Los jóvenes no hacen caso y el cántaro no se rompe De izquierda a derecha: Andrés Dávila, Mery Rodríguez, Juan Carlos Palou y María Alejandra Villamizar. Martín Emilio Gáfaro Barrera* actualidad La jornada Jóvenes, Elecciones y Paz del 13 de marzo, organizada por el programa La Javeriana Habla de Paz y la Facultad de Ciencias Políticas, incluyó dos foros. El primero fue sobre coyuntura electoral y diálogos de paz y en él participaron el politólogo Andrés Dávila, el abogado Juan Carlos Palou y la periodista María Alejandra Villamizar, con la moderación de la profesora Mery Rodríguez. El segundo fue un análisis de las elecciones, por parte de los profesores de la Facultad de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales Patricia Muñoz, Fabián Acuña y Roberto García, con la moderación del también profesor Luis Carlos Valencia. 12 El futuro de los diálogos Los invitados del primer foro estuvieron de acuerdo con que el resultado electoral no arroja claridad sobre el futuro de los diálogos de paz. Si bien la mayoría está del lado de la coalición de partidos de gobierno, ésta es relativa y necesitará de negociaciones políticas para hacerla efectiva. Además, aunque todos los partidos políticos izaron la bandera la paz, no están refiriéndose necesariamente a lo mismo. Como si esto fuera poco, la opinión pública se expresa -para algunos de manera contradictoria- a favor de la paz y en contra de la participación política de quienes dejen las armas. De manera que el panorama de los diálogos de La Habana no quedó despejado. Reconocen, eso sí, que estamos en un escenario que admite esperanza, en parte por la decisión del Gobierno y de las Farc de sostenerse en la negociación. Señalaba una de las invitadas que la paz pasa por la emotividad de los colombianos, por el dolor, el odio y hay que transformar esto. Hay que poner en un segundo plano la pregunta por los beneficios que se le darán a los alzados en armas y reflexionar en lo que representaría para los jóvenes un marzo 2014 futuro con un país en paz. Además, hay que quitarles el discurso de paz a Santos, Uribe y demás figuras políticas para que los propios ciudadanos lo asuman y lo impulsen. También se preguntaron los invitados por el marcado escepticismo de los jóvenes en la participación política tradicional. De acuerdo con una encuesta reciente de la firma Datos y Conceptos, el 41 % no es afín a ningún partido y el 37% manifiesta que votará en blanco. Para los invitados lo anterior no significa desinterés de los jóvenes pero sí llaman la atención sobre la necesidad de hacer de estas inconformidades hechos políticos transformadores. Por ejemplo, en tanto reclutados y víctimas de ejecuciones extrajudiciales se esperaría que los jóvenes se manifestaran de manera explícita contra la guerra. El público aportó preguntas y comentarios. ¿Será un agotamiento drástico del electorado?, preguntó uno; otro arriesgó una explicación: los temas políticos que movilizan a los jóvenes son los relacionados con las libertades, no los que aluden a la distribución de la riqueza; un tercero recordó que los jóvenes están presentes en los movimientos sociales, v.g. la protesta contra la reforma educativa y el paro campesino. Uno de los panelistas fue Roberto García, profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales. Consecuencias del 9 de marzo El segundo foro nos introdujo sin preámbulos en las consecuencias del resultado electoral del 9 de marzo. Para los invitados se ha reafirmado el multipartidismo y en consecuencia la necesidad de coaliciones para gobernar; también señalaron la derechización del país político; y claro, también recalcaron la baja participación en términos de abstención. Sobre esto último señalaron que, si bien hubo un aumento significativo del porcentaje, el voto en blanco sigue siendo inocuo en términos de impacto político. El moderador preguntó entonces por el fantasma de ilegitimidad que ronda al Congreso recién elegido, gracias a las denuncias de 8 de los 9 partidos participantes. ¿Podríamos desembocar en una asamblea constituyente o en un escenario similar? Aquí los escépticos fueron los invitados: “En Colombia pasan cosas y el país no se mueve”, dijo uno. Otro sospecha que una asamblea constituyente sea el camino perfecto para que nada cambie. El tercero hizo ver que esta elección fue como cualquiera de las anteriores equivalentes de los últimos 12 años. Dicho en otras palabras, no hay que esperar nada raro de algo que es normal. Uno de ellos fue más allá: se preguntó si era necesariamente bueno que de cada resultado electoral se desprendiera una revolución en los sistemas político y social de un país. Claro, señalaban, la institucionalidad colombiana ha permanecido estable por décadas a pesar de la prolongada guerra y las otras violencias. Si bien de manera imperfecta, el modelo democrático colombiano ha mantenido un orden social y político que no ha dado pie a extremismos totalizantes. Por ello, no veían en el panorama político actual un cambio significativo. Fueron más propositivos a la hora de pensar en qué papel pueden jugar las bases en los cambios que se buscan. Uno ve la necesidad de cambios en la cultura política dado que la no participación electoral es, en últimas, desconfianza de la gente en que pueda cambiar las cosas. Otra señaló que hay 3 grupos a los que el sistema político debe privilegiar para mover el asunto político: los jóvenes, las minorías étnicas y a quienes abandonen la lucha armada. Ante una insinuación de alguien del público, uno de ellos recalcó que las soluciones que se busquen es mejor hacerlas desde adentro del sistema y de las instituciones; la guerra ha costado mucho y no podemos seguir aspirando a encontrar soluciones por esa vía. Reflexiones finales Dos reflexiones saco de esta jornada: los jóvenes no hacen caso y el cántaro nada que se rompe. En las sociedades modernas los jóvenes acostumbran generar desconcierto entre nosotros, los adultos. Curioso, porque todo adulto ha pasado por ahí, de manera que debiéramos saber qué es eso de ser joven. Pero no, algo pasa y comenzamos a ver su comportamiento como extraño, incoherente e inadecuado. Para finalizar, en Colombia, no importa cuán difíciles, exageradas, insólitas sean las situaciones que vivimos, no tocamos fondo. El cántaro que va y va al agua parece irrompible. Con o sin elecciones legítimas, con o sin participación de la población, con o sin asamblea constituyente, con o sin proceso de paz, con o sin justicia social, el país sigue su marcha. Independientemente que para algunos nos estemos desembarrancando 13 actuali dad Sin dar soluciones definitivas los 3 invitados terminaron señalando que no hay que dar por seguro que la ventana la paz se mantendrá abierta y motivando a los jóvenes a hacer, por supuesto desde sus dinámicas e intereses, mayor presencia en la vida nacional y social. *Director de la Carrera de Psicología. Hoy en la Javeriana