^ - . l^plfr,^ ^E^^ev CAPITULO VI HELICICULTURA 54. Manifestación previa: Siempre ha ofrecido notario interés el ^establecimien2o de nuevas industrias y^el beneficio de nuevos aprovechamientos; pera nunca como en los tiempos ac^uales, en que la suprema aspiración de bastarnos a sí mismos (si no de una man^era integral, en la mayor proporción posible), ^es la idea directría que más hondamente preocupa a gobernantes y gobernados. De acuerdo con esta consigna, venga dedicando a^este objetiv^o algunas actividades em el período dc la postguerra, en esta misma serie de volúmen:^s; eav Ig4i exalté (I) la importancia que podía ]ograr el cultivo astacícola; en el pasado^ año puse de relieve el interés que ofrece el benefi^cio de diversos se^res a^males y vegetales acuáticos (2), tmtando en el actual del aprovechamienta helicícola, considerándo'.o, según^ ya queda expresado en la Introducción, como la extrema retaguardia de la Hidrobiología aplicada; aspiraba corli ello a que'e^^ta materia contribuyese de modo positivo, aunque modesto, a dar cu ^ rpo -94al anhelo básico, fundamenta1, al que más arriba aludo. Pero de la misma manera que en él segundo de l^os Manuales anotados, cuando hablaba del aprovechamiento de la rana y de los centros dedicados a su cría y cultivo, sentaba la creencia de que ^su instauración ^m nuestra Patria tal vez resúltara prematura, dado lo limitado del mercado, y que la que más interesaba era su beneficio inmediato capturándola y difundiéndola lo más posible, fomentanda su consurno y regu'arizando el abastecimiento de las éxpendedurías. Una vez esto conseguido, sería el momenta de crear los parques de ranicultura con la seguridad de su próspero desenNOlvimiento ^económico. Ic^énticas manifestaciones debo luacer en relación con e1 aprovechamiento de los caraeales y^establecimiento de parques helicícolas; afortunadamente el comercio y consumo de estos moluscos está más géneralizado que el de la rana, y; po^r tay^to, ofreee coyun^tura más favorable pe.ra abordar con mayares probabilidades de éxito la creación de umi centro que tutele su cultiva y dárija su camercio. De todos modos, es discreto iniciar estas explotaciones zootécnicas con mesura, evitando así un perjuicia económico que produjese desalienta ^en el ánimo de una persona émprendedora y patriata que se hubiese propuesta dotar al país de esta interesante industria zoógena. Quienes impulsados par nuestra idéo'.ogía científica o técnica trazamos normas para desarrollar este ideario, debemas haeerlo con prudente cau- -- 95 -^ tela, procuranda no incurrir en el defecto del teorizanté, siempre fuera de lugar, pero totalmente inadmisible hoy, ya que el acelerado ritmo de1 momento actual exige realidades en vez de quimeras, y soluciones concretas en lugar de énojosas divagaciones, mucho más cuando de na ha^ cerlo así pueden resultar damnificadas gentes activas y laboriosas, animadas además del própósito de contribuir al ^resurgimiento nacional, , 55. Caracolerae: De ]as diversas modalidades que la Helicicultura presenta por lo que atañe a la amplitud de sus instalaciones, la primera fase, rudimentaria d^esde luego, pero^ al fin el primer peldaño de su escala, la constituyen las c^rxrc^o^ G^rns. Su misión queda reducida a consérvar durante corto tiempa el ^exceso de caracoles que hayan sido cagturados en a'guna búsqueda afortunada, guardándolos de esta manera cuando se éfectúa su pronta venta o consumo, una vez haya transcurrido el período de ayunb a primera purga que se describe en el epígrafe 52. Viené a• ser una ^1st^alrulaGCiász del caracol y^recuerda lo que hacen los pescadomes de la Albufera de Valencia con las anguilas, carpas y'lisas, que conservan en unos receptáculos de madera y t•ela metálica (vi^veir,as) cuando . una nache de fórtuna :obtienen pesca. en cantidad superior a la acostumbrada demanda del mercado, guardándolos por si en otra sucede lo contrario, y manten^r así la conveniente regularidad en él abastecimi^en^to de la plaza. Como con- .... g6 .