Discurs de Ximo Puig a l'acte d'investidura d'Amelia Valcárcel com a honoris causa per la UV Doctora Amelia Valcárcel, professores, professors, secretària general, vicerectora, amigues i amics, En primer lloc vull agrair al rector la possibilitat de participar en este acte. Rector, ens honora a tots els valencians i valencianes el que avui heu desenvolupat. Ens honora i ens compromet. Moltes gràcies per tot allò que fa la Universitat i també, avui, per fer este reconeixement que el sentim tots els valencians i valencianes com a propi. Nada de lo que ha acontecido a las mujeres ha sido debido al azar. Nada ha sido un hecho biológico. Nada ha sido producido por destino divino. Estamos ante un proceso cultural. Incluso los sentimientos que nos parecen más espontáneos son fruto y resultado de una larga historia de educación, cultura y tradición. Pero este producto cultural no es algo fácil de desentrañar. Se mezclan deseos, prejuicios, creencias, miedos, educación, religiones, pasividad… Todo conforma una imagen unida a la debilidad, a la incultura, el sentimentalismo, la incapacidad de razonar. Y en el correlato, calificativos como perversas, desalmadas y peligrosas. Para combatir la imagen estereotipada de la mujer había que ir contracorriente. Enfrentarse a lo culturalmente correcto. Hubo que formar espíritus críticos con capacidad de análisis, de reflexión y de autonomía. Y en muchas ocasiones, las mujeres que a título individual se oponían a la “normalidad” y a lo socialmente aceptado, se convirtieron en heroínas. Ese ha sido el compromiso, el pensamiento y la acción de Amelia Valcárcel, que ha contribuido a cambiar la espesa historia que ha pesado sobre la mujer. Grandes conquistas de los derechos civiles y del bienestar que hoy disfrutan las sociedades democráticas son fruto del trabajo del feminismo y siempre del compromiso de las mujeres. En palabras de la propia Amelia Valcárcel “el feminismo es uno de los núcleos de la masa crítica que funciona dentro de los sistemas políticos democráticos”. Filósofa, escritora y una de las máximas exponentes del canon feminista, es de esa categoría de mujeres -quiero citar aquí a Celia Amorós- sin las cuales hoy no podríamos ni hablar de un Gobierno valenciano paritario como el que tengo el honor de presidir. Pero hemos de reconocer aún los enormes déficits que tenemos en todos los órdenes sociales. La resistencia en algunos ámbitos exige una tenacidad que todavía nos sorprende, por eso, la Filosofía nos da las herramientas para pensar, para el pensamiento crítico, para reflexionar sobre el poder, sobre los poderes de este mundo globalizado. Las sociedades democráticas del siglo XXI somos deudoras de la innovación moral, el feminismo, que aporta el análisis y reflexiones de Amelia Valcárcel. Las mujeres como individuos de pleno derecho, reclamantes de más derechos, porque los ya obtenidos no están suficientemente asegurados. Y de la igualdad. La igualdad como sentimiento moral, como valor con capacidad clarificadora y transformadora. A la luz de este concepto es como podemos percibir los fenómenos de la desigualdad en todos los niveles de la sociedad en que se producen y se reproducen. Y generar una sensibilidad social para que cualquier manifestación de desigualdad nos resulte ya intolerable, insoportable. Sólo así se generará una demanda social capaz de presionar, como ya está ocurriendo, para que quienes gobernamos articulemos políticas permanentes, sostenidas, de igualdad. Y de esta manera, lograr una sinergia entre intervención política y labor social. Ninguna de ellas puede ser realmente eficaz si se descuida la otra. Para decirlo kantianamente: leyes políticas de igualdad sin sensibilidad social serían vacías, una sensibilidad social que no se plasme en intervenciones políticas corre el riesgo de perecer en la oscuridad. Hoy sin embargo, desde la paridad, podemos hablar en un idioma común, con ideas compartidas, sobrentendidos que estructuran un mismo campo de acción donde la democracia es feminismo. Feminismo y democracia son procesos convergentes que van de la mano y se fortalecen mutuamente. Y es donde las categorías de igualdad y libertad emergen, son valores. Valores también prácticos como lo son educar en una misma aula a niñas y niños sin restar oportunidades a ninguno, coeducando. Lo decía Clara Campoamor en los debates sobre el sufragio universal en 1931: “No se puede ser demócrata sin ser feminista”. A lo que quiero añadir lo que dijo Carmen Alborch, precisamente en un homenaje a Clara Campoamor: “El feminismo ha mejorado el mundo, por lo que este movimiento debería ser declarado patrimonio democrático de la humanidad”. La amplia y polifacética trayectoria