¿Se encamina la Humanidad hacia una era de amor y paz alejada

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¿Se encamina la Humanidad hacia una era de amor y
paz alejada de las guerras?
Terminó el año 2012 y no se acabó el mundo como aseguraban los profetas del desastre al
interpretar erróneamente el mensaje escrito en el calendario de los antiguos mayas. No se acabó
con la espiral de muerte y destrucción desatada por las guerras de conquista del Imperio ni con el
terror nuclear que impuso al mundo en su irracional afán de adueñarse del planeta. Y es que al
hacer sus predicciones sobre lo que sucedería a partir del 21 de de diciembre de ese año, los sabios
de esa avanzada cultura aborigen jamás hablaron de un Apocalipsis sino del inicio de una nueva era
para la Humanidad: “un cambio de conciencia cósmico y un nuevo amanecer.” Una historia diferente
a la que ha hasta ahora ha vivido la humana sociedad. Un mundo donde reine el amor y la paz
entre los miles de millones que pueblan la tierra. Donde la muerte, el dolor y sufrimiento que dejan
las guerras en el corazón de las madres que pierden sus hijos en esas aventuras bélicas desplegadas
por la miseria humana que correa la mente de los tiranos, solo sea un mal recuerdo para la presente
y futuras generaciones. Y las primeras señales de ese anuncio anhelado y portentoso se están
dando en este continente de la esperanza que es el Abya-Yala, donde los pueblos originarios han
celebrado el advenimiento de la nueva era. La errónea interpretación que se hizo de la fecha, tuvo
su origen tras el hallazgo de una piedra tallada en el sitio de Tortuguero, México, cuyo escrito alude
a un evento místico que tuvo lugar en el solsticio del pasado mes de diciembre. De acuerdo con el
calendario Maya es la culminación de la cuenta larga de 13 ciclos con que los astrónomos mayas
medían el tiempo, el Baktun, cada uno de ellos de 400 años de duración. Fue en el marco de esa
festividad que millones de hombres, mujeres, niños y ancianos herederos de esa cultura milenaria
que no pudieron extinguirla con la cruz y con la espada los primeros conquistadores, han celebrado
el nacimiento de ese embrión de nueva vida, amor y paz en fastuosas ceremonias dedicadas a sus
dioses y a la nueva era que hoy está naciendo según las escrituras mayas. En México, Guatemala,
El Salvador, Honduras y Bolivia, la hija predilecta de Bolívar que ayer fue el Alto Perú, naciones
indígenas donde hubo imperios que fueron arrasados por la muerte y la violencia de los que
envenenados por la codicia buscaban su oro y que para obtenerlo asesinaron pueblos y
emperadores, donde tuvieron lugar la mayoría de esos actos sagrados. Allí, en tierras del Abya
Yala, donde antaño florecieron culturas milenarias como la Maya llegaron a sus playas, procedentes
de Europa, legiones de bárbaros a rendirle culto a la muerte a través de un proceso de exterminio
nunca antes visto en el mundo. Y no satisfechos con la muerte de los millones de seres humanos
que causaron para arrebatarle sus riquezas, en su demencial afán por imponerles una religión ajena
lanzaron al fuego sus códices sagrados y quemaron vivos a los dignos y valientes caciques que se
resistieron a aceptar a un Dios que no era el de ellos. Olvidaron que se puede arrancar la vida, pero
jamás los sueños, porque estos vuelven hechos millones, como lo pronosticó Tupac Katari poco
antes de morir, al igual que Tupac Amaru, descuartizado a manos de sus verdugos, los
conquistadores. Creían los muy insensatos que aplicando esa cruel muerte a la que condenaban a
todos loFIN/AVN/DEBATE/HMCs que en Abya Yala, desde México a la Patagonia se rebelaba contra su
dominio, que con ese escarmiento lograrían apagar la llama de la libertad en el continente.
