Novela y nación en el siglo XX chileno Ficción literaria e identidad Ignacio Álvarez Índice Índice Introducción ....................................................................................11 I. Nación y literatura .......................................................................21 Por qué nación, por qué novela, por qué el siglo XX chileno ..............................................................................23 Sobre el concepto de nación................................................................26 Un breve apunte teórico...................................................................26 Nación y novela ..............................................................................30 Novela chilena ....................................................................................36 Notas sobre su definición en el siglo XX .............................................36 Nación y novela en el siglo XIX: romanticismo y naturalismo .............................................................40 Chile en el siglo XX ............................................................................45 Relecturas de la historia ...................................................................45 Un siglo “corto”................................................................................48 La novela chilena y la nación en el siglo XX: una hipótesis ..................50 II. La encrucijada del sujeto ............................................................55 Miltín 1934 de Juan Emar ................................................................57 Juan Emar y su obra: brevísima presentación.......................................57 Miltín 1934: sobre su inclusión en esta serie y sus lecturas críticas ...........................................................................62 Performatividad y deixis, dos propiedades de la escritura en Miltín ..............................................................................66 Chile y la cosmópolis: la elaboración teórica de lo nacional en las Notas de arte ..............................................................................74 7 Novela y nación en el siglo xx chileno El título, la lengua, el contexto: aromas nacionales en Miltín 1934 ...................................................................................81 La encrucijada del sujeto .....................................................................91 III. El diagrama de un nuevo pacto ..................................................95 La oscura vida radiante de Manuel Rojas ........................................97 Consensos críticos...............................................................................99 Manuel Rojas, iniciador de la novela del siglo XX..............................99 Manuel Rojas, representante de una subjetividad marginal ..............104 Manuel Rojas, escritor de la fraternidad y solidaridad humanas .....................................................................108 Manuel Rojas, escritor anarquista ..................................................112 Cambio y continuidad: a propósito de la breve recepción de La oscura vida radiante ......................................................................118 Desenfocar los consensos: una lectura nacional de La oscura vida radiante........................................................................122 El espacio de lo nacional..................................................................122 Crisis de un pacto antiguo ................................................................128 Perspectivas políticas........................................................................132 Diagrama de un nuevo pacto .........................................................136 IV. El esplendor del relato nacional ............................................141 La sangre y la esperanza de Nicomedes Guzmán y Patas de Perro de Carlos Droguett......................................................................143 Realismo, margen, nacionalidad........................................................145 Más allá del realismo: la generación de 1938 ..................................145 Más acá de la vanguardia: Carlos Droguett ....................................151 La construcción del margen............................................................156 8 La inscripción nacional .....................................................................164 La sangre y la esperanza: alegoría nacional barroca .............................170 Patas de perro: venida del Mesías sin gloria y sin majestad..................184 El esplendor del relato nacional.........................................................196 V. Ocaso y desarticulación de la comunidad nacional.................199 Casa de campo de José Donoso y Los convidados de piedra de Jorge Edwards ...........................................................................201 Un diagnóstico en discusión: historia literaria e historia nacional .............................................................................206 El eclipse de las figuraciones nacionales .............................................224 Las parejas fundacionales...............................................................225 Los problemas de la imaginación de clase ........................................235 La desarticulación de la comunidad nacional ....................................245 Poética de la distancia: últimas promesas de la novela chilena ..........246 Comunidad e identidad, imaginación e historia..............................254 Tres notas para el fin del siglo ...........................................................257 Conclusión .....................................................................................259 Bibliografía ....................................................................................269 9 Introducción 11 Introducción El objetivo de este libro es construir un relato histórico