14 EL DÍA Ciudad Real Local REPORTAJE HISTÓRICO José López de la Franca DOMINGO 5 DE MARZO, 2006 “A Su Alteza Real el Infante de España don Leandro Alfonso de Borbón Ruiz Austria, descendiente directo de los reyes de Castilla, que en tiempos pasados habitaron nuestro Real Alcázar, dando sentido y poder regio a nuestra amadísima siempre Ciudad Real.” EL DÍA EL DÍA Imagen del interior del Real Alcázar en el año 1934 y a la derecha una fotografía de la reconstrucción que se llevó a cabo tras el hundimiento. El Real Alcázar de Ciudad Real (I) Llamado impropiamente Torreón del Alcázar (1255-2006) H an sido muchos ciudadrealeños los que me han pedido parecer respecto a los recientes hallazgos arqueológicos encontrados en los terrenos donde estuvo ubicado en su día el Alcázar Real de Ciudad Real. Ante esta continua petición de opinión he creído necesario elaborar un articulo referente a la historia de nuestro Alcázar Real, desde su origen hasta su total casi desaparición de la escena patrimonial-histórica de Ciudad Real. La aparición de estos restos arqueológicos en la zona de nuestro Alcázar Real no es nueva, incluso en el año 1991 se encontraron unos pasillos cruzados entre sí, con dirección Alcázar Real-Convento de Franciscanos, donde hoy se encuentra la Residencia Universitaria Santo Tomás de Villanueva. Respecto a estos túneles ya dio varios toques de atención –como siempre- a las autoridades ciudadrealeñas, nuestro firme defensor de Ciudad Real, Manuel López Camarena. El primer director del diario La Tribuna, pugnó por la cons e rvación total de las galerías descubiertas. En este caso y circunstancia solo se logró conseguir salvar un corto tramo del túnel, pues al parecer fue sacrificado en gran parte el mismo, al cimentarse el edificio de Urbazo. Pero lo cierto y verdad, que con este nuevo descubrimiento; tanto del muro, cuevas y pasillos, bajo la desaparecida edificación de nuestro Alcázar Real, nos demuestra una vez más, que la historia nos alcanza. Lo mismo que en Granada o en Valencia, se antepone el Patrimonio y la Historia, a los negocios inmobiliarios y a los vaivenes políticos. Los políticos antepondrán -como siempre lo hicieron en esta capital-, los negocios privados inmobiliarios, y los caprichos de partido, a la cultura, el saber, la ciencia el patrimonio y a la propia historia. Historia no solo de los ciudadrealeños, si no también de todos los españoles. Por lo tanto, es mi firme propósito con estas líneas revindicar la total conservación de estos restos, cueste lo que cueste, y sacrificándose todo interés particular co- locándose muy por encima siempre el interés general de todos los ciudadrealeños. El Alcázar Real era un edificio con un origen altomedieval fuertemente vinculado a la presencia islámica en la Península. Es por ello que se hace necesaria una breve introducción encaminada a exponer las características de estas construcciones que, con el paso del tiempo, se destinarán a albergar a la Monarquía Hispánica, institución que no dudará en adaptarlas a sus muy diferentes necesidades residenciales y representativas. En todos los casos, como he dicho, el origen se remontaría a los años de dominación islámica, sin olvidar que en gran parte de los Alcázares Reales se han documentado vestigios arqueológicos relativos a la huella romana anterior. ALCÁZA REAL Era un edificio con un origen altomedieval vinculado a la presencia islámica Pero será por tanto la cultura islámica la que conforme en su mayor parte los perfiles de estos edificios. En la mayoría de los casos como es el Alcázar Real de Ciudad Real, la arquitectura desplegada tendrán como primera visión la defensiva, finalidad que implicaría la elección de enclaves elevados –patente en Segovia, Madrid, Toledo