entre la espada y la pared - Academia Colombiana de Ciencias

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ENTRE LA ESPADA Y LA PARED
Amylkar D. Acosta M
“Es improbable que un acuerdo comercial justo
resulte de un proceso injusto, desequilibrado y
desbalanceado” Stiglitz
El gobierno colombiano renunció a demandar de los EEUU la permanencia de
los beneficios arancelarios del ATPDEA, como sí lo ha hecho el del Ecuador
hasta última hora y sólo a las últimas de cambio se quiso hacer valer ante los
EEUU la condición de socio estratégico en la región por parte de Colombia.
Pero, ya era tarde, la suerte estaba echada cuando el Presidente de la
República viajó a Washington. El Presidente de la República se desplazó a
Washington en procura de enderezar las cargas en la negociación del TLC con
los EEUU; pero sus esfuerzos además de tardíos resultaron infructuosos,
teniendo que regresarse con las manos vacías. El tiempo de su permanencia
sólo le alcanzó para avanzar en los acuerdos a la chita callando y entre
bastidores con los voceros de los gremios empresariales colombianos
destacados allá, cuyos intereses estaban en juego en la negociación. Producto
por producto, gremio por gremio, en medio del más intenso lobby de que se
tenga memoria, uno a uno se fue transando, sobre la base de compromisos
adquiridos por el gobierno de que aquellos que resulten afectados serán
compensados generosamente. Su estadía en Washington no sólo no contribuyó
al ablandamiento de la posición de los negociadores norteamericanos, sino que
estos aprovecharon la oportunidad para torcerle el brazo en procura de sacarle
aún mayores ventajas a la parte colombiana en la negociación, retrotrayéndose
a posiciones que ya se creían superadas, especialmente en materia de normas
sanitarias y fitosanitarias. En su tenida con el Presidente Bush, sólo pudo
arrancarle tres balbucientes palabras, las que expresó en su escaso español, las
mismas que ya le había prodigado al final de su romería a su rancho en
Crawford, al mejor estilo de su conservadurismo compasivo: “vamos a ver”!
LA AGENDA OCULTA
Al final, se esfumaron las esperanzas de quienes, pensando con el deseo, creían
que los EEUU van a ser más comprensivo con Colombia que lo que lo fueron
con Centroamérica y República Dominicana en la negociación del Cafta-RD; por
el contrario su ambición desmesurada iba más allá y aspiraban y lo lograron un
Cafta-RD plus. No se transaban por menos y para ello adujeron las enormes
dificultades que tuvo Bush para pasar por un Congreso que le es cada vez más
adverso algo que esté por debajo de lo negociado en ese que fue el último de
los tratados que recibió la ratificación, por estrecho margen, de unos
congresistas cada vez más reacios a aprobarlos , máxime ahora cuando están
en pleno apogeo del proceso electoral de cara a la renovación del Congreso
norteamericano.
En la madrugada del día 27 de febrero se dio por cerrado el proceso de
negociación del Tratado bilateral de libre comercio entre Colombia y los Estados
Unidos, después de 15 rondas a lo largo de 22 meses que transcurrieron desde
que el 18 de mayo del 2004 se le dio inicio a las mismas en la Ciudad Heroica.
Los medios registran tal acontecimiento como la crónica de una adhesión
anunciada, pues nada distinto podía esperarse después del precipitado anuncio
del Presidente de la República, en el sentido de que “ Seguramente van a
llover rayos y centellas…que se venga el mundo encima…lo vamos a
firmar y lo vamos a aplicar rapidito ” . Y no estamos exagerando cuando
hablamos de adhesión; es que este Tratado se parece tanto al que firmaron
Chile y los países centroamericanos, como una gota de agua a otra gota de
agua. Y no es para menos, cuando es el propio Ministro de Comercio quien
reconoce que “los acuerdos de libre comercio se han venido
uniformando o estandarizando hasta cierto punto, de tal manera que
es posible negociar en 5 o 6 meses lo que antes tomaba más tiempo ”
Un error garrafal que cometieron nuestros negociadores es haber dejado para
lo último el cierre de las mesas negociación en lo atinente a los temas más
espinosos, entre ellos propiedad intelectual y sector agropecuario. Ello, pese a
que, como lo afirma Hernando José Gómez, Jefe del equipo negociador de
Colombia, “Nosotros señalamos al principio que teníamos cuatro sectores muy
sensibles: los cuartos traseros de pollo, el arroz, el maíz, el trigo…” . Esta es
parte de la estrategia negociadora de los EEUU, además del cambio de sus
negociadores en dichas mesas y la delegación de Colombia le ha hecho el
juego; de esta manera, lograron aislar al sector agropecuario respecto al resto
de sectores, al punto que el Consejo intergremial que preside Luis Carlos
Villegas, Presidente de la ANDI, que habían expresado su solidaridad con el
sector agropecuario y había afirmado que no se cerrarían las negociaciones de
los otros sectores hasta tanto se tuviera la seguridad de que se había cerrado
una buena negociación por parte del sector agropecuario, ahora le han dado la
espalda y lo han abandonado a su propia suerte. De alguna manera le
prestaron oídos a la exhortación que les hiciera Rudolf Hommes en una de sus
acostumbradas invectivas en contra de los “dinosaurios”: sálvese quien pueda!
