De Rajoy a John Wayne: la mayoría silenciosa

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De Rajoy a John Wayne: la mayoría silenciosa
Marc Bassets
Nadie habló de mayoría silenciosa en el primer debate presidencial de esta campaña , el
miércoles en Denver. Pero la mayoría silenciosa -una expresión que Richard Nixon
puso en circulación
en 1969 y que, hace unos días, con variaciones,
hizo suya Mariano Rajoy
- planeó durante buena parte de los intercambios entre el presidente Barack Obama y el
aspirante Mitt Romney.
Los candidatos pronunciaron 31 veces la expresión “clase media”, o una variante preferida por
el republicano Romney: “Familias de ingresos medios. No es fácil definir qué es la clase media
en Estados Unidos, pero describe esta inmensa mayoría de ciudadanos -todos, excepto los
más ricos entre los ricos, y los más pobres- cuya representación intentan arrogarse los políticos
en las elecciones. Quién sepa dónde se sitúa hoy, en el otoño del 2012, la clase media de
Estados Unidos, ganará la presidencia.
Es lo más parecido a la “mayoría silenciosa” de Nixon. O a esa “mayoría de españoles que no
se manifiestan, que no salen en las portadas de la prensa y que no abren los telediarios” de
Rajoy.
“No se les ven, pero están ahí, son la mayoría de los 47 millones de personas que viven en
España. Esa inmensa mayoría está trabajando, el que puede, dando lo mejor de sí para lograr
ese objetivo nacional que nos compete a todos, que es salir de esta crisis”.
43 años antes, el 3 de noviembre de 1969, Richard Nixon dijo en uno de sus discursos más
célebres a la nación:
“Así que esta noche, a vosotros, la gran mayoría silenciosa de americanos, os pido vuestro
apoyo…”
El discurso de Nixon no se refería a la crisis económica, ni a la posible secesión de una parte
de Estados Unidos, sino a la guerra de Vietnam. Los paralelismos entre la situación de EE.UU.
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en el momento del discurso de Nixon y el momento actual de España son escasos, pero
coinciden el malestar social y las protestas en la calle.
El historiador Rick Perlstein ha descrito el contexto de aquel discurso en su monumental Nixo
nland
, un ensayo que explica cómo el ascenso político de Nixon coincidió con una división de la
sociedad norteamericana que aún pervive. Esta entrada del blog se basa ampliamente en
informaciones y citas extraídas de
Nixonland
.
Año 1968. “¿Se ha convertido la violencia en una american way of life?”, titulaba Newsweek en
portada.
A finales de los años 60, Estados Unidos era un país desgarrado. Los jóvenes se rebelaban
contra los padres. Las calles hervían contra la guerra de Vietnam. Las grandes ciudades vivían
disturbios raciales. En unos meses de 1969, Martin Luther King y Robert Kennedy fueron
asesinados.
Por esa época William F. Buckley , el pope intelectual del movimiento conservador, escribió:
“En una nación civilizada no se contempla que figuras públicas estén en la diana de pistoleros
ocasionales. Pero en las naciones civilizadas del pasado no era habitual que los padres
permitieran a sus hijos hacer lo que les apeteciera; ni que los estudiantes asaltaran escuelas y
destrozasen el mobiliario; ni que la policía recibiese la orden de mantenerse impertérrita
mientras los saqueadores vaciaban tiendas y los pirómanos quemaban edificios”.
Nixon detectó el miedo entre las clases medias blancas. Miedo a un mundo que se les
escapaba. A cambios acelerados. Al fin de la autoridad y las jerarquías. Al feminismo. A las
drogas. A la violencia. A los negros. A los estudiantes. A los hijos. A la derrota en Vietnam.
Es en ese contexto que empezó a fraguarse la idea de la “mayoría silenciosa”. La gente de
bien. Los americanos que trabajaban y no tenían tiempo para manifestarse. Los patriotas.
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Incluso, recuerda, Perlstein, se hizo una película que reflejaba el sentir de esta mayoría
silenciosa. Los boinas verdes narraba la historia de un periodista que visita Vietnam con este
cuerpo de elite de las fuerzas y descubre la realidad de la guerra justa que Estados Unidos
libra allí. Los medios de comunicación de elite le habían “lavado el cerebro”. En Vietnam, con
los boinas verdes, descubre que Estados Unidos no son los
malo
s
.
