Trinidad.
Podemos notar en el examen de los rumbos del
Almirante alrededor de las islas que visitó el 15, 16,
17, 18, 19, 20, etc. de octubre del 1492 que casi todas se correspondían con los rumbos verdaderos (de
acuerdo a la cartografía actual, porque en la antigua,
ni pensarlo), y esto era debido a que siendo el desvío
del compás 12°.5 al E y al estar navegando en zonas de
declinación de unos 10° u 11° al W, el error total del
compás era sumamente pequeño y podía considerar
que los rumbos se acercaban a los reales y verdaderos;
de ahí que cuando él anuncia un rumbo se puede
trazar en la carta, y encontrar escasa diferencia con
el verdadero. El día 16 de octubre dice que “esta isla
está desviada de la Santa María ocho leguas cuasi Leste
Oueste”, es la confirmación del pequeño error de su
compás. Permítaseme en esta oportunidad aclarar
algo que parece contraproducente en los asuntos del
Diario; aquí dice que la distancia entre las islas es de
8 leguas, mas sin embargo el día 15 de octubre dijo:
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
“y así a esta isla de Santa María a esta otra nueve leguas
Leste-Oueste” esta distancia es la navegada entre ambas y la ocho, la que hay entre ellas.
También encontramos otra confirmación al
relatar los acontecimientos del día 20 de octubre de
1492 cuando se internó en la ensenada de Acklin
“The Bight of Acklin”, ensenada formada por Santa
María de la Concepción y la Isabela, desde el cabo de
las Lagunas al sur de la isla Fortuna, dice “para navegar al Nordeste y al Leste de la parte del sureste y sur”
y “fallé todo tan bajo en el fondo, que no pude entrar
y navegar a ello y vide que siguiendo el camino del
Sudueste era muy gran rodeo”, si se verifican estos
rumbos en la carta desde el sur de la isla Fortuna
se podrán constatar que para entrar en las líneas el
agua de 1.5 a 2 brazas los rumbos obligatorios son
nordeste y este, y de ese al fondo de la ensenada se
puede salir sobre estos mismos calados, al sudeste
con las pequeñas correcciones del compás.
El día 24 de octubre cuando sale del cabo del
Isleo para Cuba hace rumbo ouesudueste, en la
tarde, “fasta que anocheció, y entonces me quedaba
el Cabo Verde de la isla Fernandina, el cual es de
la parte sur a la parte del Oueste, me quedaba al
Norueste, y hacía de mi a él siete leguas”. Si también verificamos este caso en la carta actual, pero
con una pequeña corrección de 3 grados al E. al
rumbo ouesudueste y a la marcación nordeste, la
línea que sale del cabo del Isleo se cruza con la línea
de la marcación al cabo Verde de la isla Fernandina
a 7 leguas, 21 millas.
No creo que sea necesario abordar más evidencias sacadas del Diario para estar conforme a las
conclusiones a que he llegado anteriormente pues
éstas son más que suficientes para dejar sentado que:
a. La aguja magnética que trajo la Santa María,
no tenía los aceros trocados.
b. Que el Almirante en este viaje no usó el viejo
truco que usaban los navegantes antiguos, “de
cambiar el cebo” del compás, esto es, alterar
la dirección de Flor de Lis, para acomodar su
declinación (error total) a la estrella polar.
c. Que la variación que se experimentó en la aguja
desde la salida de la Gomera hasta las Lucayas,
fue un movimiento normal y ajustado a los
meridianos isógonos de toda la zona cruzada.
d.Que por dos veces pudieron comprobar
que la aguja magnética se dirigía al centro
de las oscilaciones nordeste y norueste de la
e.
f.
g.
h.
i.
j.
k.
115
estrella circumpolar o de la Osa Menor, la primera en la posición latitud 28°–02’N y longitud
30°–21’5 W el día 13 de septiembre y la segunda en la latitud 24°–07’5 N longitud 67°–16’5
W el día 8 de octubre.
Que estos no eran los meridianos 0° de declinación, sino zonas de fuerzas magnéticas igual al
desvío del compás de la nao, que al contrarrestar
la declinación de especie contraria obligada a la
aguja a tener un error igual a 0°.
Que si el Almirante discrepó en algo respecto al
magnetismo, más bien se debe a ignorancia que
se tenía de los valores magnéticos de que eran
afectados los compases y culpa de él no es, si
no, de que aún no se habían hecho estudios del
magnetismo a fondo.
Que la zona restringida en que se desarrollaban
las navegaciones en esa época no producía
cambios notables y significativos en la aguja,
pero cuando éstas fueron extendidas y ampliadas a mayor distancia al oeste, el magnetismo
terrestre se hizo evidente en la alteración de las
marcaciones de la aguja.
Que el Almirante fue el primero en notar estas
variaciones de la aguja en el Atlántico y a él que
adjudicarle la gloria de haberla dado a conocer.
Que a partir de este viaje es que con más ahínco
se ha llevado estudios intensos del magnetismo
terrestre, según lo tiene demostrado don José
Ma. Martínez-Hidalgo y Terán en su magistral
obra Historia y leyenda de la aguja magnética.
Y que, aunque se haya conocido con fecha
anterior al 1492 la declinación, no queda
sentada de manera llamativa el estudio de la
variación de la aguja (la declinación), por ser
considerada como perturbación local, y sin
muchos efectos.
Las razones antes dichas me obligan a identificarme con el historiador Fernández Navarrete
al decir “el ingenioso Colón, que fue el primer
observador de la variación, procuraba disipar
los temores de su gente explicándoles de un
modo espacioso la causa de este fenómeno. Así
lo asegura su historiador Muñoz, y así era la verdad, como se comprueba al ver las reflexiones
que hace en su tercer viaje sobre estas alteraciones del imán. La misma sorpresa y cuidados de
los Pilotos y Marineros es una prueba decisiva
de que hasta entonces nadie había notado esta
variación en las agujas. Así lo dicen Las Casas,
116
Ramón Julio Didiez Burgos
Hernando Colón y Herrera, historiadores exactos y fidedignos.
Y por lo mismo es muy singular que haya
cuidado tanto la opinión de que el primero que
observó las declinaciones del imán fuese Sebastián
Caboto, que no salió a descubrir hasta el año 1497,
con permiso del rey de Inglaterra, Enrique VII, suponiendo que publicó esta novedad en el año 1599,
y que otros la atribuyan a un tal Criñón, piloto de
Dieppe, hacia el año 1534.
Nuestro erudito Feijoo incurrió en este error y
lo sostuvo tomándolo según dice de Mr. Fontanelle
en su Historia de la Real Academia de Ciencias.
Lunes 1 de octubre.— “Navegó su camino al
Oueste, anduvieron veinticinco leguas con todo a
la gente de veinte leguas, tuvieron grande aguacero.
El piloto del Almirante tenía hoy en amaneciendo
que habían andado desde la isla de Hierro hasta
aquí quinientas setenta y ocho leguas al Oueste;
la cuenta menor que el Almirante mostraba a la
gente era quinientas ochenta y cuatro leguas; pero
la verdadera que el Almirante juzgaba y guardaba
eran setecientas siete.
Para este día la armada se encontraba al sur de
la línea límite de los vientos del nordeste o Aliseos,
aún navegaban en zona de calma, razón de la inmovilidad atmosférica y las grandes precipitaciones de
lluvia de hoy”.
Alonso Niño, piloto del Almirante tenía contabilizado para el amanecer del día de hoy 578 leguas,
pero el Almirante tenía para ese momento 608
leguas, el de la Pinta Cristóbal García Sarmiento
o don Martín Alonso Pinzón 584 y el de la Niña,
Juan Niño o Sancho Ruiz de Gama, o Vicente
Yáñez Pinzón, 580 por lo que se ve en la cuenta
esta, que era la que todos los pilotos mostraban, habían pocas diferencias en sus tablas y todas parecen
eran llevadas bajo un sistema común de determinarlas, no hay duda alguna que la cuenta real de la
distancia estaba en este sistema, porque el otro o la
cuenta larga o real como la llamaba padre De las
Casas era los aumentos que se hacían a estas para
obtener la distancia en la carta de Toscanelli, la cual
difería de esta, 1.75 leguas por grado, diferencia
introducida al tomar el Almirante para un grado
de amplitud entre sus meridianos de 43 millas para
la confección de su carta y Toscanelli 50 millas al
grado, en el paralelo 41°.
Al llenar el Almirante el día 2 en la mañana
los cómputos totales de la distancia recorrida,
incluyendo el día 1 de octubre hasta el momento
de hacer el cálculo, tenía en su cuenta 608 leguas,
es deberse que para el amanecer del día 2 que fue
cuando empezó el día que incluye el día 1 de octubre tenía 607 leguas que anduvo mientras hacía sus
apuntes para el momento, escribe el padre De las
Casas “pero la verdadera que el Almirante juzgaba
y guardaba eran setecientas siete (707)”.
Basta decir, sin tener que aludirnos a ningún
autor o crítico del primer viaje del Almirante que
todos y sin excepción coinciden en considerar que
en esta distancia de 707 leguas hay un error, sea
del Almirante o sea del padre De las Casas o de los
copistas del Diario. Mi opinión es contraria y decidida, no hay error en esta distancia, sino la primera
coincidencia que deja ver el Almirante entre las dos
cartas que llevaba a viaje, la de Toscanelli y la de él,
la otra la veremos al final del viaje.
Al hacer el cálculo de la distancia para la carta
de Toscanelli, tomó como referencia la distancia
corta o la del engaño (según Las Casas), la cual
eran 608 leguas, para amanecer el día 2 de octubre, que incluía todo el día 1ro., más la distancia
de 1 legua de una hora después de la salida del sol
en el día 2.
Esta distancia de 608 leguas abarcaba para la
carta del Almirante 56°.56 grados desde la isla de
Hierro, para buscar el equivalente en leguas en
la carta de Toscanelli, sólo hay que multiplicarlo
por la diferencia de que existían entre ambas cartas y sumárselas a la distancia corta así: la diferencia entre ambas era de 7 millas por grados, en
leguas era 1.75 x 56.56 = 98.98 + 608 = 706.98,
este valor de 707 representaba la distancia en la
carta Toscanelliana, como el Almirante llevaba su
derrota por él, bajo el influjo de confianza que
concedía el sabio florentino la consideraba como
verdadera.
La forma un tanto descontroladas del ajuste de
ambas distancia para otros días, sin que se haya encontrado un día como el del día 1 de octubre para
verificar y demostrar este acerto, no representa una
negación al método empleado por el Almirante,
sino una forma amañada e intencional para ser él,
único poseedor de las distancias.
Si acaso dio esta distancia como verdadera y la
otra como falsa obligaba por esta confusión, que él
únicamente entendía, a los pilotos que fueran a la
Indias a navegar a tientas inciertamente hasta tanto
tomaran experiencias.
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
Capítulo VI
Desde el día 2 de octubre
hasta el día 10
La distancia
Martes 2 de octubre.— “Navegó su camino al
Oueste noche y día treinta y nueve leguas, contó a
la gente obra de treinta leguas: la mar llana y buena
siempre; a Dios muchas gracias sean dadas dijo aquí el
Almirante; yerba venía del Este al Oueste por el contrario de lo que solía; parecieron muchos peces, matose uno; vieron una ave blanca que parecía gaviota”.
Hoy siguió su camino al mismo rumbo al oeste,
lo único significativo que se puede ver en este día es el
movimiento de las algas de este al oeste, indicación de
sentido rotativo de las corrientes en esta zona, mientras
que para el día 16 de septiembre era de oeste a este.
Miércoles 3 de octubre.— “Navegó su vía ordinaria, anduvieron cuarenta y siete leguas, contó
a la gente cuarenta leguas. Aparecieron pardelas,
yerba mucha, algunas muy vieja y otra muy fresca,
y traía como fruta; y no vieron aves algunas; creía el
Almirante que le quedaban atrás las islas que traía
pintadas en su carta. Dice aquí el Almirante que no
se quiso detener barloventeando la semana pasada, y
estos días que había tantas señales de tierra, aunque
tenía noticias de ciertas islas en aquella comarca,
por no se detener, pues su fin era pasar a las Indias;
y si detuviera dice él, que no fuera buen seso”.
Siguió navegando a su camino, y encontró muchas algas, unas viejas y otras frescas; al no ver aves
creyó haber dejado atrás las islas que tenía pintadas
en su carta; esta información “en su carta” deja evidenciado que la carta tan traída y llevada de barco
a barco era la pintada por él y no la de Toscanelli;
estaban a 63° de la isla de Hierro o 297° de longitud,
se entendía que habían rebasado la isla Antilla, pero
parece que don Martín Alonso Pinzón, al haber visto
la carta del Almirante, vio las islas dibujadas en estos
parajes, opinó, y así los tripulantes, que debían volverse a buscar las islas, pero el Almirante era de idea
contraria, seguir adelante porque su intención desde
117
que salieron y según se lo había prometido a los
Reyes era ir directamente en busca de las Indias. Esta
diferencia de opiniones parece hizo surgir disgustos
entre don Martín y su tripulación conjuntamente
con la de la Santa María y el Almirante, las razones
de que se valía parece que no eran insuficientes para
contener el creciente disgusto entre todos, pero
como esta ausencia de señales de tierra, según su
interpretación, desapareció por poco tiempo surgieron de nuevo, y por parte del oeste aparecieron los
alcatraces, y pardelas, rabiforcado y gaviota, que se
consideraban que dormían en tierra y estas nunca se
apartaban 20 leguas de ella; esto dio nuevos ánimos
y la tripulación se moderó, pero con sus reservas.
Jueves 4 de octubre.— “Navegó su camino al
Oueste, anduvieron entre día y noche sesenta y
tres leguas, contó a la gente cuarenta y seis leguas;
vinieron al navío más de cuarenta pardeles juntos y
dos alcatraces, y al uno dio una pedrada un mozo
de la carabela, vino a la nao un rabiforeado y una
blanca como gaviota”.
Viernes 5 de octubre.— “Navegó su camino
andarían once millas por hora; por noche por día
andarían cincuenta y siete leguas porque aflojó la noche algo el viento; contó a la gente cuarenta y cinco;
la mar en bonanza y llana: a Dios, dice, muchas gracias sean dadas; el aire muy dulce y templado, yerbas
ningunas, aves pardelas muchas, peces golondrinas
volaron en la nao muchos”.
En todos estos días la armada navegaba con
mares tranquilos; hoy hicieron buen camino; parece
que el viento les sopló bien, siguieron viendo señales
de tierra y por ahora parece que los ánimos estaban
calmados. En este día dejaron de ver las algas y yerbas
y varios peces voladores, que llamaban golondrinos
cayeron a bordo, la longitud de su vuelo dice el
Almirante, que es “un gran tiro de piedra”.
Sábado 6 de octubre.— “Navegó su camino al
Vueste ú Oueste ques lo mismo, anduvieron cuarenta
leguas entre día y noche; contó a la gente treinta y tres
leguas. Esta noche, dijo Martín Alonso, que sería bien
navegar a la cuarta del Oueste, a la parte del Sudueste;
y al Almirante pareció que no decía esto Martín Alonso
por la isla de Cipango, y el Almirante vía que si la
erraban que no pudiera tan presto tomar tierra, y que
era mejor una vez ir tierra firme y después a las islas”.
Siguió su camino al oeste, don Martín Alonso
al contemplar el vuelo de los pájaros al Sudueste
se acercó a la Santa María y le sugirió al Almirante
cambiar el rumbo en esa dirección, pues era la señal
de tierra; además en ese rumbo podían hallar a la
118
Ramón Julio Didiez Burgos
isla de Cipango que demoraba en este sentido desde
la posición donde se encontraban a 74°.5 grados de
la isla de Hierro o 285°.5 de longitud; el Almirante
no admitió la sugerencia y siguió su rumbo, pues
temía que a tanta distancia de Cipango 166.6 leguas
o 666.5 millas antiguas podían errarla y que era mejor ir directamente en busca de tierra firme y luego
ir a las islas; esta negativa del Almirante tuvo que
haberle caído mal en el ánimo de Martín y como la
mayor parte de la tripulación de las carabelas eran
del puerto de Palos, era muy natural que el enojo de
don Martín se reflejara en todos, por donde se ve que
los disgustos de los tripulantes no era por lo luengo
del viaje si no por diferencia de opiniones entre el
Almirante y don Martín, no obstante, esto, cualquier
alteración que hubiera en la tripulación se justificaba, el viaje había sido largo e incierto, la distancia y el
tiempo que había navegado y permanecido mirando
solo mar y cielo sin haber encontrado las islas donde
suponían estarían situadas muy lejos se encontraban
de las Canarias y sin esperanzas de hallar tierra en un
momento determinado, puesto que la fantasía y las
informaciones falsas de los viajeros que visitaron a la
India y a Asia en los años anteriores, hicieron posibles todos los errores cartográficos existentes en esa
época, errores a los cuales les estaban haciendo frente
el Almirante y los hombres que le acompañaban.
Domingo 7 de octubre.— “Navegó a su camino al Oueste, anduvieron doce millas por hora dos
horas; y después ocho millas por hora, y andarían
hasta una hora de sol veinte y tres leguas, contó
a la gente dieciocho. En este día al levantar el sol
la carabela Niña, que iba delante por ser velera, y
andaban quien más podía por ver primero tierra,
por gozar de la merced que los Reyes a quien
primero la viese habían prometido, levantó, una
bandera en el topo del mastel, y tiró una lombarda
por señal de que veían tierra, porque así lo había
ordenado el Almirante. Tenía también ordenado
que al salir el sol y al ponerse se juntasen todos los
navíos con él, porque estos dos tiempos son más
propios para que los humores den más lugar a ver
más lejos”.
“Como en la tarde no viesen tierra la que
pensaban los de la carabela Niña que había visto, y
porque pasaban gran multitud de aves de la parte
del Norte al Sudueste, por lo cual era de, creer
que se iban a dormir a tierra e huían quizás del
invierno, que en las tierras de dónde venían debía
de querer venir, porque sabía el Almirante que las
más de las islas que tienen los portugueses por las
aves las descubrieron. Por esto el Almirante acordó
dejar el camino del Oueste, y poner la proa hacia
Ouesudueste con determinación, de andar dos días
por aquella via. Esta comenzó antes de una hora del
sol puesto. Andarían en toda la noche obra de cinco
leguas, y veinte y tres del día; fueron por todas veinte y ocho leguas noche y día”.
Durante este día, los tripulantes de la Niña
produjeron gran revuelo al avisar en la forma
convenida de izar una bandera blanca al tope del
mástil y disparar una lombarda que veía tierra, en la
tarde se disipó el espejismo visto, pero como vieron
esa misma tarde una gran multitud de aves que se
dirigían al sudueste, el Almirante se decidió virar
sobre el oesudueste, a las 4h–44m hora verdadera,
esto es una hora antes de ponerse el sol.
Lunes 8 de octubre.— “Navegó al Ouesudueste,
y andarían entre día y noche once leguas y media
o doce, y a ratos parece que anduvieron en la
noche quince millas por hora, si no ésta mentirosa letra; tuvieron la mar como el río de Sevilla;
gracias a Dios, dice el Almirante; los aires muy
dulces como en Abril en Sevilla, qués placer estar
a ellos, tan olorosos son. Pareció la yerba muy
fresca; muchos pájaros del campo, y tomaron uno
que iban huyendo al Sudueste, grajaos y ánades y
un alcatraz”.
En este día siguió al ouesudueste, la mar tranquila, y viento muy inestable, puesto que dice el
Almirante que a veces hacían 15 millas antiguas,
que sería 12 millas náuticas, seguían la gran cantidad de aves que volaban al sudueste dando la señal
donde se encontraban las islas, estaban al norte de
Puerto Rico y la Española; si el Almirante hubiese
observado la estrella polar en esta noche y lo hubiera asentado en su Diario se habría visto que lo
mismo que le sucedió el día 13 de septiembre, le
estaba sucediendo al compás de su nao, que en la
tarde le nordesteaba y en la mañana le noruesteaba
un tanto, esto es, otra línea de declinación 0° o
nula al este de la isla de San Juan de Puerto Rico o
a 116 leguas al oeste de la isla Bermudas, a partir
de este día el error de su compás seria al este, sus
rumbos aumentarían en el valor a medida que seguía al oeste, por razones a que las líneas isógonas
de declinación disminuirían de valor, un grado por
cada 38 leguas que navegara al oeste, así lo veremos
más adelante.
Martes 9 de octubre.— “Navegó al sudueste,
anduvo cinco leguas; mudose el viento, y corrió al
Oueste cuarta al Norueste, y anduvo cuatro leguas;
después con todas once leguas de día y a la noche
veinte leguas y media: contó a la gente diez y siete
leguas. Toda la noche oyeron pasar pájaros”.
Miércoles 10 de octubre.— “Navegó al
Ouesudueste, anduvieron a diez millas por hora y
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
a ratos doce y algún rato a siete, y entre día y noche
cincuenta y nueve leguas; contó a la gente cuarenta
y cuatro leguas no más. Aquí la gente ya no lo podía
sufrir: quejábase del largo viaje; pero el Almirante los
esforzó lo mejor que pudo, dándoles buena esperanza
de los provechos que podían haber. Y añadía que por
lo demás era quejarse, pues que él había venido a las
Indias, y que así lo había de proseguir hasta hallarlas
con el ayuda de nuestro Señor” (20).
A 50 leguas de descubrir tierra los tripulantes
estaban o se sentían cansados de tanto navegar, 33
días tenían de haber salido de la isla Gomera y tan
sólo lo que han visto es el cielo y agua, la idea del
descubrimiento o llegar a las Indias por el occidente
había desaparecido; no se pensaba en los 10,000
maravedíes, ni en las casas de oro y las tejas de plata;
sólo había una idea, volver para España; todos se
quejaban, los conciliábulos ya no eran secretos; se
hacían en las propias narices del Almirante; el tratar al Almirante de extranjero y acusarlo de querer
engrandecerse a costa de sus propias vidas fue desconocer que corría también los mismos riesgos; se
olvidó el deber y el derecho en la Santa María, pero
a pesar de todo esto, Dios acude siempre a tiempo
para conjurar las cosas y en esta ocasión se presentó
a través de don Martín Alonso Pinzón. Nunca he
creído en un motín a bordo de la Santa María, tanto,
que se desconociera la presencia cercana a ella de dos
carabelas con tripulaciones leales y obedientes a don
Martín y a don Vicente Yáñez Pinzón, dos marinos
que, a más del respeto, existía un algo de veneración
por su carácter y su templanza, estas cualidades no
eran de echarlas al olvido para conocer que mientras
estos dos insignes marinos fueran leales al Almirante,
habían que acatar sus disposiciones y respetarlas;
era el representante de los Reyes Católicos en esa
Armada y como tal ellos lo hacían reconocer; admitir
las murmuraciones, los disgusto, los temores y las
quejas, no es aceptar esto como forma de motín,
eran desahogos naturales del espíritu, de las graves
tensiones que produce el temor de lo desconocido.
Si estos hechos no se hubieran producido, el viaje
no hubiera tenido el encanto de una aventura que
culminó con el hecho más portentoso de la humanidad, el descubrimiento de un Nuevo Mundo.
Ellos adornaron con las debidas realidades que las
supersticiones producen los últimos días de la gran
epopeya.
Don Pedro González Blanco, en su obra Martín
Alonso Pinzón recoge los testimonios de los sucesos
119
ocurridos el día 6 y 7 de octubre, expuestos en
los llamados Pleito de Colón y dice: “¿Se produjo
poco después de la insurrección a bordo de la Santa
María, gobernada por el Almirante?”.
“En la información de Lepe, de 19 de septiembre
de 1515 encontramos el testimonio de Manuel de
Valdovinos. “Dizque habían ido en el dicho viaje
ochocientas leguas desde hierro corriendo al hueste,
que dicho Vicente Yáñez y el dicho Martín Alonso
se allegaron con los navíos que llevaban, al navío que
llevaba el dicho Colón e diz que le dijeron: –Señor ¿A
dónde vamos que ya hemos corrido las ochocientas
leguas y no fallamos tierra y estas gentes dicen que se
van a perder? E que dicho Colón respondió: Martín
Alonso hacedme este placer que tengáis conmigo
este día y esta noche, y si nos os diese tierra antes
del día y antes de por la mañana cortarme la cabeza
e volveros. E quel dicho Martín Alonso respondió e
dixo. –Agora, agora, señor nunca plugue a Dios que
armada de tan gran Rey no solamente espera esta
noche sino durante un año”.
“Lo mismo declara Juan Moreno en la información de Cuba”. Que viviendo por el mar a descubrir
se quisieron tornar los de la Santa María, diciendo que era imposible hallar tierra, e que dicho
Almirante les había dicho que aquel día e la noche
anduviesen hasta otro día, e que si no vieren tierra
que lo echasen a la mar”.
“Alonso de Cota. –Información de Puerto
Rico del 30 de Septiembre de 1514– asevera que
“Muchos marinos de la nave de Colón se querían
volver diciendo que iban perdidos e quel dicho
Almirante les rogó e prometió que aguardara ciertos días que le señaló, e que si en aquel término no
viesen tierra que se volviesen”.
“¿Son exactas estas informaciones? Parece hacerlo
y desde luego, no hay documentos de mejor origen.
Se ve por ellas que Martín Alonso, que había comprometido su hacienda, honra y fama en la empresa,
no estuvo nunca dispuestos a regresar. Consideramos
que el primero en combatir tamaño despropósito fue
Martín, asistido de su hermano Vicente”.
“Otros testimonios indican que era Colón quien
quería retornar. Así en la información de Sevilla,
Alonso Beles habla de que “sedixo por cosa cierta
quel dicho Almyrante cuando llegó a dichas yerbas
el mar de los Sargazos –se quisieron volver y el dicho
Martín Alonso por razón del aviso que llevaba, no
lo consintió y dixo;–, Que si él se quería volver quel
quería seguir la vía que llevaba y ansi lo hizo y dende
a cuatro o cinco días se descubrió tierra”.
120
Ramón Julio Didiez Burgos
“Por fatigosa que sea la literatura burocrática
de las informaciones, no hay más que transcribirla
si queremos alumbrar la verdad. En historia el documento sustituye siempre con ventaja, a las elucubraciones mejor o peor fantaseadas. Sin duda que se
resquebraja la muy amable amenidad, pero por lo
tanto, aunque desabridamente, las certidumbres. Por
otra parte no poseemos caudal lírico bastante para
desfigurar la verdad. Preciso es acudir al testimonio
ajeno que siempre es el que da fe. Torcerlo no entra en
nuestro propósito, sino antes bien dejarlo tal como
es. Prosigamos. Alonso Gallegos declara, en la precipitada información, que un día en el que el navío
en que iba el Almirante dispararon un tiro, Martín
Alonso que navegaba adelante aguardó y “dixo al
dicho Colón: Señor ¿Qué manda vuestra señoria? Y
quel dicho Colón le dixo; Martín Alonso, estas gentes que van en este navío van murmurando y tienen
ganas de volverse y a mí me parece lo mismo porque
habemos andado tiempo y no hayamos tierra; y quel
dicho Martín Alonso Pinzón había dicho entonces al
dicho Colón: –señor, acuérdese vuesa merced que en
casa de Pedro Vázquez de la Frontera os prometí por
la corona real que yo ni ninguno de mis parientes
habíamos de volver a Palos hasta descubrir tierra, en
tanto que la gente fuera sana y obiere mantenimientos; pues agora ¿qué nos falta?; La gente va sana y
los navíos nuevos y llevamos hartos mantenimientos
¿por qué nos habemos de volver?. Que si quisieran
volver vuélvanse que yo tengo que descobrir tierra o
tengo de morir en esta armada…”.
“La decisión y energía de Martín Alonso resalta
en estas afirmaciones, que chocan con la vacilante
actitud de don Cristóbal”.
“En esta citadisima información de Sevilla,
Gonzalo Martín corrobora este mismo, cuando dice
haber oído a Gil Pérez que iba en la armada en el
segundo viaje que al tiempo del primero “aviendo
andado más de ochocientas leguas, el dicho Colón
había desmayado e había dicho al dicho Martín
Alonso Pinzón que puesto que habían andado tanto
tiempo e no hallaban tierra que se volviesen, e quel
dicho Martín Alonso le dixo, –A señor Colón, no
me enviado el Rey acá para que me vuelva, yo tengo
bastimento para un año e no me tengo de volver, que
con la ayuda de Dios tengo de pasar adelante que él
lleva el mes no volverá adonde partimos, e que entonces el dicho Martín Alonso e el dicho Colón habían
habido palabras e se enojaron el uno con el otro…”.
“Muy parecidamente declararon Dianez de
Montiel, Juan de Quexo, Hernán Martín Gutiérrez
y otros más”.
“Se nos hace muy agrio lo que Colón quisiera
regresar, pero ahi están los testimonios. Aún hay
otras declaraciones que importa traer a este lugar.
Son las de Hernán Pérez Mateos, Juan Roldán,
García Alonso y García Hernández que se registran
en las informaciones de Santo Domingo. 5 de
Septiembre de 1514.–, de Sevilla y Huelva– 15 de
Septiembre de 1515”.
“Desde el primero: “…habiendo navegado muchos dias e no descobriendo tierra, los que venian
con el dicho Cristóbal Colón se querian amotinar
y alzar contra él diciendo que yban perdidos y entonces el dicho don Cristóbal Colón había dicho
Martín Alonso Pinzón lo que pasaba y que le parecia
que debía hacer y el dicho Martín Alonso le había
respondido: –Señor, aforque V. a media docena
dellos o hechelos a la mar, y si no se atreve, yo e
mis hermanos barloaremos sobre ellos y lo haremos,
que armada de tan altos príncipes no habían de volver atras sin buenas nuevas; y que con todo esto se
animaron…”.
“Habla el segundo: “...que oyó a Juan Pérez, que
fue con él al viaje, que habiendo andado setecientas
u ochocientas leguas, los más de los marineros dijeron a Cristóbal Colón que no querian ir más adelante, porque el agua iba hacia allá donde ellos iban
y el viento también y que no podían volver y que
acometieron muchas veces a volverse y que Martín
Alonso Pinzón le rogó que no se volvieran...”.
Informa el tercero: “...que viniendo con el
Almirante don Cristóbal Colón por la mar, traían
en plática lo contenido en la dicha pregunta, diciendo los marinos entre sí que venían perdidos e
quel dicho Almirante les respondió que les daría
tierra presto”.
Asevera el cuarto: “...que siempre los consolaba el dicho Almyrante esforzándolos en el dicho
Martín Alonso…”.
La relación de García Vallejo parece ser la
más precisa. Refiere que el 6 de octubre de 1492,
después de haber andado como ochocientas leguas al oeste de la isla de Hierro, los marineros
que iban con Colón de la Santa María “quisieron
amotinarse y alzarse contra él diciendo que eran
perdidos”.
“Creyó Colón necesario poner el hecho en
conocimiento de los demás capitanes y mando
disparar un tiro de bombarda”.
“Martín Alonso que iba de varguardia lo
espero y ya al habla dijo Colón “Capitán, ¿qué faremos?” que mi gente muestra mucha queja? ¿Que
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
vos parece que fagamos?” Entonces dijo Vicente
Yáñez “–Andemos señor, fasta dos mil leguas e si
aquí non fallaremos lo que vamos a buscar de allí
podremos dar la vuelta”. Martín Alonso por su
parte arguyó; “Como, señor, ¿agora partidos y de
la villa de Palos y ya vuesa merced se va enojado?
Avante, señor, que Dios dará victoria que descubramos tierra, que nunca Dios quiera que con tal
vergüenza volvamos”.
“La pertinacia fervorosa de Martín Alonso es
admirable. Sin ella acaso las carabelas hubiesen
tomado la vuelta de Palos.
Se trataba ante todo de un soliviantamiento
de los tripulantes de la Santa María a quienes por
díscolos los Pinzones estaban dispuestos a castigar.
¿Qué causas concurrieron a tal desasosiego? ¿Por
qué Colón no lo reprimió? ¿Es que los de otras naves
se habían quejado? Todos llevaban andadas las mismas leguas, para todos soplaban iguales vientos.
Las causas hay que buscarlas en las pésimas relaciones que los marineros de la Santa María llevaban
con el Almirante, e iban, no por confianza en él
sino por adhesión a Martín Alonso.
Así las cosas no podían sufrir pacientemente las
descomposturas y desabrimiento de Colón, hombre
sin cordura ni afabilidad para gobernar semejantes.
Que don Cristóbal era vehemente, irascible, antojadizo, desigual, extremoso y lo peor de todo, altivo,
por lo que trataba con despego a sus subordinados,
lo dicen historiadores coetáneos (21). Esta falta de
don de mando que siempre caracterizó a Colón, fue
causa de la protesta de los tripulantes.
Debió conocer quién era el que había promovido el motín, por cuanto no lo consigna en el Diario.
Esta omisión ha llegado a no pocos historiadores a
negar la existencia de la rebeldía. Los documentos
al caso nos dejan resquicio a la duda. En el Diario
jamás habla Colón de lo que podía menoscabarle.
Que acudió a Martín Alonso para someter a los
amotinados es irrefragable.
Propuso el mayor de los Pinzones a don
Cristóbal el día 9 de octubre mudar la cuarta al
sudoeste, lo que resistió el Almirante todo aquel
día, más el siguiente dijo: “–Fagámoslo ansi”.
Mudada la cuarta al sudoeste, depone García
Vallejo; “dende tres dias primeros siguientes,
…yendo por la dicha derrota el dicho Martín
Alonso vido parecer ciertos pájaros que se llaman
gabeguellos y papagayos y entonces dixo el dicho
Martín Alonso –entre tierra andamos, que estos
pájaros no pasan sin causa”.
121
En efecto al tercer día de haber mudado el rumbo. 11 de octubre del 1492–, cuenta Valdovinos en
la información de Lepe, que Colón a todos decía.
“Que mirasen por tierra e que la verían”, y que
todos subidos a las gavias “miraron fasta que el
sol se oscuró”. Y que nadie la divisaba, si no era el
Almirante que decía; “–¿No la veis, no la veis?”; Y
que ninguno de los que con él iba “la vido”.
Lo que veía Colón no era tierra, sino “una lumbre, aúnque tan cerrada o añublada que no quiso
afirmar que fuese tierra, pero llamó en secreto a Pedro
Gutiérrez, repostero estrados del rey e dijole que parecia lumbre, que mirase él lo que le parecia, el cual la
vido y dixo que lo mismo le parecia ser lumbre; llamó
también a Rodrigo Sánchez de Segovia, que los Reyes
habían dado cargo de veedor de toda la armada, pero
este no la pudo ver. Despues se vido una vez o dos, e
diz, que era como una candelilla que se alzaba y bajaba. Cristóbal Colón no dudó ser verdadera lumbre
y por consiguiente, estár junto a la tierra y ansi fue”.
Aquí se ve que algunos fueron testigos personales de los hechos y otros expresaron lo que oyeron
a algunos de los tripulantes del viaje, el caso es
que como queda demostrado, el disgusto fue en la
Santa María, y no en las otras carabelas, las cuales
sirvieron de freno a cualquier amotinamiento; que
existió un estado de inquietud, fue natural y lógico
que surgiera esa contingencia, y también lógico y
natural el que el Almirante buscara amparo y apoyo
en don Martín Alonso Pinzón y su hermano en
proseguir viaje ya que los tripulantes de la Santa
María iban enojados y deseosos de volverse.
De acuerdo a sus cálculos ellos todavía no habían
llegado a los 90° que era donde situaban a Cipango
(270° de longitud) sino a 853 leguas o sea los 79°.3
de la isla de Hierro y 81°.1 del primer meridiano o
sea 278°.9 de longitud, les faltaba 95.7 leguas que
harían en grados 8°.9, quién sabe si de ahí dedujo que
le faltarían 3 o 4 días de navegación para él alcanzar la
costa de Cipango y de aquí la información de Alonso
de Cota en la información de Puerto Rico el 30 de
septiembre del 1514 de que les pidió a los tripulantes
que; “aguardaran ciertos días que le señaló, e que si en
aquel termino no viesen tierra que se volvería”.
Estas informaciones tienen la posibilidad de
ser en mucho ciertas, pero en lo que el Almirante
flaqueara en devolverse a destiempo, es dudoso y
hasta cierto punto increíble, los mismos testigos
confesaron la tenacidad de él en seguir adelante;
García Hernández y García Alonso en su exposición
122
Ramón Julio Didiez Burgos
así lo confiesan y el hecho de ordenar que las carabelas se juntaran en la tardecita y en la mañana para
platicar los tres capitanes, induce a considerar que
estas maniobras además de servir para intercambio
de opiniones, también servía sugestivamente a los
ánimos de los tripulantes de la Santa María, los
cuales le llevaban atemorizados y él hizo público los
temores que existían en ellos y sus murmuraciones,
pero no creo que lo hiciera para que tomara una acción punitiva, sino para contener cualquier riesgo
y si acaso le ocurría algo que se supiera cual fue el
motivo, y fueran castigados los culpables.
La abnegación, lealtad, entereza y decisión de don
Martín Alonso Pinzón y su hermano y parientes de éstos, en los momentos difíciles, no han tenido los elogios
que merecen por haber sostenido firmes y decididos a
continuar al lado del Almirante en la empresa ¿Qué
hubiese sido de ella, si ellos se hubieran identificado con
los tripulantes de la Santa María? Que España hubiera
perdido la gloria de haber ampliado sus dominios con
un Nuevo Mundo; ya estaban a pocos días de la puerta
que abrió sus amplios horizontes a un país que acababa
de completar su unidad; la gloria fue para don Cristóbal
Colón, para don Martín y sus parientes, simples menciones honoríficas que fueron perdidas con el tiempo,
esa es la humanidad.
No se puede concebir en este magno hecho a
uno sin los otros, tanto derecho tiene uno como
los otros a que sean glorificados y recordados en la
historia y si uno merece el premio del continente
descubierto, los otros son merecedores de estar a su
lado compartiendo esa Gloria.
Vemos con pena en los países del Nuevo Mundo
el olvido en que se tiene a Martín Alonso Pinzón y
a su hermano, cuando el pedestal que se erigió para
recordar a don Cristóbal Colón está sostenido por
estos dos cíclopes del Descubrimiento, paradoja
incomprensible en las pasiones del hombre, quien
tiene que conocer que no se puede hablar de la
hazaña del Descubrimiento sin tener en cuenta a
estos dos grandes hombres.
El otro punto de coincidencia entre las dos distancias que traía el Almirante se encuentra al terminar su viaje el día 11 de octubre a la 1h–16m de la
mañana cuando encuentran a la isla Plana del Este
(French Cay); aún le faltaban 1 legua cuando Juan
Rodríguez Bermejo (Rodrigo de Triana) dio el
grito de tierra; había navegado por la cuenta corta,
o según el padre De las Casas, del engaño o por la
cuenta de la carta Colombina 948.5 leguas 3016.2
millas náuticas, por la cuenta larga verdadera o
Toscanelliana 1105 leguas, 3513.9 millas náuticas
para convertir o identificar ambas cantidades se
procede de la misma manera que se efectuó el día
1ro. de octubre, si buscamos la cantidad de grados
que contiene la cuenta Colombina o corta 948.5
dividiéndola entre las leguas que tenía el grado
en la carta del Almirante que era de 10.75 leguas
(43 millas al grado) encontramos 88.23 grados,
los cuales multiplicados por 1.75 leguas que era la
diferencia que había entre los grados de la carta de
Toscanelli y la del Almirante (50 millas Toscanelli
y 43 millas Cristóbal Colón, diferencia 7 millas=
1.75 leguas) nos daría 154.4 leguas de diferencia
en el total, los cuales si se la sumamos a 948.5 nos
dará 1105 leguas, lo cual igualaría las dos distancias
de ambas cartas.
El Almirante toma sus apuntes diarios de todos
los acontecimientos que sucedían en los días, luego
de tenerlos bien claros, tanto en su relación como
en los ajustes de distancia entre ambas cartas que
llevaba las vaciaba definitivamente en su libro de
bitácora, que era el libro que presentaría a los Reyes
Católicos a su regreso; era lógico que éste fuera
claro y nítido, sin borraduras y alteraciones superpuestas, sólo así se comprende la meticulosidad y
claridad que pudo hallar el padre Bartolomé de las
Casas para poder transcribirlo con la exactitud de
una navegación tan detallada y tan llena de tantas
informaciones reales como la que contiene.
Don Cristóbal Colón salió de la isla Gomera el
día 6 de septiembre del 1492 y anduvo con calmas
hasta las 9h–04m de la noche del día 8, cuando le
amaneció ya no vio el Pico del Teide o Tenerife, y
ahí dio principio al tiempo de su camino; el día 11
de octubre a la 1h–16m de la mañana vieron la isla
Plana del Este (French Cay) se gastaron en tiempo
33 días y 9 horas y 5 minutos en la travesía.
Desde la isla de Hierro hasta la isla Plana del
Este que fue la isla de que Rodrigo Bermejo o de
Triana vio la noche del 11 de octubre, a una distancia por círculo máximo o derrota ortodrómica de
2990 millas náuticas o 940 leguas, o una distancia
loxodrómica de 3033 millas náuticas o 953.8 leguas; (la distancia media entre ambas es de 3011.5)
y hemos visto que la distancia del engaño, corta o
colombina fue de 3016.2 millas náuticas o 948.5
leguas, pero si para ésta consideramos la estimilla
del día 22 al 26 de septiembre (barlaventeo, como
le llamó el Almirante) vemos que la distancia
recorrida a diferentes rumbos fue de 321,3 millas
náuticas, pero la directa sería 277.7 millas, esto es,
43.6 millas menos en la distancia directa recorrida
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
123
Estimilla hecha por don Cristóbal Colón entre los días 21 y 26 de septiembre, buscando las islas que tenía dibujadas en la carta.
por don Cristóbal Colón en su viaje, lo que dejaría la distancia menor o del engaño en 2972.6 millas o 934.8
leguas.
De aquí podemos deducir las distancias siguientes entre las islas de Hierro y las Planas en millas náuticas.
Millas
Leguas
Distancia ordodrómica
2,990
940
Distancia loxodrómica
3,033
953.8
Distancia intermedia
3,011.5
946.9
Distancia computada por el Almirante
3,016.2
948.5
Distancia recorrida
321.3
Distancia directa
277.7
Diferencia
43.6
13.7
Distancia navegada menos la estimilla
2,972.6
934.8
Distancia verdadera navegada
3,015.2
948.2
Diferencia
42.6
13.4
Estimilla
Podemos ver que el Almirante corrió una derrota intermedia entre las derrotas ortodrómicas
y la loxondrómica, obligado por el magnetismo
de la tierra y por el abatimiento producido en las
carabelas por los vientos alisios, pues las corrientes
muy poco le ayudaban o lo retrasaban, porque
en esta zona del Atlántico, de acuerdo a más de
80 años de estudios que lleva la Oficina Naval
Oceanográfica de EE.UU. de A. ha establecido en
miles de observaciones que la corriente en todo el
trayecto que siguió el Almirante hacía el oeste con
valores de 0.3, 0.4; 0.5, millas por hora; además
se expresa esta oficina acerca de la corriente en la
porción oeste del mar de Sargaso, como “relativamente débil y variable”, “mucho del movimiento
de la superficie del agua es causado por el impulso
124
Ramón Julio Didiez Burgos
del viento el cual puede variar considerablemente
durante el invierno cuando el mar de Sargaso está alternativamente bajo la influencia de los regímenes de
viento continental (viento del Noroeste) o el marino
(viento del Sudueste)”. Estos informes, productos
de estudio de observaciones nos dan la conclusión
de que las tres carabelas no ganaron distancia ni la
perdieron tampoco por influencia de corriente en su
derrota en el mar de Sargaso.
La distancia de la derrota verdadera intermedia
recorrida por el Almirante en la ortodrómica y la
loxondrómica fue de 3,015.2 que al ser comparada
ésta con la computada por la del Almirante, después
de deducido el valor de la estimilla del día 22 al 26,
que nos dio 2,972.6, veríamos una diferencia de
42.6 millas entre ellas, de aquí podemos deducir que
el error del Almirante fue en efecto en vez de exceso como lo han catalogado casi todos los que han
abordado a hacer la crítica de las distancias medidas
por el Almirante; al admitir como cierto el arreglo,
hecho por fray Bartolomé de las Casas de considerar
la distancia toscanelliana como verdadera de 3,514
millas náuticas ó 1,105 leguas que deducidas la 43.6
millas de la estimilla quedaría en 3,470.4 millas ó
1,091.3 leguas, de aquí se dedujo un 10 por ciento
en exceso otras 9 por ciento, pero si lo comparamos
bien veremos que sería casi un 17 por ciento en exceso, lo cual para un navegante resulta algo inusitado,
teniendo en cuenta el sistema, harto preciso, de los
navegantes de altura de la época de cómo llevar su
velocidad, ya explicado con anterioridad.
Si dejamos sentado como verdadera la distancia
entre la isla de Hierro y la isla Plana de Este, como la
intermedia entre las derrotas ortodrómicas y loxodrómicas de 3,015.2 millas náuticas y la de 2,972.6
como la distancia real hecha en toda la travesía, la
diferencia de 42.6 millas en efecto representa un
1.4 por ciento de la distancia real existente entre la
isla de Hierro y la isla Plana del Este, así, si incrementamos ésta 1.4 por ciento a los valores diarios
de la travesía, se contemplaría ésta en su verdadero
valor de 3,015.2 millas náuticas.
Por pura curiosidad podemos contemplar que la
derrota intermedia entre la derrota ortodrómica y la
loxodrómica desde la isla de Hierro hasta la isla Plana
del Este, es de 3,011.5 y la que siguió el Almirante don
Cristóbal Colón hasta descubrir tierra fue de 3,015.2,
esto es, su distancia menor aumentada con un error
en defecto, de 42.6 millas náuticas, después del deducidas las 43.6 millas de la estimilla, así podemos ver
que la derrota seguida por él fue la intermedia entre
las dos derrotas mencionadas, porque la diferencia
de 3,7 millas entre la de él y la intermedia es insignificante para la distancia navegada; es más, el valor
de la estimilla y el aumento que hubo que hacerle a
la distancia (43.6 y 42.6 respectivamente) tienen tan
sólo una diferencia de 1 milla lo que indica que la distancia verdadera entre la isla de Hierro y la isla Plana
del Este (3,015.2) y la computada por la armada que
comandaba don Cristóbal Colón, (3,016.2) si no se
considera la estimilla, son iguales.
Está más que justificado por las anotaciones
hechas por el mismo Almirante que el sistema de
medir sus distancias, obedecía a prácticas que la
experiencia le había formado, así se verá en el bojeo
de las islas Lucayas, la de Cuba y la Hispaniola,
donde todas las distancias dadas se corresponden
en la actualidad con una precisión asombrosa; si
se reconsidera, que la apreciación de éstas a simple
vista de tierra llevan el defecto de estar sujetos a
errores de más o menos, podríamos deducir que el
recorrido de un trozo de costa, calculaba su distancia y hacía el asiento final en su libro de navegación;
de otra manera no se podría concebir y comprender
como él determinaba distancias tan exactas.
Hoy día, que poseemos equipos de mediciones
de velocidades como las correderas mecánicas de
hélice, pitómetros, correderas de tipo impulsora,
con relojes marcadores que cuentan hasta la décima
de millas, sufren de defectos que dan indicaciones
incorrectas, al extremo que en la generalidad hay que
corregir en su mecanismo las malas informaciones
de ellas. Estas constantes correcciones hacen posible
que a los buques de líneas hacer travesías con cierta
precisión; además, las observaciones astronómicas,
van determinando puntos geográficos que corrigen
las distancias y enmiendan la derrota; si hoy día se
confrontan inexactitudes en cuanto a las informaciones de los aparatos mecánicos encargados de indicar
las distancias y velocidades, ¿por qué contemplar
indiscriminadamente al almirante don Cristóbal
Colón en su sistema de contabilizar su velocidad
y llevar sus distancias, si todavía el hombre anda a
tientas para llegar a la perfección? Si comparamos lo
que él hizo y su pequeña diferencia, con los errores
que aún hoy día cometen un gran número de navegantes, podríamos ver que él lo hacía mejor que muchos hoy: 26 metros en defecto por cada una milla
náutica representa 21 metros en defecto por cada una
milla italiana de 1,480 metros. La argumentación
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
cartográfica aducida para demostrar el fundamento
de las dos distancias llevadas por el Almirante don
Cristóbal Colón son suficientes demostraciones
para considerar que fray Bartolomé de las Casas,
al no comprender el sistema empleado para identificar ambos recorridos tergiversó el sentido de los
hechos y dio a la distancia convertida a la carta de
Toscanelli como la distancia real y la que llevaba
para la carta construida por él la distancia ficticia,
del engaño o corta; más adelante veremos cómo se
desarrolla toda la exploración alrededor de las islas
Lucayas, Cuba, y la Española, dentro del mismo
sistema que él venía observando en la distancia
corta o del engaño, y hoy se corresponden con
pasmosa exactitud con las que existen en las cartas
modernas, teniendo en cuenta que el Almirante no
tenía cartas de todas estas zonas que navegó.
Existe un detalle el día 20 de noviembre de
1492 en el cual deja ver el Almirante que llevaba
su navegación con trazado de rumbo y distancia,
con tal cuidado que cuando llegó al sur de la isla
Isabela dijo que estaba a 12 leguas de ella, pero reconstruida su derrota, se ha podido ver que estaba
a 14 leguas, esto es, 2 leguas más lejos, en este caso
el error también fue también en defecto, por lo que
se ve que este error se debió más bien al error del
compás, que era negativo, o al W, el valor de 4°, lo
cual partiendo de su punto de salida de la bahía de
Puerto de Nuevitas o Río de Mares se le restaba a su
rumbo elevado su diferencia de latitud; de ahí que
las posiciones por él obtenidas en recorrido estuvieran siempre aumentadas al norte hasta llegar a la
posición donde consideró que estaba a 12 leguas de
la isla Isabela, cuando en realidad estaba 14 leguas;
no hay otra alternativa en darle esta consideración
a este error, puesto que como hemos visto hoy día
que poseemos cartas que representa con fidelidad
todas las Lucayas, las distancias anotadas por él
hace 476 años hoy se resuelven en ellas con pasmosa exactitud.
Desde el Río de Mares hasta la posición indicada por él hay, de acuerdo a su recorrido 107 leguas
ó 340 millas náuticas, en razón a que por cada
1 grado de error en el compás se contrae 1 milla
de diferencia en 60 millas de navegación (véase
125
las tablas de estima), en 340 millas, el error fue de
aproximadamente de 6 millas al norte, esto es, 2
leguas en exceso de su distancia, estimada, por eso
en vez de 14 leguas le dio las 12 que anuncio, evidencias más claras del cuidado y sistema de medir
sus distancias no podrían ser más precisos ni más
exactas y deja desvirtuado la pésima aureola que se
ha tejido en cuanto a su capacidad como navegante
y su experiencia como marino.
Todo lo expuesto acerca de las dos distancias
llevadas por el Almirante en su primer viaje, una
para engañar a la tripulación de la Santa María,
(mientras en la Pinta y la Niña se llevaba la real y
consciente como se acostumbraba hacer en la mar
en esa época), y otra, que supuso fray Bartolomé
de las Casas como verdadera, deja sentado en definitiva, que es falsa la idea de estas dos modalidades
tal cual se informó, y que la primera era la real y
verdadera o Colombina, y la otra era su igual para
la carta de Toscanelli, ya que en el paralelo el que se
desplazaban las carabelas 29° (Reccolta colombina,
vol. I, parte 18, cap. III, –Cartografía Medioeval–)
los apartamientos para las millas en grados para
Toscanelli y el valor de la milla del almirante don
Cristóbal Colón se igualaban valores; de aquí, como
dijimos antes, estas igualaciones en vez de pasar de
la carta de Toscanelli a la del Almirante se operaba
en sentido contrario.
Una coincidencia del destino, en cierta forma
afortunada, es que fue descubierta tierra a una
distancia desde la isla de Hierro a que ubicaban los
antiguos en sus cartas la isla de Cipango y sus islas
circundantes, entre 88° y 120° de Europa; el haber
navegado entre tantas islas le dió la impresión de
que esas eran las islas que estaban al oriente del
continente euruasiático, y por tanto consideró
que había llegado a sus proximidades, tanto es así,
que al llegar al Río de Mares en Cuba (Nuevitas)
consideró que había llegado a tierra firme y envió a
Luis Torres, tierra adentro en busca del Gran Can
para entregarle las correspondencias de los Reyes
Católicos; la idea de que Cuba era el saliente del
Continente asiático no lo abandonó nunca y murió
con la convicción de que había llegado a él por el
poniente.
126
Ramón Julio Didiez Burgos
Tabla de distancias del primer viaje
Viaje de don Cristóbal Colón
Septiembre 6 de 1492
Fechas
Sept. 8
Sept. 9
Sept. 10
Sept. 11
Sept. 12
Sept. 13
Sept. 14
Sept. 15
Sept. 16
(4:30 de
la tarde)
Totales
Sept. 16
Sept. 17
Sept. 18
Sept. 19
Totales
Sept. 20
Sept. 21
Sept. 22
Sept. 23
Sept. 24
Sept. 25
Sept. 25
Sept. 26
Sept. 26
Sept. 27
Sept. 28
Sept. 29
Sept. 30
Oct. 1
Total
Oct. 2
Oct. 3
Rumbo
Leguas
Millas náuticas Descuentos
W
W
W
W
W
W
W
W
09
45
60
40
33
33
20
27
028.62
143.10
190.80
127.20
104.94
104.94
63.60
85.86
W
17
54.06
903.12
70.00
159.00
175.00
79.00
1,386.12
25.44
41.34
95.40
70.00
46.11
14.31
54.06
24.65
74.00
76.32
44.52
76.32
44.52
79.50
2,152.61
124.02
149.46
W
W
W
W
W ¼NW
W
WNW
NW ¼W
W
SW
W
SW
W
W
W
W
W
W
W
284
22
50
55
25
436
8
13
30
22
14.5
4.5
17
7.75
23.25
24
14
24
14
25
677
39
47
Leguas
Millas náuticas
9
45
48
36
33
29
20
27
028.52
143.10
152.64
114.48
104.94
92.22
63.60
85.86
-1
16
50.88
-21
-2
-3
-7
-3
-36
263
20
47
48
22
400
8
13
30
22
12
4.5
8.5
6.75
17.25
20.00
13.00
21
11
20
607
30
40
-12
-4
-4
-2.5
-8.5
-1
-6
-4
-1
-3
-3
-5
-70
-9
-7
836.34
63.60
149.46
152.64
70.00
1,272.04
25.44
41.34
95.40
70.00
38.16
14.31
27.00
21.47
54.86
63.60
41.34
66.78
35.00
63.60
1,930.34
95.40
127.20
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
Fechas
Oct. 4
Oct. 5
Oct. 6
Oct. 7
Oct. 7
Oct. 8
Oct. 9
Oct. 9
Oct. 10
Oct. 11
Oct. 11
Al grito de tierra
Rumbo
Leguas
Millas náuticas Descuentos
W
W
W
W
WSW
WSW
SW
W ¼NW
WSW
WSW
W
63
57
40
23
5
12
5
26.5
59.0
27.0
22.5
200.34
181.26
127.20
73.14
16.00
38.16
16.00
84.27
187.62
85.86
71.55
Totales....
1,103.0
3,507.49
Para llegar a la isla
2.0
Plana del Este
Totales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .1,105.0
Para llegar a
Guanahaní o
2.6
San Salvador . . . . . . . . . . . . . .
Totales . . . . . . . . . . . . . . .1,107.6
Fecha
Leguas
Millas náuticas
46
45
33
18
5
12
5
12
44
27
22.5
146.28
143.10
104.94
57.24
15.90
38.16
15.90
38.16
139.92
85.86
71.55
946.5
3,009.95
6.40
2.0
6.40
3,513.89
948.5
3,016.35
8.27
2.6
8.27
3,522.16
951.1
3,024.62
-17
-12
-7
-5
-14.5
-15
-156.5
Estimilla del día 22 al 26 de septiembre
Diferencia
Rbo V.
Dist.
de latitud
N
Sept. 22
Sept. 23
Sept. 24
Sept. 25
Sept. 25
Sept. 26
Sept. 26
283
385.5
261.5
261.5
216.5
261.5
216.5
Totales
Apt. ∆Q Rbo. Dist. 95.4
70
38.2
14.3
54.9
21.5
54.9
321.3
271.6 millas
14.6 millas
267°
277.7 millas
127
21.5
40.5
62.0
S
5.6
2.0
16.0
3.1
44.2
76.6
62.0
14.6
Apartamiento
E
W
93.0
57.0
37.5
14.1
16.0
21.3
32.7
271.6
Distancia recorrida — 321.3 millas
Distancia directa — 277.7 millas
Diferencia
— 43.6 millas
128
Ramón Julio Didiez Burgos
Derrota desde la isla de Hierro hasta
las islas Planas o French Cays
Fechas
Rumbo
de Colón
Declinación
Error del
compás
Sept. 7
W(270⁰)
5.5⁰ W
7.⁰
E
4⁰ S
273⁰
Sept. 8
W(270⁰)
5.5⁰ W
7.⁰
E
4⁰ S
273⁰
9
29
Q-28⁰-09.5 N
X -18 -45.0 W
Sept. 9
W(270⁰)
6.5⁰ W
6.⁰
E
4⁰ S
272⁰
45
145.5
Q-28⁰-14.5 N
X -21 -29.5 W
Sept. 10
W(270⁰)
8⁰ W
4.5.⁰ E
4⁰ S
270.5⁰
48
154.0
Q-28⁰ -16.0 N
X -24 -24.0 W
Sept. 11
W(270⁰)
10⁰ W
3.5⁰ E
4⁰ S
268.5⁰
36
115.5
Q-28⁰-13.0 N
X -26 -35.0 W
Sept. 12
W(270⁰)
11⁰ W
1.5⁰ E
4⁰ S
267.5⁰
33
106.5
Q-28⁰-08.5 N
X -28 -35.5 W
Sept. 13
W(270⁰)
12.5⁰ W
0⁰
4⁰ S
266⁰
29
93.5
Q-28⁰-02.0 N
X -30 -21.5 W
Sept. 14
W(270⁰)
13.5⁰ W
1⁰ W
4⁰ S
265⁰
20
64.5
Q-27⁰-56.5 N
X -31 -34.0 W
Sept. 15
W(270⁰)
15⁰ W
2.5⁰ W
4⁰ S
263.5⁰
27
87
Q-27⁰-47.5 N
X -33 -12.0 W
Sept. 16
W(270⁰)
16.5⁰ W
4⁰ W
4⁰ S
262⁰
37
116.5
Q-27⁰-31.0 N
X -35 -21.5 W
Sept. 17
W(270⁰)
19⁰ W
6.5⁰ W
3⁰ S
260.5⁰
47
152
Q-27⁰-06.0 N
X -38 -10.5 W
Sept. 18
W(270⁰)
20⁰ W
7.5⁰ W
3⁰ S
259.5⁰
48
155.5
Q-26⁰-37.0 N
X -41 -02.0 W
Sept. 19
W(270⁰)
20⁰ W
7.5⁰ W
2⁰ S
260.5⁰
22
71
Q -26⁰-25.5 N
X -42 -20.0 W
Abatimiento
Rumbo
Verdadero
Leguas
Millas Posiciones en
náuticas
la ruta
Q-28⁰-08.0 N
X 18 12.0 W
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
Fechas
Rumbo
de Colón
Declinación
129
Error del
compás
Abatimiento
Rumbo
Verdadero
Leguas
Millas Posiciones en
náuticas
la ruta
Sept. 20
W ¼NW
20⁰ W
281⁰
7.5⁰ W
2⁰ S
271.5⁰
8
26
Q-26⁰-26.0 N
X -42 -49.0 W
Sept. 21
W(270⁰)
20⁰ W
7.5⁰ W
1⁰ S
261.5⁰
13
42
Q-26⁰-20.0 N
X-43 -35.5 W
Sept. 22
WNW
292.5⁰
20⁰ W
7.5⁰ W
2⁰ S
283⁰
30
97
Q-26⁰-42.0 N
X -45 -20.5 W
Sept. 23 NW(315⁰) 20⁰ W
7.5.⁰ W
2⁰ S
305.5⁰
22
71
Q-27⁰-23.0 N
X -46 -25.0 W
Sept. 24
W(270⁰)
20⁰ W
7.5⁰ W
1⁰ S
261.5⁰
12
38.5
Q-27⁰-17.5 N
X -47 -07.5 W
Sept. 25
W(270⁰)
20⁰ W
7.5⁰ W
1⁰ S
261.5⁰
4.5
14.5
Q-27⁰-15.5 N
X -47 -23.5 W
Sept. 25 SW(225⁰) 20⁰ W
7.5⁰ W
1⁰ S
216.5⁰
8.5
28.0
Q-26⁰-53.0 N
X -47 -42.0 W
Sept. 26
W(270⁰)
20⁰ W
7.5⁰ W
1⁰ S
261.5⁰
6.75
21.5
Q-26⁰-50.0 N
X -48 -06.0 W
Sept. 26
W(225⁰)
20⁰ W
7.5⁰ W
1⁰ S
216.5⁰
17.25
56.5
Q-26⁰-04.5 N
X -48 -43.5 W
Sept. 27
W(270⁰)
19.5⁰ W
7⁰ W
1⁰ S
262.0⁰
20
65.0
Q-25⁰-55.5 N
X -49 -55.0 W
Sept. 28
W(270⁰)
19⁰ W
6.5⁰ W
1⁰ S
262.5⁰
13
42
Q-25⁰-50.0 N
X -50 -41.5 W
Sept. 29
W(270⁰)
18.5⁰ W
6.0⁰ W
1⁰ S
263⁰
21
68
Q-25⁰-41.5 N
X -51 -56.5 W
Sept. 30
W(270⁰)
18.5⁰ W
6⁰ W
1⁰ S
263⁰
11
35.5
Q-25⁰-37.0 N
X -52 -35.5 W
Oct. 1
W(270⁰)
17.5⁰ W
5⁰ W
1⁰ S
264⁰
20
64.5
Q-25⁰-30.0 N
X -53 -46.5 W
130
Ramón Julio Didiez Burgos
Fechas
Rumbo
de Colón
Declinación
Error del
compás
Abatimiento
Oct. 2
W(270⁰)
17.0⁰ W
4.5⁰ W
2⁰ S
263.5⁰
30
97
Q -25⁰-29.0 N
X -55 - 33.0 W
Oct. 3
W(270⁰)
16.5⁰ W
4⁰ W
2⁰ S
264.5⁰
40
129.5
Q -25⁰- 06.5 N
X -57 - 54.5 W
Oct. 4
W(270⁰)
15.5⁰ W
3⁰ W
3⁰ S
264⁰
46
149.5
Q -24⁰-51.0 N
X -60 - 38.5 W
Oct. 5
W(270⁰)
14.5⁰ W
2⁰ W
3⁰ S
265⁰
45
145.5
Q -24⁰ -39.0 N
X -63 -18.5 W
Oct. 6
W(270⁰)
13.5⁰ W
1⁰ W
3⁰ S
266⁰
33
106.5
Q -24⁰-31.5 N
X -65 -15.5 W
Oct. 7
W(270⁰)
13⁰
0.5⁰ W
3⁰ S
266.5⁰
18
58.5
Q -24⁰ -28.0 N
X -66 -20.0 W
Oct. 7
WSW
247.5⁰
12.5⁰ W
0⁰
0.0⁰
247.5⁰
5
16
Q -24⁰ -22.0 N
X -66 -36.5 W
Oct. 8
WSW
247.5⁰
12.5⁰ W
0⁰
0.0⁰
247.5⁰
12
39.5
Q -24⁰ -07.0 N
X -67 -16.5 W
Oct. 9
SW 225⁰
12⁰ W
0.5⁰ E
0.0⁰
225.5⁰
5
16
Q -23⁰ -56.0 N
X -67 -29.0 W
Oct. 9
W ¼W
281⁰
12⁰ W
0.5⁰ E
3⁰ S
278.5⁰
12
38.5
Q -24⁰ -01.5 N
X -68 -10.5 W
Oct. 10
WSW
247.5⁰
11⁰ W
1.5⁰ E
1.5⁰ S
248.5⁰
44
142.5
Q -23⁰ -09.5 N
X -70 -35.5 W
Oct. 11
WSW
247.5⁰
10.5⁰ W
2⁰ E
1⁰ S
248.5⁰
27
87
Q -22⁰ -37.5 N
X -72 -03.5 W
72.5
Q -22⁰ -36.0 N
X -73 -21.5 W
Posición al
grito de tierra
Oct. 11
W(270⁰)
W
9.5⁰ W
3⁰ E
4⁰ S
Rumbo
Millas Posiciones en la
Leguas
Verdadero
náuticas
ruta
269⁰
22.5
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
131
Distancia para llegar a la isla Plana del Este (según cálculo)........................................
Distancia total............................................................................................................
2.0
6.4 .
948.5 3,016.2 .
Menos valor de la estimilla.........................................................................................
Distancia directa navegaba..........................................................................................
13.7
43.6 .
934.8 2,972.6 .
Aumento para completar............................................................................................
Distancia real entre la isla de Hierro e isla Planta del Este...........................................
13.4
42.6 .
948.2 3,015.2 .
Distancia para llegar a la isla Plana del Oeste, Guanahaní o San Salvador...................
2.6
8.2 .
Total........................................................................................................................... 950.8 3,023.4
Posición del montículo de arena en la isla Plana del Este visto por Rodrigo de Triana Lat. - 22⁰ - 36.0 N
Long. - 73⁰ - 28.5 W
Posición del fondeadero en la isla Plana del Oeste donde tomaron
tierra los descubridores
Lat. -22⁰ - 35.0 N
Long. -73⁰ - 37.5 W
132
Ramón Julio Didiez Burgos
Tabla
Distancia a que son visibles los objetos en el mar según la altura del observador sobre la superficie
Alturas Millas
en pies náuticas
1
1.1
2
1.7
3
2.0
4
2.3
5
2.5
6
2.8
7
2.9
8
3.1
9
3.5
10
3.6
11
3.8
12
4.0
13
4.2
14
4.3
15
4.4
16
4.6
17
4.7
18
4.9
19
5.0
20
5.1
21
5.3
22
5.4
23
5.5
24
5.6
25
5.7
26
5.8
27
6.0
28
6.1
29
6.2
30
6.3
31
6.4
32
6.5
33
6.6
34
6.7
35
6.8
36
6.9
37
6.9
38
7.0
Altura
en pies
39
40
41
42
43
44
45
46
47
48
49
50
55
60
65
70
75
80
85
90
95
100
105
110
115
120
125
130
135
140
145
150
160
170
180
190
210
220
Millas
náuticas
7.1
7.2
7.3
7.4
7.5
7.6
7.7
7.8
7.9
7.9
8.0
8.1
8.5
8.9
9.2
9.6
9.9
10.3
10.6
10.9
11.2
11.5
11.7
12.0
12.3
12.6
12.9
13.1
13.3
13.6
13.8
14.1
14.5
14.9
15.4
15.8
16.6
17.0
Altura
en pies
230
240
250
260
270
280
290
300
310
320
330
340
350
360
370
380
390
400
410
420
430
440
450
460
470
480
490
500
520
540
560
580
600
620
640
660
680
700
Millas
náuticas
17.4
17.7
18.2
18.5
18.9
19.2
19.6
19.9
20.1
20.5
20.8
21.1
21.5
21.7
22.1
22.3
22.7
22.9
23.2
23.5
23.8
24.1
24.3
24.6
24.8
25.1
25.4
25.6
26.1
26.7
27.1
27.6
28.0
28.6
29.0
29.4
29.9
30.3
Altura
en pies
720
740
760
780
800
820
840
860
880
900
920
940
960
980
1.000
1.100
1.200
1.300
1.400
1.500
1.600
1.700
1.800
1.900
2.000
2.100
2.200
2.300
2.400
2.500
2.600
2.700
2.800
2.900
3.000
3.100
3.200
3.300
Millas
náuticas
30.7
31.1
31.6
32.0
32.4
32.8
33.2
33.6
34.0
34.4
34.7
35.2
35.5
35.9
36.2
38.0
39.6
41.5
42.0
44.4
45.8
47.2
48.6
49.9
51.2
52.5
53.8
55.0
56.2
57.3
58.5
59.6
60.8
61.8
62.8
63.8
64.9
65.9
Altura
en pies
3.400
3.500
3.600
3.700
3.800
3.900
4.000
4.100
4.200
4.300
4.400
4.500
4.600
4.700
4.800
4.900
5.000
6.000
7.000
8.000
9.000
10.000
Millas
náuticas
66.9
67.8
68.8
69.7
70.7
71.6
72.5
73.4
74.3
75.2
76.1
76.9
77.7
78.6
79.4
80.2
81.0
88.8
96.0
102.6
108.7
114.6
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
Capítulo VII
Desde el día 11 de octubre
hasta el día 19
Jueves 11 de octubre.— “Navegó al Ouesudueste,
tuvieron mucha mar más que en todo el viaje habían
tenido. Vieron pardelas y un junco verde junto a
la nao. Vieron los de la carabela Pinta una caña y
un palo, y tomaron otro palillo labrado a lo que
parece con hierro, y un pedazo de caña y otra yerba
que nace en tierra, y una tablilla. Los de la carabela
Niña también vieron otras señales de tierra y un palillo cargado de escaramojos (22). Con estas señales
133
respiraron y alegraronse todos. Anduvieron en ese
día hasta la puesto el sol veinte y siete leguas.
Después del sol puesto, navegó a su primer
camino al Oueste: andarían doce millas cada hora,
y hasta dos horas después de media noche andarían
noventa millas, que son veinte y dos leguas y media
y porque la carabela Pinta era más velera e iba delante del Almirante, halló tierra e hizo seña que el
Almirante había mandado. Esta tierra vido primero
un marino que se decia Rodrigo de Triana: puesto
que el Almirante a las 10 de la noche, estando en
el castillo de popa, vido lumbre, aún que fue cosa
que no quiso afirmar que fuese tierra; pero llamó
a Pedro Gutiérrez, repostero destrados del Rey, e
dijole, que parecía lumbre, que mirase él, y así lo
hizo y vídola: dijole, también a Rodrigo Sánchez
de Segovia quel Rey y la Reina enviaban en el armada por veeder, el cual no vido nada porque no
estaba en el lugar do le pudiese ver. Después quel
Almirante lo dijo se vido una vez o dos, y era como
una cadelilla de cera que se alzaba, y levantaba, lo
cual a pocos pareciera ser indicio de tierra.
En esta figura se muestran los acontecimientos del día 11 de octubre, a la puesta del sol don Cristóbal Colón le faltaban solamente 39 millas náuticas
para llegar a Mayaguana.
134
Ramón Julio Didiez Burgos
Como el Almirante tuvo por cierto están junto
a la tierra. Por lo cual cuando dijeron la Salve que
le acostumbraban decir: cantar a su manera todos
los marineros; y se hayan todos, rogó y amonestoles
el Almirante que hiciesen buena guardia al castillo
“Puesto que el Almirante a las 10 de la noche estando en el castillo
de popa, vido lumbre, aún que fue cosa tan cerrada que no quiso
afirmar que fuese tierra”.
de proa, y mirasen bien por la tierra, y que al que
le dijese primero que el vía tierra, le diera luego un
jubón de seda, sin las otras mercedes que los Reyes
habían prometido, que eran diez mil maravedís
de juro a quien primero la viese. A las dos horas
después de media noche pareció la tierra, de la cual
estarian dos leguas. Amañaron (23) todas las velas,
y quedaron con el treo (24), que es la vela grande
sin bonetas, y pusiéronse a la corda (25), temporizando hasta el día viernes que llegaron a una isleta
de los Lucayos, que se llamaban en lengua de indios
Guanahaní (26). Luego vieron gente desnuda, y el
Almirante salió a tierra en la barca armada, y Martín
Alonso Pinzón y Vicente Anés (27) su hermano,
que era capitán de la Niña.
Sacó el Almirante la bandera Real, y los capitanes con dos banderas de la Cruz Verde, que llevaba
el Almirante en todos los navíos por seña como un
F y una Y: encima de cada letra su corona una de
un cabo de la cruz y otro de otro. Puestos en tierra
vieron árboles muy verdes y aguas muchas y frutas
de diversas maneras. El Almirante llamó a los dos
capitanes y a los demás que saltaron en tierra, y a
Rodrigo Descobedo, escribano de toda la armada y a
Rodrigo Sánchez de Segovia, y dijo que le diesen por
fe y testimonio como él por ante de todos, tomaba,
como de hecho tomó, posesión de la dicha isla por el
Rey e por la Reina sus señores, haciendo las protestaciones que se requerían, como más largo se contiene
en los testimonios que allí se hicieron por escrito.
Luego se ayuntó allí mucha gente de la isla. Esto que
se sigue son palabras formales del Almirante, es su
libro de su primera navegación y descubrimiento
de estas Indias; “Yo (dice él), porque nos tuviesen
mucha amistad, porque conocí que era gente que
mejor se libraría y convertiría a nuestra Santa Fe,
amor que no por fuerza; les di a algunos de ellos
unos bonetes colorados y unas cuentas de vidrio
que se ponían al pescuezo, y otras cosas muchas
de poco valor con que hubieron mucho placer y
quedaron tanto nuestro que era maravilla.
Los cuales después venían a las barcas de los
navíos adonde nos estábamos nadando, y nos train
papagallos y hilo de algodón en ovillos y azagayas
y otras cosas muchas, y nos las trocaban por otras
cosas que nos les dábamos, como cuentecillas
de vidrios y cascabeles. En fin todos tomaban y
daban de aquello que tenían de buena voluntad.
Más me pareció que era gente muy pobre de todo.
Ellos andaban todos desnudos como su madre los
parió, y también las mujeres, aunque no vide más
de una farto moza, y todos los que yo vi eran todos
mancebos, que ninguno vide de edad de más de
treinta años; muy bien hechos, de muy hermosos
cuerpos, y muy buenas caras; los cabellos, gruesos
cuasi como seda de cola de caballos, e cortos; los
cabellos traen por encima de las cejas, salvo unos
pocos detrás que traen largos, que jamás cortan:
dellos se pintan de prieto, y dellos son de la color
de los canarios, ni negros ni blancos, y dellos se
pintan de blanco, y dellos de colorado y dellos de
lo que fallan, y dellos se pintan las caras, y dellos
todo el cuerpo, y dellos sólo los ojos, y dellos sólo
el nariz.
Ellos no traen armas ni la conocen, porque
les amostré espadas y la tomaron por el filo, y se
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
135
Desembarco de los descubridores del
Nuevo Mundo en la primera tierra
hayada, Guanahaní, toma de posesión de estas en nombre de los Reyes
Católicos.
cortaban con ignorancia. No tienen algún fierro;
sus azagallas son de varas sin fierro y algunas de
ellas tienen al cabo un diente de pece, y otras de
otras cosas.
Ellos todos a una mano son de buena estatura de grandeza, y buenos gestos, bien hechos; yo
vide algunos que tenían señales de feridas en sus
cuerpos, y les hice señas que era aquello, y ellos
me amostraron como allí venían gente de otros
islas que estaban acerca y les querían tomar, y se
defendían: y yo creí, e creo, que aquí viene de tierra
firme a tomarlo por captivos.
Ellos deben ser buenos servidores y de buen ingenio, que veo que muy presto dicen todo lo que les
decía y creo que ligeramente se harían cristianos, que
me pareció que ninguna secta tenían. Yo, placiendo
a Nuestro Señor, llevaré de aquí al tiempo de mi partida seia a V. A. para que deprendan fablar. Ninguna
bestia de ninguna manera vide, salvo papagayos en
esta isla,” Todas son palabras del Almirante.
Horas por ampolletas
Al decir el Diario el día 11 de octubre. “Después
del sol puesto, navegó a su primer camino al
Oueste; anduvo doce millas cada hora y hasta dos
hora después de medianoche, andarían noventa millas, que son veinte y dos leguas y medias. Y porque
la carabela Pinta era más velera e iba delante del
Almirante, halló tierra y hizo señas que el Almirante
había mandado.
Esta tierra vido primero un marinero que se decía
Rodrigo de Triana (Juan Rodrigo Bermejo); puesto
que el almirante a las diez de la noche, estando en el
castillo de popa, vido lumbre, aúnque fue cosa tan
cerrada que no quiso afirmar que fuese tierra: pero
llamó a Pedro Gutiérrez, repostero destrados del
Rey: e dijole que parecía lumbre, que mirase él, y así
lo hizo y vidola: dijole también a Rodrigo Sánchez de
Segovia que el Rey y la Reina enviaron en la armada
por veedor, el cual no la vido nada porque no estaba
el lugar do la pudiese ver. Después el Almirante le
dijo se vido una vez o dos, y era como una candelilla
de cera que se alzaba y levantaba, lo cual a pocos
parecería ser indicio de tierra”.
De primera intención se descubre en este párrafo una burda situación esencial en “a las diez de
la noche” y “a dos horas después de medianoche”
el Almirante no traía reloj de pulsera ni de mesa ni
cronómetro, el manejaba su tiempo con una simple
ampolleta de arena de unos 30 minutos o menos,
hemos dicho anteriormente que en la mar siempre
se refería el tiempo en ampolletas, en millas hora, o
leguas horas, y estas referencias se hacían desde un
momento conocido tales como la salida y puesta del
sol, los medios días, las medias noches o la toma de
una guardia o cuarto, en esta ocasión fue sustituida
por fray Bartolomé de las Casas o por algún copista
la palabra ampolleta por la de las horas, sustitución
136
Ramón Julio Didiez Burgos
que ha ocasionado muchas confusiones, malos
razonamientos y malos cálculos en todos aquellos
que le han hecho frente al Diario con la consiguiente
ofuscación; es mi ingenio considerar, y así lo demostré
que el Almirante se expresó “a las diez ampolletas”
y “hasta dos ampolletas después de medianoche” “a
las diez ampolletas les daba como origen el principio
de la primera guardia, de las 7 de la noche y, a las
otras dos la media noche; desde el inicio de la primera
guardia a las 7 hasta las 11 pasaron 8 ampolletas y dos
ampolletas más hacen 10 ampolletas que son o serían
una hora más después de terminar la primera guardia,
esto es, medianoche; al consignar el tiempo en dos
ampolletas después de medianoche, le da forma y se
determina como una hora después de medianoche,
de donde se infiere que en este momento, al grito
de tierra, se concluye el total del tiempo pasado en
ampolletas horas desde la puesta del sol hasta ver la
tierra. Ante todo veamos algunas anotaciones del
Almirante, que demostrarán las adulteraciones en el
Diario, y en sí confirman mis observaciones como
llevaba en éstas, en sus anotaciones del día 15 de
octubre incluye acaecimientos del día 16, pero no
obstante esto, el hace después la reseña de los sucesos
del mismo día martes 16, en la reseña del día 15 dice:
“al partir de las islas Santa María de la Concepción a
la Fernandina y así partí, que serían las diez horas, con
el viento Sueste, y tocaba del Sur, para pasar a esta otra
isla, etc.” luego dice: martes 16. “Partir de las islas de
Santa María de la Concepción, que sería ya cerca del
mediodía, para ir a la isla Fernandina”. Aquí vemos
como el mismo Almirante endereza una mala copia,
hecha en su Diario al consignar en el medio día del día
martes 16, las 10 horas atribuidas en el día lunes 15,
el día martes 16, salió a las 10 ampolletas, las cuales
tomaron como punto de partida 1 ampolleta, después
de la salida del sol (6h–16m a.m.) que era cuando
empezaba la primera guardia, y ésta tenía 8 ampolleta
como se sabe, más dos que serían las 10 ampolletas, y
no las diez horas, la primera guardia empezó a las 6h–46m
a.m. y terminando a las 10h–46m mas dos ampolletas,
(1 hora) serían las 11h–46m cerca del mediodía.