^, ^°^etuencia de lo dicho, las caraco'eras también pu^den llamarse vivev^os ^de crpracoles. ',^,j más sencillo de estos dispositivos consiste ett^un cajóre destapado, constituyendo un paso más el émpleo de un to^^el ^Icsfon^dAad^o, que por su forma y dimension^s aumenta la capacidad de contenido. De todos modos, no deben encérrarse juntas grandes cantidades, evitando las aglomeracio^ nes, que pueden redundar en perjuicio del esbado sanítarío de los habítantes dél envase, facilítándose así también^ la clasificación, según las fechas de captura, a los efectos del purgado. Otro tipo de oararolera, e^n ac^nja, se tiene excavando un pequeño foso de longitud^y anchura proporcional a las resérvas que haya de cons^ervar, y cuya profundidad no debe exceder de 75 u 8o centímetros; para evitar la fuga de los animales Qn ella alojados se recubr^e la fasa con^ un en^rc^jillado de mimbres, par ser más económico este material, aunque también puede ^er m^etálico o dé madera. Igualmen.te debe observau^se lo recomendado al tratar d^ las formas incipien^tes de caracoleras, par la que atañe a la conveníente separación de los lotes en relaciór^ con el período de preparación previa; para lograrlo puede construirse la zanja co^n las divisiones necesarias o abrirse fosas independienrtes. 56. Diacusión de loe Parquee: De acuerdo con lo dicho en el epígrafe 54, précisa hacer constar que el cu'tivo intensivo del caracol, desde su nacimiento hasta el momento de darle salida en el mercado, es totalménte antieconbmico. 97 --° Es un animal sumamente varaz, pudi^r}^ia ^. ci^;^' frar^e sus necesidades alimenticias par'a;tY ejem- á`f^ plar adulto en to gramos diarios, y, segú^^ ros auta ^es peca par defecto, tendr,em^os ^d^^p,>^ establecimiento helicíco a que alb^rgue ^o:apop mo'uscos, mecésitará cada día 50o kilogramo ^áe alimento para su sustento, y como no sdn .a^^vs ^ para la ven'a antes de Ilegar al fin de su segurida ^ año d^ vida, calcúlese lo oncrosa que resulta su manutenció ^. H; dicho poco ant s cada día, peno esto exige una inmediata aclaración; la de cntender se refiere tan sólo a' p=ríodo de vida activa, excluytndo las temporadas en que el caraco' queda clausurado merced al epifragma, n^ecesita, pu.s, alimentarse durante un tiempo superior a ocho mes^s ; siguiendo l,os cáIculos fijados por Thévenot y Lesourd (3), accptaremos que so^n seis lo^ d^e máximo con^sumo de a'imento• a base de la carn:idad diaria seiia ada, lo que nos permite llegar a la clevada cifra de go.ooo kilogramos de pi:nso. Alcanzando su alimentación esta magnitud el negocio es ruinoso, ya que el valor d^ las hortalizas devoradas no es comgensado por el precio d^e venta a qu: los caracoles se cotizan (4). A este resu^aado d: ficitario hay que agregar lo que supone la amortización del capital que repre^ enta el terreno donde s^ ha dispuesto el parque a, en su d^fecto, el arriendo del mismo; los gaskos ocasionados por su in^ta'ación y los jorneles del personal que consagra su atención al cuidado de a misma. Estos anteced^ntes se deducen de experiencias L08 CAQACOI.BB ^ -g8hechas en el extranjero, unas de carácter investigativo, otras de tipo industrial, ensayos éstas que tampoco dieron fruto satisfactorio por lo oneroso que resultaba el cultivo. Así se expresan l^es diferentes autores que se han ocupado de tan interesante cuestión, entre los cuales destacan Noter (5), Schneider (6), Streich (7) y Thévenat y Lesourd en su obra ya citada. Eliminado el cultivo intensivo en el aprovechamrenta helícícota tutelado par ei hombre, pueden practicars^e tres modalidades en el beneficio dirigido de éstos gasterópodos, las cuales pasamos a ver seguidamente. 