y Ciudad Real- . Será este carácter nítidamente militar el que dé sentido en un principio a estas fábricas. Posteriormente, que duda cabe que gracias a los cada vez más prolongados periodos de relajación del conflicto entre árabes y cristianos, el matiz militar daría paso a una progresiva incorporación de elementos civiles, lo que se hace evidente de manera especial en los Alcázares de Sevilla. Pero los tumultuosos años bajomedievales, plagados de conflictos entre la nobleza y la corona, obligarán al mantenimiento de una estructura defensiva sólida. Serán estas construcciones de líneas claramente castrenses, con sus potentes y gruesos muros fortalecidos con compactos torreones cada cierto trecho, las que serán ocupadas por la nueva casa reinante de los Trastámara. No obstante, será durante el gobierno de dicha dinastía a lo lar- go del belicoso siglo XV cuando se den nuevos pasos hacia una tímida reintroducción de elementos civiles en estos viejos caserones. Es ahora cuando se realizan obras de alhajamiento de los espacios internos de las viejas fortalezas, teniendo especial importancia las llevadas a cabo en los Alcázares de Madrid y Segovia. En ambos casos, siempre manteniendo su carácter general de castillo, se introducirán cambios de importancia con la creación de amplios salones representativos decorados con mayor lujo, cuya influencia en las arquitecturas desarrolladas por los reyes de la dinastía de los Austrias será fundamental. De este modo, será a lo largo de esta centuria cuando se completen las planimerías de los edificios y se avance especialmente en la reforma de los interiores, generalizándose las decoraciones murales con zócalos de azulejería junto a ricas y elaboradas yeserías, cerrándose las salas más importantes o las cajas de las escaleras principales con artesonados y alfarjes de tradición mudéjar. Sin embargo el reinado de los Reyes Católicos no será sino una continuación de esta política edilicia, ahora compatible con una acentuación del interés por las re- EL DÍA Local Ciudad Real 15 DOMINGO 5 DE MARZO, 2006 Alfonso X mandó edificar el Alcázar de Ciudad Real EL DÍA EL DÍA Este era el aspecto que presentaba la zona tras el hundimiento. DATOS DEL CRONISTA ...”la mansión real era un verdadero castillo señorial, con sus fuertes murallas, torres de trecho...” Una de las puertas de acceso exterior. sidencias reales unidas a complejos monásticos y, en lo estilístico, con una vacilante introducción de los motivos ornamentales del nuevo repertorio renacentista. El Alcázar Real de Ciudad Real, lo manda edificar el Rey Alfonso X. Las obras de construcción se prolongaron durante muchos años; pero aun así -según historiadores-, estaba ya habilitado como residencia regia, en el reinado del Rey Sabio. Historiadores de prestigio como Ramírez de Arellano nos dice; “es el mal llamado torre ó torreón del alcázar”, aportando los siguientes datos importantes; “según Hervás, que en 1455 dio Enrique IV en dote á su mujer, D ª. Juana de Portugal, la villa de Villa Real; dejando a esta señora como recuerdo de su señorío la torre del alcázar, que mandó edificar en el sitio que ocupaban unas casas que había junto á él... y que compró para esto en 1473; y suponemos que el Sr. Hervás al hablar así, no se refiere al resto de construcción en que nos ocupamos, sino á una torre que habrá desaparecido como el edificio entero á que se agregaba en la indicada fecha. Muévenos á esto en primer lugar el conocimiento que tenemos de las dotes de ilustración del Sr. Hervás, al que por el simple examen de lo que queda no se le pudo ocultar que el llamado torreón, ni lo es, ni lo ha sido nunca, ni es otra cosa que un trozo de muralla en donde hay una puerta que ni aún puede decirse que fuera la principal del palacio. Además de esto, si D.