curricular de Amelia Valcárcel la ha llevado a configurarse como una de las mujeres más representativas del feminismo, de la teoría feminista, que va íntimamente unida al feminismo como movimiento social, vindicando, de forma cada vez más exigente, lo que hoy también nos ha dicho: “la igualdad a escala mundial”. Y la lucha por la igualdad es la primera de las prioridades también compartida en nuestra agenda. No se trata sólo de acciones de gestión sino de iniciativas para remover los cimientos sociales para cambiar la cultura patriarcal. La violencia de género sigue llenándonos de dolor, de vergüenza y de rabia, con una inaceptable sucesión de crímenes que pone en cuestión el arraigo real de conquistas sociales y democráticas de las que nos sentimos tan orgullosos. La persistencia de los asesinatos machistas nos obliga a replantearnos de raíz los fundamentos mismos de una estructura social que no ha sido capaz de dar una respuesta válida. La crisis económica ha hecho también mella doblemente en la mujer. Una porque vuelve a ocupar los puestos más inestables al tiempo que cobra menos salario. Y dos, porque el desmantelamiento y los recortes de los derechos sociales obligan a que sea la mujer, como antaño, quien atienda a las personas vulnerables, a nuestros hijos y nuestras hijas, a nuestros padres y nuestras madres, a nuestros dependientes. El Estado se aprovecha del trabajo de la mujer como una cuidadora sin recompensa social. En definitiva, el siglo XXI, esta vez sí, será definitivamente, para bien de la humanidad, el siglo de las mujeres. Vosotras ya sois las protagonistas. En esta nueva era del conocimiento las mujeres estáis mejorando nuestras universidades investigando en los laboratorios y enseñando a nuestros jóvenes, creando en todas las expresiones artísticas y comunicativas. No podemos concebir una sociedad nueva, global, democrática, basada en el conocimiento, la ciencia y la cultura, sin que la mujer sea la protagonista, coautora con el hombre de una historia común. Pero hoy desde aquí, desde una sociedad desarrollada, en crisis, no podemos hacer un ejercicio de ombliguismo, porque eso sí iría en contra de la mirada de las mujeres, amplia, abierta, grande, generosa, histórica, transversal. Este 8 de marzo es más oportuno que nunca mirar también a quienes llaman a nuestras fronteras. Hombres y mujeres con sus familias a cuestas huyendo de la guerra, de la miseria, de la pobreza… en busca de una oportunidad para sobrevivir. Por eso, no puedo estar de acuerdo con el muro infranqueable que ayer decretaron los líderes de los países europeos castigando a la desesperanza a miles de seres humanos, retroceso de los valores, viejos valores de la Ilustración, que crearon la mejor Europa. Combatir la desigualdad es un principio feminista. Ese feminismo que en los años veinte nuestra valenciana María Cambrils enumeró en principios y definió como libertades ciudadanas. Amelia Valcárcel ha profundizado en el estudio de la igualdad desde distintas perspectivas, ahondando siempre en sus múltiples dimensiones, pero también sin evitar nunca las aristas. La palabra igualdad está siempre presente en la obra de Valcárcel. Recorre su discurso y sirve de hilo conductor a su trayectoria. Por eso, en nombre de los valencianos y las valencianas, Amelia, permíteme darte las gracias. Gracias por tu excelencia. Por tu pedagogía política y feminista… sé que tus amigas y tus amigos te llaman la maestra. Gracias por explicarnos, en una de tus últimas obras, lo grande que es pedir perdón. Gracias por reivindicar que hay que ser optimistas siempre. Gracias por utilizar la ironía como esa arma cargada de futuro. Amelia es converteix avui, benvolgut rector, en este acte solemne, per la decisió de la Universitat de València, en doctora honoris causa per esta Universitat tan central en la vida dels valencians. La institució a la qual ella ha estat vinculada d'una manera o una altra des de fa dècades. Avui fa visible eixe llaç de pertinença i mostra el seu orgull per incloure el seu nom en l'insigne grup de grans personalitats a les quals ha distingit la Universitat amb el seu major reconeixement. El felicite rector. Felicite la Universitat de València per la decisió i per mantindre en moments difícils, sempre, en les últimes dècades, la flama encesa de la democràcia, de la igualtat. Rector, Amelia Valcárcel, estem honorats. Avui tornes a la teva casa. A esta Universitat valenciana i universal. Tornes per a rebre el nostre reconeixement, el reconeixement de tota la comunitat acadèmica i la comunitat social. Este és el nostre reconeixement també. Gràcies per, avui i sempre, transmetre'ns eixa gran lliçó d'igualtat a tots i a totes. Bon dia.