DISCURSO DEL CJE CON MOTIVO DE LA ENTREGA DEL MANDO 9 de marzo de 2014 Por última vez en mi carrera militar, tengo el privilegio de ocupar esta tribuna, en el patio de honor del instituto castrense más antiguo de la República, en cuyas aulas se ha formado una galería importante de ilustres hombres que han servido a nuestra patria. Esta tarde participaremos nuevamente de un rito militar que se inscribe en un acto propio de nuestro ordenamiento constitucional. En efecto, esta ceremonia reproduce lo que a partir del 31 de marzo de 1813 vivió la naciente república, cuando Don José Miguel Carrera Verdugo asumiera como el primer General en Jefe del Ejército. 1 Hoy, en presencia de las más altas autoridades de los poderes del Estado, el Presidente de la República investirá al quincuagésimo noveno Comandante en Jefe en la historia del Ejército, General Humberto Oviedo Arriagada. En los últimos dieciséis años, los respectivos comandantes en jefe, hemos emprendido procesos de desarrollo y transformación institucionales, apoyados decisivamente en políticas de estado sostenidas por los sucesivos gobiernos nacionales. En mérito a ello, la fuerza terrestre puede exhibir su nivel más alto de preparación, equipamiento, capacidad y disponibilidad operacional en la historia contemporánea. 2 Durante las últimas décadas, fue indispensable hacer un énfasis en las nuevas capacidades que adquiría el Ejército para responder a las demandas de un Estado moderno, centrándose en lograr, en cortos lapsos, todas las habilidades táctico-técnicas para tripular una fuerza adaptada a las características del nuevo equipamiento y material que se fue incorporando; una gestión que fue lograda con creces. 3 Lo anterior debía estar acompañado necesariamente de otros criterios. Era preciso situar al militar, a la persona, en el eje de la transformación, de modo tal que este proceso tuviera un sentido integral, lo cual importaba un desafiante cambio cultural. Ello significa, entre otros, propender a una mejor satisfacción de las expectativas personales y profesionales; un espacio de libertad de opción personal más amplio, para decidir cada futuro profesional; una mayor integración, aún, de la mujer en la carrera militar; una mayor transparencia de la gestión con una eficiente rendición de cuentas; una política clara y permanente de puertas abiertas de cuarteles e instalaciones militares. En fin, un cambio a la arquitectura curricular de las escuela matrices y academias. 4 También ha formado parte de mis preocupaciones, el contribuir a formular políticas y desarrollar acciones específicas destinadas a lograr una soberanía efectiva del Estado de Chile en cada uno de los rincones del país. Para ello, una de las medidas más tangibles ha sido el llevar la fuerza terrestre hasta las zonas más aisladas del territorio nacional. En este mismo concepto, la conectividad vial, como tarea histórica en la que está empeñado el Cuerpo Militar del Trabajo, ha pasado a complementarse con la presencia física de fuerzas especialmente capacitadas para acompañar a las comunidades en la ocupación del espacio físico nacional. 5 Con el propósito de avanzar hacia una mayor disponibilidad operacional, se estimó necesario incluir en el concepto de mando, el reorganizar las unidades de montaña y motorizadas de la II y III Divisiones, ubicadas en la zona central del país, dando origen así a una división integrada esencialmente por tropas de montaña y a otra, de un carácter más flexible, liviano y polivalente. Por su parte, el crecimiento y características operativas y orgánicas alcanzadas por la fuerza, hacían indispensable avanzar en los sistemas de mando y control, como en los procesos propios de la administración interna. Lo anterior demandaría del Ejército dar el paso definitivo para incorporar la tecnología digital a todos los procesos; realidad hoy en plena marcha y que proporciona modelos de primer nivel, tanto en lo operacional, como en el orden del funcionamiento administrativo institucional. 6 Otra de mis áreas de interés lo fue equilibrar el Modelo de Salud Previsional con los costos –siempre crecientes– de las tecnologías asociadas a las prestaciones en salud y las necesidades de ciento diez mil afiliados, en servicio activo y en retiro, de capacidad económica limitada. Para todas estas ideas o iniciativas, fue necesario formular un conjunto de proyectos que permitieran hacer realidad cada una de ellas, donde conté siempre con la colaboración muy comprometida, responsable e inteligente del Alto Mando que me acompañó durante estos cuatro años, y con la labor abnegada y solidaria del Estado Mayor General del Ejército y de cada uno de los Comandos. Sin dicho apoyo y gestión nada habría sido factible. 