57. Parques de cuneervación: En Francia son llamados generalmente cara^co^^r,as (esc^a^rgot^ié^e^s); pero, para estableeer 1a debida gradación en^ la nomenclatura dé las instalaciones helicícolas, creo, para mayar claridad, que este nombre debe reservarse a los dispositivos rudimentarios dados a conocer en el epígrafe 55, de un primitivismo qué no puede prestarse a confusión sino por la inadecuada aplicación del mismo nombre. Me parece que dada la misión que desempeñan, van^ bien bautizado^.s con 'la denominación que aquí les day y que d^e insistir en el substantivo confusionista, débe ser aclarado designándoles con^ un adjetivo llamándolas c^mco'^clra^s fíjas^ o ccur+cuc^o^et^cas perrruzn^iles. La insta!ación de las mismas envuelve ambos conceptos : fij^eza y permanencia, exigiendo una preparación^ del terréno y determinadas obnas en cansonancia con ambas circunstancias (S). Por razón de su naturaleza, los caracoles no se crían ern ellas, ^sino que se guardan lcs recogidos en e1 campo a partir de fines de agosto, alimentándoles hasta los últimos días de septiembre, en que el animal cierra su concha, disponiéndose a pasar el l^etargo invernal. El período dé alimentación durran^te un mes no resulta excesivamente gnavoso y es compensado cumplidamente par lo remunerador de los precios dé venta de los maluscos; ^el tiempo en que se llega a la clausura de todos na suele exceder de una docena de días. Nuestros testáceos gasan así su época d^e vida inactiva durante un plaz^a más o menos largo, en relación con la demanda del mercado a dond^e son enviados en la forrna que poco más ade]ante veremos; cua^ndo llega el tiempa en qué recubran ^u vitalidad, no debe tener huéspedes el albergue. Conozcamos ahora cómo se dispone una caracolera permanen te. ^ 58. Instalación de un Parque de conservaeión: La primera preocupación en un c:m.tro de esta índole estriba ^en impedir la fuga de los caracoles durante el período qu^ media desde que son introducidos en^ él^ hasta manifestarse el sueño invernal. Refiérese que en algunos parques no se adopta ninguna precaución debido a que sus pobladores adquieren costumbres sedentarias y no in^tentan escapar ^si la alimentación que sé les suministra es sufici^ente y de su agrado. Aunque la razón parece convincente, no debemos fiar demasiado en elba; así, pues, l^a priméro que debe haeerse ^es dotar al parque d^e un c1^rc^'o o cierre ^ IDD ^ que impida materialmente la huída de nuestros prisioneros. La forma más sencilla cornsiste en rodearle con una capa de serrín de madera, el cual se. ag^utina con la baba que segrega el caracal el^e't^^r.iéndole en su marcha ; a la mañana siguieute se les cogé y lave. develviéndoles al ínterior del parque. Otro procedimiento barato es ^1 de cir.cundarle con un seto seco; pero su eficacia d^ja que d^sear. Lo más práctico, aunque momentáneamente exija mayor dispendi-o, es utilizar una t^e'la metálica galvanizada, cuyo espesor de malla sea lo suficient^mente tupído, a fin de impedir que los animales escapen entr,e los orificios; basta para es'.o que '.a longitud de sus lados no sea superior a i5 ó 2o milímetres, ^según