Götz Aly “¿Por qué los alemanes? ¿Por qué los judíos?”, Barcelona, Planeta, 2012 El nombre de Götz Aly ha surgido con fuerza en el debate sobre la responsabilidad alemana, más allá del partido nazi, en la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto. Ya con su libro La utopía nazi (2005) inició una polémica en Alemania al reivindicar la teoría de que Hitler y los nazis no estaban solos, sino que gran parte del pueblo alemán encontró en ellos seguridad y enriquecimiento a costa de expoliar primero a los ciudadanos judíos y después al resto de europeos durante la guerra y ampliación del Reich. El debate se abrió en Alemania y las posiciones de Aly fueron ciertamente defendidas o criticadas con vehemencia. Götz Haydar Aly (1947) es historiador y periodista, actualmente además trabaja como profesor de estudios interdisciplinarios sobre el Holocausto en el Fritz Bauer Institut de Frankfurt. En las conferencias a las que asiste como ponente tampoco deja indiferente a nadie, por ejemplo cuando defendió que Gandhi era amigo del nazismo y Hitler. Tampoco rehuye su propio pasado reconociendo abiertamente que su padre fue uno más de los millones de alemanes que apoyaron el hitlerismo, y aunque si bien es cierto que no al nivel de implicación de, por ejemplo, el abuelo de Martin Davidson (El nazi perfecto, 2012), precisamente lo que le interesa es escarbar en ese actuar y la conciencia de los ciudadanos normales que apoyaron el ascenso y consolidación en el poder del partido nazi, pero que tras la guerra rehusaron hablar de lo que había pasado, especialmente tras conocerse hasta dónde había llegado el horror. Clic aquí para leer una entrevista a Götz Aly en Yad Vashem En este ensayo titulado ¿Por qué los alemanes? ¿Por qué los judíos? el autor vuelve a levantar ampollas entre la crítica y en la sociedad alemana, suscitando de nuevo una gran polémica y demostrando que desde luego el tema del Holocausto en el país germano sigue siendo un asunto delicado de tratar, después de tantos estudios, reflejo indudablemente del sentimiento de repulsa y quizás culpabilidad sobre aquellos acontecimientos. El mismo título ya plantea lo que será el asunto central del libro: ¿por qué en un país tan civilizado pudo nacer una ideología tan inhumana que llevó al exterminio a seis millones de personas por motivos puramente raciales? Pero ¿fueron esos motivos “puramente raciales”? ¿Cómo era la Alemania de la época que dio lugar al movimiento nazi? ¿qué factores confluyeron a la hora de hacer de sus ciudadanos colabores directos o testigos de una barbarie no conocida ni 1 repetida en la historia? Bien, la respuesta de Götz Aly es rotunda y no dejará indiferente a nadie: simplemente la envidia y el resentimiento encauzados hacia un colectivo. Esta explicación no es tampoco del todo nueva, la disquisición del Holocausto como un fenómeno de “envidia que aniquila” ya la dio por ejemplo Marc Ferro en su El resentimiento en la historia (2007, pp. 29-34) donde pone a ese pecado capital como uno de los motores principales de revoluciones, guerras y represión en la historia de la humanidad. El progreso de los judíos alemanes dio paso a la envidia de sus conciudadanos que estalló en un antisemitismo furibundo cuando la situación económica y política fueron críticas tras el crack de 1929 y los efectos del funesto Tratado de Versalles (1919). Entonces se mezclarán -como en una argamasa que endureció las mentes- una teoría del exterminio de los judíos del cuerpo social de Alemania con supuestas causas objetivas que venían del mundo de la economía, del arte, de la ciencia, de la política o de la literatura. Todo confluyó para alejar el miedo al fracaso de unos (alemanes) contra y frente al supuesto triunfo de otros (judíos). Götz Aly utiliza como fuentes periódicos, panfletos, obras literarias de la época, así como multitud de cartas y relatos personales de los archivos alemanes, incluyendo los de su propia familia a la que pone de ejemplo de ser antisemita por envidia. Retrotrae su estudio a principios del siglo XIX, a su juicio inicio del antisemitismo moderno alemán como respuesta a la