Análisis del Diario de Colón Guanahaní y Mayaguaín las primeras isletas descubiertas en el Nuevo Mundo Don Cristóbal Colón, “Almirante del Mar Océano, Visorrey y Gobernador de las islas y Tierra Firme que descubriera”. Archivo General de la Nación Volumen CCXLVII Contralmirante Ramón J. Didiez Burgos, ARD Análisis del Diario de Colón Guanahaní y Mayaguaín las primeras isletas descubiertas en el Nuevo Mundo Santo Domingo, R. D. 2015 Cuidado de edición: Área de Publicaciones, AGN Diagramación: Harold Frías Maggiolo y Juan Francisco Domínguez Novas Diseño de portada: Esteban Rimoli Motivo de cubierta: Retrato de Cristóbal Colón, obra del pintor italiano Ghirlandaio, y recreación de imágenes de las tres carabelas: la Pinta, la Niña, y la Santa María. Primera edición: 1974 Segunda edición: 2015 © Ramón Julio Didiez Burgos, 1974 De esta edición © Archivo General de la Nación, 2015 Departamento de Investigación y Divulgación Área de Publicaciones Calle Modesto Díaz Núm. 2, Zona Universitaria, Santo Domingo, República Dominicana Tel. 809-362-1111, Fax. 809-362-1110 www.agn.gov.do ISBN: 978-9945-586-41-1 Impresión: Editora Centenario, S.R.L. Impreso en la República Dominicana • Printed in the Dominican Republic 7 PRESENTACIÓN El libro Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín, las primeras isletas descubiertas en el Nuevo Mundo, del autor contralmirante Agr. Ramón Julio Didiez Burgos, de la Armada de República Dominicana, es un aporte de alta trascendencia cognitiva en el campo de la historia dominicana, por la agudeza en el análisis y en las descripciones e interpretaciones que gradual y cronológicamente desarrolla conforme al Diario del almirante Cristóbal Colón. Esta obra es fruto de la colaboración diáfana entre la Armada Dominicana y el Archivo General de la Nación (AGN), instituciones que asumen dentro de sus múltiples fines el de propiciar el conocimiento de la historia nacional, para una correcta vida ciudadana. Como principio editorial del AGN, se respetó la grafía y las convenciones utilizadas por el autor en la edición original de esta obra. Es importante destacar que el primer viaje de Cristóbal Colón se produjo en el año 1492, y representó, para el mundo conocido de la época, una verdadera revolución tecnocientífica, pues demostró que la tierra no era plana, descartando de una vez por todas esta teoría medieval tan socorrida en aquel momento. Los cálculos y los descubrimientos realizados por el almirante lograron revolucionar la Geografía y la Cartografía, que tuvieron que ser revisadas para la inclusión de las nuevas tierras y mares, desconocidos por estas disciplinas. Igualmente ocurrió con las Ciencias Naturales, la Botánica y la Zoología. Estas transformaciones impactaron además en el mercado mundial e impusieron la modernización de los barcos para la navegación transoceánica. La obra, entre otros aspectos de gran interés, refleja la colaboración que se estableció entre los indios lucayos y los europeos, representados por Colón. Esto facilitó la comunicación con las comunidades taínas, así como el conocimiento de las ubicaciones de otras islas situadas en el mar Caribe, lo cual contribuyó a su posterior sometimiento y control. Es oportuno resaltar que, por orden del almirante Cristóbal Colón, el primer escrito de posesión de las tierras que luego se llamarían América, fue registrado y certificado por el escribano de la Armada Rodrigo Sánchez de Segovia, teniendo como testigos presenciales a Martín Alonso Pinzón y Vicente Yáñez, ambos capitanes de la Pinta y la Niña, entre otros hombres de los que integraban la expedición. Este hecho da origen al primer documento escrito en tierras del llamado Nuevo Mundo, el cual otros estudiosos de la historia, en conocimiento de que la cultura taína era ágrafa y partiendo del supuesto de que la historia se inicia con la escritura, lo consideran también como el que le da inicio a la historia de la sociedad taína. Con la toma de la primera Isla del nuevo mundo, Colón fue prácticamente convertido en el Guamiquina, jefe supremo de los cristianos, según lo plasmó en su Diario. Desde el correlato empírico de nuestra realidad científica, el contralmirante Agr., Ramón Julio Didiez Burgos, logró demostrar la validez de las técnicas marineras de navegación implementadas por Colón, descartando la percepción de que el Almirante era un improvisado o un simple aventurero. Este aporte histórico del autor a la historia y cultura dominicana, cristalizado en el Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín..., constituye un documento de obligada consulta para el público en general, y de manera muy especial para los estudiosos de la Historia en República Dominicana. Álvaro Caamaño Santana 9 PRÓLOGO A LA SEGUNDA EDICIÓN Con gran placer aceptamos la alta distinción que nos otorga el vicealmirante Edmundo Néstor Martín Félix Pimentel, Comandante General de nuestra Armada, de reprologar el libro titulado Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín, las primeras isletas descubiertas en el Nuevo Mundo, autoría del siempre recordado profesor de Cinemática y Navegación, contralmirante, agrimensor, Ramón Julio Didiez Burgos, Armada República Dominicana. Como autor de este valioso libro, destaca la participación de los antiguos caldeos, griegos, egipcios de 141 a. C., en la astronomía y de los italianos a partir del siglo xvi. Incluye el portulano de Santo Domingo año 1500, las cartas náuticas de Paolo Toscanelli; la cartografía de las Antillas frente a Portugal; las cartas astronómicas empleadas por los navegantes de la época; las tablas de navegación del primer viaje de Colón; las tablas de rumbo, velocidad y objetos visibles en el mar que empleó; la comprobación de las distancias recorridas; normas y costumbres de los nativos, entre otras, además de los nombres de las tripulaciones de cada nao y sus salarios por categoría. Su contenido se apoya en una vasta bibliografía colombina, que invita al lector a involucrarse en la vida de este gran navegante. Es rico en el uso de las terminologías navales de aquella época. En sus páginas, nos mantiene cautivos, llevándonos al éxtasis durante la narrativa de la travesía, como si él estuviese realizándola, pues con gran esmero apunta todos los detalles en sus cálculos, para llegar al punto de recalada precalculado, de manera que demuestra, al concluir su análisis del Diario de navegación y las singladuras en estudio, que las técnicas marineras empleadas en la época eran confiables. Cabe destacar que, para lograrlo, debió delinear como instrumentos de trabajo las cartas náuticas y el cuadrante de madera (sextante), similares a los de esa época, reliquias que nos mostró durante la docencia como un tesoro de valor ilimitado. De igual modo, el autor recoge en sus apuntes que, antes de Cristóbal Colón, la navegación se realizaba mayormente cercana a la costa y rara vez sideral, debido al concepto geográfico prevaleciente. Sin embargo, también afirma que por las innegables relaciones de este gran nauta con el cosmógrafo Paolo del Pozzo Toscanelli, pudo adquirir los conocimientos y las habilidades necesarios para hacer una usanza confiable de la cartografía estelar. Este inolvidable profesor nos bautizó con el mote de Jarocho, cuando fuimos brigadier mayor de la promoción del año 1969. Su ejemplo como docente fue único, premiándonos ese año con su presencia en los cruceros de instrucción (verano e invierno). Durante la travesía siempre estuvo junto a nosotros en el ala de estribor del puente, asiento del Oficial de Guardia de navegación. Desde ahí nos supervisaba y corregía las prácticas de navegación astronómica diurnas y nocturnas; los errores del compás y otros detalles útiles para determinar la posición del buque. Esas experiencias nos resultaron cardinales para el ejercicio del mando como oficiales. De ese ayer sólo permanece un nostálgico recuerdo. Hoy prevalece la navegación electrónica y satelital; sin embargo, sería aberrante que la oficialidad prescindiera del uso tradicional de las tablas y el sextante, herramientas esenciales para el cálculo de las posiciones astronómicas. Con la publicación de este importante trabajo intelectual, el contralmirante Ramón Julio Didiez Burgos se corona de gloria, al dejar este legado de incalculable valor a la posteridad. La inversión de recursos y tiempo no fueron tan significativos, como los aportes que hará en beneficio de las nuevas generaciones de lectores. Con ella ha demostrado cómo la fuerza de voluntad y la perseverancia conducen al logro de las metas. Aprovechamos para reiterar nuestra gratitud al Comandante General de la Armada, por la oportunidad que nos otorga de expresar un criterio diferente sobre el esfuerzo realizado por este valeroso representante de los valores humanos, a través de sus provechosas acciones en beneficio del conocimiento. Leoncio Martínez Gil CA (R) ARD, DEMN. A mi esposa, quien como secretaria compartió conmigo los sinsabores que envolvieron la edición de este libro. Agradecimiento El amigo contralmirante retirado César de Windt Lavandier quien me obsequió una Revista General de Marina de junio del 1967, en la cual encontré un trabajo literario titulado “Más sobre la isla de Guanahaní”, por el capitán de corbeta Roberto Barreiro Meiro de la Marina de Guerra Española; este trabajo analítico de la arribada del almirante don Cristóbal Colón, a la primera isla del Nuevo Mundo, después de un largo viaje lleno de tantos peligro, me despertó el interés de seguir en el plano de las islas Lucayas las explicaciones dadas por el investigador Barreiro-Meiro, así lo hice, pero observe que este era el desarrollo del Diario del Almirante don Cristóbal Colón en los días 11-12-… al 28 de octubre a través de las islas Lucayas. Este desarrollo estaba de acuerdo a muchos otros historiadores, tales como el almirante Samuel E. Morrison, Juan Bta. Murdock, y otros más dentro de la tesis de Watling como la isla de Guanahaní, pero, al tratar yo de ver si la estima que se desarrolla en el Diario del Almirante podía acomodarse a esta isla, encontré que no, probé en otras islas y tampoco, así fui probando hasta que di con un par de islotes, en los cuales hice todas mis investigaciones y me decidí a considerar que estas eran las isletas que se buscaban desde hace algún tiempo. Muchas frases expresadas por el Almirante en el Diario que han sido soslayadas por casi todos los autores, por no encontrar una explicación o interpretación, creo haberla descifrado con la ayuda de muchos testimonios. La ilación de los hechos de día en día en el Diario, en algunas ocasiones se desvanecen, y se pierde el sentido de la narración, pero siempre existen frases que dan la idea de lo perdido y de esta manera se recobraran muchos de los acontecimientos perdidos. El análisis de este Diario me imponía la búsqueda de muchos libros, planos, documentos y referencias que me fueran aclarando y dilucidando cada una de las tesis que me planteaba. La bondad de muchos amigos, cuya extensa cultura, me brindaron la ocasión de servirme con largueza de sus bibliotecas, planos y documentación para en ellos encontrar las informaciones que necesitaba. El agradecimiento que debo a estos amigos, me hacen deudor y por este medio les doy mis más expresivas gracias, por haber hecho posible este libro; al licenciado don Emilio Rodríguez Demorizi; contralmirante retirado Cesar A. de Windt L., doctor Manuel Mañón Arredondo, comodoro Francisco Amiama Castillo, capitán de fragata Oscar Pérez Mota jefe de la Sección de Cartografía de la Marina de Guerra, capitán de corbeta Cristóbal Tobias Artiles, Elena Despradel encargada de la Biblioteca de la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... PRESENTACIÓN Por Emilio Rodríguez Demorizi En la vasta bibliografía colombina este es un libro de valor excepcional, porque lo propio es que el egregio argonauta genovés sea estudiado por personas versadas en las misteriosas ciencias del mar y las constelaciones. Aquí, pues, el Genio Navegante es juzgado por otro navegante –guardadas las distancias– que es, entre nosotros, la primera autoridad en las impresionantes cuestiones de la Náutica. Libro nuevo, en el amplio sentido del término, porque ofrece interpretaciones nuevas del documento máximo de la historiografía americana, del magno Diario de Colón, y porque se somete al juicio de los especialistas diversas tesis, originales, acerca de las memorables incidencias de los viajes de Colón. Desde este punto de vista la obra resultara eminentemente polémica, y por lo mismo renovará el raudal de la discusión entretejida entorno a las más discutida figura de las tiempos modernos. ¡Que maraña de alabanzas y de negociaciones de toda índole envuelve al Almirante! Y sin términos medios: desde la condenación y el dicterio hasta los proyectos de canonización; desde la tacha de judío hasta su conversión en catalán o en gallego. Didiez Burgos ha ido por rumbos más ciertos, por las mismas singladuras de Colón, como si él hubiese sido uno de los grumetes de la Santa María, de la Pinta y de la Niña. Así deberíamos verle, en la apasionante lectura de este libro, junto al Descubridor, frente al timonel y a la bitácora. No se trata de una de las tantas apologías de Colón, sino de un estudio analítico del Viaje del Descubrimiento, que incluye el comentario, día por día, del célebre Diario de navegación, así como sugestivos detalles de la técnica, de los hábitos y las prácticas de la marinería de la época. 13 La tesis propuestas por Didiez Burgos son por demás diversas: la inadmisibilidad de la leyenda del Piloto Desconocido, del caso de Alonso Sánchez de Huelva; las discutidas relaciones epistolares entre Colón y el cosmógrafo Paolo del Pozzo Toscanelli; los orígenes de la prisión del almirante por obra de Bobadilla; el análisis y la comparación de las distancias computadas por el Marino, según el autor excelente calculista; la travesía del Atlántico, su afectación por el magnetismo terrestre y el abatimiento de las carabelas hacia el Sur de su rumbo; el novedoso señalamiento de las primeras tierras descubiertas en octubre de 1942; la precisión de la hora del descubrimiento; la interpretación del Diario sincronizada con la cartografía moderna, tanto en los rumbos como en la distancias; el análisis de los eclipses de luna observados por Colón en la Saona y en Jamaica; el cabal desciframiento de algunos enigmáticos términos y frases de Colón; y otras tantas tesis de mayor o menor trascendencia, basadas en deducciones y en textos irrecusables. Por todo ello la obra constituye una abundosa fuente para el conocimiento de los discutidos problemas colombinos, de lectura tan instructiva como apasionante. El doctor autor, Ramón Julio Didiez Burgos, nació en la Villa de Santo Domingo en el año 1907. En su universidad, en 1931, se graduó de agrimensor, y ya muy pronto, en 1934, ingresó en la Marina de Guerra Dominicana, iniciando sus estudios de la Náutica bajo la dirección del viejo lobo de mar vasco capitán José Urruchua, en el transporte de guerra Presidente Trujillo. No tardó en ser ascendido a alférez de fragata, a alférez de navío y a comandante de guardacostas. Sus experiencias del mar tuvieron su aspecto trágico: fue uno de los quince supervivientes en el hundimiento, por obra de un submarino alemán en aguas del Caribe, del citado vapor Presidente Trujillo. En 1943 fue ascendido a teniente de navío; en 1946 a capitán de corbeta y en 1947 designado Jefe de Estado Mayor de la Marina de Guerra. En 1949 fue director de la Academia Naval, y en 1952 director del Instituto Cartográfico Militar. En 1956 paso a ser capitán del lujoso yate Angelita, y a la vez subsecretario de Estado de las Fuerzas Armadas, con rango de contralmirante. En sus viajes, como oficial navegante, y como comandante, navegó por mares de Europa y de América, incluso el Pacífico. Comandaba el famoso yate Angelita en su histórico 14 Ramón Julio Didiez Burgos viaje de 1961 hacia Europa, llevando a su bordo el cadáver de Trujillo. En 1966 fue nombrado profesor de navegación y cinemática naval en la Academia Naval, función que ejerce en la actualidad. Es además miembro fundador de la Sociedad Dominicana de Geografía, y su tesorero. Didiez Burgos, consagrado perseverantemente a los estudios históricos, particularmente a lo relativo a la Náutica, ha publicado otro libro, El milagro en el fuerte de Santo Tomás, pleno de nuevos atisbos históricos y de rectificaciones. Para la Sociedad Dominicana de Geografía, que él cuenta como uno de sus más notables Miembros, es honra y placer patrocinar la publicación de la presente obra, que ha de despertar gran interés así como de suscitar vivas polémicas, que desde ahora esperamos que sean tan constructivas como el alto espíritu que las ha inspirado. Aquí tienen, pues, ancha palestra, la ciencia y la verdad. Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... 15 INTRODUCCIÓN Hace 475 años un diestro y audaz navegante, acompañado de un puñado de hombres valientes en una gesta heroica y jamás vista abrieron la puerta que conducía al Nuevo Mundo, en un día del mes de octubre del 1492, el Viejo Mundo se conmovió en sus cimientos con la noticia y por ella entraron todas las virtudes y todos los pecados cultivados durante siglos y siglos de luchas infructuosas, en el viejo continente, fue una verdadera revolución en el sentido amplio de la palabra, los viejos moldes sociales se resquebraron, la economía tomó otros derroteros, las ciencias remodelaron sus arcaicos conceptos al derrumbarse una simple noticia, la integración de elementos desconocidos y las viejas supersticiones amparadas de las más dogmáticas creencias, desaparecieron de las mentalidades subordinadas al conjuro de la ignorancia. La Tierra era redonda, era la noticia del momento y de la época, la nobleza y la burguesía no se explicaban el fenómeno, que aunque el concepto era viejo, pertenecía a un grupo muy ínfimo privilegiado el cual tenía que mantenerlo y sostenerlo, en silencio, ahora, era noticia popular y la fuerza del choque era tremenda, contundente, exigía la revisión de lo antiguo por lo nuevo. Nuevos imperios surgían y una nueva raza también. ¿Dónde está esa puerta? ¿Quién la abrió? De quien la abrió se conoce su nombre, don Cristóbal Colón, almirante del Mar Océano, visorrey y gobernador general de todas las Islas y tierras firmes que descubriera y ganara en el Océano. Hombre de sólido conocimiento náutico y de una experiencia vastísima, arriesgada y seguro de sus decisiones, con dotes extraordinarias de mando para el título que ostentaba. Y esa puerta, ¿dónde está? Esa ha sido el enigma que él legó a la posteridad, pero dejó la llave virtuosa de su Diario de navegación para que alguien que supiera manipularla y llevarla al debido lugar, la encontrara en forma de isleta. El mundo antiguo y sus límites. Muchos han sido los que han intentado descifrar el enigma, pero hasta ahora nadie ha podido decir ¡eureka!, todos han tropezado con pasajes en el Diario del navegante que han sido verdaderos jeroglíficos, que han tenido que soslayar para continuar en sendas de perdidos eslabones, y por ende, también han dejado sin una solución satisfactoria el camino de la verdad. Hombres de la talla de Alexander von Humboldt y Washington Irving quienes en 1828 patrocinaron que la isla del Gato era la primera isla que arribó don Cristóbal Colón en su primer viaje, a la que él llamó San Salvador y los indios le llamaban Guanahaní, don Juan Bautista Muñoz escoge la isla Watling en 1783, hoy San Salvador, el geógrafo G.V. Fox en 1881 elige la isla Samaná o Atwood como la primera que arribó el Almirante; en 1834 Francisco Adolfo Varnhagen dice que fue la isla Mayaguana, Pieter Verhoog en 1947 escoge y desarrolla sus cálculos de 16 Ramón Julio Didiez Burgos la arribada desde los Cayos; y don Martín Fernández de Navarrete quien escogió la isla Gran Turca como San Salvador o Guanahaní; muchos estudios han compartido estas tesis dividiéndose y acogiéndose cada uno a una de estas tesis para apoyarlas y abonar razones y cálculos para confirmar la autenticidad de la teoría que apoyan; la que más ha tenido admiradores es la tesis de don Juan Bautista Muñoz, esta ha sido respaldada por historiadores como Samuel Elliot Morrison, últimamente por el oficial de la marina española, R. Barreiro Meiro y otros que han hecho gala de erutismo en beneficio de dicha tesis. La tesis de don Juan Bautista Muñoz, a pesar de ser la más aceptada por varios autores, uno de los cuales, don Aurelio Tió, historiador puertorriqueño ha esgrimido contra de dicha tesis razones muy poderosas y muy acertadas, pero que como es entre todas las que han surgido, las que más posibilidades tiene de que sea la verdadera se ha sostenido a pesar de los ataques que ha sufrido. Más adelante veremos que al desarrollar el Diario de navegación del Almirante, don Cristóbal Colón desde la isla Watling, no se corresponden lo narrado en el lugar, se ha tratado de acomodar su relato a esta isla, pero el vestuario es muy holgado, de manera que por más esfuerzos que se haga no pueden ajustar en el lugar lo que aconteció el día 11 de octubre de 1492. La personalidad del Almirante don Cristóbal Colón ha sido una de las más discutidas en la humanidad, la oscuridad que aún existe acerca del lugar de su nacimiento y su país natal no ha sido despejado, la documentación exhibida que lo hace genovés es muy endeble y muy poco convincente al pretender superponer de un tal Cristóforo Colombo, quesero, negociante de vinos, lanero, y otros oficios muy diferentes al del marino; otro lo hacen gallego otros vizcaínos, Catalán de Felanits en Mayorca, griego, inglés, francés, portugués; hasta ahora no se ha dicho la última palabra, porque los registros parroquiales de aquella época eran extremadamente deficientes y sobre todo para las personas alejadas de las ciudades más pobladas. Don Cristóbal Colón quiso que su identidad se mantuviera oculta, y hasta ahora así ha sido; él tuvo sus razones porque su verdadera personalidad no fuera revelada y dirigió las miradas de cualquiera que se interesara en su vida, por camino errado, y quedara envuelto en una confusión, tal y cual le paso a su hijo don Fernando Colón, cuando fue a Génova a buscar los familiares de su padre: no encontró nada relativo a él, a pesar de que Domingo Colón que dice fue su abuelo, vivía para el 1499, en la dirección de Génova, el Almirante abundó en sus informaciones, de manera que de ahí no se pudo sacar de su identidad nada claro, que diera pie a que el mayorazgo instituido por el no se desmoronara y la familia Colón fuera siempre de la Nobleza, su intención era encaminar cualquier pesquisa que condujera a resultados negativos, hasta ahora ha logrado su objetivo, no han podido determinar su lugar de nacimiento. Don Cristóbal Colón en el transcurso de su vida dio a conocer ciertos incidentes de su vida agitada, los cuales algunos fueron desestimados como verídicos y otros como dudosos, al correr el tiempo los estudios de su vida han encontrado documentos relativos a estos sucesos mencionados por él y no ha habido otra alternativa de ahondar en las investigaciones para sacar en claro que él era parte del hecho y ser verdad sus informes, pero esto no representa nada más que fases de su vida incierta, acerca de la que el trato de ocultar se mantuvo muy cauto y muy parco en no hacer referencias que pudieran, por cualquier indiscreción, deducciones de su verdadera personalidad y perdiera todas las prerrogativas en la corte. Se ha hablado de su cultura y su preparación; algunos lo creen con escasa escuela, otros con mediana preparación y los más indulgentes con suficiente preparación y bastante culto. Como marino vemos en el transcurso de este trabajo que no se quedaba atrás de ningún otro marino, pues sabia manejar el astrolabio, el cuadrante, las ampolletas; sabia medir la velocidad de su barco, deducía el estado del tiempo por el aspecto del sol, la luna, las estrellas; como cartógrafo conocía bien el trazado de cartas, por el sistema de proyección planas, sistema diseñado por el Infante, don Enrique de Portugal, llamado el Navegante; su primer viaje dejara dicho mucho de su gran capacidad en el mar, fue, según Fernández de Oviedo, que vivió sus años de trabajo y de triunfo, quien enseño a los españoles a navegar con instrumentos, conocía astronomía, que en esa época era la cosmografía, matemáticas y trigonometría y geometría, en lo social se codeo con la nobleza de Portugal y de España, su comportamiento era el de una persona fina y educada, en los menesteres de la alta sociedad era muy leído en autores clásicos, tanto filósofos, como científicos, en sus libros escribía notas marginales dando a conocer sus opiniones y su pensar acerca del tema tratado en él. Durante esa época pertenecía a una clase muy escogida de personas, el interés por los libros y la cultura, pues la nobleza en su mayoría se entretenía en la caza, torneos, aventuras ecuestres y amorosas, los Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... caballeros le daban preferencia a los ejercicios de armas, que aprender a leer y escribir, era inconcebible que un caballero de renombre en la guerra, no sabía leer ni escribir, por eso él sobresalía en sus ideas y pensamientos y al conversar y tratar con ello, él solo era el que hablaba, los otros como no tenían cultura tenían que hacer silencio, era lo contrario cuando alternaba con hombres de ciencia, sabios y hombres cultos, comprendían que se la entendían con un hombre de amplios conocimientos y le escuchaban y alternaban con él, tales como Martin Behaim, Joseph Vicinho, padre Antonio de Marchena, Pedro de la Frontera, versado en los asuntos de mar, etc. Al transformar los historiadores a Cristóforo Colombo en Cristóbal Colón han traído sobre el último toda la ignorancia y toda la incultura que no cultivó el primero y esto ha ocasionado una serie de criterios y juicios acerca de él algo lamentable y penoso. A don Cristóbal Colón le debe la humanidad la iniciativa de que los antiguos navegantes se aventuraran a viajes trasatlánticos. Como es sabido los viajes a Inglaterra, a Egipto, a Grecia, a la Guinea se hacían no perdiendo nunca de ver la tierra, la navegación era costera. Gravado de Olaus Magnus, donde muestra una culebra marina gigante que según la leyenda de la época existían en el mar Tenebroso (mar Occidental). Rompió también el terror al mar Tenebroso donde habían enormes aves que cargaban con los barcos, pulpos gigantescos que hundían los buques en las profundidades del mar con sus enormes tentáculos, enormes culebras o dragones que hacían desaparecer los barcos, todo esto antes de llegar al fin del mundo donde las aguas se derricaban en cascadas en el espacio e igual todo lo que estuviese flotando, ya se podía navegar a todo su largo y su 17 ancho en la confianza de que no encontraría tantos monstruos. Al descubrir la oscilación de la aguja magnética se inició su estudio y hasta llegar a descubrir los elementos que la perturbaban. Cuadrante de madera con que se tomaban las alturas de la Polar y el sol en el siglo xv. Por las largas distancias, hizo ver que era imprescindible navegar con instrumentos; los que había en la época, el astrolabio y el cuadrante, las ampolletas de arena, no eran suficientes para conocer las posiciones en alta mar y esta grandísima necesidad ocasionada por travesía tan larga, dio origen a otros instrumentos, así como cálculos nuevos. A fines del siglo xix las naciones acordaron dividir las longitudes al Este-180°. al Oeste 180°. desde el meridiano de Greenwich, pero ya 1494, y en 1504 en observaciones de eclipses lunares el estableció las longitudes al Oeste, desde la bahía de Cádiz, España, a la islita Catalina en el paso del Catúan en la isla Saona, República Dominicana y la bahía de Gloria (Santa Ana) en la costa norte en la isla Jamaica, las longitudes en esta época se contaban desde un meridiano 0°, al Oeste de Europa, al Este hasta completar 360° en el globo. Abrió nuevos horizontes a la sociedad, a la economía, a la moral, dio un nuevo impulso a las aspiraciones humanas, una nueva filosofía nació, así como un nuevo ambiente de inquietud, el hombre se salió de su rutina para emprender nuevos senderos, el Mundo Antiguo empezó a cambiar, esa fue la obra de un hombre que aun 18 Ramón Julio Didiez Burgos recibe menosprecio y crítica, como si la que ha recibido por más de 400 años no fuera suficiente para apocarlo de manera de reducirlo a una mínima expresión. Dio a conocer la ruta para ir hacia las Antillas, América del Sur, Centro América y como volver con vientos favorables; las largas travesías en mares abiertos y el transporte de grandes cantidades de mercancías, trajo aparejada la necesidad de mayores bodegas o de espacio para carga, lo que significo mayores buques; esta evolución engendro otro concepto marítimo, España se hizo a la mar, tanto impulso se dio al desarrollo marítimo comercial como al naval. El descubrimiento de un Nuevo Mundo hizo levantar a España como potencia de primera clase y la clave del origen de este movimiento ascensional fue don Cristóbal Colón, almirante del Mar Océano, gobernador perpetuo de las islas y tierras que descubrió. Es penoso que el Nuevo Mundo que él entregó a Europa persista en una indiferencia que podríamos llamar clásica, cuando si bien hoy se ha unido en un solo bloque internacional, bien pueden en esa unión restaurar como sagrado símbolo de su nacimiento la toponimia de todos estos lugares como homenaje póstumo a su gloriosa y audaz hazaña. Ya que la humanidad del continente no ha tenido el valor y el arrojo de consagrar con el agradecimiento de su nombre a este Nuevo Mundo, que lleva y aceptamos el nombre de un comerciante genovés que no puso un maravedí en la consecución de la empresa, al menos, jolonemos el camino, por el cual entro para hacer imperecedera su gran obra, conservando los nombres que él por agradecimiento a sus regios protectores puso a cada isla, y a cada lugar. Las grandes obras, así como los grandes acontecimientos de la vida se deben a los grandes hombres, hombres geniales, nacen con designios para hechos relucientes y destacables, al sobresalir por su talla, su altura moral, científica o técnica, se contraen ipso facto la envidia y el egoísmo de los que no han tenido el privilegio de lo ignoto de sobreponerse a las condiciones comunes que le fue asignado, esta relación de dos naturalezas opuestas engendra todas las pasiones inconcebibles en la sociedad dando lugar a las diferencias que ocasionan los muchos desengaños de esta vida. Si el Almirante fue empequeñecido en su tiempo por aquellos que fueron incapaces de algo, hoy el mundo le premia y le reconoce la gran hazaña del descubrimiento de un Nuevo Mundo en compañía de un grupo de valientes que también algún día se le reconocerán sus méritos en una placa de bronce donde se graben para siempre sus venerados nombres. Estos estudios, aunque no descritos en todos sus detalles, al menos, el bosquejo general que hace de ellos, así como el trazo de los trabajos desarrollados por ellos darán una idea. En lo que respecta al descubrimiento del Nuevo Mundo muchos son los que me han precedido en el estudio detallado de los momentos que precedieron al grito de tierra y han tratado de forzar los hechos y abrirse camino y seguir el trayecto del Diario, pero es mi consideración y mi opinión que al no ser aplicado con propiedad lo especificado en el Diario es por lo que se han estado dando cabezas entre tantas islas sin llegar a una solución satisfactoria, al extremo que se pueda distinguir tesis diferentes que consideran otras tantas islas como Guanahaní; al ver que por el camino seguido por mis antecesores la isla seguía oculta; decidí trazar mi plan de estudio en sentido contrario, empezando por el 27 de octubre cuando vio a Cuba y desde 5 leguas al Norte de la Loma llamada Silla de Gibara, retrocedí en la derrota tratando de llegar a todos los puntos por él anunciado, así como reconocer las islas que bojeo, aunque con algunas dificultades en la interpretación del Diario encontré lo que era para mí la salida, era para él, la entrada, la isleta Guanahaní o San Salvador, una vez encontrada la isleta me fue fácil volver con el Diario por el mismo camino sin tropiezos y sin argumentos conflictivos. Hago saber que este estudio solo refiere al desarrollo del Diario de navegación del almirante don Cristóbal Colón, día por día y que tan solo lo que hago es comentar día por día sus apuntes y sus observaciones, he tratado de aclarar todos los puntos oscuros que hasta ahora no han tenido una explicación clara y tratar de explicar frases que parecen difíciles de aclarar. Muchas de las técnicas y costumbres antiguas de navegar, por el gran adelanto de Ciencias Náuticas, han sido olvidadas y hoy muy pocas personas las conocen, de ahí que el Diario del Gran Nauta no sea interpretado con propiedad, algunas de estas costumbres y técnicas se conocen porque algunos investigadores minuciosos han desempolvado los documentos o libros que las explican y las han dado a conocer en diferentes trabajos. En un principio doy a conocer algunas de las costumbres que existían en esa época para ser más inteligibles al trabajo que he trazado, aunque parece trivial creo que da base para comprender mucho de los hechos. Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... Capítulo I EL DÍA EN LA ANTIGÜEDAD La vida en el medioevo empezaba con el día, y el día con el sol. Este día ha sido con el objeto de una infinidad de divisiones, las cuales empezaban con las babilónicas, las hebreas, las griegas, las caldeas, las mayas en el Nuevo Mundo, las indias, las persas, las chinas, etc., cada pueblo tenía sus propias divisiones; ahora la división que más nos preocupa será la que predominó y por la cual la Europa sujeta su tiempo. El día artificial era el tiempo transcurrido entre una puesta del sol y su ocaso el cual sabemos que se alarga o se acorta según la declinación del sol, el tiempo entre el ocaso y la puesta del sol es la noche. Los hebreos en su cautiverio en Babilonia, se acostumbraron a dividir el día artificial en 4 partes y la noche en cuatro vigilias. Las tres primeras horas del día, les llamaban, la prima, las otras tres, las tercias, las sexta y la nona. Los antiguos persas consideraban 5 períodos en el día: la aurora, desde media noche hasta la salida del sol; el tiempo del sacrificio, desde la salida del sol, hasta medio día; la plena luz, desde medio día hasta el ocaso del sol; la salida de los astros, desde el ocaso solar hasta la aparición crepuscular de las constelaciones (es la que hoy llamamos crepúsculo náutico), y el tiempo de las oraciones, desde la caída de la noche hasta la media noche. Los romanos también tenían sus divisiones y las diferentes fases del día la llamaban, deliculum, hacia el día, (la Aurora) mane, (mañana); amerid (hacia el mediodía), meridies (mediodía), demeridies (después del mediodía), suprema (puesta del sol), vespera (atardecer); crepusculum (crepúsculo), prima fax (primera antorcha), concubitore, (noche entrada), intespesta nox, (noche negra), media nox (medianoche), gallicinium (canto del gallo o aurora). Los hebreos, los chinos, los griegos antiguos, los romanos, los judíos modernos y los italianos hasta el siglo pasado y los musulmanes aún hoy día, hacen empezar el día en el ocaso del sol. 19 Los caldeos, los egipcios, los persas, los sirios y los griegos modernos hacen empezar el día civil a la salida del sol. Los astrónomos caldeos fueron los primeros en tratar de hacer partir desde la media noche el día, Hiparco, astrónomo griego (141 años a. C.) y Nicolás Copérnico (1473-1543), se manifestaron de la misma idea, los franceses, los ingleses y los españoles hacían partir su día civil hacia tiempo desde medianoche, pero en 1925 se hizo partir desde medianoche el día astronómico, el comienzo del civil (medianoche) precedía en doce horas al comienzo del día astronómico (mediodía), la iniciación definitiva del día civil tiene que haber tenido origen al tiempo de la invención del cronómetro por John Harrison en el 1759, como es conocido con el cronómetro se le dio forma más simple y más definitiva al cálculo de las longitudes y su hora o (media noche) fue referido al meridiano del observatorio de Inglaterra Greenwich, el cual fue fundado en 1675; el día civil tiene toda la posibilidad de haber tenido su origen antes de esa fecha ya que existían relojes pendulares cuyas esferas están divididas en 12 horas, pero aun así y aunque existieran los relojes del sol con su sombra de mínima y máxima marcando el medio día con las 12, clépsidras o relojes de agua, velas que dividían el día y la noche en 12 horas, estas media noche, no fueron hasta el siglo xix punto de referencia para hacer marchar el día a partir de la media noche y en razón a que aún desarrollando el cronómetro, este no tuvo un uso general hasta mediados de este siglo. El Gnomon, fue el reloj solar que con su sombra máxima y mínima dio la idea a los árabes antiguos de empezar el día a mediodía, Ptolomeo y todos sus discípulos adoptaron esta costumbre, por eso, el tiempo verdadero entre dos pasos consecutivos del sol en un lugar al quedar marcado en su sombra más corta era considerado de aceptable precisión. Dice Manuel Rice en su libro La vida, las costumbres y el amor en la Edad Media: “la vida en el campo y en la ciudad empezaban con el alba y concluía al anochecer […] para monjes y clérigos a medianoche”. Los eclesiásticos establecieron las horas canónigas y estas se regían en el sistema por las campanadas de las iglesias. A medianoche se tocaba a maitines (cuando el hermano encargado de ello no está adormilado); a las tres alaúdes, a las seis, a prima, a la que sigue por regla general, las mismas particulares; a las nueve a tercia, a la que sigue misa mayor, a medio día, a sexta; a las tres de la tarde, a nona, a las seis, a 20 Ramón Julio Didiez Burgos vísperas, y a las nueve a completas. Este horario sigue siendo hoy día el de varias órdenes religiosas, sobre todo las de los benedictinos y los trapense. De aquí se observa que la jornada para los religiosos empezaba a medianoche, con los maitines y seguían según la regla establecida, por ende terminaba en las horas completas, el día religioso. “San Pedro Damiano (1067-1072) recomendaba a los laicos el uso de las horas canónigas por ser muy excelentes para seguir su vida, y en los usos de la Orden de Cister (1120) se recomendaba al sacristán que dispusiera el reloj de modo que sonara a las horas de los maitines (media noche)” sin duda alguna por estas notas podemos colegir que los canónigos desarrollaron el sistema de las horas en que debían practicar sus servicios religiosos desde el siglo xi y estas empezaban con los maitines a medianoche, y si bien vemos esta forma de proceder no era aplicado para considerar el día, en la vida corriente de aldeas y pueblos, sino para ellos en su práctica religiosa. El célebre historiador de Indias, fray Bartolomé de las Casas. Las horas canónigas eran usadas profusamente por el Almirante en su Diario, es posible que si así lo hacía, sería en acopio de referir hechos entre períodos largos de tiempo, y no hacerlo de acuerdo al sistema que llevaba por ser más determinado o lo más probable es que fray Bartolomé de las Casas, al vaciar el Diario del Almirante a su modo y deseo personal, como ya hemos visto, lo haya arreglado bajo el sistema canónigo. De ahí vemos que el Almirante dijera el día; 16 de octubre: “Después a horas de tercia”. Día 29 de octubre: “Anduvo hasta horas de vísperas”. 24 de noviembre: “A la hora de tercia tomó la tierra”. 23 de febrero 1493: “No pudo tomar surgidero hasta horas de completas”. 6 de diciembre. “A horas de vísperas entro al puerto, etc. Y bien parece que la fuerza de la costumbre y hábito se impuso en ese aspecto para el padre De las Casas, al resumir circunstancialmente en su modalidad el enojoso y calamitoso (para él) sistema llevado por el Almirante de la cuenta del tiempo y sus puntos de referencia, aún así al no poder acomodar algunos pasajes, tuvo la imperiosa necesidad que dejarlos pasar y verterlos en su original estilo, tales como: “Al salir el sol” “Al poner del sol” “A media noche” “A medio día” “Luego que amaneció” “Después del sol puesto” “Después del sol salido” “Al rendirse el cuarto del Alba” “Hasta pasado el primer cuarto que serían las once de la noche”. Etc. Los hechos para los eclesiásticos eran considerados dentro de los lapsos horarios de sus horas canónigas cuyos márgenes abarcaban tres horas, de manera que si bien se enmarcaban, no muy bien partían de puntos de tiempos definidos. Porque en ocasiones al decir del Almirante “A media noche partí etc.” “no se expresó” “a horas de maitines”. Al decir “En amaneciendo levante las anclas”, no se expresó, a prima, porque consideró que estos eran momentos en el tiempo definidos y él (Las Casas) no podía ubicarlos en un lapso de división demasiado largo que resultara contraproducente en las costumbres marinas, después de todo tiene el parecer, y no podemos expresarnos de otra forma, que si el arreglo encajó en algunos casos, en otros no, provocando confusiones y falsos juicios que han llevado a los críticos a considerar en muchos aspectos al Almirante equivocado o errado en su Derrotero. Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... Nicolás Copérnico en 1502 recibió las sagradas órdenes y ocho años después fue nombrado canónigo de Frauenberg (Alemania), esta es la razón por la que estuvo de acuerdo con Hiparco, en que el día tuviera su origen a la medianoche, pues regía su vida por las horas canónigas. 21 estabilidad y asiento, pero este tipo presentaba serias dificultades para contabilizar el tiempo en razón a que cuando había mucha humedad, esta afectaba la independencia entre los granos de arena y retardaba la caída de ella en el vaso inferior, registrando mayor tiempo. Para conjurar esto se hizo la ampolleta de sonido, que llevaba la misma forma de la anterior, pero era de latón herméticamente cerrada y con construcción especial de madera que la humedad no penetraba y al caer la piedra con piedrecitas emitía un ruido, la razón del ruido está en que no se podía ver cuando la arena terminaba de pasar de un vaso a otro como en la de cristal, pero su funcionamiento era más regular y así era medido mejor el tiempo, luego del 1664 en que el alcalde Otton de Guericke, de Magdeburgo, Alemania, inventó su máquina de vacío, se fabricaron ampolletas al vacío de 30 segundos, 25 segundos, 20 segundos, etc. El servicio a bordo de los barcos en la antigüedad Ampolleta de arena de 30 minutos, semejante a las que se usaban en el siglo xv. El tiempo en el mar en el medioevo En la mar el tiempo se controlaba en el siglo xv, xvi, xvii, y xviii, con unos aparatos llamados ampolletas, estas tenían forma de cilindro alargado y con un estrangulamiento en su centro, podríamos decir también que eran dos conos truncados, unidos por sus bases menores, o dos ampollas en forma de gotas de agua unidas por sus principios, estas eran llenadas en uno de sus conos con arena fina y al girar el llenado sobre el vacío la arena pasaba de un cono a otro en un tiempo determinado, para el cual fue construido, así habían ampolletas de media hora, de 15 minutos; estas ampolletas se hacían de cristal y estaban cerrados los conos en su parte superior por discos de madera unidos estos por columnas de madera para hacerla una sola unidad y no dejar escapar la arena, y darle El servicio de navegación a bordo de los barcos estaba repartido en tres turnos que se llamaban guardias o cuartos; eran cada uno de cuatro horas y por lo regular tenían su principio a la 7 de la mañana o de la noche (primera guardia o cuarto), a las 11 de la mañana o de la noche (segunda guardia o cuarto o cuarto de medianoche), y a las 3 de la mañana o de la tarde (cuarto del alba o de la aurora), y así seguía rotándose el servicio, los medios días y las medias noches quedaban determinados con los medios tiempos de la duración del día o de la noche esto es, la duración del día dividido en dos, daban el medio día y el de la noche, la media noche, esta se determinaba dividiendo el número de ampolletas que duraban en el mar el día artificial o la noche, no se hablaba nunca de horas sino de ampolletas y de guardias; correspondiendo ocho ampolletas a una guardia. Las ampolletas las manejaba un grumete o paje por cada guardia; él tenía que estar velando cuando la arena pasara del vaso superior al inferior para luego darle la vuelta y cuando esto sucedía el paje o grumete cantaba. Buena es la que va mejor es la que viene. una ya es pasada y las dos muele y más moliera si Dios quiere 22 Ramón Julio Didiez Burgos cuenta y pasa que buen viaje faza. —De inmediato gritaba con todas sus fuerzas: ¡ah de proa, alerta y buena guardia! El marino que hacía servicio en la proa gritaba también para dar a conocer que no estaba dormido cada vez que pasaba una ampolleta se daba una campanada, el grumete hacía la misma cantaleta anunciando la ampolleta pasada en la que molía, de ahí era que cada ampolleta (media hora) correspondía a una campanada, y es por lo que en la actualidad las horas a bordo de los barcos se hacen conocer con campanadas: considerando que ya el sistema horario de las guardias han cambiado a las 8, 12 y 4 horas del día o de la noche. Así tenemos que al empezar las guardas a las 8h–00m a.m. o p.m., los primeros 30 minutos (8h–30m) se daba una campanada, a las 9h–00m, dos campanadas, a las 9h–30m, una campanada doble y una sola, son tres se sigue sucesivamente el mismo ritmo de una campanada cada media hora hasta terminar la guardia a las 12 con 8 campanadas, 4 doble. Al terminar las 8 ampolletas y dar 8 campanadas, el grumete gritaba. Al cuarto, al cuarto señores marineros de buena parte. Al cuarto, al cuarto en buena hora de la guardia del señor piloto… que ya es hora; leva, leva, leva: Siempre en esta cantaleta se anunciaba el título del oficial que le tocase la guardia. Era costumbre también que algunos de los que entraban de guardia para anunciar su presencia se expresaban y cantaban en voz alta. Bendita la hora que Dios nació Santa María que lo parió y San Juan que lo bautizó la guardia es tomada la ampolleta muele. Buen viaje haremos si Dios quiere. A los grumetes se les llamaba “Paje de escoba”; este humor que se usaba con los grumetes, era en razón a la creencia de que a Dios le era más agradable oír de labios inocentes la oración, estos una vez que encendían al anochecer el farol para alumbrar la bitácora, a medida que la llevaban cantaban: Amén y Dios nos dé buenas noches buen viaje, buen pasaje haga la nao, señor capitán y mestre y buena compañía. En el crepúsculo y antes de la primera guardia o cuarto que empezaba a las 7 de la noche, toda la tripulación se reunía cerca del palo mayor y rezaba el Padre Nuestro, el Ave María y el Credo, terminados estos cantaban todos la Salve Regina, haciendo alusión el Almirante a este acto decía que “los marineros la cantaban o recitan a su estilo”, no era para menos, unos porque se la sabían y otros porque se sabían la fonética de la letra latina. Luego que terminaba la última ampolleta de la guardia, el grumete cantaba la Salve Regina, cuya letra y música es así: Salve Reina Yo te saludo Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y nuestra esperanza, te saludo Nosotros los hijos de Eva desterrados te invocamos. Gimiendo y llenos de lágrimas suspiramos por ti en esta humanidad que llora. Ea pues nuestra defensora, míranos con ojo de piedad y enséñanos tras este destierro al fruto bendito de tus entrañas que es Cristo. Oh Virgen Clemente, oh virgen piadosa, oh dulce Virgen María, ruega por nosotros, Madre de Dios para que seamos merecedores de las promesas de tu Hijo, Jesucristo. Así sea. Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... Salve Reina 23 24 Ramón Julio Didiez Burgos Los amaneceres eran saludados por los grumetes que hacían el cuarto o guardia del alba cantando: Bendita sea la luz y la Santa Veracruz y el Señor de la Verdad bendita sea el alma y el Señor que nos la manda bendita sea el día y el señor que nos la envía. Acto seguido de esta cantaleta se rezaba el Padre Nuestro y el Ave María secundado. Dios nos dé buenos días, buen viaje; buen pasaje haga la nao; Señor Capitán y Maestro, y buena compañía, amén, así faza buen viaje, faza buenos días de Dios a vuestra mercedes señores de popa y proa. Con el correr del tiempo la campana fue instalada en la parte de proa para que así cuando el grumete cantaba el paso de una ampolleta el marinero en la proa contestaba dando la hora con la campana. Como dije anteriormente, el tiempo era controlado a bordo por la ampolleta y se anunciaba tomando uno de los cuatro puntos de referencia del día, la salida o la puesta del sol, mediodía o medianoche o se hacía tomando como referencia, el origen de una guardia, en horas ampolletas, así podremos ver cómo se decía, “una hora después de la salida del sol” “catorce ampolletas después de puesto el sol”, “media ampolleta antes del sol salir”, “a ocho ampolletas después de la primera guardia, etc.”, siempre se llevaban a bordo más de una docena de ampolletas en estos viajes, porque como quiera que sea algunas se rompían con los balances del buque o el manipuleo de ellas o al protegerlas cuando hacían fuertes vientos o lluvia, de noche el grumete siempre la llevaba al abitacolo (bitácora), especie de armario donde se guardaba el compás, para que con la luz de aceite que alumbraba a este, poder ver cuando la arena se vaciaba a la copa inferior. Compás de mortero de madera similar a los compases del siglo xv. Estilo de navegación de los barcos de velas según reciban viento Las naos y carabelas, por su parte llevaban generalmente un velamen redondo o en cruz, lo cual las incapacitaba a navegar hasta cierto ángulo de la proa con el viento, con las embarcaciones de velas en cuchillo, este ángulo se acercaba más y se aprovechaba más camino. A medida que el ángulo entre el viento y la proa se hacía mayor, mejor se navegaba, de aquí, se le dio el nombre a los diferentes ángulos de incidencias del viento con referencia a la proa, así: Cuando el viento se recibe por la proa, se dice que esta fil de roda. Cuando el viento se recibe a 6 cuartas de la proa, se dice que se navega a la bolina o ciñendo al viento........................................ 67° Cuando el viento se recibe a 7 cuartas se dice que se navega a un descuartelar.................. 79° Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... Cuando el viento se recibe a 8 cuartas se dice que se navega a la cuadra............................ 90° Cuando el viento se recibe a 10 cuartas se dice que se navega a un largo........................... 112° Cuando el viento se recibe a 12 cuartas se dice que se navega por la aleta......................... 135° Cuando el viento se recibe por la popa se dice que se navega en popa cerrada o seguir el viento................................................... 180° La generalidad de los buques de las velas redondas o en cruz no pueden navegar a un ángulo con el viento menor de seis cuartas (67°), es posible que se pueda llegar hasta los cinco y media cuartas (62°), cuando el buque de velas redondas tenga las tablas de las jarcias algo atrás que permita un giro más pronunciado de las vergas. 25 colocado entre las dos manos (estilo molinillo). La fricción desarrollaba calor y este cuando se aumentaba con la persistencia de los giros encendía la yesca o el palo poroso. En la generalidad, los indios hacían sus fuegos dentro del bohío en barbacoa hecha de ex-profeso en base de tierra y no la dejaban apagar pues aunque lo sabían hacer, presentaba un poco de trabajo volverlo hacer, conservarlo en la intemperie, corría el riesgo de extinguirse por el viento o por las lluvias, por eso trataban de cualquier forma conservar su rescoldo hasta el nuevo día dentro del bohío. Todos los datos expuestos anteriormente, son exponentes de referencias para el análisis que haré de la derrota del almirante don Cristóbal Colón, y aunque en algunos casos no cito autores, hago saber que me acomodo a las nuevas modalidades de no cansar en esta lectura como llamadas y citaciones a los que me honren con su atención y anoto al final la bibliografía consultada. Preámbulo al Diario Indio haciendo fuego. El fuego o guatú de los indios Los indios del Nuevo Mundo hacían sus fuegos (guatú como ellos le llamaban), haciendo girar un palito de madera dura, un poco largo sobre un pedazo de madera yesca o entre dos palitos fofos o porosos atados fuertemente en sus extremidades, los giros, algo violentos se hacían con el palito duro Como la tarea que me he propuesto es analizar el Diario de navegación del insigne almirante don Cristóbal Colón, quien descubrió el Nuevo Mundo, iré transcribiendo día por día el derrotero seguido por él desde que salió de Palos de la Frontera el día 3 de agosto de 1492 y haciendo el comentario de cada día de acuerdo al resultado de la investigación hecha para cada aspecto que presenta el Diario presentado por la Editora Tor de Buenos Aires, Argentina. Dice la Editorial Tor: “Por ella Colón bien puede ser considerado como un precursor en la literatura náutica castellana, aun cuando el original del Diario de navegación ya no exista más que en las limitadísimas partes y las ediciones existentes se hayan tomado de la copia hecha por De las Casas; lo que ha sugerido la duda de probables alteraciones. El catejo de la prosa del Almirante en sus cartas, bastantes numerosos, permite afirmar que todo lo medular del libro y gran parte de lo accesorio se deben a Colón y confirman el juicio que la obra literaria del Gran Descubridor ha merecido, y el favor de que goza el Diario en Inglaterra e Italia. Este Diario escrito por el Gran Almirante de su puño y letra fue enviado a la corte de España, este fue copiado y restituido al Almirante personalmente por la reina Isabel la Católica el 6 de septiembre del 1493; es indudable que fray Bartolomé de las Casas 26 Ramón Julio Didiez Burgos lo tuvo en sus manos del cual sacó el Sumario que hoy existe, el resumen lo hizo una tercera persona, añadiendo en muchos de sus pasajes citaciones auténticas del Almirante”. Como apunta Editorial Tor “existen en el Diario alteraciones que en cierta forma han ocasionado graves interpretaciones que han conllevado a emboscadas sin salidas, todos los que han abordado el tema de desarrollar la trayectoria del Gran Almirante, han quedado envueltos con frases y sentencias algo difícil de interpretar, para algunos; considero natural esta falta de interpretación porque hoy se desconoce en un gran porcentaje los métodos de navegación de aquella época y además que la terminología usada, así como la técnica del marino de esos tiempos en el manejo de los barcos y el de conducirlos han sido superados y aquellos abolidos. Fernando el Católico. Capítulo II DIARIO DEL ALMIRANTE DON CRISTÓBAL COLÓN DE SU PRIMER VIAJE Carta a los reyes e inicio del viaje, del día 3 de agosto al 5 de septiembre In nomine D. N. Jesu Christi Isabel la Católica. “Porque, cristianismo, y muy altos, y muy excelentes, y muy poderosos Príncipes, Rey y Reina de las Españas y de las islas de la mar, nuestros Señores, este presente año de 1492, después de vuestras Altezas haber dado fin a la guerra de los moros que reinaban en Europa, y haber acabado la guerra en la muy grande ciudad de Granada, a donde este presente año a dos días del mes de Enero por fuerzas de armas vide poner las banderas Reales de vuestras Altezas en las torres de Alfambra, que es la fortaleza de la dicha ciudad y vide salir al Rey Moro a las puertas de la ciudad y besar las Reales manos de vuestras Altezas y del Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... Príncipe mi señor y luego en aquel presente mes por la información que yo había dado a vuestras Altezas de las tierras de la India, y de un Príncipe que es llamado Gran Can, que quiere decir en nuestro romance, Rey de los Reyes, como muchas veces el y sus antecesores habían enviado a Roma a pedir doctores en nuestra fe porque le enseñasen en ella (1), y que nunca el Santo Padre le había proveído, y se perdían tantos pueblos creyendo en idolatrías, e recibiendo en si sectas de perdición, vuestras Altezas, como católicos cristianos y Príncipes amadores de la santa fe cristiana y acrecentadores della, y enemigos de la secta de Mahoma y de todas las idolatrías y herejías, pensaron de enviarme a mí, Cristóbal Colón, a las dichas partidas de la India para ver los dichos príncipes y los pueblos y tierras, y la disposición dellas y de todos, y la manera que se pudiera tener para la conversión dellas a nuestra santa fe: y ordenaron que yo fuese por tierra al Oriente, por donde es costumbre de andar, salvo por el camino de Occidente, por donde hasta hoy no sabemos por cierta fe que haya pasado nadie. Así que después de haber echado todos los judíos de todos vuestros reinos y señoríos, en el mismo mes de Enero mandaron vuestras Altezas a mí con armada suficiente me fuese a la dichas partidas de India (2); y para ello me hicieron grandes mercedes, y me anoblecieron que dende en adelante yo me llamase Don, y fuese Almirante mayor de la mar océana e Virrey y Gobernador perpetuo de todas las islas y Tierra firme que yo descubriese y ganasen, y de aquí adelante se descubrieron y ganasen en la mar océana, y asi sucediese mi hijo mayor, y asi de grado en grado para siempre jamás; y partí yo de la ciudad de Granada a 12 días de mes de Mayo del mismo año 1492, en sábado; vine a la villa de Palos, que es puerto de mar, adonde armé yo tres navíos muy aptos para semejante fecho: y partí del dicho puerto muy abastecido de muy muchos mantenimientos y de mucha gente de la mar, a tres días del mes de Agosto del dicho año en un viernes, antes de la salida del sol con media hora y lleve el camino de las islas Canaria de vuestras Altezas, que son en la dicha mar océana, para de allí tomar mi derrota, y navegar tanto que yo llegase a las Indias, y dar la embajada de vuestras Altezas a aquellos príncipes y cumplir lo que así me habían mandado; y para esto pensé de escribir todo este viaje muy puntualmente de día en día todo lo que hiciese y viese y pasase, como adelante se vera. También Señores Príncipes, allende de escribir cada noche lo que el día pasare, y el día lo que la noche 27 navegara, tengo propósito de hacer carta nueva de navegar, en la cual situaré toda la mar y tierras del mar Océano en sus propios lugares debajo en viento; y más componer un libro y poner todo por el semejante por pintura, por latitud del equinocial y longitud del Occidente y sobre todo cumple mucho que yo olvide el sueño y tiente mucho el navegar, porque así cumple, las cuales serán gran trabajo”. Salida de don Cristóbal Colón del puerto de Palos en 1492. Viernes 3 de agosto.— Partimos viernes 3 días de agosto 1492 años, de la barra de Saltes, a las ocho horas, anduvimos con fuerte virazón hasta poner el sol hacia el sur sesenta millas, que son quince leguas (3); después al sudueste y al sur cuarta del surueste, que era el camino para las Canarias. En este día empieza la gran aventura del insigne almirante don Cristóbal Colón, para entregar a la Corona de España y a la humanidad un Nuevo Mundo. Con esta salida a las 4h–4m de la mañana dejaba iniciada la exploración marítima más portentosa que ha existido y que desde 22 años atrás había tenido la idea; hoy confiado y ufano en la toldilla de su nao insignia, se confiaba a la divina protección de Dios, deslizándose por el río Tinto hasta la confluencia del río Odiel, siguió por el Saltes hasta llegar a la barra en las afueras a las 7h–14m, aquí emprendió el viaje hacia el sur, con destino a las islas Canarias que era el punto de salida de sus descubrimientos y sobre todo basado en las informaciones que había de que al oeste de estas islas se habían visto algunas islas, bajo ciertas condiciones de tiempo, siempre en el mismo lugar, la visión de la isla fue tema de comentarios en la isla Madera y las islas Azores, donde se aseguraron que también la habían visto, 28 Ramón Julio Didiez Burgos esta ilusión provocada por la fijeza de nubes altas en períodos de calma atmosférica ocasionó estas visiones imaginarias creyendo los habitantes de las islas en la especie de ser islas lejanas, unos le llamaban Antilia y otros de San Borondón o Brendano fraile irlandés, que vivió en el siglo vi a quien la leyenda atribuye varios viajes por el occidente en obediencia a una voz divina que le ordenó abandonar todos sus bienes e irse a predicar la palabra de Dios, en tierras del occidente. Varias fueron las expediciones salidas en busca de esta isla, desde las Azores, las Maderas y las Canarias, el 3 de marzo de 1486 el rey de Portugal Juan II hizo una concesión en Santarem a Fernam Dulmo, caballero y capitán de la isla Tercera del Sistema de las Azores “de una grande isla o islas ó tierra firme por costas que se presume la isla de las Siete Ciudades”, Dulmo parece que al no tener muchos recursos económicos se asoció con Juan Alfonso Estreito, hombre de facilidades económicas, prepararon la carabela, la cual partió desde la isla Tercera en el mes de marzo de 1486 el viaje debía durar 40 días, si dentro de ese tiempo no veían nada volver, así fue, cumplieron con ese tiempo en el mar y volvieron. Este viaje de los dos marineros portugueses fue un acto de felonía del rey Juan II puesto que fue planeado como consecuencia de los informes dados por don Cristóbal Colón al proponerle al rey la empresa de ir a las Indias por el oeste; al ser sometida dicha idea al rey, este nombro una comisión que estudiara el caso, compuesta por dos autoridades en la materia y un sacerdote, maestre Rodrigo, médico, maestre Joseph Vicinho judío y astrónomo y el obispo de Ceuta, D. Diego Ortiz, llamado doctor Calzadilla por ser natural de este lugar del maestrazgo de Santiago, quienes rechazaron de plano las razones que Colón expresaba por considerarlas inexactas; no obstante esta decisión del rey, como no se expone en gastos, autorizó por otro lado la expedición con el resultado negativo. Este resultado no podía ser otro, puesto que el punto de partida para la trayectoria era de vientos del oeste y tendrían que navegar en zig-zag, o por bordadas, lo cual significaba que el avance en el paralelo era poco, muy diferente si hubiera sido en las zonas de los vientos alisios en donde el avance hubiera rendido distancia en paralelo y los cuarenta días hubieran colmado para Dulmo y Estreito en un triunfo, pero grave fue la experiencia porque bien maltrechos llegaron los barcos a Portugal así como su tripulación. El capitán flamenco Van Olmer el año 1487 repitió el viaje desde las Azores sin ningún resultado. Existe otra leyenda de un viaje forzado por los tiempos tempestuosos de un marino español, quien, entre los años 1483 o 1484 yendo de España a Inglaterra y a Flandes, arrebatado por una tormenta violenta y arrastrado a tierras lejanas del oeste, de donde regresó maltrecho exhausto casi moribundo, la mayor parte de su tripulación murió, algunos historiadores lo hacen recalcar en su regreso a la isla Gomera, en las Canarias, otros a la isla Madera, otros a España y otros a las Azores según la leyenda. A este viaje infortunado de don Alonso Sánchez de Huelva, que, así se llamó, se le atribuye el descubrimiento del Nuevo Mundo, y quien traía, a pesar de sus condiciones físicas de moribundo, planos, derrotas, informaciones tan completas y tan bien redactadas que fueron entregadas por una casualidad a don Cristóbal Colón en articulu mortis, como compensación abnegada a la hospitalidad y a las atenciones de que fue objeto él y sus 4 o 5 compañeros que se salvaron con él. Hasta ahora el caso de Sánchez de Huelva es pura leyenda, nada hay en concreto que pueda testimoniar la verdad de todo lo que los historiadores que se han ocupado del caso hayan concluido de manera probatoria el descubrimiento del Nuevo Mundo por él; todos hacen alusiones en cadena como si trayéndose los unos a los otros de la mano se convierten en leyenda algunos casos corrientes de aventuras en la mar, en uno extraordinario, gracia a la conservación de la tradición, que tiene la virtud de siempre transformar en el sentido de abultamiento hechos pequeños. Otros rechazan la leyenda bien porque no la ven coherencia real a un hecho que, difícilmente hubiera tenido desarrollo normal dentro del infortunio de haber sido arrastrado más de 3,500 millas náuticas sin haber perecido y luego de quedar todo destartalado su barco volver la misma distancia, sobre vientos contrarios, ¿hicieron reparaciones? ¿Con qué herramientas? Solo cuando se sale en expediciones planeadas es cuando se prevé todo lo que pueda ser necesario, para reparaciones, pero cuando se viaja con fines comerciales se aprovecha todo el espacio de bodegas como útil para el transporte de mercancía, y Alonso Sánchez fue sorprendido por el temporal en la costa de Europa en un viaje comercial, pudo haber tenido las herramientas que el mantenimiento, en un barco, exigen las circunstancias de averías menores, pero para averías mayores, era muy difícil Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... que las llevaran, como ocurrió a la Pinta en este viaje hacia las Canarias que tuvieron que llegar con el timón enmendado por el insigne marino don Martín Alonso Pinzón hasta Tenerife, para ser arreglado, esa era la forma de proceder de los marinos en caso de averías en el mar, buscar las facilidades de un puerto que tuviera manos hábiles. La mayor parte de los historiadores convergen en que Alonso Sánchez de Huelva al arribar a la isla Madera, se encontró con Cristóbal Colón, quien lo hospedó en su casa, lo asistió en sus últimos momentos y que este en agradecimiento le confió todos los datos relativos a las tierras donde el temporal los llevó; ¿cómo se supo esta confidencia tan importante entre los dos marinos? Cristóbal Colón no era tan ignorante para desconocer que tenía en sus manos informes de mucho valor para no hacer reserva de ellos, pero el hecho no quedó en confidencia sino que se supo porque los historiadores han recogido la especie, entonces cabe preguntar ¿si Cristóbal Colón en posesión de datos tan valiosos iba a dar a conocer tales informaciones públicamente sin que el rey de Portugal no se enterara de ello y llamara al futuro almirante de Castilla y le obligara a entregar tales datos? Habiendo sido obtenidos estos en sus posesiones o se quiere exclusivamente pasar en este caso como desprendido y tolerante al rey cuando se sabía perfectamente la clase de exclusividad que tenía este de los descubrimientos bajo el paralelo 28, no puede ser tan ingenuo para admitir semejante relato, sin que el rey de Portugal lo supiera y actuara con el consabido vigor con que procedía en estos casos ¿no actuó a espaldas de Cristóbal Colón en 1485, después que este le expusiera su plan, con Dulmo y Estreito, y enviándolo al oeste desde la isla Azores?, ¿no procedieron con cierto rigor contra Colón los habitantes de la isla de Santa María cuando arribó, acosado por una tormenta, a ella el día 19 de febrero? ¿Acaso se quiere ignorar que según el capitán Juan de Castañeda, gobernador de la isla Santa María, tenía órdenes drásticas contra los marinos españoles, no la tendrían los gobernadores de las otras islas? ¿Acaso el alboroto internacional que armó el rey de Portugal queriendo desconocer el descubrimiento de nuevas tierras estaban en su jurisdicción por bula papal? Si para el caso de Sánchez de Huelva se omiten estos detalles, para darle color de que el arribo a nuevas tierras, cuyos datos fueron entregados a don Cristóbal Colón, bien se ve cómo los historiadores amañan la razón de muchas imposibilidades para encaminar 29 una aventura simple que pudo haber sido en una de las islas conocidas de la época, para tejer una leyenda imaginaria alrededor de ella. Visto desde otro ángulo, no tiene sentido el cuento, de que una tempestad sorprendió al barco de Alonso Sánchez de Huelva y lo arrastró más de 3,500 millas náuticas hasta llegar a tierras desconocidas, de haber sido así los analistas han descuidado que desde la costa de Europa ningún temporal podría dirigirse hacia las Antillas en el sentido oeste sudoeste, puesto que esa dirección para tormentas atlánticas sería contravenir todas las leyes físicas en que estas están fundadas, para que esto hubiera sucedido la tormenta tendría que haber seguido con el barco de Sánchez de Huelva a través del Atlántico hasta haberlo depositado en playa de tierras desconocidas, esto no lo soporta tanto tiempo un barco de madera y de construcción tan lejos de obedecer las reglas que se ajustan a cierta seguridad, sin que se produzcan serias averías, tales como caída de mástiles, roturas de velas, roturas de vergas, etc., para arribar a lugares donde no existan facilidades de mano de obra, ni cabullería, ni herramientas adecuadas para ciertas labores. La naturaleza física del Atlántico no admite una trayectoria semejante de tormenta; si ella se desarrolla al norte de la línea límite de los vientos del nordeste o alisios corre al este cruzando las inmediaciones de las islas Azores, si al sur de la línea, entonces la tormenta corre del oeste al oeste norueste hasta llegar cerca del continente Americano donde recurva hacia el norte y luego al nordeste entre las latitudes 25° a 35° norte en forma parabólica hasta perderse y desvanecerse en el Atlántico norte, estas tormentas pueden desarrollar cualquier intensidad en su centro y en sus contornos periféricos, pero esta violencia de su vórtice alcanza solamente cierta distancia desde este que no pasa de las 400 millas náuticas hasta su periferia, después de esta distancia se observa calma y vientos suaves, la mar es prácticamente tranquila en forma tal que hace la navegación agradable, de manera que, de aquí deducimos que si don Alonso Sánchez de Huelva se vio azotado por una tempestad en las costas de Europa y fue impulsado al Atlántico no pudo haber corrido más de 500 millas fuera de las costas sin haber perdido el contacto con esta y haberle venido la tranquilidad a esa distancia, distancia que no se acerca sino a haber arribado a alguna de las islas Azores que hubiese estado deshabitada o algún lugar de África, pero no América, puesto que no solo es dudoso sino imposible que una tormenta 30 Ramón Julio Didiez Burgos haya arrastrado tan larga distancia, una carabela de construcción tosca y dejarla en condiciones de volver a Europa. El historiador don Torcuatro Luca de Tena en su libro Los mil y un descubrimientos de América, capítulo III, p. 38 contiene el siguiente párrafo: “En 1639 Fernando Pizarro Orellana en su libro Varones ilustres del Nuevo Mundo dice: “El Piloto Sánchez de Huelva al hallarse en tierra (la tierra casualmente descubierta) tomó todos los datos náuticos y escribió detalladamente sus aventuras y luego de proveerse de víveres, se lanzó al mar de vuelta sin saber el derrotero de regreso”. “No lograron pisar la Gomera más de seis de sus tripulantes entre ellos el mismo Alonso Sánchez de Huelva, que fue a la casa de Cristóbal Colón”, de acuerdo a este relato, los datos náuticos tomados por Sánchez de Huelva serían los rumbos, y las distancias, porque en esa época los españoles no usaban el astrolabio o el cuadrante en la mar. Fue en el año 1492 cuando lo aprendieron a usar porque el almirante don Cristóbal Colón les enseñó a usarlo, no creo que don Alonso Sánchez para un viaje costero y comercial llevara una carta del Atlántico, y un astrolabio que no era tan fácil obtenerlos ni conseguirlos “luego se lanzó al mar de vuelta sin saber el derrotero de su regreso”, entonces se puede preguntar ¿qué datos náuticos y escritos detallados de su aventura tomó? Si a pesar de los datos náuticos tomados no conocía su derrota, entonces, ¿qué clase de capitán era? El relato descrito por don Fernando Pizarro Orellana puede pasar como un cuento para entretener nietos pero no para convencer a adultos, en vez de sostener una tradición, la destruye con un relato mal tejido; y además para el 1484 don Cristóbal Colón prestaba servicios a la corona de Portugal y daba viajes a África pasando por las islas Canarias, no vivió en la Gomera hasta ahora la historia no ha registrado este hecho. Este relato demuestra la animosidad como ha sido tratado el almirante don Cristóbal Colón. Para demeritarlo de su obra, hacen intervenir un marino con toda la posibilidad de honorable, para tomarlo como conejillo y hacerlo bailar en los cuentos y relatos más mal concebidos que puedan conocerse. El P. Gumilla es quien hace arribar a don Alonso Sánchez de Huelva en la isla de Madera en su libro Orinoco ilustrado. Al cometer la impiedad de llevar los historiadores a seis náufragos en busca de la isla donde se encontraba don Cristóbal Colón para ponérselo a sus pies con una documentación de latitud, longitud, distancia, rumbos, estado atmosférico de la ruta, corrientes oceánicas, error del compás, declinación de la aguja magnética, y otros datos náuticos de la ruta así como un portulano dibujado de las tierras casualmente descubiertas y de la derrota que le llevó el temporal, cometieron el sacrilegio de hacer viajar entre tantas islas a seis moribundos hasta que por fin lo encontraron, unos en la isla Gomera del grupo de las Canarias y otros en la isla de Madera, menos mal que don Alonso Sánchez de Huelva y sus cinco compañeros descansaron una vez que hicieron aparecer a don Cristóbal Colón y le entregaron los documentos. Refiere el padre De las Casas, en su Historia de las Indias, capítulo XXII, “que en el año 1417 o 18, dos caballeros portugueses, que se llamaban Juan González y Tristán Vásquez, ofreciéronse por servir al infante de ir a descubrir y pasar adelante de cabo Bojador. Salidos de Portugal en un navío, navegando la vía de África, antes que llegasen a la costa della, diole un tan terrible temporal y tan deshecha tormenta, con la cual se vieron totalmente sin alguna esperanza de vida, y andando desatinado, sin saber dónde estaban, perdido el tino y la vía o camino que llevaban, corriendo a árbol seco, sin velas, dando los mares o las olas querían echarlos, cuando no se acataron, halláronse cabe una isla que nunca jamás se había descubierto, la cual nombraron la isla de Puerto Santo”. Esta leyenda simula a la anterior, desarrolla el descubrimiento de una isla no conocida ni colonizada por los portugueses, dentro de un radio de amplitud conocido de unas 600 millas náuticas que entra dentro de la distancia a que puede ser arrastrada cualquier embarcación por un tiempo tal, que lo resista sin perderse. El origen del descubrimiento de la isla de Puerto Santo fue, según lo relata el padre De las Casas, y los hechos que lo ocasionaron, según registra la historia, son verídicos y nada dudoso ni alterado existe en él. Don Cristóbal Colón corrió una tormenta desde el día 12 de febrero hasta el 4 de marzo, de acuerdo al Diario de navegación de él, esta fue, en ocasiones, bastante fuerte al extremo de correr a palo seco con viento en popa, pero así y todo se alternó el tiempo bueno esto fue para rato. De manera que nunca dejó de tener control de su nave, en tanto, todo parece indicar que el caso de don Alonso Sánchez de Huelva fue lo contrario, si la tormenta lo arrastró desde la costa de Europa hasta América, él perdió el control por muchos días y si este control estuvo perdido, graves averías debió Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... haber tenido, y mucho tiempo tuvo que seguir para arreglos que muy difícil hubiesen estado a la altura de lo correcto para emprender un viaje mucho más difícil que el de ir de Europa a América. Cuando se hace el viaje en buque de vela desde Europa a América, se decía que se viajaba bajando y cuando viceversa, subiendo, pero si se buscaba la parte norte de la línea límite de los vientos alisios en la vuelta a España, se bajaba también porque en esta faja terráquea los vientos soplan del oeste. Una de las cosas más curiosas es que muchos historiadores que admiten como cierto el descubrimiento de las Indias Occidentales por Alonso Sánchez de Huelva, aprovechan la hazaña del almirante Cristóbal Colón del descubrimiento del Nuevo Mundo para concluir moribundo a don Alonso hasta la misma casa de don Cristóbal para depositarle en sus manos un archivo de documentos que es imposible de explicar cómo lo hizo, pues hasta ahora no se conocen otros documentos anteriores a este suceso de dicho navegante, sería prolijo inferir que para esta época los navegantes no llevaban diario a bordo, pues casi todos los capitanes y pilotos eran analfabetos y su navegación la hacían por memoria de sus travesías y la experiencia habida en ellas. ¿Dónde está el diario de Martín Alonso Pinzón? ¿Dónde el de Vicente Yáñez Pinzón? ¿Dónde el de sus pilotos? Más evidencias de todas costumbres en la mar por parte de los navegantes antiguos no son necesarias para ver en ellos, no una decidia o descuido, sino un hábito de no dejar escrito sus experiencias en la mar. En ocasiones especiales, los marinos antiguos dejaban escritos acontecimientos que revelaban cierta importancia para los anales náuticos, pero esto lo hacían después de llegar a puerto. Si algunos conservó algún dato de una travesía era para servirse de él en subsiguientes viajes en el mismo litoral, pero para esto se necesitaba saber leer y escribir. No porque considere falso el cuento de que don Alonso Sánchez de Huelva haya descubierto las Indias Occidentales, desmiento lo grande o bueno que haya habido en este distinguido navegante, pero lo injusto y poco noble que es las glorias a que sea merecedor por su labor en los anales náuticos haya sido tomado como elemento propicio para tejer a su alrededor una leyenda que va tendida muy ingeniosamente contra don Cristóbal Colón por su descubrimiento del Nuevo Mundo. Según dice don Martín Fernández de Navarrete, que los historiadores don Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés y don 31 Cristóbal Cladera consideraron la especie como falsa y sin razones fundamentales para creerse esta leyenda. La aventura corrida desde Europa a playas del Nuevo Mundo en un barquichuelo arrastrado hasta él por un temporal que corrió todo el atlántico en un sentido sudueste, puede ser admitida como leyenda, para engalanar tradiciones de pura fantasía literaria, pero no como una realidad histórica o como un fenómeno entre un millón, no, la física geográfica del Atlántico no la admite porque las fuerzas meteorológicas que se desarrollan en esta vasta superficie del océano, tiene demasiadas alternativas que imposibilitan una trayectoria tan determinada y tan regular, como se ha querido darle la leyenda de don Alonso Sánchez de Huelva, la cual no puede resistir un análisis científico de la posibilidad de este suceso. Cuando el Almirante pasó de la Villa de Cascae a Rastelo en el mismo río Tajo, el día 4 de marzo de 1493, los marinos de esta villa le informaron al Almirante que: “jamás hizo invierno de tantas tormentas, y que se habían perdido veinticinco naos en Flandes y otras estaban allí que había cuatro meses que no habían podido salir”, vimos que estas tormentas empezaron a azotar a la Pinta y a la Niña al sur de las islas Azores el día 13 de febrero, antes de esta fecha las tormentas se sucedían en Europa sin pasar de estas islas desde hacía cuatro meses, y antes de esta fecha podemos ver que el Almirante navegó con bastante buen tiempo desde la bahía de Samaná (golfo de las Flechas) hasta cerca de las Azores, cabe preguntar: ¿Si este estado atmosférico tormentoso predominó por el lapso de cuatro meses en Europa, por qué no devolvió la Pinta y a la Niña otra vez para el Nuevo Mundo?, y ¿por qué una tormenta de menos tiempo tiene una amplitud de unas 3,500 millas o corre a esta distancia de Europa al Nuevo Mundo para arrastrar barquillas a tan larga distancia y otra de mayor tiempo no? Porque una fue desarrollada por las fuerzas incontrolables de la naturaleza y la otra la incontrolable fuerza de la pasión, que adormece y enturbia la razón, creadora de cuentos y leyendas tendenciosas y destructivas. Ineludiblemente que la aventura de don Alonso Sánchez de Huelva fue una realidad dentro del marco África-Europa pero no americano y fue también tomada como preámbulo por algunos historiadores para anteponerla a la gran hazaña de don Cristóbal Colón, visto a través del tiempo con el aumento de la lupa de la fantasía. Si deseamos considerar que don Cristóbal Colón conocía de la existencia de tierras e islas en el 32 Ramón Julio Didiez Burgos Occidente, no tratemos de buscar en leyendas ni en hipótesis o suposiciones arregladas e hilvanadas por la imaginación, sino deduciendo y descolgándonos de sus propias experiencias. Acepto que él conociera de nuevas tierras en el mar Occidental, pero no en la forma como él da a conocer estas tierras. En la apostilla No. 54 escrita por el Almirante en una de las páginas del libro Rerum Ubique Gestarrum, de Eneas Silva Piccolomini (papa Pío II), deja dicha creencia de haber llegado por parte del norte al continente Euroasiático o las tierras del Gran Khan. La apostilla dice así: “Nota. Et de seres multa nobis espectatibus”. P↑ 7 Q ÷ 78 = 849 γ 8. Es decir, “Hemos sido espectadores de muchas cosas entre los seres”. Dice Las Casas en su Historia de las Indias, capítulo XL, libro I, p. 203: “que a que los antiguos y hoy llaman y llamamos los Seres, pueblos orientales de la India”; dice A. Bernardini Sjoectedt en su libro Cristóbal Colón, parte II, p. 3: “para los griegos, los chinos eran llamados seres”. Esta frase hace confesión de haber estado entre los seres, esto es, entre los chinos, el único lugar donde podía ser espectador entre los chinos era en el imperio del Gran Khan, de manera que podíamos deducir que él ha dejado sentado que estuvo en tierras de dicho emperador, ¿cuándo y en qué año estuvo a otro lado del mar occidental, en las Indias? Si traemos para identificar estas deducciones es la relación de su viaje a Islandia y a Groenlandia publicado por su hijo don Hernando en su Historia del Almirante, que dice: “Yo navegué el año de cuatrocientos y setenta y siete, en el mes de hebrero ultra Tile, isla, cien leguas cuya parte austral dista del equinocial setenta y tres grados y no sesenta y tres, como algunos dicen y no está dentro de la línea que incluye el occidente, como dice Ptolomeo, sino mucho más occidental, y esta isla, que es tan grande como Inglaterra, van los ingleses como mercaderías, especialmente los de Bristol, y al tiempo que yo allá fui, no estaba congelado el mar aunque había grandísimas mareas, tanto que en algunas partes dos veces al día subía veinte y seis brazas, y descendía otras tantas en altura”, no nos queda otra alternativa de considerar de que don Cristóbal Colón en esta ocasión vio tierra ya conocidas por muchos más al occidente. Con el cuidado con que siempre llevó sus anotaciones le hizo asentar la posición geográfica hasta donde llegó, esa forma como está escrita la posición, era el estilo de cómo se expresaba esta. P significa punto de posición geográfica. ↑ significa la longitud. Q significa que los grados asentados son al oeste del meridiano 0°. ÷ significa la latitud del lugar. γ el símbolo del Gnomon. De manera que interpretando el significado de la anotación podemos decir: Posición longitud 7° al oeste, latitud 78° eso es igual a 849 gnomus 8. Esto es, la longitud, la latitud y el grado gnomónico hasta donde él llegó. De esta forma queda justificado que su informe del viaje a Groenlandia fue una realidad histórica. Completa las anotaciones anteriores con otra, la cual envuelve la parte de un total que ha sido vista por él, ubicándolo en referencias el mundo conocido. “Está hacia el comienzo de la India, a saber, frente a frente de España y con Hibernia al Septentrion”. Hibernia era el nombre antiguo de Irlanda. Como el concepto e idea de imperio del Gran Khan era de que estas tierras se extendían hasta 240 grados desde el meridiano de las Canarias o 230 desde Portugal, el viaje a Groenlandia le hizo ver tierras que estaban situadas más al occidente de como la situó Ptolomeo al meridiano 0° que pasaba por las islas Azores, las situó y llevó frente a España e Irlanda. Tres hechos que se unen entre sí, para evidenciar sus ideas cosmográficas y sus alcances, los cuales guardó de forma entendible para él, y con carácter indefinido hasta tanto él pudiera sacarles las ventajas de gloria como descubrimiento. En las bases que formaban los párrafos de las Capitulaciones de Santa Fe del 17 de abril de 1492 en el párrafo segundo se consigna: “facen el dicho D. Cristóbal Colón su Vise-Rey y Gobernador general en las dichas islas e tierras firmes, que como dicho es, él descubriese o ganare en los dichos mares etc.” deja entrever este párrafo la seguridad que tenía don Cristóbal Colón de la existencia de islas y tierras firmes sin descubrir. No en vano el 19 de mayo de 1506 en el Codicilo que agrega a su testamento consigna sin temor ni preámbulo que: cuando vino a servir a los Reyes les había dado las “Indias como cosa que era suya”. Parece que ya mirando su fin acercarse quiso sincerarse acerca del negocio de las Indias y en forma velada dio a saber el conocimiento que tenía de ella. Respecto al viaje a Islandia Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... don Enrique de Gandía en su libro Historia de Colón, p. 141, indica que “Finn Magnussen pudo comprobar, con antiguos documentos que en 1477 en Islandia el invierno fue muy benigno y no había hielo en los puertos, G. Storm confirmó científicamente estos hechos. Charcot pudo comprobar que a cien leguas de Islandia, o sea, a trescientas veinte millas marinas actuales, por ejemplo en las islas San Mayen, en Febrero y en todo el invierno el mar no estaba helado”. De esta forma se deja confirmado el viaje del Almirante en 1477 por esas regiones; en el anuncio de las leguas que anduvo no existe en el texto de su anunciado desde donde empezó a contar estas cien leguas si desde Islandia o si desde Groenlandia, tratar de considerar que fue desde Islandia de donde tomó como origen las 100 leguas podemos pensar que no rebasaría las costas de Groenlandia, pero si fue desde Groenlandia bien puede verse que llegaría a las costas de Labrador. Debe convencerse que para Cristóbal Colón así como para los navegantes de su época, Groenlandia era conocida, pues su descubrimiento por el 930 por un noruego llamado Gunmbjorn y su colonización por Erik el Rojo fue un hecho, de manera que no es de esperarse que en el viaje a Islandia él pretendiera hacer ver que el vio tierra nueva en Groenlandia, sus alcances fueron mayores. Antes de 1492, los pescadores de las costas del Atlántico de Europa, iban a pescar el bacalao en las costas de Terranova en el mapa de Andrea Bianco de 1436 figura una isla al oeste del Atlántico y lleva el nombre de Stokafixa, situada en una posición que bien se corresponde con Terranova. Es el célebre historiador peruano don Luis Ulloa quien merece la gloria de haber descifrado el contenido del viaje de Cristóbal Colón a Islandia y las incidencias de él en su sensacional tesis en la que identificó a Johannes Scolvus, piloto con Cristóbal Colón. En 1472 el rey de Dinamarca, Cristian I, por encontrarse la nación en un estado de guerra con Inglaterra, quiso desalojar a los ingleses de Islandia y de Groenlandia; como el rey Cristian era amigo, desde niños el Soberano de Portugal, le pidió a este su ayuda de pilotos, para el envió de una expedición a esas tierras a efectuar dichos desalojos; el rey de Portugal complació al soberano de Dinamarca enviándole un piloto (no un polaco), quien se embarcó en la expedición de los barcos bajo el mando de dos hábiles marinos Dietrich Pinning y Hans Pothorst, estos cumplieron con su misión ya que llegaron a Groenlandia y a Terranova. 33 Estos datos se conocen, por haberlos informado un investigador llamado Sofus Larsen además el célebre geógrafo Gerardo Cramer, más bien conocido como Mercator, en su mapamundi del año 1537, en la figura que representa a Labrador inscribe: “Quii popili ad quos Joannes Scolvus danus pervenit circa anuum 1476” que significa “El Pueblo de los Quios, a donde llegó el danés Juan Scolvus hacia el año 1476”. Mercator tuvo que haberse enterado de esta información en papeles o relatos de los marinos de aquella época en su país, pues 60 años que transcurrieron entre el 1476 y 1537 es un lapso aceptable para que los hechos queden deformados. Para el 1537 el concepto geográfico del mundo, la posición de tierras y pueblos, nombres historias de ellos, costumbres, etc. existían como nuevos, pero en 1476 o 77 el panorama mundial se encogía a una esfera muy reducida y a pormenores antiguos, así los individuos que don Cristóbal Colón anuncia en su apostilla como “seres” al considerar en su visita “100 leguas” en el viaje de Islandia que había caminado por los contornos septentrionales del imperio del Gran Khan y para Mercator, que ya había evolucionado la geografía, el pueblo de los quios eran los habitantes de Labrador, esquimales, sin duda, ambos pueblos era el mismo. Se especula con las fechas de 1476 y la de 1477, pero si aceptamos que después del episodio del encuentro el 13 de agosto de 1476, frente al cabo de Santa María entre cuatro naves genovesas y una flamenca, y catorce naos, en una de las cuales viajaba don Cristóbal Colón de acuerdo a la confesión que hace su hijo don Hernando Colón en su libro Vida del Almirante, don Cristóbal Colón. Se puede deducir que el servicio prestado por Cristóbal Colón al rey Cristian I, como recomendado del rey Juan II de Portugal, sería después de este incidente, esto es, para los meses de invierno, que lo relatado por Mercator en su mapamundi corresponda exactamente a la fecha que la expedición de Pinning y Pothorst haya partido de Dinamarca y no en la que estuvo por Islandia, Groenlandia y Labrador, pues existe una secuencia muy afortunada en la expedición, que puede compartir el reconocimiento de los tres lugares entre octubre de 1476 y febrero de 1477. Mercator y otros autores dicen que Johannes Scolvus o Scolnus es danés, pero George Horm en 1671 en su obra De originibus americanis dice: “John Scolnus Polonus etc.”. Esto es, trata a 34 Ramón Julio Didiez Burgos Johannes Scolnus como si fuera polaco y no danés, de acuerdo a don Enrique de Gandía esto puede ser “una errónea transcripción de Pilotus”, lo cual corroboro puesto que Horm tuvo que haber repetido la especie de algún otro autor, y hasta ahora todos están de acuerdo de que Johannes Scolnus era danés. Relacionar a Cristóbal Colón con Johannes Scolnus tiene mucho de ingenio y mucho de original. El historiador don Luis Ulloa al desarrollar su tesis explica que Scolvus es “la seudo fonetización sincopada de Colubus”; según afirma Bernandini Sjoestedt en su libro Cristóbal Colón, en 1340 se puede ver en los calendarios de la soborna que su rector se llamaba Kolbe (o Kolvus) y se escribía también Colobus (o Colombus). En relación a los nombres de Juan y Cristóbal se ha podido ver que desde tiempo muy atrás el nombre de Juan siempre iba ayuntado a otro y nunca solo, en los santorales eclesiásticos de la religión cristiana es muy común este binomio nombres, así encontramos Juan Evangelista, Juan Bautista, Juan Crisóstomo, Juan Cristóbal, Juan de Dios y Juan Capistrano, etc. De estas razones se pueden deducir sin pecar en exceso que la misma persona fraccionando su nombre podía ser en Dinamarca Juan Scolno y en Portugal Cristóbal Colón. Scolno se puede escribir Colno y este puede ser transformado con una simple alteración en Colón. Era muy común y corriente, y aún en los días de hoy también que a una persona que viajaba a un país extranjero, se le escribía su nombre por su fonética y en la generalidad siempre estos quedaban alterados en su correcta escritura en el idioma del país visitado. La información dada por don Hernando Colón y la contenida en el mapamundi de Mercator han sido unidas felizmente por investigadores acuciosos para comprobar que ambos personajes es uno mismo, dejando demostrado que las frases del Almirante en el codicilo de su testamento, el 19 de mayo de 1506 tenían fundamento. “cuando vine a servir a los Reyes les había dado las Indias como cosa que era suya”. De acuerdo a la relación hecha con anterioridad se puede colegir que don Cristóbal Colón consideró que había estado en los alrededores del imperio del Gran Khan, el cual está “frente a frente a España y con la Hibernia al Septentrión”; experiencia personal bastante avanzada para aquella época en geografía para formase un concepto más o menos claro del mundo. Estas consideraciones nos hacen ver que cuando don Cristóbal Colón acudió a hacerle proposiciones a una ruta por el oeste al rey de Portugal y luego a los Reyes Católicos, esta idea ya tenía como base una experiencia vivida y estimulada con los planos de Toscanelli; esta idea y este propósito ya no lo abandonaron en su vida hasta conseguir la ayuda que se proponía para ir frente a España o “de la Ciudad de Lisboa, en derecho por el Poniente… Hasta la nobilísima y gran ciudad de Quisay”. De estos argumentos es deducible, sin temor a un gran porcentaje de erratas, que la idea de la travesía del mar Occidental tuvo razón y fundamentos en experiencias verdaderas geográficas vividas y no en supuestas confesiones, indocumentadas, de un piloto desconocido que se supone, porque no se ha podido demostrar, fue don Alonso Sánchez Carvajal o de Huelva. El padre Bartolomé de las Casas que tuvo en sus manos casi todos los documentos, planos y escritos del Almirante, fuente segura de las mayores informaciones históricas del descubrimiento y sus antecedentes, relata en el capítulo XIII de su libro I las confesiones escritas del Almirante de varias aventuras de navegantes de aquella época, las cuales fueron contadas a él por los protagonistas, y así cuenta que “un Antonio Leme, casado en la isla Madera, le certificó que habiendo una vez corrido con una carabela buen trecho al Poniente, había visto tres islas cerca de donde andaba; que fuese verdad o no, al menos dizque mucho se sonaba por el vulgo común mayormente en la isla de la Gomera y del Hierro y de las Azores muchos lo afirmaban y lo juraban ver cada año algunas islas hacia la parte del Poniente”. En este cuento de Antonio Leme se ve la falsedad de su invención porque de haber visto estas islas tendrían que ser las Azores o las “Manadas” de Sargazos, sí estuvieron a buena distancia de las islas Madera, ahora puede preguntarse ¿podría algún marino de aquella época sustraerse indiferentemente al cambio de vida a que ascendía si descubría nuevas tierras? ¿No tenía concedido de ante mano el rey de Portugal prerrogativas especiales para todos aquellos descubridores? Entonces, ¿por qué Antonio de Leme si vio las islas no fue a ellas y tomó posesión de ellas a nombre del rey de Portugal y luego regresar y dar a conocer su descubrimiento y exigir los derechos que se concedían a todos los descubridores? Porque era una de las tantas fatuidades de que adolecían los marinos de aquella época en atribuirse glorias supuestas y difíciles de demostrar, ese fue otro cuento de hadas de la época. ¿Por qué no fue donde el Rey y le hizo Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... el relato como hizo un marino de la isla de Madera en 1484, según cuenta el mismo Almirante, que estando en Portugal este marino se presentó al Rey en solicitud de una carabela para ir a descubrir ciertas tierra, que juraba veía cada año y siempre de una manera”? Porque era un garrafal cuento de él. Sigue Las Casas en el mismo capítulo con otros relatos: “Un piloto portugués, llamado Vicente Díaz, vecino de Tavira, viniendo de Guinea para la isla Tercera de las Azores, habiendo pasado el paraje de la isla de Madera y dejando al Levante, vido o le pareció ver una isla que tuvo por cierto que era verdadera tierra, el cual, llegando a la dicha isla Tercera, descubrió el secreto a un mercader muy rico genovés, amigo suyo que tenía por nombre Lucas de Cazana, al cual persuadió mucho que armase para el descubrimiento tanto que lo hubo de hacer, el cual, después de habida licencia del rey de Portugal para lo hacer, envió recado para que su hermano Francisco de Cazana que residía en Sevilla, previera de armas una nao con presteza y la entregase al dicho piloto Vicente Díaz, pero el dicho Francisco de Cazana burló de la empresa, y no quiso hacerlo; tornó el piloto a la Tercera armó luego a Lucas de Cazana y salió el piloto tres y cuatro veces a buscar la dicha tierra hasta ciento y tantas leguas y nunca pudo hallar nada, por manera que el piloto y su armador perdieron esperanza de jamás hallarla”. Este relato de Vicente Díaz y el de Antonio Leme, demuestran la falsedad y la sinceridad con que el hombre se presenta en la sociedad, mientras el uno hace tan solo un relato, sin tomar acción para sacar provecho de descubrimiento, el otro se esfuerza y prepara una expedición, a costa de sacrificio, para verificar si fue un espejismo del océano lo que vio o fue verdaderamente una isla real, nunca encontraron nada porque lo que Vicente Díaz vio fue un espejismo oceánico o nubes altas estacionadas a muchas leguas de él que simulaban tierra que no eran. Los hermanos Miguel y Gaspar Corte-Real se perdieron en el océano Atlántico buscando estas mismas islas. Muchas eran las historietas y leyenda de viajes, visiones y encuentros en la mar para esa época; unas ciertas y las otras falsas. Siempre la fantasía se aprovechaba de estos momentos de la historia de la humanidad para infiltrar también sus leyendas para engalanar más los cuentos y consejas, pero según la razón depura algunos y los acepta a otros le encuentra pie de que cojea y la desecha. Se tiene duda de qué clase de dialéctica usó don Cristóbal Colón con todos los que conversaba para 35 convencerlos a cerca de su plan para el descubrimiento de nuevas tierras, a sabiendas que las tierras del Gran Khan no iban a ser descubiertas. Ni conquistadas, ni tomadas en posesión para los Reyes de España; Marco Polo relata la magnificencia de este gran rey de Catay y Mango y en la riqueza en oro, perlas y piedras preciosas que habían en la isla Cipango, así como la techumbre que hacían sus habitantes de planchas de oro a sus templos y las casas reales; habló Marco Polo también de sus ejércitos y sus guerras, de sus inquietudes políticas, y sociales, de las dimensiones urbanas y sus grandes construcciones; no podía pensarse en conquistas de países como estos donde había un desarrollo y una civilización comparable con la de Europa, por lo que se ve que en los 90 hombres que llevó Colón a viaje no podían servir para una conquista de estos grandes reinos, ni tampoco las baratijas y cuenterías tenían valor donde había tanto oro y tantas perlas y piedras preciosas. La fantasía y la realidad se citaron en este caso para el engendro de conceptos contraproducentes, mientras se idealiza las riquezas existentes en los lugares que posiblemente se visiten se cargan los navíos de chucherías pasa ser permutados en países pobres, esto es, la pobreza que don Cristóbal Colón vio en los países africanos, la ideó en países ricos descritos por Marco Polo. El cardenal don Pedro González de Mendoza presentó a los Reyes Católicos a don Cristóbal Colón en enero de 1486, quien expresó a sus Majestades su plan. El interés de don Cristóbal Colón de encontrar una ruta más corta para ir a las Indias en busca de las especies, le hizo crearse un léxico abundante de 36 Ramón Julio Didiez Burgos informaciones que fuera convincente y exento de retórica de excepciones, capaces de producir en las primeras frases conturbaciones y perplejidad a los que estuvieran escuchándole; esto ocurrió con fray Juan Pérez y fray Antonio de Marchena en la Rábida cuando llegó por primera vez a España. La exposición hecha a estos religiosos contuvo tantas informaciones y tantas documentaciones que ellos quedaron admirados y convencidos de que su idea era absolutamente buena, que podía ser llevada a la práctica y derivarse de los beneficios para aquellos que lo protegieran, como religiosos al fin, con quien primero hicieron contacto para dar a conocer el ofrecimiento de don Cristóbal Colón fue con los altos jerarcas de la Iglesia de España, tales como don Pedro González de Mendoza, cardenal de España, el arzobispo de Sevilla don Juan Diego de Deza, el duque de Medinacelli, don Luis de la Cerda, quien estuvo dispuesto a financiar la empresa y tuvo que dejarla a la reina Isabel la Católica, Juan Cabrera, Al ser demorada la ayuda de los Reyes Católicos, don Cristóbal Colón, vuelve a solicitar la ayuda de don Luis de la Cerda, duque de Medinaceli. cuenta fray Bartolomé de las Casas que en carta que don Cristóbal Colón escribió a los reyes, y que él la vio, “que el susodicho maestro del príncipe, arzobispo de Sevilla D. fray Diego de Deza y el dicho camarero Juan Cabrero, habían sido causa que los reyes tuviesen las Indias. En muchos años antes que lo viese yo escrito de la letra del almirante Colón, había oído decir que el dicho arzobispo de Sevilla, por sí, y lo mismo el camarero, Juan Cabrero, se glorificaban que habían sido la causa de que los reyes aceptasen la dicha empresa y descubrimiento de las Indias; debían cierto de ayudar en ello mucho, aunque no bastaron, porque otro, a lo que parecerá, hizo más, y este fue un Luis Santangel, escribano de raciones, caballero de aragonés, persona muy honrada y prudente, querido de los reyes, por quien la reina se determinó: con este tuvo mucha plática y conversación, porque debiera hallar en el buen acogimiento. Estos todos y algunos de ellos, negociaron que Cristóbal Colón fuese oído por los reyes y le diese noticias de lo que deseaba a hacer y venía a ofrecer”, el comendador mayor Cárdenas, el Prior de Prado, don Enrique de Guzmán, conde de Niebla y duque de Medinasidonia, el noble más rico de España, a quien don Cristóbal Colón llevó la carta de recomendación de fray Antonio de Marchena, lo recibió y le oyó, pero no se decidió a ayudarle, don Gabriel Sánchez, a quien envió una copia de la carta escrita el 15 de febrero de 1495, en plena tormenta, y cuando estaba de regreso del primer viaje, a el escribano de raciones don Luis de Santángel, y muchos otros más que por no tener una confianza directa con los reyes no fueron registrados por la historia. Si muchos oyeron a este “extranjero fantástico y hablador” y quedaron admirados de su léxico y abundancia de su cultura cosmográfica y religiosa, otros que poseían alguna cultura tenían sus ideas propias ponían en duda las ideas de Colón o no las admitían, pero no hay que dudar que el interés de allegarse a una ayuda rápida haya empleado en su dialéctica giros de razón y convicción, anécdotas, cuentos, leyendas y hechos reales de la vida que se atrajera la atención de todos a él. Hay que considerar el estado de angustia en el ánimo de una persona que tiene una idea o un plan en el cual cifra una esperanza o un cambio en su vida. Si le es posible lograr esta idea, el hervor de intranquilidad suple casi todas las funciones biológicas; baraja soluciones, concibe infinitas ideas de cómo dar una solución rápida a estas; hay todas las posibilidades de admitir que este estado febril la haya hecho concebir la invención de la confesión que le hiciera un piloto desconocido y que se haya ideado todo el escenario en que se desarrolló el drama. La anécdota de este piloto desventurado pudo haber sido el punto esencial de convicción de todo su plan de descubrimientos, contándoselo solamente a los funcionarios ligados a los reyes. Como él navegó bastante tiempo con los portugueses y poseía una buena documentación marina, no era dudar de sus informaciones. Tiene todo el carácter de que la leyenda del piloto desconocido pudo haber sido hecha a no más de tres o cuatro amigos de los reyes. Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... La asignación de fondos de la corte para que a don Cristóbal Colón no le hiciese falta nada mientras su plan estuviese sujeto a la aprobación definitiva por la reina, la desatención de la reina del resultado de la junta de sabios del examen del plano de don Cristóbal Colón, la orden de mandarle a buscar cuando él se fue por dos veces decepcionado con intención de pasar a otro país a ofrecer su plan, y las concesiones hechas en Santa Fe en las Capitulaciones, son evidencias contundentes de que existía en el ánimo de la reina y sus amigos la plena convicción de que don Cristóbal Colón conocía de la existencia de tierras lejanas, y de cómo llegar a ellas; esta seguridad no podía darle si no la fe y la creencia que se tenía en lo que él decía, y no hay alternativa que no existiera en esa época ninguna posibilidad que subordinara tantas mentalidades la leyenda o cuento como lo fue la del piloto desconocido, leyenda que se inventó y la usó con resultados magníficos. La retórica usada para relatar la odisea del Piloto Desconocido parece que tenía un encanto cautivador, revelador de un gran poder de convicción, porque los resultados fueron positivos. Relata fray Bartolomé de las Casas en su Historia de las Indias que en los primeros años del descubrimiento se hablaba de este piloto que había comunicado a don Cristóbal Colón, los informes de unas tierras desconocidas, pero no da el nombre del piloto, para Martín Fernández de Navarrete consignar que la leyenda del Piloto Desconocido surgió, después del primer viaje, “con el fin de rebajar el mérito del gran Colón”, para el historiador Fernández de Oviedo la historia es falsa, para el investigador don Cristóbal Cladera también la especie es falsa, si se tiene en cuenta que todos estos historiadores son coetáneos de la época del descubrimiento refutan el cuento, y no dan nombre al piloto, la leyenda lo da como español, otro como portugués y otro como viscaíno (véase nota 6). Don Torcuato Luca de Tena consigna en su libro Los mil y un descubrimientos de América, p. 37, que “La primera alusión a Sánchez de Huelva de que tenemos noticia, corresponde a Juan López de Velazco, quien habla de él en 1574, cuando no es inverosímil pensar que aún vivieran protagonistas de la hazaña del 12 de Octubre y, sin duda conocedores suyos y descendientes inmediatos. A partir de entonces, las citas son innumerables”. Don Juan López de Velazco no indica dónde hubo la información del nombre de Alonso Sánchez de Huelva; no hace referencia de la 37 menor indicación de la documentación existente del nombre del Piloto, por lo que sin andar en preámbulo de ninguna especie se puede considerar que el nombre de don Alonso Sánchez de Huelva fue escogido por el de un marino, de aquellos tiempos, para atribuirle, la leyenda del Piloto Desconocido, como protagonista del hecho. El historiador Luca de Tena deduce que no es inverosímil que para el 1574 vivieran protagonistas de la hazaña del 12 de octubre y que estos le dieran el nombre a D. Juan López de Velazco. Lamento no corroborar la opinión del distinguido historiador porque desde 1492 al 1474 se deslizan 82 años, y para que un superviviente de esa hazaña viviera en esa época tendría que haber tenido cuando menos 14 años de edad a que era admitido un muchacho como grumete, de manera que 14 + 82 = 96 años que debía tener el informador, no creo que después de 82 años una persona recuerde con tanta facilidad los nombres como supone el distinguido historiador, ni que para el 1574 existieran los protagonistas de la primera hazaña; la hipótesis admite cualquier posibilidad, pero en este caso la posibilidad está en extremo; parece que el nombre fue acomodado a la leyenda en ese año. No debemos olvidar que el promedio de vida para esa época era entre los 45 y 50 años, para que una persona llegara a la edad de 96 años necesitaba tener una naturaleza muy privilegiada. El piloto desconocido surgió después del descubrimiento del Nuevo Mundo. Tal parece que los confidentes de la leyenda de don Cristóbal Colón vieron confirmada la aseveración de la existencia de otras tierras en el mar Occidental y se dieron a la indiscreción de hacer patente que su apoyo a las ideas de su protegido era una realidad como se la relató el piloto que le dio las confidencias de tierras lejanas; este pudo haber sido el punto de partida de la leyenda y esta se propalara como lo hizo, pero sin el nombre del protagonista, tal como lo relataba el Almirante. Todas las razones que se agrupan alrededor de la leyenda del piloto desconocido tienen la tendencia indicativa de que fue un subterfugio ideado por don Cristóbal Colón para darle fuerza de realidad a su plan y precipitar una ayuda particular y oficial lo más rápidamente posible; como él sabía que estaba en terrero fértil, deslizó la especie y la dejó germinar hasta que fructificó. Sábado 4 de agosto.— “Anduvieron al Sudueste cuarta del Sur”. Domingo 5 de agosto.— “Anduvieron su vía entre día y noche más de cuarenta leguas”. 38 Ramón Julio Didiez Burgos Lunes 6 de agosto.— “Salto o desencajóse el gobernario (4) a la carabela Pinta donde iba Martín Alonso Pinzón, a la que se creyó y sospechó por industria de un Gomes Rascón y Cristóbal Quintero, cuya era la carabela, porque le pesaba ir aquel viaje; y dice el Almirante que antes de que partiese había hallado en ciertos reveses y grisquetas, como dicen, a los dichos. Vídose allí el Almirante en gran turbación por no poder ayudar a la dicha carabela sin su peligro, y dice que alguna pena perdía con saber que Martín Alonso Pinzón era persona esforzada y de buen ingenio; en fin, anduvieron entre día y noche veintinueve leguas”. La avería producida en la Pinta en este día puede verse, más bien, como un incidente imprevisto que como una maldad de Gomes Rascón o Cristóbal Quintero; las carabelas estaban bien fuera de la protección del remanso que producen los vientos alisios en el sur de la península Ibérica, estaban a mitad de camino de las Canarias, donde la marejada es fuerte; como esta la llevaban las carabelas por la popa los que más sufrían su embate en ella era el gobernario o timón y la popa; este sube y baja de la popa con el timón con fuerte marejada producía un impulso de ascenso en él, el cual era más o menos intenso, según el cabeceo de la carabela, y era natural que este impulso ascendente se traducía con cierta violencia, que repercutía en los maderos y hembras del timón con golpes y sacudidas, las cuales, al repetirse por un sin número de veces dieron al traste con su rotura o su desencaje de las hembras; al ocurrir esto, el timón no se perdió por las razones de seguridad que adoptaban en esta época con los timones, de amarrarlos al espejo de la popa con dos cuerdas a un par de cáncamos; no cabe duda de que el sistema de unión del timón al buque era defectuoso y poco seguro, pues este quedaba en su alojamiento abandonado a su propio peso en las hembras fijadas con pasadores al Codaste; por eso tenían que amarrarlos porque ocasionalmente cuando hacía mucha marejada estos se salían de su alojamiento. Don Martín Alonso Pinzón, viejo lobo de mar, que con su experiencia de muchos años de mar, dio a comprender que el problema ya él sabía resolverlo, y así lo hizo; volvió a encajarlo en su lugar y a seguir viaje, no obstante este arreglo, parece que los ganchos de los machos o hembras quedaron algo lastimados o averiados porque al otro día volvió a desencajase de nuevo, pero en esta vez don Martín dio muestra de su pericia y su destreza que lo arregló de nuevo y así pudieron llegar a Canarias, donde trabajando de día y de noche fue reparada satisfactoriamente. La sospecha de que Gomes Rascón y Cristóbal Quintero, dueños de la Pinta, hayan expresamente producido la avería para no ir a viaje no cabe en razón; estos marinos una vez que se vieron en la alternativa de contribuir con su carabela para ir a viaje, admitieron también ir ellos con las compensaciones a que eran merecedores por sus servicios, era natural el resentimiento de ellos en el puerto de Palos al ser seleccionada su carabela; que representaba el medio de librarse la vida sin riesgos algunos, a tener que desorganizar su vida y su trabajo con su propiedad como contribución obligatoria del puerto de Palos a la Corona Española por alguna falta de sus habitantes en algún deber incumplido como dice Las Casas en su capítulo XXXIV, “si por delito o por subsidio, para que sirvieran a sus Altezas, con dos carabelas tres meses (doce meses) en lo que le mandasen”. De acuerdo a investigaciones hechas por don Manuel Lopes Flores, quien las dio a conocer en su libro Colón no descubrió América, en el capítulo XII, p. 196, dice: “unos años antes de que Colón arribase al convento de la Rábida, los marinos palenses, en una de sus temerarias expediciones por la costa de Africana, desembarcaron con tal fortuna, que hicieron preso al Rey de Gambia. Ni cortos ni perezosos lo trasladaron a España y lo recluyeron en el castillo de Palos, del que por entonces era alcalde Gonzalo de Estúñiga, en espera naturalmente del rescate oportuno. En otra ocasión no muy posterior desembarcan en la Guinea Portuguesa y se apoderan de la colonia Antonio, así llamada por ser este el nombre de su fundador, el Genovés Nolli. Los paleños la saquearon y destruyeron y de regreso a las costas españolas, al tener noticias de que navegaba con rumbo a Portugal Fernando Gómez con cargamento tan importante que iba protegido por la armada lusa, le presentaron combate apoderándose de dos carabelas”. “Este es el móvil de que los vecinos de Palos se encontrasen condenados a servir a los monarcas con dos carabelas”. Los Reyes Católicos –escribe don José Marchena Colombo– sus dudas por razones políticas no pasaron por la prisión del reyezuelo africano y ordenaron su libertad. Estúñiga y Palos defendían su buena presa; hay que sostener el prestigio de los navíos y convienen cambiar el de Gambia por mercaderías exóticas que se convierten en maravedises y doblas contante y sonante. Lo corriente –añade– en toda Europa y en cuantos Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... mares se navegaba por aquellos días, lo mismo en las pequeñas y ricas repúblicas italianas que en los pobres y grandes estados que se empezaban a formar. SS. AA., ordenan: Estúñiga y el pueblo obedecen y… no cumplen. Un mandato real condena a los palenses que sirvieran a la Corona con dos carabelas cuando fuesen requeridos, pero los monarcas, con gran sentido de gobierno y de lo justo, sí castigan la resistencia, premian la valentía y audacia de la flotilla de Palos, firmando en Córdoba a 16 de septiembre de 1493 en cédula concediéndole privilegios y franquicias. Según el padre Ángel Ortega, la sentencia debió ser perdonada u… olvidada, no se cumplió, por aquel entonces”. Sigue en la página 198 con otra cita: “Bien sabedes como por algunas cosas fechas e cometidas por vosotros en deservicio nuestro, por lo de nuestro Consejo fuisteis condenados a que fuerades obligadosa Nos servir meses con dos carabelas, armadas a vuestras propias costas e exprensas, cada e cuando, e doquier que por Nos os fuese mandado, so ciertas penas, según que todo mas largamente en la dicha sentencia que contra vosotros fue dado se contace, é agora, por cuanto Nos habemos mandados a Cristóbal Colón”. Sus disgustos temen manifestarlos en el mismo puerto o villa a que llegó a perturbarle su tranquilidad, y de manera, sin duda, compulsiva, pues, al ser seleccionada su carabela Pinta entre todas las que había, por Cristóbal Colón, Martín Alonso Pinzón y de seguro, fray Juan Pérez y Juan de Peñalosa. No solo estos dos buenos marinos anduvieron disgustados con Cristóbal Colón, sino todos los dueños de las embarcaciones que habían en la villa de Palos de una población de unos 1,500 habitantes en aque lla época, y desobedecían las disposiciones reales como la del 30 de abril de 1492 en lo que se ordenaba a las autoridades si le entrega a este “extranjero fantástico y hablador” las dos carabelas. Ningún dueño de embarcación quería entregar su barco y la indignación creció en la villa cuando se supo que la población tenía que tripular las tres carabelas para ir a descubrir tierras nuevas. Los Reyes Católicos, a fin de darle facilidades a don Cristóbal Colón en su idea de viaje, por disposición especial ordenaron la suspensión de causas y juicios judiciales a los delincuentes ladrones y criminales, pero esto no fue suficiente; la resistencia se hizo sentir de tal manera que la corte tuvo que 39 enviar el día 20 de junio a Juan de Peñalosa, uno de sus capitanes con gente armada, que fue cuando se apropiaron de la Pinta, ya señalada; con razón, los dos dueños tuvieron sus palabras de disgusto y repulsión contra el Almirante, porque se le despojaba por fuerza de su propiedad y no es para menos considerar el estado de ánimo que predominaría en esos días en la villa de Palos. Aunque se desconoce y se conjetura con hipótesis las razones de que se valió el Almirante para convencer a los hermanos Pinzón para que fueran a viaje, hay que admitir que fray Juan Pérez, uno de los religiosos más decididos a ayudar a don Cristóbal Colón, influyó, notablemente en el ánimo de don Martín hasta obtener su cooperación; además sí es seguro que la intervención de esta influyente familia fue la que llevó la calma a la villa y produjo el cambio en el sentir de sus habitantes en enrolarse para la gran aventura; la reputación de don Martín Alonso Pinzón y sus hermanos, fue el vehículo de confianza para los renuentes a ir a viaje, y las tres carabelas se vieron colmadas de tripulantes, inclusive los dos dueños de la Pinta, más bien puede considerarse que estas tripulaciones eran más de fiarse en la mar a la pericia de los dos Pinzones que a la del Almirante don Cristóbal Colón a quien no conocían sino hacía algunos días como enviado de los reyes, pero no le reconocían como marino. Estos hechos le trajeron a Colón cierta antipatía y poca confianza en sus ideas; que las tripulaciones cifraban en los hermanos Pinzón la confianza de sus destinos. Para esa época hubo un pregonero en la villa de Palos llamado Juan Martínez, quien tuvo una diferencia personal con un marinero llamado Bartolomé de Torres, estos se fueron a las manos y Bartolomé le dio una puñalada a Juan Martínez de la cual murió; fue hecho preso y llevado a la cárcel para ser ajusticiado en la horca, pero tres amigos de este llamados Juan de Moguer, Alfonso o Alonso Clavijo y Pedro Izquierdo, marineros como él, decidieron sacarle de la cárcel, y una noche amparados de la oscuridad y la soledad violentaron la cárcel y los libertaron; al otro día se supo de los hechos y los encargados de la justicia en la villa los persiguieron y capturaron a los cuatro, los cuales fueron a dar con sus huesos a la cárcel; parece que era la regulación judicial en esos tiempos que a los cómplices de los criminales se les aplicaba la misma pena y así fue, los cuatro fueron condenados a la misma pena, la horca, amparados estos de las providencias reales del perdón “fasta que vuelvan” 40 Ramón Julio Didiez Burgos intervinieron con los familiares de Juan Martínez para el retiro de la querella, lo que obtuvieron, de seguro que hubo algún arreglo compensatorio, así se libraron de ser ajusticiados, con lo cual apareció Bartolomé con menos culpa que Juan de su propia muerte. Estos cuatro angelotes vinieron a bordo de la Santa María con don Cristóbal Colón como tripulantes y volvieron a España donde fueron indultados por los reyes; esto demuestra cuál era la situación a que tenía que hacerle frente el Almirante, quien sin duda alguna, en estos días cifraba sus esperanzas en don Martín y su recia personalidad para contener muchas inconformidades y algunos disgustos, era el respeto de todos y el consulta de muchos, no se puede restar estos valores que representó en la preparación de la expedición, la palabra comprometida de los que se fiaban fueron a él y en él veían su guía; estas condiciones no tienen discusión para ese momento y así fueron a la mar. La presunción de que por diferencias surgidas durante la confiscación de las carabelas y enrole de su tripulación, repercutiera en alta mar en malas intenciones de Gómez Rascón y Cristóbal Quintero de desencajar exprofeso el timón de sus alojamientos, dejando a la deriva a la carabela Pinta, no tiene admisión de fe, puesto que la tripulación corría el riesgo de la carabela y Gómez Rascón y Cristóbal Quintero tenían que tener en cuenta la entereza y el carácter de don Martín Alonso Pinzón para hacerle una mala jugada y que no se diera de su maldad sin que los castigara, teniendo en cuenta que, al lado de Martín Alonso iban otros parientes y amigos con los cuales hubiera podido castigar con dureza cualquier ligereza de ambos dueños de la carabela. Presumir que Gómez Rascón y Cristóbal Quintero hubieran producido en la mar una avería en la Pinta por los disgustos ocurridos en la villa de Palos cuando se estaba armando la expedición, era desconocer la autoridad y el valor de don Martín y sus familiares que iban con él; si grandes cualidades y virtudes le fueron reconocidas en los momentos más álgidos de la situación en Palos, no es este momento de echarlos por tierra para dar paso a una presunción infundada; Gómez Rascón y Cristóbal Quintero no creo que tenían el suficiente coraje para intentar enfrentarse a don Martín con una acción baja y desvergonzada; él representaba la disciplina y el orden, el respeto y la obediencia y estas cualidades nadie las hubiera desafiado en la Pinta. Creo y así lo tengo por seguro, que la avería de la Pinta fue producida por el fuerte oleaje de popa que se batía en el mismo espejo de la carabela; esta mar tendida no puede verse en el litoral del Mediterráneo ni en las costas españolas porque siempre que se navega en ellas, se hace al amparo de puntas, cabos y mares estrechos; es lo contrario en el lugar donde le ocurrió la avería al oeste del continente Africano y a unas 500 millas de Palos y con mar que les hizo andar en ese día 40 leguas (127 millas náuticas) a razón de 5.3 millas náuticas diarias. Martes 7 de agosto.— “Tornose a saltar el gobernalle a la Pinta, y adodaronlo y anduvieron en demanda de la isla del Lanzarote, que es una de las islas de Canarias, y anduvieron entre días y noches veinticinco leguas”. Miércoles 8 de agosto.— “Hubo entre los Pilotos de las tres carabelas opiniones diversas donde estaban, y el Almirante salió más verdadero, y quisiera ir a Gran Canaria por dejar la carabela Pinta, porque iba mal acondicionada del gobernario y hacía agua, y quisiera tomar allí otra si la hallara; no pudieron tomarla aquel día”. En la anotación de este día, se ve la conferencia de los pilotos de las tres carabelas, los cuales parece, que andaban inciertos de su situación en la travesía; parece que los pilotos y capitanes que le acompañaban nunca habían ido a las Canarias, sino que sus navegaciones eran en la costa española, el Mediterráneo y Portugal. Es improcedente conferencia como esta para capitanes y pilotos curtidos en los asuntos de mar, para averiguar su situación, ya que si llevaban cartas podrían llevar su derrota, pero parece que no fue así, y se alarmaron al ver que iban por caminos desconocidos por ellos; don Cristóbal Colón tuvo que aclararle cuál era su destino y de aquí la razón de esa derrota, para llegar a la Gran Canaria a reparar la Pinta del timón y a recogerle algunas aguas en su casco; el que llevara la intención de “tomar allí otra si la hallara”, no es específico si la idea era de cambiar la carabela Pinta o agregar otra carabela a la expedición. El almirante Cristóbal Colón navegó durante muchos años con los portugueses estas zonas de la tierra, en los viajes de descubrimiento y colonización de sus establecimientos en África y sobre todo en la costa de Guinea, Sierra Leona, Liberia, costa de Marfil, la Isla de Oro, Dahomey y Nigeria, conocía la Meteorología de la costa de África, las islas de Cabo Verde, las Canarias, las islas Maderas y las Azores; tenía experiencia de estos mares y se dio a entender con sus capitanes y pilotos, del camino que llevaban, Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... y este cambio de opiniones entre el Almirante y los marinos subordinados hicieron ver a todos que se las había con un diestro y hábil navegante, muy superior a todos ellos, cosa que ignoraban porque no le reconocían como tal por ser ajeno a los litorales marinos de los alrededores de Palos; después de 8 años alejado de los menesteres de la mar, es fácil en ese lapso perder mucho de las habilidades en el mar, pero el Almirante dejó demostrado que su experiencia y su pericia fue habida con solidez durante muchos años y este tiempo de reposo en la coste en la Corte castellana no fue suficiente para hacerle perder destreza en la mar; él sabía que para navegar hacia el oeste había que hacerlo desde las islas Canarias para aprovechar los vientos alisios que soplan en estas comarcas del nordeste, pues desde las islas Maderas o Azores, la navegaciones eran más difíciles por los vientos del oeste y por el conocimiento que tenía de las expediciones salidas de estos lugares fracasaron todos. Al acercarse a las islas Canarias, el Almirante demostró sus conocimientos de náutica, con la consabida sorpresa de las tripulaciones que mal lo juzgaron como marino, pues anduvo cierto en las islas con la destreza y habilidad con que la conocía, el panorama que prevaleció entre los tripulantes cambió por completo y de ahora en adelante se le vería con más respeto y más admiración, esto independientemente de los temores que causaban en los hombres las leyendas y admoniciones a los que se atrevieran a desafiar el “mar tenebroso”, de terribles monstruos que hundían las embarcaciones, montañas de agua que se volcaban sobre ellas, el arrastre de estas a los abismos por el desborde de la mar al final del mundo y otras tantas que producían el pánico en las tripulaciones de los barcos. Estas leyendas creadas por doctrinas religiosas para seguir sosteniendo la idea de la tierra plana fue el freno impuesto a los hombres de mentalidades abierta a permanecer encerrados en la ignorancia y quedaran sujetos a las ideas del medioevo, así, el ambiente de la expansión de ideas más avanzadas quedaban contenidas en el marco de las supersticiones y nadie se prestaba a seguir las nuevas corrientes evolutivas de la ciencia. Este freno produjo un desarrollo demasiado lento en los siglos anteriores al xv de las sociedades Europeas, pero la consagración de un hombre a un ideal fijo, el cual mantuvo por el lapso de 22 largos años dio al traste con la mayor parte de todas estas leyendas y supersticiones de la edad media; el panorama del mundo cambió y nuevos horizontes de luz, se impusieron a los arcaicos moldes de las viejas creencias. 41 El día 7 al saltar el timón anduvieron en busca de las islas de Lanzarote, pero todo parece indicar que no la vieron, ni tampoco a fuerte Ventura, puesto que el día 8 el Almirante dijo a los pilotos que iban en demanda de la Gran Canaria y ese mismo día la vieron algo tarde por lo cual no pudieron llegar al puerto que ellos buscaban, para hacerle las reparaciones a la Pinta, puerto Gando. Jueves 9 de agosto.— “Hasta el domingo en la noche no pudo el Almirante tomar la Gomera, y Martín Alonso quedóse en aquella costa de gran Canarias por mandato del Almirante, porque no podría navegar. Después tomó el Almirante a Canaria (o a Tenerife), y adobaron muy bien la Pinta con mucho trabajo y diligencias del Almirante, de Martín Alonso y de los demás; y al cabo vinieron a la Gomera. Vieron salir al gran fuego de la sierra de la isla de Tenerife que es muy alta en gran manera. Hicieron la Pinta redonda (5) porque era latina; tornó a la Gomera domingo a 2 de septiembre con la Pinta adobada”. Dice el Almirante “que juraban muchos hombres honrados españoles, que en la Gomera estaban con doña Inés Peraza, madre de Guillén Peraza que después fue el primer conde de la Gomera, que eran vecinos de la isla de Hierro, que cada año vían tierra al Oueste de las Canarias, que es el Poniente; y otros de la Gomera, afirmaban otro tanto con juramento”. Dice aquí que el Almirante que se acuerda que estaban en Portugal el año de 1484, vino uno de la isla de la Madera al rey a le pedir una carabela para ir a esta tierra que veía el cual juraba que cada año vía y siempre de una manera; y también dice que se acuerda que el mismo decían en las islas de los Azores, y todos estos en una derrota, y en una manera de señal y en una grandeza (6). Tomada, pues, agua y leña y carnes, y lo demás que tenían los hombres que dejó en la Gomera el Almirante cuando fue a la isla de Canarias a adobar la carabela la Pinta, finalmente se hizo a la vela de la dicha isla de la Gomera con sus tres carabelas. “En este día llegaron al puerto de Gando en la Gran Canaria donde fueron en busca de las reparaciones necesarias, aquí permaneció el Almirante hasta el día 11 de agosto ordenando los trabajos para reparar la Pinta y cambiar el aparejo de la carabela Niña la cual, arbolaba velas latinas y se planeó hacerla de velas redondas para que así soportara mejor el largo viaje que intentaban hacer; durante 24 días le trabajaron con ahínco y firmeza, de día y de noche a ambas carabelas, las cuales quedaron listas el día 2 de septiembre. 