ª Juana de Portugal la hubiese construido, hubiera puesto en ella sus armas y no las de castilla y León que aún puede descubrir cualquier persona que las busque minuciosa y detenidamente. Desechando esta idea por completo, es por lo que hemos dicho que la portada y no torre del alcázar, es lo más antiguo que en Ciudad Real ha quedado....De aquella primitiva construcción procede el arco, construido por canteros mo- riscos y que no tiene artísticamente nada de notable... El trozo es lo siguiente: en un lienzo de la antigua muralla del alcázar que en época muy reciente ha sido cortado por uno y otro lado y reparado con sillaretes de piedra caliza para que su destrucción primera no llegara á acabamiento y ruina, se abre una puerta de arco apuntado con un ancho dobelaje de sillares colocados de plano, y este dovelaje por su parte exterior, presenta una media caña de sencillísima ornamentación. En este bocel, á una altura como de medio metro de sus arranques, se ven unos deteriorados salientes, y á distancia igual de la clave, hay otros salientes, ya convertidos en informe masa por la acción de los tiempos, pero no tan deteriorados que no se vea claramente dibujado en uno de los interiores, al lado derecho del espectador, una castilla, y se venga en conocimiento de que la otra debía estar del otro lado y dos cabezas de leones junto a la clave, signos he- ráldicos de los blasones de D. Alonso el sabio.... Con esto terminaríamos el estudio de la portada si no tuviéramos que decir que la construcción está hecha por moros mudéjares, los cuales para que no quedara duda, dejaron sus marcas en la construcción, señalando los sillares con triángulos y letras, y muchos de ellos con el signo cabalístico de los mahometanos ó sean los dos triángulos entrelazados en forma de estrella de seis puntas, en los cuales no falta más que el nombre de Allah para ser iguales á los que se observan en infinitas construcciones muslímicas y hasta en los ochavos morunos con que los marroquíes pagaron á España gran parte de la indemnización de guerra por nuestra gloriosa campaña de África de 1859”. Hasta aquí la visión histórico artística del eminente historiador Rafael Ramírez de Arellano. El sabio y elocuente Cronista Oficial de Ciudad Real profesor Emilio Bernabeu, en un articulo publicado en los años treinta en el diario ciudadrealeño Vida Manchega, nos da un testimonio importantísimo; “De gran extensión y perfectamente fortificada, como la hemos conocido aún no hace muchos años, la mansión real era un verdadero castillo señorial, con sus fuertes murallas, torres de trecho para defenderlas de los ataques enemigos, debiendo en su tiempo haber estado todos los regios aposentos soberbiamente decorados por aquellos alarifes mudéjares que tan preciados monumentos hicieron”. Respecto a los hechos históricos que sucedieron en el Real Alcázar de Ciudad Real, sobresale la muerte del Infante de la Cerda, acaecida en el año de 1275. Dicen los historiadores que al darse cuenta de su inminente muerte, llamó a D. Juan Núñez, y le rogó mucho que trabajara, para que al morir Alfonso X se declarara Rey de Castilla, a su hijo, el Infante don Alonso de la Cerda. Según las Partidas, tenía derecho y debía ser así. El Infante D. Sancho, más tarde Sancho IV, segundogénito del Rey Alfonso X, al tener noticias de la enfermedad de su hermano, vino a Villa Real, y en el Alcázar, con el apoyo del poderoso Señor de Vizcaya D. Lope Díaz de Haro, se presentó y proclamó como heredero de la Corona de Castilla. Y aquí comenzó la rebelión del Infante D. Sancho contra su egregio padre el Rey Alfonso. Años después el Rey Alfonso XI concedió varias Cédulas relacionadas con el Alcázar Real. En 1344 Alfonso