CEDER, CEDER Y CEDER
Definitivamente el campo llevó la peor parte en esta negociación, habida cuenta
de la posición inamovible que mantuvo a todo trance los EEUU respecto a las
ayudas y los subsidios a sus productos agropecuarios, mientras nuestros
negociadores no hicieron otra cosa que ceder y ceder. De nada sirvieron las
“líneas rojas” que a manera de líneas Maginot, se definieron tempranamente en
la negociación, para demarcar el piso de nuestras ambiciones en esa materia,
pues a las primeras de cambio las abandonaron, las traspasaron y, en cambio,
se fueron plegando sin oponer mayor resistencia a las pretensiones de los
norteamericanos. Las palabras del Ministro de Agricultura, Andrés Felipe Arias,
fueron premonitorias: “ Es posible que se muevan algunas líneas rojas y
eso no lo puedo negar ” . Dicho y hecho! Entre los productos que resultaron
malogrados se destacan el arroz, el maíz, los pollos, considerados por el propio
gobierno como hipersensibles, dado que hacen parte de cadenas productivas
intensivas en mano de obra, amén de la gran vulnerabilidad del campo
colombiano, en el cual se escenifica uno de los más cruentos conflictos armados
de distinto signo e intensidad. Con sobrada razón sostuvo el Presidente Uribe
en la instalación de las sesiones del Congreso de la República el 20 de julio de
2004 “Una agricultura débil equivale a un terrorismo fuerte”. Y lo reiteró
en su discurso de instalación de las negociaciones en Cartagena: “En nuestro
medio, la fortaleza del sector agropecuario es la garantía de la destrucción
definitiva de las drogas ilícitas. En consecuencia, la equidad con el sector
agropecuario es un instrumento para derrotar el terrorismo financiado por la
droga” . Al decir del ex ministro de agricultura y actual codirector del Banco de
la República, Carlos Gustavo Cano, “Alimentos podemos traer, lo que no se
puede importar es la tranquilidad pública, esta se hace en casa y no es
transable... El tema de la agricultura no es cuestión de alimentos
baratos para las ciudades, es de ocupación pacífica y productiva del
territorio, es un tema geopolítico y de supervivencia colectiva ” .
Como lo afirmó Hernando José Gómez, Jefe coordinador del equipo negociador
de Colombia, “Nosotros señalamos al principio que teníamos cuatro sectores
muy sensibles: los cuartos traseros de pollo, el arroz, el maíz, el trigo…” . Y no
es cierto, como lo afirma la Revista Dinero, en cuanto a los productos llamados
´perdedores´, que “lo importante para Colombia es entender que no pierden
por cuenta del Tratado, sino de su falta de competitividad
internacional. En otras palabras, ya habían perdido la batalla de la
globalización” . Acaso se podrá afirmar, a guisa de ejemplo, que los Estados
Unidos es más competitivo que Colombia en la producción de arroz? Los EEUU
acapara el 13% de las exportaciones del grano a nivel mundial, con 3.5
millones de toneladas métricas de las 9 millones de toneladas que produce
anualmente, apenas superados por Tailandia y Vietnam. Colombia, por su
parte, produce 2 millones de toneladas anuales, esparcidas por todo el país,
desde los llanos orientales pasando por el Tolima y Huila hasta el Caribe
colombiano. Pero el arma secreta que esgrime para capturar más y más
mercados en el mundo para sus excedentes agrícolas en general, a expensas
de la producción doméstica de países como el nuestro, son los subsidios y las
ayudas internas. Producir una tonelada de arroz en los EEUU cuesta entre 15 y
28 dólares más que en Colombia, sin incluir los fletes y los seguros; es decir,
que la productividad en Colombia es muy superior. En muchas regiones de
Colombia, a diferencia de los EEUU se obtienen tres cosechas al año de arroz.
Pero estas ventajas, tanto comparativas como competitivas, se anulan por
efecto de los subsidios y las ayudas internas; producir una tonelada de arroz en
Estados Unidos costaba US $186 en el 2002 y en Colombia, en el 2003, entre
158 y 171 dólares. En el año 2004, los productores de arroz en los EEUU
recibieron $3 billones en subsidios, equivalente al valor de dos veces
la producción anual de arroz en Colombia . Así quién compite y algo similar
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ocurre con los productos lácteos, los cárnicos, las oleaginosas y el azúcar, entre
otros.
SUBSIDIOS A GRANEL
El contraste es muy marcado, en el año 2005 los subsidios agrícolas en los
EEUU sobrepasaron los US $50.000 millones; entre tanto en Colombia no
superaron la barrera de los US $400 millones; mientras en Colombia el 77% de
la protección al sector agropecuario corresponde a aranceles y el 23% a ayudas
internas, en los EEUU operan al revés, 23% corresponde a aranceles y 77% a
ayudas internas . Los EEUU destinan 0.8% de su PIB a subvencionar su
agricultura (20% en ayudas directas a la producción); del total de ingresos
brutos que recibieron los agricultores de los EEUU en 2002, se estima que el
48.8% corresponde a subsidios. En otras palabras, por cada dólar de ingreso
US $0.50 son ayudas, subsidios y transferencias sin las cuales no habrían
podido ellos competir en los mercados internacionales . Por cada dólar aportado
por la agricultura al PIB, la Unión Europea (UE) y Estados Unidos otorgaron a
sus agricultores subsidios por US $0.95 y US $0.61, respectivamente. Y lo más
grave es que la tendencia es a canalizar recursos cada vez mayores para cubrir
tales erogaciones; para el período 2003 – 2009, EEUU tiene un presupuesto con
esa destinación de US $180.000 millones , superior en un 80% con
respecto a la asignación del período anterior (1996 – 2002) .
Paradójicamente, “los aranceles medios aplicados a los productos agrícolas, que
son el principal mecanismo de protección en los países en desarrollo,
disminuyeron del 30% al 18% durante el decenio de 1990” . Estas cifras son
tan contundentes como reveladoras. Y esto a pesar de su compromiso en la
Cumbre de Doha de la OMC de desmontar gradualmente tales subsidios y
ayudas, dada la gran distorsión que provoca en los mercados internacionales.
De allí que no resulte aventurado afirmar que no es creíble la promesa del
gobierno de Bush en la Cumbre de la OMC en Hong Kong, en noviembre
pasado, en el sentido de que en el 2013 los subsidios empezarán a
desaparecer. En tales circunstancias, de poco o nada le sirve al país,
particularmente a su sector agropecuario acordar como en efecto se pactó
plazos de desgravación arancelaria (en este caso por 19 años), por más amplios
que estos sean, si pari pasu los países desarrollados no se comprometen a
suprimir las ayudas y subsidios en unos plazos razonables. A pesar del arancel
del 80%, a partir del cual empieza su desmonte gradual, el grano seguirá
entrando al país un 25% o 30% más barato que el producido en el país. De
hecho, al entrar en vigencia el Tratado podrán entrar al país 79.000 toneladas
sin pagar arancel y subsidiados, que vienen a competir ventajosamente con la
producción doméstica que hace del nuestro un país autosuficiente en arroz. En
Colombia, según proyecciones del Ministerio de Agricultura para el 2006,
tendremos una producción de arroz de 2.1 millones de toneladas, a ras con
bola con el consumo interno. Con ello, simplemente estamos prolongándole la
agonía de este sector que es vital para nuestro país, pues sólo las salvaguardas
y/o la franja de precios que nos obligamos a desmontar podrían
contrarrestarlos eficazmente.