las especies que sean aparcadas. La tela metálica que se tome adoptará Ja forma de una faja de 6o centímetr,os; se colocará vertica'mente, en'erran^do su base hasta una profundidad de io centímetros y a la altura de i5 sobr. el nivel del suelo se dob'ará en ángulo recto hacia dentro^ del parque; el caracol, al llegar a este codo, si intensa salvarlo, irremediablemente oae ál suelo dentr^o del^ récinto. Finalm^°nhe, otro medio eficaz y económico consi^ste en construir una empalizada de un metro de altura, disponiendo los listones verticalmente y tan próxímos que impidan el paso de los caracoles; aquéllo^ se fijan^ por ^otros iiorizontales, que los cruzan y sujetan^. E'^ más alto d° estos ^segundos se reviste de clavos que es:én muy juntos entre ^.sí y que penetren en él 5 ó 6 céntímetros ; - IOI - ^esta defensa hace que los moluscos, cuando Ilegan a la misma, no puedan ven^cerla, cayendo dentro del ^^crcado. Para salvagua^^^dar de hurto.^^ !a insta?ación, si 'as condiciones del medio son prapicias a éstos, se tenderán por encima de la empalizada cuatro o cinco filas de alambre espinoso. Resue?to lo referen^te al cierre, hay que construir los abrigos o refu.gios, acogedor escondite cuando es excesivo el^ calor solar o el frío del medio ambien'.e; dichos abrigos consisten en unos cobertizos de madera que pueden ser planas, inclinados ^en una sola dirección o corn vertiente a dos aguas, Estos parecen ser los méjores, siendo conveniente que la al'ura de la arista de] tejadillo esté a 5o centimeros del suelo y a 40 los bordes laterales. Un competente heiácicultor, Messin (q), dice que cada abrigo tenga dos metros de largo por uno de anch•o, y la cubierta, de una sola pendienRe, diste del suelo 4o y 35 eentímetros en sus lados superiorr e inferior, respectivamente. Dichos refugios se alinean de modo regular, con separación de un metro ^entre un^o^ y otro; debe ^ser de dos la que se dejé entre una y otra línea de abrigos. Un^a reguerita que se abre debajo del borde inferior d^el tejadillo absorbe las aguas que éste vierte, évitando el^ encharcamiemto en el suelo de l^os refugios; múllese el terreno cavándolo, para faci'ifar el ent^erramiento de los caracoles, a los cuales se les prepara una ^ma de musgo séco de r 5 centímetros de espesbr. Así preparados los abrigos, puede cobijar cada uno i.goo a 2.000 moluscos. 59. Parque: de cría: Llamados ^también pc^rques ^K c^^lti^v y prnrques peqieetiac^r, para distinguir'os, por la técnica seguida, de las gr^andes parques que luego verem^os. Sin ^xperiencia propia acerca de I^os mismos, ya que no tengo noticia de su existencia en nuestro país, extractaré las réglas y consejos que para su acerffida ^establecimiento dan Thévenot y Lesourd (io). Eligen como tipo un^ pmrque ^de c^ní,a eapaz para ioo reproductore^s, susceptiblés de producir 5.000 crías, y estitnan como neeesaria y suficiente para su próspero desenvolvimiento una extensión superficial de io áreas, o sean i.ooo metros cuadrados. EI terreno será húmedo, freseo y de natural^°za caliza. Preconizan se adopte para el parque la forma rectangu'ar, señalándobt las dimensiones de 40 metros de longitud por 25 de anchura; para darle la c^nveniente sombra sé efectuará una plantación cíe árbo^les frutales (fig. i5). l^sto aspira a eonseguir un doble objetivo: ser útil en la explota^ción helicícola y, en caso de que ésta resulte deficiente, erncontrar una campensación beneficiosa que logre la debid'a productibilidad del terrerno utilizado. Calcizlan que ^e'1 número de frutales que deben ser plantados en la supradicha extensión es él de a8, adoptando la disposición al tresbolill^o y guardando ^entre sí una separaciórn de 5 metros, tanto e^nrtre las árboles eomo entre las dos lírreas de - ro3 - Fig. 15.