El día 21 de octubre, dice “A las diez horas llegué aquí al cabo del isleo, y surjí y así mismo las
carabelas; y después de haber comido fui a tierra” la
costumbre que existía en esa época era la de comer
a mediodía y es paradójico el que por una situación
de términos (hora en lugar de ampolletas) se haga
comer al Almirante a las 10 de la mañana, era medio día o sea 10 ampolletas después que empezó la
primera guardia, la cual empezó a las 6h–57m a.m.,
la primera guardia tenía 8 ampolletas más dos para
hacer medio día y serían las 11h–57m horas aparente
cuando comió y no a las diez de la mañana.
El día martes 25 de diciembre, día de la Navidad
dice “navegando con poco viento el día de ayer desde la mar de San Tomé hasta la Punta Santa, sobre
la cual a una legua estuvo así hasta pasado el primer
cuarto, que serían a las once de la noche, acordé
echarse a dormir etc.” es la evidencia de la forma
como él llevaba sus guardias y la confirmación de
que a las 11 terminaban, 8 ampolletas y dos más
serían las 10 ampolletas, medianoche, y no las 10
de la noche, y dos más serían la 1 de la noche o dos
ampolletas pasadas la media noche, y no las dos horas después de medianoche, como se ha propagado
que fue el momento de ver tierra.
El día 17 de enero dice “Ayer al poner del sol
calmole el viento Andarían catorce ampolletas, que
tenia cada una media hora o poco menos hasta
rendir el primer cuarto y andaba cuatro millas por
horas que son veintiocho millas”.
El martes 22 de enero.— Dice “ayer después del
sol puesto, navegó al Nordeste con viento Leste y
tomaba el sueste: andaba ocho millas por horas hasta pasadas cinco ampolletas; interés de antes que se
comensasen la guardia, que eran ocho ampolletas;
y así habrían andado setenta y dos millas, que son
diez y ocho leguas. Después anduvo a la cuarta del
Nordeste al Norte seis ampolletas que serán otras
diez y ocho millas. Después cuatro ampolletas de
la segunda guardia al Nordeste seis millas por hora,
que son tres leguas al Nordeste. Después hasta salir
del sol, anduvo al Lesnordeste once ampolletas, seis
leguas por hora que son siete leguas (aquí hay un
error de traducción, puesto que el Almirante con
su vasta experiencia y su gran sentido de lo tridimensional no podía cometer un error semejante.
Indudablemente eran 5 millas por hora, lo cual
hace 27.5 millas igual a 7 leguas).
El viernes 25 de enero dice.— “Navegó esta noche al Lenordeste un pedazo de la noche que fueron
13 ampolletas, etc.
El 17 y 25 de enero vemos que anduvieron 14 y
13 ampolletas, como el reloj de fray Bartolomé de
las Casas no tenía 13 ni 14 horas tuvo por fuerza
que ser más sensato y poner las cosas en su debido
lugar, ampolletas.
En el recuento del día 22 se ve como toma el
final y el comienzo de las guardias para llevar también su contabilidad.
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
La confusión o duda de la velocidad de las carabelas del Almirante estuvo en cierta forma bien
sustentada, ya que la sustitución de ampolletas por
horas en su Diario daban diferencias horarias que
al intervenirlas con las distancias por él calculadas,
daban un cuociente diferente al que decía, pero
si se sustituye la Ampolleta por la hora, se podría
haber que el asiento hecho para el día 11 cuadra a
la perfección con que él lo hizo.
Dice el día 11 de octubre “Después del sol puesto, navegó a su primer camino al Oueste: andarían
doce millas cada hora y hasta dos horas, después
de media noche andarían noventa millas que son
22 leguas y media”. Los cálculos para determinar
la salida y la puesta del sol aparente para el día 21
de octubre, latitud 22°–36’ N y declinación del sol
11°–06’S nos daría para salida del sol a las 6h–14m
y la puesta a las 5h–46m, como el Diario dice que
“dos horas después de medianoche” tendremos
entonces que anduvo 8 horas 14 minutos desde
la puesta del sol hasta que vieron tierra, lo que de
por sí se vería que su velocidad no era de 12 millas
sino de 11 al dividir 90 millas entre 8.2 horas, si
buscamos la distancia caminada multiplicando la
velocidad por el tiempo encontraríamos que hizo
en estas 8 horas 14 minutos 98.4 millas y no 90
por eso dice el capitán Barriero Meiro “Aumenta
nuestra sospecha sobre la velocidad de 12 nudos
cuando nos dice el día 11 de octubre. Anduvieron
en ese día hasta puesto el sol 27 leguas, después de
puesto el sol navegó a su primer camino Oueste,
andando 12 millas hora; y hasta dos horas después
de medianoche 90 millas, que son 22 leguas y media,” y sigue “¿Cómo es posible que en dieciocho
horas y media de las cuales doce, por lo menos en
pleno día navegasen 27 leguas para luego; en siete
horas y media, en noche cerrada y próximo a tierra,
anduvieron 22 leguas? Hay que tener en cuenta que
de esas siete horas y media, cuatro fueron después
de ver la candelilla, o sea con seguridad de haber
visto tierra”.
“Sólo puede explicarse el que Las Casas no
comprendiese bien el texto de Colón. Parece querer
decirnos esto el 8 de octubre al escribir “a ratos parece que anduvieron en la noche quince millas por
hora, sino es mentirosa la letra”. Haciéndome eco
de esta observación me preguntaría ¿no está acaso
la velocidad de los barcos de vela en función directa de la intensidad del viento y de su área vélica?
Cuando soplaba el viento con fuerza hacía buena
137
velocidad y cuando hacía calma no caminaba nada,
por eso lo indicado por el Almirante durante el día
11 de 27 leguas, el signo ineludible que el viento
era flojo en el día y en la noche le arreció más y de
ahí que en siete horas y media hiciera 90 millas;
no arriaron sus velas por la gran luminosidad de la
luna.
Para el mes de septiembre, octubre y noviembre, en esta zona, la calma, intensidad, de acuerdo
a la escala Beaufort, y dirección del viento soplan
según el cuatro siguiente, sacando del Pilot Chart
impreso para esos meses por el Departamento
Oceanográfico de la Oficina Naval de los Estados
Unidos entre las latitudes 20°N y 25°N y entre las
longitudes 45° a 80°W en el Atlántico.
Mes de septiembre.
Dirección del viento del E al N E.
Calma. 4 – 3 – 4 – 4 – 8 – 2 – 4 por % desde
la Longitud 45° W hasta la Longitud
80° W. (Valores para cada 5).
Intensidad. Desde 3 a 4 (escala de Beaufort), de 7
a 16 nudos por hora.
Duración. Desde 46 a 49 por ciento. Las corrientes en este mes se dirigen al W, intensidad de 0.4 a 0.5 por hora y se dirigen
al N.N.W. a medida que se acerca a las
islas Lucayas.
Mes de octubre.
Dirección del viento.–E al N E.
Calma. 5 – 5 – 4 – 4 – 4 – 8 – 4 por % desde
Longitud 45º W hasta la longitud 80º W.
Intensidad. Desde 3 a 4 (escala Beauford) de 7 a 16
nudos horas.
Duración. Desde 33 a 39 por ciento. Las corrientes se comportan lo mismo que el mes
de Septiembre, su dirección sigue lo
mismo hasta llegar a la Florida.
Mes de noviembre.
Dirección del viento del E al N E.
Calma. 5 – 1 – 4 – 3 – 2 – 2 – 0 por % desde
los mismos meridianos que el mes de
septiembre.
Intensidad. 4 (escala Beaufort) de 11 a 16 millas.
Duración. Desde 31 a 55 por ciento. Las corrientes se comportan en este mes
lo mismo que los dos anteriores.
Los vientos también soplan de otras
138
Ramón Julio Didiez Burgos
direcciones pero en un porcentaje
muy reducido con fuerza variable y
de poca duración.
De esta tabla podemos sacar entre los paralelos de
latitud 20° N y 25° N y los meridianos de longitud
45° W y 80° W los vientos soplan entre el N E y el
E en un gran porcentaje del tiempo, con bastante
intensidad y con períodos de calma muy cortos, si
estos datos tomados de estudios recientemente hechos
de toda esa zona son comparados con los informes
contenidos en el Diario del Gran Nauta nos confirma
que todas las conjeturas e hipótesis que hemos hecho
en la dirección del viento, y su intensidad durante
él navegaba entre las islas, tienen fundamento en las
condiciones físicas, geográficas, y meteorológicas de
todas estas zonas de las Lucayas. Me parece que esto
también contesta la observación del Almirante durante
el día y la noche el día 11 con respecto a su velocidad.
Estas confusiones como ya he dicho, la ha
ocasionado la situación de una palabra por otra. Si
desarrollamos los acontecimientos horarios del día
11 de octubre, desde la puesta del Sol hasta el grito
de Tierra y por ampolletas tendríamos lo siguiente:
Al ponerse el sol a las 5h–46m hora aparente (no
media porque en esa época todavía los astrónomos
no habían introducido el sol medio como regente
del tiempo), tendríamos 6 horas 30 minutos de horarios hasta media noche, más 1 hora dos ampolletas se harían las 7.5 horas que el anduvo a 12 millas
hasta ver tierra, estas 7.5 horas estarían repartidas
en la siguiente forma:
cuadro, que los acontecimientos, desde la puesta del
sol hasta la vista de tierra fueron 7 horas y media,
esto se corresponde con la velocidad y la distancia
dada por el Almirante.
Tomando como referencia el momento de la
primera guardia hasta la media noche, hay 10
ampolletas (las diez horas del P. Las Casas, en este
instante fue que el Almirante “vido la lumbre”.
y dos ampolletas más, (las dos horas después de
media noche) que fue una hora después de media
noche.
Lucecita o lumbre
Sólo nos resta decir que el Almirante a 12 horas
y 16 minutos que era media noche estaba a tan sólo
15.5 ó 16 millas náuticas al E de la isla que apareció por la proa de sus naves 1 hora después, en ese
momento a 12 hora y 16 minutos, media noche;
le quedaba al Sur una isla a 9.5 millas náuticas, la
punta Noroeste de la isla Mayaguana, ahí estaba la
candelita, ahí estaba la fogata ó la antorcha india,
y ahí estaba la lumbre avivada a veces por la fuerte
brisa que reinaba, vista por el Insigne Almirante
entre los claros del follaje que la protegía y que a
veces se ocultaba, bien por el sube y baja de la nao o
bien por el mismo follaje, pudo haber sido también
jacho encendido de cuaba, o como dice el padre
Las Casas:
“Y lo que yo siento dello es, que los indios
de noche por aquellas islas, como son templadas
sin algún frío, sale ó salían de sus casas de pajas,
que llaman Bohíos, de noche a cumplir con sus
a 5h – 46mPuesta del sol.
+ 1h – 30m= 3 ampolletas para terminar la guardia de vísperas.
7h – 16m Hora de la primera guardia.
+ 4h – 00 = 8 ampolletas que dura la primera guardia.
11h – 16m Hora para empezar la guardia de la medianoche.
+ 1h – 00 = 2 ampolletas para la medianoche (diez ampolletas).
12h – 16m Medianoche. Hora que el Almirante vio la lumbre.
+ 1h – 00 = 2 ampolletas más (las dos horas después de medianoche) y
1h – 16m hora a que se vio la tierra, esta hora es a la que se vio el Nuevo Mundo.
En hora media actual para la hora del grito de
tierra hubiese sido 12h – 55m a.m. referido al huso
horario 5h del meridiano de Greenwich.
Por la forma como están expuestas las horas y el
número de ampolletas, podemos contemplar en el
necesidades naturales, y toman un tizón en la mano
o una poca de tea, o raja de pino, ó de otra madera muy seca y resinosa, y arde como tea, cuando
hace oscura noche y con aquel se tornan a volver,
y desta manera, pudieron ver la lumbre, las tres ó
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
139
rezarles a su modo a sus antepasados, rendirle culto
al dios del Guatú y cumplir con sus ritos sagrados
de sus Cemíes.
Se conoce como los indios celebraban los acontecimientos presentes o pasados, con sus areytos
y su música. Se formaban en círculos alrededor
del Guatú (hoguera) se formaban dos hileras de
indios, unos en frente al otro, en el extremo de
estas hileras se colocaba uno de los indios viejos
de la tribu y llevaba y conducía (el Teguia) al
compás de sus canciones toda la ceremonia. Éstos
se tomaban de las manos o de los brazos y así
ejecutaban a son de sus instrumentos musicales, o
bien dando vuelta alrededor del fuego, avanzando
y retrocediendo, al ritmo de la música o eran en
hileras dobles acercándose y alejándose una de
otra, también al compás.
Los indios de las islas para celebrar sus fiestas rituales se reunían de
noche alrededor de una fogata hasta muy avanzada la noche.
cuatro veces que Cristóbal Colón y los demás que
la vieron”.
En las noches frías los indios de esta isla se
reunían en círculo, alrededor de una fogata para
sostenerse a temperatura agradable. Si los indios
se acuclillaban, alrededor del fuego también le
servían de pantalla; esta alternativa de los indios
pudo haber sido también la alternativa con que el
Almirante viera la lucecita; no hay duda también,
que el follaje le hiciera juego y sólo ocasionalmente
está fogata fuera vista y de aquí que unos la vieran
y otros no.
El día 23 de octubre dijo el Almirante estando
fondeando en el fondeadero del Isleo “antes el
día hace calor, y en las noches temperadas como
en mayo en España en el Andalucía” de aquí se ve
que al andar los indios desnudos no podían sentir
las noches temperadas como la sentía el Almirante
sino más bien algo frío, suficiente razón de hacer
su gran Guatú, para implorar a los seres celestiales,
Punta norueste de la isla Mayaguana donde los indios tenían su
fogata el día 11 de octubre del 1492.
Circunstancias especiales, a veces, hacían que
estas ceremonias se prolongaran hasta el amanecer
y libaban, mientras éstas se efectuaban, su guarapo (bebida fermentada) casi todos amanecían
140
Ramón Julio Didiez Burgos
Isla de Mayaguana, en la
esquina N.W. era que estaba la fogata vista por don
Cristóbal Colón, el marinero
de Lepe, Pedro Izquierdo,
Rodrigo Sánchez de Segovia
y Pedro Salcedo y otros más,
cuyos nombres no fueron
registrados.
borrachos. Quien quita que mientras el Almirante
cruzaba al norte y a 9 millas a medianoche no hubiera una ceremonia semejante, en el cabo N W de
la isla Mayaguana por parte de los indios de esta isla
y que el Almirante viera la guatucecita que el follaje
y la alternatividad del baile de los indios, despejara
y aclarara la brillantez de la hoguera.
Este caso es indiscutible. Las pruebas de la
existencia de una hoguera o fogata india o un indio
con un jacho encendido en el cabo esta más que
evidente, la lucecita fue una realidad, el Almirante,
no vio tierra, pero si la prueba de su existencia.
No conservaban los grumetes el fuego de los fogones primitivos para que el cocinero en la mañana
pudiera hacer el desayuno a bordo de las naos. ¿No
avivaban y alimentaban sus rescoldos para que no
se extinguieran?
Entonces por qué los indios que tenían dificultades para hacer este fuego, no fueran más cuidadosos en sostenerlos; no es una incógnita, sino un
hecho real del hombre ante la necesidad de la vida,
que obliga al uso del ingenio para subsistir.
“Después que el Almirante lo dijo se vido una
vez o dos y era como una candelilla la cual se alzaba
y bajaba, a lo cual a pocos pareciera indicio de tierra”, y así fue y razón hubo para dejarse de ver más
la fogata indicada, porque ya la nao se encontraba
aproximadamente al NW 1/4. N, de la isla y la isla
se encontraba al SE 1/4 S de la nao, esto es 152°,
las carabelas derivaban vertiginosamente al W, cada
cinco minutos recorrían una milla antigua, una hora
más y los temores experimentados por el Almirante
se verían justificados al reñir con la tripulación para
mantenerse ojo avizor y no descuidar la guardia y
redoblar la vigilancia, haciendo recuerdos de los
premios ofrecidos para el primero que viera tierra.
Ahí está el premio y la gloria, una hora después
de haber visto la guatucecita así sonó la lombarda,
ahí están confirmados los títulos conferidos por Los
Magnánimos Reyes de España de Almirante del
Mar Océano, Visorrey de las tierras e islas que descubriera, Gobernador Perpetuo, Capitán General
de las Indias con derecho a heredad, un lombardazo de la Pinta le da las albricias de su condición
Española y aunque haya nacido en Génova, Grecia,
Cataluña, Galicia o cualquier otra nación o pueblo
de nación, ya era español por la gracia de naturalización al ostentar títulos nobiliarios con escudo de
Armas de la Gran España, y así se hizo reconocer
antes de las 12 horas de haber desembarcado en la
isla Plana del Oeste el día 12 de octubre de 1492.
Acaso la actitud harto varonil y decidida que
tuvo el día 5 de marzo en rastelo dentro del río
de Lisboa ante el patrón del bote de la nao más
grande que tenía Portugal, la cual estaba fondeada
cerca, la mejor artillada y la más grande, llamado
Bartolomé Díaz al requerirle que “entrase en el batel para ir a dar cuentas a los hacedores del Rey e al
Capitán de la dicha nao, llamando Álvaro Damas y
el Almirante haciendo prevalecer toda su jerarquía
y todo su valor como Almirante Español al servicio
de sus Majestades los Reyes de España le contestó
“Quel era Almirante de los Reyes de Castilla, y que
no daba él tales cuentas a tales personas, ni saldría
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
de las Naos ni navíos donde estuviese si no fuese
por la fuerza de no poder sufrir las armas. “hizo
valer su condición y luego mantuvo el respeto y
el derecho de sus subalternos al repudiar de plano
una nueva exigencia del Patrón Bartolomé Díaz, al
requerirle “que enviase al maestre de la carabela” le
contestó “ni al maestre y a otra persona, si no fuese
por fuerza, porque en tanto tenía el dar persona
que fuese como ir él, y que esa era la costumbre
de los Almirantes de los Reyes de Castilla, de antes
morir que dar, ni dar gente suya “gesto más noble
y más característico de la raza española no era de
esperarse, actuaba el acorde a la idiosincrasia de los
ibéricos y si defendía con desnuedo sus derechos,
lo hacía en nombre de un Pueblo, el de España,
¿lo desean más Español? Nada importa que haya
nacido en la Antártica si el destino lo califica en
otro país, y así lo demostró Álvaro Damas al saber
por su patrón más luego por haberle mostrado el
Almirante las cartas que le acreditaban como tal.”
El cual con mucho orden, con atabales y trompetas
y añafiles, haciendo gran fiesta vino a la carabela y
Escudo de armas del Almirante don Cristóbal Colón, concedido por
los Reyes Católicos.
141
habló con el Almirante, y le ofreció de hacer todo
lo que le mandase, “Un simple marino español no
hubiese tenido la acogida por tan alto personaje
militar portugués; era un Almirante Español.
El pueblo Lisboense se sumó a la nota de júbilo
que se rendía a la visita de un Almirante Español
que acababa de llegar de las Indias, y el día 8 de
marzo, D. Martín de Noroña, se apersona a presencia del Almirante con una carta de los Reyes de
Portugal, en la cual le rogaban que fuese a verlos;
el Rey le recibió y compartieron, y ordenó que el
Almirante fuera aposentado en Sacamben y que le
fuera suministrado todo lo que hubiera menester a
él y a su tripulación por su cuenta (la del Rey).
El Rey de Portugal le trató con amabilidad y
mucha cortesía y lo sentó a su lado, le honró y le
hizo innumerables ofrecimientos y “que mandaría
hacer todo lo que a los Reyes de Castilla y a su
servicio cumpliese cumplidamente”, los nobles y
gentiles les saludaron, se mostraron atraídos por
su personalidad y el gesto de los acontecimientos
surgidos, era admirado y celebrado por su hazaña,
el Rey de Portugal dio reconocimiento oficial a un
Almirante Español, dióle mensajes personales para
los Reyes de España y puso escolta muy significativa en su retorno a las carabelas, y aún le hizo el
ofrecimiento de si el Almirante quería ir por tierra
a Castilla, le ofrecía bestias apropiadas para el viaje,
pero el Almirante no aceptó, sino que se fue a la
nao y a la 7 de la mañana pleamar levantó las anclas
y salió para España por vía marítima, donde llegó
el día 15 de marzo.
Sería algo difícil llegar a comprender en estos
tiempos el laberinto de cortapisa que existía a las clases burguesas, siervos, y hasta los mismos miembros
de la nobleza para compartir y alternar con los Reyes
de Europa, tenía que ser un acto o momento muy relevante para que un Rey o Reina se mostrará afable y
simpático, cualquier ciudadano del país o extranjero.
Por esta falta de apreciación en nuestra época es que
estas distinciones ofrecidas y conferidas al Almirante
en la Corte portuguesa no ha sido debidamente
calibrada para llegar a la debida conclusión de que
el recibimiento apoteótico hecho a don Cristóbal
Colón, no fue a él, sino al Almirante Español de sus
majestades los Reyes Católicos de España.
No creo necesario exhibir ningún documento
que pretenda por un nacimiento que aún se debate,
combatir su nacionalidad hasta que España lo haya
glorificado y ennoblecido para que su grandeza
142
Ramón Julio Didiez Burgos
pertenezca a ella y también su nacionalidad que
tanto orgullo siempre tantas ciudades en aparecer
como genitoras de la figura de un hombre, si en nada
contribuyeron a realzar su genio y sus inquietudes,
era bueno esperar que otra nación le diera la grandeza
que el envolvía en su ser para luego recoger el fruto
de los esfuerzos hechos para darle valor a la grandeza
que su tierra natal no encontró y amparados de
documentos de importancia secundaria. ¿Acaso fue
recibido y atendido el Almirante como Almirante
Antártico, Neozelandés, Taitiano o de otra nación?
No; fue como Almirante Español y como tal debe de
ser considerado en todos sus fueros.
La isla Mayaguana pudo haber sido encontrada
por el Almirante si éste hubiera seguido su rumbo
ouesudueste a las 9 horas 37 minutos o sea unas 8
ampolletas después de la puesta del sol, hubiera llegado a ella en la costa Norte y cerca de la Punta N. E.
La isla Mayaguana tiene una altura sobre el nivel
del mar de 70 pies y la carabela del Almirante de unos
25 pies sobre el nivel del mar, lo que da un alcance visual de 15.3 millas, de manera que el Almirante estaba
una altura de alcance de cualquier luz que hubiera
existido en la zona Nordeste de dicha isla.
Veamos algunos ejemplos de comentarios que
se han hecho a costa de la candelita.
Refiriéndose al capitán de corbeta R. Barreiro–
Meiro en su análisis de la derrota del Almirante,
a la derrota presentada por Pieter Verhoog en su
trabajo Guanahaní Again, Asterdam 1948, dice
“y es curiosos que admita lo de la candelita como
Irving situándola en la isla Turca”. Paul Herrman en
Audacia y heroismo de los descubrimientos modernos,
dice “También el Almirante ha vista la luz, y con él
dos ó tres hombre que se encontraban en la toldilla.
Pero el resplandor no vuelve a brillar! de seguro había sido una ilusión”. Jakob Wasermann en su libro
Cristóbal Colón el Quijote del océano dice, “allí es el
ojo vigilante de Colón al que a las 10 de la noche de
moverse una luz, en el cual él y todos los que llamó
reconocieron inmediatamente una lumbre artificial
engendrada por la mano del hombre” “con todo,
no fue el pobre marinero en que recibió el premio,
sino él lo reclamó para sí poco después del tedeum
entonado al rayar el alba por la tripulación. Unos
dicen por codicia, otros por avidez de gloria, otros
por ambos motivos. Ni sus más afanosos panegiristas se atreven a absolverle de tan odiosa ruindad”.
Otros autores se expresan con simpatía diciendo
“que la luz del alma le iluminó para presentir la
proximidad de Tierra,” o “la luz divina se hizo manifiesta en este momento para anunciarle la Gloria
de sus esfuerzos y desvelos”.
Dice el Almirante Samuel Elliot Morrison en su
obra Cristóbal Colón marino “A las 10 de la noche,
una hora antes de la salida de la luna, Colón y un
marinero, casi simultáneamente, creyeron ver una
tenue como pequeña candela que se alzaba y luego
descendía. Otros dijeron que también la vieron,
pero la mayoría no, y después de unos cuantos minutos desapareció. Se han escrito volúmenes enteros
para explicar lo que está luz era o podía haber sido.
Un marino no necesita explicación alguna. Era una
ilusión óptica, creada por la exagerada vigilancia.
Cuando se está inseguro de la posición exacta y
se hace un extremo esfuerzo para desembarcar en
la noche, se halla uno propenso a ver imaginarias
luces y resplandores y para oír campanas y ruidos
de rompientes que no existen”.
Dice don José Fernández Martínez en el Enigma
de Colón, “Las tres naves van en fila y delante la
Pinta, que por ser más velera (más rápida). A las
diez de la noche, el Almirante ve una luz que sube
y baja: las naves siguen andando a razón de doce
millas por hora. A las dos de la mañana, la “Pinta”
ve tierra, que está como a dos leguas; separan las
naves para no dar contra la costa.
Desde las diez de la noche, en que el Almirante
ve la luz, hasta las dos de la mañana, en que Rodrigo
de Triana ve tierra, han andado las nao según afirma
el Almirante, cuatro horas a doce millas por horas o
sea unas doce leguas. De modo que en el momento
de ver la luz el Almirante, la tierra estaba a catorce
leguas, o sea las doce que anduvieron las naos en
cuatro horas, y a las dos que habían delante de la
Pinta al ver tierra.
¿Cómo es posible que el Almirante viese a las
diez de la noche una luz como una candelilla que
subía y bajaba, si la tierra estaba aún en aquella
hora a catorce leguas, que en medida moderna son
de setenta y siete kilómetros?
¿Cómo podía ver bajar y subir la luz a tal distancia, si además, la tierra que luego hallaron era
llana y sin elevación?
¿Qué ojo puede ver, y menos en el mar, a setenta
y siete kilómetros una luz como una vela?
¿Si existió esa luz, como es posible que no la
vieran antes los de la Pinta que iban delante, y que
ni siquiera la vieron cuatro horas más tarde, cuando
se acercó a dos leguas de tierra?
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
Y algo más decisivo; si a las diez de la noche
tuvo Colón por cierto que estaban cerca de tierra,
¿Cómo es que no mandó amainar las velas y detener las naves, sino que, por el contrario, siguió su
marcha y sólo cuatro horas más tarde, cuando llegó
el aviso de la Pinta, fue cuando recogió vela.
El Almirante dice en su Diario que llamó a dos
personas para que comprobaran si se veía luz. El
primero Pedro Gutiérrez, afirma al Almirante que
la vió, pero no pudo comprobarse más tarde este
aserto porque Pedro Gutiérrez fue de los que quedaron después en la isla Española y “fue asesinado
los Indígenas”. El otro Rodrigo Sánchez de Segovia,
confiesa al Almirante, que no vió la luz “por no estar donde la pudiera ver” ¿Y porque no cambió de
lugar y se puso junto a Pedro Gutiérrez? ¿Y no hubo
entre toda la marinería ninguno que la viera, sino
solamente uno que no podía atestiguarlo después
por haber muerto sin volver a España? Dicen que se
coge antes a un embustero que a un cojo; ¿no pensó
el Almirante que su propio Diario serviría de testigo para demostrar que fue injusto Colón apropiarse
el premio concedido al primero que viera tierra”.
La justicia de la honradez deben unirse en este
pasaje para hacer valorizar un hecho físico muy resaltante en la mar, se trata de la visibilidad, ésta tiene
su escala de valores, para el día y para la noche, en
noche cerrada u obscura sin lluvia ni niebla, ni luna,
es 100 x 100 en cambio, esta visibilidad merma una
vez que los tres factores mencionados intervienen,
de aquí podemos colegir que en el momento del
Almirante ver la guatucecita a las 12h–16m (media
noche): la luna estaba sobre el horizonte desde las
21h–32m aproximadamente, esto es, tenía 2h–45m
de haber salido, estaba bastante alta, hacía cinco
días que había llenado y se encontraba menguante,
irradiando una gran cantidad de luz cenicienta sobre
la tierra, esta luminosidad de la luna mermaba el
alcance lumínico de la fogata, y de ahí que solo se
viera una lucecita tenua en el horizonte, pero tuvo la
suficiente potencia para dejarse ver por aquellos que
hurgaban con ansiedad toda posibilidad de tierra.
Lo declarado por el testigo Francisco García Vallejo
en Los pleitos de Colón “en esto aquel jueves en la
noche aclaró la luna e un marinero etc.” indica la
gran nubosidad que había esa noche, y por ende lo
variable de la visibilidad en la noche.
Dice Madariaga en su libro. El muy magnífico
don Cristóbal Colón “y sin embargo es evidente que
cuando aquella noche llamó a dos de sus gentes para
143
que mirase la luz que él divisara, no había visto tierra,
y que sabía perfectamente que no la había visto, pues
de lo contrario hubiera izado la bandera y disparado
un tiro de lombarda, según sus propias instrucciones
a las carabelas. Pero demos de barato que había visto
tierra. Si jamás hubo un gesto que venía obligado a
hacer en su carrera, era este de dejar al pobre marinero de la Pinta, que de hecho se había merecido la
merced real, se llevase al menos el beneficio de la duda
gozando de paz y de los diez mil maravedís que para el
Almirante, al coloso de la fortuna, no pasaban de ser
una mera bagatela. Colón reclamó la merced y la ganó
para sí cuando ningún funcionario ni dignatario real
podía resistirle y cuando él a su vez estaba plenamente
poseído de que iba a ser el señor omnipotente de un
mundo casi ilimitado de la isla con una tierra firme
fabulosa en el horizonte”.
El día 6 de diciembre dice el Almirante
“Pareciale que entre el cabo del elefante y el de
Cinquin había una grandísima entrada y algunos
de los marineros decían que eran apartamientos
de la isla, aquella puso por nombre la Isla Tortuga,
aquella isla grande parecía altísima tierra, no cerrada con montes, sino rasa como hermosa campiñas,
y parece como toda labrada o grandes partes de ella,
y parecían las cementeras como trigo en el mes de
Mayo en la campiña de Córdoba.
Vieron muchos juegos aquella noche, y de día
mucho humos como atalayas, que parecia estar
sobre aviso de alguna gente con quien tuviesen
guerra. Toda la costa de esta tierra va al Leste. A
horas de visperas entre el Puerto dicho y pusole
nombre, Puerto de San Nicolás, porque era dia
de San Nicolás por honra suya y a la entrada del
maravillóse de su hermosura y bondad”.
La isla Tortuga tiene una altura a la parte oeste
de 1.179 pies sobre el nivel del mar. El Almirante
tenía unos 20 pies en el alcázar de popa de la Santa
María. El alcance geográfico que dan estas alturas
es de 44 millas náuticas, él estaba a una distancia
aproximada, de los fuegos de la Tortuga de 30 millas náuticas, esto confirma los fuegos que hacían
los indios en su tierra, el los vió de noche como
fuego, y de día como humo, más evidencias creo
no son necesarias para confirmar “la lucecita” de
escépticos, amén de que el que desee comprobar
en la actualidad estos hechos, en la realidad bien
podría hacer un viaje por las costas de la República
de Haití y los verá de noche a grandes distancias y
grandes columnas de humo en el día.
144
Ramón Julio Didiez Burgos
Lo de la candelita tiene ya bastante argumentos
demostrativos para que no se dude más de ella, ni
de la información del Almirante, parece y soy de esa
opinión, el que la duda de dicho informe ha tenido
su pie en figurar los críticos que el Almirante vio
hacia proa la luz; al surgir esta, con un error horario
creado, era muy natural que surgiera el alcance geográfico en función del tiempo de 4 horas a 12 millas
antiguas por hora más 8 lo que hacían 56 millas
antiguas (45,5 millas náuticas), aun así, bajo la hipótesis de que no hubiese interferido el error horario, el
Almirante no hubiera podido ver hacia proa, que fue
por donde apareció la isla, con la misma claridad que
Rodrigo de Triana, pues, el velamen, los aparatos, los
palos, la cabullería, le impedían el dominio completo
hacia proa, añadiendo que Rodrigo de Triana iba en
la proa de la Pinta y éste llevaba 1 legua (3.2 millas
náuticas delante de la Santa María, debemos caer
en cuenta que el Alcázar estaba ubicado en la popa,
donde generalmente los oficiales hacían sus guardias
y donde el Almirante siempre estaba, estas razones
obligaban a los marinos de la antigüedad colocar un
hombre de servicio para la parte de proa, el cual le
llamaban Vigías, para que estuviera siempre vigilante
de la proa; se debe considerar que de haber estado
la candela en la isla Mayagüin, Rodrigo de Triana la
hubiera visto primero que el Almirante, pero en la isla
no había fuego, porque lo que Rodrigo de Triana vio
fue “una cabeza de Arena e alzó los ojos e vido tierra”.
El Almirante vio el resplandor de un fuego
indio en la isla Mayaguana, en una dirección muy
diferente a la que un error horario condujo a los
críticos a conclusiones erradas y por el grandísimo
interés de ligar los dos acontecimientos de esa noche, el de la candela con el Grito de Tierra. Como
la isla surgió por la proa era muy natural que en
esa dirección se pusiera la candela, por un error de
término en el Diario de ampolletas por horas, se
engendró entre el momento de haberse visto la luz
y el del grito de tierra, la distancia recorrida, 56 millas antiguas (44.5 millas náuticas). Era lógico que
entre ambos acontecimientos desapareciera uno,
el menos probable, la lucecita, porque el otro era
evidente y real, y nadie ni nada podía ya cambiar la
historia: ahí estaba San Salvador.
La aceptación por la mayor parte de los colombistas de la teoría de Juan Bautista Muñoz –de que
la isla Watling era San Salvador– acabó por darle
el tiro de gracia a un tema tan debatido como el
de la lucecita, pues no había adonde ubicarla en
el mar y a la distancia de 56 millas antiguas (44.5
millas náuticas) en un rumbo opuesto del W que
se haya desde Watling hacia el anchuroso mar, la
sepultaron en el océano, pero aun así, ella brillaba
con esplendor y hermosura en el Diario del Gran
Nauta y hoy considero los ilumina de nuevo en
todo el fulgor de la verdad.
Croneau acepta la tesis de Muñoz de que la isla
Watling es la isla Guanahaní o San Salvador y también acepta la visión de la lucecita pero no encuentra
una isla donde colocarla a 56 millas antiguas al oeste
de dicha isla y resuelve el problema de su ubicación
llevando un indio en una canoa a pescar a esa distancia y poniéndole una pequeña fogata a bordo, esto
en medio del Atlántico; otros críticos asombrados
del ingenio de Croneau le sugiere al distinguido historiador que en vez de la fogata en la canoa era mejor
que el indio estuviera fumando un cigarro.
Los hechos del descubrimiento ocurrido hace
475 años, visto desde estos tiempos, tienen toda la
comodidad de ser juzgados con toda la libertad y
la impunidad a la que la imaginación puede dar
cabida, ya el estado novedoso de una hazaña ha desaparecido, no existe un Nuevo Mundo, ni tierras
vírgenes, ni imperios que conquistar, ni oro ni plata, ni aventuras que hacer, ni todas las inquietudes
experimentadas en España y en Portugal. El tiempo
las fue modelando a nuevas formas, ya quedan
solamente los documentos y testimonios que nos
legaron los antepasados para que nos holguemos
en ellos y enterarnos de los sucesos y juzguemos a
nuestro entero criterio.
Cuando el Almirante llegó a puerto de Palos el
día 15 de mayo del 1493, y se propagó la noticia
del descubrimiento de nuevas tierras se apoderó
del pueblo español un frenesí de alegría tal, que no
existía alma viviente que no se quisiera dar el lujo
y el placer de conocer a los hombres que habían
efectuado tales hazañas, y sobre todo la del hombre
que había dirigido esta empresa, en la trayectoria
que seguía el Almirante a través de la península
para acudir a entregar cuenta a los Reyes Católicos,
las gentes se agolpaban a su paso y le victoreaban,
lo cuestionaban, lo interferían, le daban las manos,
le veían como un ser providencial; el júbilo era desbordante, todos hablaban de él, y se enorgullecían
de su presencia y su saludo; el entusiasmo no tenía
límites; todos los aclamaban con orgullo y simpatía.
En Portugal, a pesar de no pertenecer a ella la
hazaña, celebró con manifestaciones de admiración
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
145
Don Cristóbal Colón llega el 15 de
marzo de 1493 al puerto de Palos,
es recibido con entusiasmo por el
pueblo alabando el descubrimiento de nuevas tierras.
su descubrimiento, aunque con la reserva que permite el desengaño de una empresa perdida, pero lo
celebró.
El padre Bartolomé de las Casas refiere con
lujo de detalles en su Historia de las Indias el recibimiento apoteósico que los Reyes Católicos y el
pueblo le hicieron a su llegada a mediados de abril
a Barcelona, “los Reyes estaban harto solícitos de
ver su persona y sabido que llegaba, mandaronle
hacer un solemne y hermoso recibimiento, para el
cual salió toda la gente y toda la ciudad, que no
cabían en las calles, admirados todos de ver aquella
Don Cristóbal Colón es recibido
por los Reyes en Barcelona, en
1493, después del regreso de este del
descubrimiento de nuevas tierras.
venerada persona, ver de la que se decía haber descubierto otro mundo”.
Desde el día 30 de marzo del año 1493 los Reyes
Católicos empezaron a confirmarle al Almirante todos los títulos ofrecidos si descubría nuevas tierras.
“Por el Rey y la Reina a Don Cristóbal Colón, su
Almirante de las islas que se han descubierto en
las Indias”, así empieza el rosario de concesiones
hechas por los Reyes Católicos, incluyendo según
don Enrique de Gandía en su libro Colón “también
le fue otorgado la pensión de treinta escudos que
los monarcas habían prometidos al primer hombre
146
Ramón Julio Didiez Burgos
que viera tierras nuevas en el Océano. Colón destinó esta suma a su mujer Beatriz Henríquez”.
Si el Almirante entregó su Diario a la Reina después de haber llegado a Barcelona y está después de
verlo y enviado a copiar se lo devolvió con una correspondencia fechada el día 5 de septiembre del 1493,
era de juzgar que habiendo escrito el Almirante en el
“Esta tierra vido primero un marinero que se decía
Rodrigo de Triana” los Reyes que habían ofrecido el
premio de los 10,000 maravedíes, le fueron otorgados a dicho marinero, puesto que los Reyes habían
leído el Diario del Almirante, ¿qué razones existen
de ahí de atribuir al Almirante reclamos, cuando él
mismo dice que fue Rodrigo de Triana el primero
en ver tierra? La actitud de los Reyes de conceder
el premio era una decisión privativa de ellos, al ser
un ofrecimiento fuera de toda cláusula del contrato,
y que no estaba sujeta a ninguna clase de reclamo,
el Almirante muy abnegadamente se despojó de un
derecho que no tenía al indicar en su Diario a quien
correspondía el premio. Los Reyes, por razones ignoradas se la concedieron a él, y no porque él las
reclamó, no tenía fundamentos dos acciones contradictorias, la de dejar asentada para la historia de la
humanidad en un documento tan valioso como el
Diario, el honor a uno de sus valientes, de haber sido
el primero de ver tierra y luego hacer un reclamo de
haber sido él que la viera, dos aspectos del sentimiento humano que no pueden identificarse, por muy
ruin y muy avara que sea la persona; si él hubiera
procedido con impureza y sagacidad se evita el tener
que hacer este asiento en su Diario, y con sólo lo
de la candelita, hubiera poderosamente llamado la
atención sobre el caso y adjudicarse la gloria.
Si los críticos del Almirante han modelado
la concesión hecha por los Reyes Católicos al
Almirante concederle la suma ofrecida por ellos
como una gracia y como un estímulo a sostener el
interés en la obra que acababa de hacer, ese hecho
no es óbice a descargar sobre el Gran Nauta, tantos
adjetivos abominables, sino sobre aquellos que en
negación del sentido que se considera haber tenido
la concesión lo hicieron los Reyes Católicos, pero
como le concede menos altura moral al Almirante
que a los Reyes, aquel que recibió el premio se le
atribuyó un reclamo, que no hizo, y de ahí sirvió de
blanco de críticos y enemigos.
Los Reyes Católicos en el paroxismo del entusiasmo y la alegría de haber dado a España la
unidad, por la conquista del último reino Moro.
Y el descubrimiento de nuevas tierras que engrandecían su reino, pudo haber influido en su ánimo
para reconsiderar su ofrecimiento de concederle al
Almirante, quien con mucho desvelo y no poco
trabajo contribuyó a la grandeza de ese país; también no es para menos el que percatados estos de
la lectura del Diario, hayan visto el que por dos
ampolletas antes de descubrirse tierra en haya visto
la lucecita, las precauciones de él para redoblar la
vigilancia porque presentía la proximidad de tierra;
y este hecho, les hicieran decidir a quién debían
darle el premio.
Considero que el ambiente de júbilo y alegría,
tanto de los Reyes como del Almirante, los nobles,
amigos y la corte, los informes que el Almirante
daba de las tierras, de los naturales de las islas,
la fauna, la floresta, las costumbres, hábitos, las
temperaturas, el ambiente acogedor y cientos de
informes, halagó a los Reyes y que para el caso de
concesiones sólo se le veía a él.
Era también muy venturoso y nada agradable
para cualquier persona dentro de la nobleza o ciervo
de sus Majestades, los Reyes, rechazaran o declinarán
los honores que se les hacían, y quien quiera que fuera, por razones muy notables, aceptaba las dignidades
que se le otorgaban sin aparentar el menor disgusto
a los Reyes so pena de caer en desgracia con ellos.
Desde esta época, aquellas costumbres las vemos
con más liberalidad y más democracia, precisamente
cuando nos podemos dar el lujo de la jactancia, por
ser hombres más libres y más impunes por nuestros
derechos. Hubiese querido ver lo que les ocurre a los
que hoy se jactan con sus diatribas y sus improperios
contra el Almirante; rechazar en aquella época una
dádiva de los Reyes, un desprecio a sus Majestades,
era una de las ofensas más graves que se les podía inferir a tan Magnas Personalidades; hubiese sido más
benigno para su vida el que cayeron muertos y no
verse despreciados por la sociedad de aquella época.
Todas las puertas se cerraban y todos los caminos
desaparecían.
¿Por qué no se piensa que el Almirante tuvo que
haber vivido mortificado por recibir el premio que
él endilgó en su Diario que le correspondía a otro?
No; sus enemigos han hecho provecho de casos circunstanciales y sin un fondo de verdad para saciar y
desahogar sus conceptos falseados. ¿Dónde están los
documentos probatorios de su reclamo de la pensión
vitalicia por haber visto tierra primero? ¿Dónde están
los testimonios que den crédito a esta falacia?
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
No lo exhibirán porque no existen, y si se toma
lo relatado por don Gonzalo Fernández de Oviedo,
que don Enrique de Gandía calificó de confuso “E
cómo sobrevino la noche, mandó apocar las velas y
que corriesen con sólo los trinquetes bajos; e mandó así, un marinero de los que iban en la capitana,
natural de Lepe, dijo: “¡Lumbre!... ¡Tierra!...” E
luego un criado de Colón, llamado Salcedo, replicó
diciendo: “Eso ya lo ha dicho el Almirante, mi
señor”; y encontinente Colom dijo: “Rato ha que
yo lo he dicho y he visto aquella lumbre que está
en tierra”. Y así fué: que un jueves, a las dos horas
después de medianoche, llamó el Almirante a un
hidalgo dicho Escobedo, repostero de estrados del
Rey Católico, y le dijo que venía lumbre. Y otro
día de mañana, en esclareciendo, y a la hora que el
día antes había dicho Colom, desde la nao capitana
se vido la isla que los indios llaman Guanahaní, de
la parte de la Tramontana o Norte. Y el que vido
primero la tierra, cuando ya fue día, se llamaba
Rodrigo de Triana, a 11 días de octubre del año ya
dicho de mil e cuatrocientos y noventa y dos.
Y de haber salido tan verdadero el Almirante en
ver la tierra en el tiempo que había dicho, se tuvo
más sospecha que él estaba certificado del piloto que
digo que murió en su casa, según se tocó de suso.
Y también podría ser que, viendo determinados a
cuantos con él iban para ser tornar, dijese que si en
tres días no viesen tierras se volviesen, confiando
que Dios se la enseñaría en aquel término que les
daba para no perder trabajo e tiempo.
Tornando a la historia, aquella isla que se vido
primero, según he dicho, es una de las islas que
dicen de los Lucayos. Y aquel marinero que dijo
primero que veía lumbre en tierra, tornado después
en España, porque no se le dieron las albricias, despechado de aquesto se pasó en África y renegó de la
fe. Este hombre, según yo oí decir a Vicente Yáñez
Pinzón y a Hernán Pérez Mateos, que se hallaron
en este primer descubrimiento era de Lepe, como
he dicho”. Para de aquí sacar las conclusiones de
un reclamo, debe verse que más bien este episodio
ocurrió a bordo entre tripulantes el mismo día del
descubrimiento y no sucesos llevados a la corte
de España para atribuirse glorias. El solo hecho
de haber encontrado tierras vírgenes es suficiente
gloria para en la euforia de un triunfo el Almirante
se ocupara en mezquindades, tanto es así que, los
treintas ducados (10.000 maravedíes) se les asignó
a Beatriz Henríquez y Arana, madre de su hijo don
147
Fernando, pues otro destino que le hubiera dado
que no fuera el de los suyos, hubiera contenido
la indignación de las regias personas que se lo habían concedido, en tanto la declaración de García
Hernández según relata Pedro González Blanco
en su libro “Martín Alonso Pinzón descubridor
de América”. Que cuando sonó la lombarda el
Almirante se acercó y le dijo “Señor Martín Alonso
¿Qué habéis fallado tierra?” deja sentado que él no
vio tierra, sino una lucecita y por tanto el incidente
entre Salcedo y Pedro Izquierdo puede a todas las
luces considerarse como chismecitos de tripulantes
que en nada hay que inmiscuirlo, en la decisión de
los Reyes Católicos.
El relato de Oviedo es confuso al no aclarar la
personalidad del marinero de Lepe y atribuirle sus
hechos a Rodrigo de Triana, el marinero de Lepe,
identificado por la investigadora Norteamericana
Alice Bache Gould como el marinero Pedro
Izquierdo, iba en la Santa María y Rodrigo de Triana
en la Pinta, quien vio tierra fue Rodrigo de Triana y
no Pedro Izquierdo, el haber visto la lucecita después
de haberla visto don Cristóbal Colón sin él saberlo,
le hizo concebir que esa luz estaba en tierra y que él
había visto antes que nadie tierra, celebró el acontecimiento en unión de sus amigos hasta que Salcedo
se enterara y le aclarara que esa luz había sido vista
por el Almirante hacía rato, se puede considerar que
los hechos de reclamos y disgustos más bien corresponden a Rodrigo de Triana y no a Pedro Izquierdo,
como quiere hacer entender Oviedo, en otros párrafos se refiere a Rodrigo de Triana en hechos que fueron observados por Pedro Izquierdo (recuérdese que
este marinero estaba condenado con otros tres más
en la Villa de Palos por libertar de noche de la cárcel
a Bartolomé Torres quien dio muerte al pregonero
Juan Martínez).
Dice Fernandez de Oviedo en su Historia
General de las Indias “que Juan Rodríguez Bermejo,
conocido por Rodrigo de Triana, al volver a España,
renegó el cristianismo y de su patria española por
haber otorgado los Reyes Católicos el premio de
los diez mil maravedíes a Cristóbal Colón; huyó al
África y se hizo moro, maldiciendo de España, de
los Reyes y de América, por lo que él creía la mayor
injusticia del mundo”.
Esta deserción correspondió a Pedro izquierdo
y no a Juan Rodríguez Bermejo, según le confesó
Vicente Yáñez Pinzón a Oviedo, pero éste se contradice al asentar en su historia “y aquel marinero
148
Ramón Julio Didiez Burgos
que dijo primero que veía lumbre en tierra tornado después a España, porque no se le dieron las
albricias, despechado de aquesto, se pasó en África
y renegó de la fe”, es más sensato aceptar este relato
que el anterior por conocerse que Pedro Izquierdo
era un delincuente común y corriente. Aunque la
historia perdió por un tiempo a Juan Rodríguez
Bermejo, Juan de Molinos, Juan de Sevilla o
Rodrigo de Triana en 1507 aparece como maestre
de carabelas y en 1525 acompaña a Laoyza en un
viaje a las Molucas.
De donde se ve que Pedro Izquierdo no culpó
al Almirante por recibir el premio, y que es dudoso
que él hiciera tal reclamación, pero ha de verse
bien que de quienes reniega Pedro Izquierdo es de
España, los Reyes y América. Me parece, y así lo
considero, que no ha habido fundamento alguno
para que hoy los críticos se hayan enojado con el
Almirante por el caso de los 10,000 maravedíes y le
hayan menospreciado su valor moral y sentimental
para tildarlo de codicioso y avaricioso.
Guanahaní y Mayaguaín
(San Salvador y Triángulo)
Al colocar muchos autores y críticos la lumbre
vista por el Almirante, acogiendo la información de P.
De las Casas a las “10 horas, en la isla San Salvador
o Guanahaní a 56 millas y a proa con razón dieron a
sospechar de la información, puesto que para ver la luz
a dicha distancia, el alcance geográfico necesita una altura sobre el horizonte de no menos de 880 pies, lo cual
sería imposible, conociéndose la altura del Almirante,
sobre el horizonte y la altura de la isla San Salvador.
Al ver Rodrigo de Triana la tierra por proa, la
vio también por estribor; en las declaraciones de
los tripulantes en “los pleitos de Colón”, el testigo
Francisco García Vallejo dijo “en esto aquel jueves en
la noche aclaró la luna e un marinero del dicho navío
de Martín Alonso Pinzón que se decía Rodríguez
Bermejo, vecino de Molinos, de tierra de Sevilla,
como la luna aclaró vido una cabeza blanca de arena
e dio un trueno. Tierra, tierra, e se tuvieron los navíos
hasta que vino el día viernes doce de Octubre” esta
era la isla Plana del Este (Mayaguaín) la cual tiene
como dimensiones ? millas de ancho, y de forma
TRIANGULAR, esta altura y la de la carabela Pinta
donde se encontraba Rodrigo de Triana, que era de
unos 15 pies, darían un alcance geográfico en un total
de 14 millas, (pero como era de noche y con luna
puede ser aceptado sin reserva de ninguna clase que
estaban 3.2 millas ó 1 legua, para la Pinta, que iba
delantera y las 2 leguas a que estaba la Santa María.
Seguido de haber visto la tierra por proa y a estribor “amañaron todas las velas y quedaron con el Treo,
que es la vela grande sin boneta, y pusieronse a la
corda temporizando hasta el día Viernes, que llegaron
a una isleta de los Lucayos que se llamaba en legua
de los indios Guanahaní”, ordenó aferrar las velas y
dejar solo el Treo, para ponerse a la Corda, pero no
dejamos de ver que las carabelas iban 12 millas (9.5
millas náuticas) buena velocidad y buen impulso
hacia adelante mientras ejecutaban estas maniobras,
que requerían tiempo y habilidad, hay que tener en
cuenta que era de noche y proceder con cuidado para
evitarse accidentes, no creo que esto lo hayan hecho
en menos de 15 minutos, que representara una distancia caminando de 2.3 millas náuticas, el Treo, el
alto bordo de la Santa María, en la popa, los palos
y las cabullerias y su poco calado indudablemente
le darían un impulso adelante a la nao de 1.5 millas
(náuticas) de velocidad, le faltaría al Almirante 5 horas
de obscuridad para empezar a clarear el día, sus naos a
dicha velocidad se desplazaron hasta el amanecer 13 ó
14 millas adelante, hasta caer al sur de la isla Plana el
W a unas 1.5 millas de distancia, como para ésta tenía
Barlovento, o viento como se decía en esa época, a ella
se dirigió y surgió en ella por la parte del Oeste en sus
playas o en una caleta que existe en ella.
En Enciclopedia del mar se encuentra “Treo,
pero como el francés Tréou del anglo sajon tref,
Mar, Trinquete cuadro ó redondo con que las embarcaciones Latinas navegaban en popa con vientos.
También se les daba el nombre de vela de fortuna.
La verga misma en que se enverga dicha vela”.
“Cordear –Mar Relingar, en su primera acepción
antigua, lo mismo que tocar, relingar. Flamear el
aparejo o vela”. De donde vemos que el Almirante
se dejó arrastrar por el viento fuerte que había; dejó
flamear el treo, y como las carabelas eran alterosas
de popa esto es, bastantes obra muerta para la parte
de popa, el viento la deslizaba a unos 2.5 millas por
hora, al amanecer vieron la isla Cayo Plana del W de
la parte sur de la isla Plana del E. Gonzalo Fernández
Oviedo hace un relato del instante del descubrimiento y dice: “Que Rodrigo de Triana en la mañana del
Jueves 11 de Octubre exclamó” “Lumbre” “Tierra” y
que al instante un criado de Colón llamado Salcedo,
le replicó “eso ya ha dicho el Almirante mi señor, y
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
en continente Colón dixo: rato que yo lo he dicho y
visto aquella lumbre que está en tierra” Fernández
Oviedo explica que a las diez de aquella noche
Colón llamó un hidalgo de nombre Escobedo,
repostero de los estrados del Rey, y le dijo que veía
lumbre, y que al “otro día” “en esclareciendo, y a
la hora que el día antes había dicho Colón desde
la Nao capitana, se vido una isla que los indios
llaman Guanahaní, de la parte de tramontana o
Norte”.
No hay duda alguna de que los acontecimientos
se sucedieron en esta forma y que la isla Plana de
W. es San Salvador o Guanahaní, la cual tiene forma de haba y 2.75 millas de largo por 1.5 de ancho
(5.093 metros por 2.778 metros).
149
como fue desde la Pinta que se vio y esta iba
delantera de la capitana unas 3.2 millas náuticas
(1 legua) tiene todo el carácter de veracidad y aún
más, si desde la Pinta se vio lumbre y en la isla
Plana del E.
Dice Pedro González Blanco en su libro Martín
Alonso Pinzón.
“En la Información de Huelva declara García
Hernández, que la primera persona que vido la
dicha isla fue la gente que iba en dicha nao Pinta,
donde este testigo iba, quel dicho Martín Alonso
mandó lombardas en señal de alegría, las cuales
mandaba tirar donde venía el dicho Almirante,
señor Martín Alonso ¿qué habéis fallado tierra?;
e que entonces le dixo el dicho Martín Alonso
Derrota que siguieron las carabelas
después de descubrir tierra, sitio donde
fondearon estas, después que le amaneció el día 12 de octubre.
Ponerse a la corda significa lo mismo que pairear,
maniobra que se ejecuta en los barcos de vela y en
la actualidad para reducir la velocidad y obtener la
que se desee, aferrando velas y aflojando escotas de
manera que el buque tenga arrancada suficiente para
su gobierno; así se espera que el tiempo pase (temporizar) sin avanzar gran distancia, si acaso se aleja
del sitio se dan bordada para volver a la misma zona.
La distancia de dos leguas que da el Almirante
6.4 millas náuticas resultan para la noche, aunque
haya luna, excesiva para poder ver la isla, pero
–Señor, mis albricias no se pierdan; e que entonces le dixo al dicho Almirante;– Yo vos mando
cinco mil maravedís de alquilando; e que esto lo
sabe porque lo vido” por lo visto esto confirma la
distancia y velocidades anotadas por el Almirante
después de desembarcar el día 12 de octubre en la
playa con todas sus banderas, capitanes y tripulación que le acompañaron, tomó posesión de la isla
en nombre de los Reyes de España, contempla la
isleta, sus seres naturales, la floresta etc., hace una
descripción de todo lo que ve.
150
Ramón Julio Didiez Burgos
El almirante don Cristóbal Colón en la playa de Guanahaní comparte con los naturales.
Sábado 13 de octubre.— “Luego que amaneció
vinieron a la playa muchos destos hombre, todos
mancebos, como dicho tengo, y todos de buena estatura, gente muy fermosa: los cabellos no crespos,
salvo corredios y gruesos, como sedas de caballo, y
todos de la frente y cabeza muy ancha más que otra
generación que fasta aqui haya visto, y los ojos muy
fermosos y pequeños, y ellos ninguno prieto, salvo
de la color de los canarios, ni se debe esperar otra
cosa, pues está Lesteoueste con la isla del Hierro (28)
de Canaria so una línea.
Las piernas muy derechas, todos a una mano, y
no barrigas, salvo muy bien hechas. Ellos vinieron
a la nao con almadías, que son hechas del pie de un
árbol, como un barco luengo, y todo de un pedazo,
y labrado muy a maravilla según la tierra, y grandes
en que en algunas venía cuarenta y cinco hombres,
y otras más pequeñas, fasta haber dellas en que
venía un solo hombre.
Remeban con una pala como fornero, y anda a
maravilla; y si se le trastorna luego se echan todos
a nadar, y la enderezan y vacían con calabazas que
traen ellos. Traen ovillos de algodón finado y papagallos, y azagallas, y otras cositas que sería tedio
escribir, y todo daban por cualquier cosa que se les
diese. Y yo estaba atento y trabajaba de saber si había oro, y vide que algunos dellos traían un pedazo
colgado en un agujero que tienen a la nariz, y por
señas pude entender que yendo al Sur o volviendo
la isla por el Sur, que estaba allí un Rey que tenía
grandes vasos dellos, y tenía muy mucho. Trabajé
que fuese allá y después vide que no entendían la
idea. Determiné de aguardar fasta mañana en la
tarde, y después partir para el Sudueste, que según
muchos dellos me enseñaron decían que había
tierra al Sur y al Sudueste y al Norueste, y questas
del Norueste les venían a combatir muchas veces,
y asi ir a Sudueste a buscar el oro y piedras preciosas, esta isla es bien grande y muy llana y de
árboles muy verdes, y muchas aguas, y una laguna
en medio muy grande, sin ninguna montaña toda
ella verde, ques placer de mirarla; y esta gente
farto mansa, y por la gana de haber de nuestras
cosas, y teniendo que no se les ha de dar sin que
den algo y no lo tienen, toman lo que pueden y se
echan luego a nadar; mas todo lo que tienen los
dan por cualquier cosa que les den; que fasta los
pedazos de las escudillas y de las tazas de vidrio
rotas rescataban, fata que vi dar diez y seis ovillos
de algodón por tres ceotis (29) de Portugal, que
es una blanca de Castilla, y en ellos habría más de
una arroba de algodón filado.
Esto defendiera y no dejar a tomar a nadie, salvo
que yo lo mandara tomar todo para V. A. si hubiera en
cantidad. Aquí nace en esta isla más por el poco tiempo
no pude dar así del todo fe, y también aquí nace el oro
que traen colgados a la nariz; mas por no perder tiempo
quiero ir a ver si puedo topar a la isla Cipango (30).
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
Agora como fue de noche todos se fueron a tierra
con sus almadias”.
“Determiné aguardar fasta mañana en la tarde
después partir para el Sudueste, y al Noroueste y
questas del Noureste les venían a combatir muchas
veces, y así ir al Sudueste a buscar oro y piedras
preciosas. Esta isla es bien grande y muy llana y de
árboles muy verdes, y muchas aguas y una laguna
en el medio muy grande con una montaña y toda
ella verde, ques placer de mirarlas; y esta gente fasto
mansa” el Almirante vio el estado agrario que habían desarrollado los indios en esta isla, formando
lagunas, canales para riego, y cultivando su yame,
yautia, yuca, de la cual sacaron su penizo, el casabe
y sus otras viandas de la cual vivían en paz y en
armonía entre todos, se repartían lo que cultivaban,
lo que pescaban y lo que cazaban; el Almirante da a
entender entre sus descripciones que la ausencia de
la propiedad privada no daba pie a las pasiones y la
inexistencia de este pecado era el que engendraba la
coexistencia pacífica de todos.
Con el correr del tiempo los problemas de
los conquistadores se multiplicaron y sintieron
la necesidad de esclavos y acorralaron a todos los
indios que se vivían en toda la zona; ya para el 1514
estas islas estaban completamente deshabitadas, los
indios fueron sacados y llevados a Cuba a trabajar, el tiempo se encargó de transformar con los
“Esta primera tierra fue una isleta de
las que llamamos Lucayos, que la gente
de esta por propio nombre llamaban
Guanahaní, la última sílaba aguda que
en las cartas de navegar de agora se pintan llaman Triango, como ignorantes los
pintores de la antigüedad, tiene la dicha
isla forma de haba”.
151
inexorables elementos toda la topografía de ellas,
y así por la condición exclusiva de estas latitudes
vientos fuertes, muchas lluvias, huracanes, proloferación de la floresta, el principio geológico de
al aereación rindió el fruto de su trabajo, la transformación de la isla por las descripciones topográficas que la isla tiene, se peca de ubicar a Guanahaní
tanto en una como en otra, por la condición de
que muchas, en semejanza con la descubierta por
el Almirante, si tiene una laguna en esta, y esta
otra un canal y porque ésta es llana y ésta no lo
es, tratando de ajustar después de cuatro y medio
cuatrienios la física topográfica de aquellos tiempos
en estos, al no admitirse la verdad de los cambios
de la naturaleza, en este afán no ha razonado, se
implica una negación de las leyes de la evolución y
por ende un mentís a la propia cultura de los que
proceden así.
Más adelante veremos como el pivote desde
donde el Almirante hizo girar todos sus movimientos en estos contornos, esta isleta no podría estar
alejada de él.
Dice el derrotero H. O. Publicación 128 de las
Indias del Oeste. Edición 1951 página 94 y 95–3–
114 “Plana (flat) Cays están situadas a 15 millas
Sudeste de la Punta Nordeste de la isla Acklin, son
dos islas separadas por un profundo estrecho. La
isla del Oeste es de 70 pies de Alto, está rodeada en
152
Ramón Julio Didiez Burgos
En la carta de Sebastián Ruesta de 1654
se ve una isleta con tres islitas en su
alrededor al norte de la isla Mayaguana
que le llamó Triángulo y a la izquierda
otra que le llama San Salvador esta isla
debe ser la isla del Gato.
su lado Este y Sur, por arrecifes que se extienden un
1/4 de milla (463 metros) desde tierra, estas rompientes consisten en arrecifes formados de piedras
sobre el nivel del mar, se extienden hasta 2.5 millas
al norte desde la zona norte de la Isla”, la cual tiene
forma de haba.
Fondeadero.– “Un buque puede fondear en
cerca de siete brazas de agua en la orilla de un banco
claro que se extiende 1/3 de milla (617 m) desde el
lado oeste de la isla del Oeste, y desde su extremidad
suroeste y hacia la parte del Norte, hay suficiente
espacio para que un barco de vela pueda estar seguro
aunque inesperadamente el tiempo soplara del oeste.
Ahí algunos pozos de agua dulce cerca del extremo
Suroeste de esta isla. Este fondeadero fue el que el
Almirante usó por primera vez en la isla Plana del
Oeste, el día 12 de Octubre del 1492.
La isla del Este tiene 70 pies de alto, está a 2 1/4
millas al Este de la otra, está rodeada de arrecifes
que se extienden 1/3 de millas (617 m)– fuera de
la isla, en su parte Norte y Sur y 3/4 millas (1389
metros) en el extremo este de la isla.
Un banco con profundidades desde 2 1/4 a 10
brazas, esto es de 14 pies a 60, se extiende cerca
de 4 millas al Lesueste desde la extremidad este de
la isla. Este banco se reportó en 1940 se extendía
2 millas más lejos al este, se considera que existe
piedras peligrosas en su zona, esta isla tiene forma
de triángulo (Mayaguaín).
En estas dos islas queda confirmada la información que diera el Almirante al padre De las Casas,
que una isla tenía forma de triángulo y la otra de
haba según él lo anunció en la Apologética “esta
primera tierra fue una isleta de las que llamamos
de los Lucayos que la gente de esta isla por propio
nombre llamaban Guanahaní, la última sílaba aguda que en las cartas de navegar que agora se pintan
llaman Triango como ignorantes los pintores de la
antigüedad; tienen la dicha isla esta forma de una
haba”.
Casi todos los cartógrafos portugueses, coinciden en figurar en sus cartas de Guanahaní en forma
de haba con tres islitas a su derecha, unos nombran
a la isla en forma de haba, como Guanahaní, Ganaá,
Yahanani y Guanahaní, y a los tres islotes como
triángulo, otros abarcan a ambos con el nombre de
triángulo, algunos cartógrafos españoles proceden
de la misma manera tales como: Alonso de Santa
Cruz (1536) Sebastián Ruesta (1654); es posible
que fray Bartolomé de las Casas haya deducido de
estas cartas sus atinadas quejas contenidas en su
Apologética.
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
153
Para aquellos que consideraron que Juan de la Cosa estuvo en el primer viaje de descubrimiento, puede muy bien, al contemplar el mapa de las
Lucayas, sacar conclusiones, Guanahaní, no tiene parecido en sus contornos con Watlings y sí con la isla Plana del Este y una en forma de haba y
la otra en forma de triángulo, el Padre Las Casas no estuvo en primer viaje ni conoció las islas Lucayas y la descripción que da, de la primera isla
vista por los descubridores, es exactísima.
Aceptando un Juan de Lakotza cartógrafo, él hizo el recorrido de las islas Guanahaní, Santa María de la Concepción, Fernandina, La Isabela,
(Saometo), islas Arena, bien, por muy descuidado que fuera en su dibujo Cartográfico no era para que no figurara estas islas en el mismo orden
que fueron recorridas.
La isla de Santa María de la Concepción no está, ni al sudueste ni al oeste de Guanahaní, la isla del Gato (Guanimá) no figura, la isla Fernandina
(Yumay) ni su forma ni su dimensión (“20 leguas vieron y todavía no se acababa”) se figuran a pesar de haberla bojeado de norte a sur; Saometo
debe ser la isla Crocked, la Acklin y Cayo Largo, las tres en una por su forma triangular.
Si tratamos de sacar algo del conjunto general que nos presenta la carta de Juan de la Cosa, con respecto a las primeras islas descubiertas por la 1ra.
expedición no podría sacarse en claro nada porque en esta carta las islas Lucayas están mal distribuidas, mal dimensionadas y mal figuradas, una
carta con datos defectuosos no puede tenerse en consideración para una consulta de carácter científico e histórico puesto que los resultados son
completamente nulos.
Este criterio acerca de la carta de Juan de la Cosa que corresponde al Nuevo Mundo no le quita sus méritos y sus valores, fue la primera carta de
este continente y esta gloria no le puede ser disputada, ni nadie menospreciar, fue una labor ejecutada con instrumentos toscos, y primitivos, y los
métodos de levantamientos cartográficos parece que no obedecían a un sistema científico sino práctico y de ahí el que los primeros levantamientos
de las islas y tierra descubiertas adolecían de tantos errores.
154
Ramón Julio Didiez Burgos
En la Carta de Torino del 1523 se figura a Gunahaní en posición aproximada de la isla Watling y Guanahaní en la posición de la isla Inagua Chica,
Guanimá parece por su posición a la isla del Gato, Juma tiene la característica de la isla Larga, Managúa parece a la isla Samaná, Mayagüaín parece
ser la isla Plana del Este y la del Oeste queda oculta por la línea diagonal oscura que cruza la carta, la isla Mayaguana está al sur de estas dos islas, a
la izquierda de Mayaguana esta Fermosa (Crooked island) junto con Acklin island la cual no tiene nombre.
En esta carta la latitud del archipiélago de las Lucayas es más bajo que en la realidad.
Esta fue una de las primeras cartas hechas de las islas Lucayas y por su aspecto general es de las que representa las islas y sus formas lo más aproximado a una realidad, aunque con pequeñas disparidades, como las posiciones de Fermosa (isla Crooked) con respecto a Mayaguana (isla Plana del
Este), y Managúa (Samaná).
Es extraño que Torino haya traído tan al sur, a Guanahaní para ponerla en lugar de Inagua Chica, pero me temo que Torino haya conocido el Diario
del Almirante y que influido de lo que dijo el día 20 de noviembre que no quería ir y surgir en la isla que le llamó “Isabela porque ésta quedaba de
Guanahaní 8 leguas y temía que los indios se les escaparan”, isla Fortuna, y la isla que el llamó Saometo (Isabela) están separadas solamente por el isleo.
Es posible que estas cercanías que le dio el Almirante a Guanahaní de la isla de Isabela, fuera que influyera en el cartógrafo Torino para que dibujara
la isla en el lugar de Inagua Chica, o que él conociera la carta del conde ottomano Freducci de Anchona del 1514-1515 y considerara que la isla de
Inagua Chica era Guanahaní y la trasladara a su plano como correcto, tanto en posición como en nombre.
Por ser de las primeras cartas del Nuevo Mundo es posible que al ser copiado por otros cartógrafos datos que le faltaren ellos hayan copiado a
Guanahaní, en vez de Gunahaní, puesto que esta fue figurada desde un principio al sueste de Guanima, isla del Gato, y por fidelidad a la copia
hayan figurado en casi todos los planos o cartas de esa época la posición de Guanahaní (Gunahaní) al sueste de Guanimá, al sudoeste de Gunahaní
se figura una islita pequeña, sin nombre que sugiere ser Cayo Rum.
Considero este cartógrafo como uno de los más concienzudos que existieron en esa época, fue lástima que los equipos de que disponía no eran tan
perfectos para que hiciera una labor que hoy fuera más que elogiada.
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
155
Algo que no podemos soslayar es el orden que
siguen casi todos estos cartógrafos para figurar las
islas en las cartas y que parece que los unos se copiaron de los otros, esta observación hace resaltar que
la carta de Juan de la Cosa es la única que se apartó
de él, para seguir su propio orden. Si sacamos en
el orden expuesto por los nombres de las islas, y la
comparamos luego con los nombres existentes en
el orden real geográfico, podemos ver lo siguiente:
Tomando a Torino como guía tendríamos.
Nombre antiguo
Bimini
Bahama
Yucayano, Lucaioneque,
Eluchaio, Yucayane o
Habacoa
Ciguateo, Ciguadro o
Cigate
Guanimá
Managúa
Gunahaní
Mayaguaín
Mayaguana
Jucanacan o
Yaucanadun
Bemiana o Bulma Moua
Caizimoni o Caicimuf
Amauna
Abreloyo
Nombre actual
Bimini
Gran Bahama
Gran Ábaco
Eleutera
Isla del Gato
Samaná
Watling
Isla Plana del Este
Mayaguana
Caicos
Isla Turca
Abreojos o
Bajo de la Plata
De la parte adentro
Nombre antiguo
Caisimisi
Abacoa
Cusauo
Ausaba
Juma o Xuma
Fermosa o Yumeto
Guanahaní
Sin nombre
Guené
Tortuga
Nombre actual
Cayo Gato
Andros
Nueva Providencia (Nassau)
Gran Exuma
Isla Larga o Fernandina
Aklin – Crooket y Fortuna
Ynagua Chica
Sin nombre
Caico del Oeste
Tortuga
Parte de las islas Lucayas de la carta de Diego Home (1565) donde
muestra a Ganaá (Guanahaní) y a Triangole (Mayaguaín) al sur la isla
Atagana (Mayaguana), tal como existe en la realidad.
Los diferentes autores dan nombre a estas
islas que a veces coinciden pero en otras no, son
parecidos tales como: Isla Larga o Fernandina, han
recibido los nombres de Ymuma (Gaspar Veigas);
Bartolomé Velo). Xuma (Anónimo), Yuma (Diogo
Homem), Iuma (Fernao Vas Dourado) Yumay
(Juan de la Cosa), y Juma (Torino). Esta isla tiene
la particularidad en todas las cartas antiguas de
estar en la misma Latitud que la isla Guanahaní y
Mayaguaín, si se considera las islas Planas, como la
isla a que arribó el Almirante por primera vez, es correcta estas posiciones, pero caso de ser Watling o la
Gunahaní, entonces debía estar aproximadamente
y en el paralelo de latitud de Guanimá (isla Gato),
el hecho de que los cartógrafos del principio del
siglo xvi no lo hayan hecho fue de seguro porque
sus informes la colocaban muy al sur de Guanimá.
Otro pequeño detalle es la proximidad que se colocaba a Guanahaní y a Triángulo de la isla Mayaguana,
tal y cual como existe en la realidad cartográfica.
Hay un grupo de cartógrafos como: Gaspar
Veigas 1537 Diogo Homen 1565, un autor anónimo de 1585, Torino 1523, que registran en sus
cartas respectivamente, una isla como Yanahani,
Ganaá, Ganahaní y Guanahaní, cerca de Guanimá,
esto no significa que esta sea Guanahaní, por la
similitud fonética de ambos nombres, al ser islas
diferentes se le aplicaron nombres diferentes y que
156
Ramón Julio Didiez Burgos
a ellas, el que la sitúen cerca de Guanimá, no es
razón suficiente para considerar que Watling es
Guanahani, porque por esta misma razón pueden ser también consideradas como Guanahaní
las islas Planas por estar situadas al norte de la
isla Mayaguana.
Watling fue llamada por los indios Gunahaní,
Yanahani, Ganaa o Ganahaní nombres que fueron
transformados en Guanahaní, la primera isleta descubierta, como estas se encontraban situadas al Este
de Guanimá (isla del Gato) allá fue a parar la primera isleta donde arribó el Almirante en su primer
viaje. Se sabía que estas eran dos, una en forma de
haba y la otra en forma de triángulo como las figura
Pedro Martir de Anglería en su carta del 1511, por
Fernando Vaz Dourado en 1575 presenta su carta a Guanahaní con
el nombre de Triango, al sur a Mataguna (Mayaguana) al noroeste
a Ganima (Guanimá) la isla del Gato, Yuma, isla Larga, Ciguateo,
isla Eleutera.
al tener fonética semejante las islas se confundieron
sus posiciones y se tomara la una por la otra. El
hecho de haber prevalecido a través del tiempo el
nombre de Guanahaní, no es obligatorio a la geografía del lugar transformar todos estos nombres
al que predominó por la exclusiva suerte de que la
Providencia haya elegido a Guanahaní como la isla
preferida para el Descubrimiento.
Al fijar la posición de Guanahaní y Triángulo
al norte de Mayaguana y al sueste de Guaimá
excluyeron de las cartas las islas Samaná
(Managuá), Cayo Rum y Cayo Concepción; esta
omisión produjo el acercamiento geográfico de
Guanimá (Isla del Gato) a Mayaguana, confundiendo la verdadera posición de Guanahaní y de
Triángulo; el dibujo de estas islas en las cartas
mencionadas las identifican más bien con las
islas Planas que con Watling, puesto que revelan
la existencia de dos islas con sus formas similares
Bartolomé Velo en 1560 muestra en su carta a Guanahaní en forma
de haba con tres islitas a la derecha (Mayaguaín), la isla Mayaguana
al Sur, Guanimá será la isla del Gato y Yuma una será isla Larga o
Fernandina.
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
157
pudieron haber sido en la confesión de los tripulantes de las tres carabelas en documentos dejados por
estos, se sabe que el largo y enconado pleito que la
Corona sustentó contra los colones fueron revelados
muchos datos que hubieran quedado olvidados si no
se hubieran establecido estas experiencias.
No tengo la menor duda de que Gunahaní,
del cartógrafo Torino del 1523, con su forma de
paralelogramo como el de la isla Watling, desde el
origen de la posición de Guanahaní; al sueste de
Guanimá (Isla del Gato), y en las otras cartas que
le sucedieron y de aquí la grave equivocación de
querer justificar a Watling como Guanahaní.
Admito sin reservas lo que expresa el historiador
Roberto Barreiro Meiro en su trabajo “Guanahaní”
que la primera vez que aparece el nombre de
Triango es en la Carta de Alonso de Santa Cruz,
cartógrafo del Emperador. Alonso de Santa Cruz
por ser el cartógrafo del Emperador, recibía todas
En la carta de Sebastián López 1565 se muestra a Triango, una isla
en forma de haba y tres islitas a la derecha, Ganimá sin duda era
la isla del Gato, Exuma era isla Larga o Fernandina, Mayaguana
está al Sur.
eso Alonso de Santa Cruz 1536, Sebastián Ruesta
1650, Bartolomé Velo 1560, Sebastián López 1565,
Diogo Homem 1565, Fernando Vaz Dourado
1575, y un autor anónimo en 1585 dibujan una
isla en forma de haba y tres islitas a la derecha posicionadas en forma triangular, unos nombran a la
isleta en forma de haba como Guanahaní, Ganaá o
Ganahaní y las tres islitas como Triango, y otros a
ambas como Triango.
No creo que en estos cartógrafos haya influido la
frase de distinción de la primera isla descubierta por
el Almirante expresada por el padre Bartolomé de las
Casas en su Apologética, de que la primera isla que se
desembarcó tenía la forma de haba y no de triangulo, como la figuraban los cartógrafos de sus tiempos,
puesto que estas cartas estaban hechas cuando él
publicó su libro, la fuente donde obtuvieron los
cartógrafos la información cartográfica de estas islas
En la carta de Reinel del 1535 se muestra a Guanahaní al norte de la
isla Mayaguana y rodeada de arrecifes, o islillas o rocas.
las informaciones de los navegantes que venían
del Nuevo Mundo: de manera tal que era el más
informado de todos los cartógrafos, y es a este a
quien considero responsable por la transfiguración
de Gunahaní en Guanahaní y como los informes
que tenía eran dos islotes, uno en forma de haba y
158
Ramón Julio Didiez Burgos
otro triangular, tomó las formas que conservaron
las leyendas y así las dibujó en sus cartas, pero en
la posición de Guanahaní, al sudeste de Guanimá,
el daño a la posición geográfica de Guanahaní ya
estaba hecho, ya solo han quedado las confusiones
que ocasionó este desliz.
Si examinamos la carta de las Lucayas, podemos
ver que desde las islas Turcas hasta Gran Ábaco no
existe ninguna agrupación de tres islas en forma
de triángulo que pueda tomarse por la isla que el
Almirante arribó por primera vez; sin embargo la
coincidencia del informe del padre De las Casas
en su Apologética, con estas dos islas, una en forma
de haba y la otra de triángulo; es sorprendente, y
también asombroso que a partir de estas islas las
distancias dadas por el Almirante en su recorrido
resultan maravillosamente exactas, y de acuerdo
a como se desarrollaron los acontecimientos en el
Diario.
Dice el capitán Barreiro-Meiro con mucha propiedad, aunque confunda las islas Planas con la isla
Watling “Tengo por decisivo este dato De las Casas,
que la cartografía confirma efectivamente esta carta
de 1536 representa a Guanahaní en forma de haba
y con el nombre de Triango además del suyo”.
“Las Casas tanto en el Diario como en la
Apologética, a Guanahaní le llama isleta; esta palabra
no pudo inventarla, tuvo que sacarla de los escritos
del Almirante aunque este, después que paso a la
Facsímil de la carta de Anglería, obsérvese la tendencia de dibujar
las Lucayas, todas, en forma de haba y de triángulo, uno al lado del
otro tal y como existe en la realidad geográfica actual, no hay duda
que Anglería hizo este dibujo de las Lucayas por información de los
descubridores.
costa Oeste de Guanahaní donde fondeo con las
carabelas y luego con las barcas de ellas intentase
pasar a la parte del Leste etc.”