de las representaciones de la nación en seis novelas fundamentales de la tradición chilena del siglo XX: Miltín 1934 (1935) de Juan Emar, La oscura vida radiante (1971) de Manuel Rojas, La sangre y la esperanza (1943) de Nicomedes Guzmán, Patas de perro (1965) de Carlos Droguett, Casa de campo (1978) de José Donoso y Los convidados de piedra (1978) de Jorge Edwards. Al hablar de una construcción intento poner de relieve el hecho de que la trayectoria aquí propuesta es parcial y necesariamente incompleta. La búsqueda de lo nacional no se pretende una lectura definitiva de las novelas del siglo, y esta lectura en particular tampoco será la definitiva sobre la cuestión de la nación. Relato comprensible, a su turno, indica una aspiración a la coherencia consciente de su artificialidad: trazar un dibujo inteligible indudablemente es costoso, pues sacrifica el detalle y la heterogeneidad al diseño mayor que se postula como imagen eventual de la realidad y de la historia. Creo, sin embargo, que este intento es un buen punto de partida para alimentar una discusión que, más tarde, se torne verdaderamente inclusiva y detallada. Pese a definirse como un estudio acerca de la representación de la nación, no se encontrará aquí un elenco de figuraciones típicas que definan la chilenidad durante el siglo XX. Ello se debe a que la perspectiva que impulsa este relato —algo sobre lo que insisto con frecuencia más adelante— es la descripción de la enunciación, de la representación como proceso, y no una historia de sus objetos o enunciados. La pintura de ciertas figuras nacionales es asunto secundario y a veces equívoco frente a la riqueza que entraña su 13 Novela y nación en el siglo xx chileno proceso de producción; en él reside una historicidad que, siendo específicamente literaria, es también social y política. La elección de los textos que conforman esta serie no ha sido azarosa. Pretende incidir, aunque sea mínimamente, en el conjunto de obras que entendemos —o discutimos— como pertenecientes al canon de la novela chilena del siglo XX. Incluir una novela como Miltín 1934, por ejemplo, expresa la convicción de que el trabajo de Juan Emar, por peculiar que sea, es también inevitable en cualquier mirada general sobre el período y debe considerarse como parte integrante de él. El interés por La oscura vida radiante, a su turno, pretende ser un aporte al menos cuantitativo al estudio de Manuel Rojas, sin duda el escritor más importante del siglo, injustamente identificado de modo único con Hijo de ladrón. El acercamiento a Patas de perro, por último, concibe a esta novela y a su autor como partes de la columna vertebral de la expresión literaria de su época, y no como una obra y un artista excéntricos o marginales, que es el lugar en donde muchas veces se los sitúa. En términos globales, no obstante, lo que aquí se ofrece es la relectura de una tradición literaria e histórica, y ello implica ciertas limitaciones de las que quiero hacerme cargo a continuación. El uso que doy al concepto de identidad nacional es, por lo general, bastante estrecho en cuanto a los alcances de su significado, pues la mayor parte de las veces acoge solo las diferencias que podemos llamar verticales y que se refieren a la cuestión de la jerarquía clasista en un contexto citadino, haciendo caso omiso de la infinita variedad horizontal que presentan los miembros de una comunidad cualquiera. Tres de estas ausencias son las más llamativas: la perspectiva genérico-sexual, la étnica y la campesina. Puesto que las novelas de esta serie se ocupan apasionadamente de las clases sociales y abordan solo de modo tangencial esas otras dimensiones, el criterio histórico de este trabajo me sugirió dialogar con los textos en el territorio de sus propias preocupaciones, y evitar en general una perspectiva revisionista y desagraviante. Estoy consciente, sin embargo, de que esta decisión puede constituir un nuevo e 14 Introducción involuntario agravio, o la renovación de los numerosos agravios del siglo1. En el contexto de los estudios sobre la narrativa chilena, por otro lado, creo que la importancia de cada capítulo es diferente y quisiera consignar lo que estuvo en mi intención al redactarlo. Con respecto al tratamiento de Juan Emar y Carlos Droguett, en primer lugar, debo reconocer que la perspectiva nacional es una mirada que no se ocupa del núcleo fundamental de sus proyectos, pero me parece innegable que ilumina poderosamente la estructura de los imaginarios nacionales en sus momentos respectivos. En cuanto a José Donoso y Jorge Edwards, es difícil encontrar un rasgo realmente nuevo en sus novelas que pueda adelantarse como genuino descubrimiento, y los enfrento por ende con ánimo evaluador: si no es posible realizar una nueva descripción, mi esperanza es que un nuevo juicio ayude a renovar sus lecturas. En los casos de Manuel Rojas y Nicomedes Guzmán, finalmente, creo que la búsqueda de un imaginario nacional es particularmente pertinente, y espero además que la ponderación de los estudios críticos dedicados a sus obras, tan escasos, pueda tener alguna utilidad. Hay también a lo largo de este trabajo un argumento no demasiado secreto, de orden polémico, que merece explicitación. En cuanto a Juan Emar, intento discutir la extendida opinión que identifica la vanguardia artística con la vanguardia social, lo que explica cierta insistencia en los rasgos menos progresistas de su proyecto. En el capítulo dedicado a Manuel Rojas reivindico desde La oscura Esta limitación proviene también de la novela chilena como objeto de estudio, pues se trata de una tradición literaria marcadamente masculina, citadina y blanqueada, muy diferente de la tradición poética. Muestra de ello es Identidad nacional y poéticas identitarias, un excelente trabajo que se ocupa de las relaciones entre poesía y nación durante la primera mitad del siglo XX chileno, en donde Paula Mirada menciona como una de las dimensiones articuladoras de lo que llama “poéticas identitarias” chilenas la introducción del paisaje rural en Gabriela Mistral y Violeta Parra, nombres cuyo estudio implica también la integración inmediata de las dimensiones étnica y genérico-sexual en la discusión comunitaria (10). Uno de los primeros contrapuntos de la perspectiva que ofrece este trabajo, en consecuencia, está en la lectura de la nación que propone la poesía. 