Balzac’s Goriot [Le] père Goriot [Document électronique] / H. de Balzac ; [éd. par Pierre-Georges Castex,...] tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia El Tío Goriot de Honoré de Balzac tr. de Marisa Gutiérrez Cátedra, Madrid, 1998 (2ª Ed.) Au grand et illustre Geoffroy SaintHilaire Comme un témoignage d’admiration de ses travaux et de son génie. DE BALZAC. tr. Ellen Marriage Papa Goriot de Honoré de Balzac tr. de Joaquín Zuazagoitia Espasa Calpe, Madrid, 2000 Father Goriot by Honore de Balzac Al ilustre, al gran Geoffroy SaintHilaire, como testimonio de admiración a sus obras y a su genio. DE BALZAC To the great and illustrious Geoffroy Saint-Hilaire, a token of admiration for his works and genius. DE BALZAC. Translated by Ellen Marriage I. Une pension bourgeoise Madame Vauquer, née de Conflans, est une vieille femme qui, depuis quarante ans, tient à Paris une pension bourgeoise établie rue Neuve-Sainte-Geneviève, entre le quartier latin et le faubourg SaintMarceau. Cette pension, connue sous le nom de la Maison-Vauquer, admet également des hommes et des femmes, des jeunes gens et des vieillards, sans que jamais la médisance ait attaqué les moeurs de ce respectable établissement. Mais aussi depuis trente ans ne s’y était-il jamais vu de jeune personne, et pour qu’un jeune homme y demeure, sa famille doit-elle lui faire une bien maigre pension. Néanmoins, en 1819, époque à laquelle ce drame commence, il s’y trouvait une pauvre jeune fille. En quelque discrédit que soit tombé le mot drame par la manière abusive et tortionnaire dont il a été prodigué dans ces temps de douloureuse littérature, il est nécessaire de l’employer ici: non que cette histoire soit dramatique dans le sens vrai du mot; mais, l’oeuvre accomplie, peut-être aura-t-on versé quelques larmes intra muros et extra. Sera-t-elle comprise au-delà de Paris? le doute est permis. Les particularités de cette scène pleine d’observations et de couleurs locales ne peuvent être appréciées qu’entre les buttes de Montmartre et les hauteurs de Montrouge, dans cette illustre vallée de plâtras incessamment près de tomber et de ruisseaux noirs de boue; vallée remplie de souffrances réelles, de joies souvent fausses, et si terriblement agitée qu’il faut je ne sais quoi d’exorbitant pour y produire une sensation de quelque durée. Cependant il s’y rencontre çà et là des douleurs que l’agglomération des vices et des vertus rend grandes et solennelles: à leur aspect, les égoïsmes, les intérêts, s’arrêtent et s’apitoient; mais l’impression qu’ils en reçoivent est comme un fruit savoureux [309] La señora Vauquer, de la familia de los Conflans, es una anciana que desde hace cuarenta años tiene en París una casa de huéspedes en la calle Neuve-Sainte-Geneviève, entre el Barrio Latino y el arrabal de SaintMarceau. Esta casa de huéspedes, conocida con el nombre de la Casa Vauquer, admite lo mismo hombres que mujeres, jóvenes que viejos, sin que, a pesar de esto, jamás la maledicencia haya podido atacar las costumbres de este respetable establecimiento. Bien es cierto que desde hace treinta años no ha vivido en ella ninguna joven, y si viven algunos muchachos es, seguramente, porque sus familias les pasan pensiones muy exiguas. Sin embargo, en 1819, época en que comienza este drama, vivía una pobre chica. Sea cual fuere el descrédito en que ha caído la palabra drama, por la manera abusiva y torcida con que ha sido prodigada en estos tiempos de dolorosa literatura, es necesario emplearla aquí, no porque esta historia sea dramática en el sentido verdadero de la palabra, sino porque, una vez terminada la obra, acaso se hayan derramado algunas lágrimas intra y extramuros. ¿Será comprendida [310] fuera de París? Permítaseme la duda. Los detalles de este cuadro, lleno de observación y color local, no pueden ser apreciados más que entre las colinas de Montmartre y las alturas de Montrouge, en este ilustre valle de cascotes que constantemente amenazan derrumbarse y de arroyos negros de barro; valle lleno de sufrimientos reales, de alegrías a menudo falsas, y tan terriblemente agitado, que hace falta algo exorbitante para que se produzcan en él sensaciones medianamente duraderas. Sin embargo, se encuentran diseminados aquí y allí dolores que la aglomeración de vicios y virtudes hace grandes y solemnes, y ante los cuales los egoísmos y los intereses se aquietan y se apiadan un momento. Esta impresión es pasajera como la de un fruto sabroso devorado rápi- La señora Vauquer, de soltera Conflans, es una vieja que desde hace cuarenta años, tiene en París una pensión burguesa, instalada en la calle nueva de Sainte Geneviève, entre el barrio Latino y el faubourg de San Marcelo. Esta pensión, conocida con el nombre de Casa Vauquer, admite tanto hombres como mujeres, jóvenes y viejos, sin que, jamás, la maledicencia haya atacado las costumbres de este respetable establecimiento. Pero también es cierto que desde hace treinta años no se había visto por allí ninguna persona joven, y para que un chico joven, se quede en esta casa, muy exigua debe ser la pensión que le pase su familia. Sin embargo, en 1819, época en que da comienzo este drama, vivía en ella una joven pobre. Por muy desacreditada que esté la palabra drama, por la forma abusiva y equívoca con que ha sido utilizada, en estos tiempos de dolorosa literatura, hay que emplearla aquí, no porque esta historia sea dramática, en el más puro sentido de la palabra, sino porque al acabar la obra, quizás se hayan vertido algunas lágrimas intra y extramuros. ¿Será comprendida fuera de París? Cabe la duda. Los detalles de este escenario, lleno de observaciones y de colores locales, no pueden ser apreciados, mas que entre las colinas de Montmartre y las alturas de Montrouge, en ese ilustre valle de escombros, siempre a punto de derrumbarse, y de arroyos negros de limo; valle lleno de sufrimientos reales, de alegrías, a menudo, falsas y tan terriblemente agitado, que hace falta algo, un no sé qué exorbitante, para que pueda producirse en él una sensación de cierta permanencia. Sin embargo, se encuentran diseminados por doquier, dolores que la aglomeración de vicios y virtudes hace grandes y solemnes; ante su aparición los intereses y los egoísmos se calman y se hacen más piadosos, pero la impresión que de ellos reciben al encontrárselos, es como un fruto sabroso, 2 Mme. Vauquer (nee de Conflans) is an elderly person, who for the past forty years has kept a lodging-house in the Rue Nueve-Sainte-Genevieve, in the district that lies between the Latin Quarter and the Faubourg SaintMarcel. Her house (known in the neighborhood as the Maison Vauquer) receives men and women, old and young, and no word has ever been breathed against her respectable establishment; but, at the same time, it must be said that as a matter of fact no young woman has been under her roof for thirty years, and that if a young man stays there for any length of time it is a sure sign that his allowance must be of the slenderest. In 1819, however, the time when this drama opens, there was an almost penniless young girl among Mme. Vauquer’s boarders. That word drama has been somewhat discredited of late; it has been overworked and twisted to strange uses in these days of dolorous literature; but it must do service again here, not because this story is dramatic in the restricted sense of the word, but becaus e some tears may perhaps be shed intra et extra muros before it is over. Will any one without the walls of Paris understand it? It is open to doubt. The only audience who could appreciate the results of close observation, the careful reproduction of minute detail and local color, are dwellers between the heights of Montrouge and Montmartre, in a vale of crumbling stucco watered by streams of black mud, a vale of sorrows which are real and joys too often hollow; but this audience is so accustomed to terrible sensations, that only some unimaginable and well-neigh impossible woe could produce any lasting impression there. Now and again there are tragedies so awful and so grand by reason of the complication of virtues and vices that bring them about, that egotism and selfishness are forced to pause and are moved to pity; but the impression that they receive is like a luscious fruit, soon Balzac’s Goriot tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia tr. Ellen Marriage promptement dévoré. Le char de la civilisation, semblable à celui de l’idole de Jaggernat, à peine retardé par un coeur moins facile à broyer que les autres et qui enraie sa roue, l’a brisé bientôt et continue sa marche glorieuse. Ainsi ferez-vous, vous qui tenez ce livre d’une main blanche, vous qui vous enfoncez dans un moelleux fauteuil en vous disant: Peut-être ceci va-t-il m’amuser. Après avoir lu les secrètes infortunes du père Goriot, vous dînerez avec appétit en mettant votre insensibilité sur le compte de l’auteur, en le taxant d’exagération, en l’accusant de poésie. A h ! sachez-le: ce drame n’est ni une fiction, ni un roman. All is true, il est si véritable, que chacun peut en reconnaître les éléments chez soi, dans son coeur peut-être. devorado con avidez. El carro de la ci- damente. La marcha del carro de la vilización, semejante al del ídolo de [73] civilización solamente es entorpeciJaggernat (1), retrasado apenas por un da alguna vez por un corazón menos corazón menos fácil de aplastar que fácil a ser aplastado que los demás, los demás y que entorpece su rueda, X aunque ______________ pronto tamenseguida lo rompe y sigue su mar- bién lo tritura y continúa su marcha cha triunfal. Así harán ustedes. Us- gloriosa, como el carro del ídolo de ted, que sostiene este libro en [74] Jaggernat. Lo mismo haréis vosotros, sus manos blancas, usted que se los que sostenéis este libro en vuestras arrellana en un mullido sillón dicién- blancas manos, arrellanándoos en una dose: «A lo mejor este libro me di- muelle butaca y diciendo: «Acaso esta vierte.» Después de haber leído los novela me divierta.» Después de hasecretos infortunios del tío Goriot, ber leído los secretos infortunios de cenarán con apetito, echándole la papá Goriot, comeréis con apetito, culpa al autor de su falta de sensibi- inculpando al autor vuestra insenlidad, tachándole de exagerado y sibilidad, tachándole de exagerado acusándole de sensiblero . Sépanlo to- X y _________s e n t i m e n t a l . P e r o dos: este drama no es ni una ficción, sabedlo, este drama no es ni una ficni una novela. All is true (2), es tan ción ni una novela. All is true, es t a n verdadero, que cada uno puede encon- v e r d a d e r o q u e s u s e l e m e n t o s trar sus elementos en su propia casa, p u e d e r e c o n o c e r q u i z á c a d a tal vez en su propio corazón. cual en su propio corazón. consumed. Civilization, like the car of Juggernaut, is scarcely stayed perceptibly in its progress by a heart less easy to break than the others that lie in its course; this also is broken, and Civilization continues on her course triumphant. And you, too, will do the like; you who with this book in your white hand will sink back among the cushions of your armchair, and say to yourself, “Perhaps this may amuse me.” You will read the story of Father Goriot’s secret woes, and, dining thereafter with an unspoiled appetite, will lay the blame of your insensibility upon the writer, and accuse him of exaggeration, of writing romances. Ah! once for all, this drama is neither a fiction nor a romance! ALL IS TRUE,—so true, that every one can discern the elements of the tragedy in his own house, perhaps in his own heart. La maison où s’exploite la pension bourgeoise appartient à madame Vauquer. Elle est située dans le bas de la rue Neuve-Sainte-Geneviève, à l’endroit où le terrain s’abaisse vers la rue de l’Arbalète par une pente si brusque et si rude que les chevaux la montent ou la descendent rarement. Cette circonstance est favorable au silence qui règne dans ces rues serrées entre le dôme du Val-de-Grâce et le dôme du Panthéon, deux monuments qui changent les conditions de l’atmosphère en y jetant des tons jaunes, en y assombrissant tout par les teintes sévères que projettent leurs coupoles. Là, les pavés sont secs, les ruisseaux n’ont ni boue ni eau, l’herbe croit le long des murs. L’homme le plus insouciant s’y attriste comme tous les passants, le bruit d’une voiture y devient un événement, les maisons y sont mornes, les murailles y sentent la prison. Un Parisien égaré ne verrait là que des pensions bourgeoises ou des institutions, de la misère ou de l’ennui, de la vieillesse qui meurt, de la joyeuse jeunesse contrainte à travailler. Nul quartier de Paris n’est plus horrible, ni, disons-le, plus inconnu. La rue Neuve-Sainte-Geneviève surtout est comme un cadre de bronze, le seul qui convienne à ce récit, auquel on ne saurait trop préparer l’intelligence par des couleurs brunes, par des idées graves; ainsi que, de marche en marche, le jour diminue et le chant du conducteur se creuse, alors que le voyageur descend aux Catacombes. Comparaison vraie! Qui décidera de ce qui est plus horrible à voir, ou des coeurs desséchés, ou des crânes vides? La casa donde se explota el negocio de la pensión burguesa pertenece a la señora Vauquer. Está situada en la parte baja de la calle nueva de Sainte Geneviève, en un lugar en que el terreno desciende hacia la calle Arbalete, con una pendiente tan brusca y escarpada, que rara vez los caballos suben o bajan por allí. Esta circunstancia favorece el silencio que reina en esas calles apretadas entre la cúpula de Val-de-Grâce y la del panteón, dos monumentos que cambian las condiciones de la atmósfera, vertiendo en ella tonos amarillentos y oscureciéndolo todo con los tintes severos que proyectan sus cúpulas. Allí los pavimentos están secos, los arroyos no llevan agua ni barro, la hierba crece en las paredes. El hombre más despreocupado se ensombrece allí como todos los que pasan; el ruido de un coche por aquí es un acontecimiento; las casas son sombrías, tristes, los muros huelen a cárcel. Un parisino despistado no vería en esta zona más que pensiones, colegios, instituciones (3), miseria, aburrimiento; vejez que muere, alegre juventud forzada a trabajar. Ningún barrio de París es más horrible, ni, todo hay que decirlo, más desconocido. La calle nueva de Sainte Geneviève es, sobre todo, como un marco de bronce, el único que le va bien a este relato, y al cual no estará demasiado bien preparada la inteligencia por medio de ideas graves, de colores oscuros, del mismo modo que de escalón en escalón, la luz disminuye y el canto del cochero se ahueca, cuando el viajero desciende a las Catacumbas. Comparación certera. ¿Quién decidirá qué es más horrible de ver, corazones secos o cráneos vacíos? (4) The lodging-house is Mme. Vauquer’s own property. It is still standing in the lower end of the Rue Nueve-Sainte-Genevieve, just where the road slopes so sharply down to the Rue de l’Arbalete, that wheeled traffic seldom passes that way, because it is so stony and steep. This position is sufficient to account for the silence prevalent in the streets shut in between the dome of the Pantheon and the dome of the Val-deGrace, two conspicuous public buildings which give a yellowish tone to the landscape and darken the whole district that lies beneath the shadow of their leaden-hued cupolas. In that district the pavements are clean and dry, there is neither mud nor water in the gutters, grass grows in the chinks of the walls. The most heedless passerby feels the depressing influences of a place where the sound of wheels creates a sensation; there is a grim look about the houses, a suggestion of a jail about those high garden walls. A Parisian straying into a suburb apparently composed of lodging-houses and public institutions would see poverty and dullness, old age lying down to die, and joyo u s y o u t h c o n d e m n e d t o drudgery. It is the ugliest quarter of Paris, and, it may be added, the least known. But, before all things, the Rue NueveSainte-Genevieve is like a bronze frame for a picture for which the mind cannot be too well prepared by the contemplation of sad hues and sober images. Even so, step by step the daylight decreases, and the cicerone’s droning voice grows hollower as the traveler descends into the Catacombs. The comparison holds good! Who shall say which is more ghastly, the sight of the bleached skulls or of dried-up human hearts? La casa en que está la posada pertenece a la señora Vauquer. Está situada en la parte baja de la calle Neuve-Sainte-Geneviève, en el lugar en que el terreno desciende hacia la calle de Albalète, en una pendiente tan brusca que los caballos la suben o descienden en rarísimas ocasiones. Esta circunstancia favorece al silencio que reina en las calles comprendidas entre la iglesia de Val-de-Grâce [311] y la del Panteón, dos monumentos que cambian las condiciones de la atmósfera con sus tonos amarillos y la sombrean con los tintes oscuros que proyectan sus cúpulas. Allí el pavimento está seco, los canelillos no tienen ni agua ni barro, la hierba crece a lo largo de los muros. El hombre más indiferente se entristece al pasar por tales lugares. El ruido de un coche se convierte en un acontecimiento, las casas son sombrías, las paredes huelen a cárcel. Un parisiense extraviado no vería allí más que casas de huéspedes e instituciones, miseria y aburrimiento, vejez decrépita, alegre juventud que se ve obligada a trabajar. Ningún barrio de París es más horrible ni, digámoslo, más desconocido. La calle Neuve-Sainte-Geneviève, sobre todo, es como un marco de bronce, único que conviene a este relato, para el cual nunca estará suficientemente preparada la imaginación, por mucho que la entenebrezcamos con colores sombríos, con ideas graves, tal como de escalón en escalón la claridad disminuye y el canto del guía se ahueca cuando el viajero desciende a las Catacumbas. ¡Comparación exacta! ¿Quién es capaz de decir qué espectáculo es más horrible: si el de unos corazones secos o el de unos cerebros vacíos? 3 Balzac’s Goriot La façade de la pension donne sur un jardinet, en sorte que la maison tombe à angle droit sur la rue Neuve-Sainte-Geneviève, où vous la voyez coupée dans sa profondeur. Le long de cette façade, entre la maison et le jardinet, règne un cailloutis en cuvette, large d’une toise, devant lequel est une allée sablée, bordée de géraniums, de lauriers-roses et de grenadiers plantés dans de grands vases en faïence bleue et blanche. On entre dans cette allée par une porte bâtarde, surmontée d’un écriteau sur lequel est écrit: MAISONVAUQUER, et dessous: Pension bourgeoise des deux sexes et autres. Pendant le jour, une porte à claire-voie, armée d’une sonnette criarde, laisse apercevoir au bout du petit pavé, sur le mur opposé à la rue, une arcade peinte en marbre vert par un artiste du quartier. Sous le renfoncement que simule cette peinture, s’élève une statue représentant l’Amour. A voir le vernis écaillé qui la couvre, les amateurs de symboles y découvriraient peut-être un mythe de l’amour parisien qu’on guérit à quelques pas de là. Sous le socle, cette inscription à demi effacée rappelle le temps auquel remonte cet ornement par l’enthousiasme dont il témoigne pour Voltaire, rentré dans Paris en 1777: Qui que tu sois, voici ton maître: Il l’est, le fut, ou le doit être. tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia La fachada de la casa da sobre The front of the lodging-house is at La fachada de la pensión da a un jardín pequeño, de forma que ésta un jardincito, formando un ángu- right angles to the road, and looks out cae en ángulo recto sobre la calle lo recto con la calle Neuve-Sain- upon a little garden, so that you see the nueva de Sainte Geneviève, desde te-Geneviève, desde donde se la side of the house in section, as it were, donde se ve en toda su profundidad. ve en el sentido de su profundi- from the Rue Nueve-Sainte-Genevieve. A lo largo de toda esta fachada, en- dad. A lo largo de esta fachada, Beneath the wall of the house front tre el jardín y la casa, reina un entre la casa y el jardincito, hay there lies a channel, a fathom wide, empedrado en forma [75] de cubeta, un empedrado acanalado, ancho paved with cobble-st o n e s , a n d de unos dos metros de ancho (5), ante el que como de siete pies, delante del cual b e s i d e i t r u n s a g r a v e l e d w a l k se extiende un paseo de arena bordea- se extiende un paseo enarenado, b o r d e r e d b y g e r a n i u m s a n d do de geranios, de adelfas y granados, bor deado de geranios, a d e l f a s y oleanders and pomegranates set glazed glazed : lustroso, bruñido, vidriado (surface) acristalado, satinado (paper), vidrioso (eye) dull, fixed , velado, glaseado (food), acaramelada, barnizado (picture). plantados en grandes macetones g r a n a d o s p l a n t a d o s e n g r a n d e s in great blue and white glazed d e c e r á m i c a a z u l y b l a n c a . S e tiest o s d e l o z a a z u l y b l a n c a . earthenware pots. Access into the a c c e d e a e s t e s e n d e r o p o r u n S e e n t r a e n e l p a s e o p o r u n graveled walk is afforded by a portalón coronado por un letrero en X p o s t i g o , e n c i m a d e l c u a l s e d o o r , a b o v e w h i c h t h e w o r d s el que está escrito: Casa Vauquer, y l e e : C A S A VA U Q U E R , y d e b a - MAISON VAUQUER may be read, and debajo, Pensión burguesa de ambos j o : P O S A D A PA R A A M B O S beneath, in rather smaller letters, “Lodgings for both sexes, etc./” SEXOS Y OTROS. sexos y otros. During the day a glimpse into the garden Durante el día una puerta vidriera, Durante el día, una puerta enrejada, ararmada con una campanilla chillona, mada de una campanilla penetrante, is easily obtained through a wicket to which deja entrever, al final del pequeño deja ver al fin del pequeño empe- a bell is attached. On the opposite wall, at empedrado, en la pared de enfrente drado, sobre la pared opuesta a la the further end of the graveled walk, a de la calle, un arco pintado por un [312 ] calle, un arco imitando már- g r e e n m a r b l e a r c h w a s p a i n t e d pintor de barrio, imitando mármol mol verde, pintado por un artista o n c e u p o n a t i m e b y a l o c a l a r t verde. Bajo la arcada simulada por del barrio. Bajo este arco simulado i s t , a n d i n t h is semblance of a esta pintura, se yergue una estatua se levanta una estatua representan- shrine a statue representing Cupid representando al Amor. Viendo el d o e l A m o r. A j u z g a r p o r e l is installed; a Parisian Cupid, so descascarillado barniz que la cubre, descascarillado barniz que la cu- blistered and disfigured that he looks los aficionados a los símbolos ve- bre, los aficionados a símbolos des- like a candidate for one of the adjacent rían tal vez en ella, un mito del amor cubrirían, quizá, en ella un mito del hospitals, and might suggest an allegory parisino que se cura a pocos pasos amor parisiense que cura sus lacras a to lovers of symbolism. The half-oblitde allí (6). Bajo el zócalo, esta ins- pocos pasos de allí. Bajo el zócalo erated inscription on the p e d e s t a l cripción medio borrada recuerda el una inscripción, medio borrada, re- b e n e a t h d e t e r m i n e s t h e d a t e o f tiempo al que se remonta este orna- cuerda el tiempo a que se remonta this work of art, for it bears witmento, por el entusiasmo que de- este adorno por el entusiasmo que n e s s t o t h e w i d e s p r e a d e n t h u s i muestra por Voltaire, que volvió a descubre hacia Voltaire, cuando asm felt for Voltaire on his reParís en 1777: entró en París en 1777: turn to Paris in 1777: Quienquiera que seas, he aquí tu dueño: lo es, lo fue, o debe serlo. Sea quien fuere, he aquí tu maestro. Es, lo fue, o debe serlo. Al caer la noche la puerta vidriera A la nuit tombante, la porte à claire-voie Al oscurecer, la puerta enrejada est remplacée par une porte pleine. se cambia por una puerta maciza. El es sustituida por una puerta maciza. Le jardinet, aussi large que la fa- jardincito, tan ancho cuán larga es la El jardincito, del mismo ancho que la çade est longue, se trouve encaissé fachada, se encuentra encajado por longitud de la fachada, está cerrado par le mur de la rue et par le mur la pared de la calle y por el muro por la pared de la calle y por la pamitoyen de la maison voisine, le medianero de la casa vecina, a lo red medianera de la casa vecina, a long de laquelle pend un manteau largo de la cual pende un manto de lo largo de la cual pende un manto de lierre qui la cache entièrement, yedra que la oculta por completo y de hiedra que la cubre completamente et attire les yeux des passants par atrae las miradas de los transeúntes y atrae la mirada de los paseantes, que un effet pittoresque dans Paris. por un efecto pintoresco en París. encuentran aquello pintoresco dentro Chacun de ces murs est tapissé Cada uno de estos muros está cubierto de París. Cada una de estas paredes d’espaliers* et de vignes dont por un entramado de frutales y de pa- X está tapizada de espalderas* y viles f r u c t i f i c a t i o n s grêles ** e t X rras, cuyas fructificaciones frágiles y ñ a s , c u y o s f r u t o s r a q u í t i c o s y p o u d r e u s e s s o n t l ’ o b j e t d e s polvorientas son objeto de los temo- polvorientos son el objeto de los craintes annuelles de madame res anuales de la señora Vauquer y t e m o r e s a n u a l e s d e l a s e ñ o r a Vauquer et de ses conversations de sus conversaciones con sus hués- Va u q u e r y d e s u s c o n v e r s a c i o pedes pensionistas. n e s c o n l o s h u é s p e des. avec les pensionnaires. Le long de chaque muraille, rè- A lo largo de cada pared, hay una es- A lo largo de cada pared existe un estregne une étroite allée qui mène à trecha vereda que lleva a una zona cho paseo que conduce a una cubierta de un couvert de tilleuls, mot que plantada de tilos, palabra que la seño- tilos, palabra que la señora Vauquer, a pemadame Vauquer, quoique née de ra Vauquer, aunque de soltera fue De sar de pertenecer a la familia de los Conflans, prononce obstinément Conflans, se empeña en pronunciar X Conflans, pronuncia obstinadamente mal, tieuille, malgré les observations «tiilios», a pesar de las observaciones sin hacer caso de las observaciones gramaticales de sus huéspedes. grammaticales de ses hôtes. X ______ ______ de sus huéspedes. E n t r e l e s d e u x a l l é e s l a t é r a - Entre los dos senderos laterales, hay un E n t r e l o s d o s p a s e o s l a t e r a l e s l e s e s t u n c a r r é d ’ a r t i c h a u t s cuadrado plantado de alcachofas, h a y u n c u a d r o d e a l c a c h o f a s , f lanqué d’arbres fruitiers en que- flanqueado por árboles frutales cortados f l a n q u e a d o d e á r b o l e s f r u t a l e s * ESPALIER - 1. Mur, palissade le long duquel on plante des arbres fruitiers. ** Canijos, delgaduchos. Gâter, dévaster* par la grêle(granizao) tr. Ellen Marriage 4 “Whoe’er thou art, thy master see; He is, or was, or ought to be.” At night the wicket gate i s r e placed by a solid door. T h e l i t t le garden is no wider than the front of the house; it is shut in between t h e w a l l o f t h e s t r e e t a n d t h e partition w a l l o f t h e neighboring house. A m a n t l e o f i v y conce a l s t h e b r i c k s a n d a t t r a c t s t h e e y e s o f p a s se r s - b y t o an effect which is picturesque in Paris, for each of the walls is covered with trellised _______ vines that yield a scanty dusty crop of fruit, and furnish besides a subject of conversation for Mme. Vauquer and her lodgers; every year the widow trembles for her vintage. A straight path beneath the walls on either side of the garden leads to a clump of lime-trees at the further end of it; linetrees, as Mme. Vauquer persists in calling them, in spite of the fact that she was a de Conflans, and regardless of repeated corrections from her lodgers. The central space between the walls is filled with artichokes and rows of pyramid fruit-trees, and sur- * espaldera 1. f. Espaldar para ciertas plantas. 2. Pared con que se resguardan y protegen las plantas arrimadas a ella. 3. pl. Barras de madera fijas a una pared a distintas alturas para realizar ejercicios gimnásticos. A espaldera: árboles que se podan y guían de manera que extiendan sus ramas al abrigo de una pared. Balzac’s Goriot tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia tr. Ellen Marriage nouille, et bordé d’oseille, de en forma de huso y bordeado de acederas, y b o r d e a d o d e a c e d e r a s , laitue ou de persil. Sous le couvert de lechuga o perejil. Al abrigo de los lechugas o perejil. Bajo la cubierde tilleuls est plantée une table tilos, está plantada una mesa redon- ta de los tilos hay una mesa redonronde peinte en vert, et entourée de da, pintada de verde y rodeada de da pintada de verde y rodeada de sièges. Là, durant les jours cani- asientos. Allí en los días caniculares, X sillas. Aquí, durante los días canicuculaires, les convives assez riches [76] los pensionistas suficientemente lares, los huéspedes que son bastante pour se permettre de prendre du café ricos como para permitirse tomar café, ricos para permitirse el lujo de tomar viennent le savourer par une chaleur vienen a saborearlo, con un calor capaz café, vienen a saborearlo con [313] un de incubar los huevos hasta abrirlos. calor como para incubar huevos. capable de faire éclore des oeufs. La façade, élevée de trois étages et La fachada de tres pisos de altura y La fachada, de tres pisos, y rematasurmontée de mansardes, est bâtie rematada por buhardillas está cons- da en mansarda, está construida en moellons, et badigeonnée avec truida en piedras sillares y encalada con morrillos y embadurnada con cette couleur jaune qui donne un ca- de ese color amarillento que da un as- ese color amarillo que da un aire inractère ignoble à presque toutes les pecto innoble a casi todas las casas de noble a casi todas las casas de París. maisons de Paris. Les cinq croisées París’. Las cinco ventanas abiertas en Las cinco ventanas de cada piso son percées à chaque étage ont de petits cada piso tienen cristales pequeños de vidrios pequeños, y están guarnecarreaux et sont garnies de jalousies cuadrados y están dotadas de celosías cidas de celosías, ninguna de las cuadont aucune n’est relevée de la même que se abren, cada una, de manera di- les está levantada a la misma altura que manière, en sorte que toutes leurs li- ferente, de forma que todas sus cuer- las demás, de manera que todas gnes jurent entre elles. La profondeur das se pelean entre ellas. La profun- sus líneas están en desconcierto. El de cette maison comporte deux croisées didad de esta casa comprende dos ven- fondo de esta casa tiene dos huequi, au rez-de-chaussée, ont pour tanas, que en la planta baja están c o s q u e e n e l e n t r e s u e l o e s t á n ornement des barreaux en fer, grillagés. adornadas con verjas de hierro forjado. X provistos de rejas_____________. Derrière le bâtiment est une cour Detrás del edificio hay un patio de D e t r á s d e l e d i f i c i o h a y u n c o large d’environ vingt pieds, où vi- unos veinte pies de ancho (8) donde r r a l d e u n o s v e i n t e p i e s , e n e l vent en bonne intelligence des co- viven en buena armonía cerdos, galli- cual viven, en perfecta amistad, chons, des poules, des lapins, et au nas y conejos. Al fondo de este patio c e r d o s , g a l l i n a s y c o n e j o s , y a l fond de laquelle s’élève un hangar se levanta un cobertizo para guardar f o n d o s e l e v a n t a u n c o b e r t i z o mettre à l’abri chose près les unes des autres à serrer le bois. Entre ce hangar et X y serrar madera. Entre este coberti- para guardar la leña. Entre este cola fenêtre de la cuisine se suspend zo y la ventana de la cocina, está col- bertizo y la ventana de la cocina, cuelle garde-manger, au-dessous du- gada la fresquera, bajo la cual vier- ga la fresquera, debajo de la cual caen quel tombent les eaux grasses de ten las aguas sucias del lavadero. Este las aguas sucias de la fregadera. Este l’évier. Cette cour a sur la rue patio tiene una puerta estrecha, que da corral tiene sobre la calle Neuve-SainNeuve-Sainte-Geneviève une porte a la calle nueva de Sainte Geneviève, te-Geneviève una puerta estrecha, por étroite par où la cuisinière chasse por donde la cocinera echa las basu- donde la cocinera echa la basura de les ordures de la maison en net- ras de la casa, limpiando después esta la casa, teniendo que limpiar aquella Lieu sale et humide Lugar destinado en las casas para verter las inmundicias y expeler los excrementos Lugar lleno de inmundicias y mal olor toyant cette sentine à grand renfort sentina con gran cantidad de agua so letrina con gran cantidad de agua, so pena de pestilencia. pena de pestilencia. d’eau, sous peine de pestilence. rounded by a border of lettuce, pot-herbs, and p a r s l e y. U n d e r the lime-trees there are a few green-painted garden s e a t s and a wooden table, and hither, during the dog-days, such of the lodgers as are rich enough to indulge in a cup of coffee come to take their pleasure, though it is hot enough to roast eggs even in the shade. The house itself is three stories high, without counting the attics under the roof. It is built of rough stone, and covered with the yellowish stucco that gives a mean appearance to almost every house in Paris. There are five windows in each story in the front of the house; all the blinds visible through the small square panes are drawn up awry, so that the lines are all at cross purposes. At the side of the house there are but two windows on each floor, and the lowest of all are adorned with a heavy iron grating. Behind the house a yard extends for some twenty feet, a space inhabited by a happy family of pigs, poultry, and rabbits; the wood-shed is situated on the further side, and on the wall between the wood-shed and the kitchen window hangs the meat-safe, just above the place where the sink discharges its greasy streams. The cook sweeps all the refuse out through a little door into the Rue Nueve-Sainte-Genevieve, and frequently cleanses the yard with copious supplies of water, under pain of pestilence. Naturellement destiné à l’exploiNaturalmente destinada a la exploEl piso bajo, destinado a la extation de la pension bourgeoise, le X tación de la pensión _______, la plan- X plotación de la posada______, s e rez-de-chaussée se compose d’une ta baja se compone de una primera c o m p o n e d e u n a p r i m e r a p i e z a première pièce éclairée par les deux habitación iluminada por las dos i l u m i n a d a p o r d o s v e n t a croisées de la rue, et où l’on entre ventanas de la calle, y a la que se X nas________ que dan a la calle, y donde par une porte-fenêtre. Ce salon entra por una puerta ventana. Este se entra por una puerta vidriera. Este communique à une salle à man- salón se comunica con un comedor, departamento comunica con un coger qui est séparée de la cuisine que está separado de la cocina por medor que está separado de la cocipar la cage d’un escalier dont les el hueco de una escalera con esca- na por la caja de una escalera, cumarches sont en bois et en car- lones de madera y losetas pintadas yos peldaños son de madera y ladrireaux mis en couleur et frottés. y abrillantadas. Nada resulta más llos descoloridos y desgastados. Nada Rien n’est plus triste à voir que tr i s t e d e v e r q u e e s t e s a l ó n más triste que este salón adornace salon meublé de fauteuils et de a m u e b l a d o c o n s i l l o n e s y s i l l as do con butacas y sillas tapizadas chaises en étoffe de crin à raies e n tejido de crín, con rayas con una tela de rayas alternativaalternativement mates et luisan- alternantes mates y brillantes. En el m e n t e m a t e s y r e l u c i e n t e s . E n tes. Au milieu se trouve une ta- centro se halla una mesa redonda con m e d i o h a y u n v e l a d o r d e m á r ble ronde à dessus de marbre encimera de mármol Santa Ana, de- m o l c o n u n a b a n d e j a d e p o r c e Sainte-Anne, décorée de ce caba- corada con esa bandeja porta-bebidas l a n a b l a n c a c o n f i l e t e s d e o r o ret en porcelaine blanche ornée de de porcelana blanca, adornada con fi- m e d i o b o r r a d o s , d e e s a s q u e filets d’or effacés à demi, que l’on letes de oro medio borrados, que hoy h o y s e e n c u e n t r a n p o r t o d a s rencontre partout aujourd’hui. día nos encontramos en todas partes. p a r t e s . E s t a p i e z a , b a s t a n t e Cette pièce, assez mal planchéiée, Esta habitación, mal entarimada, tie- ma l e n t a r i m a d a , t i e n e u n p e est lambrissée à hauteur d’ap- ne un zócalo como de un metro de q u e ñ o z ó c a l o . E l r e s t o d e l a pui. Le surplus des parois est altura. El resto de las paredes está p a r e d e s t á e m p a p e l a d o . E n tendu d’un papier verni repré- tapizado de papel pintado barniza- e s t e p a p e l s e r e p r e s e n t a n l a s escenas del sentant les principales scènes de do, que representa las principales es- p r i n c i p a l e s _______ Télémaque, et dont les classiques cenas del Telémaco (9), cuyos clásicos T e l é m a c o ________ personnages sont coloriés. Le pan- personajes están sobrepintados. El X ___________ __ ____________. E l testeneau d’entre les croisées grillagées panel entre las ventanas enrejadas, ro de entre las dos ventanas enrejadas offre aux pensionnaires le tableau presenta a los pensionistas [77] el ofrece a los huéspedes el cuadro del The house might have been built on purpose for its present uses. Access is given by a French window to the first room on the ground floor, a sitting-room which looks out upon the street through the two barred windows already mentioned. Another door opens out of it into the diningroom, which is separated from the kitchen by the well of the staircase, the steps being constructed partly of wood, partly of tiles, which are colored and beeswaxed. Nothing can be more depressing than the sight of that sitting-room. The furniture is covered with horse hair woven in alternate dull and glossy stripes. There is a round table in the middle, with a purplish-red marble top, on which there stands, by way of ornament, the inevitable white china tea-service, covered with a half-effaced gil t n e t w o r k . T h e floor is sufficiently uneven, the wainscot rises to elbow height, and the rest of the wall space is decorated with a v a r n i s h e d p a p e r, o n w h i c h the principal scenes from Telema q u e a r e d e p i c t e d , t h e v a r i o u s classical perso n a g e s b e i n g c o l o r e d . The subject be t w e e n t h e t w o w i n d o w s i s t h e b a n q u e t g i v en b y GRILLAGER Munir d'un grillage (Treillis (le plus souvent métallique), à mailles* plus ou moins serrées, qu'on met aux fenêtres, aux portes à jour, etc.) 5 Balzac’s Goriot tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia du festin donné au fils d’Ulysse par cuadro del festín que Calipso dio al festín dado al hijo de [314] Ulises por Calypso. Depuis quarante ans, hijo de Ulises. Desde hace cuaren- C a l i p s o . D e s d e h a c e c u a r e n t a cette peinture excite les plaisan- ta años, esta pintura provoca las años esta figura provoca las broteries des jeunes pensionnaires, bromas de los huéspedes jóvenes, m a s d e l o s h u é s p e d e s j ó v e n e s qui se croient supérieurs à leur que se sienten superiores burlándo- que se creen superiores a su poposition en se moquant du dîner se de la cena a la que la miseria les sición, burlándose de la comida auquel la misère les condamne. condena. La chimenea de piedra, que la miseria les depara. La chiLa cheminée en pierre, dont le cuyo hogar, siempre limpio, da fe m e n e a d e p i e d r a , c u y o h o g a r f o y e r t o u j o u r s p r o p r e a t t e s t e de que allí no se enciende fuego s i e m p r e l i m p i o a t e s t i g u a q u e qu’il ne s’y fait de feu que dans les más que en las grandes ocasiones, solamente se enciende en ocasiones grandes occasions, est ornée de está adornada con dos búcaros lle- solemnes, está adornada por dos flodeux vases pleins de fleurs artificiel- nos de flores artificiales, reviejas y reros con flores artificiales envejeciles, vieillies et encagées, qui accom- aprisionadas por el marco de la chimenea, que das, metidos en sendos fanales, q u e pagnent une pendule en marbre acompañan a un reloj de péndulo, de a c o m p a ñ a n a u n r e l o j d e m á r mármol azuloso, del peor gusto. mol azulado del peor gusto. bleuâtre du plus mauvais goût. Cette première pièce exhale une Esta primera habitación exhala un Este primer departamento exhala odeur sans nom dans la langue, olor que no tiene nombre en nues- un olor sin nombre conocido, y que et qu’il faudrait appeler l’odeur tra lengua y al que habría que lla- se podría llamar olor de posada. d e p e n s i o n . E l l e s e n t l e r e n - mar olor de pensión. Huele a cerra- Huele a c e r r a d o , a e n m o h e c i d o, fermé, le moisi, le rance; elle do, a enmohecido, a ran c i o ; d a a r a n c i o . D a f r í o , h u m e d e c e donne froid, elle est humide au f r í o , r e s u l t a h ú m e d o p a r a l a n a - l a n a r i z , p e n e t r a l o s v e s t i nez, elle pénètre les vêtements; r i z ; p e n e t r a l o s v e s t i d o s ; t i e n e d o s ; t i e n e e l g u s t o d e u n a h a elle a le goût d’une salle où el regusto de una sala donde b i t a c i ó n e n l a q u e s e h a c o l’on a dîné; elle pue le service, acaban de comer. Apesta a ser- m i d o ; a p e s t a a l u g a r d e s e r Pièce, ordinairement attenante à la cuisine, où se prépare le service de la table * trascocina pieza que está detrás de la cocina y para desahogo de ella. l ’o f f i c e , l ’ h o s p i c e . P e u t - ê t r e X v i c i o , ___________* a h o s p i c i o . X v i c i o , _________ a h o s p i c i o . pourrait-elle se décrire si l’on Tal vez podría ser descrita, si se A c a s o s e l a p u d i e s e d e s c r i b i r s i inventait un procédé pour éva- inventara el procedimiento para s e i n v e n t a r a u n p r o c e d i m i e n t o l ue r l e s q u a n t i t é s é l é m e n t a i - evaluar las cantidades elementa- p a r a v a l o r a r l a s c a n t i d a d e s e le r e s e t n a u s é a b o n d e s q u ’ y j e t - les y nauseabundas, que en ella m e n t a l e s y n a u s e a b u n d a s t e n t les atmosphères catarrhales d e s c a r g a n , l a s a t m ó s f e r a s q u e d e s p i d e n l a s a t m ó s f e et sui generis de chaque pension- catarrales y sui génesis de cada r a s c a t a r r a l e s y sui generis de naire, jeune ou vieux. Eh bien! mal- huésped, joven o viejo. Bueno, cada huésped, joven o viejo. Pues gré ces plates horreurs, si vous le pues a pesar de esos horrores, si bien: a pesar de estos horrores, si compariez à la salle à manger, qui l a c o m p a r a s e n c o n e l c o m e d o r se le compara con el comedor, lui est contiguë, vous trouveriez ce contiguo, esta sala les parecería que está contiguo, se encuentra salon élégant et parfumé comme elegante y perfumada, como debe este salón elegante y perfumado como un tocador * de mujer. doit l’être un boudoir. X ser un vestidor de señora. C e t t e s a l l e , e n t i è r e m e n t Esta otra sala, de paredes completa- Este comedor, completamente cub o i sée, fut jadis peinte en une mente cubiertas de madera, estuvo bierto de madera, estuvo algún couleur indistincte aujourd’hui, antaño pintada de un color, indesci- tiempo pintado de un color ya hoy qui forme un fond sur lequel la frable hogaño, que forma un fondo imposible de precisar, sobre el crasse a imprimé ses couches de sobre el que la grasa ha imprimido sus cual las manchas de grasa d i b u manière à y dessiner des figures capas, de modo que éstas dibujan so- j a n c a p r i c h o s a s f i g u r a s . S o bizarres. Elle est plaquée de buf- bre la madera extrañas figuras. Está b r e l o s g r a s i e n t o s a p a r a d o fets gluants sur lesquels sont des provista de aparadores pringosos r e s , a d o s a d o s a l a s p a r e d e s , carafes échancrées, ternies, des adosados a las paredes, sobre los que s e v e n g a r r a f a s c o n b o r d e s ronds de moiré métallique, des hay jarras desportilladas, empañadas, m e t á l i c o s , p i l a s d e p l a t o s d e piles d’assiettes en porcelaine fuentes de porcelana metálica y pilas p o r c e l a n a o r d i n a r i a c o n b o r é p a i s s e , à b o r d s b l e u s , f a b r i - de platos de porcelana dura con bor- d e s a z u l e s , f a b r i c a d o s e n quées à Tournai. Dans un angle des azules, fabricados en Tournai. En To u r n a i . En uno de los rincones est placée une boite à cases nu- una esquina hay una caja con casi- está colocada una caja con deparmérotées qui sert à garder les lleros numerados que sirve para tamentos numerados, que sirve serviettes, ou tachées ou vineu- guardar las servilletas sucias o para guardar las servilletas sucias ses, de chaque pensionnaire. Il vinosas de cada pensionista. Allí se y vinosas de cada huésped. Hay, s ’ y r e n c o n t r e d e c e s m e u b l e s encuentran esos muebles indestruc- además de esos muebles indesindestructibles, proscrits par- tibles, rechazados ya en todas par- tructibles, proscritos de todas partout, mais placés là comme le tes, pero colocados aquí como los tes, colocados aquí como los dessont les débris de la civilisation despojos de la civilización están en pojos de la civilización en los aux Incurables. Vous y verriez los Incurables (10). Allí verán un Incurables. Veríais un barómetro un baromètre à capucin qui sort barómetro de capuchino que sale con un capuchino que sale cuanq u a n d i l p l e u t , d e s g r a v u r e s cuando llueve, grabados horrorosos do llueve; grabados execrables exécrables qui ôtent l’appétit, que quitan el apetito, todos enmarcados que quitan el apetito, todos con toutes encadrées en bois verni en madera negra barnizada con bordes marcos de madera negra y filetes à f i l e t s d o r é s ; u n c a r t e l * e n dorados: un reloj de pared, de concha [315] dorados; un reloj de concha écaille incrustée de cuivre; un con incrustaciones de cobre, una con incrustaciones de cobre; una p o ê l e v e r t , d e s q u i n q u e t s estufa verde, quinqués de Argand, estufa pintada de verde; quinqués d ’ A r g a n d o ù l a p o u s s i è r e s e donde el polvo se combina con el de Argand, en los que el polvo se combine avec l’huile, une longue aceite, una larga mesa cubierta combina con el aceite; una gran mesa table couverte en toile cirée as- por un hule bas t a n t e g r a s i e n t o cubierta con un tapete de hule lo suficientemen* - 4. [a] (XVIIIe). Cartouche* ornemental qui entoure certaines pendules.“[b] Ornement dans les bordures (de tableaux, de cheminées).“ scullery: back kitchen where dishes are washed trascocina Pieza que está detrás de la cocina y para desahogo de ella. 6 * 2. Mueble, por lo común en forma de mesa, con espejo y otros utensilios, para el peinado y aseo de una persona. 3. Aposento destinado a este fin. 4. Caja o estuche para guardar alhajas, objetos de tocado1 o de costura, etc. tr. Ellen Marriage Calypso to the son of Ulysses, d isplayed thereon for the admiration of the boarders, and has furnished jokes these forty years to the young men who show themselves superior to their position by making fun of the dinners to which poverty condemns them. The hearth is always so clean and neat that it is evident that a fire is only kindled there on great occasions; the stone chimney-piece is adorned by a couple of vases filled with faded artificial flowers imprisoned under glass shades, on either side of a bluish marble clock in the very worst taste. The first room exhales an odor for which there is no name in the language, and which should be called the odeur de pension. The damp atmosphere sends a chill through you as you breathe it; it has a stuffy, musty, and rancid qu a l i t y ; i t p e r m e a t e s y o u r clothing; after-dinner scents seem to be mingled in it with smells from the k i t c h e n a n d a small kitchen or room at the back of a house for washing dishes etc. scullery and the reek of a hospital. It might be possible to describe it if some one should discover a process by which to distil from the atmosphere all the nauseating elements with which it is charged by the catarrhal exhalations of every individual lodger, young or old. Yet, in spite of these stale horrors, the sitting-room is as charming and as delicately perfumed as a boudoir, when compared with the adjoining dining-room. The paneled walls of that apartment were once painted some color, now a matter of conjecture, for the surface is incrusted with accumulated layers of g r i m y depo s i t , w h i c h c o v e r i t w i t h fantastic outlines. A collection of dim-ribbed glass decanters, metal discs with a satin sheen on them, and piles of blue-edged earthenw a r e p l a t e s o f To u r a i n e w a r e c o v e r t h e sticky surfaces of the sideboards that line the room. In a corner stands a box containing a set of numbered pigeonholes, in which the lodgers’ table napkins, more or less soiled and stained with wine, are kept. Here you see that indestructible furniture never met with elsewhere, which finds its way into lodging-houses much as the wrecks of our civilization drift into hospitals for incurables. You expect in such places as these to find the weather-house whence a Capuchin issues on wet days; you look to find the execrable engravings which spoil your appetite, framed every one in a black varnished frame, with a gilt beading round it; you know the sort of tortoise-shell clockcase, i n l a i d w i t h b r a s s ; t h e g r e e n s t o v e , t h e A r gand lamps, covered with oil and dust, ha v e m e t y o u r e y e s b e f o r e . T h e oilcloth which covers the long table Balzac’s Goriot sez grasse pour qu’un facétieux externe y écrive son nom en se servant de son doigt comme de style, des chaises estropiées, de petits paillassons piteux en sparterie qui se déroule toujours sans se perdre jamais, puis des chaufferettes misérables à trous cassés, à charnières défaites, dont le bois se carbonise. Pour expliquer combien ce mobilier est vieux, crevassé, pourri, tremblant, rongé, manchot, borgne, invalide, expirant, il faudrait en faire une description qui retarderait trop l’intérêt de cette histoire, et que les gens pressés ne pardonneraient pas. Le carreau rouge est plein de vallées produites par le frottement ou par les mises en couleur. Enfin, là règne la misère sans poésie; une misère économe, concentrée, râpée. Si elle n’a pas de fange encore, elle a des taches; si elle n’a ni trous ni h a il l o n s , e l l e v a t o m b e r e n pourriture*. * tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia tr. Ellen Marriage c o m o p a r a q u e u n g r a c i o s o X te grasiento para que algu i e n se pudiera is so greasy that a waggish externe will e x t e r n o e s c r i b a e n é l s u n o m - d i v e r t i r e n e s c r i b i r s u n o m b r e write his name on the surface, usb r e , u s a n d o s u d e d o c o m o s i r v i é n d o s e d e l d e d o c o m o d e ing his thumb-nail as a style. The p l u m a , s i l l a s d e s v e n c i j a d a s , un estilo; sillas estropeadas; chairs are broken-down invalids; lastimosas esterillas de espart o p e q u e ñ a s e s t e r a s q u e s e t h e w r e t c h e d l i t t l e h e m p e n m a t s deshilachándose continuamente deshilachan constantemente sin slip away from under your feet withsin terminar de deshacerse nunca, deshacerse nunca del todo; mi- out slipping away for good; and finally, además de unos míseros calentado- s e r a b l e s r e j u e l a s c o n l o s the foot-warmers are miserable wrecks, res rotos, con bisagras destrozadas, enrejillados rotos y con la made- hingeless, charred, broken away about cuya madera se carboniza. Para ra carbonizada. Para explic a r l o the holes. It would be impossible to [78] explicar hasta qué punto este v i e j o , d e t e r i o r a d o , p o d r i d o , give an idea of the old, rotten, shaky, cranky 1 colloq. eccentric, esp. obsessed with a particular theory (cranky ideas about women). 2 working badly; shaky. 3 esp. US ill-tempered or crotchety, peevish, irritable. mobiliario está viejo, reventado, temblón, roído, manco, tuerto, in- cranky, worm-eaten, halt, maimed, podrido, tembloroso, roído, man- válido, expirante que es este mobi- one-eyed, rickety, and ramshackle conco, tuerto, inválido y agonizante liario, sería necesario hacer una des- dition of the furniture without an exharía falta una descripción que re- cripción que retardaría demasiado haustive description, which would detrasaría demasiado el interés de el interés de esta historia, y las lay the progress of the story to an exesta historia, y que los impacien- gentes impacientes no lo perdona- tent that impatient people would not tes no me perdonarían. El suelo de rían. El pavimento de ladrillos ro- pardon. The red tiles of the floor are loseta roja está lleno de valles pro- jos está lleno de huecos produci- full of depressions brought about by ducidos por el desgaste o por las dos por el rozamiento ____ ____ ___ scouring and periodical renewings capas de pintura. En fin: allí reina X ___ ___ . En fin, allí reina la mi- of color. In short, there is no illusory grace la miseria sin poesía; una miseria seria sin poesía; una miseria eco- left to the poverty that reigns here; it is dire, ahorrativa, reconcentrada, raída. Si X nómica, concentrada, rapada. Si parsimonious, concentrated, threadbare povt o d a v í a n o t i e n e f a n g o , t i e n e no se ha convertido aún en barro, tie- erty; as yet it has not sunk into the manchas, si no tiene agujeros ni ne ya sus baches; s i n o t i e n e n i mire, it is only splashed by it, and * va a convertirse en friable harapos va a caer apolillada* de agujeros ni a n d r a j os, va a caer though not in rags as yet, its clothing un momento a otro. de podredumbre**. is ready to drop to pieces. POURRITURE - 1. Altération profonde, décomposition des tissus organiques (- Putréfaction); état de ce qui est pourri (- Corruption, décomposition).“- 2. (V. 1190). Par ext. (Une, des pourritures). Ce qui est complètement pourri.“- 3. Par ext. (Avec un compl. de n.). Se dit de maladies qui attaquent et détruisent les tissus.“- 4. (1789). Abstrait. État de grande corruption morale.“- 5. (Une, des pourritures). Personne corrompue.FRIABLE :Qui peut facilement se réduire en menus fragments, en poudre, en poussière. PODREDUMBRE 1. f. Putrefacción o corrupción material de las cosas. [Mejor DESCOMPOSICIÓN , DESINTEGRACIÓN, DESMENUZAMIENTO que no tienen conotaciones olfativas desagradables o friable que se desmenuza fácilmente friable 1. n. easily broken into small fragments or reduced to powder; easily crumbled or pulverized <friable soil> 2 ad.light, sandy, crumbling Cette pièce est dans tout son lustre au moment où, vers sept heures du matin, le chat de madame Vauquer précède sa maîtresse, saute sur les buffets, y flaire le lait que contiennent plusieurs jattes couvertes d’assiettes, et fait entendre son rourou matinal. Bientôt la veuve se montre, attifée de son bonnet de tulle sous lequel pend un tour de faux cheveux mal mis; elle marche en traînassant ses pantoufles grimacées. Sa face vieillotte, grassouillette, du milieu de laquelle sort un nez à bec de perroquet; ses petites mains potelées, sa personne dodue comme un rat d’église, son corsage trop plein et qui flotte, sont en harmonie avec cette salle où suinte le malheur, où s’est blottie la spéculation et dont madame Vauquer respire l’air chaudement fétide sans en être écoeurée. Sa figure fraîche comme une première gelée d’automne, ses yeux ridés, dont l’expression passe du sourire prescrit aux danseuses à l’amer renfrognement de l’escompteur, enfin toute sa personne explique la pension, comme la pension implique sa personne. Le bagne ne va pas sans l’argousin, vous n’imagineriez pas État d'un corps bien en chair, un peu gras l’un sans l’autre. L’embonpoint blafard de cette petite femme est le produit de cette vie, comme le typhus est la conséquence des exhalaisons d’un hôpital. Son jupon de laine tricotée, qui dépasse sa première jupe faite avec une vieille robe, et dont la ouate s’échappe par les fentes de l’étoffe lézardée, résume le salon, la salle à manger, le jardinet, annonce la cuisine et fait pressentir les pensionnaires. Quand elle est là, ce spectacle est complet. Agée d’environ cinquante ans, madame Vauquer ressemble à toutes les femmes qui ont eu des malheurs. Elle a l’oeil vitreux, l’air innocent d’une entremetteuse ** Este lugar está en todo su apogeo a eso de las siete de la mañana, cuando el gato de la señora Vauquer, precediendo a su dueña, salta sobre los aparadores, olfatea la leche que contienen varias jarras cubiertas con platos, dejando oír su rezongueo matinal. Pronto aparece la viuda tocada con su cofia de tul, bajo la cual pende un moño postizo mal colocado, arrastrando sus agujereadas zapatillas. Su faz, vieja y regordeta, del medio de la cual sale una nariz en forma de pico de loro; sus manecitas gordezuelas, su cuerpo rollizo co m o e l d e u n a r a t a d e i g l e s i a , armonizan con esta sala que destila desgracia, en la que se agazapa la especulación, y en la que la señora Vauquer respira, sin sentir náuseas, el aire caliente y fétido. Su cara fresca como una primera helada de otoño; sus ojos arrugados, cuya expresión pasa de la sonrisa convencional [316] de las bailarinas al amargo ceño del usurero; toda su persona, en fin, explica la posada, como la posada explica su persona. El presidio no marcha sin el carcelero, y no es posible imaginarse al uno sin el otro. La gordura fofa de esta mujercita es el producto de esta vida, como el tifus es la consecuencia de las emanaciones de un hospital. Su refajo de punto, que sale por debajo de su falda, hecha con un vestido viejo, y en la cual el forro se escapa por los agujeros del tejido deshilachado, resume el salón, el comedor, el jardincito, anuncia la cocina y hace presentir los huéspedes. Cuando ella está allí, el espectáculo es completo. La señora Vauquer, que frisa en los cincuenta, se parece a todas las mujeres que han tenido desgracias. Tiene la mirada vidriosa, el aire inocente de Esta habitación se muestra en todo su esplendor en el momento en que, sobre las siete de la mañana, el gato de la señora Vauquet precediendo a su ama, salta sobre los aparadores, olfatea la leche que contienen varias jarras cubiertas con platos y deja oír su ronroneo matinal. Enseguida aparece la viuda adornada con su gorrito de tul del que pende un rodete de pelo artificial mal colocado; camina arrastrando las zapatillas deformadas. Su rostro envejecido, gordezuelo, de cuyo centro arranca una nariz de pico de loro: sus manos pequeñitas, regordetas, su cuerpo gordito como una rata de iglesia, su busto demasiado grande que se bambolea, están en armonía con esta sala, que destila desgracia, donde se agazapa la especulación y cuyo aire dulcemente fétido respira la señora Vauquer sin sentirse por ello descorazonada. Su cara fría como la primera helada otoñal: sus ojos arrugados, cuya expresión pasa de la sonrisa tímida de las bailarin a s a l a m a rg o e n f u r r u ñ a r s e d e l p restamista, en fin toda su persona explica la pensión, como la pensión implica su persona. La cárcel no existe sin carcelero, no se puede imaginar la una sin el otro. La gordura blancuzca de esta mujeruca es el producto de esta vida, como el tifus es la consecuencia de las exhalaciones de un hospital. Su saya de lana tejida con agujas, que sobresale por debajo de la falda confeccionada con un vestido viejo y cuyo forro se escapa por los rotos del tejido desgastado, resume el salón, el comedor, el jardincito, anuncia la cocina y hace presentir sus huéspedes. Cuando la dueña está allí, el espectáculo es completo. De cincuenta años de edad, aproximadamente, la señora Vauquer se parece a todas las mujeres que han parado calamidades. Tiene los ojos vidriosos y el aire inocente 7 This apartment is in all its glory at seven o’clock in the morning, when Mme. Vauquer’s cat appears, announcing the near approach of his mistress, and jumps upon the sideboards to sniff at the milk in the bowls, each protected by a plate, while he purrs his morning greeting to the world. A moment later the widow shows her face; she is tricked out in a net cap attached to a false front set on awry, and shuffles into the room in her slipshod fashion. She is an oldish woman, with a bloated countenance, and a nose like a parrot’s beak set in the middle of it; looking well-fed and comfortable her fat little hands (she is as sleek as a church rat) and her shapeless, slouching figure are in keeping with the room that reeks of misfortune, where hope is reduced to speculateforthemeaneststakes.Mme.Vauqueralonecan breathe that tainted air without being disheartened by it. Her face is as fresh as a frosty morning in autumn; there are wrinkles about the eyes that vary in their expression from the set smile of a ballet-dancer to the dark, suspicious scowl of a discounter of bills; in short, she is at once the embodiment and interpretation of her lodging-house, as surely as her lodging-house implies the existence of its mistress. You can no more imagine the one without the other, than you can think of a jail without a turnkey. The unwholesome corpulence of the little woman is produced by the life she leads, just as typhus fever is bred in the tainted air of a hospital. The very knitted woolen petticoat that she wears beneath a skirt made of an old gown, with the wadding protruding through the rents in the material, is a sort of epitome of the sitting-room, the dining-room, and the little garden; it discovers the cook, it foreshadows the lodgers—the picture of the house is completed by the portrait of its mistress. Mme. Vauquer at the age of fifty is like all women who “have seen a deal of trouble.” She has the glassy eyes and innocent air of a trafficker in flesh and blood, who will wax virtuously indignant to obtain a higher price for her services, but who is quite ready to be- Balzac’s Goriot tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia tr. Ellen Marriage qui va se gendarmer pour se faire payer plus cher, mais d’ailleurs prête à tout pour adoucir son sort, à livrer Georges ou Pichegru, si Georges ou Pichegru étaient encore à livrer. Néanmoins, elle est bonne femme au fond, disent les pensionnaires, qui la croient sans fortune en l’entendant geindre et tousser comme eux. Qu’avait été monsieur Vauquer? Elle ne s’expliquait jamais sur le défunt. Comment avait-il perdu sa fortune? Dans les malheurs, répondait-elle. Il s’était mal conduit envers elle, ne lui avait laissé que les yeux pour pleurer, cette maison pour vivre, et le droit de ne compatir à aucune infortune, parce que, disait-elle, elle avait souffert tout ce qu’il est possible de souffrir. En entendant trottiner sa maîtresse, la grosse Sylvie, la cuisinière, s’empressait de servir le déjeuner des pensionnaires internes. de una celestina que se hace la digna para cobrar más, pero dispuesta a todo sin embargo, con tal de mejorar su suerte, a entregar a Jorge o a Pichegru si aún no hubieran sido entregados (11). A pesar de todo, en el fondo es una buena mujer, [79] dicen los clientes de la pensión, que la consideran una pobre desgraciada, al oírla gemir y toser como ellos mismos. ¿Quién había sido la señora Vauquer? No hablaba nunca de su difunto esposo. ¿Cómo había perdido sus bienes? Por malas rachas, respondía ella. Se había portado muy mal con ella, no le había dejado más que los ojos para llorar, esta casa para vivir, y el derecho de no compadecerse de ningún infortunio, porque, según decía ella, había sufrido ya todo lo que se puede sufrir. Al oír el trotecillo de su ama, la gorda Silvia, la cocinera, se apresuraba a servir el desayuno de los huéspedes internos. una alcahueta que se enfurruña para hacerse pagar mejor, pero por lo demás, dispuesta a cualquier cosa con tal de dulcificar su suerte. A pesar de todo, es buena en el fondo dicen los huéspedes, que la creen sin fortuna al oírla gemir y toser como ellos. ¿Qué habrá sido la señora Vauquer? Jamás se la oye hablar del difunto. ¿Cómo había perdido su fortuna? «En las desgracias», respondía. Su marido se había conducido mal con ella, no habiéndole dejado otra cosa más que los ojos para llorar, esta casa para vivir, y el derecho de no compartir ningún infortunio, porque según ella, había sufrido todo cuanto es posible sufrir. Al oír trajinar a su dueña, Sylvie, la cocinera, con toda su gordura, se apresuraba a servir el desayuno a los huéspedes internos. tray a Georges or a Pichegru, if a Georges or a Pichegru were in hiding and still to be betrayed, or for any other expedient that may alleviate her lot. Still, “she is a good woman at bottom,” said the lodgers who believed that the widow was wholly dependent upon the money that they paid her, and sympathized when they heard her cough and groan like one of themselves. W h a t h a d M . Va u q u e r b e e n ? T h e lady was never very explicit on this head. How had she lost her money? “ T h r o u g h t r o u b l e , ” w a s h e r a n s w e r. H e h a d t r e a t e d h e r b a d l y, h a d l e f t h e r nothing but her eyes to cry over his c r u e l t y, t h e h o u s e s h e l i v e d i n , a n d t h e p r i v i l e g e o f p i t y i n g n o b o d y, b e c a u s e , s o s h e w a s w o n t t o s a y, s h e herself had been through every possible misfortune. Sylvie, the stout cook, hearing her mistress’ shuffling footsteps, hastened to serve the lodgers’ breakfasts. Généralement les pensionnaires externes ne s’abonnaient q u ’ a u d î n e r, q u i c o û t a i t t r e n t e francs par mois. A l’époque où cette histoire commence, les internes étaient au nombre de sept. Le premier étage contenait les deux meilleurs appartements de la maison. Madame Vauquer habitait le moins c o n s i d é r a b l e, e t l’autre appartenait à madame Couture, veuve d’un Commissaire-Ordonnateur de la République française. Elle avait avec elle une très jeune personne, nommée Victorine Taillefer, à qui elle servait de mère. La pension de ces deux dames montait à dix-huit cents francs. Les deux appartements du second étaient occupés, l’un par un vieillard nommé Poiret; l’autre, par un homme âgé d’environ quarante ans, qui portait une perruque noire, se teignait les favoris, se disait ancien négociant, et s’appelait m o n s i e u r Va u t r i n . Le troisième étage se composait de quatre chambres, dont deux étaient louées, l’une par une vieille fille nommée mademoiselle Michonneau, l’autre par un ancien fabricant de vermicelles, de pâtes d’Italie et d’amidon, qui se laissait nommer le père Goriot. Le s d e u x a u t r e s c h a m b r e s étaient destinées aux oiseaux de passage, à ces infortunés étudiants qui, comme le père Goriot et mademoiselle M i c h o n n e a u , ne pouvaient mettre que quarante-cinq francs par mois à leur nourriture et à leur logement; mais madame Vauquer souhaitait peu leur présence et ne les prenait que quand elle ne trouvait pas mieux: ils mangeaient trop de pain. Por lo general, los clientes externos sólo se abonaban a las comidas, que costaban 30 francos al mes. En la época en que comienza esta his t o r i a , l o s i n t e r n o s e r a n s i e t e . En el primer piso se encontraban las dos mejores habitacion e s d e l a c a s a . L a s e ñ o r a Va u quer ocupaba la menos grande , y la otra pertenecía a la señora Couture, viuda de un comisario ordenador de la República Francesa. Vivía con una chica muy joven llamada Victorine Taillefer, quien hacía las veces de madre. La pensión de estas dos señoras ascendía a 1.800 francos. Las dos habitaciones del segundo piso estaban ocupadas, una por un viejo llamado Poiret, otra por un hombre de unos cuarenta años con peluca negra, que se teñía el bigote, y decía que era hombre de negocios retirado, y se llam a b a Va u t r i n . El tercer piso se componía de cuatro habitaciones, dos de las cuales estaban alquiladas, una por una vieja solterona llamada Michonneau; otra, por un antiguo fabricante de pasta italiana y de almidón y que se dejaba llamar tío Goriot. Las otras dos habitaciones estaban destinadas a las aves de paso, a esos desafortunados estudiantes que, como el tío Goriot y la señorita Michonneau no podían gastarse más que cuarenta y cinco francos al mes, en alojamiento y c o m i d a ; p e r o l a s e ñ o r a Va u quer no deseaba mucho su presencia y sólo los admitía cuando no le quedaba más remedio: comían demasiado pan. Generalmente, los huéspedes externos no se abonaban más que a la cena, que costaba treinta francos al mes. En la época en que comienza esta historia los huéspedes internos eran siete. En el primer piso estaban los dos mejores cuartos de la casa. La señora Vauquer ocupaba el menos importante, y el otro pertenecía a la señora Couture, viuda de un comisario ordenador de la República franceses. [317] Vivía con ella una joven llamada Victorine Taillefer, de quien hacía de madre. El hospedaje de estas dos señoras ascendía a mil ochocientos francos. De las dos habitaciones del segundo piso, la una estaba ocupada por un viejo llamado Poiret; la otra, por un hombre de unos cuarenta años, que llevaba una peluca negra y se teñía las patillas, antiguo negociante, según él, y que se l l a m a b a e l s e ñ o r Va u t r in. El tercer piso se componía de cuatro habitaciones, de las cuales dos estaban alquiladas, una por una solterona llamada la señorita Michonneau y la otra por un antiguo fabricante de fideos, de pastas de Italia y de almidón, que se dejaba llamar papá Goriot. Los otros dos cuartos estaban destinados a los pájaros de paso, a infortunados estudiantes que, como papá Goriot y la señorita Michonneau, no podían pagar más que cuarenta y cinco francos mensuales por alimentación y vivienda; pero l a s e ñ o r a Va u q u e r d e s e a b a poco su presencia y solamente los tomaba cuando no encontraba cosa mejor: según ella, comían demasiado pan. ______________________________________________________ ___________________________________________________________ ___________________________________________________________ __________________________ At the time when this story begins, the lodging-house c o n t a i n e d seven inmates. The best rooms in t h e h o u s e w e r e o n t h e f i r s t s t o r y, M m e . Va u q u e r h e r s e l f o c c u p y i n g the least i m p o r t a n t, while the rest were let to a Mme. Couture, the widow of a commissary-general in t h e s e r v i c e o f t h e R e p u b l i c . Wi t h h e r l i v e d Vi c t o r i n e Ta i l l e f e r, a schoolgirl, to whom she filled the p l a c e o f m o t h e r. T h e s e t w o l a d i e s paid eighteen hundred francs a year. The two sets of rooms on the second floor were respectively occupied by an old man named Poiret and a man of forty or thereabouts, the wearer of a black wig and dyed whiskers, who gave out that he was a retired merchant, and was add r e s s e d a s M . Va u t r i n . Tw o o f t h e f o u r r o o m s o n t h e third floor were also let—one t o a n e l d e r l y s p i n s t e r, a M l l e . Michonneau, and the other to a retired manufacturer of vermicelli, Italian paste and starch, who allowed the others to address him as “Father Goriot.” The remaining rooms were allotted to various birds of passage, to impecunious students, who like “Father Goriot” and Mlle. Michonneau, could only muster forty-five francs a month to pay for their board and lodging. Mme. Va u q u e r h a d l i t t l e d e s i r e for lodgers of this sort; they ate too much bread, and she only took them in default of better. 8 Balzac’s Goriot tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia tr. Ellen Marriage En ce moment, l’une de ces deux chambres appartenait à un jeune homme venu des environs d’Angoulême à Paris pour y faire son Droit, et dont la nombreuse famille se soumettait aux plus dures privations afin de lui envoyer douze cents francs par an. Eugène de Rastignac, ainsi se nommait-il, était un de ces jeunes gens f a ç o n n é s a u t r a v a i l p a r le malheur, qui comprennent dès le jeune âge les espérances que leurs parents placent en eux, et qui se préparent une belle destinée en calculant déjà la portée de leurs études, et, les adaptant p a r a v a n c e a u m o u v e m e n t f u t ur de la société, pour être les premiers à la pressurer. Sans ses observations curieuses et l’adresse avec laquelle il sut se produire dans les salons de Paris, ce récit n’eût pas été coloré des tons vrais qu’il devra sans doute à son esprit sagace et à son désir de pénétrer les mystères d’une situation épouvantable, aussi soigneusement cachée par ceux qui l’avaient créée que par celui qui la subissait. En este momento, una de esas dos habitaciones correspondía a un joven, llegado de cerca de Angoulema a París, para estudiar Derecho, y cuya numerosa familia se sometía a las más duras privaciones con el fin de enviarle 1.200 francos al año. Eugenio de Rastignac, así se llamaba, era uno de esos jóvenes, obligados a trabajar por la desgracia, que comprenden, desde muy jóvenes, las esperanzas que sus padres depositan en ellos y se preparan un porvenir brillante, calculando desde el primer momento la importancia de sus estudios y adaptándolos de antemano, a los cambios futuros de la sociedad, para ser los primeros en exprimirla. Sin sus sorprendentes observaciones y la habilidad con la que supo introducirse en los salones [80] de París, est e r e l ato no habría estado matizado con tonos tan veraces, que deberá, sin duda, a su mente sagaz y a su deseo de penetrar los misterios de una situación espantosa, tan cuidadosamente ocultada por los que la habían creado, como por el que la sufría. En este momento, una de estas dos habitaciones pertenecía a un joven de Angulema que había venido a París a cursar Leyes, cuya numerosa familia se sometía a las más duras privaciones para poderle enviar mil doscientos francos anuales. Eu g é n e d e Rastignac, así se llamaba este joven, era uno de esos muchachos a quienes la desgracia acostumbra al trabajo, que comprenden desde chicos las esperanzas que en ellos ponen sus padres y que se preparan para un buen porvenir, calculando de antemano el alcance de sus estudios y su adaptación al movimiento futuro de la sociedad para ser los primeros en dominarla. Sin sus curiosas observaciones y la destreza con que supo manejarse en los salones de París, este relato no hubiera estado coloreado con tintes tan verdaderos, que los debemos, sin duda, a su espíritu sagaz y a su deseo de penetrar los misterios de una [318] situación espantosa ocultada tan cuidadosamente por los que la habían creado como por aquellos otros que la sufrían. At that time one of the rooms was tenanted by a law student, a young man from the neighborhood of Angouleme, one of a large family who pinched and starved themselves to spare twelve hundred francs a year for him. Misfortune had accustomed Eu gene de Rastignac, for that was his name, to work. He belonged to the number of young men who know as children that their parents’ hopes are centered on them, and deliberately prepare themselves for a great career, subordinating their studies from the first to this end, carefully watching the indications of the course of events, calculating the probable turn that affairs will take, that they may be the first to profit by them. But for his observant curiosity, and the skill with which he managed to introduce himself into the salons of Paris, this story would not have been colored by the tones of truth which it certainly owes to him, for they are entirely due to his penetrating sagacity and desire to fathom the mysteries of an appalling condition of things, which was concealed as carefully by the victim as by those who had brought it to pass. Au-dessus de ce troisième étage étaient un grenier à étendre le linge et deux mansardes où couchaient un garçon de peine, nommé Christophe, et la grosse Sylvie, la cuisinière. Outre les sept pensionnaires internes, madame Vauquer avait, bon an, mal an, huit étudiants en Droit ou en Médecine, et deux ou trois habitués qui demeuraient dans le quartier, abonnés tous pour le dîner seulement. La salle contenait à dîner dix-huit personnes et pouvait en admettre une vingtaine; mais le matin, il ne s’y trouvait que sept locataires dont la réunion offrait pendant le déjeuner l’aspect d’un repas de famille. Chacun descendait en pantoufles, se permettait des observations confidentielles sur la mise ou sur l’air des externes, et sur les événements de la soirée précédente, en s’exprimant avec la confiance de l’intimité. Ces sept pensionnaires étaient les enfants gâtés de madame Va u q u e r, q u i l e u r m e s u r a i t a v e c une précision d’astronome les soins et les égards, d’après le c h i ff r e d e l e u r s p e n s i o n s . U n e m ê m e c o n s i d é r a t i o n a ff e c tait ces êtres rassemblés par le hasard. Les deux locataires du second ne payaient que soixante-douze francs par mois. Ce bon marché, qui ne se r e n c o n t r e q u e d a n s l e f a u b o u rg Por encima de este tercer piso, estaban; un granero para secar la ropa y dos buhardillas, donde dormían un mozo, llamado Cristóbal y la gruesa Silvia, la cocinera. Además de los siete huéspedes fijos, la señora Vauquer tenía cada año otros ocho estudiantes de derecho, o de medicina y dos o tres clientes más, que vivían en el barrio y que estaban abonados sólo a las comidas. La sala era ocupada, a la hora de comer, por dieciocho personas y podía admitir hasta veinte; pero, por la mañana, no había allí más que siete clientes, cuya reunión tenía el aspecto, durante el desayuno, de una comida familiar. Bajaban todos en zapatillas, se permitían observaciones confidenciales sobre el modo de vestir o el aspecto de los externos y sobre los incidentes de la noche anterior, expresándose con esa confianza que da la intimidad. Aquellos siete huéspedes eran los niños mimados de la señora Vauquer, que les medía, con precisión de astrólogo, los cuidados y atenciones que les prodigaba, según el precio de sus pensiones. Una misma consideración afectaba a estos seres, reunid o s p o r e l a z a r. L o s d o s i n q u i linos del segundo, sólo pagaban setenta y dos francos al mes. Este precio, tan barato, que sólo se encuentra en el Encima de este tercer piso había un desván para tender ropa y dos buhardillas en las que dormían un criado, llamado Christophe, y Sylvie, la cocinera gorda. Además de los siete huéspedes, la señora Vauquer tenía, un año con otro, ocho estudiante s e n D e r e c h o o M e d i c i n a , y dos o tres clientes del barrio, abonados todos únicamente a la cena. El comedor contenía a esta hora dieciocho personas y podía admitir hasta una veintena; mas p o r la m a ñ a n a n o h a b ía m á s q u e siete, cuya reunión ofrecía el aspecto de una comida en familia. Bajaban en zapatillas, y cada cual se permitía hacer observaciones confidenciales sobre la facha o sobre la indumentaria de los externos y sobre los sucesos de la noche anterior, expresándose con la confianza de la intimidad. Estos siete huéspedes eran los niños mimados de la señora Vauquer, para quienes medía, con una precisión de astrónomo, los cuidados y las atenciones según el precio que pagaban. Una misma consideración se hacía ante cada uno de aquellos seres reunidos por la casualidad. Los dos huéspedes del segundo no pagaban más que setenta y dos francos por mes. Esta baratura, que no se encuentra más que en Above the third story there was a garret where the linen was hung to dry, and a couple of attics. Christophe, the man-of-all-work, slept in one, and Sylvie, the stout cook, in the other. Beside the seven inmates thus enumerated, taking one year with another, some eight law or medical students dined in the house, as well as two or three regular comers who lived in the neighborhood. There were usually eighteen people at dinner, and there was room, if need be, for twenty at Mme. Vauquer’s table; at breakfast, however, only the seven lodgers appeared. It was almost like a family party. Every one came down in dressing-gown and slippers, and the conversation usually turned on anything that had happened the evening before; comments on the dress or appearance of the dinner contingent were exchanged in friendly confidence. These seven lodgers were Mme. Va u q u e r ’s s p o i l e d c h i l d r e n . Among them she distributed, with astronomical precision, the exact proportion of respect and attention due to the varying amounts they paid for their board. One single consideration influenced all these human beings thrown together by chance. The two second-floor lodgers only paid seventy-two francs a month. Such prices as these are confined to the Faubourg 9 Balzac’s Goriot tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia S a i n t - M a r c e l , e n t r e l a B o u r b e f a u b o u rg S a n M a r c e l o , e n t r e l a el arrabal de Saint-Marceau, ene t l a S a l p ê t r i è r e , e t a u q u e l m a - B o u r b e y l a S a l p e t r i è r e , y c u y a tre la Bourbe y la Salpêtrière, y d a m e C o u t u r e f a i s a i t s e u l e e x - ú n i c a e x c e p c i ó n e r a l a s e ñ o r a de la cual únicamente se excepc e p t i o n , a n n o n c e q u e c e s p e n - C o u t u r e , i n d i c a q u e e s t o s tuaba la señora Couture, anunciasionnaires devaient être sous huéspedes debían estar bajo el ba que estos huéspedes debían l e p o i d s d e m a l h e u r s p l u s o u p e s o d e d e s g r a c i a s , m á s o m e - estar bajo el peso de desgracias nos aparentes. moins apparents. más o menos aparentes. Aussi le spectacle désolant que pré- Además el espectáculo desolador El espectáculo desolador que presentait l’intérieur de cette maison que presentaba esta casa, se repetía sentaba el interior de esta casa se se répétait-il dans le costume de ses en la vestimenta de sus parroquia- repetía en los trajes, igualmente habitués, également délabrés. Les nos, igual de gastada. Los hombres deteriorados, de los clientes. Los hommes portaient des redingotes dont llevaban levitas, de color indesci- hombres llevaban levitas de cola couleur était devenue problémati- frable, calzados, como los que se lor problemático, calzado como que, des chaussures comme il s’en tiran en las esquinas de las calles el que se echa en los rincones de jette au coin des bornes dans les quar- en los barrios elegantes, ropa in- los barrios elegantes, ropa blantiers élégants, du linge élimé, des vê- terior desgastada, trajes que no ca gastada, trajes a los que no tements qui n’avaient plus que tenían ya más que el alma. Las quedaba sino el alma. Las mujeres tenían l’âme. Les femmes avaient des ro- mujeres llevaban vestidos p a s a - vestidos pasados de moda, teñidos, bes passées reteintes, déteintes, de d o s d e m o d a , r e t e ñ i d o s , d e s - [319] desteñidos y vueltos a reteñir; vieilles dentelles raccommodées, t e ñ i d o s , v i e j a s p u n t i l l a s z u r c i - viejos encajes re m e n d a d o s , des gants glacés par l’usage, des X das, guantes endurecidos* por el X g u a n t e s g a s t a d o s p o r e l collerettes toujours rousses et des u s o , c u e l l o s s i e m p r e r o j i z o s y u s o , r i b e t e s r o j o s e n e l c u e fichus éraillés. Si tels étaient les m a n t i l l a s c o n e n g a n c h o n e s . l l o y m a n t e l e t a s r o z a d a s . Si ha b i t s , p r e s q u e t o u s m o n t r a i e n t Pero, si esa era su indumentaria, tales eran las indumentarias, en d e s c o r p s s o l i d e m e n t c h a r p e n - casi todos tenían cuerpos sólida- cambio, casi todos ellos tenían t é s , d e s c o n s t i t u t i o n s q u i mente construidos, constituciones c u e r p o s b i e n c o n s t i t u i d o s , q u e a v a i e n t r é s i s t é a u x t e m p ê t e s d e que habían resistido las tempestades habían resistido las tempestades l a v i e , d e s f a c e s f r o i d e s , d u r e s , de la vida, rostros fríos, duros, de ras- de la vida. Las caras eran frías, e ff a c é e s c o m m e c e l l e s d e s é c u s gos borrosos, como los de las mo- duras, gastadas como las de las d é m o n é t i s é s. L e s b o u c h e s f l é - nedas gastadas. Las bocas marchi- monedas viejas. Las bocas mart r i e s é t a i e n t a r m é e s d e d e n t s tas estaban armadas de dientes ávi- chitas estaban armadas de diena v i d e s . C e s p e n s i o n n a i r e s f a i - dos. Estos pensionistas hacían adi- tes ávidos. Estos huéspedes hasaient pressentir des drames ac- vinar dramas consumados o que es- cían presentir el drama, ya prec o m p l i s o u e n action; non pas de taban sucediendo, no de esos dra- térito, ya en acción; no esos draces drames joués à la lueur des mas que se representan a la luz d e mas representados a la luz de las rampes, entre des toiles peintes l as c a n d i l e j a s , e n t r e d e c o r a d o s c a n d i l e j a s , e n t r e b a m b a l i n a s , mais des drames vivants et muets, p i n t a d o s , s i n o d r a m a s v i v o s y sino esos dramas vivos y mudos, des drames glacés qui remuaient X m u d o s______ _______ q u e r e m o - e s o s d r a m a s h e l a d o s q u e c o n chaudement le coeur, des drames v í a n c á l i d a m e n t e e l c o r a z ó n , m u e v e n v i v a m e n t e e l c o r a z ó n , dramas continuos. [82] dramas continuos. continus. tr. Ellen Marriage Saint-Marcel and the district between La Bourbe and the Salpetriere; and, as might be expected, poverty, more or less apparent, weighed upon them all, Mme. Couture being the sole exception to the rule. The dreary surroundings were reflected in the costumes of the inmates of the house; all were alike threadbare. The color of the men’s coats were problematical; such shoes, in more fashionable quarters, are only to be seen lying in the gutter; the cuffs and collars were worn and frayed at the edges; every limp article of clothing looked like the ghost of its former self. The women’s dresses were faded, o l d - f a s h i o n e d , d y e d and re-dyed; they wore gloves that were glazed with hard wear, much-mended lace, dingy ruffles, crumpled muslin fichus. So much for their clothing; but, for the most part, their frames were solid enough; their constitutions had weathered the storms of l i f e ; t h e i r c o l d , h a r d f a c e s w e re worn like coins that have been withdrawn from circulation, but there were greedy teeth behind the withered lips. Dramas brought to a close or still in progress are foreshadowed by the sight of such actors as these, not the dramas that are played before the footlights and against a background of painted canvas, but dumb dramas of life, frost-bound dramas that sere hearts like fire, dramas that do not end with the actors’ lives. * no está bien visualizado la costra abrillantada de la suciedad La vieille demoiselle Michonneau gardait sur ses yeux fatigués un crasseux abat - j o u r e n t a ff e t a s v e r t , c e rclé par du fil d’archal qui aurait effarouché l’ange de la Pitié. Son châle à franges maigres et pleurardes semblait couvrir un squelette, tant les formes qu’il cachait étaient anguleuses. Quel acide avait dépouillé cette créature de ses formes féminines? elle devait avoir été jolie et bien faite: était-ce le vice, le chagrin, la cupidité? avait-elle trop aimé, avaitelle été marchande à la toilette, ou seulement courtisane? Expiait-elle les triomphes d’une jeunesse insolente au-devant de laquelle s’étaient rués les plaisirs par une vieillesse que fuyaient les passants? Son regard blanc donnait froid, sa figure rabougrie menaçait. Elle avait la voix clairette d’une cigale criant dans son buisson aux approches de l’hiver. Elle disait avoir pris soin d’un vieux monsieur affecté d’un catarrhe à la vessie et abandonné par ses enfants, qui l’avaient cru sans ressource. Ce vieillard lui avait légué mille francs La vieja señorita Michonneau, llevaba sobre los ojos, una astrosa visera d e t a f e t á n v e r d e , a r m a da con alambre , que habría espantado al ángel de la Piedad. Su chal de rayas estrechas y lloronas, parecía cubrir un esqueleto, de tan angulosas que eran las formas que cubría. ¿Qué ácido había despojado a esta criatura de sus formas femeninas? Debía de haber sido bonita y bien hecha. ¿Había sido el vicio, la pena o la avaricia? ¿Había amado con exceso? ¿Había sido ramera o sólo cortesana? ¿Expiaba los triunfos de una juventud insolente, ante la que se habían atropellado los placeres, con una vejez, de la que huían los transeúntes? Su mirada blanca daba miedo, su rostro descarnado amenazaba. Tenía la voz aguda de una cigarra gritando en su matorral al aproximarse el invierno. Decía haber estado cuidando a un señor, aquejado de catarro en la vejiga y al que sus hijos habían abandonado, por creerle sin recursos económicos. Este viejo le había legado una renta X La ______ solterona Michonneau llevaX ba sobre sus ojos cansados una _____ visera de tafetán verde ribeteada por un alambre, capaz de asustar al ángel de la piedad. X S u c h a l , d e s h i l achado, parecía cubrir un esqueleto: de tal manera eran angulosas las formas que cubría. ¿Qué ácido había corroído X ________ sus formas femeninas? Debía, sin embargo, haber sido bonita y bien hecha. ¿Era el vicio, los desengaños, la avaricia? ¿Había amado demasiado? ¿Había sido cortesana? ¿Expiaba los triunfos de una juve n t u d i n s o l e n t e , d a d a a l p l a c e r, c o n u n a v e j e z q u e ahuyentaba a los transeúntes? S u m i r a d a d e s c o l o rida daba frío; su cara arrugada amenazaba. Tenía la voz chillona de una cigarra que canta en su breña al aproximarse el invierno. Según ella, había cuidado a un viejo señor que padecía un catarro a la vejiga, y a quien habían abandonado s u s h i j o s creyéndole sin recursos. Este anciano le había legado mil francos de 10 Mlle. Michonneau, that elderly young lady, screened her weak eyes from the daylight by a soiled green silk shade with a rim of brass, an object fit to scare away the Angel of Pity himself. Her shawl, with its scanty, draggled fringe, might have covered a skeleton, so meagre and angular was the form beneath it. Yet she must have been pretty and shapely once. What corrosive had destroyed the feminine outlines? Was it trouble, or vice, or greed? Had she loved too well? Had she been a secondhand clothes dealer, a frequenter of the backstairs of great houses, or had she been merely a courtesan? Was she expiating the flaunting triumphs of a youth overcrowded with pleasures by an old age in which she was shunned by every passer-by? Her vacant gaze sent a chill through you; her shriveled face seemed like a menace. Her voice was like the shrill, thin note of the grasshopper sounding from the thicket when winter is at hand. She said that she had nursed an old gentleman, ill of catarrh of the bladder, and left to die by his children, who thought that he had nothing left. His bequest to her, a life annuity of a thousand francs, was Balzac’s Goriot tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia tr. Ellen Marriage de rente viagère, périodiquement disputés par les héritiers, aux calomnies desquels elle était en butte. Quoique le jeu des passions eût ravagé sa figure, il s’y trouvait encore certains vestiges d’une blancheur et d’une finesse dans le tissu qui permettaient de supposer que le corps conservait quelques restes de beauté. vitalicia de 1.000 francos, que, periódica- renta vital i c i a. _____ ___ _____ mente le disputaban los herederos, hacién- X _____ _________ ________ ___ ____ dola objeto de sus calumnias. Aunque el jue- ____ ______ Aunque las pasiones hago de las pasiones hubiera estragado su ros- bían dejado huellas en su cara, tetro se veían en él, todavía, ciertos vestigios nía todavía vestigios de una blande una blancura y una finura de piel que per- cura y finura de tez que permitían supomitían suponer que el cuerpo conservaba aún ner que el cuerpo conservaba aún algualgunos restos de belleza. nos restos de belleza. p er i o d i c a l l y d i s p u t e d b y h i s h e i r s , w h o m ingled slander with their persecutions. In spite of the ravages of conflicting passions, her face retained some traces of its former fairness and fineness of tissue, some vestiges of the physical charms of her youth still survived. Monsieur Poiret était une espèce de mécanique. En l’apercevant s’étendre comme une ombre grise le long d’une allée au Jardin des Plantes, la tête couverte d’une vieille casquette flasque, te n a n t à p e i n e s a c a n n e à pomme d’ivoire jauni dans sa main, laissant flotter les pans f l é t r i s d e sa redingote qui cachait mal une culotte presque vide, et des jambes en bas bleus qui flageolaient comme celles d’un homme ivre, montrant son gilet blanc sale et son jabot de grosse mousseline recroquevillée qui s’unissait imparfaitement à sa cravate cordée autour de son cou de dindon, bien des gens se demandaient si cette ombre chinoise appartenait à la race audacieuse des fils de Japhet qui papillonnent sur le boulevard Italien. Quel travail avait pu le ratatiner ainsi? quelle passion avait bistré sa face bulbeuse, qui, dessinée en caricature, aurait paru hors du vrai? Ce qu’il avait été? mais peut-être avait-il été employé au Ministère de la Justice, dans le bureau où les exécuteurs des hautes oeuvres envoient leurs mémoires de frais, le compte des fournitures de voiles noirs pour les parricides, de son pour les paniers, de ficelle pour les couteaux. Peut-être avait-il été receveur à la porte d’un abattoir, ou sous-inspecteur de salubrité. Enfin, cet homme semblait avoir été l’un des ânes de notre grand moulin social, l’un de ces Ratons parisiens qui ne connaissent même pas leurs Bertrands, quelque pivot sur lequel avaient tourné les infortunes ou les saletés publiques, enfin l’un de ces hommes dont nous disons, en les voyant: Il en faut pourtant comme ça. Le beau Paris ignore ces figures blêmes de souffrances morales ou physiques. Mais Paris est un véritable océan. Jetez-y la sonde, vous n’en connaîtrez jamais la profondeur. Parcourez-le, décrivez-le! quelque soin que vous mettiez à le parcourir, à le décrire; quelque nombreux et intéressés que soient les explorateurs de cette mer, il s’y rencontrera toujours un lieu vierge, un antre inconnu, des fleurs, des perles, des monstres, quelque chose d’inouï, oublié par les plongeurs littéraires. La Maison-Vauquer est une de ces monstruosités curieuses. El señor Poiret era una especie de mecánico. Al verlo derramarse como una sombra gris a lo largo de una vereda del Jardín-de-las-Plantas, con la cabeza cubierta por una vieja boina raída, sosteniendo en la mano, trabajosamente, su bastón con empuñadura de marfil amarillento, dejando flotar los faldones marchitos de su levita, que mal cubría un pantalón casi vacío y unas piernas con medias azules, que temblequeaban como las de un beodo, mostrando su chaleco blanco sucio y su gorguera de gruesa muselina rizada, que se unía imperfectamente a su corbata atada, como una cuerda, a su cuello de pavo. Mucha gente, se preguntaba si esta sombra chinesca pertenecía a la raza audaz de los hijos de Jafet (12), [83] que mariposean por el bulevar italiano. ¿Qué trabajo habría podido acartonarlo así? ¿Qué pasión había abrillantado su rostro que habría parecido inverosímil, si se hubiera hecho de él una caricatura? ¿Qué había sido? Tal vez había estado empleado en el ministerio de justicia, en el despacho donde los ejecutores de las penas capitales, mandan sus facturas, la cuenta de los velos negros para los parricidas, salvado para los cestos, la cuerda para las cuchillas (13). Tal vez había sido cobrador a la puerta de un matadero o subinspector de sanidad. En una palabra, este hombre, parecía uno de los burros de nuestro gran molino social, uno de esos Ratones parisinos que ni siquiera conocen a sus Bertrandt (14) algún pivote, alrededor del cual, habían girado las desgracias o las suciedades públicas, en fin, uno de esos hombres de los que decimos al verlos: sin embargo, hace falta gente como ésta. El buen París ignora esos rostros, pálidos de sufrimientos morales o físicos. Pero París es un verdadero océano, echad la sonda en él, jamás conoceréis su profundidad. Recórranlo, descríbanlo. Por mucho cuidado que tengan en recorrerlo o en describirlo; por muy numerosos e interesados que sean los exploradores de este mar, siempre se hallará en él, un lugar virgen, un antro desconocido, flores, perlas, monstruos, algo inaudito, olvidado por los submarinistas literarios. La casa Vauquer es una de esas monstruosidades curiosas. El señor Poiret era una especie de mecánico. Viéndole deslizarse como una sombra gris a lo largo de un paseo [320] del jardín de plantas, la cabeza cubierta con una gorra vieja y raída, sosteniendo apenas su bastón de mango de marfil, que la mano había amarilleado; dejando flotar los faldones arrugados de su levita, que ocultaba mal unos pantalones, casi vacíos, y las piernas con medias azules que titubeaban como las de un borracho; mostrando su chaleco blanco, sucio, su cuello arrugado, que se unía imperfectamente a su corbata arrollada alrededor de su cuello de pavo, muchas gentes se preguntaban si esta sombra chinesca pertenecía a la raza audaz de los hijos de Jafet que pululan por el boulevard Italiano. ¿Qué trabajo había podido acartonarle así? ¿Qué pasión había desfigurado su faz bulbosa que, dibujada en caricatura, hubiera parecido inverosímil? ¿Qué había sido? Quizá empleado en el ministerio de Justicia, en la oficina a la que envían sus minutas los magistrados, las cuentas de provisiones de velos negros para los parricidas, de salvados para los cestos, de cuerdas para las cuchillas. Acaso había sido recaudador a la puerta de algún matadero, o subinspector de salubridad. En fin, este hombre parecía haber sido un asno de nuestro gran molino social, uno de esos ratones parisienses que ni siquiera conocen sus Bertranes, algún eje sobre el que habían girado las desgracias o las porquerías públicas; en fin, uno de esos hombres a quienes decimos al verlos: El todo París ignora estas figuras lívidas de sufrimientos morales o físicos. Pero París es un verdadero océano. Ya podéis echar la sonda: nunca encontraréis fondo. Recorredlo, describidlo. Por mucho cuidado que en esto pongáis, por numerosos y tenaces que sean los exploradores de este mar, siempre se encontrará un lugar virgen, un antro desconocido que descubra flores, perlas, monstruos, algo extraordinario olvidado por los bazos literarios. La casa Vauquer es una de esas monstruosidades curiosas. [321] M. Poiret was a sort of automaton. He might be seen any day sailing like a gray shadow along the walks of the Jardin des Plantes, on his head a shabby c a p , a c a n e w i t h a n o l d yellow ivory handle in the tips of his thin fingers; the outspread skirts of his threadbare overcoat failed to conceal his meagre figure; hisbreecheshunglooselyonhisshrunken limbs; the thin, blue-stockinged legs trembled like those of a drunken man; there was a notable breach of continuity between the dingy white waistcoat and crumpled shirt frills and the cravat twisted about a throat like a turkey gobbler’s; altogether, his appearance set people wondering whether this outlandish ghost belonged to the audacious race of the sons of Japhet who flutter about on the Boulevard Italien. What devouring kind of toil could have so shriveled him? What devouring passions had darkened that bulbous countenance, which would have seemed outrageous as a caricature? What had he been? Well, perhaps he had been part of the machinery of justice, a clerk in the office to which the executioner sends in his accounts,— so much for providing black veils for parricides, so much for sawdust, so much for pulleys and cord for the knife. Or he might have been a receiver at the door of a public slaughter-house, or a sub-inspector of nuisances. Indeed, the man appeared to have been one of the beasts of burden in our great social mill; one of those Parisian Ratons whom their Bertrands do not even know by sight; a pivot in the obscure machinery that disposes of misery and things unclean; one of those men, in short, at sight of whom we are prompted to remark that, “After all, we cannot do without them.” Stately Paris ignores the existence of these faces bleached by moral or physical suffering; but, then, Paris is in truth an ocean that no line can plumb. You may survey its surface and describe it; but no matter how numerous and painstaking the toilers in this sea, there will always be lonely and unexplored regions in its depths, caverns unknown, flowers and pearls and monsters of the deep overlooked or forgotten by the divers of literature. The Maison Vauquer is one of these curious monstrosities. Deux figures y formaient un contraste Dos figuras formaban allí un contraste Dos figuras contrastaban fuerte- Two, however, of Mme. Vauquer’s board- 8 11 Balzac’s Goriot frappant avec la masse des pensionnaires et des habitués. Quoique mademoiselle Victorine Taillefer eût une blancheur maladive semblable à celle des jeunes filles attaquées de chlorose, et qu’elle se rattachât à la souffrance générale qui faisait le fond de ce tableau par une tristesse habituelle, par une contenance gênée, par un air pauvre et grêle, néanmoins son visage n’était pas vieux, ses mouvements et sa voix étaient agiles. Ce jeune malheur ressemblait à un arbuste aux feuilles jaunies, franchement planté dans un terrain contraire. Sa physionomie roussâtre, ses cheveux d’un blond fauve, sa taille trop mince, exprimaient cette grâce que les poètes modernes trouvaient aux statuettes du Moyen Age. Ses yeux gris mélangés de noir exprimaient une douceur, une résignation chrétiennes. Ses vêtements simples, peu coûteux, trahissaient des formes jeunes. Elle était jolie par juxtaposition. Heureuse, elle eût été ravissante: le bonheur est la poésie des femmes, comme la toilette en est le fard. Si la joie d’un bal eût reflété ses teintes rosées sur ce visage pâle; si les douceurs d’une vie élégante eussent rempli, eussent vermillonné ces joues déjà légèrement creusées; si l’amour eût ranimé ces yeux tristes, Victorine aurait pu lutter avec les plus belles jeunes filles. Il lui manquait ce qui crée une seconde fois la femme, les chiffons et les billets doux. Son histoire eût fourni le sujet d’un livre. Son père croyait avoir des raisons pour ne pas la reconnaître, refusait de la garder près de lui, ne lui accordait que six cents francs par an, et avait dénaturé sa fortune, afin de pouvoir la transmettre en entier à son fils. Parente éloignée de la mère de Victorine, qui jadis était venue mourir de désespoir chez elle, madame Couture prenait soin de l’orpheline comme de son enfant. Malheureusement la veuve du Commissaire-Ordonnateur des armées de la République ne possédait rien au monde que son douaire et sa pension; elle pouvait laisser un jour cette pauvre fille, sans expérience et sans ressources, à la merci du monde. La bonne femme menait Victorine à la messe tous les dimanches, à confesse tous les quinze jours, afin d’en faire à tout hasard une fille pieuse. Elle avait raison. Les sentiments religieux offraient un avenir à cet enfant désavoué, qui aimait son père, qui tous les ans s’acheminait chez lui pour y apporter le pardon de sa mère; mais qui, tous les ans, se cognait contre la porte de la maison paternelle, inexorablement fermée. Son frère, son unique médiateur, n’était pas venu la voir une seule tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia sorprendente, con la masa de los pensio- mente con la masa de huéspedes y nistas y de los clientes. Aunque la seño- de abonados. Victorine Taillefer, rita Victorina Taillefer tuviera una blan- que aunque de una blancura enfercura enfermiza, semejante a las de las miza, parecida a la de esas muchajóvenes aquejadas de clorosis, y que chas atacadas de clorosis, y aunque estuviese unida al sufrimiento general, por su tristeza habitual, por su aire que formaba el fondo de aquel cuadro, tímido, pobre y raquítico, armonipor una tristeza habitual, por un aspecto zara con el sufrimiento general que cohibido, por un aire pobre y frágil, sin formaba el fondo del cuadro, tenía, embargo su rostro no era viejo, sus sin embargo, una faz juvenil, voz movimientos y su voz eran ágiles. Esta agradable y movimientos ágiles. desgraciada joven parecía un árbol de Parecía uno de esos arbustos de hohojas amarillas, recién plantado en un jas amarillentas, prematuramente terreno poco propicio. Su rostro son- plantado en un terreno inadecuado. rosado, sus cabellos de un rubio leo- Su tez rojiza, sus cabellos de un runado, su cintura demasiado [84] es- bio pálido, su talle demasiado delgatrecha, expresaban esa gracia que los do, tenían esa gracia que los poetas poetas modernos veían en las modernos encuentran a las estatuas estatuillas medievales. Sus ojos gri- de la Edad Media. Sus ojos, entre ses moteados de negro expresaban una grises y negros, tenían dulzura y redulzura, una resignación cristianas. Su signación cristianas. Sus vestidos, ropa sencilla, barata, traicionaba for- simples y baratos, dibujaban sus formas jóvenes. Era bonita por yuxtapo- mas juveniles. Parecía bonita por sición. Feliz, hubiera resultado des- yuxtaposición. Feliz, hubiera sido lumbrante: la felicidad es la poesía de encantadora: la felicidad es la poelas mujeres, así como el vestido es su sía de las mujeres como el atavío es maquillaje. Si la alegría de un baile su adorno. Si la alegría de un baile hubiese reflejado sus tonos rosados en hubiera reflejado sus tintes rosados aquel rostro pálido; si las mieles de sobre aquella faz pálida; si las duluna vida elegante hubieran llenado y zuras de una vida elegante hubieran hubieran coloreado aquellas mejillas llenado y coloreado aquellas mejillas, ya ligeramente hundidas; si el amor un tanto hundidas; si el amor hubiera hubiera reanimado aquellos ojos tristes, reanimado aquellos ojos tristes, Victorina habría podido competir con Victorine hubiera podido competir con las jóvenes más bellas. Le faltaba las muchachas más bonitas. Le faltaba aquello que crea por segunda vez a la aquello que crea por segunda vez a la muX jer: los afeites y las cartas amorosas. mujer: trapos y cartas de amor. Su historia habría sido materia para Su historia podía ser el motivo de un un libro. Su padre creía tener razo- libro. Su padre creía tener razones nes para no reconocerla. No quería para no reconocerla y rehusaba tenertenerla junto a él. No le concedía la consigo. No le pasaba más que más que seiscientos francos al año seiscientos francos por año, y había y había ocultado su fortuna, para desnaturalizado su fortuna con el fin poder legársela entera a su hijo. Pa- de poderla dejar íntegra a su hijo. Par i e n t e l e j a n a d e l a m a d r e d e riente lejana de la madre de Victorina, que había ido a morir de Victorine, que vino a morir de desdesesperación a su casa, la señora esperación a su casa, la señora de Couture cuidaba de la huérfana Couture cuidaba de la huérfana como como de una hija. Por desgracia la si fuera su propia hija. Desgraciadaviuda del comisario ordenador de mente, la viuda del comisario ordepagos, de los ejércitos de la Repú- nador de los ejércitos de la Repúbliblica, no poseía en este mundo nada ca no poseía en el mundo más que su más que su viudedad y su pensión; viudez y su pensión. Un día podía podía dejar un día a esta pobre chi- dejar a la ventura a [322] esta pobre ca, sin experiencia y sin recursos, a muchacha sin experiencia y sin recurla merced del mundo. La buena mujer sos. La buena mujer llevaba a llevaba a Victorina a misa todos los do- Victorine todos los domingos a misa, mingos, a confesarse cada quince días, y cada quince días a confesar, con el para hacer de ella, en cualquier caso, X fin de hacerla _________ una muchauna chica piadosa. Tenía razón. Los cha piadosa. Tenía razón. Los sentisentimientos religiosos ofrecían un mientos religiosos ofrecían un porveporvenir a esa hija postergada, que nir a esta criatura abandonada que amaba a su padre y que todos los años amaba a su padre, y que todos los años iba a verlo para llevarle el perdón de se encaminaba a casa de éste para imsu madre; pero que, todos los años, plorarle el perdón de su madre; pero se estampaba contra la puerta de la encontraba la puerta de la casa pacasa paterna, inexorablemente cerra- terna inexorablemente cerrada. Su da. Su hermano, su único mediador, hermano, su único mediador, no hano había venido a verla ni una sola vez bía venido a verla ni una vez en cua12 tr. Ellen Marriage ers formed a striking contrast to the rest. There was a sickly pallor, such as is often seen in anaemic girls, in Mlle. Victorine Taillefer’s face; and her unvarying expression of sadness, like her embarrassed manner and pinched look, was in keeping with the general wretchedness of the establishment in the Rue Nueve-Saint-Genevieve, which forms a background to this picture; but her face was young, there was youthfulness in her voice and elasticity in her movements. This young misfortune was not unlike a shrub, newly planted in an uncongenial soil, where its leaves have already begun to wither. The outlines of her figure, revealed by her dress of the simplest and cheapest materials, were also youthful. There was the same kind of charm about her too slender form, her faintly colored face and lightbrown hair, that modern poets find in mediaeval statuettes; and a sweet expression, a look of Christian resignation in the dark gray eyes. She was pretty by force of contrast; if she had been happy, she would have been charming. Happiness is the poetry of woman, as the toilette is her tinsel. If the delightful excitement of a ball had made the pale face glow with color; if the delights of a luxurious life had brought the color to the wan cheeks that were slightly hollowed already; if love had put light into the sad eyes, then Victorine might have ranked among the fairest; but she lacked the two things which create woman a second time— pretty dresses and love-letters. A book might have been made of her story. Her father was persuaded that he had sufficient reason for declining to acknowledge her, and allowed her a bare six hundred francs a year; he had further taken measures to disinherit his daughter, and had converted all his real estate into personalty, that he might leave it undivided to his son. Victorine’s mother had died broken-hearted in Mme. Couture’s house; and the latter, who was a near relation, had taken charge of the little orphan. Unluckily, the widow of the commissarygeneral to the armies of the Republic had nothing in the world but her jointure and her widow’s pension, and some day she might be obliged to leave the helpless, inexperienced girl to the mercy of the world. The good soul, therefore, took Victorine to mass every Sunday, and to confession once a fortnight, thinking that, in any case, she would bring up her ward to be devout. She was right; religion offered a solution of the problem of the young girl’s future. The poor child loved the father who refused to acknowledge her. Once every year she tried to see him to deliver her mother’s message of forgiveness, but every year hitherto she had knocked at that door in vain; her father was inexorable. Her brother, her only means of communication, had not come to see her for four Balzac’s Goriot tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia tr. Ellen Marriage fois en quatre ans, et ne lui envoyait aucun secours. Elle suppliait Dieu de dessiller les yeux de son père, d’attendrir le coeur de son frère, et priait pour eux sans les accuser. Madame Couture et madame Vauquer ne trouvaient pas assez de mots dans le dictionnaire des injures pour qualifier cette conduite barbare. Quand elles maudissaient ce millionnaire infâme, Victorine faisait entendre de douces paroles, semblables au chant du gros pigeon sauvage ramier blessé, dont le cri de douleur exprime encore l’amour. en cuatro años, y no le enviaba tampoco ninguna ayuda. Ella suplicaba a Dios que abriera los ojos de su padre, que enterneciera el corazón de su hermano y rogaba por ellos sin acusarlos. La señora Couture y la señora Vauquer no encontraban bastantes palabras, en el diccionario de los insultos, para calificar aquel comportamiento bárbaro. Cuando ellas maldecían a aquel infame millonario, Victorina dejaba oír dulces palabras, semejantes al canto de la paloma herida, cuyo grito de dolor sigue expresando amor. tro años, y no la enviaba ningún socorro. Ella suplicaba a Dios que abriera los ojos a su padre, que enterneciese el corazón de su hermano, y rogaba por ellos sin acusarlos. En cambio la señora Couture y la señora Vauquer no encontraban en el diccionario de las injurias palabras bastantes para calificar tan bárbara conducta. Cuando estas dos señoras maldecían a aquel millonario infame, Victorine dejaba oír dulces palabras parecidas al canto de la torcaz herida cuyo grito doloroso expresa todavía el amor. years, and had sent her no assistance; yet she prayed to God to unseal her father ’s eyes and to soften her brother’s heart, and no accusations mingled with her prayers. Mme. Couture and Mme. Vauquer exhausted the vocabulary of abuse, and failed to find words that did justice to the banker ’s iniquitous conduct; but while they heaped execrations on the millionaire, Victorine’s words were as gentle as the moan of the wounded dove, and affection found expression even in the cry drawn from her by pain. Eugène de Rastignac avait un visage tout méridional, le teint blanc, des cheveux noirs, des yeux bleus. Sa tournure, ses manières, sa pose habituelle dénotaient le fils d’une famille noble, où l’éducation première n’avait comporté que des traditions de bon goût. S’il était ménager de ses habits, si les jours ordinaires il achevait d’user les vêtements de l’an passé, néanmoins il pouvait sortir quelquefois mis comme l’est un jeune homme élégant. Ordinairement il portait une vieille redingote, un mauvais gilet, la méchante cravate noire, flétrie, mal nouée de l’Etudiant, un pantalon à l’avenant et garnir de semelles neuves des bottes ressemelées. Eugenio de Rastignac tenía un Eugéne de Rastignac tenía una carostro completamente meridional, beza completamente meridional: tez piel blanca, cabello negro, ojos blanca, pelo negro y ojos azules. Su azules. Su talante, sus modales, su apostura, sus maneras, su actitud haactitud habitual, denotaban al hijo bitual descubrían al hijo de una fade una familia noble, cuya prime- milia noble, cuya primera educación ra educación no comprendía más estaba colmada de tradiciones de que tradiciones de buen gusto. Si buen gusto. Aunque le fuera necesacuidaba su ropa, si los días de dia- rio cuidar extremadamente su ropa, rio, acababa de [85] gastar los tra- y los días laborables tenía que acajes del año anterior, sin embargo, bar de usar las ropas del año anterior, podía salir a veces, tan arreglado, algunas veces podía salir vestido a la como un joven elegante. Normal- manera de un joven elegante. Ordinamente, llevaba una vieja levita, un riamente llevaba una vieja levita, un mal mal chaleco, la mala corbata ne- chaleco, la ____ corbata negra, raída y gra marchita, mal anudada, del estu- X estropeada ______ ____ del estudiante, un pantalón de acuerdo con el X diante, botas re m e n d a d a s y u n pantalón a juego con el todo. resto y botas con medias suelas. Eugene de Rastignac was a thoroughly southern type; he had a fair complexion, blue eyes, black hair. I n h i s f i g u r e , m a n n e r, a n d h i s whole bearing it was easy to see that he had either come of a noble family, or that, from his earliest childhood, he had been gently bred. If he was careful of his wardr o b e , o n l y t a k i n g l a s t y e a r ’s clothes into daily wear, still upon occasion he could issue forth as a young man of fashion. Ordinarily he wore a shabby coat and w a i s t c o a t , t h e l i m p b l a c k c r a v at, untidily knotted, that students affect, trousers that matched the rest of his costume, and boots that had been resoled. Entre ces deux personnages et les autres, Vautrin, l’homme de quarante ans, à favoris peints, servait de transition. Il était un de ces gens dont le peuple dit: Voilà un fameux gaillard! Il avait les épaules larges, le buste bien développé, les muscles apparents, des mains épaisses, carrées et fortement marquées aux phalanges par des bouquets de poils touffus et d’un roux ardent. Sa figure, rayée par des rides prématurées, offrait des signes de dureté que démentaient ses manières souples et liantes. Sa voix de basse-taille, en harmonie avec sa grosse gaieté, ne déplaisait point. Il était obligeant et rieur. Si quelque serrure allait mal, il l’avait bientôt démontée, rafistolée, huilée, limée, remontée, en disant: Ça me connaît. « Il connaissait tout d’ailleurs, les vaisseaux, la mer, la France, l’étranger, les affaires, les hommes, les événements, les lois, les hôtels et les prisons. Si quelqu’un se plaignait par trop, il lui offrait aussitôt ses services. Il avait prêté plusieurs fois de l’argent à madame Vauquer et à quelques pensionnaires; mais ses obligés seraient morts plutôt que de ne pas le lui rendre, tant, malgré son air bonhomme, il imprimait de crainte par un certain regard profond et plein de résolution. A la manière dont il lançait un jet de salive, il annonçait un sang-froid imperturbable Entre esos dos personajes y los demás, Vautrin el cuarentón, con sus bigotes teñidos, servía de transición. Era uno de esos tipos de los que el pueblo decía: «¡ahí va un buen tipo!». Tenía los hombros anchos, el tórax bien desarrollado, músculos aparentes, manos grandes, cuadradas y muy marcadas en las falanges por matas de pelo espeso y de un rojo ardiente. Su rostro, rayado por arrugas prematuras, ofrecía signos de dureza, que desmentían sus maneras suaves y afables. Su voz de bajo, en armonía con su basta alegría, no resulta antipática. Era servicial y risueño. Si alguna cerradura funcionaba mal, ya estaba él desmontándola inmediatamente, arreglándola, engrasándola, limándola y volviéndola a montar, diciendo: «¡Esto es lo mío!» Por lo demás, sabía de codo: de barcos, de mar, de Francia, del extranjero, de negocios, de hombres, de acontecimientos, de leyes, de hoteles y de cárceles. Si alguien se quejaba demasiado, le ofrecía enseguida sus servicios. Había prestado dinero, varias veces, a la señora Vauquer y a algunos huéspedes. Pero sus deudores habrían muerto, antes que dejar de devolverle lo prestado, tanto miedo inspiraba a pesar de su aire bonachón, con una mirada profunda y llena de resolución. Por la forma en que lanzaba un chorro de saliva, anunciaba una sangre fría imperturba- Vautrin (the man of forty with the dyed whiskers) marked a transition stage between these two young people and the others. He was the kind of man that calls forth the remark: “He looks a jovial sort!” He had broad shoulders, a well-developed chest, muscular arms, and strong squarefisted hands; the joints of his fingers were covered with tufts of fiery red hair. His face was furrowed by premature wrinkles; there was a certain hardness about it in spite of his bland and insinuating manner. His bass voice was by no means unpleasant, and was in keeping with his boisterous laughter. He was always obliging, always in good spirits; if anything went wrong with one of the locks, he would soon unscrew it, take it to pieces, file it, oil and clean and set it in order, and put it back in its place again; “I am an old hand at it,” he used to say. Not only so, he knew all about ships, the sea, France, foreign countries, men, business, law, great houses and prisons,—there was nothing that he did not know. If any one complained rather more than usual, he would offer his services at once. He had several times lent money to Mme. Vauquer, or to the boarders; but, somehow, those whom he obliged felt that they would sooner face death than fail to repay him; a certain resolute look, sometimes seen on his face, inspired fear of him, for all his appearance of easy good-nature. In the way he spat there was an imperturbable coolness which 9 Vautrin, el hombre de cuarenta años, era el tipo de transición entre éstos y los demás personajes. Era uno de esos hombres de los que dice el pueblo: «¡Vaya un tío!» Era [323] ancho de espaldas, el torso bien desarrollado, músculos fuertes, manos gruesas, cuadradas, con un vello es p e s o y rojizo en las falanges de los dedos. Su cara, surcada de arrugas prematuras, ofrecía rasgos de una dureza que contrastaban con sus modales ligeros y graciosos. Su voz grave, que armonizaba con su gran alegría, tenía un timbre agradable. Era atento y risueño. Si alguna cerradura se descomponía, en seguida la desmontaba, la componía, la daba aceite y la volvía a montar, diciendo: «Esto es cosa mía.» Además era entendido en todo: los barcos, el mar, Francia, el extranjero, los negocios, los hombres, los acontecimientos, las leyes, los palacios y las cárceles. Si alguien se quejaba de algo, le ofrecía inmediatamente sus servicios. Había prestado varias veces dinero a la señora Vauquer y a algunos huéspedes; pero sus deudores hubieran muerto antes que no devolvérselo: de tal manera les atemorizaba con su mirada profunda y llena de resolución, a pesar de su aire de buen hombre. Por la manera que tenía de escupir, se veían que tenía una serenidad imperturbable que 13 Balzac’s Goriot tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia tr. Ellen Marriage qui ne devait pas le faire reculer devant un crime pour sortir d’une position équivoque. Comme un juge sévère, son oeil semblait aller au fond de toutes les questions, de toutes les consciences, de tous les sentiments. Ses moeurs consistaient à sortir après le déjeuner, à revenir pour dîner, à décamper pour toute la soirée, et à rentrer vers minuit, à l’aide d’un passe-partout que lui avait confié madame Vauquer. Lui seul jouissait de cette faveur. Mais aussi était-il au mieux avec la veuve, qu’il appelait maman en la saisissant par la taille, flatterie peu comprise! La bonne femme croyait la chose encore facile, tandis que Vautrin seul avait les bras assez longs pour presser cette pesante circonférence. Un trait de son caractère était de payer généreusement quinze francs par mois pour le gloria qu’il prenait au dessert. Des gens moins superficiels que ne l’étaient ces jeunes gens emportés par les tourbillons de la vie parisienne, ou ces vieillards indifférents à ce qui ne les touchait pas directement, ne se seraient pas arrêtés à l’impression douteuse que leur causait Vautrin. Il savait ou devinait les affaires de ceux qui l’entouraient, tandis que nul ne pouvait pénétrer ni ses pensées ni ses occupations. Quoiqu’il eût jeté son apparente bonhomie, sa constante complaisance et sa gaieté comme une barrière entre les autres et lui, souvent il laissait percer l’épouvantable profondeur de son caractère. Souvent une boutade digne de Juvénal, et par laquelle il semblait se complaire à bafouer les lois, à fouetter la haute société, à la convaincre d’inconséquence avec elle-même, devait faire supposer qu’il gardait rancune à l’état social, et qu’il y avait au fond de sa vie un mystère soigneusement enfoui. ble, que no debía hacerle retroceder no debía hacerle recular ni ante un criante un crimen, para salir de una posi- men con tal de salir de una situación ción equívoca. equívoca. Como un juez severo, su mirada pareSu mirada, como la de un juez secía ir hasta el fondo de todas las cues- vero, parecía llegar al fondo de todas tiones, de todas las conciencias, de to- las cuestiones, de todas las conciencias, dos los sentimientos. Sus costumbres de todos los sentimientos. Sus costumconsistían en salir después del desayu- bres consistían en salir después de la no, volver para comer, largarse para comida, volver para cenar, vuelta a satoda la tarde y volver hacia media no- lir y retirarse a eso de media noche, che, entrando con un llavín, que le ha- abriendo con un llavín que la señora bía dado la señora Vauquer. Era el úni- Vauquer le había confiado. Era el único que disfrutaba de tal privilegio. Pero co que tenía este privilegio. Para eso también era el que mejor se llevaba con era quien gozaba de más predicamenla viuda, a la que llamaba mamá, co- to con la viuda, a quien llamaba mamá, giéndola por la cintura, ¡adulación mal cogiéndola por la cintura. Halago, en comprendida! La buena mujer creía verdad, poco comprensible. La buena aquello aún fácil, mientras que única- mujer creía que aquello era fácil, cuanmente Vautrin tenía los brazos lo do sólo los brazos de Vautrin eran lo bastante largos para estrechar aque- suficientemente largos para poder abraX zar tal ______ circunferencia. lla pesada circunferencia. Un rasgo de su carácter era pagar ge- Un rasgo de su carácter era el de panerosamente quince francos al mes por gar generosamente cinco francos el carajillo que tomaba con el postre. [324] al mes por el café con aguardienPersonas menos superficiales, de lo que te que tomaba después de comer. Generan aquellos jóvenes arrastrados por tes menos superficiales que aquellos los torbellinos de la vida parisina, o jóvenes arrastrados por el torbellino de aquellos viejos indiferentes para lo que la vida parisiense, o que aquellos vieno les afectaba directamente, no se jos indiferentes a todo cuanto no les habrían quedado con la impresión du- atañera directamente, no se hubiedosa que les causaba Vautrin. Él sabía ran contentado con la impresión duo adivinaba [86] los asuntos de los que dosa que les daba Vautrin. Mientras le rodeaban, mientras que nadie podía él conocía o adivinaba los negocios penetrar, ni sus pensamientos, ni sus de los que le rodeaban, nadie podía ocupaciones. Aunque hubiera inter- conocer ni sus pensamientos ni sus puesto su aparente campechanía, su ocupaciones. Aunque vivía atrincheconstante complacencia y su alegría, rado detrás de su aparente honradez, como una barrera, entre los demás y de su constante amabilidad y alegría, él, a menudo, dejaba entrever la espan- alguna vez se adivinaba la enorme tosa profundidad de su carácter. A me- profundidad de su carácter. A menunudo, una salida digna de Juvenal (15), do una salida digna de Juvenal, con y con la que parecía complacerse en l a q u e p a r e c í a c o m p l a c e r s e e n escarnecer las leyes, en hostigar a escarnecer las leyes o fustigar la la alta sociedad, en convencerla de alta sociedad y en acusarla de ininconsecuencia con ella misma, de- c o n s e c u e n c i a c o n s i g o m i s m a , bía hacer suponer que le tenía odio a hacía suponer que odiaba el esla sociedad establecida, y que había, tado social y que había en el fonen el fondo de su vida, un misterio d o d e s u v i d a a l g ú n m i s t e r i o celosamente guardado. cuidadosamente guardado. seemed to indicate that this was a man who would not stick at a crime to extricate himself from a false position. His eyes, like those of a pitiless judge, seemed to go to the very bottom of all questions, to read all natures, all feelings and thoughts. His habit of life was very regular; he usually went out after breakfast, returning in time for dinner, and disappeared for the rest of the evening, letting himself in about midnight with a latch key, a privilege that Mme. Vauquer accorded to no other boarder. But then he was on very good terms with the widow; he used to call her “mamma,” and put his arm round her waist, a piece of flattery perhaps not appreciated to the full! The worthy woman might imagine this to be an easy feat; but, as a matter of fact, no arm but Vautrin’s was long enough to encircle her. It was a characteristic trait of his generously to pay fifteen francs a month for the cup of coffee with a dash of brandy in it, which he took after dinner. Less superficial observers than young men engulfed by the whirlpool of Parisian life, or old men, who took no interest in anything that did not directly concern them, would not have stopped short at the vaguely unsatisfactory impression that Vautrin made upon them. He knew or guessed the concerns of every one about him; but none of them had been able to penetrate his thoughts, or to discover his occupation. He had deliberately made his apparent good-nature, his unfailing readiness to oblige, and his high spirits into a barrier between himself and the rest of them, but not seldom he gave glimpses of appalling depths of character. He seemed to delight in scourging the upper classes of society with the lash of his tongue, to take pleasure in convicting it of inconsistency, in mocking at law and order with some grim jest worthy of Juvenal, as if some grudge against the social system rankled in him, as if there were some mystery carefully hidden away in his life. Attirée, peut-être à son insu, par la force de l’un ou par la beauté de l’autre, mademoiselle Taillefer partageait ses regards furtifs, ses pensées secrètes, entre ce quadragénaire et le jeune étudiant; mais aucun d’eux ne paraissait songer à elle, quoique d’un jour à l’autre le hasard pût changer sa position et la rendre un riche parti. D’ailleurs aucune de ces personnes ne se donnait la peine de vérifier si les malheurs allégués par l’une d’elles étaient faux ou véritables. Toutes avaient les unes pour les autres une indifférence mêlée de défiance qui résultait de leurs situations respectives. Elles se savaient impuissantes à soulager leurs peines, et toutes avaient en se les contant épuisé la Atraída, quizás sin darse cuenta, por la fuerza del uno, o por la belleza del otro, la señorita Taillefer, repartía sus miradas furtivas, _____ _____entre este cuarentón y el joven estudiante; pero ninguno de los dos, parecía fijarse en ella, a pesar de que un día u otro, el azar pudiera cambiar su posición y convertirla en un buen partido. Además, ninguna de aquellas personas se tomaba la molestia de comprobar, si las desgracias alegadas por una de ellas eran falsas o verdaderas. Todas tenían, unas hacia otras, una indiferencia, mezclada con desconfianza, que era el resultado de sus respectivas situaciones personales. Se sabían impotentes para remediar sus penas y todos habían agotado al contárselas la Mlle. Taillefer felt attracted, perhaps unconsciously, by the strength of the one man, and the good looks of the other; her stolen glances and secret thoughts were divided between them; but neither of them seemed to take any notice of her, although some day a chance might alter her position, and she would be a wealthy heiress. For that matter, there was not a soul in the house who took any trouble to investigate the various chronicles of misfortunes, real or imaginary, related by the rest. Each one regarded the others with indifference, tempered by suspicion; it was a natural result of their relative positions. Practical assistance not one could give, this they all knew, and they had long since exhausted their stock of condolence over previous discussions of their grievances. They were in something the 10 Atraída, tal vez sin saberlo, por la fuerza del uno y por la hermosura del otro, la señorita Taillefer repartía sus miradas furtivas _____ ____ entre este cuarentón y el joven estudiante; pero ninguno de los dos parecían pensar en ella, aunque algún día el azar podía hacerla cambiar de posición y convertirla en un buen partido. Además, ninguno de estos personajes se molestaba en averiguar si las desgracias alegadas por los demás eran falsas o verdaderas. Tenían los unos por los otros una indiferencia, mezclada de desconfianza, que nacía de sus situaciones respectivas. Se reconocían impotentes para aliviar sus penas y habían apurado la copa de las lamentaciones al relatárselas. Parecidos a los 14 Balzac’s Goriot coupe des condoléances. Semblables à de vieux époux, elles n’avaient plus rien à se dire. Il ne restait donc entre elles que les rapports d’une vie mécanique, le jeu de rouages sans huile. Toutes devaient passer droit dans la rue devant un aveugle, écouter sans émotion le récit d’une infortune, et voir dans une mort la solution d’un problème de misère qui les rendait froides à la plus terrible agonie. La plus heureuse de ces âmes désolées était madame Vauquer, qui trônait dans cet hospice libre. Pour elle seule ce petit jardin, que le silence et le froid, le sec et l’humide faisaient vaste comme un steppe, était un riant bocage. Pour elle seule cette maison jaune et morne, qui sentait le vert-de-gris du comptoir, avait des délices. Ces cabanons* lui appartenaient. Elle nourrissait ces forçats acquis à des peines perpétuelles, en exerçant sur eux une autorité respectée. Où ces pauvres êtres auraientils trouvé dans Paris, au prix où elle les donnait, des aliments sains, suffisants, et un appartement qu’ils étaient maîtres de rendre, sinon élégant ou commode, du moins propre et salubre? Se fût-elle permis une injustice criante, la victime l’aurait supportée sans se plaindre. tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia copa de su compasión. Como viejos matrimonios viejos, nada se tenían esposos, no tenían ya nada que decir- que contar. No quedaban entre ellos se. No quedaban entre ellos, más que más que las relaciones de una vida relaciones de tipo mecánico. El juego mecánica, un juego de engranajes de unos engranajes faltos de aceite. sin aceite. Todos debían pasar imTodos tenían que pasar de largo en la perturbables en la calle delante de calle ante un ciego, escuchar, sin emo- un ciego, oír sin emoción el relato ción, el relato de una desgracia, y ver, de un infortunio y ver en una mueren una muerte, la solución de un pro- te la solución de un problema de blema de miseria, que los dejaba fríos, miseria, haciéndoles insensibles ante la más terrible agonía. [325] a la más espantosa agonía. La más feliz de esas almas desoladas La más feliz de estas almas desoladas era la señora Vauquer, que reinaba en era la señora Vauquer que reinaba en este asilo, con libertad de salir o en- X aquella especie de hospicio libre. trar. Para ella sola el pequeño jardín, Aquel jardincito que el silencio y el que el silencio y el frío, la sequía y la frío, la humedad y la sequía, converhumedad hacían vasto como una este- tían en una estepa, era para ella un pa, era un vergel risueño. Para ella sonriente bosquecillo. Solamente sola, esta casa amarilla y triste, que para ella la casa amarilla y taciturna, olía a cardenillo de mostrador, resul- que olía a cardenillo del mostrador, potaba deliciosa. Aquellas jaulas le per- día tener encantos. Aquellos calabozos tenecían. Alimentaba a aquellos prisio- le pertenecían y alimentaba a aquellos neros, condenados a penas perpetuas, condenados a penas perpetuas, ejerejerciendo sobre ellos una autoridad ciendo sobre ellos una respetada autorespetada. ¿Dónde iban a encontrar ridad. ¿Dónde hubieran podido enconesos pobres, en París y al precio que trar los infelices, por el precio que ella ella se los daba, alimentos sanos, sufi- les daba, una alimentación sana y sucientes y una habitación que ellos eran ficiente y una habitación que podían dueños de hacer, si no elegante o có- poner, si no elegante y cómoda, por moda, por lo menos limpia y salubre? lo menos limpia y saludable? AunSi se hubiera cometido una injusticia que se hubiera permitido una manique clamase al cielo, la víctima la ha- fiesta injusticia, la víctima la hubiebría soportado sin decir nada. [88] ra soportado sin quejarse. tr. Ellen Marriage same position as an elderly couple who have nothing left to say to each other. The routine of existence kept them in contact, but they were parts of a mechanism which wanted oil. There was not one of them but would have passed a blind man begging in the street, not one that felt moved to pity by a tale of misfortune, not one who did not see in death the solution of the all-absorbing problem of misery which left them cold to the most terrible anguish in others. The happiest of these hapless beings was certainly Mme. Vauquer, who reigned supreme over this hospital supported by voluntary contributions. For her, the little garden, which silence, and cold, and rain, and drought combined to make as dreary as an Asian steppe, was a pleasant shaded nook; t h e g a u n t y e l l o w h ouse, the musty odors of a back shop had charms for her, and for her alone. Those cells belonged to her. She fed those convicts condemned to penal servitude for life, and her authority was recognized among them. Where else in Paris would they have found wholesome food in sufficient quantity at the prices she charged them, and rooms which they were at liberty to make, if not exactly elegant or comfortable, at any rate clean and healthy? If she had committed some flagrant act of injustice, the victim would have borne it in silence. * CABANON 1. Petite cabane.