Si el capitán Barreiro-Meiro tiene por decisivo
la información de Las Casas, respecto a la isleta de
Guanahaní al aceptarla en forma de haba, debe
reconsiderar su criterio en lo relativo a Watling, a la
cual no le es aplicable la forma dicha, sino el de un
paralelogramo.
Las Casas, al no aclarar la confusión, que ocasionaban los cartógrafos con los nombres de las dos
isletas a las cuales arribó el Almirante por primera
vez, en distinguir cual fue la primera isleta que se
vio y cual fue en la que desembarcó, dejó a opción
y criterio de cada uno de hacer la interpretación
que le pluguiera. Estos con su divergencia de opiniones consideraban que la isleta Plana del Este era
la Guanahaní y la dibujaban en la forma natural
que tiene de un triángulo, Pedro Martir de Anglería
1511) amen que también dibujaban la otra en
forma de haba, pero la primera era la que llevaba
el nombre de Guanahaní; otras (Alonso de Santa
Cruz 1536) al confeccionar sus cartas dibujaba a
Guanahaní en forma de haba, esa era la Plana del
Oeste y la del Este, (Mayaguaín) tres isletas en
forma de triángulo.
Más bien se ve que la crítica del padre De las
Casas va dirigida contra los cartógrafos que indicaban en sus cartas, que la isleta Guanahaní era la
Plana del Este, integrada por tres islitas en forma
de triángulo que esta información era falsa, porque
en la que el Almirante desembarcó y bautizó con el
nombre San Salvador fue la isleta Plana del Oeste.
Indudablemente que los cartógrafos antiguos al
tratar de ubicar y darle forma a la isleta en la que el
Almirante desembarcó, se vieron en la alternativa
de aplicar su criterio personal en la elección de una
de las dos isletas y grababan el nombre a la que ellos
consideraron como la isla de Guanahaní, sea por la
naturaleza de las posiciones geográficas de ambas;
ineludiblemente el Almirante tuvo que haber visto
primero la isleta del Este (Mayaguaín), primero
por venir navegando hacia el Oueste, o porque al
ofrecer más resguardo la del Oeste el Almirante se
fondeara en esta, aunque ambas ofrecen la misma
oportunidad del nombre de San Salvador, donde él
se fondeó y pisó tierra fue en la del Oeste, en forma
de haba pero la que se vio primero a las 1h–16m
de la noche fue la del Este en forma de triángulo
(Mayaguaín).
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
159
década en el 1511 muestra las dos islas, una en
figura de haba y la otra en figura de triángulo, en
posición al norte de la isla Española, tal y cual se
muestra en la cartografía moderna de donde podemos deducir, que Mártir de Anglería, interpretó
con exacta propiedad la información dada por el
Almirante a Las Casas de la forma que tenían las
dos islas y este así las dibujo.
En la carta de Juan de la Cosa se figura al norte
de la isla Tortuga una isla en forma de haba y tres
islitas a la derecha con el nombre de Baoruco, está
en la misma posición que corresponde a la isla
Guanahaní en la carta de Torino del 1523 esta posición es la que corresponde a Ynagua Chica, cerca
de las islas
Facsimil de la carta de Juan de la Cosa donde se ve el Norte de
la isla Tortuga una isla que se le llama Baoruco en forma de haba
con tres islitas a la derecha, la isla Mayaguana figura a la derecha de
estas, la isla Guanahaní figura al Norte en forma de haba alargada.
Este cartógrafo nunca navegó entre las islas Lucayas. Este Baoruco
se comprende en su posición con la isla de Guanahaní en la carta de
Torino del 1523 y la del conde Ottomano Freducci de Anchona del
1514-1515.
Aquí se plantea la duda de cuál fue la primera tierra vista por los descubridores, si la isla
Mayaguana que fue vista a las 12h–16m cuando
vieron la fogata, si la isla Plana del Este (en forma
de triángulo) vista por Rodrigo de Triana (Rodrigo
Bermejo) a las 1h–16m desde la carabela Pinta, o si
la isla Plana del Oeste (en forma de haba) que fue
vista por todas las tripulaciones de las tres carabelas
en el crepúsculo de la mañana hacia la parte del
Norte y donde desembarcaron cambiándole el
nombre de Guanahaní por el de San Salvador.
El mapa Xilográfico de Pedro Mártir de Anglería
publicado en la primera edición de la primera
En la carta del conde Ottomano Freducci de Anchona del 1514-15
se puede ver Guanahaní en la posición de Inagua Chica, a Maigauna
(Mayaguana), le sigue Manegua (Samaná), a la izquierda está
Xumeto (isla Acklin-Crooked-Fortuna), a Manegua le sigue hacia
el norte, otras islas que deben ser Cayo Ron, Gunahaní y Guanima
(isla del Gato).
160
Ramón Julio Didiez Burgos
Planas. La carta del conde Ottomano Freducci
de Anchona presenta a Guanahaní en la misma
posición que Torino.
La isla de Guanahaní, figurada en la carta de
Juan de la Cosa, es una islita en forma de haba alargada que no tiene parecido con la isla de Watling
ni con la isla del Gato, tanto en la forma como en
sus dimensiones, las islas que rodean a Watling y
del Gato, de este plano no puede sacarse ninguna
conclusión de la verdadera isla de Guanahaní; esta
posición corresponde a la isla de Gunahaní de la
carta de Torino del 1523.
como también que fue llamada Triango implicando una forma triangular y la que no concuerdan
ni aproximadamente con Watling”. Yo diría que
tampoco con la isla Gato, ni con Samaná, ni con
Mayaguana, ni con las islas Turcas, ni con Caicos.
Hemos estado al tanto de algunas, simples, aunque
importantes, alteraciones del Diario del Almirante,
que han cambiado el sentido y la idea de algunos
párrafos de este; la coincidencia afortunada del largo
de la isla Plana del E. con la que da Las Casas, pero
sin el punto entre 1 y el 5, no dejan duda de que este
punto fue eliminado en la transcripción del Diario
En la carta de Alonso de Santa Cruz
1536. Guanahaní tiene forma de haba
y el Triángulo (Mayaguaín) son tres
islitas, la isla Mayaguana está debajo.
En la carta de Alonso de Santa Cruz en 1536
se dibuja a Guanahaní y a Triángulo igual que en
la carta de Juan de la Cosa, Baoruco, pero más al
norte.
En la carta del autor anónimo del 1585, se
dibuja a Guanahaní en forma de haba y tres islitas
con el nombre de Triango al norte de Mayaguana.
En la carta de Gaspar Veigas 1537 esta isla
“Yanahani” en forma de haba al norte de la isla
Mayaguana.
Dice don Aurelio Tió en su obra Nuevas fuentes
para la historia de Puerto Rico “Las Casas describió a
Guanahaní en su versión del Diario de Colón como
de 15 leguas de largo y con la forma de haba, así
original, haciendo a la isla de 15 leguas en vez de 1.5
leguas que es la que tiene la isla en forma de triángulo esto es, su largo es de 4.8 millas actuales o sea
1.5 leguas antiguas convertidas en millas modernas
sobre la base de 3.18 millas modernas por leguas
antiguas. El ancho de la isla Plana del Oeste es de
1.5 millas por 2.7 millas de largo.
De aquí podemos ver la largura en leguas de la
isla Plana del Este es igual al ancho de la isla Plana
del Oeste en millas, de donde se puede inferir que
el padre Las Casas no pudo haberse equivocado
y poner leguas donde iban millas y haber dado la
anchura en millas como medidas del largo de la isla
Plana del Oeste a la cual llamó San Salvador y los
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
161
Carta de autor anónimo 1585 donde se
ve a Guanahaní en forma de haba y tres
islitas a la derecha en forma de triángulo
y con ese nombre, Mayaguana está a la
derecha y abajo, tal y como existe en la
realidad cartográfica.
indios Guanahaní o haber eliminado el punto de
la dimensión de la isla Plana del Este que es de 1.5
leguas y haberla hecho de 15 leguas.
El Almirante desembarcó en la isla Plana del
Oeste y anduvo por tierra y por agua en el bote,
En la carta de Gaspar Veigas del 1537
Guanahaní tiene forma de haba (como
dijo el padre Las Casas, y esta al norte de
la isla Mayaguana. Yanimá (Guanimá),
isla del Gato, tiene al Sureste cuatro islotes, sin duda alguna aquí está Watling
Cayo Ron y la isla Concepción, llevan el
nombre de Boio.
tuvo que haber medido sus dimensiones, la del Este
la cruzó de noche, pero el día 15 anduvo navegando por su extremo Este y por razón tuvo que haber
medido su largura, 6 millas antiguas o 1.5 leguas;
que puede admitirse sin riesgo de error también
162
Ramón Julio Didiez Burgos
que como una errata de imprenta el punto entre
1 y el 5 fue eliminado, así hoy aparece la largura de
la isla como de 15 leguas.
La forma de haba no tiene ninguna similitud de
parecido al triángulo si bien una tiende a lo circular
o redondo, la otra forma poligonal más sencilla, y
más determinante […] confusión del círculo con
los polígonos, al resaltar ambas formas el padre De
las Casas dio entender la existencia de dos islas,
cada una con su forma, una en forma de haba y otra
en forma de triángulo, pues no se puede concebir
que ambas formas, tan opuestas en sí, concurran
en una sola isla, en nada se parece, la forma de un
triángulo a la forma de una haba y por no parecerse
en nada, implican la existencia de dos islas, las que
encontró el Almirante, como las vió y las contempló, le describió al padre De las Casas la forma de
las dos islas.
Sólo la insensatez podría confundir estas dos
formas para intentar hacer una, pero no creo, que
se pueda llegar hasta este extremo; por eso vemos
que cuando se presenta una tesis para demostrar
que tal isla es la Guanahaní, se escoge una forma y
se abandona la otra, este abandono da el punto vulnerable de la tesis para ser atacada con fundamento
histórico y documental, como ocurre con la isla
Watling, la del Gato, Turca, Mayaguana, Samaná,
Ron e isla Concepción.
Si los cartógrafos y cosmógrafos antiguos
situaban la isla de Guanahaní sobre las latitudes
más altas o más bajas de las que en la realidad está,
esto fue motivo a que los aparatos, astrolabio y
cuadrantes aunque apreciaran el grado y al medio
grado, habían errores personales y los de orientación, al no poderse tomar directamente las alturas
al sol, por no poderse mirar este por los visores,
por no tener cristales modificadores o amortiguadores; tenía que tomarse la altura tratando de
enfilar los visores hacia el sol, de manera que la luz
que penetraba por el agujero superior caiga sobre
el agujero y del inferior de la aliada marcación; en
ese momento se tomaba lo indicado por la aguja
de las pínulas y esa era la altura; al tratarse de una
estrella o de un astro, estos podrían verse, directamente ya que su luz, no molestaba; las alturas
tomadas en esta forma o directamente tenían sus
errores además del error que correspondía al error
total del compás, del cual se auxiliaban para saber
el momento en que el sol estaba en la media llana,
pues la sombra del estilo sobre la línea norte-sur
del compás servía de indicadora para saber cuando
el sol estaba en el meridiano, como en esa época el
estudio y conocimiento del magnetismo terrestre
estaba todavía en sus fases preliminares, no se
conocía cuando el sol marcaba su norte-sur en la
brújula no estaba en el meridiano, pues le faltaba
altura o si había pasado, esto según fuera el error
total del compás al E o W, esto indicaba un (…)
hasta 6º grados en las situaciones de latitud las
diferentes islas, se puede ver también que estos
errores eran tanto al norte como al sur, estas
situaciones eran el resultado del error del compás que servía de patrón o guía para conocer el
momento de la meridiana para tomar la máxima
altura del sol.
Si comparamos las posiciones de las islas
Lucayas en las cartas antiguas, podemos ver que
estas posiciones no se corresponden con la verdad;
todas están situadas 3° o 4º grados más al norte
de su verdadera posición. Considero que estas
diferencias eran por la falta de corrección de las
alturas de la Polar o del sol, como se es sabido la
estrella Polar tenía su escala de corrección y el sol
Comparación de la isla Waltling con una haba natural y con un
triángulo, en nada se parecen.
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
estaba afuera de fecha en el calendario, de manera
que la declinación era incorrecta para la fecha en 4º
grados, aproximadamente. Sea que las posiciones se
obtuvieran por la Polar o por el sol para la fijación
de las latitudes, estas resultaban erradas.
La única vez que había similitud de alturas en
las situaciones cartográficas era cuando los cartógrafos se copiaban.
De aquí podemos ver que la isla Guanahaní
en la carta de Torino del 1523 está situada en latitud 20°–50’ N, en el de Freduccí de Anchona,
Guanahaní esta da latitud de 21°–00’ N, en la
Door Roggeveen están en una latitud de 25° 40’
N y la posición real, según mi tesis es de latitud
22°–36’ norte.
Con mucha razón se ve que la verdadera posición geográfica de Guanahaní oscila entre los 25°–
40’ de latitud norte a 20°–50’ de latitud norte, esto
es, 4°–50’ de diferencia en las latitudes de las islas
Lucayas, de donde se deduce con mucha propiedad
por lo antedicho que estos errores eran producidos
por no existir en las mediciones un sistema ajeno
a las influencias magnéticas, estas ocasionaban
los trastornos en las agujas y estas en los horarios
locales, amén de que pequeñas correcciones de
refracción y paralaje que no se aplicaban porque no
se conocían estas correcciones, pero eran datos que
afectaban a las alturas y estas a las latitudes.
Al consultar el Diario del Almirante en fecha
20 de noviembre de 1492 vemos lo que dice en este
día “Quedabanle el Babeque o las islas del Babeque
al Lesueste, de donde salía el viento que llevaba
contrario.
Y viendo que no se mudaba y la mar se alteraba,
determinó de dar la vuelta al Puerto del Príncipe de
donde habia salido que le quedaba veinte y cinco
leguas. No quiso ir a la isleta que llamó Isabela, que
le estaba a doce leguas que pudiera ir a surgir aquel
dia, por dos razones: la una porque vido dos islas
al Sur, las quería ver, la otra porque los indios que
traia, que había tomado de Guanahaní que llamó
San Salvador, que estaba a ocho leguas de aquella
Isabela, no se le fuesen de los cuales disque tiene
necesidad, y por traellos a Castilla, etc.”.
La posición que en la cartografía moderna
podría dársele a esta posición del Almirante para
este día es la latitud 21°–50’ norte y longitud de
74°–32’ W, esto es, a 14 leguas de la isla Isabela,
isla Fortuna, (38.5 millas náuticas) y 25 leguas del
Puerto del Príncipe, Cuba (puerto Tánamo 79.5
163
millas náuticas), estando en una posición tan cercana
a la isla Acklin y a la isla Isabela, tuvo sus motivos
de no ir a las islas, ubicadas bastante cerca a la isla
San Salvador o Guanahaní de la Isabela 8 leguas
(25.2 millas náuticas), y de esta información del
Almirante podemos deducir que la isla donde el
primero arribó estaba por los alrededores del Grupo
Acklin–Crooked–Fortuna. Si se toma por curiosidad
la distancia que hay entre la isla Plana del Oeste y
la isla Fortuna por la costa Norte de las islas Acklin
y Crooked, podría verse que al 57.6 millas náuticas
que si las convertimos a leguas antiguas nos da 18
leguas; para cualquier persona sensata esta similitud
de valores le hace pensar en la supresión de un dígito
que alteró la verdadera distancia anunciada por el
Almirante en su versión original del Diario, y no hay
que dudarlo, pues ya hemos visto a través de este
estudio algunas supresiones, cambios y sustituciones
hechas en el Diario que alteró la verdadera interpretación de algunos pasajes del Almirante.
El caso sucedido el día 20 de noviembre al
anunciar el Almirante que estaba a 12 leguas (38.5
millas náuticas) de la isla Isabela (Fortuna o Cayo
Largo) mueve a uno a pensar la clase de exactitud
que llevaba el Almirante en su navegación, que sin
tener carta de navegar de las Lucayas haya llevado
su derrota con una precisión tal que tan sólo se le
registra de error en la distancia que navegó desde
el día 15 de octubre al 20 de noviembre un mes
y medio de navegación con 2 leguas, 8 millas antiguas (6.4 millas náuticas), es extraordinario que
haya llevado su derrota con tanta exactitud, sobre
todo en parajes que no tenía planos o cartas, el
Almirante no pudo haber visto, la isla Acklin, ni
mucho menos la isla Isabela o Fortuna, por razón
de que sus alturas estaban fuera del alcance de su
visual geográfica; la isla Acklin estaba a 25 millas
náuticas y la isla Castle 21.5 náuticas y la isla
Isabela a 44.5 millas náuticas que hacen 14 leguas
antiguas; de aquí se ve que el Almirante ineludiblemente llevaba un croquis de su derrota que pudo
apreciar la dirección y cercanía de la isla Isabela o
Fortuna, pues de otra manera no se concibe que el
haya establecido con tanta exactitud, y después de
haber caminado 380 leguas, 1,208 náuticas desde
que salió de San Salvador o Guanahaní.
Estas informaciones de navegación del Almirante
tan precisas hacen presumir que él conocía “La razón del Marteloio” que según se explica tenía base
trigonométrica; las reglas que las subordinaban se
164
Ramón Julio Didiez Burgos
regían por los valores trigonométricos de las líneas,
seno, coseno, tangente y secante.
Teniendo en cuenta el rumbo y velocidades del
buque se podía hallar la posición para cualquier
momento hasta 25 leguas o cien millas. Las tablas
o toleta del Maerteloio se cree fue inventada por el
célebre cartógrafo y filósofo mayorquín Raimundo
Lulio, especie de navegación de estima limitada.
Reconocimiento a la isla Triángulo
(Mayaguaín, Plana del Este)
Domingo 14 de octubre.— “En amaneciendo
mande aderezar el batel de la nao y las barcas de las
carabelas, y fue al luengo de la isla en el camino del
Nornordeste, para ver la otra parte, que era la de la
otra parte del Leste que había, y también para ver
las poblaciones, y vide luego dos o tres y la gente,
que venían todos a la playa llamándonos y dando
gracias a Dios; los unos nos traían agua, otros otras
cosas de comer, otros, cuando veían que yo no
curaba de ir a tierra, se echaban a la mar nadando
y venían, y entendíamos que nos preguntaban si
éramos venido del cielo; y vino uno viejo en el
batel dentro y otros a voces grandes llamaban todos
hombres y mujeres venid a ver los hombres que
vinieron del cielo; traedlas de comer y de beber.
Vinieron muchos y muchas mujeres, cada uno
con algo, dando gracias a Dios, echándose al suelo,
y levantando las manos al cielo, y después a voces
nos llamaban que fuésemos a tierra; mas yo temía
de ver una grande restinga de piedras que cerca de
toda aquella isla alrededor, y entre medias queda
hondo y puerto para cuantos hay en toda la cristiandad, y la entrada dello muy angosta. Es verdad que
dentro desta cinta hay algunas bajas, mas la mar no
se mueve más que dentro de un pozo. Y para ver esto
me moví esta mañana, porque supiese dar de toda
relación a vuestra Alteza, y también adonde pudiera
hacer fortaleza, y vide un pedazo de tierra que se
hace como isla; aunque no lo es, en que había seis
casas, el cual se pudiera atajar en dos días por isla;
aunque yo no veo ser necesario, porque esta gente
es muy simplice en armas como nuestra fábula y
volvellos, salvo que Vuestras Altezas cuando mandaren puédenlos todos llevar a Castilla, o tenellos en la
misma isla captivos, porque con cincuenta hombre
los terná todos sojuzgados, y les hará hacer todo lo
que quisiere; y después junto con la dicha isleta están
huertas de árboles las más hermosas que yo vi, e tan
verdes y con sus hojas como las de Castilla en el mes
“En amaneciendo mande a aderezar el
Batel de la nao y las barcas de las carabelas, y fue al luengo de la isla, en el
camino del Nornordeste”, etc.
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
de abril y de mayo, y mucha agua. Yo miré todo
aquel puerto, y después me volví a la nao y dí la
vela, y vide tantas islas que yo no sabía determinarme a cual iria primero y aquellos hombres que yo
tenia tomado me decían por señas que eran tantas
y tantas que no había número, y nombraron por su
nombre más de ciento (31). Por ende yo miré por
la más grande (32), y aquella determine andar, y así
hago y será lejos desta de San Salvador, cinco leguas
y las otras dellas mas, dellas menos; todas son muy
llanas sin montañas y muy fértiles, y todas pobladas,
y se hacen guerra la una a la otra, aunque estos son
muy simples y muy lindos cuerpos de hombres”.
Al decir el Almirante que “En amaneciendo
mandé aderezar el Batel de la Nao y las barcas de
las carabelas, y fue al luengo de la isla, en el camino
del Nornordeste”, para ver la otra parte que era la
de la otra parte del Leste que había”.
Dice don Rafael Monleón su bien documentado trabajo Las carabelas de Colón:
“Ya hemos dicho que cada nadie tenía un batel
o barca para su servicio de carga y descarga, que se
manejaba a la vela y remo con la proa muy llana,
y la popa estrecha, y además una chalupa o lancha
pequeña para el servicio personal de proa fina y hacer
otras faenas comunes. El batel tenía de 6 a 8 bancos y
la chalupa 4 o 5, según su porte. Aquel se llevaba casi
siempre a romolque, pero aveces había necesidad de
embarcarlo por estar la mar muy gruesa, entonces
servianse de los penoles de la mayor y trinquetes,
porque no se conocian ni los candeleros ni los
pescantes, y para que pudiera entrar en cubierta se
recomendaba que no tuviera más eslora que la longitud que media entre la fuga de la tolda y el afrizado
del castillo. Estas circunstancias nos ha servido para
establecer el cálculo de las medidas que hemos dado
a nuestra reconstitución, pues fijándonos en un
pasaje del Diario de Colón que dice: refiriéndose a
la anchura de un paso o canal a la entrada de un
río, “tanto como longura de la barca tenia cinco
brazas “es decir, que la barca de su carabela media 5
brazas o 30 pies, y como todas las partes de un navio
son proporcionadas y en perfecta relación, como lo
asientan y atestiguan diversos antiguos y modernos
tratados de construcción, de esta medida indicada
por el propio Colón, se deducen todas las demás que
podía tener su nao, siguiendo para este cálculo la
Instrucción Náutica, compuesta por el Dr. D. Diego
García de Palacio, en 1587, si bien modificándolas
un poco para relacionarlas mejor con las que se
empleaban más comúnmente en tiempo de Colón,
165
y las que ha sido preciso adoptar por las necesidades
del cálculo de estabilidad y condiciones náuticas. Si
de la frase del Almirante se dedujera que su batel
debiera tener 50, 60 o más pies de eslora, ya no la
hubiéramos aceptado como verosímil ni apropiada
para base cálculo porque a esta medida jamás alcanzaban las embarcaciones de servicio, pero una de 30
pies de eslora, a la cual corresponden 8 o 9 de manga
y uno y medio del calado, pudiendo cargar poco más
de tres toneladas cuadrada perfectamente a una nao
que arqueara alrededor de 200 toneladas, como la
que nosotros hemos propuesto, porque según los
“reglamentos”, “el Batel o Barca debía cargar su nao
en 50 barcadas. Asi, pues, a nuestra propuesta la
Junta creada especialmente por el gobierno de S.M.
para que se ocupara en buscar y acaparar todos los
datos necesarios para la reconstitución de la Nao
Santa María”. Adoptó las dimensiones siguientes:
quilla 70 pies, (19.60 metros), eslora en flotación 80
pies (22.40 metros); id en la cubierta principal 84
pies (32.72 metros), manga 28 pies (7.86), puntal
12 pies (3.36), calado medio 8 ½ pies (2.38 metros),
las cuales daban a la embarcación un desplazamiento
próximamente de 238 toneladas métricas, de cuyo
desplazamiento deduciendo el peso del casco, el de
la arboladura y aparejo, artillería, anclas, gentes y
pertrechos, según la fórmula indicada por el Excmo.
Sr. Inspector General de ingenieros D. Casimiro de
Bona, vienen a quedar unas 75 toneladas modernas
de cargamento, que corresponden próximamente
a los 120 toneles antiguos, que es lo que muchos
autores atribuyen por parte a la nave de Colón, y
como se ve estos resultados no están fuera de propósito, tratándose de una nave que hacía frecuentes
viajes a Flandes con buenos cargamentos y que
lanzó Colón a través del Atlántico con 70 hombres
de equipaje, víveres y agua para un año, pertrechos,
armas y artillería para cualquier evento, y en fin bien
pertrechada y provista en todas sus partes, lo que
ciertamente no hubiera podido hacer el prudente a
la vez que audaz descubridor, si no hubiera dispuesto
más que de unas malas barcas sin cubierta, como
algunos demasiado cándidos e ignorantes autores
se han complacido en propalar. “Casi todas las naos
de aquel tiempo aunque fueran mercantes llevaban
algún armamento para defenderse de los numerosos
piratas que infestaban los mares, y ese armamento
se componía de picas, espadas, ballestas, rodelas,
espingardas, falconetes y alguna lombarda”.
Dice la Enciclopedia del mar. –“Aderezar– lo
mismo que recorrer, carenar, aparejar, equipar y
166
Ramón Julio Didiez Burgos
armar”. Por razones de lógica, recorrer y carenar
quedan eliminadas de la intención, en razón a que
el Almirante “fue el luengo de la isla, en el camino
del Nornordeste” y por razón de peso queda la
orden de que mandó a aparejar y armar el batel y
las barcas para dar un recorrido no muy corto, se
apareja un batel con su palo, su vela y sus cabos
correspondientes y su compás para saber su rumbo,
sus luces de farol, se equipa con sus toleles, estrobos
y remos y se arma con el personal necesario con sus
escudos, armas (arcabuces, lanzas, espadas, etc.). El
reconocimiento era algo distanciado y necesitaba
proceder de esa manera, ¿si el reconocimiento era la
misma isla, era necesario hacer todo estos aprestos
en una isla tan pequeña que bien pudiera haber sido
hecho a pie? Sobre todo en lugar donde todos sus
habitantes “no traen armas ni las conocen” y “esta
gente farto mansa” daban la confianza de un reconocimiento sin tantos arreglos, pero la intención
fue clara con 16 hombres de remos, 1 de timón y
1 de proa más el Almirante, 19 hombres más en las
barcas de la carabela costearon la isla Plana del W.
con rumbo Nornordeste se dirigieron al Este, a la
isla Plana E. u al acercarse dijo “más yo me temía
de ver una gran restinga de piedras que cerca toda
aquella isla alrededor, y entre medias queda hondo,
y Puerto para cuantas naos y en toda la cristiandad,
y la entrada dello muy angosta. Es verdad que dentro desta cinta y algunos bajos, más la mar no se
mueve más que dentro de un pozo”.
Anduvieron al remo un buen trecho en la parte
Norte de la Isla hasta llegar muy cerca de la parte W
de la isla del E. dentro de la darsena que existe ahí, que
se extiende 2.5 millas náuticas de largo por 1.5 de ancho, con buena profundidad, con razón escribió que
es “puerto para cuantas naos hallan en la cristiandad”
y que no “se mueve más dentro de un pozo”.
El viaje de ida y vuelta que hizo “para ver las poblaciones” en el cual llegó hasta el borde de los arrecifes
o restinga que queda cerca de la isla Plana del E. fue
de 12 millas náuticas, 4 leguas o 16 millas antiguas,
se devolvió desde los bordes de los arrecifes porque
vio de día la isla que Rodrigo de Triana o Bermejo
vio a las 2 ampolletas, después de medianoche o sea a
las 1h–16m, el interés de conocer la isla fue porque no
pudo acercarse la noche del descubrimiento ni podía
verla tampoco, y él quería ver la otra parte que era la
del Este de la isla en que estaba y la vio.
Es inconcebible que el Almirante hiciera los
preparativos que hizo con el Batel para recorrer por
agua la misma isleta donde estaba cuyo tamaño es de
2.75 millas de largo por 1.5 millas de ancho (5,093 x
2,778 metros) donde las distancias son relativamente pequeñas, de manera que si hizo así “fue al luengo
de la isla, en camino del Nornordeste, para ver la
otra parte que era la de la otra parte del Leste que
había” fue por reconocer en el Batel la isla Plana del
E, (4.8 x ½ millas) en ningún otro momento de su
travesía por estos lugares el hizo ningún preparativo
semejante porque siempre se surgía (fondeaba) lo
hacía cerca de la costa donde la distancia no pasaba
de un tiro de lombarda (1 milla antigua).
Al recontar lo que vio en la isleta dice “y después
junto con la dicha isleta están huertas de árboles las
más hermosas que yo vi, e tan verdes y sus hojas
como las de Castilla en el mes de Abril y de Mayo,
y mucha agua”.
Donde hay árboles hay agua y donde haya agua
hay vida, cualidades naturales que no pueden estar
divorciadas por ser una la razón de la otra.
Comentando lo expuesto.
Si se le niega a la isla Plana (Flat Islands) los
medios con que los indios en la época del descubrimiento del Nuevo Mundo se valían en ella para
llevar su vida tranquila, es también negarle toda la
descripción cartográfica hallada por el Almirante
en ella y sus alrededores; la única isla hasta ahora
que está en acuerdo con la cartografía que trazó el
insigne Navegante se refunde en ella y las islas que
le rodean; parece que por simple hecho de que en
la actualidad no posea “muchas aguas y una laguna
en medio muy grande” no implica que en aquella
época la tuviere y que el tiempo se encargará de
desaparecerla por la falta de atención; la historia
registra que para el 1514, todos los indios de las
islas fueron sacados de ellas y llevados a Cuba
y Santo Domingo a trabajar y desde esa época
estuvieron abandonadas. No es acaso verídico lo
que la historia nos revela de la organización taina;
acaso no practicaban la agricultura, la pesca, la caza
como medio de subsistencia; no está demostrando
sus regadíos por darsenas artificiales para recoger las
aguas pluviales, sus canales para regar sus labranzas
de plantíos de yuca, yame, patatas y yautía en hileras simétricas; no sabían ellos desmontar el terreno y
roturar la tierra; muchos de los métodos de labranzas
que hasta hace algunos años se practicaron por estos
países tuvieron su origen en la civilización taína.
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
Sólo la mecanización agrícola de los tiempos modernos es que ha dado al traste con ellos.
Cuando el Almirante cruzaba de la isla Santa María
de la Concepción a la Fernandina, encontró un
indio en “una almadia”; que iba para aquella isla y
él lo tomó a bordo y que le encontró como alimento según el “traía un poco de pan, que sería tanto
como el puño, y una calabaza de agua y un pedazo
de tierra bermeja hecha polvo, y después amasada,
y unas hojas secas que debe ser muy apreciada, y
entre ellos, porque ya me trajeron en San Salvador
dellas en presente, y traía un cestillo, a su guisa en
que tenía un remalejo de cuentecillas de vidrio y
dos blancas, por las cuales conocí quel venía de la
isla de San Salvador; y había pasado aquella isla de
Santa María, y se pasaba a la Fernandina, el cual
se llegó a la Nao”. Esto evidencia que los indios
que estaban en las islas Planas tenían sus cosechas,
y preparaban su alimentación.
El grado de civilización que tenían los indios no
era comparable a la del europeo, pero si lo suficiente para llevar su vida humilde muy poco trabajo;
tenían religión, estaban organizados en clases, conocían el fuego, las propiedades medicinales de las
plantas y como cosa curiosa elaboraban su casabí,
que era su pan, de una planta sumamente venenosa, la yuca brava. Aquél que no sabe distinguir la
dulce de la brava e incurre en el error de comer la
salcochada se intoxica. Ellos conocían este detalle y
se paraban de la brava el jugo acuoso de ella, que era
donde está el tóxico, y le quedaba la parte útil con
que preparaban el casabí de gran valor vitaminado.
He visto con pena que casi todos los analistas
del Diario del Almirante, al tratar de ubicar la isla
en que arribó por primera vez, buscan como referencia de partida dos puntos que ellos consideran
esencialísimos.
1ro.“Muchas aguas, y una laguna en el medio muy
grande” en una isla.
2do.Que esta isla con esa gran laguna tenga otra isla
al sudueste de ella.
Si no existen estas condiciones no acepta ninguna teoría, de ahí es que vemos que muchos investigadores hayan levantado hipótesis y tejidos rumbos
y derrotas, escogiendo con muchas aguas y con
rumbo sudueste como isla Watling, Concepción,
isla Mayaguana, islas Turcas, islas Samaná, islas
Caicos acogiéndose única y exclusivamente a muchas aguas y rumbo sudueste pero el error ha salido
a la luz del estudio de cada tesis, y cada vez que se
167
aplican los otros y más esenciales detalles de la derrota del Almirante; ninguna ha resistido el análisis
y ha caído en verdadera derrota.
Por desdicha, al ser materialmente dificultoso
conseguir en este país de todos estos estudios, me
ha sido imposible hacer un análisis de cada uno de
ellos y destacar sus verdades y sus errores, pero me
basta con una ojeada de los gráficos de cada uno
de ellas en el trabajo presentado por el distinguido
caballero oficial de la Marina de Guerra Española
capitán de Corbeta R. Barreiro Meiro, para enterarme del contenido de cada una.
Ahora bien si el capitán Barreiro Meiro da
como “cuestión resuelta de una vez, para siempre” el estudio presentado en 1793 por don Juan
Bautista Muñoz, al ser el primero en designar la
isla Watling como la verdadera Guanahaní o San
Salvador y confirmada modernamente en el 1940
por el almirante Samuel Elliot Morrison, tras numeroso estudio, así como también en la tesis de
los trabajos del teniente J. B. Murdock, Cronau,
Massey que sostenían la misma tesis; tendré la honra de terciar en este estudio haciendo los reparos de
lugar y demostrar cuán errado están todos a seguir
por caminos no trazados y soslayar muchas de las
partes del Diario del Almirante.
Dice luego “Yo miré todo aquel puerto y
después me volví a la nao”. El viaje de regreso fue
menos pesado que el de la ida, y por el mismo camino del norte de San Salvador el viento del este
le era favorable para navegar con la vela, pues le
daba de popa y así era acompañado con los remos;
el viaje tendría que ser más rápido, y parece que
así fue puesto que al decir de Fernando Colón
en su Historia del Almirante “mas como la gente
estaba cansada de remar y conocía claramente no
ser aquella tierra la que buscaba se volvieron a las
carabelas”. Esta frase de don Fernando indica la
visita a otra isla diferente a la que se encontraban
las carabelas y la precipitud de llegar, y seguida que
llegó, “di la vela y vide tantas islas que yo no sabía,
determinarme a cuál iría primero, “confirmó, su
idea del día 13”. “Determiné guardar fasta mañana
en la tarde” pero no así la de decir al Sueste” al no
determinarse a cuál ir primero después que salió;
esto deja sin razón a todos aquellos críticos que han
hecho el uso del rumbo del sudueste para confirmar tesis inaplicables al desarrollo de la derrota del
Almirante. Al no determinarse al cuál ir primero,
no concibe ningún rumbo y la idea del día anterior
de partir para el sudueste queda deshecha, por sí
168
Ramón Julio Didiez Burgos
sola y por el estado de duda momentánea que le
produjo las tantas islas que veía, el desarrollo de la
derrota que siguió nos lo dirá ahora.
Al decir “y aquellos que yo tenia tomado me
decían por señas que eran tantas y tantas que no
había número, y anombraron por su nombre mas de
ciento. Por ende yo miré por la mas grande aquella
determine andar, y así hago y será desta San Salvador,
cinco leguas y las otras dellas mas, dellas menos,
todas son muy blancas, sin montañas y muy fértiles,
todas pobladas, y se hacen la guerra la una a la otra”.
Sin duda alguna el Almirante vio la cadena de
cerros o lomas de la isla Acklin desde una altura de
70 pies que tiene la isla Plana del W. más la altura
de estos cerros que deben ser 50 o 70 pies sobre
la superficie de la isla, la cual tiene 24 pies sobre
el nivel del mar, darían una visibilidad geográfica
por depresión de horizonte entre 18.5 y 20.8 millas
náuticas de alcance, además el estar situada la parte
baja de la tierra de la isla Acklin a 24 pies, más la
altura de 70 pies de la isla, el alcance geográfico
para este nivel es de 15 millas, esto es, la línea de
tierra no se veía porque estaba al ras del horizonte,
la cadena de cerros o lomas y le dio la ilusión de que
eran muchas islas al suroeste, a oeste y al nordeste.
Esta ilusión es muy frecuente en los navegantes
cuando navegan cerca de parajes similares.
Isla Santa María de la Concepción
Diario. Lunes 15 de octubre.— “Había temporejada esta noche con temor de no llegar a tierra a
sorgir antes de la mañana por no saber si la costa
era limpia de bajos, y en amaneciendo cargar velas.
Y como la isla fuese más lejos de cinco leguas, antes
será siete, y la marea me detuvo, sería mediodía
cuando llegué a la dicha isla, y fallé que aquélla haz,
ques de la parte de la isla San Salvador, se corre
Norte Sur, y hay en ella cinco leguas, y la otra que
yo seguí se corría Leste Oueste, y hay en ella más
de 10 leguas. Y como desta isla vide otra mayor
al Oueste, cargué las velas por andar todo aquel
día fasta la noche, porque aún no pudiera haber
andado al cabo del Oueste a la cual puse nombre la
isla de Santa María de la Concepción (33), y cuasi
al poner el sol sorgí acerca del dicho cabo por saber
si había allí oro, porque éstos que yo había hecho
tomar en la isla de San Salvador me decían que ahí
traían manillas de oro muy grandes a las piernas y a
los brazos, yo bien creí que todo lo que decían era
burla para se fugir. Con toda mi voluntad era de no
pasar por ninguna isla de que no tomase posesión,
puesto que tomada de una se puede decir de todas;
y sorgí e estuve hasta hoy Martes, que en amaneciendo fui a tierra con las barcas armadas, y salí, y
ellos que eran muchos así desnudos, y de la misma
condición de la otra isla de San Salvador, nos dejaron ir por la isla y nos daban lo que les pedía. Y
porque el viento cargaba a la traviesa Sueste no me
quise detener y parti para la nao, y una almadia
grande estaba a bordo de la carabela Niña, y uno
de los hombres de la isla de San Salvador, que en
ella era, se echó a la mar y se fue en ella, y la noche
de antes a medio echado el otro (34), y fue atrás la
almadia, la cual fugió que jamás fue barca que le
pudiese alcanzar, puesto que le teníamos grandes
avance. Con todo dio en tierra, y dejaron la almadia y algunos de los de mi compañía salieron en
tierra tras ellos, y todos fugeron como gallinas, y
la almadia que habían dejado la llevamos a bordo
de la carabela Niña, a donde ya de otro cabo venía
otra almadia pequeña con un hombre que venia a
rescatar un ovillo de algodon y se echaron algunos
marineros a la mar, porque él no quería entrar en
la carabela, y le tomaron; y yo, que estaba en la
popa de la nao, que vide todo, envíe por él y le di
un bonete colorado y unas cuentas de vidrio verdes
pequeñas que le puse al brazo y dos cascabeles que
le puse a las orejas, y le mandé volver su almadia,
que también tenía en la barca, y le envié a tierra; y
di luego la vela para ir a otra isla grande que yo vía
al Oueste, y mandé largar también la otra almadía
que traía la carabela la Niña por la popa, y vide
despues en tierra al tiempo de la llegada del otro a
quien yo habia dado las cosa suso dichas, y no le había querido tomar el ovillo de algodón, puesto quel
me lo quería dar: y todos los otros se llegaron a él, y
tenia a gran maravilla e bien le pareció que éramos
buena gente, y que el otro que se habia fugido nos
habia hecho algún daño, y por esto lo llevábamos, y
a esta razón usé esto con él de le mandar alargar, y le
di las dichas cosas porque nos tuviesen en esa estima,
porque otra vez cuando vuestra altezas aquí tornen
a enviar no hagan a la compañia; y todo lo que yo le
di no valia cuatro maravedis. Y así partí, que serán
las diez horas con el viento Sueste, y tocaba de Sur
para pasar a esta otra isla, la cual es grandisima, y
donde todos estos hombres que yo traigo de la de
San Salvador hacen señas que hay mucho oro y que
lo traen en los brazos en manillas, y a las piernas, y a
las orejas, y la nariz y al pescuezo. Y había de esta isla
de Santa Maria a esta otra, nueve leguas leste Oueste,
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
y se corre toda esta parte de la isla Norueste, Sueste,
y se parece que bien habría en esta costa más de
veintiocho leguas (35), en esta faz, y es muy llana sin
montaña ninguna, asi como aquellas de San Salvador
y de Santa Maria, y todas playas sin roquedos, salvo
que a todas hay algunas peñas acerca de tierra debajo
del agua, por donde es menester abrir el ojo cuando
se quiere surgir e no surgir mucho acerca de tierra,
aunque las aguas son siempre muy claras, y se ve el
fondo. Y desviando de tierra dos tiros de lombarda,
hay en todas estas islas tanto fondo que no se puede
llegar a él.
Son estas islas muy verdes y fértiles, y de aire
muy dulces, y puede haber muchas cosas que yo no
sé, porque no me quiero detener por calar y andar
muchas islas para fallar oro. Y pues éstas dan así estas
señas que lo traen a los brazos y a las piernas, y es
oro por que les amostré algunos pedazos del que
yo tengo, no puedo errar con la ayuda de Nuestro
Señor, que yo no le falle adonde nace,. Y estando a
medio golfo destas dos islas, es de saber de aquella de
Santa Maria y desta grande a la cual pongo nombre
de Fernandina (36), fallé un hombre solo en una
almadía que se pasaba de la isla de Santa María a
la Fernandina, y traía un poco de su pan, que sería
tanta como el puño, y una calabaza de agua, y un
pedazo de tierra bermeja hecha en polvo y después
amasada, y unas hojas secas que deben ser cosa muy
apreciada entre ellos, porque ya me trujeron en San
Salvador dellas en presentes, y traía, un cestillo a su
guisa en que tenia un ramalejo de cuentecillas de
vidrio y dos blancas, por los cuales conocí quel venia
de la isla de San Salvador y habia pasado a aquella de
Santa Maria, y se pasaba a la Fernandina, el cual se
llegó a la nao; yo le hice entrar, que asi lo demandaba
él, y le hice poner su almadía en la nao, y guardar
todo lo que el traía; y le mande dar de comer pan
y miel, y de beber; y asi le pasaré a la Fernandina,
y le dare todo lo suyo, porque de buenas nuevas de
nos para Nuestro Señor aplaciendo, cuando vuestras
Alzas envíen, acá que aquellos que vinieron reciban
honra, y nos den de todo lo que hubiere”.
Cuando el Almirante salió de su fondeadero el
día 15, de la isla San Salvador ya estaba avanzado el
día, era de tarde.
“Habia temporizado esta noche con temor de no
llegar a tierra a surjir antes de la mañana por no saber
si casto era limpia de bajos, y en amaneciendo cargar
velas, y como la isla fuese mas lejos de cinco leguas antes
será siete y la marea me detuvo”. En la tarde encontró
169
baja marea dentro de la dársena donde estaba fondeando, formada por los arrecifres y seguro que el canal
por donde entró no tendría suficiente agua y no quiso
aventurarse hasta tanto la marea no subiera; la marea no
afecta en alta mar hasta detener un buque; de ahí que
se vio detenido, dentro de los arrecifes. Fray Bartolomé
de las Casas da a entender en su Historia de las Indias
que esa noche estuvo navegando por los alrededores,
de la isla San Salvador y le amaneció unas 7 leguas de
distancia, (22.3 millas náuticas) de la isla donde él quisiera ir y con toda seguridad asi fué, salió de su fondeadero de la isla San Salvador en la tardecita; y temporejó
(Temporejar), por las cercanías de la isla toda la noche.
A las 12h –03m del día hubo la bajamar en el día
15 de octubre; era natural que cuando el regresó
de haber reconocido la isla Plana de E traía la idea
de salir, pero la cadena de bajos afloraban, lo que
acusaba, un nivel bajo en el canal o pasa por donde
entró al fondeadero. El no quiso correr el riesgo de
aventurarse en el canal y esperó unas 4 horas que
ya la marea estaba cerca de 2/3 más elevado en el
canal y podría salir, su expresión “y la marea me
detuvo” no puede referirse a corrientes de la mar,
puesto que ya vimos anteriormente que la corriente
que afluye en estos lugares toda tiene dirección que
afluye en estos lugares toda tiene dirección W o
NW. según sea la época, en sí y bien visto, si se
trata de utilizarla para encontrar la explicación de
este párrafo del Almirante, más bien sería de ayuda
en su velocidad que de desayuda puesto que él se
dirigía al W y la corriente lleva el mismo sentido.
Es muy lógico que esta concurría en su ayuda y no
hacia lo contrario. No existe alternativa alguna de
considerar que la pleamar fue ese día a las 6h –15m
p.m. aproximadamente según he podido computar,
hora que se corresponde a cabalidad con la hora de
salida de la luna el día 11 de octubre.
Al temporejar toda la noche alrededor de la
isla le amaneció a una distancia de unas 7 leguas
(22.3 millas naúticas) de la isla que tenía al frente;
(isla Acklin). Si medimos esta distancia en la carta,
veremos que le amaneció ceca de la Punta E. de la
isla descubierta la noche del 11 de octubre o sea la
isla Plana del Este; en esta forma reconoció bien la
primera isla vista, pues no se justificaba el que si
el Almirante y los hermanos Pinzones y los demás
tripulantes no volvieran jamás por esos lugares.
¿Cómo sabían que esas eran las islas vistas en el primer viaje? ¿Cómo podía saber el Almirante que esta
isla tenía forma de triángulo, de no haber sido por
el reconocimiento hecho en este día a la parte Este
170
Ramón Julio Didiez Burgos
“Como la isla fuese más lejos de
cinco leguas antes, será siete, y la
marea me detuvo, sería medio día
cuando llegué a la dicha isla, y fallé
que aquella haz ques de la parte de la
isla de San Salvador se corre Norte Sur y
hay cinco leguas”.
de la isla donde vió la forma de esa parte? La noche
del 11 no vió más de lo que hubiera visto cualquier
de sus hombres y el día 14 de octubre tan sólo vió
la parte W de la isla; con ésta vista desde lejos, no
podía concebir una forma de la isla; fue necesario
que hiciera lo que hizo para acabar de reconocer la
isleta Plana del Este.
El Almirante hubiera podido pernoctar y descansar durante la noche del 14 en el fondeadero de la
isla Guanahaní o San Salvador y a las 6 de la mañana
del día 15 salir con la marea alta, pero tuvo toda la
intención de aprovecha el tiempo y así lo hizo.
¿De qué otra manera y en qué momento podía
el Almirante saber la forma de estas islas si no era
reconociéndolas? Si fray Bartolomé de las Casas
trasmitió esta información en su Apologética, fue
porque lo vería en los papeles del Almirante o en
el Diario de él, y fue tan exacta la observación, que
hoy vemos con asombro cómo esa información
se corresponde con la realidad; el reconocimiento
hecho a Guanahaní o San Salvador con la Santa
María y en el bote el día 14 le dió la idea de su
forma de haba.
Al amanecer el Almirante en el extremo Este de
la isla Plana del Este soltó las velas, y volvió rumbo
al Sur de la isla San Salvador y cuando estuvo con
ella, volvió a ver los cerros de la isla Acklin y se
expresa “por ende yo miré por la más grande y
aquella determiné andar y así hago”, es indicación
de que el vigía, que estaba en la cofa, gavia o gata
con una altura aproximada de 70 pies sobre el nivel
del mar, más la altura de los cerros o lomas de la
isla Acklin le daban una visibilidad suficiente de
unas 15 ó 20 millas naúticas; le señaló la dirección
de la más grande, la loma de Hard Hill, al oeste
en la isla Acklin; hacia ella se dirigieron y llegaron
cerca de punta Creek, donde giraron hacia norte y
reconocieron toda la parte Nordeste de la isla que
tenía de 8 a 10 cerros o lomas, de esta parte “y falle
que aquella haz que es de la parte de San Salvador,
se corre Norte–Sur; y hay en ella 5 leguas”, (16
millas náuticas). Más exactitud no se puede pedir,
puede comprobarse que esta parte de la isla Acklin
tiene 16 millas náuticas y corre norte–sur; hay que
considerar que las medidas hechas por el Almirante
estaban referidas a los puntos de giros de las carabelas o al tiempo de su recorridos, o puntos definidos
de la costa, por lo que vemos que 2 millas más al
norte fue donde tuvo que girar para seguir viaje al
oeste. Si se examina la carta geografía de la zona de
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
las Bahamas, no podrá encontrarse en ninguna de
estas islas, el cumplimiento de esta observación del
Almirante; así que el lado correspondiente de una
isla hacia la costa de otra isla que corre Norte–Sur
y que ésta tenga 16 millas, me parece suficiente. Al
aplicarse en la práctica una descripción tan precisa,
no tengo objeción de torcidas interpretaciones; veremos que si proseguimos desarrollando el Diario,
sobre este mismo lugar, concuerda hasta llegar a lo
asombroso, la pericia y los datos extraordinarios del
Insigne Navegante.
Al seguir su derrota dice, “y la otra parte que
yo seguí se corría Leste–Oueste, y hay en ella
más de diez leguas”. La otra parte que él siguió
es parte de la isla; ésta fue la costa Norte de la isla
Acklin hacia el oueste, incluyendo parte de la isla
Crooked, tiene 10 leguas (32 millas naúticas) con
rumbo oeste; (el Almirante tenía en su compas un
error total de 3° o 4° de corrección al E, caso que
171
“y como desta isla vide otra mayor al Oeste, cargué
las velas por andar todo aquel día fasta la noche,
porque aún no pudiera haber andado al acabo del
Oueste, a la cual puse nombre la isla Santa María
de la Concepcion y casi al poner del sol sorji cerca
de dicho cabo”.
El Almirante llegó al E y para la parte norte de
la isla Acklin a medio día; de manera que tenía de
luz en el resto del día 5 horas 39 minutos (el sol se
pone a las 5h, 39m). Anduvo con viento flojo hasta
llegar a una posición a norte de la Acklin desde
donde vió al Monte Blue Hill de 300 pies en la isla
Crooked, el cual se ve a una distancia geográfica de
16.2 millas naúticas más la que le correspondía al
Almirante de 5.7 por altura de la toldilla (25 pies)
eran 22 millas en total, como el se encontraba de
esta a unas 18 millas veía con perfecta claridad la
cúspide y parte del cono superior; la parte llana
no se veía y como fue así, se le pareció una isla;
“Y la otra que yo seguí se corría Leste a
Oueste, y hay en ella más de 10 leguas”.
“a lo cual puse nombre de islas Santa
María de la Concepción y cuasi al poner
del sol sorgi cerca de dicho cabo”, etc.
demostraré en el día 19 de octubre y más adelante;
hasta ahora las mediciones hechas en la costa son
exactas, en tanto al ser dos islas que él incluye en
la medición Acklin y Crooked en su navegación al
oeste bien se ve que él se refirió a “la otra (haz) que
yo segui”. Considerando las costas de ambas como
una sola, la distancia corrida entre sus puntos
de virajes es de 31,5 millas náuticas. Luego dice
al cargar velas, adelantó y llegó cerca del cabo
Noroeste y fondeó entre la cadena de bajos que tiene esta isla, Crooked Island, en el lugar que hoy se
llama Gun Bluff a 3 millas de Bird Rock en la parte
Norte a la cual “puso por nombre Santa María de la
Concepción”. Al andar desde medio día con poco
viento, no podía hacer más de 4 millas náuticas,
por hora y al intensificarse el viento aumentaría a
172
Ramón Julio Didiez Burgos
6 millas naúticas, lo que le daría 10 millas en las
2.5 primeras horas después de medio día y 18 en
las otras 3 horas restantes. De no haber sido así,
hubiera rebasado el cabo, N.W. de la isla Crooked
o sea por tiempo y por velocidad. De acuerdo a
como se han sucedido los descubrimientos, vemos
que a la isla Acklin el Almirante no le puso nombre
aislado, sino que envolvió las dos islas en un solo
nombre, tal como lo expresa el día martes 16 “Partí
de las islas de Santa María de la Concepción”, al
haber encerrado el padre De las Casas esta frase entre comillas indica que se copia textual de lo escrito
por el Almirante. La idea de considerar el todo en
uno, lo expresa muy bien al decir: “Con toda mi
voluntad era de no pasar por ninguna isla de que
no tomase posesión, puesto que tomado de una se
puede decir de todas”.
El Almirante estuvo fondeando en Gun Bluff
cerca del cabo Noroeste de la ciudad de Crooked
y amaneció ahí martes 16–. Esta parte de la isla
tiene unos arrecifes a una milla de distancia en toda
su costa norte; los vientos predominantes de esta
área en su generalidad soplan Estenordeste, pero en
esta zona donde él estuvo fondeando, son desviados
en sentido Sudeste por la cadena de lomas que hay
en la parte norte y corren de Norueste –Sudeste
y por eso dijo”: Y porque el viento cargaba a la
traviesa Sueste no me quise detener y partí para la
nao, “y dí luego vela para ir a la otra isla grande
que yo veía al Oueste” y “así parti que serían las
diez horas (ampolletas), con viento fuertes, y
tocaba del Sur para pasar a estotra isla, la cual es
grandísima” y “había de esta de Santa Maria a esta
otra nueve leguas Leste Oueste se corre toda esta
parte de la isla Norueste–Sueste, y se parece que
bien habria en esta costa mas de veintiocho leguas
en esta faz”. Hay críticos que al estudiar la derrota
del Almirante, corrigen esta distancia al decir “Son
sólo diez y nueve leguas” al atribuir esta distancia a
lo largo de la isla Fernandina (isla Larga), y se debe
tener en cuenta que él todavía no había visto bien el
largo de la isla ni la había recorrido, al decir “parece
que bien habría en esta costa mas de veintiocho
leguas”; consideró la distancia que había costeado o
navegado desde la isla Plana del E hasta cabo Verde
de la isla Fernandina que son 89 millas náuticas, 28
leguas; es dudar que el Almirante haya visto la isla
Fernandina desde Santa María de la Concepción,
desde la distancia a que estaba 31 millas náuticas,
en razón de que la mayor altura que tiene la isla
Fernandina en su parte es una loma de 150 pies y
lo que los vigías de él podían tener no pasaban de
“I así partí que serían las diez horas
(mediodía)” “I estando a medio golfo
destas dos islas, es de saber que aquella
Santa María y de esta grande, a la cual
pongo nombre la Fernandina”.
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
173
“Y se parece que bien había en esta costa
más de veintiocho leguas”.
70 pies en la cofa o gavia, y estas alturas no daban
más de 24.6 millas náuticas de alcance geográfico,
a más que el sol ya estaba por el oeste y al navegar
“todo aquel día con calmeria”, el reflejo solar no le
permitía ver bien el horizonte. Creo que se hilvana
el hecho de ver otra isla al W al seguir navegando al
oueste y encontrarse el indio que iba navegando en
su canoa desde Santa María a la Fernandina. Esto
da la clave de seguir al oueste por indicación del
indio, para donde él iba; ahora bien, al caminar dos
leguas al oueste ya podrían ver el picacho de la loma
Mayores y seguirlos.
Isla Fernandina
Martes 16 de octubre.— “Parti de las islas de
Santa Maria de la Concepción, que sería ya cerca
del mediodía, para la isla Fernandina la cual amuestra ser grandísima al Oueste, y navegué todo aquel
día con calmeria; no pude llegar a tiempo de poder
ver el fondo para surgir en limpio, porque es en
esto mucho de haber gran diligencia por no perder
las anclas; y asi temporicé toda esta noche hasta
el día que vine a una población, adonde yo surgí,
e donde había venido aquel hombre que yo hallé
ayer en aquella almadía a medio golfo, el cual había
dado tantas buenas nuevas de nos que todos esta
noche no faltó almadias a bordo de la nao, que nos
train agua y de lo que tenian. Yo acada uno le mandaba dar algo, es a saber algunas cuentecillas, diez
o doce dellas de vidrio en un filo, y algunas sonajas
de latón destas que valen en Castilla un maravedí
cada una, y algunas agujetas de que todo tenían
en grandísima excelencia, y también los mandaba
dar para que comiensen cuando venían en la nao
miel de azúcar; y después a horas de tercia envié al
batel de la nao en tierra por agua, y ellos de muy
buena gana le enseñaban, a mi gente adonde estaba
el agua, y ellos mismos traian los barriles llenos al
batel, y se folgaban muchos de nos hacer placer.
Esta isla es grandisima y tengo determinado de la
rodear, porque según puedo entender en ella, ó
cerca de ella, hay mina de oro.
Esta isla está desviada de la Santa María ocho
leguas cuasi Leste Oueste: y este cabo adonde yo
vine, y toda esta costa se corre Nornorueste, y vide
bien veinte leguas de ella, más ahí no acababa, agora escribiendo esto di vela con el viento Sur para
pujar a rodear toda la isla, y a trabajar hasta que alle
Samaot, que es la isla o ciudad adonde es el oro,
que así lo dicen todos estos que aquí vienen en la
nao, y nos lo decían lo de la isla de San Salvador y
de Santa María. Esta gente es semejante a aquella
de las dichas islas, y una fabla y unas costumbres,
salvo questo ya me parece algún tanto doméstica
gente, y de tracto, y más sotiles, porque veo que
han traído algodón aquí a la nao y otras cositas que
174
Ramón Julio Didiez Burgos
así en un solo árbol de cinco a seis de esta manera;
y todos tan diversos; ni estos son enjeridos, porque
se puede decir que el enjerto lo hace, antes son por
los montes, ni cura dellos esta gente.
No le conozco secta ninguna, y creo que muy
presto se tornarían cristianos, porque ellos son de
muy bien entender. Aquí son los peces tan disformes de los nuestros, que maravilla. Hay algunos
hechos como gallos de las mas finos colores del
mundo, azules, amarillos, colorado y de todos
colores, y otros pintados de mil maneras; y los
colores son tan finas, que no hay hombre que
no se maravilla y no tome gran descanso averlos.
También hay ballenas, bestias en tierra no vide
ninguna de ninguna manera, salvo papagallos
y lagartos; un mozo me dijo que vide una gran
culebra, oveja ni cabras ni otra ninguna bestia
vide, aunque yo he estado aquí muy poco, que
“hasta el día (17) que vine a una población adonde yo surgí” “y este
cabo donde yo vine y toda esta costa se corre Nornorueste Sursueste,
y vide bien veinte leguas de ella, mas ahí no acababa”.
saben mejor refetar (37) (regatear) el pagamento
que no hacían los otros; y áún en esta isla vide
paños de algodón fechas como mantillos, y la gente
más dispuesta, y las mujeres traen por delante de su
cuerpo una cosita de algodón que escasamente les
cobija su natura. Ella es isla muy verde y llana y fértilisima, y no pongo duda que todo el año siembran
panizo y cogen, y así todas otras cosas; y vide muchos árboles muy disformes de los nuestros, y dellos
muchos que tenían los ramos de muchas maneras
y todo en un pie, y un ramito es de una manera
y otro, y tan disforme, que es la mayor maravilla
del mundo cuanta es la adversidad de una manera
a la otra, verbi gracia, un ramo tenia las fojas de
manera de cañas y otras de manera de lentisco; y
“I se corre toda esta parte de la isla Norueste Sureste” y es muy llana
sin montaña ninguna, “y desviado de tierra dos tiros de lombardas
(2 millas antiguas) hay en todas estas islas tanto fondo que no se
puede llegar a él.”
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
es medio día, mas si las hubiese no pudiera errar
de ver alguna. El cerco desta isla escribiré despues
que yo la hubiera rodeado”. Al decir él:
Martes 16 de octubre.— “Parti de las islas de
Santa María de la Concepción que sería ya cerca del
mediodía; para la isla Fernandina, la cual muestra
ser grandisima, y navegué todo aquel dia con calmería; no pude llegar a tiempo de poder ver fondo
para surgir en limpio; porque es en esto mucho
de haber gran diligencia por no perder las anclas;
y así temporicé toda esta noche hasta el dia que
vine a una población adonde yo surgí”, al navegar
con calma no pudo llegar a la isla Fernandina con
suficiente luz para tomar el fondeadero y pasó
toda la noche navegando con pocas velas; pero
ya cuando le amaneció, estaba de parte de Oeste
y algo al noroeste de la isla Fernandina cerca de
la roca Nuevitas; la descripción que hace de esta
isla corresponde a ella en todos sus detalles esta faz
es muy llana sin montañas ninguna la parte Sueste
este de la isla es llana, todas playas sin roquedos, en
esa zona no hay abras ni apuertos, y “desviados de
tierra dos tiros de lombarda, hay en todas estas islas
tanto fondo que no se puede llegar a él”. Son exactas
sus anotaciones, a dos tiros de lombarda quería decir
a 2 millas, y bien se puede ver que a 2 millas cruza
cerca de la costa en esta zona y isobática de 100 brazas. Este pasaje del Almirante nos indica que él tenía
siempre un servicio de sondeos, precaución muy
natural en los marinos, sobre todo cuando se navega
en aguas bajas y “porque no me quiero detener por
calar y andar muchas de estas islas”, siguió su viaje “y
se corre toda esta parte de la isla Norueste–Sueste”.
Ese es el rumbo de esa zona de la isla de Cabo Verde
hasta llegar a Roca Nuevitas. Es notorio que para
haber llegado aquí tuvo que haber aprovechado toda
la noche costeando a poca vela y con cuidado esta
zona, desde Roca Nuevitas, y al amanecer se internó
en busca de la isla y “vine a una población y surgí”;
este lugar indudablemente fue un punto cercano
a Alligator Bay, (entre las puntas Ferguson y Bains
Bluff), en la parte Oeste y media de la isla.
Esta población de indios frente adonde el
Almirante se fondeó fue la que con el tiempo se
transformó en el puerto fondeadero que se le llama
SIMMS para embarcaciones de recreo, comerciales o
de cabotaje y yates que andan en esa costa, y “después
a horas tercia envié el batel de la nao en tierra por
agua” la hora de tercia era desde las 9h–10m de la mañana a las 12h–00m, mediodía, al decir “en este cabo
175
donde yo vine, y toda esta costa se corre Nornoroeste
y Sursueste” es indicativo de que se encontraba en
la parte de adentro del golfo que forma la isla en
su costa Oeste, el decir de él “aqui son los peces tan
disformes de los nuestros, ques maravilla. Hay algunos como gallos de los más finas colores del mundo,
azules, amarillos, colorados y de todos los colores, y
otros pintados de mil maneras y los colores son tan
finas, que no hay hombres que no se maraville y no
tome gran deseo a verlos”. Esta descripción unida
“aunque las aguas son siempre muy claras y se ve el
fondo”, son indicativas de la característica especial
de los bajos fondos y claros y por ende que esta descripción corresponde a los lugares por donde él estaba;
parece inverosímil el que se pueda considerar que el
Almirante haya cruzado por todos estos lugares con
sus barcos, pero si admitimos que sus naos no calaban
arriba de 6 pies, 1 braza, se podrá aceptar sin reservas
toda posibilidad de ello. Dice don Rafael Monleón en
su trabajo Las carabelas de Colón que la Santa María
tenía un calado medio 8 ½ pies (2.38 metros)”, el de
la Pinta y la Niña eran menores el calado traducido
abraza es de algo menos de 1 ½, de manera que estos
barcos por su construcción eran ventrudos y llanos en
el fondo y al haber sido construidos para unos 120
toneles antiguos (75 toneladas modernas de cargamento), para ese calado y al estar vacíos en natural
que su calado no pasara de 6 pies, 1 braza.
Esta condición en que navegaban eran otro factor de su gran velocidad, con viento fresco 9 millas
náuticas (12 antigua). Estas características no dejan
dudas de que el Almirante cruzara por entre los bajos al W de la isla Fernandina tal cual demostró en
sus descripciones y son consideraciones exclusivas
de haber estado en aguas bajas; este riesgo corrido
por el Almirante deja demostrado sus condiciones
de marino experto y hábil y sólo esta cualidad se
consigue en hombres verdaderamente curtidos en
los ajuares de la mar.
Miércoles 17 de octubre.
“A medio día partí de la población a donde yo
estaba surgido, y adonde tome agua para ir rodear
esta isla Fernandina, y el viento era Sudueste y Sur;
y como mi voluntad fuese de seguir esta costa desta
isla adonde yo estaba al Sueste, porque asi se corre
toda Nornorueste y Sureste, y quería llevar el dicho
camino de Sur y Sueste, porque aquella parte todos
estos indios que traigo y otro de quien hobe señas en
esta parte del sur a la isla que ellos llaman Samoet,
adonde es el oro: y Martín Alonso Pinzón, capitán
176
Ramón Julio Didiez Burgos
de la carabela Pinta, en la cual yo mande a tres de
estos indios, vino a mí me dijo que uno dellos muy
certificadamente le había dado a entender que por
la parte del Nornorueste muy más presto arrodearia
la isla. Yo vide que el viento no me ayudaba por
el camino que yo quería llevar, y era bueno por el
otro, di la vela al Nornoueste, y cuando fue acerca
del cabo de la isla, a dos leguas, halle un muy maravilloso puerto con una boca aunque dos bocas se le
puede decir, porque tiene un isleo en medio, y son
ambas muy angostas, y dentro muy ancho para cien
(38) navíos si fuera fondo y limpio, y fondo al entrada; pareciome razón del ver bien y sondear, y así
“Amediodia partí de la población adonde estaba sorjido” “di la vela
al Nornorueste, y cuando fui cerca del cabo de la isla, a dos leguas
halle un muy maravilloso puerto con una boca, aunque dos bocas
se le puede decir, porque tiene un isleo en medio para cien navíos si
fuera fondo y limpio y fondo a la entrada”.
surgí fuera dél, y fui en el con todas las barcas de los
navíos, y vimos que no había fondo. Y porque pensé cuando yo le vi que era boca de algún rio, había
mandado llevar barriles para tomar agua, y en tierra
halle unos ocho o diez hombres que luego vinieron
a nos y nos amostraron ahí cerca la población,
adonde yo envié la gente por agua, una parte con
armas, otra con barriles y asi lo tomaron; y porque
era lejuelos me detuve por espacio de dos horas, en
este tiempo anduve así por aquellos árboles, que era
las cosas más fermosa de ver que otra se haya visto;
veyendo tanto verdura en tanto grado como en el
mes de Mayo en el Andalucía, y los árboles todos
están tan disformes de los nuestros como el dia de
la noche; y asi las frutas, y asi las yerbas y las piedras
y todos las cosas. Verdad que algunos árboles eran
de la naturaleza de otros que hay en Castilla, por
ende había muy diferencia, y los otros árboles de
otras maneras eran tantos que no haya persona que
lo pueda decir ni asemejar a otros de Castilla. La
gente toda era una con los otros ya dichos, de las
mismas condiciones, y así desnudos y de la misma
estatura, y daban de lo que tenían por cualquier
cosa que le diesen; y aquí vide que unos mozos de
los navios les trocaron azagayas por unos pedazuelos de escudullas rotas y de vidrio, y los otros que
fueron por el agua me dijeron como habían estado en sus casas, y que eran de dentro muy barridas
y limpias, y sus camas y parámetros de cosas que son
como redes de algodón (39); (Hamacas) ellas las casas
son todas a manera de alfaneques, y muy altas y
buenas chimeneas (40); mas no vide entre muchas
poblaciones que yo vide ninguna que pasase de doce
hasta quince casas. Aquí fallaron que las mujeres
casadas traían brazas de algodón, la moza no, sino
salvo algunas que eran ya de edad de diez y ocho
años. Y ahí había perros mastines y branchetes, y
ahí fallaron uno que había al nariz un pedazo de
oro que sería como la mitad de un castellano, en el
cual vieron letras; reñí yo con ellos porque no se lo
regatearon y dieron cuando pedía, por ver que era
y cuya esta moneda era; y ellos me respondieron
que nunca se le osó regatear, después de tomada el
agua volví a la nao, y di la vela y salí al Norueste
tanto que yo descubrí toda aquella parte de la isla
hasta la costa que se corre Leste Oueste, y después
todos estos indios tornaron a decir que esta isla
era más pequeña que no la isla Samoet, y que
sería bien volver atrás por ser en ella más presto.
El viento allí luego más calmó y comenzó a ventar
Ouesnorueste, el cual era contrario para donde
habíamos venido, y asi tome la vuelta y navegue
toda esta noche pasada al Lestesueste, y cuando al
Leste todo y cuando al Sueste; y esto para apartarse
de la tierra, porque hacía muy gran cerrazón y el
tiempo muy cargado; él era poco y no me dejó llegar a tierra a surgir. Así que esta noche llovió muy
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
fuerte después de media noche hasta quasi el día, y
aun esta nublado para llover; y nos al cabo de la isla
de la parte del Sueste, adonde espero surgir fasta
que aclarezca para ver las otras islas donde tengo
que ir y asi todos estos días después que en estas
indias donde estoy ha llovido poco o mucho. Crean
vuestras Altezas que es esta tierra la mejor é más
fértil, y temperada, y llana, y buena que haya en el
mundo”.
El día 17 de octubre dice: “Esta isla es grandísima y tango determinado de la rodear”. “A medio día
partí de la población adonde yo estaba surgido, y
donde tomé agua para ir rodear esta isla Fernandina,
y el viento era Sudueste y Sur; y como mi voluntad
fuese de seguir esta costa desta isla donde yo estaba
al Sueste, porque así se corre toda Nornorueste y
Sureste y quería llevar el dicho camino del Sur y
Sueste, porque aquella parte todas estos indios que
Detalles del “maravilloso puerto, con una boca, aunque con dos
bocas se le puede decir, porque tiene un isleo en medio”.
177
traigo y otros de quien hube señas en esta parte del
sur a la isla a que ellos llaman Samoet”, y “Martín
Alonso Pinzón, Capitán de la carabela Pinta, en la
cual yo mandé a tres de estos indios, vino a mí y me
dijo que uno de ellos muy certificadamente la había
dado a entender que por parte del Nornorueste muy
mas presto arrodear la isla.
Yo vide que el viento no me ayudaba por el camino que yo quería llevar y era bueno por el otro,
de la vela al Nornorueste”, y “agora escribiendo esto
de la vela con el viento sur para pujar a rodear toda
la isla, y trabajar hasta que haya Samoet” y navegó
al Nornorueste y “cuando fue cerca del cabo de la
isla (Cabo Santa María), a dos leguas (es exacto 2 leguas, 6.4 millas náuticas), hallé un muy maravilloso
puerto con una boca, aunque dos bocas se le puede
decir, porque tiene un isleo en medio, y son ambas
muy angostas, y dentro muy ancho para cien navíos
si fuera fondo y limpio y fondo al entrada: pareciome razón del ver bien y sondear, y así surjí fuera
del, y fui en él con todas las barcas de los navíos, y
vimos que no había fondo, y porque pensé cuando
yo le ví que era boca de algún río, había mandado
llevar barriles para tomar agua” este lugar es el que
se le llama Glenton Sound (Arenal Glenton) en el
extremo norte de la isla y a 6.4 millas náuticas del
Cabo Santa María, para haber llegado a este lugar
tuvo que caminar 11 millas náuticas con viento del
Sur, el cual por ser un viento normal en esta zona,
no podría ser muy fresco, le imprimiría 3.5 millas
náuticas por hora serían las 3 horas y como salió
a mediodía (12h–06m verdadera) serían las 3h–06m
de la tarde cuando llegó a este lugar” y porque era
lejuelo me detuvo por espacio de dos horas.
En este tiempo anduve así por algunos árboles
que era la cosa más fermosa etc., el sol se pone en
este lugar y a este fecha a las 5h–36 p.m. y por lo
que se ve, el Almirante llegó a bordo casi a la puesta
del sol; aún tenía suficiente luz para salir, como lo
hizo.
“Después de tomada el agua volví a la nao, y dí
la vela y salí al Norueste tanto que yo descubrí toda
aquella parte de la isla hasta la costa que corre Leste
Oueste”.
Como se puede ver en la carta, la descripción de este puerto es tan exacta que no merece
discusión a 6.4 millas náuticas (2 leguas) antes de
llegar a Cabo Santa María, de la Isla Larga (Long
Island). En la Fernandina, se encuentra el puerto
Glenton Sound, formado entre dos penínsulas, en
178
Ramón Julio Didiez Burgos
cuya boca y en la parte norte, de ella hay un cayo,
llamado Hog, (Cochino); luego más al norte, hay
otro cayo y entre éste y la península del norte hay
un segundo cayo alargado que deja entre el cayo
con propiedad. El recorrió desde Cabo Verde hasta
Roca Nuevitas 39 millas náuticas, desde este punto
al E. de West Rock hasta aguas profundas de 2.5 a 3
brazas al Norte, 7 millas náuticas, desde ahí hasta el
“di la vela, y salí al Norueste tanto
que yo descubrí toda aquella parte de
la isla hasta la costa que se corre Leste
Oueste”, “el viento allí luego más calmo
y comenzó a ventar Ouenorueste,…
Así tome la vuelta y navegué toda esta
noche pasada al Lestesueste, y cuando al
Leste todo y cuando al Sueste”.
más grande y la península dos canales muy estrechos. Considero que más claro no se puede ser en la
descripción. Cuando dice: “Esta isla está desviada
de la Santa María ocho leguas cuasi Leste Oueste:
en este cabo donde yo vine, y toda esta costa corre
Nornorueste–Sursueste, y vide bien veinte leguas
de ellas más ahi no acababa”. Fundamentada la distancia entre las islas, la que había entre el través del
cabo N.W de la isla Santa María de la Concepción
y la marcación de la costa E y Sur de la Fernandina
igual a N 1/4 N W que fue la distancia navegada
25.4 millas náuticas igual a 8 leguas.
El llegó a estas costas en el crepúsculo “cuasi
Leste Oueste” y fue motivado al error total que
tenía su compás; en la parte norte de la isla sus
costas se corren Nornorueste y Sursueste; a esto
se le podría llamar en esta época sin ambages de
ninguna clase, una fotografía cartográfica, sin cámaras de instrumentos, y “vide bien veinte leguas
de ella”, así fue, ese fue el camino que recorrió
desde Cabo Verde hasta donde estuvo fondeando,
porque le faltaban 5.5 leguas 17.4 millas náuticas
para llegar al final de la isla; pero veamos si él habló
fondeadero de Alligator Bay (Puerto Simms), 17.5
millas náuticas, hacen un total de 63.5 millas igual
a 20 leguas, “más ahí no acaba”, le faltaban 17.4
millas. 5.5 leguas para terminar la isla.
La isla tiene en total una longitud de 57 millas o sea 18 leguas y como hay críticos que han
tratado de corregirlo, dando la información de la
largura de la isla y no la de su distancia hecha en
su derrota, que fue lo que él indico, al no interpretar con corrección la información que el daba,
que era la de su derrota y no la de la isla. Luego de
haber vuelto a la nao con el agua dice: “di la vela y
salí al Norueste tanto que yo descubrí toda aquella parte de la costa que se corre Leste-Oueste, y
después todos los indios tornaron a decir que esta
isla era más pequeña que no la isla Samoet. Y que
sería bien volver atrás por ser en ella mas presto.
El viento allí luego más calmo comenzó a ventar
Ouesnor-ueste, el cual era contrario para donde
habíamos venido, y así tome la vuelta y navegué
toda esta noche pasada al Lestesueste, y cuando al
Leste todo y cuando al Sueste; y esto para apartarme de la tierra, porque hacía muy gran cerrazón y
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
el tiempo muy cargado; él era poco y no me dejo
llegar a tierra surjir.
Hasta aquí la cita. Al salir de donde estaba fondeando en el fondeadero de Glenton Sound, corrió
al Norueste para acabar de liberar el extremo Norte
de la isla Fernandina que corre Leste Oueste, y bajo
la insistencia de los indios en indicarle para el sur
estaba la isla de Samoet, que era en la que había
mucho oro y no para el norte, él quiso volver al
sur, esa ruta era ya conocida; pero al calmársele el
viento y luego soplar del Ouenoroueste contrario
de donde había venido, Sueste, siguió el viento y
navegó con él en popa, no pudo volver a tierra a
fondear por estar la noche muy cerrada y muy oscura y lloviendo, ineludiblemente, tuvo que amainar velas y dejarse correr con la suficiente velocidad
para gobernar las carabelas a no menos, y esto para
sostener su rumbo, de 3 a 3.5 millas náuticas que
serían aproximadamente 1 legua por hora; al estar
navegando con noche obscura, cerrada y lloviendo
al norte de la Fernandina, no pudo ver hasta dónde
caía la costa de esta isla al Sursueste para haber
mirado, y como tal sucedió, siguió navegando al
“Lestesueste, y cuando el Leste todo y cuando al
Sueste” durante unas 12 horas sobre dicho rumbo,
esto es, hizo durante la noche unas 49 millas de
camino en un rumbo promedio de Lestesueste y
“Nos al cabo de la isla de la parte del Sueste, adonde espero surjir fasta que aclarezca para ver las otras
islas donde tengo que ir”.
El sol sale en esta latitud y para esta fecha a
las 6h–24m hora verdadera y aclarece a eso de las
5h–50m; después de una hora de correr con poca
velocidad y a un rumbo determinado durante
unas 12 horas desde una posición algo Norte de
la isla Fernandina, pregunto ¿Al Sueste de que
isla él estaba para querer surgir en aclarecer? No
era la Fernandina porque con ese rumbo y con
ese tiempo, ni el uno le daba para llegar cerca de
Cabo Verde, ni el otro le era suficiente claro para
permitirle dirigirse con seguridad hasta el, era otra
isla, Rum Cay (Cayo Ron). La Santa María de la
Concepción de otros investigadores, es la isla que el
pretendió surgir en el Sueste y no lo hizo.
En la tardecita, ya algo obscuro, cuando salió
de Glenton Sound al reconocer la costa Norte de
la isla Fernandina que corre “Leste–Oueste” el
efecto óptico que produce la obscuridad, no pudo
dimensionar los contornos de la isla Fernandina;
le hizo ver toda la costa que corría al Sursueste,
179
como si fuera al “Leste-Oueste” y al cerrársele la
noche, y lloverle, la perdió en la obscuridad y no
quiso correr un riesgo sino seguir sus rumbos todos
en el promedio del Lestesueste, desde el norte de
Fernandina al Sueste de Rum Key o La Santa María
de la Concepción, aceptada por los Colombista,
hay 49 millas en un rumbo Leste-sueste desde donde viró a las 7h–58m; no deja duda alguna que esta
era la isla donde amaneció el día 18 de octubre, no
le puso nombre, como tampoco se lo puso a la isla
Acklin, (su nombre quedó envuelto en el de Santa
María de la Concepción) como tampoco a Plana
de E. como tampoco a la Pequeña Exuma, todas
estas islas las vio pero ninguna tenía la importancia
debida para llevar el nombre de su protectora que
“y nos al cabo de la isla de la parte del Sueste donde espero surgir
fasta que aclarezca” Jueves 18 de Octubre” Después que alcarecio
seguí el viento (Norte), y fui en derredor de la isla cuanto pude, etc.
180
Ramón Julio Didiez Burgos
lo reservaba para la isla Samoet que era grande y
don “nace el oro”.
Jueves 18 de octubre.—
“Después que aclareció seguí el viento y fui en
derredor de la isla cuanto pude, y surgí al tiempo
que ya no era de navegar; mas no fui en tierra, y en
amaneciendo di la vela”.