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EL DESGUARNECIMIENTO DEL CAMPO
Como lo sostiene el experto en el tema, Tomás Uribe Mosquera, “la renuncia
sigilosa al SAFP sin contraprestación alguna – distinta a empezar a negociar –
configura a la vez un triunfo de la opacidad y el principal error estratégico de la
negociación. Es tanto más controvertible, cuanto que los Estados Unidos
aceptaron mantener las bandas de precio chilenas en el respectivo TLC, hasta
por 12 años” . De este modo, Colombia renunció a la protección social del
campo, lo cual es sumamente grave. Es más, como lo advierte el ex presidente
López “La idea de compensar con subsidio los cultivos afectados, mientras los
europeos y los norteamericanos perseveren en sus políticas de ayuda monetaria
es prácticamente inaplicable. Equivale a embarcarnos en una rivalidad de
pobres contra millonarios, que, con buena suerte, podría sostenerse
por poquísimos años. Pero, no es únicamente el subsidio extranjero la
verdadera amenaza contra los productos de nuestro suelo. El más grave
problema es el de la financiación y la comercialización de nuestros productos
agrícolas y pecuarios, que sólo alcanzan a menos de un 6% de los préstamos
del sistema financiero público y privado. La producción anual se aproxima a
$10.8 billones y sólo un 20% de crédito viene a activarla y sostenerla” . Bien lo
dijo el gerente de fedearroz, Rafael Hernández, “El gobierno esta invitando
a un buen morir del agro ” , pues los pasos que se han dado son letales para
este sector y estamos hablando de más de 200 municipios del país que viven
del cultivo del cereal.
Otro producto que fue catalogado por el gobierno colombiano como altamente
sensible es el maíz, el cual junto con el arroz tiene una gran preponderancia en
el sector agrícola. Ambos productos están incluidos en el sistema andino de
franjas de precios (SAFP), que compensa las oscilaciones de las cotizaciones
externas atribuibles a los subsidios y ayudas que reciben en sus países de
origen; también hacen parte de la modalidad de subastas de cupos de
importación. Sólo quien se comprometa a comprar a absorber parte de la
cosecha interna (a razón de 3 toneladas del importado por cada tonelada de
maíz amarillo nacional) obtiene una reducción del arancel, pagando el 6% y no
el 16%. Claro que el maíz amarillo importado sigue siendo más barato, aún si
se le suma el arancel pleno del 16% a causa de los subsidios y las ayudas
internas que recibe en los EEUU. Para el año pasado, la tonelada de maíz
amarillo producido en Colombia costaba $220.000, mientras el importado con
arancel incluido, no superaba los $170.000 la tonelada. El maíz se cultiva en
todo el territorio nacional, la cosecha anual es de 400.000 toneladas
aproximadamente; Colombia es un importador neto de maíz. De los 4.4
millones de toneladas de cereales (maíz, sorgo, cebada y trigo) que Colombia
importa cada año, 2.4 millones son de maíz amarillo, de los cuales 2 millones
provienen de los EEUU (83% de las importaciones), que abastecen el 62.5% de
las 3.2 millones que se consumen en el país, pero quieren mas. Estados Unidos
logró su cometido, de que esas importaciones entren al país a partir de la
vigencia del Tratado con cero arancel. Como es obvio de toda obviedad, igual
que ocurre con el arroz, el maíz recibe un subsidio en los EEUU de US $28 por
tonelada. Además, sus cultivadores cuentan con excelentes vías de acceso,
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maquinaria agrícola de alta tecnología, asistencia técnica y con toda la
infraestructura necesaria para competir con éxito en los mercados
internacionales; allí la mano del Estado se hace sentir. Como lo afirma el
gerente de FENALCE, Luis Eduardo Quintero, “Así, por más que reduzcan sus
costos de producción, los cerealeros colombianos no podrán ser igual de
competitivos a sus similares estadounidenses ” .
¡AZÚCAR!
Es el caso, también, del azúcar; este era uno de los pocos productos ofensivos
de Colombia en la negociación que se llevó a cabo, habida consideración de que
la gran competitividad de nuestros ingenios con respecto a los
estadounidenses. Este es uno de los productos que los EEUU protegen con más
celo, sólo así se explica que en materia de azúcar blanca mientras una tonelada
en Estados Unidos costaba en 2004 US $561, el precio internacional de la
misma estaba en US $205! La demanda de azúcar en los EEUU supera las 10
millones de toneladas cada año e importa 1.2 millones por el sistema de
contingencia, esto es de cuotas. Por su parte Colombia produce 2.7 millones de
toneladas por año y exporta 1.4 millones, de las cuales sólo 25 mil toneladas
tienen por destino el mercado estadounidense, dado que esta es la cuota
permitida. Y esto ocurre en el país que predica a los cuatro vientos el evangelio
del libre comercio, que demanda de los demás países la remoción de todas las
trabas y cortapisas que lo entorpezcan; ellos, como suele ocurrir a menudo con
los fariseos, predican pero no aplican. Colombia terminó aceptando la exclusión
del azúcar en la que estaban empecinados los negociadores estadounidenses y
no es para menos, habida cuenta de la capacidad de lobby que tienen 18
estados de la Unión Americana que son productores de azúcar y están por
proteger su mercado doméstico a capa y espada.
