“Un breve espacio para el elogio” Asecuva: “Un espacio para la

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Fernando Cruz Kronfly es Doctor en Derecho y Ciencias Políticas de la
Universidad La Gran Colombia de Bogotá. En 1996 la Universidad del
Valle le concedió el Doctorado Honoris Causa en Literatura y la distinción
de Maestro de Juventudes.
Algunas de sus obras narrativas publicadas son: Falleba-Cámara Ardiente:
La obra del sueño, La ceremonia de la soledad, El embarcadero de los
incurables, La caravana de Gardel, Las cenizas del libertador, Las
alabanzas y los acechos y Destierro. Entre sus ensayos se destacan: La
tierra que atardece, Amapolas al vapor y La sombrilla planetaria.
Ha obtenido numerosos premios, entre ellos: Premio Nacional de
Literatura (Relato), Cali 1969; Premio Nacional de Libro de Relatos,
Universidad de Nariño, 1.974; Finalista Certamen Latinoamericano de
Relato, México, 1974; Premio Internacional de Novela “Villa de Bilbao”,
España, 1979; Medalla “Proartes” en Letras, Fundación para la Promoción
de las Artes, Festival Internacional de Arte de Cali, 1997.
Fuente: Sílaba editores
“Un breve espacio para el elogio”
Asecuva: “Un espacio para la reflexión y el pensamiento crítico”
Ciclo de Lectura:
Obra Fernando Cruz Kronfly
La Asociación de Estudiantes de
Contaduría Pública -ASECUVA- busca
incentivar, en la comunidad estudiantil
de la Universidad del Valle, el goce de
los procesos de lecto-escritura, como un
medio que facilita el desarrollo del
pensamiento reflexivo y la actitud crítica
para
entender
y
proyectar
constructivamente el deber ser del
estudiante universitario. Fue así como
para esta ocasión quisimos exaltar la
labor de toda una personalidad que a
nivel Universitario, y desde el
reconocimiento Nacional e Internacional
ha dedicado su vida a crear conciencia.
Su obra se construyó alrededor de, al
decir de Margarita Pérez, un
“desencantamiento” con el mundo, con
la administración del poder y las ideas,
con la alienación y yugo del ser humano
moderno. De esta forma, el Ciclo de
Lectura
tuvo
como
propósito
homenajear la obra y vida, del maestro
Fernando Cruz Kronfly.
Propósito General
Promover un espacio en la cual se resalte la obra del Maestro Fernando Cruz Kronfly en aras de
difundir sus ideas, sentires y actitudes; igualmente, se plantea acercar la comunidad estudiantil a la
lectura como mecanismo de reflexión y pensamiento crítico.
“Un breve espacio para el elogio”
Asecuva: “Un espacio para la reflexión y el pensamiento crítico”
Objetivos
 Incentivar a procesos de Lecto-Escritura,
académica/intelectual de los estudiantes.
para
promover
la
formación
 Teniendo en cuenta la obra del profesor Cruz, la Asociación pretende brindar a la
comunidad universitaria un espacio extra-curricular que permita reflexionar sobre el
individuo, la sociedad y la cultura.
Así pues, la Asociación ofreció a la comunidad universitaria, en el segundo semestre de 2013, un
ciclo de lectura basado en la obra del maestro Fernando Cruz Kronfly. Los trabajos que leímos del
autor en mención fueron: un cuento, un ensayo y una novela. Con esto tratamos de abarcar
mínimamente los géneros literarios por los que el autor Vallecaucano ha expresado su pensamiento.
Los textos leídos fueron los siguientes:
Texto
Objetivo
Cruz, F. (1980). Mis años quietos
como charcas en los siglos. En: Las
alabanzas y los acechos. (pp. 13-23).
Bogotá: Editorial Oveja Negra.
Explorar la manera en cómo el autor maneja el género del
cuento, inserta sus ideas, construye personajes, elabora
narraciones y descripciones.
Cruz,
F.
(2007).
Modernidad,
sentimientos negativos y conflicto
social en Colombia. En: La derrota de
la luz. Ensayos sobre modernidad,
contemporaneidad y cultura. (pp. 1548). Cali: Editorial Universidad del
Valle.
Compartir a través de la narrativa y los relatos, un conjunto de
ideas literarias que despliegue una serie de emociones y
sentimientos.
Explorar la manera en cómo el autor maneja el género del
ensayo, inserta sus ideas y las argumenta.
