LA ACCIÓN PASTORAL - Fundación San Valero

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LA ACCIÓN PASTORAL
Hablar de Pastoral en una Escuela Diocesana es hablar de su mismo ser, del ser
de la comunidad de los discípulos de Jesús. La Iglesia, que fieles al mandato del
resucitado: Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes (Mt 28, 18-20); viven y
anuncian en medio del mundo la Buena Noticia del Evangelio. Esta vida y este anuncio
se sitúan siempre en unas coordenadas históricas concretas, en las cuales nos
corresponde a los cristianos vivir y actuar de acuerdo a un criterio de acción pastoral
fundamental: la encarnación; manteniendo así una doble fidelidad; al mensaje y al
destinatario; fidelidad a Dios y fidelidad al hombre. Así el reto de cada generación
cristiana y de cada cristiano es responder a ese llamamiento de Jesús en su situación
vital concreta. Nuestro reto, el de una Escuela Diocesana en el año 2006, es, por
tanto, cómo hoy podemos ser testigos fieles de Evangelio y portadores de esperanza
ante nuestros alumnos y sus familias en primer lugar, pues ellos son el motivo de que
estemos aquí. Pero también ante nuestros compañeros. Las instituciones son medios,
pero nunca las personas que las forman.
Para tratar de responder a ese reto, la acción pastoral en el Centro de Educación
Secundaria y Formación Profesional tiene abiertas en estos momentos cuatro
acciones, que hemos llamado: General, Especial, Llamada y Compromiso. La acción
pastoral general engloba aquellas actividades destinadas al conjunto de los alumnos,
en un grupo, curso o nivel. Que van desde las convivencias con grupos de la ESO al
encuentro y acogida personal a los alumnos. La acción pastoral especial se refiere a
una atención fuera de horario escolar a alumnos que por diferentes motivos la
necesiten, a través de lo que hemos llamado repasos. La acción pastoral de llamada
son todas aquellas actividades que se proponen a alumnos en particular o a grupos en
general, y ante las cuales algunos pueden responder. Aquí tenemos desde las
comidas-convivencias de los viernes, hasta los alumnos que colaboran como
ayudantes en los repasos. Finalmente hemos llamado acción pastoral de compromiso
a la que se realiza con alumnos que han dado el paso de comprometerse junto a otros
en un proceso de crecimiento compartido y de revisión de vida. Esta separación de las
diferentes acciones es más formal que real, pues todas ellas, en su dinamismo para
desarrollarse, se interrelacionan y dan lugar a otras nuevas, tal vez inesperadas.
En esta tarea son fundamentales las personas que a diferentes niveles colaboran y
comprometen su esfuerzo. Un reto pastoral es sin duda consolidar equipos que
trabajen y asuman la responsabilidad pastoral en su ámbito de actuación.
Si comparamos nuestra situación con lo que el Concilio nos pide: “crear un ámbito
de comunidad escolar animado por el espíritu evangélico de libertad y amor, ayudar a
los adolescentes a que, al mismo tiempo en que se desarrolla su propia persona,
crezcan según la nueva criatura en que por el bautismo se han convertido, y
finalmente, ordenar toda la cultura humana al anuncio de la salvación, de modo que el
conocimiento que gradualmente van adquiriendo los alumnos sobre el mundo, la vida y
el hombre sea iluminado por la fe”. Y analizamos lo tres campos que nos abre:
a).-una comunidad animada por el espíritu evangélico de la libertad y amor;
b).-la acción pastoral directa con los alumnos;
c).-ordenar la cultura a la fe.
Es claro que la tarea pastoral que hemos presentado desarrolla la acción pastoral
directa con los alumnos; pero lo es también que necesita estar enmarcada en un
espíritu evangélico de libertad y amor; y en la conciencia de que nada es neutro, que
las diferentes enseñanzas, no sólo las humanísticas, sino también las científicas y
técnicas, desde su ámbito propio, no están al margen de esta tarea.
Como conclusión nos quedaremos con dos palabras del Concilio: libertad y amor.
La persona ha de ser amada incondicionalmente en sí misma y respetada en su
libertad. Son premisas irrenunciables en nuestra acción pastoral y en nuestro modo de
ser y estar presentes junto a nuestros alumnos; sus familias y nuestros compañeros.
Desde ellas podemos anunciar sin miedo la razón de nuestra esperanza.
Paco Génova
1.- Declaración Gravissímus educationis (declaración sobre la educación cristiana) nº 8, 1965.
Concilio Vaticano II.
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