7 Señoras y señores: Como se sabe, días antes de iniciar mi gestión de mando, ocurrió el devastador terremoto y posterior maremoto, un fenómeno de la naturaleza que conmovió al país entero y ciertamente al Ejército. Lo inesperado del sismo y el drama provocado por sus efectos, postergaron la planificación de muchos de los proyectos que se derivarían del concepto de mando que enuncié anteriormente. Con todo, esta dramática y difícil tragedia permitiría a la institución responder a la confianza que le depositaron las autoridades y, muy especialmente, la ciudadanía. El Ejército, como la sociedad esperaba, no solo restableció el orden público, sino que concurrió con todos sus medios disponibles para asegurar el más pronto abastecimiento y oportuna atención a la población, asolada por el segundo mayor desastre de la naturaleza que registra nuestra historia. 8 Aquí reside mi mayor gratitud para los generales, oficiales, suboficiales, soldados y empleados civiles, que asumieron con iniciativa, abnegación, sacrificio y gran disposición anímica las tareas que les encomendé, aun cuando muchos de ellos y sus familias también habían sufrido graves consecuencias. Ningún integrante de la institución dudó en concurrir en ayuda de quienes más lo demandaban. La misión para el Ejército no terminó con el fin del estado de excepción constitucional, que puso a prueba su capacidad de reacción y de manejo operativo y logístico de la crisis que sobrevino a la furia de la naturaleza y a las pasiones humanas que desató, sino que, por el contrario, la institución continuó en la búsqueda de nuevas iniciativas. Así, creó una organización, a la que denominó “División Fraternidad”; una instancia cívico–militar conformada por más de 1.000 militares y casi 20.000 civiles que, empleados por el Cuerpo Militar del Trabajo reforzaron las actividades de cooperación a los programas de reconstrucción nacional, y cuyo accionar abarcó 74 comunas afectadas. 9 Se buscaba disminuir el desempleo y mitigar la sensación de colapso total, de indefensión y de pesimismo. Intensión conseguida con gran éxito y beneficio para la gente. La cercanía lograda durante meses con el modelo adoptado y la gratitud de la población fue la mejor retribución para más de diez mil hombres y mujeres del Ejército, que dejaron sus hogares para emprender este esfuerzo conjunto con miles de chilenos. Muchas son las lecciones aprendidas en todo este periodo, pero ninguna es más valiosa que la oportunidad de haber servido al país en las condiciones que lo hicimos: responder a las demandas de los chilenos, en un reencuentro profundo y de gran sensibilidad con nuestro pueblo, precisamente cuando el Ejército celebraba su bicentenario. 10 Como consecuencia de la participación del Ejército en ayuda y apoyo a todas las comunidades afectadas, nuestro programa Bicentenario no se llevó a efecto, siendo reemplazado por un plan general de ayuda a quienes más lo requerían. Esta sería la actividad Bicentenaria para el Ejército. De esa forma, también la inauguración del Edificio Ejército Bicentenario, el nuevo Cuartel General, se dejaría pendiente para junio de 2012; oportunidad en la cual manifesté que esta obra, después de 200 años de vida del Ejército, era la primera construida para ese solo efecto. En su concepción, mi antecesor, el General de Ejército Óscar Izurieta Ferrer, puso especial empeño y dedicación en que se respetara el especial significado de los doscientos años de vida de nuestra institución. 11 No obstante todo lo ocurrido el 27 de febrero, el entrenamiento, la capacitación en las nuevas tecnologías adquiridas, la disponibilidad operacional, el sostenimiento de la fuerza, y tantas otras que son propias de una organización militar, debían ocupar un lugar importante en mi gestión de mando. Resultaba indispensable continuar adelante con el modelo de desarrollo del Ejército, donde el profundo salto cualitativo era evidente. Operativamente, nos propusimos concluir con la exitosa transformación de un Ejército de amplio despliegue territorial, iniciada a fines de la década del ‘90, en uno operacional y de mayor funcionalidad. En estos planes se inserta la concentración del mando de las tropas de montaña en la III División, con asiento en Valdivia, y la redefinición en la composición de la II División de Ejército, con asiento en Santiago; cambios que significarían abandonar la tradicional jurisdicción administrativo-territorial de éstas. 