42 Ramón Julio Didiez Burgos En el ínterin, el día 11 de agosto el Almirante zarpó hacia la Gomera donde llegó el día 12 de agosto, se podría preguntar: ¿A qué fue don Cristóbal a la Gomera?, es de suponerse que si dejó en reparaciones a la Pinta y la Niña, era de esperarse que los carpinteros de ribera de Gando hicieran un buen trabajo, y no habría necesidad de cambiar a ninguna de las dos o si quería adicionar otra más al grupo, ¿por qué no fue primero a Tenerife, sino que lo pasó de largo y se fue a San Sebastián, en la Gomera? Sin duda alguna, detrás de la idea de cambiar la Pinta por otra, o buscar otra carabela, escondía el verdadero designio de su inquietud, porque sus diligencias se comportaban muy afuera de la lógica. Llegó a San Sebastián algo tarde y envió un mensajero a tierra en el batel, a indagar si había alguna nave disponible; al otro día regresó el batel con el mensajero y con la información de no haberlo pero que esperaba a la señora gobernadora de la isla, doña Beatriz Bobadilla, viuda de Hernán Peraza de Ayala y Rojas, muerto en 1487 por los guanches, naturales de las islas Canarias, por un desliz con una de sus mujeres. Era hija de Francisco de Bobadilla, comendador de la Orden de Calatrava, y sobrina de la marquesa de Moya, doña Beatriz de Bobadilla, camarera mayor de la Corte de la reina Isabel la Católica, (su íntima amiga). “Señora de la Isla” llegaría de momento en un barco de unos 40 toneles el cual pertenecía a un señor de Sevilla, llamado Grajeda el cual era posible conseguir su alquiler o arrendamiento. El Almirante decidió esperar la llegada de la dama, pero el día 15 de agosto supo que un barco pequeño iba para la Gran Canaria y decidió enviar allá uno de sus mejores hombres para ayudar a Martín Alonso Pinzón e informarle donde el estaba. Hasta el día 24 de agosto esperó la llegada de doña Beatriz, tampoco tuvo noticias de don Martín Alonso, y este estado de inmovilidad y de información lo inquietó y salió ese día para la Gran Canaria; la calma que existía no le hacía avanzar y a base de remo alcanzó el pequeño barco que llevaba el mensajero y lo tomó a bordo y así llegó a la isla el día 25 de agosto, cuando pasaban al sur de la isla de Tenerife pudieron completar una erupción del Pico del Teide que se eleva a 3,700 pies, los marinos de Palos, que nunca habían visto a la tierra expulsar fuego por una montaña se alarmaron, y presintieron que este fenómeno era el anuncio de un mal presagio; esta visión causó un gran desgano en la tripulación la cual, aunque ya comprometida, daba muestras de desaliento, el Almirante ante este problema les platicó tratando de explicarle la causa de estos fenómenos para llevar la calma y la tranquilidad a su exaltación; parece que lo consiguió al verse en los sucesivos días que nada les ocurrió. Para el día 31 de agosto la Pinta tenía su timón nuevo y calafateado sus fondos y la Niña lucía su nuevo velamen redondo, ya podría bolinear como la Santa María y la Pinta; el día 1 de septiembre, avitualló de nuevo las naves y el día 2 salieron para la isla Gomera donde llegaron el día 3 de septiembre; aquí volvieron a reabastecerse de provisiones, agua, leña y demás cosas necesarias; cuatro días estuvieron en la Gomera donde encontró a doña Beatriz Bobadilla, viuda que apenas frisaba los treinta años, cuyo esposo lo mataron los guanches, naturales de la isla, por tratar de seducir una joven de esa raza; ella había salido de la isla Gran Canaria 5 días antes de que el Almirante llegara a ella pero las calmas en todo ese litoral no le permitieron llegar a tiempo cuando él estaba esperándola en la Gomera. La obsesión del Almirante de fijar su base de operaciones en la isla de Gomera quedó bastante clara en la confesión que hizo Michel de Cuneo en su relato del segundo viaje del Almirante a las Indias. Este amigo del Almirante, a quien el tenía gran afecto y especial distinción, a quien en el segundo viaje cuando descubrieron la parte sur de la Española llegaron a la Saona, le regaló la isla y le puso por nombre la “Belle Saonesa”, es a quien se le debe la información de que existía entre la bella dama y don Cristóbal Colón relaciones muy superiores a la de la amistad, Michel de Cuneo tuvo que haber participado de las confidencias del Almirante, y eran amigos desde hacía muchos años, y de ahí que este escribiera que el Almirante estaba “tincto d’ amore” por esa dama. Cristóbal Colón conoció a doña Beatriz de Bobadilla en la Corte española, en la cual, perteneció a las damas de honor de la reina admitida por la expresa disposición de su distinguida tía, y a quien la reina hizo casar para alejarla de las singulares simpatías y muestras de admiración con que la obsequiara su regio esposo, así la alejó de Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... la Corte a lugares harto difíciles de ser alcanzados por él. Los requiebros amorosos de don Cristóbal Colón hacia la bella viuda bajo su nueva investidura de almirante de Castilla, no podían haber existido sin que la perspicacia de vecinos no cayeran en cuenta de sus debilidades, y por ende don Fernando el Católico, rey de España, quien se viera frustrado en sus intenciones por la decidida intervención de su digna esposa no supiera al cabo de los tiempos de los pormenores que un protegido había sustentado a la par que él, valiente desafío a la simpatía y pobre competencia en el amor de una mujer; los años dejaron demostrado el enojo del rey hacia este, aunque sin una estela de claridad en el proceder de este rey con su Almirante, mucho se ha querido aclarar las razones de este proceder, clasificándolo de ingrato y mal agradecido, pero la raíz era muy profunda y muy íntima, difícil; de sacarla al claro, el arreglo de cuentas llegó y la indiferencia del rey justificó su intercepción en sus asuntos amorosos. Don Pedro de Bobadilla, gobernador de Acevedo, tuvo tres hijos, Isabel, Beatriz y Francisco, doña Beatriz Bobadilla, marquesa de Moya, casada con don Andrés Cabrera, gran chambelán del rey Fernando, hermana de Francisco Bobadilla, comendador de la Orden de Calatrava, quien era el padre de su sobrina Beatriz de Bobadilla, señora de la Gomera, conoció a don Cristóbal Colón en la Corte española cuando este proponía a los reyes la ejecución de su empresa; conoció sus proyectos, sus ideas y sus inquietudes; con el tiempo le cobró afecto y simpatía al grado de llegar a ser uno de sus más fervientes y decididos apoyos ante la reina, siempre creyó y confió en la palabra de don Cristóbal Colón y era la que sostenía en ánimo y en esperanzas a este, a pesar de las vicisitudes que tuvo que hacerle frente el futuro descubridor, ella era su ángel de la guarda, su gran bondad, y su admiración por él, le hicieron ver la necesidad de sostenerlo cerca de la Corte para conservar para la Corona de España, el privilegio que ofrecía el “Aventurero” y para ello, influyó para que la reina le subvencionara sus necesidades, y así poder llevar una vida de espera más cómoda y tranquila. El historiador dotor Marino Incháustegui Cabral es autor de un libro titulado Francisco de Bobadilla el cual es el resultado de una investigación en los Archivos Generales de Simancas y General de Indias, donde fueron encontrados por él, una serie de documentos los cuales después de ordenados y estudiados pudo ver con asombro que para fines del siglo xv existían tres Francisco de Bobadilla. 43 La historia solo registraba uno solo cuyas cualidades, virtudes y pecados eran las de dos, y cuya personalidad era un enigma complejo de interpretación ya que lo bueno y lo malo andaban ligados de manera inteligible en una persona confusa. El historiador Incháustegui Cabral, al ordenar y depurar los documentos, delimitó la personalidad de cada uno de manera que se hacen inconfundibles a través del tiempo; al desconocerse la existencia de estos tres personajes y ligarse los caracteres de cada uno en el otro, trajo aparejada la confusión de funciones, las de familia, las de caracteres y las de virtudes y pecados. Los tres personajes del mismo nombre son los siguientes: 1ro.) Francisco de Bobadilla, corregidor de las ciudades de Andújar, Jaén y Córdoba, fue alcaide de las Fortalezas de Andújar, la Marmoleja, Pegalajar, Menjibar, Calzadilla, Fuente del Rey, La Torre del Campo, el Barrueco, de Cambil y Alabar, del Piñar y Santa Fe, fue teniente de varias puertas, la de Santa María y de la Carnicería. Desde el 1478 hasta el 20 de octubre de 1496, día de su muerte, tuvo la confianza y la protección de los reyes católicos quienes lo amparaban en todas clases de consideraciones y distinciones; llegó a ser “Maestresala y Capitán del Rey y la Reina”, se casó con doña María de Peñalosa y tuvo dos hijos con ella, Antonio y María. En el acta de la sesión celebrada por el cabildo de la ciudad de Córdoba el día 20 de octubre de 1496, bajo la presidencia de don Pedro López Balbas da cuenta de una carta de doña María de Peñalosa notificando la muerte de su marido, el corregidor Francisco de Bobadilla, hombre que fue honesto, justo y de noble corazón, incapaz de una mala acción a nadie, se distinguió siempre en sus decisiones oficiales por su claridad e imparcialidad y con justicia, nunca cometió un acto denigrante que lo significara mal con el pueblo, la fecha de su muerte lo distingue como otro Francisco de Bobadilla, diferente al funesto caballero de la Orden de Calatrava; le llamaremos como lo hace el historiador Incháustegui “El Corregidor”. 2do.) De acuerdo a los documentos encontrados por el historiador Incháustegui el 13 de abril de 1485 se cita en una Real Orden a un fray Francisco de Bobadilla como visitador de la Orden de Santa Clara; el 7 de septiembre de 1501 una Real Cédula lo registra como abad de Jerez de la Frontera. 44 Ramón Julio Didiez Burgos Como se ve este Francisco de Bobadilla fue toda su vida un religioso que se dedicó al servicio de Dios y en nada está relacionado con el Gobernador de Santo Domingo; los historiadores desconocían la existencia de este religioso y por tanto sus virtudes de haberlas conocido se las hubieran aplicado al Caballero Comendador de Calatrava para haber hecho aún más difusa y más incomprensible la figura de un delincuente, haciéndolo virtuoso, justiciero, obediente a todos los preceptos del cristianismo y dándole una personalidad que no tenía; como este Francisco de Bobadilla fue desconocido y su personalidad no la tomaron para confundirla con el Caballero de Calatrava no hacemos comentarios acerca de el, ya que no es de interés para fines de esta crítica. 3ro.) Otro fue fray don Francisco de Bobadilla, Comendador de Calatrava, quien en la documentación encontrada se da a conocer en el 1490 como Comendador de la Villa de Auñón, en un hecho bastante penoso para un hombre que gozaba de altas consideraciones militares de una Orden y de los Reyes Católicos. En abril de 1490 los Reyes Católicos hacen saber por medio de una Cédula Real del conocimiento de las autoridades civiles, militares y eclesiásticas de “todas las ciudades, villas y lugares de su reino y señoríos” que Pedro Suárez de Toledo, le exigía el pago de 100,000 maravedíes que le debía de dote y casamiento con su hermana, los cuales les debía pagar en un lapso de 4 años, cada uno 25,000, de dichos años ya habían pasado 3 y él no le había pagado todavía nada”. En el mes de junio del año 1490 se quejó a los Reyes Católicos de que estando enfermo en su casa, en Auñón algunos vecinos y regidores del lugar le invitaron a ver correr unos novillos bravos que el no quiso ir pero que a los ruegos de dichos vecinos él fue a ver correr novillos, y que estando en la puerta de la iglesia, los mismos que lo fueron a invitar a ver los novillos correr, lo atacaron en persona y se salvó por la protección que le brindó la iglesia, lo hubieran matado, luego trataron de matar un negro esclavo de él llamado Cristóbal quien recibió muchas pedradas y palos de los amotinados y enfurecidos vecinos; este se salvó por haber saltado un muro; el insigne Caballero de Calatrava fue donde los alcaldes a pedirles socorro para evitar que le mataran su esclavo; como ellos no quisieron él fue solo a caballo y les pidió a los regidores que no le matasen a Cristóbal que él lo entregaría a la justicia de permitírselo, pero no le fue aceptada su proposición y le tiraron piedras y lanzas que tuvo que huir más de un kilómetro y medio, el pueblo se alboroto y le gritaban “muera” “muera”; él, al ver el grave estado en que estaban las cosas huyó del pueblo. Parece que esta actitud del pueblo de Auñón obedeció a que Bobadilla siendo el Comendador tenía poderes sobre los funcionarios y quitó el mando de Gobernador a Diego Carrillo de villas y lugares de Zorita. En la sentencia del pleito sostenido por el Consejo de hombres buenos de la villa de Auñón, demandante, con fray Francisco de Bobadilla, Comendador de Calatrava, demandado, comprobaron que Juan Díaz de la Cuesta y el Comendador de Calatrava, “sacaron del arca del Consejo ciertas escrituras… y porque parecía que los originales de algunos de ellos vinieron a poder del Comendador… y asímismo, decía que el Comendador tenía otras (escrituras) de fueros”. También fue comprobado que el “Comendador que hacia prendar por las rentas, pechos y derechos de la encomienda, y que algunas veces prendaba acémilas y otras bestias, y se aprovechaba de ellos en gran daño y perjuicio del Consejo y de los vecinos de él”. También fue comprobado que el “Comendador les cortaba los montes que tenía vedado para el aprovechamiento de la “república del Consejo” de aquí resultó la decisión de que “y de ahí en adelante no cortase, ni mandase cortar leña sin licencia de los alcaldes y regidores”. Otras conclusiones e irregularidades del Comendador fueron consideradas en el documento de la Sección de Órdenes militares de la Orden de Calatrava 372 del 14 de marzo del 1491 en la Villa de Auñón, razón tenía de perseguirlo, apedrearlo, lanzarle lanzas y tocar las campanas de la iglesia, pidiendo la muerte del desquiciado elemento; creo que si los habitantes de la Villa de Auñón hubiesen conseguido su propósito, hoy la historia no hubiera tenido una página tan negra y tan repugnante como la que este perverso enajenado escribió en el 1500 en Santo Domingo. En el año del 1495 tuvo un pleito con la Villa Bernichez. Este es el célebre Comendador de Calatrava que fue enviado a Santo Domingo como pesquisador con órdenes Reales en blanco; las llenó para servirse a sus anchas donde no tenía fiscalizadores ni acusadores, ni nadie que le estorbara en sus manejos turbios y abusivos como lo hizo en Auñón; en esta villa mostró a los extremos que este enajenado caía, Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... los documentos que extrajo de la residencia privada del Almirante cuando llegó a Santo Domingo y la toma de posesión de todas sus propiedades usufructuándolas como si fuera el acto segundo en el drama de su vida; en la Villa de Auñón había hecho lo mismo: extracción de documentos de las arcas del Consejo sin consentimiento, el uso indebido de acémiles y bestias tomados en rehén a los ciudadanos por falta de pago al Municipio, para trabajos y aprovechamiento particular de él; “entrometerse a conocer y juzgar en primera instancia, ni tomar las armas, salvo en las causas que interviniese en grado de apelación, nulidad o agravio hecho por los alcaldes de la Villa, o en el caso de hallare algunos en ruido o cometiendo algún delito, que en tal caso pudiera prender a los que así hallare “reyendo”, (escándalo público) o cometiendo algún delito y entregar luego a los alcaldes de la villa los que así prendiera, para que conozcan de ellos de primera instancia, y hagan y administren en los dichos casos lo que fuere justicia. “Que el Comendador cortaba los montes que tenían para el aprovechamiento de la República… y que de ahí en adelante no cortase ni mandase a cortar leña sin licencia de los alcaldes y regidores”. Todo este cúmulo de acusaciones escritas deben haber sido las más graves y las más importantes, alrededor de estas deben haberse sucedido otras de menos importancia y en número muchos más grandes que el Consejo de la Orden de Calatrava la pasaría por alto; un Caballero que cometía tantos excesos y abusos contra la Municipalidad como contra los ciudadanos, no merecía sino que se le expulsara de todos los alrededores de manera definitiva, pero parece indicar que el agradecimiento de los Reyes Católicos a su digno padre y a su hermana, doña Beatriz de Bobadilla, Marqueza de Moya, Ayuda de Cámara de la Reina, a su hija Beatriz de Bobadilla, Dama de Compañía de la Reina de quién el Rey estaba sumamente enamorado, le sirvieron de apoyo para que no se le eliminara definitivamente de los asuntos oficiales. Gracias al tesón investigador del historiador J. Marino Incháustegui, se ha podido conocer que el célebre Comendador de Calatrava era en sus tiempos un delincuente vulgar, enmascarado de Caballero, altamente protegido por la virtud del agradecimiento de los Reyes Católicos a sus familiares, eso fue lo que se escogió para ayudar al Almirante a controlar una jauría de facinerosos analfabetos, rebeldes detentores del orden y la justicia, ladrones y abusadores de los indios. 45 Al llegar a la Nueva Isabela (hoy Santo Domingo) encontró un ambiente social muy adecuado a sus propósitos y a su naturaleza, por un lado le llegó la oportunidad de zanjar una vieja deuda y por el otro un estado social en descomposición originado por un grupo de descontentos que ansiaban hacer lo que le pluguiese sin sujeción ni control, se adueñaron prácticamente de la isla y produjeron un estado caótico de tal magnitud que los viajes de un pueblo a otro, si se hacían era en gran compañía y buena escolta, por temor de encontrarse con el grupo de fascineros de Roldán, que era respetable, y les obligaran a que fueran con ellos o los mataban, que era las condiciones propicias a su forma de vivir. Era de considerar a un delincuente vulgar haber abusado de la confianza de los Reyes al llenar las Ordenanzas Reales con prerrogativas excesivas de autoridad y respaldo por una turba de fascinerosos a quienes les dio todo el derecho y toda la razón de sus rebeldías y rapiñas; los hombres buenos de la ciudad, encogidos antes tales acontecimientos, indudablemente se encontrarían perplejos al ser testigos de actos tan contrarios a la ley y a la justicia; el proceder era completamente injusto y fuera de toda ley; a los que debía investigar y castigar los tomaba a su amparo y protección y a los que debía respetar y reconocer ascendiente de la isla, les echó cadenas y los arrojó a las bodegas de dos carabelas que estaban en el río. Bobadilla continuo en la Nueva Isabela su vida de atropellos, aquí no fue tan visible como en España, porque en esta Villa los afectados no eran los ciudadanos de allá, sino la corte representada en sus intereses, los cuales el insigne Gobernador General de Indias muy generosamente exoneró de pago de derechos por 20 años a todo el que laborase el oro, al ponerse de acuerdo con los rufianes se igualó a ellos y esta asociación a la vista de un pueblo tan alejado de los Reyes no daba oportunidad a protestas como la que le dieron en la Villa de Auñón que tuvo que salir huyendo a caballo del pueblo. Las razones del proceder de Bobadilla en el Nuevo Mundo quedó esclarecido en su totalidad con las nuevas investigaciones del historiador Marino Incháustegui Cabral al encontrar documentos que aunque corresponden a un lapso corto del 1490 al 1500 ha sido lo suficiente para conocer que lo que fue enviado como pesquisidor de la Nueva Isabela fue un delincuente vulgar de baja ralea, investido de Caballero, y con un complejo de desquite o de 46 Ramón Julio Didiez Burgos venganza, la identificación de él con la chusma justifica la ausencia de los reportes y chismes desde la colonia a la corte, como se acostumbraba en la época, de no haber estado la plebe a sus anchas en este tiempo en la colonia hoy se hubiesen conocido los manejos turbios y deshonestos de Bobadilla de la cosa pública. Si hoy la historia del Nuevo Mundo no contiene los hechos de los primeros años de la colonia bien se debe al frey don Francisco de Bobadilla, comendador de la Orden de Calatrava, quien se dio la autoridad, no solo de pesquisidor sino también la de confiscador de documentos y bienes ajenos los cuales no devolvió por más que le fueran reclamados para que luego en el naufragio se perdieran tan valiosos escritos del Almirante de los primeros días de la colonia. Francisco de Bobadilla es un borrón muy oscuro en la historia del Nuevo Mundo; quienes lo enviaron sabían de antemano lo que sucedería a su llegada; sus hechos en Auñón indicaban cuál sería su actitud en la colonia, además de conocerse su carácter egocentrista, se sabía de todos sus defectos y pocas virtudes, la razón le asistía solo en presencia de personas superiores en alcurnia y estirpe, antes las cuales era muy sensato y muy simpático, en presencia de otras personas era arrogante, petulante, grosero e intratable; todo el que se relacionaba por primera vez con él no quedaba muy maravillado de volver a tratarlo; la repugnancia de su carácter le mantuvo siempre alejado de todo trato con la buena sociedad de entonces; su aislamiento fue proverbial. Como hombre perteneció a una orden militar en la cual tenía que tener, por obligación, relaciones con otros caballeros, no creo que más de ahí se extendieran sus intimidades pues era hombre brusco, incapaz de hacer amigos y cuando los hacia no tardaba en entrar en diferencias con ellos. La Reina desconocía los pormenores de lo que sucedía en las Indias mientras estuvo frey don Francisco de Bobadilla, comendador de la Orden de Calatrava fungiendo de Gobernador General; como el relevo de él era inminente, él supo aprovecharse de la situación, el desorden y del descontrol que el mismo desarrollo para sacar todas sus ventajas posibles. Cuando los Reyes ordenaron redactar la Real Cédula del 3 de septiembre del 1501 en Granada especificaron 15 disposiciones que indicaban como “frey Niculas Dovando Comendador de Lares e Caballería Dalcantara” debía conducir sus investigaciones al tomar posesión como gobernador. El tono de cada disposición señala de manera muy clara los gravísimos cargos que existían contra él y los Reyes deseaban conocerlos; pues ya conocían su forma de proceder y de actuar y esa era la que ella esperaba que el usara contra los responsables de alzamiento, robo e inquietud de la colonia. A pesar de que los Reyes habían dispuesto el relevo de Bobadilla en el cargo de Gobernador de la Colonia, ordenaron una investigación de todos sus actos, inclusive la de sus oficiales, los Reyes le concedieron a Bobadilla y a sus satélites 30 días para entregar las cuentas al nuevo Gobernador, y él no le concedió a don Cristóbal Colón ni dos días para investigarle y formularle los cargos seguido llegó de la Concepción de La Vega; asimismo lo cargo de grillos y lo encerró en la fortaleza, ya las acusaciones estaban formuladas antes de él llegar a la villa, Roldán y sus honorables seguidores se encargaron de enterar a Bobadilla de muchos pormenores superfluos, incoherentes y contradictorios y así los envió como pieza comprobatoria, pobre y ridícula, de una situación que merecía todo el cuidado de un hombre de reposo y de conciencia, si comparamos esta pieza, con el tenor de las cláusulas que trajo el comendador Ovando podríamos ver con pena la mentalidad de este absurdo de Calatrava. Las instrucciones de Ovando fueron las siguientes: 1. que supiese como Bobadilla había usado y ejercido el oficio de gobernador de las Indias el tiempo que habíalo tenido; 2. que él y sus oficiales hiciesen residencia ante él, según lo mandaba la ley de Toledo; 3. que luego fuese a la Isla Española y a las otras islas de las Indias donde el comendador frey Francisco de Bobadilla había usado el oficio; 4. que tomase él las varas de la justicia y alcaldía y alguacilazgo de las Islas; 5. que si tomadas, recibiese de Bobadilla y sus oficiales la residencia, por termino de 30 días, según lo disponía la dicha ley (de Toledo); 6. que mandaban a Bobadilla y sus oficiales dar residencia ante el; 7. y otro sí, que se informase de su oficio como y de qué manera Bobadilla y sus oficiales habían usado y ejercido el oficio de gobernación y ejecutado la real justicia; 8. que hiciese pregón (que) si alguno tenía queja de ellos, de algunos agravios que por razón del oficio hubiesen hecho, que lo fuesen a demandar ante él; 9. que hiciese justicia a los querellosos Forma castiza, pero anticuada entre nosotros, por “querellantes”; Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... 10.y otrosí, (que) hubiese información de las penas que Bobadilla y sus oficiales habían condenado a cualesquier concejos y personas, pertenecientes a la Cámara y Fisco; 11.que las cobrase de ellos, y las diese y entregase al su receptor de las dichas penas, o a quien en su poder hubiere; 12.que cumplidos los 30 días de la residencia le enviase (a Bobadilla) ante ellos, con la información que hubiese tomado de como Bobadilla y sus oficiales habían usado del oficio de gobernación; 13.y que para así hacerlo, cumplirlo y ejecutarlo le daban poder cumplido, etc; 14.y mandaban a los concejos y a otras personas de las islas que en lo susodicho no le pusiesen impedimento alguno, antes le diesen todo el favor y ayuda que para ello les pidiere y menester hubiere. 15.y los uno ni los otros hiciesen ende al. En cumplimiento de la orden de retornar dada Bobadilla el 17 de septiembre del 1501 la flota zarpó del puerto de Santo Domingo rumbo a España, y el 2 de julio del 1502, entre la Isla Española y la de Puerto Rico la destrozó un violento huracán. La recomendación a Ovando de que él mismo hiciera las investigaciones personalmente, es indicativo de la desconfianza que embargaba a doña Isabel de que si no era así la verdad no prevalecía y ella quería saber los pormenores de un año de mala administración. El Diccionario heráldico y genealógico de apellidos españoles y americanos, tomo 17, de la Enciclopedia heráldica y genealógica hispano-americana, por Alberto y Arturo García Carraffa, según el historiador Incháustegui Cabral, contiene la siguiente genealogía de los Bobadilla. “Tercera Rama. Primera Línea Señores de las Villas de Pinos y Beas, en Granada. I. Mosén Pedro de Bobadilla (hijo tercero de los quintos señores de Bobadilla del Campo, Juan Fernández de Bobadilla y doña Beatriz del Corral), fue primeramente Alcaide de Maqueda, en cuya fortaleza tuvo su guarda, en tiempo de Enrique IV, a los infantes don Alonso y doña Isabel, de lo que se originó el cariño que le tomó esta princesa, luego que la Reina Católica. Sirvió también a don Juan II y acompañó al infante don Fernando cuando fue elegido Rey de Aragón, en cuyo servicio estuvo algún tiempo y de lo que provino el llamarle Mosén, como se acostumbraba en aquel reino a las personas de calidad. Fue también alcaide de Segovia, 1476, y 47 asistió a las guerras de Portugal, Aragón y Granada. Casó con doña María Maldonado. (Nota: Esta señora fue hija de Juan o Francisco Maldonado, regidor de Salamanca, y de su mujer doña Juana Bonal, nieta paterna de Fernán Álvarez Maldonado y de su mujer doña Teresa de Anaya, y nieta materna del doctor Arnal Bonal y Figueroa, del consejo de Enrique II, y de su mujer doña María de Cueto. “Casa de Lara”). Dama de la Reina Católica cuando era infanta, y tuvieron los tres hijos que siguen: 1ro. Francisco de Bobadilla, llamado el Comendador Bobadilla (Aquí esta patente el error: se le llamaría “el Corregidor Bobadilla”. Creemos que los documentos aportados en esta obra demuestran, de modo claro y preciso, que el primer Señor de Pinos y Beas fue el corregidor Francisco de Bobadilla (y no el comendador fray Francisco de Bobadilla) primer señor de Pinos y Beas, 2do. Doña Beatriz Fernández de Bobadilla, primera marquesa de Moya; 3ro. Doña Isabel de Bobadilla, dama de Isabel la Católica, que casó con don Álvaro de Luna, doncel de Enrique IV, y luego sirvió a los Reyes Católicos, etc. Francisco de Bobadilla, llamado el comendador Bobadilla, por haberlo sido de la Orden de Calatrava (Salazar dice de Santiago) (De nuevo se repite el error. Este Francisco de Bobadilla fue corregidor (pero no comendador, ni de Calatrava ni de Santiago), fue capitán de la gente de a caballo de los Reyes Católicos (la calidad de capitán está reiteradamente mencionada en los documentos del corregidor Bobadilla) y de una de las Compañías de lanzas (A las lanzas de la capitanía del Corregidor se alude en varios de los documentos) de las Guardias Viejas de Castilla, Maestresala (En los documentos que aquí publicamos, uno de los títulos que los Reyes más frecuentemente dan a Bobadilla (a más del de “corregidor” naturalmente) es el de maestresala, de los Reyes Católicos, corregidor de Ávila, Segovia y Medina del Campo (mientras aportamos un documento, que hemos clasificado como “dudoso”, en que a Francisco de Bobadilla se le llama “Corregidor de Segovia”, nada hemos encontrado en cuanto a que fuese corregidor de Ávila y de Medina del Campo, cuyos tercios mandó en la guerra de Granada, en las que también sirvió con las fuerzas de Jaén y Baeza, de cuya primera ciudad fue corregidor, (hay pruebas documentales de que Bobadilla fue corregidor de Jaén), así como de la Córdoba. Hallóse también en las jornadas de Montesino Moclín, Alhama y toma de Granada. Además fue 48 Ramón Julio Didiez Burgos Alcaide de los Castillos de Cambil, Alhavar y Piña (Entre los documentos estudiados en este libro están los relativos a la condición de Bobadilla como alcaide de los castillos o fortalezas de Cambil, Alhabar) de las villas de Pinos (La compra por Bobadilla al alcaide Almandary de un heredarhiento cerca de “la puente de Pinos y Beas (Granada), de las que le hicieron merced los Reyes Católicos por sus servicios). Si, como creemos, los datos de García Carraffa, que anteceden, hasta ahí corresponden efectivamente al corregidor Francisco de Bobadilla (y no al comendador frey Francisco de Bobadilla), y son correctos, entonces podríamos estructurar lo esencial del linaje y biografía del Corregidor del siguiente modo: Padre: “mosén” Pedro de Bobadilla, alcaide de Maqueda y de Segovia, cuya familia fue muy adicta a los Reyes Católicos; Madre: María Maldonado, quien fue dama de la reina Isabel; Hermanas: Isabel, también dama de la reina Isabel; Beatriz, la cual fue camarera mayor de la reina Isabel, su amiga íntima y favorita; casó con Andrés Cabrera, fueron los primeros marqueses de Moya (1480) y tronco de los condes de Chinchon. El corregidor Francisco de Bobadilla fue: capitán de la gente de a caballo de los Reyes Católicos; capitán de una compañía de lanzas de las Guardias Viejas de Castilla; capitán de los tercios de Avila, Segovia Medina del Campo, Baeza y Jaén, en las guerras de Granada, en cuya conquista tomó parte muy activa. Se halló en las jornadas de Montesino, Moclin, Alhama y toma de Granada; alcaide de los castillos de Cambil, Alhabar y Piñar; maestresala de los Reyes Católicos; corregidor de Ávila Segovia Medina del Campo, Jaén y Córdova; y primer Señor de los Pinos y Beas. “Por último –continua García Carraffa, y aquí está el error evidente: todo lo que sigue corresponde a frey Francisco de Bobadilla, comendador de Auñón y gobernador de las Indias, y no al corregidor Francisco de Bobadilla– le designaron los citados Monarcas para que marchase a la isla Española y pusiese fin a las discusiones surgidas entre los colonizadores (Al ser nombrado frey Francisco de Bobadilla, comendador de Calatrava, como gobernador de las Indias, el 21 de Mayo del 1499, ya había fallecido el corregidor Francisco de Bobadilla, quien murió en Córdoba el 20 de Octubre del 1496, partiendo nuestro Comendador de España en cuatro carabelas (Las carabelas de la flota de Bobadilla fueron dos, y no cuatro). Al llegar a Santo Domingo destituyó a Colón, (La frase es inexacta, pues hace creer que Bobadilla tendría poder para destituir a Colón, facultad que solo podía corresponder a los Reyes. Quizá podría decirse: sustituyó, pues para ello sí tenía poder de los Monarcas y lo envió preso a Castilla, continuando él durante dos años. En realidad, el gobierno de Bobadilla no duró dos años, sino un año, siete meses y veintiún días, en el gobierno de aquellas islas. Al volver a España, en Junio del año 1502, el Comendador Bobadilla pereció, con todo su acompañamiento, por haber sido devorados por el mar las naves en que regresaban”. Entonces vuelve García Carraffa a los datos que realmente corresponden al corregidor Francisco de Bobadilla, y agrega: “Había casado con doña María de Peñalosa (El que doña María de Peñalosa fue la esposa del corregidor Francisco de Bobadilla figura en reiteradas ocasiones, y muy especialmente en cuya filiación ignoramos, y de este enlace fueron Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... hijos: 1. Don Antonio de Bobadilla, Sobre don Antonio, segundo señor de Pinos. 2. Doña Isabel de Bobadilla y Peñalosa, natural de Segovia, que casó con Pedrerias Dávila, llamado el Galán, natural de Segovia, Gobernador de Castilla del Oro (1513), del Darién (1520), de Nicaragua (hasta 1531), fundador de las ciudades de Panamá (1519), Granada y León, en Nicaragua, fallecido en esta última en 6 de marzo de 1531. 3. Doña Beatriz de Bobadilla y Peñalosa, que casó con don Juan Ladrón. 4. Doña Juana de Bobadilla, natural de Segovia, que casó con el licenciado Diego de Luzón, natural de Madrid alcaide de Granada; (y). 5. Otra doña Juana de Bobadilla y Peñalosa que casó con don Lope Yáñez o Sánchez de Valenzuela, capitán de caballos, que se halló en las jornadas de Argen y otras, hasta morir de un balazo en el pecho”. (Notas. Referente a doña Juana de Bobadilla y Peñalosa) “Esta señora esta citada como hija de los padres que le ponemos y con el casamiento y sucesión que se escribe, en Las genealogías del Nuevo Reino de Granada, por don Juan Flórez de Ocariz. Ignoramos si efectivamente el comendador Bobadilla tuvo hijas del mismo nombre, o si solo fue una que casase dos veces, o si se equivocó Flórez de Ocariz”. (La otra nota, relativa a don Yáñez o Sánchez, dice:) “Este Lope Yáñez o Sánchez fue hijo tercero de Lope Sánchez de Valenzuela, Comendador de los Bastimentos de la Orden de Santiago, y de su mujer Isabel Cerón”. En los documentos que hemos investigado y recopilado nada se encuentra, y no es que dudemos de que pueda ser cierta la afirmación, pues carecemos de elementos para formar nuestro juicio de que el corregidor Francisco de Bobadilla y su esposa, doña María de Peñalosa, tuviera cinco hijos. Pero lo que sí está claro en los documentos aportados es que el corregidor y su esposa tuvieron una hija llamada doña María de Peñalosa que cuando tenía unos ocho años de edad, fue puesta por sus padres en el monasterio de Santa Clara, de la ciudad de Andújar, para que la “doctrinasen”, y en el 1498 su madre y tutora tuvo que pedir a los Reyes que ordenasen a las monjas que se la devolviesen, pues no querían hacerlo, diciendo que la niña quería ser monja, y aún le había de demandar los bienes y herencia que le pertenecía. Es decir, que hay prueba documental de que el corregidor Francisco de Bobadilla y su esposa doña 49 María de Peñalosa tuvieron esa hija, y otro hijo: don Antonio de Bobadilla a quien, a la muerte de su padre, se le dieron las tendencias de las fortalezas de Cambil y Alhabar. Según lo que afirma García Garraffa, la familia de Bobadilla sería la siguiente: esposa: doña María de Peñalosa; hijos: don Antonio de Bobadilla doña Isabel de Bobadilla y Peñalosa. En el catálogo de la colección de Muñoz se cita dos veces a doña Isabel: en el tomo I, número 737, donde se lee: “Carta. Ocaña, 15 de noviembre (1530)… sobre mercedes pedidas por la mujer de Pedrarias doña Isabel de Bobadilla…”; y en el mismo tomo, número 784, en la cual dice: Escritura de obligación otorgada por doña Isabel de Bobadilla, viuda de Pedrarias Dávila, Medina del Campo, 10 de mayo (1532). Obligase a pagar a los acreedores de su marido. Se notará que en el primer documento (de 1530), Pedrarias aparece como vivo y en el segundo (1532) como muerto y su esposa como viuda. 3. doña Beatriz de Bobadilla y Peñalosa (esposa de don Juan Ladrón), 4. doña Juana de Bobadilla. (esposa del licenciado Diego de Luzón) y 5. doña Juana de Bobadilla y Peñalosa (esposa de don Lope Yáñez o Sánchez de Valenzuela). Pero de acuerdo con los documentos que hemos publicado en esta obra, solo se comprueba la existencia de algunos familiares del corregidor Francisco de Bobadilla, de este modo. esposa: doña María de Peñalosa. hijos: don Antonio de Bobadilla. hija: dona María de Peñalosa. A pesar de que el historiador Incháustegui Cabral hace las objeciones de lugar en lo que respecta a la confusión entre los dos Francisco de Bobadilla, el Corregidor y el Comendador; aún es objeciones no son muy completas puesto que en la genealogía presentada existe un solo padre y una madre, faltan los padres del otro; Mosén Pedro de Bobadilla, fue hijo tercero de Juan Fernández de Bobadilla y de doña Beatriz del Corral, de manera que hubieron otros dos hijos, ¿hembras o varones? 50 Ramón Julio Didiez Burgos Es posible que de uno de estos haya venido otra rama de los Bobadilla y es la que está perdida. Es indudable que los dos Francisco gozaron de preeminencia de la Corte, que uno, el Corregidor se consagra en los documentos encontrados como honesto, justo, religioso y con otras virtudes que lo distinguen como persona de bien y el otro, el Comendador como violento, usurpador de lo ajeno, abusador, capaz de cometer hechos delictuosos con el desenfado de creerse que tenía autoridad para hacerlo y que no se le tendrá en cuenta para fines de sanciones; era el tipo de caballero que buscaba renombre en aventuras forzadas por su ansiedad de relucir en hechos públicos como desfacedores de agravios y desdichas, no escatimaba, como el hombre prudente, calibrar la magnitud de un acontecimiento para proceder sin freno de ningún ambage y evitarse desagradables consecuencias; sus acciones relucían por su reto y desafío a la cordura y a la sensatez; su desfachatez y desenfado a la opinión pública era significativa, a tanto que no le merecía el menor respeto ni atención a las objeciones de altos funcionarios. Él era la ley y la justicia, y nadie tenía razón más que él. Es inexplicable como un hombre de una conducta tan deplorable y tan absurda haya podido llegar a escalar el puesto a que llegó con los Reyes Católicos; para el historiador Incháustegui Cabral ha sido una incógnita este acontecimiento y lo hace exclamar ¿quién fue el valedor del oscuro y terrible Comendador para que fuese nombrado en cargo tan importante y en momento tan trascendental de la historia de Nuevo Mundo? Esta oscuridad de la historia es que hace presumir que no habiendo acusado los documentos más que dos hijos para el corregidor don Francisco de Bobadilla y doña María de Peñalosa, quien murió en Córdoba el 20 de octubre del 1496, deja sin definir ascendencia ni relación determinada para doña Beatriz de Bobadilla Marquesa de Moya, Beatriz de Bobadilla sobrina de la Marquesa de Moya a quien la Reina casó con Hernán Peraza de Ayala y Rojas, señor de la Gomera, García Carraffa la cita como casada con Juan ladrón, en cierta forma es confusa y enigmática esta genealogía, no hay duda que los otros dos hijos de Juan Fernández de Bobadilla y doña Beatriz del Corral tuvieron sus descendencias y estas están ligadas de manera confusa sin haber quedado establecido la verdadera genealogía por ramas, se ve en esto que Carraffa le da al Corregidor como hija a doña Juana de Bobadilla casada con el licenciado Diego de Luzón y a doña Juana de Bobadilla y Peñalosa, casada con don Lope Yáñez o Sánchez de Valenzuela. Es imposible que un padre ponga un mismo nombre a dos vástagos de él, por eso considero que hay una Juana de Bobadilla que no es hija del corregidor. Doña Beatriz de Bobadilla Marquesa de Moya tuvo 9 hijos, 6 varones y 3 hembras. Doña Isabel de Bobadilla casada con don Álvaro de Luna, no se conoce cuantos hijos tuvo. Estas dos eran hermanas de don Francisco de Bobadilla. Doña Isabel de Bobadilla y Peñalosa citada como hija del Corregidor, esposa de Pedraria Dávila ¿no sería hija de Isabel de Bobadilla y de don Álvaro Luna? Doña Beatriz de Bobadilla y Peñalosa, esposa de Juan Ladrón, ¿no sería hija de doña Isabel o de doña Beatriz, Marquesa de Moya? Esta no era la Señora Gomera. ¿Doña Juana de Bobadilla y Peñalosa no tendría como padres los mismos que doña Beatriz? Ya habíamos visto que el corregidor Francisco de Bobadilla solo había tenido dos hijos, don Antonio de Bobadilla y doña María de Peñalosa, según los documentos encontrados, pero el genealogista García Carraffa le consideró 5 hijos en vez de 2. La comparación de la descendencia familiar que traen los documentos y la de García Carraffa aclaran una genealogía aproximada de don Pedro de Bobadilla, aunque queda un algo oscuro la descendencias de los hermanos de don Pedro, las cuales no han sido precisadas, ni tampoco los nombres de estos hermanos. La conclusión de la genealogía de la familia de frey don Francisco de Bobadilla, comendador de la Orden de Calatrava es que ésta de acuerdo a los señores Alberto y Arturo García Carraffa es confusa e indefinida, pues las observaciones hechas a ella por el historiador Incháustegui así lo demuestran porque se apartan en mucho de lo que dicen los documentos encontrados por él. El carácter de un Francisco de Bobadilla le son aplicados a otro, llegó a Santo Domingo en el 1500 un Francisco de Bobadilla con las virtudes que le correspondían al que murió en el 1496. La extrañeza del historiador Incháustegui Cabral de ver aupado a una posición señera un Caballero cuyo historial se inició con documentos bastantes vergonzosos, estribó precisamente en la confusión genealógica de los Bobadillas, pero si él hubiera visto que los hijos de don Pedro de Bobadilla fueron tres, Francisco, el Comendador de Calatrava, no el corregidor, doña Beatriz Fernández Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... de Bobadilla y doña Isabel, no hubiera preguntado quien fue el valedor del terrible Comendador, pues habiendo visto que tenía dos hermanas, una hija al lado de la Reina, una ayuda de Cámara, y las otras dos, damas de compañía y que el Rey trató de hacerla objeto de su más tiernas atenciones y que no llegaron a cristalizar porque su Reina y Señora vio a tiempo las debilidades de su esposo y le cortó en la iniciativa todas las atenciones casándola con el conde de la Gomera, Hernán Peraza de Ayala y Rojas. Frey don Francisco de Bobadilla, parece que fue la oveja negra de la familia no se concibe que tan elevadas consideraciones en que vivían las Bobadillas en la corte de Castilla y León, este no gozara de amplios privilegios y dones otorgados por los Reyes, pues bien parece que las calaveradas y la vida disoluta y llena de escándalos alejaron las reales protecciones y la indiferencia de sus parientes; evidencias de estas conjeturas es que todos los documentos encontrados acusan a frey Francisco de alguna trapisonda o algún exceso de autoridad. En él se juntaron ciertas condiciones sociales y morales que le hacían el elemento muy apropiado para ser enviado al Nuevo Mundo a cumplir con el deseo del almirante don Cristóbal Colón. Estas condiciones fueron vistas también como muy adecuadas a sus fines ya que habían ciertas correspondencias de hechos que podían servir a las mil maravillas para complementar las órdenes que el insigne y preclaro representante del odio y la envidia señor obispo de Badajoz don Juan Rodríguez de Fonseca tenía para enderezar un agravio, la oportunidad apareció y lo tomaron por los cabellos, se escogió al delincuente hipotéticamente ofendido, el menos indicado para corregir irregularidades, pero el más correcto para castigar algo que debe haberse considerado como una falta de lesa majestad y de ofensa familiar. Después de consumado el hecho no hubo otra alternativa de ver que se había cometido un error, se trató de enmendarlo pero ya era tarde, la historia registró el hecho, una nación pagaría en culpas lo que le correspondía a dos intrigantes. Si para el 1500 circulaba de boca en boca en España la expresión “Después de la Reina de Castilla la Bobadilla” podía deducirse la clase de consideración de que gozaba esta digna Señora ante la Reina, fuera por su abnegación a los quehaceres de cámara o por la docilidad de su comportamiento, 51 ella ejercía una gran influencia con ella y la arriesgo protegiendo a don Cristóbal Colón en su idea en tal forma, que no hay duda de que fuera objeto de comidilla en la corte, su apoyo a la empresa, y su entusiasmo decidido marco una definición en la decisiva de la Reina por sobre las conclusiones negativas a que llegaron las comisiones de entendidos en la materia que examinaron la propuesta de Colón. El proyecto de Colón es examinado por una comisión de sabios y teólogos en Salamanca. Fue rechazado de primera intención, porque las sagradas escrituras decían que la tierra era plana y Colón con su proyecto intentaba hacerla aparecer como una naranja redonda. Un hecho muy significativo de agradecimiento de esta virtuosa señora fue manifiesto hacia el futuro Almirante de la Mar Océano, título creado por ella para concederlo en los acuerdos de Santa Fe; en este hecho quedó unido el destino de tres personas por un profundo sentido de favor providencial y que, durante las huestes españolas tenían cercada la ciudad de Málaga, en 1487, una noche un moro se deslizó en la regia tienda de campaña de doña Isabel la Católica y su ilustre esposo el Rey don Fernando; como era natural, esta tienda era grande y se componía de varios apartamentos, uno de los cuales lo ocupaba la ayuda de Cámara de la Reina, doña Beatriz de Bobadilla, marqueza de Moya, y el moro desorientado en el interior se encontró en la sección de doña Beatriz quien en ese momento se encontraba acompañada de don Álvaro de Portugal, gentil hombre, uno de los valientes compañeros del ejército, que pertenecía a la casa del Portugal como oriundo del país, era de las más ricas y poderosas de los reinos de Castilla y León, el moro en la creencia de haber encontrado al Rey y la Reina de España, brincó ágilmente sobre 52 Ramón Julio Didiez Burgos Momento en que el Santón de Guadix agredió a don Álvaro de Portugal hiriéndolo. don Álvaro lo hirió, doña Beatriz, ante este salto sorpresivo, pidió auxilio, esta solicitud hizo acudir ayuda y el primero que entro, fue don Cristóbal Colón, quien agarró al moro y lo desarmó, pero no pudo sostenerlo y este escapó, pero al salir de la tienda fue visto por los caballeros y soldados que había acudido en la demanda de auxilio, y estos al ver al moro salir de la tienda huyendo lo siguieron, pero este era ágil y rápido y lo dejaba atrás, pero aun en la oscuridad de la noche un caballero de pies ágiles y contextura hercúlea le dio alcance y le hundió su espada por las espaldas, el cual cayó muerto. El caballero, estupefacto delante del cadáver, al llegar los otros gentiles hombres les pregunto “¿Podéis decirme a quien he dado muerte y por qué?”, bien pronto salió de su asombro cuando le relataron lo ocurrido a don Alonso de Ojeda, protegido y criado del duque de Medinaceli y un protegido por sus hazañas y destrezas del Obispo D. Juan Rodríguez de Fonseca, quien le regaló una estampa de la Virgen Santísima, la cual llevaba siempre colgada de sus armaduras, por lo cual le llamaron el Caballero de la Virgen. Este suceso fue considerado por la Reina, como una desventura de su ayuda de Cámara y como la intervención del destino en el sacrificio de su amiga para salvarla a ella, este hecho las ligaron más, y el futuro confirmó hasta donde fue agradecida la Reina, los bienes concedidos a doña Beatriz en vida quedaron sin tocar en las cláusulas testamentarias de ella a su hija; madre de 9 hijos, 6 varones y 3 hembras. Asimismo, como la Reina, se sintió comprometida con su amiga por haber sido elegida por la Providencia para representarla en un suceso que pudo haber sido fatal para la Reina si hubiera ocurrido en su sección de la misma manera se sentía doña Beatriz con respecto a don Cristóbal Colón. (7) Al enlazarse tan asiduamente doña Beatriz de Bobadilla, Marquesa de Moya, en la ayuda a don Cristóbal Colón para la ejecución de su empresa, hizo ver la gran simpatía que ella tenía por él y la confianza de un resultado positivo, no fue una influencia a la ligera donde ella tenía más que perder que ganar, puesto que si los resultados hubieran sido negativos pudo haber significado la ruina de su influencia y consideración en la Corte y la de su propio crédito. Mentes suspicaces se agudizaron para pretender ver en esta firme protección algo más que la inocente y abnegada ayuda de una mujer superior a un visionario que prometía, sin escatimar las circunstancias imprevistas; la diferencia de edad entre ella y su viejo esposo don Andrés Cabrera, fue apoyo circunstancial para darle vuelo a la imaginación y levantar hipótesis algo aventurado acerca de la intimidad de ambos, las conjeturas y habladurías había y eso tendría que repercutir hondamente en el ánimo de aquellos ligados por parentesco familiares a ella. Y una aversión hacia él, hondas huellas de antipatías gratuitas dejaba don Cristóbal en la Corte que se reflejarían luego en su vida como el halo de un destino amalgamado de desdichas, las cuales esperaban una oportunidad para manifestarse con la virulencia de los rencores desenfrenados. En el 1500 en ocasión de las múltiples quejas de los españoles avecinados en la nueva Ciudad de Santo Domingo fundada en la margen Oriental de la desembocadura del río Ozama, y que a la sazón era Gobernada la isla por el Almirante como Virrey y Capitán General de las Indias, llegó un enviado regio, con poderes ilimitados a indagar todos los pormenores que sucedían en la isla, su primer paso fue encarcelar a don Diego Colón hermano de don Cristóbal y confinarlo en una de las bodegas de su buque, se incautó de todo sus bienes, el Almirante se encontraba en La Vega y cuando fue informado de la llegada de un enviado de los Reyes, se personó a la Villa de Santo Domingo obedeciendo las disposiciones de los Reyes, no hizo la menor resistencia, aunque si quejas de protestas por el procedimiento del comisionado, este no tuvo reparos ni consideraciones a la persona que trataba y lo encadenó y lo envió preso a bordo de la carabela Gorda. Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... 53 Prisión del Almirante, así se llama esta estampa de 1500 del Puerto de Santo Domingo en la cual se ve la torre levantada en el barranco oriental del río Ozama, al cual se le llamó la Torrecilla por la construcción que se había hecho sobre ella, más al sur se ve la Puntilla (hoy se le llama la Torrecilla). Cuéntase que cuando el funesto Comendador de Calatrava ordenó ponerle los grillos al Almirante, hubo un murmullo de desaprobación y nadie se prestó a cargar con semejante infamia, pero al insistir Bobadilla ¡Aherrojadle! ¡Aherrojadle!, los mismos hombres que han venido con él, se sentían sin valor para prestarse para ponerle encima las manos al Almirante, pero siempre aparece en todos estos casos el desagradecido, el ser de alma envenenada, y este fue el cocinero de el llamado Espinosa, ¡que Dios te ayude Espinosa! Fue la expresión del Almirante cuando este terminó de ponerle los grillos. El Adelantado don Bartolomé Colón que andaba con buena tropa por los Reinos de Jaragua y quien al conocer lo sucedido a su hermano se presentó a la villa con fines hostiles, pero persuadido por don Cristóbal depuso su actitud por no desafiar las disposiciones reales, también fue aherrojado y embarcado, pero en otra embarcación. Se relata que el capitán de la carabela Gorda quiso, una vez salido a la mar quitar los grillos al Almirante, pero este se negó a que se los quitaran ya que si fueron puesto por orden real también eran ellos los que debían ordenar quitárselo; así llegaron a España los que dieron a la Corona Española un Continente rico y extenso, y así el Rey don Fernando el Católico, político hábil, aprovechó la oportunidad que se le presentó para cobrar una vieja deuda de enamorado frustrado e intercedido a través de uno de sus caballeros quien también esperaba saldar una deuda de honor familiar al originar habladurías y comidillas a expensas de una hermana y de su hija, don Francisco de Bobadilla Comendador de la Orden de Calatrava, ambos se vengaron con furor, llevaron la consideración a su valor ínfimo, el agradecimiento hacia el hombre que le dio grandeza a España, al extremo de que un futuro 54 Ramón Julio Didiez Burgos descendiente de Fernando pudiera exclamar que “en sus reinos el sol se ponía”. El rey don Fernando Católico, creyó que la reivindicación borraría el hecho pero la humanidad no aceptó la especie y sobre su conciencia cayó el estigma de su alma obscura y nefanda. Francisco de Bobadilla era uno de los personajes que siempre miró a don Cristóbal Colón con suspicacias y antipatía, era de los que se reían y se burlaban de las proposiciones de él, el apostrofe y las criticas lucían siempre en sus conversaciones, como complejo de inferioridad, en un alma tan pobre no podían anidarse sino pecados peligrosos cuyos resultados no dejarían de ser fatales. Esta turbiedad de sentimiento fue que salió a relucir el día que encontró la oportunidad de desahogar toda su antipatía y odio, conferida especialmente por quien también quería hacer vivo su real encoro. El autor A. Bernandini Sjoestedt en su obra Cristóbal Colón considera en Bobadilla “La actualidad que demostró tan solo podía explicarse por la ceguera de una feroz enemistad personal que tiene algo de sórdido y que hoy llamaremos “ajustes de cuentas”. “Su comportamiento le valió el caer en desgracia, cosa que debía esperar un poco que fuera su sentido común. Pero en su ofuscamiento, no reclamaba para sí otra cosa que el enderezamiento de lo que el juzgaba su torcido honor”. El origen de todas las discordias que surgieron en la isla desde 1497 hasta 1500 fue por el alcalde mayor de la isla Francisco Roldán, los desafueros cometidos por este analfabeto ambicioso, en la población india y las amenazas que sostenía con 70 hombres bien armados sobre las fortalezas existentes en la isla, lo hacía invulnerable a todo ataque armado; su rebeldía intransigente no daba oportunidad de arreglos pacífico “era bullicioso y pretendía subir a más de lo que era”, el Adelantado don Bartolomé Colón y luego el Almirante cuando regreso de España trataron de complacerle en todas sus demandas. La Reina y el Rey supieron del alzamiento de Roldán y un grupo de facinerosos por habérselos informado don Cristóbal Colón, era natural que el Almirante tratara por medio de la fuerza o por el arbitraje ponerle fin a una situación que a la larga iba en perjuicio a la incipiente colonia, por la fuerza no encontró camino, las tropas que enviaban a reprender a Roldán, pronto se unían a los rebeldes, así estas aumentaban peligrosamente; viendo el Almirante, la seriedad de la situación hizo arreglos Roldán trató de aumentar sus secuaces en la llegada de viajes de España. amistosos con el cabecilla, haciendo una serie de concesiones que no serían aceptadas por los Reyes, era la solución del momento porque los rebeldes eran fuertes y así lo exigían las consecuencias de estos arreglos la sufriría el Almirante. Entre las cláusulas de arreglos entre el Almirante y Francisco Roldán hubo una en que los que querían volver a España bien podrían hacerlo y para su conformidad podían llevarse un indio como esclavo; a 300 alcanzaron los que se fueron, cada uno se llevó un esclavo, cuando estos llegaron a España la Reina tuvo noticias de la gran cantidad de esclavos llegados y exclamó: “¿qué poder tiene mío el Almirante para dar a nadie mis vasallos?”, la ira de la Reina fue grande, su estado molesto se agudizo y se manifestó con una cédula real en que ordena fueran devueltos los indios a la Española en los primeros navíos que salieran. El Rey estaba de pláceme, su consejero y confidente el arcediano de Burgos y luego obispo de Badajoz Juan Rodríguez de Fonseca; quien no perdía Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... los mas mínimos errores en el negocio de las Indias para hacerlo saber a la Reina a través de su consorte, pues el interés de destruir a don Cristóbal Colón, consejero de la Reina, le mantenía en tensión para quitar al Almirante todas las prerrogativas que le habían sido concedidos, a él no le bastaba ser Director del Concejo de Indias, creado al principio del descubrimiento del Nuevo Mundo, quería suplantarlo ante la Reina y la única manera era destruyéndolo por medio de intrigas y calumnias. El Rey consiguió el hombre que necesitaba para llevar a cabo su designio “hallábase plagado de lo que hoy llamaríamos una serie de complejos, que se exteriorizaban en crispaciones nerviosas de los músculos faciales, y en constantes cabeceos”. Don Alonso de Ojeda, llamado el Caballero de la Virgen porque siempre llevaba una estampa de la Virgen Santísima colgada de su armadura. El Almirante estaba relevado del cargo como Gobernador y que la Reina se encontraba tan enferma que pronto moriría y con ello se […]. 55 Don Alonso de Ojeda, uno de los caballeros que llegó con el Almirante don Cristóbal Colón, en el segundo viaje, quedó como jefe de la Fortaleza de Santo Tomás, al despertar para España el Aragonés Pedro de Margarite. El fuerte de Santo Tomás estaba ubicado en un cerro, donde sucedió el milagro de la Aparición de la Imagen de la Virgen de las Mercedes, en sus alrededores fue donde los españoles encontraron la mayor cantidad de oro en la región del Cibao, don Alonso gobernó toda esa región durante más de un año, con mano férrea, los indios le temían y lo respetaban, no titubeaba en sus decisiones contra ellos, ni contemplaba los desacatos, así se hizo reconocer como el recaudador de los tributos de oro que el Almirante le había impuesto a los indios; era natural que a pesar de la honradez en el manejo de tanto oro, la fortuna ajena, durante tanto tiempo no quedara lo suficiente para quedar inmensamente rico, a tal grado que en 1499 después de haberse ido de la Española, armó viaje de descubrimiento a sus expensas. El 20 de mayo del 1499 sale de Cádiz con cuatro carabelas sobre la misma ruta de Colón, la del tercer viaje, con copias de los planos del mismo Almirante, dados a él por su protector don Juan Rodríguez de Fonseca, obispo de Badajoz (estas copias las hizo Juan de la Cosa). Ojeda después de reconocer la parte norte de la costa de Sur América, arribo a la Española al puerto de Yaquimo (Jacmel) donde abundaba el palo de brasil, propio para tintes. Al llegar a este lugar empezó a capturar indios para venderlos como esclavos y a cortar palos de brasil, amparado de la protección que tenía del Obispo Fonseca. Es seguro que esta protección que diera a Ojeda por la relación de intimidades con el Obispo para cerciorarse antes de salir de España que quebrantaría la protección que tenía. Estas confidencias de Ojeda a fines del 1499 en la Española hacen ver bien claro que el ambiente que existía contra el Almirante en la Corte Española, el único amparo y protección que tenía era el de la Reina y solo esperaban que muriera para retirarle todos los privilegios, el Obispo omnipotente de la Casa de Contratación, tenía todo el poder de las Indias en sus manos, ¿Quién pudo haberle concedido todo este poder? Pues no hay que preguntar mucho, porque la contestación es el Rey Fernando el Católico, es imposible admitir que donde existían tantos gentiles hombres de grandes tierras y gran influencia se comportara un Obispo de marras con los defectos infernales más repugnantes, con la libertad de acción con que se 56 Ramón Julio Didiez Burgos manifestó sin la menor protesta de condes, duques y príncipes de sus procedimientos a menos que no tuviera la certeza de que este estaba regiamente protegido por el Rey en sus acciones. Esta indiferencia del Rey a las cosas de su esposa y señora, doña Isabel la Católica no podían existir sin una razón de extremado peso en su conciencia, pero como mas valía este sentimiento oculto que el agradecimiento a las tierras dadas a España por sus descubrimientos, a eso fue que el Rey dio paso a través de un hombre, religioso, cristiano, un misionero de Dios, el hombre adecuado para hacer el mal. Las relaciones del Almirante con el Obispo Rodríguez de Fonseca en el negocio de las Indias, al ser uno Viso-Rey de las Tierras Descubiertas y Capitán General y el otro Director del Consejo de Indias, una especie de “Secretariado permanente de un Consejo de la Corona relativo a los asuntos oceánicos”, se verán alternativamente normales y entorpecidos por efectos de supuestas irregularidades cuyo fin era causarles inconvenientes al Almirante, inconvenientes que se veían en la corte como responsabilidades del Almirante, ya que las causas bien se tenía el Obispo de marras de hacerlas aparecer; su compinche estaba al tanto de los detalles y espoleaba detrás de las cortinas. El escándalo de Francisco Roldán y sus secuaces llegó a tal extremo que obligaron al Almirante a hacerles concesiones, que como vimos fueron reprochadas por la Reina, conociendo ésta las discordias en las Indias ordenó que fuera enviado a la Española un investigador, según lo había solicitado el Almirante, que se le enviara un letrado para administrar justicia, es aquí donde aparece el momento feliz del obispo y su sombra; es la ocasión de dejar liquidado el rival comparón y el estorbo del alto consejero y entre un sin número de Caballeros de Alcurnia y de nombradía, de costumbres y vidas conocidas, nuestro insigne Obispo elige precisamente, el Caballero que traía su alma ennegrecida por el odio a los Colones, a quienes de igual a igual nunca les hizo caso en España, el hombre que iba a desempeñar un papel bochornoso en la historia, pero ajustado a los deseos de la ilustrísima Señoría, complaciendo a su protector, este era el momento esperado y se aprovechó en su punto más álgido para evitar un enfrentamiento y quizás provocar un recuento y selección que entorpeciera los planes, uno de venganza y el otro de sentirse solo dueño del emporio de las Indias. Aquí aparece don Francisco de Bobadilla, comendador de Calatrava, muy bien provisto de reales cédulas, cartas, órdenes y toda clase de providencia que facilite su misión, firmado en blanco. Llegó el día 23 de agosto al ante puerto de Santo Domingo de dos carabelas la Gorda y la Antigua; desembarca al día siguiente, va a misa, encontró en la iglesia a don Diego Colón y a Rodrigo Pérez, teniente alcalde de la ciudad. Una vez terminada la misa, el Comendador de Calatrava hace conocer al pueblo de Santo Domingo que entonces se encontraba en la margen oriental de la desembocadura del río Ozama, una patente real que indicaba su misión: los Reyes le enviaban para indagar acerca del levantamiento de un Alcalde (Roldán) quien “andaba por la isla robando y haciendo otros males”, y una vez “la información habida y la verdad sabida, a los que por ella hallaredes culpables, prendedle los cuerpos y secuestradles los bienes, y así presos procedade contra ellos y contra los ausentes a los mayores penas civiles y criminales que hallaredes por derechos”. La real cédula que el Comendador envió al Almirante a la Concepción con fray Juan Trasierra el día 7 de septiembre decía: “Don Cristóbal Colón, nuestro Almirante del Mar Océano, No habemos mandado al Comendador Francisco de Bobadilla, portador de esta que os hable de nuestra parte alguna cosas que el dirá, Os rogamos que le deis fe y creencia y aquello pongáis en obra, De Madrid, a 26 de Mayo del año de 1499, Yo el Rey, Yo la Reina, I por su mandato, Miguel Pérez de Almazan”. Por el tenor de las instrucciones que anteceden se puede deducir cual fue la idea de la Reina; enviar a un pesquisidor a investigar los males en la isla y proceder con rigor contra los que hallara culpables, de robo y otros males. No era el Almirante y sus hermanos los que andaban “robando y haciendo otros males”, en cambio contra ellos fue que procedió, liberó los presos de la cárcel, rebajó los diezmos que se pagaban al Rey durante los próximos 20 años y el porcentaje de oro que se recogiera, a Roldán y los cabecillas de toda intranquilidad no solo les tocó, sino que lo siguió usando como alcalde y como turba de injurias, insultos y blasfemias, contra el Almirante y sus hermanos, la cual recorría la ciudad en semejantes tropelías. El proceder de Bobadilla indicó cual fue la idea que se pretendía el enviado aquel con una voluminosa documentación firmados en blanco. La Reina fue sorprendida inocentemente en un momento de furor para arrancarle semejantes papeles, era lo que se acostumbraba, pero había que Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... considerar a quien se iba a pesquisar, la idea de ella era diferente a los de su soberbio consorte y el obispo de marras, la trama quedaría al claro, pero cuando ellos ultrajaran al que hacia algunos años perseguían, uno por venganza de enamorado frustrado y el otro por llegar a ser el único señor de las Indias. 57 de Fonseca, con un pliego conteniendo los cargos siguientes: El capitán Alonso de Vallejo y el maestre Andrés Martin en las habitaciones bajo cubierta de la carabela Gorda tratando de quitarle los grillos a don Cristóbal Colón durante el viaje, él los rechazó con estas palabras: “¡No! SS MM me mandaron que me sometiera a lo que Bobadilla ordenase en su nombre: por su autoridad me ha puesto cadenas; yo las llevare hasta que ellos me la manden a quitar, y las conservare después como reliquias y memorias del premio de mis servicios”. 1ro.Malos y crueles tratamientos a los españoles en la Isabela, cuando la pobló. 2do.Que mandaba a azotar a los hombres por cosas livianas. 3ro.Que ordenaba ahorcar a los que se iban a otros pueblos en busca de comida, por no poder soportar el hambre. 4to.Que no consentía que se bautizara a los indios que deseaban los clérigos y frailes bautizar, porque quería más esclavos que cristianos. 5to.Que hacia guerra a los indios sin causa justa, para enviarlos a Castilla como esclavos. 6to.Que no deseaba otorgar licencia, para sacar oro, a fin de ocultar las riquezas de las Indias y alzarse con ellas en favor de algún otro Rey Cristiano. 7mo.Que había mandado reunir muchos indios armados para resistir al Comendador y hacerle tornar a Castilla. 8vo.La denuncia de un religioso en carta al Cardenal Cisneros del convenio que tenía Juan Antonio Colombo con ciertos genoveses, sobre el comercio de la isla, y pide no dejen entrar genoveses en la tierra, porque la destruían. Cuando a fines de septiembre del 1500 Bobadilla ordenó al Caballero don Alonso de Vallejo que sacara al Almirante de la cárcel y lo llevara al navío, éste le preguntó, un algo temeroso y triste, pensando que lo irían a ajusticiar, “Vallejo, ¿Dónde me lleváis?”; Vallejo le responde “Señor al navío va vuestra señoría se embarca” y repitió, dudando el Almirante: “Vallejo”, ¿es verdad?: respondió Vallejo: “Por vida de vuestra señoría que es verdad que el se va embarcar”. Este episodio es claro ejemplo del drama que se desarrolló esos días con el Almirante y sus hermanos, las amenazas, insultos y groserías inferidas por Bobadilla y sus secuaces, la incautación de sus bienes y documentos le hicieron temer por sus vidas, la tranquilidad de espíritu le llegó con el buen trato que recibió a bordo de la carabela Gorda por parte de don Alonso de Vallejo y del patrón del navío Andrés Martín quienes quisieron quitarle los grillos, a lo cual este replicó que si los Reyes ordenaron ponérselos, ellos debían ordenar quitárselos. Vallejo recibió el encargo especial de Bobadilla de entregarle el preso al obispo Juan Rodríguez Estas acusaciones de Bobadilla no tienen razón ni peso, para sobre ellas justificar su actuación sobre el Almirante y sus hermanos; ellas denotan un motivo sin fundamento para incoar culpas no cometidas ¿quiénes maltrataban, azotaban y ahorcaban a los españoles? Otros españoles, ¿por qué no se revelaron todos los españoles para haber demostrado que el Almirante procedía mal?, porque un grupo pequeño de delincuentes quería hacer y deshacer a su entero antojo sin sujeción ni ley. El padre Bartolomé de las Casas cuando vino a la Española fue amigo personal de muchos de estos habitantes y pudo comprobar lo falso de todas las acusaciones de Bobadilla con las confesiones de éstos, todo este andamiaje de cargos fue falso, el interés era desacreditar al Almirante, para obligar a la Reina echarlo de su lado. Engrillar y desconsiderar tan ignominiosamente a un Almirante de Castilla tenía que haber sido por motivos muy serios y muy graves. El solo hecho de que Alonso de Vallejo “lo entregase preso como estaba al obispo don Juan de Fonseca, con cuyo favor y consejo se tenía por cierto que hacía lo que 58 Ramón Julio Didiez Burgos hacía”. Es indicativo de las instrucciones secretas que traía, que mantenían a Bobadilla en predisposición de alta tensión moral para aprovechar la ocasión que se le presentaba. El obispo don Juan Rodríguez de Fonseca consiguió lo que deseaba en parte, desagraviar a su Rey y poner hechos de sospechas en la vida del Almirante para irle sacando del lado de la Reina; a pesar de todo esto no lo consiguió. Después de muerta la Reina a don Cristóbal Colón: en 1513 don Fernando el Católico a fin de premiar sus buenos servicios, le escribió al embajador español en Roma que le solicitara al Santo Padre instituyera a dicho obispo como “Patriarca Universal de las Indias”, esto es, el dominio total de todas las Indias, Señor absoluto del Nuevo Mundo; ya él tenía el control administrativo, quería el espiritual, nada de esto consiguió. El día 25 de noviembre llegaron las carabelas a Cádiz, con su ilustre preso, el capitán Alonso de Vallejo y Andrés Martín su piloto y maestre quienes comprendieron las injusticias de Bobadilla y permitieron que el Almirante despachara correspondencia a los reyes, con uno de sus criados, antes de que fueran despachadas las del comendador Bobadilla; así llegaron a saber los Reyes las condiciones en que el hombre que les dio un continente llegó a España; la reacción de los Reyes y la del pueblo fue de sorpresa, al saber que uno de los hombres que tanto hizo por España, estaba encadenado en una carabela, el asombro y el estupor se apoderaron de muchos de sus amigos y conocidos, no lo creían posible pero así fue. “El día 17 de diciembre del 1500 llegó Colón a Granada y fue recibido por los Reyes con la mayor afabilidad y cortesía, posternose el marino a los pies de la reina y las lágrimas de ambos confundiéronse un momento”. Las cartas del Almirante obtuvieron el efecto deseado, el día 17 de diciembre los Reyes enviaron órdenes de ponerle a él y sus hermanos en libertad y los enviaron a buscar, así como el que se le entregara 2,000 ducados para gastos, llegados a la corte que estaba en Granada “los recibieron muy benignamente, mostrando compasión de su adversidad y trabajos, dándole todo el consuelo que al presente pudieron darles, (en especial al Almirante) certificándole que su prisión no había procedido de su voluntad, y con palabras muy amorosas y eficaces le prometieron que mandarían deshacer y remediar sus agravios y que en todo y por todos sus privilegios y mercedes que le habían hecho, le serían guardados, (y en esto, la serenísima reina era la que se aventajaba en consolarle y certificarle su pesar, porque, en verdad ella fue siempre la que más que el rey lo favoreció y defendió, y así el Almirante tenía en ella principalmente toda su esperanza). El, no pudiendo hablar por un rato, lleno de sollozos y lágrimas, hincado de rodillas, mandáronle levantar”. Para aquellos que no conocían la historia del Almirante desde un principio, el espectáculo que se desarrolló en esos momentos fue de tristeza y de compasión hacia el hombre que sin motivo alguno había sido ultrajado y desconsiderado de una forma tan vil. El Padre de las Casas al significar que “la serenísima reina era la que se aventajaba en consolarle y certificarle su pesar etc.” y “que su prisión no había procedido de su voluntad sino por solo querer y autoridad del comendador Bobadilla”, deja ver que la reina se sintió apesadumbrada y sorprendida de lo ocurrido; ella no pudo haber ordenado una monstruosidad como esa, pero desconocía los hilos secretos de estos hechos y se lo atribuyó a Bobadilla, el feliz ignorante usado a través de un intrigante, envidioso de las glorias ajenas para cometer uno de los hechos más degradantes de la humanidad. Miente quien quiera que sea que trate de atribuir con todo el juicio de la verdad que Bobadilla sólo hubiera cometido un acto tan degradante como el de la prisión de Colón, no, Bobadilla actuó bajo conseja y garantía del obispo de Badajoz, y este amparado de su protector, ambos sabían que don Cristóbal Colón era un protegido de doña Isabel la Católica, y que el beneficio de los descubrimientos hechos por el Almirante correspondían al Reino de Castilla; ni el obispo ni el comendador hubieran tenido valor de desafiar a la reina Isabel la Católica, bien por su poder, por el Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... respeto y veneración que tenía el pueblo español hacia ella, o por temor a una represalia fulminante que hiciera saber hasta dónde se puede ser aventurado; ejemplos sin número existen de muchos nobles y caballeros de alcurnia que cometieron deslices triviales, en comparación con los de Bobadilla, y se arrepintieron de su atrevimiento. Los hechos que siguieron a la entrevista de los Reyes y Cristóbal Colón no han sido revelados, pero la mano oculta que amparaba a dos secuaces intercedió por ellos porque el castigo ofrecido por la Reina a los culpables de la falta cometida en la persona del Almirante y sus hermanos no se efectuó después de año y medio fue relevado Francisco Bobadilla del mando del gobernador de la Isla pero el otro duró 30 años en la administración y control de los negocios de las Indias. España y españoles inocentes cargaron con la responsabilidad y las consecuencias de estas páginas negras de la historia; muchos historiadores no han querido ver este acto como el producto de la inquina de tres insignificantes enfundados en trajes de nobleza e hidalgos, sino en un hecho colectivo y delictivo de desagradecimiento de un pueblo, un pueblo que sintió la aprehensión desagradable de ver en cadenas al hombre que ayer lo vitoreó y creyó grande por su hazaña, de una Reina que se sintió desobedecida y burlada por un par de rufianes que mal usaron las prerrogativas que siempre concedían, como costumbre, por el respeto y el alto concepto de confianza que se consideraban eran depositarios por parte de los Reyes en entrega de reales órdenes, documentos en blanco para ser llenados honestamente y con la prudencia de la honradez. Hoy podemos ver muy apenados como España ha cargado con los platos rotos y las culpas de los actos que ella no fue protagonista sino espectadora; un poderoso la envolvió como culpable de sus actos delictivos y la insensatez de muchos no han deseado separar y extractar la verdad de lo ocurrido. En esta ocasión doña Isabel la Católica dejó demostrado a reconfirmar a don Cristóbal Colón en todas las prerrogativas que le concedieron en las Capitulaciones su agradecimiento y sus merecimientos por los servicios prestados a la corona de Castilla, el pueblo de España de esta manera desagravió al Almirante por un acto que repudió como el hecho de un insolente, porque nada ganó España con Bobadilla y sí con Cristóbal Colón. Mientras este descubría tierras nuevas y promovía expediciones, el obispo Fonseca las estorbaba y las entorpecía, sino eran las que el auspiciaba para convertirlas en su propio negocio; se sabe que intrigó y 59 molestó la obra Magallanes y la de Hernán Cortés; se puede bien considerar que el Obispo en la Dirección de la “Casa de Contratación” dilató el proceso evolutivo de los descubrimientos, de aquí veríamos que dicho Obispo significó para España un elemento regresivo. La real protección que lo amparaba era indiferente a estos menesteres porque la obra del descubrimiento era negocio de Castilla y no de Aragón. Doña Isabel la Católica se justificó ante la historia, don Fernando no, y aunque los edictos, reales órdenes etc., contuvieran ambas firmas, para confirmar la opinión pública, esto no se hacía sino por razón de estado y no de conciencia de él. Ahí están los culpables, la historia debe juzgarlos y absorberlos, una nación extenuada por la guerra que hizo el sacrificio supremo para lanzarse a una aventura de descubrimiento, no podía pagar tan injustamente al hombre a quien confiar a esta misión. Después de obtenido un triunfo tan sonado y tan combatido por otra nación, no tenía otro camino de considerar los grandes beneficios que derivaría de las tierras halladas; cumplió con los ofrecimientos hechos y no había motivos de peso para proceder de una manera soez contra quien abnegadamente en conjunto de otros corriera tan peligrosa aventura del descubrimiento, su caída fue obra de resentimientos personales y no de necesidades nacionales, España debe quedar absuelta. Se ha querido hacer ver que don Cristóbal Colón tenía poderes excesivos en las tierras descubiertas, concedidos por los Reyes Católicos en las Capitulaciones de Santa Fe, para justificar la acción de Francisco de Bobadilla contra los hermanos Colón y anular estos privilegios omnipotentes en las nuevas tierras, estas acciones tan tempranas, 1500, en que aún no se conocía el valor tan ingente de las tierras halladas, no podían ser motivo de presunción de la concesión de poderes excelsos, la verdad estaba en el fondo y esa no podían ponerla a la vista porque una era razón de Estado y la otra sentimental; las capitulaciones de Santa Fe eran las siguientes: “las cosas suplicadas y que Vuestra Alteza, dan y otorgan a don Cristóbal Colón en alguna satisfacción de lo que ha de descubrir en los mares Oceánicos, del viaje que ahora con la ayuda de Dios, ha de hacer por ellas en servicio de Vuestra Alteza, son las siguientes: Primeramente, que Vuestras Altezas, como señores que son de las dichas mares Océanas, hacen desde ahora al dicho D. Cristóbal Colón su Almirante en todas aquellas islas y tierra firmes es que por su mano o industria se descubrieren o ganaren 60 Ramón Julio Didiez Burgos en las dichas mares Océanas, para durante su vida, e, después de muerto, a sus herederos o sucesores, de uno en otro perpetuamente, con todas aquellas preeminencias y prerrogativas pertenecientes al tal oficio, según que D. Alonso Enríquez, vuestro Almirante mayor de Castilla, y de los otros prodecesores en el dicho oficio, lo tenían en su districtos. Place a Sus Altezas. Juan de Coloma. Otrosi, que Vuestra Altezas hacen al dicho D. Cristóbal Colón su visorrey y gobernador general en las dichas islas y tierras firmes, que, como es dicho, el descubriere o ganare en las dichas mares y para qué el regimiento de cada una y cualquiera de ellas haga elección de tres personas para cada oficio, y que Vuestras Altezas tomen y escojan uno, el que más fuere su servicio, y así serán mejor regidas las tierra que nuestro Señor le dejare hallar e ganar a servicio de Vuestras Altezas. Place a sus Altezas. Juan de Coloma. Ítem, que todas y cualesquiera mercaderías, según sean perlas preciosas, oro o plata, especieria y otras cualesquiera cosa y mercaderías de cualquier especie, nombre y manera que sean que se compraren, trocaren, falleren, ganaren e hobieren dentro de los límites del dicho almirantazgo, que desde agora Vuestra Alteza hacen merced al dicho D. Cristóbal, y quieren que haya y lleve para así la décima parte de todo ello, quitadas las cosas que se hicieren en ellos; por manera de lo que quedare limpio y libre haya y tome la décima parte para sí mismo y haga de ello su voluntad quedando las otras nueve partes para Vuestras Altezas. Place a Sus Altezas. Juan de Coloma. Otrosi, que si a causa de las mercaderías que él traerá de las dichas islas y tierras, que así, como dicho es, se ganaren y descubrieren, o de las que en trueque de aquellas se tomaren acá de otros mercaderes, naciere pleito alguno en el lugar donde el dicho comercio y trato se terná y fará, que si por la preeminencia de su oficio de Almirante le pertenece cognoscer de tal pleito, plega a Vuestras Altezas que él o su teniente, y no otro juez, conozca el pleito y así lo provean desde agora. Place a sus Altezas si pertenece a dicho oficio de Almirante, según que lo tenían al dicho Almirante D. Alfonso Enríquez, y los otros sus antecesores en sus districtos y siendo justo. Juan de Coloma. Ítem, que en todos los navíos que se amarren para el dicho tracto y negociación, cada y cuando y cuantas veces se amarren, que pueda el dicho D. Cristóbal, si quisiere, contribuir y gastar la ochava parte de todo lo que se gastare en el armazón, e que también haya e lieve el provecho de la ochava parte de lo que resultare de la tal armada. Place a Sus Altezas. Juan de Coloma. Son otorgados e despachados, con las respuestas de Vuestras Altezas en fin, un capítulo, en la villa de Santa Fe de la Vega de Granada, 17 de abril del año del nacimiento de Nuestro Salvador Jesucristo de 1492 años. Yo el Rey.–Yo la Reina. Por mandato del Rey e de la Reina, Juan de Coloma. Registrada”. Por lo que se ve en estas concesiones, se le adjudica a don Cristóbal Colón títulos y privilegios sucesorales a perpetuidad, era natural que al descubrirse las islas que buscaban, ipso facto el quedaba como Gobernador General de ellas, pero este estado de Gobierno y de poder estaba subordinado al poder de la Corona. El hecho y razón de que los Reyes Católicos no concedieran en un principio mucha importancia a islas perdidas en el mar Occidental, por tener que hacerle frente al complejo estado en que quedaron las nuevas tierras conquistadas a los moros, la deportación de éstos al África tuvo que haber dejado el estado social, el económico, el control de las ciudades, el gobierno de éstas, el desalojo de muchas propiedades etc., en un estado caótico que los Reyes tenían que hacerles frente con rápidez, dedicándole bastante tiempo, y por ende descuidando en cierta forma el negocio de las Indias que se encontraba en manos de uno de los incondicionales del Rey Católico don Fernando, el obispo Juan Rodríguez de Fonseca, hombre hábil, egoísta e intrigante, con mucha ambición y no pocos defectos. El poder absoluto estaba en manos del obispo Juan Rodríguez de Fonseca quien desde el 1493 manejaba el Directorio del Consejo de Indias; los títulos los llevaba don Cristóbal Colón, pero este a pesar de ser Visorrey de las Indias, Gobernador general, sus actuaciones estaban supeditadas a la del Obispo, tanto es así que la tercera expedición a las Indias de mediados de enero del 1498 fue demorada exprofeso por el director del Consejo de Indias que era quien disponía a su verdadero antojo en dichos negocios: en este viaje los oficiales viajeros enviados por la corte dilataban y demoraban la salida aduciendo infinidad de razones, hasta el extremo de que el Almirante se desesperara y se enojara que tuvo que usar violencia contra uno de los oficiales llamado Jimeno (De las Casas, B., Historia de las Indias, libro I, capítulo CXXVI). El desacato y la desobediencia se observaban por todos los lados y a cada momento Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... en España y en la Española, la crítica, los comentarios y murmuraciones a su persona y a sus actos llovían y llegaban a la Corte en forma acusatoria y en tanta profusión que la personalidad del Descubridor cambió momentáneamente en el ánimo de la Reina. Después de estos preámbulos podría preguntarse ¿cuáles eran los grandes poderes concedidos a don Cristóbal Colón en las Capitulaciones de Santa Fe? A pesar del título de Visorrey y Gobernador General, el no ejerció más autoridad y mandó que el que le confería su autoridad a bordo de Capitán de la Nao, la cual era reconocida en tierras vírgenes como extensión de la de a bordo, más de ahí el Almirante no ejerció tantos poderes ni tanta preeminencia como se pretende ahora endirgarle para justificar su prisión y desconsideración. ¿En qué ocasión el Almirante se hizo reconocer como Visorrey? ¿Cuándo se hizo prevalecer con tantos poderes como se alegó que le fueron concedidos para destituirlo violentamente? Desde 1495, cuando empezaba la conquista de la primera isla, la Española empezaron a herirlo en su moral en tal forma que sin duda él comprendió su poca valía como representante de sus majestades en las Indias. El padre Bernard Boyl y Pedro Mosén Margarit, se fueron de la Isabela para España y fueron oídos por los Reyes Católicos y luego le enviaron un emisario, con poderes para investigar la situación en la Isabela, Juan Aguado. Si los Reyes le concedieron tantos poderes, ¿cuál es la razón de no haber sancionado a dos disidentes que hurtaron una carabela para irse a España en desobediencia a la persona que representaba a los Reyes en la nueva tierra­? Nótese en un principio que los dos disidentes y díscolos individuos eran Catalanes, esto es, súbditos del Serenísimo Rey Católico don Fernando; la historia registra que la Reina doña Isabel la Católica fue la que desde el primer momento en que recibió a don Cristóbal Colón y sus proposiciones de descubrimiento en el 1484, lo admitió y le dio esperanza de ayudarle en la empresa, mientras que el Serenísimo Rey don Fernando el Católico no compartía la misma idea. Como este negocio se prolongó tantos años, los celos del rey tuvieron que haber surgido por la preferencia de éste por la protección de la Reina, pero eso con mucho agradecimiento después del descubrimiento de don Cristóbal Colón a quien dirigía sus solicitudes y sus atenciones era a ella, no hay que esconder que la Reina era tan dominante y celosa de su poder que en ocasiones se imponía desconociendo al Rey. Si “A Castilla y a León nuevo mundo dió Colón” ella quiso que el negocio del descubrimiento quedara en 61 poder de los de Castilla y León. Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés dice: “En tanto que la Católica Isabel vivió, no admitían ni dejaban pasar a las Indias sino a los propios súbditos y vasallos de los señoríos del patrimonio de la Reina, como quiera que aquellos fueron los que las Indias descubrieron, y no aragoneses, no catalanes, ni valencianos, o vasallos del patrimonio del Rey Católico. Salvo por especial merced, a algún criado y persona conocida de la casa real se le daba licencia, no siendo castellano porque como estas Indias son de la corona y conquista de Castilla, así quería la Serenísima Reina que solamente sus vasallos pasasen a estas partes y no otros algunos. Y así se guardó hasta el año 1504 que Dios la llevó a su gloria”. Esta información de Oviedo hace ver que en aquella época el Rey Fernando al no haber tenido participación en la expedición del descubrimiento no había creado derecho y por discreción tenía que dejar que la Reina dispusiera su voluntad; habrá que reconocer también que todo el peso de las conquistas hechas en España estuvo a cargo de la Corona de Castilla y de León, la contribución de la Corona de Aragón fue muy mínima; a tal magnitud, que Navarros y Aragoneses eran catalogados tan extranjeros en las nuevas tierras como los portugueses, italianos, franceses u otros de países vecinos. Años después Carlos V recibió la solicitud de la ciudad de Barcelona para hacer el comercio directo con las Indias, le fue negado el permiso, como una obediencia a las disposiciones de su Augusta Abuela, a Cádiz y Sevilla era que estaba reservado el derecho para salir y regresar, a las Indias. Estas disposiciones de la Reina en favor y beneficio de su Reino, no concediendo ninguna oportunidad a las regiones del Rey don Fernando, era natural que se originaría sentimientos muy íntimos, el Rey Fernando no tuvo otra alternativa que esperar llegar a ser el viudo para poder enderezar la diferencia regionalista de su distinguida esposa y poder expresarse cínicamente “haber sido yo la principal causa que aquellas islas se hayan descubierto y pueblen”. La devoción de don Cristóbal Colón por la Reina doña Isabel la Católica no despertaba admiración en los partidarios y cortesanos del Rey Fernando el Católico, sino que era objeto de críticas y habladurías calumniosas; los súbditos del Reino Aragón no se cejaban en tratar de destruir el elemento principal de los descubrimientos y 62 Ramón Julio Didiez Burgos negocio de las Indias; las leyes dictadas por doña Isabel afectaban directamente a navarros a aragoneses y su representante tenía demasiada influencia en la decisión de la Reina, había que eliminarlo de en medio para quedarse con la mayor parte del pastel. La Reina a pesar de haberse hecho sentir con todo el volumen de su autoridad en el asunto de Indias, perdió la táctica en dichos problemas y se le dejó participar a don Fernando con uno de sus incondicionales, quien quedó al frente de los asuntos de Indias, con manos amplias y poderes. Omnímodos en disponer de dichos negocios, de manera tal que don Cristóbal Colón no podía disponer en los viajes a Indias sin consultar u obtener la aprobación de dicho obispo, a pesar de todos los títulos de que estaba investido. La destitución de Colón, parece fue la consigna desde el segundo viaje de él, entre los partidarios de don Fernando; la semilla de la discordia y la desobediencia fue sembrada por sus súbditos Mosén Pedro Margarite y el padre Boil, a partir de este primer incidente se sucedieron una serie de hechos en la Española que terminó con la prisión y desconsideración moral de lo que representaba en el Nuevo Mundo; después de este acto, que era el que se perseguía con ansiedad, su persona quedó despojada por completo de todo derecho y toda influencia en los asuntos y negocios de Indias; sólo le quedaban unos títulos como reconocimiento honorífico de su gran labor, del poder no le fue despojado nada porque él no los tuvo en los siete años que estuvo laborando por la grandeza de España. Yo no veo que don Cristóbal Colón haya tenido tanto poder en las Indias para que por él se le persiga hasta llevarlo a postración moral ínfima; en ningún momento de sus tres viajes se vio que las disposiciones de sus ejecutorias tuvieran una acogida en la Corte, sin restricciones, más bien, siempre era objetadas y muchas rechazadas sin preámbulos y sin razones si bien se ve, que las intrigas contra él, tuvieron más influencia en el ánimo de los Reyes hasta llegar a enviarle en el 1495 un inspector con tal carácter que hasta quiso suplantarlo en sus funciones como gobernador. Este enviado Regio de sus majestades don Juan Aguado, hizo ver a la incipiente colonia en la Española que la representación de la corte en estos lugares no era de tanta alcurnia, ni tanta personalidad en ella, puesto que simples chismes e intrigas producían pesquisas que demostraban el falso poder, la poca potestad y la ausencia de fe pública que adornaban al Gobernador General, Almirante del mar océano y otros títulos rimbombantes que le concedieron los Reyes a don Cristóbal Colón para llenar un formato de concesiones que solo se tendrían en cuenta por puro formulismo. Para el 1494 cuando Mosén Pedro Margarite, el padre Bernardo Boyl, Fermín Cado, el comendador Gallego, el comendador Arroyo, Rodrigo Alvarca, Micer Girao, Pedro Navarro, Gabriel de León y Juan Vega, se fueron para España desencantados por no haber hallado tanto oro como lo consignaba Juan de Mandeville y Marco Polo en sus obras de cuentos, y lo propagaron en España don Cristóbal Colón y todos los tripulantes de las carabelas que llegaron en marzo del 1493, dieron a desacreditar al Almirante y a quejarse de su proceder desarrollando infinidad de argucias, no sólo en el pueblo sino ante los Reyes. ¿No vendrían esos catalanes ya predispuestos para empezar a sembrar las primeras discordias en lo que se creyó desde un primer momento que serían grandes yacimientos auríferos y cuyo negocio sólo pertenecía a Castilla y León, y dislocando desde un principio los primeros establecimientos, se podría sacar media tajada del melón para Aragón y Navarra?. No hay que dudarlo, la Española era una isla no bojeada por completo en esa fecha; sus dimensiones, no se conocían, Colón pretendió que fácilmente se podría dominar; de Cuba o Juana sólo se conocía una parte, y hasta 1508 no se supo que era isla. El concepto en esa época fue que era una proyección del continente Euroasiático, cuyo monarca el Gran Khan, mandaba según lo exponía Marco Polo en su libro, y tanto respeto tuvo el Almirante en esto que el día 2 de noviembre envió una embajada de dos hombres compuesta por Rodrigo de Jerez y Luis Torres como un indio que traía de Guanahaní para que le sirviera de guía intérprete en busca de dicho Rey para darle las credenciales que había traído de los Reyes de España (véase el día 2 de noviembre en el Diario); hasta muy avanzado el siglo xvi no se cayó en cuenta que las tierras halladas no eran el continente del Gran Khan, pero para fines del siglo xv, la Hispaniola no era del Gran Khan, Cuba sí; de aquí se ve que las dimensiones de la española que era la que pertenecía a la corona, y que ya con los chismesitos de Margarite, Boyl y otros no revistirían tanto interés, porque la isla no era de oro o de plata y donde no hay estos elementos, no podía revelar tanto interés, y este islote perdido en el mar occidental no podía revelar motivo de tanto poder ni jerarquía, para que se concibiera que había que destronar a un potentado de mucha magnificiencia y Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... mucha influencia, en cuya caída se derivarían ventajas para todos los que estuviera alrededor. Juan Aguado estuvo cinco meses en la Isabela y durante ese tiempo se registraron muchas diferencias entre el Almirante y él. Aguado lo trataba con despotismo y con amenazas; trató de que la población no le obedeciera sino a él, estorbaba sus trabajos y contraordenaba cualquier orden del Almirante, “Juan Aguado se entremetía en cosas con fiucia y color de su creencia, que el Almirante sentía por grandes agravios, decía y hacía cosas en desacato del Almirante y de su autoridad, oficio y privilegios. El Almirante, con su modestia y paciencia, lo sufría y respondía (y trataba al Juan Aguado siempre muy bien, como si fuera un conde), según vide de todo esto, hecha con muchos testigos, probanzas”. Juan aguado a pesar de llevar la misión de los Reyes Católicos de pesquisidor y haberse portado muy petulante en sus derechos en la Isabela, no se sintió con el suficiente poder de concebir desplazar violentamente a Colón ni tratar de maltratarlo, ni hacerlo preso y enviarlo para España en cadenas; esta ausencia de adversión y pasión capaz de las peores bajezas no existían en su ánimo, reconocía los derechos del Almirante, y sus méritos, y por todo, lo que podría hacer, era acumular cargos contra él y llevarlos a la corte para que los Reyes actuaran de acuerdo a los cargos. En esta misión de Juan Aguado, a pesar de aparecer que fue el resultado de los chismes de Margarite, Boyl y otros, bien se ve lo sórdido de su origen, ya que en principio de la colonización no podía haber engendrado en tampoco tiempo, motivos y causas que ocasionaran estas movilizaciones de tan lejanas tierras para averiguar simples chismes o desavenencias. Costaba mucho y necesitaban tiempo para aparejarse las embarcaciones necesarias; se puede decir que ya el escenario de lo que iba a suceder había empezado a montarse. El concepto que existía del mundo en los tiempos de los Reyes Católicos, era el concepto de Toscanelli, el de Martin Behaim, Enrico Martellus, Ptolomeo y otros. Asia y Europa quedaban cerca por el Oeste u Occidente; ya Marco Polo en su libro había dado a conocer quién mandaba en Asia, y de ahí las cartas de los Reyes al Gran Kan presentando a don Cristóbal Colón como un embajador. De aquí podría preguntarse, ¿Cuándo un embajador de la corte española en otros lugares tuvo tanto poder para mandarlo a buscar en cadenas? ¿Cuándo el Embajador Español 63 en Francia, Inglaterra, Portugal u otro país fue llevado a España con grillos para quitarle el poder dado por la Corte Española? El motivo que sea querido tomar de un falso poder concedido don Cristóbal Colón para querer justificar las acciones de Bobadilla y las del obispo Rodríguez de Fonseca contra aquél, no tiene ni consistencia ni fundamento, tratar de deslizar estas razones como motivo de un hecho bochornoso y penoso, es como querer pintar de rojo el fondo del mar. Las razones de no haber analizado a fondo los hechos que se sucedieron entre los años 1492 y 1500 en las nuevas tierras descubiertas durante su colonización, es que no nos ha permitido ver la verdadera imagen del Gobernador General como Gobernante; esta falsa figura con poderes sujetos a cambios, investigaciones, amonestaciones y encarcelamiento por los chismes de cualquier delincuente de baja estofa o los corrompidos que trataban de hacer riqueza al margen de los derechos de la Corte; esta figura sin contorno definidos es a la que le atribuimos poderes excepcionales concedidos en las Capitulaciones de Santa Fe para que en 1500 por intriga deliberada de su Serenísimo Rey don Fernando el Católico, por los motivos ya conocidos, justificar la degradación moral a que fue sometido y el ultraje de las turbas de delincuentes que él tenía sujetos por díscolos y desobedientes. Para el investigador sensato don Cristóbal Colón no estuvo investido de poderes tan omnímodos para que con esto se creara a su alrededor una imagen que diera motivo para un derrumbe violento de su posición jerárquica de la Corte Española; ese motivo es el creado en los tiempos modernos para justificar la acción de Francisco Bobadilla, ya que los investigadores no han querido hurgar hasta encontrar las verdaderas razones de una acción poco loable y sí muy vituperable ya que si se deseaba destituirlo no había razón de usar acciones violentas contra él y sus hermanos, sino que la Corte con su Alta Autoridad hubiera procedido de una manera más de acuerdo a que la persona contra de la que se iba a actuar, poseía títulos y distinciones concedidos por motivos del gran servicio prestado a la nación. Tratar de indicar las múltiples formas que pudieron haberse empleado para destituir a don Cristóbal Colón es pecar de excesivo al tratar el tema. En el primer viaje, en el segundo y ese era el tercero tuvo el mando de la armada. Este mando, lo natural y corriente que se le concedía a todo capitán que salía con fines de descubrimientos o de conquista, con barcos y carabelas, su autoridad se 64 Ramón Julio Didiez Burgos extendía a las tierras en las acciones o en las fundaciones de ciudades o factorías, si se ausentaba del lugar, delegaba el mando en otros mientras estaba ausente, más de ahí no le fue concedido nada, sino títulos y privilegios. Los condes de la isla Gomera gozaron de más poder que él; eran dueños y señores con omnipotencia sin límites; no se puede esconder en estas islas tuvo que haberse registrado hechos delictuosos que los gobernadores o nobles que detentaban el mando no lo castigaran con mano dura ¿Registra la historia en las Islas Canarias el envío de un pesquisidor y pusieron en cadenas y conducción a España de algún conde, duque ó gobernador de alguna de sus islas? No, no lo registra ni en las Canarias ni en Nápoles, ni en ninguna de las provincias de España, o Alemania. Ese caso fue único en la historia, porque la historia sólo registra la existencia de un solo Fernando de Aragón el Rey Católico. Muchas hubiesen podido ser las soluciones al estado de inquietud en que vivía la isla para el 1500, pero lo que se prefirió fue la del ultraje y la desconsideración a un Virrey-Capitán General y Almirante del Mar Océano de España; esa solución era la que se buscaba para un hombre fiel a su Reina y a Castilla. Aragón no disfrutaría de la aventura ni de la fortuna el sufrimiento debió haber calado hondo en el hombre que si no hubo nada, nada ganó, pero ahora el remordimiento de su indiferencia lo ahogaba. El Rey Fernando V de Aragón, el Católico, llevó en su conciencia su propio repudio de haber convertido, por simples chismes y disgustos de delincuentes, en un vulgar presidiario, reducido a la más abyectas condiciones morales, por el ultraje inferido por aquellos que aprovecharon, el verdadero ambiente moral en que este rey vivió, al hombre que por sus méritos él llevó a la condición de Virrey y Gobernador General de todas las islas y tierra firme que descubriera y ganare en el océano, ahora lo reducía a un simple presidiario, así cruzó el océano Occidental que desafío para darle grandeza y excelsitud a la nación que sin duda alguna era su patria de origen. España tenía centenares de hombres de honor y nobleza, caballeros de alcurnia que ostentaban títulos de gran significación, que hubieran conducido y encomendado cualquier pesquisa, sin llegar al extremo ignominioso de burlarse del regio edicto que confirmara el Gran Almirante con todos los títulos prometidos, al ser desconocidos en un momento de pasión y venganza. Si bien que el ultraje al virrey y gobernador, capitán general y Almirante de Castilla don Cristóbal Colón fue un hecho, también lo fue a los Reyes Católicos ya que el valor de los títulos, no tenía significación ni valor para Francisco de Bobadilla y por ampararse de un exceso en su misión, con el cual se hizo valer falsamente, como después se comprobó, para reducir la obediencia al insigne Almirante. Francisco de Bobadilla al llegar a la isla y apoderarse del mando de Gobernador de la colonia, liberó los presos “culpables de robo y otros males”, se asoció con los que “andaban robando y haciendo otros males”, liberó del pago de los diezmos obligatorios que había que hacerle a la Corona Española por los próximos 20 años; por un año y meses duró este estado de orgía y de indiferencia a los deberes más sagrados de los habitantes de la Hispaniola para con Castilla y León. El que no quiera ver una actitud hostil y rebelde de Bobadilla contra la Reina es porque quiere hacerse el ciego y en esta postura, un caballero no se sentiría muy seguro de llevarla a cabo si no estuviera bien aconsejado y respaldado en ese sentido; un desafío a las regias instrucciones de la corte y una disposición en contra de los derechos de renta de ésta, ningún funcionario se arriesgaría a correr esa aventura si no estuviera en seguridad de unas instrucciones muy precisas. Esta actitud de Bobadilla revela la abrogación de un derecho y un poder más superior que el que tenía el Almirante. Puesto que éste lo consideró así, no creo que hubiera sido capaz de quitarle a la Corona el derecho de su renta; Bobadilla lo hizo y la Corona Española no recibió ni un centavo colectado en la isla durante el mandato de éste. Entonces ¿quién era que quería alzarse con el mando de la isla? ¿Quién cometió faltas más graves contra la Corona Española en esos años? Cuando don Nicolás de Ovando lo relevó como gobernador de la isla, ¿acaso no encontró la incipiente Colonia en un estado desastroso y desorganizada? Si Bobadilla había falseado los edictos en blanco de la Corona Española, abusando de la confianza de los Reyes y había perjudicado las rentas de la corona, y había protegido a los ladrones, criminales, y delincuentes, y había dado la libertad al vicio y a los malos hábitos de los que los reyes había mandado a perseguir, entonces ¿por qué Ovando no los encadenó y los envió presos para España, puesto que sus faltas eran mucho más graves y más escandalosas que las del Almirante don Cristóbal Colón? No lo hizo porque su compinche el obispo de Badajoz ya tuvo la precaución de instruir al nuevo Gobernador de un relevo sencillo y que volviera para Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... España en las mismas naves que fue Ovando, sin detenerse en la isla, a pesar de las órdenes drásticas que llevaba el nuevo Gobernador contra Bobadilla. La indiferencia y el desinterés de Bobadilla de que la corona tuviera o no renta, era manifiesto en él, cuando en el ejercicio de sus funciones conminaba a sus protegidos diciéndoles “Aprovechaos, que no sabéis cuánto este tiempo os durará”; esa forma de proceder de un representante de la Corona en la Isla, deja muchas dudas de su lealtad y su sinceridad, algo oscuro existía en su vida cuando con tanto desenfado procedía en contra de las disposiciones de los Reyes; disponer a espalda de los soberanos de sus derechos y en favor de una turba de fascinerosos, era demostrar qué clase de protección se le estaba brindando por lo bajo y en ignorancia de doña Isabel la Católica. Se puede conjeturar que el caballero de Calatrava no sentía una gran simpatía por la Reina por motivos de haber casado su hija Beatriz para enviarla a islotes lejanos que directamente no representaban algo importante en la corte por su lejanía, y por la amplia protección que le diera a don Cristóbal Colón, razón de muchas comidillas en los grandes salones del reino a costa del nombre de su hermana y de su hija; era de suponer que el odio y la animosidad que éste tenía contra el Almirante era ilimitado y la ansiedad de una oportunidad que le permitiera desahogar toda su pasión lo mantenía cerca de los enemigos más enconados del Almirante, el Rey don Fernando, el obispo de Badajoz y otros. La oportunidad que deseaba Francisco de Bobadilla se presentó al solicitar el Almirante un juez pesquisidor desde la isla Española la corte le nombró y le entregó pliegos en blanco; éste los llenó concediéndose poderes superiores a los de don Cristóbal Colón, inclusive el de Gobernador de la Hispaniola, lo cual sugería la destitución de aquel. Todo el drama que se desarrolló en Santo Domingo en el 1500 era conocido por su Señoría el obispo de Marras, y este esperaba regocijado la noticia feliz de la prisión y destitución del Almirante de manera que a él no le cayó de sorpresa las primeras noticias de la llegada de don Cristóbal a bordo de una carabela con grillos. El Almirante no creyó que Bobadilla era capaz de presentarse en la isla con cargos que no le habían sido concedidos, sino que los reyes lo habían designado como tal y le habían ordenado prenderlo, en grillarlo y remitirlo a España como un preso peligroso y sin confianza, de ahí sus célebres frases al capitán Alonso Vallejo y al maestre Andrés Martín cuando éstos quisieron quitarle los hierros durante el viaje en la carabela Gorda. 65 Las dos órdenes reales de fecha 16 y 26 de septiembre de 1501 que se entregaron a don Nicolás de Ovando para los fines de procedimientos en cuanto a los bienes de don Cristóbal Colón y a los derechos de la corona en la renta, evidencian que el Almirante era inocente de los cargos hechos por Bobadilla y que este no recibió órdenes de la corte para que exonerará del pago de renta a los moradores de la Nueva Isabela o Santo Domingo; los Reyes Católicos tuvieron todas las pruebas de los excesos que cometió el insigne comendador de Calatrava y ordenaron su relevo y no su encadenamiento y envió a España bajo custodia. Si se desea ver claro, Bobadilla por sí solo, no creo que fuera capaz de autorizarse a dar un paso tan arriesgado como venturoso de perjudicar tan radicalmente al tesoro de Castilla y León, sabiendo lo costoso que eran las expediciones que iban de España a la Española, algo nefasto se escondió detrás de esa orden de exonerar a los habitantes de esta ciudad al pago del derecho de renta a la corona, y el lerdo de Bobadilla no supo vislumbrar su alcance y perjuicio que se lanzó a darla y llevarla a cabo; por ser una disposición insólita, en ella cabe toda clase de conjetura o hipótesis tales como: dar aliento a los rebeldes y empeorar el estado de la colonia, para derivar ventajas en beneficios de la corona de Aragón; el desplazamiento de los derechos del Almirante en beneficio del Obispo infernal, y por ende, a su digno protector. Órdenes reales: “El Rey e La Reina. Comendador de Lares, nuestro gobernador de las Indias. Nos habemos mandado e declarado la orden que se ha de tener en lo que se ha de hacer con don Cristóbal Colón, nuestro Almirante del Mar Océano, e sus hermanos, cerca de las cosas que el comendador Bobadilla les tomó, e sobre la forma que se ha de tener en el acudir al dicho Almirante con la parte del diezmo e ochavo que ha de haber de los bienes muebles de las islas e tierra-firme del mar Océano, e de las mercaderías que non de acá enviaremos según veréis por la dicha nuestra declaración e mandamiento, firmados de nuestros nombres, que sobre ello les mandamos dar: por ende. Nos vos mandamos que veáis la dicha declaración, o conforme a ella les fagais entregar los dichos sus bienes, e acudid al dicho Almirante con lo que le pertenece, de lo susodicho, por manera que el dicho Almirante e sus hermanos o quien su poder hobiere sean de todo ello entregados; e si el oro e otras cosas que así el dicho comendador Bobadilla les 66 Ramón Julio Didiez Burgos tomó lo hobiere gastado o vendido vos mandaremos que se les fagais luego pagar, lo que fuere gastado en nuestro servicio e se les pague de nuestra facienda, e lo quel dicho comendador Bobadilla hobiere gastado en sus cosas propias se les pague de los bienes e facienda del dicho comendador, e non fagades ende al. Fecha en Granada a veinte y ocho días del mes de Septiembre de mil quinientos y un año. –YO EL REY. –YO LA REINA. –Por mandato del Rey e de la Reina, Gaspar de Gricio. –Don Fernando e doña Isabel por la gracia de Dios, Rey e Reina de Castilla &c. A vos frey Nicolás de Ovando, Comendador de Lares, de la Orden de Alcántara, nuestro Gobernador de las islas e tierra–firme del mar Océano, salud e gracia. Sepades que nos somos informados que el comendador fray Francisco de Bobadilla, sin tener para ellos nuestro poder ni mandato ha dado franqueza a los vecinos e moradores de la isla Española, para que todo el oro que cogieron non sean obligados a nos acudir con parte alguna por sierto tiempo; e porque lo susodicho es en mucho daño e perjuicio de nuestras rentas, es nuestra merced e voluntad que la dicha franquicia non haya lugar ni sea guardada, e mandamos a vos el dicho frey Nicolás de Ovando e a nuestro Gobernador que por tiempo fuera de las dichas islas e tierra–firme que hagáis cobrar para Nos de los dichos vecinos e moradores de la dicha isla española todo el oro que nos pertenece e habemos de haber de las dichas personas de todo lo que hobieren cojido e sacado, fasta que vos el dicho Gobernador llegáredes a la dicha isla, conforme al asiento que con ellos tenía fecho don Cristóbal Colón, nuestro Almirante del dicho mar Océano, para que con ello sea acudido a la persona o personas que en nuestro nombre lo hobieren de haber, e después que vos el dicho nuestro Gobernador llegaredes a la dicho isla Española, donde en adelante fagais cobrar para Nos la mitad de todo el oro que en las dichas islas e tierra-firme se cogiere e sacara, conforme al asiento que por nuestro mandanto se tomó con lo que agora van nuevamente poblar dichas islas. E mandemos a todos los vecinos e moradores de las dichas islas e tierra firme que agora son, e serán de aquí adelante, que conforme a lo susodicho nos den e paguen la parte del dicho oro que hasta aquí nos pertenece e nos pertenesciere de aquí adelante, sin que ello pongan ni consientan poner impedimento alguno; e si asi no lo quisiere hacer ni cumplir, o en ello excusa o dilación pusieren para no lo pagar mandamos a vos el dicho nuestro Gobernador, e a las otras Justicias que son o fueren de las dichas islas e tierra firme que procedáis e procedan contra sus personas e bienes cuanto con fuero e con derecho deban hasta que nos seamos pagados de todo ello realmente e con efecto, para lo cual todo que dicho es vos damos poder cumplido con todas sus incidencias e dependencias, anexidades e conexidades. E los uno ni los otros no hagades ni hagan ende al por alguna manera, so pena de la nuestra merced e de diez mil maravedís para la nuestra Cámara á cada uno que lo contrario fisiere. E de mas mandamos al home que lea esta nuestra carta mostrare, que las emplaze que parezcan ante Nos en la nuestra corte doquier que nos seamos del día que les emplazase hasta quince días primeros siguientes sola dicha pena, so la cual mandamos a cualquier Escribano público que para su signo, porque nos sepamos en cómo se cumple nuestro mandato. Dada en la ciudad de Granada. A diez y seis días del mes de septiembre año del nacimiento de nuestro señor Jesucristo de mil e quinientos e un año. –YO EL REY. –YO LA REINA. –YO Gaspar de Gricio, secretario del Rey e de la Reina nuestros Señores, la fize escribir por su mandato. –M. Doctor Archidiaconus de Talavera Licenciatus Zapata. –Registrada. –Alonso Peres. –Francisco Diaz. –Sin Derechos. –Esta Sellado. Si las culpas de Francisco Bobadilla son suficientes claras para ser sancionadas por los reyes. ¿Por qué no le aplicaron la misma sanción que le aplicó él a don Cristóbal Colón, ya que éste era el gobernador general Almirante del Mar Océano y Visorrey de la corte de Castilla de León? Estos procedimientos son completamente extraños y raros; si Bobadilla era español, de don Cristóbal Colón no se puede decir, aún en el siglo xx, cuál es su nacionalidad, y el mayor porcentaje de probabilidades es de que sea catalán (español). La reina se disgustó con su Almirante, porque éste, para zanjar un problema grave en la incipiente colonia, concedió que los secuaces de Roldán se llevasen para España un indio como esclavo, de esta manera terminaría el estado de rebelión que mantenía más de 102 rufianes, en toda la isla; 300 indios llevaron como esclavos los secuaces de Roldán, y la reina lo supo de inmediato, y exclamó ¿qué poder tiene mío el Almirante para dar a nadie mis vasallos?, y “mandó luego a pregonar en Granada y en Sevilla, donde ya estaba la corte, que todos los que hubiesen llevados indios a Castilla que los hobiese dado al Almirante, los volviesen acá, so pena de muerte, en los primeros navíos, o los enviasen”; En cambio, entre abril y mayo del 1500, antes de arribar la expedición con los 300 indios que Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... llevaban los secuaces de Roldán, había arribado a Castilla don Alonso de Ojeda, Juan de la Cosa, Américo Vespucio y otros con 222 indios, hechos prisioneros en la isla Martinica y de Guadalupe como esclavos, y fueron vendidos en la misma ciudad, nada de esto supo la Reina, ni su ilustre y distinguido esposo, el Rey, le hizo saber la novedad a la Reina porque de por medio estaba el religioso él Obispo que ampararon y protegieron dicha expedición; el Rey se encargó de hacerle buena sujeción a la nobleza para evitar que la Reina supiera el acontecimiento y tuviera su reproche para con los expedicionarios y con él y con el cura. si estas fases de la historia no se desea contemplar con el debido criterio de la tendencia directa que tenía el Rey y su ilustre Obispo y maestre de la maldad, es que no se desea ver la verdad dentro de los sucesos negativos para una nación en esa época. La historia escrita de los primeros años de la colonia se perdieron en el 1502, cuando Bobadilla naufragó conjuntamente con Francisco Roldán y otros secuaces protagonistas de los alzamientos en la isla. Cuando Bobadilla llegó a la isla y a la ciudad, una de las primeras acciones bajas que cometió fue aposentarse en la residencia del Almirante y posesionarse de todas sus propiedades, dice él acerca de esto, en parte, en una carta hecha y dirigida a doña Juana de Torres: “El Comendador en llegando a Santo Domingo se aposentó en mi casa; así como la falló así dio todo por suyo; vaya en buena hora, quizá lo habían menester: corsario nunca tal usó con Mercader. De mis escripturas tengo yo mayor queja que así me las haya, tomado que jamás se le pudo sacar una y aquellas que más me habían de aprovechar en mi disculpa esas tenía más ocultas, Ved que justo y honesto pesquisidor. Cosa de cuantas él haya hecho me dicen que haya seido con términos de justicia salvo absolutamente. Dios Nuestro Señor, está con sus fuerzas y saber, como solía, y castiga en todo cabo, en especial la ingratitud de injurias”. Bobadilla nunca quiso entregarle sus propiedades y su documentación a don Cristóbal Colón. En fecha 27 de septiembre del 1501 en orden Real los Reyes ordenaron a fray Nicolás de Ovando que todos los bienes y documentación de don Cristóbal Colón le sean retornados y enviados a España, y en ocasión de serle enviados estos bienes y sus documentos en la misma flota de 30 navíos que iban para España, llevando a Francisco de 67 “y los de la flota perecieron por no creelle. Alli hobo fin el Comendador Bobadilla que envió en grillos presos al Almirante y a sus hermanos allí se ahogó Francisco Roldán y otros que fueron sus secuases”. Bobadilla, a Francisco Roldán con otros de sus secuaces, según, Bartolomé de las Casas, Francisco Roldán iba preso para España, más pero el idiota de Bobadilla no, este iba libre. Llegó el Almirante en su cuarto y último viaje al ante puerto de Santo Domingo con cuatro navíos el día 29 de junio del 1502 y envió a un capitán llamado don Pedro Terrero con el encargo de avisarle el deseo de entrar a puerto en busca de protección de una tormenta que se avecinaba y también el interés de cambiar uno de los navíos que venía no muy bien. Fray Nicolás de Ovando, Comendador de Lares, no le permitió la entrada al puerto; tuvo que irse y refugiarse en la bahía Ocoa o Puerto Escondido. Como el capitán Terrero le dijo que la flota de 30 naos saldría para España en esos días, el Almirante le envió a decir al Comendador de Lares que no dejara salir la flota durante ocho días, puesto que en este tiempo habría una gran tormenta, Ovando y los capitanes y los pilotos de los buques, no sólo no lo creyeron, si no que se burlaron de él, interpretando este pronóstico del Almirante como un subterfugio para ser causa para su entrada al puerto, la flota salió y a las “treinta o cuarenta horas” se desató la tormenta y 20 naos desaparecieron en el mar, así murió Francisco de Bobadilla, Roldán y sus secuaces, el cacique Guarionex, y muchos más. Aunque el padre Bartolomé de las Casas no lo dice, ni Fernando Oviedo tampoco, que el capitán Terrero, ineludiblemente, le informó al Almirante que Bobadilla, Roldán y muchos otros más saldrían en este viaje de la flota que Ovando mandaba a 68 Ramón Julio Didiez Burgos España, en esta ocasión se pudo ver que si don Cristóbal Colón tuvo sus pecados, éstos no eran tan abominables para que no dejara de demostrar sus grandes virtudes; tuvo la nobleza de advertirle el peligro de sus vidas si salían a navegar tantas personas y tantos barcos incluyendo las personas que lo desconsideraron y lo rebajaron a la más abyectas de las condiciones humanas; las lágrimas de desengaño e indignación que derramó a bordo de la carabela Gorda y las que virtió ante los Reyes, quién sabe si las admitió como un designio de Dios y que le hiciera comprender cuál fue la causa de toda la intriga y absolviera y perdonara a Bobadilla, tratando de salvarle la vida. Si la historia registra este desastre marítimo, puede decirse que fue por la aversión y la animosidad que se tenía al Almirante; no le reconocían capacidad ni cultura como marino que era, y ahí estuvo la desdicha de todos; se rieron de su pronóstico, se burlaron de sus predicciones y a las 30 horas de haber salido a viaje, a la altura de la isla Mona (Amona, así le llamaban los indios) y cabo Engaño empezó a combatir duramente y en forma rápida un huracán que pasaba por el sur de la isla, con toda posibilidad, por las destrucciones que hizo, a unas 70 millas de la ciudad, se conoce que 20 naos se fueron a pique y sus pasajeros y tripulantes desaparecieron ahogados, no hay que dudar que los últimos pensamientos de los infortunados fueron para el Almirante. Él les advirtió el peligro y ellos se rieron de él. Don Cristóbal Colón era persona que todos sus hechos y acontecimientos los registraba con meticulosidad sorprendente, la historia de los primeros años de la Colonia tendría que estar en los documentos que Bobadilla le confiscó; no hay duda que éste los llevaba para España para querer justificar su actitud frente al Almirante y al ocurrir el desastre ellos se perdieron dejando en la historia de la Española una gran oscuridad de estos años. Al registrar el Almirante en su Diario, estos días de la visión que los habitantes de la isla de Hierro contemplaban todos los años siempre en una misma dirección al Oeste, unas islas, otro decían que las veían desde la Gomera y juzgaban por ellos, aprovechó al Almirante esta conversación llevada entre sí y por los habitantes de la isla Gomera para dar a conocer que las islas Azores en ocasión de viajes de él a estas islas se decía lo mismo, así como que un marino de la isla Madera que fue a la corte de Portugal en 1484 a proponerle al Rey que le diera una carabela para ir a descubrir una isla que se veía al Poniente, el futuro confirmó que todas estas personas sufrían de visiones fantasmagóricas, pues las tales islas no existían a la distancia que pudieran verse desde ninguna de estas islas mencionadas, puede muy bien explicarse que estas visiones ocurrían en períodos de calmas, de gran visibilidad de nubes altas y estacionarias, las cuales pueden ser vistas a grandes distancias y tener todo el parecer de tierra. Estos fenómenos son comunes para los navegantes aún en la actualidad, pero como ahora se posee cartas precisas que abarcan grandes extensiones de los océanos, los marinos contemplan la formación atmosférica como un fenómeno corriente. Capítulo III Desde el día 5 de septiembre hasta el día 9 de septiembre El día 5 de septiembre terminó de adquirir el comestible, el agua y la leña necesaria para emprender el viaje más portentoso de los tiempos. Jueves 6 de septiembre. “Partió aquel día por la mañana del puerto de la Gomera, y tomó la vuelta para ir su viaje, y supo el Almirante de una carabela que venía de la isla del Hierro, que andaban por allí tres carabelas de Portugal para lo tomar debían de ser de envidia que el Rey por haberse ido a Castilla; y anduvo todo aquel día y noche en calma, y a la mañana se halló entre la Gomera y Tenerife”. Al salir del puerto de San Sebastián en la Gomera, se dirigió el sur, el viento era suave de manera que las naves no avanzaban gran cosa, mientras navegaban con lentitud, una carabela española se puso en contacto con ellos en el trayecto y le informó al Almirante de la ronda de tres calaveras portuguesas fuertemente armadas que trataban de interceptarlos para hacerlos presos, pero como la idea era de ir hacia Poniente u oeste, y los portugueses esperaban que el Almirante navegara hacia el sur donde tenían todo el derecho de descubrimiento por dictado del papa Nicolás V en 1454 en la bula Romanus pontifix, regni celesti claviger, esta bula le reconocía a los portugueses el señorío de todas las tierras que descubriesen desde el cabo Bojador “hasta la Guinea y mar adelante hacia el mediodía”. En 1456 el papa Calixto III confirmó estos derechos, pero a través de los años surgieron dificultades y desavenencias entre ambas naciones en los asuntos del mar, y en septiembre cuatro del 1479 los Reyes Católicos y don Alfonso IV de Portugal mediante un tratado efectuado en la villa de Alcazobas reconocieron que los españoles quedarían dueños de las islas Canarias y de navegación y descubrimientos en el océano del Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... Norte del cabo Bojador, esto es, al norte del paralelo de latitud 26° y los portugueses al sur de este cabo “más allá o de este lado de Canarias en Punta de Guinea”. El apresamiento de un navío Castellano el 6 de enero del 1480, por el capitán portugués Diego Cao, sorprendido a la práctica de comercio de oro que hacía en La Mina, región de Guinea, trajo desavenencias entre ambas naciones. El tratado de paz entre ambas naciones del 6 de marzo del 1480 firmado en Toledo ratificó el acuerdo de Alcazobas, además de ser reconocido a Portugal su jurisdicción sobre las islas Azores, isla de Madera, Puerto Santo y Desierta que están al norte de dicho paralelo y las islas de cabo Verde que están al sur “e todas las yslas que agora tienen descubiertas e cualquier otra ysla que se fallaren o conquiriensen de las yslas Canarias para baxo contra Guinea, porque todo lo que es fallado e se fallare conquerir o descobrir en los dichos términos, allende de lo que ya es fallado, ocupado, descubierto, finca a los dichos rey y príncipes de Portugal e sus reynos, tirando solamente las yslas de Canarias, a saber Lanzarote, Palma, Fuerte Ventura, la Gomera, el Fierro, la Graciosa, la Gran Canaria, Tenerife e todas las otras islas de Canaria, ganadas o por ganar, las cuales fincan a los reynos de Castilla”. En virtud de esta ratificación, un mes después, el 6 de abril de 1480 el rey de Portugal decretó que todos los españoles que fueron hallados de “as Canarias para baxo e adjante contra Guinea” fueran arrojados al mar. De manera definitiva el mundo quedó dividido en dos esferas de acciones por un paralelo, la del norte del paralelo 26° para España y la del Sur para Portugal, para este caso Portugal se llevó la mejor tajada y España se conformaría con lo que tenía por qué para el mundo antiguo en el Norte de ese paralelo todo estaba descubierto, pero para el sur no; las esperanzas eran grandes y las regiones vastas, los portugueses, parecen que eran mejores diplomáticos que los españoles y se hicieron conceder por el Papa un mundo aún no conocido. Los navíos portugueses tendieron su cordón de vigilancia al sur de las Canarias mientras el Almirante don Cristóbal Colón ponía proa al Oeste, no pudo considerar que el Rey de Portugal tuviera envidia de la empresa puesto que ésta no había tenido resultados positivos, y como ya había enviado al capitán Fernán Dulmo y reconoció el trato de éste con Alfonso Estreito, financiero del viaje, quienes salieron en el mes de marzo del 1487 de la Isla Tercera a descubrir la isla que se veía a Poniente, después de navegar 40 días no 69 encontraron nada y volvieron a su destino; el Rey supo el fracaso de la expedición y no pudo conceder más crédito a la fantasía de la existencia de tierras al oeste de las islas Azores, Canarias o islas de Cabo Verde, y de aquí que a la expedición enviada por los Reyes Católicos para fines de descubrimientos que llegó a las islas Canarias, él consideraría que esta expedición seguiría hacia el sur por las costas de África al internarse en zonas avanzadas a las ya descubiertas por los portugueses. Indudablemente don Cristóbal Colón conocía, por informe del mismo barco que dio a las carabelas portuguesas, su posición y su dirección, y basado en estas informaciones cruzó libremente entre la isla de Hierro y la de Palma, desde la Gomera, sin ser molestados, los portugueses lo esperaban que cruzara en paralelo del cabo Bojador para luego actuar contra las tres carabelas de Colón, pero como él tomó otro camino, no pudieron encontrarse. Los Reyes Católicos en la provisión del 30 de abril del 1492, ordenaban a los navegantes que acompañarían a don Cristóbal Colón que ni “vos no el dicho Cristóbal Colón, vayan a la Mina, ni al trato de ella que tiene el Serenísimo Rey de Portugal, nuestro hermano, porque nuestra voluntad es de guardar e que se guarde lo que el dicho Rey de Portugal sobre esto tenemos sentados e capitulado”, bien se ve que son instrucciones específicas de no navegar más abajo del paralelo 26°, orden que fue obedecida en los límites del mundo conocido, porque si bien los límites de las zonas de descubrimientos, fueron estipulados, no así su amplitud, la cual fue la puerta que dio luego pie a los derechos de la Corona de Castilla, al reclamo fundamental del desconocimiento del tratado de Alcazobas por otro que estuviera más de acuerdo a los nuevos descubrimientos. Carta de Paolo del Pozzo Toscanelli a don Cristóbal Colón Don Cristóbal Colón, llevaba a bordo de la Santa María el portulano que le había enviado Paolo del Pozzo Toscanelli (1347-1482) copia de la que él le envió al canónigo Fernando Martínez de Roriz de Lisboa el 25 de junio del 1474 estando ambos en Portugal; en este portulano y en el Globo de Martin Behaim del 1492 la legendaria isla de Antilia se encontraba dibujada en la línea del trópico de Cáncer, de manera que quedaba al oeste de las islas Canarias. 