Se
equivocaron totalmente, ya que a solo 40 años del martirio de Katari se cumplio su profecía, cuando
él hecho millones, como lo advirtió a sus verdugos, regresó guiando a Bolívar en Carabobo, y 3 años
mas tarde a Sucre en Ayacucho, donde se extinguió para siempre el sol del imperio español en
América. Pero a aquel antiguo imperio le sucedió uno nuevo, EEUU, el más poderoso y terrorista,
que volvió a repetir la horrenda historia de conquista aún más ambiciosa pues en su delirio de poder
y de riqueza no solo se adueñó de América Latina y el Caribe, sino que decidió apropiarse del
mundo entero. Desató guerras de conquista a lo largo y ancho del planeta, y una vez dueño del
Nuevo mundo pasó a Europa, al Sudeste asiático, al Medio Oriente y al Norte de África. Allí destruyó
pueblos como el yugoslavo, el de Vietnam, Laos, Camboya, Irak y Libia, y hoy destruye Afganistán y
Siria y amenaza con invadir a Irán, soñando con destruir a China y Rusia y a volver a adueñarse de
la Gran Patria Latinoamericana y Caribeña. Demasiado tarde para ello, pues el tiempo de sus
triunfos parece haberse agotado ante el inicio de esa nueva era anunciada por los Mayas, cuyas
primeras señales se dieron hace medio siglo con la victoria de la Revolución liderada por Fidel en
Cuba. Cuarenta años después de aquel triunfo apareció otra señal reveladora: el triunfo en
Venezuela, de la Revolución Bolivariana lidera por Hugo Chávez. Le siguieron otras más: las victorias
de Lula en Brasil; de Kirchner en Argentina; de Evo en Bolivia; de Ortega en Nicaragua; de Correa en
Ecuador; de Mujica en Uruguay. Fue así como ha ido cambiando el mapa político, económico y
social de la Patria Grande que dejó de ser la gran hacienda de EEUU, en el marco de un proceso
integrador cuya primera acción lo constituyó el ALBA. A ese mecanismo integrador creado por
Chávez y Fidel que siguió ampliando la vía abierta por Mercosur, y al que siguieron Unasur y la
CELAC, haciendo cada día más cercano a su concreción, el sueño que Bolívar tuvo hace 200 años, el
de la gran patria Latinoamericana y Caribeña. Porque El Libertador no aró en el mar como pensó al
momento de su muerte, pues la simiente libertaria que sembró con tanto sacrificio, germinó con el
tiempo y los pueblos por los que luchó, hoy recogen la cosecha de la gesta libertaria que plantó en el
continente. Esta nueva realidad ha activado las alarmas de peligro en el seno del Imperio y entre
sus cómplices, los vasallos que se nutren de las migajas arrojadas por el amo. Los modernos Judas
que traicionan a su patria y a sus hermanos, los que piensan y hablan en inglés y fanáticos del
Capitalismo, adoran al verde Dios del dólar. Los que pretenden recobrar las obscenas ganancias
que amasaron, junto los obscenos privilegios que perdieron y añoran, por lo que hoy desatan golpes
de Estado, sabotajes y otras maniobras desestabilizadores contra los líderes progresistas y gobiernos
revolucionarios que los vencieron de la mano de los pueblos. Pero, por mucho que lo intenten no
se cumplirán sus bajos deseos, pues los pueblos ya no son los mismos de antes, a los que
engañaban y explotaban con las baratijas de las falsas promesas y las ficticias democracias con sus
cantos de sirena. Porque, como todos los imperios, EEUU está condenado a desaparecer de la faz
de la tierra, cuya propia destrucción no solo propicia con sus aventuras bélicas, sino además con la
brutal contaminación de sus industrias, su gigantesco parque automotor y su insaciable
consumismo, responsables del cambio climático que amenaza con extinguir todo vestigio de vida en
el planeta. Y así como dejaron de existir Babilonia, Asiria, Grecia, Roma y otros antiguos imperios y
más recientemente los imperios, español, inglés francés, alemán y otras potencias coloniales
europeas, lo hará el imperio estadounidense. Lo más probable es que sea sepultado, no solo por la
ruina económica provocada por los ingentes gastos bélicos que anualmente suman miles de
trillones de dólares, sino también, víctima de los vicios morales del sistema Capitalista que lo rige y
que está cavando su propia sepultura. De allí que ha quedado confirmado, pues no hubo el temido
Apocalisis que anunciaron los profetas del desastre, que el pasado 21 de diciembre no fue una fecha
revelada por los Mayas para anunciar el fin del mundo, sino el inicio de una nueva era traducida en
esperanza de amor y paz para una Humanidad cansada de tanta guerra. Una época que de acuerdo
con los sabios Mayas, dejará atrás, borrando para siempre de la faz de la tierra el sufrimiento
desatado por imperios que creyeron ser eternos y cayeron abatidos por el tiempo. Como está por
sucederle al imperio yanqui, destinado inexorablemente a correr la misma suerte, o extinguirse
abrasado por las llamas de la furia de los pueblos rebelados contra la injusticia y la crueldad de las
guerras con que los asoló durante siglos. Fue en celebración del comienzo de esa nueva era, que
los sacerdotes mayas acompañados de miles de hijos de esa cultura milenaria participaron a lo largo
y ancho de Abia-Yala en místicas ceremonias de alabanzas y gracias a sus dioses en esa fecha.
