Rodrigo Carazo Odio

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La Sociedad Civil participante y la institucionalidad de la democracia:
mitos y realidades
Rodrigo Carazo Odio1
Me siento muy contento de compartir con ustedes estas reflexiones. Durante
muchos años lo hice en esta misma sala con muchos de ustedes y con otros que
desafortunadamente no están más con nosotros.
El análisis de lo que estamos tratando de realizar con el pensamiento en torno a lo
que ocurre en este momento es muy difícil, porque al hablar democracia, se
supone que sea un proceso en el cual el pueblo es parte, y debo decirles que yo
siento que en el manejo de nuestros países el pueblo es cada vez menos parte. El
control y el dominio político en las naciones está en manos de grupos muy
poderosos económicamente que dicen la última palabra, que es seguida por una
cultura obediente de los que pretenden ser líderes de la comunidad.
Perdónenme este enfoque aparentemente negativo, pero es que yo creo que si
nosotros los latinoamericanos no hacemos un análisis sereno de lo que está
pasando, vamos a seguir dándole vuelta a la misma noria y llegando a
conclusiones siempre teóricas y, por lo tanto, muy poco capaces de resolver los
problemas fundamentales.
Si se va a la historia, encontramos en Angostura a Bolívar diciéndonos cual es el
camino, y allá nos da lección de formar una nación de repúblicas y nos dice la
conveniencia de que tengamos el valor, el coraje, la decisión de abrir brecha y
hacerla. Pero si comparamos eso con lo que ocurre en nuestro tiempo, nos damos
cuenta que hemos cedido ante otras fuerzas la posibilidad de abrir brecha, y que
sin duda alguna también, quienes esto hacen, buscan la solución de los problemas
y el logro de sus propias metas, sin ninguna consideración de lo que pueden ser
las metas de los países que conviven en este continente; ejemplos: la actitud de
los gobiernos frente a la decisiones del FMI y más recientemente, la de muchos
gobierno, incluyendo desgraciadamente el nuestro, frente a la invasión a Irak.
Ahí tenemos que fuerzas extrañas deciden lo político, lo financiero, lo militar y
comprometen hasta el prestigio de las naciones por largo plazo. Es decir, son
pautas de origen ajeno, y cuando todo lo que se hace obedece a lo externo, la
democracia no está señalando cuál es su propio camino.
También es muy claro que en nuestro tiempo es la mega corporación, la mega
empresa, la que cada día se hace más poderosa y señala las fórmulas de vida que
según ellos debe seguir el planeta. Hace tres o cuatro días la noticia nos lleva a la
información de que desapareció AT&T, como empresa de telecomunicaciones, en
1
Expresidente de la República de Costa Rica. 1978-1982
un momento en que nosotros estamos discutiendo en Costa Rica si las
telecomunicaciones tienen que ser un monopolio del estado costarricense o no.
Cuando estamos analizando la pulga de la entrega del ICE por medio del TLC, nos
sale el elefante diciendo, ya no son seis mega corporaciones las que manejan las
telecomunicaciones en el mundo, ahora son cinco. Hay una que compró a otra por
41 mil millones de dólares y, en consecuencia, se ha disminuido el número de
empresas y se ha disminuido el número de personas que toman decisiones
fundamentales en el campo de telecomunicaciones, y aquí estamos esperando
todavía que nos comuniquen la versión final del tratado de libre comercio, que se
supone hemos de aceptar en el curso de unos pocos meses. Entonces, quieren
destruir un pequeño monopolio nacional, entre tanto se constituyen monstruos
monopólicos planetarios.
¿Por qué se hace esto? Uno, por el interés y la corrupción. Dos, por el
sometimiento y la distinción que sienten nuestros políticos de ser socios de
quienes mandan. Cuando nosotros estábamos chiquillos, haya por Turrialba, los
hijos de los empleados de la bananera le decían “Mr. Chitenden” al que mandaba
y los hijos de los finqueros particulares le decíamos Chitenden. Había una gran
diferencia entre la actitud de unos y otros, porque los hijos de los finqueros no
considerábamos que Mr. Chitenden, como le decían los otros, era nuestro dueño,
sino un personaje más dentro de la comunidad, que merecía respeto como tal,
pero no sumisión. En tanto que la gente va creciendo con esta idea, llegan a la
presidencia de la república, y entonces este antepone el Mr. al nombre de
cualquier persona extranjera, que tenga que ver con la política nacional.
Es un ejemplo de sumisión, que indica que no estamos dispuestos a abrir brecha,
sino a seguir la pauta ajena. Perdónenme este enfoque, pero es que así lo veo, y
lo veo así porque a lo largo de los años se van diluyendo los disimulos y todo es
visible con claridad. La democracia exige participación y la participación de todos,
no solo de los que dan contribuciones en la campaña política. La democracia
exige participación, y esa participación tiene que ser tanto durante el momento
cuando se hace campaña como cuando se hace gobierno. Y eso que nos duele
mucho, porque significa ceder parte importante en la toma de decisiones, empieza
a estorbar mucho cuando crece la oposición.
Voy a poner un ejemplo de algo que ocurrió en nuestra Asamblea Legislativa en
esta semana. Un grupo de diputados recibe a un grupo de ciudadanos que le
llevan por escrito unas tesis en relación al Tratado de Libre Comercio. La “DIS”,
que es la policía secreta de Costa Rica, la pongo entre comillas para no reírme de
ella, va y toma la lista de los que están reunidos con los diputados y les pide a los
empleados de la Asamblea Legislativa que verifiquen esa lista para acción futura.