70 Ramón Julio Didiez Burgos Paolo del Pozzo Toscanelli cosmógrafo físico de Florencia, guardaba estrecha amistad con el canónigo don Fernando Martínez de Roriz cuando éste vivía en Florencia; era de sus amigos íntimos, ambos pertenecían al círculo de amigos del sabio cardenal Nicolo de Cusa. Cuando el canónigo volvió a Portugal, desde aquí intercambiaba correspondencia con Toscanelli, informándole a este todo lo relativo a los nuevos descubrimientos hechos por los Lusitanos quienes estaban en el apogeo de sus viajes a nuevos países. Figura de Paolo del Pozzo Toscanelli, el célebre médico y cartógrafo del siglo xv. La relación del Almirante con el canónigo se debía al parentesco familiar existente entre éste y doña Felipa Moñis de Parestrello esposa del Almirante; era natural que él estuviera bien enterado de todos los pormenores de los descubrimientos e informes náuticos, llegados al círculo íntimo del Rey Alfonso V, en una ocasión el canónimo Martínez de Roriz recibió la misión de dirigirse al cartógrafo y físico Toscanelli para obtener informes cartográficos de la ruta a las Indias por la vía del Poniente así lo hizo, y el 25 de junio de 1474 recibió contestación de su carta en la cual decía: “he visto con gran satisfacción que estás tan buenos términos con vuestro noble y magnánimo Rey, con mucha frecuencia he tratado acerca del camino más corto de la india, de donde vienen las especies; pues la ruta directa por mar es más breve que la que vosotros buscais por Guinea. Ahora me dices que el Rey desea recibir de mí un comentario y una exposición sobre esto y sobre la manera de seguir dicho camino. Ahora bien soy de parecer que para esto convendría servirse de un globo; sin embargo, para ahorrar esfuerzo y hacerme más inteligible, explicaré el derrotero con ayuda de un mapa parecido a una carta marina. Te adjunto uno que he dibujado yo mismo, en el cual aparece el Occidente de la ecúmene desde Irlanda hasta Guinea, con todas las islas que se encuentran en el camino. Frente a estas islas al Oeste, está señalado el sitio de la India, con las islas y lugares a los que podeis dirigidos detrás del ecuador. Señalo también a que distancia y al cabo de cuantas millas llegaréis a las tierras productoras de tantas especies, piedras preciosas y joyas”. Don Cristóbal Colón tuvo noticias de esta correspondencia por boca del canónigo Fernando Martínez, mas no así la carta, que era lo que más le interesaba, el deseo de poseer una le hizo concebir escribirle al físico y cartógrafo Toscanelli una carta en la cual le expresaría su deseo de ir a la India por vía del Poniente, así lo hizo y a manos del comerciante Lorenzo Giraldo o Girardi, de Florencia, quien se encontraba en Lisboa, le envió la carta, se admite que fue el mismo Giraldo quien llevó la carta de Colón a Florencia. El cartógrafo Paolo del Pozzo Toscanelli, contestó a don Cristóbal Colón y en la contestación le transcribió la carta que había escrito al Canónigo Fernando Martínez de Roriz la cual se expresa de la siguiente manera: A Cristóbal Columbo, Paulo, físico, salud: Yo veo el magnífico y grande tu deseo para haber de pasar adonde nace la expecieria, y por respuesta de tu carta te envió el traslado de otra carta que ha días yo escribí a un amigo y familiar del Serenísimo Rey de Portugal, antes de la guerra de Castilla, a respuesta de otra que por comisión de S.A. me escribió sobre dicho caso, y te envió otra tal cual serás satisfecho de tus demandas; cuyo traslado es el que sigue: Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... A Fernan Martínez, canónigo de Lisboa, Paulo, físico, salud. Mucho placer hobe de saber la privanza y familiaridad que tienes con vuestro generosísimo y magnificentísimo rey, y bien que otras muchas veces tenga dicho del muy breve camino que hay de aquí a las Indias, adonde nace la especieria, por el camino de la mar más corto que aquel que vosotros hacéis para Guinea, decisme que quiera agora S.A. de mi alguna declaración y a ojo demostracción, porque se entienda y se pueda tomar el dicho camino; y aunque conozco de mi que se lo puedo mostrar en forma de esfera como está el mundo, determiné por más fácil obra y mayor inteligencia mostrar el dicho camino por una carta semejante a aquellas que se hacen para navegar; y así la envío a S.M. hecha debujada de mi mano, en la cual está pintado todo el fin del Poniente, tomando desde Irlanda al Austro hasta el fin de Guinea, con todas las islas que en ese camino son, enfrente de las cuales, derecho por Poniente, está pintado el comienzo de las Indias por las islas y los lugares a donde podeis desviar para la línea equinoccial, y por cuanto espacio, es a saber, en cuantas leguas podéis llegar a aquellos lugares del fertilísimos y de toda manera de especieria y de joyas y piedras preciosas: y no tengáis a maravilla si yo llamo Poniente adonde nace la especieria, porque en común se dice que nace en Levante; mas quien navegare al Poniente siempre hallará las dichas partidas en Poniente, e quien fuere por tierra en Levante siempre hallará las dichas partidas en Levante. Las rayas derechas que están en luengo en la dicha carta amuestran la distancia que es de Poniente a Levante; las otras, que son de través amuestran la distancia es de Septentrión en Austro, También yo pinté en la dicha carta muchos lugares en las partes de India, adonde se podría ir aconteciendo algún caso que no se esperase acaecer, y también porque se sepa bien todas aquellas partidas, de que debéis holgar mucho. Y sabed que en todas aquellas islas no viven ni tractan si no mercaderes, avisándos que allí hay tan gran cantidad de naos, marineros, mercaderes con mercaderías, como en todo lo otro del mundo, y en especial en un puerto nobilísimo llamado Zaiton, do cargan y descargan cada año 100 naos grandes de pimienta, allende las otras muchas naos que cargan las otras especierías. Esta patria es muy popularísima, y en ella hay muchas provincias y muchos reinos y ciudades sin cuento debajo del señorío de un príncipe que se 71 llama Gran Khan, el cual nombre quiere decir en nuestro romance Rey de los Reyes, el asiento del cual es el mas del tiempo en la provincia del Catayo. Sus antecesores desearon mucho de haber plática e conversación con cristianos, y habrá doscientos El Gran Khan. años que enviaron al Santo padre para que enviase muchos sabios e doctores que le enseñasen nuestra fe, mas aquellos que él envió, por impedimento, se volvieron del camino y también al Papa Eugenio vino un embajador que le contaba la gran amistad que ellos tienen con cristianos, e yo hable mucho con el, e de muchas cosas e de las grandezas de los edificios reales, y de la grandeza de los ríos en ancho y en largo, cosa maravillosa e de la muchedumbre de las ciudades que son allá a la orilla dellos, e como solamente en un río son doscientas ciudades y hay puentes de piedra mármol muy anchas y muy largas, adornadas de muchas columnas de piedra mármol. Esta patria es digna cuanto nunca se haya hallado e no solamente se puede haber en ella grandísimas ganancias e muchas cosas, más aún se puede haber oro e plata e piedras preciosas e de toda manera de especieria, en gran suma, de la cual nunca se trae a estas nuestras partes; es verdad que hombres sabios, doctos, filósofos y astrólogos y otros grandes sabios en todas artes y de grande ingenio gobiernan la magnífica provincia e ordenan las batallas. Y de la ciudad de Lisboa, en derecho por el Poniente, son en la dicha carta 26 espacios, y en cada uno de ellos hay 250 millas hasta la nobilísima y gran ciudad de Quisay, la cual tiene al cerco 100 millas, que son 25 leguas, en la cual son 10 puentes de piedra mármol. 72 Ramón Julio Didiez Burgos El nombre de la cual ciudad, en nuestro romance, quiere decir ciudad del cielo, de la cual se cuentan cosas maravillosas de la grandeza de los artificios y de las rentas. Este espacio es cuasi la tercia parte de la esfera. La cual ciudad es en la provincia de Mango, vecina de la ciudad de Catayo, en la cual esta lo mas del tiempo el rey. E de la isla de Antilla, que vosotros llamáis de Siete Ciudades, de la cual tenemos noticias, hasta la nobilísima isla de Cipango, hay 10 espacios, que son 2,500 millas, es saber (625) leguas, la cual isla es fertilísima de oro y de perlas y piedras preciosas. Sabed que de oro puro cobijan los templos y las casas reales; así que por no ser conocido el camino están todas estas cosas encubiertas, y a ella se puede ir muy seguramente. Muchas otras cosas se podrían decir, más como os tengo ya dicho por palabra y sois de buena consideración, sé que no vos queda por entender, y por tanto no me alargo más, y esto sea por satisfacción de tus demandas cuanto la brevedad del tiempo y más ocupaciones me han dado lugar; asi quedo muy presto a satisfacer y servir a S.A. cuanto mandare muy largamente. Fecha en la ciudad de Florencia, a 25 de Junio de 1474 años. Parece que Toscanelli no quedó en nada satisfecho de la larga carta escrita a don Cristóbal Colón y el portulano que le envió y volvió a escribirle para completar sus informaciones, es significativo esta actitud de Toscanelli, ya que esta decisión no se toma a menos que se sienta simpatía por el solicitante por el carácter de la solicitud, el interés de don Cristóbal Colón lleve a cabo un viaje aconsejado por la vía por donde él recomienda, le hace abundar en informaciones, así en su segunda misiva le dice: Carta. “Cristóbal Columbo, Paulo, físico, salud: Yo recibí tus cartas con las cosas que me enviaste, y con ellas rescibi gran merced, yo veo el tu deseo magníficos y grande a navegar en las partes de Levante por las partes de Poniente, como por la carta que yo te envíe se amuestra, la cual se amostrara mejor en forma de esfera redonda. Pláceme mucho sea bien atendida, y que en el dicho viaje no solamente posible, más que es verdadero y cierto e de honra e ganancia inestimable y de grandísima fama entre los cristianos. Más vos no lo podréis bien conocer perfectamente, salvo por la experiencia o con la plática, como yo le he tenido copiosísima, e buena, e verdadera información de hombres magnificos y grande saber, que son venidos de las dichas partidas aquí en corte Roma, y de otros mercaderes que han tractado mucho tiempo en aquellas partes, hombres de mucha auctoridad. Así que cuando se hará el dicho viaje será reinos poderosos e ciudades e provincias nobilísimas, riquísimas de todas manera de cosas en grande abundancia y a nosotros mucho necesarias, así como de todas (maneras) de especieria en gran suma y de joyas en grandísima abundancia. También se seguirá a los dichos reyes y príncipes que están muy ganosos, más que nos, de haber tracto e lengua con cristianos desta nuestra partes, porque grande parte dellos son cristianos, y también por haber lengua y trato con los hombres sabios y de ingenio acá, así en la religión como en todas las otras ciencias, por la gran fama de los imperios y regimientos que han destas nuestras partes; por las cuales cosas todas y otras muchas que se podrían decir, no me maravillo que tú, que eres de grande corazón, y toda la nación de portugueses, que han sido siempre hombres generosos en todas grandes empresas, te vea con el corazón encendido y gran deseo de poner en obra el dicho viaje”. El portulano de Toscanelli mostrado en la figura fue dibujado por mí de acuerdo a la descripción dejada por él en sus papeles los cuales fueron encontrados. La carta que poseía el Almirante estuvo en manos de fray Bartolomé de las Casas, así como muchas de sus notas y apuntes de sus travesías, la distancia a que está situada la isla Antilia de las islas Canarias eran de unas 469 leguas, esto es, unos 15 días de camino. En otro mapa de Toscanelli se figuran otras islas entre la Antilia y las Canarias, cuyos nombres eran de Saya, Imana y Satanaces, y cuyas distancia a Canarias eran aproximadamente las mismas que la de la Antilia. Las informaciones de los habitantes de la isla de Hierro, de aquí en ciertas épocas se veían tierras por Poniente, las figuraciones de estas islas están en los portulanos de la época, la meteorología de la zona y la orden de los Reyes Católicos fueron suficientes razones, para que el almirante trazara su plan de descubrimientos desde las islas Canarias, amén de algún otro motivo del corazón. A pesar de la calma existente en esos días se ve que avanzó algo en la dirección Sur, puesto que amaneció entre la Gomera y Tenerife, este camino parece haber sido hecho a remos o vientecillo flojo del Nordeste. Viernes 7 de septiembre.—“Todo el viernes y el sábado, hasta tres horas de noche, estuvo en calma”. Sábado 8 de septiembre.—“Tres horas de noche sábado comenzó a ventar Nordeste, y tomó su vía Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... y camino al Oueste; tuvo mucha mar por proa que le estorbaba el camino, y andaría aquel día nueve leguas con su noche”. Todo el viernes y el sábado en el día siguió en calma pero avanzando a remos o con vientecillo hasta los 9h–00m de la noche cuando empezó a ventearle del Nordeste como tenía su vía franca del oeste, por estar al norte de la isla de Hierro, inició su rumbo, con oeste franco, la mar era algo fuerte por la proa, indiscutible de que algún temporal cruzó bastante lejos por las regiones del Oeste que la mar le recalaba de la misma dirección, anduvo nueve leguas durante el día. Domingo 9 de septiembre.—“Anduvo aquel día 19 leguas, y acordó contar menos de las que andaba, porque si el viaje fuese luengo no se espantase ni desmayase la gente. En la noche anduvo ciento y veinte millas; a diez millas por horas, que son treinta leguas. Los marineros gobernaban mal, decayendo sobre la cuarta del Norueste, y aún a la media partida; sobre lo cual les riñó el Almirante muchas veces”. 73 redundar en desconfianza de la capacidad del almirante, sobre todo que conocido ya por todos los Capitanes y Pilotos de la armada, el contenido del Portulano de Toscanelli, donde estaba situada la isla Antilia al oeste de las islas Canarias. Las dos distancias Lo más significativo de este día, cuatro en el viaje, inicia el Almirante dos contabilidades de distancias, una para consumo de los tripulantes y otra para él “porque si el viaje fuese luengo no se espantase ni se desmayase la gente” y otra que notó que los marineros gobernaban mal; pues el rumbo más bien lo hacían a la cuarta del noroueste, y aún más, media cuartas más al norueste, esto es, oestenoroeste 5° al oeste, que equivalen a unos 18° más al norte del rumbo señalado, el almirante corrigió este descuido, anduvo entre día y noche 45 leguas (parece que el Diario tiene un error en la contabilidad del día porque dice que anduvo 19 leguas en el día y 30 en la noche). El subterfugio del uso de dos distancias navegadas, una mayor (la supuesta real) y la otra menor, (la falsa) para consumo de la tripulación de la Santa María, “porque si el viaje fuese luengo no se espantase ni desmayase la gente”, esta idea no podía ser extendida al entendimiento de los pilotos y marinos de alguna luz en los asuntos del mar, puesto que en ello si aunque malamente podrían llevar una contabilidad de su velocidad, no eran tan ignorantes para aceptar mentiras, es más, las tripulaciones de las otras dos carabelas, como se verá, llevaban su récord de distancia navegadas y tratar de hacerle considerar un valor falso como real era venturoso y hacerle prejuiciar engaño o perjurio que podían Mapa de Andrea Bianco del 1436, la isla Antilia la dibujaban frente a Portugal. La distribución de las islas Canarias obedece muy bien a la realidad geográfica. En el mapa de 1420 del veneciano Luane Pezzigano, se ven dibujadas las islas de Antilia, Ventura, Brasil, Satanaces, Saya e Imana en medio del Atlántico, es la primera vez que aparece la Antilia, su forma es más larga que ancha y rectangular, en el facsímil del mapa de Jacobo Bertrán del 1482 se ve en la Antilia, en una latitud muy elevada, con respecto a la península Ibérica, además se ve en otras islas las Azores, las Maderas, las Canarias, y la isla de Brasil. No hay duda alguna de que Paolo del Pozzo Toscanelli fue el primero que dibujó la isla Antilia en el paralelo 28 al oeste de las islas Canarias pues ningún otro mapa antiguo registra este dato antes que el; parece que el Canónigo de Portugal su amigo Fernando Martínez de Roriz lo puso en conocimiento de las visiones de tierra que se hacían al Oeste de las islas Canarias, Madera y Azores y la consideraría como visiones reales y dibujó la isla Antilia en esa posisión; según explica en su carta a Martínez de Roriz el 25 de junio del 1474, está distaba de la isla Cipango o Zipangu (Japón) 10 espacios de 250 millas antiguas cada uno, o sea 2,500 millas entre ambas islas, o 625 leguas y a 7.5 espacios de las islas Canarias, al Oeste, 74 Ramón Julio Didiez Burgos que serían 1875 millas antiguas o 469 leguas, lo que representaba tiempo de navegación de unos 15 días en alta mar o menos, y para esa época este lapso en el mar era poco, puesto que las grandes travesías por toda la Europa, el Mediterráneo o el África envolvían más tiempo que ese, y 15 días de navegación era poco para navegar, si es que se esperaba poder llegar a la isla Antilia. No había razón para dos contabilidades para distancias, como preocupación a la lejanía, pues se salió a un largo viaje y esto se sabía desde el mismo puerto de Palos. No hay que dejar de estimar que el incentivo de los 10,000 maravedises ofrecidos por los Reyes Católicos al primero que viera tierra virgen en el viaje, era un estímulo de muy alta consideración entre marineros pobres para tan tempranos días de viaje se pudiera pensar en disgustos ni resentimientos futuros, el interés de cada uno por verse premiado, absorbía su atención y su pensamiento; no creo que los tripulantes prestaran más atención a la distancia recorrida en los primeros días, que al horizonte, para ver si conseguían el premio ofrecido; considero más posible que los tripulantes de la Santa María y la Niña se mantuvieran disgustados con los de la Pinta, puesto que siempre ésta iba más delantera y tenía toda posibilidad, como la tuvo, ver tierra primero y no ellos que iban muy atrás, no obstante esta desventaja en la Santa María y la Niña, la cofa o gavia, la jarcias y el castillete de proa siempre estaban colmados de vigías voluntarios que perseguían un interés, los 10,000 maravedíes. El método de como el Almirante llevaba el control de la velocidad no difería mucho del que el empleaban sus pilotos para el mismo fin y por tanto la diferencia que pudiera existir entre la de él y la de sus pilotos no pudo haber sido otra que la cadencia de la contabilidad de los segundos en el paso de objetos de proa a popa. Mientras él dormía o descansaba, la distancia registrada por sus pilotos se acercaba más a la cuenta baja que a la alta y el tenía que admitir este registro para sumarlo al total recorrido en la menor, entonces ¿Qué sistema usaba para registrar una mayor velocidad su barco? Dice don Salvador de Madariaga en su obra Vida del muy magnífico Señor Don Cristóbal Colón “cabe pues sospechar que Colón no dijo aquí la verdad de lo que se proponía, sospecha que se confirma con la lectura de documentos posteriores”, razón tiene el señor Madariaga, aún que menos perspicaz que De las Casas, quien se ideó para este caso un motivo, luego dice “la verdadera razón de esta noble cuenta de millas era su deseo asegurarse la clave exclusiva del Descubrimiento”. “Al arrojar duda y confusión sobre este dato tan esencial, aspiraba a hacer el guía indispensable y el Cancerbero de Cipango”, parece recordar lo que dice el Diario el día 18 de febrero del 1493 “dizque se inició haber andado más camino por desatinar a los pilotos y marineros que carteaban, por quedar el Señor de aquella derrota de las Indias, como de hecho queda, porque ninguno de todos ellos traía su camino cierto, por lo cual, ninguno pudo estar seguro de su derrota para las Indias” por muchas dudas y confusiones que podían deducirse de las “alteraciones” las islas descubiertas no estaban a más de 40 días de navegación de las Canarias, suficiente razón para no considerar que las Indias era una aguja en el pajar del océano, la especie es débil e inconsistente, el piloto don Antonio Torres desde el 2 de febrero del 1494 hizo varios viajes desde la Española a España y desde aquí a la Española comisionado por el Almirante, viajes que demuestran el infundio de ser él el único que pudiera navegar hasta las Indias o viceversa; es más larga la distancia alterada no era la que dice Las Casas el daba una, la disminuida y real. Al leer entre sus apostillas en que decía “Entre los confines de España y el principio de las Indias el mar es limitado y navegable en pocos días” “la India está próxima a España”, si él estaba convencido de esta idea, no era para considerar que el viaje fuese luengo y la idea de las dos distancias dejaron demostrado una orientación oculta bajo el disfraz de lo que no existía, ni existirá. El divino error del concepto cosmógrafo que tenía el Almirante del globo terráqueo ha sido el punto de partida de muchos desaciertos felices que culminaron con la gloria del descubrimiento del Nuevo Mundo. En la carta que escribió a los Reyes Católicos en la isla de Jamaica; el día 7 de julio del 1503 en ocasión de haber varado las dos carabelas en que viajaban, la Capitana y la Bermuda, el día 25 de junio en la bahía que bautizó con el nombre de Santa Gloria en su cuarto viaje y que hoy se conoce como Santa Ana le dice “Tolomeo dizque la tierra más austral es el plazo primero, y que no baja más de quince grados y un tercio”. El mundo es poco; el enjuto de ello es seis partes, la séptima solamente cubierta de agua; la experiencia ya está vista, y la escribí por otras letras y con adormecimiento de la Sacra Escritura, con el sitio del Paraíso Terrenal que la Santa Iglesia Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... aprueba; digo que el mundo no es tan grande como dice el vulgo, y que un grado de la equinoccial esta cincuenta y seis millas y dos tercios; pero esto se tocaba con el dedo. Al mencionar a las partes en que se descompone el mundo evoca al profeta Esdras, uno de los autores de los sagrados libros apócrifos entre cuyos versículos se lee; “42; el tercer día mandastes que las aguas se reuniesen en la séptima parte de la tierra; sacastes seis partes y las dejastes secas a fin de que plantadas para Dios y cultivadas te sirvieran”. “47. El quinto día dijiste a la séptima parte donde estaban reunidas las aguas, que produjesen criaturas vivas, aves y peces y así fue”. Al aferrarse a este concepto de las dimensiones del globo terráqueo lo dividió en 7 partes, 6 de tierras y uno de mar, esto es, el círculo de 360° divididos entre siete nos daría por cada parte, 51°. 4 Al mar correspondería una parte, que interpretando el millas de 56.66 millas por grado serían 2,922 millas italianas o 730 leguas a recorrer en el mar Occidental o tenebroso, distancia que si bien se ve no implicaba tan largo viaje para ordenar un prejuicio de disgusto en una tripulación que por las leyendas y las promesas volverían tan rico el regreso que podían sentar plaza de Caballeros y Nobles de la Corte. Aristóteles en su libro Del cielo y del mundo especificaba que las Indias a Cádiz se podía pasar en pocos días de navegación; Séneca en los “Naturales” se expresa que en España a las Indias se puede ir en pocos días de viaje con viento favorable; Estrabón, Ptolomeo, Marino de Tiro, el Cardenal francés Pierre D’Ailly en su Imago Mundi así como otros autores antiguos, pensaba lo mismo; Fernando Colón informó que su padre esperaba encontrar tierra a 750 leguas de las islas Canarias, por este informe se ve que el almirante esperaba en su viaje de descubrimiento encontrar tierra a poca distancia de las islas Canarias, y las dos distancias observadas en el primer viaje no tiene fundamento del viaje largo como subterfugio de engaño a la tripulaciones puesto que ellos también sabía medir la velocidad de las carabelas con más o menos precisión. Fray Bartolomé de las Casas al hacer el traslado resumido del Diario del primer viaje desconocía la causa de esta doble contabilidad llevada por el Almirante y al no encontrarle motivo ni comprender su razón la atribuyó a un ardid ilógico de un engaño que, no fue a las tripulaciones, sino a los eruditos que en la posterioridad se ocuparan de los asuntos colombinos dieran con una razón a la 75 doble contabilidad, sin saber el daño y la confusión que ocasionaría a la relación e historia de esta gran aventura, y dejando ver en el Almirante una persona de muy poco noble proceder, con faltas y pecados dignos de críticas, cuya sinceridad era dudosa y poco confiable. El Almirante no enseñó su Diario a nadie, era secreto, las admoniciones hechas por los Reyes Católicos a través de sus emisarios oficiales le hacían ver las dificultades que le originaría a la Corona de España con la de Portugal, si daba motivo a que los portugueses sospecharan de la injerencia de este viaje en sus derechos, y enterar a las tripulaciones de sus pormenores era darlo a la publicidad una vez volvieran a España, y la premisa de que los reyes de Portugal sabían de sus andanzas, con el consiguiente problema de que se engendraría en las cancillerías de ambos países. Varios autores colombinos al analizar la derrota del almirante don Cristóbal Colón y compararla con la realidad geográfica hoy día se expresan con el criterio que le da la experiencia de su comprobación, la distancia corta que él daba la tripulación para conformarla, la desecha por inoperantes y enfoca en un análisis la otra que consigna el padre Las Casas como la distancia real y verdadera que guardaba celosamente sin dejarla ver a nadie. A Bernardini Sjoestedt en su libro Cristóbal Colón se expresa así: “a partir de la salida del Almirante hizo establecer dos posiciones o alturas del recorrido de las cuales, una tan sólo con cifras muy inferiores a los datos reales, estaba a disposición de la tripulación” otro autor se expresa “esta astucia infantil engañará a los marineros a todo el largo del viaje. La astucia y la mentira serán las principales armas de Colón en los momentos difíciles”. El capitán J. W. Mc Elroy haciendo comparaciones de distancia sacó en claro que el Almirante calculaba en un nueve por ciento más su distancia verdadera. Paul Herman en su obra Audacia y heroísmo de los descubrimientos modernos, dice que Colón estimaba en un 10% más su velocidad. El almirante Samuel E. Morrison en su libro Admiral of the Ocean Sea dice que Colón sobreestimó sus distancias en el primer viaje del 1492 en un 9% y agrega en la página 91-1 que el cálculo de las distancias recorridas en su primer viaje no era lógico, pero “la mente de Colón tampoco lo era” que los cálculos no los tenía que adaptar a su idea estuviera o no correctos. 76 Ramón Julio Didiez Burgos En la página 415-1 dice “el sobrestimado de la parte de Cuba y la Española que él había descubierto es colosal e inexplicable” (cuando lleguemos a la exploración de Cuba y la Española se verá cuán falso es este juicio), el almirante Morrison al no comprender el sistema llevado por el Almirante don Cristóbal Colón para medir sus distancias lo ha criticado con dureza inmisericorde. Dos distinguidos geógrafos cubanos J. Van Der Gucht y S.M. Parajón en su obra publicada en el 1935 Ruta de Cristóbal Colón por la costa norte de Cuba atribuyen al Almirante el uso de dos tipos de legua, una larga en la mar y otra corta cuando navegaba cerca de la costa, para medir la distancia en tierra, estos dos distinguidos geógrafos respaldados por el almirante Morrison concluyeron en hacer más confusa la forma de medir el almirante don Cristóbal Colón sus distancias. Al dictar la sentencia el almirante Morrison de Van Der Gucht y Parajón establecieron en el año del 1936 “con pleno conocimiento de la costa cubana y con lógica inescapable,” que la bahía Baria y fue el punto del descubrimiento de Cuba. Declara “nuestras conclusiones meramente confirman la de ellos”, lamento con mucha pena no compartir las mismas ideas del almirante Morrison, ni la de Van Der Gucht y Parajón y más lo siento porque mis análisis de las distancias y forma de medir Colón sus velocidades están ajustadas a un sistema invariable, imposible de adaptar en él dos patrones bases de medidas que puedan practicarse mediciones en la mar y mediciones para la costa o tierra; el almirante observaba un solo sistema de medida para sus velocidades en la mar y sobre ésta las refería a grandes sectores de tierra, enlazando trozos por trozos de las costas conocía la dimensión de ellas, debemos recordar que él era cartógrafo y calculista y si sus notas e informaciones todavía no han sido comprendidas para reducir el tipo selecto de navegante, que era, él no es culpable. Las medidas La Enciclopedia del mar dice: Milla. Unidad de longitud, cuyo origen se pierde en la más remota antigüedad. Su nombre probablemente, es debido a representar la longitud de uno o varios millares de pies. Se comprende que, siendo la longitud de la unidad (pie) variables entre 28 y 36 centímetros, las millas utilizadas en distintos países tuvieron diferentes longitudes. Las millas más antiguas que se conocen son: la milla del mediterráneo, de 1.230 metros: la milla romana, de 1.480.8 metros, y la milla árabe, de 2.0105 metros. A partir de la época de los grandes descubrimientos se comienza relacionar la longitud de la milla con las dimensiones terrestres correspondientes a un grado de latitud. En el siglo xiv se aprecia como longitud de un grado de latitud, la de 48,6 millas marinas actuales, mientras otras la estiman en 15 millas germano-holandesas, equivalentes a 44.5 millas marinas: En el siglo xv se corrigen estos valores, obteniéndose los de 55.9 y 45.3 millas marinas, valor este último usado por Cristóbal Colón en sus cálculos: mientras Ptolomeo da para el grado la longitud de 62 millas romanas (49,476 millas marinas), que por comodidad, se tomaba de 62 millas romanas como figura en algunas cartas de dicha época. La tabla de medidas y sus equivalentes usados durante el descubrimiento y conquista del Nuevo Mundo es la siguiente: PiesMetros 1- Milla italiana......................... 4,854.4 1,480 1- Legua italiana........................19,417.605,920 1- Legua terrestre italiana.......... 9,708.8 2,960 1- Milla terrestre italiana........... 2,427.2 740 1- Paso andante......................... 2.5 1- Paso geométrico.................... 5.0 1,000 pasos geométricos............ 1.0 milla italiana 1- Milla náutica actual...............6,080.21,853,25 Sobre este patrón de medida llevaba el Almirante su derrota en su navegación en el Nuevo Mundo, de manera que hoy tendremos que usar el coeficiente de conversión 3.18 para convertirlo en unidades actuales, si la distancia dada es en leguas, u 0.8 si la distancia o velocidad es dada en millas antiguas. El Almirante medía su distancia por velocidad de su buque, directa ó zig zag directa si los vientos le eran favorables esto es, si los vientos le daban desde un descuartelar hasta en popa cerrado, así podía correr directo con su barco de un punto a otro sin tener que andar al zig zageo, que es lo que hace perder el tiempo, y el zig zag es el que se hace para salvar distancias de un punto a otro cuando el viento forma un ángulo de 6 cuartas (68) con la línea de crujía del barco al estar obligado a avanzar sobre la zona que desea en forma de zig zag es a lo que se le dice dar bandadas o bordadas. No todos los capitanes y pilotos de las embarcaciones antiguas sabían hacer mediciones de la velocidad de su barco por los medios sencillos de Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... aritmética que había de hacer, porque casi todos eran analfabetos y de números no sabían lo que hoy llamamos las cuatro reglas; las distancias las interpretaban, por el número de bordadas de un lugar a otro o si el viento les favorecía por el tiempo que transcurría de un lugar a otro, la experiencia adquirida en la mar les hacía hábiles y duchos en conducir una nave de un lugar a otro dentro de un gran margen de seguridad; muchas otras experiencias podían servirle para determinar la velocidad de su buque tales como, el tamaño del bolso de las velas, la velocidad de las burbujas de agua producidas por la proa al deslizarse hacia popa. Este estimado era aproximado pero con mucho que desear. El almirante don Cristóbal Colón conocía su oficio en la mar y no como un marino consciente sino como un verdadero nauta, él para la mediación de la velocidad de un de un buque cualquiera no tenía dificultades, él se las arreglaba como lo hacían los marinos de altura, conocer los detalles inherentes a este aspecto era un problema fácil de resolver puesto que la operación para determinar la velocidad se reducía a una simple operación aritmética, si como cartógrafo se enredaba en problemas más intrincados, esto que era más sencillo no podía dejar de efectuarlo con la habilidad y la destreza, de un experto hasta llegar a conclusiones más o menos precisa. Rosa de control de rumbo y velocidad usada en las carabelas en el siglo xv. Control de rumbos y velocidades En el tiempo del Almirante el control de la velocidad y los rumbos se llevaba en una “Rosa 77 de los vientos” de madera la cual estaba dividida en 32 rumbos y cada rumbo tenía 8 agujeros que el correspondían a la 8 ampolleta de la guardia o cuarto, del centro partían 8 tarugos amarrados acordones que iban colocados en los rumbos que se hacían según pasaban las ampolletas; si se cambiaba rumbo, siempre trataban de hacerlo al terminar una ampolleta, para así llevar con cierta formalidad el rumbo con la distancia caminada y de esta manera el nuevo rumbo empezaba en una nueva ampolleta, que al terminar ésta se colocaba el tarugo en el nuevo rumbo, cuando los tarugos terminaban se terminaba la guardia, se hacía el relevo y se limpiaba la Rosa, se tomaba nota y se empezaba una nueva corrida. El control de la velocidad era llevado en una tabla adicional aparte o como pieza construida anexa a la Rosa de los Vientos y tenía cuatro hileras de agujeros numerados desde el 1o hasta el 10; hasta la mitad de la tabla, la otra mitad se enumeraba de la misma manera, en la esquina de la izquierda o al centro de la tabla se aseguraban 4 cordones con cuatro tarugos de manera que eran 8 en total, cada hilera de la tabla correspondía a cada una de la ampolletas, y de acuerdo a la velocidad que se hacía se colocaba un tarugo en el agujero que correspondía a la mitad de la velocidad por hora, esto es, la velocidad en media hora, se seguía así hasta agotar la guardia y se sabía el total de millas reconocidas durante la guardia o lo que se hacía en los diferentes tiempos de esta. Al final de cada guardia se tomaba la nota de Rumbos y velocidades hechas y se renovaban de nuevo los servicios de control limpiando la Rosa de los Vientos. En el siglo xv no era conocido a bordo de los barcos ningún sistema mecánico de medición de la velocidad del buque en el mar; la historia no hace ninguna mención, no fue inventada hasta el siglo xvi, según el sabio Alexander von Humboldt, en su libro Cosmo, el uso de la corredera se cita por primera vez en junio de 1521 en el Diario llevado por don Francisco A. Pigafftta (1491-1534) durante el viaje de circunnavegación que hizo Fernando de Magallanes del 1519 a 1522, hasta ese entonces los viejos marinos, verdaderos lobos de mar, tenían que estimar su velocidad a ojo, esto es, que con los años y la práctica en sus navegaciones costeras adquirían la cualidad de determinar la velocidad del buque por el tiempo en segundo en el recorrido que hacían las espumas y escarceo que producía el barco en su alrededor y hacia otras, desde la proa 78 Ramón Julio Didiez Burgos a la popa, y dividiendo el coeficiente de velocidad entre el número de segundos que tardaban en hacer el recorrido los objetos flotantes o espumas, esta operación le daba la velocidad en millas. No era para menos considerar que aquellos pilotos que estimaban bien su velocidad en alta mar y fuera de toda referencia eran hombres curtidos en esos menesteres; era otra manera de determinar esta velocidad de dividir el tiempo en ampolletas, la distancia entre puntos cuya distancia era conocida o podía medirse en la carta, bajo esta forma podía observarse la velocidad de la espuma que producía el buque y tomar estas referencias como experiencias y medir luego su velocidad a ojo. Las carabelas, sus medidas y sus tripulaciones Carabela Santa María. Las medidas de las tres carabelas eran las siguientes: La Santa María Eslora en cubierta principal 84 pies (25.60 m) Eslora-en flotación 80 pies (24.38 m) Manga 28 pies ( 8.53 m) Puntal 12 pies ( 3.66 m) Calado medio 8.5 ” ( 2.6 m) Desplazamiento 238 toneladas métricas. Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... 79 La Niña Eslora...................................70 Manga..................................20 Puntal.................................. 9 Colado................................. 6 Carabela la Niña. Carabela la Pinta. La Pinta Eslora-en cubierta.................80 Eslora flotación....................78 Manga..................................25 Puntal..................................10 Calado.................................. 6 pies pies pies pies pies (24.38 m) (23.77 m) ( 7.62 m) ( 3.0 m) ( 1.83 m) pies pies pies pies (21.3 m) ( 6.1 m) ( 2.74 m) ( 1.83 m) 80 Ramón Julio Didiez Burgos El almirante Samuel Eliot Morrison en su libro El Almirante de la Mar Océano, pp. 196-198, contiene las listas de los tripulantes que vinieron en cada una de las carabelas en el primer viaje, y las funciones que desempeñaban a bordo de ellas; estas listas son el resultado de los estudios hechos por la historiadora de norteamericana Alice Bache Gould acerca del descubrimiento de América. En los llamados pleitos de Colón intervienen personas en declaraciones que no dejan duda de su participación en el primer viaje del Almirante don Cristóbal Colón. Estas personas deben considerarse como tripulantes y deben incluirse en las listas siguientes tales como: • Alonso Beles • Juan Pérez • Alonso Cota • Alonso Gallego Tripulación de la nao Santa María 1. Cristóbal Colón, capitán 2. Juan de Lakotza, maestre y propietario 3. Alonso Niño, piloto 4. Diego de Arana, alguacil de la armada 5. Rodrigo de Escobedo, secretario de la flota 6. Pedro Gutiérrez, repostero de los estrados del rey 7. Rodrigo Sánchez de Segovia, veedor real 8. Luis de Torres, interprete 9. Juan Sánchez, maestre cirujano 10.Chachú, contramaestre 11.Domingo de Lequeitio, contramaestre 2 12.Antonio de Cuéllar, carpintero 13.Domingo Vizcaíno, marinero y tonelero 14.Lope, marinero y calafate 15.Juan de Medina, marinero y sastre 16.Diego Pérez, marinero y pintor 17.Bartolomé Vives, marinero 18.Alonso Clavijo, marinero 19.Gonzalo Franco, marinero 20.Juan Martínez de Acoque, marinero 21.Juan de Moguer, marinero 22.Juan de la Plaza, marinero 23.Juan Ruiz de la Peña, marinero 24.Bartolomé Torres, marinero 25.Juan de Xeres, marinero 26.Rodrigo de Xeres, marinero 27.Pedro Izquierdo, marinero 28.Cristóbal Caro, platero y grumete 29.Diego Bermúdez, grumete 30.Alonso Chocero, grumete 31.Rodrigo Gallego, grumete 32.Diego Leal, grumete 33.Pedro de Lepe, grumete 34.Jácome el Rico, (Genovés) grumete 35.Martín de Urtubia, grumete 36.Andrés de Yévenes, grumete 37.Juan, grumete 38.Pedro de Terreros, camarero del capitán 39.Pedro de Salcedo, paje del capitán Tripulación de la carabela Pinta 1. Martín Alonso Pinzón, capitán 2. Cristóbal Quintero, propietario con plaza de marinero 3. Francisco Martin Pinzón, maestre 4. Cristóbal García Sarmiento, piloto 5. Juan Reynal, alguacil 6. Diego X, maestre cirujano o boticario 7. García Fernández, despensero 8. Juan Quintero de Algruta, contramaestre 9. Antón Calabrés, marinero 10.Gil o Gutiérrez Pérez, marinero 11.Diego Martin Pinzón, marinero 12.Sancho de Rama, marinero 13.Gómez Rascón, marinero 14.Juan Rodríguez Bermejo (Rodrigo de Triana), marinero 15.Juan Verde de Triana, marinero 16.Pedro de Arcos, grumete 17.Juan Arias, grumete 18.Pedro Medel, grumete 19.Francisco Medel, grumete 20.Alonso de Palos, grumete 21.Juan Quadrado, grumete 22.Pedro Tejero, grumete 23.Bernal, grumete y criado del capitán Tripulación de la carabela Niña 1. Vicente Yáñez Pinzón, capitán 2. Juan Niño, maestre y propietario 3. Sánchez Ruiz de Gama, piloto 4. Alonso, maestre cirujano 5. Diego Lorenzo, despensero 6. Bartolomé García, contramaestre 7. Alonso de Morales, carpintero 8. Juan Arraez, marinero 9. Pedro Arraez, marinero 10.Rui García, marinero 11.Rodrigo Monge, marinero 12.Bartolomé Roldan, marinero 13.Juan Romero, marinero 14.Pedro Sánchez de Montulla, marinero 15.Pedro de Villa, marinero 16.García Alonso, grumete 17.Andrés de Huelva, grumete Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... 18.Francisco de Huelva, grumete 19.Francisco Niño, grumete 20.Pedro de Soria, grumete 21.Fernando de Triana, grumete 22.Miguel de Soria, grumete y criado del capitán Resumen. “ Santa María............................................... 39 “ Pinta.......................................................... 26 “ Niña......................................................... 22 Total 87 Muertos en el Fuerte de la Navidad 39 Sueldos El sueldo que recibía cada un tripulante de las tres carabelas era de acuerdo a la tabla siguiente: Capitanes.........................4,000 maravedíes al mes Pilotos y Maestres.............2,000 ” . Contramaestres................1,600 ” . Marineros.........................1,000 ” . Grumetes............................666 ” . Pajes.................................2,000 ” . Equivalencias 1 Excelente era igual a 870 maravedíes 1 Castellano era igual a 435 ” . 1 Ducado era igual a 375 ” . 1 Maravedí equivalía en moneda actual aproximadamente a RD$0.007, (tres cuarto de centavos). 1Blanca equivalía a medio maravedí (casi medio centavo). Patrones de velocidad De las medidas de las esloras en flotación de cada una de las carabelas podemos sacar el valor en pasos geométricos que corresponde a cada una de ellas, así: para la Santa María 16, para la Pinta 15.6, para la Niña 14, estos valores pueden llevarse a fracciones de milla de 1000 pasos geométricos que serían 0.016–0.0156–0.014 los factores que corresponden respectivamente a cada una; ahora estos factores se convierten en pasos geométricos-esloramilla-hora multiplicándose por 3,600 segundos (segundos en una hora) y se obtendrán los valores de 57,6 para la Santa María, 56.2 para la Pinta y 50.4 para la Niña, coeficientes invariables para todas las velocidades de las tres carabelas; si estos 81 factores se dividían entre el número de segundos que tardaban de proa a popa una burbuja de agua, un ramo de algas cualquier objeto que se tirara a la proa, se obtendría la velocidad de la carabela en unidades de millas de 1,000 pasos geométricos: los segundos de tiempo que transcurrían un objeto cualquiera de ir de proa a popa se contaba en silencio ó en voz queda. De aquí se desprende que el sistema que se usaba para determinar las velocidades de los barcos estaba fundamentada sobre bases matemáticas que se derivaban de los patrones de medidas que se usaban en esa época, y de ninguna manera puesto un método de apreciación al ojo que a la larga, acumulaban serios errores, para los capitanes y pilotos que desconocían las simples reglas elementales de matemáticas, no tenían otro recurso de acogerse a la experiencia y la práctica, pero para un cartógrafo, un astrólogo, no. Éstos lidiaban con problemas de más trascendencia matemática y no podían dejar de resolver problemas tan sencillos como estos. De aquí se deduce también que la altura del capitán o piloto sobre la borda por la toldilla de popa de una carabela no influía en nada en la alteración de la velocidad de la nave o la contabilidad de los segundos de tiempo en recorrer la eslora, la alteración estaba sujeta a la más o menos perfecta cuenta del tiempo. Por las comparaciones de las distancias dichas los días 19 de septiembre y el 1 de octubre entre las tres carabelas se ve que los capitanes y pilotos llevaban bastante bien su control de velocidad puesto que las diferencias entre ellos y el Almirante era para la distancia navegada muy pequeña. Las distancias dadas por el Almirante don Cristóbal Colón desde el día 15 de octubre en su recorrido de reconocimiento entre las islas Lucayas o Bahamas, la costa Norte de la isla de Cuba y la Española son tan asombrosamente “Colosales” y explicables que parece que estas fueron tomadas con aparatos de precisión el grandísimo cuidado de llevar un control tan minucioso de sus distancias lo evidencia como un experto en mediciones, estas pueden ser consideradas como el resultado de sus observaciones luego del recorrido navegado por él para los lugares que las da, porque de otra forma no podría ser aceptada a menos que poseyera sistema especial con el cuadrante para medir ángulos desde diferentes posiciones y luego computar a la distancia. De aquí podemos muy bien inferir que las distancias calculadas por el Almirante en su primer viaje fueron, asombrosas ya que la diferencia con 82 Ramón Julio Didiez Burgos la distancia real ortodrómica es de un 1.4 de millas por ciento en defecto (o sea 2,593 metros), o que cada 10 millas cometía un error de 0.14 centésimas de millas, esto es 259 metros o 849.7 pies en defecto, según veremos más adelante. Los cosmógrafos y don Cristóbal Colón El cosmógrafo árabe Ahmed-ben Kebir, llamado corrientemente como El Farghani o Alfraganus, bajo la protección de califa Almamun (813-832) propuso como el valor del grado terrestre en 56.66 millas de 1,973.50 de estos valores se podría sacar para el ecuador terrestre un total de 40,254,663.0 metros, que comparada con la real que es de unos 40,010,760 metros vemos una diferencia de 243, kilómetros en exceso, medición bastante buena para aquellos tiempos en que carecían de medios y aparatos para hacer sus cómputos ajustados a informes verdaderos. En una nota marginal o apostilla en el Imago Mundi, obra preferida por el Almirante don Cristóbal Colón, por el cardenal Pierre D’ Ailly, Rector de la Soborna y Obispo de Cambray el cual fue llamado por uno de sus discípulos “el Águila de los doctores de Francia”, la cual fue impresa por primera vez en Lovaina, por Juan de Westfalia entre 1480 y 83, escribió el Almirante; “nota de a menudo cuando navegábamos desde Lisboa al Sur de Guinea, estudie cuidadosamente este rumbo que seguíamos, como los pilotos y marineros hacían, al tomar la altura del sol con el cuadrante y otros instrumentos varias veces he encontrado estar de acuerdo con Alfagranus que cada grado era equivalente a 56 2/3 millas, y en esta medida debe creerse. Podemos decir que la circunferencia de la tierra en el ecuador es de 20,400 millas y así mismo como Master Yosepius (Joseph Vicinho) el físico y astrólogo, encontró ser lo mismo, así como otros que fueron enviados con este propósito por el muy Sereno Rey de Portugal”. Al considerar el Almirante este valor del grado como cierto y verdadero lo hizo sin considerar el valor de la milla árabe si no la italiana de 1480 que era la que él usaba. Así disminuyó el valor de la circunferencia de la tierra a tres cuartos su verdadero valor, esto es, en 30.192, kilómetros, 9.828 menos de lo real, error que sostenido en otros tendrían como consecuencia uno de los hechos más trascendentales de la humanidad. Habiendo estudiado a los geógrafos antiguos, como a Marino de Tiro geógrafo romano del siglo i, el cual daba una distancia en grados desde cabo San Vicente, hasta Cattigara Indochina, de 225°, mientras que Claudio Ptolomeo, el geógrafo griego, nacido en Egipto daba una distancia de 180° solamente. Para Ptolomeo la circunferencia de la tierra tenía en el ecuador 180,000 estadios, o sea, 500 estadios El mundo según el concepto de Ptolomeo. por grados (un estadio es igual a 157.5 metros) lo que representaba un círculo de 28,350,000 kilómetros de donde podíamos apreciar el valor de la circunferencia equitorial de Colón y la de Ptolomeo son bastantes aproximadas, no obstante esto; don Fernando Colón en su obra Vida del Almirante don Cristóbal Colón en el capítulo VI tratando de justificar las razones que asistían a don Cristóbal Colón a descubrir las Indias dice “En tercer lugar entendía que dicho espacio que había entre el fin oriental, sabido por Marino, y las dichas islas de cabo Verde, no podía ser más que la tercera parte del círculo mayor de la esfera, pues que ya el dicho Marino había descrito por el Oriente quince horas o partes de veinticuatro que hay en la redonda del Mundo, y hasta llegar a las dichas islas de cabo Verde no faltaba casi ocho, porque aún el dicho Marino no comenzó su descripción tan al Poniente”. Esta cita deja ver que el Almirante aceptó la idea del Marino en cuanto a la longitud en grados 225° puesto que la amplitud entre el fin del Continente euroasiático y las islas de cabo Verde no podía ser mayor de 120°; la tercera parte del círculo, lo que representan las casi 8 horas entre ambos lugares, el meridiano 0° para las longitudes en esta época los cartógrafos lo hacen pasar cerca de la isla de Hierro en las Canarias (islas Afortunadas) Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... las cuales están situadas más al Este de las islas de cabo verde unos 4.5 grados que podían haber sido la diferencia de tiempo a las 8 horas. Agrega después don Fernando “en cuarto lugar, hizo cuenta de que, si hubiese Marino escrito en su cosmografía 15 horas partes de la esfera hacia el oriente, no habría aun llegado al fin de la tierra oriental, que no era cosa razonable, sino que tal fin estuviese mucho mas adelante, y por consiguiente, cuanto él más se extendiese hacia el oriente, tanto vendría a estar más cercano a las dichas islas de cabo Verde por nuestro Occidente; y que si aquel espacio fuese más, sería fácil cosa navegarlo en pocos días”, este criterio de apreciar la magnitud del continente euroasiático por don Cristóbal Colón como consecuencia de la lógica del Marino de Tiro, dejaba ver que el cartógrafo Romano no apreció en su verdadera longitud el continente, si no las 15 horas hasta Cattigara y como él apreciaba en la tercera parte el espacio de esfera entre las islas de cabo Verde y la costa de Asia indefectiblemente para don Cristóbal Colón “era razonable si no que tal fin estuviese mucho más adelante” y de ahí los 15° más que adicionó a los 225° de Marino Tiro, para terminar el El cartógrafo Henricus Martellus Germanus concebía el continente asiático extendido hasta la longitud de 240, Cipango se ve 30 más a la derecha, esto es, 95 grados desde Portugal al oeste. 83 continente y quedar con los 120° que él aludía que existía entre las islas de Cabo Verde y Asia o Indias. Henricus Martelus Germanus, cartógrafo alemán en el 1489 que vivía en Italia compuso su mapa y le dio una extensión de 240 a toda la tierra firme hasta Asia o la India, y 30° hasta Cipango (Japón), comprendida la isla, Martellus concebía también el continente Asiático como las dos terceras partes del globo, así aumentaba el 60° más las medidas de Ptolomeo de 180° hasta Catigara y 15° más de la de Marino de Tiro, aquí se ve que Martellus al concebir toda la extensión en el continente incluyendo a Cipango abarca 270° lo cual pone a esta isla el 90° desde las islas Canarias, distancia que, si bien se ve no es tan larga para, no ser navegada en pocos días, buen viento. El médico y cartógrafo Florentino Paolo del Pozzo Toscanelli al construir su portulano al estilo plano cuyo sistema fue ideado por don Enrique de Portugal (El Navegante 1394-1460) reúne las características del cilindro desarrollado y ser el primero en corregir a Ptolomeo y Marino de Tiro en la extensión del continente hasta 240°, incluyendo a Cipango con 30 grados más que serían 270° de manera que parece que los 90° o seis horas desde las Canarias completaran el círculo del globo, no hay duda que al haberse anticipado a otros, le cabe la gloria de ser el con su carta el motivo principal de las grandes hazañas de fines del siglo xv. En la construcción de las cartas planas siempre se usaba un paralelo medio de los lugares que más se navegaba, siendo los paralelos que corrían al norte y al sur del mismo valor angular del paralelo medio que se usaba, aunque la carta en si no era perfecta, para aquella época en que las navegaciones se hacían con brújulas con errores más o menos grandes, los errores en los rumbos con respecto a la costa no eran tan sensibles. Para la construcción de su Portulano Toscanelli usó el valor que corresponde al apartamiento del paralelo 42° este paralelo era un grado más del que tenía asignado Lisboa en ese tiempo según las Tablas Alfonsinas (Recolta colombina, parte IV, vol. I, cap. III, Cartografía medioval), que era de 41° N, como Toscanelli usaba el grado de 67 2/3 millas (Ídem), el apartamiento que corresponde a esta distancia en el paralelo 42° es de 50.3 millas al grado, éste fue el valor usado por Toscanelli en la construcción de su carta o portulano, sin la fracción, este valor representa la distancia absoluta del paralelo 42 84 Ramón Julio Didiez Burgos entre los dos meridianos que corresponden a un grado, el apartamiento en el paralelo 41° es de 51.1 millas pero él uso 50 millas en el paralelo de Lisboa, así que los 130° grados desde Lisboa hasta la ciudad Primer mapa hecho de España por Claudio Ptolomeo en el siglo iv el cual fue impreso en Ulm, en 1482, en el que se ve que Lisboa está en 41 grados norte sobre la equinoccial. de Quinsay nos dan los 26 espacios de 5° grados de 250 millas cada uno, harán 6,500 millas o 1,625 leguas. La milla usada por Toscanelli era de 1,749 metros (ídem). El valor de la circunferencia del ecuador para Toscanelli era de 24.357.6 millas de las usadas por él o sea 42,608,442.4 metros; lo que da con la realidad actual una diferencia de 2,597,682 metros de más. El valor del paralelo 42° era 18,000 millas y como el arco de paralelo desde el Meridiano 0° hasta el continente era, según sus cálculos de 120°, entonces este arco tenía 6,000 millas para 24 se espacios, y 6.500 para los 26 espacios desde Lisboa hasta Quinsay, esto es, el apartamiento de la tercera parte de la circunferencia a la altura de Lisboa. Así completó Toscanelli el globo, aunque errado, por las noticias desmesuradas que existían de la extensión del continente ultra Ganges, suministradas por los viajeros y misioneros que cruzaban las grandes mesetas del Tíbet y la China. La construcción de una carta del mar Occidental o el mar Tenebroso, despejado de monstruos marinos de tamaño desmesurados o aves tan gigantescas que pudieran alzar el vuelo con un barco entre sus garras o el confín de la tierra plana por donde se derricaba el mar en forma de catarata que arrastraban las embarcaciones y sus tripulantes a un fin trágico, produjo un impacto contraproducente con las ideas propaladas de lo que ocurría a todo aquel que se atrevieran a desafiar este mar, despojado así este mar de tantos vientos y tantas amenazas en una carta para demostrar lo posible de navegar desde Lisboa a la tierra del Gran Khan por vía del Oeste, o de aquí a la India, despertó gran interés en aquellos que tenían un concepto errado del tamaño de la tierra mas no en aquellos cuyos conceptos eran más amplios y cuya cultura no aceptaba tal amplitud del continente euroasiático y veían más bien la existencia de tierras de cierta magnitud, la distancia no muy lejana justificado por la profetizacion del sabio mallorquino Raimundo Lulio desde 1300, quien decía “así como en este lado hay una porción del mundo que vemos y conocemos también debe haber en el otro lado al Oeste, un continente que no vemos ni conocemos”, una predicción deducida de los efectos de la marea, al contemplar que si está cuando bajaba en el continente Europeo y volvía a recuperarse las aguas, era porque no tenían salida de otro lado, si no que contenida por tierras que se le interponían la devolvían al continente Europeo, deducción lógica basada en los efectos naturales de las mareas. Ptolomeo, Marino de Tiro, Martellus, Martin Behaim y Toscanelli erraron el concepto desmesurado del contiente Euroasiatico admitido por ellos de la versiones de Marco Polo, lo hicieron situar este continente precisamente, donde hoy se encuentra el Nuevo Mundo. La obra de Cardenal Pierre D’Aylli Imago Mundi obra preferida por el almirante don Cristóbal Colón en la cual escribió 673 notas marginales o “apostillas” dio forma definitiva al concepto geográfico que tenía de la idea de la tierra, concepto que al ser desarrollado sobre módulos matemáticos a los cuales él estaba subordinado, revelaron la idea falsa a la que estaba sujeto, a pesar de esta utopía, el destino le tenía reservado como premio a su perseverancia el verse coronado con el laurel de la gloria de encontrar por coincidencia de profecía unas tierras, supuestamente conocidas a una distancia, con la real existencia de otra tierra a la misma distancia. Gracia la carta enviada por Toscanelli a don Cristóbal Colón el día 25 de junio de 1474 y las notas encontradas en sus papeles se puede reconstruir sin dificultad alguna el portulano plano que se ideó y envió al rey de Portugal primero y luego otro a él, y de aquí sacar en claro toda la realidad Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... del descubrimiento del Nuevo Mundo al comparar hoy día la realidad de un viaje en un portulano falso y en la carta del Atlántico del Norte: podríamos ver no sin mucha sorpresa que el primer viaje del Almirante estuvo sujeto en todo lo largo de su travesía, a los efectos de los fenómenos que abarcaban cada zona del Atlántico, ya veremos a medida que se vaya desarrollando la travesía como iba el Almirante registrando la existencia de estos fenómenos que hoy ya conocemos por los estudios que se han llevado a cabo de su geografía física. Como don Cristóbal Colón tenía sus propias ideas geográficas de la tierra, al igual que Toscanelli, hizo su portulano, esta carta si bien que similar a 85 la de él difería en sus dimensiones puesto que ya sabemos que el Almirante consideraba que el grado en el ecuador era de 56.66 millas tal como lo había determinado por observaciones astronómicas en el 1484 en un viaje a Guinea en compañía de Martín Behaim, Joseph Vicinho y otros, y así correspondió con las medidas dadas por el Alfagranus, pero sabemos que este sabio árabe usaba la milla de 1973.50 metros, mientras que el usaba la de 1480 metros ó 4854.4 pies. Al sacar el concepto dimensional de la tierra de Toscanelli y don Cristóbal Colón podríamos establecer comparaciones en cierta forma interesantes. Cuadro Toscanelli Colón Millas en el equador 24,357.6millas 20,397.6millas Metros en el equador 42,608,442.4metros 30,188.448metros Pies en una milla 5,738.17 pies 4,854.4 pies Metros en una milla 1,749 metros 1,480 metros Valor del paralelo 41° en millas 18,000millas 15,450millas En grados 230° 230° En millas 11,500millas 9,860millas Extensión del mar Occidental en el paralelo 41° 130º 130º Extensión del continente Euroasiático en el paralelo 41° En millas Millas en un grado en el ecuador Valor del grado en el paralelo 41° en millas 6,500 millas 67,66millas 50 millas 5,590 millas 56,66millas 43 millas Distancia hasta Cipango desde Canarias: En grados 90° 90° En millas 4500 3870 En leguas 1125 En millas actuales serían 3577.5 967.5 3076.6 86 Ramón Julio Didiez Burgos Como en el medioevo los cartógrafos estimaban que la extensión del continente Euroasiático era de 16,000 millas, derivaban de esta cifra y el módulo de millas-grados arco de círculo terrestre que abarcaba esta zona, para Toscanelli que usaba el módulo 67 2/3 millas al grado, este arco se le convierte en un valor angular de 236°.5. Hemos visto que la longitud del ecuador millas para Toscanelli era de 24,357,6, ahora, la parte de esta distancia que corresponde a 236°.5, o sea las dos terceras partes del globo, es de 16,000 millas, por donde podemos ver que el arco que abarcaba del continente Euroasiático era de 16,000 millas y que él le daba a Toscanelli en el ecuador es lo mismo. El continente Euroasiático se encontraba contenido entre las latitudes 25° y 41°, si esto era así su apartamiento no podía ser de 16,000 millas desde Lisboa al este hasta la provincia de Mangí, sobre la base de 67°. 2/3 millas al grados sino de 11,500 millas en el paralelo 41° y el mar Occidental desde Lisboa hasta Mangí de 6.500 millas, tal como le dijo el canónigo Martínez de Roriz en su carta del 1474. Es posible que Toscanelli en vez de buscar el valor del arco Euroasiático por la distancia y el módulo millas-grado, haya determinado por la distancia y el arco del Continente el valor del grado en millas. Don Cristóbal Colón disentía del concepto de las dimensiones de la tierra que tenía Toscanelli, en razón a que él estaba aferrado al módulo de Alfraganus, el cual él dijo comprobó su veracidad en viaje hecho a la Guinea; así engendra otro concepto del globo, más reducido y sobre éste desarrolla su trabajo de cartografía; al igual que Toscanelli; traza y construye su carta de marear similar a la de él. Para Colón el arco de 230° de Toscanelli para el continente Euroasiático es invariable, pero no así la distancia, la cual quedó reducida de 11,500 a 9,860 y el arco explementario desde Lisboa, de 6,500 millas a 5,590 millas (130° hacia el oeste). El plano de Toscanelli y el plano de Cristóbal Colón Para Toscanelli el valor del círculo paralelo en los 41° era de 18,000 millas, para Colón 15,450 millas (Colón de don Enrique de Candia, capítulo I, p. 14); para Toscanelli en este paralelo el grado tenía 50 millas, para Colón 43 millas, para Toscanelli había 25 espacios desde Lisboa al continente Asiático, 19 a Cipango, 9 a Antilia y de Antilia a Cipango 10, para Colón la distancia en espacios era la misma a todos los detalles de Toscanelli; para Toscanelli un espacio tenía 5 grados de 50 millas al grado que harían 250 millas por espacio, para Colón también eran espacios de 5 grados, pero de 43 millas por grados lo que haría divisiones de los 215 millas. Con los elementos antecedentes el Almirante construyó su carta del mar Occidental o Tenebroso, con el confín del continente Euroasiático y con esta carta y la de Toscanelli salió a navegar el día 6 de septiembre a viaje de descubrimiento. Como él llevaba sus propias ideas, navegó de acuerdo a ambas cartas, o sea con doble derrota, conociendo que la distancia navegada en la Carta de Toscanelli representaba una diferencia en defecto de 7 millas por cada grado u 8.75 leguas por cada espacio en su carta, de aquí que la doble contabilidad fuera llevada en la forma enunciada por él y motivada por el Padre De las Casas a que, la largura del viaje diese motivo a disgusto de la tripulación, por no haber comprendido o interpretado un sistema que estaba afuera de su especialidad, o que bajo el subterfugio de una distancia menor que daba a la tripulación, escondiera la razón de ocultar la verdadera distancia adonde llegaran para ser él sólo, dueño del curioso hecho. Al construir don Cristóbal Colón su carta o portulano del mar Occidental o Tenebroso, acercó más a Europa el continente Asiático que Toscanelli, porque éste usó 50 millas al grado y Colón 43, aún que el arco entre ambos continentes era de 120° para ambas cartas. Los meridianos de igual grado no pasaban en ambos portulanos por los mismos lugares de la tierra, los de la carta del Almirante, pasaban al Este de los de Toscanelli; la razón fue obvia, Colón usó un módulo de 43 millas al grado y Toscanelli 50 millas. Al emplazar el Almirante las tierras del continente Europeo y Asiático en su carta lo hizo en los mismos meridianos que lo hizo Martellus no en el correspondiente a las diferencias de las millas por grados. Así quedó la Antilia en el meridiano de 40° que equivalían a la de Toscanelli a los 34°.4, a Cipango en los 90° que equivalía en la de Toscanelli a los 77°.4 pudiéndose ver que en sus situaciones geográficas entre ambas cartas eran iguales, más sus distancias al meridiano de origen, no, la Antilia quedaba de la isla de Hierro a 2,000 millas o 500 leguas en la carta de Toscanelli y en la de Colón a 1,720 millas o 430 leguas, pero para ambas cartas estaban en la misma latitud y la misma longitud. El Diario de navegación del Almirante es la Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... prueba más concreta de que él poseyó el portulano de Toscanelli y que confeccionó otro similar a él. Más adelante veremos cómo se va desarrollando el viaje bajo estos dos sistemas de contabilidad de distancias, una Toscanelliana y otra Colombina, la Toscanelliana sobre base de 50 millas-grados, y la Colombia sobre la de 43 millas-grados, teniendo en cuenta que muy bien podía ser aumentado equivalente a la distancia navegaba bajo su sistema y por su carta y no una disminución de la distancia Toscanelliana, puesto que la cuenta llevada por la carta de Toscanelli le obligaría a operar con un coeficiente geométrico-hora diferente basado en el valor de la milla de Toscanelli, la cual yo supongo él no la conocería; de ser así él se saldría de la forma y sistema que tenía acostumbrado esta razón me obliga a considerar que más bien eran aumentos que hacía y no reducciones a las distancias hechas. Estos aumentos como veremos, están hechos en forma irregular, esto es, no existen aumentos proporcionales a las distancias hechas diarias o por períodos que abarcan espacios de 53.75 leguas que era el valor de los espacios en la carta Colombina, o si acaso eran disminuciones sobre espacios de 62.5 leguas, que eran valor de los espacios en la carta de Toscanelli. En solo dos puntos o días durante la travesía es que se puede encontrar coordinación o correspondencia entre las dos derrotas como una justificación plena, de que las dos contabilidades del almirante don Cristóbal Colón, obedeció a dos derrotas, una por la carta o portulano de Toscanelli y la otra por la carta construida por él, y no ha prejuicio de alteración en las tripulaciones por sí el viaje “fuese luengo”. No parece lógico que estos aumentos o disminuciones en las distancias recorridas en donde se igualaban las distancias correspondiéndose también estas operaciones en ambas cartas, pero si consideramos que las velocidades llevadas en una correspondían en la otra al tener en cuenta que una milla de Toscanelli de 1,749 metros o 5,738 pies, o 67.66 millas al grado del ecuador, en el paralelo 42° equivalen estos valores respectivamente a 1,300 metros o 4.265 pies y 50.3 millas al grado como valores de apartamientos; como el Almirante navegaba en el paralelo 29°, (este paralelo era el que cruzaba por las islas Canarias en las cartas de esa época y sobre él se refirió en sus cálculos; Recolta colombina, parte IV, vol. I, cap. III, Cartografia medioeval), y su patrón 87 de medida de distancia era la milla italiana de 1,480 metros o 4,854,4 pies o 56.66 millas al grado en el ecuador, estas medidas se transformaban en 1,295 metros o 4,245,6 pies y 49.6 millas al grado como valores de apartamientos respectivamente; si estos valores son comparados con los de Toscanelli se puede ver que relativamente son los mismos y de aquí la razón de poder hacer aumentos o disminuciones, sin errar sus valores sensiblemente; pudiendo cotejar las distancias en ambas cartas, la de Toscanelli y la de Colón, es óbice de considerar que el valor absoluto de la milla en paralelo 29° es para tenerlo en cuenta de comparación con los valores de Toscanelli, esta igualación de valores de los apartamientos hacía útil la carta de Toscanelli; la cual hecha para la Latitud 42°, para navegar en el paralelo 29° con el valor de la Colombina de 1,480 metros, puesto que como dijimos en el día 9 estas igualaciones en vez de pasar de la carta de Toscanelli a la del Almirante se pasaba de la del Almirante a la de Toscanelli. Estas deducciones que se acomodan en el sistema desarrollado por el Almirante en su primer viaje no pueden tener otra alternativa de ser consideradas sino como correcta ya que es la única que da salida lógica y razonable al doble control de distancia llevadas por él; para operar dos sistemas en uno. Y llevando los detalles, cotejando el uno en otro se necesita poseer conocimientos muy sólidos y una cultura vastísima en cartografía, pues no pertenece al ignorante ni al profano ahondar de manera señalada en una disciplina que desconoce, sus yerros serían infinitos. Una gran parte de historiadores, al examinar las condiciones cartográficas del almirante don Cristóbal Colón, han hecho resaltar sus graves errores en cuanto a las medidas del Globo Terráqueo y la distribución de tierras y mares, pero lo lamentable de esto, es que, al no obrar con equidad en sus juicios, resumen en el almirante los errores de todos los cartógrafos antiguos y contemporáneos de él; un examen y análisis de cada una de las tésis cartográficas de Ptolomeo, Marino de Tiro, Pierre D’ Ailly, Toscanelli, Martellus y Martin Behaim sobre quienes el almirante se había cultivado e ilustrado, encontramos grandísimos errores cartográficos, pero los críticos antagonistas de don Cristóbal al no desear ver y compararlo con los cartógrafos dichos arremeten con furia desmedida contra él, achacando los errores de aquellos en él, más bien con el interés de desmentirlos, y haciendo sus conocimientos geográficos pobres, sin caer en 88 Ramón Julio Didiez Burgos cuenta que así empobrecen a todos sus predecesores o contemporáneos del mismo oficio. Es como operar por reflejo. Si grandes fueron los cartógrafos antiguos con todos sus delesnables errores, grandes fue también don Cristóbal Colón en sus concepciones cartográficas, porque sus conocimientos derivaban del club, aún podríamos concluir que fueron más significativos sus trabajos de cartografía porque fueron tomados como referencia para establecer comparaciones que hicieron resaltar los falsos conceptos que existían en la antigüedad del mundo. A don Cristóbal Colón se le debe el que todas estas concepciones erradas quedaran aclaradas y un nuevo criterio surgiera con el descubrimiento de este continente, presentido por el sabio mallorquin Raimundo Lulio, y surgiera como el explemento de lo desconocido, gracias a su error, derivado de los cosmógrafos antiguos y a su perseverancia, el mundo se completó, y así, él corrigiera el falso concepto existente, por muchos que hayan querido hacer aparecer sus grandes desatinos, más han destacado su genio; no se puede hacer opiniones de los cosmógrafos antiguos, sin tener en cuenta a don Cristóbal Colón, quien los corrigió y mostró lo falso de sus ideas en cuanto a la realidad de las dimensiones del Globo, aunque no en su trazado en cartografía. Cuadro de comparación Toscanelli Millas en 1° en el ecuador 67,66 Colón 56,66 Metros en una milla 1,749 1,480 Pies en una milla 5,738 4,854 Millas de apartamiento en el paralelo 42° 50,3 Metros de apartamiento de 1 milla en el paralelo 42° 1,300 Pies de apartamiento de 1 milla en el paralelo 42° 4,265 Millas de apartamiento en el paralelo 29° 42,8 49,6 Metros de apartamiento de una milla en el paralelo 29° 1,295 Pies de apartamiento de una milla en el paralelo 29° 4,245 Capítulo IV Desde el día 10 DE septiembre hasta el día 29 Lunes 10 de septiembre.— “En aquel día con su noche anduvo sesenta leguas, a diez millas por hora, que son dos leguas y medias; pero no contaba sino cuarenta y ocho leguas, porque no se asombrase la gente si el viaje fuese largo”. Martes 11 de septiembre.— “Aquel día navegaron su vía, que era el Oueste, y anduvieron veinte leguas más y vieron un gran trozo de mástil de nao, de ciento y veinte toneles, y no la pudieron tomar. La noche anduvieron cerca de veinte leguas, y contó no más de dieciséis por cada dicha”. Durante este día, la única novedad que registra el Almirante en su viaje fue la de haber encontrado un trozo de mástil flotando, similar al de la Santa María que era de unos 120 toneles. Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... Miércoles 12 de septiembre.— “Aquel día, yendo su vía anduvieron en noche y día treinta y tres leguas, y contando menos por dicha causa”. Jueves 13 de septiembre.— “Aquel día con su noche, yendo a su vía, que era al Oueste, anduvieron treinta y tres leguas, y contaba tres o cuatro menos. Las corrientes eran contrarias. En ese día el comienzo de la noche, las agujas nordesteaban, y a la mañana noruesteaban algún tanto” (8). En este día dice que las corrientes le eran contrarias, en esta parte del Atlántico las corrientes generales de esta zona son favorables, pero parece que algún fenómeno oceánico produjo un arrastre de corriente que mostraba los contornos contrarios a su ruta y de ahí que él considerara este movimiento del mar como normal. Al anochecer las agujas caían al este de la estrella Polar y al amanecer caían a la izquierda de la estrella Polar, al oeste, como en el Diario hay tres observaciones similares, dejamos para el día 30 de septiembre, que es la última para hacer el comentario del aspecto magnético del Atlántico. Viernes 14 de septiembre.— “Navegaron aquel día su camino al Oueste con su noche, y anduvieron veinte leguas; contó algunas menos: aquí dijeron los de la carabela Niña que habían visto un garjao y un rabo de junco, y estas aves nunca se apartan de tierra cuando más veinticinco leguas”. Sábado 15 de septiembre.— “Navegó aquel día con su noche veintisiete leguas su camino al Oueste, y algunas más, y en esta noche al principio della, vieron caer del cielo un maravilloso ramo de fuego en la mar, lejos de ellos cuatro o cinco leguas”. Durante el crepúsculo vespertino vieron caer un rayo ramificado en varias millas de distancia. El padre Las Casas en su Historia de las Indias, capítulo XXXVI dice a este respecto “todas estas cosas alborotaban y entristecían la gente y comenzaban a estimar que eran señales de no haber emprendido buen camino” con fenómenos tan corrientes en la naturaleza, que es de suponerse que todo ser viviente tiene que haberlos visto por un sin número de veces en su vida, trata Las Casas de justificar su incomprensibilidad de los dos controles de velocidad o distancia, empezando a alterar las gentes como el factor quimérico de un engaño infantil del Almirante. Domingo 16 de septiembre.— “Navegó aquel día y a la noche a su camino el Oueste; andarían treinta y nueve leguas; pero no contó si no treinta y seis; tuvo aquel día algunos nublados, llovizno; dice aquí el Almirante que hoy y siempre de allí adelante 89 hallaron aires tempranísimos: que era placer grande el gusto de las mañanas, que no faltaba si no oír ruiseñores; dice él, y era el tiempo como Abril en Andalucía. Aquí comenzaron a ver muchas manadas (9) de yerba muy verde que poco había, según le parecía, que se había desapegado de tierra, por lo cual todos juzgaban que estaba cerca de alguna isla (10); pero no de tierra firme, según el Almirante, que dice; porque la tierra firme hago más adelante”. En este día empezaron a ver el mar de sargazos, hierba verde que crece algo tupida y se distribuye en balsas o manadas. La presencia de una pradera tan grande en medio del océano desconocido pudo haber infundido temor a las tripulaciones, en razón a que nunca habían visto este gran depósito de yerbas en la mar y también el que podía encubrir bajos peligrosos; el instinto de conservación respaldado por la superstición tiene que haber inquietado a todos los tripulantes sobre todo contra don Cristóbal Colón que fue quien planeó y estaba efectuando el viaje. Al conjeturarse que la hierba era de peña, y era dable a la razón deducir que había alguna isla o rompiente cercana, todos los tripulantes se mantenían tensos en la vigilancia y algo temerosos por la poca distancia comunicada; el Almirante admitía la posibilidad de alguna isla no figurada en el mapa de Toscanelli o en el suyo, pero no de tierra firme. El domingo 10 de febrero del 1493 el Almirante asentó en el Diario “que primero anduvo doscientas sesenta y tres leguas de la isla de Hierro a la venida que viese la primera yerba etc.”, contabilizando las leguas desde el día 8 hasta el 16 nos encontramos que esta distancia se encuentra en la cuenta menor o del engaño con 263 para las 4h–30m en la tarde, todavía el sol estaba afuera, el se pondría a la 6h– 02m (hora verdadera), y para la cuenta cierta 284 para la misma hora, es inexplicable que si la cuenta real fuera 284 no se refiriera a ésta sino a la falsa (vea Tabla no. 1). Este inocente detalle hace notable que sus velocidades se originaban en la cuenta menor y de esta iba a la cuenta mayor, y no lo contrario como ha hecho ver el padre De las Casas. Lunes 17 de septiembre.— “Navegó a su camino al Oueste, y andarían un día y noche cincuenta leguas y más; no asentó sino cuarenta y siete; ayudábanles la corriente; vieron mucha yerba y muy a menudo, y era yerba de peñas, y venía la yerba de hacia Poniente; juzgaban estar cerca de tierra(11); 90 Ramón Julio Didiez Burgos tomaron los pilotos el norte marcándolo, y hallaron que las agujas noruesteaban una gran cuarta, y temían los marineros, y estaban penados y no decían de que. Conociólo el Almirante, mandó que tornarsen marcar el Norte en amaneciendo, y hallaron que estaban buenas las agujas, la causa fue porque la estrella que parece hace movimiento y no las agujas (12). En amaneciendo aquel lunes vieron muchas más yerbas, y que parecían yerbas de ríos, en las cuales hallaron un cangrejo vivo, el cual guardó el Almirante, y dice que aquellos fueron señales ciertas de tierra, porque no se hayan ochenta leguas de tierra; el agua de la mar hallaban menos salada desde que salieron de Canarias; los aires siempre más suaves; iban muy alegres todos, y los navíos quien más podía andar andaban por ver primero tierra; vieron muchas toninas, y los de la Niña mataron una. Dice aquí el Almirante, que aquellas señales eran del Poniente donde espero en aquel alto Dios, en cuyas manos están todas las victorias, que muy presto nos dará tierra. En aquella mañana dice que vido un ave blanca que se llama Rabo de Junco, que no suele dormir en la mar”. “vido un ave blanca que se llama Rabo de Junco que no suele dormir en el mar”. Las novedades de este día se circunscriben a considerar el estar cerca de tierra por deducir que la yerba o zargazos venían de las peñas a orillas de las islas, las cuales se desprendían por el empate de la mar; al encontrar las líneas que forman en la superficie las corrientes oceánicas, desplazándose en el mismo sentido del rumbo le hizo presumir al Almirante, que las corrientes le ayudaban, no estaba mal fundado, así era: durante el anochecer marcaron los pilotos la estrella polar con la aguja y encontraron que la separación de esta era aún mayor que el día 13 por lo que su preocupación era grande. Ellos estaban acostumbrados a navegar en un predio en que las oscilaciones de la aguja y la Estrella era muy poco; era razonable que este fenómeno los alarmada, el Almirante, caído en cuenta de lo que sucedía espero al amanecer y puso rumbo al norte donde se vio que la aguja y la estrella coincidían; esta demostración y la explicación del fenómeno que les dio les calmo. La discusión del asunto del magnetismo en el Atlántico lo ha reservado para exponerlo el día 30 de septiembre que fue la última observación. Al amanecer hallaron un cangrejo vivo sobre un manojo de hierbas y los marineros lo cogieron y se lo dieron al Almirante, quien lo guardó; y por la distancia caminada y la que le faltaba a una isla que tenía dibujada en su carta dedujo que estos crustáceos no se alejaban más de 80 leguas de tierra, la isla imaginaria estaba a 363 leguas desde la isla de Hierro y él había caminado por la cuenta menor hasta el amanecer del día 17,283 leguas; los tripulantes “iba muy alegres todos, y los navíos quien más podían andar, andaban por ver primero tierra”. Datos que justifican la esperanza de ver tierras pronto, a 10 días de viajes, de manera que la inquietud de la tripulación por sí el “viaje fuese luengo” ha quedado deshecho por las notas del mismo Almirante y también atestiguada la derrota doble de él, el incentivo de los 10,000 maravedíes no daba lugar a pensar ya en disgustos si no en un premio vitalicio, este era y fue su inquietud desde que salieron de las islas Canarias, izaban las velas todo lo mejor que fuera en los palos para que cada navío hiciera mejor camino. Esta isla imaginaria quedaba a 67 leguas al este de la isla Antilia, o sea 6°. El padre Las Casas da para este día una distancia de 370 leguas en la cuenta mayor, desde la isla de Hierro, pero la cuenta mayor desde la isla de Hierro, por el Diario es de 356; la cuenta correcta para la carta de Toscanelli desde la isla de Hierro es de 383,7, pero la 370 es la distancia caminada al 17 desde la Gomera. Martes 18 septiembre.— “Navegó aquel día con su noche y andarían más de cincuenta y cinco leguas, pero no asentó sino cuarenta y ocho; llevaba todos estos días mar muy bonanza, como en el río de Sevilla. Este día Martín Alonso, con la Pinta. Que era gran velera, no espero porque dijo al Almirante desde su carabela que había visto gran multitud de aves y hacia el poniente y que aquella noche esperaba ver tierra (13) y por eso andaba tanto. Apareció a la parte del Norte una gran cerrazón, que es señal de estar sobre la tierra”. Por el andar de este día y las condiciones de mar tranquila “como en el río de Sevilla” se deduce que las carabelas andaban cerca de la línea límite de los vientos del nordeste, donde su fuerza queda reducida, pero por la condición de bonanza del mar Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... impulsa las embarcaciones en toda su efectividad en uno u otro lado de ella; lo que sí parece es que todavía estaba en la parte sur de ella. El vuelo de las aves fue en esos tiempos en el mar la señal indicadora de la dirección de la tierra, sobre todo para aquellas que no siendo palmípedas, denunciaban su procedencia de tierra, los portugueses habían descubierto en varias ocasiones, por estos indicios en sus viajes, tierras no conocidas. La carabela Pinta que era la más velera, y que mandaba Martín Alonso Pinzón, se adelantó en la esperanza de que aquella noche verían tierra; era natural que supiese que esa noche la verían porque las aves duermen en tierra y que la distancia de vuelo de ella a tierra era corto y que si ellas dormían esa noche en ella, ellos la encontrarían esa misma noche, criterio justo y razonable por parte de don Martín Alonso, pero parece que donde descansaban las aves era en las grandes masas de algas o zargazos, porque la tierra no la encontrarían a más que sólo habían navegado 354 leguas por la cuenta corta y 384 por la cuenta larga o de Toscanelli; otro de los fenómenos que indujo a don Martín a pensar así, fue la gran cerrazón que se le produjo en el norte donde estaban; este fenómeno atmosférico generalmente siempre se producía en los lugares donde hay tierras, extendiéndose luego a la mar pero en este caso se le produjo sobre la zona neutra de la división de los vientos, la gran cantidad de vapor de agua que se genera en el día al no ser arrastrados se arremolinan, se condensan y se concentran unas veces para precipitarse en forma de lluvia o correr sin precipitarse, admirable observación de don Martín Alonso Pinzón. Miércoles 19 de septiembre.— “Navegó su camino, y entre día y noche andarían veinticinco leguas, porque tuvieron calma; escribió veintidos. Este día, a las diez horas, vino a la nao un alcatraz, y a la tarde vinieron otro, que no suele apartarse veinte leguas de tierra (14): vinieron unos llovizneros sin viento, lo que es señal cierta de tierra, no quiso detenerse barloventeando el Almirante para averiguar si había tierra; mas de que tuvo por cierto que a la banda del Norte y del Sur había algunas islas, como la verdad lo estaban y él iba por medio de ellas; porque su voluntad era de seguir adelante hasta las Indias, y el tiempo es bueno, porque placiendo a Dios a la vuelta se vería todo; estas son sus palabras. Aquí descubrieron sus puntos los pilotos; el de la Niña se hallaba de las Canarias cuatrocientas cuarenta leguas; el de la Pinta cuatrocientas veinte; el de la donde iba el Almirante cuatrocientas justas” (15). 91 Durante este día las carabelas alcanzaron a estar a la altura por donde pasa el límite de los vientos del nordeste y señal de ello fue la llovizna que les cayó encima sin vientos, como característica muy significativa de la Meteorología de la zona, el Almirante atribuyó esto a estar cerca de tierra, además de que tenía la seguridad de que al norte y el sur existía algunas islas, al asegurar Las Casas que las habían y que el Almirante estaba en medio de ellas, deja ver que en la carta de Toscanelli habían algunas islas dibujadas a esta distancia o en la carta dibujada por él; estas afirmaciones quedan enmarcadas en la distancia navegada, hasta el día 19 de septiembre, el padre De las Casas en su capítulo XIII de su Historia de las Indias “dice pues, Cristóbal Colón, entre otras cosas que puso en sus libros por escrito, que hablando, con hombres de la mar, personas diversas que navegaba en los mares de Occidente, mayormente a las islas de las Azores y de la Madera, entre otras, le dijo un piloto del rey de Portugal, que se llamaba Martín Vicente, que hallándose una vez 450 leguas al Poniente del Cabo de San Vicente vido y cogió en el navío en el mar un pedazo de madera labrada por artificio, y a la que juzgaba, no con hierro de la cual y por haber muchos días ventado vientos Ponientes imaginaba que aquel palo venía de alguna isla o islas que hacía el Poniente hubiese. También otro que se nombró Pedro Correa concuño del mismo Cristóbal Colón, casado con la hermana de su mujer, le certifico que en la isla de Puerto Santo había visto otro madero venido con los mismos vientos, y labrado de la misma forma, e que también (había) visto cañas muy gruesas que en un cañuto dellas podían caber tres azumbres de agua o del vino; y esto mismo dice Cristóbal Colón que oyó afirmar al Rey de Portugal, hablando con él en estas materias, y que el rey se las mandó mostrar. El cual tuvo por cierto (dijo el Cristóbal Colón) ser las dichas cañas de algunas islas o isla que no estaba muy lejos” “Asimismo un Antonio Leme, casado en la isla de Madera, le certificó que habiendo una vez corrido con su carabela buen trecho al Poniente, había visto tres islas cerca de donde andaba” (de seguro que por donde andaba Colón), por lo que se ve, las distancias dadas por Vicente a Colón fue que él consideró que hallarían las islas supuestas y vistas por ellos al oeste de cabo San Vicente o de la isla Madera a la distancia que ya tenía navegado en esa fecha, 400 leguas. En este día los tres pilotos de las tres carabelas se acercaron e hicieron comparaciones de las distancias navegadas, el de la Santa María, Alonso Niño, 92 Ramón Julio Didiez Burgos asesorado y guiado por Colón en la cuenta menor dio 400 leguas, el de la Pinta, Cristóbal García Sarmiento dio 420 leguas y el de la Niña Sancho Ruiz de Gama dio 440 leguas. Alonso Niño suministró la misma distancia menor que Cristóbal Colón, la cual se considera a partir de la isla de Hierro. Alonso Niño determinando la velocidad lo mismo que el Almirante o apuntaba la distancia menor dada por él para luego tenerla como cuenta de él. Esto se verá más adelante; Cristóbal García Sarmiento parece haber dado distancia desde la isla Gomera y Sancho Ruiz de Gama desde la isla Gran Canaria, al quererse justificar este aserto de lo dicho por el padre Las Casas en su Historia de las Indias, capítulo XXXVI “el de la carabela Niña se hallaba de la Canarias 440 leguas”, estas distancias parece que fueron contabilizadas sobre el método normal y sin alterar sus resultados los cuales eran llevados en la carta hecha por Colón, aunque esta última se acerca a la cuenta de Toscanelli la cual es 436, la dada por Colón pero que en realidad es 443 leguas las que debió contabilizar para esa carta (la de Toscanelli), por lo que veremos luego, la distancia dada por Alonso Niño al coincidir con la anotada por el Almirante en el Diario es correcta; la otra distancia que es la que se considera la real es la que corresponde a la carta de Toscanelli en equivalencia. Jueves 20 de septiembre.— “Navegó ese día al Oueste del Oueste cuarta del Norueste, y a la medida partida, porque se mudaron muchos vientos con la calma que había; andarían hasta siete u ocho leguas. Vieron a la nao dos alcatraces, y después otro, que fue señal de estar cerca de tierra, y vieron mucha yerba, aunque el día pasado no habían visto de ella. Tomaron un pájaro con la mano, que era como un garjao; era pájaro del río y no de mar los pies tenía como gaviota; vinieron al navío en amaneciendo, dos o tres pajaritos de tierra, cantando, y después antes del sol salido desaparecieron; después vino un alcatraz; venía del Ouesnorueste iba al sueste porque estas aves duermen en tierra y por la mañana van a la mar a buscar su vida, no se alejan veinte leguas”. En este día se ve que cayó en la zona neutra de los vientos o el límite de los vientos del Nordeste, las diferentes direcciones de donde les sopla el viento; indican esta contingencia, la visita de alcatraces y otros pájaros de tierra que indicaban que estarían cerca de alguna isla, pero ahora que se conoce la geografía del Atlántico, se puede apreciar que estas aves eran empujadas por los vientos del oeste o el noroeste de las islas Bermudas sobre el mar abierto y estos al encontrar las grandes masas de algas se sostenían sobre ellas hasta encontrar condiciones atmosféricas que le permitiera volver a tierra firme o a su isla. Viernes 21 de septiembre.— “Aquel día fue todo lo más calma y después algún viento: andarían entre día y noche dello a la vía, y dello no hasta trece leguas; en amaneciendo hallaron tanta yerba que parecía ser la mar cuajada de ella, y venía del Oueste; vieron un alcatraz, la mar muy llana como un río, y los aires los mejores del mundo. Vieron una ballena, que es señal de que estaban cerca de tierra, porque siempre andan cerca” (16). El poco andar de este día y el rumbo hacia el Oeste le mantenía dentro de la zona neutra de los vientos, donde la mar se manifiesta calmada, según la visita de aves a las carabelas, vieron una ballena y consideraron que había tierra cerca porque éstas siempre no se alejan de ellas pero por lo que podemos ver, todas las señales en el mar eran tomadas como motivo de estar cerca de tierra al relacionarlas con estas circunstancias. Sábado 22 de septiembre.— “Navegó al Oues-norueste más o menos, acostándose a una y a otra parte; andarían treinta leguas; no veían casi yerba; vieron unas pardelas y otra ave; dice aquí el Almirante; mucho me fue necesario este viento, contrario porque mi gente andaba muy estimulados (17), que pensaban que no ventaban estos mares vientos para volver a España. Por un pedazo de día no hubo yerba después, muy espesa”. “Durante este día avanzó mucho al norte de la línea límite de los vientos del nordeste, razón para encontrar los vientos reinantes al norte de esta línea, Norueste; aún que soplaba de esta orientación, no era para levantar el mar, si bien encontraban alguna mar era la de recalada de la existente más al norte, el rumbo que llevaba al Ouesnorueste lo profundizaba más en la zona de los vientos del Oeste y la mar más movida, pues se verá que al continuar así hacia el norte, encontró un tiempo muy diferente al que tenía. 16 días tenía de haber salido de la Gomera, navegando al Oeste, y no encontraron las islas que tanto vieron desde las Azores, Maderas y las Canarias, solo mar y cielo y ahora algo que nunca habían visto ojos humanos, el mar de Zargazos, siempre viento del Nodeste y nunca al Oeste, la estrella Polar inclinada en otro ángulo diferente al de Europa; nunca tripulante de navíos de esta época habían pasado tantos días sin ver tierra, aunque navegaren distintas mayores era siempre a la vista de costas, en este viaje todo era diferente, si estimamos que, por razones de cultura de las gentes humildes y sus pocos accesos a las Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... fuentes verídicas de los avances de la ciencia, estas tripulaciones eran propensas a la supersticiones o a relacionar los hechos o fenómenos naturales con leyendas fantásticas, diformadas en extremo por los dogmas religiosos de la época; así su sensibilidad al temor y a lo siniestro era altamente peligroso, y sobre todo en un conglomerado donde todos los individuos eran afines; este estado de incertidumbre era desesperante y bastaba una sola chispa de rebelión para que estallara con consecuencia lamentable”. No es para sancionar y criticar acremente a los tripulantes de la Santa María, si se comprenden muchas de estas razones, la resignación con que soportaron un destino incierto es para tenerse en consideración como un esfuerzo abnegado en el sacrificio por una empresa incierta. La espera de verse coronado pronto en el viaje con encontrar tierra fue el incentivo de su paciencia, pero al no encontrarla, en los lugares señalados por las cartas, decayeron sus ánimos y sus esperanzas de hallarlas pronto; razón suficiente para que apoderara de ellos una especie de desengaño y dieran a comentar y a murmurar acerca del viaje y su finalidad; es natural y corriente que en estos tiempos de leyendas y supersticiones ocurriera esto. Los continuos sermones de esperanzas y paciencia del Almirante mantuvo los ánimos calmados, de sus hombres, los cuales, a pesar del tiempo y la distancia navegada, se sostenían tan sólo en el aspecto de comentarios y murmuraciones sordas, sin que ello representara un peligro, hasta ahora, de amotinamiento. El viento que le sopló este día del oeste fue un lenitivo espiritual para todos puesto que por lo que asienta el Almirante en el Diario deja ver que la tripulación comentaba que por esos lugares no soplaba viento contrario para volver a España con la misma facilidad con que habían llegado hasta allí, esto es, la conjetura era la de la distancia en función del tiempo, el cual se representaría doble o más, con la premisa de que las provisiones podían agotarse antes de alcanzar las costas de las Canarias, la conjetura era sensata y razonable, un criterio inobjetable y juicioso, y contra esta forma de enfocar la situación en que se veían, no existían razones contrarias que pudieran desvirtuar esta verdad, pero siempre el Almirante se salía de los problemas más álgidos y más apremiantes, bien porque la Providencia le asistía desde lo desconocido o que haciendo recurso de su experiencia 93 alzara en rumbos hacia el norte en busca de esta zona de vientos contrarios, conocidos por él cuando viajaba con los portugueses hacia la Guinea y desde aquí para Lisboa. En dicho regreso a Lisboa desde la Guinea los portugueses navegaban a lo Los portugueses navegaban a lo largo de la costa de África hasta las islas Canarias en su regreso hacia Portugal, y desde aquí hacia las Azores, a donde encontraban los vientos del Poniente que los llevaban hasta Lisboa. largo de la costa de África hacia el Norte hasta las Canarias y de aquí las Azores donde soplan los vientos del oeste, con este viento del Poniente llegaban rápido a Lisboa. No hay duda que el Almirante al conocer las murmuraciones que ya venían sucediéndose desde el día 19 intentaron rebasar la línea límite de los vientos del nordeste, que ya conocía por experiencia, para enseñarle a las gentes que, si existían vientos del poniente para volver a España en esta zona, no existe una razón lógica, ni una explicación en el Diario de estos cambios de rumbos al norte, a menos que no fueran hechos como un recurso de su experiencia para detener el creciente disgusto por parte de la tripulación de la Santa María. A pesar de la 94 Ramón Julio Didiez Burgos cuenta corta y la larga “el viaje pareció luengo”, como ese fue el motivo de las dos cuentas y ya se gestó el disgusto entre los tripulantes, este sistema no tenía ya lugar a seguirse, porque con ella y sin ella, la tripulación estaba ya resentida, y por tanto, irle suministrando las informaciones de distancias que agrandaban su lejanía eran atormentarlos más y precipitar hechos imprevistos; sin embargo, la cuenta larga y la corta siguió siendo llevada por el Almirante impertérritamente hasta el final del viaje; más evidencia de que esta doble contabilidad no estribaba en engañar a la tripulación; “por si el viaje resultaba luengo”, sino porque el Almirante llevaba su derrota en dos cartas planas, la de Toscanelli y la de él como ya se ha demostrado. Domingo 23 de septiembre.— “Navegó al Norueste, y a las veces a la cuarta del Norte, y a las veces a su camino, que era el Oueste, y andaría hasta veintidós leguas; vieron una tortola y un alcatraz, y otro pajarito de rio, y otras aves blancas; las yerbas eran muchas, y hallaban cangrejos en ellas, y como la mar estuviese mansa y llana, murmuraba la gente diciendo: que pues por alli no había mar grande, que nunca ventaría para volver a España; pero después alzóse mucho la mar y sin viento, que los asombraba, por lo cual dice aquí el Almirante; así que muy necesario me fue la mar alta, que no pareció, salvo el tiempo de los judíos cuando salieron de Egipto contra Mousén, que los sacaron de captiverio”. En este día el Almirante siguió navegando más al norte hasta llegar a unas 100 millas antigua al norte de la línea límite de los vientos del nordeste (80 millas náuticas) durante el día la mar le fue llana, pero a medida que se le acercaba la noche en la mar y el viento predominante de esta zona fueron apareciendo del poniente, contrario a su vía, el Almirante alcanzó su objetivo, les enseñó que desde esta zona podían encontrar el tiempo adecuado para volverse a España derecho en el mismo tiempo en que vinieron hasta aquí; la demostración fue lo suficiente para acallar las murmuraciones atinadas que tenía la tripulación y proseguir su viaje de descubrimiento, vieron mar alta y viento contrario, gran parte de sus temores tuvieron que haber desaparecido, aún que no el de la lejanía. Gran alivio sintió el Almirante al ver la mar levantarse, que admitió en su espíritu la asistencia de Dios en estos momentos cuando más necesitaba de los elementos que acudieran en su ayuda para confirmar, quizá el descontento que parecía creciente, y que diera al traste con la última esperanza en su vida de hacer realidad la idea de muchos años, la de llegar a las Indias por el Poniente; en su regocijo íntimo no podía él dar gracias a Dios por su intervención y comparar este hecho con la asistencia de la Providencia a Moisés en 1500 años antes de Cristo, cuando sacaba a los judíos de Egipto para formar su propio pueblo y no vivir esclavizados de los Faraones. El éxodo que así fue llamado esta migración en masa de una raza, vivió en su mente en este instante y en el que se inspiró como una repetición del hecho. Lunes 24 de septiembre.— “Navegó su camino al Oueste día noche, y andarían catorce leguas y media; contó doce; vino al navío un alcatraz y vieron muchas pardelas”. En este día ya satisfecho de haber actuado de manera hábil para confirmar la inquietud de su tripulación por la distancia a que estaban de las islas Canarias, no siguió al norte sino que cambió su rumbo al oeste que era su camino; siguió navegando con calma y más llena hasta amanecer. Martes 25 de septiembre.— “Este día hubo mucha calma, y después ventó, y fueron en camino al Oueste hasta la noche. Iba hablando el Almirante con Martín Alonso Pinzón, capitán de la otra carabela Pinta, sobre una carta que le había enviado tres días hacia a la carabela, donde según parece tenían pintadas el Almirante ciertas islas por aquel mar (18), y decía Martín Alonso que estaban en aquella comarca, y decía el Almirante que así le parecía a él, pero puesto que no hubiesen dado con ellas lo debía haber causado las corrientes que siempre habían echado los navíos al nordeste, y que no habían andado tanto como los pilotos decían: y estando en esto dijo el Almirante que enviase la carta dicha, y enviada con alguna cuerda comenzó el Almirante a cartear en ella con su piloto y marineros: al sol puesto subió el Martín Alonso en la popa de su navío, y con mucha alegría (19) llamó al Almirante, pidiéndole albricias que vía tierra, y cuando se le oyó decir, con afirmación el Almirante, dice que se echó a dar gracias a nuestro Señor de rodillas, y el Martín Alonso decía Gloria in excelsis Deo con su gente: lo mismo hizo la gente del Almirante, y los de la Niña subiéronse todos sobre el mastel y en la jarcia, y todos afirmaron que era tierra, y el Almirante así pareció, y que habría a ella veinticinco leguas; estuvieron hasta la noche afirmando todos ver tierras; mandó el Almirante dejar su camino, que era el Oueste, y que fuesen todos al Sudueste, adonde había aparecido la tierra; habría andado aquel día al Oueste cuatro leguas y media, y en la noche al Sudeste diez y siete leguas, que son veintiuna, puesto que decía a la gente trece leguas, Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... porque siempre fingía a la gente que hacía poco camino, porque no les pareciese largo; por manera que escribió por dos caminos aquel viaje; el menor fue fingido, y el mayor el verdadero; anduvo la mar muy llana, por el cual se echaron a nadar muchos marineros; vieron muchos dorados y otros peces”. Siguió navegando en este día al oeste con calma y poco viento; bajo estas condiciones meteorológicas cerca de la zona de calma del límite de los vientos del norte, se acercaron a la Santa María y a la Pinta y hablaron de la carta que el Almirante le prestó a Martín Alonso Pinzón donde tenía dibujada la isla de Antilia en estos alrededores, tal como lo figuraba Toscanelli en su carta y a la distancia de 322°, o sea 38° de las islas Canarias que representaban 1850 millas o 462 leguas, ya ellos habían navegado para la tarde de ese día 489 leguas por la cuenta corta, ficticia o colombina y 536 por la cuenta larga, verdadera o Toscanelliana, al no ver la isla se extrañaron de no haberla encontrado, la corriente cargó con la culpa y los pilotos se llevaron el desengaño de haber llevado mal la cuenta de la velocidad. Para la cuenta larga verdadera o Toscanelliana dijimos que el Almirante tenía apuntado 536 leguas en el Diario, hasta la puesta del sol, pero lo que correspondía era 568 leguas, de donde se ve que habían rebasado la distancia a que Toscanelli tenía dibujado en su carta la isla Antilia y había alcanzado su distancia, a que él la tenía dibujada en su carta (489 leguas), de donde se deduce que lo citado por fray Bartolomé de las Casas en su capítulo XXXVIII “esta carta es la que le envió Paulo, físico, el florentin, la cual yo tengo en mi poder con otras cosas del Almirante mismo que descubrió estas Indias, y escrituras de su misma mano, que vinieron a mi poder, en ella le pintó muchas islas y tierra firme que eran el principio de la India, y por allí los reinos del Gran Khan, dicienle las riquezas y felicidad del oro y perlas y piedras de aquellos reinos, […]y según el paraje que en la dicha figura e islas que le pintó, sin duda parece que ya estaban en ellas, y así están todas estas islas cuasi en aquella distancia, y por el crédito que Cristóbal Colón le dio al dicho Paulo, físico, ofreció a los Reyes descubrir los reinos del Gran Khan y las riquezas oro y piedras y especierias, que en ellos habia”, no era la carta de Toscanelli sino la de él, donde pintó algunas islas imaginarias las que creyó que encontraría en el camino el día 18 de septiembre, a 366 leguas de las islas Canarias por la cuenta corta ó 426 leguas por la cuenta larga, al no encontrar la isla a esa distancia por la cuenta de su carta la borró 95 del mapa, borradura que fue visible en la carta para el padre De las Casas la viera y la diera a conocer en su Historia de las Indias. Al amanecer don Martín Alonso Pinzón al otear el horizonte vio a lo lejos nubes altas y estables, fenómenos propios de estas zonas de calma; estas nubes altas tienen toda la característica de la tierra, vista a distancia, no hay alternativa de confundirla con ella, yo las he contemplado por múltiples veces pero como poseía cartas de los lugares donde navegaba descontaba la existencia de tierras a lo lejos para admirarme de la exactitud del parecido con tierra, la carta ya había sido pasada a don Cristóbal Colón a la Santa María quien se encontraba frente a ella en sus meditaciones náuticas, cuando don Martín dio el aviso de ver tierra a lo lejos, la coincidencias afortunada de estar figurando la isla en esas inmediaciones y el anuncio de don Martín, levantó el revuelo entre todos los tripulantes, las jarcias, la cofa o gavia el castillo de proa, la toldilla de popa, acogieron a toda la tripulación para contemplar lo que esperaban ver hacía 19 días, tierra; todos afirmaban verla y certificaban que era tierra, cambiaron rumbo hacía ella, al Sudueste, así lo hacen todo el Almirante en su Diario, don Martín Alonso Pinzón fue el primero que la vio y era el merecedor del premio que los Reyes habían ofrecido, los 10,000 maravedíes, el Almirante consideró verdadero el anuncio de don Martín y se hincó a dar las gracias a Dios por haberle dado tierra, en el preciso momento cuando la necesitaba; los marinos se recobraron, se rezó, se cantó el Gloria in Excelsis Deo, toda fue alegría y se olvidaron disgustos y pasiones. ¡Habían descubierto tierra y se dirigían a ella! Miércoles 26 de septiembre.— “Navegó a su camino al Oueste hasta después del mediodía, de allí fueron al Sudueste hasta conocer que lo que decían que había sido tierra no lo era, sino cielo; anduvieron día y noche treinta y una legua, y conto a la gente veinticuatro. La mar era como un río, los aires dulces y suavísimos”. Al amanecer de este día vino con el desengaño de lo que habían visto el día anterior había sido tierra ficticia, muchos renegaron de la vela que había pasado y renació la incertidumbre y la desconfianza al verse más lejos de sus tierras y aún no existía la más leve esperanza de ver tierra, la calma del tiempo se hacía más clara, iban hacia el Sur, y se internaban de nuevo en la línea límite de los vientos del nordeste; a pesar del desengaño las tripulaciones se entretenían en la pesca y en el baño en aguas tan tranquilas “la mar era como un río”, seguía la doble cuenta de velocidad, más bien 96 Ramón Julio Didiez Burgos por las razones antes dichas y no por creerse que engañaba a los tripulantes. Jueves 27 de septiembre.— “Navegó a su vía al Oueste, anduvo entre día y noche veinticuatro leguas, contó a la gente veinte leguas, vinieron muchos dorados, mataron uno, vinieron un rabo de Junco”. Viernes 28 de septiembre.— “Navegó a su camino al Oueste, anduvieron día y noche con calma catorce leguas, contaron trece: hallaron poca yerba, tomaron dos peces dorados, y en los otros navíos mas”. Sábado 29 de septiembre.— “Navegó a su camino al Oueste, veinticuatro leguas, contó a la gente veintiuna; por calmas que tuvieron anduvieron entre día y noche poco. Vieron un ave que se llamaba rabiforcado, que hace vomitar a los alcatraces lo que comen para comerlo ella, y no se mantiene de otra cosa: es ave de la mar, pero no posa en el mar ni se aparta de tierra veinte leguas; hay de estas muchas en las islas de Cabo Verde: después vinieron dos alcatraces; los aires eran muy dulces y sabrosos, que dizque que no faltaba si no oír al ruiseñor, y la mar llana como un río; parecieron después en tres veces tres alcatraces y un rabiforcado, vieron mucha yerba”. El rabiforcado o rabihorcado. Para este día la mar siguió en calma y ya habían cruzado al sur de la línea límite de los vientos del noroeste, ahora el viento lo impulsaría con mayor velocidad, vieron las mismas aves. Capítulo V Desde el día 30 de septiembre hasta el 1 de octubre Domingo 30 de septiembre.— “Navegó su camino al Oueste, anduvo entre día y noche por las calmas catorce leguas, contó once; vinieron al navío cuatro rabos de Junco, que es gran señal de tierra, porque tantas aves de un naturaleza juntas es señal que no andan desmandadas ni perdidas; vieron cuatro alcatraces en dos veces, yerba mucha. Nota; que las estrellas que se llaman las Guardas, cuando anochece, están junto al brazo de la parte del Poniente, y cuando amanece están en la línea debajo del brazo al Nordeste, que parece que toda la noche no andan salvo tres líneas que son nueve horas, y esto cada noche; esto dice aquí que el Almirante. También en la noche siendo las agujas noruestean una cuarta, y en amaneciendo están con las estrella justo; por lo cual parece que las estrellas hacen movimiento como las otras estrellas, y las agujas piden siempre la verdad”. En este día siguió la calma, estaban al sur de la línea límite de los vientos del nordeste, siguieron las visitas de aves y encontraron mucha yerba, sin duda alguna estos grandes mantos de algas reducían la velocidad de las carabelas. Durante la noche en el crepúsculo observó el Almirante la posición de la estrella polar, y cuando amaneció también la observó, a esto anota. “Que las estrellas que se llaman las Guardas, cuando anochece, están junto al brazo de la parte del Poniente y cuando amanece están en la línea debajo del brazo al Nordeste, que parece que en toda la noche no andan salvo tres líneas, que son nueve horas, y esto cada noche”. Esta observación del Almirante nos hace recordar que en el siglo xv los astrónomos desarrollaban sus observaciones en tierra con toda normalidad y de acuerdo a sistemas ya establecidos entre ellos, pero al llegar Martín de Bohemia (Behaim) a Lisboa en 1484 y dar a conocer el uso del astrolabio en la mar, el Rey se interesó y le llamó a formar parte de la “Junta de los Matemáticos” para enseñar a sus navegantes a determinar la posición de la nave en la mar y poder dirigirse con más seguridad en sus derrotas a los lugares de destino. La hora en el mar Los astrónomos al querer establecer reglas fácilmente manejables por los navegantes, se encontraron con el inconveniente de que casi todos los pilotos eran analfabetos, que eran propiamente los oficiales navegantes de los navíos, difícil situación que conjuraron, basando las reglas que iban a establecer, sobre otros que ellos seguían desde hacía bastante tiempo en el mar. Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... 97 memoria todas estas reglas para quedar entrenado en cualquier momento de la hora y de la latitud si tomaba la altura con cuadrante o astrolabio. Al hacer uso de este sistema y conocer los astrónomos del error de ellos desfigurar la estrella Polar como fija en el polo, colocaron el polo geográfico Kochab y la Polar se unían por una línea imaginaria que hacía de aguja horaria. Hace muchos años los marinos y los pastores de los campos interpretaban la hora de la noche observando la posición de la constelación de la Osa Menor o Bocina en su giro nocturno; consideraban que la Stella Maris o estrella Polar permanecía fija o inmóvil en el cielo y las demás estrellas giraban alrededor de ella esta constelación está formada por las estrellas A (Alfa o Polar), Z (Zeta), E (Epsilon), Y (Gamma), B (Beta o Kochab) la más brillante de todas, estas dos últimas las llamaban las Guardas o Dos Hermanos; al usar como reloj esta constelación unían por una línea imaginaria a la Polar y a la Kochab que hacía de aguja horario, el movimiento de esta línea o aguja eran en sentido contrario de la bóveda celeste o de las manecillas del reloj, las 24 horas del día estaban representadas en el círculo que describían las Guardas, menos cuatro minutos, por cuya razón cada 15 días el tiempo solar perdía una hora con respecto al tiempo sideral. A este sistema los astrónomos inscribieron una figura de un hombre parado dentro del círculo que describían las estrellas, con los codos apoyados a la cintura y los antebrazos extendidos al este y al oeste, en esta figura se distinguían, la cabeza, el brazo derecho, los pies (el derecho y el izquierdo) y el brazo izquierdo, sobre estos elementos de la figura y el Giro de las Guardas o Los Hermanos; sobre ellos se basaron las reglas que se establecieron para conocer las obras y latitudes de un lugar cualquiera, los marinos tenían que aprenderse de Los astrónomos inscribieron una figura de un hombre parado dentro del círculo que describían las estrellas. o verdadero en el ombligo de la figura e hicieron girar la estrella con una amplitud igual a 5°–11 de radio alrededor de éste, por lo cual la estrella ocupaba diferentes posiciones angulares desde la línea horizontal, hacia abajo o hacia arriba, donde la altura de la estrella Polar estaba relacionada según la posición de las Guardas con los cuatro elementos de la figura, cabeza, brazo derecho, los pies y el brazo izquierdo, y de aquí el error a corregir en las alturas; asimismo estos cuatro elementos de la figura, marcaban las cuatro posiciones de las manecillas del reloj, para medianoche, para mediados de abril, de julio, de octubre y de enero. Este sistema se completó trazando un par de líneas diagonales que dividían el círculo en ocho divisiones iguales, las cuales se nombraban según la posición donde se encontraba con respecto a las partes de la figura así: la línea sobre la cabeza, (o en el hombro derecho), la línea sobre el brazo derecho; la línea encima del pie izquierdo; la línea encima del brazo izquierdo o en el hombro izquierdo, la más de las veces se usaba “las líneas”. El círculo de giro equivalía a 24 horas, una división tendría o se dividiría en 3 horas o cuartos; 98 Ramón Julio Didiez Burgos se consideró también que cada una de estas divisiones o cuatros equivalía a medio mes del año, para cada 30 días; las posiciones de las Guardas variaban en el círculo por perderse dos horas solares. y la Kochab para la tarde y para la mañana del día que corresponde se verá con asombro la exactitud de esta observación del Almirante. Al continuar la nota el día 30 de septiembre que dice “también en anocheciendo las agujas noruestean una cuarta en amaneciendo están con la estrella justo; por lo cual parece que la estrella hace movimiento como las otras estrellas, y las agujas piden siempre la verdad”. Debemos recordar que el día 13 y 17 de septiembre hizo otras observaciones similares que es necesario tratar en conjunto para formarnos una idea de su derrota, pero antes de todo la razón de ver dentro de una realidad magnética sus observaciones, sería necesario echar una mirada a ciertos aspectos astronómicos de la época. La estrella ocupaba diferentes posiciones angulares desde a línea horizontal. Para el caso relatado por el Almirante podríamos ver en la figura las diferentes posiciones de las Guardas para el anochecer y el amanecer, cuyo recorrido entre ambas posiciones es de 9 horas, así a las 7.30 p.m. las Guardas se hallarían junto al brazo derecho que es el del poniente y al amanecer a las 4.30 se encontraban en la línea debajo del brazo izquierdo o la línea encima del pie izquierdo son tres divisiones de 3 horas; total 9 horas, la media noche le correspondería a las Guardas en posición a dos horas debajo de la “línea de debajo del brazo derecho o una hora encima del pie derecho de la figura”. Estas posiciones de las Guardas en la figura del anochecer, media noche o el alba eran aprendidas por los marineros antiguos para conocer la hora, cada medio mes se adelantaba una hora y cada mes dos horas, de manera que todos los meses las Guardas tenían una posición diferente en la figura. El enunciado del Almirante deja confirmado que él conocía el sistema de memoria y por él y su ampolleta llevaba el tiempo a bordo bien controlado. Si hoy se computan las posiciones de la Polar Círculo que traza el polo Celeste en el cielo en su movimiento precesional de 25,816, aquí se ve todas las posiciones que ocupó el polo a través de hasta 4,000 años antes de Jesucristo, para el 1500 había una diferencia entre el polo Celeste y la estrella Polar de 5º. El magnetismo en el atlántico en el 1492 El meridiano magnético de declinación nula Biot en su Astronomía Física nos relata que Hiparco 141 años antes de Cristo observó la estrella Alfa de la Constelación de Virgo, y tenía una longitud de 174º–07’–30”, en el 1802 el astrónomo Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... Nevil Maskelyne midió la longitud de esta misma estrella y encontró en ese año que era de 201º–04’– 41”, al aumento de la longitud fue 26º–57’–11”, en 1943 años, si buscamos por la división de estos valores cual fue el movimiento anual, nos encontramos que este es de 50” de arco. Las observaciones modernas, con equipos más precisos y más exactos nos dan un valor 50”.2 anual. Este movimiento anual es lo que los astrónomos llaman Precesión de los equinocios, y es causado por las atracciones que ejercen sobre el menisco del esferiode terrestre, el sol, la luna y los planetas en el eje de la tierra, sobre el cual gira, no se mantiene paralelo a sí mismo, sino que varía de posición en el espacio, describiendo un circulo y señalando en diferente épocas diferentes puntos. Este movimiento retrógrado de los puntos equinocciales mantiene en constante variación el punto Vernal o de Aries, punto de Referencia de la ascensión recta o del tiempo sidéreo. Una de las consecuencias de este movimiento retrógrado es lo que se llama mutación de lugar del polo. El círculo que describe el polo en su movimiento mutacional da un recorrido entre las constelaciones que se encuentra en su zona, dirigiéndose por épocas a diferentes estrellas. Como sabemos que el valor del movimiento precesional es de 50”.2 anual podemos concluir que el polo haría un giro completo del círculo en 25,816 años. De donde podríamos sacar que el polo geográfico necesitaría 71 años 8.5 meses y medio para recorrer un grado en su movimiento mutacional en el círculo que describe. Este valor también nos puede servir para localizar el punto axial cualquier año determinado y de esta manera veremos que dentro de 12,000 años la tierra dirigirá su eje hacia la estrella Alfa de la Constelación Lira de la cual distara 5º; o si buscamos hacia lo pasado encontramos que este señalaba la estrella Alfa de la Constelación de Dragón hacia 4,800 años, cuando la construcción de las pirámides de Egipto. Si desde la fecha del descubrimiento del Nuevo Mundo han pasado 475 años, podríamos muy bien por el arco de movimiento precesional, ubicar el punto donde la tierra giraba en el espacio y encontrar por referencia de la estrella Alfa de la Osa Menor, o sea la Polar (a las dos estrellas exteriores del carro de esta constelación también los antiguos los llamaban las Guardas). La estrella Alfa de la Osa Menor, o Polar como se le conoce, tiene un movimiento de 19”.23 de 99 arco anual en una dirección casi igual a la dirección que lleva el eje de la tierra en su movimiento mutacional; con este pequeño movimiento la Polar necesita, para nosotros, 187 años para cambiar un grado de su posición. Los astrónomos han calculado que para 2095 la estrella Polar y el Polo Geográfico se encontraran tan cerca que distara tan solo 0º–30’ y a partir de esta fecha empezaran a separarse de nuevo sobre esta distancia angular. Si tomamos el año 2095 como referencia para ejecutar un cálculo retroactivo y conocer cuál era la distancia que había entre el Polo Geográfico y la Polar, para el 1492 veremos que el 2095 al 1492 hay 603 años; si buscamos cual era la posición de la Polar con respecto a este punto final 1492, encontramos que este distaba 3º–13’ y el Polo Geográfico distaría 8º–24’ de ese punto de encuentro, de donde podemos deducir que la distancia angular de la Estrella y el Polo Geográfico era de 5º–11’, en el 1492; esto nos da la conclusión de que la Estrella giraba alrededor del Polo con un radio angular de 5º–11’ o 10º–22’ de diámetro en círculo. Al cabo de 603 años se encontrarían cerca ya que la velocidad relativa de la estrella y el Polo Geográfico es de 31”–anual, prácticamente, en el mismo sentido. Esto lo confirma don Pedro de Siria en el 1602 en su libro que publicó El arte de la navegación, donde relataba la falta de concordancia entre “el Polo de Mundo y el Polo de Aguja” estando este 4º o 5º más alto que aquel, recomendaba el estudio y recopilación de estas diferencias para determinar sus verdaderas causas. Al dirigirse la aguja magnética a una dirección determinada que a consideración de los antiguos esta debía ser hacia la estrella Polar, por entenderse que sobre ella era que se ejercía la acción magnética, se tomó a esta como punto de referencia direccional de la aguja; aquí escribió el fundamento de los errores de los antiguos y de aquí que al girar la estrella Polar alrededor del punto central del eje del mundo, dieran con el Nordestear y el Noruestear de la aguja, al desconocer que existía un punto fijo en las regiones del norte que era la zona donde la aguja se dirigía o apuntaba siempre. No recriminó los antiguos en sus ideas y sus conclusiones del magnetismo y sus declinaciones por motivo de que el estudio del magnetismo, no había iniciado aun sus primeros pasos definitivos. El científico Alexander von Humboldt en su obra cosmos nos asegura que “En el siglo xii de nuestra era, los chinos sabían, no solo que una aguja magnética 100 Ramón Julio Didiez Burgos horizontal, suspendida de un hilo de algodón, forma un ángulo con el meridiano geográfico, sino que sabían medir la amplitud de esta declinación. Además dice “que Pedro de Maricourt por el año de 1269 escribió a un amigo suyo manifestándole que el valor de la declinación magnética en Roma era de 5º grados, esto es, el mayor ángulo alcanzado entre la Polar y la aguja magnética. Dice José María Martínez-Hidalgo y Terán en su Historia y leyenda de la aguja magnética “Según Saussure, los occidentales conocieron la declinación magnética a partir del siglo viii, pero los primeros testimonios de ello tienen una fecha bastante posterior, Hugo Lange ha demostrado recientemente (1934) que el poeta inglés Chaucer autor del “Tratado de astrolabio”, mencionaba la declinación de la aguja el año 1380. Chaucer indicaba que al marcar con el compás magnético el planeta Venus la aguja apuntaba al N N W en lugar de hacerlo N W con tal objeto al observatorio magnético de Potsdam ha dictaminado que la declinación magnética de Londres por aquella fecha debió de ser de 22 grados al W, lo cual está de acuerdo con la diferencia apreciada por Chaucer”. Por eso vemos con cierta admiración la elucubraciones mentales hechas a este respecto por aquellas que se ocupaban del problema tratando de descifrarlo tales como para don Martín Cortés en 1551, que consideraba que el fenómeno era motivado a la atracción que ejercía el polo celeste. Alonso de Santa Cruz, cosmógrafo de la Casa de Contratación en España, tiene toda la gloria de haber sido el primero de haber construido una carta con valores magnéticos entre los años 1535-43, al consignar estos valores, considero como meridianos, o líneas isógonas, las que bien utilizadas en su carta podrían muy bien con las observaciones de la declinación del lugar obtenerse la longitud a que se estaba, posteriormente se dio cuenta de su error, pero no era de culparse por ello, porque este error abrió los caminos de la verdad para que postreros estudios que hizo lo consagraran como uno de los investigadores del magnetismo más deslumbrante de su época. En 1600 un médico de la Reina de Inglaterra llamado Gilbert editó un libro titulado De magnete, resultado de 199 observaciones y experiencias con el magnetismo y concluyó en el de que la tierra obraba como un coloso imán natural que era el que producía las atracciones de aguja magnética. La teoría de Gilbert, a partir de ese año, encamina el Magnetismo por otro derroteros, Edmundo Halley, celebre astrónomo inglés quien fue director del observatorio Greenwich en 1719, había realizado en sus viajes del 1698 y 1709 a bordo del Paramous Pink para hacer experiencia con los métodos de longitudes geográficas y de declinación de la aguja, hizo levantamientos de cartas isógonas y así de esta manera estableció la diferencia entre los polos geográficos y magnéticos, en el 1722. George Graham descubre la variación diurna de la declinación magnética. En el viaje que hizo el capitán Jaime Cock en el Resolution en el 1776 a 79 al hemisferio Austral, iba en este viaje el astrónomo inglés Guillermo Wales y observó por primera vez, un apartamiento del meridiano magnético del compás por causas externas, el desvío del compás. Don José Mendoza y Ríos, célebre navegante español e insigne matemático en su obra Tratado de navegación en el 1787 dice: “Después del artículo anterior y de lo dicho sobre el magnetismo parecerá ocioso apoyar aún sobre la necesidad de alejar de las cercanías de la aguja todo, fierro, acero o cuerpo que contenga este metal en cantidad sensible. La importancia de la escrupulosidad en la observancia de esta regla nos fuerza, sin embargo, a recomendarla vivamente, advirtiendo a los pocos inteligentes, que no por interponer otros cuerpos entre el fierro y la aguja se evitan las alteraciones de estas, pues al contrario, es cosa demostrada por la experiencia que el imán actúa a través de todos los cuerpo a excepción del mismo imán y del fierro, y aún sin disminución sensible de su efecto. Por esta razón, el paraje en que se sitúe la aguja deberá elegirse a la mayor distancia posible de todo fierro siendo costumbre muy viciosa conducir las agujas a las regalas de los costados para hacer las marcaciones, cuando en medio del buque se hallarían más lejos de los candeleros los cañones, etc. Estas grandes masas pueden producir alteraciones considerables, en la dirección de la planchuela”. Por lo que se ve aquí también don José Mendoza y Ríos observa igual que Guillermo Wales la perturbación de la aguja por los efectos ferosos de a bordo, lo que da principio a un elemento más que influyente en la dirección de la aguja magnética. A este respecto en el 1801 a 1803 Mateo Flinders, capitán de la Marina Inglesa a bordo del Investigador realizó las primeras experiencias para saber y conocer si la causa de esta perturbación de la aguja está en la imantación de los hierros a bordo. Esta experiencia de Matthew Flinders, las del capitán de la Marina Inglesa Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... Scoresby en 1819, las de Pedro Barlow en 1824, y las de sir William Thomson, lord Kelvin, llegaron a principios y reglas definitivas para corregir los compases de los buques y llevar a su mínima expresión sus errores, por compensación de todas las influencias ejercidas a la aguja por el magnetismo de abordo. Al anunciar el médico Gilbert que la tierra actuaba como un gran imán en el 1,600 era natural que entonces este tuviera un centro de atracción, los polos magnéticos, y es por esta razón por la que Sr. Juan Ross inglés organizó, una expedición ártica en el 1829 y envió a su sobrino Jaime C. Ross a localizar dichos lugares a bordo del Victory. La situación geográfica del capitán Ross encontró donde la intensidad horizontal magnética y la declinación era nula, y la inclinación era de 90° fue de latitud 70°–15’ norte, longitud 99°–05’ oeste en el polo Boreal, lugar que corresponde a la península de Boothia. Este fue en sí el polo Norte magnético, por la atracción que hace a la aguja de su polo Sur. Diez años después, en el 1839, se dirige el capitán Jaime Ross al sur y el día 17 de febrero alcanza una posición de Latitud 76°–12’ sur y longitud 161°–40’ este, acusaba la aguja 88°–40’ de inclinación no pudo alcanzar su objetivo. La localizaciones actuales de los polos son al norte–latitud 73°–35’ norte y longitud 95°–39’ oeste, y al sur latitud 72º–35’ sur. Longitud 152–°30’ este, pero las más recientes 1960 localizan estos puntos en latitud 74°–54’ norte y longitud 101°–00’ oeste en el hemisferio Boreal y en hemisferio Austral en latitud 67°–06’ sur y longitud 142º–42’ este. Investigaciones recientes en la región del Polo Norte Magnético han dado indicaciones que este punto no se encuentra tan al norte y que posiblemente no es fijo sino que esté en movimiento continuo describiendo en su constante mudamiento, una elipse cuyo eje mayores es de 50 millas o más de longitud, encontrándose en su punto más al sur al mediodía en su punto más al norte cerca de la medianoche, antes pensaba que este punto era estacionario, pero al confirmarse que se en contra en constante movimiento, principalmente diurno dentro del círculo elipsoide de 50 millas, confirma las observaciones de Graham del 1722, se ha notado también las investigaciones que durante las tormentas eléctricas este círculo duplique su diámetro. Este fenómeno ha dado por consecuencia que la teoría de Gilbert de considerar la tierra como un imán natural, está quedando atrás por otra nueva 101 donde se establece por hipótesis de considerarla un enorme electroimán, y aún se investiga y todavía no se ha llegado a una conclusión definitiva. Don Francisco Fernández Fontecha en su libro Curso de astronomía náutica y navegación, tomo tercero del 1897 dice en una llamada “causas generales de la perturbación de la aguja magnética a bordo de los buques” de observaciones prácticas en el Ferrol a bordo de la corbeta Villa de Bilboa, en cuya construcción no se empleó un solo lado de hierro, resultó que al dirigirse la proa al E ¼ SE y al SSO era la perturbación de la aguja de 9°NE en el primer caso y 9° NW en el segundo. Todo lo cual nos demuestra la imprescindible necesidad de observar los desvíos en toda clase de buques. Este experimento hecho en el Ferrol nos indica que los buques construidos de madera, aunque estuviesen exentos de elementos ferrosos, se le registraba perturbaciones a los compases instalados en ellos. En los buques construidos de hierro o con partes de ellos son más acentuadas estas perturbaciones. En el desarrollo de este trabajo hemos podido ver que toda aguja magnética, se dirige en su orientación a un punto de la tierra que se le llama Polo Magnético; que el ángulo que forma esta aguja en su dirección al Polo Magnético, con el Polo Geográfico depende de la posición geográfica donde está colocada la aguja; a este ángulo fue que se le llamó declinación, perturbación y otros, variación. A la acción perturbadora de la aguja por los hierros de abordo, se le llamaba, desvío, y a la resultante de la suma algebraica de estos efectos se les llamaba desvío totales, o corrección total, de aquí vemos una terminología confusa que en más de las ocasiones para entender el verdadero sentido de una frase, había que recurrir a una meditación intensa y a un examen de los problemas. Para nuestro fin vamos a separar de acuerdo a los usos actuales cada uno de estos términos y así consideremos como: Declinación, al ángulo formado por los meridianos geográficos y el magnético. Desvío.– La perturbación ocasionada a la aguja magnética por los hierros de a bordo, la cual aumenta o disminuye el ángulo de Declinación; Error Total.– Al resultado de la influencia de la declinación en el desvío de la aguja, lo que daría nuevo ángulo de la dirección de la aguja en el meridiano geográfico. 102 Ramón Julio Didiez Burgos Para 1492 no se conocían estas influencias con la debida razón y certeza de causa. Ya hemos visto lo que dijo don Pedro de Siria en su libro El Arte de Navegar; la diferencia angular que registraba la aguja con la posición de la estrella Polar era lo que se le llamaba declinación, pero la estrella Polar distaba del polo verdadero unos 5°.2 de manera que ni siquiera estas distancias angulares se acercaban a la verdad puesto que eran referidos a un punto que giraba alrededor del Polo Geográfico, y por ende tenía que nrdestear y noruestear. Dice don Andrés García de Céspedes en el 1606 en su libro Regimiento de navegación: “Después de haber tratado de la altura del Polo, y de los instrumentos que para saberla son necesarios, trataremos un poco de la aguja de marear, que es uno de los tres instrumentos que dijimos que eran necesarios para la navegación. Aunque algunos han querido dar reglas de lo que Nordestea o Noroestea la aguja, porque esto es cosa incierta, como adelante diremos, aquí no se trata sino de cierta advertencia, según lo que de ella tenga conocido. La aguja de marear es un instrumento con que los pilotos enderezan su navío por el camino que tienen de navegar, porque tienen tal propiedad que, estando cebado con la piedra imán siempre mira a la parte norte. En unas partes del mundo se aparte más que en otras; una vez para oriente, entonces se dice que nordestea, otra vez para occidente, entonces se dice que noroestea, y que en otras partes se fija directamente para el Polo del Mundo. Los lugares donde los pilotos hagan que mire directamente al Polo es el meridiano de la isla del Cuervo, mar de las Terceras; y en el meridiano que pasa por Cartagena de las Indias y por el Cabo de Buena Esperanza, donde llaman Cabo de las Agujas”. Ya para esa época don Andrés García de Céspedes presentía y caía en cuenta lo incierto del nordestear y el noroestear de la aguja al rotar que se fija en una dirección en algún lugar del globo al formar con la estrella Polar ángulos iguales, tanto al oeste como al este. Ahora bien, si esto sucede en los compases, montados a bordo de buques, no quiere decir que para todos los buques sea igual en el mismo lugar, pues por lo que conocemos ya acerca del magnetismo, la línea norte sur es nula, esto es, se dirige al norte verdadero, cuando el desvío es igual y contrario a la declinación y el desvío no es igual en todos los buques, además esta ocurrencia puede suceder en dos zonas del globo, cerca de los dos lugares de intensidad nula, y como dije cerca de estos lugares, contando con el valor del desvío del compás y según el rumbo que se haga en ese momento. Si analizamos el caso que por primera vez se le presentó al Almirante Cristóbal Colón el día 13 de septiembre de 1492 mientras se dirigía a su viaje de Descubrimiento, podemos ver lo siguiente: Dice.