El escritor y ex embajador hace sus alcances al centenario del poeta Miguel Serrano: “En algún tiempo más, nadie recordará a Neruda ni a su poesía” Sábado 10 de julio de 2004 Carlos Vergara Compañero de ruta del vate en estaciones tan disímiles como India, Yugoslavia e Italia, Serrano aún no le perdona los gestos que don Pablo nunca tuvo. “Los españoles y la izquierda europea se aprovechan de Neruda”, dice don Miguel. Por esas extrañas y azarosas coincidencias que parecen marcar toda su vida, el ex arquero del Barros Arana, intachable diplomático y jamás laureado escritor Miguel Serrano Fernández sucumbió por estos días -y después de muchos años- a una molesta gripe que parece llegar de la mano del invasivo centenario nerudiano del próximo lunes. “Era un gran poeta, pero todo esto del centenario de Neruda es una cosa absurda. No sabemos qué es lo que pretenden. Debe ser el Partido Comunista, que sigue manejando la cosa por detrás con el objeto de dejar en el olvido al resto”, aclara resignado. -¿Sugiere acaso que el fantasma de Neruda ha causado mucho daño? -Sí. Ha hecho daño, pero es un fantasma creado. Dentro de algún tiempo, nadie se acordará ni de quién es Neruda y su poesía. La televisión y la propaganda mundial lo han construido. Y pasará igual que con todas las cosas. ¿Centenario de Neruda? ¿Y qué hay con ello? ¿Usted cree que alguien leerá ese libro gigante de Neruda que van a lanzar ahora? Las cosas en Chile están muy mal. La intelectualidad y la espiritualidad están pésimas. -¿Cómo fue que se le terminó divinizando? -Dirigido por el PC, es un asunto de clases, que se creía superado. Quieren liquidar a Pedro Prado, a Vicente Huidobro y a Juan Guzmán Cruchaga. -En sus memorias, deja usted la impresión de que Neruda no era una buena persona. -Mire: él era un ególatra y un hombre sumamente egoísta, pero no sé si una mala persona. Recuerdo, eso sí, una actitud suya de una grosería increíble con Ezra Pound en los festivales de Assisi, en Italia. Cuando Ezra Pound toma la palabra y comienza a hablar, Neruda se retira. Algo increíble y absurdo. -Pero tuvo una larga carrera diplomática. -Es que después de todo, él fue cónsul en Rangún y en otros lugares por el estilo. Yo lo ayudé para que viajara a todos esos lugares. Tenía salidas muy curiosas. Una vez en la India, me dijo que en ese país no había nadie mal vestido. ¿Cómo iban a andar mal vestidos, si estaban todos desnudos? Era simpático, pero no sé si un buen diplomático. -Los españoles creen lo contrario. -Es que en España, durante la Guerra Civil, tuvo su gran momento con el Winnipeg. Trajo a mucha gente valiosa, como Lepoldo Castedo y tantos más. Los republicanos españoles lo exaltan porque se aprovechan de Neruda, al igual que toda la izquierda europea. El premio Nobel se lo dieron porque Allende lo trabajó. Para qué vamos a hablar de los suecos. -¿Hay algo que recuerde con cariño? -Cuando estuvo en la India, lo atendí y lo recibí. En ese tiempo, en Calcuta, había ley seca y nos las ingeniamos para meter vino a un restorán dentro de unas botellas de Coca Cola. Era un hombre gracioso. A Neruda le debo yo la escultura más extraordinaria de la India: un día me pidió al chofer para ir a buscar antigüedades. Encontró una cabeza de terracota preciosa, que no pudo conseguir. Allí deseé algo como eso. Y tiempo después lo encontré. -¿Qué sabor le deja finalmente? -Supongo que lo importante hoy es que alguien tenga un gesto hasta el final. Y fue en ese final cuando me decepcionó del todo. Llegó a Chile y nunca quiso que lo vieran conmigo. ¿Qué iban a decir de él si andaba con Miguel Serrano? Una vez me escribió Indira Gandhi, felicitándome por el Nobel de Neruda y por todo lo que yo había hecho, como si a mí eso me hubiera importado alguna vez. Le mandé una carta a Neruda, con el objeto de que él viera cómo la India estaba pendiente de él. Ni siquiera acusó recibo. Y eso lo sabe muy bien su entonces secretario en la embajada de Francia, Jorge Edwards. -¿Le molesta esa corte de fieles que sigue rodeando a la figura de Neruda? -Es una vergüenza. Creen que la única manera de surgir es hablando de que conocieron a Neruda y de que hablaron de esto y lo otro. Es el mismo caso de Jorge Edwards y también de Volodia (Teitelboim). Serrano dice que se decepcionó de Neruda cuando “llegó a Chile y nunca quiso que lo viera conmigo’’. Premio Nacional de Literatura: “Volodia es un buen gallo, pero sus libros son una lata” Sábado 10 de julio de 2004 Carlos Vergara -Alguna vez usted dijo que nunca le darían el Premio Nacional a Volodia Teitelboim porque eso les obligaría a dárselo a usted también. -Sí. Y me equivoqué. Pero también él tiene muchos contactos importantes. A mí me propusieron dos veces y me pidieron que mandara currículum. Nunca lo hice. El Premio Nacional es importante por su valor económico. A Braulio Arenas le salvó la vida, de lo contrario se hubiera suicidado. A mí me gustaría recibirlo porque mi jubilación es de 250 mil pesos. -¿Se alegró por Volodia? -Sí. Volodia es un buen gallo, pese a todo. Pero es una mentira que haya dedicado su vida a la literatura. Durante todos los años que sirvió al partido no escribió nada. Y era un buen poeta. Es que el PC es como la Iglesia Católica: deben autorizarlo todo. Y ahora él es una lata: sus libros no son buenos. -¿Y usted no se merece el Premio? -¡Uffff! Hace muchos años. Mucho antes de José Donoso y tantos más. Pero eso está controlado. Jamás permitirán que yo lo reciba.