Como mucha cosa y después de un forcejeo con los negociadores
estadounidenses, estos accedieron a ampliar el cupo en 50 mil toneladas más,
lo cual equivale al 0.4% del mercado del azúcar en los EEUU, con un
incremento adicional del 1.5% anual. Para consolarnos se nos dice que gracias
debemos de dar, pues “Aunque los azucareros querían más - como todo
empresario que se respete - , lo cierto es que 75.000 toneladas es mucho,
especialmente si lo comparamos con lo logrado por los países
centroamericanos, que entre seis lograron un cupo de 160.000 toneladas”
CACAREANDO
Hablando de la industria avícola colombiana, podemos afirmar que esta es
competitiva; según los expertos, Colombia está a la altura de EEUU en lo
atinente a conversiones alimenticias, calidad de los balanceados y razas. Y qué
decir de los trozos de pollo. Estos están constituidos por las visceras, piernas,
perniles, muslos, patas y algunas partes del ala, entre otras piezas, que se
conocen como los cuartos traseros, que no son más que todos aquellos cortes
diferentes a la pechuga y las alas del pollo. Para los criaderos de pollo en los
Estados Unidos los cuartos traseros, a falta de mercado para los mismos, son
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un desecho y por ello los pueden exportar a precios ínfimos, como lo vienen
haciendo a Rusia, Hong Kong, China, Japón, Canadá y México o los convierten
en pasta de pollo y los venden a las procesadoras de productos cárnicos. Aquí
estamos en presencia de una distorsión del mercado, causada esta vez no por
cuenta de los subsidios y las ayudas como en el caso del arroz, sino por el
patrón de consumo de los estadounidenses, que sienten una gran aversión por
los cuartos traseros pues se especula que es allí en donde se depositan y
permanecen las sustancias químicas que se emplean durante el proceso de
engorde, amén de que en los EEUU no se consumen carnes “oscuras” por
considerarlas de inferior calidad.
En apariencia, permitir la entrada al país de los cuartos traseros sería
beneficioso para el consumidor; pero, además de los riesgos de salud que se
corren, ocurre que a la postre implicaría cambiar sus hábitos, a riesgo de
incurrir en unos sobrecostos. Me explico, si bien una tonelada de cuartos
traseros importada de los EEUU es más barata (US $450) que en el mercado
doméstico (US $1.200), lo cual significa que en tales condiciones la industria
avícola nacional no resistirá la competencia desleal que ello representa y
terminará por desaparecer, arrastrando consigo a la industria que provee la
materia prima de los alimentos avícolas. Ello pondría en riesgo nada menos que
250.000 empleos, entre directos e indirectos, en 300 municipios de Colombia.
“Esto significa que el resto del pollo, es decir, la pechuga, se tendría que traer
de EU, donde el kilo vale US $4 mientras en Colombia cuesta US $1.20, así que
en lugar de abaratarse el producto se encarecería, a menos que sólo
consumiéramos cuartos de pollo” . Como lo afirmó el Presidente de la
República, Alvaro Uribe Vélez, en la apertura del XII Congreso Nacional Avícola:
“ Estoy de acuerdo en que este no es un problema de competitividad; es un
problema de distorsión de mercado, que no se resuelve simplemente
recetándole un largo período de desgravación ” , por que nada asegura que en
ese plazo Estados Unidos “corrija” sus hábitos de consumo .
Como nos lo explica el Presidente de FENAVI, Fernando Ávila, el verdadero
negocio para EU no es el contingente otorgado para el pollo fresco, sino en el
arancel del 70% que se acordó para los cuartos traseros que exporta los EU
bajo la figura de “condimentado”, es decir, con un valor agregado. Nos advierte
él que “Por allí es donde nos van a invadir, pues un arancel de 70%
equivale a una desgravación cero desde el primer día del acuerdo”. Se
podrá alegar que “apenas” se convino un contingente de 26.000 toneladas
anuales de los cuartos traseros y la gallina de descarte (frente a unas 700 mil
toneladas producidas en el país), que aumentará 5% cada año y que, además,
contaríamos con 18 años como período para la desgravación total. Estas
pueden llegar como pollo fresco que paga un arancel del 165% o como pollo
“condimentado” con el 70%. Pero “condimentar” el pollo fresco para pagar sólo
el 70% no cuesta nada y es lo que va a suceder. Como contentillo a los
avicultores, el gobierno convino con estos que, aunque los cuartos traseros
entrarán al país a precio de huevo, en Colombia se venderán al precio del
mercado interno y la diferencia se la repartirán por partes iguales (fifty-fifty)
entre los exportadores de los EU y los avicultores colombianos. Se calcula que
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en el primer año se estarán repartiendo entre ellos la no despreciable suma de
US $20 millones, los cuales dizque se destinarán a programas de mejoramiento
de la competitividad y erradicación de enfermedades que atacan a las aves
como la New Castle e impiden las exportaciones.
Además, a los avicultores “… se les abaratarán los insumos significativamente
por la caída del arancel y los precios de los cereales y el maíz y van a ser los
que importen las rabadillas que tanto los desvelan, con márgenes millonarios,
pues son ellos y no los exportadores extranjeros quienes controlan los canales
de distribución, las cadenas de frío y poseen las marcas que conocen los
consumidores ”. Ahora empieza uno a explicarse por qué FENAVI, igual que
otros gremios de la producción, ha ido bajando el tono de sus reclamos, al
tiempo que el gobierno ha ido elevando el suyo cacareando las bondades del
TLC negociado. Además, dada la discrecionalidad con la que el gobierno maneja
la política de los subsidios y las subvenciones, nadie quiere malquistarse con el
gobierno a la hora de su definición.
CADA QUIEN HABLA DE LA FIESTA CONFORME LE VA EN ELLA
Definitivamente, cada quien habla de la fiesta según y como le va en ella; al
final de este proceso, como ya lo vimos, habrá ganadores y perdedores. A estos
últimos se les pretende apaciguar con la promesa de otorgarles
compensaciones, que se estiman en $500.000 millones anuales; pero, quién va
a compensar al colombiano de a pié cuando empiece a sentir los rigores del
TLC, ya sea con la pérdida de su empleo, de su ingreso o el acceso a la salud?
No se puede perder de vista que en el campo todavía perviven unos 12 millones
de compatriotas, el 27% de la población del país, con un nivel de pobreza
superior al 80%, atendidos por servicios de salud y educación precarios, de
escasa cobertura y carentes en muchos casos de acceso a la civilización. “En el
campo hay 8.9 millones de personas en edad de trabajar, pero sólo 4.6 millones
tienen empleo, en tanto que 438.000 están buscando puesto y 3.9 millones
están inactivos. Es decir, no hacen nada. De los 4.6 millones que están
trabajando, hay 1.6 millones (el 35%) de subempleados… Si la política
agrícola no beneficia a los trabajadores del campo ni a la industria ni a
la competitividad, entonces ¿a quién?” . Lo que está en juego, entonces,
no es asunto de poca monta; como lo afirmó Javier Díaz, Presidente de
Analdex, “La agricultura rebasa lo agrícola”!
