La Etnomusicología Puesta en Práctica Por Jack y Jo Popjes Ya no teníamos la menor idea qué hacer. El sistema musical del pueblo Canela –de la selva amazónica de Brasil– nos tenía totalmente anonadados... y no era por falta de oído o apreciación musical, ya que tiempo atrás mi esposa y yo habíamos integrado varios grupos musicales. Tampoco fue porque nunca antes la hubiéramos escuchado. De hecho vivíamos rodeados de su música. Hasta cuando nos íbamos a dormir los escuchábamos cantar en la plaza de la aldea. Ya habíamos intentado a aprender su música, pero fue en vano. No logramos dominar ni el ritmo ni el sistema tonal. Mi esposa Jo no sabía cómo hacer para cantar, y yo nunca lograba danzar correctamente. ¿Cómo habríamos de crear un himnario canela? Aún después de veinte años de oración y trabajo no pudimos asimilar el sistema musical canela. Ahí aparece en escena el Dr. Tomás Avery, quien era asesor de etnomusicología. Él se dedicó a grabar música canela durante algunas semanas, para luego analizarla en su estudio con ayuda de una computadora. Por fin, al año siguiente Tomás nos explicó los principios básicos de la música canela. Ahí nos dimos cuenta por qué no pudimos aprenderla: el sistema musical canela tiene más de ocho notas y semitonos, por lo tanto no puede ejecutarse con instrumentos diatónicos, como el teclado y la guitarra. En todo caso serían más apropiados instrumentos de sonidos deslizados (como el violín, trombón a vara, etc.) Además le agregan tantos adornos a la letra que resulta muy difícil entenderla. Es similar a cuando nosotros entonamos un “Glo-o-o-o-o-oria”en diferentes tonos. O cuando cantamos “la la la la” en nuestros coritos. Claro, la estructura musical canela no era tan simple. Así como en una sinfonía hay varios movimientos (preludio, obertura, etc.), en un festival o danza canela se distinguen: primero una parte lenta y pausada, llamada ‘ihkenpoc’; luego una segunda parte más movida, ‘kyjkyj; y para finalizar una tercera parte bien fuerte y rápida llamada ‘ihkenpej'. Esto es parte de lo que descubrió Tom. Más tarde, mientras yo armaba rimas con textos bíblicos, Tomás les ponía música. Finalmente compusimos unos veinte himnos canela. Así que fuimos y mostramos las canciones... ¡y el pueblo estalló de alegría! Cientos de ellos se reunían cada noche para aprenderlos. El director de música y danza del pueblo canela estaba tan entusiasmado que quiso tener una copia de su propio cancionero y se pasaba horas estudiando las canciones grabadas, e incluso las fue mejorando. Otras personas les agregaron estrofas a los himnos. Gran parte del tiempo de los estudios bíblicos nocturnos lo dedicábamos a cantar. Recuerdo que una noche un hermano me dijo con lágrimas en los ojos: “Vos nos diste el libro a través del cual Dios habla a nosotros, y ahora tu amigo nos dio un himnario con el cual nosotros le hablamos a Dios.” El día de la dedicación de La Biblia en idioma canela en el año 1990 todos juntos entonaron en la plaza prinicipal las estrofas de sus himnos, “Su Palabra es dulce como la miel” y “Unidos a su Palabra”. La obra de Tom, hecha con sensibilidad y empatía cultural, favoreció la aceptación no sólo de la Biblia traducida a su lengua, sino también del mensaje íntegro del Evangelio entre los canela.