-Parque de cría. Trazado a escala de r X^Wo, su longitud es de 4o metros y su anchura de 2$ , la faja central es cl paso o andén. (De Thévenot y Les^ourd.) éstos, que se trazan en cada tmo d^ los dos tercios latera'es del parque; de aquéllas, las dos más externas plántanse a z,5o metrc^s d_1 límite del estab'ecimiento helicícola. D^ ben ser preferidos (os frutos que, al desprer.derse, sean aprov^^chad^as por los caraco'es, como sucede con las manzanas, pems, ciruelas y cerezas. EI parque se cercará cuidadosamente con planchas alquitranadas, hincándolas en la ti^rra hasta 2o cen:ímetros por debajo de su nivel, a fin de impedir la fuga de los mo'uscos a través de su parté inferior; sobre aquél tendrán una a'zada de I,3o metros, estando cubicrtas por un tejadillo d^e made^ra o zinc, a dos vertientes, de Zo centímetros cada una, cuya arista presenta un coronamiento de a'ambre espinoso de púas muy juntas y largas, para impedir las ft^gas del interior y ']os hurtas del ex'eri^or. Ern derredor de tedo el cercado, ^en su parte interna, ^^e dispondrá un abrigo dé un metro de altura, cuya techumbrc, de teja o paja, ofrezca una dulce perTdiente y cubra una faja de tierra de un metro de anchura, mullendo convenienhémente el suela y tapizándolo de césped. En éb buscan refugio los mo'uscos durante los rigores de las dos estaciones éxtrernas. En el centro, y de extremo a^extremo del parque, se ^tr^aza un camino arenoso de un metro de ancho, que tiénde a faci'litar el paso; sienda aí^n mejor, como recomienda Noter ^II^, habilitar por encima del mi^^mo una pasare'a de 40 ,centímetros d'e anchura, elevada a 2o centítnerros gobre el sue- lo y sostenida por apoyos distanciados un metro ^ntre sí, cvitar:do con esto la posibi idad de pisar 1•os caracoles, que, cuando scn muy numerosos, se ex' ienden por todo el recinto, ^sobre todo en la época lluviosa. Se pla^ntarán ^cn los bordes dé esta vía labiad^as ol^orosas, como tomillo, romero, '.avándula y m^jar^ana, que los caracoles no comen^, p ro d^e• cuyo aroma gustan^, y que, impregnándose del mismo, parece !es hace más sabrosos: En el re^tante tLrren^o de la explo'ación se fomenta el crecimiento de vegetales d^: grandes hojas, principalm^nte coles, constituyendo excelente alimento y refugio para sus huéspedes. Un en^rejillado vo'ante dé malla lo suficient,e^ mente apretado para impedir el paso a los carac•olitas, d^ un metro de a'tura y de la anchura de1 parque, se alzará cruzando éste, da:ándo'a con una pu^rta en el centro, por donde está trazado el andén de que se ha hecho mención ; esta rejilla será móvil y para facilibar su desplazamiento irá montada sobre piqu:tes de hierro que se claven y saquen con facilidad. Su objeto es limitar el éspacio ^reservado al apareamien'.o de los reproducbores y lá puesta, en el lugar donde result^ más sericillo el aten^derl•os; este e ^pacio limitado varía desde 'a décima ha ^ta la quirrta parte de la superficia total del parque. Mientras dura el perí•odo de reproducción, la hierba crece en el espacio donde no hay aloj^ados; a medida que éstos van de^arrollándose, la barrera rrlpve^ji^ g^ va CorriCl^do amp'liando el terre- no erv quc se desenvuelven. Para que no dañen 1os árboles de que ya hablé, precisa defender:os con un obstáculo que résult,e^ infranqueable a los testáceos, dando buen resultado la colocación de aras de cartón recubiertos de b^rea o aZ,quri.trúan. En las épocas de s^equía es in^eludible e' ri^ga cíel parque, necesario pera man,t:ener la humed'ad conveniente a los inoluscos,la hierba y los frutales. 