— jueves 13 de septiembre “En este día el comienzo de la noche las agujas de noruestaban”. “Aquel día con su noche, yendo en su vía, que era el Oueste, anduvieron treinta y tres leguas y contaba tres o cuatro menos, las corrientes le eran contrarias. En este día al comienzo de la noche las agujas noruestaeban y a la mañana nordesteaban algún tanto”. Dice J. Ma. Martínez-Hidalgo y Terán en su Historia y leyenda de la aguja magnética Aquel jueves memorable “que” en su primer viaje, descubrió que la declinación variaba de un lugar a otro, pasando del nordeste al noroeste al atravesar el meridiano de 3° grados y medio al este de la isla de Corvo, del grupo de las Azores, otros autores hacen similares elogios de este hecho, aunque afirman que no fue él quien se dio cuenta de la Declinación, pero sí encontró el meridiano o Declinación 0°. Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... “y la mañana nordesteaban un tanto. Diferentes posiciones que ha tenido la línea isogónica en el Atlántico de 1492 a 1900 según C.A. Schot del U.S. Cost and Geodestic Survey. 103 Jamás en la historia de la humanidad, ni de la declinación magnética en esta zona, aproximadamente en el meridiano 30° W de Greenwich y en la latitud 28° norte ha estado el meridiano 0° de Declinación, lo que ha tenido siempre este lugar en medio del Atlántico es una concentración elevada de intensidad magnética, las máximas están repartidas al norte y al sur de esta zona, la declinación alcanza su mayor valor en esta zona para descender gradualmente hacia el oeste o al este pero con el mismo valor de noroeste: no como la línea divisoria de los dos valores nordeste o noroeste; como se ha querido dar a entender, esta zona de alta intensidad no permanece fija en la tierra, esta región camina hacia el oeste, hasta cierto límite y de ahí vuelve hacia el este, muy gradualmente hasta otro límite, ¿acaso ya los estudios que se han hecho en el magnetismo terrestre y la determinación de la posición de los polos magnéticos no acusan un movimiento en ellos? ¿No será que los polos magnéticos también tendrán su mutación por las atracciones ejercidas sobre ellos por el sol y la luna? Se está en los estudios de esos casos y aunque parece tardará algo en verificar este fenómeno que considero que será determinado. La lógica indica que esta zona nunca he estado alineada el polo magnético con el polo geográfico, porque de haber sido así el polo magnético hubiera estado colocado mucho más al este de donde hoy se encuentra, movimiento un tanto 104 Ramón Julio Didiez Burgos Plano que muestra las líneas isogónicas en el Atlántico, Pacífico e Índico, en 1882. improbable, sino posible de pensar que se haya experimentado en la tierra y por tanto nunca el meridiano 0° de declinación magnética pudo haber estado en este lugar hace 475 años; en el medio del Atlántico, lo que ha existido desde hace millones de años es una zona de alta intensidad magnética; en su mínima, existen dos líneas o meridianos 0° de Declinación, que son los lugares donde las declinaciones cambian signo o nombre, como dije anteriormente estas líneas al pertenecer al magnetismo terrestre oscilan también del este al oeste y viceversa con la misma lentitud, la 1ra que pasa por Sur América, las Antillas y Norte América y la 2da que corre desde Suecia, Alemania, Yugoslavia, pasa por Bengazi, África, etc., en la actualidad, y las líneas magnéticas de alta tensión en medio del Atlántico en la zona norte y sur del Pacífico, porque en el centro de perturbaciones locales de carácter desconocido han roto su continuidad de manera que seguirán líneas norte-sur, aunque hubieran sido como las del Antártico, en direcciones irregulares, pero de norte a sur. Si contemplamos los planos de las líneas isógonas del 1887, 1937 y 1967 podemos notar de inmediato que el valor de mayor intensidad magnética se encuentra en los alrededores de la Latitud 28º–00’ N y la longitud 50º–00’ W y esto se debe con muchas razón a la posición de los Polos Magnéticos, los cuales han estado en esa posición por más de 1,000 millones de años. Si el día 13 de septiembre las agujas del compás de la nao del Almirante noruesteaban en la noche y nordesteaban en la mañana un tanto, no significa que la igualdad de ángulos que formaba la brújula con la estrella Polar indicara 0° grados Declinación, sino que al ser igual valor y de signo contrario la declinación y el desvío del compás de la Santa María engendraba un error total igual a 0°, esto. Fue lo que sucedió y ya vimos que el descubrimiento de los integrantes magnéticos del Error fue hecho en fecha muy posterior al 13 de septiembre de 1492. Veamos algo más; si en la mañana el compás de la nao nordesteaba de la estrella Polar y ésta distaba como hemos visto 5°.2 del punto central geográfico sobre la cual la tierra giraba (polo Geográfico); la Flor de Lis del compás de la nao se dirigía a este punto, como la estrella era que giraba con un radio igual a este valor angular, en la tardecita u horas de vísperas la Estrella volvía a colocarse a la misma distancia angular 5°.2 pero en el lado contrario, Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... norueste esto es, al oeste de la Flor de Lis de la Rosa. Esta se dirigía invariablemente en dirección al polo geográfico y por tanto la estrella tenía que girar en su alrededor; de aquí que al ser iguales los ángulos descritos por la Polar, la aguja se mantenía fija a una zona del cielo, al norte verdadero. 105 La alineación del polo geográfico y el polo magnético es lo que engendra el valor cero del magnetismo puesto que, lo que se mide es la distancia angular de estos y no del polo magnético y la estrella A de la Osa Menor, la cual dista en la actualidad 1° aproximadamente del polo verdadero. Plano que muestra las líneas isogónicas en el Atlántico, correspondiente al 1927. ¿Cuál era el desvío del compás de la nao del Almirante? No se sabe, pero si podemos conjeturar con un promedio muy mínimo de errores de que éste podría llegar a los 12°.5, esto es, 12°.5 grados de desvío al este y en la zona tendría ineludiblemente 12°.5 al oeste de declinación magnética lo que dejaría sentado una vez más que la declinación en este lugar no era nula. Las investigaciones modernas han determinado para la zona central del Atlántico, contigua y cercana a donde se consideró que cruzaba la línea de declinación nula, una alta intensidad magnética, donde en una vasta distancia, el valor de la declinación se mantiene fija e inalterable, a ambos lados de esta gran faja oceánica; al este y al W, los valores magnéticos de la declinación se extienden hasta Europa y hasta América en forma decreciente con la denominación NW hasta llegar a su valor 0° o sea la línea nula de declinación; a esta línea es lo que se le llama en la actualidad línea de no variación o declinación; la cual queda una en América y la otra en Europa, posiciones muy alejadas de la posición donde se consideró que pasaba la línea de declinación nula. El lunes 17 de septiembre dice: “Navegó a su camino al oeste, y andarían en día y noche cincuenta leguas y más; no asentó sino cuarenta y siete; ayudanle la corriente; vieron mucha hierba de peñas, y venía la yerba de hacia el Poniente; juzgaban estar cerca de tierra, tomaron los Pilotos el Norte marcándolo y hallaron que las agujas Noruesteaban una gran cuarte, y tenían los marineros estaban penados y no decían de que Conociolo el Almirante, mando que tornasen marcar el Norte en amaneciendo, y hallaron que estaban buenas las agujas, la causa fue porque la estrella que parece hace movimientos y nos las agujas”. Deseo hacer saber que para poder ver el problema que se desarrolla en estos días con respecto a la aguja magnética o sea los fenómenos ocurridos al compás de la nao del Almirante, he recorrido a reconstruir el cielo que observaban los tripulantes de la Santa María para el 1492, volviendo el punto equinoccial de Aries al lugar que ocupaba en esa fecha y por ende el punto axial del eje terrestre y valido del identificador 106 Ramón Julio Didiez Burgos de Estrellas H O. 2502 B se puede reconstruir en el todo cuanto paso; la figura hecha de estos acontecimientos tal cual se presentaron en esta ocasión. Al decir que “tomaron los Pilotos del Norte marcándolo, y hallaron que las agujas noruestaban una gran cuarta” indica que la aguja señalaba al oeste de “Tomaron los Pilotos el Norte marcándolo y hallaron que las agujas noruestaban una gran cuarta”. Plano que muestra las líneas isogónicas del Atlántico Norte en el 1960. la estrella que le llamaban la Polar sobre la cual ellos referían sus ángulos magnéticos, y ya sabemos que esta estrella distaba 5°.2 grados del Polo Geográfico, de ahí y que “una gran cuarta” tendría más de 11° al oeste, aproximadamente 12° al oeste, entonces tendríamos 12°–5°.2 = 6°.8W sería el valor total al oeste como error, que tendría la flor de lis del compás de la nao, y no como Declinación o Variación como se le ha venido adjudicando a esta diferencia; es aceptable la significación de Declinación, para la época del Descubrimiento porque se desconocían las diferentes perturbaciones de la aguja magnética, pero para el siglo xx no, puesto que estudios muy intensos desarrollados en el siglo xvi, xvii, xviii, xix y xx por Inglaterra, Francia, España, Estados Unidos, etc., han clasificado de una manera científica los principios básicos del magnetismo terrestre, y basado en los resultados de todas esas investigaciones se pueden dar conclusiones de lo que le sucedió a los compases instalados en la nao Santa María. Como dijimos el error total del compás de la nada era de 6°.8 al oeste, error negativo; se ve que a medida que navegaban al oeste el error crecía de valor al oeste; el día 13 de septiembre este valor era igual a 0° este crecimiento negativo del error del compás obligaba a la nao a derivar hacia el sur; a éste derive se le sumaba el abatimiento que le producían los vientos predominantes de la zona, los vientos alisios. Al existir en esa época la leyenda de que en esa zona se producían fuertes corrientes que arrastraban a los barcos a los abismos, por terminar la tierra en estos contornos, fue la razón para que los Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... “el Almirante mandó que tornarse marcar el norte en amaneciendo, y hallaron que estaban buenas las agujas”. tripulantes se sintieran aterrorizados creyendo que la estrella se apartaba al este porque las corrientes de las aguas arrastraban los barcos al oeste, hacia los abismos. Esta era la tripulación que venía en los barcos, gentes ignorantes, incultas, subordinados a supersticiones y leyendas, que en, cada fenómeno de la naturaleza veían presagios de hecatombes, castigos, penalidades por supuestas faltas a preceptos y dogmas; con esta tripulación educada y catequizada las falsedades que convenían a una orientación atrasada fue que se descubrió el Nuevo Mundo. Razón hubo de la lucha espiritual que sostuvo un hombre altamente cultivado en ciencias y artes, razón hubo en ello de vivir reprimidos por la autoridad y el valor de tres Gigantes de la mar al tener que luchar a diario con el nerviosismo que producían en los tripulantes todas las manifestaciones de la naturaleza; el Almirante ya conocía por la experiencia que iba desarrollando durante el viaje que a medida navegaban para el oeste, estas diferencias se hacían más notables en la tarde que en la mañana, por la razón natural que al ser oeste el error del compás se 107 acercaba en la mañana la Flor de Lis a la estrella y en la tarde se alejaba. ¿Por qué cuando los pilotos sintieron temor en la tarde del día 17 de septiembre no trato de convencerlos de su error y les diera la explicación harto maravillosa de las causas del fenómeno, sino que espero la mañana para hacerles una demostración ingeniosa, maravillosa; hombre que conoce su profesión y saca conclusiones verdaderas y razonables y establece bases que deshacen las ideas de supersticiones ya arraigadas en espíritus empobrecidos por el misticismo en que vivían. “Conociolo el Almirante, mandó que tornarse a marcar el Norte en amaneciendo; hallaron que estaban buenas las agujas, la causa fue porque la estrella que parece hace movimientos y no las agujas”, el padre De las Casas dice en Historia de las Indias para este pasaje “mandó que tornarse a marear el Norte en amaneciendo, y hallaron que estaban buenas las agujas, la causa que Cristóbal Colón asignó desta diferencia, fue que la estrella que acá nos parece que es el Norte y hace movimiento, pero no lo hacen las aguas”. Indudablemente que el padre De las Casas explica el hecho tal cual sucedió, tornó a marear al norte, esto es, viró y puso proa al norte al hacerlo “la Estrella que acá nos parece que es el Norte” debería distar de la dirección de la Flor de Lis del Compás 1°.6 al este; debemos recordar que la estrella distaba 5°.2 del polo geográfico y el compás le determinamos 6°.8 de error al oeste pues buscaba la diferencia encontramos los 1°.6 grados al oeste, pero no fue así, sino que la estrella Polar y la flor de lis estaban enfiladas. Si el Almirante hubiera marcado la estrella arrumbado al oeste, en la tarde, el error con la estrella se hubiera mantenido en los 12° al oeste, pero como esperó la mañana que era cuando la aguja estaba más cerca de la estrella así como que el error se reducía al mínimo al arribar al norte y enseñarle que no había tal error, y por tanto que los barcos no se estaban desbordando en un abismo dejando la estrella atrás. La comprensión del Almirante al fenómeno que por primera vez se le presentaba, estaba figurada en la explicación que dio a la tripulación y pilotos de las causas y motivos del fenómeno, las cuales se da por aceptado que fueron válidas en el ánimo de todos ellos, puesto que no se registra nada anormal durante esos días; aún después de 475 años vemos con asombro el gran ingenio del Almirante al explicar en aquella época razones que hoy vemos con fundamento de su gran cultura y percepción para 108 Ramón Julio Didiez Burgos encontrar razones y causas desconocidas en una época de obscurantismo e ignorancia. composición de la figura se registra de la misma manera “en la línea debajo del brazo derecho” lo cual es conforme en la realidad astronómica para el 10 de octubre. Las estrellas que en esta época le llamaban las Guardas eran las cuatro estrellas que forman el carro de la constelación Osa Menor, la B ó Kochab, la Y (Gamma), la S (Zeta) y N (eta). Estas cuatro estrellas cuando anochecía se encontraban orientadas al oeste directo, por eso él dijo que se encontraba “junto al brazo de la parte del poniente” y cuando amanecía se encontraban en la línea sobre el pie izquierdo esto es “debajo del brazo derecho”. Parece que en este caso se hizo la observación considerando la orientación de la Osa Menor con respecto a la figura y teniendo en cuenta la posición del “Que las estrellas que les llaman las Guardas, cuando anochece, están junto al brazo de la parte del poniente también anocheciendo las agujas noruestean a una cuarta”. El domingo 30 de septiembre.— Dice en una nota posterior a los asuntos de las novedades del día… “Que las estrellas que se llaman las Guardas cuando anochece, están junto al brazo de la parte del Poniente, y cuando amanece están en la línea debajo del brazo Nordeste, que parece que en toda la noche no andan salvo tres líneas, que son nueve horas y esto cada noche. También en anocheciendo las agujas noruestean una cuarta y en amaneciendo están con la estrella justo, por lo cual parece que la estrella hace movimiento con las otras estrellas y las agujas piden siempre la verdad”. En el enunciado del Diario hay un error donde fue sustituido “derecho” por nordeste así lo registra el padre De las Casas en su Historia de las Indias, libro 1, capítulo XXXVIII. Y en la “Y cuando amanece están en la línea debajo del brazo al sureste, que parece que en toda la noche no andan salvo tres líneas, que son nueve horas y esto cada noche, y en amaneciendo están con la Estrella”. Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... observador y no el de ella, la inspección de la figura hace ver este caso. “En anocheciendo las agujas noruesteaban una cuarta”. Este problema nos acusa que el error total del compás para esta fecha en esta posición latitud, 25º–37’N. Longitud 52º–35’.5 W era de 6º W, el Polo Geográfico quedaba situado entre la estrella Polar y la dirección de la Flor de Lis del compas, como la distancia angular era de 11º.2 y la estrella distaba del polo Geográfico 5º.2 grados, la distancia angular de la Flor de Lis y el polo Geográfico era de 6º.0 al W, esto es, un error total del compás 6º W. Según el padre De las Casas, otra vez “los Pilotos de los tres navíos recibieron mucho temor, sospechando algún peligro, hasta que él les dio la razón, y es, que las agujas noruesteaban una cuarta entera en anocheciendo, y en amaneciendo estaban fil con fil de la Estrella. Dioles la causa desta diferencia Cristóbal Colón, diciendo que aquello causaba el movimiento de aquella estrella que llamamos Norte hace con sus círculos alrededor del verdadero Norte o Polo. Por manera que aquella estrella se muda, o tiene su movimiento violento de Oriente a Occidente como las otras, y las agujas siempre señalan el verdadero Norte o Polo, mostrando la verdad, con esta solución quedaron los Pilotos y marineros algo satisfechos”. La explicación que dio el Almirante del fenómeno que por primera vez veía esta tripulación, está representada en los conocimientos que tenia de cómo los astrónomos representaban la estrella Polar en el cielo y teniendo como centro de giro el ombligo de una gran figura humana en el norte, por lo que se ve, si el Almirante se le hubiera ocurrido mover la tierra lentamente alrededor de un eje, para explicar el fenómeno, como trato de hacerlo Galileo Galilei en 1633, lo hubieran tirado al agua; tenía que acomodar lo real con lo dogmático para seguir el camino del triunfo. De lo antedicho podemos corregir que mientras el Almirante as dirigiría al oeste con las tres carabelas desde la posición del día 13 de septiembre que encontró un error total de 0°, aumentó al día 17, en cuatro días o en un recorrido de 505 millas náuticas o 159 leguas, a un error de un compás de 6°.8 W, y desde el día 17 al 30 de septiembre, en 13 días o 817 es millas náuticas o 257 leguas, disminuyó 0°.8 y quedó el error en 6°.0 W. Esto deja sentado que desde el día 13 hasta el 17 de septiembre el Almirante venía cruzando zonas de declinación crecientes que ocasionaban el aumento del error total 109 de su compás, y que desde el día 17 al 30 donde se nota una disminución de su error en 0°.8 W revela que hubo un lapso en que el compás estuvo estable sin variante en su error hasta cierto punto geográfico donde empezó a decrecer, esto nos hace deducir que del 17 al 30 cruzó en su navegación una amplia zona de fuerza magnética máxima hasta otro punto geográfico en que el magnetismo descendía de valor NW hasta alcanzar un valor igual al desvío de su compás 12°.5 E donde su compás marcaría otro meridiano 0° de Declinación; de acuerdo al trazado en la carta podríamos ver que la zona de gran fuerza magnética que mantuvo el compás de la Santa María invariable entre los días 17 y 30 de septiembre estuvo entre las longitudes 39° y 50° W. Los estudios en la actualidad se han hecho del magnetismo terrestre en el Atlántico justifican las deducciones hechas en este trabajo de lo ocurrido al compás de la Santa María en el primer viaje del Almirante a través del Atlántico. Tratar de apartarse de estas razones físicas geográficas es justificarse como desconocedor de los principios magnéticos a que están sujetos todos estos lugares. El resultado de la observación hecha el día 30 de septiembre, que nos da un Error total de 6° al W, nos indica un decrecimiento del error total y por tanto, ya navegaba en zonas de Declinación decreciente NW a medida que se alejaba al oeste, una disminución de la fuerza magnética que obraba en el compás Es lamentable que los temores causados a bordo de las carabelas por este fenómeno, haya sido motivo de cierta indiferencia por parte del Almirante al no seguir llamando la atención con sus observaciones de la estrella, pues si hubiésemos tenido otra observación más, quién sabe, nuestros pasos hubieran seguido por senderos más definitivos y la conclusión acabaría por definir donde estaba ubicada con aproximación la línea 17° W, 18° W, 19° W y 20° W de declinación magnética o Variación como le llaman en las cartas y radicadas de estos lugares. La Declinación no puede ser referida a la estrella Polar porque ésta no ocupa, ni ha ocupado el centro de giro de la tierra; ha sido desde los tiempos del siglo xiii, una vía de referencia aproximada, y toda alusión a ella en lo relativo a la magnético es falso; toda referencia a lo verdadero tendría que efectuarse entre el polo magnético y el polo verdadero o geográfico, por eso la aguja magnética refleja en un lugar y registra su diferencia con el geográfico, al E o al W, pero de un día o una noche ni nordestea ni noruestea el que así piense, caminara errado y no saldrá del atolladero en que se envuelve. 110 Ramón Julio Didiez Burgos Al navegar el Almirante hacia el oeste desde las islas Canarias, con un desvío de unos 12°.5 al E, y 7° grados de Error total al E, es natural el lugar o zona tendría de declinación 5°.5 W; al seguir navegando hacia el W el error total disminuiría porque aumentaba la declinación al W, y cuando alcanzó una fuerza magnética N W de 12º.5, igual al desvío de su compás, el error total se redujo a 0° y por eso “al comienzo de la noche, las agujas nordesteaban y a la mañana noruesteaban algún tanto”. Esta anotación del Almirante demuestra de una manera clara que la estrella Polar en su movimiento circular sus elongaciones eran ángulos iguales a la dirección de la flor de lis de la aguja magnética. Esto fue lo que ocurrió el día 13 de septiembre, siguió navegando y el día 17 de septiembre, 4 días después al haber navegado 505 millas náuticas habían llegado a un lugar que el error total de su compás aumento a 6°.8 W, lo que acusa a un aumento en la fuerza magnética terrestre de la zona que llegó a 19°.3 W de declinación o variación, y el día 30 de septiembre, 13 días después, al navegar 817 millas náuticas encontró que el error total era de 6° W una disminución de 0°.8 grados, indicativo de que los meridianos magnéticos sostenían acompasado y decreciente su fuerza magnética, pues en este caso siendo el error igual a 6° W. y el desvío igual a 12°.5 E el valor del meridiano magnético era igual a unos 18°.5 W. De haber anotado el Almirante alguna observación más, hubiéramos visto que otra vez le empezaba a disminuir el error total, que es lo que los autores le llaman Variación, y que por feliz coincidencia al estar ligada a la declinación por medio del desvío, las oscilaciones E-W del error están subordinadas a los aumentos o disminuciones de la declinación, hasta llegar de nuevo a 0° cuando el desvío se igualaría de nuevo a la declinación en el meridiano sogónico de declinación o variación para pasar de nuevo a un error total al E. El lunes 15 de octubre al decir el Almirante, “y la otra que yo seguí se corría Leste Oueste” esta costa que es la costa norte de las islas Acklin y Crooked, a las que llamó “islas de Santa María de la Concepción” se corren sus costas norte, desde el este al oeste y a dos tiros de lombarda, dos millas náuticas al norte del cabo Noroeste de la isla Acklin hasta el punto más visible de la isla Crooked 273°, como él la corrió al este-oueste, o sea 90° o 270°, encontramos aquí un error en su compás de 3° E. El día 19 de octubre dice “el viento era norte, y quedaba el dicho isleo en derrota de la isla Fernandina, de donde yo había partido Leste-Oueste, y se corría después la costa desde el isleo al Oueste, ya había en ella doce leguas fasta un cabo, a quien yo llamé el cabo Hermoso, que es de la parte del Oueste”. El Almirante quería trasladarse desde donde estaba fondeado en el cabo Isleo al norte, hacia el cabo que él veía, pero el viento era norte y para poder llegar allá, tuvo que salir con un rumbo tal que su tipo de velamen le permitiera ganar barlovento o viento como se decía en la época y ya vimos que las carabelas no podían ceñir al viento con un ángulo menor de 6 cuartas 67°.5 al salir y tomar su rumbo de 6 cuartas y media, en su proa le salió la parte sur de la isla Fernandina, el rumbo de la línea que une la parte sur de la isla Fernandina con el isleo de la isla Fortuna o Isabela es de 290°, verdadero, y al seguir el N 73° W o sea 6 cuartas tirando a la media (287°) le dio un error de 3° al E y al virar al W a unas 10.8 millas náuticas de la isla Fernandina hacia cabo Hermoso, lo hizo a 87°. Es de conocerse, que el error varia de signo en los rumbos contrarios, y le dio en la Proa, la Loma de Stopper Hill; desde el cabo del Isleo al punto de viraje al 21 millas náuticas y desde este punto al cabo Hermoso algunas 17 millas náuticas total 38 millas, las 12 leguas anunciadas por él. Si el Almirante no hubiera tenido que afrontar los problemas que se le presentaron con las supersticiones de la tripulación con el noroestear y noruestear de la aguja con referencia de la estrella Polar la cual era una estrella circupolar en esta época con toda posibilidad nos hubiera legado más observaciones con las cuales reconstruir un plano magnético preciso de las Líneas de Fuerzas Magnéticas del Atlántico y de esta manera, los hombres especializados en magnetismo en la actualidad, hubieran dispuesto de un material valioso en que fomentar muchas de sus observaciones, así también los que hoy preconizan que la línea de declinación nula estuvo a 3° y medio al este de la isla de Cuervo hubieran encontrado otra línea de declinación nula cerca de la latitud 24°–07’.5 norte, longitud 67°–37’.5 oeste el 8 de octubre. Según se muestra en la Carta del Atlántico con sus líneas isógonas, conceptuadas por mí según las observaciones del gran almirante español Cristóbal Colón y los insignes capitanes y pilotos que compartieron con él, la gran aventura de descubrir un nuevo continente. Hemos dicho anteriormente que es llamado del error total hacia el W de la rosa náutica de la nao del Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... Almirante, aumentado ésta con el abatimiento de los barcos al recibir el viento del nordeste derivaban hacia el sur, hasta caer directamente en las islas Planas. Figura del papa Alejandro VI, según un medallón que está en el Vaticano. Si aceptamos la hipótesis de que el meridiano 0° de declinación estaba a 30 leguas al este de la isla Cuervo de las Azores o al sur de estas, o 100 leguas al oeste de las islas de cabo Verde como “líneas de demarcación” de las esferas de dominio y jurisdicción entre España y Portugal, tal como lo consideró el papa Alejandro VI en su bula del 1493, puede considerarse que, como este valor 0° fue determinado por el compás magnético de la carabela Santa María, este compás no tenía desvío y que su error era 0°, cuatro días después; el día 17 de septiembre observó que “Fallo de Septentrión en Austro, pasando las dichas 100 leguas de la dicha isla, que luego en las agujas de marear, que fasta entonces nordesteaban, noruesteaban una cuarta de viento todo entero; y esto es llegando allí aquella línea, (la líneas o meridiano 0° del día 13) como quien traspone una cuesta” la posición geográfica del día 17 sería latitud 27°–06. N y longitud 38º–10’.5 W. En cuatro días el compás de la Santa María pasó de 0° a una gran cuarta (12°), en sólo unas 159 leguas de camino a bien se ve del día 13 al 17 solamente varió 6°.8 al oeste); como el meridiano de declinación 0° estaba en la posición latitud 28°–02’N y longitud 30°–21.5 W es de 111 presumirse que las líneas de fuerza del magnetismo se distribuyen a ambos lados de esta línea en la misma proporción y que al este de esta línea el compás tenía que nordestear con la misma amplitud y en la misma proporción, con que lo estaba haciendo ahora, así podríamos sacar que si el Almirante navega desde las Canarias 200 leguas u ocho días hasta el 13 donde encontró el meridiano 0°, es natural que a toda esta zona hasta las Canarias le corresponde más de 1 cuarta de nordestear del compás, fenómeno que no ha sido registrado, ni por los Portugueses que siempre navegaron estas aguas ni por el mismo Almirante; si esta secuencia se lleva a Europa todavía resulta peor la especie porque en el Mediterráneo la declinación sería de 2 cuartas. Si el meridiano 0° declinación estaba en la posición antedicha, entonces ¿La zona de alta tensión magnética donde estaría ubicada? Indudablemente, cerca de América o en Europa, pero la historia del magnetismo no da datos de estas altas tensiones por estos lugares. Si seguimos adelante encontramos que el día 30 de septiembre el cielo se le presentó al Almirante bajo el mismo aspecto que el día 17, de manera que el compás le noruesteó todas las noches desde “una cuarta” hasta “una gran cuarta” 13 días consecutivos sin que se experimentara en el compás un cambio notable. ¿A qué se debió esta permanencia del compás en sostener un mismo ángulo con la Polar? El Almirante no lo explica, ni tampoco los analistas, para él, los grandísimos “mudamientos del cielo” no tenían relación con el compás, aunque para conocer la verdad de él lo marcaba en un momento dado con la estrella Polar, en la mañana, visto así, entonces la Polar era la referencia de su compás para saber si este estaba bien; no hay duda alguna que el cambio de navegación en otras aguas le trajo problemas de carácter científico que él interpretó a medias. Si en cuatro días tuvieron una variante en el compás de una gran cuarta y en los 13 días subsiguientes se mantuvo igual, esto se debió a algún fenómeno magnético que debió haberlo afectado y ese mismo fenómeno debió haber existido al lado este del meridiano 0° de declinación, y estos fenómenos nunca han sido enunciados para esa parte. Entonces, ¿qué se puede deducir de aquí? O que el Meridiano 0° de declinación no existió en este lugar o que el Almirante alteró el compás con hierros en sus proximidades; si el meridiano 0° existió en ese lugar, el crecimiento o noruestear de la aguja 112 Ramón Julio Didiez Burgos hubiera sido progresivo, y entonces el Almirante hubiera tenido que apelar a alterar el compás en sus crecimientos pero eso sólo hubiese sido un ardid para el compás y la tripulación, pero no para el magnetismo de la tierra el cual aumentaba a medida que se dirigían al oeste, el aumento llegaría hasta las zonas de altas tensiones que como ya dijimos estarían cerca de América estos constantes aumentos y el abatimiento de ella obligarían a las carabelas a derivar hacia el sur todos los días con más pronunciamiento hasta arribar a las Antillas menores de Barlovento, Puerto Rico o a Santo Domingo. A las Lucayas no habría posibilidad, el Almirante no hubiera podido resistir alterar con hierros unas 2 cuartas de noruesteo que hubiera hecho su compás en la travesía del Atlántico, de no haber alterado el compás, los pilotos y la tripulación se hubieran alarmado de manera más peligrosa y el Almirante hubiera anotado en su Diario la novedad, nada de esto sucedió, porque el meridiano 0° de declinación que era el que hubiera dado origen a estos acontecimientos no estaba ahí y lo que sucedió fue lo relatado anteriormente. Hoy podemos contemplar que la razón de la permanencia del compás en sostener con respecto a la Polar el noruesteo de una “gran cuarta”, fue el haber navegado durante estos 13 días o 257 leguas sobre una zona de alta tensión magnética, punto de origen inverso de las declinaciones NW; a partir de aquí las líneas isógonas se dividían al W y al E, disminuyendo su valor hasta llegar a reducirse a un valor 0° al nivel del golfo de México en el W y Europa hacia E, pero con denominación NW. No creo que haya alternativa en considerar que la deducción hecha no tenga fuerza de razón para considerar que esa fue la realidad del magnetismo del Atlántico para el 1492. Tratar de tergiversar estas realidades físicas geográficas magnéticas es lanzar un mentís a lo que hoy se ha podido descubrir del magnetismo del Atlántico. Hay que convenir que la Santa María traía a bordo, lombardas de hierro, arcabuses, herramientas de hierro, y estaba construida con clavos de hierro, y hierro suficiente para producir una perturbación (desvío) en el compás, de manera que cualquier marcación de él a la Polar, era el resultado de la suma o diferencia de la declinación y esa perturbación, que hoy llamamos Error Total del compás. Para John Davis en el 1594 El secreto del Marino que en la isla de Fez en las Canarias fue usado para el primer meridiano por pasar por ahí, la línea de 0° declinación, esta información denota que John Davis o algún capitán amigo le informaron la novedad de este fenómeno; en tan sólo 100 años el magnetismo de la tierra no iba a variar una cantidad de grados magnéticos como los que hay entre la porción donde don Cristóbal Colón encontró el día 13 de septiembre del 1492 en el Atlántico a la posición de la isla de Fez en el 1594; eso acusaría un movimiento de los polos magnéticos hacia el este un ritmo algo acelerado por año, pero este movimiento nunca ha sido observado en los estudios del magnetismo del Atlántico, de manera que la observación del John Davis hace ver que el compás con que fue hecha tenía un error igual a cero en esa zona, esto es, un desvío pequeño que se compensaba con la declinación igual a él. Este caso ha sido debatido por muchos especialistas, y poca explicación han sacado de ella las múltiples conjeturas que se han hecho del caso. Hasta han llegado a pensar que el Almirante traía el compás trocado; estos arreglos se hacían en esa época en la cuenca del Mediterráneo y a las brújulas en navegación de escasas distancias, y donde los efectos de las Variaciones locales de la declinación no tenían la significación de grandes cambios en los rumbos o en la zona del Atlántico europeo, el que navegaban los buques en su generalidad norte sur. Los efectos tampoco eran muy notables. Las líneas de puntos muestran la disposición de los imanes en los compases antiguos cuando estos eran trocados. Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... El trocado de un compás, era el recurso que empleaban los constructores de Rosas Náuticas al final del siglo xv y esto consistía en colocar los imanes en la Carta, a un ángulo igual a la declinación del lugar, en tierra, donde los imanes seguían un ángulo determinado, más, al instalarlo a bordo de un buque, este ángulo ya no era el mismo, sino que se alteraba en razón al magnetismo, de a bordo. Hemos visto que aunque un buque de madera fuese construido sin piezas de hierro, estos siempre se afectaban; y como casi todos estos barcos, contenían piezas de hierro, tales como lombardas, anclas, sunchos, candeleros, cadenotes, etc., esto influía notablemente en la dirección de las agujas, y de aquí que una aguja, no marcaba el mismo rumbo en tierra que a bordo de un buque. De esta manera, al quedar colocado los imanes debajo de la Carta Graduada a un ángulo igual a la declinación, la Flor de Lis de la Carta señalaba el norte, pero como éste estaba fijado sobre una estrella que giraba, al ocupar diferentes posiciones en la noche que era cuando marcaba con la aguja tenía su variación del oeste al este o viceversa. Con suma razón dice don Juan Lisboa, con respecto a las agujas francesas y genovesas “Nordestearem e noroestearem, diferente… e porque os antiguos nao sentirem esta variçoa andaban mudando os ferros de agulha fora da Flor de Lis”. Así, en esta forma, buscaban corregir en lo más posible el error de su compás, una especie de compensación rudimentaria. Dice José Ma. Martínez-Hidalgo y Terán en su libro Historia y leyenda de la aguja magnética que “en todas partes se había generalizado luego el “trocar los aceros” siendo el valor del ángulo formado por el eje del imán con el diámetro norte-sur de la rosa en el litoral Báltico, de unos 8° y medios, menos en Rusia, que era algo menor, alrededor de los 7° grados y medios, en las demás naciones citadas, media cuarta o sea, 5° grados y medio, poco más o menos. La razón de situar los imanes hacia el este era porque en Europa, contrariamente a lo que sucede hoy, la declinación magnética era N E. Claro que esto es en términos generales, porque rigurosamente, ahora en el mar Negro y a oriente del cabo Norte, pasa del N W. al N E, como puede apreciarse en la carta de líneas isógonas. Por eso el ilustre contralmirante Julio F. Guillén admite la posibilidad de que el Almirante traía los imanes de su aguja trocados en un estudio que hizo del Diario, y al fijar los hechos del día 17 de septiembre el Sr. Martínez-Hidalgo correspondiendo con la idea del contralmirante Guillén dice “Efectivamente, 113 si la aguja llevaba los imanes dispuestos para corregir una Declinación NE en cuanto alcanzó un valor NW la disposición se acentuó aún más”, sacamos de aquí que a partir de la línea encontrada el día 13, al E, las declinaciones eran N E, y al W eran N W y esto medio a medio del Atlántico, no lo creo así. De haberlos trocado no hubiera hecho en lugares de baja declinación NW, cerca o al sur de España; entonces el meridiano 0° lo hubiera encontrado más cerca de las islas Canarias, y por tanto las declinaciones crecientes de la zona por donde navegaba le hubieran obligado a trazar un rumbo mucho más pronunciado hacia el sur. El Almirante no traía su compás trocado en la nao Santa María, ya hemos visto cómo se desarrollaron paulatinamente y de un modo gradual las alteraciones de su compás y dentro de un círculo de fuerzas que obedecían a las líneas isógonas que existían y tenían semejanza con las que en la actualidad se trazan en el océano Atlántico por los servicios hidrográficos norteamericanos en su carta Pilot Chart o en las cartas inglesas y francesas isogónicas. De otra manera se trata de dar a entender que el meridiano 0° de declinación estaba en la posición que las carabelas tenían el día 13 de septiembre en medio del Atlántico, indicando así que esta línea viajaba alrededor del globo, encontrándose en dicha posición en la fecha indicada. Si nos adelantamos de fecha y escogemos de sus viajes otros datos valiosos que tendería a aclarar estos acertijos, llegamos al 16 de agosto del 1498 en ocasión de su tercer viaje y mientras se dirigía a la Española desde la isla Margarita con rumbo Norueste cuarta norte (33°.8 W) o (326°) y llegó a la isla Beata, al llegar a esta isla podemos sacar en claro que desde isla Margarita a la Beata se hace con un rumbo verdadero de 311°, que el rumbo que lo siguió a pesar de llevar en su compás 326° fue de 311°, de manera que el error total de su compás (no era el mismo que el de la Santa María) fue de 15° W. Después de haber navegado 89 leguas desde la isla Margarita al norueste cuarta norte y en posición aproximada de latitud 14°–25’ N y longitud 66°–35’W dice “que cuando partía de Canarias para la Española pasando 300 leguas al oeste, luego noruesteaban las agujas, una cuarta y la estrella del norte no se alzaba sino cinco grados, y agora en este viaje nunca le ha noruesteado, hasta anoche, que noruesteaban más de una cuarta y media, y algunas agujas noruesteaban medio viento, 114 Ramón Julio Didiez Burgos que son dos cuartas, y esto fue todo de golpe anoche”. Al decir que en este viaje las agujas nordesteaban, esta posición estaba muy lejos del continente Europeo; al decir de J. Ma. Martínez-Hidalgo y Terán “porque en Europa, continuamente a lo que sucede hoy, la declinación magnética era N E” y la siguió nordesteando hasta la posición señalada anteriormente donde se le vario de golpe y le “noruesteaban más de una cuarta y media, y algunas agujas medio viento, que son dos cuarta” parece que en el medio del mar Caribe había otra línea de declinación nula, porque pasa del E. al W de golpe. Nos diría que no se puede pasar de una declinación al E. a otra al W sin pasar por el cero, ¿qué les ocurrió a las agujas magnéticas que violentamente cambiaron de un error E a otro al W y en una noche? Antes de considerar que este caso tiene su interpretación, consideremos que además de la influencia que ejercen los hierros de a bordo en las agujas imantadas, cuando los buques navegan cerca de tierra donde existe un gran contenido de hierro o por parajes volcánicos, las agujas sufren atracciones considerables de manera que se alteran por inducción, esto en forma rápida y peligrosa para la navegación. Se ha observado también que los compases pierde mucho de su sensibilidad cuando el buque está fondeado y en calma cierto tiempo; esto es, se encuentran adormilados. Cuando se sale a navegar, estos vuelven a recobrar su directriz, pero en una forma paulatina y gradual por eso se aconseja el que siempre en estos casos se le diera golpecitos suaves sobre el cristal de la aguja para que se coloque lo más rápido posible en su verdadera dirección. Desde el día miércoles 1 de agosto del 1498 arribó a la Punta Noreste de la isla Trinidad que le puso Punta de la Galera, siguió su costa este al sur, y entró a la bahía que forma esta isla con tierra firme a la que puso golfo de Ballenas (hoy Golfo de Paria). Anduvo dentro de este golfo hasta el día 13 de agosto que salió por la boca que el llamo Boca del Dragón para dirigirse a la Hispaniola, pasó por la isla Margarita el día 15 de agosto y el día 16 fue cuando hizo su observación. Dice D. Francisco Fernández Fontecha en su magistral obra Curso de astronomía náutica y navegación “Sir James Clark Ross, dice que encontró una gran perturbación en la isla Trinidad”, como el Almirante estuvo fondeado en estos parajes, es posible que las agujas que poseía a bordo se hayan alterado y que los buques hayan sido objeto de magnetismo accidental en esta zona. Mientras reconocía todo el golfo de Ballena y que al salir el día 13 de agosto este magnetismo fuera perdido golpe y produjera el fenómeno ya enunciado por el día 16 de agosto, no hay que dudar de que este fenómeno haya sucedido así o que le haya colocado el exprofeso un hierro cerca a la aguja que le haya hecho variar de un signo a otro, por 17°. W de error total que tenía la aguja, es precisamente una cuarta y media de error. En la actualidad los aviones que cruzaban de Caracas a las Guyanas o a las ciudades de la parte norte del Brasil pudieran notar que al cruzar por las confluencias de los ríos Orinoco y Caroni, sus brújulas experimentaban ciertos giros irregulares, hizo presumir la existencia de yacimientos de carácter ferrosos; estas presunciones hicieron investigar a la compañía norteamericana Bethlelem Steel en 1941, la cual encontró en El Fao un rico filón de mineral de hierro y seis años después la United States Steel descubrió que cerro Bolívar, montaña de 12 kilómetros de largo por 800 metros de altura tiene el contenido de unos 500 millones de toneladas de mineral de hierro, con la riqueza de un 60 por ciento de pureza. No hay duda que este enorme yacimiento de hierro fuera el que alterara el compás del Almirante, haciéndole adquirir magnetismo accidental, ya que él estuvo 10 días dando vueltas en el Golfo de Ballena, y que en la noche del 15 de agosto lo perdiera de golpe; también queda confirmada la observación de Sir James Clark Ross al encontrar una “gran perturbación magnética” en la isla Trinidad. Podemos notar en el examen de los rumbos del Almirante alrededor de las islas que visitó el 15, 16, 17, 18, 19, 20, etc. de octubre del 1492 que casi todas se correspondían con los rumbos verdaderos (de acuerdo a la cartografía actual, porque en la antigua, ni pensarlo), y esto era debido a que siendo el desvío del compás 12°.5 al E y al estar navegando en zonas de declinación de unos 10° u 11° al W, el error total del compás era sumamente pequeño y podía considerar que los rumbos se acercaban a los reales y verdaderos; de ahí que cuando él anuncia un rumbo se puede trazar en la carta, y encontrar escasa diferencia con el verdadero. El día 16 de octubre dice que “esta isla está desviada de la Santa María ocho leguas cuasi Leste Oueste”, es la confirmación del pequeño error de su compás. Permítaseme en esta oportunidad aclarar algo que parece contraproducente en los asuntos del Diario; aquí dice que la distancia entre las islas es de 8 leguas, mas sin embargo el día 15 de octubre dijo: Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... “y así a esta isla de Santa María a esta otra nueve leguas Leste-Oueste” esta distancia es la navegada entre ambas y la ocho, la que hay entre ellas. También encontramos otra confirmación al relatar los acontecimientos del día 20 de octubre de 1492 cuando se internó en la ensenada de Acklin “The Bight of Acklin”, ensenada formada por Santa María de la Concepción y la Isabela, desde el cabo de las Lagunas al sur de la isla Fortuna, dice “para navegar al Nordeste y al Leste de la parte del sureste y sur” y “fallé todo tan bajo en el fondo, que no pude entrar y navegar a ello y vide que siguiendo el camino del Sudueste era muy gran rodeo”, si se verifican estos rumbos en la carta desde el sur de la isla Fortuna se podrán constatar que para entrar en las líneas el agua de 1.5 a 2 brazas los rumbos obligatorios son nordeste y este, y de ese al fondo de la ensenada se puede salir sobre estos mismos calados, al sudeste con las pequeñas correcciones del compás. El día 24 de octubre cuando sale del cabo del Isleo para Cuba hace rumbo ouesudueste, en la tarde, “fasta que anocheció, y entonces me quedaba el Cabo Verde de la isla Fernandina, el cual es de la parte sur a la parte del Oueste, me quedaba al Norueste, y hacía de mi a él siete leguas”. Si también verificamos este caso en la carta actual, pero con una pequeña corrección de 3 grados al E. al rumbo ouesudueste y a la marcación nordeste, la línea que sale del cabo del Isleo se cruza con la línea de la marcación al cabo Verde de la isla Fernandina a 7 leguas, 21 millas. No creo que sea necesario abordar más evidencias sacadas del Diario para estar conforme a las conclusiones a que he llegado anteriormente pues éstas son más que suficientes para dejar sentado que: a. La aguja magnética que trajo la Santa María, no tenía los aceros trocados. b. Que el Almirante en este viaje no usó el viejo truco que usaban los navegantes antiguos, “de cambiar el cebo” del compás, esto es, alterar la dirección de Flor de Lis, para acomodar su declinación (error total) a la estrella polar. c. Que la variación que se experimentó en la aguja desde la salida de la Gomera hasta las Lucayas, fue un movimiento normal y ajustado a los meridianos isógonos de toda la zona cruzada. d.Que por dos veces pudieron comprobar que la aguja magnética se dirigía al centro de las oscilaciones nordeste y norueste de la e. f. g. h. i. j. k. 115 estrella circumpolar o de la Osa Menor, la primera en la posición latitud 28°–02’N y longitud 30°–21’5 W el día 13 de septiembre y la segunda en la latitud 24°–07’5 N longitud 67°–16’5 W el día 8 de octubre. Que estos no eran los meridianos 0° de declinación, sino zonas de fuerzas magnéticas igual al desvío del compás de la nao, que al contrarrestar la declinación de especie contraria obligada a la aguja a tener un error igual a 0°. Que si el Almirante discrepó en algo respecto al magnetismo, más bien se debe a ignorancia que se tenía de los valores magnéticos de que eran afectados los compases y culpa de él no es, si no, de que aún no se habían hecho estudios del magnetismo a fondo. Que la zona restringida en que se desarrollaban las navegaciones en esa época no producía cambios notables y significativos en la aguja, pero cuando éstas fueron extendidas y ampliadas a mayor distancia al oeste, el magnetismo terrestre se hizo evidente en la alteración de las marcaciones de la aguja. Que el Almirante fue el primero en notar estas variaciones de la aguja en el Atlántico y a él que adjudicarle la gloria de haberla dado a conocer. Que a partir de este viaje es que con más ahínco se ha llevado estudios intensos del magnetismo terrestre, según lo tiene demostrado don José Ma. Martínez-Hidalgo y Terán en su magistral obra Historia y leyenda de la aguja magnética. Y que, aunque se haya conocido con fecha anterior al 1492 la declinación, no queda sentada de manera llamativa el estudio de la variación de la aguja (la declinación), por ser considerada como perturbación local, y sin muchos efectos. Las razones antes dichas me obligan a identificarme con el historiador Fernández Navarrete al decir “el ingenioso Colón, que fue el primer observador de la variación, procuraba disipar los temores de su gente explicándoles de un modo espacioso la causa de este fenómeno. Así lo asegura su historiador Muñoz, y así era la verdad, como se comprueba al ver las reflexiones que hace en su tercer viaje sobre estas alteraciones del imán. La misma sorpresa y cuidados de los Pilotos y Marineros es una prueba decisiva de que hasta entonces nadie había notado esta variación en las agujas. Así lo dicen Las Casas, 116 Ramón Julio Didiez Burgos Hernando Colón y Herrera, historiadores exactos y fidedignos. Y por lo mismo es muy singular que haya cuidado tanto la opinión de que el primero que observó las declinaciones del imán fuese Sebastián Caboto, que no salió a descubrir hasta el año 1497, con permiso del rey de Inglaterra, Enrique VII, suponiendo que publicó esta novedad en el año 1599, y que otros la atribuyan a un tal Criñón, piloto de Dieppe, hacia el año 1534. Nuestro erudito Feijoo incurrió en este error y lo sostuvo tomándolo según dice de Mr. Fontanelle en su Historia de la Real Academia de Ciencias. Lunes 1 de octubre.— “Navegó su camino al Oueste, anduvieron veinticinco leguas con todo a la gente de veinte leguas, tuvieron grande aguacero. El piloto del Almirante tenía hoy en amaneciendo que habían andado desde la isla de Hierro hasta aquí quinientas setenta y ocho leguas al Oueste; la cuenta menor que el Almirante mostraba a la gente era quinientas ochenta y cuatro leguas; pero la verdadera que el Almirante juzgaba y guardaba eran setecientas siete. Para este día la armada se encontraba al sur de la línea límite de los vientos del nordeste o Aliseos, aún navegaban en zona de calma, razón de la inmovilidad atmosférica y las grandes precipitaciones de lluvia de hoy”. Alonso Niño, piloto del Almirante tenía contabilizado para el amanecer del día de hoy 578 leguas, pero el Almirante tenía para ese momento 608 leguas, el de la Pinta Cristóbal García Sarmiento o don Martín Alonso Pinzón 584 y el de la Niña, Juan Niño o Sancho Ruiz de Gama, o Vicente Yáñez Pinzón, 580 por lo que se ve en la cuenta esta, que era la que todos los pilotos mostraban, habían pocas diferencias en sus tablas y todas parecen eran llevadas bajo un sistema común de determinarlas, no hay duda alguna que la cuenta real de la distancia estaba en este sistema, porque el otro o la cuenta larga o real como la llamaba padre De las Casas era los aumentos que se hacían a estas para obtener la distancia en la carta de Toscanelli, la cual difería de esta, 1.75 leguas por grado, diferencia introducida al tomar el Almirante para un grado de amplitud entre sus meridianos de 43 millas para la confección de su carta y Toscanelli 50 millas al grado, en el paralelo 41°. Al llenar el Almirante el día 2 en la mañana los cómputos totales de la distancia recorrida, incluyendo el día 1 de octubre hasta el momento de hacer el cálculo, tenía en su cuenta 608 leguas, es deberse que para el amanecer del día 2 que fue cuando empezó el día que incluye el día 1 de octubre tenía 607 leguas que anduvo mientras hacía sus apuntes para el momento, escribe el padre De las Casas “pero la verdadera que el Almirante juzgaba y guardaba eran setecientas siete (707)”. Basta decir, sin tener que aludirnos a ningún autor o crítico del primer viaje del Almirante que todos y sin excepción coinciden en considerar que en esta distancia de 707 leguas hay un error, sea del Almirante o sea del padre De las Casas o de los copistas del Diario. Mi opinión es contraria y decidida, no hay error en esta distancia, sino la primera coincidencia que deja ver el Almirante entre las dos cartas que llevaba a viaje, la de Toscanelli y la de él, la otra la veremos al final del viaje. Al hacer el cálculo de la distancia para la carta de Toscanelli, tomó como referencia la distancia corta o la del engaño (según Las Casas), la cual eran 608 leguas, para amanecer el día 2 de octubre, que incluía todo el día 1ro., más la distancia de 1 legua de una hora después de la salida del sol en el día 2. Esta distancia de 608 leguas abarcaba para la carta del Almirante 56°.56 grados desde la isla de Hierro, para buscar el equivalente en leguas en la carta de Toscanelli, sólo hay que multiplicarlo por la diferencia de que existían entre ambas cartas y sumárselas a la distancia corta así: la diferencia entre ambas era de 7 millas por grados, en leguas era 1.75 x 56.56 = 98.98 + 608 = 706.98, este valor de 707 representaba la distancia en la carta Toscanelliana, como el Almirante llevaba su derrota por él, bajo el influjo de confianza que concedía el sabio florentino la consideraba como verdadera. La forma un tanto descontroladas del ajuste de ambas distancia para otros días, sin que se haya encontrado un día como el del día 1 de octubre para verificar y demostrar este acerto, no representa una negación al método empleado por el Almirante, sino una forma amañada e intencional para ser él, único poseedor de las distancias. Si acaso dio esta distancia como verdadera y la otra como falsa obligaba por esta confusión, que él únicamente entendía, a los pilotos que fueran a la Indias a navegar a tientas inciertamente hasta tanto tomaran experiencias. Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... Capítulo VI Desde el día 2 de octubre hasta el día 10 La distancia Martes 2 de octubre.— “Navegó su camino al Oueste noche y día treinta y nueve leguas, contó a la gente obra de treinta leguas: la mar llana y buena siempre; a Dios muchas gracias sean dadas dijo aquí el Almirante; yerba venía del Este al Oueste por el contrario de lo que solía; parecieron muchos peces, matose uno; vieron una ave blanca que parecía gaviota”. Hoy siguió su camino al mismo rumbo al oeste, lo único significativo que se puede ver en este día es el movimiento de las algas de este al oeste, indicación de sentido rotativo de las corrientes en esta zona, mientras que para el día 16 de septiembre era de oeste a este. Miércoles 3 de octubre.— “Navegó su vía ordinaria, anduvieron cuarenta y siete leguas, contó a la gente cuarenta leguas. Aparecieron pardelas, yerba mucha, algunas muy vieja y otra muy fresca, y traía como fruta; y no vieron aves algunas; creía el Almirante que le quedaban atrás las islas que traía pintadas en su carta. Dice aquí el Almirante que no se quiso detener barloventeando la semana pasada, y estos días que había tantas señales de tierra, aunque tenía noticias de ciertas islas en aquella comarca, por no se detener, pues su fin era pasar a las Indias; y si detuviera dice él, que no fuera buen seso”. Siguió navegando a su camino, y encontró muchas algas, unas viejas y otras frescas; al no ver aves creyó haber dejado atrás las islas que tenía pintadas en su carta; esta información “en su carta” deja evidenciado que la carta tan traída y llevada de barco a barco era la pintada por él y no la de Toscanelli; estaban a 63° de la isla de Hierro o 297° de longitud, se entendía que habían rebasado la isla Antilla, pero parece que don Martín Alonso Pinzón, al haber visto la carta del Almirante, vio las islas dibujadas en estos parajes, opinó, y así los tripulantes, que debían volverse a buscar las islas, pero el Almirante era de idea contraria, seguir adelante porque su intención desde 117 que salieron y según se lo había prometido a los Reyes era ir directamente en busca de las Indias. Esta diferencia de opiniones parece hizo surgir disgustos entre don Martín y su tripulación conjuntamente con la de la Santa María y el Almirante, las razones de que se valía parece que no eran insuficientes para contener el creciente disgusto entre todos, pero como esta ausencia de señales de tierra, según su interpretación, desapareció por poco tiempo surgieron de nuevo, y por parte del oeste aparecieron los alcatraces, y pardelas, rabiforcado y gaviota, que se consideraban que dormían en tierra y estas nunca se apartaban 20 leguas de ella; esto dio nuevos ánimos y la tripulación se moderó, pero con sus reservas. Jueves 4 de octubre.— “Navegó su camino al Oueste, anduvieron entre día y noche sesenta y tres leguas, contó a la gente cuarenta y seis leguas; vinieron al navío más de cuarenta pardeles juntos y dos alcatraces, y al uno dio una pedrada un mozo de la carabela, vino a la nao un rabiforeado y una blanca como gaviota”. Viernes 5 de octubre.— “Navegó su camino andarían once millas por hora; por noche por día andarían cincuenta y siete leguas porque aflojó la noche algo el viento; contó a la gente cuarenta y cinco; la mar en bonanza y llana: a Dios, dice, muchas gracias sean dadas; el aire muy dulce y templado, yerbas ningunas, aves pardelas muchas, peces golondrinas volaron en la nao muchos”. En todos estos días la armada navegaba con mares tranquilos; hoy hicieron buen camino; parece que el viento les sopló bien, siguieron viendo señales de tierra y por ahora parece que los ánimos estaban calmados. En este día dejaron de ver las algas y yerbas y varios peces voladores, que llamaban golondrinos cayeron a bordo, la longitud de su vuelo dice el Almirante, que es “un gran tiro de piedra”. Sábado 6 de octubre.— “Navegó su camino al Vueste ú Oueste ques lo mismo, anduvieron cuarenta leguas entre día y noche; contó a la gente treinta y tres leguas. Esta noche, dijo Martín Alonso, que sería bien navegar a la cuarta del Oueste, a la parte del Sudueste; y al Almirante pareció que no decía esto Martín Alonso por la isla de Cipango, y el Almirante vía que si la erraban que no pudiera tan presto tomar tierra, y que era mejor una vez ir tierra firme y después a las islas”. Siguió su camino al oeste, don Martín Alonso al contemplar el vuelo de los pájaros al Sudueste se acercó a la Santa María y le sugirió al Almirante cambiar el rumbo en esa dirección, pues era la señal de tierra; además en ese rumbo podían hallar a la 118 Ramón Julio Didiez Burgos isla de Cipango que demoraba en este sentido desde la posición donde se encontraban a 74°.5 grados de la isla de Hierro o 285°.5 de longitud; el Almirante no admitió la sugerencia y siguió su rumbo, pues temía que a tanta distancia de Cipango 166.6 leguas o 666.5 millas antiguas podían errarla y que era mejor ir directamente en busca de tierra firme y luego ir a las islas; esta negativa del Almirante tuvo que haberle caído mal en el ánimo de Martín y como la mayor parte de la tripulación de las carabelas eran del puerto de Palos, era muy natural que el enojo de don Martín se reflejara en todos, por donde se ve que los disgustos de los tripulantes no era por lo luengo del viaje si no por diferencia de opiniones entre el Almirante y don Martín, no obstante, esto, cualquier alteración que hubiera en la tripulación se justificaba, el viaje había sido largo e incierto, la distancia y el tiempo que había navegado y permanecido mirando solo mar y cielo sin haber encontrado las islas donde suponían estarían situadas muy lejos se encontraban de las Canarias y sin esperanzas de hallar tierra en un momento determinado, puesto que la fantasía y las informaciones falsas de los viajeros que visitaron a la India y a Asia en los años anteriores, hicieron posibles todos los errores cartográficos existentes en esa época, errores a los cuales les estaban haciendo frente el Almirante y los hombres que le acompañaban. Domingo 7 de octubre.— “Navegó a su camino al Oueste, anduvieron doce millas por hora dos horas; y después ocho millas por hora, y andarían hasta una hora de sol veinte y tres leguas, contó a la gente dieciocho. En este día al levantar el sol la carabela Niña, que iba delante por ser velera, y andaban quien más podía por ver primero tierra, por gozar de la merced que los Reyes a quien primero la viese habían prometido, levantó, una bandera en el topo del mastel, y tiró una lombarda por señal de que veían tierra, porque así lo había ordenado el Almirante. Tenía también ordenado que al salir el sol y al ponerse se juntasen todos los navíos con él, porque estos dos tiempos son más propios para que los humores den más lugar a ver más lejos”. “Como en la tarde no viesen tierra la que pensaban los de la carabela Niña que había visto, y porque pasaban gran multitud de aves de la parte del Norte al Sudueste, por lo cual era de, creer que se iban a dormir a tierra e huían quizás del invierno, que en las tierras de dónde venían debía de querer venir, porque sabía el Almirante que las más de las islas que tienen los portugueses por las aves las descubrieron. Por esto el Almirante acordó dejar el camino del Oueste, y poner la proa hacia Ouesudueste con determinación, de andar dos días por aquella via. Esta comenzó antes de una hora del sol puesto. Andarían en toda la noche obra de cinco leguas, y veinte y tres del día; fueron por todas veinte y ocho leguas noche y día”. Durante este día, los tripulantes de la Niña produjeron gran revuelo al avisar en la forma convenida de izar una bandera blanca al tope del mástil y disparar una lombarda que veía tierra, en la tarde se disipó el espejismo visto, pero como vieron esa misma tarde una gran multitud de aves que se dirigían al sudueste, el Almirante se decidió virar sobre el oesudueste, a las 4h–44m hora verdadera, esto es una hora antes de ponerse el sol. Lunes 8 de octubre.— “Navegó al Ouesudueste, y andarían entre día y noche once leguas y media o doce, y a ratos parece que anduvieron en la noche quince millas por hora, si no ésta mentirosa letra; tuvieron la mar como el río de Sevilla; gracias a Dios, dice el Almirante; los aires muy dulces como en Abril en Sevilla, qués placer estar a ellos, tan olorosos son. Pareció la yerba muy fresca; muchos pájaros del campo, y tomaron uno que iban huyendo al Sudueste, grajaos y ánades y un alcatraz”. En este día siguió al ouesudueste, la mar tranquila, y viento muy inestable, puesto que dice el Almirante que a veces hacían 15 millas antiguas, que sería 12 millas náuticas, seguían la gran cantidad de aves que volaban al sudueste dando la señal donde se encontraban las islas, estaban al norte de Puerto Rico y la Española; si el Almirante hubiese observado la estrella polar en esta noche y lo hubiera asentado en su Diario se habría visto que lo mismo que le sucedió el día 13 de septiembre, le estaba sucediendo al compás de su nao, que en la tarde le nordesteaba y en la mañana le noruesteaba un tanto, esto es, otra línea de declinación 0° o nula al este de la isla de San Juan de Puerto Rico o a 116 leguas al oeste de la isla Bermudas, a partir de este día el error de su compás seria al este, sus rumbos aumentarían en el valor a medida que seguía al oeste, por razones a que las líneas isógonas de declinación disminuirían de valor, un grado por cada 38 leguas que navegara al oeste, así lo veremos más adelante. Martes 9 de octubre.— “Navegó al sudueste, anduvo cinco leguas; mudose el viento, y corrió al Oueste cuarta al Norueste, y anduvo cuatro leguas; después con todas once leguas de día y a la noche veinte leguas y media: contó a la gente diez y siete leguas. Toda la noche oyeron pasar pájaros”. Miércoles 10 de octubre.— “Navegó al Ouesudueste, anduvieron a diez millas por hora y Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... a ratos doce y algún rato a siete, y entre día y noche cincuenta y nueve leguas; contó a la gente cuarenta y cuatro leguas no más. Aquí la gente ya no lo podía sufrir: quejábase del largo viaje; pero el Almirante los esforzó lo mejor que pudo, dándoles buena esperanza de los provechos que podían haber. Y añadía que por lo demás era quejarse, pues que él había venido a las Indias, y que así lo había de proseguir hasta hallarlas con el ayuda de nuestro Señor” (20). A 50 leguas de descubrir tierra los tripulantes estaban o se sentían cansados de tanto navegar, 33 días tenían de haber salido de la isla Gomera y tan sólo lo que han visto es el cielo y agua, la idea del descubrimiento o llegar a las Indias por el occidente había desaparecido; no se pensaba en los 10,000 maravedíes, ni en las casas de oro y las tejas de plata; sólo había una idea, volver para España; todos se quejaban, los conciliábulos ya no eran secretos; se hacían en las propias narices del Almirante; el tratar al Almirante de extranjero y acusarlo de querer engrandecerse a costa de sus propias vidas fue desconocer que corría también los mismos riesgos; se olvidó el deber y el derecho en la Santa María, pero a pesar de todo esto, Dios acude siempre a tiempo para conjurar las cosas y en esta ocasión se presentó a través de don Martín Alonso Pinzón. Nunca he creído en un motín a bordo de la Santa María, tanto, que se desconociera la presencia cercana a ella de dos carabelas con tripulaciones leales y obedientes a don Martín y a don Vicente Yáñez Pinzón, dos marinos que, a más del respeto, existía un algo de veneración por su carácter y su templanza, estas cualidades no eran de echarlas al olvido para conocer que mientras estos dos insignes marinos fueran leales al Almirante, habían que acatar sus disposiciones y respetarlas; era el representante de los Reyes Católicos en esa Armada y como tal ellos lo hacían reconocer; admitir las murmuraciones, los disgusto, los temores y las quejas, no es aceptar esto como forma de motín, eran desahogos naturales del espíritu, de las graves tensiones que produce el temor de lo desconocido. Si estos hechos no se hubieran producido, el viaje no hubiera tenido el encanto de una aventura que culminó con el hecho más portentoso de la humanidad, el descubrimiento de un Nuevo Mundo. Ellos adornaron con las debidas realidades que las supersticiones producen los últimos días de la gran epopeya. Don Pedro González Blanco, en su obra Martín Alonso Pinzón recoge los testimonios de los sucesos 119 ocurridos el día 6 y 7 de octubre, expuestos en los llamados Pleito de Colón y dice: “¿Se produjo poco después de la insurrección a bordo de la Santa María, gobernada por el Almirante?”. “En la información de Lepe, de 19 de septiembre de 1515 encontramos el testimonio de Manuel de Valdovinos. “Dizque habían ido en el dicho viaje ochocientas leguas desde hierro corriendo al hueste, que dicho Vicente Yáñez y el dicho Martín Alonso se allegaron con los navíos que llevaban, al navío que llevaba el dicho Colón e diz que le dijeron: –Señor ¿A dónde vamos que ya hemos corrido las ochocientas leguas y no fallamos tierra y estas gentes dicen que se van a perder? E que dicho Colón respondió: Martín Alonso hacedme este placer que tengáis conmigo este día y esta noche, y si nos os diese tierra antes del día y antes de por la mañana cortarme la cabeza e volveros. E quel dicho Martín Alonso respondió e dixo. –Agora, agora, señor nunca plugue a Dios que armada de tan gran Rey no solamente espera esta noche sino durante un año”. “Lo mismo declara Juan Moreno en la información de Cuba”. Que viviendo por el mar a descubrir se quisieron tornar los de la Santa María, diciendo que era imposible hallar tierra, e que dicho Almirante les había dicho que aquel día e la noche anduviesen hasta otro día, e que si no vieren tierra que lo echasen a la mar”. “Alonso de Cota. –Información de Puerto Rico del 30 de Septiembre de 1514– asevera que “Muchos marinos de la nave de Colón se querían volver diciendo que iban perdidos e quel dicho Almirante les rogó e prometió que aguardara ciertos días que le señaló, e que si en aquel término no viesen tierra que se volviesen”. “¿Son exactas estas informaciones? Parece hacerlo y desde luego, no hay documentos de mejor origen. Se ve por ellas que Martín Alonso, que había comprometido su hacienda, honra y fama en la empresa, no estuvo nunca dispuestos a regresar. Consideramos que el primero en combatir tamaño despropósito fue Martín, asistido de su hermano Vicente”. “Otros testimonios indican que era Colón quien quería retornar. Así en la información de Sevilla, Alonso Beles habla de que “sedixo por cosa cierta quel dicho Almyrante cuando llegó a dichas yerbas el mar de los Sargazos –se quisieron volver y el dicho Martín Alonso por razón del aviso que llevaba, no lo consintió y dixo;–, Que si él se quería volver quel quería seguir la vía que llevaba y ansi lo hizo y dende a cuatro o cinco días se descubrió tierra”. 120 Ramón Julio Didiez Burgos “Por fatigosa que sea la literatura burocrática de las informaciones, no hay más que transcribirla si queremos alumbrar la verdad. En historia el documento sustituye siempre con ventaja, a las elucubraciones mejor o peor fantaseadas. Sin duda que se resquebraja la muy amable amenidad, pero por lo tanto, aunque desabridamente, las certidumbres. Por otra parte no poseemos caudal lírico bastante para desfigurar la verdad. Preciso es acudir al testimonio ajeno que siempre es el que da fe. Torcerlo no entra en nuestro propósito, sino antes bien dejarlo tal como es. Prosigamos. Alonso Gallegos declara, en la precipitada información, que un día en el que el navío en que iba el Almirante dispararon un tiro, Martín Alonso que navegaba adelante aguardó y “dixo al dicho Colón: Señor ¿Qué manda vuestra señoria? Y quel dicho Colón le dixo; Martín Alonso, estas gentes que van en este navío van murmurando y tienen ganas de volverse y a mí me parece lo mismo porque habemos andado tiempo y no hayamos tierra; y quel dicho Martín Alonso Pinzón había dicho entonces al dicho Colón: –señor, acuérdese vuesa merced que en casa de Pedro Vázquez de la Frontera os prometí por la corona real que yo ni ninguno de mis parientes habíamos de volver a Palos hasta descubrir tierra, en tanto que la gente fuera sana y obiere mantenimientos; pues agora ¿qué nos falta?; La gente va sana y los navíos nuevos y llevamos hartos mantenimientos ¿por qué nos habemos de volver?. Que si quisieran volver vuélvanse que yo tengo que descobrir tierra o tengo de morir en esta armada…”. “La decisión y energía de Martín Alonso resalta en estas afirmaciones, que chocan con la vacilante actitud de don Cristóbal”. “En esta citadisima información de Sevilla, Gonzalo Martín corrobora este mismo, cuando dice haber oído a Gil Pérez que iba en la armada en el segundo viaje que al tiempo del primero “aviendo andado más de ochocientas leguas, el dicho Colón había desmayado e había dicho al dicho Martín Alonso Pinzón que puesto que habían andado tanto tiempo e no hallaban tierra que se volviesen, e quel dicho Martín Alonso le dixo, –A señor Colón, no me enviado el Rey acá para que me vuelva, yo tengo bastimento para un año e no me tengo de volver, que con la ayuda de Dios tengo de pasar adelante que él lleva el mes no volverá adonde partimos, e que entonces el dicho Martín Alonso e el dicho Colón habían habido palabras e se enojaron el uno con el otro…”. “Muy parecidamente declararon Dianez de Montiel, Juan de Quexo, Hernán Martín Gutiérrez y otros más”. “Se nos hace muy agrio lo que Colón quisiera regresar, pero ahi están los testimonios. Aún hay otras declaraciones que importa traer a este lugar. Son las de Hernán Pérez Mateos, Juan Roldán, García Alonso y García Hernández que se registran en las informaciones de Santo Domingo. 5 de Septiembre de 1514.–, de Sevilla y Huelva– 15 de Septiembre de 1515”. “Desde el primero: “…habiendo navegado muchos dias e no descobriendo tierra, los que venian con el dicho Cristóbal Colón se querian amotinar y alzar contra él diciendo que yban perdidos y entonces el dicho don Cristóbal Colón había dicho Martín Alonso Pinzón lo que pasaba y que le parecia que debía hacer y el dicho Martín Alonso le había respondido: –Señor, aforque V. a media docena dellos o hechelos a la mar, y si no se atreve, yo e mis hermanos barloaremos sobre ellos y lo haremos, que armada de tan altos príncipes no habían de volver atras sin buenas nuevas; y que con todo esto se animaron…”. “Habla el segundo: “...que oyó a Juan Pérez, que fue con él al viaje, que habiendo andado setecientas u ochocientas leguas, los más de los marineros dijeron a Cristóbal Colón que no querian ir más adelante, porque el agua iba hacia allá donde ellos iban y el viento también y que no podían volver y que acometieron muchas veces a volverse y que Martín Alonso Pinzón le rogó que no se volvieran...”. Informa el tercero: “...que viniendo con el Almirante don Cristóbal Colón por la mar, traían en plática lo contenido en la dicha pregunta, diciendo los marinos entre sí que venían perdidos e quel dicho Almirante les respondió que les daría tierra presto”. Asevera el cuarto: “...que siempre los consolaba el dicho Almyrante esforzándolos en el dicho Martín Alonso…”. La relación de García Vallejo parece ser la más precisa. Refiere que el 6 de octubre de 1492, después de haber andado como ochocientas leguas al oeste de la isla de Hierro, los marineros que iban con Colón de la Santa María “quisieron amotinarse y alzarse contra él diciendo que eran perdidos”. “Creyó Colón necesario poner el hecho en conocimiento de los demás capitanes y mando disparar un tiro de bombarda”. “Martín Alonso que iba de varguardia lo espero y ya al habla dijo Colón “Capitán, ¿qué faremos?” que mi gente muestra mucha queja? ¿Que Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... vos parece que fagamos?” Entonces dijo Vicente Yáñez “–Andemos señor, fasta dos mil leguas e si aquí non fallaremos lo que vamos a buscar de allí podremos dar la vuelta”. Martín Alonso por su parte arguyó; “Como, señor, ¿agora partidos y de la villa de Palos y ya vuesa merced se va enojado? Avante, señor, que Dios dará victoria que descubramos tierra, que nunca Dios quiera que con tal vergüenza volvamos”. “La pertinacia fervorosa de Martín Alonso es admirable. Sin ella acaso las carabelas hubiesen tomado la vuelta de Palos. Se trataba ante todo de un soliviantamiento de los tripulantes de la Santa María a quienes por díscolos los Pinzones estaban dispuestos a castigar. ¿Qué causas concurrieron a tal desasosiego? ¿Por qué Colón no lo reprimió? ¿Es que los de otras naves se habían quejado? Todos llevaban andadas las mismas leguas, para todos soplaban iguales vientos. Las causas hay que buscarlas en las pésimas relaciones que los marineros de la Santa María llevaban con el Almirante, e iban, no por confianza en él sino por adhesión a Martín Alonso. Así las cosas no podían sufrir pacientemente las descomposturas y desabrimiento de Colón, hombre sin cordura ni afabilidad para gobernar semejantes. Que don Cristóbal era vehemente, irascible, antojadizo, desigual, extremoso y lo peor de todo, altivo, por lo que trataba con despego a sus subordinados, lo dicen historiadores coetáneos (21). Esta falta de don de mando que siempre caracterizó a Colón, fue causa de la protesta de los tripulantes. Debió conocer quién era el que había promovido el motín, por cuanto no lo consigna en el Diario. Esta omisión ha llegado a no pocos historiadores a negar la existencia de la rebeldía. Los documentos al caso nos dejan resquicio a la duda. En el Diario jamás habla Colón de lo que podía menoscabarle. Que acudió a Martín Alonso para someter a los amotinados es irrefragable. Propuso el mayor de los Pinzones a don Cristóbal el día 9 de octubre mudar la cuarta al sudoeste, lo que resistió el Almirante todo aquel día, más el siguiente dijo: “–Fagámoslo ansi”. Mudada la cuarta al sudoeste, depone García Vallejo; “dende tres dias primeros siguientes, …yendo por la dicha derrota el dicho Martín Alonso vido parecer ciertos pájaros que se llaman gabeguellos y papagayos y entonces dixo el dicho Martín Alonso –entre tierra andamos, que estos pájaros no pasan sin causa”. 121 En efecto al tercer día de haber mudado el rumbo. 11 de octubre del 1492–, cuenta Valdovinos en la información de Lepe, que Colón a todos decía. “Que mirasen por tierra e que la verían”, y que todos subidos a las gavias “miraron fasta que el sol se oscuró”. Y que nadie la divisaba, si no era el Almirante que decía; “–¿No la veis, no la veis?”; Y que ninguno de los que con él iba “la vido”. Lo que veía Colón no era tierra, sino “una lumbre, aúnque tan cerrada o añublada que no quiso afirmar que fuese tierra, pero llamó en secreto a Pedro Gutiérrez, repostero estrados del rey e dijole que parecia lumbre, que mirase él lo que le parecia, el cual la vido y dixo que lo mismo le parecia ser lumbre; llamó también a Rodrigo Sánchez de Segovia, que los Reyes habían dado cargo de veedor de toda la armada, pero este no la pudo ver. Despues se vido una vez o dos, e diz, que era como una candelilla que se alzaba y bajaba. Cristóbal Colón no dudó ser verdadera lumbre y por consiguiente, estár junto a la tierra y ansi fue”. Aquí se ve que algunos fueron testigos personales de los hechos y otros expresaron lo que oyeron a algunos de los tripulantes del viaje, el caso es que como queda demostrado, el disgusto fue en la Santa María, y no en las otras carabelas, las cuales sirvieron de freno a cualquier amotinamiento; que existió un estado de inquietud, fue natural y lógico que surgiera esa contingencia, y también lógico y natural el que el Almirante buscara amparo y apoyo en don Martín Alonso Pinzón y su hermano en proseguir viaje ya que los tripulantes de la Santa María iban enojados y deseosos de volverse. De acuerdo a sus cálculos ellos todavía no habían llegado a los 90° que era donde situaban a Cipango (270° de longitud) sino a 853 leguas o sea los 79°.3 de la isla de Hierro y 81°.1 del primer meridiano o sea 278°.9 de longitud, les faltaba 95.7 leguas que harían en grados 8°.9, quién sabe si de ahí dedujo que le faltarían 3 o 4 días de navegación para él alcanzar la costa de Cipango y de aquí la información de Alonso de Cota en la información de Puerto Rico el 30 de septiembre del 1514 de que les pidió a los tripulantes que; “aguardaran ciertos días que le señaló, e que si en aquel termino no viesen tierra que se volvería”. Estas informaciones tienen la posibilidad de ser en mucho ciertas, pero en lo que el Almirante flaqueara en devolverse a destiempo, es dudoso y hasta cierto punto increíble, los mismos testigos confesaron la tenacidad de él en seguir adelante; García Hernández y García Alonso en su exposición 122 Ramón Julio Didiez Burgos así lo confiesan y el hecho de ordenar que las carabelas se juntaran en la tardecita y en la mañana para platicar los tres capitanes, induce a considerar que estas maniobras además de servir para intercambio de opiniones, también servía sugestivamente a los ánimos de los tripulantes de la Santa María, los cuales le llevaban atemorizados y él hizo público los temores que existían en ellos y sus murmuraciones, pero no creo que lo hiciera para que tomara una acción punitiva, sino para contener cualquier riesgo y si acaso le ocurría algo que se supiera cual fue el motivo, y fueran castigados los culpables. La abnegación, lealtad, entereza y decisión de don Martín Alonso Pinzón y su hermano y parientes de éstos, en los momentos difíciles, no han tenido los elogios que merecen por haber sostenido firmes y decididos a continuar al lado del Almirante en la empresa ¿Qué hubiese sido de ella, si ellos se hubieran identificado con los tripulantes de la Santa María? Que España hubiera perdido la gloria de haber ampliado sus dominios con un Nuevo Mundo; ya estaban a pocos días de la puerta que abrió sus amplios horizontes a un país que acababa de completar su unidad; la gloria fue para don Cristóbal Colón, para don Martín y sus parientes, simples menciones honoríficas que fueron perdidas con el tiempo, esa es la humanidad. No se puede concebir en este magno hecho a uno sin los otros, tanto derecho tiene uno como los otros a que sean glorificados y recordados en la historia y si uno merece el premio del continente descubierto, los otros son merecedores de estar a su lado compartiendo esa Gloria. Vemos con pena en los países del Nuevo Mundo el olvido en que se tiene a Martín Alonso Pinzón y a su hermano, cuando el pedestal que se erigió para recordar a don Cristóbal Colón está sostenido por estos dos cíclopes del Descubrimiento, paradoja incomprensible en las pasiones del hombre, quien tiene que conocer que no se puede hablar de la hazaña del Descubrimiento sin tener en cuenta a estos dos grandes hombres. El otro punto de coincidencia entre las dos distancias que traía el Almirante se encuentra al terminar su viaje el día 11 de octubre a la 1h–16m de la mañana cuando encuentran a la isla Plana del Este (French Cay); aún le faltaban 1 legua cuando Juan Rodríguez Bermejo (Rodrigo de Triana) dio el grito de tierra; había navegado por la cuenta corta, o según el padre De las Casas, del engaño o por la cuenta de la carta Colombina 948.5 leguas 3016.2 millas náuticas, por la cuenta larga verdadera o Toscanelliana 1105 leguas, 3513.9 millas náuticas para convertir o identificar ambas cantidades se procede de la misma manera que se efectuó el día 1ro. de octubre, si buscamos la cantidad de grados que contiene la cuenta Colombina o corta 948.5 dividiéndola entre las leguas que tenía el grado en la carta del Almirante que era de 10.75 leguas (43 millas al grado) encontramos 88.23 grados, los cuales multiplicados por 1.75 leguas que era la diferencia que había entre los grados de la carta de Toscanelli y la del Almirante (50 millas Toscanelli y 43 millas Cristóbal Colón, diferencia 7 millas= 1.75 leguas) nos daría 154.4 leguas de diferencia en el total, los cuales si se la sumamos a 948.5 nos dará 1105 leguas, lo cual igualaría las dos distancias de ambas cartas. El Almirante toma sus apuntes diarios de todos los acontecimientos que sucedían en los días, luego de tenerlos bien claros, tanto en su relación como en los ajustes de distancia entre ambas cartas que llevaba las vaciaba definitivamente en su libro de bitácora, que era el libro que presentaría a los Reyes Católicos a su regreso; era lógico que éste fuera claro y nítido, sin borraduras y alteraciones superpuestas, sólo así se comprende la meticulosidad y claridad que pudo hallar el padre Bartolomé de las Casas para poder transcribirlo con la exactitud de una navegación tan detallada y tan llena de tantas informaciones reales como la que contiene. Don Cristóbal Colón salió de la isla Gomera el día 6 de septiembre del 1492 y anduvo con calmas hasta las 9h–04m de la noche del día 8, cuando le amaneció ya no vio el Pico del Teide o Tenerife, y ahí dio principio al tiempo de su camino; el día 11 de octubre a la 1h–16m de la mañana vieron la isla Plana del Este (French Cay) se gastaron en tiempo 33 días y 9 horas y 5 minutos en la travesía. Desde la isla de Hierro hasta la isla Plana del Este que fue la isla de que Rodrigo Bermejo o de Triana vio la noche del 11 de octubre, a una distancia por círculo máximo o derrota ortodrómica de 2990 millas náuticas o 940 leguas, o una distancia loxodrómica de 3033 millas náuticas o 953.8 leguas; (la distancia media entre ambas es de 3011.5) y hemos visto que la distancia del engaño, corta o colombina fue de 3016.2 millas náuticas o 948.5 leguas, pero si para ésta consideramos la estimilla del día 22 al 26 de septiembre (barlaventeo, como le llamó el Almirante) vemos que la distancia recorrida a diferentes rumbos fue de 321,3 millas náuticas, pero la directa sería 277.7 millas, esto es, 43.6 millas menos en la distancia directa recorrida Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... 123 Estimilla hecha por don Cristóbal Colón entre los días 21 y 26 de septiembre, buscando las islas que tenía dibujadas en la carta. por don Cristóbal Colón en su viaje, lo que dejaría la distancia menor o del engaño en 2972.6 millas o 934.8 leguas. De aquí podemos deducir las distancias siguientes entre las islas de Hierro y las Planas en millas náuticas. Millas Leguas Distancia ordodrómica 2,990 940 Distancia loxodrómica 3,033 953.8 Distancia intermedia 3,011.5 946.9 Distancia computada por el Almirante 3,016.2 948.5 Distancia recorrida 321.3 Distancia directa 277.7 Diferencia 43.6 13.7 Distancia navegada menos la estimilla 2,972.6 934.8 Distancia verdadera navegada 3,015.2 948.2 Diferencia 42.6 13.4 Estimilla Podemos ver que el Almirante corrió una derrota intermedia entre las derrotas ortodrómicas y la loxondrómica, obligado por el magnetismo de la tierra y por el abatimiento producido en las carabelas por los vientos alisios, pues las corrientes muy poco le ayudaban o lo retrasaban, porque en esta zona del Atlántico, de acuerdo a más de 80 años de estudios que lleva la Oficina Naval Oceanográfica de EE.UU. de A. ha establecido en miles de observaciones que la corriente en todo el trayecto que siguió el Almirante hacía el oeste con valores de 0.3, 0.4; 0.5, millas por hora; además se expresa esta oficina acerca de la corriente en la porción oeste del mar de Sargaso, como “relativamente débil y variable”, “mucho del movimiento de la superficie del agua es causado por el impulso 124 Ramón Julio Didiez Burgos del viento el cual puede variar considerablemente durante el invierno cuando el mar de Sargaso está alternativamente bajo la influencia de los regímenes de viento continental (viento del Noroeste) o el marino (viento del Sudueste)”. Estos informes, productos de estudio de observaciones nos dan la conclusión de que las tres carabelas no ganaron distancia ni la perdieron tampoco por influencia de corriente en su derrota en el mar de Sargaso. La distancia de la derrota verdadera intermedia recorrida por el Almirante en la ortodrómica y la loxondrómica fue de 3,015.2 que al ser comparada ésta con la computada por la del Almirante, después de deducido el valor de la estimilla del día 22 al 26, que nos dio 2,972.6, veríamos una diferencia de 42.6 millas entre ellas, de aquí podemos deducir que el error del Almirante fue en efecto en vez de exceso como lo han catalogado casi todos los que han abordado a hacer la crítica de las distancias medidas por el Almirante; al admitir como cierto el arreglo, hecho por fray Bartolomé de las Casas de considerar la distancia toscanelliana como verdadera de 3,514 millas náuticas ó 1,105 leguas que deducidas la 43.6 millas de la estimilla quedaría en 3,470.4 millas ó 1,091.3 leguas, de aquí se dedujo un 10 por ciento en exceso otras 9 por ciento, pero si lo comparamos bien veremos que sería casi un 17 por ciento en exceso, lo cual para un navegante resulta algo inusitado, teniendo en cuenta el sistema, harto preciso, de los navegantes de altura de la época de cómo llevar su velocidad, ya explicado con anterioridad. Si dejamos sentado como verdadera la distancia entre la isla de Hierro y la isla Plana de Este, como la intermedia entre las derrotas ortodrómicas y loxodrómicas de 3,015.2 millas náuticas y la de 2,972.6 como la distancia real hecha en toda la travesía, la diferencia de 42.6 millas en efecto representa un 1.4 por ciento de la distancia real existente entre la isla de Hierro y la isla Plana del Este, así, si incrementamos ésta 1.4 por ciento a los valores diarios de la travesía, se contemplaría ésta en su verdadero valor de 3,015.2 millas náuticas. Por pura curiosidad podemos contemplar que la derrota intermedia entre la derrota ortodrómica y la loxodrómica desde la isla de Hierro hasta la isla Plana del Este, es de 3,011.5 y la que siguió el Almirante don Cristóbal Colón hasta descubrir tierra fue de 3,015.2, esto es, su distancia menor aumentada con un error en defecto, de 42.6 millas náuticas, después del deducidas las 43.6 millas de la estimilla, así podemos ver que la derrota seguida por él fue la intermedia entre las dos derrotas mencionadas, porque la diferencia de 3,7 millas entre la de él y la intermedia es insignificante para la distancia navegada; es más, el valor de la estimilla y el aumento que hubo que hacerle a la distancia (43.6 y 42.6 respectivamente) tienen tan sólo una diferencia de 1 milla lo que indica que la distancia verdadera entre la isla de Hierro y la isla Plana del Este (3,015.2) y la computada por la armada que comandaba don Cristóbal Colón, (3,016.2) si no se considera la estimilla, son iguales. Está más que justificado por las anotaciones hechas por el mismo Almirante que el sistema de medir sus distancias, obedecía a prácticas que la experiencia le había formado, así se verá en el bojeo de las islas Lucayas, la de Cuba y la Hispaniola, donde todas las distancias dadas se corresponden en la actualidad con una precisión asombrosa; si se reconsidera, que la apreciación de éstas a simple vista de tierra llevan el defecto de estar sujetos a errores de más o menos, podríamos deducir que el recorrido de un trozo de costa, calculaba su distancia y hacía el asiento final en su libro de navegación; de otra manera no se podría concebir y comprender como él determinaba distancias tan exactas. Hoy día, que poseemos equipos de mediciones de velocidades como las correderas mecánicas de hélice, pitómetros, correderas de tipo impulsora, con relojes marcadores que cuentan hasta la décima de millas, sufren de defectos que dan indicaciones incorrectas, al extremo que en la generalidad hay que corregir en su mecanismo las malas informaciones de ellas. Estas constantes correcciones hacen posible que a los buques de líneas hacer travesías con cierta precisión; además, las observaciones astronómicas, van determinando puntos geográficos que corrigen las distancias y enmiendan la derrota; si hoy día se confrontan inexactitudes en cuanto a las informaciones de los aparatos mecánicos encargados de indicar las distancias y velocidades, ¿por qué contemplar indiscriminadamente al almirante don Cristóbal Colón en su sistema de contabilizar su velocidad y llevar sus distancias, si todavía el hombre anda a tientas para llegar a la perfección? Si comparamos lo que él hizo y su pequeña diferencia, con los errores que aún hoy día cometen un gran número de navegantes, podríamos ver que él lo hacía mejor que muchos hoy: 26 metros en defecto por cada una milla náutica representa 21 metros en defecto por cada una milla italiana de 1,480 metros. La argumentación Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... cartográfica aducida para demostrar el fundamento de las dos distancias llevadas por el Almirante don Cristóbal Colón son suficientes demostraciones para considerar que fray Bartolomé de las Casas, al no comprender el sistema empleado para identificar ambos recorridos tergiversó el sentido de los hechos y dio a la distancia convertida a la carta de Toscanelli como la distancia real y la que llevaba para la carta construida por él la distancia ficticia, del engaño o corta; más adelante veremos cómo se desarrolla toda la exploración alrededor de las islas Lucayas, Cuba, y la Española, dentro del mismo sistema que él venía observando en la distancia corta o del engaño, y hoy se corresponden con pasmosa exactitud con las que existen en las cartas modernas, teniendo en cuenta que el Almirante no tenía cartas de todas estas zonas que navegó. Existe un detalle el día 20 de noviembre de 1492 en el cual deja ver el Almirante que llevaba su navegación con trazado de rumbo y distancia, con tal cuidado que cuando llegó al sur de la isla Isabela dijo que estaba a 12 leguas de ella, pero reconstruida su derrota, se ha podido ver que estaba a 14 leguas, esto es, 2 leguas más lejos, en este caso el error también fue también en defecto, por lo que se ve que este error se debió más bien al error del compás, que era negativo, o al W, el valor de 4°, lo cual partiendo de su punto de salida de la bahía de Puerto de Nuevitas o Río de Mares se le restaba a su rumbo elevado su diferencia de latitud; de ahí que las posiciones por él obtenidas en recorrido estuvieran siempre aumentadas al norte hasta llegar a la posición donde consideró que estaba a 12 leguas de la isla Isabela, cuando en realidad estaba 14 leguas; no hay otra alternativa en darle esta consideración a este error, puesto que como hemos visto hoy día que poseemos cartas que representa con fidelidad todas las Lucayas, las distancias anotadas por él hace 476 años hoy se resuelven en ellas con pasmosa exactitud. Desde el Río de Mares hasta la posición indicada por él hay, de acuerdo a su recorrido 107 leguas ó 340 millas náuticas, en razón a que por cada 1 grado de error en el compás se contrae 1 milla de diferencia en 60 millas de navegación (véase 125 las tablas de estima), en 340 millas, el error fue de aproximadamente de 6 millas al norte, esto es, 2 leguas en exceso de su distancia, estimada, por eso en vez de 14 leguas le dio las 12 que anuncio, evidencias más claras del cuidado y sistema de medir sus distancias no podrían ser más precisos ni más exactas y deja desvirtuado la pésima aureola que se ha tejido en cuanto a su capacidad como navegante y su experiencia como marino. Todo lo expuesto acerca de las dos distancias llevadas por el Almirante en su primer viaje, una para engañar a la tripulación de la Santa María, (mientras en la Pinta y la Niña se llevaba la real y consciente como se acostumbraba hacer en la mar en esa época), y otra, que supuso fray Bartolomé de las Casas como verdadera, deja sentado en definitiva, que es falsa la idea de estas dos modalidades tal cual se informó, y que la primera era la real y verdadera o Colombina, y la otra era su igual para la carta de Toscanelli, ya que en el paralelo el que se desplazaban las carabelas 29° (Reccolta colombina, vol. I, parte 18, cap. III, –Cartografía Medioeval–) los apartamientos para las millas en grados para Toscanelli y el valor de la milla del almirante don Cristóbal Colón se igualaban valores; de aquí, como dijimos antes, estas igualaciones en vez de pasar de la carta de Toscanelli a la del Almirante se operaba en sentido contrario. Una coincidencia del destino, en cierta forma afortunada, es que fue descubierta tierra a una distancia desde la isla de Hierro a que ubicaban los antiguos en sus cartas la isla de Cipango y sus islas circundantes, entre 88° y 120° de Europa; el haber navegado entre tantas islas le dió la impresión de que esas eran las islas que estaban al oriente del continente euruasiático, y por tanto consideró que había llegado a sus proximidades, tanto es así, que al llegar al Río de Mares en Cuba (Nuevitas) consideró que había llegado a tierra firme y envió a Luis Torres, tierra adentro en busca del Gran Can para entregarle las correspondencias de los Reyes Católicos; la idea de que Cuba era el saliente del Continente asiático no lo abandonó nunca y murió con la convicción de que había llegado a él por el poniente. 126 Ramón Julio Didiez Burgos Tabla de distancias del primer viaje Viaje de don Cristóbal Colón Septiembre 6 de 1492 Fechas Sept. 8 Sept. 9 Sept. 10 Sept. 11 Sept. 12 Sept. 13 Sept. 14 Sept. 15 Sept. 16 (4:30 de la tarde) Totales Sept. 16 Sept. 17 Sept. 18 Sept. 19 Totales Sept. 20 Sept. 21 Sept. 22 Sept. 23 Sept. 24 Sept. 25 Sept. 25 Sept. 26 Sept. 26 Sept. 27 Sept. 28 Sept. 29 Sept. 30 Oct. 1 Total Oct. 2 Oct. 3 Rumbo Leguas Millas náuticas Descuentos W W W W W W W W 09 45 60 40 33 33 20 27 028.62 143.10 190.80 127.20 104.94 104.94 63.60 85.86 W 17 54.06 903.12 70.00 159.00 175.00 79.00 1,386.12 25.44 41.34 95.40 70.00 46.11 14.31 54.06 24.65 74.00 76.32 44.52 76.32 44.52 79.50 2,152.61 124.02 149.46 W W W W W ¼NW W WNW NW ¼W W SW W SW W W W W W W W 284 22 50 55 25 436 8 13 30 22 14.5 4.5 17 7.75 23.25 24 14 24 14 25 677 39 47 Leguas Millas náuticas 9 45 48 36 33 29 20 27 028.52 143.10 152.64 114.48 104.94 92.22 63.60 85.86 -1 16 50.88 -21 -2 -3 -7 -3 -36 263 20 47 48 22 400 8 13 30 22 12 4.5 8.5 6.75 17.25 20.00 13.00 21 11 20 607 30 40 -12 -4 -4 -2.5 -8.5 -1 -6 -4 -1 -3 -3 -5 -70 -9 -7 836.34 63.60 149.46 152.64 70.00 1,272.04 25.44 41.34 95.40 70.00 38.16 14.31 27.00 21.47 54.86 63.60 41.34 66.78 35.00 63.60 1,930.34 95.40 127.20 Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... Fechas Oct. 4 Oct. 5 Oct. 6 Oct. 7 Oct. 7 Oct. 8 Oct. 9 Oct. 9 Oct. 10 Oct. 11 Oct. 11 Al grito de tierra Rumbo Leguas Millas náuticas Descuentos W W W W WSW WSW SW W ¼NW WSW WSW W 63 57 40 23 5 12 5 26.5 59.0 27.0 22.5 200.34 181.26 127.20 73.14 16.00 38.16 16.00 84.27 187.62 85.86 71.55 Totales.... 1,103.0 3,507.49 Para llegar a la isla 2.0 Plana del Este Totales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .1,105.0 Para llegar a Guanahaní o 2.6 San Salvador . . . . . . . . . . . . . . Totales . . . . . . . . . . . . . . .1,107.6 Fecha Leguas Millas náuticas 46 45 33 18 5 12 5 12 44 27 22.5 146.28 143.10 104.94 57.24 15.90 38.16 15.90 38.16 139.92 85.86 71.55 946.5 3,009.95 6.40 2.0 6.40 3,513.89 948.5 3,016.35 8.27 2.6 8.27 3,522.16 951.1 3,024.62 -17 -12 -7 -5 -14.5 -15 -156.5 Estimilla del día 22 al 26 de septiembre Diferencia Rbo V. Dist. de latitud N Sept. 22 Sept. 23 Sept. 24 Sept. 25 Sept. 25 Sept. 26 Sept. 26 283 385.5 261.5 261.5 216.5 261.5 216.5 Totales Apt. ∆Q Rbo. Dist. 95.4 70 38.2 14.3 54.9 21.5 54.9 321.3 271.6 millas 14.6 millas 267° 277.7 millas 127 21.5 40.5 62.0 S 5.6 2.0 16.0 3.1 44.2 76.6 62.0 14.6 Apartamiento E W 93.0 57.0 37.5 14.1 16.0 21.3 32.7 271.6 Distancia recorrida — 321.3 millas Distancia directa — 277.7 millas Diferencia — 43.6 millas 128 Ramón Julio Didiez Burgos Derrota desde la isla de Hierro hasta las islas Planas o French Cays Fechas Rumbo de Colón Declinación Error del compás Sept. 7 W(270⁰) 5.5⁰ W 7.⁰ E 4⁰ S 273⁰ Sept. 8 W(270⁰) 5.5⁰ W 7.⁰ E 4⁰ S 273⁰ 9 29 Q-28⁰-09.5 N X -18 -45.0 W Sept. 9 W(270⁰) 6.5⁰ W 6.⁰ E 4⁰ S 272⁰ 45 145.5 Q-28⁰-14.5 N X -21 -29.5 W Sept. 10 W(270⁰) 8⁰ W 4.5.⁰ E 4⁰ S 270.5⁰ 48 154.0 Q-28⁰ -16.0 N X -24 -24.0 W Sept. 11 W(270⁰) 10⁰ W 3.5⁰ E 4⁰ S 268.5⁰ 36 115.5 Q-28⁰-13.0 N X -26 -35.0 W Sept. 12 W(270⁰) 11⁰ W 1.5⁰ E 4⁰ S 267.5⁰ 33 106.5 Q-28⁰-08.5 N X -28 -35.5 W Sept. 13 W(270⁰) 12.5⁰ W 0⁰ 4⁰ S 266⁰ 29 93.5 Q-28⁰-02.0 N X -30 -21.5 W Sept. 14 W(270⁰) 13.5⁰ W 1⁰ W 4⁰ S 265⁰ 20 64.5 Q-27⁰-56.5 N X -31 -34.0 W Sept. 15 W(270⁰) 15⁰ W 2.5⁰ W 4⁰ S 263.5⁰ 27 87 Q-27⁰-47.5 N X -33 -12.0 W Sept. 16 W(270⁰) 16.5⁰ W 4⁰ W 4⁰ S 262⁰ 37 116.5 Q-27⁰-31.0 N X -35 -21.5 W Sept. 17 W(270⁰) 19⁰ W 6.5⁰ W 3⁰ S 260.5⁰ 47 152 Q-27⁰-06.0 N X -38 -10.5 W Sept. 18 W(270⁰) 20⁰ W 7.5⁰ W 3⁰ S 259.5⁰ 48 155.5 Q-26⁰-37.0 N X -41 -02.0 W Sept. 19 W(270⁰) 20⁰ W 7.5⁰ W 2⁰ S 260.5⁰ 22 71 Q -26⁰-25.5 N X -42 -20.0 W Abatimiento Rumbo Verdadero Leguas Millas Posiciones en náuticas la ruta Q-28⁰-08.0 N X 18 12.0 W Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... Fechas Rumbo de Colón Declinación 129 Error del compás Abatimiento Rumbo Verdadero Leguas Millas Posiciones en náuticas la ruta Sept. 20 W ¼NW 20⁰ W 281⁰ 7.5⁰ W 2⁰ S 271.5⁰ 8 26 Q-26⁰-26.0 N X -42 -49.0 W Sept. 21 W(270⁰) 20⁰ W 7.5⁰ W 1⁰ S 261.5⁰ 13 42 Q-26⁰-20.0 N X-43 -35.5 W Sept. 22 WNW 292.5⁰ 20⁰ W 7.5⁰ W 2⁰ S 283⁰ 30 97 Q-26⁰-42.0 N X -45 -20.5 W Sept. 23 NW(315⁰) 20⁰ W 7.5.⁰ W 2⁰ S 305.5⁰ 22 71 Q-27⁰-23.0 N X -46 -25.0 W Sept. 24 W(270⁰) 20⁰ W 7.5⁰ W 1⁰ S 261.5⁰ 12 38.5 Q-27⁰-17.5 N X -47 -07.5 W Sept. 25 W(270⁰) 20⁰ W 7.5⁰ W 1⁰ S 261.5⁰ 4.5 14.5 Q-27⁰-15.5 N X -47 -23.5 W Sept. 25 SW(225⁰) 20⁰ W 7.5⁰ W 1⁰ S 216.5⁰ 8.5 28.0 Q-26⁰-53.0 N X -47 -42.0 W Sept. 26 W(270⁰) 20⁰ W 7.5⁰ W 1⁰ S 261.5⁰ 6.75 21.5 Q-26⁰-50.0 N X -48 -06.0 W Sept. 26 W(225⁰) 20⁰ W 7.5⁰ W 1⁰ S 216.5⁰ 17.25 56.5 Q-26⁰-04.5 N X -48 -43.5 W Sept. 27 W(270⁰) 19.5⁰ W 7⁰ W 1⁰ S 262.0⁰ 20 65.0 Q-25⁰-55.5 N X -49 -55.0 W Sept. 28 W(270⁰) 19⁰ W 6.5⁰ W 1⁰ S 262.5⁰ 13 42 Q-25⁰-50.0 N X -50 -41.5 W Sept. 29 W(270⁰) 18.5⁰ W 6.0⁰ W 1⁰ S 263⁰ 21 68 Q-25⁰-41.5 N X -51 -56.5 W Sept. 30 W(270⁰) 18.5⁰ W 6⁰ W 1⁰ S 263⁰ 11 35.5 Q-25⁰-37.0 N X -52 -35.5 W Oct. 1 W(270⁰) 17.5⁰ W 5⁰ W 1⁰ S 264⁰ 20 64.5 Q-25⁰-30.0 N X -53 -46.5 W 130 Ramón Julio Didiez Burgos Fechas Rumbo de Colón Declinación Error del compás Abatimiento Oct. 2 W(270⁰) 17.0⁰ W 4.5⁰ W 2⁰ S 263.5⁰ 30 97 Q -25⁰-29.0 N X -55 - 33.0 W Oct. 3 W(270⁰) 16.5⁰ W 4⁰ W 2⁰ S 264.5⁰ 40 129.5 Q -25⁰- 06.5 N X -57 - 54.5 W Oct. 4 W(270⁰) 15.5⁰ W 3⁰ W 3⁰ S 264⁰ 46 149.5 Q -24⁰-51.0 N X -60 - 38.5 W Oct. 5 W(270⁰) 14.5⁰ W 2⁰ W 3⁰ S 265⁰ 45 145.5 Q -24⁰ -39.0 N X -63 -18.5 W Oct. 6 W(270⁰) 13.5⁰ W 1⁰ W 3⁰ S 266⁰ 33 106.5 Q -24⁰-31.5 N X -65 -15.5 W Oct. 7 W(270⁰) 13⁰ 0.5⁰ W 3⁰ S 266.5⁰ 18 58.5 Q -24⁰ -28.0 N X -66 -20.0 W Oct. 7 WSW 247.5⁰ 12.5⁰ W 0⁰ 0.0⁰ 247.5⁰ 5 16 Q -24⁰ -22.0 N X -66 -36.5 W Oct. 8 WSW 247.5⁰ 12.5⁰ W 0⁰ 0.0⁰ 247.5⁰ 12 39.5 Q -24⁰ -07.0 N X -67 -16.5 W Oct. 9 SW 225⁰ 12⁰ W 0.5⁰ E 0.0⁰ 225.5⁰ 5 16 Q -23⁰ -56.0 N X -67 -29.0 W Oct. 9 W ¼W 281⁰ 12⁰ W 0.5⁰ E 3⁰ S 278.5⁰ 12 38.5 Q -24⁰ -01.5 N X -68 -10.5 W Oct. 10 WSW 247.5⁰ 11⁰ W 1.5⁰ E 1.5⁰ S 248.5⁰ 44 142.5 Q -23⁰ -09.5 N X -70 -35.5 W Oct. 11 WSW 247.5⁰ 10.5⁰ W 2⁰ E 1⁰ S 248.5⁰ 27 87 Q -22⁰ -37.5 N X -72 -03.5 W 72.5 Q -22⁰ -36.0 N X -73 -21.5 W Posición al grito de tierra Oct. 11 W(270⁰) W 9.5⁰ W 3⁰ E 4⁰ S Rumbo Millas Posiciones en la Leguas Verdadero náuticas ruta 269⁰ 22.5 Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... 131 Distancia para llegar a la isla Plana del Este (según cálculo)........................................ Distancia total............................................................................................................ 2.0 6.4 . 948.5 3,016.2 . Menos valor de la estimilla......................................................................................... Distancia directa navegaba.......................................................................................... 13.7 43.6 . 934.8 2,972.6 . Aumento para completar............................................................................................ Distancia real entre la isla de Hierro e isla Planta del Este........................................... 13.4 42.6 . 948.2 3,015.2 . Distancia para llegar a la isla Plana del Oeste, Guanahaní o San Salvador................... 2.6 8.2 . Total........................................................................................................................... 950.8 3,023.4 Posición del montículo de arena en la isla Plana del Este visto por Rodrigo de Triana Lat. - 22⁰ - 36.0 N Long. - 73⁰ - 28.5 W Posición del fondeadero en la isla Plana del Oeste donde tomaron tierra los descubridores Lat. -22⁰ - 35.0 N Long. -73⁰ - 37.5 W 132 Ramón Julio Didiez Burgos Tabla Distancia a que son visibles los objetos en el mar según la altura del observador sobre la superficie Alturas Millas en pies náuticas 1 1.1 2 1.7 3 2.0 4 2.3 5 2.5 6 2.8 7 2.9 8 3.1 9 3.5 10 3.6 11 3.8 12 4.0 13 4.2 14 4.3 15 4.4 16 4.6 17 4.7 18 4.9 19 5.0 20 5.1 21 5.3 22 5.4 23 5.5 24 5.6 25 5.7 26 5.8 27 6.0 28 6.1 29 6.2 30 6.3 31 6.4 32 6.5 33 6.6 34 6.7 35 6.8 36 6.9 37 6.9 38 7.0 Altura en pies 39 40 41 42 43 44 45 46 47 48 49 50 55 60 65 70 75 80 85 90 95 100 105 110 115 120 125 130 135 140 145 150 160 170 180 190 210 220 Millas náuticas 7.1 7.2 7.3 7.4 7.5 7.6 7.7 7.8 7.9 7.9 8.0 8.1 8.5 8.9 9.2 9.6 9.9 10.3 10.6 10.9 11.2 11.5 11.7 12.0 12.3 12.6 12.9 13.1 13.3 13.6 13.8 14.1 14.5 14.9 15.4 15.8 16.6 17.0 Altura en pies 230 240 250 260 270 280 290 300 310 320 330 340 350 360 370 380 390 400 410 420 430 440 450 460 470 480 490 500 520 540 560 580 600 620 640 660 680 700 Millas náuticas 17.4 17.7 18.2 18.5 18.9 19.2 19.6 19.9 20.1 20.5 20.8 21.1 21.5 21.7 22.1 22.3 22.7 22.9 23.2 23.5 23.8 24.1 24.3 24.6 24.8 25.1 25.4 25.6 26.1 26.7 27.1 27.6 28.0 28.6 29.0 29.4 29.9 30.3 Altura en pies 720 740 760 780 800 820 840 860 880 900 920 940 960 980 1.000 1.100 1.200 1.300 1.400 1.500 1.600 1.700 1.800 1.900 2.000 2.100 2.200 2.300 2.400 2.500 2.600 2.700 2.800 2.900 3.000 3.100 3.200 3.300 Millas náuticas 30.7 31.1 31.6 32.0 32.4 32.8 33.2 33.6 34.0 34.4 34.7 35.2 35.5 35.9 36.2 38.0 39.6 41.5 42.0 44.4 45.8 47.2 48.6 49.9 51.2 52.5 53.8 55.0 56.2 57.3 58.5 59.6 60.8 61.8 62.8 63.8 64.9 65.9 Altura en pies 3.400 3.500 3.600 3.700 3.800 3.900 4.000 4.100 4.200 4.300 4.400 4.500 4.600 4.700 4.800 4.900 5.000 6.000 7.000 8.000 9.000 10.000 Millas náuticas 66.9 67.8 68.8 69.7 70.7 71.6 72.5 73.4 74.3 75.2 76.1 76.9 77.7 78.6 79.4 80.2 81.0 88.8 96.0 102.6 108.7 114.6 Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... Capítulo VII Desde el día 11 de octubre hasta el día 19 Jueves 11 de octubre.— “Navegó al Ouesudueste, tuvieron mucha mar más que en todo el viaje habían tenido. Vieron pardelas y un junco verde junto a la nao. Vieron los de la carabela Pinta una caña y un palo, y tomaron otro palillo labrado a lo que parece con hierro, y un pedazo de caña y otra yerba que nace en tierra, y una tablilla. Los de la carabela Niña también vieron otras señales de tierra y un palillo cargado de escaramojos (22). Con estas señales 133 respiraron y alegraronse todos. Anduvieron en ese día hasta la puesto el sol veinte y siete leguas. Después del sol puesto, navegó a su primer camino al Oueste: andarían doce millas cada hora, y hasta dos horas después de media noche andarían noventa millas, que son veinte y dos leguas y media y porque la carabela Pinta era más velera e iba delante del Almirante, halló tierra e hizo seña que el Almirante había mandado. Esta tierra vido primero un marino que se decia Rodrigo de Triana: puesto que el Almirante a las 10 de la noche, estando en el castillo de popa, vido lumbre, aún que fue cosa que no quiso afirmar que fuese tierra; pero llamó a Pedro Gutiérrez, repostero destrados del Rey, e dijole, que parecía lumbre, que mirase él, y así lo hizo y vídola: dijole, también a Rodrigo Sánchez de Segovia quel Rey y la Reina enviaban en el armada por veeder, el cual no vido nada porque no estaba en el lugar do le pudiese ver. Después quel Almirante lo dijo se vido una vez o dos, y era como una cadelilla de cera que se alzaba, y levantaba, lo cual a pocos pareciera ser indicio de tierra. En esta figura se muestran los acontecimientos del día 11 de octubre, a la puesta del sol don Cristóbal Colón le faltaban solamente 39 millas náuticas para llegar a Mayaguana. 134 Ramón Julio Didiez Burgos Como el Almirante tuvo por cierto están junto a la tierra. Por lo cual cuando dijeron la Salve que le acostumbraban decir: cantar a su manera todos los marineros; y se hayan todos, rogó y amonestoles el Almirante que hiciesen buena guardia al castillo “Puesto que el Almirante a las 10 de la noche estando en el castillo de popa, vido lumbre, aún que fue cosa tan cerrada que no quiso afirmar que fuese tierra”. de proa, y mirasen bien por la tierra, y que al que le dijese primero que el vía tierra, le diera luego un jubón de seda, sin las otras mercedes que los Reyes habían prometido, que eran diez mil maravedís de juro a quien primero la viese. A las dos horas después de media noche pareció la tierra, de la cual estarian dos leguas. Amañaron (23) todas las velas, y quedaron con el treo (24), que es la vela grande sin bonetas, y pusiéronse a la corda (25), temporizando hasta el día viernes que llegaron a una isleta de los Lucayos, que se llamaban en lengua de indios Guanahaní (26). Luego vieron gente desnuda, y el Almirante salió a tierra en la barca armada, y Martín Alonso Pinzón y Vicente Anés (27) su hermano, que era capitán de la Niña. Sacó el Almirante la bandera Real, y los capitanes con dos banderas de la Cruz Verde, que llevaba el Almirante en todos los navíos por seña como un F y una Y: encima de cada letra su corona una de un cabo de la cruz y otro de otro. Puestos en tierra vieron árboles muy verdes y aguas muchas y frutas de diversas maneras. El Almirante llamó a los dos capitanes y a los demás que saltaron en tierra, y a Rodrigo Descobedo, escribano de toda la armada y a Rodrigo Sánchez de Segovia, y dijo que le diesen por fe y testimonio como él por ante de todos, tomaba, como de hecho tomó, posesión de la dicha isla por el Rey e por la Reina sus señores, haciendo las protestaciones que se requerían, como más largo se contiene en los testimonios que allí se hicieron por escrito. Luego se ayuntó allí mucha gente de la isla. Esto que se sigue son palabras formales del Almirante, es su libro de su primera navegación y descubrimiento de estas Indias; “Yo (dice él), porque nos tuviesen mucha amistad, porque conocí que era gente que mejor se libraría y convertiría a nuestra Santa Fe, amor que no por fuerza; les di a algunos de ellos unos bonetes colorados y unas cuentas de vidrio que se ponían al pescuezo, y otras cosas muchas de poco valor con que hubieron mucho placer y quedaron tanto nuestro que era maravilla. Los cuales después venían a las barcas de los navíos adonde nos estábamos nadando, y nos train papagallos y hilo de algodón en ovillos y azagayas y otras cosas muchas, y nos las trocaban por otras cosas que nos les dábamos, como cuentecillas de vidrios y cascabeles. En fin todos tomaban y daban de aquello que tenían de buena voluntad. Más me pareció que era gente muy pobre de todo. Ellos andaban todos desnudos como su madre los parió, y también las mujeres, aunque no vide más de una farto moza, y todos los que yo vi eran todos mancebos, que ninguno vide de edad de más de treinta años; muy bien hechos, de muy hermosos cuerpos, y muy buenas caras; los cabellos, gruesos cuasi como seda de cola de caballos, e cortos; los cabellos traen por encima de las cejas, salvo unos pocos detrás que traen largos, que jamás cortan: dellos se pintan de prieto, y dellos son de la color de los canarios, ni negros ni blancos, y dellos se pintan de blanco, y dellos de colorado y dellos de lo que fallan, y dellos se pintan las caras, y dellos todo el cuerpo, y dellos sólo los ojos, y dellos sólo el nariz. Ellos no traen armas ni la conocen, porque les amostré espadas y la tomaron por el filo, y se Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... 135 Desembarco de los descubridores del Nuevo Mundo en la primera tierra hayada, Guanahaní, toma de posesión de estas en nombre de los Reyes Católicos. cortaban con ignorancia. No tienen algún fierro; sus azagallas son de varas sin fierro y algunas de ellas tienen al cabo un diente de pece, y otras de otras cosas. Ellos todos a una mano son de buena estatura de grandeza, y buenos gestos, bien hechos; yo vide algunos que tenían señales de feridas en sus cuerpos, y les hice señas que era aquello, y ellos me amostraron como allí venían gente de otros islas que estaban acerca y les querían tomar, y se defendían: y yo creí, e creo, que aquí viene de tierra firme a tomarlo por captivos. Ellos deben ser buenos servidores y de buen ingenio, que veo que muy presto dicen todo lo que les decía y creo que ligeramente se harían cristianos, que me pareció que ninguna secta tenían. Yo, placiendo a Nuestro Señor, llevaré de aquí al tiempo de mi partida seia a V. A. para que deprendan fablar. Ninguna bestia de ninguna manera vide, salvo papagayos en esta isla,” Todas son palabras del Almirante. Horas por ampolletas Al decir el Diario el día 11 de octubre. “Después del sol puesto, navegó a su primer camino al Oueste; anduvo doce millas cada hora y hasta dos hora después de medianoche, andarían noventa millas, que son veinte y dos leguas y medias. Y porque la carabela Pinta era más velera e iba delante del Almirante, halló tierra y hizo señas que el Almirante había mandado. Esta tierra vido primero un marinero que se decía Rodrigo de Triana (Juan Rodrigo Bermejo); puesto que el almirante a las diez de la noche, estando en el castillo de popa, vido lumbre, aúnque fue cosa tan cerrada que no quiso afirmar que fuese tierra: pero llamó a Pedro Gutiérrez, repostero destrados del Rey: e dijole que parecía lumbre, que mirase él, y así lo hizo y vidola: dijole también a Rodrigo Sánchez de Segovia que el Rey y la Reina enviaron en la armada por veedor, el cual no la vido nada porque no estaba el lugar do la pudiese ver. Después el Almirante le dijo se vido una vez o dos, y era como una candelilla de cera que se alzaba y levantaba, lo cual a pocos parecería ser indicio de tierra”. De primera intención se descubre en este párrafo una burda situación esencial en “a las diez de la noche” y “a dos horas después de medianoche” el Almirante no traía reloj de pulsera ni de mesa ni cronómetro, el manejaba su tiempo con una simple ampolleta de arena de unos 30 minutos o menos, hemos dicho anteriormente que en la mar siempre se refería el tiempo en ampolletas, en millas hora, o leguas horas, y estas referencias se hacían desde un momento conocido tales como la salida y puesta del sol, los medios días, las medias noches o la toma de una guardia o cuarto, en esta ocasión fue sustituida por fray Bartolomé de las Casas o por algún copista la palabra ampolleta por la de las horas, sustitución 136 Ramón Julio Didiez Burgos que ha ocasionado muchas confusiones, malos razonamientos y malos cálculos en todos aquellos que le han hecho frente al Diario con la consiguiente ofuscación; es mi ingenio considerar, y así lo demostré que el Almirante se expresó “a las diez ampolletas” y “hasta dos ampolletas después de medianoche” “a las diez ampolletas les daba como origen el principio de la primera guardia, de las 7 de la noche y, a las otras dos la media noche; desde el inicio de la primera guardia a las 7 hasta las 11 pasaron 8 ampolletas y dos ampolletas más hacen 10 ampolletas que son o serían una hora más después de terminar la primera guardia, esto es, medianoche; al consignar el tiempo en dos ampolletas después de medianoche, le da forma y se determina como una hora después de medianoche, de donde se infiere que en este momento, al grito de tierra, se concluye el total del tiempo pasado en ampolletas horas desde la puesta del sol hasta ver la tierra. Ante todo veamos algunas anotaciones del Almirante, que demostrarán las adulteraciones en el Diario, y en sí confirman mis observaciones como llevaba en éstas, en sus anotaciones del día 15 de octubre incluye acaecimientos del día 16, pero no obstante esto, el hace después la reseña de los sucesos del mismo día martes 16, en la reseña del día 15 dice: “al partir de las islas Santa María de la Concepción a la Fernandina y así partí, que serían las diez horas, con el viento Sueste, y tocaba del Sur, para pasar a esta otra isla, etc.” luego dice: martes 16. “Partir de las islas de Santa María de la Concepción, que sería ya cerca del mediodía, para ir a la isla Fernandina”. Aquí vemos como el mismo Almirante endereza una mala copia, hecha en su Diario al consignar en el medio día del día martes 16, las 10 horas atribuidas en el día lunes 15, el día martes 16, salió a las 10 ampolletas, las cuales tomaron como punto de partida 1 ampolleta, después de la salida del sol (6h–16m a.m.) que era cuando empezaba la primera guardia, y ésta tenía 8 ampolleta como se sabe, más dos que serían las 10 ampolletas, y no las diez horas, la primera guardia empezó a las 6h–46m a.m. y terminando a las 10h–46m mas dos ampolletas, (1 hora) serían las 11h–46m cerca del mediodía. El día 21 de octubre, dice “A las diez horas llegué aquí al cabo del isleo, y surjí y así mismo las carabelas; y después de haber comido fui a tierra” la costumbre que existía en esa época era la de comer a mediodía y es paradójico el que por una situación de términos (hora en lugar de ampolletas) se haga comer al Almirante a las 10 de la mañana, era medio día o sea 10 ampolletas después que empezó la primera guardia, la cual empezó a las 6h–57m a.m., la primera guardia tenía 8 ampolletas más dos para hacer medio día y serían las 11h–57m horas aparente cuando comió y no a las diez de la mañana. El día martes 25 de diciembre, día de la Navidad dice “navegando con poco viento el día de ayer desde la mar de San Tomé hasta la Punta Santa, sobre la cual a una legua estuvo así hasta pasado el primer cuarto, que serían a las once de la noche, acordé echarse a dormir etc.” es la evidencia de la forma como él llevaba sus guardias y la confirmación de que a las 11 terminaban, 8 ampolletas y dos más serían las 10 ampolletas, medianoche, y no las 10 de la noche, y dos más serían la 1 de la noche o dos ampolletas pasadas la media noche, y no las dos horas después de medianoche, como se ha propagado que fue el momento de ver tierra. El día 17 de enero dice “Ayer al poner del sol calmole el viento Andarían catorce ampolletas, que tenia cada una media hora o poco menos hasta rendir el primer cuarto y andaba cuatro millas por horas que son veintiocho millas”. El martes 22 de enero.— Dice “ayer después del sol puesto, navegó al Nordeste con viento Leste y tomaba el sueste: andaba ocho millas por horas hasta pasadas cinco ampolletas; interés de antes que se comensasen la guardia, que eran ocho ampolletas; y así habrían andado setenta y dos millas, que son diez y ocho leguas. Después anduvo a la cuarta del Nordeste al Norte seis ampolletas que serán otras diez y ocho millas. Después cuatro ampolletas de la segunda guardia al Nordeste seis millas por hora, que son tres leguas al Nordeste. Después hasta salir del sol, anduvo al Lesnordeste once ampolletas, seis leguas por hora que son siete leguas (aquí hay un error de traducción, puesto que el Almirante con su vasta experiencia y su gran sentido de lo tridimensional no podía cometer un error semejante. Indudablemente eran 5 millas por hora, lo cual hace 27.5 millas igual a 7 leguas). El viernes 25 de enero dice.— “Navegó esta noche al Lenordeste un pedazo de la noche que fueron 13 ampolletas, etc. El 17 y 25 de enero vemos que anduvieron 14 y 13 ampolletas, como el reloj de fray Bartolomé de las Casas no tenía 13 ni 14 horas tuvo por fuerza que ser más sensato y poner las cosas en su debido lugar, ampolletas. En el recuento del día 22 se ve como toma el final y el comienzo de las guardias para llevar también su contabilidad. Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... La confusión o duda de la velocidad de las carabelas del Almirante estuvo en cierta forma bien sustentada, ya que la sustitución de ampolletas por horas en su Diario daban diferencias horarias que al intervenirlas con las distancias por él calculadas, daban un cuociente diferente al que decía, pero si se sustituye la Ampolleta por la hora, se podría haber que el asiento hecho para el día 11 cuadra a la perfección con que él lo hizo. Dice el día 11 de octubre “Después del sol puesto, navegó a su primer camino al Oueste: andarían doce millas cada hora y hasta dos horas, después de media noche andarían noventa millas que son 22 leguas y media”. Los cálculos para determinar la salida y la puesta del sol aparente para el día 21 de octubre, latitud 22°–36’ N y declinación del sol 11°–06’S nos daría para salida del sol a las 6h–14m y la puesta a las 5h–46m, como el Diario dice que “dos horas después de medianoche” tendremos entonces que anduvo 8 horas 14 minutos desde la puesta del sol hasta que vieron tierra, lo que de por sí se vería que su velocidad no era de 12 millas sino de 11 al dividir 90 millas entre 8.2 horas, si buscamos la distancia caminada multiplicando la velocidad por el tiempo encontraríamos que hizo en estas 8 horas 14 minutos 98.4 millas y no 90 por eso dice el capitán Barriero Meiro “Aumenta nuestra sospecha sobre la velocidad de 12 nudos cuando nos dice el día 11 de octubre. Anduvieron en ese día hasta puesto el sol 27 leguas, después de puesto el sol navegó a su primer camino Oueste, andando 12 millas hora; y hasta dos horas después de medianoche 90 millas, que son 22 leguas y media,” y sigue “¿Cómo es posible que en dieciocho horas y media de las cuales doce, por lo menos en pleno día navegasen 27 leguas para luego; en siete horas y media, en noche cerrada y próximo a tierra, anduvieron 22 leguas? Hay que tener en cuenta que de esas siete horas y media, cuatro fueron después de ver la candelilla, o sea con seguridad de haber visto tierra”. “Sólo puede explicarse el que Las Casas no comprendiese bien el texto de Colón. Parece querer decirnos esto el 8 de octubre al escribir “a ratos parece que anduvieron en la noche quince millas por hora, sino es mentirosa la letra”. Haciéndome eco de esta observación me preguntaría ¿no está acaso la velocidad de los barcos de vela en función directa de la intensidad del viento y de su área vélica? Cuando soplaba el viento con fuerza hacía buena 137 velocidad y cuando hacía calma no caminaba nada, por eso lo indicado por el Almirante durante el día 11 de 27 leguas, el signo ineludible que el viento era flojo en el día y en la noche le arreció más y de ahí que en siete horas y media hiciera 90 millas; no arriaron sus velas por la gran luminosidad de la luna. Para el mes de septiembre, octubre y noviembre, en esta zona, la calma, intensidad, de acuerdo a la escala Beaufort, y dirección del viento soplan según el cuatro siguiente, sacando del Pilot Chart impreso para esos meses por el Departamento Oceanográfico de la Oficina Naval de los Estados Unidos entre las latitudes 20°N y 25°N y entre las longitudes 45° a 80°W en el Atlántico. Mes de septiembre. Dirección del viento del E al N E. Calma. 4 – 3 – 4 – 4 – 8 – 2 – 4 por % desde la Longitud 45° W hasta la Longitud 80° W. (Valores para cada 5). Intensidad. Desde 3 a 4 (escala de Beaufort), de 7 a 16 nudos por hora. Duración. Desde 46 a 49 por ciento. Las corrientes en este mes se dirigen al W, intensidad de 0.4 a 0.5 por hora y se dirigen al N.N.W. a medida que se acerca a las islas Lucayas. Mes de octubre. Dirección del viento.–E al N E. Calma. 5 – 5 – 4 – 4 – 4 – 8 – 4 por % desde Longitud 45º W hasta la longitud 80º W. Intensidad. Desde 3 a 4 (escala Beauford) de 7 a 16 nudos horas. Duración. Desde 33 a 39 por ciento. Las corrientes se comportan lo mismo que el mes de Septiembre, su dirección sigue lo mismo hasta llegar a la Florida. Mes de noviembre. Dirección del viento del E al N E. Calma. 5 – 1 – 4 – 3 – 2 – 2 – 0 por % desde los mismos meridianos que el mes de septiembre. Intensidad. 4 (escala Beaufort) de 11 a 16 millas. Duración. Desde 31 a 55 por ciento. Las corrientes se comportan en este mes lo mismo que los dos anteriores. Los vientos también soplan de otras 138 Ramón Julio Didiez Burgos direcciones pero en un porcentaje muy reducido con fuerza variable y de poca duración. De esta tabla podemos sacar entre los paralelos de latitud 20° N y 25° N y los meridianos de longitud 45° W y 80° W los vientos soplan entre el N E y el E en un gran porcentaje del tiempo, con bastante intensidad y con períodos de calma muy cortos, si estos datos tomados de estudios recientemente hechos de toda esa zona son comparados con los informes contenidos en el Diario del Gran Nauta nos confirma que todas las conjeturas e hipótesis que hemos hecho en la dirección del viento, y su intensidad durante él navegaba entre las islas, tienen fundamento en las condiciones físicas, geográficas, y meteorológicas de todas estas zonas de las Lucayas. Me parece que esto también contesta la observación del Almirante durante el día y la noche el día 11 con respecto a su velocidad. Estas confusiones como ya he dicho, la ha ocasionado la situación de una palabra por otra. Si desarrollamos los acontecimientos horarios del día 11 de octubre, desde la puesta del Sol hasta el grito de Tierra y por ampolletas tendríamos lo siguiente: Al ponerse el sol a las 5h–46m hora aparente (no media porque en esa época todavía los astrónomos no habían introducido el sol medio como regente del tiempo), tendríamos 6 horas 30 minutos de horarios hasta media noche, más 1 hora dos ampolletas se harían las 7.5 horas que el anduvo a 12 millas hasta ver tierra, estas 7.5 horas estarían repartidas en la siguiente forma: cuadro, que los acontecimientos, desde la puesta del sol hasta la vista de tierra fueron 7 horas y media, esto se corresponde con la velocidad y la distancia dada por el Almirante. Tomando como referencia el momento de la primera guardia hasta la media noche, hay 10 ampolletas (las diez horas del P. Las Casas, en este instante fue que el Almirante “vido la lumbre”. y dos ampolletas más, (las dos horas después de media noche) que fue una hora después de media noche. Lucecita o lumbre Sólo nos resta decir que el Almirante a 12 horas y 16 minutos que era media noche estaba a tan sólo 15.5 ó 16 millas náuticas al E de la isla que apareció por la proa de sus naves 1 hora después, en ese momento a 12 hora y 16 minutos, media noche; le quedaba al Sur una isla a 9.5 millas náuticas, la punta Noroeste de la isla Mayaguana, ahí estaba la candelita, ahí estaba la fogata ó la antorcha india, y ahí estaba la lumbre avivada a veces por la fuerte brisa que reinaba, vista por el Insigne Almirante entre los claros del follaje que la protegía y que a veces se ocultaba, bien por el sube y baja de la nao o bien por el mismo follaje, pudo haber sido también jacho encendido de cuaba, o como dice el padre Las Casas: “Y lo que yo siento dello es, que los indios de noche por aquellas islas, como son templadas sin algún frío, sale ó salían de sus casas de pajas, que llaman Bohíos, de noche a cumplir con sus a 5h – 46mPuesta del sol. + 1h – 30m= 3 ampolletas para terminar la guardia de vísperas. 7h – 16m Hora de la primera guardia. + 4h – 00 = 8 ampolletas que dura la primera guardia. 11h – 16m Hora para empezar la guardia de la medianoche. + 1h – 00 = 2 ampolletas para la medianoche (diez ampolletas). 12h – 16m Medianoche. Hora que el Almirante vio la lumbre. + 1h – 00 = 2 ampolletas más (las dos horas después de medianoche) y 1h – 16m hora a que se vio la tierra, esta hora es a la que se vio el Nuevo Mundo. En hora media actual para la hora del grito de tierra hubiese sido 12h – 55m a.m. referido al huso horario 5h del meridiano de Greenwich. Por la forma como están expuestas las horas y el número de ampolletas, podemos contemplar en el necesidades naturales, y toman un tizón en la mano o una poca de tea, o raja de pino, ó de otra madera muy seca y resinosa, y arde como tea, cuando hace oscura noche y con aquel se tornan a volver, y desta manera, pudieron ver la lumbre, las tres ó Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... 139 rezarles a su modo a sus antepasados, rendirle culto al dios del Guatú y cumplir con sus ritos sagrados de sus Cemíes. Se conoce como los indios celebraban los acontecimientos presentes o pasados, con sus areytos y su música. Se formaban en círculos alrededor del Guatú (hoguera) se formaban dos hileras de indios, unos en frente al otro, en el extremo de estas hileras se colocaba uno de los indios viejos de la tribu y llevaba y conducía (el Teguia) al compás de sus canciones toda la ceremonia. Éstos se tomaban de las manos o de los brazos y así ejecutaban a son de sus instrumentos musicales, o bien dando vuelta alrededor del fuego, avanzando y retrocediendo, al ritmo de la música o eran en hileras dobles acercándose y alejándose una de otra, también al compás. Los indios de las islas para celebrar sus fiestas rituales se reunían de noche alrededor de una fogata hasta muy avanzada la noche. cuatro veces que Cristóbal Colón y los demás que la vieron”. En las noches frías los indios de esta isla se reunían en círculo, alrededor de una fogata para sostenerse a temperatura agradable. Si los indios se acuclillaban, alrededor del fuego también le servían de pantalla; esta alternativa de los indios pudo haber sido también la alternativa con que el Almirante viera la lucecita; no hay duda también, que el follaje le hiciera juego y sólo ocasionalmente está fogata fuera vista y de aquí que unos la vieran y otros no. El día 23 de octubre dijo el Almirante estando fondeando en el fondeadero del Isleo “antes el día hace calor, y en las noches temperadas como en mayo en España en el Andalucía” de aquí se ve que al andar los indios desnudos no podían sentir las noches temperadas como la sentía el Almirante sino más bien algo frío, suficiente razón de hacer su gran Guatú, para implorar a los seres celestiales, Punta norueste de la isla Mayaguana donde los indios tenían su fogata el día 11 de octubre del 1492. Circunstancias especiales, a veces, hacían que estas ceremonias se prolongaran hasta el amanecer y libaban, mientras éstas se efectuaban, su guarapo (bebida fermentada) casi todos amanecían 140 Ramón Julio Didiez Burgos Isla de Mayaguana, en la esquina N.W. era que estaba la fogata vista por don Cristóbal Colón, el marinero de Lepe, Pedro Izquierdo, Rodrigo Sánchez de Segovia y Pedro Salcedo y otros más, cuyos nombres no fueron registrados. borrachos. Quien quita que mientras el Almirante cruzaba al norte y a 9 millas a medianoche no hubiera una ceremonia semejante, en el cabo N W de la isla Mayaguana por parte de los indios de esta isla y que el Almirante viera la guatucecita que el follaje y la alternatividad del baile de los indios, despejara y aclarara la brillantez de la hoguera. Este caso es indiscutible. Las pruebas de la existencia de una hoguera o fogata india o un indio con un jacho encendido en el cabo esta más que evidente, la lucecita fue una realidad, el Almirante, no vio tierra, pero si la prueba de su existencia. No conservaban los grumetes el fuego de los fogones primitivos para que el cocinero en la mañana pudiera hacer el desayuno a bordo de las naos. ¿No avivaban y alimentaban sus rescoldos para que no se extinguieran? Entonces por qué los indios que tenían dificultades para hacer este fuego, no fueran más cuidadosos en sostenerlos; no es una incógnita, sino un hecho real del hombre ante la necesidad de la vida, que obliga al uso del ingenio para subsistir. “Después que el Almirante lo dijo se vido una vez o dos y era como una candelilla la cual se alzaba y bajaba, a lo cual a pocos pareciera indicio de tierra”, y así fue y razón hubo para dejarse de ver más la fogata indicada, porque ya la nao se encontraba aproximadamente al NW 1/4. N, de la isla y la isla se encontraba al SE 1/4 S de la nao, esto es 152°, las carabelas derivaban vertiginosamente al W, cada cinco minutos recorrían una milla antigua, una hora más y los temores experimentados por el Almirante se verían justificados al reñir con la tripulación para mantenerse ojo avizor y no descuidar la guardia y redoblar la vigilancia, haciendo recuerdos de los premios ofrecidos para el primero que viera tierra. Ahí está el premio y la gloria, una hora después de haber visto la guatucecita así sonó la lombarda, ahí están confirmados los títulos conferidos por Los Magnánimos Reyes de España de Almirante del Mar Océano, Visorrey de las tierras e islas que descubriera, Gobernador Perpetuo, Capitán General de las Indias con derecho a heredad, un lombardazo de la Pinta le da las albricias de su condición Española y aunque haya nacido en Génova, Grecia, Cataluña, Galicia o cualquier otra nación o pueblo de nación, ya era español por la gracia de naturalización al ostentar títulos nobiliarios con escudo de Armas de la Gran España, y así se hizo reconocer antes de las 12 horas de haber desembarcado en la isla Plana del Oeste el día 12 de octubre de 1492. Acaso la actitud harto varonil y decidida que tuvo el día 5 de marzo en rastelo dentro del río de Lisboa ante el patrón del bote de la nao más grande que tenía Portugal, la cual estaba fondeada cerca, la mejor artillada y la más grande, llamado Bartolomé Díaz al requerirle que “entrase en el batel para ir a dar cuentas a los hacedores del Rey e al Capitán de la dicha nao, llamando Álvaro Damas y el Almirante haciendo prevalecer toda su jerarquía y todo su valor como Almirante Español al servicio de sus Majestades los Reyes de España le contestó “Quel era Almirante de los Reyes de Castilla, y que no daba él tales cuentas a tales personas, ni saldría Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... de las Naos ni navíos donde estuviese si no fuese por la fuerza de no poder sufrir las armas. “hizo valer su condición y luego mantuvo el respeto y el derecho de sus subalternos al repudiar de plano una nueva exigencia del Patrón Bartolomé Díaz, al requerirle “que enviase al maestre de la carabela” le contestó “ni al maestre y a otra persona, si no fuese por fuerza, porque en tanto tenía el dar persona que fuese como ir él, y que esa era la costumbre de los Almirantes de los Reyes de Castilla, de antes morir que dar, ni dar gente suya “gesto más noble y más característico de la raza española no era de esperarse, actuaba el acorde a la idiosincrasia de los ibéricos y si defendía con desnuedo sus derechos, lo hacía en nombre de un Pueblo, el de España, ¿lo desean más Español? Nada importa que haya nacido en la Antártica si el destino lo califica en otro país, y así lo demostró Álvaro Damas al saber por su patrón más luego por haberle mostrado el Almirante las cartas que le acreditaban como tal.” El cual con mucho orden, con atabales y trompetas y añafiles, haciendo gran fiesta vino a la carabela y Escudo de armas del Almirante don Cristóbal Colón, concedido por los Reyes Católicos. 