Con el ensayo se busca de alguna forma, comprender el punto
de vista científico desde la conversación consigo mismo que
hace el autor.
Explorar la manera en cómo el autor maneja el género de la
novela, inserta sus ideas, narra con largo aliento y como
Cruz, F. (2011). La vida secreta de los proceso.
perros infieles. Madrid: La Mirada
La novela, nos permitirá encontrarnos en parajes no explorados
Malva.
y en situaciones de la condición humana que se expresan en
una cotidianidad muy nuestra.
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Cada género fue abarcado en una sesión diferente. La lectura se hizo en voz alta y el grupo
intervenía cada vez que tenía un aporte o una pregunta que entre todos lográramos resolver. La
versatilidad del maestro Cruz de expresar en ensayos, en sus cuentos y novelas, la complejidad de
la condición humana, fue el motivo principal para que en 11 semanas tuviéramos un encuentro con
sus ideas.
Homenaje:
Obra Fernando Cruz Kronfly
Un breve espacio para el elogio: vida y obra,
Fernando Cruz Kronfly, fue el evento llevado a
cabo el 20 de diciembre de 2013 en el auditorio
Diego Israel Delgadillo a las 5:30 p.m.
Durante la presentación se leyeron citas de
algunas novelas y ensayos del escritor, además
se ubicaron en un estante los libros, novelas y
ensayos que más se conocen del profesor Cruz.
Los invitados al evento se dividieron en dos, los
que llamamos invitados internos y externos.
Cuando hicimos esa diferenciación consistió
principalmente en distinguir a los ponentes que
eran egresados de la –ASECUVA– de aquellos
que eran escritores y que tenían un
acercamiento al profesor Cruz a través de la
literatura.
En este sentido, se dio inicio al evento con unas
breves palabras realizadas desde la –
ASECUVA–, luego los profesores William Rojas y John Jairo Cuevas expresaron sus sentimientos y
reconocimientos al maestro. Los dos profesores antes mencionados junto a las palabras leídas fue el
aporte que si hizo internamente. Luego intervinieron los invitados externos que se trataban de José
Zuleta Ortiz y Darío Henao.
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La –ASECUVA– entregó al maestro Cruz una nota de estilo impresa en una placa conmemorativa.
Terminadas las intervenciones tuvo espacio el profesor Cruz y nos regaló a todos los asistentes un
lindo texto titulado: Mi inmensa gratitud. Arar mar adentro es hermoso; en las siguientes líneas
presentamos algunos de los textos leídos en el evento.
Palabras de ASECUVA
Termina el capítulo e inician las apreciaciones. Alguien toma la palabra para dirigirse al fragmento
subrayado. Lo hace buscando ambientarnos con sus comentarios. Luego, algún otro, pide su turno,
y sobre lo dicho agrega algo que se dejó de lado y propone precisar la relación que yace entre “los
ojos de los pobres” y el deseo mimético de la envidia; de repente, salta alguien al frente con el
ánimo de ilustrar los hechos del poema y el posible significado que adquiere con el conflicto
moderno. Así terminó ese día el ciclo de lectura, con algunos rememorando el pasado y con la
mirada adentrada en la escena representada en el lugar, sospechando las razones por las cuales el
imaginario habla y la utopía se despierta.
Ocho días pasaron para hallarnos de nuevo en el crespúsculo de los miércoles. A esa hora, con la
energía restante de la jornada, nos disponemos, esta vez, a escuchar las nostalgias de un hombre
sentado con un café en la mesa y sujeto a cinco perspectivas para mirar su mundo; en el encuentro,
haciendo una relación un tanto irresponsable, no es un café lo servido sino las letras. Letras que
llegan a las perspectivas de los hombres y mujeres que se hallan atentos a lo que dice el profesor;
la literatura allí logra hacer que las relaciones no próximas sean las más íntimas, por eso, el amor y
el odio, el protagonista y antagonista son nuestros ejemplos; para el caso planteado, nos
entendemos en la complejidad de quien, en su soledad, toma un café.
En el salón que cada miércoles acoge a unos incautos, se escuchan voces cautivas, interesadas,
orgullosas y piadosas, las pedantes y las de tono sencillo. En la sala hay espacio para todos y todo.