XI recibe en el Alcázar a los embajadores que el Rey de Marruecos le envió en reconocimiento por haberle devuelto a las dos hijas que había cogido en la batalla de Tarifa. También este monarca en su segundo año de reinado, concertó en el regio edificio las opiniones de los procuradores y del Arzobispo de Sevilla y del obispo de Córdoba para designar tutor del rey, pues no llegaba a los tres años de edad al infante don Pedro. Ciertamente pocos saben que el Rey Alfonso XI hizo en el Alcázar Real de Villa Real, el importantisisimo documento legislativo y jurídico titulado como “ El ordenamiento de Villa Real de 1346”, fecha en la que reunió Cortes en el Alcázar Real. Menéndez Pidal da como dato importante de nuestro Alcázar Real en Villa Real, lo siguiente; “..en el año de 1405 finó en el Alcázar de Villa Real, la exiliada Reina de Portugal doña Leonor de Telles y Meneses, asistida por su hija la Reina de Castilla doña Beatriz de Portugal. La difunta Reina fue trasladada con honores de reina a su ultima morada desde el Alcázar hasta el Real Convento de Nuestra Señora de la Merced, junto al nicho de su hijo el malogrado Infante de Portugal. La Reina Beatriz vivió ya viuda en este Alcázar, hasta que falleció en él. Era esta Reina castellana Señora de Villarreal, por decisión de su esposo Juan I de Castilla”. 14 Ciudad Real Local REPORTAJE HISTÓRICO José López de la Franca EL DÍA M A RTES 7 DE MARZO, 2006 “A Su Alteza Real el Infante de España don Leandro Alfonso de Borbón Ruiz Austria, descendiente directo de los reyes de castilla, que en tiempos pasados habitaron nuestro Real Alcázar, dando sentido y poder regio a nuestra amadísima siempre Ciudad Real.” El Real Alcázar de Ciudad Real (II) LAURENT n el mes de abril del año de 1431, permaneció durante tiempo en nuestra capital el Rey Juan II, y estando el monarca en su Alcázar “en martes 24 días del mes de abril, quando a la hora de vísperas, hizo terremoto que cayeron algunas almenas del Alcázar e muchas tejas, e abriose una pared en el Monasterio de San Francisco, e cayeron dos piedras de la bóveda de la Capilla de la Iglesia de San Pedro. El Rey estaba durmiendo, e como sintió el terremoto, salió a muy gran prisa al patio del Alcázar e donde al campo”. Precisamente en el siglo XV, los ciudadrealeños se declararon partidarios de la Reina Isabel y después de una serie de incidencias, como el juramento que prestaron los calatravos y los Magnates de la Ciudad, en la Iglesia de Santo Domingo, el Maestre de Calatrava, D. Rodrigo Téllez de Girón se apoderó de Ciudad Real y se estableció en el Real Alcázar; los vecinos acudieron a los Reyes Católicos exponiendo la situación y éstos enviaron al Conde de Cabra y a D. Rodrigo de Manrique que consiguieron expulsar al Maestre calatravo. lígono, fue José Lomas Recuero. En los años cincuenta, mas concretamente en 1954 se desató la polémica ante el estado ruinoso del último resto del palacio real. Se trataba de una de sus puertas de acceso al recinto palaciego. Salvadora iniciativa encabezada una vez más por don Julián Alonso Rodríguez, y don Emilio Bernabeu Nobalvos, quienes con valentía y sin paños calientes, ponían “las peras al cuarto” a las autoridades de Ciudad Real, por su despreocupación, insensibilidad y apatía para con el patrimonio de Ciudad Real. Incluso se barajó un hipotético traslado de la puerta del Alcázar Real “piedra a piedra” hasta el parque de Gasset. Julián Alonso así nos lo cuenta y nos dice además; “Cogí en esa ocasión una pequeña bomba volcánica de las empotradas en los estratos donde se abren las recién cegadas viejas cuevas del Alcázar y guardo, como una reliquia, esa “piedra calcinada”, que la llamó uno. Si la elegancia espiritual de mi tierra, en feliz coincidencia