141 habló con el Almirante, y le ofreció de hacer todo lo que le mandase, “Un simple marino español no hubiese tenido la acogida por tan alto personaje militar portugués; era un Almirante Español. El pueblo Lisboense se sumó a la nota de júbilo que se rendía a la visita de un Almirante Español que acababa de llegar de las Indias, y el día 8 de marzo, D. Martín de Noroña, se apersona a presencia del Almirante con una carta de los Reyes de Portugal, en la cual le rogaban que fuese a verlos; el Rey le recibió y compartieron, y ordenó que el Almirante fuera aposentado en Sacamben y que le fuera suministrado todo lo que hubiera menester a él y a su tripulación por su cuenta (la del Rey). El Rey de Portugal le trató con amabilidad y mucha cortesía y lo sentó a su lado, le honró y le hizo innumerables ofrecimientos y “que mandaría hacer todo lo que a los Reyes de Castilla y a su servicio cumpliese cumplidamente”, los nobles y gentiles les saludaron, se mostraron atraídos por su personalidad y el gesto de los acontecimientos surgidos, era admirado y celebrado por su hazaña, el Rey de Portugal dio reconocimiento oficial a un Almirante Español, dióle mensajes personales para los Reyes de España y puso escolta muy significativa en su retorno a las carabelas, y aún le hizo el ofrecimiento de si el Almirante quería ir por tierra a Castilla, le ofrecía bestias apropiadas para el viaje, pero el Almirante no aceptó, sino que se fue a la nao y a la 7 de la mañana pleamar levantó las anclas y salió para España por vía marítima, donde llegó el día 15 de marzo. Sería algo difícil llegar a comprender en estos tiempos el laberinto de cortapisa que existía a las clases burguesas, siervos, y hasta los mismos miembros de la nobleza para compartir y alternar con los Reyes de Europa, tenía que ser un acto o momento muy relevante para que un Rey o Reina se mostrará afable y simpático, cualquier ciudadano del país o extranjero. Por esta falta de apreciación en nuestra época es que estas distinciones ofrecidas y conferidas al Almirante en la Corte portuguesa no ha sido debidamente calibrada para llegar a la debida conclusión de que el recibimiento apoteótico hecho a don Cristóbal Colón, no fue a él, sino al Almirante Español de sus majestades los Reyes Católicos de España. No creo necesario exhibir ningún documento que pretenda por un nacimiento que aún se debate, combatir su nacionalidad hasta que España lo haya glorificado y ennoblecido para que su grandeza 142 Ramón Julio Didiez Burgos pertenezca a ella y también su nacionalidad que tanto orgullo siempre tantas ciudades en aparecer como genitoras de la figura de un hombre, si en nada contribuyeron a realzar su genio y sus inquietudes, era bueno esperar que otra nación le diera la grandeza que el envolvía en su ser para luego recoger el fruto de los esfuerzos hechos para darle valor a la grandeza que su tierra natal no encontró y amparados de documentos de importancia secundaria. ¿Acaso fue recibido y atendido el Almirante como Almirante Antártico, Neozelandés, Taitiano o de otra nación? No; fue como Almirante Español y como tal debe de ser considerado en todos sus fueros. La isla Mayaguana pudo haber sido encontrada por el Almirante si éste hubiera seguido su rumbo ouesudueste a las 9 horas 37 minutos o sea unas 8 ampolletas después de la puesta del sol, hubiera llegado a ella en la costa Norte y cerca de la Punta N. E. La isla Mayaguana tiene una altura sobre el nivel del mar de 70 pies y la carabela del Almirante de unos 25 pies sobre el nivel del mar, lo que da un alcance visual de 15.3 millas, de manera que el Almirante estaba una altura de alcance de cualquier luz que hubiera existido en la zona Nordeste de dicha isla. Veamos algunos ejemplos de comentarios que se han hecho a costa de la candelita. Refiriéndose al capitán de corbeta R. Barreiro– Meiro en su análisis de la derrota del Almirante, a la derrota presentada por Pieter Verhoog en su trabajo Guanahaní Again, Asterdam 1948, dice “y es curiosos que admita lo de la candelita como Irving situándola en la isla Turca”. Paul Herrman en Audacia y heroismo de los descubrimientos modernos, dice “También el Almirante ha vista la luz, y con él dos ó tres hombre que se encontraban en la toldilla. Pero el resplandor no vuelve a brillar! de seguro había sido una ilusión”. Jakob Wasermann en su libro Cristóbal Colón el Quijote del océano dice, “allí es el ojo vigilante de Colón al que a las 10 de la noche de moverse una luz, en el cual él y todos los que llamó reconocieron inmediatamente una lumbre artificial engendrada por la mano del hombre” “con todo, no fue el pobre marinero en que recibió el premio, sino él lo reclamó para sí poco después del tedeum entonado al rayar el alba por la tripulación. Unos dicen por codicia, otros por avidez de gloria, otros por ambos motivos. Ni sus más afanosos panegiristas se atreven a absolverle de tan odiosa ruindad”. Otros autores se expresan con simpatía diciendo “que la luz del alma le iluminó para presentir la proximidad de Tierra,” o “la luz divina se hizo manifiesta en este momento para anunciarle la Gloria de sus esfuerzos y desvelos”. Dice el Almirante Samuel Elliot Morrison en su obra Cristóbal Colón marino “A las 10 de la noche, una hora antes de la salida de la luna, Colón y un marinero, casi simultáneamente, creyeron ver una tenue como pequeña candela que se alzaba y luego descendía. Otros dijeron que también la vieron, pero la mayoría no, y después de unos cuantos minutos desapareció. Se han escrito volúmenes enteros para explicar lo que está luz era o podía haber sido. Un marino no necesita explicación alguna. Era una ilusión óptica, creada por la exagerada vigilancia. Cuando se está inseguro de la posición exacta y se hace un extremo esfuerzo para desembarcar en la noche, se halla uno propenso a ver imaginarias luces y resplandores y para oír campanas y ruidos de rompientes que no existen”. Dice don José Fernández Martínez en el Enigma de Colón, “Las tres naves van en fila y delante la Pinta, que por ser más velera (más rápida). A las diez de la noche, el Almirante ve una luz que sube y baja: las naves siguen andando a razón de doce millas por hora. A las dos de la mañana, la “Pinta” ve tierra, que está como a dos leguas; separan las naves para no dar contra la costa. Desde las diez de la noche, en que el Almirante ve la luz, hasta las dos de la mañana, en que Rodrigo de Triana ve tierra, han andado las nao según afirma el Almirante, cuatro horas a doce millas por horas o sea unas doce leguas. De modo que en el momento de ver la luz el Almirante, la tierra estaba a catorce leguas, o sea las doce que anduvieron las naos en cuatro horas, y a las dos que habían delante de la Pinta al ver tierra. ¿Cómo es posible que el Almirante viese a las diez de la noche una luz como una candelilla que subía y bajaba, si la tierra estaba aún en aquella hora a catorce leguas, que en medida moderna son de setenta y siete kilómetros? ¿Cómo podía ver bajar y subir la luz a tal distancia, si además, la tierra que luego hallaron era llana y sin elevación? ¿Qué ojo puede ver, y menos en el mar, a setenta y siete kilómetros una luz como una vela? ¿Si existió esa luz, como es posible que no la vieran antes los de la Pinta que iban delante, y que ni siquiera la vieron cuatro horas más tarde, cuando se acercó a dos leguas de tierra? Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... Y algo más decisivo; si a las diez de la noche tuvo Colón por cierto que estaban cerca de tierra, ¿Cómo es que no mandó amainar las velas y detener las naves, sino que, por el contrario, siguió su marcha y sólo cuatro horas más tarde, cuando llegó el aviso de la Pinta, fue cuando recogió vela. El Almirante dice en su Diario que llamó a dos personas para que comprobaran si se veía luz. El primero Pedro Gutiérrez, afirma al Almirante que la vió, pero no pudo comprobarse más tarde este aserto porque Pedro Gutiérrez fue de los que quedaron después en la isla Española y “fue asesinado los Indígenas”. El otro Rodrigo Sánchez de Segovia, confiesa al Almirante, que no vió la luz “por no estar donde la pudiera ver” ¿Y porque no cambió de lugar y se puso junto a Pedro Gutiérrez? ¿Y no hubo entre toda la marinería ninguno que la viera, sino solamente uno que no podía atestiguarlo después por haber muerto sin volver a España? Dicen que se coge antes a un embustero que a un cojo; ¿no pensó el Almirante que su propio Diario serviría de testigo para demostrar que fue injusto Colón apropiarse el premio concedido al primero que viera tierra”. La justicia de la honradez deben unirse en este pasaje para hacer valorizar un hecho físico muy resaltante en la mar, se trata de la visibilidad, ésta tiene su escala de valores, para el día y para la noche, en noche cerrada u obscura sin lluvia ni niebla, ni luna, es 100 x 100 en cambio, esta visibilidad merma una vez que los tres factores mencionados intervienen, de aquí podemos colegir que en el momento del Almirante ver la guatucecita a las 12h–16m (media noche): la luna estaba sobre el horizonte desde las 21h–32m aproximadamente, esto es, tenía 2h–45m de haber salido, estaba bastante alta, hacía cinco días que había llenado y se encontraba menguante, irradiando una gran cantidad de luz cenicienta sobre la tierra, esta luminosidad de la luna mermaba el alcance lumínico de la fogata, y de ahí que solo se viera una lucecita tenua en el horizonte, pero tuvo la suficiente potencia para dejarse ver por aquellos que hurgaban con ansiedad toda posibilidad de tierra. Lo declarado por el testigo Francisco García Vallejo en Los pleitos de Colón “en esto aquel jueves en la noche aclaró la luna e un marinero etc.” indica la gran nubosidad que había esa noche, y por ende lo variable de la visibilidad en la noche. Dice Madariaga en su libro. El muy magnífico don Cristóbal Colón “y sin embargo es evidente que cuando aquella noche llamó a dos de sus gentes para 143 que mirase la luz que él divisara, no había visto tierra, y que sabía perfectamente que no la había visto, pues de lo contrario hubiera izado la bandera y disparado un tiro de lombarda, según sus propias instrucciones a las carabelas. Pero demos de barato que había visto tierra. Si jamás hubo un gesto que venía obligado a hacer en su carrera, era este de dejar al pobre marinero de la Pinta, que de hecho se había merecido la merced real, se llevase al menos el beneficio de la duda gozando de paz y de los diez mil maravedís que para el Almirante, al coloso de la fortuna, no pasaban de ser una mera bagatela. Colón reclamó la merced y la ganó para sí cuando ningún funcionario ni dignatario real podía resistirle y cuando él a su vez estaba plenamente poseído de que iba a ser el señor omnipotente de un mundo casi ilimitado de la isla con una tierra firme fabulosa en el horizonte”. El día 6 de diciembre dice el Almirante “Pareciale que entre el cabo del elefante y el de Cinquin había una grandísima entrada y algunos de los marineros decían que eran apartamientos de la isla, aquella puso por nombre la Isla Tortuga, aquella isla grande parecía altísima tierra, no cerrada con montes, sino rasa como hermosa campiñas, y parece como toda labrada o grandes partes de ella, y parecían las cementeras como trigo en el mes de Mayo en la campiña de Córdoba. Vieron muchos juegos aquella noche, y de día mucho humos como atalayas, que parecia estar sobre aviso de alguna gente con quien tuviesen guerra. Toda la costa de esta tierra va al Leste. A horas de visperas entre el Puerto dicho y pusole nombre, Puerto de San Nicolás, porque era dia de San Nicolás por honra suya y a la entrada del maravillóse de su hermosura y bondad”. La isla Tortuga tiene una altura a la parte oeste de 1.179 pies sobre el nivel del mar. El Almirante tenía unos 20 pies en el alcázar de popa de la Santa María. El alcance geográfico que dan estas alturas es de 44 millas náuticas, él estaba a una distancia aproximada, de los fuegos de la Tortuga de 30 millas náuticas, esto confirma los fuegos que hacían los indios en su tierra, el los vió de noche como fuego, y de día como humo, más evidencias creo no son necesarias para confirmar “la lucecita” de escépticos, amén de que el que desee comprobar en la actualidad estos hechos, en la realidad bien podría hacer un viaje por las costas de la República de Haití y los verá de noche a grandes distancias y grandes columnas de humo en el día. 144 Ramón Julio Didiez Burgos Lo de la candelita tiene ya bastante argumentos demostrativos para que no se dude más de ella, ni de la información del Almirante, parece y soy de esa opinión, el que la duda de dicho informe ha tenido su pie en figurar los críticos que el Almirante vio hacia proa la luz; al surgir esta, con un error horario creado, era muy natural que surgiera el alcance geográfico en función del tiempo de 4 horas a 12 millas antiguas por hora más 8 lo que hacían 56 millas antiguas (45,5 millas náuticas), aun así, bajo la hipótesis de que no hubiese interferido el error horario, el Almirante no hubiera podido ver hacia proa, que fue por donde apareció la isla, con la misma claridad que Rodrigo de Triana, pues, el velamen, los aparatos, los palos, la cabullería, le impedían el dominio completo hacia proa, añadiendo que Rodrigo de Triana iba en la proa de la Pinta y éste llevaba 1 legua (3.2 millas náuticas delante de la Santa María, debemos caer en cuenta que el Alcázar estaba ubicado en la popa, donde generalmente los oficiales hacían sus guardias y donde el Almirante siempre estaba, estas razones obligaban a los marinos de la antigüedad colocar un hombre de servicio para la parte de proa, el cual le llamaban Vigías, para que estuviera siempre vigilante de la proa; se debe considerar que de haber estado la candela en la isla Mayagüin, Rodrigo de Triana la hubiera visto primero que el Almirante, pero en la isla no había fuego, porque lo que Rodrigo de Triana vio fue “una cabeza de Arena e alzó los ojos e vido tierra”. El Almirante vio el resplandor de un fuego indio en la isla Mayaguana, en una dirección muy diferente a la que un error horario condujo a los críticos a conclusiones erradas y por el grandísimo interés de ligar los dos acontecimientos de esa noche, el de la candela con el Grito de Tierra. Como la isla surgió por la proa era muy natural que en esa dirección se pusiera la candela, por un error de término en el Diario de ampolletas por horas, se engendró entre el momento de haberse visto la luz y el del grito de tierra, la distancia recorrida, 56 millas antiguas (44.5 millas náuticas). Era lógico que entre ambos acontecimientos desapareciera uno, el menos probable, la lucecita, porque el otro era evidente y real, y nadie ni nada podía ya cambiar la historia: ahí estaba San Salvador. La aceptación por la mayor parte de los colombistas de la teoría de Juan Bautista Muñoz –de que la isla Watling era San Salvador– acabó por darle el tiro de gracia a un tema tan debatido como el de la lucecita, pues no había adonde ubicarla en el mar y a la distancia de 56 millas antiguas (44.5 millas náuticas) en un rumbo opuesto del W que se haya desde Watling hacia el anchuroso mar, la sepultaron en el océano, pero aun así, ella brillaba con esplendor y hermosura en el Diario del Gran Nauta y hoy considero los ilumina de nuevo en todo el fulgor de la verdad. Croneau acepta la tesis de Muñoz de que la isla Watling es la isla Guanahaní o San Salvador y también acepta la visión de la lucecita pero no encuentra una isla donde colocarla a 56 millas antiguas al oeste de dicha isla y resuelve el problema de su ubicación llevando un indio en una canoa a pescar a esa distancia y poniéndole una pequeña fogata a bordo, esto en medio del Atlántico; otros críticos asombrados del ingenio de Croneau le sugiere al distinguido historiador que en vez de la fogata en la canoa era mejor que el indio estuviera fumando un cigarro. Los hechos del descubrimiento ocurrido hace 475 años, visto desde estos tiempos, tienen toda la comodidad de ser juzgados con toda la libertad y la impunidad a la que la imaginación puede dar cabida, ya el estado novedoso de una hazaña ha desaparecido, no existe un Nuevo Mundo, ni tierras vírgenes, ni imperios que conquistar, ni oro ni plata, ni aventuras que hacer, ni todas las inquietudes experimentadas en España y en Portugal. El tiempo las fue modelando a nuevas formas, ya quedan solamente los documentos y testimonios que nos legaron los antepasados para que nos holguemos en ellos y enterarnos de los sucesos y juzguemos a nuestro entero criterio. Cuando el Almirante llegó a puerto de Palos el día 15 de mayo del 1493, y se propagó la noticia del descubrimiento de nuevas tierras se apoderó del pueblo español un frenesí de alegría tal, que no existía alma viviente que no se quisiera dar el lujo y el placer de conocer a los hombres que habían efectuado tales hazañas, y sobre todo la del hombre que había dirigido esta empresa, en la trayectoria que seguía el Almirante a través de la península para acudir a entregar cuenta a los Reyes Católicos, las gentes se agolpaban a su paso y le victoreaban, lo cuestionaban, lo interferían, le daban las manos, le veían como un ser providencial; el júbilo era desbordante, todos hablaban de él, y se enorgullecían de su presencia y su saludo; el entusiasmo no tenía límites; todos los aclamaban con orgullo y simpatía. En Portugal, a pesar de no pertenecer a ella la hazaña, celebró con manifestaciones de admiración Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... 145 Don Cristóbal Colón llega el 15 de marzo de 1493 al puerto de Palos, es recibido con entusiasmo por el pueblo alabando el descubrimiento de nuevas tierras. su descubrimiento, aunque con la reserva que permite el desengaño de una empresa perdida, pero lo celebró. El padre Bartolomé de las Casas refiere con lujo de detalles en su Historia de las Indias el recibimiento apoteósico que los Reyes Católicos y el pueblo le hicieron a su llegada a mediados de abril a Barcelona, “los Reyes estaban harto solícitos de ver su persona y sabido que llegaba, mandaronle hacer un solemne y hermoso recibimiento, para el cual salió toda la gente y toda la ciudad, que no cabían en las calles, admirados todos de ver aquella Don Cristóbal Colón es recibido por los Reyes en Barcelona, en 1493, después del regreso de este del descubrimiento de nuevas tierras. venerada persona, ver de la que se decía haber descubierto otro mundo”. Desde el día 30 de marzo del año 1493 los Reyes Católicos empezaron a confirmarle al Almirante todos los títulos ofrecidos si descubría nuevas tierras. “Por el Rey y la Reina a Don Cristóbal Colón, su Almirante de las islas que se han descubierto en las Indias”, así empieza el rosario de concesiones hechas por los Reyes Católicos, incluyendo según don Enrique de Gandía en su libro Colón “también le fue otorgado la pensión de treinta escudos que los monarcas habían prometidos al primer hombre 146 Ramón Julio Didiez Burgos que viera tierras nuevas en el Océano. Colón destinó esta suma a su mujer Beatriz Henríquez”. Si el Almirante entregó su Diario a la Reina después de haber llegado a Barcelona y está después de verlo y enviado a copiar se lo devolvió con una correspondencia fechada el día 5 de septiembre del 1493, era de juzgar que habiendo escrito el Almirante en el “Esta tierra vido primero un marinero que se decía Rodrigo de Triana” los Reyes que habían ofrecido el premio de los 10,000 maravedíes, le fueron otorgados a dicho marinero, puesto que los Reyes habían leído el Diario del Almirante, ¿qué razones existen de ahí de atribuir al Almirante reclamos, cuando él mismo dice que fue Rodrigo de Triana el primero en ver tierra? La actitud de los Reyes de conceder el premio era una decisión privativa de ellos, al ser un ofrecimiento fuera de toda cláusula del contrato, y que no estaba sujeta a ninguna clase de reclamo, el Almirante muy abnegadamente se despojó de un derecho que no tenía al indicar en su Diario a quien correspondía el premio. Los Reyes, por razones ignoradas se la concedieron a él, y no porque él las reclamó, no tenía fundamentos dos acciones contradictorias, la de dejar asentada para la historia de la humanidad en un documento tan valioso como el Diario, el honor a uno de sus valientes, de haber sido el primero de ver tierra y luego hacer un reclamo de haber sido él que la viera, dos aspectos del sentimiento humano que no pueden identificarse, por muy ruin y muy avara que sea la persona; si él hubiera procedido con impureza y sagacidad se evita el tener que hacer este asiento en su Diario, y con sólo lo de la candelita, hubiera poderosamente llamado la atención sobre el caso y adjudicarse la gloria. Si los críticos del Almirante han modelado la concesión hecha por los Reyes Católicos al Almirante concederle la suma ofrecida por ellos como una gracia y como un estímulo a sostener el interés en la obra que acababa de hacer, ese hecho no es óbice a descargar sobre el Gran Nauta, tantos adjetivos abominables, sino sobre aquellos que en negación del sentido que se considera haber tenido la concesión lo hicieron los Reyes Católicos, pero como le concede menos altura moral al Almirante que a los Reyes, aquel que recibió el premio se le atribuyó un reclamo, que no hizo, y de ahí sirvió de blanco de críticos y enemigos. Los Reyes Católicos en el paroxismo del entusiasmo y la alegría de haber dado a España la unidad, por la conquista del último reino Moro. Y el descubrimiento de nuevas tierras que engrandecían su reino, pudo haber influido en su ánimo para reconsiderar su ofrecimiento de concederle al Almirante, quien con mucho desvelo y no poco trabajo contribuyó a la grandeza de ese país; también no es para menos el que percatados estos de la lectura del Diario, hayan visto el que por dos ampolletas antes de descubrirse tierra en haya visto la lucecita, las precauciones de él para redoblar la vigilancia porque presentía la proximidad de tierra; y este hecho, les hicieran decidir a quién debían darle el premio. Considero que el ambiente de júbilo y alegría, tanto de los Reyes como del Almirante, los nobles, amigos y la corte, los informes que el Almirante daba de las tierras, de los naturales de las islas, la fauna, la floresta, las costumbres, hábitos, las temperaturas, el ambiente acogedor y cientos de informes, halagó a los Reyes y que para el caso de concesiones sólo se le veía a él. Era también muy venturoso y nada agradable para cualquier persona dentro de la nobleza o ciervo de sus Majestades, los Reyes, rechazaran o declinarán los honores que se les hacían, y quien quiera que fuera, por razones muy notables, aceptaba las dignidades que se le otorgaban sin aparentar el menor disgusto a los Reyes so pena de caer en desgracia con ellos. Desde esta época, aquellas costumbres las vemos con más liberalidad y más democracia, precisamente cuando nos podemos dar el lujo de la jactancia, por ser hombres más libres y más impunes por nuestros derechos. Hubiese querido ver lo que les ocurre a los que hoy se jactan con sus diatribas y sus improperios contra el Almirante; rechazar en aquella época una dádiva de los Reyes, un desprecio a sus Majestades, era una de las ofensas más graves que se les podía inferir a tan Magnas Personalidades; hubiese sido más benigno para su vida el que cayeron muertos y no verse despreciados por la sociedad de aquella época. Todas las puertas se cerraban y todos los caminos desaparecían. ¿Por qué no se piensa que el Almirante tuvo que haber vivido mortificado por recibir el premio que él endilgó en su Diario que le correspondía a otro? No; sus enemigos han hecho provecho de casos circunstanciales y sin un fondo de verdad para saciar y desahogar sus conceptos falseados. ¿Dónde están los documentos probatorios de su reclamo de la pensión vitalicia por haber visto tierra primero? ¿Dónde están los testimonios que den crédito a esta falacia? Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... No lo exhibirán porque no existen, y si se toma lo relatado por don Gonzalo Fernández de Oviedo, que don Enrique de Gandía calificó de confuso “E cómo sobrevino la noche, mandó apocar las velas y que corriesen con sólo los trinquetes bajos; e mandó así, un marinero de los que iban en la capitana, natural de Lepe, dijo: “¡Lumbre!... ¡Tierra!...” E luego un criado de Colón, llamado Salcedo, replicó diciendo: “Eso ya lo ha dicho el Almirante, mi señor”; y encontinente Colom dijo: “Rato ha que yo lo he dicho y he visto aquella lumbre que está en tierra”. Y así fué: que un jueves, a las dos horas después de medianoche, llamó el Almirante a un hidalgo dicho Escobedo, repostero de estrados del Rey Católico, y le dijo que venía lumbre. Y otro día de mañana, en esclareciendo, y a la hora que el día antes había dicho Colom, desde la nao capitana se vido la isla que los indios llaman Guanahaní, de la parte de la Tramontana o Norte. Y el que vido primero la tierra, cuando ya fue día, se llamaba Rodrigo de Triana, a 11 días de octubre del año ya dicho de mil e cuatrocientos y noventa y dos. Y de haber salido tan verdadero el Almirante en ver la tierra en el tiempo que había dicho, se tuvo más sospecha que él estaba certificado del piloto que digo que murió en su casa, según se tocó de suso. Y también podría ser que, viendo determinados a cuantos con él iban para ser tornar, dijese que si en tres días no viesen tierras se volviesen, confiando que Dios se la enseñaría en aquel término que les daba para no perder trabajo e tiempo. Tornando a la historia, aquella isla que se vido primero, según he dicho, es una de las islas que dicen de los Lucayos. Y aquel marinero que dijo primero que veía lumbre en tierra, tornado después en España, porque no se le dieron las albricias, despechado de aquesto se pasó en África y renegó de la fe. Este hombre, según yo oí decir a Vicente Yáñez Pinzón y a Hernán Pérez Mateos, que se hallaron en este primer descubrimiento era de Lepe, como he dicho”. Para de aquí sacar las conclusiones de un reclamo, debe verse que más bien este episodio ocurrió a bordo entre tripulantes el mismo día del descubrimiento y no sucesos llevados a la corte de España para atribuirse glorias. El solo hecho de haber encontrado tierras vírgenes es suficiente gloria para en la euforia de un triunfo el Almirante se ocupara en mezquindades, tanto es así que, los treintas ducados (10.000 maravedíes) se les asignó a Beatriz Henríquez y Arana, madre de su hijo don 147 Fernando, pues otro destino que le hubiera dado que no fuera el de los suyos, hubiera contenido la indignación de las regias personas que se lo habían concedido, en tanto la declaración de García Hernández según relata Pedro González Blanco en su libro “Martín Alonso Pinzón descubridor de América”. Que cuando sonó la lombarda el Almirante se acercó y le dijo “Señor Martín Alonso ¿Qué habéis fallado tierra?” deja sentado que él no vio tierra, sino una lucecita y por tanto el incidente entre Salcedo y Pedro Izquierdo puede a todas las luces considerarse como chismecitos de tripulantes que en nada hay que inmiscuirlo, en la decisión de los Reyes Católicos. El relato de Oviedo es confuso al no aclarar la personalidad del marinero de Lepe y atribuirle sus hechos a Rodrigo de Triana, el marinero de Lepe, identificado por la investigadora Norteamericana Alice Bache Gould como el marinero Pedro Izquierdo, iba en la Santa María y Rodrigo de Triana en la Pinta, quien vio tierra fue Rodrigo de Triana y no Pedro Izquierdo, el haber visto la lucecita después de haberla visto don Cristóbal Colón sin él saberlo, le hizo concebir que esa luz estaba en tierra y que él había visto antes que nadie tierra, celebró el acontecimiento en unión de sus amigos hasta que Salcedo se enterara y le aclarara que esa luz había sido vista por el Almirante hacía rato, se puede considerar que los hechos de reclamos y disgustos más bien corresponden a Rodrigo de Triana y no a Pedro Izquierdo, como quiere hacer entender Oviedo, en otros párrafos se refiere a Rodrigo de Triana en hechos que fueron observados por Pedro Izquierdo (recuérdese que este marinero estaba condenado con otros tres más en la Villa de Palos por libertar de noche de la cárcel a Bartolomé Torres quien dio muerte al pregonero Juan Martínez). Dice Fernandez de Oviedo en su Historia General de las Indias “que Juan Rodríguez Bermejo, conocido por Rodrigo de Triana, al volver a España, renegó el cristianismo y de su patria española por haber otorgado los Reyes Católicos el premio de los diez mil maravedíes a Cristóbal Colón; huyó al África y se hizo moro, maldiciendo de España, de los Reyes y de América, por lo que él creía la mayor injusticia del mundo”. Esta deserción correspondió a Pedro izquierdo y no a Juan Rodríguez Bermejo, según le confesó Vicente Yáñez Pinzón a Oviedo, pero éste se contradice al asentar en su historia “y aquel marinero 148 Ramón Julio Didiez Burgos que dijo primero que veía lumbre en tierra tornado después a España, porque no se le dieron las albricias, despechado de aquesto, se pasó en África y renegó de la fe”, es más sensato aceptar este relato que el anterior por conocerse que Pedro Izquierdo era un delincuente común y corriente. Aunque la historia perdió por un tiempo a Juan Rodríguez Bermejo, Juan de Molinos, Juan de Sevilla o Rodrigo de Triana en 1507 aparece como maestre de carabelas y en 1525 acompaña a Laoyza en un viaje a las Molucas. De donde se ve que Pedro Izquierdo no culpó al Almirante por recibir el premio, y que es dudoso que él hiciera tal reclamación, pero ha de verse bien que de quienes reniega Pedro Izquierdo es de España, los Reyes y América. Me parece, y así lo considero, que no ha habido fundamento alguno para que hoy los críticos se hayan enojado con el Almirante por el caso de los 10,000 maravedíes y le hayan menospreciado su valor moral y sentimental para tildarlo de codicioso y avaricioso. Guanahaní y Mayaguaín (San Salvador y Triángulo) Al colocar muchos autores y críticos la lumbre vista por el Almirante, acogiendo la información de P. De las Casas a las “10 horas, en la isla San Salvador o Guanahaní a 56 millas y a proa con razón dieron a sospechar de la información, puesto que para ver la luz a dicha distancia, el alcance geográfico necesita una altura sobre el horizonte de no menos de 880 pies, lo cual sería imposible, conociéndose la altura del Almirante, sobre el horizonte y la altura de la isla San Salvador. Al ver Rodrigo de Triana la tierra por proa, la vio también por estribor; en las declaraciones de los tripulantes en “los pleitos de Colón”, el testigo Francisco García Vallejo dijo “en esto aquel jueves en la noche aclaró la luna e un marinero del dicho navío de Martín Alonso Pinzón que se decía Rodríguez Bermejo, vecino de Molinos, de tierra de Sevilla, como la luna aclaró vido una cabeza blanca de arena e dio un trueno. Tierra, tierra, e se tuvieron los navíos hasta que vino el día viernes doce de Octubre” esta era la isla Plana del Este (Mayaguaín) la cual tiene como dimensiones ? millas de ancho, y de forma TRIANGULAR, esta altura y la de la carabela Pinta donde se encontraba Rodrigo de Triana, que era de unos 15 pies, darían un alcance geográfico en un total de 14 millas, (pero como era de noche y con luna puede ser aceptado sin reserva de ninguna clase que estaban 3.2 millas ó 1 legua, para la Pinta, que iba delantera y las 2 leguas a que estaba la Santa María. Seguido de haber visto la tierra por proa y a estribor “amañaron todas las velas y quedaron con el Treo, que es la vela grande sin boneta, y pusieronse a la corda temporizando hasta el día Viernes, que llegaron a una isleta de los Lucayos que se llamaba en legua de los indios Guanahaní”, ordenó aferrar las velas y dejar solo el Treo, para ponerse a la Corda, pero no dejamos de ver que las carabelas iban 12 millas (9.5 millas náuticas) buena velocidad y buen impulso hacia adelante mientras ejecutaban estas maniobras, que requerían tiempo y habilidad, hay que tener en cuenta que era de noche y proceder con cuidado para evitarse accidentes, no creo que esto lo hayan hecho en menos de 15 minutos, que representara una distancia caminando de 2.3 millas náuticas, el Treo, el alto bordo de la Santa María, en la popa, los palos y las cabullerias y su poco calado indudablemente le darían un impulso adelante a la nao de 1.5 millas (náuticas) de velocidad, le faltaría al Almirante 5 horas de obscuridad para empezar a clarear el día, sus naos a dicha velocidad se desplazaron hasta el amanecer 13 ó 14 millas adelante, hasta caer al sur de la isla Plana el W a unas 1.5 millas de distancia, como para ésta tenía Barlovento, o viento como se decía en esa época, a ella se dirigió y surgió en ella por la parte del Oeste en sus playas o en una caleta que existe en ella. En Enciclopedia del mar se encuentra “Treo, pero como el francés Tréou del anglo sajon tref, Mar, Trinquete cuadro ó redondo con que las embarcaciones Latinas navegaban en popa con vientos. También se les daba el nombre de vela de fortuna. La verga misma en que se enverga dicha vela”. “Cordear –Mar Relingar, en su primera acepción antigua, lo mismo que tocar, relingar. Flamear el aparejo o vela”. De donde vemos que el Almirante se dejó arrastrar por el viento fuerte que había; dejó flamear el treo, y como las carabelas eran alterosas de popa esto es, bastantes obra muerta para la parte de popa, el viento la deslizaba a unos 2.5 millas por hora, al amanecer vieron la isla Cayo Plana del W de la parte sur de la isla Plana del E. Gonzalo Fernández Oviedo hace un relato del instante del descubrimiento y dice: “Que Rodrigo de Triana en la mañana del Jueves 11 de Octubre exclamó” “Lumbre” “Tierra” y que al instante un criado de Colón llamado Salcedo, le replicó “eso ya ha dicho el Almirante mi señor, y Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... en continente Colón dixo: rato que yo lo he dicho y visto aquella lumbre que está en tierra” Fernández Oviedo explica que a las diez de aquella noche Colón llamó un hidalgo de nombre Escobedo, repostero de los estrados del Rey, y le dijo que veía lumbre, y que al “otro día” “en esclareciendo, y a la hora que el día antes había dicho Colón desde la Nao capitana, se vido una isla que los indios llaman Guanahaní, de la parte de tramontana o Norte”. No hay duda alguna de que los acontecimientos se sucedieron en esta forma y que la isla Plana de W. es San Salvador o Guanahaní, la cual tiene forma de haba y 2.75 millas de largo por 1.5 de ancho (5.093 metros por 2.778 metros). 149 como fue desde la Pinta que se vio y esta iba delantera de la capitana unas 3.2 millas náuticas (1 legua) tiene todo el carácter de veracidad y aún más, si desde la Pinta se vio lumbre y en la isla Plana del E. Dice Pedro González Blanco en su libro Martín Alonso Pinzón. “En la Información de Huelva declara García Hernández, que la primera persona que vido la dicha isla fue la gente que iba en dicha nao Pinta, donde este testigo iba, quel dicho Martín Alonso mandó lombardas en señal de alegría, las cuales mandaba tirar donde venía el dicho Almirante, señor Martín Alonso ¿qué habéis fallado tierra?; e que entonces le dixo el dicho Martín Alonso Derrota que siguieron las carabelas después de descubrir tierra, sitio donde fondearon estas, después que le amaneció el día 12 de octubre. Ponerse a la corda significa lo mismo que pairear, maniobra que se ejecuta en los barcos de vela y en la actualidad para reducir la velocidad y obtener la que se desee, aferrando velas y aflojando escotas de manera que el buque tenga arrancada suficiente para su gobierno; así se espera que el tiempo pase (temporizar) sin avanzar gran distancia, si acaso se aleja del sitio se dan bordada para volver a la misma zona. La distancia de dos leguas que da el Almirante 6.4 millas náuticas resultan para la noche, aunque haya luna, excesiva para poder ver la isla, pero –Señor, mis albricias no se pierdan; e que entonces le dixo al dicho Almirante;– Yo vos mando cinco mil maravedís de alquilando; e que esto lo sabe porque lo vido” por lo visto esto confirma la distancia y velocidades anotadas por el Almirante después de desembarcar el día 12 de octubre en la playa con todas sus banderas, capitanes y tripulación que le acompañaron, tomó posesión de la isla en nombre de los Reyes de España, contempla la isleta, sus seres naturales, la floresta etc., hace una descripción de todo lo que ve. 150 Ramón Julio Didiez Burgos El almirante don Cristóbal Colón en la playa de Guanahaní comparte con los naturales. Sábado 13 de octubre.— “Luego que amaneció vinieron a la playa muchos destos hombre, todos mancebos, como dicho tengo, y todos de buena estatura, gente muy fermosa: los cabellos no crespos, salvo corredios y gruesos, como sedas de caballo, y todos de la frente y cabeza muy ancha más que otra generación que fasta aqui haya visto, y los ojos muy fermosos y pequeños, y ellos ninguno prieto, salvo de la color de los canarios, ni se debe esperar otra cosa, pues está Lesteoueste con la isla del Hierro (28) de Canaria so una línea. Las piernas muy derechas, todos a una mano, y no barrigas, salvo muy bien hechas. Ellos vinieron a la nao con almadías, que son hechas del pie de un árbol, como un barco luengo, y todo de un pedazo, y labrado muy a maravilla según la tierra, y grandes en que en algunas venía cuarenta y cinco hombres, y otras más pequeñas, fasta haber dellas en que venía un solo hombre. Remeban con una pala como fornero, y anda a maravilla; y si se le trastorna luego se echan todos a nadar, y la enderezan y vacían con calabazas que traen ellos. Traen ovillos de algodón finado y papagallos, y azagallas, y otras cositas que sería tedio escribir, y todo daban por cualquier cosa que se les diese. Y yo estaba atento y trabajaba de saber si había oro, y vide que algunos dellos traían un pedazo colgado en un agujero que tienen a la nariz, y por señas pude entender que yendo al Sur o volviendo la isla por el Sur, que estaba allí un Rey que tenía grandes vasos dellos, y tenía muy mucho. Trabajé que fuese allá y después vide que no entendían la idea. Determiné de aguardar fasta mañana en la tarde, y después partir para el Sudueste, que según muchos dellos me enseñaron decían que había tierra al Sur y al Sudueste y al Norueste, y questas del Norueste les venían a combatir muchas veces, y asi ir a Sudueste a buscar el oro y piedras preciosas, esta isla es bien grande y muy llana y de árboles muy verdes, y muchas aguas, y una laguna en medio muy grande, sin ninguna montaña toda ella verde, ques placer de mirarla; y esta gente farto mansa, y por la gana de haber de nuestras cosas, y teniendo que no se les ha de dar sin que den algo y no lo tienen, toman lo que pueden y se echan luego a nadar; mas todo lo que tienen los dan por cualquier cosa que les den; que fasta los pedazos de las escudillas y de las tazas de vidrio rotas rescataban, fata que vi dar diez y seis ovillos de algodón por tres ceotis (29) de Portugal, que es una blanca de Castilla, y en ellos habría más de una arroba de algodón filado. Esto defendiera y no dejar a tomar a nadie, salvo que yo lo mandara tomar todo para V. A. si hubiera en cantidad. Aquí nace en esta isla más por el poco tiempo no pude dar así del todo fe, y también aquí nace el oro que traen colgados a la nariz; mas por no perder tiempo quiero ir a ver si puedo topar a la isla Cipango (30). Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... Agora como fue de noche todos se fueron a tierra con sus almadias”. “Determiné aguardar fasta mañana en la tarde después partir para el Sudueste, y al Noroueste y questas del Noureste les venían a combatir muchas veces, y así ir al Sudueste a buscar oro y piedras preciosas. Esta isla es bien grande y muy llana y de árboles muy verdes, y muchas aguas y una laguna en el medio muy grande con una montaña y toda ella verde, ques placer de mirarlas; y esta gente fasto mansa” el Almirante vio el estado agrario que habían desarrollado los indios en esta isla, formando lagunas, canales para riego, y cultivando su yame, yautia, yuca, de la cual sacaron su penizo, el casabe y sus otras viandas de la cual vivían en paz y en armonía entre todos, se repartían lo que cultivaban, lo que pescaban y lo que cazaban; el Almirante da a entender entre sus descripciones que la ausencia de la propiedad privada no daba pie a las pasiones y la inexistencia de este pecado era el que engendraba la coexistencia pacífica de todos. Con el correr del tiempo los problemas de los conquistadores se multiplicaron y sintieron la necesidad de esclavos y acorralaron a todos los indios que se vivían en toda la zona; ya para el 1514 estas islas estaban completamente deshabitadas, los indios fueron sacados y llevados a Cuba a trabajar, el tiempo se encargó de transformar con los “Esta primera tierra fue una isleta de las que llamamos Lucayos, que la gente de esta por propio nombre llamaban Guanahaní, la última sílaba aguda que en las cartas de navegar de agora se pintan llaman Triango, como ignorantes los pintores de la antigüedad, tiene la dicha isla forma de haba”. 151 inexorables elementos toda la topografía de ellas, y así por la condición exclusiva de estas latitudes vientos fuertes, muchas lluvias, huracanes, proloferación de la floresta, el principio geológico de al aereación rindió el fruto de su trabajo, la transformación de la isla por las descripciones topográficas que la isla tiene, se peca de ubicar a Guanahaní tanto en una como en otra, por la condición de que muchas, en semejanza con la descubierta por el Almirante, si tiene una laguna en esta, y esta otra un canal y porque ésta es llana y ésta no lo es, tratando de ajustar después de cuatro y medio cuatrienios la física topográfica de aquellos tiempos en estos, al no admitirse la verdad de los cambios de la naturaleza, en este afán no ha razonado, se implica una negación de las leyes de la evolución y por ende un mentís a la propia cultura de los que proceden así. Más adelante veremos como el pivote desde donde el Almirante hizo girar todos sus movimientos en estos contornos, esta isleta no podría estar alejada de él. Dice el derrotero H. O. Publicación 128 de las Indias del Oeste. Edición 1951 página 94 y 95–3– 114 “Plana (flat) Cays están situadas a 15 millas Sudeste de la Punta Nordeste de la isla Acklin, son dos islas separadas por un profundo estrecho. La isla del Oeste es de 70 pies de Alto, está rodeada en 152 Ramón Julio Didiez Burgos En la carta de Sebastián Ruesta de 1654 se ve una isleta con tres islitas en su alrededor al norte de la isla Mayaguana que le llamó Triángulo y a la izquierda otra que le llama San Salvador esta isla debe ser la isla del Gato. su lado Este y Sur, por arrecifes que se extienden un 1/4 de milla (463 metros) desde tierra, estas rompientes consisten en arrecifes formados de piedras sobre el nivel del mar, se extienden hasta 2.5 millas al norte desde la zona norte de la Isla”, la cual tiene forma de haba. Fondeadero.– “Un buque puede fondear en cerca de siete brazas de agua en la orilla de un banco claro que se extiende 1/3 de milla (617 m) desde el lado oeste de la isla del Oeste, y desde su extremidad suroeste y hacia la parte del Norte, hay suficiente espacio para que un barco de vela pueda estar seguro aunque inesperadamente el tiempo soplara del oeste. Ahí algunos pozos de agua dulce cerca del extremo Suroeste de esta isla. Este fondeadero fue el que el Almirante usó por primera vez en la isla Plana del Oeste, el día 12 de Octubre del 1492. La isla del Este tiene 70 pies de alto, está a 2 1/4 millas al Este de la otra, está rodeada de arrecifes que se extienden 1/3 de millas (617 m)– fuera de la isla, en su parte Norte y Sur y 3/4 millas (1389 metros) en el extremo este de la isla. Un banco con profundidades desde 2 1/4 a 10 brazas, esto es de 14 pies a 60, se extiende cerca de 4 millas al Lesueste desde la extremidad este de la isla. Este banco se reportó en 1940 se extendía 2 millas más lejos al este, se considera que existe piedras peligrosas en su zona, esta isla tiene forma de triángulo (Mayaguaín). En estas dos islas queda confirmada la información que diera el Almirante al padre De las Casas, que una isla tenía forma de triángulo y la otra de haba según él lo anunció en la Apologética “esta primera tierra fue una isleta de las que llamamos de los Lucayos que la gente de esta isla por propio nombre llamaban Guanahaní, la última sílaba aguda que en las cartas de navegar que agora se pintan llaman Triango como ignorantes los pintores de la antigüedad; tienen la dicha isla esta forma de una haba”. Casi todos los cartógrafos portugueses, coinciden en figurar en sus cartas de Guanahaní en forma de haba con tres islitas a su derecha, unos nombran a la isla en forma de haba, como Guanahaní, Ganaá, Yahanani y Guanahaní, y a los tres islotes como triángulo, otros abarcan a ambos con el nombre de triángulo, algunos cartógrafos españoles proceden de la misma manera tales como: Alonso de Santa Cruz (1536) Sebastián Ruesta (1654); es posible que fray Bartolomé de las Casas haya deducido de estas cartas sus atinadas quejas contenidas en su Apologética. Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... 153 Para aquellos que consideraron que Juan de la Cosa estuvo en el primer viaje de descubrimiento, puede muy bien, al contemplar el mapa de las Lucayas, sacar conclusiones, Guanahaní, no tiene parecido en sus contornos con Watlings y sí con la isla Plana del Este y una en forma de haba y la otra en forma de triángulo, el Padre Las Casas no estuvo en primer viaje ni conoció las islas Lucayas y la descripción que da, de la primera isla vista por los descubridores, es exactísima. Aceptando un Juan de Lakotza cartógrafo, él hizo el recorrido de las islas Guanahaní, Santa María de la Concepción, Fernandina, La Isabela, (Saometo), islas Arena, bien, por muy descuidado que fuera en su dibujo Cartográfico no era para que no figurara estas islas en el mismo orden que fueron recorridas. La isla de Santa María de la Concepción no está, ni al sudueste ni al oeste de Guanahaní, la isla del Gato (Guanimá) no figura, la isla Fernandina (Yumay) ni su forma ni su dimensión (“20 leguas vieron y todavía no se acababa”) se figuran a pesar de haberla bojeado de norte a sur; Saometo debe ser la isla Crocked, la Acklin y Cayo Largo, las tres en una por su forma triangular. Si tratamos de sacar algo del conjunto general que nos presenta la carta de Juan de la Cosa, con respecto a las primeras islas descubiertas por la 1ra. expedición no podría sacarse en claro nada porque en esta carta las islas Lucayas están mal distribuidas, mal dimensionadas y mal figuradas, una carta con datos defectuosos no puede tenerse en consideración para una consulta de carácter científico e histórico puesto que los resultados son completamente nulos. Este criterio acerca de la carta de Juan de la Cosa que corresponde al Nuevo Mundo no le quita sus méritos y sus valores, fue la primera carta de este continente y esta gloria no le puede ser disputada, ni nadie menospreciar, fue una labor ejecutada con instrumentos toscos, y primitivos, y los métodos de levantamientos cartográficos parece que no obedecían a un sistema científico sino práctico y de ahí el que los primeros levantamientos de las islas y tierra descubiertas adolecían de tantos errores. 154 Ramón Julio Didiez Burgos En la Carta de Torino del 1523 se figura a Gunahaní en posición aproximada de la isla Watling y Guanahaní en la posición de la isla Inagua Chica, Guanimá parece por su posición a la isla del Gato, Juma tiene la característica de la isla Larga, Managúa parece a la isla Samaná, Mayagüaín parece ser la isla Plana del Este y la del Oeste queda oculta por la línea diagonal oscura que cruza la carta, la isla Mayaguana está al sur de estas dos islas, a la izquierda de Mayaguana esta Fermosa (Crooked island) junto con Acklin island la cual no tiene nombre. En esta carta la latitud del archipiélago de las Lucayas es más bajo que en la realidad. Esta fue una de las primeras cartas hechas de las islas Lucayas y por su aspecto general es de las que representa las islas y sus formas lo más aproximado a una realidad, aunque con pequeñas disparidades, como las posiciones de Fermosa (isla Crooked) con respecto a Mayaguana (isla Plana del Este), y Managúa (Samaná). Es extraño que Torino haya traído tan al sur, a Guanahaní para ponerla en lugar de Inagua Chica, pero me temo que Torino haya conocido el Diario del Almirante y que influido de lo que dijo el día 20 de noviembre que no quería ir y surgir en la isla que le llamó “Isabela porque ésta quedaba de Guanahaní 8 leguas y temía que los indios se les escaparan”, isla Fortuna, y la isla que el llamó Saometo (Isabela) están separadas solamente por el isleo. Es posible que estas cercanías que le dio el Almirante a Guanahaní de la isla de Isabela, fuera que influyera en el cartógrafo Torino para que dibujara la isla en el lugar de Inagua Chica, o que él conociera la carta del conde ottomano Freducci de Anchona del 1514-1515 y considerara que la isla de Inagua Chica era Guanahaní y la trasladara a su plano como correcto, tanto en posición como en nombre. Por ser de las primeras cartas del Nuevo Mundo es posible que al ser copiado por otros cartógrafos datos que le faltaren ellos hayan copiado a Guanahaní, en vez de Gunahaní, puesto que esta fue figurada desde un principio al sueste de Guanima, isla del Gato, y por fidelidad a la copia hayan figurado en casi todos los planos o cartas de esa época la posición de Guanahaní (Gunahaní) al sueste de Guanimá, al sudoeste de Gunahaní se figura una islita pequeña, sin nombre que sugiere ser Cayo Rum. Considero este cartógrafo como uno de los más concienzudos que existieron en esa época, fue lástima que los equipos de que disponía no eran tan perfectos para que hiciera una labor que hoy fuera más que elogiada. Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... 155 Algo que no podemos soslayar es el orden que siguen casi todos estos cartógrafos para figurar las islas en las cartas y que parece que los unos se copiaron de los otros, esta observación hace resaltar que la carta de Juan de la Cosa es la única que se apartó de él, para seguir su propio orden. Si sacamos en el orden expuesto por los nombres de las islas, y la comparamos luego con los nombres existentes en el orden real geográfico, podemos ver lo siguiente: Tomando a Torino como guía tendríamos. Nombre antiguo Bimini Bahama Yucayano, Lucaioneque, Eluchaio, Yucayane o Habacoa Ciguateo, Ciguadro o Cigate Guanimá Managúa Gunahaní Mayaguaín Mayaguana Jucanacan o Yaucanadun Bemiana o Bulma Moua Caizimoni o Caicimuf Amauna Abreloyo Nombre actual Bimini Gran Bahama Gran Ábaco Eleutera Isla del Gato Samaná Watling Isla Plana del Este Mayaguana Caicos Isla Turca Abreojos o Bajo de la Plata De la parte adentro Nombre antiguo Caisimisi Abacoa Cusauo Ausaba Juma o Xuma Fermosa o Yumeto Guanahaní Sin nombre Guené Tortuga Nombre actual Cayo Gato Andros Nueva Providencia (Nassau) Gran Exuma Isla Larga o Fernandina Aklin – Crooket y Fortuna Ynagua Chica Sin nombre Caico del Oeste Tortuga Parte de las islas Lucayas de la carta de Diego Home (1565) donde muestra a Ganaá (Guanahaní) y a Triangole (Mayaguaín) al sur la isla Atagana (Mayaguana), tal como existe en la realidad. Los diferentes autores dan nombre a estas islas que a veces coinciden pero en otras no, son parecidos tales como: Isla Larga o Fernandina, han recibido los nombres de Ymuma (Gaspar Veigas); Bartolomé Velo). Xuma (Anónimo), Yuma (Diogo Homem), Iuma (Fernao Vas Dourado) Yumay (Juan de la Cosa), y Juma (Torino). Esta isla tiene la particularidad en todas las cartas antiguas de estar en la misma Latitud que la isla Guanahaní y Mayaguaín, si se considera las islas Planas, como la isla a que arribó el Almirante por primera vez, es correcta estas posiciones, pero caso de ser Watling o la Gunahaní, entonces debía estar aproximadamente y en el paralelo de latitud de Guanimá (isla Gato), el hecho de que los cartógrafos del principio del siglo xvi no lo hayan hecho fue de seguro porque sus informes la colocaban muy al sur de Guanimá. Otro pequeño detalle es la proximidad que se colocaba a Guanahaní y a Triángulo de la isla Mayaguana, tal y cual como existe en la realidad cartográfica. Hay un grupo de cartógrafos como: Gaspar Veigas 1537 Diogo Homen 1565, un autor anónimo de 1585, Torino 1523, que registran en sus cartas respectivamente, una isla como Yanahani, Ganaá, Ganahaní y Guanahaní, cerca de Guanimá, esto no significa que esta sea Guanahaní, por la similitud fonética de ambos nombres, al ser islas diferentes se le aplicaron nombres diferentes y que 156 Ramón Julio Didiez Burgos a ellas, el que la sitúen cerca de Guanimá, no es razón suficiente para considerar que Watling es Guanahani, porque por esta misma razón pueden ser también consideradas como Guanahaní las islas Planas por estar situadas al norte de la isla Mayaguana. Watling fue llamada por los indios Gunahaní, Yanahani, Ganaa o Ganahaní nombres que fueron transformados en Guanahaní, la primera isleta descubierta, como estas se encontraban situadas al Este de Guanimá (isla del Gato) allá fue a parar la primera isleta donde arribó el Almirante en su primer viaje. Se sabía que estas eran dos, una en forma de haba y la otra en forma de triángulo como las figura Pedro Martir de Anglería en su carta del 1511, por Fernando Vaz Dourado en 1575 presenta su carta a Guanahaní con el nombre de Triango, al sur a Mataguna (Mayaguana) al noroeste a Ganima (Guanimá) la isla del Gato, Yuma, isla Larga, Ciguateo, isla Eleutera. al tener fonética semejante las islas se confundieron sus posiciones y se tomara la una por la otra. El hecho de haber prevalecido a través del tiempo el nombre de Guanahaní, no es obligatorio a la geografía del lugar transformar todos estos nombres al que predominó por la exclusiva suerte de que la Providencia haya elegido a Guanahaní como la isla preferida para el Descubrimiento. Al fijar la posición de Guanahaní y Triángulo al norte de Mayaguana y al sueste de Guaimá excluyeron de las cartas las islas Samaná (Managuá), Cayo Rum y Cayo Concepción; esta omisión produjo el acercamiento geográfico de Guanimá (Isla del Gato) a Mayaguana, confundiendo la verdadera posición de Guanahaní y de Triángulo; el dibujo de estas islas en las cartas mencionadas las identifican más bien con las islas Planas que con Watling, puesto que revelan la existencia de dos islas con sus formas similares Bartolomé Velo en 1560 muestra en su carta a Guanahaní en forma de haba con tres islitas a la derecha (Mayaguaín), la isla Mayaguana al Sur, Guanimá será la isla del Gato y Yuma una será isla Larga o Fernandina. Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... 157 pudieron haber sido en la confesión de los tripulantes de las tres carabelas en documentos dejados por estos, se sabe que el largo y enconado pleito que la Corona sustentó contra los colones fueron revelados muchos datos que hubieran quedado olvidados si no se hubieran establecido estas experiencias. No tengo la menor duda de que Gunahaní, del cartógrafo Torino del 1523, con su forma de paralelogramo como el de la isla Watling, desde el origen de la posición de Guanahaní; al sueste de Guanimá (Isla del Gato), y en las otras cartas que le sucedieron y de aquí la grave equivocación de querer justificar a Watling como Guanahaní. Admito sin reservas lo que expresa el historiador Roberto Barreiro Meiro en su trabajo “Guanahaní” que la primera vez que aparece el nombre de Triango es en la Carta de Alonso de Santa Cruz, cartógrafo del Emperador. Alonso de Santa Cruz por ser el cartógrafo del Emperador, recibía todas En la carta de Sebastián López 1565 se muestra a Triango, una isla en forma de haba y tres islitas a la derecha, Ganimá sin duda era la isla del Gato, Exuma era isla Larga o Fernandina, Mayaguana está al Sur. eso Alonso de Santa Cruz 1536, Sebastián Ruesta 1650, Bartolomé Velo 1560, Sebastián López 1565, Diogo Homem 1565, Fernando Vaz Dourado 1575, y un autor anónimo en 1585 dibujan una isla en forma de haba y tres islitas a la derecha posicionadas en forma triangular, unos nombran a la isleta en forma de haba como Guanahaní, Ganaá o Ganahaní y las tres islitas como Triango, y otros a ambas como Triango. No creo que en estos cartógrafos haya influido la frase de distinción de la primera isla descubierta por el Almirante expresada por el padre Bartolomé de las Casas en su Apologética, de que la primera isla que se desembarcó tenía la forma de haba y no de triangulo, como la figuraban los cartógrafos de sus tiempos, puesto que estas cartas estaban hechas cuando él publicó su libro, la fuente donde obtuvieron los cartógrafos la información cartográfica de estas islas En la carta de Reinel del 1535 se muestra a Guanahaní al norte de la isla Mayaguana y rodeada de arrecifes, o islillas o rocas. las informaciones de los navegantes que venían del Nuevo Mundo: de manera tal que era el más informado de todos los cartógrafos, y es a este a quien considero responsable por la transfiguración de Gunahaní en Guanahaní y como los informes que tenía eran dos islotes, uno en forma de haba y 158 Ramón Julio Didiez Burgos otro triangular, tomó las formas que conservaron las leyendas y así las dibujó en sus cartas, pero en la posición de Guanahaní, al sudeste de Guanimá, el daño a la posición geográfica de Guanahaní ya estaba hecho, ya solo han quedado las confusiones que ocasionó este desliz. Si examinamos la carta de las Lucayas, podemos ver que desde las islas Turcas hasta Gran Ábaco no existe ninguna agrupación de tres islas en forma de triángulo que pueda tomarse por la isla que el Almirante arribó por primera vez; sin embargo la coincidencia del informe del padre De las Casas en su Apologética, con estas dos islas, una en forma de haba y la otra de triángulo; es sorprendente, y también asombroso que a partir de estas islas las distancias dadas por el Almirante en su recorrido resultan maravillosamente exactas, y de acuerdo a como se desarrollaron los acontecimientos en el Diario. Dice el capitán Barreiro-Meiro con mucha propiedad, aunque confunda las islas Planas con la isla Watling “Tengo por decisivo este dato De las Casas, que la cartografía confirma efectivamente esta carta de 1536 representa a Guanahaní en forma de haba y con el nombre de Triango además del suyo”. “Las Casas tanto en el Diario como en la Apologética, a Guanahaní le llama isleta; esta palabra no pudo inventarla, tuvo que sacarla de los escritos del Almirante aunque este, después que paso a la Facsímil de la carta de Anglería, obsérvese la tendencia de dibujar las Lucayas, todas, en forma de haba y de triángulo, uno al lado del otro tal y como existe en la realidad geográfica actual, no hay duda que Anglería hizo este dibujo de las Lucayas por información de los descubridores. costa Oeste de Guanahaní donde fondeo con las carabelas y luego con las barcas de ellas intentase pasar a la parte del Leste etc.” Si el capitán Barreiro-Meiro tiene por decisivo la información de Las Casas, respecto a la isleta de Guanahaní al aceptarla en forma de haba, debe reconsiderar su criterio en lo relativo a Watling, a la cual no le es aplicable la forma dicha, sino el de un paralelogramo. Las Casas, al no aclarar la confusión, que ocasionaban los cartógrafos con los nombres de las dos isletas a las cuales arribó el Almirante por primera vez, en distinguir cual fue la primera isleta que se vio y cual fue en la que desembarcó, dejó a opción y criterio de cada uno de hacer la interpretación que le pluguiera. Estos con su divergencia de opiniones consideraban que la isleta Plana del Este era la Guanahaní y la dibujaban en la forma natural que tiene de un triángulo, Pedro Martir de Anglería 1511) amen que también dibujaban la otra en forma de haba, pero la primera era la que llevaba el nombre de Guanahaní; otras (Alonso de Santa Cruz 1536) al confeccionar sus cartas dibujaba a Guanahaní en forma de haba, esa era la Plana del Oeste y la del Este, (Mayaguaín) tres isletas en forma de triángulo. Más bien se ve que la crítica del padre De las Casas va dirigida contra los cartógrafos que indicaban en sus cartas, que la isleta Guanahaní era la Plana del Este, integrada por tres islitas en forma de triángulo que esta información era falsa, porque en la que el Almirante desembarcó y bautizó con el nombre San Salvador fue la isleta Plana del Oeste. Indudablemente que los cartógrafos antiguos al tratar de ubicar y darle forma a la isleta en la que el Almirante desembarcó, se vieron en la alternativa de aplicar su criterio personal en la elección de una de las dos isletas y grababan el nombre a la que ellos consideraron como la isla de Guanahaní, sea por la naturaleza de las posiciones geográficas de ambas; ineludiblemente el Almirante tuvo que haber visto primero la isleta del Este (Mayaguaín), primero por venir navegando hacia el Oueste, o porque al ofrecer más resguardo la del Oeste el Almirante se fondeara en esta, aunque ambas ofrecen la misma oportunidad del nombre de San Salvador, donde él se fondeó y pisó tierra fue en la del Oeste, en forma de haba pero la que se vio primero a las 1h–16m de la noche fue la del Este en forma de triángulo (Mayaguaín). Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... 159 década en el 1511 muestra las dos islas, una en figura de haba y la otra en figura de triángulo, en posición al norte de la isla Española, tal y cual se muestra en la cartografía moderna de donde podemos deducir, que Mártir de Anglería, interpretó con exacta propiedad la información dada por el Almirante a Las Casas de la forma que tenían las dos islas y este así las dibujo. En la carta de Juan de la Cosa se figura al norte de la isla Tortuga una isla en forma de haba y tres islitas a la derecha con el nombre de Baoruco, está en la misma posición que corresponde a la isla Guanahaní en la carta de Torino del 1523 esta posición es la que corresponde a Ynagua Chica, cerca de las islas Facsimil de la carta de Juan de la Cosa donde se ve el Norte de la isla Tortuga una isla que se le llama Baoruco en forma de haba con tres islitas a la derecha, la isla Mayaguana figura a la derecha de estas, la isla Guanahaní figura al Norte en forma de haba alargada. Este cartógrafo nunca navegó entre las islas Lucayas. Este Baoruco se comprende en su posición con la isla de Guanahaní en la carta de Torino del 1523 y la del conde Ottomano Freducci de Anchona del 1514-1515. Aquí se plantea la duda de cuál fue la primera tierra vista por los descubridores, si la isla Mayaguana que fue vista a las 12h–16m cuando vieron la fogata, si la isla Plana del Este (en forma de triángulo) vista por Rodrigo de Triana (Rodrigo Bermejo) a las 1h–16m desde la carabela Pinta, o si la isla Plana del Oeste (en forma de haba) que fue vista por todas las tripulaciones de las tres carabelas en el crepúsculo de la mañana hacia la parte del Norte y donde desembarcaron cambiándole el nombre de Guanahaní por el de San Salvador. El mapa Xilográfico de Pedro Mártir de Anglería publicado en la primera edición de la primera En la carta del conde Ottomano Freducci de Anchona del 1514-15 se puede ver Guanahaní en la posición de Inagua Chica, a Maigauna (Mayaguana), le sigue Manegua (Samaná), a la izquierda está Xumeto (isla Acklin-Crooked-Fortuna), a Manegua le sigue hacia el norte, otras islas que deben ser Cayo Ron, Gunahaní y Guanima (isla del Gato). 160 Ramón Julio Didiez Burgos Planas. La carta del conde Ottomano Freducci de Anchona presenta a Guanahaní en la misma posición que Torino. La isla de Guanahaní, figurada en la carta de Juan de la Cosa, es una islita en forma de haba alargada que no tiene parecido con la isla de Watling ni con la isla del Gato, tanto en la forma como en sus dimensiones, las islas que rodean a Watling y del Gato, de este plano no puede sacarse ninguna conclusión de la verdadera isla de Guanahaní; esta posición corresponde a la isla de Gunahaní de la carta de Torino del 1523. como también que fue llamada Triango implicando una forma triangular y la que no concuerdan ni aproximadamente con Watling”. Yo diría que tampoco con la isla Gato, ni con Samaná, ni con Mayaguana, ni con las islas Turcas, ni con Caicos. Hemos estado al tanto de algunas, simples, aunque importantes, alteraciones del Diario del Almirante, que han cambiado el sentido y la idea de algunos párrafos de este; la coincidencia afortunada del largo de la isla Plana del E. con la que da Las Casas, pero sin el punto entre 1 y el 5, no dejan duda de que este punto fue eliminado en la transcripción del Diario En la carta de Alonso de Santa Cruz 1536. Guanahaní tiene forma de haba y el Triángulo (Mayaguaín) son tres islitas, la isla Mayaguana está debajo. En la carta de Alonso de Santa Cruz en 1536 se dibuja a Guanahaní y a Triángulo igual que en la carta de Juan de la Cosa, Baoruco, pero más al norte. En la carta del autor anónimo del 1585, se dibuja a Guanahaní en forma de haba y tres islitas con el nombre de Triango al norte de Mayaguana. En la carta de Gaspar Veigas 1537 esta isla “Yanahani” en forma de haba al norte de la isla Mayaguana. Dice don Aurelio Tió en su obra Nuevas fuentes para la historia de Puerto Rico “Las Casas describió a Guanahaní en su versión del Diario de Colón como de 15 leguas de largo y con la forma de haba, así original, haciendo a la isla de 15 leguas en vez de 1.5 leguas que es la que tiene la isla en forma de triángulo esto es, su largo es de 4.8 millas actuales o sea 1.5 leguas antiguas convertidas en millas modernas sobre la base de 3.18 millas modernas por leguas antiguas. El ancho de la isla Plana del Oeste es de 1.5 millas por 2.7 millas de largo. De aquí podemos ver la largura en leguas de la isla Plana del Este es igual al ancho de la isla Plana del Oeste en millas, de donde se puede inferir que el padre Las Casas no pudo haberse equivocado y poner leguas donde iban millas y haber dado la anchura en millas como medidas del largo de la isla Plana del Oeste a la cual llamó San Salvador y los Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... 161 Carta de autor anónimo 1585 donde se ve a Guanahaní en forma de haba y tres islitas a la derecha en forma de triángulo y con ese nombre, Mayaguana está a la derecha y abajo, tal y como existe en la realidad cartográfica. indios Guanahaní o haber eliminado el punto de la dimensión de la isla Plana del Este que es de 1.5 leguas y haberla hecho de 15 leguas. El Almirante desembarcó en la isla Plana del Oeste y anduvo por tierra y por agua en el bote, En la carta de Gaspar Veigas del 1537 Guanahaní tiene forma de haba (como dijo el padre Las Casas, y esta al norte de la isla Mayaguana. Yanimá (Guanimá), isla del Gato, tiene al Sureste cuatro islotes, sin duda alguna aquí está Watling Cayo Ron y la isla Concepción, llevan el nombre de Boio. tuvo que haber medido sus dimensiones, la del Este la cruzó de noche, pero el día 15 anduvo navegando por su extremo Este y por razón tuvo que haber medido su largura, 6 millas antiguas o 1.5 leguas; que puede admitirse sin riesgo de error también 162 Ramón Julio Didiez Burgos que como una errata de imprenta el punto entre 1 y el 5 fue eliminado, así hoy aparece la largura de la isla como de 15 leguas. La forma de haba no tiene ninguna similitud de parecido al triángulo si bien una tiende a lo circular o redondo, la otra forma poligonal más sencilla, y más determinante […] confusión del círculo con los polígonos, al resaltar ambas formas el padre De las Casas dio entender la existencia de dos islas, cada una con su forma, una en forma de haba y otra en forma de triángulo, pues no se puede concebir que ambas formas, tan opuestas en sí, concurran en una sola isla, en nada se parece, la forma de un triángulo a la forma de una haba y por no parecerse en nada, implican la existencia de dos islas, las que encontró el Almirante, como las vió y las contempló, le describió al padre De las Casas la forma de las dos islas. Sólo la insensatez podría confundir estas dos formas para intentar hacer una, pero no creo, que se pueda llegar hasta este extremo; por eso vemos que cuando se presenta una tesis para demostrar que tal isla es la Guanahaní, se escoge una forma y se abandona la otra, este abandono da el punto vulnerable de la tesis para ser atacada con fundamento histórico y documental, como ocurre con la isla Watling, la del Gato, Turca, Mayaguana, Samaná, Ron e isla Concepción. Si los cartógrafos y cosmógrafos antiguos situaban la isla de Guanahaní sobre las latitudes más altas o más bajas de las que en la realidad está, esto fue motivo a que los aparatos, astrolabio y cuadrantes aunque apreciaran el grado y al medio grado, habían errores personales y los de orientación, al no poderse tomar directamente las alturas al sol, por no poderse mirar este por los visores, por no tener cristales modificadores o amortiguadores; tenía que tomarse la altura tratando de enfilar los visores hacia el sol, de manera que la luz que penetraba por el agujero superior caiga sobre el agujero y del inferior de la aliada marcación; en ese momento se tomaba lo indicado por la aguja de las pínulas y esa era la altura; al tratarse de una estrella o de un astro, estos podrían verse, directamente ya que su luz, no molestaba; las alturas tomadas en esta forma o directamente tenían sus errores además del error que correspondía al error total del compás, del cual se auxiliaban para saber el momento en que el sol estaba en la media llana, pues la sombra del estilo sobre la línea norte-sur del compás servía de indicadora para saber cuando el sol estaba en el meridiano, como en esa época el estudio y conocimiento del magnetismo terrestre estaba todavía en sus fases preliminares, no se conocía cuando el sol marcaba su norte-sur en la brújula no estaba en el meridiano, pues le faltaba altura o si había pasado, esto según fuera el error total del compás al E o W, esto indicaba un (…) hasta 6º grados en las situaciones de latitud las diferentes islas, se puede ver también que estos errores eran tanto al norte como al sur, estas situaciones eran el resultado del error del compás que servía de patrón o guía para conocer el momento de la meridiana para tomar la máxima altura del sol. Si comparamos las posiciones de las islas Lucayas en las cartas antiguas, podemos ver que estas posiciones no se corresponden con la verdad; todas están situadas 3° o 4º grados más al norte de su verdadera posición. Considero que estas diferencias eran por la falta de corrección de las alturas de la Polar o del sol, como se es sabido la estrella Polar tenía su escala de corrección y el sol Comparación de la isla Waltling con una haba natural y con un triángulo, en nada se parecen. Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... estaba afuera de fecha en el calendario, de manera que la declinación era incorrecta para la fecha en 4º grados, aproximadamente. Sea que las posiciones se obtuvieran por la Polar o por el sol para la fijación de las latitudes, estas resultaban erradas. La única vez que había similitud de alturas en las situaciones cartográficas era cuando los cartógrafos se copiaban. De aquí podemos ver que la isla Guanahaní en la carta de Torino del 1523 está situada en latitud 20°–50’ N, en el de Freduccí de Anchona, Guanahaní esta da latitud de 21°–00’ N, en la Door Roggeveen están en una latitud de 25° 40’ N y la posición real, según mi tesis es de latitud 22°–36’ norte. Con mucha razón se ve que la verdadera posición geográfica de Guanahaní oscila entre los 25°– 40’ de latitud norte a 20°–50’ de latitud norte, esto es, 4°–50’ de diferencia en las latitudes de las islas Lucayas, de donde se deduce con mucha propiedad por lo antedicho que estos errores eran producidos por no existir en las mediciones un sistema ajeno a las influencias magnéticas, estas ocasionaban los trastornos en las agujas y estas en los horarios locales, amén de que pequeñas correcciones de refracción y paralaje que no se aplicaban porque no se conocían estas correcciones, pero eran datos que afectaban a las alturas y estas a las latitudes. Al consultar el Diario del Almirante en fecha 20 de noviembre de 1492 vemos lo que dice en este día “Quedabanle el Babeque o las islas del Babeque al Lesueste, de donde salía el viento que llevaba contrario. Y viendo que no se mudaba y la mar se alteraba, determinó de dar la vuelta al Puerto del Príncipe de donde habia salido que le quedaba veinte y cinco leguas. No quiso ir a la isleta que llamó Isabela, que le estaba a doce leguas que pudiera ir a surgir aquel dia, por dos razones: la una porque vido dos islas al Sur, las quería ver, la otra porque los indios que traia, que había tomado de Guanahaní que llamó San Salvador, que estaba a ocho leguas de aquella Isabela, no se le fuesen de los cuales disque tiene necesidad, y por traellos a Castilla, etc.”. La posición que en la cartografía moderna podría dársele a esta posición del Almirante para este día es la latitud 21°–50’ norte y longitud de 74°–32’ W, esto es, a 14 leguas de la isla Isabela, isla Fortuna, (38.5 millas náuticas) y 25 leguas del Puerto del Príncipe, Cuba (puerto Tánamo 79.5 163 millas náuticas), estando en una posición tan cercana a la isla Acklin y a la isla Isabela, tuvo sus motivos de no ir a las islas, ubicadas bastante cerca a la isla San Salvador o Guanahaní de la Isabela 8 leguas (25.2 millas náuticas), y de esta información del Almirante podemos deducir que la isla donde el primero arribó estaba por los alrededores del Grupo Acklin–Crooked–Fortuna. Si se toma por curiosidad la distancia que hay entre la isla Plana del Oeste y la isla Fortuna por la costa Norte de las islas Acklin y Crooked, podría verse que al 57.6 millas náuticas que si las convertimos a leguas antiguas nos da 18 leguas; para cualquier persona sensata esta similitud de valores le hace pensar en la supresión de un dígito que alteró la verdadera distancia anunciada por el Almirante en su versión original del Diario, y no hay que dudarlo, pues ya hemos visto a través de este estudio algunas supresiones, cambios y sustituciones hechas en el Diario que alteró la verdadera interpretación de algunos pasajes del Almirante. El caso sucedido el día 20 de noviembre al anunciar el Almirante que estaba a 12 leguas (38.5 millas náuticas) de la isla Isabela (Fortuna o Cayo Largo) mueve a uno a pensar la clase de exactitud que llevaba el Almirante en su navegación, que sin tener carta de navegar de las Lucayas haya llevado su derrota con una precisión tal que tan sólo se le registra de error en la distancia que navegó desde el día 15 de octubre al 20 de noviembre un mes y medio de navegación con 2 leguas, 8 millas antiguas (6.4 millas náuticas), es extraordinario que haya llevado su derrota con tanta exactitud, sobre todo en parajes que no tenía planos o cartas, el Almirante no pudo haber visto, la isla Acklin, ni mucho menos la isla Isabela o Fortuna, por razón de que sus alturas estaban fuera del alcance de su visual geográfica; la isla Acklin estaba a 25 millas náuticas y la isla Castle 21.5 náuticas y la isla Isabela a 44.5 millas náuticas que hacen 14 leguas antiguas; de aquí se ve que el Almirante ineludiblemente llevaba un croquis de su derrota que pudo apreciar la dirección y cercanía de la isla Isabela o Fortuna, pues de otra manera no se concibe que el haya establecido con tanta exactitud, y después de haber caminado 380 leguas, 1,208 náuticas desde que salió de San Salvador o Guanahaní. Estas informaciones de navegación del Almirante tan precisas hacen presumir que él conocía “La razón del Marteloio” que según se explica tenía base trigonométrica; las reglas que las subordinaban se 164 Ramón Julio Didiez Burgos regían por los valores trigonométricos de las líneas, seno, coseno, tangente y secante. Teniendo en cuenta el rumbo y velocidades del buque se podía hallar la posición para cualquier momento hasta 25 leguas o cien millas. Las tablas o toleta del Maerteloio se cree fue inventada por el célebre cartógrafo y filósofo mayorquín Raimundo Lulio, especie de navegación de estima limitada. Reconocimiento a la isla Triángulo (Mayaguaín, Plana del Este) Domingo 14 de octubre.— “En amaneciendo mande aderezar el batel de la nao y las barcas de las carabelas, y fue al luengo de la isla en el camino del Nornordeste, para ver la otra parte, que era la de la otra parte del Leste que había, y también para ver las poblaciones, y vide luego dos o tres y la gente, que venían todos a la playa llamándonos y dando gracias a Dios; los unos nos traían agua, otros otras cosas de comer, otros, cuando veían que yo no curaba de ir a tierra, se echaban a la mar nadando y venían, y entendíamos que nos preguntaban si éramos venido del cielo; y vino uno viejo en el batel dentro y otros a voces grandes llamaban todos hombres y mujeres venid a ver los hombres que vinieron del cielo; traedlas de comer y de beber. Vinieron muchos y muchas mujeres, cada uno con algo, dando gracias a Dios, echándose al suelo, y levantando las manos al cielo, y después a voces nos llamaban que fuésemos a tierra; mas yo temía de ver una grande restinga de piedras que cerca de toda aquella isla alrededor, y entre medias queda hondo y puerto para cuantos hay en toda la cristiandad, y la entrada dello muy angosta. Es verdad que dentro desta cinta hay algunas bajas, mas la mar no se mueve más que dentro de un pozo. Y para ver esto me moví esta mañana, porque supiese dar de toda relación a vuestra Alteza, y también adonde pudiera hacer fortaleza, y vide un pedazo de tierra que se hace como isla; aunque no lo es, en que había seis casas, el cual se pudiera atajar en dos días por isla; aunque yo no veo ser necesario, porque esta gente es muy simplice en armas como nuestra fábula y volvellos, salvo que Vuestras Altezas cuando mandaren puédenlos todos llevar a Castilla, o tenellos en la misma isla captivos, porque con cincuenta hombre los terná todos sojuzgados, y les hará hacer todo lo que quisiere; y después junto con la dicha isleta están huertas de árboles las más hermosas que yo vi, e tan verdes y con sus hojas como las de Castilla en el mes “En amaneciendo mande a aderezar el Batel de la nao y las barcas de las carabelas, y fue al luengo de la isla, en el camino del Nornordeste”, etc. Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... de abril y de mayo, y mucha agua. Yo miré todo aquel puerto, y después me volví a la nao y dí la vela, y vide tantas islas que yo no sabía determinarme a cual iria primero y aquellos hombres que yo tenia tomado me decían por señas que eran tantas y tantas que no había número, y nombraron por su nombre más de ciento (31). Por ende yo miré por la más grande (32), y aquella determine andar, y así hago y será lejos desta de San Salvador, cinco leguas y las otras dellas mas, dellas menos; todas son muy llanas sin montañas y muy fértiles, y todas pobladas, y se hacen guerra la una a la otra, aunque estos son muy simples y muy lindos cuerpos de hombres”. Al decir el Almirante que “En amaneciendo mandé aderezar el Batel de la Nao y las barcas de las carabelas, y fue al luengo de la isla, en el camino del Nornordeste”, para ver la otra parte que era la de la otra parte del Leste que había”. Dice don Rafael Monleón su bien documentado trabajo Las carabelas de Colón: “Ya hemos dicho que cada nadie tenía un batel o barca para su servicio de carga y descarga, que se manejaba a la vela y remo con la proa muy llana, y la popa estrecha, y además una chalupa o lancha pequeña para el servicio personal de proa fina y hacer otras faenas comunes. El batel tenía de 6 a 8 bancos y la chalupa 4 o 5, según su porte. Aquel se llevaba casi siempre a romolque, pero aveces había necesidad de embarcarlo por estar la mar muy gruesa, entonces servianse de los penoles de la mayor y trinquetes, porque no se conocian ni los candeleros ni los pescantes, y para que pudiera entrar en cubierta se recomendaba que no tuviera más eslora que la longitud que media entre la fuga de la tolda y el afrizado del castillo. Estas circunstancias nos ha servido para establecer el cálculo de las medidas que hemos dado a nuestra reconstitución, pues fijándonos en un pasaje del Diario de Colón que dice: refiriéndose a la anchura de un paso o canal a la entrada de un río, “tanto como longura de la barca tenia cinco brazas “es decir, que la barca de su carabela media 5 brazas o 30 pies, y como todas las partes de un navio son proporcionadas y en perfecta relación, como lo asientan y atestiguan diversos antiguos y modernos tratados de construcción, de esta medida indicada por el propio Colón, se deducen todas las demás que podía tener su nao, siguiendo para este cálculo la Instrucción Náutica, compuesta por el Dr. D. Diego García de Palacio, en 1587, si bien modificándolas un poco para relacionarlas mejor con las que se empleaban más comúnmente en tiempo de Colón, 165 y las que ha sido preciso adoptar por las necesidades del cálculo de estabilidad y condiciones náuticas. Si de la frase del Almirante se dedujera que su batel debiera tener 50, 60 o más pies de eslora, ya no la hubiéramos aceptado como verosímil ni apropiada para base cálculo porque a esta medida jamás alcanzaban las embarcaciones de servicio, pero una de 30 pies de eslora, a la cual corresponden 8 o 9 de manga y uno y medio del calado, pudiendo cargar poco más de tres toneladas cuadrada perfectamente a una nao que arqueara alrededor de 200 toneladas, como la que nosotros hemos propuesto, porque según los “reglamentos”, “el Batel o Barca debía cargar su nao en 50 barcadas. Asi, pues, a nuestra propuesta la Junta creada especialmente por el gobierno de S.M. para que se ocupara en buscar y acaparar todos los datos necesarios para la reconstitución de la Nao Santa María”. Adoptó las dimensiones siguientes: quilla 70 pies, (19.60 metros), eslora en flotación 80 pies (22.40 metros); id en la cubierta principal 84 pies (32.72 metros), manga 28 pies (7.86), puntal 12 pies (3.36), calado medio 8 ½ pies (2.38 metros), las cuales daban a la embarcación un desplazamiento próximamente de 238 toneladas métricas, de cuyo desplazamiento deduciendo el peso del casco, el de la arboladura y aparejo, artillería, anclas, gentes y pertrechos, según la fórmula indicada por el Excmo. Sr. Inspector General de ingenieros D. Casimiro de Bona, vienen a quedar unas 75 toneladas modernas de cargamento, que corresponden próximamente a los 120 toneles antiguos, que es lo que muchos autores atribuyen por parte a la nave de Colón, y como se ve estos resultados no están fuera de propósito, tratándose de una nave que hacía frecuentes viajes a Flandes con buenos cargamentos y que lanzó Colón a través del Atlántico con 70 hombres de equipaje, víveres y agua para un año, pertrechos, armas y artillería para cualquier evento, y en fin bien pertrechada y provista en todas sus partes, lo que ciertamente no hubiera podido hacer el prudente a la vez que audaz descubridor, si no hubiera dispuesto más que de unas malas barcas sin cubierta, como algunos demasiado cándidos e ignorantes autores se han complacido en propalar. “Casi todas las naos de aquel tiempo aunque fueran mercantes llevaban algún armamento para defenderse de los numerosos piratas que infestaban los mares, y ese armamento se componía de picas, espadas, ballestas, rodelas, espingardas, falconetes y alguna lombarda”. Dice la Enciclopedia del mar. –“Aderezar– lo mismo que recorrer, carenar, aparejar, equipar y 166 Ramón Julio Didiez Burgos armar”. Por razones de lógica, recorrer y carenar quedan eliminadas de la intención, en razón a que el Almirante “fue el luengo de la isla, en el camino del Nornordeste” y por razón de peso queda la orden de que mandó a aparejar y armar el batel y las barcas para dar un recorrido no muy corto, se apareja un batel con su palo, su vela y sus cabos correspondientes y su compás para saber su rumbo, sus luces de farol, se equipa con sus toleles, estrobos y remos y se arma con el personal necesario con sus escudos, armas (arcabuces, lanzas, espadas, etc.). El reconocimiento era algo distanciado y necesitaba proceder de esa manera, ¿si el reconocimiento era la misma isla, era necesario hacer todo estos aprestos en una isla tan pequeña que bien pudiera haber sido hecho a pie? Sobre todo en lugar donde todos sus habitantes “no traen armas ni las conocen” y “esta gente farto mansa” daban la confianza de un reconocimiento sin tantos arreglos, pero la intención fue clara con 16 hombres de remos, 1 de timón y 1 de proa más el Almirante, 19 hombres más en las barcas de la carabela costearon la isla Plana del W. con rumbo Nornordeste se dirigieron al Este, a la isla Plana E. u al acercarse dijo “más yo me temía de ver una gran restinga de piedras que cerca toda aquella isla alrededor, y entre medias queda hondo, y Puerto para cuantas naos y en toda la cristiandad, y la entrada dello muy angosta. Es verdad que dentro desta cinta y algunos bajos, más la mar no se mueve más que dentro de un pozo”. Anduvieron al remo un buen trecho en la parte Norte de la Isla hasta llegar muy cerca de la parte W de la isla del E. dentro de la darsena que existe ahí, que se extiende 2.5 millas náuticas de largo por 1.5 de ancho, con buena profundidad, con razón escribió que es “puerto para cuantas naos hallan en la cristiandad” y que no “se mueve más dentro de un pozo”. El viaje de ida y vuelta que hizo “para ver las poblaciones” en el cual llegó hasta el borde de los arrecifes o restinga que queda cerca de la isla Plana del E. fue de 12 millas náuticas, 4 leguas o 16 millas antiguas, se devolvió desde los bordes de los arrecifes porque vio de día la isla que Rodrigo de Triana o Bermejo vio a las 2 ampolletas, después de medianoche o sea a las 1h–16m, el interés de conocer la isla fue porque no pudo acercarse la noche del descubrimiento ni podía verla tampoco, y él quería ver la otra parte que era la del Este de la isla en que estaba y la vio. Es inconcebible que el Almirante hiciera los preparativos que hizo con el Batel para recorrer por agua la misma isleta donde estaba cuyo tamaño es de 2.75 millas de largo por 1.5 millas de ancho (5,093 x 2,778 metros) donde las distancias son relativamente pequeñas, de manera que si hizo así “fue al luengo de la isla, en camino del Nornordeste, para ver la otra parte que era la de la otra parte del Leste que había” fue por reconocer en el Batel la isla Plana del E, (4.8 x ½ millas) en ningún otro momento de su travesía por estos lugares el hizo ningún preparativo semejante porque siempre se surgía (fondeaba) lo hacía cerca de la costa donde la distancia no pasaba de un tiro de lombarda (1 milla antigua). Al recontar lo que vio en la isleta dice “y después junto con la dicha isleta están huertas de árboles las más hermosas que yo vi, e tan verdes y sus hojas como las de Castilla en el mes de Abril y de Mayo, y mucha agua”. Donde hay árboles hay agua y donde haya agua hay vida, cualidades naturales que no pueden estar divorciadas por ser una la razón de la otra. Comentando lo expuesto. Si se le niega a la isla Plana (Flat Islands) los medios con que los indios en la época del descubrimiento del Nuevo Mundo se valían en ella para llevar su vida tranquila, es también negarle toda la descripción cartográfica hallada por el Almirante en ella y sus alrededores; la única isla hasta ahora que está en acuerdo con la cartografía que trazó el insigne Navegante se refunde en ella y las islas que le rodean; parece que por simple hecho de que en la actualidad no posea “muchas aguas y una laguna en medio muy grande” no implica que en aquella época la tuviere y que el tiempo se encargará de desaparecerla por la falta de atención; la historia registra que para el 1514, todos los indios de las islas fueron sacados de ellas y llevados a Cuba y Santo Domingo a trabajar y desde esa época estuvieron abandonadas. No es acaso verídico lo que la historia nos revela de la organización taina; acaso no practicaban la agricultura, la pesca, la caza como medio de subsistencia; no está demostrando sus regadíos por darsenas artificiales para recoger las aguas pluviales, sus canales para regar sus labranzas de plantíos de yuca, yame, patatas y yautía en hileras simétricas; no sabían ellos desmontar el terreno y roturar la tierra; muchos de los métodos de labranzas que hasta hace algunos años se practicaron por estos países tuvieron su origen en la civilización taína. Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... Sólo la mecanización agrícola de los tiempos modernos es que ha dado al traste con ellos. Cuando el Almirante cruzaba de la isla Santa María de la Concepción a la Fernandina, encontró un indio en “una almadia”; que iba para aquella isla y él lo tomó a bordo y que le encontró como alimento según el “traía un poco de pan, que sería tanto como el puño, y una calabaza de agua y un pedazo de tierra bermeja hecha polvo, y después amasada, y unas hojas secas que debe ser muy apreciada, y entre ellos, porque ya me trajeron en San Salvador dellas en presente, y traía un cestillo, a su guisa en que tenía un remalejo de cuentecillas de vidrio y dos blancas, por las cuales conocí quel venía de la isla de San Salvador; y había pasado aquella isla de Santa María, y se pasaba a la Fernandina, el cual se llegó a la Nao”. Esto evidencia que los indios que estaban en las islas Planas tenían sus cosechas, y preparaban su alimentación. El grado de civilización que tenían los indios no era comparable a la del europeo, pero si lo suficiente para llevar su vida humilde muy poco trabajo; tenían religión, estaban organizados en clases, conocían el fuego, las propiedades medicinales de las plantas y como cosa curiosa elaboraban su casabí, que era su pan, de una planta sumamente venenosa, la yuca brava. Aquél que no sabe distinguir la dulce de la brava e incurre en el error de comer la salcochada se intoxica. Ellos conocían este detalle y se paraban de la brava el jugo acuoso de ella, que era donde está el tóxico, y le quedaba la parte útil con que preparaban el casabí de gran valor vitaminado. He visto con pena que casi todos los analistas del Diario del Almirante, al tratar de ubicar la isla en que arribó por primera vez, buscan como referencia de partida dos puntos que ellos consideran esencialísimos. 1ro.“Muchas aguas, y una laguna en el medio muy grande” en una isla. 2do.Que esta isla con esa gran laguna tenga otra isla al sudueste de ella. Si no existen estas condiciones no acepta ninguna teoría, de ahí es que vemos que muchos investigadores hayan levantado hipótesis y tejidos rumbos y derrotas, escogiendo con muchas aguas y con rumbo sudueste como isla Watling, Concepción, isla Mayaguana, islas Turcas, islas Samaná, islas Caicos acogiéndose única y exclusivamente a muchas aguas y rumbo sudueste pero el error ha salido a la luz del estudio de cada tesis, y cada vez que se 167 aplican los otros y más esenciales detalles de la derrota del Almirante; ninguna ha resistido el análisis y ha caído en verdadera derrota. Por desdicha, al ser materialmente dificultoso conseguir en este país de todos estos estudios, me ha sido imposible hacer un análisis de cada uno de ellos y destacar sus verdades y sus errores, pero me basta con una ojeada de los gráficos de cada uno de ellas en el trabajo presentado por el distinguido caballero oficial de la Marina de Guerra Española capitán de Corbeta R. Barreiro Meiro, para enterarme del contenido de cada una. Ahora bien si el capitán Barreiro Meiro da como “cuestión resuelta de una vez, para siempre” el estudio presentado en 1793 por don Juan Bautista Muñoz, al ser el primero en designar la isla Watling como la verdadera Guanahaní o San Salvador y confirmada modernamente en el 1940 por el almirante Samuel Elliot Morrison, tras numeroso estudio, así como también en la tesis de los trabajos del teniente J. B. Murdock, Cronau, Massey que sostenían la misma tesis; tendré la honra de terciar en este estudio haciendo los reparos de lugar y demostrar cuán errado están todos a seguir por caminos no trazados y soslayar muchas de las partes del Diario del Almirante. Dice luego “Yo miré todo aquel puerto y después me volví a la nao”. El viaje de regreso fue menos pesado que el de la ida, y por el mismo camino del norte de San Salvador el viento del este le era favorable para navegar con la vela, pues le daba de popa y así era acompañado con los remos; el viaje tendría que ser más rápido, y parece que así fue puesto que al decir de Fernando Colón en su Historia del Almirante “mas como la gente estaba cansada de remar y conocía claramente no ser aquella tierra la que buscaba se volvieron a las carabelas”. Esta frase de don Fernando indica la visita a otra isla diferente a la que se encontraban las carabelas y la precipitud de llegar, y seguida que llegó, “di la vela y vide tantas islas que yo no sabía, determinarme a cuál iría primero, “confirmó, su idea del día 13”. “Determiné guardar fasta mañana en la tarde” pero no así la de decir al Sueste” al no determinarse a cuál ir primero después que salió; esto deja sin razón a todos aquellos críticos que han hecho el uso del rumbo del sudueste para confirmar tesis inaplicables al desarrollo de la derrota del Almirante. Al no determinarse al cuál ir primero, no concibe ningún rumbo y la idea del día anterior de partir para el sudueste queda deshecha, por sí 168 Ramón Julio Didiez Burgos sola y por el estado de duda momentánea que le produjo las tantas islas que veía, el desarrollo de la derrota que siguió nos lo dirá ahora. Al decir “y aquellos que yo tenia tomado me decían por señas que eran tantas y tantas que no había número, y anombraron por su nombre mas de ciento. Por ende yo miré por la mas grande aquella determine andar, y así hago y será desta San Salvador, cinco leguas y las otras dellas mas, dellas menos, todas son muy blancas, sin montañas y muy fértiles, todas pobladas, y se hacen la guerra la una a la otra”. Sin duda alguna el Almirante vio la cadena de cerros o lomas de la isla Acklin desde una altura de 70 pies que tiene la isla Plana del W. más la altura de estos cerros que deben ser 50 o 70 pies sobre la superficie de la isla, la cual tiene 24 pies sobre el nivel del mar, darían una visibilidad geográfica por depresión de horizonte entre 18.5 y 20.8 millas náuticas de alcance, además el estar situada la parte baja de la tierra de la isla Acklin a 24 pies, más la altura de 70 pies de la isla, el alcance geográfico para este nivel es de 15 millas, esto es, la línea de tierra no se veía porque estaba al ras del horizonte, la cadena de cerros o lomas y le dio la ilusión de que eran muchas islas al suroeste, a oeste y al nordeste. Esta ilusión es muy frecuente en los navegantes cuando navegan cerca de parajes similares. Isla Santa María de la Concepción Diario. Lunes 15 de octubre.— “Había temporejada esta noche con temor de no llegar a tierra a sorgir antes de la mañana por no saber si la costa era limpia de bajos, y en amaneciendo cargar velas. Y como la isla fuese más lejos de cinco leguas, antes será siete, y la marea me detuvo, sería mediodía cuando llegué a la dicha isla, y fallé que aquélla haz, ques de la parte de la isla San Salvador, se corre Norte Sur, y hay en ella cinco leguas, y la otra que yo seguí se corría Leste Oueste, y hay en ella más de 10 leguas. Y como desta isla vide otra mayor al Oueste, cargué las velas por andar todo aquel día fasta la noche, porque aún no pudiera haber andado al cabo del Oueste a la cual puse nombre la isla de Santa María de la Concepción (33), y cuasi al poner el sol sorgí acerca del dicho cabo por saber si había allí oro, porque éstos que yo había hecho tomar en la isla de San Salvador me decían que ahí traían manillas de oro muy grandes a las piernas y a los brazos, yo bien creí que todo lo que decían era burla para se fugir. Con toda mi voluntad era de no pasar por ninguna isla de que no tomase posesión, puesto que tomada de una se puede decir de todas; y sorgí e estuve hasta hoy Martes, que en amaneciendo fui a tierra con las barcas armadas, y salí, y ellos que eran muchos así desnudos, y de la misma condición de la otra isla de San Salvador, nos dejaron ir por la isla y nos daban lo que les pedía. Y porque el viento cargaba a la traviesa Sueste no me quise detener y parti para la nao, y una almadia grande estaba a bordo de la carabela Niña, y uno de los hombres de la isla de San Salvador, que en ella era, se echó a la mar y se fue en ella, y la noche de antes a medio echado el otro (34), y fue atrás la almadia, la cual fugió que jamás fue barca que le pudiese alcanzar, puesto que le teníamos grandes avance. Con todo dio en tierra, y dejaron la almadia y algunos de los de mi compañía salieron en tierra tras ellos, y todos fugeron como gallinas, y la almadia que habían dejado la llevamos a bordo de la carabela Niña, a donde ya de otro cabo venía otra almadia pequeña con un hombre que venia a rescatar un ovillo de algodon y se echaron algunos marineros a la mar, porque él no quería entrar en la carabela, y le tomaron; y yo, que estaba en la popa de la nao, que vide todo, envíe por él y le di un bonete colorado y unas cuentas de vidrio verdes pequeñas que le puse al brazo y dos cascabeles que le puse a las orejas, y le mandé volver su almadia, que también tenía en la barca, y le envié a tierra; y di luego la vela para ir a otra isla grande que yo vía al Oueste, y mandé largar también la otra almadía que traía la carabela la Niña por la popa, y vide despues en tierra al tiempo de la llegada del otro a quien yo habia dado las cosa suso dichas, y no le había querido tomar el ovillo de algodón, puesto quel me lo quería dar: y todos los otros se llegaron a él, y tenia a gran maravilla e bien le pareció que éramos buena gente, y que el otro que se habia fugido nos habia hecho algún daño, y por esto lo llevábamos, y a esta razón usé esto con él de le mandar alargar, y le di las dichas cosas porque nos tuviesen en esa estima, porque otra vez cuando vuestra altezas aquí tornen a enviar no hagan a la compañia; y todo lo que yo le di no valia cuatro maravedis. Y así partí, que serán las diez horas con el viento Sueste, y tocaba de Sur para pasar a esta otra isla, la cual es grandisima, y donde todos estos hombres que yo traigo de la de San Salvador hacen señas que hay mucho oro y que lo traen en los brazos en manillas, y a las piernas, y a las orejas, y la nariz y al pescuezo. Y había de esta isla de Santa Maria a esta otra, nueve leguas leste Oueste, Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... y se corre toda esta parte de la isla Norueste, Sueste, y se parece que bien habría en esta costa más de veintiocho leguas (35), en esta faz, y es muy llana sin montaña ninguna, asi como aquellas de San Salvador y de Santa Maria, y todas playas sin roquedos, salvo que a todas hay algunas peñas acerca de tierra debajo del agua, por donde es menester abrir el ojo cuando se quiere surgir e no surgir mucho acerca de tierra, aunque las aguas son siempre muy claras, y se ve el fondo. Y desviando de tierra dos tiros de lombarda, hay en todas estas islas tanto fondo que no se puede llegar a él. Son estas islas muy verdes y fértiles, y de aire muy dulces, y puede haber muchas cosas que yo no sé, porque no me quiero detener por calar y andar muchas islas para fallar oro. Y pues éstas dan así estas señas que lo traen a los brazos y a las piernas, y es oro por que les amostré algunos pedazos del que yo tengo, no puedo errar con la ayuda de Nuestro Señor, que yo no le falle adonde nace,. Y estando a medio golfo destas dos islas, es de saber de aquella de Santa Maria y desta grande a la cual pongo nombre de Fernandina (36), fallé un hombre solo en una almadía que se pasaba de la isla de Santa María a la Fernandina, y traía un poco de su pan, que sería tanta como el puño, y una calabaza de agua, y un pedazo de tierra bermeja hecha en polvo y después amasada, y unas hojas secas que deben ser cosa muy apreciada entre ellos, porque ya me trujeron en San Salvador dellas en presentes, y traía, un cestillo a su guisa en que tenia un ramalejo de cuentecillas de vidrio y dos blancas, por los cuales conocí quel venia de la isla de San Salvador y habia pasado a aquella de Santa Maria, y se pasaba a la Fernandina, el cual se llegó a la nao; yo le hice entrar, que asi lo demandaba él, y le hice poner su almadía en la nao, y guardar todo lo que el traía; y le mande dar de comer pan y miel, y de beber; y asi le pasaré a la Fernandina, y le dare todo lo suyo, porque de buenas nuevas de nos para Nuestro Señor aplaciendo, cuando vuestras Alzas envíen, acá que aquellos que vinieron reciban honra, y nos den de todo lo que hubiere”. Cuando el Almirante salió de su fondeadero el día 15, de la isla San Salvador ya estaba avanzado el día, era de tarde. “Habia temporizado esta noche con temor de no llegar a tierra a surjir antes de la mañana por no saber si casto era limpia de bajos, y en amaneciendo cargar velas, y como la isla fuese mas lejos de cinco leguas antes será siete y la marea me detuvo”. En la tarde encontró 169 baja marea dentro de la dársena donde estaba fondeando, formada por los arrecifres y seguro que el canal por donde entró no tendría suficiente agua y no quiso aventurarse hasta tanto la marea no subiera; la marea no afecta en alta mar hasta detener un buque; de ahí que se vio detenido, dentro de los arrecifes. Fray Bartolomé de las Casas da a entender en su Historia de las Indias que esa noche estuvo navegando por los alrededores, de la isla San Salvador y le amaneció unas 7 leguas de distancia, (22.3 millas náuticas) de la isla donde él quisiera ir y con toda seguridad asi fué, salió de su fondeadero de la isla San Salvador en la tardecita; y temporejó (Temporejar), por las cercanías de la isla toda la noche. A las 12h –03m del día hubo la bajamar en el día 15 de octubre; era natural que cuando el regresó de haber reconocido la isla Plana de E traía la idea de salir, pero la cadena de bajos afloraban, lo que acusaba, un nivel bajo en el canal o pasa por donde entró al fondeadero. El no quiso correr el riesgo de aventurarse en el canal y esperó unas 4 horas que ya la marea estaba cerca de 2/3 más elevado en el canal y podría salir, su expresión “y la marea me detuvo” no puede referirse a corrientes de la mar, puesto que ya vimos anteriormente que la corriente que afluye en estos lugares toda tiene dirección que afluye en estos lugares toda tiene dirección W o NW. según sea la época, en sí y bien visto, si se trata de utilizarla para encontrar la explicación de este párrafo del Almirante, más bien sería de ayuda en su velocidad que de desayuda puesto que él se dirigía al W y la corriente lleva el mismo sentido. Es muy lógico que esta concurría en su ayuda y no hacia lo contrario. No existe alternativa alguna de considerar que la pleamar fue ese día a las 6h –15m p.m. aproximadamente según he podido computar, hora que se corresponde a cabalidad con la hora de salida de la luna el día 11 de octubre. Al temporejar toda la noche alrededor de la isla le amaneció a una distancia de unas 7 leguas (22.3 millas naúticas) de la isla que tenía al frente; (isla Acklin). Si medimos esta distancia en la carta, veremos que le amaneció ceca de la Punta E. de la isla descubierta la noche del 11 de octubre o sea la isla Plana del Este; en esta forma reconoció bien la primera isla vista, pues no se justificaba el que si el Almirante y los hermanos Pinzones y los demás tripulantes no volvieran jamás por esos lugares. ¿Cómo sabían que esas eran las islas vistas en el primer viaje? ¿Cómo podía saber el Almirante que esta isla tenía forma de triángulo, de no haber sido por el reconocimiento hecho en este día a la parte Este 170 Ramón Julio Didiez Burgos “Como la isla fuese más lejos de cinco leguas antes, será siete, y la marea me detuvo, sería medio día cuando llegué a la dicha isla, y fallé que aquella haz ques de la parte de la isla de San Salvador se corre Norte Sur y hay cinco leguas”. de la isla donde vió la forma de esa parte? La noche del 11 no vió más de lo que hubiera visto cualquier de sus hombres y el día 14 de octubre tan sólo vió la parte W de la isla; con ésta vista desde lejos, no podía concebir una forma de la isla; fue necesario que hiciera lo que hizo para acabar de reconocer la isleta Plana del Este. El Almirante hubiera podido pernoctar y descansar durante la noche del 14 en el fondeadero de la isla Guanahaní o San Salvador y a las 6 de la mañana del día 15 salir con la marea alta, pero tuvo toda la intención de aprovecha el tiempo y así lo hizo. ¿De qué otra manera y en qué momento podía el Almirante saber la forma de estas islas si no era reconociéndolas? Si fray Bartolomé de las Casas trasmitió esta información en su Apologética, fue porque lo vería en los papeles del Almirante o en el Diario de él, y fue tan exacta la observación, que hoy vemos con asombro cómo esa información se corresponde con la realidad; el reconocimiento hecho a Guanahaní o San Salvador con la Santa María y en el bote el día 14 le dió la idea de su forma de haba. Al amanecer el Almirante en el extremo Este de la isla Plana del Este soltó las velas, y volvió rumbo al Sur de la isla San Salvador y cuando estuvo con ella, volvió a ver los cerros de la isla Acklin y se expresa “por ende yo miré por la más grande y aquella determiné andar y así hago”, es indicación de que el vigía, que estaba en la cofa, gavia o gata con una altura aproximada de 70 pies sobre el nivel del mar, más la altura de los cerros o lomas de la isla Acklin le daban una visibilidad suficiente de unas 15 ó 20 millas naúticas; le señaló la dirección de la más grande, la loma de Hard Hill, al oeste en la isla Acklin; hacia ella se dirigieron y llegaron cerca de punta Creek, donde giraron hacia norte y reconocieron toda la parte Nordeste de la isla que tenía de 8 a 10 cerros o lomas, de esta parte “y falle que aquella haz que es de la parte de San Salvador, se corre Norte–Sur; y hay en ella 5 leguas”, (16 millas náuticas). Más exactitud no se puede pedir, puede comprobarse que esta parte de la isla Acklin tiene 16 millas náuticas y corre norte–sur; hay que considerar que las medidas hechas por el Almirante estaban referidas a los puntos de giros de las carabelas o al tiempo de su recorridos, o puntos definidos de la costa, por lo que vemos que 2 millas más al norte fue donde tuvo que girar para seguir viaje al oeste. Si se examina la carta geografía de la zona de Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... las Bahamas, no podrá encontrarse en ninguna de estas islas, el cumplimiento de esta observación del Almirante; así que el lado correspondiente de una isla hacia la costa de otra isla que corre Norte–Sur y que ésta tenga 16 millas, me parece suficiente. Al aplicarse en la práctica una descripción tan precisa, no tengo objeción de torcidas interpretaciones; veremos que si proseguimos desarrollando el Diario, sobre este mismo lugar, concuerda hasta llegar a lo asombroso, la pericia y los datos extraordinarios del Insigne Navegante. Al seguir su derrota dice, “y la otra parte que yo seguí se corría Leste–Oueste, y hay en ella más de diez leguas”. La otra parte que él siguió es parte de la isla; ésta fue la costa Norte de la isla Acklin hacia el oueste, incluyendo parte de la isla Crooked, tiene 10 leguas (32 millas naúticas) con rumbo oeste; (el Almirante tenía en su compas un error total de 3° o 4° de corrección al E, caso que 171 “y como desta isla vide otra mayor al Oeste, cargué las velas por andar todo aquel día fasta la noche, porque aún no pudiera haber andado al acabo del Oueste, a la cual puse nombre la isla Santa María de la Concepcion y casi al poner del sol sorji cerca de dicho cabo”. El Almirante llegó al E y para la parte norte de la isla Acklin a medio día; de manera que tenía de luz en el resto del día 5 horas 39 minutos (el sol se pone a las 5h, 39m). Anduvo con viento flojo hasta llegar a una posición a norte de la Acklin desde donde vió al Monte Blue Hill de 300 pies en la isla Crooked, el cual se ve a una distancia geográfica de 16.2 millas naúticas más la que le correspondía al Almirante de 5.7 por altura de la toldilla (25 pies) eran 22 millas en total, como el se encontraba de esta a unas 18 millas veía con perfecta claridad la cúspide y parte del cono superior; la parte llana no se veía y como fue así, se le pareció una isla; “Y la otra que yo seguí se corría Leste a Oueste, y hay en ella más de 10 leguas”. “a lo cual puse nombre de islas Santa María de la Concepción y cuasi al poner del sol sorgi cerca de dicho cabo”, etc. demostraré en el día 19 de octubre y más adelante; hasta ahora las mediciones hechas en la costa son exactas, en tanto al ser dos islas que él incluye en la medición Acklin y Crooked en su navegación al oeste bien se ve que él se refirió a “la otra (haz) que yo segui”. Considerando las costas de ambas como una sola, la distancia corrida entre sus puntos de virajes es de 31,5 millas náuticas. Luego dice al cargar velas, adelantó y llegó cerca del cabo Noroeste y fondeó entre la cadena de bajos que tiene esta isla, Crooked Island, en el lugar que hoy se llama Gun Bluff a 3 millas de Bird Rock en la parte Norte a la cual “puso por nombre Santa María de la Concepción”. Al andar desde medio día con poco viento, no podía hacer más de 4 millas náuticas, por hora y al intensificarse el viento aumentaría a 172 Ramón Julio Didiez Burgos 6 millas naúticas, lo que le daría 10 millas en las 2.5 primeras horas después de medio día y 18 en las otras 3 horas restantes. De no haber sido así, hubiera rebasado el cabo, N.W. de la isla Crooked o sea por tiempo y por velocidad. De acuerdo a como se han sucedido los descubrimientos, vemos que a la isla Acklin el Almirante no le puso nombre aislado, sino que envolvió las dos islas en un solo nombre, tal como lo expresa el día martes 16 “Partí de las islas de Santa María de la Concepción”, al haber encerrado el padre De las Casas esta frase entre comillas indica que se copia textual de lo escrito por el Almirante. La idea de considerar el todo en uno, lo expresa muy bien al decir: “Con toda mi voluntad era de no pasar por ninguna isla de que no tomase posesión, puesto que tomado de una se puede decir de todas”. El Almirante estuvo fondeando en Gun Bluff cerca del cabo Noroeste de la ciudad de Crooked y amaneció ahí martes 16–. Esta parte de la isla tiene unos arrecifes a una milla de distancia en toda su costa norte; los vientos predominantes de esta área en su generalidad soplan Estenordeste, pero en esta zona donde él estuvo fondeando, son desviados en sentido Sudeste por la cadena de lomas que hay en la parte norte y corren de Norueste –Sudeste y por eso dijo”: Y porque el viento cargaba a la traviesa Sueste no me quise detener y partí para la nao, “y dí luego vela para ir a la otra isla grande que yo veía al Oueste” y “así parti que serían las diez horas (ampolletas), con viento fuertes, y tocaba del Sur para pasar a estotra isla, la cual es grandísima” y “había de esta de Santa Maria a esta otra nueve leguas Leste Oueste se corre toda esta parte de la isla Norueste–Sueste, y se parece que bien habria en esta costa mas de veintiocho leguas en esta faz”. Hay críticos que al estudiar la derrota del Almirante, corrigen esta distancia al decir “Son sólo diez y nueve leguas” al atribuir esta distancia a lo largo de la isla Fernandina (isla Larga), y se debe tener en cuenta que él todavía no había visto bien el largo de la isla ni la había recorrido, al decir “parece que bien habría en esta costa mas de veintiocho leguas”; consideró la distancia que había costeado o navegado desde la isla Plana del E hasta cabo Verde de la isla Fernandina que son 89 millas náuticas, 28 leguas; es dudar que el Almirante haya visto la isla Fernandina desde Santa María de la Concepción, desde la distancia a que estaba 31 millas náuticas, en razón de que la mayor altura que tiene la isla Fernandina en su parte es una loma de 150 pies y lo que los vigías de él podían tener no pasaban de “I así partí que serían las diez horas (mediodía)” “I estando a medio golfo destas dos islas, es de saber que aquella Santa María y de esta grande, a la cual pongo nombre la Fernandina”. Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... 173 “Y se parece que bien había en esta costa más de veintiocho leguas”. 70 pies en la cofa o gavia, y estas alturas no daban más de 24.6 millas náuticas de alcance geográfico, a más que el sol ya estaba por el oeste y al navegar “todo aquel día con calmeria”, el reflejo solar no le permitía ver bien el horizonte. Creo que se hilvana el hecho de ver otra isla al W al seguir navegando al oueste y encontrarse el indio que iba navegando en su canoa desde Santa María a la Fernandina. Esto da la clave de seguir al oueste por indicación del indio, para donde él iba; ahora bien, al caminar dos leguas al oueste ya podrían ver el picacho de la loma Mayores y seguirlos. Isla Fernandina Martes 16 de octubre.— “Parti de las islas de Santa Maria de la Concepción, que sería ya cerca del mediodía, para la isla Fernandina la cual amuestra ser grandísima al Oueste, y navegué todo aquel día con calmeria; no pude llegar a tiempo de poder ver el fondo para surgir en limpio, porque es en esto mucho de haber gran diligencia por no perder las anclas; y asi temporicé toda esta noche hasta el día que vine a una población, adonde yo surgí, e donde había venido aquel hombre que yo hallé ayer en aquella almadía a medio golfo, el cual había dado tantas buenas nuevas de nos que todos esta noche no faltó almadias a bordo de la nao, que nos train agua y de lo que tenian. Yo acada uno le mandaba dar algo, es a saber algunas cuentecillas, diez o doce dellas de vidrio en un filo, y algunas sonajas de latón destas que valen en Castilla un maravedí cada una, y algunas agujetas de que todo tenían en grandísima excelencia, y también los mandaba dar para que comiensen cuando venían en la nao miel de azúcar; y después a horas de tercia envié al batel de la nao en tierra por agua, y ellos de muy buena gana le enseñaban, a mi gente adonde estaba el agua, y ellos mismos traian los barriles llenos al batel, y se folgaban muchos de nos hacer placer. Esta isla es grandisima y tengo determinado de la rodear, porque según puedo entender en ella, ó cerca de ella, hay mina de oro. Esta isla está desviada de la Santa María ocho leguas cuasi Leste Oueste: y este cabo adonde yo vine, y toda esta costa se corre Nornorueste, y vide bien veinte leguas de ella, más ahí no acababa, agora escribiendo esto di vela con el viento Sur para pujar a rodear toda la isla, y a trabajar hasta que alle Samaot, que es la isla o ciudad adonde es el oro, que así lo dicen todos estos que aquí vienen en la nao, y nos lo decían lo de la isla de San Salvador y de Santa María. Esta gente es semejante a aquella de las dichas islas, y una fabla y unas costumbres, salvo questo ya me parece algún tanto doméstica gente, y de tracto, y más sotiles, porque veo que han traído algodón aquí a la nao y otras cositas que 174 Ramón Julio Didiez Burgos así en un solo árbol de cinco a seis de esta manera; y todos tan diversos; ni estos son enjeridos, porque se puede decir que el enjerto lo hace, antes son por los montes, ni cura dellos esta gente. No le conozco secta ninguna, y creo que muy presto se tornarían cristianos, porque ellos son de muy bien entender. Aquí son los peces tan disformes de los nuestros, que maravilla. Hay algunos hechos como gallos de las mas finos colores del mundo, azules, amarillos, colorado y de todos colores, y otros pintados de mil maneras; y los colores son tan finas, que no hay hombre que no se maravilla y no tome gran descanso averlos. También hay ballenas, bestias en tierra no vide ninguna de ninguna manera, salvo papagallos y lagartos; un mozo me dijo que vide una gran culebra, oveja ni cabras ni otra ninguna bestia vide, aunque yo he estado aquí muy poco, que “hasta el día (17) que vine a una población adonde yo surgí” “y este cabo donde yo vine y toda esta costa se corre Nornorueste Sursueste, y vide bien veinte leguas de ella, mas ahí no acababa”. saben mejor refetar (37) (regatear) el pagamento que no hacían los otros; y áún en esta isla vide paños de algodón fechas como mantillos, y la gente más dispuesta, y las mujeres traen por delante de su cuerpo una cosita de algodón que escasamente les cobija su natura. Ella es isla muy verde y llana y fértilisima, y no pongo duda que todo el año siembran panizo y cogen, y así todas otras cosas; y vide muchos árboles muy disformes de los nuestros, y dellos muchos que tenían los ramos de muchas maneras y todo en un pie, y un ramito es de una manera y otro, y tan disforme, que es la mayor maravilla del mundo cuanta es la adversidad de una manera a la otra, verbi gracia, un ramo tenia las fojas de manera de cañas y otras de manera de lentisco; y “I se corre toda esta parte de la isla Norueste Sureste” y es muy llana sin montaña ninguna, “y desviado de tierra dos tiros de lombardas (2 millas antiguas) hay en todas estas islas tanto fondo que no se puede llegar a él.” Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... es medio día, mas si las hubiese no pudiera errar de ver alguna. El cerco desta isla escribiré despues que yo la hubiera rodeado”. Al decir él: Martes 16 de octubre.— “Parti de las islas de Santa María de la Concepción que sería ya cerca del mediodía; para la isla Fernandina, la cual muestra ser grandisima, y navegué todo aquel dia con calmería; no pude llegar a tiempo de poder ver fondo para surgir en limpio; porque es en esto mucho de haber gran diligencia por no perder las anclas; y así temporicé toda esta noche hasta el dia que vine a una población adonde yo surgí”, al navegar con calma no pudo llegar a la isla Fernandina con suficiente luz para tomar el fondeadero y pasó toda la noche navegando con pocas velas; pero ya cuando le amaneció, estaba de parte de Oeste y algo al noroeste de la isla Fernandina cerca de la roca Nuevitas; la descripción que hace de esta isla corresponde a ella en todos sus detalles esta faz es muy llana sin montañas ninguna la parte Sueste este de la isla es llana, todas playas sin roquedos, en esa zona no hay abras ni apuertos, y “desviados de tierra dos tiros de lombarda, hay en todas estas islas tanto fondo que no se puede llegar a él”. Son exactas sus anotaciones, a dos tiros de lombarda quería decir a 2 millas, y bien se puede ver que a 2 millas cruza cerca de la costa en esta zona y isobática de 100 brazas. Este pasaje del Almirante nos indica que él tenía siempre un servicio de sondeos, precaución muy natural en los marinos, sobre todo cuando se navega en aguas bajas y “porque no me quiero detener por calar y andar muchas de estas islas”, siguió su viaje “y se corre toda esta parte de la isla Norueste–Sueste”. Ese es el rumbo de esa zona de la isla de Cabo Verde hasta llegar a Roca Nuevitas. Es notorio que para haber llegado aquí tuvo que haber aprovechado toda la noche costeando a poca vela y con cuidado esta zona, desde Roca Nuevitas, y al amanecer se internó en busca de la isla y “vine a una población y surgí”; este lugar indudablemente fue un punto cercano a Alligator Bay, (entre las puntas Ferguson y Bains Bluff), en la parte Oeste y media de la isla. Esta población de indios frente adonde el Almirante se fondeó fue la que con el tiempo se transformó en el puerto fondeadero que se le llama SIMMS para embarcaciones de recreo, comerciales o de cabotaje y yates que andan en esa costa, y “después a horas tercia envié el batel de la nao en tierra por agua” la hora de tercia era desde las 9h–10m de la mañana a las 12h–00m, mediodía, al decir “en este cabo 175 donde yo vine, y toda esta costa se corre Nornoroeste y Sursueste” es indicativo de que se encontraba en la parte de adentro del golfo que forma la isla en su costa Oeste, el decir de él “aqui son los peces tan disformes de los nuestros, ques maravilla. Hay algunos como gallos de los más finas colores del mundo, azules, amarillos, colorados y de todos los colores, y otros pintados de mil maneras y los colores son tan finas, que no hay hombres que no se maraville y no tome gran deseo a verlos”. Esta descripción unida “aunque las aguas son siempre muy claras y se ve el fondo”, son indicativas de la característica especial de los bajos fondos y claros y por ende que esta descripción corresponde a los lugares por donde él estaba; parece inverosímil el que se pueda considerar que el Almirante haya cruzado por todos estos lugares con sus barcos, pero si admitimos que sus naos no calaban arriba de 6 pies, 1 braza, se podrá aceptar sin reservas toda posibilidad de ello. Dice don Rafael Monleón en su trabajo Las carabelas de Colón que la Santa María tenía un calado medio 8 ½ pies (2.38 metros)”, el de la Pinta y la Niña eran menores el calado traducido abraza es de algo menos de 1 ½, de manera que estos barcos por su construcción eran ventrudos y llanos en el fondo y al haber sido construidos para unos 120 toneles antiguos (75 toneladas modernas de cargamento), para ese calado y al estar vacíos en natural que su calado no pasara de 6 pies, 1 braza. Esta condición en que navegaban eran otro factor de su gran velocidad, con viento fresco 9 millas náuticas (12 antigua). Estas características no dejan dudas de que el Almirante cruzara por entre los bajos al W de la isla Fernandina tal cual demostró en sus descripciones y son consideraciones exclusivas de haber estado en aguas bajas; este riesgo corrido por el Almirante deja demostrado sus condiciones de marino experto y hábil y sólo esta cualidad se consigue en hombres verdaderamente curtidos en los ajuares de la mar. Miércoles 17 de octubre. “A medio día partí de la población a donde yo estaba surgido, y adonde tome agua para ir rodear esta isla Fernandina, y el viento era Sudueste y Sur; y como mi voluntad fuese de seguir esta costa desta isla adonde yo estaba al Sueste, porque asi se corre toda Nornorueste y Sureste, y quería llevar el dicho camino de Sur y Sueste, porque aquella parte todos estos indios que traigo y otro de quien hobe señas en esta parte del sur a la isla que ellos llaman Samoet, adonde es el oro: y Martín Alonso Pinzón, capitán 176 Ramón Julio Didiez Burgos de la carabela Pinta, en la cual yo mande a tres de estos indios, vino a mí me dijo que uno dellos muy certificadamente le había dado a entender que por la parte del Nornorueste muy más presto arrodearia la isla. Yo vide que el viento no me ayudaba por el camino que yo quería llevar, y era bueno por el otro, di la vela al Nornoueste, y cuando fue acerca del cabo de la isla, a dos leguas, halle un muy maravilloso puerto con una boca aunque dos bocas se le puede decir, porque tiene un isleo en medio, y son ambas muy angostas, y dentro muy ancho para cien (38) navíos si fuera fondo y limpio, y fondo al entrada; pareciome razón del ver bien y sondear, y así “Amediodia partí de la población adonde estaba sorjido” “di la vela al Nornorueste, y cuando fui cerca del cabo de la isla, a dos leguas halle un muy maravilloso puerto con una boca, aunque dos bocas se le puede decir, porque tiene un isleo en medio para cien navíos si fuera fondo y limpio y fondo a la entrada”. surgí fuera dél, y fui en el con todas las barcas de los navíos, y vimos que no había fondo. Y porque pensé cuando yo le vi que era boca de algún rio, había mandado llevar barriles para tomar agua, y en tierra halle unos ocho o diez hombres que luego vinieron a nos y nos amostraron ahí cerca la población, adonde yo envié la gente por agua, una parte con armas, otra con barriles y asi lo tomaron; y porque era lejuelos me detuve por espacio de dos horas, en este tiempo anduve así por aquellos árboles, que era las cosas más fermosa de ver que otra se haya visto; veyendo tanto verdura en tanto grado como en el mes de Mayo en el Andalucía, y los árboles todos están tan disformes de los nuestros como el dia de la noche; y asi las frutas, y asi las yerbas y las piedras y todos las cosas. Verdad que algunos árboles eran de la naturaleza de otros que hay en Castilla, por ende había muy diferencia, y los otros árboles de otras maneras eran tantos que no haya persona que lo pueda decir ni asemejar a otros de Castilla. La gente toda era una con los otros ya dichos, de las mismas condiciones, y así desnudos y de la misma estatura, y daban de lo que tenían por cualquier cosa que le diesen; y aquí vide que unos mozos de los navios les trocaron azagayas por unos pedazuelos de escudullas rotas y de vidrio, y los otros que fueron por el agua me dijeron como habían estado en sus casas, y que eran de dentro muy barridas y limpias, y sus camas y parámetros de cosas que son como redes de algodón (39); (Hamacas) ellas las casas son todas a manera de alfaneques, y muy altas y buenas chimeneas (40); mas no vide entre muchas poblaciones que yo vide ninguna que pasase de doce hasta quince casas. Aquí fallaron que las mujeres casadas traían brazas de algodón, la moza no, sino salvo algunas que eran ya de edad de diez y ocho años. Y ahí había perros mastines y branchetes, y ahí fallaron uno que había al nariz un pedazo de oro que sería como la mitad de un castellano, en el cual vieron letras; reñí yo con ellos porque no se lo regatearon y dieron cuando pedía, por ver que era y cuya esta moneda era; y ellos me respondieron que nunca se le osó regatear, después de tomada el agua volví a la nao, y di la vela y salí al Norueste tanto que yo descubrí toda aquella parte de la isla hasta la costa que se corre Leste Oueste, y después todos estos indios tornaron a decir que esta isla era más pequeña que no la isla Samoet, y que sería bien volver atrás por ser en ella más presto. El viento allí luego más calmó y comenzó a ventar Ouesnorueste, el cual era contrario para donde habíamos venido, y asi tome la vuelta y navegue toda esta noche pasada al Lestesueste, y cuando al Leste todo y cuando al Sueste; y esto para apartarse de la tierra, porque hacía muy gran cerrazón y el tiempo muy cargado; él era poco y no me dejó llegar a tierra a surgir. Así que esta noche llovió muy Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... fuerte después de media noche hasta quasi el día, y aun esta nublado para llover; y nos al cabo de la isla de la parte del Sueste, adonde espero surgir fasta que aclarezca para ver las otras islas donde tengo que ir y asi todos estos días después que en estas indias donde estoy ha llovido poco o mucho. Crean vuestras Altezas que es esta tierra la mejor é más fértil, y temperada, y llana, y buena que haya en el mundo”. El día 17 de octubre dice: “Esta isla es grandísima y tango determinado de la rodear”. “A medio día partí de la población adonde yo estaba surgido, y donde tomé agua para ir rodear esta isla Fernandina, y el viento era Sudueste y Sur; y como mi voluntad fuese de seguir esta costa desta isla donde yo estaba al Sueste, porque así se corre toda Nornorueste y Sureste y quería llevar el dicho camino del Sur y Sueste, porque aquella parte todas estos indios que Detalles del “maravilloso puerto, con una boca, aunque con dos bocas se le puede decir, porque tiene un isleo en medio”. 