“- 2. Anciennt. Cachot obscur où l'on enfermait les criminels dangereux.“ Une réunion semblable devait offrir et offrait en petit les éléments d’une société complète. Parmi les dix-huit convives il se rencontrait, comme dans les collèges, comme dans le monde, une pauvre créature rebutée, un souffre-douleur sur qui pleuvaient les plaisanteries. Au commencement de la seconde année, cette figure devint pour Eugène de Rastignac la plus saillante de toutes celles au milieu desquelles il était condamné à vivre encore pendant deux ans. Ce Patiras était l’ancien vermicellier, le père Goriot, sur la tête duquel un peintre aurait, comme l’historien, fait tomber toute la lumière du tableau. Par quel hasard ce mépris à demi haineux, cette persécution mélangée de pitié, ce non-respect du malheur avaient-ils frappé le plus ancien pensionnaire? Y avait-il donné lieu par quelques-uns de ces ridicules ou de ces bizarreries que l’on pardonne moins qu’on ne pardonne des vices? Ces questions tiennent de près à bien des injustices sociales. Peut-être est-il dans la nature humaine de tout faire supporter à qui souffre tout par humilité vraie, par faiblesse ou par indifférence. N’aimons-nous pas tous à prouver notre force aux dépens de quelqu’un ou de quelque chose? L’être Semejante reunión, debía ofrecer y ofrecía, al detalle, los elementos de una sociedad completa. Entre los dieciocho comensales había, como en los colegios, como en el mundo, una pobre criatura rechazada por todos, un crucificado, que era el blanco de todas las bromas. Al principio del segundo año, esta figura llegó a ser para Rastignac la más sobresaliente de todas aquellas, entre las que se veía obligado a vivir, durante otros dos años más. Aquel Pupas era el antiguo fabricante de fideos, el tío Goriot, sobre cuya cabeza un pintor, igual que un historiador, habría hecho caer toda la luz del cuadro. ¿Por qué casualidad ese desprecio, medio odio, esa persecución mezclada de piedad, esa falta de respeto por la desgracia, se habían abatido sobre el huésped más anciano? ¿Había dado él pie para ello, por alguna de esas ridiculeces o rarezas que se perdonan menos que si fueran vicios? Estas preguntas atañen a muchas de las injusticias sociales. Quizás esté en la naturaleza humana hacer sufrir todo a quien lo hace con verdadera humildad, por debilidad o por indiferencia. ¿No nos gusta a todos hacer demostraciones de fuerza, a costa de alguien o de algo? El ser más débil, el rapazuelo de la ca- Una reunión así tenía que ofrecer en pequeño, y ofrecía, los elementos de una sociedad completa. Entre los dieciocho comensales se encontraba, como en los colegios, como en el mundo, una pobre criatura desdichada, un sufrelotodo sobre quien llovían las bromas, quien al comienzo del segundo año se convirtió para Eugéne de Rastignac en la más saliente de todas aquellas figuras entre las cuales tenía que vivir aún durante dos años. Aquel hazmerreír era el fabricante de fideos, papá Goriot, sobre cuya cabeza, un pintor, lo mismo que tiene que hacer el historiador, hubiera concentrado toda la luz del cuadro. ¿Qué adversa casualidad había hecho que aquel desprecio medio rencoroso, aquella persecución medio compasiva, aquella falta de respeto para la desgracia, recayeran sobre el más anciano de los huéspedes? ¿Lo había provocado él con alguna de esas ridiculeces o rarezas que se perdonan menos que los vicios? Estas preguntas tienen estrecha relación con muchas injusticias sociales. Quizá el hombre tienda por naturaleza a hacer soportarlo todo a [326] aquel que todo lo sufre por verdadera humildad, por debilidad o por indiferencia. ¿No nos gusta a todos probar nuestras fuerzas a costa de alguien o de alguna cosa? 15 Such a gathering contained, as might have been expected, the elements out of which a complete society might be constructed. And, as in a school, as in the world itself, there was among the eighteen men and women who met round the dinner table a poor creature, despised by all the others, condemned to be the butt of all their jokes. At the beginning of Eugene de Rastignac’s second twelvemonth, this figure suddenly started out into bold relief against the background of human forms and faces among which the law student was yet to live for another two years to come. This laughing-stock was the retired vermicelli-merchant, Father Goriot, upon whose f a c e a p a i n t e r, l i k e t h e h i s torian, would have concentrated all the light in his picture. How had it come about that the boarders regarded him with a half-malignant contempt? Why did they subject the oldest among their number to a kind of persecution, in which there was mingled some pity, but no respect for his misfortunes? Had he brought it on himself by some eccentricity or absurdity, which is less easily forgiven or forgotten than more serious defects? The question strikes at the root of many a social injustice. Perhaps it is only human nature to inflict suffering on anything that will endure suffering, whether by reason of its genuine humility, or indifference, or sheer helplessness. Do we not, one and all, like to feel our strength even at the expense of some one or of something? The poor- Balzac’s Goriot tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia tr. Ellen Marriage le plus débile, le gamin sonne à toutes les portes quand il gèle, ou se glisse pour écrire son nom sur un monument vierge. lle, llama a todas las puertas cuando está helando, o se encarama para escribir su nombre en un monumento inmaculado. Le père Goriot, vieillard de soixante-neuf ans environ, s’était retiré chez madame Vauquer, en 1813, après avoir quitté les affaires. Il y avait d’abord pris l’appartement occupé par madame Couture, et donnait alors douze cents francs de pension, en homme pour qui cinq louis de plus ou de moins étaient une bagatelle. Madame Vauquer avait rafraîchi les trois chambres de cet appartement moyennant une indemnité préalable qui paya, dit-on, la valeur d’un méchant ameublement composé de rideaux en calicot jaune, de fauteuils en bois verni couverts en velours d’Utrecht, de quelques peintures à la colle, et de papiers que refusaient les cabarets de la banlieue. Peut-être l’insouciante générosité que mit à se laisser attraper le père Goriot, qui vers cette époque était respectueusement nommé monsieur Goriot, le fit-elle considérer comme un imbécile qui ne connaissait rien aux affaires. Goriot vint muni d’une garde-robe bien fournie, le trousseau magnifique du négociant qui ne se refuse rien en se retirant du commerce. Madame Vauquer avait admiré dix-huit chemises de demi-hollande, dont la finesse était d’autant plus remarquable que le vermicellier portait sur son jabot dormant deux épingles unies par une chaînette, et dont chacune était montée d’un gros diamant. Habituellement vêtu d’un habit bleu-barbeau, il prenait chaque jour un gilet de piqué blanc, sous lequel fluctuait son ventre piriforme et proéminent, qui faisait rebondir une lourde chaîne d’or garnie de breloques. Sa tabatière, également en or, contenait un médaillon plein de cheveux qui le rendaient en apparence coupable de quelques bonnes fortunes. Lorsque son hôtesse l’accusa d’être un galantine il laissa errer sur ses lèvres le gai sourire du bourgeois dont on a flatté le dada. Ses ormoires (il prononçait ce mot à la manière du menu peuple) furent remplies par la nombreuse argenterie de son ménage. Les yeux de la veuve s’allumèrent quand elle l’aida complaisamment à déballer et ranger les louches, les cuillers à ragoût, les couverts, les huiliers, les saucières, plusieurs plats, des déjeuners en vermeil, enfin des pièces plus ou moins belles, pesant un certain nombre de marcs, et dont il ne voulait pas se défaire. Ces cadeaux lui rappelaient les solennités de sa vie domestique. Ceci, dit-il à madame Vauquer en serrant un plat et une petite écuelle dont El tío Goriot, anciano de unos sesenta Papá Goriot, anciano de unos seIn the year 1813, at the age of sixtyy nueve años, se había retirado a la casa senta y nueve años, se había retira- nine or thereabouts, “Father Goriot” had de la señora Vauquer en 1813, después de do a casa de la señora Vauquer en sold his business and retired—to Mme. haber abandonado los negocios. Al prin- 1813, después de haber abandonado Vauquer’s boarding house. When he first cipio, había cogido la parte de la casa, ocu- los negocios. Primeramente tomó la came there he had taken the rooms now pada ahora por la señora Couture, y paga- habitación ocupada por la señora occupied by Mme. Couture; he had paid ba entonces, 1.200 francos de pensión, Couture y pagaba entonces mil dos- twelve hundred francs a year like a man como un hombre, para el que cinco luises cientos francos de hospedaje, como to whom five louis more or less was a mere de más o de menos carecían de impor- hombre para quien cinco luises de trifle. For him Mme. Vauquer had made tancia. La señora Vauquer, había más o de menos son una bagatela. various improvements in the three rooms remozado las tres habitaciones de este La señora Vauquer había arreglado destined for his use, in consideration of a apartamento, mediante una indemniza- los tres cuartos de este piso mediante certain sum paid in advance, so it was said, ción previa, que pagó según dicen, el una previa indemnización con la que for the miserable furniture, that is to say, valor de un mal moblaje, formado por pagó, según se decía, el valor de un for some yellow cotton curtains, a few chairs cortinas de algodón indiano amarillo, si- mal amueblamiento compuesto de of stained wood covered with Utrecht velllones de madera barnizada, tapizados en cortinas de algodón amarillo, buta- vet, several wretched colored prints in terciopelo de Utrech, algunas pinturas al cas de madera barnizada y tapizadas frames, and wall papers that a little suburpastel y papeles pintados rechazados en de terciopelo de Utrecht, algunas ban tavern would have disdained. Possibly las tabernas de las afueras. Tal vez, la pinturas a la cola y papeles que no it was the careless generosity with which despreocupada generosidad, con que se hubieran admitido en las tabernas Father Goriot allowed himself to be overhabía dejado timar el tío Goriot, que, del barrio. Acaso la indiferente ge- reached at this period of his life (they called en aquella época, era respetuosamente nerosidad con que se dejó atrapar him Monsieur Goriot very respectfully then) llamado señor Goriot, le hubiera hecho papá Goriot hizo que ella lo consi- that gave Mme. Vauquer the meanest opinion ser considerado como un imbécil, que no derara como un imbécil a quien se of his business abilities; she looked on him as sabía nada de negocios. podía fácilmente engañar. an imbecile where money was concerned. Goriot vino provisto de un gran guarda- Goriot llegó muy bien provisto de Goriot had brought with him a conrropa, bien repleto, ese magnífico ajuar ropa; era el magnífico ajuar del nego- siderable wardrobe, the gorgeous outfit del negociante que no renuncia a nada ciante que no se desprende de nada al of a retired tradesman who denies himal abandonar el comercio. La señora retirarse del comercio. La señora self nothing. Mme. Vauquer’s astonVauquer había admirado hasta dieciocho Vauquer había admirado dieciocho ca- ished eyes beheld no less than eighteen camisas de media-holanda, cuya finura misas de Holanda, cuya finura resal- cambric-fronted shirts, the splendor of e r a t a n t o m á s n o t a b l e , p o r q u e e l taba todavía más cuando se las ponía, their fineness being enhanced by a pair macarronero llevaba en la pechera, dos ______________________________ of pins each bearing a large diamond, X broches unidos por una cadenita, cada ______________________________ and connected by a short chain, an oruno de los cuales, tenía engastado un por los dos grandes brillantes con que nament which adorned the vermicelligrueso diamante. Vestido normalmen- cerraba la pechera. Vestido habitual- maker’s shirt front. He usually wore a coat te con un traje azul barbo, [89] cada día mente de levita azul, se ponía a diario of corn-flower blue; his rotund and se ponía un chaleco blanco bajo el que un chaleco de piqué blanco, bajo el portly person was still further set fluctuaba su vientre piriforme y promi- cual fluctuaba su vientre piriforme y off by a clean white w a i s t c o a t , nente, que hacía saltar una gruesa ca- prominente que hacía resaltar una a n d a g o l d c h a i n a n d s e a l s dena de oro, adornada con colgantes. gruesa cadena de oro llena de dijes. w h i c h d a n g l e d o v e r t h a t Su tabaquera, también de oro, conte- Su petaca, también de oro, tenía un b r o a d e x p a n s e . nía un medallón lleno de cabellos, que medallón con una mecha de pelo que le le hacían, en apariencia, culpable de hacía culpable, en apariencia, de algunas X algunas conquistas. Cuando su patro- conquistas. Cuando su patrona le acusó ________ _______ When his hostess na lo acusó de ser un Don Juan, dejó errar de galanteador, dejó vagar por los labios a c c u s e d h i m o f b e i n g “ a b i t o f por sus labios la sonrisa alegre del bur- [327] esa alegre sonrisa del burgués a b e a u , ” h e s m i l e d w i t h t h e gués, al que alaban su debilidad. Sus a quien se ha halagado en su debili- v a n i t y o f a c i t i z e n w h o s e almarios (pronunciaba esa palabra como X dad ______ _________ _____ ____ ___ f o i b l e i s g r a t i f i e d . His cupla gente inculta) estuvieron llenos con la ______ __. Los armarios se llenaron de b o a r d s (ormoires, a s h e c a l l e d abundante plata de su casa. Los ojos de los cubiertos de plata de su casa. Los them in the popular dialect) were filled with la viuda se iluminaron de gozo, cuan- ojos de la viuda se alegraron guando a quantity of plate that he brought with him. The do le ayudó, complacientemente, a le ayudó complacientemente a des- widow’s eyes gleamed as she obligingly desembalar y a ordenar los cucharo- embalar y colocar los cucharo n e s , helped him to unpack the soup ladles, tablenes, las palas de carne, los cubiertos, las l a s c u c h a r a s , l o s c u b i e r t o s , l as spoons, forks, cruet-stands, tureens, dishes, vinagreras, las salseras, varias fuentes, alcuzas, las salseras, varios platos, and breakfast services—all of silver, which las vajillas de plata bañada en oro, en las bandejas de plata sobredorada, were duly arranged upon shelves, besides fin, piezas más o menos bellas, que en fin, toda clase de utensilios más a few more or less handsome pieces of valían un buen montón de marcos y o menos bellos que valían algunos plate, all weighing no inconsiderable numde las que no quería desprenderse. francos y de los que no quería desha- ber of ounces; he could not bring himself Esos regalos, le recordaban las so- cerse. Estos regalos le recordaban las to part with these gifts that reminded him lemnidades de su vida doméstica: solemnidades de su vida doméstica. of past domestic festivals. «Esto —dijo a la señora Vauquer, es—Esto —dijo a la señora Vauquer “This was my wife’s present to me trechando una bandeja y una escudi- cogiendo un plato y una esc udilla, on the first anniversary of our wedding El ser más débil, el chiquillo, llama a todas las puertas cuando hiela o se encarama para escribir su nombre sobre un monumento virgen. 16 est sample of humanity, the street arab, will pull the bell handle at every street door in bitter weather, and scramble up to write his name on the unsullied marble of a monument. Balzac’s Goriot tr. de M. Gutiérrez le couvercle représentait deux tour- lla, cuya tapa representaba dos tórtoterelles qui se becquetaient, est le las besándose—, es el primer regalo premier présent que m’a fait ma que me hizo mi mujer, el día de nuesfemme, le jour de notre anniversaire. tro aniversario. ¡Pobrecita mía, tan Pauvre bonne! elle y avait consacré ses buena! En esto, se gastó ella todos sus économies de demoiselle. Voyez-vous, ahorros de soltera. Ve usted señora. madame? j’aimerais mieux gratter la Preferiría arañar la tierra con mis proterre avec mes ongles que de me sépa- pias manos, antes que desprenderme rer de cela. Dieu merci! je pourrai pren- de esto. Gracias a Dios, podré tomar dre dans cette écuelle mon café tous les en esta escudilla mi café, todas las matins durant le reste de mes jours. Je mañanas, hasta el fin de mis días. No ne suis pas à plaindre, j’ai sur la plan- me puedo quejar. Tengo pan en el horche du pain de cuit pour longtemps. no para mucho tiempo.» « E n f i n , m a d a m e Va u q u e r a v a i t En fin, la señora Vauquer había visto, bien vu, de son oeil de pie, quelques c o n s u s o j o s d e u r r a c a , a l g u n a s inscriptions sur le Grand Livre qui, inscripciones en el gran libro, que, vaguement additionnées, pouvaient vagamente sumadas, podrían darle a faire à cet excellent Goriot un re- este excelente Goriot una renta anual venu d’environ huit à dix mille de ocho a diez mil francos. Desde ese f r a n c s . D è s c e j o u r, m a d a m e día, la señora Vauquer, nacida De Vauquer, née de Conflans, qui avait Conflans, que tenía entonces cuarenta alors quarante-huit ans effectifs et y ocho años y que no admitía tener más n’en acceptait que trente-neuf, eut de treinta y nueve, tuvo algunas ideas des idées. Quoique le larmier des ilusionadas. Aunque el lagrimal de los yeux de Goriot fût retourné, gon- ojos del señor Goriot estuviera vuelflé, pendant, ce qui l’obligeait à les to, hinchado y colgante, ____ lo que le essuyer assez fréquemment, elle obligaba a secárselo con bastante frecuenlui trouva l’air agréable et comme cia, a ella le pareció de aspecto agradable i l f a u t . D ’ a i l l e u r s s o n m o l l e t y como es debido. Además, sus pantocharnu, saillant , pronostiquait, rrillas carnosas, abultadas, pronostiautant que son long nez carré, des caban tanto como su nariz cuadrada, qualités morales auxquelles parais- cualidades morales que parecían de sait tenir la veuve, et que confir- gran importancia para la viuda, y que Face lunaire, qui ressemble à la Lune, soit par son teint blafard (macilento, pálido), soit par sa forme ronde et rebondie.“ mait la face lunaire et naïvement X confirmaba, el rostro lunar e inocenniaise du bonhomme. Ce devait temente ñoño del buen hombre. Debía être une bête solidement bâtie, ca- de ser una buena bestia sólidamente pable de dépenser tout son esprit formada, capaz de gastar toda su inteen sentiment. Ses cheveux en ailes ligencia en sentimiento. Sus cabellos, d e p i g e o n , q u e l e c o i f f e u r d e peinados en alas de pichón, que el pel’Ecole Polytechnique vint lui pou- luquero de la escuela politécnica vedrer tous les matins, dessinaient nía a empolvarle todas las mañanas, cinq pointes sur son front bas, et dibujaban cinco puntas sobre su frente décoraient bien sa figure. Quoique estrecha y decoraban bastante bien su un peu rustaud, il était si bien tiré rostro. Aunque era un poco palurdo, à quatre épingles, il prenait si ri- iba tan arreglado, tomaba tan bien su chement en tabac, il le humait en tabaco, lo fumaba con tal aspecto de homme si sûr de toujours avoir hombre seguro de tener siempre su tasa tabatière pleine de macouba, baquera [90] repleta de macouba (16) que le jour où monsieur Goriot que el día en que el señor Goriot s’installa chez elle, madame se instaló en su casa, la señora Vauquer se coucha le soir en rôtis- Va u q u e r, s e a c o s t ó p o r l a n o c h e sant, comme une perdrix dans sa a s á n d o se como una perdiz entre su barde, au feu du désir qui la saisit guarnición, quemándose en el fuego de quitter le suaire de Vauquer del deseo por abandonar el sudario del pour renaître en Goriot. Se marier, Vauquer para renacer como Goriot. vendre sa pension, donner le bras Casarse, vender la pensión, dar el braà cette fine fleur de bourgeoisie, zo a esta fina flor de la burguesía, devenir une dame notable dans le convertirse en una señora importante quartier, y quêter pour les indi- en el barrio, hacer cuestaciones para gents, faire de petites parties le los pobres, salir los domingos de dimanche à Choisy, Soissy, Gen- e x c u r s i ó n a C ho i s y, S o i s s y, tilly; aller au spectacle à sa guise, Gentilly; ir al teatro cuando quisieen loge, sans attendre les billets ra, en palco, sin esperar las entrad’auteur que lui donnaient quel- das de autor que le regalaban alguques-uns de ses pensionnaires, au nos de sus pensionistas en el mes mois de juillet: elle rêva tout l’El- de julio; soñó todo Eldorado con que dorado des petits ménages pari- s u e ñ a n l o s m o d e s t o s h o g a r e s siens. Elle n’avait avoué à per- parisinos. No le había dicho a nadie sonne qu’elle possédait quarante que tenía cuarenta mil francos, ama- tr. de J. Zuazagpoitia cuya tapadera representaba dos tórtolas picoteándose acariciadoramente— es el primer regalo que me hizo mi mujer el día de nuestro aniversario. ¡La pobre, qué buena!, a esto consagró todas sus economías de s o l t e r a . Ya v e u s t e d , s e ñ o r a : yo preferiría escarbar la tierra con las uñas que separarme de esto. Gracias a Dios, yo podré seguir tomando mi café en esta escudilla todas las mañanas durante el resto de mi vida ____ X ______ ______________ __________ ___________ . Finalmente, la señora Vauquer había visto con el rabillo del ojo algunas anotaciones que, vagamente sumadas, hacían suponer que este excelente Goriot tenía de ocho a diez mil francos de renta. Desde este mismo día, la señora Vauquer, de la familia de los Conflans, que tenía cuarenta años efectivos, aunque decía tener treinta y nueve, concibió sus esperanzas. A pesar de que los lagrimales de los ojos de Goriot estaban irritados y abultados, _________ lo que le obligaba a secárselos con bastante frecuencia, la señora Vauquer le encontró agradable y hasta distinguido. Además, sus pantorrillas, carnosas y abultadas, pronosticaban, lo mismo que su nariz, larga y cuadrada, cualidades morales que agradaban a la viuda, y que su faz redonda y su expresión cándidamente bobalicona parecían confirmar. Era un animal sólidamente constituido, capaz [328] de entregarse por entero a un sentimiento. Sus cabellos, en forma de ala de pichón, que el peluquero de la Escuela Politécnica venía a empolvárselos todas las mañanas, dibujaban cinco puntas sobre su estrecha frente y decoraban con gracia su rostro. Aunque un poco paleto, ib a t a n p e r i p u e s t o , s a c a b a c o n tanta gracia su tabaco, y lo quemaba con tan segura confianza de que X nunca le había de falt a r ______, que el día en que el señor Goriot se insta l ó e n c a s a d e l a s e ñ o r a Vauquer ésta se acostó calentand o ___ _____ _____ ___ _________ X ____con el fuego de su deseo la esperanza de abandonar su nombre Vauquer, que le parecía un sudario, para renacer con el nombre de la señora Goriot. Casarse, vender su casa de huéspedes, dar el brazo a aquella flor escogida de la burguesía que era el señor Goriot, hacerse una señora notable X en el barrio, proteger a los indigentes, hacer los domingos pequeñas escapatorias a Choisy, a Gentelly; asistir al teatro a su capricho, sin esperar los billetes de favor que le daban algunos de sus huéspedes durante el mes de julio. Soñó, en fin, con todo Eldorado de los modestos hogares parisienses. Jamás había confesado a nadie la señora Vauquer que poseía cuarenta mil francos, ahorrados céntimo a céntimo. Por lo que 17 tr. Ellen Marriage day,” he said to Mme. Vauquer, as he put away a little silver posset dish, with two turtle-doves billing on the cover. “Poor dear! she spent on it all the money she had saved before we were married. Do you know, I would sooner scratch the earth with my nails for a living, madame, than part with that. But I shall be able to take my coffee out of it every morning for the rest of my days, thank the Lord! I am not to be pitied. There’s not much fear of my starving for some time to come.” F i n a l l y, M m e . Va u q u e r ’s magpie’s eye had discovered and read certain entries in the list of shareholders in the funds, and, after a rough calculation, was disposed to credit Goriot (worthy man) with something like ten thousand francs a year. From that day forward Mme. Vauquer (nee de Conflans), who, as a matter of fact, had seen forty-eight summers, though she would only own to thirty-nine of them—Mme. Vauquer had her own ideas. Though Goriot’s eyes seemed to have shrunk in their sockets, though they were weak and watery, owing to some glandular affection which compelled him to wipe them continually, she considered him to be a very gentlemanly and pleasant-looking man. Moreover, the widow saw favorable indications of character in the well-developed calves of his legs and in his square-shaped nose, indications still further borne out by the worthy man’s full-moon countenance and look of stupid good-nature. This, in all probability, was a strongly-build animal, whose brains mostly consisted in a capacity for affection. His hair, worn in ailes de pigeon, and duly powdered every morning by the barber from the Ecole Polytechnique, described five points on his low forehead, and made an elegant setting to his face. Though his manners were somewhat boorish, he was always as neat as a new pin and he took his snuff in a lordly way, like a man who knows that his snuff-box is always likely to be filled with maccaboy, so that when Mme. Vauquer lay down to rest on the day of M. Goriot’s installation, her heart, like a larded partridge, sweltered before the fire of a burning desire to shake off the shroud of Vauquer and rise again as Goriot. She would marry again, sell her boarding-house, give her hand to this fine flower of citizenship, become a lady of consequence in the quarter, and ask for subscriptions for charitable purposes; she would make little Sunday excursions to Choisy, Soissy, Gentilly; she would have a box at the theatre when she liked, instead of waiting for the author’s tickets that one of her boarders sometimes gave her, in July; the whole Eldorado of a little Parisian household rose up before Mme. Vauquer in her dreams. Nobody knew that she herself possessed forty thousand francs, accumulated sou by sou, Balzac’s Goriot tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia tr. Ellen Marriage mille francs amassés sou à sou. Certes elle se croyait, sous le rapport de la fortune, un parti sortable. « Quant au reste, je vaux bien le bonhomme! « se dit-elle ne se retournant dans son lit, comme pour s’attester à elle-même des charmes que la grosse Sylvie trouvait chaque matin moulés en creux. sados céntimo a céntimo. Ciertamente se consideraba en lo tocante a la fortuna un buen partido. «En cuanto a lo demás, ¡valgo tanto como el buen hombre!», se dijo revolviéndose en su cama, como para asegurarse de los encantos que la gruesa Silvia encontraba cada mañana moldeados en los huecos del colchón. tocaba a la fortuna, ella se creía, sin ningún género de duda, un partido aceptable. —Por lo demás —se dijo—, no valgo menos que él —y se revolvió en su cama como para cerciorarse a sí misma de aquellos encantos que Sylvie, la cocinera, encontraba por la mañana modelados en el colchón. that was her secret; surely as far as money was concerned she was a very tolerable match. “And in other respects, I am quite his equal,” she said to herself, turning as if to assure herself of the charms of a form that the portly Sylvie found moulded in down feathers every morning. Dès ce jour, pendant environ trois mois, la veuve Vauquer profita du coiffeur de monsieur Goriot, et fit quelques frais de toilette, excusés par la nécessité de donner à sa maison un certain décorum en harmonie avec les personnes honorables qui la fréquentaient. Elle s’intrigua beaucoup pour changer le personnel de ses pensionnaires, en affichant la prétention de n’accepter désormais que les gens les plus distingués sous tous les rapports. Un étranger se présentait-il, elle lui vantait la préférence que monsieur Goriot, un des négociants les plus notables et les plus respectables de Paris, lui avait accordée. Elle distribua des prospectus en tête desquels se lisait: MAISON-VAUQUER. « C’était, disaitelle, une des plus anciennes et des plus estimées pensions bourgeoises du pays latin. Il y existait une vue des plus agréables sur la vallée des Gobelins (on l’apercevait du troisième étage), et un joli jardin, au bout duquel S’ETENDAIT une ALLEE de tilleuls. « Elle y parlait du bon air et de la solitude. Ce prospectus lui amena madame la comtesse de l’Ambermesnil, femme de trente-six ans, qui attendait la fin de la liquidation et le règlement d’une pension qui lui était due, en qualité de veuve d’un général mort sur les champs de bataille. Madame Vauquer soigna sa table, fit du feu dans les salons pendant près de six mois, et tint si bien les promesses de son prospectus, qu’elle y mit du sien. Aussi la comtesse disait-elle à madame Vauquer, en l’appelant chère amie, qu’elle lui procurerait la baronne de Vaumerland et la veuve du colonel comte Picquoiseau, deux de ses amies, qui achevaient au Marais leur terme dans une pension plus coûteuse que ne l’était la MaisonVauquer. Ces dames seraient d’ailleurs fort à leur aise quand les Bureaux de la Guerre auraient fini leur travail. « Mais, disait-elle, les Bureaux ne terminent rien. « Les deux veuves montaient ensemble après le dîner dans la chambre de madame Vauquer, et y faisaient de petites causettes en buvant du cassis et mangeant des friandises réservées Desde ese día, durante cerca de tres meses, la señora Vauquer aprovechó el peluquero del señor Goriot, e hizo algunos gastos de embellecimiento, excusados por la necesidad de darle a su casa un cierto decoro en armonía con las personas honorables que la frecuentaban. Se rompió la cabeza para cambiar el tipo de huéspedes que tenía declarando públicamente la pretensión de no admitir en adelante más que personas de lo más distinguido en todos los aspectos. Cuando se presentaba allí algún extraño, ponderábale la preferencia que el señor Goriot, uno de los más notables y respetables comerciantes de París, le había otorgado. Repartió prospectos cuyo encabezamiento rezaba: Casa Vauquer. «Era», decía ella «una de las más antiguas y acreditadas pensiones burguesas del barrio Latino. Tenía una de las vistas más agradables sobre el valle de los Gobelins (se veía desde el tercer piso) y un bonito jardín, al final del cual se extendía una alameda de tilos.» Mencionaba en esos prospectos el aire puro y la soledad. Gracias a ellos, acudió allí la señora condesa de l’Ambermesnil, mujer de treinta y seis años que esperaba el fin de la liquidación y el arreglo de una pensión que le debían, en su calidad de viuda de un general, muerto en el campo de batalla. Cuidó la señora Vauquer su mesa, tuvo el fuego encendido en el salón, durante cerca de seis meses y cumplió tan a conciencia las promesas de sus prospectos que le costó dinero. Así que [91] la condesa decía a la señora Vauquer, llamándola «querida amiga», que iba a llevarle a la baronesa de Vaumerland y a la viuda del coronel conde Picquoiseau, dos amigas suyas que estaban terminando en el Marais su contrato en una pensión mucho más costosa que la Casa Vauquer. Dichas señoras se encontrarían por lo demás, en muy buena situación cuando los negociados de guerra hubiesen terminado su trabajo. «Lo malo es», decía ella, «que esos negociados de guerra, no acaban nunca.» Ambas viudas subían juntas, después de la cena, al cuarto de la señora Vauquer y allí se entretenían charlando, bebiendo cassis y comiendo golosinas reservadas para Desde este día, durante unos tres meses, la viuda de Vauquer se aprovechaba del peluquero del señor Goriot para que la peinara, e hizo algunos gastos superfluos en su indumentaria, justificándolos por la necesidad de dar a su casa un cierto decoro en armonía con las personas respetables que la frecuentaban. Se ingenió mucho para [329] cambiar el personal de sus huéspedes, teniendo la pretensión de no aceptar en adelante más que gentes distinguidas por todo concepto. Si se presentaba algún huésped nuevo le hacía saber que el señor Goriot, uno de los negociantes más notables y más distinguidos de París, la había honrado viviendo en su casa. Distribuyó algunos prospectos en cuyo encabezamiento se leía: CASA VAUQUER. Era, según ella, una de las hospederías burguesas más antiguas y estimadas del Barrio Latino. Tenía una de las mejores vistas sobre el valle de los Gobelinos —este valle se veía desde el tercer piso— y un bonito jardín, al cabo del cual SE EXTENDÍA un PASEO de tilos. Ponderaba también el buen aire y la soledad. Gracias a este prospecto la condesa de Ambermesnil, mujer de treinta y seis años, que esperaba el fin de la liquidación y una pensión a que tenía derecho en calidad de viuda de un general muerto en el campo de batalla, vino a vivir a la Casa Vauquer. La señora Vauquer cuidó desde entonces de la mesa, hizo fuego en los salones durante seis meses, y sostuvo con tanto rigor las promesas de su anuncio, que le costó dinero. En vista de esto, la condesa decía a la señora Vauquer, llamándola querida amiga, que haría venir a dos amigas suyas: la baronesa Vaumerland y la viuda del conde Picquoseau, coronel que fue del ejército, que terminaban en Marais el plazo que tenían pagado de una casa mucho más cara que la de Vauquer. Estas señoras, además, tendrían muy buena posición cuando en las oficinas del Ministerio de la Guerra hubieran despachado sus expedientes. —Pero en los ministerios no terminan nunca nada —añadía. Las dos viudas subían juntas, después de cenar, al cuarto de la señora Vauquer, y sostenían pequeñas charlas, bebiendo casis y comiendo golosinas reservadas para [330] la boca de For three months from that day Mme. Veuve Vauquer availed herself of the services of M. Goriot’s coiffeur, and went to some expense over her toilette, expense justifiable on the ground that she owed it to herself and her establishment to pay some attention to appearances when such highly-respectable persons honored her house with their presence. She expended no small amount of ingenuity in a sort of weeding process of her lodgers, announcing her intention of receiving henceforward none but people who were in every way select. If a stranger presented himself, she let him know that M. Goriot, one of the best known and most highly-respected merchants in Paris, had singled out her boarding-house for a residence. She drew up a prospectus headed MAISON VAUQUER, in which it was asserted that hers was “one of the oldest and most highly recommended boarding-houses in the Latin Quarter.” “From the windows of the house,” thus ran the prospectus, “there is a charming view of the Vallee des Gobelins (so there is—from the third floor), and a beautiful garden, extending down to an avenue of lindens at the further end.” Mention was made of the bracing air of the place and its quiet situation. It was this prospectus that attracted Mme. la Comtesse de l’Ambermesnil, a widow of six and thirty, who was awaiting the final settlement of her husband’s affairs, and of another matter regarding a pension due to her as the wife of a general who had died “on the field of battle.” On this Mme. Vauquer saw to her table, lighted a fire daily in the sittingroom for nearly six months, and kept the promise of her prospectus, even going to some expense to do so. And the Countess, on her side, addressed Mme. Vauquer as “my dear,” and promised her two more boarders, the Baronne de Vaumerland and the widow of a colonel, the late Comte de Picquoisie, who were about to leave a boarding-house in the Marais, where the terms were higher than at the Maison Vauquer. Both these ladies, moreover, would be very well to do when the people at the War Office had come to an end of their formalities. “But Government departments are always so dilatory,” the lady added. After dinner the two widows went together up to Mme. Vauquer’s room, and had a snug little chat over some cordial and various delicacies reserved for the mistress of the house. 12 18 Balzac’s Goriot tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia tr. Ellen Marriage pour la bouche de la maîtresse. Madame de l’Ambermesnil approuva beaucoup les vues de son hôtesse sur le Goriot, vues excellentes, qu’elle avait d’ailleurs devinées dès le premier jour; elle le trouvait un homme parfait. la boca de la patrona. La señora de l’Ambermesnil aprobó entusiasmada los planes de la patrona respecto a Goriot, planes excelentes que, por lo demás, había adivinado desde el primer día, pues le parecía un hombre de una pieza. la patrona. La señora de Ambermesnil aprobó con calor los puntos de vista de su patrona sobre el señor Goriot, puntos de vista excelentes, que ella había, además, adivinado desde el primer día. Le parecía un hombre perfecto. Mme. Vauquer’s ideas as to Goriot were cordially approved by Mme. de l’Ambermesnil; it was a capital notion, which for that matter she had guessed from the very first; in her opinion the vermicelli maker was an excellent man. — Ah! ma chère dame, un homme sain comme mon oeil, lui disait la veuve, un homme parfaitement conservé, et qui peut donner encore bien de l’agrément à une femme. —¡Ah mi querida señora!, un hombre sano como mis ojos —decía la viuda—, un hombre perfectamente conservado y que puede dar todavía mucho gusto a una mujer. —¡Ah!, señora, un hombre sano como el que más, un hombre perfectamente conservado y que puede todavía dar muchas satisfacciones a una mujer. “ A h ! m y d e a r l a d y, s u c h a well-preserved man of his age, as sound as my eyesight—a man who might make a woman h a p p y ! ” s a i d t h e w i d o w. La comtesse fit généreusement des observations à madame Vauquer sur sa mise, qui n’était pas en harmonie avec ses prétentions. « Il faut vous mettre sur le pied de guerre «, lui dit-elle. Après bien des calculs, les deux veuves allèrent ensemble au PalaisRoyal, où elles achetèrent, aux Galeries de Bois, un chapeau à plumes et un bonnet. La comtesse entraîna son amie au magasin de La Petite Jeannette, où elles choisirent une robe et une écharpe. Quand ces munitions furent employées, et que la veuve fut sous les armes, elle ressembla parfaitement à l’enseigne du Boeuf à la mode. Néanmoins elle se trouva si changée à son avantage, qu’elle se crut l’obligée de la comtesse, et, quoique peu donnante, elle la pria d’accepter un chapeau de vingt francs. Elle comptait, à la vérité, lui demander le service de sonder Goriot et de la faire valoir auprès de lui. Madame de l’Ambermesnil se prêta fort amicalement à ce manège, et cerna le vieux vermicellier avec lequel elle réussit à avoir une conférence; mais après l’avoir trouvé pudibond, pour ne pas dire réfractaire aux tentatives que lui suggéra son désir particulier de le séduire pour son propre compte, elle sortit révoltée de sa grossièreté. La Condesa hizo generosament e o b s e r v a c i o n e s a l a s e ñ o r a Va u quer sobre su atuendo, que no estaba de acuerdo con sus pretens i o n e s . « Ti e n e u s t e d q u e p o n e r s e en pie de guerra», le dijo. Después de muchos cálculos, las dos viudas se fueron juntas al PalaisRoyal, donde compraron en las Galerías de Bois, un sombrero de plumas y un gorrito. La condesa, arrastró a su amiga al almacén de La Petite Janette, donde eligieron un vestido y una toquilla. Cuando esas municiones fueron empleadas y la viuda se armó con tales armas, parecía exactamente la insignia del Buey a la moda. Sin embargo, ella se encontró tan favorecida, que se creyó en deuda con la condesa y aunque fuera poco dadivosa, l e r o g ó q u e aceptase un sombrero de veinte francos. Bien es verdad, que pensaba pedirle el favor de que explorase el ánimo de Goriot y que la alabara ante él. La señora de L’Ambermesnil se prestó muy amistosamente a ese trajín y asedió al viejo fabricante de fideos con el que consiguió celebrar una conferencia; pero después de haberle encontrado pudibundo, por no decir refractario, a las tentativas que le sugirió su propio deseo de seducirlo para ella misma, salió irritada por su grosería. La condesa hizo generosamente algunas observaciones a la señora Vauquer sobre su indumentaria, que no estaba a la altura de las circunstancias. —Tiene usted que ponerse en pie de guerra —le decía. Después de muchos cálculos, las dos viudas fueron juntas al PalaisRoyal, donde compraron, en los almacenes de Bois, un sombrero con plumas y una capota. La condesa condujo a su amiga a la Petite Jeannette, donde compraron un vestido y un chal. Cuando estos preparativos de guerra fueron empleados y la viuda se puso en armas, parecía el anuncio de El buey a la moda. Sin embargo, se encontró tan mejorada, que se creyó en el deber de agradecérselo a la condesa y, aunque poco pudiente, le rogó que le aceptara un sombrero de veinte francos. En realidad, lo que deseaba era que la condesa sondeara a Goriot y sirviera de casamentera. La señora de Ambermesnil se prestó muy amistosamente a este menester, y cercó al antiguo fabricante de fideos, con quien llegó a tener una conferencia, pero después de haberle encontrado excesivamente pudibundo, por no decir refractario a las tentativas que le sugirió su deseo particular de seducirle por propia cuenta, salió indignada de su grosería. The good-natured Countess turned to the subject of Mme. Vauquer ’s dress, which was not in harmony with her projects. “You must put yourself on a war footing,” said she. After much serious consideration the two widows went shopping together— they purchased a hat adorned with ostrich feathers and a cap at the Palais Royal, and the Countess took her friend to the Magasin de la Petite Jeannette, where they chose a dress and a scarf. Thus equipped for the campaign, the widow looked exactly like the prize animal hung out for a sign above an a la mode beef shop; but she herself was so much pleased with the improvement, as she considered it, in her appearance, that she felt that she lay under some obligation to the Countess; and, though by no means open-handed, she begged that lady to accept a hat that cost twenty francs. The fact was that she needed the Countess’ services on the delicate mission of sounding Goriot; the countess must sing her praises in his ears. Mme. de l’Ambermesnil lent herself very good-naturedly to this manoeuvre, began her operations, and succeeded in obtaining a private interview; but the overtures that she made, with a view to securing h i m for herself, were received with embarrassment, not to say a repulse. She left him, revolted by his coarseness. — Mon ange, dit-elle à sa chère amie, vous ne tirerez rien de cet hommelà! il est ridiculement défiant, c’est un grippe-sou, une bête, un sot, qui ne vous causera que du désagrément. —¡Angelito! —dijo a su querida amiga—. No sacará usted nada de ese hombre. Es ridículamente inseguro; es un tacaño, un bestia, un tonto que sólo le causará disgustos. “My angel,” said she to her dear friend, “you will make nothing of that man yonder. He is absurdly suspicious, and he is a mean curmudgeon, an idiot, a fool; you would never be happy with him.” Il y eut entre monsieur Goriot et madame de l’Ambermesnil des choses telles que la comtesse ne voulut même plus se trouver avec lui. Le lendemain, elle partit en oubliant de payer six mois de pension, et en laissant une défroque prisée cinq francs. Quelque âpreté que madame Vauquer mît à ses recherches, elle ne put obtenir aucun renseignement dans Paris sur la comtesse de l’Ambermesnil. Elle parlait souvent de cette déplorable affaire, en se plaignant de son trop Pasaron entre el señor Goriot y la señora de L’Ambermesnil cales cosas, que la condesa no quiso siquiera volver a verlo. Al día siguiente, se marchó olvidándose de pagar seis meses de pensión y dejando unos harapos que valdrían unos cinco francos. Por más [92] empeño que la señora Vauquer puso en sus pesquisas, no pudo obtener ninguna información en París, sobre la condesa de L’Ambermesnil. Hablaba a menudo de este deplorable asunto quejándo- —Ángel mío —dijo a su querida amiga—, no sacará usted nada de ese hombre. Es ridículamente desconfiado, es un usurero, un bestia, un idiota que no le dará a usted más que disgustos. [331] Hubo tales palabras entre el señor Goriot y la condesa que ésta no quiso ni siquiera volverlo a ver. Al día siguiente se marchó sin acordarse de pagar seis meses de hospedaje y dejando unas ropas que valdrían cinco francos. Por mucho interés que la señora Vauquer puso en sus indagaciones, no pudo obtener en París ningún informe sobre la condesa de Ambermesnil. La señora Vauquer hablaba a menudo lamentándose de ser tan confiada, 19 After what had passed between M. Goriot and Mme. de l’Ambermesnil, the Countess would no longer live under the same roof. She left the next day, forgot to pay for six months’ board, and left behind her wardrobe, cast-off clothing to the value of five francs. Eagerly and persistently as Mme. Vauquer sought her quondam lodger, the Comtesse de l’Ambermesnil was never heard of again in Paris. The widow often talked of this deplorable business, and regretted her own too confiding dis- Balzac’s Goriot tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia tr. Ellen Marriage de confiance, quoiqu’elle fût plus méfiante que ne l’est une chatte; mais elle ressemblait à beaucoup de personnes qui se défient de leurs proches, et se livrent au premier venu. Fait moral, bizarre, mais vrai, dont la racine est facile à trouver dans le coeur humain. Peut-être certaines gens n’ont-ils plus rien à gagner auprès des personnes avec lesquelles ils vivent; après leur avoir montré le vide de leur âme, ils se sentent secrètement jugés par elles avec une sévérité méritée; mais, éprouvant un invincible besoin de flatteries qui leur manquent, ou dévorés par l’envie de paraître posséder les qualités qu’ils n’ont pas, ils espèrent surprendre l’estime ou le coeur de ceux qui leur sont étrangers, au risque d’en déchoir un jour. Enfin il est des individus nés mercenaires qui ne font aucun bien à leurs amis ou à leurs proches, parce qu’ils le doivent; tandis qu’en rendant service à des inconnus, ils en recueillent un gain d’amour-propre: plus le cercle de leurs affections est près d’eux, moins ils aiment; plus il s’étend, plus serviables ils sont. Madame Vauquer tenait sans doute de ces deux natures, essentiellement mesquines, fausses, exécrables. se de su exceso de confianza, aunque en realidad fuese más desconfiada que una gata; pero se parecía a muchas personas, que desconfían de sus allegados y se confían al primero que llega, hecho moral extraño, pero verdadero, cuya raíz es fácil de encontrar en el corazón humano. Tal vez, ciertas personas no tienen ya nada que ganar, ante las personas con las que viven; después de haberles mostrado el vacío de su alma, se sienten secretamente juzgadas por ellas, con una severidad merecida; pero, sintiendo una inenarrable necesidad de halagos que les faltan, o devorados por el deseo de aparentar poseer las cualidades que no tienen, esperan sorprender la estima o el corazón de quienes le son extraños, a riesgo de verse decepcionados un día. En fin hay individuos que son mercenarios desde la cuna, que no hacen ningún bien a sus amigos o allegados, aunque sea su deber; mientras que haciendo favor a desconocidos sacan de ello una ganancia de amor propio; cuanto más cerca está de ellos el círculo de sus afectos, menos lo aman; cuanto más lejos, son más serviciales. La señora Vauquer tenía, sin duda, algo de estas dos naturalezas esencialmente mezquinas, falsas, execrables. aunque en realidad fuera más desconfiada que una gata; sólo que se parecía a muchas personas que desconfían de las gentes que les rodean y confían en el primer advenedizo. Hecho moral extraño y verdadero, cuyas raíces se encuentran fácilmente en el corazón humano. Quizá ciertas gentes no tienen nada que ganar de las personas con quienes viven; después de haberlas mostrado su vanidad, se sienten secretamente juzgados con severidad merecida, pero sintiendo una invencible necesidad de la adulación que les falta, o devorados por la envidia de poseer cualidades que no tienen, esperan sorprender la estima o el corazón de los que no los conocen, aun a riesgo de recibir algún día un desengaño. En fin, hay individuos mercenarios que no hacen ningún favor a sus amigos o parientes, porque se lo deben, en tanto que, haciéndolos a los desconocidos se sienten halagados en su amor propio. Cuanto más próximo es el círculo de sus afectos, menos aman; cuanto más extendido es, se hacen más serviciales. La señora Vauquer participaba, sin duda, de estas dos naturalezas, esencialmente mezquinas, falsas, execrables. position. As a matter of fact, she was as suspicious as a cat; but she was like many other people, who cannot trust their own kin and put themselves at the mercy of the next chance comer—an odd but common phenomenon, whose causes may readily be traced to the depths of the human heart. Perhaps there are people who know that they have nothing more to look for from those with whom they live; they have shown the emptiness of their hearts to their housemates, and in their secret selves they are conscious that they are severely judged, and that they deserve to be judged severely; but still they feel an unconquerable craving for praises that they do not hear, or they are consumed by a desire to appear to possess, in the eyes of a new audience, the qualities which they have not, hoping to win the admiration or affection of strangers at the risk of forfeiting it again some day. Or, once more, there are other mercenary natures who never do a kindness to a friend or a relation simply because these have a claim upon them, while a service done to a stranger brings its reward to self-love. Such natures feel but little affection for those who are nearest to them; they keep their kindness for remoter circles of acquaintance, and show most to those who dwell on its utmost limits. Mme. Vauquer belonged to both these essentially mean, false, and execrable classes. — Si j’avais été ici, lui disait alors Vautrin, ce malheur ne vous serait pas arrivé! je vous aurais joliment dévisagé cette farceuse-là. Je connais leurs frimousses. —Si yo hubiese estado aquí —le decía entonces Vautrin— esa desgracia no hubiese ocurrido. ¡Yo habría desenmascarado lindamente a esa farsante. Conozco sus arrumacos! —¡Si yo hubiera estado aquí — l e d e c í a Va u t r i n — n o l e h u biera ocurrido esa desgracia! De sobra conozco yo las m a r t i n g a l a s de esas gentes. “If I had been there at the time,” Vautrin would say at the end of the story, “I would have shown her up, and that misfortune would not have befallen you. I know that kind of phiz!” Comme tous les esprits rétrécis, madame Vauquer avait l’habitude de ne pas sortir du cercle des événements, et de ne pas juger leurs causes. Elle aimait à s’en prendre à autrui de ses propres fautes. Quand cette perte eut lieu, elle considéra l’honnête vermicellier comme le principe de son infortune, et commença dès lors, disait-elle, à se dégriser sur son compte. Lorsqu’elle eut reconnu l’inutilité de ses agaceries et de ses frais de représentation, elle ne tarda pas à en deviner la raison. Elle s’aperçut alors que son pensionnaire avait déjà, selon son expression, ses allures. Enfin il lui fut prouvé que son espoir si mignonnement caressé reposait sur une base chimérique, et qu’elle ne tirerait jamais rien de cet homme-là, s u i v a n t l e mot énergique de la comtesse, qui paraissait être une connaisseuse. Elle alla nécessairement plus loin en aversion qu’elle n’était allée dans son amitié. Sa haine ne fut pas en raison de son amour, mais de ses espérances trompées. Si le coeur humain trouve des repos en montant les hauteurs de l’affection, Como todos los espíritus estrechos, la señora Vauquer tenía la costumbre de no salir del círculo de los acontecimientos, ni juzgar sus causas. Le gustaba echar la culpa a los demás de sus propias faltas. Cuando esta pérdida tuvo lugar, consideró al honesto fabricante de fideos, como el causante de su desgracia, y comenzó, según decía, a pasársele la embriaguez que sentía por él. Cuando reconoció la inutilidad de sus zalamerías y de sus gastos de representación, no tardó en adivinar la causa. Se dio cuenta entonces de que su pensionista tenía ya, según su expresión, sus propias mañas. Por fin, estuvo claro para ella, que sus ilusiones tan tiernamente acariciadas se apoyaban en una base quimérica, y que no sacaría nunca nada de aquel hombre, según la enérgica palabra de la condesa, que parecía una entendida en el tema. Su aversión fue necesariamente más allá de donde había ido su amistad. Su odio no fue por causa de su amor, sino por sus esperanzas burladas. Si el corazón humano se toma descansos al ascender a las cimas del afecto, es muy raro que se detenga, en la rápida Como todo espíritu estrecho, la señora Vauquer tenía la costumbre de no preocuparse más que de los hechos, sin averiguar jamás sus causas. Le gustaba echar a los demás [332] la culpa de sus propias faltas. Cuando tuvo esta pérdida, consideró al honrado fabricante de fideos como el principio de su infortunio, y comenzó desde entonces, según ella, a desengañarse de él. Cuando reconoció la inutilidad de sus arrumacos y de sus gastos extraordinarios y comenzó a estar razonable, se dio cuenta de que su huésped, según su propia expresión, tenía sus resabios. En fin, comprobó que su esperanza, tan mimosamente acariciada, se sostenía sobre una base quimérica, y que ella no sacaría jamás nada de aquel hombre, según la frase enérgica de la condesa, que parecía mujer experta. Su aversión fue necesariamente más lejos de lo que había ido su amistad. Su odio no estaba en razón de su amor, sino de sus esperanzas frustradas. Si el corazón humano encuentra un límite al subir la cuesta de los afectos, es muy difícil que se detenga en la pen- Like all narrow natures, Mme. Vauquer was wont to confine her attention to events, and did not go very deeply into the causes that brought them about; she likewise preferred to throw the blame of her own mistakes on other people, so she chose to consider that the honest vermicelli maker was responsible for her misfortune. It had opened her eyes, so she said, with regard to him. As soon as she saw that her blandishments were in vain, and that her outlay on her toilette was money thrown away, she was not slow to discover the reason of his indifference. It became plain to her at once that there was some other attraction, to use her own expression. In short, it was evident that the hope she had so fondly cherished was a baseless delusion, and that she would “never make anything out of that man yonder,” in the Countess’ forcible phrase. The Countess seemed to have been a judge of character. Mme. Vauquer’s aversion was naturally more energetic than her friendship, for her hatred was not in proportion to her love, but to her disappointed expectations. The human heart may find here and there a resting-place short of the highest height of affection, but we seldom stop in the 20 Balzac’s Goriot il s’arrête rarement sur la pente rapide des sentiments haineux. Mais monsieur Goriot était son pensionnaire, la veuve fut donc obligée de réprimer les explosions de son amour-propre blessé, d’enterrer les soupirs que lui causa cette déception, et de dévorer ses désirs de vengeance, comme un moine vexé par son prieur. Les petits esprits satisfont leurs sentiments, bons ou mauvais, par des petitesses incessantes. La veuve employa sa malice de femme à inventer de sourdes persécutions contre sa victime. Elle commença par retrancher les superfluités introduites dans sa pension. «Plus de cornichons, plus d’anchois: c’est des duperies! « dit-elle à Sylvie, le matin où elle rentra dans son ancien programme. Monsieur Goriot était un homme frugal, chez qui la parcimonie nécessaire aux gens qui font eux-mêmes leur fortune était dégénérée en habitude. La soupe, le bouilli, un plat de légumes, avaient été, devaient toujours être son dîner de prédilection. Il fut donc bien difficile à madame Vauquer de tourmenter son pensionnaire, de qui elle ne pouvait en rien froisser les goûts. Désespérée de rencontrer un homme inattaquable, elle se mit à le déconsidérer, et fit ainsi partager son aversion pour Goriot par ses pensionnaires, qui, par amusement, servirent ses vengeances. Vers la fin de la première année, la veuve en était venue à un tel degré de méfiance, qu’elle se demandait pourquoi ce négociant, riche de sept à huit mille livres de rente, qui possédait une argenterie superbe et des bijoux aussi beaux que ceux d’une fille entretenue, demeurait chez elle, en lui payant une pension si modique relativement à sa fortune. Pendant la plus grande partie de cette première année, Goriot avait souvent dîné dehors une ou deux fois par semaine; puis, insensiblement, il en était arrivé à ne plus dîner en ville que deux fois par mois. Les petites parties fines du sieur Goriot convenaient trop bien aux intérêts de madame Vauquer pour quelle ne fût pas mécontente de l’exactitude progressive avec laquelle son pensionnaire prenait ses repas chez elle. Ces changements furent attribués autant à une lente diminution de fortune qu’au désir de contrarier son hôtesse. Une des plus détestables habitudes de ces esprits lilliputiens est de supposer leurs petitesses chez les autres. Malheureusement, à la fin de la deuxième année, monsieur Goriot justifia les bavardages dont il était l’objet, en demandant à madame Vauquer de passer au second étage, et de réduire sa pension à neuf cents francs. tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia tr. Ellen Marriage pendiente de los sentimientos de odio. diente rápida de los sentimientos de steep, downward slope of hatred. Still, Pero el señor Goriot era su [93] hués- odio. Pero como el señor Goriot era M. Goriot was a lodger, and the widow’s ped, la viuda, se vio obligada por tan- su huésped, la viuda se vio obligada a wounded self-love could not vent itself to, a reprimir las explosiones de su reprimir las explosiones de su herido in an explosion of wrath; like a monk amor propio herido, a enterrar los sus- amor propio, de enterrar los suspiros harassed by the prior of his convent, she piros que le causó esta decepción, y a que le costó esta decepción y de de- was forced to stifle her sighs of disapt r a g a r s e s u s d e s e o s d e v e n g a n z a , vorar sus deseos de venganza como pointment, and to gulp down her cravcomo un fraile humillado por su prior. se reprime un fraile vejado por su ing for revenge. Little minds find gratiLas almas ruines satisfacen sus senti- prior. Los espíritus mezquinos satis- fication for their feelings, benevolent or mientos buenos o malos, por medio de facen sus sentimientos, malos o bue- otherwise, by a constant exercise of petty pequeñeces incesantes. La viuda em- nos, por medio de incesantes pequeñe- ingenuity. The widow employed her pleó su malicia de hembra en inven- ces. La viuda empleó su malicia de woman’s malice to devise a system of tar sordas persecuciones contra su mujer en inventar sordas persecuciones covert persecution. She began by a course retrenchment 1 the act of reducing expenditure in order to improve financial stability 2 an extra interior fortification to reinforce outer walls víctima. Comenzó por recortar las contra su víctima. Empezó por reducir of retrenchment—various luxuries cosas superfluas introducidas en su las mejoras superfluas que había intro- which had found their way to the table appeared there no more. ducido en la casa. pensión. “No more gherkins, no more ancho—Nada de pepinillos, nada de an—Nada de pepinos, nada de anchoas: son engañabobos —dijo a choas; ésas son primadas —decía a vies; they have made a fool of me!” she Silvia, la mañana que volvió a su Sylvie la mañana en que volvió a su said to Sylvie one morning, and they returned to the old bill of fare. antiguo programa. antiguo programa. The thrifty frugality necessary El señor Goriot era un hombre fruEl señor Goriot era un hombre frugal, en quien la parsimonia ne- gal, en quien la economía de las gen- to those who mean to make their cesaria, para la gente que ha hecho tes que han creado su fortuna por pro- way in the world had become an su fortuna por sí misma, había de- pio esfuerzo había degenerado en cos- inveterate habit of life with M. g e n e r a d o e n h á b i t o . L a s o p a , e l tumbre. La sopa, el cocido y un plato Goriot. Soup, boiled beef, and a caldo, el plato de verdura habían de legumbres había sido siempre, y dish of vegetables had been, and sido y serían siempre sus comidas debía continuar siendo, su cena pre- always would be, the dinner he favoritas. Así que fue muy difícil dilecta. Fue, por tanto, muy [333] di- l i k e d b e s t , s o M m e . Va u q u e r para la señora Vauquer atormentar fícil para la señora Vauquer atormen- found it very difficult to annoy a a su huésped, cuyos gustos no po- tar a su huésped, a quien no podía he- b o a r d e r w h o s e t a s t e s w e r e s o día lastimar en nada. Desesperada rir en sus gustos. Desesperada por no simple. He was proof against her p o r h a b e r e n c o n t r a d o u n h o m b r e poder encontrar el lado vulnerable de malice, and in desperation she hombre, comenzó a spoke to him and of him slightinatacable, se puso a desacreditar- aquel l o , e h i z o c o m p a r t i r s u a v e r s i ó n desprestigiarle y consiguió comunicar ingly before the other lodgers, por Goriot a los otros huéspedes, a los huéspedes su aversión por who began to amuse themselves q u i e n e s , p o r d i v e r s i ó n , l a a y u d a - Goriot. Los huéspedes, por divertir- at his expense, and so gratified her desire for revenge. se, contribuyeron a las venganzas. ron en sus venganzas. Towards the end of the first year the Al final del primer año la viuda había Hacia el fin del primer año, la viuda llegado a tal grado de desconfianza, que había llegado a tal grado de descon- widow’s suspicions had reached such a se preguntaba por qué ese negociante fianza, que se preguntaba por qué este pitch that she began to wonder how it rico, de siete a ocho mil libras de renta, negociante, con siete u ocho mil fran- was that a retired merchant with a secure que poseía unos servicios de plata sober- cos de renta, cubiertos soberbios de income of seven or eight thousand livres, bios y joyas tan bellas como las de una plata y alhajas tan hermosas como las the owner of such magnificent plate and querida, paraba en su casa, pagándole de una mujer galante, vivía en su casa jewelry handsome enough for a kept misuna pensión tan módica en relación a su pagándole una pensión tan módica en tress, should be living in her house. Why fortuna. Durante la mayor parte de este relación con su fortuna. Durante casi should he devote so small a proportion primer año, Goriot había comido fuera, todo el primer año Goriot había cena- of his money to his expenses? Until the a menudo una o dos veces por semana; do fuera una o dos veces por semana; first year was nearly at an end, Goriot después, insensiblemente, había llegado después, insensiblemente, habían dis- had dined out once or twice every week, a no comer en la ciudad más que dos ve- minuido estas cenas hasta dos men- but these occasions came less frequently, ces al mes. Las pequeñas escapadas del suales. Las pequeñas escapatorias del and at last he was scarcely absent from señor Goriot, convenían muy bien a señor Goriot eran tan convenientes the dinner-table twice a month. It was los intereses de la señora Vauquer para los intereses de la señora hardly expected that Mme. Vauquer para que no estuviera descontenta de Vauquer, que la exactitud progresiva should regard the increased regularity of la exactitud progresiva, con que su con que su huésped se quedaba a ce- her boarder’s habits with complacency, huésped hacía sus comidas en su casa. nar en casa no podía menos de des- when those little excursions of his had Estos cambios, fueron atribuidos, tan- agradarle. Estos cambios fueron atri- been so much to her interest. She attribto a una lenta disminución de su for- buidos, tanto a una lenta disminución uted the change not so much to a gradual tuna, como al deseo de contrariar a su de fortuna como a los deseos de mor- diminution of fortune as to a spiteful wish patrona. Una de las más detestables tificar a la patrona. Una de las más to annoy his hostess. It is one of the most c o s t u m b r e s d e e s t o s e s p í r i t u s detestables costumbres de estos espí- detestable habits of a Liliputian mind to liliputienses, es la de suponer a los ritus liliputienses es la de suponer en credit other people with its own malignant pettiness. los demás las propias ruindades. demás, sus propios defectos. Desgraciadamente, al final del segun- Desgraciadamente, al fin del segunUnluckily, towards the end of the do año, el señor Goriot justificó las ha- do año el señor Goriot justificó las second year, M. Goriot’s conduct gave bladurías de que era objeto, solicitan- habladurías de que era víctima pi- some color to the idle talk about him. do a la señora Vauquer pasar al segun- diendo a la señora Vauquer pasar al He asked Mme. Vauquer to give him a do piso y reducir su pensión a novecien- segundo piso y el que le redujera el room on the second floor, and to make tos francos. Necesitó hacer un ahorro hospedaje a novecientos francos. a corresponding reduction in her 21 Balzac’s Goriot Il eut besoin d’une si stricte économie qu’il ne fit plus de feu chez lui pendant l’hiver. La veuve Vauquer voulut être payée d’avance; à quoi consentit monsieur Goriot, que dès lors elle nomma le père Goriot. Ce fut à qui devinerait les causes de cette décadence. Exploration difficile! Comme l’avait dit la fausse comtesse, le père Goriot était un sournois, un taciturne. Suivant la logique des gens à tête vide, tous indiscrets parce qu’ils n’ont que des riens à dire, ceux qui ne parlent pas de leurs affaires en doivent faire de mauvaises. Ce négociant si distingué devint donc un fripon, ce galantin fut un vieux drôle. Tantôt, selon Vautrin, qui vint vers cette époque habiter la MaisonVauquer, le père Goriot était un homme qui allait à la Bourse et qui, suivant une expression assez énergique de la langue financière, carottait sur les rentes après s’y être ruiné. Ta n t ô t c ’ é t a i t u n d e c e s p e t i t s joueurs qui vont hasarder et gagner tous les soirs dix francs au jeu. Tantôt on en faisait un espion attaché à la haute police; mais Vautrin prétendait qu’il n’était pas assez rusé pour en être. Le père Goriot était encore un avare qui prêtait à la petite semaine, un homme qui nourrissait des numéros à la loterie. On en faisait tout ce que le vice, la honte, l’impuissance engendrent de plus mystérieux. Seulement, quelque ignobles que fussent sa conduite ou ses vices, l’aversion qu’il inspirait n’allait pas jusqu’à le faire bannir: il payait sa pension. Puis il était utile, chacun essayait sur lui sa bonne ou mauvaise humeur par des plaisanteries ou par des bourrades. L’opinion qui paraissait plus probable, et qui fut généralement adoptée, était celle de madame Vauquer. À l’entendre, cet homme si bien conservé, sain comme son oeil et avec lequel on pourrait avoir encore beaucoup d’agrément, était un libertin qui avait des goûts étranges. Voici sur quels faits la veuve Vauquer appuyait ses calomnies. Quelques mois après le départ de cette désastreuse comtesse qui avait su vivre pendant six mois à ses dépens, un matin, avant de se lever, elle entendit dans son escalier le froufrou d’une robe de soie et le pas mignon d’une femme jeune et légère qui filait chez Goriot, dont la porte s’était intelligemment ouverte. Aussitôt la grosse Sylvie vint dire à sa maîtresse qu’une fille trop jolie pour être honnête, mise comme une divinité, chaussée en brodequins de prunelle qui n’étaient pas crottés, avait glissé comme une anguille de la rue jusqu’à tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia tan estricto, que no encendió fuego en su apartamento durante todo el invierno. La viuda Vauquer le exigió que le pagara por adelantado; a lo que consintió el señor Goriot a quien desde entonces llamó ella el tío Goriot. Entonces, todos intentaron adivinar las causas de esta decadencia. ¡Difícil investigación! Según había dicho la falsa condesa, el tío Goriot era [94] un cazurro, un taciturno. Según la lógica de la gente de cabeza vacía, todos indiscretos porque no tienen más que naderías que contar, los que no hablan de sus cosas es porque deben hacerlas malas. Este negociante, tan distinguido, se transformó pues en un bribón, ese don Juan, en un viejo verde. Tan pronto, según Vautrin, que vino hacia esta época a vivir en casa de la señora Vauquer, el tío Goriot era un hombre que iba a la Bolsa y que, según una expresión bastante enérgica de la lengua financiera, iba tirando de sus rentas después de haberse arruinado. Tan pronto era uno de esos jugadores de poca monta que iba a apostar y ganar todas las noches diez francos en el juego. Otras veces lo convertían en un confidente de la policía secreta; pero Vautrin pretendía que no era bastante astuto como para ser uno de ellos. El tío Goriot era también un avaro que prestaba con intereses semanales, un hombre que jugaba a la lotería. Hacían de él todo lo que el vicio, la vergüenza y la impotencia engendran a partir de lo misterioso. Sólo que, por muy innoble que fueran su comportamiento 0 sus vicios, la aversión que inspiraba no llegaba al punto de hacer que lo echaran: pagaba su pensión. Además era útil, todos descargaban sobre él su buen o mal humor, con bromas o burradas. La opinión que parecía más probable y que fue aceptada por la mayoría, era la de la señora Vauquer. Escuchándola, este hombre tan bien conservado; sano como una lechuga y con el que se lo podía pasar uno muy bien todavía, era un libertino que tenía gustos raros. Sobre estos hechos basaba la viuda Vauquer sus calumnias: Unos meses después de la marcha de la desastrosa condesa, que se las había apañado para vivir seis meses a costa de ella, una mañana, antes de levantarse oyó en su escalera el frufru de un vestido de seda y el pasito menudo de una mujer joven y ligera que entraba en los aposentos de Goriot, cuya puerta se había abierto sigilosamente. Inmediatamente, la gorda Silvia, vino a decir a su ama, que una joven demasiado guapa para ser honesta, vestida como una diosa, calzando escarpines de raso bordados, sin una mota de polvo, se había deslizado como una anguila, desde la calle hasta la co- Necesitó ajustarse a una tan estricta economía, que no encendió ya fuego durante el invierno. La señora Vauquer quería que le pagara por adelantado, a lo que accedió el señor Goriot, a quien desde entonces ella llamaba papá Goriot. Todos trataban de adivinar, cada cual antes que los demás, cuáles eran las causas de esta decadencia. ¡Difícil investigación! Como había dicho la falsa condesa, papá Goriot era un solitario reservón. [334] Para las gentes de poca cabeza, indiscretas, porque no tienen más que tonterías que decir, todos los que callan sus asuntos es porque les va mal. Aquel negociante tan distinguido se convirtió, así, en un bellaco; aquel galanteador, en viejo raro. Tan pronto, según Vautrin, que vino hacia esta época a vivir a la casa Vauquer, papá Goriot era un hombre que frecuentaba la Bolsa y que especulaba activamente con sus rentas después de haberse arruinado; tan pronto era uno de esos pequeños puntos que van a exponer y ganar todas las noches diez francos al juego. Otras veces se le creía un espía al servicio de la alta política, aunque Vautrin no le suponía lo suficientemente avisado para esto. Papá Goriot podía ser también un avaro que prestaba y cobraba usureramente intereses semanales, o un jugador de lotería. Se le hacía todo cuanto el vicio, la vergüenza y la impotencia engendran de más misterioso. Ahora que, por muy innobles que fueran su conducta y sus vicios no llegaban hasta la decisión de despedirle porque, al fin y al cabo, pagaba su hospedaje. Además les servía para que cada uno descargara sobre él sus buenos o malos humores con bromas o con groserías. La opinión que parecía más probable, y que fue más generalmente aceptada, fue la de la señora Vauquer. Según ella, este hombre, tan bien conservado, sano como una manzana y que todavía podía agradar a una mujer, era un libertino de gustos extraviados. He aquí los hechos sobre los cuales apoyaba sus calumnias: algunos meses después de la huida de la desastrosa condesa, que había sabido vivir seis meses a cuenta suya, una mañana, antes de levantarse, oyó en la escalera el crujido de un vestido de seda y el paso menudo de una mujer, joven y ligera, que se dirigía a la habitación de Goriot, que había dejado la puerta sagazmente abierta. Además, Sylvie vino a decir a su dueña que una chica, demasiado bonita para ser honrada, [335] vestida como una divinidad, calzada con gran coquetería, se había deslizado, como una anguila, hasta la cocina y le había pregunta22 tr. Ellen Marriage charges. Apparently, such strict economy was called for, that he did without a fire all through the winter. Mme. Vauquer asked to be paid in advance, an arrangement to which M. Goriot consented, and thenceforward she spoke of him as “Father Goriot.” What had brought about this decline and fall? Conjecture was keen, but investigation was difficult. Father Goriot was not communicative; in the sham countess’ phrase he was “a curmudgeon.” Empty-headed people who babble about their own affairs because they have nothing else to occupy them, naturally conclude that if people say nothing of their doings it is because their doings will not bear being talked about; so the highly respectable merchant became a scoundrel, and the late beau was an old rogue. Opinion fluctuated. Sometimes, according to Vautrin, who came about this time to live in the Maison Vauquer, Father Goriot was a man who went on ‘Change and dabbled (to use the sufficiently expressive language of the Stock Exchange) in stocks and shares after he had ruined himself by heavy speculation. Sometimes it was held that he was one of those petty gamblers who nightly play for small stakes until they win a few francs. A theory that he was a detective in the employ of the Home Office found favor at one time, but Vautrin urged that “Goriot was not sharp enough for one of that sort.” There were yet other solutions; Father Goriot was a skinflint, a shark of a money-lender, a man who lived by selling lottery tickets. He was by turns all the most mysterious brood of vice and shame and misery; yet, however vile his life might be, the feeling of repulsion which he aroused in others was not so strong that he must be banished from their society—he paid his way. Besides, Goriot had his uses, every one vented his spleen or sharpened his wit on him; he was pelted with jokes and belabored with hard words. The general consensus of opinion was in favor of a theory which seemed the most likely; this was Mme. Vauquer’s view. According to her, the man so well preserved at his time of life, as sound as her eyesight, with whom a woman might be very happy, was a libertine who had strange tastes. These are the facts upon which Mme. Vauquer’s slanders were based. Early one morning, some few months after the departure of the unlucky Countess who had managed to live for six months at the widow’s expense, Mme. Vauquer (not yet dressed) heard the rustle of a silk dress and a young woman’s light footstep on the stair; some one was going to Goriot’s room. He seemed to expect the visit, for his door stood ajar. The portly Sylvie presently came up to tell her mistress that a girl too pretty to be honest, “dressed like a goddess,” and not a speck of mud on her laced cashmere boots, had glided in from the street like a snake, had Balzac’s Goriot tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia tr. Ellen Marriage la cuisine, et lui avait demandé l’appartement de monsieur Goriot. Madame Vauquer et sa cuisinière se mirent aux écoutes, et surprirent plusieurs mots tendrement prononcés pendant la visite, qui dura quelque temps. Quand monsieur Goriot reconduisit sa dame, la grosse Sylvie prit aussitôt son panier, et feignit d’aller au marché, pour suivre le couple amoureux. cina, y le había preguntado, cual era el aposento del señor Goriot. La señora Vauquer y su cocinera se pusieron a escuchar y sorprendieron varias palabras pronunciadas con ternura, durante la visita, que duró algún tiempo. Cuando el señor Goriot despidió a su dama, la gruesa Silvia cogió inmediatamente su cesto y fingió que iba al mercado, para seguir a la pareja enamorada. do p o r l a h a b i t a c i ó n d e l s e ñ o r Goriot. La señora Vauquer y la cocinera se pusieron a escuchar, y sorprendieron durante la visita, que duró cierto tiempo, algunas palabras dichas con ternura. Cuando el señor Goriot salió acompañando a su dama, Sylvie cogió su cesto y, simulando ir a la compra, siguió a la amorosa pareja. found the kitchen, and asked for M. Goriot’s room. Mme. Vauquer and the cook, listening, overheard several words affectionately spoken during the visit, which lasted for some time. When M. Goriot went downstairs with the lady, the stout Sylvie forthwith took her basket and followed the lover-like couple, under pretext of going to do her marketing. — Madame, dit-elle à sa maîtresse en revenant, il faut que monsieur Goriot soit diantrement riche tout de même, pour les mettre sur ce piedlà. Figurez-vous qu’il y avait au coin de l’estrapade un superbe équipage dans lequel elle est montée. —Señora —dijo a su ama al volver—, el señor Goirot tiene que ser endiabladamente rico, a pesar de todo, para tenerlas con [95] ese tren de vida. Imagínese que en la esquina de la Estrapade había un soberbio carruaje al que se subió ella. —Señora —dijo a la vuelta a su dueña—, el señor Goriot tiene que ser fenomenalmente rico para sostenerlas así. Figúrese usted que había en la esquina de la calle esperando un coche soberbio al que ella ha subido. “M. Goriot must be awfully rich, all the same, madame,” she reported on her return, “to keep her in such style. Just imagine it! There was a splendid carriage waiting at the corner of the Place de l’Estrapade, and she got into it.” Pendant le dîner, madame Vauquer alla tirer un rideau pour empêcher que Goriot ne fût incommodé par le soleil dont un rayon lui tombait sur les yeux. Durante la comida la señora Vauquer fue a cerrar una cortina para impedir que Goriot fuera molestado por un rayo de sol que le daba en los ojos. Durante la comida la señora Vauquer bajó una cortina para evitar un rayo de sol molesto que daba a Goriot sobre los ojos. While they were at dinner that evening, Mme. Vauquer went to the window and drew the curtain, as the sun was shining into Goriot’s eyes. — Vous êtes aimé des belles, monsieur Goriot, le soleil vous cherche, dit-elle en faisant allusion à la visite qu’il avait reçue. Peste! vous avez bon goût, elle était bien jolie. —Es usted el amado de las bellas, señor Goriot. El sol le busca a usted — le dijo haciendo alusión a la visita que había recibido—. ¡Demonio! Tiene usted buen gusto, era muy bonita. —Ya se conoce que le aman a usted las bellas, señor Goriot, el sol le busca —dijo haciendo alusión a la visita—. ¡Diablo! Tiene usted buen gusto, era estupendamente bonita. “You are beloved of fair ladies, M. Goriot—the sun seeks you out,” she said, alluding to his v i s i t o r. “ P e s t e ! y o u h a v e g o o d taste; she was very pretty.” — C’était ma fille, dit-il avec une sorte d’orgueil dans lequel les pensionnaires voulurent voir la fatuité d’un vieillard qui garde les apparences. —Era mi hija —dijo con una e s p e c i e d e o rg u l l o , e n e l q u e l o s huéspedes quisieron apreciar la presunción de un viejo que guarda las apariencias. —Era mi hija —respondió Goriot con una especie de orgullo en el que los huéspedes quisieron adivinar la fatuidad del viejo que guarda las apariencias. “That was my daughter,” he said, with a kind of pride in his voice, and the rest chose to consider this as the fatuity of an old man who wishes to save appearances. Un mois après cette visite, monsieur Goriot en reçut une autre. Sa fille qui, la première fois, était venue en toilette du matin, vint après le dîner et habillée comme pour aller dans le monde! Les pensionnaires, occupés à causer dans le salon, purent voir en elle une jolie blonde, mince de taille, gracieuse, et beaucoup trop distinguée pour être la fille d’un père Goriot. Un mes después de esta visita, el señor Goriot recibió otra. Su hija, que había venido la primera vez en traje de mañana, vino después de la comida y vestida como para salir en sociedad. Los pensionistas, ocupados charlando en el salón pudieron ver en ella una preciosa rubia de cintura delgada, graciosa, y con mucho, demasiado distinguida para ser la hija de un tío Goriot. Un mes después de esta visita, el señor Goriot recibió otra. Su hija, que la primera vez había venido en traje de mañana, vino después de comer, en traje de visita. Los huéspedes, que charlaban en el salón, pudieron ver que se trataba de una joven rubia, esbelta, graciosa y demasiado distinguida para ser hija de papá Goriot. A month after this visit M. Goriot received another. The same daughter who had come to see him that morning came again after dinner, this time in evening dress. The boarders, in deep discussion in the dining-room, caught a glimpse of a lovely, fairhaired woman, slender, graceful, and much too distinguished-looking to be a daughter of Father Goriot’s. — Et de deux! dit la grosse Sylvie, qui ne la reconnut pas. —¡Ya van dos! —dijo la gorda Silvia, que no la reconoció. —¡Y van dos! —dijo Sylvie, que no la reconoció. Quelques jours après, une autre fille, grande et bien faite, brune, à cheveux noirs et à l’oeil vif, demanda monsieur Goriot. Algunos días después, otra chica alta y bien formada, morena, de cabellos negros y ojos vivos, preguntó por el señor Goriot. Algunos días después, otra muchacha, alta y bien hecha, de cabellos negros y ojos vivos preguntó por el señor Goriot. “Two of them!” cried the portly Sylvie, who did not recognize the lady of the first visit. A few days later, and another young lady—a tall, well-moulded brunette, with dark hair and bright eyes—came to ask for M. Goriot. Cette seconde fille, qui la première fois était aussi venue voir son père le matin, vint quelques jours après, le soir, en toilette de bal et en voiture. Esta segunda chica, que la primera vez había venido también a ver a su padre por la mañana, vino unos días después, por la noche, en traje de baile y en coche. —¡Y va la tercera! —dijo Sylvie. [336] Esta segunda hija, que la primera vez vino también por la mañana, llegó algunos días después por la noche en traje de baile y en coche. — Et de quatre! dirent madame Vauquer et la grosse Sylvie, qui ne reconnurent dans cette grande dame aucun vestige de la fille simplement mise le matin où elle fit sa première visite. —¡Y cuatro! —dijeron la señora Vauquer y la gorda Silvia, que no reconocieron en esta señora alta, ningún vestigio de la chica vestida sencillamente, la mañana que hizo su primera visita. —¡Y va la cuarta! —dijeron la señora Vauquer y Sylvie, que no reconocieron en esta gran señora el menor vestigio de la muchacha simplemente vestida de la primera visita. — Et de trois! dit Sylvie. —¡Y tres! —dijo Silvia. 23 “Three of them!” said Sylvie. Then the second daughter, who had first come in the morning to see her father, came shortly afterwards in the evening. She wore a ball dress, and came in a carriage. “Four of them!” commented Mme. Vauquer and her plump handmaid. Sylvie saw not a trace of resemblance between this great lady and the girl in her simple morning dress who had entered her kitchen on the occasion of her first visit. Balzac’s Goriot tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia tr. Ellen Marriage Goriot payait encore douze cents francs de pension. Madame Vauquer trouva tout naturel qu’un homme riche eût quatre ou cinq maîtresses, et le trouva même fort adroit de les faire passer pour ses filles. Elle ne se formalisa point de ce qu’il les mandait dans la Maison-Vauquer. Seulement, comme ces visites lui expliquaient l’indifférence de son pensionnaire à son égard, elle se permit, au commencement de la deuxième année, de l’appeler vieux matou. Enfin, quand son pensionnaire tomba dans les neuf cents francs, elle lui demanda fort insolemment ce qu’il comptait faire de sa maison, en voyant descendre une de ces dames. Le père Goriot lui répondit que cette dame était sa fille; aînée. Goriot pagaba todavía mil doscientos francos de pensión. La señora Vauquer creyó muy natural, que un hombre rico tuviera cuatro o cinco amantes, y le pareció incluso muy hábil por hacerlas pasar por sus hijas. No se molestó en absoluto, de que las hiciera venir a la Casa Vauquer. Únicamente como estas visitas le explicaban la indiferencia de su pensionista con relación a ella, se permitió, al principio del segundo año, llamarle viejo barbón. E n f i n cuando su huésped cayó en los novecientos francos, le preguntó muy insolente qué pretendía hacer con su casa, al ver bajar una de esas damas. El tío Goriot le respondió que esa señora era s u h i j a m a y o r. Goriot pagaba todavía mil doscientos francos de hospedaje. La señora Vauquer encontraba completamente natural que un hombre rico tuviera cuatro o cinco queridas, y encontró muy sagaz que las hiciera pasar por hijas suyas. Tampoco se escandalizó porque las trajera a la casa Vauquer. Únicamente, como estas visitas le daban la explicación de la indiferencia de su huésped para con ella, se permitió al comienzo del segundo año el llamarle viejo garañón. En fin, cuando su huésped llegó a no pagar más que novecientos francos, le preguntó, insólitamente, al ver un día llegar a una de aquellas damas, que a ver en qué pretendía convertir su casa. Papá Goriot le respondió que aquella señora era su hija mayor. At that time Goriot was paying twelve hundred francs a year to his landlady, and Mme. Vauquer saw nothing out of the common in the fact that a rich man had four or five mistresses; nay, she thought it very knowing of him to pass them off as his daughters. She was not at all inclined to draw a hard-and-fast line, or to take umbrage at his sending for them to the Maison Vauquer; yet, inasmuch as these visits explained her boarder’s indifference to her, she went so far (at the end of the second year) as to speak of him as an “ugly old wretch.” When at length her boarder declined to nine hundred francs a year, she asked him very insolently what he took her house to be, after meeting one of these ladies on the stairs. Father Goriot answered that the lady was his eldest daughter. — Vous en avez donc trente-six, des filles? dit aigrement madame Vauquer. —¡Entonces tiene usted treinta y seis hijas! —dijo agriamente la señora Vauquer. —Entonces, ¿usted tiene treinta y seis hijas? —preguntó agriamente la señora Vauquer. “So you have two or three dozen daughters, have you?” said Mme. Vauquer sharply. — Je n’en ai que deux, répliqua le pensionnaire avec la douceur d’un homme ruiné qui arrive à toutes les docilités de la misère. —No tengo más que dos —replicó el pensionista, con la dulzura de un hombre arruinado, que llega a todas las docilidades de la miseria. [96] —No tengo más que dos —respondió el huésped con la amabilidad de un hombre arruinado que ha llegado a todas las docilidades de la miseria. “I have only two,” her boarder answered meekly, like a ruined man who is broken in to all the cruel usage of misfortune. Vers la fin de la troisième année, le père Goriot réduisit encore ses dépenses, en montant au troisième étage et en se mettant à quarante-cinq francs de pension par mois. Il se passa de tabac, congédia son perruquier et ne mit plus de poudre. Quand le père Goriot parut pour la première fois sans être poudré, son hôtesse laissa échapper une exclamation de surprise en apercevant la couleur de ses cheveux, ils étaient d’un gris sale et verdâtre. Sa physionomie, que des chagrins secrets avaient insensiblement rendue plus triste de jour en jour, semblait la plus désolée de toutes celles qui garnissaient la table. Il n’y eut alors plus aucun doute. Le père Goriot était un vieux libertin dont les yeux n’avaient été préservés de la maligne influence des remèdes nécessités par ses maladies que par l’habileté d’un médecin. La couleur dégoûtante de ses cheveux provenait de ses excès et des drogues qu’il avait prises pour les continuer. L’état physique et moral du bonhomme donnait raison à ces radotages. Quand son trousseau fut usé, il acheta du calicot à quatorze sous l’aune pour remplacer son beau linge. Ses diamants, sa tabatière d’or, sa chaîne, ses bijoux, disparurent un à un. Il avait quitté l’habit bleu-barbeau, tout son costume cossu, pour porter, été comme hiver, une redingote de drap marron grossier, un gilet en poil de chèvre, et un pantalon gris en cuir de laine. Il devint progressivement Hacia el final del tercer año, el tío Goriot redujo aún más sus gastos, subiendo al tercer piso y poniéndose a cuarenta y cinco francos de pensión al mes. Se privó del tabaco, despidió a su peluquero y ya no se puso polvos. Cuando el tío Goriot apareció, por primera vez, sin empolvar, su patrona dejó escapar una exclamación de sorpresa, al ver el color de sus cabellos, que eran de un gris sucio y verdoso. Su rostro, al que secretas penas habían insensiblemente vuelto más triste cada día, parecía el más desolado de todos los que adornaban la mesa. Ya no quedó entonces ninguna duda. El tío Goriot era un viejo libertino, cuyos ojos no habían sido preservados de la maligna influencia, de los remedios necesarios para esas enfermedades, más que por la habilidad de un médico. El color asqueroso de su cabello, procedía de sus excesos y de las drogas que había tomado para poder seguir son ellos. El estado físico y moral del buen hombre, daba la razón, a aquellas habladurías sin sentido. Cuando su ajuar se gastó, compró algodón de indiana de catorce céntimos la vara, para sustituir su preciosa ropa interior. Sus diamantes, su tabaquera de oro, su cadena, sus joyas, desaparecieron uno a uno. Había abandonado el frac azul-barbo, todo su traje de lujo, para llevar tanto en verano como en invierno, una levita de paño marrón basto, un chaleco de pelo de cabra y pantalón gris de lanilla. Se quedó cada vez Hacia el fin del tercer año papá Goriot redujo sus gastos: subió al tercer piso, pagando cuarenta y cinco francos mensuales. Suprimió el tabaco, despidió al peluquero y no se empolvó más los cabellos. Cuando papá Goriot apareció por primera vez con los pelos sin empolvar, su patrona dejó escapar una exclamación de sorpresa al verlos de su verdadero color, un gris verdoso y sucio. Su fisonomía, que secretos pesares habían insensiblemente entristecido de día en día, parecía la más desolada de todas las [337] de la mesa. Entonces ya no hubo ninguna duda: papá Goriot era un viejo libertino a quien la habilidad de un médico había preservado los ojos de la nefasta influencia de los remedios exigidos por sus enfermedades. El asqueroso color de sus cabellos provenía de sus excesos y de las drogas que había tomado para poder continuarlos. Su estado físico y moral originaba sus chocheces. Cuando se gastó su ajuar, se hizo ropa interior de algodón, a setenta céntimos la vara, para reemplazar sus antiguos lujos. Sus diamantes, su petaca de oro, sus joyas desaparecieron paulatinamente. Había sustituido su antigua levita azul y demás prendas por una mala levita de color marrón, un chaleco de piel de cabra y un pantalón gris de lana, que llevaba tanto en verano como en invierno. Enflaqueció, se Towards the end of the third year Father Goriot reduced his expenses still further; he went up to the third story, and now paid forty-five francs a month. He did without snuff, told his hairdresser that he no longer required his services, and gave up wearing powder. When Goriot appeared for the first time in this condition, an exclamation of astonishment broke from his hostess at the color of his hair—a dingy olive gray. He had grown sadder day by day under the influence of some hidden trouble; among all the faces round the table, his was the most woe-begone. There was no longer any doubt. Goriot was an elderly libertine, whose eyes had only been preserved by the skill of the physician from the malign influence of the remedies necessitated by the state of his health. The disgusting color of his hair was a result of his excesses and of the drugs which he had taken that he might continue his career. The poor old man’s mental and physical condition afforded some grounds for the absurd rubbish talked about him. When his outfit was worn out, he replaced the fine linen by calico at fourteen sous the ell. His diamonds, his gold snuff-box, watch-chain and trinkets, disappeared one by one. He had left off wearing the corn-flower blue coat, and was sumptuously arrayed, summer as well as winter, in a coarse chestnutbrown coat, a plush waistcoat, and doeskin breeches. He grew thinner and thinner; his legs were shrunken, his cheeks, 15 24 Balzac’s Goriot tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia tr. Ellen Marriage maigre; ses mollets tombèrent; sa figure, bouffie par le contentement d’un bonheur bourgeois, se vida démesurément; son front se plissa, sa mâchoire se dessina. Durant la quatrième année de son établissement rue Neuve-Sainte-Geneviève, il ne se ressemblait plus. Le bon vermicellier de soixante-deux ans qui ne paraissait pas en avoir quarante, le bourgeois gros et gras, frais de bêtise, dont la tenue égrillarde réjouissait les passants, qui avait quelque chose de jeune dans le sourire, semblait être un septuagénaire hébété, vacillant, blafard. Ses yeux bleus si vivaces prirent des teintes ternes et gris-de-fer, ils avaient pâli, ne larmoyaient plus, et leur bordure rouge semblait pleurer du sang. Aux uns, il faisait horreur; aux autres, il faisait pitié. De jeunes étudiants en Médecine, ayant remarqué l’abaissement de sa lèvre inférieure et mesuré le sommet de son angle facial, le déclarèrent atteint de crétinisme, après l’avoir longtemps houspillé sans en rien tirer. Un soir, après le dîner, madame Vauquer lui ayant dit en manière de raillerie: « Eh bien! elles ne viennent donc plus vous voir, vos filles? « en mettant en doute sa paternité, le père Goriot tressaillit comme si son hôtesse l’eût piqué avec un fer. más delgado sus pantorrillas se ablandaron; su rostro inflado por una felicidad burguesa, se arrugó desmesuradamente; su frente se llenó de pliegues, y su mandíbula se marcó. Durante el cuarto año de su estancia en la calle nueva de Sainte Geneviève, no parecía el mismo. El buen fabricante de fideos de sesenta y dos años, que no representaba ni cuarenta, el burgués gordo y reluciente, lozano de pura estupidez, cuyo atuendo alegre regocijaba a los transeúntes, que tenía algo de joven en la sonrisa, parecía ahora un septuagenario atontado, vacilante y lívido. Sus ojos azules, tan vivos, tomaron tintes apagados y grises acerados, habían palidecido, ya no lagrimeaban, y su borde rojo parecía llorar sangre. A unos les daba horror, otros le tenían piedad. Unos jóvenes estudiantes de medicina habiendo notado la caída de su labio inferior y medido la parte más alca de su ángulo facial, lo declararon aquejado de cretinismo, después de haberle hostigado durante mucho tiempo sin sacar nada en limpio. Una noche, después de la cena, la señora Vauquer le dijo como por broma: —Qué, ¿ya no vienen sus hijas a verle? Poniendo en duda su p a t e r n i d a d . E l t ío Goriot saltó como si su patrona le hubier a p i n c h a d o c o n u n a l f i l e r. le aflojaron las pantorrillas. Su cara, antes radiante de satisfacción burguesa, se arrugó desmesuradamente, lo mismo que su frente, y se acentuaron sus mandíbulas. Al cuarto año de vida en la calle Neuve-Sainte-Geneviève, no parecía el mismo. El buen fabricante de fideos, de sesenta y dos años, que no parecía tener cuarenta; el burgués gordo y rozagante, c u y a i n dumentaria pulcra y un poco chocante regocijaba a los transeúntes; de sonrisa casi juvenil, parecía un setentón alelado, vacilante y macilento. Sus ojos azules y vivaces se amortiguaron y se hicieron borrosos; ni siquiera lagrimearon más. Únicamente su ribete rojo parecía llorar sangre. A los unos les daba horror; a los otros, piedad. Los estudiantes de Medicina, habiendo observado la caída de su labio inferior y medido su ángulo facial, le declaraban atacado de cretinismo, después de haberle molestado sin resultado. Una noche, acabada la cena, la señora Vauquer le dijo por burla: «¿Y q u é , y a n o v i e n e n s u s h i jas a verle?», poniendo en duda su paternidad. Papá Goriot tembló como si su patrona le hubiera pinchado. [338] once so puffed out by contented bourgeois prosperity, were covered with wrinkles, and the outlines of the jawbones were distinctly visible; there were deep furrows in his forehead. In the fourth year of his residence in the Rue Neuve-Sainte-Genevieve he was no longer like his former self. The hale vermicelli manufacturer, sixty-two years of age, who had looked scarce forty, the stout, comfortable, prosperous tradesman, with an almost bucolic air, and such a brisk demeanor that it did you good to look at him; the man with something boyish in his smile, had suddenly sunk into his dotage, and had become a feeble, vacillating septuagenarian. The keen, bright blue eyes had grown dull, and faded to a steel-gray color; the red inflamed rims looked as though they had shed tears of blood. He excited feelings of repulsion in some, and of pity in others. The young medical students who came to the house noticed the drooping of his lower lip and the conformation of the facial angle; and, after teasing him for some time to no purpose, they declared that cretinism was setting in. One evening after dinner Mme. Vauquer said half banteringly to him, “So those daughters of yours don’t come to see you any more, eh?” meaning to imply her doubts as to his paternity; but Father Goriot shrank as if his hostess had touched him with a sword-point. — Elles viennent quelquefois, répondit-il d’une voix émue. —Vienen a veces —respondió con voz conmovida. [97] —Vienen algunas veces —respondió con voz trémula. “They come sometimes,” he said in a tremulous voice. — Ah! ah! vous les voyez encore quelquefois! s’écrièrent les étudiants. Bravo, père Goriot! —¡Ah! ¡Ah! ¡Conque todavía las ve algunas veces! —gritaron los estudiantes—. ¡Bravo tío Goriot! —¡Ah! ¡Ah! ¿De manera que todavía las ve usted? —gritaron los estudiantes—. Bravo, papá Goriot. “Aha! you still see them sometimes?” cried the students. “Bravo, Father Goriot!” Mais le vieillard n’entendit pas les plaisanteries que sa réponse lui attirait, il était retombé dans un état méditatif que ceux qui l’observaient superficiellement prenaient pour un engourdissement sénile dû à son défaut d’intelligence. S’ils l’avaient bien connu, peut-être auraient-ils été vivement intéressés par le problème que présentait sa situation physique et morale; mais rien n’était plus difficile. Quoiqu’il fût aisé de savoir si Goriot avait réellement été vermicelier, et quel était le chiffre de sa fortune, les vieilles gens dont la curiosité s’éveilla sur son compte ne sortaient pas du quartier et vivaient dans la pension comme des huîtres sur un rocher. Quant aux autres personnes, l’entraînement particulier de la vie parisienne leur faisait oublier, en sortant de la rue Neuve-Sainte-Geneviève, le pauvre vieillard dont ils se moquaient. Pour ces esprits étroits, comme pour ces jeunes gens insouciants, la sèche misère du père Goriot Pero el viejo no comprendió las guasas que sus respuestas le echaban encima. Había vuelto a caer en un estado meditabundo, que los que le observaban superficialmente, tomaban por un embrutecimiento senil, debido a su falta de inteligencia. Si le hubieran conocido bien, quizás se hubieran sentido vivamente interesados, por el problema que presentaba su situación física y moral; pero nada era más difícil que eso. Aunque hubiera sido fácil saber si Goriot había sido verdaderamente fabricante de fideos, y cuál era la cifra de su patrimonio, las viejas personas cuya curiosidad se había atraído no salían nunca del barrio y vivían en la pensión como ostras en una roca. En cuanto a los demás, tan pronto como salían de la calle nueva de Sainte Geneviève, la particular vorágine de la vida parisina, les hacía olvidarse del pobre viejo del que se reían. Para aquellos espíritus estrechos, como para aquellos jóvenes despreocupados, la árida miseria del tío Pero el viejo no oyó las bromas que provocó su respuesta. Cayó en un estado meditativo, que quien le observara superficialmente lo tomaría por un abotagamiento senil, debido a su falta de inteligencia. Si los demás huéspedes hubieran acertado la causa, quizá se hubieran interesado vivamente por el problema que presentaba su situación física y moral. Pero nada tan difícil como adivinarlo. Aunque hubiera sido fácil averiguar si Goriot había sido en realidad fabricante de fideos y a cuánto ascendía su fortuna, no lo averiguaron, porque los viejos, a quienes interesaba este punto, no salían del barrio y vivían en la posada como ostras pegadas a su roca. En cuanto a las demás personas, el torbellino de la vida parisién les hacía olvidar, al salir de la calle Neuve-Sainte-Geneviève, al pobre viejo de quien se burlaban. Para aquellos espíritus estrechos, como para aquellos jóvenes despreocupados, la triste miseria de papá Goriot The old man scarcely seemed to hear the witticisms at his expense that followed on the words; he had relapsed into the dreamy state of mind that these superficial observers took for senile torpor, due to his lack of intelligence. If they had only known, they might have been deeply interested by the problem of his condition; but few problems were more obscure. It was easy, of course, to find out whether Goriot had really been a vermicelli manufacturer; the amount of his fortune was readily discoverable; but the old people, who were most inquisitive as to his concerns, never went beyond the limits of the Quarter, and lived in the lodginghouse much as oysters cling to a rock. As for the rest, the current of life in Paris daily awaited them, and swept them away with it; so soon as they left the Rue Neuve-Sainte-Genevieve, they forgot the existence of the old man, their butt at dinner. For those narrow souls, or for careless youth, the _____ misery in Father Goriot’s 25 Balzac’s Goriot tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia tr. Ellen Marriage et sa stupide attitude étaient incompatibles avec une fortune et une capacité quelconques. Quant aux femmes qu’il nommait ses filles, chacun partageait l’opinion de madame Vauquer, qui disait, avec la logique sévère que l’habitude de tout supposer donne aux vieilles femmes occupées à bavarder pendant leurs soirées: « Si le père Goriot avait des filles aussi riches que paraissaient l’être toutes les dames qui sont venues le voir, il ne serait pas dans ma maison, au troisième, à quarante-cinq francs par mois, et n’irait pas vêtu comme un pauvre. «Rien ne pouvait démentir ces inductions. Aussi, vers la fin du mois de novembre 1819, époque à laquelle éclata ce drame, chacun dans la pension avait-il des idées arrêtées sur le pauvre vieillard. Il n’avait jamais eu ni fille ni femme; l’abus des plaisirs en faisait un colimaçon, un mollusque anthropomorphe à classer dans les Casquettiferes, disait un employé au Muséum, un des habitués à cachet. Poiret était un aigle, un gentleman auprès de Goriot. Poiret parlait, raisonnait, répondait, il ne disait rien, à la vérité, en parlant, raisonnant ou répondant, car il avait l’habitude de répéter en d’autres termes ce que les autres disaient; mais il contribuait à la conversation, il était vivant, il paraissait sensible; tandis que le père Goriot, disait encore l’employé au Muséum, était constamment à zéro de Réaumur. Goriot y su estúpida actitud eran incompatibles con cualquier tipo de capacidad o de fortuna. En cuanto a las mujeres, que él llamaba hijas, todos compartían la opinión de la señora Vauquer, que decía, con la lógica aplastante que la costumbre de suponerlo todo da a las mujeres viejas, que ocupan sus veladas charlando: «Si el tío Goriot tuviera hijas, tan ricas, como parecen las señoras que han venido a verle, no estaría en mi casa, en el tercer piso, por cuarenta y cinco francos al mes, y no iría vestido como un pobre.» Nada podía desmentir aquellas deducciones. Además, hacia el mes de noviembre de 1919, época en la que estalló este drama, en la pensión, cada cual tenía las ideas bien claras, con relación al pobre viejo. No habían existido nunca hija ni esposa; el abuso de los placeres, le había convertido en un caracol, en un molusco antropomorfo, que se podía clasificar en el género de los carguetíferor (17), decía un empleado del Museo, uno de los abonados a la comida. Poiret era un águila, un caballero, al lado de Goriot. Poiret hablaba, razonaba, respondía. Bien es verdad que no decía nada al hablar, razonar o responder, puesto que tenía la costumbre de repetir, con otras palabras, lo mismo que decían los demás, pero contribuía a la conversación. Estaba vivo, parecía sensible, mientras [98] que el tío Goriot, según el empleado del Museo, estaba siempre a cero grados centígrados. y su estúpida actitud eran incompatibles con una fortuna y una capacidad cualquiera. En cuanto a las mujeres que decía eran sus hijas, todos compartían la opinión de la señora Vauquer, que aseguraba, con la lógica severa que la costumbre de suponerlo todo da a las viejas ocupadas durante las noches al chismorreo: —Si papá Goriot hubiera tenido hijas tan ricas como parecían ser las señoras que habían venido a verle, no estaría en mi casa, en el tercero, a cuarenta y cinco francos mensuales, y no iría vestido como un mendigo. Nada podía desmentir estas inducciones. Así, hacia el fin del mes de noviembre de 1819, época en que estalló este drama, tenía cada cual en la posada formado su juicio sobre el pobre viejo: jamás había tenido mujer ni hijas. [339] El abuso de los placeres le había convertido en un caracol, un molusco antropomorfo de la clase de los casquetíferos, decía un empleado del Museo. Poiret era uN águila, un gentleman, al lado de Goriot. Poiret hablaba, razonaba, respondía, aunque en verdad no decía nada al hablar, razonar o responder, porque tenía la costumbre de repetir en otros términos lo que decían los demás; pero de todos modos, contribuía a la conversación. Siquiera vivía, parecía sensible. En cambio, papá Goriot, decía también el empleado del Museo, estaba constantemente a cero de Réamur. withered face and its dull apathy were quite incompatible with wealth or any sort of intelligence. As for the creatures whom he called his daughters, all Mme. Vauquer’s boarders were of her opinion. With the faculty for severe logic sedulously cultivated by elderly women during long evenings of gossip till they can always find an hypothesis to fit all circumstances, she was wont to reason thus: “If Father Goriot had daughters of his own as rich as those ladies who came here seemed to be, he would not be lodging in my house, on the third floor, at forty-five francs a month; and he would not go about dressed like a poor man.” No objection could be raised to these inferences. So by the end of the month of November 1819, at the time when the curtain rises on this drama, every one in the house had come to have a very decided opinion as to the poor old man. He had never had either wife or daughter; excesses had reduced him to this sluggish condition; he was a sort of human mollusk who should be classed among the capulidoe, so one of the dinner contingent, an employe at the Museum, who had a pretty wit of his own. Poiret was an eagle, a gentleman, compared with Goriot. Poiret would join the talk, argue, answer when he was spoken to; as a matter of fact, his talk, arguments, and responses contributed nothing to the conversation, for Poiret had a habit of repeating what the others said in different words; still, he did join in the talk; he was alive, and seemed capable of feeling; while Father Goriot (to quote the Museum official again) was invariably at zero degrees—Reaumur. Eugène de Rastignac était revenu dans une disposition d’esprit que doivent avoir connue les jeunes gens supérieurs, ou ceux auxquels une position difficile communique momentanément les qualités des hommes d’élite. Pendant sa première année de séjour à Paris, le peu de travail que veulent les premiers grades à prendre dans la Faculté l’avait laissé libre de goûter les délices visibles du Paris matériel. Un étudiant n’a pas trop de temps s’il veut connaître le répertoire de chaque théâtre, étudier les issues du labyrinthe parisien, savoir les usages, apprendre la langue et s’habituer aux plaisirs particuliers de la capitale; fouiller les bons et les mauvais endroits, suivre les cours qui amusent, inventorier les richesses des musées. Un étudiant se passionne alors pour des niaiseries qui lui paraissent grandioses. Il a son grand homme, un professeur du Collège de France, payé pour se tenir à la hauteur de son auditoire. Il rehausse sa cravate et se pose pour la femme des premières galeries Eugenio de Rastignac había vuelto en una disposición de ánimo, que deben haber conocido los jóvenes superiores, o aquellos a los que, una situación difícil, comunica momentáneamente las cualidades de los elegidos. Durante su primer año de estancia en París, el poco trabajo que exigen los primeros estudios en la Facultad, le había dejado libre para probar las delicias visibles del París material. Un estudiante, no tiene nunca demasiado tiempo, si quiere conocer el repertorio de cada teatro, estudiar las salidas del laberinto parisino, saber las costumbres, aprender el lenguaje y acostumbrarse a los p l a ceres particulares de la capital; rebuscar los sitios buenos y los malos; asistir a las clases divertidas, hacer inventario de las riquezas de los museos. Un estudiante se apasiona entonces por fruslerías, que le parecen grandiosas. Tiene su ídolo: un profesor del Colegio de Francia pagado para mantenerse a la altura de su auditorio. Se ahueca la corbata y se pavonea ante las mujeres de las prime- Eugéne de Rastignac había llegado a una disposición de espíritu que deben conocer las gentes superiores o aquellas a quienes una posición difícil comunica momentáneamente las cualidades de un hombre selecto. Durante su primer año de estancia en París, el poco trabajo que requieren las primeras asignaturas en las Facultades le había dejado tiempo para gozar las delicias visibles del París material. A un estudiante, si quiere conocer el repertorio de cada teatro, estudiar las salidas del laberinto parisiense, conocer las costumbres, aprender la lengua y habituarse a los placere s p a r t i c u l a r e s d e l a c a p i t a l , escudriñar los buenos y malos lugares, seguir las lecciones de algún curso divertido e inventariar las riquezas de los Museos, no le queda, en realidad, tiempo para más. Un estudiante se apasiona entonces por naderías que le parecen grandiosas. Tiene su gran hombre, un profesor del Colegio de Francia, pagado para mantenerse a la altura de su auditorio. Cuida esmeradamente su corbata y va al anfiteatro de la ópera Có- Eugene de Rastignac had just returned to Paris in a state of mind not unknown to young men who are conscious of unusual powers, and to those whose faculties are so stimulated by a difficult position, that for the time being they rise above the ordinary level. Rastignac’s first year of study for the preliminary examinations in law had left him free to see the sights of Paris and to enjoy some of its amusements. A student has not much time on his hands if he sets himself to learn the repertory of every theatre, and to study the ins and outs of the labyrinth of Paris. To know its customs; to learn the language, and become familiar with the amusements of the capital, he must explore its recesses, good and bad, follow the studies that please him best, and form some idea of the treasures contained in galleries and museums. At this stage of his career a student grows eager and excited about all sorts of follies that seem to him to be of immense importance. He has his hero, his great man, a professor at the College de France, paid to talk down to the level of his audience. He adjusts his cravat, and strikes various attitudes for the benefit of the women in 26 Balzac’s Goriot de l’Opéra-Comique. Dans ces initiations successives, il se dépouille de son aubier*, agrandit l’horizon de sa vie, et finit par concevoir la superposition des couches humaines qui composent la société. tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia ras galerías de la ópera Cómica. Con estas iniciaciones sucesivas, sale del cascarón*, ensancha el horizonte de su vida y termina por asumir la superposición de capas humanas que componen la sociedad. mica a ver a las mujeres. En estas iniciaciones sucesivas va dejando el pelo de la dehesa, aumentando el horizonte de su vida, y acaba por concebir la superposición de capas humanas que componen la sociedad. tr. Ellen Marriage the first galleries at the Opera-Comique. As he passes through all these successive initiations, and breaks out of his sheath, the horizons of life widen around him, and at length he grasps the plan of society with the different human strata of which it is composed. * . Partie tendre et blanchâtre qui se forme chaque année entre le bois dur (coeur) et l'écorce d'un arbre, et où circule la sève. * Bot. Capa blanda, de color blanquecino, que se halla inmediatamente debajo de la corteza en los tallos leñosos o troncos de los vegetales gimnospermos y angiospermos dicotiledóneos, formada por los anillos anuales más jóvenes. S’il a commencé par admirer les voitures au défilé des Champs-Elysées par un beau soleil, il arrive bientôt à les envier. Eugène avait subi cet apprentissage à son insu, quand il partit en vacances, après avoir été reçu bachelier en Lettres et bachelier en Droit. Ses illusions d’enfance, ses idées de province avaient disparu. Son intelligence modifiée, son ambition exaltée lui firent voir juste au milieu du manoir paternel, au sein de la famille. Son père, sa mère, ses deux frères, ses deux soeurs, et une tante dont la fortune consistait en pensions, vivaient sur la petite terre de Rastignac. Ce domaine d’un revenu d’environ trois mille francs était soumis à l’incertitude qui régit le produit tout industriel de la vigne, et néanmoins il fallait en extraire chaque année douze cents francs pour lui. L’aspect de cette constante détresse qui lui était généreusement cachée, la comparaison qu’il fut forcé d’établir entre ses soeurs, qui lui semblaient si belles dans son enfance, et les femmes de Paris, qui lui avaient réalisé le type d’une beauté rêvée, l’avenir incertain de cette nombreuse famille qui reposait sur lui, la parcimonieuse attention avec laquelle il vit serrer les plus minces productions, la boisson faite pour sa famille avec les marcs de pressoir, enfin une foule de circonstances inutiles à consigner ici, décuplèrent son désir de parvenir et lui donnèrent soif des distinctions. Comme il arrive aux âmes grandes, il voulut ne rien devoir qu’à son mérite. Mais son esprit était éminemment méridional; à l’exécution, ses déterminations devaient donc être frappées de ces hésitations qui saisissent les jeunes gens quand ils se trouvent en pleine mer, sans savoir ni de quel côté diriger leurs forces, ni sous quel angle enfler leurs voiles. Si d’abord il voulut se jeter à corps perdu dans le travail, séduit bientôt par la nécessité de se créer des relations, il remarqua combien les femmes ont d’influence sur la vie sociale, et avisa soudain à se lancer dans le monde, afin d’y conquérir des protectrices: devaient-elles manquer à un jeune homme ardent et spirituel dont l’esprit et l’ardeur étaient rehaussés par une tournure élégante et par une sorte de beauté nerveuse à laquelle les femmes se laissent prendre volontiers? Ces Si ha empezado admirando los coches, en el desfile de los Campos Elíseos, con buen sol, termina enseguida por desearlos. Eugenio había sufrido este aprendizaje, sin darse cuenta, cuando se fue de vacaciones, después de haber aprobado como bachiller en letras y bachiller en Derecho. Sus ilusiones infantiles, sus ideas provincianas habían desaparecido. Su inteligencia modificada, su ambición exacerbada, le hicieron ver claro, en la mansión paterna, en el seno de su familia. Su padre, su madre, sus dos hermanos, sus dos hermanas y una tía cuya fortuna consistía en pensiones, vivían en el pequeño terruño de Rastignac. Este predio, de unos tres mil francos de renta, estaba sometido a las incertidumbres que rigen el producto completamente industrial de la viña, y, sin embargo, había que sacar de allí mil doscientos francos cada año, para él. La vista de aquella penuria que tan generosamente le ocultaban, la comparación que forzosamente tuvo que hacer entre sus hermanas, que le parecían tan guapas de niñas, y las mujeres de París, que le habían hecho real el tipo de una belleza soñada, el porvenir incierto de esta familia que tenía puestas en él sus esperanzas, la parsimoniosa atención, con que vio almacenar las exiguas producciones, le bebida que destilaban para la familia con los residuos del lagar, y en fin, multitud de circunstancias que sería inútil consignar aquí, multiplicaron su deseo de triunfar y le dieron sed de honores. [99] Como sucede con las personas de gran corazón, no quería deber nada a nadie, más que a sus propios méritos. Pero su genio era eminentemente meridional, por lo tanto, al ir a poner en práctica sus decisiones, esas decisiones, iban a verse atacadas por las dudas que asaltan a veces a los jóvenes cuando se hallan en alta mar, sin saber hacia dónde dirigir sus fuerzas, ni bajo qué ángulo hinchar sus velas. Si, en un primer momento, se propuso enfrascarse en el trabajo hasta partirse el alma, seducido enseguida por la necesidad de hacer amigos, notó cuánta influencia tienen las mujeres, sobre la vida social y decidió lanzarse a ese mundo, con el fin de conseguir en él protectoras: ¿Le iban a faltar a un joven ardiente e ingenioso cuyo espíritu y ardor estaban realzados por un aspecto elegante y por una especie de belleza nerviosa, ante la que las mujeres sucumben de mil amores? Estas ideas le Si empieza por admirar los coches en un desfile [340] en los Campos Elíseos un día de sol, acaba por envidiarlos. Eugéne había ya sufrido este aprendizaje cuando se fue de vacaciones después de haber obtenido los títulos de bachiller en Letras y en Derecho. Sus ilusiones infantiles, sus ideas de provinciano habían desaparecido. Su modificada inteligencia, su exaltada ambición, le hicieron ver claro en el hogar paterno, en el seno de la familia. Su padre, su madre, sus dos hermanos, sus dos hermanas y una tía suya, cuya fortuna consistía en algunas pensiones, vivían en la pequeña tierra de Rastignac. Esta propiedad daba una renta aproximada de unos tres mil francos, que estaba sometida a la incertidumbre que rige el producto de orden completamente industrial de la viña y, sin embargo, era necesario sacar para él cada año mil doscientos francos. El aspecto de esta constante habilidad que le ocultaban generosamente; la comparación que se vio obligado a establecer entre sus hermanas, que le parecían tan bellas durante su niñez, y las mujeres de París, que le habían realzado el tipo de una soñada belleza; el porvenir incierto de esta numerosa familia que fiaba en él; el cuidado con que vio guardar los más nimios productos; la bebida hecha por la misma familia con los residuos del mosto; y, en fin, una serie de circunstancias inútiles de consignar aquí, le espolearon su deseo de llegar y le dieron sed de distinción. Como sucede a las grandes almas, no quería deber nada sino a su mérito. Pero su espíritu era eminentemente meridional, y así, cuando llegaba el momento de obrar, sus determinaciones estaban agitadas por esas dudas que se apoderan de los jóvenes cuando se encuentran en alta mar, sin saber hacia qué lado dirigir sus esfuerzos ni a qué viento inflar sus velas. Si primeramente quiso entregarse por completo al trabajo, le sedujo después la necesidad de crearse relaciones, y observó la gran influencia que tienen las mujeres en la vida social, y [341] se dispuso a lanzarse al mundo con el fin de encontrar protectoras. ¿Podían faltarle a un joven ardiente e ingenioso, cuyo talento y ardor estaban realzados por un aire elegante y por una especie de belleza nerviosa que seduce mucho a las mujeres? Estas ideas le asaltaron en medio 27 If he begins by admiring the procession of carriages on sunny afternoons in the Champs-Elysees, he soon reaches the further stage of envying their owners. Unconsciously, Eugene had served his apprenticeship before he went back to Angouleme for the long vacation after taking his degrees as bachelor of arts and bachelor of law. The illusions of childhood had vanished, so also had the ideas he brought with him from the provinces; he had returned thither with an intelligence developed, with loftier ambitions, and saw things as they were at home in the old manor house. His father and mother, his two brothers and two sisters, with an aged aunt, whose whole fortune consisted in annuities, lived on the little estate of Rastignac. The whole property brought in about three thousand francs; and though the amount varied with the season (as must always be the case in a vine-growing district), they were obliged to spare an unvarying twelve hundred francs out of their income for him. He saw how constantly the poverty, which they had generously hidden from him, weighed upon them; he could not help comparing the sisters, who had seemed so beautiful to his boyish eyes, with women in Paris, who had realized the beauty of his dreams. The uncertain future of the whole family depended upon him. It did not escape his eyes that not a crumb was wasted in the house, nor that the wine they drank was made from the second pressing; a multitude of small things, which it is useless to speak of in detail here, made him burn to distinguish himself, and his ambition to succeed increased tenfold. He meant, like all great souls, that his success should be owing entirely to his merits; but his was pre-eminently a southern temperament, the execution of his plans was sure to be marred by the vertigo that seizes on youth when youth sees itself alone in a wide sea, uncertain how to spend its energies, whither to steer its course, how to adapt its sails to the winds. At first he determined to fling himself heart and soul into his work, but he was diverted from this purpose by the need of society and connections; then he saw how great an influence women exert in social life, and suddenly made up his mind to go out into this world to seek a protectress there. Surely a clever and high-spirited young man, whose wit and courage were set off to advantage by a graceful figure and the vigorous kind of beauty that readily strikes a woman’s imagination, need not despair of finding Balzac’s Goriot 2CD1 idées l’assaillirent au milieu des champs, pendant les promenades que jadis il faisait gaiement avec ses soeurs, qui le trouvèrent bien changé. Sa tante, madame de Marcillac, autrefois présentée à la Cour, y avait connu les sommités aristocratiques. Tout à coup le jeune ambitieux reconnut, dans les souvenirs dont sa tante l’avait si souvent bercé, les éléments de plusieurs conquêtes sociales, au moins aussi importantes que celles qu’il entreprenait à l’Ecole de Droit; il la questionna sur les liens de parenté qui pouvaient encore se renouer. Après avoir secoué les branches de l’arbre généalogique, la vieille dame estima que, de toutes les personnes qui pouvaient servir son neveu parmi la gent égoïste des parents riches, madame la vicomtesse de Beauséant serait la moins récalcitrante. Elle écrivit à cette jeune femme une lettre dans l’ancien style, et la remit à Eugène, en lui disant que, s’il réussissait auprès de la vicomtesse, elle lui ferait retrouver ses autres parents. Quelques jours après son arrivée, Rastignac envoya la lettre de sa tante à madame de Beauséant. La vicomtesse répondit par