con la del mundo nunca olvidado Paco Herencia –tronchada por su prematura muerte- formara algún día un museo sentimental, íntimo y local, a él, donaría ese trozo de la actividad ígnea del Campo de Calatrava en épocas anteriores al advenimiento de la Humanidad. Le pondría una breve leyenda, y la concluiría así: “Año 1954, en el cual perecieron, porque las lodaron las cuevas del Alcázar. Iría acompañada de la fo- CRONISTA ALONSO AÑO 1954 “El actual arco ha llegado a nuestros días gracias al Marqués de Villamediana” En los cincuenta se desató la polémica sobre el estado ruinoso del último resto del palacio Los Reyes Católicos, Fernando e Isabel, también residieron en el Alcázar y en el año 1475 hicieron donación del mismo a Fernando de Cervera, natural de Ciudad Real y otorgándole el titulo de “Aposentador de Sus Altezas”. Con el pretexto de que era “para su mejor sostenimiento y defensa”, por lo que desde entonces pasó nuestro Real Alcázar a ser propiedad particular. El cronista Alonso nos aporta un dato trascendente: “El actual arco ha llegado a nuestros días gracias al Marqués de Villamediana, que hace más de un siglo, debido a su estado ruinoso, y a sus expensas, fortificó la puerta que amenazaba derrumbarse”. Los últimos propietarios de los terrenos y ruinas del Real Alcázar de Ciudad Real fueron el Marqués de Villamediana, luego Dimas García del Moral, Evelio Coronado Palop, la familia Ontañón y el ultimo propietaria antes de su expropiación para hacer el po- tografía que “patas arriba” , reprodujo LANZA en mis ultimas cuartillas... pero, entonces, iría del derecho. Es mala. No fui diestro fotógrafo, pero es la única existente de esos antros por donde pupularon envidias, traiciones, abnegaciones, miedos, crueldades, heroísmos, alegrías, renunciamientos...!la vida!, en suma, de un buen periodo de nuestro pasado... ¡clausurado con tierra! Enterrado.” También Alonso Rodríguez nos da cuenta en su libro; “Excursión por el Norte de la provincia de Ciudad Real” en su pág. 8, respecto a las referidas cuevas del Alcázar Real; “Ocasión habrá de visitarlo y hablar de ello. Solo adelantaremos ahora, que los productos eruptivos, en forma de cenizas y bombas de diversos tamaños, podían observarse incluidos en los estratos horizontales, donde están labradas las cuevas cegadas hace poco, del arruinado alcázar ciudadrealeño elevado en tiempos próximos del Alfonso X, Llamado impropiamente Torreón del Alcázar (1255-2006) E Restos del Torreón del Alcázar, hacia 1860. EL DÍA Local Ciudad Real 15 M A RTES 7 DE MARZO, 2006 En el año 1962 se hundió por desidia y por sorpresa la puerta del Real Alcázar EDUARDO MATOS Reconstrucción de la puerta de acceso al Alcázar Real (1974). y del cual solo queda un torreón, recientemente salvado de demolición y declarado por el Estado castillo histórico, incluyéndolo en el Patrimonio Artístico Nacional. Famosas y amplias cuevas, colmadas de leyendas y cargadas de historia, cuyas paredes adornaban, con elegante belleza natural, los finos estratos, horizontales, diversamente teñidos y cuyo techo, plano, corresponde a la sup e rficie limitante de dos de ellos”. Durante ese tiempo hubo una autentica cruzada en pro de salvar a toda consta los restos del Alcázar Real. Aunque en tiempos del Obispo-Prior Piñera interv iniera este prelado directamente para que no se perdiera tan singular monumento. Al parecer al Consistorio municipal poco importaba el Alcázar y sus ruinas, así como la Puerta de Alarcos. Fue don Luis Delgado Merchán, quien reiteradas veces publicó en prensa y escribió cartas incluso a la Real Academia de la Historia, pidiendo intervención directa para salvar los restos del Alcázar y otros muchos de la capital manchega.. Todo fue silencio y promesas, hasta