12 En suma, se afianzó la identidad y la mística y, muy especialmente, se mejoró el grado de alistamiento y disponibilidad operacional de dichas unidades. En relación con nuestras tropas de montaña, permítaseme recordar a este propósito la conquista de la cumbre del monte Everest, por parte de una expedición dirigida por el reconocido montañés y dos veces conquistador de dicha cima, Sr. Rodrigo Jordán, e integrada entre otros escaladores, por el Cap. Felipe Olea Popelka, del SG1 Juan Díaz Alvarado y del SG2 Paulo Grandy Sumonte, aquí presentes. Más allá de lo exclusivamente deportivo, físico o técnico, el que militares chilenos hayan conquistado el monte Everest el 18 de mayo de 2012, es demostración de una capacidad militar propia de nuestras tropas de montaña. 13 En otra dimensión, quisiera señalar uno de los avances de mayor trascendencia que nos correspondió realizar, como lo ha sido el tránsito desde una organización con sistemas análogos, a una que hoy conocemos como “Ejército Digital”. La tecnología digital, en el ámbito militar, ha emergido como una de las innovaciones más disruptivas en la historia de los ejércitos, por cuanto introduce una influencia preponderante en la gestión y control del quehacer institucional, generando notables beneficios. Por ejemplo, en el empleo operativo de las Brigadas Acorazadas y la Brigada de Operaciones Especiales, dotando a éstas de un sistema integrado de mando y control y de guerra electrónica, que constituye un factor multiplicador y diferenciador de estas fuerzas. 14 Esta innovación pone un antes y un después en la gestión del campo de batalla moderno y la administración de sus recursos, a la vez que nos ha permitido cumplir con los estándares de exigencias de la OTAN., necesarios para la participación en operaciones de cooperación internacional, a las cuales podría concurrir nuestro país en el futuro. Con todo, la participación internacional del Ejército en los últimos 4 años muestra cifras interesantes que indican una tendencia importante a tener en consideración. La institución ha participado en más de 20 ejercicios internacionales en la región, el Asia-Pacífico y Europa. Junto con esto, más de 2.500 hombres y mujeres han tomado parte en operaciones internacionales. 15 En este ámbito, me parece oportuno mencionar el buen nivel de nuestras relaciones bilaterales con los ejércitos de países amigos. Para sus mandos, hoy presentes, solo tengo expresiones de gratitud por su disposición al fortalecimiento de los lazos de amistad, cooperación e integración, compartiendo siempre el ideal de paz de nuestros respectivos estados. Distinguidas autoridades, señoras y señores: Toda la dimensión que expresara anteriormente no resulta posible sin una formación acabada y profunda del profesional militar. Es más, hoy no es suficiente solamente el dominio técnico de las armas o su uso táctico en el campo de batalla. La naturaleza del empleo coercitivo de la fuerza, por requerimiento del Estado, supone, primero, valorar la vida humana; enseguida, tener una visión del fenómeno del conflicto en su contexto general y particulares alcances. 16 De esta forma, el Ejército ha externalizado –en prestigiosas universidades nacionales y del extranjero– la formación en la educación profesional militar, tanto de pre grado de la Escuela Militar y de post grado en la Academia de Guerra, en aquellas disciplinas afines y complementarias, que hoy día se relacionan con el empleo de la fuerza. Esta realidad, a mediano plazo, complementariamente se traducirá en un enriquecimiento sustantivo en la relación civil-militar, producto de la interacción entre personas que aspiran a servir a Chile desde distintas perspectivas profesionales. 