Eso se aprende cuando se camina al lado de Uldarico y Toño, Valentina y la Tucupita, cuando nos
topamos con los objetos que cobran vida, como el Pontiac y la polaroid. En los paisajes que ilustran
los textos leídos nos agregamos. Sentimos que hacemos parte de la historia, interiorizamos la
pertinencia de Bolívar en contraste a la de Marx, correspondemos a una bonita invitación: la ver
nuestro mundo por fuera de la cerca. Inquietos, vamos por distintos estadios queriendo saltar
nuestro límite personal, profesional y cultural; en últimas, al decir de Kundera, con las lecturas que
hemos hecho de Fernando Cruz, confirmamos el peso que implica ser humano. Para dicha empresa
se dispuso de ese espacio, de ese ciclo que se renovó cada semana. En él, se procedía a través de
su obra con la lectura grupal y en voz alta, modo que nos llevó a sumergirnos en la palabra cuyo
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objeto, según Juarroz, más allá de la pequeña miseria de designar algo, es un acto de amor, es
crear presencia; aquella presencia indemne que perturba pero que satisface, cuando intentamos
explicarnos el mundo y sus complejidades.
Por todas las transformaciones que se gestan a sus espaldas, estimado profesor Cruz, -ASECUVAagradece su presencia y con este humilde acto queremos elogiar su trabajo, ¡esta noche es un breve
espacio para el elogio¡, un sutil tiempo de reconocimiento para que tenga presente el aprecio y
cariño de sus estudiantes, lectores y amigos.
Mi inmensa gratitud
Arar mar adentro es hermoso
Por Fernando Cruz Kronfly
Cali, diciembre 20, 2013
No saben ustedes lo grato que es sentirlos ahí
en el silencio que espera. Escucharlos palpitar
ahí, verlos. No alcanzan a imaginar lo que
significa para mí este momento. Verme
rodeado de estudiantes lectores en libertad,
de amigos lectores en libertad, de entrañables
amigos y amigas simplemente. Sólo por
afecto, sólo por deseos de reunirnos para
asistir a un reconocimiento que sospecho
inmerecido. ¿Pero, qué más podría esperar
un escritor de parte de sus lectores, alguien
que, como yo, a duras penas se siente un
escritor,
siempre
sumido
en
el
ensimismamiento de la escritura y la meditación aunque no lo parezca debido a mi insaciable
vitalidad enmascarada?
Pero, heme aquí entre ustedes sin haberlos convocado, siendo yo mismo el convocado gracias a la
generosidad y el aprecio de estos muchachos ejemplares.
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No es cómodo, no es fácil escribir y pensar desde las orillas de este nuevo tipo de manada humana
“mediática” propia de nuestro tiempo. Máxime, cuando aquello que se piensa y se escribe pasa de
inmediato a convertirse en equipaje de un navío a contraviento. Un barco sin consuelo que aúlla en
la noche del puerto en un mundo de sordos. A sabiendas de que ni el agotamiento, ni la fatiga, ni el
pesimismo realista, ni la asimilación a ciertas cosas de los tiempos actuales tendrá cabida en
nuestro corazón mientras reste por delante un soplo de vida. La resistencia y la crítica, muchachos,
el desasosiego intelectual y la valentía son los territorios del auténtico intelectual ahora, aunque lo
fueron siempre.
Cuando me refiero a los intelectuales auténticos, no hablo de los diletantes a la sombra de los
manteles que dejan chorrear migas al piso para poder ser reconocidos. Los intelectuales auténticos
no practican la obsecuencia ni se dejan cooptar, mucho menos asimilar. No hablo tampoco de los
intelectuales y artistas hipermodernos, acomodados al marketing de la industria de la cultura. El
marketing cultural no consiste en que los productos de la industria cultural se vendan y se compren
en el mercado de los bienes culturales. Comprar y vender todas las cosas, incluso el alma, siempre
fue posible a condición de que hubiese monedas dando vueltas por ahí. El marketing cultural, insisto,
no es sólo comprar y vender objetos convertidos en mercancía. Lo que define el marketing cultural
es el derrumbe de la calidad estética de los productos culturales. Este derrumbe se produce
mediante la adoración y entrega de los artistas a los caprichos y veleidades del cliente, a sus gustos
mediocres, a su medianía como rasero por lo bajo, a su no querer pensar, a su liviandad y estilo de
vida “Light”. La obra de arte no es jabón de olor al gusto del cliente, no es media de seda al capricho
de la usuaria, no es cacerola con teflón al gusto de las amas de casa. La obra de arte es pimienta
ardiente que siembra inquietud y desasosiego en los espíritus. Y que, por esto mismo, siembra la
alegría de leer.