Desde la posición Sueste de Rum Key (Cayo
Ron) hasta la Fernandina hay 20 millas; a la isla
Fernandina la corre en el centro de una cadena
de montañas desde Cabo Santa María hasta Cabo
Verde; el Almirante desde donde estaba la veía
y sabía que esa era la Fernandina, y “Después le
aclareció siguió el viento”. Esto es indicativo de que
el viento le cambio hacia el Norte, el mismo viento
del día siguiente 19, porque la dirección que tomó
fue el de la Fernandina y a esta se seguía desde la
porción donde él estaba o un rumbo entre Sur y
Sursuoeste; él demandaba a Cabo Verde en el Sur, y
debemos considerar que en la realidad de fecha de
28 de octubre en el calendario gregoriano, porque
sabemos que la fecha estaba atrasada en 10 días en
el calendario juliano que era el calendario por el
cual el Almirante se regía; en estos tiempos cercanos
al invierno de vez en cuando en las Bahamas soplan
los vientos Norte algo frescos, vientos que han sido
confirmados por mí, en diferentes y múltiples viajes que hube hecho a Estados Unidos de América, a
diferentes puertos del Atlántico, y me he internado
por entre estas islas por ser más protegidos y más
agradables a la navegación.
No cabe ninguna mentalidad esperar que este
“nos al cabo de la isla de la parte del Sueste” sea el
cabo Verde de la Fernandina, puesto que para llegar
a él tendría que ser a un rumbo Sursueste, el que
no siguió, ni indicó en su Diario; además de que el
tiempo de unas 10 horas hubiera tenido que caminar
a razón de 6 millas náuticas por hora para haber amanecido en Cabo Verde, imposible también “porque
hacía muy gran cerrazón y el tiempo muy cargado”,
y sería insensato de todo marino que con un tiempo
como ese, anduviera sin la debida precaución de
pocas velas que daba poca velocidad, tan sólo para
su gobierno; si a esto añadimos el que el día 18 de
octubre lo pasó navegando y siguió “el viento”.
Lo escueto del informe correspondiente al día
18, revela que ese día el Almirante se lo pasó descansando de la vela que tuvo toda la noche pasada,
su actividad en ese día estuvo reducida a la mañana.
“Después que aclareció (aclarece a las 5h–50m)
y en la tarde que “surjí al tiempo que ya no era de
navegar (a las 5h–37m se puso el sol), deja dicho que
desde que aclareció hasta que obscureció pasaron
11 horas - 47 minutos para navegar, 43 millas náuticas, esto es, una velocidad de 4 millas náuticas,
corrió 1 ¼ de legua por hora aproximadamente,
hasta que fondeó en el lado Oeste de Cabo Verde
en el Sur de la isla Fernandina; un navegante como
Almirante no podía pasar por alto y no anotarlo,
todos los detalles que se encontraron en la travesía,
tales como, la ensenada y puerto de Clarense, el
sentido Oeste de la costa en esta parte y lo bravío
de la costa; la noche fue dura y se sintió cansado y
dejó a su piloto Juan de Lakotza actuar, ya que el
día se le presentó con garantía de recostarse para
una nueva aventura; luego de fondear evidenció
su estado físico, “mas no fui a tierra”, aprovechó
la noche para reposar; la noche del día 16 la pasó
navegando, la noche del día 17 también la pasó
en vela en la toldilla de la Santa María, era natural
que sintiera el cansancio de la guardia permanente
durante dos días completos y aprovechó la calma
del mar y el tiempo maravilloso del Norte para
descansar en su camarote en el día y en la noche
del 18 de octubre.
Antes de seguir con el viaje del día 19 de octubre, consideró hacer algunas aclaraciones acerca del
bojeo de la isla Fernandina, ya que esta se presta
y acomoda a dos rutas, desde el Sur, por el Oeste
o por el Este. El Almirante, en su relación del día
16 que comprende parte del 17 de octubre y en el
día 17, no especifica cuál de los dos lados escogió
para remontar y rodear la isla, pero si da señales inequívocas de cual fue de estas la que escogió. Estas
señales las presenta de manera irrebatible.
Al llegar a la isla Fernandina, ya entrada la
tardecita, recorre la parte Sur y hacia el Norte de
la isla se expresa “y se corre esta parte de la isla
Norueste-Sueste”. Este rumbo sólo se encuentra en
la parte al Oeste y del Sur de la isla; de la parte del
E, se encuentran dos rumbos N 1/4 NW y NW 1/4
N y “todas playas sin roquedos, salvo que a todas
hay algunas peñas cerca de tierra debajo del agua
por donde es menester abrir el ojo cuando se quiere
surgir e no surgir mucho cerca de tierra, aunque
las aguas son siempre muy claras y se ve el fondo”
este pasaje se comporta y encaja perfectamente en
el trozo de costa de la isla de la parte del Oeste de
Roca Nuevitas hasta Cabo Verde, sobre todo en la
parte que forma el codo la isla llamada Turtle Cove,
lugar con mucho fondo y algunas piedras fuera del
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
Bojeo de la isla Fernandina.
181
182
Ramón Julio Didiez Burgos
agua, tales como Stepheson Rock con 25 pies sobre
el nivel del mar, Long Rock y W Comer Rock;
además de piedras que no afluían y son peligrosas a
los barcos que fondean ahí, por este lugar anduvo
al empezar la primera guardia. Tal cual se describe, en tanto de la parte Este no tiene cabida este
relato; desde Clarence Harbour hasta Cabo Verde,
la costa es bravía y profunda hasta muy cerca de
ella en la cual se forma una especie de acantilado,
no hay playas y tratar de fondear en esta zona se
expone cualquier buque de ser tirado a la costa, ya
que esta recibe directamente todo el oleaje vivo del
Atlántico por estar abierto a él.
“Aquí son los peces tan disformes de los nuestros
que maravilla, hay algunos hechos como gallos de
los más finos colores del mundo, azules, amarillo,
colorado y de todos los colores, y otros pintados y
de mil colores, y los colores son tan finos, que no
hay hombres que no se maravillen y tomen gran
descanso a verlos”.
Esta descripción se ajusta perfectamente a zonas
marítimas del remanso y de aguas bajas, y esta condición existe solamente en la isla Fernandina, en
la costa Oeste, en los bajos formados por su parte
media, entre Punta Ducanson y Glenton Sound;
en la parte del Este esta descripción no cuadra en
ninguna de sus zonas.
Luego dice: “y como mi voluntad fuese de seguir
esta costa desta isla adonde yo estuve al Sueste (se
refería a cabo Turtle Cove), porque así se corre todo
Nornorueste y Sursueste y quería llevar el dicho camino de Sur y Sueste”. “Indica la posición donde estaba
en la parte Oeste de la isla en el fondeadero cercano
o en Alligator Bay. –Manifestó el deseo de devolverse
a donde estuvo fondeando en el cabo Turtle Cove;
aquí la costa corre como él dijo Nornordeste, quería
volver por el camino por donde vino a esa, que fue el
del Nordeste; su contrario Surueste hasta Nuevitas y
llevar el camino Sur y Sueste.
Como se puede ver más claridad, no es necesario
de que estaba entre los bajos de la parte Oeste, es
posible acondicionar algunos detalles de este párrafo
en la parte Este de la isla, pero no así el rumbo de
retorno; cualquier punto en que estuviera en la costa,
no hubiera podido seguir un rumbo Surueste.
Continúa y dice: “di la vela al Nornorueste, y
cuando fue cerca del cabo de la isla, a dos leguas
hallé un maravilloso puerto con una boca aunque
dos bocas se le puede decir, porque tiene un isleo en
el medio y son ambas muy angostas, y dentro muy
ancho para cien navíos, si fuera fondo y limpio y
fondo a la entrada”.
Como hemos dicho anteriormente, este puerto se encuentra en la costa oeste de la isla y a 6.4
millas del Cabo Santa María y le encontró cuando
remontaba la isla al rumbo “Nornorueste y cuando
fue, cerca del cabo”; de haber remontado la isla por
la parte del Este, hubiese hecho el rumbo indicado
pero no hubiera encontrado este puerto a menos
que hubiera virado al Sursurueste el cabo de Santa
María, maniobra no indicada ni registrada por él,
porque en el lado Este y Norte no hay puertos, sino
del lado Oeste y Norte.
También hubiera podido ver perfectamente la
isla Rum Cay y haberla anotado detalles del bojeo
de la isla Fernandina expuesto anteriormente evidencian de una manera categórica que el Almirante
rodeo la isla por la parte del Oeste hasta al Norte y
luego de reconocer a Rum Cay, bajo el Cabo Verde
de la Fernandina, no hay otra alternativa en cuanto
a la derrota del Almirante alrededor de la isla.
Capítulo VIII
Desde el día 19 de
octubre hasta el día 27
Viernes 19 de octubre.—
“En amaneciendo levanté las anclas y envié la
carabela Pinta al Leste y Sueste y la carabela Niña
al Surueste y yo con la nao fui al Sueste, y dado
orden que llevasen aquella vuelta fasta medio día,
y después que ambas se mudasen las derrotas y se
recogieran para mí; y luego antes de que andásemos
tres horas vimos una isla al Leste, sobre la cual descargamos, y llegamos a ella todos tres navíos antes
de mediodía a la punta del Norte, adonde hace un
isleo y una restinga de piedra fuera de él al Norte
y otra entre él y la isla grande; la cual anombraron
estos hombres de San Salvador, que yo traigo, la isla
Samoet, a la cual puse nombre la Isabela (41).
El viento era Norte, y quedaba el dicho isleo
en derrota de la isla Fernandina, de adonde yo
había partido Leste Oueste, y se corría después la
costa desde el isleo al Oueste, y había en ella doce
leguas fasta un cabo, a quien yo llamé el Cabo
Hermoso (42), que es el de la parte del Oueste;
y así es fermoso, redondo y muy fondo, sin bajas
fuera de él, y al comienzo de piedra y bajo, y más
adelante es playa de arena como cuasi la dicha
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
costa es, y ahí surgí esta noche viernes hasta la mañana. Esta costa toda, y la parte de la isla que yo vi, es
toda cuasi playa, y la isla mas fermosa, esta es más, es
de muchos árboles y muy verdes, y muy grandes; y
esta tierra es más alta que las otras islas falladas, y en
ella algún altillo, no que se le pueda llamar montaña,
mas cosa que afermosea lo otro, y parece de muchas
aguas allá al medio de la isla; de esta parte al Nordeste
hace una grande angla, y hay muchos arboledos, y
muy espesos y muy grandes. Yo quise ir a surgir en
ella para salir a tierra, y ver tanta fermosura; mas
era el fondo bajo y no podía surgir salvo largo de
tierra, y el viento era muy bueno para venir a este
cabo, adonde yo surgí agora, el cual puse nombre
Cabo Fermoso, porque así lo es; y así no surgí en
aquella angla, y aunque vide este cabo de allá tan
verde y tan fermoso, así como todas las otras cosas
y tierras destas islas que yo no sé adónde me vaya ni
me se cansar los ojos de ver tan fermosas verduras
y tan diversas de las nuestras, y aun creo que ha en
ellas muchas yerbas y muchos árboles, que valen
mucho en España, para tinturas y para medicinas
de especería, mas yo no los cognozco de que llevo
grande pena. Y llegando yo aquí a este cabo vino
el olor tan bueno y suave de flores o arboles de la
tierra, que era la cosa más dulce del mundo. De
mañana antes que yo de aquí vaya iré en tierra a
183
ver qué es aquí en el cabo; no es la población salvo
más allá adentro adonde dicen otros hombres que
yo traigo, que está el Rey y que trae mucho oro; y
yo de mañana quiero ir tanto avante que halle la
población, y vea o haye lengua con este Rey, que
según estos dan las señas, el señorea todas estas islas
comarcanas y va vestido, y trae sobre sí mucho oro;
aunque no doy mucha fe a sus decires; así por no
los entender yo bien, como en cognocer aquellos
son tan pobres de oro, que cualquiera poco que este
Rey traiga les parece mucho a ellos. Este a quien yo
digo Cabo Fermoso, creo que es la isla apartada de
Saometo, y aún hay ya otra entre medias pequeñas;
yo no curo así de ver tanto por menudo, porque
no lo podía facer en cincuenta años, porque quiero
ver y descubrir lo más que yo pudiere para volver
a vuestras Altezas, a nuestro Señor aplaciendo en
Abril. Verdad es que fallando adonde haya oro o
especería en cantidad, me determine fasta que yo
haya de ello cuanto pudiere; y por esto no fago sino
andar para ver de topar en ello.”
El día 19 salió al amanecer y ordenó a la carabela la “Pinta ir al Lesueste y la carabela Niña al
Sursueste y yo con la nao fuí al Sueste “con la orden
de llevar esos rumbos hasta medio día. Y después
que ambas “mudasen las derrotas y recojieran para
mi” y antes de caminar tres horas vieron una isla al
“En amaneciendo levante las anclas y envié la
carabela Pinta al Leste
y Sueste, y la Carabela
Niña al Sursueste, y yo
con la nao fui al Sueste”.
184
Ramón Julio Didiez Burgos
“Sobre la cual descargamos, y llegamos a ella todos tres navios antes
de medio dia a la punta del norte, adonde nace un isleo y una restinga de piedra fuera de el, al Norte y otro entre el y la isla grande… a
la cual puse nombre la Isabela”.
Leste, esta fué la isla Fortuna o Cayo Largo y lo que
vieron fué la Loma Fortuna que se eleva a 110 pies
sobre el nivel del mar y con una visibilidad de 12
millas náuticas más de 5.1 millas correspondiente
a la altura que estaba el Almirante sobre la toldilla
de 25 pies son 17.1 millas náuticas y éste, antes de
las tres horas estaba a 14 millas de la isla, y “sobre
la cual descargamos y llegamos a ella todos tres navíos antes de mediodía a la punta del Norte donde
hace un isleo y una restinga de piedra fuera de él al
Norte, y otro entre él y la isla grande”; se puede ver
en la costa que existe entre la isla Fortuna o Cayo
largo y la isla Crooked (la isla grande) un canal que
separa ambas islas y en el una isleta; además en los
alrededores de esta isleta hay dos más pequeñas,
Rats y Goats Cays, Cayo Ratas y Cabras, y dos
piedras que afloran según lo que muestra la cartografía moderna. Las observaciones del Almirante
son exactísimas y los cartógrafos actuales han confirmado lo escrito hace 475 años, “por un loco, un
ambicioso, y dizque un cartógrafo,” y otras frases
despectivas, y ahí la tienen, tal cual él la describió
y si la hubiera cartografiado, hoy no hubiésemos
discurrido tanto para averiguar su derrota, cuando dice; “y otra entre él y la isla grande; la cual
nombraron estos hombres de San Salvador, que yo
traigo, la isla Saometo, a la cual puse por nombre
la Isabela”. Por lo que se ve le puso nombre de la
Isabela a la isla Fortuna (Cayo Largo).
Es indiscutible que el “isleo” de que habla el
Almirante es la isleta que existe entre la isla Fortuna
al Norte y la isla Crooked o Santa María de la
Concepción en su parte Suroeste.
Desde el isleo en la isla Fortuna, Isabela, Cayo
Largo o Saometo el Almirante vio al Norte un Cabo
y decidió ir allá y véase cómo explica su travesía a
el: “el viento era Norte, y quedaba el dicho isleo en
derrota de la isla Fernandina, de donde yo había partido Leste-Oueste, y se corría después la costa desde
el isleo al Oueste, y había en ella doce leguas fasta el
cabo, a quien yo llame el cabo Hermoso, que es de
las partes del Oueste”. Como el viento era norte, el
no podía navegar hacia el Norte en sus carabelas por
ser de velas redondas o cuadradas, y estas no podían
ceñir o navegar a la bolina, a un ángulo menor de 6
cuartas con la dirección del viento (N 67ºW), que
era Norte y como suposición era al Sur del Cabo
y el quería ir allá, salió con rumbo Oenorueste (N
67ºW), 6 cuartas, y navegó en ese rumbo y después a
una distancia de 21 millas náuticas estaba a 11 millas
de la Fernandina viró hacia el Leste-Oueste con proa
hacia el Cabo, y distaba el 17 millas náuticas en esta
nueva derrota al formar un ángulo de 90 con la incidencia del viento, el Almirante tenía 2 cuartas más
para barloventear si derivaba algo por abatimiento
y poder caer perfectamente en el cabo; tal y cual lo
hizo, con rumbo desde el isleo a 6 cuartas del viento
N, le salió la Fernandina por la proa, “quedaba el
isleo en derrota de la isla Fernandina”, cuando viró
a 11 millas en la derrota, “viró al Este”, de donde
yo había partido Leste Oueste” se corría después la
costa desde el isleo al Oueste” exacto, la costa desde
el isleo hasta cabo hermoso corre al Oueste “y habrá
en ella 12 leguas fasta un cabo a quien yo llame cabo
Hermoso” fue preciso y de exactitud matemática, a
pesar de no tener corredera, desde el isleo corrió al
Ouenorueste hasta la demora Leste Oueste del Cabo
y ahí hay 21 millas, y desde ese punto de viraje al
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
185
“El viento era Norte y quedaba
el dicho isleo en derrota de la
isla Fernandina, de donde yo
había partido Leste Oueste y
se corría la costa desde el isleo
al Oueste y había en ella doce
leguas fasta un cabo, a quien yo
llamo al Cabo Hermoso”.
Leste hasta el cabo 16 millas, 38 en total igual a 12
leguas, y este cabo Hermoso es el cabo Noroeste
de la isla Crooked o Santa María que en el cual
se levanta una loma llamada Stopper Hill y “asi es
fermoso, redondo y muy fondo, sin baja fuera de
él, y el comienzo de piedra y bajo, y más adentro es
playa de arena como cuasi la dicha costa y ahí surgí
esta noche viernes hasta la mañana”. Si se examina
la carta geográfica se puede ver aquí la descripción
que hace el Almirante, corresponde a la zona, lo
que hoy se llaman Portland Harbour y Pitts Town
Point; cerca de esta punta es acantilada, entre Bird
Rock y la Punta Landrail; fue el lugar donde él
estuvo fondeando; en toda esta costa la isobática de
100 brazas corre a 0.5 millas de la costa.
Cuando el Almirante arribó a la isla Fortuna
lo hizo por el Sudoeste; y en dirección de la Loma
Fortuna costeó la isla hacia el norte y vió toda esta
costa, y hasta el isleo, de ahí la descripción que hace
de ella “esta costa toda, y la parte de la isla que yo vi;
es toda cuasi playa” y “parte del Nordeste hace una
grande angla,” refiriéndose a una ensenada formada
por la isla Crooked, la Isabela o isla Fortuna o Cayo
Largo y desde el isleo llegó al Cabo Hermoso en la
forma como ya lo expliqué, al decir “Y esta tierra es
más alta que las otras islas falladas y en ella algún
altillo que no se le pueda llamar montaña” se refirió
a los Montes Blus Hill y Pesgash que están en la
isla y tienen 200 pies de altura, las lomas más altas
encontradas por él y lo evidencia al decir: y parece de
muchas aguas allá al medio de la isla. Así es, la isla
Crooked o Santa María tiene cerca del cabo una gran
laguna que por su tamaño es posible que se haya
conservado a través del tiempo hasta ahora, y no que
dudarlo cuando dice “Este a quien yo digo Cabos
Fermosos creo que es la apuntada de Saometo, y aún
hay ya otra entre medias pequeñas” la isla Crooked
o Santa María de la Concepción tiene una laguna
grande en el medio y desagua por dos canales que
corren norte-sur, “juntándose a unas 3 millas de su
nacimiento en un solo brazo, formando una isleta
en el medio y desemboca en la dársena o Golfo
formado por las islas Crooked, Acklin y Fortuna o
Cayo Largo; al expresarse de las bellezas de esta isla
hace uso de una moraleja en la cual es posible que
envuelva su edad. Yo no curo así de ver tanto por
menudo, porque no podía facer en cincuenta años,
porque quiero ver y descubrir lo más que yo pudiera
para volver a vuestra Alteza”. Si así intentó hacerlo.
¿Denunció su edad y el año de su nacimiento 1442?
Sábado 20 de octubre
Isla Isabela
“Hoy al sol salido levanté las anclas de donde
yo estaba con la nao surgida en esta isla de Saometo
al cabo del Sudueste yo puse nombre al Cabo de la
186
Ramón Julio Didiez Burgos
que eran acostumbradas de hacer, iría a surgir; mas
no quise”.
El día 20 de octubre dice que después del sol
haber salido levantó las anclas de donde estaba surgido en la isla de Isabela, Saometo (Fortuna o Cayo
Largo) en el cabo del Sudueste (Punta Windsor) al
cual él le puso el nombre de Cabo de la Laguna; el
Diario no es claro en los acontecimientos de este
día pues, no dice en qué momento se traslado el
Almirante desde el fondeadero de Punta Landrail,
en Cabo Hermoso a la Punta Sur de la isla Fortuna,
Cayo Largo o Isabela, sino que lo hace salir de dicha punta sin decir cuando llegó ahí, o sea, que lo
encontramos fondeando en dicho cabo el día 20 sin
conocer las incidencias de un corto viaje.
Desde este Cabo se internó en el Golfo formado por las tres islas, Crooked, Acklin y Fortuna o
Cayo Largo y que es sumamente bajo y peligroso
y navego al “Nordeste y al Leste” hacia la parte
“Sueste y Sur” de dicha islas y encontró, como era
natural, muy “bajo el fondo, llegó muy adentro
Lugar donde estuvo fondeando en Cabo Hermoso.
“y se corria después la costa desde el isleo al Oueste”.
Laguna (Punta Windsor) y a la isla la Isabela, (isla
Fortuna o Cayo Largo) para navegar al Nordeste
y al Leste de la parte del Sueste y Sur, adonde
entendí de estos hombres que yo traigo que era la
población y el Rey de ella; y fallé todo tan bajo el
fondo, que no pude entrar ni navegar a ello, y vide
que siguiendo el camino del Sudueste era muy gran
rodeo, y por esto determiné de volver por el camino
que yo había traído del Nornordeste de la parte del
Oueste, y rodear esta isla (43) para el viento me
fué tan escaso, que yo nunca pude haber la tierra
al longo de la costa salvo en la noche; y por que
peligro (44) surgir en estas islas, salvo en el día que
se vea con el ojo adonde se echa el ancla, por que
es todo manchas, una de limpio y otra de non, yo
me puse atemporejar a la vela toda esta noche del
Domingo. Las carabelas surgieron porque se hallaron en tierra temprano, y pensaron que a sus señas,
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
de la ensenada e intento salir al Sudueste entre la
isla Acklin y los cayos South, Wood Guana, Fish y
North que forman los bajos del centro de la entrada de la ensenada, como “era muy gran rodeo” se
devolvió para tomar el camino del Sursudueste que
187
enigmático para ellos, comprender hasta donde
era posible el arrojo del Almirante como Marino
de pura cepa, y con una experiencia nunca vista ni
calibrada.
“Hoy el sol salido levanté, las anclas de donde yo estaba con la nao
surjida en la isla de Saometo, al
cabo del Sudueste, aonde yo puse
nombre el Cabo de las Lagunas y
a la isla la Isabela”.
era el que había traido del “Nornordeste de la parte
del Oeste” de la isla Fortuna o Isabela o Saometo;
el viento no le ayudó y no podía llegar a ella de
día y temporizo toda la noche del domingo 9 (yo
digo que fue Sábado) en los bajos de la ensenada,
a pesar de que de la Pinta a la Niña le hacían las
señales convenidas que se hallaban al Surueste de
la isla Fortuna o Isabela; él prefirió sostenerse en
medio de la ensenada hasta la mañana por eso dice;
“el viento me fue tan escaso, que yo nunca pude
haber la tierra al longo de la costa salvo en la noche;
y por ques peligro surgir en esta isla, salvo en el día
que se vea con el ojo adonde se echa el ancla, por
que es todo manchas, una de limpio y otra de non,
yo me puse a temporizar a la vela toda la noche del
domingo (sábado)”. El que dude que el Almirante
no anduvo entre los bajos de la ensenada por las
tres islas Acklin, Crooked y la isla Fortuna o Isabela
o Saometo en la descripción del día 20 de octubre,
tiene la prueba el hecho de que, muchos analistas
de su derrota han soslayado este hecho; no significa que no lo han querido hacer, sino que se hizo
Domingo 21 de octubre.
“A las diez horas llegué aquí a este cabo del
isleo, y surgí y así mismo las carabelas; y después de
haber comido fui en tierra, adonde aquí no había
otra población que una casa, en la cual no fallé a
nadie que creo que con temor se habían fujido,
porque en ella estaban todos sus aderezos de casa.
Yo no le deje tocar nada, salvo que me salí con
estos capitanes y gente a ver la isla; que si las otras
ya vistas son muy fermosas y verdes y fértiles, esta
es mucho mas y de grandes árboles y muy verdes.
Aquí es unas grandes lagunas, y sobre ellas y a la
rueda es el arboledo en maravilla, y aquí y en toda
la isla son todos verdes y las yerbas como en e abril
en el Andalucía; y el cantar de los pajaritos que
parece que el hombre nunca se querria partir de
aquí, y las manadas de los papagayos que ascurecen
el sol; y aves y pajaritos de tantas maneras y tan
diversas de las muestras, que es maravilla y después
de arboles de mil maneras, y todos de manera fruto, y todos huelen que es maravilla, que yo estoy
el mas penado del mundo de no los cognoscer,
188
Ramón Julio Didiez Burgos
porque soy bien cierto que todos son cosa de valia,
y de ellos traigo la demuestra, y así mismo de las
yerbas. Andando así en cerco de una destas lagunas
vide una sierpe (45), la cual matamos y traigo el
cuero a vuestra Alteza, ella como nos vido se echo
en la laguna y nos la seguimos dentro, porque no
era muy fondo, fasta que con lanzas la matamos es
de siete palmos en largo; creo que estos semejantes
“Para navegar al Nordeste y al Leste de la parte del Sueste y Sur…
Y fallí todo tan bajo el fondo, que no pude entrar ni navegar a ello,
y vide que siguiendo el camino del Sudueste era muy gran rodeo”.
hay aquí en esta laguna muchas. Aquí cognosí del
liñaloe, y mañana he determinado de hacer a la nao
diez quintales, porque me dicen que vale mucho.
También andando en busca de muy buena agua,
fuimos a una población aquí cerca, adonde estoy
surto media lengua; y la gente della como nos
sintieron dieron todos a fugir, y dejaron las casas y
escondieron su ropa y lo que tenían por el monte;
yo no dejé tomar nada ni la valía de un alfiler.
Después se llegaron a nos unos hombres dellos,
y uno se llegó del todo aquí; yo di unos cascabeles y
unas cuentecillas de vidrio, y quedo muy contento
y muy alegre, y porque la amistad crecía mas y los
requiriese algo le hice pedir agua, y ellos después
que fui en la nao vinieron luego a la playa con sus
calabazas llenas y folgaron mucho de dárnoslas, y
yo les mande dar otro remalejo de cuentecillas de
vidrio, y dijeron que de mañana vernían acá. Yo
quería hinchir aquí toda la vasija de los navíos de
agua; por ende si el tiempo me da lugar, me partiré
a rodear esta isla fasta que yo haya lengua con este
Rey, y ver si puedo haber del el oro que oyo que
trae, y después partir para otra isla grande mucho,
que creo que debe ser Cipango, según las señas que
me dan estos indios que yo traigo, a la cual ellos
llaman Colba (46), en la cual dicen que ha naos
y mareantes muchos y muy grandes; y de esta isla
otra que llaman Bosio (47), que también dicen que
muy grande, y a las otras que son entremdio veré
asi de pasado, y según yo fallare recaudo de oro o
especería determinare lo que he de facer.
Más todavía tengo determinado de ir a la tierra
firme y a la ciudad de Guisay, y dar las cartas de
vuestra Alteza al Gran Can, y pedir respuesta y
venir con ella”.
A las 10 horas (medio día, diez ampolletas), llegó
al cabo del isleo o sea a la punta Norte de la isla
Fortuna (Cayo Largo o Saometo) fondeó en conjunto con las tres carabelas, anduvo por tierra buscando
oro, y por encontrarse con el Rey de la isla, los indios
le informaron de la isla de “Colba” que debió ser por
interpretación fonética “Cuba” en la cual dicen que
“ha naos y mareantes muchos y muy grandes, y de
esta isla otra que llaman Bosio que también dicen
ques muy grande, y a las otras que son entremedio
vere asi de pasada”. Un nuevo incentivo para seguir
viaje y seguir su reconocimiento de las islas.
Lunes 22 de octubre.—
“Toda esta noche y hoy estuve aquí aguardando
si el Rey de aquí o otras personas trerian oro ó otra
cosa de substancia, y vinieron muchos de esta gente,
semejantes a los otros de las otras islas, así desnudas,
y asi pintados dellos de blanco. Dellos de colorado,
dellos de prieto, y así de muchas maneras. Traían
azagayas y algunos ovillos de algodón a resgatar; el
cual trocaban aquí con algunos marineros por pedazos de vidrio, de tazas quebradas, y por pedazos
de escudillas de barro. Algunos dellos traían algunos
pedazos de oro colgados al nariz, el cual de buena
gana daban por un cascabel destos de pie de gavilano
y por cuentecillas de vidrio; mas es tan poco que no
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
es nada: que es verdad que cualquier poca cosa que se
les de ellos también tenían a gran maravilla nuestra
venida, y creían que era venido del cielo.
Tomamos agua para los navíos en una laguna
que aquí está cerca del cabo del isleo, (Punta Norte
de la isla Isabela, Fortuna o Cayo Largo) que asi
la nombré; y en la dicha laguna Martin Alonso
Pinzón, capitán de la Pinta, mató otra sierpe tal
como la otra de ayer de siete palmos y fice tomar
aquí del linaleo cuanto se falló”.
Martes 23 de octubre.—
“Quisiera hoy partir para la isla de Cuba, que
creo que debe ser Cipango, según las señas que dan
esta gente de la grandeza della y riqueza, y no me
deterné mas aquí ni (48) esta isla alrededor para ir
a la población, como tenía determinado, para haber
lengua con este Rey ó Señor, que es por no me detener mucho, pues veo que aquí no hay mina de oro, y
al rodear de esta isla ha menester muchas maneras de
viento, y no vienta, así como los hombres querían.
Y pues es de andar adonde haya trato grande, digo
que no es razón de detener salvo ir a camino, y calar
mucha tierra fasta topar en tierra muy provechosa,
aunque mi entender es questa sea muy provechosa
de especieria; mas que yo no lo cognosco que lleve
la mayor pena del mundo, que veo mil maneras de
árboles que tiene cada uno su manera de fruta, y verde agora como en España en el mes de Mayo y Junio,
y mil maneras de yerbas, eso mesmo, con flores, y de
todo no se cognoscío salvo este linaloe de que hoy
mandé también traer a la nao mucho para llevar a
vuestras Altezas, y no he dado no doy la vela para
Cuba, porque no hay viento, salvo calma muerta, y
llueve mucho; y llovío ayer mucho sin hacer ningún
frio, antes el día hace calor, y las noches temperadas
como en Mayo en España en el Andalucía”.
Estos dos días los estuvo fondeado en el cabo
del isleo, examinando la isla, observando sus maravillas, sus árboles, sus aguadas, sus condiciones
generales y comparándolas con España y regiones
de ella; bien podía decir yo, que se tomó un buen
descanso y se les dio a sus gentes también, buenas
falta les hacía.
Islas Arenas
Miércoles 24 de octubre.—
“Esta noche a media noche levanté las anclas de
la isla Isabela del cabo del isleo (49), ques de la parte
del Norte a donde yo estaba posado para ir a la isla
189
de Cuba, a donde oí desta gente que era muy grande
y de gran trato, y había en ella oro y especerias y
naos grandes y mercaderas; y me amostró que al
Ouesudueste iría a allá, y yo así lo tengo, porque
creo que si es así como por señas que me hicieron
todos, los indios de estas islas y aquellos que llevo yo
en los navíos, porque por lengua no los entiendo, es
la isla de Cipango, de que se cuentan cosas maravillosas, y en las esferas que yo vi y en las pinturas de
mapamundos es ella en esta comarca, y asi navegué
fasta el día al Ouesudueste, y amaneciendo calmó
el viento y llovió, y asi casi toda la noche; y estuve
así con poco viento fasta que pasada de medio día
y entonces tornó a ventear muy amoroso y llevaba
todas mis velas de la nao, maestra, y dos bonetas,
y trinquete, y cabadera, y mezana, y vela de gavia,
y al batel por popa así anduve al camino fasta que
anocheció, y entonces me quedaba al Cabo Verde de
la isla Fernandina, el cual es de parte de Sur a la parte
de Oueste, me quedaba al Norueste, y hacia de mi a
él siete leguas, y porque ventaba ya recio y no sabía
yo cuanto camino hubiese fasta la dicha isla son muy
fondas a no hallar fondo todo en deredor, salvo a tiro
de dos lombardas, y esto es todo manchado un pedazo de roquedo y otro de arena, y por esto no se puede
seguramente surgir salvo a vista de ojo, y por tanto
acordé de amainar las velas todas, salvo el trinquete,
y andar con él, y de un rato crecía mucho el viento y
hacia mucho camino de que dudaba, y era muy gran
cerrazón, y llovía mandé amainar el trinquete y no
anduvimos esta noche dos leguas, etc.”.
Al levantar anclas esa noche (martes 23 y no
miércoles) y a media noche de la “isla de la Isabela
del Cabo del isleo, ques de la parte del Norte a donde yo estaba parado para ir a la isla de Cuba navegué
al Ouesudueste” con todas sus velas izadas, o como
corrientemente decimos por aquí “a todo trapo”
hasta que amaneció y le calmo el viento y estuvo con
poco viento “fasta que pasaba de medio día”, después
de mediodía “torno a ventear muy amoroso y así anduvo sobre el Ouesudueste hasta que le anocheció,
vió que el cabo Verde de la isla Fernandina, el cual
es de la parte Sur a la parte Oueste, me quedaba al
Norueste, y hacia de mi a siete leguas”. Por lo que se
ve en el reporte de este día el viento estaba irregular
y pudo andar poco unas 19 millas náuticas en unas
18 horas, unas veces anduvo bien y otras no, como
dice, después tuvo que durante la noche amarrar
el trinquete “no anduvieron mas esta noche de dos
leguas”. Al fijar su posición al anochecer estaba en
190
Ramón Julio Didiez Burgos
“Esta noche a media noche levanté las anclas de la isla Isabela del
cabo del isleo”… “asi navegué fasta el dia al Ouesudueste… “y entonces me quedaba el Cabo Verde
de la isla Fernandina, el cual es de
la parte Sur a la parte del Oueste,
me quedaba al Norueste y hacia
de mi a el siete leguas.
la parte Sur de la isla Fernandina y de la parte Este
y con mucha razón la marcó al Noroueste, 22 millas
“Entonces vieron tierra, y ran
siete a ocho islas en luengo, todas
de Norte a Sur; distaban de ella
5 leguas”.
náuticas, 7 leguas; esta marcación puede dar una posición que acusa un rumbo desde el fondeadero del
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
isleo de 3 grados de error al E. sobre el Ouesudueste
y posición geográfica de Latitud 22º – 35’.5 N
Longitud 74º – 36’W.
El Almirante entendió en este día, por las explicaciones que le daban los indios, que iría con el rumbo
Ouesudueste a la isla de Cipango; así se lo confirmaba
la posición de esta isla en las esferas y mapamundi que
había visto porque estaba en “esta comarca”.
Ni un solo motivo le hacía apartarse de que
había llegado las islas que estaban figuradas en los
mapas antiguos al término del continente asiático,
y sobre todo en los alrededores de la isla Cipango,
la cual se dibujaba a 968 leguas desde la isla de
Hierro; esta coincidencia geográfica con la distancia le hizo aferrarse a la idea de que había llegado al
continente Asiático, con esa idea murió.
Jueves 25 de octubre.— “Navegó después del
sol salido al Oueste Sudueste hasta las nueve horas,
andarían cinco leguas, después mudó el camino
al Oueste; andaban ocho millas por hora hasta la
una después del mediodía, y de allí hasta las tres, y
andarían cuarenta y cuatro millas. Entonces vieron
tierra, y eran siete a ocho islas (50), en luengo todas
de Norte a Sur; distaban de ellas cinco leguas, etc.”.
Si durante este día el Almirante “navegó después
del sol salido, (el sol sale a las 6h–27m), al Oueste
Sudueste hasta las nueve horas” y anduvieron 5
leguas (16 millas náuticas), “después mudó su
camino al Oueste; andaban 8 millas antiguas, por
hora hasta la una, después de mediodía, y de allí
hasta las tres, y andarían cuarenta y cuatro millas”
de las 9 a las 3, hay 6 horas a 8 millas por hora
serían 48 millas, pregunto yo ¿cómo es posible que
el Almirante, incurra en un error tan trivial como
éste? De lo dicho se desprende que las 3 horas
indicadas en el Diario no corresponden a las 3 de
la tarde, porque revela media hora mayor para el
cómputo de la velocidad; si llegamos a considerar
todos estos acontecimientos a la luz de los aspectos
favorables y desfavorables que pueda imperar en el
día; y en ese momento podemos ver que las tres
de ese día el azimuth del sol eran N 126º W y el
rumbo de él era de N 87º W – (Leste-Oueste en su
Brújula), de manera que el vertical del sol caía de
plano bastante cerrado a su proa (39 grados) y su
visibilidad estaría muy restringida por los reflejos
escandilantes de él, y por lo que se ve en la carta, por
el rumbo y su distancia que las primeras islas que él
hubiese podido ver eran el Cayo Nurse (Nodriza),
50 pies sobre el nivel del mar, y el Cayo Hermanas
con 40 pies en una demora de N 80º W, y con
191
una visibilidad geográfica de 8.1 millas y 7.2 millas
náuticas respectivamente, él desde el puente a 25
pies de alcance geográfico de 5.1 millas no podía
verlas en razón a que esta altura le daba 13.8 y el
dijo que estaba a 5 leguas (16 millas: ahora bien, el
vigía de la gavia con su altura de unos 70 pies, si
hubiera podido verlo, ya que su alcance era de 9.6
millas más la de las islas daban unos 17.7, pero aún
así, insisto en que los reflejos encandilantes del sol
no le hubieran dado al Vigía razón de visibilidad.
En la realidad desde el fondeadero del isleo hasta
el punto donde fueron vistas las islas, hay 23 leguas
y hasta la misma isla 28, el Diario solamente nos
da hasta el punto de donde se vieron las islas, 22
leguas, y hasta las islas 27 ¿donde está la otra legua?
Eso es lo que me he propuesto descifrar, pero antes
veamos lo que dice fray Bartolomé de las Casas a este
respecto, en la Historia de las Indias “porque llovió, y
lo mismo el jueves 25 de octubre, y hasta las nueve
del día navegaría 10 leguas, poco más, después de las
nueve en adelante mudó el camino al queste y andarían, hasta las tres de este día, 11 leguas y entonces
vieron tierra 5 leguas della, y eran siete ó ocho islas
en luengo, todas de Norte a Sur”. Como el padre
De las Casas fue quien tradujo y copió el Diario del
del Almirante, era muy razonable que el error tuviera
su origen en él; por la cita anterior veremos que él
también al no saber interpretar el Diario, deja la
distancia total caminada desde el isleo al punto que
vieron las islas menor en 2 leguas 6.4 millas náuticas.
Espero en los siguientes párrafos dejar aclarado
este caso por tener suma importancia al estar en corroboración a lo sucedido con el día 11 de octubre
y justificar una vez más, que una simple sustitución
de horas por ampolletas cambio el resultado de la
realidad y produjo un grave daño a través de 475
años, al no poderse coordinar cronológicamente los
elementos que forman el rompecabezas.
El día 24 de octubre dice el Almirante al final
de sus anotaciones “y no anduvimos esta noche dos
leguas etc.”, y el día 25 de octubre dice “navegó
después del sol salido al Oueste Sudueste hasta las
nueve horas, andarían cinco leguas”. Al no especificar el punto de partida del camino de estas 5 leguas,
envolvió hasta las nueve horas el camino hecho desde el punto desde donde vio a la isla Fernandina al
anochecer del día anterior al Norueste, de manera
que las dos leguas no caminadas la noche anterior no quedaron envueltas en las 5 leguas; el sol
sale a esta fecha y para esta latitud a la 6 horas
192
Ramón Julio Didiez Burgos
27 minutos hora verdadera, 2 ampolletas más y
serían las 7h–27m a esta hora terminó la guardia o
cuarto de la AURORA y a esta hora habían pasado
8 ampolletas, que hacen 4 horas de servicio, una
ampolleta más y hacen 9 ampolletas, (7h–57m); con
referencia al cuarto cumplido, 1 ampolleta más
para la primera guardia, y esta 9 ampolleta es la 9
horas de fray Bartolomé de las Casas y al momento
en que el Almirante refirió la distancia de 5 leguas
caminadas desde la noche anterior, cuando estuvo
al Sudeste del Cabo Verde de la isla Fernandina.
Eran las 7h–57m en la mañana a las 9 ampolletas,
inclusive, andarían 5 leguas hasta este momento,
mudó en camino al Oueste; andaban ocho millas
por hora (2 leguas) hasta la una (1 ampolleta)
después del mediodía, (las 12h–27m, no la una del
día), y serían 4 horas y media, una más harían 5
horas y media, la 13h–27m, esto es, tres ampolletas
después de mediodía, no las tres de la tarde; a 8
millas antiguas por hora, serían 44 millas 11 leguas
(35 millas náuticas), lo que decía el Almirante hasta
este momento que tenía recorrido, desde que salió
a medianoche del día 23 (no el 24) del fondeadero
del isleo; 6 leguas hasta el Sueste del Cabo Verde de
la isla Fernandina, más 1 legua “no anduvimos esa
noche dos leguas” más 5 leguas que anduvo durante
la mañana hasta las 9 ampolletas (7h–57m), mas 11
leguas desde las 9 hasta la una después de mediodía y de allí hasta las tres, (13h–27m), a esta hora
vieron las islas y distaban de ellas 5 leguas, total de
distancia 28 leguas, esta es la distancia real que hay
entre el fondeadero del Cabo del isleo hasta las islas
Arenas (89 millas náuticas).
La legua que falta en el Diario para completar
las 28 leguas del total de la distancia, vimos donde
era que estaba señalada; las 9 horas vimos que eran
9 ampolletas pasadas del inicio de la guardia o
cuarto de la Aurora a las 3h–27m de la mañana, la
“una después de medio día” eran las 12h – 27m, esto
es, 1 ampolleta pasado el mediodía y no la una de
la tarde, “y de allí hasta las tres”. No eran las tres de
la tarde, sino tres ampolletas después de mediodía,
las 13h–27m aquí se ve que fray Bartolomé de las
Casas cometió en este día los mismos errores en el
tiempo y la distancia que el día 11 de octubre antes
de arribar a la isla de Guanahaní o San Salvador.
Para mí es asombroso la forma como el
Almirante media la velocidad de su buque con una
exactitud tal que sorprende a cualquier navegante
actual, ya que no poseía ningún instrumento para
efectuar estas mediciones. Esta facultad no puede
ser concebida sino en un marino de una experiencia
acrisolada en muchos años de navegación.
A las 13h–27m en vertical del sol caía unos 60
grados a babor de su proa, (Próximo al SW1/4S)
era suficiente ángulo para dejar despejado de reflejos molestos su proa y poder ver las islas y sobre
todo a Cayo Nurse con 20 pies sobre el nivel del
mar; también la hora le daba suficiente tiempo para
ir y fondear al Sur de las islas; el sol se ponía en este
día a las 5h–33m p.m y el vió las islas a las 13h–27m;
esto da una diferencia de 4h–06m para caminar unas
40 ó 44 millas antiguas ó 35 millas náuticas ú 11
leguas a 8 millas antiguas por hora, si no lo hizo,
es posible que el viento le amainara o que hizo un
reconocimiento con velas aferradas para disminuir
velocidad o que al ver acercarse la noche y no saber
hasta donde llegaban las islas temporejara en esos
alrededores hasta el otro día.
Esta sincronización de los hechos acaecidos en
esta travesía desde el fondeadero del isleo de la isla
Isabela, se ha comprobado ahora con el auxilio de las
cartas modernas, lo que la realidad le hizo escribir al
Almirante hace tantos años; hoy sale a la luz, con el
resplandor alucinante de su prodigiosa experiencia,
como una realidad de una travesía entre islas que ya
no podrán seguir escondidas en errores de copistas,
ni falsas interpretaciones; al exponer el Almirante los
sucesos, lo hizo en la forma y estilo que la época entendía. Es inexplicable que el Almirante tomara en
este día un rumbo tan diferente al que le indicaban
los indios, tal y cual el mismo confesó en su Diario,
“esta noche a medianoche levante las anclas de la isla
Isabela, del cabo Isleo, ques de la parte del Norte
adonde yo estaba posado para ir a la isla de Cuba,
adonde oí desta gente que era muy grande y de gran
trato, y había en ella oro y especiería y naos grandes
y mercaderes, y me mostró que al Ouesudueste iría a
ella, y yo así lo tengo, porque creo que si es así como
por señas que me hicieron todos los indios de estas
islas y aquellos que llevé yo en los navíos, porque
por la lengua no os entiendo, es la isla de Cipango,
de que cuentan cosas maravillosas”. Como se ve,
los indios le indicaban al Ouesudueste, él siguió sus
consejos muy poco tiempo, porque las 9 horas (7h–
57m) viró sobre el W, para los indios; el almirante en
vez de buscar a Cipango, según él, o Colba, según los
indios, se alejaba de ella ¿qué ocurrió? ¿Qué le sucedió al Almirante, que en vez de ir sobre la dirección
que los indios le indicaban, no lo hizo?
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
193
Parece tiene todo el carácter de verosimilitud,
que cuando le amaneció el día 17 de octubre cerca
de Roca Nuevitas, al remontar la isla Fernandina
distinguiera al W. a Cayo Agua con 70 pies de
altura y Cayos Jumentos a 17 millas que es una
hilera de rocas que afloran y limitan al E. el Gran
Banco de la Bahama; no hay duda que este día,
que después de haber navegado bastante tiempo al
sur de la Fernandina buscara esta cadena de islas
que viera el día 17 de octubre, que se proyectaba
hacia el sur; él, como se ha visto, daba mucha fe
de las informaciones de los indios, a los cuales los
consideraba como guías, pero en este caso atendió
más bien a su sentido de la orientación y encontró
con rapidéz lo que buscaba, la cadena de islas.
Estas son a partir de Cayo Hermanas (Sister
Cay) hacia el Sur.
Cayo Hermanas
Cayo Nodriza
Cayo Buenavista
Cayo Mapache
Cayo Johnson
Cayo Pavo Real
Cayo Cochino
Isla Escabrosa
Islita Escabrosa
Sister Cay
Nurse Cay
Cayo Buenavista
Raccoon Cay
Johnson Cay
Maycock Cay
Hog Cay
Ragged island
Little Ragged island
Viernes 26 de octubre.—
“Estuvo de las dichas islas de la parte Sur, era
todo bajo cinco o seis leguas, surgió por allí.
Dijeron los indios que llevaba, que había dellas
a Cuba andadura del día y medio con sus almadías,
que son navetas de un madero adonde no llevan
vela, estas son las canoas. Partió de allí para Cuba
porque por las señas que los indios le daban de la
grandeza y del oro y las perlas della pensaba que era
ella, conviene saber, Cipango”.
La medición de los bajos al Sur de las islas
Arenas de 5 a 6 leguas no dejaba de tener visos de
realidad, aunque son unas 8.5 leguas a la parte Sur.
Sábado 27 de octubre.—
“Levanté las anclas salido el sol de aquella islas,
que llamó las islas de Arena, por el poco fondo
que tenían de la parte del Sur hasta seis leguas,
anduvo ocho millas por hora hasta la una del día
al Sursudueste y habrían andado cuarenta millas, y
hasta la noche andarían veinticinco millas al mesmo camino, y antes de noche vieron tierra.
“Levantó las anclas salido el sol de aquellas islas, que llamó las islas
de Arena… antes de la noche vieron tierra… anduvieron el sábado
fasta el poner del sol diecisiete leguas al Sursudueste”.
Estuvieron en la noche al reparo con mucha lluvia que llovió, anduvieron el sábado fasta el poner
del sol diecisiete leguas al Sursueste”.
Después de haber salido el sol a las 6h–27m
levantó anclas de donde estaba fondeando en las
islas Arenas y tomó el camino del Sursudueste; fue
extraño, porque no lo menciona, el que no haya
visto el cayo Santo Domingo con una altura de 15
pies sobre el nivel del mar, y al cual le pasó apenas
unas 8 millas náuticas; es posible que al ser en la
mañana y tener el sol en el Este no hubiera mucha
visibilidad, pues ésta sólo dista de la isla Pequeña
Ragged (Escabrosa) 27 millas náuticas, anduvieron
17 leguas, que son el total en millas, 68 antiguas
ó 54 náuticas, antes de la noche vieron la isla de
Cuba, estuvieron la noche al reparo. Entiendo que
el Almirante quiso decir con esto que estuvieron a
la Facha, de Fachear, disponer las velas de manera
que las unas contrasten las otras y así sostenerse
aproximadamente en una zona reducida sin hacer
mucho camino.
Estas distancias caminadas desde la isla Arenas
hasta ver la isla de Cuba, lo llevó a una distancia de
12 millas náuticas de la costa de esta isla.
194
Ramón Julio Didiez Burgos
Capítulo IX
Desde el día 28 de
octubre hasta el día 11
de noviembre
Isla de Cuba
Domingo 28 de octubre;
“Fui de allí en demanda de Cuba al Sursudueste,
a la tierra della más cercanas (51) entró en un río
Almirante que nunca tan fermosa cosa vido, lleno
de árboles, todo cercado del río fermosos y verdes,
y diversos de los nuestros, con flores y con su fruto,
cada uno de su manera, aves muchas y pajaritos que
cantaban muy dulcemente; había gran cantidad de
palmas de otra manera que las de Guinea y de las
nuestras; de una estatura mediana y los pies sin
aquella camisa, y las hojas muy grandes, con las
cuales cobijan las casas; la tierra muy llana; saltó
el Almirante en la barca y fue a tierra, y llegó a dos
casas que crey ser de pescadores, y que con temor
se huyeron, en una de las cuales halló un perro que
nunca ladró, y en ambas casas halló, redes de hilo
de palma y cordeles, y anzuelo de cuerno, fisgas de
hueso y otros aparejos de pescar, en muchos huegos
dentro, y creyó que en cada una se juntan muchas
personas; mandó que no se tocase en cosa de todo
ello, y así se hizo, la yerba era grande como en el
Andalucía por abril y mayo.
“Estuvieron la noche al reparo con mucha lluvia que llovió”.
hermoso y muy sin peligro de bajas ni otros inconvenientes, y toda la costa que anduvo por allí era muy
hondo y muy limpio fasta tierra, tenía la boca del
río doce brazas, y es bien ancha para barloventear;
surgió dentro, dizque a tiros de lombarda. Dice el
Halló verdolagas muchas y bledos. Tornóse a
la barca y anduvo por el río arriba un buen rato,
y disque era gran placer ver aquellas verduras y
arboledas, y de las aves que no podía dejallas para
se volver.
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
Dice que es aquella isla la más hermosa que ojos
haya visto, llena de muy buenos puertos y ríos hondos, y la mar que parecía que nunca se debía alzar
porque la yerba de la playa llegaba hasta cuasi el agua,
la cual no suele llegar donde la mar es brava; hasta
entonces no había experimentado en todas aquellas
islas que la mar fuese brava la isla, dice que llena
de montañas muy hermosas, aunque no son muy
grandes en longura salvo altas, y toda la otra tierra es
195
jornadas de diez días. Llamó el Almirante aquel río
y puerto de San Salvador” (52).
Para esa fecha el sol se pone a las 5h–35m p.m. y
sale a las 6h–25m a.m. el día tendría a lo sumo unas
12 horas de claridad y la noche sus 12 horas de
oscuridad, como el Almirante estuvo “la noche al
reparo con mucha lluvia que llovió”.
Hay que admitir por motivos meteorológicos
que en la mar nunca llueve sin que el viento sople,
Don Cristóbal Colón llega al Puerto de San Salvador (Puerto Padre) en Cuba.
alta de la manera de Sicilia; llena es de muchas aguas,
según pudo entender de los indios que consigo lleva,
que tomó en la isla de Guanahaní, los cuales le dicen
por señas que hay diez ríos grandes, y que con sus
canoas no la pueden cercar en veinte días.
Cuando iba a tierra con los navíos, salieron dos
almadías o canoas, y como vieron que los marinos
entraban en la barca y remaban partir a ver el fondo
del río para saber donde habían de surgir, huyeron
las canoas. Decían los indios que en aquella isla
habían minas de oro y perlas, y vido el Almirante
lugar apto para ellas y almejas, que es señal dellas, y
entendía el Almirante que allí venían naos del Gran
Can, y grandes, y que de allí a tierra firme había
unas veces fuerte, otras débil, pero siempre hay
viento cuando llueve, si estas lluvias son en forma
de lo que le llaman chubascos, entonces los vientos
que arrastran estos chubascos, tienen fuerza de 5
ó 6 en la escala Beaufort, es decir las fuerzas de 30
a 35 nudos por hora; el estar al reparo no implica
inmovilidad en el medio del mar y sobre todo con
algunas velas izadas, obra muerta alta, popa alterosa
y chubasquiandole, en esta zona en la generalidad
cuando hay lluvia en forma ya predicha dominan
estas y sus vientos entre el Norte y el Este, así que
es lógico que el Almirante fuera arrastrado al Oeste
durante esas 12 horas, 0.5 leguas de velocidad
por hora, manteniéndose alejado de la costa, unas
196
Ramón Julio Didiez Burgos
“y entró en un río muy hermoso
y muy sin peligro de bajas ni
otros inconvenientes... Llamó el
Almirante aquel río y puerto de
San Salvador.
8 millas antiguas, cuando le amaneció, siguió el
viento al Sursudueste, recorrió la costa entre Pta.
Herradura y Pta Jarro es “muy honda y muy limpio
fasta tierra” y entró en bahía de Puerto Padre a la
que “llamó el Almirante aquel río y Puerto de San
Salvador”, anduvo 25 millas.
Muchos autores, en esta ocasión, inmovilizan
las naves de Colón desconociendo así el valor de las
corrientes y del viento del lugar, haciendo amanecer al Almirante más al Este de donde anocheció;
es como si lo fondearan en el medio del mar, para
luego deliberadamente llevarlo a Bariay o Gibara.
El hecho de haber anochecido ahí no es para considerar que amaneciera en el mismo lugar.
Resumen del recorrido
Al llegar el Almirante a las islas Planas el día 12
de octubre encontró dos islas, a las del Oeste le dio
nombre de San Salvador, la Guanahaní de los indios, a la del Este no le puso nombre, a la del Oeste
fue donde desembarco y en esta tomo posesión en
nombre de los Reyes de España, con todo su ceremonial, en unión de los capitanes de las carabelas
y sus tripulantes. A pesar de no ponerle nombre a
la isleta del Este cuando la visitó en el batel el día
14 de octubre la vió, aunque un poco lejos, pero lo
suficiente para ver el vértice W de la isla y apreciar
que las costas de ella se divergían desde allí; al otro
día amaneció navegando en su otro extremo para
enterarse bien de la primera isla que vieron el día
11 de octubre a la 1h–16m de la mañana, al amanecer cerca del otro extremo vió también la forma de
esta zona y apreció con exactitud asombrosa que la
isla tenía forma de TRIÁNGULO, al volver hacia
el W midió sus dimensiones 1,5 leguas, (4.8 millas
náuticas), dato que no lo dice el Diario pero si fray
Bartolomé de las Casas en su Historia de las Indias
y don Fernando Colón y Henríquez en su Historia
del Almirante don Cristóbal Colón, pero estos cometieron el gravísimo error de eliminar el punto
entre el 1 y 5 haciendo la isleta de 15 leguas, 47,7
millas náuticas. Difícilmente con estas alteraciones
pueda llegarse a encontrar una solución entre la
cartografía real y las informaciones dadas por el
Almirante en su derrota y de ahí toda y muchas
de las dificultades halladas por los hombres en los
estudios hechos al Diario.
El día 15 de octubre descubre la isla Acklin y
Crooked, bautiza a la isla Crooked con el nombre
de Santa María de la Concepción, pero deja sin
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
nombre a la isla Acklins, aunque el día 16 octubre
envuelve a ambas con el nombre al decir “Partí de
las islas de Santa María de la Concepción”.
El día 17 de octubre sigue viaje, pasó la tarde
del día 16 y el día y la noche del 17 navegando
descubre otra isla y le dio el nombre de Fernandina,
y la rodea hasta su extremo norte.
El día 18 al amanecer encuentra otra isla en su
trayecto y no le da nombre, (Rum Cay, la Santa
María de la Concepción de Muñoz) navega al sur
y se refugia en la parte Sur de la isla Fernandina y
ahí le amanece.
El día 19 sale de la isla Fernandina y a mediodía
arriba a otra isla a la cual le pone nombre de Isabela,
(Fortuna o Saometo).
El día 24 de octubre sale a navegar y el día 25
encuentra un grupo de islas 7 u 8 a las que les puso
por nombre islas de Arenas, donde se fondea en su
parte Sur (islas escabrosas).
El día 27 de octubre sale de las islas de Arena
hacia el Sur y en la tardecita descubre a la isla Cuba,
a la cual arriba en un puerto (Puerto Padre) el día
28 de octubre y en el cual entró y lo exploró.
Hasta aquí el resumen de los acontecimientos
desde el día 12 de octubre.
“Eran hechas a manera
de Alfanaques, y grandes, y parecían tiendas
en real sin concierto de
ediles”.
197
Lunes 29 de octubre.— “Alzó las anclas de
aquel puerto y navegó al Poniente para ir dizque a
la ciudad donde le parecía que le decían los indios
que estaba aquel Rey. Una punta (53) de la isla a
Norueste seis leguas de allí, otra punta (54) le salía
al Leste diez leguas; andada otra legua vido un río,
no de tan grande entrada, al cual puso nombre el
río de la Luna (55) anduvo hasta hora de vísperas.
Vido otro río muy más grande que los otros, y así se
lo dijeron por señas los indios, y cerca de él vido buenas
poblaciones de casas: llamó al río de Mares (56). Envió
dos barcas a una población por haber legua, y a
una de ellas un indio de los que traía porque ya los
entendían algo y mostraban estar contentos con los
cristianos, de las cuales todos los hombre y mujeres
y criaturas huyeron, desamparando las casas con
todo lo que tenían, y mandó el Almirante que no
se tocase en cosa. Las casas dizque eran ya más hermosas que las que habían visto, y creían que cuanto
más se allegase a la tierra firme serian mejores.
Eran hechas a manera de alfaneques, muy grandes
y parecían tiendas en real sin concierto de calles,
sino una acá y otra aculla, y dentro muy barridas
y limpias, y sus aderezos muy compuestos”. Todas
son de ramas de palma muy hermosas. Hallaron
198
Ramón Julio Didiez Burgos
muchas figuras de mujeres, y muchas cabezas en
manera de caratona (57) muy bien labradas.
No sé si esto tienen por hermosura o adoran
en ellas. Había perros que jamás ladraron: había
avecitas salvajes mansas por sus casas: había maravillosos aderezos de redes y azulejos y artificios
de pescar; no le tocaron en cosa dello. Creyó que
todos los de la costa debían de ser pescadores
que llevan el pescado de la tierra dentro, porque
aquella isla es muy grande, y tan hermosa que
no se hartaba de decir bien della. Dice que halló
árboles y frutas de muy maravilloso saber; y dice
que debe haber vacas en ella y otros ganados,
porque vido cabezas en huesos que le parecieron
de vaca. Aves y pajaritos y el cantar de los grillos
en toda la noche con que se holgaban todos; los
aires sabrosos y dulces de toda la noche ni frio ni
caliente. Mas por el camino de las otras islas en
aquellas dizque hacia gran calor y allí no salvo
templado como en mayo; atribuye el calor de las
otras islas por ser muy llanas y por el viento que
traían hasta allí se levante y por eso cálido. El
agua de aquellos ríos era salada a la boca; no supieron de donde bebían los indios aunque tenían
en sus casas agua dulce. En este río podían los
navíos Boltejar (58) para entrar y para salir, y
tienen muy buenas señas o marcas: tienen siete
y ocho brazas de fondo a la boca y dentro cinco.
Toda aquella mar dice que le parece que debe ser
siempre mansa como el río de Sevilla, y el agua
aparejada para criar perlas.
Halló caracoles grandes, sin sabor no como los
de España. Señala la disposición del río y del puerto
(59) que arriba dijo y nombró San Salvador, que
tiene sus montañas hermosas y altas como la Peña
de los enamorados, y una de ellas tiene encima otro
montecillo a manera de una hermosa mezquita.
Este otro río y puerto (60), en que agora estaba,
tiene de la parte del Sueste de dos montañas así
redondas y de la parte del Oueste Norueste un
hermoso cabo llano que sale fuera”.
El Almirante pasó el día 28 de octubre en el
Puerto de San Salvador (Puerto Padre) y salió el
día 29; una vez fuera del puerto y en la mar, vio las
costas que le quedaban al Este, y de estas sólo podía
ver lo que su altura sobre el nivel del mar le permitió
en alcance geográfico de 5 ó 6 millas náuticas; pero
toda costa o montaña que sobresaliera de su alcance
geográfico el podría verla a mayor distancia y de ahí
que al ver las lomas al sur del Puerto Gibara (La Silla
de Gibara) con una altura de 1009 pies sobre el nivel
del mar y un alcance geográfico de 36 millas náuticas, más las ocho que correspondían a la altura de la
popa de la Santa María hacían 42 millas náuticas de
alcance, y él estaba a 31 millas náuticas a la salida del
Puerto de San Salvador, de ahí que dijera al salir que
al Este le saliera una punta a 10 leguas (31,8 millas
náuticas); la costa al Norueste desde Puerto Padre
Lunes 29 de octubre “Una punta
de la isla le salio a Norueste 6 seis
leguas de allí; otra punta le salio
al Leste diez leguas”.
“Alzo las anclas de aquel puerto y navegó al Poninente….
Anduvo hasta horas de vísperas. Vido otro río muy mas
grandes que los otros… llamó al río el río de Mares”.
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
199
200
Ramón Julio Didiez Burgos
no son tan elevadas para haber tenido un alcance en
su visibilidad de 19 millas náuticas (6 leguas que le
salía una Punta al Norueste). Es posible que el marinero que traía en la Cofa o Gabia por su altura de
unos 70 pies sobre el nivel del mar, pudiera ver las
costas a 14 ó 16 millas náuticas, pero hasta 19 millas
náuticas, no podía verlas; él navegó hasta Punta
Brava (6 leguas), sobre un rumbo y desde ahí tuvo
que cambiar más al norte; al cambio de rumbo le
dio el límite de la distancia desde el Puerto; después
de haber navegado una legua desde su salida vio una
entrada que supuso era la de un río “no tan grande
entrada” le puso el nombre Río de Luna, éste es la salida de la ciénaga formada entre Puerto Padre, Loma
de Gibara, Punta Malagueta y Cayo Guincho; siguió
navegando al Norueste y a la altura de Punta Brava
(6 leguas) cambió el rumbo más al norte; la exactitud
de la distancia hasta Punta Brava como enunciado
desde la boca del Puerto, pareció que el Almirante
vio la Punta desde la salida del puerto, pero no fue
así. Era costumbre de él tomar notas de todos los
acontecimientos y luego en la noche o al otro día
hacer los asientos en el Diario; por esa razón muchos
de sus informes no son comprendidos.
Siguió navegando hasta la tardecita (horas de
Vísperas) que llegó a la entrada del Puerto Nuevitas,
“anduvo hasta horas de vísperas;
vido otro río mas grande que los
otros… llamó al río de río mares”.
al cual lo bautizó con el nombre de Río Mares; entró hasta su interior donde se fondeó navegó desde
Puerto Padre hasta este puerto 36 millas náuticas
(11.3 leguas).
Al decir el Almirante “Este otro río y puerto,
en que agora estaba tiene de la parte de Sueste dos
montañas si redondos, y de la parte Oeste Norueste
un hermoso cabo llano que vale fuera”. Se refería a
las dos colinas de 137 y 142 pies de altura que están
cerca de Nuevas Grandes y situado al sueste de la
boca de la barra del puerto en la parte de adentro
de Nuevitas, y el Cabo Llano es la Punta Sabinal.
Martes 30 de octubre.— “Salió del río de Mares
al Norueste, y vido cabo lleno de palmas y pusole
Cabo de Palmas (61), después de haber andado
quince leguas, los indios que iban en la carabela
Pinta dijeron que detrás de aquel cabo había un
río (62) del río a Cuba había cuatro jornadas (63),
y dijo el capitán de la Pinta que entendía que esta
Cuba era ciudad, y que aquella tierra era tierra firme
muy grande, que va mucho al norte y que el Rey
de aquella tierra tenia guerra con el Gran Can, al
cual ellos llaman Cami, y a su tierra ó ciudad Fava,
y otros muchos hombres. Determinó el Almirante
de llegar a aquel río y enviar un presente al Rey de
la tierra (64) y enviarle la carta de los Reyes, y para
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
ella tenía un marinero que había andado en Guinea
en lo mismo, y ciertos indios de Guanahaní que
querían ir con él, con que después los tornasen a su
tierra. Al parecer del Almirante distaba de la línea
equinocial cuarenta y dos grados hacia la banda del
Norte (65), si no está corrupta la letra de donde
trasladé esto, y dice que había de trabajar de ir al
Gran Can, que pensaba que estaba allí o a la ciudad
de Cathay (66) ques del Gran Can, que dizque es
muy grande, según le fue dicho antes que partiese
de España. Todo aquesta tierra dice ser baja y hermosa y fonda la mar”.
“Salió del Río de Mares al Norueste y vido cabo lleno de Palmas y
pusole Cabo de Palmas después de haber andado quince leguas”.
El día 30 de octubre al salir del puerto de Mares
o puerto de Nuevitas vio a Punta Maternillos y le
puso por nombre Cabo de Palmas; los indios que
llevaban las carabelas eran los que voluntariamente
se acogieron en Guanahaní a acompañar los españoles en su recorrido; cada barco llevaba dos o
tres: en esta ocasión los indios que iban en la Pinta
dieron a don Martín Alonso Pinzón, informaciones
201
que produjeron en la convicción de que se encontraba en el continente asiático; esta idea fue
transmitida por Don Martín a Don Cristóbal y
éste se esforzó, convencido también de estar en
tierra firme, de estar cerca de la Ciudad de Cathay,
ubicada por Marco Polo y por el físico Pablo del
Pozo Toscanelli en su carta, cerca de esa zona del
continente. Acostumbrados como estaban haber
islas pequeñas como las Azores, Canarias, Cabo
Verde, Baleares, Córcega y Cerdeña, era natural
que al verse reconocer unas costas tan largas y no
encontrarles términos, eran de considerarlas tierras
firme y no isla. En este día se ve que el concepto de
que se había llegado al continente asiático, era de
todos y no solo del Almirante don Cristóbal Colón.
Miércoles 31 de octubre.— “Toda la noche
martes anduvo barloventeando, y vido un río donde no pudo entrar por ser baja la entrada, y pensaron los indios que pudieran entrar los navíos como
entraban sus canoas, y navegando adelante halló un
cabo que salía muy afuera, y cercado de bajos (67) y
vido una concha o bahía donde podían estar navíos
pequeños, y no lo pudo encavalgar porque el viento
se había tirado del todo al norte (68) y toda la costa
se corría al Nornorueste y Sueste, y otro cabo que
vido adelante le salía afuera. Por esto y porque el
cielo mostraba de ventar recio se hobo de tornar al
río de Mares”.
Al amanecer el día miércoles se acercó el
Almirante a la costa y vio la entrada, entre los arrecifes, de un canal, llamado hoy Pasa de Guajaba,
donde los indios consideraban que los barcos podían entrar, pero no lo hizo así el Almirante, sino
que siguió adelante y vio la Silla de Cayo Romano.
“Halló un cabo que salía muy fuera y cercado de bajos”; cerca de Cayo Romano vio la ensenadilla que
se forma en la interrupción de las rompientes “vido
una concha o bahía donde podían estar navíos pequeños”, no pudo seguir adelante porque el viento
se le había cambiado al norte y ya no podía seguir la
costa sino de bordadas, resolvió volverse, pero antes
vio adelante a Cayo Cruz o Cayo Confites “y otro
cabo que vido adelante le salía más fuera”.
Dejo para ocasión posterior la crítica de la observación hecha por el Almirante en el día de hoy.
Jueves 1˚ de noviembre.—“En saliendo el sol
envió el Almirante las barcas a tierra a las casas que allí
estaban y hallaron que era toda la gente huida y desde
a buen rato pareció un hombre, y mandó el Almirante
que lo dejasen asegurar y volviéronse las barcas, y
202
Ramón Julio Didiez Burgos
después de comer tornó a enviar a tierra uno de los
indios que llevaban, el cual desde lejos le dió voces
diciendo que no hobiesen miedo porque era buena
gente, y no hacían mal a nadie, ni eran del Gran Can,
antes daban de lo suyo en muchas islas que habían
estado, y echóse a nadar el indio y fue a tierra, y dos de
los de allí lo tomaron de brazos y lleváronlo a una casa
donde se informaron del. Y como fueron ciertos que
no se les había de hacer mal, se aseguraron y vinieron
luego a los navíos más de diez y seis almadías o canoas
con algodón hilado y otras cosillas suyas, de las cuales
mandó el Almirante salvo oro a que ellos llaman nucay; y así todo el día anduvieron y vinieron de tierra
a los navíos, y fueron de los cristianos a tierra muy
seguramente. El Almirante no vido a algunos dellos
oro, pero dice el Almirante que vido a uno de ellos un
pedazo de plata labrado colgado a la nariz, que tuvo
por señal que en la tierra había plata. Dijeron por señas que antes de tres días venían muchos mercaderes
de la tierra dentro a comprar de las cosas que allí llevan
(69) los cristianos, y darían nuevas del Rey de aquella
tierra, el cual según se pudo entender por las señas que
daban questaba de allí cuatro jornadas, porque ellos
habían enviado muchos por toda la tierra a le hacer
saber del Almirante. Esta gente, dice el Almirante, es
de la misma calidad y costumbre de los otros hallados,
sin ninguna secta que yo conozca, que fasta hoy aquesto que traigo no he visto hacer ninguno oración, antes
dicen la Salve y el Ave María, con las manos al cielo
como la amuestran, y hacen la señal de la cruz. Toda
la lengua también es una, y todos amigos, y creo que
sean todas estas islas y que tengan guerra con el Gran
Can, a que ellos llaman Cavila, y a la provincia Bafan,
y así andan también desnudos como los otros. Esto
dice el Almirante. El río, dice, que es muy hondo, y
en la boca pueden llegar los navíos con el bordo hasta
tierra: no llega el agua, dulce a la boca con una legua, y
es muy dulce y es cierto dice el Almirante queste es la
tierra firme. Y que estoy, dice él, ante Zayto y Guinsay,
cien leguas (70) poco más o poco menos lejos de lo
uno y de la otra, y bien se amuestra por la mar que
viene de otra suerte que fasta aquí no ha venido, y ayer
que iba al Norueste fallé que hacia frio.
Viernes 2 de noviembre.— “Acordó el
Almirante enviar dos hombres españoles; el uno se
llamaba Rodrigo de Jerez, que vivía en Ayamonte,
y el otro era un Luis de Torres que había vivido
con el Adelantado de Murcia, y había sido judío,
y sabía dizque hebraico y caldeo y aun algo arábigo, y con esto envió dos indios, uno de los que
consigo traía de Guanahaní, y el otro de aquellas
casas que en el río estaban poblados. Dióles sartas
cuentas para comprar de comer si le faltase, y seis
días de término para que volviesen. Dióles muestra
de especería para ver si alguna della topasen. Dióle
las instrucciones de cómo habían de preguntar por
el Rey de aquella tierra, y lo que habían de hablar
de parte de los Reyes de Castilla, como enviaban al
Almirante para que les diese de su parte sus cartas,
y un presente y para saber de su estado y cobrar
amistad con él, y favorecelle en lo que obiese dellos
menester, y que supiesen de ciertas provincias, y
puertos y ríos de que el Almirante tenía noticias, y
cuanto distaban de allí. Aquí tomó el Almirante la
altura con un cuadrante esta noche, y halló questaba 42 grados (71) de la línea equinocial, y dice que
por su cuenta halló que había andado desde la isla
del Hierro mil ciento y cuarenta y dos leguas (72),
y todavía afirma que aquella es tierra firme”.
Desde el día 30 de octubre, el Almirante al arribar
a las costas de la isla de Cuba, consideró que había
llegado al continente asiático; a medida que avanzó
en la costa fue más creyente de que se encontraba en
tierra firme; uno de los factores que más influyeron
en su convicción fue la configuración de la costa de
Cuba, que navegó, la cual tenía mucha semejanza
con la costa de la provincia de Manguí y, donde
estaban situadas las ciudades de Zaito y Guinsay.
El día 2, estando fondeado el interior de la
Bahía de Nuevitas (Río de Mares) al estar convencido de que estaba en los dominios del Gran
Can, decidió enviar dos hombres: Rodrigo de Jerez
y Luis de Torres acompañado de dos indios, uno
natural de Guanahaní y el otro de ahí mismo, para
que le sirvieran de guías en el camino. El Almirante
les dio 6 días para ir y volver, como resultado de la
información de los indios de “que antes de tres días
vendrían muchos mercaderes de la tierra adentro a
comprar de las cosas que allí llevan los cristianos, y
darían nuevas del Rey de aquellas tierras”.
Comprobación de las distancias
He dejado para una ocasión posterior la crítica
de la observación hecha por el Almirante, puesto
que todavía existen dos observaciones más.
En cuanto a la distancia dada de 1,142 leguas
desde la isla de Hierro hasta el Río de Mares, andadas por él, lleva el sello de la exactitud, además de
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
confirmar de que esta distancia era “por su cuenta”;
esto es, la distancia corta o del engaño como se le
ha llamado.
Si preparamos toda estas distancias en una tabla
desde el día 8 de septiembre hasta el día 29 de
noviembre que fue cuando llegó a Mares, veremos
que: desde el día 8 de septiembre al 12 de octubre
anduvo desde esta isla de Hierro hasta la isla Plana
del Oeste 951.1 leguas y
El día 15 anduvo
5+10.0 Leguas 15.0
” ” 16
” 9+20.0
” 29.0
” ” 17
” 3.5+6.3+15.4
”
25.2
” ” 18
”
15.3
”
15.3
” ” 19
”
12.5+12.0
”
24.5
” ” 20
” 5+4.5+4.5+1.5
”
15.5
” ” 24
”
6.0
”
6.0
” ” 25
”
17+11.0
”
28.0
” ” 27
”
17.0
”
17.0
” ” 28
” 3.5
”
3.5
” ” 29
”
12.0
”
12.0
Total 191.0
El día 28 anotó solamente 3.5 leguas porque éstas fueron las que hizo desde donde amaneció hasta
el Puerto de Puerto Padre; desde donde le anocheció
hasta donde amaneció anduvo 3.5 leguas u 11 millas
náuticas; como el dijo que pasó la noche al reparo
y esta maniobra es navegar con pocas velas ciñendo
al viento o a la bolina, su proa durante la noche era
tanto al N.N.E. como al S.S.E.; como el viento era
del ESTE y el abatimiento era al SUROESTE, la
distancia por abatimiento no fue contabilizada.
Si sumamos estos valores, 951.1+191.0=
1,142.1, más exactitud de esta posición no podrá
obtenerse sino con instrumentos de precisión.
Además de quedar justificado con esta demostración, que la distancia corta o del engaño no fue,
tal sino la distancia efectuada teniendo como base de
medida el módulo de 1480 metros o 4.854.4 pies por
millas, módulo que usó en la escala del trazado de su
carta del Mar Occidental, semejante a la de Toscanelli.
Al quedar identificados el valor dado por el
Almirante el día 2 de noviembre en Mares, de 1,142
leguas navegada desde la isla de Hierro con el valor
recorrido alrededor de las islas Acklin, Crooked, isla
Larga, Ron Cay, isla Fortuna, e isla Arena en las Lucayas;
Puerto Padre y Nuevitas en Cuba, evidencian indefectiblemente que esta fue la trayectoria del Almirante
y sus carabelas en el primer viaje de descubrimiento.
203
Sábado 3 de noviembre.— “En la mañana entró en la barca, el Almirante, y porque hace el río en
la boca un gran lago, el cual hace un singularísimo
puerto muy hondo y limpio de piedras, muy buena
playa para poner navíos a monte (73) y mucha leña,
entró por el río arriba hasta llegar al agua dulce, que
sería cerca de dos leguas, y subió en un montecillo
por descubrir algo de la tierra, y no pudo ver nada
por las grandes arboledas, las cuales eran muy frescas, odoríferas, por lo cual dice no tener duda que
no haya yerbas aromáticas. Dice que todo eran tan
hermoso lo que vía, que no podía cansar los ojos de
ver tanta lindeza, y los cantos de las aves y pajaritos.
Vinieron en aquel día muchas almadías o canoas a
los navíos a resgatar cosas de algodón filado y redes
en que dormían, que son hamacas”.
Domingo 4 de noviembre.— “Luego en amaneciendo entró el Almirante en la barca y salio
a tierra a cazar aves que el dia antes había visto.
Despues vuelto vino a el Martín Alonso Pinzón
con dos pedazos de canela, y dijo que un portugués
que tenia en su navio había visto a un indio que
traía dos manojos della muy grandes; pero que no
se le osó rescatar por la pena quel Almirante tenia
puesta que nadie resgatase. Decia más que aquel
indio traía unas cosas bermejas como nueces. El
Contramestre de la Pinta dijo que había arboles
de canela. Fue el Almirante luego allá y halló que
no eran. Mostró el Almirante a unos indios de allí
canela y pimienta, parece que de la que llevaba
de Castilla para muestra, y conociéronla dizque y
dijeron por señas que cerca de allí había mucho de
aquello al camino del Sueste. Mostrole oro y perlas,
y respondieron ciertos viejos que en un lugar que
llamaron Bohio (74) había infinito, y que lo traían
al cuello y a las orejas, y a los brazos y a las piernas,
y tambien perlas. Entendio más que decían que
había naos grandes y mercaderías, y todo esto era
al Sueste. Entendio tambien que lejos de allí había
hombres de un ojo y otro con hocicos de perros
que comían los hombres, y que en tomando uno lo
degollaban y le bebían su sangre, y le cortaban su
natura. Determinó de volver a la nao el Almirante
a esperar los dos hombres que había enviado para
determinar de partirse a buscar aquellas tierras,
si no trajesen aquellos alguna buena nueva de lo
que deseaban. Dice mas el Almirante; esta gente
es muy mansa y muy temerosa, desnuda como
dicho tengo sin armas y sin ley. Estas tierras son
muy fértiles; ellos la tienen llenas de mames, que
204
Ramón Julio Didiez Burgos
mercaderes seguros de cualquiera otras naciones;
y dice nuestro Señor, en cuyas manos están todas
las victorias, aderezca todo lo que fuere su servicio.
Dizque dijo un indio por señas que el almáciga era
buena para cuando les dolía el estomago.