177 traigo y otros de quien hube señas en esta parte del sur a la isla a que ellos llaman Samoet”, y “Martín Alonso Pinzón, Capitán de la carabela Pinta, en la cual yo mandé a tres de estos indios, vino a mí y me dijo que uno de ellos muy certificadamente la había dado a entender que por parte del Nornorueste muy mas presto arrodear la isla. Yo vide que el viento no me ayudaba por el camino que yo quería llevar y era bueno por el otro, de la vela al Nornorueste”, y “agora escribiendo esto de la vela con el viento sur para pujar a rodear toda la isla, y trabajar hasta que haya Samoet” y navegó al Nornorueste y “cuando fue cerca del cabo de la isla (Cabo Santa María), a dos leguas (es exacto 2 leguas, 6.4 millas náuticas), hallé un muy maravilloso puerto con una boca, aunque dos bocas se le puede decir, porque tiene un isleo en medio, y son ambas muy angostas, y dentro muy ancho para cien navíos si fuera fondo y limpio y fondo al entrada: pareciome razón del ver bien y sondear, y así surjí fuera del, y fui en él con todas las barcas de los navíos, y vimos que no había fondo, y porque pensé cuando yo le ví que era boca de algún río, había mandado llevar barriles para tomar agua” este lugar es el que se le llama Glenton Sound (Arenal Glenton) en el extremo norte de la isla y a 6.4 millas náuticas del Cabo Santa María, para haber llegado a este lugar tuvo que caminar 11 millas náuticas con viento del Sur, el cual por ser un viento normal en esta zona, no podría ser muy fresco, le imprimiría 3.5 millas náuticas por hora serían las 3 horas y como salió a mediodía (12h–06m verdadera) serían las 3h–06m de la tarde cuando llegó a este lugar” y porque era lejuelo me detuvo por espacio de dos horas. En este tiempo anduve así por algunos árboles que era la cosa más fermosa etc., el sol se pone en este lugar y a este fecha a las 5h–36 p.m. y por lo que se ve, el Almirante llegó a bordo casi a la puesta del sol; aún tenía suficiente luz para salir, como lo hizo. “Después de tomada el agua volví a la nao, y dí la vela y salí al Norueste tanto que yo descubrí toda aquella parte de la isla hasta la costa que corre Leste Oueste”. Como se puede ver en la carta, la descripción de este puerto es tan exacta que no merece discusión a 6.4 millas náuticas (2 leguas) antes de llegar a Cabo Santa María, de la Isla Larga (Long Island). En la Fernandina, se encuentra el puerto Glenton Sound, formado entre dos penínsulas, en 178 Ramón Julio Didiez Burgos cuya boca y en la parte norte, de ella hay un cayo, llamado Hog, (Cochino); luego más al norte, hay otro cayo y entre éste y la península del norte hay un segundo cayo alargado que deja entre el cayo con propiedad. El recorrió desde Cabo Verde hasta Roca Nuevitas 39 millas náuticas, desde este punto al E. de West Rock hasta aguas profundas de 2.5 a 3 brazas al Norte, 7 millas náuticas, desde ahí hasta el “di la vela, y salí al Norueste tanto que yo descubrí toda aquella parte de la isla hasta la costa que se corre Leste Oueste”, “el viento allí luego más calmo y comenzó a ventar Ouenorueste,… Así tome la vuelta y navegué toda esta noche pasada al Lestesueste, y cuando al Leste todo y cuando al Sueste”. más grande y la península dos canales muy estrechos. Considero que más claro no se puede ser en la descripción. Cuando dice: “Esta isla está desviada de la Santa María ocho leguas cuasi Leste Oueste: en este cabo donde yo vine, y toda esta costa corre Nornorueste–Sursueste, y vide bien veinte leguas de ellas más ahi no acababa”. Fundamentada la distancia entre las islas, la que había entre el través del cabo N.W de la isla Santa María de la Concepción y la marcación de la costa E y Sur de la Fernandina igual a N 1/4 N W que fue la distancia navegada 25.4 millas náuticas igual a 8 leguas. El llegó a estas costas en el crepúsculo “cuasi Leste Oueste” y fue motivado al error total que tenía su compás; en la parte norte de la isla sus costas se corren Nornorueste y Sursueste; a esto se le podría llamar en esta época sin ambages de ninguna clase, una fotografía cartográfica, sin cámaras de instrumentos, y “vide bien veinte leguas de ella”, así fue, ese fue el camino que recorrió desde Cabo Verde hasta donde estuvo fondeando, porque le faltaban 5.5 leguas 17.4 millas náuticas para llegar al final de la isla; pero veamos si él habló fondeadero de Alligator Bay (Puerto Simms), 17.5 millas náuticas, hacen un total de 63.5 millas igual a 20 leguas, “más ahí no acaba”, le faltaban 17.4 millas. 5.5 leguas para terminar la isla. La isla tiene en total una longitud de 57 millas o sea 18 leguas y como hay críticos que han tratado de corregirlo, dando la información de la largura de la isla y no la de su distancia hecha en su derrota, que fue lo que él indico, al no interpretar con corrección la información que el daba, que era la de su derrota y no la de la isla. Luego de haber vuelto a la nao con el agua dice: “di la vela y salí al Norueste tanto que yo descubrí toda aquella parte de la costa que se corre Leste-Oueste, y después todos los indios tornaron a decir que esta isla era más pequeña que no la isla Samoet. Y que sería bien volver atrás por ser en ella mas presto. El viento allí luego más calmo comenzó a ventar Ouesnor-ueste, el cual era contrario para donde habíamos venido, y así tome la vuelta y navegué toda esta noche pasada al Lestesueste, y cuando al Leste todo y cuando al Sueste; y esto para apartarme de la tierra, porque hacía muy gran cerrazón y Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... el tiempo muy cargado; él era poco y no me dejo llegar a tierra surjir. Hasta aquí la cita. Al salir de donde estaba fondeando en el fondeadero de Glenton Sound, corrió al Norueste para acabar de liberar el extremo Norte de la isla Fernandina que corre Leste Oueste, y bajo la insistencia de los indios en indicarle para el sur estaba la isla de Samoet, que era en la que había mucho oro y no para el norte, él quiso volver al sur, esa ruta era ya conocida; pero al calmársele el viento y luego soplar del Ouenoroueste contrario de donde había venido, Sueste, siguió el viento y navegó con él en popa, no pudo volver a tierra a fondear por estar la noche muy cerrada y muy oscura y lloviendo, ineludiblemente, tuvo que amainar velas y dejarse correr con la suficiente velocidad para gobernar las carabelas a no menos, y esto para sostener su rumbo, de 3 a 3.5 millas náuticas que serían aproximadamente 1 legua por hora; al estar navegando con noche obscura, cerrada y lloviendo al norte de la Fernandina, no pudo ver hasta dónde caía la costa de esta isla al Sursueste para haber mirado, y como tal sucedió, siguió navegando al “Lestesueste, y cuando el Leste todo y cuando al Sueste” durante unas 12 horas sobre dicho rumbo, esto es, hizo durante la noche unas 49 millas de camino en un rumbo promedio de Lestesueste y “Nos al cabo de la isla de la parte del Sueste, adonde espero surjir fasta que aclarezca para ver las otras islas donde tengo que ir”. El sol sale en esta latitud y para esta fecha a las 6h–24m hora verdadera y aclarece a eso de las 5h–50m; después de una hora de correr con poca velocidad y a un rumbo determinado durante unas 12 horas desde una posición algo Norte de la isla Fernandina, pregunto ¿Al Sueste de que isla él estaba para querer surgir en aclarecer? No era la Fernandina porque con ese rumbo y con ese tiempo, ni el uno le daba para llegar cerca de Cabo Verde, ni el otro le era suficiente claro para permitirle dirigirse con seguridad hasta el, era otra isla, Rum Cay (Cayo Ron). La Santa María de la Concepción de otros investigadores, es la isla que el pretendió surgir en el Sueste y no lo hizo. En la tardecita, ya algo obscuro, cuando salió de Glenton Sound al reconocer la costa Norte de la isla Fernandina que corre “Leste–Oueste” el efecto óptico que produce la obscuridad, no pudo dimensionar los contornos de la isla Fernandina; le hizo ver toda la costa que corría al Sursueste, 179 como si fuera al “Leste-Oueste” y al cerrársele la noche, y lloverle, la perdió en la obscuridad y no quiso correr un riesgo sino seguir sus rumbos todos en el promedio del Lestesueste, desde el norte de Fernandina al Sueste de Rum Key o La Santa María de la Concepción, aceptada por los Colombista, hay 49 millas en un rumbo Leste-sueste desde donde viró a las 7h–58m; no deja duda alguna que esta era la isla donde amaneció el día 18 de octubre, no le puso nombre, como tampoco se lo puso a la isla Acklin, (su nombre quedó envuelto en el de Santa María de la Concepción) como tampoco a Plana de E. como tampoco a la Pequeña Exuma, todas estas islas las vio pero ninguna tenía la importancia debida para llevar el nombre de su protectora que “y nos al cabo de la isla de la parte del Sueste donde espero surgir fasta que aclarezca” Jueves 18 de Octubre” Después que alcarecio seguí el viento (Norte), y fui en derredor de la isla cuanto pude, etc. 180 Ramón Julio Didiez Burgos lo reservaba para la isla Samoet que era grande y don “nace el oro”. Jueves 18 de octubre.— “Después que aclareció seguí el viento y fui en derredor de la isla cuanto pude, y surgí al tiempo que ya no era de navegar; mas no fui en tierra, y en amaneciendo di la vela”. Desde la posición Sueste de Rum Key (Cayo Ron) hasta la Fernandina hay 20 millas; a la isla Fernandina la corre en el centro de una cadena de montañas desde Cabo Santa María hasta Cabo Verde; el Almirante desde donde estaba la veía y sabía que esa era la Fernandina, y “Después le aclareció siguió el viento”. Esto es indicativo de que el viento le cambio hacia el Norte, el mismo viento del día siguiente 19, porque la dirección que tomó fue el de la Fernandina y a esta se seguía desde la porción donde él estaba o un rumbo entre Sur y Sursuoeste; él demandaba a Cabo Verde en el Sur, y debemos considerar que en la realidad de fecha de 28 de octubre en el calendario gregoriano, porque sabemos que la fecha estaba atrasada en 10 días en el calendario juliano que era el calendario por el cual el Almirante se regía; en estos tiempos cercanos al invierno de vez en cuando en las Bahamas soplan los vientos Norte algo frescos, vientos que han sido confirmados por mí, en diferentes y múltiples viajes que hube hecho a Estados Unidos de América, a diferentes puertos del Atlántico, y me he internado por entre estas islas por ser más protegidos y más agradables a la navegación. No cabe ninguna mentalidad esperar que este “nos al cabo de la isla de la parte del Sueste” sea el cabo Verde de la Fernandina, puesto que para llegar a él tendría que ser a un rumbo Sursueste, el que no siguió, ni indicó en su Diario; además de que el tiempo de unas 10 horas hubiera tenido que caminar a razón de 6 millas náuticas por hora para haber amanecido en Cabo Verde, imposible también “porque hacía muy gran cerrazón y el tiempo muy cargado”, y sería insensato de todo marino que con un tiempo como ese, anduviera sin la debida precaución de pocas velas que daba poca velocidad, tan sólo para su gobierno; si a esto añadimos el que el día 18 de octubre lo pasó navegando y siguió “el viento”. Lo escueto del informe correspondiente al día 18, revela que ese día el Almirante se lo pasó descansando de la vela que tuvo toda la noche pasada, su actividad en ese día estuvo reducida a la mañana. “Después que aclareció (aclarece a las 5h–50m) y en la tarde que “surjí al tiempo que ya no era de navegar (a las 5h–37m se puso el sol), deja dicho que desde que aclareció hasta que obscureció pasaron 11 horas - 47 minutos para navegar, 43 millas náuticas, esto es, una velocidad de 4 millas náuticas, corrió 1 ¼ de legua por hora aproximadamente, hasta que fondeó en el lado Oeste de Cabo Verde en el Sur de la isla Fernandina; un navegante como Almirante no podía pasar por alto y no anotarlo, todos los detalles que se encontraron en la travesía, tales como, la ensenada y puerto de Clarense, el sentido Oeste de la costa en esta parte y lo bravío de la costa; la noche fue dura y se sintió cansado y dejó a su piloto Juan de Lakotza actuar, ya que el día se le presentó con garantía de recostarse para una nueva aventura; luego de fondear evidenció su estado físico, “mas no fui a tierra”, aprovechó la noche para reposar; la noche del día 16 la pasó navegando, la noche del día 17 también la pasó en vela en la toldilla de la Santa María, era natural que sintiera el cansancio de la guardia permanente durante dos días completos y aprovechó la calma del mar y el tiempo maravilloso del Norte para descansar en su camarote en el día y en la noche del 18 de octubre. Antes de seguir con el viaje del día 19 de octubre, consideró hacer algunas aclaraciones acerca del bojeo de la isla Fernandina, ya que esta se presta y acomoda a dos rutas, desde el Sur, por el Oeste o por el Este. El Almirante, en su relación del día 16 que comprende parte del 17 de octubre y en el día 17, no especifica cuál de los dos lados escogió para remontar y rodear la isla, pero si da señales inequívocas de cual fue de estas la que escogió. Estas señales las presenta de manera irrebatible. Al llegar a la isla Fernandina, ya entrada la tardecita, recorre la parte Sur y hacia el Norte de la isla se expresa “y se corre esta parte de la isla Norueste-Sueste”. Este rumbo sólo se encuentra en la parte al Oeste y del Sur de la isla; de la parte del E, se encuentran dos rumbos N 1/4 NW y NW 1/4 N y “todas playas sin roquedos, salvo que a todas hay algunas peñas cerca de tierra debajo del agua por donde es menester abrir el ojo cuando se quiere surgir e no surgir mucho cerca de tierra, aunque las aguas son siempre muy claras y se ve el fondo” este pasaje se comporta y encaja perfectamente en el trozo de costa de la isla de la parte del Oeste de Roca Nuevitas hasta Cabo Verde, sobre todo en la parte que forma el codo la isla llamada Turtle Cove, lugar con mucho fondo y algunas piedras fuera del Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... Bojeo de la isla Fernandina. 181 182 Ramón Julio Didiez Burgos agua, tales como Stepheson Rock con 25 pies sobre el nivel del mar, Long Rock y W Comer Rock; además de piedras que no afluían y son peligrosas a los barcos que fondean ahí, por este lugar anduvo al empezar la primera guardia. Tal cual se describe, en tanto de la parte Este no tiene cabida este relato; desde Clarence Harbour hasta Cabo Verde, la costa es bravía y profunda hasta muy cerca de ella en la cual se forma una especie de acantilado, no hay playas y tratar de fondear en esta zona se expone cualquier buque de ser tirado a la costa, ya que esta recibe directamente todo el oleaje vivo del Atlántico por estar abierto a él. “Aquí son los peces tan disformes de los nuestros que maravilla, hay algunos hechos como gallos de los más finos colores del mundo, azules, amarillo, colorado y de todos los colores, y otros pintados y de mil colores, y los colores son tan finos, que no hay hombres que no se maravillen y tomen gran descanso a verlos”. Esta descripción se ajusta perfectamente a zonas marítimas del remanso y de aguas bajas, y esta condición existe solamente en la isla Fernandina, en la costa Oeste, en los bajos formados por su parte media, entre Punta Ducanson y Glenton Sound; en la parte del Este esta descripción no cuadra en ninguna de sus zonas. Luego dice: “y como mi voluntad fuese de seguir esta costa desta isla adonde yo estuve al Sueste (se refería a cabo Turtle Cove), porque así se corre todo Nornorueste y Sursueste y quería llevar el dicho camino de Sur y Sueste”. “Indica la posición donde estaba en la parte Oeste de la isla en el fondeadero cercano o en Alligator Bay. –Manifestó el deseo de devolverse a donde estuvo fondeando en el cabo Turtle Cove; aquí la costa corre como él dijo Nornordeste, quería volver por el camino por donde vino a esa, que fue el del Nordeste; su contrario Surueste hasta Nuevitas y llevar el camino Sur y Sueste. Como se puede ver más claridad, no es necesario de que estaba entre los bajos de la parte Oeste, es posible acondicionar algunos detalles de este párrafo en la parte Este de la isla, pero no así el rumbo de retorno; cualquier punto en que estuviera en la costa, no hubiera podido seguir un rumbo Surueste. Continúa y dice: “di la vela al Nornorueste, y cuando fue cerca del cabo de la isla, a dos leguas hallé un maravilloso puerto con una boca aunque dos bocas se le puede decir, porque tiene un isleo en el medio y son ambas muy angostas, y dentro muy ancho para cien navíos, si fuera fondo y limpio y fondo a la entrada”. Como hemos dicho anteriormente, este puerto se encuentra en la costa oeste de la isla y a 6.4 millas del Cabo Santa María y le encontró cuando remontaba la isla al rumbo “Nornorueste y cuando fue, cerca del cabo”; de haber remontado la isla por la parte del Este, hubiese hecho el rumbo indicado pero no hubiera encontrado este puerto a menos que hubiera virado al Sursurueste el cabo de Santa María, maniobra no indicada ni registrada por él, porque en el lado Este y Norte no hay puertos, sino del lado Oeste y Norte. También hubiera podido ver perfectamente la isla Rum Cay y haberla anotado detalles del bojeo de la isla Fernandina expuesto anteriormente evidencian de una manera categórica que el Almirante rodeo la isla por la parte del Oeste hasta al Norte y luego de reconocer a Rum Cay, bajo el Cabo Verde de la Fernandina, no hay otra alternativa en cuanto a la derrota del Almirante alrededor de la isla. Capítulo VIII Desde el día 19 de octubre hasta el día 27 Viernes 19 de octubre.— “En amaneciendo levanté las anclas y envié la carabela Pinta al Leste y Sueste y la carabela Niña al Surueste y yo con la nao fui al Sueste, y dado orden que llevasen aquella vuelta fasta medio día, y después que ambas se mudasen las derrotas y se recogieran para mí; y luego antes de que andásemos tres horas vimos una isla al Leste, sobre la cual descargamos, y llegamos a ella todos tres navíos antes de mediodía a la punta del Norte, adonde hace un isleo y una restinga de piedra fuera de él al Norte y otra entre él y la isla grande; la cual anombraron estos hombres de San Salvador, que yo traigo, la isla Samoet, a la cual puse nombre la Isabela (41). El viento era Norte, y quedaba el dicho isleo en derrota de la isla Fernandina, de adonde yo había partido Leste Oueste, y se corría después la costa desde el isleo al Oueste, y había en ella doce leguas fasta un cabo, a quien yo llamé el Cabo Hermoso (42), que es el de la parte del Oueste; y así es fermoso, redondo y muy fondo, sin bajas fuera de él, y al comienzo de piedra y bajo, y más adelante es playa de arena como cuasi la dicha Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... costa es, y ahí surgí esta noche viernes hasta la mañana. Esta costa toda, y la parte de la isla que yo vi, es toda cuasi playa, y la isla mas fermosa, esta es más, es de muchos árboles y muy verdes, y muy grandes; y esta tierra es más alta que las otras islas falladas, y en ella algún altillo, no que se le pueda llamar montaña, mas cosa que afermosea lo otro, y parece de muchas aguas allá al medio de la isla; de esta parte al Nordeste hace una grande angla, y hay muchos arboledos, y muy espesos y muy grandes. Yo quise ir a surgir en ella para salir a tierra, y ver tanta fermosura; mas era el fondo bajo y no podía surgir salvo largo de tierra, y el viento era muy bueno para venir a este cabo, adonde yo surgí agora, el cual puse nombre Cabo Fermoso, porque así lo es; y así no surgí en aquella angla, y aunque vide este cabo de allá tan verde y tan fermoso, así como todas las otras cosas y tierras destas islas que yo no sé adónde me vaya ni me se cansar los ojos de ver tan fermosas verduras y tan diversas de las nuestras, y aun creo que ha en ellas muchas yerbas y muchos árboles, que valen mucho en España, para tinturas y para medicinas de especería, mas yo no los cognozco de que llevo grande pena. Y llegando yo aquí a este cabo vino el olor tan bueno y suave de flores o arboles de la tierra, que era la cosa más dulce del mundo. De mañana antes que yo de aquí vaya iré en tierra a 183 ver qué es aquí en el cabo; no es la población salvo más allá adentro adonde dicen otros hombres que yo traigo, que está el Rey y que trae mucho oro; y yo de mañana quiero ir tanto avante que halle la población, y vea o haye lengua con este Rey, que según estos dan las señas, el señorea todas estas islas comarcanas y va vestido, y trae sobre sí mucho oro; aunque no doy mucha fe a sus decires; así por no los entender yo bien, como en cognocer aquellos son tan pobres de oro, que cualquiera poco que este Rey traiga les parece mucho a ellos. Este a quien yo digo Cabo Fermoso, creo que es la isla apartada de Saometo, y aún hay ya otra entre medias pequeñas; yo no curo así de ver tanto por menudo, porque no lo podía facer en cincuenta años, porque quiero ver y descubrir lo más que yo pudiere para volver a vuestras Altezas, a nuestro Señor aplaciendo en Abril. Verdad es que fallando adonde haya oro o especería en cantidad, me determine fasta que yo haya de ello cuanto pudiere; y por esto no fago sino andar para ver de topar en ello.” El día 19 salió al amanecer y ordenó a la carabela la “Pinta ir al Lesueste y la carabela Niña al Sursueste y yo con la nao fuí al Sueste “con la orden de llevar esos rumbos hasta medio día. Y después que ambas “mudasen las derrotas y recojieran para mi” y antes de caminar tres horas vieron una isla al “En amaneciendo levante las anclas y envié la carabela Pinta al Leste y Sueste, y la Carabela Niña al Sursueste, y yo con la nao fui al Sueste”. 184 Ramón Julio Didiez Burgos “Sobre la cual descargamos, y llegamos a ella todos tres navios antes de medio dia a la punta del norte, adonde nace un isleo y una restinga de piedra fuera de el, al Norte y otro entre el y la isla grande… a la cual puse nombre la Isabela”. Leste, esta fué la isla Fortuna o Cayo Largo y lo que vieron fué la Loma Fortuna que se eleva a 110 pies sobre el nivel del mar y con una visibilidad de 12 millas náuticas más de 5.1 millas correspondiente a la altura que estaba el Almirante sobre la toldilla de 25 pies son 17.1 millas náuticas y éste, antes de las tres horas estaba a 14 millas de la isla, y “sobre la cual descargamos y llegamos a ella todos tres navíos antes de mediodía a la punta del Norte donde hace un isleo y una restinga de piedra fuera de él al Norte, y otro entre él y la isla grande”; se puede ver en la costa que existe entre la isla Fortuna o Cayo largo y la isla Crooked (la isla grande) un canal que separa ambas islas y en el una isleta; además en los alrededores de esta isleta hay dos más pequeñas, Rats y Goats Cays, Cayo Ratas y Cabras, y dos piedras que afloran según lo que muestra la cartografía moderna. Las observaciones del Almirante son exactísimas y los cartógrafos actuales han confirmado lo escrito hace 475 años, “por un loco, un ambicioso, y dizque un cartógrafo,” y otras frases despectivas, y ahí la tienen, tal cual él la describió y si la hubiera cartografiado, hoy no hubiésemos discurrido tanto para averiguar su derrota, cuando dice; “y otra entre él y la isla grande; la cual nombraron estos hombres de San Salvador, que yo traigo, la isla Saometo, a la cual puse por nombre la Isabela”. Por lo que se ve le puso nombre de la Isabela a la isla Fortuna (Cayo Largo). Es indiscutible que el “isleo” de que habla el Almirante es la isleta que existe entre la isla Fortuna al Norte y la isla Crooked o Santa María de la Concepción en su parte Suroeste. Desde el isleo en la isla Fortuna, Isabela, Cayo Largo o Saometo el Almirante vio al Norte un Cabo y decidió ir allá y véase cómo explica su travesía a el: “el viento era Norte, y quedaba el dicho isleo en derrota de la isla Fernandina, de donde yo había partido Leste-Oueste, y se corría después la costa desde el isleo al Oueste, y había en ella doce leguas fasta el cabo, a quien yo llame el cabo Hermoso, que es de las partes del Oueste”. Como el viento era norte, el no podía navegar hacia el Norte en sus carabelas por ser de velas redondas o cuadradas, y estas no podían ceñir o navegar a la bolina, a un ángulo menor de 6 cuartas con la dirección del viento (N 67ºW), que era Norte y como suposición era al Sur del Cabo y el quería ir allá, salió con rumbo Oenorueste (N 67ºW), 6 cuartas, y navegó en ese rumbo y después a una distancia de 21 millas náuticas estaba a 11 millas de la Fernandina viró hacia el Leste-Oueste con proa hacia el Cabo, y distaba el 17 millas náuticas en esta nueva derrota al formar un ángulo de 90 con la incidencia del viento, el Almirante tenía 2 cuartas más para barloventear si derivaba algo por abatimiento y poder caer perfectamente en el cabo; tal y cual lo hizo, con rumbo desde el isleo a 6 cuartas del viento N, le salió la Fernandina por la proa, “quedaba el isleo en derrota de la isla Fernandina”, cuando viró a 11 millas en la derrota, “viró al Este”, de donde yo había partido Leste Oueste” se corría después la costa desde el isleo al Oueste” exacto, la costa desde el isleo hasta cabo hermoso corre al Oueste “y habrá en ella 12 leguas fasta un cabo a quien yo llame cabo Hermoso” fue preciso y de exactitud matemática, a pesar de no tener corredera, desde el isleo corrió al Ouenorueste hasta la demora Leste Oueste del Cabo y ahí hay 21 millas, y desde ese punto de viraje al Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... 185 “El viento era Norte y quedaba el dicho isleo en derrota de la isla Fernandina, de donde yo había partido Leste Oueste y se corría la costa desde el isleo al Oueste y había en ella doce leguas fasta un cabo, a quien yo llamo al Cabo Hermoso”. Leste hasta el cabo 16 millas, 38 en total igual a 12 leguas, y este cabo Hermoso es el cabo Noroeste de la isla Crooked o Santa María que en el cual se levanta una loma llamada Stopper Hill y “asi es fermoso, redondo y muy fondo, sin baja fuera de él, y el comienzo de piedra y bajo, y más adentro es playa de arena como cuasi la dicha costa y ahí surgí esta noche viernes hasta la mañana”. Si se examina la carta geográfica se puede ver aquí la descripción que hace el Almirante, corresponde a la zona, lo que hoy se llaman Portland Harbour y Pitts Town Point; cerca de esta punta es acantilada, entre Bird Rock y la Punta Landrail; fue el lugar donde él estuvo fondeando; en toda esta costa la isobática de 100 brazas corre a 0.5 millas de la costa. Cuando el Almirante arribó a la isla Fortuna lo hizo por el Sudoeste; y en dirección de la Loma Fortuna costeó la isla hacia el norte y vió toda esta costa, y hasta el isleo, de ahí la descripción que hace de ella “esta costa toda, y la parte de la isla que yo vi; es toda cuasi playa” y “parte del Nordeste hace una grande angla,” refiriéndose a una ensenada formada por la isla Crooked, la Isabela o isla Fortuna o Cayo Largo y desde el isleo llegó al Cabo Hermoso en la forma como ya lo expliqué, al decir “Y esta tierra es más alta que las otras islas falladas y en ella algún altillo que no se le pueda llamar montaña” se refirió a los Montes Blus Hill y Pesgash que están en la isla y tienen 200 pies de altura, las lomas más altas encontradas por él y lo evidencia al decir: y parece de muchas aguas allá al medio de la isla. Así es, la isla Crooked o Santa María tiene cerca del cabo una gran laguna que por su tamaño es posible que se haya conservado a través del tiempo hasta ahora, y no que dudarlo cuando dice “Este a quien yo digo Cabos Fermosos creo que es la apuntada de Saometo, y aún hay ya otra entre medias pequeñas” la isla Crooked o Santa María de la Concepción tiene una laguna grande en el medio y desagua por dos canales que corren norte-sur, “juntándose a unas 3 millas de su nacimiento en un solo brazo, formando una isleta en el medio y desemboca en la dársena o Golfo formado por las islas Crooked, Acklin y Fortuna o Cayo Largo; al expresarse de las bellezas de esta isla hace uso de una moraleja en la cual es posible que envuelva su edad. Yo no curo así de ver tanto por menudo, porque no podía facer en cincuenta años, porque quiero ver y descubrir lo más que yo pudiera para volver a vuestra Alteza”. Si así intentó hacerlo. ¿Denunció su edad y el año de su nacimiento 1442? Sábado 20 de octubre Isla Isabela “Hoy al sol salido levanté las anclas de donde yo estaba con la nao surgida en esta isla de Saometo al cabo del Sudueste yo puse nombre al Cabo de la 186 Ramón Julio Didiez Burgos que eran acostumbradas de hacer, iría a surgir; mas no quise”. El día 20 de octubre dice que después del sol haber salido levantó las anclas de donde estaba surgido en la isla de Isabela, Saometo (Fortuna o Cayo Largo) en el cabo del Sudueste (Punta Windsor) al cual él le puso el nombre de Cabo de la Laguna; el Diario no es claro en los acontecimientos de este día pues, no dice en qué momento se traslado el Almirante desde el fondeadero de Punta Landrail, en Cabo Hermoso a la Punta Sur de la isla Fortuna, Cayo Largo o Isabela, sino que lo hace salir de dicha punta sin decir cuando llegó ahí, o sea, que lo encontramos fondeando en dicho cabo el día 20 sin conocer las incidencias de un corto viaje. Desde este Cabo se internó en el Golfo formado por las tres islas, Crooked, Acklin y Fortuna o Cayo Largo y que es sumamente bajo y peligroso y navego al “Nordeste y al Leste” hacia la parte “Sueste y Sur” de dicha islas y encontró, como era natural, muy “bajo el fondo, llegó muy adentro Lugar donde estuvo fondeando en Cabo Hermoso. “y se corria después la costa desde el isleo al Oueste”. Laguna (Punta Windsor) y a la isla la Isabela, (isla Fortuna o Cayo Largo) para navegar al Nordeste y al Leste de la parte del Sueste y Sur, adonde entendí de estos hombres que yo traigo que era la población y el Rey de ella; y fallé todo tan bajo el fondo, que no pude entrar ni navegar a ello, y vide que siguiendo el camino del Sudueste era muy gran rodeo, y por esto determiné de volver por el camino que yo había traído del Nornordeste de la parte del Oueste, y rodear esta isla (43) para el viento me fué tan escaso, que yo nunca pude haber la tierra al longo de la costa salvo en la noche; y por que peligro (44) surgir en estas islas, salvo en el día que se vea con el ojo adonde se echa el ancla, por que es todo manchas, una de limpio y otra de non, yo me puse atemporejar a la vela toda esta noche del Domingo. Las carabelas surgieron porque se hallaron en tierra temprano, y pensaron que a sus señas, Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... de la ensenada e intento salir al Sudueste entre la isla Acklin y los cayos South, Wood Guana, Fish y North que forman los bajos del centro de la entrada de la ensenada, como “era muy gran rodeo” se devolvió para tomar el camino del Sursudueste que 187 enigmático para ellos, comprender hasta donde era posible el arrojo del Almirante como Marino de pura cepa, y con una experiencia nunca vista ni calibrada. “Hoy el sol salido levanté, las anclas de donde yo estaba con la nao surjida en la isla de Saometo, al cabo del Sudueste, aonde yo puse nombre el Cabo de las Lagunas y a la isla la Isabela”. era el que había traido del “Nornordeste de la parte del Oeste” de la isla Fortuna o Isabela o Saometo; el viento no le ayudó y no podía llegar a ella de día y temporizo toda la noche del domingo 9 (yo digo que fue Sábado) en los bajos de la ensenada, a pesar de que de la Pinta a la Niña le hacían las señales convenidas que se hallaban al Surueste de la isla Fortuna o Isabela; él prefirió sostenerse en medio de la ensenada hasta la mañana por eso dice; “el viento me fue tan escaso, que yo nunca pude haber la tierra al longo de la costa salvo en la noche; y por ques peligro surgir en esta isla, salvo en el día que se vea con el ojo adonde se echa el ancla, por que es todo manchas, una de limpio y otra de non, yo me puse a temporizar a la vela toda la noche del domingo (sábado)”. El que dude que el Almirante no anduvo entre los bajos de la ensenada por las tres islas Acklin, Crooked y la isla Fortuna o Isabela o Saometo en la descripción del día 20 de octubre, tiene la prueba el hecho de que, muchos analistas de su derrota han soslayado este hecho; no significa que no lo han querido hacer, sino que se hizo Domingo 21 de octubre. “A las diez horas llegué aquí a este cabo del isleo, y surgí y así mismo las carabelas; y después de haber comido fui en tierra, adonde aquí no había otra población que una casa, en la cual no fallé a nadie que creo que con temor se habían fujido, porque en ella estaban todos sus aderezos de casa. Yo no le deje tocar nada, salvo que me salí con estos capitanes y gente a ver la isla; que si las otras ya vistas son muy fermosas y verdes y fértiles, esta es mucho mas y de grandes árboles y muy verdes. Aquí es unas grandes lagunas, y sobre ellas y a la rueda es el arboledo en maravilla, y aquí y en toda la isla son todos verdes y las yerbas como en e abril en el Andalucía; y el cantar de los pajaritos que parece que el hombre nunca se querria partir de aquí, y las manadas de los papagayos que ascurecen el sol; y aves y pajaritos de tantas maneras y tan diversas de las muestras, que es maravilla y después de arboles de mil maneras, y todos de manera fruto, y todos huelen que es maravilla, que yo estoy el mas penado del mundo de no los cognoscer, 188 Ramón Julio Didiez Burgos porque soy bien cierto que todos son cosa de valia, y de ellos traigo la demuestra, y así mismo de las yerbas. Andando así en cerco de una destas lagunas vide una sierpe (45), la cual matamos y traigo el cuero a vuestra Alteza, ella como nos vido se echo en la laguna y nos la seguimos dentro, porque no era muy fondo, fasta que con lanzas la matamos es de siete palmos en largo; creo que estos semejantes “Para navegar al Nordeste y al Leste de la parte del Sueste y Sur… Y fallí todo tan bajo el fondo, que no pude entrar ni navegar a ello, y vide que siguiendo el camino del Sudueste era muy gran rodeo”. hay aquí en esta laguna muchas. Aquí cognosí del liñaloe, y mañana he determinado de hacer a la nao diez quintales, porque me dicen que vale mucho. También andando en busca de muy buena agua, fuimos a una población aquí cerca, adonde estoy surto media lengua; y la gente della como nos sintieron dieron todos a fugir, y dejaron las casas y escondieron su ropa y lo que tenían por el monte; yo no dejé tomar nada ni la valía de un alfiler. Después se llegaron a nos unos hombres dellos, y uno se llegó del todo aquí; yo di unos cascabeles y unas cuentecillas de vidrio, y quedo muy contento y muy alegre, y porque la amistad crecía mas y los requiriese algo le hice pedir agua, y ellos después que fui en la nao vinieron luego a la playa con sus calabazas llenas y folgaron mucho de dárnoslas, y yo les mande dar otro remalejo de cuentecillas de vidrio, y dijeron que de mañana vernían acá. Yo quería hinchir aquí toda la vasija de los navíos de agua; por ende si el tiempo me da lugar, me partiré a rodear esta isla fasta que yo haya lengua con este Rey, y ver si puedo haber del el oro que oyo que trae, y después partir para otra isla grande mucho, que creo que debe ser Cipango, según las señas que me dan estos indios que yo traigo, a la cual ellos llaman Colba (46), en la cual dicen que ha naos y mareantes muchos y muy grandes; y de esta isla otra que llaman Bosio (47), que también dicen que muy grande, y a las otras que son entremdio veré asi de pasado, y según yo fallare recaudo de oro o especería determinare lo que he de facer. Más todavía tengo determinado de ir a la tierra firme y a la ciudad de Guisay, y dar las cartas de vuestra Alteza al Gran Can, y pedir respuesta y venir con ella”. A las 10 horas (medio día, diez ampolletas), llegó al cabo del isleo o sea a la punta Norte de la isla Fortuna (Cayo Largo o Saometo) fondeó en conjunto con las tres carabelas, anduvo por tierra buscando oro, y por encontrarse con el Rey de la isla, los indios le informaron de la isla de “Colba” que debió ser por interpretación fonética “Cuba” en la cual dicen que “ha naos y mareantes muchos y muy grandes, y de esta isla otra que llaman Bosio que también dicen ques muy grande, y a las otras que son entremedio vere asi de pasada”. Un nuevo incentivo para seguir viaje y seguir su reconocimiento de las islas. Lunes 22 de octubre.— “Toda esta noche y hoy estuve aquí aguardando si el Rey de aquí o otras personas trerian oro ó otra cosa de substancia, y vinieron muchos de esta gente, semejantes a los otros de las otras islas, así desnudas, y asi pintados dellos de blanco. Dellos de colorado, dellos de prieto, y así de muchas maneras. Traían azagayas y algunos ovillos de algodón a resgatar; el cual trocaban aquí con algunos marineros por pedazos de vidrio, de tazas quebradas, y por pedazos de escudillas de barro. Algunos dellos traían algunos pedazos de oro colgados al nariz, el cual de buena gana daban por un cascabel destos de pie de gavilano y por cuentecillas de vidrio; mas es tan poco que no Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... es nada: que es verdad que cualquier poca cosa que se les de ellos también tenían a gran maravilla nuestra venida, y creían que era venido del cielo. Tomamos agua para los navíos en una laguna que aquí está cerca del cabo del isleo, (Punta Norte de la isla Isabela, Fortuna o Cayo Largo) que asi la nombré; y en la dicha laguna Martin Alonso Pinzón, capitán de la Pinta, mató otra sierpe tal como la otra de ayer de siete palmos y fice tomar aquí del linaleo cuanto se falló”. Martes 23 de octubre.— “Quisiera hoy partir para la isla de Cuba, que creo que debe ser Cipango, según las señas que dan esta gente de la grandeza della y riqueza, y no me deterné mas aquí ni (48) esta isla alrededor para ir a la población, como tenía determinado, para haber lengua con este Rey ó Señor, que es por no me detener mucho, pues veo que aquí no hay mina de oro, y al rodear de esta isla ha menester muchas maneras de viento, y no vienta, así como los hombres querían. Y pues es de andar adonde haya trato grande, digo que no es razón de detener salvo ir a camino, y calar mucha tierra fasta topar en tierra muy provechosa, aunque mi entender es questa sea muy provechosa de especieria; mas que yo no lo cognosco que lleve la mayor pena del mundo, que veo mil maneras de árboles que tiene cada uno su manera de fruta, y verde agora como en España en el mes de Mayo y Junio, y mil maneras de yerbas, eso mesmo, con flores, y de todo no se cognoscío salvo este linaloe de que hoy mandé también traer a la nao mucho para llevar a vuestras Altezas, y no he dado no doy la vela para Cuba, porque no hay viento, salvo calma muerta, y llueve mucho; y llovío ayer mucho sin hacer ningún frio, antes el día hace calor, y las noches temperadas como en Mayo en España en el Andalucía”. Estos dos días los estuvo fondeado en el cabo del isleo, examinando la isla, observando sus maravillas, sus árboles, sus aguadas, sus condiciones generales y comparándolas con España y regiones de ella; bien podía decir yo, que se tomó un buen descanso y se les dio a sus gentes también, buenas falta les hacía. Islas Arenas Miércoles 24 de octubre.— “Esta noche a media noche levanté las anclas de la isla Isabela del cabo del isleo (49), ques de la parte del Norte a donde yo estaba posado para ir a la isla 189 de Cuba, a donde oí desta gente que era muy grande y de gran trato, y había en ella oro y especerias y naos grandes y mercaderas; y me amostró que al Ouesudueste iría a allá, y yo así lo tengo, porque creo que si es así como por señas que me hicieron todos, los indios de estas islas y aquellos que llevo yo en los navíos, porque por lengua no los entiendo, es la isla de Cipango, de que se cuentan cosas maravillosas, y en las esferas que yo vi y en las pinturas de mapamundos es ella en esta comarca, y asi navegué fasta el día al Ouesudueste, y amaneciendo calmó el viento y llovió, y asi casi toda la noche; y estuve así con poco viento fasta que pasada de medio día y entonces tornó a ventear muy amoroso y llevaba todas mis velas de la nao, maestra, y dos bonetas, y trinquete, y cabadera, y mezana, y vela de gavia, y al batel por popa así anduve al camino fasta que anocheció, y entonces me quedaba al Cabo Verde de la isla Fernandina, el cual es de parte de Sur a la parte de Oueste, me quedaba al Norueste, y hacia de mi a él siete leguas, y porque ventaba ya recio y no sabía yo cuanto camino hubiese fasta la dicha isla son muy fondas a no hallar fondo todo en deredor, salvo a tiro de dos lombardas, y esto es todo manchado un pedazo de roquedo y otro de arena, y por esto no se puede seguramente surgir salvo a vista de ojo, y por tanto acordé de amainar las velas todas, salvo el trinquete, y andar con él, y de un rato crecía mucho el viento y hacia mucho camino de que dudaba, y era muy gran cerrazón, y llovía mandé amainar el trinquete y no anduvimos esta noche dos leguas, etc.”. Al levantar anclas esa noche (martes 23 y no miércoles) y a media noche de la “isla de la Isabela del Cabo del isleo, ques de la parte del Norte a donde yo estaba parado para ir a la isla de Cuba navegué al Ouesudueste” con todas sus velas izadas, o como corrientemente decimos por aquí “a todo trapo” hasta que amaneció y le calmo el viento y estuvo con poco viento “fasta que pasaba de medio día”, después de mediodía “torno a ventear muy amoroso y así anduvo sobre el Ouesudueste hasta que le anocheció, vió que el cabo Verde de la isla Fernandina, el cual es de la parte Sur a la parte Oueste, me quedaba al Norueste, y hacia de mi a siete leguas”. Por lo que se ve en el reporte de este día el viento estaba irregular y pudo andar poco unas 19 millas náuticas en unas 18 horas, unas veces anduvo bien y otras no, como dice, después tuvo que durante la noche amarrar el trinquete “no anduvieron mas esta noche de dos leguas”. Al fijar su posición al anochecer estaba en 190 Ramón Julio Didiez Burgos “Esta noche a media noche levanté las anclas de la isla Isabela del cabo del isleo”… “asi navegué fasta el dia al Ouesudueste… “y entonces me quedaba el Cabo Verde de la isla Fernandina, el cual es de la parte Sur a la parte del Oueste, me quedaba al Norueste y hacia de mi a el siete leguas. la parte Sur de la isla Fernandina y de la parte Este y con mucha razón la marcó al Noroueste, 22 millas “Entonces vieron tierra, y ran siete a ocho islas en luengo, todas de Norte a Sur; distaban de ella 5 leguas”. náuticas, 7 leguas; esta marcación puede dar una posición que acusa un rumbo desde el fondeadero del Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... isleo de 3 grados de error al E. sobre el Ouesudueste y posición geográfica de Latitud 22º – 35’.5 N Longitud 74º – 36’W. El Almirante entendió en este día, por las explicaciones que le daban los indios, que iría con el rumbo Ouesudueste a la isla de Cipango; así se lo confirmaba la posición de esta isla en las esferas y mapamundi que había visto porque estaba en “esta comarca”. Ni un solo motivo le hacía apartarse de que había llegado las islas que estaban figuradas en los mapas antiguos al término del continente asiático, y sobre todo en los alrededores de la isla Cipango, la cual se dibujaba a 968 leguas desde la isla de Hierro; esta coincidencia geográfica con la distancia le hizo aferrarse a la idea de que había llegado al continente Asiático, con esa idea murió. Jueves 25 de octubre.— “Navegó después del sol salido al Oueste Sudueste hasta las nueve horas, andarían cinco leguas, después mudó el camino al Oueste; andaban ocho millas por hora hasta la una después del mediodía, y de allí hasta las tres, y andarían cuarenta y cuatro millas. Entonces vieron tierra, y eran siete a ocho islas (50), en luengo todas de Norte a Sur; distaban de ellas cinco leguas, etc.”. Si durante este día el Almirante “navegó después del sol salido, (el sol sale a las 6h–27m), al Oueste Sudueste hasta las nueve horas” y anduvieron 5 leguas (16 millas náuticas), “después mudó su camino al Oueste; andaban 8 millas antiguas, por hora hasta la una, después de mediodía, y de allí hasta las tres, y andarían cuarenta y cuatro millas” de las 9 a las 3, hay 6 horas a 8 millas por hora serían 48 millas, pregunto yo ¿cómo es posible que el Almirante, incurra en un error tan trivial como éste? De lo dicho se desprende que las 3 horas indicadas en el Diario no corresponden a las 3 de la tarde, porque revela media hora mayor para el cómputo de la velocidad; si llegamos a considerar todos estos acontecimientos a la luz de los aspectos favorables y desfavorables que pueda imperar en el día; y en ese momento podemos ver que las tres de ese día el azimuth del sol eran N 126º W y el rumbo de él era de N 87º W – (Leste-Oueste en su Brújula), de manera que el vertical del sol caía de plano bastante cerrado a su proa (39 grados) y su visibilidad estaría muy restringida por los reflejos escandilantes de él, y por lo que se ve en la carta, por el rumbo y su distancia que las primeras islas que él hubiese podido ver eran el Cayo Nurse (Nodriza), 50 pies sobre el nivel del mar, y el Cayo Hermanas con 40 pies en una demora de N 80º W, y con 191 una visibilidad geográfica de 8.1 millas y 7.2 millas náuticas respectivamente, él desde el puente a 25 pies de alcance geográfico de 5.1 millas no podía verlas en razón a que esta altura le daba 13.8 y el dijo que estaba a 5 leguas (16 millas: ahora bien, el vigía de la gavia con su altura de unos 70 pies, si hubiera podido verlo, ya que su alcance era de 9.6 millas más la de las islas daban unos 17.7, pero aún así, insisto en que los reflejos encandilantes del sol no le hubieran dado al Vigía razón de visibilidad. En la realidad desde el fondeadero del isleo hasta el punto donde fueron vistas las islas, hay 23 leguas y hasta la misma isla 28, el Diario solamente nos da hasta el punto de donde se vieron las islas, 22 leguas, y hasta las islas 27 ¿donde está la otra legua? Eso es lo que me he propuesto descifrar, pero antes veamos lo que dice fray Bartolomé de las Casas a este respecto, en la Historia de las Indias “porque llovió, y lo mismo el jueves 25 de octubre, y hasta las nueve del día navegaría 10 leguas, poco más, después de las nueve en adelante mudó el camino al queste y andarían, hasta las tres de este día, 11 leguas y entonces vieron tierra 5 leguas della, y eran siete ó ocho islas en luengo, todas de Norte a Sur”. Como el padre De las Casas fue quien tradujo y copió el Diario del del Almirante, era muy razonable que el error tuviera su origen en él; por la cita anterior veremos que él también al no saber interpretar el Diario, deja la distancia total caminada desde el isleo al punto que vieron las islas menor en 2 leguas 6.4 millas náuticas. Espero en los siguientes párrafos dejar aclarado este caso por tener suma importancia al estar en corroboración a lo sucedido con el día 11 de octubre y justificar una vez más, que una simple sustitución de horas por ampolletas cambio el resultado de la realidad y produjo un grave daño a través de 475 años, al no poderse coordinar cronológicamente los elementos que forman el rompecabezas. El día 24 de octubre dice el Almirante al final de sus anotaciones “y no anduvimos esta noche dos leguas etc.”, y el día 25 de octubre dice “navegó después del sol salido al Oueste Sudueste hasta las nueve horas, andarían cinco leguas”. Al no especificar el punto de partida del camino de estas 5 leguas, envolvió hasta las nueve horas el camino hecho desde el punto desde donde vio a la isla Fernandina al anochecer del día anterior al Norueste, de manera que las dos leguas no caminadas la noche anterior no quedaron envueltas en las 5 leguas; el sol sale a esta fecha y para esta latitud a la 6 horas 192 Ramón Julio Didiez Burgos 27 minutos hora verdadera, 2 ampolletas más y serían las 7h–27m a esta hora terminó la guardia o cuarto de la AURORA y a esta hora habían pasado 8 ampolletas, que hacen 4 horas de servicio, una ampolleta más y hacen 9 ampolletas, (7h–57m); con referencia al cuarto cumplido, 1 ampolleta más para la primera guardia, y esta 9 ampolleta es la 9 horas de fray Bartolomé de las Casas y al momento en que el Almirante refirió la distancia de 5 leguas caminadas desde la noche anterior, cuando estuvo al Sudeste del Cabo Verde de la isla Fernandina. Eran las 7h–57m en la mañana a las 9 ampolletas, inclusive, andarían 5 leguas hasta este momento, mudó en camino al Oueste; andaban ocho millas por hora (2 leguas) hasta la una (1 ampolleta) después del mediodía, (las 12h–27m, no la una del día), y serían 4 horas y media, una más harían 5 horas y media, la 13h–27m, esto es, tres ampolletas después de mediodía, no las tres de la tarde; a 8 millas antiguas por hora, serían 44 millas 11 leguas (35 millas náuticas), lo que decía el Almirante hasta este momento que tenía recorrido, desde que salió a medianoche del día 23 (no el 24) del fondeadero del isleo; 6 leguas hasta el Sueste del Cabo Verde de la isla Fernandina, más 1 legua “no anduvimos esa noche dos leguas” más 5 leguas que anduvo durante la mañana hasta las 9 ampolletas (7h–57m), mas 11 leguas desde las 9 hasta la una después de mediodía y de allí hasta las tres, (13h–27m), a esta hora vieron las islas y distaban de ellas 5 leguas, total de distancia 28 leguas, esta es la distancia real que hay entre el fondeadero del Cabo del isleo hasta las islas Arenas (89 millas náuticas). La legua que falta en el Diario para completar las 28 leguas del total de la distancia, vimos donde era que estaba señalada; las 9 horas vimos que eran 9 ampolletas pasadas del inicio de la guardia o cuarto de la Aurora a las 3h–27m de la mañana, la “una después de medio día” eran las 12h – 27m, esto es, 1 ampolleta pasado el mediodía y no la una de la tarde, “y de allí hasta las tres”. No eran las tres de la tarde, sino tres ampolletas después de mediodía, las 13h–27m aquí se ve que fray Bartolomé de las Casas cometió en este día los mismos errores en el tiempo y la distancia que el día 11 de octubre antes de arribar a la isla de Guanahaní o San Salvador. Para mí es asombroso la forma como el Almirante media la velocidad de su buque con una exactitud tal que sorprende a cualquier navegante actual, ya que no poseía ningún instrumento para efectuar estas mediciones. Esta facultad no puede ser concebida sino en un marino de una experiencia acrisolada en muchos años de navegación. A las 13h–27m en vertical del sol caía unos 60 grados a babor de su proa, (Próximo al SW1/4S) era suficiente ángulo para dejar despejado de reflejos molestos su proa y poder ver las islas y sobre todo a Cayo Nurse con 20 pies sobre el nivel del mar; también la hora le daba suficiente tiempo para ir y fondear al Sur de las islas; el sol se ponía en este día a las 5h–33m p.m y el vió las islas a las 13h–27m; esto da una diferencia de 4h–06m para caminar unas 40 ó 44 millas antiguas ó 35 millas náuticas ú 11 leguas a 8 millas antiguas por hora, si no lo hizo, es posible que el viento le amainara o que hizo un reconocimiento con velas aferradas para disminuir velocidad o que al ver acercarse la noche y no saber hasta donde llegaban las islas temporejara en esos alrededores hasta el otro día. Esta sincronización de los hechos acaecidos en esta travesía desde el fondeadero del isleo de la isla Isabela, se ha comprobado ahora con el auxilio de las cartas modernas, lo que la realidad le hizo escribir al Almirante hace tantos años; hoy sale a la luz, con el resplandor alucinante de su prodigiosa experiencia, como una realidad de una travesía entre islas que ya no podrán seguir escondidas en errores de copistas, ni falsas interpretaciones; al exponer el Almirante los sucesos, lo hizo en la forma y estilo que la época entendía. Es inexplicable que el Almirante tomara en este día un rumbo tan diferente al que le indicaban los indios, tal y cual el mismo confesó en su Diario, “esta noche a medianoche levante las anclas de la isla Isabela, del cabo Isleo, ques de la parte del Norte adonde yo estaba posado para ir a la isla de Cuba, adonde oí desta gente que era muy grande y de gran trato, y había en ella oro y especiería y naos grandes y mercaderes, y me mostró que al Ouesudueste iría a ella, y yo así lo tengo, porque creo que si es así como por señas que me hicieron todos los indios de estas islas y aquellos que llevé yo en los navíos, porque por la lengua no os entiendo, es la isla de Cipango, de que cuentan cosas maravillosas”. Como se ve, los indios le indicaban al Ouesudueste, él siguió sus consejos muy poco tiempo, porque las 9 horas (7h– 57m) viró sobre el W, para los indios; el almirante en vez de buscar a Cipango, según él, o Colba, según los indios, se alejaba de ella ¿qué ocurrió? ¿Qué le sucedió al Almirante, que en vez de ir sobre la dirección que los indios le indicaban, no lo hizo? Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... 193 Parece tiene todo el carácter de verosimilitud, que cuando le amaneció el día 17 de octubre cerca de Roca Nuevitas, al remontar la isla Fernandina distinguiera al W. a Cayo Agua con 70 pies de altura y Cayos Jumentos a 17 millas que es una hilera de rocas que afloran y limitan al E. el Gran Banco de la Bahama; no hay duda que este día, que después de haber navegado bastante tiempo al sur de la Fernandina buscara esta cadena de islas que viera el día 17 de octubre, que se proyectaba hacia el sur; él, como se ha visto, daba mucha fe de las informaciones de los indios, a los cuales los consideraba como guías, pero en este caso atendió más bien a su sentido de la orientación y encontró con rapidéz lo que buscaba, la cadena de islas. Estas son a partir de Cayo Hermanas (Sister Cay) hacia el Sur. Cayo Hermanas Cayo Nodriza Cayo Buenavista Cayo Mapache Cayo Johnson Cayo Pavo Real Cayo Cochino Isla Escabrosa Islita Escabrosa Sister Cay Nurse Cay Cayo Buenavista Raccoon Cay Johnson Cay Maycock Cay Hog Cay Ragged island Little Ragged island Viernes 26 de octubre.— “Estuvo de las dichas islas de la parte Sur, era todo bajo cinco o seis leguas, surgió por allí. Dijeron los indios que llevaba, que había dellas a Cuba andadura del día y medio con sus almadías, que son navetas de un madero adonde no llevan vela, estas son las canoas. Partió de allí para Cuba porque por las señas que los indios le daban de la grandeza y del oro y las perlas della pensaba que era ella, conviene saber, Cipango”. La medición de los bajos al Sur de las islas Arenas de 5 a 6 leguas no dejaba de tener visos de realidad, aunque son unas 8.5 leguas a la parte Sur. Sábado 27 de octubre.— “Levanté las anclas salido el sol de aquella islas, que llamó las islas de Arena, por el poco fondo que tenían de la parte del Sur hasta seis leguas, anduvo ocho millas por hora hasta la una del día al Sursudueste y habrían andado cuarenta millas, y hasta la noche andarían veinticinco millas al mesmo camino, y antes de noche vieron tierra. “Levantó las anclas salido el sol de aquellas islas, que llamó las islas de Arena… antes de la noche vieron tierra… anduvieron el sábado fasta el poner del sol diecisiete leguas al Sursudueste”. Estuvieron en la noche al reparo con mucha lluvia que llovió, anduvieron el sábado fasta el poner del sol diecisiete leguas al Sursueste”. Después de haber salido el sol a las 6h–27m levantó anclas de donde estaba fondeando en las islas Arenas y tomó el camino del Sursudueste; fue extraño, porque no lo menciona, el que no haya visto el cayo Santo Domingo con una altura de 15 pies sobre el nivel del mar, y al cual le pasó apenas unas 8 millas náuticas; es posible que al ser en la mañana y tener el sol en el Este no hubiera mucha visibilidad, pues ésta sólo dista de la isla Pequeña Ragged (Escabrosa) 27 millas náuticas, anduvieron 17 leguas, que son el total en millas, 68 antiguas ó 54 náuticas, antes de la noche vieron la isla de Cuba, estuvieron la noche al reparo. Entiendo que el Almirante quiso decir con esto que estuvieron a la Facha, de Fachear, disponer las velas de manera que las unas contrasten las otras y así sostenerse aproximadamente en una zona reducida sin hacer mucho camino. Estas distancias caminadas desde la isla Arenas hasta ver la isla de Cuba, lo llevó a una distancia de 12 millas náuticas de la costa de esta isla. 194 Ramón Julio Didiez Burgos Capítulo IX Desde el día 28 de octubre hasta el día 11 de noviembre Isla de Cuba Domingo 28 de octubre; “Fui de allí en demanda de Cuba al Sursudueste, a la tierra della más cercanas (51) entró en un río Almirante que nunca tan fermosa cosa vido, lleno de árboles, todo cercado del río fermosos y verdes, y diversos de los nuestros, con flores y con su fruto, cada uno de su manera, aves muchas y pajaritos que cantaban muy dulcemente; había gran cantidad de palmas de otra manera que las de Guinea y de las nuestras; de una estatura mediana y los pies sin aquella camisa, y las hojas muy grandes, con las cuales cobijan las casas; la tierra muy llana; saltó el Almirante en la barca y fue a tierra, y llegó a dos casas que crey ser de pescadores, y que con temor se huyeron, en una de las cuales halló un perro que nunca ladró, y en ambas casas halló, redes de hilo de palma y cordeles, y anzuelo de cuerno, fisgas de hueso y otros aparejos de pescar, en muchos huegos dentro, y creyó que en cada una se juntan muchas personas; mandó que no se tocase en cosa de todo ello, y así se hizo, la yerba era grande como en el Andalucía por abril y mayo. “Estuvieron la noche al reparo con mucha lluvia que llovió”. hermoso y muy sin peligro de bajas ni otros inconvenientes, y toda la costa que anduvo por allí era muy hondo y muy limpio fasta tierra, tenía la boca del río doce brazas, y es bien ancha para barloventear; surgió dentro, dizque a tiros de lombarda. Dice el Halló verdolagas muchas y bledos. Tornóse a la barca y anduvo por el río arriba un buen rato, y disque era gran placer ver aquellas verduras y arboledas, y de las aves que no podía dejallas para se volver. Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... Dice que es aquella isla la más hermosa que ojos haya visto, llena de muy buenos puertos y ríos hondos, y la mar que parecía que nunca se debía alzar porque la yerba de la playa llegaba hasta cuasi el agua, la cual no suele llegar donde la mar es brava; hasta entonces no había experimentado en todas aquellas islas que la mar fuese brava la isla, dice que llena de montañas muy hermosas, aunque no son muy grandes en longura salvo altas, y toda la otra tierra es 195 jornadas de diez días. Llamó el Almirante aquel río y puerto de San Salvador” (52). Para esa fecha el sol se pone a las 5h–35m p.m. y sale a las 6h–25m a.m. el día tendría a lo sumo unas 12 horas de claridad y la noche sus 12 horas de oscuridad, como el Almirante estuvo “la noche al reparo con mucha lluvia que llovió”. Hay que admitir por motivos meteorológicos que en la mar nunca llueve sin que el viento sople, Don Cristóbal Colón llega al Puerto de San Salvador (Puerto Padre) en Cuba. alta de la manera de Sicilia; llena es de muchas aguas, según pudo entender de los indios que consigo lleva, que tomó en la isla de Guanahaní, los cuales le dicen por señas que hay diez ríos grandes, y que con sus canoas no la pueden cercar en veinte días. Cuando iba a tierra con los navíos, salieron dos almadías o canoas, y como vieron que los marinos entraban en la barca y remaban partir a ver el fondo del río para saber donde habían de surgir, huyeron las canoas. Decían los indios que en aquella isla habían minas de oro y perlas, y vido el Almirante lugar apto para ellas y almejas, que es señal dellas, y entendía el Almirante que allí venían naos del Gran Can, y grandes, y que de allí a tierra firme había unas veces fuerte, otras débil, pero siempre hay viento cuando llueve, si estas lluvias son en forma de lo que le llaman chubascos, entonces los vientos que arrastran estos chubascos, tienen fuerza de 5 ó 6 en la escala Beaufort, es decir las fuerzas de 30 a 35 nudos por hora; el estar al reparo no implica inmovilidad en el medio del mar y sobre todo con algunas velas izadas, obra muerta alta, popa alterosa y chubasquiandole, en esta zona en la generalidad cuando hay lluvia en forma ya predicha dominan estas y sus vientos entre el Norte y el Este, así que es lógico que el Almirante fuera arrastrado al Oeste durante esas 12 horas, 0.5 leguas de velocidad por hora, manteniéndose alejado de la costa, unas 196 Ramón Julio Didiez Burgos “y entró en un río muy hermoso y muy sin peligro de bajas ni otros inconvenientes... Llamó el Almirante aquel río y puerto de San Salvador. 8 millas antiguas, cuando le amaneció, siguió el viento al Sursudueste, recorrió la costa entre Pta. Herradura y Pta Jarro es “muy honda y muy limpio fasta tierra” y entró en bahía de Puerto Padre a la que “llamó el Almirante aquel río y Puerto de San Salvador”, anduvo 25 millas. Muchos autores, en esta ocasión, inmovilizan las naves de Colón desconociendo así el valor de las corrientes y del viento del lugar, haciendo amanecer al Almirante más al Este de donde anocheció; es como si lo fondearan en el medio del mar, para luego deliberadamente llevarlo a Bariay o Gibara. El hecho de haber anochecido ahí no es para considerar que amaneciera en el mismo lugar. Resumen del recorrido Al llegar el Almirante a las islas Planas el día 12 de octubre encontró dos islas, a las del Oeste le dio nombre de San Salvador, la Guanahaní de los indios, a la del Este no le puso nombre, a la del Oeste fue donde desembarco y en esta tomo posesión en nombre de los Reyes de España, con todo su ceremonial, en unión de los capitanes de las carabelas y sus tripulantes. A pesar de no ponerle nombre a la isleta del Este cuando la visitó en el batel el día 14 de octubre la vió, aunque un poco lejos, pero lo suficiente para ver el vértice W de la isla y apreciar que las costas de ella se divergían desde allí; al otro día amaneció navegando en su otro extremo para enterarse bien de la primera isla que vieron el día 11 de octubre a la 1h–16m de la mañana, al amanecer cerca del otro extremo vió también la forma de esta zona y apreció con exactitud asombrosa que la isla tenía forma de TRIÁNGULO, al volver hacia el W midió sus dimensiones 1,5 leguas, (4.8 millas náuticas), dato que no lo dice el Diario pero si fray Bartolomé de las Casas en su Historia de las Indias y don Fernando Colón y Henríquez en su Historia del Almirante don Cristóbal Colón, pero estos cometieron el gravísimo error de eliminar el punto entre el 1 y 5 haciendo la isleta de 15 leguas, 47,7 millas náuticas. Difícilmente con estas alteraciones pueda llegarse a encontrar una solución entre la cartografía real y las informaciones dadas por el Almirante en su derrota y de ahí toda y muchas de las dificultades halladas por los hombres en los estudios hechos al Diario. El día 15 de octubre descubre la isla Acklin y Crooked, bautiza a la isla Crooked con el nombre de Santa María de la Concepción, pero deja sin Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... nombre a la isla Acklins, aunque el día 16 octubre envuelve a ambas con el nombre al decir “Partí de las islas de Santa María de la Concepción”. El día 17 de octubre sigue viaje, pasó la tarde del día 16 y el día y la noche del 17 navegando descubre otra isla y le dio el nombre de Fernandina, y la rodea hasta su extremo norte. El día 18 al amanecer encuentra otra isla en su trayecto y no le da nombre, (Rum Cay, la Santa María de la Concepción de Muñoz) navega al sur y se refugia en la parte Sur de la isla Fernandina y ahí le amanece. El día 19 sale de la isla Fernandina y a mediodía arriba a otra isla a la cual le pone nombre de Isabela, (Fortuna o Saometo). El día 24 de octubre sale a navegar y el día 25 encuentra un grupo de islas 7 u 8 a las que les puso por nombre islas de Arenas, donde se fondea en su parte Sur (islas escabrosas). El día 27 de octubre sale de las islas de Arena hacia el Sur y en la tardecita descubre a la isla Cuba, a la cual arriba en un puerto (Puerto Padre) el día 28 de octubre y en el cual entró y lo exploró. Hasta aquí el resumen de los acontecimientos desde el día 12 de octubre. “Eran hechas a manera de Alfanaques, y grandes, y parecían tiendas en real sin concierto de ediles”. 197 Lunes 29 de octubre.— “Alzó las anclas de aquel puerto y navegó al Poniente para ir dizque a la ciudad donde le parecía que le decían los indios que estaba aquel Rey. Una punta (53) de la isla a Norueste seis leguas de allí, otra punta (54) le salía al Leste diez leguas; andada otra legua vido un río, no de tan grande entrada, al cual puso nombre el río de la Luna (55) anduvo hasta hora de vísperas. Vido otro río muy más grande que los otros, y así se lo dijeron por señas los indios, y cerca de él vido buenas poblaciones de casas: llamó al río de Mares (56). Envió dos barcas a una población por haber legua, y a una de ellas un indio de los que traía porque ya los entendían algo y mostraban estar contentos con los cristianos, de las cuales todos los hombre y mujeres y criaturas huyeron, desamparando las casas con todo lo que tenían, y mandó el Almirante que no se tocase en cosa. Las casas dizque eran ya más hermosas que las que habían visto, y creían que cuanto más se allegase a la tierra firme serian mejores. Eran hechas a manera de alfaneques, muy grandes y parecían tiendas en real sin concierto de calles, sino una acá y otra aculla, y dentro muy barridas y limpias, y sus aderezos muy compuestos”. Todas son de ramas de palma muy hermosas. Hallaron 198 Ramón Julio Didiez Burgos muchas figuras de mujeres, y muchas cabezas en manera de caratona (57) muy bien labradas. No sé si esto tienen por hermosura o adoran en ellas. Había perros que jamás ladraron: había avecitas salvajes mansas por sus casas: había maravillosos aderezos de redes y azulejos y artificios de pescar; no le tocaron en cosa dello. Creyó que todos los de la costa debían de ser pescadores que llevan el pescado de la tierra dentro, porque aquella isla es muy grande, y tan hermosa que no se hartaba de decir bien della. Dice que halló árboles y frutas de muy maravilloso saber; y dice que debe haber vacas en ella y otros ganados, porque vido cabezas en huesos que le parecieron de vaca. Aves y pajaritos y el cantar de los grillos en toda la noche con que se holgaban todos; los aires sabrosos y dulces de toda la noche ni frio ni caliente. Mas por el camino de las otras islas en aquellas dizque hacia gran calor y allí no salvo templado como en mayo; atribuye el calor de las otras islas por ser muy llanas y por el viento que traían hasta allí se levante y por eso cálido. El agua de aquellos ríos era salada a la boca; no supieron de donde bebían los indios aunque tenían en sus casas agua dulce. En este río podían los navíos Boltejar (58) para entrar y para salir, y tienen muy buenas señas o marcas: tienen siete y ocho brazas de fondo a la boca y dentro cinco. Toda aquella mar dice que le parece que debe ser siempre mansa como el río de Sevilla, y el agua aparejada para criar perlas. Halló caracoles grandes, sin sabor no como los de España. Señala la disposición del río y del puerto (59) que arriba dijo y nombró San Salvador, que tiene sus montañas hermosas y altas como la Peña de los enamorados, y una de ellas tiene encima otro montecillo a manera de una hermosa mezquita. Este otro río y puerto (60), en que agora estaba, tiene de la parte del Sueste de dos montañas así redondas y de la parte del Oueste Norueste un hermoso cabo llano que sale fuera”. El Almirante pasó el día 28 de octubre en el Puerto de San Salvador (Puerto Padre) y salió el día 29; una vez fuera del puerto y en la mar, vio las costas que le quedaban al Este, y de estas sólo podía ver lo que su altura sobre el nivel del mar le permitió en alcance geográfico de 5 ó 6 millas náuticas; pero toda costa o montaña que sobresaliera de su alcance geográfico el podría verla a mayor distancia y de ahí que al ver las lomas al sur del Puerto Gibara (La Silla de Gibara) con una altura de 1009 pies sobre el nivel del mar y un alcance geográfico de 36 millas náuticas, más las ocho que correspondían a la altura de la popa de la Santa María hacían 42 millas náuticas de alcance, y él estaba a 31 millas náuticas a la salida del Puerto de San Salvador, de ahí que dijera al salir que al Este le saliera una punta a 10 leguas (31,8 millas náuticas); la costa al Norueste desde Puerto Padre Lunes 29 de octubre “Una punta de la isla le salio a Norueste 6 seis leguas de allí; otra punta le salio al Leste diez leguas”. “Alzo las anclas de aquel puerto y navegó al Poninente…. Anduvo hasta horas de vísperas. Vido otro río muy mas grandes que los otros… llamó al río el río de Mares”. Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... 199 200 Ramón Julio Didiez Burgos no son tan elevadas para haber tenido un alcance en su visibilidad de 19 millas náuticas (6 leguas que le salía una Punta al Norueste). Es posible que el marinero que traía en la Cofa o Gabia por su altura de unos 70 pies sobre el nivel del mar, pudiera ver las costas a 14 ó 16 millas náuticas, pero hasta 19 millas náuticas, no podía verlas; él navegó hasta Punta Brava (6 leguas), sobre un rumbo y desde ahí tuvo que cambiar más al norte; al cambio de rumbo le dio el límite de la distancia desde el Puerto; después de haber navegado una legua desde su salida vio una entrada que supuso era la de un río “no tan grande entrada” le puso el nombre Río de Luna, éste es la salida de la ciénaga formada entre Puerto Padre, Loma de Gibara, Punta Malagueta y Cayo Guincho; siguió navegando al Norueste y a la altura de Punta Brava (6 leguas) cambió el rumbo más al norte; la exactitud de la distancia hasta Punta Brava como enunciado desde la boca del Puerto, pareció que el Almirante vio la Punta desde la salida del puerto, pero no fue así. Era costumbre de él tomar notas de todos los acontecimientos y luego en la noche o al otro día hacer los asientos en el Diario; por esa razón muchos de sus informes no son comprendidos. Siguió navegando hasta la tardecita (horas de Vísperas) que llegó a la entrada del Puerto Nuevitas, “anduvo hasta horas de vísperas; vido otro río mas grande que los otros… llamó al río de río mares”. al cual lo bautizó con el nombre de Río Mares; entró hasta su interior donde se fondeó navegó desde Puerto Padre hasta este puerto 36 millas náuticas (11.3 leguas). Al decir el Almirante “Este otro río y puerto, en que agora estaba tiene de la parte de Sueste dos montañas si redondos, y de la parte Oeste Norueste un hermoso cabo llano que vale fuera”. Se refería a las dos colinas de 137 y 142 pies de altura que están cerca de Nuevas Grandes y situado al sueste de la boca de la barra del puerto en la parte de adentro de Nuevitas, y el Cabo Llano es la Punta Sabinal. Martes 30 de octubre.— “Salió del río de Mares al Norueste, y vido cabo lleno de palmas y pusole Cabo de Palmas (61), después de haber andado quince leguas, los indios que iban en la carabela Pinta dijeron que detrás de aquel cabo había un río (62) del río a Cuba había cuatro jornadas (63), y dijo el capitán de la Pinta que entendía que esta Cuba era ciudad, y que aquella tierra era tierra firme muy grande, que va mucho al norte y que el Rey de aquella tierra tenia guerra con el Gran Can, al cual ellos llaman Cami, y a su tierra ó ciudad Fava, y otros muchos hombres. Determinó el Almirante de llegar a aquel río y enviar un presente al Rey de la tierra (64) y enviarle la carta de los Reyes, y para Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... ella tenía un marinero que había andado en Guinea en lo mismo, y ciertos indios de Guanahaní que querían ir con él, con que después los tornasen a su tierra. Al parecer del Almirante distaba de la línea equinocial cuarenta y dos grados hacia la banda del Norte (65), si no está corrupta la letra de donde trasladé esto, y dice que había de trabajar de ir al Gran Can, que pensaba que estaba allí o a la ciudad de Cathay (66) ques del Gran Can, que dizque es muy grande, según le fue dicho antes que partiese de España. Todo aquesta tierra dice ser baja y hermosa y fonda la mar”. “Salió del Río de Mares al Norueste y vido cabo lleno de Palmas y pusole Cabo de Palmas después de haber andado quince leguas”. El día 30 de octubre al salir del puerto de Mares o puerto de Nuevitas vio a Punta Maternillos y le puso por nombre Cabo de Palmas; los indios que llevaban las carabelas eran los que voluntariamente se acogieron en Guanahaní a acompañar los españoles en su recorrido; cada barco llevaba dos o tres: en esta ocasión los indios que iban en la Pinta dieron a don Martín Alonso Pinzón, informaciones 201 que produjeron en la convicción de que se encontraba en el continente asiático; esta idea fue transmitida por Don Martín a Don Cristóbal y éste se esforzó, convencido también de estar en tierra firme, de estar cerca de la Ciudad de Cathay, ubicada por Marco Polo y por el físico Pablo del Pozo Toscanelli en su carta, cerca de esa zona del continente. Acostumbrados como estaban haber islas pequeñas como las Azores, Canarias, Cabo Verde, Baleares, Córcega y Cerdeña, era natural que al verse reconocer unas costas tan largas y no encontrarles términos, eran de considerarlas tierras firme y no isla. En este día se ve que el concepto de que se había llegado al continente asiático, era de todos y no solo del Almirante don Cristóbal Colón. Miércoles 31 de octubre.— “Toda la noche martes anduvo barloventeando, y vido un río donde no pudo entrar por ser baja la entrada, y pensaron los indios que pudieran entrar los navíos como entraban sus canoas, y navegando adelante halló un cabo que salía muy afuera, y cercado de bajos (67) y vido una concha o bahía donde podían estar navíos pequeños, y no lo pudo encavalgar porque el viento se había tirado del todo al norte (68) y toda la costa se corría al Nornorueste y Sueste, y otro cabo que vido adelante le salía afuera. Por esto y porque el cielo mostraba de ventar recio se hobo de tornar al río de Mares”. Al amanecer el día miércoles se acercó el Almirante a la costa y vio la entrada, entre los arrecifes, de un canal, llamado hoy Pasa de Guajaba, donde los indios consideraban que los barcos podían entrar, pero no lo hizo así el Almirante, sino que siguió adelante y vio la Silla de Cayo Romano. “Halló un cabo que salía muy fuera y cercado de bajos”; cerca de Cayo Romano vio la ensenadilla que se forma en la interrupción de las rompientes “vido una concha o bahía donde podían estar navíos pequeños”, no pudo seguir adelante porque el viento se le había cambiado al norte y ya no podía seguir la costa sino de bordadas, resolvió volverse, pero antes vio adelante a Cayo Cruz o Cayo Confites “y otro cabo que vido adelante le salía más fuera”. Dejo para ocasión posterior la crítica de la observación hecha por el Almirante en el día de hoy. Jueves 1˚ de noviembre.—“En saliendo el sol envió el Almirante las barcas a tierra a las casas que allí estaban y hallaron que era toda la gente huida y desde a buen rato pareció un hombre, y mandó el Almirante que lo dejasen asegurar y volviéronse las barcas, y 202 Ramón Julio Didiez Burgos después de comer tornó a enviar a tierra uno de los indios que llevaban, el cual desde lejos le dió voces diciendo que no hobiesen miedo porque era buena gente, y no hacían mal a nadie, ni eran del Gran Can, antes daban de lo suyo en muchas islas que habían estado, y echóse a nadar el indio y fue a tierra, y dos de los de allí lo tomaron de brazos y lleváronlo a una casa donde se informaron del. Y como fueron ciertos que no se les había de hacer mal, se aseguraron y vinieron luego a los navíos más de diez y seis almadías o canoas con algodón hilado y otras cosillas suyas, de las cuales mandó el Almirante salvo oro a que ellos llaman nucay; y así todo el día anduvieron y vinieron de tierra a los navíos, y fueron de los cristianos a tierra muy seguramente. El Almirante no vido a algunos dellos oro, pero dice el Almirante que vido a uno de ellos un pedazo de plata labrado colgado a la nariz, que tuvo por señal que en la tierra había plata. Dijeron por señas que antes de tres días venían muchos mercaderes de la tierra dentro a comprar de las cosas que allí llevan (69) los cristianos, y darían nuevas del Rey de aquella tierra, el cual según se pudo entender por las señas que daban questaba de allí cuatro jornadas, porque ellos habían enviado muchos por toda la tierra a le hacer saber del Almirante. Esta gente, dice el Almirante, es de la misma calidad y costumbre de los otros hallados, sin ninguna secta que yo conozca, que fasta hoy aquesto que traigo no he visto hacer ninguno oración, antes dicen la Salve y el Ave María, con las manos al cielo como la amuestran, y hacen la señal de la cruz. Toda la lengua también es una, y todos amigos, y creo que sean todas estas islas y que tengan guerra con el Gran Can, a que ellos llaman Cavila, y a la provincia Bafan, y así andan también desnudos como los otros. Esto dice el Almirante. El río, dice, que es muy hondo, y en la boca pueden llegar los navíos con el bordo hasta tierra: no llega el agua, dulce a la boca con una legua, y es muy dulce y es cierto dice el Almirante queste es la tierra firme. Y que estoy, dice él, ante Zayto y Guinsay, cien leguas (70) poco más o poco menos lejos de lo uno y de la otra, y bien se amuestra por la mar que viene de otra suerte que fasta aquí no ha venido, y ayer que iba al Norueste fallé que hacia frio. Viernes 2 de noviembre.— “Acordó el Almirante enviar dos hombres españoles; el uno se llamaba Rodrigo de Jerez, que vivía en Ayamonte, y el otro era un Luis de Torres que había vivido con el Adelantado de Murcia, y había sido judío, y sabía dizque hebraico y caldeo y aun algo arábigo, y con esto envió dos indios, uno de los que consigo traía de Guanahaní, y el otro de aquellas casas que en el río estaban poblados. Dióles sartas cuentas para comprar de comer si le faltase, y seis días de término para que volviesen. Dióles muestra de especería para ver si alguna della topasen. Dióle las instrucciones de cómo habían de preguntar por el Rey de aquella tierra, y lo que habían de hablar de parte de los Reyes de Castilla, como enviaban al Almirante para que les diese de su parte sus cartas, y un presente y para saber de su estado y cobrar amistad con él, y favorecelle en lo que obiese dellos menester, y que supiesen de ciertas provincias, y puertos y ríos de que el Almirante tenía noticias, y cuanto distaban de allí. Aquí tomó el Almirante la altura con un cuadrante esta noche, y halló questaba 42 grados (71) de la línea equinocial, y dice que por su cuenta halló que había andado desde la isla del Hierro mil ciento y cuarenta y dos leguas (72), y todavía afirma que aquella es tierra firme”. Desde el día 30 de octubre, el Almirante al arribar a las costas de la isla de Cuba, consideró que había llegado al continente asiático; a medida que avanzó en la costa fue más creyente de que se encontraba en tierra firme; uno de los factores que más influyeron en su convicción fue la configuración de la costa de Cuba, que navegó, la cual tenía mucha semejanza con la costa de la provincia de Manguí y, donde estaban situadas las ciudades de Zaito y Guinsay. El día 2, estando fondeado el interior de la Bahía de Nuevitas (Río de Mares) al estar convencido de que estaba en los dominios del Gran Can, decidió enviar dos hombres: Rodrigo de Jerez y Luis de Torres acompañado de dos indios, uno natural de Guanahaní y el otro de ahí mismo, para que le sirvieran de guías en el camino. El Almirante les dio 6 días para ir y volver, como resultado de la información de los indios de “que antes de tres días vendrían muchos mercaderes de la tierra adentro a comprar de las cosas que allí llevan los cristianos, y darían nuevas del Rey de aquellas tierras”. Comprobación de las distancias He dejado para una ocasión posterior la crítica de la observación hecha por el Almirante, puesto que todavía existen dos observaciones más. En cuanto a la distancia dada de 1,142 leguas desde la isla de Hierro hasta el Río de Mares, andadas por él, lleva el sello de la exactitud, además de Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... confirmar de que esta distancia era “por su cuenta”; esto es, la distancia corta o del engaño como se le ha llamado. Si preparamos toda estas distancias en una tabla desde el día 8 de septiembre hasta el día 29 de noviembre que fue cuando llegó a Mares, veremos que: desde el día 8 de septiembre al 12 de octubre anduvo desde esta isla de Hierro hasta la isla Plana del Oeste 951.1 leguas y El día 15 anduvo 5+10.0 Leguas 15.0 ” ” 16 ” 9+20.0 ” 29.0 ” ” 17 ” 3.5+6.3+15.4 ” 25.2 ” ” 18 ” 15.3 ” 15.3 ” ” 19 ” 12.5+12.0 ” 24.5 ” ” 20 ” 5+4.5+4.5+1.5 ” 15.5 ” ” 24 ” 6.0 ” 6.0 ” ” 25 ” 17+11.0 ” 28.0 ” ” 27 ” 17.0 ” 17.0 ” ” 28 ” 3.5 ” 3.5 ” ” 29 ” 12.0 ” 12.0 Total 191.0 El día 28 anotó solamente 3.5 leguas porque éstas fueron las que hizo desde donde amaneció hasta el Puerto de Puerto Padre; desde donde le anocheció hasta donde amaneció anduvo 3.5 leguas u 11 millas náuticas; como el dijo que pasó la noche al reparo y esta maniobra es navegar con pocas velas ciñendo al viento o a la bolina, su proa durante la noche era tanto al N.N.E. como al S.S.E.; como el viento era del ESTE y el abatimiento era al SUROESTE, la distancia por abatimiento no fue contabilizada. Si sumamos estos valores, 951.1+191.0= 1,142.1, más exactitud de esta posición no podrá obtenerse sino con instrumentos de precisión. Además de quedar justificado con esta demostración, que la distancia corta o del engaño no fue, tal sino la distancia efectuada teniendo como base de medida el módulo de 1480 metros o 4.854.4 pies por millas, módulo que usó en la escala del trazado de su carta del Mar Occidental, semejante a la de Toscanelli. Al quedar identificados el valor dado por el Almirante el día 2 de noviembre en Mares, de 1,142 leguas navegada desde la isla de Hierro con el valor recorrido alrededor de las islas Acklin, Crooked, isla Larga, Ron Cay, isla Fortuna, e isla Arena en las Lucayas; Puerto Padre y Nuevitas en Cuba, evidencian indefectiblemente que esta fue la trayectoria del Almirante y sus carabelas en el primer viaje de descubrimiento. 203 Sábado 3 de noviembre.— “En la mañana entró en la barca, el Almirante, y porque hace el río en la boca un gran lago, el cual hace un singularísimo puerto muy hondo y limpio de piedras, muy buena playa para poner navíos a monte (73) y mucha leña, entró por el río arriba hasta llegar al agua dulce, que sería cerca de dos leguas, y subió en un montecillo por descubrir algo de la tierra, y no pudo ver nada por las grandes arboledas, las cuales eran muy frescas, odoríferas, por lo cual dice no tener duda que no haya yerbas aromáticas. Dice que todo eran tan hermoso lo que vía, que no podía cansar los ojos de ver tanta lindeza, y los cantos de las aves y pajaritos. Vinieron en aquel día muchas almadías o canoas a los navíos a resgatar cosas de algodón filado y redes en que dormían, que son hamacas”. Domingo 4 de noviembre.— “Luego en amaneciendo entró el Almirante en la barca y salio a tierra a cazar aves que el dia antes había visto. Despues vuelto vino a el Martín Alonso Pinzón con dos pedazos de canela, y dijo que un portugués que tenia en su navio había visto a un indio que traía dos manojos della muy grandes; pero que no se le osó rescatar por la pena quel Almirante tenia puesta que nadie resgatase. Decia más que aquel indio traía unas cosas bermejas como nueces. El Contramestre de la Pinta dijo que había arboles de canela. Fue el Almirante luego allá y halló que no eran. Mostró el Almirante a unos indios de allí canela y pimienta, parece que de la que llevaba de Castilla para muestra, y conociéronla dizque y dijeron por señas que cerca de allí había mucho de aquello al camino del Sueste. Mostrole oro y perlas, y respondieron ciertos viejos que en un lugar que llamaron Bohio (74) había infinito, y que lo traían al cuello y a las orejas, y a los brazos y a las piernas, y tambien perlas. Entendio más que decían que había naos grandes y mercaderías, y todo esto era al Sueste. Entendio tambien que lejos de allí había hombres de un ojo y otro con hocicos de perros que comían los hombres, y que en tomando uno lo degollaban y le bebían su sangre, y le cortaban su natura. Determinó de volver a la nao el Almirante a esperar los dos hombres que había enviado para determinar de partirse a buscar aquellas tierras, si no trajesen aquellos alguna buena nueva de lo que deseaban. Dice mas el Almirante; esta gente es muy mansa y muy temerosa, desnuda como dicho tengo sin armas y sin ley. Estas tierras son muy fértiles; ellos la tienen llenas de mames, que 204 Ramón Julio Didiez Burgos mercaderes seguros de cualquiera otras naciones; y dice nuestro Señor, en cuyas manos están todas las victorias, aderezca todo lo que fuere su servicio. Dizque dijo un indio por señas que el almáciga era buena para cuando les dolía el estomago. “Entendió también que lejos de allí había hombres de un ojo, y otros con hocicos de perros que comían los hombres...”. son como Zanahorias (75), que tienen sabor de castañas, y tienen faxones (76) y fabas muy diversas de las nuestras, y mucho algodón, el cual se siembra y nace por los montes, arboles grandes, y creo que en todo tiempo lo haya para coger porque vi los cogujos abiertos, y otros que se abrían y flores todo en un árbol, y otras mil maneras de frutos que no me es posible escribir, y todo debe ser cosa provechosa. Todo esto dice el Almirante”. Lunes 5 de noviembre.— “En amaneciendo mandó poner la nao a monte y los otros navios, pero no todos juntos, sino que quedasen siempre dos en el lugar donde estaban por la seguridad, aunque dice que aquella gente era muy segura y sin temor se pudiera poner todos los navios junto os en monte. Estando asi vino el Contramestre de la Niña a pedir albricias al Almirante porque había hallado almáciga, mas no traía la muestra porque se le había caído. Prometiósela el Almirante, y envió a Rodrigo Sánchez, y a Maestre Diego a los arboles, y trajeron un poco della, la cual guardó para llevar a los Reyes, y tambien del árbol; y dice que se cognoció que era almáciga, aunque se ha de coger a sus tiempos, y que había en aquella comarca para sacar mil quintales cada año. Halló dizque allí mucho de aquel palo que le parecio liñaloe. Dice mas, que aquel puerto de Mares (77) es de los mejores del mundo y mejores aires y mas mansa gente y porque tiene un cabo de peña altillo se puede hacer una fortaleza, para que si aquello saliese rico y cosa grande, allí los “Dijeron que los habían recibido con gran solemnidad según su costumbre, y todos así hombres como mujeres.” Martes 6 de noviembre.— “Ayer en la noche, dice el Almirante, vinieron los dos hombres que había enviado a ver la tierra dentro, y le dijeron como había andado doce leguas que había hasta una población de cincuenta casas (78), donde dizque había mil vecinos porque viven muchos en una casa. Estas casas son de manera de alfaneques, grandísimos dijeron que los habían rescebido con gran solemnidad, según su costumbre, y todos así hombres como mujeres los venían a ver, y aposentaronlos en las mejores casas; los cuales los tocaban y les besaban las manos y los pies, y maravillandose y creyendo que venían del cielo, y así se lo daban a entender. Dábales de comer de lo que tenían. Dijeron que en llegando los llevaron de brazos los más honrados del pueblo a la casa principal, y diéronles dos sillas en que se asentaron, y todos ellos se asentaron en el suelo en derredor dellos. El indio que con ellos iba les notificó la manera de vivir los cristianos, y como era buena gente. Después saliéronse los hombres y entraron las mujeres y Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... sentáronse de la misma manera en derredor dellos besándose las manos y los pies, atentándolos si eran de carne y hueso como ellos. Rogábanles que se estuvieran aquí con ellos al menos por cinco días. Mostraron la canela y pimienta y otras especias quel Almirante les había dado, y dejéronle por señas que muchas dellas había cerca de allí al Sueste; pero que en allí no sabían si la había. Visto como no tenían recaudo de ciudades se volvieron, y que si quisieran dar lugar a los que con ellos se querían venir, que mas de quinientos hombres y mujeres vinieron con ellos, porque pensaban que se volvían al cielo. Vino con ellos un principal del pueblo y un hijo y un hombre suyo: hablo con ellos el Almirante, hizoles muchas honra, señalándole muchas tierras e islas que había en aquellas partes, pensó de traerlos a los Reyes, y dizque que no supo que se le antojó, parece que de miedo y de noche oscuro quisose ir a tierra; y el Almirante dizque porque tenia la nao en seco en tierra, no le queriendo enojar le dejo ir diciendo que en amaneciendo tornaria, el cual nunca tornó. Hallaron los dos cristianos por el camino mucha gente que atravesaba a sus pueblos, mujeres y hombres con un tizón en la mano, yerbas para tomar sus sahumerios que acostumbraban (79); no hallaron población por el camino de más de cinco casas, y todos le hacían el mismo acatamiento. Vieron muchas maneras de árboles, e yerbas odoríferas. Vieron aves de muchas maneras diversas de las de España, salvo perdices y ruiseñores que cantaban, y ánsares, y desto hay allí harto; bestias de cuatro pies no vieron, salvo perros que no ladraban. La tierra muy fértil y muy labrada de aquellos mames y fexoes (80) y habas muy diversas de las nuestras, eso mismo panizo y mucha cantidad de algodón filado y obrado, y que en una sola casa habían visto más de quinientas arrobas, y que se pudiera haber allí cada año cuatro mil quintales. Dice el Almirante que le parecía que no lo sembraban y que da fruto todo el año; es muy fino, tiene el capullo muy grande; todo lo que aquella gente tenía dizque daba por muy vil precio, y que una gran espuerta de algodón daba por cabo de agujeta o otra cosa que le de. Son gente dice el Almirante, muy sin mal ni guerra; desnudos todos hombres y mujeres como sus madres los parió. Verdad es que las mujeres traen una cosa de algodón solamente tan grande que le cobija su natura y no más, y son ellas de muy buen acatamiento, ni muy negras, 205 salvo menos que canarias. “Tengo por dicho, serenísimos príncipes (dice el Almirante), que sabiendo la lengua dispuesta suya personas devotas religiosas, que luego todos se tornarían cristianos; y así espero en Nuestro Señor que vuestras Altezas se determinaran a ello con mucha diligencia para tornar a la Iglesia tan grandes pueblos, y los convertirán, asi como han destruido aquellos que no quisieron confesar el Padre, y el Hijo, y el Espíritu Santos; y después de sus días, que todos somos mortales, dejaran sus reinos en muy tranquilo estado, y limpios de herejía y maldad, y serán bien rescebidos delante el Eterno Creador, al cual plega de les dar larga vida y acrecentamiento grande de mayores reinos y señoríos, y voluntad y disposición para acrecentar la santa religión cristiana, así como hasta aquí tienen fecho, amén. Hoy tiré la nao de monte (81) y me despacho para partir el Jueves en nombre de Dios e ir al Sueste a buscar del oro y especerias y descubrir tierra”. Estas todas son palabras del Almirante, el cual pensó partir el Jueves: pero porque le hizo viento contrario no pudo partir hasta doce días de Noviembre”. Capítulo X Desde el día 12 de noviembre hasta el día 5 de diciembre Recorrido de la costa de Cuba Lunes 12 de noviembre.— “Partio del puerto y río de Mares al rendir del cuarto de alba para ir a una Isla que mucho afirmaban los indios que traía, que se llamaba Babeques (82), adonde según dicen por señas, que la gente de ella coge el oro con candelas de noche en la playa, y después con martillo diz que hacían vergas dello, y para ir a ella era menester poner la proa al Leste cuarta del Sueste. Después de haber andado ocho leguas por la costa adelante halló un río y dende andadas otras cuatro halló otro río que parecía muy caudaloso y mayor que ninguno de los otros que había hallado. No se quiso detener y entrar en algunos dellos por 206 Ramón Julio Didiez Burgos dos respectos, el uno y principal por aquel tiempo el viento era bueno para ir en demanda de la dicha isla de Babeque; lo otro porque si en él hubiera alguna populosa o famosa ciudad cerca de la mar se parecería, y para ir por el río arriba eran menester navíos pequeños, lo que no eran los que llevaba: Y así se perdería también mucho tiempo, y los semejantes ríos son cosa para descobrirse por sí. Toda aquella costa era poblada mayormente cerca del río, a quien puso por nombre el río Sol: Dijo quel domingo antes 11 de noviembre le había parecido que fuera bien tomar algunas personas de las de aquel río para llevar a los Reyes porque aprenderían nuestra lengua para saber lo que hay en la tierra, y porque volviendo sean lenguas de los cristianos y tomen nuestras costumbres y las cosas de la fe. “Porque yo vi e cognosco (dice el Almirante) questa gente no tiene secta ninguna ni son idólatras, salvo muy mansos, y sin saber qué sea mal, ni matar a otros, ni prender, y sin armas, y tan temerosos que a una persona de los nuestros fuyen cientos de ellos, aunque burlen con ellos, incrédulos y con cognoscedores que hay Dios en el cielo, é firme que nosotros habemos venidos del cielo; y muy presto a cualquiera oración que nos les digamos que digan y hacen el señal de la cruz. Así que deben vuestras Alteza determinarse á los hacer cristianos, que creen que si comienza, en poco tiempo acabará de los haber convertido á Nuestra Santa Fe multidumbre de pueblos, y cobrando grandes señoríos y riquezas y todos sus pueblos de la España, porque sin duda es en estas tierras grandísimas suma de oro, que no sin causa dicen estos indios que yo traigo, que ha en estas islas lugares adonde cavan el oro y lo traen al pezcuezo, á las orejas y á los brazos é á las piernas, y son manillas muy gruesas, y también ha piedras y ha perlas preciosas y infinita especeria; y en este río de Mares, adonde partí esta noche, sin duda ha grandísima cantidad de almáciga, y mayor si mayor se quisiera hacer, porque los mismos árboles plantándolos prenden de ligero y ha muchos y muy grandes, y tienen la hoja como lentisco y el fruto, salvo ques mayor asi los arboles como la hoja, como dice Plinio, é yo he visto en la isla de Xió, en el Archipielago (83) mandé sangrar muchos destos árboles para ver si echaría resina para la traer, y como haya siempre llovido el tiempo que yo he estado en el dicho rio no he podido haber della, salvo muy poquita que traigo á vuestras Altezas, y tambien puede ser que no es el tiempo para los sangrar, que esto creo que conviene al tiempo que los arboles comienzan á salir del invierno y quieren echar la flor; y aca ya tienen el fruto cuasi maduro agora. Y tambien aquí se habría grande suma de algodón, y creo que se venderia muy bien acá sin le llevar a España, salvo á las grandes ciudades del Gran Can que se descubrirán sin duda, y otras muchas de otros señores que habran en dicha servir á vuestras Altezas, y adonde se les darán de otras cosas de España de las tierras de Oriente, pues estas son a nos en Poniente, y aquí hay tambien infinito liñaloe, aunque no es cosa para hacer gran caudal; mas del almáciga es de entender bien porque no la hay, salvo en la dicha isla de Xió, y creo que sacan dello bien cincuenta mil ducados, si mal no me acuerdo; y ha aquí en la boca del rio el mejor puerto que fasta hoy vi, limpio é ancho, é fondo, y buen lugar (84) y asiento para hacer una villa é fuerte, é que cualesquiera navios se puedan llegar el bordo á los muros, é tierra muy temperada y alta, y muy buena aguas. Asi que ayer vino á bordo de la nao una almadia con seis mancebos, y los cinco entraron en la nao; estos mande detener é los traigo. Y después envié á una casa, que es de la parte del río del Poniente, y trajeron siete cabezas de mujeres entre chicas é grandes y tres niños. Esto hice porque mejor se comportan los hombres en España habiendo mujeres de su tierra que son ellas, porque ya otras muchas veces se acaeció traer los hombres de Guinea para que desprendiesen la lengua en Portugal, y después que volvieron y pensaban de se aprovechar dellos en su tierra por la buena compañía que les habían hecho dadivas que se les habían dado, en llegando en tierra jamás parecían. Otros no lo hacían asi. Asi que teniendo sus mujeres ternán gana de negociar lo que se les encargase, y tambien estas mujeres mucho enseñaran los nuestro su lengua, la cual es toda una en todas estas islas de India, y todos se entienden y todas las andan con sus almadias, lo que no han en Guinea adonde es mil maneras de lenguas que la una no entiende la otro. Esta noche vino a bordo en una almadía el marido de una destas mujeres, y el padre de tres fijos, un macho y dos fembras, y dijo que yo les dejase venir con ellos, y a mi me aplogó mucho, y quedan agora todos consolados con el que deben todos ser parientes, y el es ya hombre de cuarenta y cinco años (85). Dice tambien arriba que hacia algún frio, y por esto que no le fuera buen consejo en invierno navegar al Norte para descubrir. ‘Todas estas palabras son formales del Almirante’”. Navegó este lunes hasta el sol puesto diez y ocho leguas al Leste cuarta del Sueste hasta Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... un cabo, a que puso por nombre el Cabo de Cuba (86). 207 Salió del Puerto de Mares a las 3 de la mañana y anduvo costeando con el viento norte y después de haber navegado 8 leguas vio una hora después “Despues de haber navegado ocho leguas por la costa delante halló un rio... A quien puso por nombre el río del Sol”. “y dende andadas otras cuarto (leguas) hallo otro rio que parecía muy caudaloso, y mayor que ninguno de los otros que había hallado”. 208 Ramón Julio Didiez Burgos de amanecer la desembocadura de la Bahía de Manatí, al cual le puso por nombre, Río del Sol, siguió adelante y encontró otro puerto o río después de navegar 4 leguas más (Puerto Padre), desde puerto Nuevitas o río de Mares a Puerto Padre hay 12 leguas (8-1-4), 38.8 millas náuticas, siguió navegando hacia el Este y cuando el sol se puso a las 5h–28m anduvo desde Puerto Padre hasta el treavez de Punta Mula 18 leguas que son 57,6 millas Punta que el bautizó con el nombre de Cabo de Cuba. el cual no pudo determinar si era entrada de mar; y porque deseaba ir a la isla que llamaban Babeque adonde tenia nueva, según el entendia, que había mucho oro, la cual isla le salía al Leste; como no vido alguna grande población para ponerse al rigor del viento que le crecia mas que nunca hasta allí, acordó de hacer á la mar, y andar al Leste con el viento que era Norte, y andaba ocho millas cada hora, y desde las diez del día que tomo aquella derrota, hasta el poner del sol anduvo cincuenta y seis millas, que son catorce leguas al Leste, desde el Cabo de Cuba. Y de la otra tierra del Bohío que “Navegó este lunes hasta el sol puesto diez y ocho leguas al Leste cuarta del Sueste hasta un Cabo, a que puso por nombre el Cabo de Cuba”. Martes 13 de noviembre.— “Esta noche toda estuvo á la corda, como dicen los marineros, que es andar barloventeando y no andar nada, por ver un abra, que es una abertura de sierras como entre sierra y sierra, que comenzó á ver al poner del sol, adonde se mostraban dos grandísimas montañas (87), y parecía que se apartaba la tierra de Cuba con aquella de Bohío, y esto decían los indios que consigo llevaban por señas. Vinido el dia claro dio las velas sobre la tierra, y pasó una punta que le parecio anoche obra de dos leguas, y entró en un gran golfo, cinco leguas al Sursudueste, y le quedaban otras cinco para llegar al cabo adonde en medio de dos grandes montes hacia un degollado, le quedaba a sotaviento comenzando del cabo del sobre dicho golfo descubrío á su parecer ochenta millas, que son veinte leguas y corriase toda aquella costa Lesueste y Ouesnoroeste. La noche del 12 a amanecer el 13 estuvieron a la corda, estuvieron toda la noche cerca del Cabo de Cuba (Punta Mula), hasta que le amaneció a unas 16 millas nauticas al Nordeste de la Bahía de Nipe y de Banes, desde esta distancia vio la separación de las dos sierras de Nipe y la de Cristal, a esta separación la considero como el estrecho entre la isla de Cuba o de Juana (que fue el nombre que le puso a la isla) y la que le decían los indios donde había muchas perlas, oro y tambien caníbales con un solo Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... 209 “por ver un abra, que es una abertura de Sierra, como entre sierra y sierra, que le comenzó a ver al poner del sol, adonde se mostraban dos grandísimas montañas” (esta abertura era la separación de la Sierra de Nipe y la Sierra de Cristal.) ojo, en la frente y le llamaban Bohío. (La Española o Quisqueya), al seguir navegando al Surueste llegó cerca de la entrada del puerto de Banes “a donde en medio de los grandes montes hacia un degollado”, el viento le arreció del norte, y como tenia interés de ir a la isla de Babeque (Ynagua Grande) donde se cogia el oro de noche con candelas, decidió no entrar y aprovechar el viento y dirijirse al Este, y anduvo 14 leguas, 45 millas nauticas, llegando hasta el nornordeste de Cayo Moa a unas 12 millas de él. Miércoles 14 de noviembre.— “Toda la noche de ayer anduvo al reparo y barloventeando (porque decía que no era razon de navegar entre aquellas islas de noche hasta que la hobiese descubierto), porque los indios que traían le dijeron ayer Martes que había tres jornadas, desde el rio de Mares, hasta la isla de Babeque, que se debe entender jornadas de sus almadías, que puedan andar siete leguas, y el viento tambien le escaseaba, y habiendo de ir al Leste no podía sino a la cuarta del Sueste, y por otro inconveniente que allo refiere se hobo de detener hasta la mañana. Al salir del sol determinó de ir a buscar puerto porque de Norte se había mudado el viento al Nordeste, y si puerto no hallara fuérole necesario volver atrás á los puertos que dejaba en la isla de Cuba. Llego a tierra habiendo andado aquella noche veinte y cuatro millas al Leste cuarta del Sueste, anduvo al Sur (88) millas hasta tierra, adonde vió muchas entradas y muchas isletas, y puertos, y porquel viento era mucho y la mar muy alterada no osó cometer a entrar, antes corrió por la costa al Norueste cuarta del Oueste, mirando si había puerto, vido que había mucho, pero no muy claros, después de haber andado asi sesenta y cuatro millas una entrada muy honda, ancha un cuarto de milla, y buen puerto (89) y rio donde entro y puso la proa al Susudueste, y después al Sur hasta llegar al Sueste, todo de buena anchura y muy fondo, donde vido tanta islas que no las pudo contar todas, de buena grandeza, y muy altas tierra llenas de diversos arboles de mil maneras é infinitas palmas. Maravillose en gran manera ver tantas islas y tan altas, y certifica á los Reyes que las montañas que desde antier han visto por estas costas y las desta islas, que le parece que no las mas altas en el mundo ni tan hermosas y claras sin niebla ni nieve, y al pié dellas grandísimo fondo; y dice que cree que estas islas son aquellas innumerables que en los mapamundos en fin de Oriente se 210 Ramón Julio Didiez Burgos ponen; (90) y dijo que creía que había grandísima riquezas y piedras preciosas y especerías en ella, y que duran mucho al Sur, y se ensanchan a todas partes. Púsole nombre la Mar de Nuestra Señora, y al puerto que está cerca de la boca de la entrada de las dichas islas puso Puerto del Príncipe, en el cual no entró, mas de velle desde fuera hasta otra vuelta que dio el sábado de la semana venidera, como allí parecerá. Dice tantas y tantas cosas de la fertilidad y hermosura y altura destas islas que halló en este puerto, que dice a los Reyes que no se maravillen de encarecellas tanto, porque le certifica que cree que no dice la centesima parte; algunas dellas que parecía que llegan al cielo y hechas como puntas de diamantes: otras que sobre su gran altura tiene encima como una mesa, y al pie dellas fondo grandísimo que podría llegar á ellos una grandísima carraca (91) todas llenas de arboledas y sin peñas”. Toda la noche del día 14 la pasó navegando con pocas velas al Leste cuarta del Sueste anduvo 24 millas (19 millas náuticas) al salir el sol el viento se le cambió del Norte al Nordeste y decidió dirigirse a tierra de la isla de Bohío (el creía por la separación de las dos Sierras que vio el día anterior que es estaba al norte de la isla Bohío), al Sur y navegó 23 millas náuticas hasta cerca de la Punta Maravi, desde ahí viró al Norueste cuarta del Oueste y recorrió toda la costa, hasta el Puerto de Tanamo donde entró, después de haber recorrido 64 millas antiguas o sea 16 leguas igual a 51 millas actuales, al Puerto le puso, Puerto del Principe y la Mar, Mar de Nuestra Señora. En los mapamundis y portulanos de aquella época, el mar al oeste del Continente Asiático no tenía nombre. Se conocía toda la amplitud del océano entre ambos continentes como Mar Occidental; además eran dibujadas cerca de tierra firme un sin número de islas que poblaban de norte a sur todo el mar, al cual no le pusieron nombre particular, por eso él le puso nombre de mar de Nuestra Señora, pues considero hallarse en esa región; al visitar tantas islas desde que arribó a Guanahaní al indicarle los indios que habían muchas islas en esa comarca, no hay duda que al presentarle el Almirante la realidad de este mar similar al dibujado en los Portulanos y Mapamundis, considerara que estaba en las costa del Continente Asiático y se diera a hacer toda clase de conjetura geográficas. Jueves 15 de noviembre.— “Acordó de andalla estas islas con las barcas de los navíos y dice maravillas dellas, y que halló almáciga é infinito lináloe, y algunas dellas eran labradas de las raíces que hacen su pan los indios, y halló haber encendido fuego en algunos lugares; agua dulce no vido, gente había alguna y huyeron: en todo lo que anduvo halló hondo de quince y diez y seis brazas, y todo basa, que quiere decir, quel suelo de abajo es arena y no “Pusoles nombre la Mar de Nuestra Señora, y al puerto que esta cerca de la boca de la entrada de as dichas islas puso Puerto del Príncipe”. Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... peñas, lo que muchos desean los marineros porque las peñas cortan los cables de las anclas de las naos”. Viernes 16 de noviembre.— “Porque en todas las partes, islas y tierras donde entraba dejaba siempre puesta una cruz: entró en la barca y fué á la boca de aquellos puertos, y en una punta de la tierra halló dos maderos muy grandes, uno más largo que el otro, y el uno sobre el otro hecho una cruz, 211 nácaras, que son las ostras donde se crian las perlas, y hallaron muchas, pero no perlas, y atribuyólo á que no debía ser el tiempo dellas, que creía él que era por Mayo y Junio. Hallaron los marineros un animal que parecía taso ó taxo. Pescaron también con redes y hallaron un pece, entre otros muchos, que parecía propio puerco, no como tonina, el cual dizque era todo concha, muy tiesta, y no tenia cosa “y desde las diez del día que tomó aquella derrota, hasta poner el sol anduvo cuarenta y seis millas que son catorce leguas al Leste, desde el Cabo de Cuba”. que dizque un carpintero no los pudiera poner más proporcionados; y adorada aquella cruz mando hacer de los mismos maderos una muy grande y alta cruz. Halló cañas por aquella playa que no sabía dónde nacían, y creía que las traería algún río y las echaba a la playa, y tenía en ésto razón. Fué a una cala dentro de la entrada del puerto de la parte del Sueste (cala es una entrada angosta que entra el agua del mar en la tierra): allí hacía un alto de piedra y peña como cabo, y al pie del era muy fondo, que la mayor carraca del mundo pudiera poner el bordo en tierra, y había un lugar ó rincón donde podían estar seis navíos sin anclas como en una sala. Parecióle que se podía hacer allí una fortaleza á poca costa, si en algún tiempo en aquella mar de islas resultase algún resgate famoso. Volviéndose a la nao halló los indios que consigo traía que pescaban caracoles muy grandes que en aquellas mares hay, y hizo entrar la gente allí, é buscar si había blanda sino la cola y los ojos, y un agujero debajo della para expeler sus superfluidades: mandólo salar para llevarlo que viese los Reyes”. Sábado 17 de noviembre.— “Entró en la barca por la mañana y fué aver las islas que no había visto por la banda del Sudueste: vido muchas otras y muy fértiles y muy graciosas, y entre medio dellas muy gran fondo: algunas dellas dividían arroyos de agua dulce, y creía que aquella agua y arroyos salían de algunas fuentes que manaban en los altos de las sierras de las islas. De aquí yendo adelante, halló un ribera de agua muy hermosa y dulce, y salía muy fría por lo enjuto della; había un prado muy lindo y palmas muchas y altísimas más que las que había visto: halló nueces grandes de la India, creo que dice, y ratones grandes (92) de los de la India también, y cangrejos grandísimos. Aves vido muchas y olor vehemente de almizcle, y creyó que lo debía de haber allí. 212 Ramón Julio Didiez Burgos Este día de seis mancebos que tomó en el Río de Mares, que mandó en la carabela Niña se huyeron los dos más viejos”. Domingo 18 de noviembre.— “Salió en las barcas otra vez con mucha gente de los navíos y fué a poner la gran Cruz que había mandado hacer de los dichos maderos a la boca de la entrada de dicho puerto del Príncipe, en un lugar vistoso y descubierto de árboles: ella muy alta y muy hermosa vista. Dice que la mar crece y decrece allí mucho más que en otra parte de lo que por aquella tierra haya visto, y que no es maravilla por las muchas islas, y que la marea en el revés de las nuestras, porque allí la luna al Sudueste cuarta del Sur es baja mar en aquel puerto, No partió de aquí por ser Domingo”. Lunes 19 de noviembre.— “Partió antes de quel sol saliese y con calma, y después al medio día ventó el Leste y navegó al Nornordeste; al poner del sol le quedaba el puerto del Príncipe al Sur sudueste, y estaría del siete leguas. Vido la isla de Babeque al Leste, justo, de la cual estaría sesenta millas. Navegó toda esta noche al Nordeste escaso; andaría sesenta millas y hasta las diez del día Martes otras doce, que son por todas diez y ocho leguas, y al Nordeste cuarta del Norte”. El día 19 de noviembre.— antes de salir el sol y se dirigió al Nornordeste y anduvo 7 leguas que son 22,4 millas náuticas, hasta la puesta del sol dice aquí que vio la isla de Babeque a 60 millas antiguas (48 millas náuticas) al Este, (aquí hay un mal arreglo de Bartolomé de las Casas al interpretar lo que dijo el Almirante el día 14 de Noviembre “porque los indios que traía le dijeron ayer martes que había tres jornadas desde el Río de Mares hasta la isla de Babeque, que se debe entender de sus almadías. Que pueden andar siete leguas (22,4 millas náuticas) serían 21 leguas en total, (67,2 millas náuticas) desde el Río de Mares pero esto lo expresó el Almirante ese día desde una posición a 12 millas náuticas al Nornordeste de Cayo Moa, y desde u esta posición a Babeque hay 65 millas nauticas (20 leguas) al Este de manera que aquí se ve que fué desde este punto que los indios midieron sus tres jornadas de navegación en sus canoas, y no desde Mares, que en la realidad hay, 193 millas náuticas, 241 millas antiguas y 60.3 leguas). Aquí se ve una mala copia en el Diario por ser imposible que la isla de Babeque, (Inagua Grande) se vea a esa distancia. Si Fray Bartolomé hizo ver al Almirante la isla fue por mal interpretar el Diario. “Partió antes quel sol saliese con calma, y después a mediodía ventó algo al Leste y navegó Nornordeste”. Martes 20 de noviembre.— “Quedábanle el Babeque ó las islas del Babeque al Lesueste de donde salía el viento que llevaba contrario. Y viendo que no se mudaba y la mar se alteraba, determinó de dar la vuelta al puerto del Príncipe, de donde había salido, que le quedaba veinte y cinco leguas. No quiso ir a la isleta que llamó Isabela, que le estaba doce leguas que pudiera ir á surgir aquel dia, por dos razones; la una porque vido dos islas al Sur, las quería ver; la otra porque los indios que traía, que había tomado en Guanahaní, que llamo San Salvador, que estaba ocho leguas de aquella Isabela, no se le fuesen de los cuales dizque tiene necesidad, y por traellos á Castilla”. Tenían dizque entendido que en hallando oro los había el Almirante de dejar tornar á su tierra. Llego en paraje del puerto del Principe; pero no lo pudo tomar porque era de noche y porque lo decayeron las corrientes al Norueste. Tornó a dar la vuelta impuso la proa al nordeste con viento recio; amansó y mudóse el viento al tercero cuarto de la Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... noche; puso la proa en el Leste cuarta del Nordeste; el viento era Surueste y mudose al alba de todo en Sur, y tocaba en el Sueste. Salido el sol marcó el puerto del Príncipe, y quedabala al Sudueste y cuasi a la cuarta del Oueste, y estaría del cuarenta y ocho millas, que son doce leguas”. Navegó toda esa noche del 19 al Nornordeste y anduvo 60 millas antiguas, 15 leguas, 48 millas náuticas, y luego otras 12 millas antiguas 3 leguas, 9,6 millas náuticas total navegado 18 leguas 57,6 millas náuticas, llegó a una posición Latitud 21°–47’ N y Latitud 74º–30’ W desde esta posición hay 14 leguas a la Isabela, y no 12 en una anterior exposición hicimos un análisis de este momento en que el Almirante, dice estar situado en esta posición desde donde se devolvió al Puerto del Príncipe (Bahía de Tanamo); con respecto a Guanahaní y las ocho leguas que dice que hay hasta Isabela (Isla Fortuna). Desde la posición en que le amaneció el día 20 de noviembre se devolvió a el Puerto Príncipe que le quedaba a 25 leguas, 79.6 millas náuticas, pero llegó de noche y no pudo entrar, hizo proa al Nordeste con viento recio, luego se le cambió el viento al Sursueste, entre la media noche y el cuarto del Alba, al empezar el cuarto del Alba se le cambió al Sur y viró al Leste cuarta del Nordeste, 79º grados al Este y cuando salió el sol, estaba al Nordeste cuarta del Este del Puerto de Principe a 48 millas antiguas, 12 leguas, 38,6 millas nauticas. Miércoles 21 de noviembre.— “Al sol salido navegó al Leste con viento Sur; anduvo poco por la mar contraria: hasta horas de vísperas hobo andado veinte millas. Después se mudó el viento al Leste y anduvo al Sur cuarta del Sueste, y al poner del sol había andado doce millas. Aquí se halló el Almirante en cuarenta y dos grados de la línea equinoccial (93) a la parte del Norte como en el puerto de Mares; pero aquí dice que tiene suspenso el cuadrante hasta llegar a tierra que lo adobe. Por manera que le parecía que no distar sino en (94) grados. Para creer quel cuadrante andaba bueno le movía ver, diz que el Norte (95) tal alto como en Castilla, y si esto es verdad mucho allegado y alto andaba con la Florida; pero ¿dónde están luego agora estas islas que entre manos traía? Ayudaba a estos que hacía diz que gran calor; pero claro es que si tuviera en la costa de la Florida que no hubiera calor sino frío: y es también manifiesto que en cuarenta y dos grados en ninguna parte de la tierra se cree hacer calor si no fuese por alguna causa de per accidens, lo que hasta hoy no creo yo que 213 se sabe. Por este calor que allí el Almirante dice que padecía, arguye que en estas Indias, y por allí donde andaba, debía de haber mucho oro. Este día se apartó Martín Alonso Pinzón con la carabela Pinta, sin obediencia y voluntad del Almirante, por cudicia diz que pensaba que un indio que el Almirante había mandado poner en aquella carabela le había de dar mucho oro, y asi se fué sin esperar sin causa de mal tiempo, sino porque quiso. Y dice aquí el Almirante “otras muchas me tiene hecho y dicho” (96). Al salir el sol en el día 21 de noviembre navegó al Este con viento Sur con mar de proa hasta la tardecita y anduvo 24 millas antiguas, (19 millas náuticas), luego se le cambió el viento al Este y anduvo al Sur cuarta del Sueste, anduvo 12 millas antiguas, 9.6 náuticas. En este día vemos que el Almirante hizo la observación después de horas de vísperas en latitud, 20°–55’ N longitud 74º –22’ W esto es en la primera noche. Con toda seguridad fue a la estrella Polar a esta observación en capítulo aparte hago un análisis de todas las observaciones astronómicas hechas por el Almirante, de manera que ahora no haré ninguna referencia este caso, sino al comentario que hizo el padre Las Casas en relación a esta observación; al hacer la crítica y traer a colación lo de Florida, da a entender que ya él conocía la existencia de ella y como esta fue descubierta por don Juan Ponce de León en el 1512, indudablemente que la versión del Diario del Almirante transcrito por Las Casas fue dado a conocer después de esta fecha, y sin duda tendría a las manos una carta hecha por Juan de la Cosa del 1500 o de Tofiño del 1523, o Diego Rivero del 1532 o de Alonso de Santa Cruz del 1536, las cuales consignaban, aunque con pequeños errores de grados en la posición de las islas Lucayas; al situarlas el Almirante a 42 grados sobre la equinoccial y ver el padre Las Casas en los planos, que estaban en situación más baja, se movió a preguntar “¿dónde están luego agora estas islas que entremano traía?” que situadas tan altas no hacia frío como en la Florida sino calor, tal como lo confesaba en su Diario el Almirante; la situación de la isla en zona que en Noviembre debía hacer frío y la confesión de la temperatura que hacia ese dia, hizo pensar seguramente al padre Las Casas, que el Almirante en muchas de sus anotaciones y observaciones erraba, y de ahí las alteraciones que se encuentran en su Diario producidas por fray Bartolomé para arreglarle su derrota. Durante este día la Pinta quedó separada de la Santa María por unos de los infortunios que 214 Ramón Julio Didiez Burgos indudablemente suceden en estos casos de navegación en grupos de mas de dos buques que antes se le llamaba en conserva y hoy en convoy; al ser la Pinta mas velera y siempre delante de las otras dos, al ser de noche, el Almirante decidió no continuar viaje hacia el este, por motivos no expresados, y cambio su rumbo al Sur, cuarta al Sueste con el viendo del Este, y casi en calma sin dar el previo aviso a Martín Alonso Pinzón, aunque fueron colocados fanales en lugares prominentes como aviso a la Pinta, pero como esta iba delantera una buena distancia, 16 millas (10.8 millas actuales), no pudo ver la luz, que si bien se conoce, estos fanales funcionaban a base de aceite o grasas licuadas. Y no podían producir una luz suficiente intensa para verse desde una distancia como la que había entre ambas naos; al no ser advertido por Martín Alonso el cambio hecho por el Almirante, éste siguió su camino hasta llegar a Babeque (Inagua Grande), y desde este dia anduvieron distanciados hasta el dia 6 de enero del 1493; al encontrarse de nuevo en éste dia Martín Alonso Pinzón le dio al Almirante toda clase de disculpas, arguyendo que si se separo de su compañía no fue por voluntad, lo cual dice el Diario, que el Almirante no creyo en estas razones por ser falsas, alrededor de este incidente se ha escrito mucho, llevando la peor parte de la critica Martín Alonso Pinzón, como soberbio, deshonesto, codicioso y malicioso. Era natural que críticos y tratadistas ansiosos de disertar acerca de este hecho se dieran a la tarea de analizar el asunto en pro o en contra, lanzando cada uno su criterio para separar a ambos personajes de la gloria que le cupo a cada uno. No se puede considerar que en toda sociedad existente no surjan diferencias entre sus componentes; razon suficiente es que la naturaleza haya hecho al hombre con su carácter y personalidad, y nunca y por mucho que se quiera, podrán encontrarse dos elementos iguales; siempre surgen desaveniencias entre individuos de una misma disciplina, algunas veces con la violencia que distancia los hechos con prominentes proyecciones, pero las mas de las veces no, y quedan como simples desacuerdos. Este, entre el Almirante y Martín Alonso Pinzón es uno de esos desacuerdos de poca importancia, pero la critica se encargo de agrandarlo para darle forma de rebeldía; cada uno tiene su gloria, nadie se las puede quitar, ahí esta el Nuevo Mundo, obra de su abnegación y de su sacrificio es, a ambos pertenece. Entre el día miércoles 21 de noviembre y el 23 existe un arreglo en el cual se intercala el día 22 como día aparte; esto demasiado claro, el acondicionamiento de los sucesos del miércoles 21 en el 22 para intercalar los hechos del 21 en el 22; pues observando bien los relatos salta a la vista que los sucesos del 23 de noviembre pertenecen al 22 y no al 23, por lo que se ve, el arreglo es tan infantil, que no es necesario mucho esfuerzo para ver que todo el relato del día jueves 22 pertenece a la noche del miércoles 21 cuando le salio el sol era el 22 y no el 23, y lo consignado en el 23 corresponde muy bien con el relato del dia 21. Jueves 22 de noviembre.— “Miercoles en la noche navegó al Sur cuarta del Sueste con el viento Leste, y era cuasi calma: Al tercero cuarto ventó Nornordeste; todavía iba al sur por ver aquella tierra que por allí le quedaba, y cuando salió el sol se halló tan lejos como el dia pasado por las corrientes contrarias y quedábanle la tierra cuarenta millas. Esta noche Martín Alonso siguió el camino del Leste para ir a la isla de Babeque, donde dicen los indios que hay mucho oro, el cual iba á vista del Almirante y habría hasta él diez y seis millas. Anduvo el Almirante toda la noche la vuelta de tierra, y hizo tomar algunas de las velas hacia él, y la noche hizo muy clara, y el ventecillo bueno para venir a él si quisiera”. En lo que refiere al dia 22 corresponde al dia 21 en la noche, navegó al Sur cuarta al Sueste y estaba a 40 millas antiguas de tierra (32 naúticas), toda la noche la navegó en busca de tierra, por el poco viento no pudo avanzar y hasta que se le puso el sol, siguió navegando hacia tierra hasta el otro día. Viernes 23 de noviembre.— Navegó el Almirante todo el dia hacia tierra, al Sur siempre, con poco viento, y la corriente nunca le dejó llegar a ella, antes estaba hoy tan lejos della al ponerse el sol, como en la mañana. El viento era Lesnordeste y razonable para ir al Sur, sino que era poco: y sobre este cabo encabalga otra tierra ó cabo que va tambien al Leste, á quien aquellos indios que llevaban llamaban Bohío, la cual decían que era muy grande y que había en ella gente que tenía un ojo en la frente, y otros que se llamaban Caníbales, a quien mostraban tener gran miedo. Y desque vieron que lleva (97) este camino, diz que no podían hablar porque los comían, y que son gente muy armada. El Almirante dice que bien cree que había algo dello más que pues eran armados sería gente de razón, y creía que habían captivado algunos, y porque no volvían a sus tierras dirían que los comían. Lo mismo creían de los cristianos y del Almirante al principio que algunos lo vieron. Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... Sábado 24 de noviembre.— “Navegó aquella noche toda, y a la hora de tercia del día tomó la tierra sobre la isla Llana (98) en aquel mismo lugar donde había arribado la semana pasada cuando iba a “Navegó aquella noche toda y a la hora de tercia del día tomó la tierra sobre la isla Llana”. la isla Babeque. Al principio no osó llegar a la tierra porque parecía que aquella abra de sierras rompía la mar mucho en ella. Y en fin llegó á la Mar de Nuestra Señora donde había las muchas islas, y entró en el puerto que esta junto a la boca de la entrada de las islas, y dice que si él antes supiera este puerto, u no se ocupara en ver las islas de la Mar de Nuestra Señora, no le fuera necesario volver atrás, aunque dice que lo da por bien empleado por haber visto las dichas islas… Así que llegando a tierra envió la Barca, y tento el puerto, y halló muy buena barra, honda de seis brazas, y hasta veinte, y limpio, todo basa: entró en el poniente la proa al Sudueste, y después volviendo al Oueste, quedando la isla llana de la parte del Norte, la cual con otra su vecina hace una laguna de mar en que cabrian todas las naos de España (99) y podrían estar seguras sin amarras de todos los vientos. Y esta entrada de la parte del 215 Sueste se entra poniendo la proa al Sursudeste, tiene la salida al Oueste muy honda y muy ancha: asi que se puede pasar entre medio de las dichas islas, y por congnoscimiento dellas, á quien viniese de la mar de la parte del Norte, qués su travesia desta costa. Están las dichas al pié de una gran montaña (100) qués su longura de Leste Oueste, y es harto luenga y mas alta y luenga que ninguna de todas las otras que están en esa costa adonde hay infinitas, y hace fuera una restinga al luengo de la dicha montaña como un banco que llega hasta la entrada. Todo esto de la parte del Sueste y tambien de la parte de la isla llana hace otra restinga, aunque esta es pequeña y así entremedias de ambas hay grande anchura y fondo grande como dicho es. Luego á la entrada á la parte del Sueste dentro del mismo puerto, vieron un río grande (101) y muy hermoso, y de mas aguas que hasta entonces había visto, y que había el agua dulce hasta la mar. A la entrada tiene un banco, más después adentro es muy hondo de ocho y nueve brazas. Está todo lleno de palmas y de muchas arboledas como los otros”. Entre las 6h–22m y 8h–03m de la mañana arribó el Almirante al Puerto natural de Cayo Moa y se fondeo en el Sur de la isla Cayo Moa, le puso por nombre a esta isla Llana y al Puerto Santa Catalina, dentro del puerto hace un recorrido y vieron un río grande y muy hermoso y de mas agua que hasta entonces habían visto, y que venía el agua dulce hasta el mar este es el Río Moa. Domingo 25 de noviembre.— “Antes del sol salido entró en la barca y fue a ver un cabo ó punta de tierra (102). Al Sueste de la isleta Llana, obra de una legua y media, porque le parecía que había de haber algún rio bueno. Luego a la entrada del cabo de la parte del Sueste, andando dos tiros de ballesta, vio venir un gran arroyo de muy linda agua que descendia de una montaña (103) abajo, y hacia gran ruido. Fué al rio, y vió en él unas piedras relucir con unas manchas en ellas de color de oro (104), y acordose que en el rio Tejo, que al pié del junto á la mar se halló oro, y parecióle que cierto debía tener oro (105) y mando coger ciertas de aquellas piedras para llevar a los Reyes. Estando asi dan voces los mozos grumetes, diciendo que vian pinales (106). miró por la sierra, y vidolos tan grandes y tan maravillosos, que se podía encarecer su altura y derechura como husos gordos y delgados, donde cognosció que se podían hacer navios é infinita tablazón, masteles para las mayores naos de España. 216 Ramón Julio Didiez Burgos Vid robles y madroños, y un buen rio, y aparejo para hacer sierras de agua. La tierra y los aires más templados que hasta allí, por la altura y hermosura de las sierras. Vido por la playa muchas otras piedras de color de hierro, y otras que decían algunos que eran de minas de plata, todas las cuales traen el rio. Allí cogió una entena y mastel para la mezana de la carabela Niña. Llegó a la boca del rio, y entro en una cala (107) al pie de aquel cabo de la parte del Sueste muy honda y grande, en que cabrian cien naos sin alguna amarra ni anclas, y el puerto que los ojos otros tal nunca vieron. Las sierras altísimas, de las cuales descendían muchas aguas lindísimas; y todas las sierras llenas de pinos, y por todo aquello diversísimas y hermosísimas flores de árboles. Otras dos ó tres ríos le quedaban atrás. Encarece todo esto en gran manera a los Reyes, y muestra haber rescebido de verlo, y mayormente los pinos, inestimables alegrías y gozo, porque se podían hacer allí cuantos navíos desearen, trayendo los aderezos, si no fuese madera y pez que allí se hará harta. Y afirma no encarecello la centésima parte de lo que es, y que plugó a nuestro Señor de los mostrar siempre una cosa mejor que otra, y siempre en lo que hasta allí había descubierto iba de bien en mejor, así en las tierra y arboledas, y yerbas y frutos y flores como en las gentes, y siempre de diversa manera, y así en lugar como en otro. Lo mismo en los puertos y en las aguas. Y finalmente, dice que cuando el que lo ve le es tan grande admiración, cuando más será a quien lo oyera, y que nadie lo podrá creer si no lo viere. Antes de salir el sol en este día a las 6h–38m fué en la barca a reconocer la costa al sueste y paró por un cabo que le distaba una y media legua de donde estaba fondeando (Punta Fábrica), siguió y dos tiros de ballesta vio un gran arroyo que hacía un gran ruido (Rio Moa) que queda de Punta Fábrica, media milla, fue a el y vió las piedras llamadas Margaritas, las cuales tienen muchas y que bajo el agua relucen como oro, recogió algunas de ellas vieron desde ahí los grandes pinares de Mayari, de los llamados Heylos que son altos y derechos y de diferentes diámetros, muy propios para la construcción de naos, siguió explorando la costa dentro del puerto de Catalina, y lo describió con la mayor parte de sus novedades. Lunes 26 de noviembre.— “Al salir el sol levantó las anclas del puerto de Santa Catalina adonde estaba dentro de la isla llana y navegó de luengo de la costa con poco tiempo. Sudueste al camino del Cabo del Pico (108), que era al Sueste. Llegó al cabo tarde porque le calmo el viento, y llegando vido al Sueste cuarta del Leste, otro cabo questaria dél setenta millas, y de allí vido otro cabo questaria hácia el navio al Sueste cuarta del Sur, y parecióle que estaría dél veinte millas, al cual puso nombre el Cabo de Campana (109), al cual no pudo llegar de dia porque le torno calmar del todo el viento. Andaria en todo aquel dia treinta y dos millas, que son ocho leguas. Dentro de las cuales notó y marcó nueve puertos muy señalados (110), los cuales todos los marineros hacían maravillas, y cinco rio grandes, porque iba siempre junto con tierra para verlo bien todo. Toda aquella tierra es montañas altísimas muy hermosas, y no secas ni de peñas, sino todas andables y valles hermosísimos. Y así los valles como las montañas eran llenos de árboles altos frescos, que era gloria mirarlos y parecía que eran muchos pinales. Y también detrás del dicho Cabo del Pico, de la parte del Sueste, están dos isletas que terná cada una en cerco dos leguas, y dentro dellas tres maravillosos puertos y dos grandes ríos. En toda esta costa no vido poblado ninguno desde la mar: podría ser haberlo, y hay señales dello, porque donde quiera que saltaban en tierra hallaban señales de haber gente y fuegos muchos. Estimaba que la tierra que hoy vido de la parte de Sueste del Cabo de Campana era la isla que llamaban los indios Bohío: parécelo porque dicho cabo está apartado de aquella tierra. Toda la gente que hasta hoy ha hallado diz que tiene grandísimo temor de los Caniba ó Canima, y dicen que viven en esta isla de Bohío, la cual debe ser muy grande, según le parece, y cree que van a tomar a aquellos a sus tierras y casas, como sean muy cobardes y no saben de armas. Y a esta causa le parecía que aquellos indios que traía no suelen poblarse a la costa de la mar, por ser vecinos a esta tierra, los cuales diz que después que le vieron tomar la vuelta desta tierra no podía hablar temiendo que los habían de comer, y no los podía quitar el temor, y decían que no tenían sino un ojo y la cara de perro, y creía el Almirante que mentían, y sentía el Almirante que debían de ser del señorío del Gran Can que los captivaban”. Al salir el sol el dia 26 a las 6h–38m el Almirante salio del Puerto de Santa Catalina (Puerto de Moa) y navegó a lo largo de la costa hasta llegar cerca de Punta Guarico, al que llamó Cabo Pico, vió al Sueste Cuarta del Este las sierras que quedan al Sur Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... 