une invitation de bal pour le lendemain. Telle était la situation générale de la pension bourgeoise à la fin du mois de novembre 1819. Quelques jours plus tard, Eugène, après être allé au bal de madame de Beauséant, rentra vers deux heures dans la nuit. Afin de regagner le temps perdu, le courageux étudiant s’était promis, en dansant, de travailler jusqu’au matin. Il allait passer la nuit pour la première fois au milieu de ce silencieux quartier, car il s’était mis sous le charme d’une fausse énergie en voyant les splendeurs du monde. Il n’avait pas dîné chez madame Vauquer. Les pensionnaires purent donc croire qu’il ne reviendrait du bal que le lendemain matin au petit jour, comme il était quelquefois rentré des fêtes du Prado ou des bals de l’Odéon, en crottant ses bas de soie et gauchissant ses escarpins. Avant de mettre les verrous à la porte, Christophe l’avait ouverte pour regarder dans la rue. Rastignac se présenta dans ce moment, et put monter à sa chambre sans faire de bruit, suivi de Christophe qui en faisait beaucoup. Eugène se déshabilla, se mit en pantoufles, prit une méchante redingote, alluma son feu de mottes, et se prépara lestement au travail, en sorte que Christophe couvrit encore par le tapage de ses gros souliers les apprêts peu bruyants du jeune homme. Eugène resta pensif pendant quelques moments avant de se plonger dans ses livres de Droit. Il venait de reconnaître en madame la vicomtesse de Beauséant l’une des reines de la mode tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia asaltaron en medio de los campos, durante los paseos que antaño daba alegremente con sus hermanas, que le encontraron muy cambiado. Su tía, señora de Marcillac, en otros tiempos presentada en la corte, había conocido allí a las máximas figuras de la aristocracia. De repente el joven ambicioso, reconoció, en los recuerdos con que su tía le había mecido tan a menudo, los elementos de varias conquistas sociales, tan importantes, por lo menos, como las que se proponía en la Facultad de Derecho; la interrogó sobre los lazos de parentesco que se podían reanudar todavía. Después de haber sacudido todas las ramas del árbol genealógico, la anciana señora, creyó que, de todas las personas que podían servir a su sobrino, entre la gente egoísta de los parientes ricos, la señora vizcondesa de Beauseant, sería la menos recalcitrante. Escribió a aquella mujer una carta a la vieja usanza y se la dio a Eugenio, diciéndole, que si tenía éxito con la vizcondesa, ella le presentaría a los demás parientes. Pocos días después de su llegada, Rastignac envió la carta de su tía a la señora de Beauseant. La vizcondesa le respondió con una invitación para el baile del día siguiente. Tal era la situación general de la pensión burguesa, a fines del mes de noviembre de 1819. Unos días más tarde, Eugenio, después de ir al baile de la señora de Beauseant, volvió sobre las dos de la madrugada. Para recuperar el tiempo perdido, el animoso estudiante, se había prometido a sí mismo, mientras bailaba, trabajar hasta por la mañana. Iba a pasar la noche, por primera vez, en medio de ese silencioso barrio, pues estaba encantado, por una falsa energía, al contemplar los esplendores del mundo. No había cenado en casa de la señora Vauquer. Por lo tanto, los pensionistas pudieron creer que no volvería del baile hasta el día siguiente por la mañana, con el alba, como había vuelto algunas veces de las fiestas del Prado, o de los bailes del Odeón, con las medias de seda manchadas de barro y los zapatos torcidos. Antes de echar el cerrojo a la puerta, Cristóbal la abrió para mirar a la calle. Rastignac se presentó en ese momento, y pudo subir a su habitación sin hacer ruido, seguido de Cristóbal que, por el contrario, hacía mucho. Eugenio se desnudó, se puso en zapatillas, se puso una levita vieja, encendió su fuego de turba y se preparó con presteza para trabajar, de modo que Cristóbal cubrió también con el ruido de sus zapatones los preparativos poco ruidosos del joven. Eugenio, se quedó pensativo durante unos momentos, antes de enfrascarse en sus libros de Derecho. Acababa de reconocer en la condesa de Beauseant, a una de las reinas de la moda en Pa- del campo durante los paseos, paseos que daba otras veces alegremente con sus hermanas, quienes le encontraron muy cambiado. Su tía, la señora de Marsillac, que había en su tiempo asistido a la corte, conocía las cimas aristocráticas. De repente el joven ambicioso sorprendió, en los recuerdos con que su tía le había criado, los elementos de varias conquistas, por lo menos tan importantes como las que había emprendido en la Facultad de Derecho, y la interrogó sobre los parientes cuyo trato podía reanudar. Después de haber sacudido las ramas del árbol genealógico, la anciana señora esbando, facción timó que, de entre la taifa de par ientes ricos, la señora vizcondesa de Beauséant sería la menos recalcitrante. La tía escribió a esta señora, que era mujer joven, una carta a la antigua usanza, y se la remitió a Eugéne, diciéndole que si la condesa le acogía bien, ella misma le presentaría a los demás parientes. Algunos días después de haberla recibido, Rastignac envió la carta de su tía a la señora de Beauséant. La vizcondesa respondió con una invitación para el baile del día siguiente. Tal era la situación de la casa de huéspedes a fines del mes de noviembre de 1819. Algunos días después Eugéne entró, a eso de las dos de la mañana, después de haber asistido al baile de la señora de Beauséant. Con el fin de ganar el tiempo perdido, nuestro valeroso estudiante se había prometido, mientras bailaba, estudiar hasta el amanecer. Por primera vez iba a pasar la noche en claro en medio de aquel silencioso barrio gracias al calor de una falsa energía que había adquirido alucinado con los esplendores del [342] mundo. No había cenado en casa de la señora Vauquer. Los huéspedes creyeron, por tanto, que no volvería hasta el amanecer, como algunas veces que había ido a las fiestas del Prado o a los bailes del Odeón, y que había vuelto a esa hora con las medias de seda ______ y los zapatos enlodados. Antes de echar el cerrojo a la puerta, Christophe la había abierto para mirar la calle. Rastignac se presentó en este momento y pudo subir, sin hacer ruido, seguido de Christophe, que lo hacía estrepitoso. Eugéne se mudó; se puso una mala levita y zapatillas, encendió fuego ________ y se preparó con calma para el trabajo. Como Christophe siguió metiendo ruido con sus zapatazos, impidió que se oyeran los preparativos poco ruidosos del estudiante. Eugéne permaneció pensativo algunos instantes antes de enfrascarse en sus libros de Derecho. Acababa de conocer a una de las reinas de la moda de París en la vizcondesa de Beauséant, 28 tr. Ellen Marriage a protectress. These ideas occurred to him in his country walks with his sisters, whom he had once joined so gaily. The girls thought him very much changed. His aunt, Mme. de Marcillac, had been presented at court, and had moved among the brightest heights of that lofty region. Suddenly the young man’s ambition discerned in those recollections of hers, which had been like nursery fairy tales to her nephews and nieces, the elements of a social success at least as important as the success which he had achieved at the Ecole de Droit. He began to ask his aunt about those relations; some of the old ties might still hold good. After much shaking of the branches of the family tree, the old lady came to the conclusion that of all persons who could be useful to her nephew among the selfish genus of rich relations, the Vicomtesse de Beauseant was the least likely to refuse. To this lady, therefore, she wrote in the old-fashioned style, recommending Eugene to her; pointing out to her nephew that if he succeeded in pleasing Mme. de Beauseant, the Vicomtesse would introduce him to other relations. A few days after his return to Paris, therefore, Rastignac sent his aunt’s letter to Mme. de Beauseant. The Vicomtesse replied by an invitation to a ball for the following evening. This was the position of affairs at the Maison Vauquer at the end of November 1819. A f e w d a y s l a t e r, a f t e r M m e . d e B e a u s e a n t ’s b a l l , E u g e n e c a m e i n at two o’clock in the morning. The persevering student meant to make up for the lost time by working until daylight. It was the first time that he had attempted to spend the night in this way in that s i l e n t q u a r t e r. T h e s p e l l o f a f a c t i t i o u s e n e rg y w a s u p o n h i m ; h e had beheld the pomp and splendor of the world. He had not d i n e d a t t h e M a i s o n Va u q u e r ; the boarders probably would think that he would walk home at daybreak from the dance, as he had done sometimes on former occasions, after a fete at the Prado, or a ball at the Odeon, splashing his silk stockings thereby, and ruining his pumps. It so happened that Christophe took a look into the street before drawing the bolts of the door; and Rastignac, coming in at that moment, could go up to his room without making any noise, followed by Christophe, who made a great deal. Eugene exchanged his dress suit for a shabby overcoat and slippers, kindled a fire with some blocks of patent fuel, and prepared for his night’s work in such a sort that the faint sounds he made were d r o w n e d b y C h r i s t o p h e ’s h e a v y tramp on the stairs. Eugene sat absorbed in thought for a few moments before plunging into his law books. He had just become aware of the fact that the Vicomtesse de Beauseant was one of the queens of Balzac’s Goriot à Paris, et dont la maison passait pour être la plus agréable du faubourg SaintGermain. Elle était d’ailleurs, et par son nom et par sa fortune, l’une des sommités du monde aristocratique. Grâce à sa tante de Marcillac, le pauvre étudiant avait été bien reçu dans cette maison, sans connaître l’étendue de cette faveur. Etre admis dans ces salons dorés équivalait à un brevet de haute noblesse. En se montrant dans cette société, la plus exclusive de toutes, il avait conquis le droit d’aller partout. Ebloui par cette brillante assemblée, ayant à peine échangé quelques paroles avec la vicomtesse, Eugène s’était contenté de distinguer, parmi la foule des déités parisiennes qui se pressaient dans ce raout, une de ces femmes que doit adorer tout d’abord un jeune homme. La comtesse Anastasie de Restaud, grande et bien faite, passait pour avoir l’une des plus jolies tailles de Paris. Figurez-vous de grands yeux noirs, une main magnifique, un pied bien découpé, du feu dans les mouvements, une femme que le marquis de Ronquerolles nommait un cheval de pur sang. Cette finesse de nerfs ne lui ôtait aucun avantage; elle avait les formes pleines et rondes, sans qu’elle pût être accusée de trop d’embonpoint. Cheval de pur sang, femme de race, ces locutions commençaient à remplacer les anges du ciel, les figures ossianiques, toute l’ancienne mythologie amoureuse repoussée par le dandysme. Mais pour Rastignac, madame Anastasie de Restaud fut la femme désirable. Il s’était ménagé deux tours dans la liste des cavaliers écrite sur l’éventail, et avait pu lui parler pendant la première contredanse. - Où vous rencontrer désormais, madame? lui avait-il dit brusquement avec cette force de passion qui plaît tant aux femmes. - Mais, dit-elle, au Bois, aux Bouffons, chez moi, partout. Et l’aventureux Méridional s’était empressé de se lier avec cette délicieuse comtesse, autant qu’un jeune homme peut se lier avec une femme pendant une contredanse et une valse. En se disant cousin de madame de Beauséant, il fut invité par cette femme, qu’il prit pour une grande dame, et eut ses entrées chez elle. Au dernier sourire qu’elle lui jeta, Rastignac crut sa visite nécessaire. Il avait eu le bonheur de rencontrer un homme qui ne s’était pas moqué de son ignorance, défaut mortel au milieu des illustres impertinents de l’époque, les Maulincourt, les Ronquerolles, les Maxime de Trailles, les de Marsay, les Ajuda- tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia rís, cuya casa pasaba por ser la más a g r a d a b l e d e l F a u b o u rg S a i n t Germain. Era además, tanto por su nombre como por su fortuna, una de las más importantes figuras de la aristocracia. Gracias a su tía de Marcillac, el pobre estudiante había sido bien recibido en esta casa, sin darse cuenta del alcance de este favor. Ser admitido en aquellos salones dorados, equivalía a un certificado de alta nobleza. Al aparecer en esta sociedad, la más exclusiva de todas, había conquistado el derecho de entrar en todas partes. Deslumbrado por aquella brillante reunión, habiendo cambiado apenas unas palabras con la vizcondesa, Eugenio se había contentado con distinguir, entre la multitud de deidades parisinas que se apiñaban en aquella reunión, una de esas mujeres que un hombre joven tiene que adorar para empezar. La condesa Anastasia de Restaud, alta y bien formada, pasaba por haber sido uno de los mejores tipos de París. Imagínense grandes ojos negros, manos magníficas, pies bien cincelados, fuego en los movimientos, una mujer que el marqués de Ronquerolles llamaba un caballo pura sangre. Esta finura de nervios no le quitaba ni una ventaja; tenía las formas llenas y redondas sin que pudiera ser acusada de exceso de gordura. Caballo pura sangre, mujer racial, esas locuciones comenzaban a sustituir a los ángeles del cielo, a las figuras osiánicas (18) y a toda la [101] antigua mitología amorosa rechazada por el dandismo. Pero para Rastignac, la señora Anastasia de Restaud fue la mujer deseable. Había conseguido apuntarse dos veces en la lista de caballeros escrita en su abanico, y había podido hablarle durante la primera contradanza. —¿Dónde podría encontrarla otra vez señora? —le dijo bruscamente, con esa fuerza de pasión que tanto gusta a las mujeres. —Pues —dijo ella—, en el Bois, en los Bouffons, en mi casa, en todas partes — y el aventurero meridional se había apresurado a comprometerse con esta deliciosa condesa, tanto como un hombre joven puede comprometerse con una mujer durante una contradanza y un vals. Al decir que era primo de la señora de Beauseant, fue invitado por esta mujer, a la que tomó por una gran señora, y tuvo entrada en su casa. Por la última sonrisa que ella le brindó, Rastignac creyó que su visita era necesaria. Había tenido [102] la dicha de encontrar un hombre que no se había burlado de su ignorancia defecto mortal entre los ilustres impertinentes de la época: los Maulincourt, los Ronquerolles, los Máximo Trailles, los D e M a r s a y, l o s A j u d a - P i n t o , l o s cuya casa pasaba por ser la más agradable del arrabal de S aintGermain. Esta dama era además, por su nombre y su fortuna, una de las más salientes figuras del mundo aristocrático. Gracias a su tía De Marsillac, el pobre estudiante había sido bien recibido en aquella casa, sin darse cuenta del alcance de este favor. Ser admitido en aquellos dorados salones equivalía a un título de la más linajuda nobleza. Con presentarse en aquella sociedad, la más cerrada de todas, había conquistado el derecho de entrar en todas partes. Deslumbrado por aquella brillante reunión, habiendo cambiado apenas algunas palabras con la vizcondesa, Eugéne se había contentado con obsequiar, entre todas aquellas deidades parisienses, a una solamente. Una de esas mujeres a quienes un hombre joven debe adorar en sus comienzos. La condesa Anastasie de Restaud, alta y bien hecha, pasaba por tener uno de los cuerpos mejores de París. Tenía grandes ojos negros, manos magníficas, lindos pies y movimientos de ardo [343] rosa viveza. El marqués de Ronquerolles la llamaba «el caballo de raza». Su finura nerviosa no le quitaba ningún encanto; tenía las formas redondas y armoniosas, sin el menor asomo de gordura. Caballo de pura sangre, mujer de raza, tales eran las locuciones que comenzaban a sustituir a las de ángeles del cielo, a las comparaciones ossiánicas, a toda la antigua mitología amorosa, rechazada por el dandismo. Pero para Rastignac, la mujer deseable fue Anastasie de Restaud. Había logrado inscribirse para dos bailes en la lista de caballeros anotada en su abanico, y había podido hablarle durante la primera contradanza. —¿Dónde podré encontrarla en adelante, señora? —le preguntó bruscamente con esa fuerza pasional que tanto gusta a las mujeres. —¿Dónde? —dijo ella—. En el Bosque, en los Bufos, en mi casa, en todas partes. El aventurero meridional se había apresurado a intimar con esta deliciosa condesa hasta donde un joven puede intimar con una mujer durante una contradanza y un vals. Cuando dijo que era primo de la señora de Beauséant, la condesa, a quien él tomó por una gran dama, le invitó a ir a su casa. Cuando Rastignac se apercibió de la última sonrisa que ella le lanzó, creyó que su visita era necesaria. Tuvo, además, la suerte de encontrar un hombre que no se burló de su ignorancia, defecto mortal en medio de los ilustres impertinentes de la época: los Maulincourt, los Ronquerolles, los Maxime de Trailles, los de Marsay, los Ajuda-Pin29 tr. Ellen Marriage fashion, that her house was thought to be the pleasantest in the Faubourg Saint-Germain. And not only so, she was, by right of her fortune, and the name she bore, one of the most conspicuous figures in that aristocratic world. Thanks to the aunt, thanks to Mme. de Marcillac’s letter of introduction, the poor student had been kindly received in that house before he knew the extent of the favor thus shown to him. It was almost like a patent of _____ nobility to be admitted to those gilded salons; he had appeared in the most exclusive circle in Paris, and now all doors were open for him. Eugene had been dazzled at first by the brilliant assembly, and had scarcely exchanged a few words with the Vicomtesse; he had been content to single out a goddess among this throng of Parisian divinities, one of those women who are sure to attract a young man’s fancy. The Comtesse Anastasie de Restaud was tall and gracefully made; she had one of the prettiest figures in Paris. Imagine a pair of great dark eyes, a magnificently moulded hand, a shapely foot. There was a fiery energy in her movements; the Marquis de Ronquerolles had called her “a thoroughbred,” “a pure pedigree,” these figures of speech have replaced the “heavenly angel” and Ossianic nomenclature; the old mythology of love is extinct, doomed to perish by modern dandyism. But for Rastignac, Mme. Anastasie de Restaud was the woman for whom he had sighed. He had contrived to write his name twice upon the list of partners upon her fan, and had snatched a few words a square dance containing usu. five figures with her during the first quadrille. “Where shall I meet you again, Madame?” he asked abruptly, and the tones of his voice were full of the vehement energy that women like so well. “Oh, everywhere!” said she, “in the Bois, at the Bouffons, in my own house.” With the impetuosity of his adventurous southern temper, he did all he could to cultivate an acquaintance with this lovely countess, making the best of his opportunities in the quadrille and during a waltz that she gave him. When he told her that he was a cousin of Mme. de Beauseant’s, the Countess, whom he took for a great lady, asked him to call at her house, and after her parting s m i l e , Rastignac felt convinced that he must make this visit. He was so lucky as to light upon some one who did not laugh at his ignorance, a fatal defec t a m o n g t h e g i l d e d a n d i n s o lent youth of that period; the cot e r i e o f M a u l i n c o u r t s , M a x imes de Tr a i l l es , de M a rsays, Ronquerolles, Ajuda-Pintos, and Balzac’s Goriot 2 Pinto, les Vandenesse, qui étaient là dans la gloire de leurs fatuités et mêlés aux femmes les plus élégantes, lady Grandon, la duchesse de Langeais, la comtesse de Kergarouët, madame de Sérisy, la duchesse de Carigliano, la comtesse Ferraud, madame de Lanty, la marquise d’Aiglemont, madame Firmiani, la marquise de Listomère et la marquise d’Espard, la duchesse de Maufrigneuse et les Grandlieu. Heureusement donc, le naïf étudiant tomba sur le marquis de Montriveau, l’amant de la duchesse de Langeais, un général simple comme un enfant, qui lui apprit que la comtesse de Restaud demeurait rue du Helder. Etre jeune, avoir soif du monde, avoir faim d’une femme, et voir s’ouvrir pour soi deux maisons! mettre le pied au faubourg SaintGermain chez la vicomtesse de Beauséant, le genou dans la Chaussée-d’Antin chez la comtesse de Restaud plonger d’un regard dans les salons de Paris en enfilade, et se croire assez joli garçon pour y trouver aide et protection dans un coeur de femme! se sentir assez ambitieux pour donner un superbe coup de pied à la corde roide sur laquelle il faut marcher avec l’assurance du sauteur qui ne tombera pas, et avoir trouvé dans une charmante femme le meilleur des balanciers! Avec ces pensées et devant cette femme qui se dressait sublime auprès d’un feu de mottes, entre le Code et la misère, qui n’aurait comme Eugène sondé l’avenir par une méditation, qui ne l’aurait meublé de succès? Sa pensée vagabonde escomptait si drûment ses joies futures qu’il se croyait auprès de madame de Restaud quand un soupir s e m b l a b l e à u n ban de saint joseph troubla le silence de la nuit, retentit au coeur du jeune homme de manière à le lui faire prendre pour le râle d’un moribond. Il ouvrit doucement la porte, et quand il fut dans le corridor, il aperçut une ligne de lumière tracée au bas de la porte du père Goriot. Eugène craignit que son voisin ne se trouvât indisposé, il approcha son oeil de la serrure, regarda dans la chambre, et vit le vieillard occupé de travaux qui lui parurent trop criminels pour qu’il ne crût pas rendre service à la société en examinant bien ce que machinait nuitamment le soi-disant* vermicellier. Le père Goriot, qui sans doute avait attaché sur la barre d’une table renversée un plat et une espèce de soupière en vermeil, tournait une espèce de câble autour de ces objets richement sculptés, en les serrant * Qui dit, qui prétend être telle ou telle chose - 2. Personnes et choses. Qui n'est pas ce qu'il semble être, qui n'est pas vraiment. tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia Vandenesse, que estaban allí, en el apogeo de su vanidad y mezclados con las más elegantes mujeres: lady Brandon la duquesa de Langeais, la condesa de Kergarouët la señora de Sérizy, la duquesa de Carigliano, la condesa Féraud, la señ o r a d e L a n t y, l a m a r q u e s a d’Aiglemont, la señora Dirmiani la marquesa de Listomère y la marquesa d’Espard, la duquesa de Maufrigneuse y las Grandlieu. Así que, para suerte suya, el ingenuo estudiante tropezó con el marqués de Montriveau, el amante de la duquesa de Langeais, un general simplote como un niño, que le dijo que la condesa de Restaud vivía en la calle de Helder. ¡Ser joven tener hambre de mundo, tener hambre de una mujer y ver abrirse para él dos casas! ¡Entrar en el Faubourg Saint-Germain, en casa de la vizcondesa de Beauseant, poner la rodilla en la Chaussé—d’Antin en casa de la condesa de Restaud! ¡Hundirse con una mirada en todos los salones de París, uno tras otro, y creerse un chico tan guapo, como para hallar en ellos ayuda y protección en el corazón de una mujer! ¡Sentirse lo bastante ambicioso como para pegarle una patada a la cuerda floja en la que hay que andar, con la seguridad del equilibrista que sabe que no se va a caer, y haber encontrado en una mujer bella el mejor de los contrapesos! Con estos pensamientos y ante esa mujer que se erguía sublime ante un fuego de turba, entre el Código y la miseria, ¿quién no habría, como Rastignac, sondeado el porvenir, por medio de una meditación? ¿Quién no lo habría llenado de éxitos? Su pensamiento errante, daba tan por sentados los goces que iba a disfrutar, que se creía al lado de la señora de Restaud, cuando un ¡ay! de san José turbó el silencio de la noche, retembló en el corazón del joven, de forma que le pareció como el estertor de un moribundo. Abrió la puerta con suavidad, y cuando estuvo en el pasillo, vio un hilo de luz, bajo la puerta del tío Goriot. Eugenio temió que su vecino se encontrara enfermo, acercó su ojo a la cerradura, miró a la habitación y vio al viejo, ocupado, en trabajos que le parecieron demasiado criminales, como para que no considerase estar haciéndo un servicio a la sociedad, al examinar bien lo que tramaba, con nocturnidad, el que se decía fabricante de fideos. El tío Goriot había atado a una mesa volcada una bandeja y una especie de sopera de plata sobredorada, con una especie de cable enroscado alrededor de estos objetos cincelados con primor, apre30 tr. Ellen Marriage to, los Vandenesse, que se encontraban allí en la gloria de sus fatuidades y mezclados a las mujeres más elegantes: lady Brandon, la duquesa de Langeais, la condesa de Kergarouët, la señora de Sérizy, la duquesa de Carigliano, la condesa de Ferrand, la señora de Lanty, la marquesa de Aiglemont, la señora Firmiani, la marquesa de Listomère y la marquesa de Espard, la duquesa de [344] Maufrigneuse y las Grandlieu. Felizmente, pues, el ingenuo estudiante tropezó con el marqués de Montriveau, el amante de la duquesa de Langeais, un general simple como un niño, que le dijo que la señora de Restaud vivía en la calle de Helder. ¡Ser joven, tener sed de mundo y hambre de una mujer y ver que se le abrían dos casas elegantes! Poner los pies en el arrabal de Saint-Germain, e n c a s a de la vizcondesa de Beauséant, y algo más que los pies en la Calzada de Antin, en casa de la condesa de Restaud! ¡Sumirse de pronto en los salones de París y creerse lo bastante guapo para encontrar ayuda y protección en el corazón de una mujer! ¡Sentirse lo bastante ambicioso para dar un puntapié a la maroma rígida sobre la que hay que andar con la seguridad de un buen saltador que no teme caerse, y encontrar en una encantadora mujer el mejor de los balancines! Con estos pensamientos y delante de la imagen de aquella mujer que se levantaba magnífica cerca del fuego, entre el Código y la miseria, ¿quién no hubiera, como Eugéne sondeado el porvenir con una meditación, llenándolo de felices acontecimientos? Su pensamiento vagabundo gozaba con tal ardor los placeres futuros, que se creía ya al lado de la señora de Restaud, cuando un suspiro turbó el silencio de la noche y resonó en el corazón del joven de tal manera, que lo tomó por el estertor de un moribundo. Abrió cuidadosamente la puerta de su cuarto, y cuando estuvo en el pasillo percibió una línea luminosa bajo la puerta de papá Goriot. Eugéne temía que su vecino estuviera indispuesto. Miró por el agujero de la cerradura y vio al viejo ocupado en trabajos que le parecieron demasiado criminales para no ser observados y hacer un servicio a la sociedad al examinar con atención lo que maquinaba nocturnamente el sedicente * fabricante de fideos. Papá Goriot, que había atado a la pata de una mesa, puesta patas arriba, un plato y una sopera de plata sobredorada, arrollaba en torno de estos [345] objetos, tan ricamente esculpidos, una especie de cable, apretán- Va n d e n e s s e s w h o sh o n e t h e r e i n all the glory of coxcombry among t h e b e s t - d r e ssed women of fashion in Paris—Lady Brandon, the Duchesse de Langeais, the Comtesse de Kergarouet, Mme. de Serizy, the Duchesse de Carigliano, the Comtesse Ferraud, Mme. de Lanty, the Marquise d’Aiglemont, Mme. Firmiani, the Marquise de Listomere and the Marquise d’Espard, the Duchesse de Maufrigneuse and the Grandlieus. Luckily, therefore, for him, the novice happened upon the Marquis de Montriveau, the lover of the Duchesse de Langeais, a general as simple as a child; from him Rastignac learned that the Comtesse lived in the Rue du Helder. Ah, what it is to be young, eager to see the world, greedily on the watch for any chance that brings you nearer the woman of your dreams, and behold two houses open their doors to you! To set foot in the Vicomtesse de Beauseant’s house in the Faubourg Saint-Germain; to fall on your knees before a Comtesse de Restaud in the Chaussee d’Antin; to look at one glance across a vista of Paris drawing-rooms, conscious that, possessing sufficient good looks, you may hope to find aid and protection there in a feminine heart! To feel ambitious enough to spurn the tight-rope on which you must walk with the steady head of an acrobat for whom a fall is impossible, and to find in a charming woman the best of all balancing poles. He sat there with his thoughts for a while, Law on the one hand, and Poverty on the other, beholding a radiant vision of a woman rise above the dull, smouldering fire. Who would not have paused and questioned the future as Eugene was doing? who would not have pictured it full of success? His wondering thoughts took wings; he was transported out of the present into that blissful future; he was sitting by Mme. de Restaud’s side, when a sort of sigh, like the grunt of an overburdened St. Joseph, broke the silence of the night. It vibrated through the student, who took the sound for a death groan. He opened his door noiselessly, went out upon the landing, and saw a thin streak of light under Father Goriot’s door. Eugene feared that his neighbor had been taken ill; he went over and looked through the keyhole; the old man was busily engaged in an occupation so singular and so suspicious that Rastignac thought he was only doing a piece of necessary service to society to watch the self-styled* vermicelli maker’s nocturnal industries. The table was upturned, and Goriot had doubtless in some way secured a silver plate and cup to the bar before knotting a thick rope round them; he was pulling at this rope with such enormous force that they were being * Se aplica irónicamente a la persona que se da a sí misma tal o cual nombre, sin convenirle el título o condición que se atribuye. Los SEDICENTES filósofos. * called so by oneself; would-be; pretended (a self-styled artist) Balzac’s Goriot tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia tr. Ellen Marriage avec une si grande force qu’il les tordait vraisemblablement pour les convertir en lingots. - Peste! quel homme! se dit Rastignac en voyant le bras nerveux du vieillard qui, à l’aide de cette corde, pétrissait sans bruit l’argent doré, comme une pâte. Mais serait-ce donc un voleur ou un receleur qui, pour se livrer plus sûrement à son commerce, affecterait la bêtise, l’impuissance, et vivrait en mendiant? se dit Eugène en se relevant un moment. L’étudiant appliqua de nouveau son oeil à la serrure. Le père Goriot, qui avait déroulé son câble, prit la masse d’argent, la mit sur la table après y avoir étendu sa couverture, et l’y roula pour l’arrondir en barre, opération dont il s’acquitta avec une facilité merveilleuse. tándolos, con tan gran fuerza, que los retorcía verdaderamente, para convertirlos en lingotes. «¡Diablos! [103] ¡Qué hombre!», se dijo Rastignac, al ver el brazo nervioso del viejo, que, con ayuda de aquella cuerda, retorcía sin hacer ruido, la plata dorada, como una masa de harina. «¿Pero sería, pues, un ladrón, o un encubridor que, para dedicarse con más seguridad a su tráfico, se fingía idiota, impotente y vivía como un mendigo?», se dijo Eugenio levantándose un momento. El estudiante aplicó de nuevo su ojo a la cerradura. El tío Goriot, que había desenroscado el cable, cogió de nuevo la masa de plata, la puso encima de la mesa después de haber colocado allí su manta, y le dio vueltas, para redondearla en forma de barra, operación que terminó con una facilidad pasmosa. dolos con tal fuerza, que verdaderamente los retorcía hasta convertirlos en una especie de lingotes. —¡Diablo! ¡Qué hombre! —se dijo Rastignac al ver los brazos nervudos del viejo, que con la ayuda de esta cuerda amasaba silenciosamente la plata dorada como una pasta—. ¿Sería acaso un ladrón o un encubridor que para entregarse más libremente a su comercio simularía la estupidez y la impotencia y el vivir con aparente pobreza? —se preguntó Eugéne, irguiéndose un momento. El estudiante volvió a mirar por el ojo de la cerradura. Papá Goriot, que había desenrollado su cable, tomó la masa de plata, la puso sobre la mesa, después de haberla cubierto, y la arrolló para darle forma de barra, lo que hizo con maravillosa facilidad. crushed and twisted out of shape; to all appearance he meant to convert the richly wrought metal into ingots. “Peste!what a man!” said Rastignac, as he watched Goriot’s muscular arms; there was not a sound in the room while the old man, with the aid of the rope, was kneading the silver like dough. “Was he then, indeed, a thief, or a receiver of stolen goods, who affected imbecility and decrepitude, and lived like a beggar that he might carry on his pursuits the more securely?” Eugene stood for a moment revolving these questions, then he looked again through the keyhole. Father Goriot had unwound his coil of rope; he had covered the table with a blanket, and was now employed in rolling the flattened mass of silver into a bar, an operation which he performed with marvelous dexterity. - Il serait donc aussi fort que l’était Auguste, roi de Pologne? se dit Eugène quand la barre ronde fut à peu près façonnée. Le père Goriot regarda tristement son ouvrage, des larmes sortirent de ses yeux, il souffla le rat-de-cave à la lueur duquel il avait tordu ce vermeil, et Eugène l’entendit se coucher en poussant un soupir. - Il est fou, pensa l’étudiant. «¿Sería pues tan fuerte como el rey Augusto de Polonia?», se dijo Eugenio cuando la barra redonda estuvo casi terminada. El tío Goriot miró tristemente su obra, con lágrimas en los ojos, sopló el candil, a cuya luz había retorcido la plata y Eugenio lo oyó acostarse exalando un suspiro. «Está loco», pensó el estudiante. —¿Será este hombre tan fuerte como el rey Augusto de Polonia? — se dijo Eugéne cuando la barra estaba ya casi hecha. Papá Goriot miró su obra con aire triste; algunas lágrimas asomaron a sus ojos, sopló para apagar la vela a cuya luz había trabajado, y Eugéne le sintió acostarse dando un suspiro. —Está loco —pensó el estudiante. “Why, he must be as strong as Augustus, King of Poland!” said Eugene to himself when the bar was nearly finished. Father Goriot looked sadly at his handiwork, tears fell from his eyes, he blew out the dip which had served him for a light while he manipulated t h e s i l v e r, a n d E u g e n e h e a r d h i m sigh as he lay down again. “He is mad,” thought the student. — Pauvre enfant! dit à haute voix le père Goriot. A cette parole, Rastignac jugea prudent de garder le silence sur cet événement, et de ne pas inconsidérément condamner son voisin. Il allait rentrer quand il distingua soudain un bruit assez difficile à exprimer, et qui devait être produit par des hommes en chaussons de lisière montant l’escalier. Eugène prêta l’oreille, et reconnut en effet le son alternatif de la respiration de deux hommes. Sans avoir entendu ni le cri de la porte ni les pas des hommes, il vit tout à coup une faible lueur au second étage, chez monsieur Vautrin. - Voilà bien des mystères dans une pension bourgeoise! se dit-il. Il descendit quelques marches, se mit à écouter, et le son de l’or frappa son oreille. Bientôt la lumière fut éteinte, les deux respirations se firent entendre derechef sans que la porte eût crié. Puis, à mesure que les deux hommes descendirent, le bruit alla s’affaiblissant. —¡Pobre niña! —dijo en voz alta el tío Goriot. Ante estas palabras, Rastignac, creyó prudente guardar silencio sobre tal acontecimiento y no condenar desconsideradamente a su vecino. Iba a entrar en su habitación cuando distinguió de repente un ruido bastante difícil de expresar, y que debía ser producido por unos hombres andando en chancletas de pasamanería, subiendo por la escalera. Eugenio aguzó el oído y reconoció claramente, el jadeo de la respiración de dos hombres. Sin haber oído ni el chirrido de la puerta, ni los pasos de los hombres, vio, de repente, una tenue claridad en el segundo piso, en el aposento del señor Vautrin. «¡Cuántos misterios en una pensión burguesa!», se dijo. Bajó unos peldaños y se puso a escuchar, el sonido del oro sacudió sus oídos. Inmediatamente la luz se apagó, las dos respiraciones se hicieron oír de nuevo, sin que la puerta hubiera sonado. Después, a medida que los dos hombres fueron bajando, el ruido se fue debilitando. —¡Pobre hija! —dijo en alta voz papá Goriot. Al oír estas palabras, Rastignac juzgó prudente guardar silencio sobre lo ocurrido y no condenar desconsideradamente a su vecino. Iba a entrar en su cuarto, cuando apercibió de pronto un ruido bastante difícil de expresar y que debían producirlo algunos hombres en zapatillas que subían la escalera. Eugéne prestó atención, y reconoció, efectivamente, la respiración alternativa de dos hombres. Sin haber oído ni el chirrido de la puerta ni los pasos de los hombres; vio de pronto una débil claridad en el segundo piso, en el cuarto del señor Vautrin. [346] —¡Pues no hay pocos misterios en una casa de huéspedes! —se dijo el estudiante. Descendió algunos peldaños, se puso a escuchar y apercibió sonido de monedas. Al poco se apagó la luz, se volvieron a oír las dos respiraciones, sin que hubiera chirriado la puerta. Después, a medida que descendían los dos hombres, el ruido iba extinguiéndose. “Poor child!” Father Goriot said aloud. Rastignac, hearing those words, concluded to keep silence; he would not hastily condemn his neighbor. He was just in the doorway of his room when a strange sound from the staircase below reached his ears; it might have been made by two men coming up in list slippers. Eugene listened; two men there certainly were, he could hear their breathing. Ye t t h e r e h a d b e e n n o s o u n d o f o p e n i n g t h e s t r e e t d o o r, n o f o o t steps in the passage. Suddenly, too, he saw a faint gleam of light on the second story; it came from M. Vautrin’s room. “There are a good many mysteries here for a lodging-house!” he said to himself. He went part of the way downstairs and listened again. The rattle of gold reached his ears. In another moment the light was put out, and again he distinctly heard the breathing of two men, but no sound of a door being opened or shut. The two men went downstairs, the faint sounds growing fainter as they went. — Qui va là? cria madame Vauquer en ouvrant la fenêtre de sa chambre. —¿Quién va ahí? —gritó la señora Vauquer abriendo la ventana de su habitación. —¿Quién anda ahí? —gritó la señora Vauquer, abriendo la ventana de su cuarto. “Who is there?” cried Mme. Vauquer out of her bedroom window. — C’est moi qui rentre, maman Vauquer, dit Vautrin de sa grosse voix. —Soy yo que vuelvo, mamá —dijo Vautrin con su vozarrón. —Soy yo, que entro, señora —dijo Vautrin con su voz fuerte. “I, Mme. Vauquer,” answered Vautrin’s deep bass voice. “I am coming in.” DERECHEF ou littér. Une seconde fois; encore une fois, once more 31 Balzac’s Goriot tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia tr. Ellen Marriage — C’est singulier! Christophe avait mis le verrou, se dit Eugène en rentrant dans sa chambre. Il faut veiller pour bien savoir ce qui se passe autour de soi, dans Paris. Détourné par ces petits événements de sa méditation ambitieusement amoureuse, il se mit au travail. Distrait par les soupçons qui lui venaient sur le compte du père Goriot plus distrait encore par la figure de madame de Restaud, qui de moments en moments se posait devant lui comme la messagère d’une brillante destinée, il finit par se coucher et par dormir à poings fermés. Sur dix nuits promises au travail par les jeunes gens, ils en donnent sept au sommeil. Il faut avoir plus de vingt ans pour veiller. «¡Qué raro! Cristóbal había echado el cerrojo», se dijo Eugenio al entrar en su habitación. «Hay que estar bien despierto, para saber lo que pasa alrededor de uno mismo en París.» Desviado por esos pequeños acontecimientos, de su meditación, ambiciosamente amorosa, se puso a trabajar. Distraído por las sospechas que se le ocurrían con relación al tío Goriot, más distraído aún, por la figura de la señora Restaud, que, de minuto en minuto, se alzaba ante él como la mensajera de un destino brillante, terminó [104] por acostarse y por dormir a pierna suelta. De cada diez noches que los jóvenes prometen al trabajo, entregan siete al sueño. Hay que tener más de veinte años para velar. —¡Es raro! Christophe había echado el cerrojo —dijo Eugéne, volviéndose a su cuarto—. Es preciso velar para saber lo que pasa en París alrededor de uno. Distraído por estos pequeños acontecimientos de su meditación ambiciosamente amorosa, se puso a estudiar. Distraído por las sospechas que le había inspirado papá Goriot, más distraído todavía por la figura de la señora de Restaud, que a cada momento se le aparecía como la mensajera de un porvenir brillante, acabó por acostarse y dormir a pierna suelta. De cada diez noches que los jóvenes prometen dedicarse al trabajo, se duermen siete. Hay que tener más de veinte años para poder velar. “That is odd! Christophe drew the bolts,” said Eugene, going back to his room. “You have to sit up at night, it seems, if you really mean to know all that is going on about you in Paris.” These incidents turned his thought from his ambitious dreams; he betook himself to his work, but his thought wandered back to Father Goriot’s suspicious occupation; Mme. de Restaud’s face swam again and again before his eyes like a vision of a brilliant future; and at last he lay down and slept with clenched fists. When a young man makes up his mind that he will work all night, the chances are that seven times out of ten he will sleep till morning. Such vigils do not begin before we are turned twenty. Le lendemain matin régnait à Paris un de ces épais brouillards qui l’enveloppent et l’embrument si bien que les gens les plus exacts sont trompés par le temps. Les rendezvous d’affaires se manquent. Chacun se croit à huit heures quand midi sonne. Il était neuf heures et demie, madame Vauquer n’avait pas encore bougé de son lit. Christophe et la grosse Sylvie, attardés aussi, prenaient tranquillement leur café, préparé avec les couches supérieures du lait destiné aux pensionnaires, et que Sylvie faisait longtemps bouillir, afin que madame Vauquer ne s’aperçût pas de cette dîme illégalement levée. Al día siguiente por la mañana reinaba en París una de esas espesas nieblas que lo envuelven y lo oscurecen de tal manera, que las gentes más exactas se equivocan en relación al tiempo. Las citas de negocios fallan. Todos creen que son las seis de la mañana, cuando suena el mediodía. Eran las nueve y media y la señora Vauquer no se había movido aún de la cama. Cristóbal y la gruesa Silvia, retrasados también tomaban tranquilamente su café, preparado con la nata de la leche destinada a los huéspedes, y que Silvia hacía hervir durante mucho rato, para que la señora Vauquer no se diera cuenta de ese diezmo, ilegalmente cobrado. The next morning Paris was wrapped in one of the dense fogs that throw the most punctual people out in their calculations as to the time; even the most business-like folk fail to keep their appointments in such weather, and ordinary mortals wake up at noon and fancy it is eight o’clock. On this morning it was half-past nine, and Mme. Vauquer still lay abed. Christophe was late, Sylvie was late, but the two sat comfortably taking their coffee as usual. It was Sylvie’s custom to take the cream off the milk destined for the boarders’ breakfast for her own, and to boil the remainder for some time, so that madame should not discover this illegal exaction. — Sylvie, dit Christophe en mouillant sa première rôtie, monsieur Vautrin, qu’est un bon homme tout de même, a encore vu deux personnes cette nuit. Si m a d a m e s ’e n i nq u i é t a i t , n e f a u drait rien lui dire. —Silvia —dijo Cristóbal, mojando su primera t o s t a d a—, el señor Vautrin, que sin embargo es un buen hombre, ha recibido otras dos personas esta noche. Si la señora Va u q u e r t e p r e g u n t a p o r e s o , n o hay que decirle nada. A la mañana siguiente París amaneció con una de esas brumas que lo envuelven y lo oscurecen de tal modo, que hasta las gentes más exactas se equivocan de hora y faltan a las citas comerciales. Cuando se cree que son las ocho dan las doce. Eran ya las nueve y media y la señora Vauquer no se había aún movido de la cama. Christophe y Sylvie, también retrasados, tomaban tranquilamente su café con leche, de la que se apropiaban la nata destinada a los huéspedes. Sylvie hervía durante mucho tiempo la leche que dejaban para que no se notara el fraude______________ __. [347] —Sylvie —dijo Christophe, mojando su primera tostada—, el señor Vautrin, que es, a pesar de todo, un buen hombre, ha tenido también esta noche la visita de dos personas. Si la señora sospechara algo, no hay que decirle nada. 3 — Vous a-t-il donné quelque chose? —¿Le ha dado algo a usted? —¿Le ha dado a usted algo? “Sylvie,” said Christophe, as he dipped a piece of toast into the coffee, “M. Vautrin, who is not such a bad sort, all the same, had two people come to see him again last night. If madame says anything, mind you say nothing about it.” “Has he given you something?” — Il m’a donné cent sous pour son mois, une manière de me dire: « Tais-toi.» —Me dio cien sueldos de propina para el mes; una forma de decirme: ¡cállate! —Me ha dado un duro como propina del mes, que es lo mismo que decirme: a callar. “He gave me a five-franc piece this month, which is as good as saying, ‘Hold your tongue.’ ” — Sauf lui et madame Couture, qui ne sont pas regardants, les autres voudraient nous retirer de la main gauche ce qu’ils nous donnent de la main droite au jour de l’an, dit Sylvie. —Aparte de él y la señora Couture que no son tan mirados con su dinero, los otros querrían quitarnos con la mano izquierda lo que nos dan con la derecha el día de año nuevo —dijo Silvia. —Aparte de él y la señora Couture, que no son mirados, los demás nos quitarían con la mano izquierda lo que nos dan por Reyes con la derecha. “Except him and Mme. Couture, who doesn’t look twice at every penny, there’s no one in the house that doesn’t try to get back with the left hand all that they give with the right at New Year,” said Sylvie. — Encore, qu’est-ce qu’ils donnent! fit Christophe, une méchante pièce et de cent sous. Voilà depuis deux ans le père Goriot qui fait ses souliers lui-même. Ce grigou de Poiret se passe de cirage, et le boirait plutôt que de le mettre à ses savates. Quant au gringalet d’étudiant, il me donne quarante sous. Quarante sous ne payent pas mes brosses, et il vend ses vieux habits, par-dessus le mar- —¡Y para lo que nos dan! —dijo Cristóbal—, una maldita moneda y de cien sueldos. Ahí tienes al tío Goriot, que desde hace dos años se hace sus propios zapatos. O ese r a s p a d e Poiret que prescinde del betún, y que se lo bebería, antes que usarlo en sus zapatos. En cuanto a ese rascamiajas de estudiante, me da cuarenta céntimos. Con eso no se pagan ni los cepillos, y encima ven- —¡Y como dan tanto! —saltó Christophe—. Un triste duro. Ya va para dos años que papá Goriot se limpia él mismo los zapatos. Ese roñoso de Poiret se pasa sin betún; antes se lo bebe que gastarlo en limpiar las botas. Y no digamos nada del estudiante, que me da tan sólo dos pesetas. Con dos pesetas no saco ni para cepillos. Y vende la ropa vieja en vez “And, after all,” said Christophe, “what do they give you? A miserable five-franc piece. There is Father Goriot, who has cleaned his shoes himself these two years past. There is that old beggar Poiret, who goes without blacking altogether; he would sooner drink it than put it on his boots. Then there is that whipper-snapper of a student, who gives me a couple of francs. Two francs will not pay for my brushes, and he sells his old clothes, and gets more for them than they 32 Balzac’s Goriot tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia tr. Ellen Marriage ché. Qué baraque! de su ropa. ¡Vaya barraca! de regalármela. ¡Valiente caterva! are worth. Oh! they’re a shabby lot!” — Bah! fit Sylvie en buvant de petites gorgées de café, nos places sont encore les meilleures du quartier: on y vit bien. Mais, à propos de gros papa Vautrin, Christophe, vous a-t-on dit quelque chose? —¡Bah! —dijo Silvia bebiendo a pequeños sorbos su caféAún así, nuestros puestos de trabajo son los mejores del barrio. Aquí se vive bien. Pero, a propósito del gordo tío Vautrin, Cristóbal, ¿te ha dicho alguien algo? —Bah —exclamó Sylvie, bebiendo a sorbitos el café—, así y todo tenemos las mejores colocaciones del barrio. Se vive bien. Pero a propósito del gran Vautrin, Christophe, ¿no le han dicho a usted nada? “Pooh!” said Sylvie, sipping her cof fee, “our places are the best in the Quarter, that I know. But about t h a t g r e a t b i g c h a p Va u t r i n , Christophe; has any one told you anything about him?” — Oui, j’ai rencontré il y a quelques jours un monsieur dans la rue, qui m’a dit:- N’est-ce pas chez vous que demeure un gros monsieur qui a des favoris qu’il teint? Moi j’ai dit: « Non, monsieur, il ne les teint pas. Un homme gai comme lui, il n’en a pas le temps. « J’ai donc dit ça à monsieur Vautrin, qui m’a répondu: « Tu as bien fait, mon garçon! Réponds toujours comme ça. Rien n’est plus désagréable que de laisser connaître nos infirmités. Ça peut faire manquer des mariages.» —Sí. Hace unos días, me encontré con un señor en la calle, que me dijo: «¿es verdad que en su casa vive un señor gordo, con patillas teñidas?». Yo le dije: «No señor, no se las tiñe. Un hombre tan alegre como él, no tiene tiempo para esas cosas.» Pues bien, le dije eso al señor Vautrin, que me dijo: «¡Bien hecho chico! Contesta siempre así. Nada resulta más desagradable que dejar que se sepan nuestros puntos flacos. Eso puede estropear muchas bodas.» —Sí. Encontré hace algunos días en la calle a un señor que me dijo: «¿No vive en su casa un señor gordo que lleva las patillas teñidas?» Yo dije: «No señor; no se las tiñe. A un hombre tan alegre como él no le queda tiempo para eso.» Le conté esto al señor Vautrin, que me dijo: «Has hecho bien, muchacho. Responde siempre así. Nada más desagradable que dejarse conocer las debilidades. Por cosas así fracasan algunas bodas.» “Yes. I met a gentleman in the street a few days ago; he said to me, ‘There’s a gentleman in your place, isn’t there? a tall man that dyes his whiskers?’ I told him, ‘No, sir; they aren’t dyed. A gay fellow like him hasn’t the time to do it.’ And when I told M. Vautrin about it afterwards, he said, ‘Quite right, my boy. That is the way to answer them. There is nothing more unpleasant than to have your little weaknesses known; it might spoil many a match.’ ” — Eh bien! à moi, au marché, on a voulu m’englauder aussi pour me faire dire si je lui voyais passer sa chemise. C’te farce! Tiens, dit-elle en s’interrompant, voilà dix heures quart moins qui sonnent au Val-de-Grâce, et personne ne bouge. —Pues bien, a mí, en el mercado, me quisieron enredar también, para que les dijera si le había visto ponerse la camisa. ¡No te fastidia! Vaya, — dijo interrumpiéndose—, están sonando las diez menos cuarto en la iglesia de Val-de-Grâce y nadie respira. “Well, and for my part,” said Sylvie, “a man tried to humbug me at the market wanting to know if I had seen him put on his shirt. Such bosh! There,” she cried, interrupting herself, “that’s a quarter to ten striking at the Val-deGrace, and not a soul stirring!” — Ah bah! ils sont tous sortis. Madame Couture et sa jeune personne sont allées manger le bon Dieu à Saint-Etienne dès huit heures. Le père Goriot est sorti avec un paquet. L’étudiant ne reviendra qu’après son cours, à dix heures. Je les ai vus partir en faisant mes escaliers; que le père Goriot m’a donné un coup avec ce qu’il portait qu’était dur comme du fer. Qué qui fait donc, ce bonhomme-là? Les autres le font aller comme une toupie, mais c’est un brave homme tout de même, et qui vaut mieux qu’eux tous. Il ne donne pas grand-chose; mais les dames chez lesquelles il m’envoie quelquefois allongent de fameux pourboires, et sont joliment ficelées. —¡Ah! ¡Bueno!, han salido todos. La señora Couture y su niña se han ido a comerse los santos en San Esteban desde las ocho de la mañana. El tío Goriot ha salido con un paquete. El estudiante no volverá hasta después de la clase, a las diez. Los he visto salir mientras limpiaba la escalera; el tío Goriot me ha dado un golpe con lo que llevaba, que era duro como hierro. ¿Qué se traerá entre manos ese buen hombre? Los demás le hacen girar como una peonza, pero es un buen hombre a pesar de todo y vale más que todos los demás juntos. No da gran cosa, pero las señoras a cuya casa me manda me largan buenas propinas y visten de maravilla. —Pues bien: a mí, en el mercado, me quisieron sacar si le veía ponerse la camisa. ¡Vaya una broma!... ¡Atiza! —dijo interrumpiéndose—, están dando las diez menos cuarto en Val-de-Grâce, y nadie se mueve. [348] —Pero ¡qué, si han salido todos! La señora Couture y su hija se han ido a tragar santos a San Esteban. Papa Goriot ha salido con un paquete. El estudiante no vendrá hasta las diez, después de su clase. Le he visto salir cuando limpiaba las escaleras, y por cierto que papá Goriot me ha dado un golpe con lo que llevaba, que era más duro que el hierro. Pero ¿qué es lo que hace este buen hombre? Los otros hacen de él lo que quieren; pero así y todo, es un buen hombre que vale más que todos ellos. No es que dé gran cosa; mas las señoras a cuyas casas me envía algunas veces, se estiran y sueltan buenas propinas y gastan lujo de veras. — Celles qu’il appelle ses filles, hein? Elles sont une douzaine. —¿Las que dice que son hijas suyas, eh? Son una docena. —¿Esas que dice que son sus hijas? Lo menos son una docena. “His daughters, as he calls them, eh? There are a dozen of them.” — Je ne suis jamais allé que chez deux, les mêmes qui sont venues ici. —Yo no he ido nunca más que a casa de dos, las mismas que han venido aquí. —Yo no he ido más que a casa de dos: las que han venido aquí. “I have never been to more than two— the two who came here.” — Voilà madame qui se remue; elle va faire son sabbat: faut que j’y aille. Vous veillerez au lait, Christophe, rapport au chat. —Vaya, la señora empieza a moverse; ahora armará el cisco. Tengo que ir enseguida. Cuida la leche Cristóbal. Cuidado con el gato. — Ya s e m u e v e l a s e ñ o r a . _________________ . Tengo que ir a ayudarla. Tenga usted cuidado que el gato no vaya a la leche, Christophe. “There is madame moving overhead; I shall have to go, or she will raise a fine racket. Just keep an eye on the milk, Christophe; don’t let the cat get at it.” ___________________________ — Comment, Sylvie, voilà dix heures quart moins, vous m’avez laissée dormir comme une marmotte! jamais pareille chose n’est arrivée. Silvia subió a la habitación de la dueña. —Pero bueno Silvia, son las diez menos cuarto, me has dejado dormir como una marmota. ¡Nunca había ocurrido nada semejante! Sylvie subió al cuarto de su dueña. —Pero cómo, Sylvie, ¿son ya las diez menos cuarto? ¡Me ha dejado usted como una marmota! No me ha sucedido jamás esto. Sylvie went up to her mistress’ room. “Sylvie! How is this? It’s nearly ten o’clock, and you let me sleep like a dormouse! Such a thing has never happened before.” — C’est le brouillard, qu’est à —Es la niebla, que se puede cor- —Es la culpa de la niebla, que se “It’s the fog; it is that thick, you could 33 “Pooh! they are all gone out. Mme. Couture and the girl went out at eight o’clock to take the wafer at SaintEtienne. Father Goriot started off somewhere with a parcel, and the student won’t be back from his lecture till ten o’clock. I saw them go while I was sweeping the stairs; Father Goriot knocked up against me, and his parcel was as hard as iron. What is the old fellow up to, I wonder? He is as good as a plaything for the rest of them; they can never let him alone; but he is a good man, all the same, and worth more than all of them put together. He doesn’t give you much himself, but he sometimes sends you with a message to ladies who fork out famous tips; they are dressed grandly, too.” Balzac’s Goriot couper au couteau. — Mais le déjeuner? tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia tar con un cuchillo. puede cortar con cuchillo. —Pero, ¿y el desayuno? —Pero ¿y el desayuno? tr. Ellen Marriage cut it with a knife.” “But how about breakfast?” — Bah! vos pensionnaires avaient bien le diable au corps; ils ont tous décanillé dès le patron-jacquette. —¡Bah! Sus pupilos tenían todos el diablo en el cuerpo; «se las han piran» todos con las gallinas. —¡Bah! Los huéspedes tenían el diablo en el cuerpo, y se han piran a la madrugada. “Bah! the boarders are possessed, I’m sure. They all cleared out before there was a wink of daylight.” — Parle donc bien, Sylvie, reprit madame Vauquer on dit le patron-minette. —Habla bien, Sylvie; no dig a s p i r a r. “Do speak properly, Sylvie,” Mme. Vauquer retorted; “say a blink of daylight.” — Ah! madame, je dirai comme vous voudrez. Tant y a que vous pouvez déjeuner à dix heures. La Michonnette et le Poireau n’ont pas bougé. Il n’y a qu’eux qui soient dans la maison, et ils dorment comme des souches qui sont. —Habla bien Silvia —dijo la señora Vauquer—, se dice: «Se han marchado muy temprano.» —¡Ah! señora, diré lo que usted quiera. El caso es que puede desayunar a las diez. La Michonita y el Puerro, no se han movido. No quedan más que dos en la casa y duermen como dos ladrillos, que es lo que son. —No lo diré más, señora. Puede usted desayunar ahora. La Michonnette y Poiret no se han movido todavía. Sólo ellos dos están en casa y duermen como unos troncos, como lo que son, vamos. “Ah, well, madame, whichever you please. Anyhow, you can have breakfast at ten o’clock. La Michonnette and Poiret have neither of them stirred. There are only those two upstairs, and they are sleeping like the logs they are.” — Mais, Sylvie, tu les mets tous les deux ensemble, comme si... —Pero Silvia, los pones a los dos juncos como si... “But, Sylvie, you put their names together as if—” — Comme si, quoi? reprit Sylvie en laissant échapper un gros rire bête. Les deux font la paire. —¿Como si qué? —dijo Silvia soltando una estúpida risotada—. Son tal para cual. —Pero Sylvie, hablas de los dos a una como si... [349] —¿Cómo si qué? —respondió Sylvie, dejando escapar una carcajada idiota—. Los dos hacen pareja. — C’est singulier, Sylvie: comment monsieur Vautrin est-il donc rentré cette nuit après que Christophe a eu mis les verrous? —Es extraño Silvia: ¿Cómo ha podido entrar el señor Vautrin, después de que Cristóbal hubiera echado el cerrojo? —Es raro, Sylvie. ¿Cómo ha entrado esta noche el señor Vautrin después que Christophe había echado el cerrojo? “It is a strange thing, isn’t it, S y l v i e , h o w M . Va u t r i n g o t i n last night after Christophe had bolted the door?” — Bien au contraire, madame. Il a entendu monsieur Vautrin, et est descendu pour lui ouvrir la porte. Et voilà ce que vous avez cru... —Nada de eso señora. Él oyó l l e g a r a l s e ñ o r Va u t r i n y b a j ó p a r a abrirle la puerta. Y usted había creído... —No ha sido eso, señora. Es que Christophe ha esperado al señor Vautrin y ha bajado a abrirle. Por eso ha creído usted... “Not at all, madame. Christophe heard M. Vautrin, and went down and undid the door. And here are you imagining that—?” — Donne-moi ma camisole, et va vite voir au déjeuner. Arrange le reste du mouton avec des pommes de terre, et donne des poires cuites, de celles qui coûtent deux liards la pièce. —Dame la bata enseguida y ve a hacer por el almuerzo. Prepara el cordero con patatas y trae peras cocidas, de las más baratas. [107] —Dame mi camisa y vete a poner el almuerzo. Arregla lo que quedó del cordero con patatas, y pon, cocidas, peras de las baratas. “Give me my bodice, and be quick and get breakfast ready. Dish up the rest of the mutton with the potatoes, and you can put the stewed pears on the table, those at five a penny.” Quelques instants après, madame Vauquer descendit au moment où son chat venait de renverser d’un coup de patte l’assiette qui couvrait un bol de lait, et le lapait en toute hâte. Minutos después la señora Vauquer bajó en el preciso instante en que el gato acababa de volcar de una patada el plato que cubría un tazón de leche, y se lo lamía, a toda prisa. Algunos instantes después bajó la señora Vauquer en el mismo momento en que el gato tiraba de un zarpazo el plato que cubría la jarra de la leche, y se la bebía a toda prisa. A few moments later Mme. Vauquer came down, just in time to see the cat knock down a plate that covered a bowl of milk, and begin to lap in all haste. — Mistigris, s’écria-telle. Le chat se sauva, puis revint se frotter à ses ja m b e s . Oui, oui, fais ton ca p o n , v i e u x lâche! lui dit-elle. Sylvie! Sylvie! —¡Mistigris! —gritó. El gato se escapó y después volvió para restregarse en sus piernas—. Sí, sí, ahora vienen las zalamerías , viejo cobard e —le dijo—. ¡Silvia! ¡Silvia! —¡Mistigris! —gritó la Vauquer. El gato se escapó y vino después a frotarse contra sus piernas. —Sí, sí; ahora ven con zalamerías, viejo marrullero. ¡Sylvie! ¡Sylvie! “Mistigris!” she cried. The cat fled, but promptly returned to rub against her ankles. “Oh! yes, you can wheedle, you old hypocrite!” she said. “Sylvie! Sylvie!” “As if what?” said Sylvie, bursting into a guffaw. “The two of them make a pair. ” wheedle 1 coax by flattery or endearments. engatusar, dar coba, embaucar, 2 (foll. by out) a get (a thing) out of a person by wheedling. b cheat (a person) out of a thing by wheedling. Sonsacar algo a alguien dandole coba o halagándole. Lagotería, zalamería, marrullería — Eh bien! quoi, madame? —¿Qué quiere señora? —¿Qué pasa, señora? “Yes, madame; what is it?” — Voyez donc ce qu’a bu le chat. —¡Mire lo que se ha bebido el gato! —Vea usted lo que ha hecho el gato. “Just see what the cat has done!” — C’est la faute de cet animal de Christophe, à qui j’avais dit de mettre le couvert. Où est-il passé? Ne vous inquiétez pas, madame; ce sera le café du père Goriot. Je mettrai de l’eau dedans, il ne s’en apercevra pas. Il ne fait attention à rien, pas même à ce qu’il mange. —Por culpa del animal de Cristóbal al que le había dicho que pusiera los cubiertos. ¿Dónde se ha metido? No se preocupe señora; ese era el café del tío Goriot. Le añadiré agua y no se dará ni cuenta. No se fija en nada, ni siquiera en lo que come. —La culpa es de ese animal de Christophe, a quien había encargado que tuviera cuidado. Pero ¿dónde ha ido? —No se inquiete usted, señora; el café de papá Goriot lo pagará. Le echaré agua, y no hay cuidado que lo note. No se da cuenta de nada, ni siquiera de lo que come. “It is all that stupid Christophe’s fault. I told him to stop and lay the table. What has become of him? Don’t you worry, madame; Father Goriot shall have it. I will fill it up with water, and he won’t know the difference; he never notices anything, not even what he eats.” — Où donc est-il allé, ce chinoislà? dit madame Vauquer en plaçant les assiettes. —Y, ¿por dónde anda ese coreano? —dijo la señora Vauquer colocando los platos. —¿Y adónde ha podido ir el chino ése? —dijo la señora Vauquer, mientras colocaba los platos. “I wonder where the old heathen can have gone?” said Mme. Vauquer, setting the plates round the table. 34 Balzac’s Goriot tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia tr. Ellen Marriage — Est-ce qu’on sait? Il fait des trafics des cinq cents diables. —¿Quién puede saberlo? Se lleva unos trajines de todos los diablos. —¡Cualquiera lo sabe! Se trae unos jaleos de mil demonios. “Who knows? He is up to all sorts of tricks.” — J’ai trop dormi, dit madame Vauquer. —He dormido demasiado —dijo la señora Vauquer. —He dormido demasiado —dijo la señora Vauquer. “I have overslept myself,” said Mme. Vauquer. — Mais aussi madame est-elle fraîche comme une rose... —Pero, por eso mismo, la señora está hoy fresca como una rosa... —Pero así está la señora fresca como una rosa... “But madame looks as fresh as a rose, all the same.” En ce moment la sonnette se fit entendre, et Vautrin entra dans le salon en chantant de sa grosse voix En ese momento sonó el timb r e , y Va u t r i n e n t r ó c a n t a n d o con su vozarrón: The door bell rang at that moment, and Vautrin came through the sitting-room, singing loudly: J’ai longtemps parcouru le monde, Et l’on m’a vu de toute part... Largo tiempo he recorrido el mundo Y en todas partes me han visto... (19) En este momento se oyó la campanilla y entró Vautrin en el salón cantando con su voz grave: [350] He corrido el mundo entero, se me ha visto en todas partes... — Oh! oh! bonjour, madame Vauquer, dit-il en apercevant l’hôtesse, qu’il prit galamment dans ses bras. —¡Oh! ¡Oh! Buenos días, mamá Vauquer —dijo al ver a la hostelera, a la que tomó galantemente entre sus brazos. —¡Oh! ¡Oh! Buenos días, señora Vauquer —dijo al percibir a la patrona, a quien abrazó galantemente. “Oh! Mamma Vauquer! good-morning!” he cried at the sight of his hostess, and he put his arm gaily round her waist. — Allons, finissez donc. —Vamos, termine ya. —Vamos, no sea usted... “’Tis the same old story everywhere, A roving heart and a roving glance . . “There! have done—” — Dites impertinent, reprit-il. Allons, dites-le. Voulez-vous bien le dire? Tenez, je vais mettre le couvert avec vous. Ah! je suis gentil, n’est-ce pas? —Diga impertinente —continuó—. Venga, dígalo. ¿Quiere decirlo de una vez? Mire, voy a ayudarle a poner los cubiertos. ¡Ah! Qué amable soy. ¿Verdad? —Dígalo: —respondió él—. Vamos, dígalo usted. ¿No quiere usted decirlo? Le voy a ayudar a poner la mesa. ¿Verdad que soy amable? “‘Impertinence!’ Say it!” he answered. “Come, say it! Now, isn’t that what you really mean? Stop a bit, I will help you to set the table. Ah! I am a nice man, am I not? Courtiser la brune et la blonde, Aimer, soupirer... Cortejar a la morena y a la rubia Amar, suspirar... Festejar a la morena y a la rubia; amar, suspirar... “For the locks of brown and the golden hair. A sighing lover . . . — je viens de voir quelque chose de singulier. —...Acabo de ver algo raro. Acabo de ver una cosa rara... “Oh! I have just seen something so funny— ... au hasard. — Quoi? dit la veuve. — Le père Goriot était à huit heures et demie rue Dauphine, chez l’orfèvre qui achète de vieux couverts et des galons. Il lui a vendu pour une bonne somme un ustensile de ménage, en vermeil, assez joliment tortillé pour un homme qui n’est pas de la manique. — Bah! vraiment? ... a la ventura! —¿Qué? —dijo la viuda. —El tío Goriot estaba a las ocho y media en la calle Daufine, en casa del orfebre que compra cubiertos viejos y galones. Le ha vendido, por una buena cantidad, una pieza de vajilla de plata sobredorada, muy bien retorcida para no ser del oficio (20). ... al azar. ....led by chance.” —¿Qué? —dijo la viuda. “What?” asked the widow. —Papá Goriot estaba a las ocho y media en la calle Dauphine, en casa del platero que compra cubiertos viejos y galones. Le ha vendido a buen precio un utensilio de plata dorada, bastante bien retorcido para no estar hecho por uno del oficio. —¡Bah! ¿De veras? —¿De veras? “Father Goriot in the goldsmith’s shop in the Rue Dauphine at half-past eight this morning. They buy old spoons and forks and gold lace there, and Goriot sold a piece of silver plate for a good round sum. It had been twisted out of shape very neatly for a man that’s not used to the trade.” “Really? You don’t say so?” — Oui. Je revenais ici après avoir conduit un de mes amis qui s’expatrie par les Messageries royales; j’ai attendu le père Goriot pour voir: histoire de rire. Il a remonté dans ce quartier-ci, rue des Grès, où il est entré dans la maison d’un usurier connu, nommé Gobseck, un fier drôle, capable de faire des dominos avec les os de son père; un juif, un arabe, un grec, un bohémien, un homme qu’on serait bien embarrassé de dévaliser, il met ses écus la Banque. —Sí. Yo volvía a casa, después de haber despedido a un amigo mío que se va al extranjero por el Correo Real; he esperado al tío Goriot para ver, con la intención de reírme un poco. Pues bien, subió por este barrio, a la calle de Grès (21), y allí entró en casa de un usurero llamado Gobseck, un ladrón de mucho cuidado, capaz de hacer dominós con los huesos de su padre; un judío, un griego, un árabe, un gitano, un hombre al que sería prácticamente imposible desvalijar. Guarda sus escudos en el banco. —Sí. Yo volvía hacia aquí después de haber acompañado a un amigo que emigra, y cuando vi a papá Goriot, esperé para ver lo que hacía: cosa de risa. Subió a este barrio, a la calle de Gres, y entró en casa de un usurero muy conocido llamado Gobseck, un bribón capaz de hacer fichas de dominó con los huesos de su padre; un judío, un árabe, un griego, un bohemio, un hombre a quien no sería fácil robar porque coloca su dinero en el Banco. “Yes. One of my friends is expatriating himself; I had been to see him off on board the Royal Mail steamer, and was coming back here. I waited after that to see what Father Goriot would do; it is a comical affair. He came back to this quarter of the world, to the Rue des Gres, and went into a money-lender’s house; everybody knows him, Gobseck, a stuck-up rascal, that would make dominoes out of his father’s bones, a Turk, a heathen, an old Jew, a Greek; it would be a difficult matter to rob him, for he puts all his coin into the Bank.” — Qu’est-ce que fait donc ce père Goriot? —¿Pero qué es lo que hace allí ese tío Goriot? —Pero ¿qué es lo que hace el tal papá Goriot? “Then what was Father Goriot doing there?” — Il ne fait rien, dit Vautrin, il défait. C’est un imbécile assez bête pour se ruiner à aimer les filles qui... —No hace nada —dijo Vautrin—, deshace. Es un imbécil lo bastante estúpido como para amar a unas hijas que... —No hace nada —dijo Vautrin—; lo deshace. Es un imbécil capaz de arruinarse por esas mujeres que... [351] “Doing?” said Vautrin. “Nothing; he was bent on his own undoing. He is a simpleton, stupid enough to ruin himself by running after—” 35 Balzac’s Goriot — Le voilà! dit Sylvie. tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia —¡Ahí está! —dijo Silvia. — Christophe, cria le père Goriot, monte avec moi. —Cristóbal —llamó Goriot—, sube conmigo. Christophe suivit le père Goriot, et redescendit bientôt. el tr. Ellen Marriage —¡Que viene ahí! —dijo Sylvie. tío —Christophe —gritó Goriot—, sube conmigo. “There he is!” cried Sylvie. papá “Christophe,” cried Father Goriot’s voice, “come upstairs with me.” Cristóbal siguió al tío Goriot y volvió a bajar enseguida. Christophe siguió a papá Goriot y bajó en seguida. Christophe went up, and shortly afterwards came down again. — Où vas-tu? dit madame Vauquer à son domestique. —¿Dónde vas tú? —dijo la señora Vauquer a su criado. —¿Dónde vas? —dijo la señora Vauquer a su criado. “Where are you going?” Mme. Vauquer asked of her servant. — Faire une commission pour monsieur Goriot. —A hacer un recado para el tío Goriot. —Voy a hacer un recado que me ha dado el señor Goriot. “Out on an errand for M. Goriot.” Qu’est-ce que c’est que ça? dit Vautrin en arrachant des mains de Christophe une lettre sur laquelle il lut: A madame la comtesse Anastasie de Restaud. Et tu vas? reprit-il en tendant la lettre à Christophe. —¿Qué es esto? —dijo Vautrin arrancando de las manos de Cristóbal una carta en la que estaba escrito—: A la señora condesa de Restaud. ¿Y vas...? —continuó, devolviéndole la carta a Cristóbal. —¿De qué se trata? —dijo Vautrin, arrancando de la mano a Christophe una carta en la que leyó: «A la señora condesa Anastasie de Restaud»—. ¿Y vas? —continuó, devolviendo la carta a Christophe. “What may that be?” said Vautrin, pouncing on a letter in Christophe’s hand. “Mme. la Comtesse Anastasie de Restaud,” he read. “Where are you going with it?” he added, as he gave the letter back to Christophe. — Rue du Helder. J’ai ordre de ne remettre ceci qu’à madame la comtesse. —A la calle del Helder. Tengo orden de no entregar esto a nadie sino a la señora condesa, en persona. —Ala calle de Helder. Tengo orden de no entregarla a nadie como no sea a la misma condesa. “ To t h e R u e d u H e l d e r. I h a v e orders to give this into her hands myself.” — Qu’est-ce qu’il y a là-dedans? dit Vautrin en mettant la lettre au jour; un billet de banque? non. Il entrouvrit l’enveloppe.- Un billet acquitté, s’écria-t-il. Fourche! il est galant, le roquentin. Va, vieux lascar, dit-il en coiffant de sa large main Christophe, qu’il fit tourner sur lui-même comme un dé, tu auras un bon pourboire. —¿Qué hay ahí dentro? —preguntó Vautrin poniendo la carta al trasluz—, ¿un billete de banco, no? —entreabrió la carta—. Un pagaré pagado —gritó—. ¡Diantre! Si que es galante el carcamal. Vete, viejo Lascar (22) —dijo, dándole un manotazo en la cabeza con su manaza a Cristóbal, al que hizo girar en redondo, como un dado— . Te van a dar una señora propina. —¿Qué va dentro? —dijo Vautrin, mirando la carta al trasluz—. ¿Un billete de Banco? No —entreabrió el sobre—. Una letra pagada —exclamó—. ¡Diablo! El vejete es galante. Anda ya, granuja, que tendrás buena propina —dijo, cogiendo a Christophe por la espalda y haciéndole girar sobre sí mismo. “What is there inside it?” said Vautrin, holding the letter up to the light. “A banknote? No.” He peered into the envelope. “A receipted account!” he cried. “My word! ’tis a gallant old dotard. Off with you, old chap,” he said, bringing down a hand on Christophe’s head, and spinning the man round like a thimble; “you will have a famous tip.” lascar a sailor from the East Indies Le couvert était mis. Sylvie faisait bouillir le lait. Madame Vauquer allumait le poêle, aidée par Vautrin, qui fredonnait toujours: La mesa estaba puesta, Silvia hacía hervir la leche. La señora Vauquer encendía la estufa, ayudada por Vautrin, que seguía tarareando: La mesa estaba puesta. Sylvie hervía la leche. La señora Vauquer encendía la estufa ayudada por Vautrin, que tarareaba siempre: By this time the table was set. Sylvie was boiling the milk, Mme. Vauquer was lighting a fire in the stove with some assistance from Vautrin, who kept humming to himself: J’ai longtemps parcouru le monde Et l’on m’a vu de toute part... Largo tiempo he recorrido el mundo. Y me han visto en todas partes... He corrido el mundo entero se me ha visto en todas partes... “The same old story everywhere, A roving heart and a roving glance.” Quand tout fut prêt, madame Couture et mademoiselle Taillefer rentrèrent. Cuando todo estuvo listo, la señora Couture y la señorita Taillefer volvieron. [109] Cuando todo estuvo preparado entraron la señora Couture y la señorita Taillefer. W h e n e v e r y t h i n g w a s r e a d y, Mme. Couture and Mlle. Ta i l l e f e r c a m e i n . — D’où venez-vous donc si matin, ma belle dame? dit madame Vauquer à madame Couture. —¿De dónde vienen ustedes tan de mañana, mi buena señora? —dijo la señora Vauquer a la señora Couture. —¿De dónde viene usted tan madrugadora, querida señora? —dijo la señora Vauquer a la señora Couture. “Where have you been this morning, fair lady?” said Mme. Vauquer, turning to Mme. Couture. — Nous venons de faire nos dévotions à Saint-Etienne-du-Mont, ne devons-nous pas aller aujourd’hui chez monsieur Taillefer? Pauvre petite, elle tremble comme la feuille, reprit madame Couture en s’asseyant devant le poêle à la bouche duquel elle présenta ses souliers qui fumèrent. —Venimos de rezar nuestras devociones en Saint-Etienne-du-Mont, pues ¿acaso no tenemos que ir hoy a ver al señor Taillefer? Pobrecita mía, está temblando como una hoja —prosiguió la señora Couture sentándose delante de la estufa, a cuya boca acercó sus zapatos que empezaron a echar humo. “ We h a v e j u s t b e e n t o s a y o u r prayers at Saint-Etienne du Mont. Today is the day when we must go to see M. Taillefer. Poor little thing! She is trembling like a leaf,” Mme. Couture went on, as she seated herself before the fire and held the steaming soles of her boots to the blaze. — Chauffez-vous donc, Victorine, dit madame Vauquer. —Caliéntese usted, Victorina — dijo la señora Vauquer. —Venimos de hacer nuestros rezos en San Esteban porque hoy tenemos que ir a casa del señor Ta i l l e f e r. P o b r e c h i c a , t i e m b l a como una hoja —dijo la señora Couture, sentándose delante de la estufa, a la que aproximó los pies. Los zapatos comenzaron a humear. [352] —Caliéntese usted, Victorine —dijo la señora Vauquer. — C’est bien, mademoiselle, de prier le bon Dieu d’attendrir le coeur de votre père, dit Vautrin en avançant une chaise à l’orpheline. Mais ça ne suffit pas. Il vous faudrait un ami qui se chargeât de dire son fait à ce mar- —Está bien, señorita, eso de rogar a Dios para que ablande el corazón de su padre —dijo Vautrin ofreciendo una silla a la huérfana—. Pero no es suficiente. Necesitaría usted un amigo, que se encargara de cantarle las cuarenta a —Está bien señorita, que ruegue usted a Dios para que ablande el corazón de su padre; pero eso no basta —dijo Vautrin, aproximando una silla a la huérfana—. Tendría usted necesidad de un amigo que le dijera cuatro verdades “It is quite right and proper, mademoiselle, to pray to Heaven to soften your father’s heart,” said Vautrin, as he drew a chair nearer to the orphan girl; “but that is not enough. What you want is a friend who will give the monster a 36 “Warm yourself, Victorine,” said Mme. Vauquer. Balzac’s Goriot tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia tr. Ellen Marriage souin-là, un sauvage qui a, dit-on, trois millions, et qui ne vous donne pas de dot. Une belle fille a besoin de dot dans ce temps-ci. semejante cerdo, un salvaje que tiene, según dicen, tres millones, y que no le da a usted su dote. Una chica guapa necesita una dote en estos tiempos. a ese marrano, a ese salvaje que, según dicen, tiene tres millones y que no le da a usted la dote. Una mujer bonita necesita dote en estos tiempos. piece of his mind; a barbarian that has three millions (so they say), and will not give you a dowry; and a pretty girl needs a dowry nowadays.” — Pauvre enfant, dit madame Vauquer. Allez, mon chou, votre monstre de père attire le malheur à plaisir sur lui. —Pobre niña —dijo la señora Vauquer—. Vamos, mi vida, que el monstruo de su padre hace todo lo que puede para acarrearse una desgracia. —¡Pobre chica! —dijo la señora Vauquer—. Pero no se apure, monada, que el monstruo de su padre se está labrando la propia desgracia. “Poor child!” said Mme. Vauquer. “Never mind, my pet, your wretch of a father is going just the way to bring trouble upon himself.” A ces mots, les yeux de Victorine se mouillèrent de larmes, et la veuve s’arrêta sur un signe que lui fit madame Couture. Al oír tales palabras, los ojos de Victorina se anegaron en llanto, y la viuda se paró ante una seña que le hizo la señora Couture. Cuando oyó estas palabras, los ojos de Victorine se llenaron de lágrimas, y la viuda se calló ante una seña que le hizo la señora Couture. Vi c t o r i n e ’ s e y e s f i l l e d w i t h tears at the words, and the widow checked herself at a sign from Mme. Couture. — Si nous pouvions seulement le voir, si je pouvais lui parler, lui remettre la dernière lettre de sa femme, reprit la veuve du Commissaire-Ordonnateur. Je n’ai jamais osé la risquer par la poste; il connaît mon écriture... —Si por lo menos pudiéramos verle, si pudiera hablar con él, entregarle la última carta de su esposa —prosiguió la viudad del comisario ordenador—. Nunca me he atrevido a echarla al correo; como conoce mi letra... —Si pudiéramos siquiera verle, si yo pudiera siquiera hablarle, entregarle la última carta de su mujer —repuso la viuda del comisario—. No me he atrevido nunca a mandársela por correo porque conoce mi letra. “If we could only see him!” said the Commissary-General’s widow; “if I could speak to him myself and give him his wife’s last letter! I have never dared to run the risk of sending it by post; he knew my handwriting—” — O femmes innocentes, malheure u s e s e t p e r s é c u t é e s, s ’ é c r i a Vautrin en interrompant, voilà donc où vous en êtes? D’ici à quelques jours je me mêlerai de vos affaires, et tout ira bien. —¡Oh! Mujeres inocentes; desgraciadas y perseguidas —gritó Vautrin interrumpiéndola—. ¡A dónde habéis venido a parar! Pero dentro de unos días me meteré en sus asuntos y todo funcionará. —¡Oh mujeres inocentes, desgraciadas y perseguidas! —interrumpió gritando Vautrin—. ¿Todavía están ustedes en eso? Dentro de algunos días yo intervendré en estos asuntos y todo se arreglará. “ ‘Oh woman, persecuted and injured innocent!’ “ exclaimed Vautrin, breaking in upon her. “So that is how you are, is it? In a few days’ time I will look into your affairs, and it will be all right, you shall see.” — Oh! monsieur, dit Victorine en jetant un regard à la fois humide et brûlant à Vautrin, qui ne s’en émut pas, si vous saviez un moyen d’arriver à mon père, dites-lui bien que son affection et l’honneur de ma mère me sont plus précieux que toutes les richesses du monde. Si vous obteniez suavizamiento, alivio quelque adoucissement à sa rigueur, je prierais Dieu pour vous. Soyez sûr d’une reconnaissance. —¡Oh!, señor —dijo Victorina lanzando una mirada fría y ardiente al mismo tiempo a Vautrin, que no se conmovió lo más mínimo por ello—, ¡si usted supiera un medio de llegar a mi padre! Dígale que su amor y el honor de mi madre son para mí, más preciados que todas las riquezas de este mundo. Si consiguiera que cediera un poco en su rigor, yo rezaría mucho por usted. Cuente con mi agradecimiento... —¡Oh, señor! —dijo Victorine, lanzando una mirada a la vez húmeda y ardiente a Vautrin, quien no se inmutó—. Si encuentra usted medio de hablar con mi padre, dígale que su afecto y el honor de mi madre me importan más que todas las riquezas del mundo. Si usted lograra apiadarle un poco, yo le encomendaría a usted a Dios. Podía estar seguro de un agradecimiento... “Oh! sir,” said Victorine, with a tearful but eager glance at Vautrin, who showed no sign of being touched by it, “if you know of any way of communicating with my father, please be sure and tell him that his affection and my mother’s honor are more to me than all the money in the world. If you can induce him to relent a little towards me, I will pray to God for you. You may be sure of my gratitude—” — J’ai longtemps parcouru le monde, chanta Vautrin d’une voix ironique. —Durante mucho tiempo he recorrido el mundo... —cantó Vautrin con voz irónica. —He recorrido el mundo entero — cantó Vautrin con aire irónico. “The same old story everywhere,” sang Vautrin, with a satirical intonation. En ce moment, Goriot, mademoiselle Michonneau, Poiret descendirent, attirés peut-être par l’odeur du roux que faisait Sylvie pour accommoder les restes du mouton. A l’instant où les sept convives s’attablèrent en se souhaitant le bonjour, dix heures sonnèrent, l’on entendit dans la rue le pas de l’étudiant.. En ese momento Goriot, la señorita Michonneau y Poiret bajaron, atraídos por el olorcillo de la salsa roja que hacía Silvia para condimentar las sobras del cordero. En el momento que los siete comensales se sentaron a la mesa, deseándose buenos días dieron las diez. Se oyeron en la calle los pasos del estudiante. En este momento bajaron Goriot, la señorita Michonneau y Poiret atraídos, quizá, por el olor de la salsa que preparaba Sylvie para arreglar los restos del cordero. En [353] el momento en que se sentaron los siete comensales, dándose los buenos días, sonaban las diez. En la calle se oyó el paso del estudiante. At this juncture, Goriot, Mlle. Michonneau, and Poiret came downstairs together; possibly the scent of the gravy which Sylvie was making to serve with the mutton had announced breakfast. The seven people thus assembled bade each other good-morning, and took their places at the table; the clock struck ten, and the student’s footstep was heard outside. — Ah! bien, monsieur Eugène, dit Sylvie, aujourd’hui vous allez déjeuner avec tout le monde. —¡Ah bien!, señor Eugenio Rastignac —dijo Silvia—, hoy va a desayunar con codo el mundo. —De modo, señorito Eugéne — dijo Sylvie—, que hoy va usted a almorzar con todo el mundo. “Ah! here you are, M. Eugene,” said Sylvie; “every one is breakfasting at home to-day.” L’étudiant salua les pensionnaires, et s’assit auprès du père Goriot. El estudiante saludó a los huéspedes y se sentó al lado del tío Goriot. El estudiante saludó y se sentó al lado de papá Goriot. The student exchanged greetings with the lodgers, and sat down beside Goriot. — Il vient de m’arriver une singulière aventure, dit-il en se servant abondamment du mouton et se coupant un morceau de pain que madame Vauquer mesurait toujours de l’oeil. —Acaba de ocurrirme una singular aventura —dijo—, sirviéndose cordero en abundancia y cortándose un trozo de pan que la señora Vauquer medía siempre con los ojos. —Acaba de sucederme una extraña aventura —dijo mientras se servía el carnero y cortaba un pedazo de pan, que la señora Vauquer medía con la mirada. “I have just met with a queer adventure,” he said, as he helped himself abundantly to the mutton, and cut a slice of bread, which Mme. Vauquer’s eyes gauged as usual. relent - give in, as to influence or pressure soften, yield truckle - yield to out of weakness, become mollified, ablandarse — Une aventure! dit Poiret. —¿Una aventura? —dijo Poiret. —¡Una aventura! —exclamó Poiret. 37 “An adventure?” queried Poiret. Balzac’s Goriot tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia tr. Ellen Marriage — Eh bien! pourquoi vous en étonneriez-vous, vieux chapeau? dit Vautrin à Poiret. Monsieur est bien fait pour en avoir. —Bueno, ¿por qué se asombra usted tanto, viejo vaina? —dijo Vautrin a Poiret—. El caballero está bien para tenerlas. —¿Por qué se asusta usted, vejete? —dijo Vautrin a Poiret—. Este señor es lo bastante guapo para tenerlas. “Well, and what is there to astonish you in that, old boy?” Vautrin asked of Poiret. “M. Eugene is cut out for that kind of thing.” Mademoiselle Taillefer coula timidement un regard sur le jeune étudiant. La señorita Taillefer dejó resbalar una mirada tímida sobre el estudiante. La señorita Taillefer deslizó tímidamente su mirada sobre el estudiante. Mlle. Taillefer stole a timid glance at the young student. — Dites-nous votre aventure demanda madame Vauquer. —Cuéntenos su aventura —pidió la señora Vauquer. —Cuéntenos usted su aventura dijo la señora Vauquer. “Tell us about your adventure!” demanded M. Vautrin. — Hier j’étais au bal chez madame la vicomtesse de Beauséant, une cousine à moi, qui possède une maison magnifique, des appartements habillés de soie, enfin qui nous a donné une fête superbe, où je me suis amusé comme un roi... —Ayer, estaba en el baile en casa de la señora vizcondesa de Beauseant, una prima mía que tiene una casa magnífica, habitaciones forradas de seda, en fin, que nos ha dado una fiesta soberbia, donde me he divertido como un rey... — Ay e r f u i a l b a i l e d e l a vizcondesa de Beauséant, una prima mía que tiene una casa magnífica con las habitaciones cubiertas de seda. __________ __ __________ _ ______ M e d i v e r t í c o m o u n r e y. . . “Yesterday evening I went to a ball given by a cousin of mine, the Vicomtesse de Beauseant. She has a magnificent house; the rooms are hung with silk—in short, it was a splendid affair, and I was as happy as a king—” — Telet, dit Vautrin en interrompant net. —Yezuelo —exclamó Vautrin cortándole en seco. —Ezuelo —dijo Vautrin, interrumpiéndole en seco. “ F i s h e r, ” p u t i n Va u t r i n , i n t e r rupting. — Monsieur, reprit vivement Eugène, que voulez-vous dire? —Diga señor, ¿qué quiere decir? —replicó vivamente Eugenio. —¿Qué quiere usted decir? —preguntó vivamente Eugéne. “What do you mean, sir?” said Eugene sharply. — Je dis telet, parce que les roitelets s’amusent beaucoup plus que les rois. —Digo yezuelo, porque los reyezuelos se divierten mucho más que los reyes. —He dicho ezuelo porque los reyezuelos se divierten más que los reyes. “I said ‘fisher,’ because kingfishers see a good deal more fun than kings.” — C’est vrai: j’aimerais mieux être ce petit oiseau sans souci que roi, parce... fit Poiret l’idémiste. —Es cierto: yo preferiría ser un pajarillo sin preocupaciones, mejor que rey, porque... —dijo Poiret, el idemirta (23). —Es verdad. Preferiría ser ese descuidado pajarilla que rey, porque... — dijo Poiret, el idemista. “Quite true; I would much rather be the little careless bird than a king,” said Poiret the ditto-ist, “because—” — Enfin, reprit l’étudiant en lui coupant la parole, je danse avec une des plus belles femmes du bal, une comtesse ravissante, la plus délicieuse créature que j’aie jamais vue. Elle était coiffée avec des fleurs de pêcher, elle avait au côté le plus beau bouquet de fleurs, des fleurs naturelles qui embaumaient; mais, bah! il faudrait que vous l’eussiez vue, il est impossible de peindre une femme animée par la danse. Eh bien! ce matin j’ai rencontré cette divine comtesse, sur les neuf heures, à pied, rue des Grès. Oh! le coeur m’a battu, je me figurais... —En fin —prosiguió el estudiante, cortándole la palabra—, estaba bailando con una de las mujeres más bellas del baile, una condesa encantadora, la más deliciosa criatura que haya visto jamás. Ll e v a b a u n t o c a d o d e f l o r e s de melocotonero, llevaba en el costado el más hermoso ramillete de flores, de flores naturales que embalsamaban; pero, ¡bah! ¡Tendrían que haberla visto! Es imposible describir a una mujer animada por el baile. Pues bien, esta mañana, me he encontrado a esa condesa divina, a eso de las nueve, en la calle de Grés. ¡Oh!, el corazón se me iba a saltar del pecho, yo me imaginaba... —En fin —continuó el estudiante, cortándole la palabra—, bailé con una de las mujeres más hermosas del baile, una condesa maravillosa, la criatura más deliciosa que he visto en mi vida. »Llevaba en la cabeza flores de durazno, y a un lado un bellísimo ramo de flores, de flores naturales que perfumaban; pero ¡bah!, sería menester que la hubieran ustedes visto: es imposible describir una mujer animada por la danza. Pues bien: esta mañana he encontrado a esta divina [354] condesa, a eso de las nueve, a pie, por la calle de Gres. ¡Oh! El corazón me ha dado un brinco; yo creía... “In fact”—the law-student cut him short—“I danced with one of the handsomest women in the room, a charming countess, the most exquisite creature I have ever seen. There was peach blossom in her hair, and she had the loveliest bouquet of flowers—real flowers, that scented the air—but there! it is no use trying to describe a woman glowing with the dance. You ought t o h a v e s e e n h e r ! We l l , a n d t h i s morning I met this divine countess about nine o’clock, on foot in the Rue de Gres. Oh! how my heart beat! I began to think—” — Qu’elle venait ici, dit Vautrin en jetant un regard profond à l’étudiant. Elle allait sans doute chez le papa Gobseck, un usurier. Si jamais vous fouillez des coeurs de femmes à Paris, vous y trouverez l’usurier avant l’amant. Votre comtesse se nomme Anastasie de Restaud, et demeure rue du Helder. —Que ella venía aquí —dijo Va u t r i n , l a n z á n d o l e u n a m i r a d a escudriñadora—. Iba, sin duda, a casa del tío Gobseck, el usurero. Si alguna vez rebusca usted en el corazón de una mujer de París, encontrará en él antes al usurero que al propio amante. Su condesa se llama Anastasia de Restaud, y vive en la calle del Helder. —Que venía aquí —dijo Vautrin, lanzando una mirada profunda al estudiante—.Iba, sin duda, a casa de Gobseck, un usurero. Si alguna vez escudriña usted en París el corazón de las mujeres, encontrará siempre al usurero antes que al amante. Su condesa se llama Anastasie de Restaud y vive en la calle de Helder. “That she was coming here,” said Vautrin, with a keen look at the student. “I expect that she was going to call on old Gobseck, a money-lender. If ever you explore a Parisian woman’s heart, you will find the money-lender first, and the lover afterwards. Your countess is called Anastasie de Restaud, and she lives in the Rue du Helder.” A ce nom, l’étudiant regarda fixement Vautrin. Le père Goriot leva brusquement la tête, il jeta sur les deux interlocuteurs un regard lumineux et plein d’inquiétude qui surprit les pensionnaires. Al oír aquel nombre, el estudiante miró fijamente a Vautrin. El tío Goriot levantó bruscamente la cabeza. Echó sobre los dos [111] interlocutores una mirada luminosa y llena de inquietud, que sorprendió a los pensionistas. Cuando oyó este nombre, el estudiante miró fijamente a Vautrin. Papá Goriot levantó bruscamente la cabeza y lanzó sobre los dos interlocutores una mirada luminosa y llena de inquietud que sorprendió a los huéspedes. The student stared hard at Vautrin. Father Goriot raised his head at the words, and gave the two speakers a glance so full of intelligence and uneasiness that the lodgers beheld him with astonishment. — Christophe arrivera trop tard, elle y sera donc allée, s’écria douloureusement Goriot. —Cristóbal llegará demasiado tarde, entonces ella ya habrá ido allí... —exclamó dolorosamente Goriot. —Christophe llegará entonces demasiado tarde si ella ha ido ya —exclamó desaladamente Goriot. “Then Christophe was too late, and she must have gone to him!” cried Goriot, with anguish in his voice. 38 Balzac’s Goriot tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia tr. Ellen Marriage — J’ai deviné, dit Vautrin en se penchant à l’oreille de madame Vauquer. —Acerté —dijo Vautrin inclinándose al oído de la señora Vauquer. —He adivinado —dijo Vautrin a la oreja de la señora Vauquer. “It is just as I guessed,” said Vautrin, leaning over to whisper in Mme. Vauquer’s ear. Goriot mangeait machinalement et sans savoir ce qu’il mangeait. Jamais il n’avait semblé plus stupide et plus absorbé qu’il l’était en ce moment. Goriot comía maquinalmente y sin saber lo que comía. Nunca había parecido más estúpido, ni más absorto de lo que estaba en ese momento. Goriot comía maquinalmente, sin saber siquiera lo que comía. Nunca había estado más estúpid o y a b s o r to q u e a h o r a . Goriot went on with his breakfast, but seemed unconscious of what he was doing. He had never looked more stupid nor more taken up with his own thoughts than he did at that moment. — Qui diable, monsieur Vautrin, a pu vous dire son nom? demanda Eugène. —¿Quién diablos ha podido decirle a usted su nombre? —preguntó Eugenio. —¿Quién diablo, señor Vautrin, ha podido decirle su nombre? —preguntó Eugéne. “Who the devil could have told you her name, M. Vautrin?” asked Eugene. — Ah! ah! voilà, répondit Vautrin. Le père Goriot le savait bien, lui! pourquoi ne le saurais-je pas? —¡Ah!, ¡Ah! Esa es la cuestión — respondió Vautrin— El tío Goriot lo sabía ¿Por qué no iba a saberlo yo? —¡Ah, ah! Ahí está la cosa. Sabiéndolo como lo sabe papá Goriot, ¿por qué no iba a saberlo yo? “Aha! there you are!” answered Vautrin. “Old Father Goriot there knew it quite well! and why should I not know it too?” — Monsieur Goriot, s’écria l’étudiant. — Quoi! dit le pauvre vieillard. Elle était donc bien belle hier? —¿Señor Goriot? —gritó el estudiante. —Señor Goriot —llamó el estudiante. —¡Qué! —dijo el pobre viejo—. Entonces, ¿estaba muy guapa ayer? —¡Qué! —dijo el pobre viejo—. ¿De manera que ayer estaba muy hermosa, eh? “M. Goriot?” the student cried. “What is it?” asked the old man. “So she was very beautiful, was she, yesterday night?” — Qui? —¿Quién? —¿Quién? “Who?” — Madame de Restaud. —La señora de Restaud. —La señora de Restaud. “Mme. de Restaud.” — Voyez-vous le vieux grigou, dit madame Vauquer a Vautrin, comme ses yeux s’allument. —¡Miren el viejo verde! —dijo la señora Vauquer a Vautrin—. ¡Cómo se le encienden los ojillos! —¡Mire usted al viejo verde —dijo la señora Vauquer— cómo se le encandilan los ojos! “Look at the old wretch,” said Mme. Vauquer, speaking to Vautrin; “how his eyes light up!” Il l’entretiendrait donc? dit à voix basse mademoiselle Michonneau à l’étudiant. —¿Será su querida entonces? — cuchicheó la señorita Michonneau al estudiante. —¿Será él quien la sostiene? — dijo la señorita Michonneau al estudiante. “Then does he really keep her?” said Mlle. Michonneau, in a whisper to the student. — Oh! oui, elle était furieusement belle, reprit Eugène, que le père Goriot regardait avidement. Si madame de Beauséant n’avait pas été là, ma divine comtesse eût été la reine du bal, les jeunes gens n’avaient d’yeux que pour elle, j’étais le douzième inscrit sur la liste, elle dansait toutes les contredanses. Les autres femmes enrageaient. Si une créature a été heureuse hier, c’était bien elle. On a bien raison de dire qu’il n’y a rien de plus beau que frégate à la voile, cheval au galop et femme qui danse. —¡Oh! ¡Sí! Estaba rabiosamente guapa —continuó Eugenio, a quien el tío Goriot miraba con avidez—. Si la señora de Beauseant no hubiera estado allí, mi divina condesa habría sido la reina del baile. Los jóvenes no tenían ojos más que para ella, yo era el duodécimo apuntado en su lista, ella bailaba todas las contradanzas. Las otras mujeres rabiaban. Si una mujer fue feliz ayer, esa fue ella. Razón tienen quienes dicen, que no hay nada más bello que una fragata con las velas al viento, un caballo al galope, o una mujer bailando. —¡Oh, sí! Estaba tremendamente hermosa continuó Eugéne, a quien papá Goriot miraba ávidamente—. Si la [355] señora de Beauséant no hubiera estado allí, mi divina condesa hubiera sido la reina del baile. A los jóvenes les faltaban ojos para mirarla. Yo era el número doce de los inscritos para bailar con ella. No dejó ni una sola contradanza. Las otras mujeres se morían de envidia. Si alguien ha sido ayer feliz, ha sido ella, seguramente. Con mucha razón se dice que no hay nada más bello que fragata a la vela, caballo al galope y mujer que baila. “Oh! yes, she was tremendously pretty,” Eugene answered. Father Goriot watched him with eager eyes. “If Mme. de Beauseant had not been there, my divine countess would have been the queen of the ball; none of the younger men had eyes for any one else. I was the twelfth on her list, and she danced every quadrille. The other women were furious. She must have enjoyed herself, if ever creature did! It is a true saying that there is no more beautiful sight than a frigate in full sail, a galloping horse, or a woman dancing.” — Hier en haut de la roue, chez une duchesse, dit Vautrin; ce matin en bas de l’échelle chez un escompteur: voilà les Parisiennes. Si leurs maris ne peuvent entretenir leur luxe effréné, elles se vendent. Si elles ne savent pas se vendre, elles éventreraient leurs mères pour y chercher de quoi briller. Enfin elles font les cent mille coups. Connu, connu! —Ayer en lo más alto de la rueda (de la fortuna) en casa de una duquesa —dijo Vautrin—; y esta mañana en el último peldaño de la escalera, en casa de un prestamista usurero. Así son las parisinas. Si sus maridos no pueden mantener su lujo desenfrenado, ellas se venden. Si no son capaces de venderse, serían capaces de sacarle las tripas a su madre, para buscar en ellas, algo con qué brillar. En fin, hacen las cienmil perrerías. Eso está sabido y requetesabido. —Ayer, en lo más alto, en casa de una duquesa; hoy, en lo más bajo, en casa de una prestamista: he ahí las parisienses —dijo Vautrin—. Si sus maridos no pueden pagarles el lujo desenfrenado, se venden. Si no saben venderse, serían capaces de matar a su madre con tal de brillar. Tienen cien mil martingalas. Ya se sabe, ya se sabe. “So the wheel turns,” said Vautrin; “yesterday night at a duchess’ ball, this morning in a money-lender’s office, on the lowest rung of the ladder—just like a Parisienne! If their husbands cannot afford to pay for their frantic extravagance, they will sell themselves. Or if they cannot do that, they will tear out their mothers’ hearts to find something to pay for their splendor. They will turn the world upside down. Just a Parisienne through and through!” Le visage du père Goriot, qui s’était allumé comme le soleil d’un beau jour en entendant l’étudiant, devint sombre à cette cruelle observation de Vautrin. El rostro del tío Goriot, que se había iluminado como el sol de un día claro, se ensombreció ante esta cruel observación de Vautrin. El rostro de papá Goriot, que se había iluminado como un día de sol al oír al estudiante, se entenebreció al oír esta cruel observación de Vautrin. Father Goriot’s face, which had shone at the student’s words like the sun on a bright day, clouded over all at once at this cruel speech of Vautrin’s. — Eh bien! dit madame Vauquer, où donc est votre aventure? Lui avez- —Pero bueno —dijo la señora Vauquer—, ¿dónde está entonces su aven- —¿Y vuestra aventura? —dijo la señora Vauquer—. ¿La ha hablado “Well,” said Mme. Vauquer, “but where is your adventure? Did you 6 39 Balzac’s Goriot tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia tr. Ellen Marriage vous parlé? lui avez-vous demandé si elle voulait apprendre le Droit? tura? ¿Le habló usted? ¿Le preguntó si venía ella a estudiar Derecho? usted? ¿Le ha preguntado si quería estudiar Derecho? speak to her? Did you ask her if she wanted to study law?” — Elle ne m’a pas vu, dit Eugène. Mais rencontrer une des plus jolies femmes de Paris rue des Grès, à neuf heures, une femme qui a dû rentrer du bal à deux heures du matin, n’est-ce pas singulier? Il n’y a que Paris pour ces aventures-là. —Ella no me vio —dijo Eugenio—. Pero encontrarse a una de las más bellas mujeres de París, en la calle de Grès, a las nueve de la mañana, una mujer que ha debido volver a casa desde el baile sobre las dos de la madrugada, ¿no es extraño? Sólo en París pueden ocurrir semejantes aventuras. —No me ha visto —dijo Eugéne— . Pero encontrar una de las mujeres más bonitas de París en la calle de Gres, a las nueve de la mañana, después que ha vuelto del baile a las dos de la madrugada, ¿no es raro? No hay otro París para estas aventuras. “She did not see me,” said Eugene. “But only think of meeting one of the prettiest women in Paris in the Rue des Gres at nine o’clock! She could not have reached home after the ball till two o’clock this morning. Wasn’t it queer? There is no place like Paris for this sort of adventures.” — Bah! il y en a de bien plus drôles, s’écria Vautrin. —¡Bah! Las hay mucho más chistosas —exclamó Vautrin. —¡Bah! Hay otras más divertidas —saltó Vautrin. “Pshaw! much funnier things than that happen here!” exclaimed Vautrin. Mademoiselle Taillefer avait à peine écouté, tant elle était préoccupée par la tentative qu’elle allait faire. Madame Couture lui fit signe de se lever pour aller s’habiller. Quand les deux dames sortirent, le père Goriot les imita. La señorita Taillefer apenas había escuchado, de tan preocupada como estaba por la tentativa que iba a realizar. La señora Couture le hizo seña de que se levantara para ir a vestirse. Cuando las dos señoras hubieron salido, el tío Goriot las imitó. La señorita Taillefer apenas había oído nada: de tal manera estaba preocupada por la tentativa que iba a realizar. La señora Couture le hizo seña para que se levantara y fuera a vestirse. Cuando las dos mujeres salieron, papá Goriot les imitó. Mlle. Taillefer had scarcely heeded the talk, she was so absorbed by the thought of the new attempt that she was about to make. Mme. Couture made a sign that it was time to go upstairs and dress; the two ladies went out, and Father Goriot followed their example. — Eh bien! l’avez-vous vu? dit madame Vauquer à Vautrin et à ses autres pensionnaires. Il est clair qu’il s’est ruiné pour ces femmes-là. —Y bien, ¿lo han visto ustedes? — dijo la señora Vauquer a Vautrin y a los otros pupilos—. Está claro que se ha arruinado por esas mujeres. “Well, did you see?” said Mme. Vauquer, addressing Vautrin and the rest of the circle. “He is ruining himself for those women, that is plain.” Jamais on ne me fera croire, s’écria l’étudiant, que la belle comtesse de Restaud appartienne au père Goriot. - Mais, lui dit Vautrin en l’interrompant, nous ne tenons pas a vous le faire croire. Vous êtes encore trop jeune pour bien connaître Paris, vous saurez plus tard qu’il s’y rencontre ce que nous nommons des hommes à passions... (A ces mots, mademoiselle M i c h o n n e a u r e g a r d a Va u t r i n d’un air intelligent. Vous eussiez dit un cheval de régiment entendant le son de la trompette.) A h ! a h ! f i t Va u t r i n e n s ’ i n t e rrompant pour lui jeter un regard profond, que nous n’avons néu nos petites p a s s i o n s , n o u s ? (La vieille fille baissa les yeux comme une religieuse qui voit des statues.) —Nadie me hará creer nunca, que la bella condesa de Restaud tenga nada que ver con el tío Goriot —gritó el estudiante. —Pero —le dijo Vautrin, interrumpiéndole—, nosotros no tenemos el más mínimo interés en hacérselo creer. Es usted demasiado joven para conocer bien París. Ya se enterará, cuando pasen los años, de que hay en París lo que nosotros llamamos hombres de pasiones... —al oír estas palabras la señora Michonneau miró a Vautrin, con aire de inteligencia. La hubieran tomado por el caballo de un regimiento al oír la trompeta. — ¡ A h ! ¡ A h ! — d i j o Va u t r i n i n terrumpiéndose para lanzarle una mirada profunda—. ¿Acaso no hemos tenido todos, nuestras pequeñas pasiones? —la solterona bajó los ojos como una monja que ve estaturas desnudas—. —¿Lo han visto ustedes? —dijo la señora Vauquer a Vautrin y demás huéspedes—. Está claro que le han arruinado las mujeres. [356] —No podré creer nunca —gritó el estudiante—que la bella condesa de Restaud pertenece a papá Goriot. —Pero —dijo Vautrin interrumpiéndole—si no tenemos ningún interés en hacérselo creer. Es usted aún demasiado joven para poder conocer bien París. Cuando pase el tiempo sabrá usted que hay lo que nosotros llamamos hombres de pasiones... Al oír estas palabras, la señorita Michonneau miró a Vautrin con aire comprensivo. Parecía un caballo de tropa que oye los clarines militares. —¡Ah, ah! —saltó Vautrin interrumpiéndose para dirigirle una mirada profunda—. ¿Qué cree usted, que nosotros no tenemos también nuestras pequeñas pasiones? La solterona bajó los ojos como una religiosa que ve una estatua desnuda. - Eh bien! reprit-il, ces gens-là chaussent une idée et n’en démordent pas. Ils n’ont soif que d’une certaine eau prise à une certaine fontaine, et souvent croupie; pour en boire, ils vendraient leurs femmes, leurs enfants; ils vendraient leur âme au diable. Pour les uns, cette fontaine est le jeu, la Bourse, une collection de tableaux ou d’insectes, la musique; pour d’autres, c’est une femme qui sait leur cuisiner des friandises. A ceuxlà, vous leur offririez toutes les femmes de la terre, ils s’en moquent, ils ne veulent que celle qui satisfait leur passion. Souvent cette femme ne les aime pas du tout, vous les rudoie, leur vend fort cher des bribes de satisfaction; eh bien! mes farceurs ne se lassent pas, Pues bueno —prosiguió—,esa gente, se forja una idea y ya no la suelta jamás. Sólo tienen sed de determinada agua bebida en determinada fuente y a menudo corrompida. Por beber de ese agua, venderían a sus mujeres, a sus hijos; venderían su alma al diablo. Para unos, esa fuente es el juego, la Bol s a , u n a c o l e c c i ó n d e i n sectos, de cuadros, la música; p a r a o t r o s , e s u n a m u j e r que sabe prepararles golosinas. A esos, les ofrecería usted todas las mujeres de la tierra y se reirían de ellas. No quieren más que aquella que satisface su pasión. Muchas veces, esa mujer no les quiere lo más mínimo, les hace rodar, les vende bien caro unas migajas de satisfacción; pues bien, esos farsantes no se cansan, y lle- —Pues bien —continuó—: estos hombres se aferran a una idea y no la sueltan. No tienen sed más que de un agua determinada, de una determinada fuente (a menudo encharcada), y con tal de beberla, venderían a su mujer y a sus hijos; venderían su alma al diablo. Para unos, esa fuente que digo es el juego, la Bolsa, una colección de cuadros o de insectos, la música; para otros es una mujer que les sorbe el seso. A éstos ya se les puede ofrecer todas las mujeres de la Tierra; lo mismo les da; sólo quieren aquella de quien están apasionados. A menudo, a esta mujer le importa un bledo de ellos, les desprecia, todo lo más les vende, lo más caro posible, algunas migajas de placer; a pesar de esto, tales mentecatos no las dejan, y empe- “Well,” he went on, “when folk of that kind get a notion into their heads, they cannot drop it. They must drink the water from some particular spring—it is stagnant as often as not; but they will sell their wives and families, they will sell their own souls to the devil to get it. For some this spring is play, or the stock-exchange, or music, or a collection of pictures or insects; for others it is some woman who can give them the dainties they like. You might offer these last all the women on earth—they would turn up their noses; they will have the only one who can gratify their passion. It often happens that the woman does not care for them at all, and treats them cruelly; they buy their morsels of satisfaction very dear; but no matter, the fools are never tired of it; they will take 40 “Nothing will ever make me believe that that beautiful Comtesse de Restaud is anything to Father Goriot,” cried the student. “ We l l , a n d i f y o u d o n ’ t , ” b r o k e i n Va u t r i n , “ w e a r e n o t s e t o n c o n v i n c i n g y o u . Yo u a r e too young to know Paris thoroughly yet; later on you will find out that there are what we call men with a passion—” M l l e . M i c h o n n e a u g a v e Va u t r i n a quick glance at these words. They seemed to be like the sound o f a t r u m p e t t o a t r o o p e r ’s h o r s e . “ A h a ! ” s a i d Va u t r i n , s t o p ping in his speech to give her a searching glance, “so we have had our little experiences, have we?” The old maid lowered her eyes like a nun who sees a statue. Balzac’s Goriot tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia tr. Ellen Marriage et mettraient leur dernière couverture au Mont-de-Piété pour lui apporter leur dernier écu. Le père Goriot est un de ces gens-là. La comtesse l’exploite parce qu’il est discret, et voilà le beau monde! Le pauvre bonhomme ne pense qu’à elle. Hors de sa passion, vous le voyez, c’est une bête brute. Mettez-le sur ce chapitre-là, son visage étincelle comme un diamant. Il n’est pas difficile de deviner ce secret-là. Il a porté ce matin du vermeil à la fonte, et je l’ai vu entrant chez le papa Gobseck, rue des Grès. Suivez bien! En revenant, il a envoyé chez la comtesse de Restaud ce niais de Christophe qui nous a montré l’adresse de la lettre dans laquelle était un billet acquitté. Il est clair que si la comtesse allait aussi chez le vieil escompteur, il y avait urgence. Le père Goriot a galamment financé pour elle. Il ne faut pas coudre deux idées pour voir clair là-dedans. Cela vous prouve, mon jeune étudiant, que, pendant que votre com t e s s e r i a i t , d a n s a i t , f a i s a i t ses singeries, balançait ses fleurs de pêcher, et pinçait sa robe, elle était dans ses petits souliers, comme on dit, en pensant à ses lettres de change protestées, ou à celles de son amant. varían su última manta al Monte de Piedad, para llevarle su último escudo. El tío Goriot es uno de esos tipos. La condesa lo explota porque él es discreto. ¡Ese es el gran mundo! El pobre buen hombre no piensa más que en ella. Aparte de su pasión, ya ve usted, es un pedazo de bestia. Pero, háblele [113] de ese particular, su rostro resplandece como un diamante. No es difícil adivinar ese secreto. Ha llevado esta mañana plata dorada a la fundición, y yo lo vi entrar en casa del tío Gobseck, en la calle de Grès. Escuche atentamente. Al volver, ha mandado a casa de la condesa a ese atontado de Cristóbal, que nos enseñó la dirección de la carta, dentro de la cual, había un pagaré pagado. Está claro que si la condesa iba también a casa del usurero, es porque era urgente. El tío Goriot ha pagado galantemente por ella. No hay que devanarse los sesos para entenderlo. Eso le demuestra, mi joven estudiante, que, mientras su condesa reía, bailaba, hacía sus monerías, balanceaba sus flores de melocotonero, y se alisaba el vestido, no le llegaba el alma al cuerpo, como decimos, pensando en sus letras protestadas, o en las de su amante. ñarían hasta la última sábana de la cama por darles el último duro. Papá Goriot es uno de éstos. La condesa lo explota, porque es discreto. ¡Ése es el gran mundo! El pobre hombre no piensa más que en ella. Fuera de su pasión, ya le ve usted, es una mala bestia. Háblele de lo suyo, y su rostro resplandece como un diamante. No es difícil adivinar [357] este secreto. Papá Goriot ha llevado esta mañana a casa del usurero Gobseck, de la calle de Gres, plata para vender. ¡Entérese usted! Al volver ha enviado a casa de la condesa de Restaud con una carta a ese cretino de Christophe, que nos la ha enseñado y hemos podido ver la dirección y una letra pagada que iba dentro. Si la condesa iba también a casa del viejo usurero era, bien claro está, cosa de gran apuro. Papá Goriot ha pagado por ella galantemente. No hace falta devanarse los sesos para comprenderlo. Esto le prueba, amigo mío, que mientras su condesa reía, bailaba, hacía monadas, coqueteaba recogiendo graciosamente su falda, inclinaba la cabeza, adornada de flores __________ , e s t a b a , c o m o s u e l e decirse, sobre alfileres, pensando en sus letras protestadas o en las de su amante. their last blanket to the pawnbroker’s to give their last five-franc piece to her. Father Goriot here is one of that sort. He is discreet, so the Countess exploits him—just the way of the gay world. The poor old fellow thinks of her and of nothing else. In all other respects you see he is a stupid animal; but get him on that subject, and his eyes sparkle like diamonds. That secret is not difficult to guess. He took some plate himself this morning to the melting-pot, and I saw him at Daddy Gobseck’s in the Rue des Gres. And now, mark what follows—he came back here, and gave a letter for the Comtesse de Restaud to that noodle of a Christophe, who showed us the address; there was a receipted bill inside it. It is clear that it was an urgent matter if the Countess also went herself to the old money lender. Father Goriot has financed her handsomely. There is no need to tack a tale together; the thing is self-evident. So that shows you, sir student, that all the time your Countess was smiling, dancing, flirting, swaying her peach-flower crowned head, with her gown gathered into her hand, her slippers were pinching her, as they say; she was thinking of her protested bills, or her lover’s protested bills.” — Vous me donnez une furieuse envie de savoir la vérité. J’irai demain chez madame de Restaud, s’écria Eugène. —Me hace usted sentir unas ganas locas de saber la verdad. Iré mañana a casa de la señora de Restaud —gritó Eugenio. —Me está usted dando unas ganas atroces de saber la verdad. Mañana iré a casa de la señora de Restaud —dijo Eugéne. “ Yo u h a v e m a d e m e w i l d t o know the truth,” cried Eugene; “I will go to call on Mme. de Restaud to-morrow.” — Oui, dit Poiret, il faut aller demain chez madame de Restaud. —Sí —dijo Poiret—, hay que ir mañana a casa de la señora de Restaud. —Sí —dijo Poiret—; es preciso ir a casa de la señora de Restaud. “Yes,” echoed Poiret; “you must go and call on Mme. de Restaud.” — Vous y trouverez peut-être le bonhomme Goriot qui viendra toucher le montant de ses galanteries. —Quizás se encuentre allí al bueno de Goriot que haya ido a cobrar la cuenta de sus galanterías. —Acaso encuentre usted al buen Goriot que vaya a cobrar sus galanterías. “And perhaps you will find Father Goriot there, who will take payment for the assistance he politely rendered.” — Mais, dit Eugène avec un air de dégoût, votre Paris est donc un bourbier. —Pero —dijo Eugenio con disgusto—,entonces su París no es más que un barrizal. —¿Pero este París es un lodazal? —dijo Eugéne. Eugene looked disgusted. “Why, then, this Paris of yours is a slough.” BOURBIER 1. Lieu creux plein de bourbe. Barrizal 2. Par métaphore ou fig. Affaire, situation difficile, inextricable. Lío, aprieto. 3. Littér. Lieu impur. — Et un drôle de bourbier, reprit Vautrin. Ceux qui s’y crottent en voiture sont d’honnêtes gens, ceux qui s’y crottent à pied sont des fripons. Ayez le malheur d’y décrocher n’importe quoi, vous êtes montré sur la place du Palais-de-Justice comme une curiosité. Volez un million, vous êtes marqué dans les salons comme une vertu. Vous payez trente millions à la Gendarmerie et à la justice pour maintenir cette morale-là. joli! —¡Y un extravagente barrizal! —asintió Vautrin— Los que se manchan yendo a pie son unos bribones. Si tiene la desgracia de afanar cualquier cosilla, será usted exhibido en la plaza del palacio de justicia como un bicho raro. Robe un millón y será considerado en los salones como una excelente persona. Usted paga treinta millones a la justicia y a la gendarmería para mantener esa moral. ¡Precioso! —Es un pintoresco lodazal —repuso Vautrin—. Los que se enlodan en coche son gentes honradas; los que se enlodan a pie son unos pillos. Tenga usted la desgracia de timar cualquier tontería: le exponen en la Plaza de Justicia como una curiosidad. Robe usted un millón, lo señalan a usted en los salones como un hombre modelo. ¡Pague usted treinta millones a la guardia civil y a la justicia por mantener esta moral! ¡Muy bonito! “And an uncommonly queer slough, too,” replied Vautrin. “The mud splashes you as you drive through it in your carriage—you are a respectable person; you go afoot and are splashed—you are a scoundrel. You are so unlucky as to walk off with something or other belonging to somebody else, and they exhibit you as a curiosity in the Place du Palais-de-Justice; you steal a million, and you are pointed out in every salon as a model of virtue. And you pay thirty millions for the police and the courts of justice, for the maintenance of law and order! A pretty slate of things it is!” — Comment, s’écria madame Vauquer, le père Goriot aurait fondu son déjeuner de vermeil? —¡Cómo! —chilló la señora Vauquer—, ¿el tío Goriot ha vendido su servicio de plata? —¡Cómo! —exclamó la señora Vauquer—. ¿Papá Goriot ha vendido su juego de plata? “What,” cried Mme. Vauquer, “has Father Goriot really melted down his silver posset-dish?” — N’y avait-il pas deux tourterelles sur le couvercle? dit Eugène. —¿No tenía dos palomas en la tapa? —preguntó Eugeni. —¿Tenía dos tortolitos en la tapa? —dijo Eugéne. “There were two turtle-doves on the lid, were there not?” asked Eugene. — C’est bien cela. —Eso es. —Eso es. 41 “Yes, that there were.” 17 Balzac’s Goriot tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia tr. Ellen Marriage — Il y tenait donc beaucoup, il a pleuré quand il a eu pétri l’écuelle et le plat. je l’ai vu par hasard, dit Eugène. —Pues él le tenía muchísimo cariño. Lloró cuando tuvo retorcidos la escudilla y el plato. Lo vi por casualidad. [358] —Pues tenía gran cariño a esos enseres, porque lloró al fundirlos. Le vi por casualidad —dijo Eugéne. “Then, was he fond of it?” said Eugene. “He cried while he was breaking up the cup and plate. I happened to see him by accident.” — Il y tenait comme à sa vie, répondit la veuve. —Lo quería más que a su vida —respondió la viuda. —Los quería como a su propia vida —respondió la viuda. “It was dear to him as his own life,” answered the widow. — Voyez-vous le bonhomme, combien il est passionné, s’écria Vautrin. Cette femme-là sait lui chatouiller l’âme. —Para que vea hasta donde llega la pasión de ese pobre hombre —exclamó Vautrin— Esa mujer sabe halagarle el alma. —¡Ya ve usted si es apasionado el hombre! —exclamó Vautrin—. Esa mujer le conoce la aguja de marear. “There! you see how infatuated the old fellow is!” cried Vautrin. “The woman yonder can coax the soul out of him” L’étudiant remonta chez lui. Vautrin sortit. Quelques instants après, madame Couture et Victorine montèrent dans un fiacre que Sylvie alla leur chercher. Poiret offrit son bras à mademoiselle Michonneau, et tous deux allèrent se promener au Jardin des Plantes, pendant les deux belles heures de la journée. El estudiante volvió a su habitación. Vautrin salió. Minutos depués, la señora Couture y Victorina subieron a un carruaje de quiler que Silvia fue a buscar para ellas. Poiret ofreció su brazo a la señorita Michonneau y se fueron los dos a pasear al Jardín de las plantas, durante las dos mejores horas del día. El estudiante subió a su cuarto. Vautrin salió. Algunos instantes después la señora Couture y Victorine tomaron un coche que Sylvie fue a buscar. Poiret ofreció su brazo a la señorita Michonneau y los dos fueron a pasearse al Jardín de Plantas _______ _____ _____ _ _______. The student went up to his room. Vautrin went out, and a few moments later Mme. Couture and Victorine drove away in a cab which Sylvie had called for them. Poiret gave his arm to Mlle. Michonneau, and they went together to spend the two sunniest hours of the day in the Jardin des Plantes. — Eh bien! les voilà donc quasiment mariés, dit la grosse Sylvie. Ils sortent ensemble aujourd’hui pour la première fois. Ils sont tous deux si secs que, s’ils se cognent, ils feront feu comme un briquet. —Pues qué bien, ya están medio casados —dijo la gorda Silvia— . [ 11 4 ] S a l e n h o y j u n t o s p o r p r i mera vez. Son tan secos los dos, que si se chocan, sacarán chispas como un mechero. —Ahí los tiene usted casi casados —dijo Sylvie—. Hoy salen juntos por primera vez. Son los dos tan secos, que si se rozan van a sacar chispas como un eslabón. “Well, those two are as good as married,” was the portly Sylvie’s comment. “They are going out together to-day for the first time. They are such a couple of dry sticks that if they happen to strike against each other they will draw sparks like flint and steel.” — Gare au châle de mademoiselle Michonneau, dit en riant madame Vauquer, il prendra comme de l’amadou*. —Que tenga cuidado con el chal la señorita Michonneau —rió la señora Vauquer—. Arderá como la yesca. —Y el chal de la señorita Michonneau ardería como yesca —dijo riendo la señora Vauquer. “Keep clear of Mlle. Michonneau’s shawl, then, said Mme. Vauquer, laughing; “it would flare up like tinder.” * 1. Substance spongieuse provenant de plusieurs champignons, en particulier de l'amadouvier.“- 2. Cette substance préparée (séchée) pour divers usages.“- 3. Loc. fig. être d'amadou, prendre feu comme de l'amadou : être prompt à s'emporter, à s'enflammer.“- 4. (Av. 1850, Chateaubriand). Pharm., chir. Amadou traité pour arrêter les hémorragies.“ A quatre heures du soir, quand Goriot rentra, il vit, à la lueur de deux lampes fumeuses, Victorine dont les yeux étaient rouges. Madame Vauquer écoutait le récit de la visite infructueuse faite à monsieur Taillefer pendant la matinée. Ennuyé de recevoir sa fille et cette vieille femme, Taillefer les avait laissé parvenir jusqu’à lui pour s’expliquer avec elles. A las cuatro de la tarde, cuando volvía el tío Goriot, vio, a la luz de dos lámparas humeantes, a Victorina con los ojos rojos. La señora Vauquer escuchaba el relato, de la visita infructuosa, que habían hecho al señor Taillefer, durante la mañana. Fastidiado por recibir a su hija y a la vieja, Taillefer les había permitido llegar hasta él para tener una explicación con ellas. A las cuatro de la tarde, al entrar, vio Goriot, a la luz de dos lámparas humeantes, a Victorine con los ojos enrojecidos. La señora Vauquer oía el relato de la infructuosa visita que habían hecho al señor Taillefer por la mañana. Taillefer, cansado de la insistencia de su hija y de la vieja, consintió la visita con el fin de poderse explicar. At four o’clock that evening, when Goriot came in, he saw, by the light of two smoky lamps, that Victorine’s eyes were red. Mme. Vauquer was listening to the history of the visit made that morning to M. Taillefer; it had been made in vain. Taillefer was tired of the annual application made by his daughter and her elderly friend; he gave them a personal interview in order to arrive at an understanding with them. — Ma chère dame, disait madame Couture à madame Vauquer, figurezvous qu’il n’a pas même fait asseoir Victorine, qu’est restée constamment debout. A moi, il m’a dit, sans se mettre en colère, tout froidement, de nous épargner la peine de venir chez lui; que mademoiselle, sans dire sa fille, se nuisait dans son esprit en l’importunant (une fois par an, le monstre!); que la mère de Victorine ayant été épousée sans fortune, elle n’avait rien à prétendre; enfin les choses les plus dures, qui ont fait fondre en larmes cette pauvre petite. La petite s’est jetée alors aux pieds de son père, et lui a dit avec courage qu’elle n’insistait autant que pour sa mère, qu’elle obéirait à ses volontés sans murmure, mais qu’elle le suppliait de lire le testament de la pauvre défunte; elle a pris la lettre et la lui a présentée en disant les plus belles choses du monde et les mieux senties, je ne sais pas où elle les a prises, Dieu les lui dictait, car la pauvre enfant était si bien inspirée qu’en l’entendant, moi, je pleurais —Mi querida señora —le decía la señora Couture a la señora Vauquer—; figúrese que ni siquiera invitó a sentarse a Victorina, que estuvo de pie todo el rato. A mí, me dijo muy fríamente, sin enfadarse, que nos ahorrásemos las molestias de ir a verle; que la señorita, sin llamarla hija, perdía mucho a sus ojos importunándole así (una vez al año, ¡qué monstruo!). Que la madre de Victorina había sido una esposa sin fortuna. Que ella no podía pretender nada. En fin, las cosas más duras, que hicieron deshacerse en lágrimas a la pobre chica. La pequeña, se arrojó entonces a los pies de su padre y le dijo, valerosamente, que si insistía canto, era sólo por su madre, que ella obedecería sus órdenes sin rechistar; pero que le suplicaba, que leyera el testamento de la pobre difunta. Cogió la carta y se la entregó diciéndole las cosas más bonitas del mundo y las mejor sentidas. No sé de dónde las ha sacado. Dios se las inspiró tan bien, que, al oírla, yo lloraba como —Señora —decía la Couture a la viuda—, figúrese usted que ni siquiera le ha dicho a Victorine que se siente. Todo el tiempo la ha tenido de pie. A mí me ha dicho, sin encolerizarse, fríamente, que nos ahorráramos el trabajo de volver a su casa; que la señorita, no decía su hija, se perjudicaba al importunarle —por una vez al año que va—. ¡Ah, monstruo!, que como la madre de Victorine se había casado sin ningún dinero, Victorine no podía pedir nada. En fin, las cosas más horribles, hasta que esta infeliz se ha deshecho en lloros. La chica se ha echado entonces a sus pies y le ha dicho valientemente que si insistía era por su madre, y que le obedecería cuanto le mandara; [359] pero que le rogaba leyera el testamento de la pobre difunta. Le ha querido entregar la carta, diciéndole las cosas más hermosas y mejor sentidas del mundo; no sé de dónde las ha sacado; se las debía de dictar Dios puesto que la niña estaba tan inspirada que, oyéndola, yo lloraba como “My dear lady,” said Mme. Couture, addressing Mme. Vauquer, “just imagine it; he did not even ask Victorine to sit down, she was standing the whole time. He said to me quite coolly, without putting himself in a passion, that we might spare ourselves the trouble of going there; that the young lady (he would not call her his daughter) was injuring her cause by importuning him (importuning!once a year, the wretch!); that as Victorine’s mother had nothing when he married her, Victorine ought not to expect anything from him; in fact, he said the most cruel things, that made the poor child burst out crying. The little thing threw herself at her father’s feet and spoke up bravely; she said that she only persevered in her visits for her mother’s sake; that she would obey him without a murmur, but that she begged him to read her poor dead mother’s farewell letter. She took it up and gave it to him, saying the most beautiful things in the world, most beautifully expressed; I do not know where she learned them; God must have put them into her head, for the poor child was inspired to speak so nicely 42 Balzac’s Goriot tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia tr. Ellen Marriage comme une bête. Savez-vous ce que faisait cet horreur d’homme, il se coupait les ongles, il a pris cette lettre que la pauvre madame Taillefer avait trempée de larmes, et l’a jetée sur la cheminée en disant: « C’est bon! « Il a voulu relever sa fille qui lui prenait les mains pour les lui baiser, mais il les a retirées. Est-ce pas une scélératesse? Son grand dadais de fils est entré sans saluer sa soeur. una tonta. ¿Sabe lo que hacía mientras tanto ese horror de hombre? Se cortaba las uñas. Cogió la carta que la pobre señorita había regado con su llanto y la tiró a la chimenea diciendo: «¡Está bien!» Intentó levantar a su hija, que le cogió las manos para besárselas, pero él, se l as retiró. ¿No es eso un crimen? El papanatas de su hijo entró, sin saludar a su hermana. una tonta. Y ¿sabe usted lo que hacía ese canalla de hombre? ¡Se cortaba las uñas! Y luego ha cogido la carta que su pobre mujer escribió con lágrimas y la ha arrojado al fuego, diciendo: «¡Está bien!» Ha querido levantar a su hija, que le cogía las manos para besarlas, pero entonces las ha retirado. ¿No es eso una infamia? El papanatas de su hijo entró sin saludar a su hermana. that it made me cry like a fool to hear her talk. And what do you think the monster was doing all the time? Cutting his nails! He took the letter that poor Mme. Taillefer had soaked with tears, and flung it on to the chimney-piece. ‘That is all right,’ he said. He held out his hands to raise his daughter, but she covered them with kisses, and he drew them away again. Scandalous, isn’t it? And his great booby of a son came in and took no notice of his sister.” — C’est donc des monstres? dit le père Goriot. —Pero, ¡son unos monstruos! — dijo el tío Goriot. —¡Esos hombres son unos monstruos! —dijo papá Goriot. “What inhuman wretches they must be!” said Father Goriot. — Et puis, dit madame Couture sans faire attention à l’exclamation du bonhomme, le père et le fils s’en sont allés en me saluant et en me priant de les excuser, ils avaient des affaires pressantes. Voilà notre visite. Au moins, il a vu sa fille. Je ne sais pas comment il peut la renier, elle lui ressemble comme deux gouttes d’eau. —Y después —prosiguió la señora Couture, sin hacer caso de la exclamación del viejo—. El padre y el hijo se fueron, rogándome que los excusara, tenían negocios urgentes que atender. Así fue nuestra visita. Por lo menos ha visto a su hija. No sé cómo puede renegar de ella: se parecen como dos gotas de agua. —Y después —continuó la señora Couture sin hacer caso de la exclamación del buen hombre —el padre y el hijo se han ido, rogándome que les dispensara, porque tenían ocupaciones urgentes. Ésa ha sido nuestra visita. Por lo menos ha visto a su hija. No sé cómo puede renegar de ella; se parecen como dos gotas de agua. “And then they both went out of the room,” Mme. Couture went on, without heeding the worthy vermicelli maker’s exclamation; “father and son bowed to me, and asked me to excuse them on account of urgent business! That is the history of our call. Well, he has seen his daughter at any rate. How he can refuse to acknowledge her I cannot think, for they are as alike as two peas.” Les pensionnaires, internes et externes, arrivèrent les uns après les autres, en se souhaitant mutuellement le bonjour, et se disant de ces riens qui constituent, chez certaines classes parisiennes, un esprit drolatique dans lequel la bêtise entre comme élément principal, et dont le mérite consiste particulièrement dans le geste ou la prononciation. Cette espèce d’argot varie continuellement. La plaisanterie qui en est le principe n’a jamais un mois d’existence. Un événement politique, un procès en cour d’assises, une chanson des rues, les farces d’un acteur, tout sert à entretenir ce jeu d’esprit qui consiste surtout à prendre les idées et les mots comme des volants, et à se les renvoyer sur des raquettes. La récente invention du Diorama, qui portait l’illusion de l’optique à un plus haut degré que dans les Panoramas, avait amené dans quelques ateliers de peinture la plaisanterie de parler en rama, espèce de charge qu’un jeune peintre, habitué de la pension Vauquer, y avait inoculée. Los pupilos internos y externos fueron llegando unos tras otros, deseándose mutuamente buenos días, y diciéndose esas naderías, que constituyen, en ciertas clases parisinas, un espíritu chistoso, en el que, la estupidez, figura como principal componente y cuyo mérito consiste particularmente, en el gesto o en la pronunciación. Esta especie de jerga, varía continuamente. La cuchufleta [115] que le sirve de origen nunca tiene más de un mes de existencia. Un acontecimiento político, un proceso en el palacio de justicia, una canción de la calle, los chistes de un actor. Todo sirve para mantener ese juego de ingenio que consiste, sobre todo, en coger las palabras y las ideas como pelotas y lanzárselas unos a otros como con raquetas. La reciente invención del diorama, que llevaba la ilusión óptica, a un grado superior que en los Panoramas, había introducido, en algunos estudios de pintura, la humorada de hablar en –rama (24), especie de enfermedad que un pintor joven que comía en la pensión Vauquer había contagiado a los demás. Los huéspedes internos y externos fueron llegando unos después de otros, dándose las buenas noches, y diciéndose esas naderías que forman en ciertas clases parisienses un espíritu malicioso, en el cual entra la tontería como elemento principal, y cuya intención está mayormente en el gesto o la pronunciación. Esta especie de jerga cambia constantemente, y la broma a que debe su origen nunca tiene más de un mes de existencia. Un acontecimiento político, un proceso, una canción callejera, los chistes de un actor, todo sirve para ejercitar este juego, que consiste, principalmente, en lanzarse unos a otros las ideas, como si fueran volantes. La reciente invención del diorama, que produce una ilusión óptica superior al panorama, hizo q u e e n ciertos talleres ______ se hablara todo en [360] rama, virus que inoculó en la posada de Vauquer u n j o v e n p i n t o r. The boarders d r o p p e d i n o n e a f t e r a n o t h e r, i n t e r c h a n g i n g g r e e t ings and empty jokes that certain classes of Parisians regard as hum o r o u s a n d w i t t y. D u l n e s s i s their prevailing ingredient, and t he whole point consists in mispronouncing a word or a gesture. This kind of argot is always changing. The essence of the jest consists in some catchword suggested by a political event, an incident in the police courts, a street song, or a bit of burlesque at some theatre, and forgotten in a month. Anything and everything serves to keep up a game of battledore a n d shuttlecock with words and ideas. The diorama, a recent invention, which carried an optical illusion a degree further than panoramas, had given rise to a mania among art students for ending every word with RAMA. The Maison Vauquer had caught the infection from a young artist among the boarders. — E h b i e n ! m o n s i e u rre P o i ret, dit l’employé au Muséum, comment va cette petite s a n t é r a m a ? Puis, sans attendre la réponse: Mesdames, vous avez du chagrin, dit-il à madame Couture et à Victorine. —Bien, señorrr Poiret —dijo el empleado del museo—. ¿Qué tal va de saludrama? —Después, sin esperar la respuesta— Señoras, están ustedes tristes —dijo a la señora Couture y a Vi c t o r i n a . —Y bien, señor Poiret —dijo el empleado del Museo—, ¿cómo va esa saludrama? Y después, sin esperar la respuesta: —¿Les pasa a ustedes alguna desgracia, señoras? —preguntó a la señora Couture y a Victorine. “ We l l , M o n s i e u r - r - r P o i r e t , ” said the employe from the Museum, “how is your health-orama?” Then, without waiting for an answer, he turned to Mme. Couture and Victorine with a “Ladies, you seem melancholy.” — Allons-nous dinaire? s’écria Horace Bianchon, un étudiant en médecine, ami de Rastignac, ma petite estomac est descendue osque ad talones. —¿Vamos a comaire? —chilló Horacio Bianchon, un estudiante de medicina, amigo de Rastignac— Mi estomaguillo se me ha bajado usque ad taloneras (25). —¿Cenamos? —dijo Horacio Bianchon, un estudiante de Medicina, amigo de Rastignac—. Tengo la comida en los pies. “Is dinner ready?” cried Horace Bianchon, a medical student, and a friend of Rastignac’s; “my stomach is sinking usque ad talones.” — Il fait un fameux f roitorama! dit Vautrin. Dérangez-vous donc, père Goriot! Que diable! votre pied prend toute la gueule du poêle. —Hace un frigorama te—¡Hace un formidable r r i b l e . ¡ C ó r r a s e u n p o c o X f r í o r a m a ! — d i j o Va u t r i n . tío Goriot! ¡Qué diablos! —Deje usted sitio, papá Goriot. S u p i e o c u p a t o d a l a b o c a ¡Demonio!, que con sus pies ocupa de la estufa. usted toda la estufa. “There is an uncommon f ro z e r a m a o u t s i d e , ” s a i d Va u t r i n . “Make room there, Father Goriot! Confound it, your foot covers the whole front of the stove.” 