“Entendió también que lejos de allí había hombres de un ojo, y otros
con hocicos de perros que comían los hombres...”.
son como Zanahorias (75), que tienen sabor de
castañas, y tienen faxones (76) y fabas muy diversas
de las nuestras, y mucho algodón, el cual se siembra
y nace por los montes, arboles grandes, y creo que
en todo tiempo lo haya para coger porque vi los cogujos abiertos, y otros que se abrían y flores todo en
un árbol, y otras mil maneras de frutos que no me
es posible escribir, y todo debe ser cosa provechosa.
Todo esto dice el Almirante”.
Lunes 5 de noviembre.— “En amaneciendo
mandó poner la nao a monte y los otros navios,
pero no todos juntos, sino que quedasen siempre
dos en el lugar donde estaban por la seguridad,
aunque dice que aquella gente era muy segura y sin
temor se pudiera poner todos los navios junto os en
monte. Estando asi vino el Contramestre de la Niña
a pedir albricias al Almirante porque había hallado
almáciga, mas no traía la muestra porque se le había
caído. Prometiósela el Almirante, y envió a Rodrigo
Sánchez, y a Maestre Diego a los arboles, y trajeron
un poco della, la cual guardó para llevar a los Reyes,
y tambien del árbol; y dice que se cognoció que era
almáciga, aunque se ha de coger a sus tiempos, y
que había en aquella comarca para sacar mil quintales cada año. Halló dizque allí mucho de aquel
palo que le parecio liñaloe. Dice mas, que aquel
puerto de Mares (77) es de los mejores del mundo y
mejores aires y mas mansa gente y porque tiene un
cabo de peña altillo se puede hacer una fortaleza,
para que si aquello saliese rico y cosa grande, allí los
“Dijeron que los habían recibido con gran solemnidad según su
costumbre, y todos así hombres como mujeres.”
Martes 6 de noviembre.— “Ayer en la noche,
dice el Almirante, vinieron los dos hombres que
había enviado a ver la tierra dentro, y le dijeron
como había andado doce leguas que había hasta
una población de cincuenta casas (78), donde
dizque había mil vecinos porque viven muchos en
una casa. Estas casas son de manera de alfaneques,
grandísimos dijeron que los habían rescebido con
gran solemnidad, según su costumbre, y todos así
hombres como mujeres los venían a ver, y aposentaronlos en las mejores casas; los cuales los tocaban
y les besaban las manos y los pies, y maravillandose
y creyendo que venían del cielo, y así se lo daban
a entender. Dábales de comer de lo que tenían.
Dijeron que en llegando los llevaron de brazos los
más honrados del pueblo a la casa principal, y diéronles dos sillas en que se asentaron, y todos ellos
se asentaron en el suelo en derredor dellos. El indio
que con ellos iba les notificó la manera de vivir
los cristianos, y como era buena gente. Después
saliéronse los hombres y entraron las mujeres y
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
sentáronse de la misma manera en derredor dellos
besándose las manos y los pies, atentándolos si
eran de carne y hueso como ellos. Rogábanles que
se estuvieran aquí con ellos al menos por cinco
días. Mostraron la canela y pimienta y otras especias quel Almirante les había dado, y dejéronle
por señas que muchas dellas había cerca de allí al
Sueste; pero que en allí no sabían si la había. Visto
como no tenían recaudo de ciudades se volvieron,
y que si quisieran dar lugar a los que con ellos se
querían venir, que mas de quinientos hombres y
mujeres vinieron con ellos, porque pensaban que
se volvían al cielo. Vino con ellos un principal del
pueblo y un hijo y un hombre suyo: hablo con
ellos el Almirante, hizoles muchas honra, señalándole muchas tierras e islas que había en aquellas
partes, pensó de traerlos a los Reyes, y dizque que
no supo que se le antojó, parece que de miedo y
de noche oscuro quisose ir a tierra; y el Almirante
dizque porque tenia la nao en seco en tierra, no le
queriendo enojar le dejo ir diciendo que en amaneciendo tornaria, el cual nunca tornó. Hallaron
los dos cristianos por el camino mucha gente
que atravesaba a sus pueblos, mujeres y hombres
con un tizón en la mano, yerbas para tomar sus
sahumerios que acostumbraban (79); no hallaron
población por el camino de más de cinco casas,
y todos le hacían el mismo acatamiento. Vieron
muchas maneras de árboles, e yerbas odoríferas.
Vieron aves de muchas maneras diversas de las de
España, salvo perdices y ruiseñores que cantaban,
y ánsares, y desto hay allí harto; bestias de cuatro
pies no vieron, salvo perros que no ladraban. La
tierra muy fértil y muy labrada de aquellos mames
y fexoes (80) y habas muy diversas de las nuestras,
eso mismo panizo y mucha cantidad de algodón
filado y obrado, y que en una sola casa habían
visto más de quinientas arrobas, y que se pudiera
haber allí cada año cuatro mil quintales. Dice el
Almirante que le parecía que no lo sembraban y
que da fruto todo el año; es muy fino, tiene el capullo muy grande; todo lo que aquella gente tenía
dizque daba por muy vil precio, y que una gran
espuerta de algodón daba por cabo de agujeta o
otra cosa que le de. Son gente dice el Almirante,
muy sin mal ni guerra; desnudos todos hombres y
mujeres como sus madres los parió. Verdad es que
las mujeres traen una cosa de algodón solamente
tan grande que le cobija su natura y no más, y son
ellas de muy buen acatamiento, ni muy negras,
205
salvo menos que canarias. “Tengo por dicho,
serenísimos príncipes (dice el Almirante), que sabiendo la lengua dispuesta suya personas devotas
religiosas, que luego todos se tornarían cristianos;
y así espero en Nuestro Señor que vuestras Altezas
se determinaran a ello con mucha diligencia para
tornar a la Iglesia tan grandes pueblos, y los convertirán, asi como han destruido aquellos que no
quisieron confesar el Padre, y el Hijo, y el Espíritu
Santos; y después de sus días, que todos somos
mortales, dejaran sus reinos en muy tranquilo
estado, y limpios de herejía y maldad, y serán bien
rescebidos delante el Eterno Creador, al cual plega
de les dar larga vida y acrecentamiento grande de
mayores reinos y señoríos, y voluntad y disposición para acrecentar la santa religión cristiana, así
como hasta aquí tienen fecho, amén. Hoy tiré la
nao de monte (81) y me despacho para partir el
Jueves en nombre de Dios e ir al Sueste a buscar
del oro y especerias y descubrir tierra”. Estas todas
son palabras del Almirante, el cual pensó partir el
Jueves: pero porque le hizo viento contrario no
pudo partir hasta doce días de Noviembre”.
Capítulo X
Desde el día 12 de
noviembre hasta
el día 5 de diciembre
Recorrido de la costa de Cuba
Lunes 12 de noviembre.— “Partio del puerto
y río de Mares al rendir del cuarto de alba para
ir a una Isla que mucho afirmaban los indios que
traía, que se llamaba Babeques (82), adonde según
dicen por señas, que la gente de ella coge el oro
con candelas de noche en la playa, y después con
martillo diz que hacían vergas dello, y para ir a
ella era menester poner la proa al Leste cuarta del
Sueste. Después de haber andado ocho leguas por
la costa adelante halló un río y dende andadas otras
cuatro halló otro río que parecía muy caudaloso y
mayor que ninguno de los otros que había hallado.
No se quiso detener y entrar en algunos dellos por
206
Ramón Julio Didiez Burgos
dos respectos, el uno y principal por aquel tiempo el
viento era bueno para ir en demanda de la dicha isla
de Babeque; lo otro porque si en él hubiera alguna
populosa o famosa ciudad cerca de la mar se parecería, y para ir por el río arriba eran menester navíos
pequeños, lo que no eran los que llevaba: Y así se
perdería también mucho tiempo, y los semejantes
ríos son cosa para descobrirse por sí. Toda aquella
costa era poblada mayormente cerca del río, a quien
puso por nombre el río Sol: Dijo quel domingo
antes 11 de noviembre le había parecido que fuera
bien tomar algunas personas de las de aquel río para
llevar a los Reyes porque aprenderían nuestra lengua
para saber lo que hay en la tierra, y porque volviendo sean lenguas de los cristianos y tomen nuestras
costumbres y las cosas de la fe. “Porque yo vi e
cognosco (dice el Almirante) questa gente no tiene
secta ninguna ni son idólatras, salvo muy mansos, y
sin saber qué sea mal, ni matar a otros, ni prender, y
sin armas, y tan temerosos que a una persona de los
nuestros fuyen cientos de ellos, aunque burlen con
ellos, incrédulos y con cognoscedores que hay Dios
en el cielo, é firme que nosotros habemos venidos
del cielo; y muy presto a cualquiera oración que nos
les digamos que digan y hacen el señal de la cruz. Así
que deben vuestras Alteza determinarse á los hacer
cristianos, que creen que si comienza, en poco tiempo acabará de los haber convertido á Nuestra Santa
Fe multidumbre de pueblos, y cobrando grandes
señoríos y riquezas y todos sus pueblos de la España,
porque sin duda es en estas tierras grandísimas suma
de oro, que no sin causa dicen estos indios que yo
traigo, que ha en estas islas lugares adonde cavan el
oro y lo traen al pezcuezo, á las orejas y á los brazos é
á las piernas, y son manillas muy gruesas, y también
ha piedras y ha perlas preciosas y infinita especeria;
y en este río de Mares, adonde partí esta noche, sin
duda ha grandísima cantidad de almáciga, y mayor
si mayor se quisiera hacer, porque los mismos árboles plantándolos prenden de ligero y ha muchos
y muy grandes, y tienen la hoja como lentisco y el
fruto, salvo ques mayor asi los arboles como la hoja,
como dice Plinio, é yo he visto en la isla de Xió, en
el Archipielago (83) mandé sangrar muchos destos
árboles para ver si echaría resina para la traer, y como
haya siempre llovido el tiempo que yo he estado en
el dicho rio no he podido haber della, salvo muy poquita que traigo á vuestras Altezas, y tambien puede
ser que no es el tiempo para los sangrar, que esto
creo que conviene al tiempo que los arboles comienzan á salir del invierno y quieren echar la flor; y aca
ya tienen el fruto cuasi maduro agora. Y tambien
aquí se habría grande suma de algodón, y creo que
se venderia muy bien acá sin le llevar a España, salvo
á las grandes ciudades del Gran Can que se descubrirán sin duda, y otras muchas de otros señores que
habran en dicha servir á vuestras Altezas, y adonde
se les darán de otras cosas de España de las tierras
de Oriente, pues estas son a nos en Poniente, y aquí
hay tambien infinito liñaloe, aunque no es cosa para
hacer gran caudal; mas del almáciga es de entender
bien porque no la hay, salvo en la dicha isla de Xió,
y creo que sacan dello bien cincuenta mil ducados,
si mal no me acuerdo; y ha aquí en la boca del rio
el mejor puerto que fasta hoy vi, limpio é ancho, é
fondo, y buen lugar (84) y asiento para hacer una
villa é fuerte, é que cualesquiera navios se puedan
llegar el bordo á los muros, é tierra muy temperada y alta, y muy buena aguas. Asi que ayer vino á
bordo de la nao una almadia con seis mancebos, y
los cinco entraron en la nao; estos mande detener é
los traigo. Y después envié á una casa, que es de la
parte del río del Poniente, y trajeron siete cabezas
de mujeres entre chicas é grandes y tres niños. Esto
hice porque mejor se comportan los hombres en
España habiendo mujeres de su tierra que son ellas,
porque ya otras muchas veces se acaeció traer los
hombres de Guinea para que desprendiesen la lengua
en Portugal, y después que volvieron y pensaban
de se aprovechar dellos en su tierra por la buena
compañía que les habían hecho dadivas que se les
habían dado, en llegando en tierra jamás parecían.
Otros no lo hacían asi. Asi que teniendo sus mujeres
ternán gana de negociar lo que se les encargase, y
tambien estas mujeres mucho enseñaran los nuestro
su lengua, la cual es toda una en todas estas islas de
India, y todos se entienden y todas las andan con sus
almadias, lo que no han en Guinea adonde es mil
maneras de lenguas que la una no entiende la otro.
Esta noche vino a bordo en una almadía el marido
de una destas mujeres, y el padre de tres fijos, un
macho y dos fembras, y dijo que yo les dejase venir
con ellos, y a mi me aplogó mucho, y quedan agora
todos consolados con el que deben todos ser parientes, y el es ya hombre de cuarenta y cinco años (85).
Dice tambien arriba que hacia algún frio, y por esto
que no le fuera buen consejo en invierno navegar
al Norte para descubrir. ‘Todas estas palabras son
formales del Almirante’”.
Navegó este lunes hasta el sol puesto diez
y ocho leguas al Leste cuarta del Sueste hasta
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
un cabo, a que puso por nombre el Cabo de
Cuba (86).
207
Salió del Puerto de Mares a las 3 de la mañana
y anduvo costeando con el viento norte y después
de haber navegado 8 leguas vio una hora después
“Despues de haber navegado
ocho leguas por la costa delante
halló un rio... A quien puso por
nombre el río del Sol”.
“y dende andadas otras cuarto
(leguas) hallo otro rio que parecía
muy caudaloso, y mayor que
ninguno de los otros que había
hallado”.
208
Ramón Julio Didiez Burgos
de amanecer la desembocadura de la Bahía de
Manatí, al cual le puso por nombre, Río del
Sol, siguió adelante y encontró otro puerto o río
después de navegar 4 leguas más (Puerto Padre),
desde puerto Nuevitas o río de Mares a Puerto
Padre hay 12 leguas (8-1-4), 38.8 millas náuticas,
siguió navegando hacia el Este y cuando el sol
se puso a las 5h–28m anduvo desde Puerto Padre
hasta el treavez de Punta Mula 18 leguas que son
57,6 millas Punta que el bautizó con el nombre de
Cabo de Cuba.
el cual no pudo determinar si era entrada de mar;
y porque deseaba ir a la isla que llamaban Babeque
adonde tenia nueva, según el entendia, que había
mucho oro, la cual isla le salía al Leste; como no
vido alguna grande población para ponerse al rigor
del viento que le crecia mas que nunca hasta allí,
acordó de hacer á la mar, y andar al Leste con el
viento que era Norte, y andaba ocho millas cada
hora, y desde las diez del día que tomo aquella
derrota, hasta el poner del sol anduvo cincuenta y
seis millas, que son catorce leguas al Leste, desde
el Cabo de Cuba. Y de la otra tierra del Bohío que
“Navegó este lunes hasta el sol
puesto diez y ocho leguas al
Leste cuarta del Sueste hasta un
Cabo, a que puso por nombre el
Cabo de Cuba”.
Martes 13 de noviembre.— “Esta noche toda
estuvo á la corda, como dicen los marineros, que
es andar barloventeando y no andar nada, por ver
un abra, que es una abertura de sierras como entre
sierra y sierra, que comenzó á ver al poner del sol,
adonde se mostraban dos grandísimas montañas
(87), y parecía que se apartaba la tierra de Cuba
con aquella de Bohío, y esto decían los indios que
consigo llevaban por señas. Vinido el dia claro dio
las velas sobre la tierra, y pasó una punta que le
parecio anoche obra de dos leguas, y entró en un
gran golfo, cinco leguas al Sursudueste, y le quedaban otras cinco para llegar al cabo adonde en
medio de dos grandes montes hacia un degollado,
le quedaba a sotaviento comenzando del cabo del
sobre dicho golfo descubrío á su parecer ochenta
millas, que son veinte leguas y corriase toda aquella
costa Lesueste y Ouesnoroeste.
La noche del 12 a amanecer el 13 estuvieron a
la corda, estuvieron toda la noche cerca del Cabo de
Cuba (Punta Mula), hasta que le amaneció a unas
16 millas nauticas al Nordeste de la Bahía de Nipe
y de Banes, desde esta distancia vio la separación
de las dos sierras de Nipe y la de Cristal, a esta separación la considero como el estrecho entre la isla
de Cuba o de Juana (que fue el nombre que le puso
a la isla) y la que le decían los indios donde había
muchas perlas, oro y tambien caníbales con un solo
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
209
“por ver un abra, que es una abertura de Sierra, como entre sierra
y sierra, que le comenzó a ver al
poner del sol, adonde se mostraban dos grandísimas montañas”
(esta abertura era la separación
de la Sierra de Nipe y la Sierra de
Cristal.)
ojo, en la frente y le llamaban Bohío. (La Española
o Quisqueya), al seguir navegando al Surueste llegó
cerca de la entrada del puerto de Banes “a donde en
medio de los grandes montes hacia un degollado”,
el viento le arreció del norte, y como tenia interés
de ir a la isla de Babeque (Ynagua Grande) donde
se cogia el oro de noche con candelas, decidió no
entrar y aprovechar el viento y dirijirse al Este, y anduvo 14 leguas, 45 millas nauticas, llegando hasta
el nornordeste de Cayo Moa a unas 12 millas de él.
Miércoles 14 de noviembre.— “Toda la noche de ayer anduvo al reparo y barloventeando
(porque decía que no era razon de navegar entre
aquellas islas de noche hasta que la hobiese descubierto), porque los indios que traían le dijeron
ayer Martes que había tres jornadas, desde el rio
de Mares, hasta la isla de Babeque, que se debe
entender jornadas de sus almadías, que puedan
andar siete leguas, y el viento tambien le escaseaba, y habiendo de ir al Leste no podía sino a la
cuarta del Sueste, y por otro inconveniente que
allo refiere se hobo de detener hasta la mañana.
Al salir del sol determinó de ir a buscar puerto
porque de Norte se había mudado el viento al
Nordeste, y si puerto no hallara fuérole necesario
volver atrás á los puertos que dejaba en la isla de
Cuba. Llego a tierra habiendo andado aquella
noche veinte y cuatro millas al Leste cuarta del
Sueste, anduvo al Sur (88) millas hasta tierra,
adonde vió muchas entradas y muchas isletas, y
puertos, y porquel viento era mucho y la mar muy
alterada no osó cometer a entrar, antes corrió por
la costa al Norueste cuarta del Oueste, mirando
si había puerto, vido que había mucho, pero no
muy claros, después de haber andado asi sesenta y
cuatro millas una entrada muy honda, ancha un
cuarto de milla, y buen puerto (89) y rio donde
entro y puso la proa al Susudueste, y después al
Sur hasta llegar al Sueste, todo de buena anchura
y muy fondo, donde vido tanta islas que no las
pudo contar todas, de buena grandeza, y muy altas tierra llenas de diversos arboles de mil maneras
é infinitas palmas. Maravillose en gran manera ver
tantas islas y tan altas, y certifica á los Reyes que
las montañas que desde antier han visto por estas
costas y las desta islas, que le parece que no las
mas altas en el mundo ni tan hermosas y claras sin
niebla ni nieve, y al pié dellas grandísimo fondo; y
dice que cree que estas islas son aquellas innumerables que en los mapamundos en fin de Oriente se
210
Ramón Julio Didiez Burgos
ponen; (90) y dijo que creía que había grandísima
riquezas y piedras preciosas y especerías en ella, y
que duran mucho al Sur, y se ensanchan a todas
partes. Púsole nombre la Mar de Nuestra Señora,
y al puerto que está cerca de la boca de la entrada
de las dichas islas puso Puerto del Príncipe, en el
cual no entró, mas de velle desde fuera hasta otra
vuelta que dio el sábado de la semana venidera,
como allí parecerá. Dice tantas y tantas cosas de
la fertilidad y hermosura y altura destas islas que
halló en este puerto, que dice a los Reyes que no
se maravillen de encarecellas tanto, porque le
certifica que cree que no dice la centesima parte;
algunas dellas que parecía que llegan al cielo y
hechas como puntas de diamantes: otras que sobre
su gran altura tiene encima como una mesa, y al
pie dellas fondo grandísimo que podría llegar á
ellos una grandísima carraca (91) todas llenas de
arboledas y sin peñas”.
Toda la noche del día 14 la pasó navegando con
pocas velas al Leste cuarta del Sueste anduvo 24
millas (19 millas náuticas) al salir el sol el viento se
le cambió del Norte al Nordeste y decidió dirigirse
a tierra de la isla de Bohío (el creía por la separación de las dos Sierras que vio el día anterior que
es estaba al norte de la isla Bohío), al Sur y navegó
23 millas náuticas hasta cerca de la Punta Maravi,
desde ahí viró al Norueste cuarta del Oueste y
recorrió toda la costa, hasta el Puerto de Tanamo
donde entró, después de haber recorrido 64 millas
antiguas o sea 16 leguas igual a 51 millas actuales,
al Puerto le puso, Puerto del Principe y la Mar, Mar
de Nuestra Señora.
En los mapamundis y portulanos de aquella
época, el mar al oeste del Continente Asiático no
tenía nombre. Se conocía toda la amplitud del océano entre ambos continentes como Mar Occidental;
además eran dibujadas cerca de tierra firme un sin
número de islas que poblaban de norte a sur todo el
mar, al cual no le pusieron nombre particular, por
eso él le puso nombre de mar de Nuestra Señora,
pues considero hallarse en esa región; al visitar tantas
islas desde que arribó a Guanahaní al indicarle los
indios que habían muchas islas en esa comarca, no
hay duda que al presentarle el Almirante la realidad
de este mar similar al dibujado en los Portulanos y
Mapamundis, considerara que estaba en las costa
del Continente Asiático y se diera a hacer toda clase
de conjetura geográficas.
Jueves 15 de noviembre.— “Acordó de andalla
estas islas con las barcas de los navíos y dice maravillas dellas, y que halló almáciga é infinito lináloe, y
algunas dellas eran labradas de las raíces que hacen
su pan los indios, y halló haber encendido fuego en
algunos lugares; agua dulce no vido, gente había
alguna y huyeron: en todo lo que anduvo halló
hondo de quince y diez y seis brazas, y todo basa,
que quiere decir, quel suelo de abajo es arena y no
“Pusoles nombre la Mar de
Nuestra Señora, y al puerto que
esta cerca de la boca de la entrada
de as dichas islas puso Puerto del
Príncipe”.
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
peñas, lo que muchos desean los marineros porque
las peñas cortan los cables de las anclas de las naos”.
Viernes 16 de noviembre.— “Porque en todas
las partes, islas y tierras donde entraba dejaba siempre puesta una cruz: entró en la barca y fué á la
boca de aquellos puertos, y en una punta de la tierra halló dos maderos muy grandes, uno más largo
que el otro, y el uno sobre el otro hecho una cruz,
211
nácaras, que son las ostras donde se crian las perlas,
y hallaron muchas, pero no perlas, y atribuyólo á
que no debía ser el tiempo dellas, que creía él que
era por Mayo y Junio. Hallaron los marineros un
animal que parecía taso ó taxo. Pescaron también
con redes y hallaron un pece, entre otros muchos,
que parecía propio puerco, no como tonina, el cual
dizque era todo concha, muy tiesta, y no tenia cosa
“y desde las diez del día que tomó
aquella derrota, hasta poner el sol
anduvo cuarenta y seis millas que
son catorce leguas al Leste, desde
el Cabo de Cuba”.
que dizque un carpintero no los pudiera poner más
proporcionados; y adorada aquella cruz mando
hacer de los mismos maderos una muy grande y
alta cruz. Halló cañas por aquella playa que no
sabía dónde nacían, y creía que las traería algún río
y las echaba a la playa, y tenía en ésto razón. Fué a
una cala dentro de la entrada del puerto de la parte
del Sueste (cala es una entrada angosta que entra el
agua del mar en la tierra): allí hacía un alto de piedra y peña como cabo, y al pie del era muy fondo,
que la mayor carraca del mundo pudiera poner el
bordo en tierra, y había un lugar ó rincón donde
podían estar seis navíos sin anclas como en una
sala. Parecióle que se podía hacer allí una fortaleza
á poca costa, si en algún tiempo en aquella mar de
islas resultase algún resgate famoso. Volviéndose a
la nao halló los indios que consigo traía que pescaban caracoles muy grandes que en aquellas mares
hay, y hizo entrar la gente allí, é buscar si había
blanda sino la cola y los ojos, y un agujero debajo
della para expeler sus superfluidades: mandólo salar
para llevarlo que viese los Reyes”.
Sábado 17 de noviembre.— “Entró en la barca
por la mañana y fué aver las islas que no había visto
por la banda del Sudueste: vido muchas otras y
muy fértiles y muy graciosas, y entre medio dellas
muy gran fondo: algunas dellas dividían arroyos
de agua dulce, y creía que aquella agua y arroyos
salían de algunas fuentes que manaban en los altos
de las sierras de las islas. De aquí yendo adelante,
halló un ribera de agua muy hermosa y dulce, y
salía muy fría por lo enjuto della; había un prado
muy lindo y palmas muchas y altísimas más que las
que había visto: halló nueces grandes de la India,
creo que dice, y ratones grandes (92) de los de la
India también, y cangrejos grandísimos. Aves vido
muchas y olor vehemente de almizcle, y creyó que
lo debía de haber allí.
212
Ramón Julio Didiez Burgos
Este día de seis mancebos que tomó en el Río de
Mares, que mandó en la carabela Niña se huyeron
los dos más viejos”.
Domingo 18 de noviembre.— “Salió en las
barcas otra vez con mucha gente de los navíos y fué
a poner la gran Cruz que había mandado hacer de
los dichos maderos a la boca de la entrada de dicho
puerto del Príncipe, en un lugar vistoso y descubierto de árboles: ella muy alta y muy hermosa vista. Dice que la mar crece y decrece allí mucho más
que en otra parte de lo que por aquella tierra haya
visto, y que no es maravilla por las muchas islas, y
que la marea en el revés de las nuestras, porque allí
la luna al Sudueste cuarta del Sur es baja mar en
aquel puerto, No partió de aquí por ser Domingo”.
Lunes 19 de noviembre.— “Partió antes de
quel sol saliese y con calma, y después al medio día
ventó el Leste y navegó al Nornordeste; al poner
del sol le quedaba el puerto del Príncipe al Sur
sudueste, y estaría del siete leguas. Vido la isla de
Babeque al Leste, justo, de la cual estaría sesenta
millas. Navegó toda esta noche al Nordeste escaso;
andaría sesenta millas y hasta las diez del día Martes
otras doce, que son por todas diez y ocho leguas, y
al Nordeste cuarta del Norte”.
El día 19 de noviembre.— antes de salir el sol
y se dirigió al Nornordeste y anduvo 7 leguas que
son 22,4 millas náuticas, hasta la puesta del sol
dice aquí que vio la isla de Babeque a 60 millas
antiguas (48 millas náuticas) al Este, (aquí hay un
mal arreglo de Bartolomé de las Casas al interpretar
lo que dijo el Almirante el día 14 de Noviembre
“porque los indios que traía le dijeron ayer martes
que había tres jornadas desde el Río de Mares hasta
la isla de Babeque, que se debe entender de sus almadías. Que pueden andar siete leguas (22,4 millas
náuticas) serían 21 leguas en total, (67,2 millas
náuticas) desde el Río de Mares pero esto lo expresó
el Almirante ese día desde una posición a 12 millas
náuticas al Nornordeste de Cayo Moa, y desde u
esta posición a Babeque hay 65 millas nauticas (20
leguas) al Este de manera que aquí se ve que fué
desde este punto que los indios midieron sus tres
jornadas de navegación en sus canoas, y no desde
Mares, que en la realidad hay, 193 millas náuticas,
241 millas antiguas y 60.3 leguas). Aquí se ve una
mala copia en el Diario por ser imposible que la isla
de Babeque, (Inagua Grande) se vea a esa distancia.
Si Fray Bartolomé hizo ver al Almirante la isla fue
por mal interpretar el Diario.
“Partió antes quel sol saliese con calma, y después a mediodía ventó
algo al Leste y navegó Nornordeste”.
Martes 20 de noviembre.— “Quedábanle el
Babeque ó las islas del Babeque al Lesueste de donde
salía el viento que llevaba contrario. Y viendo que no
se mudaba y la mar se alteraba, determinó de dar la
vuelta al puerto del Príncipe, de donde había salido,
que le quedaba veinte y cinco leguas. No quiso ir a
la isleta que llamó Isabela, que le estaba doce leguas
que pudiera ir á surgir aquel dia, por dos razones;
la una porque vido dos islas al Sur, las quería ver; la
otra porque los indios que traía, que había tomado
en Guanahaní, que llamo San Salvador, que estaba
ocho leguas de aquella Isabela, no se le fuesen de
los cuales dizque tiene necesidad, y por traellos á
Castilla”. Tenían dizque entendido que en hallando oro los había el Almirante de dejar tornar á su
tierra. Llego en paraje del puerto del Principe; pero
no lo pudo tomar porque era de noche y porque lo
decayeron las corrientes al Norueste. Tornó a dar la
vuelta impuso la proa al nordeste con viento recio;
amansó y mudóse el viento al tercero cuarto de la
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
noche; puso la proa en el Leste cuarta del Nordeste;
el viento era Surueste y mudose al alba de todo en
Sur, y tocaba en el Sueste. Salido el sol marcó el
puerto del Príncipe, y quedabala al Sudueste y cuasi
a la cuarta del Oueste, y estaría del cuarenta y ocho
millas, que son doce leguas”.
Navegó toda esa noche del 19 al Nornordeste
y anduvo 60 millas antiguas, 15 leguas, 48 millas
náuticas, y luego otras 12 millas antiguas 3 leguas,
9,6 millas náuticas total navegado 18 leguas 57,6
millas náuticas, llegó a una posición Latitud 21°–47’
N y Latitud 74º–30’ W desde esta posición hay 14
leguas a la Isabela, y no 12 en una anterior exposición hicimos un análisis de este momento en que el
Almirante, dice estar situado en esta posición desde
donde se devolvió al Puerto del Príncipe (Bahía
de Tanamo); con respecto a Guanahaní y las ocho
leguas que dice que hay hasta Isabela (Isla Fortuna).
Desde la posición en que le amaneció el día
20 de noviembre se devolvió a el Puerto Príncipe
que le quedaba a 25 leguas, 79.6 millas náuticas,
pero llegó de noche y no pudo entrar, hizo proa
al Nordeste con viento recio, luego se le cambió
el viento al Sursueste, entre la media noche y el
cuarto del Alba, al empezar el cuarto del Alba se le
cambió al Sur y viró al Leste cuarta del Nordeste,
79º grados al Este y cuando salió el sol, estaba al
Nordeste cuarta del Este del Puerto de Principe a
48 millas antiguas, 12 leguas, 38,6 millas nauticas.
Miércoles 21 de noviembre.— “Al sol salido
navegó al Leste con viento Sur; anduvo poco por
la mar contraria: hasta horas de vísperas hobo andado veinte millas. Después se mudó el viento al
Leste y anduvo al Sur cuarta del Sueste, y al poner
del sol había andado doce millas. Aquí se halló
el Almirante en cuarenta y dos grados de la línea
equinoccial (93) a la parte del Norte como en el
puerto de Mares; pero aquí dice que tiene suspenso
el cuadrante hasta llegar a tierra que lo adobe. Por
manera que le parecía que no distar sino en (94)
grados. Para creer quel cuadrante andaba bueno
le movía ver, diz que el Norte (95) tal alto como
en Castilla, y si esto es verdad mucho allegado y
alto andaba con la Florida; pero ¿dónde están luego
agora estas islas que entre manos traía?
Ayudaba a estos que hacía diz que gran calor;
pero claro es que si tuviera en la costa de la Florida
que no hubiera calor sino frío: y es también manifiesto que en cuarenta y dos grados en ninguna parte
de la tierra se cree hacer calor si no fuese por alguna
causa de per accidens, lo que hasta hoy no creo yo que
213
se sabe. Por este calor que allí el Almirante dice que
padecía, arguye que en estas Indias, y por allí donde andaba, debía de haber mucho oro. Este día se
apartó Martín Alonso Pinzón con la carabela Pinta,
sin obediencia y voluntad del Almirante, por cudicia
diz que pensaba que un indio que el Almirante había
mandado poner en aquella carabela le había de dar
mucho oro, y asi se fué sin esperar sin causa de mal
tiempo, sino porque quiso. Y dice aquí el Almirante
“otras muchas me tiene hecho y dicho” (96).
Al salir el sol en el día 21 de noviembre navegó
al Este con viento Sur con mar de proa hasta la tardecita y anduvo 24 millas antiguas, (19 millas náuticas), luego se le cambió el viento al Este y anduvo
al Sur cuarta del Sueste, anduvo 12 millas antiguas,
9.6 náuticas. En este día vemos que el Almirante
hizo la observación después de horas de vísperas en
latitud, 20°–55’ N longitud 74º –22’ W esto es en
la primera noche. Con toda seguridad fue a la estrella Polar a esta observación en capítulo aparte hago
un análisis de todas las observaciones astronómicas
hechas por el Almirante, de manera que ahora no
haré ninguna referencia este caso, sino al comentario que hizo el padre Las Casas en relación a esta
observación; al hacer la crítica y traer a colación lo
de Florida, da a entender que ya él conocía la existencia de ella y como esta fue descubierta por don
Juan Ponce de León en el 1512, indudablemente
que la versión del Diario del Almirante transcrito
por Las Casas fue dado a conocer después de esta
fecha, y sin duda tendría a las manos una carta
hecha por Juan de la Cosa del 1500 o de Tofiño
del 1523, o Diego Rivero del 1532 o de Alonso de
Santa Cruz del 1536, las cuales consignaban, aunque con pequeños errores de grados en la posición
de las islas Lucayas; al situarlas el Almirante a 42
grados sobre la equinoccial y ver el padre Las Casas
en los planos, que estaban en situación más baja, se
movió a preguntar “¿dónde están luego agora estas
islas que entremano traía?” que situadas tan altas no
hacia frío como en la Florida sino calor, tal como
lo confesaba en su Diario el Almirante; la situación
de la isla en zona que en Noviembre debía hacer
frío y la confesión de la temperatura que hacia ese
dia, hizo pensar seguramente al padre Las Casas,
que el Almirante en muchas de sus anotaciones y
observaciones erraba, y de ahí las alteraciones que
se encuentran en su Diario producidas por fray
Bartolomé para arreglarle su derrota.
Durante este día la Pinta quedó separada de
la Santa María por unos de los infortunios que
214
Ramón Julio Didiez Burgos
indudablemente suceden en estos casos de navegación en grupos de mas de dos buques que antes se le
llamaba en conserva y hoy en convoy; al ser la Pinta
mas velera y siempre delante de las otras dos, al ser de
noche, el Almirante decidió no continuar viaje hacia
el este, por motivos no expresados, y cambio su rumbo al Sur, cuarta al Sueste con el viendo del Este, y
casi en calma sin dar el previo aviso a Martín Alonso
Pinzón, aunque fueron colocados fanales en lugares
prominentes como aviso a la Pinta, pero como esta
iba delantera una buena distancia, 16 millas (10.8
millas actuales), no pudo ver la luz, que si bien se
conoce, estos fanales funcionaban a base de aceite o
grasas licuadas. Y no podían producir una luz suficiente intensa para verse desde una distancia como la
que había entre ambas naos; al no ser advertido por
Martín Alonso el cambio hecho por el Almirante,
éste siguió su camino hasta llegar a Babeque (Inagua
Grande), y desde este dia anduvieron distanciados
hasta el dia 6 de enero del 1493; al encontrarse de
nuevo en éste dia Martín Alonso Pinzón le dio al
Almirante toda clase de disculpas, arguyendo que si
se separo de su compañía no fue por voluntad, lo
cual dice el Diario, que el Almirante no creyo en estas
razones por ser falsas, alrededor de este incidente se
ha escrito mucho, llevando la peor parte de la critica
Martín Alonso Pinzón, como soberbio, deshonesto,
codicioso y malicioso. Era natural que críticos y
tratadistas ansiosos de disertar acerca de este hecho
se dieran a la tarea de analizar el asunto en pro o en
contra, lanzando cada uno su criterio para separar
a ambos personajes de la gloria que le cupo a cada
uno. No se puede considerar que en toda sociedad
existente no surjan diferencias entre sus componentes; razon suficiente es que la naturaleza haya hecho
al hombre con su carácter y personalidad, y nunca
y por mucho que se quiera, podrán encontrarse dos
elementos iguales; siempre surgen desaveniencias
entre individuos de una misma disciplina, algunas
veces con la violencia que distancia los hechos con
prominentes proyecciones, pero las mas de las veces
no, y quedan como simples desacuerdos. Este, entre
el Almirante y Martín Alonso Pinzón es uno de esos
desacuerdos de poca importancia, pero la critica se
encargo de agrandarlo para darle forma de rebeldía;
cada uno tiene su gloria, nadie se las puede quitar,
ahí esta el Nuevo Mundo, obra de su abnegación y
de su sacrificio es, a ambos pertenece.
Entre el día miércoles 21 de noviembre y el 23
existe un arreglo en el cual se intercala el día 22
como día aparte; esto demasiado claro, el acondicionamiento de los sucesos del miércoles 21 en el
22 para intercalar los hechos del 21 en el 22; pues
observando bien los relatos salta a la vista que los
sucesos del 23 de noviembre pertenecen al 22 y no
al 23, por lo que se ve, el arreglo es tan infantil, que
no es necesario mucho esfuerzo para ver que todo
el relato del día jueves 22 pertenece a la noche del
miércoles 21 cuando le salio el sol era el 22 y no el
23, y lo consignado en el 23 corresponde muy bien
con el relato del dia 21.
Jueves 22 de noviembre.— “Miercoles en la
noche navegó al Sur cuarta del Sueste con el viento
Leste, y era cuasi calma: Al tercero cuarto ventó
Nornordeste; todavía iba al sur por ver aquella tierra
que por allí le quedaba, y cuando salió el sol se halló
tan lejos como el dia pasado por las corrientes contrarias y quedábanle la tierra cuarenta millas. Esta
noche Martín Alonso siguió el camino del Leste para
ir a la isla de Babeque, donde dicen los indios que hay
mucho oro, el cual iba á vista del Almirante y habría
hasta él diez y seis millas. Anduvo el Almirante toda
la noche la vuelta de tierra, y hizo tomar algunas
de las velas hacia él, y la noche hizo muy clara, y el
ventecillo bueno para venir a él si quisiera”.
En lo que refiere al dia 22 corresponde al dia 21
en la noche, navegó al Sur cuarta al Sueste y estaba
a 40 millas antiguas de tierra (32 naúticas), toda
la noche la navegó en busca de tierra, por el poco
viento no pudo avanzar y hasta que se le puso el sol,
siguió navegando hacia tierra hasta el otro día.
Viernes 23 de noviembre.— Navegó el Almirante
todo el dia hacia tierra, al Sur siempre, con poco
viento, y la corriente nunca le dejó llegar a ella, antes
estaba hoy tan lejos della al ponerse el sol, como en la
mañana. El viento era Lesnordeste y razonable para
ir al Sur, sino que era poco: y sobre este cabo encabalga otra tierra ó cabo que va tambien al Leste, á
quien aquellos indios que llevaban llamaban Bohío,
la cual decían que era muy grande y que había en
ella gente que tenía un ojo en la frente, y otros que
se llamaban Caníbales, a quien mostraban tener gran
miedo. Y desque vieron que lleva (97) este camino,
diz que no podían hablar porque los comían, y que
son gente muy armada. El Almirante dice que bien
cree que había algo dello más que pues eran armados
sería gente de razón, y creía que habían captivado
algunos, y porque no volvían a sus tierras dirían que
los comían. Lo mismo creían de los cristianos y del
Almirante al principio que algunos lo vieron.
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
Sábado 24 de noviembre.— “Navegó aquella
noche toda, y a la hora de tercia del día tomó la
tierra sobre la isla Llana (98) en aquel mismo lugar
donde había arribado la semana pasada cuando iba a
“Navegó aquella noche toda y a la hora de tercia del día tomó la
tierra sobre la isla Llana”.
la isla Babeque. Al principio no osó llegar a la tierra
porque parecía que aquella abra de sierras rompía la
mar mucho en ella. Y en fin llegó á la Mar de Nuestra
Señora donde había las muchas islas, y entró en el
puerto que esta junto a la boca de la entrada de las
islas, y dice que si él antes supiera este puerto, u
no se ocupara en ver las islas de la Mar de Nuestra
Señora, no le fuera necesario volver atrás, aunque
dice que lo da por bien empleado por haber visto
las dichas islas… Así que llegando a tierra envió la
Barca, y tento el puerto, y halló muy buena barra,
honda de seis brazas, y hasta veinte, y limpio, todo
basa: entró en el poniente la proa al Sudueste, y
después volviendo al Oueste, quedando la isla llana
de la parte del Norte, la cual con otra su vecina hace
una laguna de mar en que cabrian todas las naos
de España (99) y podrían estar seguras sin amarras
de todos los vientos. Y esta entrada de la parte del
215
Sueste se entra poniendo la proa al Sursudeste, tiene
la salida al Oueste muy honda y muy ancha: asi que
se puede pasar entre medio de las dichas islas, y por
congnoscimiento dellas, á quien viniese de la mar
de la parte del Norte, qués su travesia desta costa.
Están las dichas al pié de una gran montaña (100)
qués su longura de Leste Oueste, y es harto luenga
y mas alta y luenga que ninguna de todas las otras
que están en esa costa adonde hay infinitas, y hace
fuera una restinga al luengo de la dicha montaña
como un banco que llega hasta la entrada. Todo
esto de la parte del Sueste y tambien de la parte
de la isla llana hace otra restinga, aunque esta es
pequeña y así entremedias de ambas hay grande
anchura y fondo grande como dicho es. Luego á
la entrada á la parte del Sueste dentro del mismo
puerto, vieron un río grande (101) y muy hermoso,
y de mas aguas que hasta entonces había visto, y
que había el agua dulce hasta la mar. A la entrada
tiene un banco, más después adentro es muy hondo
de ocho y nueve brazas. Está todo lleno de palmas y
de muchas arboledas como los otros”.
Entre las 6h–22m y 8h–03m de la mañana arribó
el Almirante al Puerto natural de Cayo Moa y se
fondeo en el Sur de la isla Cayo Moa, le puso por
nombre a esta isla Llana y al Puerto Santa Catalina,
dentro del puerto hace un recorrido y vieron un
río grande y muy hermoso y de mas agua que hasta
entonces habían visto, y que venía el agua dulce
hasta el mar este es el Río Moa.
Domingo 25 de noviembre.— “Antes del sol
salido entró en la barca y fue a ver un cabo ó punta
de tierra (102). Al Sueste de la isleta Llana, obra
de una legua y media, porque le parecía que había
de haber algún rio bueno. Luego a la entrada del
cabo de la parte del Sueste, andando dos tiros de
ballesta, vio venir un gran arroyo de muy linda
agua que descendia de una montaña (103) abajo, y
hacia gran ruido. Fué al rio, y vió en él unas piedras
relucir con unas manchas en ellas de color de oro
(104), y acordose que en el rio Tejo, que al pié del
junto á la mar se halló oro, y parecióle que cierto
debía tener oro (105) y mando coger ciertas de aquellas piedras para llevar a los Reyes. Estando asi dan
voces los mozos grumetes, diciendo que vian pinales
(106). miró por la sierra, y vidolos tan grandes y
tan maravillosos, que se podía encarecer su altura
y derechura como husos gordos y delgados, donde
cognosció que se podían hacer navios é infinita tablazón, masteles para las mayores naos de España.
216
Ramón Julio Didiez Burgos
Vid robles y madroños, y un buen rio, y aparejo
para hacer sierras de agua. La tierra y los aires más
templados que hasta allí, por la altura y hermosura
de las sierras. Vido por la playa muchas otras piedras de color de hierro, y otras que decían algunos
que eran de minas de plata, todas las cuales traen
el rio.
Allí cogió una entena y mastel para la mezana
de la carabela Niña. Llegó a la boca del rio, y entro
en una cala (107) al pie de aquel cabo de la parte
del Sueste muy honda y grande, en que cabrian cien
naos sin alguna amarra ni anclas, y el puerto que los
ojos otros tal nunca vieron. Las sierras altísimas, de
las cuales descendían muchas aguas lindísimas; y
todas las sierras llenas de pinos, y por todo aquello
diversísimas y hermosísimas flores de árboles. Otras
dos ó tres ríos le quedaban atrás. Encarece todo
esto en gran manera a los Reyes, y muestra haber
rescebido de verlo, y mayormente los pinos, inestimables alegrías y gozo, porque se podían hacer
allí cuantos navíos desearen, trayendo los aderezos,
si no fuese madera y pez que allí se hará harta. Y
afirma no encarecello la centésima parte de lo que es,
y que plugó a nuestro Señor de los mostrar siempre
una cosa mejor que otra, y siempre en lo que hasta
allí había descubierto iba de bien en mejor, así en
las tierra y arboledas, y yerbas y frutos y flores como
en las gentes, y siempre de diversa manera, y así en
lugar como en otro. Lo mismo en los puertos y en las
aguas. Y finalmente, dice que cuando el que lo ve le
es tan grande admiración, cuando más será a quien
lo oyera, y que nadie lo podrá creer si no lo viere.
Antes de salir el sol en este día a las 6h–38m fué
en la barca a reconocer la costa al sueste y paró por
un cabo que le distaba una y media legua de donde
estaba fondeando (Punta Fábrica), siguió y dos
tiros de ballesta vio un gran arroyo que hacía un
gran ruido (Rio Moa) que queda de Punta Fábrica,
media milla, fue a el y vió las piedras llamadas
Margaritas, las cuales tienen muchas y que bajo
el agua relucen como oro, recogió algunas de ellas
vieron desde ahí los grandes pinares de Mayari, de
los llamados Heylos que son altos y derechos y de
diferentes diámetros, muy propios para la construcción de naos, siguió explorando la costa dentro
del puerto de Catalina, y lo describió con la mayor
parte de sus novedades.
Lunes 26 de noviembre.— “Al salir el sol levantó las anclas del puerto de Santa Catalina adonde
estaba dentro de la isla llana y navegó de luengo de
la costa con poco tiempo. Sudueste al camino del
Cabo del Pico (108), que era al Sueste. Llegó al cabo
tarde porque le calmo el viento, y llegando vido al
Sueste cuarta del Leste, otro cabo questaria dél setenta millas, y de allí vido otro cabo questaria hácia el
navio al Sueste cuarta del Sur, y parecióle que estaría
dél veinte millas, al cual puso nombre el Cabo de
Campana (109), al cual no pudo llegar de dia porque
le torno calmar del todo el viento. Andaria en todo
aquel dia treinta y dos millas, que son ocho leguas.
Dentro de las cuales notó y marcó nueve puertos
muy señalados (110), los cuales todos los marineros
hacían maravillas, y cinco rio grandes, porque iba
siempre junto con tierra para verlo bien todo. Toda
aquella tierra es montañas altísimas muy hermosas, y
no secas ni de peñas, sino todas andables y valles hermosísimos. Y así los valles como las montañas eran
llenos de árboles altos frescos, que era gloria mirarlos
y parecía que eran muchos pinales. Y también detrás
del dicho Cabo del Pico, de la parte del Sueste, están
dos isletas que terná cada una en cerco dos leguas, y
dentro dellas tres maravillosos puertos y dos grandes
ríos. En toda esta costa no vido poblado ninguno
desde la mar: podría ser haberlo, y hay señales dello,
porque donde quiera que saltaban en tierra hallaban
señales de haber gente y fuegos muchos. Estimaba
que la tierra que hoy vido de la parte de Sueste del
Cabo de Campana era la isla que llamaban los indios
Bohío: parécelo porque dicho cabo está apartado de
aquella tierra.
Toda la gente que hasta hoy ha hallado diz que
tiene grandísimo temor de los Caniba ó Canima, y
dicen que viven en esta isla de Bohío, la cual debe
ser muy grande, según le parece, y cree que van a
tomar a aquellos a sus tierras y casas, como sean
muy cobardes y no saben de armas. Y a esta causa
le parecía que aquellos indios que traía no suelen
poblarse a la costa de la mar, por ser vecinos a esta
tierra, los cuales diz que después que le vieron tomar la vuelta desta tierra no podía hablar temiendo
que los habían de comer, y no los podía quitar el
temor, y decían que no tenían sino un ojo y la cara
de perro, y creía el Almirante que mentían, y sentía
el Almirante que debían de ser del señorío del Gran
Can que los captivaban”.
Al salir el sol el dia 26 a las 6h–38m el Almirante
salio del Puerto de Santa Catalina (Puerto de Moa)
y navegó a lo largo de la costa hasta llegar cerca
de Punta Guarico, al que llamó Cabo Pico, vió al
Sueste Cuarta del Este las sierras que quedan al Sur
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
217
“y llegado vido al Sueste cuarta
del Leste otro cabo questaria del
sesenta millas.”
de Cabo Maysí con altura de 2010 y 1950 pies de
altura que dan un alcance geográfico de 51.2 milla,
“Al salir el sol levantó las anchas
del puerto de Santa Catalina,
adonde estaba dentro de la isla
llana.”
mas 5.7 de su altura, en la popa de la nao que
serán 57 millas náuticas y asienta en su Diario
218
Ramón Julio Didiez Burgos
que estaba de él “60 millas” antiguas, es de
comprender que la medida fue desde el puerto
de Santa Catalina, pues siempre sus medidas las
referían a un punto de partida y en este caso fue el
puerto, la distancia desde aquí a las sierras son 48
millas actuales, exactas.
Al Sueste Cuarta del Sur vio otro Cabo que
distaría de donde el estaba unas 20 millas antiguas
(16 millas náuticas) y le puso nombre de Cabo
Campana, este es el actual cabo Maraví, este cabo
esta propiamente desde Cabo Guarico ó pico 16
millas náuticas, no llegó al Cabo Campana, por
haberle calmado el viento, anduvo en todo el dia
desde el Puerto Catalina hasta ponérsele el sol 32
millas, 8 leguas (25.6 millas náuticas) durante
ese trayecto entre Cabo Pico (Guarico) y cabo
Campana (Cabo Maraví) encontró nueve puertos
y cinco ríos grandes.
1.Bahía Cañete.
2. Bahía de Yamaniguey.
3. Ensenada de Jaragua.
4. Bahía de Tacó.
5.Puerto Cayaguanaque.
6.Puerto Navas.
7.Ensenada Báez.
8.Ensenada Cueva
9.Puerto Maraví.
Los cinco ríos grandes serian.
1.Río Cañete.
2.Río Yamaniguey.
3.Río Jaragua.
4.Río Jiraguey.
5.Río Maraví.
Dice que al Sueste de Cabo del Pico o Guarico
hay dos isletas “que tenia cada una en cerco dos
leguas y dentro de ellas tres maravillosos puertos
y dos grandes ríos, hoy no existe sino una isleta,
Cayo Medio la península formada en la Bahia de
Yamaniguey por el rio Jiguarey, pudo haber sido
isla en esa época y que las formaciones coralíferas
ó la acumulación de arenas por el mar la juntara
con tierra y hoy apareciera como península, si se vé
que estas islas y penínsulas están dentro de las dos
Bahias de Cañete y Yamaniguey las cuales están en
un perímetro de 2.4 millas en la parte de la tierra,
2.4 para las rompientes de coral, 0.8 millas al norte
de y 0.8 millas al Sur, veremos que nos dan 6.4
millas de perímetro para las dos Bahias están contenidas la isla y la península.
Los tres puertos que menciona son: Bahia de
Cañete, Bahia de Yamaniguey, y el fondeadero
detrás de los arrecifes en el canal de entrada entre
la isla y la península, los dos grandes ríos, deben ser
los ríos Yamaniguey y Cañete.
Martes 27 de noviembre.— “Ayer al poner del
sol cerca de un cabo, que llamó Campana, y porquel
cielo claro y el viento poco no quiso ir a tierra á surgir, aunque tenia de sotavento cinco ó seis puertos
maravillosos, porque se detenia mas de lo que quería
por el apetito y deleitación que tenia y rescebia de
ver y mirar la hermosura y frescura de aquellas tierras donde quiera que entraba y por no se tardar en
proseguir lo que pretendía. Por estas razones se tuvo
aquella noche a la corda y temporejar hasta el día.
Y porque las aguajes y corrientes lo habían echado
aquella noche más de cinco a seis leguas al Sueste
adelante de donde había anochecido, y le había
aparecido la tierra de Campana; y allende aquel cabo
parecía una grande entrada que mostraba dividir una
tierra de otra, y hacía como isla en medio acordó
volver atrás con viento Sudueste, y vino adonde le
había parecido el abertura, y halló que no era sino
una grande bahía (111), y al cabo della de la parte
del Sueste un cabo, en el cual hay una montaña
(112) alta cuadrada que parecía isla. Saltó el viento
en el Norte y tornó a tomar la vuelta del Sueste, por
correr la costa y descubrir todo lo que allí hobiese.
Y vido luego al pie de aquel Cabo de Campana
un puerto (113) maravilloso y un gran río, y de
allí á un cuarto de legua otro río, y de allí a media
legua otro río y dende a otra media legua otro río,
y dende a una legua otro río, y dende a otra otro
rio, y dende á otro cuarto otro rio, y dende á otra
legua otro rio grande, desde el cual hasta el Cabo
de Campana habría veinte millas, y le quedan al
Sueste; y los mas destos ríos tenían grandes entradas
y anchas y limpias, con sus puertos maravillosos para
naos grandísimas; sin bancos de arena ni de peña
ni restingas. Viniendo así por la costa á la parte del
Sueste del dicho postrero río halló una grande población (114), la mayor que hasta hoy haya hallado, y
vido venir infinita gente a la ribera de la mar dando
grandes voces, todos desnudos con sus azagayas en
la mano. Deseó hablar con ellos y amainó las velas,
y surgió y envió las barcas de la nao y de la carabela
por manera ordenados que no hiciesen daño alguno
a los indios ni lo rescibiesen, mandado que les diesen
algunas cosillas de aquellos resgates.
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
Los indios hicieron ademanes de no los dejar
saltar en tierra y resistillos. Y viendo que las barcas se
allegaban más a tierra y que no les habían miedo se
apartaron de la mar. Y creyendo que saliendo dos ó
tres hombre de las barcas no temieran, salieron tres
cristianos diciendo que no hobiesen miedo en su lengua, porque sabían algo della por la conversación de
los que traen consigo. En fin dieron todos a huir a las
casas, que son de paja y de la hechura de las otras que
habían visto, y no hallaron á nadie ni cosa en algunas
dellas. Volvieronse a los navios y alzaron velas á medio
dia para ir a un Cabo Hermoso (115) que quedaba
al Leste, que habría hasta él ocho leguas. Habiendo
andado media legua por la misma Bahía vido el
Almirante á la parte del Sur un singularísimo puerto
(116), y de la parte del Sueste unas tierras hermosas
á maravilla, y así como una vega montuosa dentro, a
estas montañas, y parecían grandes humos y grandes
poblaciones en ella, y las tierras muy labradas; por lo
cual determinó de se bajar á este puerto, y probar si
podía haber lengua ó práctica con ellos; el cual era
tal que si a los otros puertos había alabado, este dice
que alababa más con las tierras y templanza y comarca
dellos y población; dice maravillas de la lindeza de la
tierra y de los arboles donde hay pinos y palmas (117),
y de la grande vega, que aunque no es llano (118)
que va al Sursueste, pero es llana de montes llanos y
bajos, la más hermosa cosa del mundo, y salen por ella
muchas riberas de agua que descienden destas montañas. Después de surgida la nao saltó el Almirante
en la barca para sondear el puerto, qués como una
escudilla, y cuando fue frontero de la boca al Sur halló
una entrada de un río que tenía de anchura que podía
entrar una galera por ella, y de tal manera que no se
veía hasta que se llegase a ella y entrando por ella y
tanto como longura de la barca tenía cinco brazas y
de ocho de hondo. Andando por ella fué cosa maravillosa ver las arboledas y frecuras, y el agua clarísima,
y las aves y amenidad, que dice que le parecía que no
quisiera salir de allí. Iba diciendo a los hombres que
llevaba en su compañía que para hacer relaciones á los
Reyes de las cosas que vian no bastarán mil lenguas
á referillo ni su mano para lo escribir, que le parecía
questaba encantado. Deseaba que aquellos vieran
muchas otras personas prudentes y de crédito, de
las cuales dice ser cierto que no encarecieran estas
cosas menos quél. Dice más el Almirante aquí estas
palabras. Cuanto será el beneficio que de aquí se
puede haber, yo no lo escribo. Es cierto, Señores
Principes, que donde hay tales tierras que debe
219
haber infinitas cosas de provecho; más yo no me
detengo en ningún puerto.
Porque querria ver todas las mas tierras que yo
pudiese, para hacer relación dellas a vuestras Altezas,
y también no sé la lengua, y la gente destas tierras no
me entienden ni yo ni otro que yo tenga á ellos; y estos
indios que yo traigo muchas veces le entiendo una
cosa por otra al contrario (119), ni fio mucho dellos
porque muchas veces han provado á fugir. Mas agora
placiendo á nuestro Señor veré lo más que yo pudiera,
y poco á poco andaré entendiendo y cognosciendo, y
faré enseñar lengua á personas de mi casa, porque veo
qués toda la lengua una fasta aquí; y después se sabran
los beneficios, y se trabajará de hacer todos estos pueblos cristianos porque de lijero se hara porque ellos no
tienen secta ninguna ni son idolatras, y vuestras Altezas
mandaran hacer en estas partes ciudad é fortaleza, y se
convertirán estas tierras. Y certificó a vuestras Altezas
que debajo del sol no me parece que las puede haber
mejores en fertilidad, en temperancia de frio y calor,
en abundancia de aguas buenas y sanas, y no como
los ríos de Guinea, que son todos pestilencia, porque,
loado nuestro Señor, hasta hoy de toda mi gente no ha
habido persona que le haya mal la cabeza ni estado en
cama por dolencia, salvo un viejo de dolor de piedra,
de que él estaba toda su vida apasionado, y luego sanó
al cabo de dos días. Esto que digo es en todo tres navios.
Asi que placerá a Dios que vuestras Altezas
enviarán acá ó vernán hombres doctos, y verán
después la verdad de todo. Y por que atrás tengo
hablado del sitio de villa é fortaleza en el rio de
Mares por el buen puerto (120) y por la comarca;
es cierto que todo es verdad lo que yo dije, mas no
hay ninguna comparación de allá aquí, ni de la Mar
de Nuestra Señora; porque aquí debe haber infra
la tierra grandes poblaciones y gente innumerable
y cosa de grande provecho, porque aquí y en todo
lo otro descubierto, y tengo esperanza del descubrir antes que yo vaya a Castilla, digo que terná
la cristiandad negociación en ellas, cuanto mas la
España á quien debe estar sujeto todo y digo que
vuestras Altezas no deben consentir que aquí trate
ni faga pié ningún extranjero (121), salvo católicos
cristianos, pues esto fue el fin y el comienzo del
propósito que fuese por acrecentamiento y gloria de
la Religion cristiana, ni venir a estas partes ninguno
que no sea buen cristiano”. Todas son sus palabras.
Subió allí por el rio arriba y halló unos brazos del
rio, y rodeando el puerto (122) halló á la boca del
rio estaban unas arboledas muy graciosas como una
muy deleitable huerta, y allí halló una almadia ó
220
Ramón Julio Didiez Burgos
canoa hecha de un madero tan grande como una
fusta de doce bancos, muy hermosa, varada debajo
de una atarazana ó ramada hecha de madera y cubierta de grandes hojas de palma, por manera que
ni el sol ni el agua le podían hacer daño; y dice que
allí era el propio lugar para hacer una villa ó ciudad
y fortaleza por el buen puerto, buenas aguas buenas
tierras, buenas comarcas y mucha leña.”
tiene 526 pies de altura y es llana en su cima y sus
caídas extremas son verticales parece cuadrada a la
distancia que la vió no pudo ver las tierras bajas que
la circunda y de ahí que la viera como isla.
Estando en la boca del Puerto de Maraví se le
cambió el viento al Norte y siguió al Sueste, para
reconocer toda la costa, vió en su camino al pie de
“Y vido al pie de aquel Cabo
Campana un puerto maravilloso
y un gran rio”.
El lunes 26 de noviembre le anocheció cerca del
cabo Campana (Cabo Maraví) a pesar de todos los
puertos que tenia cerca no quiso entrar ninguno
de ellos y se mantuvo voltejeando toda la noche y
le amaneció a unas 4 millas náuticas de la costa, y
frente a Cabo Campana, al mirar hacia el Sur vió la
Bahia de Miel que estaba unas 6 millas de él, como
su alcance geográfico de visibilidad no le daba para
ver el fondo de la Bahia, sino la Loma Mojavara
de 526 pies que se extiende al Sueste unas 4 millas
actuales y a las lomas de Baracoa, de 340 y 477 pies
“parecía una grande entrada que mostraba dividir
una tierra de otra”, al proyectarse las lomas llamadas Las Tetas de María Teresa de 758 y 503 pies de
altura, en medio de esta abertura y a lo lejos de las
otras lomas vió que “hacia como isla en medio”;
al volver atrás y hacia tierra con viento Sudueste
arribó a Puerto Maraví “halló que no era sino una
gran bahía”, y al cabo della de la parte Sueste un
cabo, en el cual hay una montaña alta y cuadrada
que parecía isla es la loma Majavara, cuya extensión
es de 4 millas y esta al Sueste de Maraví, y como
Cabo Campana (Cabo Maraví), “un puerto maravilloso y un gran rio”, este era la ensenada Sigua y
el rio que desemboca en ella, desde ensenada Sigua
hizo un recuento de 8 rios hasta Cabo Pico (Punta
Guarico) que había 20 millas antiguas (16 millas
actuales).
Siguió al Sueste y vio una población india en la
costa (Playa Duaba), en estos contornos se acercó
bastante a la costa porque la mar estaba bastante
llana, porque el viento del Sudueste, ó de tierra
sopló y calmó la mar que siempre incide en estos
lugares del Este ó el Este Nordeste, y levanta un
oleaje sumamente peligroso para la navegación costera, luego se le cambió el viento al Norte suave y al
ver la población india fondeó en la playa y cerca de
la población, todos los indios huyeron, al saltar los
españoles a tierra en sus barcas, aunque intentaron
hacerle resistencia se atemorizaron, al no poder
establecer relaciones amistosas con ellos, a medio
día izaron las velas y siguieron viaje al Sueste, desde
aquí vio el Almirante las lomas que quedan sobre
Cabo Maysi y le midió una distancia navegable
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
221
“Hizose a la vela con poco viento,
y salió de aquel puerto que nombró Puerto Santo”
hasta el mismo cabo de 8 leguas (25.6 millas náuticas). Navegando media legua (1.6 millas) vió un
“singularísimo puerto” Puerto de Baracoa, al que le
llamó Puerto Santo, entró en el y fondeó, salió en
la barca y examinó tanto los detalles del puerto, asi
como la vegetación que existía.
Miércoles 28 de noviembre.— “Estuvose en
aquel puerto aquel dia porque llovia y hacia gran
cerrazón, aunque podía correr toda la costa con el
viento que era Sudueste y fuera a popa, pero porque no pudiera ver bien la tierra, y no sabiéndola es
peligroso a los navios, no se partió. Salieron a tierra
la gente de los navios a lavar su ropa, entraron algunos dellos un rato por la tierra adentro, hallaron
grandes poblaciones y las casas vacias, porque se
habían huido todos. Tornaronse por otro rio abajo,
mayor que aquel donde estaban en el puerto”.
Jueves 29 de noviembre.— “Porque llovia y
el cielo estaba de la manera cerrado no se partió.
Llegaron algunos de los cristianos á otra población
cerca de la parte de Norueste, y hallaron en las casas
á nadie ni nada: y en el camino toparon con un viejo
que no les pudo huir; tomaronle y dijeronle que no
le querían hacer mal, y diéronle algunas cosillas del
resgate y dejáronlo. El Almirante quisiera vello para
vestillo y tomar lengua dél. Porque le contentaba
mucho la felicidad de aquella tierra y disposición
que para poblar en ella había, y juzgaba que debía
de haber grandes poblaciones, hallaron en una casa
un pan de cera, (123) que trujo a los Reyes, y dice
que donde cera hay tambien debe haber otras mil
cosas buenas. Hallaron en tambien los marineros
en una casa una cabeza de hombre dentro de un
castillo, cubierto con otro cestillo, y colgado de un
poste de la casa y de la misma manera hallaron otra
en otra población. Creyó el Almirante que debía ser
de algunos principales del linaje, porque aquellas
casas eran de manera que se acogen en ellas mucha
gente en una sola, y deben ser parientes descendientes de uno solo”.
Viernes 30 de noviembre.— “No se pudo partir
porque el viento era Lavante muy contrario a su
camino. Envio ocho hombres bien armados y con
ellos dos indios de los que traía para que viesen
aquellos pueblos de la tierra dentro, y por haber
lengua. Llegaron a muchas casas y no hallaron a
nadie ni nada que todos habían huido. Vieron cuatro mancebos questaban cavando en sus heredades;
asi como vieron los cristianos dieron á huir, no los
pudieron alcanzar. Anduvieron diz que muchos
222
Ramón Julio Didiez Burgos
caminos. Vieron muchas poblaciones y tierra fertilísima, y toda labranza y grandes riberas de agua, y
cerca de una vieron una almadia ó canoa de noventa
y cinco palmos de longura de un solo madero, muy
hermosa, y que en ella cabrian y navegarían ciento
y cincuenta personas”.
Sábado 1 de diciembre.— “No se partió por la
misma causa del viento contrario, y porque llovía
mucho. Asentó una cruz grande a la entrada de aquel
puerto que creo llamó Puerto Santo (124), sobre unas
peñas vivas. La Punta es aquella que esta a la entrada
del puerto, y quien hobiera de entrar en esta parte se
debe llegar mas sobre la parte del Norueste á aquella
punta questá sobre la otra del Sueste: puesto que al pie
de ambas, junto con la peña, hay doce brazas de hondo
y muy limpio: mas a la entrada del puerto, sobre la
punta del Sueste, hay una baja de sobreagua (125), la
cual dista de la punta tanto que se podría pasar entremedias, habiendo necesidad, porque al pié de la baja
y del cabo todo es fondo de doce y de quince brazas,
y a la entrada se ha de poner la proa al Sudueste”.
Domingo 2 de diciembre.— “Todavia fué contrario el viento y no pudo partir: dice que todas las noches
del mundo vienta terral, y que de todas las naos que
allí estuvieron no hayan miedo de toda la tormenta
del mundo, porque no puede recalar dentro de una
baja que está al principio del puerto. En la boca de
aquel rio diz que hallo un grumete ciertas piedras que
parecen tener oro trújolas para mostrar a los Reyes.
Dice que hay por allí a tiro de lombarda grandes ríos”.
Lunes 3 de diciembre.— “Por causa de que hacía
siempre tiempo contrario no partía de aquel puerto,
y acordó de ir a ver un cabo muy hermoso un cuarto
de legua del puerto de la parte del Sueste: fue con las
barcas y alguna gente armada: al pie del cabo había
una boca de un buen río (126), puesta la proa al
Sueste para entrar, y tenía cien pasos de anchura:
tenía una braza de fondo á la entrada ó en la boca:
pero dentro había doce brazas, ó cinco, y cuatro, y
dos, y cabrían en él cuantos navíos hay en España.
Dejando un brazo de aquel río fué al Sueste y halló
una caleta en que vido cinco muy grandes almadías
que los indios llamaban canoas, como fusta muy
hermosas y labradas que diz que era placer vellas, y
al pié del monte vido todo labrado. Estaban debajo
de árboles muy espesos, y yendo por un camino que
salía a ellas, fueron a dar una atarazana muy bien
ordenada y cubierta que ni sol ni agua no les podía
hacer daño y debajo della había otra canoa hecha de
un madero como las otras, como una fusta de diez
y siete bancos: era placer ver las labores que tenía y
su hermosura. Subió una montaña arriba, después
hallóla toda llana y sembrada de muchas cosas de la
tierra, y calabazas, que era gloria vellas; y en medio
della estaba una gran población: dio de súbito sobre
la gente del pueblo, y como los vieron hombres y
mujeres dan de huir. Asegúroles el indio que llevaba
consigo de los que traía diciendo, que no hobiese
miedo que gente buena era. Hizoles dar el Almirante
cascabeles y sortijas de latón y contezuelas de vidrio verdes y amarillas, con que fueron contentos.
Visto que no tenían oro ni otra cosa preciosa, y que
bastaba dejallos seguros y que toda la comarca era
poblada y huidos los demás de miedo: certifica el
Almirante a los Reyes que diez hombres hagan huir
a diez mil: tan cobardes y medrosos son que ni traen
armas, salvo unas varas, y en el cabo dellas un palillo
agudo tostado; acordó volverse. Dice que las varas se
las quitó todas con buena maña, resgatándoselas de
manera que todas las dieron. Tornados adonde habían dejado las barcas envió ciertos cristianos al lugar
por donde subieron, porque le había parecido que
había visto un gran colmenar; antes de que viniesen
los que había enviado ayuntáronse muchos indios y
vinieron a las barcas donde ya se había el Almirante
recogido con su gente toda: uno dellos se adelantó
en el río junto con la popa de la barca, y hizo una
grande plática quel Almirante no entendía, salvo
que los otros indios de cuando en cuando alzaban
las manos al cielo y daban una grande voz. Pensaba
el Almirante que lo aseguraban y que les placía de
su venida; pero vido al indio que consigo traía demudarse la cara y amarillo como la cera, temblaba
mucho, diciendo por señas quel Almirante se fuese
fuera de el río que los querían matar, y llegóse a un
cristiano que tenía una ballesta armada, y mostróla
a los indios, y entendió el Almirante que los decía
que los matarían todos, porque aquella ballesta tiraba lejos y mataba. También tomó una espada y la
sacó de la vaina, mostrándosela diciendo lo mismo
lo cual oído por ellos dieron todos a huir, quedando
todavía temblando el dicho indio de cobardía y poco
corazón, y era hombre de buena estatura y recio.
No quiso el Almirante salir del río, antes hizo
remar en tierra hacia donde ellos estaban, que eran
muy muchos, todos teñidos de colorado y desnudos
como su madre los parió, y algunos dellos con penachos en la cabeza y otras plumas, todos con sus manojos de azagallas. “Lleguéme a ellos y diles algunos
bocados de pan, y demandéles las azagallas, y dabales
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
por ellas á unos un cascabelito, á otros una sortijueja
de laton, á otros unas contezuelas; por manera que
todos se apaciguaron y vinieron todos a las barcas y
daban cuanto tenían, porque (127) que quiera que
les daban. Los marineros habían muerto una tortuga
y la cáscara estaba en la barca en pedazos, y los grumetes dábanles della como una uña, y los indios les
daban un manojo de azagallas. Ellos son gente como
los otros que he hallado (dice el Almirante), y de la
misma creencia, u creían que veníamos del cielo y de
lo que tienen luego lo dan por cualquiera cosa que
les den, sin decir qués poco, y creo que asi harian de
especeria y de oro si lo tuviesen. Vide una casa hermosa, no muy grande, y de dos puertas, porque asi
son todas, y entré en ella y vide una obra maravillosa,
como cámaras hechas por una cierta manera que no
lo sabría decir, y colgado al cielo della caracoles y
otras cosas. Yo pensé que era templo, y los llamé,
y dije por señas si hacían en ella oraciones dijeron
que no, y subió uno de ellos arriba y me daba todo
cuanto allí había, y dello tomé algo”.
El lunes día 3 de diciembre por causa del viento
del Este no pudo salir del Puerto Santo (Baracoa) y se
decidió a hacer un reconocimiento en el batel; tomó
gente marinera armada y fue a ver un cabo muy hermoso un cuarto de legua del puerto de la parte del
Sueste, el cabo es Punta Rama (Cabo Monte) pero
no está a un cuarto de legua sino a media legua y
el puerto es el Puerto Boma, en el extremo Sueste
de la loma Majavara, a este le entra el río Boma,
exploró el puerto y luego siguió viaje al Sueste,
y encontró una caleta donde entró y vió 5 canoas
bien labradas, Puerto Mata, al seguir su exploración
vio una enramada, cobertizo o secadero que hacían
los indios para secar sus frutos o resguardarlos de la
intemperie, debajo de esta enramada, vio una canoa
de proporciones significativas, si bien podía decirse
que tendría 25 a 30 pies de largo, esto es, al tener 17
bancos había que considerar los espacios de banco,
los espacios libres y los espacios de proa y popa,
esta y la que vió en Puerto Santo de 95 palmos (19
metros o 65 pies) que podría navegar 150 indios,
indudablemente eran las canoas que ellos usaban
para trasladarse a grandes distancias o ir de isla en
isla. En este lugar tuvo el Almirante la confidencia
de un indio, en una reunión que hicieron en la cual
intentaban asesinarlo a él y a todos los cristianos,
pues el Almirante siempre usaba de su ingenio para
sortear los momentos de peligro, se acercó a uno
de sus hombres que tenía una ballesta armada y se
223
la mostró como arma poderosa que podía matar
desde lejos, así también le mostró una espada que
tenía la misma propiedad, no veo que los indios
entendieran lo que el Almirante les decía, pero de
seguro que él disparó la ballesta y los indios verían
el efecto que causaba y sorprendidos de su poder
huyeron a la desbandada, no podría dudarse que al
estar impresionado de que estaban delante de dioses
bajados del cielo y de algo de superstición, cualquier
hecho extraño practicado por los hombres blancos
fuera lo suficiente para definir un complejo de temor
y miedo.
Martes 4 de diciembre.— “Hizose á la vela con
poco viento y salió de aquel puerto que nombró
Puerto Santo; á las dos leguas vido un buen río de
que ayer habló (128); fué de luengo de costa y corriase toda la tierra, pasado el dicho cabo Lesueste
y Ouesnoroeste hasta Cabo Lindo (129); que está
al cabo de Monte al Leste cuarta del Sueste y hay
de uno á otro cinco leguas. Del cabo del Monte, á
legua y media hay un gran río algo angosto, pareció
que tenía buena entrada y era muy honda, y de alli á
tres cuartos de legua vido otro grandisimo rio, y debe
venir de muy lejos; en la boca tenia bien cien pasos
y en ella ningun banco, y en la boca ocho brazas y
buena entrada porque le envió á ver y sondear con
la barca, y tiene el agua dulce alli hasta adentro en
la mar, y es de los caudalosos que habia hallado, y
debe haber grandes poblaciones. Despues del Cabo
Lindo hay una gran bahia que seria buen paso por
Lesnordeste y Sueste y Sursudueste”.
El día 4 de diciembre salió del Puerto Santo
(Baracoa) costeando y a dos leguas de navegación
reconoció el río Boma en el cual estuvo el día 3,
siguió la costa hasta un cabo que le llamó Cabo
Lindo (Punta Fraile) el cual se encuentra a 5 leguas
del Puerto Santo (16 millas actuales).
Anota con precisión que desde Punta Rama
(Cabo del Monte) a Río y Puerto de Boma hay legua
y media (4.8 millas actuales) y a tres cuartos de legua
(2.4 millas actuales) encontró otro puerto y Río,
cuya boca según sus medidas era de 100 pasos (500
pies). Puerto Mata, al decir el Almirante: “Después
del Cabo Lindo (Punta Fraile) hay una gran Bahía
que sería un buen paso por el Lenordeste y Sueste
y Sursudueste”, en este caso se refirió, a los rumbos
que hay que hacer para salir de la Bahía de Ovando,
desde adentro hacia la mar. En ningún paraje de
estos alrededores se cumple la maniobra de esta
información sino de allí.
224
Ramón Julio Didiez Burgos
Toda esta noche anduvo a la corda sobre Cabo Lindo (Punta Fraile) donde anocheció.
Capítulo XI
dESDE EL DÍA 5 DE
DICIEMBRE HASTA EL DÍA 6
Comparación de distancias en
las islas Lucayas y en Cuba
Miércoles 5 de diciembre.— “Toda esta noche
anduvo a la corda sobre el Cabo Lindo, a donde
anocheció, por ver la tierra que iba al Leste, y al
salir del sol vido otro cabo (130) al Leste a dos
leguas y media; pasado aquel vido que la costa
volvia al Sur y tomaba del Sudueste (131), y vido
luego un cabo muy hermoso y alto (132) á la
dicha derrota, y distaba desotro siete leguas; quisiera ir alla, pero por el deseo que tenia de ir a la
isla de Babeque que le quedaba segun decian los
indios que llevaba al Nordeste, lo dejó. Tampoco
pudo ir a Babeque por el viento Nordeste, lo
dejó. Tampoco pudo ir a Babeque por el viento
que llevaba era Nordeste. Yendo asi miró al Sueste
y vido tierra (133) y era una isla muy grande, de
la cual ya tenia diz que información de los indios,
á que llamaban ellos Bohio, poblada de gente.
Desta gente diz que los de Cuba ó Juana, y de todas esotras islas tienen gran miedo porque diz que
comían los hombres. Otras cosas le contaban los
dichos indios, por señas, muy maravillosas; mas
el Almirante no diz que las creía sino que debian
tener mas astucia y mejor ingenio los de aquella
isla Bohio para captivar quellos, porque eran muy
flacos de corazon. Asi que porquel tiempo era
Nordeste y tomaba del Norte, determinó de dejar
a Cuba ó Juana (134), que hasta entonces había
tenido por tierra firme por su grandeza, porque
bien habría andado en un paraje ciento y veinte
leguas; y partio al Sueste cuarta del Leste, puesto
que la tierra quél había visto se hacia al Sueste,
daba este resguardo porque siempre el viento
rodea del Norte al Nordeste, y de allí al Leste y
Sueste. Cargó mucho el viento y llevaba todas las
velas, la mar llana y la corriente que le ayudaba,
por manera que hasta la una después de medio
dia desde la mañana hacia el camino ocho millas
por hora, y eran seis horas aún no cumplidas
porque dicen allí eran las noches cerca de quince
horas; después anduvo diez millas por hora; y
asi andaría hasta el poner del sol ochenta y ocho
millas que son veinte y dos leguas; todo al Sueste,
y porque se hacia noche mandó a la carabela
Niña que se adelantase para ver con dia el puerto,
porque era velera, y llegando a la boca del puerto
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
225
“Volvieronse a los navios y
alzaron velas a mediodia para ir
a un cabo hermoso que quedaba
al Leste, que habia hasta el ocho
leguas”.
(135), que era como la bahia de Cádiz, y porque era
de noche envió a su barca que sondase el puerto, la
cual llevó lumbre de candela, y antes quel Almirante
llegase adonde la carabela estaba barloventeando y
esperando que la barca le hiciese señas para entrar en
el puerto, apagósele la lumbre á la barca. La carabela
como vido lumbre corrió de largo é hizo lumbre al
Almirante, y llegado á ella contaron lo que habia
acontecido. Estando ella, y el Almirante no pudo y
estuvo toda aquella noche barloventeando”.
Al ponerse el sol estando el Almirante a la altura de Cabo Lindo (Punta Fraile), se mantuvo a
la corda (Pairear), deseaba estar en esos alrededores
para ver la tierra que corría al Este; en esa zona pasó
la noche y cuando amaneció vio otro cabo, Maysí,
siguió navegando y vio que la costa seguía al Sur y
Sudueste aquí terminaba la isla de Cuba o Juana, al
terminar de dar la vuelta a cabo Maysí, al Sudueste
“un cabo muy hermoso y alto” que distaba “desotro” siete leguas 22.3 millas náuticas, el Cabo Alto y
hermoso era el que está entre Piedra Negra y Punta
Caleta el cual se encuentra a la distancia indicada
desde Cabo Lindo (Punta Fraile), desde esta posición al mirar al Sueste vio la isla de Santo Domingo
la cual llamaban los indios de Cuba, Bohio.
