¿Sabías que…? HISTORIA DE LA ESCUELA DOMINICAL En los días de los primeros patriarcas, el padre era responsable de la enseñanza religiosa de la familia, él daba instrucciones a sus hijos de guardar el camino del Señor haciendo justicia y juicio (Génesis 18:19). Después en los días de Moisés, Dios mandó a que se enseñara a los padres la ley y ellos a su vez la enseñaran a sus hijos (Deuteronomio 4:9; 6:17). La bendición de Dios dependía de la obediencia (Deuteronomio 11:8,11:26-28). Antes de la cautividad, el pueblo de Israel se reunía para adorar a Dios, pero en Babilonia durante su cautiverio ya no fue posible hacerlo, así que empezaron a construir las sinagogas, no para hacer en ellas los sacrificios ceremoniales sino para la oración y la instrucción. En los días de los libros de los Hechos, los primeros cristianos se reunían en casas donde tenían tiempos de oración. Eran los apóstoles quienes daban la instrucción y enseñanza sobre las cosas de Dios y de lo que habían aprendido de Jesucristo. En cuanto a las escuelas dominicales, comenzó el ministerio de la siguiente manera: en el año 1871, en Inglaterra, Roberto Raikes, editor de un diario, era un buen cristiano y ciudadano con cultura, deseaba servir a Dios y a su prójimo. La ciudad de Gloveester donde vivía, tenía grandes problemas ya que se había desatado la delincuencia y el pillaje entre los niños. Los pobladores acudieron con el señor Raikes para solicitarle que a través de su diario, publicara una llamada de atención o un buen regaño a los padres acerca de lo que estaba sucediendo. El señor Raikes pudo percibir la condición moral y espiritual de esos niños, rodeados de pobreza y vicios. Como no tenía con que suplir sus necesidades económicas, se propuso con la ayuda de Dios, abrir una escuela donde no solamente se les enseñara a leer y a escribir sino principalmente la Palabra de Dios. No fue una tarea fácil, tuvo oposición y burlas, pero su fidelidad y oración constantes comenzaron a dar fruto al empezar a transformarse la vida de esos niños. Tuvo gran éxito, las escuelas se extendieron a tal grado que en cuatro años el número de alumnos llegó a ser de dos mil quinientos, y su amigo Juan Wesley dijo: "Creo en verdad que estas escuelas dominicales son las instituciones más nobles que han aparecido por muchos siglos". A partir de ese momento se empezó a desarrollar una nueva visión para la instrucción del evangelio. En América no ha sido la excepción, a tal grado que hoy en día no puede concebirse una iglesia o congregación cristiana sin un plan que incluya una Escuela Dominical.