Cuando el intelectual y el escritor producen su obra para satisfacer el gusto del consumidor
entendido ante todo como cliente, el componente estético y el componente cognitivo de las artes se
viene a pique. Pero los escritores y los intelectuales que escriben para satisfacer el gusto de la
clientela, ven cómo a cambio de la pérdida de su dignidad se abren ante ellos las casas editoriales y
los salones de la zalamería. El argumento a favor de este tipo de arte y de cultura empobrecidos son
los indicadores de ventas. Indicadores que ocultan la muerte de la estética y que son el peor de
todos los indicios hoy en día. El arte y la cultura de éxito ahora, no son aquellos que se expresan en
términos estéticos, simbólicos, lingüísticos, cognitivos y de problematización del mundo, sino
aquellos que se expresan en términos cuantitativos de ventas al por mayor y bullicio mediático de
apoyo.
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He oído decir que nos vamos poniendo ponemos realmente viejos cuando empezamos a lanzar
consejos a diestra y siniestra. Sobre todo a los muchachos, cuyo supuesto descarrío nos preocupa.
Y, más viejos aún, cuando empezamos a decir que los tiempos pasados fueron mejores y a repetir
esta simpleza como si nadie alrededor la hubiese escuchado suficientemente. Si algún día empiezo
a disparar consejos a los jóvenes y a decir que el pasado fue mejor y que vamos hacia el Apocalipsis
moral, les ruego que me avisen a tiempo para correr a encerrarme, sin que nadie tenga que pasar
por el dolor de hacerlo en mi nombre. Todos los tiempos históricos fueron a la vez mejores y peores.
Este mundo es fáustico, muchachos, y se debate entre el bien y el mal como entre una hamaca de
colores donde la humanidad sueña utopías mientras llora a sus víctimas, toma café en los velorios y
se carcajea y suda de amor en los lechos dichosos. Lechos que en ocasiones desembocan en
deliciosos ríos de sufrimiento. Quien diga que este mundo es de otro modo, debe ir urgentemente
donde un analista o donde el optómetra.
Pero no es para resignarse y dejar que las cosas sucedan así nada más, sin rebeldía. Lo hermoso
de la lucha por cambiar este mundo es saber que sí se puede y que al mismo tiempo no se puede.
¿Quién dijo que arar en el mar no era bello y que lo llenaba a uno de esperanza y sentido de vivir al
menos por unos cuantos días mientras llega la muerte? Arar mar adentro es hermoso. Pues, de
tanto hacerlo, al final el mar se inclina ante nuestros clamores y trae a la playa la arena con la que
hacemos historia y al mismo tiempo formaciones institucionales y constructos de valores que van
quedando firmes entre la hojarasca que recala en los espolones, en los acantilados. ¿Quién dijo que
jugar y “perder” el tiempo, desde hace rato convertido en oro, jugar como lo hacen los niños a la luz
del día y a escondidas nosotros, no es sustituir lo real por lo ficcional, en una de las actividades más
hermosas, más “inútiles” pero absolutamente indispensables para los equilibrios emocionales de la
humanidad? Y aquí conecto con el tema de la dignidad y algunos consejos que no puedo llevarme
conmigo a casa esta noche:
Driver, los tres Alejandros: Rodríguez, Castellanos y Sánchez. Carolina, Daniela, Juan Felipe,
Katherine, Yisel, Natalia, Sandra, María Victoria, José Gilberto:
Muchachos, nunca dejen de arar en el mar, porque al final el mar se conduele y deja sedimentos. De
ese arar sin sosiego en el mar vivió por siempre la humanidad. Jamás dejen de jugar ni de dedicarse
al mundo de lo inútil, porque la literatura es juego y crea mundos inútiles que no existen pero que
nos redimen y nos arrancan de la oscuridad. Nunca digan que todo pasado fue mejor, porque el
futuro en el que mi generación se comprometió un día, que ya está entre nosotros y que todos
creímos sería infinitamente mejor y más justo e igualitario, hoy es pura mierda. Pero tampoco
caigamos en la resignación paralizante, mucho menos permitamos la aclimatación mórbida de
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nuestros espíritus rebeldes a los tiempos actuales, porque la dignidad humana se expresa en lucha y
resistencia, indignación y utopía. No permitan la reducción de sus cabezas, traigan los arados que el
mar está a la vista. Y, ámense con fervor. Nunca con amor santo sino con amor apasionado aunque
sea turbulento. Se los aconsejo, es delicioso. Es horrible huir del sufrimiento, hacernos los locos ante
él. Gasten la vida, no la ahorren. Pero gastar la vida es leer, amar, pensar intensamente,
críticamente, encender el corazón hasta que arda, así tengan que conseguir un nuevo corazón para
volver a incendiarlo.
