DELBIANCO, Davina Inés

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CRISIS ENERGÉTICA... ¿RUPTURA O CONTINUIDAD?
DELBIANCO, Davina Inés
Instituto Politécnico Superior General San Martín, Rosario, Santa Fe
Profesor Guía: FARINA, Juan A.
“Por qué dejó el hombre de correr libremente por las praderas
verdes, bajo el sol radiante, por qué dejó de nadar en los lagos, ríos y
océanos... por qué el agua dejó de ser pura y transparente... cuándo
empezó el oxígeno a tener precio si se suponía que su pureza era
interminable... me resulta imposible imaginar y hasta me parecen
hechos irreales y fantasiosos que alguna vez el mundo fue de otra
manera... pero lo que más me aterra es la idea de pensar que todo
cambió por consecuencia de las acciones irresponsables del hombre...
que fueron nuestros antepasados los culpables de nuestra actual
situación...” (Argentina, primero de enero de 3006) 1 .
Desde el nacimiento de la humanidad, el hombre sólo tenía acceso a los materiales que
encontraba en la naturaleza. Con el correr del tiempo fue descubriendo y aplicando nuevas técnicas
para producir materiales superiores a los naturales, para ello, necesitaba disponer de inmensas reservas
de energía. El hombre primitivo consumía una cantidad de energía insignificante, la fuerza de sus
músculos que empleaba para buscar alimentos, y el calor de fuego. El fuego fue la primera fuente de
energía descubierta por el hombre. Al comprobar la importancia del mismo, veneraban más al fuego y a
su energía que a sus dioses ya que sin él sería imposible el desarrollo de la vida.
En su camino evolutivo, fue buscando soluciones ingeniosas con el objeto de mejorar su calidad
de vida y obtener otras formas diferentes de energía de aquella que provenía del uso de los animales y
de la propia fuerza de sus músculos. Primero descubrió la embarcaciones a vela, luego inventó los
molinos aprovechando las corrientes del agua y del viento. Hasta fines del siglo XVII, las posibilidades
energéticas de las que disponía el hombre se debían principalmente a la implementación de los motores
accionados por el agua o el viento. Pero estas no eran una fuente constante ni “transportable” de
energía. A partir del siglo XVIII, con la aparición de la maquina de vapor, que permitía transformar la
llamada energía térmica en energía mecánica y accionar máquinas en cualquier lugar y momento, se
empezaron a modificar considerablemente la condiciones de vida en algunos lugares del planeta. Se
inició la Revolución Industrial, aparecieron los vehículos a motor y el carbón surgió como elemento
combustible fundamental para las máquinas de vapor convirtiéndose en la fuente energética más
importante.
Comenzó así la era de los combustibles fósiles, que se completaría posteriormente con la
utilización del petróleo como nueva fuente de energía primaria, del gas natural y la puesta a punto de
otra forma de transportar y utilizar la energía necesaria básica para las industrias y los hogares: la
electricidad. El fluido eléctrico permitió conducir considerables cantidades de energía a grandes
distancias del lugar donde se la generaba.
Las nuevas fuentes de energía permitieron el crecimiento de la economía, y por primera vez en
la historia de la Humanidad, había un excedente de energía disponible que se creía inagotable. Con el
afán de lograr una vida óptima se desarrollaron importantes tecnologías, surgieron productos que se
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Davina Delbianco
adoptaron como fundamentales en el desarrollo de la vida cotidiana, fibras, plásticos, medicamentos
entre otros, con el petróleo como materia prima esencial.
Sin darse cuenta, el hombre se vio inmerso en una cotidianidad petróleo-dependiente, donde
todo lo que utilizase dependía de la existencia del mismo. Tomó conciencia de que cuanto más
considerables eran las reservas energéticas y si estas se consumían en mayor proporción, más elevado
sería el nivel material y cultural que podía alcanzar la sociedad. Rápidamente se encontró con grandes
inconvenientes, por un lado, los combustibles fósiles no resultaron ser inagotables, comenzaron a
gestarse conflictos geopolíticos por el dominio de los recursos, y por el otro, se produjo un significativo
exceso de consumo de recursos energéticos que generó una gran contaminación ambiental poniendo en
riesgo la vida, la paz mundial y el medioambiente.