217 “y llegado vido al Sueste cuarta del Leste otro cabo questaria del sesenta millas.” de Cabo Maysí con altura de 2010 y 1950 pies de altura que dan un alcance geográfico de 51.2 milla, “Al salir el sol levantó las anchas del puerto de Santa Catalina, adonde estaba dentro de la isla llana.” mas 5.7 de su altura, en la popa de la nao que serán 57 millas náuticas y asienta en su Diario 218 Ramón Julio Didiez Burgos que estaba de él “60 millas” antiguas, es de comprender que la medida fue desde el puerto de Santa Catalina, pues siempre sus medidas las referían a un punto de partida y en este caso fue el puerto, la distancia desde aquí a las sierras son 48 millas actuales, exactas. Al Sueste Cuarta del Sur vio otro Cabo que distaría de donde el estaba unas 20 millas antiguas (16 millas náuticas) y le puso nombre de Cabo Campana, este es el actual cabo Maraví, este cabo esta propiamente desde Cabo Guarico ó pico 16 millas náuticas, no llegó al Cabo Campana, por haberle calmado el viento, anduvo en todo el dia desde el Puerto Catalina hasta ponérsele el sol 32 millas, 8 leguas (25.6 millas náuticas) durante ese trayecto entre Cabo Pico (Guarico) y cabo Campana (Cabo Maraví) encontró nueve puertos y cinco ríos grandes. 1.Bahía Cañete. 2. Bahía de Yamaniguey. 3. Ensenada de Jaragua. 4. Bahía de Tacó. 5.Puerto Cayaguanaque. 6.Puerto Navas. 7.Ensenada Báez. 8.Ensenada Cueva 9.Puerto Maraví. Los cinco ríos grandes serian. 1.Río Cañete. 2.Río Yamaniguey. 3.Río Jaragua. 4.Río Jiraguey. 5.Río Maraví. Dice que al Sueste de Cabo del Pico o Guarico hay dos isletas “que tenia cada una en cerco dos leguas y dentro de ellas tres maravillosos puertos y dos grandes ríos, hoy no existe sino una isleta, Cayo Medio la península formada en la Bahia de Yamaniguey por el rio Jiguarey, pudo haber sido isla en esa época y que las formaciones coralíferas ó la acumulación de arenas por el mar la juntara con tierra y hoy apareciera como península, si se vé que estas islas y penínsulas están dentro de las dos Bahias de Cañete y Yamaniguey las cuales están en un perímetro de 2.4 millas en la parte de la tierra, 2.4 para las rompientes de coral, 0.8 millas al norte de y 0.8 millas al Sur, veremos que nos dan 6.4 millas de perímetro para las dos Bahias están contenidas la isla y la península. Los tres puertos que menciona son: Bahia de Cañete, Bahia de Yamaniguey, y el fondeadero detrás de los arrecifes en el canal de entrada entre la isla y la península, los dos grandes ríos, deben ser los ríos Yamaniguey y Cañete. Martes 27 de noviembre.— “Ayer al poner del sol cerca de un cabo, que llamó Campana, y porquel cielo claro y el viento poco no quiso ir a tierra á surgir, aunque tenia de sotavento cinco ó seis puertos maravillosos, porque se detenia mas de lo que quería por el apetito y deleitación que tenia y rescebia de ver y mirar la hermosura y frescura de aquellas tierras donde quiera que entraba y por no se tardar en proseguir lo que pretendía. Por estas razones se tuvo aquella noche a la corda y temporejar hasta el día. Y porque las aguajes y corrientes lo habían echado aquella noche más de cinco a seis leguas al Sueste adelante de donde había anochecido, y le había aparecido la tierra de Campana; y allende aquel cabo parecía una grande entrada que mostraba dividir una tierra de otra, y hacía como isla en medio acordó volver atrás con viento Sudueste, y vino adonde le había parecido el abertura, y halló que no era sino una grande bahía (111), y al cabo della de la parte del Sueste un cabo, en el cual hay una montaña (112) alta cuadrada que parecía isla. Saltó el viento en el Norte y tornó a tomar la vuelta del Sueste, por correr la costa y descubrir todo lo que allí hobiese. Y vido luego al pie de aquel Cabo de Campana un puerto (113) maravilloso y un gran río, y de allí á un cuarto de legua otro río, y de allí a media legua otro río y dende a otra media legua otro río, y dende a una legua otro río, y dende a otra otro rio, y dende á otro cuarto otro rio, y dende á otra legua otro rio grande, desde el cual hasta el Cabo de Campana habría veinte millas, y le quedan al Sueste; y los mas destos ríos tenían grandes entradas y anchas y limpias, con sus puertos maravillosos para naos grandísimas; sin bancos de arena ni de peña ni restingas. Viniendo así por la costa á la parte del Sueste del dicho postrero río halló una grande población (114), la mayor que hasta hoy haya hallado, y vido venir infinita gente a la ribera de la mar dando grandes voces, todos desnudos con sus azagayas en la mano. Deseó hablar con ellos y amainó las velas, y surgió y envió las barcas de la nao y de la carabela por manera ordenados que no hiciesen daño alguno a los indios ni lo rescibiesen, mandado que les diesen algunas cosillas de aquellos resgates. Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... Los indios hicieron ademanes de no los dejar saltar en tierra y resistillos. Y viendo que las barcas se allegaban más a tierra y que no les habían miedo se apartaron de la mar. Y creyendo que saliendo dos ó tres hombre de las barcas no temieran, salieron tres cristianos diciendo que no hobiesen miedo en su lengua, porque sabían algo della por la conversación de los que traen consigo. En fin dieron todos a huir a las casas, que son de paja y de la hechura de las otras que habían visto, y no hallaron á nadie ni cosa en algunas dellas. Volvieronse a los navios y alzaron velas á medio dia para ir a un Cabo Hermoso (115) que quedaba al Leste, que habría hasta él ocho leguas. Habiendo andado media legua por la misma Bahía vido el Almirante á la parte del Sur un singularísimo puerto (116), y de la parte del Sueste unas tierras hermosas á maravilla, y así como una vega montuosa dentro, a estas montañas, y parecían grandes humos y grandes poblaciones en ella, y las tierras muy labradas; por lo cual determinó de se bajar á este puerto, y probar si podía haber lengua ó práctica con ellos; el cual era tal que si a los otros puertos había alabado, este dice que alababa más con las tierras y templanza y comarca dellos y población; dice maravillas de la lindeza de la tierra y de los arboles donde hay pinos y palmas (117), y de la grande vega, que aunque no es llano (118) que va al Sursueste, pero es llana de montes llanos y bajos, la más hermosa cosa del mundo, y salen por ella muchas riberas de agua que descienden destas montañas. Después de surgida la nao saltó el Almirante en la barca para sondear el puerto, qués como una escudilla, y cuando fue frontero de la boca al Sur halló una entrada de un río que tenía de anchura que podía entrar una galera por ella, y de tal manera que no se veía hasta que se llegase a ella y entrando por ella y tanto como longura de la barca tenía cinco brazas y de ocho de hondo. Andando por ella fué cosa maravillosa ver las arboledas y frecuras, y el agua clarísima, y las aves y amenidad, que dice que le parecía que no quisiera salir de allí. Iba diciendo a los hombres que llevaba en su compañía que para hacer relaciones á los Reyes de las cosas que vian no bastarán mil lenguas á referillo ni su mano para lo escribir, que le parecía questaba encantado. Deseaba que aquellos vieran muchas otras personas prudentes y de crédito, de las cuales dice ser cierto que no encarecieran estas cosas menos quél. Dice más el Almirante aquí estas palabras. Cuanto será el beneficio que de aquí se puede haber, yo no lo escribo. Es cierto, Señores Principes, que donde hay tales tierras que debe 219 haber infinitas cosas de provecho; más yo no me detengo en ningún puerto. Porque querria ver todas las mas tierras que yo pudiese, para hacer relación dellas a vuestras Altezas, y también no sé la lengua, y la gente destas tierras no me entienden ni yo ni otro que yo tenga á ellos; y estos indios que yo traigo muchas veces le entiendo una cosa por otra al contrario (119), ni fio mucho dellos porque muchas veces han provado á fugir. Mas agora placiendo á nuestro Señor veré lo más que yo pudiera, y poco á poco andaré entendiendo y cognosciendo, y faré enseñar lengua á personas de mi casa, porque veo qués toda la lengua una fasta aquí; y después se sabran los beneficios, y se trabajará de hacer todos estos pueblos cristianos porque de lijero se hara porque ellos no tienen secta ninguna ni son idolatras, y vuestras Altezas mandaran hacer en estas partes ciudad é fortaleza, y se convertirán estas tierras. Y certificó a vuestras Altezas que debajo del sol no me parece que las puede haber mejores en fertilidad, en temperancia de frio y calor, en abundancia de aguas buenas y sanas, y no como los ríos de Guinea, que son todos pestilencia, porque, loado nuestro Señor, hasta hoy de toda mi gente no ha habido persona que le haya mal la cabeza ni estado en cama por dolencia, salvo un viejo de dolor de piedra, de que él estaba toda su vida apasionado, y luego sanó al cabo de dos días. Esto que digo es en todo tres navios. Asi que placerá a Dios que vuestras Altezas enviarán acá ó vernán hombres doctos, y verán después la verdad de todo. Y por que atrás tengo hablado del sitio de villa é fortaleza en el rio de Mares por el buen puerto (120) y por la comarca; es cierto que todo es verdad lo que yo dije, mas no hay ninguna comparación de allá aquí, ni de la Mar de Nuestra Señora; porque aquí debe haber infra la tierra grandes poblaciones y gente innumerable y cosa de grande provecho, porque aquí y en todo lo otro descubierto, y tengo esperanza del descubrir antes que yo vaya a Castilla, digo que terná la cristiandad negociación en ellas, cuanto mas la España á quien debe estar sujeto todo y digo que vuestras Altezas no deben consentir que aquí trate ni faga pié ningún extranjero (121), salvo católicos cristianos, pues esto fue el fin y el comienzo del propósito que fuese por acrecentamiento y gloria de la Religion cristiana, ni venir a estas partes ninguno que no sea buen cristiano”. Todas son sus palabras. Subió allí por el rio arriba y halló unos brazos del rio, y rodeando el puerto (122) halló á la boca del rio estaban unas arboledas muy graciosas como una muy deleitable huerta, y allí halló una almadia ó 220 Ramón Julio Didiez Burgos canoa hecha de un madero tan grande como una fusta de doce bancos, muy hermosa, varada debajo de una atarazana ó ramada hecha de madera y cubierta de grandes hojas de palma, por manera que ni el sol ni el agua le podían hacer daño; y dice que allí era el propio lugar para hacer una villa ó ciudad y fortaleza por el buen puerto, buenas aguas buenas tierras, buenas comarcas y mucha leña.” tiene 526 pies de altura y es llana en su cima y sus caídas extremas son verticales parece cuadrada a la distancia que la vió no pudo ver las tierras bajas que la circunda y de ahí que la viera como isla. Estando en la boca del Puerto de Maraví se le cambió el viento al Norte y siguió al Sueste, para reconocer toda la costa, vió en su camino al pie de “Y vido al pie de aquel Cabo Campana un puerto maravilloso y un gran rio”. El lunes 26 de noviembre le anocheció cerca del cabo Campana (Cabo Maraví) a pesar de todos los puertos que tenia cerca no quiso entrar ninguno de ellos y se mantuvo voltejeando toda la noche y le amaneció a unas 4 millas náuticas de la costa, y frente a Cabo Campana, al mirar hacia el Sur vió la Bahia de Miel que estaba unas 6 millas de él, como su alcance geográfico de visibilidad no le daba para ver el fondo de la Bahia, sino la Loma Mojavara de 526 pies que se extiende al Sueste unas 4 millas actuales y a las lomas de Baracoa, de 340 y 477 pies “parecía una grande entrada que mostraba dividir una tierra de otra”, al proyectarse las lomas llamadas Las Tetas de María Teresa de 758 y 503 pies de altura, en medio de esta abertura y a lo lejos de las otras lomas vió que “hacia como isla en medio”; al volver atrás y hacia tierra con viento Sudueste arribó a Puerto Maraví “halló que no era sino una gran bahía”, y al cabo della de la parte Sueste un cabo, en el cual hay una montaña alta y cuadrada que parecía isla es la loma Majavara, cuya extensión es de 4 millas y esta al Sueste de Maraví, y como Cabo Campana (Cabo Maraví), “un puerto maravilloso y un gran rio”, este era la ensenada Sigua y el rio que desemboca en ella, desde ensenada Sigua hizo un recuento de 8 rios hasta Cabo Pico (Punta Guarico) que había 20 millas antiguas (16 millas actuales). Siguió al Sueste y vio una población india en la costa (Playa Duaba), en estos contornos se acercó bastante a la costa porque la mar estaba bastante llana, porque el viento del Sudueste, ó de tierra sopló y calmó la mar que siempre incide en estos lugares del Este ó el Este Nordeste, y levanta un oleaje sumamente peligroso para la navegación costera, luego se le cambió el viento al Norte suave y al ver la población india fondeó en la playa y cerca de la población, todos los indios huyeron, al saltar los españoles a tierra en sus barcas, aunque intentaron hacerle resistencia se atemorizaron, al no poder establecer relaciones amistosas con ellos, a medio día izaron las velas y siguieron viaje al Sueste, desde aquí vio el Almirante las lomas que quedan sobre Cabo Maysi y le midió una distancia navegable Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... 221 “Hizose a la vela con poco viento, y salió de aquel puerto que nombró Puerto Santo” hasta el mismo cabo de 8 leguas (25.6 millas náuticas). Navegando media legua (1.6 millas) vió un “singularísimo puerto” Puerto de Baracoa, al que le llamó Puerto Santo, entró en el y fondeó, salió en la barca y examinó tanto los detalles del puerto, asi como la vegetación que existía. Miércoles 28 de noviembre.— “Estuvose en aquel puerto aquel dia porque llovia y hacia gran cerrazón, aunque podía correr toda la costa con el viento que era Sudueste y fuera a popa, pero porque no pudiera ver bien la tierra, y no sabiéndola es peligroso a los navios, no se partió. Salieron a tierra la gente de los navios a lavar su ropa, entraron algunos dellos un rato por la tierra adentro, hallaron grandes poblaciones y las casas vacias, porque se habían huido todos. Tornaronse por otro rio abajo, mayor que aquel donde estaban en el puerto”. Jueves 29 de noviembre.— “Porque llovia y el cielo estaba de la manera cerrado no se partió. Llegaron algunos de los cristianos á otra población cerca de la parte de Norueste, y hallaron en las casas á nadie ni nada: y en el camino toparon con un viejo que no les pudo huir; tomaronle y dijeronle que no le querían hacer mal, y diéronle algunas cosillas del resgate y dejáronlo. El Almirante quisiera vello para vestillo y tomar lengua dél. Porque le contentaba mucho la felicidad de aquella tierra y disposición que para poblar en ella había, y juzgaba que debía de haber grandes poblaciones, hallaron en una casa un pan de cera, (123) que trujo a los Reyes, y dice que donde cera hay tambien debe haber otras mil cosas buenas. Hallaron en tambien los marineros en una casa una cabeza de hombre dentro de un castillo, cubierto con otro cestillo, y colgado de un poste de la casa y de la misma manera hallaron otra en otra población. Creyó el Almirante que debía ser de algunos principales del linaje, porque aquellas casas eran de manera que se acogen en ellas mucha gente en una sola, y deben ser parientes descendientes de uno solo”. Viernes 30 de noviembre.— “No se pudo partir porque el viento era Lavante muy contrario a su camino. Envio ocho hombres bien armados y con ellos dos indios de los que traía para que viesen aquellos pueblos de la tierra dentro, y por haber lengua. Llegaron a muchas casas y no hallaron a nadie ni nada que todos habían huido. Vieron cuatro mancebos questaban cavando en sus heredades; asi como vieron los cristianos dieron á huir, no los pudieron alcanzar. Anduvieron diz que muchos 222 Ramón Julio Didiez Burgos caminos. Vieron muchas poblaciones y tierra fertilísima, y toda labranza y grandes riberas de agua, y cerca de una vieron una almadia ó canoa de noventa y cinco palmos de longura de un solo madero, muy hermosa, y que en ella cabrian y navegarían ciento y cincuenta personas”. Sábado 1 de diciembre.— “No se partió por la misma causa del viento contrario, y porque llovía mucho. Asentó una cruz grande a la entrada de aquel puerto que creo llamó Puerto Santo (124), sobre unas peñas vivas. La Punta es aquella que esta a la entrada del puerto, y quien hobiera de entrar en esta parte se debe llegar mas sobre la parte del Norueste á aquella punta questá sobre la otra del Sueste: puesto que al pie de ambas, junto con la peña, hay doce brazas de hondo y muy limpio: mas a la entrada del puerto, sobre la punta del Sueste, hay una baja de sobreagua (125), la cual dista de la punta tanto que se podría pasar entremedias, habiendo necesidad, porque al pié de la baja y del cabo todo es fondo de doce y de quince brazas, y a la entrada se ha de poner la proa al Sudueste”. Domingo 2 de diciembre.— “Todavia fué contrario el viento y no pudo partir: dice que todas las noches del mundo vienta terral, y que de todas las naos que allí estuvieron no hayan miedo de toda la tormenta del mundo, porque no puede recalar dentro de una baja que está al principio del puerto. En la boca de aquel rio diz que hallo un grumete ciertas piedras que parecen tener oro trújolas para mostrar a los Reyes. Dice que hay por allí a tiro de lombarda grandes ríos”. Lunes 3 de diciembre.— “Por causa de que hacía siempre tiempo contrario no partía de aquel puerto, y acordó de ir a ver un cabo muy hermoso un cuarto de legua del puerto de la parte del Sueste: fue con las barcas y alguna gente armada: al pie del cabo había una boca de un buen río (126), puesta la proa al Sueste para entrar, y tenía cien pasos de anchura: tenía una braza de fondo á la entrada ó en la boca: pero dentro había doce brazas, ó cinco, y cuatro, y dos, y cabrían en él cuantos navíos hay en España. Dejando un brazo de aquel río fué al Sueste y halló una caleta en que vido cinco muy grandes almadías que los indios llamaban canoas, como fusta muy hermosas y labradas que diz que era placer vellas, y al pié del monte vido todo labrado. Estaban debajo de árboles muy espesos, y yendo por un camino que salía a ellas, fueron a dar una atarazana muy bien ordenada y cubierta que ni sol ni agua no les podía hacer daño y debajo della había otra canoa hecha de un madero como las otras, como una fusta de diez y siete bancos: era placer ver las labores que tenía y su hermosura. Subió una montaña arriba, después hallóla toda llana y sembrada de muchas cosas de la tierra, y calabazas, que era gloria vellas; y en medio della estaba una gran población: dio de súbito sobre la gente del pueblo, y como los vieron hombres y mujeres dan de huir. Asegúroles el indio que llevaba consigo de los que traía diciendo, que no hobiese miedo que gente buena era. Hizoles dar el Almirante cascabeles y sortijas de latón y contezuelas de vidrio verdes y amarillas, con que fueron contentos. Visto que no tenían oro ni otra cosa preciosa, y que bastaba dejallos seguros y que toda la comarca era poblada y huidos los demás de miedo: certifica el Almirante a los Reyes que diez hombres hagan huir a diez mil: tan cobardes y medrosos son que ni traen armas, salvo unas varas, y en el cabo dellas un palillo agudo tostado; acordó volverse. Dice que las varas se las quitó todas con buena maña, resgatándoselas de manera que todas las dieron. Tornados adonde habían dejado las barcas envió ciertos cristianos al lugar por donde subieron, porque le había parecido que había visto un gran colmenar; antes de que viniesen los que había enviado ayuntáronse muchos indios y vinieron a las barcas donde ya se había el Almirante recogido con su gente toda: uno dellos se adelantó en el río junto con la popa de la barca, y hizo una grande plática quel Almirante no entendía, salvo que los otros indios de cuando en cuando alzaban las manos al cielo y daban una grande voz. Pensaba el Almirante que lo aseguraban y que les placía de su venida; pero vido al indio que consigo traía demudarse la cara y amarillo como la cera, temblaba mucho, diciendo por señas quel Almirante se fuese fuera de el río que los querían matar, y llegóse a un cristiano que tenía una ballesta armada, y mostróla a los indios, y entendió el Almirante que los decía que los matarían todos, porque aquella ballesta tiraba lejos y mataba. También tomó una espada y la sacó de la vaina, mostrándosela diciendo lo mismo lo cual oído por ellos dieron todos a huir, quedando todavía temblando el dicho indio de cobardía y poco corazón, y era hombre de buena estatura y recio. No quiso el Almirante salir del río, antes hizo remar en tierra hacia donde ellos estaban, que eran muy muchos, todos teñidos de colorado y desnudos como su madre los parió, y algunos dellos con penachos en la cabeza y otras plumas, todos con sus manojos de azagallas. “Lleguéme a ellos y diles algunos bocados de pan, y demandéles las azagallas, y dabales Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... por ellas á unos un cascabelito, á otros una sortijueja de laton, á otros unas contezuelas; por manera que todos se apaciguaron y vinieron todos a las barcas y daban cuanto tenían, porque (127) que quiera que les daban. Los marineros habían muerto una tortuga y la cáscara estaba en la barca en pedazos, y los grumetes dábanles della como una uña, y los indios les daban un manojo de azagallas. Ellos son gente como los otros que he hallado (dice el Almirante), y de la misma creencia, u creían que veníamos del cielo y de lo que tienen luego lo dan por cualquiera cosa que les den, sin decir qués poco, y creo que asi harian de especeria y de oro si lo tuviesen. Vide una casa hermosa, no muy grande, y de dos puertas, porque asi son todas, y entré en ella y vide una obra maravillosa, como cámaras hechas por una cierta manera que no lo sabría decir, y colgado al cielo della caracoles y otras cosas. Yo pensé que era templo, y los llamé, y dije por señas si hacían en ella oraciones dijeron que no, y subió uno de ellos arriba y me daba todo cuanto allí había, y dello tomé algo”. El lunes día 3 de diciembre por causa del viento del Este no pudo salir del Puerto Santo (Baracoa) y se decidió a hacer un reconocimiento en el batel; tomó gente marinera armada y fue a ver un cabo muy hermoso un cuarto de legua del puerto de la parte del Sueste, el cabo es Punta Rama (Cabo Monte) pero no está a un cuarto de legua sino a media legua y el puerto es el Puerto Boma, en el extremo Sueste de la loma Majavara, a este le entra el río Boma, exploró el puerto y luego siguió viaje al Sueste, y encontró una caleta donde entró y vió 5 canoas bien labradas, Puerto Mata, al seguir su exploración vio una enramada, cobertizo o secadero que hacían los indios para secar sus frutos o resguardarlos de la intemperie, debajo de esta enramada, vio una canoa de proporciones significativas, si bien podía decirse que tendría 25 a 30 pies de largo, esto es, al tener 17 bancos había que considerar los espacios de banco, los espacios libres y los espacios de proa y popa, esta y la que vió en Puerto Santo de 95 palmos (19 metros o 65 pies) que podría navegar 150 indios, indudablemente eran las canoas que ellos usaban para trasladarse a grandes distancias o ir de isla en isla. En este lugar tuvo el Almirante la confidencia de un indio, en una reunión que hicieron en la cual intentaban asesinarlo a él y a todos los cristianos, pues el Almirante siempre usaba de su ingenio para sortear los momentos de peligro, se acercó a uno de sus hombres que tenía una ballesta armada y se 223 la mostró como arma poderosa que podía matar desde lejos, así también le mostró una espada que tenía la misma propiedad, no veo que los indios entendieran lo que el Almirante les decía, pero de seguro que él disparó la ballesta y los indios verían el efecto que causaba y sorprendidos de su poder huyeron a la desbandada, no podría dudarse que al estar impresionado de que estaban delante de dioses bajados del cielo y de algo de superstición, cualquier hecho extraño practicado por los hombres blancos fuera lo suficiente para definir un complejo de temor y miedo. Martes 4 de diciembre.— “Hizose á la vela con poco viento y salió de aquel puerto que nombró Puerto Santo; á las dos leguas vido un buen río de que ayer habló (128); fué de luengo de costa y corriase toda la tierra, pasado el dicho cabo Lesueste y Ouesnoroeste hasta Cabo Lindo (129); que está al cabo de Monte al Leste cuarta del Sueste y hay de uno á otro cinco leguas. Del cabo del Monte, á legua y media hay un gran río algo angosto, pareció que tenía buena entrada y era muy honda, y de alli á tres cuartos de legua vido otro grandisimo rio, y debe venir de muy lejos; en la boca tenia bien cien pasos y en ella ningun banco, y en la boca ocho brazas y buena entrada porque le envió á ver y sondear con la barca, y tiene el agua dulce alli hasta adentro en la mar, y es de los caudalosos que habia hallado, y debe haber grandes poblaciones. Despues del Cabo Lindo hay una gran bahia que seria buen paso por Lesnordeste y Sueste y Sursudueste”. El día 4 de diciembre salió del Puerto Santo (Baracoa) costeando y a dos leguas de navegación reconoció el río Boma en el cual estuvo el día 3, siguió la costa hasta un cabo que le llamó Cabo Lindo (Punta Fraile) el cual se encuentra a 5 leguas del Puerto Santo (16 millas actuales). Anota con precisión que desde Punta Rama (Cabo del Monte) a Río y Puerto de Boma hay legua y media (4.8 millas actuales) y a tres cuartos de legua (2.4 millas actuales) encontró otro puerto y Río, cuya boca según sus medidas era de 100 pasos (500 pies). Puerto Mata, al decir el Almirante: “Después del Cabo Lindo (Punta Fraile) hay una gran Bahía que sería un buen paso por el Lenordeste y Sueste y Sursudueste”, en este caso se refirió, a los rumbos que hay que hacer para salir de la Bahía de Ovando, desde adentro hacia la mar. En ningún paraje de estos alrededores se cumple la maniobra de esta información sino de allí. 224 Ramón Julio Didiez Burgos Toda esta noche anduvo a la corda sobre Cabo Lindo (Punta Fraile) donde anocheció. Capítulo XI dESDE EL DÍA 5 DE DICIEMBRE HASTA EL DÍA 6 Comparación de distancias en las islas Lucayas y en Cuba Miércoles 5 de diciembre.— “Toda esta noche anduvo a la corda sobre el Cabo Lindo, a donde anocheció, por ver la tierra que iba al Leste, y al salir del sol vido otro cabo (130) al Leste a dos leguas y media; pasado aquel vido que la costa volvia al Sur y tomaba del Sudueste (131), y vido luego un cabo muy hermoso y alto (132) á la dicha derrota, y distaba desotro siete leguas; quisiera ir alla, pero por el deseo que tenia de ir a la isla de Babeque que le quedaba segun decian los indios que llevaba al Nordeste, lo dejó. Tampoco pudo ir a Babeque por el viento Nordeste, lo dejó. Tampoco pudo ir a Babeque por el viento que llevaba era Nordeste. Yendo asi miró al Sueste y vido tierra (133) y era una isla muy grande, de la cual ya tenia diz que información de los indios, á que llamaban ellos Bohio, poblada de gente. Desta gente diz que los de Cuba ó Juana, y de todas esotras islas tienen gran miedo porque diz que comían los hombres. Otras cosas le contaban los dichos indios, por señas, muy maravillosas; mas el Almirante no diz que las creía sino que debian tener mas astucia y mejor ingenio los de aquella isla Bohio para captivar quellos, porque eran muy flacos de corazon. Asi que porquel tiempo era Nordeste y tomaba del Norte, determinó de dejar a Cuba ó Juana (134), que hasta entonces había tenido por tierra firme por su grandeza, porque bien habría andado en un paraje ciento y veinte leguas; y partio al Sueste cuarta del Leste, puesto que la tierra quél había visto se hacia al Sueste, daba este resguardo porque siempre el viento rodea del Norte al Nordeste, y de allí al Leste y Sueste. Cargó mucho el viento y llevaba todas las velas, la mar llana y la corriente que le ayudaba, por manera que hasta la una después de medio dia desde la mañana hacia el camino ocho millas por hora, y eran seis horas aún no cumplidas porque dicen allí eran las noches cerca de quince horas; después anduvo diez millas por hora; y asi andaría hasta el poner del sol ochenta y ocho millas que son veinte y dos leguas; todo al Sueste, y porque se hacia noche mandó a la carabela Niña que se adelantase para ver con dia el puerto, porque era velera, y llegando a la boca del puerto Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... 225 “Volvieronse a los navios y alzaron velas a mediodia para ir a un cabo hermoso que quedaba al Leste, que habia hasta el ocho leguas”. (135), que era como la bahia de Cádiz, y porque era de noche envió a su barca que sondase el puerto, la cual llevó lumbre de candela, y antes quel Almirante llegase adonde la carabela estaba barloventeando y esperando que la barca le hiciese señas para entrar en el puerto, apagósele la lumbre á la barca. La carabela como vido lumbre corrió de largo é hizo lumbre al Almirante, y llegado á ella contaron lo que habia acontecido. Estando ella, y el Almirante no pudo y estuvo toda aquella noche barloventeando”. Al ponerse el sol estando el Almirante a la altura de Cabo Lindo (Punta Fraile), se mantuvo a la corda (Pairear), deseaba estar en esos alrededores para ver la tierra que corría al Este; en esa zona pasó la noche y cuando amaneció vio otro cabo, Maysí, siguió navegando y vio que la costa seguía al Sur y Sudueste aquí terminaba la isla de Cuba o Juana, al terminar de dar la vuelta a cabo Maysí, al Sudueste “un cabo muy hermoso y alto” que distaba “desotro” siete leguas 22.3 millas náuticas, el Cabo Alto y hermoso era el que está entre Piedra Negra y Punta Caleta el cual se encuentra a la distancia indicada desde Cabo Lindo (Punta Fraile), desde esta posición al mirar al Sueste vio la isla de Santo Domingo la cual llamaban los indios de Cuba, Bohio. Por serle muy favorable el viento para ir a Bohio, decidió dejar a la isla de Cuba y dirigirse a la tierra que veía al Sueste, aquí da la distancia que navegó en toda la costa Norte de Cuba, de 120 leguas (383 millas náuticas); Punta Fraile fue el extremo que vio al anochecer del día 4-12-92. Al Este y cuando le amaneció lo había pasado durante la noche y desde su posición al amanecer vio al Cabo Maysí, la distancia que da, de dos leguas y medias (8 millas náuticas) bien puede ser desde el cabo Lindo (Punta Fraile) o desde la posición que tenía al amanecer, la expresión es de doble interpretación, sea cual fuera que se le diera, ambas concurren en una circunstancia indiscutible, el cabo, era Maysí, le puso nombre de el Alfa y Omega, la Punta Bayatiquirí de los indios. Él siempre consideró que la isla de Cuba era parte de la tierra firme y del Continente Euroasiático, el extremo. Al llegar a la posición Latitud 20º -03’N. Longitud 74º 14’ W. viró hacia el Norte barloventeando para llegar a una situación que le permitiera ir hasta la tierra que había visto al Sueste, anduvo hasta llegar a la posición Latitud 20º-16’ Norte, Longitud 13º - 58’ W y desde ahí hizo rumbo Sueste cuarto del Este, con este rumbo la parte montañosa de la isla que viera, le quedaba a la derecha o a estribor; tenía una cuarta de resguardo, como dijo, para así tener suficiente barlovento o viento, porque el viento sopla en estos parajes y en esta época del año, del Norte, luego cambia al Nordeste, y “de allí al Este y al Sueste”. Esta 226 Ramón Julio Didiez Burgos “y al salir del sol vido otro cabo al Leste a dos leguas y media; pasando aquel vido que la costa volvia al sur y tomaba del Sudueste”. observación es correcta porque tengo experiencia de haber visto efectuarse estos cambios en la dirección de los vientos en invierno. Cuando partió con rumbo hacia la isla de Santo Domingo o Española o Bohio, era una ampolleta después de mediodía; como la mar era llana y con viento Norte Nordeste pudo hacer 10 millas antiguas por hora, y desde las 12h-30m hasta la puesta del sol, a las 5h-24m fueron 4 horas 54 minutos, igual a 49 millas antiguas o 39 náuticas, y hasta el oscurecer 44 millas náuticas desde Cabo Maysí hasta Cabo San Nicolás; al asentar 88 millas antiguas, 70 náuticas hasta la puesta del sol “que son 22 leguas todo al Sueste” no quiso expresarse en la distancia navegaba durante el día o de Cabo a Cabo, sino que dio la distancia al Sueste desde Puerto Santo (Baracoa) hasta Cabo San Nicolás, él navegó hasta la Punta Negra, y desde ahí vio toda la costa Sur de Cuba y se devolvió buscando el Norte para hacer barlovento y dirigirse al Este en busca de la isla de Bohio o la Española. En la carta que le escribió Rafael Sánchez tesorero de los Reyes Católicos el día 14 de Marzo del 1493 le dijo “desde allí ví por la parte de oriente otra isla distante de la Juana cincuenta y cuatro millas, a la que puse por nombre Española”, 54 millas antiguas es equivalente a 43 millas náuticas, esto evidencia que muchas de las medidas dadas por él, obedecían a un sistema cartográfico llevado para la confección de sus planos, pues la distancia verdadera entre las dos islas es de 43 millas. Desde la posición al N.E, de Cabo Maysí (Alfa y Omega o Bayatiquirí) vio las Lomas de la Cordillera de San Nicolás que se levantan a 2 900, 2 850, 2 800, 2280 etc. de altura, con un alcance geográfico entre 62 y 55 millas actuales, él estaba a una distancia de la Española o Santo Domingo de 43 millas náuticas; en la quietud de la tarde hubo suficiente visibilidad para estar dentro del alcance de su vista; se dirigió a ellas y arribó cerca del Puerto de San Nicolás; no entró por desconocer sus condiciones y porque la noche le había caído, afuera envió un la carabela Niña para hacer un reconocimiento; este envió el bote a explorar y sondear el puerto; se le apagó el fanal y tuvieron dificultades, volvieron los de la barca a hacer luz y la Niña se acercó, pero el Almirante no pudo acercarse y estuvo toda la noche temporejando en los alrededores del puerto, el desarrollo de los acontecimientos en esta noche deja a entender que la Niña estuvo fondeada en el puerto; por indicación del bote al hacer nueva luz. Al comparar el puerto donde estuvo la tardecita de este día con el puerto de Cádiz, no era San Nicolás, pues en todos esos alrededores de la costa no existe ningún puerto que pueda reunir las características para una comparación semejante. Al completar en este día el trayecto de Don Cristóbal Colón por las Lucayas y Cuba, cabe hacer un paréntesis y comparar la derrota que yo he podido conseguir trazar, así como sus distancias, con las conclusiones a que llegaron el historiador norteamericano Almirante Elliot S. Morrison y los geógrafos cubanos J. Van der Guch y S. M. Parajón, después de hecho por ellos el estudio de la derrota del primer viaje de don Cristóbal Colón. El distinguido historiador don Aurelio Tió, miembro de la Academia Puertorriqueña de Historia, en su obra Nuevas fuentes para la historia de Puerto Rico páginas No. 129-130-131-132 consignan algunos extractos de la opinión del Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... 227 “yendo asi miró al Sueste y vido tierra y era una isla muy grande… de los indios, a que llamaban ellos Bohio”, “asi andaria hasta poner del sol ochenta y ocho millas, que son veintidos leguas, todo al Sueste”. Almirante Elliot S. Morrison de su obra Admiral of the Sea. “Nos dice una autoridad como Morrison” (Admiral of the Sea, 1 pág. 415); “El sobrestimado del largo de partes de Cuba y la Española que él había descubierto, es colosal e inexplicable. Colón declaró que usaba la lengua náutica romana equivalente a 4 millas romanas, o sean 3.18 millas náuticas modernas de 6,080.2 pies o 1.853.25 metros cada milla náutica moderna. La milla romana o italiana equivalía a 1.480 metros o 4.850 pies (Morrison 1.260)”. “Morrison (1-247) determina que Colón sobreestimó sus distancias en el primer viaje del año 1492 en un 9%, o sea su legua marítima fue en realidad de solo 2.89 millas náuticas modernas cuando bordeaba las costas, Colón usaba aparentemente otra legua distinta más pequeña, o al observar puntos en tierra como referencia en lugar de puntos flotantes, como burbujas o sargazo sobre el mar, su error era aún mayor. Morrison le atribuye el crédito de este descubrimiento sobre la legua terrestre usada por Colón en las costas de Cuba en su primer viaje, a los distinguidos geógrafos cubanos señores J. Van der Guch y S. M. Parajón en su Ruta de Cristóbal Colón (Habana, 1936), de quienes dice establecieron en el año 1936, con “pleno conocimiento de la costa Cubana y con lógica inescapable, que la Bahía Bariay fue el puerto del descubrimiento de Cuba, con modestia digna de imitación y basada en su propio brillante estudio científico de la navegación colombina”, declara Morrison (1-348); “Nuestras conclusiones meramente confirman las de ellos”. “Dice Morrison (1-91) que el cálculo de Colón sobre las distancias a recorrer en su primer viaje no era lógico, pero “la mente de Colón tampoco lo era. Él estaba resuelto a que podía hacer el viaje y los cálculos los tenía que adaptar a su idea, estuvieran o no correctos”. “Morrison (1-248). Afirma que Colón nunca supo a ciencia cierta la velocidad de su navío porque no poseía un patrón fijo de referencia y ningún medio de verificarlo. Por tal motivo no es posible darle a una mera referencia de las distancias recorridas por un compañero de viaje, como el Dr. Chanca, un valor determinante y definitivo. En Trinidad, Colón cometió un error de 100% al estimar en exceso la velocidad de su barco. (Morrison 11-271)”. “También Morrison (1-261). Reproduce una tabla sobre las distancias que calculó Colón en su Diario desde octubre 15 hasta noviembre 27 del 228 Ramón Julio Didiez Burgos año 1492. En las islas Bahamas y en la costa de Cuba. Sumando las distancias de las distintas travesías entre puntos propiamente identificados, obtiene un total de 111 leguas de Colón de 3.18 millas náuticas, que según Morrison era la que “Colón creía que estaba usando” y compara esta distancia con las correctas que le dan un total de 178 millas náuticas. Dice Morrison citando a Parajón y Van der Guch que el promedio resulta en sólo 1.6 millas náuticas por legua. Más adelante informa que como Antonio Pigafetta en su viaje de circunvalación Magallanes declaró que su legua marina equivalía a 4 millas romanas, pero su legua terrestre era igual a solo 3 millas romanas, la legua que Colón usaba a la vista de tierra era una milla terrestre de 2.2 millas náuticas modernas. En ningún escrito sobre los viajes de Colón hemos encontrado que usara ese sistema tan confuso”. “Creemos de rigor aquí hacer hincapié en que ese factor de conversión calculado por los cubanos Parajón y Van der Guch y que acepta Morrison en 1.6 millas náuticas modernas por legua de Colón, es sólo un promedio estadístico sujeto a los frecuentes errores que todos sabemos estos producen. Si calculamos el factor de conversión para cada travesía por separado, nos encontramos que este factor varía, desde 1.0 millas náuticas modernas igual a una legua de Colón, hasta 3.0 millas por leguas, una variación de 300%”. Tabla del Almirante Morrison Día y lugar Leguas de Colón Millas a leguas Factor Millas náuticas Largo correcto Oct. 15.– Largo y ancho de Ron Cay 15 1.0 Oct. 19.– Bird Rock – S. Cape Fortune 1 12 1.5 Oct. 29.– Bariay – Velazquez 61.5 Oct. 29.– Bariay – Pto. Cañete 10 1.2 Oct. 30.– Gibara – Pta. Uvero 151.6 Nov. 12.– Gibara – Pto. Naranjo 81.63 Nov. 12.– Gibara – Pta. Lucrecia 181.61 Nov. 12.– Naranjo – Sama 41.75 Nov. 26.– Cayo Moa – C. Campana 83.0 Nov. 26.– Cayo Medio – (circunferencia) 2 1.5 Nov. 27.– C. Campanas – Playa Duaba 51.6 Nov. 27.– Playa Cuaba – Pta. Fraile 8 2.0 111 1.6 15 18 9 12 24 13 29 7 24 3 8 16 178” Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... El distinguido historiador norteamericano y los brillantes geógrafos cubanos, sobreestimaron la capacidad como marino destacado y de experiencia vastísima del Almirante don Cristóbal Colón por una sencillísima razón; la de haber computado distancias desde puntos de referencia muy alejados de la realidad, motivo suficiente para que la irrealidad fuera adaptada a sus ideas. De acuerdo a la tabla dada por el Almirante Morrison iremos desarrollando mi opinión y criterio de los puntos y las distancias visitadas por el Almirante durante los días señalados por él en su tabla y comparándola con la que a continuación doy. Día Lugar Almirante el día 15 de Octubre, y de ahi el que al no corresponderse, se haya considerado un factor 1.0 de conversión para esta medida. Si estas medidas anotadas en el Diario se consideran en la costa Este que corre N–S de la isla Acklin, y en la costa norte de la isla Ackling y la Crooked que corre de Este a Oeste se podrá ver que se ajustan a la perfeccion y el factor 3.18 de conversión sigue permanente. El día 19 se repite el caso al equivocar el verdadero isleo de que son las islas Rata y Chivo que están entre las islas Crooked y Fortuna con la Roca Aves (Bird Rock) y a cabo Hermoso (Punta Landrail) con Cabo Laguna (Punta Windsor) o Punta Sur Leguas de de Colón Oct. 15 – Largo y ancho de Acklin y Crooket (Parte E y Norte de las islas) 15 Oct. 19 – Cayo Rata y Chivo (Isleo) A Punta Landrail (Zig-Zag) 12 Oct. 29 – Puerto Padre a Pta. Brava Cuba 6 Oct. 29 – Puerto Padre a la montaña Silla de Gibara 10 Oct. 30 – Nuevitas a la Silla de Cayo Romano 15 Nov. 12 Puerto Nuevitas a Bahia Manatí 8 Nov. 12 – Bahía de Manatí a Puerto Padre 4 Nov. 12 – Puerto Padre a Pta. Mula 18 Nov. 26 – Cayo Moa a Pta. Baez 8 Nov. 26 – Cayo Medio (circunferencia) 2 Nov. 27 – Cabo Guarico (Cabo Pico) a Cabo Campana (Cabo Maraví) 5 Nov. 27 – De Playa Duaba a Cabo Maisí 8 111 Otras distancias Dic. 4 – De Puerto de Baracoa A Pta. Fraile Dic. 4 – De rio Yumurí a Pto.Fraile (Cabo Lindo) Dic. 5 – De Cabo Fraile a Maisí En razón a identificar la isla de Guanahaní con la isla Watling, es lo que ha conducido a identificar a la isla Ron con la Santa María de la Concepción y considerar en esta las medidas dadas por el 229 Millas a leguas Factor Millas náuticas Largo correcto 3.18 47.7 3.18 3.18 3.18 3.18 3.18 3.18 3.18 3.18 3.18 38.2 19.1 31.9 47.7 25.4 12.7 57.2 25.4 6.4 3.18 3.18 3.18 15.9 25.4 353.0 5 3.18 16 1.5 2.5 3.18 3.18 4.8 8 de la isla Fortuna, Cayo Largo o Isabela, entre los cuales hay 18 millas náuticas, es claro que este falseamiento de puntos trae aparejados resultados, equivocados como el de considerar que el factor 230 Ramón Julio Didiez Burgos de conversión obtenido de estas posiciones es de 1.5 leguas; si se toman los puntos de Rata y Chivo como el isleo y se navega en bordada con el viento Norte hacia la isla Fernandina, y se vira hacia Cabo Hermoso o Punta Landrail cuando se encuentre al E, se encontraría que la distancia navegada entre ambos puntos es de 12 leguas exactas y por tanto el factor de conversión sigue en 3.18. desde 5 leguas, muy al Este de la población donde quedó “al reparo”, durante la noche llovió mucho y estuvo oscuro y al quedar en “reparo” es decir a la Capa (ponerse a la capa es tratar de sostenerse en un sitio sin avanzar, orientando las velas de manera de encontrar una posición de equilibrio teniendo el timón a la vía), con esta maniobra se crea un remanso en barlovento Le hacen arribar a la bahía de Bariay y para que haya otro puerto al W de éste y hacerlo que arribe en su salida para llamarle Rio y Puerto de Mares. El día 29 de octubre dan a Bariay como el puerto donde arribó el Almirante el día 28 (Puerto San Salvador) quien al salir en este día del puerto señala que “una punta de la isla le salía al Norueste, seis leguas de allí, otra le salía al Este diez leguas”; al considerar a la Bahía de Bariay como a San Salvador, las medidas dadas por el Almirante no concuerdan y dan un factor de 1.5 y 1.2 al confundir a Puerto Padre con Bariay confunden Punta Velázquez (9 millas náuticas) con Punta Brava (19 millas náuticas) y a Punta Cañete (12 millas náuticas) con las estribaciones de la montaña la Silla de Gibara (31 millas náuticas). Desde Puerto Padre a Punta Brava y a las estribaciones de la montaña la Silla de Gibara, las distancias cumplen con el factor 3.18 y deja confirmado que fue este Puerto al que él recaló el día 28 y no en Bariay. Esta bahía quedaba el día 27 cuando el Almirante vio la isla en la tardecita del buque, al avanzar poco abate mucho. Toda la noche estuvo a la capa, con el viento del Este o Este Nordeste (Lenordeste); era natural que el abatimiento fuera al Oeste y al Sur, según estuviera aproado Nornordeste o al Sueste, de donde se ve que la resultante del abatimiento durante toda la noche sería al Sudueste y no al Sueste; esto nos demuestra que el Almirante no arribaría a ninguno de los puertos que se encuentran entre Punta Velázquez y Punta Lucrecia (Bahía de Gibara, Bahía de Jururú, de Bariay, de Vita, de Naranjo o Bahía de Sama); el abatimiento fue al Oeste y no al Este. Al llevar al Almirante a Bariay, era razonable que las 6 leguas (19 millas náuticas) a Punta Brava desde Puerto Padre se redujeran a las 3 leguas (9.5 millas náuticas) a Punta Velázquez y le diera un factor de 1.5 y a las 10 leguas (32 millas náuticas) a la Silla de Gibara, se Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... confundieran con las 4 de Punta Cañete dando un factor de 1.2. El día 30 de octubre identifican al Puerto de Gibara por el de Nuevitas, como Río de Mares, grave error para los tres distinguidos historiadores; el día 29 al salir del Puerto de San Salvador, encontró un río a una legua que puso nombre de Río de Luna; bajo la hipótesis de que Bariay sea en realidad San Salvador, Río de Luna sería Bahía de Jururú, pero sí vemos bien que Jururú no está a una legua (3.18 millas náuticas) sino a 0.75 de millas náuticas de él, lo que evidencia un desacuerdo en este punto; además, en la tabla está omitido este detalle de suma importancia para la identificación de puntos. 231 detenerlo en Punta Uvero, de llevarlos más adelante no podrían justificar su silencio en cuanto a Puerto Padre y Manatí. En cambio, si consideramos al Río de Mares con Puerto Nuevitas, podemos ver que las descripciones que hace el Almirante el día están justificadas con la distancia navegada por él y los acontecimientos encontrados en la costa, dentro de la distancia; encontró una sola pasa que él entendió de los indios que era río, la pasa de Guajaba, y no pudo entrar, la roncha entre los bajos, el Cabo cercado de bajos, la Silla de Cayo, Roamano; en esta descripción está dentro de las 15 leguas (47.7 millas náuticas) y de aquí que el factor de 3.18 sigue inalterable y el Río de Mares es Nuevitas y no Gibara. Al salir de Puerto de Mares, recorre al W, 8 leguas en vez de 15 como dijo. Al identificar a Gibara con Río de Mares, las 15 leguas que el Almirante navegó ese día, no les dio otra alternativa que de llevarlo hasta Punta Uvero (24 millas náuticas) que les dio como factor 1.6 y obligarlo a seguir adelante para completar su distancia, necesariamente tendría que pasar por los frentes de Puerto Padre y Puerto de Manatí, pero como es ese día él no anunció haber visto ríos capaces de permitir la entrada de carabelas, hubo que El día 12 de noviembre, al considerar Gibara como Río Mares acomodan las distancias dadas por el Almirante, a los Puertos de Naranjo y de Sama, esto es, acomodan 8 y 4 leguas respectivamente a 4 y 2.2 leguas que es la distancia que hay desde Gibara a dichos puertos; al encaminar los acontecimientos en esta forma es natural que los factores de conversión sean 1.63 y 1.75 o 13 y 7 millas náuticas, en 232 Ramón Julio Didiez Burgos cambio considerando a Nuevitas como Río Mares, veríamos que desde Nuevitas hasta Bahía de Manatí, hay 8 leguas (25.4 millas náuticas), Río de Sol, y desde aquí hasta Puerto Padre hay 4 leguas (12.7 millas náuticas), estos puntos se desarrollan de acuerdo al Diario del Almirante y sostienen el factor 3.18; es natural que al errar a Gibara con Nuevitas las distancias desde estos puntos a Punta de Mulas o Cabo de Cuba sean diferentes, estando de acuerdo a la dada por el Almirante la medida desde Puerto Padre, 18 leguas (57.2 millas náuticas), y no la medida desde Gibara que es 9 leguas (29 millas náuticas); desde Nuevitas persiste inalterable el factor de conversión de 3.18 mientras que desde Gibara sería 1.61. El día 26 de noviembre en la tabla confeccionada por el Almirante Morrison dio la distancia navegada, a todo el largo de la costa, de 8 leguas, por el Almirante don Cristóbal Colón desde donde estaba fondeado en Puerto Catalina (Cayo Moa) hasta frente a Punta Báez, donde se le puso el sol; es inexplicable que por esta medida sea considerada Punta Báez como Cabo Campana puesto que él situó a Cabo Campana desde Cabo Pico (Punta Guarico) a 20 millas antiguas (16 millas náuticas) y no desde Puerto Catalina: desde su fondeadero hasta Punta Báez hay 25.5 millas náuticas equivalentes a 32 millas antiguas u 8 leguas, pero desde Cabo Pico (Punta Guarico) a Cabo Campana (Punta Maraví) hay 20 millas antiguas, 5 leguas (16 millas náuticas), lo que deja confirmado el factor de 3.18 por leguas; no hay que desestimar que el Almirante hacía el recorrido entre ciertos puntos, medía su distancia, tomaba nota de su recorrido y luego asentaba en su Diario las novedades del día. El mismo dia vio dos isletas al Sur de Cabo Pico (Punta Guarico), Cayo Medio y Cayo Chico y dijo que tendrían un cerco de 2 leguas (6.4 millas náuticas); así es, el contorno que forman las Bahías de Cañete y Yamaniguey es de 2 leguas como factores 3.18 y no 1.5 equivalente a 3 millas náuticas. El día 27 de noviembre hace el recuento de los 8 ríos que vio desde Cabo Pico a Cabo Campana (Cabo Maraví) al expresarse “desde el cual hasta el Cabo de Campana había veinte millas, y le quedaban al Sueste”; envuelve la idea del Cabo Pico hasta de Cabo de Campana, de lo contrario si él hubiera contabilizado esos 8 ríos desde la playa Duaba; era lógico que dijera “desde la cual” para referirse a la playa; además como él iba navegando hacia el sur, esto es, desde Cabo Pico a playa Duaba, era natural se expresara “desde el cual hasta la playa (Duaba) donde sorjí” entre Cabo Báez (Cabo Campana del Almirante Morrison) y playa Duaba no hay 8 ríos (5 grandes entre ellos como lo anunció el día 26 de noviembre). De aquí vemos que no fue desde Punta Báez a Playa Duaba que el Almirante anunció las 5 leguas sino desde Cabo Pico (Punta Guarico) a Cabo Campana (Punta Maraví) que hay 20 millas 5 leguas (16 millas náuticas) y por tanto el factor de conversión persiste en 3.18 y desmiente el de 1.16; al considerar que el Almirante daba la distancia de Cabo Campana (Punta Báez para el Almirante Morrison) y Playa Duaba, que dista una de otra 8 millas náuticas (2.5 leguas), es la razón de un factor errado. El mismo día 27 de noviembre desde Playa Duaba aprecio la distancia hasta Cabo Maysí en 8 leguas (25.4 millas náuticas), o las alturas de las lomas que la determinan. Es exacta la medida y confirma el factor de conversión 3.18. En la tabla del Almirante Morrison se considera, en la medida apreciada fue a la Punta Fraile (Cabo Lindo) y de ahí la distancia de 5 leguas o 16 millas náuticas y con razón un factor de conversión de 2. Debemos considerar que Cabo Lindo o Punta Fraile no es visible de la Playa Duaba, pero sí sus alturas al Sur que son las de Cabo Maysí. Por lo expuesto en la tabla comparativa que he compuesto y presentado, podemos ver que el largo de las partes de las Lucayas y de Cuba que el Almirante había descubierto, no fueron sobreestimados y por tanto explicable y admirable que era el patrón fijo que poseía a ciencia cierta para determinar la velocidad de su navío. Ya hemos visto en capítulos anteriores cuál fue el error en la distancia total desde la Isla de Hierro a Guanahaní o San Salvador (Islas Planas), error que siendo sumamente pequeño y en defecto resultó como se dijo de 1.4% , si tenemos en cuenta que la velocidad de la Santa María en la travesía era llevada, tanto por el Almirante como por sus pilotos, en su control en la rosa de distancia y velocidad, tenemos que convenir que el total de la velocidad diaria era el conjunto de la velocidad de cada guardia, por lo que deja mucha duda de que el error diario de la distancia sea exclusivamente del Almirante don Cristóbal Colón. Aun así, el 1.4% de error en la distancia total entre la isla de Hierro y la isla Plana, considera la estimilla del día 22 al 26 de septiembre. De no considerarla como hacen la mayor parte de los Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... autores, la diferencia entre la distancia lógica y real 3015.2 millas náuticas (media entre las derrotas Ortodrómica y la Loxodrómica), y la distancia corta o del engaño o ilógica dada en el Diario es de 3016.2 millas náuticas, sería de 1 milla de error en todo el recorrido de donde se desprende que el error sería de 0.0 3% en exceso. Nada en la historia del Almirante es tan asombroso como sus grandes conocimientos de matemáticas y cálculos, un cartógrafo no podía dejar de poseer esa virtud; si su cálculo en la distancia a recorrer fue lógico, su mente era asombrosamente lógica en una aventura en que si la naturaleza colocó islas y tierras a la distancia que él esperaba buscar, lo consagró como uno de los calculistas más eficaces de sus tiempos. Basado en lo ante dicho, puede apreciarse que el Almirante, en su primer viaje no sobreestimó su distancia, ni la subestimó apreciablemente, puesto que considerando la estimilla, el valor de 1.4% millas náuticas, en defecto, no es más que la representación de 0.44 de leguas, 2.793 metros por cada 100.6 millas náuticas (31.6 leguas), o expresado en metros, 27.93 metros de error por cada milla náutica, si no consideramos la estimilla, y damos la distancia recorrida o la ilógica o del engaño, como la navegada directamente, entonces la diferencia sería de 1 milla náutica de error en exceso, lo cual representa 0.03 de millas por %, o sea, 61.7 metros de error por cada 100.6 millas náuticas (31.6 leguas) y si lo expresamos por milla se nos transforma en 0.62 centímetros de error en exceso por cada milla navegada. Si a estos pequeños porcentajes en distancias tan largas se le tilda de no poseer patrón fijo de referencia o ningún medio de verificar la distancia entre puntos, entonces se puede considerar que la mente del que la efectuara no es lógica, sino superlógica. Hoy día que los navegantes descansan su responsabilidad de llevar el trabajo de medir por sus propios conocimientos las velocidades de los buques en que navegan, sobre instrumentos mecánicos o electrónicos, confrontan el problema de tener que corregir estos en los correctores de su mecanismo, para que señalen aproximadamente la verdad de la distancia recorrida. Si en pleno siglo xx aún confrontamos dificultades para medir distancias con instrumentos mecánicos precisos, no es lógico juzgar con dureza los navegantes del siglo xv, que tenían que hacerlo sin ninguna clase de instrumentos y sí con métodos rudimentarios en los que aplicaban la aritmética elemental, y que sus 233 resultados eran bastantes exactos en comparación con los de ahora. El porcentaje de error por exceso o defecto en la distancia navegada, nos conduce ineludiblemente a considerar la existencia de un error, sin alterar los módulos de medidas estandarizadas, pero no a atribuir el uso indebido o caprichoso de estos patrones de medidas que acomodan tesis o criterios completamente alejados de la realidad en que fueron desarrollados los hechos. Indudablemente es ilógico aceptar la opinión de los distinguidos geógrafos cubanos J. Van der Guch y S.M. Parajón, de que el Almirante don Cristóbal Colón usara dos tipos de leguas, una en la mar y otra cuando bordeaba las costas, aceptando lo expresado por don Aurelio Tió, yo concluyo de la misma manera. “En ningún escrito sobre los viajes de Colón hemos encontrado que usara este sistema tan confuso”, porque aunque existieran la legua terrestre italiana, en esa época, de 2 960 metros, no he podido coordinar esta medida en ninguna a las dadas por el Almirante al significar medidas en tierra. Es más, las medidas expuestas por don Cristóbal Colón en la Hispaniola en su segundo viaje, al establecer en tierra los Fuertes de Santo Tomás, Magdalena, Concepción, Santa Catalina, Esperanza, da las medidas en leguas de 5 920 metros, 4 millas de 1 480 metros (3.18 en millas náuticas) y no en leguas terrestre de 2 960 metros. Es inexplicable que en la mar, para medir amplitudes de tierra, use la legua terrestre y en tierra para medir distancia entre lugares use leguas marítimas: a todo esto sólo queda una conclusión: el Almirante jamás usó otra medida en su navegación que la legua de 5 920 metros, o sea 3.18, o 4 millas antiguas o la milla de 1 480 metros o 4,854.4 pies. La toponimia de toda esta parte de costa de Cuba, que el Almirante visitó, podríamos sintetizarlo en esta forma. 1er. Puerto de San Salvador Puerto Padre 2do. Río de Luna Boca de Salida de la ciénega de Puerto Padre 3ro. Río de Mares Puerto Nuevitas 4to. Cabo de Palmas Maternillos 5to. Río de Palmas 6to. Río del Sol Bahía de Manatí 7to. Cabo de CubaPunta Mulas 8vo. Puerto del Principe Bahía de Tánamo 234 Ramón Julio Didiez Burgos 9no. Mar de Nuestra Señora Todo el mar que bordea el norte de Cuba 10mo. Punta de Santa Catalina Puerto Cayo Moa 11vo. Cabo del PicoPunta Guarico 12vo. Cabo CampanaPunta Maraví 13mo. Puerto Santo Puerto de Baracoa 14vo. Cabo LindoPunta Fraile Al cabo Maysí y le puso nombre; de Alfa u Omega, el Bayatiquirí de los indios, a la isla de Cuba le puso por nombre de Juana, seria en honor a la hija de Isabel la Católica. Las distancias y el descubrimiento de la isla Trinidad “En Trinidad Colón cometió un error de 100% al estimar en exceso la velocidad de su barco”. Esta apreciación del Almirante Morrison surgió al hacer arribar a don Cristóbal Colón a Punta Goleota, tomando como referencia a las tres colinas o lomas llamadas Trinty Hills situadas al Sureste de la isla; Punta Goleota, está a mitad de camino entre Punta Arenal y Punta Galera, sobre esta última se entiende arribó el día 31 de Julio. “Fallé allí que en anocheciendo tenía yo la estrella del Norte alta cinco grados, y entonces las Guardas encima de la cabeza, y después de la media noche fallaba la estrella alta diez grados, y en amaneciendo que las Guardas están en los pies quince” Al salir el día 4 de julio, miércoles, de la isla de Santiago del sistema de Cabo Verde, hizo rumbo Sudueste y sobre este rumbo anduvo 120 leguas, 480 millas antiguas, llegó a una latitud de 10°–30’ N aproximadamente el día 13 de julio, en este día se le cayó el viento y no le hizo caminar, cambió el rumbo al Poniente (al Oeste), durante la noche hizo tres observaciones con su cuadrante a la estrella Polar y anota en su Diario: “Fallé allí que en anocheciendo tenía yo la estrella del Norte alta cinco grados, y entonces las Guardas encima de la cabeza, y después de la media noche fallaba la estrella alta diez grados, y en amaneciendo que las Guardas están en los pies quince”, esta información deja dicho que el Almirante estaba en las proximidades de la Latitud 10º – 00’ N, no puede ponerse en duda este resultado ya que repitió las mismas observaciones por varias noches consecutivas y siempre obtenía el mismo resultado; la insistencia en repetir el deseo de llegar a la “raya” hace comprender que dicha raya es la posición donde la aguja le noroestearia una cuarta del compás, al igual que el día 17 de septiembre del 1492, fenómeno que consideró como resultado de acercarse más a la bóveda de las estrellas, en este momento al estar más cerca y al oeste “causa el desviar del círculo que describe la estrella del Norte Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... con las Guardas, y cuanto más parece junto con la línea equinoccial, más se subirán en alto, y más diferencia habrá en las dichas estrellas, y en los círculos dellas,” al emitir juicios y consideraciones de la forma de la tierra y citar a Tolomeo revela su gran cultura y su razón independiente de someter a su criterio los conceptos cosmográficos existentes; al no sujetarse a las ideas de la época sin que él juzgue los preceptos ya aceptados, lo distingue como hombre de principio y de razón. 235 Almirante corrió aproximadamente al Oeste desde el día 13 de julio hasta el 31 (17 días) sobre el paralelo de latitud 10°-00’ N como promedio de la estabilidad que tuvo el compás; el abatimiento del viento y la corriente general que existe en el Norte de Sur América deben haberse contrarrestado, y sobre todo en esta época del año cuando la corriente es más fuerte. Al cambiar el rumbo al Norte cuarta del Nordeste el dia 31 de julio en la mañana y después En el tercer viaje, durante la semana del 13 al 22 de julio, el calor era tan intenso que se reventaban las pipas y toneles de vino y agua “el trigo ardía como fuego; los tocinos y carnes saladas se asaban y podrían”. El deseo de llegar a esta “raya” indica que su compás no había llegado a tener una cuarta de diferencia, en una de las posiciones de la Estrella Polar, esto es, que le Noruestearia una cuarta del compás, posición geográfica que buscaba navegando al Oeste; se nota en la figura que esta posición no la llegó a alcanzar (muy cerca de la isógona de los 20° de Declinación Norueste) de donde con mucha razón podemos deducir que el error de su compás era pequeño por ser grande su desvío al E. y que a medida que navegaba hacia el Oeste su pérdida de latitud era poca, pero que al ir rebasando las isógonas, 20°, 19°, 18°, de declinación Norueste el error al Este se hacía mayor, al ir disminuyendo las isógonas de declinación bajo el desvío. Así la carabela volvería a aumentar de latitud progresivamente, hasta llegar el día 31 de julio en la mañana que cambió de rumbo al Norte cuarta del Nordeste; hasta este cambio de rumbo parece que el de haber navegado unas 25 millas náuticas, el Marinero de Huelva que se llama Alonso Pérez, criado del Almirante se subio a la gavia y “vido tierra al Oeste, y estaba 15 leguas (47.7 millas náuticas) della, y lo que pareció della fueron tres mogotes y tres montañas” (Casas, Cap. CXXXI). A esa distancia sólo pudieron ser vistas desde la cofa o gavia de la carabela de una altura de 70 pies tres montañas que se levantan al Nordeste de la isla Trinidad, que no tienen nombres en la carta, cuyos alcances geográficos en millas desde la cofa o gavia es según la tabla siguiente: Altura de la Montaña 1,226 pies = 40.2 + 9.6 = 49.8 ” ” ” ” 1,357 ” = 42.1 + 9.6 = 51.7 ” ” ” ” 1,784 ” = 48.3 + 9.6 = 57.9 Como se ve, el alcance geográfico de las montañas y de la cofa dan totales que rebasan las 48 millas o 15 leguas desde la distancia que el Almirante 236 Ramón Julio Didiez Burgos “dá la vuelta sobre la tierra que habrán visto hacia un cabo que parecía estar al Poniente, al cual llamó Cabo de la Galera, por una peña grande que tenía, que desde lejos parecia galera que iba a la vela”. consideró a que estaban (se puede conjeturar que esta distancia fue conocida después de haber hecho el recorrido desde la posición en que se vieron las montañas hasta la costa más la apreciación hasta ellas de las carabelas, desde la costa). “Pero como su divina Magestad, haya siempre usado de misericordia conmigo, por acertamiento y acaso, subió un marinero, de Huelva criado mio, que se llamaba Alonso Pérez, a la gabia, y vido tierra al Oeste, y estaba 15 leguas della, y lo que parecio della fueron tres mogotes y tres montañas”. Desde las toldillas de las carabelas no podían verse los tres mogotes o picachos de las montañas puesto que su alcance geográfico de 5.7 millas náuticas sumados a los alcances geográficos de las tres montañas darían 45.9 – 47.8 – 54.0 millas Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... náuticas respectivamente. Solamente una, la última era la que rebasaba 6 millas de la distancia a donde se encontraban. Al ser señalados los tres mogotes de la isla por Alonso Pérez, el Almirante cambió rumbo al Oeste hasta llegar a la Punta Nordeste de la isla a la cual nombró por Cabo de Galera, nombre que todavía conserva, a la isla nombró Trinidad. Este nombre estaba en la idea del Almirante para serle puesto a la primera isla que descubriese en este viaje cuando salió de viaje el día 30 de mayo de San Lucas de Barrameda; lo hizo en nombre de la “Santísima e Individua Trinidad”, el 31 de julio la Santísima Trinidad se le manifestó en los momentos más aciagos en forma de tres montañas, indicándole el término de su congoja y padecimientos. Hay hechos que no tienen explicación para aquellos que no llevan la fe en el alma, pero aquellos que viven auroleados de las virtudes y purezas espirituales, en estos hechos la manifestación del Gran Poder de Dios se le hace evidente. Las Colinas de Trinidad en el Sudeste de la isla tienen tres picachos de 997 –751 – 427 pies de 237 altura, y al Este de ellas una colina independiente de 659 pies, el Guayere Hill; los alcances geográficos de estas colinas más el de un mástil de 70 pies nos daría el alcance siguiente en millas náuticas. Para 997 pies = 36 + 9.6 = 45.6 millas ” 751 ” = 31.3 + 9.6 = 40.9 millas ” 427 ” = 23.7 + 9.6 = 33.3 millas ” 659 ” = 29.4 + 9.6 = 39.0 millas Como a la distancia a que estaba el Almirante era de 48 millas náuticas, se ve que prácticamente es imposible que Alonso Pérez viera desde la distancia de 48 millas náuticas sobre gavia o cofa de la carabela las tres colinas más elevadas del sistema montañosos del Sueste de la isla Trinidad puesto que su posición estaba más lejos del alcance visual de la montaña más alta, la de 997, en 5.4 millas y de las otras dos, segunda y cuarta 11 y 13 millas respectivamente; la tercera es sumamente baja para la distancia que se encontraba el Almirante. Trinity Hill, las colinas, que según el Almirante Morrison, fueron los tres mogotes vistos por Alonso Pérez en la isla Trinidad el día 31 de julio del 1498. 238 Ramón Julio Didiez Burgos Tesis del Almirante Samuel E. Morrison acerca del descubrimiento de la isla de Trinidad y el recorrido del Almirante don Cristóbal Colón de sus costas. No existe alternativa ni razon que puedan desviar el fundamento de estos cálculos para probar la realidad de uno y la imposibilidad “Miercoles 1ro de Agosto, corrió la costa abajo hacia el Poniente cinco leguas y llegó a una punta, donde surgió con todos tres navios. Recorrido desde Punta Galeota hasta Punta Moruga” (Punta Playa). del otro; cualquier motivo o razonamiento que se aduzca para demostrar lo contrario será una filosofía. Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... Otra de las razones que robustecen la recalada en el Norte de la isla Trinidad por el Almirante, fue que él nunca se separó sensiblemente del paralelo de latitud 10º – 00’ N y que a medida que navegaba al Oeste desde el día 13 de julio tanto se separó al Sur él como volvió al Norte de por efecto del magnetismo del Atlántico. Al ver el Almirante los tres mogotes se dirigió a ellos y llegó al extremo Nordeste de la isla y le puso nombre de Cabo Galera por una “peña grande que tenía, que desde lejos parecía Galera que iba a la vela”; llegaron allí a hora de “completas”, esto es, entre las 9 y la media noche; parece que se acercó lo bastante a la Punta para ver en el extremo de ella la piedra de 60 pies de elevación llamada Neptuno y que está en las rompientes del mismo nombre; el Puerto que él dice que vieron y que era hondo debe ser Bahía Cumaná: al no poder entrar “Siguió su camino a la punta que había visto, que era hacia el Austro siete leguas, no halló Puerto”. Según dice que vio al Sur un cabo a siete leguas, también hace una descripción de toda la costa del Este de la 239 isla, vio una canoa cargada de indios pescando y el labrantío de la tierra; estos pormenores nos hacen pensar que si llegó a horas de completas a Cabo Galera, debió haber amanecido a la corda o temporejando por esos alrededores hasta el amanecer del día 1 de agosto; sólo de día pudo haber visto lo que explicó, así como que los indios sólo pescaban de día. A 7 leguas, 22 millas náuticas, desde Cabo Galera encontró una punta, no le puso nombre (Punta Manzanilla); siguió navegando hacia el Sur y llegó a Punta Goleota, viró al Oeste y fondeó destrás de los bajos de Punta Moruga a 5 leguas (16 millas náuticas de Goleota) y en el río del mismo nombre que desemboca en la punta, tomó agua, a esta Punta nombró Punta Playa, la descripción que hace el Almirante de la costa de Trinidad hace ver que navegó bastante cerca de la costa. El Diario del Almirante don Cristóbal Colón dice que luego de reconocer a Punta Galera que había visto hacia el Austro una punta a 7 leguas; es de conjeturar que de haber arribado a Punta “Lugar donde Don Cristóbal Colón se fondeó el día 1 -5 - 98 en Punta Moruga que le puso punta Playa”. 240 Ramón Julio Didiez Burgos Goleota en vez de la actual Galera, como expresa el Almirante Morrison, en vez de navegar en la costa de Trinidad, lo hacían hacia el delta del Río Orinoco, que dista 10 leguas de Punta Goleota, tierra firme del continente, y cuando navegase al Oeste en vez de llegar a Punta Playa llegaría a cualquier otro punto de la costa venezolana; así, todo el Diario del Almirante para estos días estaría trastocado. Desde Cabo Galera hasta el sitio donde estuvo fondeado detrás de Punta Arenal hay 108.5 millas náuticas (34.1 leguas) y él dijo que había 35 leguas. La diferencia de 0.9 leguas debe considerarse que al ir bordeando la costa muy junto a ella se alarga la distancia, además, si tuviéramos esta diferencia como un error este exceso no sería 100% de error sino de 2.5%, errar 100% significa una equivocación total de un cálculo y por tanto su expresión “desde el cabo de la Galera hasta la Punta Arenal, donde al presente estaba dice que había 35 leguas”. Al otro dia 2 de agosto levantó anclas temprano y siguió navegando al Oeste, llegó al extremo Sudueste de la isla fondeó detrás de una punta al que puso por nombre Punta del Arenal (Punta Icacos). No veo razón alguna que para equivocar al Almirante don Cristóbal Colón en 100% “al estimar en exceso la velocidad de su barco” se desconozcan ciertos detalles que son contundentes en cuanto al bojeo de la isla de Trinidad por él; la tesis del arribo a Punta Goleota se aparta del desarrollo del Diario, al decir “que la isla de Trinidad es grande, porque desde el Cabo de Galera hasta la Punta del Arenal, donde al presente estaba, dice que había 35 leguas” (111.3 millas náuticas), lo que hizo fue dar la distancia navegada de un punto a otro en su totalidad. carece de valor; una persona que llegue al extremo de caer en el vicio de errar 100% se hace de la desconfianza general y revela una ignorancia completa y absoluta de la materia en que se ocupa. Considero que aquí es donde tuvo origen la expresión del Almirante Morrison de que la mente de Colón no era lógica. Estando fondeado en Punta Arenal, dice que vio al Norte cuarta del Nordeste a una distancia de 15 leguas, un cabo o punta de tierra firme que llamó Paria; en el mismo capítulo CXXXIII de la Historia de las Indias, el Padre de las Casas dice “Desde Punta Arenal que es un Cabo de la Trinidad, como se dijo, y está la vuelta del Sur, hasta el otro Cabo Boto, que es de la misma isla de la Trinidad, que esta a la mar, dice el Almirante haber 26 grandes leguas”. La Peninsula de Paria y Cabo Boto (Punta Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... 241 “Estando en esta Punta del Arenal, que es el fin de la Trinidad, vido hacia el Norte cuarta del Nordeste, a distancia de 15 leguas, un cabo o punta de la misma tierra firme… El Almirante, creyendo que era otra isla distinta púsole nombre, de Gracia”. Estrada) corren aproximadamente en el mismo paralelo y por tanto la distancia desde Punta Arenal a ambos cabos o puntas es la misma aproximadamente, de manera que estas distancias parecen alteradas, no equivocadas en un 100%, pero en esta ocasión se puede ver que repite el mismo sistema de anunciar las distancias igual que hizo en Cuba y en la Hispaniola en 1492; a las 26 leguas le dio “Navegué al Septentrión hasta una sierra muy alta, adonde serían veinte y seis leguas de esta punta del Arenal”. 242 Ramón Julio Didiez Burgos como punto de referencia a Punta Moruga donde estuvo fondeado el dia 1 de agosto para tomar agua, desde ahí hasta Cabo Boto hay 84 millas náuticas (26 leguas) y las 15 leguas desde Punta Arenal hasta Cabo o Punta Paria (Promontorio de Paria) vía Cabo Boto en la isla Trinidad. Si se verifican estas medidas se verá la exactitud de su cálculo. Dice que estando en la Punta o Cabo de Lapa miró hacia el Nordeste y vio la isla de Tobago, esta isla con alturas de 1 910 pies, es sólo visible a 50 millas náuticas, y dijo que estaría de ella 26 leguas (82.7 millas náuticas) se puede comprobar que esta es la distancia entre ambos puntos; le llamó a la isla Bellaforma por tener desde lejos buen aspecto. Hasta ahora no he podido comprobar dónde el Almirante don Cristóbal Colón cometió el error del 100% en la distancia en la isla de Trinidad me hubiese conformado con el 50 por ciento, pero tampoco lo he encontrado; un navegante incierto en su derrota, no es marino, porque semejantes garrafadas sólo las cometen los legos en una profesión y hemos visto por los múltiples ejemplos que “Cristóbal Colón marino”, fue una realidad en la historia del Descubrimiento del Nuevo Mundo. En el caso de las distancias en Trinidad hay algo que sí resulta curioso, no es extraño ni asombroso para los marinos, puesto que éstos, en las grandes travesías oceánicas tienen que llevar un control lo más exacto posible de su rumbo y sus distancias, para conocer su posición en cualquier hora y día, de no saber llevar estos dos resultados de una travesía no se es marino, y por tanto la embarcación se encontraría perdida en el vasto Océano. Como “Colón nunca supo a ciencia cierta, la velocidad de su navío, porque no poseía patrón fijo de referencia y ningún medio de verificarla”. Resulta de todo esto que el día 31 de julio el Almirante don Cristóbal Colón no sabía a la distancia a que estaba de las islas caribes ni la posición geográfica en que se encontraba, pero ese mismo día en la mañana, la necesidad de agua fresca a bordo porque la que tenía era escasa, le hizo manifestar su posición en alta mar. Latitud 10º -14’ N y Longitud 60º -18’W al decidir “mudar su derrota, y esta era al Oeste, y se acostar a la mano derecha é ir a tomar la isla Dominica o algunas de las caníbales que hoy llaman los Caribes; y así mandó gobernar al Norte, cuarta del Nordeste”. Este rumbo no es el resultado de una corazonada, ni de un tanteo para la búsqueda de unas islas que ya conocía; bien podría decirse que este rumbo era el correcto porque partía de una posición correcta. Se ve que el rumbo llevaba en sí las correcciones por abatimiento de viento y corrientes, pues de no haber visto los tres mogotes o montañas a medio día, hubiera caído en las islas que buscaba, de no haber sabido a “ciencia cierta la velocidad de su A la isla de Chacachacare don Cristóbal Colón le puso por nombre Caracol y a la de Huevos, Delfin, la isla de Manos se proyectaba sobre la isla de Trinidad desde su posición en el Golfo como parte de ella por eso a lo que llamó Cabo Boto fue a la punta Au-Diable en esa isla, esa fue la causa de haber visto dos islas solamente. Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... navío”. ¿Cómo iba a saber su posición con respecto a las islas Caribes para buscarlas con la precisión de rumbo como el que hizo? Es extraño e inverosímil este comportamiento en la mar, pero no le da a ningún estudioso niguna alternativa para que no vea en las consecuencias de su derrota que el Almirante don Cristóbal Colón conocía a ciencia cierta cómo medir su velocidad, para que con su rumbo saberse situar aproximadamente en el punto geográfico correcto. Más ejemplos que demuestren la pericia en la mar del Almirante para conducir una carabela o una armada no es necesario mencionar; son suficientes las interpretaciones hechas de sus derrotas y sus distancias para ver el grado de conocimientos y de cultura que tenía. El 16 de agosto del 1498 dice que “cuando partia de Canarias para esta Española, pasando 300 leguas al Oeste, luego noruesteaban las agujas una cuarta, y la estrella del Norte no se alzaba sino cinco grados, y agora en este viaje nunca le ha noruestado hasta anoche, que noruesteaba mas de una cuarta y media, y algunas agujas noruesteaban medio viento, que son dos cuartas: y este fue todo de golpe anoche”. Esta anotación del Almirante confirma el gran desvío que tenía el compás de la Santa María de Guia, unos 18 grados al Este y que la influencia Don Cristóbal Colón no pudo haber visto a la isla Tobago (Bellaforma como la llamó) ni desde el Promontorio de Paria (Cabo Lapa) ni desde Punta Goleota porque esta isla estaba desde esos puntos fuera de visibilidad. 243 magnética de Cerro Bolívar que queda cercano al Golfo de Ballena haya influido de magnetismo accidental a los hierros de a bordo y haya alterado el compás de a bordo y que el día 15 de agosto el perderlo violentamente al sacudir la mar el buque, el Almirante cayera en cuenta del fenómeno. La alteración de todos los compases indica que la influencia magnética fue general. Es notable también al ocurrir este fenómeno, que el desvío de los compases pasaron a ser al W en valores iguales a la diferencia de la del Error Total y Declinacion en mínimo valor, de manera que el compás no se vio muy afectado para producir una recalada lejana; si esto ocurrió en este viaje fue en razón al abatimiento al Oeste de las carabelas producido por el viento. Una demostración de que el Almirante no arribó a Punta Goleota es la medida precisa que da el día 4 de agosto desde el Cabo de Lapa, en la isla de Gracia (Península de Paria) que “vido una isla de tierra altísima al Nordeste, que estaría a 26 leguas (82.7 millas náuticas), pusole nombre de Bellaforma (Tobago) porque debía tener de lejos bien parecer”. Es del todo imposible que desde esa posición pudiera ver la isla de Tobago, cuyas mayores alturas son de 1910, 1804 y 1200 pies, visibles en un alcance geográfico de 50, 48.6 y 39.6 244 Ramón Julio Didiez Burgos millas respectivamente; si a estas distancias se le suma los 9.6 de alcance de la Cofa o Gavia del Palo de la Santa Maria de Guia, nos daría 59.6, 58.2 y 49.2 millas de alcance totales, lo cual se ve que están muy por debajo de la distancia a que él se encontraba de la isla. En cambio, desde la posición en que vio los tres mogotes el día 31 de julio a medio día de la isla de Trinidad, estaban visibles también las tres montañas de la isla de Tobago, pues él estaba a tan solo 44 millas náuticas de ella. Considero que no la veía por ser la declinación del sol unos 16º grados Norte, y él estaba en unos 10º - 40’ N de manera que el vertical de él a mediodía al estar tan cerca del cenit produciría muchos reflejos escandilantes hacia el norte que era para donde le demoraba la isla Tobago, pero a medida que caía la tarde el sol se alejaba hacia el Oeste y el Almirante se acercaba a Trinidad. A la isla de Tobago (Bellaforma) tuvo que haberla visto en la tarde antes de la puesta del sol. Entre las nueve de la noche y la media noche (horas de completas) él llegó al extremo nordeste de la isla, temporejó al reparo en los alrededores de la punta hasta que amaneció; puso nombre a la Punta de Cabo Galera, que aún conserva; vió con más detalles desde frente a Cabo Galera toda la hermosura de la isla de Tobago desde 30 millas náuticas; ya vimos que la isla y sus montañas eran visibles a 50, 48.6 y 39.6 millas náuticas respectivamente; desde aquí hizo rumbo al Sur. Si hubiera arribado al extremo Sueste de la isla en Punta Goleota, como informa el célebre escritor e historiador Samuel E. Morrison, por haber visto las colinas de Triniti Hills no hubieran visto la isla de Tobago, puesto que esta posición se encuentra de ella a 71 millas náuticas y su montaña más alta, la de 1 910 pies, estaba para él, por debajo del horizonte; si para ver a Tobago o Bellaforma desde Punta de Lapa en la Península de Paria se necesita una altura sobre el horizonte de 1 000 pies, esto sin contar la altura de la Cofa o Gavia del mástil mayor de la Santa María de Guia; para verla desde Punta Goleota sería necesario también una altura sobre el horizonte de 520 pies. Esto deja comprobado que el Almirante vió la isla de Tobago; el dia 31 de julio a 32 millas náuticas, al anochecerles y el día 1º de agosto a 30 millas náuticas al amancerle en Cabo Galera y no desde Cabo Lapa en la isla o Península de Paria o desde Cabo Galeota; como se pretende que fue a este cabo donde arribó el dia 31 de julio, los alcances geográficos en estos puntos no son lo suficiente amplios para haber visto la isla desde esa distancia. Hay en estas conclusiones que puede causar asombro y admiración no para aquellos que no han tenido la menor idea de tener en consideración la habilidad del Almirante, don Cristóbal Colón, como un real y eficiente marino que conoce su profesión sino como un aventurero sagaz, hábil en las oportunidades que le ofrece el destino o las circunstancias; a este respecto podríamos hacernos esta pregunta, si el Almirante no vio desde Cabo Lapa la isla de Tobago o Bellaforma, ¿cómo supo él que estaba a 26 leguas (82.7 millas náuticas) de ella? De acuerdo a las Casas Capítulo CXXXIX-II tomo de su Historia de las Indias “Toda esta navegación y figura ó pintura de la tierra, envió el Almirante a los Reyes”, don Antonio del Monte y Tejada en su Historia de Santo Domingo, Capítulo XII dice “ y conjeturé que allí donde son estas dos bocas, Bocas del Dragón y de la Sierpe que algún tiempo sería tierra, continua a la isla de Trinidad con la tierra de Gracia, como podrán ver, nuestras Altezas por la pintura de lo que con esta les envío” las Casas sigue en el mismo capitulo “y llegó la relacion de este descubrimiento y la figura de la tierra, que el Almirante envió a los reyes”, las citas hechas dan razón de que el Almirante hizo un plano de la isla Trinidad, la isla Tobago y las tierras que él vio al Sur que consideró Isla, la isla o península de Paria, todas la parte Norte de tierra firme hasta las islas de Margarita, Cubagua e isla Coche y que de esta carta fue de donde sacó la conclusión en la Punta de Lapa, que estaba a 26 leguas 82.7 millas náuticas de la isla de Tobago o Bellaforma, la medida es exacta, de acuerdo a la cartografía actual e indudablemente la carta tuvo que estar hecha lo más perfecta que le fue posible hacerla con los instrumentos rudimentarios que poseía, un compás o brújula, un cuadrante para medir distancias, reglas y escalas y una técnica como cartógrafo inigualable.* El examen de esta carta en 1499 en el despacho del Obispo D. Juan Rodríguez de Fonseca en Castilla por D. Alonso de Ojeda, quien era su criado y protegido, lo estimuló a hacer armada e ir por estos mismos lugares en que anduvo el Almirante. Una frase que puede aparejar errores es la siguiente; “Fallo que de allí de estas dos bocas, las cuales como ya dije, estan frontero por línea de *Ilegible en el original Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... Septentrion en Austros, que haya de una a la otra veinte y seis leguas, y no pudo haber en ello yerro porque se midieron con cuadrante, y estas dos bocas de Occidentes hasta el golfo que yo dije, al cual llamé de las Perlas, que son sesenta y ocho leguas de cuatro millas cada una, como acostumbramos en el mar”. Ya hemos visto que las veinte y seis leguas, el Almirante las empieza a contabilizar desde donde estuvo fondeado el día 1ro. de agosto en Punta Moruga hasta la Cabo Boto (Punta Estrada) en la isla Trinidad; da exactamente 26 grandes leguas (82.7 millas náuticas). La sesenta y ocho leguas desde las dos bocas hasta el fondo de las Bahías de las Ballenas (Golfo de las Perlas) hacia el poniente quedan satisfactoriamente divididas en la forma siguiente; tomando como punto de origen la arribada de él a la Punta NE de la isla que la nombró Cabo Galera. 245 Desde Cabo Galera hasta el fondo del Golfo de las Perlas hay exactamente, en la forma que el Almirante hizo el recorrido, 68 leguas o 216 millas náuticas, este era el estilo de él llevar su cuenta de distancias y no se le puede menoscabar por su estilo ni censurar por emplear un sistema de enlace de distancias que pueden haber sido su forma de cartografiar las costas de estas tierras descubiertas; así lo hizo en las Lucayas en el 1492, en Cuba y en la Hispaniola, y ahora vuelve a repetir el sistema, entonces no hay alternativa de admitir la exactitud de sus medidas; para las medidas cortas tenía la virtud de no equivocarse ni en exceso ni en defecto. La confesión de que usaba las leguas de 4 millas cada una como se acostumbra en el mar, hace ver que él no usaba dos tipos de leguas Desde Cabo Lapa hasta el Golfo las Perlas hay 18 leguas. Desde Cabo Calera a Punta Arena 35 leguas Desde Punta Arenas a Cabo Lapa (día 4 – 8- 98) 15 leguas ” Cabo Lapa a Ensenada Potao (5 – 8- 98) 5 ” ” Ensenada Potao a Ensenada Cauranto (5 – 8 – 98) 3 ” ” Ensenada Cauranto a Punta Aguja (6 – 8 – 98) 5 ” ” Punta Aguja (Paraparito) a Punta Seca (Alcatraz) 5 ” Total hasta el 68 leguas } 18 246 Ramón Julio Didiez Burgos “y destas dos bocas de Occidente hasta el Golfo que yo dije, al cual llamé de las Perlas, que son sesenta y ocho leguas”. y por tanto no da oportunidad a un factor de 1.6 como yo anteriormente hemos visto, ni en Trinidad; no es lógico atribuirle semejante dislates al Almirante. Toponimia de Trinidad y la península de Paria dentro del Golfo de Paria. Nombre Actual Nombre Antiguo Punta GaleraCabo Galera Punta Galeota Punta IcacoPunta Arenal Golfo de Paria Golfo de Ballenas Boca de Sierpe Boca de Sierpe Punta EstradaCabo Boto Boca de Dragón Boca del Dragón Isla HuevoIsla Delfin Isla ChacachacareIsla Caracoles Peninsula de Paria Isla de Gracia Promontorio de Paria Cabo de Lapa Ensenada Potao (en la península de Paria)__________ Ensenada Cauranta (en la península de Paria)__________ Las Piedras (en la península de Paria) Los Jardines Punta Paraparito (en la península de Paria) Punta Aguja Punta Alcatraz (en la península de Paria) Punta Seca Isla Antica Isla Isabela Isla Tereupano Isla Tramontana Ensenada de Caraquita Puerto de Gato El fondo del Golfo de Paria Golfo de las Perlas La isla Española puerto de Santa María Jueves 6 de diciembre.— “Cuando amaneció se halló cuatro leguas del puerto; púsole nombre Puerto María (136), y vido un cabo hermoso al Sur, cuarta del Sudueste, al cual puso nombre Cabo del Estrella (137), y parecióle que era la postrera tierra de aquella isla hacia el Sur, y estaría el Almirante dél veinte y ocho millas. Parecióle otra tierra (138) como isla no grande al Leste, y estaría dél cuarenta millas. Quedábale oto cabo muy hermoso y bien hecho, á quien puso nombre Cabo del Elefante (139) al Leste, cuarta del Sueste, y distábale ya cincuenta y cuatro millas. Quedábale otro cabo al Lusueste, al Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... que puso nombre el Cabo de Cinquin; estaría dél veinte y ocho millas. Quedábale una gran escisura ó abertura ó obra á la mar, que le pareció ser rio (140). Al Sueste y tomaba de la cuarta del Leste; habría dél a la abra veinte millas. Pareciale que entre el Cabo del Elefante del de Cinquin había una grandísima entrada (141) y algunos de los marineros decían que era apartamiento de isla; aquella puso por nombre la Isla de la Tortuga. Aquella isla grande parecía altísima tierra, no cerrada con montes sino rasa como hermosas campiñas, y parece toda labrada ó grande parte dellas, y parecían las sementeras como trigo en el mes de Mayo en la campiña de Cordoba. Viéronse muchos fuegos aquella noche y de dia muchos humos como atalayas, que parecían estar sobre aviso de alguna gente con quien tuviesen guerra. Toda la costa desta tierra va al Leste. A horas de vísperas entró en el puerto dicho, y púsole nombre de Puerto de San Nicolás, porque era dia de San Nicolás, por honra suya (142) y a la entrada dél se maravilló de su hermosura y bondad. Y aunque tiene mucho alabados los puertos de Cuba, pero sin duda dice él que no es menos este, antes los sobrepuja, y ninguno le es semejante. En boca y entrada tiene legua y media de ancho y se pone la proa al Sursueste, puesto que por la grande anchura se puede poner la proa adonde quisieren. Va de esta manera al Sursueste dos leguas: y á la entrada dél por la parte del Sur se hace como una angla, y de allí se sigue asi igual hasta el Cabo adonde esta una playa muy hermosa y un campo de arboles de mil maneras, y todos cargados de frutas, que creía el Almirante ser de especieria y nueces moscadas, sino que no estaban maduras y no se conoscia, y un rio en medio de la playa. El hondo de este puerto es maravilloso que hasta llegar a la tierra en la longura de una (143) no llegó a la sondaresa o plomada (144) al fondo con cuarenta brazas, y hay hasta esta longura el hondo de quince brazas y muy limpio, y asi es todo dicho puerto de cada cabo hondo dentro á una pasada de tierra de quince brazas y limpio, y desta manera es toda la costa muy hondable y limpia que no parece una sola baja, y al pie della tanto como longura de un remo de barca de tierra tiene cinco brazas, y después de la longura del dicho puerto yendo al Sursueste, en la cual longura puede barloventear mil carracas, baja un brazo del puerto al Nordeste por la tierra dentro una grande media legua, y siempre en una misma anchura como que lo hicieran por un cordel, el cual queda de manera questando en aquel brazo, que será 247 de anchura de veinte y cinco pasos, no se puede ver la boca de la entrada grande, de manera que queda puerto cerrado (145), y el fondo deste brazo es así, en el comienzo hasta la fin de once brazas y todo basa ó arena limpia, y hasta tierra y poner los bordes en las yerbas tiene ocho brazas. Es todo el puerto muy airoso y desabahado, de arboles raso. Toda esta isla le pareció de mas peñas que ninguna otra que haya hallado; los arboles mas pequeños, y muchos dellos de la naturaleza de España, como carrasco y madroños y otros, y lo mismo de las yerbas. Es tierra muy alta, y toda campiña ó rasa y de muy buenos aires y no se ha visto tanto frio como allí, aunque no es de contar por frio, mas dijole al respecto de las otras tierras. Hácia enfrente de aquel puerto una hermosa vega, y en medio della el rio susodicho: y en aquella comarca (dice) deben haber grandes poblaciones según se veian las almadia con que navegan tantos y tan grandes dellas como una fusta de quince bancos. Todos los indios huyeron, y huian como veian los navios. Los que consigo de las isletas traía tenia tanta gana de ir a su tierra, que pensaba (dice el Almirante) que después que se partiese de allí los tenia de llevar a sus casas, y que ya lo tenia por sospechoso porque no lleva el camino de su casa por lo cual dice que ni les creía lo que le decian, ni los entendia bien, ni ellos a él, y dizque habían el mayor miedo del mundo de la gente de aquella isla. Asi que por querer haber lengua con la gente de aquella isla le fuera necesario detenerse algunos días en, aquel puerto, pero no lo hacia por ver mucha tierra, y por durar quel tiempo le duraría. Esperaba en nuestro Señor que los indios que traía sabrían su lengua y ellos la suya, y después tornaria y hablará con aquella gente, y placerá a su magestad (dice el) que hallará algún buen resgate de oro antes que vuelva”. Despues de haber pasado toda la noche dando vueltas (barloventeando) en los alrededores del puerto le amaneció a 4 leguas (13 millas náuticas) al norte cuarta del Oeste del Puerto al que le puso Puerto María desde la posición que le amanecio Latitud 20º - 03’ N, Longitud 73º-32’W vio más al Sur del puerto a 28 millas antiguas (23 millas náuticas) un cabo que le bautizó con nombre de Estrella, el cabo entre Cabo Foux y Caballo Blanco, vio al Este otra tierra que le pareció “isla no grande”, la nombró la isla de la Tortuga (los Indios le llamaban Cahini) a 40 millas antiguas (32 millas 248 Ramón Julio Didiez Burgos “Cuando amaneció se halló cuatro leguas del puerto; pusole nombre Puerto María”. náuticas), y vio otro cabo a 54 millas antiguas (43 millas náuticas y le llamó cabo del Elefante, este cabo que dice que estaba al Este cuarta del Sueste, es la Loma de Haut Piton que se eleva a 3 955 pies y se ve a un alcance geográfico de 73 millas náuticas (se ha querido dar a entender que esta punta es Punta Palmista, pero no es así, puesto que esta punta no podía verse desde donde él estaba), vio otro cabo al Lesueste a 28 millas antiguas (23 millas náuticas) y le puso por nombre Cabo Cinquín (Punta Juan Rabel). La gran escisura que vió al Sueste y que tomaba de la cuarta del Este a 20 millas antiguas (16 millas náuticas) es el espacio entre las dos montañas que quedan al Sudeste de Juan Rabel, desde su posición contempló el canal que se foma entre la isla de Santo Domingo y la isla grande, a esta isla le puso por nombre isla Tortuga, durante la noche anterior vieron muchos fuegos (hogueras de los indios) y durante el día el humo que se desprendia de esta en forma de columnas; entre las 2h-42m y las 5h-24m entró al puerto de María y bautizó al cabo Norte de la Peninsula que forma el puerto, Cabo San Nicolás, en honor al Santo Varón del dia San Nicolás de Barí; el Padre de las Casas consideró que fue al Puerto que él le puso el nombre y por eso dice que “No entiendo cómo a este puerto puso nombre arriba de puerto María, que todavía conserva y ahora de San Nicolás”. En la carta que él dibujó de estas costas está bien claro el nombre de San Nicolás con que bautizó el Cabo; la Carta de Tofiño del 1523 registra al cabo como San Nicolás; como el cabo era el que llevaba el nombre en las cartas y no en el puerto, prevaleció el nombre del cabo sobre el del puerto y envolvió este con su nombre toda la zona, no obstante, en la carta de Juan de la Cosa del 1500 figura este Puerto con el nombre de “Puerto María”. La descripción que el Almirante hace del Puerto María es exacto al que corresponde a la realidad actual; el sondear destaca la maravilla de sus fondos hondos y la amplitud que estos llegan desde la entrada de una legua hasta la misma orilla interior, ni largo ni ancho, su forma reconoce la dársena interior que forma la Bahía hacia el Nordeste y la nombra Carenero, por su protección, tranquilidad y mansedumbre al estar al abrigo de todos los vientos, como cualidad exclusiva que deben reunir los lugares dentro de los puertos para convertirlos en sitios de carenaje (lugares adecuados para tumbar de lado los buques de vela y limpiar, secar, reconocer las juntas de las hiladas de tablones de los costados para su calefate y embreado), hoy se conoce por Bahía de Carenero. Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... Capítulo XII dESDE EL DÍA 7 DE DICIEMBRE HASTA EL DÍA 13 Costa Norte de la Española, la Tortuga, puerto Concepción Viernes 7 de diciembre.— “Al rendir del cuarto del alba dió las velas y salió de aquel Puerto de San Nicolás, y navegó con el viento Sudueste al Norte dos leguas hasta un cabo que hace el Carenero, y quedábale al Sueste un angla y el Cabo de la Estrella del Sudueste, y distaba del Almirante veinte y cuatro millas. De allí navegó al Leste luengo de costa hasta el Cabo Cinquin, que sería cuarenta y ocho millas: verdad es que las veinte fueron al Leste cuarta del Nordeste, y aquella costa es tierra toda muy alta y muy grande fondo; hasta dar en tierra es de veinte y treinta brazas, y fuera tanto como un tiro de lombarda no se haya fondo; lo cual todo lo probó el Almirante aquel día por la costa mucho a su placer con el viento Sudueste. El angla que arribo dijo “y navegó con el viento Sudueste, al Nordeste dos leguas hasta un cabo que hace el Carenero, y quedabale al Sueste un angla”. 249 llega dizque al Puerto de San Nicolás tanto como tiro de una lombarda, que si aquel espacio se atajase é cortase quedaría hecha isla, lo demás bojaria en el cerco tres ó cuatro millas. Toda aquella tierra era muy alta y no de árboles grandes sino como carrasco y madroños, propia, diz, tierra de Castilla. Antes que llegase al dicho Cabo Cinquin con dos leguas, halló un agrezuela (146) como la abertura de una montaña (147), por la cual descubrió un valle grandísimo, y vidolo todo sembrado como cebadas, y sintió que debía de haber en aquel valle grandes poblaciones, y a las espaldas dél había grandes montañas y muy altas y cuando llego al Cabo de Cinquin, lo demoraba el Cabo de la Tortuga al Nordeste, y había treinta y dos millas (148), y sobre este Cabo Cinquin, á tiro de una lombarda, está una peña en la mar que sale en alto, que se puede ver bien; y estando el Almirante sobre dicho Cabo le demoraba el Cabo del Elefante al Leste, cuarta del Sueste, y habría hasta él setenta millas (149) y toda tierra muy alta. Y á cabo de seis leguas halló una grande angla (150), y vido por la tierra dentro muy grandes valles y campiñas y montañas altísimas, todo a semejanza de Castilla. Y dende a ocho millas halló un rio muy hondo sino que angosto, aunque bien pudiera entrar en él una carraca y la boca todavía sin banco ni bajas. Y dende á diez y seis millas halló un puerto (151) muy ancho y muy hondo hasta no hallar fondo en la entrada ni á las bordas á tres pasos, salvo quince brazas, y va dentro un cuarto de legua. 250 Ramón Julio Didiez Burgos Y puesto que fuese aun muy temprano, como la una después de medio día, y el viento era á popa y recio, pero porque el cielo mostraba querer llover mucho y habia gran cerrazón, qués peligrosa aun para la tierra que se sabe, cuanto más en la que no se sabe, acordó de entrar en el puerto, al cual llamó Puerto de la Concepción, y salió a tierra en un río no muy grande questá al cabo del puerto, que viene por unas vegas y campiñas que era maravilla ver su hermosura: llevó redes para pescar, y antes que llegase a tierra saltó una lisa como las de España propia en la barca, que hasta entonces no había visto pece que pareciese, á los de Castilla. Los marineros pescaron y mataron otras, y lenguados y otros peces como los de Castilla. Anduvo un poco por aquella tierra qués toda labrada, y oyó cantar el ruiseñor y otros pajaritos como los de Castilla. Vieron cinco hombres, mas no les quisieron aguardar sino huir. Halló arrayan y otros árboles y yerbas como las de Castilla, y así es la tierra y las montañas”. A las 7 de la mañana en este día salió Puerto María y con viento del Sudueste navegó a lo largo de la costa 2 leguas al Nordeste hasta un cabo que está al norte y fuera de la Bahía de Carenero donde se forma una ensenada abierta entre los Cabos Carenero del W y del Este; el desarrollo del viaje durante este día parece distinguirse por las alteraciones de la velocidad y las distancias dadas por el Almirante, resulta sumamente admirable que después de que él fija su posición el día 6 a las 6h–00m de la mañana, aproximadamente Latitud 20º –03’N y Longitud 73º –32’ W de una manera tan precisa que las cuatro demoras tomadas con sus distancias coinciden en tal forma que a esta época causa asombro la precisión con la que hizo con un compás rudimentario, sin estar compensado, con un error de 1 o 2 grados al W, que él no sabía que lo tenía y midiendo sus distancias con el cuadrante hecho exprofeso y para esos fines, la incidencia de las cuatro marcaciones son exactas y las distancias admirablemente correctas. Desde la posición al Norte de Carenero del W, dice “y al cabo de la Estrella del Sudueste, distaba del Almirante 24 millas (19 millas náuticas)”, es correcta esta distancia, si se considera que dentro de esta distancia está comprendido el recorrido que hizo dentro del Puerto María hasta la posición que tenía al Nordeste del Cabo Estrella; desde allí navegó a lo largo y cerca de la costa hasta Cabo Cinquin (Punta Juan Rabel) “que seria 48 millas, verdad es que las veinte al Leste cuarta N E”. Estas 48 millas antiguas (38.4 millas náuticas) que él da como navegada hasta Cabo Cinquin (Punta de Juan Rabel) tuvo su origen en la posición geográfica, en que amaneció el día 6 de diciembre al Norte de Puerto María hasta Cabo Cinquin considerando el recorrido, que hizo en el Puerto hasta el fondo de la Bahía al cual le denominó Carenero. Desde la posición en que amanecio hasta el Cabo de San Nicolás hay 17.5 millas antiguas (14 millas náuticas), desde el Cabo San Nicolás hasta Carenero, ida y vuelta, hay 10.5 millas antiguas (8.4 millas náuticas) y desde Cabo San Nicolás hasta Cabo Cinquin y 20 millas antiguas (16 millas náuticas), total 48 millas antiguas de recorrido desde el puerto donde amaneció el día 6 hasta Cabo Cinquin; en el análisis de este trayecto deja entrever que iba bastante cerca de la costa porque como dice “hasta dar en tierra es de veinte, y treinta brazas, y fuera tanto como un tiro de lombarda no se haya fondo”, indicó la gran profundidad que hay a unos 3.000 pies (media milla); hoy podemos ver en los levantamientos cartográficos precisos que la esobática de las 100 brazas pasan a la distancia que él informó de 3.000 pies (media milla). “y el Cabo de la Estrella al Sudueste y distaba del Almirante veinte y cuatro millas”. Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... 251 “De allí navegó al Leste luengo de costa hasta el Cabo Cinquin, que seria cuarenta y ocho millas”. Él observó que la ensenada formada de la parte afuera del Puerto María por los dos cabos Careneros, el del Este y el del Oeste, se internaba tanto que el istmo entre la Mole de San Nicolás y la tierra firme era de 3.000 pies, media milla, o un “Cuando llegó al Cabo de Cinquin, lo demoraba el Cabo de la Tortuga al Nordeste y había treinta y dos millas”. tiro de lombarda “se atajase” es decir se cortara e hiciese un canal; la Mole se podría hacer una isla y por el cual se acortara la distancia al Puerto. Siguió su rumbo y después de haber caminado dos leguas vio por el abra de dos montañas la 252 Ramón Julio Didiez Burgos “y al cabo de seis leguas halló una gran angla… y dende a diez y seis millas halló un puerto muy ancho y muy hondo… al cual llamó Puerto de la Concepción”. llanura que había detrás de la cadena de Montañas de San Nicolás al que llamó agrezuela. Esta llanura parecía sembrada o que se hacía agricultura en ella y por esta razón supuso que las grandes poblaciones de indios se encontraban hacia el interior, y no en la costa; vio a través de esta abertura la Cadena de Montañas Plaisance que tienen alturas de 2 000, 2 800 y 2 900 pies. Al llegar a Cabo Cinquin (Juan Rabel), marcó la isla Tortuga al Nordeste y le dio de distancia 32 millas antiguas, la distancia real es de 13.8 millas náuticas o sea 17 antiguas, pero él le dio como origen a esta medida el Norte del Cabo Carenero del Oeste, a la Punta Oeste de la Tortuga, que son 25.6 millas náuticas que convertidas a antiguas serían 32 que él dijo; vió que a tiro de lombarda en el Cabo Cinquin 3.000 pies existe una piedra que no la registró la Geografía ni la Cartografía. Desde Cabo Cinquin tomó una demora de del Cabo del Elefante y le dio Leste cuarta del Sueste y una distancia de 70 millas antiguas, estando más cerca del Cabo del Elefante, en esta ocasión, que en la posición donde le amaneció el dia 6, la distancia ha resultado mayor que aquella, que fue de 54 millas antiguas, es lógico, sobre la razon que él le dio origen a esta distancia el punto donde amaneció el día 6 hasta cabo San Nicolás 14 millas náuticas y desde ahí hasta las estribaciones de la loma Hout Piton 41.5 millas náuticas, lo que haría 55.5 millas náuticas que convertidas nos daría las 70 millas antiguas que dijo. Siguió al Este con viento de popa y al cabo de 6 leguas (19 millas náuticas), “halló una gran anglada” puerto Escudo, no le puso nombre, para esta distancia volvió a tomar como punto de partida para su medición a Cabo Carenero del Oeste, desde aquí a Puerto Escudo hay 19 millas náuticas ó 6 leguas, vio en los claros montañosos de Puerto Escudo los valles y campiñas que existían, así como las cadenas de montañas que le sirven de fondo a todos estos parajes antes de llegar a puerto Escudo a “8 millas halló un río muy hondo como que era muy angosto”. Esta distancia convertida a medidas actuales sería 6.4. Esta fue el río Guinaudé; para esta medida tomó como referencia el Cabo Cinquin. Siguió navegando con viento fuerte por la popa; encontró a diez y seis millas, otro puerto: Bahía de Mosquito que él le llamó Puerto de la Concepción, que dista desde Cabo Cinquin 12.7 millas náuticas, igual a las 16 antiguas que él dijo; en este puerto Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... 253 “y estando el Almirante sobre el dicho cabo le demoraba el Cabo del Elefante al Leste cuarta al Sueste, y habría hasta él setenta millas”. desemboca el río Cabaret, aquí pasó el resto del día por razones del tiempo que imperaba. Sábado 8 de diciembre.— “Allí en aquel puerto les llovió mucho con viento Norte muy recio: el puerto es seguro de todos los vientos, excepto Norte, que no le puede hacer daño alguno, porque la resaca es grande, que no le da lugar á que la nao labore sobre las amarras ni el agua del río. Después de media noche se tornó el viento al Nordeste y después al Leste, de los cuales vientos es aquel puerto bien abrigado por la isla de la Tortuga, questá frontera treinta y seis millas” (152). Durante este día lo pasó dentro del puerto de la Concepción (Bahía de Mosquito) y observa la fuerza de la corriente del río Cabaret cuando crece por lluvias y sus efectos en los buques fondeados en él, al decir que el puerto está bien abrigado por “la isla Tortuga questá frontera treinta y seis millas” da la idea que la distancia entre el puerto y la isla es de 36 millas antiguas, pero su idea fue más amplia, en esta distancia envolvió la longitud de la isla y la distancia a ella, y por esta amplitud de la isla Tortuga y la poca distancia del puerto a ella fue que considero la razón del abrigo del Puerto de la Concepción; la isla Tortuga tiene una longitud de 20.0 millas náuticas y desde donde él estaba fondeado en el puerto a la isla son 8.8 millas, 28.8 millas náuticas que convertidas en antiguas da 36 millas, este ingenio de anunciar distancias durante este día, tomando tan diferentes puntos de partida y entrelazándolos con otros da a entender un nuevo sistema de él para ocultar algún designio, pues no veo razón para que hiciera esta, cuando bien con su gran capacidad y sus grandes recursos literarios podía hacerlos más 254 Ramón Julio Didiez Burgos claros, ó esta forma envuelve en su estilo de referencias cartografiar una zona simplificando detalles que podían ocasionarle errores; sea cual sea la idea el estilo es oscuro y difícil de descifrar a menos que no se valga el analista de mañas que den con el acertijo que pueden ser considerados como métodos acomodados. Domingo 9 diciembre.— “Este dia llovió é hizo tiempo de invierno como en Castilla por Octubre. No había visto población sino una casa muy hermosa en el Puerto de San Nicolás, y mejor hecha que en otras partes de las que había visto. Las isla es muy grande y dice el Almirante no será mucho que boje descientas leguas: ha visto qués toda muy labrada; creía que debía ser las poblaciones lejos de la mar de donde ven cuando llegaba, y asi huian todos y llevaban consigo todo lo que tenían y hacían ahumadas como gente de guerra. Este puerto tiene en la boca mil pasos, qués un cuarto de legua: en ella ni hay banco ni baja, antes no se halla cuasi fondo hasta en tierra é la orilla de la mar, y hacia dentro en luengo ve tres mil pasos, todo limpio y basa, que cualquiera nao puede servir en él sin miedo y entrar sin resguardo: al cabo dél hay unas vegas las mas hermosas del mundo y cuasi semejables a las tierras de Castilla, antes estas tienen ventajas, por lo cual puso nombre a dicha isla la Isla Española”. Durante este día se estuvo dentro del puerto, midió con exactitud la boca del puerto en 1 000 pasos equivalente a un cuarto de legua, 1 milla antigua, e igual a 8 cables en medidas modernas, midió el perímetro interior del puerto en 3 000 pasos, 3 millas antiguas, 2.5 modernas, vio dos ríos el Cabaret y otro que la geografía no registra. Durante este día fue que él bautizó la isla con el nombre de Española. Lunes 10 de diciembre.— “Ventó mucho el Nordeste, y hizole garrear las anclas medio cable, “es aquel puerto bien abrigado por la isla de la Tortuga questa frontera treinta y seis millas”. Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... de que se maravillo el Almirante, y echolo á que las anclas estaban mucho a tierra y venia sobre ella el viento. Y visto que era contrario para ir donde pretendía, envió seis hombres bien aderezados de armas á tierra que fuesen dos ó tres leguas dentro de la tierra para ver si pudieran haber legua. Fueron y volvieron no habiendo hallado gente ni casas: hallaron empero unas cabañas y caminos muy anchos y lugares donde habían hecho lumbres muchos; vieron las mejores tierras del mundo y hallaron árboles de almáciga muchos y trujeron della y dijeron que había mucha, salvo que no es agora el tiempo para cogella porque no cuaja”. Durante este día permaneció en el puerto por causa del tiempo que le era contrario a la dirección a que él iba; se dedicó a explorar toda la zona; no encontraron indios, ni pueblos, parece que esta zona, no era muy próspera ya que los asentamientos de los indios lo hacían tierra adentro. Martes 11 de diciembre.— “No partió por el viento que todavía, era Leste y Nordeste. Frontero de aquel puerto, como está dicho, está la Isla de la Tortuga, y parece grande isla, va la costa della cuasi como la Española, y puede haber de la una á la otra, á lo más, diez leguas (153); conviene a saber, desde el Cabo Cinquin á la cabeza de la Tortuga, después la costa della se corre al Sur. Dice que quería ver aquel entremedio destas dos islas para ver la Isla Española, qués la más hermosa cosa del mundo, y porque según le decían los indios que traía por allí se había de ir á la Isla de Babeque, los cuales le decían que era isla muy grande y de muy grandes montañas y ríos y valles, y decían que la isla de Bahio era mayor que la Juana á que llamaban Cuba, y que no está cercada de agua, y parece dar a entender ser tierra firme, qués aquí detrás desta Española, a que ellos llaman Caritaba (154), y que es cosa infinita, y cuasi traen razon quellos sean trabajados de gente astuta, porque todas estas islas viven con gran miedo de los de Caniba no es otra cosa sino la gente del Gran Can, que debe ser aquí muy vecino, y tenían navíos y vernán a captivarlos, y como no vuelven creen que se los han comido. Cada día entendemos más a estos indios y ellos a nosotros puesto que muchas veces hayan entendido uno por otro (dice el Almirante). Envío gente a tierra, hallaron mucha almáciga sin cuajarse, dice que las aguas lo deben hacer, y que en Xió la cogen por Marzo, y que en Enero la cogerían en aquestas tierras por ser tan templadas. Pescaron mucho 255 pescado como los de Castilla, albures, salmones, pijotas, gallos pámpanos, lisas, corbinas, camarones y vieron sardinas: hallaron mucho linaloe”. Durante este día el tiempo siguió duro del Este y Nordeste, no salió, vuelve a dar distancia que todos los analistas del Diario lo dan como errada, si bien en algunas han habido pequeñas alteraciones por causa de la inexactitud de las ampolletas; en otras lo que ha habido es graves interpretaciones y esta es una de esas al decir que “Frontero de aquel puerto como está dicho, está la isla Tortuga, y parece grande isla, y va la costa della cuasi como la de la Española, y puede haber de la una a la otra a lo más, diez leguas; conviene saber desde el cabo Cinquin a la cabeza de la Tortuga, después la costa della se corre al Sur”, dice Fernández Navarrete que acaso son errores de la copia que hizo las Casas; entiendo que aquí no hay errores y sí un enunciado de distancia que cartografía la isla Tortuga con respecto a cabo Cinquin; desde este cabo hasta la Punta Oeste de la isla hay 13.5 millas náuticas, más la longitud de ella que son 20 millas náuticas, hacen 33 millas que convertidas a leguas antiguas son 10.5, no puede pedirse más precisión en sus medidas, ya que la enunciada es una muestra de su perfecta técnica; el día 7 vimos cómo enlazó la Punta Carenero del Oeste, con la Punta Oeste de la isla Tortuga con 32 millas tomando como base las distancias a Cabo Cinquin, y cuán perfecta la dio; estos enlaces, sin duda alguna, fue la base de la primera carta hecha en el Nuevo Mundo por él, la cual es muy conocida. El diálogo sostenido en este día con los indios le derivó al Almirante indicaciones que en el futuro le serían de gran provecho en sus próximos descubrimientos, razón demás es extraer estas consecuencias puesto que él se expresa que ya el entendimiento con los indios era mayor tanto de los indios con los españoles como estos a aquellos. El 13 de octubre los indios le dieron a entender en San Salvador “por señas” que yendo al Sur o volviendo la isla por el Sur, que estaba allá un Rey “que tenía grandes vasos dello, y tenía muy mucho” esta era la isla de Inagua Grande que ellos llamaban Babeque, el día 21 de noviembre dice “Esta noche Martín Alonso siguió el Camino del Leste para ir a la isla de Babeque donde dicen los indios que hay mucho oro”; durante este día le volvían a hacer referencia a Babeque como isla “grande y de muy grandes montañas” a la cual él podía ir desde allí por su cercanía, indudablemente volvían a mencionarle el oro y las piedras preciosas; tan sólo había que dirigirse al Norte, esto indudablemente induce 256 Ramón Julio Didiez Burgos “Frontero de aquel puerto, como está dicho, está la isla Tortuga, y parece grande isla, y va la costa della cuasi como la Española, y puede haber de la una a la otra a lo más, diez leguas; conviene a saber desde el Cabo de Cinquin a la cabeza de la Tortuga”. a considerar que la Isla San Salvador o Guanahaní estaba cerca de Babeque y los indios que muchos historiadores los han creído tan ingenuos; aquí demostraban que conduciendo al Almirante por su lado debil, el oro y las piedras preciosas irían, a una isla cercana a la de ellos Guanahaní para podérsele escapar en Babeque e irse a su isla. Al hacer el elogio de la isla de Bohío decían que era más grande que la isla de Cuba y no estaba rodeada de agua, al no estar rodeada de agua era tierra firme, la cual estaba detrás de la isla Española; los indios llamaban a toda esa zona del Norte de la isla Caritaba, desde el día 23 de noviembre venían los indios repitiendo el nombre de Bohío y de sus habitantes a los cuales llamaban, Caniba, Canima o Caníbales, porque decían que tenían un ojo en la frente y recorrían las islas para hacerlos prisioneros y comérselos. El día 26 de noviembre y el día 5 de diciembre vuelven a repetirlo y durante este día lo hacen de nuevo; la insistencia en la repetición de los mismos temores y las mismas expresiones asocian a la mente del Almirante los hechos de suma trascendencia, de que Bohío era costa y tierra firme cerca de Cuba, y esta, parte del Continente Euroasiático y que Canima o Caniba es derivado de Can, Rey de esa zona del Continente, pues el día 1ro. de noviembre, estando en Río de Mares (Nuevitas del Principe, Cuba) aseguró estar ante Zayto y Guinsay a cien leguas, las dos ciudades más importantes del imperio del Gran Can. Estas ideas son las que lo mantuvieron alejado de la verdad, pero si bien se ve que existieron una sucesión de hechos en estos contornos del Nuevo Mundo que iban en forma muy similares con las que él buscaba, esta similitud de circunstancias tenían que producir en él una convicción de realidades aparentes que lo llevó a hacer confesiones que luego el tiempo se encargó de aclarar; si hoy vemos la verdad de un Nuevo Mundo no podemos significarlo de equivocado, porque su equivocación estuvo ajustado a un error de la cartografia de la época, y cualquiera que hubiera sido protagonista de los hechos durante esos años hubiera cometido los mismos actos que hoy llamamos errores; porque si conocimos la verdad después otros en su lucha en los descubrimientos y conquistas de territorios se encargaron de resolver Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... para nosotros la incógnita, es muy cómodo hoy poder hacer críticas de actitudes que fueron resueltas mucho después que el Almirante puso la primera piedra. Miércoles 12 de diciembre.— “No partió aqueste dia por la misma causa del viento contrario dicha. Puso una gran cruz á la entrada del puerto, de la parte del Oueste, en un alto muy vistoso, en señal (dice él) que nuestras Altezas tiene la tierra por suya, y principalmente por señal de Jesucristo nuestro Señor, y honra de la cristiandad; la cual puesta, tres marineros metieron por el monte á ver los arboles y yerba, y oyeron un gran golpe de gente, todos desnudos como los de atrás, á los cuales llamaron é fueron tras ellos, pero dieron los indios a huir. Y finalmente, tomaron una mujer que no pudieron mas porque yo (él dice) les había mandado que tomasen algunos para honrallos y hacelles perder el miedo, y si hobiese alguna cosa de provecho, como no parece poder ser otra cosa, según la fermosura de la tierra, y asi trujeron la mujer muy moza y hermosa á la nao, y habló con aquellos indios, porque todos tenían una lengua. Hizole el Almirante vestir, y dióle cuentas de vidrios y cascabeles y sortijas de latón, y tornóla á enviar a tierra muy honradamente según su costumbre; envió algunas personas de la nao con ella, y tres de los indios que llevaban consigo, porque hablasen con aquella gente. Los marineros que iban en la barca, cuando la llevaron a tierra, dijeron al Almirante que ya no quisiera salir de la nao sino quedarse con las otras mujeres indias que había hecho tomar en el puerto de Mares de la isla Juana de Cuba. Todos estos indios que venían con aquella india diz que venían en una canoa, qués su carabela, en que navegaban de alguna parte, y cuando asomaron á la entrada del puerto y vieron los navíos volviéronse atrás y dejaron la canoa por allí en algún lugar, y fueronse camino de su población. Ella mostraba el parage de la población. Traía esta mujer un pedacito de oro en la nariz, que era señal que había en aquella isla oro”. Jueves 13 de diciembre.— “Volvieron los tres hombres que habían enviado el Almirante con la mujer á tres horas de la noche y no fueron con ella hasta la población porque les pareció lejos ó porque tuvieron miedo. Dijeron que otro día venía mucha gente a los navios, porque ya debían de estar asegurados por las nuevas que daría la mujer. El Almirante con deseos de si había alguna cosa 257 de provecho en aquella tierra y por haber alguna lengua con aquella gente por ser la tierra tan hermosa y fértil, y tomasen gana de servir á los Reyes, determinó de tornar á enviar a la población confiando en la nueva que la india había dado de los cristianos ser buena gente, para lo cual escogió nueve hombres bien aderezados de armas y aptos para semejante negocio, con los cuales fue un indio de los que traía. Estos fueron a la población (155) questaba cuatro leguas y media al Sueste, la cual hallaron en un grandísimo valle, y vacia porque como sintieron ir los cristianos todos huyeron dejando cuanto tenían la tierra dentro. La población era de mil casas y más de tres mil hombres. Indios haciendo su pan de casabe. El indio que llevaban los cristianos corrió tras ellos dando voces, diciendo que no hobiesen miedo, que los cristianos no eran de Caniba, mas antes eran del cielo, y que daban muchas cosas hermosas á todos los que hallaban. Tanto les imprimió lo que se aseguraron y vinieron juntos dellos mas de dos mil, y todos venían á los cristianos y les ponían las manos sobre la cabeza que era señal de gran reverencia y amistad, los cuales estaban todos temblando hasta que muchos los aseguraron. Digeron los cristianos que después que ya estaban sin temor iban todos á sus casas, y cada uno les traía de lo que tenían de comer, que es pan de niames (156) que son unas raíces como rábanos grandes que nacen, que siembran y nacen y plantan en todas sus tierras, y es su vida; y hacen dellas pan y cuecen y asan y tienen 258 Ramón Julio Didiez Burgos sabor propio de castañas, y no hay quien no crea comiéndolas que no sean castañas. Dabanle pan y pescado, y de lo que tenían. Y porque los indios que train en el navio tenían entendido quel Almirante deseaba tener algún papagayo, parece que aquel indio que iba con los cristianos dijole algo desto, y asi les trujeron papagayos y los daban cuanto les pedían sin querer nada por ellos. Rogábanles que no se viniesen aquella noche y que les darían otras muchas cosas que tenían en la sierra. Al tiempo que toda aquella gente estaba junto con los cristianos vieron venir una gran batalla ó multitud de gente con el marido de la mujer que había el Almirante honrado y enviado, la cual traían cabellera sobre sus hombros, y venían á dar las gracias á los cristianos por la honra quel Almirante le había hecho, y dádivas que le había dado. Dijeron los cristianos al Almirante que era toda gente mas hermosa y de mejor condición que ninguna otra de las que habían hasta allí hallado; pero dice el Almirante que no sabe como pueden ser de mejor condición que las otras, dando a entender que todas las que habían en las otras islas hallado eran de muy buena condición. Cuanto a la hermosura decian los cristianos que no había comparación asi en los hombres como en las mujeres, y que son blancos mas que los otros, y que entre los otros vieron dos mujeres mozas tan blancas como podían ser en España. Dijeron tambien de la hermosura de las tierras que vieron que ninguna comparación tienen las de Castilla las mujeres en hermosura y en bondad, y el Almirante asi lo via por las que ha visto y por las que tenia presente, y decíanle que las ninguna comparación tenían con aquellas de aquel valle, ni la campiña de Cordoba llegaba aquella con tanta diferencia como tiene el dia de la noche. Decian que todas aquellas tierras estaban labradas, y que por medio de aquel valle pasaba un rio (157) muy ancho y grande que podía regar todas las tierras. Estaban todos los árboles verdes y llenos de fruta, y las yerbas todas floridas y muy altas: los caminos muy anchos y buenos; los aires eran como en el Abril en Castilla; cantaba el ruiseñor y otros pajaritos como el dicho mes en España, que dicen que era la mayor dulzura del mundo. Las noches cantaban algunos pajaritos suavemente, los grillos y ranas se oian muchas; los pescadores como en España. Vieron muchos almácigos y linaleo, y algodonales; oro no hallaron, y no es maravilla en tan poco tiempo no se halle. Tomó aquí el Almirante experiencia de que horas era el dia y la noche, y de sol a sol; halló que pasaron veinte ampolletas que son de a media hora, aunque dice que allí puede haber defecto, porque ó no la vuelven tan presto ó dejan de pasar algo. Dice tambien que halló por el cuadrante questaba de la línea equinocial treinta y cuatro grados” (158). Durante este día completa la exploración del interior de la zona con nueve hombres bien armados los cuales se internaron 4.5 leguas al Sueste hasta la población de los indios que estaban en un llano y por donde pasa el río Los Tres Ríos y cerca de una población que hoy llaman Bassin Blue, la primera impresión que tuvieron los indios fue de terror pero el indio que llevaban los españoles les habló y les quitó el miedo; aquí pudieron ver los españoles el grado de civilización que tenían los indios tanto social como moral, su agricultura era bastante avanzada, eran generosos y desprendidos, todos trabajaban para todos, la descripción que hace el Almirante en este dia es algo maravilloso. Alturas a la Polar con el cuadrante Durante este día comprobó el Almirante cómo trabajaban sus ampolletas pues comprobar la longitud del dia y de la noche en valores de ampolletas; encontró que el día tenía 20 ampolletas que serían 10 horas y observa “que allí puede haber defecto porque no la vuelven tan presto ó deja de pasar algo”. En realidad, el día en esta época es de un valor a 10h–48m, esto es, a él le daba el valor del día en 1.5 ampolletas menos. Aunque el único medio de conocer el tiempo era el de la ampolleta, tenía sentido del tiempo cuando hizo una objeción tan acertada; la ampolleta marcaba solamente 27h– 48s, sea porque los grumetes viraban las ampolletas antes de tiempo o que la humedad impregnaban los granos de arena y retardaban la caída de ella, de cualquier forma hoy con nuestro medios de investigación comprobamos hasta donde llegaban sus conocimientos, luego dice que halló por el cuadrante “questaba de la línea equinocial treinta y cuatro grados”. Dice Navarrete que hay un error en este número que debe ser de 20° grados, eso lo sabemos, ¿Qué lo indujo a cometer este error exprofeso? Hemos visto que el Almirante hizo cuatro observaciones astronómicas para determinar la latitud en que estaban, tres, estando en el norte de Cuba y una al norte de la isla de Santo Domingo en su travesía por estas islas en su primer viaje. Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... La primera el día 30 de octubre en posición Latitud 22°–13’N, Longitud 77°–40 W (cerca de Cayo Confites). La segunda el día 2 de noviembre, en posición Latitud 21°–32’ N, Longitud 77°–09’ W (dentro del Puerto de Nuevita del Príncipe). La tercera el día 21 de noviembre, posición Latitud 20°–50’N, Longitud 75º –00’W (alta mar). La cuarta el día 13 de diciembre, posición Latitud 19°–55’N, Longitud 73º – 03’W (Puerto de Concepción o Bahía de Mosquito). El cómputo de las tres observaciones primeras le dio una latitud de 42° al Norte y la 4a de 34° de Latitud al Norte, de donde se ve que los resultados de las observaciones fueron superiores a la realidad geográfica en que se encontraba, de manera que muchos autores han supuesto que el Almirante observó otra estrella en vez de la estrella Polar que era la que para estos fines se observaba; así lo hacen ignorante y desconocedor de astronomía, que podía confundir las estrellas con suma facilidad al no poder distinguir las constelaciones; en esta forma quienes más mal parados salen de su juicio hacia él al juzgarlo en este caso son los que proceden así, porque estos mismos que así lo han juzgado, otra ha sido su opinión cuando lo enjuiciaron en el caso del magnetismo durante los días 13, 17 y 30 de septiembre. Para este caso él sabía cuál era la Estrella Polar y un criterio claro ha sido expresado en cuanto a su saber, pero al tratarse de las observaciones para determinar la latitud cambian de parecer y concluyen en opiniones que dejan entrever que no se ha hecho mucho esfuerzo en investigar y conocer la verdad. Los resultados a simple vista son dudosos y mueven a pensar en errores, pero comparando éstos con ciertas conclusiones e informes en su viaje se cae de lleno en que estas observaciones han sido amañadas, o bien para no traerle a la Corte Española problemas con la Corte de Portugal, al estar estos descubrimientos bajo la zona o paralelo concedido por el Papa Nicolás V en su bula del 1454 por la cual ambas Cortes reconocieron con el tratado de Alcazobas los derechos de Jurisdicción que correspondían a Portugal bajo el paralelo 26º, y a España sobre él; además de la reconvención hecha al Almirante en la provisión del 30 de abril del 1492 por los Reyes Católicos, donde se les ordenaba no navegar ni descubrir en las zonas de jurisdicción Portuguesa, o bien por considerar que la isla de San Salvador, Guanahaní o las islas Planas estuviesen “Lesteoueste con la isla de Hierro en Canaria so una línea”. Esto es, en el paralelo 29º 259 Norte, pero al bojear las islas que estaban en su alrededor, el descendió de Latitud y así lo reconocio en la carta que escribió al Escribano de Ración del Rey Luis De Santángel el 15 de febrero del 1493 a bordo de la Niña, cuando regresaba para España del 1er. viaje y estando azotado por un fuerte temporal; al describir las islas que visitó dice “es verdad quel sol tiene allí gran fuerza, puesto ques distante de la linea equinoccial veinte y seis grados”, de primera intención parece que estos 26º sobre la equinoccial al estar más bajo que la latitud de las islas Canarias en esa época que era de 29º, era la representación de la obediencia a las disposiciones de los Reyes Católicos, de no descubrir más bajo de ella, pero también era la expresión del resultado de una observación hecha a la Estrella Polar en su segunda observación el dia 2 de noviembre, mientras se encontraba fondeado dentro de la Bahía de Nuevitas del Príncipe, que él llamó Río y Puerto de Mares, en Cuba, escogió esta por haber sido hecha la observación en aguas mansas y tranquilas mientras que las otras dos fueron navegando, y aunque le dio lo mismo no era de prestarle tanta confianza como a esta. El dia 2 de noviembre del 1492 en las primeras horas de la noche, como a las 7, tomó una altura de la Polar y le dio en su cuadrante unos 25º .5, la posición de las Guardas y la Polar así lo indicaban; tres días antes cerca de cayo Confites había tomado la primera lectura como a las 7h–20m de la noche y le dio 25º.5, el día 21 de noviembre en alta mar en posición geográfica latitud 20º –50’ Norte y longitud 75º –00’ W tomó otra como a las 6h–10m y le dio 25º.5. El día 13 de diciembre en el Puerto de la Concepción o Puerto Mosquito en la Hispaniola, tomó otra altura a la Polar a las 4h–30m de la mañana y le dio 17°.5; para las tres primeras observaciones, dijo que le dio 42° sobre la equinoccial y para la última dijo 34° sobre la equinoccial. Tratar de hacerle ignorar a él de que había iniciado su viaje de descubrimiento desde las Islas Canarias que la situaban en esa época en 29 grados de latitud, era concederle crédito de no saber cartografía y ya sabemos que éste era el conocimiento esencial de él, y sobre todo sabiendo que sus primeros servicios los prestó como tal en Portugal, Lisboa era situada en la cartografía antigua en 41° grados sobre la equinoccial, de aquí deducimos la imposibilidad de admitir que un cartógrafo que haya salido de las Canarias Leste-Oueste recale en una latitud 12º grados mas al Norte; esta latitud simulada es una especie de confirmación de tierras 260 Ramón Julio Didiez Burgos existentes al Este de Lisboa, tal y cual lo pregonaban los habitantes de las islas Azores en esos tiempos, las cuales fueron buscadas por Diego Detiene para 1484, luego por Vicente Díaz, los hermanos Miguel y Gaspar Cortorreal los que se perdieron en la mar, por el flamenco Ferdinand van Olmen, conocido en Portugal por Fernáo d’Ulmo un rico colono de Madera llamado Alfonso Estreito en el 1487, y así esconder bajo este ardid la realidad de la posición de las tierras descubiertas por él y evitar un disgusto por parte de la Corona de Portugal. Además, que los descubrimientos hechos estaban dentro de su jurisdicción y dar ocasión a los Reyes Católicos de establecer con el Papa Alejandro VI un nuevo protocolo de división territorial, para la historia no está ausente, la rapidez y precipitud con que los Reyes se hicieron extender del Papa el 3 de mayo del 1493, la primera Bula, otorgándole los derechos en “las partes occidentales en el mar Océano hacia las Indias”; apenas unos 18 días después del recibimiento del Almirante por los Reyes Católicos en Barcelona, y, a estos, por la concesión del Papa, si podemos llamar “Señores del Océano”, bulas posteriores dieron al fin con el tratado de Tordecillas, el 7 de junio del 1494 entre ambos reinos, con lo cual quedó dividido el mundo por un meridiano. Don Antonio Romeu de Armas en su libro Hernando Colon: Historiador del Descubrimiento de América, en la página 127 se expresó. “Como es sabido, el Diario de a bordo del primer viaje fue entregado por Cristóbal Colón a los Reyes Católicos, en Barcelona, en abril de 1493. Este importante documento es lógico pensar que quedaría bien guardado en los archivos reales. Consta, por otra parte, que el Almirante reclamó una copia del mismo desde Sevilla, cuando se hallaba enfrascado en los preparativos de la segunda expedición. Una carta de los Reyes Católicos, datada en la Ciudad Condal el 1 de Julio, así lo declara paladinamente. “E quanto a lo que decia que abeis menester el libro que acá dexasteys, é que se trasladase é que se vos imbiase, ansí se fara”. Dos meses más tarde la promesa se hace realidad. Véase como se expresa la reina Isabel en la misiva del 5 septiembre: “Con este correo vos ymbio un traslado del libro que aca dexasteis; el cual a tardado tanto, porque se fysciese secretamente, para questos questan aquí de Portugal, nin otro ninguno, non sopiese dello. E a cabsa desto, porque mas presto se tysciese, va de dos letras, segund veréis ciertamente”. Estas frases de los reyes Católicos evidencian las precauciones adoptadas por don Cristóbal Colón de no hacer público del Diario de viaje hasta que estos hicieron los arreglos pertinentes con el Papa para serle reconocido el descubrimiento hecho. En ningún momento el Almirante dio a conocer este libro, sino a los Reyes cuando éste regresó, siempre durante el viaje lo mantuvo secreto. El Almirante con su ingenio e inteligencia, descubrió para España uno de los dominios más grandes que ha tenido la nación en la historia de la humanidad; no concedió a Portugal el más leve error donde poder sustentar argumentos jurídicos que dieran origen a reclamaciones fundamentales, puesto que el único que conocía la verdad del descubrimiento y sus posiciones geográficas era él, y él trabajaba para España, gesto noble y de altura idearse un ardid para disfrazar la vedad en favor del país a que prestaba su servicio. De no haber sido así la tormenta que hubiera desencadenado el Rey de Portugal, con los argumentos que tenía a mano, quién sabe otra hubiera sida la división que recibiera el mundo en perjuicio de la Corona Española. ¿De qué truco se valió el Almirante para alterar las alturas obtenidas y así esconder la realidad? ¿Por qué estando en la Latitud 21º dio la de 42º? Y ¿por qué estando en la Latitud 20º dióla de 34º? Él tenía que saber que no pudo haber variado 8º grados de latitud de Cuba a la Hispaniola. Tantos pequeños detalles evidencian que en esto no ha habido errores, sino una fórmula habilidosa e ingeniosa para ocultar una verdad de transcendencia internacional; estaba en juego la preeminencia de dos poderes y él tenía que encontrar la solución de ese problema el favor de la Corona que lo había protegido; así fue, él encontró y así lo arregló; sumó a todas sus alturas el factor comun 16º .5 con lo cual obtuvo los resultados anotados: 42º grados Latitud para sus tres primeras observaciones y 34º grados para su cuarta; este factor común en todos los resultados, introducidos para provocar una alteración constante, puede ser, y es lo más probable, que haya sido escogido en la distancia angular entre las estrellas Polar o Estela Maris y Kochab, una de las Guardas, que es de 16º –35’, no hay alternativa de considerar que el procedimiento, que empleó el Almirante fue éste, y que los elementos de juicio Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... que se deseen hacer intervenir para demostrar que todas las conclusiones a que él llegó no son correctas no encontrará ninguna salida o argumento que esgrimir para desmentir el procedimiento; escoger otra estrella que no sea la Polar para indicar que fue a ésta que él observó para obtener la latitud, sería negarle experiencia en sus conocimientos estelares. Si se escoge el Sol para calcular la latitud en los días que él hizo las observaciones, podríamos ver que para las cuatro alturas de este a mediodía solo una (la primera) daría los 42º grados de latitud anunciados por él, pero las otras tres dan diferencia con los resultados obtenidos por él, que la intervención del factor común acusa no ser éste el astro que puso para obtener la latitud. 