43 Balzac’s Goriot tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia tr. Ellen Marriage — Illustre monsieur Vautrin, dit Bianchon, pourquoi ditesv o u s f ro i t o r a m a ? i l y a u n e faute, c’est f roidorama. — I l u s t r e s e ñ o r Va u t r i n — d i j o Bianchon—, por qué dice frigorama y no friorama? Eso es una falta. “Illustrious M. Vautrin,” put in Bianchon, “why do you say frozerama? It is incorrect; it should be frozenrama.” — Non, dit l’employé au Muséum, c’est froitorama, par la règle: j’ai froid aux pieds. — Ah! ah! —No —dijo el empleado del museo—, es frigorama, según todas las reglas. Yo tengo los pies frígidos. —¿Ja, ja, ja! — Voici son excellence le marquis de Rastignac, docteur en droit-travers, s’écria Bianchon en saisissant Eugène par le cou et le serrant de manière à l’étouffer. Ohé! les autres, ohé! —Aquí viene su excelencia el marqués de Rastignac, doctor en derecho—torcido —exclamó Bianchon cogiendo a Eugenio por el cuello y apretujándolo como para ahogarlo—. ¡Atención todos, atención! X —He aquí a su excelencia el marqués de Rastignac, doctor en Derecho torcido — gritó Bianchon, cogiendo a Eugéne por el cuello y apretándoselo casi hasta ahogarlo. _________ _______ “Here is his Excellency the Marquis de Rastignac, Doctor of the Law of Contraries,” cried Bianchon, seizing Eugene by the throat, and almost throttling him. “Hallo there! hallo!” Mademoiselle Michonneau entra doucement, salua les convives sans rien dire, et s’alla placer près des trois femmes. La señorita Michonneau entró despacito, saludó a los comensales, sin decir nada y fue a sentarse junto a las tres mujeres. La señorita Michonneau entró despacio, saludó y se fue a colocar cerca de las tres mujeres. Mlle. Michonneau came noiselessly in, bowed to the rest of the party, and took her place beside the three women without saying a word. — Elle me fait toujours grelotter, cette vieille chauve-souris, dit à voix basse Bianchon à Vautrin en montrant mademoiselle Michonneau. Moi qui étudie le système de Gall, je lui trouve les bosses de judas. —¡Siempre me hace tiritar, esa vieja murciélaga! —dijo Bianchon en voz baja a Vautrin, señalando a la señorita Michonneau—. Yo, que estoy estudiando el sistema de Gall (26), creo que tiene las protuberancias de judas. [116] —Esta especie de viejo murciélago me da escalofríos —dijo Bianchon en voz baja a Vautrin, mostrándole la señorita Michonneau—. Yo, que estudio el sistema de Gall, le encuentro las protuberancias de Judas. “That old bat always makes me shudder,” said Bianchon in a low voice, indicating Mlle. Michonneau to Vautrin. “I have studied Gall’s system, and I am sure she has the bump of Judas.” — Monsieur l’a connu? dit Vautrin. —¿La conocía usted? —dijo Vautrin. —¿Le conoció usted? —dijo Vautrin. “Then you have seen a case before?” said Vautrin. — Qui ne l’a pas rencontré! répondit Bianchon. Ma parole d’honneur, cette vieille fille blanche me fait l’effet de ces longs vers qui finissent par ronger une poutre. —¿Quién no se la ha encontrado alguna vez? —respondió Bianchon— . Esa vieja, me hace el efecto de un enorme gusano que acabará por devorar una viga. —¡Quién no lo ha encontrado! — respondió Bianchon—. Palabra de honor, esta solterona me hace el efecto de esos gusanos que acaban por roer una viga. “Who has not?” answered Bianchon. “Upon my word, that ghastly old maid looks just like one of the long worms tha t w i l l gnaw a beam through, give them time enough.” — Voilà ce que c’est, jeune homme, dit le quadragénaire en peignant ses favoris. —Eso es lo que es, jovencito — dijo Vautrin, peinándose las patillas. —Así es la vida, pollo — dijo el cuarentón peinándose sus patillas. “That is the way, young man,” returned he of the forty years and the dyed whiskers: Y Rosa ha vivido lo que viven las rosas: tan sólo una mañana. “The rose has lived the life of a rose— A morning’s space.” “Aha! here is a magnificent soupe-au-rama,” cried Poiret as Christophe came in bearing the soup with cautious heed. All the young men roared with laughter. X “No, it shouldn’t,” said the official from the Museum; “frozerama is right by the same rule that you say ‘My feet are froze.’ ” “Ah! ah!” Et rose, elle a vécu ce que vivent les roses, L’espace d’un matin. Y como rosa, vivió lo que viven las rosas por espacio de una mañana (27). — Ah! ah! voici une fameuse soupeaurama, dit Poiret en voyant Christophe qui entrait en tenant respectueusement le potage. —¡Ah! ¡Ah! Aquí está la estupenda soparama —dijo Poiret al ver a Cristóbal que entraba, sosteniendo respetuosamente el cocido. — Pardonnez-moi, monsieur, dit madame Vauquer, c’est une soupe aux choux. —Perdone usted señor: es una sopa de coles —dijo la señora Vauquer. —¡Ah! ¡Ah!, aquí está la famosa cenorama —dijo Poiret, viendo entrar a Christophe sosteniendo respetuosamente la sopera. [361] —Perdone —dijo la señora Vauquer—, es una sopa de coles. Tous les jeunes gens éclatèrent de rire. Todos los jóvenes se echaron a reír. Todos los jóvenes soltaron una gran carcajada. “I beg your pardon, sir,” said Mme. Vauquer; “it is soupe aux choux.” — Enfoncé, Poiret! —¡Hundido, Poiret! —¡Apabullado, Poiret! “Had you there, Poiret!” — Poirrrrrette enfoncé! —¡Poirrrrete hundido! ________________________ “Poir-r-r-rette! she had you there!” — Marquez deux points à maman Vauquer, dit Vautrin. —Apúntenle un ocho a la señora Vauquer —dijo Vautrin. —Apúntele dos tantos a la señora Vauquer —dijo Vautrin. “Score two points to Mamma Vauquer,” said Vautrin. — Quelqu’un a-t-il fait attention au brouillard de ce matin? dit l’employé. —¿Se han fijado en la niebla de esta mañana? —dijo el empleado. —¿Se ha fijado alguien en la niebla de esta mañana? —dijo el empleado. “Did any of you notice the fog this morning?” asked the official. — C’était, dit Bianchon, un brouillard frénétique et sans exemple, un brouillard lugubre, mélancolique, vert, poussif, un brouillard Goriot. —Era —dijo Bianchon— una niebla frenética, sin parangón, una niebla lúgubre, melancólica, verde, aplastante, una niebla Goriot. —Era u n a n i e b l a f r e n é t i c a y sin ejemplo; una niebla lúgubre, melancólica, verde, pesada; una niebla Goriot —dijo Bianchon. “It was a frantic fog,” said Bianchon, “a fog unparalleled, doleful, m e l a n c h o l y, sea-green, asthmatical—a Goriot of a fog!” 44 Balzac’s Goriot tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia tr. Ellen Marriage 8 — Goriorama, dit le peintre, parce qu’on n’y voyait goutte. —Goriorama —dijo el pintor— porque no se veía nada. —Goriorama —dijo el pintor—, porque no se veía ni gota. “A Goriorama,” said the art student, “because you couldn’t see a thing in it.” — Hé, milord Gâôriotte, il être questiônne dé véaus. —¡Eh! Milord Gauriote, de vosss estarrr hablando. —¡Eh!, milord Goriot, aquí hablan de usted. “Hey! Milord Gaoriotte, they air talking about yoo-o-ou!” Assis au bas-bout de la table, près de la porte par laquelle on servait, le père Goriot leva la tête en flairant un morceau de pain qu’il avait sous sa serviette, par une vieille habitude commerciale qui reparaissait quelquefois. Sentado al final de la mesa, junto a la puerta de entrada del servicio, el tío Goriot levantó la cabeza, olisqueando un trozo de pan que tenía debajo de la servilleta, por una antigua costumbre comercial, que a veces reaparecía. Sentado en un extremo de la mesa, cerca de la puerta de servicio, papá Goriot levantó la cabeza, olfateando un pedazo de pan, siguiendo una antigua costumbre comercial que le reaparecía algunas veces. Father Goriot, seated at the lower end of the table, close to the door through which the servant entered, raised his face; he had smelt at a scrap of bread that lay under his table napkin, an old trick acquired in his commercial capacity, that still showed itself at times. — Eh bien! lui cria a i g r e m e n t m a d a m e Va u q u e r d’une voix qui domina le bruit des cuillers, des assiettes et des voix, est-ce que vous ne trouvez pas le pain bon? —Bueno —le gritó agriam e n t e l a s e ñ o r a Va u q u e r , c o n una voz que dominó el ruido de las cucharas, de los platos y de las voces—. ¿Es que no le parece bien el pan? —¿Qué pasa? —le preguntó agriamente la señora Vauquer, con una voz que dominó el ruido de las cucharas, de los platos y de las conversaciones—: ¿es que no encuentra usted bueno el pan? “ We l l , ” M a d a m e Va u q u e r c r i e d in sharp tones, that rang above the rattle of spoons and plates and the sound of other voices, “and is there anything the matter with the bread?” — Au contraire, madame, répondit-il, il est fait avec de la farine d’Etampes, première qualité. —Al contrario, señora, está hecho con harina de Estampes, de primera calidad. —Al contrario, señora: está hecho con harina de Étampes de primera calidad. “Nothing whatever, madame,” he answered; “on the contrary, it is made of the best quality of corn; flour from Etampes.” — A quoi voyez-vous cela? lui dit Eugène. —¿En qué lo nota? —le dijo Eugenio. —¿Cómo lo conoce usted? —le preguntó Eugéne. “How could you tell?” asked Eugene. — A la blancheur, au goût. —En la blancura, en el gusto. —En la blancura, en el sabor. “By the color, by the flavor.” — Au goût du nez puisque vous le sentez, dit madame Vauquer. Vous devenez si économe que vous finirez par trouver le moyen de vous nourrir en humant l’air de la cuisine. —En el sabor de la nariz puesto que lo huele —dijo la señora Vauquer—. Se está volviendo usted tan ahorrador que acabará por encontrar la manera de alimentarse, sólo con oler el aire de la cocina. —En el gusto de la nariz, puesto que usted lo huele —dijo la señora Vauquer—. Se está usted haciendo tan económico que acabara por encontrar el medio de alimentarse olfateando el aire de la cocina. “You knew the flavor by the smell, I suppose,” said Mme. Vauquer. “You have grown so economical, you will find out how to live on the smell of cooking at last.” — Prenez alors un brevet d’invention, cria l’employé au Muséum, vous ferez une belle fortune. —Pues entonces paténtelo — chilló el empleo del museo—. Hará usted una fortuna. —En ese caso saque usted patente de invención —saltó el empleado del Museo—. Hará usted una bonita fortuna. “Take out a patent for it, then,” cried the Museum official; “you would make a handsome fortune.” — Laissez donc, il fait ça pour nous persuader qu’il a été vermicellier, dit le peintre. —Dejadlo en paz; hace eso para convencernos de que ha sido fabricante de fideos —dijo el pintor. “Never mind him,” said the artist; “he does that sort of thing to delude us into thinking that he was a vermicelli maker.” — Votre nez est donc une cornue, demanda encore l’employé du Muséum. —¿Así que su nariz es una retorta? —preguntó otra vez el empleado del museo. —No le hagan caso; hace todo eso para hacernos ver que ha sido fabricante de fideos —dijo el pintor. [362] —¿De modo que su nariz es una retoma? —preguntó aún el empleado del Museo. “Your nose is a corn-sampler, it appears?” inquired the official. — Cor quoi? fit Bianchon. —Re qué? —inquirió Bianchon. —¿Re qué? —dijo Bianchon. “Corn what?” asked Bianchon. — Cor-nouille. —Re-tórica. —Re-diez. “Corn-el.” — Cor-nemuse. —Re-truécanos. —Re-cuerno. “Corn-et.” — Cor-naline. —Re-pámpanos. —Re-truécano. “Corn-elian.” — Cor-niche. —Re-pipi. —Re-domado. “Corn-ice.” —Cor-nichon. —Re-petición. —Re-doma. “Corn-ucopia.” —Cor-beau. —Re-posición. —Re-diablo. “Corn-crake.” —Cor-nac. —Re-pera. —Re-coveco. “Corn-cockle.” —Cor-norama. —Re-perama. —Re-contrarama. “Corn-orama.” Ces huit réponses partirent de tous les côtés de la salle avec la rapidité d’un feu de file, et prêtèrent d’autant Las ocho respuestas, brotaron de todas direcciones en la sala, con la velocidad de un fuego graneado, y movie- Estas ocho respuestas partieron de todos los lados del comedor con la rapidez de un tiroteo, y dieron más risa 45 The eight responses came like a rolling fire from every part of the room, and the laughter that followed was the more uproarious because Balzac’s Goriot tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia tr. Ellen Marriage plus à rire, que le pauvre père Goriot regardait les convives d’un air niais, comme un homme qui tâche de comprendre une langue étrangère. ron a risa tanto más cuanto que, el pobre tío Goriot miraba a los comensales con un aire atontado, como quien trata de entender un idioma extranjero. al ver al pobre papá Goriot mirar a los comensales con un aire estúpido, como el de quien trata de comprender una lengua extranjera. poor Father Goriot stared at the others with a puzzled look, like a foreigner trying to catch the meaning of words in a language which he does not understand. — Cor? dit-il à Vautrin qui se trouvait près de lui. —¿Re? —le dijo a Vautrin que estaba a su lado. —¿Re...? —preguntó a Vautrin, que se hallaba a su lado. “Corn? . . .” he said, turning to Vautrin, his next neighbor. — Cor aux pieds, mon vieux! dit Vautrin en enfonçant le chapeau du père Goriot par une tape qu’il lui appliqua sur la tête et qui le fit descendre jusque sur les yeux. — R e -p o r r a s , h o m b r e — s o l t ó Vautrin hundiéndole el sombrero de un manotazo en la cabeza y calándoselo hasta los ojos. —Re... chifla, hombre — d i j o Va u t r i n , d á n d o l e u n g o l p e en el sombrero y metiéndoselo hasta las orejas. “Corn on your foot, old man!” said Vautrin, and he drove Father Goriot’s cap down over his eyes by a blow on the crown. Le pauvre vieillard, stupéfait de cette brusque attaque, resta pendant un moment immobile. Christophe emporta l’assiette du bonhomme, croyant qu’il avait fini sa soupe; en sorte que quand Goriot, après avoir relevé son chapeau, prit sa cuiller, il frappa la table. Tous les convives éclatèrent de rire. El pobre viejo, estupefacto por este brusco ataque, se quedó inmóvil un momento. Cristóbal se llevó el plato del buen hombre, creyendo que ya había terminado su comida, de modo que, cuando Goriot, después de levantar su sombrero, cogió la cuchara, dio con ella en la m e s a . To d o s l o s c o m e n s a l e s s e echaron a reír. El pobre viejo, estupefacto ante este brusco ataque, permaneció un momento inmóvil. Entretanto, Christophe se llevó su plato creyendo que había terminado la sopa, de manera que cuando Goriot, después de haberse sacado el sombrero, cogió de nuevo su cuchara, dio con ella contra la mesa. Todos se echaron a reír a carcajadas. The poor old man thus suddenly attacked was for a moment too bewildered to do anything. Christophe carried off his plate, thinking that he had finished his soup, so that when Goriot had pushed back his cap from his eyes his spoon encountered the table. Every one burst out laughing. “You are a disagreeable joker, sir,” said the old man, “and if you take any further liberties with me—” — Monsieur, dit le vieillard, vous êtes un mauvais plaisant, et si vous vous permettez encore de me donner de pareils renfoncements... —Señor, gasta usted unas bromas muy pesadas, si se vuelve a permitir darme semejante sopapo... —Caballero —dijo el viejo—, es usted un bromista pesado, y si se permite usted darme otro golpe... — Eh bien, quoi, papa? dit Vautrin en l’interrompant. — ¿ Q u é v a a p a s a r, t í o ? — d i j o Vautrin interrumpiéndole. —¿Qué pasa, papá? —dijo Vautrin interrumpiéndole. “ We l l , w h a t t h e n , o l d b o y ? ” Vautrin interrupted. — Eh bien! vous payerez cela bien cher quelque jour... —¡Lo pagará muy caro, algún día!... —Que lo pagará usted caro algún día... “Well, then, you shall pay dearly for it some day—” — En enfer, pas vrai? dit le peintre, dans ce petit coin noir où l’on met les enfants méchants! —En el infierno, ¿verdad? —dijo el pintor—. En el cuarto de los ratones, donde meten a los chicos malos. —En el Infierno, ¿verdad? —dijo el pintor—. En el Guamo oscuro donde se encierra a los niños traviesos. “Down below, eh?” said the artist, “in the little dark corner where they put naughty boys.” — Eh bien! mademoiselle, dit Vautrin à Victorine, vous ne mangez pas. Le papa s’est donc montré récalcitrant? — P e r o , s e ñ o r i t a — d i j o Va u t r i n a Vi c t o r i n a — , n o e s t á c o m i e n d o nada. ¿Su papá se ha mostrado recalcitrante? “ We l l , m a d e m o i s e l l e , ” Va u t r i n s a i d , t u r n i n g t o Vi c t o r i n e , “ y o u are eating nothing. So papa was r e f r a c t o r y, w a s h e ? ” — Une horreur, dit madame Couture. —Algo horroroso —dijo la señora Couture. —¿Qué es eso? Señorita —dijo Vautrin a Victorine—, no come usted nada. ¿De manera que papá ha estado recalcitrante? [363] —¡Un horror! —dijo la señora Couture. — Il faut le mettre à la raison, dit Vautrin. —Hay que hacerle entrar en razón —dijo Vautrin. —Hay que meterle en razón —dijo Vautrin. __________________ ____ ____ __ __ __ ______ — Mais, dit Rastignac, qui se trouvait assez près de Bianchon, mademoiselle pourrait intenter un procès sur la question des aliments, puisqu’elle ne mange pas. Eh! eh! voyez donc comme le père Goriot examine mademoiselle Victorine. —Pero —dijo Rastignac que se encontraba al lado de Bianchon— . La señorita podría plantearle un pleito por el asunto de los alimentos, puesto que no come. Pero, vaya. ¡Miren cómo la contempla el tío Goriot! —Pero —dijo Rastignac, que se encontraba bastante cerca de Bianchon—, la señorita podía intentar un pleito sobre la cuestión de los alimentos, ya que no come. ¡Eh! ¡Eh! Miren ustedes cómo papá Goriot examina a Victorine. “Mademoiselle might make application for aliment pending her suit; she is not eating anything. Eh! eh! just see how Father Goriot is staring at Mlle. Victorine.” Le vieillard oubliait de manger pour contempler la pauvre jeune fille dans les traits de laquelle éclatait une douleur vraie, la douleur de l’enfant méconnu qui aime son père. El viejo, se olvidaba de comer, por contemplar a la pobre chica, [118] en cuyos rasgos, estallaba un dolor verdadero. El dolor del hijo rechazado, que quiere a su padre. El anciano se olvidaba de comer por contemplar a la pobre chica, en cuya expresión se reflejaba un verdadero dolor, el dolor de una hija despreciada que ama a su padre. The old man had forgotten his dinner, he was so absorbed in gazing at the poor girl; the sorrow in her face was unmistakable,—the slighted love of a child whose father would not recognize her. — Mon cher, dit Eugène à voix basse, nous nous sommes trompés sur le père Goriot. Ce n’est ni un imbécile ni un homme sans nerfs. Applique-lui ton système de Gall, et dis-moi —Querido —dijo Eugenio en voz baja—, nos hemos equivocado con el tío Goriot. No es ni un imbécil ni un hombre sin nervios. Aplícale tu sistema Gall y dime lo que pien- —Querido —dijo Eugéne en voz baja—, nos hemos equivocado acerca de papá Goriot. No es ni un imbécil, ni un hombre sin nervios. Aplícale tu sistema de Gall, y dime lo que resul- “We are mistaken about Father Goriot, my dear boy,” said Eugene in a low voice. “He is not an idiot, nor wanting in energy. Try your Gall system on him, and let me “A monster!” said Mme. Couture. 9 46 Balzac’s Goriot tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia tr. Ellen Marriage ce que tu en penseras. Je lui ai vu cette nuit tordre un plat de vermeil, comme si c’eût été de la cire, et dans ce moment l’air de son visage trahit des sentiments extraordinaires. Sa vie me parait être trop mystérieuse pour ne pas valoir la peine d’être étudiée. Oui, Bianchon, tu as beau rire, je ne plaisante pas. sas. Esta noche le he visto retorcer una bandeja de plata, como si hubiera sido de cera, y ahora mismo, su rostro traiciona los sentimientos más extraordinarios. Su vida me parece demasiado misteriosa, para no valer la pena de ser estudiada. Sí, Bianchon. No te rías, no estoy bromeando. ta. Le he visto la noche pasada retorcer un plato de plata dorada como si hubiera sido cera, y en aquel momento su expresión delataba sentimientos extraordinarios. Me parece su vida demasiado misteriosa para que no merezca la pena de ser estudiada. Sí, querido Bianchon, tú puedes reírte, pero yo no bromeo. know what you think. I saw him crush a silver dish last night as if it had been made of wax; there seems to be something extraordinary going on in his mind just now, to judge by his face. His life is so mysterious that it must be worth studying. Oh! you may laugh, Bianchon; I am not joking.” — Cet homme est un fait médical, dit Bianchon, d’accord; s’il veut, je le dissèque. —Este hombre es un caso clínico —dijo Bianchon—. Conforme. Si él quiere, lo diseco. —Que es un caso patológico, de acuerdo. Si él quiere lo diseco. “The man is a subject, is he?” said Bianchon; “all right! I will dissect him, if he will give me the chance.” — Non, tâte-lui la tête. —No; examínale la cabeza. —No, pálpale la cabeza (28). “No; feel his bumps.” — Ah! bien, sa bêtise est peut-être contagieuse. —¡Ah! Bueno. Su estupidez puede ser contagiosa. —Hombre, acaso su tontería sea contagiosa. “Hm!—his stupidity might perhaps be contagious.” Le lendemain Rastignac s’habilla fort élégamment, et alla, vers trois heures de l’après-midi, chez madame de Restaud, en se livrant pendant la route à ces espérances étourdiment folles qui rendent la vie des jeunes gens si belle d’émotions: ils ne calculent alors ni les obstacles ni les dangers, ils voient en tout le succès, poétisent leur existence par le seul jeu de leur imagination, et se font malheureux ou tristes par le renversement de projets qui ne vivaient encore que dans leurs désirs effrénés; s’ils n’étaient pas ignorants et timides, le monde social serait impossible. Eugène marchait avec mille précautions pour ne se point crotter, mais il marchait en pensant à ce qu’il dirait à madame de Restaud, il s’approvisionnait d’esprit, il inventait les reparties d’une conversation imaginaire, il préparait ses mots fins, ses phrases à la Talleyrand, en supposant de petites circonstances favorables à la déclaration sur laquelle il fondait son avenir. Il se crotta, l’étudiant, il fut forcé de faire cirer ses bottes et brosser son pantalon au Palais-Royal. « Si j’étais riche, se dit-il en changeant un e p i è c e d e t r e n t e s o u s q u ’ i l avait prise en cas de malheur, je serais allé en voiture, j’aurais pu penser à mon aise.» Enfin il arriva rue du Helder et demanda la comtesse de Restaud. Avec la rage froide d’un homme sûr de triompher un jour, il reçut le coup d’oeil méprisant des gens qui l’avaient vu traversant la cour à pied, sans avoir entendu le bruit d’une voiture à la porte. Ce coup d’oeil lui fut d’autant plus sensible qu’il avait déjà compris son infériorité en entrant dans cette cour, où piaffait un beau cheval richement attelé à l’un de ces cabriolets pimpants qui affichent le Al día siguiente Rastignac se vistió con gran elegancia y fue, a eso de las tres de la tarde, a casa de la señora de Restaud entregándose, por el camino a esas esperanzas, rematadamente locas, que hacen la vida de los jóvenes, tan llena de emociones. No calculan entonces, ni los obstáculos, ni los peligros. En codo ven el éxito poetizan su existencia sólo con el juego de su imaginación y se hacen desgraciados o tristes cuando se derrumban proyectos, que no vivían aún, más que en sus deseos desenfrenados. Si no fuera porque son ignorantes y tímidos, el mundo social, sería imposible. Eugenio andaba con mil precauciones, para no mancharse de barro los zapatos, pero caminaba pensando lo que le iba a decir a la señora de Restaud. Hacía acopio de ingenio, se inventaba las respuestas de una conversación imaginaria, preparaba sus agudezas, sus frases a la Taillerand (29), suponiendo pequeñas circunstancias favorables a la declaración, sobre la cual, basaba su porvenir. Se manchó de barro y tuvo que ir a que le limpiaran los zapatos y le cepillaran el pantalón, en el Palais-Royal. «Si fuera rico —se dijo—, cambiando una moneda de treinta sueldos, que había cogido por si acaso, habría ido en coche y habría podido pensar a mis anchas.» Llegó por fin, a la calle de Helder y preguntó por la condesa de Restaud. Con la rabia fría, de un hombre seguro de [119] triunfar un día, recibió la mirada despectiva de las personas que lo habían visto atravesar la calle a pie, sin haber oído el ruido de un coche en la puerta. Esa mirada, fue tanto más sensible, cuanto que él había comprendido ya su inferioridad al entrar en aquel patio donde piafaba un precioso caballo ricamente enjaezado, enganchado a uno de esos pimpantes cabriolés que Al día siguiente Rastignac se puso muy elegante, y a eso de las tres de la tarde se fue a casa de la señora de Restaud, entregándose en el camino a esas atolondradas y locas esperanzas que hacen la vida del joven tan rica de emociones. A esa edad no se piensa ni en los obstáculos ni en los peligros; por todas partes se espera el éxito. Se poetiza la existencia con los juegos de la imaginación, y se pasan tristezas y amarguras por el fracaso de proyectos que vivían únicamente en los propios vehementes deseos. Si las gentes a esa edad no fueran ignorantes y tímidas, la vida social sería imposible. Eugéne andaba con mil precauciones [364] para no embarrarse; pero al mismo tiempo iba pensando en lo que diría a la señora de Restaud: aguzaba el ingenio, inventaba agudas respuestas a una conversación imaginaria, preparaba sus palabras delicadas, sus frases a lo Talleyrand, suponiendo que se presentarían circunstancias favorables a la declaración sobre la que fundaba su porvenir. A pesar de su cuidado se embarró, y tuvo que entrar en el Palais-Royal a que le lustraran las botas y le cepillaran el pantalón. —¡Si yo fuera rico! —se dijo al cambiar una pieza de veinte francos que había cogido por si acaso—, hubiera ido en coche y hubiera podido pensar a mi gusto. Por fin llegó a la calle de Helder y preguntó por la condesa de Restaud. Con el orgullo frío del hombre seguro de triunfar algún día, resistió las miradas despectivas de los criados que le habían visto atravesar el patio a pie, sin oír el ruido del coche en la puerta. Sintió con más fuerza el desprecio de aquellas miradas, porque al entrar en el patio había comprendido su inferioridad al ver un hermoso caballo que piafaba enganchado a uno de esos elegantes cabriolés que The next day Rastignac dressed himself very elegantly, and about three o’clock in the afternoon went to call on Mme. de Restaud. On the way thither he indulged in the wild intoxicating dreams which fill a young head so full of delicious excitement. Young men at his age take no account of obstacles nor of dangers; they see success in every direction; imagination has free play, and turns their lives into a romance; they are saddened or discouraged by the collapse of one of the visionary schemes that have no existence save in their heated fancy. If youth were not ignorant and timid, civilization would be impossible. Eugene took unheard-of pains to keep himself in a spotless condition, but on his way through the streets he began to think about Mme. de Restaud and what he should say to her. He equipped himself with wit, rehearsed repartees in the course of an imaginary conversation, and prepared certain neat speeches a la Talleyrand, conjuring up a series of small events which should prepare the way for the declaration on which he had based his future; and during these musings the law student was bespattered with mud, and by the time he reached the Palais Royal he was obliged to have his boots blacked and his trousers brushed. “If I were rich,” he said, as he changed the five-franc piece he had brought with him in case anything might happen, “I would take a cab, then I could think at my ease.” At last he reached the Rue du Helder, and asked for the Comtesse de Restaud. He bore the contemptuous glances of the servants, who had seen him cross the court on foot, with the cold fury of a man who knows that he will succeed some day. He understood the meaning of their glances at once, for he had felt his inferiority as soon as he entered the court, where a smart cab was waiting. All the delights of life in Paris seemed to be implied by this visible and manifest sign of luxury and extravagance. A fine horse, in magnificent harness, was 47 Balzac’s Goriot luxe d’une existence dissipatrice, et sousentendent l’habitude de toutes les félicités parisiennes. Il se mit, à lui tout seul, de mauvaise humeur. Les tiroirs ouverts dans son cerveau et qu’il comptait trouver pleins d’esprit se fermèrent, il devint stupide. En attendant la réponse de la comtesse, à laquelle un valet de chambre allait dire les noms du visiteur, Eugène se posa sur un seul pied devant une croisée de l’antichambre, s’appuya le coude sur une espagnolette*, et regarda machinalement dans la cour. Il trouvait le temps long, il s’en serait allé s’il n’avait pas été doué de cette ténacité méridionale qui enfante des prodiges quand elle va en ligne droite. tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia pregonan el lujo de una existencia disi- delatan el lujo de una existencia pada, y sobreentienden el hábito de todas derrochadora y acostumbrada a las delicias parisinas. Se puso, él solo, de t o d o s l o s p l a c e r e s p a r i s i e n s e s . pésimo humor. Los cajones abiertos en su Se puso él solo de mal humor. cerebro, que pensaba encontrar llenos de Las reservas de ingenio que haingenio, se cerraron y se quedó atontado. bía hecho se le fueron de pronMientras esperaba la respuesta de la con- to. Se encontró verdaderamente desa, a la que un ayuda de cámara había estúpido. Esperaba la respuesta ido a decir el nombre del visitante, de la condesa, a quien un criado Eugenio se colocó apoyado en un solo pie fue a decir el nombre del visitanante una ventana de la antecámara, se apo- te. Eugéne apoyó el codo en la yó con el codo en la falleba* y miró ma- X fallaba de una ventana, cruzó gallardamente quinalmente el patio. Se le hacía el tiem- los pies y miró maquinalmente al patio. El po largo, y se habría ido, de no haber es- tiempo le parecía largo. Si no hubiera estatado dotado, de esa tenacidad meridio- do dotado de esa tenacidad meridional que nal que hace prodigios, cuando va en lí- inventa prodigios cuando se propone algo, nea recta. se hubiera marchado. tr. Ellen Marriage pawing the ground, and all at once the law student felt out of humor with himself. Every compartment in his brain which he had thought to find so full of wit was bolted fast; he grew positively stupid. He sent up his name to the Countess, and waited in the ante-chamber, standing on one foot before a window that looked out upon the court; mechanically he leaned his elbow against the sash*, and stared before him. The time seemed long; he would have left the house but for the southern tenacity of purpose which works miracles when it is single-minded. * Ferrure à poignée tournante servant à fermer et à ouvrir les châssis d'une fenêtre * Varilla de hierro acodillada en sus extremos, sujeta en varios anillos y que sirve para asegurar puertas o ventanas * a frame (marco, bastidor) holding the glass in a sash-window and usu. made to slide up and down in the grooves of a window aperture — Monsieur, dit le valet de chambre, madame est dans son boudoir et fort occupée, elle ne m’a pas répondu; mais si monsieur veut passer au salon, il y a déjà quelqu’un. “Madame is in her boudoir, and cannot see any one at present, sir,” said the servant. “She gave me no answer; but if you will go into the dining-room, there is some one already there.” Tout en admirant l’épouvantable pouvoir de ces gens qui, d’un seul mot, accusent ou jugent leurs maîtres, Rastignac ouvrit délibérément la porte par laquelle était sorti le valet de chambre, afin sans doute de faire croire à ces insolents valets qu’il connaissait les êtres de la maison; mais déboucha fort étourdiment dans une pièce où se trouvaient des lampes, des buffets, un appareil à chauffer des serviettes pour le bain, et qui menait à la fois dans un corridor obscur et dans un escalier dérobé*. Les rires étouffés qu’il entendit dans l’antichambre mirent le comble à sa confusion. —Señor —dijo el criado—, la señora está ocupada en su tocador y no me ha respondido; pero si el señor quiere pasar al salón puede hacerlo. Alguien más espera ya. [365] Al mismo tiempo que admiraba el Sin dejar de admirar el tremendo poder de esa gente que, con una sola tremendo poder de estos criados, que palabra, acusan o juzgan a sus amos, con una sola palabra acusan o juzgan a Rastignac abrió deliberadamente la sus dueños, Rastignac abrió deliberadapuerta por la que había salido el ayu- mente la puerta por donde había salido d a d e c á m a r a , p a r a h a c e r c r e e r a el ayuda de cámara, con el fin de hacer aquellos insolentes criados, que co- ver, sin duda, a aquellos insolentes crianocía a las personas de la casa, pero dos que conocía a las gentes de la casa; desembocó, aturdidamente en una pero se encontró muy azorado en una habitación donde había lámparas, pieza llena de lámparas, aparadores y aparadores, un aparato para calentar un aparato para calentar las toallas toallas para el baño, y que conducía para el baño, y que conducía a la vez también a un corredor oscuro y a una a un corredor oscuro y a una escalera escalera secreta. Las risas ahogadas X excusada*. Las risas ahogadas que que oyó en la antecámara lo llevaron oyó en la antecámara aumentaron enoral colmo de la confusión. memente su confusión. —Señor —dijo el ayuda de cámara —, la señora está en su vestidor y muy ocupada, no me ha respondido, pero si el señor quiere pasar al salón, hay otro más esperando. Rastignac was impressed with a sense of the formidable power of the lackey who can accuse or condemn his masters by a word; he coolly opened the door by which the man had just entered the ante-chamber, meaning, no doubt, to show these insolent flunkeys that he was familiar with the house; but he found that he had thoughtlessly precipitated himself into a small room full of dressers, where lamps were standing, and hot-water pipes, on which towels were being dried; a dark passage and a back staircase lay beyond it. Stifled laughter from the ante-chamber added to his confusion. * escusada con «s», es decir, escondida; 1. adj. Reservado, preservado o separado del uso común. * Escalier dérobé, porte dérobée, qui permet de sortir d'une maison ou d'y entrer sans être vu — Monsieur, le salon est par ici, lui dit le valet de chambre avec ce faux respect qui semble être une raillerie de plus. —Señor, el salón es por aquí — le dijo el ayuda de cámara, con ese falso respeto, que parece una burla más. —Señor, el salón está por aquí — le dijo el ayuda de cámara con ese falso respeto que parece una burla más. “This way to the drawing-room, sir,” said the servant, with the exaggerated respect which seemed to be one more jest at his expense. Eugène revint sur ses pas avec une telle précipitation qu’il se heurta contre une baignoire, mais il retint assez heureusement son chapeau pour l’empêcher de tomber dans le bain. En ce moment, une porte s’ouvrit au fond du long corridor éclairé par une petite lampe, Rastignac y entendit à la fois la voix de madame de Restaud, celle du père Goriot, et le bruit d’un baiser. Il entra dans la salle à manger, la traversa, suivit le valet de chambre, et rentra dans un premier salon où il resta posé devant la fenêtre, en s’apercevant qu’elle avait vue sur la cour. Il voulait voir si ce père Goriot était bien réellement son père Goriot. Le coeur lui battait étrangement, il se souvenait des épouvantables réflexions de Vautrin. Le valet de chambre attendait Eugène à la porte du salon, mais il en sortit tout à coup un élégant jeune homme, qui dit impatiemment Eugenio, volvió sobre sus pasos, con tal precipitación, que chocó con una bañera, pero por suerte sujetó su sombrero para impedir que se cayera en el baño. En ese momento se abrió una puerta al fondo del largo corredor iluminado por una lamparilla. Rastignac oyó allí la voz de la señora De Restaud, la del tío Goriot y el sonido de un beso. Entró en el comedor, lo atravesó, siguió al ayuda de cámara, y volvió a entrar en el primer salón donde se quedó plantado delante de la ventana, dándose cuenta que desde allí se veía el patio. Quería ver si aquel tío Goriot, era realmente, era verdaderamente, el que él conocía. El corazón le palpitaba extrañamente, se acordaba de las espantosas reflexiones de Vautrin. El ayuda de cámara, esperaba a Eugenio, a la puerta del salón, pero, de repente, salió de allí un elegante joven, que dijo [120] con impaciencia: Eugéne se volvió con tal precipitación, que tropezó contra una bañera, y consiguió milagrosamente que su sombrero no cayera al agua. En este momento se abrió una puerta en el fondo del corredor, débilmente alumbrado por una lámpara, y Rastignac oyó, a la vez, la voz de la señora de Restaud y la de papá Goriot y el chasquido de un beso. Entró en el comedor, lo atravesó, siguió al criado y entró en un primer salón, en el que se detuvo frente a una ventana percibiendo que daba sobre el patio. Quería cerciorarse si aquel papá Goriot era realmente su papá Goriot. El corazón le latía con fuerza; se acordaba de las espantosas reflexiones de Va u t r i n . E l c r i a d o e s p e r a b a a Eugéne en la puerta del salón; pero en esto salió de pronto un joven elegante que dijo impaciente: Eugene turned so quickly that he stumbled against a bath. By good luck, he managed to keep his hat on his head, and saved it from immersion in the water; but just as he turned, a door opened at the further end of the dark passage, dimly lighted by a small lamp. Rastignac heard voices and the sound of a kiss; one of the speakers was Mme. de Restaud, the other was Father Goriot. Eugene followed the servant through the dining-room into the drawing-room; he went to a window that looked out into the courtyard, and stood there for a while. He meant to know whether this Goriot was really the Goriot that he knew. His heart beat unwontedly fast; he remembered Vautrin’s hideous insinuations. A well-dressed young man suddenly emerged from the room almost as Eugene entered it, saying impatiently to the servant who stood at the door: 48 Balzac’s Goriot «je m’en vais, Maurice. Vous direz à madame la comtesse que je l’ai attendue plus d’une demi-heure. « Cet impertinent, qui sans doute avait le droit de l’être, chantonna quelque roulade italienne en se dirigeant vers la fenêtre où stationnait Eugène, autant pour voir la figure de l’étudiant que pour regarder dans la cour. — Mais monsieur le comte ferait mieux d’attendre encore un instant, Madame a fini, dit Maurice en retournant à l’antichambre. tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia «Me voy Mauricio. Dígale a la se—Me voy, Maurice. Dirá usted a ñora que la he esperado más de me- la señora condesa que la he esperado dia hora.» más de media hora. Ese impertinente, que, sin duda, se Este impertinente que, sin duda, creía con derecho a serlo, canturreó tenía derecho a serlo, tarareó una una tonadilla italiana dirigiéndose canción italiana, dirigiéndose hahacia la ventana donde estaba coloca- c i a l a v e n t a n a d o n d e e s t a b a do Eugenio, tanto por verle la cara al Eugéne, tanto por verle __ ___ _ ___ estudiante, como para mirar al patio. X ___ __ como por mirar al patio. [366] —Pero señor conde, haría usted —El señor conde acertaría si espem e j o r, e s p e r a n d o a q u e l a s e ñ o r a rara un instante; la señora ha terminahaya terminado —dijo Mauricio, vol- do sus ocupaciones —dijo Maurice volviendo a la antecámara. viendo a la antecámara. tr. Ellen Marriage “I am going, Maurice. Tell Madame la Comtesse that I waited more than half an hour for her.” Whereupon this insolent being, who, doubtless, had a right to be insolent, sang an Italian trill, and went towards the window where Eugene was standing, moved thereto quite as much by a desire to see the student’s face as by a wish to look out into the courtyard. “But M. le Comte had better wait a moment longer; madame is disengaged,” said Maurice, as he returned to the ante-chamber. * porte dont les dimensions permettent l'entrée d'une voiture dans la cour d'une maison En ce moment, le père Goriot débouchait près de la porte cochère* par la sortie du petit escalier. Le bonhomme tirait son parapluie et se disposait à le déployer, sans faire attention que la grande porte était ouverte pour donner passage à un jeune homme décoré qui conduisait un tilbury. Le père Goriot n’eut que le temps de se jeter en arrière pour n’être pas écrasé. Le taffetas du parapluie avait effrayé le cheval, qui fit un léger écart en se précipitant vers le perron. Ce jeune homme détourna la tête d’un air de colère, regarda le père Goriot, et lui fit, avant qu’il ne sortit, un salut qui peignait la considération forcée que l’on accorde aux usuriers dont on a besoin, ou ce respect nécessaire exigé par un homme taré, mais dont on rougit plus tard. Le père Goriot répondit par un petit salut amical, plein de bonhomie. Ces événements se passèrent avec la rapidité de l’éclair. Trop attentif pour s’apercevoir qu’il n’était pas seul, Eugène entendit tout à coup la voix de la comtesse. — Ah! Maxime, vous vous en alliez, dit-elle avec un ton de reproche où se mêlait un peu de dépit. La comtesse n’avait pas fait attention à l’entrée du tilbury. Rastignac se retourna brusquement et vit la comtesse coquettement vêtue d’un peignoir en cachemire blanc, à noeuds roses, coiffée négligemment, comme le sont les femmes de Paris au matin; elle embaumait, elle avait sans doute pris un bain, et sa beauté, pour ainsi dire assouplie, semblait plus voluptueuse; ses yeux étaient humides. L’oeil des jeunes gens sait tout voir: leurs esprits s’unissent aux rayonnements de la femme comme une plante aspire dans l’air des substances qui lui sont propres. Eugène sentit donc la fraîcheur épanouie des mains de cette femme sans avoir besoin d’y toucher. Il voyait, à travers le cachemire, les teintes rosées du corsage que le peignoir, légèrement entrouvert, laissait parfois à nu, et sur lequel son regard s’étalait. Les En este momento papá Goriot asomaba En ese momento, el tío Goriot, salía cerca de la puerta cochera, por por la puerta de la escalera excusada, la salida de la escalera secreta. El cerca de la puerta cochera. El buen hombre sacaba su paraguas y se buen hombre se disponía a abrir disponía a abrirlo, sin darse cuenta, su paraguas sin fijarse en que la que la puerta grande estaba abierta, p u e r t a p r i n c i p a l e s t a b a a b i e r t a para dar paso a un joven engalana- para dejar pasar un tílburi, guiado, que conducía un tílburi. El tío d o p o r u n j o v e n c o n d e c o r a d o . Goriot, sólo tuvo tiempo de echarse Papá Goriot apenas tuvo tiempo hacia atrás, para que no le aplastara. de echarse atrás para no ser aplasEl tejido del paraguas había asusta- tado. La tela del paraguas asustó al do al caballo, que dio un salto, pre- caballo, que dio un salto hacia la escipitándose hacia la escalera. El jo- calera de entrada. El joven del tílburi ven volvió la cabeza, con aspecto volvió la cabeza con aire iracundo, furioso, miró al tío Goriot, y, antes miró a papá Goriot y le hizo, antes que de que saliera, le hizo un saludo que saliera, un saludo de esos que se haindicaba esa obligada consideración cen con forzada consideración a los que se les otorga a los usureros que usureros de quienes se necesita, o ese son necesarios, o ese respeto nece- respeto necesario que se debe a un sario exigido por un hombre tarado, hombre desacreditado, del que nos pero del que después nos avergonza- a v e r g o n z a m o s d e s p u é s . P a p á mos. El tío Goriot le respondió con Goriot correspondió con un amisun saludo amistoso, lleno de bondad. toso saludo, lleno de hombría de Todos estos hechos ocurrieron con la bien. Todo esto pasó con la rapidez velocidad del rayo. Demasiado em- de un relámpago. Demasiado atento bebido para darse cuenta de que no para percibir que no estaba solo, estaba solo, Eugenio oyó, de repen- Eugéne oyó de pronto la voz de la te, la voz de la condesa. condesa —Ah, Máximo, ya se iba —dijo la que decía con aire de reproche y no c o n d e s a c o n u n d e j e d e r e p r o c h e sin cierto despecho: mezclado de un poco de despecho. —Pero cómo, Maxime, ¿se iba usted? La condesa no se había fijado en La condesa no se había fijado en la entrada del tílburi. Rastignac, se la entrada del tílburi. Rastignac se volvió bruscamente y vio a la con- volvió con rapidez y vio a la cond e s a , c o q u e t a m e n t e v e s t i d a , c o n desa coquetamente cubierta por un salto de cama de cachemira blanca, peinador de cachemira blanco con lacon lazos rosas, peinada negligente- zos rosa, y peinada descuidadamente, mente, como todas las parisinas por como están por la mañana las mujeres la mañana; olía a gloria, sin duda aca- X de París. Su llegada perfumó la sala; baba de tomar un baño, y su belleza, había, sin duda, tomado un baño, y suavizada, por decirlo así, parecía su belleza parecía más ligera y vomás voluptuosa. Tenía los ojos húme- luptuosa. Sus ojos estaban húmedos. dos . L a m i r a d a d e l o s j ó v e n e s l o La mirada de los jóvenes se aperciaprecia todo, su espíritu, se une a las be de todo. Su espíritu recoge los emanaciones de la mujer, como una efluvios de una mujer como una planta aspira en el aire las sustancias planta aspira en el aire las sustanque le son propias. Eugenio sintió la cias que le son propias. Eugéne sinfrescura emanada de las manos de tió la frescura agradable de las maaquella mujer sin necesidad de to- nos de aquella mujer sin necesidad de carlas. Veía, a través de la cachemi- tocarlas. Veía, a través del peinador ra abierta, los tonos rosados del pe- de cachemira, [367] los tintes rosados cho, que la bata, ligeramente entre- del busto, que a veces quedaba desabierta, dejaba a veces desnudo, y nudo al entreabrirse el peinador, s u sobre el que se extendía su mirada. j e t á n d o l e l a m i r a d a . S i n n e c e 49 Just at that moment Father Goriot appeared close to the gate; he had emerged from a door at the foot of the back staircase. The worthy soul was preparing to open his umbrella regardless of the fact that the great gate had opened to admit a tilbury, in which a young man with a ribbon at his button-hole was seated. Father Goriot had scarcely time to start back and save himself. The horse took fright at the umbrella, swerved, and dashed forward towards the flight of steps. The young man looked round in annoyance, saw Father Goriot, and greeted him as he went out with constrained courtesy, such as people usually show to a money-lender so long as they require his services, or the sort of respect they feel it necessary to show for some one whose reputation has been blown upon, so t h a t t h e y blush to acknowledge his acquaintance. Father Goriot gave him a little friendly nod and a good-natured smile. All this happened with lightning speed. Eugene was so deeply interested that he forgot that he was not alone till he suddenly heard the Countess’ voice. “Oh! Maxime, were you going away?” she said reproachfully, with a shade of pique in her manner. The Countess had not seen the incident nor the entrance of the tilbury. Rastignac turned abruptly and saw her standing before him, coquettishly dressed in a loose white cashmere gown with knots of rose-colored ribbon here and there; her hair was carelessly coiled about her head, as is the wont of Parisian women in the morning; there was a soft fragrance about her— doubtless she was fresh from a bath;— her graceful form seemed more flexible, her beauty more luxuriant. Her eyes glistened. A young man can see everything at a glance; he feels the radiant influence of woman as a plant discerns and absorbs its nutriment from the air; he did not need to touch her hands to feel their cool freshness. He saw faint rose tints through the cashmere of the dressing gown; it had fallen slightly open, giving glimpses of a bare throat, on which t h e s t u d e n t ’s e y e s r e s t e d . The Balzac’s Goriot tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia tr. Ellen Marriage ressources du busc étaient inutiles à la comtesse, la ceinture marquait seule sa taille flexible, son cou invitait à l’amour, ses pieds étaient jolis dans les pantoufles. Quand Maxime prit cette main pour la baiser, Eugène aperçut alors Maxime, et la comtesse aperçut Eugène. No necesitaba la condesa acudir al recurso del corsé. El cinturón marcaba, por sí solo, su talle flexible, su cuello invitaba al amor, sus pies eran pequeños, bonitos en zapatillas. Cuando Máximo tomó esa mano para besarla, Eugenio vio a Máximo y la condesa vio a Eugenio. s idad de corsé se delineaba espléndidamente su talle flexib l e . S u c u e l l o i n v i t a b a a l a m o r. Sus pies breves estaban calzados con coquetonas pantuflas. Cuando Maxime le tomó la mano para besarla, Eugéne vio a Maxime y la condesa vio a Eugéne. Countess had no need of the adventitious aid of corsets; her girdle defined the outlines of her slender waist; her throat was a challenge to love; her feet, thrust into slippers, were daintily small. As Maxime took her hand and kissed it, Eugene became aware of Maxime’s existence, and the Countess saw Eugene. — Ah! c’est vous, monsieur de Rastignac, je suis bien aise de vous voir, dit-elle d’un air auquel savent obéir les gens d’esprit. —;Ah! ¡Es usted señor Rastignac! Me alegro mucho de verle— [121] dijo con expresión que saben captar las personas de ingenio. —¡Ah, es usted, señor Rastignac! ¡Cuánto me alegra verle! —dijo con un aire que saben comprender las gentes duchas en estas cosas. “Oh! is that you M. de Rastignac? I am very glad to see you,” she said, but there was something in her manner that a shrewd observer would have taken as a hint to depart. Maxime regardait alternativement Eugène et la comtesse d’une manière assez significative pour faire décamper l’intrus. «Ah çà, ma chère, j’espère que tu vas me mettre ce petit drôle à la porte!» Cette phrase était une traduction claire et intelligible des regards du jeune homme impertinemment fier que la comtesse Anastasie avait nommé Maxime, et dont elle consultait le visage de cette intention soumise qui dit tous les secrets d’une femme sans qu’elle s’en doute. Rastignac se sentit une haine violente pour ce jeune homme. D’abord les beaux cheveux blonds et bien frisés de Maxime lui apprirent combien les siens étaient horribles. Puis Maxime avait des bottes fines et propres, tandis que les siennes, malgré le soin qu’il avait pris en marchant, s’étaient empreintes d’une légère teinte de boue. Enfin Maxime portait une redingote qui lui serait élégamment la taille et le faisait ressembler à une jolie femme, tandis qu’Eugène avait à deux heures et demie un habit noir. Le spirituel enfant de la Charente sentit la supériorité que la mise donnait à ce dandy, mince et grand, à l’oeil clair, au teint pâle, un de ces hommes capables de ruiner des orphelins. Sans attendre la réponse d’Eugène, madame de Restaud se sauva comme à tired’aile dans l’autre salon, en laissant flotter les pans de son peignoir qui se roulaient et se déroulaient de manière à lui donner l’apparence d’un papillon; et Maxime la suivit. Eugène furieux suivit Maxime et la comtesse. Ces trois personnages se trouvèrent donc en présence, à la hauteur de la cheminée, au milieu du grand salon. L’étudiant savait bien qu’il allait gêner cet odieux Maxime; mais, au risque de déplaire à madame de Restaud, il voulut gêner le dandy. Tout à coup, en se souvenant d’avoir vu ce jeune homme au bal de madame de Beauséant, il devina ce qu’était Maxime pour madame de Restaud, et avec cette audace juvénile qui fait commettre de grandes sottises ou obtenir de grand succès, il se dit: Máximo, miraba alternativamente a Eugenio y a la condesa, de modo bastante significativo, para expulsar al intruso. «¡Ah querida, espero que echarás a la calle a ese mequetrefe!» Esta frase, era una traducción clara e inteligible de la mirada del joven impertinentemente soberbio a quien la condesa Anastasia había llamado Máximo, y cuyo rostro consultaba con la intención sumisa, que dice todos los secretos de una mujer, sin que ella se dé cuenta. Rastignac, experimentó un odio violento hacia aquel joven. Primero, los bellos cabellos rubios, bien rizados de Máximo, le hicieron ver, qué horribles eran los suyos. Después, Máximo tenía botas finas y limpias, mientras que las suyas, a pesar del cuidado que había tenido al andar, habían cogido un ligero color de barro. Para terminar, Máximo llevaba una levita, que le ceñía el talle con elegancia y le hacía parecer una bella mujer, mientras que Eugenio, a las dos y media de la tarde llevaba un frac negro. El inteligente hijo de la Charente (30) sintió la superioridad que el atuendo otorgaba a ese dandy, delgado y alto, de ojos claros, y tez pálida, uno de esos hombres capaces de arruinar huérfanas. Sin esperar la respuesta de Eugenio la señora de Restaud, escapó como en volandas, al otro salón, dejando flotar los faldones de su peinador, que se enroscaban y se extendían de forma que parecía una mariposa y Máximo la siguió. Eugenio, furioso, siguió a Máximo y a la condesa. Los tres personajes, se encontraron pues, frente a frente, a la altura de la chimenea, en medio del gran salón. El estudiante, sabía bien que iba a fastidiar a aquel odioso Máximo; pero aun a riesgo de disgustar a la condesa, quiso fastidiar al dandy. De repente, recordando haber visto a aquel hombre, en el baile de la señora de Beauseant, adivinó lo que había entre él y la señora Restaud; y con esa audacia juvenil, que hace cometer las mayores tontadas, u obtener los mayores éxitos, se dijo: Maxime miraba alternativamente a Eugéne y a la condesa, de manera suficientemente significativa como para que el intruso tuviera que largarse. —Me figuro, querida, que vas a poner de patitas en la calle a este tío ridículo. Esta frase era una traducción clara e inteligible de las miradas de aquel joven impertinentemente orgulloso a quien la condesa había llamado Maxime y a quien miraba a la cara como interrogándole con esa atención sumisa que delata todos los secretos de una mujer sin que ella se dé cuenta. Rastignac sintió un odio violento por aquel hombre. Primero los hermosos cabellos rubios y rizados de Maxime le hicieron comprender lo horribles que eran los suyos; después observó que Maxime calzaba unas botas finas y limpias, en tanto que las suyas, a pesar del cuidado que había tenido, estaban cubiertas de una ligera capa de barro; y, por último, vestía una casaca que le ceñía elegantemente la cintura y le daba una cierta semejanza con una mujer, mientras que Eugéne vestía, a las dos y media de la tarde, un traje negro. El despejado hijo de la Charente sintió la superioridad que la indumentaria concedía a este dandy, delgado y alto, de ojos claros y color pálido; era uno de esos hombres capaces de enloquecer a las mujeres. Sin esperar la respuesta de Eugéne, la [368] señora de Restaud se escabulló al otro salón, dejando flotar los vuelos de su peinador como las alas de una mariposa. Maxime la siguió. Eugéne, furioso, siguió a Maxime y a la condesa. Los tres se encontraron, por tanto, en medio del gran salón frente a la chimenea. El estudiante sabía que iba a molestar a este odioso Maxime, y aun a riesgo de molestar también a la señora de Restaud, quería hacerlo. De pronto se acordó de haber visto al joven aquel en el baile de la señora de Beauséant y se figuró lo que pasaba entre Maxime y la señora de Restaud, y con esa audacia juvenil que hace cometer grandes tonterías u obtener grandes, éxitos, se dijo: Maxime, as the Countess Anastasie had called the young man with the haughty insolence of bearing, looked from Eugene to the lady, and from the lady to Eugene; it was sufficiently evident that he wished to be rid of the latter. An exact and faithful rendering of the glance might be given in the words: “Look here, my dear; I hope you intend to send this little whipper-snapper about his business.” The Countess consulted the young man’s face with an intent submissiveness that betrays all the secrets of a woman’s heart, and Rastignac all at once began to hate him violently. To begin with, the sight of the fair carefully arranged curls on the other ’s comely head had convinced him that his own crop was hideous; M a x i m e ’s b o o t s , m o r e o v e r, w e r e elegant and spotless, while his own, in spite of all his care, bore some traces of his recent walk; a n d , f i n a l l y, M a x i m e ’s o v e r c o a t fitted the outline of his figure gracefully, he looked like a pretty woman, while Eugene was wearing a black coat at half-past two. The quick-witte d child of the Charente felt the disadvantage at which he was placed beside this tall, slender dandy, with the clear gaze and the pale f a c e , o ne of those men who would ruin orphan children without scruple. Mme. de Restaud fled into the next room without waiting for Eugene to speak; shaking out the skirts of her dressinggown in her flight, so that she looked like a white butterfly, and Maxime hurried after her. Eugene, in a fury, followed Maxime and the Countess, and the three stood once more face to face by the hearth in the large drawingroom. The law student felt quite sure that the odious Maxime found him in the way, and even at the risk of displeasing Mme. de Restaud, he meant to annoy the dandy. It had struck him all at once that he had seen the young man before at Mme. de Beauseant’s ball; he guessed the relation between Maxime and Mme. de Restaud; and with the youthful audacity that commits prodigious blunders or achieves signal success, he said to himself, 50 Balzac’s Goriot tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia tr. Ellen Marriage «Voilà mon rival, je veux triompher de lui.» L’imprudent! il ignorait que le comte Maxime de Trailles se laissait insulter, tirait le premier et tuait son homme. Eugène était un adroit chasseur, mais il n’avait pas encore abattu vingt poupées sur vingt-deux dans un tir. Le jeune comte se jeta dans une bergère au coin du feu, prit les pincettes et fouilla le foyer par un mouvement si violent, si grimaud, que le beau visage d’Anastasie se chagrina soudain. La jeune femme se tourna vers Eugène, et lui lança un de ces regards froidement interrogatifs qui disent si bien: Pourquoi ne vous en allez-vous pas? que les gens bien élevés savent aussitôt faire de ces phrases qu’il faudrait appeler des phrases de sortie. «Este es mi rival. Quiero triunfar sobre él.» ¡Qué imprudente! No sabía que el conde Máximo de Trailles se dejaba insultar, tiraba primero y mataba a su hombre. Eugenio era un hábil cazador pero todavía no había tirado veinte muñecos sobre veintidós en el tiro al blanco. El joven conde se tumbó en una poltrona al lado del fuego, cogió las tenazas y atizó el fuego, con un movimiento tan violento y tan ceñudo, que el bello rostro de Anastasia, se entristeció de repente. La joven se volvió hacia Eugenio y le lanzó una [122] de esas miradas fríamente interrogantes que quieren decir bien claro: «¿Por qué no se larga usted?», que la gente bien educada sabe convertir enseguida en una de esas frases de despedida. —He ahí mi rival; tengo que vencerle. ¡Imprudente! No sabía que el conde Maxime de Trailles tenía la costumbre de dejarse insultar para tirar así el primero y matar a su rival. Eugéne, aunque era buen cazador, no había hecho aún veinte blancos de veintidós tiros. El conde se echó en una mecedora al lado del fuego, cogió las tenazas y lo atizó con un movimiento tan brusco y malhumorado, que el hermoso rostro de Anastasie se entristeció de pronto, y volviéndose hacia Eugéne le lanzó una de esas miradas fríamente interrogadoras que dicen a las claras: «¿Se puede saber por qué no se va usted?», y que las gentes bien educadas saben recoger en esas frases que se pueden llamar de marcha. “This is my rival; I mean to cut him out.” Rash resolve! He did not know that M. le Comte Maxime de Trailles would wait till he was insulted, so as to fire first and kill his man. Eugene was a sportsman and a good shot, but he had not yet hit the bulls’s eye twenty times out of twenty-two. The young Count dropped into a low chair by the hearth, took up the tongs, and made up the fire so v i o l e n t l y a n d s o s u l k i l y, t h a t A n a s t a s i e ’s f a i r f a c e s u d d e n l y clouded over. She turned to Eugene, with a cool, questioning glance that asked plainly, “Why do you not go?” a glance which well-bred people regard as a cue to make their exit. Eugène prit un air agréable et dit Madame, j’avais hâte de vous voir pour... Eugenio adoptó una expresión amable y dijo: —Señora, tenía prisa por verla a usted por... Eugéne, en cambio, dijo con un aire amable: —Señora, tenía verdadero deseo de verla para... Eugene assumed an amiable expression. “Madame,” he began, “I hastened to call upon you—” Il s’arrêta tout court. Une porte s’ouvrit. Le monsieur qui conduisait le tilbury se montra soudain, sans chapeau, ne salua pas la comtesse, regarda soucieusement Eugène, et tendit la main à Maxime, en lui disant: « Bonjour « avec une expression fraternelle qui surprit singulièrement Eugène. Les jeunes gens de province ignorent combien est douce la vie à trois. Se paró en seco. El señor que conducía el tílburi, apareció de repente, sin sombrero, no saludó a la condesa, miró con desconfianza a Eugenio y le tendió la mano a Máximo, diciéndole: «¡Buenos días!», con una expresión fraternal, que sorprendió singularmente a Eugenio. Los jóvenes provincianos no saben cuán dulce resulta la vida de triángulo amoroso. He stopped short. The door opened, and the owner of the tilbury suddenly appeared. He had left his hat outside, and did not greet the Countess; he looked meditatively at Rastignac, and held out his hand to Maxime with a cordial “Good morning,” that astonished Eugene not a little. The young provincial did not understand the amenities of a triple alliance. — Monsieur de Restaud, dit la comtesse à l’étudiant en lui montrant son mari. —El señor de Restaud —dijo la condesa al estudiante mostrándole a su marido. Se abrió una puerta y paró en seco. El señor que conducía el tílburi apareció de pronto sin sombrero, y sin saludar a la condesa, miró recelosamente a Eugéne y tendió la mano a Maxime diciéndole: «Buenos días» , con una expresión paternal que sorprendió a Eugéne. Los jóvenes de provincia ignoran lo dulce que es un matrimonio de tres. [369] —El señor de Restaud —dijo la condesa al estudiante mostrándole a su marido. Eugène s’inclina profondément. Eugenio se inclinó profundamente. X Eugéne se inclinó reverentemente. “M. de Restaud,” said the Countess, introducing her husband to the law student. Eugene bowed profoundly. — Monsieur, dit-elle en continuant et en présentant Eugène au comte de Restaud, est monsieur de Rastignac, parent de madame la vicomtesse de Beauséant par les Marcillac, et que j’ai eu le plaisir de rencontrer à son dernier bal. —El señor —dijo ella continuando y presentado a Eugenio al conde de Restaud—, es el señor de Rastignac, pariente de la señora vizcondesa de Beauseant, por los de Marillac y al que tuve el placer de conocer en su último baile. —El caballero —dijo ella, continuando la presentación— es el señor de Rastignac, pariente, por los Marsillac, de la vizcondesa de Beauséant, y a quien tuve el placer de conocer en su último baile. “This gentleman,” she continued, presenting Eugene to her husband, “is M. de Rastignac; he is related to Mme. la Vicomtesse de Beauseant through the Marcillacs; I had the pleasure of meeting him at her last ball.” Parent de madame la vicomtesse de Beauséant par les Marcillac! ces mots, que la comtesse prononça presque emphatiquement, par suite de l’espace d’orgueil qu’éprouve une maîtresse de maison à prouver qu’elle n’a chez elle que des gens de distinction, furent d’un effet magique, le comte quitta son air froidement cérémonieux et salua l’étudiant. ¡Pariente de la señora vizcondesa de Beauseant por los MariIlac!; esas palabras, pronunciadas casi enfáticamente por la condesa, por una especie de orgullo que experimenta una ama de casa demostrando que no recibe en su casa más que personas de categoría, fueron de un efecto magnífico, el conde abandonó su aire fríamente ceremonioso y saludó al estudiante. ¡Pariente, por los Marsillac, de la vizcondesa de Beauséant! Estas palabras que la condesa pronunció casi enfáticamente, con esa especie de orgullo que sienten las damas al demostrar que en sus casas no entran sino gentes distinguidas, hicieron un efecto mágico; el conde abandonó su aire fríamente ceremonioso y saludó al estudiante: Related to Mme. la Vicomtesse de Beauseant through the Marcillacs! These words, on which the countess threw ever so slight an emphasis, by reason of the pride that the mistress of a house takes in showing that she only receives people of distinction as visitors in her house, produced a magical effect. The Count’s stiff manner relaxed at once as he returned the student’s bow. — Enchanté, dit-il, monsieur, de pouvoir faire votre connaissance. —Encantado de conocerle señor —dijo. —Me alegro mucho de conocerle. “Delighted to have an opportunity of making your acquaintance,” he said. Le comte Maxime de Trailles luimême jeta sur Eugène un regard inquiet et quitta tout à coup son air impertinent. Ce coup de baguette, dû à la puissante intervention d’un nom, ouvrit trente cases dans le cerveau du El propio conde Máximo de Trailles, lanzó sobre Eugenio una mirada inquieta y dejó, de repente, su aire impertinente. Aquel coque de varita mágica, debido al poder de un nombre, abrió treinta casilleros en el cerebro del Hasta el conde Maxime de Trailles lanzó a Eugéne una mirada inquieta y depuso de pronto su actitud impertinente. Aquel golpe de varita mágica, debido a la intervención poderosa de su nombre, devolvió al meri- Maxime de Trailles himself gave Eugene an uneasy glance, and suddenly dropped his insolent manner. The mighty name had all the power of a fairy’s wand; those closed compartments in the southern brain flew open again; Rastignac’s 51 Balzac’s Goriot tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia tr. Ellen Marriage Méridional, et lui rendit l’esprit qu’il avait préparé. Une soudaine lumière lui fit voir clair dans l’atmosphère de la haute société parisienne, encore ténébreuse pour lui. La Maison Vauquer, le père Goriot étaient alors bien loin de sa pensée. meridional y le devolvió el ingenio que dional el ingenio que traía almacehabía preparado. Una repentina luz, X nado. Una luz inesperada le hizo ver le hizo ver claro en la alta socie- claro en la atmósfera de la alta sodad parisina, aún tenebrosa para él. ciedad parisiense, oscura todavía La casa Vauquer, el tío Goriot es- para él. La casa Vauquer y papá t a b a n e n t o n c e s b i e n l e j o s d e s u Goriot estaban entonces muy lejos de pensamiento. sus pensamientos. carefully drilled faculties returned. It was as if a sudden light had pierced the obscurity of this upper world of Paris, and he began to see, though everything was indistinct as yet. Mme. Vauquer’s lodging-house and Father Goriot were very far remote from his thoughts. — Je croyais les Marcillac éteints? dit le comte de Restaud à Eugène. —Creía que los Marillac se habían extinguido —dijo el conde de Restaud a Eugenio. —Yo creía que la rama de los Marsillac se había extinguido —dijo el conde de Restaud a Eugéne. “I thought that the Marcillacs were extinct,” the Comte de Restaud said, addressing Eugene. — Oui, monsieur, répondit-il. Mon grand-oncle, le chevalier de Rastignac, a épousé l’héritière de la famille de Marcillac. Il n’a eu qu’une fille, qui a épousé le maréchal de Clarimbault, aïeul maternel de madame de Beauséant. Nous sommes la branche cadette, branche d’autant plus pauvre que mon grand-oncle, vice-amiral, a tout perdu au service du Roi. Le gouvernement révolutionnaire n’a pas voulu admettre nos créances dans la liquidation qu’il a faite de la Compagnie des Indes. —Sí, señor —respondió—. Mi tío abuelo, el Caballero de Rastignac, desposó con la heredera de la familia de Marillac. No tuvo más que una hija que se casó con el mariscal de Clarimbault, abuelo materno de la señora de Beauseant. Nosotros somos la rama segunda, rama mucho más pobre por cuanto mi tío abuelo, vicealmirante, lo perdió todo al servicio del rey. El gobierno revolucionario no quiso admitir nuestros créditos en la liquidación de la Compañía de Indias. [123] “Yes, they are extinct,” answered the law student. “My great-uncle, the Chevalier de Rastignac, married the heiress of the Marcillac family. They had only one daughter, who married the Marechal de Clarimbault, Mme. de Beauseant’s grandfather on the mother’s side. We are the younger branch of the family, and the younger branch is all the poorer because my great-uncle, the Vice-Admiral, lost all that he had in the King’s service. The Government during the Revolution refused to admit our claims when the Compagnie des Indes was liquidated.” — Monsieur votre grand-oncle ne commandait-il pas le Vengeur avant 1789? —Señor, ¿su tío abuelo no capitaneaba el Vengeur (31) antes de 1789? —Así es —respondió éste—. Mi tío abuelo, el caballero Rastignac, casó con la heredera de la familia de los Marsillac. No tuvo más que una hija, que casó con el mariscal Clarimbault, abuelo materno de la señora de Beauséant. Nosotros somos los segundones, rama tanto más pobre puesto que mi tío abuelo, vicealmirante, perdió todo por servir al rey. El Gobierno revolucionario no quiso admitir nuestros créditos en la liquidación que hizo de la Compañía de las Indias. [370] —¿Su señor tío abuelo no mandaba El Vengador antes de 1789? —Precisamente. — Précisément. —Precisamente. “Was not your great-uncle in command of the Vengeur before 1789?” “Yes.” — Alors, il a connu mon grandpère, qui commandait le Warwick. —Entonces, él conoció a mi abuelo que capitaneaba el Warwick. —Entonces conoció a mi abuelo, que mandaba El Warwick. “Then he would be acquainted with my grandfather, who commanded the Warwick.” Maxime haussa légèrement les épaules en regardant madame de Restaud, et eut l’air de lui dire: « S’il se met à causer marine avec celui-là nous sommes perdus. « Anastasie comprit le regard de monsieur de Trailles. Avec cette admirable puissance que possèdent les femmes, elle se mit à sourire en disant: «Venez, Maxime; j’ai quelque chose à vous demander. Messieurs, nous vous laisserons naviguer de conserve sur le Warwick et sur le Vengeur.» El l e s e l e v a e t f i t u n s i g n e plein de traîtrise railleuse à Maxime, qui prit avec elle la r o ute du boudoir. A peine ce coup l e m organatique*, jolie expression allemande qui n’a pas son équivalent en français, avait-il atteint la porte que le comte interrompit sa conversation avec Eugène. Máximo levantó suavemente los hombros mirando a la señora de Restaud y pareció decirle: «Como se ponga a hablar de marina con éste, estamos perdidos.» Anastasia comprendió la mirada del señor de Trailles, y con esa admirable facultad que tienen las mujeres se puso a sonreír diciendo: —Venga conmigo Máximo, tengo algo que preguntarle. Señores, les dejamos navegar en el recuerdo del Warwick y del Vengeur. Se levantó, e hizo un gesto lleno de burlona complicidad a Máximo, que tomó con ella la dirección del vestidor. Apenas, este matrimonio morganático, preciosa expresión alemana que no tiene equivalente en francés, hubo alcanzado la puerta, cuando el conde interrumpió su conversación con Eugenio. Maxime levantó levemente los hombros y miró a la señora de Restaud como diciéndole: «Si se pone ahora a charlar de marina con ése, estamos perdidos.» Anastasie comprendió la mirada del señor de Trailles. Con esa admirable entereza que tienen las mujeres, dijo sonriendo: —Venga usted, Maxime; tengo que preguntarle una cosa. A ustedes, señores, les dejaremos navegar juntos en El Warwick y El Vengador. Diciendo esto se levantó e hizo a Maxime, que se fue con ella hacia el tocador, un gesto de burlona malicia. Apenas esta pa r e j a m o r g a n á t i c a h a bía traspasado la puerta, cuando el conde interrumpió su conversación con Eugén e y gritó: Maxime looked at Mme. de Restaud and shrugged his shoulders, as who should say, “If he is going to discuss nautical matters with that fellow, it is all over with us.” Anastasie understood the glance that M. de Trailles gave her. With a woman’s admirable tact, she began to smile and said: “Come with me, Maxime; I have something to say to you. We will leave you two gentlemen to sail in company on board the Warwick and the Vengeur.” She rose to her feet and signed to Maxime to follow her, mirth and mischief in her whole attitude, and the two went in the direction of the boudoir. The morganatic couple (to use a convenient German expression which has no exact equivalent) had reached the door, when the Count interrupted himself in his talk with Eugene. * Se dit de l'union contractée par un prince et une femme de condition inférieure, et de la femme ainsi épousée, qui ne bénéficie pas de tous les droits accordés à l'épouse.“ morganático o de la mano izquierda. 1. El contraído entre un príncipe y una mujer de linaje inferior, o viceversa, en el cual cada cónyuge conservaba su condición anterior. Llámase así porque en la ceremonia nupcial el esposo daba a la esposa la mano izquierda. morganatic adj.(of a marriage) between a person of high rank and another of lower rank, the spouse and children having no claim to the possessions or title of the person of higher rank. — Anastasie! restez donc, ma chère, s’écriat-il avec humeur, vous savez bien que... —¡Anastasia!, quédate, querida —exclamó de mal humor—, sabes bien que... —Anastasie, querida mía, quédese, porque ya sabe que... “Anastasie!” he cried pettishly, “just stay a moment, dear; you know very well that—” — Je reviens, je reviens, dit-elle en l’interrompant, il ne me faut qu’un moment pour dire à Maxime ce dont je veux le charger. —Enseguida vuelvo —dijo ella interrumpiéndole—, sólo necesito un minuto, para decirle a Máximo lo que le quiero encargar. —Vuelvo, vuelvo —dijo ella interrumpiéndole —. No necesito más que un momento para dar un encargo a Maxime. “I am coming back in a minute,” she interrupted; “I have a commission for Maxime to execute, and I want to tell him about it.” Elle revint promptement. Comme toutes les femmes qui, forcées d’observer le caractère de leurs Vo l v i ó e n s e g u i d a . C o m o t o d a s las mujeres que, obligadas a estudiar el carácter de sus maridos para Efectivamente, volvió al poco rato. Todas las mujeres caprichosas están obligadas, para poder She came back almost immediately. She had noticed the inflection in her husband’s voice, and knew 52 Balzac’s Goriot tr. de M. Gutiérrez maris pour pouvoir se conduire à leur fantaisie, savent reconnaître jusqu’où elles peuvent aller afin de ne pas perdre une confiance précieuse, et qui alors ne les choquent jamais dans les petites choses de la vie, la comtesse avait vu d’après les inflexions de la voix du comte qu’il n’y aurait aucune sécurité à rester dans le boudoir. Ces contretemps étaient dus à Eugène. A u s s i l a comtesse montra-t-elle l’étudiant d’un air et par un geste pleins de d é p i t à M a x i m e , q u i d i t fort épigrammatiquement au comte, à sa femme et à Eugène: - Ecoutez, vous êtes en affaires, je ne veux pas vous gêner; adieu. Il se sauva. poder obrar a su capricho, saben hasta donde pueden llegar para no perder una confianza preciosa, y que, por lo tanto, no les llevan la contraria nunca, en las pequeñas cosas de la vida. La condesa había notado, por las inflexiones de voz del conde, que no habría ninguna seguridad si se quedaba en el vestidor. Tales contratiempos eran debidos a Eugenio, así que la condesa señaló a Máximo el estudiante con un aire y con un gesto lleno de despecho, quien, muy epigramáticamente, dijo al conde, a su mujer y a Eugenio: —Escuchen, ustedes tienen que h a b l a r, n o q u i e r o m o l e s t a r l e s ; adiós,— y se fue. — Restez donc, Maxime! cria le comte. tr. de J. Zuazagpoitia tr. Ellen Marriage that it would not be safe to retire to the boudoir; like all women who are compelled to study their husbands’ characters in order to have their own way, and whose business it is to know exactly how far they can go without endangering a good understanding, she was very careful to avoid petty collisions in domestic life. It was Eugene who had brought about this untoward incident; so the Countess looked at Maxime and indicated the law student with an air of exasperation. M. de Trailles addressed the Count, the Countess, and Eugene with the pointed remark, “Yo u a r e b u s y , I d o n o t w a n t t o i n t e r r u p t y o u ; g o o d - d a y, ” and he went. —¡Quédese, Máximo! —gritó el conde. realizar sus antojos, a observar el carácter de sus maridos, y saben hasta dónde pueden llegar sin perder su confianza, tan necesaria, y jamás les molestan en los pequeños actos de la vida. Por esto la condesa comprendió en las inflexiones de voz de su marido que no tenía ninguna seguridad para poder permanecer en el tocador. La condesa, irritada, señaló el estudiante a Maxime con un gesto lleno de enojo. Maxime dijo en tono muy epigramático al conde, a su mujer y a Eugéne. [371] —Bueno, señores, ustedes están en sus negocios; así que no quiero molestarles. Adiós. Y se fue. —Quédese usted, Maxime —gritó el conde. — Venez dîner, dit la comtesse qui, laissant encore une fois Eugène et le comte, suivit Maxime dans le premier salon où ils restèrent assez de temps ensemble pour croire que monsieur de Restaud congédierait Eugène. —Venga a cenar —dijo la condesa, que dejando otra vez al conde y a Eugenio, siguió a Máximo al primer salón, donde permanecieron bastante tiempo juntos, como para creer que el señor de Restaud despediría a Eugenio. —Venga usted a cenar —dijo la condesa que, dejando una vez más a Eugéne y al conde, siguió a Maxime al salón próximo, donde permanecieron juntos el tiempo suficiente para creer que el señor de Restaud despediría a Eugéne. “Come and dine with us,” said the Countess, leaving Eugene and her husband together once more. She followed Maxime into the little drawingroom, where they sat together sufficiently long to feel sure that Rastignac had taken his leave. Rastignac les entendait tour à tour éclatant de rire, causant, se taisant; mais le malicieux étudiant faisait de l’esprit avec monsieur de Restaud, le flattait ou l’embarquait dans des discussions, afin de revoir la comtesse et de savoir quelles étaient ses relations avec le père Goriot. Cette femme, évidemment amoureuse de Maxime; cette femme, maîtresse de son mari, liée secrètement au vieux vermicellier, lui semblait tout un mystère. Il voulait pénétrer ce mystère, espérant ainsi pouvoir régner en souverain sur cette femme si éminemment Parisienne. Rastignac les oía de tiempo en Rastignac los oyó, unas veces estallando en risas, otras hablando, otras callán- tiempo reír, hablar, callar. Pero el madose; pero el malicioso estudiante derro- licioso estudiante conversaba agudachaba ingenio con el señor de Restaud, lo mente con el señor de Restaud, le haadulaba o lo embarcaba en discusiones, lagaba o le metía en una discusión, [124] con el fin de volver a ver a la con- con el fin de volver a ver a la condedesa y de saber, cuáles eran sus relacio- sa, y de saber qué clase de relaciones nes con el tío Goriot. Aquella mujer, evi- tenía con papá Goriot. Esta mujer, evidentemente enamorada de Máximo; aque- dentemente enamorada de Maxime, lla mujer dueña de su marido, unida se- X dueña de su marido y liada con el viecretamente al viejo fabricante de fideos, jo fabricante de fideos, le parele parecía todo un misterio. Quería pene- cía un misterio, y quería descitrar aquel misterio, esperando así poder frarlo, esperando así poder domireinar, como único soberano, sobre aque- nar, como un rey, a esta mujer tan lla mujer, tan eminentemente parisina. eminentemente parisiense. The law student heard their laughter, and their voices, and the pauses in their talk; he grew malicious, exerted his conversational powers for M. de Restaud, flattered him, and drew him into discussions, to the end that he might see the Countess again and discover the nature of her relations with Father Goriot. This Countess with a husband and a lover, for Maxime clearly was her lover, was a mystery. What was the secret tie that bound her to the old tradesman? This mystery he meant to penetrate, hoping by its means to gain a sovereign ascendency over this fair typical Parisian. — Anastasie, dit le comte appelant de nouveau sa femme. —Anastasia —dijo el conde—,llamando de nuevo a su mujer. —¡Anastasie! —volvió a llamar nuevamente el conde. “Anastasie!” the Count called again to his wife. — Allons, mon pauvre Maxime, dit-elle au jeune homme, il faut se résigner. A ce soir... —Va m o s , m i p o b r e M á x i m o — díjole al joven—, hay que resignarse. Hasta la noche... —No hay más remedio que resignarse, querido Maxime —dijo entonces ella al joven—. Hasta la noche... “Poor Maxime!” she said, addressing the young man. “Come, we must resign ourselves. This evening—” — J’espère, Nasie, lui dit-il à l’oreille, que vous consignerez ce petit homme dont les yeux s’allumaient comme des charbons quand votre peignoir s’entrouvrait. Il vous ferait des déclarations, vous compromettrait, et vous me forceriez à le tuer. — E s p e r o , N a s i a — l e d i j o é l a l X —Espero, Tasi —le respondió él al o í d o — q u e m a n d a r á s a p a s e o a oído—, que mandará usted a paseo a ese e s e j o v e n z u e l o , c u y o s o j o s s e e n - jovenzuelo, que se le encendían los ojos c e n d í a n c o m o b r a s a s , c u a n d o s e como carbones cuando se le entreabría t e a b r í a l a b a t a . Te h a r í a p r o p o - a usted el peinador. Si no seguramente s i c i o n e s , t e c o m p r o m e t e r í a y m e se le declararía, la comprometería a usobligarías a matarlo. ted y me obligaría a matarlo. “I hope, Nasie,” he said in her ear, “that you will give orders not to admit that youngster, whose eyes light up like live coals when he looks at you. He will make you a declaration, and compromise you, and then you will compel me to kill him.” — Etes-vous fou, Maxime? ditelle. Ces petits étudiants ne sont-ils pas, au contraire, d’excellents paratonnerres? je le ferai, certes, prendre en grippe à Restaud. —Estás loco Máximo —dijo ella—. Esos estudiantinos son, por el contrario, excelentes parar r a y o s . Yo c o n s e g u i r é q u e R e s t a u d le coja antipatía. —¿Está usted loco, Maxime? ¿Estos estudiantinos no sirven, al contrario, de excelentes pararrayos? Ya verá usted qué pronto hago que Restaud le coja tirria. “Are you mad, Maxime?” she said. “A young lad of a student is, on the contrary, a capital lightning-conductor; is not that so? Of course, I mean to make Restaud furiously jealous of him.” Maxime éclata de rire et sortit suivi Máximo se echó a reír y salió segui- Maxime se echó a reír y salió se- Maxime burst out laughing, and went out, 53 “Just wait a moment, Maxime!” the Count called after him. Balzac’s Goriot tr. de M. Gutiérrez de la comtesse, qui se mit à la fenêtre pour le voir montant en voiture, faire piaffer son cheval, et agitant son fouet. Elle ne revint que quand la grande porte fut fermée. do por la condesa, que se asomó a la ventana para verle subir al coche, haciendo piafar a su caballo y agitando el látigo. No volvió hasta que la puerta de carruajes estuvo cerrada. — Dites donc, lui cria le comte quand elle rentra, ma chère, la terre où demeure la famille de monsieur n’est pas loin de Verteuil, sur la Charente. Le grand-oncle de monsieur et mon grand-père se connaissaient. tr. de J. Zuazagpoitia tr. Ellen Marriage followed by the Countess, who stood at the window to watch him into his carriage; he shook his whip, and made his horse prance. She only returned when the great gate had been closed after him. —Pero, fíjate, querida —le dijo el conde cuando volvió—. La tierra donde vive la familia del señ o r, n o e s t á l e j o s d e Ve r t e u i l , e n la Charente. El tío abuelo del señor y mi abuelo se conocían. guido de la condesa, que se asomó a la ventana para verle montar al coche, hacer piafar al caballo y agitar su fusta. No volvió hasta que desapareció y cerraron la puerta. [372] —Sabe usted, querida mía, que la tierra en que vive la familia de este señor no está lejos de Ve r t e u i l , e n l a C h a r e n t e . E l t í o abuelo de este señor y mi abuelo se conocieron. — Enchantée d’être en pays de connaissance, dit la comtesse distraite. —Encantada de estar en tierra conocida —dijo la condesa distraída. —Encantada de estar entre gente conocida —dijo distraída la condesa. “Delighted to find that we have acquaintances in common,” said the Countess, with a preoccupied manner. — Plus que vous ne le croyez, dit à voix basse Eugène. —Y más de lo que usted cree — dijo Eugenio en voz baja. —Más de lo que usted se figura — dijo Eugéne en voz baja. “More than you think,” said Eugene, in a low voice. — Comment? dit-elle vivement. —¿Cómo? —dijo ella vivamente. —¿Cómo? —repuso ella con viveza. “What do you think, dear?” cried the Count, her husband, “ t h i s g e n t l e m a n ’s f a m i l y e s t a t e i s n o t f a r f r o m Ve r t e u i l , o n t h e Charente; his great-uncle and my grandfather were acquainted.” “What do you mean?” she asked quickly. — Mais, reprit l’étudiant, je viens de voir sortir de chez vous un monsieur avec lequel je suis porte à porte dans la même pension, le père Goriot. —Pues porque, acabo de ver salir de su casa un señor, con el cual estoy puerta con puerta en la misma pensión, el tío Goriot. —Acabo de ver salir a un señor — dijo el estudiante— que vive en mi misma posada, en el cuarto de enfrente al mío. Papá Goriot. “Why, only just now,” said the student, “I saw a gentleman go out at the gate, Father Goriot, my next door neighbor in the house where I am lodging.” A ce nom enjolivé du mot père, le comte, qui tisonnait, jeta les pincettes dans le feu, comme si elles lui eussent brûlé les mains, et se leva. Al oír aquel nombre adornado con la palabra «tío», el conde, que estaba atizando el fuego, soltó las tenazas como si le hubieran quemado la mano, y se levantó. Al oír este nombre con el aditamento de la palabra papá, el conde, que atizaba el fuego, tiró las tenazas, como si le hubieran quemado las manos, y se levantó. At the sound of this name, and the prefix that embellished it, the Count, who was stirring the fire, let the tongs fall as though they had burned his fingers, and rose to his feet. — Monsieur, vous auriez pu dire monsieur Goriot! s’écria-t-il. —Señor, por lo menos podría usted haber dicho, señor Goriot —gritó. —Caballero, podía usted haber dicho el señor Goriot —exclamó. “Sir,” he cried, “you might have called him ‘Monsieur Goriot’!” La comtesse pâlit d’abord en voyant l’impatience de son mari, puis elle rougit, et fut évidemment embarrassée; elle répondit d’une voix qu’elle voulut rendre naturelle, et d’un air faussement dégagé: «Il est impossible de connaître quelqu’un que nous aimions mieux... « Elle s’interrompit, regarda son piano, comme s’il se réveillait en elle quelque fantaisie, et dit Aimez-vous la musique, monsieur. La condesa palideció primero, observando la impaciencia de su marido, después enrojeció y pareció visiblemente incómoda. Respondió, con una voz a la que pretendió dar un tono natural, y en un tono artificialmente despreocupado. —Es imposible conocer a nadie, a quien queramos más —se interrumpió, miró su piano, como si de repente se le ocurriera alguna fantástica idea y dijo. —¿Le gusta la música, señor? [125] La condesa palideció primero al ver que su marido se había impacientado; después se puso colorada. Verdaderamente azorada, respondió con una voz que quería ser natural, y con un aire falsamente desembarazado: —No podía usted conocer a nadie a quien tengamos un afecto mayor... Calló, miró al piano, y como si de pronto hubiera tenido un capricho, dijo: —¿Le gusta a usted la música? The Countess turned pale at first at the sight of her husband’s vexation, then she reddened; clearly she was embarrassed, her answer was made in a tone that she tried to make natural, and with an air of assumed carelessness: “You could not know any one who is dearer to us both . . .” She broke off, glanced at the piano as if some fancy had crossed her mind, and asked, “Are you fond of music, M. de Rastignac?” — Beaucoup, répondit Eugène devenu rouge et bêtifié par l’idée confuse qu’il eut d’avoir commis quelque lourde sottise. —Mucho —respondió Eugenio rojo como un tomate y alelado por la idea confusa de haber cometido alguna grave torpeza. —Mucho —respondió Eugéne, todo encarnado y entontecido por la vaga idea de que se había tirado una buena plancha. “Exceedingly,” answered Eugene, flushing, and disconcerted by a dim suspicion that he had somehow been guilty of a clumsy piece of folly. — Chantez-vous? s’écria-t-elle en s’en allant à son piano dont elle attaqua vivement toutes les touches en les remuant depuis l’ut d’en bas jusqu’au fa d’en haut. Rrrrah! —¿Canta usted? —exclamó, dirigiéndose a su piano, cuyas teclas pulsó con rapidez, recorriendo toda la escala desde el do de los graves hasta el fa de los agudos. ¡Rrraah! —¿Canta usted? —dijo ella, sentándose al piano y recorriendo rápidamente todas las teclas, desde el de un extremo hasta el fa del otro. Brrrrr. “Do you sing?” she cried, going to the piano, and, sitting down before it, she swept her fingers over the keyboard from end to end. R-r-r-rah! — Non, madame. —No, señora. —No, señora. “No, madame.” The Comte de Restaud walked to and fro. —Es una lástima, se ha privado de un gran elemento de éxito. —Ca-a-r-ro, ca-a a-ro, Ca-a-a-ro, non dubitare (32) —cantó la condesa. El conde de Restaud se paseaba a grandes pasos. [373] —Es lástima, porque se ha privado usted de un gran medio para tener éxitos. Ca-a-ro, ca-a-a-ro, ca-a-a-a-ro, non du-bi-ta-re —cantó la condesa. Al pronunciar el nombre del tío Goriot, Eugenio había cocado con la Al pronunciar el nombre de papá Goriot, Eugéne había dado también un Eugene had a second time waved a magic wand when he uttered Goriot’s Le comte de Restaud se promenait de long en large. El conde de Restaud se paseaba de un extremo a otro de la habitación. — C’est dommage, vous êtes privé d’un grand moyen de succès. - Ca-a-ro, ca-a-ro, ca-a-a-a-ro, non dubita-re, chanta la comtesse. En prononçant le nom du père Goriot, Eugène avait donné un coup 54 “That is a pity; you are without one great means of success.— Ca-ro, ca-a-ro, ca-a-a-ro, non d u - b i - t a - re , ” s a n g t h e C o u n t e s s . Balzac’s Goriot tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia golpe de varita mágica, pero cuyo efecto era inverso al que habían producido las palabras «Pariente de la señora de Beauséant». Se encontraba en la misma situación que, quien introducido por favor en casa de un aficionado a las antigüedades y que inadvertidamente tropieza con un armario lleno de estatuillas, hace caer tres o cuatro cabezas mal pegadas. Hubiera preferido que le tragara la tierra. La expresión de la señora de Restaud se había vuelto seca, fría, y su mirada, indiferente, huía de la del aciago estudiante. tr. Ellen Marriage de baguette magique, mais dont l ’ e ff e t é t a i t i n v e r s e d e c e l u i qu’avaient frappé ces mots: parent de madame de Beauséant. Il se trouvait dans la situation d’un homme introduit par faveur chez un amateur de curiosités, et qui, touchant par mégarde une armoire pleine de figures sculptées, fait tomber trois ou quatre têtes mal collées. Il aurait voulu se jeter dans un gouffre. Le visage de madame de Restaud était sec, froid, et ses yeux devenus indifférents fuyaient ceux du malencontreux étudiant. varita mágica otra vez, pero ahora había producido el efecto contrario que el que habían producido estas palabras: «Pariente de la señora de Beauseant». Se encontraba en la situación de un hombre, introducido por favor, en casa de un aficionado a las curiosidades, y que tocando, en un descuido, un armario lleno de pequeñas esculturas, hace caer tres o cuatro cabezas, mal pegadas. Hubiera querido lanzarse a un precipicio. El rostro de la señora de Restaud estaba seco, frío, y sus ojos, que se habían vuelto indiferentes, rehuían los del desafortunado estudiante. name, but the effect seemed to be entirely opposite to that produced by the formula “related to Mme. de Beauseant.” His position was not unlike that of some visitor permitted as a favor to inspect a private collection of curiosities, when by inadvertence he comes into collision with a glass case full of sculptured figures, and three or four heads, imperfectly secured, fall at the shock. He wished the earth would open and swallow him. Mme. de Restaud’s expression was reserved and chilly, her eyes had grown indifferent, and sedulously avoided meeting those of the unlucky student of law. — Madame, dit-il, vous avez à causer avec monsieur de Restaud, veuillez agréer mes hommages, et me permettre... —Señora, tendrá usted que hablar con el señor de Restaud. A sus pies señora, permítame... —Señora, tiene usted que hablar con el señor de Restaud. Beso a usted los pies y permítame... “Madame,” he said, “you wish to talk with M. de Restaud; permit me to wish you good-day—” — Toutes les fois que vous viendrez, dit précipitamment la comtesse en arrêtant Eugène par un geste, vous êtes sûr de nous faire, à monsieur de Restaud comme à moi, le plus vif plaisir. —Siempre que venga usted por aquí, esté seguro de que nos proporcionará el mayor placer, al señor de Restaud y a mí misma —dijo precipitadamente la condesa. —Siempre que quiera usted venir —dijo precipitadamente la condesa interrumpiendo a Eugéne con un gesto—, ya sabe que nos producirá, tanto a mi marido como a mí, un verdadero placer. The Countess interrupted him by a gesture, saying h a s t i l y, “ W h e n e v e r y o u c o m e to see us, both M. de Restaud and I shall be delighted to see you.” Eugène salua profondément le couple et sortit suivi de monsieur de Restaud, qui, malgré ses instances, l’accompagna jusque dans l’antichambre. Eugenio, saludó profundamente a la pareja y salió seguido del señor de Restaud, que, a pesar de sus protestas, le acompañó hasta la antecámara. Eugéne hizo un profundo saludo al matrimonio y salió acompañado del señor de Restaud, que se empeñó en acompañarle hasta la antecámara. Eugene made a profound bow and took his leave, followed by M. de Restaud, who insisted, in spite of his remonstrances, on accompanying him into the hall. — Toutes les fois que monsieur se présentera, dit le comte à Maurice, ni madame ni moi nous n’y serons. —Todas las veces que venga ese señor —dijo el conde a Mauricio—, ni la señora ni yo, estaremos en casa. —Siempre que venga este señor — dijo el conde a Maurice—, ni la señora ni yo estaremos en casa. “Neither your mistress nor I are at home to that gentleman when he calls,” the Count said to Maurice. Quand Eugène mit pied sur le perron, il s’aperçut qu’il pleuvait. - Allons, se dit-il, je suis venu faire une gaucherie dont j’ignore la cause et la portée, je gâterai par-dessus le marché mon habit et mon chapeau. je devrais rester dans un coin à piocher le Droit, ne penser qu’à devenir un rude magistrat. Puis-je aller dans le monde quand, pour y manoeuvrer convenablement, il faut un tas de cabriolets, de bottes cirées, d’agrès indispensables, de chaînes d’or, dès le matin des gants de daim blancs qui coûtent six francs, et toujours des gants jaunes le soir? Vieux drôle de père Goriot, va! Cuando Eugéne puso el pie en la Cuando Eugenio puso el pie en la escalecalle notó que llovía. ra de entrada, se dio cuenta de que llovía. —Me he divertido; he venido para co«Vamos —se dijo—, he venido a cometer una torpeza, cuya causa y cuyo alcance meter una plancha, cuya causa y alcance ignoro, y para postre, me voy a estropear ignoro, y además, para colmo de desgrala levita y el sombrero. Tendría que que- cias, voy a estropear mi traje y mi sombredarme en un rincón, machacando mi de- ro. Yo debía quedarme en mi rincón esturecho, no pensar más que en llegar a ser diando Derecho, sin pensar más que en un severo magistrado. ¿Puedo salir al gran hacerme un simple magistrado. ¿Puedo yo, mundo, cuando para maniobrar en él con- acaso, presentarme en sociedad cuando venientemente, hacen falta un montón de para maniobrar convenientemente hace falcabriolés, de botas bien brillantes, de ta toda una serie de cabriolés, botas lustraarreos indispensables, cadenas [126] de das, cadenas de oro, guantes blancos [374] oro desde por la mañana, guantes de ante de ante por la mañana, que cuestan seis blanco, que cuestan seis francos y siem- francos, y guantes amarillos todas las tarpre guantes amarillos por la noche? ¡Vie- X des y otra porción de chirimbolos? ¡Valiente viejo ridículo papá Goriot, bah! jo tunante de tío Goriot, vamos!» As Eugene set foot on the steps, he saw that it was raining. “Come,” said he to himself, “somehow I have just made a mess of it, I do not know how. And now I am going to spoil my hat and coat into the bargain. I ought to stop in my corner, grind away at law, and never look to be anything but a boorish country magistrate. How can I go into society, when to manage properly you want a lot of cabs, varnished boots, gold watch chains, and all sorts of things; you have to wear white doeskin gloves that cost six francs in the morning, and primrose kid gloves every evening? A fig for that old humbug of a Goriot!” Quand il se trouva sous la porte de la rue, le cocher d’une voiture de louage, qui venait sans doute de remiser de nouveaux mariés et qui ne demandait pas mieux que de voler à son maître quelques courses de contrebande, fit à Eugène un signe en le voyant sans parapluie, en habit noir, gilet blanc, gants jaunes et bottes cirées. Eugène était sous l’empire de ces rages sourdes qui poussent un jeune homme à s’enfoncer de plus en plus dans l’abîme où il est entré, comme s’il espérait y trouver une heureuse Cuando se encontró en la puerta de la calle, el cochero de un coche de alquiler, que venía, sin duda, de llevar a unos recién casados y que no pedía nada mejor, que robarle a su amo unas cuantas carreras, de contrabando, hizo un gesto a Eugenio, al verlo sin paraguas, con traje negro chaleco blanco, guantes amarillos y botas limpias. Eugenio estaba dominado por una de esas rabias sordas que empujan a un hombre joven, a hundirse más y más, en el abismo en que ha caído, como si esperara encontrar una salida feliz. Cuando estaba en la puerta de la calle, el cochero de un coche de alquiler, que venía, sin duda, de conducir a algunos recién casados, y que le parecía de perlas el sacarle a su amo alguna carrera de contrabando, hizo a Eugéne una seña al verle sin paraguas y vestido con traje negro, chaleco blanco, guantes amarillos y botas lustradas. Eugéne estaba bajo el dominio de una de esas rabias sordas que empujan a un joven a hundirse más y más en el abismo en que ha entrado, como si esperara encontrar una feliz When he reached the street door, the driver of a hackney coach, who had probably just deposited a wedding party at their door, and asked nothing better than a chance of making a little money for himself without his employer ’s knowledge, saw that Eugene had no umbrella, remarked his black coat, white waistcoat, yellow gloves, and varnished boots, and stopped and looked at him inquiringly. Eugene, in the blind desperation that drives a young man to plunge deeper and deeper into an abyss, as if he sedulous constant or persistent in use or attention; assiduous; diligent 1: involving or accomplished with careful perseverance <sedulous craftsmanship> 2 : diligent in application or pursuit <a sedulous student> 13 55 Balzac’s Goriot tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia tr. Ellen Marriage issue. Il consentit par un mouvement de tête à la demande du cocher. Sans avoir plus de vingt-deux sous dans sa poche, il monta dans la voiture où quelques grains de fleurs d’oranger et des brins de cannetille attestaient le passage des mariés. Consintió con un movimiento de cabeza a la demanda del cochero. Sin llevar en el bolsillo más que 22 sueldos, subió al coche, donde, unas cuantas bolitas de flores de azahar y trozos de papelillos, atestiguaban el paso de los recién casados. salida. Asintió con un movimiento de cabeza al gesto interrogativo del cochero. Montó en el coche, en el que algunos pétalos de flores de azahar y algunos hilos plateados atestiguaban que había servido para conducir a unos recién casados. might hope to find a fortunate issue in its lowest depths, nodded in rep l y t o t h e d r i v e r ’s s i g n a l , a n d stepped into the cab; a few stray petals of orange blossom and scraps of wire bore witness to its recent occupation by a wedding party. — Où monsieur va-t-il? demanda le cocher, qui n’avait déjà plus ses gants blancs. —¿A dónde va el señor? —dijo el cochero, que ya se había quitado los guantes blancos. —¿Dónde va el señor? —preguntó el cochero, que se había despojado ya de sus guantes blancos. “Where am I to drive, sir?” demanded the man, who, by this time, had taken off his white gloves. — Parbleu! se dit Eugène, puisque je m’enfonce, il faut au moins que cela me serve à quelque chose! Allez à l’hôtel de Beauséant, ajouta-t-il à haute voix. —¡Demontre! —se dijo Eugenio—, ya que me estoy hundiendo, por lo menos, que me sirva para algo. Vaya usted al hotel de Beauseant —añadió en voz alta. —Ya que me meto, por lo menos que me sirva el coche para algo, ¡qué diablo! —se dijo Eugéne, y añadió en voz alta—: Al palacio de Beauséant. “Confound it!” Eugene said to himself, “I am in for it now, and at least I will not spend cab-hire for nothing!—Drive to the Hotel Beauseant,” he said aloud. — Lequel? dit le cocher Mot sublime qui confondit Eugène. Cet élégant inédit ne savait pas qu’il y avait deux hôtels de Beauséant, il ne connaissait pas combien il était riche en parents qui ne se souciaient pas de lui. —¿Cuál de ellos? —dijo el cochero. —¿A cuál? —dijo el cochero. Palabras sublimes, que confundieron Palabras sublimes que confundiea Eugenio. Aquel inédito elegante no sa- ron a Eugéne. Este elegante inédito bía que había dos hoteles de Beauseant, no sabía ____ __ ___ __ _____________ no sabía lo rico que era en parientes que X ______ _______ lo bien que andaba de no se preocupaban por él. parientes que no se ocupaban de él. “Which?” asked the man, a portentous word that reduced Eugene to confusion. This young man of fashion, species incerta, did not know that there were two Hotels Beauseant; he was not aware how rich he was in relations who did not care about him. — Le vicomte de Beauséant, rue... —El del vizconde de Beauseant en la calle... —El vizconde de Beauséant, calle de... “The Vicomte de Beauseant, Rue—” — De Grenelle, dit le cocher en hochant la tête et l’interromp a n t . Vo y e z - v o u s , i l y a e n c o r e l’hôtel du comte et du marquis de Beauséant, rue Saint-Dominique, ajouta-t-il en relevant le marchepied. —De Grenelle —dijo el cochero, moviendo la cabeza, e interrumpiéndole—. Mire, hay además el del conde y el del marqués de Beauseant, en la calle Saint-Dominique —añadió levantando el estribo. —De Grenelle —dijo el cochero, interrumpiéndole y moviendo significativamente la cabeza—. Sabe usted, hay, además, el palacio del conde y marqués de Beauséant, calle de Santo Domingo —añadió al tiempo que levantaba el estribo. “De Grenelle,” interrupted t h e d r i v e r, w i t h a j e r k o f h i s h e a d . “ Yo u s e e , t h e r e a r e t h e hotels of the Marquis and Comte de Beauseant in the Rue Saint-Dominique,” he added, drawing up the step. — Je le sais bien, répondit Eugène d’un air sec. Tout le monde aujourd’hui se moque donc de moi! dit-il en jetant son chapeau sur les coussins de devant. Voilà une escapade qui va me coûter la rançon d’un roi. Mais au moins je vais faire ma visite à ma soi-disant cousine d’une manière solidement aristocratique. Le père Goriot me coûte déjà au moins dix francs, le vieux scélérat! Ma foi, je vais raconter mon aventure à madame de Beauséant, peut-être la feraisje rire. Elle saura sans doute le mystère des liaisons criminelles de ce vieux rat sans queue et de cette belle femme. Il vaut mieux plaire à ma cousine que de me cogner contre cette femme immorale, qui me fait l’effet d’être bien coûteuse. Si le nom de la belle vicomtesse est si puissant, de quel poids doit donc être sa personne? Adressons-nous en haut. Quand on s’attaque à quelque chose dans le ciel, il faut viser Dieu! —Ya lo sé —respondió Eugenio con aire seco—. Hoy todo el mundo se ríe de mí —dijo lanzando su sombrero sobre los cojines de la parte delantera—. Esta escapada me va a costar el rescate de un rey. Pero, por lo menos, voy a hacerle una visita a mi sediciente prima, de manera verdaderamente aristocrática. El viejo Goriot me cuesta ya por lo menos diez francos, ¡el muy canalla! A fe mía, que le he de contar mi aventura a la señora de Beauseant. Tal vez la haga reír. Ella sabrá, sin duda, el misterio de las relaciones criminales de ese viejo rata rabón y de esa bella mujer. Vale más agradar a mi prima, que estamparme contra esa mujer inmoral, que me hace el efecto de ser muy cara. Si el nombre de la bella vizcondesa es tan poderoso, ¿qué peso no tendrá su persona? Apuntemos bien alto. ¡Cuando se quiere conseguir algo en el cielo, hay que apuntarle a Dios! [127] —Ya lo sé —respondió secamente Eugéne—. ¡Todo el mundo se burla hoy de mí! —se dijo echando su sombrero [375] sobre el asiento delantero—. Esta escapatoria me va a costar un Perú. Pero por lo menos voy a visitar a mi sedicente prima de una manera sólidamente aristocrática. Papá Goriot me ha costado ya lo menos diez francos. ¡Maldito viejo! Por cierto que voy a contar mi aventura a la señora de Beauséant; acaso la haga reír. Ella conocerá, seguramente, el misterio de las criminales relaciones de ese viejo mochuelo y de esa hermosa mujer. Mejor será agradar a mi prima que estrellarme contra esa mujer inmoral, que me parece, además, bastante difícil. Si el nombre de la vizcondesa es tan poderoso, ¿cuál no será el poder de su persona? Apuntemos a la cabeza. ¡Cuando se quiere forzar el Cielo, hay que apuntar a Dios! “I know all about that,” said Eugene, severely.—“Everybody is laughing at me to-day, it seems!” he said to himself, as he deposited his hat on the opposite seat. “This escapade will cost me a king’s ransom, but, at any rate, I shall call on my so-called cousin in a thoroughly aristocratic fashion. Goriot has cost me ten francs already, the old scoundrel. My word! I will tell Mme. de Beauseant about my adventure; perhaps it may amuse her. Doubtless she will know the secret of the criminal relation between that handsome woman and the old rat without a tail. It would be better to find favor in my cousin’s eyes than to come in contact with that shameless woman, who seems to me to have very expensive tastes. Surely the beautiful Vicomtesse’s personal interest would turn the scale for me, when the mere mention of her name produces such an effect. Let us look higher. If you set yourself to carry the heights of heaven, you must face God.” Ces paroles sont la formule brève des mille et une pensées entre lesquelles il flottait. Il reprit un peu de calme et d’assurance en voyant tomber la pluie. Il se dit que s’il allait dissiper deux des précieuses pièces de cent sous qui lui restaient, elles seraient heureusement employées à la conservation de son habit, de ses bottes et Estas palabras son la fórmula breve de los mil y un pensamientos entre los que flotaba. Recobró algo de calma y de seguridad, mirando caer la lluvia. Se dijo, que si iba a gastarse dos de las preciosas monedas de cien sueldos, que le quedaban, serían felizmente empleadas, en la conservación de su traje, de sus botas y de Estas palabras son como la fórmula breve de los mil y pico pensamientos que le llenaban la cabeza. Recobró un poco de calma y serenidad viendo caer la lluvia y se dijo que, aunque iba a gastar dos duros de los pocos que le quedaban, en cambio no estropearía su traje, sus zapatos y su sombrero. Iba en estas The innumerable thoughts that surged through his brain might be summed up in these phrases. He grew calmer, and recovered something of his assurance as he watched the falling rain. He told himself that though he was about to squander two of the precious five-franc pieces that remained to him, the money was well laid out in preserv- 56 Balzac’s Goriot tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia tr. Ellen Marriage de son chapeau. Il n’entendit pas sans su sombrero. No sin un movimiento un mouvement d’hilarité son cocher de hilaridad, oyó a su cochero que criant: La porte, s’il vous plaît? decía: «¡La puerta, por favor!» Un suisse rouge et doré fit grogner sur Un suizo rojo y dorado hizo chirriar ses gonds la porte de l’hôtel, et los goznes de la puerta del hotel y Rastignac vit avec une douce satisfac- Rastignac vio, con una dulce satisfaction sa voiture passant sous le porche, ción como su coche pasaba bajo el portournant dans la cour, et s’arrêtant che, giraba en el patio y se paraba bajo sous la marquise du perron. Le cocher la marquesina de la escalinata. El coà grosse houppelande* bleue bordée X chero, con gruesa holapanda azul, de rouge vint déplier le marchepied. bordada en rojo, vino a bajar el estriEn descendant de sa voiture, Eugène bo. Al bajar del coche, Eugenio oyó entendit des rires étouffés qui par- risas ahogadas que salían del peristitaient sous le péristyle. Trois ou qua- lo. Tres o cua t r o c r i a d o s , h a b í a n tre valets avaient déjà plaisanté sur cet bromeado ya, a propósito de ese coéquipage de mariée vulgaire. Leur rire che de novia vulgar. Su risa ilumiéclaira l’étudiant au moment où il nó al estudiante, en el momento en compara cette voiture à l’un des plus que comparó ese coche, a uno de los élégants coupés de Paris, attelé de más elegantes coupés de París, tirado deux cheveux fringants qui avaient por rozagantes corceles, que llevaban rodes roses à l’oreille, qui mordaient leur sas en las orejas, que mordían el freno y a frein, et qu’un cocher poudré, bien cra- los que un cochero con corbata, con el cavaté, tenait en bride comme s’ils eus- bello empolvado sujetaba por las bridas sent voulu s’échapper. A la Chaussée- como si hubieran querido escaparse. En la d’Antin, madame de Restaud avait Chausée d’Antin, la señora de Restaud, dans sa cour le fin cabriolet de tenía en su patio, el fino cabriolé de un l’homme de vingt-six ans. Au faubourg hombre de 26 años. En el Fauboug SaintSaint-Germain, attendait le luxe d’un Germain aguardaba el lujo de un gran segrand seigneur, un équipage que trente ñor, un carruaje que no habría costado mille francs n’auraient pas payé. menos de treinta mil francos. maquinaciones cuando oyó, no sin cierta hilaridad, a su cochero que gritaba: «Abran la puerta.» Un criado con librea roja y dorada hizo chirriar sobre sus goznes la puerta del palacio, y Rastignac vio con una dulce satisfacción cómo su coche atravesaba el porche, daba la vuelta al patio y se paraba bajo la marquesina de la entrada. El cochero, con su gran hopalanda* azul, bordada de rojo, desplegó el estribo. Al bajar del coche Eugéne oyó risas contenidas que salían de debajo del peristilo. Tres o cuatro criados bromeaban sobre aquel atalaje de boda vulgar. Estas risas dieron motivo al estudiante para comparar su coche con uno de los más elegantes cupés de París, tirado por dos caballos piafantes, adornados con rosas en las anteojeras, que mordían nerviosamente sus bocados, y que un cochero de peluca empolvada y magnífica corbata sostenía de las bridas como [376] para que no escaparan. En la calzada de Antin, la señora de Restaud tenía en su patio el fino cabriolé del hombre de veintiséis años. En el arrabal de Saint-Germain un atalaje de más de treinta mil francos esperaba a un lujoso gran señor. ing his coat, boots, and hat; and his cabman’s cry of “Gate, if you please,” almost put him in spirits. A Swiss, in scarlet and gold, appeared, the great door groaned on its hinges, and Rastignac, with sweet satisfaction, beheld his equipage pass under the archway and stop before the flight of steps beneath the awning. The driver, in a blue-and-red greatcoat, dismounted and let down the step. As Eugene stepped out of the cab, he heard smothered laughter from the peristyle. Three or four lackeys were making merry over the festal appearance of the vehicle. In another moment the law student was enlightened as to the cause of their hilarity; he felt the full force of the contrast between his equipage and one of the smartest broughams in Paris; a coachman, with powdered hair, seemed to find it difficult to hold a pair of spirited horses, who stood chafing the bit. In Mme. de Restaud’s courtyard, in the Chaussee d’Antin, he had seen the neat turnout of a young man of six-and-twenty; in the Faubourg Saint-Germain he found the luxurious equipage of a man of rank; thirty thousand francs would not have purchased it. * Long vêtement de dessus, très ample et ouvert par devant, souvent ouaté et fourré, à col plat, à larges manches flottantes très évasées.