Por serle muy favorable el viento para ir a Bohio,
decidió dejar a la isla de Cuba y dirigirse a la tierra
que veía al Sueste, aquí da la distancia que navegó
en toda la costa Norte de Cuba, de 120 leguas (383
millas náuticas); Punta Fraile fue el extremo que
vio al anochecer del día 4-12-92. Al Este y cuando
le amaneció lo había pasado durante la noche y
desde su posición al amanecer vio al Cabo Maysí,
la distancia que da, de dos leguas y medias (8 millas
náuticas) bien puede ser desde el cabo Lindo (Punta
Fraile) o desde la posición que tenía al amanecer,
la expresión es de doble interpretación, sea cual
fuera que se le diera, ambas concurren en una circunstancia indiscutible, el cabo, era Maysí, le puso
nombre de el Alfa y Omega, la Punta Bayatiquirí
de los indios. Él siempre consideró que la isla de
Cuba era parte de la tierra firme y del Continente
Euroasiático, el extremo.
Al llegar a la posición Latitud 20º -03’N.
Longitud 74º 14’ W. viró hacia el Norte barloventeando para llegar a una situación que le permitiera
ir hasta la tierra que había visto al Sueste, anduvo
hasta llegar a la posición Latitud 20º-16’ Norte,
Longitud 13º - 58’ W y desde ahí hizo rumbo
Sueste cuarto del Este, con este rumbo la parte
montañosa de la isla que viera, le quedaba a la
derecha o a estribor; tenía una cuarta de resguardo, como dijo, para así tener suficiente barlovento
o viento, porque el viento sopla en estos parajes
y en esta época del año, del Norte, luego cambia
al Nordeste, y “de allí al Este y al Sueste”. Esta
226
Ramón Julio Didiez Burgos
“y al salir del sol vido otro cabo al Leste a dos leguas y media; pasando aquel vido que la costa volvia al sur y tomaba del Sudueste”.
observación es correcta porque tengo experiencia
de haber visto efectuarse estos cambios en la dirección de los vientos en invierno. Cuando partió con
rumbo hacia la isla de Santo Domingo o Española
o Bohio, era una ampolleta después de mediodía;
como la mar era llana y con viento Norte Nordeste
pudo hacer 10 millas antiguas por hora, y desde las
12h-30m hasta la puesta del sol, a las 5h-24m fueron 4 horas 54 minutos, igual a 49 millas antiguas
o 39 náuticas, y hasta el oscurecer 44 millas náuticas desde Cabo Maysí hasta Cabo San Nicolás;
al asentar 88 millas antiguas, 70 náuticas hasta la
puesta del sol “que son 22 leguas todo al Sueste” no
quiso expresarse en la distancia navegaba durante
el día o de Cabo a Cabo, sino que dio la distancia
al Sueste desde Puerto Santo (Baracoa) hasta Cabo
San Nicolás, él navegó hasta la Punta Negra, y desde ahí vio toda la costa Sur de Cuba y se devolvió
buscando el Norte para hacer barlovento y dirigirse
al Este en busca de la isla de Bohio o la Española.
En la carta que le escribió Rafael Sánchez tesorero
de los Reyes Católicos el día 14 de Marzo del 1493
le dijo “desde allí ví por la parte de oriente otra isla
distante de la Juana cincuenta y cuatro millas, a la
que puse por nombre Española”, 54 millas antiguas
es equivalente a 43 millas náuticas, esto evidencia
que muchas de las medidas dadas por él, obedecían
a un sistema cartográfico llevado para la confección
de sus planos, pues la distancia verdadera entre las
dos islas es de 43 millas.
Desde la posición al N.E, de Cabo Maysí (Alfa y
Omega o Bayatiquirí) vio las Lomas de la Cordillera
de San Nicolás que se levantan a 2 900, 2 850, 2
800, 2280 etc. de altura, con un alcance geográfico
entre 62 y 55 millas actuales, él estaba a una distancia de la Española o Santo Domingo de 43 millas
náuticas; en la quietud de la tarde hubo suficiente
visibilidad para estar dentro del alcance de su vista;
se dirigió a ellas y arribó cerca del Puerto de San
Nicolás; no entró por desconocer sus condiciones y
porque la noche le había caído, afuera envió un la
carabela Niña para hacer un reconocimiento; este
envió el bote a explorar y sondear el puerto; se le
apagó el fanal y tuvieron dificultades, volvieron los
de la barca a hacer luz y la Niña se acercó, pero
el Almirante no pudo acercarse y estuvo toda la
noche temporejando en los alrededores del puerto,
el desarrollo de los acontecimientos en esta noche
deja a entender que la Niña estuvo fondeada en el
puerto; por indicación del bote al hacer nueva luz.
Al comparar el puerto donde estuvo la tardecita de este día con el puerto de Cádiz, no era San
Nicolás, pues en todos esos alrededores de la costa
no existe ningún puerto que pueda reunir las características para una comparación semejante.
Al completar en este día el trayecto de Don
Cristóbal Colón por las Lucayas y Cuba, cabe
hacer un paréntesis y comparar la derrota que yo
he podido conseguir trazar, así como sus distancias,
con las conclusiones a que llegaron el historiador
norteamericano Almirante Elliot S. Morrison y los
geógrafos cubanos J. Van der Guch y S. M. Parajón,
después de hecho por ellos el estudio de la derrota
del primer viaje de don Cristóbal Colón.
El distinguido historiador don Aurelio Tió,
miembro de la Academia Puertorriqueña de
Historia, en su obra Nuevas fuentes para la historia de Puerto Rico páginas No. 129-130-131-132
consignan algunos extractos de la opinión del
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
227
“yendo asi miró al Sueste y vido
tierra y era una isla muy grande…
de los indios, a que llamaban ellos
Bohio”, “asi andaria hasta poner
del sol ochenta y ocho millas,
que son veintidos leguas, todo al
Sueste”.
Almirante Elliot S. Morrison de su obra Admiral
of the Sea.
“Nos dice una autoridad como Morrison”
(Admiral of the Sea, 1 pág. 415); “El sobrestimado
del largo de partes de Cuba y la Española que él
había descubierto, es colosal e inexplicable. Colón
declaró que usaba la lengua náutica romana equivalente a 4 millas romanas, o sean 3.18 millas náuticas
modernas de 6,080.2 pies o 1.853.25 metros cada
milla náutica moderna. La milla romana o italiana
equivalía a 1.480 metros o 4.850 pies (Morrison
1.260)”.
“Morrison (1-247) determina que Colón
sobreestimó sus distancias en el primer viaje del
año 1492 en un 9%, o sea su legua marítima fue
en realidad de solo 2.89 millas náuticas modernas
cuando bordeaba las costas, Colón usaba aparentemente otra legua distinta más pequeña, o al
observar puntos en tierra como referencia en lugar
de puntos flotantes, como burbujas o sargazo sobre
el mar, su error era aún mayor. Morrison le atribuye
el crédito de este descubrimiento sobre la legua
terrestre usada por Colón en las costas de Cuba
en su primer viaje, a los distinguidos geógrafos
cubanos señores J. Van der Guch y S. M. Parajón
en su Ruta de Cristóbal Colón (Habana, 1936), de
quienes dice establecieron en el año 1936, con “pleno conocimiento de la costa Cubana y con lógica
inescapable, que la Bahía Bariay fue el puerto del
descubrimiento de Cuba, con modestia digna de
imitación y basada en su propio brillante estudio
científico de la navegación colombina”, declara
Morrison (1-348); “Nuestras conclusiones meramente confirman las de ellos”.
“Dice Morrison (1-91) que el cálculo de Colón
sobre las distancias a recorrer en su primer viaje no
era lógico, pero “la mente de Colón tampoco lo
era. Él estaba resuelto a que podía hacer el viaje y
los cálculos los tenía que adaptar a su idea, estuvieran o no correctos”.
“Morrison (1-248). Afirma que Colón nunca
supo a ciencia cierta la velocidad de su navío porque
no poseía un patrón fijo de referencia y ningún medio de verificarlo. Por tal motivo no es posible darle
a una mera referencia de las distancias recorridas
por un compañero de viaje, como el Dr. Chanca,
un valor determinante y definitivo. En Trinidad,
Colón cometió un error de 100% al estimar en exceso la velocidad de su barco. (Morrison 11-271)”.
“También Morrison (1-261). Reproduce una
tabla sobre las distancias que calculó Colón en su
Diario desde octubre 15 hasta noviembre 27 del
228
Ramón Julio Didiez Burgos
año 1492. En las islas Bahamas y en la costa de
Cuba. Sumando las distancias de las distintas
travesías entre puntos propiamente identificados,
obtiene un total de 111 leguas de Colón de 3.18
millas náuticas, que según Morrison era la que
“Colón creía que estaba usando” y compara esta
distancia con las correctas que le dan un total
de 178 millas náuticas. Dice Morrison citando a
Parajón y Van der Guch que el promedio resulta
en sólo 1.6 millas náuticas por legua. Más adelante informa que como Antonio Pigafetta en su
viaje de circunvalación Magallanes declaró que
su legua marina equivalía a 4 millas romanas,
pero su legua terrestre era igual a solo 3 millas
romanas, la legua que Colón usaba a la vista
de tierra era una milla terrestre de 2.2 millas
náuticas modernas. En ningún escrito sobre los
viajes de Colón hemos encontrado que usara ese
sistema tan confuso”.
“Creemos de rigor aquí hacer hincapié en que
ese factor de conversión calculado por los cubanos
Parajón y Van der Guch y que acepta Morrison en
1.6 millas náuticas modernas por legua de Colón,
es sólo un promedio estadístico sujeto a los frecuentes errores que todos sabemos estos producen.
Si calculamos el factor de conversión para cada travesía por separado, nos encontramos que este factor
varía, desde 1.0 millas náuticas modernas igual a
una legua de Colón, hasta 3.0 millas por leguas,
una variación de 300%”.
Tabla del Almirante Morrison
Día y lugar
Leguas
de
Colón
Millas
a leguas
Factor
Millas
náuticas
Largo correcto
Oct. 15.– Largo y ancho de Ron Cay
15
1.0
Oct. 19.– Bird Rock – S. Cape Fortune 1
12
1.5
Oct. 29.– Bariay – Velazquez
61.5
Oct. 29.– Bariay – Pto. Cañete 10
1.2
Oct. 30.– Gibara – Pta. Uvero
151.6
Nov. 12.– Gibara – Pto. Naranjo
81.63
Nov. 12.– Gibara – Pta. Lucrecia
181.61
Nov. 12.– Naranjo – Sama
41.75
Nov. 26.– Cayo Moa – C. Campana
83.0
Nov. 26.– Cayo Medio – (circunferencia)
2
1.5
Nov. 27.– C. Campanas – Playa Duaba 51.6
Nov. 27.– Playa Cuaba – Pta. Fraile
8 2.0 111
1.6
15
18
9
12
24
13
29
7
24
3
8
16
178”
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
El distinguido historiador norteamericano y
los brillantes geógrafos cubanos, sobreestimaron la
capacidad como marino destacado y de experiencia
vastísima del Almirante don Cristóbal Colón por
una sencillísima razón; la de haber computado distancias desde puntos de referencia muy alejados de
la realidad, motivo suficiente para que la irrealidad
fuera adaptada a sus ideas.
De acuerdo a la tabla dada por el Almirante
Morrison iremos desarrollando mi opinión y criterio de los puntos y las distancias visitadas por el
Almirante durante los días señalados por él en su
tabla y comparándola con la que a continuación doy.
Día
Lugar
Almirante el día 15 de Octubre, y de ahi el que al
no corresponderse, se haya considerado un factor
1.0 de conversión para esta medida. Si estas medidas
anotadas en el Diario se consideran en la costa Este
que corre N–S de la isla Acklin, y en la costa norte de
la isla Ackling y la Crooked que corre de Este a Oeste
se podrá ver que se ajustan a la perfeccion y el factor
3.18 de conversión sigue permanente.
El día 19 se repite el caso al equivocar el verdadero isleo de que son las islas Rata y Chivo que están
entre las islas Crooked y Fortuna con la Roca Aves
(Bird Rock) y a cabo Hermoso (Punta Landrail)
con Cabo Laguna (Punta Windsor) o Punta Sur
Leguas
de
de Colón
Oct. 15 – Largo y ancho de Acklin y Crooket
(Parte E y Norte de las islas)
15
Oct. 19 – Cayo Rata y Chivo (Isleo)
A Punta Landrail (Zig-Zag)
12
Oct. 29 – Puerto Padre a Pta. Brava Cuba
6
Oct. 29 – Puerto Padre a la montaña Silla de Gibara 10
Oct. 30 – Nuevitas a la Silla de Cayo Romano
15
Nov. 12 Puerto Nuevitas a Bahia Manatí
8
Nov. 12 – Bahía de Manatí a Puerto Padre
4
Nov. 12 – Puerto Padre a Pta. Mula
18
Nov. 26 – Cayo Moa a Pta. Baez
8
Nov. 26 – Cayo Medio (circunferencia)
2
Nov. 27 – Cabo Guarico (Cabo Pico)
a Cabo Campana (Cabo Maraví)
5
Nov. 27 – De Playa Duaba a Cabo Maisí
8
111
Otras distancias
Dic. 4 – De Puerto de Baracoa A Pta. Fraile
Dic. 4 – De rio Yumurí a Pto.Fraile
(Cabo Lindo)
Dic. 5 – De Cabo Fraile a Maisí
En razón a identificar la isla de Guanahaní con
la isla Watling, es lo que ha conducido a identificar
a la isla Ron con la Santa María de la Concepción
y considerar en esta las medidas dadas por el
229
Millas
a leguas
Factor
Millas
náuticas
Largo correcto
3.18
47.7
3.18
3.18
3.18
3.18
3.18
3.18
3.18
3.18
3.18
38.2
19.1
31.9
47.7
25.4
12.7
57.2
25.4
6.4
3.18
3.18 3.18
15.9
25.4
353.0
5
3.18
16
1.5
2.5
3.18
3.18
4.8
8
de la isla Fortuna, Cayo Largo o Isabela, entre los
cuales hay 18 millas náuticas, es claro que este
falseamiento de puntos trae aparejados resultados,
equivocados como el de considerar que el factor
230
Ramón Julio Didiez Burgos
de conversión obtenido de estas posiciones es de
1.5 leguas; si se toman los puntos de Rata y Chivo
como el isleo y se navega en bordada con el viento
Norte hacia la isla Fernandina, y se vira hacia Cabo
Hermoso o Punta Landrail cuando se encuentre al
E, se encontraría que la distancia navegada entre
ambos puntos es de 12 leguas exactas y por tanto el
factor de conversión sigue en 3.18.
desde 5 leguas, muy al Este de la población donde quedó “al reparo”, durante la noche llovió
mucho y estuvo oscuro y al quedar en “reparo”
es decir a la Capa (ponerse a la capa es tratar
de sostenerse en un sitio sin avanzar, orientando
las velas de manera de encontrar una posición
de equilibrio teniendo el timón a la vía), con
esta maniobra se crea un remanso en barlovento
Le hacen arribar a la bahía de
Bariay y para que haya otro
puerto al W de éste y hacerlo que
arribe en su salida para llamarle
Rio y Puerto de Mares.
El día 29 de octubre dan a Bariay como el puerto donde arribó el Almirante el día 28 (Puerto San
Salvador) quien al salir en este día del puerto señala
que “una punta de la isla le salía al Norueste, seis
leguas de allí, otra le salía al Este diez leguas”; al
considerar a la Bahía de Bariay como a San Salvador,
las medidas dadas por el Almirante no concuerdan
y dan un factor de 1.5 y 1.2 al confundir a Puerto
Padre con Bariay confunden Punta Velázquez (9
millas náuticas) con Punta Brava (19 millas náuticas) y a Punta Cañete (12 millas náuticas) con las
estribaciones de la montaña la Silla de Gibara (31
millas náuticas).
Desde Puerto Padre a Punta Brava y a las
estribaciones de la montaña la Silla de Gibara,
las distancias cumplen con el factor 3.18 y deja
confirmado que fue este Puerto al que él recaló el
día 28 y no en Bariay. Esta bahía quedaba el día
27 cuando el Almirante vio la isla en la tardecita
del buque, al avanzar poco abate mucho. Toda
la noche estuvo a la capa, con el viento del Este
o Este Nordeste (Lenordeste); era natural que el
abatimiento fuera al Oeste y al Sur, según estuviera aproado Nornordeste o al Sueste, de donde
se ve que la resultante del abatimiento durante
toda la noche sería al Sudueste y no al Sueste;
esto nos demuestra que el Almirante no arribaría a ninguno de los puertos que se encuentran
entre Punta Velázquez y Punta Lucrecia (Bahía
de Gibara, Bahía de Jururú, de Bariay, de Vita,
de Naranjo o Bahía de Sama); el abatimiento fue
al Oeste y no al Este.
Al llevar al Almirante a Bariay, era razonable
que las 6 leguas (19 millas náuticas) a Punta
Brava desde Puerto Padre se redujeran a las 3
leguas (9.5 millas náuticas) a Punta Velázquez
y le diera un factor de 1.5 y a las 10 leguas
(32 millas náuticas) a la Silla de Gibara, se
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
confundieran con las 4 de Punta Cañete dando
un factor de 1.2.
El día 30 de octubre identifican al Puerto de
Gibara por el de Nuevitas, como Río de Mares,
grave error para los tres distinguidos historiadores; el día 29 al salir del Puerto de San Salvador,
encontró un río a una legua que puso nombre de
Río de Luna; bajo la hipótesis de que Bariay sea en
realidad San Salvador, Río de Luna sería Bahía de
Jururú, pero sí vemos bien que Jururú no está a una
legua (3.18 millas náuticas) sino a 0.75 de millas
náuticas de él, lo que evidencia un desacuerdo en
este punto; además, en la tabla está omitido este
detalle de suma importancia para la identificación
de puntos.
231
detenerlo en Punta Uvero, de llevarlos más adelante
no podrían justificar su silencio en cuanto a Puerto
Padre y Manatí.
En cambio, si consideramos al Río de Mares con
Puerto Nuevitas, podemos ver que las descripciones
que hace el Almirante el día están justificadas con
la distancia navegada por él y los acontecimientos
encontrados en la costa, dentro de la distancia; encontró una sola pasa que él entendió de los indios
que era río, la pasa de Guajaba, y no pudo entrar,
la roncha entre los bajos, el Cabo cercado de bajos,
la Silla de Cayo, Roamano; en esta descripción está
dentro de las 15 leguas (47.7 millas náuticas) y de
aquí que el factor de 3.18 sigue inalterable y el Río
de Mares es Nuevitas y no Gibara.
Al salir de Puerto de Mares, recorre al W, 8 leguas en vez de 15 como dijo.
Al identificar a Gibara con Río de Mares, las
15 leguas que el Almirante navegó ese día, no les
dio otra alternativa que de llevarlo hasta Punta
Uvero (24 millas náuticas) que les dio como factor
1.6 y obligarlo a seguir adelante para completar su
distancia, necesariamente tendría que pasar por los
frentes de Puerto Padre y Puerto de Manatí, pero
como es ese día él no anunció haber visto ríos capaces de permitir la entrada de carabelas, hubo que
El día 12 de noviembre, al considerar Gibara
como Río Mares acomodan las distancias dadas por
el Almirante, a los Puertos de Naranjo y de Sama,
esto es, acomodan 8 y 4 leguas respectivamente a 4
y 2.2 leguas que es la distancia que hay desde Gibara
a dichos puertos; al encaminar los acontecimientos
en esta forma es natural que los factores de conversión sean 1.63 y 1.75 o 13 y 7 millas náuticas, en
232
Ramón Julio Didiez Burgos
cambio considerando a Nuevitas como Río Mares,
veríamos que desde Nuevitas hasta Bahía de Manatí,
hay 8 leguas (25.4 millas náuticas), Río de Sol, y desde aquí hasta Puerto Padre hay 4 leguas (12.7 millas
náuticas), estos puntos se desarrollan de acuerdo al
Diario del Almirante y sostienen el factor 3.18; es
natural que al errar a Gibara con Nuevitas las distancias desde estos puntos a Punta de Mulas o Cabo de
Cuba sean diferentes, estando de acuerdo a la dada
por el Almirante la medida desde Puerto Padre, 18
leguas (57.2 millas náuticas), y no la medida desde
Gibara que es 9 leguas (29 millas náuticas); desde
Nuevitas persiste inalterable el factor de conversión
de 3.18 mientras que desde Gibara sería 1.61.
El día 26 de noviembre en la tabla confeccionada por el Almirante Morrison dio la distancia
navegada, a todo el largo de la costa, de 8 leguas,
por el Almirante don Cristóbal Colón desde donde
estaba fondeado en Puerto Catalina (Cayo Moa)
hasta frente a Punta Báez, donde se le puso el sol;
es inexplicable que por esta medida sea considerada
Punta Báez como Cabo Campana puesto que él
situó a Cabo Campana desde Cabo Pico (Punta
Guarico) a 20 millas antiguas (16 millas náuticas)
y no desde Puerto Catalina: desde su fondeadero
hasta Punta Báez hay 25.5 millas náuticas equivalentes a 32 millas antiguas u 8 leguas, pero desde
Cabo Pico (Punta Guarico) a Cabo Campana
(Punta Maraví) hay 20 millas antiguas, 5 leguas (16
millas náuticas), lo que deja confirmado el factor
de 3.18 por leguas; no hay que desestimar que el
Almirante hacía el recorrido entre ciertos puntos,
medía su distancia, tomaba nota de su recorrido y
luego asentaba en su Diario las novedades del día.
El mismo dia vio dos isletas al Sur de Cabo Pico
(Punta Guarico), Cayo Medio y Cayo Chico y dijo
que tendrían un cerco de 2 leguas (6.4 millas náuticas); así es, el contorno que forman las Bahías de
Cañete y Yamaniguey es de 2 leguas como factores
3.18 y no 1.5 equivalente a 3 millas náuticas.
El día 27 de noviembre hace el recuento de los
8 ríos que vio desde Cabo Pico a Cabo Campana
(Cabo Maraví) al expresarse “desde el cual hasta el
Cabo de Campana había veinte millas, y le quedaban al Sueste”; envuelve la idea del Cabo Pico hasta
de Cabo de Campana, de lo contrario si él hubiera
contabilizado esos 8 ríos desde la playa Duaba; era
lógico que dijera “desde la cual” para referirse a la
playa; además como él iba navegando hacia el sur,
esto es, desde Cabo Pico a playa Duaba, era natural
se expresara “desde el cual hasta la playa (Duaba) donde
sorjí” entre Cabo Báez (Cabo Campana del Almirante
Morrison) y playa Duaba no hay 8 ríos (5 grandes
entre ellos como lo anunció el día 26 de noviembre).
De aquí vemos que no fue desde Punta Báez
a Playa Duaba que el Almirante anunció las 5 leguas sino desde Cabo Pico (Punta Guarico) a Cabo
Campana (Punta Maraví) que hay 20 millas 5 leguas
(16 millas náuticas) y por tanto el factor de conversión
persiste en 3.18 y desmiente el de 1.16; al considerar
que el Almirante daba la distancia de Cabo Campana
(Punta Báez para el Almirante Morrison) y Playa
Duaba, que dista una de otra 8 millas náuticas (2.5
leguas), es la razón de un factor errado.
El mismo día 27 de noviembre desde Playa
Duaba aprecio la distancia hasta Cabo Maysí en
8 leguas (25.4 millas náuticas), o las alturas de las
lomas que la determinan. Es exacta la medida y
confirma el factor de conversión 3.18.
En la tabla del Almirante Morrison se considera,
en la medida apreciada fue a la Punta Fraile (Cabo
Lindo) y de ahí la distancia de 5 leguas o 16 millas
náuticas y con razón un factor de conversión de 2.
Debemos considerar que Cabo Lindo o Punta
Fraile no es visible de la Playa Duaba, pero sí sus
alturas al Sur que son las de Cabo Maysí.
Por lo expuesto en la tabla comparativa que
he compuesto y presentado, podemos ver que el
largo de las partes de las Lucayas y de Cuba que
el Almirante había descubierto, no fueron sobreestimados y por tanto explicable y admirable que
era el patrón fijo que poseía a ciencia cierta para
determinar la velocidad de su navío.
Ya hemos visto en capítulos anteriores cuál fue
el error en la distancia total desde la Isla de Hierro a
Guanahaní o San Salvador (Islas Planas), error que
siendo sumamente pequeño y en defecto resultó
como se dijo de 1.4% , si tenemos en cuenta que la
velocidad de la Santa María en la travesía era llevada, tanto por el Almirante como por sus pilotos, en
su control en la rosa de distancia y velocidad, tenemos que convenir que el total de la velocidad diaria
era el conjunto de la velocidad de cada guardia, por
lo que deja mucha duda de que el error diario de
la distancia sea exclusivamente del Almirante don
Cristóbal Colón.
Aun así, el 1.4% de error en la distancia total
entre la isla de Hierro y la isla Plana, considera la
estimilla del día 22 al 26 de septiembre. De no
considerarla como hacen la mayor parte de los
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
autores, la diferencia entre la distancia lógica y real
3015.2 millas náuticas (media entre las derrotas
Ortodrómica y la Loxodrómica), y la distancia
corta o del engaño o ilógica dada en el Diario
es de 3016.2 millas náuticas, sería de 1 milla de
error en todo el recorrido de donde se desprende
que el error sería de 0.0 3% en exceso. Nada en la
historia del Almirante es tan asombroso como sus
grandes conocimientos de matemáticas y cálculos,
un cartógrafo no podía dejar de poseer esa virtud;
si su cálculo en la distancia a recorrer fue lógico, su
mente era asombrosamente lógica en una aventura
en que si la naturaleza colocó islas y tierras a la
distancia que él esperaba buscar, lo consagró como
uno de los calculistas más eficaces de sus tiempos.
Basado en lo ante dicho, puede apreciarse que el
Almirante, en su primer viaje no sobreestimó su distancia, ni la subestimó apreciablemente, puesto que
considerando la estimilla, el valor de 1.4% millas
náuticas, en defecto, no es más que la representación
de 0.44 de leguas, 2.793 metros por cada 100.6
millas náuticas (31.6 leguas), o expresado en metros,
27.93 metros de error por cada milla náutica, si
no consideramos la estimilla, y damos la distancia
recorrida o la ilógica o del engaño, como la navegada
directamente, entonces la diferencia sería de 1 milla
náutica de error en exceso, lo cual representa 0.03 de
millas por %, o sea, 61.7 metros de error por cada
100.6 millas náuticas (31.6 leguas) y si lo expresamos
por milla se nos transforma en 0.62 centímetros de
error en exceso por cada milla navegada.
Si a estos pequeños porcentajes en distancias tan
largas se le tilda de no poseer patrón fijo de referencia o ningún medio de verificar la distancia entre
puntos, entonces se puede considerar que la mente
del que la efectuara no es lógica, sino superlógica.
Hoy día que los navegantes descansan su
responsabilidad de llevar el trabajo de medir por
sus propios conocimientos las velocidades de
los buques en que navegan, sobre instrumentos
mecánicos o electrónicos, confrontan el problema
de tener que corregir estos en los correctores de su
mecanismo, para que señalen aproximadamente
la verdad de la distancia recorrida. Si en pleno
siglo xx aún confrontamos dificultades para medir
distancias con instrumentos mecánicos precisos,
no es lógico juzgar con dureza los navegantes del
siglo xv, que tenían que hacerlo sin ninguna clase
de instrumentos y sí con métodos rudimentarios en
los que aplicaban la aritmética elemental, y que sus
233
resultados eran bastantes exactos en comparación
con los de ahora.
El porcentaje de error por exceso o defecto en la
distancia navegada, nos conduce ineludiblemente
a considerar la existencia de un error, sin alterar
los módulos de medidas estandarizadas, pero no
a atribuir el uso indebido o caprichoso de estos
patrones de medidas que acomodan tesis o criterios
completamente alejados de la realidad en que fueron desarrollados los hechos.
Indudablemente es ilógico aceptar la opinión
de los distinguidos geógrafos cubanos J. Van der
Guch y S.M. Parajón, de que el Almirante don
Cristóbal Colón usara dos tipos de leguas, una en
la mar y otra cuando bordeaba las costas, aceptando
lo expresado por don Aurelio Tió, yo concluyo de
la misma manera.
“En ningún escrito sobre los viajes de Colón hemos encontrado que usara este sistema tan confuso”,
porque aunque existieran la legua terrestre italiana, en
esa época, de 2 960 metros, no he podido coordinar
esta medida en ninguna a las dadas por el Almirante
al significar medidas en tierra. Es más, las medidas
expuestas por don Cristóbal Colón en la Hispaniola
en su segundo viaje, al establecer en tierra los Fuertes
de Santo Tomás, Magdalena, Concepción, Santa
Catalina, Esperanza, da las medidas en leguas de 5
920 metros, 4 millas de 1 480 metros (3.18 en millas
náuticas) y no en leguas terrestre de 2 960 metros. Es
inexplicable que en la mar, para medir amplitudes
de tierra, use la legua terrestre y en tierra para medir
distancia entre lugares use leguas marítimas: a todo
esto sólo queda una conclusión: el Almirante jamás
usó otra medida en su navegación que la legua de 5
920 metros, o sea 3.18, o 4 millas antiguas o la milla
de 1 480 metros o 4,854.4 pies.
La toponimia de toda esta parte de costa de
Cuba, que el Almirante visitó, podríamos sintetizarlo en esta forma.
1er. Puerto de San Salvador Puerto Padre
2do. Río de Luna
Boca de Salida
de la ciénega de
Puerto Padre
3ro. Río de Mares
Puerto Nuevitas
4to. Cabo de Palmas
Maternillos
5to. Río de Palmas
6to. Río del Sol
Bahía de Manatí
7to. Cabo de CubaPunta Mulas
8vo. Puerto del Principe
Bahía de Tánamo
234
Ramón Julio Didiez Burgos
9no. Mar de Nuestra Señora Todo el mar que
bordea el norte
de Cuba
10mo. Punta de Santa Catalina Puerto Cayo Moa
11vo. Cabo del PicoPunta Guarico
12vo. Cabo CampanaPunta Maraví
13mo. Puerto Santo
Puerto de Baracoa
14vo. Cabo LindoPunta Fraile
Al cabo Maysí y le puso nombre; de Alfa u
Omega, el Bayatiquirí de los indios, a la isla de
Cuba le puso por nombre de Juana, seria en honor
a la hija de Isabel la Católica.
Las distancias y el descubrimiento
de la isla Trinidad
“En Trinidad Colón cometió un error de 100%
al estimar en exceso la velocidad de su barco”.
Esta apreciación del Almirante Morrison surgió
al hacer arribar a don Cristóbal Colón a Punta
Goleota, tomando como referencia a las tres colinas
o lomas llamadas Trinty Hills situadas al Sureste de
la isla; Punta Goleota, está a mitad de camino entre
Punta Arenal y Punta Galera, sobre esta última se
entiende arribó el día 31 de Julio.
“Fallé allí que en anocheciendo
tenía yo la estrella del Norte
alta cinco grados, y entonces las
Guardas encima de la cabeza, y
después de la media noche fallaba
la estrella alta diez grados, y en
amaneciendo que las Guardas
están en los pies quince”
Al salir el día 4 de julio, miércoles, de la isla de
Santiago del sistema de Cabo Verde, hizo rumbo
Sudueste y sobre este rumbo anduvo 120 leguas,
480 millas antiguas, llegó a una latitud de 10°–30’
N aproximadamente el día 13 de julio, en este día
se le cayó el viento y no le hizo caminar, cambió el rumbo al Poniente (al Oeste), durante la
noche hizo tres observaciones con su cuadrante a
la estrella Polar y anota en su Diario: “Fallé allí
que en anocheciendo tenía yo la estrella del Norte
alta cinco grados, y entonces las Guardas encima
de la cabeza, y después de la media noche fallaba la estrella alta diez grados, y en amaneciendo
que las Guardas están en los pies quince”, esta
información deja dicho que el Almirante estaba en las proximidades de la Latitud 10º – 00’
N, no puede ponerse en duda este resultado ya
que repitió las mismas observaciones por varias
noches consecutivas y siempre obtenía el mismo
resultado; la insistencia en repetir el deseo de llegar
a la “raya” hace comprender que dicha raya es la
posición donde la aguja le noroestearia una cuarta
del compás, al igual que el día 17 de septiembre del
1492, fenómeno que consideró como resultado de
acercarse más a la bóveda de las estrellas, en este
momento al estar más cerca y al oeste “causa el
desviar del círculo que describe la estrella del Norte
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
con las Guardas, y cuanto más parece junto con
la línea equinoccial, más se subirán en alto, y más
diferencia habrá en las dichas estrellas, y en los
círculos dellas,” al emitir juicios y consideraciones
de la forma de la tierra y citar a Tolomeo revela su
gran cultura y su razón independiente de someter
a su criterio los conceptos cosmográficos existentes;
al no sujetarse a las ideas de la época sin que él juzgue los preceptos ya aceptados, lo distingue como
hombre de principio y de razón.
235
Almirante corrió aproximadamente al Oeste
desde el día 13 de julio hasta el 31 (17 días)
sobre el paralelo de latitud 10°-00’ N como
promedio de la estabilidad que tuvo el compás;
el abatimiento del viento y la corriente general
que existe en el Norte de Sur América deben
haberse contrarrestado, y sobre todo en esta
época del año cuando la corriente es más fuerte.
Al cambiar el rumbo al Norte cuarta del
Nordeste el dia 31 de julio en la mañana y después
En el tercer viaje, durante la
semana del 13 al 22 de julio,
el calor era tan intenso que se
reventaban las pipas y toneles de
vino y agua “el trigo ardía como
fuego; los tocinos y carnes saladas
se asaban y podrían”.
El deseo de llegar a esta “raya” indica que su
compás no había llegado a tener una cuarta de
diferencia, en una de las posiciones de la Estrella
Polar, esto es, que le Noruestearia una cuarta
del compás, posición geográfica que buscaba
navegando al Oeste; se nota en la figura que esta
posición no la llegó a alcanzar (muy cerca de la
isógona de los 20° de Declinación Norueste) de
donde con mucha razón podemos deducir que
el error de su compás era pequeño por ser grande su desvío al E. y que a medida que navegaba
hacia el Oeste su pérdida de latitud era poca,
pero que al ir rebasando las isógonas, 20°, 19°,
18°, de declinación Norueste el error al Este se
hacía mayor, al ir disminuyendo las isógonas
de declinación bajo el desvío. Así la carabela
volvería a aumentar de latitud progresivamente,
hasta llegar el día 31 de julio en la mañana que
cambió de rumbo al Norte cuarta del Nordeste;
hasta este cambio de rumbo parece que el
de haber navegado unas 25 millas náuticas, el
Marinero de Huelva que se llama Alonso Pérez,
criado del Almirante se subio a la gavia y “vido tierra
al Oeste, y estaba 15 leguas (47.7 millas náuticas)
della, y lo que pareció della fueron tres mogotes y
tres montañas” (Casas, Cap. CXXXI).
A esa distancia sólo pudieron ser vistas desde la
cofa o gavia de la carabela de una altura de 70 pies
tres montañas que se levantan al Nordeste de la isla
Trinidad, que no tienen nombres en la carta, cuyos
alcances geográficos en millas desde la cofa o gavia
es según la tabla siguiente:
Altura de la Montaña 1,226 pies = 40.2 + 9.6 = 49.8
” ” ”
”
1,357 ” = 42.1 + 9.6 = 51.7
” ” ”
”
1,784 ” = 48.3 + 9.6 = 57.9
Como se ve, el alcance geográfico de las montañas y de la cofa dan totales que rebasan las 48 millas
o 15 leguas desde la distancia que el Almirante
236
Ramón Julio Didiez Burgos
“dá la vuelta sobre la tierra que
habrán visto hacia un cabo que
parecía estar al Poniente, al cual
llamó Cabo de la Galera, por una
peña grande que tenía, que desde
lejos parecia galera que iba a la
vela”.
consideró a que estaban (se puede conjeturar que
esta distancia fue conocida después de haber hecho
el recorrido desde la posición en que se vieron las
montañas hasta la costa más la apreciación hasta
ellas de las carabelas, desde la costa).
“Pero como su divina Magestad,
haya siempre usado de misericordia conmigo, por acertamiento
y acaso, subió un marinero,
de Huelva criado mio, que se
llamaba Alonso Pérez, a la gabia,
y vido tierra al Oeste, y estaba
15 leguas della, y lo que parecio
della fueron tres mogotes y tres
montañas”.
Desde las toldillas de las carabelas no podían
verse los tres mogotes o picachos de las montañas
puesto que su alcance geográfico de 5.7 millas
náuticas sumados a los alcances geográficos de las
tres montañas darían 45.9 – 47.8 – 54.0 millas
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
náuticas respectivamente. Solamente una, la última
era la que rebasaba 6 millas de la distancia a donde
se encontraban.
Al ser señalados los tres mogotes de la isla por
Alonso Pérez, el Almirante cambió rumbo al Oeste
hasta llegar a la Punta Nordeste de la isla a la cual
nombró por Cabo de Galera, nombre que todavía
conserva, a la isla nombró Trinidad. Este nombre
estaba en la idea del Almirante para serle puesto a
la primera isla que descubriese en este viaje cuando
salió de viaje el día 30 de mayo de San Lucas de
Barrameda; lo hizo en nombre de la “Santísima
e Individua Trinidad”, el 31 de julio la Santísima
Trinidad se le manifestó en los momentos más
aciagos en forma de tres montañas, indicándole el
término de su congoja y padecimientos.
Hay hechos que no tienen explicación para
aquellos que no llevan la fe en el alma, pero aquellos que viven auroleados de las virtudes y purezas
espirituales, en estos hechos la manifestación del
Gran Poder de Dios se le hace evidente.
Las Colinas de Trinidad en el Sudeste de la isla
tienen tres picachos de 997 –751 – 427 pies de
237
altura, y al Este de ellas una colina independiente
de 659 pies, el Guayere Hill; los alcances geográficos de estas colinas más el de un mástil de 70 pies
nos daría el alcance siguiente en millas náuticas.
Para 997 pies = 36 + 9.6 = 45.6 millas
” 751 ” = 31.3 + 9.6 = 40.9 millas
” 427 ” = 23.7 + 9.6 = 33.3 millas
” 659 ” = 29.4 + 9.6 = 39.0 millas
Como a la distancia a que estaba el Almirante
era de 48 millas náuticas, se ve que prácticamente es imposible que Alonso Pérez viera desde la
distancia de 48 millas náuticas sobre gavia o cofa
de la carabela las tres colinas más elevadas del
sistema montañosos del Sueste de la isla Trinidad
puesto que su posición estaba más lejos del alcance visual de la montaña más alta, la de 997,
en 5.4 millas y de las otras dos, segunda y cuarta
11 y 13 millas respectivamente; la tercera es sumamente baja para la distancia que se encontraba
el Almirante.
Trinity Hill, las colinas,
que según el Almirante
Morrison, fueron los tres
mogotes vistos por Alonso
Pérez en la isla Trinidad el
día 31 de julio del 1498.
238
Ramón Julio Didiez Burgos
Tesis del Almirante Samuel E.
Morrison acerca del descubrimiento de la isla de Trinidad y
el recorrido del Almirante don
Cristóbal Colón de sus costas.
No existe alternativa ni razon que puedan
desviar el fundamento de estos cálculos para
probar la realidad de uno y la imposibilidad
“Miercoles 1ro de Agosto, corrió
la costa abajo hacia el Poniente
cinco leguas y llegó a una punta,
donde surgió con todos tres
navios. Recorrido desde Punta
Galeota hasta Punta Moruga”
(Punta Playa).
del otro; cualquier motivo o razonamiento que
se aduzca para demostrar lo contrario será una
filosofía.
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
Otra de las razones que robustecen la recalada
en el Norte de la isla Trinidad por el Almirante, fue
que él nunca se separó sensiblemente del paralelo
de latitud 10º – 00’ N y que a medida que navegaba al Oeste desde el día 13 de julio tanto se separó
al Sur él como volvió al Norte de por efecto del
magnetismo del Atlántico.
Al ver el Almirante los tres mogotes se dirigió a
ellos y llegó al extremo Nordeste de la isla y le puso
nombre de Cabo Galera por una “peña grande que
tenía, que desde lejos parecía Galera que iba a la
vela”; llegaron allí a hora de “completas”, esto es,
entre las 9 y la media noche; parece que se acercó
lo bastante a la Punta para ver en el extremo de ella
la piedra de 60 pies de elevación llamada Neptuno
y que está en las rompientes del mismo nombre;
el Puerto que él dice que vieron y que era hondo
debe ser Bahía Cumaná: al no poder entrar “Siguió
su camino a la punta que había visto, que era hacia el Austro siete leguas, no halló Puerto”. Según
dice que vio al Sur un cabo a siete leguas, también
hace una descripción de toda la costa del Este de la
239
isla, vio una canoa cargada de indios pescando y el
labrantío de la tierra; estos pormenores nos hacen
pensar que si llegó a horas de completas a Cabo
Galera, debió haber amanecido a la corda o temporejando por esos alrededores hasta el amanecer
del día 1 de agosto; sólo de día pudo haber visto lo
que explicó, así como que los indios sólo pescaban
de día.
A 7 leguas, 22 millas náuticas, desde Cabo
Galera encontró una punta, no le puso nombre
(Punta Manzanilla); siguió navegando hacia el Sur
y llegó a Punta Goleota, viró al Oeste y fondeó
destrás de los bajos de Punta Moruga a 5 leguas (16
millas náuticas de Goleota) y en el río del mismo
nombre que desemboca en la punta, tomó agua, a
esta Punta nombró Punta Playa, la descripción que
hace el Almirante de la costa de Trinidad hace ver
que navegó bastante cerca de la costa.
El Diario del Almirante don Cristóbal Colón
dice que luego de reconocer a Punta Galera que
había visto hacia el Austro una punta a 7 leguas;
es de conjeturar que de haber arribado a Punta
“Lugar donde Don Cristóbal Colón se fondeó el día 1 -5 - 98 en Punta Moruga que le puso punta Playa”.
240
Ramón Julio Didiez Burgos
Goleota en vez de la actual Galera, como expresa
el Almirante Morrison, en vez de navegar en la
costa de Trinidad, lo hacían hacia el delta del Río
Orinoco, que dista 10 leguas de Punta Goleota,
tierra firme del continente, y cuando navegase
al Oeste en vez de llegar a Punta Playa llegaría a
cualquier otro punto de la costa venezolana; así,
todo el Diario del Almirante para estos días estaría
trastocado.
Desde Cabo Galera hasta el sitio donde estuvo
fondeado detrás de Punta Arenal hay 108.5 millas
náuticas (34.1 leguas) y él dijo que había 35 leguas.
La diferencia de 0.9 leguas debe considerarse que
al ir bordeando la costa muy junto a ella se alarga
la distancia, además, si tuviéramos esta diferencia
como un error este exceso no sería 100% de error
sino de 2.5%, errar 100% significa una equivocación total de un cálculo y por tanto su expresión
“desde el cabo de la Galera
hasta la Punta Arenal, donde al
presente estaba dice que había 35
leguas”.
Al otro dia 2 de agosto levantó anclas temprano y siguió navegando al Oeste, llegó al extremo
Sudueste de la isla fondeó detrás de una punta al
que puso por nombre Punta del Arenal (Punta
Icacos).
No veo razón alguna que para equivocar al
Almirante don Cristóbal Colón en 100% “al
estimar en exceso la velocidad de su barco” se
desconozcan ciertos detalles que son contundentes
en cuanto al bojeo de la isla de Trinidad por él; la
tesis del arribo a Punta Goleota se aparta del desarrollo del Diario, al decir “que la isla de Trinidad
es grande, porque desde el Cabo de Galera hasta
la Punta del Arenal, donde al presente estaba, dice
que había 35 leguas” (111.3 millas náuticas), lo
que hizo fue dar la distancia navegada de un punto
a otro en su totalidad.
carece de valor; una persona que llegue al extremo
de caer en el vicio de errar 100% se hace de la desconfianza general y revela una ignorancia completa
y absoluta de la materia en que se ocupa. Considero
que aquí es donde tuvo origen la expresión del
Almirante Morrison de que la mente de Colón no
era lógica.
Estando fondeado en Punta Arenal, dice que vio
al Norte cuarta del Nordeste a una distancia de 15
leguas, un cabo o punta de tierra firme que llamó
Paria; en el mismo capítulo CXXXIII de la Historia
de las Indias, el Padre de las Casas dice “Desde
Punta Arenal que es un Cabo de la Trinidad, como
se dijo, y está la vuelta del Sur, hasta el otro Cabo
Boto, que es de la misma isla de la Trinidad, que
esta a la mar, dice el Almirante haber 26 grandes
leguas”. La Peninsula de Paria y Cabo Boto (Punta
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
241
“Estando en esta Punta del
Arenal, que es el fin de la
Trinidad, vido hacia el Norte
cuarta del Nordeste, a distancia
de 15 leguas, un cabo o punta
de la misma tierra firme… El
Almirante, creyendo que era otra
isla distinta púsole nombre, de
Gracia”.
Estrada) corren aproximadamente en el mismo
paralelo y por tanto la distancia desde Punta Arenal
a ambos cabos o puntas es la misma aproximadamente, de manera que estas distancias parecen
alteradas, no equivocadas en un 100%, pero en esta
ocasión se puede ver que repite el mismo sistema
de anunciar las distancias igual que hizo en Cuba
y en la Hispaniola en 1492; a las 26 leguas le dio
“Navegué al Septentrión hasta
una sierra muy alta, adonde
serían veinte y seis leguas de esta
punta del Arenal”.
242
Ramón Julio Didiez Burgos
como punto de referencia a Punta Moruga donde
estuvo fondeado el dia 1 de agosto para tomar agua,
desde ahí hasta Cabo Boto hay 84 millas náuticas
(26 leguas) y las 15 leguas desde Punta Arenal hasta
Cabo o Punta Paria (Promontorio de Paria) vía
Cabo Boto en la isla Trinidad. Si se verifican estas
medidas se verá la exactitud de su cálculo.
Dice que estando en la Punta o Cabo de Lapa
miró hacia el Nordeste y vio la isla de Tobago, esta
isla con alturas de 1 910 pies, es sólo visible a 50
millas náuticas, y dijo que estaría de ella 26 leguas
(82.7 millas náuticas) se puede comprobar que esta
es la distancia entre ambos puntos; le llamó a la isla
Bellaforma por tener desde lejos buen aspecto.
Hasta ahora no he podido comprobar dónde
el Almirante don Cristóbal Colón cometió el error
del 100% en la distancia en la isla de Trinidad me
hubiese conformado con el 50 por ciento, pero
tampoco lo he encontrado; un navegante incierto
en su derrota, no es marino, porque semejantes
garrafadas sólo las cometen los legos en una profesión y hemos visto por los múltiples ejemplos que
“Cristóbal Colón marino”, fue una realidad en la
historia del Descubrimiento del Nuevo Mundo.
En el caso de las distancias en Trinidad hay
algo que sí resulta curioso, no es extraño ni asombroso para los marinos, puesto que éstos, en las
grandes travesías oceánicas tienen que llevar
un control lo más exacto posible de su rumbo
y sus distancias, para conocer su posición en
cualquier hora y día, de no saber llevar estos dos
resultados de una travesía no se es marino, y por
tanto la embarcación se encontraría perdida en
el vasto Océano. Como “Colón nunca supo a
ciencia cierta, la velocidad de su navío, porque
no poseía patrón fijo de referencia y ningún
medio de verificarla”. Resulta de todo esto que
el día 31 de julio el Almirante don Cristóbal
Colón no sabía a la distancia a que estaba de las
islas caribes ni la posición geográfica en que se
encontraba, pero ese mismo día en la mañana, la
necesidad de agua fresca a bordo porque la que
tenía era escasa, le hizo manifestar su posición
en alta mar. Latitud 10º -14’ N y Longitud 60º
-18’W al decidir “mudar su derrota, y esta era al
Oeste, y se acostar a la mano derecha é ir a tomar
la isla Dominica o algunas de las caníbales que
hoy llaman los Caribes; y así mandó gobernar al
Norte, cuarta del Nordeste”. Este rumbo no es
el resultado de una corazonada, ni de un tanteo
para la búsqueda de unas islas que ya conocía;
bien podría decirse que este rumbo era el correcto porque partía de una posición correcta. Se ve
que el rumbo llevaba en sí las correcciones por
abatimiento de viento y corrientes, pues de no
haber visto los tres mogotes o montañas a medio
día, hubiera caído en las islas que buscaba, de no
haber sabido a “ciencia cierta la velocidad de su
A la isla de Chacachacare don
Cristóbal Colón le puso por
nombre Caracol y a la de Huevos,
Delfin, la isla de Manos se proyectaba sobre la isla de Trinidad
desde su posición en el Golfo
como parte de ella por eso a lo
que llamó Cabo Boto fue a la
punta Au-Diable en esa isla, esa
fue la causa de haber visto dos
islas solamente.
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
navío”. ¿Cómo iba a saber su posición con respecto a las islas Caribes para buscarlas con la precisión de rumbo como el que hizo? Es extraño e
inverosímil este comportamiento en la mar, pero
no le da a ningún estudioso niguna alternativa
para que no vea en las consecuencias de su derrota
que el Almirante don Cristóbal Colón conocía a
ciencia cierta cómo medir su velocidad, para que
con su rumbo saberse situar aproximadamente
en el punto geográfico correcto.
Más ejemplos que demuestren la pericia en la
mar del Almirante para conducir una carabela o
una armada no es necesario mencionar; son suficientes las interpretaciones hechas de sus derrotas y
sus distancias para ver el grado de conocimientos y
de cultura que tenía.
El 16 de agosto del 1498 dice que “cuando
partia de Canarias para esta Española, pasando 300
leguas al Oeste, luego noruesteaban las agujas una
cuarta, y la estrella del Norte no se alzaba sino cinco
grados, y agora en este viaje nunca le ha noruestado
hasta anoche, que noruesteaba mas de una cuarta y
media, y algunas agujas noruesteaban medio viento, que son dos cuartas: y este fue todo de golpe
anoche”. Esta anotación del Almirante confirma el
gran desvío que tenía el compás de la Santa María
de Guia, unos 18 grados al Este y que la influencia
Don Cristóbal Colón no pudo
haber visto a la isla Tobago
(Bellaforma como la llamó) ni
desde el Promontorio de Paria
(Cabo Lapa) ni desde Punta
Goleota porque esta isla estaba
desde esos puntos fuera de
visibilidad.
243
magnética de Cerro Bolívar que queda cercano
al Golfo de Ballena haya influido de magnetismo
accidental a los hierros de a bordo y haya alterado
el compás de a bordo y que el día 15 de agosto
el perderlo violentamente al sacudir la mar el buque, el Almirante cayera en cuenta del fenómeno.
La alteración de todos los compases indica que la
influencia magnética fue general.
Es notable también al ocurrir este fenómeno,
que el desvío de los compases pasaron a ser al W en
valores iguales a la diferencia de la del Error Total
y Declinacion en mínimo valor, de manera que
el compás no se vio muy afectado para producir
una recalada lejana; si esto ocurrió en este viaje fue
en razón al abatimiento al Oeste de las carabelas
producido por el viento.
Una demostración de que el Almirante no
arribó a Punta Goleota es la medida precisa que da
el día 4 de agosto desde el Cabo de Lapa, en la
isla de Gracia (Península de Paria) que “vido una
isla de tierra altísima al Nordeste, que estaría a 26
leguas (82.7 millas náuticas), pusole nombre de
Bellaforma (Tobago) porque debía tener de lejos
bien parecer”. Es del todo imposible que desde
esa posición pudiera ver la isla de Tobago, cuyas
mayores alturas son de 1910, 1804 y 1200 pies,
visibles en un alcance geográfico de 50, 48.6 y 39.6
244
Ramón Julio Didiez Burgos
millas respectivamente; si a estas distancias se le
suma los 9.6 de alcance de la Cofa o Gavia del Palo
de la Santa Maria de Guia, nos daría 59.6, 58.2
y 49.2 millas de alcance totales, lo cual se ve que
están muy por debajo de la distancia a que él se
encontraba de la isla.
En cambio, desde la posición en que vio los
tres mogotes el día 31 de julio a medio día de la
isla de Trinidad, estaban visibles también las tres
montañas de la isla de Tobago, pues él estaba a tan
solo 44 millas náuticas de ella. Considero que no la
veía por ser la declinación del sol unos 16º grados
Norte, y él estaba en unos 10º - 40’ N de manera
que el vertical de él a mediodía al estar tan cerca
del cenit produciría muchos reflejos escandilantes
hacia el norte que era para donde le demoraba la
isla Tobago, pero a medida que caía la tarde el sol se
alejaba hacia el Oeste y el Almirante se acercaba a
Trinidad. A la isla de Tobago (Bellaforma) tuvo que
haberla visto en la tarde antes de la puesta del sol.
Entre las nueve de la noche y la media noche
(horas de completas) él llegó al extremo nordeste de
la isla, temporejó al reparo en los alrededores de la
punta hasta que amaneció; puso nombre a la Punta
de Cabo Galera, que aún conserva; vió con más detalles desde frente a Cabo Galera toda la hermosura
de la isla de Tobago desde 30 millas náuticas; ya
vimos que la isla y sus montañas eran visibles a 50,
48.6 y 39.6 millas náuticas respectivamente; desde
aquí hizo rumbo al Sur.
Si hubiera arribado al extremo Sueste de la isla
en Punta Goleota, como informa el célebre escritor
e historiador Samuel E. Morrison, por haber visto
las colinas de Triniti Hills no hubieran visto la isla
de Tobago, puesto que esta posición se encuentra
de ella a 71 millas náuticas y su montaña más alta,
la de 1 910 pies, estaba para él, por debajo del
horizonte; si para ver a Tobago o Bellaforma desde
Punta de Lapa en la Península de Paria se necesita
una altura sobre el horizonte de 1 000 pies, esto sin
contar la altura de la Cofa o Gavia del mástil mayor
de la Santa María de Guia; para verla desde Punta
Goleota sería necesario también una altura sobre el
horizonte de 520 pies.
Esto deja comprobado que el Almirante vió la
isla de Tobago; el dia 31 de julio a 32 millas náuticas, al anochecerles y el día 1º de agosto a 30 millas
náuticas al amancerle en Cabo Galera y no desde
Cabo Lapa en la isla o Península de Paria o desde
Cabo Galeota; como se pretende que fue a este
cabo donde arribó el dia 31 de julio, los alcances
geográficos en estos puntos no son lo suficiente
amplios para haber visto la isla desde esa distancia.
Hay en estas conclusiones que puede causar
asombro y admiración no para aquellos que no
han tenido la menor idea de tener en consideración
la habilidad del Almirante, don Cristóbal Colón,
como un real y eficiente marino que conoce su
profesión sino como un aventurero sagaz, hábil
en las oportunidades que le ofrece el destino o las
circunstancias; a este respecto podríamos hacernos
esta pregunta, si el Almirante no vio desde Cabo
Lapa la isla de Tobago o Bellaforma, ¿cómo supo
él que estaba a 26 leguas (82.7 millas náuticas) de
ella?
De acuerdo a las Casas Capítulo CXXXIX-II
tomo de su Historia de las Indias “Toda esta navegación y figura ó pintura de la tierra, envió el
Almirante a los Reyes”, don Antonio del Monte y
Tejada en su Historia de Santo Domingo, Capítulo
XII dice “ y conjeturé que allí donde son estas dos
bocas, Bocas del Dragón y de la Sierpe que algún
tiempo sería tierra, continua a la isla de Trinidad
con la tierra de Gracia, como podrán ver, nuestras
Altezas por la pintura de lo que con esta les envío”
las Casas sigue en el mismo capitulo “y llegó la relacion de este descubrimiento y la figura de la tierra,
que el Almirante envió a los reyes”, las citas hechas
dan razón de que el Almirante hizo un plano de la
isla Trinidad, la isla Tobago y las tierras que él vio al
Sur que consideró Isla, la isla o península de Paria,
todas la parte Norte de tierra firme hasta las islas de
Margarita, Cubagua e isla Coche y que de esta carta fue de donde sacó la conclusión en la Punta de
Lapa, que estaba a 26 leguas 82.7 millas náuticas de
la isla de Tobago o Bellaforma, la medida es exacta,
de acuerdo a la cartografía actual e indudablemente
la carta tuvo que estar hecha lo más perfecta que
le fue posible hacerla con los instrumentos rudimentarios que poseía, un compás o brújula, un
cuadrante para medir distancias, reglas y escalas y
una técnica como cartógrafo inigualable.*
El examen de esta carta en 1499 en el despacho del Obispo D. Juan Rodríguez de Fonseca en
Castilla por D. Alonso de Ojeda, quien era su criado y protegido, lo estimuló a hacer armada e ir por
estos mismos lugares en que anduvo el Almirante.
Una frase que puede aparejar errores es la siguiente; “Fallo que de allí de estas dos bocas, las
cuales como ya dije, estan frontero por línea de
*Ilegible en el original
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
Septentrion en Austros, que haya de una a la otra
veinte y seis leguas, y no pudo haber en ello yerro
porque se midieron con cuadrante, y estas dos bocas de Occidentes hasta el golfo que yo dije, al cual
llamé de las Perlas, que son sesenta y ocho leguas
de cuatro millas cada una, como acostumbramos
en el mar”.
Ya hemos visto que las veinte y seis leguas, el
Almirante las empieza a contabilizar desde donde
estuvo fondeado el día 1ro. de agosto en Punta
Moruga hasta la Cabo Boto (Punta Estrada) en la
isla Trinidad; da exactamente 26 grandes leguas
(82.7 millas náuticas).
La sesenta y ocho leguas desde las dos bocas
hasta el fondo de las Bahías de las Ballenas (Golfo
de las Perlas) hacia el poniente quedan satisfactoriamente divididas en la forma siguiente; tomando
como punto de origen la arribada de él a la Punta
NE de la isla que la nombró Cabo Galera.
245
Desde Cabo Galera hasta el fondo del Golfo
de las Perlas hay exactamente, en la forma que
el Almirante hizo el recorrido, 68 leguas o 216
millas náuticas, este era el estilo de él llevar su
cuenta de distancias y no se le puede menoscabar
por su estilo ni censurar por emplear un sistema
de enlace de distancias que pueden haber sido su
forma de cartografiar las costas de estas tierras
descubiertas; así lo hizo en las Lucayas en el
1492, en Cuba y en la Hispaniola, y ahora vuelve
a repetir el sistema, entonces no hay alternativa
de admitir la exactitud de sus medidas; para las
medidas cortas tenía la virtud de no equivocarse
ni en exceso ni en defecto.
La confesión de que usaba las leguas de 4
millas cada una como se acostumbra en el mar,
hace ver que él no usaba dos tipos de leguas
Desde Cabo Lapa hasta el Golfo las Perlas hay 18 leguas.
Desde Cabo Calera a Punta Arena 35 leguas
Desde Punta Arenas a Cabo Lapa (día 4 – 8- 98)
15 leguas
” Cabo Lapa a Ensenada Potao (5 – 8- 98)
5 ”
” Ensenada Potao a Ensenada Cauranto (5 – 8 – 98)
3 ”
” Ensenada Cauranto a Punta Aguja (6 – 8 – 98)
5 ”
” Punta Aguja (Paraparito) a Punta Seca (Alcatraz)
5 ”
Total hasta el 68 leguas
}
18
246
Ramón Julio Didiez Burgos
“y destas dos bocas de Occidente
hasta el Golfo que yo dije, al
cual llamé de las Perlas, que son
sesenta y ocho leguas”.
y por tanto no da oportunidad a un factor de
1.6 como yo anteriormente hemos visto, ni en
Trinidad; no es lógico atribuirle semejante dislates al Almirante.
Toponimia de Trinidad y la península de Paria
dentro del Golfo de Paria.
Nombre Actual
Nombre Antiguo
Punta GaleraCabo Galera
Punta Galeota
Punta IcacoPunta Arenal
Golfo de Paria Golfo de Ballenas
Boca de Sierpe
Boca de Sierpe
Punta EstradaCabo Boto
Boca de Dragón
Boca del Dragón
Isla HuevoIsla Delfin
Isla ChacachacareIsla Caracoles
Peninsula de Paria
Isla de Gracia
Promontorio de Paria
Cabo de Lapa
Ensenada Potao
(en la península de Paria)__________
Ensenada Cauranta
(en la península de Paria)__________
Las Piedras
(en la península de Paria) Los Jardines
Punta Paraparito
(en la península de Paria) Punta Aguja
Punta Alcatraz
(en la península de Paria) Punta Seca
Isla Antica
Isla Isabela
Isla Tereupano
Isla Tramontana
Ensenada de Caraquita Puerto de Gato
El fondo del Golfo de Paria Golfo de las Perlas
La isla Española
puerto de Santa María
Jueves 6 de diciembre.— “Cuando amaneció
se halló cuatro leguas del puerto; púsole nombre
Puerto María (136), y vido un cabo hermoso al Sur,
cuarta del Sudueste, al cual puso nombre Cabo del
Estrella (137), y parecióle que era la postrera tierra
de aquella isla hacia el Sur, y estaría el Almirante dél
veinte y ocho millas. Parecióle otra tierra (138) como
isla no grande al Leste, y estaría dél cuarenta millas.
Quedábale oto cabo muy hermoso y bien hecho,
á quien puso nombre Cabo del Elefante (139) al
Leste, cuarta del Sueste, y distábale ya cincuenta y
cuatro millas. Quedábale otro cabo al Lusueste, al
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
que puso nombre el Cabo de Cinquin; estaría dél
veinte y ocho millas. Quedábale una gran escisura ó
abertura ó obra á la mar, que le pareció ser rio (140).
Al Sueste y tomaba de la cuarta del Leste; habría dél
a la abra veinte millas. Pareciale que entre el Cabo
del Elefante del de Cinquin había una grandísima
entrada (141) y algunos de los marineros decían que
era apartamiento de isla; aquella puso por nombre
la Isla de la Tortuga. Aquella isla grande parecía altísima tierra, no cerrada con montes sino rasa como
hermosas campiñas, y parece toda labrada ó grande
parte dellas, y parecían las sementeras como trigo en
el mes de Mayo en la campiña de Cordoba. Viéronse
muchos fuegos aquella noche y de dia muchos humos como atalayas, que parecían estar sobre aviso
de alguna gente con quien tuviesen guerra. Toda
la costa desta tierra va al Leste. A horas de vísperas
entró en el puerto dicho, y púsole nombre de Puerto
de San Nicolás, porque era dia de San Nicolás, por
honra suya (142) y a la entrada dél se maravilló de
su hermosura y bondad. Y aunque tiene mucho
alabados los puertos de Cuba, pero sin duda dice él
que no es menos este, antes los sobrepuja, y ninguno
le es semejante. En boca y entrada tiene legua y media de ancho y se pone la proa al Sursueste, puesto
que por la grande anchura se puede poner la proa
adonde quisieren. Va de esta manera al Sursueste
dos leguas: y á la entrada dél por la parte del Sur se
hace como una angla, y de allí se sigue asi igual hasta
el Cabo adonde esta una playa muy hermosa y un
campo de arboles de mil maneras, y todos cargados
de frutas, que creía el Almirante ser de especieria y
nueces moscadas, sino que no estaban maduras y
no se conoscia, y un rio en medio de la playa. El
hondo de este puerto es maravilloso que hasta llegar
a la tierra en la longura de una (143) no llegó a la
sondaresa o plomada (144) al fondo con cuarenta
brazas, y hay hasta esta longura el hondo de quince
brazas y muy limpio, y asi es todo dicho puerto de
cada cabo hondo dentro á una pasada de tierra de
quince brazas y limpio, y desta manera es toda la
costa muy hondable y limpia que no parece una sola
baja, y al pie della tanto como longura de un remo
de barca de tierra tiene cinco brazas, y después de la
longura del dicho puerto yendo al Sursueste, en la
cual longura puede barloventear mil carracas, baja
un brazo del puerto al Nordeste por la tierra dentro
una grande media legua, y siempre en una misma
anchura como que lo hicieran por un cordel, el cual
queda de manera questando en aquel brazo, que será
247
de anchura de veinte y cinco pasos, no se puede ver
la boca de la entrada grande, de manera que queda
puerto cerrado (145), y el fondo deste brazo es así,
en el comienzo hasta la fin de once brazas y todo
basa ó arena limpia, y hasta tierra y poner los bordes
en las yerbas tiene ocho brazas. Es todo el puerto
muy airoso y desabahado, de arboles raso.
Toda esta isla le pareció de mas peñas que
ninguna otra que haya hallado; los arboles mas
pequeños, y muchos dellos de la naturaleza de
España, como carrasco y madroños y otros, y lo
mismo de las yerbas. Es tierra muy alta, y toda
campiña ó rasa y de muy buenos aires y no se
ha visto tanto frio como allí, aunque no es de
contar por frio, mas dijole al respecto de las otras
tierras. Hácia enfrente de aquel puerto una hermosa vega, y en medio della el rio susodicho: y
en aquella comarca (dice) deben haber grandes
poblaciones según se veian las almadia con que
navegan tantos y tan grandes dellas como una fusta de quince bancos. Todos los indios huyeron, y
huian como veian los navios. Los que consigo de
las isletas traía tenia tanta gana de ir a su tierra,
que pensaba (dice el Almirante) que después que
se partiese de allí los tenia de llevar a sus casas, y
que ya lo tenia por sospechoso porque no lleva el
camino de su casa por lo cual dice que ni les creía
lo que le decian, ni los entendia bien, ni ellos a
él, y dizque habían el mayor miedo del mundo
de la gente de aquella isla. Asi que por querer
haber lengua con la gente de aquella isla le fuera
necesario detenerse algunos días en, aquel puerto, pero no lo hacia por ver mucha tierra, y por
durar quel tiempo le duraría.
Esperaba en nuestro Señor que los indios que
traía sabrían su lengua y ellos la suya, y después
tornaria y hablará con aquella gente, y placerá a su
magestad (dice el) que hallará algún buen resgate
de oro antes que vuelva”.
Despues de haber pasado toda la noche dando
vueltas (barloventeando) en los alrededores del
puerto le amaneció a 4 leguas (13 millas náuticas)
al norte cuarta del Oeste del Puerto al que le puso
Puerto María desde la posición que le amanecio
Latitud 20º - 03’ N, Longitud 73º-32’W vio más
al Sur del puerto a 28 millas antiguas (23 millas
náuticas) un cabo que le bautizó con nombre de
Estrella, el cabo entre Cabo Foux y Caballo Blanco,
vio al Este otra tierra que le pareció “isla no grande”, la nombró la isla de la Tortuga (los Indios le
llamaban Cahini) a 40 millas antiguas (32 millas
248
Ramón Julio Didiez Burgos
“Cuando amaneció se halló cuatro leguas del puerto; pusole nombre Puerto María”.
náuticas), y vio otro cabo a 54 millas antiguas (43
millas náuticas y le llamó cabo del Elefante, este
cabo que dice que estaba al Este cuarta del Sueste,
es la Loma de Haut Piton que se eleva a 3 955 pies
y se ve a un alcance geográfico de 73 millas náuticas (se ha querido dar a entender que esta punta
es Punta Palmista, pero no es así, puesto que esta
punta no podía verse desde donde él estaba), vio
otro cabo al Lesueste a 28 millas antiguas (23 millas náuticas) y le puso por nombre Cabo Cinquín
(Punta Juan Rabel).
La gran escisura que vió al Sueste y que tomaba
de la cuarta del Este a 20 millas antiguas (16 millas
náuticas) es el espacio entre las dos montañas que
quedan al Sudeste de Juan Rabel, desde su posición contempló el canal que se foma entre la isla
de Santo Domingo y la isla grande, a esta isla le
puso por nombre isla Tortuga, durante la noche
anterior vieron muchos fuegos (hogueras de los
indios) y durante el día el humo que se desprendia
de esta en forma de columnas; entre las 2h-42m y
las 5h-24m entró al puerto de María y bautizó al
cabo Norte de la Peninsula que forma el puerto,
Cabo San Nicolás, en honor al Santo Varón del dia
San Nicolás de Barí; el Padre de las Casas consideró
que fue al Puerto que él le puso el nombre y por
eso dice que “No entiendo cómo a este puerto
puso nombre arriba de puerto María, que todavía
conserva y ahora de San Nicolás”. En la carta que él
dibujó de estas costas está bien claro el nombre de
San Nicolás con que bautizó el Cabo; la Carta de
Tofiño del 1523 registra al cabo como San Nicolás;
como el cabo era el que llevaba el nombre en las
cartas y no en el puerto, prevaleció el nombre del
cabo sobre el del puerto y envolvió este con su
nombre toda la zona, no obstante, en la carta de
Juan de la Cosa del 1500 figura este Puerto con el
nombre de “Puerto María”.
La descripción que el Almirante hace del Puerto
María es exacto al que corresponde a la realidad
actual; el sondear destaca la maravilla de sus fondos
hondos y la amplitud que estos llegan desde la
entrada de una legua hasta la misma orilla interior,
ni largo ni ancho, su forma reconoce la dársena
interior que forma la Bahía hacia el Nordeste y la
nombra Carenero, por su protección, tranquilidad
y mansedumbre al estar al abrigo de todos los vientos, como cualidad exclusiva que deben reunir los
lugares dentro de los puertos para convertirlos en
sitios de carenaje (lugares adecuados para tumbar de
lado los buques de vela y limpiar, secar, reconocer
las juntas de las hiladas de tablones de los costados
para su calefate y embreado), hoy se conoce por
Bahía de Carenero.
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
Capítulo XII
dESDE EL DÍA 7 DE
DICIEMBRE HASTA EL DÍA 13
Costa Norte de la Española, la Tortuga,
puerto Concepción
Viernes 7 de diciembre.— “Al rendir del cuarto
del alba dió las velas y salió de aquel Puerto de San
Nicolás, y navegó con el viento Sudueste al Norte
dos leguas hasta un cabo que hace el Carenero, y
quedábale al Sueste un angla y el Cabo de la Estrella
del Sudueste, y distaba del Almirante veinte y cuatro
millas. De allí navegó al Leste luengo de costa hasta
el Cabo Cinquin, que sería cuarenta y ocho millas:
verdad es que las veinte fueron al Leste cuarta del
Nordeste, y aquella costa es tierra toda muy alta y
muy grande fondo; hasta dar en tierra es de veinte
y treinta brazas, y fuera tanto como un tiro de lombarda no se haya fondo; lo cual todo lo probó el
Almirante aquel día por la costa mucho a su placer
con el viento Sudueste. El angla que arribo dijo
“y navegó con el
viento Sudueste, al
Nordeste dos leguas
hasta un cabo que
hace el Carenero, y
quedabale al Sueste
un angla”.
249
llega dizque al Puerto de San Nicolás tanto como
tiro de una lombarda, que si aquel espacio se atajase
é cortase quedaría hecha isla, lo demás bojaria en
el cerco tres ó cuatro millas. Toda aquella tierra
era muy alta y no de árboles grandes sino como
carrasco y madroños, propia, diz, tierra de Castilla.
Antes que llegase al dicho Cabo Cinquin con dos
leguas, halló un agrezuela (146) como la abertura
de una montaña (147), por la cual descubrió un
valle grandísimo, y vidolo todo sembrado como
cebadas, y sintió que debía de haber en aquel valle
grandes poblaciones, y a las espaldas dél había grandes montañas y muy altas y cuando llego al Cabo
de Cinquin, lo demoraba el Cabo de la Tortuga al
Nordeste, y había treinta y dos millas (148), y sobre
este Cabo Cinquin, á tiro de una lombarda, está
una peña en la mar que sale en alto, que se puede
ver bien; y estando el Almirante sobre dicho Cabo
le demoraba el Cabo del Elefante al Leste, cuarta
del Sueste, y habría hasta él setenta millas (149) y
toda tierra muy alta. Y á cabo de seis leguas halló
una grande angla (150), y vido por la tierra dentro
muy grandes valles y campiñas y montañas altísimas, todo a semejanza de Castilla. Y dende a ocho
millas halló un rio muy hondo sino que angosto,
aunque bien pudiera entrar en él una carraca y la
boca todavía sin banco ni bajas. Y dende á diez y
seis millas halló un puerto (151) muy ancho y muy
hondo hasta no hallar fondo en la entrada ni á las
bordas á tres pasos, salvo quince brazas, y va dentro
un cuarto de legua.
250
Ramón Julio Didiez Burgos
Y puesto que fuese aun muy temprano, como
la una después de medio día, y el viento era á popa
y recio, pero porque el cielo mostraba querer llover
mucho y habia gran cerrazón, qués peligrosa aun
para la tierra que se sabe, cuanto más en la que no
se sabe, acordó de entrar en el puerto, al cual llamó
Puerto de la Concepción, y salió a tierra en un río
no muy grande questá al cabo del puerto, que viene
por unas vegas y campiñas que era maravilla ver
su hermosura: llevó redes para pescar, y antes que
llegase a tierra saltó una lisa como las de España
propia en la barca, que hasta entonces no había visto
pece que pareciese, á los de Castilla. Los marineros
pescaron y mataron otras, y lenguados y otros peces
como los de Castilla. Anduvo un poco por aquella
tierra qués toda labrada, y oyó cantar el ruiseñor y
otros pajaritos como los de Castilla. Vieron cinco
hombres, mas no les quisieron aguardar sino huir.
Halló arrayan y otros árboles y yerbas como las de
Castilla, y así es la tierra y las montañas”.
A las 7 de la mañana en este día salió Puerto
María y con viento del Sudueste navegó a lo largo de la costa 2 leguas al Nordeste hasta un cabo
que está al norte y fuera de la Bahía de Carenero
donde se forma una ensenada abierta entre los
Cabos Carenero del W y del Este; el desarrollo del
viaje durante este día parece distinguirse por las
alteraciones de la velocidad y las distancias dadas
por el Almirante, resulta sumamente admirable
que después de que él fija su posición el día 6 a las
6h–00m de la mañana, aproximadamente Latitud
20º –03’N y Longitud 73º –32’ W de una manera
tan precisa que las cuatro demoras tomadas con sus
distancias coinciden en tal forma que a esta época
causa asombro la precisión con la que hizo con un
compás rudimentario, sin estar compensado, con
un error de 1 o 2 grados al W, que él no sabía que lo
tenía y midiendo sus distancias con el cuadrante hecho exprofeso y para esos fines, la incidencia de las
cuatro marcaciones son exactas y las distancias admirablemente correctas. Desde la posición al Norte
de Carenero del W, dice “y al cabo de la Estrella del
Sudueste, distaba del Almirante 24 millas (19 millas
náuticas)”, es correcta esta distancia, si se considera
que dentro de esta distancia está comprendido el
recorrido que hizo dentro del Puerto María hasta
la posición que tenía al Nordeste del Cabo Estrella;
desde allí navegó a lo largo y cerca de la costa hasta
Cabo Cinquin (Punta Juan Rabel) “que seria 48
millas, verdad es que las veinte al Leste cuarta N
E”. Estas 48 millas antiguas (38.4 millas náuticas)
que él da como navegada hasta Cabo Cinquin
(Punta de Juan Rabel) tuvo su origen en la posición
geográfica, en que amaneció el día 6 de diciembre
al Norte de Puerto María hasta Cabo Cinquin considerando el recorrido, que hizo en el Puerto hasta
el fondo de la Bahía al cual le denominó Carenero.
Desde la posición en que amanecio hasta el
Cabo de San Nicolás hay 17.5 millas antiguas (14
millas náuticas), desde el Cabo San Nicolás hasta
Carenero, ida y vuelta, hay 10.5 millas antiguas
(8.4 millas náuticas) y desde Cabo San Nicolás
hasta Cabo Cinquin y 20 millas antiguas (16 millas
náuticas), total 48 millas antiguas de recorrido
desde el puerto donde amaneció el día 6 hasta
Cabo Cinquin; en el análisis de este trayecto deja
entrever que iba bastante cerca de la costa porque
como dice “hasta dar en tierra es de veinte, y treinta
brazas, y fuera tanto como un tiro de lombarda no
se haya fondo”, indicó la gran profundidad que hay
a unos 3.000 pies (media milla); hoy podemos ver
en los levantamientos cartográficos precisos que la
esobática de las 100 brazas pasan a la distancia que
él informó de 3.000 pies (media milla).
“y el Cabo de la Estrella al Sudueste y distaba del Almirante veinte
y cuatro millas”.
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
251
“De allí navegó al Leste luengo de
costa hasta el Cabo Cinquin, que
seria cuarenta y ocho millas”.
Él observó que la ensenada formada de la
parte afuera del Puerto María por los dos cabos
Careneros, el del Este y el del Oeste, se internaba
tanto que el istmo entre la Mole de San Nicolás y
la tierra firme era de 3.000 pies, media milla, o un
“Cuando llegó al
Cabo de Cinquin, lo
demoraba el Cabo de
la Tortuga al Nordeste
y había treinta y dos
millas”.
tiro de lombarda “se atajase” es decir se cortara e
hiciese un canal; la Mole se podría hacer una isla y
por el cual se acortara la distancia al Puerto.
Siguió su rumbo y después de haber caminado dos leguas vio por el abra de dos montañas la
252
Ramón Julio Didiez Burgos
“y al cabo de seis leguas halló una gran angla… y dende a diez y seis millas halló un puerto muy ancho y muy hondo… al cual llamó Puerto de la
Concepción”.
llanura que había detrás de la cadena de Montañas
de San Nicolás al que llamó agrezuela. Esta llanura
parecía sembrada o que se hacía agricultura en ella
y por esta razón supuso que las grandes poblaciones
de indios se encontraban hacia el interior, y no en
la costa; vio a través de esta abertura la Cadena de
Montañas Plaisance que tienen alturas de 2 000, 2
800 y 2 900 pies.
Al llegar a Cabo Cinquin (Juan Rabel), marcó
la isla Tortuga al Nordeste y le dio de distancia 32
millas antiguas, la distancia real es de 13.8 millas
náuticas o sea 17 antiguas, pero él le dio como origen a esta medida el Norte del Cabo Carenero del
Oeste, a la Punta Oeste de la Tortuga, que son 25.6
millas náuticas que convertidas a antiguas serían
32 que él dijo; vió que a tiro de lombarda en el
Cabo Cinquin 3.000 pies existe una piedra que no
la registró la Geografía ni la Cartografía.
Desde Cabo Cinquin tomó una demora de del
Cabo del Elefante y le dio Leste cuarta del Sueste
y una distancia de 70 millas antiguas, estando más
cerca del Cabo del Elefante, en esta ocasión, que en
la posición donde le amaneció el dia 6, la distancia
ha resultado mayor que aquella, que fue de 54 millas antiguas, es lógico, sobre la razon que él le dio
origen a esta distancia el punto donde amaneció el
día 6 hasta cabo San Nicolás 14 millas náuticas y
desde ahí hasta las estribaciones de la loma Hout
Piton 41.5 millas náuticas, lo que haría 55.5 millas
náuticas que convertidas nos daría las 70 millas
antiguas que dijo.
Siguió al Este con viento de popa y al cabo
de 6 leguas (19 millas náuticas), “halló una gran
anglada” puerto Escudo, no le puso nombre, para
esta distancia volvió a tomar como punto de partida para su medición a Cabo Carenero del Oeste,
desde aquí a Puerto Escudo hay 19 millas náuticas
ó 6 leguas, vio en los claros montañosos de Puerto
Escudo los valles y campiñas que existían, así como
las cadenas de montañas que le sirven de fondo a
todos estos parajes antes de llegar a puerto Escudo
a “8 millas halló un río muy hondo como que era
muy angosto”. Esta distancia convertida a medidas
actuales sería 6.4. Esta fue el río Guinaudé; para esta
medida tomó como referencia el Cabo Cinquin.