EL COSTO FISCAL DE LA REAPERTURA
Según el DNP “La pérdida de ingresos por la reducción de aranceles asociadas
al libre comercio es significativa en los escenarios de acuerdos bilaterales o
multilaterales” . Entonces, al hueco fiscal que por más de US $590 millones
anuales ($1.2 billones, aproximadamente) que, según el DNP, le costará al
Estado la firma del TLC, se viene a sumar ahora el costo de tales
compensaciones que se girarán con cargo al presupuesto general de la Nación
y que “… van a competir con las demandas de sectores como la vivienda social,
la salud, la educación ” . Y el presupuesto se financia con impuestos o con
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créditos; por ello, aunque el gobierno se haya apresurado a desautorizar al
Senador Mario Uribe, uno de los más caracterizados voceros del uribismo, por
su infidencia ante los medios a su salida de la Casa de Nariño, cuando dijo que
para cubrirlos “ seguramente tendremos que meternos la mano al dril ” ,
ello es indubitable, así el Palacio de Nariño afirme que “El gobierno nacional no
ha propuesto establecer un nuevo impuesto para financiar subsidio alguno
relacionado con el Tratado de Libre Comercio”. Dado que la situación fiscal del
gobierno central no es la mejor, que sigue arrastrando con un abultado déficit
fiscal que supera el 4.5%, que se va a ver acentuado a consecuencia del
impacto fiscal del TLC, cabe preguntarse de dónde van a salir los recursos para
financiar las ayudas prometidas a los sectores damnificados por el TLC.
“AGRO, INGRESO SEGURO”
El Ministro de agricultura, Andrés Felipe Arias, afirmó, para salir del paso, que
“el crecimiento económico que producirá el TLC generará un mayor recaudo
tributario” . No obstante, como lo afirman dos reputados economistas,
Francisco Rodriguez y Dani Rodrick, “Encontramos muy poca evidencia que
demuestre que políticas de apertura comercial (bajos aranceles y barreras no
arancelarias) estén significativamente asociadas con el crecimiento económico”.
Prueba de ello es que México, con más de doce años de haber firmado el
NAFTA con los EEUU, acusa una tasa de crecimiento del PIB por debajo del
promedio de Latinoamérica. De hecho, desde que se firmó el NAFTA en
diciembre de 1992, la economía mexicana ha crecido lentamente, a un ritmo
promedio a duras penas del 1% anual en términos per cápita; muy por debajo
del promedio histórico de las décadas que antecedieron a la crisis provocada
por el efecto tequila en 1982 (3.6% entre 1960 y 1981). Pero, mientras el
mayor crecimiento de la economía y el mayor recaudo que de él se derivaría
están en entredicho, lo que si no admite discusión es la baja en los recaudos a
consecuencia de la desgravación arancelaria que conlleva la entrada en vigencia
del TLC. Con razón el Ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla, al discrepar
con el Ministro de agricultura, afirmó categóricamente que cualquier programa
de gasto público, como el que se planea a raíz del TLC se tiene que financiar
con impuestos “por que este dinero no cae como maná del cielo ” .
Al parecer el gobierno no termina de ponerse de acuerdo sobre la forma de
abordar el problema, ya que tiene el pensamiento dividido, al punto que el
mismo Ministro de Hacienda, quien es en últimas a quien le corresponderá
arbitrar los recursos, espetó que él no tiene “…la menor idea y ni siquiera
conozco cómo se va a tratar el tema”. Qué tal? El hecho de que el gobierno
recurra al expediente de las vigencias futuras “que son unos cheques, son unos
títulos valores”, como lo planteó al gobierno al anunciar el programa
gubernamental que se implementará para el efecto, Agro, ingreso seguro
(AIS) , no cambia en nada la situación. Ya el Jefe de la Misión del FMI, Robert
Rennharck, que suele ser tan rígido en sus criterios, se apresuró a decir que “sí
existe espacio fiscal para que el Estado dirija 500 mil millones de pesos para
ayudas a los sectores que resulten lesionados con el TLC” ; para él todo se
reduce a “tener una buena contabilidad”, pues “todo cabe dentro del espacio
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fiscal”. Como todo cheque posdatado, tarde o temprano habrá que cubrir las
vigencias futuras con cargo al presupuesto; como todo título valor, en algún
momento habrá que redimirlo, pues no hay plazo que no se venza ni deuda que
no se pague. A propósito de las vigencias futuras, no queda claro cómo se va a
disponer de ellas si no están contempladas en el presupuesto para la vigencia
2006, lo cual denota además improvisación. Esta es otra tronera que se la abre
al presupuesto, pues el cubrimiento de tales obligaciones dará lugar a los
consabidos “gastos contingentes” que han sido tradicionalmente un quebradero
de cabeza para los cancerberos de las finanzas públicas en Colombia.
NO BASTA LA AYUDA!
Hagamos aquí una digresión, para señalar que comparto la el criterio del ex
ministro de agricultura y ahora codirector del Banco Emisor, Gustavo Cano,
cuando acota que “…la mencionada ley no puede limitarse únicamente a
compensar los supuestos daños. En este empeño no se debe olvidar que la
tecnología contemporánea y muy específicamente la ingeniería genética, tienen
el poder de modificar o sustituir las ventajas comparativas de la agricultura,
venciendo muchas de las restricciones de la naturaleza, como hoy ocurre con
los organismos genéticamente mejorados, por ejemplo. Hay que darles,
entonces, una oportunidad a la biotecnología y a la habilidad de los
empresarios del campo y sus moradores para adoptarla y convertirle
en palanca de modernización o reconversión, según se trate de rubros
tradicionales o de nuevos renglones …No sea que suceda lo que, al menos
hasta el presente, le ha ocurrido al agro mexicano… Resulta evidente, por
tanto, que el ajuste no se dirigió hacia la reconversión, ni siquiera a su
modernización, sino hacia la adopción de medidas transitorias para tratar de
aliviar hasta el 2008 las negativas consecuencias sociales que ha arrojado sobre
los pobres rurales el tratado conocido como Nafta ” .