Por contaminación ambiental se entiende a un conjunto de fenómenos negativos que afectan
desde la calidad vida, la del medioambiente y hasta la del espacio. Desde la Revolución Industrial, con
el inicio de las actividades industriales y el transporte, se liberaron cantidades significativas de dióxido
de carbono a la atmósfera (aproximadamente de 22.000 millones de toneladas de dióxido de carbono
que corresponden a 6.000 millones de toneladas de carbón puro por año) 2 , reduciendo la capacidad
regenerativa de la misma para eliminar el exceso de dióxido de carbono desencadenando un
calentamiento global de la tierra.
A fines del segundo milenio comenzaron a vislumbrarse los efectos y a pronosticarse las
consecuencias. La temperatura “promedio” terrestre empezó a subir progresivamente registrándose a
fines del siglo XX las temperaturas más altas. El aumento de temperaturas provocaría la fusión de los
bloques polares y de otros glaciares causando un ascenso del nivel del mar entre 1 y 2 centímetros por
década, provocando inundaciones que amenazarían la existencia de las ciudades costeras. Se
producirían también alteraciones en las precipitaciones y un aumento de catástrofes naturales tales
como avalanchas de barro que llevarían a la destrucción de ecosistemas esenciales como humedales,
bosques de manglares, provocando desertización y sequías que causarían hambrunas. También se
modificaría lentamente la distribución de la fauna y floras del planeta dando lugar a la extensión de
enfermedades de las que algunos animales serían portadores.
La lluvia ácida sería la causante del aumento de la acidez del agua, de los suelos, la perdida de
los nutrientes, el deterioro de árboles y el deterioro de obras arquitectónicas originando el “mal de la
piedra”. Fenómeno que se produce cuando la humedad en el aire se combina con el óxido de nitrógeno
y el dióxido de azufre que al interaccionar con el vapor de agua forman el ácido sulfúrico y los ácidos
nítricos, que caen a la tierra en forma de precipitaciones.
Por la extracción del carbón en yacimientos inestables se provocaron derrumbes llevándose la
vida de miles de trabajadores. Por el transporte del crudo de petróleo en barcos ocurrieron numerosos
desastres ecológicos ya que los derrames en ríos y océanos contaminaron el hábitat de numerosas
especies. La mayoría de estos “accidentes” se hubiesen podido evitar, pero la inconciencia del hombre
en su intento desenfrenado de reducir los costes y aumentar los beneficios al máximo, puso en riesgo la
seguridad de las personas y los ecosistemas.
Si en teoría, en un sistema aislado la energía total siempre se conserva, no se crea
espontáneamente y sólo se transforma, ¿Por qué hablar de crisis energética? Acá nos enfrentamos al
problema de entender qué es la degradación de energía que ocurre cuando sucede algún cambio. La
energía se va distribuyendo entre los objetos que interaccionan, incrementando la energía desordenada
de las partículas de los mismos a expensas de la energía macroscópica ordenada. Aunque parezca una
contradicción, es necesario buscar una energía aprovechable o capaz de realizar transformaciones
aunque en ellas “se conserve” la energía.
Paralelamente al uso de los combustibles fósiles, el hombre ha ido implementando, aunque en
menor escala, otros métodos de obtención de energía. Por un lado las energías no renovables,
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Wikipedia: Enciclopedia Libre- http://es.wikipedia.org
provenientes de la naturaleza, limitadas en cantidad e imposibles de sustituirse una vez consumidas en
su totalidad tales como la de los combustibles fósiles, por otro, las energías renovables provenientes de
fuentes naturales virtualmente inagotables, ya sea por la enorme cantidad de combustible contenido o
por su capacidad de regeneración por medios naturales.