Siguió navegando con viento fuerte por la popa;
encontró a diez y seis millas, otro puerto: Bahía de
Mosquito que él le llamó Puerto de la Concepción,
que dista desde Cabo Cinquin 12.7 millas náuticas,
igual a las 16 antiguas que él dijo; en este puerto
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
253
“y estando el Almirante sobre el dicho cabo le demoraba el Cabo del Elefante al Leste cuarta al Sueste, y habría hasta él setenta millas”.
desemboca el río Cabaret, aquí pasó el resto del día
por razones del tiempo que imperaba.
Sábado 8 de diciembre.— “Allí en aquel puerto les llovió mucho con viento Norte muy recio:
el puerto es seguro de todos los vientos, excepto
Norte, que no le puede hacer daño alguno, porque
la resaca es grande, que no le da lugar á que la nao
labore sobre las amarras ni el agua del río. Después
de media noche se tornó el viento al Nordeste y
después al Leste, de los cuales vientos es aquel puerto bien abrigado por la isla de la Tortuga, questá
frontera treinta y seis millas” (152).
Durante este día lo pasó dentro del puerto de
la Concepción (Bahía de Mosquito) y observa la
fuerza de la corriente del río Cabaret cuando crece
por lluvias y sus efectos en los buques fondeados en
él, al decir que el puerto está bien abrigado por “la
isla Tortuga questá frontera treinta y seis millas” da
la idea que la distancia entre el puerto y la isla es de
36 millas antiguas, pero su idea fue más amplia, en
esta distancia envolvió la longitud de la isla y la distancia a ella, y por esta amplitud de la isla Tortuga y
la poca distancia del puerto a ella fue que considero
la razón del abrigo del Puerto de la Concepción; la
isla Tortuga tiene una longitud de 20.0 millas náuticas y desde donde él estaba fondeado en el puerto
a la isla son 8.8 millas, 28.8 millas náuticas que
convertidas en antiguas da 36 millas, este ingenio
de anunciar distancias durante este día, tomando
tan diferentes puntos de partida y entrelazándolos
con otros da a entender un nuevo sistema de él para
ocultar algún designio, pues no veo razón para que
hiciera esta, cuando bien con su gran capacidad y
sus grandes recursos literarios podía hacerlos más
254
Ramón Julio Didiez Burgos
claros, ó esta forma envuelve en su estilo de referencias cartografiar una zona simplificando detalles
que podían ocasionarle errores; sea cual sea la idea
el estilo es oscuro y difícil de descifrar a menos que
no se valga el analista de mañas que den con el acertijo que pueden ser considerados como métodos
acomodados.
Domingo 9 diciembre.— “Este dia llovió é hizo
tiempo de invierno como en Castilla por Octubre.
No había visto población sino una casa muy hermosa en el Puerto de San Nicolás, y mejor hecha
que en otras partes de las que había visto. Las isla es
muy grande y dice el Almirante no será mucho que
boje descientas leguas: ha visto qués toda muy labrada; creía que debía ser las poblaciones lejos de la
mar de donde ven cuando llegaba, y asi huian todos
y llevaban consigo todo lo que tenían y hacían ahumadas como gente de guerra. Este puerto tiene en
la boca mil pasos, qués un cuarto de legua: en ella
ni hay banco ni baja, antes no se halla cuasi fondo
hasta en tierra é la orilla de la mar, y hacia dentro
en luengo ve tres mil pasos, todo limpio y basa, que
cualquiera nao puede servir en él sin miedo y entrar
sin resguardo: al cabo dél hay unas vegas las mas
hermosas del mundo y cuasi semejables a las tierras
de Castilla, antes estas tienen ventajas, por lo cual
puso nombre a dicha isla la Isla Española”.
Durante este día se estuvo dentro del puerto,
midió con exactitud la boca del puerto en 1 000
pasos equivalente a un cuarto de legua, 1 milla
antigua, e igual a 8 cables en medidas modernas,
midió el perímetro interior del puerto en 3 000 pasos, 3 millas antiguas, 2.5 modernas, vio dos ríos el
Cabaret y otro que la geografía no registra. Durante
este día fue que él bautizó la isla con el nombre de
Española.
Lunes 10 de diciembre.— “Ventó mucho el
Nordeste, y hizole garrear las anclas medio cable,
“es aquel puerto bien abrigado por la isla de la Tortuga questa frontera treinta y seis millas”.
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
de que se maravillo el Almirante, y echolo á que
las anclas estaban mucho a tierra y venia sobre ella
el viento. Y visto que era contrario para ir donde
pretendía, envió seis hombres bien aderezados de
armas á tierra que fuesen dos ó tres leguas dentro de
la tierra para ver si pudieran haber legua. Fueron y
volvieron no habiendo hallado gente ni casas: hallaron empero unas cabañas y caminos muy anchos y
lugares donde habían hecho lumbres muchos; vieron las mejores tierras del mundo y hallaron árboles
de almáciga muchos y trujeron della y dijeron que
había mucha, salvo que no es agora el tiempo para
cogella porque no cuaja”.
Durante este día permaneció en el puerto por
causa del tiempo que le era contrario a la dirección
a que él iba; se dedicó a explorar toda la zona; no
encontraron indios, ni pueblos, parece que esta
zona, no era muy próspera ya que los asentamientos de los indios lo hacían tierra adentro.
Martes 11 de diciembre.— “No partió por el
viento que todavía, era Leste y Nordeste. Frontero
de aquel puerto, como está dicho, está la Isla de la
Tortuga, y parece grande isla, va la costa della cuasi
como la Española, y puede haber de la una á la otra,
á lo más, diez leguas (153); conviene a saber, desde
el Cabo Cinquin á la cabeza de la Tortuga, después
la costa della se corre al Sur. Dice que quería ver
aquel entremedio destas dos islas para ver la Isla
Española, qués la más hermosa cosa del mundo,
y porque según le decían los indios que traía por
allí se había de ir á la Isla de Babeque, los cuales
le decían que era isla muy grande y de muy grandes montañas y ríos y valles, y decían que la isla
de Bahio era mayor que la Juana á que llamaban
Cuba, y que no está cercada de agua, y parece dar
a entender ser tierra firme, qués aquí detrás desta
Española, a que ellos llaman Caritaba (154), y que
es cosa infinita, y cuasi traen razon quellos sean
trabajados de gente astuta, porque todas estas islas
viven con gran miedo de los de Caniba no es otra
cosa sino la gente del Gran Can, que debe ser aquí
muy vecino, y tenían navíos y vernán a captivarlos,
y como no vuelven creen que se los han comido.
Cada día entendemos más a estos indios y ellos a
nosotros puesto que muchas veces hayan entendido
uno por otro (dice el Almirante). Envío gente a
tierra, hallaron mucha almáciga sin cuajarse, dice
que las aguas lo deben hacer, y que en Xió la cogen
por Marzo, y que en Enero la cogerían en aquestas
tierras por ser tan templadas. Pescaron mucho
255
pescado como los de Castilla, albures, salmones,
pijotas, gallos pámpanos, lisas, corbinas, camarones
y vieron sardinas: hallaron mucho linaloe”.
Durante este día el tiempo siguió duro del Este
y Nordeste, no salió, vuelve a dar distancia que
todos los analistas del Diario lo dan como errada, si
bien en algunas han habido pequeñas alteraciones
por causa de la inexactitud de las ampolletas; en
otras lo que ha habido es graves interpretaciones y
esta es una de esas al decir que “Frontero de aquel
puerto como está dicho, está la isla Tortuga, y parece grande isla, y va la costa della cuasi como la
de la Española, y puede haber de la una a la otra
a lo más, diez leguas; conviene saber desde el cabo
Cinquin a la cabeza de la Tortuga, después la costa
della se corre al Sur”, dice Fernández Navarrete que
acaso son errores de la copia que hizo las Casas;
entiendo que aquí no hay errores y sí un enunciado
de distancia que cartografía la isla Tortuga con
respecto a cabo Cinquin; desde este cabo hasta la
Punta Oeste de la isla hay 13.5 millas náuticas,
más la longitud de ella que son 20 millas náuticas,
hacen 33 millas que convertidas a leguas antiguas
son 10.5, no puede pedirse más precisión en sus
medidas, ya que la enunciada es una muestra de
su perfecta técnica; el día 7 vimos cómo enlazó la
Punta Carenero del Oeste, con la Punta Oeste de
la isla Tortuga con 32 millas tomando como base
las distancias a Cabo Cinquin, y cuán perfecta la
dio; estos enlaces, sin duda alguna, fue la base de la
primera carta hecha en el Nuevo Mundo por él, la
cual es muy conocida.
El diálogo sostenido en este día con los indios le
derivó al Almirante indicaciones que en el futuro le
serían de gran provecho en sus próximos descubrimientos, razón demás es extraer estas consecuencias
puesto que él se expresa que ya el entendimiento
con los indios era mayor tanto de los indios con los
españoles como estos a aquellos. El 13 de octubre
los indios le dieron a entender en San Salvador “por
señas” que yendo al Sur o volviendo la isla por el Sur,
que estaba allá un Rey “que tenía grandes vasos dello,
y tenía muy mucho” esta era la isla de Inagua Grande
que ellos llamaban Babeque, el día 21 de noviembre
dice “Esta noche Martín Alonso siguió el Camino
del Leste para ir a la isla de Babeque donde dicen los
indios que hay mucho oro”; durante este día le volvían a hacer referencia a Babeque como isla “grande y
de muy grandes montañas” a la cual él podía ir desde
allí por su cercanía, indudablemente volvían a mencionarle el oro y las piedras preciosas; tan sólo había
que dirigirse al Norte, esto indudablemente induce
256
Ramón Julio Didiez Burgos
“Frontero de aquel
puerto, como está
dicho, está la isla
Tortuga, y parece
grande isla, y va la
costa della cuasi
como la Española,
y puede haber de
la una a la otra a lo
más, diez leguas;
conviene a saber
desde el Cabo de
Cinquin a la cabeza
de la Tortuga”.
a considerar que la Isla San Salvador o Guanahaní
estaba cerca de Babeque y los indios que muchos
historiadores los han creído tan ingenuos; aquí
demostraban que conduciendo al Almirante por su
lado debil, el oro y las piedras preciosas irían, a una
isla cercana a la de ellos Guanahaní para podérsele
escapar en Babeque e irse a su isla.
Al hacer el elogio de la isla de Bohío decían
que era más grande que la isla de Cuba y no estaba
rodeada de agua, al no estar rodeada de agua era
tierra firme, la cual estaba detrás de la isla Española;
los indios llamaban a toda esa zona del Norte de la
isla Caritaba, desde el día 23 de noviembre venían
los indios repitiendo el nombre de Bohío y de sus
habitantes a los cuales llamaban, Caniba, Canima
o Caníbales, porque decían que tenían un ojo en la
frente y recorrían las islas para hacerlos prisioneros
y comérselos. El día 26 de noviembre y el día 5 de
diciembre vuelven a repetirlo y durante este día lo
hacen de nuevo; la insistencia en la repetición de los
mismos temores y las mismas expresiones asocian a
la mente del Almirante los hechos de suma trascendencia, de que Bohío era costa y tierra firme cerca
de Cuba, y esta, parte del Continente Euroasiático
y que Canima o Caniba es derivado de Can, Rey
de esa zona del Continente, pues el día 1ro. de
noviembre, estando en Río de Mares (Nuevitas del
Principe, Cuba) aseguró estar ante Zayto y Guinsay
a cien leguas, las dos ciudades más importantes del
imperio del Gran Can. Estas ideas son las que lo
mantuvieron alejado de la verdad, pero si bien se
ve que existieron una sucesión de hechos en estos
contornos del Nuevo Mundo que iban en forma
muy similares con las que él buscaba, esta similitud
de circunstancias tenían que producir en él una
convicción de realidades aparentes que lo llevó a
hacer confesiones que luego el tiempo se encargó
de aclarar; si hoy vemos la verdad de un Nuevo
Mundo no podemos significarlo de equivocado,
porque su equivocación estuvo ajustado a un error
de la cartografia de la época, y cualquiera que hubiera sido protagonista de los hechos durante esos
años hubiera cometido los mismos actos que hoy
llamamos errores; porque si conocimos la verdad
después otros en su lucha en los descubrimientos y
conquistas de territorios se encargaron de resolver
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
para nosotros la incógnita, es muy cómodo hoy poder hacer críticas de actitudes que fueron resueltas
mucho después que el Almirante puso la primera
piedra.
Miércoles 12 de diciembre.— “No partió
aqueste dia por la misma causa del viento contrario
dicha. Puso una gran cruz á la entrada del puerto,
de la parte del Oueste, en un alto muy vistoso, en
señal (dice él) que nuestras Altezas tiene la tierra
por suya, y principalmente por señal de Jesucristo
nuestro Señor, y honra de la cristiandad; la cual
puesta, tres marineros metieron por el monte á
ver los arboles y yerba, y oyeron un gran golpe
de gente, todos desnudos como los de atrás, á los
cuales llamaron é fueron tras ellos, pero dieron los
indios a huir. Y finalmente, tomaron una mujer
que no pudieron mas porque yo (él dice) les había
mandado que tomasen algunos para honrallos y
hacelles perder el miedo, y si hobiese alguna cosa de
provecho, como no parece poder ser otra cosa, según la fermosura de la tierra, y asi trujeron la mujer
muy moza y hermosa á la nao, y habló con aquellos
indios, porque todos tenían una lengua. Hizole el
Almirante vestir, y dióle cuentas de vidrios y cascabeles y sortijas de latón, y tornóla á enviar a tierra
muy honradamente según su costumbre; envió
algunas personas de la nao con ella, y tres de los
indios que llevaban consigo, porque hablasen con
aquella gente. Los marineros que iban en la barca,
cuando la llevaron a tierra, dijeron al Almirante que
ya no quisiera salir de la nao sino quedarse con las
otras mujeres indias que había hecho tomar en el
puerto de Mares de la isla Juana de Cuba. Todos
estos indios que venían con aquella india diz que
venían en una canoa, qués su carabela, en que navegaban de alguna parte, y cuando asomaron á la
entrada del puerto y vieron los navíos volviéronse
atrás y dejaron la canoa por allí en algún lugar, y
fueronse camino de su población. Ella mostraba el
parage de la población. Traía esta mujer un pedacito de oro en la nariz, que era señal que había en
aquella isla oro”.
Jueves 13 de diciembre.— “Volvieron los tres
hombres que habían enviado el Almirante con la
mujer á tres horas de la noche y no fueron con
ella hasta la población porque les pareció lejos ó
porque tuvieron miedo. Dijeron que otro día venía
mucha gente a los navios, porque ya debían de
estar asegurados por las nuevas que daría la mujer.
El Almirante con deseos de si había alguna cosa
257
de provecho en aquella tierra y por haber alguna lengua con aquella gente por ser la tierra tan
hermosa y fértil, y tomasen gana de servir á los
Reyes, determinó de tornar á enviar a la población
confiando en la nueva que la india había dado de
los cristianos ser buena gente, para lo cual escogió
nueve hombres bien aderezados de armas y aptos
para semejante negocio, con los cuales fue un indio
de los que traía. Estos fueron a la población (155)
questaba cuatro leguas y media al Sueste, la cual hallaron en un grandísimo valle, y vacia porque como
sintieron ir los cristianos todos huyeron dejando
cuanto tenían la tierra dentro. La población era de
mil casas y más de tres mil hombres.
Indios haciendo su pan de casabe.
El indio que llevaban los cristianos corrió tras
ellos dando voces, diciendo que no hobiesen miedo, que los cristianos no eran de Caniba, mas antes
eran del cielo, y que daban muchas cosas hermosas á
todos los que hallaban. Tanto les imprimió lo que se
aseguraron y vinieron juntos dellos mas de dos mil,
y todos venían á los cristianos y les ponían las manos sobre la cabeza que era señal de gran reverencia
y amistad, los cuales estaban todos temblando hasta
que muchos los aseguraron. Digeron los cristianos
que después que ya estaban sin temor iban todos á
sus casas, y cada uno les traía de lo que tenían de
comer, que es pan de niames (156) que son unas
raíces como rábanos grandes que nacen, que siembran y nacen y plantan en todas sus tierras, y es su
vida; y hacen dellas pan y cuecen y asan y tienen
258
Ramón Julio Didiez Burgos
sabor propio de castañas, y no hay quien no crea
comiéndolas que no sean castañas. Dabanle pan y
pescado, y de lo que tenían. Y porque los indios que
train en el navio tenían entendido quel Almirante
deseaba tener algún papagayo, parece que aquel
indio que iba con los cristianos dijole algo desto,
y asi les trujeron papagayos y los daban cuanto les
pedían sin querer nada por ellos. Rogábanles que
no se viniesen aquella noche y que les darían otras
muchas cosas que tenían en la sierra. Al tiempo que
toda aquella gente estaba junto con los cristianos
vieron venir una gran batalla ó multitud de gente
con el marido de la mujer que había el Almirante
honrado y enviado, la cual traían cabellera sobre
sus hombros, y venían á dar las gracias á los cristianos por la honra quel Almirante le había hecho,
y dádivas que le había dado. Dijeron los cristianos al
Almirante que era toda gente mas hermosa y de mejor
condición que ninguna otra de las que habían hasta
allí hallado; pero dice el Almirante que no sabe como
pueden ser de mejor condición que las otras, dando
a entender que todas las que habían en las otras islas
hallado eran de muy buena condición. Cuanto a la
hermosura decian los cristianos que no había comparación asi en los hombres como en las mujeres, y que
son blancos mas que los otros, y que entre los otros
vieron dos mujeres mozas tan blancas como podían
ser en España. Dijeron tambien de la hermosura de las
tierras que vieron que ninguna comparación tienen las
de Castilla las mujeres en hermosura y en bondad, y el
Almirante asi lo via por las que ha visto y por las que
tenia presente, y decíanle que las ninguna comparación tenían con aquellas de aquel valle, ni la campiña
de Cordoba llegaba aquella con tanta diferencia como
tiene el dia de la noche.
Decian que todas aquellas tierras estaban labradas, y que por medio de aquel valle pasaba un rio
(157) muy ancho y grande que podía regar todas
las tierras. Estaban todos los árboles verdes y llenos
de fruta, y las yerbas todas floridas y muy altas: los
caminos muy anchos y buenos; los aires eran como
en el Abril en Castilla; cantaba el ruiseñor y otros
pajaritos como el dicho mes en España, que dicen
que era la mayor dulzura del mundo. Las noches
cantaban algunos pajaritos suavemente, los grillos
y ranas se oian muchas; los pescadores como en
España. Vieron muchos almácigos y linaleo, y algodonales; oro no hallaron, y no es maravilla en tan
poco tiempo no se halle. Tomó aquí el Almirante
experiencia de que horas era el dia y la noche, y de
sol a sol; halló que pasaron veinte ampolletas que
son de a media hora, aunque dice que allí puede
haber defecto, porque ó no la vuelven tan presto ó
dejan de pasar algo. Dice tambien que halló por el
cuadrante questaba de la línea equinocial treinta y
cuatro grados” (158).
Durante este día completa la exploración del
interior de la zona con nueve hombres bien armados los cuales se internaron 4.5 leguas al Sueste
hasta la población de los indios que estaban en un
llano y por donde pasa el río Los Tres Ríos y cerca
de una población que hoy llaman Bassin Blue, la
primera impresión que tuvieron los indios fue de
terror pero el indio que llevaban los españoles les
habló y les quitó el miedo; aquí pudieron ver los
españoles el grado de civilización que tenían los
indios tanto social como moral, su agricultura era
bastante avanzada, eran generosos y desprendidos,
todos trabajaban para todos, la descripción que
hace el Almirante en este dia es algo maravilloso.
Alturas a la Polar con el cuadrante
Durante este día comprobó el Almirante cómo
trabajaban sus ampolletas pues comprobar la longitud del dia y de la noche en valores de ampolletas;
encontró que el día tenía 20 ampolletas que serían
10 horas y observa “que allí puede haber defecto
porque no la vuelven tan presto ó deja de pasar
algo”. En realidad, el día en esta época es de un
valor a 10h–48m, esto es, a él le daba el valor del día
en 1.5 ampolletas menos. Aunque el único medio
de conocer el tiempo era el de la ampolleta, tenía
sentido del tiempo cuando hizo una objeción tan
acertada; la ampolleta marcaba solamente 27h– 48s,
sea porque los grumetes viraban las ampolletas
antes de tiempo o que la humedad impregnaban
los granos de arena y retardaban la caída de ella,
de cualquier forma hoy con nuestro medios de
investigación comprobamos hasta donde llegaban
sus conocimientos, luego dice que halló por el
cuadrante “questaba de la línea equinocial treinta
y cuatro grados”.
Dice Navarrete que hay un error en este número que debe ser de 20° grados, eso lo sabemos, ¿Qué
lo indujo a cometer este error exprofeso?
Hemos visto que el Almirante hizo cuatro observaciones astronómicas para determinar la latitud
en que estaban, tres, estando en el norte de Cuba
y una al norte de la isla de Santo Domingo en su
travesía por estas islas en su primer viaje.
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
La primera el día 30 de octubre en posición
Latitud 22°–13’N, Longitud 77°–40 W (cerca de
Cayo Confites).
La segunda el día 2 de noviembre, en posición
Latitud 21°–32’ N, Longitud 77°–09’ W (dentro
del Puerto de Nuevita del Príncipe).
La tercera el día 21 de noviembre, posición
Latitud 20°–50’N, Longitud 75º –00’W (alta mar).
La cuarta el día 13 de diciembre, posición
Latitud 19°–55’N, Longitud 73º – 03’W (Puerto
de Concepción o Bahía de Mosquito).
El cómputo de las tres observaciones primeras le
dio una latitud de 42° al Norte y la 4a de 34° de
Latitud al Norte, de donde se ve que los resultados
de las observaciones fueron superiores a la realidad
geográfica en que se encontraba, de manera que
muchos autores han supuesto que el Almirante
observó otra estrella en vez de la estrella Polar que
era la que para estos fines se observaba; así lo hacen
ignorante y desconocedor de astronomía, que podía
confundir las estrellas con suma facilidad al no poder
distinguir las constelaciones; en esta forma quienes
más mal parados salen de su juicio hacia él al juzgarlo en este caso son los que proceden así, porque
estos mismos que así lo han juzgado, otra ha sido su
opinión cuando lo enjuiciaron en el caso del magnetismo durante los días 13, 17 y 30 de septiembre.
Para este caso él sabía cuál era la Estrella Polar y un
criterio claro ha sido expresado en cuanto a su saber,
pero al tratarse de las observaciones para determinar la latitud cambian de parecer y concluyen en
opiniones que dejan entrever que no se ha hecho
mucho esfuerzo en investigar y conocer la verdad.
Los resultados a simple vista son dudosos y
mueven a pensar en errores, pero comparando
éstos con ciertas conclusiones e informes en su
viaje se cae de lleno en que estas observaciones han
sido amañadas, o bien para no traerle a la Corte
Española problemas con la Corte de Portugal, al
estar estos descubrimientos bajo la zona o paralelo
concedido por el Papa Nicolás V en su bula del
1454 por la cual ambas Cortes reconocieron con
el tratado de Alcazobas los derechos de Jurisdicción
que correspondían a Portugal bajo el paralelo 26º,
y a España sobre él; además de la reconvención
hecha al Almirante en la provisión del 30 de abril
del 1492 por los Reyes Católicos, donde se les
ordenaba no navegar ni descubrir en las zonas de
jurisdicción Portuguesa, o bien por considerar que
la isla de San Salvador, Guanahaní o las islas Planas
estuviesen “Lesteoueste con la isla de Hierro en
Canaria so una línea”. Esto es, en el paralelo 29º
259
Norte, pero al bojear las islas que estaban en su alrededor, el descendió de Latitud y así lo reconocio
en la carta que escribió al Escribano de Ración del
Rey Luis De Santángel el 15 de febrero del 1493 a
bordo de la Niña, cuando regresaba para España del
1er. viaje y estando azotado por un fuerte temporal;
al describir las islas que visitó dice “es verdad quel
sol tiene allí gran fuerza, puesto ques distante de la
linea equinoccial veinte y seis grados”, de primera
intención parece que estos 26º sobre la equinoccial
al estar más bajo que la latitud de las islas Canarias en
esa época que era de 29º, era la representación de la
obediencia a las disposiciones de los Reyes Católicos,
de no descubrir más bajo de ella, pero también era
la expresión del resultado de una observación hecha
a la Estrella Polar en su segunda observación el dia
2 de noviembre, mientras se encontraba fondeado
dentro de la Bahía de Nuevitas del Príncipe, que él
llamó Río y Puerto de Mares, en Cuba, escogió esta
por haber sido hecha la observación en aguas mansas
y tranquilas mientras que las otras dos fueron navegando, y aunque le dio lo mismo no era de prestarle
tanta confianza como a esta.
El dia 2 de noviembre del 1492 en las primeras
horas de la noche, como a las 7, tomó una altura
de la Polar y le dio en su cuadrante unos 25º .5, la
posición de las Guardas y la Polar así lo indicaban;
tres días antes cerca de cayo Confites había tomado
la primera lectura como a las 7h–20m de la noche
y le dio 25º.5, el día 21 de noviembre en alta mar
en posición geográfica latitud 20º –50’ Norte y
longitud 75º –00’ W tomó otra como a las 6h–10m
y le dio 25º.5.
El día 13 de diciembre en el Puerto de la
Concepción o Puerto Mosquito en la Hispaniola,
tomó otra altura a la Polar a las 4h–30m de la mañana
y le dio 17°.5; para las tres primeras observaciones,
dijo que le dio 42° sobre la equinoccial y para la
última dijo 34° sobre la equinoccial.
Tratar de hacerle ignorar a él de que había
iniciado su viaje de descubrimiento desde las Islas
Canarias que la situaban en esa época en 29 grados
de latitud, era concederle crédito de no saber cartografía y ya sabemos que éste era el conocimiento
esencial de él, y sobre todo sabiendo que sus primeros servicios los prestó como tal en Portugal,
Lisboa era situada en la cartografía antigua en 41°
grados sobre la equinoccial, de aquí deducimos la
imposibilidad de admitir que un cartógrafo que
haya salido de las Canarias Leste-Oueste recale en
una latitud 12º grados mas al Norte; esta latitud
simulada es una especie de confirmación de tierras
260
Ramón Julio Didiez Burgos
existentes al Este de Lisboa, tal y cual lo pregonaban los habitantes de las islas Azores en esos tiempos, las cuales fueron buscadas por Diego Detiene
para 1484, luego por Vicente Díaz, los hermanos
Miguel y Gaspar Cortorreal los que se perdieron
en la mar, por el flamenco Ferdinand van Olmen,
conocido en Portugal por Fernáo d’Ulmo un rico
colono de Madera llamado Alfonso Estreito en el
1487, y así esconder bajo este ardid la realidad de
la posición de las tierras descubiertas por él y evitar
un disgusto por parte de la Corona de Portugal.
Además, que los descubrimientos hechos estaban
dentro de su jurisdicción y dar ocasión a los Reyes
Católicos de establecer con el Papa Alejandro VI
un nuevo protocolo de división territorial, para la
historia no está ausente, la rapidez y precipitud con
que los Reyes se hicieron extender del Papa el 3
de mayo del 1493, la primera Bula, otorgándole
los derechos en “las partes occidentales en el mar
Océano hacia las Indias”; apenas unos 18 días después del recibimiento del Almirante por los Reyes
Católicos en Barcelona, y, a estos, por la concesión
del Papa, si podemos llamar “Señores del Océano”,
bulas posteriores dieron al fin con el tratado de
Tordecillas, el 7 de junio del 1494 entre ambos
reinos, con lo cual quedó dividido el mundo por
un meridiano.
Don Antonio Romeu de Armas en su libro
Hernando Colon: Historiador del Descubrimiento de
América, en la página 127 se expresó.
“Como es sabido, el Diario de a bordo del primer
viaje fue entregado por Cristóbal Colón a los Reyes
Católicos, en Barcelona, en abril de 1493. Este importante documento es lógico pensar que quedaría
bien guardado en los archivos reales. Consta, por
otra parte, que el Almirante reclamó una copia del
mismo desde Sevilla, cuando se hallaba enfrascado
en los preparativos de la segunda expedición. Una
carta de los Reyes Católicos, datada en la Ciudad
Condal el 1 de Julio, así lo declara paladinamente.
“E quanto a lo que decia que abeis menester el
libro que acá dexasteys, é que se trasladase é que se
vos imbiase, ansí se fara”. Dos meses más tarde la
promesa se hace realidad. Véase como se expresa la
reina Isabel en la misiva del 5 septiembre:
“Con este correo vos ymbio un traslado del libro
que aca dexasteis; el cual a tardado tanto, porque se
fysciese secretamente, para questos questan aquí de
Portugal, nin otro ninguno, non sopiese dello. E
a cabsa desto, porque mas presto se tysciese, va de
dos letras, segund veréis ciertamente”.
Estas frases de los reyes Católicos evidencian las
precauciones adoptadas por don Cristóbal Colón
de no hacer público del Diario de viaje hasta que
estos hicieron los arreglos pertinentes con el Papa
para serle reconocido el descubrimiento hecho. En
ningún momento el Almirante dio a conocer este
libro, sino a los Reyes cuando éste regresó, siempre
durante el viaje lo mantuvo secreto.
El Almirante con su ingenio e inteligencia,
descubrió para España uno de los dominios más
grandes que ha tenido la nación en la historia de
la humanidad; no concedió a Portugal el más leve
error donde poder sustentar argumentos jurídicos
que dieran origen a reclamaciones fundamentales,
puesto que el único que conocía la verdad del descubrimiento y sus posiciones geográficas era él, y
él trabajaba para España, gesto noble y de altura
idearse un ardid para disfrazar la vedad en favor del
país a que prestaba su servicio. De no haber sido
así la tormenta que hubiera desencadenado el Rey
de Portugal, con los argumentos que tenía a mano,
quién sabe otra hubiera sida la división que recibiera el mundo en perjuicio de la Corona Española.
¿De qué truco se valió el Almirante para alterar
las alturas obtenidas y así esconder la realidad?
¿Por qué estando en la Latitud 21º dio la de
42º? Y ¿por qué estando en la Latitud 20º dióla de
34º? Él tenía que saber que no pudo haber variado
8º grados de latitud de Cuba a la Hispaniola.
Tantos pequeños detalles evidencian que en esto
no ha habido errores, sino una fórmula habilidosa e
ingeniosa para ocultar una verdad de transcendencia internacional; estaba en juego la preeminencia
de dos poderes y él tenía que encontrar la solución
de ese problema el favor de la Corona que lo había
protegido; así fue, él encontró y así lo arregló; sumó
a todas sus alturas el factor comun 16º .5 con lo
cual obtuvo los resultados anotados: 42º grados
Latitud para sus tres primeras observaciones y 34º
grados para su cuarta; este factor común en todos
los resultados, introducidos para provocar una alteración constante, puede ser, y es lo más probable,
que haya sido escogido en la distancia angular entre
las estrellas Polar o Estela Maris y Kochab, una de
las Guardas, que es de 16º –35’, no hay alternativa
de considerar que el procedimiento, que empleó el
Almirante fue éste, y que los elementos de juicio
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
que se deseen hacer intervenir para demostrar que
todas las conclusiones a que él llegó no son correctas no encontrará ninguna salida o argumento que
esgrimir para desmentir el procedimiento; escoger
otra estrella que no sea la Polar para indicar que fue
a ésta que él observó para obtener la latitud, sería
negarle experiencia en sus conocimientos estelares.
Si se escoge el Sol para calcular la latitud en los días
que él hizo las observaciones, podríamos ver que
para las cuatro alturas de este a mediodía solo una
(la primera) daría los 42º grados de latitud anunciados por él, pero las otras tres dan diferencia con
los resultados obtenidos por él, que la intervención
del factor común acusa no ser éste el astro que puso
para obtener la latitud.
261
estos Norte, Sur, Este, Oeste, Nordeste, Sureste,
Surueste, y Norueste; al girar la Osa Menor en el
cielo teniendo como centro el Polo Geografico;
las Guardas o Bocina ocupaban en su giro todas
esta posiciones en el cielo, y según la posición que
Kochad ocupaba, quedaba la Estrella Polar en una
situación determinada en el círculo.
Entre la Estrella Polar y Kochab existía una
diferencia aproximadamente, entre sus ángulos
sidereos de 168º; este ángulo formó la clave de las
posiciones de la Polar con respecto a Kochab en el
sistema para establecer las correciones que habían
que efectuarle a las alturas de la Polar para obtener
la Latitud del Lugar; el sistema divide el círculo
de corrección en dos semicírculos, el inferior que
Sistema Alterno que se seguía para obtener la corrección a la altura de la estrella Polar.
La figura humana que se consideró en el Polo
Geográfico alrededor de la cual giraba la Osa
Menor, teniendo como referencia, la Cabeza,
los brazos y los pies, y las porciones intermedias
entre ellas, y los pies; fue sustituida para esos
tiempos, por un sistema alterno, que tenía como
centro el Polo Geográfico y de aquí partían los
cuatro rumbos cardinales, y los cuatro laterales
indica que cuando Kochab se encuentra en él y
en una de sus posiciones sus correcciones deben
restársele a las alturas de la Polar y la superior, lo
contrario, las correcciones deben ser sumadas.
La posición de las Guardas o Bocina en la línea
Noroeste daba una corrección de +1º.5.
La posición de las Guardas en el Oeste daba
una corrección de –2º.5.
262
Ramón Julio Didiez Burgos
La posición de las Guardas o Bocina en el
Sudoeste daba una corrección de -5º.
La posición de las Guardas o Bocina al Sur daba
una corrección de -4º.
Cristóbal Colón desconocía este sistema
memotécnico puesto que ninguno de sus cuatro
viajes hizo alusión a él, ni tampoco las alturas
que tomó lo hizo objeto de corrección; después
Presentación de otro formato para conseguir la corrección de altura de la estrella Polar.
La posición de las Guardas o Bocina al Sudeste
daba una corrección de -1º.5.
La posición de las Guardas o Bocina al Este
daba una corrección de +2º.5
La posición de las Guardas o Bocina al Nordeste
daba una corrección de +5.
La posición de las Guardas o Bocina al Norte
daba una corrección de +4.
Las posiciones más importantes de este ciclo
eran las que señalaban las Guardas en el momento
antes de estar al Este o al Oeste, pues era el instante
que la Polar hacía el tránsito del semicírculo superior
al inferior o viceversa; la corrección era nula, esto es
la altura de la Polar era igual a la Latitud del lugar.
Estas ocho posiciones y sus correcciones, los
pilotos debían aprendérselas de memoria para
poder operar con rapidez y seguridad; muchos
pilotos desconocían estas reglas y otros no les
prestaban atención porque sus conocimientos
elementales de matemáticas eran nulos.
del tratado de Tordecillas en 1494 no había por
qué ocultar ya la verdad de estas posiciones, y así
lo hizo; sin embargo en su tercer viaje no hizo indicaciones de conocer este sistema de corrección
de alturas de la Polar; él asentaba en el Diario
las alturas tal y cual las tomaba, sin llegar a un
resultado definitivo.
El 13 de julio del 1498, 5 años después de
haber sido extendida la Bula Papal Intercaetera,
por el Papa Alejandro VI, que limitaba las influencias Lusitanas y Españolas, cuando ya no existía
el temor de ocultar las verdaderas posiciones
geográficas que tenían los lugares descubiertos,
mientras efectuaba su tercer viaje al Mundo
Nuevo, a 120 leguas de la isla de Santiago, del
nuevo grupo de las islas de Cabo Verde, usa su
cuadrante en Latitud 10º –40’ Norte y Longitud
28º –00’ Oeste, aproximadamente y dice “Fallé
allí que en anocheciendo tenía yo la estrella del
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
“Fallé allí que en anocheciendo tenía yo la estrella del Norte en
altura de cinco grados (5°), y entonces las Guardas estaban encima
de la Cabeza, etc.”
Norte en altura de cinco grados (5°), y entonces
las Guardas estaban encima de la Cabeza, y después
a la media noche fallaba la estrella alta diez grados,
y en amaneciendo que las Guardas estaban en los
pies a quince. (150) La suavidad de la mar fallé
conforme, mas no la yerba: en esto la estrella del
Norte tomé grande admiración, y por esto muchas
noches con mucha diligencia tornaba yo a repicar
la vista, della con el cuadrante, y siempre fallé que
caía el plomo y hilo a un punto”.
El padre De las Casas al hacer el comentario
de este caso dice: “tomó la altura y halló que la
Estrella del Norte estaba en cinco grados pero a
mi me parece que debía haber andado más de 200
leguas y que esto erraba la letra, porque más caminaba por aquel rumbo de 200 leguas. Desde la isla
de Cabo Verde de la de Santiago, de donde partió,
hasta ponerse por la carta y por la altura lo mismo”.
El Almirante era que iba en los barcos y llevaba
su derrota, y midió la altura de la Estrella Polar, pero
no dijo que estaba a 5° de la equinoccial, sino que se
concretó en asentar en el Diario las alturas de la estrella, pero el Padre de las Casas medio siglo después
desde su escritorio cómodo y su asiento mullido
hace la navegación del Almirante y le encuentra errores a sus informes; más valía para la historia que se
263
hubiese conformado en aceptar los hechos escritos,
aunque fueran errados, porque su crítica está hecha
sin fundamento; hoy con cierta tranquilidad podemos hacer los cómputos astronómicos para buscar
las posiciones de la Osa Menor en el cielo, pues los
tres movimientos en que él observó la estrella Polar
el día 13 de julio del 1498 y encontramos que el
Almirante al anochecer de ese día a las 7h–31m de
hora verdadera, la Polar estaba al Sur a los pies de la
figura estelar y tenía 5° de altura; estaba en su inclinación inferior, en los pies o al Sur de su círculo; a
media noche tenía 10° grados, estaba en el diámetro
central del círculo, donde su altura era igual a la
Latitud y al amanecer a las 5h–24m tenía una altura
de 15° grados, estaba en la cabeza de la figura o al
Norte del círculo o en su culminación superior, al
promedio de esta observación, como es natural era
10° grados la latitud en que se encontraba.
Aunque en esta ocasión no alteró los valores
de la altura para indicar por las latitudes donde
navegaba porque ya no existía razón, sino que la
vio tal cual y las tomó sin señalar, su latitud por
corrección, aunque este caso es el más simple es de
suponerse que él tenía que deducir la latitud del
promedio de las alturas.
Por el segundo párrafo de su enunciado, da una
idea de la pericia que tenía para el manejo del cuadrante, por varias noches lo usó en su navegación
para comprobar la altura de la estrella y verificar así
que sus observaciones eran correctas; de su destreza
en el manejo del cuadrante, se puede afirmar que
era experto.
El día siguiente 14 de julio, estando no muy
lejos de la posición la anterior observación hizo otra
en la cual tampoco introdujo ninguna corrección y
alteración, pero deja sentado su pericia como buen
observador, dice “estando las Guardas en el brazo
izquierdo, tenia el Norte en 7 grados”, al establecer
los cómputos astronómicos para la fecha a las 2h–
41m de la mañana (hora verdadera) en esta hora las
Guardas estaban en el brazo izquierdo de la figura
o al Este y la Estrella Polar tenía una altura de 7°
sobre el horizonte y unos 355º grados de Azimuth
y una corrección de +3° obtener la latitud del lugar.
El día 16 de agosto, jueves, dice “Navegó al
Norueste cuarta del Norte, con la mar llana Gracias
a Dios, como había partido de la isla Margarita el
miércoles y había navegado 63 leguas de sol a sol,
serían 89 leguas en total” y “Halló también allí
donde agora venia, que la Estrella del Norte tenia
264
Ramón Julio Didiez Burgos
14 grados, cuando las Guardas habían pasado de la
cabeza el termino de dos horas y media”.
La posición aproximada del Almirante después de haber salido de los alrededores de la
isla Margarita era de Latitud 15º –20’ Norte y
Longitud 66º – 35’ al Oeste, sobre las 89 leguas
navegadas en un rumbo Norueste cuarta Norte, al
computar astronómicamente la posición de la Osa
Menor para esa noche, para aproximadamente las
8h–00m, encontramos a la Estrella Polar en 14 grados de altura y 5º de Azimuth; así queda confirmado que la observación hecha por el Almirante
fue correcta, pero que él tomaba esta altura como
la latitud del lugar.
Si estos ejemplos los comparamos a lo que él
hizo en el 1492, encontramos una gran diferencia
en los enunciados, en las del 92 daba los resultados
de sus observaciones sin decir la altura a la Polar y la
posición que tenía, comparada con la que le daba,
con una diferencia excesiva para la tomada como
correcta, de donde podemos conjeturar sin riesgos
de pecar de injustos, de que, a sus observaciones él
le introducía un factor que alteraba su altura.
Estas demostraciones hechas a las observaciones del
Almirante, nos lleva a la conclusión de que las criticas
no tienen otra alternativa de considerar y de admitir
que él sabía observar, pero desconocía en sí la técnica
de corregir la altura según la posición de las Guardas
o Bocinas, entendiéndose y admitiendo que Cristóbal
Colón fue en España el precursor de los Navegantes
que en la mar usó instrumentos de Navegación.
El jueves 29 de febrero del 1504 en la Bahía de
Santa Gloría (Santa Ana, Jamaica), tomó una altura
a la estrella Polar y le dio 18º grados de Latitud, la
Latitud de la Bahía de Santa Ana es de 18º –27’
Norte, esta observación la hizo el dia 14 de octubre
del 1503 a las 6h–33m de la tarde aproximadamente, 43 minutos después de haberse puesto el sol, y
cuando la Polar había pasado a la parte de debajo de
la mano derecha que era la que limitaba la latitud correcta del lugar, y las Guardas en el brazo (derecho).
Aunque él anunció que esta observación la hizo
el día 29 de febrero del 1504, es mi consideración
que no fue en esta fecha que observó la Polar, sino
en la segunda quincena del mes de octubre del 1503,
por la sencilla razón de que es la única época en que
la posición de la Osa Menor se presenta a primera
noche, para hacer la observación según lo anunció el
Almirante; al tratar de computar y calcular esta posición del hombre con respecto a la Osa Menor, pude
comprobar que para el 29 de febrero esta condición
de las Guardas se efectuaba a las 4h–43m a.m. esto es,
una hora y media antes de salir el sol; conociendo
que su estado físico era sumamente delicado, es de
suponerse que a esa hora él no iba a levantarse para
tomar la altura de la Estrella Polar; no obstante esto,
durante la tardecita en horas del crepúsculo, cuando
él estuviera levantado descansado de los problemas
del día sí podía haberlo hecho; pero esa posición
que él anuncia en la Osa Menor en el cielo con las
Guardas en el brazo de la figura no se verifica en esa
fecha en la tardecita, sino el día 14 de octubre a las
18h–33m (6h–33m). En esta fecha el sol se pone a las
5h–50m p.m. y 43m más tarde se presenta la oportunidad de cruzar la polar del hemisferio Sur al Norte
y las Guardas en el brazo derecho de la figura estelar,
se puede considerar que fue en esta fecha que hizo la
observación y que la haya hecho saber en ocasión de
hacer saber lo sucedido con los indios por motivos
del eclipse.
Este ejemplo demuestra que el Almirante sabía hacer sus observaciones a la Polar y que no la
confundía con otras estrellas; lo que sí puede verse
en el conjunto de todas sus observaciones era que
no sabía corregir éstas de acuerdo al sistema de corrección ya explicado; él daba la altura observando
como la latitud del lugar.
La presunción de que el Almirante incrementó
las alturas a la Polar tomadas al Norte de Cuba y de
la Española para así simular mayor latitud de 26°,
que era el límite puesto a los descubridores españoles por el acuerdo de Alcazobas; quedó en esta
ocasión confirmada y no hay alternativa de que las
observaciones al Norte de Cuba y la Española fueron adulteradas de exprofeso parar no ocasionarle
a España diferencia con Portugal hasta tanto los
Reyes Católicos hicieran los arreglos para hacerse
reconocer los derechos a esta zona.
“En opinión de muchos (é aun la razon lo enseña y amonesta que se crea) que Cristóbal Colón
fué el primero que en España enseñó a navegar en
amplísimo mar Océano por las laturas de los grados
del sol y Norte, é lo puso por obra; porque hasta él,
aunque leyese en las escuelas tal arte, pocos (o mejor
diciendo, ninguno) se atrevían a lo experimentar
en los mares, porque es sciencia que no se puede
ejercitar enteramente, para la saber por experiencia
y efecto, si no se usa en golfos muy grandes e muy
desviados de la tierra; é los marinos é pilotos é
hombres de la mar, hasta entonces arbitrariamente
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
hacían su oficio, segun el juicio del gran nauta ó
piloto; pero no puntualmente ni con la razón que
hoy se hace en estas mares, sino como en la mar
Mediterránea, y en las costas de España é Flandes,
y en toda Europa y África, é restante del mundo
donde no se apartan mucho de la tierra. Mas, para
navegar en demanda de provincias tan apartadas
como estas Indias están de España, é servirse el piloto de la razón del cuadrante, requiérense mares de
mucha longitud é latitud, como aquestas que hay
de aqui a Europa, o a la Especiería, que tenemos al
Poniente de la Tierra Firme desde Indias”.
Parece que las reglas expuestas para corregir la
altura de la Estrella Polar de acuerdo al sistema mnemotécnico que tiene por base la distancia angular
de 5° grados de radio entre el polo geográfico y la
Estrella Polar, aún no había sido preparado para enseñarlo a los navegantes de esos tiempos, porque ni el
Almirante hace referencia a él ni tampoco los Pilotos
Españoles, es más, es evidente que años después del
descubrimiento las cartas levantadas de las zonas descubiertas por los cartógrafos españoles y no españoles
adolecen de faltas graves en la determinación de las
latitudes de las islas y tierra firme; no es necesario
citar ejemplos para confirmar este aserto porque en
las cartas del Nuevo Mundo confeccionadas por
ellos se ve claro que las posiciones de los lugares que
ellos cartografiaban estaban fuera de sus posiciones
reales. Puede tenerse en cuenta que estos errores
hayan tenido origen en la discordancia que existía en
la época entre la fecha y la declinación solar; como es
sabido el calendario estaba atrasado unos 10 días y la
declinación solar caía en el 11 de marzo en 0° grados
acusando una diferencia de unos 3°.5 es posible que
al aplicar a la distancia Zenital, deducida de la altura
tomada al sol, la declinación con esta deficiencia
produjera las latitudes alteradas; las efemérides
computadas por el astrónomo Abraham Zacuto
desde 1474 así lo confirma; tampoco podían dar resultados satisfactorios de latitudes las obtenidas con
las alturas de la Estrella Polar, puesto que el sistema
nmemotécnico que establece las correcciones para las
tomas de las alturas de ésta en sus ocho posiciones no
alcanzaban en su máximo sino a 3°.5 grados más o
menos y este valor no se correspondía con la verdad
para fines del siglo xv, sino 5° grados, tal como lo
había informado el Almirante en sus observaciones
del 13 de julio del 1498.
A fines del siglo xv y a principio del xvi y
muy avanzado este siglo, se usó extensivamente
las alturas solares para determinar las latitudes
de los lugares, aplicándoles las declinaciones a las
265
distancias Zenitales, y las Alturas de la Estrella
Polar, sin serle aplicada la refracción, paralaje,
depresión y semidiámetro, no se conocían estos
elementos de corrección, por eso las latitudes eran
incorrectas. Como hemos visto, Cristóbal Colón,
desconocía el sistema mnemotécnico alterno de
las ocho posiciones de las Guardas, pues cuando
se referían a las posiciones de las éstas para reducir
la de la Estrella Polar se refería a los elementos del
sistema de la figura en el cielo, así: las Guardas a la
cabeza, y no al Norte las Guardas, en el brazo derecho o al poniente, y no al Oeste, etc. al no aplicar
correcciones a sus alturas es otro indicio indicativo
de que desconocía éstas, a pesar de que él sabía que
la estrella del Norte era que daba vueltas alrededor
del Polo Celeste igual que las otras estrellas.
A partir de mediado siglo xvi es que abunda
un rico material de instrucción para la enseñanza
de cómo obtener la latitud por altura de la Estrella
Polar o Estrella Maris, en un sistema alterno basado
en una corrección no mayor de 3°.5 grados, llegando las menores correcciones a 0° según y las posiciones que tenían las Guardas en el círculo que ellas
trazaban. Este sistema es igual al que ya hemos
hablado antes, pero con menor distancia angular
entre la Estrella y el Polo Geográfico, de acuerdo
a mis cálculos. Esta distancia angular correspondería a la que tendría estos puntos en el 1688,
pues para el 1602 don Pedro de Siria, recomendó
en su libro El arte de la navegación el estudio de
la diferencia entre “el Polo del Mundo y el Polo
de la Aguja” que estaba entre 4° y 5° grados para
determinar sus verdaderas causas; de acuerdo al cálculo retroactivo y hecho, he podido sacar para ese
año una distancia angular entre el Polo Geográfico
y la Estrella de 4°–14’; con esta información de
Pedro de Siria, quedan muy mal paradas las reglas
del sistema mnemotécnico que estipula la mayor
corrección para las Alturas Polares de 3°. 5 grados,
porque la sugerencia de Pedro de Siria es muy
posterior al origen del Sistema y da una distancia angular entre ambos puntos mayores a 3º.5
grados, ya para estos años se sitúan en las cartas
los lugares en su verdadera Latitud y quedaba establecido las escalas de Longitudes y Latitudes, lo
que implica un adelanto notable en la cartografía
y un establecimiento de reglas más precisas de cálculos para la latitud que niegan el uso de factores
errados, como el da la distancia angular entre el
Polo Geográfico y la Estrella de 3º.5 grados y el más
266
Ramón Julio Didiez Burgos
preciso de 4º a 5º o el uso de Declinaciones solares
que alcanzaban el minuto.
Podemos llegar a la conclusión de que al final
y comienzo del siglo xv y xvi respectivamente,
existían reglas para que el navegante conociera la
hora en la noche por medio del sistema en que las
Guardas ocupaban diferentes posiciones en una
figura humana fija en el Norte en cuyo ombligo
se fijaba el Polo Geográfico sobre el cual giraba la
Constelación de la Osa Menor.
Que al considerar que la Estrella Polar era fija
y marcaba el Polo Geográfico, la latitud era igual
a la altura de ella, y esta idea prevaleció entre los
navegantes de fines de siglo xv.
Que el sistema mnemotécnico alterno de correcciones de la altura de la Polar fue establecido
para los navegantes, muy adelantado del siglo xvi.
Que las correcciones de la altura del sol en la
meridiana para determinar la Latitud de un lugar
quedaron establecidas desde el 1484 cuando el astrónomo Abraham Zacuto, en Lisboa, completó las
declinaciones solares y Martin Behaim enseñó a los
navegantes portugueses el uso del astrolabio en la mar.
Las razones antepuestas evidencian el porqué
don Cristóbal Colón, a pesar de haber aprendido
a manejar con destreza el astrolabio y el cuadrante
cuando estuvo prestando servicio durante 14 años
en la corte portuguesa, tomaba a la perfección las
alturas de la Polar, pero no las corregía, porque desconocía el sistema alterno, porque no existía en el
conocimiento de los navegantes y sí posiblemente
en el de los astrónomos de esa época solamente,
pues de haberlo conocido lo hubiera dado a conocer en alguna de las ocasiones en que tomó altura
de la Polar.
Era natural que estos acontecimientos acaecieran a fines del siglo xv; se puede asegurar que fue en
esta época que el cuadrante y el astrolabio salieron
de los observatorios terrestres para ir a probarse en
el mar y al expandirse el mundo en forma redonda
dejando en los monasterios los conceptos planos,
hubo la necesidad de aplicar los conocimientos
terrestres en sentido más amplio.
Cabe la gloria de estos adelantos a Portugal que
contribuyó de manera ingeniosa en la construcción
de aparatos y equipos para usos náuticos, así como
a los españoles.
A don Cristóbal Colón le cabe la gloria de haber
sido el primer marino que hiciera uso de instrumentos náuticos en el Nuevo Mundo, aunque no con
la maestría y la destreza que exigía la expedición,
pero culpa de él no fue sino del tiempo, que aún no
se tenía perfeccionado, la técnica de la aplicación
astronómica de las efemérides, si las traía.
Muchas de sus obras, al ser mal interpretadas
por sus no admiradores han dado al traste con sus
grandes conocimientos. Es natural que los absolutistas cultos procedan así contra él, al sentirse
frustrados en su gran cultura el no comprenderlo,
y este sentimiento es egolátrico, los conduce a emplear toda su imaginación y todas sus habilidades
culturales y literarias para esconder su ignorancia
y su incomprensión bajo la acusación de su falta
de saber y conocer. Harto conocido es, y prolijo es
también mencionar, que muchos críticos, al encontrarse con hechos y relatos de su pluma, para poder
prevalecer en juicios críticos, lo equivocan haciéndolo un ignorante, no llegando a comprender que
por más vueltas que le den a sus asertos, éstos están
basados en la verdad y ésta a la larga resplandece,
reivindicando su memoria y sus sacrificios. Para el
Almirante así como para cualquier ser humano, las
virtudes son el filtro natural que Dios ha puesto en el
alma para las expresiones sinceras, despojadas de esos
arreglos mentales que las pasiones acondicionan para
hacernos aparecer como en la realidad no somos.
El Almirante se manifiesta en muchos de
los pasajes de su Diario tan abierto y tan fácil de
auscular, que su propia vida puede ser reconstruida, aclarando un pasado algo obscurecido por
los sinsabores y sufrimientos acusados por los
ignorantes. Los abscesos de euforia que a veces lo
invadían descubrieron sus andanzas, su edad, el
tiempo que navegó en la mar, los lugares que visitó
y detalles que se desconocían en su vida, y esto lo
revela en su verdadera personalidad. Como marino
se manifiesta abierto, como comerciante, nunca;
dos cosas incompatibles en la vida del hombre en
aquella época; si bien demostró su vida como un
experto marino, este experticio no pudo haberlo
formado de un día para otro, necesitó años enteros,
y muchos; no creo que porque se supone que ha
hecho, por confusión, algunos viajes comerciales en
representaciones de casas reputadas haya en éstos
acumulado la suficiente habilidad, para que después
de 8 años de inactividad, se haya lanzado a la mar,
mostrándose tan capaz y más que cualquier otro
marino redomado, fue decidido y audaz; demostró habilidades y conocimiento, acaparó virtudes
excelsas que lo destacaron y lo consagraron en la
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
disciplina náutica, y si las circunstancias lo arredraron en algunos momentos, culpa del ambiente y de
la situación fueron y no de él.
Esta estructura de un hombre que ha tenido
que luchar en diferentes ambientes de la vida,
formaron su personalidad paciente y tesonera en el
medio que siempre amó, el de la mar.
Basta que el silencio crítico de los hermanos
Pinzones acerca de sus cualidades como marino se
haya hecho notorio para que la historia le consagre
como tal y se vea en él, el genio conductor de la
expedición al Nuevo Mundo.
El Almirante sin la aprobación que le hizo la
Reina Isabel la Católica y la aportación que suministró, no hubiera llevado a feliz término su idea del
Oriente por el Occidente y éste sin la cooperación
de los Pinzones no hubiera levantado personal ni
armado barcos para emprender el viaje; éstos son
detalles universalmente conocidos, sin embargo,
hoy tenemos que soportar con paciencia y con
pena, que el producto de las tantas controversias
entre los gestores del acontecimiento más grande
del siglo xiv y el xv, lleve el nombre, como primera
injusticia, de un aventurero genovés.
No hay duda de que en el futuro surgirá una
generación en el Nuevo Mundo, más culta, más
justa y menos indiferente a la realidad histórica y
actúe en la debida forma para honrar a aquellos que
recibieron nada y dieron mucho.
A través de los años se han surgido muchos nombres para bautizar el Nuevo Continente descubierto,
y ha sido tal la desidia existente en la humanidad de
él, que sólo se lleva en forma historiada todas estas
sugerencias, pero no ha habido una voz influyente que
se haya hecho oír, con la insistencia y la perseverancia
necesaria, para que algo se encauce en ese sentido.
Isabel la Católica asombró al mundo del medioevo al darle a España su unidad territorial y la
integración de un vastísimo Continente a la esfera
de acción de la Corona. ¿Se desea más grandeza de
una Soberana que a base de tantos sacrificios engrandece una nación en proporciones gigantescas y
en tan limitados años? ¿Y qué hechos han honrado
estos sacrificios? Estatuillas pisapapeles, nombres de
calle, no son suficientes para conmemorar a quien
no escatimó la más mínima exigencia para llevar a
cabo los hechos que iban a asombrar el mundo.
Charles Fleitcher Lunis, historiador norteamericano, en su libro, Los esplendores españoles
del siglo XVI, condena que “llamar América a este
267
Continente en honor a Américo Vespucio, a quien
un impresor alemán hizo padrino de medio mundo
que no tenemos seguridad que él conociese, pero
que estamos seguros de que no debiera llevar su
nombre, es una injusticia, hija de la ignorancia, que
ahora nos parece ridícula”.
Malte-Brum en su Geografia universal dice:
“continuar llamando América al Nuevo Continente
es la mayor de las ingratitudes”.
Los historiadores Alfonso de Lamartine,
Fernandes de Navarrete, Juan Pérez de Guzmán
y otros muchos más, muestran su alarma, el que
aún persista en épocas tan recientes, el malagradecimiento de estas generaciones que se pavonean tanto
de literarios, juristas, internacionalistas, novelistas,
y otros; éstas que han participado por largos años,
en misiones internacionales y no ha enarbolado el
banderín de lucha en la justicia á la verdad.
Muchos nombres han sido sugeridos, para
sustituir al que lleva el Nuevo Mundo, tales como
Colonia, Antillana, Columbiana, Islas Atlánticas,
Columbana, Colombina, Colón-Asia, Atlántida,
Hispanida o Colónida, Colónica, Colombia o
Colombía; el primer nombre sugerido fue el NovusOrbis y el de Isabelica, sugerido por Fernando
Pizarro y Orellana, en su obra Varones ilustres del
Nuevo Mundo.
Para mí sonaría a melodía angelical oír que el
Nuevo Mundo llevara el nombre de aquella Gran
Reina de facultades tan amplias y de corazón limpio
que gracias a ella fue posible un hecho que engrandeció su reinado; si se le llamase Continente Isabelino,
¿acaso no se le hace justicia a un hecho que fue olvidado por generaciones pasadas, indiferentes a honrar
a quien honras merecían? Es insensato que los hombres que pueden levantar una corriente favorable a
estos acontecimientos permanezcan indiferentes,
y su preocupación esencial está circunscrita a las
nuevas corrientes sociales, a las cuales viven aferradas
en una forma tan fanática que todo tiempo distraído en otros menesteres les parece tiempo perdido.
¡Cuánta ingenuidad es ésta, el creer que resarcir a los
desposeídos del pasado por resarcir a los del presente,
menoscaba su importancia! ¡Qué insensatez, en no
dar algo a aquellos que nos legaron tanto por nada!
Vivirán en el mismo círculo en que vivieron nuestras
pasadas generaciones catalogadas como indiferentes.
El ilustre historiador dominicano don Antonio
del Monte y Tejada, en su Historia de Santo Domingo
la cual fue publicada en La Habana en 1852, en su
268
Ramón Julio Didiez Burgos
primer volumen sugirió la idea del Faro a Colón.
Éstas son sus frases escritas en su historia: “… eríjase la estatua que reclama ya su memoria, en el lugar
más visible u ostentoso de América (yo diría del
Continente Isabelino), en un punto central y donde
pueda ser visitado por los viajeros al aproximarse a
sus costas, y que yo me atrevería a designar la punta
Isabelina de la isla Española, por ser allí el centro, y
donde se fundó la primera ciudad de América. Sea
esta estatua un coloso como el de Rodas, formado
por los mejores escritores de la época, costeada por
una suscripción de todas las ciudades de Europa y
América, plantada en la actitud de manifestar con
sus brazos los dos continentes Americanos; para que
esta manifestación lleve en sí todas las indicaciones
de perpetuidad, establézcase en él un Faro para los
viajeros del antiguo como del moderno mundo, al
divisar la primera tierra desde el Océano, puedan
dirigir los ojos hacia aquella sombra venerable con
gratitud y enternecimiento”. Esta idea permaneció
por largos años sin encontrar un eco de indulgencia
y una mirada de justicia, hasta el 1914 en que el
caballero norteamericano don William Pulliam, al
correr la idea promovió en los Estados Unidos de
América una propaganda justa en favor de erigir el
Faro Monumental en honor y memoria del Insigne
Almirante. Este noble caballero de origen sajón,
le tomó delantera a nuestros epajuilados y nobles
aristócratas, figurones, empolvados y perfumados
de salones, cuya incultura se revelaba en una indiferencia proverbial tanto en los asuntos internos como
en los externos del país. Los artículos, conferencias
y deligencias hechas por el señor Pulliam “fueron
favorablemente acogidos y comentados en toda
América” como dijo el Dr. Víctor A. Fernández, en
su escrito de fondo “Cruzada universal pro Faro de
Colón”.
En la Quinta Conferencia Americana reunida
en Santiago de Chile el día 24 de abril de 1923,
se aprobó en su novena Sesión Plenaria “recordar
a los Gobiernos de América que honren la memoria de Cristóbal Colón con la erección de un
Faro Monumental, que lleve su nombre en la costa
de la Ciudad de Santo Domingo, el cual debe
construirse con la cooperación de los Gobiernos y
pueblos de América, y demás que lo deseen”; todas
las delegaciones a este magno acontecimiento de
los países americanos firmaron esta importantísima
resolución, quedando todas comprometidas para
contribuir en la erección del Faro. Este movimiento
regeneralizó a tal extremo de entusiasmo en que
cada país se formaron Comités Pro Faro de Colón,
y aun algo más se hizo instituciones particulares y
privadas se pronunciaron con mucho entusiasmo y
desarrollaron una campaña digna para llevar a feliz
término la idea.
El 28 de octubre de 1926, el presidente de la
República Dominicana creó el Comité Ejecutivo
Permanente del Faro a Colón con atributos de
organismo autónomo, y con amplia facultad de
funciones para considerar todo lo que fuera relativo
al proyecto. El 12 de abril de 1927 fue creada la
Comisión Permanente de la Unión Panamericana
para seguir el impulso de llevar a cabo la idea del
grandioso homenaje al Insigne Descubridor del
Continente; se celebró un concurso internacional
para escoger al mejor proyecto arquitectónico del
faro, y como dice el Dr. Fernández en su relación
“sin distinción alguna, dada la grandeza del hombre
que se iba a honrar y la Magnitud del descubrimiento de América, ya que ésta tiene una significación
no sólo Panamericana, sino Universal”.
El 27 de abril de 1929, en el Palacio del Retiro
de Madrid, fue inaugurada la gran exposición de anteproyectos del Monumento, con una concurrencia
de 455 maquetas, dibujos y modelos de arquitectos
de 48 países; fueron elegidos en esta ocasión 10 anteproyectos; el 12 de octubre de 1931 fue celebrado
otro concurso en Río de Janeiro, Brasil, con el fin
de seleccionar de entre los diez proyectos antes elegidos, cuál sería definitivo. El jurado internacional
declaró como el mejor de todos el presentado por
el arquitecto inglés Joseph L. Gleave, quien recibió
el primer premio de $10.000.00 pesos. El 1ro. de
marzo del 1944 al cumplirse el primer centenario
de la Independencia de la República, en la mañana
fue colocada la primera piedra del Monumental
Faro, en la margen oriental del río Ozama, en los
terrenos donde fue fundada por primera vez la
Ciudad de Santo Domingo en el 1497 en un 4 de
agosto; se trajo de las ruinas de la Isabela la piedra,
la cual fue colocada en los cimientos de la gran obra.
Hace 27 años se iniciaron los trabajos de erección
y ahí está la gran Cruz fundamental hace más de 5
lustros y nada, más después de eso. Todo el silencio e
indiferencia, como si el impulso impreso por el caballero Pulliam se haya agotado; todo es maleza, yerba,
casucha destartalada y en total, una barriada pobre
instalada en sus alrededores, y la cual se fomenta ante
la indiferencia estoica de las autoridades.
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
Es inexplicable que estos predios no hayan sido
reservados y cuidados para el fin a que fueron destinados y haberle facilitado lugar a los que buscaban
sitio donde acogerse; no hay duda que el fundamento de la gran Cruz que servirá de cimiento al
monumento sirva en un tiempo próximo.
Con esta monumental obra será honrado y recordado aquél que pacientemente esperó 8 años en
las Cortes Españolas el día que le proporcionaron
los medios de completar la tierra, enmendar un error
cartográfico y geográfico y deshacer leyendas, temores y prejuicios siniestros del mundo medioeval,
gloria para la humanidad que sí procede ¿Y para
aquella Benemérita Reina de corazón tan abnegado
y concepciones elevadas, qué? ¿Y qué para aquellos,
que aunque con sus prejuicios dudaron acompañarlo? Es penoso que las comisiones Panamericanas,
apasionadas y dirigidas por subconscientes indefinidos hayan olvidado a los héroes de una proeza
para entregarlo todo a uno solo, concibiendo que
la hazaña fue de todos, ya que la historia registra
bien clara, y asimismo también al Almirante en
su Diario, que la consulta entre ellos era lo que
alimentaba sus momentos de duda, y que si hubo
flanqueamiento en unos y otros, hubo decisión, en
estos aspectos de la empresa, no pueden menospreciarse y dejar de lado un total tan grande y decisivo
para que en el monumento no se reconozcan en
una tarja los nombres que pertenecieron a los hombres que se aventuraron con el Almirante al hecho
más grande que registra la Historia Universal, y ser
puesta en un lugar prominente y distinguido en el
Monumento para que se reconozca que la hazaña
perteneció a todos.
Si el Almirante no prescindió de los hermanos
Pinzones, y los hombres que lo acompañaban, ¿cuál
es la razón que a nosotros nos engañen en juicios
internacionales para sacar de su lado, al honrarlo, a
aquellos que hicieron posible la idea del Almirante?
En los encargados de llevar a cabo y finalizar el
Monumental Faro, no debe reflejarse la separación
del Almirante y sus hombres. Qué han hecho los
nacionalistas y regionalistas, que al querer poseer
la exclusiva nacionalidad del Almirante, se han
enfrascado en una controversia histórica, tratando
cada uno de demostrar con documentaciones (la
mayor parte de ellas falsificadas) la primicia de la
nacionalidad del Almirante.
Habrá que probar en personas propias las privaciones, los sufrimientos, el trabajo y las condiciones
269
de vida a bordo de un velero de esta época, para
conocer en carne propia cuál fue la dimensión de
su hazaña. Aquellos que desde atrás y sentados en
un escritorio con todas las comodidades caseras (el
anfiteatro de las grandes aventuras) pueden opinar
y criticar a su libre albedrío enfocando todos los
hechos sin riesgo de ninguna especie, pero en el
terreno de los acontecimientos es completamente
diferente; las tripulaciones de las tres carabelas,
tenían que trabajar de día y de noche, en el timón,
vigías en las gavias o cofas, llevar las ampolletas,
cuidar las velas, las jarcias, los cabos, achicar las
sentinas, remendar las velas, etc., etc., trabajos que
hay que sostener y no son menesteres tan suaves a
bordo de un velero como detrás de un escritorio.
¿Y acaso los hombres que mantuvieron estas
condiciones no son merecedores de la gloria de
haber sostenido las carabelas aptas durante toda la
travesía de ida y vuelta?
La gloria del portentoso hecho pertenece al
Almirante y a los hombres que lo acompañaron
y por más que las pasiones de los nacionalistas y
regionalistas intentan con sus estudios separarlos en
nacionales o regionales para engolfarse en la gloria
de haber sido cuna de sus vidas, la historia los juntó en un hecho en que no podrán ser separados,
jamás. Ni con hondas comparaciones literarias, ni
con monumentos, ni con estudios de fondo.
Ampliando el concepto de la nacionalidad de
los hombres que llevaron a cabo el Descubrimiento
del Continente, se podría decir ya sin ambages ni
reservas, que este grupo selecto de hombres que
la providencia escogió para ampliar el concepto
antiguo del Mundo, pertenecen a la nacionalidad
Universal, tanto derecho tiene un país a los honores
de ellos como lo tienen los otros; todos los países
han participado del fruto de sus esfuerzos y todos
lo han glorificado y hoy están unidos para hacerlo
en común, porque se sienten obligados y comprometidos en sus hechos, con monumentos, estatuas,
alegorías o actos de recordación como si fuera un
ciudadano nacido en sus propias tierras.
Don Cristóbal Colón, Martín Alonso Pinzón
y Vicente Yáñez Pinzón, componen la trilogía
providencial que ampara en la divina protección
de una Reina Cristiana, hicieron posible el hecho
más portentoso de la historia de la humanidad.
Es tiempo suficiente de esperar el que se ha tenido para que los hombres del Nuevo Mundo
sacudan su indiferencia y restituyan los hechos a
270
Ramón Julio Didiez Burgos
su debido lugar y derecho de adjudicarle, como
le pertenece, el nombre de Isabelino al continente y se termine la erección del Gran Monumento
al Almirante y en la tarja de bronce aparezcan los
nombres de los titanes que le acompañaron en su
gran empresa.
La toponimia trazada por ellos en su viaje
ha sido borrada a través del tiempo, en todos los
lugares que visitaron, ésta es otra ignominia de
las generaciones que sucedieron aquellos titanes,
y debe abogarse en los cónclaves de la Comisión
Permanente de la Union Panamericana dirigir
sus esfuerzos en el restablecimiento de todos los
nombres puestos por ellos, a Islas, Cabos, Puntas,
Bahías, Ensenadas, etc., como símbolo de admiración y respeto de su hazaña; no veo que ningún país
se resista a devolver a cada sitio el nombre que ellos
asignaron a cada lugar; cada país podría formar sus
comisiones toponímicas y estudiar la parte que le
corresponde y restablecer los nombres ya borrados
con el tiempo y el olvido.
Capítulo XIII
dESDE EL DÍA 14 DE
DICIEMBRE HASTA EL DÍA 24
Tres Ríos, ensenada Foleur, bahía de Acul
Viernes 14 de diciembre.— “Salió de aquel
Puerto de la Concepción con terral, y luego desde apoco calmó, y asi lo experimentó cada día de
los que allí estuvo. Después vino viento Levante;
navegó con él al Nornordeste, llegó a la isla de la
Tortuga, vido una punta della que llamó la Punta
Pierna, que estaba al Lesnordeste de la cabeza de la
isla, y habria doce millas, y de allí descubrió otra
punta que llamó la punta Lanzada, en la misma
derrota del Nordeste, que habria dieciséis millas. Y
“Salió de aquel Puerto de la Concepción con terral y luego desde apoco calmó”
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
asi desde la cabeza de la Tortuga hasta la Punta
Aguda, habria cuarenta y cuatro millas, que son
once leguas al Lesnordeste. En aquel camino había
algunos pedazos de playa grandes. Esta isla de la
Tortuga es tierra muy alta, pero no montañosa, y es
muy hermosa y muy poblada de gente como la de
la isla española, y la tierra asi toda labrada, que parecía ver la campiña de Córdoba. Visto aquel viento
le era contrario y no podía ir a la isla Baneque (159)
acordó tornarse al Puerto de la Concepción, de
donde había salido y no pudo cobrar un río questá
de la parte del Leste del dicho puerto dos leguas”.
Durante este día salió del Puerto de la
Concepcion con viento terral y bien no había andado una legua llegó al límite de él y le empezó a soplar
el Este, navegó al Nornordeste que era el menor
rumbo que podía hacer con el viento, por razón de
estar la nao en lastre y ser muy alterosa el viento la
arrastró de lado, o abatió, o como decimos ahora se
fue de ronza o deribó mucho que le hizo rebasar la
punta Oeste de la isla Tortuga de manera que pudo
ver su costa norte en el Atlántico, cuando anduvo
unas 10 millas actuales vio al Lenordeste de la cabeza de la isla (Punta Oeste) a 12 millas antiguas (9.6
actuales), una punta y la bautizó con el nombre de
Punta Pierna siguió navegando al Nordeste y desde
la posición Latitud 20º–10’N Longitud 72º–54’W,
vio otra punta a 16 millas (12.7 millas actuales) y la
bautizó con Punta Lanzada (Punta Tete de Chien)
y al extremo del Este de la isla le llamó Punta
Aguda: el total de la distancia de su recorrido desde
el Puerto de la Concepción hasta la posición conocida y desde ahí al extremo Este de la isla fue de 44
millas antiguas (35 millas actuales), la evidencia de
esta maniobra es la razón del dibujo cartográfico
hecho por él de la isla Tortuga y toda esta comarca
hasta cerca de cabo Francés; esta ocasión fue que le
dio la oportunidad de conocer el litoral norte de la
Tortuga para dibujarla como lo hizo durante sus
siguientes viajes, él paso por el canal entre las dos
islas y no tuvo la oportunidad de verla por el Norte.
Acicateado por los indios de que en la isla
Babeque se encontraba más oro que en la Española
trató de seguir hacia el Norte en busca de ella, pero
vio que el viento lo abatía demasiado “acordó tornarse al Puerto de la Concepcion”; cuando salió en
la mañana del Puerto vio un río al Este (Tres Ríos)
y al regresar tuvo la intención de ir a él pero como el
viento era del Este y parece que era un poco fuerte,
no pudo llegar a él por lo mucho que abatía. Si
271
desde la cabeza de la isla Tortuga (Punta Oeste) no
podía hacer un rumbo menor al Sursudueste, y con
este rumbo y el abatimiento, no tenía otra alternativa que regresar al mismo puerto; lo narrado en
este día deja más que demostrado que la isla Inagua
Grande era la isla que los indios llamaban Babeque,
pues si seguía navegando al Norte hubiera podido
ver la isla y llegar a ella.
Sábado 15 de diciembre.— “Salió del Puerto
de la Concepción otra vez para su camino, pero en
saliendo del puerto ventó Leste recio su contrario,
y tomó la vuelta de la Tortuga hasta ella, y de allí
dio vuelta para ver aquel río que ayer quisiera ver y
tomar y no pudo, y desta vuelta tampoco lo pudo
tomar, aunque surgió media legua de sotavento en
una playa, buen surgidero y limpio. Amarrados sus
navíos, fue con las barcas a ver el río y entró por
un brazo de mar questá antes de media legua, y no
era la boca; volvió y halló la boca, que no tenía aún
una braza y venia muy recio; entró en las barcas por
él para llegar a las poblaciones que los que antier
había enviado habían visto, y mando echar las sirga
en tierra, y tirando los marineros della subieron las
barcas dos tiros de lombarda y no pudo andar más
por la reciura de la corriente del rio. Vido algunas
casas y el valle grande donde están las poblaciones,
y dijo que otra cosa mas hermosa no había visto,
por medio del cual valle viene un rio.
Vido también gente a la entrada del rio, mas
todos dieron a huir. Dice mas, que aquella gente
debe ser muy cazada, pues vive con tanto temor,
porque en llegando que llegan a cualquier parte,
luego hacen ahumadas de las atalayas por toda
la tierra, y esto mas en esta Isla Española y en la
Tortuga, que también es grande isla, que las otras
que atrás dejaba. Puso nombre al valle, Valle del
Paraiso, y al rio Guadalquivir, por que diz que asi
viene tan grande como Guadalquivir por Cordoba,
y a las veras o riveras de playas de piedras muy hermosas, y todo andable”.
En este día como se ha visto, salió del Puerto
de la Concepción con idea de llegar al río que
había visto durante su salida del día de ayer, y
con el viento del Leste tuvo que remontar a la
isla Tortuga para ganar distancia y cuando tomó
la vuelta de la Española, no avanzó gran cosa en
distancia horizontal y recaló en la ensenada formada al Oeste de Puerto Ballena a media legua del
río Tres Ríos llamada la Puerta, en una playa de
buen fondo y limpia, fondeó y amarró abarloado
272
Ramón Julio Didiez Burgos
“Salió del Puerto de la
Concepci;on otra vez para si camino… para ver aquel río… y no
pudo… y desta vuelta tampoco
lo pudo tamoar, aunque surgió
media leguas de sotavento en una
playa”.
sus naves y se fue en las barcas a ver el río que
tenía cerca, el Río La Porte, entró a él y vio que no
era el río que buscaba; se devolvió y siguió al Este
y encontró la boca; tenía fuerte corriente y tuvo
que remontar a la sirga (halar el bote desde tierra
con un cabo para hacerlo remontar) una milla;
vio el estado agrícola de los indios, la feracidad
de la Tierra, observó el temor de los indios hacia
toda persona extraña y la organización de comunicaciones que tiene para avisarse de peligros en
los alrededores, llamó a todo el Valle del Paraíso
y al Río Guadalquivir, por comparar sus grandes
avenidas con el Guadalquivir de España.
Todos los autores que han enfocado este día
han llegado a la conclusión de que el Almirante
estuvo en Puerto de Paz, arguyendo, el que el nombre del Valle del Paraíso fue dado por él a Puerto
de Paz, pero si se analiza bien el día se llegará a la
conclusión de que él no estuvo fondeado en dicho
puerto, porque de lo contrario hubiera descrito los
pormenores de este puerto, incluyendo el islote que
hay en cerca de la Punta Carenero; Puerto de Paz lo
pasó de noche y no lo vio el mismo día 15 cuando
salió de la ensenada de la punta, a 3/4 de la leguas
de aquel, al Oeste.
Domingo 16 de diciembre.— “A la media
noche con el ventezuelo de tierra dio las velas por
salir de aquel golfo, y viniendo del borde de la Isla
Española yendo a la bolina, porque luego á hora de
tercia ventó Leste; á medio Golfo halló una canoa
con un indio solo en ella, de que se maravillaba
el Almirante como se podía tener sobre el agua
siendo el viento grande. Hízole meter en la nao a
él y su canoa, y halagado dióle cuentas de vidrio,
cascabeles y sortijas de latón, y llevóle en la nao
hasta tierra á una población (160) questaba de allí
diez y seis millas junto a la mar, donde surgió el
Almirante y halló un buen surgidero en la playa
junto a la población, que parecía ser de nuevo
hecha, porque todas las casas eran nuevas. El indio
fuese luego con su canoa a tierra, y da nuevas del
Almirante y de los cristianos por ser buena gente, puesto que ya las tenían por lo pasado de las
otras donde habían ido los seis cristianos, luego
vinieron más de quinientos hombres, y desde á
poco vino el Rey dellos, todos en la playa junto
a los navíos, porque estaban surgido muy cerca
de tierra. Luego uno a uno, y muchos a muchos,
venían a la nao sin traer cosa alguna, puesto que
algunos traían algunos granos de oro finísimo en
las orejas y la nariz, el cual luego daban de buena
gana. Mandó hacer honra a todos el Almirante, y
dice él, porque son la mejor gente del mundo y más
mansa; y sobre todo, que tengo mucha confianza
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
en nuestro Señor que vuestra Altezas los harán
todos cristianos, y serán todos suyos, que por suyos
los tengo. Vido también que dicho Rey estaba en
la playa, que todos le hacían acatamientos. Envióle
un presente el Almirante, el cual dizque recibió con
mucho estado, y que sería mozo de hasta veinte y
un año, y que tenía un ayo viejo y otros consejeros
que le aconsejaban y respondían, y quel hablaba
muy pocas palabras. Uno de los indios que traía el
Almirante habló con él, le dijo que como venían los
cristianos del cielo, y que andaban en busca de oro,
y quería ir a la isla de Babeque; y él respondió que
bien era, y que en la dicha isla había mucho oro, el
cual mostró al alguacil del Almirante que le llevó
el presente, el camino que había que llevar, y que
en dos días y iria de allí á ella, y que si de su tierra
habían menester algo lo daría de muy buena voluntad. Este Rey y todos los otros andaban desnudos
como su madre los parieron, y así las mujeres, sin
algún empacho, y son lo más hermosos hombres
y mujeres que hasta allí hubieron hallado; harto
blanco, que si vestidos anduviesen y se guardasen
del sol y del aire, serían cuasi tan blancos como en
España, por questa tierra es harto fría y la mejor
que lengua puede decir; es muy alta, y sobre el
mayor monte podrían arar bueyes, y hecha todo a
campiñas y valles. En toda Castilla no hay tierra que
se pueda comparar á ella en hermosura y bondad.
