Hacienda no puede iniciar una nueva inspección si acabó otra sin

Anuncio
EL ECONOMISTA LUNES, 8 DE SEPTIEMBRE DE 2014
41
Normas & Tributos
Economía
Hacienda no puede iniciar una nueva
inspección si acabó otra sin formalizar
La patronal de los
registradores se
opone a la futura
demarcación
La Audiencia Nacional considera que investigar dos veces no se ajusta a Derecho
X. G. P. MADRID.
La Asociación Profesional de Registradores (APR), la patronal
que negocia los convenios colectivos de este sector con sus empleados, manifiesta, a través de
un comunicado hecho público,
su oposición al proyecto de Ley
de Demarcación, al considerar
que implica un cambio sustancial en el modo de ejercer la profesión, “sin beneficio alguno para la sociedad española, ni para
la función registral y con graves
perjuicios para las estructuras
laborales de los Registros”.
APR manifiesta su voluntad
de acudir a los Tribunales de Justicia, “si el proyecto mantiene los
aspectos lesivos para el servicio
público y la función registral”.
Con la futura norma se procede a la supresión de aquellos Registros que, creados en la demarcación anterior, no han tenido
aún efectividad legal, tras siete
años desde su creación, carentes por tanto de toda viabilidad.
Además, se agrupan los Registros de la Propiedad en localidades donde exista más de uno y
en algunos lugares se unen Registro Mercantil y de la Propiedad para optimizar el servicio.
Xavier Gil Pecharromán MADRID.
La Inspección de Hacienda no puede iniciar una segunda comprobación inspectora cuando ya se ha producido otra anterior, que fue terminada sin formalización de acta, liquidación, ni deuda, según establece
una sentencia de la Audiencia Nacional, de 28 de mayor de 2014.
El ponente, el magistrado Navarro Sanchís, considera que se da de
un lado la aparición de la cosa juzgada administrativa, que se opone
a que los contribuyentes puedan ser
sometidos a comprobación una y
otra vez, a voluntad o conveniencia
de la Administración, abriendo y
cerrando procedimientos del modo en que se hacen.
De otro lado, observa el principio
de confianza legítima, que defiere
a los ciudadanos la confianza de no
verse sorprendidos por la Administración con actos de voluntad contradictorios con otros anteriores expresos o presuntos, pero inequívocos, máxime tratándose de actos de
gravamen, como lo son, por antonomasia, los tributarios.
Acto propio de voluntad
Reflexiona que no se puede olvidar
que un acto propio de voluntad de
la Administración se puede localizar no sólo en actos expresos y formales, sino en actos tácitos y aun
presuntos, con tal que su sentido
sea concluyente.
Este efecto -continúa explicando el ponente-, puede asignarse a
la finalización de ese primer procedimiento inspector abierto por el
mismo concepto, ejercicio y operación concreta, que pudiendo haberse seguido una regularización -si se
reputaban inválidos los motivos económicos de la operación de escisión
llevada a cabo- sin embargo finalizó mediante un simple informe, “lo
que supone una valoración acerca
de la procedencia de aplicar el régimen especial de escisiones y fusiones que no puede ser desconocido por la Administración en actuaciones ulteriores”.
Afirma Navarro Sanchís que, cuando la Administración, con sus decisiones, crea en un administrado la
presunción de que su actuación se
ajusta al ordenamiento jurídico y
resulta legítima, cuando se fía de
aquélla y en base a esa creencia programa su actividad y adopta determinaciones, “tiene derecho a que
estas últimas sean amparadas por
el ordenamiento jurídico”.
Este amparo debe matizar las consecuencias inherentes a un entendimiento estricto del principio de
legalidad, para impedir a la Admi-
GETTY
Tanto si se trata de
un procedimiento en
dos fases como si
son dos distintos no
se ajustan a la Ley
nistración remover la situación favorable a un administrado en aras
de la seguridad jurídica, principio
constitucional que inspira otras instituciones como la prescripción, capaz de dejar incólumes y plenamente operativos actos administrativos
eventualmente ilegales, o como la
fijación de un plazo máximo para
recurrirlos, cuyo transcurso los
transforma en firmes e inatacables.
“En otras palabras, -indica- cuando la creencia del administrado que
sustenta su comportamiento se basa, como en este caso, en signos externos y no en meras apreciaciones
subjetivas o convicciones psicológicas, debe protegerse su situación,
pues la Administración no puede
negar un derecho a quien legítimamente se ha fiado de ella y se ha desenvuelto conforme a los dictados
que la anterior actuación de la Administración le marcaba”.
Se plantea el magistrado si se trata de un único procedimiento inspector, caracterizado por la identidad de objeto, con dos fases temporales separadas entre sí, en la medida en que lo que se pretende en
él es regularizar la operación de escisión, cuestión ésta presente en
ambos procedimientos sucesivos,
abiertos el 9 de abril de 2002 y el
28 de enero de 2005, “en cuyo caso la prescripción sería clamorosamente obvia, no sólo porque las actuaciones se han prolongado más
de cuatro años, sino por haber experimentado una paralización injustificada notablemente superior
a los seis meses (los comprendidos
entre los dos supuestos procedimientos autónomos”.
De no ser así, se plantea si existen dos procedimientos distintos y
separados, pero sobre el mismo objeto, en cuyo caso prevalece la cosa juzgada administrativa causada
en el primero de ellos, previa comprobación de la operación de escisión sin declaración alguna de responsabilidad.
El Tribunal Supremo aplica el
principio de confianza legítima en
asuntos semejantes al presente, alguno de ellos en cuanto al propio
objeto de la comprobación inspec-
tora -la existencia de motivos económicos válidos en una operación
societaria-. A tal efecto, citar Navarro Sanchís la sentencia del Tribunal Supremo de 6 de marzo de 2014,
recaído en un asunto en que se había declarado el fraude de ley en
contradicción con actos propios anteriores de la Administración.
También, la sentencia de 4 de noviembre de 2013, en que también se
hace prevalecer el citado principio
de confianza legítima para impedir
a la Administración actuaciones
contrarias a la confianza generada.
Finalmente, Navarro Sanchís cita la sentencia de 18 de noviembre
de 2013. La importancia de ésta la
considera decisiva, no sólo porque
recae en un procedimiento de reestructuración empresarial, sino
porque la razón desestimatoria del
recurso de casación radica en un
problema probatorio en relación,
no con la existencia, sino del contenido del acto propio precedente
y, en particular, acerca de la identidad entre el acta de conformidad
levantada y la extendida a otra por
una operación idéntica.
@
Más información en
www.eleconomista.es/ecoley
La prueba ocular
y la declaración
valen poco en el
ámbito tributario
X. G. P. MADRID.
Aunque el interesado puede proponer cualquier tipo de prueba,
el Tribunal tiene una amplia libertad para decidir si las pruebas propuestas son pertinentes
para acreditar los mismos, sobre
todo las pruebas aportadas y las
que constan en el expediente administrativo, según determina el
Tribunal Económico Administrativo Central (TEAC), en una
resolución de 17 de julio de 2014.
La Sala considera que en el
procedimiento tributario las
pruebas testificales, oculares y
las declaraciones de parte tienen
escaso valor práctico para aclarar las circunstancias de las obligaciones tributarias.
Recuerda que el carácter público de un documento no garantiza la veracidad intrínseca
de las declaraciones que formalicen los interesados, pues una
escritura pública sólo hace prueba respecto a terceros del hecho
que motiva su otorgamiento y de
la fecha de éste.
Descargar