60. Alimen,tación en loe parques: Por la predilección que los raracoles -sientén hacia él y por resultar más ^eoonómico, el al^ir^r^t^a más genera'lizado son las c^o^eis (i2); em los parques de can^ervación se piantaru estas hortalizas envolviendo los aUrigos : en una doble fila ^en las callés que forman las series longitudina!.es de abrigos y en alineación sencílla en las transv.ersales, más estrechas, que traz^an^ las ^separacíones de 'Ios refugios en cada serie longitudinal, guardando las dis;ancias que el grabado^ indica (fig. i6j. Por lo que atañe a los parques de cría, yra se dice en el epígrafé anterior que par e' terreno libre se procurará propagar estas cruciferas, preferentemente las variedades d'e hojas más desarrolladas y dé modo más si^ngular la qu,^ los franceses llaman iramosa (chon^ lrr^pn;chit). Si ^la cantidad dé alojados en el parqu.e^ así lo cxige, se habilitará para este cultivo hortícola un predi^o limítrofe o l.o más ^ceroano posible. También son alimentas apreciados por los moluseos las hojas de léchugas, zanahurias, rábanos y ortigas ; igua'lmente apetecen los productos de los frutales ya ^expresados en el preceden4e epí- - IO^ - po6o0e ® ®9 96 •O, ^O E--7+.•-^-+^il^..•-^t ; ^.s^.. pq^' . s• •s ^ •e epao•^o •oov v 0v t eoo ^ e^ee^oo ®^ o^e •• •s • ^ !_.. •oava e^evo a^ 00 O9 1 •0 a• p0 ps O• ^® i® •® ^ ^ 09 •! •s i ^ p E I ^ Fit;. IÚ.-lnstalación dc; uu parque. Disposici6n de lns ahri^;os y de la plantación de coles gue los rodea, para alimento de los caracoles, expresándose las dimensiones de aquélbos y las distancias , que entre sí deben ^uardar, así como las de lab filas de la hortaliza, también entre sí y con relación a los abrigos, e igualmente la que debe mediar entre éstos y el ccrcado flel parque. La extensión del mismo, como consecuencia del número de abrigos, varía según la importancia de ]a instalación. (13e Thévenot y Lesourd.) Io$ grafe. Al eproximarse el período de somno'encia aconséja e suministrarles a gún pienso de salvado humed.cido, cmp'eándolo de calidad inferior para mayor cconcmía. Cuando, independientemen^te de la plantación de coles, se les proporciona esta alimentación complemen'aria, deb^rá hacerse por la tarde, en ?as h•eras próximas al crepúsculo vespertino, aumentando el racianemier.to en tiempo lluvioso. Espárcen^se •los alimentos entre las calles horizontale^s y ver:icales que forman los abrigos, retirándose los residu•os, a las veinticuatro o cuarenta y ocho hpras siguientes, para que no se pudran y puedan producir a'teracion°s sanitarias entre la población testácea. Ya dije antes que puede calcularse en to gramos la racióru ordinaria de los ejemp'ares adultos. A9 mismo tiempo que se ejerce esta vigilancia se simultanca, eon el cuidado de eoger los caraco'es que intentando la fuga llegaron hasta l^os linderos del parque, llevándolos de nuevo al i^nterior de éste y también con la busca y recogida de Ios individuos muertos, que, machacados, engra^arán el estercolero de la vecina explotación hortícola. Hay que procurar el rendimiento máximo de 'a instalación. 