17 Después de haber servido por más de cuarenta años en el Ejército, me asiste la certeza que el activo de mayor valor, el bien más preciado con el que cuenta nuestra institución y al que es preciso preservar, es su capital humano. Así como el factor fundacional, consustancial a cualquier Ejército, es la disciplina –valor central en todo el proceso de formación del militar chileno–, para nuestro Ejército, su fortaleza central radica en el carácter y capacidad de su gente. Ello, por cierto, es la resultante de las características del ser nacional y del complejo, pero efectivo, proceso de formación del soldado chileno. Otro de los aspectos esenciales del mando de una institución de las FF.AA. lo constituye su planificación de desarrollo. Por ello, desde fines del año 2012, se dispuso la iniciación del Proceso de Planificación para el Desarrollo Estratégico del Ejército al año 2026. 18 Una de las principales conclusiones, que ya se puede advertir de este proceso de planificación estratégica, entre otras, es que debido al elevado estándar alcanzado por la Fuerza Terrestre y las características de los escenarios futuros, será necesario en primer término mantener las actuales capacidades operacionales y enseguida, asegurar su sostenimiento en el tiempo. Un ejército inspirado en el bien nacional, el servicio público y el interés de su país, precisa del reconocimiento, respaldo y confianza ciudadano. En este sentido, debo reconocer que ha sido muy reconfortante observar cómo, en las últimas décadas, el Ejército ha venido cultivando una cercanía con la población fortaleciendo notoriamente las confianzas mutuas. 19 Si miramos las actuaciones del Ejército, en su pasado reciente, podemos advertir que éste ha sido capaz de innovar y también anticiparse a muchos de los cambios que la sociedad ha experimentado en su momento. El primero de ellos fue resolver la tensión provocada por la demanda de ésta en el sensible tema de los derechos humanos. El Ejército ha sido capaz de asumir la historia, haciéndose cargo institucionalmente por lo que es su responsabilidad en las violaciones a los derechos humanos, dando pasos claros para avanzar hacia la reconciliación nacional, implementando políticas y criterios muy definidos en la materia, desvinculándose de cualquier posición política que se le pudiera atribuir. 20 En las últimas décadas, es evidente el compromiso del Ejército con la verdad y con la colaboración que, en materia de justicia, les asiste a los tribunales competentes. En ello está puesta toda la voluntad de los sucesivos mandos, con genuino sentido de reconciliación y fraterna amistad cívica. En este contexto es pertinente referirse a la visión del Ejército, respecto de aquellos que formaron parte de sus filas y que actualmente cumplen condenas por violaciones a los DD.HH. Nuestra mirada, como lo he mencionado en varias oportunidades, es de carácter humanitario; muchos de ellos son personas de avanzada edad y con gravísimas enfermedades, algunas terminales. 21 Señoras y Señores: Desde sus etapas fundacionales, el Ejército como institución fundamental de la República, acompañó al Estado como actor clave en los procesos de construcción del territorio, mediante acciones que lograron consolidar, integrar y proteger la territorialidad, cimentando a la par las bases de la nación. 22 Luego, la acción del Ejército continuó relacionada con la conquista de las fronteras interiores y la incorporación al dominio efectivo de Chile de espacios vacíos. En la actualidad, dadas las características de nuestra variada mantienen zonas y exuberante aisladas, de geografía, difícil aún acceso se e interconexión con el núcleo vital del país. Puesto en el ámbito del Ejército, se resolvió readecuar parte de su despliegue territorial con el propósito de colaborar, con una visión de Estado, para el ejercicio de una soberanía efectiva. Uno de los hitos de ese diseño estratégico se vivió cuando S.E., el Presidente de la República, inauguró las instalaciones que hoy día ocupa la Compañía Andina Independiente N° 20 “Cochrane”, con guarnición en la localidad del mismo nombre. 23 Completando esa iniciativa, se ha concluido la construcción de dos refugios para desplegarse en glaciares intermedios con carácter de permanentes, en la ruta hacía Campo de Hielo Sur, desde los cuales se podrá apoyar el acceso seguro y expedito al Paso Marconi. Siempre en la misma zona, se encuentran avanzados los estudios para replicar esta experiencia, desplegando esta vez, una unidad fundamental en Villa O’Higgins, donde ya se ha construido e inaugurado, el pasado 28 de febrero, un cuartel para una unidad de avanzada. En un horizonte futuro se espera poder desarrollar otra unidad de similares características en Caleta 2 de Mayo en Isla Grande de Tierra del Fuego, donde ya se tendrá acceso terrestre entre el Estrecho de Magallanes y el Canal Beagle. 