La dignidad es la libertad, la igualdad, la
autonomía de la decisión, el respeto mutuo,
la lucha permanente por la inclusión.
Nuestro presidente es ahora, por la razón y
el corazón, el viejo José Mujica, para quien
expreso desde aquí hasta Uruguay nuestra
inmensa admiración. La modernidad
occidental hizo de estos valores la utopía del
futuro. Esta utopía ya está entre nosotros,
vuelta añicos, pero ahí está todavía. La
modernidad occidental aró en el mar, pero al
final el mar se resignó y trajo arena que condensó en instituciones, en principios y valores que
perduran. Todos los días la modernidad occidental se niega a sí misma, pero sigue ahí entre
nosotros y es lo único que tenemos.
Me llena de encanto, entonces, me conmueve la verdad auténtica de lo que está sucediendo aquí
ahora mismo, así como esa especie de opacidad no mediática ni institucional que envuelve el
momento. De alguna manera, nos hemos reunido hoy en la clandestinidad hermosa de lo auténtico.
No hemos venido maquillados ni hemos convocado a los medios para que ellos conviertan en
realidad fantasmagórica y volátil lo que ya mismo es inmensa realidad sincera, sin necesidad de más
nada diferente al afecto y la admiración mutuos. Si de este acontecimiento queda alguna memoria
fotográfica o fílmica, bienvenida esa memoria. Porque la memoria humana es la única trascendencia
en la que creo. Esta memoria será sólo registro de hechos que existen gracias a nosotros mismos.
No somos medias de seda ni jabones etiquetados puestos en venta. Somos nosotros, entre
nosotros, hablando de una escritura que ya no es mía sino de ustedes, porque esa escritura que un
día fue mía mientras la iba sufriendo feliz al llenar montones de páginas vírgenes, presa del
desasosiego propio de la “poética” creativa y de la pasión entre las tripas en procura de la forma
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literaria y el estilo, ahora ya no es por entero mía. Y, no lo es, en cuanto hace rato que la publicación
de esta obra la expulsó radicalmente de mí y la puso a moverse por el mundo de los lectores por
cuenta propia y por completo fuera de mi alcance y control.
Fue con seguridad un poeta –porque, quién más
pudo haberlo sido sino un poeta-, quien alguna vez
dijo algo cuya interpretación libre me arrogo con
cierto derecho en cuanto me incumbe. Dijo que la
poesía, y en general la buena escritura, era
aquella que lograba reunir las mismas palabras al
uso de todos, pero como si hubieran sido puestas
a significar por la primera vez. El poeta y el escritor
tenemos por patria el mismo lenguaje de todos,
pero nos comportamos como apátridas de la
lengua convencional. Huimos de esta lengua
convencional, para ir al exilio de la lengua solitaria
y única, individual y personal, en busca de las
honduras de la condición humana por su propia naturaleza inefable y huidiza. Imposible de atrapar,
salvo apenas por los bordes que circunscriben lo inasible, en cuanto la condición humana pertenece
a un mundo por fuera de las posibilidades del lenguaje y sus límites. Condición humana que sin
embargo a todo costo debe ser expuesta y pronunciada, a pesar del fracaso en el intento. En esto
consiste la agonía del creador, cuando se propone ser un auténtico creador: arar en el mar de la
escritura, puesto que de tanto arar algo queda para lamer la arena.
No sé aún si logré en alguna obra juntar las palabras, de tal modo que hubieran podido ser siquiera
un arañazo de la condición humana. No sé si lo conseguiré en lo que falta en el tiempo de los
trabajos y los días por venir. Pero sé que debo seguir arando en el mar. La pólvora que mis padres
me legaron aún no se ha humedecido con el vapor gris de este mar, donde día tras día pongo en
movimiento el arado. Siento que restan nuevas escrituras para intentar conseguir, aunque sea, como
un día dijo Gabo, ser mejor amigo de mis amigos. Ya este cariño adicional sería suficiente.
Les ruego que se lleven consigo de regreso a casa mi inmensa gratitud. Hasta pronto.
Cubrimiento completo del evento en:
http://ntc-documentos.blogspot.com/2013/12/fernando-cruz-kronfly-vida-y-obra.html
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