“ 1. f. Vestidura grande y pomposa, particularmente la que vestían los estudiantes que iban a las universidades. Ú. m. en pl. 2. Por ext., vestidura de corte amplio, abundante y llamativo — Qui donc est là? se dit Eugène en comprenant un peu tardivement qu’il devait se rencontrer à Paris bien peu de femmes qui ne fussent occupées, et que la conquête d’une de ces reines coûtait plus que du sang. Diantre! ma cousine aura sans doute aussi son Maxime. «¿Quién estará ahí?», se dijo Eugenio comprendiendo un poco tarde, que debían quedar en París muy pocas mujeres que no estuvieran comprometidas, y que, la conquista de una de esas reinas costaba más cara que la sangre. ¡Diantre! Seguro que mi prima tendrá también su Máximo. —¿Quién estará aquí? —se dijo Eugéne, comprendiendo un poco tardíamente que en París es difícil encontrar mujeres que no estén ocupadas, y que la conquista de una de estas mujeres cuesta más que la de una fortaleza. ¡Diantre! Mi prima tiene también, sin duda, su Maxime. “Who can be here?” said Eugene to himself. He began to understand, though somewhat tardily, that he must not expect to find many women in Paris who were not already appropriated, and that the capture of one of these queens would be likely to cost something more than bloodshed. “Confound it all! I expect my cousin also has her Maxime.” Il monta le perron la mort dans l’âme. A son aspect la porte vitrée s’ouvrit; il trouva les valets sérieux comme des ânes qu’on étrille. La fête à laquelle il avait assisté s’était donnée dans les grands appartements de réception, situés au rez-de-chaussée de l’hôtel de Beauséant. N’ayant pas eu le temps, entre l’invitation et le bal, de faire une visite à sa cousine, il n’avait donc pas encore pénétré dans les appartements de madame de Beauséant; il allait donc voir pour la première fois les merveilles de cette élégance personnelle qui trahit l’âme et les moeurs d’une femme de distinction. Etude d’autant plus curieuse que le salon de madame de Restaud lui fournissait un terme de comparaison. A quatre heures et demie la vicomtesse était visible. Cinq minutes plus tôt, elle n’eût pas reçu son cousin. Eugène, qui ne savait rien des diverses étiquettes parisiennes, fut conduit par un grand escalier plein de fleurs, blanc de ton, à rampe dorée, à tapis rouge, chez madame de Beauséant, dont il ignorait la biographie verbale, une de ces changeantes histoires qui Subió las escaleras, con la muerte en el alma. A su presencia, la puerta vidriera se abrió y encontró los serios criados, serios como asnos apaleados. La fiesta, a la que había asistido, se había dado en los grandes salones de recepción, situados en la planta baja del hotel de Beauseant. No habiendo tenido tiempo entre la invitación y el baile, de hacer una visita a su prima, todavía no había entrado en las habitaciones de la señora de Beauseant; iba pues a ver, por primera vez, las maravillas de esa elegancia personal, que trasluce el alma y las costumbres de una mujer distinguida. Estudio tanto más curioso, cuanto que el salón de la señora de Restaud le servía de punto de comparación. A las cuatro y media, la vizcondesa estaba visible. Cinco minutos antes, no habría recibido a su primo, que no sabía nada de las diferentes etiquetas parisinas. Fue conducido por una gran escalera llena de flores, de peldaños blancos, de balaustrada dorada y con una alfombra roja, [128] a los aposentos de la señora de Beauseant, cuya biografía verbal ignoraba, una de esas cambiantes historias, Subió la escalera exterior aterrado. La puerta vidriera se abrió ante su presencia y se encontró con los criados, serios como asnos a quienes se almohaza. La fiesta a que él había asistido se había dado en los grandes salones de recepciones, situados en el piso bajo del palacio de Beauséant. Como no tuvo tiempo entre la invitación y el baile para hacer una visita a su prima, no conocía las habitaciones de la señora de Beauséant. Iba, por tanto, a ver por primera vez las maravillas de esa elegancia personal que delata el alma y las costumbres de una mujer distinguida. Estudio tanto más curioso puesto que el salón de la señora de Restaud le proporcionaba un medio de comparación. A las cuatro y media estaba visible la vizcondesa. Cinco minutos antes su primo no hubiera podido ser recibido. Eugéne, que no sabía nada de estas diversas fórmulas de la etiqueta parisiense, fue conducido por una gran escalera pintada de blanco, llena de flores, con barandilla dorada y alfombra roja, hasta la estancia de la señora de Beauséant, de quien ignoraba la biografía verbal, una de esas historias cambiantes que He went up the steps, feeling that he was a blighted being. The glass door was opened for him; the servants were as solemn as jackasses under the curry comb. So far, Eugene had only been in the ballroom on the ground floor of the Hotel Beauseant; the fete had followed so closely on the invitation, that he had not had time to call on his cousin, and had therefore never seen Mme. de Beauseant’s apartments; he was about to behold for the first time a great lady among the wonderful and elegant surroundings that reveal her character and reflect her daily life. He was the more curious, because Mme. de Restaud’s drawingroom had provided him with a standard of comparison. At half-past four the Vicomtesse de Beauseant was visible. Five minutes earlier she would not have received her cousin, but Eugene knew nothing of the recognized routine of various houses in Paris. He was conducted up the wide, white-painted, crimson-carpeted staircase, between the gilded balusters and masses of flowering plants, to Mme. de Beauseant’s apartments. He did not know the rumor current about Mme. de Beauseant, one blighted arruinada, agostada, deteriorated 57 Balzac’s Goriot tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia tr. Ellen Marriage se content tous les soirs d’oreille à oreille dans les salons de Paris. que se cuentan todas las noches de boca en boca, en los salones de París. corren de boca en boca todas las noches por los salones de París. of the biographies told, with variations, in whispers, every evening in the salons of Paris. La vicomtesse était liée depuis trois ans avec un des plus célèbres et des plus riches seigneurs portugais, le marquis d’Ajuda-Pinto. C’était une de ces liaisons innocentes qui ont tant d’attraits pour les personnes ainsi liées, qu’elles ne peuvent supporter personne en tiers. Aussi le vicomte de Beauséant avait-il donné lui-même l’exemple au public en respectant, bon gré, mal gré, cette union morganatique. Les personnes qui, dans les premiers jours de cette amitié, vinrent voir la vicomtesse à deux heures, y trouvaient le marquis d’Ajuda-Pinto. Madame de Beauséant, incapable de fermer sa porte, ce qui eût été fort inconvenant, recevait si froidement les gens et contemplait si studieusement sa corniche, que chacun comprenait combien il la gênait. Quand on sut dans Paris qu’on gênait madame de Beauséant en venant la voir entre deux et quatre heures, elle se trouva dans la solitude la plus complète. Elle allait aux Bouffons ou à l’Opéra en compagnie de monsieur de Beauséant et de monsieur d’Ajuda-Pinto; mais en homme qui sait vivre, monsieur de Beauséant quittait toujours sa femme et le Portugais après les y avoir installés. Monsieur d’Ajuda devait se marier. Il épousait une demoiselle de Rochefide. Dans toute la haute société une seule personne ignorait encore ce mariage, cette personne était madame de Beauséant. Quelques-unes de ses amies lui en avaient bien parlé vaguement; elle en avait ri, croyant que ses amies voulaient troubler un bonheur jalousé. Cependant les bans allaient se publier. Quoiqu’il fût venu pour notifier ce mariage à la vicomtesse, le beau Portugais n’avait pas encore osé dire un traître mot. Pourquoi? rien sans doute n’est plus difficile que de notifier à une femme un semblable ultimatum. Certains hommes se trouvent plus à l’aise sur le terrain, devant un homme qui leur menace le coeur avec une épée, que devant une femme qui, après avoir débité ses élégies pendant deux heures, fait la morte et demande des sels. En ce moment donc monsieur d’Ajuda-Pinto était sur les épines, et voulait sortir, en se disant que madame de Beauséant apprendrait cette nouvelle, il lui écrirait, il serait plus commode de traiter ce galant assassinat par correspondance que de vive voix. Quand le valet de chambre de la vicomtesse annonça monsieur Eugène de Rastignac, il fit tressaillir de joie le marquis d’Ajuda-Pinto. Sachez-le bien, une femme aimante est encore La vizcondesa estaba unida desde hacía tres años, a uno de los más célebres y más ricos señores portugueses: el marqués d’Adjuda-Pinto. Era una de esas relaciones inocentes, que tienen tanto atractivo para las personas unidas de esa manera, que no pueden soportar una tercera persona. Incluso el vizconde de Beauseant, había dado ejemplo al público, respetando, de buena o mala gana, esta u n i ó n m o rg a n á t i c a . L a s e ñ o r a d e Beauseant, incapaz de cerrar su puerta, lo que hubiera resultado muy inconveniente, recibía a las personas tan fríamente y contemplaba tan estúpidamente la cornisa de su salón, que todo el mundo se daba cuenta de hasta qué punto la molestaban. Cuando en París se supo, que la señora de Beauseant, se sentía molesta, si venían a verla de dos a cuatro, se encontró en la más completa soledad. Iba a los Bouffons, o a la ópera en compañía del señor de Beauseant y del señor d’Ajuda-Pinto. Pero, como hombre que sabe vivir, el señor de Beauseant abandonaba a su esposa y al señor d’Ajuda-Pinto, después de haberlos dejado instalados allí. El señor de Adjuda tenía que casarse. Se casaba con una señorita de Rochefide. En toda la sociedad, tan sólo una persona ignoraba aún esa boda futura. Esa persona, era la señora de Beauseant. Algunas de sus amigas, le habían hablado de ello vagamente; ella se había reído, creyendo que sus amigas querían turbar su envidiada felicidad. Sin embargo, las amonestaciones iban a publicarse. A pesar de que había venido para notificar esa boda a la vizcondesa el bello portugués no se había atrevido todavía a soltar una traidora palabra. ¿Por qué? Nada es, sin duda, más difícil que comunicar a una mujer semejante ultimátum. Algunos hombres, se encuentran más a gusto ante un hombre que amenza su corazón con una espada, que ante una mujer, que, después de estarse dos horas soltando elegías, se hace la muerta y pide las sales. Así que, en aquel momento, el señor d’Adjuda-Pinto estaba sobre ascuas y deseaba retirarse, diciéndose que la señora de Beauseant se enteraría, que él le escribiría. Sería mucho más cómodo, realizar este galante asesinato por carta, que de viva voz. Cuando el ayuda de cámara de la vizcondesa, anunció al señor Eugenio de Rastignac, hizo saltar de alegría al marqués d’Adjuda-Pinto. Sabedlo bien: una mujer enamorada, La vizcondesa estaba enredada desde hacía tres años con uno de los más célebres y ricos señores portugueses, el marqués de Ajuda-Pinto. Eran unas de esas inocentes [377] relaciones que tienen tantos atractivos para las dos personas liadas, que no pueden jamás soportar a un tercero. Así, el vizconde de Beauséant había dado el ejemplo al público por sí mismo, respetando, de bueno o mal grado, esta unión morganática. Las personas que durante los primeros días de esta amistad vinieron a ver a las dos a la marquesa, se encontraron con el marqués de Ajuda-Pinto. La señora de Beauséant, incapaz de cerrar las puertas de su casa, lo que hubiera sido muy inconveniente, recibía con tal frialdad a las gentes y contemplaba tan estudiadamente la cornisa de su salón, que todos llegaron a comprender que molestaban. Cuando se supo en París que se molestaba a la señora de Beauséant cuando se la visitaba entre dos y cuatro, la dejaron en la más completa soledad. La vizcondesa iba a los Bufos o a la Ópera en compañía de su marido y del señor de Ajuda-Pinto; pero como hombre que sabe vivir, el señor Beauséant dejaba siempre solos a su mujer y al portugués apenas los había instalado. El señor de Ajuda iba a casarse. La prometida era la señorita Rochefide. Entre la alta sociedad una sola persona ignoraba este casamiento: era la señora de Beauséant. Algunas de sus amigas le habían hablado vagamente. Ella lo tomaba a risa, creyendo que la querían turbar, celosas, su felicidad. Sin embargo, iban a ir pronto las amonestaciones. Aunque había venido a notificar a la vizcondesa este matrimonio, el guapo del portugués no había osado todavía decir una palabra. ¿Por qué? Nada es más difícil, sin duda, que notificar a una mujer un ultimátum parecido. Algunos hombres se encuentran más tranquilos en el terreno del honor, delante de un hombre que les apunta al corazón con una espada, que delante de una mujer que, después de haber plañido sus elegías durante dos horas, se desvanece y pide sales a oler. El señor de AjudaPinto estaba, por tanto, en este momento sobre alfileres y sólo [378] deseaba irse, diciéndose que la señora de Beauséant llegaría a saberlo y que la escribiría porque siempre sería más cómodo tratar por escrito sobre aquel asesinato galante que de palabra. Así que cuando el criado anunció al señor Eugéne de Rastignac, hizo estremecerse de gozo al marqués de Ajuda-Pinto. Porque, sabedlo, una mujer enamorada es mas ingeniosa For three years past her name had been spoken of in connection with that of one of the most wealthy and distinguished Portuguese nobles, the Marquis d’Ajuda-Pinto. It was one of those innocent liaisons which possess so much charm for the two thus attached to each other that they find the presence of a third person intolerable. The Vicomte de Beauseant, therefore, had himself set an example to the rest of the world by respecting, with as good a grace as might be, this morganatic union. Any one who came to call on the Vicomtesse in the early days of this friendship was sure to find the Marquis d’Ajuda-Pinto there. As, under the circumstances, Mme. de Beauseant could not very well shut her door against these visitors, she gave them such a cold reception, and showed so much interest in the study of the ceiling, that no one could fail to understand how much he bored her; and when it became known in Paris that Mme. de Beauseant was bored by callers between two and four o’clock, she was left in perfect solitude during that interval. She went to the Bouffons or to the Opera with M. de Beauseant and M. d’Ajuda-Pinto; and M. de Beauseant, like a well-bred man of the world, always left his wife and the Portuguese as soon as he had installed them. But M. d’Ajuda-Pinto must marry, and a Mlle. de Rochefide was the young lady. In the whole fashionable world there was but one person who as yet knew nothing of the arrangement, and that was Mme. de Beauseant. Some of her friends had hinted at the possibility, and she had laughed at them, believing that envy had prompted those ladies to try to make mischief. And now, though the bans were about to be published, and although the handsome Portuguese had come that day to break the news to the Vicomtesse, he had not found courage as yet to say one word about his treachery. How was it? Nothing is doubtless more difficult than the notification of an ultimatum of this kind. There are men who feel more at their ease when they stand up before another man who threatens their lives with sword or pistol than in the presence of a woman who, after two hours of lamentations and reproaches, falls into a dead swoon and requires salts. At this moment, therefore, M. d’Ajuda-Pinto was on thorns, and anxious to take his leave. He told himself that in some way or other the news would reach Mme. de Beauseant; he would write, it would be much better to do it by letter, and not to utter the words that should stab her to the heart. So when the servant announced M. Eugene de Rastignac, the Marquis d’Ajuda-Pinto trembled with joy. To be sure, a loving woman shows even more ingenuity in inventing doubts of her lover 58 Balzac’s Goriot tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia tr. Ellen Marriage plus ingénieuse à se créer des doutes qu’elle n’est habile à varier le plaisir. Quand elle est sur le point d’être quittée, elle devine plus rapidement le sens d’un geste que le coursier de Virgile ne flaire les lointains corpuscules qui lui annoncent l’amour. Aussi comptez que madame de Beauséant surprit ce tressaillement involontaire, léger, mais naïvement épouvantable. Eugène ignorait qu’on ne doit jamais se présenter chez qui que ce soit à Paris sans s’être fait conter par les amis de la maison l’histoire du mari, celle de la femme ou des enfants, afin de n’y commettre aucune de ces balourdises dont on dit pittoresquement en Pologne: Attelez cinq boeufs à votre char! sans doute pour vous tirer du mauvais pas où vous vous embourbez. Si ces malheurs de la conversation n’ont encore aucun nom en France, on les y suppose sans doute impossibles, par suite de l’énorme publicité qu’y obtiennent les médisances. Après s’être embourbé chez madame de Restaud, qui ne lui avait pas même laissé le temps d’atteler les cinq boeufs à son char, Eugène seul était capable de recommencer son métier de bouvier, en se présentant chez madame de Beauséant. Mais s’il avait horriblement gêné madame de Restaud et monsieur de Trailles, il tirait d’embarras monsieur d’Ajuda. es aún más ingeniosa para crearse du- para crearse dudas que hábil para camdas, que para variar el placer. Cuando biar de placer. Cuando está a punto de va a ser abandonada, adivina más rá- ser abandonada adivina con mayor rapidamente el sentido de un gesto de lo pidez el sentido de un gesto que con que el corcel de Virgilio huele los le- la que el corcel de Virgilio venteaba janos corpúsculos que le anuncian el los lejanos corpúsculos que le anunamor. Así pues, tengan por [129] segu- ciaban el amor. Así la señora de ro, que la señora de Beauseant sorpren- Beauséant sorprendió aquel estremedió ese respingo involuntario, ligero, cimiento involuntario, ligero, pero X inocentemente espantoso. pero inocentemente espantoso. Eugenio ignoraba, que uno no se pue- Eugéne ignoraba que nadie debe jamás de plantar en casa de nadie, en París, presentarse en ninguna casa, en París, sin hacer que los amigos le cuenten pri- sin haberse antes informado por los amimero, la historia del marido, la de la gos de la casa de la historia del marido, mujer y la de los hijos, para no come- la de la mujer y los hijos, con el fin de ter allí, ninguna de esas meteduras, de no cometer ninguna de esas patochadas las que dicen pintorescamente el Po- de las que se dice pintorescamente en lonia: ¡Enganche cinco bueyes a su ca- Polonia: ¡Enganche usted cinco buerreta!, sin duda para sacarle del mal paso yes a su carro!; sin duda, para que os en que se ha empantanado. Si esos con- saque del atolladero. Si esas desgratratiempos de la conversación, no tienen cias de la conversación no tienen totodavía nombre en Francia, seguro que es davía en Francia un nombre, es que, porque los suponen imposibles allí, debi- sin duda, se las supone imposibles do a la enorme publicidad que encuentran, por la enorme publicidad que tiene enseguida, las maledicencias. Después de la maledicencia. Después de haberse haberse empantanado en casa de la se- atascado en casa de la señora de ñora de Restaud, que ni siquiera le había Restaud, sin que ni siquiera le hudado tiempo para enganchar cinco bue- biera dado tiempo para enganchar yes a su carro, sólo Eugenio era capaz de los cinco bueyes a su carro, solavolver a las andadas con su oficio de bo- mente Eugéne era capaz de volver yero, presentándose en casa de la señora a las andadas. Pero si había molesde Beauseant. Pero, si había molestado tado horriblemente a la señora de horriblemente a la señora dé Restaud, y Restaud y al señor de Trailles, en al señor de Trailles, sacaba del atolladero cambio aquí sacaba de un apuro al al señor d’Adjuda. señor de Ajuda. than in varying the monotony of his happiness; and when she is about to be forsaken, she instinctively interprets every gesture as rapidly as Virgil’s courser detected the presence of his companion by snuffing the breeze. It was impossible, therefore, that Mme. de Beauseant should not detect that involuntary thrill of satisfaction; slight though it was, it was appalling in its artlessness. Eugene had yet to learn that no one in Paris should present himself in any house without first making himself acquainted with the whole history of its owner, and of its owner’s wife and family, so that he may avoid making any of the terrible blunders which in Poland draw forth the picturesque exclamation, “Harness five bullocks to your cart!” probably because you will need them all to pull you out of the quagmire* into which a false step has plunged you. If, down to the present day, our language has no name for these conversational disasters, it is probably because they are believed to be impossible, the publicity given in Paris to every scandal is so prodigious. After the awkward incident at Mme. de Restaud’s, no one but Eugene could have reappeared in his character of bullock-driver in Mme. de Beauseant’s drawing-room. But if Mme. de Restaud and M. de Trailles had found him horribly in the way, M. d’Ajuda hailed his coming with relief. — Adieu, dit le Portugais en s’empressant de gagner la porte quand Eugène entra dans un petit salon coquet, gris et rose, où le luxe semblait n’être que de l’élégance. —Adiós —dijo el portugués, apresurándose a ganar la puerta, cuando Eugenio entró, en un coqueto saloncito, gris y rosa, donde el lujo no parecía sino elegancia. —Adiós —dijo el portugués, apresurándose a ganar la puerta, cuando Eugéne entró en un saloncito coquetón, gris y rosa, en el que el lujo era sencillamente elegancia. “Good-bye,” said the Portuguese, hurrying to the door, as Eugene made his entrance into a dainty little pink-and-gray drawingroom, where luxury seemed nothing more than good taste. — Mais à ce soir, dit madame de Beauséant en retournant la tête et jetant un regard au marquis. N’allonsnous pas aux Bouffons? —Bueno, pero hasta la noche —dijo la señora de Beauseant volviendo la cabeza y lanzando una mirada al marqués—. ¿No vamos a ir a los Bouffons? “Until this evening,” said Mme. de Beauseant, turning her head to give the Marquis a glance. “We are going to the Bouffons, are we not?” — Je ne le puis, dit-il en prenant le bouton de la porte. —¡No puedo! —dijo cogiendo el pomo de la puerta. —Pero qué —dijo la señora de Beauséant, volviendo la cabeza—, ¿no vamos esta noche a los Bufos? [379] —No puedo —respondió él, cogiendo el pestillo de la puerta. Madame de Beauséant se leva, le rappela près d’elle, sans faire la moindre attention à Eugène, qui, debout, étourdi par les scintillements d’une richesse merveilleuse, croyait à la réalité des contes arabes, et ne savait où se fourrer en se trouvant en présence de cette femme sans être remarqué par elle. La vicomtesse avait levé l’index de sa main droite, et par un joli mouvement désignait au marquis une place devant elle. Il y eut dans ce geste un si violent despotisme de passion que le marquis laissa le bouton de la porte et vint. Eugène le regarda non sans envie. La señora de Beauseant, se levantó y lo llamó junto a ella, sin hacerle el menor caso a Eugenio, quien, de pie, aturdido por los destellos de una riqueza maravillosa, creía en la realidad de los cuentos árabes y no sabía donde meterse, al verse en la presencia de aquella mujer, sin que ella notase la suya. La vizcondesa había levantado el índice de la mano derecha y, con un lindo gesto, señalaba al marqués un sitio delante de ella. Hubo en aquel gesto, un despotismo tan violento de pasión, que el marqués, soltó el pomo de la puerta y acudió. Eugenio lo miró con envidia. La señora de Beauséant se levantó, le llamó a su lado sin hacer el menor caso de Eugéne que, de pie, deslumbrado por el centelleo de tan maravillosa riqueza, creía en la realidad de los cuentos árabes, no sabía dónde meterse, al encontrarse en presencia de esta mujer, para no ser visto por ella. La vizcondesa había levantado el índice de su mano derecha, y con un gracioso movimiento designaba al marqués un sitio frente a ella. Hubo en aquel gesto un tan violento despotismo pasional, que el marqués dejó el picaporte y volvió. Eugéne le miró, no sin envidia. Mme. de Beauseant rose and beckoned to him to return. She did not pay the slightest attention to Eugene, who stood there dazzled by the sparkling marvels around him; he began to think that this was some story out of the Arabian Nights made real, and did not know where to hide himself, when the woman before him seemed to be unconscious of his existence. The Vicomtesse had raised the forefinger of her right hand, and gracefully signed to the Marquis to seat himself beside her. The Marquis felt the imperious sway of passion in her gesture; he came back towards her. Eugene watched him, not without a feeling of envy. — Voilà, se dit-il, l’homme au coupé! Mais il faut donc avoir des «¡Con que éste es el hombre del cupé! Pero, ¿habrá que tener caba- —Éste es —se dijo— el hombre del cupé. ¿De modo que es indispensable te- “That is the owner of the brougham!” he said to himself. “But is it necessary to have * quagmire n.1 a soft boggy or marshy area that gives way underfoot. 2 a hazardous or awkward situation. 59 “I cannot go,” he said, with his fingers on the door handle. Balzac’s Goriot tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia tr. Ellen Marriage chevaux fringants, des livrées et de l’or à flots pour obtenir le regard d’une femme de Paris? Le démon du luxe le mordit au coeur, la fièvre du gain le prit, la soif de l’or lui sécha la gorge. Il avait cent trente francs pour son trimestre. Son père, sa mère, ses frères, ses soeurs, sa tante, ne dépensaient pas deux cents francs par mois, à eux tous. Cette rapide comparaison entre sa situation présente et le but auquel il fallait parvenir contribuèrent à le stupéfier. llos briosos, libreas y oro a raudales, para ganarse, en París, la mirada de una mujer?» El demonio del lujo le mordió el corazón, la fiebre del lucro, la sed de oro, le secaron la garganta. Tenía ciento treinta francos para cada trimestre. Su padre, su madre, sus hermanos, sus hermanas, su tía, no gastaban, ni doscientos francos al mes, entre todos. Esta rápida comparación entre su situación presente y la meta a la que tenía que llegar, contribuyó a dejarle estupefacto. [130] ner briosos caballos, cocheros de flamantes libreas y el dinero a chorros para obtener, en París, la mirada de una mujer? El demonio del lujo le había mordido en el corazón, y la liebre de la ganancia, la sed de oro le secó la garganta. Tenía ciento treinta francos por trimestre. Su padre, su madre, sus hermanos, sus hermanas, su tía no gastaban doscientos francos por mes entre todos. Esta rápida comparación entre su situación presente y el fin a que se proponía llegar contribuyó a aumentar su estupefacción. a pair of spirited horses, servants in livery, and torrents of gold to draw a glance from a woman here in Paris?” The demon of luxury gnawed at his heart, greed burned in his veins, his throat was parched with the thirst of gold. He had a hundred and thirty francs every quarter. His father, mother, brothers, sisters, and aunt did not spend two hundred francs a month among them. This swift comparison between his present condition and the aims he had in view helped to benumb his faculties. — Pourquoi, dit la vicomtesse en riant, ne pouvez-vous pas venir aux Italiens? —Por qué —dijo la vizcondesa riendo— no puede usted venir a los Italianos? —¿Por qué no puede usted venir esta noche a los Italianos? —preguntó riendo la vizcondesa al portugués. “Why not?” the Vicomtesse was saying, as she smiled at the Portuguese. “Why cannot you come to the Italiens?” — Des affaires! je dîne chez l’ambassadeur d’Angleterre. —¡Negocios! Esta noche ceno en casa del embajador de Inglaterra. —Asuntos... Ceno en casa del embajador de Inglaterra. “Affairs! I am to dine with the English Ambassador.” — Vous les quitterez. Quand un homme trompe, il est invinciblement forcé d’entasser mensonges sur mensonges. Monsieur d’A j u d a d i t a l o r s e n r i a n t : « Vous l’exigez?» — Oui, certes. —Puede usted dejarle después. —Pues, déjelos. Cuando un hombre engaña se ve invenciblemente obligado a amontonar mentiras sobre mentiras. El señor de Ajuda-Pinto dijo sonriente: —Si usted lo exige... Cuando un hombre miente, está irremediablemente obligado a amontonar mentiras y mentiras. El señor d’Adjuda dijo entonces riendo: —¿Me lo exige usted? —Sí, por supuesto. “Throw him over.” When a man once enters on a course of deception, he is compelled to add lie to lie. M. d’Ajuda therefore said, smiling, “Do you lay your commands on me?” “Yes, certainly.” — Voilà ce que je voulais me faire dire, répondit-il en jetant un de ces fins regards qui auraient rassuré toute autre femme. Il prit la main de la vicomtesse, la baisa et partit. —Eso es lo que yo quería oír —respondió él lanzándole una de esas miradas de inteligencia, que habría dado confianza a cualquier otra mujer. Tomó la mano de la vizcondesa, la besó y se fue. —Claro que sí. [380] —Era eso lo que yo quería oír — respondió Ajuda, mirándola de tal modo que cualquier otra mujer se hubiera tranquilizado. Tomó la mano de la vizcondesa, la besó y partió. Eugène passa la main dans ses cheveux et se tortilla pour saluer en croyant que madame de Beauséant allait penser à lui; tout à coup elle s’élance, se précipite dans la galerie, accourt à la fenêtre et regarde monsieur d’Ajuda pendant qu’il montait en voiture; elle prête l’oreille à l’ordre, et entend le chasseur répétant au cocher: «Chez monsieur de Rochefide.» Ces mots, et la manière dont d’Ajuda se plongea dans sa voiture, furent l’éclair et la foudre pour cette femme, qui revint en proie à de mortelles appréhensions. Les plus horribles catastrophes ne sont que cela dans le grand monde. La vicomtesse rentra dans sa chambre à coucher, se mit à sa table, et prit un joli papier. Eugenio se pasó la mano por los cabellos y se inclinó para saludar, creyendo que la señora de Beauseant se iba a acordar de él. De repente, ella echó a correr, se precipitó a la galería, se acercó a la ventana y miró al señor d’Adjuda mientras montaba en el coche; prestó atención a la orden y oyó al lacayo repitiendo al cochero: «A casa del señor de Rochefide.» Esas palabras y la manera con que d’Adjuda se hundió en el coche, fueron como el relámpago y el rayo para aquella mujer, que volvió, presa de mortales aprensiones. Las más horribles catástrofes, no son más que eso en el mundo. La vizcondesa volvió a entrar en su dormitorio, se sentó a la mesa y cogió un hermoso papel. Eugéne se pasó la mano por los cabellos y se dispuso a saludar, creyendo que la señora de Beauséant se acordaría de él, cuando vio que ella se lanzaba rápidamente a la galería, se asomaba a la ventana y miraba al señor de Ajuda mientras subía al coche. Después escuchó la orden y oyó al criado que decía al cochero: —A casa del señor de Rochefide. Estas palabras y la manera con que el señor de Ajuda se metió en el coche cayeron como un rayo sobre aquella mujer, llenándola de mortales angustias. Las mayores catástrofes son siempre así en el gran mundo. La vizcondesa entró en su habitación, se sentó frente a una mesa y escribió sobre un elegante papel: Eugene ran his fingers through his hair, and constrained himself to bow. He thought that now Mme. de Beauseant would give him her attention; but suddenly she sprang forward, rushed to a window in the gallery, and watched M. d’Ajuda step into his carriage; she listened to the order that he gave, and heard the Swiss repeat it to the coachman: “To M. de Rochefide’s house.” Those words, and the way in which M. d’Ajuda flung himself back in the carriage, were like a lightning flash and a thunderbolt for her; she walked back again with a deadly fear gnawing at her heart. The most terrible catastrophes only happen among the heights. The Vicomtesse went to her own room, sat down at a table, and took up a sheet of dainty notepaper. Du moment, écrivait-elle, où vous dînez chez les Rochefide, et non à l’ambassade anglaise, vous ne devez une explication, je vous attends. «Desde el momento —escribía ella— en que cena en casa de los Rochefide y no del embajador inglés me debe usted una explicación. Le espero.» «Puesto que cena usted en casa de los Rochefide, y no en la Embajada inglesa, me debe usted una explicación. Le espero.» “When, instead of dining with the English Ambassador,” she wrote, “you go to the Rochefides, you owe me an explanation, which I am waiting to hear.” Après avoir redressé quelques lettre s d é f i g u r é e s p a r l e t r e m b l e ment convulsif de sa main, elle mit un C qui voulait dire Claire de Bourgogne, et sonna. Después de haber corregido algunas letras, desfiguradas por el temblor convulsivo de su mano, puso una C, que significaba: Clara de Borgoña, y llamó. Después de haber raspado algunas letras, desfiguradas por el temblor convulsivo de la mano, firmó C., que quería decir «Claire de Borgoña», y llamó: She retraced several of the letters, for her hand was trembling so that they were indistinct; then she signed the note with an initial C for “Claire de Bourgogne,” and rang the bell. “That was what I wanted to have you say to me,” he answered, dissembling his feelings in a glance which would have reassured any other woman. He took the Vicomtesse’s hand, kissed it, and went. 3CD1 60 Balzac’s Goriot tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia tr. Ellen Marriage — Jacques, dit-elle à son valet de chambre qui vint aussitôt, vous irez à sept heures et demie chez monsieur de Rochefide, vous y demanderez le marquis d’Ajuda. Si monsieur le marquis y est, vous lui ferez parvenir ce billet sans demander de réponse; s’il n’y est pas, vous reviendrez et me rapporterez ma lettre. —Santiago —dijo a su ayuda de cámara que vino inmediatamente—. A las siete y media vaya a casa del señor de Rochefide. Pregunte allí por el señor d’Adjuda. Si el marqués está allí le hará usted llegar esta nota, sin esperar respuesta. Si no está, volverá y me devolverá mi carta. —Jacques —dijo a su ayuda de cámara, que vino inmediatamente—; irá usted a las siete y media a casa del señor Rochefide, y preguntará usted por el marqués de Ajuda. Si está el señor marqués le entregará usted esta carta, sin esperar respuesta, y si no está vuelve usted a traer la carta. “Jacques,” she said to the servant, w h o a p p e a r e d i m m e d i a t e l y, “ t a k e this note to M. de Rochefide’s house at half-past seven and ask for the Marquis d’Ajuda. If M. d’Ajuda is there, leave the note without waiting for an answer; if he is not there, bring the note back to me.” — Madame la vicomtesse a quelqu’un dans son salon. —Señora vizcondesa, tiene una persona en el salón. —Ala señora vizcondesa la espera un caballero en el salón. “Madame la Vicomtess, there is a visitor in the drawing-room.” — Ah! c’est vrai, dit-elle en poussant la porte. —¡Ah!, es verdad —dijo empujando la puerta. —¡Es verdad! —exclamó abriendo la puerta. “Ah! yes, of course,” she said, opening the door. Eugène commençait à se trouver très mal à l’aise, il aperçut enfin la vicomtesse qui lui dit d’un ton dont l’émotion lui remua les fibres du coeur: « P a r d o n , m o n s i e u r, j ’ a v a i s un mot à écrire, je suis maintenant tout à vous.» Elle ne savait ce qu’elle disait, car voici ce qu’elle pensait: « Ah! il veut épouser mademoiselle de Rochefide. Mais est-il donc libre? Ce soir ce mariage sera brisé, ou je... Mais il n’en sera plus question demain.» Eugenio, comenzaba a sentirse Eugéne empezaba a estar molesto. muy mal, vio por fin a la vizcondesa, En esto percibió a la condesa, que le que le dijo, con un tono de emoción dijo en un tono capaz de emocionar a que le removió las fibras del corazón: X cualquiera _______________: [381] —Perdón señor, tenía que —Perdóneme, caballero. Tenía que e s c r i b i r u n a s p a l a b r a s , a h o r a escribir dos palabras. Ahora estoy soy toda suya. completamente a su disposición. No sabía lo que decía, pero lo que penNo sabía lo que decía porque lo que estaba pensando era esto: [132] « ¡Ah!, saba era esto: «¡Ah, de manera que quiere quiere casarse con la señorita de casar con la señorita Rochefide! Pero ¿es Rochefide. ¿Pero es que está libre? Esta que se cree libre? Esta misma noche se noche esa boda estará rota, o yo... Pero romperá ese matrimonio, o yo... Mañana no habrá ya nada de eso.» mañana ya no se hablará de ello.» Eugene was beginning to feel very uncomfortable, but at last the Vicomtesse appeared; she spoke to him, and the tremulous tones of her voice vibrated through his heart. “ P a r d o n m e , m o n s i e u r, ” s h e said; “I had a letter to write. N o w I a m q u i t e a t l i b e r t y. ” She scarcely knew what she was saying, for even as she spoke she thought, “Ah! he means to marry Mlle. de Rochefide? But is he still free? This evening the marriage shall be broken off, or else . . . But before to-morrow I shall know.” — Ma cousine... répondit Eugène. —Prima... —respondió Eugenio. —Prima... —respondió Eugéne. “Cousin . . .” the student replied. — Hein? fit la vicomtesse en lui jetant un regard dont l’impertinence glaça l’étudiant. Eugène comprit ce hein. Depuis trois heures il avait appris tant de choses, qu’il s’était mis sur le qui-vive. —¿Cómo? —dijo la vizcondesa, lanzándole una mirada cuya impertinencia dejó helado al estudiante. Eugenio comprendió ese «cómo». Desde hacía tres horas, había aprendido tantas cosas, que se había puesto en guardia. —¿Hein? —carraspeó la vizcondesa, lanzando una mirada al estudiante que le dejó helado. Eugéne comprendió aquel hein? Había aprendido tantas cosas desde hacía tres horas, que estaba sobre aviso. “Eh?” said the Countess, with an insolent glance that sent a cold shudder through Eugene; he understood what that “Eh?” meant; he had learned a great deal in three hours, and his wits were on the alert. He reddened: — Madame, reprit-il en rougissant. Il hésita, puis il dit en continuant: Pardonnez-moi; j’ai besoin de tant de protection qu’un bout de parenté n’aurait rien gâté. —Señora —volvió a hablar enrojeciendo. Dudó, y después continuó diciendo—: Perdóneme; tengo tanta necesidad de protecc i ó n, que un poquito de parentesco, no me habría venido mal. —Señora... —respondió ruborizado. Dudó un momento, pero continuó así: —Perdone usted, señora; pero tengo una tal necesidad de protección, que un cabo de parentesco no hubiera venido mal. “Madame . . .” he began; he hesitated a moment, and then went on. “Pardon me; I am in such need of protection that the nearest scrap of relationship could do me no harm .” Madame de Beauséant sourit, mais tristement: elle sentait déjà le malheur qui grondait dans son atmosphère. La señora de Beauseant sonrió, pero tristemente. Sentía la desgracia que se cernía en su ambiente. La señora de Beauséant sonrió, pero tristemente. Sentía ya rondarle la desgracia. Mme. de Beauseant smiled but there was sadness in her smile; even now she felt forebodings of the coming pain, the air she breathed was heavy with the storm that was about to burst. — Si vous connaissiez la situation dans laquelle se trouve ma famille, dit-il en continuant, vous aimeriez à jouer le rôle d’une de ces fées fabuleuses qui se plaisaient à dissiper les obstacles autour de leurs filleuls. —Si conociera usted la situación en que se encuentra mi familia — continuó diciendo— le gustaría hacer el papel de una de esas hadas fabulosas, que se complacían en eliminar los obstáculos, alrededor de sus ahijados. —Si usted supiera la situación en que se encuentra mi familia — continuó—, usted sentiría un gran placer en hacer de una de esas hadas bienhechoras que se complacen en disipar los obstáculos en torno a sus protegidos. “If you knew how my family are situated,” he went on, “you would love to play the part of a beneficent fairy godm o t her who graciously clears the obstacles from the path of her protege.” — Eh bien! mon cousin, dit-elle en X —Y bien, primio mío —dijo ella riant, à quoi puis-je vous être bonne? riendo—. ¿En qué puedo servirle? —Pues bien, querido primo —dijo riendo—, ¿en qué puedo serle útil? “Well, cousin,” she said, laughing, “and how can I be of service to you?” — Mais le sais-je? Vous appartenir par un lien de parenté qui se perd dans l’ombre est déjà toute une fortune. Vous m’avez troublé, je ne sais plus ce que je venais vous dire. Vous êtes la seule personne que je connaisse à Paris. Ah! je voulais vous consulter en vous deman- —¿Lo sé acaso? Sólo estar unido a usted por un lazo de parentesco, que se pierde ya en las sombras, es una fortuna. Me ha turbado usted; ya no sé a qué venía. Usted es la única persona que conozco en París. ¡Ah! Yo quería ofrecerme a us- “But do I know even that? I am distantly related to you, and this obscure and remote relationship is even now a perfect godsend to me. You have confused my ideas; I cannot remember the things that I meant to say to you. I know no one else here in Paris. . . . Ah! if I could only ask you to counsel me, —¿Acaso lo sé yo? Pertenecerle por un vínculo de parentesco que se pierde en la sombra, es ya toda una suerte. Me ha turbado usted. Ya no sé qué más decirle. Es la única persona que conozco en París. ¡Ah!, yo quería consultarle y pedirle que me 61 Balzac’s Goriot tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia dant de m’accepter comme un pauvre enfant qui désire se coudre à votre jupe, et qui saurait mourir pour vous. aceptase, como un pobre niño que desea coserse a sus faldas, y que sabría morir por vos. ted como un pobre niño que desea coserse a su falda y que sabrá morir por usted. — Vous tueriez quelqu’un pour moi? —¿Sería capaz de matar una persona por mí? —¿Usted mataría a uno por mí? tr. Ellen Marriage ask you to look upon me as a poor child who would fain cling to the hem of your dress, who would lay down his life for you.” “Would you kill a man for me?” —No a uno, a dos—saltó Eugéne. [382] —¡Niño! Sí, usted es un niño — dijo ella, reprimiendo algunas lágrimas—. ¡Usted amaría sinceramente, muy sinceramente! “You, child. Yes, you are a child,” she said, keeping back the tears that came to her eyes; “you would love sincerely.” —¡Oh! —exclamó Eugéne, bajando la cabeza. “Oh!” he cried, flinging up his head. La vizcondesa se interesó vivaLa vicomtesse s’intéressa vivement à l’étudiant pour une réponse mente por el estudiante, por su resd ’ a m b i t i e u x . L e m é r i d i o n a l e n puesta de ambicioso. El meridional était à son premier calcul. Entre estaba echando sus primeras cuenle boudoir bleu de madame de X tas. Entre el vestidor azul de la seRestaud et le salon rose de ma- ñora de Restaud y el salón rosa de dame de Beauséant, il avait fait la señora de Beauseant, había hetrois années de ce Droit parisien c h o t r e s a ñ o s d e e s e d e r e c h o dont on ne parle pas, quoiqu’il parisino del que no se habla, aunconstitue une haute jurisprudence q u e c o n s t i t u y e u n a a l t a j u r i s p r u sociale qui, bien apprise et bien dencia social que, bien aprendida y pratiquée, mène à tout. X bien practicada, lleva a todo. La vizcondesa se interesó vivamente por el estudiante por una respuesta de ambicioso que le dio. El meridional comenzaba sus cálculos ambiciosos. Entre el tocador azul de la señora de Restaud y el salón rosa de la señora de Beauséant había cursado tres años de ese derecho parisiense, del que no se habla, aunque constituye una alta jurisprudencia que, bien aprendida y bien practicada, todo lo consigue. The audacity of the student’s answer interested the Vicomtesse in him. The southern brain was beginning to scheme for the first time. Between Mme. de Restaud’s blue boudoir and Mme. de Beauseant’s rose-colored drawing-room he had made a three years’ advance in a kind of law which is not a recognized study in Paris, although it is a sort of higher jurisprudence, and, when well understood, is a highroad to success of every kind. Ah! j’y suis, dit Eugène. J’avais remarqué madame de Restaud à votre bal, je suis allé ce matin chez elle. —¡Ah!, ya recuerdo —dijo Eugenio—, me había fijado en la señora de Restaud en el baile de usted, esta mañana he ido a verla. —¡Ah!, comprendo —dijo Eugéne—. Yo me había fijado en la señora de Restaud en vuestro baile. He ido esta mañana a su casa. “Ah! that is what I meant to say!” said Eugene. “I met Mme. de Restaud at your ball, and this morning I went to see her. — Vous avez dû bien la gêner, dit en souriant madame de Beauséant. —Le habrá molestado mucho —dijo sonriendo la señora de Beauseant. —La ha debido usted fastidiar de lo lindo —dijo sonriendo la señora de Beauséant. “You must have been very much in the way,” said Mme. de Beauseant, smiling as she spoke. —¡Oh, sí! Soy un ignorante, — Eh! oui, je suis un ignorant qui mettra contre lui tout le monde, q u e s e v a a p o n e r a t o d o s e n si vous me refusez votre secours. c o n t r a , s i u s t e d m e n i e g a s u Je crois qu’il est fort difficile d e a y u d a . C r e o q u e e s m u y d i f í c i l , rencontrer à Paris une femme e n P a r í s , e n c o n t r a r u n a m u j e r j e u n e , b e l l e , r i c h e , é l é g a n t e X j o v e n , g u a p a , ______ e l e g a n t e , qui soit inoccupée, et il m’en faut que no esté ya comprometida, [133] une qui m’apprenne ce que, vous y yo necesito una, que me enseñe lo autres femmes, vous savez si bien que ustedes las mujeres saben expliexpliquer: la vie. Je trouverai par- car tan bien: la vida. En todas partes tout un monsieur de Trailles. je ve- me encontraré un Máximo de Trailles. nais donc à vous pour vous deman- Yo v e n í a p u e s , a p e d i r l e q u e m e der le mot d’une énigme, et vous d e s e n t r a ñ a r a u n e n i g m a , y r o g a r prier de me dire de quelle nature l e q u e m e d i j e r a q u é c l a s e d e est la sottise que j’y ai faite. J’ai t o n t e r í a h e h e c h o , a l h a b l a r d e parlé d’un père... un tío... —¡Eh!, sí; soy un pobre ignorante, que conseguirá malquistarse con todo el mundo si usted me rehúsa su apoyo. Me parece muy difícil encontrar en París una mujer joven, hermosa, rica, elegante, que no sea cortejada, y me hace falta una que me enseñe lo que ustedes las mujeres saben tan bien explicar: la vida. En todas partes tropezaré con un señor de Trailles. Por eso acudo a usted a preguntarle la palabra mágica que descifre un enigma, y que me diga de qué naturaleza es la tontería que he cometido. He hablado de un papá... “Yes, indeed. I am a novice, and my blunders will set every one against me, if you do not give me your counsel. I believe that in Paris it is very difficult to meet with a young, beautiful, and wealthy woman of fashion who would be willing to teach me, what you women can explain so well—life. I shall find a M. de Trailles everywhere. So I have come to you to ask you to give me a key to a puzzle, to entreat you to tell me what sort of blunder I made this morning. I mentioned an old man—” — Madame la duchesse de Langeais, dit Jacques en coupant la parole à l’étudiant, qui fit le geste d’un homme violemment contrarié. —La señora duquesa de Langeais — dijo Santiago, cortándole la palabra al estudiante, que hizo un gesto de hombre violentamente contrariado. —La señora duquesa de Langeais —dijo Jacques cortando la palabra al estudiante, que hizo un gesto de hombre vivamente contrariado. “Madame la Duchess de Langeais,” Jacques cut the student short; Eugene gave expression to his intense annoyance by a gesture. — Si vous voulez réussir, dit la vicomtesse à voix basse, d’abord ne soyez pas aussi démonstratif. —Si quiere usted triunfar —dijo la vizcondesa, en voz baja—, lo primero: no sea tan demostrativo. —Lo primero, si quiere usted triunfar —dijo la condesa en voz baja—, no haga usted esas demostraciones delatoras. “If you mean to succeed,” said the Vicomtesse in a low voice, “in the first place you must not be so demonstrative.” — Eh! bonjour, ma chère, repritelle en se levant et allant au-devant de la duchesse dont elle pressa les mains avec l’effusion caressante qu’elle aurait pu montrer pour une soeur et à laquelle la duchesse répondit par les plus jolies câlineries. —¡Hola! Buenos días querida — dijo levantándose y yendo al encuentro de la duquesa, cuyas manos estrechó, con la efusión cariñosa que hubiera podido mostrar por una hermana y a la que la duquesa respondió, con los más deliciosos mimos. —¡Eh! Buenos días, querida —continuó la condesa levantándose y dirigiéndose hacia la duquesa, a quien cogió [383] ambas manos con la afección acariciadora que hubiera podido mostrar a una hermana, a lo que respondió la duquesa con los más amables mimos. “Ah! good morning, dear,” she continued, and rising and crossing the room, she grasped the Duchess’ hands as affectionately as if they had been sisters; the Duchess responded in the prettiest and most gracious way. — J’en tuerais deux, dit Eugène. — Enfant! Oui, vous êtes un enfant, dit-elle en réprimant quelques larmes; vous aimeriez sincèrement, vous! — Oh! fit-il en hochant la tête. —Mataría incluso dos —dijo Eugenio. —¡Chiquillo! Sí, es un niño; usted amaría sinceramente. —¡Oh! —dijo bajando la cabeza. 62 “Two,” said Eugene. Balzac’s Goriot tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia tr. Ellen Marriage — Voilà deux bonnes amies, se dit Rastignac. J’aurai dès lors deux protectrices; ces deux femmes doivent avoir les mêmes affections, et celleci s’intéressera sans doute à moi. «Estas son dos amigas —se dijo Rastignac— Desde ahora tendré dos protectoras; estas dos mujeres deben tener los mismos afectos, y esta otra se interesará, sin duda, por mí.» —Son dos buenas amigas —se dijo Rastignac—. Tendré, por tanto, dos protectoras. Estas mujeres deben tener los mismos afectos, y esta otra se interesará, seguramente, por mí. “Two intimate friends!” said Rastignac to himself. “Henceforward I shall have two protectresses; those two women are great friends, no doubt, and this newcomer will doubtless interest herself in her friend’s cousin.” — A quelle heureuse pensée doisje le bonheur de te voir, ma chère Antoinette? dit madame de Beauséant. —¿A qué feliz pensamiento debo la dicha de verte, querida Antonieta? —dijo la señora de Beauseant. —¿A qué feliz casualidad debo el placer de verla, mi querida Antoinette? —dijo la señora de Beauséant. “To what happy inspiration do I owe this piece of good fortune, dear Antoinette?” asked Mme. de Beauseant. — Mais j’ai vu monsieur d’Ajuda-Pinto entrant chez monsieur de Rochefide, et j’ai pensé qu’alors vous étiez seule. —Pues, he visto al señor d’ Adjuda-Pinto, entrando en casa del señor de Rochefide y creí que estarías sola. —Como he visto entrar al señor de Ajuda-Pinto en casa del señor de Rochefide, he supuesto que estaría usted sola. “Well, I saw M. d’Ajuda-Pinto at M. de Rochefide’s door, so I thought that if I came I should find you alone.” Madame de Beauséant ne se pinça point les lèvres, elle ne rougit pas, son regard resta le même, son front parut s’éclaircir pendant que la duchesse prononçait ces fatales paroles. La señora de Beauseant no se mordió los labios, no se puso colorada, su mirada siguió igual, su frente pareció iluminarse, mientras la duquesa pronunciaba las fatalas palabras. La señora de Beauséant no se mordió los labios ni se ruborizó. Su mirada permaneció imperturbable. Su frente pareció aclararse mientras la duquesa pronunciaba esas fatídicas palabras. Mme. de Beauseant’s mouth did not tighten, her color did not rise, her expression did not alter, or rather, her brow seemed to clear as the Duchess uttered those deadly words. — Si j’avais su que vous fussiez occupée... ajouta la duchesse en se tournant vers Eugène. —Si hubiera sabido que estaba usted ocupada... —añadió la duquesa, volviéndose hacia Eugenio. —Si hubiera sabido que estaba usted ocupada... —añadió la duquesa volviéndose hacia Eugéne. “If I had known that you were engaged—” the speaker added, glancing at Eugene. — Monsieur est monsieur Eugène de Rastignac, un de mes cousins, dit la vicomtesse. Avez-vous des nouvelles du général Montriveau? fit-elle. Sérisy m’a dit hier qu’on ne le voyait plus, l’avez-vous eu chez vous aujourd’hui? —El caballero es el señor de Rastignac, uno de mis primos — d i j o l a v i z c o n d e s a — . ¿ Ti e n e u s ted noticias del General Montriveau? Serizy me dijo ayer que no se le ve, ¿lo ha tenido hoy en su casa? —Este caballero es el señor Eugéne de Rastignac, primo mío — dijo la vizcondesa—. ¿Tiene usted noticias del general de Montriveau? —preguntó—. Sérizy me dijo ayer que ya no se le veía. ¿Ha estado hoy en su casa? “This gentleman is M. Eugene de Rastignac, one of my cousins,” said the Vicomtesse. “Have you any news of General de Montriveau?” she continued. “Serizy told me yesterday that he never goes anywhere now; has he been to see you to-day?” La duchesse, qui passait pour être abandonnée par monsieur de Montriveau, de qui elle était éperdument éprise, sentit au coeur la pointe de cette question, et rougit en répondant: La duquesa, que pasaba por estar abandonada por el general de Montriveau, de quien estaba perdidamente enamorada, sintió clavársele en el corazón aquella pregunta y respondió enrojeciendo: La duquesa, que según se decía, había sido abandonada por el señor de Montriveau, de quien estaba perdidamente enamorada, sintió en el corazón el pinchazo de esta pregunta y se ruborizó al responder: It was believed that the Duchess was desperately in love with M. de Montriveau, and that he was a faithless lover; she felt the question in her very heart, and her face flushed as she answered: - Il était hier à l’Elysée. —Ayer estaba en el Elíseo. —Ayer estaba en el Elíseo. “He was at the Elysee yesterday.” — De service, dit madame de Beauséant. —De servicio —dijo la señora de Beauseant. — Clara, vous savez sans doute, reprit la duchesse en jetant des flots de malignité par ses regards, que demain les bans de monsieur d’AjudaPinto et de mademoiselle de Rochefide se publient? —Clara, sin duda sabe usted — —Claire, ¿sabe usted que mañana prosiguió la condesa, lanzando olea- se anunciará oficialmente el casadas de malevolencia—, que mañana miento del señor del señor Ajuda-Pinse publican las amonestaciones del X to y de la señorita Rochefide? —reseñor d’Adjuda-Pinto y la señorita de puso, aunque hablara en tono interrogativo, la duquesa.* Rochefide. * sintaxis muy cambiada X “Claire,” returned the Duchess, and hatred overflowed in the glances she threw at Mme. de Beauseant; “of course you know that M. d’Ajuda-Pinto is going to marry Mlle. de Rochefide; the bans will be published to-morrow.” Ce coup était trop violent, la vicomtesse pâlit et répondit en riant:Un de ces bruits dont s’amusent les sots. Pourquoi monsieur d’Ajuda porterait-il chez les Rochefide un des plus beaux noms du Portugal? Les Rochefide sont des gens anoblis d’hier. El golpe era demasiado violento, la vizcondesa palideció y respondió riendo: —Uno de esos rumores absurdos con que se divierten los tontos. Por qué iba a llevar el señor d’Adjuda uno de los más grandes [134] nombres de Portugal a casa del señor de Rochefide? Los Rochefide hace cuatro días que son nobles. ¡El golpe fue demasiado violento! La vizcondesa palideció y respondió riendo; [384] —Un simple runruneo para que se diviertan los tontos. ¿Qué razón hay para que el señor de Ajuda-Pinto dé su nombre, uno de los más nobles de Portugal, a la familia de los Rochefide? Los Rochefide son nobles de ayer. This thrust was too cruel; the Vicomtesse’s face grew white, but she answered, laughing, “One of those rumors that fools amuse themselves with. What should induce M. d’Ajuda to take one of the noblest names in Portugal to the Rochefides? The Rochefides were only ennobled yesterday.” — Mais Berthe réunira, dit-on, deux cent mille livres de rente. —Pero Berta reunirá —según dicen— doscientas mil libras de renta. —Pero, Berthe tiene, según dicen, doscientas mil libras de renta. “But Bertha will have two hundred thousand livres a year, they say.” — Monsieur d’Ajuda est trop riche pour faire de ces calculs. —El señor d’Adjuda es demasiado rico para hacer semejantes cálculos. —El señor de Ajuda es demasiado rico para hacer esos cálculos. “M. d’Ajuda is too wealthy to marry for money.” — Mais, ma chère, mademoiselle —Pero, querida, la señorita de —Pero, querida mía, la señorita “But, my dear, Mlle. de Rochefide is —¿De servicio? —preguntó la señora de Beauséant. 63 “In attendance?” Balzac’s Goriot de Rochefide est charmante. — Ah! tr. de M. Gutiérrez Rochefide es encantadora. —¡Ah! tr. de J. Zuazagpoitia X Rochefide es encantadora. ¡Ah! X ______________ tr. Ellen Marriage a charming girl.” “Indeed?” — Enfin il y dîne aujourd’hui, les conditions sont arrêtées. Vous m’étonnez étrangement d’être si peu instruite. —En fin, él come en su casa hoy. Las condiciones han sido pactadas. Me asombra mucho que esté tan mal enterada. —En fin: él come en su casa hoy. Las condiciones están ultimadas. Me extraña mucho que esté usted tan mal informada. “And, as a matter of fact, he is dining with them to-day; the thing is settled. It is very surprising to me that you should know so little about it.” Quelle sottise avez-vous donc faite, monsieur? dit madame de Beauséant. Ce pauvre enfant est si nouvellement jeté dans le monde, qu’il ne comprend rien, ma chère Antoinette, à ce que nous disons. Soyez bonne pour lui, remettons à causer de cela demain. Demain, voyez-vous, tout sera sans doute officiel, et vous pourrez être officieuse à coup sûr. —Pero, ¿qué tontería ha cometido usted señor? —dijo la señora de Beauseant—. Este joven es tan recién llegado a este mundo, que no comprende nada de lo que decimos, querida Antonieta. Sea buena con él, hablaremos de esto m a ñ a n a . M a ñ a n a . Ya v e , t o d o será, sin duda, oficial y podrá ser oficiosa sobre seguro. —¿Qué disparate es el que ha cometido usted? —dijo la señora de Beauséant a Eugéne—. Este pobre chico hace tan poco que ha entrado en el mundo, que no comprende nada, querida Antoinette, de lo que decimos. Sea buena para él. Mañana volveremos a hablar de eso. Mañana, ya ve usted, todo será oficial, y usted podrá ser oficiosa para conmigo con datos seguros. Mme. de Beauseant turned to Rastignac. “What was the blunder that you made, monsieur?” she asked. “The poor boy is only just launched into the world, Antoinette, so that he understands nothing of all this that we are speaking of. Be merciful to him, and let us finish our talk to-morrow. Everything will be announced to-morrow, you know, and your kind informal communication can be accompanied by official confirmation.” La duchesse tourna sur Eugène un de ces regards impertinents qui enveloppent un homme des pieds à la tête, l’aplatissent, et le mettent à l’état de zéro. La duquesa volvió sobre Eugenio una de esas miradas impertinentes, que envuelven a un hombre de los pies a la cabeza, lo aplastan y lo dejan reducido a un cero total. La duquesa volvió la vista hacia Eugéne y le lanzó una de esas miradas que envuelven a un hombre de los pies a la cabeza, le aplastan y le anonadan. The Duchess gave Eugene one of those insolent glances that measure a man from head to foot, and leave him crushed and annihilated. — Madame, j’ai, sans le savoir, plongé un poignard dans le coeur de madame de Restaud. Sans le savoir, voilà ma faute, dit l’étudiant que son génie avait assez bien servi et qui avait découvert les mordantes épigrammes cachées sous les phrases affectueuses de ces deux femmes. Vous continuez à voir, et vous craignez peut-être les gens qui sont dans le secret du mal qu’ils vous font, tandis que celui qui blesse en ignorant la profondeur de sa blessure est regardé comme un sot, un maladroit qui ne sait profiter de rien, et chacun le méprise. —Señora, sin darme cuenta, he clavado un puñal en el corazón de la señora de Restaud. Sin saber, ésa es mi falta —dijo el estudiante, cuyo ingenio había sido bien servido y que había sabido descubrir los mordaces epigramas, ocultos bajo las frases afectuosas de las dos mujeres—. Todos miran y acaso temen a los que les hacen daño a sabiendas, mientras que el que hiere, sin querer, sin conocer la profundidad de la herida, es mirado como un idiota, como un torpe, que no sabe aprovecharse de nada. Todos lo desprecian. X —Señora: he hundido, sin saberlo, un puñal en el corazón de la señora de Restaud. Sin saberlo, y ésta es la falta —dijo el estudiante, cuya agudeza había descubierto los mordaces epigramas ocultos bajo las frases afectuosas de aquellas dos mujeres—. Porque si se teme a las gentes que hieren a sabiendas, al que hiere sin conocer el alcance de lo que hace se le mira como a un tonto, un desgraciado que no se aprovecha de nada, y ______ s e l e d e s p r e c i a . “Madame, I have unwittingly plunged a dagger into Mme. de Restaud’s heart; unwittingly—therein lies my offence,” said the student of law, whose keen brain had served him sufficiently well, for he had detected the biting epigrams that lurked beneath this friendly talk. “You continue to receive, possibly you fear, those who know the amount of pain that they deliberately inflict; but a clumsy blunderer who has no idea how deeply he wounds is looked upon as a fool who does not know how to make use of his opportunities, and every one despises him.” Madame de Beauséant jeta s u r l ’ é t u d i a n t u n d e c e s r e g a r ds fondants où les grandes âmes savent mettre tout à la fois de la reconnaissance et de la dignité. Ce regard fut comme un baume qui calma la plaie que venait de faire au coeur de l’étudiant le coup d’oeil d’huissier-priseur par lequel la duchesse l’avait évalué. La señora de Beauseant, proyectó sobre el estudiante, una de esas miradas fundentes, en las que, las grandes almas, saben poner juntamente, agradecimiento y dignidad. Esa mirada fue como un bálsamo que calmó la llaga que acababa de abrir en el corazón del estudiante, la ojeada de ave de presa, con la que la duquesa, le había evaluado. La señora de Beauséant lanzó sobre el estudiante una de esas miradas definitivas en las que las grandes almas [385] saben poner, a la vez, reconocimiento y dignidad. Esta mirada fue como un bálsamo que curó la llaga que acababa de producir en el corazón del estudiante la mirada de usurero con que le había valorado la duquesa. Mme. de Beauseant gave the student a glance, one of those glances in which a great soul can mingle dignity and gratitude. It was like balm to the law student, who was still smarting under the Duchess’ insolent scrutiny; she had looked at him as an auctioneer might look at some article to appraise its value. — Figurez-vous que je venais, dit Eugène en continuant, de capter la bienveillance du comte de Restaud; car, dit-il en se tournant vers la duchesse d’un air à la fois humble et malicieux, il faut vous dire, madame, que je ne suis encore qu’un pauvre diable d’étudiant, bien seul, bien pauvre... —Figúrense ustedes, que acababa de conquistar la benevolencia del conde de Restaud; pues, tengo que deciros, señora —dijo, volviéndose a la duquesa con gesto humilde y a la vez malicioso— que no soy todavía más que un pobre diablo de estudiante. Muy solo y muy pobre... —Figúrese usted —continuó Eugéne— que acababa de captarme la benevolencia del conde de Restaud, porque debo advertirle —dijo volviéndose hacia la duquesa con aire a la vez humilde y malicioso— que todavía no soy más que un infeliz estudiante muy solo, muy pobre... “Imagine, too, that I had just made some progress with the Comte de Restaud; for I should tell you, madame,” he went on, turning to the Duchess with a mixture of humility and malice in his manner, “that as yet I am only a poor devil of a student, very much alone in the world, and very poor—” — Ne dites pas cela, monsieur de Rastignac. Nous autres femmes, nous ne voulons jamais de ce dont personne ne veut. —¡No diga eso señor de Rastignac! Nosotras las mujeres no deseamos nunca lo que no quiere nadie. —No diga usted eso, señor de Rastignac. Las mujeres no queremos nunca a aquel a quien nadie quiere. “You should not tell us that, M. de Rastignac. We women never care about anything that no one else will take.” — Bah! fit Eugène, je n’ai que vingt-deux ans, il faut savoir supporter les malheurs de son âge. —¡Bah! —dijo Eugenio—, yo no tengo más que veintidós años, hay que saber soportar los inconvenientes de —¡Bah! —exclamó Eugéne—. No tengo más que veintidós años; hay que saber soportar las desgracias de la “Bah!” said Eugene. “I am only twoand-twenty, and I must make up my mind to the drawbacks of my time of 64 Balzac’s Goriot tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia tr. Ellen Marriage D’ailleurs, je suis à confesse; et il est impossible de se mettre à genoux dans un plus joli confessionnal: on y fait les péchés dont on s’accuse dans l’autre. la edad. Además estoy confesando, y es imposible ponerse de rodillas en un confesionario [135] más bonito que éste; aquí se cometen pecados de los que nos acusamos en el otro. edad. Además estoy confesándome y, la verdad, que es imposible arrodillarse delante de mejor confesonario. Se someten aquí los mismos pecados de que uno viene a acusarse. life. Besides, I am confessing my sins, and it would be impossible to kneel in a more charming confessional; you commit your sins in one drawing-room, and receive absolution for them in another.” La duchesse prit un air froid à ce discours anti-religieux, d o n t e l l e p ro s c r i v i t l e m a u v a i s goût en disant à la vicomtesse Monsieur arrive... La duquesa adoptó un aire frío, ante estas palabras antirreligiosas, cuyo mal gusto condenaba, diciéndole a la vizcondesa: —El caballero acaba de llegar... La duquesa adoptó un aire frío ante este discurso antirreligioso, del que proscribió el mal gusto diciendo a la vizcondesa: —Este señor acaba de llegar... The Duchess’ expression grew colder, she did not like the flippant tone of these remarks, and showed that she considered them to be in bad taste by turning to the Vicomtesse with— “This gentleman has only just come—” Madame de Beauséant se prit à rire franchement et de son cousin et de la duchesse. La señora de Beauseant se echó a reír francamente y se rió de su primo y de la duquesa. La señora de Beauséant se echó a reír francamente de su primo y de la duquesa. Mme. de Beauseant began to laugh outright at her cousin and at the Duchess both. — Il arrive, ma chère, et cherche une institutrice qui lui enseigne le bon goût. —Acaba de llegar, querida, y busca una institutriz que le enseñe el buen gusto. —Acaba de llegar, querida mía, y busca una maestra que le enseñe el buen tono. “He has only just come to Paris, dear, and is in search of some one who will give him lessons in good taste.” — Madame la duchesse, reprit Eugène, n’est-il pas naturel de vouloir s’initier aux secrets de ce qui nous charme? (Allons, se dit-il en luimême, je suis sûr que je leur fais des phrases de coiffeur.) —Señora duquesa, ¿no es natural querer iniciarse en los secretos de lo que nos encanta? Va m o s — s e d i j o p a r a s í — , e s t o y seguro de que les estoy haciendo frases de peluquero. —¿No es natural —replicó Eugéne—, señora duquesa, querer iniciarse en aquello que nos c a u t i v a ? Va m o s — s e d i j o a s í mismo—,les estoy haciendo frases de peluquero. “Mme. la Duchesse,” said Eugene, “is it not natural to wish to be initiated into the mysteries which charm us?” (“Come, now,” he said to himself, “my language is superfinely elegant, I’m sure.”) — Mais madame de Restaud est, je crois, l’écolière de monsieur de Trailles, dit la duchesse. —Pero la señora de Restaud es la alumna del señor de TraiIles, según creo —dijo la duquesa. —Pero la señora de Restaud es, según creo, discípula del señor de Trailles —dijo la duquesa. “But Mme. de Restaud is herself, I believe, M. de Trailles’ pupil,” said the Duchess. — Je n’en savais rien, madame, —Yo no sabía nada de eso —rereprit l’étudiant. Aussi me suis-je puso el estudiante—. Además, me étourdiment jeté entre eux. Enfin, je planté, alocadamente, entre ellos. En m’étais assez bien entendu avec le fin, me había entendido bastante bien mari, je me voyais souffert pour un con el marido, me hacía soportar temtemps par la femme, lorsque je me poralmente por la mujer, cuando se me suis avisé de leur dire que je con- ocurrió decirles que yo conocía a un naissais un homme que je venais de hombre que había visto salir de su voir sortant par un escalier dérobé, X casa, por la escalera de servicio* y a et qui avait au fond d’un couloir quien había visto besar a la condesa, embrassé la comtesse. al fondo del corredor. —No sabía nada, señora —repuso el estudiante—. Así que me he metido aturdidamente entre los dos. En fin: me había entendido bastante bien con el marido, y aún veía que iba a ser soportado durante algún tiempo por la mujer, [386] cuando se me ha ocurrido decirles que conocía a un hombre que acababa de salir por una escalera de servicio y que había besado a la condesa al foral de un pasillo. “Of that I had no idea, madame,” answered the law student, “so I rashly came between them. In fact, I got on very well with the lady’s husband, and his wife tolerated me for a time until I took it into my head to tell them that I knew some one of whom I had just caught a glimpse as he went out by a back staircase, a man who had given the Countess a kiss at the end of a passage.” * antes no se la llamado así X — Qui est-ce? dirent les deux femmes. —Quién es? —dijeron las dos mujeres. —¿Quién? —preguntaron las dos mujeres. “Who was it?” both women asked together. — Un vieillard qui vit à raison de deux louis par mois, au fond du faubourg Saint-Marceau, comme moi, pauvre étudiant; un véritable malheureux dont tout le monde se moque, et que nous appelons le père Goriot. —Un viejo que vive por dos luises (33) al mes, en el fondo del Faubourg Saint-Marceau, como yo, pobre estudiante. Un verdadero desgraciado, de quien todos se ríen y al que llamamos el tío Goriot. —Un viejo que vive por dos luises al mes en lo más alejado del barrio de Saint-Marceau, como yo, pobre estudiante. Un verdadero desgraciado de quien se burla todo el mundo y a quien llamamos papá Goriot. “An old man who lives at the rate of two louis a month in the Faubourg SaintMarceau, where I, a poor student, lodge likewise. He is a truly unfortunate creature, everybody laughs at him—we all call him ‘Father Goriot.’ ” — Mais, enfant que vous êtes, s’écria la vicomtesse, madame de Restaud est une demoiselle Goriot. —Pero, ¡qué criatura es usted! —ex—Pero ¡cuidado que es usted chiquillo! __ clamó la vizcondesa—. La señora de X ____ _____ _______ Si la señora de Restaud Restaud es una de las hijas de Goriot. se apellida Goriot por su familia. “Why, child that you are,” cried the Vicomtesse, “Mme. de Restaud was a Mlle. Goriot!” — La fille d’un vermicellier, reprit la duchesse, une petite femme qui s’est fait présenter le même jour qu’une fille de pâtissier. Ne vous en souvenez-vous pas, Clara? Le Roi s’est mis à rire et a dit en latin un bon mot sur la farine. Des gens, comment donc? des gens... —La hija de un fabricante de fideos X Es hija de un fabricante de fideos — —prosiguió la duquesa—. Una mujer- repuso la duquesa—; una pobre mucita que se hizo presentar en sociedad, jer que se hizo presentar en sociedad el mismo día que la hija de un pastele- el mismo día que la hija de un confiro. ¿No lo recuerda usted, Clara? El rey tero. ¿No se acuerda usted, Claire? El se echó a reír, y dijo en latín un chiste rey se echó a reír y dijo en latín algo sobre la harina. Dijo que eran gente... oportuno sobre la harina. Gentes..., ¿Cómo era? Gente... ¿cómo dijo?, gentes... “The daughter of a vermicelli manufacturer,” the Duchess added; “and when the little creature went to Court, the daughter of a pastry-cook was presented on the same day. Do you remember, Claire? The King began to laugh, and made some joke in Latin about flour. People—what was it?—people—” — Ejusdem farinae, dit Eugène. —Ejusdem farinae —dijo Eugenio (34). —Ejusdem farinae dijo Eugéne. “Ejusdem farinae,” said Eugene. — C’est cela, dit la duchesse. —Eso es —dijo la duquesa. —Eso mismo —dijo la duquesa. “Yes, that was it,” said the Duchess. 65 Balzac’s Goriot tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia tr. Ellen Marriage — Ah! c’est son père, reprit l’étudiant en faisant un geste d’horreur. —¡Ah! Es su padre —prosiguió el estudiante, con un gesto de horror. —¡Ah! ¡De modo que es su padre! —repuso el estudiante haciendo un gesto de horror. “Oh! is that her father?” the law student continued, aghast. — Mais oui; ce bonhomme avait deux filles dont il est quasi fou, quoique l’une et l’autre l’aient à peu près renié. —Pues claro que sí. El buen hombre tenía dos hijas, a las que quería con locura, aunque la una y la otra hayan, poco menos que renegado de él. [136] —Efectivamente. Ese buen hombre tenía dos hijas, por quienes está loco, a pesar de que ellas han renegado casi de él. “Yes, certainly; the old man had two daughters; he dotes on them, so to speak, though they will scarcely acknowledge him.” — La seconde n’est-elle pas, dit la vicomtesse en regardant madame de Langeais, mariée à un banquier dont le nom est allemand, un baron de Nucingen? Ne se nomme-t-elle pas Delphine? N’est-ce pas une blonde qui a une loge de côté à l’Opéra, qui vient aussi aux Bouffons, et rit très haut pour se faire remarquer? —La segunda, ¿no se casó —dijo la vizcondesa mirando a la señora de Langeais— con un banquero de nombre alemán, un barón de Nucingen? ¿No se llama Delfina? ¿No es rubia, tiene un palco lateral en la ópera, asiste también a los Bouffons y se ríe muy alto para hacerse notar? —La segunda, ¿no está casada — preguntó la vizcondesa mirando a la señora de Langeais— con un banquero de nombre alemán, el barón de Nucingen? ¿No se llama Delphine? ¿No es una rubia que tiene a nuestro lado su platea en la ópera, que va también a los Bufos y que ríe alto para hacerse notar? “Didn’t the second daughter marry a banker with a German name?” the Vicomtesse asked, turning to Mme. de Langeais, “a Baron de Nucingen? And her name is Delphine, is it not? Isn’t she a fair-haired woman who has a side-box at the Opera? She comes sometimes to the Bouffons, and laughs loudly to attract attention.” La duchesse sourit en disant Mais, ma chère, je vous admire. Pourquoi vous occupez-vous donc tant de ces gens-là? Il a fallu être amoureux fou, comme l’était Restaud, pour s’être enfariné de mademoiselle Anastasie. Oh! il n’en sera pas le bon marchand! Elle est entre les mains de monsieur de Trailles, qui la perdra. La duquesa sonrió diciendo: —Querida mía, la admiro. ¿Por qué se ocupa usted de semejantes personas? Había que estar locamente enamorado, como estaba Restaud, para meterse en harina con la señorita Anastasia. ¡No le arriendo la ganancia! Ella está en manos del señor de TraiIles, que será su perdición. The Duchess smiled and said: “I wonder at you, dear. Why do you take so much interest in people of that kind? One must have been as madly in love as Restaud was, to be infatuated with Mlle. Anastasie and her flour sacks. Oh! he will not find her a good bargain! She is in M. de Trailles’ hands, and he will ruin her.” — Elles ont renié leur père, répétait Eugène. —Han renegado de su padre —repitió Eugenio. La duquesa sonrió y dijo: —Pero, querida, la admiro a usted. ¿Por qué se ocupa usted de esas gentes? Hay que estar locamente enamorado, como lo estaba Restaud, para haberse enharinado con la señorita Anastasie. ¡Oh! No le arriendo el negocio. Anastasie ha caído entre las manos de Trailles, que la perderá. [387] —¡Han renegado de su padre! — repetía Eugéne. — Eh bien! oui, leur père, le père, un père, reprit la vicomtesse, un bon père qui leur a donné, dit-on, à chacune cinq ou six cent mille francs pour faire leur bonheur en les mariant bien, et qui ne s’était réservé que huit à dix mille livres de rente pour lui, croyant que ses filles resteraient ses filles, qu’il s’était créé chez elles deux existences, deux maisons où il serait adoré, choyé. En deux ans, ses gendres l’ont banni de leur société comme le dernier des misérables. —Pues sí, de su padre —dijo la vizcondesa—; un buen padre que les ha dado, según dicen, cincomil o seiscientos mil francos a cada una, para hacerlas felices casándolas bien, y que no se había reservado para él, más que ocho o diez mil libras, creyendo, que sus hijas seguirían siéndolo, y que había creado en ellas dos casas, donde sería adorado, mimado. En dos años, sus yernos lo han barrido de su sociedad, como al último de los miserables... —Sí, su padre, el padre, un padre —repuso la vizcondesa—, un buen padre que les dio a cada una, según dicen, quinientos o seiscientos mil francos creyendo que sus hijas seguirían siendo sus hijas, que así se creaba dos existencias, dos casas en las que sería adorado, mimado. Pero en dos años sus yernos le han desterrado de su lado como al último de los miserables... “Oh! well, yes, their father, the father, a father,” replied the Vicomtesse, “a kind father who gave them each five or six hundred thousand francs, it is said, to secure their happiness by marrying them well; while he only kept eight or ten thousand livres a year for himself, thinking that his daughters would always be his daughters, thinking that in them he would live his life twice over again, that in their houses he should find two homes, where he would be loved and looked up to, and made much of. And in two years’ time both his sons-inlaw had turned him out of their houses as if he were one of the lowest outcasts.” Quelques larmes roulèrent dans les yeux d’Eugène, récemment rafraîchi par les pures et saintes émotions de la famille, encore sous le charme des croyances jeunes, et qui n’en était qu’à sa première journée sur le champ de bataille de la civilisation parisienne. Les émotions véritables sont si communicatives, que pendant un moment ces trois personnes se regardèrent en silence. Unas lágrimas rodaron de los ojos de Eugenio, recién refrescado por las puras y santas emociones de la familia, aún bajo el encanto de las creencias jóvenes, y que no estaba, sino en su primera jornada, sobre el campo de batalla de la civilización parisina. Las emociones verdaderas son tan contagiosas, que, por un momento, las tres personas se miraron en silencio. Algunas lágrimas se derramaron por los ojos de Eugéne, a quien se le habían refrescado las puras y santas emociones de la familia, porque todavía estaba bajo el encanto de las creencias juveniles y no había pasado de su primera jornada en el campo de batalla de la civilización parisiense. Las emociones verdaderas son tan comunicativas, que durante un momento los tres se miraron en silencio. Te a r s c a m e i n t o E u g e n e ’ s eyes. He was still under the spell of youthful beliefs, he had just left home, pure and sacred feelings had been stirred within him, and this was his first day on the battlefield of civilization in Paris. Genuine feeling is so infectious that for a moment the three looked at each other in silence. — Eh! mon Dieu, dit madame de Langeais, oui, cela semble bien horrible, et nous voyons cependant cela tous les jours. N’y a-t-il pas une cause à cela? Dites-moi, ma chère, avez-vous pensé jamais à ce qu’est u n g e n d re ? U n g e n d r e e s t u n homme pour qui nous élèverons, vous ou moi, une chère petite créature à laquelle nous tiendrons par mille liens, qui sera pendant dix- —Dios mío —dijo la señora de Langeais—. Sí. Eso parece horrible y sin embargo, es el pan nuestro de cada día. ¿No hay un motivo para eso? ¿Dígame, querida, ha pensado alguna vez en lo que es un yerno? Un yerno es un hombre para quien nosotros educaremos, usted o yo, una querida criaturita, a quien nos sentiremos unidos por mil lazos y que será, durante diecisiete años, —¡Ay, Dios mío! —dijo la señora de Langeais—. Sí; efectivamente, eso parece espantoso y, sin embargo, lo vemos todos los días. ¿No tendrá eso alguna causa? Dígame, querida amiga: ¿ha pensado usted alguna vez en lo que es un yerno? Un yerno es un hombre para el cual nosotras criaremos una criatura encantadora, a la que estaremos unidas por mil tiernos lazos, que será durante diecisiete años “Eh, mon Dieu!” said Mme. de Langeais; “yes, it seems very horrible, and yet we see such things every day. Is there not a reason for it? Tell me, dear, have you ever really thought what a son-in-law is? A son-in-law is the man for whom we bring up, you and I, a dear little one, bound to us very closely in innumerable ways; for seventeen years she will be the joy of her family, its ‘white soul,’ “And they do not acknowledge their father!” Eugene repeated. 3 66 Balzac’s Goriot sept ans la joie de la famille, qui en est l’âme blanche, dirait Lamartine, et qui en deviendra la peste. Quand cet homme nous l’aura prise, il commencera par saisir son amour comme une hache, afin de couper dans le coeur et au vif de cet ange tous les sentiments par lesquels elle s’attachait à sa famille. Hier, notre fille était tout pour nous, nous étions tout pour elle; le lendemain elle se fait notre ennemie. Ne voyons-nous pas cette tragédie s’accomplissant tous les jours? Ici, la belle-fille est de la dernière impertinence avec le beau-père, qui a tout sacrifié pour son fils. Plus loin, un gendre met sa belle-mère à la porte. J’entends demander ce qu’il y a de dramatique aujourd’hui dans la société; mais le drame du gendre est effrayant, sans compter nos mariages qui sont devenus de fort sottes choses. Je me rends parfaitement compte de ce qui est arrivé à ce vieux vermicellier. Je crois me rappeler que ce Foriot... — Goriot, madame. — Oui, ce Moriot a été président de sa section pendant la Révolution; il a été dans le secret de la fameuse disette, et a commencé sa fortune par vendre dans ce temps-là des farines dix fois plus qu’elles ne lui coûtaient. Il en a eu tant qu’il en a voulu. L’intendant de ma grand-mère lui en a vendu pour des sommes immenses. Ce Goriot partageait sans doute, comme tous ces gens-là, avec le Comité de Salut Public. Je me souviens que l’intendant disait à ma grandmère qu’elle pouvait rester en toute sûreté à Grandvilliers, parce que ses blés étaient une excellente carte civique. Eh bien! ce Loriot, qui vendait du blé aux coupeurs de têtes, n’a eu qu’une passion. Il adore, dit-on, se poser, se percher en un lieu élevé pour dormi ses filles. Il a juché l’aînée dans la maison de Restaud, et greffé l’autre sur le baron de Nucingen, un riche banquier qui fait le royaliste. Vous comprenez bien que, sous l’Empire, les deux gendres ne se sont pas trop formalisés d’avoir ce vieux Quatrevingt-treize chez eux; ça pouvait encore aller avec Buonaparte. Mais quand les Bourbons sont revenus, le bonhomme a gêné monsieur de Restaud, et plus encore le banquier. Les filles, qui aimaient peutêtre toujours leur père, ont voulu ménager la chèvre et le chou, le père et le mari; elles ont reçu le Goriot quand elles n’avaient personne; elles ont imaginé des prétextes de tendresse. « Papa, venez, nous serons mieux, parce que nous tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia la alegría de la familia, que es el alma del hogar, como diría Lamartine... Y después será su pest e . Cuando un hombre nos la haya quitado, comenzará por usar su amor como un hacha, para cortar en el corazón de este ángel y, a lo vivo, todos los sentimientos, por los que ella se sentía unida a su familia. Ayer, nuestra hija era todo para nosotros, nosotros éramos todo para ella; al día siguiente se convierte en nuestra enemiga. ¿Acaso no vemos esa tragedia consumándose todos los días? La nuera es de una impertinencia extraordinaria, para con el suegro que ha sacrificado todo por su hijo; el yerno pone a su suegra de patitas en la calle. Oigo a veces preguntar, qué hay hoy de dramático en la sociedad. Pero el drama del yerno, es espantoso, sin hablar de nuestros matrimonios, [137] que se han convertido en situaciones bastante estúpidas. Me doy perfecta cuenta, de lo que le ha pasado a ese viejo fabricante de fideos. Creo recordar que ese Foriot... la felicidad de la familia, y que siendo un alma blanca, como diría Lamartine, se convertirá en la peste. Cuando este hombre nos la haya arrebatado comenzará a usar de su amor como de un hacha, con el fin de cortar en el corazón de este ángel todos los sentimientos que le unían a su familia. Ayer nuestra hija era todo para nosotras; nosotras éramos todo para ellas; al día siguiente se convierte en nuestra enemiga. ¿No presenciamos a diario esta tragedia? Aquí se trata de una nuera que comete las mayores impertinencias con el suegro, quien lo ha sacrificado todo por su hijo; más allá un yerno pone de patitas [388] en la calle a su suegra. Oigo a menudo preguntar qué hay hoy de dramático en la sociedad: pues ahí está el drama del yerno, que es espantoso, sin contar con nuestros matrimonios, que se han convertido en una cosa bien idiota. Me doy perfecta cuenta de lo que le ha sucedido a ese viejo fabricante en fideos. Me parece recordar que ese Foriot... —Goriot, señora. —Goriot, señora. —Sí; ese Moriot fue presidente de su sección durante la Revolución. Estuvo en el secreto de la famosa escasez de víveres y comenzó a hacer fortuna vendiendo durante aquel tiempo harinas a un precio diez veces mayor que el de coste. Ganó tanto como quiso. El intendente de mi abuela le vendió cantidades inmensas. Ese Noriot estaba sin duda, como todas esas gentes, en combinación con el Comité de Higiene Pública. Me acuerdo que el intendente decía a mi abuela que podía permanecer sin ningún temor, en plena seguridad, en Grandvilliers, porque sus trigos eran una excelente garantía. Pues bien: ese Loriot, que vendía trigo a los decapitadores, no ha tenido más que una pasión. Adora, según dicen, a sus hijas. Ha colocado la mayor en casa de los Restaud, y ha encajado la otra al barón de Nucingen, un rico banquero que se las echa de realista. Usted comprende bien que, bajo el Imperio, los dos yernos no están demasiado contentos de tener en su casa a ese viejo noventa y tres. Eso aún podía pasar con Bonaparte; pero con la vuelta de los Borbones el buen hombre molesta al señor de Restaud, y todavía más al banquero. Las hijas, que amaban quizá todavía a su padre, querían contemporizar y estar a bien con él y con sus maridos. Recibían a Toriot cuando estaban solas, imaginando pretextos de ternura. «Papá, venga usted; estaremos mejor solos, etc.» Yo, amiga mía, yo creo que los senti- —Sí, ese Moriot fue presidente de su sección durante la revolución. Estuvo en el secreto de la famosa hambre y empezó su fortuna en aquel tiempo, vendiendo harinas diez veces más caras de lo que le costaban. Tuvo tanto como quiso. El intendente de mi abuela, le vendió harina, por sumas inmensas. Ese Goriot repartía, sin duda, como toda aquella gente, con el Comité de Salud Pública. Recuerdo, que el intendente, decía a mi abuela que se podía quedar con toda tranquilidad en Grandvilliers, porque sus trigos, eran un excelente certificado de ciudadanía. Pues bien, ese Loriot, que vendía trigo a los cortadores de cabezas, sólo ha tenido una obsesión. Adora, según dicen, a sus hijas. Aupó a la mayor a la casa de Restaud. Y a la otra, la injertó sobre el barón de Nucingen, un rico banquero, que se finge monárquico. Usted, comprenderá que, bajo el Imperio, los dos yernos no se plantearon muchos problemas por tener a ese viejo noventa y tres (35) en su casa. Con Bonaparte podía pasar. Pero, cuando los Borbones volvieron, el buen hombre, fastidiaba ya al señor de Restaud y, más aún, al banquero. Las hijas, que quizá seguían amando a su padre, intentaron nadar y guardar la ropa. Quisieron conjugar la cabra con la col, el padre con el marido; recibían a Goriot, cuando no tenían a nadie en casa; se inventaron pretextos de ternura. «¡Papá ven, papá ven, estaremos mejor, porque 67 tr. Ellen Marriage as Lamartine says, and suddenly she will become its scourge. When HE comes and takes her from us, his love from the very beginning is like an axe laid to the root of all the old affection in our darling’s heart, and all the ties that bound her to her family are severed. But yesterday our little daughter thought of no one but her mother and father, as we had no thought that was not for her; by to-morrow she will have become a hostile stranger. The tragedy is always going on under our eyes. On the one hand you see a father who has sacrificed himself to his son, and his daughter-in-law shows him the last degree of insolence. On the other hand, it is the son-in-law who turns his wife’s mother out of the house. I sometimes hear it said that there is nothing dramatic about society in these days; but the Drama of the Son-in-law is appalling, to say nothing of our marriages, which have come to be very poor farces. I can explain how it all came about in the old vermicelli maker’s case. I think I recollect that Foriot—” “Goriot, madame.” “Yes, that Moriot was once President of his Section during the Revolution. He was in the secret of the famous scarcity of grain, and laid the foundation of his fortune in those days by selling flour for ten times its cost. He had as much flour as he wanted. My grandmother’s steward sold him immense quantities. No doubt Noriot shared the plunder with the Committee of Public Salvation, as that sort of person always did. I recollect the steward telling my grandmother that she might live at Grandvilliers in complete security, because her corn was as good as a certificate of civism. Well, then, this Loriot, who sold corn to those butchers, has never had but one passion, they say—he idolizes his daughters. He settled one of them under Restaud’s roof, and grafted the other into the Nucingen family tree, the Baron de Nucingen being a rich banker who had turned Royalist. You can quite understand that so long as Bonaparte was Emperor, the two sons-in-law could manage to put up with the old Ninety-three; but after the restoration of the Bourbons, M. de Restaud felt bored by the old man’s society, and the banker was still more tired of it. His daughters were still fond of him; they wanted ‘to keep the goat and the cabbage,’ so they used to see Joriot whenever there was no one there, under pretence of affection. ‘Come to-day, papa, we shall have you all to ourselves, and that will be much nicer!’ and all that sort of thing. Balzac’s Goriot tr. de J. Zuazagpoitia tr. Ellen Marriage estaremos solos!», etc. Yo, querida, creo que los sentimientos verdaderos tienen ojos e inteligencia. El corazón de ese pobre noventa y tres sangró entonces. Vio que sus hijas se avergonzaban de él; que, si bien ellas querían a sus maridos, en cambio él, era un estorbo para sus yernos. Tenía pues que sacrificarse. Y se sacrificó, porque era padre: se fue por su propia cuenta. Al ver a sus hijas contentas, comprendió que había hecho bien. El padre y las hijas, han sido cómplices, en este pequeño crimen. Eso lo vemos en todas partes. Ese tío Doriot, ¿no habría sido una mancha de mugre en el salón de sus hijas? Se habría sentido molesto, se habría aburrido. Lo que le pasa a ese padre puede ocurrirle a la mujer más bonita con el hombre que más quiera. Si ella lo aburre con su amor, él se va. Hace cobardías para huir de ella. Todos los sentimientos son así. [138] Nuestro corazón es un tesoro, vacíenlo de golpe, y estarán arruinados. No perdonamos a un sentimiento el haberse mostrado por entero, más de lo que perdonamos a un hombre, por no tener un céntimo suyo. Ese padre lo había dado todo. Durante veinte años, había estado dando, sus entrañas, su amor. Había dado toda su fortuna en un día. Y una vez exprimido el limón, sus hijas tiraron los restos a la basura. mi e n t o s v e r d a d e r o s t i e n e n o j o s e in t e l i g e nc ia; así [389] que el corazón de ese pobre noventa y tres ha debido de sangrar. Ha comprendido que sus hijas tenían vergüenza de él; que si ellas amaban a sus maridos, él perjudicaba a sus yernos. Por tanto, no tuvo más remedio que sacrificarse, y se sacrificó, porque era padre, desterrándose a sí mismo. Al ver a sus hijas contentas comprendió que había hecho bien. El padre y las hijas han sido cómplices de este pequeño crimen. Eso se ve por todas partes. Ese papá Doriot, ¿no hubiera sido una mancha negra en el salón de sus hijas? Hubiera estado molesto y se hubiera aburrido. Lo que le sucede a ese padre puede sucederle a la mujer más bonita con el hombre a quien ama. Si el hombre se aburre, se va; hace verdaderas cobardías por dejarla. Todos los sentimientos son así. Nuestro corazón es un tesoro; si lo vaciamos de un golpe quedamos arruinados. No perdonamos a nadie que muestre un sentimiento en su completa desnudez, como no perdonamos al hombre que no tiene un ochavo. Este padre había dado todo: había dado durante veinte años sus entrañas, su amor. Dio un día su fortuna. Una vez bien exprimido el limón, sus hijas han dejado las sobras en el arroyo. A s f o r m e , d e a r, I b e l i e v e t h a t love has second-sight: poor Ninety-three; his heart must have bled. He saw that his daughters were ashamed of him, that if they loved their husbands his visits must make mischief. So he immolated himself. He made the sacrifice because he was a father; he went into voluntary exile. His daughters were satisfied, so he thought that he had done the best thing he could; but it was a family crime, and father and daughters were accomplices. You see this sort of thing everywhere. What could this old Doriot have been but a splash of mud in his daughters’ drawing-rooms? He would only have been in the way, and bored other people, besides being bored himself. And this that happened between father and daughters may happen to the prettiest woman in Paris and the man she loves the best; if her love grows tiresome, he will go; he will descend to the basest trickery to leave her. It is the same with all love and friendship. Our heart is a treasury; if you pour out all its wealth at once, you are bankrupt. We show no more mercy to the affection that reveals its utmost extent than we do to another kind of prodigal who has not a penny left. Their father had given them all he had. For twenty years he had given his whole heart to them; then, one day, he gave them all his fortune too. The lemon was squeezed; the girls left the rest in the gutter.” — Le monde est infâme, dit la —Este mundo es infame —dijo la vicomtesse en effilant son châle et X condesa, alisando los flecos de su chal sans lever les yeux, par elle était at- y sin alzar la vista, pues la habían heteinte au vif par les mots que madame rido en lo vivo, las palabras que la sede Langeais avait dits, pour elle, en ñora de Langeais intercalara para ella, racontant cette histoire. al contar aquella historia. —El mundo es infame —dijo la vizcondesa acariciando los flecos de su chal y sin levantar los ojos, porque las palabras que la señora de Langeais había dicho para ella durante este relato le habían llegado a lo más hondo. “The world is very base,” said the Vicomtesse, plucking at the threads of her shawl. She did not raise her head as she spoke; the words that Mme. de Langeais had meant for her in the course of her story had cut her to the quick. — Infâme! non, reprit la duchesse; il va son train, voilà tout. Si je vous en parle ainsi, c’est pour montrer que je ne suis pas la dupe du monde. Je pense comme vous, dit-elle en pressant la main de la vicomtesse. Le monde est un bourbier, tâchons de rester sur les hauteurs. Elle se leva, embrassa madame de Beauséant au front en lui disant: «Vous êtes bien belle en ce moment, ma chère. Vous avez les plus jolies couleurs que j’aie vues jamais.» Puis elle sortit après avoir légèrement incliné la tête en regardant le cousin. —¡Infame! No —dijo la duquesa—, sigue su camino y eso es todo. Si te hablo así, es para demostrarte que a mí, no me la da el mundo. Yo pienso como tú —añadió, apretándole la mano a la vizcondesa—. El mundo es un lodazal; tratemos, pues, de mantenernos en las alturas —se levantó, besó a la señora de Beauseant en la frente y le dijo—: Estás muy guapa en este momento, querida. Tienes los más lindos colores que... —luego salió, después de inclinar levemente la cabeza, mirando al primo. —¿Infame? No —repuso la duquesa—. Sigue su camino; eso es todo. Si yo hablo así es para demostrar que el mundo no me engaña. Pienso como usted —dijo estrechando la mano a la vizcondesa—. El mundo es un lodazal; procuremos permanecer en las alturas. Se levantó, besó en la frente a la señora de Beauséant y le dijo: —Está usted hermosísima en este momento. Tiene usted el color más bonito que he visto en mi vida. [390] Hizo una ligera inclinación de cabeza al primo y salió. “Base? Oh, no,” answered the Duchess; “the world goes its own way, that is all. If I speak in this way, it is only to show that I am not duped by it. I think as you do,” she said, pressing the Vicomtesse’s hand. “The world is a slough; let us try to live on the heights above it.” She rose to her feet and kissed Mme. de Beauseant on the forehead as she said: “You look very charming to-day, dear. I have never seen such a lovely color in your cheeks before.” Then she went out with a slight inclination of the head to the cousin. — Le père Goriot est sublime! dit Eugène en se souvenant de l’avoir vu tordant son vermeil la nuit. —¡Ese tío Goriot es sublime! —dijo Eugenio, recordando haberlo visto retorcer su plata, aquella noche. —¡Papá Goriot es sublime! — exclamó Eugéne, acordándose de cómo le había visto retorcer l a p l a t a l a n o c h e a n t e r i o r. “Father Goriot is sublime!” said Eugene to himself, as he remembered how he had watched his neighbor work the silver vessel into a shapeless mass that night. Madame de Beauséant n’entendit pas, elle était pensive. Quelques moments de silence s’écoulèrent, et le pauvre étudiant, par une sorte de stupeur honteuse, n’osait ni s’en aller, ni No lo oyó la señora de Beauseant, porque estaba pensativa. Hubo unos instantes de silencio y el pobre estudiante, por una suerte de abochornado estupor, no se atrevía a irse, ni a La señora de Beauséant no oyó; estaba pensativa. Pasaron algunos momentos en silencio, y el pobre estudiante, por una especie de estupor vergonzoso, no osaba irse, Mme. de Beauseant did not hear him; she was absorbed in her own thoughts. For several minutes the silence remained unbroken till the law student became almost paralyzed with embarrassment, and was equally afraid serons seuls! « etc. Moi, ma chère, je crois que les sentiments vrais ont des yeux et une intelligence: le coeur de ce pauvre Quatre-vingttreize a donc saigné. Il a vu que ses filles avaient honte de lui; que, si elles aimaient leurs maris, il nuisait à ses gendres. Il fallait donc se sacrifier. Il s’est sacrifié, parce qu’il était père: il s’est banni de luimême. En voyant ses filles contentes, il comprit qu’il avait bien fait. Le père et les enfants ont été complices de ce petit crime. Nous voyons cela partout. Ce père Doriot n’aurait-il pas été une tache de cambouis dans le salon de ses filles? il y aurait été gêné, il se serait ennuyé. Ce qui arrive à ce père peut arriver à la plus jolie femme avec l’homme qu’elle aimera le mieux: si elle l’ennuie de son amour, il s’en va, il fait des lâchetés pour la fuir. Tous les sentiments en sont là. Notre coeur est un trésor, videz-le d’un coup, vous êtes ruinés. Nous ne pardonnons pas plus à un sentiment de s’être montré tout entier qu’à un homme de ne pas avoir un sou à lui. Ce père avait tout donné. Il avait donné, pendant vingt ans, ses entrailles, son amour; il avait donné sa fortune en un jour. Le citron bien pressé, ses filles ont laissé le zeste au coin des rues. 4 tr. de M. Gutiérrez 68 Balzac’s Goriot tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia tr. Ellen Marriage rester, ni parler. quedarse, ni a hablar. ni quedarse, ni hablar. to go or stay or speak a word. — Le monde est infâme et méchant, dit enfin la vicomtesse. Aussitôt qu’un malheur nous arrive, il se rencontre toujours un ami prêt à venir nous le dire, et à nous fouiller le coeur avec un poignard en nous en faisant admirer le manche. Déjà le sarcasme, déjà les railleries! Ah! je me défendrai. Elle releva la tête comme une grande dame qu’elle était, et des éclairs sortirent de ses yeux fiers. —El mundo es infame y malo —dijo, por fin, la vizcondesa—. En cuanto nos sucede algún contratiempo, siempre hay un amigo que se da prisa en venir a decírnoslo y a hurgarnos en el corazón con un puñal, haciéndonos admirar el puño. Enseguida, el sarcasmo, las burlas. ¡Ah! Pero yo me defenderé. —Volvió a alzar la frente, como una gran dama que era, y salieron relámpagos de sus ojos altivos. —El mundo es infame —dijo al fin la vizcondesa—. En cuanto nos sucede una desgracia hay siempre algún amigo dispuesto a venir a contárnosla y a escarbarnos el corazón con un puñal, haciéndonos además admirar su mango recamado. ¡Ahora es un sarcasmo; después una burla! ¡Ah, me defenderé! Levantó la cabeza con un aire de gran dama, como lo que era, con sus ojos chispeantes de altanería. “The world is basely ungrateful and ill-natured,” said the Vicomtesse at last. “No sooner does a trouble befall you than a friend is ready to bring the tidings and to probe your heart with the point of a dagger while calling on you to admire the handle. Epigrams and sarcasms already! Ah! I will defend myself!” She raised her head like the great lady that she was, and lightnings flashed from her proud eyes. - Ah! fit-elle en voyant Eugène, vous êtes là! —¡Ah! —exclamó, reparando en Eugenio—. ¡Esta usted ahí! —¡Ah! —exclamó al ver a Eugéne—. ¿Está usted ahí? “Ah!” she said, as she saw Eugene, “are you there?” — Encore, dit-il piteusement. —Todavía —dijo él, de un modo lamentable. —Todavía —respondió el estudiante con tono lastimero. — Eh bien! monsieur de Rastignac, traitez ce monde comme il mérite de l’être. Vous voulez parvenir, je vous aiderai. Vous sonderez combien est profonde la corruption féminine, vous toiserez la largeur de la misérable vanité des hommes. Quoique j’aie bien lu dans ce livre du monde, il y avait des pages qui cependant m’étaient inconnues. Maintenant je sais tout. Plus froidement vous calculerez, plus avant vous irez. Frappez sans pitié, vous serez craint. N’acceptez les hommes et les femmes que comme les chevaux de poste que vous laisserez crever à chaque relais, vous arriverez ainsi au faite de vos désirs. Voyez-vous, vous ne serez rien ici si vous n’avez pas une femme qui s’intéresse à vous. Il vous la faut jeune, riche, élégante. Mais si vous avez un sentiment vrai, cachezle comme un trésor; ne le laissez jamais soupçonner, vous seriez perdu. Vous ne seriez plus le bourreau, vous deviendriez la victime. Si jamais vous aimiez, gardez bien votre secret! ne le livrez pas avant d’avoir bien su à qui vous ouvrirez votre coeur. Pour préserver par avance cet amour qui n’existe pas encore, apprenez à vous méfier de ce monde-ci. Ecoutez-moi, Miguel... (Elle se trompait naïvement de nom sans s’en apercevoir.) Il existe quelque chose de plus épouvantable que ne l’est l’abandon du père par ses deux filles, qui le voudraient mort. C’est la rivalité des deux soeurs entre elles. Restaud a de la naissance, sa femme a été adoptée, elle a été présentée; mais sa soeur, sa riche soeur, la belle madame Delphine de Nucingen, femme d’un homme d’argent, meurt de chagrin; la jalousie la dévore, elle est à cent lieues de sa soeur; sa soeur n’est plus sa soeur; ces deux femmes se renient entre elles comme elles renient leur père. Aussi, madame de Nucingen laperait-elle toute la boue qu’il y a entre la rue —Pues bien, señor de Rastignac: trate a ese mundo como merece que lo traten. ¿Quiere usted llegar? Pues yo le ayudaré. Sondeará hasta donde llega la corrupción femenina, medirá la amplitud de la miserable vanidad de los hombres. Por mucho que hubiese yo leído en ese libro del mundo, aún había en él, páginas que me eran desconocidas. Ahora ya lo sé todo. Cuanto más fríamente haga usted sus cálculos, tanto más avanzará. Hiera sin piedad y será temido. No tome a hombres y mujeres sino por caballos de posta, que dejará reventar en cada relevo, y así, llegará a [139] la cima de sus ambiciones. Mire: aquí no será usted nada como no tenga una mujer que se interese por usted. La necesita joven, rica, elegante. Pero si tiene usted un sentimiento verdadero, ocúltelo como un tesoro; no deje que sospechen siquiera su existencia: estaría usted perdido. Ya no sería el verdugo, se convertiría en la víctima. Si alguna vez llega a amar, guarde bien su secreto. No lo descubra antes de tener bien seguro, a quien abre su corazón. Para preservar por adelantado e s e a m o r, q u e t o d a v í a n o e x i s t e , aprenda a desconfiar de este mundo. Escúcheme Miguel... (se equivocaba ingenuamente de nombre sin darse cuenta). Existe algo más espantoso que el abandono de un padre por sus dos hijas, que querrían verlo muerto. Es la rivalidad de dos hermanas entre ellas. Restaud es de noble cuna, su mujer ha sido adoptada, ha sido presentada; pero su hermana, su riquísima hermana, la bella señora Delfina de Nucingen, esposa de un hombre de dinero, se muere de pena; los celos la devoran, está a mil millas de su hermana; su hermana ya no es su hermana; estas dos mujeres reniegan, la una de la otra, como reniegan de su padre. Además, la señora de Nucingen, lamería todo el barro que hay entre la —Pues bien: señor de Rastignac, trate usted a este mundo como lo merece. Quiere usted llegar, yo le ayudaré. Usted sondeará las profundidades de la corrupción femenina y sabrá hasta dónde alcanza la miserable vanidad de los hombres. Aunque había leído ya bastante en el libro del mundo, desconocía, sin embargo, algunas páginas. Ahora ya sé todo. Cuanto más fríamente calcule, tanto más lejos llegará. Pegue usted sin piedad: así será temido. Tome a los hombres y a las mujeres como caballos de posta, a los que relevará cuando estén ya reventados. No será nada aquí si no tiene una mujer que se interese por usted. Necesita una que sea joven, rica, elegante. Pero si se enamorara usted de veras no deje adivinar sus sentimientos, ocúltelos como un tesoro, porque de verdugo se convertiría usted, lo aseguro, en víctima. Si [391] alguna vez llega usted a amar, ¡guarde el secreto! y no lo diga antes de saber con toda certeza a quien abre su corazón. Y, para preservarse de antemano de ese amor que no existe todavía, aprenda a desconfiar del mundo. Escúcheme usted, Michel... —se equivocó de nombre ingenuamente, sin percibirlo—. Existe algo más espantoso que el abandono del padre por sus dos hijas, que le desean la muerte: es la rivalidad de dos hermanas. Restaud es hombre de abolengo, así que su mujer ha sido admitida en sociedad; pero su hermana tan rica, la hermosa señora Delphine de Nucingen, mujer de un hombre de dinero, se muere de pena, la envidia la devora, está a cien leguas de su hermana. Su hermana no es ya su hermana. Esas dos hermanas se odian entre sí tanto como odian a su padre. Así que la señ ora de Nucingen lamería todo el barro que hay entre la calle de San Lo69 “Still,” he said piteously. “Well, then, M. de Rastignac, deal with the world as it deserves. You are determined to succeed? I will help you. You shall sound the depths of corruption in woman; you shall measure the extent of man’s pitiful vanity. Deeply as I am versed in such learning, there were pages in the book of life that I had not read. Now I know all. The more cold-blooded your calculations, the further you will go. Strike ruthlessly; you will be feared. Men and women for you must be nothing more than post-horses; take a fresh relay, and leave the last to drop by the roadside; in this way you will reach the goal of your ambition. You will be nothing here, you see, unless a woman interests herself in you; and she must be young and wealthy, and a woman of the world. Yet, if you have a heart, lock it carefully away like a treasure; do not let any one suspect it, or you will be lost; you would cease to be the executioner, you would take the victim’s place. And if ever you should love, never let your secret escape you! Trust no one until you are very sure of the heart to which you open your heart. Learn to mistrust every one; take every precaution for the sake of the love which does not exist as yet. Listen, Miguel”— the name slipped from her so naturally that she did not notice her mistake—“there is something still more appalling than the ingratitude of daughters who have cast off their old father and wish that he were dead, and that is a rivalry between two sisters. Restaud comes of a good family, his wife has been received into their circle; she has been presented at court; and her sister, her wealthy sister, Mme. Delphine de Nucingen, the wife of a great capitalist, is consumed with envy, and ready to die of spleen. There is gulf set between the sisters—indeed, they are sisters no longer— the two women who refuse to acknowledge their father do not acknowledge each other. So Mme. de Nucingen would lap up all the mud that lies between the Rue Balzac’s Goriot tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia tr. Ellen Marriage Saint-Lazare et la rue de Grenelle pour entrer dans mon salon. Elle a cru que de Marsay la ferait arriver à son but, et elle s’est faite l’esclave de de Marsay, elle assomme de Marsay. De Marsay se soucie fort peu d’elle. Si vous me la présentez, vous serez son Benjamin, elle vous adorera. Aimez-la si vous pouvez après, sinon servez-vous d’elle. Je la verrai une ou deux fois, en grande soirée, quand il y aura cohue; mais je ne la recevrai jamais le matin. Je la saluerai, cela suffira. Vous vous êtes fermé la porte de la comtesse pour avoir prononcé le nom du père Goriot. Oui, mon cher, vous iriez vingt fois chez madame de Restaud, vingt fois vous la trouveriez absente. Vous avez été consigné. Eh bien! que le père Goriot vos introduise près de madame Delphine de Nucingen. La belle madame de Nucingen sera pour vous une enseigne. Soyez l’homme qu’elle distingue, les femmes raffoleront de vous. Ses rivales, ses amies, ses meilleures amies voudront vous enlever à elle. Il y a des femmes qui aiment l’homme déjà choisi par une autre, comme il y a de pauvres bourgeoises qui, en prenant nos chapeaux, espèrent avoir nos manières. Vous aurez des succès. A Paris, le succès est tout, c’est la clef du pouvoir. Si les femmes vous trouvent de l’esprit, du talent, les hommes le croiront, si vous ne les détrompez pas. Vous pourrez alors tout vouloir, vous aurez le pied partout. Vous saurez alors ce qu’est le monde, une réunion de dupes et de fripons. Ne soyez ni parmi les uns ni parmi les autres. Je vous donne mon nom comme un fil d’Ariane pour entrer dans ce labyrinthe. Ne le compromettez pas, dit-elle en recourbant son cou et jetant un regard de reine à l’étudiant, rendez-le-moi blanc. Allez, laissez-moi. Nous autres femmes, nous avons aussi nos batailles à livrer. calle San Lázaro y la de Grenelle (36), por entrar en mi salón. Ella creyó, que De Marsay la haría llegar a alcanzar su meta y se ha hecho esclava de De Marsay. Tiene abrumado a De Marsay. De Marsay se ocupa muy poco de ella. Si un día me la presentan, usted será su Benjamín, ella le adorará. Ámela, si puede, después, si no, sírvase de ella. La veré una o dos veces, en el gran baile, cuando hay a mucha gente; pero nunca la recibiré por la mañana. La saludaré, eso será suficiente. Se ha cerrado usted la puerta de la condesa por haber pronunciado el nombre del tío Goriot. Sí, querido mío, si fuera veinte veces a casa de la señora de Restaud, veinte veces que la encontraría ausente. Han dado esa consigna para cuando vaya usted. Muy bien, que el tío Goriot le introduzca en casa de la señora Delfina de Nucingen. La bella señora de Nucingen será como un reclamo. Sea el hombre que ella distinga y las mujeres se volverán locas por usted. Sus rivales, sus amigas, sus mejores amigas, querrán quitárselo. Hay mujeres que quieren al hombre, que ya ha sido escogido por otra. Hay pobres burguesas que creen, que por ponerse nuestros sombreros, van a tener ya, nuestras m a n e r a s . Te n d r á u s t e d é x i t o . E n París, el éxito lo es todo, es la llave del porvenir. Si las mujeres opinan que tiene ingenio, talento, los hombres creerán que es cierto. Siempre que usted no les demuestre lo contrario. Podrá entonces desearlo todo, [140] podrá poner los pies en todas partes. Entonces, sabrá lo que es el mundo, una reunión de bobos y de b r i b o n e s. Le doy mi nombre, como un hilo de Ariadna, para entrar en ese laberinto. No lo comprometa —dijo arqueando el cuello y dirigiendo una mirada de reina al estudiante—. Devuélvamelo limpio. Ahora váyase, déjeme. Nosotras las mujeres, tenemos también nuestras batallas que librar. renzo y la calle de Grenelle por entrar en mi salón. Ha creído que De Marsey le haría conseguir su propósito y se ha hecho la esclava de De Marsey, y le tiene verdaderamente abrumado. De Marsey, en cambio, se ocupa muy poco de ella. Si me la presenta será usted su Benjamín, le adorará a usted. Si después puede amarla, la ama; si no, se sirve de ella. La recibiré una o dos veces los días de reunión en que haya algún barullo de gentes; pero nunca por la mañana. La saludaré, y eso bastará. Se ha cerrado usted la puerta de la condesa por haber pronunciado el nombre de papá Goriot. Sí, amigo mío, usted puede ir veinte veces a casa de la señora de Restaud; las veinte le dirán, con toda seguridad, que no está en casa. Ésta es la consigna. Pues bien, papá Goriot puede presentarle a la señora Delphine de Nucingen. La bella señora de Nucingen puede ser para usted una bandera de combate. Si consigue ser el hombre a quien ella distinga, las demás mujeres estarán locas por usted. Sus rivales, sus amigas, sus mejores amigas, tratarán [392] de birlárselo. Porque hay mujeres que aman al hombre escogido por otra mujer, como hay infelices burgueses que, poniéndose nuestros sombreros, esperan tener nuestros modales. Tendrá usted éxito, y en París el éxito es todo, es la llave del poder. Si las mujeres encuentran que es usted un hombre simpático y de talento, los hombres se ‘lo creerán, como usted no se lo desmienta. Y ya podrá osar cualquier cosa, podrá poner el pie en todas partes. Y entonces comprenderá lo que es el mundo: una reunión de primos y de bribones. Procure usted no ser ni de los unos ni de los otros. Yo le presto mi nombre, como un hilo de Ariadna, para entrar en ese laberinto. No me lo comprometa usted —le dijo doblando graciosamente la cabeza y echando al estudiante una mirada de reina—; devuélvamelo usted inmaculado. Y ahora déjeme, porque nosotras, las mujeres, tenemos que librar también nuestras batallas. Saint-Lazare and the Rue de Grenelle to gain admittance to my salon. She fancied that she should gain her end through de Marsay; she has made herself de Marsay’s slave, and she bores him. De Marsay cares very little about her. If you will introduce her to me, you will be her darling, her Benjamin; she will idolize you. If, after that, you can love her, do so; if not, make her useful. I will ask her to come once or twice to one of my great crushes, but I will never receive her here in the morning. I will bow to her when I see her, and that will be quite sufficient. You have shut the Comtesse de Restaud’s door against you by mentioning Father Goriot’s name. Yes, my good friend, you may call at her house twenty times, and every time out of the twenty you will find that she is not at home. The servants have their orders, and will not admit you. Very well, then, now let Father Goriot gain the right of entry into her sister’s house for you. The beautiful Mme. de Nucingen will give the signal for a battle. As soon as she singles you out, other women will begin to lose their heads about you, and her enemies and rivals and intimate friends will all try to take you from her. There are women who will fall in love with a man because another woman has chosen him; like the city madams, poor things, who copy our millinery, and hope thereby to acquire our manners. You will have a success, and in Paris success is everything; it is the key of power. If the women credit you with wit and talent, the men will follow suit so long as you do not undeceive them yourself. There will be nothing you may not aspire to; you will go everywhere, and you will find out what the world is—an assemblage of fools and knaves. But you must be neither the one nor the other. I am giving you my name like Ariadne’s clue of thread to take with you into the labyrinth; make no unworthy use of it,” she said, with a queenly glance and curve of her throat; “give it back to me unsullied. And now, go; leave me. We women also have our battles to fight.” — S’il vous fallait un homme de bonne volonté pour aller mettre le feu à une mine? dit Eugène en l’interrompant. —Si necesitara usted un hombre de buena voluntad, que le prenda fuego a una mina... —dijo Eugenio interrumpiéndola. —Si necesita usted un hombre de buena voluntad que vaya a poner fuego a una mecha... —dijo Eugéne interrumpiéndola. “And if you should ever need some one who would gladly set a match to a t r a i n f o r y o u — ” ________________ . — Eh bien? dit-elle. —Sí, ¿qué? —dijo ella. —¿Qué? —preguntó ella. “Well?” she asked. 5 Il se frappa le coeur, sourit au sourire de sa cousine, et sortit. Il était cinq heures. Eugène avait faim, il craignit de ne pas arriver à temps pour l’heure du dîner. Cette crainte lui fit sentir le bonheur d’être rapidement emporté Él, se golpeó el pecho, sonrió, ante la sonrisa de su prima y salió. Eran las cinco. Eugenio tenía hambre, tenía miedo de no llegar a tiempo, para la hora de la cena. Este temor, le hizo sentir la dicha, de verse conducido, rápidamente, por París. Se dio un golpe en el pecho, sobre el corazón, sonrió a la sonrisa de su prima, y salió. Eran las cinco. Eugéne tenía hambre y temió no llegar a la hora de la comida. Este temor le hizo comprender el placer que debe ser el poder hacerse conducir rápidamente 70 He tapped his heart, smiled in answer to his cousin’s smile, and went. It was five o’clock, and Eugene was hungry; he was afraid lest he should not be in time for dinner, a misgiving which made him feel that it was pleasant to be borne so Balzac’s Goriot tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia tr. Ellen Marriage dans Paris. Ce plaisir purement machinal le laissa tout entier aux pensées qui l’assaillaient. Lorsqu’un jeune homme de son âge est atteint par le mépris, il s’emporte, il enrage, il menace du poing la société entière, il veut se venger et doute aussi de lui-même. Rastignac était en ce moment accablé par ces mots: Vous vous êtes fermé la porte de la comtesse. - J’irai! se dit-il, et si madame de Beauséant a raison, si je suis consigné... je... Madame de Restaud me trouvera dans tous les salons où elle va. J’apprendrai à faire des armes, à tirer le pistolet, je lui tuerai son Maxime! Ese placer puramente maquinal, lo dejó entregado por completo, a los pensamientos que le asaltaron. Cuando un hombre de su edad, es alcanzado por el desprecio, se arrebata, se enfurece, amenaza con el puño a toda la sociedad, quiere vengarse y también duda de sí mismo. Rastignac, estaba, en aquellos momentos, abrumado por estas palabras: «Usted se ha cerrado la puerta de la condesa.» «¡Iré allí! —se decía— y si la señora de Beauseant tiene razón, si no me d e j a n e n t r a r. . . y o . . . L a s e ñ o r a d e Restaud, me encontrará en todos los salones a donde vaya. Aprenderé esgrima, a tirar con pistola y le mataré a su Máximo. por París. Este placer, puramente maquinal, le dejó en completa libertad para entregarse por completo a los pensamientos que le asaltaban. Cuando un joven de su edad se ve despreciado, se encorajina, rabia y amenaza a la sociedad entera, quiere vengarse y, al propio tiempo, duda de sí mismo. Rastignac estaba en este momento bajo el peso de estas palabras: Te has cerrado la puerta de la condesa. —¡Iré! —se dijo—. Y si la señora de Beauséant tiene razón, si hay una consigna contra mí... yo... la señora de [393] Restaud me encontrará en todos los salones a los que vaya. Aprenderé a manejar las armas, a tirar a pistola, y mataré a su Maxime. quickly across Paris. This sensation of physical comfort left his mind free to grapple with the thoughts that assailed him. A mortification usually sends a young man of his age into a furious rage; he shakes his fist at society, and vows vengeance when his belief in himself is shaken. Just then Rastignac was overwhelmed by the words, “You have shut the Countess’ door against you.” “I shall call!” he said to himself, “and if Mme. de Beauseant is right, if I never find her at home—I . . . well, Mme. de Restaud shall meet me in every salon in Paris. I will learn to fence and have some pistol practice, and kill that Maxime of hers!” - Et de l’argent! lui criait sa conscience, où donc en prendras-tu? Tout à coup la richesse étalée chez la comtesse de Restaud brilla devant ses yeux. Il avait vu là le luxe dont une demoiselle Goriot devait être amoureuse, des dorures, des objets de prix en évidence le luxe inintelligent du parvenu, le gaspillage de la femme entretenue. Cette fascinante image fut soudainement écrasée par le grandiose hôtel de Beauséant. Son imagination, transportée dans les hautes régions de la société parisienne, lui inspira mille pensées mauvaises au coeur, en lui élargissant la tête et la conscience. Il vit le monde comme il est: les lois et la morale impuissantes chez les riches, et vit dans la fortune l’ultime ratio mundi. « Vautrin a raison, la fortune est la vertu! « se dit-il. ¡Y el dinero! ¿De dónde lo vas a sacar?» De repente, la riqueza ostentada en casa de la señora de Restaud, brilló ante sus ojos. Había visto allí, el lujo del que una señorita Goriot debía estar enamorada: dorados, objetos de precio en evidencia, el lujo, poco inteligente, del advenedizo, el despilfarro de la mujer que tiene un amante. Esta fascinante imagen, se vio, de repente, aplastada por el grandioso hotel de Beauseant. Su imaginac i ó n , transportada a las altas esferas de la sociedad parisina, le inspiró mil malos pensamientos, ensanchándole la cabeza y la concienc i a . Vi o e l m u n d o c o m o e s : l a s leyes y la moral impotentes entre los ricos, y vio en la fortuna, la última ratio mundi. « Va u t r i n t i e n e r a z ó n , l a f o r t u n a e s la virtud», se dijo. —¡Y el dinero! —le gritaba su conciencia—. ¿De dónde vas a sacarlo? De pronto, la riqueza ostentosa de casa de la condesa de Restaud brilló delante de sus ojos. Era el lujo el que debía seducir a una señorita Goriot, dorados objetos de precio ostensible; el lujo ininteligente del rico de nuevo cuño; el derroche de la mujer sostenida. Esta imagen fascinante fue repentinamente aplastada por el grandioso palacio de Beauséant. Su imaginación, transportada a las altas regiones de la sociedad parisiense, le inspiró mil pensamientos de los que pervierten el corazón, dejando manga ancha a la cabeza y a la conciencia. Vio el mundo tal como es: las leyes y la moral impotentes frente a los ricos; la fortuna como última ratio mundi. —Tiene razón Vautrin: la virtud es la fortuna —se dijo. “And money?” cried an inward monitor. “How about money, where is that to come from?” And all at once the wealth displayed in the Countess de Restaud’s drawing-room rose before his eyes. That was the luxury which Goriot’s daughter had loved too well, the gilding, the ostentatious splendor, the unintelligent luxury of the parvenu, the riotous extravagance of a courtesan. Then the attractive vision suddenly went under an eclipse as he remembered the stately grandeur of the Hotel de Beauseant. As his fancy wandered among these lofty regions in the great world of Paris, innumerable dark thoughts gathered in his heart; his ideas widened, and his conscience grew more elastic. He saw the world as it is; saw how the rich lived beyond the jurisdiction of law and public opinion, and found in success the ultima ratio mundi. “Vautrin is right, success is virtue!” he said to himself. Arrivé rue Neuve-Sainte-Geneviève, il monta rapidement chez lui, descendit pour donner dix francs au cocher, et vint dans cette salle à manger nauséabonde où il aperçut, comme des animaux à un râtelier, les dix-huit convives en train de se repaître. Le spectacle de ces misères et l’aspect de cette salle lui furent horribles. La transition était trop brusque, le contraste trop complet, pour ne pas développer outre mesure chez lui le sentiment de l’ambition. D’un côté, les fraîches et charmantes images de la nature sociale la plus élégante, des figures jeunes, vives, encadrées par les merveilles de l’art et du luxe, des têtes passionnées pleines de poésie; de l’autre, de sinistres tableaux bordés de fange, et des faces où les passions n’avaient laissé que leurs cordes et leur mécanisme. Les enseignements que la colère d’une femme abandonnée avaient arrachés à madame de Beauséant, ses offres captieuses revinrent dans sa mémoire, Una vez llegado a la calle nueva de Sainte Geneviéve, subió rápidamente a su habitación, bajó para darle diez francos al cochero, y fue a aquel comedor nauseabundo, donde vislumbró, como animales en un pesebre, a los dieciocho comensales paciendo. El espectáculo de aquellas miserias y el aspecto de aquella sala, le resultaron horribles. La transición era, demasiado brusca, el contraste demasiado completo, para no desarrollar, desmedidamente en él, el sentimiento de la ambición. Por una parte, las frescas y [141] encantadores imágenes de la naturaleza social más elegante: figuras jóvenes, vivas, enmarcadas por las maravillas del arte y del lujo, cabezas apasionadas, llenas de poesía. Por otra, siniestros cuadros bordeados de fango, y rostros en los que las pasiones no habían dejado más que las cuerdas y el mecanismo. Las enseñanzas, que la cólera de una mujer abandonada había arrancado a la señora de Beauseant, sus ofrecimientos capciosos, volvieron a Había llegado a la calle Neuve-Sainte-Geneviève; subió rápidamente a su cuarto, descendió para dar diez francos al cochero y entró en aquel nauseabundo comedor, donde percibió a los dieciocho huéspedes que, como animales en su pesebre, se disponían a engullir. El espectáculo de aquella miseria y el aspecto del comedor le parecieron horribles. La transición había sido demasiado brusca, el contraste demasiado violento para que no sintiera desarrollársele desmesuradamente su ambición. De un lado, las frescas y encantadoras imágenes de la naturaleza social más elegante; figuras jóvenes vivas, rodeadas de maravillas de arte y de lujo, cabezas apasionadas llenas de poesía; del otro, cuadros siniestros de ignominia, rostros en que las pasiones no habían dejado más que las huellas de su mecanismo. Las enseñanzas que la cólera de una mujer abandonada había arrancado a la señora de Beauséant [394] y sus ofrecimientos capciosos volvieron a su me- Arrived in the Rue Neuve-SainteGenevieve, he rushed up to his room for ten francs wherewith to satisfy the demands of the cabman, and went in to dinner. He glanced round the squalid room, saw the eighteen povertystricken creatures about to feed like cattle in their stalls, and the sight filled him with loathing. The transition was too sudden, and the contrast was so violent that it could not but act as a powerful stimulant; his ambition developed and grew beyond all social bounds. On the one hand, he beheld a vision of social life in its most charming and refined forms, of quick-pulsed youth, of fair, impassioned faces invested with all the charm of poetry, framed in a marvelous setting of luxury or art; and, on the other hand, he saw a sombre picture, the miry verge beyond these faces, in which passion was extinct and nothing was left of the drama but the cords and pulleys and bare mechanism. Mme. de Beauseant’s counsels, the words uttered in anger by the 71 Balzac’s Goriot tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia tr. Ellen Marriage et la misère les commente. Rastignac résolut d’ouvrir deux tranchées parallèles pour arriver à la fortune, de s’appuyer sur la science et sur l’amour, d’être un savant docteur et un homme à la mode. Il était encore bien enfant! Ces deux lignes sont des asymptotes qui ne peuvent jamais se rejoindre. su memoria, y la miseria los comentó. Rastignac resolvió abrir dos trincheras paralelas para llegar a la fortuna: apoyarse en la ciencia y en el amor, ser un sabio doctor y un hombre a la moda. ¡Todavía era muy niño! Esas dos líneas son asíntotas (37) que no pueden encontrarse jamás. moria y la miseria los comentó. Rastignac decidió abrir dos vías paralelas para llegar a la fortuna, apoyarse en la ciencia y en el amor, ser un docto sabio y un hombre a la moda. Era todavía demasiado niño para saber que estas dos líneas son dos asíntotas que no pueden encontrarse jamás. forsaken lady, her petulant offer, came to his mind, and poverty was a ready expositor. Rastignac determined to open two parallel trenches so as to insure success; he would be a learned doctor of law and a man of fashion. Clearly he was still a child! Those two lines are asymptotes, and will never meet. _- Vous êtes bien sombre, monsieur le marquis, lui dit Vautrin, qui lui jeta un de ces regards par lesquels cet homme semblait s’initier aux secrets les plus cachés du coeur. —Esta usted muy sombrío, señor marqués —le dijo Vautrin, echándole una de esas miradas, con las que, este hombre, parecía enterarse de los secretos más ocultos del corazón. —Está usted muy sombrío, señor marqués —le dijo Vautrin echándole una de sus miradas, miradas con las que este hombre parecía iniciarse en los secretos más ocultos de su corazón. “ Yo u a r e v e r y d u l l , m y l o r d M a r q u i s , ” s a i d Va u t r i n , w i t h one of the shrewd glances that seem to read the i n n e r m o s t secrets of another mind. — Je ne suis pas disposé à souffrir les plaisanteries de ceux qui m’appellent monsieur le marquis, répondit-il. Ici, pour être vraiment marquis, il faut avoir cent mille livres de rente, et quand on vit dans la Maison Vauquer on n’est pas précisément le favori de la Fortune. —No estoy dispuesto a sufrir más bromas de los que me llaman señor marqués —respondió—. Aquí, para ser verdaderamente marqués, hay que tener cien mil libras de renta y cuando se vive en la casa Vauquer, uno no es precisamente el favorito de la fortuna. —No estoy dispuesto a soportar las bromas de quienes me llaman «señor marqués» —respondió—. Aquí para ser marqués de verdad hay que tener cien mil francos de renta, y cuando se vive en la casa Vauquer, no se es precisamente un favorecido de la fortuna. “I am not in the humor to stand jokes from people who call me ‘my lord Marquis,’ “ answered Eugene. “A marquis here in Paris, if he is not the veriest sham, ought to have a hundred thousand livres a year at least; and a lodger in the Maison Vauquer is not exactly Fortune’s favorite.” Va u t r i n r e g a r d a R a s t i g n a c d’un air paternel et méprisant, comme s’il eût dit: « Marmot ! dont je ne ferais qu’une bouchée! « Puis il répondit: - Vous êtes de mauvaise humeur, parce que vous n’avez peut-être pas réussi auprès de la belle comtesse de Restaud. Va u t r i n m i r ó a R a s t i g n a c c o n aire paternal y despectivo, como si le hubiera dicho: «¡Monigote , contigo no tengo ni para un diente!» Después respondió: —Está de mal humor porque quizá no ha tenido éxito con la bella condesa de Restaud. Vautrin miró a Rastignac con un aire paternal y despreciativo, como si le hubiera dicho: «¡desgraciado!, contigo no tengo yo ni para empezar». Después le respondió: —Está usted de mal humor porque no ha triunfado usted con la condesa de Restaud. Va u t r i n ’s g l a n c e a t R a s t i g n a c was half-paternal, half-contemptuous. “Puppy!” it seemed to say; “I should make one mouthful of him!” Then he answered: “You are in a bad humor; perhaps your visit to the beautiful Comtesse de Restaud was not a success.” — Elle m’a fermé sa porte pour lui avoir dit que son père mangeait à notre table, s’écria Rastignac. —Me ha cerrado la puerta de su casa, por haberle dicho que su padre comía en nuestra mesa —exclamó Rastignac. —Me ha dado con la puerta en las narices por haberle dicho que su padre comía en nuestra mesa —saltó Rastignac. “She has shut her door against me because I told her that her father dined at our table,” cried Rastignac. Tous les convives s’entre-regardèrent. Le père Goriot baissa les yeux, et se retourna pour les essuyer. Todos los comensales se miraron entre ellos. El tío Goriot bajó los ojos y se volvió para secárselos. Todos los huéspedes se miraron. Papá Goriot bajó los ojos y se volvió para enjugárselos. Glances were exchanged all round the room; Father Goriot looked down. — Vous m’avez jeté du tabac dans l’oeil, dit-il à son voisin. —Me ha echado usted tabaco en el ojo —dijo a su vecino. —Me ha echado usted tabaco a un ojo —dijo a su vecino. — Qui vexera le père Goriot s’attaquera désormais à moi, répondit Eugène en regardant le voisin de l’ancien vermicellier; il vaut mieux que nous tous. Je ne parle pas des dames, dit-il en se retournant vers mademois e l l e Ta i l l e f e r. —Cualquiera que ofenda al tío Goriot, de ahora en adelante, tendrá que vérselas conmigo —respondió Eugenio, mirando al vecino del antiguo fabricante de fideos—. Él vale más que todos nosotros juntos. Sin contar las señoras —dijo, volviéndose hacia la señorita Taillefer. —Quien fastidie a papá Goriot se las entenderá conmigo de aquí en adelante —respondió Eugéne mirando al huésped próximo al antiguo fabricante de fideos—. Papá Goriot vale más que todos nosotros. No hablo de las señoras —dijo volviéndose hacia la señorita Taillefer. “You have sent some snuff into my eye,” he said to his neighbor, turning a little aside to rub his hand over his face. “Any one who molests Father Goriot will have henceforward to reckon with me,” said Eugene, looking at the old man’s neighbor; “he is worth all the rest of us put together.—I am not speaking of the ladies,” he added, turning in the direction of Mlle. Taillefer. Cette phrase fut un dénouement, Eugène l’avait prononcée d’un air qui imposa silence aux convives. Va u t r i n seul lui dit en goguenardant: - Pour prendre le père Goriot à votre compte, et vous établir son éditeur responsable, il faut savoir bien tenir une épée et bien tirer le pistolet. Aquella frase fue un punto final, Eugenio la había pronunciado, con un aire, que impuso silencio a los comensales. Únicamente Vautrin le dijo bromeando: —Para tomar a su cargo al tío Goriot y, erigirse en su editor [142] responsable, hay que saber manejar bien la espada y tirar muy bien con pistola. Esta frase inesperada la pronunció Eugéne con un aire tal, que impuso silencio. Únicam e n t e Va u t r i n l e d i j o c o n t o n o c h o c a r re ro: [ 3 9 5 ] —Para que tome usted a papá Goriot bajo su protección y se haga su editor responsable, hay que saber manejar la espada y tirar a pistola. E u g e n e ’s r e m a r k s p r o d u c e d a sensation, and his tone silenced the dinner-table. Va u t r i n a l o n e s p o k e . He said, banteringly . “If you are going to champion Father Goriot, and set up for his responsible editor into the bargain, you had need be a crack shot and know how to handle the foils.” — Ainsi ferai-je, dit Eugène. —Así lo haré —dijo Eugenio. —Así lo haré —dijo Eugéne. “So I intend,” said Eugene. — Vous êtes donc entré en campagne aujourd’hui? —Así pues, ha entrado en campaña hoy. —¿De modo que entra usted en campaña desde hoy? “Then you are taking the field today?” — Peut-être, répondit Rastignac. —Quizás —respondió Rastignac—, —Quizá —respondió Rastignac— “Perhaps,” Rastignac an- 72 Balzac’s Goriot tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia tr. Ellen Marriage Mais je ne dois compte de mes a ff a i r e s à p e r s o n n e , a t t e n d u q u e j e ne cherche pas à deviner celles que les autres font la nuit. Va u t r i n r e g a r d a R a s t i g n a c d e travers. pero yo no tengo porque dar cuenta de mis asuntos a nadie, ya que yo no intento averiguar lo que los demás hacen por la noche. Va u t r i n m i r ó a R a s t i g n a c d e soslayo. . Pero no tengo por qué dar cuenta de mis asuntos a nadie; sobre todo cuando no trato de saber lo que los demás hacen durante la noche. Vautrin miró a Rastignac con una mirada oblicua. swered. “But I owe no account of myself to any one, especially as I do not try to find out what other people do of a night.” Va u t r i n l o o k e d a s k a n c e a t Rastignac. — Mon petit, quand on ne veut pas être dupe des marionnettes, il faut entrer tout à fait dans la baraque, et ne pas se contenter de regarder par les trous de la tapisserie. Assez causé, ajouta-t-il en voyant Eugène près de se gendarmer. Nous aurons ensemble un petit bout de conversation quand vous le voudrez. —Pequeño, cuando uno no quiere las marionetas que se burlen de uno, tiene que entrar de lleno en la barraca, y no contentarse con mirar por los agujeros de la lona. Ya hemos hablado bastante —añadió, viendo a Eugenio a punto de acalorarse— . Tendremos unas palabritas cuando usted quiera. —Pequeño, cuando se quiere saber lo que verdaderamente pasa en el teatro, hay que estar entre bastidores. Hemos hablado bastante —añadió viendo que Eugéne estaba a punto de irritarse— . Cuando usted quiera podemos hablar a solas. “If you do not mean to be deceived by the puppets, my boy, you must go behind and see the whole show, and not peep through holes in the curtain. That is enough,” he added, seei n g t h a t E u g e n e w a s a b o u t t o f l y i n t o a p a s s i o n. “We can have a little talk whenever you like.” Le dîner devint sombre et froid. Le père Goriot, absorbé par la profonde douleur que lui avait causée la phrase de l’étudiant, ne comprit pas que les dispositions des esprits étaient changées à son égard, et qu’un jeune homme en état d’imposer silence à la persécution avait pris sa défense. La cena se hizo sombría y fría. El tío Goriot absorto por el profundo dolor que le había causado la frase del estudiante, no comprendió, que la actitud de los ánimos, había cambiado con relación a él, y que, un hombre joven, en condiciones de imponer silencio a sus perseguidores, había tomado su defensa. La comida tomó un aire sombrío y frío. Papá Goriot, absorbido por el profundo dolor que le había causado la frase del estudiante, no comprendió que había cambiado la disposición de espíritu hacia él y que un joven capaz de imponer silencio había tomado su defensa. There was a general feeling of gloom and constraint. Father Goriot was so deeply dejected by the student’s remark that he did not notice the change in the disposition of his fellow-lodgers, nor know that he had met with a champion capable of putting an end to the persecution. — Monsieur Goriot, dit madame Vauquer à voix basse, serait donc le père d’une comtesse à c’t’heure? —Así que el señor Goriot —dijo la señora Vauquer en voz baja—, ¿es padre de una condesa, en estos momentos? —¿El señor Goriot —dijo la señora Vauquer en voz baja— es, por tanto, el padre de una condesa? “Then, M. Goriot sitting there is the father of a countess,” said Mme. Vauquer in a low voice. Et d’une baronne, lui répliqua Rastignac. —Y de una baronesa —le replicó Rastignac. —Y de una baronesa —le replicó Rastignac. “And of a baroness,” answered Rastignac. Il n’a que ça à faire, dit Bianchon à Rastignac, je lui ai pris la tête: il n’y a qu’une b o s s e, celle de la paternité, ce sera un Père Eternel. —Es lo único que puede hacer — dijo Bianchon a Rastignac—. Le he palpado la cabeza: no tiene más que una protuberancia, la de la paternidad. Será un padre eterno. —Efectivamente —dijo Bianchon a Rastignac—, le he examinado el cráneo y no tiene más que una protuberancia, la de la paternidad. Será un padre eterno. “That is about all he is capable of,” said Bianchon to Rastignac; “I have taken a look at his head; there is only one bump—the bump of Paternity; he must be an ETERNAL FATHER.” Eugène était trop sérieux pour que la plaisanterie de Bianchon le fit rire. Il voulait profiter des conseils de madame de Beauséant, et se demandait où et comment il se procurerait de l’argent. Il devint soucieux en voyant les savanes du monde qui se déroulaient à ses yeux à la fois vides et pleines; chacun le laissa seul dans la salle à manger quand le dîner fut fini. Eugenio estaba demasiado serio para que la broma de Bianchon, le hiciera reír. Quería aprovechar los consejos de la señora de Beauseant, y se preguntaba, dónde y cómo, se procuraría dinero. Se quedó preocupado al ver las sabanas del mundo, que se extendían ante sus ojos, a la vez vacías y llenas. Todos le dejaron sólo en el comedor, cuando la cena hubo terminado. Eugéne estaba demasiado serio para que la broma de Bianchon le hiciera reír. Quería aprovechar los consejos de la señora de Beauséant y se preguntaba cómo podía agenciarse dinero. Estaba inquieto al ver desfilar ante sus ojos el mundo como un panorama, a la vez vacío y lleno. Cuando terminó la cena le fueron dejando solo en el comedor. Eugene was too intent on his thoughts to laugh at Bianchon’s joke. He determined to profit by Mme. de Beauseant’s counsels, and was asking himself how he could obtain the necessary money. He grew grave. The wide savannas of the world stretched before his eyes; all things lay before him, nothing was his. Dinner came to an end, the others went, and he was left in the dining-room. — Vous avez donc vu ma fille? lui dit Goriot d’une voix émue. Réveillé de sa méditation par le bonhomme, Eugène lui prit la main, et le contemplant avec une sorte d’attendrissement: - Vous êtes un brave et digne homme, répondit-il. Nous causerons de vos filles plus tard. Il se leva sans vouloir écouter le père Goriot, et se retira dans sa chambre, où il écrivit à sa mère la lettre suivante: —Entonces, ¿ha visto usted a mi hija? —le dijo Goriot con voz conmovida. Despertado de su meditación por el buen hombre, Eugenio le cogió la mano, y mirándole con una especie de enternecimiento: —Es usted un hombre digno y bueno —respondió—. Hablaremos de sus hijas más tarde. Se levantó sin querer escuchar al tío Goriot, y se retiró a su habitación, donde escribió a su madre la carta siguiente: —¿Así que ha visto usted a mi hija? —le preguntó con voz trémula Goriot. [396] Despertado de su meditación por el buen hombre, Eugéne le cogió la mano y le dijo contemplándole con una especie de ternura: —Es usted un hombre bueno y digno. Después hablaremos de sus hijas. Se levantó sin querer escuchar a papá Goriot y se retiró a su cuarto, donde escribió a su madre la siguiente carta: “So you have seen my daughter?” Goriot spoke tremulously, and the sound of his voice broke in upon Eugene’s dreams. The young man took the elder’s hand, and looked at him with something like kindness in his eyes. “You are a good and noble man,” he said. “We will have some talk about your daughters by and by.” He rose without waiting for Goriot’s answer, and went to his room. There he wrote the following letter to his mother:— « Ma chère mère, vois si tu n’as pas une troisième mamelle à t’ouvrir pour moi. je suis dans une situation à faire promptement fortune. J’ai besoin de douze cents francs, et il Mi querida madre: mírate a ver si no tienen una tercera teta para mí. Estoy en una situación como para hacer fortuna rápidamente. Necesito mil doscientos francos, y los necesito «Mi querida madre: Mira si puedes aún hacer un sacrificio más por mí. Estoy en una situación en la que puedo hacer fortuna rápidamente. Tengo necesidad de mil doscientos francos “My Dear Mother,—Can you nourish your child from your breast again? I am in a position to make a rapid fortune, but I want twelve hundred francs—I must have them at all costs. 