“Si explico lo que veo, pierdo el trabajo”, dice el periodista. John Wayne interpretaba al
comandante de los boinas verdes.
La expresión “mayoría silenciosa” no sale de la nada. El historiador progresista Arthur
Schlesinger había titulado un ensayo El centro vital . La idea inspiró a los asesores de Nixon.
También se inspiraron de otro progresista, el senador demócrata Paul Douglas, que había
hablado del “centro silencioso”. En este caso se trataba de los “millones de americanos
observados con condescendencia por sus amos económicos”, en palabras de Perlstein.
Nixon entendió que “las elecciones se ganaban centrándose en los resentimientos de la gente”.
Así lo explicaba un memorándum que Kevin Philips, un joven asesor de Nixon, escribió en
1967 para el entonces candidato.
La coalición del new deal ganó usando el resentimiento contra las elites económicas; la nueva
élite, según Philips, era cultural Antes, en los tiempos de Roosevelt, la elites eran los ricos y las
grandes corporaciones. Ahora, con Nixon, las elites eran los intelectuales y burócratas
izquierdistas que miraban por encima del hombro a los americanos de a pie e incitaban a los
jóvenes a la rebelión.
En un discurso radiofónico durante las primarias que le llevaron a la Casa Blanca, el 16 de
mayo de 1968, Nixon habló por primera vez del “centro silencioso”. Su speechwriter, el hombre
que le redactaba los discursos, era
William Safire
, que después fue columnista del
New York Times
y autor del indispensable
Safire’s political dictionary
.
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El “centro silencioso”, según Nixon, eran “los millones de personas en medio del espectro
político americano que no se manifiestan, que no organizan piquetes, que no protestan
ruidosamente”. “Debemos recordar -siguió- que no todo el centro es silencioso, ni todos los que
están en silencio están en el centro. Pero una multitud de ‘americanos callados’ se han
comprometido con respuestas a los problemas sociales que preservan la libertad personal”.
Añade Perlstein: “Ellos gritaban. Vosotros hablabais en voz baja. Ellos proclamaban su virtud.
Vosotros, simplemente, viviais virtuosmente. De esta forma, Nixon convirtió una cierta
experiencia de humillación en capital político: la humillación de tener que defender valores que
parecían darse por supuestos y, de repente, descubrir que no tenías palabras para
defenderlos, precisamente porque se daban por supuestos. Nixon te dio estas palabaras”.
El salto del “centro silencioso” a la “mayoría silenciosa” fue rápido. En la primavera de 1969,
meses antes del célebre discurso del presidente Nixon, el vicepresidente Spiro Agnew dijo que
“ha llegado la hora de que la mayoría silenciosa de América defienda sus derechos”.
En los mismo meses, elperiodista Theodore White reflexionó sobre el abismo que se había
abierto entre las elites culturales y universitarias -”más intrigadas que nunca por el experimento
y el cambio”- y “las masas mudas” que, horrorizadas ante la agitación intelectual y política,
habían llevado a Nixon a la Casa Blanca. “El problema del sr. Nixon -escribió White- es
interpretar lo que piensan estas personas silenciosas, y gobernar el país contra la corriente de
lo que piensan los pensadores más importantes”.
Saco estas últimas citas (Agnew y White) del diccionario de Safire. Safire define a la “mayoría
silenciosa” como “la destacable legión de los que no destacan, cuyas opiniones individuales no
son lo suficientemente llamativas o diferenciadas para ser noticia, pero cuya opinión colectiva,
cuando cristaliza, puede hacer historia”. Y recuerda usos anteriores de la palabra. En su libro P
rofiles of courage
, que le valió el Pulitzer en 1957 ya hablaba de “los sentimientos reales de la mayoría
silenciosa”, por contraste con “los gritos de una minoría ruidosa”.
Mucho antes, en su obra Trinummus, Plauto escribió “ad plures penetrare”: entrar en la gran
mayoría. Se refería a la muerte.
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http://blogs.lavanguardia.com/washington/?p=954
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