Iluminados por el fuego sagrado despedido por inmensas hogueras los allí congregados despidieron
el 13- B’aktun, al tiempo que daban la bienvenida a la nueva era de 5.200 años contemplada en el
calendario Maya de larga duración. En México, en sitios sagrados de los Mayas como el Chichen
Itzá, a los pies de la pirámide Kukulkán, en el cenote sagrado de Zaci; en Guatemala, frente a la
Pirámide de Tikal; y en demás sitios mayas de Belice, Costa Rica, Honduras, El Salvador y Nicaragua,
se dieron las místicas ceremonias de bienvenida a la nueva era. En Bolivia, en la mítica Isla del Sol,
ubicada en el centro del Lago Titicaca, a 3.800 metros sobre el nivel del mar, presidida por Evo
Morales, tuvo lugar la ceremonia central por el Solsticio de Verano, dando inicio al Día Pachakuti,
como lo designa la tradición de los Aymaras y Quechuas de Bolivia y Perú. Para la cultura andina, la
celebración del Pachakuti, que en lengua Quechua significa renovación del tiempo y el espacio,
coincide con la festividad de los Mayas de México y Centroamérica, con la de los Mapuches chilenos
y argentinos, los Chibchas colombianos, los Quechuas ecuatorianos entre otros pueblos del Abya
Yala. Allí, ante embajadores, sacerdotes Aymaras y Quechuas, activistas y numeroso pueblo que
asistió al acto, el mandatario de origen Aymara, promotor de la iniciativa que hizo posible la creación
por parte de la Asamblea General de la ONU, del Día Mundial de la Tierra, o Pachamama, en lengua
Quechua, criticó duramente a la organización mundial. “La ONU, -dijo Evo- parece ser la
organización para las naciones ricas y poderosas, quizás, -agregó- debería llamarse ONI,
Organización de las Naciones Imperialistas, al decir que la maquinaria institucional mundial de la
ONU está diseñada para destruir la voluntad soberana de los pueblos.” “Los pueblos del mundo,
-destacó mas adelante- no aceptan que organismos internacionales se adjudiquen el derecho de la
invasión y la intervención, denunciando al mismo tiempo que “de las entrañas de la ONU nació la
“economía verde” privatizadora a la que calificó como “economía negra de muerte”. “El inicio del
Pachakuti, - terminó anunciando al fin de su disertación el presidente- es el despertar del mundo a la
cultura de la vida y en concordancia con la profecía maya que habla del nacimiento de una nueva
era, anunció el fin del Capitalismo salvaje,” que pertenece a una era que desaparece. De esa larga
y tenebrosa noche de milenios en la que ha vivido inmersa la Humanidad asolada por las guerras a
lo largo de la historia, que ha culminado dando paso al amanecer de una nueva era. Es el renacer
de la esperanza anunciando el inicio de un cambio de conciencia cósmica que acabe para siempre
con la espiral de dolor, destrucción y muerte que han sembrado todos imperios incluyendo al
imperio yanqui que está viviendo sus últimos días.
Así está escrito en una roca localizada en
un apartado lugar de México, que los profetas del desastre creyeron que anunciaba el Apocalipsis,
cuando lo cierto es que hablaba del renacer de la vida, de la armonía y el amor, y del fin del odio y
la crueldad de las guerras. La Utopía que sueñan hacer realidad los pueblos del Tercer Mundo,
revelada por los sabios Mayas hace siglos y que hoy se anuncia como un cambio cósmico de
conciencia, un nuevo amanecer. Un despertar de la Humanidad hastiada de la violencia,
destrucción y muerte que durante milenios le impusieron imperios crueles y ambiciosos como el
yanqui, condenado inexorablemente como le sucedió a aquellos, a desaparecer de la faz del planeta.
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