1 15 Novela y nación en el siglo xx chileno vida radiante una imagen de Aniceto Hevia más normalizada, integrada incluso a los grupos hegemónicos, en abierto contraste con la pintura inespecíficamente subversiva que puede leerse en muchos trabajos dedicados a Hijo de ladrón. Al ocuparme de Nicomedes Guzmán y La sangre y la esperanza mi objetivo ha sido mostrar los rasgos menos realistas de su obra y también los menos rudamente ideológicos, teniendo en mente la infinidad de veces en que sus novelas han sido rechazadas como epifenómenos del realismo socialista. En relación con Carlos Droguett, he intentado localizar en Patas de perro un punto ciego —su conexión romántica— para evitar la mera repetición, tan frecuente por lo demás, de la interpretación histórica planteada por su autor. En cuanto a Edwards y Donoso, finalmente, he buscado oponer a la imagen heroica del escritor total del boom una menos amable, que los muestre en sus rémoras decimonónicas y aristocratizantes. Suelo utilizar como sinónimos del concepto de nación algunas expresiones que no son del todo equivalentes o al menos no obviamente equivalentes. “Identidad nacional” tiende a equivaler a “nación” y quiere expresar la elaboración conceptual de Grínor Rojo, para quien la nación es una forma de identidad particular2; “pacto nacional” se refiere metonímicamente al concepto moderno de nación, aludiendo a su rasgo contractual; “comunidad” es siempre comunidad nacional imaginada, aunque a veces el término aparezca desnudo de estos adjetivos; “imaginario nacional” convierte en sustantivo el carácter imaginado que Benedict Anderson atribuye a la comunidad nacional y tiene poco que ver con la larga tradición psicoanalítica del término3; el uso de “patria” se restringe a los momentos en que “nación” no transmite el arraigo o el com- Vid. Rojo, Globalización 29-47. Debo marcar también la distancia que existe entre los alcances del “imaginario nacional” interpretable en un texto literario y el “imaginario social” que define Charles Taylor. Allí donde un imaginario social es una “construcción colectiva que hace posibles las prácticas comunes” (37), objeto del estudio sociológico o antropológico, el imaginario nacional de una novela sería el modo desplazado en que esta construcción colectiva toma cuerpo en ella. 2 3 16 Introducción promiso afectivo que requiere el contexto en que lo uso. Ninguna de estas denominaciones es metodológicamente específica: refieren en último término al concepto de nación que intento definir en su especificidad al comienzo de este trabajo4. He seguido en la disposición del análisis un orden que en lo sustantivo coincide con el sistema generacional expuesto por el profesor Cedomil Goic5. Los autores tratados se inscriben en las generaciones de 1927 (Manuel Rojas y Juan Emar), de 1942 (Carlos Droguett y Nicomedes Guzmán) y 1957 (José Donoso y Jorge Edwards). Ello explica el aparente anacronismo de situar La oscura vida radiante, publicada en 1971, como eje para entender el surgimiento del imaginario nacional del siglo XX. El proyecto narrativo de Manuel Rojas, estable a partir de las coordenadas de Hijo de ladrón, encuentra su formulación específicamente política en esta novela tardía. Mi única discrepancia consiste en leer Casa de campo y Los convidados de piedra, superrealistas según el modelo, como novelas que pertenecen en propiedad al siglo XX y son, al mismo tiempo, posmodernas. En los últimos años el profesor Goic ha descrito un nuevo período que contempla los caracteres formales del posmodernismo, el infrarrealismo, que hasta el momento abarca las generaciones de 1972, 1987 y 20026. Aunque Donoso y Edwards no pertenezcan generacionalmente a él, me parece que estas novelas se escriben a partir de las condiciones materiales y la sensibilidad posmodernas, lo que autoriza la adscripción. Por último, una afirmación. Este trabajo ha sido escrito desde un lugar político y teórico que, aunque concibe como deseable y Vid. Capítulo I, 26-30. Es notable la liviandad –y la mezquindad, para decirlo derechamente– con que se suele descartar libros tan fundamentales para nuestra tradición crítica como son Novela chilena. Los mitos degradados (1968) o Historia de la novela hispanoamericana (1972), de Cedomil Goic. Es cierto que el desarrollo interno del género no es el único criterio para su historización, pero ello no significa que ese criterio no tenga validez en absoluto. Por otro lado, la mayor parte de quienes rechazan las generaciones, puntillosos al señalar sus anomalías, no lo son tanto a la hora de ofrecer criterios historiográficos alternativos que tengan verdadera utilidad. 6 Vid. Goic “Capítulos” y “Brevísima historia” en la bibliografía. 4 5 17 Novela y nación en el siglo xx chileno necesario el fortalecimiento de las identidades nacionales, no adhiere a cualquier nacionalismo ni menos a las versiones sanguíneas y premodernas que han vuelto a ponerse en boga durante las últimas décadas. La utopía nacional que lo alienta —el modelo implícito contra el cual se contrastan las diversas versiones de la chilenidad durante el siglo XX— está conformada por individuos autónomos que se imaginan de modo consciente y lúcido, es decir, sabiendo que se imaginan; individuos solidarios que construyen comunidades permeables, inclusivas, abiertas al cambio; individuos críticos que alimentan la permanente discusión y reformulación de su identidad. Esa es la utopía y el anhelo, pero el destino de todo deseo —como sabemos y como se comprueba en las páginas que siguen— es ser frustrado una y otra vez por la historia. 18