24 En el extremo norte del país, y bajo ese mismo concepto geopolítico, el plan estratégico de desarrollo institucional prevé remodelar tres zonas de acantonamiento en localidades interiores de las regiones de Arica y Parinacota, Tarapacá y Antofagasta. Distinguidas autoridades, invitados especiales, señoras y señores: El promisorio presente alcanzado por el Ejército de Chile augura que sus integrantes podrán enfrentar con absoluta confianza los desafíos profesionales del futuro, para continuar así acompañando al país por la senda del desarrollo, la seguridad y la paz. En estos instantes que marcan mi despedida de las filas de la institución, quisiera dejar constancia de mis reconocimientos a las autoridades nacionales con las cuales me correspondió ejercer como Comandante en Jefe. 25 Agradezco al Presidente de la República, Excelentísimo Señor Sebastián Piñera Echenique, su confianza hacia mi persona y su permanente disposición para apoyar los proyectos a los cuales ya he hecho referencia. Agradezco también a la ex Presidenta de la República, Señora Michelle Bachelet Jeria, autoridad que a fines del año 2009 me nominó en el cargo que he tenido el honor de ejercer. Deseo agradecer también las positivas relaciones profesionales y personales que cultivamos con los sucesivos Ministros de Defensa Nacional y subsecretarios de la cartera. Con cada uno de ellos compartimos el propósito de desarrollar un genuino compromiso con la defensa de nuestra patria. 26 Asimismo, expreso mis sentimientos de gratitud a los Honorables Senadores y Diputados del Congreso Nacional, de manera muy especial a los integrantes de las respectivas Comisiones de Defensa, de zonas extremas y mixtas de presupuesto, de ambas corporaciones, por su atención y colaboración a las necesidades del Ejército. Extiendo también mis más sinceros agradecimientos a mis camaradas de las FF.AA., que ejercieron sucesivamente la comandancia en jefe de la Armada, de la Fuerza Aérea, como a los Generales Directores de Carabineros, y al Director General de la Policía de Investigaciones. Con todos ellos mantuvimos las más cordiales relaciones de servicio y coordinación para los intereses de Chile. 27 En el momento de manifestar agradecimientos, no podría faltar hacerlos extensivos a tantos superiores, jefes, comandantes, instructores y profesores que me formaron como persona y como soldado, trasmitiéndome sus experiencias y siempre bienvenidos consejos y enseñanzas. Después de 45 años de servicio son muchos, pero me parece justo personalizar estos sentimientos en los ex Comandantes en Jefe, quienes en diferentes momentos de mi vida me entregaron herramientas fundamentales para enfrentar mi carrera profesional. Me refiero a los Generales de Ejército Ricardo Izurieta Caffarena, Juan Emilio Cheyre Espinosa y Óscar Izurieta Ferrer, quienes están presentes en esta ceremonia. 28 Un oficial no solo se forma con el aporte sustantivo de sus superiores. Un hombre de armas crece también en la interacción con sus subordinados y subalternos, en la responsabilidad de dirigir personas comprometidas con ideales superiores y respetuosas de un orden disciplinario, que es base para la confianza ciudadana. ¡Mi gratitud y recuerdo a todos mis subordinados! Tuve también el privilegio de contar con el sobresaliente trabajo del Alto Mando, con el cual serví durante estos cuatro años; oficiales generales para quienes solo tengo sentimientos de la mayor gratitud. Tengo un especial reconocimiento hacia ellos. Fue de inapreciable valor para mi gestión haber contado con su profesionalismo, su inteligencia y lealtad, y el sentido de trascendencia con que tantas veces debatimos iniciativas y proyectos institucionales, guiados siempre por los intereses superiores de servicio a nuestro país, a través de su Ejército. 