Dentro del primer grupo, la energía nuclear tiene la ventaja de producir grandes cantidades de
energía de forma continua y a un precio razonable sin que se generan emisiones de gases el efecto
invernadero. Como contrapartida, en el caso inesperado de un accidente por la fuga de radiación de una
planta nuclear, el daño generado en el ecosistema permanecería durante miles de años. Tal fue el caso
de Chernóbil donde, tras una explosión de un reactor de la planta nuclear se esparcieron cantidades
significativas de radiación que mataron a miles de personas entre trabajadores de la planta y habitantes
de la ciudad cercana, contaminando también ecosistemas próximos y esparciendo residuos radiactivos,
con vidas medias de centenares e incluso miles de años, por toda la región, dejando como herencia para
las generaciones futuras una gran contaminación radiactiva y sus terribles secuelas. Otro inconveniente
es el de los llamados “basureros nucleares” ¿En qué lugar del planeta se ubicarían? ¿Serán otra vez los
más “débiles” quienes se deban hacer cargo de los deshechos que ponen en peligro la vida de la
población mundial?. Por otra parte la posibilidad del aprovechamiento de este tipo de energía con fines
bélicos no solo sería una amenaza para la paz mundial sino que sus consecuencias serían impredecibles
para la continuidad de la vida en la tierra
Dentro de las energías renovables, el hombre ha ido desarrollando una gran variedad de
métodos de obtención de la energía. Dentro de las más “desarrolladas” se encuentran la energía solar, la
energía eólica, la energía hidráulica, la energía mareomotriz y la energía geotérmica. Generalmente
requieren de costosas instalaciones, que deben estar estratégicamente posicionadas porque dependen en
gran parte de la situación geográfica del lugar. Si bien no generan energía con la misma potencia que
generan las energías no renovables, el daño producido por contaminación es relativamente inexistente.
En este estado de desarrollo no sería posible satisfacer la demanda energética que el mundo requiere.
Otra forma de energía que se empezó a desarrollar es la energía de la biomasa que se obtiene
mediante procesos de fermentación de la materia orgánica y se puede utilizar directamente como
combustible. Si bien siempre existió exceso de materia orgánica, no se puede considerar como un
recurso inagotable si su utilización supone una degradación del suelo, si los bosques se talan sin
gestionarlos ni reforestarlos ni se da tiempo para que se regenere la cubierta vegetal. El uso de este tipo
de energía, aunque en menor proporción, presentaría el mismo problema que los combustibles fósiles,
ya que en los procesos de combustión existe emisión de dióxido de carbono.
Hoy, en el año 2006, estoy recorriendo un intervalo histórico de transición entre la violencia
ecológica y la catástrofe. Es hora que el hombre se enfrente a las consecuencias medioambientales del
consumo de combustibles fósiles que hizo posible el avance tecnológico y calidad de vida hasta el
momento. Tiene que afrontar su cruel pero bien conocida realidad: el orden de sus principios,
prioridades y necesidades están equivocados. Se deba enfrentar al dilema de decidir si continua
invirtiendo cantidades millonarias de recursos financieros en proyectos militares, en el aspecto de los
artículos, en procedimientos tóxicos para satisfacer la vanidad humana, en soluciones a corto plazo que
sólo benefician a los países más desarrollados con consecuencias que afectan a toda la humanidad o
decidir si cambia el rumbo de sus acciones para modificar la situación y evitar trágicas y espeluznantes
consecuencias.
“El ser humano cegado por el espejismo de la tecnología, ha olvidado las verdades que están
en la base de su existencia. Y así, mientras llega a la luna gracias a la cibernética, la nueva
metalurgia, combustibles poderosos, la electrónica y una serie de conocimientos teóricos fabulosos,
mata el oxigeno que respira, el agua que bebe, y el suelo que le da de comer y eleva la temperatura
permanente del medio ambiente sin medir sus consecuencias biológicas. Ya en el colmo de su
insensatez, mata el mal que podía servirle de última base de sustentación.” 3
Pienso que es difícil aceptar que los recursos del planeta no son tan ilimitado como se creía en
un principio. Pero debemos sucumbir ante el panorama de insostenibilidad en el crecimiento y darle
suma importancia a los signos de degradación que se están presentando directamente o no tan
directamente ante nuestros ojos, debemos erradicar la idea que la naturaleza puede ser subordinada a
nuestros deseos y necesidades. Pero... ¿Qué nos da el derecho de preocuparnos más por la vanidad de la
cultura humana que por la diversidad de especies animales o vegetales? Debido al consumo irracional
en la utilización de combustibles fósiles se han saqueado continentes enteros. En un par de décadas se
logró convertir ríos y mares en basurales y el aire de las grandes ciudades en un gran gas tóxico y
espeso. Se han exterminado especies animales terrestres y acuáticas convirtiendo las zonas costeras en
cementerios de peces y crustáceos debido a los desperdicios arrojados al agua, como el petróleo
“involuntariamente derramado”.