Toda esa isla y la de la Tortuga son todas labradas
como la Campiña de Córdoba. Tienen sembrado
en ella ajes, que son unos ramillos que plantan, y al
pie dellos nacen unas raíces como zanahorias, que
sirven por pan, y rayan y amasan y hacen pan dellos, y después tornan a plantar el mismo ramillo en
otra parte y tornan a dar cuatro ó cinco de aquellas
raíces que son muy sabrosas propio gusto de castañas. Aquí las hay las más gordas y buenas que había
visto en ninguna parte, porque también diz que de
aquellas había en Guinea. Las de aquel lugar eran
tan gordas como la pierna, y aquella gente todos
dizque eran gordos y valientes y no flacos como
los otros que antes había hallado, y de muy dulce
conversación, sin secta. Y los árboles de allí dizque
eran tan viciosos que las hojas dejaban de ser verdes
y eran prietas de verdura. Era cosa de maravilla ver
aquellos valles y los ríos y buenas aguas, y las tierras
para pan, para ganado de toda suerte, de ello no
tienen alguna, para huertas y para toda las cosas del
mundo que hombre sepa pedir. Después a la tarde
vino el Rey á la nao: el Almirante le hizo la honra
273
que debía, y le hizo decir como era de los Reyes de
Castilla, los cuales eran los mayores Príncipes del
mundo.
Mas no los indios que el Almirante traía, que
eran los intérpretes, creían que venían del cielo, y
que los reinos de los Reyes de Castilla eran en el
cielo, y no en este mundo. Pusiéronle de comer al
Rey de las cosas de Castilla, y él comía un bocado
y después dábalo todo a sus consejeros y al ayo,
y a los demás que metió consigo. Crean vuestras
Altezas questas Tierras son en tanta cantidad buena
y fértiles, y en especial estas desta Isla Española, que
no hay persona que lo sepa decir, y nadie lo puede
creer si no lo viese. Y crean que esta isla y todas las
otras son asi suya como Castilla, que aquí no falta
salvo asiento y mandarle hacer lo que quisieren,
porque yo con esta gente que traigo, que no son
muchos, correría todas estas Islas sin afrenta, que ya
he visto sólo tres destos marinos descender en tierra
y haber multitud destos indios y todo huir, sin que
les quisiesen hacer mal. Ellos no tienen armas, y
son todos desnudos y de ningún ingenio en las armas y muy cobardes que mil no aguardarian tres, u
asi son buenos para les mandar y les hacer trabajar,
sembrar y hacer todo lo otro que fuera menester y
que hagan villas, y se enseñan a andar vestidos y a
nuestra costumbres (64)”.
A medianoche del día 15, salió de la ensenada
de la puerta con viento flojo de tierra y navegó
hacia el canal; así anduvo a lo largo hasta cerca
de la Tortuga; a las 9h–18m empezó a soplarle del
Este por esos momentos encontró un indio en una
canoa y lo tomó a bordo con su canoa, se maravilló
de ver lo marinera de la canoa del indio al poder
resistir los fuertes vientos y las marejadas que predominan en estos parajes, viró hacia tierra y llegó
al fondeadero de Anse a Foleur, que se encuentra
entre Punta Foleur y Punta Icaco que dista de Tres
Ríos o Río Guadalquivir, 16 millas antiguas (12.7
actuales); allí fondeó detrás de Punta Icaco cerca de
la playa y desembarcó el indio con su canoa y todos
los regalos que le dio. Este indio se encargó de exaltar las virtudes de los hombres que habían bajado
del cielo, desde Puerto María; los cristianos venían
dejando, por instrucciones del Almirante, una estela de bondad y generosidad; estos tratos al halagar
a los indios, los acercaban a ellos, en esta ocasión
y por primera vez en 9 días, en la Hispaniola, se
le acercaban indios en grandes grupos; ya habían
perdido el temor, así dice el Almirante “vinieron
274
Ramón Julio Didiez Burgos
más de quinientos” inclusive el cacique de la zona
que se llamaba Cuayaba. Él era joven unos veinte
años, muchos de los indios, que fueron acompañando al cacique llevaron sus adornos de oro y los
canjearon al visitar la nao por las baratijas que traía
el Almirante; es significativo este hecho puesto que
es el primer lugar donde empieza a encontrarse oro
en mayores cantidades al efectuarse un verdadero
intercambio. Esto indujo a uno de los indios que
el Almirante trajo de la isla Guanahaní a decirle al
cacique que los cristianos habían venido del cielo
en busca de oro y que querían ir a la isla Babeque
en busca del precioso metal; el cacique la mostró
a Diego de Arana, el alguacil de la Armada, hacia
dónde debía dirigirse, afirmándole que allí había
mucho oro. El conocimiento que estos indios tenían de la región, evidencia de una manera categórica que la isla Babeque está cerca de estos lugares.
época, hoy día el progreso de siembra de la yuca por
plantación en la tierra de un ramito del árbol, en la
cosecha y rallado para la extracción del almidón, el
amasamiento y la hechura de la torta no ha cambiado en su procedimiento, y es el mismo que se opera
en la confección del casabe en la actualidad.
Lunes 17 de diciembre.—“Ventó aquella noche
reciamente, viento Lesnordeste, no se alteró mucho la mar porque le estorba y escuda la Isla de la
Tortuga questá frontero y hacia abrigo; asi estuvo
allí aqueste dia.
Envió a pescar los marinos con redes; holgáronse muchos con los cristianos los indios, y
trujéronles, ciertas flechas de los de Caniba o de
los Caníbales, y son de las espigas de cañas, exibieronles unos palillos tostados y agudos y son muy
largos. Mostráronles dos hombres que les faltaban
algunos pedazos de carne de su cuerpo, y hiciéronles
“A la media noche con el ventezuelo de tierra dio las velas por
salir de aquel golfo, y viniendo
del bordo de la isla Española”.
Al hablar el Almirante durante el día de hoy de
la fertilidad de la tierra, la forma de cómo la tenían
cultivada los indios, deja ver que los indios hacían
sus cultivos de acuerdo a una técnica agrícola y que
generalmente eran regados por los ríos que le pasaban cercanos; al hacer la reseña de cómo cosechaban
sus ejes de yuca, y cómo lo procesaban para hacer
su pan (casabe), “que son raíces como zanahorias”
nos enseña a pesar del tiempo pasado desde esa
entender que los canibales les habían comido a
bocados; el Almirante no lo creyó. Torno a enviar
ciertos cristianos a la población, y a trueque de
contezuelas de vidrio rescataron algunos pedazos de
oro labrado en hoja delgada. Vieron a uno que tuvo
el Almirante por gobernador de aquella provincia
que llamaban Cacique, un pedazo tan grande como
la mano de aquella hoja de oro, y parecía que la
quería resgatar; el cual se fue é a su casa, y los otros
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
quedaron en la plaza, y él hacía hacer pedazuelos
de aquella pieza, y trayendo cada vez un pedazuelo
resgatábalo. Después que no hobo mas dijo por
señas quel había enviado por más, y que otro dia
lo traerían. Estas cosas todas y la manera dellos y
sus costumbres y mansedumbre y consejo muestra
de ser gente más despierta y entendida que otras
hasta hobiese hallado, dice el Almirante. En la tarde
vino allí una canoa de la Isla de la Tortuga con bien
cuarenta hombres, y en llegando a la playa toda la
gente del pueblo questaba juntas se asentaron todas
en señal de paz y algunos de la canoa, y cuasi todos
descendieron en tierra. El cacique se levantó solo y
con palabras que les echaba agua y tomaba piedras
de la playa y las echaba en el agua y después que
ya todos con mucha obediencia se pusieron y embarcaron en la canoa, él tomó una piedra y la puso
en la mano a mi alguacil para que les tirase, al cual
yo había enviado a tierra, y al escribano y a otros,
para ver si traían algo que aprovecharse, y el aguacil
no los quiso tirar. Allí mostro mucho aquel Cacique
que se favorecia con el Almirante. La canoa se fue
luego, y dijeron al Almirante después de ida, que en
la Tortuga había más oro en la Isla Española, porque
es más cerca de Babeque. Dijo el Almirante que creía
que en aquella Isla Española ni en la Tortuga hobiese
minas de oro, sino que la traían de Babeque y que
traen poco, porque no tienen aquellos que dar por
ella, y aquella tierra es tan gruesa que ha menester
que trabajen mucho para sustentarse ni para vestirse
como anden desnudos. Y creía el Almirante questaba
muy cerca de la fuente, y que nuestro Señor le había
de mostrar dónde nace el oro. Tenia nueva que de allí
al Babeque (161) había cuatro jornadas, que podrían
ser treinta ó cuarenta leguas, que en un dia de buen
tiempo se podían andar”.
La noche del 16, el viento de Lenordeste fue recio y él no tuvo problemas de ninguna especie, era
natural que así sucediera ya que estaba fondeado
detrás de los bajos que se forman en la Punta Icaco
y sirven de protección de las fuertes marejadas del
Este, es notable la intesificacion del intercambio de
efectos baladíes por oro, además el Almirante fue
informado por el Cacique “y la Tortuga había más
oro que en la isla Española porque es más cerca de
Babeque”, de aquí dedujo el Almirante que el oro
que había por estas islas lo traían de Babeque.
Al decir que la Tortuga estaba más cerca de
Babeque que la Española, confirmó aún más que
Ynagua era la isla tan mencionada por ellos de
275
Babeque. Las Casas en su confusión atribuye a la
isla Jamaica el nombre de Babeque, y cuán lejos
estuvo de la verdad, ya que esta isla no está por los
alrededores de la isla Tortuga, ni queda más lejos
de la isla Española de ella, al hacerse eco de las
jornadas por canoas que hacen los indios de 7 a
8 leguas diarias y que eran 4 jornadas, serían 30
leguas diarias aproximadamente 96 millas actuales
y desde donde él estaba hasta Ynagua algunas 80
millas actuales; más evidencia en la identidad de
la isla no se podría encontrar en estos informes, y
entiendo que Ynagua era la Babeque de los indios.
Martes 18 de diciembre.— “Estuvo en aquella
playa surto este dia porque no había viento, y tambien porque había dicho el Cacique que había de
traer oro, no porque tuviese en mucho el Almirante
el oro (disque) que podía traer, pues allí no había
minas, sino por saber mejor de donde la traían.
Luego en amaneciendo mando ataviar la nao y la
carabela de armas y banderas por la fiesta que era
dia de Santa María de la O, ó conmemoración de la
Anunciacion; tiráronse muchos tiros de lombardas,
y el Rey de aquella isla Española (dice el Almirante),
había madrugado de su casa, que debía de distar cinco leguas de allí (162), según pudo juzgar, y llegó a
hora de tercia a aquella población, donde ya estaban
algunos de la nao quel Almirante había enviado para
ver si venia oro, los cuales dijeron que venían con el
Rey mas de doscientos hombres, y que lo traían en
una andas cuatro hombres y era mozo como arriba
se dijo. Hoy estando el Almirante comiendo debajo
del castillo, llegó a la nao con toda su gente, y dice
el Almirante a los Reyes: “ Sin duda pareciera bien
a vuestra Altezas su estado y acatamiento que todos
le tienen, puesto que todos andan desnudos. El así
como entró en la nao halló questaba comiendo a la
mesa debajo del castillo de popa, y él a buen andar,
se vino a sentar a par de mi, y no me quiso dar lugar
que yo me saliese a él ni me levantase de la mesa,
salvo que yo comiese. Yo pensé que el tenia a bien
de comer de nuestras viandas: mando luego traerle
cosas quél comiese. Y cuando entro debajo del
castillo hizo señas con la mano que todos los suyos
quedasen fuera, y asi lo hicieron con la mayor prisa
y acatamiento del mundo, y se sentaron todos en la
cubierta, salvo dos hombres de una edad madura,
que yo estimé por sus consejeros y ayo, que vinieron
y se asentaron a sus pies, y de las viandas que yo le
puse delante tomaba de cada una tanto como se
toma para hacer la salva, y después luego lo demás
276
Ramón Julio Didiez Burgos
enviábalo a los suyos, y todos comían della, y asi
hizo en el beber, que solamente llegaba a la boca,
y muy pocas palabras, y aquellos quél decía, según
yo podía entender, eran muy acentadas y de peso, y
aquellos dos le miraban a la boca y hablaban con él
y con mucho acatamiento. Después de comido, un
escudero traía un cinto, que es propio como los de
Castilla en la hechura, salvo que de otra obra, que
él tomo y me lo dió, y dos pedazos de oro labrado
que eran muy delgados, creo que aquí alcanzan
poco dél, puesto que tengo questán muy vecinos de
donde nace, y hay mucho, yo vide que le agradaba
un arambel que yo tenia sobre mi cama: yo se lo dí
y unas cuentas muy buenas de ámbar, que yo traía al
pescuezo, y unos zapatos colorados, y una almatraja
de agua de azahar de que quedó tan contento que
fue maravilla, y él y su ayo y consejeros llevan grandes pesar porque no me entendían ni yo a ellos. Con
todo le cognoci que me dijo que si me cumpliese
algo de aquí que toda la isla estaba a mi mandar. Yo
envié por unas cuentas mias adonde por una señal
tengo un excelente de oro (163), en que estaban
esculpidos vuestras Altezas, y se lo mostré, y le dije
otra vez como ayer que vuestras Altezas mandaban y
señoreaban todo lo mejor del mundo, y que no había tan grandes Príncipes; y les mostre las banderas
reales y las otras de la cruz, de que él tuvo en mucho,
y que grandes señores serian vuestras Altezas, decía
él contra sus consejeros, pues de tan lejos y del cielo
me habían enviado hasta aquí sin miedo; y otras cosas muchas se pasaron que yo no entendia, salvo que
bien via que todo tenia a grande maravilla. Después
que ya fue tarde y él se quiso ir, el Almirante le envió
en la barca muy honradamente, y hizo tirar muchas
lombardas, y puesto en tierra subió en sus andas y se
fue con sus mas de doscientos hombres, y a su hijo
le llevaban atrás en los hombros de un indio hombre
muy honrado. A todos los marineros y gente de los
navios donde quiera que los topaba les mandaba dar
de comer y hacer mucha honra. Dijo un marinero
que le había topado en el camino y visto que todas
las cosas que le había dado el Almirante, y cada una
dellas levaba delante del Rey un hombre, a lo que
parcia de los mas honrados. Iba su hijo atrás del
Rey buen rato, con tanta compañía de gente como
él, y otro tanto un hermano del mismo Rey, salvo
que iba el hermano a pie y llevándolo del brazo
dos hombres honrados. Este vino a la nao después
del Rey, al cual dió el Almirante algunas cosas de
los dichos resgates, y allí supo el Almirante que al
Rey llamaban en su lengua Cacique. En este dia se
resgató dizque poco oro; pero supo el Almirante de
un hombre viejo que había muchas islas comarcas a
cien leguas y mas, según pudo entender, en las cuales
nasce muy mucho oro; y en las otras, hasta decirle que
había isla que era todo oro, y en las otras que hay tanta
cantidad que lo cogen y ciernen como con cedazos,
y lo funden hacen vergas y mil labores; figuran por
señas la hechura. Este viejo señaló al Almirante la
derrota y el paraje donde estaba. Determinándose el
Almirante de ir allá. Y dijo que si no fuera el dicho viejo tan principal persona de aquel Rey que lo tuviera y
llevara consigo, o si supiera la lengua que se lo rogara,
y creía, según estaba bien con él y con los cristianos,
que se fuera con él de buena gana; pero porque tenia
ya quella gentes por los de los Reyes de Castilla, y
no era razon de hacelles agravios, acordó de dejallo.
Puso una cruz muy poderosa en medio de la plaza
de aquella población, a lo cual ayudaron los indios
mucho, y hicieron, diz que oración y la adoraron, y
por la muestra que dan, espera en nuestro Señor el
Almirante que todas aquellas islas ha de ser cristianos”.
Aunque permaneció en este punto, Ensenada
Foleur, por la tranquilidad del tiempo, observó los
acontecimientos que sucedieron, se ultimaron más
las relaciones india cristiana, hubo más comprensión y más entendimiento, pero lo más significativo
de este día fue la confidencia de un indio viejo del
cortejo del Cacique, el cual le informó de las muchas islas con mucho más oro que en esta Española
hasta el extremo de “decirle que había isla que era
todo oro”; este indio, que hoy podemos catalogarlo
como insigne mentiroso, no conocía que estaba
sentando la base de la futura colonización de la
isla Española al alimentar el ansia que luego fue la
perdición de la raza india, pues éste fue el primer
eslabón de un juicio que debía formar muy pronto
la conclusión de que aquí fue donde estuvo Marco
Polo; en los próximos días se verán estas ideas reforzadas y las consecuencias que se derivaron de ella,
la intención del Almirante de que “si el viejo indio
no fuera tan principal persona de aquel Rey, se lo
llevara para que le indicara el lugar donde es que
cogen el oro y ciernen como con cedazos, y lo funden y lo hacen vergas y mil labores” “determinóse el
Almirante de ir allá” dijo sentando la firme creencia
que le tuvo a estas informaciones, indudablemente
que la dirección que le dio el indio fue la del Este,
ya que le hizo resolución “ir alla” y la derrota que
tomó al otro dia fue la del Este.
En este lugar dejó una gran Cruz en medio de
su Batey donde celebraban los indios sus juegos, sus
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
areitos y sus ceremonias religiosas, y es de suponer
que esta cruz no duraría mucho en ese lugar, puesto
que ya en 1495 los sucesos entre indios y españoles
habían tomado un cariz tal que estos inocentes verían que los hombres blancos que llegaron a la isla
no vinieron del cielo, sino de algún lugar vecino de
ella, y destruían su símbolo que ellos respetaban en
la representación de seres divinos.
Miércoles 19 de diciembre.— “Esta noche se
hizo la vela por salir de aquel golfo que hace allí
la Isla de la Tortuga con la Española, y siendo de
día tornó el viento Levante, con el cual todo este
dia no pudo salir de entre aquellas dos islas, y a
la noche no pudo tomar un puerto (164) porque
allí parecía. Vido por allí cuatro cabos de tierra
y una grande bahía y río, y de allí vido un angla
(165), muy grande y tenía una población, y a las
espaldas un valle entre muchas montañas altísimas,
llenas de árboles, que juzgó ser pinos sobre los dos
Hermanos (166), hay una montaña muy alta y
gorda que va de Norte al Sudueste, y del Cabo de
Torres al Lesueste está una isla pequeña, a la cual
puso nombre Santo Tomás, porque es mañana su
277
vigilia. Todo el cerco de aquella isla tiene cabos y
puertos maravillosos, según juzgaba él desde la mar.
Antes de la isla de la parte del Oeste, hay un cabo
que entra mucho en la mar alto y bajo, y por eso le
puso nombre Cabo Alto y Bajo (167). Del camino
de Torres al Leste cuarta del Sudeste hay sesenta
millas hasta una montaña más alta que otra que
entra en el mar (168), y parece desde lejos isla por
sí por un degollado que tiene de la parte de tierra;
púsole nombre Monte Caribata. Es muy hermoso
y lleno de árboles verdes y claros, sin nieve y sin
niebla, y era entonces por allí el tiempo, cuanto a
los aires y templanza, como por Marzo en Castilla,
y en cuanto a los árboles y yerbas como por Mayo;
las noches dizque eran de catorce horas”.
Salió de este fondeadero en Foleur con rumbo
Nornordeste, otro no podía hacer al salir de aquí,
en razón a que el viento era Este, el abatimiento
hacia la Tortuga no le dio espacio y tuvo que volver
sobre la vuelta de la isla Española sobre el rumbo
Sueste cuarta Sur, recaló cerca de Punta Icaco al cual
bautizó con el nombre de Cabo de Torres, en las inmediaciones de la ensenada Borgne, comprendida
“Esta noche se hizo a la vela por salir de aquel golfo que hace allí la isla Tortuga con la Española”.
278
Ramón Julio Didiez Burgos
entre la Punta Palmiste y un cabo o cabo al Oeste, y
la ensenada de Fon-la-Grange, comprendida entre
Punta Palmiste y la Punta Jean Aube, no pudo tomar
estos fondeaderos por ser muy de noche, pero en el
crepúsculo vespertino “vido por allí cuatro cabos de
tierra y una grande Bahía y rio”, esta bahía y rio fue
la de Borgne y el rio del mismo nombre, los cuatro
cabos fueron Punta Palmiste, Jean Aube, Barril de
Boeuf (Barril de Carne) y Punta Gillotine, viró y
volvió sobre la vuelta de afuera hasta el Este de la
isla Tortuga (La isla Cahini de los indios), durante
la noche volvió sobre la vuelta de tierra y recaló más
adelante de la recalada de la tarde anterior “y de allí
vido un angla muy grande y tenia una población,
y a las espaldas un valle entre muchas montañas
altísimas, llenas de árboles” esta angla muy grande
era la Bahía de Margot luego dice “y sobre los dos
hermanos hay una montaña muy alta y gorda que
va del Norte al Sudeste”, estos dos hermanos son
la Punta Guillotine y Punta Barril de Boeuf y la
Montaña Gorda es Monte Lindor que tiene 3932
pies de alto y que está al Sur de Punta Barril de
Boeuf y al Sudeste de Punta Guillotin, al decir “y
del Cabo Torres (Punta Ycaco) al Lesueste está una
isla pequeña, a la cual le puso nombre de Santo
Tomás, porque es mañana su vigilia”, esta isla es
Cayo Margot frente a la punta de su mismo nombre
esta situada sobre la línea Lesueste de Cabo Torres
(Punta Ycaco). Varios historiadores dan el nombre
de Cabo de Torres a Punta Limbé, pero si se observa bien que la isla Margot esta al Oestenoroeste de
Punta Limbé y no al Lesueste de esta, esto es, que
Punta Limbé no es Cabo Torres.
“Antes de la isla de la Parte del Oeste, hay un cabo
que entra mucha en la mar alto y bajo, y por eso le
puso el nombre, Cabo Alto y Bajo” la Punta Limbé
termina con un alto de 183 piés, y esta unido a tierra
por un itsmo bajo, al Este tiene una islita llamada
“Del camino de Torres al Leste cuarta del Sueste hay sesenta millas hasta una montaña mas alta que otra que entra en el mar”.
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
Limbé de 173 pies de Alturas y separada de la Punta
de Limbé por bajos, este es el Cabo Alto y Bajo y no
Cabo Margot como ha sido considerado por varios
autores, al cual le dan el nombre de Cabo Torres.
Al expresar el Almirante “del camino de Torres al
Este cuarta del Sueste hay sesenta millas (48 actuales)
hasta una montaña mas alta que otra que entra en el
mar y parece desde lejos isla por si por un degollado
que tiene de la parte de tierra; pusole por nombre
Monte Caribata (Monte Lary en Cabo Haitiano),
porque aquella provincia se llamaba Caribata”. Si desde el Puerto de la Concepción (Bahía de Mosquito),
pasando por cabo de Torres (Punta Ycacos), se toma
la distancia hasta Punta Santa (Punta Picolet en Cabo
Haitiano), se podrá ver que esta es propiamente de 60
millas antiguas (48 millas actuales), por eso dijo que
“Del camino de Torres al Leste cuarta Sudeste etc.”
Desde Punta Limbé, si fuera el Cabo de Torres, como
han apuntado algunos historiadores, a Punta Santa
o Punta Picolet solo hay 11.5 millas actuales (14.5
millas antiguas) y por tanto Punta Limbé no es Cabo
de Torres; al decir que Monte Caribata (Monte Lary)
“parece desde lejos isla por un degollado que tiene de
la parte de tierra” se refirió a la aparente separación que
produce la entrada profunda del Puerto de Acull entre
la montaña de Caribata y las lomas de Grand Boucan
y las Montañas Dop de 526 y 2075 pies de Altura.
Al decir que las noches eran de catorce horas
dejó confirmado que sus ampolletas no marcaban
bien o no las atendían bien los grumetes, pues el sol
en ese día salió a las 6h–35m y se puso a las 5h–25m,
de aquí vemos que la noche tenía una amplitud de
13h–10m, esto es, una diferencia de 50 minutos,
que repartidos entre 28 ampolletas de media hora
cada una nos daría 1m–48s de diferencia en exceso
por cada ampolleta.
En la relación del día siguiente día jueves 20
de diciembre se ve que entró en la tarde al ponerse
el sol a un puerto que estaba entre la isla de Santo
Tomás (isla Margot) y el Cabo Caribata (Punta
Honorato). Esta observación la tengo por anticipado al análisis del día en razón a que se puede ver
con facilidad una alteración en los días 19-20 y 21;
si el día 19 salió durante la noche, lo haría de seguro
en el crepúsculo vespertino astronómico, cuando
podía ver por la poca luz existente los peligros de
la salida del puerto donde estaba, Ensenada Foleur;
es improcedente de la decisión de un capitán hacer
su salida de un puerto de noche si no se cuenta con
condiciones favorables de tiempo, a más de conocer
279
al dedillo los peligros que rodean a éste; de haberlo
hecho en la mañana hubiera escrito su salida en el
cuarto del alba pero al no hacerlo así, no cabe otra
alternativa de considerar lo que fue antes de media
noche del día 19 para ser el 18; si fue después de
medianoche, y de acuerdo a como Las Casas daba
origen al día en correspondencia a las horas canónicas, el día 19 lo pasó dando vueltas entre las dos
islas, La Tortuga y la Española y al caer “la noche
no pudo tomar un puerto que por allí parecía”; bien
se puede ver que el 20 completo se lo pasó dando
vueltas por estos lares y casi no pudo avanzar, cuando
le amaneció, y de acuerdo a la lógica era el día 21
todo lo relatado el 19 corresponde al día al 21 y no al
19 puesto que como veremos más adelante el día 20
al ponerse el sol entró en el Puerto de Santo Tomás
(Bahía de Acul) y el relato que hace este día 20 no
pudo haberlo contemplado en 40 ó 50 minutos
de ese día. Además, se ve que la relación del día 20
corresponde a sucesos después de la puesta del sol, y
no al día completo como debía ser, pues la derrota
como a venido desarrollándose confirma la relación
que existe durante el día de luz entre día 19 y el 20
del Diario, malo arreglos hechos por el padre Las
Casas, pues ha sido tan notable que resalta a la vista
las notas de estos días.
¿Cuál fue la intención de estos arreglos? Mi idea
es agregar otro día más a los hechos de manera que
en vez de que lo que sucedió al día 23 de diciembre,
(la pérdida de la Santa María), sucediera el día 24
y tuviera fuerza de razón el nombre de Fuerte de la
Navidad la fortaleza que se empezó a construir el
día 25 pero que el Diario dice que fue el 26. Bien
creo que el nombre de Fuerte de la Navidad, más
obedeció su nombre por haber construido en los
días navideños que por querer el Padre Las Casas
ajustar los días a los hechos.
Vimos que el día 21 de noviembre fue impuesto
con los hechos del día 20 de noviembre, esto es, le
agregó un día más al Diario, ahora le quita y ajusta
los hechos a días preconcebidos.
Jueves 20 de diciembre.— “Hoy al poner el sol
entró en un puerto que estaba entre la isla de Santo
Tomás y el Cabo de Caribata (169), y surgió. Este
puerto es hermosísimo, y que cabían en él cuantas
naos hallan en la cristiandad la entrada del parece
desde la mar imposible a los que no hobiesen en
él entrado, por unas restringas de peñas que pasan
desde el monte hasta cuasi la isla, y no puestas por
orden sino una acá y otras acullá, una a la mar u
280
Ramón Julio Didiez Burgos
otras a la tierra; por lo cual es menester estar despiertos para entrar por unas entradas que tienen muy
anchas y buenas para entrar sin temor, y todo muy
fondo de siete brazas, y pasadas las restingas dentro
hay doce brazas. Puede la nao estar con una cuerda
cualquiera amarrada contra cualesquiera vientos
que haya. A la entrada de este puerto dizque había
un cañal (170), que queda a la parte del Oueste de
una isleta de arena, y en ella muchos árboles, y hasta
el pie de ella hay siete brazas pero hay muchas bajas
en aquella comarca, y conviene abrir el ojo hasta
entrar en el puerto; después no hayan miedo a toda
la tormenta del mundo. De aquel puerto parecía un
valle grandísimo y todo labrado, que desciende a él
del Sueste, todo cercado de montañas altísimas que
parecen que llegan al cielo, y hermosísimas, llenas
de árboles verdes, y sin duda que hay allí montañas
más altas que la isla de Tenerife (171) en Canaria,
ques tenida por de las más altas que puede hallarse.
Desta parte de la isla de Santo Tomás está otra isleta
(172), a una legua, y dentro de ella otra, y en todas
“y cabrian en él todas las naos del mundo y cerrado que con una
cuerda, la mas vieja de la nao la tuviese amarrada”
hay puertos maravillosos, mas cumple mirar por las
bajas. Vido también poblaciones y ahumadas que
se hacían.”
Al ponerse el sol en este día entró en un puerto
al cual le puso el nombre el día 21 de Puerto de
la Mar de Santo Tomás por su gran amplitud, y
por ser este, el día 21, su día, si el día 21 dijo que
era el día del Santo y el día 19 dijo “Y del Cabo
de Torres al Lesueste esta eran islas pequeñas, a la
cual puso nombre Santo Tomás, porque es mañana
su vigilia”, deja dicho de una manera categórica y
definitiva que este párrafo pertenece a lo relatado
el día 20 y no al 19 y confirmar los arreglos hechos
por el Padre De las Casas en el Diario para acomodar los días a un fin indeterminado, el día 18
terminó cuando dijó “después que fue tarde y el
se quiso ir, el Almirante le envió en la barca muy
honradamente etc.” esta frase significó la caída de
la tarde, y la llegada de la noche, cuando todos se
recogían, los indios a sus chozas y los españoles a
sus carabelas, y cuando amaneció fue el dia 19,
cuyos relatos están contenidos en el día 18 y parte,
la salida del Puerto Foleur, en el 19, luego de salir
a navegar, le salió el sol voltegeando entre las islas
y le anocheció cerca de la costa cerca de un punto
que no pudo tomar, este fue el día 19, si no pudo
tomar el puerto tuvo que volver a navegar mar
afuera cuando le maneció el día 20 fue entonces
que hizo el reconocimiento de todo este pedazo de
costa antes de entrar al Puerto de la Mar de Santo
Tomás; este puerto y mar es la Bahía de Acul y en el
fondo su puerto, por cierto bueno y bien abrigado
de vientos y corrientes, según expresó “entre la isla
de Santo Tomás (Isla Margot) y el Cabo Caribata
(Punta San Honorato)”; describe con magistral conocimiento las dificultades que existen para poder
entrar en la bahía, las “restigas de peñas que pasan
desde el Noreste hasta cuasi la isla” es el gran escollo
de Coque Vieille asi como los otros escollos, “no
puestas en orden sino más acá y otras acullá, unas
a la mar y otras a la tierra”; estos son los escollos
Phillipot, los de la isla Rata y de Cayo Arena, los
tres canales son, el Canal de Limbé, el Canal de
Medio y del Este, al decir que “A la entrada de este
puerto dizque había un cañal (canal) que queda a la
parte del Oueste de una isleta de Arena”. Se refería
a la pasa borrada entre Cayo Limbé y la Punta de
su mismo nombre (Cabo Alto y Bajo), el cual se encuentra cerrado por una lengua de arena, alrededor
de esta isla hay muchas profundidad.
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
“Desta parte de la isla de Santo Tomás estaba
otra isleta, a una legua, y dentro de ella otra” se
refería a la isla Limbé que está a 3.2 millas de la isla
Margot y la otra es Cayo Rata que está a la misma
distancia de la isla Limbé.
La edad y la identidad del almirante don
Cristóbal Colón
Viernes 21 de diciembre.— “Hoy fue con las
barcas de los navíos a ver aquel puerto; el cual vido
ser tal que afirmó que ninguno se le iguala de cuantos haya jamás visto (173), y excusase diciendo que
ha loado los pasados tanto que no cabe como lo encarecer, y que teme que sea juzgado por manificador
excesivo más de lo que es la verdad; a esto satisface
diciendo: quél trae consigo marineros antiguos, y
éstos dicen y dirán lo mismo, y todos cuantos andan en la mar; conviene a saber, todas las alabanzas
que ha dicho de los puertos pasados ser verdad y
ser este muy mejor que todos ser asi mismo verdad.
Dice más desta manera: “Yo he andado veintitrés
años en la mar, sin salir della tiempo que se haya
de contar, y vi todo el Levante y Poniente, que dice
por ir al camino de septentrión, que es Inglaterra,
y he andado la Guinea, mas en todas estas partidas
no se hallará la perfección de los puertos…
(Vacio de renglón y medio en el original).
Fallado siempre lo (174), mejor quel otro, que yo
con buen tiento miraba mi escribir, y torno a decir
que afirmo haber bien escripto, y que agora éste es
sobre todos, cabrian en él todas las naos del mundo
y cerrado que con una cuerda la más vieja de la
nao la tuviese amarrada”. Desde la entrada hasta el
fondo habrá cinco leguas (175). Vido unas tierras
muy labradas, aunque todas son así, y mandó salir
dos hombres fuera de las barcas que fuesen a un
alto para que viesen si había población, porque
de la mar no se veía ninguna; puesto que aquella
noche cerca de las diez horas vinieron a la nao en
una canoa ciertos indios a ver al Almirante y a los
cristianos para maravilla, y les dio de los resgates,
con que se holgaron mucho.
Los dos cristianos volvieron y dijeron donde
habria visto una población grande (176), un poco
desviada de la mar. Mandó el Almirante remar hacia la parte donde la población estaba hasta llegar
cerca de tierra, y vió unos indios que venían a la
orilla de la mar, y parecía en venían con temor, por
lo cual mandó detener las barcas y que les hablasen
los indios que traía en la nao, que no les haría mal
281
alguno. Entonces se allegaron más a la mar, y el
Almirante más a tierra, y después que del todo
perdieron el miedo, venía tantos que cobrían la
tierra, dando mil gracias así hombre como mujeres
y niños; los unos corrian de acá y los otros de allá
a nos traer pan que hacen de niame, a aquellos
llaman ajes, que muy blanco y bueno, y nos traían
agua en calabazas y en cántaros de barro de la
hechura de las de Castilla, y nos traían cuanto en
el mundo tenían y sabían que el Almirante quería,
y todo con un corazón tan largo y tan contento,
que era maravilla; “y no se diga porque lo que
daban valía poco por eso lo daban liberalmente,
dice el Almirante, porque los mismo hacían y tan
liberalmente los que daban pedazos de oro, como
los que daban la calabaza del agua; y fácil cosa es
de cognoscer (dice el Almirante), cuando se da una
cosa con muy deseoso corazón de dar”. Estas son
sus palabras: “Esta gente no tiene varas ni azagayas,
ni otra ninguna armas, ni los otros de toda esta isla,
y tengo ques grandísima: son así desnudos como su
madre los pario, así mujeres como hombres, que en
las otras tierras de la Juana, y las otras de las otras
islas, traían las mujeres delante de sí unas cosas de
algodón con que cobija su natura, tanto como, una
bragueta de calzas de hombres, en especial después
que pasan de edad de 12 años, más aquí ni moza
ni vieja; y en los otros lugares todos los hombres
hacían esconder sus mujeres de los cristianos por
celos, más allí no, y ahí muy lindos cuerpos de mujeres, y ellas las primeras que venían a dar gracias
al cielo y traer cuanto tenían, en especial cosas de
comer, pan de ajes y gonza avellanada, y de cinco
o seies maneras frutas”, de las cuales mandó curar
el Almirante para traer a los Reyes. No menos, diz
que hacían las mujeres en las otras partes antes que
se escondiesen, y el Almirante mandaba en todas
partes estar todos los suyos sobre aviso que no
enojarse alguno en cosa ninguna, y que nada les
tomasen contra su voluntad, y así les pagaban todo
lo que dellos recibían.
Finalmente (dice el Almirante), que no puede
creer que hombre haya visto gente de tan buenos
corazones y francos para dar, y tan temerosos que
ellos se deshacían todos por dar a los cristianos
cuanto tenían, y en llegando los cristianos luego
corrían a traerlos todo. Después envió el Almirante
seis cristianos a la población para que la visen que
era, a los cuales hicieron cuanta honra podían y
sabían, y les daban cuanto tenían, porque ninguna
duda les quedaba sino que creía el Almirante y toda
su gente haber venido del cielo: lo mismo creían los
indios que consigo el Almirante traía de las otras islas,
282
Ramón Julio Didiez Burgos
puesto que ya se les había dicho lo que debían de
tener. Después de haber ido los seis cristianos vinieron ciertas canoas con gentes a rogar al Almirante de
parte de un Señor, que fuese a su pueblo cuando allí
se partiese. Canoa es una barca en que navegan y son
dellas grandes y dellas pequeñas. Y visto quel pueblo
de aquel Señor estaba en el camino sobre una punta
de tierra, esperando con mucha gente el Almirante,
fué allá, y antes que partiese vino a la playa tanta
gente que era espanto, hombres y mujeres y niños,
dando voces que no se fuese sino que se quedase con
ellos. Los mensajeros del otro Señor que habían venido a convidar, estaban aguardando con sus canoas
porque no se fuese sin ir a ver al Señor, y así lo hizo,
y en llegando que llegó el Almirante adonde aquel
Señor le estaba esperando, y tenían muchas cosas
de comer mando asentar toda su gente, manda que
lleven lo que tenían de comer a la barca donde estaba
el Almirante, junto a la orilla de la mar. Y como vido
quel Almirante había rescebido lo que le habían
llevado, todos o los más de los indios dieron a correr
al pueblo, que debía estar cerca, para traerle mas
comida y papagayos y otras cosas de lo que tenían,
con tan franco corazón que era maravilla.”
El Almirante les dio cuentas de vidrio y sortijas
de latón y cascabeles, no porque ellos demandase
algo, sino porque les parecía que era razón, y sobre
todo (dice el Almirante), porque los tiene ya por
cristianos y por de los Reyes de Castilla más que las
gentes de Castilla; otra cosa nos falta, salvo saber
la lengua y mandarles, porque todo lo que se les
mandare harán sin contradicción alguna. Partiose
de allí el Almirante para los navíos, y los indios
daban voces, así hombres como mujeres y niños,
que no fuesen y se quedasen con ellos los cristianos.
Después que se partían venían tras ellos a la nao
canoas llenas de ellos, a los cuales hizo hacer mucha
honra y detalles de comer y otras cosas que llevaron.
Había también venido antes otro Señor de la parte
del Oueste, y aún a nado venían muy mucha gente,
y estaba la nao más de grande media legua de tierra.
El Señor que dijo se había tornado, enviole ciertas
personas para que le viesen y le preguntasen destas
islas; e los recibió muy bien, y los llevó consigo a su
pueblo para dellos ciertos pedazos grandes de oro,
y llegaron a un gran río, el cual los indios pasaron
a nado: los cristianos no pudieron y se tornaron.
En toda esta comarca hay montañas altísimas que
parecen llegar al cielo, que la de la Isla de Tenerife
parece nada en comparación dellas en alturas y en
hermosura, y todas son verdes, llenas de arboledas,
que es una cosa de maravilla. Entre medio dellas
hay vegas muy graciosas, y al pié de este puerto
al Sur, hay una vega tan grande, que los ojos no
pueden llegar con la vista al cabo, sin que tenga
impedimento de montañas, que parece que debe
tener quince o veinte leguas, por la cual viene un
río, y es toda poblada y labrada, y está tan verde
agora como si fuera en Castilla por Mayo o por
Junio, puesto que las noches tiene catorce horas y sea
la tierra tanto Septentrional. Asi este puerto (177),
es muy bueno para todos los vientos que puedan
ventar, cerrado y hondo, y todo poblado de gente
muy buena y mansa, y sin armas buenas ni malas,
y puede cualquier navio estar sin miedo en el que
otros navios que vengan de noche a le saltear, porque
puesto que la boca sea bien ancha de más de dos
leguas, es muy cerrada de dos restringas de piedras
que escasamente la ven sobre agua, salvo una entrada
muy angosta en esta restinga, que no parece sino que
fue hecho a mano, y que dejaron una puerta abierta
cuando los navios puedan entrar. En la boca hay
siete brazas de hondo hasta pie de una isleta llana
que tiene una playa y árboles al pie della; de la parte
del Oueste tiene la entrada y se puede llegar una nao
sin miedo hasta poner el bordo junto a la peña. Hay
de la parte del Norueste tres islas y un gran río a una
legua del cabo deste puerto; es el mejor del mundo;
púsole nombre el Puerto de la Mar de Santo Tomás,
porque era hoy su día: díjole mar por su grandeza”.
Fondeando en la Cala de Lombardo, en puerto
interior se fue en las barcas a explorar todo ese
sector del puerto e hizo elogios admirables de esta
Bahía interior que hasta llegó a considerar que
era tan abrigado y protegido que una carabela
podía estar segura, amarrada con una cuerda vieja, comentando este elogio el historiador Martín
Fernández Navarrete dice “Buen puerto es, pero es
mejor el Puerto de Nipe que llamó de San Salvador,
en Cuba”. A este respecto disiento del historiador
Navarrete; el Almirante ni tuvo en Bahía de Nipe,
ni tampoco fue a ese puerto que arribo por primera
vez llamándole San Salvador; ya anteriormente
en el desarrollo de la derrota hemos visto que el
Almirante le pasó por el frente a Puerto Nipe sin
detenerse en él, el canal en L de su entrada y la distancia a que le pasó, parece más bien una pequeña
bahía abierta que un puerto.
Al decir que “desde la entrada hasta el fondo
había cinco leguas”, es la medida correcta en derrota
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
de vela, pues para poder entrar a la bahía desde la
isla Margot (isla de Santo Tomás) hay que tomar
primero la vuelta de afuera para tener barlovento y
luego tomar la vuelta de tierra para llegar al canal
del medio, por donde él pasó y luego con dirección
al sur buscar la Bahía hacia adentro que fue lo que
hizo; Fernández Navarrete corrigen esta distancia
en 5 millas, considero es correcta, pero en derrota
de buques a máquinas o medidas directas, hay que
tener en cuenta que anteriormente se medía la distancia por el recorrido de las bordadas que se hacían
de un lugar a otro; otros marinos no la median por
millas sino por bordadas o por las ampolletas que se
gastaban de una ruta a otra.
En este día al completar la belleza de la naturaleza del lugar y al ver lugares tan hermosos que
parecían él no lo esperaba ver, se hace sincero y
olvida las reservas que lo contuvieron toda su vida
para ocultar su identidad y se expresa de manera
que devela su propia edad al decir “Yo he andado
veintitrés años en la mar, sin salir della tiempo que
se haya de contar, y por todo el Levante y Poniente,
que dice por ir al camino de Septentrion, que es
Inglaterra, y he andado la Guinea, mas en todas
estas partidas, no se hallará la perfección de los
puertos”. Si a estos 23 años le añadimos los 14 años
desde cuando empezó a navegar, según afirmó su
hijo don Hernando Colón en su Historia, Vida del
Almirante Don Cristóbal Colón, más el tiempo que
no se haya de contar, esto desde el 1479 al 1492,
13 años de inactividad en el mar, daría que para el
1492 tendría 50 años; si el viernes 19 de octubre
revela “yo no curo así de ver tanto por menudo,
porque no lo podía facer en cincuenta años, porque
quiero ver y descubrir lo más que yo pudiera etc.”;
es la expresión de la ansiedad de ver todo lo que
más se podía contemplar en el marco de la edad
que tenía como una comprobación mas de la edad
que tenía en 1492; estos datos llevarían el año de su
nacimiento al 1442; de acuerdo a don Hernando
Colón, su hijo, y a fray Bartolomé de las Casas, el
Almirante murió el 20 de mayo del 1506, de aquí
se ve que murió a los 64 años de edad.
Si en 1501 le escribió a los Reyes Católicos
“Muy Altos Reyes: De muy pequeña edad entré en
el mar, navegando y lo he continuado hasta hoy, la
misma arte inclina a quien la prosigue a desear saber
los secretos de este mundo, ya pasan de cuarenta
años que yo soy en este uso. Todo lo que hasta hoy
se navega he andado. Trato y conversación he tenido con gentes sabias, eclesiásticos y seglares, latinos
283
y griegos, judíos y moros, y con otros muchos de
otras sectas. A este mi deseo hablé a Nuestro Señor
muy propicio, y hube de El para ello espíritu de
inteligencia. En la marinería me hizo abundoso, de
astrología me dio lo que bastaba, y así de geometría
y matemática e ingenio en el animo y menos para
dibujar esta esfera y en ella las ciudades y ríos y
montañas, islas y puertos, todo en su propio sitio.
En este tiempo he visto y puesto estudio en ver
todas las escrituras: cosmografía, historia, crónicas
y filosofías, y de otras partes, de forma que me
abrió Nuestro Señor el entendimiento con mano
palpable, a que era hacedero navegar de aquí a las
indias, y me abrazó la voluntad para la ejecución de
ello, y con este fuego vine a Vuestra Alteza. Todos
aquellos que supieron de mi empresa, con risa y
burlando la negaban. Todas las ciencias que dije no
aprovecharon, ni las autoridades de ella. En solo
Vuestra Altezas quedó la fe y constancia”.
Por esta carta podemos sacar en claro el año
de su nacimiento también porque si para el 1501,
tenia mas de cuarenta años navegando y entró muy
pequeño en ella se refiere que 40 más los 14 informados por su hijo don Hernando, serían 54 años,
pero como eran más de 40 los restantes, 5 años
que quedan podrán llenar este más a que aludió,
considerando el 1442 como el año de nacimiento y
en el 1501 tenía 59 años y empezaría a navegar en
el 1450 o 1456.
Se tiene ya por cierto e investigado que en la vida
del Almirante hubo un período desde el 1479 al
1492 de inactividad en la mar, en el 1478 por haber
casado con doña Felipa Moñis de Palestrello, en el
79 fue a vivir con su mujer a la isla de Porto Santo,
donde su suegra conociendo la afición de su yerno
lo hizo depositario de los documentos y cartas de
su difunto esposo don Bartolomé Palestrello, quien
fue primer capitán donatario de la isla, el descanso,
los estudios, los relatos de los marinos que llegaban
al puerto de la isla, las leyendas, y la efervescencia
que existía en la época entre los marinos, le hizo engendrar la idea de descubrir y empezó a darle forma
a su idea de cruzar el vasto Océano en busca de una
nueva ruta más corta que la de África; su cultura era
vastísima para esa época, tal cual lo dice en carta a
los Reyes eran sus conocimientos, al aseverar esto
es porque el estudio que se hace de sus documentos
y sus observaciones indican su gran calidad. A la
vuelta a Portugal a fines del 79 dedicó su vida a la
venta de libros y a confeccionar cartas de marear;
esta modalidad le puso en contacto con los autores
284
Ramón Julio Didiez Burgos
clásicos de la época, Aristóteles, con El Cielo y el
Mundo, Séneca con Los Naturales, Estrabón con su
Cosmografía, Plinio en su Historia Natural, Solino
en las Cosas Memorables del Mundo, los relatos de
Marco Polo en II Millione, y de Juan de Mandeville
de sus Aventuras por el Oriente, la Imagen del Mundo
del cosmógrafo francés Pierre D’Ailly (Pedro
Aliaco). Los Lugares Habitables de Julio Capitolino.
Con una documentación, en extenso, se desarrolló
en él la misma inquietud que afebrilizó la época
de los descubrimientos, pero nada pudo hacer en
Portugal, ya que sus relaciones con el Rey eran
malas por estar emparentado con un miembro de
la Casa de Braganza, la cual no era adicta a Juan
II, quien a la sazón reinaba; tuvo que huir para
fines de 1483 hacia España con su hijo Diego que
tendría unos 4 años, yendo a parar a Palos, pasó
por la Rábida, pidió en la puerta algo de comer
para Diego, se relacionó con los Franciscanos Juan
Pérez y Antonio de Marchena, principio de su gran
aventura que culminó con la portentosa expedición
de descubrir el Nuevo Mundo en 1492.
La aseveración escrita en su carta Rarísima del
1503, en que dice “Yo vine a servir de veintiocho
años”, puede dar pie a haber empezado en el 1470
a prestarle sus servicios, al Rey de Portugal Juan II
a través del Rey Renato II de Anjou, que luchaba
en guerra con el Rey de Aragón Enrique IV. Por la
proclamación hecha por el Condado de Cataluña a
este Príncipe, como su Rey, pues es natural que de
aquí se originó la carta que le escribiera a los Reyes
Católicos en el 1495 desde la isla Española tratando
de darle a entender la necesidad de ser hábil en el
manejo de las derrotas, por causa de la pertubaciones de la aguja magnética, la cual produce errores
que habrá que conocerlos para saber dirigirse a los
lugares buscados, esta carta dice “A mi acaeció que el
Rey Rainel (René II de Anjou), que Dios tiene, me
envió a Tunez para prender la galeaza Fernandina, y
estando ya sobre la isla de San Pedro, en Cerdeña,
me dijo una saetia que estaban con la dicha galeaza
dos naos y una carraca, por lo cual se alteró la gente
que iba conmigo, y determinaron de no seguir viaje,
salvo de se devolver a Marsella por otra Nao y mas
gente. Yo, visto que no podía sin alguna arte de forzar su voluntad, otorgue su demanda, y mudando el
cebo de la aguja, di la vela al tiempo que anocheccía,
y otro día, al salir el sol estamos dentro del cabo
Cartagena, tenido todo ellos por cierto que íbamos
a Marcella” (Galeaza eran buques grandes de tres
palos, la Galera, Galeota y Galera bastarda eran del
mismo tipo pero mas pequeñas, eran todos navíos
de remos, la Saetia era una embarcación pequeña y
ligera y Carraca era una embarcación especial para el
comercio, grande, ventruda y de poco andar).
Considerando este año como el principio de sus
servicios al Rey de Portugal queda justificado otras
informaciones que da de su vida de marino experto
cuando dice “Navegando muchas veces desde Lisboa
a Guinea, consideré deligentemente, que el grado
corresponde en la Tierra a cincuentiseis millas y dos
tercios”; éste muchas veces hace concebir que conocía
perfectamente ese camino y que en él empleó largo
tiempo de su vida a hacer una experiencia por esos
lugares. Sólo Portugal era que brindaba esas oportunidades, pues ninguna otra nación se habria lanzado
a la conquista del mar tenebroso, los marinos acogidos a la superstición se conformaban en recorrer los
mares conocidos y así lo demuestran el que el día 8
de agosto, miercoles. “Hubo entre los pilotos de las
tres carabelas opiniones diversas donde estaban, y el
Almirante salió mas verdadero y quisiera ir a Gran
Canaria por dejar la carabela Pinta, por que iba mal
acondicionada del Gobernario, y hacía agua, y quisiera tomar otra si hallara; no pudieron tomarla aquel
día”, una evidencia de que los otros pilotos nunca habían navegando estas rutas y no sabían adónde iban,
mientras que él sí la conocía ya por haberla navegado
muchas veces en buques portugueses aunque algunos
buques españoles hacían rutas hasta las Canarias; eran
estos, misiones especiales que no pasaban de estas
islas, mientras que los portugueses ya desde el 1434
se extendían en su ruta hasta San Jorge de la Mina.
Si bien se ve que este período del 1470 al 1478
él estuvo en Servicio activo de hombre de mar a las
ordenes del Rey de Portugal, del 1476 se conoce con
lujos de detalles su participación en el encuentro
entre la flota combinada de los Reyes de Francia
y Portugal contra el convoy genovés que iba para
Inglaterra a la altura del Cabo San Vicente; en el
1477, estuvo navegando por Islandia “Yo navegué
el año de 1477 en el mes de febrero, ultra Tile, isla
(Yslandia) cien leguas, cuya parte austral dista de la
equinoccial setenta y tres grados y no sesenta y tres,
como algunos dicen, y no está dentro de la línea que
incluye el Occidente como dice Ptolomeo, sino mucho mas Occidental. Y a esta isla que es tan grande
como Inglaterra, van los ingleses con mercaderías,
especialmente los de Bristol. Y al tiempo que yo a
ella fui, no estaba congelado el mar, aunque hubiera grandísimas mareas, tanto que en algunas partes,
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
dos veces al día, subía veinticinco brazas, y descendía
otras tantas en alturas.” En el 1478 se casa con una
dama portuguesa y va a vivir a la isla de Porto Santo
hasta fines del 1480, y lo mas asombroso es que al
decir “yo vine a servir veintiocho años”, algunos
autores que por la documentación encontrada en
Genova de la familia de Cristoforo Colombo, tratan
por todos los medios de sustituir una figura por otra,
aquí se vería que si nació en 1451 sus servicios empezarían en el 1479 como navegante experto, cosa que
bien parece un acto de prestidigitación o de magia el
transformar un humilde tejedor de paño a un culto
marino, es inexplicable esta doble personalidad, que
cuando la historia lo registra sujeto a una vida de
descanso y estudio entonces aparece en otro lugar
a empezar a servir al Rey de Portugal, no deja de
ser mas que extraño que la serie de documentación
que se ha mostrado como bandera de prueba de una
identidad, en todas éstas se exhiben como formato
de la época la profesión de los protagonistas Textori
pannorum lane, “queseros” “vendedores de vinos”
etc., y navegante como era la profesión de Cristóbal
y la de dibujante de cartas de marear a Bartolomé;
no por esto reniego de que haya habido un cambio
en el futuro de ellos, pero mientras no se confirme
lo contrario es un poco difícil a quienes tratan de
abanderarse de estos documentos y tratan de justificar y suplantar el Lanerius al Marino. Mientras
uno vende vinos el 31 de octubre del 1470 el otro
presta servicios con el Rey Alfonso IV de Portugal,
mientras el otro lleva una vida de casado en el 1479
en la isla Porto Santo, el otro pasa su vida vendiendo
paños y quesos en Génova, mientras uno el 26 de
agosto del 1472 en compañía de su padre Domingo,
Lanerius, reconoce una deuda de 140 liras a Juan
de Signorio, el otro vuelve a Portugal por haberse
terminado la guerra entre el Rey Juan II de Aragón
y los Catalanes.
Al quedar de una manera caprichosa y hábil,
algunos tratadistas han querido desconocer las
realidades de los hechos, así como el de sus palabras
e informaciones. He comprobado en este trabajo
la autenticidad de muchas de sus afirmaciones e
informaciones, y de la misma manera surgirán
estudios que irán encontrando la solución de muchos párrafos que hoy se tuvieran como enigmas.
Existen dos informaciones y un período de tiempo
que no puede esconderse, una es “yo vine a servir
de veintiocho años” otra es, que pasó 14 años en
Portugal. Si fue a Portugal teniendo 28 años y pasó
285
14 años en el País; si pasó ese tiempo en Portugal el
siguiente país a donde fué se conoce que fué España
en 1484 donde vivió hasta la hora de su muerte
1506, 22 años; si estas partidas se unen nos dan de
nuevo 64 años y por ende la fecha de su nacimiento
fue en el 1442 y no en 1451; existe algo en esto
muy evidente, dos personalidades que se han querido fundir en una por el hallazgo de documentos
corresponden en nombre a una persona similar
al de otra, aunque en diferentes idiomas, pero las
proyecciones de uno no pueden encajar en la otra,
son elementos disímiles, los que resume haber
provocado con estos documentos han tenido que
partir de hipótesis imaginativas tratando de buscar
el eslabón perdido, que a la larga no han podido
llegar a una conclusión definitiva y demostrada
porque son dos los personajes.
En una carta que le escribió al Rey Fernando
el Católico en Mayo del 1505, le dijo del Rey de
Portugal “Dios le atajó la vista y el oído y todos los
sentidos, para que en catorce años no le pudiese
hacer entender lo que decía”.
Si la historia registra que llegó a España en el
1484, y el confiesa que pasó 14 años en Portugal,
ofreciendo el desarrollo de una nueva ruta al Rey
durante este tiempo, es muy lógico que su llegada a
Portugal fue en 1470, pero hay tres actas notariales
encontrada por el historiador Harrise en Genova y
Saona las cuales dicen:
1ra. El 22 de septiembre del 1470 “Domingo
Colombo hijo de Juan se hallaba de regreso en
Génova con Cristoforus, su hijo, y ambos aceptaban como árbitro, en la notaría de Jacobo Calvi,
de sus desavenencias con Jeronimo Portu, a Juan
Agustin de Goano”.
2da. El 28 de septiembre 1470 “en la misma
notaría de Calvi el árbitro Goano sentenció a
Domingo de Colombo y a Cristofurus, su hijo, a
pagar a Geronimo de Portu la suma de treinta y
cinco lira”.
3ra. El 31 de octubre de 1470 “Cristofurus
Colombo, hijo de Domingo, mayor de edad, diez
y nueve y en presencia de autoridades admiten y
consienten de este Domingo su padre presente y autoriza, declaró al notario Nicolas Raggio, de Génova,
deber a Pedro Belexie de Portu el resto de una partida
de vino que había vendido por su cuenta”. Se ve que
mientras estas actas lo registran como negociante en
vinos para el 1470, en Génova; él dice que está al
servicio de Portugal para esa fecha; y las del 1472:
1ra. El 20 de marzo del 1472 en Savona en la
notaría de Ludovico Moreno (Ludovico el Moro),
286
Ramón Julio Didiez Burgos
se presentó como testigo “Cristóforo de Colombo”
lanerio de Ianua.
2da. El 26 de agosto del 1472, en Savona
Dominicus de Colombus lanerius, habitator Saona
y su hijo Cristóbal reconocieron ante el notario
Tomas de Zocco una deuda de ciento cuarenta liras
a Juan de Signorio.
3ro. “El 7 de agosto de 1473, en la notaria de
Savona de Pedro Corsato, Susana, hija del difunto
Jacobo de Fontanarubea de Bensagno, y mujer de
Domingo de Colombo, de Génova, y Cristobal y
Juan Pelegrino, hijo de los dichos Domingo y Susana,
manifestaron su conformidad en la venta que iba a
realizar Domingo de Colombo de una casa situada
“un civitate Ianua un contrata porte Olivelle”.
Los documentos encontrados por el historiador
Ricardo Carrera Valls evidencian los informes del
Almirante cuando fué encargado por Renato II de
Angou para capturar a la Fernandina, el dia 23 de
julio del 1472 llegaron al puerto de Barcelona dos
grandes naos, tres balleneras, tres galeras, una galeaza y un galiote, con trigo, tocino, aceite, guisos, y
otras mercancías, enviadas por el Rey Renato y las
capitaneaba D’Espernay; había también dos naves
genovesas La Salvatge y La Spindola, luego el 26 de
agosto del 1492 se presentaron en el puerto la nao
Fernandina, dos naos venecianas, tres balleneras,
y barcos no muy grandes con fines de bloqueo; el
dia 6 de septiembre, seguían en el antepuerto, con
el mismo fin, estas naves no podían bajo ninguna
razón resistir mucho tiempo en ese servicio, tendrían
que levantarlo, no se sabe cuando se alejaron de las
costas de Cataluña pero si se sabe que la Fernandina
se fué a Túnez y entonces fue cuando Colón recibió
la orden de Renato de Angou de capturarla, no se
sabe aún a quien pertenecía la nao en la que Colón
trato de hacer el servicio ordenado, ni en que fecha
fue porque el no la da, pero si examinamos bien sus
frases podemos sacar en claro que cuando anochecía, mudo el cebo de la aguja estando entre la isla
de San Pedro y Cerdeña, desde aquí hasta el Cabo
Cartagine hay unas 45 leguas al salirle el sol al otro
día ya estaban dentro del cabo; esta distancia sólo
pudo haberla salvado en una noche larga de unas
14 horas, en el período de tiempo de que se valió
para evitar que la tripulación se diera cuenta, por la
obscuridad adonde se dirigían, indudablemente que
la velocidad que pudo llegar era la que generalmente
los tipos de buques corrientes de la época hacían 3
leguas y con buen viento sus cuatro leguas, al quedar
evidente el período de tiempo en que hizo la travesía,
no hay alternativa de que éste estuvo enmarcado
entre el 31 de octubre del 1472 y el 9 de febrero
del 1493, en que el sol salió para esas latitudes a las
6h–44m a.m. y se pone a las 5h–16m a.m. y que la
Fernandina entre estas fechas estuvo en Túnez; el
resultado se desconoce también, pues parece que no
hubo ninguna acción ya que si lo hubiera habido,
él habría dado a conocer algo. De donde salió la
nao que él mandaba o de Marsella porque ahí era
que la tripulación deseaba volver a ella a proveer de
otras naos y más gente, pero la tenacidad de Colón
desatendió los informes de la saetía y los reclamos
de su tripulación y empleó su subterfugio que sólo a
marinos muy duchos, hábiles y de experiencia podía
ocurrírsele, por ser ardides de zorros de mar.
¿De dónde salió Colón con ese buque a ponerse
a las órdenes de Renato de Angou? Acaso no se
saben las hondas diferencias que habían entre el
Rey de Portugal y el Rey de Aragón que sostenía
guerras y batallas por aumentar sus reinos con
principados, condados ducados, ¿Acaso no estaban
en Portugal cuando esto sucedía frente al condado
de Barcelona? Pudo haber sido enviado allá con las
órdenes de ponerse bajo la jurisdicción de Renato
de Angou y verificarse el suceso.
Lo más asombroso es, que mientras estos hechos
acaecían se registraban en Savona actas notariales
que daban a conocer los incidentes comerciales
de Cristófurus Columbus en unión de su padre,
hermanos y madre, y vemos como muchos estudiosos de su origen se empecian en querer hacer de
dos uno, que unas veces aparece como, lanerio de
Ianua, o vendedor de vinos, y otras como un marino
redomado sin querer tener el recato de no admitir
que un marino no se improvisa, o que una transformación profesional no se puede hacer de la noche a
la mañana sin quedar sujeto a una crítica lógica de
los que no acepten estas metamorfosis caprichosas,
por el único afán de no querer aceptar las razones
lógicas de la evolución individual y su perfección por
el relevo de experiencias, las misiones delicadas en un
orden de disciplinas, sólo son confiables a aquellos
cuyos conocimientos y técnicas se hagan en ellas, es
prolijo tener que especular, por ciertas coincidencias
de hechos históricos con aspectos, que no se avienen
por la naturaleza de los acontecimientos.
Cristoforos Columbus no podía aparecer todos
los días en actas notariales, el tenía que trabajar
en sus telares y hacer sus negocios de venta de sus
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
paños o de vinos; estos períodos de ocultación han
sido tomados por los genovistas, no para llevarlo al
oficio de su padre, se sabe que generalmente los hijos seguían el oficio de los padres, si no para ponerlo
a aventurar en la mar y hacerlo un experto marino,
aquellos que no conocen el embrujo del mar jamás
podrán darse el concepto del poder atractivo que
tiene este, pues el que entra en él, no sale con tanta
facilidad, para caprichosamente alternar en una
como otros oficios, y si sale, su atracción es tan
poderosa que vuelve a él, por eso se expresó el día
21 de diciembre “Yo he andado veintitres años en
el mar, sin salir della tiempo que se haya de contar”.
He llegado a considerar que el día que sean
comprobados 14 años que permaneció en Portugal
al servicio del Rey se irán a los archivos de papeles
viejos inservibles todas las conjeturas que han sido
hechas en este período, es más, no los 14 sino 5
años solamente, del 70 al 75, pues desde aquí se
conocen ya sus andanzas en Portugal.
En el siglo XV la navegación se circunscribía
a los puertos del Mediterráneo, Portugal, Francia
e Inglaterra, pero el mayor volumen de viajes se
experimentaba entre los puertos del Mediterráneo
a Lisboa, Portugal, las flotas comerciales venecianas, genovesas, napolitanas, sicilianas, catalanas,
mayorquinas griegas turcas, árabes, portuguesas,
castellanas etc., vivían en un tráfico comercial
entre todos los puertos que comprendía esta zona
del Mediterráneo y el Atlántico, si bien se ve, no
era tan amplia para que los marinos de aquella
época no conocieran todos esos puertos donde
iban a llevar su mercancía; también conocían a los
armadores de los buques, a los agentes navieros,
eran fieles asistentes y buenos conocedores de todos los pormenores de estos puertos, sus peligros,
sus bondades, sus burdeles y sus tabernas; hacían
sus negocios y alternaban en todas las clases de
negociaciones, cambios, préstamos, contratos, etc.,
Al traer esto a colación he extrañado que siendo
Cristoforus Columbus un marino según algunos
tratadistas, que conocían todas estas vicisitudes, no
apareciera en alguna acta en la cual se evidenciara
alguna transacción, venta, préstamo, pago u otro
aspecto que denunciara el carácter puramente
marítimo; es raro, pero es verdad, que también
todo el que alternaba con reyes y nobles tenía su
época de bonanza, pero por lo que se ve en las actas
notariales, siempre estas épocas correspondió a don
Dominicus Columbus y su hijo a las que tiene
reservado el destino a los humildes, la pobreza.
287
Existen unas informaciones de él, de lo cual
se puede muy bien sacar conclusiones sin correr
aventuras, que se puedan enjuiciar de conjetura o
presunciones, por razones a que estos hechos quedan tan notablemente enmarcados en un tiempo
que no admite duda, ni discusiones, puesto que los
hechos que los ubican son altamente conocidos,
unos porque la realidad histórica así lo consigna,
y el otro porque las investigaciones llevadas a cabo
han delucidado todos los pasos que el Almirante
siguió desde él en adelante.
En la Vida del Almirante por su hijo don
Hernando Colón dice “Yo estuve en el castillo de
San Jorge de la Mina, el Rey de Portugal, que está
debajo de la equinoccial, y soy buen testigo de que
no es inhabitable, como quieren algunos “y” que vio
algunas sirenas en las costas de Managueta, aunque
no eran tan semejantes a las mujeres como las pintan”
y “navegando muchas veces desde Lisboa a Guinea,
consideré diligentemente, que el grado corresponde
en la tierra a cuarenta y seis millas y dos tercios”.
Al no especificar fechas, ni los buques que hizo
sus viajes a la costa de Guinea, ni quiénes eran los
capitanes bajo los cuales iba a la orden o si él era el
capitán de la nao, cabe en esta ocasión examinar en
la historia cuáles fueron los posibles años de estos
sucesos, además estas anotaciones fueron hechas
después del 1492.
Habiendo descubierto, o llegados los portugueses a la región de África, en Guinea que llamaron
Elmina en 1471, hacían frecuentes viajes a esa
región en intercambio comerciales, sobre todo de
oro, uno de sus grandes capitanes Diego Cao el 6
de enero del 1480 sorprendió un navío Castellano
haciendo negocio de oro en Elmina, y lo apresó;
este derecho ejercido por Portugal obedeció al
cumplimiento del tratado de Alcazova entre los
Reyes Católicos de España y el Rey de Portugal
Alfonso IV, el cual estipulaba que los españoles
quedarían dueños de las Islas Canarias descubiertas
por ellos en el 1341 y de la navegación al norte del
paralelo de Latitud que pasa por el Cabo Bajador
y los Portugueses al sur de este, Bajador queda en
paralelo 26° norte, dividió el mundo el Papa Nicolás V
desde el 1454 y así fué reconocido por estas dos
naciones el 4 de septiembre del 1479. En razón de
este apresamiento de una nave Castellana en zona
prohibida por un acuerdo entre ambas naciones y
una Bula papal el rey de Portugal, Juan II lanzó un
edicto el 6 de abril del 1480 que todos los españoles
288
Ramón Julio Didiez Burgos
que fueran encontrados de las Canarias hacia abajo
y adyacentes a la Guinea fueran arrojados al agua.
Fue en enero del 1482 cuando los portugueses dieron comienzo al castillo fortificado, al cual
el Almirante llamó “el Castillo de San Jorge”, de
manera que se ve que el estuvo en esta zona entre
el 1471 y 1483 al decir “Navegando muchas veces
desde Lisboa a Guinea”, lo cual indicó que no fue en
agosto del 1476 la primera vez que llegó a Portugal,
sino que ya hacía viajes con los portugueses en
esa zona desde el 1470; es significativo este lapso
puesto que también concuerda con sus frases desde
que tuvo 14 años ofreciendo su empresa al Rey de
Portugal, así como que tendría 28 años cuando
empezó a ofrecer sus servicios, de manera que estos
hechos corroboran bien en una distinta personalidad al de Génova, que mientras uno tejía paños, el
otro navegaba y se hacía un experto marino.
Vemos que algunos investigadores acomodan
en los intermedios entre la secuencia de actas notariales genovesas correspondientes a Cristoforos
Columbus, las aventuras del otro, como una aplicación de sus técnicas aprendidas, o cómo podríamos
decir en estos tiempos, su “hobbie” de navegante,
como si la especialidad de ser un experto marino,
era cosa fácil de aprender y desarrollar como pasatiempo y luego dedicarse a una profesión más
proveedora más enaltecedor, de más significación
y mejor vista por aquella sociedad del siglo xv, la
de lanero, fabricante de paños y vendedor de vinos,
es paradójica la comparación pero así se ven en los
análisis que se hacen de su vida.
Siguiendo nuestro análisis del día 21 de diciembre, encontramos la gran acogida que tenía en
esta bahía los cristianos al irle perdiendo temor, se
presentaban ya en mayor cantidad, en esta bahía a
la cual le puso nombre Puerto de la Mar de Santo
Tomás, por ser hoy su día, (bahía de Acul) conoció
al célebre cacique Guacanagarix, que desempeñaría un papel importante en los siguientes días y
años al lado del almirante. Desde que conoció al
almirante trató de conservar su amistad y de serle
sincero como lo demostraran los hechos de los días
venideros.
Sábado 22 de diciembre.—
En amaneciendo dió las velas para ir a su camino a buscar las islas que los indios le decían que
tenían mucho oro y de algunas que tenían más oro
que tierras; no le hizo tiempo y hobo de retornar
a surgir, y envió la barca a pescar con la red. El
Señor de aquella tierra (178); que tenía un lugar
cerca de allí, le envió una grande canoa llena de
gente, y en ella un principal criado suyo a rogar
al Almirante que fuese con los navíos a su tierra y
que le daría cuanto tuviese. Envióle con aquel un
cinto que lugar de bolsa traía una carátula que tenía
dos orejas grandes de oro de martillo y la lengua
y la nariz. Y como sea esta gente de muy franco
corazón que cuanto le piden dan con la mayor voluntad del mundo, les parece que pidiéndole algo
les hacen grandes merced: Esto dice el Almirante.
Toparon la barca y dieron el cinto a un grumete,
y vinieron con su canoa a bordo de la nao con su
embajada. Primero que los entendiese pasó alguna
parte del día; ni los indios quel traía los entendían
bien, porque tienen alguna diversidad de vocablos
en nombres de las cosas: en fin, acabó de entender
por señas su convite. El cual determinó de partir el
domingo para allá, aunque no solía partir de puerto
domingo, solo por devoción, y no por superstición
alguna: pero con esperanza, dice él, que aquellos
pueblos han de ser cristianos por la voluntad que
muestran y de los Reyes de Castilla y porque los
tiene ya por suyos, y porque le sirvan con amor,
les quiere y trabaja hacer todo placer. Antes que
partiese hoy envío o seis hombres a una población
muy grande (179) tres leguas de allí de la parte del
Oueste, por quel Señor della vino el día pasado el
Almirante y dijo que tenía ciertos pedazos de oro.
En llegando allá los cristianos, tomó el Señor de
la mano al escribano del Almirante, que era uno
dellos, el cual enviaba el Almirante para que no
consintiese hacer a los demás cosas indebidas a los
indios, porque como fuesen tan francos los indios,
y los españoles tan codiciosos y desmedidos, que
no les basta que por un cabo de agujeta y aun por
un pedazo de vidrio y descudilla y por otras cosas
de no nada, les daban los indios cuanto querían;
pero aunque sin dalles algo se lo querrian todo
haber y tomar lo quel Almirante siempre prohibia,
y aunque tambien eran muchas cosas de poco valor, si no era oro, las cosas daban a los cristianos;
pero el Almirante mirando al franco corazón de
los indios que por seis contezuelas de vidrio darían
y daban un pedazo de oro, por eso mandaba que
ninguna cosa se recibiese dellos que no se les diese
algo en pago. Así que tomó por la mano el Señor
al escribano y lo llevó a su casa con todo el pueblo,
que era muy grande, que le acompañaba, y les hizo
dar de comer, y todos los indios les traían muchas
cosas de algodón labradas y en ovillos hilados.
Después que fue tarde dióles tres ansares muy
Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín...
gordas al Señor, y unos pedacitos de oro, y vinieron
con ellos muchos número de gente, y les traían
todas las cosas que allá habían resgatado, y a ellos
mismos porfiaban de traellos acuestas, y de hecho
le hicieron por algunos ríos y por algunos lugares
lodosos. El Almirante mandó dar al Señor algunas
cosas, y quedó él y toda su gente con gran contentamiento, creyendo verdaderamente que habían
venido del cielo, y en ver los cristianos se tenían por
bienaventurados. Vinieron este día más de ciento y
veinte canoas a los navíos, todas cargadas de gente y
todas traen algo, especialmente su pan y pescado, y
agua en cantarillos de barro, y simientes de muchas
simientes que son buenas especies; echan un grano
en una escudilla de agua y bebenla, y decían los
indios que consigo traía el Almirante que era cosa
sanisima”.
Este día se distingue por el aumento de las
buenas relaciones entre españoles e indios y por el
intercambio de regalos en el cual no aparece mucho
oro, al decir que la población muy grande del Señor
(Guacanagarix) de aquella tierra estaba al Oeste y
tres leguas de donde estaba, la ubicó en la Bahía de
Cabo Haitiano o Guarico; aquí contempló la flota
de canoas más grandes que había visto en todos
sus viajes, más de 120, los cuales iban cargado de
todas clases de comestibles que los indios tenían,
los cuales se lo ofrecían de buena voluntad.
Aquí se deja entrever que el Almirante no salía a
viajar los domingos posiblemente guardando el día
del Señor como día de Descanso. La tradición de
Santo Domingo no ha conservado en sus costumbres
qué clase y cómo se llamaba la semilla o simiente que
los indios echaban en el agua para beberla, lo cual
el Almirante consideraba “que era cosa sanisima”; la
conjetura obliga a servirse de la imaginación y considerar que esto pudo haber sido pedazos de lo que
aquí se le llamaba Bohuco de Indio, del cual en la
actualidad se hace el mabí, o es posible que sea otro
que el Almirante en su furor por ver oro en todo lo
que resplandeciera no dedicar algo de su atención en
estos hábitos y costumbres de los indios de Marién.
Domingo 23 de diciembre.—
“No pudo partir con los navíos a la tierra de
aquel Señor que lo había enviado a rogar y convidar, por falta de viento; pero envió con los tres
mensajeros que allí esperaban, las barcas con gente
y al escribano.
Entretanto que aquellos iban, envió dos de
los indios que consigo traía a las poblaciones que
estaban por allí cerca del paraje de los navíos, y
volvieron con un Señor a la nao con nuevas que
289
en aquella isla española había gran cantidad de oro,
y que a ello le venían a comprar de otras partes, y
dijéronle que allí había cuanto quisiese. Vinieron
otros que confirmaban haber en ella mucho oro, y
mostrábanle la manera que se tenía en cogello. Todo
aquello entendía el Almirante con pena; pero todavía
tenía por cierto que en aquellas partes había grandísima cantidad dello, y que hallando el lugar donde se
saca habrá gran barato dello, y según imaginaba que
por no nada. Y torna a decir que cree que debe haber
mucho, porque en tres días que había questaba en
aquel puerto, había habido buenos pedazos de oro,
y no puede creer que allí la traigan de otra tierra.
Nuestro Señor, que tiene en las manos todas las cosas
vea de me remediar y dar como fuere su servicio;
estas son palabras del Almirante.
Dice que aquella hora cree haber venido a la nao
más de mil personas, y que en todas traían algo de lo
que poseen; y antes que lleguen a la nao, con medio
tiro de ballesta, se levantan en sus canoas en pies y
toman en las manos lo que traen diciendo: “tomad,
tomad”. También creen que más de quinientos vinieron a la nao nadando por no tener canoas, y estaba
surta cerca de una legua de tierra. Juzgaban que habían venido cinco Señores, hijos de Señores, con toda
su casa, mujeres y niños, a ver los cristianos. A todos
mandaba dar el Almirante, porque todo, diz que era
bien empleado, y dice: “Nuestro Señor me aderece,
por su piedad, que halle este oro, digo su mina, que
hartos tengo aquí que dicen que lo saben:” estas, son
sus palabras. En la noche llegaron las barcas y dijeron
que había gran camino hasta donde venían y que al
monte de Caribatan hallaron muchas canoas con
mucha gente que venían a ver al Almirante y a los
cristianos del lugar donde ellos iban. Y tenía por cierto
que si aquella fiesta de Navidad pudiera esta en aquel
puerto (180), viniera toda la gente de aquella isla, que
estimaba ya por mayor que Inglaterra, por verlos, los
cuales se volvieron todos con los cristianos a la población (181), la cual diz que afirmaban ser la mayor y
la más concertada de calles que otras de las pasadas
y halladas hasta allí, la cual diz que es de parte de la
Punta Santa (182), al Sueste cuasi tres leguas. Y como
las canoas andan mucho de remos fuéronse delante a
hacer saber al Cacique, quellos llamaban allí. Hasta
entonces no había podido entender el Almirante si lo
dicen por Rey ó por Gobernador.
Tambien dice otro nombre por grande que
llaman Nitayno (183), no sabia si lo decian por
Hidalgo o Gobernador o Juez. Finalmente, el
290
Ramón Julio Didiez Burgos
Cacique vino a ellos y se ayuntaron en la plaza que
estaba muy barrida, todo el pueblo, que había más
de dos mil hombres. Este Rey hizo mucha honra a
la gente de los navíos, y los populares cada uno les
traía algo de comer y de beber.
Después el Rey dio a cada uno unos paños de
algodón que visten las mujeres, y papagayos, para el
Almirante, y ciertos pedazos de oro; daban también
los populares de los mismos paños y otras cosas
de sus casas a los marinos, por pequeña cosa que
les daban la cual según la recibían parecía que la
estimaban por reliquia.
Ya en la tarde, queriendo despedir, el Rey les rogaba que aguardasen hasta otro día; lo mismo que
todo el pueblo. Visto que determinaban su venida,
vinieron con ellos muchos del camino, trayéndoles
a cuestas lo quel Cacique y los otros les habían dado
hasta las barcas, que quedaban a la entrada del río”.
Al no poder salir en este día por falta de viento
envió a Rodrigo de Escobedo, escribano del Rey,
que nunca escribió nada, ni tampoco dejó la menor
nota de este viaje, con gente en la barca y tres indios que le habían llevado la invitación que le hacia
Guacanagarix de
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