261 estos Norte, Sur, Este, Oeste, Nordeste, Sureste, Surueste, y Norueste; al girar la Osa Menor en el cielo teniendo como centro el Polo Geografico; las Guardas o Bocina ocupaban en su giro todas esta posiciones en el cielo, y según la posición que Kochad ocupaba, quedaba la Estrella Polar en una situación determinada en el círculo. Entre la Estrella Polar y Kochab existía una diferencia aproximadamente, entre sus ángulos sidereos de 168º; este ángulo formó la clave de las posiciones de la Polar con respecto a Kochab en el sistema para establecer las correciones que habían que efectuarle a las alturas de la Polar para obtener la Latitud del Lugar; el sistema divide el círculo de corrección en dos semicírculos, el inferior que Sistema Alterno que se seguía para obtener la corrección a la altura de la estrella Polar. La figura humana que se consideró en el Polo Geográfico alrededor de la cual giraba la Osa Menor, teniendo como referencia, la Cabeza, los brazos y los pies, y las porciones intermedias entre ellas, y los pies; fue sustituida para esos tiempos, por un sistema alterno, que tenía como centro el Polo Geográfico y de aquí partían los cuatro rumbos cardinales, y los cuatro laterales indica que cuando Kochab se encuentra en él y en una de sus posiciones sus correcciones deben restársele a las alturas de la Polar y la superior, lo contrario, las correcciones deben ser sumadas. La posición de las Guardas o Bocina en la línea Noroeste daba una corrección de +1º.5. La posición de las Guardas en el Oeste daba una corrección de –2º.5. 262 Ramón Julio Didiez Burgos La posición de las Guardas o Bocina en el Sudoeste daba una corrección de -5º. La posición de las Guardas o Bocina al Sur daba una corrección de -4º. Cristóbal Colón desconocía este sistema memotécnico puesto que ninguno de sus cuatro viajes hizo alusión a él, ni tampoco las alturas que tomó lo hizo objeto de corrección; después Presentación de otro formato para conseguir la corrección de altura de la estrella Polar. La posición de las Guardas o Bocina al Sudeste daba una corrección de -1º.5. La posición de las Guardas o Bocina al Este daba una corrección de +2º.5 La posición de las Guardas o Bocina al Nordeste daba una corrección de +5. La posición de las Guardas o Bocina al Norte daba una corrección de +4. Las posiciones más importantes de este ciclo eran las que señalaban las Guardas en el momento antes de estar al Este o al Oeste, pues era el instante que la Polar hacía el tránsito del semicírculo superior al inferior o viceversa; la corrección era nula, esto es la altura de la Polar era igual a la Latitud del lugar. Estas ocho posiciones y sus correcciones, los pilotos debían aprendérselas de memoria para poder operar con rapidez y seguridad; muchos pilotos desconocían estas reglas y otros no les prestaban atención porque sus conocimientos elementales de matemáticas eran nulos. del tratado de Tordecillas en 1494 no había por qué ocultar ya la verdad de estas posiciones, y así lo hizo; sin embargo en su tercer viaje no hizo indicaciones de conocer este sistema de corrección de alturas de la Polar; él asentaba en el Diario las alturas tal y cual las tomaba, sin llegar a un resultado definitivo. El 13 de julio del 1498, 5 años después de haber sido extendida la Bula Papal Intercaetera, por el Papa Alejandro VI, que limitaba las influencias Lusitanas y Españolas, cuando ya no existía el temor de ocultar las verdaderas posiciones geográficas que tenían los lugares descubiertos, mientras efectuaba su tercer viaje al Mundo Nuevo, a 120 leguas de la isla de Santiago, del nuevo grupo de las islas de Cabo Verde, usa su cuadrante en Latitud 10º –40’ Norte y Longitud 28º –00’ Oeste, aproximadamente y dice “Fallé allí que en anocheciendo tenía yo la estrella del Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... “Fallé allí que en anocheciendo tenía yo la estrella del Norte en altura de cinco grados (5°), y entonces las Guardas estaban encima de la Cabeza, etc.” Norte en altura de cinco grados (5°), y entonces las Guardas estaban encima de la Cabeza, y después a la media noche fallaba la estrella alta diez grados, y en amaneciendo que las Guardas estaban en los pies a quince. (150) La suavidad de la mar fallé conforme, mas no la yerba: en esto la estrella del Norte tomé grande admiración, y por esto muchas noches con mucha diligencia tornaba yo a repicar la vista, della con el cuadrante, y siempre fallé que caía el plomo y hilo a un punto”. El padre De las Casas al hacer el comentario de este caso dice: “tomó la altura y halló que la Estrella del Norte estaba en cinco grados pero a mi me parece que debía haber andado más de 200 leguas y que esto erraba la letra, porque más caminaba por aquel rumbo de 200 leguas. Desde la isla de Cabo Verde de la de Santiago, de donde partió, hasta ponerse por la carta y por la altura lo mismo”. El Almirante era que iba en los barcos y llevaba su derrota, y midió la altura de la Estrella Polar, pero no dijo que estaba a 5° de la equinoccial, sino que se concretó en asentar en el Diario las alturas de la estrella, pero el Padre de las Casas medio siglo después desde su escritorio cómodo y su asiento mullido hace la navegación del Almirante y le encuentra errores a sus informes; más valía para la historia que se 263 hubiese conformado en aceptar los hechos escritos, aunque fueran errados, porque su crítica está hecha sin fundamento; hoy con cierta tranquilidad podemos hacer los cómputos astronómicos para buscar las posiciones de la Osa Menor en el cielo, pues los tres movimientos en que él observó la estrella Polar el día 13 de julio del 1498 y encontramos que el Almirante al anochecer de ese día a las 7h–31m de hora verdadera, la Polar estaba al Sur a los pies de la figura estelar y tenía 5° de altura; estaba en su inclinación inferior, en los pies o al Sur de su círculo; a media noche tenía 10° grados, estaba en el diámetro central del círculo, donde su altura era igual a la Latitud y al amanecer a las 5h–24m tenía una altura de 15° grados, estaba en la cabeza de la figura o al Norte del círculo o en su culminación superior, al promedio de esta observación, como es natural era 10° grados la latitud en que se encontraba. Aunque en esta ocasión no alteró los valores de la altura para indicar por las latitudes donde navegaba porque ya no existía razón, sino que la vio tal cual y las tomó sin señalar, su latitud por corrección, aunque este caso es el más simple es de suponerse que él tenía que deducir la latitud del promedio de las alturas. Por el segundo párrafo de su enunciado, da una idea de la pericia que tenía para el manejo del cuadrante, por varias noches lo usó en su navegación para comprobar la altura de la estrella y verificar así que sus observaciones eran correctas; de su destreza en el manejo del cuadrante, se puede afirmar que era experto. El día siguiente 14 de julio, estando no muy lejos de la posición la anterior observación hizo otra en la cual tampoco introdujo ninguna corrección y alteración, pero deja sentado su pericia como buen observador, dice “estando las Guardas en el brazo izquierdo, tenia el Norte en 7 grados”, al establecer los cómputos astronómicos para la fecha a las 2h– 41m de la mañana (hora verdadera) en esta hora las Guardas estaban en el brazo izquierdo de la figura o al Este y la Estrella Polar tenía una altura de 7° sobre el horizonte y unos 355º grados de Azimuth y una corrección de +3° obtener la latitud del lugar. El día 16 de agosto, jueves, dice “Navegó al Norueste cuarta del Norte, con la mar llana Gracias a Dios, como había partido de la isla Margarita el miércoles y había navegado 63 leguas de sol a sol, serían 89 leguas en total” y “Halló también allí donde agora venia, que la Estrella del Norte tenia 264 Ramón Julio Didiez Burgos 14 grados, cuando las Guardas habían pasado de la cabeza el termino de dos horas y media”. La posición aproximada del Almirante después de haber salido de los alrededores de la isla Margarita era de Latitud 15º –20’ Norte y Longitud 66º – 35’ al Oeste, sobre las 89 leguas navegadas en un rumbo Norueste cuarta Norte, al computar astronómicamente la posición de la Osa Menor para esa noche, para aproximadamente las 8h–00m, encontramos a la Estrella Polar en 14 grados de altura y 5º de Azimuth; así queda confirmado que la observación hecha por el Almirante fue correcta, pero que él tomaba esta altura como la latitud del lugar. Si estos ejemplos los comparamos a lo que él hizo en el 1492, encontramos una gran diferencia en los enunciados, en las del 92 daba los resultados de sus observaciones sin decir la altura a la Polar y la posición que tenía, comparada con la que le daba, con una diferencia excesiva para la tomada como correcta, de donde podemos conjeturar sin riesgos de pecar de injustos, de que, a sus observaciones él le introducía un factor que alteraba su altura. Estas demostraciones hechas a las observaciones del Almirante, nos lleva a la conclusión de que las criticas no tienen otra alternativa de considerar y de admitir que él sabía observar, pero desconocía en sí la técnica de corregir la altura según la posición de las Guardas o Bocinas, entendiéndose y admitiendo que Cristóbal Colón fue en España el precursor de los Navegantes que en la mar usó instrumentos de Navegación. El jueves 29 de febrero del 1504 en la Bahía de Santa Gloría (Santa Ana, Jamaica), tomó una altura a la estrella Polar y le dio 18º grados de Latitud, la Latitud de la Bahía de Santa Ana es de 18º –27’ Norte, esta observación la hizo el dia 14 de octubre del 1503 a las 6h–33m de la tarde aproximadamente, 43 minutos después de haberse puesto el sol, y cuando la Polar había pasado a la parte de debajo de la mano derecha que era la que limitaba la latitud correcta del lugar, y las Guardas en el brazo (derecho). Aunque él anunció que esta observación la hizo el día 29 de febrero del 1504, es mi consideración que no fue en esta fecha que observó la Polar, sino en la segunda quincena del mes de octubre del 1503, por la sencilla razón de que es la única época en que la posición de la Osa Menor se presenta a primera noche, para hacer la observación según lo anunció el Almirante; al tratar de computar y calcular esta posición del hombre con respecto a la Osa Menor, pude comprobar que para el 29 de febrero esta condición de las Guardas se efectuaba a las 4h–43m a.m. esto es, una hora y media antes de salir el sol; conociendo que su estado físico era sumamente delicado, es de suponerse que a esa hora él no iba a levantarse para tomar la altura de la Estrella Polar; no obstante esto, durante la tardecita en horas del crepúsculo, cuando él estuviera levantado descansado de los problemas del día sí podía haberlo hecho; pero esa posición que él anuncia en la Osa Menor en el cielo con las Guardas en el brazo de la figura no se verifica en esa fecha en la tardecita, sino el día 14 de octubre a las 18h–33m (6h–33m). En esta fecha el sol se pone a las 5h–50m p.m. y 43m más tarde se presenta la oportunidad de cruzar la polar del hemisferio Sur al Norte y las Guardas en el brazo derecho de la figura estelar, se puede considerar que fue en esta fecha que hizo la observación y que la haya hecho saber en ocasión de hacer saber lo sucedido con los indios por motivos del eclipse. Este ejemplo demuestra que el Almirante sabía hacer sus observaciones a la Polar y que no la confundía con otras estrellas; lo que sí puede verse en el conjunto de todas sus observaciones era que no sabía corregir éstas de acuerdo al sistema de corrección ya explicado; él daba la altura observando como la latitud del lugar. La presunción de que el Almirante incrementó las alturas a la Polar tomadas al Norte de Cuba y de la Española para así simular mayor latitud de 26°, que era el límite puesto a los descubridores españoles por el acuerdo de Alcazobas; quedó en esta ocasión confirmada y no hay alternativa de que las observaciones al Norte de Cuba y la Española fueron adulteradas de exprofeso parar no ocasionarle a España diferencia con Portugal hasta tanto los Reyes Católicos hicieran los arreglos para hacerse reconocer los derechos a esta zona. “En opinión de muchos (é aun la razon lo enseña y amonesta que se crea) que Cristóbal Colón fué el primero que en España enseñó a navegar en amplísimo mar Océano por las laturas de los grados del sol y Norte, é lo puso por obra; porque hasta él, aunque leyese en las escuelas tal arte, pocos (o mejor diciendo, ninguno) se atrevían a lo experimentar en los mares, porque es sciencia que no se puede ejercitar enteramente, para la saber por experiencia y efecto, si no se usa en golfos muy grandes e muy desviados de la tierra; é los marinos é pilotos é hombres de la mar, hasta entonces arbitrariamente Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... hacían su oficio, segun el juicio del gran nauta ó piloto; pero no puntualmente ni con la razón que hoy se hace en estas mares, sino como en la mar Mediterránea, y en las costas de España é Flandes, y en toda Europa y África, é restante del mundo donde no se apartan mucho de la tierra. Mas, para navegar en demanda de provincias tan apartadas como estas Indias están de España, é servirse el piloto de la razón del cuadrante, requiérense mares de mucha longitud é latitud, como aquestas que hay de aqui a Europa, o a la Especiería, que tenemos al Poniente de la Tierra Firme desde Indias”. Parece que las reglas expuestas para corregir la altura de la Estrella Polar de acuerdo al sistema mnemotécnico que tiene por base la distancia angular de 5° grados de radio entre el polo geográfico y la Estrella Polar, aún no había sido preparado para enseñarlo a los navegantes de esos tiempos, porque ni el Almirante hace referencia a él ni tampoco los Pilotos Españoles, es más, es evidente que años después del descubrimiento las cartas levantadas de las zonas descubiertas por los cartógrafos españoles y no españoles adolecen de faltas graves en la determinación de las latitudes de las islas y tierra firme; no es necesario citar ejemplos para confirmar este aserto porque en las cartas del Nuevo Mundo confeccionadas por ellos se ve claro que las posiciones de los lugares que ellos cartografiaban estaban fuera de sus posiciones reales. Puede tenerse en cuenta que estos errores hayan tenido origen en la discordancia que existía en la época entre la fecha y la declinación solar; como es sabido el calendario estaba atrasado unos 10 días y la declinación solar caía en el 11 de marzo en 0° grados acusando una diferencia de unos 3°.5 es posible que al aplicar a la distancia Zenital, deducida de la altura tomada al sol, la declinación con esta deficiencia produjera las latitudes alteradas; las efemérides computadas por el astrónomo Abraham Zacuto desde 1474 así lo confirma; tampoco podían dar resultados satisfactorios de latitudes las obtenidas con las alturas de la Estrella Polar, puesto que el sistema nmemotécnico que establece las correcciones para las tomas de las alturas de ésta en sus ocho posiciones no alcanzaban en su máximo sino a 3°.5 grados más o menos y este valor no se correspondía con la verdad para fines del siglo xv, sino 5° grados, tal como lo había informado el Almirante en sus observaciones del 13 de julio del 1498. A fines del siglo xv y a principio del xvi y muy avanzado este siglo, se usó extensivamente las alturas solares para determinar las latitudes de los lugares, aplicándoles las declinaciones a las 265 distancias Zenitales, y las Alturas de la Estrella Polar, sin serle aplicada la refracción, paralaje, depresión y semidiámetro, no se conocían estos elementos de corrección, por eso las latitudes eran incorrectas. Como hemos visto, Cristóbal Colón, desconocía el sistema mnemotécnico alterno de las ocho posiciones de las Guardas, pues cuando se referían a las posiciones de las éstas para reducir la de la Estrella Polar se refería a los elementos del sistema de la figura en el cielo, así: las Guardas a la cabeza, y no al Norte las Guardas, en el brazo derecho o al poniente, y no al Oeste, etc. al no aplicar correcciones a sus alturas es otro indicio indicativo de que desconocía éstas, a pesar de que él sabía que la estrella del Norte era que daba vueltas alrededor del Polo Celeste igual que las otras estrellas. A partir de mediado siglo xvi es que abunda un rico material de instrucción para la enseñanza de cómo obtener la latitud por altura de la Estrella Polar o Estrella Maris, en un sistema alterno basado en una corrección no mayor de 3°.5 grados, llegando las menores correcciones a 0° según y las posiciones que tenían las Guardas en el círculo que ellas trazaban. Este sistema es igual al que ya hemos hablado antes, pero con menor distancia angular entre la Estrella y el Polo Geográfico, de acuerdo a mis cálculos. Esta distancia angular correspondería a la que tendría estos puntos en el 1688, pues para el 1602 don Pedro de Siria, recomendó en su libro El arte de la navegación el estudio de la diferencia entre “el Polo del Mundo y el Polo de la Aguja” que estaba entre 4° y 5° grados para determinar sus verdaderas causas; de acuerdo al cálculo retroactivo y hecho, he podido sacar para ese año una distancia angular entre el Polo Geográfico y la Estrella de 4°–14’; con esta información de Pedro de Siria, quedan muy mal paradas las reglas del sistema mnemotécnico que estipula la mayor corrección para las Alturas Polares de 3°. 5 grados, porque la sugerencia de Pedro de Siria es muy posterior al origen del Sistema y da una distancia angular entre ambos puntos mayores a 3º.5 grados, ya para estos años se sitúan en las cartas los lugares en su verdadera Latitud y quedaba establecido las escalas de Longitudes y Latitudes, lo que implica un adelanto notable en la cartografía y un establecimiento de reglas más precisas de cálculos para la latitud que niegan el uso de factores errados, como el da la distancia angular entre el Polo Geográfico y la Estrella de 3º.5 grados y el más 266 Ramón Julio Didiez Burgos preciso de 4º a 5º o el uso de Declinaciones solares que alcanzaban el minuto. Podemos llegar a la conclusión de que al final y comienzo del siglo xv y xvi respectivamente, existían reglas para que el navegante conociera la hora en la noche por medio del sistema en que las Guardas ocupaban diferentes posiciones en una figura humana fija en el Norte en cuyo ombligo se fijaba el Polo Geográfico sobre el cual giraba la Constelación de la Osa Menor. Que al considerar que la Estrella Polar era fija y marcaba el Polo Geográfico, la latitud era igual a la altura de ella, y esta idea prevaleció entre los navegantes de fines de siglo xv. Que el sistema mnemotécnico alterno de correcciones de la altura de la Polar fue establecido para los navegantes, muy adelantado del siglo xvi. Que las correcciones de la altura del sol en la meridiana para determinar la Latitud de un lugar quedaron establecidas desde el 1484 cuando el astrónomo Abraham Zacuto, en Lisboa, completó las declinaciones solares y Martin Behaim enseñó a los navegantes portugueses el uso del astrolabio en la mar. Las razones antepuestas evidencian el porqué don Cristóbal Colón, a pesar de haber aprendido a manejar con destreza el astrolabio y el cuadrante cuando estuvo prestando servicio durante 14 años en la corte portuguesa, tomaba a la perfección las alturas de la Polar, pero no las corregía, porque desconocía el sistema alterno, porque no existía en el conocimiento de los navegantes y sí posiblemente en el de los astrónomos de esa época solamente, pues de haberlo conocido lo hubiera dado a conocer en alguna de las ocasiones en que tomó altura de la Polar. Era natural que estos acontecimientos acaecieran a fines del siglo xv; se puede asegurar que fue en esta época que el cuadrante y el astrolabio salieron de los observatorios terrestres para ir a probarse en el mar y al expandirse el mundo en forma redonda dejando en los monasterios los conceptos planos, hubo la necesidad de aplicar los conocimientos terrestres en sentido más amplio. Cabe la gloria de estos adelantos a Portugal que contribuyó de manera ingeniosa en la construcción de aparatos y equipos para usos náuticos, así como a los españoles. A don Cristóbal Colón le cabe la gloria de haber sido el primer marino que hiciera uso de instrumentos náuticos en el Nuevo Mundo, aunque no con la maestría y la destreza que exigía la expedición, pero culpa de él no fue sino del tiempo, que aún no se tenía perfeccionado, la técnica de la aplicación astronómica de las efemérides, si las traía. Muchas de sus obras, al ser mal interpretadas por sus no admiradores han dado al traste con sus grandes conocimientos. Es natural que los absolutistas cultos procedan así contra él, al sentirse frustrados en su gran cultura el no comprenderlo, y este sentimiento es egolátrico, los conduce a emplear toda su imaginación y todas sus habilidades culturales y literarias para esconder su ignorancia y su incomprensión bajo la acusación de su falta de saber y conocer. Harto conocido es, y prolijo es también mencionar, que muchos críticos, al encontrarse con hechos y relatos de su pluma, para poder prevalecer en juicios críticos, lo equivocan haciéndolo un ignorante, no llegando a comprender que por más vueltas que le den a sus asertos, éstos están basados en la verdad y ésta a la larga resplandece, reivindicando su memoria y sus sacrificios. Para el Almirante así como para cualquier ser humano, las virtudes son el filtro natural que Dios ha puesto en el alma para las expresiones sinceras, despojadas de esos arreglos mentales que las pasiones acondicionan para hacernos aparecer como en la realidad no somos. El Almirante se manifiesta en muchos de los pasajes de su Diario tan abierto y tan fácil de auscular, que su propia vida puede ser reconstruida, aclarando un pasado algo obscurecido por los sinsabores y sufrimientos acusados por los ignorantes. Los abscesos de euforia que a veces lo invadían descubrieron sus andanzas, su edad, el tiempo que navegó en la mar, los lugares que visitó y detalles que se desconocían en su vida, y esto lo revela en su verdadera personalidad. Como marino se manifiesta abierto, como comerciante, nunca; dos cosas incompatibles en la vida del hombre en aquella época; si bien demostró su vida como un experto marino, este experticio no pudo haberlo formado de un día para otro, necesitó años enteros, y muchos; no creo que porque se supone que ha hecho, por confusión, algunos viajes comerciales en representaciones de casas reputadas haya en éstos acumulado la suficiente habilidad, para que después de 8 años de inactividad, se haya lanzado a la mar, mostrándose tan capaz y más que cualquier otro marino redomado, fue decidido y audaz; demostró habilidades y conocimiento, acaparó virtudes excelsas que lo destacaron y lo consagraron en la Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... disciplina náutica, y si las circunstancias lo arredraron en algunos momentos, culpa del ambiente y de la situación fueron y no de él. Esta estructura de un hombre que ha tenido que luchar en diferentes ambientes de la vida, formaron su personalidad paciente y tesonera en el medio que siempre amó, el de la mar. Basta que el silencio crítico de los hermanos Pinzones acerca de sus cualidades como marino se haya hecho notorio para que la historia le consagre como tal y se vea en él, el genio conductor de la expedición al Nuevo Mundo. El Almirante sin la aprobación que le hizo la Reina Isabel la Católica y la aportación que suministró, no hubiera llevado a feliz término su idea del Oriente por el Occidente y éste sin la cooperación de los Pinzones no hubiera levantado personal ni armado barcos para emprender el viaje; éstos son detalles universalmente conocidos, sin embargo, hoy tenemos que soportar con paciencia y con pena, que el producto de las tantas controversias entre los gestores del acontecimiento más grande del siglo xiv y el xv, lleve el nombre, como primera injusticia, de un aventurero genovés. No hay duda de que en el futuro surgirá una generación en el Nuevo Mundo, más culta, más justa y menos indiferente a la realidad histórica y actúe en la debida forma para honrar a aquellos que recibieron nada y dieron mucho. A través de los años se han surgido muchos nombres para bautizar el Nuevo Continente descubierto, y ha sido tal la desidia existente en la humanidad de él, que sólo se lleva en forma historiada todas estas sugerencias, pero no ha habido una voz influyente que se haya hecho oír, con la insistencia y la perseverancia necesaria, para que algo se encauce en ese sentido. Isabel la Católica asombró al mundo del medioevo al darle a España su unidad territorial y la integración de un vastísimo Continente a la esfera de acción de la Corona. ¿Se desea más grandeza de una Soberana que a base de tantos sacrificios engrandece una nación en proporciones gigantescas y en tan limitados años? ¿Y qué hechos han honrado estos sacrificios? Estatuillas pisapapeles, nombres de calle, no son suficientes para conmemorar a quien no escatimó la más mínima exigencia para llevar a cabo los hechos que iban a asombrar el mundo. Charles Fleitcher Lunis, historiador norteamericano, en su libro, Los esplendores españoles del siglo XVI, condena que “llamar América a este 267 Continente en honor a Américo Vespucio, a quien un impresor alemán hizo padrino de medio mundo que no tenemos seguridad que él conociese, pero que estamos seguros de que no debiera llevar su nombre, es una injusticia, hija de la ignorancia, que ahora nos parece ridícula”. Malte-Brum en su Geografia universal dice: “continuar llamando América al Nuevo Continente es la mayor de las ingratitudes”. Los historiadores Alfonso de Lamartine, Fernandes de Navarrete, Juan Pérez de Guzmán y otros muchos más, muestran su alarma, el que aún persista en épocas tan recientes, el malagradecimiento de estas generaciones que se pavonean tanto de literarios, juristas, internacionalistas, novelistas, y otros; éstas que han participado por largos años, en misiones internacionales y no ha enarbolado el banderín de lucha en la justicia á la verdad. Muchos nombres han sido sugeridos, para sustituir al que lleva el Nuevo Mundo, tales como Colonia, Antillana, Columbiana, Islas Atlánticas, Columbana, Colombina, Colón-Asia, Atlántida, Hispanida o Colónida, Colónica, Colombia o Colombía; el primer nombre sugerido fue el NovusOrbis y el de Isabelica, sugerido por Fernando Pizarro y Orellana, en su obra Varones ilustres del Nuevo Mundo. Para mí sonaría a melodía angelical oír que el Nuevo Mundo llevara el nombre de aquella Gran Reina de facultades tan amplias y de corazón limpio que gracias a ella fue posible un hecho que engrandeció su reinado; si se le llamase Continente Isabelino, ¿acaso no se le hace justicia a un hecho que fue olvidado por generaciones pasadas, indiferentes a honrar a quien honras merecían? Es insensato que los hombres que pueden levantar una corriente favorable a estos acontecimientos permanezcan indiferentes, y su preocupación esencial está circunscrita a las nuevas corrientes sociales, a las cuales viven aferradas en una forma tan fanática que todo tiempo distraído en otros menesteres les parece tiempo perdido. ¡Cuánta ingenuidad es ésta, el creer que resarcir a los desposeídos del pasado por resarcir a los del presente, menoscaba su importancia! ¡Qué insensatez, en no dar algo a aquellos que nos legaron tanto por nada! Vivirán en el mismo círculo en que vivieron nuestras pasadas generaciones catalogadas como indiferentes. El ilustre historiador dominicano don Antonio del Monte y Tejada, en su Historia de Santo Domingo la cual fue publicada en La Habana en 1852, en su 268 Ramón Julio Didiez Burgos primer volumen sugirió la idea del Faro a Colón. Éstas son sus frases escritas en su historia: “… eríjase la estatua que reclama ya su memoria, en el lugar más visible u ostentoso de América (yo diría del Continente Isabelino), en un punto central y donde pueda ser visitado por los viajeros al aproximarse a sus costas, y que yo me atrevería a designar la punta Isabelina de la isla Española, por ser allí el centro, y donde se fundó la primera ciudad de América. Sea esta estatua un coloso como el de Rodas, formado por los mejores escritores de la época, costeada por una suscripción de todas las ciudades de Europa y América, plantada en la actitud de manifestar con sus brazos los dos continentes Americanos; para que esta manifestación lleve en sí todas las indicaciones de perpetuidad, establézcase en él un Faro para los viajeros del antiguo como del moderno mundo, al divisar la primera tierra desde el Océano, puedan dirigir los ojos hacia aquella sombra venerable con gratitud y enternecimiento”. Esta idea permaneció por largos años sin encontrar un eco de indulgencia y una mirada de justicia, hasta el 1914 en que el caballero norteamericano don William Pulliam, al correr la idea promovió en los Estados Unidos de América una propaganda justa en favor de erigir el Faro Monumental en honor y memoria del Insigne Almirante. Este noble caballero de origen sajón, le tomó delantera a nuestros epajuilados y nobles aristócratas, figurones, empolvados y perfumados de salones, cuya incultura se revelaba en una indiferencia proverbial tanto en los asuntos internos como en los externos del país. Los artículos, conferencias y deligencias hechas por el señor Pulliam “fueron favorablemente acogidos y comentados en toda América” como dijo el Dr. Víctor A. Fernández, en su escrito de fondo “Cruzada universal pro Faro de Colón”. En la Quinta Conferencia Americana reunida en Santiago de Chile el día 24 de abril de 1923, se aprobó en su novena Sesión Plenaria “recordar a los Gobiernos de América que honren la memoria de Cristóbal Colón con la erección de un Faro Monumental, que lleve su nombre en la costa de la Ciudad de Santo Domingo, el cual debe construirse con la cooperación de los Gobiernos y pueblos de América, y demás que lo deseen”; todas las delegaciones a este magno acontecimiento de los países americanos firmaron esta importantísima resolución, quedando todas comprometidas para contribuir en la erección del Faro. Este movimiento regeneralizó a tal extremo de entusiasmo en que cada país se formaron Comités Pro Faro de Colón, y aun algo más se hizo instituciones particulares y privadas se pronunciaron con mucho entusiasmo y desarrollaron una campaña digna para llevar a feliz término la idea. El 28 de octubre de 1926, el presidente de la República Dominicana creó el Comité Ejecutivo Permanente del Faro a Colón con atributos de organismo autónomo, y con amplia facultad de funciones para considerar todo lo que fuera relativo al proyecto. El 12 de abril de 1927 fue creada la Comisión Permanente de la Unión Panamericana para seguir el impulso de llevar a cabo la idea del grandioso homenaje al Insigne Descubridor del Continente; se celebró un concurso internacional para escoger al mejor proyecto arquitectónico del faro, y como dice el Dr. Fernández en su relación “sin distinción alguna, dada la grandeza del hombre que se iba a honrar y la Magnitud del descubrimiento de América, ya que ésta tiene una significación no sólo Panamericana, sino Universal”. El 27 de abril de 1929, en el Palacio del Retiro de Madrid, fue inaugurada la gran exposición de anteproyectos del Monumento, con una concurrencia de 455 maquetas, dibujos y modelos de arquitectos de 48 países; fueron elegidos en esta ocasión 10 anteproyectos; el 12 de octubre de 1931 fue celebrado otro concurso en Río de Janeiro, Brasil, con el fin de seleccionar de entre los diez proyectos antes elegidos, cuál sería definitivo. El jurado internacional declaró como el mejor de todos el presentado por el arquitecto inglés Joseph L. Gleave, quien recibió el primer premio de $10.000.00 pesos. El 1ro. de marzo del 1944 al cumplirse el primer centenario de la Independencia de la República, en la mañana fue colocada la primera piedra del Monumental Faro, en la margen oriental del río Ozama, en los terrenos donde fue fundada por primera vez la Ciudad de Santo Domingo en el 1497 en un 4 de agosto; se trajo de las ruinas de la Isabela la piedra, la cual fue colocada en los cimientos de la gran obra. Hace 27 años se iniciaron los trabajos de erección y ahí está la gran Cruz fundamental hace más de 5 lustros y nada, más después de eso. Todo el silencio e indiferencia, como si el impulso impreso por el caballero Pulliam se haya agotado; todo es maleza, yerba, casucha destartalada y en total, una barriada pobre instalada en sus alrededores, y la cual se fomenta ante la indiferencia estoica de las autoridades. Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... Es inexplicable que estos predios no hayan sido reservados y cuidados para el fin a que fueron destinados y haberle facilitado lugar a los que buscaban sitio donde acogerse; no hay duda que el fundamento de la gran Cruz que servirá de cimiento al monumento sirva en un tiempo próximo. Con esta monumental obra será honrado y recordado aquél que pacientemente esperó 8 años en las Cortes Españolas el día que le proporcionaron los medios de completar la tierra, enmendar un error cartográfico y geográfico y deshacer leyendas, temores y prejuicios siniestros del mundo medioeval, gloria para la humanidad que sí procede ¿Y para aquella Benemérita Reina de corazón tan abnegado y concepciones elevadas, qué? ¿Y qué para aquellos, que aunque con sus prejuicios dudaron acompañarlo? Es penoso que las comisiones Panamericanas, apasionadas y dirigidas por subconscientes indefinidos hayan olvidado a los héroes de una proeza para entregarlo todo a uno solo, concibiendo que la hazaña fue de todos, ya que la historia registra bien clara, y asimismo también al Almirante en su Diario, que la consulta entre ellos era lo que alimentaba sus momentos de duda, y que si hubo flanqueamiento en unos y otros, hubo decisión, en estos aspectos de la empresa, no pueden menospreciarse y dejar de lado un total tan grande y decisivo para que en el monumento no se reconozcan en una tarja los nombres que pertenecieron a los hombres que se aventuraron con el Almirante al hecho más grande que registra la Historia Universal, y ser puesta en un lugar prominente y distinguido en el Monumento para que se reconozca que la hazaña perteneció a todos. Si el Almirante no prescindió de los hermanos Pinzones, y los hombres que lo acompañaban, ¿cuál es la razón que a nosotros nos engañen en juicios internacionales para sacar de su lado, al honrarlo, a aquellos que hicieron posible la idea del Almirante? En los encargados de llevar a cabo y finalizar el Monumental Faro, no debe reflejarse la separación del Almirante y sus hombres. Qué han hecho los nacionalistas y regionalistas, que al querer poseer la exclusiva nacionalidad del Almirante, se han enfrascado en una controversia histórica, tratando cada uno de demostrar con documentaciones (la mayor parte de ellas falsificadas) la primicia de la nacionalidad del Almirante. Habrá que probar en personas propias las privaciones, los sufrimientos, el trabajo y las condiciones 269 de vida a bordo de un velero de esta época, para conocer en carne propia cuál fue la dimensión de su hazaña. Aquellos que desde atrás y sentados en un escritorio con todas las comodidades caseras (el anfiteatro de las grandes aventuras) pueden opinar y criticar a su libre albedrío enfocando todos los hechos sin riesgo de ninguna especie, pero en el terreno de los acontecimientos es completamente diferente; las tripulaciones de las tres carabelas, tenían que trabajar de día y de noche, en el timón, vigías en las gavias o cofas, llevar las ampolletas, cuidar las velas, las jarcias, los cabos, achicar las sentinas, remendar las velas, etc., etc., trabajos que hay que sostener y no son menesteres tan suaves a bordo de un velero como detrás de un escritorio. ¿Y acaso los hombres que mantuvieron estas condiciones no son merecedores de la gloria de haber sostenido las carabelas aptas durante toda la travesía de ida y vuelta? La gloria del portentoso hecho pertenece al Almirante y a los hombres que lo acompañaron y por más que las pasiones de los nacionalistas y regionalistas intentan con sus estudios separarlos en nacionales o regionales para engolfarse en la gloria de haber sido cuna de sus vidas, la historia los juntó en un hecho en que no podrán ser separados, jamás. Ni con hondas comparaciones literarias, ni con monumentos, ni con estudios de fondo. Ampliando el concepto de la nacionalidad de los hombres que llevaron a cabo el Descubrimiento del Continente, se podría decir ya sin ambages ni reservas, que este grupo selecto de hombres que la providencia escogió para ampliar el concepto antiguo del Mundo, pertenecen a la nacionalidad Universal, tanto derecho tiene un país a los honores de ellos como lo tienen los otros; todos los países han participado del fruto de sus esfuerzos y todos lo han glorificado y hoy están unidos para hacerlo en común, porque se sienten obligados y comprometidos en sus hechos, con monumentos, estatuas, alegorías o actos de recordación como si fuera un ciudadano nacido en sus propias tierras. Don Cristóbal Colón, Martín Alonso Pinzón y Vicente Yáñez Pinzón, componen la trilogía providencial que ampara en la divina protección de una Reina Cristiana, hicieron posible el hecho más portentoso de la historia de la humanidad. Es tiempo suficiente de esperar el que se ha tenido para que los hombres del Nuevo Mundo sacudan su indiferencia y restituyan los hechos a 270 Ramón Julio Didiez Burgos su debido lugar y derecho de adjudicarle, como le pertenece, el nombre de Isabelino al continente y se termine la erección del Gran Monumento al Almirante y en la tarja de bronce aparezcan los nombres de los titanes que le acompañaron en su gran empresa. La toponimia trazada por ellos en su viaje ha sido borrada a través del tiempo, en todos los lugares que visitaron, ésta es otra ignominia de las generaciones que sucedieron aquellos titanes, y debe abogarse en los cónclaves de la Comisión Permanente de la Union Panamericana dirigir sus esfuerzos en el restablecimiento de todos los nombres puestos por ellos, a Islas, Cabos, Puntas, Bahías, Ensenadas, etc., como símbolo de admiración y respeto de su hazaña; no veo que ningún país se resista a devolver a cada sitio el nombre que ellos asignaron a cada lugar; cada país podría formar sus comisiones toponímicas y estudiar la parte que le corresponde y restablecer los nombres ya borrados con el tiempo y el olvido. Capítulo XIII dESDE EL DÍA 14 DE DICIEMBRE HASTA EL DÍA 24 Tres Ríos, ensenada Foleur, bahía de Acul Viernes 14 de diciembre.— “Salió de aquel Puerto de la Concepción con terral, y luego desde apoco calmó, y asi lo experimentó cada día de los que allí estuvo. Después vino viento Levante; navegó con él al Nornordeste, llegó a la isla de la Tortuga, vido una punta della que llamó la Punta Pierna, que estaba al Lesnordeste de la cabeza de la isla, y habria doce millas, y de allí descubrió otra punta que llamó la punta Lanzada, en la misma derrota del Nordeste, que habria dieciséis millas. Y “Salió de aquel Puerto de la Concepción con terral y luego desde apoco calmó” Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... asi desde la cabeza de la Tortuga hasta la Punta Aguda, habria cuarenta y cuatro millas, que son once leguas al Lesnordeste. En aquel camino había algunos pedazos de playa grandes. Esta isla de la Tortuga es tierra muy alta, pero no montañosa, y es muy hermosa y muy poblada de gente como la de la isla española, y la tierra asi toda labrada, que parecía ver la campiña de Córdoba. Visto aquel viento le era contrario y no podía ir a la isla Baneque (159) acordó tornarse al Puerto de la Concepción, de donde había salido y no pudo cobrar un río questá de la parte del Leste del dicho puerto dos leguas”. Durante este día salió del Puerto de la Concepcion con viento terral y bien no había andado una legua llegó al límite de él y le empezó a soplar el Este, navegó al Nornordeste que era el menor rumbo que podía hacer con el viento, por razón de estar la nao en lastre y ser muy alterosa el viento la arrastró de lado, o abatió, o como decimos ahora se fue de ronza o deribó mucho que le hizo rebasar la punta Oeste de la isla Tortuga de manera que pudo ver su costa norte en el Atlántico, cuando anduvo unas 10 millas actuales vio al Lenordeste de la cabeza de la isla (Punta Oeste) a 12 millas antiguas (9.6 actuales), una punta y la bautizó con el nombre de Punta Pierna siguió navegando al Nordeste y desde la posición Latitud 20º–10’N Longitud 72º–54’W, vio otra punta a 16 millas (12.7 millas actuales) y la bautizó con Punta Lanzada (Punta Tete de Chien) y al extremo del Este de la isla le llamó Punta Aguda: el total de la distancia de su recorrido desde el Puerto de la Concepción hasta la posición conocida y desde ahí al extremo Este de la isla fue de 44 millas antiguas (35 millas actuales), la evidencia de esta maniobra es la razón del dibujo cartográfico hecho por él de la isla Tortuga y toda esta comarca hasta cerca de cabo Francés; esta ocasión fue que le dio la oportunidad de conocer el litoral norte de la Tortuga para dibujarla como lo hizo durante sus siguientes viajes, él paso por el canal entre las dos islas y no tuvo la oportunidad de verla por el Norte. Acicateado por los indios de que en la isla Babeque se encontraba más oro que en la Española trató de seguir hacia el Norte en busca de ella, pero vio que el viento lo abatía demasiado “acordó tornarse al Puerto de la Concepcion”; cuando salió en la mañana del Puerto vio un río al Este (Tres Ríos) y al regresar tuvo la intención de ir a él pero como el viento era del Este y parece que era un poco fuerte, no pudo llegar a él por lo mucho que abatía. Si 271 desde la cabeza de la isla Tortuga (Punta Oeste) no podía hacer un rumbo menor al Sursudueste, y con este rumbo y el abatimiento, no tenía otra alternativa que regresar al mismo puerto; lo narrado en este día deja más que demostrado que la isla Inagua Grande era la isla que los indios llamaban Babeque, pues si seguía navegando al Norte hubiera podido ver la isla y llegar a ella. Sábado 15 de diciembre.— “Salió del Puerto de la Concepción otra vez para su camino, pero en saliendo del puerto ventó Leste recio su contrario, y tomó la vuelta de la Tortuga hasta ella, y de allí dio vuelta para ver aquel río que ayer quisiera ver y tomar y no pudo, y desta vuelta tampoco lo pudo tomar, aunque surgió media legua de sotavento en una playa, buen surgidero y limpio. Amarrados sus navíos, fue con las barcas a ver el río y entró por un brazo de mar questá antes de media legua, y no era la boca; volvió y halló la boca, que no tenía aún una braza y venia muy recio; entró en las barcas por él para llegar a las poblaciones que los que antier había enviado habían visto, y mando echar las sirga en tierra, y tirando los marineros della subieron las barcas dos tiros de lombarda y no pudo andar más por la reciura de la corriente del rio. Vido algunas casas y el valle grande donde están las poblaciones, y dijo que otra cosa mas hermosa no había visto, por medio del cual valle viene un rio. Vido también gente a la entrada del rio, mas todos dieron a huir. Dice mas, que aquella gente debe ser muy cazada, pues vive con tanto temor, porque en llegando que llegan a cualquier parte, luego hacen ahumadas de las atalayas por toda la tierra, y esto mas en esta Isla Española y en la Tortuga, que también es grande isla, que las otras que atrás dejaba. Puso nombre al valle, Valle del Paraiso, y al rio Guadalquivir, por que diz que asi viene tan grande como Guadalquivir por Cordoba, y a las veras o riveras de playas de piedras muy hermosas, y todo andable”. En este día como se ha visto, salió del Puerto de la Concepción con idea de llegar al río que había visto durante su salida del día de ayer, y con el viento del Leste tuvo que remontar a la isla Tortuga para ganar distancia y cuando tomó la vuelta de la Española, no avanzó gran cosa en distancia horizontal y recaló en la ensenada formada al Oeste de Puerto Ballena a media legua del río Tres Ríos llamada la Puerta, en una playa de buen fondo y limpia, fondeó y amarró abarloado 272 Ramón Julio Didiez Burgos “Salió del Puerto de la Concepci;on otra vez para si camino… para ver aquel río… y no pudo… y desta vuelta tampoco lo pudo tamoar, aunque surgió media leguas de sotavento en una playa”. sus naves y se fue en las barcas a ver el río que tenía cerca, el Río La Porte, entró a él y vio que no era el río que buscaba; se devolvió y siguió al Este y encontró la boca; tenía fuerte corriente y tuvo que remontar a la sirga (halar el bote desde tierra con un cabo para hacerlo remontar) una milla; vio el estado agrícola de los indios, la feracidad de la Tierra, observó el temor de los indios hacia toda persona extraña y la organización de comunicaciones que tiene para avisarse de peligros en los alrededores, llamó a todo el Valle del Paraíso y al Río Guadalquivir, por comparar sus grandes avenidas con el Guadalquivir de España. Todos los autores que han enfocado este día han llegado a la conclusión de que el Almirante estuvo en Puerto de Paz, arguyendo, el que el nombre del Valle del Paraíso fue dado por él a Puerto de Paz, pero si se analiza bien el día se llegará a la conclusión de que él no estuvo fondeado en dicho puerto, porque de lo contrario hubiera descrito los pormenores de este puerto, incluyendo el islote que hay en cerca de la Punta Carenero; Puerto de Paz lo pasó de noche y no lo vio el mismo día 15 cuando salió de la ensenada de la punta, a 3/4 de la leguas de aquel, al Oeste. Domingo 16 de diciembre.— “A la media noche con el ventezuelo de tierra dio las velas por salir de aquel golfo, y viniendo del borde de la Isla Española yendo a la bolina, porque luego á hora de tercia ventó Leste; á medio Golfo halló una canoa con un indio solo en ella, de que se maravillaba el Almirante como se podía tener sobre el agua siendo el viento grande. Hízole meter en la nao a él y su canoa, y halagado dióle cuentas de vidrio, cascabeles y sortijas de latón, y llevóle en la nao hasta tierra á una población (160) questaba de allí diez y seis millas junto a la mar, donde surgió el Almirante y halló un buen surgidero en la playa junto a la población, que parecía ser de nuevo hecha, porque todas las casas eran nuevas. El indio fuese luego con su canoa a tierra, y da nuevas del Almirante y de los cristianos por ser buena gente, puesto que ya las tenían por lo pasado de las otras donde habían ido los seis cristianos, luego vinieron más de quinientos hombres, y desde á poco vino el Rey dellos, todos en la playa junto a los navíos, porque estaban surgido muy cerca de tierra. Luego uno a uno, y muchos a muchos, venían a la nao sin traer cosa alguna, puesto que algunos traían algunos granos de oro finísimo en las orejas y la nariz, el cual luego daban de buena gana. Mandó hacer honra a todos el Almirante, y dice él, porque son la mejor gente del mundo y más mansa; y sobre todo, que tengo mucha confianza Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... en nuestro Señor que vuestra Altezas los harán todos cristianos, y serán todos suyos, que por suyos los tengo. Vido también que dicho Rey estaba en la playa, que todos le hacían acatamientos. Envióle un presente el Almirante, el cual dizque recibió con mucho estado, y que sería mozo de hasta veinte y un año, y que tenía un ayo viejo y otros consejeros que le aconsejaban y respondían, y quel hablaba muy pocas palabras. Uno de los indios que traía el Almirante habló con él, le dijo que como venían los cristianos del cielo, y que andaban en busca de oro, y quería ir a la isla de Babeque; y él respondió que bien era, y que en la dicha isla había mucho oro, el cual mostró al alguacil del Almirante que le llevó el presente, el camino que había que llevar, y que en dos días y iria de allí á ella, y que si de su tierra habían menester algo lo daría de muy buena voluntad. Este Rey y todos los otros andaban desnudos como su madre los parieron, y así las mujeres, sin algún empacho, y son lo más hermosos hombres y mujeres que hasta allí hubieron hallado; harto blanco, que si vestidos anduviesen y se guardasen del sol y del aire, serían cuasi tan blancos como en España, por questa tierra es harto fría y la mejor que lengua puede decir; es muy alta, y sobre el mayor monte podrían arar bueyes, y hecha todo a campiñas y valles. En toda Castilla no hay tierra que se pueda comparar á ella en hermosura y bondad. Toda esa isla y la de la Tortuga son todas labradas como la Campiña de Córdoba. Tienen sembrado en ella ajes, que son unos ramillos que plantan, y al pie dellos nacen unas raíces como zanahorias, que sirven por pan, y rayan y amasan y hacen pan dellos, y después tornan a plantar el mismo ramillo en otra parte y tornan a dar cuatro ó cinco de aquellas raíces que son muy sabrosas propio gusto de castañas. Aquí las hay las más gordas y buenas que había visto en ninguna parte, porque también diz que de aquellas había en Guinea. Las de aquel lugar eran tan gordas como la pierna, y aquella gente todos dizque eran gordos y valientes y no flacos como los otros que antes había hallado, y de muy dulce conversación, sin secta. Y los árboles de allí dizque eran tan viciosos que las hojas dejaban de ser verdes y eran prietas de verdura. Era cosa de maravilla ver aquellos valles y los ríos y buenas aguas, y las tierras para pan, para ganado de toda suerte, de ello no tienen alguna, para huertas y para toda las cosas del mundo que hombre sepa pedir. Después a la tarde vino el Rey á la nao: el Almirante le hizo la honra 273 que debía, y le hizo decir como era de los Reyes de Castilla, los cuales eran los mayores Príncipes del mundo. Mas no los indios que el Almirante traía, que eran los intérpretes, creían que venían del cielo, y que los reinos de los Reyes de Castilla eran en el cielo, y no en este mundo. Pusiéronle de comer al Rey de las cosas de Castilla, y él comía un bocado y después dábalo todo a sus consejeros y al ayo, y a los demás que metió consigo. Crean vuestras Altezas questas Tierras son en tanta cantidad buena y fértiles, y en especial estas desta Isla Española, que no hay persona que lo sepa decir, y nadie lo puede creer si no lo viese. Y crean que esta isla y todas las otras son asi suya como Castilla, que aquí no falta salvo asiento y mandarle hacer lo que quisieren, porque yo con esta gente que traigo, que no son muchos, correría todas estas Islas sin afrenta, que ya he visto sólo tres destos marinos descender en tierra y haber multitud destos indios y todo huir, sin que les quisiesen hacer mal. Ellos no tienen armas, y son todos desnudos y de ningún ingenio en las armas y muy cobardes que mil no aguardarian tres, u asi son buenos para les mandar y les hacer trabajar, sembrar y hacer todo lo otro que fuera menester y que hagan villas, y se enseñan a andar vestidos y a nuestra costumbres (64)”. A medianoche del día 15, salió de la ensenada de la puerta con viento flojo de tierra y navegó hacia el canal; así anduvo a lo largo hasta cerca de la Tortuga; a las 9h–18m empezó a soplarle del Este por esos momentos encontró un indio en una canoa y lo tomó a bordo con su canoa, se maravilló de ver lo marinera de la canoa del indio al poder resistir los fuertes vientos y las marejadas que predominan en estos parajes, viró hacia tierra y llegó al fondeadero de Anse a Foleur, que se encuentra entre Punta Foleur y Punta Icaco que dista de Tres Ríos o Río Guadalquivir, 16 millas antiguas (12.7 actuales); allí fondeó detrás de Punta Icaco cerca de la playa y desembarcó el indio con su canoa y todos los regalos que le dio. Este indio se encargó de exaltar las virtudes de los hombres que habían bajado del cielo, desde Puerto María; los cristianos venían dejando, por instrucciones del Almirante, una estela de bondad y generosidad; estos tratos al halagar a los indios, los acercaban a ellos, en esta ocasión y por primera vez en 9 días, en la Hispaniola, se le acercaban indios en grandes grupos; ya habían perdido el temor, así dice el Almirante “vinieron 274 Ramón Julio Didiez Burgos más de quinientos” inclusive el cacique de la zona que se llamaba Cuayaba. Él era joven unos veinte años, muchos de los indios, que fueron acompañando al cacique llevaron sus adornos de oro y los canjearon al visitar la nao por las baratijas que traía el Almirante; es significativo este hecho puesto que es el primer lugar donde empieza a encontrarse oro en mayores cantidades al efectuarse un verdadero intercambio. Esto indujo a uno de los indios que el Almirante trajo de la isla Guanahaní a decirle al cacique que los cristianos habían venido del cielo en busca de oro y que querían ir a la isla Babeque en busca del precioso metal; el cacique la mostró a Diego de Arana, el alguacil de la Armada, hacia dónde debía dirigirse, afirmándole que allí había mucho oro. El conocimiento que estos indios tenían de la región, evidencia de una manera categórica que la isla Babeque está cerca de estos lugares. época, hoy día el progreso de siembra de la yuca por plantación en la tierra de un ramito del árbol, en la cosecha y rallado para la extracción del almidón, el amasamiento y la hechura de la torta no ha cambiado en su procedimiento, y es el mismo que se opera en la confección del casabe en la actualidad. Lunes 17 de diciembre.—“Ventó aquella noche reciamente, viento Lesnordeste, no se alteró mucho la mar porque le estorba y escuda la Isla de la Tortuga questá frontero y hacia abrigo; asi estuvo allí aqueste dia. Envió a pescar los marinos con redes; holgáronse muchos con los cristianos los indios, y trujéronles, ciertas flechas de los de Caniba o de los Caníbales, y son de las espigas de cañas, exibieronles unos palillos tostados y agudos y son muy largos. Mostráronles dos hombres que les faltaban algunos pedazos de carne de su cuerpo, y hiciéronles “A la media noche con el ventezuelo de tierra dio las velas por salir de aquel golfo, y viniendo del bordo de la isla Española”. Al hablar el Almirante durante el día de hoy de la fertilidad de la tierra, la forma de cómo la tenían cultivada los indios, deja ver que los indios hacían sus cultivos de acuerdo a una técnica agrícola y que generalmente eran regados por los ríos que le pasaban cercanos; al hacer la reseña de cómo cosechaban sus ejes de yuca, y cómo lo procesaban para hacer su pan (casabe), “que son raíces como zanahorias” nos enseña a pesar del tiempo pasado desde esa entender que los canibales les habían comido a bocados; el Almirante no lo creyó. Torno a enviar ciertos cristianos a la población, y a trueque de contezuelas de vidrio rescataron algunos pedazos de oro labrado en hoja delgada. Vieron a uno que tuvo el Almirante por gobernador de aquella provincia que llamaban Cacique, un pedazo tan grande como la mano de aquella hoja de oro, y parecía que la quería resgatar; el cual se fue é a su casa, y los otros Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... quedaron en la plaza, y él hacía hacer pedazuelos de aquella pieza, y trayendo cada vez un pedazuelo resgatábalo. Después que no hobo mas dijo por señas quel había enviado por más, y que otro dia lo traerían. Estas cosas todas y la manera dellos y sus costumbres y mansedumbre y consejo muestra de ser gente más despierta y entendida que otras hasta hobiese hallado, dice el Almirante. En la tarde vino allí una canoa de la Isla de la Tortuga con bien cuarenta hombres, y en llegando a la playa toda la gente del pueblo questaba juntas se asentaron todas en señal de paz y algunos de la canoa, y cuasi todos descendieron en tierra. El cacique se levantó solo y con palabras que les echaba agua y tomaba piedras de la playa y las echaba en el agua y después que ya todos con mucha obediencia se pusieron y embarcaron en la canoa, él tomó una piedra y la puso en la mano a mi alguacil para que les tirase, al cual yo había enviado a tierra, y al escribano y a otros, para ver si traían algo que aprovecharse, y el aguacil no los quiso tirar. Allí mostro mucho aquel Cacique que se favorecia con el Almirante. La canoa se fue luego, y dijeron al Almirante después de ida, que en la Tortuga había más oro en la Isla Española, porque es más cerca de Babeque. Dijo el Almirante que creía que en aquella Isla Española ni en la Tortuga hobiese minas de oro, sino que la traían de Babeque y que traen poco, porque no tienen aquellos que dar por ella, y aquella tierra es tan gruesa que ha menester que trabajen mucho para sustentarse ni para vestirse como anden desnudos. Y creía el Almirante questaba muy cerca de la fuente, y que nuestro Señor le había de mostrar dónde nace el oro. Tenia nueva que de allí al Babeque (161) había cuatro jornadas, que podrían ser treinta ó cuarenta leguas, que en un dia de buen tiempo se podían andar”. La noche del 16, el viento de Lenordeste fue recio y él no tuvo problemas de ninguna especie, era natural que así sucediera ya que estaba fondeado detrás de los bajos que se forman en la Punta Icaco y sirven de protección de las fuertes marejadas del Este, es notable la intesificacion del intercambio de efectos baladíes por oro, además el Almirante fue informado por el Cacique “y la Tortuga había más oro que en la isla Española porque es más cerca de Babeque”, de aquí dedujo el Almirante que el oro que había por estas islas lo traían de Babeque. Al decir que la Tortuga estaba más cerca de Babeque que la Española, confirmó aún más que Ynagua era la isla tan mencionada por ellos de 275 Babeque. Las Casas en su confusión atribuye a la isla Jamaica el nombre de Babeque, y cuán lejos estuvo de la verdad, ya que esta isla no está por los alrededores de la isla Tortuga, ni queda más lejos de la isla Española de ella, al hacerse eco de las jornadas por canoas que hacen los indios de 7 a 8 leguas diarias y que eran 4 jornadas, serían 30 leguas diarias aproximadamente 96 millas actuales y desde donde él estaba hasta Ynagua algunas 80 millas actuales; más evidencia en la identidad de la isla no se podría encontrar en estos informes, y entiendo que Ynagua era la Babeque de los indios. Martes 18 de diciembre.— “Estuvo en aquella playa surto este dia porque no había viento, y tambien porque había dicho el Cacique que había de traer oro, no porque tuviese en mucho el Almirante el oro (disque) que podía traer, pues allí no había minas, sino por saber mejor de donde la traían. Luego en amaneciendo mando ataviar la nao y la carabela de armas y banderas por la fiesta que era dia de Santa María de la O, ó conmemoración de la Anunciacion; tiráronse muchos tiros de lombardas, y el Rey de aquella isla Española (dice el Almirante), había madrugado de su casa, que debía de distar cinco leguas de allí (162), según pudo juzgar, y llegó a hora de tercia a aquella población, donde ya estaban algunos de la nao quel Almirante había enviado para ver si venia oro, los cuales dijeron que venían con el Rey mas de doscientos hombres, y que lo traían en una andas cuatro hombres y era mozo como arriba se dijo. Hoy estando el Almirante comiendo debajo del castillo, llegó a la nao con toda su gente, y dice el Almirante a los Reyes: “ Sin duda pareciera bien a vuestra Altezas su estado y acatamiento que todos le tienen, puesto que todos andan desnudos. El así como entró en la nao halló questaba comiendo a la mesa debajo del castillo de popa, y él a buen andar, se vino a sentar a par de mi, y no me quiso dar lugar que yo me saliese a él ni me levantase de la mesa, salvo que yo comiese. Yo pensé que el tenia a bien de comer de nuestras viandas: mando luego traerle cosas quél comiese. Y cuando entro debajo del castillo hizo señas con la mano que todos los suyos quedasen fuera, y asi lo hicieron con la mayor prisa y acatamiento del mundo, y se sentaron todos en la cubierta, salvo dos hombres de una edad madura, que yo estimé por sus consejeros y ayo, que vinieron y se asentaron a sus pies, y de las viandas que yo le puse delante tomaba de cada una tanto como se toma para hacer la salva, y después luego lo demás 276 Ramón Julio Didiez Burgos enviábalo a los suyos, y todos comían della, y asi hizo en el beber, que solamente llegaba a la boca, y muy pocas palabras, y aquellos quél decía, según yo podía entender, eran muy acentadas y de peso, y aquellos dos le miraban a la boca y hablaban con él y con mucho acatamiento. Después de comido, un escudero traía un cinto, que es propio como los de Castilla en la hechura, salvo que de otra obra, que él tomo y me lo dió, y dos pedazos de oro labrado que eran muy delgados, creo que aquí alcanzan poco dél, puesto que tengo questán muy vecinos de donde nace, y hay mucho, yo vide que le agradaba un arambel que yo tenia sobre mi cama: yo se lo dí y unas cuentas muy buenas de ámbar, que yo traía al pescuezo, y unos zapatos colorados, y una almatraja de agua de azahar de que quedó tan contento que fue maravilla, y él y su ayo y consejeros llevan grandes pesar porque no me entendían ni yo a ellos. Con todo le cognoci que me dijo que si me cumpliese algo de aquí que toda la isla estaba a mi mandar. Yo envié por unas cuentas mias adonde por una señal tengo un excelente de oro (163), en que estaban esculpidos vuestras Altezas, y se lo mostré, y le dije otra vez como ayer que vuestras Altezas mandaban y señoreaban todo lo mejor del mundo, y que no había tan grandes Príncipes; y les mostre las banderas reales y las otras de la cruz, de que él tuvo en mucho, y que grandes señores serian vuestras Altezas, decía él contra sus consejeros, pues de tan lejos y del cielo me habían enviado hasta aquí sin miedo; y otras cosas muchas se pasaron que yo no entendia, salvo que bien via que todo tenia a grande maravilla. Después que ya fue tarde y él se quiso ir, el Almirante le envió en la barca muy honradamente, y hizo tirar muchas lombardas, y puesto en tierra subió en sus andas y se fue con sus mas de doscientos hombres, y a su hijo le llevaban atrás en los hombros de un indio hombre muy honrado. A todos los marineros y gente de los navios donde quiera que los topaba les mandaba dar de comer y hacer mucha honra. Dijo un marinero que le había topado en el camino y visto que todas las cosas que le había dado el Almirante, y cada una dellas levaba delante del Rey un hombre, a lo que parcia de los mas honrados. Iba su hijo atrás del Rey buen rato, con tanta compañía de gente como él, y otro tanto un hermano del mismo Rey, salvo que iba el hermano a pie y llevándolo del brazo dos hombres honrados. Este vino a la nao después del Rey, al cual dió el Almirante algunas cosas de los dichos resgates, y allí supo el Almirante que al Rey llamaban en su lengua Cacique. En este dia se resgató dizque poco oro; pero supo el Almirante de un hombre viejo que había muchas islas comarcas a cien leguas y mas, según pudo entender, en las cuales nasce muy mucho oro; y en las otras, hasta decirle que había isla que era todo oro, y en las otras que hay tanta cantidad que lo cogen y ciernen como con cedazos, y lo funden hacen vergas y mil labores; figuran por señas la hechura. Este viejo señaló al Almirante la derrota y el paraje donde estaba. Determinándose el Almirante de ir allá. Y dijo que si no fuera el dicho viejo tan principal persona de aquel Rey que lo tuviera y llevara consigo, o si supiera la lengua que se lo rogara, y creía, según estaba bien con él y con los cristianos, que se fuera con él de buena gana; pero porque tenia ya quella gentes por los de los Reyes de Castilla, y no era razon de hacelles agravios, acordó de dejallo. Puso una cruz muy poderosa en medio de la plaza de aquella población, a lo cual ayudaron los indios mucho, y hicieron, diz que oración y la adoraron, y por la muestra que dan, espera en nuestro Señor el Almirante que todas aquellas islas ha de ser cristianos”. Aunque permaneció en este punto, Ensenada Foleur, por la tranquilidad del tiempo, observó los acontecimientos que sucedieron, se ultimaron más las relaciones india cristiana, hubo más comprensión y más entendimiento, pero lo más significativo de este día fue la confidencia de un indio viejo del cortejo del Cacique, el cual le informó de las muchas islas con mucho más oro que en esta Española hasta el extremo de “decirle que había isla que era todo oro”; este indio, que hoy podemos catalogarlo como insigne mentiroso, no conocía que estaba sentando la base de la futura colonización de la isla Española al alimentar el ansia que luego fue la perdición de la raza india, pues éste fue el primer eslabón de un juicio que debía formar muy pronto la conclusión de que aquí fue donde estuvo Marco Polo; en los próximos días se verán estas ideas reforzadas y las consecuencias que se derivaron de ella, la intención del Almirante de que “si el viejo indio no fuera tan principal persona de aquel Rey, se lo llevara para que le indicara el lugar donde es que cogen el oro y ciernen como con cedazos, y lo funden y lo hacen vergas y mil labores” “determinóse el Almirante de ir allá” dijo sentando la firme creencia que le tuvo a estas informaciones, indudablemente que la dirección que le dio el indio fue la del Este, ya que le hizo resolución “ir alla” y la derrota que tomó al otro dia fue la del Este. En este lugar dejó una gran Cruz en medio de su Batey donde celebraban los indios sus juegos, sus Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... areitos y sus ceremonias religiosas, y es de suponer que esta cruz no duraría mucho en ese lugar, puesto que ya en 1495 los sucesos entre indios y españoles habían tomado un cariz tal que estos inocentes verían que los hombres blancos que llegaron a la isla no vinieron del cielo, sino de algún lugar vecino de ella, y destruían su símbolo que ellos respetaban en la representación de seres divinos. Miércoles 19 de diciembre.— “Esta noche se hizo la vela por salir de aquel golfo que hace allí la Isla de la Tortuga con la Española, y siendo de día tornó el viento Levante, con el cual todo este dia no pudo salir de entre aquellas dos islas, y a la noche no pudo tomar un puerto (164) porque allí parecía. Vido por allí cuatro cabos de tierra y una grande bahía y río, y de allí vido un angla (165), muy grande y tenía una población, y a las espaldas un valle entre muchas montañas altísimas, llenas de árboles, que juzgó ser pinos sobre los dos Hermanos (166), hay una montaña muy alta y gorda que va de Norte al Sudueste, y del Cabo de Torres al Lesueste está una isla pequeña, a la cual puso nombre Santo Tomás, porque es mañana su 277 vigilia. Todo el cerco de aquella isla tiene cabos y puertos maravillosos, según juzgaba él desde la mar. Antes de la isla de la parte del Oeste, hay un cabo que entra mucho en la mar alto y bajo, y por eso le puso nombre Cabo Alto y Bajo (167). Del camino de Torres al Leste cuarta del Sudeste hay sesenta millas hasta una montaña más alta que otra que entra en el mar (168), y parece desde lejos isla por sí por un degollado que tiene de la parte de tierra; púsole nombre Monte Caribata. Es muy hermoso y lleno de árboles verdes y claros, sin nieve y sin niebla, y era entonces por allí el tiempo, cuanto a los aires y templanza, como por Marzo en Castilla, y en cuanto a los árboles y yerbas como por Mayo; las noches dizque eran de catorce horas”. Salió de este fondeadero en Foleur con rumbo Nornordeste, otro no podía hacer al salir de aquí, en razón a que el viento era Este, el abatimiento hacia la Tortuga no le dio espacio y tuvo que volver sobre la vuelta de la isla Española sobre el rumbo Sueste cuarta Sur, recaló cerca de Punta Icaco al cual bautizó con el nombre de Cabo de Torres, en las inmediaciones de la ensenada Borgne, comprendida “Esta noche se hizo a la vela por salir de aquel golfo que hace allí la isla Tortuga con la Española”. 278 Ramón Julio Didiez Burgos entre la Punta Palmiste y un cabo o cabo al Oeste, y la ensenada de Fon-la-Grange, comprendida entre Punta Palmiste y la Punta Jean Aube, no pudo tomar estos fondeaderos por ser muy de noche, pero en el crepúsculo vespertino “vido por allí cuatro cabos de tierra y una grande Bahía y rio”, esta bahía y rio fue la de Borgne y el rio del mismo nombre, los cuatro cabos fueron Punta Palmiste, Jean Aube, Barril de Boeuf (Barril de Carne) y Punta Gillotine, viró y volvió sobre la vuelta de afuera hasta el Este de la isla Tortuga (La isla Cahini de los indios), durante la noche volvió sobre la vuelta de tierra y recaló más adelante de la recalada de la tarde anterior “y de allí vido un angla muy grande y tenia una población, y a las espaldas un valle entre muchas montañas altísimas, llenas de árboles” esta angla muy grande era la Bahía de Margot luego dice “y sobre los dos hermanos hay una montaña muy alta y gorda que va del Norte al Sudeste”, estos dos hermanos son la Punta Guillotine y Punta Barril de Boeuf y la Montaña Gorda es Monte Lindor que tiene 3932 pies de alto y que está al Sur de Punta Barril de Boeuf y al Sudeste de Punta Guillotin, al decir “y del Cabo Torres (Punta Ycaco) al Lesueste está una isla pequeña, a la cual le puso nombre de Santo Tomás, porque es mañana su vigilia”, esta isla es Cayo Margot frente a la punta de su mismo nombre esta situada sobre la línea Lesueste de Cabo Torres (Punta Ycaco). Varios historiadores dan el nombre de Cabo de Torres a Punta Limbé, pero si se observa bien que la isla Margot esta al Oestenoroeste de Punta Limbé y no al Lesueste de esta, esto es, que Punta Limbé no es Cabo Torres. “Antes de la isla de la Parte del Oeste, hay un cabo que entra mucha en la mar alto y bajo, y por eso le puso el nombre, Cabo Alto y Bajo” la Punta Limbé termina con un alto de 183 piés, y esta unido a tierra por un itsmo bajo, al Este tiene una islita llamada “Del camino de Torres al Leste cuarta del Sueste hay sesenta millas hasta una montaña mas alta que otra que entra en el mar”. Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... Limbé de 173 pies de Alturas y separada de la Punta de Limbé por bajos, este es el Cabo Alto y Bajo y no Cabo Margot como ha sido considerado por varios autores, al cual le dan el nombre de Cabo Torres. Al expresar el Almirante “del camino de Torres al Este cuarta del Sueste hay sesenta millas (48 actuales) hasta una montaña mas alta que otra que entra en el mar y parece desde lejos isla por si por un degollado que tiene de la parte de tierra; pusole por nombre Monte Caribata (Monte Lary en Cabo Haitiano), porque aquella provincia se llamaba Caribata”. Si desde el Puerto de la Concepción (Bahía de Mosquito), pasando por cabo de Torres (Punta Ycacos), se toma la distancia hasta Punta Santa (Punta Picolet en Cabo Haitiano), se podrá ver que esta es propiamente de 60 millas antiguas (48 millas actuales), por eso dijo que “Del camino de Torres al Leste cuarta Sudeste etc.” Desde Punta Limbé, si fuera el Cabo de Torres, como han apuntado algunos historiadores, a Punta Santa o Punta Picolet solo hay 11.5 millas actuales (14.5 millas antiguas) y por tanto Punta Limbé no es Cabo de Torres; al decir que Monte Caribata (Monte Lary) “parece desde lejos isla por un degollado que tiene de la parte de tierra” se refirió a la aparente separación que produce la entrada profunda del Puerto de Acull entre la montaña de Caribata y las lomas de Grand Boucan y las Montañas Dop de 526 y 2075 pies de Altura. Al decir que las noches eran de catorce horas dejó confirmado que sus ampolletas no marcaban bien o no las atendían bien los grumetes, pues el sol en ese día salió a las 6h–35m y se puso a las 5h–25m, de aquí vemos que la noche tenía una amplitud de 13h–10m, esto es, una diferencia de 50 minutos, que repartidos entre 28 ampolletas de media hora cada una nos daría 1m–48s de diferencia en exceso por cada ampolleta. En la relación del día siguiente día jueves 20 de diciembre se ve que entró en la tarde al ponerse el sol a un puerto que estaba entre la isla de Santo Tomás (isla Margot) y el Cabo Caribata (Punta Honorato). Esta observación la tengo por anticipado al análisis del día en razón a que se puede ver con facilidad una alteración en los días 19-20 y 21; si el día 19 salió durante la noche, lo haría de seguro en el crepúsculo vespertino astronómico, cuando podía ver por la poca luz existente los peligros de la salida del puerto donde estaba, Ensenada Foleur; es improcedente de la decisión de un capitán hacer su salida de un puerto de noche si no se cuenta con condiciones favorables de tiempo, a más de conocer 279 al dedillo los peligros que rodean a éste; de haberlo hecho en la mañana hubiera escrito su salida en el cuarto del alba pero al no hacerlo así, no cabe otra alternativa de considerar lo que fue antes de media noche del día 19 para ser el 18; si fue después de medianoche, y de acuerdo a como Las Casas daba origen al día en correspondencia a las horas canónicas, el día 19 lo pasó dando vueltas entre las dos islas, La Tortuga y la Española y al caer “la noche no pudo tomar un puerto que por allí parecía”; bien se puede ver que el 20 completo se lo pasó dando vueltas por estos lares y casi no pudo avanzar, cuando le amaneció, y de acuerdo a la lógica era el día 21 todo lo relatado el 19 corresponde al día al 21 y no al 19 puesto que como veremos más adelante el día 20 al ponerse el sol entró en el Puerto de Santo Tomás (Bahía de Acul) y el relato que hace este día 20 no pudo haberlo contemplado en 40 ó 50 minutos de ese día. Además, se ve que la relación del día 20 corresponde a sucesos después de la puesta del sol, y no al día completo como debía ser, pues la derrota como a venido desarrollándose confirma la relación que existe durante el día de luz entre día 19 y el 20 del Diario, malo arreglos hechos por el padre Las Casas, pues ha sido tan notable que resalta a la vista las notas de estos días. ¿Cuál fue la intención de estos arreglos? Mi idea es agregar otro día más a los hechos de manera que en vez de que lo que sucedió al día 23 de diciembre, (la pérdida de la Santa María), sucediera el día 24 y tuviera fuerza de razón el nombre de Fuerte de la Navidad la fortaleza que se empezó a construir el día 25 pero que el Diario dice que fue el 26. Bien creo que el nombre de Fuerte de la Navidad, más obedeció su nombre por haber construido en los días navideños que por querer el Padre Las Casas ajustar los días a los hechos. Vimos que el día 21 de noviembre fue impuesto con los hechos del día 20 de noviembre, esto es, le agregó un día más al Diario, ahora le quita y ajusta los hechos a días preconcebidos. Jueves 20 de diciembre.— “Hoy al poner el sol entró en un puerto que estaba entre la isla de Santo Tomás y el Cabo de Caribata (169), y surgió. Este puerto es hermosísimo, y que cabían en él cuantas naos hallan en la cristiandad la entrada del parece desde la mar imposible a los que no hobiesen en él entrado, por unas restringas de peñas que pasan desde el monte hasta cuasi la isla, y no puestas por orden sino una acá y otras acullá, una a la mar u 280 Ramón Julio Didiez Burgos otras a la tierra; por lo cual es menester estar despiertos para entrar por unas entradas que tienen muy anchas y buenas para entrar sin temor, y todo muy fondo de siete brazas, y pasadas las restingas dentro hay doce brazas. Puede la nao estar con una cuerda cualquiera amarrada contra cualesquiera vientos que haya. A la entrada de este puerto dizque había un cañal (170), que queda a la parte del Oueste de una isleta de arena, y en ella muchos árboles, y hasta el pie de ella hay siete brazas pero hay muchas bajas en aquella comarca, y conviene abrir el ojo hasta entrar en el puerto; después no hayan miedo a toda la tormenta del mundo. De aquel puerto parecía un valle grandísimo y todo labrado, que desciende a él del Sueste, todo cercado de montañas altísimas que parecen que llegan al cielo, y hermosísimas, llenas de árboles verdes, y sin duda que hay allí montañas más altas que la isla de Tenerife (171) en Canaria, ques tenida por de las más altas que puede hallarse. Desta parte de la isla de Santo Tomás está otra isleta (172), a una legua, y dentro de ella otra, y en todas “y cabrian en él todas las naos del mundo y cerrado que con una cuerda, la mas vieja de la nao la tuviese amarrada” hay puertos maravillosos, mas cumple mirar por las bajas. Vido también poblaciones y ahumadas que se hacían.” Al ponerse el sol en este día entró en un puerto al cual le puso el nombre el día 21 de Puerto de la Mar de Santo Tomás por su gran amplitud, y por ser este, el día 21, su día, si el día 21 dijo que era el día del Santo y el día 19 dijo “Y del Cabo de Torres al Lesueste esta eran islas pequeñas, a la cual puso nombre Santo Tomás, porque es mañana su vigilia”, deja dicho de una manera categórica y definitiva que este párrafo pertenece a lo relatado el día 20 y no al 19 y confirmar los arreglos hechos por el Padre De las Casas en el Diario para acomodar los días a un fin indeterminado, el día 18 terminó cuando dijó “después que fue tarde y el se quiso ir, el Almirante le envió en la barca muy honradamente etc.” esta frase significó la caída de la tarde, y la llegada de la noche, cuando todos se recogían, los indios a sus chozas y los españoles a sus carabelas, y cuando amaneció fue el dia 19, cuyos relatos están contenidos en el día 18 y parte, la salida del Puerto Foleur, en el 19, luego de salir a navegar, le salió el sol voltegeando entre las islas y le anocheció cerca de la costa cerca de un punto que no pudo tomar, este fue el día 19, si no pudo tomar el puerto tuvo que volver a navegar mar afuera cuando le maneció el día 20 fue entonces que hizo el reconocimiento de todo este pedazo de costa antes de entrar al Puerto de la Mar de Santo Tomás; este puerto y mar es la Bahía de Acul y en el fondo su puerto, por cierto bueno y bien abrigado de vientos y corrientes, según expresó “entre la isla de Santo Tomás (Isla Margot) y el Cabo Caribata (Punta San Honorato)”; describe con magistral conocimiento las dificultades que existen para poder entrar en la bahía, las “restigas de peñas que pasan desde el Noreste hasta cuasi la isla” es el gran escollo de Coque Vieille asi como los otros escollos, “no puestas en orden sino más acá y otras acullá, unas a la mar y otras a la tierra”; estos son los escollos Phillipot, los de la isla Rata y de Cayo Arena, los tres canales son, el Canal de Limbé, el Canal de Medio y del Este, al decir que “A la entrada de este puerto dizque había un cañal (canal) que queda a la parte del Oueste de una isleta de Arena”. Se refería a la pasa borrada entre Cayo Limbé y la Punta de su mismo nombre (Cabo Alto y Bajo), el cual se encuentra cerrado por una lengua de arena, alrededor de esta isla hay muchas profundidad. Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... “Desta parte de la isla de Santo Tomás estaba otra isleta, a una legua, y dentro de ella otra” se refería a la isla Limbé que está a 3.2 millas de la isla Margot y la otra es Cayo Rata que está a la misma distancia de la isla Limbé. La edad y la identidad del almirante don Cristóbal Colón Viernes 21 de diciembre.— “Hoy fue con las barcas de los navíos a ver aquel puerto; el cual vido ser tal que afirmó que ninguno se le iguala de cuantos haya jamás visto (173), y excusase diciendo que ha loado los pasados tanto que no cabe como lo encarecer, y que teme que sea juzgado por manificador excesivo más de lo que es la verdad; a esto satisface diciendo: quél trae consigo marineros antiguos, y éstos dicen y dirán lo mismo, y todos cuantos andan en la mar; conviene a saber, todas las alabanzas que ha dicho de los puertos pasados ser verdad y ser este muy mejor que todos ser asi mismo verdad. Dice más desta manera: “Yo he andado veintitrés años en la mar, sin salir della tiempo que se haya de contar, y vi todo el Levante y Poniente, que dice por ir al camino de septentrión, que es Inglaterra, y he andado la Guinea, mas en todas estas partidas no se hallará la perfección de los puertos… (Vacio de renglón y medio en el original). Fallado siempre lo (174), mejor quel otro, que yo con buen tiento miraba mi escribir, y torno a decir que afirmo haber bien escripto, y que agora éste es sobre todos, cabrian en él todas las naos del mundo y cerrado que con una cuerda la más vieja de la nao la tuviese amarrada”. Desde la entrada hasta el fondo habrá cinco leguas (175). Vido unas tierras muy labradas, aunque todas son así, y mandó salir dos hombres fuera de las barcas que fuesen a un alto para que viesen si había población, porque de la mar no se veía ninguna; puesto que aquella noche cerca de las diez horas vinieron a la nao en una canoa ciertos indios a ver al Almirante y a los cristianos para maravilla, y les dio de los resgates, con que se holgaron mucho. Los dos cristianos volvieron y dijeron donde habria visto una población grande (176), un poco desviada de la mar. Mandó el Almirante remar hacia la parte donde la población estaba hasta llegar cerca de tierra, y vió unos indios que venían a la orilla de la mar, y parecía en venían con temor, por lo cual mandó detener las barcas y que les hablasen los indios que traía en la nao, que no les haría mal 281 alguno. Entonces se allegaron más a la mar, y el Almirante más a tierra, y después que del todo perdieron el miedo, venía tantos que cobrían la tierra, dando mil gracias así hombre como mujeres y niños; los unos corrian de acá y los otros de allá a nos traer pan que hacen de niame, a aquellos llaman ajes, que muy blanco y bueno, y nos traían agua en calabazas y en cántaros de barro de la hechura de las de Castilla, y nos traían cuanto en el mundo tenían y sabían que el Almirante quería, y todo con un corazón tan largo y tan contento, que era maravilla; “y no se diga porque lo que daban valía poco por eso lo daban liberalmente, dice el Almirante, porque los mismo hacían y tan liberalmente los que daban pedazos de oro, como los que daban la calabaza del agua; y fácil cosa es de cognoscer (dice el Almirante), cuando se da una cosa con muy deseoso corazón de dar”. Estas son sus palabras: “Esta gente no tiene varas ni azagayas, ni otra ninguna armas, ni los otros de toda esta isla, y tengo ques grandísima: son así desnudos como su madre los pario, así mujeres como hombres, que en las otras tierras de la Juana, y las otras de las otras islas, traían las mujeres delante de sí unas cosas de algodón con que cobija su natura, tanto como, una bragueta de calzas de hombres, en especial después que pasan de edad de 12 años, más aquí ni moza ni vieja; y en los otros lugares todos los hombres hacían esconder sus mujeres de los cristianos por celos, más allí no, y ahí muy lindos cuerpos de mujeres, y ellas las primeras que venían a dar gracias al cielo y traer cuanto tenían, en especial cosas de comer, pan de ajes y gonza avellanada, y de cinco o seies maneras frutas”, de las cuales mandó curar el Almirante para traer a los Reyes. No menos, diz que hacían las mujeres en las otras partes antes que se escondiesen, y el Almirante mandaba en todas partes estar todos los suyos sobre aviso que no enojarse alguno en cosa ninguna, y que nada les tomasen contra su voluntad, y así les pagaban todo lo que dellos recibían. Finalmente (dice el Almirante), que no puede creer que hombre haya visto gente de tan buenos corazones y francos para dar, y tan temerosos que ellos se deshacían todos por dar a los cristianos cuanto tenían, y en llegando los cristianos luego corrían a traerlos todo. Después envió el Almirante seis cristianos a la población para que la visen que era, a los cuales hicieron cuanta honra podían y sabían, y les daban cuanto tenían, porque ninguna duda les quedaba sino que creía el Almirante y toda su gente haber venido del cielo: lo mismo creían los indios que consigo el Almirante traía de las otras islas, 282 Ramón Julio Didiez Burgos puesto que ya se les había dicho lo que debían de tener. Después de haber ido los seis cristianos vinieron ciertas canoas con gentes a rogar al Almirante de parte de un Señor, que fuese a su pueblo cuando allí se partiese. Canoa es una barca en que navegan y son dellas grandes y dellas pequeñas. Y visto quel pueblo de aquel Señor estaba en el camino sobre una punta de tierra, esperando con mucha gente el Almirante, fué allá, y antes que partiese vino a la playa tanta gente que era espanto, hombres y mujeres y niños, dando voces que no se fuese sino que se quedase con ellos. Los mensajeros del otro Señor que habían venido a convidar, estaban aguardando con sus canoas porque no se fuese sin ir a ver al Señor, y así lo hizo, y en llegando que llegó el Almirante adonde aquel Señor le estaba esperando, y tenían muchas cosas de comer mando asentar toda su gente, manda que lleven lo que tenían de comer a la barca donde estaba el Almirante, junto a la orilla de la mar. Y como vido quel Almirante había rescebido lo que le habían llevado, todos o los más de los indios dieron a correr al pueblo, que debía estar cerca, para traerle mas comida y papagayos y otras cosas de lo que tenían, con tan franco corazón que era maravilla.” El Almirante les dio cuentas de vidrio y sortijas de latón y cascabeles, no porque ellos demandase algo, sino porque les parecía que era razón, y sobre todo (dice el Almirante), porque los tiene ya por cristianos y por de los Reyes de Castilla más que las gentes de Castilla; otra cosa nos falta, salvo saber la lengua y mandarles, porque todo lo que se les mandare harán sin contradicción alguna. Partiose de allí el Almirante para los navíos, y los indios daban voces, así hombres como mujeres y niños, que no fuesen y se quedasen con ellos los cristianos. Después que se partían venían tras ellos a la nao canoas llenas de ellos, a los cuales hizo hacer mucha honra y detalles de comer y otras cosas que llevaron. Había también venido antes otro Señor de la parte del Oueste, y aún a nado venían muy mucha gente, y estaba la nao más de grande media legua de tierra. El Señor que dijo se había tornado, enviole ciertas personas para que le viesen y le preguntasen destas islas; e los recibió muy bien, y los llevó consigo a su pueblo para dellos ciertos pedazos grandes de oro, y llegaron a un gran río, el cual los indios pasaron a nado: los cristianos no pudieron y se tornaron. En toda esta comarca hay montañas altísimas que parecen llegar al cielo, que la de la Isla de Tenerife parece nada en comparación dellas en alturas y en hermosura, y todas son verdes, llenas de arboledas, que es una cosa de maravilla. Entre medio dellas hay vegas muy graciosas, y al pié de este puerto al Sur, hay una vega tan grande, que los ojos no pueden llegar con la vista al cabo, sin que tenga impedimento de montañas, que parece que debe tener quince o veinte leguas, por la cual viene un río, y es toda poblada y labrada, y está tan verde agora como si fuera en Castilla por Mayo o por Junio, puesto que las noches tiene catorce horas y sea la tierra tanto Septentrional. Asi este puerto (177), es muy bueno para todos los vientos que puedan ventar, cerrado y hondo, y todo poblado de gente muy buena y mansa, y sin armas buenas ni malas, y puede cualquier navio estar sin miedo en el que otros navios que vengan de noche a le saltear, porque puesto que la boca sea bien ancha de más de dos leguas, es muy cerrada de dos restringas de piedras que escasamente la ven sobre agua, salvo una entrada muy angosta en esta restinga, que no parece sino que fue hecho a mano, y que dejaron una puerta abierta cuando los navios puedan entrar. En la boca hay siete brazas de hondo hasta pie de una isleta llana que tiene una playa y árboles al pie della; de la parte del Oueste tiene la entrada y se puede llegar una nao sin miedo hasta poner el bordo junto a la peña. Hay de la parte del Norueste tres islas y un gran río a una legua del cabo deste puerto; es el mejor del mundo; púsole nombre el Puerto de la Mar de Santo Tomás, porque era hoy su día: díjole mar por su grandeza”. Fondeando en la Cala de Lombardo, en puerto interior se fue en las barcas a explorar todo ese sector del puerto e hizo elogios admirables de esta Bahía interior que hasta llegó a considerar que era tan abrigado y protegido que una carabela podía estar segura, amarrada con una cuerda vieja, comentando este elogio el historiador Martín Fernández Navarrete dice “Buen puerto es, pero es mejor el Puerto de Nipe que llamó de San Salvador, en Cuba”. A este respecto disiento del historiador Navarrete; el Almirante ni tuvo en Bahía de Nipe, ni tampoco fue a ese puerto que arribo por primera vez llamándole San Salvador; ya anteriormente en el desarrollo de la derrota hemos visto que el Almirante le pasó por el frente a Puerto Nipe sin detenerse en él, el canal en L de su entrada y la distancia a que le pasó, parece más bien una pequeña bahía abierta que un puerto. Al decir que “desde la entrada hasta el fondo había cinco leguas”, es la medida correcta en derrota Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... de vela, pues para poder entrar a la bahía desde la isla Margot (isla de Santo Tomás) hay que tomar primero la vuelta de afuera para tener barlovento y luego tomar la vuelta de tierra para llegar al canal del medio, por donde él pasó y luego con dirección al sur buscar la Bahía hacia adentro que fue lo que hizo; Fernández Navarrete corrigen esta distancia en 5 millas, considero es correcta, pero en derrota de buques a máquinas o medidas directas, hay que tener en cuenta que anteriormente se medía la distancia por el recorrido de las bordadas que se hacían de un lugar a otro; otros marinos no la median por millas sino por bordadas o por las ampolletas que se gastaban de una ruta a otra. En este día al completar la belleza de la naturaleza del lugar y al ver lugares tan hermosos que parecían él no lo esperaba ver, se hace sincero y olvida las reservas que lo contuvieron toda su vida para ocultar su identidad y se expresa de manera que devela su propia edad al decir “Yo he andado veintitrés años en la mar, sin salir della tiempo que se haya de contar, y por todo el Levante y Poniente, que dice por ir al camino de Septentrion, que es Inglaterra, y he andado la Guinea, mas en todas estas partidas, no se hallará la perfección de los puertos”. Si a estos 23 años le añadimos los 14 años desde cuando empezó a navegar, según afirmó su hijo don Hernando Colón en su Historia, Vida del Almirante Don Cristóbal Colón, más el tiempo que no se haya de contar, esto desde el 1479 al 1492, 13 años de inactividad en el mar, daría que para el 1492 tendría 50 años; si el viernes 19 de octubre revela “yo no curo así de ver tanto por menudo, porque no lo podía facer en cincuenta años, porque quiero ver y descubrir lo más que yo pudiera etc.”; es la expresión de la ansiedad de ver todo lo que más se podía contemplar en el marco de la edad que tenía como una comprobación mas de la edad que tenía en 1492; estos datos llevarían el año de su nacimiento al 1442; de acuerdo a don Hernando Colón, su hijo, y a fray Bartolomé de las Casas, el Almirante murió el 20 de mayo del 1506, de aquí se ve que murió a los 64 años de edad. Si en 1501 le escribió a los Reyes Católicos “Muy Altos Reyes: De muy pequeña edad entré en el mar, navegando y lo he continuado hasta hoy, la misma arte inclina a quien la prosigue a desear saber los secretos de este mundo, ya pasan de cuarenta años que yo soy en este uso. Todo lo que hasta hoy se navega he andado. Trato y conversación he tenido con gentes sabias, eclesiásticos y seglares, latinos 283 y griegos, judíos y moros, y con otros muchos de otras sectas. A este mi deseo hablé a Nuestro Señor muy propicio, y hube de El para ello espíritu de inteligencia. En la marinería me hizo abundoso, de astrología me dio lo que bastaba, y así de geometría y matemática e ingenio en el animo y menos para dibujar esta esfera y en ella las ciudades y ríos y montañas, islas y puertos, todo en su propio sitio. En este tiempo he visto y puesto estudio en ver todas las escrituras: cosmografía, historia, crónicas y filosofías, y de otras partes, de forma que me abrió Nuestro Señor el entendimiento con mano palpable, a que era hacedero navegar de aquí a las indias, y me abrazó la voluntad para la ejecución de ello, y con este fuego vine a Vuestra Alteza. Todos aquellos que supieron de mi empresa, con risa y burlando la negaban. Todas las ciencias que dije no aprovecharon, ni las autoridades de ella. En solo Vuestra Altezas quedó la fe y constancia”. Por esta carta podemos sacar en claro el año de su nacimiento también porque si para el 1501, tenia mas de cuarenta años navegando y entró muy pequeño en ella se refiere que 40 más los 14 informados por su hijo don Hernando, serían 54 años, pero como eran más de 40 los restantes, 5 años que quedan podrán llenar este más a que aludió, considerando el 1442 como el año de nacimiento y en el 1501 tenía 59 años y empezaría a navegar en el 1450 o 1456. Se tiene ya por cierto e investigado que en la vida del Almirante hubo un período desde el 1479 al 1492 de inactividad en la mar, en el 1478 por haber casado con doña Felipa Moñis de Palestrello, en el 79 fue a vivir con su mujer a la isla de Porto Santo, donde su suegra conociendo la afición de su yerno lo hizo depositario de los documentos y cartas de su difunto esposo don Bartolomé Palestrello, quien fue primer capitán donatario de la isla, el descanso, los estudios, los relatos de los marinos que llegaban al puerto de la isla, las leyendas, y la efervescencia que existía en la época entre los marinos, le hizo engendrar la idea de descubrir y empezó a darle forma a su idea de cruzar el vasto Océano en busca de una nueva ruta más corta que la de África; su cultura era vastísima para esa época, tal cual lo dice en carta a los Reyes eran sus conocimientos, al aseverar esto es porque el estudio que se hace de sus documentos y sus observaciones indican su gran calidad. A la vuelta a Portugal a fines del 79 dedicó su vida a la venta de libros y a confeccionar cartas de marear; esta modalidad le puso en contacto con los autores 284 Ramón Julio Didiez Burgos clásicos de la época, Aristóteles, con El Cielo y el Mundo, Séneca con Los Naturales, Estrabón con su Cosmografía, Plinio en su Historia Natural, Solino en las Cosas Memorables del Mundo, los relatos de Marco Polo en II Millione, y de Juan de Mandeville de sus Aventuras por el Oriente, la Imagen del Mundo del cosmógrafo francés Pierre D’Ailly (Pedro Aliaco). Los Lugares Habitables de Julio Capitolino. Con una documentación, en extenso, se desarrolló en él la misma inquietud que afebrilizó la época de los descubrimientos, pero nada pudo hacer en Portugal, ya que sus relaciones con el Rey eran malas por estar emparentado con un miembro de la Casa de Braganza, la cual no era adicta a Juan II, quien a la sazón reinaba; tuvo que huir para fines de 1483 hacia España con su hijo Diego que tendría unos 4 años, yendo a parar a Palos, pasó por la Rábida, pidió en la puerta algo de comer para Diego, se relacionó con los Franciscanos Juan Pérez y Antonio de Marchena, principio de su gran aventura que culminó con la portentosa expedición de descubrir el Nuevo Mundo en 1492. La aseveración escrita en su carta Rarísima del 1503, en que dice “Yo vine a servir de veintiocho años”, puede dar pie a haber empezado en el 1470 a prestarle sus servicios, al Rey de Portugal Juan II a través del Rey Renato II de Anjou, que luchaba en guerra con el Rey de Aragón Enrique IV. Por la proclamación hecha por el Condado de Cataluña a este Príncipe, como su Rey, pues es natural que de aquí se originó la carta que le escribiera a los Reyes Católicos en el 1495 desde la isla Española tratando de darle a entender la necesidad de ser hábil en el manejo de las derrotas, por causa de la pertubaciones de la aguja magnética, la cual produce errores que habrá que conocerlos para saber dirigirse a los lugares buscados, esta carta dice “A mi acaeció que el Rey Rainel (René II de Anjou), que Dios tiene, me envió a Tunez para prender la galeaza Fernandina, y estando ya sobre la isla de San Pedro, en Cerdeña, me dijo una saetia que estaban con la dicha galeaza dos naos y una carraca, por lo cual se alteró la gente que iba conmigo, y determinaron de no seguir viaje, salvo de se devolver a Marsella por otra Nao y mas gente. Yo, visto que no podía sin alguna arte de forzar su voluntad, otorgue su demanda, y mudando el cebo de la aguja, di la vela al tiempo que anocheccía, y otro día, al salir el sol estamos dentro del cabo Cartagena, tenido todo ellos por cierto que íbamos a Marcella” (Galeaza eran buques grandes de tres palos, la Galera, Galeota y Galera bastarda eran del mismo tipo pero mas pequeñas, eran todos navíos de remos, la Saetia era una embarcación pequeña y ligera y Carraca era una embarcación especial para el comercio, grande, ventruda y de poco andar). Considerando este año como el principio de sus servicios al Rey de Portugal queda justificado otras informaciones que da de su vida de marino experto cuando dice “Navegando muchas veces desde Lisboa a Guinea, consideré deligentemente, que el grado corresponde en la Tierra a cincuentiseis millas y dos tercios”; éste muchas veces hace concebir que conocía perfectamente ese camino y que en él empleó largo tiempo de su vida a hacer una experiencia por esos lugares. Sólo Portugal era que brindaba esas oportunidades, pues ninguna otra nación se habria lanzado a la conquista del mar tenebroso, los marinos acogidos a la superstición se conformaban en recorrer los mares conocidos y así lo demuestran el que el día 8 de agosto, miercoles. “Hubo entre los pilotos de las tres carabelas opiniones diversas donde estaban, y el Almirante salió mas verdadero y quisiera ir a Gran Canaria por dejar la carabela Pinta, por que iba mal acondicionada del Gobernario, y hacía agua, y quisiera tomar otra si hallara; no pudieron tomarla aquel día”, una evidencia de que los otros pilotos nunca habían navegando estas rutas y no sabían adónde iban, mientras que él sí la conocía ya por haberla navegado muchas veces en buques portugueses aunque algunos buques españoles hacían rutas hasta las Canarias; eran estos, misiones especiales que no pasaban de estas islas, mientras que los portugueses ya desde el 1434 se extendían en su ruta hasta San Jorge de la Mina. Si bien se ve que este período del 1470 al 1478 él estuvo en Servicio activo de hombre de mar a las ordenes del Rey de Portugal, del 1476 se conoce con lujos de detalles su participación en el encuentro entre la flota combinada de los Reyes de Francia y Portugal contra el convoy genovés que iba para Inglaterra a la altura del Cabo San Vicente; en el 1477, estuvo navegando por Islandia “Yo navegué el año de 1477 en el mes de febrero, ultra Tile, isla (Yslandia) cien leguas, cuya parte austral dista de la equinoccial setenta y tres grados y no sesenta y tres, como algunos dicen, y no está dentro de la línea que incluye el Occidente como dice Ptolomeo, sino mucho mas Occidental. Y a esta isla que es tan grande como Inglaterra, van los ingleses con mercaderías, especialmente los de Bristol. Y al tiempo que yo a ella fui, no estaba congelado el mar, aunque hubiera grandísimas mareas, tanto que en algunas partes, Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... dos veces al día, subía veinticinco brazas, y descendía otras tantas en alturas.” En el 1478 se casa con una dama portuguesa y va a vivir a la isla de Porto Santo hasta fines del 1480, y lo mas asombroso es que al decir “yo vine a servir veintiocho años”, algunos autores que por la documentación encontrada en Genova de la familia de Cristoforo Colombo, tratan por todos los medios de sustituir una figura por otra, aquí se vería que si nació en 1451 sus servicios empezarían en el 1479 como navegante experto, cosa que bien parece un acto de prestidigitación o de magia el transformar un humilde tejedor de paño a un culto marino, es inexplicable esta doble personalidad, que cuando la historia lo registra sujeto a una vida de descanso y estudio entonces aparece en otro lugar a empezar a servir al Rey de Portugal, no deja de ser mas que extraño que la serie de documentación que se ha mostrado como bandera de prueba de una identidad, en todas éstas se exhiben como formato de la época la profesión de los protagonistas Textori pannorum lane, “queseros” “vendedores de vinos” etc., y navegante como era la profesión de Cristóbal y la de dibujante de cartas de marear a Bartolomé; no por esto reniego de que haya habido un cambio en el futuro de ellos, pero mientras no se confirme lo contrario es un poco difícil a quienes tratan de abanderarse de estos documentos y tratan de justificar y suplantar el Lanerius al Marino. Mientras uno vende vinos el 31 de octubre del 1470 el otro presta servicios con el Rey Alfonso IV de Portugal, mientras el otro lleva una vida de casado en el 1479 en la isla Porto Santo, el otro pasa su vida vendiendo paños y quesos en Génova, mientras uno el 26 de agosto del 1472 en compañía de su padre Domingo, Lanerius, reconoce una deuda de 140 liras a Juan de Signorio, el otro vuelve a Portugal por haberse terminado la guerra entre el Rey Juan II de Aragón y los Catalanes. Al quedar de una manera caprichosa y hábil, algunos tratadistas han querido desconocer las realidades de los hechos, así como el de sus palabras e informaciones. He comprobado en este trabajo la autenticidad de muchas de sus afirmaciones e informaciones, y de la misma manera surgirán estudios que irán encontrando la solución de muchos párrafos que hoy se tuvieran como enigmas. Existen dos informaciones y un período de tiempo que no puede esconderse, una es “yo vine a servir de veintiocho años” otra es, que pasó 14 años en Portugal. Si fue a Portugal teniendo 28 años y pasó 285 14 años en el País; si pasó ese tiempo en Portugal el siguiente país a donde fué se conoce que fué España en 1484 donde vivió hasta la hora de su muerte 1506, 22 años; si estas partidas se unen nos dan de nuevo 64 años y por ende la fecha de su nacimiento fue en el 1442 y no en 1451; existe algo en esto muy evidente, dos personalidades que se han querido fundir en una por el hallazgo de documentos corresponden en nombre a una persona similar al de otra, aunque en diferentes idiomas, pero las proyecciones de uno no pueden encajar en la otra, son elementos disímiles, los que resume haber provocado con estos documentos han tenido que partir de hipótesis imaginativas tratando de buscar el eslabón perdido, que a la larga no han podido llegar a una conclusión definitiva y demostrada porque son dos los personajes. En una carta que le escribió al Rey Fernando el Católico en Mayo del 1505, le dijo del Rey de Portugal “Dios le atajó la vista y el oído y todos los sentidos, para que en catorce años no le pudiese hacer entender lo que decía”. Si la historia registra que llegó a España en el 1484, y el confiesa que pasó 14 años en Portugal, ofreciendo el desarrollo de una nueva ruta al Rey durante este tiempo, es muy lógico que su llegada a Portugal fue en 1470, pero hay tres actas notariales encontrada por el historiador Harrise en Genova y Saona las cuales dicen: 1ra. El 22 de septiembre del 1470 “Domingo Colombo hijo de Juan se hallaba de regreso en Génova con Cristoforus, su hijo, y ambos aceptaban como árbitro, en la notaría de Jacobo Calvi, de sus desavenencias con Jeronimo Portu, a Juan Agustin de Goano”. 2da. El 28 de septiembre 1470 “en la misma notaría de Calvi el árbitro Goano sentenció a Domingo de Colombo y a Cristofurus, su hijo, a pagar a Geronimo de Portu la suma de treinta y cinco lira”. 3ra. El 31 de octubre de 1470 “Cristofurus Colombo, hijo de Domingo, mayor de edad, diez y nueve y en presencia de autoridades admiten y consienten de este Domingo su padre presente y autoriza, declaró al notario Nicolas Raggio, de Génova, deber a Pedro Belexie de Portu el resto de una partida de vino que había vendido por su cuenta”. Se ve que mientras estas actas lo registran como negociante en vinos para el 1470, en Génova; él dice que está al servicio de Portugal para esa fecha; y las del 1472: 1ra. El 20 de marzo del 1472 en Savona en la notaría de Ludovico Moreno (Ludovico el Moro), 286 Ramón Julio Didiez Burgos se presentó como testigo “Cristóforo de Colombo” lanerio de Ianua. 2da. El 26 de agosto del 1472, en Savona Dominicus de Colombus lanerius, habitator Saona y su hijo Cristóbal reconocieron ante el notario Tomas de Zocco una deuda de ciento cuarenta liras a Juan de Signorio. 3ro. “El 7 de agosto de 1473, en la notaria de Savona de Pedro Corsato, Susana, hija del difunto Jacobo de Fontanarubea de Bensagno, y mujer de Domingo de Colombo, de Génova, y Cristobal y Juan Pelegrino, hijo de los dichos Domingo y Susana, manifestaron su conformidad en la venta que iba a realizar Domingo de Colombo de una casa situada “un civitate Ianua un contrata porte Olivelle”. Los documentos encontrados por el historiador Ricardo Carrera Valls evidencian los informes del Almirante cuando fué encargado por Renato II de Angou para capturar a la Fernandina, el dia 23 de julio del 1472 llegaron al puerto de Barcelona dos grandes naos, tres balleneras, tres galeras, una galeaza y un galiote, con trigo, tocino, aceite, guisos, y otras mercancías, enviadas por el Rey Renato y las capitaneaba D’Espernay; había también dos naves genovesas La Salvatge y La Spindola, luego el 26 de agosto del 1492 se presentaron en el puerto la nao Fernandina, dos naos venecianas, tres balleneras, y barcos no muy grandes con fines de bloqueo; el dia 6 de septiembre, seguían en el antepuerto, con el mismo fin, estas naves no podían bajo ninguna razón resistir mucho tiempo en ese servicio, tendrían que levantarlo, no se sabe cuando se alejaron de las costas de Cataluña pero si se sabe que la Fernandina se fué a Túnez y entonces fue cuando Colón recibió la orden de Renato de Angou de capturarla, no se sabe aún a quien pertenecía la nao en la que Colón trato de hacer el servicio ordenado, ni en que fecha fue porque el no la da, pero si examinamos bien sus frases podemos sacar en claro que cuando anochecía, mudo el cebo de la aguja estando entre la isla de San Pedro y Cerdeña, desde aquí hasta el Cabo Cartagine hay unas 45 leguas al salirle el sol al otro día ya estaban dentro del cabo; esta distancia sólo pudo haberla salvado en una noche larga de unas 14 horas, en el período de tiempo de que se valió para evitar que la tripulación se diera cuenta, por la obscuridad adonde se dirigían, indudablemente que la velocidad que pudo llegar era la que generalmente los tipos de buques corrientes de la época hacían 3 leguas y con buen viento sus cuatro leguas, al quedar evidente el período de tiempo en que hizo la travesía, no hay alternativa de que éste estuvo enmarcado entre el 31 de octubre del 1472 y el 9 de febrero del 1493, en que el sol salió para esas latitudes a las 6h–44m a.m. y se pone a las 5h–16m a.m. y que la Fernandina entre estas fechas estuvo en Túnez; el resultado se desconoce también, pues parece que no hubo ninguna acción ya que si lo hubiera habido, él habría dado a conocer algo. De donde salió la nao que él mandaba o de Marsella porque ahí era que la tripulación deseaba volver a ella a proveer de otras naos y más gente, pero la tenacidad de Colón desatendió los informes de la saetía y los reclamos de su tripulación y empleó su subterfugio que sólo a marinos muy duchos, hábiles y de experiencia podía ocurrírsele, por ser ardides de zorros de mar. ¿De dónde salió Colón con ese buque a ponerse a las órdenes de Renato de Angou? Acaso no se saben las hondas diferencias que habían entre el Rey de Portugal y el Rey de Aragón que sostenía guerras y batallas por aumentar sus reinos con principados, condados ducados, ¿Acaso no estaban en Portugal cuando esto sucedía frente al condado de Barcelona? Pudo haber sido enviado allá con las órdenes de ponerse bajo la jurisdicción de Renato de Angou y verificarse el suceso. Lo más asombroso es, que mientras estos hechos acaecían se registraban en Savona actas notariales que daban a conocer los incidentes comerciales de Cristófurus Columbus en unión de su padre, hermanos y madre, y vemos como muchos estudiosos de su origen se empecian en querer hacer de dos uno, que unas veces aparece como, lanerio de Ianua, o vendedor de vinos, y otras como un marino redomado sin querer tener el recato de no admitir que un marino no se improvisa, o que una transformación profesional no se puede hacer de la noche a la mañana sin quedar sujeto a una crítica lógica de los que no acepten estas metamorfosis caprichosas, por el único afán de no querer aceptar las razones lógicas de la evolución individual y su perfección por el relevo de experiencias, las misiones delicadas en un orden de disciplinas, sólo son confiables a aquellos cuyos conocimientos y técnicas se hagan en ellas, es prolijo tener que especular, por ciertas coincidencias de hechos históricos con aspectos, que no se avienen por la naturaleza de los acontecimientos. Cristoforos Columbus no podía aparecer todos los días en actas notariales, el tenía que trabajar en sus telares y hacer sus negocios de venta de sus Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... paños o de vinos; estos períodos de ocultación han sido tomados por los genovistas, no para llevarlo al oficio de su padre, se sabe que generalmente los hijos seguían el oficio de los padres, si no para ponerlo a aventurar en la mar y hacerlo un experto marino, aquellos que no conocen el embrujo del mar jamás podrán darse el concepto del poder atractivo que tiene este, pues el que entra en él, no sale con tanta facilidad, para caprichosamente alternar en una como otros oficios, y si sale, su atracción es tan poderosa que vuelve a él, por eso se expresó el día 21 de diciembre “Yo he andado veintitres años en el mar, sin salir della tiempo que se haya de contar”. He llegado a considerar que el día que sean comprobados 14 años que permaneció en Portugal al servicio del Rey se irán a los archivos de papeles viejos inservibles todas las conjeturas que han sido hechas en este período, es más, no los 14 sino 5 años solamente, del 70 al 75, pues desde aquí se conocen ya sus andanzas en Portugal. En el siglo XV la navegación se circunscribía a los puertos del Mediterráneo, Portugal, Francia e Inglaterra, pero el mayor volumen de viajes se experimentaba entre los puertos del Mediterráneo a Lisboa, Portugal, las flotas comerciales venecianas, genovesas, napolitanas, sicilianas, catalanas, mayorquinas griegas turcas, árabes, portuguesas, castellanas etc., vivían en un tráfico comercial entre todos los puertos que comprendía esta zona del Mediterráneo y el Atlántico, si bien se ve, no era tan amplia para que los marinos de aquella época no conocieran todos esos puertos donde iban a llevar su mercancía; también conocían a los armadores de los buques, a los agentes navieros, eran fieles asistentes y buenos conocedores de todos los pormenores de estos puertos, sus peligros, sus bondades, sus burdeles y sus tabernas; hacían sus negocios y alternaban en todas las clases de negociaciones, cambios, préstamos, contratos, etc., Al traer esto a colación he extrañado que siendo Cristoforus Columbus un marino según algunos tratadistas, que conocían todas estas vicisitudes, no apareciera en alguna acta en la cual se evidenciara alguna transacción, venta, préstamo, pago u otro aspecto que denunciara el carácter puramente marítimo; es raro, pero es verdad, que también todo el que alternaba con reyes y nobles tenía su época de bonanza, pero por lo que se ve en las actas notariales, siempre estas épocas correspondió a don Dominicus Columbus y su hijo a las que tiene reservado el destino a los humildes, la pobreza. 287 Existen unas informaciones de él, de lo cual se puede muy bien sacar conclusiones sin correr aventuras, que se puedan enjuiciar de conjetura o presunciones, por razones a que estos hechos quedan tan notablemente enmarcados en un tiempo que no admite duda, ni discusiones, puesto que los hechos que los ubican son altamente conocidos, unos porque la realidad histórica así lo consigna, y el otro porque las investigaciones llevadas a cabo han delucidado todos los pasos que el Almirante siguió desde él en adelante. En la Vida del Almirante por su hijo don Hernando Colón dice “Yo estuve en el castillo de San Jorge de la Mina, el Rey de Portugal, que está debajo de la equinoccial, y soy buen testigo de que no es inhabitable, como quieren algunos “y” que vio algunas sirenas en las costas de Managueta, aunque no eran tan semejantes a las mujeres como las pintan” y “navegando muchas veces desde Lisboa a Guinea, consideré diligentemente, que el grado corresponde en la tierra a cuarenta y seis millas y dos tercios”. Al no especificar fechas, ni los buques que hizo sus viajes a la costa de Guinea, ni quiénes eran los capitanes bajo los cuales iba a la orden o si él era el capitán de la nao, cabe en esta ocasión examinar en la historia cuáles fueron los posibles años de estos sucesos, además estas anotaciones fueron hechas después del 1492. Habiendo descubierto, o llegados los portugueses a la región de África, en Guinea que llamaron Elmina en 1471, hacían frecuentes viajes a esa región en intercambio comerciales, sobre todo de oro, uno de sus grandes capitanes Diego Cao el 6 de enero del 1480 sorprendió un navío Castellano haciendo negocio de oro en Elmina, y lo apresó; este derecho ejercido por Portugal obedeció al cumplimiento del tratado de Alcazova entre los Reyes Católicos de España y el Rey de Portugal Alfonso IV, el cual estipulaba que los españoles quedarían dueños de las Islas Canarias descubiertas por ellos en el 1341 y de la navegación al norte del paralelo de Latitud que pasa por el Cabo Bajador y los Portugueses al sur de este, Bajador queda en paralelo 26° norte, dividió el mundo el Papa Nicolás V desde el 1454 y así fué reconocido por estas dos naciones el 4 de septiembre del 1479. En razón de este apresamiento de una nave Castellana en zona prohibida por un acuerdo entre ambas naciones y una Bula papal el rey de Portugal, Juan II lanzó un edicto el 6 de abril del 1480 que todos los españoles 288 Ramón Julio Didiez Burgos que fueran encontrados de las Canarias hacia abajo y adyacentes a la Guinea fueran arrojados al agua. Fue en enero del 1482 cuando los portugueses dieron comienzo al castillo fortificado, al cual el Almirante llamó “el Castillo de San Jorge”, de manera que se ve que el estuvo en esta zona entre el 1471 y 1483 al decir “Navegando muchas veces desde Lisboa a Guinea”, lo cual indicó que no fue en agosto del 1476 la primera vez que llegó a Portugal, sino que ya hacía viajes con los portugueses en esa zona desde el 1470; es significativo este lapso puesto que también concuerda con sus frases desde que tuvo 14 años ofreciendo su empresa al Rey de Portugal, así como que tendría 28 años cuando empezó a ofrecer sus servicios, de manera que estos hechos corroboran bien en una distinta personalidad al de Génova, que mientras uno tejía paños, el otro navegaba y se hacía un experto marino. Vemos que algunos investigadores acomodan en los intermedios entre la secuencia de actas notariales genovesas correspondientes a Cristoforos Columbus, las aventuras del otro, como una aplicación de sus técnicas aprendidas, o cómo podríamos decir en estos tiempos, su “hobbie” de navegante, como si la especialidad de ser un experto marino, era cosa fácil de aprender y desarrollar como pasatiempo y luego dedicarse a una profesión más proveedora más enaltecedor, de más significación y mejor vista por aquella sociedad del siglo xv, la de lanero, fabricante de paños y vendedor de vinos, es paradójica la comparación pero así se ven en los análisis que se hacen de su vida. Siguiendo nuestro análisis del día 21 de diciembre, encontramos la gran acogida que tenía en esta bahía los cristianos al irle perdiendo temor, se presentaban ya en mayor cantidad, en esta bahía a la cual le puso nombre Puerto de la Mar de Santo Tomás, por ser hoy su día, (bahía de Acul) conoció al célebre cacique Guacanagarix, que desempeñaría un papel importante en los siguientes días y años al lado del almirante. Desde que conoció al almirante trató de conservar su amistad y de serle sincero como lo demostraran los hechos de los días venideros. Sábado 22 de diciembre.— En amaneciendo dió las velas para ir a su camino a buscar las islas que los indios le decían que tenían mucho oro y de algunas que tenían más oro que tierras; no le hizo tiempo y hobo de retornar a surgir, y envió la barca a pescar con la red. El Señor de aquella tierra (178); que tenía un lugar cerca de allí, le envió una grande canoa llena de gente, y en ella un principal criado suyo a rogar al Almirante que fuese con los navíos a su tierra y que le daría cuanto tuviese. Envióle con aquel un cinto que lugar de bolsa traía una carátula que tenía dos orejas grandes de oro de martillo y la lengua y la nariz. Y como sea esta gente de muy franco corazón que cuanto le piden dan con la mayor voluntad del mundo, les parece que pidiéndole algo les hacen grandes merced: Esto dice el Almirante. Toparon la barca y dieron el cinto a un grumete, y vinieron con su canoa a bordo de la nao con su embajada. Primero que los entendiese pasó alguna parte del día; ni los indios quel traía los entendían bien, porque tienen alguna diversidad de vocablos en nombres de las cosas: en fin, acabó de entender por señas su convite. El cual determinó de partir el domingo para allá, aunque no solía partir de puerto domingo, solo por devoción, y no por superstición alguna: pero con esperanza, dice él, que aquellos pueblos han de ser cristianos por la voluntad que muestran y de los Reyes de Castilla y porque los tiene ya por suyos, y porque le sirvan con amor, les quiere y trabaja hacer todo placer. Antes que partiese hoy envío o seis hombres a una población muy grande (179) tres leguas de allí de la parte del Oueste, por quel Señor della vino el día pasado el Almirante y dijo que tenía ciertos pedazos de oro. En llegando allá los cristianos, tomó el Señor de la mano al escribano del Almirante, que era uno dellos, el cual enviaba el Almirante para que no consintiese hacer a los demás cosas indebidas a los indios, porque como fuesen tan francos los indios, y los españoles tan codiciosos y desmedidos, que no les basta que por un cabo de agujeta y aun por un pedazo de vidrio y descudilla y por otras cosas de no nada, les daban los indios cuanto querían; pero aunque sin dalles algo se lo querrian todo haber y tomar lo quel Almirante siempre prohibia, y aunque tambien eran muchas cosas de poco valor, si no era oro, las cosas daban a los cristianos; pero el Almirante mirando al franco corazón de los indios que por seis contezuelas de vidrio darían y daban un pedazo de oro, por eso mandaba que ninguna cosa se recibiese dellos que no se les diese algo en pago. Así que tomó por la mano el Señor al escribano y lo llevó a su casa con todo el pueblo, que era muy grande, que le acompañaba, y les hizo dar de comer, y todos los indios les traían muchas cosas de algodón labradas y en ovillos hilados. Después que fue tarde dióles tres ansares muy Análisis del Diario de Colón. Guanahaní y Mayaguaín... gordas al Señor, y unos pedacitos de oro, y vinieron con ellos muchos número de gente, y les traían todas las cosas que allá habían resgatado, y a ellos mismos porfiaban de traellos acuestas, y de hecho le hicieron por algunos ríos y por algunos lugares lodosos. El Almirante mandó dar al Señor algunas cosas, y quedó él y toda su gente con gran contentamiento, creyendo verdaderamente que habían venido del cielo, y en ver los cristianos se tenían por bienaventurados. Vinieron este día más de ciento y veinte canoas a los navíos, todas cargadas de gente y todas traen algo, especialmente su pan y pescado, y agua en cantarillos de barro, y simientes de muchas simientes que son buenas especies; echan un grano en una escudilla de agua y bebenla, y decían los indios que consigo traía el Almirante que era cosa sanisima”. Este día se distingue por el aumento de las buenas relaciones entre españoles e indios y por el intercambio de regalos en el cual no aparece mucho oro, al decir que la población muy grande del Señor (Guacanagarix) de aquella tierra estaba al Oeste y tres leguas de donde estaba, la ubicó en la Bahía de Cabo Haitiano o Guarico; aquí contempló la flota de canoas más grandes que había visto en todos sus viajes, más de 120, los cuales iban cargado de todas clases de comestibles que los indios tenían, los cuales se lo ofrecían de buena voluntad. Aquí se deja entrever que el Almirante no salía a viajar los domingos posiblemente guardando el día del Señor como día de Descanso. La tradición de Santo Domingo no ha conservado en sus costumbres qué clase y cómo se llamaba la semilla o simiente que los indios echaban en el agua para beberla, lo cual el Almirante consideraba “que era cosa sanisima”; la conjetura obliga a servirse de la imaginación y considerar que esto pudo haber sido pedazos de lo que aquí se le llamaba Bohuco de Indio, del cual en la actualidad se hace el mabí, o es posible que sea otro que el Almirante en su furor por ver oro en todo lo que resplandeciera no dedicar algo de su atención en estos hábitos y costumbres de los indios de Marién. Domingo 23 de diciembre.— “No pudo partir con los navíos a la tierra de aquel Señor que lo había enviado a rogar y convidar, por falta de viento; pero envió con los tres mensajeros que allí esperaban, las barcas con gente y al escribano. Entretanto que aquellos iban, envió dos de los indios que consigo traía a las poblaciones que estaban por allí cerca del paraje de los navíos, y volvieron con un Señor a la nao con nuevas que 289 en aquella isla española había gran cantidad de oro, y que a ello le venían a comprar de otras partes, y dijéronle que allí había cuanto quisiese. Vinieron otros que confirmaban haber en ella mucho oro, y mostrábanle la manera que se tenía en cogello. Todo aquello entendía el Almirante con pena; pero todavía tenía por cierto que en aquellas partes había grandísima cantidad dello, y que hallando el lugar donde se saca habrá gran barato dello, y según imaginaba que por no nada. Y torna a decir que cree que debe haber mucho, porque en tres días que había questaba en aquel puerto, había habido buenos pedazos de oro, y no puede creer que allí la traigan de otra tierra. Nuestro Señor, que tiene en las manos todas las cosas vea de me remediar y dar como fuere su servicio; estas son palabras del Almirante. Dice que aquella hora cree haber venido a la nao más de mil personas, y que en todas traían algo de lo que poseen; y antes que lleguen a la nao, con medio tiro de ballesta, se levantan en sus canoas en pies y toman en las manos lo que traen diciendo: “tomad, tomad”. También creen que más de quinientos vinieron a la nao nadando por no tener canoas, y estaba surta cerca de una legua de tierra. Juzgaban que habían venido cinco Señores, hijos de Señores, con toda su casa, mujeres y niños, a ver los cristianos. A todos mandaba dar el Almirante, porque todo, diz que era bien empleado, y dice: “Nuestro Señor me aderece, por su piedad, que halle este oro, digo su mina, que hartos tengo aquí que dicen que lo saben:” estas, son sus palabras. En la noche llegaron las barcas y dijeron que había gran camino hasta donde venían y que al monte de Caribatan hallaron muchas canoas con mucha gente que venían a ver al Almirante y a los cristianos del lugar donde ellos iban. Y tenía por cierto que si aquella fiesta de Navidad pudiera esta en aquel puerto (180), viniera toda la gente de aquella isla, que estimaba ya por mayor que Inglaterra, por verlos, los cuales se volvieron todos con los cristianos a la población (181), la cual diz que afirmaban ser la mayor y la más concertada de calles que otras de las pasadas y halladas hasta allí, la cual diz que es de parte de la Punta Santa (182), al Sueste cuasi tres leguas. Y como las canoas andan mucho de remos fuéronse delante a hacer saber al Cacique, quellos llamaban allí. Hasta entonces no había podido entender el Almirante si lo dicen por Rey ó por Gobernador. Tambien dice otro nombre por grande que llaman Nitayno (183), no sabia si lo decian por Hidalgo o Gobernador o Juez. Finalmente, el 290 Ramón Julio Didiez Burgos Cacique vino a ellos y se ayuntaron en la plaza que estaba muy barrida, todo el pueblo, que había más de dos mil hombres. Este Rey hizo mucha honra a la gente de los navíos, y los populares cada uno les traía algo de comer y de beber. Después el Rey dio a cada uno unos paños de algodón que visten las mujeres, y papagayos, para el Almirante, y ciertos pedazos de oro; daban también los populares de los mismos paños y otras cosas de sus casas a los marinos, por pequeña cosa que les daban la cual según la recibían parecía que la estimaban por reliquia. Ya en la tarde, queriendo despedir, el Rey les rogaba que aguardasen hasta otro día; lo mismo que todo el pueblo. Visto que determinaban su venida, vinieron con ellos muchos del camino, trayéndoles a cuestas lo quel Cacique y los otros les habían dado hasta las barcas, que quedaban a la entrada del río”. Al no poder salir en este día por falta de viento envió a Rodrigo de Escobedo, escribano del Rey, que nunca escribió nada, ni tampoco dejó la menor nota de este viaje, con gente en la barca y tres indios que le habían llevado la invitación que le hacia Guacanagarix de