DEL CUERO SALEN LAS CORREAS
Es bien sabido que las correas salen del cuero; pues, serán los contribuyentes
quienes en últimas pagarán los platos rotos de los llamados sectores sensibles
que sacrificarán en aras de tener un Tratado de dudosos beneficios para el
resto de la economía. No es casual, entonces, que ya el Senador Germán
Vargas, uno de los más conspicuos voceros del uribismo, hable de la imperiosa
necesidad de tramitar una nueva reforma tributaria, que disfraza de
“estructural” para engatusar a los incautos y al tiempo que plantea “una
reducción del impuesto de renta a niveles competitivos y hemos
propuesto hacerlo e un 25%” , dice que “ hay que ampliar la base del
IVA y unificar tarifas ”, seguramente nivelándolas por lo alto. Es decir, otra
reforma tributaria más del mismo corte de las anteriores, acentuando el
carácter regresivo de la estructura impositiva en Colombia. La cascada de
impuestos no se hará esperar, tal y como sucedió con la apertura atolondrada
de los años 90, de triste recordación. Se repetirá la historia de la malhadada
apertura de los 90, cuando precisamente para compensar los ingresos que se
dejaron de recibir (aproximadamente $358.000 millones de 1992) por parte del
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Estado a consecuencia de la desgravación arancelaria decretada (Decreto 2095,
septiembre de 1991), a través de la una reforma tributaria (Ley 6 de 1992) se
incrementó en dos puntos más la tarifa del IVA, pasando este del 12% al 14%,
después que en la primera reforma tributaria de la administración Gaviria es
había reajustado en otros dos puntos. Por eso, no dudamos en afirmar que el
TLC le va a costar un ojo de la cara al país y será el pueblo el paganine, por
que nadie se atreve a plantear siquiera la posibilidad de que los sectores
ganadores contribuyan a cubrir dichas compensaciones!
Al cabo de la quinientas “…los agricultores norteamericanos seguirán recibiendo
los subsidios de su gobierno, venderán sus productos en Colombia, desplazarán
a los productores colombianos y, las pérdidas que se produzcan, las pagaremos
todos los colombianos mediante la utilización de nuestros impuestos que se
convertirán en programas de subsidios. Se transfieren los recursos de toda la
población a un sector de perdedores que no serán ni los más pobres ni los más
necesitados” . Aquí no se le ha pasado por la cabeza a nadie del gobierno, la
pertinencia de plantear la necesidad de constituir un Fondo de solidaridad,
reconversión y convergencia, similar al que se contempló en la integración de la
Unión Europea con sus llamados fondos estructurales. Gracias a estos, países
como Portugal y España pudieron cerrar la brecha enorme que los distanciaba
del resto de Europa; el “milagro” de la economía española, su modernidad, se
debe en gran medida a los US $80.000 millones que recibió de transferencias,
con las cuales financió la que hoy, como en los años 90 al inicio de la apertura,
denominamos “Agenda interna”. Sería mucho pedirle a los Estados Unidos que
en sustituto del ATPDEA, que vence en diciembre de este año, como otra forma
de reciprocidad, contribuya a la financiación de un Fondo así con recursos no
reembolsables de cooperación o es que acaso la corresponsabilidad que a ellos
les cabe como el mayor consumidor de sustancias sicotrópicas en la lucha en
contra de las drogas ilícitas ha cesado. Por que de ser así, qué esperamos para
replantear en toda la línea la frustránea estrategia antidrogas de los EEUU, de
la cual Colombia ha sido sólo un peón de brega?
Se pueden y se deben crear fondos de compensación o amortiguación como
este que planteamos, que se nutran lógicamente de los excedentes que se
generen a favor de los ganadores tanto del lado de los EEUU como del lado
colombiano. Cuando esta iniciativa se abordó en el seno de la Comisión II del
Senado de la República, el entonces Vice ministro de comercio y ahora flamante
funcionario del BID, Juan Ricardo Ortega, el mismo que se declaró
públicamente como neoliberal sin corazón, frente a distinguidos funcionarios de
la Embajada de los EEUU asumió “...motu propio, una posición dura y negativa
frente a la posibilidad de constituir un Fondo de reconversión económica, con
base en el cual se pudieran abrir nuevos escenarios de producción y empleo,
para compensar las pérdidas de mercado que necesariamente se presentarán
de firmarse el acuerdo...el doctor Ortega les hizo el gasto a los norteamericanos
haciendo de más papista que el papa” .
EL ACCESO REAL
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Se dice que con la negociación del TLC, “se busca abrir de manera permanente
el mercado de los Estados Unidos para nuestros productos” ; al hablar de “Los
desafíos del Tratado de Libre Comercio”, sostiene el ex presidente Pastrana,
contra toda evidencia, que “Las oportunidades de producir para exportar
permitirán mejorar el número y la calidad de los empleos y, por lo tanto,
incrementarán los niveles de vida en nuestro país… Nuestro país, a
diferencia de otros, cuenta con una extensa y diversa base productiva
…Sólo en el caso de la industria, la desgravación arancelaria otorgará acceso
inmediato al mercado de los Estados Unidos a más de 7.000 productos
colombianos, el doble de los que hoy en día cubre el ATPDEA ” . Como lo
afirma la Revista Dinero, “Con el TLC Colombia logró el acceso que venía
buscando desde hacía décadas para una larga lista de productos en los cuales
tiene ventajas competitivas. En manos de los empresarios está aprovechar esta
oportunidad histórica” . Pero, la capacidad de los empresarios para “aprovechar
esta oportunidad histórica” está en función de su oferta exportable, que en este
momento es limitada y de una cultura exportadora, de la cual adolecemos. En
medio de la euforia de las primeras horas que siguieron el cierre de la
negociación, el Ministro de Comercio, Jorge H Botero, se atrevió a afirmar que “
Muy pocos países pueden señalar que tienen ese privilegio de acceso pleno,
permanente, a la economía más grande del mundo para su producción
industrial ” .
Pero, la realidad es otra; en primer término son más de 135 países los que
han firmado ya tratados similares a este y, en segundo término, resulta
demasiado hiperbólico hablar en este caso de “acceso pleno ”. Si bien es
cierto que con la firma del TLC se eliminarían los aranceles (que no superan en
promedio el 3%), esta vez de manera permanente, a las exportaciones
colombianas hacia los EEUU, quedan otros obstáculos mayores por remover,
dado que “los EEUU son el país desarrollado que tiene más barreras no
arancelarias para proteger su mercado”. Estas son de cinco clases:
técnicas (etiquetado, envase, certificación, marcas de origen), requisitos de
calidad, fitosanitarios o sanitarios, de cantidades, de precios y de subsidios. El
70% de dichas barreras en los EEUU son de tipo técnicas, normas sanitarias,
presentación o embalaje del producto o de pesas y medidas 17%, cantidades,
13% precios y más del 40% se aplican a géneros agropecuarios. Este
constituye el principal freno en el acceso al mercado estadounidense; de allí
que este se convirtiera en uno de los issus claves en la negociación del TLC. De
ello se ocuparon las mesas sobre medidas sanitarias y fitosanitarias (MSF), y la
de obstáculos técnicos al comercio (OTC).
