44 Lunes, 4 de octubre de 2010 LA GACETA Cultura_Cumpleaños de la Historia Richard Sorge, el espía que salvó a Stalin El 4 de octubre de 1941, en su 46 cumpleaños, este comunista alemán confirmó a los rusos que Japón nunca atacaría a la URSS ● Las divisiones retiradas de Siberia permitieron defender Moscú Santiago Mata. Madrid El mejor agente secreto de la historia no se llamaba James Bond ni era inglés. Se llamaba Richard Sorge y era un alemán al servicio de la Unión Soviética. Su principal hazaña fue anunciar a Moscú que Japón no atacaría a la URSS, lo que permitió retirar de Asia las divisiones siberianas que llegarían a tiempo para defender la capital del ataque alemán. La operación Barbarroja quedó sentenciada. Sorge –más exactamente su radiooperador, Max Clausen– transmitió su principal mensaje el 4 de octubre de 1941, al cumplir 46 años. El agente que había convencido a propios (el embajador alemán) y extraños de sus convicciones nazis, cometió entonces un error fatal. Sabiendo que le seguían la pista, Sorge, que había decidido salir de Japón, fue a despedirse de su novia nipona. Antes, leyó una nota de uno de sus agentes y, en lugar de quemarla, la rompió. La policía japonesa la recompuso y detuvo a Sorge el 18 de octubre. A la segunda Stalin hizo caso de la advertencia de Sorge porque no era la primera vez que le había transmitido una información trascendental. En mayo, Sorge había anunciado la inminencia de la invasión alemana de la URSS. Pero entonces, el dictador soviético no hizo caso de Sorge, como de ninguna de las 37 advertencias sobre el ataque transmitidas por sus servicios secretos, reseñadas en 2005 por David E. Murphy en el libro Lo que Stalin sabía. Desde 1937, Stalin estaba liquidando en crueles purgas a cuantos veían en Hitler una amenaza. No le importó descabezar su ejército, porque pensaba que una nueva guerra, tan larga como la de 19141918, le daría tiempo para recomponerlo mientras occidente se desangraba. En 1939, el dictador soviético logró la ansiada alianza con Hitler para atacar Polonia. Las fulmi- CRONOLOGÍA La vida del mejor agente ● 1895 Nace el 4 También había advertido del ataque alemán en junio Sorge fue nombrado héroe de la Unión Soviética en 1964. / Bundesarchiv nantes victorias alemanas no le hicieron desistir de su plan. Calculaba que la invasión de Inglaterra —que Hitler nunca preparó en serio— tendría ocupados a los alemanes en 1941, y, entonces, él podría atacarles por la espalda. Proskurov, que aseguraba que los alemanes no desembarcarían en Inglaterra, fue sustituido al frente del servicio secreto por Golikov, que nunca contradijo a Stalin. Por su parte, Sorge había transmitido el 5 de mayo un texto de Ribbentrop (ministro de Exterio- res alemán) a Eugen Ott (embajador alemán en Japón) que anunciaba: “Alemania comenzará la guerra contra la URSS a mediados de junio”. El 15 de mayo fue más preciso: el 21 o 22 de junio. Condenado Tras la detención de Sorge, y una vez extraída de él (sin torturas) toda la información interesante, Japón ofreció a la URSS intercambiarlo por prisioneros japoneses. Stalin se negó. En todo caso, los japoneses le acusaron de espiar para la Internacional Comunista (Comintern) y no para la URSS, con quien no estaban en guerra. Terminaron por ahorcarlo el 7 de noviembre de Stalin se negó a canjearle: era un testigo incómodo 1944 (27 aniversario de la Revolución Rusa). El espía se despidió gritando, en japonés, tres vivas: al Ejército Rojo, al Par tido Comunista Internacional y al PC Soviético. La URSS olvidó durante dos décadas a su gran agente, hasta que en 1961 una película franco-germana titulada ¿Quién es usted, señor Sorge? recordó sus hazañas. En 1964, Nikita Jrushchev le concedió el título de Héroe de la Unión Soviética. Hoy tiene un monumento en Bakú. En 1959, el que fuera embajador alemán en Japón y principal engañado por Sorge, Eugen Ott, aún aseguraba: “Sigo sin creer que fuera un espía. Es imposible”. de octubre en Bakú (Azerbayán). ● 1915-1916 Soldado del ejército alemán: herido en Yprès (Bélgica) y dos veces en Rusia. ● 1919 Se licencia en Ciencias Políticas en Hamburgo. ● 1925 Obtiene la ciudadanía soviética, viviendo en Moscú. ● 1929 Reclutado por el servicio secreto del Ejército Rojo (Cuarto Departamento). ● 1930 Espía en Shanghai. ● 1931 Invasión japonesa de Manchuria. ● 1932 Sorge regresa a Moscú. ● 1933 Pasa por Alemania y obtiene credenciales de periodista para Japón. ● 1934 Asesor del agregado militar alemán en Tokio, Ott. ● 1938 Eugen Ott, nombrado embajador en Tokio (28 de abril). ● 1941 Sorge informa del ataque alemán a la URSS (5 de mayo), precisando la fecha (15 de mayo) y de que Japón no atacará (4 de octubre). Detenido el 18 de octubre. ● 1944 Ejecución (7 de noviembre). Garbo, el español que más hizo para engañar a Hitler S. M. Madrid ‘Target Tokyo. The Story of the Sorge Spy Ring’. Gordon W. Prange, McGraw-Hill, 1984, 595 páginas. El espionaje durante la Segunda Guerra Mundial es, básicamente, una historia de grandes fracasos, en la que destacan pocas personalidades. Si hubo un éxito notable, éste fue el descrifrado de la máquina criptográfica de los alemanes, Enigma, pero fue obra de miles de personas así como de máquinas precursoras de los actuales ordenadores. Incluso para Sorge, el estudio más sesudo que se le ha dedicado, Objetivo Tokio (obra póstuma de Gordon W. Prange) asegura que “es pura especulación” afirmar que el espía salvó a la Unión Soviética al descartar que Japón fuera a atacarla. “No hay evidencia –asegura Objetivo Tokio– de que los mensajes de Sorge fueran la única razón por la que los soviéticos movieron sus tropas. Realmente, Stalin no tenía elección: Japón podía atacarle, pero Alemania ya lo había hecho. Tenía que vérselas con la realidad y correr un riesgo sobre el futuro. Y el caso habría sido igual aunque Sorge no hubiera existido”. Juan Pujol Si eso vale para Sorge, aún más modesto fue el papel del catalán Juan Pujol (1912-1988). De acuerdo con los ingleses (que lo bautizaron Garbo), se enroló como agente alemán para enviar información falsa y hacer creer a los alemanes que el desembarco de Normandía tendría lugar en Calais (operación Fortitude). Garbo (al que los alemanes llamaron Arabel), tuvo éxito y los germanos le pagaron y condecoraron incluso después del desembarco. Pero de ahí a asegurar que “salvó el día D” (como hace el libro publicado en 2004) o incluso “el mundo” (como reza la película que ganó el Goya al mejor documental de 2009) va un trecho. ‘Garbo: doble agente. El espía que salvó el día D’. Tomás Harris. Martínez Roca, 2004, 456 p. 19 euros.