¡Imagínese ustedes!, que eso también siembra otro factor importante que limita el
ejercicio de la democracia, cual el miedo. Se pretende oponer el miedo para que la
gente no exprese abiertamente su criterio. Y eso puede ser miedo político, miedo
económico, o simplemente miedo de apariencias. ¿Por qué estoy señalando
esto?. Porque al hablar de miedo hablo también de la apertura de brecha. Nos da
miedo abrir brecha.
Los grandes dirigentes económicos de América Latina han sido endoctrinados, y
pasan de un cargo importante en la administración pública de nuestros gobiernos
a un organismo internacional, y cuando se termina el gobierno de turno regresan,
si es que su partido gana, a ejercer un cargo similar al que antes tuvieron,
mientras tanto le sirven al organismo financiero internacional. Por lo tanto, no van
a tener posibilidad nunca de ser auténticos representantes de su pueblo en el
poder y de una democracia participativa, cuando todo lo que tienen por delante es
el seguimiento de las normas establecidas por los organismos financieros
internacionales. De seguido voy a decir varias cosas en serie.
Hoy estamos discutiendo un Tratado de Libre Comercio. Ahí hay un capítulo que
se refiere al arbitraje. El arbitraje es la extraterritorialización de las decisiones
judiciales y, en vez de que se apliquen las leyes de Costa Rica, se aplicarán las
formulas de arbitraje que surgieron en 1966 en Naciones Unidas y que se manejan
desde 1993 en los Estados Unidos, en función de reglas que están
preestablecidas pero que no tienen que ver con cosas tan delicadas como un
tratado de libre comercio. Se han sacado de la historia internacional y se aplican
en un forma que solo pueden perjudicar a los países pequeños como los nuestros.
Entonces, no puede haber solución de conflictos, lo que va a haber es pérdida de
democracia, de soberanía, dominio externo sobre lo que significa la vigencia de la
ley. Pero es que estamos discutiendo un Tratado Libre Comercio, cuyo borrador
por confesión del embajador de los Estados Unidos en Costa Rica, sabemos que
fue redactado por los expertos norteamericanos. Ante esto yo tengo que concluir,
como se lo dije, por supuesto en ingles, claro. Se redactó en ingles, se discutió en
inglés, y la excusa que tienen nuestros negociadores es que eso no es problema
porque ellos son absolutamente bilingües,
De manera que yo no puedo pensar que haya vigencia democrática en un
momento en el cual se está diseñando la suerte del país para siempre, porque ese
documento que se discutió en inglés y en secreto no tiene plazo de vigencia, y el
pueblo de Costa Rica ignora que no tiene plazo de vigencia. Es como diríamos en
las jerga sacerdotal, “Persecular Seculorum”, que sin duda nos viene a
comprometer por generaciones en la aplicación de formulas que son totalmente
ajenas. ¿Dónde está la democracia? ¿Será el futuro democrático de este país en
relación con la nación todopoderosa?
Y algo mas, se populariza la conveniencia del tratado con dinero que gasta el
estado costarricense, que es obtenido en formulas que no son aceptables en el
manejo regular de ingresos y egresos del Estado, como son los fondos que se han
constituido para la venta de bienes del Estado en combinación con agencias de
los Estados Unidos. Es una propaganda pagada por el gobierno y nosotros los
costarricense no tenemos ninguna posibilidad de defendernos, porque en el
momento que estimemos algo, tenemos cerrada la puerta. ¿Dónde está la
democracia? Tenemos cerrados los medios de comunicación, ¿dónde está la
democracia?. Tenemos cerrado la posibilidad de oponernos a lo que se dice, de
combatir lo que se dice.
La lección que le estamos dando al pueblo de Costa Rica sobre la vigencia de la
democracia es muy negativa. Cuando a mí llegan y me dicen: porqué está callado.
Respondo: yo callado, ¡jamás!. Yo no estoy callado, me tienen callado, porque no
me publican nada de lo que yo escribo, y cuando lo publican, lo publican tanto
tiempo después que la gente ya no sabe a que se refiere. Por lo tanto, estamos en
un riesgo total de que la democracia se pierda por falta de oportunidad y por
ausencia de instrumentos que conduzcan a su práctica.
En esta casa donde se ha luchado tanto por la vigencia de los valores
democráticos de América Latina y que, sin duda alguna, merece todo nuestro
respeto por ello. En esta casa se han reunido todos ustedes, de muy diversos
orígenes para hablar de los problemas de Nuestra América. Hace pocos días
nuestro presidente decía que las telecomunicaciones no se iban a privatizar ni se
iban incluir en ningún tipo de tratado. Vino un señor que se llama Zoellick, y en
una noche, sabemos que el presidente se acuesta temprano, de manera que fue
una noche corta, el señor Zoellick convenció al Presidente de la República; y al día
siguiente estábamos incluyendo en el Tratado de Libre Comercio renuncia a todo
lo relacionado con los sistemas de seguros y con los sistemas de
telecomunicaciones.
Termino diciéndoles que para que haya democracia, hay que tener la convicción
de que el sistema democrático hay que defenderlo, cueste lo que cueste, sin
ninguna preocupación de los daños que esto nos pueda causar, y que para eso
hay que vencer al miedo. Cuando se defiende la democracia olvidando la
responsabilidad moral que como participantes nos concierne, pasamos de
protagonistas a observadores, y un país en que la gente tiende a ser observadora,
no es un país en que difunde de soberanía.
Muchísimas gracias.
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