Por ello los gremios del sector agropecuarios fueron reiterativos en el
transcurso de las negociaciones, en demandar de los EEUU la flexibilización de
sus normas sanitarias y fitosanitarias que impiden el acceso real de sus
productos a tan apetecido mercado. Se planteó por parte de ellos, la necesidad
de contar con un grupo operativo integrado por ambos países, con planes de
trabajo para solucionar de manera ágil y expedita cualesquier problema que se
presentara de esa índole. Se buscaba establecer una instancia bilateral
permanente , la misma que se conformó a raíz del TLC suscrito entre Estados
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Unidos y Australia; o sea que ya hay antecedentes respecto a la misma. Como
lo afirmó el Ministro de Agricultura, “Sin esa instancia, nuestros exportadores
quedan a merced de las burocracias administrativas y técnica. Cualquier
problema sanitario con un producto que queramos exportar podría
tardar años en resolverse. Si así fuere, las preferencias arancelarias
que obtuviéramos en la negociación serían superfluas ”. Adicionalmente,
se planteó la posibilidad de que las evaluaciones que hace una entidad sanitaria
en un país, fuera reconocida por su homóloga en el otro.
Por su parte los EEUU, como lo documenta el Banco de la República en su
estudio, mantuvo “una posición inflexible, ya que según lo expuesto por su
equipo negociador, cualquier flexibilización en estas normas se consideraría por
la opinión pública un relajamiento de los requisitos para garantizar la salud
pública en ese país” , máxime con la crisis sanitaria que se ha desatado a nivel
global (gripe aviar, vacas locas, fiebre aftosa, entre otros males), que le ha
venido como anillo al dedo, la cual le servirá de pretexto. Por ello, no
prosperaron las propuestas de la parte colombiana en la mesa de negociación y
nos tuvimos que contentar con la vaga promesa de que se creará “…un Comité
de los representantes primarios de cada uno de los países, donde la Oficina
comercial de los Estados Unidos (Usar, por sus siglas en inglés) será la
responsable” . Es decir, que serán los EEUU quien tendrá la sartén por el
mango y será ese comité el que le dé solución a las solicitudes sanitarias y
fitosanitarias de Colombia “en el menor tiempo posible” . Y lo que es más grave
“No hay un sistema de solución de diferencias en materia sanitaria y se
mantiene la discrecionalidad proteccionista de Estados Unidos” . Así las cosas,
cuando se empiecen a presentar los impasses y estos encuentren la dilación por
respuesta, los que defienden las bondades de la negociación de este Tratado
nos dirán, como la zorra de la fábula de Esopo, que las uvas están verdes!
Y DEL ATPDEA QUÉ?
Llama poderosamente la atención de que sea a la hora de nona, cuando se
concluye que pese al afán, a la forma atropellada como se le puso punto final a
las negociaciones y se procedió a su cierre, ahora se advierte que la firma y
posterior ratificación del Tratado, tanto por parte del Congreso de los EEUU
como por el de Colombia, no alcanzará a estar a punto antes del 1º de enero
del año entrante, cuando el APTDEA habrá perdido vigencia. Al Tratado
negociado le espera todavía un largo vía crucis que deberá recorrer aquí y allá,
antes de su entrada en vigor. Ahora se percatan de que “Aun si se cumplen los
plazos de aprobación y ratificación del TLC, es posible que haga falta una
prórroga del ATPDEA, para que el país no quede expuesto a la paradójica
realidad de un cierre temporal del mercado estadounidense, después de luchar
tanto para abrirlo en forma permanente” . Como lo afirma el Vicepresidente
Francisco Santos, “Nos toca trabajar con el Congreso de los Estados Unidos,
para que apruebe una ampliación temporal del APTDEA o pactar un mecanismo
de devolución de aranceles, como sucedió cuando se venció el ATPA” . Según el
Presidente de Asocolflores, Augusto Solano, lo que más conviene es su
extensión y no la Cláusula de retroactividad prevista en el Tratado, puesto que
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esta implicaría problemas de flujo de caja complicado para los empresarios
cobijados por el ATPDEA.
Para Hernando José Gómez, Jefe del equipo negociador, prorrogar las
preferencias del APTDEA no es tan complicado, “Eso no implica mayor
dificultad. Una vez aprobado el acuerdo lo demás es un tema
subsidiario, casi de trámite”. Ah, ahora “no es tan complicado” y el asunto
es “casi de trámite”, después que se nos dijo que no había la más remota
posibilidad de que el Congreso de los EEUU aprobara dicha prórroga. Ya se nos
había pronosticado que “…confiar en la renovación de las Preferencias Andinas
que se vencen el año entrante es utópico, salvo como mecanismo transitorio
que permita empalmarlas con un TLC en proceso de ratificación” . Luego, lo
que se pone en evidencia aquí es que la negativa a considerar dicha prórroga
por parte de los EEUU era parte de su estrategia negociadora; una vez
alcanzado su propósito no tendrán ningún inconveniente en ceder en ello.