73 Balzac’s Goriot tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia tr. Ellen Marriage me les faut à tout prix. Ne dis rien de ma demande à mon Père, il s’y opposerait peut-être, et si je n’avais pas cet argent, je serais en proie à un désespoir qui me conduirait à me brûler la cervelle. je t’expliquerai mes motifs aussitôt que je te verrai, car il faudrait t’écrire des volumes pour te faire comprendre la situation dans laquelle je suis. Je n’ai pas joué, ma bonne mère, je ne dois rien; mais si tu tiens à me conserver la vie que tu m’as donnée, il faut me trouver cette somme. Enfin, je vais chez la vicomtesse de Beauséant, qui m’a pris sous sa protection. Je dois aller dans le monde, et n’ai pas un sou pour avoir des gants propres. Je saurai ne manger que du pain, ne boire que de l’eau, je jeûnerai au besoin; mais je ne puis me passer des outils avec «lesquels on pioche la vigne dans ce pays-ci. Il s’agit pour moi de faire mon chemin ou de rester dans la boue. Je sais toutes les espérances que vous avez mises en moi, et veux les réaliser promptement. Ma bonne mère, vends quelques-uns de tes anciens bijoux, je les remplacerai bientôt. Je connais assez la situation de notre famille pour savoir apprécier de tels sacrifices, et tu dois croire que je ne te demande pas de les faire en vain, sinon je serais un monstre. Ne vois dans ma prière que le cri d’une impérieuse nécessité. Notre avenir est tout entier dans ce subside, avec lequel je dois ouvrir la campagne; car cette vie de Paris est un combat perpétuel. Si, pour compléter la somme, il n’y a pas d’autres ressources que de vendre les dentelles de ma tante, dis-lui que je lui en enverrai de plus belles. « Etc. a cualquier precio. No digas nada de mi petición a mi padre. Tal vez se opondría a ella, y, si yo no tuviera ese dinero, sería presa de una [143] desesperación, que me conduciría a saltarme la tapa de los sesos. Te explicaré mis motivos tan pronto como te vea, pues tendría que escribirte volúmenes, para hacerte comprender la situación en que estoy. No he jugado, madre buena, no debo nada. Pero, si tienes interés en conservarme la vida que me has dado, tienes que encontrarme esa cantidad. En fin. Voy a casa de la vizcondesa de Beauseant que me ha tomado bajo su protección. Debo salir al mundo, y no tengo un céntimo, para tener guantes limpios. Sabré no comer más que pan, no beber más que agua, ayunaré si es preciso; pero no puedo prescindir de las herramientas, con las que se cava la viña, en este país. Se trata para mí, de seguir mi camino, o de quedarme en el barro. Yo sé, todas las esperanzas que habéis depositado en mí y quiero realizarlas rápidamente. Mi buena mamá, vende alguna de tus antiguas joyas, yo te proporcionaré otras, enseguida. Conozco bastante bien la situación de nuestra familia para saber apreciar tales sacrificios, y debes creer, que no te pido que los hagas en vano, si no, sería un monstruo. No veas en mi petición más que el grito de una imperiosa necesidad. Nuestro porvenir entero está en este subsidio, con el cual debo abrir la campaña; porque esta vida de París, es un perpetuo combate. Si, para completar la suma, no hay otra solución, que vender los encajes de mi tía, dile que yo le mandaré otros más bonitos. Etcétera. y los necesito sea como sea. No digas nada a mi padre de esta petición; acaso se opusiera, y si no consigo ese dinero, sería presa de tal desesperación que me llevaría a levantarme la tapa de los sesos. Te explicaré lo que me pasa en cuanto te vea, puesto que necesitaría escribir volúmenes enteros para hacerte comprender cuál es mi situación. No he jugado, querida madre; tampoco debo nada, pero si quieres conservarme esta vida que me has dado, es imprescindible que encuentres ese dinero. En fin, entro en casa de la vizcondesa de Beauséant, que me ha tomado bajo su protección. Debo alternar en sociedad y no tengo una peseta para poder llevar unos guantes limpios. Podría pasar sin comer más que pan, no beber más que agua, y hasta ayunar si fuera preciso, pero no puedo prescindir de aquellas cosas que son el reclamo con que aquí se caza. Se trata de poder hacer carrera o de seguir sumido en el fango. Yo sé todas las esperanzas que habéis puesto en mí y quiero realizarlas rápidamente. Madre querida, vende algunas de tus antiguas alhajas; yo te las compraré pronto nuevas. Conozco lo bastante la situación de mi familia para saber apreciar tales sacrificios, y tú debes creer que no te los pido en vano. Si tal hiciera, sería un monstruo. No veas en mí más que el grito de una necesidad imperiosa. Nuestro porvenir depende completameme [397] de este subsidio, con el cual debo comenzar mi campaña, puesto que esta vida de París es un perpetuo combate. Si para completar la suma no hay otro recurso que el de vender los encajes de mi tía, dile que se los enviaré mejores, etc.» Say nothing about this to my father; perhaps he might make objections, and unless I have the money, I may be led to put an end to myself, and so escape the clutches of despair. I will tell you everything when I see you. I will not begin to try to describe my present situation; it would take volumes to put the whole story clearly and fully. I have not been gambling, my kind mother, I owe no one a penny; but if you would preserve the life that you gave me, you must send me the sum I mention. As a matter of fact, I go to see the Vicomtesse de Beauseant; she is using her influence for me; I am obliged to go into society, and I have not a penny to lay out on clean gloves. I can manage to exist on bread and water, or go without food, if need be, but I cannot do without the tools with which they cultivate the vineyards in this country. I must resolutely make up my mind at once to make my way, or stick in the mire for the rest of my days. I know that all your hopes are set on me, and I want to realize them quickly. Sell some of your old jewelry, my kind mother; I will give you other jewels very soon. I know enough of our affairs at home to know all that such a sacrifice means, and you must not think that I would lightly ask you to make it; I should be a monster if I could. You must think of my entreaty as a cry forced from me by imperative necessity. Our whole future lies in the subsidy with which I must begin my first campaign, for life in Paris is one continual battle. If you cannot otherwise procure the whole of the money, and are forced to sell our aunt’s lace, tell her that I will send her some still handsomer,” and so forth. Il écrivit à chacune de ses soeurs en leur demandant leurs économies, et, pour les leur arracher sans qu’elles parlassent en famille du sacrifice qu’elles ne manqueraient pas de lui faire avec bonheur, il intéressa leur délicatesse en attaquant les cordes de l’honneur qui sont si bien tendues et résonnent si fort dans de jeunes coeurs. Quand il eut écrit ces lettres, il éprouva néanmoins une trépidation involontaire: il palpitait, il tressaillait. Ce jeune ambitieux connaissait la noblesse immaculée de ces âmes ensevelies dans la solitude, il savait quelles peines il causerait à ses deux soeurs, et aussi quelles seraient leurs joies avec quel plaisir elles s’entretiendraient en secret de ce frère bien-aimé, au fond du clos. Sa conscience se dressa lumineuse, et les lui montra comptant en secret leur petit trésor: il les vit, déployant le génie malicieux des jeunes filles pour Escribió a cada de sus hermanas, p i d i é n d o l e s s u s a h o r r o s , y, p a r a arrancárselos sin que hablasen en familia, del sacrificio que no iban a dejar de hacer por él con alegría, solicitó su delicadeza, atacando las cuerdas del honor, que están tan bien tensadas y resuenan tan fuerte, en los corazones jóvenes. Cuando hubo terminado esas cartas, experimentó sin embargo una trepidación involuntaria: estaba palpitante, y se estremecía. Ese joven ambicioso, conocía la pureza inmaculada de las almas sepultadas en la soledad. Sabía qué penas iba a causar a sus dos hermanas, y también cuáles serían sus alegrías. Con qué placer hablarían en secreto, de ese hermano bien amado, en el fondo del cercado. Su conciencia se levantó luminosa, y se las mostró, contando en secreto su pequeño tesoro. Las vio, desplegando el genio malicioso de las chicas jó- Escribió también a cada una de sus hermanas pidiéndoles sus economías, y para arrancárselas sin que nada dijeran en familia del sacrificio que no dejarían de hacer por él hasta con alegría, les habló a su discreción, tocán doles las cuerdas del honor que son tan sensibles y vibrantes en l o s c o r a z o n e s jóvenes. Cuando terminó de escribir estas cartas experimentó, sin embargo, un temblor involuntario; palpitaba, se estremecía. Este joven ambicioso conocía la nobleza de aquellas almas humanas sumidas en la soledad, sabía la pena que causaría a sus dos hermanas, y también la alegría que experimentarían, el placer con que conversarían en secreto de su querido hermano en el fondo de la huerta. Su conciencia se alzó luminosa, y pudo contemplarlas contando en secreto su pequeño tesoro; las vio desplegar su ingenio malicioso de mu- He wrote to ask each of his sisters for their savings—would they despoil themselves for him, and keep the sacrifice a secret from the family? To his request he knew that they would not fail to respond gladly, and he added to it an appeal to their delicacy by touching the chord of honor t h a t v i b r a t e s s o l o u d l y i n young and high-strung natures. Yet when he had written the letters, he could not help feeling misgivings in spite of his youthful ambition; his heart beat fast, and he trembled. He knew the spotless nobleness of the lives buried away in the lonely manor house; he knew what trouble and what joy his request would cause his sisters, and how happy they would be as they talked at t h e b o t t o m o f t h e o r c h a r d of that dear brother of theirs in Paris. Visions rose before his eyes; a sudden strong light revealed his sisters secretly counting over their little store, devising some girlish stratagem by which the money could be sent to 74 Balzac’s Goriot tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia tr. Ellen Marriage lui envoyer incognito cet argent, essayant une première tromperie pour être sublimes. «Le coeur d’une soeur est un diamant de pureté, un abîme de tendresse! « se dit-il. Il avait honte d’avoir écrit. Combien seraient puissants leurs voeux, combien pur serait l’élan de leurs âmes vers le ciel! Avec quelle volupté ne se sacrifieraient-elles pas! De quelle douleur serait atteinte sa mère, si elle ne pouvait envoyer toute la somme! Ces beaux sentiments, ces effroyables sacrifices allaient lui servir d’échelon pour arriver à Delphine de Nucingen. Quelques larmes, derniers grains d’encens jetés sur l’autel sacré de la famille, lui sortirent des yeux. Il se promena dans une agitation pleine de désespoir. Le père Goriot, le voyant ainsi par sa porte qui était restée entrebâillée, entra et lui dit: - Qu’avez-vous, monsieur? v e n e s , p a r a e n v i a r, d e i n c ó g n i t o , aquel dinero, intentando una primera mentira para ser sublimes. «El corazón de una hermana es un diamente de pureza, un abismo de ternura», se dijo. Tenía vergüenza de haber escrito. Qué poderosos serían sus deseos. ¡Cuán puro sería el impulso de sus almas hacia el cielo! ¡Con qué voluptuosidad no se sacrificarían ellas! De qué dolor se vería aquejada su madre, si no podía enviar toda la suma. Aquellos bellos [144] sentimientos, aquellos espantosos sacrificios, le iban a servir de escalón para llegar a Delfina Nucingen. Unas lágrimas, últimos granos de incienso quemados sobre el altar sagrado de la familia, brotaron de sus ojos. Se paseó con una agitación llena de desesperanza. El tío Goriot, viéndole así por su puerta que se había quedado entreabierta, entró y le dijo: —¿Qué le pasa señor? chachas para enviarle de incógnito el dinero, inventando una primera trampa para ser sublimes. —El corazón de una hermana es un diamante de pureza, un abismo de ternura —se dijo. Tuvo vergüenza de haber escrito. ¡Qué poderosos serían sus deseos, qué puro el impulso de sus almas hacia el Cielo! ¡Con qué voluptuosidad cumplirían el sacrificio! ¡Qué dolor tan grande el de su madre si no pudiera enviar la suma! Estos hermosos sentimientos, estos espantosos sacrificios, iban a servirle de escalones para llegar hasta Delphine de Nucingen. Algunas lágrimas, últimos granos de incienso quemados ante el altar sagrado de la familia, le asomaron a los ojos. Se paseó por el cuarto, agitado, desesperado. Papá Goriot, al verle de esta [398] manera por la puerta que había quedado entreabierta, entró y le dijo: —¿Qué le pasa a usted? him incognito, essaying, for the first time in their lives, a piece of deceit that reached the sublime in its unselfishness. “ A s i s t e r ’s h e a r t i s a d i a m o n d f o r p u r i t y, a d e e p s e a o f t e n d e rness!” he said to himself. He felt ashamed of those letters. What power there must be in the petitions put up by such hearts; how pure the fervor that bears their souls to Heaven in prayer! What exquisite joy they would find in self-sacrifice! What a pang for his mother’s heart if she could not send him all that he asked for! And this noble affection, these sacrifices made at such terrible cost, were to serve as the ladder by which he meant to climb to Delphine de Nucingen. A few tears, like the last grains of incense flung upon the sacred alter fire of the hearth, fell from his eyes. He walked up and down, and despair mingled with his emotion. Father Goriot saw him through the half-open door. “What is the matter, sir?” he asked from the threshold. — Ah! mon bon voisin, je suis encore fils et frère comme vous êtes père. Vous avez raison de trembler pour la comtesse Anastasie, e l l e est à un monsieur Maxime de Trailles qui la perdra. —¡Ah!, mi buen vecino, yo soy todavía hijo y hermano como ust e d e s p a d r e . Ti e n e r a z ó n a l t e m blar por la condesa Anastasia. Está con un tal Máximo de Tr a i l l e s q u e l a p e r d e r á . —¡Ah!, vecino mío, yo soy todavía hijo y hermano, como usted es padre. Tiene usted razón de temblar por la suerte de la condesa Anastasie: está entregada a un Maxime de Trailles, que la perderá. “Ah! my good neighbor, I am as much a son and brother as you are a father. You do well to fear for the Comtesse Anastasie; there is one M. Maxime de Trailles, who will be her ruin.” Le père Goriot se retira en balbutiant quelques paroles dont Eugène ne saisit pas le sens. Le lendemain, Rastignac alla jeter ses lettres à la poste. Il hésita jusqu’au dernier moment, mais il les lança dans la boite en disant: « je réussirai! « Le mot du joueur, du grand capitaine, mot fataliste qui perd plus d’hommes qu’il n’en sauve. Quelques jours après, Eugène alla chez madame de Restaud et ne fut pas reçu. Trois fois, il y retourna, trois fois encore il trouva la porte close, quoiqu’il se présentât à des heures où le comte Maxime de Trailles n’y était pas. La vicomtesse avait eu raison. L’étudiant n’étudia plus. Il allait aux cours pour y répondre à l’appel, et quand il avait attesté sa présence, il décampait. Il s’était fait le raisonnement que se font la plupart des étudiants. Il réservait ses études pour le moment où il s’agirait de passer ses examens; il avait résolu d’entasser ses inscriptions de seconde et de troisième année, puis d’apprendre le Droit sérieusement et d’un seul coup au dernier moment. Il avait ainsi quinze mois de loisirs pour naviguer sur l’océan de Paris, pour s’y livrer à la traite des femmes, ou y pêcher la fortune. Pendant cette semaine, il vit deux fois madame de Beauséant, chez laquelle il n’allait qu’au moment où sortait la voiture du mar- El tío Goriot se retiró balbuceando unas palabras, cuyo sentido, no comprendió Eugenio. Al día siguiente, Rastignac fue a echar sus cartas al correo. Estuvo dudando hasta el último momento, pero las soltó en el buzón diciendo: —«¡Triunfaré!»— Las palabras del jugador, del gran Capitán, palabra fatalista que pierde a más hombres que los que salva. Unos días después, Eugenio fue a casa de la señora de Restaud y no fue recibido. Volvió otras tres veces y encontró la puerta cerrada, a pesar de presentarse en horas en q u e e l c o n d e M á x i m o d e Tr a i l l e s no estaba allí. La vizcondesa había tenido razón. El estudiante no estudió más. Iba a las clases para responder a pasar lista y cuando había atestiguado su presencia, se marchaba. Se había hecho el razonamiento que se hacen la mayor parte de los estudiantes. Él reservaba sus estudios, para el momento en que se tratase de pasar sus exámenes. Había decidido matricularse simultáneamente de segundo y tercer curso, y después, estudiar Derecho seriamente y de una sola vez, en el último momento. Tenía así quince meses de tiempo libre, para navegar por el océano de París, para dedicarse allí a tratar mujeres, o pescar en él la fortuna. Durante esta semana, vio dos veces a la señora de Beauseant, a casa de la cual, no iba, más que en el momento en que salía el coche del mar- Papá Goriot se retiró balbuciendo algunas palabras, cuyo sentido Eugéne no comprendió... Al día siguiente Rastignac fue a echar sus cartas al correo. Dudó hasta el último momento, pero al fin las echó diciendo: «¡Triunfaré!» Palabra de jugador, de gran capitán; palabra fatalista que pierde más hombres que salva. Algunos días después Eugéne fue a casa de la señora de Restaud y no fue recibido. Volvió tres veces más, y las tres volvió a encontrar cerrada la puerta, aunque se presentó a horas en que no estaba el conde Maxime de Trailles. La vizcondesa tenía razón. El estudiante no estudió más. Iba a las clases para responder a la lista, y en cuanto había justificad o s u p r e s e n c i a s e l a rg a b a . S e había hecho el razonamiento que se hacen la mayor parte de los estudiantes. Estudiaría cuando llegaran los exámenes; decidió pasar de una vez el segundo y tercer año, y luego estudiar seriamente el Derecho de un golpe en los últimos momentos. Le quedaban así quince meses para navegar por el océano de París, para entregarse a la caza de mujeres, para hacer fortuna. Durante esta semana vio dos veces a la señora de Beauséant, a cuya casa no iba hasta que salía el coche del mar- Father Goriot withdrew, stammering some words, but Eugene failed to catch their meaning. The next morning Rastignac went out to post his letters. Up to the last moment he wavered and doubted, but he ended by flinging them into the box. “I shall succeed!” he said to himself. So says the gambler; so says the great captain; but the three words that have been the salvation of some few, have been the ruin of many more. A few days after this Eugene called at Mme. de Restaud’s house; she was not at home. Three times he tried the experiment, and three times he found her doors closed against him, though he was careful to choose an hour when M. de Trailles was not there. The Vicomtesse was right. The student studied no longer. He put in an appearance at lectures simply to answer to his name, and after thus attesting his presence, departed forthwith. He had been through a reasoning process familiar to most students. He had seen the advisability of deferring his studies to the last moment before going up for his examinations; he made up his mind to cram his second and third years’ work into the third year, when he meant to begin to work in earnest, and to complete his studies in law with one great effort. In the meantime he had fifteen months in which to navigate the ocean of Paris, to spread the nets and set the lines that would bring him a protectress and a fortune. Twice during that week he saw Mme. de Beauseant; he did not go to her house until he had seen the Marquis 75 Balzac’s Goriot tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia tr. Ellen Marriage quis d’Ajuda. Pour quelques jours encore cette illustre femme, la plus poétique figure du faubourg Saint-Germain, resta victorieuse, et fit suspendre le mariage de mademoiselle de Rochefide avec le marquis d’Ajuda-Pinto. Mais ces derniers jours, que la crainte de perdre son bonheur rendit les plus ardents de tous, devaient précipiter la catastrophe. Le marquis d’Ajuda, de concert avec les Rochefide, avait regardé cette brouille et ce raccommodement comme une circonstance heureuse: ils espéraient que madame de Beauséant s’accoutumerait à l’idée de ce mariage et finirait par sacrifier ses matinées à un avenir prévu dans la vie des hommes. Malgré les plus saintes promesses renouvelées chaque jour, monsieur d’Ajuda jouait donc la comédie, la vicomtesse aimait à être trompée. « Au lieu de s a u t e r n o b l e m e n t p a r l a fenêtre, elle se laissait rouler dans les escaliers «, disait la duchesse de Langeais, sa meilleure amie. Néanmoins, ces dernières lueurs brillèrent assez longtemps pour que la vicomtesse restât à Paris et y servît son j eune parent auquel elle portait une so r t e d ’ a ff e c t i o n s u p e r s t i tieuse. Eugène s’était montré pour elle plein de dévouement et de sensibilité dans une circonstance où les femmes ne voient de pitié, de consolation vraie dans aucun regard. Si un homme leur dit alors de douces paroles, il les dit par spéculation. qués de Adjuda. Durante unos días, esta ilustre muj e r, l a m á s p o é t i c a f i g u r a d e l Faubourg Saint-Germain, permaneció victoriosa e hizo suspender la boda de la señorita de Rochefide con el marqués d’Adjuda-Pinto, pero aquellos últimos días, que el temor de perder su felicidad, convirtió en los más ardientes de todos, iban a precipitar la catástrofe. El marqués d’Adjuda, de acuerdo con los Rochefide, había considerado aquella pelea, seguida de reconciliación, como un feliz acontecimiento: esperaban que la señora de Beauseant se acostumbrara a la idea de la boda y acabara por sacrificar sus mañanas a un porvenir previsto para cualquier hombre. A pesar de la más santas promesas, renovadas a diario, el señor d’Adjuda representaba una comedia y la señora vizcondesa quería ser engañada. [145] «En vez de saltar noblemente por la ventana, se tiraba rodando por las escaleras», decía la duquesa de Langeais, su mej o r a m i g a . S i n e m b a rg o , a q u ellos postreros fulgores, brillaron el tiempo suficiente para que la vizcondesa se quedara en París y sirviera a su joven pariente, por el que sentía una especie de afecto superst icioso. Eugenio, se había mostrado para con ella, lleno de devoción y de sensibilidad, en una circunst a n c i a , e n l a que, las mujeres, no ven piedad, ni consideración verdadera, en ning u n a m i r a d a . S i u n h o m b r e , l es dice entonces tiernas palabras, lo hace por especulación. qués de Ajuda. Durante algunos días más esta ilustre mujer, la figura más poética del arrabal de Saint-Germain, quedó victoriosa e hizo suspender el casamiento de la señorita Rochefide con el marqués de Ajuda-Pinto. Pero aquellos últimos días, que el temor de perder su felicidad hizo los más ardientes de todos, de bían [399] precipitar la catástrofe. El marqués de Ajuda, de acuerdo con los Rochefide, habían considerado aquella desavenencia y aquella reconciliación como una circunstancia feliz; esperaba que la señora de Beauséant se acostumbrara a la idea del casamiento y acabaría por sacrificar sus mañanas por un porvenir previsto en la vida de los hombres. A pesar de las mejores promesas, diariamente repetidas, el señor de Ajuda representaba una farsa, y la vizcondesa se complacía en ser engañada. «En lugar de tirar noblemente por el camino derecho, se ha dejado meter por los vericuetos», decía la duquesa de Langeais, su mejor amiga. Con todo, aquellos últimos resplandores duraron lo bastante para que la vizcondesa se quedara en París, lo que sirvió a su joven pariente, a quien ella tenía una especie de afecto supersticioso. Eugéne se había mostrado lleno de desinterés y sensibilidad en una circunstancia en que las mujeres no encuentran piedad ni verdadero consuelo en ninguna mirada. Si un hombre les dice entonces palabras agradables, se las dice por especulación. d’Ajuda drive away. Vi c t o r y f o r y e t a f e w m o r e d a y s w a s w i t h t h e g r e a t l a d y, t h e most poetic figure in the F a u b o u rg S a i n t - G e r m a i n ; a n d t h e marriage of the Marquis d ’ A j u d a - Pinto with Mlle. de Ro c h e f i d e w a s p o s t p o n e d . T h e dread of losing her happiness filled those days with a fever of joy unknown before, but the end was only so much the nearer. The Marquis d’Ajuda and the Rochefides agreed that this quarrel and reconciliation was a very fortunate thing; Mme. de Beauseant (so they hoped) would gradually become reconciled to the idea of the marriage, and in the end would be brought to sacrifice d’Ajuda’s morning visits to the exigencies of a man’s career, exigencies which she must have foreseen. In spite of the most solemn promises, daily renewed, M. d’Ajuda was playing a part, and the Vicomtesse was eager to be deceived. “Instead of taking a leap heroically from the window, she is falling headlong down the staircase,” said her most intimate friend, the Duchesse de Langeais. Ye t t h i s a f t e r- g l o w of happiness lasted long enough f o r t h e Vi c o m t e s s e t o b e o f s e rvice to her young cousin. She had a half-superstitious affection for him. Eugene had shown her sympathy and devotion at a crisis when a woman sees no p i t y, n o r e a l c o m f o r t i n a n y eyes; when if a man is ready with soothing flatteries, it is because he has an interested motive. Dans le désir de parfaitement bien connaître son échiquier avant de tenter l’abordage de la maison de Nucingen, Rastignac voulut se mettre au fait de la vie antérieure du père Goriot, et recueillit des renseignements certains, qui peuvent se réduire à ceci. Con el deseo de conocer, perfectamente, el terreno en el que iba a meterse, antes de intentar el abordaje de la casa de Nucingen, Rastignac quiso ponerse al corriente de la vida anterior del tío Goriot y recoger informaciones certeras, que pueden reducirse a esto: Para no volver a cometer otra indiscreción, antes de intentar entrar en la casa de N u c i n g e n , Rastignac quiso ponerse al corriente de la vida anterior de papá Goriot, y recogió datos fidedignos, que se pueden reducir a éstos: Rastignac made up his mind that he must learn the whole of G o r i o t ’s p r e v i o u s h i s t o r y ; h e would come to his bearings before attempting to board the Maison de Nucingen. The results of his inquiries may be given briefly as follows:— Jean-Joachim Goriot était, avant la Révolution, un simple ouvrier vermicellier, habile, économe, et assez entreprenant pour avoir acheté le fonds de son maître, que le hasard rendit victime du premier soulèvement de 1789. Il s’était établi rue de la jussienne, près de la Halle-aux-Blés, et avait eu le gros bon sens d’accepter la présidence de sa section, afin de faire protéger son commerce par les personnages les plus influents de cette dangereuse époque. Cette sagesse avait été l’origine de sa fortune qui commença dans la disette, fausse ou vraie, par suite de laquelle les Juan-Joaquín Goriot era, antes de la República, un simple obrero de una fábrica de fideos, hábil, ahorrador y lo bastante emprendedor, como para haber comprado el establecimiento de su jefe, a quien, el azar, hizo caer víctima del primer levantamiento en 1789. Se había establecido en la calle de la Jussienne, cerca del mercado de los trigos, y había tenido el gran sentido común de aceptar la presidencia de su sección, con el fin de hacer proteger su establecimiento, por los personajes más influyentes de aquella peligrosa época. Esta prudencia había sido el origen de su fortuna, que comenzó con la escasez de víveres, por causa de la cual, los cereales, adqui- Jean Joachim Goriot era, antes de la Revolución, un simple obrero de una fábrica de pastas, hábil, económico y lo bastante emprendedor como para comprar el establecimiento de su dueño, a quien la casualidad hizo víctima del primer levantamiento de 1789. Se estableció en la calle de la Jussienne, cerca del mercado de trigos, y tuvo el buen sentido de aceptar la presidencia de su sección, con el fin de que su comercio estuviese protegido por los personajes más influyentes de aquella peligrosa época. Esta prudente medida fue el origen de su fortuna, que comenzó con la escasez de víveres, verdadera o falsa, a causa de la [400] In the days before the Revolution, Jean-Joachim Goriot was simply a workman in the employ of a vermicelli maker. He was a skilful, thrifty workman, sufficiently enterprising to buy his master’s business when the latter fell a chance victim to the disturbances of 1789. Goriot established himself in the Rue de la Jussienne, close to the Corn Exchange. His plain good sense led him to accept the position of President of the Section, so as to secure for his business the protection of those in power at that dangerous epoch. This prudent step had led to success; the foundations of his fortune were laid in the time of the Scarcity (real or artificial), when the price of 76 Balzac’s Goriot grains acquirent un prix énorme à Paris. Le peuple se tuait à la porte des boulangers, tandis que certaines personnes allaient chercher sans émeute des pâtes d’Italie chez les épiciers. Pendant cette année, le citoyen Goriot amassa les capitaux qui plus tard lui servirent à faire son commerce avec toute la supériorité que donne une grande masse d’argent à celui qui la possède. Il lui arriva ce qui arrive à tous les hommes qui n’ont qu’une capacité relative. Sa médiocrité le sauva. D’ailleurs, sa fortune n’étant connue qu’au moment où il n’y avait plus de danger à être riche, il n’excita l’envie de personne. Le commerce des grains semblait avoir absorbé toute son intelligence. S’agissait-il de blés, de farines, de grenailles, de reconnaître leurs qualités, les provenances, de veiller à leur conservation, de prévoir les cours, de prophétiser l’abondance ou la pénurie des récoltes, de se procurer les céréales à bon marché, de s’en approvisionner en Sicile, en Ukraine, Goriot n’avait pas son second. A lui voir conduire ses affaires, expliquer les lois sur l’exportation, sur l’importation des grains, étudier leur esprit, saisir leurs défauts, un homme l’eût jugé capable d’être ministre d’Etat. Patient, actif, énergique, constant, rapide dans ses expéditions, il avait un coup d’oeil d’aigle, il devançait tout, prévoyait tout, savait tout, cachait tout; diplomate pour concevoir, soldat pour marcher. Sorti de sa spécialité, de sa simple et obscure boutique sur le pas de laquelle il demeurait pendant ses heures d’oisiveté, l’épaule appuyée au montant de la porte, il redevenait l’ouvrier stupide et grossier, l’homme incapable de comprendre un raisonnement, insensible à tous les plaisirs de l’esprit, l’homme qui s’endormait au spectacle, un de ces Dolibans parisiens, forts seulement en bêtise. Ces natures se ressemblent presque toutes. A presque toutes, vous trouveriez un sentiment sublime au coeur. Deux sentiments exclusifs avaient rempli le coeur du vermicellier, en avaient absorbé l’humide, comme le commerce des grains employait toute l’intelligence de sa cervelle. Sa femme, fille unique d’un riche fermier de la Brie, fut pour lui l’objet d’une admiration religieuse, d’un amour sans bornes. Goriot avait admiré en elle une nature frêle et forte, sensible et jolie, qui contrastait vigoureusement avec la sienne. S’il est un sentiment inné dans le coeur de l’homme, n’est-ce pas l’orgueil de la protection exercée à tout moment en faveur d’un être faible? joignez-y l’amour, cette reconnaissance vive de tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia rieron un precio desorbitado en París. El pueblo se mataba a la puerta de las panaderías, mientras que, algunas personas, iban a buscar, sin alboroto, pastas de Italia, en las tiendas de ultramarinos. Durante aquel año, el ciudadano Goriot amasó los capitales que, más tarde, le sirvieron para hacer su comercio, con toda la superioridad que da una gran masa de dinero, al que la posee. Le ocurrió lo que suele ocurrirles a los hombres que no tienen más que una capacidad relativa. Su mediocridad le salvó. Por otra parte, su fortuna no fue conocida, hasta el momento en que ya no era peligroso ser rico. No despertó la envidia de nadie. ___________ ___ ______ ___ ____ ______ ________ _______ _____ __ Cuando se trataba de trigos, de harinas, de granos, de reconocer sus calidades, su procedencia, velar por su conservación, prever su cotización, profetizar la abundancia o penuria de las cosechas, conseguir cereales a buen precio, abastecerse en Sicilia, en Ukrania, entonces Goriot no tenía rival. Al verle gobernar sus negocios, explicar las leyes de importación y exportación de granos, estudiar su espíritu, captar sus defectos, cualquiera le habría creído capaz de ser ministro de Estado. Paciente, activo, enérgico, constante, rápido en sus expediciones, tenía una vista de águila, [146] se adelantaba a todo, lo preveía todo, lo sabía todo, lo ocultaba todo; diplomático para concebir, soldado para avanzar. Una vez sacado de su especialidad, de su sencilla y oscura tienda, ante cuyos umbrales, pasaba todo su tiempo libre, con el hombro apoyado sobre el montante de la puerta, volvía a ser el obrero estúpido y grosero, el hombre incapaz de entender un razonamiento, insensible a todos los placeres del espíritu, el hombre que se dormía en el teatro, uno de esos Dolibans (38) parisinos, que sólo descuellan por su estupidez. Esas naturalezas que se parecen casi todas y en las que encontraríamos un sentimiento sublime en su pecho. Dos sentimientos exclusivos habían llenado el corazón del fabricante de fideos y habían absorbido su humedad, de la misma manera que, el comercio de granos, absorbía la inteligencia de su cerebro. Su mujer, hija única de un granjero de la Brie (39), fue para él objeto de una admiración religiosa, de un amor sin límites. Goriot había admirado en ella una naturaleza frágil y fuerte, sensible y bonita, que contrastaba vigorosamente con la suya. Si existe un sentimiento innato en el corazón de un hombre. ¿No es éste el orgullo, que la protección de un ser débil produce? Añádanle el amor, ese agradecimiento cual los granos adquirieron en París un precio enorme. El pueblo se mataba en las puertas de los panaderos, mientras algunos encontraban tranquilamente pastas de Italia en las abacerías. Durante aquel año el ciudadano Goriot reunió el dinero que, más tarde, le sirvió para comerciar con las ventajas de un gran capital. Le sucedió lo que sucede a todos los hombres que no tienen más que una capacidad relativa: su mediocridad le salvó. Además, no se conoció su fortuna hasta el momento en que ya no había peligro de ser rico; no excitó la e n v i d i a d e n a d i e . E l c o mercio de granos parecía haber absorbido toda su inteligencia. Si se trataba de trigos, de harinas, de granos, de reconocer su calidad, su origen, de la manera de conservarlos, de prever sus cotizaciones, de aprovecharse de la abundancia o escasez de las cosechas, de procurarse cereales a precio bajo, de proveerse en Sicilia, en Ucrania, Goriot no tenía rival. Viéndole dirigir sus negocios, explicar las leyes de la exportación y la importación de granos, estudiar el espíritu de ellas y darse cuenta de sus defectos, cualquiera le hubiera juzgado capaz de ser ministro de Estado. Constante, activo, enérgico, rápido en sus expediciones, tenía una mirada de águila; se anticipaba a todo, preveía todo, sabía todo, lo ocultaba todo, concebía como un diplomático y ejecutaba como un soldado. Fuera de su especialidad, de su tienda simple y oscura, en cuyo umbral pasaba las horas ociosas, apoyado en el quicio de la puerta, se convertía en el obrero estúpido y grosero, en un hombre incapaz de comprender un razonamiento, insensible a todos los placeres del espíritu; el hombre que se duerme en el teatro; uno de esos Dolibanes parisienses, sabios en estupidez. Casi todos los caracteres así se parecen. En casi todos ellos encontraréis un sentimiento sublime en su corazón. Dos sentimientos exclusivos habían llenado el [401] corazón del fabricante de pastas, absorbiéndole toda su ternura, como el comercio de granos había absorbido toda su sesera. Su mujer, hija única de un rico labrador de la Brie, fue para él el objeto de una admiración religiosa, de un amor sin limites. Goriot admiraba en ella una naturaleza delicada y fuerte, sensible y bonita, que contrastaba vigorosamente con la suya. Si hay algún sentimiento nato en el corazón del hombre, ¿no es el del orgullo de proteger en cualquier momento a un ser débil? Añadid a esto el amor, ese vivo reconocimiento de todas las al77 tr. Ellen Marriage grain of all kinds rose enormously in Paris. People used to fight for bread at the bakers’ doors; while other persons went to the grocers’ shops and bought Italian paste foods without brawling over it. It was during this year that Goriot made the money, which, at a later time, was to give him all the advantage of the great capitalist over the small buyer; he had, moreover, the usual luck of average ability; his mediocrity was the salvation of him. He excited no one’s envy, it was not even suspected that he was rich till the peril of being rich was over, and all his intelligence was concentrated, not on political, but on commercial speculations. Goriot was an authority second to none on all questions relating to corn, flour, and “middlings”; and the production, storage, and quality of grain. He could estimate the yield of the harvest, and foresee market prices; he bought his cereals in Sicily, and imported Russian wheat. Any one who had heard him hold forth on the regulations that control the importation and exportation of grain, who had seen his grasp of the subject, his clear insight into the principles involved, his appreciation of weak points in the way that the system worked, would have thought that here was the stuff of which a minister is made. Patient, active, and persevering, energetic and prompt in action, he surveyed his business horizon with an eagle eye. Nothing there took him by surprise; he foresaw all things, knew all that was happening, and kept his own counsel; he was a diplomatist in his quick comprehension of a situation; and in the routine of business he was as patient and plodding as a soldier on the march. But beyond this business horizon he could not see. He used to spend his hours of leisure on the threshold of his shop, leaning against the framework of the door. Take him from his dark little counting-house, and he became once more the rough, slow-witted workman, a man who cannot understand a piece of reasoning, who is indifferent to all intellectual pleasures, and falls asleep at the play, a Parisian Dolibom in short, against whose stupidity other minds are powerless. Natures of this kind are nearly all alike; in almost all of them you will find some hidden depth of sublime affection. Two all-absorbing affections filled the vermicelli maker’s heart to the exclusion of every other feeling; into them he seemed to put all the forces of his nature, as he put the whole power of his brain into the corn trade. He had regarded his wife, the only daughter of a rich farmer of La Brie, with a devout admiration; his love for her had been boundless. Goriot had felt the charm of a lovely and sensitive nature, which, in its delicate strength, was the very opposite of his own. Is there any instinct more deeply implanted in the heart of man than the pride of protection, a protection which is constantly exerted for a fragile and defenceless creature? Join love thereto, the warmth of gratitude that all generous souls Balzac’s Goriot toutes les âmes franches pour le principe de leurs plaisirs, et vous comprendrez une foule de bizarreries morales. Après sept ans de bonheur sans nuages, Goriot, malheureusement pour lui, perdit sa femme; elle commençait à prendre de l’empire sur lui, en dehors de la sphère des sentiments. Peut-être eût-elle cultivé cette nature inerte, peut-être y eût-elle jeté l’intelligence des choses du monde et de la vie. Dans cette situation, le sentiment de la paternité se développa chez Goriot jusqu’à la déraison. Il reporta ses affections trompées par la mort sur ses deux filles, qui d’abord satisfirent pleinement tous ses sentiments. Quelque brillantes que fussent les propositions qui lui furent faites par des négociants ou des fermiers jaloux de lui donner leurs filles, il voulut rester veuf. Son beau-père, le seul homme pour lequel il avait eu du penchant, prétendait savoir pertinemment que Goriot avait juré de ne pas faire d’infidélité à sa femme, quoique morte. Les gens de la Halle, incapables de comprendre cette sublime folie, en plaisantèrent, et donnèrent à Goriot quelque grotesque sobriquet. Le premier d’entre eux qui, en buvant le vin d’un marché, s’avisa de le prononcer, reçut du vermicellier un coup de poing sur l’épaule qui l’envoya, la tête la première, sur une borne de la rue Oblin. Le dévouement irréfléchi, l’amour ombrageux et délicat que portait Goriot à ses filles était si connu, qu’un jour un de ses concurrents, voulant le faire partir du marché pour rester maître du cours, lui dit que Delphine venait d’être renversée par un cabriolet. Le vermicellier, pâle et blême, quitta aussitôt la Halle. Il fut malade pendant plusieurs jours par suite de la réaction des sentiments contraires auxquels le livra cette fausse alarme. S’il n’appliqua pas sa tape meurtrière sur l’épaule de cet homme, il le chassa de la Halle en le forçant, dans une circonstance critique, à faire faillite. L’éducation de ses deux filles fut naturellement déraisonnable. Riche de plus de soixante mille livres de rente, et ne dépensant pas douze cents francs pour lui, le bonheur de Goriot était de satisfaire les fantaisies de ses filles: les plus excellents maîtres furent chargés de les douer des talents qui signalent une bonne éducation; elle eurent une demoiselle de compagnie; heureusement pour elles, ce fut une femme d’esprit et de goût; elles allaient à cheval, elles avaient une voiture, elles vivaient comme auraient vécu les maîtresses d’un vieux seigneur riche; il leur suffisait d’exprimer les plus coûteux désirs tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia sincero de todas las almas hacia el principio de sus placeres y comprenderán una multitud de rarezas morales. Después de siete años de felicidad sin nubes, Goriot, por desgracia para él, perdió a su mujer: ya empezaba a dominarle más allá de la esfera de los sentimientos. Tal vez hubiera conservado aquella naturaleza inerte, tal vez hubiera introducido en ella, la inteligencia de las cosas del mundo y de la vida. En esta situación, el sentimiento de paternidad, se desarrolló en Goriot, hasta la sinrazón. Transfirió sus afectos, defraudados por la muerte, a sus dos hijas, que, al principio, dieron plena satisfacción a todos sus sentimientos. Por muy brillantes que fueran las proposiciones que le hicieran negociantes, o granjeros, deseosos de concederle sus hijas como esposas, se quedó viudo. Su suegro, el único hombre por el que sentía inclinación, pretendía saber, con toda seguridad, que Goriot había jurado ser fiel a su mujer, incluso después de muerta. Los de la Halle, incapaces de comprender esa sublime locura, se rieron de ella, y le pusieron a Goriot [147] algún grotesco apodo. El primero que tuvo la ocurrencia de pronunciarlo, tomándose unos vinos, recibió del fabricante de fideos un puñetazo en el hombro, que lo mandó, con la cabeza por delante, contra el mojón de la calle Oblin. La devoción irreflexiva, el amor sombrío y delicado, que Goriot les tenía a sus hijas, era tan conocido, que, un día, uno de sus competidores, queriendo alejarlo del mercado, para quedarse él dueño de los precios le dijo que Delfina había sido atropellada por un cabriolé. El fabricante de fideos, pálido y lívido, abandonó inmediatamente el mercado. Estuvo enfermo durante varios días, de resultas de la reacción que le produjeron los sentimientos contrarios que le causó aquella falsa alarma. Y, si no le propinó un tortazo mortal a aquel hombre, lo expulsó de la Halle (mercado), obligándole a declararse en quiebra, en una situación crítica. La educación de sus dos hijas fue, naturalmente, poco razonable. Poseedor de más de sesenta mil libras de renta y no gastándose en sí mismo más de 1.200 francos, toda la felicidad de Goriot, consistía, en satisfacer los caprichos de sus hijas. Los mejores profesores fueron encargados de dotarlas de todos los conocimientos que demuestran una buena educación. Tuvieron una señorita de compañía; por suerte para ellas, ésta era una mujer ingeniosa y de buen gusto; montaban a caballo, tenían coche. Vivían, como lo habrían hecho las queridas de un viejo señor rico; les bastaba con expresar los más costosos mas francas hacia el principio de sus placeres y comprenderéis una gran cantidad de sus rarezas morales. Después de siete años de felicidad sin una sola nube de tristeza, Goriot tuvo la desgracia de la muerte de su mujer, cuando empezaba a ejercer algún imperio sobre él, fuera ya de la esfera de los sentimientos. Acaso hubiera podido aquella mujer cultivar esta naturaleza inerte, hacerle comprender las cosas del mundo y de la vida. En esta situación el sentimiento paternal se desarrolló en Goriot hasta el delirio. Todos los afectos que quedaron sin objeto con la muerte de su mujer los puso en sus hijas, quienes, al principio, satisficieron todos sus sentimientos, hasta el punto de que prefirió continuar viudo por ellas que aceptar las brillantes proposiciones que le fueron hechas por negociantes y colonos deseosos de darle sus hijas. Su suegro, el único hombre a quien tenía algún afecto, pretendía saber pertinentemente que Goriot había jurado no ser infiel a la memoria de su mujer. Las gentes del mercado, incapaces de comprender esta sublime locura, bromearon y dieron a Goriot algún apodo grotesco. El primero que se atrevió a pronunciarlo delante del fabricante —fue mientras celebraban con unas copas un contrato— recibió tal puñetazo en la espalda, que le envió de cabeza contra un mojón de la calle de Oblin. El desinterés irreflexivo, el amor suspicaz [402] y delicado que tenía Goriot por sus hijas eran tan conocidos, que un día uno de sus competidores, queriendo hacerle marchar del mercado para quedar dueño del cotarro, le dijo que Delphine acababa de ser atropellada por un coche. El fabricante, pálido, lívido salió disparado. Estuvo enfermo varios días a causa de la serie de alternativos sentimientos que le causó aquella falsa alarma. Si no le arreó después a este hombre un puñetazo de los que solía dar, le hizo ahuecar del mercado obligándole, en una circunstancia crítica, a declararse en quiebra. La educación de sus dos hijas fue, naturalmente, absurda. Con 60.000 francos de renta y no empleando en sus gastos más de 1.200 francos, la felicidad de Goriot consistía en satisfacer todos los caprichos de sus hijas. Los mejores maestros estuvieron encargados de enseñarlas todo aquello que completa una buena educación; tuvieron una señorita de compañía que, felizmente para ellas, era una mujer inteligente y de gusto; montaban a caballo, paseaban en coche, vivían como puede vivir la querida de un viejo rico; les bastaba solamente indicar el más costoso deseo para que su padre se lo 78 tr. Ellen Marriage feel for the source of their pleasures, and you have the explanation of many strange incongruities in human nature. After seven years of unclouded happiness, Goriot lost his wife. It was very unfortunate for him. She was beginning to gain an ascendency over him in other ways; possibly she might have brought that barren soil under cultivation, she might have widened his ideas and given other directions to his thoughts. But when she was dead, the instinct of fatherhood developed in him till it almost became a mania. All the affection balked by death seemed to turn to his daughters, and he found full satisfaction for his heart in loving them. More or less brilliant proposals were made to him from time to time; wealthy merchants or farmers with daughters vied with each other in offering inducements to him to marry again; but he determined to remain a widower. His father-in-law, the only man for whom he felt a decided friendship, gave out that Goriot had made a vow to be faithful to his wife’s memory. The frequenters of the Corn Exchange, who could not comprehend this sublime piece of folly, joked about it among themselves, and found a ridiculous nickname for him. One of them ventured (after a glass over a bargain) to call him by it, and a blow from the vermicelli maker’s fist sent him headlong into a gutter in the Rue Oblin. He could think of nothing else when his children were concerned; his love for them made him fidgety and anxious; and this was so well known, that one day a competitor, who wished to get rid of him to secure the field to himself, told Goriot that Delphine had just been knocked down by a cab. The vermicelli maker turned ghastly pale, left the Exchange at once, and did not return for several days afterwards; he was ill in consequence of the shock and the subsequent relief on discovering that it was a false alarm. This time, however, the offender did not escape with a bruised shoulder; at a critical moment in the man’s affairs, Goriot drove him into bankruptcy, and forced him to disappear from the Corn Exchange. As might have been expected, the two girls were spoiled. With an income of sixty thousand francs, Goriot scarcely spent twelve hundred on himself, and found all his happiness in satisfying the whims of the two girls. The best masters were engaged, that Anastasie and Delphine might be endowed with all the accomplishments which distinguish a good education. They had a chaperon— luckily for them, she was a woman who had good sense and good taste;—they learned to ride; they had a carriage for their use; they lived as the mistress of a rich old lord might live; they had only to express a wish, their father would Balzac’s Goriot tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia tr. Ellen Marriage pour voir leur père s’empressant de les combler; il ne demandait qu’une caresse en retour de ses offrandes. Goriot mettait ses filles au rang des anges, et nécessairement au-dessus de lui, le pauvre homme! il aimait jusqu’au mal qu’elles lui faisaient. Quand ses filles furent en âge d’être mariées, elles purent choisir leurs maris suivant leurs goûts: chacune d’elles devait avoir en dot la moitié de la fortune de son père. Courtisée pour sa beauté par le comte de Restaud, Anastasie avait des penchants aristocratiques qui la portèrent à quitter la maison paternelle pour s’élancer dans les hautes sphères sociales. Delphine aimait l’argent: elle épousa Nucingen, banquier d’origine allemande qui devint baron du Saint-Empire. Goriot resta vermicellier. Ses filles et gendres se choquèrent bientôt de lui voir continuer ce commerce, quoique ce fût toute sa vie. Après avoir subi pendant cinq ans leurs instances, il consentit à se retirer avec le produit de son fonds, et les bénéfices de ces dernières années; capital que madame Vauquer, chez laquelle il était venu s’établir, avait estimé rapporter de huit à dix mille livres de rente. Il se jeta dans cette pension par suite du désespoir qui l’avait saisi en voyant ses deux filles obligées par leurs maris de refuser non seulement de le prendre chez elles, mais encore de l’y recevoir ostensiblement. deseos, para ver a su padre apresurarse a satisfacerlos; él, no pedía más que una caricia, a cambio de sus ofrendas. Goriot consideraba a sus hijas como ángeles y necesariamente, por encima de él. ¡Pobre hombre! Quería, hasta el mal que ellas le hacían. Cuando sus hijas estuvieron en edad de casarse, pudieron escoger sus maridos según sus gustos. Cada una de ellas, debía tener, como dote, la mitad de la fortuna de su padre. Cortejada por su belleza por el conde de Restaud, Anastasia, tenía inclinaciones aristocráticas, que la llevaron a abandonar la casa paterna, para lanzarse a las altas esferas sociales. A Delfina le gustaba el dinero: se casó con Nucingen, banquero de origen alemán, que llegó a ser barón del Santo Imperio. Goriot, se quedó en fabricante de fideos. Sus hijas y sus yernos, vieron enseguida con malos ojos, el que continuara con ese comercio, aunque fuera toda su vida. Después de haber soportado sus instancias durante cinco años, consintió en retirarse con el producto de la venta de su establecimiento y las ganancias de aquellos últimos años; capital que la señora Vauquer, en cuya casa había ido a vivir, había estimado reportar, de ocho a diez mil libras de renta. Se lanzó a aquella pensión, por la desesperación que se había apoderado de él, al ver a sus hijas, obligadas [148] por sus maridos, no sólo a negarse a tenerlo en su casa, sino también a recibirlo en ella ostensiblemente. satisficiera inmediatamente. El padre no pedía más que una caricia en pago de sus regalos. Goriot ponía a sus hijas a la altura de los ángeles y, claro está, muy por encima de él, que se consideraba un pobre hombre. Gozaba hasta en el mal que le hacían. Cuando sus hijas llegaron a ser casaderas, pudieron escoger marido según su gusto: cada una tendría de dote la mitad de la fortuna de su padre. La belleza de Anastasie cautivó al conde de Restaud, y los pufos aristocráticos que este matrimonio despertó en Anastasie hicieron que abandonara su casa paterna para lanzarse a las altas esferas sociales. A Delphine le atraía el dinero. Casó con Nucingen, banquero, de origen alemán, a quien dieron el título de barón del Santo Imperio. Goriot continuó siendo [403] fabricante de pastas. Sus hijas y sus yernos desearon que abandonara su comercio, aunque su comercio era toda su vida. Después de haber soportado cinco años de insistencias, consintió en retirarse con el producto de sus fondos y el beneficio de estos últimos años, capital que la señora Vauquer, a cuya casa fue entonces a vivir Goriot, estimó que consistía en 8.000 o 10.000 francos de renta. Se ocultó en esta casa de huéspedes a causa de la desesperación que le produjo el ver que sus dos hijas, obligadas por sus maridos, le negaban, no solamente que viviera con ellas sino hasta el recibirle ostensiblemente. hasten to give them their most extravagant desires, and asked nothing of them in return but a kiss. Goriot had raised the two girls to the level of the angels; and, quite naturally, he himself was left beneath them. Poor man! he loved them even for the pain that they gave him. When the girls were old enough to be married, they were left free to choose for themselves. Each had half her father ’s fortune as her dowry; and when the Comte de Restaud came to w o o A n a s t a s i e f o r h e r b e a u t y, her social aspirations led her to l e a v e h e r f a t h e r ’s h o u s e f o r a more exalted sphere. Delphine wished for money; she married Nucingen, a banker of German extraction, who became a Baron of the Holy Roman Empire. Goriot remained a vermicelli maker as before. His daughters and his sons-in-law began to demur; they did not like to see him still engaged in trade, though his whole life was bound up with his business. For five years he stood out against their entreaties, then he yielded, and consented to retire on the amount realized by the sale of his business and the savings of the last few years. It was this capital that Mme. Vauquer, in the early days of his residence with her, had calculated would bring in eight or ten thousand livres in a year. He had taken refuge in her lodging-house, driven there by despair when he knew that his daughters were compelled by their husbands not only to refuse to receive him as an inmate in their houses, but even to see him no more except in private. Ces renseignements étaient tout ce que savait un monsieur Muret sur le comte du père Goriot, dont il avait acheté le fonds. Les suppositions que Rastignac avait entendu faire par la duchesse de Langeais se trouvaient ainsi confirmées. Ici se termine l’exposition de cette obscure, mais effroyable tragédie parisienne. Esas informaciones eran todo lo que sabía un tal señor Muret, con relación al tío Goriot, cuyo establecimiento había comprado. Las suposiciones que Rastignac había oído hacer a la duquesa de Langeais, se veían así confirmadas. Así se termina la exposición de esta oscura, pero espantosa tragedia parisina. Esto era todo lo que sabía un tal Muret, quien se había quedado con el negocio de pastas de papá Goriot. Las suposiciones que Rastignac había oído a la duquesa de Langeais se confirmaban con estas noticias. Aquí termina la exposición de esta oscura pero espantosa tragedia parisiense. This was all the information which Rastignac gained from a M. Muret who had purchased Goriot’s business, information which confirmed the Duchesse de Langeais’ suppositions, and herewith the preliminary explanation of this obscure but terrible Parisian tragedy comes to an end. 79 Balzac’s Goriot 10 tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia tr. Ellen Marriage II. L’entrée dans le monde Vers la fin de cette première semaine du mois de décembre, Rastignac reçut deux lettres, l’une de sa mère, l’autre de sa soeur aînée. Ces écritures si connues le firent à la fois palpiter d’aise et trembler de terreur. Ces deux frêles papiers contenaient un arrêt de vie ou de mort sur ses espérances. S’il concevait quelque terreur en se rappelant la détresse de ses parents, il avait trop bien éprouvé leur prédilection pour ne pas craindre d’avoir aspiré leurs dernières gouttes de sang. La lettre de sa mère était ainsi conçue. Hacia final de esta primera semana, del mes de diciembre, Rastignac recibió dos cartas, una de su madre, la otra de su hermana mayor. Estas escrituras tan conocidas, le hicieron a la vez, palpitar de gusto y temblar de terror. Aquellos dos frágiles papeles contenían una sentencia de vida o muerte para sus esperanzas. Si concebía algún terror, recordando la penuria de sus padres, había experimentado demasiado bien su predilección, para no temer haber sorbido, las últimas gotas de su sangre. La carta de su madre, estaba concebida de la siguiente manera: Hacia el fin de esta primera semana de diciembre, Rastignac recibió dos cartas, una de su madre y otra de su hermana mayor. Las escrituras de ambas, tan conocidas para él, le hicieron, a la vez, palpitar de gozo y temblar de terror. En aquellos dos simples papeles venía la sentencia de vida o muerte de sus esperanzas. Si sentía algún terror al recordar la apurada situación de los suyos, conocía de sobra la predilección que por él tenían para no temer el haberles exprimido las últimas gotas de sangre. L a c a r t a d e su madre decía así: To w a r d s t h e e n d o f t h e f i r s t week in December Rastignac received two letters—one from his m o t h e r, a n d o n e f r o m h i s e l d e s t sister. His heart beat fast, half with h a p p i n e s s, half with fear, at the sight of the familiar handwriting. Those two little scraps of paper contained life or death for his hopes. But while he felt a shiver of dread as he remembered their dire poverty at home, he knew their love for him so well that he could not help fearing that he was draining their very life-blood. His mother ’s letter ran as follows:— «Mon cher enfant, je t’envoie ce que tu m’as demandé. Fais un bon emploi de cet argent, je ne pourrais, quand il s’agirait de te sauver la vie, trouver une seconde fois une somme si considérable sans que ton père en fût instruit, ce qui troublerait l’harmonie de notre ménage. Pour nous la procurer, nous serions obligés de donner des garanties sur notre terre. Il m’est impossible de juger le mérite de projets que je ne connais pas; mais de quelle nature sont-ils donc pour te faire craindre de me les confier? Cette explication ne demandait pas des volumes, il ne nous faut qu’un mot à nous autres mères, et ce mot m’aurait évité les angoisses de l’incertitude. Je ne saurais te cacher l’impression douloureuse que ta lettre m’a causée. Mon cher fils, quel est donc le sentiment qui t’a contraint à jeter un tel effroi dans mon coeur? tu as dû bien souffrir en m’écrivant, car j’ai bien souffert en te lisant. Dans quelle carrière t’engages-tu donc? Ta vie, ton bonheur seraient attachés à paraître ce que tu n’es pas, à voir un monde où tu ne saurais aller sans faire des dépenses d’argent que tu ne peux soutenir, sans perdre un temps précieux pour tes études? Mon bon Eugène, crois-en le coeur de ta mère, les voies tortueuses ne mènent à rien de grand. La patience et la résignation doivent être les vertus des jeunes gens qui sont dans ta position. Je ne te gronde pas, je ne voudrais communiquer à notre offrande aucune amertume. Mes paroles sont celles d’une mère aussi confiante que prévoyante. Si tu sais quelles sont tes obligations, je sais, moi, combien ton coeur est pur, combien tes intentions sont excellentes. Aussi puis-je te dire sans crainte: Va, mon bien-aimé, marche! Je tremble parce que je suis mère; mais chacun de tes pas sera tendrement accompagné de nos voeux et de nos bénédictions. Sois prudent, cher enfant. Tu dois être sage comme un homme, les des- Mi querido hijo: te envío lo que me pedirte. Haz buen uso de este dinero, yo no podría, aunque se tratara de salvarte la vida, encontrar, otra vez, una suma tan considerable, sin que tu padre se enterara, lo que turbaría la armonía de nuestro matrimonio. Para conseguirla, nos veríamos obligados a hipotecar nuestra tierra. Me es imposible juzgar el mérito, de proyector que no conozco; pero, ¿de qué naturaleza son, para que te dé miedo confiármelos? Esa explicación no necesitaba volúmenes, nosotras, las madres, no necesitamos más que una palabra y esa palabra, me habría evitado las angustias de la incertidumbre. No podría ocultarte, la impresión dolorosa que tu carta me ha causado. Querido hijo, qué sentimiento es, el que te ha obligado a echar semejante espanto en mi corazón? Has tenido que sufrir mucho al escribirme, porque yo, he sufrido mucho leyéndote. ¿Qué camino vas a emprender? ¿Tu vida, tu felicidad, estarán dedicadas a parecer lo que no eres, a ver un mundo, por el que no sabrás andar, sin hacer unos gastos de dinero que no pueden sostener, sin perder un tiempo precioso para tus estudios? Mi buen Eugenio, haz caro al corazón de tu madre: Las vías tortuosas no llevan a nada grande. La paciencia y la resignación, deben ser las virtudes de los jóvenes, que se encuentran en tu posición. No te estoy riñendo, no querría comunicarle a nuestra ofrenda, ninguna amargura. Mis palabras, son las de una madre tan confiada, como previsora. Si tú sabes cuáles son tus obligaciones, yo sé, qué puro es tu corazón, cuán excelentes son tus intenciones. Así puedo decirte sin temor: ¡Adelante querido mío, en marcha! Tiemblo porque soy madre; pero cada uno de tus pasos verá tiernamente acompañado por [149] nuestros deseos y por nuestras bendiciones. Sé prudente, querido hijo. Tienes que ser remato como un hombre, los destinos «Mi querido hijo: Te envío lo que me has pedido. Haz un buen uso de este dinero. Me sería imposible, aunque se tratara de salvar tu vida, encontrar por segunda vez sin que tu padre se enterara, una suma tan considerable, lo que perturbaría la armonía de nuestro hogar. Para procurárnosla tendríamos que hipotecar nuestras tierras. Me es imposible juzgar el mérito de proyectos que no conozco; [404] pero ¿qué clase de proyectos son esos que no te atreves a confiármelos? Para esta explicación no se necesita llenar volúmenes, seguramente. A las madres nos basta con una palabra, y esta palabra me hubiera evitado las angustias de la incertidumbre. No puedo ocultarte la dolorosa impresión que me ha causado tu carta. Mi querido hijo, ¿qué clase de sentimientos son los que te han impulsado a inquietar, de manera tan espantosa, mi corazón? Has debido sufrir mucho al escribirme, puesto que yo he sufrido mucho al leerte. ¿Qué camino es el que emprendes? ¿Crees que tu vida y tu felicidad pueden ir unidas a que aparentes lo que no eres, a un mundo en el que no puedes entrar sin hacer gastos que no puedes sostener, sin perder un tiempo precioso para tus estudios? Mi buen Eugéne, cree en el corazón de tu madre: los caminos tortuosos no conducen a nada grande. La paciencia y la resignación deben ser las virtudes de los jóvenes de tu posición. Todo esto no tiene la intención de una riña; de ningún modo quisiera comunicar a nuestra ofrenda la menor amargura. Mis palabras son las de una madre tan confiada como previsora. Si tú sabes cuáles son tus obligaciones, yo sé hasta qué punto es puro tu corazón, lo buenas que son tus intenciones. Así, puedo decirte sin temor: ¡Adelante, querido mío! Tiemblo porque soy madre; pero cada uno de tus pasos irá tiernamente acompañado de nuestros mejores deseos y de nuestras bendiciones. Sé prudente, hijo querido. Debes ser juicioso como un hombre; el desti- “My Dear Child,—I am sending you the money that you asked for. Make a good use of it. Even to save your life I could not raise so large a sum a second time without your father’s knowledge, and there would be trouble about it. We should be obliged to mortgage the land. It is impossible to judge of the merits of schemes of which I am ignorant; but what sort of schemes can they be, that you should fear to tell me about them? Volumes of explanation would not have been needed; we mothers can understand at a word, and that word would have spared me the anguish of uncertainty. I do not know how to hide the painful impression that your letter has made upon me, my dear son. What can you have felt when you were moved to send this chill of dread through my heart? It must have been very painful to you to write the letter that gave me so much pain as I read it. To what courses are you committed? You are going to appear to be something that you are not, and your whole life and success depends upon this? You are about to see a society into which you cannot enter without rushing into expense that you cannot afford, without losing precious time that is needed for your studies. Ah! my dear Eugene, believe your mother, crooked ways cannot lead to great ends. Patience and endurance are the two qualities most needed in your position. I am not scolding you; I do not want any tinge of bitterness to spoil our offering. I am only talking like a mother whose trust in you is as great as her foresight for you. You know the steps that you must take, and I, for my part, know the purity of heart, and how good your intentions are; so I can say to you without a doubt, ‘Go forward, beloved!’ If I tremble, it is because I am a mother, but my prayers and blessings will be with you at every step. Be very careful, dear boy. You must have a man’s prudence, for it lies with you to 80 Balzac’s Goriot tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia tr. Ellen Marriage tinées de cinq personnes qui te sont chères reposent sur ta tête. Oui, toutes nos fortunes sont en toi, comme ton bonheur est le nôtre. de cinco personar que te son queridas reposan sobre tu cabeza. Sí, todas nuestras riquezas están en ti, como tu felicidad es la nuestra. no de cinco personas a quienes amas depende de ti. Sí; toda nuestra fortuna eres tú, como tu felicidad es la nuestra. shape the destinies of five others who are dear to you, and must look to you. Yes, our fortunes depend upon you, and your success is ours. Nous prions tous Dieu de te seconder dans tes entreprises. Ta tante Marcillac a été, dans cette circonstance, d’une bonté inouïe: elle allait jusqu’à concevoir ce que tu me dis de tes gants. Mais elle a un faible pour l’aîné, disait-elle gaiement. Mon Eugène, aime bien ta tante, je ne te dirai ce qu’elle a fait pour toi que quand tu auras réussi; autrement, son argent te brûlerait les doigts. Vous ne savez pas, enfants, ce que c’est que de sacrifier des souvenirs! Mais que ne vous sacrifierait-on pas? Elle me charge de te dire qu’elle te baise au front, et voudrait te communiquer par ce baiser la force d’être souvent heureux. Cette bonne et excellente femme t’aurait écrit si elle n’avait pas la goutte aux doigts. Ton père va bien. La récolte de 1819 passe nos espérances. Adieu, cher enfant. Je ne dirai rien de tes soeurs: Laure t’écrit. Je lui laisse le plaisir de babiller sur les petits événements de la famille. Fasse le ciel que tu réussisses! «Oh! oui, réussis, mon Eugène, tu m’as fait connaître une douleur trop vive pour que je puisse la supporter une seconde fois. J’ai su ce que c’était d’être pauvre, en désirant la fortune pour la donner à mon enfant. Allons, adieu. Ne nous laisse pas sans nouvelles, et prends ici le baiser que ta mère t’envoie.» Rogamos a Dios que te ayude en t u s p r o p ó s i t o s . Tu t í a M a rc i l l a c ha sido, en esta ocasión, de una b o n d a d i n a u d i t a : L l e g ó h a st a e l e x t re m o d e c o m p re n d e r, l o q u e m e d i c e n d e t u s g u a n t e s . P e ro t e n í a d e b i l i d a d p o r e l m a y o r, d e c í a e l l a a l e g re m e n t e . E u g e n i o m í o , q u i e re mucho a tu tía, no te diré lo que ha hecho por ti, hasta que no hayas triunfado; de otra manera, su d i n e ro , t e q u e m a r í a l a s m a n o s . Vo s o t ro s n o s a b é i s , h i j o s , l o q u e e s s a c r i f i c a r s u s re c u e rd o s . Pero ¿qué es lo que no os sacrificaríamos? Ella me encarga que te diga, que te besa la frente, y querría comunicarte con ese beso la fuerza para ser feliz a menudo. Esta buena y excelente mujer te habría escrito si no tuviese la gota en los dedos. Tu padre va bien. La cosecha de 1819 sobrepasa nuestras esperanzas. Adiós, querido hijo. No te diré nada de tus hermanas: Laura te e s c r i b e . L e d e j o e l p l a c e r d e re latarte los pequeños acontecimientos de la familia. Quiera el cielo que triunfes. ¡Oh, s í ! Tr i u n f a , E u g e n i o m í o . M e h a s hecho sentir un dolor demasiado vivo para que pueda soportarlo por segunda vez. He sabido lo q u e e r a s e r p o b re , d e s e a n d o l a fortuna para dársela a mi hijo. Va m o s , a d i ó s . N o n o s d e j e s s i n n o t i c i a s y re c i b e e l b e s o q u e t e m a n d a t u m a d re . Todos rogamos a Dios para que te ayude en tus empresas. Tu tía Marsillac se ha portado en esta circunstancia con una bondad inaudita; hasta concebía lo que me decías de los guantes. Pero es que tengo una gran debilidad por el primogénito, decía alegremente para justificarse. Eugéne [405] mío, quiere a tu tía de todo corazón; no te diré lo que ha hecho por ti hasta que hayas conseguido tus aspiraciones; lo demás, su dinero te quemaría las manos. ¡Vosotros los jóvenes no sabéis lo que es el sacrificar los recuerdos! Pero ¿qué no sacrificaríamos por vosotros? Me encarga tu tía que te diga que te envía un beso en la frente, y quisiera comunicarte con ese beso el poder de ser siempre feliz. Tu buena, excelente tía te hubiera escrito si no tuviera gota en los dedos. Tu padre sigue bien. La cosecha de 1819 es superior a nuestras esperanzas. ______________________________ ________ ______ L a u r e t e e s c r i be. Le dejo el placer de comunicarte los pequeños acontecimientos familiares. ¡Quiera el Cielo que venzas! Sí; vence, Eugéne; me has producido un dolor demasiado vivo para que pueda soportarlo una segunda vez. He sabido lo que es ser pobre al desear la fortun a p a r a d á r s e l a a m i h i j o . Va mos, adiós. No nos tengas sin noticias, y recibe el beso que te envía tu madre.» We all pray to God to be with you in all that you do. Your aunt Marcillac has been most generous beyond words in this matter; she saw at once how it was, even down to your gloves. ‘But I have a weakness for the eldest!’ she said gaily. You must love your aunt very much, dear Eugene. I shall wait till you have succeeded before telling you all that she has done for you, or her money would burn your fingers. You, who are young, do not know what it is to part with something that is a piece of your past! But what would we not sacrifice for your sakes? Your aunt says that I am to send you a kiss on the forehead from her, and that kiss is to bring you luck again and again, she says. She would have written you herself, the dear kind-hearted woman, but she is troubled with the gout in her fingers just now. Your father is very well. The vintage of 1819 has turned out better than we expected. Good-bye, dear boy; I will say nothing about your sisters, because Laure is writing to you, and I must let her have the pleasure of giving you all the home news. Heaven send that you may succeed! Oh! yes, dear Eugene, you must succeed. I have come, through you, to a knowledge of a pain so sharp that I do not think I could endure it a second time. I have come to know what it is to be poor, and to long for money for my children’s sake. There, good-bye! Do not leave us for long without news of you; and here, at the last, take a kiss from your mother.” Quand Eugène eut achevé cette lettre, il était en pleurs, il pensait au père Goriot tordant son vermeil et le vendant pour aller payer la lettre de change de sa fille. «Ta mère a tordu ses bijoux! se disait-il. Ta tante a pleuré sans doute en vendant quelques-unes de ses reliques! De quel droit maudirais-tu Anastasie? Tu viens d’imiter pour l’égoïsme de ton avenir ce qu’elle a fait pour son amant! Qui, d’elle ou de toi, vaut mieux?» L’étudiant se sentit les entrailles rongées par une sensation de chaleur intolérable. Il voulait renoncer au monde, il voulait ne pas prendre cet argent. Il éprouva ces nobles et beaux remords secrets dont le mérite est rarement apprécié par les hommes quand ils jugent leurs semblables, et qui font souvent absoudre par les anges du ciel le criminel condamné par les juristes de la terre. Rastignac ouvrit la lettre de sa soeur, dont les expressions innocemment gra- Cuando Eugenio hubo terminado de leer esta carta, estaba llorando, pensaba en el tío Goriot retorciendo su plata y yendo a venderla para ir a pagar la letra de cambio de su hija. «Tu madre ha vendido sus joyas», se decía. «Tu tía ha llorado, sin duda, al vendes algunas de sus reliquias. ¿Con qué derecho puedes tú maldecir a Anastasia? Tú acabas de imitar, por el egoísmo de tu porvenir, lo que ella ha hecho por su amante. ¿Quién es mejor entre ella y tú?» El estudiante se sintió corroídas las entrañas, por una sensación de calor intolerable. Quería renunciar al mundo. Quería no coger ese dinero. Experimentó esos nobles y bellos remordimientos secretos, cuyo mérito, es difícilmente apreciado por los hombres, cuando juzgan a sus semejantes, y que hacen, a menudo, ser absuelto por los ángeles del cielo, al criminal condenado por los juristas de la tierra. Rastignac abrió la carta de su hermana, cuyas expresiones, inocentemente gracio- Cuando Eugéne terminó de leer esta carta, lloraba, pensaba en papá Goriot, retorciendo sus objetos de plata para venderlos y pagar las letras de cambio de su hija. —¡Tu madre ha vendido sus joyas! —se decía—. ¡Tu tía ha llorado, sin duda, al vender algunas de sus reliquias! ¿Con qué derecho maldices a Anastasie? Acabas de hacer egoístamente por tu porvenir lo que ella ha hecho por su amante. ¿Quién de los dos, ella o tú, es mejor? El estudiante sentía una sensación de calor intolerable que le roía las entrañas. Quería renunciar al mundo, no tomar aquel dinero. Sintió esos nobles y bellos remordimientos secretos cuyo mérito rara vez aprecian los hombres al juzgar a sus semejantes, y que hacen a menudo que los ángeles del Cielo absuelvan al criminal condenado por los jueces de la Tierra. Rastiguac abrió la carta de su hermana, cuyas expresiones, inocentemente graciosas, By the time Eugene had finished the letter he was in tears. He thought of Father Goriot crushing his silver keepsake into a shapeless mass before he sold it to meet his daughter’s bill of exchange. “Your mother has broken up her jewels for you,” he said to himself; “your aunt shed tears over those relics of hers before she sold them for your sake. What right have you to heap execrations on Anastasie? You have followed her example; you have selfishly sacrificed others to your own future, and she sacrifices her father to her lover; and of you two, which is the worse?” He was ready to renounce his attempts; he could not bear to take that money. The fires of remorse burned in his heart, and gave him intolerable pain, the generous secret remorse which men seldom take into account when they sit in judgment upon their fellow-men; but perhaps the angels in heaven, beholding it, pardon the criminal whom our justice condemns. Rastignac opened his sister ’s letter; its simplicity and 81 Balzac’s Goriot tr. de M. Gutiérrez cieuses lui rafraîchirent le coeur. sas le refrescaron el corazón: « Ta lettre est venue bien à propos, cher frère. Agathe et moi nous voulions employer notre argent de tant de manières différentes, que nous ne savions plus à quel achat nous résoudre. Tu as fait comme le domestique du roi d’Espagne quand il a renversé les montres de son maître, tu nous as mises d’accord. Vraiment, nous étions constamment en querelle pour celui de nos désirs « auquel nous donnerions la préférence, et nous n’avions pas deviné, mon bon Eugène, l’emploi qui comprenait tous nos désirs. Agathe a sauté de joie. Enfin, nous avons été comme deux folles pendant toute la journée, à telles enseignes (style de tante) que ma mère nous disait de son air sévère: Mais qu’avez-vous donc, mes demoiselles? Si nous avions été grondées un brin, nous en aurions été, je crois, encore plus contentes. Une femme doit trouver bien du plaisir à souffrir pour celui qu’elle aime! Moi seule étais rêveuse et chagrine au milieu de ma joie. Je ferai sans doute une mauvaise femme, je suis trop dépensière. Je m’étais acheté deux ceintures, un joli poinçon pour percer les oeillets de mes corsets, des niaiseries, en sorte que j’avais moins d’argent que cette grosse Agathe, qui est économe, et entasse ses écus comme une pie. Elle avait deux cents francs! Moi, mon pauvre ami, je n’ai que cinquante écus. Je suis bien punie, je voudrais jeter ma ceinture dans le puits, il me sera toujours pénible de la porter. Je t’ai volé. Agathe a été charmante. Elle m’a dit: Envoyons les trois cent cinquante francs, à nous deux! Mais je n’ai pas tenu à te raconter les choses comme elles se sont passées. Sais-tu comment nous avons fait pour obéir à tes commandements, nous avons pris notre glorieux argent, nous sommes allées nous promener toutes deux, et quand une fois nous avons eu gagné la grande route, nous avons couru à Ruffec, où nous avons tout bonnement donné la somme à monsieur Grimbert, qui tient le bureau des Messageries royales! Nous étions légères comme des hirondelles en revenant. «Est-ce que le bonheur nous allégerait? « me dit Agathe. Nous nous sommes dit mille choses que je ne vous répéterai pas, monsieur le Parisien, il était trop question de vous. Oh! cher frère, nous t’aimons bien, voilà tout en deux mots. Quant au secret, selon ma tante, de petites masques comme nous sont capables de tout, même de se taire. Ma mère est allée mystérieuse ment à Angoulême avec ma tante, et toutes deux tr. de J. Zuazagpoitia tr. Ellen Marriage kindness revived his heart. Tu carta llegó muy a tiempo, querido hermano. Ágata y yo, queríamos emplear nuestro dinero, de tantas maneras diferentes, que no sabíamos por qué compra decidirnos. Tú has hecho como el criado del Rey de España, cuando derribó los relojes de su dueño, [150] nos has puesto de acuerdo. Verdaderamente, estábamos en continua pelea, por cual de nuestros deseos tendría preferencia y no habíamos adivinado, mi buen Eugenio, el empleo que comprendía todos nuestros deseos. Ágata ha saltado de alegría. Por fin hemos estado durante todo el día como dos locas, con tales alborotos (al estilo de la tía) que mi madre nos decía con su aire severo: apero, ¿qué les pasa a ustedes señoritas?» Si nos hubiera reñido un poquito por eso, habríamos estado, según creo, todavía más contentas. Una mujer debe encontrar mucho placer en sufrir por aquel a quien ama. Únicamente yo estaba soñadora, pensativa y tristona en medio de mi alegría. Sin duda seré mala como mujer, soy demasiado gastadora. Me había comprado dos cinturones y un lindo punzón para hacer los ojetes de mis corsés. Tonterías, de manera que tenía menos dinero que la gorda Ágata, que es ahorradora y amontona sus escudos como una urraca. Ella tenía doscientos francos, yo, pobre amigo mío, no tengo más que 50 escudos. En el pecado llevo la penitencia, querría echar mi cinturón al pozo, siempre me será penoso llevarlo. Te he robado. Ágata ha estado encantadora. me ha dicho: «¡Enviémosle los 350 francos entre las dos!» Pero no he podido quedarme, sin contarte las cosas, tal como han pasado. refrescaron su corazón. [406] «Tu carta ha llegado con gran oportunidad, querido hermano. Agathe y yo queríamos comprar con nuestro dinero tantas cosas, que no sabíamos por cuál decidirnos. Así que has hecho como el criado del rey de España cuando derribó los relojes de su amo: nos has puesto de acuerdo. Verdaderamente estábamos en perpetua discusión por no saber a cuál de nuestros deseos debíamos dar preferencia, y no habíamos podido adivinar, querido Eugéne, el empleo mejor, el que colmaba todos nuestros deseos. Agathe saltaba de alegría. En fin, las dos hemos estado como dos locas durante todo el día; ante talas extremos —estilo de la tía—, nuestra madre nos decía: «Pero ¿qué les pasa a ustedes, señoritas?» Si no nos hubieran reñido una pizca hubiéramos estado todavía, así lo creo, más contentas. ¡Una mujer debe sentir gran placer en sufrir por aquel a quien ama! Yo, sin embargo, estaba pensativa y triste en medio de mi alegría. No serviría, seguramente, para ser una buena mujer de casa: soy demasiado gastadora. Me había comprado dos cinturones, un bonito prendedor para ponerme claveles en el pecho, bagatelas; en suma, que tenía menos dinero que esa tranquila de Agathe, que es económica y amontona las monedas como una urraca. ¡Tenía doscientos francos! Yo, amigo mío, no tenía más que cincuenta. Pero ya estoy castigada; arrojaría mi cinturón a un pozo; de aquí en adelante llevarlo será como un reproche. Te he robado. Agathe ha estado encantadora. Me ha dicho: «Vamos a enviar entre las dos los trescientos cincuenta francos.» Pero yo no puedo menos de contarte las cosas tal como han pasado. “Your letter came just at the right time, dear brother. Agathe and I had thought of so many different ways of spending our money, that we did not know what to buy with it; and now you have come in, and, like the servant who upset all the watches that belonged to the King of Spain, you have restored harmony; for, really and truly, we did not know which of all the things we wanted we wanted most, and we were always quarreling about it, never thinking, dear Eugene, of a way of spending our money which would satisfy us completely. Agathe jumped for you. Indeed, we have been like two mad things all day, ‘to such a prodigious degree’ (as aunt would say), that mother said, with her severe expression, ‘Whatever can be the matter with you, mesdemoiselles?’ I think if we had been scolded a little, we should have been still better pleased. A woman ought to be very glad to suffer for one she loves! I, however, in my inmost soul, was doleful and cross in the midst of all my joy. I shall make a bad wife, I am afraid, I am too fond of spending. I had bought two sashes and a nice little stiletto for piercing eyeletholes in my stays, trifles that I really did not want, so that I have less than that slowcoach Agathe, who is so economical, and hoards her money like a magpie. She had two hundred francs! And I have only one hundred and fifty! I am nicely punished; I could throw my sash down the well; it will be painful to me to wear it now. Poor dear, I have robbed you. And Agathe was so nice about it. She said, ‘Let us send the three hundred and fifty francs in our two names!’ But I could not help telling you everything just as it happened. No sabes cómo hemos hecho para obedecer tus órdenes, hemos cogido nuestro glorioso dinero, hemos salido a pasearnos las dos y una vez llegadas a la carretera principal, hemos corrido a Ruffet donde hemos entregado, por las buenas, el dinero al señor Grimbert, que regenta la administración de correos. Al venir íbamos ligeras como golondrinas. ¿La felicidad nos hará más ligeras? —me dijo Ágata. Nos dijimos mil cosas que no le repetiré a usted, señor parisino, le atañían demasiado directamente. ¡Oh! querido hermano, te queremos mucho, eso es todo en tres palabras. En cuanto al secreto, según mi tía unas pequeñas máscaras como nosotras, son capaces de todo, incluso de callarse. Mi m a d re h a i d o m i s t e r i o s a m e n t e a Angulema con mi tía, y las dos han guardado en secreto la alta política ¿Sabes lo que hemos hecho para cumplir tus recomendaciones? Hemos cogido nuestro dichoso dinero y hemos ido las dos a pasear, y en cuanto hemos llegado a la carretera, hemos corrido a Ruffec, donde hemos entregado la suma al señor Grimbert, que es el encargado de las mensajerías [407] reales. A la vuelta estábamos ligeras como golondrinas. ¿Es que la felicidad nos da alas?, me decía Agathe. Nos hemos dicho mil cosas que no quiero repetírtelas, señor parisiense, porque se referían demasiado a ti. Te queremos mucho, Eugéne. He ahí todo en dos palabras. En cuanto al secreto, según mi tía, muchachas tan disimuladas como nosotras son capaces de todo; hasta de callar. Mamá ha ido misteriosamente a Angulema con mi tía, y las dos han guardado silencio sobre la alta misión de su viaje, el cual no se ha “Do you know how we managed to keep your commandments? We took our glittering hoard, we went out for a walk, and when once fairly on the highway we ran all the way to Ruffec, where we handed over the coin, without more ado, to M. Grimbert of the Messageries Royales. We came back again like swallows on the wing. ‘Don’t you think that happiness has made us lighter?’ Agathe said. We said all sorts of things, which I shall not tell you, Monsieur le Parisien, because they were all about you. Oh, we love you dearly, dear brother; it was all summed up in those few words. As for keeping the secret, little masqueraders like us are capable of anything (according to our aunt), even of holding our tongues. Our mother has been on a mysterious journey to Angouleme, and the aunt went with her, not without solemn councils, from 82 Balzac’s Goriot tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia tr. Ellen Marriage ont gardé le silence sur la haute politique de leur voyage, qui n’a pas eu lieu sans de longues conférences d’où nous avons été bannies, ainsi que monsieur le baron. De grandes conjectures occupent les esprits dans l’Etat de Rastignac. La robe de mousseline semée de fleurs à jour que brodent les infantes pour sa majesté la reine avance dans le plus profond secret. Il n’y a plus que deux laizes à faire. Il a été décidé qu’on ne ferait pas de mur du côté de Verteuil, il y aura une haie. Le menu peuple y perdra des fruits, des espaliers , mais on y gagnera une belle vue pour les étrangers. Si l’héritier présomptif avait besoin de mouchoirs, il est prévenu que la douairière de Marcillac, en fouillant dans ses trésors et ses malles, désignées sous le nom de Pompéia et d’Herculanum, a découvert une pièce de belle toile de Hollande, qu’elle ne se connaissait pas; les princesses Agathe et Laure mettent à ses ordres leur fil, leur aiguille, et des mains toujours un peu trop rouges. Les deux jeunes princes don Henri et don Gabriel ont conservé la funeste habitude de se gorger de raisiné, de faire enrager leurs soeurs, de ne vouloir rien apprendre, de s’amuser à dénicher les oiseaux, de tapager et de couper, malgré les lois de l’Etat, des osiers pour se faire des badines. Le nonce du pape, vulgairement appelé monsieur le curé, menace de les excommunier s’ils continuent à laisser les saints canons de la grammaire pour les canons du sureau belliqueux. Adieu, cher frère, jamais lettre n’a porté tant de voeux faits pour ton bonheur, ni tant d’amour satisfait. Tu auras donc bien des choses à nous dire quand tu viendras! Tu me diras tout, à moi, je suis aînée. Ma tante nous a laissé soupçonner que tu avais des succès dans le monde. de su viaje, que no ha tenido lugar sin largas conferencias, de las cuales, nosotras hemos sido expulsadas, así como el señor barón. Grandes conjeturas ocupan los espíritus en el Estado de Rastignac. El vestido de muselina bordado de flores c a l a d a s , q u e b o rd a n l a s i n f a n t a s para su majestad la reina, avanza en el más profundo secreto. No quedan más que dos anchos por hacer. Decidimos que no haríamos el muro por la parte de Verteuil, allí habrá un seto. La gente menuda estropeará allí frutas y emparrados, pero saldremos ganando una bella vista para los extraños. Si el presunto heredero tuviera necesidad de pañuelos, queda advertido, de que ]151] l a v i u d a d M a rc i l l a c , re b u s c a n d o entre sus tesoros, designados con el nombre de Pompeya y Herculano, ha descubierto una pieza de bella tela de Holanda, que no sabía que tenía; las princesas Ágata y Laura ponen a sus órdenes su hilo, su aguja y unas manos, siempre un poco demasiado coloradas. Los dos jóvenes príncipes don Enrique y don Gabriel han conservado la funesta costumbre de hincharse de arrope, de hacer rabiar a sus hermanas, de no querer aprender nada, de divertirse cogiendo nidos de pájaros, de armar barullo y cortar, pese o en contra de las leyes del Estado, mimbres para hacerse junquillos. El nuncio del Papa, vulgarmente llamado, señor cura, amenaza con excomulgarlos, si continúan abandonando los santos cánones de la gramática, por los cánones del sauco belicoso. Adiós, querido hermano. Jamás una carta, ha llevado tantos votos hechos por tu felicidad, ni tanto amor satisfecho. Vas a tener muchas cosas que contarnos cuando vengas. Me dirás todo a mí, yo soy la mayor. Mi tía nos ha dejado entrever que estás teniendo éxito en el mundo. verificado sin previas y prolongadas which we were shut out, and M. le conferencias, que nos han sido pro- Baron likewise. They are silent as to hibidas, así como al señor barón. the weighty political considerations Conjeturas importantes ocupan la that prompted their mission, and atención de las gentes en el Esta- conjectures are rife in the State of do de Rastignac. El vestido de mu- Rastignac. The Infantas are embrois e l i n a , s e m b r a d o d e f l o r e s dering a muslin robe with open-work caladas, que bordan las infantas sprigs for her Majesty the Queen; the para su majestad la reina, avanza work progresses in the most proen el más profundo secreto. Sólo found secrecy. There be but two more quedan dos anchos por terminar. Es breadths to finish. A decree has gone forth ya cosa decidida que no se levantará that no wall shall be built on the side of pared por el lado de Verteuil, que se Verteuil, but that a hedge shall be planted inpondrá un seto. La gente menuda sal- stead thereof. Our subjects may sustain some drá perdiendo frutas y espaldares, disappointment of fruit and espaliers, but pero en cambio se ganará una hermo- strangers will enjoy a fair prospect. Should sa vista para los forasteros. Si el pre- the heir-presumptive lack pocket-handsunto heredero necesitara pañuelos kerchiefs, be it known unto him that the de bolsillo, queda prevenido que la dowager Lady of Marcillac, exploring importante viuda de Marsillac, es- the recesses of her drawers and boxes cudriñando en sus tesoros y sus ma- (known respectively as Pompeii and letas, designadas con los nombres de Herculaneum), having brought to light Pompeya y Herculano, ha descubier- a fair piece of cambric whereof she to una fina tela de Holanda, que no wotted not, the Princesses Agathe and conocía. Las princesas Agathe y Laure place at their brother’s disposal Laure ponen a sus órdenes su hilo, their thread, their needles, and hands su aguja y sus manos, un poco dema- somewhat of the reddest. The two young siado rojas siempre. Los dos jóvenes Princes, Don Henri and Don Gabriel, príncipes, don Henri y don Gabrielle, retain their fatal habits of stuffing themhan conservado la mala costumbre selves with grape-jelly, of teasing their de atracarse de arrope, de hacer sisters, of taking their pleasure by gorabiar a sus hermanas, de no que- ing a-bird-nesting, and of cutting rer aprender nada, de meter ruido, switches for themselves from the osierill will, spite de cortar mimbres, a pesar de las beds, maugre the laws of the realm. Morel e y e s d e l E s t a d o , p a r a h a c e r over, they list not to learn naught, wherefore varitas. El Nuncio del Papa, llama- the Papal Nuncio (called of the commonalty, do vulgarmente el señor cura, ame- M. le Cure) threateneth them with excomnaza con excomulgarlos si conti- munication, since that they neglect the sanúan abandonando los santos cáno- cred canons of grammatical construction for nes de la gramática por los [408] X the construction of other canon _____, deadly cánones del belicoso saúco. engines made of the stems of elder. Adiós, querido hermano; jamás car“Farewell, dear brother, never did letta alguna ha llevado tantos buenos ter carry so many wishes for your sucdeseos de que seas feliz, ni tanto ca- cess, so much love fully satisfied. You riño satisfecho. Cuando vuelvas ten- will have a great deal to tell us when you drás muchas cosas que contarnos. Me come home! You will tell me everything, dirás todo a mí; a mí, que soy la ma- won’t you? I am the oldest. From someyor. Mi tía nos ha dejado entrever que thing the aunt let fall, we think you must tienes éxito en sociedad. have had some success. L’on parle d’une dame et l’on se tait du reste. Hablan de una dama y se cal l a n d e l re s t o . Se habla de una dama y lo demás se calla... “Something was said of a lady, but nothing more was said . . . «Avec nous s’entend! Dis donc ¡C o n n o s o t r o s , s e e n t i e n d e ! Eugène, si tu voulais, nous pour- P e ro m i r a , E u g e n i o , s i q u i s i e r a s , rions nous passer de mouchoirs, et p o d r í a m o s p re s c i n d i r d e p a ñ u e l o s nous te ferions des chemises. Ré- y t e h a r í a m o s c a m i s a s . C o n t é s t a ponds-moi vite à ce sujet. S’il te m e e n s e g u i d a a l re s p e c t o . S i n e fallait promptement de belles che- c e s i t a s e s r á p i d a m e n t e b u e n a s c a mises bien cousues, nous serions m i s a s , b i e n c o s i d a s , t e n d r í a m o s obligées de nous y mettre tout de q u e p o n e r n o s m a n o s a l a o b r a , i n suite; et s’il y avait à Paris des fa- m e d i a t a m e n t e y s i h u b i e r a e n P a çons que nous ne connussions pas, X r í s m o d a s , q u e n o c o n c i é r a m o s tu nous enverrais un modèle, sur- n o s o t r a s , t ú n o s m a n d a r í a s u n t o u t p o u r l e s p o i g n e t s . A d i e u , m o d e l o , s o b re t o d o p a r a l o s p u adieu! je t’embrasse au front du ñ os. Adiós, adiós. Te beso en el lado c ô t é g a u c h e , s u r l a t e m p e q u i X izquierdo de la frente, en la sién que m’appartient exclusivement. me pertenece exclusivamente. Je laisse l’autre feuillet pour D e j o l a o t r a c a r i l l a p a r a Á g a t a , »Con nosotras, se entiende. Oye, Eugéne: si tú quisieras podríamos dejar de hacernos los pañuelos y hacerte camisas. Resp ó n d e m e e n s e g u id a a e s to . S i necesitas pronto buenas camisas, bien cosidas, tenemos que empezar a trabajar inmediatamente, y si en París se llevan de alguna forma que no conocemos, podrías enviarnos un modelo sobre todo para los puños. Adiós, adiós. Te beso en la frente, sobre la sien izquierda, que sabes me pertenece exclusivamente. Dejo la otra hoja para Agathe, “Of course not, in our family! Oh, by-the-by, Eugene, would you rather that we made that piece of cambric into shirts for you instead of pocket-handkerchiefs? If you want some really nice shirts at once, we ought to lose no time in beginning upon them; and if the fashion is different now in Paris, send us one for a pattern; we want more particularly to know about the cuffs. Good-bye! Good-bye! Take my kiss on the left side of your forehead, on the temple that belongs to me, and to no one else in the world. I am leaving the other side of the sheet for 83 Balzac’s Goriot tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia tr. Ellen Marriage Agathe, qui m’a promis de ne rien lire de ce que je te dis. Mais, pour en être plus sûre, je resterai près d’elle pendant qu’elle t’écrira. Ta soeur qui t’aime.» «LAURE DE RASTIGNAC». q u e m e h a p ro m e t i d o n o l e e r n a d a d e l o q u e t e e s c r i b o . P e ro , p a r a estar segura, me quedaré a su l a d o , m i e n t r a s t e e s c r i b a . Tu h e rm a n a q u e t e q u i e re . LAURA DE RASTIGNAC que me ha prometido no leer nada de lo que te digo. Pero para que no me engañe, voy a estar a su lado mientras te escribe. Tu hermana, que te quiere, LAURE DE RASTIGNAC.» Agathe, who has solemnly promised not to read a word that I have written; but, all the same, I mean to sit by her side while she writes, so as to be quite sure that she keeps her word.—Your loving sister, “Laure de Rastignac.” — Oh! oui, se dit Eugène, oui, la fortune à tout prix! Des trésors ne payeraient pas ce dévouement. Je voudrais leur apporter tous les bonheurs ensemble. Quinze cent cinquante francs! se dit-il après une pause. Il faut que chaque pièce porte coup! Laure a raison. Nom d’une femme! je n’ai que des chemises de grosse toile. Pour le bonheur d’un autre, une jeune fille devient rusée autant qu’un voleur. Innocente pour elle et prévoyante pour moi, elle est comme l’ange du ciel qui pardonne les fautes de la terre sans les comprendre. —¡Oh sí! —se dijo Eugenio—. Sí, la fortuna a cualquier precio. Esta devoción, no se paga con todos los tesoros del mundo. Querría ofrecerles todas las dichas juntas. ¡Mil quinientos francos! —se dijo, después de una pausa—. Es preciso que cada moneda dé en el blanco. Laura tiene razón. ¡Mujer! No tengo más que camisas de tela basta. Por la felicidad de otro, una chica joven se vuelve tan astuta como un ladrón. Inocente para ella y previsora para mí, es como un ángel del cielo que perdona las culpas de la tierra sin comprenderlas. [152] “Yes!” said Eugene to himself. “Yes! Success at all costs now! Riches could not repay such devotion as this. I wish I could give them every sort of happiness! Fifteen hundred and fifty francs,” he went on after a pause. “Every shot must go to the mark! Laure is right. Trust a woman! I have only calico shirts. Where some one else’s welfare is concerned, a young girl becomes as ingenious as a thief. Guileless where she herself is in question, and full of foresight for me,—she is like a heavenly angel forgiving the strange incomprehensible sins of earth.” ¡El mundo era suyo! Ya había llaLe monde était à lui! Déjà son tailleur avait été convoqué, sondé, X mado a su sastre. Lo había sondeado conquis. En voyant monsieur de y conquistado. Al ver al señor de Trailles, Rastignac avait compris Trailles, Rastignac había comprendil ’ i n f l u e n c e q u ’ e x e r c e n t l e s do la influencia que ejercen los sast a i l l e u r s s u r l a v i e d e s j e u n e s tres sobre la vida de las personas jógens. Hélas! il n’existe pas de venes. ¡Ay! No existe término medio moyenne entre ces deux termes: entre estos dos extremos: un sastre, un tailleur est ou un ennemi mor- o un enemigo mortal, o un amigo retel, ou un ami donné par la fac- galado por la factura. Eugenio enconture. Eugène rencontra dans le sien un tró en el suyo, un hombre que había homme qui avait compris la paternité comprendido la paternidad de su ofide son commerce, et qui se considérait cio, y que lo consideraba como un comme un trait d’union entre le pré- nexo de unión, entre el presente y el sent et l’avenir des jeunes gens. Aussi porvenir de las personas jóvenes. Rastignac reconnaissant a-t-il fait la Pero también, Rastignac, agradecido, fortune de cet homme par un de ces hizo la fortuna de aquel hombre, con mots auxquels il excella plus tard. una de aquellas frases en las que, más - J e l u i c o n n a i s , d i s a i t - i l , d e u x tarde, sobresalió. «Se de dos pantap a n t a l o n s q u i o n t f a i t f a i r e d e s lones —decía— confeccionados por mariages de vingt mille livres él, que han conseguido bodas de de rente. veintemil libras de renta.» —¡Oh, sí —se dijo Eugéne—, sí, la fortuna a cualquier precio! Esta abnegación no se paga con nada, no hay tesoros para pagarla. Quisiera llevarles todas las dichas juntas. ¡Mil quinientos francos! —se dijo, después de una pausa—. No hay que desperdiciar ni uno, cada moneda tiene que hacer lo suyo. Laure tiene razón. No tengo más que camisas ordinarias. ¡Demonio! Por conseguir la felicidad ajena una chica se vuelve tan astuta como un ladrón. Inocente para ella y previsora para mí. Es como un ángel del Cielo que perdona las faltas de la Tierra sin comprenderlas. [409] ¡El mundo era suyo! El sastre había sido ya convocado, sondeado, conquistado. Al ver al señor de Trailles, Rastignac había comprendido la influencia del sastre en la vida de los jóvenes. Desgraciadamente no hay término medio entre estos dos extremos: el sastre es un enemigo mortal o un amigo conquistado por el pago de la cuenta. E u g é n e e n c o n t r ó e n el suyo un hombre que había comprendido la paternidad de su comercio, y que se consideraba como un lazo de unión entre el presente y el porvenir de los jóvenes. Así que Eugéne, agradecido, decía: —Conozco dos pantalones hechos por él que han valido a sus dueños sendos matrimonios de veinte mil francos de renta. Quinze cents francs et des habits à X ¡Mil quinientos francos y trajes a discrétion! En ce moment le pauvre d i s c r e c i ó n ! E n e s t e m o m e n t o , Méridional ne douta plus de rien, et el_____ meridional no dudó ya de descendit au déjeuner avec cet air in- nada, y bajó a la comida, con ese aire définissable que donne à un jeune indefinible que da a un hombre joven homme la possession d’une somme la posesión de una suma cualquiera. En quelconque. A l’instant où l’argent se el momento en que el dinero entra en glisse dans la poche d’un étudiant, il el bolsillo de un estudiante, se alza en se dresse en lui-même une colonne él mismo, un pilar fantástico, sobre el fantastique sur laquelle il s’appuie. Il que se apoya. Camina mejor que antes. marche mieux qu’auparavant, il se Nota como un punto de apoyo para su sent un point d’appui pour son levier, palanca, tiene la mirada llena, directa, il a le regard plein, direct, il a les mou- tiene los movimientos ágiles. La vísvements agiles; la veille, humble et pera, humilde y tímido, habría tolerado timide, il aurait reçu des coups; le len- golpes; al día siguiente, se los daría a un demain, il en donnerait à un premier primer ministro. Ocurren en él fenómeministre. Il se passe en lui des phéno- nos inauditos: Lo quiere todo, y lo puemènes inouïs: il veut tout et peut tout, de todo. Desea, con razón y sin ella. Es il désire à tort et à travers, il est gai, alegre, generoso, expansivo. En fin, el généreux, expansif. Enfin, l’oiseau pájaro, hasta hace poco sin alas, ha alnaguère sans ailes a retrouvé son en- canzado su envergadura ideal. El estuvergure. L’étudiant sans argent happe diante sin dinero, engulle una brizna de ¡Mil quinientos francos y trajes a discreción! En este momento el pobre meridional no dudaba de nada y bajó a almorzar con ese aire inconfundible que da a un muchacho el disponer de una suma cualquiera. En el instante en que un estudiante tiene dinero en el bolsillo siente que una nueva fuerza, segura y optimista, le invade. Anda mejor que antes, seguro de encontrar un punto de apoyo para mover su palanca; tiene la mirada franca, directa, movimientos ágiles. La víspera, humilde y tímido, se hubiera dejado dar de golpes; al día siguiente se los daría al presidente del Consejo de ministros. Se verifican en él fenómenos inauditos: todo lo quiere y todo lo puede; desea las cosas sea como sea; está alegre, generoso, expansivo. En fin, el pájaro sin alas recobra su vuelo. El estudiante sin dinero acecha una brizna Fifteen hundred francs, and as many suits of clothes as he chose to order! At that moment the poor child of the South felt no more doubts of any kind. The young man went down to breakfast with the indefinable air which the consciousness of the possession of money gives to youth. No sooner are the coins slipped into a student’s pocket than his wealth, in imagination at least, is piled into a fantastic column, which affords him a moral support. He begins to hold up his head as he walks; he is conscious that he has a means of bringing his powers to bear on a given point; he looks you straight in the face; his gestures are quick and decided; only yesterday he was diffident and shy, any one might have pushed him aside; to-morrow, he will take the wall of a prime minister. A miracle has been wrought in him. Nothing is beyond the reach of his ambition, and his ambition soars at random; he is light-hearted, generous, and enthusiastic; in short, the fledgling bird has discovered that he has wings. A poor student 84 The world lay before him. His tailor had been summoned and sounded, and had finally surrendered. When Rastignac met M. de Trailles, he had seen at once how great a part the tailor plays in a young man’s career; a tailor is either a deadly enemy or a staunch friend, with an invoice for a bond of friendship; between these two extremes there is, alack! no middle term. In this representative of his craft Eugene discovered a man who understood that his was a sort of paternal function for young men at their entrance into life, who regarded himself as a stepping-stone between a young man’s present and future. And Rastignac in gratitude made the man’s fortune by an epigram of a kind in which he excelled at a later period of his life. “I have twice known a pair of trousers turned out by him make a match of twenty thousand livres a year!” Balzac’s Goriot tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia tr. Ellen Marriage un brin de plaisir comme un chien qui dérobe un os à travers mille périls, il le casse, en suce la moelle, et court encore; mais le jeune homme qui fait mouvoir dans son gousset quelques fugitives pièces d’or déguste ses jouissances, il les détaille, il s’y complaît, il se balance dans le ciel, il ne sait plus ce que signifie le mot misère. Paris lui appartient tout entier. Age où tout est luisant, où tout scintille et flambe! âge de force joyeuse dont personne ne profite, ni l’homme, ni la femme! âge des dettes et des vives craintes qui décuplent tous les plaisirs! Qui n’a pas pratiqué la rive gauche de la Seine, entre la rue SaintJacques et la rue des Saints-Pères, ne connaît rien à la vie humaine! - « Ah! si les femmes de Paris savaient! se disait Rastignac en dévorant les poires cuites, à un liard la pièce, servies par madame Vauquer, elles viendraient se faire aimer ici.» En ce moment un facteur des Messageries royales se présenta dans la salle à manger, après avoir fait sonner la porte à claire-voie. Il demanda monsieur Eugène de Rastignac, auquel il tendit deux sacs à prendre, et un registre à émarger. Rastignac fut alors sanglé comme d’un coup de fouet par le regard profond que lui lança Vautrin. placer como un perro que roba un hueso a través de mil peligros, lo rompe, sorbe la médula, y vuelve a correr; pero el joven que puede mover en su faltriquera unas fugitivas monedas de oro, saborea sus placeres, los detalla, y se complace en ellos, se columpia en el cielo, ya no sabe lo que significa la palabra miseria. París le pertenece por completo. ¡Edad en la que todo es brillante, en la que todo reluce, en la que todo centellea y flamea! ¡Edad de fuerza feliz de la que nadie saca provecho, ni el hombre ni la mujer! ¡Edad de las deudas y de los vivos temores que multiplican todos los placeres! Quien no ha practicado la orilla izquierda del Sena, entre la calle SaintJacques, la calle de los Saint-Pères, no conoce nada de la vida humana. «¡Ah! Si las mujeres de París supieran», se decía Rastignac devorando las peras cocidas, a un liar 40 cada una, servidas por la señora Va u q u e r, « v e n d r í a n a q u í a h a cerse querer». [153] En aquel momento se presentó u n c a r t e r o e n e l c o m e d o r, d e s p u é s de haber llamado a la puerta vidriera. Preguntó por el señor Eugenio de Rastignac, al que tendió dos saquitos y un registro para firmar. Rastignac fue entonces fustigado, como por un látigo, por la mirada profunda que le lanzó Va u t r i n . de placer, como el perro que atrapa un hueso a través de mil peligros lo rompe, chupa el tuétano y corre después; pero el joven que hace tintinear en su bolsillo algunas fugitivas monedas de oro, paladea sus placeres, los detalla, se complace en ellos, se balancea en una especie de paraíso y olvida lo que significa la palabra miseria. París entero le pertenece. ¡Edad [410] en la que todo es brillante, en la que todo chisporrotea y llamea! ¡Edad de fuerza satisfecha, de la que nadie se aprovecha, ni el hombre ni la mujer! ¡Edad de deudas y de temores, que cortan los placeres! ¡Quien no ha frecuentado la orilla izquierda del Sena, entre la calle de Jacques y la calle de San Pedro, no conoce nada de la vida humana! —¡Ah, si lo supieran las mujeres de París! —se decía Rastignac mientras devoraba las peras cocidas, a dos ochavos la pieza, servidas por la señora Vauquer—, vendrían aquí a hacerse amar. En este momento un empleado de las mensajerías reales se presentó en el comedor, después de haber llamado a la puerta vidriera. Preguntó por el señor Eugéne de Rastignac, a quien entregó dos sacos con dinero y un recibo para que lo firmara. Rastignac sintió entonces la mirada que le lanzó Vautrin como un latigazo, mientras le decía: snatches at every chance pleasure much as a dog runs all sorts of risks to steal a bone, cracking it and sucking the marrow as he flies from pursuit; but a young man who can rattle a few runaway gold coins in his pocket can take his pleasure deliberately, can taste the whole of the sweets of secure possession; he soars far above earth; he has forgotten what the word poverty means; all Paris is his. Those are days when the whole world shines radiant with light, when everything glows and sparkles before the eyes of youth, days that bring joyous energy that is never brought into harness, days of debts and of painful fears that go hand in hand with every delight. Those who do not know the left bank of the Seine between the Rue Saint-Jacques and the Rue des Saints-Peres know nothing of life. “Ah! if the women of Paris but knew,” said Rastignac, as he d e v o u r e d M m e . Va u q u e r ’ s stewed pears (at five for a penny), “they would come here i n s e a r c h o f a l o v e r. ” Just then a porter from the Messageries Royales appeared at the door of the room; they had previously heard the bell ring as the wicket opened to admit him. The man asked for M. Eugene de Rastignac, holding out two bags for him to take, and a form of receipt for his signature. Vautrin’s keen glance cut Eugene like a lash. — Vous aurez de quoi payer des leçons d’armes et des séances au tir, lui dit cet homme. —Va a tener con qué pagar las lecciones de esgrima y las sesiones de tiro —le dijo el hombre. —Ahora ya tendrá usted con qué pagar sus lecciones de esgrima y sus sesiones de tiro. “Now you will be able to pay for those fencing lessons and go to the shooting gallery,” he said. — Les galions sont arrivés, lui dit madame Vauquer en regardant les sacs. —Llegaron los galeones —dijo la señora Vauquer, mirando los sacos. —Han llegado los galeones —se dijo la señora Vauquer mirando los sacos. “Your ship has come in,” said Mme. Vauquer, eyeing the bags. Mademoiselle Michonneau craignait de jeter les yeux sur l’argent, de peur de montrer sa convoitise. La señorita Michonneau temía poner los ojos en el dinero, por miedo a demostrar su codicia. La señorita Michonneau temía mirar a los sacos, de miedo a que se le conociera la codicia. Mlle. Michonneau did not dare to look at the money, for fear her eyes should betray her cupidity. — Vous avez une bonne mère, dit madame Couture. —Tiene usted una buena madre — dijo la señora Couture. —Tiene usted una madre muy buena —le dijo la señora Couture. “You have a kind mother,” said Mme. Couture. — Monsieur a une bonne mère, répéta Poiret. —El señor tiene una buena madre —repitió Poiret. —Este señor tiene una madre muy buena —repitió Poiret. “You have a kind mother, sir,” echoed Poiret. — Oui, la maman s’est saignée, dit Vautrin. Vous pourrez maintenant faire vos farces, aller dans le monde, y pêcher des dots, et danser avec des comtesses qui ont des fleurs de pêcher sur la tête. Mais croyez-moi, jeune homme, fréquentez le tir. —Sí, la mamá se ha sangrado — dijo Vautrin— Ahora podrá usted representar sus comedias, ir al gran mundo, pescar dotes, y bailar con condesas que llevan flores de melocotonero en la cabeza. Pero créame joven, aprenda a tirar. —Sí; mamá se ha dado una sangría —dijo Vautrin—. Ahora podrá usted divertirse, presentarse en sociedad y pescar alguna dote y danzar con condesas que llevan flores de durazno prendidas en la cabeza. Pero créame usted, joven: frecuente el tiro. “Yes, mamma has been drained dry,” said Vautrin, “and now you can have your fling, go into society, and fish for heiresses, and dance with countesses who have peach blossom in their hair. But take my advice, young man, and don’t neglect your pistol practice.” Vautrin fit le geste d’un homme qui vise son adversaire. Rastignac voulut donner pour boire au facteur, et ne trouva rien dans sa poche. Vautrin fouilla dans la sienne, et jeta vingt sous à l’homme. Vautrin hizo el gesto de apuntar a un adversario. Rastignac quiso darle propina al cartero y no encontró nada en su bolsillo. Vautrin rebuscó en el suyo y le dio veinte sueldos al hombre. Y Vautrin hizo como que apuntaba a un adversario. Rastignac quiso dar una propina al empleado, pero no [411] encontró nada en sus bolsillos. Vautrin examinó los suyos y echó un franco al hombre. Vautrin struck an attitude, as if he were facing an antagonist. Rastignac, meaning to give the porter a tip, felt in his pockets and found nothing. Vautrin flung down a franc piece on the table. — Vous avez bon crédit, reprit-il —Tiene usted crédito —prosiguió, —Tiene usted crédito —dijo mi- “Your credit is good,” he remarked, 85 Balzac’s Goriot en regardant l’étudiant. Rastignac fut forcé de le remerc i e r, q u o i q u e d e p u i s l e s m o t s aigrement échangés, le jour où il était revenu de chez madame de Beauséant, cet homme lui fût insupportable. Pendant ces huit jours Eugène et Vautrin étaient restés silencieusement en présence, et s’observaient l’un l’autre. L’étudiant se demandait vainement pourquoi. Sans doute les idées se projettent en raison directe de la force avec laquelle elles se conçoivent, et vont frapper là où le cerveau les envoie, par une loi mathématique comparable à celle qui dirige les bombes au sortir du mortier. Divers en sont les effets. S’il est des natures tendres où les idées se logent et qu’elles ravagent, il est aussi des natures vigoureusement munies, des crânes à remparts d’airain sur lesquels les volontés des autres s’aplatissent et tombent comme les balles devant une muraille; puis il est encore des natures flasques et cotonneuses où les idées d’autrui viennent mourir comme des boulets s’amortissent dans la terre molle des redoutes. Rastignac avait une de ces têtes pleines de poudre qui sautent au moindre choc. Il était trop vivacement jeune pour ne pas être accessible à cette projection des idées, à cette contagion des sentiments dont tant de bizarres phénomènes nous frappent à notre insu. Sa vue morale avait la portée lucide de ses yeux de lynx. Chacun de ses doubles sens avait cette longueur mystérieuse, cette flexibilité d’aller et de retour qui nous émerveille chez les gens supérieurs, bretteurs habiles à saisir le défaut de toutes les cuirasses. Depuis un mois il s’était d’ailleurs développé chez Eugène autant de qualités que de défauts. Ses défauts, le monde et l’accomplissement de ses croissants désirs les lui avaient demandés. Parmi ses qualités se trouvait cette vivacité méridionale qui fait marcher droit à la difficulté pour la résoudre, et qui ne permet pas à un homme d’outre-L o i r e d e r e s t e r dans une incertitude quelconque; qualité que les gens du Nord nomment un défaut: pour e u x , si ce fut l’origine de la fortune de Murat, ce fut aussi la cause de sa mort. Il faudrait conclure de là que quand un Méridional sait unir la fourberie du Nord à l’audace d’outre-Loire, il est complet et reste roi de Suède. Rastignac ne pouvait donc pas demeurer longtemps sous le feu des batteries de Vautrin sans savoir si cet homme était son ami ou son ennemi. De moment en moment, il lui semblait que ce singulier personnage pénétrait ses passions et lisait dans son tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia mirando al estudiante. Rastignac se vio obligado a darle las gracias, a pesar de que, después de las palabras, agriamente intercambiadas, el día en que volvió de casa de la señora de Beauseant, ese hombre le resultaba insoportable. Durante aquellos ocho días Eugenio y Vautrin no se habían hablado y se observaban el uno al otro. El estudiante se preguntaba en vano por qué. Sin duda las ideas se proyectan en proporción directa a la fuerza con la que son concebidas y van a golpear aquel punto donde son enviadas por el cerebro, por una ley matemática comparable a la que dirige las balas al salir del mortero. Sus efectos son diversos. Si existen naturalezas tiernas, en las que las ideas se alojan, destrozándolas, existen también naturalezas vigorosamente fortificadas, cráneos con baluartes de bronce sobre los cuales, la voluntad de los demás se estrella y cae como las balas ante una muralla; después existen también naturalezas blandas y algodonosas, en las que las ideas de otros vienen a morir como proyectiles, amortiguándose en la tierra blanda de los reductos. Rastignac tenía una de esas cabezas llenas de pólvora que saltan al menor choque. Era demasiado vivazmente joven para no ser accesible a esa proyección de ideas, a ese contagio de los sentimientos, de los cuales, tantos extraños fenómenos nos alcanzan, sin que nos demos cuenta. Su vista moral, tenía el alcance lúcido de sus ojos de lince. Cada uno de sus dobles sentidos [154] tenía esa longitud misteriosa, esa flexibilidad de ida y vuelta que nos maravilla en las personas superiores, espadachines hábiles en captar el defecto de todas las corazas. Por otra parte, desde hacía un mes, se habían desarrollado en Eugenio tantas cualidades como defectos. Sus defectos, se los habían exigido el mundo y el cumplimiento de sus crecientes deseos. Entre las cualidades se encontraba esa vivacidad meridional que hace caminar derecho hacia la dificultad, para resolverla, y que no permite a un hombre de más abajo del Loira quedarse con ninguna duda; cualidad que las personas del norte llaman defecto: para ellos, si éste fue el origen de la fortuna de Murat, fue también la causa de su muerte. Habría que sacar en conclusión de todo esto que cuando un meridional acierta a conjugar la zorrería del norte con la audacia de más allá del Loira, está completo y es rey de Suecia. Rastignac no podía pues permanecer largo tiempo bajo el fuego de las baterías de Vautrin, sin saber si ese hombre era amigo o enemigo. Por momentos, le parecía que este singular personaje penetraba en sus pasiones y leía en su corazón, mientras rando al estudiante. Rastignac se vio obligado a darle las gracias, aunque desde las agrias palabras que se cruzaron el día que volvía de casa de la señora de Beauséant este hombre le era insoportable. Durante estos ocho días habían permanecido en silencio cuando estaban frente a frente y observándose mutuamente. El estudiante se preguntó en vano el porqué. Sin duda, las ideas se proyectan en razón directa de la fuerza con que se conciben y van a dar allí donde las envía el cerebro por una ley matemática comparable a la que dirige las bombas al salir del mortero. Ahora, que los efectos son diversos. Si existen naturalezas tiernas, hay también naturalezas fuertes, cráneos de bronce, sobre los cuales tropiezan y caen las voluntades ajenas como las balas frente a una muralla. Hay también naturalezas blandas y algodonosas, donde las ideas de los otros mueren como las balas se amortiguan en la tierra blanda de las trincheras. Rastignac tenía una de esas cabezas de pólvora que saltan al menor choque. Tenía demasiada vivacidad juvenil para no ser accesible a esa proyección de las ideas, a ese contagio de sentimientos que dan origen a tan extraños fenómenos. Su vida moral tenía la misma penetración lúcida que sus ojos de lince. Cada uno de sus dobles sentidos tenía ese alcance misterioso, esa flexibilidad de ida y vuelta que nos maravilla en los hombres superiores, hábiles tiradores, capaces de encontrar siempre el punto débil de cualquier coraza. Desde hacía un mes se habían, además, desarrollado en Eugéne toda una cantidad de cualidades y de defectos. El mundo y el cumplimiento de sus crecientes deseos le habían desarrollado esa vivacidad meridional que hace caminar recto hacia la dificultad para resolverla y que no permite [412] a un hombre del otro lado del Loira permanecer en una incertidumbre cualquiera, cualidad a la que llaman defecto las gentes del Norte, y así, para ello, si tal cualidad fue el origen del éxito de Murat, fue también la causa de su muerte. De aquí podríamos deducir que cuando un meridional sabe unir la doblez del Norte—a la audacia de más allá del Loira, es un hombre completo. Rastignac no podía, por tanto, permanecer mucho tiempo bajo el fuego de las baterías de Vautrin sin saber con certeza si era amigo o enemigo. Por momentos le parecía que aquel singular personaje ahondaba en sus pasiones y leía en su corazón, 86 tr. Ellen Marriage eyeing the student, and Rastignac was forced to thank him, though, since the sharp encounter of wits at dinner that day, after Eugene came in from calling on Mme. de Beauseant, he had made up his mind that Vautrin was insufferable. For a week, in fact, they had both kept silence in each other’s presence, and watched each other. The student tried in vain to account to himself for this attitude. An idea, of course, gains in force by the energy with which it is expressed; it strikes where the brain sends it, by a law as mathematically exact as the law that determines the course of a shell from a mortar. The amount of impression it makes is not to be determined so exactly. Sometimes, in an impressible nature, the idea works havoc, but there are, no less, natures so robustly protected, that this sort of projectile falls flat and harmless on skulls of triple brass, as cannon-shot against solid masonry; then there are flaccid and spongy-fibred natures into which ideas from without sink like spent bullets into the earthworks of a redoubt. Rastignac’s head was something of the powder-magazine order; the least shock sufficed to bring about an explosion. He was too quick, too young, not to be readily accessible to ideas; and open to that subtle influence of thought and feeling in others which causes so many strange phenomena that make an impression upon us of which we are all unconscious at the time. Nothing escaped his mental vision; he was lynxeyed; in him the mental powers of perception, which seem like duplicates of the senses, had the mysterious power of swift projection that astonishes us in intellects of a high order—slingers who are quick to detect the weak spot in any armor. In the past month Eugene’s good qualities and defects had rapidly developed with his character. Intercourse with the world and the endeavor to satisfy his growing desires had brought out his defects. But Rastignac came from the South side of the Loire, and had the good qualities of his countrymen. He had the impetuous courage of the South, that rushes to the attack of a difficulty, as well as the southern impatience of delay or suspense. These traits are held to be defects in the North; they made the fortune of Murat, but they likewise cut short his career. The moral would appear to be that when the dash and boldness of the South side of the Loire meets, in a southern temperament, with the guile of the North, the character is complete, and such a man will gain (and keep) the crown of Sweden. Rastignac, therefore, could not stand the fire from Vautrin’s batteries for long without discovering whether this was a friend or a foe. He felt as if this strange being was reading his inmost soul, and dissecting his feelings, while Vautrin himself was so close and secretive that he Balzac’s Goriot tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia tr. Ellen Marriage coeur, tandis que chez lui tout était si bien clos qu’il semblait avoir la profondeur immobile d’un sphinx qui sait, voit tout, et ne dit rien. En se sentant le gousset plein, Eugène se mutina. que en él todo estaba bien cerrado, que parecía tener la profundidad inmóvil de una esfinge que sabe, ve todo y no dice nada. Sintiéndose con el bolsillo lleno, Eugenio se sublevó. en tanto que él era tan hermético que parecía tener la profundidad inmóvil de una esfinge que lo ve y sabe todo, y no dice nada. Al sentir el bolsillo lleno, Eugéne se sublevó. seemed to have something of the profound and unmoved serenity of a sphinx, seeing and hearing all things and saying nothing. Eugene, conscious of that money in his pocket, grew rebellious. — Faites-moi le plaisir d’attendre, dit-il à Vautrin qui se levait pour sortir après avoir savouré les dernières gorgées de son café. —Hágame el favor de esperar — dijo a Vautrin que se levantaba para salir, después de haber saboreado los últimos sorbos de su café. —Tenga la bondad de esperarme — dijo a Vautrin, que se levantaba para salir, después de haber saboreado los últimos sorbo de café. “Be so good as to wait a moment,” he said to Vautrin, as the latter rose, after slowly emptying his coffee-cup, sip by sip. — Pourquoi? répondit le quadragénaire en mettant son chapeau à larges bords et prenant une canne en fer avec laquelle il faisait souvent des moulinets en homme qui n’aurait pas craint d’être assailli par quatre voleurs. —¿Por qué? —respondió el cuarentón poniéndose su sombrero de ala ancha y cogiendo su bastón de hierro con el que solía hacer molinetes como un hombre que no hubiera temido ser asaltado por cuatro ladrones. —¿Para qué? —respondió el cuarentón, poniéndose su sombrero de alas anchas y cogiendo un bastón de hierro con el cual hacía a menudo tales molinetes que parecía no temer a que le asaltaran cuatro ladrones a una. “What for?” inquired the older man, as he put on his largebrimmed hat and took up the swordcane that he was wont to twirl like a man who will face three or four footpads without flinching. — Je vais vous rendre, reprit Rastignac qui défit promptement un sac et compta cent quarante francs à madame Vauquer. Les bons comptes font les bons amis, dit-il à la veuve. Nous sommes quittes jusqu’à la Saint-Sylvestre. Changezmoi ces cent sous. —Voy a devolverle su dinero — respondió Rastignac que desató rápidamente un saquito y contó ciento cuarenta francos para la señora Vauquer—. Las cuentas claras hacen buenos amigos —le dijo a la viuda— . Estamos en paz hasta Nochevieja. Cámbieme usted cien sueldos. —Voy a devolverle su dinero — reposo Rastignac, abriendo rápidamente un saco y entregando ciento cuarenta francos a la señora Vauquer—. Cuentas claras, amigos viejos —dijo a la viuda—. Estamos en paz hasta el día de San Silvestre. Cámbieme este duro... “I will repay you in a minute,” returned Eugene. He unsealed one of the bags as he spoke, counted out a hundred and forty francs, and pushed them towards Mme. Vauquer. “Short reckonings make good friends” he added, turning to the widow; “that clears our accounts till the end of the year. Can you give me change for a five-franc piece?” — Les bons amis font les bons comptes, répéta Poiret en regardant Vautrin. —Los buenos amigos hacen las cuentas claras —repitió Poiret mirando a Vautrin. —Cierto, cierto: cuentas claras, amigos viejos —repitió Poiret mirando a Vautrin. “Good friends make short reckonings,” echoed Poiret, with a glance at Vautrin. — Vo i c i v i n g t s o u s , d i t Rastignac en tendant une pièce au sphinx en perruque. —Aquí tiene veinte sueldos —dijo Rastignac tendiéndole una moneda a la esfinge con peluca. —Ahí tiene usted su franco —dijo Rastignac al entregárselo a la esfinge con peluca. “Here is your franc,” said Rastignac, holding out the coin to the sphinx in the black wig. — On dirait que vous avez peur de me devoir quelque chose? s’écria Vautrin en plongeant un regard divinateur dans l’âme du jeune homme auquel il jeta un de ces sourires goguenards et diogéniques desquels Eugène avait été sur le point de se fâcher cent fois. —Se diría que tiene miedo de deberme cualquier cosa —exclam ó Va u t r i n c l a v a n d o u n a m i r a d a adivina en el alma del joven, al que dirigió una de esas miradas z u m b o n a s y d iogénicas (41), por las [155] que Rastignac, había estado a punto de enfadarse cien veces. —¡Cualquiera diría que tiene usted miedo de deberme algo! —exclamó Vautrin hundiendo una mirada inspeccionadora en el alma del joven a quien lanzó al mismo [413] tiempo una de esas sonrisas burlescas y cínicas que tantas veces habían estado a punto de enfadar a Eugéne. “Any one might think that you were afraid to owe me a trifle,” exclaimed this latter, with a searching glance that seemed to read the young man’s inmost thoughts; there was a satirical and cynical smile on Vautrin’s face such as Eugene had seen scores of times already; every time he saw it, it exasperated him almost beyond endurance. — Mais... oui, répondit l’étudiant qui tenait ses deux sacs à la main et s’était levé pour monter chez lui. —Pues claro que sí —respondió el estudiante que tenía los dos saquetes en la mano y que se había levantado para subir a su habitación. —Naturalmente —respondió el estudiante, que llevaba los dos sacos en la mano y que se había levantado para subir a su habitación. “ We l l . . . s o I a m , ” h e a n swered. He held both the bags in his hand, and had risen to go up to his room. Vautrin sortait par la porte qui donnait dans le salon et l’étudiant se disposait à s’en aller par celle qui menait sur le carré de l’escalier. Vautrin salió por la puerta que daba al salón y el estudiante se disponía a irse por la que conducía al rellano de la escalera. Vautrin salía por la puerta que daba al salón y el estudiante se disponía a marchar por la que daba al descansillo de la escalera. Vautrin made as if he were going out through the sitting-room, and the student turned to go through the second door that opened into the square lobby at the foot of the staircase. — Savez-vous, monsieur le marquis de Rastignacorama, que ce que vous me dites n’est pas exactement poli, dit alors Vautrin en fouettant la porte du salon et venant à l’étudiant qui le regarda froidement. —Sepa usted, señor marqués de Rastignarama, que lo que me dice, no es muy amable exactamente —dijo entonces Vautrin, empujando la puerta del salón y dirigiéndose hacia el estudiante, que lo miró fríamente. —¿Sabe usted, señor marqués de Rastignacorama, que lo que acaba usted de decirme no es del todo cortés? —dijo Vautrin dando un portazo y volviéndose hacia el estudiante, que lo miró fríamente. “Do you know, Monsieur le Marquis de Rastignacorama, that what you were saying just now was not exactly polite?” Vautrin remarked, as he rattled his sword-cane across the panels of the sitting-room door, and came up to the student. Rastignac ferma la porte de la salle à manger, en emmenant avec lui Vautrin au bas de l’escalier, dans le carré qui séparait la salle à manger de la cuisine, où se trouvait une porte pleine donnant sur le jardin, et surmontée d’un long carreau garni de barreaux en fer. Là, l’étudiant dit de- Rastignac cerró la puerta de la s a l a , l l e v á n d o s e c o n é l a Va u t r i n a l b a j o d e l a c o c i n a , _____ ________________ ____ _________ _______ d o n d e s e e n c o n t r a b a u n a puerta maciza que daba al jardín, remontada por un gran cuadrado protegido con barrotes de hierro. Allí el Rastignac cerró la puerta del comedor, llevándose con él a Vautrin escaleras abajo hasta el descansillo que estaba entre el comedor y la cocina, donde había una puerta que daba sobre el jardín y en cuya parte superior había un tragaluz cerrado con barrotes de hierro. El estudian- Rastignac looked coolly at Vautrin, drew him to the foot of the staircase, and shut the dining-room door. They were standing in the little square lobby between the kitchen and the diningroom; the place was lighted by an ironbarred fanlight above a door that gave access into the garden. Sylvie came out 87 Balzac’s Goriot tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia tr. Ellen Marriage vant Sylvie qui déboucha de sa cuisine: estudiante dijo, delante de Silvia ___ ____ ___________: te dijo delante de Sylvie que salía de la cocina: of her kitchen, and Eugene chose that moment to say: — Monsieur Vautrin, je ne suis pas marquis, et je ne m’appelle pas Rastignacorama. — S e ñ o r Va u t r i n , y o n o soy marqués y no me llamo Rastignacorama. — S e ñ o r Va u t r i n , y o n o s o y marqués ni me llamo Rastignacorama. “Monsieur Vautrin, I am not a marquis, and my name is not Rastignacorama.” — Ils vont se battre, dit mademoiselle Michonneau d’un air indifférent. —Se van a pegar —dijo la señora Michonneau con un aire indiferente. —Van a batirse —dijo la señorita Michonneau con aire indiferente. “They will fight,” said Mlle. Michonneau, in an indifferent tone. — Se battre! répéta Poiret. —¡Pegarse! —replicó Poiret. —¡Batirse! —repitió Poiret. “Fight!” echoed Poiret. — Que non, répondit madame Vauquer en caressant sa pile d’écus. —¡Que no! —respondió la señora Vauquer, acariciando sus escudos. —¡Ca! —repuso la señora Vauquer acariciando su dinero. “Not they,” replied Mme. Vauquer, lovingly fingering her pile of coins. — Mais les voilà qui vont sous les tilleuls, cria mademoiselle Victorine en se levant pour regarder dans le jardin. Ce pauvre jeune homme a pourtant raison. —Pero mírelos. Se van a los til o s — g r i t ó l a s e ñ o r i t a Vi c t o r i n a , levantándose para mirar al jardín—. Pero ese pobre joven tiene razón. —¡Pero si se van debajo de los tilos! —gritó la señorita Victorine, levantándose para mirar al jardín—. Ese pobre chico tiene, sin embargo, razón. “But there they are under the limetrees,” cried Mlle. Victorine, who had risen so that she might see out into the garden. “Poor young man! he was in the right, after all.” — Remontons, ma chère petite, dit madame Couture, ces affaires-là ne nous regardent pas. —Subamos, querida pequeña — dijo la señora Couture—. Esos asuntos no nos conciernen. —Subamos, querida mía —dijo la señora Couture—; estas historias no son de nuestra incumbencia. “We must go upstairs, my pet,” said Mme. Couture; “it is no business of ours.” Quand madame Couture et Victorine se levèrent, elles rencontrèrent, à la porte, la grosse Sylvie qui leur barra le passage. Cuando la señora Couture y Victorina se levantaron, se encontraron en la puerta a la gorda Silvia, que les impedía el paso. Cuando la señora Couture y Victorine se levantaron, tropezaron en la puerta con Sylvie, que les entorpeció el paso. At the door, however, Mme. Cout u r e a n d Vi c t o r i n e f o u n d t h e i r progress barred by the portly form of Sylvie the cook. — Quoi qui n’y a donc? dite l l e . M o n s i e u r Va u t r i n a d i t à monsieur Eugène: « Expliquonsnous! « Puis il l’a pris par le bras, et les voilà qui marchent dans nos artichauts. —Pero, ¿qué es lo que pasa? —dijo—. El señor Va u t r i n l e h a c o g i d o del brazo y ahí están andando entre nuestras alcachofas. —¿Qué es lo que sucede? —preguntó Sylvie—. El señor Vautrin ha dicho a Eugéne: ¡Expliquémonos! Después [414] lo ha cogido por un brazo y se han ido donde tenemos las alcachofas. “What ever can have happened?” she said. “M. Vautrin said to M. Eugene, ‘Let us have an explanation!’ then he took him by the arm, and there they are, out among the artichokes.” En ce moment Vautrin parut. - Maman Vauquer, dit-il en souriant, ne vous effrayez de rien, je vais essayer mes pistolets sous les tilleuls. En ese momento apareció Vautrin: —Mamá Vauquer —dijo sonriendo—, no se asusten de nada, voy a probar mis pistolas bajo los tilos. En este momento apareció Vautrin. —Señora —dijo a la patrona sonriendo—, no se asuste usted. Voy a probar mis pistolas bajo los tilos. Vautrin came in while she was speaking. “Mamma Vauquer,” he said smiling, “don’t frighten yourself at all. I am only going to try my pistols under the lime-trees.” — Oh! monsieur, dit Victorine en joignant les mains, pourquoi voulezvous tuer monsieur Eugène? — ¡ O h ! , s e ñ o r — d i j o Vi c t o r i n a juntando las manos—. ¿Por qué quiere matar al señor Eugenio? —¡Oh! —dijo Victorine juntando las manos—. ¿Por qué quiere usted matar a Eugéne? “Oh! monsieur,” cried Victorine, clasping her hands as she spoke, “why do you want to kill M. Eugene?” Vautrin fit deux pas en arrière et contempla Victorine. Vautrin dio dos pasos hacia atrás y contempló a Victorina. Vautrin dio dos pasos hacia atrás y contempló a Victorine. Vautrin stepped back a pace or two, and gazed at Victorine. — Autre histoire, s’écria-t-il d’une voix railleuse qui fit rougir la pauvre fille. Il est bien gentil, n’est-ce pas, ce jeune homme-là? reprit-il. Vous me donnez une idée. Je ferai votre bonheur à tous deux, ma belle enfant. —¡Cuénteme usted otra historia! — le dijo con una voz burlona, que hizo enrojecer a la pobre chica—. ¿Es guapo, verdad, ese chico? —prosiguió—. Acaba usted de darme una idea. Voy a hacerles felices a los dos, preciosa niña. —¿Otra historia? —pregunt ó Va u t r i n c o n a i r e z u m b ó n — . ¿Es muy agradable ese joven, verdad? Me da usted una i d e a . Yo l e s h a r é a u s t e d e s felices, hija mía. “Oh! this is something fresh!” he exclaimed in a bantering tone, that brought the color into the poor girl’s face. “That young fellow yonder is very nice, isn’t he?” he went on. “You have given me a notion, my pretty child; I will make you both happy.” Madame Couture avait pris sa pupille par le bras et l’avait entraînée en lui disant à l’oreille Mais, Victorine, vous êtes inconcevable ce matin. La señora Couture había cogido a su protegida del brazo y se la había llevado, diciéndole al oído: —Pero, Victorina, está usted incomprensible esta mañana. [156] La señora Couture cogió a su protegida del brazo y se la llevó diciéndole al oído: —Victorine, está usted inconcebible esta mañana. Mme. Couture laid her hand on the arm of her ward, and drew the girl away, as she said in her ear: “Why, Victorine, I cannot imagine what has come over you this morning.” — Je ne veux pas qu’on tire des coups de pistolet chez moi, dit madame Vauquer. N’allez-vous pas effrayer tout le voisinage et amener la police, à c’t’heure! —No quiero que nadie dispare e n m i c a s a — d i j o l a s e ñ o r a Va u quer—. No vayan a asustar a los vecinos y traerme aquí a la polic í a a ho r a . —No quiero que en mi casa se disparen pistolas —dijo la señora Vauquer—. Va usted a asustar a todo el vecindario a esta hora, y hacer, además, que acuda la policía. “I don’t want any shots fired in my garden,” said Mme. Vauquer. “You will frighten the neighborhood and bring the police up here all in a moment.” Allons, du calme, maman —¡Vamos! Un poco de calma, mamá —Haya calma, señora —res- “Come, keep cool, Mamma Vauquer,” 88 Balzac’s Goriot 4CD Va u q u e r, r é p o n d i t Va u t r i n . L à , là, tout beau, nous irons au tir. Il rejoignit Rastignac, qu’il prit familièrement par le bras: - Quand je vous aurais prouvé qu’à trente-cinq pas je mets cinq fois de suite ma balle dans un as de pique, lui dit-il, cela ne vous ôterait pas votre courage. Vous m’avez l’air d’être un peu rageur, et vous vous feriez tuer comme un imbécile. tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia tr. Ellen Marriage Vauquer —respondió Vautrin— ¡Vale, vale! Nos iremos al campo de tiro. Se reunió con Rastignac al que cogió del brazo con familiaridad: —Aunque le hubiera demostrado que, a treinta y cinco pasos coloco mi bala dentro de un as de picas —le dijo— no perder í a u s t e d s u v a l o r. M e p a r e c e q u e está un poco furioso y se dejaría matar como un imbécil. p o n d i ó Va u t r i n — . ¡ B a h ! ¡ B a h ! , iremos a una sala de tiro. Volvió a unirse con Rastignac, a quien cogió familiarmente del brazo. —Aunque le probara que a treinta y cinco pasos acierto cinco veces seguidas a dar en un as de pique, usted no perdería su valor. Me parece que es usted un poco rencoroso y se dejaría usted matar como un imbécil. —Se echa usted atrás —dijo Eugenio. —Se echa usted para atrás —dijo Eugéne. — Ne m’échauffez pas la bile, répondit Vautrin. Il ne fait pas froid ce matin, venez nous asseoir là-bas, ditil en montrant les sièges peints en vert. Là, personne ne nous entendra. J’ai à causer avec vous. Vous êtes un bon petit jeune homme auquel je ne veux pas de mal. Je vous aime, foi de Tromp... (mille tonnerres!), foi de Vautrin. Pourquoi vous aimé-je, je vous le dirai. En attendant, je vous connais comme si je vous avait fait, et vais vous le prouver. Mettez vos sacs là, reprit-il en lui montrant la table ronde. —No me revuelva la bilis —respondió Vautrin— Esta mañana no hace frío, venga a sentarse allí —le dijo, señalándole los asientos pintados de verde—. Nadie nos oirá allí. Tengo que hablar con usted. Es usted un buen jovencito al que no deseo ningún mal, palabra de Burla... (¡por cien mil rayos!), palabra de Vautrin. ¿Por qué le quiero? Se lo diré. Mientras tanto, sepa que le conozco como si le hubiera parido, y voy a demostrárselo. Deje sus sacos ahí —prosiguió señalándole la mesa redonda. “Don’t try to raise my temperature,” answered Vautrin, “it is not cold this morning. Let us go and sit over there,” he added, pointing to the green-painted garden seats; “no one can overhear us. I want a little talk with you. You are not a bad sort of youngster, and I have no quarrel with you. I like you, take Trump— (confound it!)—take Vautrin’s word for it. What makes me like you? I will tell you by-and-by. Meantime, I can tell you that I know you as well as if I had made you myself, as I will prove to you in a minute. Put down your bags,” he continued, pointing to the round table. Rastignac posa son argent sur la table et s’assit en proie à une curiosité que développa chez lui au plus haut degré le changement soudain opéré dans les manières de cet homme, qui, après avoir parlé de le tuer, se posait comme son protecteur. Rastignac depositó su dinero encima de la mesa y se sentó, presa de una curiosidad que había desarrollado en él hasta el más alto grado el cambio social repentino que se había producido en los modales de aquel hombre que, después de haber hablado de matarle se erigía como su protector. —No me caliente la sangre. Esta mañana no hace frío y vamos a sentarnos allí erijo señalando los bancos pintados de verde—. Usted es un buen muchacho a quien no tengo por qué desear mal. Le quiero, por Escap... —¡mil r a y o s ! — , p o r Va u t r i n . Ya l e diré por qué le quiero. Entretanto, le conozco como si le hubiera parido y voy a probárselo. Ponga usted ahí sus sacos elijo señalándole la mesa circular. [415] Rastignac puso su dinero sobre la mesa y se sentó lleno de curiosidad, desarrollada por el repentino cambio que se había operado en las maneras de este hombre que, después de haberle hablado de matarle, se declaraba su protector. Vous voudriez bien savoir qui je suis, ce que j’ai fait, ou ce que je fais, reprit Vautrin. Vous êtes trop curieux, mon petit. Allons, du calme. Vous allez en entendre bien d’autres! J’ai eu des malheurs. Ecoutez-moi d’abord, vous me répondrez après. Voilà ma vie antérieure en trois mots. Qui suis-je? Vautrin. Que fais-je? Ce qui me plaît. Passons. Voulez-vous connaître mon caractère? Je suis bon avec ceux qui me font du bien ou dont le coeur parle au mien. A ceux-là tout est permis, ils peuvent me donner des coups de pied dans les os des jambes sans que je leur dise: Prends garde! Mais, nom d’une pipe! je suis méchant comme le diable avec ceux qui me tracassent, ou qui ne me reviennent pas. Et il est bon de vous apprendre que je me soucie de tuer un homme comme de ça! dit-il en lançant un jet de salive. Seulement je m’efforce de le tuer proprement, quand il le faut absolument. je suis ce que vous appelez un artiste. J’ai lu les Mémoires de Benvenuto Cellini, tel que vous me voyez, et en italien encore! J’ai — L e g u s t a r í a s a b e r q u i é n s o y, lo que he hecho, o lo que hago — p r o s i g u i ó Va u t r i n — E s u s t e d d e m a s i a d o c u r i o s o , p e q u e ñ o . ¡ Va m o s ! T r a n q u i l o . Va u s t e d a o í r muchas otras cosas. He tenido desgracias. Escúcheme primero y después me responderá. Esta es mi vida anterior en pocas palabras. ¿Q u i é n s o y ? Va u t r i n . ¿ Q u é h a g o ? Lo que me da la gana. Prosigamos. ¿Quiere conocer mi carácter? Soy bueno con los que me hacen bien o cuyo corazón habla al mío. A esos se les permite todo, pueden darme patadas en la espinilla sin q u e l e s d i g a : ¡ Te n c u i d a d o ! P e r o , por todos los diablos, soy malo como el demonio con los que me fastidian o no me caen en gracia. Y no está de más que sepa, que me preocupa matar un hombre tanto como esto —dijo lanzando un chorro de saliva—. Únicamente me esfuerzo en macarlo limpiamente, cuando es absolutamente necesario. Soy lo que usted llamaría un artista. He leído las memorias de Benvenuto Cellini, aquí donde me ve, y además en italiano. He —Usted quisiera saber quién soy, lo que he hecho o lo que hago —repuso Vautrin—. Es usted demasiado joven, pequeño Calma, calma. Todavía tiene usted que oír muchas cosas. Yo he tenido desgracias. Primero escúcheme, después me responderá. Le voy a contar en tres palabras mi vida pasada. ¿Quién soy yo? Vautrin. ¿Qué hago? Lo que me da la gana. Bueno, pasemos. ¿Quiere usted conocer mi carácter? Soy bueno con quienes me hacen bien o con aquellos cuyo corazón habla al mío. A ésos les permito todo, pueden darme patadas en la espinilla sin que siquiera les diga: ¡Cuidado! Pero ¡centella! Soy malo como el demonio con aquellos que me juegan una mala pasada o no me son simpáticos. Y debo advertirle que a mí el matar un hombre me importa esto —dijo echando un escupitajo—. Ahora, que me esfuerzo por matarle con limpieza; cuando, estrictamente, ya no hay otro remedio. Soy lo que llaman ustedes u n a r t i s t a . H e l e í d o , a q u í donde usted me ve, las Memorias de Benvenuto Cellini, ¡y en italiano! He aprendido de est e “You would like to know who I really am, what I was, and what I do now,” Vautrin went on. “You want to know too much, youngster. Come! come! keep cool! You will hear more astonishing things than that. I have had my misfortunes. Just hear me out first, and you shall have your turn afterwards. Here is my past in three words. Who am I? Vautrin. What do I do? Just what I please. Let us change the subject. You want to know my character. I am good-natured to those who do me a good turn, or to those whose hearts speak to mine. These last may do anything they like with me; they may bruise my shins, and I shall not tell them to ‘mind what they are about’; but, nom d’une pipe, the devil himself is not an uglier customer than I can be if people annoy me, or if I don’t happen to take to them; and you may just as well know at once that I think no more of killing a man than of that,” and he spat before him as he spoke. “Only when it is absolutely necessary to do so, I do my best to kill him properly. I am what you call an artist. I h a v e r e a d B e n v e n u t o C e l l i n i ’s Memoirs, such as you see me; and, what is more, in Italian: A — Vous reculez, dit Eugène. 89 answered Vautrin. “There, there; it’s all right; we will go to the shooting-gallery.” He went back to Rastignac, laying his hand familiarly on the young man’s arm. “When I have given you ocular demonstration of the fact that I can put a bullet through the ace on a card five times running at thirty-five paces,” he said, “that won’t take away your appetite, I suppose? You look to me to be inclined to be a trifle quarrelsome this morning, and as if you would rush on your death like a blockhead.” “Do you draw back?” asked Eugene. Rastignac deposited his money on the table, and sat down. He was consumed with curiosity, which the sudden change in the manner of the man before him had excited to the highest pitch. Here was a strange being who, a moment ago, had talked of killing him, and now posed as his protector. Balzac’s Goriot appris de cet homme-là, qui était un fier luron, à imiter la Providence qui nous tue à tort et à travers, et à aimer le beau partout où il se trouve. N’est-ce pas d’ailleurs une belle partie à jouer que d’être seul contre tous les hommes et d’avoir la chance? J’ai bien réfléchi à la constitution actuelle de votre désordre social. Mon petit, le duel est un jeu d’enfant, une sottise. Quand de deux hommes vivants l’un doit disparaître, il faut être imbécile pour s’en remettre au hasard. Le duel? croix ou pile! voilà. Je mets cinq balles de suite dans un as de pique en enfonçant chaque nouvelle balle sur l’autre, et à trente-cinq pas encore! quand on est doué de ce petit talent-là, l’on peut se croire sûr d’abattre son homme. Eh bien! j’ai tiré sur un homme à vingt pas, je l’ai manqué. Le drôle n’avait jamais manié de sa vie un pistolet. Tenez! dit cet homme extraordinaire en défaisant son gilet et montrant sa poitrine velue comme le dos d’un ours, mais garnie d’un crin fauve qui causait une sorte de dégoût mêlé d’effro i , c e b l a n c - b e c m ’ a roussi le poil, ajouta-t-il en mettant le doigt de Rastigna c s u r u n t r o u q u ’ i l a v a i t a u s e i n . Mais dans ce temps-là j’étais un enfant, j’avais votre âge, vingt et un ans. Je croyais encore à quelque chose, à l’amour d’une femme, un tas de bêtises dans lesquelles vous allez vous embarbouiller. Nous nous s e r i o n s b a t t u s , p a s v r a i ? Vo u s auriez pu me tuer. Supposez que je sois en terre, où seriez-vous? Il faudrait décamper, aller en Suisse, manger l’argent de papa, qui n’en a guère. Je vais vous éclairer, moi, la position dans laquelle vous êtes; mais je vais le faire avec la supériorité d’un homme qui, après avoir examiné les choses d’ici-bas, a vu qu’il n’y avait que deux partis à prendre: ou une stupide obéissance ou la révolte. Je n’obéis à rien, est-ce clair? Savez-vous ce qu’il vous faut, à vous, au train dont vous allez? un million, et promptement; sans quoi, avec notre petite tête, nous pourrions aller flâner dans les filets de Saint-Cloud, pour voir s’il y a un Etre Suprême. Ce million, je vais vous le donner. tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia aprendido de ese hombre, que era u n o rg u l l o s o h u r ó n, a i m i t a r a l a Providencia que nos mata, con razón o sin ella, y a amar la belleza, allí donde se encuentre. ¿No es una [157] buena partida a jug a r, e n c o n t r a r s e s o l o c o n t r a t o d o s los hombres y tener suerte? He reflexionado sobre la constitución actual de su desorden social. ¡Criatura! El duelo es una chiquillada y una estupidez. Cuando de dos seres vivos uno debe desapar e c e r, h a y q u e s e r i d i o t a p a r a d e j a r l o a l a z a r. ¿ D u e l o ? C a r a o c r u z . Ya e s t á . Yo m e t o c i n c o b a l a s e n u n a s d e picas, hundiendo cada una la anterior y además a treinta y cinco pasos. Cuando uno posee ese pequeño talento, uno puede estar seguro de matar a un hombre. Pues bien, yo le he tirado a un hombre, a veinte pasos y he fallado. El majadero no había manejado nunca una pistola. ¡Mire! —dijo aquel hombre extraordinario desabrochándose el chaleco y mostrándole su pecho, velludo como la espalda de un oso, pero provisto de un mechón leonado que producía una especie de asco mezclado de espanto—. Pues bien, aquel pichón me quemó el pelo —añ a d i ó p o n i e n d o e l d e d o d e Rastignac en un hoyo que tenía en el pecho—. Pero, por entonc e s , y o e r a u n c r í o t o d a v í a . Te n í a s u e d a d , v e i n t i ú n a ñ o s . To davía creía en algo, en el amor de una mujer, un montón de bobadas con las que va usted a pringarse. Nos habríamos batido, ¿verdad? Habría podido matarme. Suponga que yo estoy enterrado. ¿Dónde estaría usted? Te n d r í a q u e m a r c h a r s e . I r s e a Suiza, comerse el dinero de papá, n o t i e n e m u c h o . Vo y a a c l a r a r l e la situación en la que se encuentra; pero voy a hacerlo con la superioridad de un hombre que, después de haber analizado las cosas aquí abajo, ha visto que no había más que dos posibles caminos: O una estúpida obediencia, o l a r e b e l i ó n . Yo n o o b e d e z c o a nada. ¿Está claro? ¿Sabe lo que necesita al paso que lleva? Pues un millón y rápido. Sin eso, tendríamos que ir con nuestra cabecita de paseo por las redes de Saint-Cloud para ver si hay allí un Ser Supremo. Yo voy a darle ese millón. Il fit une pause en regardant Eugène. - Ah! ah! vous faites meilleure mine à votre petit papa Vautrin. En entendant ce mot-là, vous êtes comme une jeune ¡Ah! ¡Vaya! Ya le pone mejor cara a su papaíto Vautrin. Al oír esas palabras está usted como una jovencita a 90 tr. Ellen Marriage hombre, que era un buen chico, ___ ____ ____ __________ a imitar a la Providencia, que nos mata a diestra y siniestra, y a amar lo bello allí donde se encuentre. ¿No es, además, hermoso jugar una partida uno solo contra los demás hombres y tener suerte? He reflexionado ampliamente acerca de la constitución actual de vuestro desorden social. Mire, muchacho: el duelo es un juego de niños, una tontería. Cuando de dos hombres vivos, uno debe desaparecer, hay que ser un imbécil para someterse al azar. ¿El duelo? ¡Cara o cruz! Ésa es la cosa. Yo coloco cinco balas seguidas en un as de pique, y meto cada bala [416] por donde han pasado las anteriores, y a treinta y cinco pasos. Así que cuando se tiene esta pequeña maña se puede uno creer seguro de poder tumbar un hombre. Pues bien: he tirado contra un hombre a veinte pasos, y he fallado, y aquel pillastre que no había manejado en su vida una pistola, mire usted —dijo este hombre extraordinario desabrochándose el chaleco y enseñando su pecho peludo como el de un oso, pero de un color leonado que causaba una especie de asco y espanto—,aquel mocoso me agujereó la piel —añadió poniendo el dedo de Rastignac sobre un agujero que tenía en la tetilla—. Pero en aquel tiempo yo era un niño, tenía la edad de usted, veinte o veintidós años. Todavía creía en algo: en el amor de una mujer, en una porción de majaderías en las cuales usted está próximo a enfrascarse. Hubiéramos podido batirnos, ¿no es eso? Usted me hubiera podido matar. Supóngase que ya estoy muerto. ¿Dónde estaría usted? Tendría que escapar, ir a Suiza, comerse el dinero de papá, que no tiene demasiado. Le voy a aclarar la posición en que usted se encuentra, pero voy a hacerlo con la superioridad de un hombre que, después de haber examinado las cosas de aquí abajo, ha comprendido que no se puede toman más que dos partidos: una estúpida obediencia o la rebeldía. Yo no obedezco a nadie, ¿está claro? ¿Sabe usted lo que le hace falta para seguir el camino emprendido? Un millón, y pronto. Sin eso, con su cabeza ligera podría caer en las redes de Saint-Cloud, para ver si existe un Ser Supremo. Ese millón se lo voy a dar yo. fine-spirited fellow he was! From him I learned to follow the example set us by Providence, who strikes us down at random, and to admire the beautiful whenever and wherever it is found. And, setting other questions aside, is it not a glorious part to play, when you pit yourself against mankind, and the luck is on your side? I have thought a good deal about the constitution of your present social Dis-order. A duel is downright childish, my boy! utter nonsense and folly! When one of two living men must be got out of the way, none but an idiot would leave chance to decide which it is to be; and in a duel it is a toss-up—heads or tails— and there you are! Now I, for instance, can hit the ace in the middle of a card five times running, send one bullet after another through the same hole, and at thirty-five paces, moreover! With that little accomplishment you might think yourself certain of killing your man, mightn’t you. Well, I have fired, at twenty paces, and missed, and the rogue who had never handled a pistol in his life—look here!”—(he unbuttoned his waistcoat and exposed his chest, covered, like a bear’s back, with a shaggy fell; the student gave a startled shudder)—“he was a raw lad, but he made his mark on me,” the extraordinary man went on, drawing Rastignac’s fingers over a deep scar on his breast. But that happened when I myself was a mere boy; I was one-and-twenty then (your age), and I had some beliefs left—in a woman’s love, and in a pack of rubbish that you will be over head and ears in directly. You and I were to have fought just now, weren’t we? You might have killed me. Suppose that I were put under the earth, where would you be? You would have to clear out of this, go to Switzerland, draw on papa’s purse—and he has none too much in it as it is. I mean to open your eyes to your real position, that is what I am going to do: but I shall do it from the point of view of a man who, after studying the world very closely, sees that there are but two alternatives—stupid obedience or revolt. I obey nobody; is that clear? Now, do you know how much you will want at the pace you are going? A million; and promptly, too, or that little head of ours will be swaying to and fro in the dragnets at Saint-Cloud, while we are gone to find out whether or no there is a Supreme Being. I will put you in the way of that million.” Hizo una pausa mirando a Eugéne. He stopped for a moment and looked at Eugene. —¡Ah! ¡Ah! Pone usted mejor cara a su viejo amigo Vautrin. Pone usted la cara como una muchacha a “Aha! you do not look so sourly at papa Vautrin now! At the mention of the million you look like a young girl when somebody Balzac’s Goriot fille à qui l’on dit: « A ce soir «, et qui se toilette en se pourléchant comme un chat qui boit du lait. A la bonne heure. Allons donc! A nous deux! Voici votre compte, jeune homme. Nous avons, là-bas, papa, maman, grand-tante, deux soeurs (dix-huit et dix-sept ans), deux petits frères (quinze et dix ans), voilà le contrôle de l’équipage. La tante élève vos soeurs. Le curé vient apprendre le latin aux deux frères. La famille mange plus de bouillie de marrons que de pain blanc, le papa ménage ses culottes, maman se donne à peine une robe d’hiver et une robe d’été, nos soeurs font comme elles peuvent. Je sais tout, j’ai été dans le Midi. Les choses sont comme cela chez vous, si l’on vous envoie douze cents francs par an, et que votre terrine ne rapporte que trois mille francs. Nous avons une cuisinière et un domestique, il faut garder le décorum, papa est baron. Quant à nous, nous avons de l’ambition, nous avons les Beauséant pour alliés et nous allons à pied, nous voulons la fortune et nous n’avons pas le sou, nous mangeons les ratatouilles de maman Vauquer et nous aimons les beaux dîners du faubourg SaintGermain, nous couchons sur un grabat et nous voulons un hôtel! Je ne blâme pas vos vouloirs. Avoir de l’ambition, mon petit coeur, ce n’est pas donné à tout le monde. tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia tr. Ellen Marriage la que dicen: «hasta la noche» y que se prepara relamiéndose como un gato que bebe buena leche. ¡Enhorabuena! Vamos pues. Ahora nos toca a nosotros dos. Esta es su cuenta, joven. Tenemos allí abajo papá, mamá, tía abuela, dos hermanas (dieciocho y diecisiete años), dos hermanos (quince y diez años). Esta es la ficha del equipo. La tía educa a sus hermanas. El cura viene a enseñarles latín a sus hermanos. La familia come más puré de castañas que pan blanco. El papá recose sus pantalones, la mamá se permite apenas un vestido de verano y uno de invierno, nuestras hermanas se las arreglan como pueden. Yo lo sé todo, he estado en el Sur. Las cosas son así en su casa, si le mandan 1.200 francos y su tierruca no da más de 3.000 al a ñ o . [ 1 5 8 ] Te n e m o s u n a c o c i n e r a y un criado, hay que guardar el decoro, papá es barón. En cuanto a nosotros, nosotros tenemos amb i c i ó n , ____ ______ ______ _____ _ ____________ ____ _______ ____queremos la fortuna y no tenemos un céntimo, nos comemos las fritangas de la señora Vauquer y nos gustan las buenas cenas del Faubourg Saint-Germain, tenemos a los Beauseant por amigos y vamos a pie, dormimos en un camastro y queremos un hotel. No censuro sus ambiciones. Tener ambición, corazoncito mío, no le es concedido a todo el mundo. quien se le dice: «Hasta la noche», y que se acicala, relamiéndose de gusto, como un gato que bebe leche. ¡Tanto mejor! Aquí, entre nosotros, le voy a decir su situación. Allí [417] están papá, mamá, la tía, dos hermanas —dieciocho y diecisiete años— , dos hermanitos —quince y diez años—. ¿no es eso? La tía educa a sus dos hermanas. El cura enseña latín a los dos hermanos. La familia come más olla que carnero; papá lleva los pantalones remendados; mamá apenas se permite el lujo de un vestido de invierno y uno de verano; las hermanas se las arreglan como pueden. Lo sé todo; he estado en el Mediodía. Así están las cosas en su casa. Y si le envían solamente mil doscientos francos por año, es porque las tierras no dan más que tres mil. Eso sí, tenemos una cocinera y un criado; como papá es barón, hay que guardar el decoro. En cuanto a nosotros, tenemos nuestras ambiciones; a pesar del parentesco con los Beauséant, somos gentes de a pie; queremos conquistar la fortuna, y no tenemos ni un cuarto; comemos la bazofia de la señora Vauquer, y nos gustan las suculentas comidas del arrabal de Saint-Germain; nos acostamos en un mal catre, y quisiéramos dormir en una buena cama de un palacio. No es que me parezcan mal sus aspiraciones. No todo el mundo puede tener ambiciones, amigo mío. has said, ‘I will come for you this evening!’ and she betakes herself to her toilette as a cat licks its whiskers over a saucer of milk. All right. Come, now, let us go into the question, young man; all between ourselves, you know. We have a papa and mamma down yonder, a great-aunt, two sisters (aged eighteen and seventeen), two young brothers (one fifteen, and the other ten), that is about the roll-call of the crew. The aunt brings up the two sisters; the cure comes and teaches the boys Latin. Boiled chestnuts are oftener on the table than white bread. Papa makes a suit of clothes last a long while; if mamma has a different dress winter and summer, it is about as much as she has; the sisters manage as best they can. I know all about it; I have lived in the south. “That is how things are at home. They send you twelve hundred francs a year, and the whole property only brings in three thousand francs all told. We have a cook and a manservant; papa is a baron, and we must keep up appearances. Then we have our ambitions; we are connected with the Beauseants, and we go afoot through the streets; we want to be rich, and we have not a penny; we eat Mme. Vauquer’s messes, and we like grand dinners in the Faubourg Saint-Germain; we sleep on a truckle-bed, and dream of a mansion! I do not blame you for wanting these things. What sort of men do the women run after? Demandez aux femmes quels hom- Pregunten a las mujeres qué hommes elles recherchent, les ambitieux. bres prefieren: los ambiciosos. Les ambitieux ont les reins plus forts, _______________________________ le sang plus riche en fer, le coeur plus _______________________________ X chaud que ceux des autres hommes. Et ______________________________: la femme se trouve si heureuse et si belle Y la mujer se siente tan feliz y tan aux heures où elle est forte, qu’elle pré- bella cuando es fuerte, que prefiere, féré à tous les hommes celui dont la entre todos los hombres, a aquel cuya force est énorme, fût-elle en danger fuerza es enorme, aunque estuviera d’être brisée par lui. Je fais l’inventaire en peligro de ser destrozada por él. de vos désirs afin de vous poser la ques- Hago el inventario de sus deseos para tion. Cette question, la voici. plantearle la pregunta siguiente: Nous avons une faim de loup, nos Tenemos un hambre de lobo, nuestros quenottes sont incisives, comment dientes son incisivos. ¿Cómo nos las nous y prendrons-nous pour approvi- arreglaremos para llenar la cazuela? sionner la marmite? Nous avons En primer lugar comernos el Cód’abord le Code à manger, ce n’est pas digo, no es divertido y no enseña amusant, et ça n’apprend rien; mais il nada, pero es preciso. Sea. Nos hale faut. Soit. Nous nous faisons avo- cemos abogado, para llegar a ser precat pour devenir président d’une cour sidente de un tribunal, enviar pobres d’assises, envoyer les pauvres diables diablos, que valen más que nosotros, qui valent mieux que nous avec T.F. con «T.F.» (42) grabado en la espalsur l’épaule, afin de prouver aux ri- da, para demostrar a los ricos que ches qu’ils peuvent dormir tranquil- pueden dormir tranquilos. Eso no tielement. Ce n’est pas drôle, et puis ne ninguna gracia y además resulta c’est long. D’abord, deux années à muy largo. Primero dos años de pridroguer dans Paris, à regarder, sans y vaciones en París, mirando, sin totoucher, les nanans dont nous som- carlas, esas golosinas que nos encanmes friands. C’est fatigant de désirer tan. Es agotador estar deseando siemtoujours sans jamais se satisfaire. pre, sin poder jamás verse satisfecho. Si vous étiez pâle et de la nature des Si fuera usted pálido, del color de mollusques, vous n’auriez rien à los moluscos, no tendría nada que Los ambiciosos tienen los riñones más fuertes, la sangre más rica en hierro, el corazón más ardiente que los demás hombres.Y la mujer se encuentra tan hermosa y tan bella en los momentos en que se siente fuerte, que prefiere a todos los hombres a aquel cuya fuerza es enorme, aunque corra el peligro de que su vida quede rota por él. Hago el inventario de sus deseos con el fin de proponerle el asunto. Tenemos un hambre de lobo, amigo, y dientes afilados: ¿cómo nos las arreglamos para aprovisionarnos? Primeramente tenemos que tragarnos el Código, lo cual no es divertido ni enseña nada, pero es necesario. Sea. Nos haremos abogados para llegar a ser presidente de Audiencia, para enviar a presidio a unos pobres diablos que son mejores que nosotros, con el fin de probar a los ricos [418] que pueden dormir tranquilos. Y esto no es divertido y, además, es largo. Primeramente dos años en París mirando, sin poderlas echar mano, las golosinas que tanto apetecemos. Es fatigoso estar siempre deseando, sin poder satisfacerse jamás. Si fuera usted cobarde y tuviera naturaleza de molusco, nada tendría que Men of ambition. Men of ambition have stronger frames, their blood is richer in iron, their hearts are warmer than those of ordinary men. Women feel that when their power is greatest, they look their best, and that those are their happiest hours; they like power in men, and prefer the strongest even if it is a power that may be their own destruction. I am going to make an inventory of your desires in order to put the question at issue before you. Here it is:— “We are as hungry as a wolf, and those newly-cut teeth of ours are sharp; what are we to do to keep the pot boiling? In the first place, we have the Code to browse upon; it is not amusing, and we are none the wiser for it, but that cannot be helped. So far so good. We mean to make an advocate of ourselves with a prospect of one day being made President of a Court of Assize, when we shall send poor devils, our betters, to the galleys with a T.F.[*] on their shoulders, so that the rich may be convinced that they can sleep in peace. There is no fun in that; and you are a long while coming to it; for, to begin with, there are two years of nauseous drudgery in Paris, we see all the lollipops that we long for out of our reach. It is tiresome to want things and never to have them. If you were a pallid creature of the mollusk order, you would have nothing to 91 [*] Travaux forcés, forced labour. Balzac’s Goriot 3 tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia craindre; mais nous avons le sang temer, pero tenemos la sangre febril fiévreux des lions et un appétit à de los leones y un apetito como para faire vingt sottises par jour. Vous cometer veinte burradas al día. Susuccomberez donc à ce supplice, le cumbirá a ese suplicio, el más horriplus horrible que nous ayons aperçu ble que hayamos visto en el infierno dans l’enfer du bon Dieu. Admettons del buen Dios. Admitamos que sea que vous soyez sage, que vous bu- usted sensato, que beba leche y que viez du lait et que vous fassiez des se dedique a hacer elegías; tendrá élégies; il faudra, généreux comme que empezar, siendo tan generoso vous l’êtes, commencer, après bien como es, después de muchas molesdes ennuis et des privations à rendre tias y privaciones, como para poner un chien enragé, par devenir le subs- rabioso a un perro, por ser el sustititut de quelque drôle, dans un trou tuto de algún desgraciado, en algún de ville où le gouvernement vous agujero de ciudad, donde, el gobierjettera mille francs d’appointe- no le largará mil francos de sueldo, ments, comme on jette une soupe à como se le echan los desperdicios al un dogue de boucher. Aboie après les perro de un carnicero. Ládreles a los voleurs, plaide pour le riche, fais ladrones, defienda a los ricos, manguillotiner des gens de coeur. Bien de a la guillotina a personas valeroobligé! Si vous n’avez pas de protec- sas. ¡Muy agradecido! Si no tiene tions, vous pourrirez dans votre tri- protectores, se pudrirá en su tribunal bunal de province. Vers trente ans, de provincia. Hacia los treinta años, vous serez juge à douze cents francs será juez por mil doscientos francos par an, si vous n’avez pas encore jeté al año, si para entonces no ha manla robe aux orties. dado a paseo la toga. [159] Quand vous aurez atteint la quaranCuando haya alcanzado la cuarentaine, vous épouserez quelque fille de tena, se casará con la hija de algún meunier, riche d’environ six mille li- molinero, que tenga unas seis mil livres de rente. Merci. Ayez des pro- bras de renta. ¡No, gracias! Pero tentections, vous serez procureur du roi ga padrinos, será usted procurador à trente ans, avec mille écus d’ap- del rey a los treinta años, con mil pointements, et vous épouserez la escudos de sueldo, y se casará con la fille du maire. Si vous faites quel- hija del alcalde. Si hace alguna de ques-unes de ces petites bassesses esas bajezas políticas, como leer en politiques, comme de lire sur un bul- un boletín Villèle (43) en lugar de letin Villèle au lieu de Manuel (ça Manuel (eso rima y tranquiliza la rime, ça met la conscience en repos), conciencia), será a los cuarenta años vous serez, à quarante ans, procureur procurador general y podrá salir digénéral, et pourrez devenir député. X putado. Dese cuenta, querido hijo, Remarquez, mon cher enfant, que que le habremos ido dando pequenous aurons fait des accrocs à notre ños rasgones a nuestra pequeña conpetite conscience, que nous aurons ciencia, que habremos tenido veineu vingt ans d’ennuis, de misères se- te años de molestias, de miserias crètes, et que nos soeurs auront secretas, y que nuestras hermanas coiffé sainte Catherine. J’ai l’hon- estarán vistiendo santos. Tengo el neur de vous faire observer de plus honor de hacerle observar además, qu’il n’y a que vingt procureurs gé- que no hay más que veinte procuranéraux en France, et que vous êtes dores generales de Francia y que sois vingt mille aspirants au grade, parmi veinte mil aspirantes al puesto, enlesquels il se rencontre des farceurs tre los que se hallan farsantes, que qui vendraient leur famille pour mon- venderían a su familia por subir una ter d’un cran. Si le métier vous dé- sola muesca. Si el oficio le disgusgoûte, voyons autre chose. Le baron ta, veamos otra cosa. ¿El barón de de Rastignac veut-il être avocat? Oh! Rastignac quiere ser abogado? ¡Oh, joli. Il faut pâtir pendant dix ans, dé- bonita idea! Habrá que sufrir duranpenser mille francs par mois, avoir te diez años, gastar mil francos al une bibliothèque, un cabinet, aller mes, tener una biblioteca, un gabinedans le monde, baiser la robe d’un te, salir en sociedad. Besar la toga de avoué pour avoir des causes, balayer un abogado para tener causas, barrer le palais avec sa langue. Si ce métier el palacio con la lengua. Si ese ofivous menait à bien, je ne dirais pas cio le llevara a buen puerto, yo no non; mais trouvez-moi dans Paris diría que no; pero encuéntreme cincinq avocats qui, à cinquante ans, co abogados en París que, a los cingagnent plus de cinquante mille cuenta años, ganen más de cincuenta francs par an? Bah! plutôt que de mil francos al año. ¡Bah!, antes que m’amoindrir ainsi l’âme, j’aimerais se me encogiera el alma de esa mamieux me faire corsaire. D’ailleurs, nera yo preferiría hacerme corsario. où prendre des écus? Tout ça n’est Por otra parte, ¿dónde conseguir dipas gai. Nous avons une ressource nero? Todo esto no es muy alegre. Te- temer; pero tenemos la sangre ardiente como un león y un apetito capaz de hacer cometer veinte tonterías por día. Este suplicio acabaría con usted, porque es el más horrible del Infierno. Supongamos que fuera usted juicioso, que no bebiera más que leche y que se entregara a hacer elegías; tendría usted que empezar, después de un sin número de disgustos y privaciones, capaces de hacer perder la paciencia a un santo, siendo, como es usted, un joven generoso, por sustituir a un pillastre en algún apartado rincón. El Gobierno le daría mil francos de sueldo, como quien echa un pedazo de pan a un perro. Persigue a los ladrones, aboga en favor del rico, haz guillotinar a gentes de buen corazón. Todo eso está bien, pero si carece de protectores se pudrirá usted en un Tribunal de provincia. A eso de los treinta años sería usted juez con mil doscientos francos anuales de sueldo, si no había mandado antes su toga a paseo. Cuando llegara usted a los cuenta, se casaría con la hija de algún molinero con una dote de seis mil francos de renta. ¡Valiente cosa! Si tuviera protectores, sería usted procurador del rey a los treinta años, con mil escudos de sueldo, y se casaría con la hija del alcalde. Si cometiera alguna pequeña bajeza política, como leer en el Boletín: Villel en lugar de Emmanuel —la rima basta para tranquilizar la conciencia—,sería procurador general a los cuarenta, y acaso llegara usted a diputado. Tenga en cuenta, amigo mío, que habremos sufrido algunos desgarrones en nuestra conciencia; que habremos pasado veinte años de aburrimiento, de miserias secretas y que nuestras [419] hermanas se habrán quedado para vestir santos. Debo advertirle, además, que en Francia no hay más que veinte procuradores generales, y que hay veinte mil aspirantes, entre los cuales se encuentran algunos truhanes capaces de vender a su familia por obtener la más mínima ventaja. Si el oficio le desagrada, vamos a ver otra cosa. ¿Quiere ser abogado el barón de Rastignac? Muy bonito. Hay que pasar diez años de malos ratos, gastar mil francos mensuales, tener una biblioteca y un bufete, meterse en sociedad, agarrarse a la toga de un procurador para tener causas, poco menos que lamer el suelo de la Audiencia. Si todo eso le condujera a usted al éxito, yo no diría que no; pero encuéntreme en París cinco abogados que, a los cincuenta años, ganen más de cincuenta mil francos anuales. ¡Bah! Antes hacerse corsario que empequeñecer así el alma. Y, por otro lado, ¿cómo se hace dinero? Todo esto tiene maldita la gra92 tr. Ellen Marriage fear, but it is different when you have the hot blood of a lion and are ready to get into a score of scrapes every day of your life. This is the ghastliest form of torture known in this inferno of God’s making, and you will give in to it. Or suppose that you are a good boy, drink nothing stronger than milk, and bemoan your hard lot; you, with your generous nature, will endure hardships that would drive a dog mad, and make a start, after long waiting, as deputy to some rascal or other in a hole of a place where the Government will fling you a thousand francs a year like the scraps that are thrown to the butcher’s dog. Bark at thieves, plead the cause of the rich, send men of heart to the guillotine, that is your work! Many thanks! If you have no influence, you may rot in your provincial tribunal. At thirty you will be a Justice with twelve hundred francs a year (if you have not flung off the gown for good before then). By the time you are forty you may look to marry a miller’s daughter, an heiress with some six thousand livres a year. Much obliged! If you have influence, you may possibly be a Public Prosecutor by the time you are thirty; with a salary of a thousand crowns, you could look to marry the mayor’s daughter. Some petty piece of political trickery, such as mist aking Villele for Manuel in a bulletin (the names rhyme, and that quiets your conscience), and you will probably be a Procureur General by the time you are forty, with a chance of becoming a deputy. Please to observe, my dear boy, that our conscience will have been a little damaged in the process, and that we shall endure twenty years of drudgery and hidden poverty, and that our sisters are wearing Dian’s livery. I have the honor to call your attention to another fact: to wit, that there are but twenty Procureurs Generaux at a time in all France, while there are some twenty thousand of you young men who aspire to that elevated position; that there are some mountebanks among you who would sell their family to screw their fortunes a peg higher. If this sort of thing sickens you, try another course. The Baron de Rastignac thinks of becoming an advocate, does he? There’s a nice prospect for you! Ten years of drudgery straight away. You are obliged to live at the rate of a thousand francs a month; you must have a library of law books, live in chambers, go into society, go down on your knees to ask a solicitor for briefs, lick the dust off the floor of the Palais de Justice. If this kind of business led to anything, I should not say no; but just give me the names of five advocates here in Paris who by the time that they are fifty are making fifty thousand francs a year! Bah! I would sooner turn pirate on the high seas than have my soul shrivel up inside me like that. How will you find the capital? There Balzac’s Goriot tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia dans la dot d’une femme. Voulez-vous nemos un recurso en la dote de una vous marier? ce sera vous mettre une mujer. ¿Quiere casarse? Será echarse pierre au cou; puis, si vous vous ma- una piedra al cuello; además si se casa riez pour de l’argent, que deviennent usted por dinero, ¿en qué se conviernos sentiments d’honneur, notre no- ten nuestros sentimientos de honor y blesse! Autant commencer aujourd’hui de nobleza? Para eso, mejor empezar votre révolte contre les conventions desde hoy la rebelión contra las convenhumaines. Ce ne serait rien que se ciones humanas. No sería nada arrascoucher comme un serpent devant trarse como una serpiente ante una muune femme, lécher les pieds de la jer, lamer los pies de su madre, hacer mère, faire des bassesses à dégoûter bajezas como para asquear a una cerda. une truie, pouah! si vous trouviez au ¡Puaf! Si por lo menos encontrara la femoins le bonheur. Mais vous serez licidad. Pero será tan desgraciado como malheureux comme les pierres d’égout las piedras de una alcantarilla, con una avec une femme que vous aurez épou- mujer con la que se haya casado de sée ainsi. Vaut encore mieux guer- semejante manera. Vale más guerrear royer avec les hommes que de lutter con los hombres que luchar con su avec sa femme. Voilà le carrefour de mujer. Esta es la encrucijada de la vida, joven. ¡Escoja! la vie, jeune homme, choisissez. Vous avez déjà choisi: vous êtes allé Usted ha escogido ya, usted ha ido a chez notre cousin de Beauséant, et casa de nuestro primo Beauseant, y vous y avez flairé le luxe. Vous êtes allí ha olfateado el lujo. Ha ido a allé chez madame de Restaud, la fille casa de la señora de Restaud, ______ du père Goriot, et vous y avez flairé X ______ [160] y ha olfateado la mujer la Parisienne. Ce jour-là vous êtes re- parisina. Ese día, volvió usted con venu avec un mot sur votre front, et una palabra escrita en la frente, que que j’ai bien su lire: Parvenir! parve- yo he sabido leer: ¡Triunfar! Triunnir à tout prix. Bravo! ai-je dit, voilà far a cualquier precio. ¡Bravo!, me un gaillard qui me va. Il vous a fallu dije, he aquí un chico que me cae de l’argent. Où en prendre? Vous avez bien. Necesitó dinero. ¿De dónde saigné vos soeurs. Tous les frères sacarlo? Sangró a sus hermanas. Todos flouent plus ou moins leurs soeurs. los hermanos abusan más o menos de Vos quinze cents francs arrachés, Dieu sus hermanas. Sus mil quinientos fransait comme! dans un pays où l’on cos arrancados, Dios sabe cómo, en un trouve plus de châtaignes que de piè- país donde hay más castañas que moces de cent sous, vont filer comme des nedas de cien sueldos, van a desfilar soldats à la maraude. Après, que fe- como soldados en desbandada. Desrez-vous? vous travaillerez? Le tra- pués, ¿qué hará? ¿trabajará? El trabavail, compris comme vous le compre- jo, tal como usted lo entiende en este nez en ce moment, donne, dans les momento, produce para los días de la vieux jours, un appartement chez ma- vejez, una habitación en casa de la man Vauquer à des gars de la force de señora Vauquer, a tipos de la fuerza Poiret. Une rapide fortune est le pro- de Poiret. Una fortuna rápida es el blème que se proposent de résoudre problema que se plantean resolver en en ce moment cinquante mille jeunes este momento cincuenta mil jóvenes gens qui se trouvent tous dans votre que se encuentran en su misma situaposition. Vous êtes une unité de ce ción. No es usted más que uno de tannombre-là. Jugez des efforts que vous tos. Juzgue los esfuerzos que tendrá avez à faire et de l’acharnement du que hacer y el encarnizamiento del combat. Il faut vous manger les uns combate. Tendrán que devorarse unos les autres comme des araignées dans a otros como arañas en un bote, puesun pot, attendu qu’il n’y a pas cin- to que no existen cincuenta mil plaquante mille bonnes places. Savez- zas buenas. ¿Sabe usted como se abre vous comment on fait son chemin ici? uno camino aquí? Por el brillo del inpar l’éclat du génie ou par l’adresse genio o por la habilidad de la corrupde la corruption. Il faut entrer dans ción. Habrá que entrar entre esa masa cette masse d’hommes comme un de hombres como una bala de cañón, boulet de canon, ou s’y glisser o deslizarse en ella, como una peste. comme une peste. L’honnêteté ne sert La honestidad no vale para nada. Si à rien. L’on plie sous le pouvoir du uno se repliega ante el poder del ingénie, on le hait, on tâche de le ca- genio, lo odia, intenta calumniarlo lomnier, parce qu’il prend sans par- porque éste, coge sin repartir; pero tager; mais on plie s’il persiste; en uno acaba cediendo si aquel persisun mot, on l’adore à genoux quand te; en una palabra, se le adora de roon n’a pas pu l’enterrer sous la boue. dillas cuando no se le ha podido enLa corruption est en force, le talent t e r r a r e n e l b a r r o . L a c o r r u p c i ó n est rare. Ainsi, la corruption est abunda, el talento es raro. Así, la l’arme de la médiocrité qui abonde, corrupción es el arma de la medioet vous en sentirez partout la pointe. cridad copiosa y cuya punta notará cia. Nos queda el recurso de una mujer de dote. ¿Quiere usted casarse? Eso es ponerse el dogal al cuello. Y si se casa por dinero, ¿dónde quedan nuestros sentimientos del honor, nuestra nobleza? Más vale que ya desde hoy se ponga usted frente a frente de los convencionalismos humanos. Poco importaría el arrastrarse como una serpiente delante de una mujer, lamer los pies a su madre, cometer más marranadas que un cerdo, si con eso encontrara usted por lo menos la dicha. Pero sería usted completamente desgraciado con una mujer con quien se hubiera usted casado de este modo. Es preferible guerrear con los hombres que luchar con una mujer. Está usted en la encrucijada de la vida; escoja el camino, joven. Usted lo ha escogido ya. Ha ido a casa de su prima de Beauséant y ha venteado el lujo. Ha ido a casa de la señora de Restaud, la hija de papá Goriot, y ha olfateado a la parisiense. Ese día volvió usted con esta palabra escrita sobre la frente, y que yo supe leer: Llegar, llegar [420] sea como sea. ¡Bravo! —me dije—. Éste es un valiente que me place. Le hacía a usted falta dinero. ¿De dónde sacarlo? Ha dado una sangría a sus hermanas. Todos los hermanos explotan más o menos a sus hermanas. Sus mil quinientos francos conseguidos, ¡Dios sabe cómo!, en un país en que mas abundan las castañas que el dinero, se van a ir al galope. ¿Qué hará usted después? ¿Trabajar? El trabajo, entendido tal como lo entiende usted ahora, sólo da de sí para pasarse los últimos días en una habitación de casa de la señora Vauquer, como le pasa a Poiret. Ganar rápidamente una fortuna es el problema que se proponen resolver en este instante cincuenta mil jóvenes que se encuentran en su posición. Usted es una unidad de ese número. Calcule los esfuerzos que tiene que realizar y lo encarnizado del combate. Tienen que comerse unos a otros como iteras, porque no hay cincuenta mil buenas plazas. ¿Sabe usted cómo hay que hacerse aquí el camino? Con el resplandor del genio o con la habilidad de la corrupción. Hay que entrar en esa masa de hombres como una bala de cañón o deslizarse como una peste. La honradez no sirve para nada. Todos se inclinan bajo el poder del genio; se le odia, se trata de calumniarle porque hace presa en las cosas sin repartírselas con nadie; pero al fin, si persiste, se cede ante él. En una palabra: se le adora de rodillas si no se ha podido enterrarle entre el lodo. La corrupción es lo que priva; el talento es cosa rara. Así la corrupción es el arma de la mediocridad, que abunda, y por todos lados 93 tr. Ellen Marriage is but one way, marry a woman who has money. There is no fun in it. Have you a mind to marry? You hang a stone around your neck; for if you marry for money, what becomes of our exalted notions of honor and so forth? You might as well fly in the face of social conventions at once. Is it nothing to crawl like a serpent before your wife, to lick her mother ’s feet, to descend to dirty actions that would sicken swine—faugh!—never mind if you at least make your fortune. But you will be as doleful as a dripstone if you marry for money. It is better to wrestle with men than to wrangle at home with your wife. You are at the crossway of the roads of life, my boy; choose your way. “But you have chosen already. You have gone to see your cousin of Beauseant, and you have had an inkling of luxury; you have been to Mme. de Restaud’s house, and in Father Goriot’s daughter you have seen a glimpse of the Parisienne for the first time. That day you came back with a word written on your forehead. I knew it, I could read it—‘SUCCESS!’ Yes, success at any price. ‘Bravo,’ said I to myself, ‘here is the sort of fellow for me.’ You wanted money. Where was it all to come from? You have drained your sisters’ little hoard (all brothers sponge more or less on their sisters). Those fifteen hundred francs of yours (got together, God knows how! in a country where there are more chestnuts than five-franc pieces) will slip away like soldiers after pillage. And, then, what will you do? Shall you begin to work? Work, or what you understand by work at this moment, means, for a man of Poiret’s calibre, an old age in Mamma Vauquer’s lodging-house. There are fifty thousand young men in your position at this moment, all bent as you are on solving one and the same problem—how to acquire a fortune rapidly. You are but a unit in that aggregate. You can guess, therefore, what efforts you must make, how desperate the struggle is. There are not fifty thousand good positions for you; you must fight and devour one another like spiders in a pot. Do you know how a man makes his way here? By brilliant genius or by skilful corruption. You must either cut your way through these masses of men like a cannon ball, or steal among them like a plague. Honesty is nothing to the purpose. Men bow before the power of genius; they hate it, and try to slander it, because genius does not divide the spoil; but if genius persists, they bow before it. To sum it all up in a phrase, if they fail to smother genius in the mud, they fall on their knees and worship it. Corruption is a great power in the world, and talent is scarce. So corruption is the weapon of superfluous mediocrity; you will be made to feel the Balzac’s Goriot tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia Vous verrez des femmes dont les usted en todas partes. Verá mujeres maris ont six mille francs d’appoin- cuyos maridos tienen seis mil frantements pour tout potage, et qui dé- cos de ingresos para todo, que se pensent plus de dix mille francs à gastan más de diez mil francos en leur toilette. Vous verrez des em- vestuario. Verá em p l e a d o s d e m i l ployés à douze cents francs acheter doscientos francos comprando tiedes terres. Vous verrez des femmes rras. Verá mujeres prostituirse, para se prostituer pour aller dans la voi- ir en el coche de un par de Francia, ture du fils d’un pair de France, qui que puede correr en Longchamp por peut courir à Longchamp sur la la pista central. Ha visto a ese pobre chaussée du milieu. Vous avez vu le bestia de tío Goriot obligado a pagar pauvre bêta de père Goriot obligé de la letra de cambio aceptada por su payer la lettre de change endossée hija, cuyo marido tiene cincuenta mil par sa fille, dont le mari a cinquante libras de renta. Le desafío a dar dos mille livres de rente. Je vous défie de pasos por París, sin encontrarse mafaire deux pas dans Paris sans rencon- quinaciones infernales. Yo apostatrer des manigances infernales. je parie- ría mi cabeza contra una de estas lerais ma tête contre un pied de cette sa- chugas a que caerá usted en un avislade que vous donnerez dans un guêpier pero con la primera mujer que le guschez la première femme qui vous plaira, te, aunque fuera rica, en guerra con fût-elle riche, belle et jeune. Toutes sont sus maridos, por todo. __ __ _____ _ bricolées par les lois, en guerre avec leurs X _ __ _________ _____ _____ _____ __ maris à propos de tout. Je n’en finirais ___ _______ ______ No acabaría nunpas s’il fallait vous expliquer les trafics ca si tuviera que explicarle los traqui se font pour des amants, pour des picheos que se forman por amantes, chiffons, pour des enfants, pour le mé- por niños, por trapos, por la casa, o nage ou pour la vanité, rarement par por la vanidad, raramente por virtud, vertu, soyez-en sûr. Aussi l’honnête esté seguro. De modo que el hombre homme est-il l’ennemi commun. honesto es el enemigo común. Mais que croyez-vous que soit Pero, ¿qué cree usted que es un homl’honnête homme? A Paris, l’hon- bre honesto? En París, el hombre honête homme est celui qui se tait, nesto es el que se calla y rehusa comet refuse de partager. Je ne vous X partir. No le hablo de esos [161] poparle pas de ces pauvres ilotes qui bres ilotas (44) que por todas partes partout font la besogne sans être hacen el trabajo más duro sin ser jajamais récompensés de leurs tra- más recompensados por sus trabajos vaux, et que je nomme la confré- y a los que llamo la Cofradía de los rie des savates du bon Dieu. Cer- desmañados del buen Dios. Ciertates, là est la vertu dans toute la mente allí está la virtud en toda la fleur de sa bêtise, mais là est la flor de su estupidez, pero allí está misère. Je vois d’ici la grimace de también la miseria. Veo desde aquí ces braves gens si Dieu nous fai- la mueca de esas buenas gentes si sait la mauvaise plaisanterie de Dios nos gastara la broma pesada de s’absenter au jugement dernier. estar ausente en el juicio final. Si donc vous voulez promptement Así pues, si quiere rápidamente la la fortune, il faut être déjà riche ou f o r t u n a , h a y q u e s e r r i c o y a , o le paraître. Pour s’enrichir, il s’agit parecerlo. Para enriquecerse aquí, ici de jouer de grands coups; autre- hay que dar golpes maestros; de otra ment on carotte, et votre serviteur! manera v a t i r a n d o , y s e r v i d o r d e Si, dans les cent professions que u s t e d . S i e n l a s c i e n p r o f e s i o n e s vous pouvez embrasser, il se ren- q u e p u e d e a b r a z a r u s t e d , e x i s t e n contre dix hommes qui réussissent diez hombres que triunfan rápidavite, le public les appelle des vo- mente, la gente les llama ladrones. leurs. Tirez vos conclusions. Voilà S a q u e c o n c l u s i o n e s . E s t o e s l a la vie telle qu’elle est. Ça n’est pas vida tal cual. No es más bonita que plus beau que la cuisine, ça pue tout la cocina, apesta lo mismo, y hay autant, et il faut se salir les mains q u e m a n c h a r s e l a s m a n o s s i s e si l’on veut fricoter; sachez seule- q u i e r e g u i s o t e a r ; sepa únicamenment vous bien débarbouiller: là te limpiarse bien: Ahí está toda la est toute la morale de notre époque. moral de nuestra época. Si le hablo Si je vous parle ainsi du monde, il así del mundo, él me ha dado derem’en a donné le droit, je le connais. cho para hacerlo, lo conozco bien. Croyez-vous que je blâme? du tout. ¿Cree usted que lo censuro? De ninIl a toujours été ainsi. Les moralis- guna manera. Siempre ha sido así. t e s n e l e c h a n g e r o n t j a m a i s . Los moralistas no lo cambiarán jaL’homme est imparfait. Il est par- más. El hombre es imperfecto. Es, fois plus ou moins hypocrite, et les una veces más y otras menos, hipóniais disent alors qu’il a ou n’a pas crita, y los ingenuos dicen entonces de moeurs. Je n’accuse pas les ri- que no tiene moral. No acuso a los sentirá usted sus pinchazos. Verá usted mujeres cuyos maridos tienen seis mil francos de sueldo por todo capital y que gastan más de seis mil francos en vestirse. Verá empleados de mil doscientos francos que compran tierras. Verá mujeres que se prostituyen por ir en el coche del hijo de un par de Francia, que puede correr en Longchamp por el paseo principal. Usted [421] ha visto al pobre animal de papá Goriot obligado a pagar la letra de cambio endosada por su hija, cuyo marido tiene cincuenta mil libras de renta. Le emplazo a que no da dos pasos en París sin encontrar infernales intrigas. Apostaría la cabeza a que cae usted en un avispero con la primera mujer de quien se enamore, aunque sea rica, bella y joven. Todas están sujetas por las leyes, en guerra por todo con sus maridos. No acabaría si quisiera explicarle los tráficos que hacen por los amantes, por los trapos, por los hijos, por el hogar o por la vanidad; rara vez por la virtud, esté usted seguro. De manera que el hombre honrado es el enemigo común. Pero ¿qué cree usted que es el hombre honrado? El hombre honrado es en París el que se calla y rehúsa ciertas participaciones. No le hablo de esos pobres idiotas que en todas partes cumplen sus obligaciones sin hallar jamás la recompensa de su trabajo, y a los que yo llamo la cofradía de los chancletas de Dios. Ciertamente que entre ellos está la virtud en todo el apogeo de su tontería, pero también está la miseria. Ya me figuro el gesto de estas buenas gentes, si Dios nos gastara la broma pesada de ausentarse del juicio final. Si usted quiere conquistar rápidamente la fortuna, hay que ser ya rico o parecerlo. Para enriquecerse hay que dar los grandes golpes; lo demás es perder el tiempo. Si en las cien profesiones que puede usted abrazar hay diez hombres que se enriquecen pronto, el público les llama ladrones. Establezca usted sus conclusiones. He ahí la vida tal como es. Es cosa tan pringosa como la cocina, y no hay más remedio que mancharse las manos para sacar tajada. Aprenda usted a desembarazarse bien; ésa es toda la moral de nuestra época. Si le hablo así del mundo, es porque me ha dado motivos para esto; lo conozco. ¿Cree usted que lo repruebo? De ninguna manera. Siempre ha sucedido lo mismo. Los moralistas no podrán cambiarlo jamás. El [422] hombre es imperfecto. Lo que pasa es que a veces es más o menos hipócrita, y los tontos dicen entonces si es o no hombre de bue94 tr. Ellen Marriage point of it everywhere. You will see women who spend more than ten thousand francs a year on dress, while their husband’s salary (his whole income) is six thousand francs. You will see officials buying estates on twelve thousand francs a year. You will see women who sell themselves body and soul to drive in a carriage belonging to the son of a peer of France, who has a right to drive in the middle rank at Longchamp. You have seen that poor simpleton of a Goriot obliged to meet a bill with his daughter’s name at the back of it, though her husband has fifty thousand francs a year. I defy you to walk a couple of yards anywhere in Paris without stumbling on some infernal complication. I’ll bet my head to a head of that salad that you will stir up a hornet’s nest by taking a fancy to the first young, rich, and pretty woman you meet. They are all dodging the law, all at loggerheads with their husbands. If I were to begin to tell you all that vanity or necessity (virtue is not often mixed up in it, you may be sure), all that vanity and necessity drive them to do for lovers, finery, housekeeping, or children, I should never come to an end. So an honest man is the common enemy. “But do you know what an honest man is? Here, in Paris, an honest man is the man who keeps his own counsel, and will not divide the plunder. I am not speaking now of those poor b o n d - s l a v e s who do the work of the world without a reward for t h e i r t o i l — G o d A l m i g h t y ’s outcasts, I call them. Among them, I grant you, is virtue in all the flower of its stupidity, but poverty is no less their portion. At this moment, I think I see the long faces those good folk would pull if God played a practical joke on them and stayed away at the Last Judgment. “Well, then, if you mean to make a fortune quickly, you must either be rich to begin with, or make people believe that you are rich. It is no use playing here except for high stakes; once take to low play, it is all up with you. If in the scores of professions that are open to you, there are ten men who rise very rapidly, people are sure to call them thieves. You can draw your own conclusions. Such is life. It is no cleaner than a kitchen; it reeks like a kitchen; and if you mean to cook your dinner, you must expect to soil your hands; the real art is in getting them clean again, and therein lies the whole morality of our epoch. If I take this tone in speaking of the world to you, I have the right to do so; I know it well. Do you think that I am blaming it? Far from it; the world has always been as it is now. Moralists’ strictures will never change it. Mankind are not perfect, but one age is more or less hypocritical than another, and then simpletons say that its morality is high or low. I do not think that Balzac’s Goriot ches en faveur du peuple: l’homme est le même en haut, en bas, au milieu. Il se rencontre par chaque million de ce haut bétail dix lurons qui se mettent au-dessus de tout, même des lois; j’en suis. Vous, si vous êtes un homme supérieur, allez en droite ligne et la tête haute. Mais il faudra lutter contre l’envie, la calomnie, la médiocrité, contre tout le monde. Napoléon a rencontré un ministre de la guerre qui s’appelait Aubry, et qui a failli l’envoyer aux colonies. Tâtez-vous! Voyez si vous pourrez vous lever tous les matins avec plus de volonté que vous n’en aviez la veille. Dans ces conjonctures, je vais vous faire une proposition que personne ne refuserait. Ecoutez bien. Moi, voyez-vous, j’ai une idée. Mon idée est d’aller vivre de la vie patriarcale au milieu d’un grand domaine, cent mille arpents, par exemple, aux Etats-Unis, dans le Sud. Je veux m’y faire planteur, avoir des esclaves, gagner quelques bons petits millions à vendre mes boeufs, mon tabac, mes bois, en vivant comme un souverain, en faisant mes volontés, en menant une vie qu’on ne conçoit pas ici, où l’on se tapit dans un terrier de plâtre. Je suis un grand poète. Mes poésies, je ne les écris pas: elles consistent en actions et en sentiments. Je possède en ce moment cinquante mille francs qui me donnerait à peine quarante nègres. J’ai besoin de deux cent mille francs, parce que je veux deux cents nègres, afin de satisfaire mon goût pour la vie patriarcale. Des nègres, voyez-vous? c’est des enfants tout venus dont on fait ce qu’on veut, sans qu’un curieux procureur du roi arrive vous en demander compte. Avec ce capital noir, en dix ans j’aurai trois ou quatre millions. Si je réussis, personne ne me demandera: « Qui estu? « je serai monsieur Quatre-Millions, citoyen des Etats-Unis. J’aurai cinquante ans, je ne serai pas encore pourri, je m’amuserai à ma façon. En deux mots, si je vous procure une dot d’un million, me donnerez-vous deux cent mille francs? Vingt pour cent de commission, hein! est-ce trop cher? Vous vous ferez aimer de votre petite femme. Une fois marié, vous manifesterez des inquiétudes, des remords, vous ferez le triste pendant quinze jours. Une nuit, après quelques singeries, vous déclarerez, entre deux baisers, deux cent mille francs de dettes à votre femme, en lui disant: « Mon amour! « Ce vaudeville est joué tous les jours par les jeunes gens les plus distingués. Une jeune femme ne refuse pas sa bourse à celui qui lui prend le coeur. Croyez-vous que vous y per- tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia ricos en favor del pueblo: El hombre es el mismo arriba, abajo, en el medio. Por cada millón de ese ganado, se encuentran diez intrépidos, que se ponen por encima de todo, incluso de las leyes: Yo soy uno de ellos. Si usted es un hombre superior, vaya en línea recta con la cabeza alta. Pero tendrá que luchar contra la envidia, la calumnia, la mediocridad, contra todo el mundo. Napoleón se topó una vez con un ministro de la guerra que se llamaba Aubry que por poco lo manda a las colonias. ¡Póngase a prueba! Vea si será capaz de levantarse cada día con más voluntad que la que tenía el día anterior. En estas conjeturas voy a hacerle una proposición que nadie rechazaría. Escúcheme bien. Yo, tengo una idea, ¿sabe? Mi idea es ir a vivir una vida patriarcal, en un gran dominio de cien mil arpens (45), por ejemplo, en los Estados Unidos, en el sur. Quiero hacerme plantador allí, tener esclavos, ganar unos buenos millones vendiendo mis vacas, mi tabaco, mis maderas, viviendo como un rey, haciendo mi voluntad, llevando una vida que no se puede concebir aquí, donde uno vive agazapado en su madriguera de y e s o . Yo s o y u n g r a n p o e t a : m i s poesías no las escribo, consisten en acciones y [162] en sentimientos. Poseo en este momento cincuenta mil francos. Necesito doscientos mil francos, porque quiero doscientos negros para satisfacer mi gusto por la vida patriarcal. Los negros, vea usted, son como niños comprados con los que se hace lo que se quiere, sin que ningún curioso procurador del rey, venga a pedirle cuentas. Con este capital negro, en diez años, tendré tres o cuatro millones. Si tengo éxito, nadie me preguntará: ¿Quién eres? Seré el señor cuatro millones, ciudadano de los Estados Unidos. Tendré cincuenta años, no estaré todavía estropeado, me divertiré a mi gusto. En dos palabras, ¿si le procuro una dote de un millón me daría usted doscientos mil francos? Veinte por ciento de comisión, ¡eh! ¿Es demasiado caro? Usted se hará querer por su mujercita. Una vez casado, manifestará inquietudes, remordimientos, se hará el triste durante quince días. Una noche, después de algunas monerías, le dirá a su mujer, entre dos besos, que tiene una deuda de doscientos mil francos, diciéndole: «¡Amor mío!» Este vodevil lo representan a diario los jóvenes más distinguidos. Una recién casada no le niega su bolsa, al que le ha robado el corazón. ¿Cree usted que perderá algo nas costumbres. No acuso a los ricos en contra de los pobres. El hombre es el mismo arriba, abajo y en medio. Por cada millón de estos bestias se encuentra un bravo que se pone por encima de todo, hasta de las leyes. Yo soy uno de éstos. Si es usted un hombre superior, vaya en línea recta y con la cabeza alta. Pero tendrá que luchar contra la envidia, la calumnia, la mediocridad, contra todo el mundo. Napoleón encontró un ministro de la Guerra que se llamaba Aubry, que estuvo a punto de mandarle a las colonias. Mucho cuidado, pues. Vea usted si cada mañana puede levantarse con más voluntad que la que tenía la víspera. Dadas estas suposiciones, voy a hacerle una proposición, que no rehusaría nadie. Escúcheme bien. Yo, donde usted me ve, tengo una idea. Mi idea es la de ir a vivir una vida patriarcal en medio de una gran propiedad de cien mil fanegas, por ejemplo, en los Estados Unidos del Sur. Quiero hacerme agricultor, tener esclavos, ganar algunos millones vendiendo bueyes, tabaco, maderas; vivir como un soberano, haciendo únicamente mi voluntad, haciendo una vida que aquí no se concibe, agazapados como estamos en nuestras madrigueras. Yo soy un gran poeta. Mis poesías no necesito escribirlas; son mis acciones, mis sentimientos. Tengo en este momento cincuenta mil francos, con los que apenas podría comprar cuarenta negros. Necesito doscientos mil francos, porque quiero tener doscientos negros con el fin de satisfacer mis deseos de vida patriarcal. Los negros son como criaturas encontradas, de las que se hace lo que se quiere, sin que ningún curioso procurador del rey venga a pediros cuentas. Con ese capital negro, en diez años tendré tres o cuatro millones. Si triunfo, nadie me preguntará: ¿quién eres tú? Seré el señor Cuatro—Millones, ciudadano [423] de los Estados Unidos. Tendré entonces cincuenta años; aún me quedará lo mío y me divertiré a mi manera. En dos palabras: si le procuro a usted una dote de un millón, ¿me dará usted doscientos mil francos? Veinte por ciento de comisión. ¡Hein! ¿Le parece demasiado caro? Usted se hará querer de su mujercita. Una vez casado, manifestará algunas inquietudes, remordimientos; se hará el triste durante quince días. Una noche, después de algunas monadas, entre dos besos, le confesará que tiene doscientos mil francos de deudas, diciéndole: «¡Amor mío!» Este sainete lo presentan a diario los jóvenes más distinguidos. Una mujer joven no rehúsa su bolsa a quien le ha tocado el corazón. ¿Cree usted que perderá? No. En95 tr. Ellen Marriage the rich are any worse than the poor; man is much the same, high or low, or wherever he is. In a million of these human cattle there may be half a score of bold spirits who rise above the rest, above the laws; I am one of them. And you, if you are cleverer than your fellows, make straight to your end, and hold your head high. But you must lay your account with envy and slander and mediocrity, and every man’s hand will be against you. Napoleon met with a Minister of War, Aubry by name, who all but sent him to the colonies. “Feel your pulse. Think whether you can get up morning after morning, strengthened in yesterday’s purpose. In that case I will make you an offer that no one would decline. Listen attentively. You see, I have an idea of my own. My idea is to live a patriarchal life on a vast estate, say a hundred thousand acres, somewhere in the Southern States of America. I mean to be a planter, to have slaves, to make a few snug millions by selling my cattle, timber, and tobacco; I want to live an absolute monarch, and to do just as I please; to lead such a life as no one here in these squalid dens of lath and plaster ever imagines. I am a great poet; I do not write my poems, I feel them, and act them. At this moment I have fifty thousand francs, which might possibly buy forty negroes. I want two hundred thousand francs, because I want to have two hundred negroes to carry out my notions of the patriarachal life properly. Negroes, you see, are like a sort of family ready grown, and there are no inquisitive public prosecutors out there to interfere with you. That investment in ebony ought to mean three or four million francs in ten years’ time. If I am successful, no one will ask me who I am. I shall be Mr. Four Millions, an American citizen. I shall be fifty years old by then, and sound and hearty still; I shall enjoy life after my own fashion. In two words, if I find you an heiress with a million, will you give me two hundred thousand francs? Twenty per cent commission, eh? Is that too much? Your little wife will be very much in love with you. Once married, you will show signs of uneasiness and remorse; for a couple of weeks you will be depressed. Then, some night after sundry grimacings, comes the confession, between two kisses, ‘Two hundred thousand francs of debts, my darling!’ This sort of farce is played every day in Paris, and by young men of the highest fashion. When a young wife has given her heart, she will not refuse her purse. Perhaps you are thinking that you will lose the money Balzac’s Goriot tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia tr. Ellen Marriage drez? Non. Vous trouverez le moyen de regagner vos deux cent mille francs dans une affaire. Avec votre argent et votre esprit, vous amasserez une fortune aussi considérable que vous pourrez la souhaiter. Ergo vous aurez fait, en six mois de temps, votre bonheur, celui d’une femme aimable et celui de votre papa Vautrin, sans compter celui de votre famille qui souffle dans ses doigts, l’hiver, faute de bois. Ne vous étonnez ni de ce que je vous propose, ni de ce que je vous demande! Sur soixante beaux mariages qui ont lieu dans Paris, il y en a quarante-sept qui donnent lieu à des marchés semblables. La Chambre des Notaires a forcé monsieur... con ello? Al contrario, hallará el medio de recuperar sus doscientos mil francos en algún negocio. Con su dinero y su talento juntará unos caudales tan cuantiosos como pudiera desear. Ergo, habrá usted hecho en seis meses su felicidad, la de una mujer simpática y la de su tío Vautrin, sin contar la de su familia, que, por falta de lumbre, se sopla los dedos en invierno. No se asombre usted, ni de lo que le propongo, ni de lo que le pido. De sesenta buenos matrimonios que se celebran en París, cuarenta y siete son objeto de tratos como éste. La cámara de los Notarios ha obligado al señor... contrará en seguida el medio de resarcirse en un ne gocio sus doscientos mil francos. Con su dinero y con su talento llegará a tener una fortuna tan considerable como la desee. Ergo habrá usted hecho en seis meses su felicidad, la de una mujer amable y la de su protector Vautrin, sin contar la de su familia, que en inviern o , a f a l t a d e leña, se sopla los dedos. No se asombre ni de lo que le propongo ni de lo que le pido. De sesenta buenos matrimonios que se verifican en París, cuarenta y siete procuran negocios parecidos. La cámara de notarios ha tenido que... for good? Not you. You will make two hundred thousand francs again by some stroke of business. With your capital and your brains you should be able to accumulate as large a fortune as you could wish. ERGO, in six months you will have made your own fortune, and our old friend Vautrin’s, and made an amiable woman very happy, to say nothing of your people at home, who must blow on their fingers to warm them, in the winter, for lack of firewood. You need not be surprised at my proposal, nor at the demand I make. Forty-seven out of every sixty great matches here in Paris are made after just such a bargain as this. The Chamber of Notaries compels my gentleman to—” — Que faut-il que je fasse? dit avidement Rastignac en interrompant Vautrin. —Qué tengo que hacer? —preguntó ansiosamente Rastignac, cortándole la palabra a Vautrin. —¿Qué debo hacer? —preguntó ávidamente Rastignac, interrumpiendo a Vautrin. “What must I do?” said Rastignac, eagerly interrupting Vautrin’s speech. — Presque rien, répondit cet homme en laissant échapper un mouvement de joie semblable à la sourde expression d’un pêcheur qui sent un poisson au bout de sa ligne. Ecoutezmoi bien! Le coeur d’une pauvre fille malheureuse et misérable est l’éponge la plus avide à se remplir d’amour, une éponge sèche qui se dilate aussitôt qu’il y tombe une goutte de sentiment. Faire la cour à une jeune personne qui se rencontre dans des conditions de solitude, de désespoir et de pauvreté sans qu’elle se doute de sa fortune à venir! dam! c’est quinte et quatorze en main, c’est connaître les numéros à la loterie, et c’est jouer sur les rentes en sachant les nouvelles. Vous construisez sur pilotis un mariage indestructible. Viennent des millions à cette jeune fille, elle vous les jettera aux pieds, comme si c’était des cailloux. « Prends, mon bien-aimé! Prends, Adolphe! Alfred! Prends, Eugène! « dira-t-elle si Adolphe, Alfred ou Eugène ont eu le bon esprit de se sacrifier pour elle. Ce que j’entends par des sacrifices, c’est vendre un vieil habit afin d’aller au Cadran-Bleu manger ensemble des croûtes aux champignons; de là, le soir, à l’AmbiguComique; c’est mettre sa montre au Mont-de-Piété pour lui donner un châle. je ne vous parle pas du gribouillage de l’amour ni des fariboles auxquelles tiennent tant les femmes, comme, par exemple, de répandre des gouttes d’eau sur le papier à lettre en manière de larmes quand on est loin d’elles: vous m’avez l’air de connaître parfaitement l’argot du coeur. Paris, voyez-vous, est comme une forêt du Nouveau-Monde, où s’agitent vingt espèces de peuplades sauvages, les Illinois, les Hurons, qui vivent du produit que donnent les différentes —Pues, casi nada —respondió aquel hombre, dejando escapar un gesto de alegría semejante a la sorda expresión de un pescador, que siente al pez picar en el anzuelo—. ¡Dígame bien! El corazón de una pobre muchacha desgraciada y mísera es la esponja más ansiosa por henchirse de amor, una esponja seca que se dilata en cuanto le cae encima una gota de sentimiento. Hacerle el amor a una joven que se encuentra en una situación de soledad, desesperación y pobreza, sin que sospeche, en ningún momento, la fortuna que le aguarda, ¡caray!, es como tener los triunfos en la mano, saber los números de la lotería que van a tocar, o jugar a la bolsa, estando al tanto de las noticias. Construirá usted sobre sólidos pilares un matrimonio indestructible. Que vengan los millones a esta joven y se los pondrá a usted a los pies como si fueran [163] guijarros. ¡Toma, mi bien amado! ¡Toma, Adolfo! ¡Toma, Alfredo! ¡Toma, Eugenio! Dirá, como Adolfo, Alfredo o Eugenio hayan tenido el buen sentido de sacrificarse por ella. Lo que yo entiendo por sacrificio es, vender un traje viejo para poder ir a l C a d r a n-B l e u , a c o m e r j u n t o s pastelillos de champiñones; desde allí por la noche, al Ambigu-Cómico; es empeñar el reloj en el monte de piedad para regalarle un chal. No le hablo de esa mamarrachada del amor, ni de las memeces que tanto les gustan a las mujeres, como, por ejemplo, echar gotas de agua sobre el papel de cartas, a modo de lágrimas cuando uno está lejos de ellas. Usted parece conocer perfectamente el argot del corazón. París, ya ve usted, es como una selva del Nuevo Mundo, donde se agitan veinte especies de pueblos salvajes. Como los Illinois, los Hurones que viven del producto que dan las diferen- —Casi nada —respondió éste, dejando escapar un movimiento de satisfacción, parecido a la sorda expresión de un pescador que siente el tirón de un pez en el anzuelo—. Óigame bien: El corazón de una pobre muchacha desgraciada y miserable es la esponja más ávida que se puede encontrar para el amor, una esponja seca que se hincha en cuanto le cae una gota de sentimiento. Hacer el amor a una joven que se encuentra en esas condiciones de soledad, de desesperación y de pobreza, sin que ella sospeche [424] su futura fortuna, es jugar a cartas vistas, es conocer los números de la lotería, es jugar a la Bolsa estando en el secreto de las cosas. Con estos cimientos construirá usted un matrimonio indestructible. Un día esta joven se encuentra con que le llegan algunos millones; se los echará a usted a los pies como si fueran guijarros. «Toma, querido mío. Toma, Adolphe. Toma, Alfred. Toma, Eugéne», dirá, si Adolphe, Alfred o Eugéne han tenido el buen acuerdo de sacrificarse por ella. Yo entiendo por sacrificios vender un traje viejo para poder ir a comer juntos a un mal restaurante y después al Ambigú Cómico; el empeñar el reloj para comprarle un chal. No le hablo a usted de la monserga del amor ni de las paparruchas de que tanto se pagan las mujeres como, por ejemplo, la de repartir algunas gotas de agua como si fueran lágrimas sobre el papel de la carta cuando se está alejado de ellas, porque tiene usted aspecto de conocer perfectamente la jerga del corazón. París, sabe usted, es como un bosque del Nuevo Mundo, donde se agitan veinte especies de pueblos salvajes: los Illinois, los Hurones, que viven del producto que dejan las diferen- “Next to nothing,” returned the other, with a slight involuntary movement, the suppressed exultation of the angler when he feels a bite at the end of his line. “Follow me carefully! The heart of a girl whose life is wretched and unhappy is a sponge that will thirstily absorb love; a dry sponge that swells at the first drop of sentiment. If you pay court to a young girl whose existence is a compound of loneliness, despair, and poverty, and who has no suspicion that she will come into a fortune, good Lord! it is quint and quatorze at piquet; it is knowing the numbers of the lottery before-hand; it is speculating in the funds when you have news from a sure source; it is building up a marriage on an indestructible foundation. The girl may come in for millions, and she will fling them, as if they were so many pebbles, at your feet. ‘Take it, my beloved! Take it, Alfred, Adolphe, Eugene!’ or whoever it was that showed his sense by sacrificing himself for her. And as for sacrificing himself, this is how I understand it. You sell a coat that is getting shabby, so that you can take her to the Cadran bleu, treat her to mushrooms on toast, and then go to the AmbiguComique in the evening; you pawn your watch to buy her a shawl. I need not remind you of the fiddle-faddle sentimentality that goes down so well with all women; you spill a few drops of water on your stationery, for instance; those are the tears you shed while far away from her. You look to me as if you were perfectly acquainted with the argot of the heart. Paris, you see, is like a forest in the New World, where you have to deal with a score of varieties of savages—Illinois and Hurons, who live on the proceed of their social 96 Balzac’s Goriot tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia tr. Ellen Marriage chasses sociales; vous êtes un chasseur de millions. Pour les prendre, vous usez de pièges, de pipeaux, d’appeaux. Il y a plusieurs manières de chasser. Les uns chassent à la dot les autres chassent à la liquidation; ceuxci pêchent des consciences ceux-là vendent leurs abonnés pieds et poings liés. Celui qui revient avec sa gibecière bien garnie est salué, fêté, reçu dans la bonne société. Rendons justice à ce sol hospitalier, vous avez affaire à la ville la plus complaisante qui soit dans le monde. Si les fières aristocraties de toutes les capitales de l’Europe refusent d’admettre dans leurs rangs un millionnaire infâme, Paris lui tend les bras, court à ses fêtes, mange ses dîners et trinque avec son infamie. tes cazas sociales; usted es un cazador tes clases sociales; usted es un cade millones. Para atraparlos emplea zador de millones. Para cazarlos usted trampas, ligas y reclamos. Hay usa lazos, varetas de liga, reclamos. muchas maneras de cazar. Unos ca- Hay varias maneras de cazar. Unos zan dotes, otros liquidaciones. Los cazan a la dote, otros a la liquidahay que pescan conciencias y los hay ción, éstos pescan conciencias, también que venden a sus abonados aquéllos venden a sus abonados ataatados de pies y manos. Al que vuel- dos de pies y manos. El que vuelve ve con el morral bien lleno lo salu- con su bujarca llena es saludado, dan y le hacen zalemas, y lo reciben X ________ recibido, festejado por la en la buena sociedad. Hagamos jus- buena sociedad. Hagamos justicia a ticia a este suelo hospitalario, usted esta tierra hospitalaria: tiene usted se las tiene que ver con la ciudad más que habérselas en la ciudad más complaciente que existe en el mun- complaciente del mundo. Si las ordo. Si las orgullosas aristocracias de gullosas aristocracias de las capitodas las capitales de Europa, rehu- tales de Europa rehúsan el admitir san admitir en sus filas a un millo- en sus filas a un millonario infame, nario infame, París le abre los bra- París le abre los brazos, acude presuzos, corre a sus fiestas, come sus co- roso a sus fiestas, come en sus cenas y brinda con su infamia. midas y bebe con su infamia. hunting. You are a hunter of millions; you set your snares; you use lures and nets; there are many ways of hunting. Some hunt heiresses, others a legacy; some fish for souls, yet others sell their clients, bound hand and foot. Every one who comes back from the chase with his game-bag well filled meets with a warm welcome in good society. In justice to this hospitable part of the world, it must be said that you have to do with the most easy and goodnatured of great cities. If the proud aristocracies of the rest of Europe refuse admittance among their ranks to a disreputable millionaire, Paris stretches out a hand to him, goes to his banquets, eats his dinners, and hobnobs with his infamy.” — Mais où trouver une fille? dit Eugène. —Pero, ¿dónde encontrar una chica así? —dijo Eugenio. —Pero ¿dónde encuentro una chica así? —dijo Eugéne. [425] —La tiene usted delante. “But where is such a girl to be found?” asked Eugene. — Elle est à vous, devant vous! —¡Es toda suya, la tiene delante de usted! “Under your eyes; she is yours already.” — Mademoiselle Victorine? —¿La señorita Victorina? —¿La señorita Victorine? “Mlle. Victorine?” — Juste! —Precisamente. —Cabal. “Precisely.” — Eh! comment? —Y, ¿cómo? —Y ¿cómo? “And what was that you said?” — Elle vous aime déjà, votre petite baronne de Rastignac! —¡Ella le ama ya, su pequeña baronesa de Rastignac! —Su baronesita de Rastignac le ama ya. “She is in love with you already, your little Baronne de Rastignac!” — Elle n’a pas un sou, reprit Eugène étonné. —¡Pero si no tiene un céntimo! — replicó Eugenio asombrado. —Pero si no tiene un perro chico —respondió Eugéne, asombrado. “She has not a penny,” Eugene continued, much mystified. — Ah! nous y voilà. Encore deux mots, dit Vautrin, et tout s’éclaircira. Le père Taillefer est un vieux coquin qui passe pour avoir assassiné l’un de ses amis pendant la Révolution. C’est un de ces gaillards qui ont de l’indépendance dans les opinions. Il est banquier, principal associé de la maison Frédéric Taillefer et compagnie. Il a un fils unique, auquel il veut laisser son bien, au détriment de Victorine. Moi, je n’aime pas ces injustices-là. Je suis comme don Quichotte, j’aime à prendre la défense du faible contre le fort. Si la volonté de Dieu était de lui retirer son fils, Taillefer reprendrait sa fille; il voudrait un héritier quelconque, une bêtise qui est dans la nature et il ne peut plus avoir d’enfants, je le sais. Victorine est douce et gentille, elle aura bientôt entortillé son père, et le fera tourner comme une toupie d’Allemagne avec le fouet du sentiment! Elle sera trop sensible à votre amour pour vous oublier, vous l’épouserez. Moi, je me charge du rôle de la Providence, je ferai vouloir le bon Dieu. J’ai un ami pour qui je me suis dévoué, un colonel de l’armée de la Loire qui vient d’être employé dans la garde royale. Il écoute mes avis, et s’est fait ultra-royaliste: —¡Ah! En eso estamos. Un par de —¡Ahí está la cosa! Dos palabras palabras más —dijo Vautrin— y todo se más —dijo Vautrin— y todo estará aclarará. El tío Taillefer (46) es un vie- claro. Taillefer, el padre, es un viejo jo bandido que pasa por haber asesina- truhán que pasa por haber asesinado do a uno de sus amigos, durante la re- a uno de sus amigos durante la Revovolución. Es uno de esos tipos que tie- lución. Es uno de mis bravos que tienen opiniones independientes. [164] Es nen plena independencia en sus opibanquero y socio principal de la razón niones. Es banquero, socio principal Federico Taillefer y Compañía. Tiene un de la casa Frédéric Taillefer y Comhijo único, al que quiere dejar codo su pañía. Tiene un hijo único a quien dinero, en detrimento de Victorina. A quiere dejar sus bienes, con perjuicio mí no me gustan esas injusticias. Yo soy de Victorine. A mí no me gustan escomo Don Quijote, me gusta tomar la de- tas injusticias. Soy como Don Quijofensa del débil contra el poderoso. Si la te: me gusta defender al débil contra voluntad de Dios fuera quitarle a su hijo, el fuerte. Si la voluntad de Dios le Taillefer aceptaría a su hija; querría tener arrebatara su hijo, Taillefer recogería un heredero cualquiera una estupidez que a su hija, porque él quiere un heredeestá en la naturaleza humana, y él ya no ro: es una tontería de la naturaleza puede tener más hijos. Lo sé, Victorina humana, y yo sé que no puede tener es dulce, sencilla, amable, enseguida ha- hijos. Victorine es dulce y gentil y brá engatusado a su padre, le hará girar engatusará pronto a su padre y le hará como una peonza de Alemania con la dar vueltas como a una peonza ______ cuerda del sentimiento. Será demasiado X _______ ______. Como estará demasiasensible a su amor, como para olvidarle, do enamorada para olvidarle, se casará usse casará usted con ella. Yo me encargo ted con ella. En cuanto a mí, yo me encardel papel de la Providencia, yo haré que- go de hacer el papel de Providencia, de rer al buen Dios. Tengo un amigo que me que Dios se encargue del hijo. Tengo un debe favores, un coronel del ejército del amigo por quien me he sacrificado, un coLoira, que acaba de ser empleado en la ronel del ejército del Loira que acaba de obguardia real. Él atiende a mis opiniones, tener plaza en la Guardia real. Atiende mis y se ha hecho ultrarrealista: no es uno de advertencias y se ha hecho ultrarrealista; “Ah! now we are coming to it! Just another word or two, and it will all be clear enough. Her father, Taillefer, is an old scoundrel; it is said that he murdered one of his friends at the time of the Revolution. He is one of your comedians that sets up to have opinions of his own. He is a banker— senior partner in the house of Frederic Taillefer and Company. He has one son, and means to leave all he has to the boy, to the prejudice of Victorine. For my part, I don’t like to see injustice of this sort. I am like Don Quixote, I have a fancy for defending the weak against the strong. If it should please God to take that youth away from him, Taillefer would have only his daughter left; he would want to leave his money to some one or other; an absurd notion, but it is only human nature, and he is not likely to have any more children, as I know. Victorine is gentle and amiable; she will soon twist her father round her fingers, and set his head spinning like a German top by plying him with sentiment! She will be too much touched by your devotion to forget you; you will marry her. I mean to play Providence for you, and Providence is to do my will. I have a friend whom I have attached closely to myself, a colonel in the Army of the Loire, who has just been transferred into the garde royale. He has taken 97 Balzac’s Goriot tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia tr. Ellen Marriage ce n’est pas un de ces imbéciles qui tiennent à leurs opinions. Si j’ai encore un conseil à vous donner, mon ange, c’est de ne pas plus tenir à vos opinions qu’à vos paroles. Quand on vous les demandera, vendez-les. Un homme qui se vante de ne jamais changer d’opinion est un homme qui se charge d’aller toujours en ligne droite, un niais qui croit à l’infaillibilité. Il n’y a pas de principes, il n’y a que des événements; il n’y a pas de lois, il n’y a que des circonstances: l’homme supérieur épouse les événements et les circonstances pour les conduire. S’il y avait des principes et des lois fixes, les peuples n’en changeraient pas comme nous changeons de chemises. L’homme n’est pas tenu d’être plus sage que toute une nation. L’homme qui a rendu le moins de services à la France est un fétiche vénéré pour avoir toujours vu en rouge, il est tout au plus bon à mettre au Conservatoire, parmi les machines, en l’étiquetant la Fayette; tandis que le prince auquel chacun lance sa pierre, et qui méprise assez l’humanité pour lui cracher au visage autant de serments qu’elle en demande, a empêché le partage de la France au congrès de Vienne: on lui doit des couronnes, on lui jette de la boue. Oh! je connais les affaires, moi! j’ai les secrets de bien des hommes! Suffit. J’aurai une opinion inébranlable le jour où j’aurai rencontré trois têtes d’accord sur l’emploi d’un principe et j’attendrai longtemps! L’on ne trouve pas dans les tribunaux trois juges qui aient le même avis sur un article de la loi. Je reviens à mon homme. Il remettrait Jésus-Christ en croix si je le lui disais. Sur un seul mot de son papa Vautrin, il cherchera querelle à ce drôle qui n’envoie pas seulement cent sous à sa pauvre soeur, et... I c i Va u t r i n s e l e v a , s e m i t e n garde, et fit le mouvement d’un maître d’armes qui se f e n d . - Et, à l’ombre! ajouta-t-il. esos imbéciles que se aferran a sus opiniones. Si tengo todavía otro consejo que darle, angelito, es, no aferrarse a sus opiniones más de lo que se aferra a sus palabras. Cuando se lo pidan véndalas. Un hombre que se jacta de no cambiar nunca de opinión es un hombre que se preocupa de ir siempre en línea recta, un ingenuo que cree en la infalibilidad. No hay principios, no hay más que acontecimientos. No hay leyes, no hay más que circunstancias. El hombre superior, se casa con los acontecimientos y con las circunstancias, para poder mandar en ellos. Si existieran principios y leyes fijas, los pueblos no cambiarían de ellos como cambiamos de camisa. El hombre no está obligado a ser más sensato que toda una nación. El hombre que ha hecho menos servicios a Francia, sólo por habérselas visto moradas, es un fetiche venerado, que para lo más que vale es para ponerlo en el Conservatorio, entre las máquinas con una etiqueta: «La Fayette» (47), mientras que el príncipe al que codos tiran piedras y que desprecia a la humanidad lo suficiente como para escupirle en la cara tantos juramentos como se merece, ha impedido la división de Francia en el congreso de Viena (48): le deben coronas, y le arrojan fango. ¡Oh! Yo conozco bien los negocios. Yo conozco los secretos de muchos hombres. Basta, tendrá una opinión inquebrantable el día en que haya encontrado tres cabezas de acuerdo sobre [165] el empleo de un principio, y tendré que esperar mucho tiempo. No se encuentran en los tribunales, tres jueces que tengan la misma opinión, sobre un artículo de la Ley. Pero vuelvo a mi hombre. Volvería a crucificar a Cristo si yo se lo pidiera. Con una sola palabra de su papá Vautrin le buscará camorra a ese tunante que no le manda ni cien sueldos a su pobre hermana y... —aquí Vautrin se levantó, se puso en guardia, e hizo el movimiento de un maestro de esgrima que tira a matar—. Y, a la sombra —añadió. no es uno de esos imbéciles que se aferran a sus opiniones. Es éste el consejo que me queda por darle: que no sea fiel ni a sus opiniones ni a sus palabras. Cuando alguien se las pida, véndalas. Un hombre que se jacta de no cambiar nunca de opinión, es un hombre que tiene la molestia de tener que ir siempre en línea recta, un imbécil que cree en la infalibilidad. No hay [426] principios, no hay sino circunstancias; el hombre superior acepta los acontecimientos y las circunstancias para conducirlos. Si hubiera principios y leyes fijas, los pueblos no cambiarían como nosotros cambiamos de camisa. Y no se sabe que el hombre sea más razonable que toda una nación. El hombre que ha rendido el menor de los servicios a Francia es un fetiche venerado por haber visto siempre del mismo color, bueno todo lo más para ponerlo en el Conservatorio entre las máquinas, rotulándolo La Fayette; mientras que el príncipe a quien todos lanzan piedras y que desprecia tanto a la humanidad como para escupirle a la cara tantos juramentos como pida, ha impedido la repartición de Francia en el congreso de Viena; se le deben coronas y se le echa barro. ¡Oh! ¡Conozco los asuntos y el secreto de muchos hombres! B a sta. Tendré una opinión inquebrantable el día en que encuentre tres cabezas de acuerdo sobre el empleo de un principio, ¡y’ tengo para rato! No se encuentran en los tribunales tres jueces que tengan la misma opinión sobre un artículo de la ley. Vuelvo a mi hombre. Una sola palabra de Vautrin y le buscará camorra a ese truhán, que no envía ni siquiera un duro a su hermana, y... Al llegar aquí Vautrin se levantó, se puso en guardia y haciendo el movimiento de maestro de armas que se tira a fondo, añadió: —Y al otro barrio. my advice and turned ultra-royalist; he is not one of those fools who never change their opinions. Of all pieces of advice, my cherub, I would give you this—don’t stick to your opinions any more than to your words. If any one asks you for them, let him have them—at a price. A man who prides himself on going in a straight line through life is an idiot who believes in infallibility. There are no such things as principles; there are only events, and there are no laws but those of expediency: a man of talent accepts events and the circumstances in which he finds himself, and turns everything to his own ends. If laws and principles were fixed and invariable, nations would not change them as readily as we change our shirts. The individual is not obliged to be more particular than the nation. A man whose services to France have been of the very slightest is a fetich looked on with superstitious awe because he has always seen everything in red; but he is good, at the most, to be put into the Museum of Arts and Crafts, among the automatic machines, and labeled La Fayette; while the prince at whom everybody flings a stone, the man who despises humanity so much that he spits as many oaths as he is asked for in the face of humanity, saved France from being torn in pieces at the Congress of Vienna; and they who should have given him laurels fling mud at him. Oh! I know something of affairs, I can tell you; I have the secrets of many men! Enough. When I find three minds in agreement as to the application of a principle, I shall have a fixed and immovable opinion—I shall have to wait a long while first. In the Tribunals you will not find three judges of the same opinion on a single point of law. To return to the man I was telling you of. He would crucify Jesus Christ again, if I bade him. At a word from his old chum Vautrin he will pick a quarrel with a scamp that will not send so much as five francs to his sister, poor girl, and” (here Vautrin rose to his feet and stood like a fencing-master about to lunge)— “turn him off into the dark!” he added. — Quelle horreur! dit Eugène. Vous voulez plaisanter, monsieur Vautrin? —¡Qué horror! —dijo Eugenio—. ¿Está usted de broma, señor Vautrin? —¡Qué horror! —dijo Eugéne—. Usted bromea, señor Va u t r i n . “How frightful!” said Eugene. “You do not really mean it? M. Vautrin, you are joking!” — Là, là, là, du calme, reprit cet homme. Ne faites pas l’enfant: cependant, si cela peut vous amuser, courroucez-vous! emportez-vous! Dites que je suis un infâme, un scélérat, un coquin, un bandit, mais ne m’appelez ni escroc, ni espion! Allez, dites, lâchez votre bordée! Je vous pardonne, c’est si naturel à votre âge! J’ai été comme ça, moi! Seulement, réfléchissez. Vous ferez pis quelque jour. Vous irez coqueter chez quelque jolie femme et vous recevrez de l’argent. Vous y avez pensé! dit Vautrin; car, comment réussirez- —¡Bueno, bueno, bueno, calma! —replicó el hombre—. No se haga el niño: sin embargo, si eso le divierte enfádese, sulfúrese. Diga que soy un infame, un criminal, un bellaco, un bandido, pero no me llame ni estafador, ni espía. Vamos, ande, suelte su andanada. Le perdono, es tan natural a su edad. Yo también he sido así. Sólo que reflexione. Hará usted cosas peores algún día. Irá a coquetear a casa de alguna bella mujer y ella le dará dinero. Ya ha p e n s a d o e n e s o — d i j o Va u t r i n — Porque, ¿cómo iba usted a triunfar, —¡Bah, bah, bah! Calma—repuso Vautrin—. No haga usted el niño; sin embargo, si eso le divierte, puede enfadarse, enfurézcase. Diga que soy un infame, un malvado, un pillo, un bandido; pero no me llame petardista ni espía. Vaya, diga usted, suelte usted su andanada. Se la perdono; es tan natural a su edad. También yo he sido así. [427] Solamente reflexione. Algún día hará usted algo peor: irá a coquetear a casa de alguna mujer bonita y recibirá dinero. ¡Lo ha pensado ya! — dijo Vautrin—, puesto que ¿cómo “There! there! Keep cool!” said the other. “Don’t behave like a baby. But if you find any amusement in it, be indignant, flare up! Say that I am a scoundrel, a rascal, a rogue, a bandit; but do not call me a blackleg nor a spy! There, out with it, fire away! I forgive you; it is quite natural at your age. I was like that myself once. Only remember this, you will do worse things yourself some day. You will flirt with some pretty woman and take her money. You have thought of that, of course,” said Vautrin, “for how are you to suc- 98 Balzac’s Goriot tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia tr. Ellen Marriage vous, si vous n’escomptez pas votre amour? La vertu, mon cher étudiant, ne se scinde pas: elle est ou n’est pas. On nous parle de faire pénitence de nos fautes. Encore un joli système que celui en vertu duquel on est quitte d’un crime avec un acte de contrition! Séduire une femme pour arriver à vous poser sur tel bâton de l’échelle sociale, jeter la zizanie entre les enfants d’une famille, enfin toutes les infamies qui se pratiquent sous le manteau d’une cheminée ou autrement dans un but de plaisir ou d’intérêt personnel, croyez-vous que ce soient des actes de foi, d’espérance et de charité? Pourquoi deux mois de prison au dandy qui, dans une nuit, ôte à un enfant la moitié de sa fortune, et pourquoi le bagne au pauvre diable qui vole un billet de mille francs avec les circonstances aggravantes? Voilà vos lois. Il n’y a pas un article qui n’arrive à l’absurde. L’homme en gants et à paroles jaunes a commis des assassinats où l’on ne verse pas de sang, mais où l’on en donne; l’assassin a ouvert une porte avec un monseigneur: deux choses nocturnes! Entre ce que je vous propose et ce que vous ferez un jour, il n’y a que le sang de moins. Vous croyez à quelque chose de fixe dans ce monde-là! Méprisez donc les hommes, et voyez les mailles par où l’on peut passer à travers le réseau du Code. Le secret des grandes fortunes sans cause apparente est un crime oublié, parce qu’il a été proprement fait. si no se echara cuentas sobre su amor? La virtud, mi querido estudiante, no se escinde: o es, o no es. Nos dicen que hagamos penitencia por nuestras faltas. Otro bonito sistema, aquel por medio del cual, somos perdonados de un crimen por un acto de contricción. Seducir a una mujer para llegar a plantarnos en tal peldaño de la escala social, sembrar la cizaña entre los hijos de una familia, en fin, todas esas infamias que se practican bajo la cornisa de una chimenea, o de otra manera, para conseguir un placer o un interés personal, ¿cree usted que eso son actos de fe, de esperanza y de caridad? ¿Por qué dos meses de cárcel al dandi, que en una sola noche, le roba a un chico la mitad de su fortuna, y por qué el penal para un pobre diablo que roba un billete de mil francos con las circunstancias agravantes? Esas son sus leyes. No hay un solo artículo que no llegue al absurdo. El hombre de palabras y guantes amarillos (49) ha cometido asesinatos en los que no se derrama sangre, pero algo se pierde. El asesino ha abierto una puerta con una ganzúa: dos cosas nocturnas. Entre lo que yo le propongo y lo que hará usted un día, la única diferencia es la falta de sangre. ¡Cree usted en algo fijo en semejante mundo! Pues, desprecie a los hombres, y vea los agujeros por donde uno puede colarse a través de la red del Código. El secreto de las grandes [166] fortunas sin causa aparente, es un crimen olvidado, porque ha sido cometido limpiamente. puede triunfar si no negocia su amor? La virtud, querido estudiante, no se divide: es o no es. Se nos habla de hacer penitencia por nuestros pecados. ¡Bonito sistema por medio del cual nos lavamos de un crimen con un acto de contrición! Seducir a una mujer para colocarse en tal peldaño de la escala social, sembrar la cizaña entre los hijos de una familia; en fin, todas las infamias que se practican bajo un techo familiar o fuera de él con una finalidad de placer o de interés personal, ¿cree usted que son actos de fe, esperanza y caridad? ¿Por qué dos meses de cárcel al elegante que en una noche estafa a una niña la mitad de su fortuna, y por qué el presidio al pobre diablo que roba un billete de mil francos con circunstancias agravantes? Ésas son las leyes de ustedes. No hay artículo que no lleve al absurdo. El hombre enguantado y fino ha cometido asesinatos en los que no se vierte sangre; pero en los que la sangre se da, el asesino ha abierto una puerta con ganzúa: total, dos cosas nocturnas. Entre lo que le propongo y lo que hará algún día no media más que la sangre. Usted cree que hay algo lijo en este mundo. Desprecie a los hombres y observe las mallas a través de las cuales se pueda escapar de la red del Código. El secreto de las grandes fortunas sin causa aparente es un crimen olvidado porque ha sido efectuado con limpieza. ceed unless love is laid under contribution? There are no two ways about virtue, my dear student; it either is, or it is not. Talk of doing penance for your sins! It is a nice system of business, when you pay for your crime by an act of contrition! You seduce a woman that you may set your foot on such and such a rung of the social ladder; you sow dissension among the children of a family; you descend, in short, to every base action that can be committed at home or abroad, to gain your own ends for your own pleasure or your profit; and can you imagine that these are acts of faith, hope, or charity? How is it that a dandy, who in a night has robbed a boy of half his fortune, gets only a couple of months in prison; while a poor devil who steals a banknote for a thousand francs, with aggravating circumstances, is condemned to penal servitude? Those are your laws. Not a single provision but lands you in some absurdity. That man with yellow gloves and a golden tongue commits many a murder; he sheds no blood, but he drains his victim’s veins as surely; a desperado forces open a door with a crowbar, dark deeds both of them! You yourself will do every one of those things that I suggest to you today, bar the bloodshed. Do you believe that there is any absolute standard in this world? Despise mankind and find out the meshes that you can slip through in the net of the Code. The secret of a great success for which you are at a loss to account is a crime that has never been found out, because it was properly executed.” — Silence, monsieur, je ne veux pas en entendre davantage, vous me ferez douter de moi-même. En ce moment le sentiment est toute ma science. —Silencio, señor, no quiero oír nada más; me haría usted dudar de mí mismo. En estos momentos el sentimiento es toda mi ciencia. —Silencio, señor. No quiero escucharle más tiempo; me haría usted dudar de mí mismo. Por ahora el sentimiento es toda mi ciencia. “Silence, sir! I will not hear any more; you make me doubt myself. At this moment my sentiments are all my science.” — A votre aise, bel enfant. Je vous croyais plus fort, dit Vautrin, je ne vous dirai plus rien. Un dernier mot, cependant. Il regarda f i x e m e n t l ’ é t ud i a nt : Vo u s a v e z mon secret, lui dit-il. —Como quiera buen chico. Le creía más fuerte —dijo Vautrin—. Ya no le diré nada más. Una palabra más sin embargo —miró fijamente al estudiante—: Ahora sabe usted mi secreto —le dijo. —Seguiré su deseo. Le creía más fuerte —dijo Vautrin—; no le diré ni una palabra más. Sin embargo, una última palabra. Miró fijamente al estudiante. [428] —Tiene usted mi secreto —le dijo. “Just as you please, my fine fellow; I did think you were so weak-minded,” said Vautrin, “I shall say no more about it. One last word, however,” and he looked hard at the student—“you have my secret,” he said. — Un jeune homme qui vous refuse saura bien l’oublier. —Un joven que le rechaza, bien sabrá olvidarlo. —Un joven que le rehúsa, sabrá, seguramente, olvidarlo. “A young man who refuses your offer knows that he must forget it.” — Vous avez bien dit cela, ça me fait plaisir. Un autre, voyez-vous, sera moins scrupuleux. Souvenezvous de ce que je veux faire pour vous. Je vous donne quinze jours. C’est à prendre ou à laisser. —¡Bien dicho! Así me gusta. Otro, ya ve, sería menos escrupuloso. Recuerde lo que quiero hacer por usted. Le doy un plazo de quince días. Lo toma o lo deja. —Eso está bien dicho, me place. Otro, mire usted, sería menos escrupuloso. Acuérdese de lo que quiero hacer por usted. Le doy quince días para reflexionar. Se decide o lo deja. “Quite right, quite right; I am glad to hear you say so. Somebody else might not be so scrupulous, you see. Keep in mind what I want to do for you. I will give you a fortnight. The offer is still open.” — Quelle tête de fer a donc cet homme! se dit Rastignac en voyant Vautrin s’en aller tranquillement, sa canne sous le bras. Il m’a dit crûment ce que madame de Beauséant me disait en y mettant des formes. —Pero qué cabeza de hierro tiene este hombre —se dijo Rastignac viéndole marcharse tranquilamente con el bastón bajo el brazo.