61. Grandes parquee: Se cara^terizan por realiza•rse en ellos la cría natural y no tener gast•os de instalación especíal ni de alímen^bación, por lo que podrían llamarse también ¢^crrq7ces rbatwraAe^r. En estas condiciones se requiere una extensa superficie de terreno, de suel^o^ fresco y can ba^stan- ^ IDg t^s lugares umbríos; nb quiere d;cir esto que deba haber gran cantidad de arbo;ado, bajo cuyas copas no brotaría la hierba necesaria que constituye el único alimento de 'os caraeoles. La mejor disposición que puede dars^ a un parque de est^e tipo es fomentar el desarrollo de una buena pradería, rod^ada y cruzada por fosos bordeados por una fila de arbustos de n^o mucha altura, que ofrecen grato r^fugio a los moluscos en las horas diwrnas. Si las condicia^-es climatológicas provecaran una sequedad exc:'siva del su_lo es preciso reg+ar ^o, a fin de devolverle la frescura tan nccesaria para el próspero desenvolvimi^^nto de los caracoles (i3). Por eso se recomienda que estos parques estén^ envueltos por una acequia o canal de uno a d^os metros de anchura, de donde tomar el agua al ll:gar dicho momento, al mismo ti^mpo que evita la fuga de los animales y las incursiones de los merodeadores, pudiendo utilizarse a su vez para el cultiv^o de manas y aun tal vez de peces; pero de tal modo dispuesto que ^no produzca inundaciones del terreno, que darían al traste con los caracoles, malogrando la explotación. Los reproducbores que no hayan sido cogidos ew la recol eción del otoña, repob'.arán el parque para el aña siguiente, pasando la etapa invernai •bajo el césped, dande podrán ser encontrados si interesa hacer uso eomercial de los mismos. 62. Letargo inv^ernal en los parque^: Desrle fines de septiembre a mediados de octuhre ti°ne lugar el proceso del t^pa^d,o, según se denomina vulgarm^nfe, de las caracoles. Cuando traté este punáo en el epígrafe 2g, quedó ya explicado en qué consistía : el animal se ais?a del medi^o exterior meree^d a la secreción que fcrma el ^^ijs^g^rwa, llamado ^relka por ',os pobladores del medio rural, cuando aquélta se endurece en contacto can el aire. De tres a cuatro días emplean nuestros animalítos en el cursa de esta operación, resul^tando lógico facilitársela cuando los tenemos en cautividad. Para esto, cuando se aproxima el momento de su iniciación en la fécha indicada, es obligado reco'.^ectar céspedes de musgo, trasladándoles a los parques y disponiéndolos convenientemente protegidos por los abrigos o refugios. Llegado el mcmento én^ que los moluscos van a iap^rvse, buscan cobijo ^en un lugar protegido; ent^onces el musga les brinda favorable albergue, como en la naturaleza, constituyénda sitio propici^a para que se lleve a cabo la operación. Esta se acelera más o menos según la influencia ejercida por el descen^so de témperatura; pero suele verificarse tan unifarmemente, que en el plazo de una decena de días quedán obturados todos los catgoo^les, disponiéndose a• pasar la invernada én el estada de vida tatente de que ya me ocupé en el eorrespondienrte lugar. NOTAS DEL CAPITULO V,I (i) El cangrejo: Astacicultura elemental. (2) EI aprovechamie^nto bialógico integral de las aguas duices, (3) L'E scargot et !a G renou i l l e come,^ tibles, ; ^ ^^y^ ^ ^ ^26. (4) Ibící., Pág• 55• (5) L'Escargot, son elevage, Bondy, I (6) Die Weinbergschnecke, Berna, 190 (y) llie Schneckerraucht, Heilbronn, Igo3. '^ i. `. ^ (8) Las caracoleras permanentes cíel Jura, éa la vecina nación francesa, han alcanzado justa fama; de éstas daré alguna noticia cuando trate de la producción, venta y consumo del caracol en Francia. (g) Notice sur les Qares á escargots, si bien debo consignar yue no he podido localizar este trabajo. (IO) L'Escargot et !a Grenouille comesfibles, páginas 57 a 61. (II) L'Escargot, son elevage. (IZ) Ibíd.; en la página 49 se consigna "que Ioo.ooo caracoles devoran en una noche un carro de coles". (13) De este tipo existen no pocos parques en la na- ción francesa, sobre todo en las regiones ^bretona y normanda. ^