Se requiere una autentica revolución que rompa con la larga tradición de indiferencia, que se
comprenda que las acciones tienen consecuencias más allá de la satisfacción de las necesidades.
Todavía estamos a tiempo de recapacitar sobre el orden de principios en las que están planteadas las
raíces en que se basan los fundamentos de nuestras acciones y que afectan la permanencia y
continuidad de la existencia del ecosistema en el futuro.
Una de las grandes fallas en nuestro “sistema” es la desigualdad existente respecto a las
diferentes cantidades de consumo energético entre los países, donde los menos desarrollados pagan por
las consecuencias de las acciones desmedidas de los desarrollados. La actual población necesitaría los
recursos de tres planetas como la Tierra para alcanzar un nivel de vida semejante a los de los países
desarrollados.
Desde mediados del siglo XX han nacido más seres humanos que en toda la historia de la
humanidad por lo tanto la mitad de todos los seres humanos que hayan llegado a existir están vivos.
Para crear una sociedad sostenible necesitamos crear una sociedad estable demográficamente, frenando
el crecimiento desmedido de la humanidad que provoca un crecimiento demográfico explosivo que no
favorece a detener la destrucción de los recursos naturales y garantizar la satisfacción de las
necesidades básicas de todo la población. “No cabe duda que la explosión demográfica terminará muy
pronto. Lo que no sabemos es si el fin se producirá de forma benévola, por medio de un descanso de
las tasas de natalidad, o trágicamente, a través de un aumento de las tasas de mortalidad”. (Ehrlich
(1994) 4
El objetivo de lograr un desarrollo sostenible permitirá que las generaciones futuras puedan
hacer uso de los recursos al igual que lo hemos hecho nosotros. Hay que evitar que las prácticas,
fundamentalmente económicas que hipotecarían el futuro de la Tierra. Para ello hay que superar la
visión del medio ambiente como un aspecto aparte de la actividad humana. El medio ambiente está
implicado con la actividad humana y la mejor manera de protegerlo es tenerlo en cuenta en todas las
decisiones que se adopten.
Hoy ya debería ser ilógico pensar que debemos seguir guiándonos por intereses particulares, sin
importar que en un plazo no muy largo todos pagaremos las consecuencias. Quizás ese pensamiento
podría haber llegado a ser válido, al margen de cualquier consideración ética, cuando en el mundo
había muy pocos seres humanos y les resultaba inmenso y prácticamente sin límites. Los problemas de
agotamiento de los recursos energéticos y de degradación ocurren, en su gran mayoría, por la
irresponsabilidad con que se aplican las políticas que regulan los comportamientos de las industrias.
Aun así, no significa que lo que podemos hacer como individuo sea insignificante. La suma de nuestras
pequeñas acciones individuales, por triviales que parezcan, pueden mejorar grandes cosas. Los recursos
3
4
Perón, Juan Domingo. “Mensaje Ambiental a los Pueblos y Gobiernos del Mundo” . Madrid, 21 de febrero de 1972
En “Revista de Enseñanza de la Física” , pag.67, Vol. 18- Nº2. APFA-UNR, Octubre de 2005
son fundamentales para nosotros y para nuestros descendientes. Si cada ser humano adopta un
comportamiento individual, introduciendo cambios en sus costumbres, en sus estilos de vida, en sus
decisiones, en su educación que puedan favorecer la reducción del consumo energético, por
insignificante que este sea, al multiplicar las pequeñas acciones de muchos millones de personas en el
mundo se llega a restar cantidades exorbitantes del consumo de energía, con la consiguiente
disminución de la contaminación ambiental. Si no hacemos el esfuerzo de ser responsables y consientes
de nuestros actos, cada uno será responsable por lo que suceda en el futuro al mismo grado que las
industrias.