que súbitamente fallecía el joven canónigo e historiador defensor del patrimonio. Sería por el año 1925 cuando intervino ante las autoridades el prestigioso Obispo-Prior de las Órdenes Militares Españolas Narciso de Estenaga y Echevarría, uno de los más descomunales historiadores hispanos- quien intento por todos los medios frenar su derribo. Al fin y con un nuevo propietario de los terrenos del Alcázar Real, -don Dimas García del Moral- la situación pudo sostenerse. Aún así los alcaldes no die- AÑOS CINCUENTA LOS RESTOS Durante ese tiempo hubo una auténtica cruzada en pro de salvar a toda costa los restos del Alcázar Don José Lomas Recuero y don Eduardo Matos fueron los artífices de la recuperación ron solución alguna, incluso pidiéndolo los propios obispos-priores, así como los catedráticos e historiadores de la capital. Cuenta José María Martínez Val en un articulo de época lo siguiente; “Recuerdo la penosa impresión de descuido que tubo por ejemplo el Marqués de Lozoya, cuando en su visita a Ciudad Real, invitado por el Instituto de Estudios Manchegos que me honro en dirigir, lo llevamos a ver el Torreón”. Incluso el catedrático Emilio Bernabeu nos narra elegantemente en un articulo publicado el 9 de diciembre de 1954 en el diario Lanza; “No uno sino varios llamamientos tengo publicados recientemente a las autoridades provinciales y locales sobre el mismo asunto y no hace muchos meses, que tuve el honor de acompañar como académico de la Historia y más bien como cicerone, al excelentísimo señor doctor don José María del Moral, Gobernador Civil y al ilustre Alcalde de esta población don Antonio Ballester, para admirar la venerable portada del que fue Alcázar.” También haría lo mismo años después el profesor Carlos López Bustos, acompañando al profesor Azcárate Ristori. Secundando estas visitas el profesor Francisco Pérez Fernández y algunos historiado- res, grandes amantes de nuestro Ciudad Real. La verdad fue muy distinta y nada se hizo por parte de las autoridades por salvar los venerables restos del Alcázar Real, hasta que dos personajes trascendentes entonces de Ciudad Real, acometieran la empresa de salvarlo definitivamente. Fue don José Lomas Recuero –ultimo propietario del arco y los terrenos- y don Eduardo Matos Barrio, los artífices de la recuperación. Matos fotografió minuciosamente desde varios de sus ángulos el edificio arqueológico. Impresionando tres instantáneas nítidas y perfectas, ampliándolas a gran tamaño. Se numeraron las piedras una por una. Es decir, tanto el arco como sus vértices laterales y traseros. De igual forma se hizo en las fotografías tomadas artísticamente por el profesor Matos. Todo estaba ya preparado para su desmontaje y restauración cuando el 1 de enero de 1962, a consecuencia de las persistentes lluvias, el ultimo resto del Alcázar Real se vino abajo. Se hundió parcialmente. La impresión que hizo a los historiadores y defensores del Alcázar Real fue desoladora. Si bien es verdad que se le ahorró ese disgusto al profesor Bernabeu, pues falleció en 1958. Alon- so montó en cólera, culpando directamente a las autoridades municipales y provinciales por la situación, calificándola de “grave y estúpida” por el constante abandono de tan trascendente resto arqueológico. De inmediato, Pepe Lomas y Eduardo Matos int e rvinieron para recuperar las piedras siendo trasladas mediante carros y puestas en lugar seguro. Pasaría más de una década hasta su parcial reconstrucción, efectuada sin ningún rigor y no utilizando las fotografías con los sillares numerados, efectuadas magistralmente por el humanista Eduardo Matos. Incluso creo por referencias de Paco Pérez, sobraron piedras las cuales nadie sabe hoy de su paradero. Parte de la ojiva y de los sillares