29 Ya en un ámbito personal, permítanme extenderme unos minutos y hacer una evocación a mis queridos padres; me dieron la vida y encausaron en el rumbo correcto para desarrollarme como ser humano en el orden del servicio público. En ellos siempre advertí su interés y esfuerzo inagotable por brindarme una formación como un ciudadano útil a Chile y a la sociedad. Mi madre –una mujer de carácter, inteligente y de gran sentido humanista– me educó siempre –así lo he sentido yo con el paso de los años– equilibrando su inmenso amor maternal con una rigurosa formación, disciplina y sentido del cumplimiento del deber. Asimismo, me trasmitió su profunda fe católica que, en conjunto con los valores que me entregó, me ha servido y acompañado en la formación de mi propia familia y fortalecido en los momentos más difíciles por los cuales he atravesado en mi vida. 30 De mi padre –hombre de una gran humanidad y sensibilidad social, de carácter firme, pero cuidadosamente combinado con su modo de ser cálido, cercano, acogedor y afectuoso– heredé tempranamente la vocación militar y la pasión con que él abrazó la profesión. Lo recuerdo con emoción por el inmenso cariño que me prodigó, guiando mis pasos inseguros de la niñez y de la infancia para transitar hacia la adolescencia con la convicción que la vida militar me haría feliz y en ella encontraría las adecuadas herramientas morales para servir a Chile desde el Ejército. Hoy, después de cuatro décadas y media de servicio y con sesenta años de vida, casi podría asegurar que he respondido a las esperanzas que mis progenitores depositaron en mí. 31 Deseo también dirigirle unas palabras a mi querida esposa, Anita María, con quien nos conocemos desde los 15 años, cuando recién era un cadete en este Alcázar. Ha sido la persona cercana e inteligente, que ha sabido colocar en el centro de la vida lo más importante: su familia, haciendo de sus hijos un verdadero tesoro insustituible, comprometiendo sus mejores años a su formación, trasmitiéndoles amor y valores humanos. Le agradezco su generosidad y apoyo brindado, haciendo compatible la vida en familia con las exigencias de la profesión militar. Sin Anita María, no habría sido posible alcanzar las metas que progresivamente presenta nuestra carrera. Durante estos cuatro años, ha desarrollado una incansable labor de ayuda social como Presidenta de la Fundación de Señoras del Ejército, en beneficio del personal militar que se encuentra en situaciones difíciles. Con ella, hemos construido en todos estos años una familia de la que son parte nuestros queridos hijos: Juan Miguel, Rodolfo y Fernando. La tradición militar se ha mantenido con ellos; mientras el 32 primero es un Oficial de Infantería, Rodolfo lo es de Reserva y Fernando Oficial del Servicio de Justicia. Todos nos han dado momentos de gran felicidad y satisfacción, entre ellos, nuestros cinco queridos nietos: Catalina, Trinidad, Juan Miguel, Tomás y Martín. Mi reconocimiento especial a mis hijos por estar conmigo en los momentos difíciles que me ha correspondido enfrentar en mi vida personal y militar. En Anita María quisiera hacer también un homenaje y reconocimiento a todas las esposas de los integrantes del Ejército, valorando el anónimo pero eficiente trabajo que realizan en beneficio de sus semejantes. Distinguidas autoridades, estimados camaradas del Ejército de Chile: Más de cuatro décadas atrás y con el grado de subteniente inicié esta hermosa y desafiante profesión vocacional egresando de esta Escuela Militar, del Libertador General Bernardo O’Higgins. 33 Este querido Alcázar me acogió entonces con generosidad en mi juventud, y fue aquí donde se me inculcaron los principios y herramientas básicas para realizar una vocación puesta al servicio de Chile. En todos estos años pude conocer de cerca a los hombres y mujeres que forman nuestro Ejército, constatando que en ellos radica la fuerza y energía en que se sustenta el progreso institucional. A breves instantes de entregar el mando en jefe, le deseo a mi sucesor, el General Humberto Oviedo Arriagada –heredero de una vasta tradición militar y reconocido comandante y formador de hombres–, el mayor de los éxitos en su compleja misión al servicio del país. No dudo que sabrá sortear todas las dificultades que se puedan presentar en el ejercicio de su mando. Me despido con gran emoción y agradecido de todos, reiterándoles que mi máximo honor es haber servido y amado a mi patria, cumpliendo los deberes asignados durante toda una vida entregada al glorioso Ejército de Chile. 34 Hoy, en la retreta de mi servicio al Ejército, estoy seguro que cada vez que vea el flamear de las banderas y coronelas chilenas, escuche las lejanas melodías de los clarines, pífanos y tambores, y sienta el paso firme de las nuevas compañías, baterías, escuadrones, batallones y grupos –que en lontananza irán colmando mi horizonte de recuerdos–, mi pensamiento se transportará al Patio Alpatacal recordando aquella primera diana de mi vida militar. ¡Muchas gracias! 35