Pensemos: ¿Qué pasaría si un granjero abandonara la idea de usar combustible diesel y
reemplazarlo por combustibles de origen vegetal?. A nivel regional en la mayoría de los países, se está
impulsando la idea de reemplazar en tractores, así también como en la mayoría de las maquinarias
agrícolas a motor, el uso de combustibles a base de vegetales en vez del combustible diesel. Las
semillas oleaginosas, como la soja, la colza, el girasol y algunas plantas como la Euphorbia, han
respondido satisfactoriamente a los ensayos de cultivos donde en ellos se produjo hidrocarburos de un
peso molecular muy bajo, y se pudo extraer líquidos que tienen propiedades muy próximas a las del
petróleo. Si bien el uso del petróleo en las áreas rurales no es tan grande en comparación con las áreas
industriales, representaría igualmente una reducción del consumo de petróleo sumamente favorable. Su
máxima implementación en las áreas rurales de todo mundo podría resultar ya que la mayoría de las
semillas oleaginosas y las plantas que se pueden utilizar para generara este tipo de combustible, pueden
crecer bajo condiciones semiáridas y no requieren tierras adecuadas para su producción. Por otro lado,
las áreas rurales no son las únicas que están tratando de reducir su nivel de consumo de petróleo. En
algunas ciudades se ha comenzado a experimentar el reemplazo del uso de combustibles en diferentes
medios de transporte como el de colectivos y camiones, por el sistema de inyección de combustible de
hidrógeno. Este sistema no sólo reduce la contaminación ambiental sino que también permite ahorrar
combustible y entrega más caballos de potencia.
Para mejorar esta situación de crisis energética considero que sería sumamente necesario dejar
de utilizar combustibles fósiles y como solución, propondría ampliar, tanto en cantidad como en
desarrollo de las mismas, todo tipo de tecnología que utilice la energía renovable más conveniente para
cada región del planeta. Con respecto a la energía de la biomasa, no la utilizaría como posible solución.
En mi opinión, si bien la energía de la biomasa ayudaría a disminuir cantidades de desechos de la
humanidad, sigue siendo contaminante, por lo que creo que no seria una solución, ya que tarde o
temprano tendríamos que lidiar con sus consecuencias. Lo único que se lograría sería alargar esta
situación intermedia antes de la ruina ecológica. Con respecto a la energía nuclear, considero que si se
encuentra una solución segura respecto de que hacer con los desechos radiactivos que genera la energía
de fisión o si se continua investigando, como actualmente se lo está haciendo, y se llega a positivas
conclusiones respecto a la viabilidad técnica y económica de la energía de fusión, creo que
definitivamente la energía nuclear podría llegar a considerarse como una gran alternativa aplicable en
cualquier región del mundo. Esta posibilidad promete ser la opción más eficiente y limpia de las
conocidas por el hombre para generar electricidad.
Soy conciente que disponer de energía abundante y limpia es indudablemente un requisito para
la supervivencia de nuestra especie y la forma de conseguirlo es a través de la educación y del severo
cumplimiento de las leyes. Considero que se necesita, a nivel mundial, una legislación que anteponga el
interés común al de quienes, por desconocimiento o egoísmo, sólo piensan en su beneficio particular a
corto plazo. Una legislación que plantee la universalización del derecho a la preservación sostenible de
nuestro planeta, exigiendo la satisfacción de las necesidades básicas de todos los habitantes. También
se necesita una política educativa mundial donde se tenga como prioridad la utilización de la
inteligencia humana para la convivencia pacífica entre los hombres y entre los hombres y resto de la
naturaleza, que permita adquirir una correcta percepción de los problemas y desafíos que enfrenta la
vida en nuestro planeta y así participar en la necesaria toma de decisiones, que haga reflexionar, genere
cambios de actitud y comportamiento permitiendo comprender la importancia de las acciones
individuales de cada uno dentro de la sociedad y el mundo. Si se continua desvalorizando la enseñanza
de la ciencia, la motivación por estudiarla, de entenderla como una forma de trabajar y mirar las cosas
con el interés por conocer las causas y las razones de lo que ocurre a nuestro alrededor, la brecha entre
el conocimiento de la ciencia y la incentivación de un espíritu critico será cada vez más grande.
De no seguir este camino, las palabras iniciales de mi trabajo serán una realidad y habrá
significado que el hombre siguió a lo largo de los siglos mirándose egoístamente a si mismo,
indiferente a las señales de alerta que la naturaleza colocaba ante sus ojos.
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