fueron reemplazados por nueva cantería, efectuada con un supremo mal gusto, no respetando la uniformidad del monumento en su fábrica de piedra caliza, e imponiendo en su lugar piedra de distinta naturaleza como es la de novelda. Puede decirse también que se añadieron elementos arquitectónicos inexistentes. Con el agravante, que no fueron colocados como le era propio y legitimo junto a la ojiva, los escudos de Castilla y de León. En consecuencia es un monumento falsamente reconstruido y terminado, similar caso a la puerta del Convento de las Madres Dominicas de Altagracia. En 1980 nuestro historiador don Hermenegildo Gómez Moreno, publicó un articulo advirtiendo seriamente de la posibilidad de hallar restos arqueológicos importantes, al proyectarse un aparcamiento en la parte pos- terior o trasera de dicho monumento. Nadie le escuchó. Repetidas ocasiones el profesor Gómez Moreno, me decía en su casa, -cuando en las largas tardes de invierno cambiábamos impresiones sobre Ciudad Real, su historia y su patrimonio-, acerca de la conveniencia de hacer catas arqueológicas, en busca de las cuevas y pasillos del Alcázar Real. Algunos jóvenes licenciados en Historia, tomaban al anciano historiador de Ciudad Real, por un iluso o por un nostálgico de viejas glorias. Incluso yo desde años he defendido las teorías de Alonso, Bernabeu, y Gómez Moreno, y lo más que he logrado es la indiferencia. ¡Ese es el pago que dan nuestros políticos mediocres a los que amamos, defendemos, sentimos y servimos a nuestra amada siempre Ciudad de Reyes! Hasta el socavón abierto como herida, en las entrañas donde se soportó por largos siglos el Real Alcázar, hemos desfilado los “ciudadrealitos” -como yo cariñosamente califico a mis amigos- a peregrinar al encuentro con nuestra historia; Emilio Martín Aguirre, Jesús León Navarro, Alfredo Miguel Muñoz Espadas, Alberto Carnicer Mena, Antonio García Hidalgo Fernández-Caballero, y otros tantos. Solo nos cabe el deseo como jóvenes y como ciudadrealeños, que la cordura, la razón y la inteligencia, sean lo suficientemente fuertes, para que se respeten estos restos arqueológicos, y prime el interés histórico, patrimonial y general del pueblo más que el económico particular y el político circunstancial. Ahora cuando la noticia del hallazgo arqueológico nos irrumpió en el mes de enero, como ocurrió aquel primero de enero de 1962, cuando se hundió por desidia y por sorpresa la puerta de acceso al Alcázar Real. Debemos preguntarnos si lodarán o destruirán las cuevas, pasillos y restos de nuestro Alcázar regio, como ya se hizo en 1954. Y como muestra de respeto hacia quienes levantaron la voz por su defensa, diremos como Alonso; “Que nuestros aldabonazos certeros y sonoros y eruditos y sagaces, despierten a dormidos y estimulen a indolentes, y el bien y el honor de mi tierra sea contigo –se refería al profesor Agostini- . Sobre los que en Ciudad Real nacimos si no sabemos cumplir nuestras obligaciones con el pasado y fuimos culpables “caiga la suerte adversa” como, con encantador clasicismo, se deseaba Hipócrates, en su juramento a los dioses, si era perjuro a su profesión médica”. ¡Salvemos y conservemos los restos arqueológicos del Real Alcázar de Ciudad Real! , ¡No dejemos perder nuestras señas de identidad, manteniendo en pie nuestro honor y nuestra historia como defienden otras capitales de provincia del Estado Español! Y con sentimiento de orgullo y muestras de agradecimiento a los reyes que nos dieron nombre, los cuales nos protegieron y fueron nuestra mas firme raíz y razón en la existencia de esta anciana y vieja ciudad, mil veces Leal y enteramente Noble. Llamada en Castilla, en España y al mundo entero con ímpetu y gloria; CIUDAD REAL a la historia única y sola.