— Me ha dicho, crudamente, lo que la señora de Beauseant me decía ayer con mejores maneras. Me estaba desga- —¡Es un hombre de hierro! —se dijo Rastignac, viendo alejarse a Vautrin con su bastón bajo el brazo— . Me ha dicho crudamente lo que la señora de Beauséant me decía guardando las formas. Me ha desgarrado “What a head of iron the man has!” said Eugene to himself, as he watched Vautrin walk unconcernedly away with his cane under his arm. “Yet Mme. de Beauseant said as much more gracefully; he has only stated the case in 99 Balzac’s Goriot tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia tr. Ellen Marriage Il me déchirait le coeur avec des griffes d’acier. Pourquoi veux-je aller chez madame de Nucingen? Il a deviné mes motifs aussitôt que je les ai conçus. En deux mots, ce brigand m’a dit plus de choses sur la vertu que ne m’en ont dit les hommes et les livres. Si la vertu ne souffre pas de capitulation, j’ai donc volé mes soeurs? dit-il en jetant le sac sur la table. Il s’assit, et resta là plongé dans une étourdissante méditation. - Etre fidèle à la vertu, martyre sublime! Bah! tout le monde croit à la vertu; mais qui est vertueux? Les peuples ont la liberté pour idole; mais où est sur la terre un peuple libre? Ma jeunesse est encore bleue comme un ciel sans nuage: vouloir être grand ou riche, n’est-ce pas se résoudre à mentir, plier, ramper, se redresser, flatter, dissimuler? n’est-ce pas consentir à se faire le valet de ceux qui ont menti, plié, rampé? Avant d’être leur complice, il faut les servir. Eh bien! non. Je veux travailler noblement, saintement; je veux travailler jour et nuit, ne devoir ma fortune qu’à mon labeur. Ce sera la plus lente des fortunes, mais chaque jour ma tête reposera sur mon oreiller sans une pensée mauvaise. Qu’y a-t-il de plus beau que de contempler sa vie et de la trouver pure comme un lis? Moi et la vie, nous sommes comme un jeune homme et sa fiancée. Vautrin m’a fait voir ce qui arrive après dix ans de mariage. Diable! ma tête se perd. Je ne veux penser à rien, le coeur est un bon guide. rrando el corazón con garfios de acero. ¿Por qué quiero yo ir a casa de la señora de Nucingen? Él ha adivinado los motivos, tan pronto como los he pensado. En cuatro palabras, ese bergante, me ha dicho sobre la virtud más de lo que me habían dicho hasta ahora, los hombres y los libros juntos. Si la virtud no tolera capitulaciones entonces, ¿les he robado a mis hermanas? —se dijo echando el saquete sobre la mesa. Se sentó y se quedó inmerso en una turbadora meditación—. Ser fiel a la virtud, ¡sublime martirio! ¡Bah!, todo el mundo cree en la virtud, pero, ¿quién es virtuoso? Los pueblos tienen la libertad como ídolo, pero, ¿dónde hay en la tierra un pueblo libre? Mi juventud es aún azul como un cielo sin nubes: querer ser grande o rico, ¿no es decidirse a mentir, a plegarse, a reptar, a levantarse a adular, a disimular? ¿No es consentir en hacerse el criado de los que han mentido, plegado, reptado? Antes de ser su cómplice hay que servirl e s . P u e s n o . Yo q u i e r o t r a b a j a r noblemente, santamente; quiero trabajar día y noche, no deber mi fortuna más que a mi trabajo. Será la fortuna más lenta de todas, pero cada día apoyaré la cabeza en mi almohadón sin un mal pensamiento. ¿Qué hay más bonito que contemplar tu vida y encontrarla pura como un lirio? Yo y la vida somos como un joven y su prometida. Va u t r i n m e h a h e c h o v e r l o q u e ocurre después de diez años de matrimonio. ¡Demonio! Se me va la cabeza. No quiero pensar en nada. El corazón es un buen guía. el corazón con garras de acero. ¿Por qué quiero ir a casa de la señora de Nucingen? Ha comprendido mis móviles tan pronto como los he concebido. En resumen, este bribón me ha dicho más cosas sobre la virtud que todas las que pueden decirme los hombres y los libros. Si es verdad que la virtud no admite capitulaciones, yo he robado a mis hermanas —dijo echando los sacos sobre la mesa. Se sentó y permaneció sumido en una perturbadora meditación. —¡Ser fiel a la virtud, martirio sublime! Bah... todo el mundo cree en la virtud; pero ¿quién es virtuoso? Los pueblos tienen por ídolo a la libertad; pero ¿en qué lugar de la Tierra hay un pueblo libre? Mi juventud es todavía limpia y azul como un cielo sin nubes: querer ser grande o rico, ¿no es ya resolverse a mentir, a someterse, a arrastrarse, a presumir, a adular, a disimular? ¿No es consentir en ser criado de los que han mentido, se han sometido, se han arrastrado? Para llegar a ser su cómplice hay que servirles primero. Pues bien; no. Quiero trabajar noblemente, santamente; quiero trabajar noche y día, no deber mi fortuna más que a mi trabajo. Será la más lenta de las fortunas, pero todos los días podré recostar mi cabeza sobre la almohada sin un mal pensamiento. ¿Qué puede haber de más [429] bello que contemplar la propia vida y encontrarla pura como un lirio? Yo y la vida somos como un joven y su novia. Pero Vautrin me ha hecho ver lo que pasa después de diez años de matrimonio. ¡Diablo! Pierdo la cabeza. No quiero pensar en nada; el corazón es un buen guía. cruder language. He would tear my heart with claws of steel. What made me think of going to Mme. de Nucingen? He guessed my motives before I knew them myself. To sum it up, that outlaw has told me more about virtue than all I have learned from men and books. If virtue admits of no compromises, I have certainly robbed my sisters,” he said, throwing down the bags on the table. He sat down again and fell, unconscious of his surroundings, into deep thought. “To be faithful to an ideal of virtue! A heroic martyrdom! Pshaw! every one believes in virtue, but who is virtuous? Nations have made an idol of Liberty, but what nation on the face of the earth is free? My youth is still like a blue and cloudless sky. If I set myself to obtain wealth or power, does it mean that I must make up my mind to lie, and fawn, and cringe, and swagger, and flatter, and dissemble? To consent to be the servant of others who have likewise fawned, and lied, and flattered? Must I cringe to them before I can hope to be their accomplice? Well, then, I decline. I mean to work nobly and with a single heart. I will work day and night; I will owe my fortune to nothing but my own exertions. It may be the slowest of all roads to success, but I shall lay my head on the pillow at night untroubled by evil thoughts. Is there a greater thing than this—to look back over your life and know that it is stainless as a lily? I and my life are like a young man and his betrothed. Vautrin has put before me all that comes after ten years of marriage. The devil! my head is swimming. I do not want to think at all; the heart is a sure guide.” Eugène fut tiré de sa rêverie par la voix de la grosse Sylvie, qui lui annonça son tailleur, devant lequel il se présenta, tenant à la main ses deux sacs d’argent, et il ne fut pas lâché de cette circonstance. Quand il eut essayé ses habits du soir, il remit sa nouvelle toilette du matin qui le métamorphosait complètement. - Je vaux bien monsieur de Trailles, se dit-il. Enfin j’ai l’air d’un gentilhomme! Eugenio fue arrancado de su ensoñación por la voz de la gorda Silvia, que le anunció a su sastre, ante el cual se presentó, llevando en la mano sus sacos de dinero, y no se sintió molesto por [167] esta circunstancia. Cuando se hubo probado sus trajes de noche, se volvió a poner su nuevo atuendo de la mañana, que lo metamorfoseaba por completo. —Valgo tanto como el señor de Trailles —se dijo—. ¡Por fin parezco un gentilhombre! Eugéne fue sacado de su sueño por la voz de Sylvie que le anunció la llegada del sastre, delante de quien se presentó con sus dos sacos de dinero en la mano, circunstancia que no molestó a éste. Después de haberse probado sus trajes de tarde se volvió a poner su traje de mañana, que le metamorfoseaba completamente. —Valgo tanto como el señor de Trailles —se dijo—. Por fin tengo el aire de un gentilhombre. Eugene was roused from his musings by the voice of the stout Sylvie, who announced that the tailor had come, and Eugene therefore made his appearance before the man with the two money bags, and was not ill pleased that it should be so. When he had tried on his dress suit, he put on his new morning costume, which completely metamorphosed him. “I am quite equal to M. de Trailles,” he said to himself. “In short, I look like a gentleman.” — Monsieur, dit le père Goriot en entrant chez Eugène, vous m’avez demandé si je connaissais les maisons où va madame de Nucingen? — Oui! —Señor —dijo el tío Goriot, entrando a la habitación de Eugenio—. ¿Me ha preguntado usted si conozco las casas donde va la señora de Nucingen? —¡Sí! —Señor —dijo papá Goriot, entrando en el cuarto de Eugéne—, ¿no me había preguntado usted si yo sabía las casas que frecuenta la señora de Nucingen? —Sí. “You asked me, sir, if I knew the houses where Mme. de Nucingen goes,” Father Goriot’s voice spoke from the doorway of Eugene’s room.” “Yes.” — Eh bien! elle va lundi prochain au bal du maréchal Carigliano. Si vous pouvez y être, vous me direz si mes deux filles se sont bien amusées, comment elles seront mises, enfin tout. —Pues bien, el lunes que viene, irá al baile del mariscal Carigliano. Si puede usted asistir, me contará si mis hijas se han divertido mucho, cómo iban vestidas, en fin, todo. —Pues bien: el lunes próximo va al baile del mariscal Carigliano. Si puede usted ir, me contará si mis dos hijas se han divertido, cómo iban vestidas; en fin, todo. “Very well then, she is going to the Marechale Carigliano’s ball on Monday. If you can manage to be there, I shall hear from you whether my two girls enjoyed themselves, and how they were dressed, and all about it in fact.” 100 Balzac’s Goriot tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia tr. Ellen Marriage — Comment avez-vous su cela, mon bon père Goriot? dit Eugène en le faisant asseoir à son feu. —¿Cómo ha sabido eso, mi buen tío Goriot? —dijo Eugenio haciéndole sentar junto al fuego. —¿Cómo ha sabido eso, mi buen papá Goriot? —dijo Eugéne haciéndole sentarse al lado del fuego. “How did you find that out, my good Goriot?” said Eugene, putting a chair by the fire for his visitor. — Sa femme de chambre me l’a dit. Je sais tout ce qu’elles font par Thérèse et par Constance, reprit-il d’un air joyeux. Le vieillard ressemblait à un amant encore assez jeune pour être heureux d’un stratagème qui le met en communication avec sa maîtresse sans qu’elle puisse s’en douter. - Vous les verrez, vous! dit-il en exprimant avec naïveté une douloureuse envie. —Su camarera me lo ha dicho. Yo sé todo lo que ellas hacen, por Teresa y por Constanza —respondió con aire alegre. El viejo parecía un amante todavía lo bastante joven como para ser feliz por una estratagema que lo ponía en contacto con su querida, sin que ella pudiera sospecharlo—. Usted va a verlas —dijo expresando con ingenuidad un doloroso deseo. —Me lo ha dicho su camarera. Sé todo lo que hacen por Thérèse y Constance —repuso c o n aire satisfecho. El viejo parecía un amante lo suficientemente joven para ser feliz con una estratagema que le pusiera en comunicación con su amada sin que ella se enterase. —¡Usted las verá! —dijo, expresando ingenuamente una dolorosa envidia. “Her maid told me. I hear all about their doings from Therese and Constance,” he a d d e d g l e e f u l l y. The old man looked like a lover who is still young enough to be made happy by the discovery of some little stratagem which brings him information of his lady-love without her knowledge. “YOU will see them both!” he said, giving artless expression to a pang of jealousy. — Je ne sais pas, répondit Eugène. je vais aller chez madame de Beauséant lui demander si elle peut me présenter à la maréchale. —¡No sé! —respondió Eugenio—. Vo y a i r a c a s a d e l a s e ñ o r a d e Beauseant a preguntarle si me puede presentar a la esposa del Mariscal. —No lo sé —respondió Eugéne— . Voy a ir a casa de la señora de Beauséant para preguntarle si puede presentarme a la maríscala. “I do not know,” answered Eugene. “I will go to Mme. de Beauseant and ask her for an introduction to the Marechale.” Eugène pensait avec une sorte de joie intérieure à se montrer chez la vicomtesse mis comme il le serait désormais. Ce que les moralistes nomment les abîmes du coeur humain sont uniquement les décevantes pensées, les involontaires mouvements de l’intérêt personnel. Ces péripéties, le sujet de tant de réclamations, ces retours soudains sont des calculs faits au profit de nos jouissances. En se voyant bien mis, bien ganté, bien botté, Rastignac oublia sa vertueuse résolution. La jeunesse n’ose pas se regarder au miroir de la conscience quand elle verse du côté de l’injustice, tandis que l’âge mûr s’y est vu: là ait toute la différence entre ces deux phases de la vie. Depuis quelques jours, les deux voisins, Eugène et le père Goriot, étaient devenus bons amis. Leur secrète amitié tenait aux raisons psychologiques qui avaient engendré des sentiments contraires entre Vautrin et l’étudiant. Le hardi philosophe qui voudra constater les effets de nos sentiments dans le monde physique trouvera sans doute plus d’une preuve de leur effective matérialité dans les rapports qu’ils créent entre nous et les animaux. Quel physiognomoniste est plus prompt à deviner un caractère qu’un chien l’est à savoir si un inconnu l’aime ou ne l’aime pas? Les atomes crochus, expression proverbiale dont chacun se sert, sont un de ces faits qui restent dans les langages pour démentir les niaiseries philosophiques dont s’occupent ceux qui aiment à vanner les épluchures des mots primitifs. On se sent aimé. Le sentiment s’empreint en toutes choses et traverse les espaces. Une lettre est une âme, elle est un si fidèle Eugenio pensaba, con una especie de alegría interior, en presentarse en casa de la vizcondesa, vestido como iba a estarlo de ahora en adelante. Lo que los moralistas llaman los abismos del alma humana, son solamente los pensamientos decepcionantes, los involuntarios movimientos de interés personal. Esas peripecias, tema de tantas declamaciones, esos retornos repentinos, son cálculos realizados en provecho de nuestros placeres. Al verse bien vestido y bien calzado, Rastignac olvidó su virtuosa resolución. La juventud no se atreve a mirarse en el espejo de la conciencia, cuando se inclina del costado de la injusticia, mientras que la edad madura, ya se ha visto allí: ahí radica toda la diferencia entre esas dos fases de la vida. Desde hacía unos días, los dos vecinos, Eugenio y el tío Goriot, se habían hecho buenos amigos. Su secreta amistad se derivaba de las razones psicológicas que habían engendrado sentimientos contrarios entre Vautrin y el estudiante. El atrevido filósofo que quiera comprobar los efectos de los sentimientos en el mundo físico, encontrará, sin duda, más de una prueba de su efectiva materialidad en las relaciones que se establecen entre nosotros y los animales. ¿Qué fisionomista es más rápido en adivinar un carácter, que un perro, adivinando si un desconocido [168] lo quiere o no? Los genes, expresión proverbial de que se sirven todos, son una de esas cosas que permanecen en las lenguas, para desmentir esas ingenuidades filosóficas, que se ocupan en ventear la paja de las palabras primitivas. Cuando uno se siente amado, el sentimiento se imprime en todas las cosas y atraviesa todos los paisajes. Una carta es un Eugéne pensaba con fruición en presentarse en casa de la vizcondesa vestido como estaría ya en lo sucesivo. Lo [430] que los moralistas llaman los abismos del corazón humano no son más que los pensamientos falaces, los involuntarios movimientos del interés personal. Esas peripecias, objeto de tantas declamaciones; esas vueltas rápidas, son cálculos hechos en provecho de nuestros goces. Al verse bien vestido, bien enguantado, bien calzado, Rastignac olvidó su virtuosa resolución. La juventud no se atreve a mirarse en el espejo de la conciencia cuando se inclina del lado de la injusticia, mientras que la madurez se ha mirado ya en él. En esto estriba toda la diferencia entre esas dos fases de la vida. Desde hace algunos días, Eugéne y papá Goriot se habían hecho buenos amigos. El secreto de su amistad tenía los mismos motivos psicológicos que habían engendrado el sentimiento contrario entre Vautrin y el estudiante. El audaz filósofo que quisiera comprobar los efectos de nuestros sentimientos en el mundo físico, encontraría, sin duda, más de una prueba de su efectiva materialidad en las relaciones que se crean entre nosotros y los animales. ¿Qué fisonomista adivina un carácter tan rápidamente como un perro sabe si un desconocido le es favorable o adverso? Los átomos ganchudos, expresión proverbial de la que todos nos servimos, es uno de esos hechos que quedan en los idiomas para desmentir las naderías filosóficas de las que se ocupan los que gustan de aventar la paja de las palabras primitivas. Se siente uno amado. El sentimiento se graba en todas las cosas y atraviesa los espacios. Una carta es un alma, es un eco fiel de la voz Eugene felt a thrill of pleasure at the thought of appearing before the Vicomtesse, dressed as henceforward he always meant to be. The “abysses of the human heart,” in the moralists’ phrase, are only insidious thoughts, involuntary promptings of personal interest. The instinct of enjoyment turns the scale; those rapid changes of purpose which have furnished the text for so much rhetoric are calculations prompted by the hope of pleasure. Rastignac beholding himself well dressed and impeccable as to gloves and boots, forgot his virtuous resolutions. Youth, moreover, when bent upon wrongdoing does not dare to behold himself in the mirror of consciousness; mature age has seen itself; and therein lies the whole difference between these two phases of life. A friendship between Eugene and his neighbor, Father Goriot, had been growing up for several days past. This secret friendship and the antipathy that the student had begun to entertain for Vautrin arose from the same psychological causes. The bold philosopher who shall investigate the effects of mental action upon the physical world will doubtless find more than one proof of the material nature of our sentiments in other animals. What physiognomist is as quick to discern character as a dog is to discover from a stranger’s face whether this is a friend or no? Those bywords—“atoms,” “affinities”—are facts surviving in modern languages for the confusion of philosophic wiseacres who amuse themselves by winnowing the chaff of language to find its grammatical roots. We feel that we are loved. Our sentiments make themselves felt in everything, even at a great distance. A letter is a living soul, and so faithful an echo 101 Balzac’s Goriot écho de la voix qui parle que les esprits délicats la comptent parmi les plus riches trésors de l’amour. Le père Goriot, que son sentiment irréfléchi élevait jusqu’au sublime de la nature canine, avait flairé la compassion, l’admirative bonté, les sympathies juvéniles qui s’étaient émues pour lui dans le coeur de l’étudiant. Cependant cette union naissante n’avait encore amené aucune confidence. Si Eugène avait manifesté de voir madame de Nucingen, ce n’était pas qu’il comptât sur le vieillard pour être introduit par lui chez elle; mais il espérait qu’une indiscrétion pourrait le bien servir. Le père Goriot ne lui avait parlé de ses filles qu’à propos de ce qu’il s’était permis d’en dire publiquement le jour de ses deux visites. - Mon cher monsieur, lui avait-il dit le lendemain, comment avez-vous pu croire que madame de Restaud vous en ait voulu d’avoir prononcé mon nom? Mes deux filles m’aiment bien. Je suis heureux père. Seulement, mes deux gendres se sont mal conduits envers moi. je n’ai pas voulu faire souffrir ces chères créatures de mes dissensions avec leurs maris, et j’ai préféré les voir en secret. Ce mystère me donne mille jouissances que ne comprennent pas les autres pères qui peuvent voir leurs filles quand ils veulent. Moi, je ne le peux pas, comprenez-vous? Alors je vais, quand il fait beau, dans les Champs-Elysées, après avoir demandé aux femmes de chambre si mes filles sortent. Je les attends au passage, le coeur me bat quand les voitures arrivent, je les admire dans leur toilette, elles me jettent en passant un petit rire qui me dore la nature comme s’il y tombait un rayon de quelque beau soleil. Et je reste, elles doivent revenir. Je les vois encore! l’air leur a fait du bien, elles sont roses. J’entends dire autour de moi: Voilà une belle femme! Ça me réjouit le coeur. N’est-ce pas mon sang? J’aime les chevaux qui les traînent, et je voudrais être le petit chien qu’elles ont sur leurs genoux. Je vis de leurs plaisirs. Chacun a sa façon d’aimer, la mienne ne fait pourtant de mal à personne, pourquoi le monde s’occupe-t-il de moi? Je suis heureux à ma manière. Est-ce contre les lois que j’aille voir mes filles, le soir, au moment où elles sortent de leurs maisons pour se rendre au bal? Quel chagrin pour moi si j’arrive trop tard, et qu’on me dise: Madame est sortie. Un soir j’ai attendu jusqu’à trois heures du matin pour voir Nasie, que je n’avais pas vue depuis deux jours. J’ai manqué crever d’aise! tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia alma, es tan fiel eco de la voz que habla, que los espíritus delicados la cuentan entre los más ricos tesoros del amor. El tío Goriot a quien su sentimiento irreflexivo elevaba a las alturas de lo sublime de su naturaleza canina, había olfateado la compasión, la admirativa bondad, las simpatías juveniles que se habían conmovido hacia él, en el estudiante. Sin embargo, esta incipiente unión no había llevado aún a ninguna confidencia. Si Eugenio había manifestado el deseo de ver a la señora de Nucingen, no era porque contara con el viejo, para que le introdujera en su casa; pero esperaba que una indiscreción podría serle de utilidad. El tío Goriot no le había hablado de sus hijas más que lo que se había permitido decir en público el día de sus dos visitas. — M i q u e r i d o s e ñ o r, ¿ c ó m o h a podido pensar que la señora de Restaud le guarda rencor por haber pronunciado mi nombre? Mis dos hijas me quieren mucho. Soy un padre feliz. Únicamente mis dos yernos se han portado mal conmigo. No he querido hacer sufrir a esas queridas criaturas, por mis diferencias con sus maridos. He preferido verlas en secreto. Este misterio, me da mil gozos, que no pueden comprender los otros padres, que pueden ver a sus hijas cuando quieren. Yo no puedo hacerlo. ¿Comprende? E n t o n c e s v o y, c u a n d o h a c e b u e n tiempo, a los Champs Elisées, después de haber preguntado a las camareras si mis hijas van a salir. Les salgo al paso, con el corazón palpitante, cuando llegan los coches, las admiro en su atuendo, y ellas me lanzan al pasar una risita que me dora la naturaleza, como si cayera en ella un rayo de algún hermoso sol. Y además, tienen que volver. Yo las sigo viendo. El aire les hace bien, son como rosas. Oigo decir a mi alrededor: «¡Qué mujer más guapa!» Eso me alegra el corazón. ¿Acaso no es mi sangre? Amo hasta los caballos que las llevan y querría ser el perrito que llevan en sus rodillas. Vivo de sus placeres. Cada uno tiene su manera de amar, pero la mía no le hace daño a nadie. ¿Por qué la gente tiene que ocuparse de mí? Yo soy feliz a mi manera. ¿Va acaso contra la ley que vaya a ver a mis hijas por la noche, cuando salen para ir al baile? ¡Qué pena para mí, si llego demasiado tarde y me dicen: «¡La señora ha salido!» Un día esperé hasta las tres de la madrugada para ver a Nasia, a quien no había visto desde hacía dos días. ¡Por poco reviento [169] de gusto! que habla, que los espíritus delicados cuentan entre los más ricos tesoros del amor. Papá Goriot, a quien su sentimiento irreflexivo elevaba hasta lo sublime de la naturaleza canina, había venteado la compasión, la admirativa bondad, las simpatías juveniles que se habían despertado hacia él en el corazón del estudiante. Sin embargo, esta unión naciente no había toda [431] vía provocado ninguna confidencia. Si Eugéne había manifestado el deseo de ver a la señora de Nucingen no era porque contara con la influencia del anciano para ser introducido en su casa; pero esperaba que cualquier indiscreción podía servirle. Papá Goriot no le había hablado de sus hijas sino a propósito de lo que se había permitido decir públicamente de ellas el día de sus dos visitas. —Mi querido señor—le dijo al día siguiente—, ¿cómo ha podido usted creer que la señora de Restaud le cogiera ojeriza por haber pronunciado mi nombre? Mis dos hijas me quieren mucho. Soy un padre feliz. Únicamente mis dos yernos se han conducido mal conmigo. Yo no he querido hacer sufrir a esas dos criaturas queridas por mis discrepancias con sus maridos, y he preferido verlas en secreto. Ese misterio me proporciona mil placeres que no comprenden los padres que pueden ver a sus hijas cuando quieren. Yo no puedo hacerlo, ¿comprende usted? Así que voy, cuando hace buen tiempo, a los Campos Elíseos, después de preguntar a las camareras si mis hijas salen. Las espero a que pasen, el corazón me late cuando llegan los coches, admiro su elegancia y ellas me lanzan al pasar una sonrisa que me dora la naturaleza como un rayo de sol. Y me quedo, porque tienen que volver. ¡Y las veo de nuevo! El aire les ha probado: están sonrosadas. Oigo decir a mi alrededor: «¡Vaya una hermosa mujer!» Esto me regocija el corazón. ¡No son, acaso, mi sangre! Llego hasta querer a los caballos que las conducen y quisiera ser el perrito que llevan sobre las rodillas. Vivo de sus placeres. Cada cual tiene su manera de querer, la mía no hace daño a nadie: ¿por qué las gentes se ocupan entonces de mí? Soy feliz a mi manera. ¿Es que no tengo derecho de ir por las noches a ver a mis hijas cuando salen de sus casas para ir al baile? ¡Qué disgusto para mí si llego tarde y me dicen: «La señora ha salido»! Una vez esperé [432] hasta las tres de la madrugada por ver a Nasia, a quien había dejado de ver dos días. ¡Estuve a punto de 102 tr. Ellen Marriage of the voice that speaks in it, that finer natures look upon a letter as one of love’s most precious treasures. Father Goriot’s affection was of the instinctive order, a canine affection raised to a sublime pitch; he had scented compassion in the air, and the kindly respect and youthful sympathy in the student’s heart. This friendship had, however, scarcely reached the stage at which confidences are made. Though Eugene had spoken of his wish to meet Mme. de Nucingen, it was not because he counted on the old man to introduce him to her house, for he hoped that his own audacity might stand him in good stead. All that Father Goriot had said as yet about his daughters had referred to the remarks that the student had made so freely in public on that day of the two visits. “How could you think that Mme. de Restaud bore you a grudge for mentioning my name?” he had said on the day following that scene at dinner. “My daughters are very fond of me; I am a happy father; but my sons-in-law have behaved badly to me, and rather than make trouble between my darlings and their husbands, I choose to see my daughters secretly. Fathers who can see their daughters at any time have no idea of all the pleasure that all this mystery gives me; I cannot always see mine when I wish, do you understand? So when it is fine I walk out in the ChampsElysees, after finding out from their waiting-maids whether my daughters mean to go out. I wait near the entrance; my heart beats fast when the carriages begin to come; I admire them in their dresses, and as they pass they give me a little smile, and it seems as if everything was lighted up for me by a ray of bright sunlight. I wait, for they always go back the same way, and then I see them again; the fresh air has done them good and brought color into their cheeks; all about me people say, ‘What a beautiful woman that is!’ and it does my heart good to hear them. “Are they not my own flesh and blood? I love the very horses that draw them; I envy the little lap-dog on their knees. Their happiness is my life. Every one loves after his own fashion, and mine does no one any harm; why should people trouble their heads about me? I am happy in my own way. Is there any law against going to see my girls in the evening when they are going out to a ball? And what a disappointment it is when I get there too late, and am told that ‘Madame has gone out!’ Once I waited till three o’clock in the morning for Nasie; I had not seen her for two whole days. I was so pleased, that it was almost too much for me! Please Balzac’s Goriot 9 tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia tr. Ellen Marriage Je vous en prie, ne parlez de moi que pour dire combien mes filles sont bonnes. Elles veulent me combler de toutes sortes de cadeaux; je les en empêche, je leur dis: « Gardez donc votre argent! Que voulez-vous que j’en fasse! Il ne me faut rien. « En effet, mon cher monsieur, que suis-je? un méchant cadavre dont l’âme est partout où sont mes filles. Quand vous aurez vu madame de Nucingen, vous me direz celle des deux que vous préférez, dit le bonhomme après un moment de silence en voyant Eugène qui se disposait à partir pour aller se promener aux Tuileries en attendant l’heure de se présenter chez madame de Beauséant. Se lo ruego: no hable de mí más que para decir lo buenas que son mis hijas. Quieren colmarme de toda suerte de regalos, pero yo se lo impido. Yo les digo: «¡Guardaos vuestro dinero! ¿Qué queréis que haga con él? No necesito nada.» En efecto, querido señor, ¿qué soy yo? Un ruin cadáver, cuya alma está en cualquier sitio donde estén sus hijas. Cuando haya visto a la señora de Nucingen, ya me dirá cual de las dos le gusta más —dijo el buen hombre, tras un momento de silencio, viendo que Eugenio se proponía salir a pasear a l a s Tu l l e r í a s p a r a h a c e r t i e m p o antes de presentarse en casa de la señora de Beauseant. morir de contento! Le ruego que no hable de mí, sino para decir lo buenas que son mis hijas. Me quieren colmar de toda clase de regalos; yo se lo impido diciéndoles: «Guardad vuestro dinero. ¿Qué queréis que yo haga con él, si no necesito nada?, En efecto, señor mío, ¿qué soy yo? Un pobre cadáver cuya alma está allí donde están sus hijas. Cuando haya visto usted a la señora de Nucingen me dirá cuál le parece mejor —dijo el buen hombre, después de un momento de silencio, viendo a Eugéne que se disponía a partir para ir a pasearse a las Tunerías mientras llegaba la hora de presentarse en casa de la señora de Beauséant. do not speak of me unless it is to say how good my daughters are to me. They are always wanting to heap presents upon me, but I will not have it. ‘Just keep your money,’ I tell them. ‘What should I do with it? I want nothing.’ And what am I, sir, after all? An old carcase, whose soul is always where my daughters are. When you have seen Mme. de Nucingen, tell me which you like the most,” said the old man after a moment’s pause, while Eugene put the last touches to his toilette. The student was about to go out to walk in the Garden of the Tuileries until the hour when he could venture to appear in Mme. de Beauseant’s drawing-room. Cette promenade fut fatale à l’étudiant. Quelques femmes le remarquèrent. Il était si beau, si jeune, et d’une élégance de si bon goût! En se voyant l’objet d’une attention presque admirative, il ne pensa plus à ses soeurs ni à sa tante dépouillées, ni à ses vertueuses répugnances. Il avait vu passer audessus de sa tête ce démon qu’il est si facile de prendre pour un ange, ce Satan aux ailes diaprées, qui sème des rubis, qui jette ses flèches d’or au front des palais, empourpre les femmes, revêt d’un sot éclat les trônes, si simples dans leur origine; il avait écouté le dieu de cette vanité crépitante dont le clinquant nous semble être un symbole de puissance. La parole de Vautrin, quelque cynique qu’elle fût, s’était logée dans son coeur comme dans le souvenir d’une vierge se grave le profil ignoble d’une vieille marchande à la toilette, qui lui a dit: « Or et amour à flots! « Après avoir indolemment flâné, vers cinq heures Eugène se présenta chez madame de Beauséant, et il y reçut un de ces coups terribles contre lesquels les coeurs jeunes sont sans armes. Il avait jusqu’alors trouvé la vicomtesse pleine de cette aménité polie, de cette grâce melliflue donnée par l’éducation aristocratique, et qui n’est complète que si elle vient du coeur. Aquel paseo resultó fatal para el estudiante. Algunas mujeres se fijaron en él. ¡Estaba tan guapo, tan joven y de una elegancia de tan buen gusto! Al verse objeto de la atención, casi admirativa, no volvió a pensar más en su tía, ni en sus hermanas despojadas, ni en sus virtuosas repugnancias. Había visto pasar, por encima de su cabeza, ese demonio, que es tan fácil tomar por un ángel, ese Satán de alas de colores, que arroja rubíes, que lanza sus flechas de oro al frontis de los palacios, matiza de púrpura a las mujeres, reviste con un estúpido fulgor los tronos, tan sencillos en su origen; había escuchado al dios de esa vanidad crepitante, cuyo tintineo se nos antoja un símbolo de poder. Las palabras de Vautrin, por cínicas que hubieran sido, se habían alojado en su corazón, como en el recuerdo de una virgen se graba el perfil innoble de una celestina, que le ha dicho: «¡Oro y amor a raudales!» Después de haber merodeado indolentemente, a eso de las cinco, Eugenio se presentó en casa de la señora de Beauseant, y recibió allí uno de esos terribles golpes, ante los cuales, los jóvenes se encuentran desarmados. Hasta entonces, había encontrado a la vizcondesa, llena de esa amenidad educada, de esa gracia meliflua que da la educación aristocrática y que no es completa más que si sale del corazón. Este paseo fue fatal para el estudiante. Algunas mujeres se fijaron en él. ¡Estaba tan guapo, tan joven y de una elegancia de tan buen gusto! Viendo que era el objeto de una atención casi admirativa, no pensó más en que había desplumado a sus hermanas y a su tía, ni las virtuosas repugnancias que le habían embargado. Vio pasar por encima de su cabeza ese demonio a quien tan fácilmente se toma por un ángel, ese Satanás de alas vistosas que esparce los rubíes, que lanza sus flechas de oro a las fachadas de los palacios, hace lujosas a las mujeres, reviste de un esplendor estúpido a los tronos, tan simples en su origen; había escuchado al dios de esa vanidad crepitante, que nos parece, con su vistoso oropel, un símbolo del Poder. Las palabras de Vautrin, por muy cínicas que fueran, se habían alojado en el corazón, como en el recuerdo de una virgen se graba el innoble perfil de una vieja vendedora de joyas que le ha dicho: «¡Oro y amor, a mares!» Después de haber deambulado indolentemente, a eso de las cinco Eugéne se presentó en casa de la señora de Beauséant y recibió uno de esos golpes terribles para los que se encuentran desarmados los corazones jóvenes. Hasta [433] entonces había encontrado a la vizcondesa llena de esa amable amenidad, de esa gracia meliflua que da la educación aristocrática, y que únicamente es completa cuando viene del corazón. That walk was a turning-point in Eugene’s career. Several women noticed him; he looked so handsome, so young, and so well dressed. This almost admiring attention gave a new turn to his thoughts. He forgot his sisters and the aunt who had robbed herself for him; he no longer remembered his own virtuous scruples. He had seen hovering above his head the fiend so easy to mistake for an angel, the Devil with rainbow wings, who scatters rubies, and aims his golden shafts at palace fronts, who invests women with purple, and thrones with a glory that dazzles the eyes of fools till they forget the simple origins of royal dominion; he had heard the rustle of that Vanity whose tinsel seems to us to be the symbol of power. However cynical Vautrin’s words had been, they had made an impression on his mind, as the sordid features of the old crone who whispers, “A lover, and gold in torrents,” remain engraven on a young girl’s memory. Eugene lounged about the walks till it was nearly five o’clock, then he went to Mme. de Beauseant, and received one of the terrible blows against which young hearts are defenceless. Hitherto the Vicomtesse had received him with the kindly urbanity, the bland grace of manner that is the result of fine breeding, but is only complete when it comes from the heart. Quand il entra, madame de Beauséant fit un geste sec, et lui dit d’une voix brève: - Monsieur de Rastignac, il m’est impossible de vous voir, en ce moment du moins! je suis en affaire... Cuando entró, la señora de Beauseant le hizo un gesto seco, y le dijo con voz breve: —Señor de Rastignac, me es imposible recibirle, por lo menos en este momento. Estoy ocupada... Cuando entró la señora de Beauséant, hizo un gesto seco, diciéndole _____: —Señor de Rastignac, me es imposible verle, por lo menos en este instante; tengo un asunto... Today Mme. de Beauseant bowed constrainedly, and spoke curtly: “M. de Rastignac, I cannot possibly see you, at least not at this moment. I am engaged . . .” P o u r u n o b s e r v a t e u r, e t Rastignac l’était devenu promptement, cette phrase, le geste, le regard, l’inflexion de voix, étaient l’histoire du caractère et des habitudes de la caste. Il aperçut la main Para un observador, y Rastignac lo había llegado a ser rápidamente, esta frase, el gesto, la mirada, la inflexión de voz, eran la historia del carácter y de las costumbres de la raza. Percibió la mano de hierro en Para un observador, y Rastignac se había vuelto de pronto un observador, esta frase, el gesto, la mirada, la inflexión de la voz, era la historia del carácter y de las costumbres de la casta. Notó la mano de An observer, and Rastignac instantly became an observer, could read the whole history, the character and customs of caste, in the phrase, in the tones of her voice, in her glance and bearing. He caught a glimpse of the iron hand beneath 103 Balzac’s Goriot tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia tr. Ellen Marriage de fer sous le gant de velours; la personnalité, l’égoïsme, sous les manières; le bois, sous le vernis. Il entendit enfin le MOI LE ROI qui commence sous les panaches du trône et finit sous le cimier du dernier gentilhomme. Eugène s’était trop facilement abandonné sur sa parole à croire aux noblesses de la femme. Comme tous les malheureux, il avait signé de bonne foi le pacte délicieux qui doit lier le bienfaiteur à l’obligé, et dont le premier article consacre entre les grands coeurs une complète égalité. La bienfaisance, qui réunit deux êtres en un seul, est une passion céleste aussi incomprise, aussi rare que l’est le véritable amour. L’un et l’autre est la prodigalité des belles âmes. Rastignac voulait arriver au bal de la duchesse de Carigliano, il dévora cette bourrasque. guante de terciopelo; la personalidad, el egoísmo, bajo los buenos modales. La madera, bajo el barniz. Por fin oyó el: «Yo, el rey», que comienza bajo los penachos del trono y termina bajo la cimera del último gentilhombre. Eugenio se había abandonado demasiado fácilmente, por sus palabras, a creer [170] en la nobleza de la mujer. Como todos los desgraciados, había firmado, de buena fe, el pacto delicioso, que debe unir al bienhechor con el deudor favorecido, y cuyo primer artículo, consagra entre los grandes corazones una completa igualdad. La beneficencia, que une en uno solo dos corazones, es una pasión celeste, tan incomprendida, tan rara, como lo es el verdadero amor. Uno y otra, son la prodigalidad de las grandes almas. Rastignac quería llegar al baile de la duquesa de Carigliano y capeó aquel temporal. hierro bajo el guante finísimo; la personalidad, el egoísmo, bajo los modales; la madera bajo el barniz. Oyó, por fin, el yo EL REY, que comienza bajo los penachos del trono, y acaba bajo la cimera del último gentilhombre. Eugéne se había abandonado con demasiada facilidad a la creencia en las noblezas de la mujer. Como todo desgraciado, había firmado con demasiada buena fe el delicioso pacto que debe ligar al bienhechor y al favorecido, y cuyo primer artículo consagra entre los grandes corazones una completa igualdad. La beneficencia que reúne dos seres en uno solo es una pasión celeste, tan incomprendida, tan rara como el amor verdadero. El uno y la otra son la prodigalidad de las almas hermosas. Rastignac quería conseguir el ir al baile de la duquesa de Carigliano, y se tragó la borrasca. the velvet glove—the personality, the egoism beneath the manner, the wood beneath the varnish. In short, he heard that unmistakable I THE KING that issues from the plumed canopy of the throne, and finds its last echo under the crest of the simplest gentleman. Eugene had trusted too implicitly to the generosity of a woman; he could not believe in her haughtiness. Like all the unfortunate, he had subscribed, in all good faith, the generous compact which should bind the benefactor to the recipient, and the first article in that bond, between two large-hearted natures, is a perfect equality. The kindness which knits two souls together is as rare, as divine, and as little understood as the passion of love, for both love and kindness are the lavish generosity of noble natures. Rastignac was set upon going to the Duchesse de Carigliano’s ball, so he swallowed down this rebuff. — Madame, dit-il d’une voix émue, s’il ne s’agissait pas d’une chose importante, je ne serais pas venu vous importuner; soyez assez gracieuse pour me permettre de vous voir plus tard, j’attendrai. —Señora —dijo con voz conmovida—, si no se tratase de una cosa importante, no habría venido a molestarla. Sea tan buena de p e r m i t i r m e v e r l a m á s t a r d e . Yo esperaré. —Señora —dijo con voz conmovida—, no se trata de nada importante; de ninguna manera hubiera venido a importunarla, sea usted tan amable que me permita el verla más tarde. Esperaré. “Madame,” he faltered out, “I would not have come to trouble you about a trifling matter; be so kind as to permit me to see you later, I can wait.” — Eh bien! venez dîner avec moi, dit-elle un peu confuse de la dureté qu’elle avait mise dans ses paroles; car cette femme était vraiment aussi bonne que grande. —Muy bien, venga a cenar conmigo —dijo ella, un poco confusa, por la dureza que había puesto en sus palabras, pues esta gran mujer era verdaderamente tan buena como grande. —Pues bien, venga a comer conmigo —dijo ella un poco confusa por la dureza que había puesto en sus palabras, puesto que esta mujer era tan buena como grande. [434] Aunque agradecido a este cambio repentino, Eugéne se dijo al marchar: —Arrástrate, sopórtalo todo. ¿Qué serán los demás cuando, en un momento, la mejor de las mujeres borra las promesas de su amistad y te abandona como a un zapato viejo? Es verdad que su casa no es una tienda, y que la culpa es mía, que la necesito. Hay que hacerse, como dice Vautrin, bala de cañón. Las amargas reflexiones del estudiante fueron pronto disipadas pensando en el placer de comer en casa de la condesa. Así, por una especie de fatalidad, los menores acontecimientos de su vida conspiraban a empujarle hacia la carrera en la que, según las observaciones de la terrible esfinge de la casa Vauquer debía, como sobre un campo de batalla, matar para no ser muerto, engañar para no ser engañado; dejar a la entrada su conciencia, su corazón, ponerse careta, burlarse sin piedad de los hombres y, como en Lacedemonia, coger la fortuna sin ser visto para merecer la corona. Cuando volvió a casa de la vizcondesa la encontró llena de aquella bondad graciosa que siempre le había mostra- “Very well, come and dine with me,” she said, a little confused by the harsh way in which she had spoken, for this lady was as genuinely kind-hearted as she was high-born. Quoique touché de ce retour souAunque impresionado por aquel dain, Eugène se dit en s’en allant: cambio repentino, Eugenio se dijo al «Rampe, supporte tout. Que doi- marcharse: «Arrástrate, sopórtalo vent être les autres, si, dans un todo. ¿Qué serán las otras, si en un moment, la meilleure des femmes momento, la mejor de las mujeres, efface les promesses de son amitié, XXolvida sus promesas dé amitad y te te laisse là comme un vieux soulier? trata como un zapato viejo? ¿Cada Chacun pour soi, donc? Il est vrai uno para sí, entonces? Es cierto que que sa maison n’est pas une bouti- su casa no es una tienda y que estoy que, et que j’ai tort d’avoir besoin equivocado teniendo necesidad de d’elle. Il faut, comme dit Vautrin, ella. Hay que —como dice Vautrin— se faire boulet de canon.» convertirse en bala de cañón.» Les amères réflexions de l’étudiant Las amargas reflexiones del estudianfurent bientôt dissipées par le plaisir te se disiparon enseguida, por el plaqu’il se promettait en dînant chez la cer que se prometía, cenando en casa vicomtesse. Ainsi, par une sorte de de la vizcondesa. Así, por una especie fatalité, les moindres événements de de fatalidad, los más pequeños aconsa vie conspiraient à le pousser dans tecimientos de su vida conspiraron la carrière où, suivant les observations para ponerle en la ruta, en la que, sedu terrible sphinx de la Maison gún las observaciones de la terrible Vauquer, il devait, comme sur un esfinge de la casa Vauquer, tenía, como champ de bataille, tuer pour ne pas en un campo de batalla, que matar para être tué, tromper pour ne pas être no ser muerto, engañar para no ser entrompé; où il devait déposer à la bar- gañado; donde tendría que depositar en rière sa conscience, son coeur, mettre la barrera su conciencia, su corazón, un masque, se jouer sans pitié des ponerse una máscara, burlarse sin piehommes, et, comme à Lacédémone, d a d d e l o s h o m b r e s , y c o m o , saisir sa fortune sans être vu, pour Lacedemon (50) coger su fortuna, sin mériter la couronne. ser visto, para merecer la corona. Quand il revint chez la vicomtesse, C u a n d o v o l v i ó a c a s a d e l a il la trouva pleine de cette bonté gra- vizcondesa, la encontró llena de aquecieuse qu’elle lui avait toujours té- lla bondad graciosa, que le había testi- 104 Eugene was touched by this sudden relenting, but none the less he said to himself as he went away, “Crawl in the dust, put up with every kind of treatment. What must the rest of the world be like when one of the kindest of women forgets all her promises of befriending me in a moment, and tosses me aside like an old shoe? So it is every one for himself? It is true that her house is not a shop, and I have put myself in the wrong by needing her help. You should cut your way through the world like a cannon ball, as Vautrin said.” But the student’s bitter thoughts were soon dissipated by the pleasure which he promised himself in this dinner with the Vicomtesse. Fate seemed to determine that the smallest accidents in his life should combine to urge him into a career, which the terrible sphinx of the Maison Vauquer had described as a field of battle where you must either slay or be slain, and cheat to avoid being cheated. You leave your conscience and your heart at the barriers, and wear a mask on entering into this game of grim earnest, where, as in ancient Sparta, you must snatch your prize without being detected if you would deserve the crown. On his return he found the Vicomtesse gracious and kindly, as she had always been to him. They Balzac’s Goriot 10 moignée. Tous deux allèrent dans une salle à manger où le vicomte attendait sa femme, et où resplendissait ce luxe de table qui sous la Restauration fut poussé, comme chacun le sait, au plus haut degré. Monsieur de Beauséant, semblable à beaucoup de gens blasés, n’avait plus guère d’autres plaisirs que ceux de la bonne chère; il était en fait de gourmandise de l’école de Louis XVIII et du duc d’Escars. Sa table offrait donc un double luxe, celui du contenant et celui du contenu. Jamais semblable spectacle n’avait frappé les yeux d’Eugène, qui dînait pour la première fois dans une de ces maisons où les grandeurs sociales sont héréditaires. La mode venait de supprimer les soupers qui terminaient autrefois les bals de l’Empire, où les militaires avaient besoin de prendre des forces pour se préparer à tous les combats qui les attendaient au dedans comme au-dehors. Eugène n’avait encore assisté qu’à des bals. L’aplomb qui le distingua plus tard si éminemment, et qu’il commençait à prendre, l’empêcha de s’ébahir niaisement. Mais en voyant cette argenterie sculptée, et les mille recherches d’une table somptueuse, en admirant pour la première fois un service fait sans bruit, il était difficile à un homme d’ardente imagination de ne pas préférer cette vie constamment élégante à la vie de privations qu’il voulait embrasser le matin. Sa pensée le rejeta pendant un moment dans sa pension bourgeoise; il en eut une si profonde horreur qu’il se jura de la quitter au mois de janvier, autant pour se mettre dans une maison propre que pour fuir Vautrin, dont il sentait la large main sur son épaule. Si l’on vient à songer aux mille formes que prend à Paris la corruption, parlante ou muette, un homme de bon sens se demande par quelle aberration l’Etat y met des écoles, y assemble des jeunes gens, comment les jolies femmes y sont respectées, comment l’or étalé par les changeurs ne s’envole pas magiquement de leurs sébiles. Mais si l’on vient à songer qu’il est peu d’exemples de crimes, voire même de délits commis par les jeunes gens, de quel respect ne doit-on pas être pris pour ces patients Tantales qui se combattent eux-mêmes, et sont presque toujours victorieux! S’il était bien peint dans sa lutte avec Paris, le pauvre étudiant fournirait un des sujets les plus dramatiques de notre civilisation moderne. Madame de Beauséant regardait vainement Eugène pour le convier à parler, il ne voulut rien dire en présence du vicomte. tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia moniado siempre. Se fueron los dos al comedor, donde el vizconde esperaba a su mujer y donde refulgía aquel lujo de mesa que, en la Restauración, como todos saben, fue llevado hasta el más alto grado. [171] El señor de Beauseant, semejante a muchas personas cansadas, no disfrutaba casi de otros placeres que los de la buena mesa. En lo de la golosina, era de la escuela de Luis XVI y del duque de Estarse. Su mesa ofrecía pues un lujo doble: el del continente, y el del contenido. Jamás espectáculo semejante se había presentado ante los ojos de Eugenio, que comía, por primera vez en su vida, en una de esas casas, en las que, las grandezas sociales son hereditarias. La moda acababa de terminar con las cenas que remataban, a veces, los bailes del Imperio, en que los militares tenían necesidad de reponer fuerzas para prepararse a todos los combates que les esperaban, tanto dentro como fuera. Eugenio no había asistido todavía más que a bailes. El aplomo que le distinguió más tarde, tan eminentemente y que comenzaba a adquirir, le impidió quedarse embobado estúpidamente. Pero al ver aquella vajilla de plata labrada, y los mil hallazgos de una mesa suntuosa, admirando, por primera vez, un servicio realizado sin ruido, resultaba difícil para un hombre de imaginación, no preferir esta vida, siempre elegante, a la vida de privaciones que quería abrazar por la mañana. Su pensamiento lo proyectó, por un momento, a la pensión burguesa. Sintió tal horror de ella, que se juró abandonarla en el mes de enero, tanto para meterse en una casa limpia, como para librarse de Vautrin, cuya ancha mano sentía en su hombro. Si uno viene a pensar, en las mil formas que toma en París la corrupción, parlante o muda, un hombre con sentido común se pregunta, por qué razón o aberración el Estado pone allí escuelas, reúne personas jóvenes. Cómo las mujeres hermosas son allí respetadas y cómo el oro, exhibido por los que hacen cambios, no se evapora mágicamente de sus esportillas. Pero si uno se aviene a pensar que existen pocos crímenes, incluso pocos delitos, cometidos por personas jóvenes, ¿de qué repesto no se verá uno sobrecogido hacia esos pacientes tántalos (51), que luchan [172] contra sí mismos y son, casi siempre victoriosos? Si fuera bien pintado en su lucha contra París, el joven estudiante procuraría uno de los temas más dramáticos de nuestra civilización moderna. La señora de Beauseant miraba, en vano, al joven, para invitarle a hablar. Él no quiso decir nada, en presencia del vizconde. do. Los dos pasaron a un comedor en el que el vizconde esperaba a su mujer, y en el que resplandecía ese lujo de mesa que alcanzó durante la Restauración, como todos saben, su más alto grado. El señor de Beauséant, como muchos hombres gastados, no tenía otros placeres que los de la comida, y se había dado a la gula, escuela de Luis XVIII y del duque de Escars. Su mesa ofrecía, por tanto, un doble lujo: el del continente y el del contenido. Jamás los ojos de Eugéne, que cenaba por vez primera en una de esas casas en que las grandezas sociales son hereditarias, habían contemplado un espectáculo semejante. La moda había suprimido las cenas con que terminaban antaño los bailes del Imperio, en los que los militares tenían necesidad de coger fuerzas para prepararse [435] para los combates que les esperaban, tanto fuera como dentro. Eugéne no había asistido hasta entonces más que a los bailes. El aplomo que le distinguió tan eminentemente más tarde, y que comenzaba ya a tener, le permitió no quedar pasmado como un tonto. Pero viendo aquel servicio de plata esmaltada, y los mil refinamientos de una mesa suntuosa, admirando por primera vez un servicio verificado sin meter ruido, era difícil, para un hombre de imaginación ardiente, el no preferir esta vida constantemente elegante a la vida de privaciones que por la mañana había querido abrazar. Su pensamiento lo llevó durante un momento a su casa de huéspedes, y le produjo tal horror que se juró abandonarla para el mes de enero, tanto por ir a vivir a una casa limpia como para huir de Vautrin, cuya mano poderosa sentía sobre sus hombros. Si se piensa en las mil formas que toma en París la corrupción, parlante o moda, un hombre de buen sentido se pregunta por qué aberración el Estado establece escuelas donde reúne a la gente joven, cómo se respeta a las mujeres bonitas, cómo el oro expuesto por los agentes de cambio no se escapa mágicamente de sus cestillas. Pero si, en cambio, se piensa que hay pocos ejemplos de crímenes y hasta delitos cometidos por jóvenes, ¡qué respeto no se debe sentir hacia esos pacientes Tántalos que se combaten a sí mismos y salen casi siempre victoriosos! Si se acertara a pintar la lucha del pobre estudiante con París, se acertaría con uno de los motivos más dramáticos de nuestra moderna civilización. La señora de Beauséant miraba en vano a Eugéne para invitarle a hablar; pero éste nada quiso decir en presencia del vizconde. 105 tr. Ellen Marriage went together to the dining-room, where the Vicomte was waiting for his wife. In the time of the Restoration the luxury of the table was carried, as is well known, to the highest degree, and M. de Beauseant, like many jaded men of the world, had few pleasures left but those of good cheer; in this matter, in fact, he was a gourmand of the schools of Louis XVIII. and of the Duc d’Escars, and luxury was supplemented by splendor. Eugene, dining for the first time in a house where the traditions of grandeur had descended through many generations, had never seen any spectacle like this that now met his eyes. In the time of the Empire, balls had always ended with a supper, because the officers who took part in them must be fortified for immediate service, and even in Paris might be called upon to leave the ballroom for the battlefield. This arrangement had gone out of fashion under the Monarchy, and Eugene had so far only been asked to dances. The self-possession which pre-eminently distinguished him in later life already stood him in good stead, and he did not betray his amazement. Yet as he saw for the first time the finely wrought silver plate, the completeness of every detail, the sumptuous dinner, noiselessly served, it was difficult for such an ardent imagination not to prefer this life of studied and refined luxury to the hardships of the life which he had chosen only that morning. His thoughts went back for a moment to the lodging-house, and with a feeling of profound loathing, he vowed to himself that at New Year he would go; prompted at least as much by a desire to live among cleaner surroundings as by a wish to shake off Vautrin, whose huge hand he seemed to feel on his shoulder at that moment. When you consider the numberless forms, clamorous or mute, that corruption takes in Paris, common-sense begins to wonder what mental aberration prompted the State to establish great colleges and schools there, and assemble young men in the capital; how it is that pretty women are respected, or that the gold coin displayed in the money-changer’s wooden saucers does not take to itself wings in the twinkling of an eye; and when you come to think further, how comparatively few cases of crime there are, and to count up the misdemeanors committed by youth, is there not a certain amount of respect due to these patient Tantaluses who wrestle with themselves and nearly always come off victorious? The struggles of the poor student in Paris, if skilfully drawn, would furnish a most dramatic picture of modern civilization. In vain Mme. de Beauseant looked at Eugene as if asking him to speak; the student was tongue-tied in the Vicomte’s presence. Balzac’s Goriot tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia tr. Ellen Marriage — Me menez-vous ce soir aux Italiens? demanda la vicomtesse à son mari. —¿Me llevas a los Italianos? —preguntó la vizcondesa a su marido. —¿Me lleváis esta noche a los Italianos? —preguntó la vizcondesa a su marido. “Are you going to take me to the Italiens this evening?” the Vicomtesse asked her husband. — Vous ne pouvez douter du plaisir que j’aurais à vous obéir, répondit-il avec une galanterie moqueuse dont l’étudiant fut la dupe, mais je dois aller rejoindre quelqu’un aux Variétés. —No puede dudar del placer que me causaría obedecerla —respondió, con una galantería burlona, que hizo mella en el estudiante—. Pero, tengo que ir a encontrarme con alguien, en las Varietés. —No se puede dudar del placer que tendría en obedecerla —respondió él con una burlona galantería, de la que [436] no se enteró el estudiante—; pero tengo una cita en Variedades. “You cannot doubt that I should obey you with pleasure,” he answered, and there was a sarcastic tinge in his politeness which Eugene did not detect, “but I ought to go to meet some one at the Varietes.” — Sa maîtresse, se dit-elle. — Vo u s n ’ a v e z d o n c p a s d’Ajuda ce soir? demanda le vicomte. — Non, répondit-elle avec humeur. —Su querida —se dijo ella. “His mistress,” said she to herself. —Su querida —se dijo ella. —¿Es que no tiene usted a d’Adjuda esta noche? —preguntó el vizconde. —¿De manera que esta noche no hay de Ajuda? —preguntó el vizconde. “Then, is not Ajuda coming for you this evening?” inquired the Vicomte. —No —respondió ella malhumorada. “No,” she answered, petulantly. —¡No! —contestó ella, de mal humor. — Eh bien! s’il vous faut absolument un bras, prenez celui de monsieur de Rastignac. —Bueno pues, si le es absolutamente imprescindible un brazo, tome el del señor de Rastignac. —Pues bien: si le es absolutamente indispensable un brazo, coja usted el del señor de Rastignac. “Very well, then, if you really must have an arm, take that of M. de Rastignac.” La vicomtesse regarda Eugène en souriant. La vizcondesa miró a Eugenio sonriendo: La vizcondesa miró a Eugéne sonriente y dijo: The Vicomtess turned to Eugene with a smile. — Ce sera bien compromettant pour vous, dit-elle. —Le ha puesto en un compromiso. —Para usted compromiso. un “That would be a very compromising step for you,” she said. — Le Français aime le péril, parce qu’il y trouve la gloire, a dit monsieur de Chateaubriand, répondit Rastignac en s’inclinant. —El francés ama el peligro porque en él encuentra la gloria, dice el señor de Chateaubriand —respondió Eugenio, inclinándose. —El francés ama el peligro porque encuentra en él la gloria, ha dicho Chateaubriand —respondió Rastignac inclinándose. “ ‘A Frenchman loves danger, because in danger there is glory,’ to quote M. de Chateaubriand,” said Rastignac, with a bow. Quelques moments après, il fut emporté près de madame de Beauséant, dans un coupé rapide, au théâtre à la mode, et crut à quelque féerie lorsqu’il entra dans une loge de face, et qu’il se vit le but de toutes les lorgnettes concurremment avec la vicomtesse, dont la toilette était délicieuse. Il marchait d’enchantements en enchantements. Momentos después, fue conducido, junto a la señora de Beauseant, en un cupé rápido, al teatro de moda. Creyó en hechizos y encantamientos, cuando se vio en un palco central y se sintió el b l a n c o d e t o d o s l o s impertinentes, junto a la vizcondesa, cuyo atuendo era delicioso. Iba de maravilla en maravilla. Algunos momentos después un cupé conducía a la vizcondesa y al estudiante rápidamente al teatro de moda. Cuando Rastignac entró en su palco y vio que, en unión de la vizcondesa, cuya toilette era deliciosa, era el blanco de los anteojos, le pareció aquello cosa de magia. Caminaba de encantamiento en encantamiento. A few moments later he was sitting beside Mme. de Beauseant in a brougham, that whirled them through the streets of Paris to a fashionable theatre. It seemed to him that some fairy magic had suddenly transported him into a box facing the stage. All the lorgnettes of the house were pointed at him as he entered, and at the Vicomtesse in her charming toilette. He went from enchantment to enchantment. — Vous avez à me parler, lui dit madame de Beauséant. Ah! tenez, voici madame de Nucingen à trois loges de la nôtre. Sa soeur et monsieur de Trailles sont de l’autre côté. —Usted tenía algo que decirme —le dijo la señora de Beauseant—. ¡Ah! Mire. La señora de Nucingen, a tres palcos del nuestro. Su hermana y el señor de Trailles, están en dirección contraria. —Usted tenía que hablarme. ¡Ah! ¡Qué casualidad! Ahí tiene a la señora de Nucingen, tres palcos más allá del nuestro. Su hermana y el señor de Trailles están al otro lado. “You must talk to me, you know,” said Mme. de Beauseant. “Ah! look! There is Mme. de Nucingen in the third box from ours. Her sister and M. de Trailles are on the other side.” En disant ces mots, la vicomtesse regardait la loge où devait être mademoiselle de Rochefide, et, n’y voyant pas monsieur d’Ajuda, sa figure prit un éclat extraordinaire. Diciendo estas palabras la vizcondesa miraba hacia el palco, donde debía encontrarse la señorita de Rochefide y, no viendo allí al señor d’Adjuda, su rostro adquirió un brillo extraordinario. Mientras decía esto, la vizcondesa miraba al palco en que debía estar la señorita Rochefide y, al no ver al señor de Ajuda, su fisonomía se animó extraordinariamente. The Vicomtesse glanced as she spoke at the box where Mlle. de Rochefide should have been; M. d’Ajuda was not there, and Mme. de Beauseant’s face lighted up in a marvelous way. — Elle est charmante, dit Eugène après avoir regardé madame de Nucingen. —Es encantadora —dijo Eugenio, después de haber mirado a la señora de Nucingen. [173] —Es encantadora —dijo Eugéne, después de haber mirado a la señora de Nucingen. “She is charming,” said Eugene, after looking at Mme. de Nucingen. — Elle a les cils blancs. — Oui, mais quelle jolie taille mince! es —Tiene las pestañas blancas. —Tiene las pestañas blancas. —Sí. ¡Pero qué maravilloso talle delgado! —Sí; pero ¡qué talle tan bonito, tan esbelto! “She has white eyelashes.” “Yes, but she has such a pretty slender figure!” — Elle a de grosses mains. —Tiene las manos grandes. —Tiene las manos grandes. “Her hands are large.” — Les beaux yeux! —Y unos ojos preciosos. —Pero ¡qué hermosos ojos! “Such beautiful eyes!” 106 Balzac’s Goriot — Elle a le visage en long. tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia —Tiene la cara muy larga. —Tiene la cara alargada. tr. Ellen Marriage “Her face is long.” — Mais la forme longue a de la distinction. — Cela est heureux pour elle qu’il y en ait là. Voyez comment elle prend et quitte son lorgnon! Le Goriot perce dans tous ses mouvements, dit la vicomtesse au grand étonnement d’Eugène. —Pero la forma alar gada tiene mucha distinción. —Pues vaya suerte que tiene entonces. Fíjese cómo coge y cómo se quita su impertinente. Lo Goriot rezuma en todos sus movimientos — dijo la vizondesa con gran asombro de Eugenio. —Eso mismo le da distinción. [437] —¡Tanto mejor para ella! Porque mire usted cómo coge el monóculo para quitárselo. Los Goriot aparecen en todos sus movimientos —dijo la vizcondesa con gran asombro de Eugéne. “ Ye s , b u t l e n g t h g i v e s d i s tinction.” “It is lucky for her that she has some distinction in her face. Just see how she fidgets with her opera-glass! The Goriot blood shows itself in every movement,” said the Vicomtesse, much to Eugene’s astonishment. En effet, madame de Beauséant lorgnait la salle et semblait ne pas faire attention à madame de Nucingen, dont elle ne perdait cependant pas un geste. L’assemblée était exquisément belle. Delphine de Nucingen n’était pas peu flattée d’occuper exclusivement le jeune, le beau, l’élégant cousin de madame de Beauséant, il ne regardait qu’elle. En efecto, la señora de Beauseant escudriñaba la sala con sus prismáticos y parecía no prestar atención a la señora de Nucingen de la que no se perdía ni un gesto. La concurrencia era exquisitamente bella. Delfina de Nucingen, no estaba poco halagada por ocupar, exclusivamente, al joven y elegante primo de la de Beauseant, no la miraba más que a ella. En efecto: la señora de Beauséant examinaba la sala con sus anteojos y, aunque parecía que no se fijaba en la señora de Nucingen, no la perdía, sin embargo, un solo gesto. El público era verdaderamente escogido. Delphine de Nucingen estaba satisfechísima de ocupar exclusivamente la atención del joven, guapo y elegante primo de la señora de Beauséant, que no miraba a ninguna otra. Indeed, Mme. de Beauseant seemed to be engaged in making a survey of the house, and to be unconscious of Mme. Nucingen’s existence; but no movement made by the latter was lost upon the Vicomtesse. The house was full of the loveliest women in Paris, so that Delphine de Nucingen was not a little flattered to receive the undivided attention of Mme. de Beauseant’s young, handsome, and welldressed cousin, who seemed to have no eyes for any one else. — Si vous continuez à la couvrir de vos regards, vous allez faire scandale, monsieur de Rastignac. Vous ne réussirez à rien, si vous vous jetez ainsi à la tête des gens. —Si sigue cubriéndola con sus miradas, va a dar un escándalo, señor de Rastignac. No logrará nada si se lanza así contra la cara de la gente. —Si continúa usted mirándola así va usted a escandalizar a la gente, señor de Rastignac. No triunfará nunca si se echa de ese modo sobre las gentes. “If you look at her so persistently, you will make people talk, M. de Rastignac. You will never succeed if you fling yourself at any one’s head like that.” — Ma chère cousine, dit Eugène, vous m’avez déjà bien protégé; si vous voulez achever votre ouvrage, je ne vous demande plus que de me rendre un service qui vous donnera peu de peine et me fera grand bien. Me voilà pris. —Mi querida prima —dijo Eugenio—. Usted me ha protegido mucho ya; si quiere terminar su obra, no le pido más que me haga un favor que le costará muy poco y me hará un gran bien. Estoy prendado. —Mi querida prima —dijo Eugéne—, usted me ha protegido ya; si quiere dar cima a su obra, no le pido más que un pequeño servicio, que a usted no le costará gran cosa y que a mí me hará un gran bien. Estoy enamorado. “My dear cousin,” said Eugene, “you have protected me indeed so far, and now if you would complete your work, I only ask of you a favor which will cost you but little, and be of very great service to me. I have lost my heart.” — Déjà? —¿Ya? —¿Ya? “Already!” — Oui. —Sí. —Sí. “Yes.” — Et de cette femme? —¿Y por esa mujer? —¿Y de esa mujer? “And to that woman!” — Mes prétentions seraient-elles donc écoutées ailleurs? dit-il en lançant un regard pénétrant à sa cousine. Madame la duchesse de Carigliano est attachée à madame la duchesse de Berry, reprit-il après une pause, vous devez la voir, ayez la bonté de me présenter chez elle et de m’amener au bal qu’elle donne lundi. J’y rencontrerai madame de Nucingen, et je livrerai ma première escarmouche. —¿Serían mis pretensiones oídas en otra parte? —dijo, echándole una mirada penetrante a su prima— . La señora duquesa de Carigliano es pariente de la señora duquesa de Barry —prosiguió, después de una pausa—,usted debe verla. Tenga la bondad de presentármela y de llevarme al baile que da, el lunes que viene, en su casa. Allí veré a la de Nucingen y libraré mi primera escaramuza. —¿Habría, acaso, alguna otra que escuchase mis pretensiones? —dijo Eugéne, lanzando una mirada penetrante a su prima—. La señora duquesa de Carigliano es parienta de la señora duquesa de Berri —repuso, después de una pausa—, y como usted tiene que verla, tenga la bondad de presentármela y de llevarme al baile que da el lunes. Allí encontraré a la señora de Nucingen y libraré la primera escaramuza. “How could I aspire to find any one else to listen to me?” he asked, with a keen glance at his cousin. “Her Grace the Duchesse de Carigliano is a friend of the Duchesse de Berri,” he went on, after a pause; “you are sure to see her, will you be so kind as to present me to her, and to take me to her ball on Monday? I shall meet Mme. de Nucingen there, and enter into my first skirmish.” — Volontiers, dit-elle. Si vous vous sentez déjà du goût pour elle, vos affaires de coeur vont très bien. Voici de Marsay dans la loge de la princesse Galathionne. Madame de Nucingen est au supplice, elle se dépite. Il n’y a pas de meilleur moment pour aborder une femme, surtout une femme de banquier. Ces dames de la Chaussée-d’Antin aiment toutes la vengeance. —De mil amores —dijo ella—. Si siente usted ya agrado por ella, sus asuntos de amor van viento en popa. Mire a de Marsay en el palco de la señora princesa Galathionne. La señora de Nucingen está sufriendo, está despechada. No hay mejor momento para abordar a una mujer, sobre todo a una mujer de banquero. A esas señoras de la Chaussée d’Antin les gusta la venganza, a todas. —Con mucho gusto —dijo la vizcondesa—. Si se siente usted ya inclinado hacia ella, sus asuntos sentimentales van muy bien. De Marsey está en el palco de la princesa Galathionne. La señora de Nucingen está pasando un verdadero suplicio, está despechada. No hay momento [438] mejor para abordar a una mujer, sobre todo a una mujer de banquero. A esas damas de la Calzada de Antin les gusta mucho la venganza. “Willingly,” she said. “If you have a liking for her already, your a ff a i r s o f t h e h e a r t a r e l i k e t o prosper. That is de Marsay over there in the Princesse G a l a t h i o n n e ’s b o x . M m e . d e Nucingen is racked with jealousy. There is no better time for approaching a woman, especially if she happens to be a banker ’s wife. All those ladies of the Chausseed’Antin love revenge.” 107 Balzac’s Goriot — Que feriez-vous donc, vous, en pareil cas? — Moi, je souffrirais en silence. tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia —¿Qué haría usted en similar circunstancia? —Usted ¿qué haría en un caso parecido? —Yo sufriría en silencio. —Sufriría en silencio. tr. Ellen Marriage “Then, what would you do yourself in such a case?” “I should suffer in silence.” En ce moment le marquis d’Ajuda se présenta dans la loge de madame de Beauséant. En aquel momento el marqués d’Adjuda se presentó en el palco de la señora de Beauseant. [174-5] En este momento el marqués de Ajuda se presentó en el palco de la señora de Beauséant. At this point the Marquis d’Ajuda appeared in Mme. de Beauseant’s box. — J’ai mal fait mes affaires afin de venir vous retrouver, dit-il, et je vous en instruis pour que ce ne soit pas un sacrifice. —He dejado mis asuntos abandonados para venir a verla, y se lo digo para que eso no sea un sacrificio. —He hecho mis asuntos de mala manera por venir a encontrarla — dijo— y se lo comunico para que eso no constituya un sacrificio. “I have made a muddle of my affairs to come to you,” he said, “and I am telling you about it, so that it may not be a sacrifice.” Les rayonnements du visage de la vicomtesse apprirent à Eugène à reconnaître les expressions d’un véritable amour, et à ne pas les confondre avec les simagrées de la coquetterie parisienne. Il admira sa cousine, devint muet et céda sa place à monsieur d’Ajuda en soupirant. «Quelle noble, quelle sublime créature est une femme qui aime ainsi! se dit-il. Et cet homme la trahirait pour une poupée! comment peut-on la trahir?» La irradiación del rostro de la vizcondesa enseñó a Eugenio a reconocer las expresiones de un amor verdadero y a no confundirlo con las muecas de la coquetería parisina. Admiró a su prima, enmudeció y le cedió el sitio al señor d’Adjuda suspirando «¡Qué noble, qué sublime criatura es una mujer, que ama de esta manera!», se dijo. «Y este hombre será capaz de traicionarla por una muñequita. ¿Cómo puede uno traicionarla?» El rostro radiante de la vizcondesa enseñó a Eugéne a reconocer las expresiones de un verdadero amor y a no confundirlas con las monadas de la coquetería parisiense. Admiró a su prima, se quedó mudo, y cedió su sitio al señor de Ajuda, suspirando. —¡Qué noble, qué sublime criatura es una mujer que ama así! —se dijo—. ¡Y este hombre la abandonará por esa muñeca! ¿Cómo puede hacer tal cosa? Eugene saw the glow of joy on the Vicomtesse’s face, and knew that this was love, and learned the difference between love and the affectations of Parisian coquetry. He admired his cousin, grew mute, and yielded his place to M. d’Ajuda with a sigh. “How noble, how sublime a woman is when she loves like that!” he said to himself. “And HE could forsake her for a doll! Oh! how could any one forsake her?” Il se sentit au coeur une rage d’enfant. Il aurait voulu se rouler aux pieds de madame de Beauséant, il souhaitait le pouvoir des démons afin de l’emporter dans son coeur, comme un aigle enlève de la plaine dans son aire une jeune chèvre blanche qui tette encore. Il était humilié d’être dans ce grand Musée de la beauté sans son tableau, sans une maîtresse à lui. Sintió en su corazón la furia de un niño. Hubiera querido echarse a los pies, de la señora de Beauseant, deseaba tener el poder de los demonios para poder triunfar en su corazón, como un águila se lleva, de la llanura hasta su nido, un cabritillo que todavía mama. Estaba humillado por estar en aquel museo de la belleza sin tener su cuadro, sin una querida para él. Sintió una rabia de niño. Hubiera querido echarse a los pies de la señora de Beauséant, y hubiera querido tener el poder de los demonios para lograr apoderarse de su corazón como un águila se remonta en los aires con un corderillo blanco, todavía mamón. Estaba humillado de estar en aquel gran museo de la belleza sin tener su cuadro propio, su querida. There was a boy’s passionate indignation in his heart. He could have flung himself at Mme. de Beauseant’s feet; he longed for the power of the devil if he could snatch her away and hide her in his heart, as an eagle snatches up some white yeanling from the plains and bears it to its eyrie. It was humiliating to him to think that in all this gallery of fair pictures he had not one picture of his own. « Avoir une maîtresse et une position quasi royale, se disait-il, c’est le signe de la puissance!» Et il regarda madame de Nucingen comme un homme insulté regarde son adversaire. La vicomtesse se retourna vers lui pour lui adresser sur sa discrétion raille remerciements dans un clignement d’yeux. Le premier acte était fini. «Tener una querida es una posición casi real», se decía. «Es el signo del poder.» Y miró a la señora de Nucingen, como un hombre insultado mira a su adversario. La vizcondesa se volvió hacia él para darle mil gracias por su discreción, con un guiño. El primer acto había terminado. —Tener una querida y una posición casi regia —se decía— es el signo del poderío. Y miró a la señora de Nucingen como un hombre ofendido mira a su adversario. La vizcondesa se volvió hacia él para mostrarle, con un guiño, el agradecimiento por su discreción. El primer acto había terminado. “To have a mistress and an almost royal position is a sign of power,” he said to himself. And he looked at Mme. de Nucingen as a man measures another who has insulted him. The Vicomtesse turned to him, and the expression of her eyes thanked him a thousand times for his discretion. The first act came to an end just then. — Vous connaissez assez madame de Nucingen pour lui présenter monsieur de Rastignac? dit-elle au marquis d’Ajuda. —¿Conoce bastante a la señora de Nucingen como para presentarle al señor de Rastignac? —le dijo al marqués d’Adjuda. —¿Conoce usted lo bastante a la señora de Nucingen para presentarle al señor de Rastignac? “Do you know Mme. de Nucingen well enough to present M. de Rastignac to her?” she asked of the Marquis d’Ajuda. — Mais elle sera charmée de voir monsieur, dit le marquis. —¡Pues claro! Ella estará encantada de conocer al señor —dijo el marqués. “She will be delighted,” said the Marquis. Le beau Portugais se leva, prit le bras de l’étudiant, qui en un clin d’oeil se trouva auprès de madame de Nucingen. El bello portugués se levantó, tomó el brazo del estudiante, que, en un abrir y cerrar de ojos se encontró junto a la señora de Nucingen. —¡Cómo! Y estará encantada de conocerle. [439] El guapo portugués se levantó y cogió el brazo del estudiante, quien en un abrir y cerrar de ojos, se encontró en presencia de la señora de Nucingen. — Madame la baronne, dit le marquis, j’ai l’honneur de vous présenter le chevalier Eugène de Rastignac, un cousin de la vicomtesse de Beauséant. Vous faites une si vive impression sur lui, que j’ai voulu compléter son bonheur en le rapprochant de son idole. —Señora baronesa —dijo el marqués—,tengo el honor de presentarle al caballero Eugenio de Rastignac, primo de la vizcondesa de Beauseant. Le habéis causado una impresión tan grande, que he querido completar su dicha acercándole a su ídolo. —Señora baronesa —dijo el marqués—,tengo el honor de presentarle al caballero Eugéne de Rastignac, primo de la vizcondesa de Beauséant. Le ha causado usted tan viva impresión que he querido completar su felicidad acercándolo a su ídolo. “Madame,” said the Marquis, “I have the honor of presenting to you the Chevalier Eugene de Rastignac; he is a cousin of Mme. de Beauseant’s. You have made so deep an impression upon him, that I thought I would fill up the measure of his happiness by bringing him nearer to his divinity.” 11 108 The handsome Portuguese rose as he spoke and took the student’s arm, and in another moment Eugene found himself in Mme. de Nucingen’s box. Balzac’s Goriot tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia tr. Ellen Marriage Ces mots furent dits avec un certain accent de raillerie qui en faisait passer la pensée un peu brutale, mais qui, bien sauvée, ne déplaît jamais à une femme. Madame de Nucingen sourit, et offrit à Eugène la place de son mari, qui venait de sortir. Esas palabras fueron dichas con cierto acento de guasa que hacía aceptar mejor la idea un poco brutal, pero que, bien expresada, no desagrada nunca a una mujer. La señora de Nucingen sonrió y ofreció a Eugenio la plaza de su marido, que acababa de salir. Estas palabras fueron dichas con un cierto acento de burla, que disimulaba el pensamiento un tanto brutal; pero que, bien sorteado, nunca desagrada a una mujer. La señora de Nucingen sonrió y ofreció a Eugéne el lugar de su marido, que acababa de salir. Words spoken half jestingly to cover their somewhat disrespectful import; but such an implication, if carefully disguised, never gives offence to a woman. Mme. de Nucingen smiled, and offered Eugene the place which her husband had just left. — Je n’ose pas vous proposer de rester près de moi, monsieur, lui ditelle. Quand on a le bonheur d’être auprès de madame de Beauséant, on y reste. —No me atrevo a rogarle que se quede conmigo. Cuando uno tiene la dicha de estar junto a la señora de Beauseant, uno permanece allí. —No me atrevo a decirle que se quede a mi lado, caballero —dijo ella—, porque cuando se tiene la dicha de estar al lado de la señora de Beauséant, se debe permanecer junto a ella. “I do not venture to suggest that you should stay with me, monsieur,” she said. “Those who are so fortunate as to be in Mme. de Beauseant’s company do not desire to leave it.” — Mais, lui dit à voix basse Eugène, il me semble, madame, que si je veux plaire à ma cousine, je demeurerai près de vous. Avant l’arrivée de monsieur le marquis, nous parlions de vous et de la distinction de toute votre personne, dit-il à haute voix. —Pero —le dijo Eugenio en voz baja—, me parece que si quiero darle gusto a mi prima, me quedaré aquí a su lado. Antes de la llegada del señor marqués hablábamos de usted, de la distinción de toda su persona — dijo en voz alta. —Pero me parece —le dijo Eugéne en voz baja—, me parece, señora, que si quiero agradar a mi prima debo permanecer a su lado. Antes de que llegara el marqués hablábamos de usted y de su extraordinaria distinción — dijo ya en voz alta. “Madame,” Eugene said, lowering his voice, “I think that to please my cousin I should remain with you. Before my lord Marquis came we were speaking of you and of your exceedingly distinguished appearance,” he added aloud. Monsieur d’Ajuda se retira. El señor d’Adjuda se retiró. El señor de Ajuda se retiró. M. d’Ajuda turned and left them. — Vraiment, monsieur, dit la baronne, vous allez me rester? Nous ferons donc connaissance, madame de Restaud m’avait déjà donné le plus vif désir de vous voir. —¿De verdad se va a quedar conmigo, señor? —dijo la baronesa—, [176] entonces trabaremos amistad. La señora de Restaud me había inspirado ya el más vivo deseo de conocerle. —¿Es de veras, caballero, que se va usted a quedar? Trabaremos así amistad. La señora de Restaud me ha hablado de usted y tenía grandes ganas de verle. “Are you really going to stay with me, monsieur?” asked the Baroness. “Then we shall make each other’s acquaintance. Mme. de Restaud told m e a b o u t y o u , a n d h a s m a d e m e anxio u s t o m e e t y o u . ” — Elle est donc bien fausse, elle m’a fait consigner à sa porte. —Pues es bien falsa. Me ha cerrado su puerta. —¡Qué falsa!, después de haberme cerrado la puerta de su casa. “She must be very insincere, then, for she has shut her door on me.” — Comment? — Madame, j’aurai la conscience de vous en dire la raison; mais je réclame toute votre indulgence en vous confiant un pareil secret. Je suis le voisin de monsieur votre père. J’ignorais que madame de Restaud fût sa fille. J’ai eu l’imprudence d’en parler fort innocemment, et j’ai fâché madame votre soeur et son mari. Vous ne sauriez croire combien madame la duchesse de Langeais et ma cousine ont trouvé cette apostasie filiale de mauvais goût. Je leur ai raconté la scène, elles en ont ri comme des folles. Ce fut alors qu’en faisant un parallèle entre vous et votre soeur, madame de Beauséant me parla en fort bons termes, et me dit combien vous étiez excellente pour mon voisin, monsieur Goriot. Comment, en effet, ne l’aimeriez-vous pas? il vous adore si passionnément que j’en suis déjà jaloux. Nous avons parlé de vous ce matin pendant deux heures. Puis, tout plein de ce que votre père m’a raconté, ce soir en dînant avec ma cousine, je lui disais que vous ne pouviez pas être aussi belle que vous étiez aimante. Voulant sans doute favoriser une si chaude admiration, madame de Beauséant m’a amené ici, en me disant avec sa grâce habituelle que je vous y verrais. —¿Cómo? —¿Cómo? —Señora, tendré la franqueza de decirle la razón; pero reclamo toda su indulgencia al confiarle semejante secreto. Soy el vecino de su señor padre. Ignoraba que la señora de Restaud fuera su hija. Cometí la imprudencia de hablar de él muy inocentemente, y he enojado a vuestra señora hermana y a su marido. No podría usted creer de qué mal gusto les ha parecido esta apostaría filial a la señora duquesa de Langeais y a mi prima. Les conté la escena y se rieron como locas. Fue entonces cuando haciendo un paralelo entre usted y su hermana, la señora de Beauseant me dijo de usted cosas inmejorables y me dijo cuán excelente era para mi vecino, el señor Goriot. Pero, ¿cómo no iba a quererle? La adora tan apasionadamente, que ya me siento celoso. Esta mañana hemos hablado de usted durante dos horas. Después, todo lleno de lo que él me ha contado, esta noche, cenando en casa de mi prima, le decía yo, que no podía ser usted tan bella como cariñosa. Queriendo, sin duda, favorecer una admiración tan cálida, la señora de Beauseant me ha traído aquí, diciéndome con su gracia habitual que la vería a usted. —Señora, voy a tener la sinceridad de contarle la causa; pero reclamo toda su indulgencia al confiarle un secreto así. Soy vecino de su señor padre. Ignoraba que la señora de Restaud fuera su hija. Cometí la imprudencia de hablarle de él, con completa inocencia, y provoqué el [440] enojo de su hermana de usted y de su marido. No se puede usted figurar del mal gusto que la duquesa de Langeais y mi prima han encontrado esta apostasía filial. Les conté la escena y se echaron a reír como locas. Y fue entonces cuando, haciendo un paralelo entre usted y su hermana, la señora de Beauséant me habló. de usted en términos altamente elogiosos y me dijo lo buena que era con mi vecino, el señor Goriot. ¿Cómo, en efecto, podría usted no amarle? El la adora a usted tan apasionadamente, que yo estoy ya celoso. Hemos hablado dos horas esta mañana de usted. Después, henchido de las cosas que su padre me había contado, esta noche, comiendo en casa de mi prima, le he dicho que no podía usted ser tan bella como buena. Queriendo, sin duda, favorecer tan ardiente admiración, la señora de Beauséant me ha traído al teatro, diciéndome, con su gracia habitual, que la vería. 109 “What?” “Madame, I will tell you honestly the reason why; but I must crave your indulgence before confiding such a secret to you. I am your father ’s neighbor; I had no idea that Mme. de Restaud was his daughter. I was rash enough to mention his name; I meant no harm, but I annoyed your sister and her husband very much. You cannot think how severely the Duchesse de Langeais and my cousin blamed this apostasy on a daughter’s part, as a piece of bad taste. I told them all about it, and they both burst out laughing. Then Mme. de Beauseant made some comparison between you and your sister, speaking in high terms of you, and saying how very fond you were of my neighbor, M. Goriot. And, indeed, how could you help loving him? He adores you so passionately that I am jealous already. We talked about you this morning for two hours. So this evening I was quite full of all that your father had told me, and while I was dining with my cousin I said that you could not be as beautiful as affectionate. Mme. de Beauseant meant to gratify such warm admiration, I think, when she brought me here, telling me, in her gracious way, that I should see you.” Balzac’s Goriot tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia tr. Ellen Marriage — Comment, monsieur, dit la femme du banquier, je vous dois déjà de la reconnaissance? Encore un peu, nous allons être de vieux amis. —¿Cómo señor? —dijo la mujer del banquero—. ¿Tengo ya motivos para estarle agradecida? Dentro de nada seremos grandes amigos. —¿De modo, caballero dijo la mujer del banquero—, que ya le tengo motivos de agradecimiento? Un poco más y seremos como antiguos amigos. “Then, even now, I owe you a debt of gratitude, monsieur,” said the banker’s wife. “We shall be quite old friends in a little while.” — Quoique l’amitié doive être près de vous un sentiment peu vulgaire, dit Rastignac, je ne veux jamais être votre amie. —Aunque la amistad debe a su lado un sentimiento poco vulgar — dijo Rastignac— No quiero, por nada del mundo, ser sólo su amigo. —Aunque la amistad en usted debe de ser un sentimiento poco vulgar —dijo Rastignac— no quiero jamás ser su amigo. “Although a friendship with you could not be like an ordinary friendship,” said Rastignac; “I should never wish to be your friend.” Ces sottises stéréotypées à l’usage des débutants paraissent toujours charmantes aux femmes, et ne sont pauvres que lues à froid. Le geste, l’accent, le regard d’un jeune homme, leur donnent d’incalculables valeurs. Madame de Nucingen trouva Rastignac charmant. Puis, comme toutes les femmes, ne pouvant rien dire à des questions aussi drûment posées que l’était celle de l’étudiant, elle répondit à une autre chose. Estas majaderías estereotipadas, al uso de los debutantes, parecen siempre encantadoras a las mujeres y sólo resultan pobres leídas en frío. El gesto, la mirada, el acento de un hombre joven les dan un valor incalculable. Rastignac le pareció encantador a la señora de Nucingen. Después, no pudiendo, como todas las mujeres, responder nada a cuestiones formuladas tan crudamente como lo había sido la del estudiante, se salió por la tangente. Estas tonterías estereotipadas para el uso de los principiantes parecen siempre encantadoras a las mujeres, y solamente leídas con frialdad pueden parecer pobres de ingenio. El gesto, el acento, la mirada de un joven les da valores incalculables. La señora de Nucingen encontró a Rastignac adorable, y no sabiendo cómo responder a cuestiones tan claramente planteadas como las del estudiante, hacía lo que se hace siempre en estos casos: hablar de otra cosa. Such stereotyped phrases as these, in the mouths of beginners, possess an unfailing charm for women, and are insipid only when read coldly; for a young man’s tone, glance and attitude give a surpassing eloquence to the banal phrases. Mme. de Nucingen thought that Rastignac was adorable. Then, woman-like, being at a loss how to reply to the student’s outspoken admiration, she answered a previous remark. — Oui, ma soeur se fait tort par la manière dont elle se conduit avec ce pauvre père, qui vraiment a été pour nous un dieu. Il a fallu que monsieur de Nucingen m’ordonnât positivement de ne voir mon père que le matin, pour que je cédasse sur ce point. Mais j’en ai longtemps été b i e n m a l h e u r e u s e . J e p l e u r a i s. Ces violences, venues après les brutalités du mariage, ont été l’une des raisons qui troublèrent le plus mon ménage. Je suis certes la femme de Paris la plus heureuse aux yeux du monde, la plus malheureuse en réalité. Vous allez me trouver folle de vous parler ainsi. Mais vous connaissez mon père, et, à ce titre, vous ne pouvez pas m’être étranger. —Sí, mi hermana se perjudica por la manera de comportarse con ese pobre padre, que verdaderamente ha sido para nosotras como un dios. Ha sido preciso que el señor de Nucingen me ordenara sin ambages, que no viera a mi padre más que por la mañana, para que yo cediese sobre ese particular. Pero me he sentido desgraciada por ello durante mucho tiempo. Lloraba. Esas violencias, venidas después de las brutalidades del matrimonio, han sido una de las razones que más han turbado mi hogar. Soy, [177] ciertamente, la mujer más feliz de París, a los ojos del mundo, la más desgraciada en realidad. Va a creer que estoy loca por hablarle así. Pero usted conoce a mi padre, y, a ese título, no puede ser un extraño para mí. —Sí, efectivamente, mi hermana no tiene razón para conducirse de la manera que se conduce con nuestro pobre padre, que para nosotras ha sido verdaderamente un [441] dios. Fue necesario que el señor de Nucingen me ordenara terminantemente que viniera mi padre a verme tan sólo por las mañanas, para que yo cediera. Pero he estado triste mucho tiempo. Lloraba. Esas violencias que vinieron después de las brutalidades del matrimonio han sido una de las causas que más han turbado mi hogar. Soy, seguramente, a los ojos de las gentes, la mujer más feliz de París; en realidad soy la más desgraciada. A usted le parecerá que estoy loca porque le hablo así. Pero usted conoce a mi padre, y solamente por eso le hablo con toda confianza. “Yes, it is very wrong of my sister to treat our poor father as she does,” she said; “he has been a Providence to us. It was not until M. de Nucingen positively ordered me only to receive him in the mornings that I yielded the point. But I have been u n h a p p y about it for a long while; I have shed many tears over it. This violence to my feelings, with my husband’s brutal treatment, have been two causes of my unhappy married life. There is certainly no woman in Paris whose lot seems more enviable than mine, and yet, in reality, there is not one so much to be pitied. You will think I must be out of my senses to talk to you like this; but you know my father, and I cannot regard you as a stranger.” — Vous n’avez jamais rencontré personne, lui dit Eugène, qui soit animé d’un plus vif désir de vous appartenir. Que cherchez-vous toutes? le bonheur, reprit-il d’une voix qui allait à l’âme. Eh bien! si, pour une femme, le bonheur est d’être aimée, adorée, d’avoir un ami à qui elle puisse confier ses désirs, ses fantaisies, ses chagrins, ses joies; se montrer dans la nudité de son âme, avec ses jolis défauts et ses belles qualités, sans craindre d’être trahie; croyez-moi, ce coeur dévoué, toujours ardent, ne peut se rencontrer que chez un homme jeune, plein d’illusions, qui peut mourir sur un seul de vos signes, qui ne sait rien encore du monde et n’en veut rien savoir, parce que vous devenez le monde pour lui. Moi, voyez-vous, vous allez rire de ma naïveté, j’arrive du fond d’une province, entièrement —Usted no habrá encontrado jamás una persona —le dijo Eugenio— que se encuentre animada por un mayor deseo de pertenecerle. ¿Qué buscan todas ustedes? La felicidad —prosiguió él, con una voz que llegaba al alma—. Pues bien, sí, para una mujer, la felicidad consiste en ser amada, adorada, tener un amigo a quien ella pueda confiarle todos sus deseos, sus caprichos, sus penas, sus alegrías; mostrársele con el alma desnuda, con sus encantadores defectos, y sus buenas cualidades, sin miedo a ser traicionada. Créame, ese corazón devoto, siempre ardiente, no puede encontrarse más que en un hombre joven, lleno de ilusiones que puede morir a una señal vuestra, que todavía no sabe nada del mundo y que no quiere saber nada de él, porque usted es todo el mundo para él. Yo, se va a reír de mi ingenuidad, acabo de llegar del fon- —Jamás habrá encontrado usted nadie con un deseo más firme de ser suyo. ¿Qué es lo que todas las mujeres buscan? La felicidad —repuso Eugéne con una voz que llegaba al alma—. Pues bien: si para una mujer la felicidad consiste en ser amada, adorada, tener un amigo a quien poder confiar sus deseos, sus fantasías, sus penas, sus alegrías; mostrarse con el alma completamente desnuda, con sus encantadores defectos y sus hermosas cualidades, sin temor de ser traicionada, créame usted, ese corazón desinteresado, siempre ardiente, no puede encontrarse más que en un hombre joven, lleno de ilusiones capaz de morir por un solo gesto de ella; en un joven que no sepa nada del mundo, y que nada quiera saber porque usted será para él el mundo entero. Yo, ya ve usted, se va usted a reír de mi ingenuidad: llego del fondo de una pro- “You will find no one,” said Eugene, “who longs as eagerly as I do to be yours. What do all women seek? Happiness.” (He answered his own question in low, vibrating tones.) “And if happiness for a woman means that she is to be loved and adored, to have a friend to whom she can pour out her wishes, her fancies, her sorrows and joys; to whom she can lay bare her heart and soul, and all her fair defects and her gracious virtues, without fear of a betrayal; believe me, the devotion and the warmth that never fails can only be found in the heart of a young man who, at a bare sign from you, would go to his death, who neither knows nor cares to know anything as yet of the world, because you will be all the world to him. I myself, you see (you will laugh at my simplicity), have just come from a remote country district; I am quite new to this world of Paris; I have only 110 Balzac’s Goriot 12 tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia tr. Ellen Marriage neuf, n’ayant connu que de belles âmes, et je comptais rester sans amour. Il m’est arrivé de voir ma cousine, qui m’a mis trop près de son coeur; elle m’a fait deviner les mille trésors de la passion, je suis, comme Chérubin, l’amant de toutes les femmes, en attendant que je puisse me dévouer à quelqu’une d’entre elles. En vous voyant, quand je suis entré, je me suis senti porté vers vous comme par un courant. J’avais déjà tant pensé à vous! Mais je ne vous avais pas rêvée aussi belle que vous l’êtes en réalité. Madame de Beauséant m’a ordonné de ne pas vous tant regarder. Elle ne sait pas ce qu’il y a d’attrayant à voir vos jolies lèvres rouges, votre teint blanc, vos yeux si doux. Moi aussi, je vous dis des folies, mais laissez-les-moi dire. do de una provincia, y pecando de novato, no habiendo conocido más que bellísimas personas, creía que me iba a quedar sin amor. Pero sucedió que vi a mi prima, que me puso demasiado cerca de su corazón; ella me ha hecho adivinar los mil tesoros de la pasión. Soy como Querubín (52), el amante de todas las mujeres, mientras no encuentre a la que me pueda dedicar por entero. Al verla cuando entré, me he sentido atraído hacia usted como por una corriente. Había pensado ya tanto en usted. Pero yo no la había soñado tan bella como es en la realidad. La señora de Beauseant me ha ordenado no mirarla a usted tanto. No sabe lo que hay de atractivo en sus labios rojos, su tez blanca, sus ojos tan dulces. Yo también le digo a usted locuras, pero déjeme decírselas. vincia, completamente limpio, habiendo conocido únicamente almas nobles, y creía poder permanecer sin amor. Pero va a mi prima, que dio pruebas de tanto cariño que me ha hecho adivinar los mil tesoros de la pasión. Soy, como Querubín, el amante de todas las mujeres, mientras espero poder ser únicamente de una. Cuando la he visto, al entrar, me he sentido atraído hacia usted como un imán. ¡Había pensado ya tanto en usted! Pero no me la había [442] imaginado tan hermosa como es usted en realidad. La señora de Beauséant me ha ordenado que no la mirara tanto. Es que no sabe el enorme atractivo que hay en contemplar sus bonitos labios rojos, su tez blanca, sus ojos tan dulces... También yo le digo locuras, pero déjeme usted que se las diga. known true and loving hearts; and I made up my mind that here I should find no love. Then I chanced to meet my cousin, and to see my cousin’s heart from very near; I have divined the inexhaustible treasures of passion, and, like Cherubino, I am the lover of all women, until the day comes when I find THE woman to whom I may devote myself. As soon as I saw you, as soon as I came into the theatre this evening, I felt myself borne towards you as if by the current of a stream. I had so often thought of you already, but I had never dreamed that you would be so beautiful! Mme. de Beauseant told me that I must not look so much at you. She does not know the charm of your red lips, your fair face, nor see how soft your eyes are. . . . I also am beginning to talk nonsense; but let me talk.” Rien ne plaît plus aux femmes que de s’entendre débiter ces douces paroles. La plus sévère dévote les écoute, même quand elle ne doit pas y répondre. Après avoir ainsi commencé, Rastignac défila son chapelet d’une voix coquettement sourde; et madame de Nucingen encourageait Eugène par des sourires en regardant de temps en temps de Marsay, qui ne quittait pas la loge de la princesse Galathionne. Rastignac resta près de madame de Nucingen jusqu’au moment où son mari vint la chercher pour l’emmener. Nada agrada tanto a una mujer como oír que le digan lindas palabras. La más severa devota las escucha, aunque no vaya a responder a ellas. Después de haber comenzado de este modo, Rastignac fue desgranando su rosario, con la voz coquetamente ronca. La señora de Nucingen le animaba con sonrisas, mirando, de vez en cuando, al señor de Marsay, que no abandonaba el palco de la señora princesa de Galathionne. Rastignac se quedó junto a [178] la señora de Nucingen hasta el momento en que su marido vino a buscarla para llevársela a casa. Nada agrada tanto a las mujeres como dejarse acariciar por esas cariñosas palabras. La más honesta las escucha, aunque no deba responderlas. Después de este comienzo, Rastignac continuó su rosario con una voz coquetonamente apagada, y la señora de Nucingen le animaba con sus sonrisas, mirando de tiempo en tiempo a De Marsey, que no abandonaba el palco de la princesa Galathionne. Rastignac permaneció junto a la señora de Nucingen hasta que su marido vino a buscarla para salir. Nothing pleases a woman better than to listen to such whispered words as these; the most puritanical among them listens even when she ought not to reply to them; and Rastignac, having once begun, continued to pour out his story, dropping his voice, that she might lean and listen; and Mme. de Nucingen, smiling, glanced from time to time at de Marsay, who still sat in the Princesse Galathionne’s box. Rastignac did not leave Mme. de Nucingen till her husband came to take her home. — Madame, lui dit Eugène, j’aurai le plaisir de vous aller voir avant le bal de la duchesse de Carigliano. —Señora —le dijo Eugenio—, tendré el placer de verla, antes del baile de la duquesa de Carigliano. —Señora —le dijo Eugéne—, tendré el placer de ir a verla antes del baile de la duquesa de Carigliano. “Madame,” Eugene said, “I shall have the pleasure of calling upon you before the Duchesse de Carigliano’s ball.” — Puisqui matame fous encache, dit le baron, épais Alsacien dont la figure ronde annonçait une dangereuse finesse, fous êtes sir d’être pien essi. —Buesto que la señora le infita (53) —dijo el barón, grueso alsaciano, cuyo rostro anunciaba una sagacidad peligrosa— buede esdar securo de ser pien resipido. —Puesto que le invita la señoga — dijo el barón, un alsaciano cerrado, cuya faz redonda anunciaba una peligrosa sagacidad—, puede estag segurro de seg bien gecibido. “If Matame infites you to come,” said the Baron, a thickset Alsatian, with indications of a sinister cunning in his fullmoon countenance, “you are quide sure of being well receifed.” — Mes affaires sont en bon train, car elle ne s’est pas bien effarouchée en m’entendant lui dire: « M’aimerez-vous bien? « Le mors est mis à ma bête, sautons dessus et gouvernons-la, se dit Eugène en allant saluer madame de Beauséant qui se levait et se retirait avec l’Ajuda. Le pauvre étudiant ne savait pas que la baronne était distraite, et attendait de de Marsay une de ces lettres décisives qui déchirent l’âme. Tout heureux de son faux succès, Eugène accompagna la vicomtesse jusqu’au péristyle, où chacun attend sa voiture. «Mis negocios van que vuelan, puesto que ella no se ha asustado al oírme decirle: ¿me querrá usted? Mi caballo ya tiene el bocado puesto. Saltemos encima y manejémoslo» se dijo Eugenio, dirigiéndose a saludar a la señora de Beauseant, que se levantaba y se retiraba con d’Adjuda. El p o b r e e s t u d i a n t e , n o s a b í a q u e la baronesa estaba distraída y que e s p e r a b a d e d e M a r s a y, u n a d e esas cartas definitivas que desgarran el alma. Muy feliz por su falso éxito, Eugenio acompañó a la vizcondesa hasta el peristilo, donde cada uno espera su coche. —Esto va bien, puesto que no se me ha enfadado cuando le he dicho: «¿Me amaría usted de veras?» El caballo tiene puesto el bocado; saltemos sobre él, y sepamos dirigirlo—se dijo Eugéne mientras iba a saludar a la señora de Beauséant, que en aquel momento se levantaba y se iba con Ajuda. El pobre estudiante no sabía que la baronesa estaba distraída, que esperaba de De Marsey una de esas cartas decisivas que desgarran el corazón. Satisfecho de su falso éxito, Eugéne acompañó a la vizcondesa hasta el peristilo, donde cada cual esperaba su coche. “My affairs seem to be in a promising way,” said Eugene to himself.—” ‘Can you love me?’ I asked her, and she did not resent it. The bit is in the horse’s mouth, and I have only to mount and ride;” and with that he went to pay his respects to Mme. de Beauseant, who was leaving the theatre on d’Ajuda’s arm. The student did not know that the Baroness’ thoughts had been wandering; that she was even then expecting a letter from de Marsay, one of those letters that bring about a rupture that rends the soul; so, happy in his delusion, Eugene went with the Vicomtesse to the peristyle, where people were waiting till their carriages were announced. — Votre cousin ne se ressemble plus à lui-même, dit le Portugais en riant à la vicomtesse quand Eugène les eut quittés. Il va faire sauter la banque. Il est —Su primo no parece la misma persona —dijo el portugués riendo a la vizcondesa, cuando Eugenio los dejó solos. —Va a hacer saltar la banca. Es ágil —Su primo no parece el mismo—dijo el portugués a la vizcondesa cuando Eugéne se fue—. Va a hacer quebrar [443] el Banco. Es “That cousin of yours is hardly recognizable for the same man,” said the Portuguese laughingly to the Vicomtesse, when Eugene had taken leave of them. “He will break the bank. He is as supple 111 Balzac’s Goriot tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia tr. Ellen Marriage souple comme une anguille, et je crois qu’il ira loin. Vous seule avez pu lui trier sur le volet une femme au moment où il faut la consoler. como una anguila, y creo que llegará lejos. Sólo usted le ha podido poner a tiro una mujer en el momento en que precisa que la consuelen. flexible como una anguila y me parece que irá lejos. Solamente usted ha podido encontrarle una mujer en el momento que ésta necesitaba consuelo. as an eel; he will go a long way, of that I am sure. Who else could have picked out a woman for him, as you did, just when she needed consolation?” — Mais, dit madame de Beauséant, il faut savoir si elle aime encore celui qui l’abandonne. —Pero —dijo la señora de Beauseant—, habría que saber si ella no ama todavía al que la abandona. —Pero hay que saber si ella ama todavía al que la abandona. “But it is not certain that she does not still love the faithless lover,” said Mme. de Beauseant. L’étudiant revint à pied du Théâtre-Italien à la rue Neuve-Sainte-Geneviève, en faisant les plus doux projets. Il avait bien remarqué l’attention avec laquelle madame de Restaud l’avait examiné, soit dans la loge de la vicomtesse, soit dans celle de madame de Nucingen, et il présuma que la porte de la comtesse ne lui serait plus fermée. Ainsi déjà quatre relations majeures, car il comptait bien plaire à la maréchale, allaient lui être acquises au coeur de la haute société parisienne. Sans trop s’expliquer les moyens, il devinait par avance que, dans le jeu compliqué des intérêts de ce monde, il devait s’accrocher à un rouage pour se trouver en haut de la machine, et il se sentait la force d’en enrayer la roue. «Si madame de Nucingen s’intéresse à moi, je lui apprendrai à gouverner son mari. Ce mari fait des affaires d’or, il pourra m’aider à ramasser tout d’un coup une fortune.» El estudiante volvió a pie del Teatro Italiano hasta la calle nueva de Sainte-Geneviève, haciendo los más dulces proyectos. Había notado muy bien la atención con la que le había examinado la señora de Restaud, tanto en el palco de la vizcondesa, como en el de la señora de Nucingen, y presumió que la puerta de la condesa ya no iba a permanecer cerrada para él. Así, que ya tenía cuatro relaciones mayores (pues él estaba seguro de gustarle a la maríscala) adquiridas en el corazón de la alta sociedad parisina. Sin explicarse muy bien por qué, adivinaba de antemano que, en el juego complicado de aquel mundo, tenía que agarrarse a un engranaje para encontrarse en la parte alta de la máquina, y se sentía capaz de entorpecer la rueda. «Si la señora de Nucingen se interesa por mí, le enseñaré a gobernar a su marido. Ese marido hace pingües negocios. Él podrá ayudarme a amasar de golpe una fortuna.» El estudiante volvió a pie del Teatro Italiano a la calle Neuve-SainteGeneviève, imaginando los proyectos más halagadores. Había notado la atención con que la señora de Restaud le había examinado, lo mismo en el palco de la vizcondesa que en el de la señora de Nucingen, y presumió que la puerta de la condesa no continuaría cerrada para él. Así que iba a tener cuatro grandes relaciones, puesto que contaba con agradar a la maríscala, en el corazón de la alta sociedad parisiense. Adivinaba, sin explicarse demasiado los medios con que podía en el complicado enredo de los intereses de este mundo, que debía agarrarse a una de sus ruedas para encontrarse en lo más elevado de la máquina, y se sentía con fuerzas suficientes. —Si la señora de Nucingen se interesa por mí, yo le enseñaré a gobernar a su marido, y como éste es banquero podrá ayudarme a reunir rápidamente una fortuna. The student meanwhile walked back from the Theatre-Italien to the Rue NeuveSainte-Genevieve, making the most delightful plans as he went. He had noticed how closely Mme. de Restaud had scrutinized him when he sat beside Mme. de Nucingen, and inferred that the Countess’ doors would not be closed in the future. Four important houses were now open to him—for he meant to stand well with the Marechale; he had four supporters in the inmost circle of society in Paris. Even now it was clear to him that, once involved in this intricate social machinery, he must attach himself to a spoke of the wheel that was to turn and raise his fortunes; he would not examine himself too curiously as to the methods, but he was certain of the end, and conscious of the power to gain and keep his hold. “If Mme. de Nucingen takes an interest in me, I will teach her how to manage her husband. That husband of hers is a great speculator; he might put me in the way of making a fortune by a single stroke.” Il ne se disait pas cela crûment, il n’était pas encore assez politique pour chiffrer une situation, l’apprécier et la calculer; ces idées flottaient à l’horizon sous la forme de légers nuages, et, quoiqu’elles n’eussent pas l’âpreté de celles de Vautrin, si elles avaient été soumises au creuset de la conscience, elles n’auraient rien donné de bien pur. Les hommes arrivent, par une suite de transactions de ce genre, à cette morale relâchée que professe l’époque actuelle, où se rencontrent plus rarement que dans aucun temps ces hommes rectangulaires, ces belles volontés qui ne se plient jamais au mal, à qui la moindre déviation de la ligne droite semble être un crime: magnifiques images de la probité qui nous ont valu deux chefs-d’oeuvre, Alceste de Molière, puis récemment Jenny Deans et son père, dans l’oeuvre de Walter Scott. Peut-être l’oeuvre opposée, la peinture des sinuosités dans lesquelles un homme du monde, un ambitieux fait rouler sa conscience, en essayant de côtoyer le mal, afin d’arriver à son but en gardant les apparences, ne serait-elle ni moins belle, ni moins dramatique. En atteignant au seuil de sa pension, Rastignac s’était épris de madame de Nucingen, elle lui avait paru svelte, Esto no se lo decía crudamente, no era todavía lo bastante [179] político como para evaluar una situación, apreciarla y calcularla; esas ideas flotaban en el horizonte en forma de ligeras nubes, y, aunque no tuvieran la aspereza de las de Vautrin, si hubieran sido sometidas al examen de la conciencia, no habrían dado nada demasiado limpio. Por una serie de transacciones semejantes, llegan los hombres a esa moral relajada, que profesa la época actual, donde se encuentran con más dificultad que en ninguna otra época hombres rectos, voluntades que no se pliegan jamás ante el mal, para quienes la más mínima desviación de la línea recta, es un crimen: magníficas imágenes de la probidad, que nos han valido dos obras maestras: Alceste de Molière y, más recientemente, Jenny Deans y su padre en la obra de Walter Scott (54). Quizás la obra opuesta, la pintura de las sinuosidades en las que, un hombre de mundo hace rodar su conciencia, intentando bordear el mal, para llegar a su meta guardando las apariencias, no sería ni menos bella, ni menos dramática. Al llegar al umbral de su pensión, Rastignac se había enamorado ya, de la señora de Nucingen, ella le había parecido esbelta, fina como una go- Todo esto no se lo decía con tanta crudeza, porque aún no era lo suficientemente político para cifrar una situación, apreciarla y calcularla. Sus ideas flotaban en el horizonte bajo la forma de ligeras nubes, y aunque no tenían la aspereza de las de Vautrin, si hubieran estado sometidas al crisol de la conciencia no hubieran dado nada puro. Los hombres llegan por una serie de transacciones de este género a esa moral relajada que profesa la época actual, en la que se encuentran, con más dificultad que en ninguna otra, esos hombres rectilíneos, esas voluntades firmes que no se doblegan jamás al mal, y para quienes la menor desviación de la línea recta es un crimen: ejemplos magníficos de probidad que nos han dado algunas obras [444] maestras, tal como el Alceste de Molière, y más recientemente Jenny Deans y su padre en la obra de Walter Scott. Quizá la obra contraria, la pintura de las sinuosidades por las cuales un hombre de mundo, un ambicioso hace rodar a su conciencia, ensayando el modo de sortear el mal, con el fin de llegar al mismo guardando las formas, no sería menos bella ni menos dramática. Al llegar a la puerta de la posada, Rastignac se había enamorado de la señora de Nucingen; le parecía esbel- He did not say this bluntly in so many words; as yet, indeed, he was not sufficient of a diplomatist to sum up a situation, to see its possibilities at a glance, and calculate the chances in his favor. These were nothing but hazy ideas that floated over his mental horizon; they were less cynical than Vautrin’s notions; but if they had been tried in the crucible of conscience, no very pure result would have issued from the test. It is by a succession of such like transactions that men sink at last to the level of the relaxed morality of this epoch, when there have never been so few of those who square their courses with their theories, so few of those noble characters who do not yield to temptation, for whom the slightest deviation from the line of rectitude is a crime. To these magnificent types of uncompromising Right we owe two masterpieces—the Alceste of Moliere, and, in our own day, the characters of Jeanie Deans and her father in Sir Walter Scott’s novel. Perhaps a work which should chronicle the opposite course, which should trace out all the devious courses through which a man of the world, a man of ambitions, drags his conscience, just steering clear of crime that he may gain his end and yet save appearances, such a chronicle would be no less edifying and no less dramatic. Rastignac went home. He was fascinated by Mme. de Nucingen; he seemed to see her before him, slender and graceful as 112 Balzac’s Goriot tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia tr. Ellen Marriage fine comme une hirondelle. L’enivrante douceur de ses yeux, le tissu délicat et soyeux de sa peau sous laquelle il avait cru voir couler le sang, le son enchanteur de sa voix, ses blonds cheveux, il se rappelait tout; et peut-être la marche, en mettant son sang en mouvement, aidait-elle à cette fascination. L’étudiant frappa rudement à la porte du père Goriot. londrina. La embriagadora dulzura de sus ojos, el tejido delicado y sedoso de su piel, bajo la cual había creído ver correr la sangre, el sonido encantador de su voz, sus cabellos rubios, lo recordaba todo, y quizás la marcha, al poner su sangre en movimiento, ayudara a aquella fascinación. El estudiante llamó con fuerza a la puerta del tío Goriot. ta, fina como una golondrina. La embriagadora dulzura de sus ojos, su tez delicada y sedosa, bajo la cual le había parecido ver correr la sangre; el encantador timbre de su voz, sus cabellos rubios, todo lo recordaba; y acaso la caminata, al poner su sangre en movimiento, contribuía a esta fascinación. El estudiante llamó con fuerza en la puerta de papá Goriot. a swallow. He recalled the intoxicating sweetness of her eyes, her fair hair, the delicate silken tissue of the skin, beneath which it almost seemed to him that he could see the blood coursing; the tones of her voice still exerted a spell over him; he had forgotten nothing; his walk perhaps heated his imagination by sending a glow of warmth through his veins. He knocked unceremoniously at Goriot’s door. — Mon voisin, dit-il, j’ai vu madame Delphine. — Ve c i n o — d i j o E u g e n i o — , h e visto a la señora Delfina. —Vecino —dijo—, he visto a Delphine. “I have seen Mme. Delphine, neighbor,” said he. — Où? —¿Dónde? —¿Dónde? “Where?” — Aux Italiens. —En los Italianos. —En los Italianos. “At the Italiens.” — S’amusait-elle bien? Entrez donc. Et le bonhomme, qui s’était levé en chemise, ouvrit sa porte et se recoucha promptement. — Parlez-moi donc d’elle, demanda-t-il. —¿Se estaba divirtiendo? Pero, entre —y el buen hombre que se había levantado en camisón abrió la puerta y volvió a acostarse rápidamente—. Hábleme de ella —le rogó. —¿Estaba contenta?... Entre usted. Y el buen hombre, que se había levantado en camisa abrió la puerta y se volvió a la cama con rapidez. —Hábleme de ella —dijo. “Did she enjoy it?. . . . Just come inside,” and the old man left his bed, unlocked the door, and promptly returned again. ________________ Eugène, qui se trouvait pour la première fois chez le père Goriot, ne fut pas maître d’un mouvement de stupéfaction en voyant le bouge où vivait le père, après avoir admiré la toilette de la fille. La fenêtre était sans rideaux; le papier de tenture collé sur les murailles s’en détachait en plusieurs endroits par l’effet de l’humidité, et se recroquevillait en laissant apercevoir le plâtre jauni par la fumée. Le bonhomme gisait sur un mauvais lit, n’avait qu’une maigre couverture et un couvre-pied ouaté fait avec les bons morceaux des vieilles robes de madame Vauquer. Le carreau était humide et plein de poussière. En face de la croisée se voyait une de ces vieilles commodes en bois de rose à ventre renflé, qui ont des mains en cuivre tordu en façon de sarments décorés de feuilles ou de fleurs; un vieux meuble à tablette de bois sur lequel était un pot à eau dans sa cuvette et tous les ustensiles nécessaires pour se faire la barbe. Dans un coin, les souliers; à la tête du lit, une table de nuit sans porte ni marbre; au coin de la cheminée, où il n’y avait pas trace de feu, se trouvait la table carrée, en bois de noyer, dont la barre avait servi au père Goriot à dénaturer son écuelle en vermeil. Un méchant secrétaire sur lequel était le chapeau du bonhomme, un fauteuil foncé de paille et deux chaises complétaient ce mobilier misérable. La flèche du lit, attachée au plancher par une loque, soutenait une mauvaise bande d’étoffe à carreaux rouges et blancs. Le plus pauvre commissionnaire était certes moins mal meublé dans son grenier, que ne l’était le père Goriot chez madame Vauquer. L’aspect de cette chambre donnait froid et serrait le coeur, elle ressemblait au plus Eugenio, que entraba por primera vez en la habitación del tío Goriot, no pudo dominar un movimiento de estupefacción al ver el cuchitril donde vivía el padre, después de haber admirado el atuendo de la hija. La ventana no tenía cortinas. El papel pintado encolado a las paredes, estaba despegado en muchos sitios, por efecto de la humedad y se retorcía, dejando ver el yeso amarillento por el humo. El buen hombre yacía en una cama mala, no tenía [180] más que una manta delgada y un cubrepies guateado, confeccionado con los mejores trozos, de los vestidos viejos de la señora Vauquer. El suelo estaba húmedo y lleno de suciedad. Frente a la ventana, se veía una de esas viejas cómodas de palo rosa, de vientre inflado, que tienen tiradores de cobre retorcido, como si fueran sarmientos decoradas con hojas y con flores, un viejo mueble mesita de madera, sobre el cual estaba una jarra de agua, la palancana y todos los utensilios necesarios para afeitarse. En un rincón, los zapatos, en la cabecera de la cama una mesilla sin puerta, ni mármol. En la esquina de la chimenea, donde no había ni rastro de fuego, estaba la mesa cuadrada, cuya barra, había servido a Goriot para deformar la escudilla de plata. Un ruin secreter, sobre el que se encontraba el sombrero del buen hombre, un sillón hundido, de paja y dos sillas completaban aquel mobiliario miserable. El dosel de la cama, unido al techo por medio de un andrajo, sostenía una lamentable banda de tela de cuadros rojos y blancos, el más pobre cosario, estaría ciertamente mejor amueblado en su granero, de lo que lo estaba el tío Goriot en casa de la señora Vauquer. El aspecto de aquella habitación daba frío y encogía el corazón, pare- Eugéne, que no había entrado hasta entonces en el cuarto de papá Goriot, dejó escapar un movimiento de estupor al ver el cuchitril en que vivía el padre después de haber admirado la toilette de la hija. La ventana no tenía cortinas, el papel se desprendía de la pared en varios sitios a causa de la humedad, y se retorcía dejando ver la pared que el humo había amarilleado. El pobre hombre, acostado sobre una mala cama, no tenía más que una mala sábana y un cubrepiés, hecho con retazos de ropas viejas de la señora Vauquer. El suelo estaba húmedo y lleno de polvo. Frente a la ventana se veía una de esas cómodas de madera rosa con el vientre hinchado, que tienen las patas [448] de cobre retorcidas en forma de sarmientos, decorados con hojas o flores; un mueble viejo de madera, sobre el que había una jarra de agua en su platillo y todos los utensilios necesarios para afeitarse. En un rincón, los zapatos, junto a la cabecera de la cama, una mesilla de noche, sin puerta ni mármol; en el rincón de la chimenea, en la que no había ni rastro de fuego, se encontraba la mesa cuadrada, de madera de nogal, una de cuyas patas había servido a papá Goriot para desnaturalizar su sopera de plata dorada. Un mal escritorio, sobre el cual estaba el sombrero del pobre hombre; una butaca de paja con el asiento hundido, y dos sillas completaban aquel miserable mobiliario.. El dosel era de una mala tela a cuadros rojos y blancos. El criado más pobre no está, seguramente, tan mal alojado en su desván como estaba papá Goriot en casa de la señora Vauquer. El aspecto del cuarto daba frío y oprimía el corazón; pare- It was the first time that Eugene had been in Father Goriot’s room, and he could not control his feeling of amazement at the contrast between the den in which the father lived and the costume of the daughter whom he had just beheld. The window was curtainless, the walls were damp, in places the varnished wall-paper had come away and gave glimpses of the grimy yellow plaster beneath. The wretched bed on which the old man lay boasted but one thin blanket, and a wadded quilt made out of large pieces of Mme. Vauquer ’s old dresses. The floor was damp and gritty. Opposite the window stood a chest of drawers made of rosewood, one of the old-fashioned kind with a curving front and brass handles, shaped like rings of twisted vine stems covered with flowers and leaves. On a venerable piece of furniture with a wooden shelf stood a ewer and basin and shaving apparatus. A pair of shoes stood in one corner; a night-table by the bed had neither a door nor marble slab. There was not a trace of a fire in the empty grate; the square walnut table with the crossbar against which Father Goriot had crushed and twisted his posset-dish stood near the hearth. The old man’s hat was lying on a broken-down bureau. An armchair stuffed with straw and a couple of chairs completed the list of ramshackle furniture. From the tester of the bed, tied to the ceiling by a piece of rag, hung a strip of some cheap material in large red and black checks. No poor drudge in a garret could be worse lodged than Father Goriot in Mme. Vauquer’s lodginghouse. The mere sight of the room sent a chill through you and a sense of op- 113 Balzac’s Goriot tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia tr. Ellen Marriage triste logement d’une prison. Heureusement Goriot ne vit pas l’expression qui se peignit sur la physionomie d’Eugène quand celui-ci posa sa chandelle sur la table de nuit. Le bonhomme se tourna de son côté en restant couvert jusqu’au menton. cía el más triste calabozo de una prisión. Por suerte, Goriot no vio la expresión que se dibujó en el rostro de Eugenio, cuando éste dejó la vela encima de la mesilla. El buen hombre, se volvió hacia él permaneciendo tapado hasta la barbilla. cía la triste celda de una cárcel. Goriot no vio, felizmente, la expresión que se dibujaba en la fisonomía de Eugéne cuando éste colocó su candelero sobre la mesilla de noche. El pobre hombre se volvió, permaneciendo cubierto hasta el mentón. pression; it was like the worst cell in a prison. Luckily, Goriot could not see the effect that his surroundings produced on Eugene as the latter deposited his candle on the night-table. The old man turned round, keeping the bedclothes huddled up to his chin. — Eh bien! qui aimez-vous mieux de madame de Restaud ou de madame de Nucingen? —Y bien, ¿quién le gusta más, la señora de Restaud o la señora de Nucingen? —Y qué, cuál de las dos le parece mejor, ¿la señora de Restaud o la señora de Nucingen? “Well,” he said, “and which do you like the best, Mme. de Restaud or Mme. de Nucingen?” — Je préfère madame Delphine, répondit l’étudiant, parce qu’elle vous aime mieux. —Prefiero a la señora Delfina —respondió el estudiante—, porque ella le quiere más. —Prefiero a Delphine, porque es la que más le quiere a usted. “I like Mme. Delphine the best,” said the law student, “because she loves you the best.” A cette parole chaudement dite, le bonhomme sortit son bras du lit et serra la main d’Eugène. Ante estas palabras pronunciadas con afecto, el buen hombre sacó su brazo de la cama y estrechó la mano de Eugenio. Al oír estas palabras, dichas con calor, el buen hombre sacó un brazo de la cama y estrechó la mano de Eugéne. At the words so heartily spoken the old man’s hand slipped out from under the bedclothes and grasped Eugene’s. — Merci, merci, répondit le vieillard ému. Que vous a-t-elle donc dit de moi? —Gracias, gracias —respondió el viejo conmovido—. ¿Qué le ha dicho entonces de mí? —Gracias, gracias —respondió el anciano emocionado—. ¿Qué le ha dicho de mí? “Thank you, thank you,” he said, gratefully. “Then what did she say about me?” L’étudiant répéta les paroles de la baronne en les embellissant, et le vieillard l’écouta comme s’il eut entendu la parole de Dieu. El estudiante repitió las palabras de la baronesa embelleciéndolas, y el viejo lo escuchó como hubiera oído la palabra de Dios. El estudiante repitió las palabras de la baronesa, embelleciéndolas, y el anciano las escuchó como si fueran la palabra de Dios. The student repeated the Baroness’ remarks with some embellishments of his own, the old man listening the while as though he heard a voice from Heaven. — Chère enfant! oui, oui, elle m’aime bien. Mais ne la croyez pas dans ce qu’elle vous a dit d’Anastasie. Les deux soeurs se jalousent, voyez-vous? c’est encore une preuve de leur tendresse. Madame de Restaud m’aime bien aussi. Je le sais. Un père est avec ses enfants comme Dieu est avec nous, il va jusqu’au fond des coeurs, et juge les intentions. Elles sont toutes deux aussi aimantes. Oh! si j’avais eu de bons gendres, j’aurais été trop heureux. Il n’est sans doute pas de bonheur complet ici-bas. Si j’avais vécu chez elles, mais rien que d’entendre leurs voix, de les savoir là, de les voir aller, sortir, comme quand je les avais chez moi, ça m’eût fait cabrioler le coeur. Etaient-elles bien mises? —¡Querida hija! Sí, sí, ella me quiere mucho. Pero no la crea usted en lo que le ha dicho de Anastasia. Las dos hermanas se tienen celos, ¿ve usted? Es otra prueba más de su ternura. La señora de Restaud, me quiere mucho también. Yo lo sé. Un padre es con sus hijos como Dios es con nosotros, va hasta el fondo de los corazones y juzga las intenciones. Ellas son las dos igual de afectuosas. ¡Oh!, si yo hubiera tenido buenos yernos, habría sido demasiado feliz. No existe, sin duda, felicidad completa aquí abajo. Si hubiera vivido en su casa, nada más con oír sus voces, saberlas allí, verlas ir, salir, como cuando las tenía en mi casa, eso [181] me habría hecho brincar el corazón de alegría. ¿Estaban bien arregladas? —¡Hija querida! Sí, sí, efectivamente, me quiere mucho. Pero no le crea usted eso que ha dicho de Anastasie. [446] Las dos hermanas se envidian, ¡ya ve usted!, es una prueba más de su ternura. La señora de Restaud me quiere mucho también. Un padre es para sus hijos lo mismo que Dios para nosotros: llega hasta el fondo del corazón y juzga las intenciones. Las dos son igualmente cariñosas. ¡Ah!, si hubiera tenido buenos yernos hubiera sido un hombre demasiado feliz. Indudablemente es que aquí abajo no se puede encontrar la dicha completa. ¡Si hubiera vivido con ellas! Nada más que con oír su voz, saber que estaban siempre próximas, verlas ir y venir, como cuando las tenía en mi casa, me hubiera alegrado el corazón... ¿Estaban bien vestidas? “Dear child!” he said. “Yes, yes, she is very fond of me. But you must not believe all that she tells you about Anastasie. The two sisters are jealous of each other, you see, another proof of their affection. Mme. de Restaud is very fond of me too. I know she is. A father sees his children as God sees all of us; he looks into the very depths of their hearts; he knows their intentions; and both of them are so loving. Oh! if I only had good sons-in-law, I should be too happy, and I dare say there is no perfect happiness here below. If I might live with them—simply hear their voices, know that they are there, see them go and come as I used to do at home when they were still with me; why, my heart bounds at the thought. . . . Were they nicely dressed?” — Oui, dit Eugène. Mais, monsieur Goriot, comment, en ayant des filles aussi richement établies que sont les vôtres, pouvez-vous demeurer dans un taudis pareil? —Sí —dijo Eugenio—. Pero, señor Goriot, ¿cómo, teniendo hijas tan ricas como son las suyas, puede usted vivir en semejante cuchitril? —Sí —dijo Eugéne—. Pero ¿cómo, señor Goriot, teniendo unas hijas tan ricas puede usted vivir en un zaquizamí parecido? “Yes,” said Eugene. “But, M. Goriot, how is it that your daughters have such fine houses, while you live in such a den as this?” — Ma foi, dit-il d’un air en appa—Por Dios —dijo con un aire aparenrence insouciant, à quoi cela me ser- temente despreocupado—, ¿para qué me virait-il d’être mieux? je ne puis guère serviría estar mejor? Yo no puedo casi vous expliquer ces choses-là; je ne sais explicarle estas cosas; yo no sé decir dos pas dire deux paroles de suite comme il palabras seguidas como es debido. Todo faut. Tout est là, ajouta-t-il en se frap- está aquí —añadió golpeándose el corapant le coeur. Ma vie, à moi, est dans zón—. Mi vida, está en mis dos hijas. Si mes deux filles. Si elles s’amusent, si ellas se divierten, si ellas son felices, van avec bravoure, d'une manière décidée, sans hésitation elles sont heureuses, bravement mises, X vestidas elegantemente, si caminan sosi elles marchent sur des tapis, qu’im- bre alfombras, ¿qué importa de qué porte de quel drap je sois vêtu, et com- paño estoy vestido yo, ni cómo es el ment est l’endroit où je me couche? sitio donde me acuesto? No tengo frío, je n’ai point froid si elles ont chaud, si ellas tienen calor; no me aburro jaje ne m’ennuie jamais si elles rient. más, si ellas ríen. No tengo más penas —Francamente —respondió con aire aparentemente indiferente—, ¿qué sacaría con estar mejor? No puedo explicarle estas cosas; no sé decir dos palabras seguidas. Aquí, aquí está todo —dijo golpeándose el pecho sobre el corazón—. Mi vida es la de mis dos hijas. Si ellas se divierten, si son felices, si van elegantemente puestas, si andan sobre ricas alfombras, ¿qué me importa la calidad de mi traje ni el lugar en que me acuesto? Yo no tengo frío mientras ellas tengan calor, ni me aburro mientras ellas rían. No tengo “Dear me, why should I want anything better?” he replied, with seeming carelessness. “I can’t quite explain to you how it is; I am not used to stringing words together properly, but it all lies there—” he said, tapping his heart. “My real life is in my two girls, you see; and so long as they are happy, briskly, quickly and smartly dressed, and have soft carpets under their feet, what does it matter what clothes I wear or where I lie down of a night? I shall never feel cold so long as they are warm; I shall never feel dull if they are laughing. I have no troubles 114 Balzac’s Goriot tr. de M. Gutiérrez tr. de J. Zuazagpoitia tr. Ellen Marriage Je n’ai de chagrins que les leurs. Quand vous serez père, quand vous vous direz, en voyant gazouiller vos enfants: « C’est sorti de moi! «, que vous sentirez ces petites créatures tenir à chaque goutte de votre sang, dont elles ont été la fine fleur, car c’est ça! vous vous croirez attaché à leur peau, vous croirez être agité vous-même par leur marche. Leur voix me répond partout. Un regard d’elles, quand il est triste, me fige le sang. Un jour vous saurez que l’on est bien plus heureux de leur bonheur que du sien propre. Je ne peux pas vous expliquer ça: c’est des mouvements intérieurs qui répandent l’aise partout. Enfin, je vis trois fois. Voulez-vous que je vous dise une drôle de chose? Eh bien! quand j’ai été père, j’ai compris Dieu. Il est tout entier partout, puisque la création est sortie de lui. Monsieur, je suis ainsi avec mes filles. Seulement j’aime mieux mes filles que Dieu n’aime le monde, parce que le monde n’est pas si beau que Dieu, et que mes filles sont plus belles que moi. Elles me tiennent si bien à l’âme, que j’avais idée que vous les v e r r i e z c e s o i r. M o n D i e u ! u n homme qui rendrait ma petite Delphine aussi heureuse qu’une femme l’est quand elle est bien aimée; mais je lui cirerais ses bottes, je lui ferais ses commissions. J’ai su par sa femme de chambre que ce petit monsieur de Marsay est un mauvais chien. Il m’a pris des envies de lui tordre le cou. Ne pas aimer un bijou de femme, une voix de rossignol, et faite comme un modèle! Où a-t-elle eu les yeux d’épouser cette grosse souche d’Alsacien? Il leur fallait à toutes deux de jolis jeunes gens bien aimables. Enfin, elles ont fait à leur fantaisie. que las suyas. Cuando sea usted padre, cuando usted se diga, al oír gorjear a sus hijos: «¡Esto ha salido de mí!» Cuando usted sienta a esas pequeñas criaturas unidas a cada gota de su sangre, de la cual ellas han sido la flor y nata, porque eso son; se sentirá usted atado a su piel, creerá estar usted mismo agitado cuando ellos andan. Su voz me responde en todas partes. Una mirada de ellas, cuando es triste, me hiela la sangre. Un día sabrá usted que uno es mucho más feliz con su felicidad, que con la de uno mismo. No puedo explicarle esto: son movimientos interiores que expanden bienestar por doquier. En fin, yo vivo tres veces. ¿Quiere usted que le diga una cosa curiosa? Pues bien, cuando he sido padre, he comprendido a Dios. Él está todo entero en todas partes, puesto que la creación ha salido de Él. Señor, yo soy así con mis hijas. Sólo que yo amo más a mis hijas que lo que Dios ama al mundo, porque el mundo no es tan bello como Dios, y mis hijas son más bellas que yo. Ellas están tan unidas a mí, que yo tenía la idea de que usted iba a verlas esta noche. Dios mío, a un hombre que hiciera a mi pequeña Delfina tan feliz como lo es una mujer cuando es bien amada, yo le limpiaría las botas, le haría los recados. He sabido por su camarera que ese mequetrefe de señor de Marsay es un mal bicho. Me dieron ganas de retorcele el cuello. ¡No amar a una joya de mujer, una voz de ruiseñor y con tipo de modelo! ¿Dónde ha tenido ella los ojos para casarse con ese gran mastuerzo de alsaciano? Las dos necesitaban dos jóvenes guapos y amables. En fin, ellas han obrado a su capricho. más penas que las suyas. Cuando sea usted padre, cuando, diga usted, al oír balbucear a sus hijos: «Son carne de mi carne»; cuando sienta que son sangre de su sangre, que son lo mejor de su persona, ¡puesto que así es!, se sentirá usted como pegado a la piel de sus hijos, agitado por sus pasos como si fueran propios. Su voz me responde por todas partes. Una mirada de ellas me basta para encenderme la sangre cuando estoy triste. Algún día sabrá usted que es uno más feliz con la felicidad de sus hijos que con la suya propia. No puedo explicarle [447] esto; son movimientos interiores que extienden su contento por todo nuestro ser. En fin, vivo una vida triple. ¿Quiere usted que le diga una cosa chocante? Cuando he sido padre he comprendido a Dios. Está todo su ser en todas partes, porque la creación ha salido de Él. Así me pasa a mí con mis hijas. Ahora, que yo quiero a mis hijas más de lo que Dios quiere al mundo, porque el mundo no es tan hermoso como Dios, y mis hijas son más hermosas que yo. De tal manera las llevo dentro del alma, que tenía el presentimiento de que las vería usted esta noche. ¡Dios mío!, un hombre que hiciera feliz a mi Delphine, como es feliz siempre una mujer cuando se siente amada. ¿Qué no haría yo por él?: le limpiaría las botas, le haría sus recados. He sabido por su camarera que ese señoritín de De Marsey es una mala bestia. Me han dado ganas de retorcerle el cuello. No querer a esa perla de mujer, con una voz como un ruiseñor y un cuerpo hermoso como el de una estatua. ¿Dónde tuvo los ojos para casarse con ese adefesio de alsaciano? Lo que necesitaban las dos eran dos jóvenes cariñosos. En fin, se han casado según su capricho. but theirs. When you, too, are a father, and you hear your children’s little voices, you will say to yourself, ‘That has all come from me.’ You will feel that those little ones are akin to every drop in your veins, that they are the very flower of your life (and what else are they?); you will cleave so closely to them that you seem to feel every movement that they make. Everywhere I hear their voices sounding in my ears. If they are sad, the look in their eyes freezes my blood. Some day you will find out that there is far more happiness in another’s happiness than in your own. It is something that I cannot explain, something within that sends a glow of warmth all through you. In short, I live my life three times over. Shall I tell you something funny? Well, then, since I have been a father, I have come to understand God. He is everywhere in the world, because the whole world comes from Him. And it is just the same with my children, monsieur. Only, I love my daughters better than God loves the world, for the world is not so beautiful as God Himself is, but my children are more beautiful than I am. Their lives are so bound up with mine that I felt somehow that you would see them this evening. Great Heaven! If any man would make my little Delphine as happy as a wife is when she is loved, I would black his boots and run on his errands. That miserable M. de Marsay is a cur; I know all about him from her maid. A longing to wring his neck comes over me now and then. He does not love her! does not love a pearl of a woman, with a voice like a nightingale and shaped like a model. Where can her eyes have been when she married that great lump of an Alsatian? They ought both of them to have married young men, good-looking and good-tempered—but, after all, they had their own way.” Le père Goriot était sublime. Jamais Eugène ne l’avait pu voir illuminé par les feux de sa passion paternelle. Une chose digne de remarque est la puissance d’infusion que possèdent les sentiments. Quelque grossière que soit une créature, dès qu’elle exprime une affection forte et vraie, elle exhale un fluide particulier qui modifie la physionomie, anime le geste, colore la voix. Souvent l’être le plus stupide arrive, sous l’effort de la passion, à la plus haute éloquence dans l’idée, si ce n’est dans le langage, et semble se mouvoir dans une sphère lumineuse. Il y avait en ce moment dans la voix, dans le geste de ce bon homme, la puissance communicative qui signale le grand acteur. Mais nos beaux sentiments ne sont-ils pas les poésies de la volonté? El tío Goriot estaba sublime. Jamás Eugenio había podido verlo iluminado por los resplandores de su pasión paternal. Es algo digno de resaltar la potencia de infusión que poseen los sentimientos. Por grosera que sea una criatura, desde el momento en [182] que expresa un afecto fuerte y verdadero, exhala un fluido muy particular que modifica su fisionomía, anima el gesto, da color a la voz. A menudo el ser más estúpido alcanza, bajo el efecto de la pasión, la más alta elocuencia no sólo en la idea, sino también en el lenguaje, y parece moverse en una esfera luminosa. Había en ese momento, en el gesto, en la voz de aquel buen hombre, la potencia comunicativa que señala al gran actor. Pero nuestros buenos sentimientos, ¿no son las poesías de la voluntad? Papá Goriot estaba sublime. Eugéne no había podido verle nunca iluminado por el fuego de su pasión paternal. Una cosa digna de consideración es el poder de penetración que tienen los sentimientos. Por muy grosera que sea una persona, cuando expresa una pasión fuerte y verdadera, exhala un fluido particular que modifica la fisonomía, anima el gesto, entona la voz. A menudo el ser más estúpido llega, bajo el esfuerzo de la pasión, a la más alta elocuencia de la idea, aunque no llegue a la del lenguaje, y parece moverse en una esfera luminosa. Había en aquel momento en la voz, en el gesto del buen hombre, el poder de comunicación que caracteriza a los buenos actores. Pero ¿no son, acaso, nuestros buenos sentimientos la po