UNA MALA CAUSA EMPEORA CUANDO SE LA TRATA DE DEFENDER
En la cerrada defensa que hace del TLC el ex presidente Pastrana, al tratar de
magnificar los beneficios del mismo, nos dice que “Tendremos que poner todo
de nuestra parte, para que las múltiples oportunidades que llegarán con
este Tratado se conviertan en una positiva realidad para los colombianos” . El
ex ministro Hommes nos recuerda que “Platón era y es enemigo de la
democracia” ; esto para desestimar los reparos que se le hacen al TLC
negociado, por parte de quienes para él no pasan de ser “los tres o cuatro
grupos de presión que se oponen por razones eminentemente particulares a
que se firme el TLC” . A él lo saca de casillas constatar que “En la actualidad,
una mayoría cree que el TLC no le conviene al país. La opinión pública, que
hace veinticuatro meses estaba a favor, ha sido mal informada y bombardeada
efectivamente por los que se oponen al Tratado … Los medios de
comunicación han jugado un papel muy negativo… En los equipos de
redacción económica domina un talante anti empresarial, contrario al comercio
internacional, fruto de la educación que recibieron los editores en los años
sesenta y setenta, cuando tanto la juventud como la academia eran enemigos
del capitalismo. En buena medida la oposición al TLC es en realidad
oposición al capitalismo”. No se si podrá decir lo mismo, después de “La
maratón del TLC: Uribe responde” , una jornada de siete horas seguidas
protagonizada por el Presidente Uribe, su gabinete y el equipo negociador a
través de RCN- Televisión; mayor exposición en los medios a favor del TLC, de
su defensa a ultranza, no es dable esperar!. Oscar Arias, Presidente de Costa
Rica, con conocimiento de causa, no duda en afirmar que “Si hay algo que
retrasa la apertura de las economías de América Latina no es la cultura de
izquierda sino la agricultura subsidiada de EU”.
Con que esas tenemos, ahora resulta que oponerse al TLC es oponerse al
capitalismo, según la lógica aristotélica del inefable ex ministro, de ingrata
recordación para los colombianos. Ahora sí entiendo por qué afirma él que “En
esta discusión predominan la ideología sobre la razón y los prejuicios sobre la
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evidencia” . Su maniqueísmo lo lleva a macartizar a quienes disienten de la
posición oficial, descalificándolos y rotulándolos como enemigos del progreso,
pues para él “…si se sacrifica el TLC es para darle gusto a esos pocos y
perjudicaría al resto del país” por “ consideraciones mezquinas de riquitos
e izquierdistas que no piensan sino con el bolsillo, con unos medios
que no entienden lo que está en juego ” . Por eso, nos atrevemos a decir
que Hommes está equivocando el blanco de sus diatribas. No señor, el aumento
del déficit externo y el hueco fiscal , que son sus consecuencias colaterales,
derivarán más temprano que tarde en un mayor ajuste fiscal y ya sabemos que
este no recaerá propiamente sobre los riquitos e izquierdistas que se oponen a
este adefesio, sino que se descargará sobre la nación entera, especialmente
sobre los más pobres y desvalidos. Pero, qué le vamos a hacer si el ex ministro
de marras anda, como diría Octavio Paz, a las afueras de la realidad, por que
en los resultados de las encuestas de Napoleón Franco se observa la tendencia
de la opinión pública, cada vez más desafecta a este Tratado: en julio de 2003
lo aprobaba el 70% de los encuestados, pero ya en septiembre de 2005 bajó al
45% y en octubre del mismo año 38%, para situarse en enero 6 en sólo el
30%. La voz del pueblo es la voz de Dios y tanto el gobierno como el Congreso
de la República deben de prestarles atención, así diga el ex director de
Planeación Nacional Armando Montenegro que “La popularidad del
presidente Uribe es tan grande, que cualquier costo por firmar el TLC
no le hará mella alguna a sus enormes mayorías electorales ”
Nos recuerda el inefable Rudolf Hommes, que un desatacado economista, que
no dice quién es, “decía que el desarrollo es un bus que no tiene itinerario y
que sale de vez en cuando, o algo por el estilo. Si un país no se monta en el
bus que está por salir y espera el próximo, es posible que este no vuelva a
pasar, o que tarde más de una generación en volver. Colombia va a estar
atenta a lo que suceda en Washington la semana entrante y a las razones por
las cuales se tomen las decisiones” . Lo que ocurre, señor Hommes es que,
siguiendo con su metáfora, “Si usted abordó el tren equivocado, de nada
le sirve correr por su pasillo en la dirección opuesta” ! Dios proveerá,
que él nos tenga de su mano!
Como colofón de estas disquisiciones hagamos propia este paradigma:
“Consideramos que los beneficios de la globalización pueden llegar a más
personas y repartirse mejor entre los países y dentro de ellos, permitiendo que
muchas más personas puedan influir sobre su curso. Los recursos y medios
existen. Nuestras propuestas son ambiciosas, pero viables. Estamos seguros de
que es posible lograr un mundo mejor” .
Bogotá, marzo 14 de 2006
www.amylkaracosta.com
Perder es cuestión de método. Agosto, 13 de 2005
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Congreso de ANALDEX. Medellín, septiembre 27 de 2005
Portafolio. Marzo, 30 de 2004
El Espectador. Octubre, 9 de 2005
El Tiempo. Febrero, 8 de 2006
www.presidencia.gov.co
El Tiempo. Mayo, 19 de 2004
El Universal. Mayo, 21 de 2004
El Espectador. Octubre, 9 de 2006
Dinero. Marzo, 3 de 2006
Minagricultura. Borrador de avance preliminar, TLC. Marzo, 2004
Farm Bill o Ley agrícola de los EEUU. Mayo de 2002
Portafolio. Enero, 11 de 2005
Portafolio. Enero, 4 de 2006
El Tiempo. Marzo, 12 de 2006
Portafolio. Febrero, 7 de 2006
El Tiempo. Marzo, 11 de 2006
Semana. Marzo, 6 de 2006
El Nuevo Siglo. Jorge Enrique Bedoya, Presidente FENAVI. Febrero, 14 de 2006
El Espectador. Septiembre, 5 de 2004
El Tiempo. Marzo, 5 de 2006
El Tiempo. Rudolf Hommes. Marzo, 6 de 2006
Amylkar D. Acosta M. El TLC: ganadores y perdedores. Marzo, 8 de 2006
Dinero. Noviembre, 12 de 2004
Portafolio. Febrero, 23 de 2006
El Espectador. Armando Montenegro, ex Jefe del DNP. Marzo, 5 de 2006
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El Nuevo Siglo. Febrero, 22 de 2006
Portafolio. Febrero, 23 de 2006
Idem
Portafolio. Febrero, 23 de 2006
El Nuevo Siglo. Febrero, 28 de 2006
La República. Marzo, 10 de 2006
Idem
El Nuevo Siglo. Marzo, 10 de 2006
El Tiempo. Lecturas de Fin de Semana. Marzo, 11 de 2006
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