invasión napoleónica, al liberalismo contrario a las tradiciones prusianas y a la larga emancipación de los judíos en la vida económica, que no política –tendrán vedados cargos militares- administrativa – con una resistencia encubierta a nombrarles para altos cargos aún con méritos para ello-, social y religiosa –pensemos que hasta 1919 no se les reconoce el derecho a constituirse en comunidad-. La sociedad judía pronto constituyó en Alemania un grupo social exitoso que aprovechó sus cualidades, en especial el excelente rendimiento en los estudios, su afición por la lectura, para de esta forma no sólo integrarse en la sociedad, sino además producir algunos de los individuos que posteriormente descollaron en todos los campos: grandes empresarios, políticos, buenos literatos, músicos o pintores, originales pensadores y profesores universitarios. Ello hará que los judíos tengan rivales que utilicen cualquier arma, por baja que sea, por mentirosa que fuera, para socavar su estatus. Estos enemigos son múltiples e influyentes: De los partidos derechistas al asimilarlos a políticas progresistas y liberales. De los partidos de izquierdas porque representaban el triunfo del capital y el dinero frente a la pobreza latente en la sociedad alemana. De la población cristiana y protestante que en sus mentes veían peligrar su propia posición. De ciertos intelectuales que envidian el arte y éxito que alcanzan algunas figuras judías, dentro de este círculo destacarán los nuevos científicos de la raza o higienistas que defienden la condición mezquina de la etnia judía. Pero además el antisemitismo calará rápidamente en Alemania, según el profesor Aly, por otra cuestión puramente intrínseca al espíritu alemán: la necesidad de sentirse unidad, una patria 2 conformada por el conjunto de los alemanes que hacía relativamente pocos años había dado lugar al nacimiento del país (1871). En esa unidad lo que sonara diferente debía quedar excluido, ser expulsado, caso por ejemplo de la comunidad judía. La inmigración en masa de judíos del este huyendo de los pogromos en Polonia o Rusia aumentaron el sentimiento de racismo, algo incluso a lo que no fueron ajenos los propios judíos alemanes ya asentados y cuya posición estaba aparentemente consolidada. La culpabilidad alemana por lo tanto no residirá en si apoyó en masa la subida al poder de Hitler y su partido –cuyo ideario furibundamente antisemita recogía elementos de asociaciones muy anteriores como el Partido Alemán Social Antisemita o la Unión Pangermánica-, sino en dejarse arrastrar por esa promesa de ascenso social y mejores condiciones económicas que al final terminó en desastre no solamente para el propio pueblo alemán, sino para toda Europa. Entremedias seis millones de judíos habían sido asesinados por envidia o desprecio. La gente que en Alemania aspiró a mejorar a costa de ellos eran en su mayor parte personas normales, como el padre de Götz Aly, a los que los nazis “vendieron” esa idea mientras ellos mismos se lucraban y llevaban al mundo al precipicio. Persecuciones se dieron durante todo el siglo XIX (los pogromos Hep Hep son una muestra), pero en el siglo posterior se cierra el círculo vicioso: la imagen del judío plutócrata que esquilma a las masas obreras o del judío bolchevique que ataca al capital, dos extremos, se escribieron a fuego en el sentir de la sociedad alemana del momento, por lo que en todos los campos y sectores serán atacados. Había que excluir su triunfo, su felicidad de una sociedad que sufría, pues en palabras de Hitler esa unión de razas “hacía a las personas inseguras”. Inseguras de su propio futuro, de su situación, de no llegar a ser como el otro. Un libro polémico a la vez que recomendable para entender, desde una posición muy crítica con la actitud del pueblo alemán ante el nazismo, cómo fue posible el Holocausto, consecuencia final de un movimiento de envidia y resentimiento encauzado por una panda de arribistas mediocres pero firmes en sus dementes creencias. ¿Dónde lo encuentro? Bibliotecas Públicas de Madrid: http://catalogos.munimadrid.es/cgi-bin/abnetopac Javier Fernández Noviembre 2012 3