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CO L U M N A • M O T I VAC I Ó N
REGRESO
a los orígenes
Por C.P. Miguel Ángel Cornejo.
Tener éxito no es fácil, pero quizá resulta
más difícil asimilarlo, saber qué hacer y
cómo comportarse una vez que se alcanza.
Un mal manejo del éxito trae perjuicios en
nuestras relaciones con la familia, amigos
y clientes.
E
l camino hacia el éxito está más cerca de la humanidad que del orgullo excesivo. Cuando alcanzamos
el éxito nos sentimos verdaderamente realizados, y
con justificada razón. Pero en muchas ocasiones
un éxito tras otro puede llegar a perjudicarnos si no somos
capaces de asimilarlo con humildad. Es más, a la soberbia
que en ocasiones suele acompañar el éxito la llamamos el síndrome del éxito.
¿Por qué sucede? Aquellas personas que han alcanzado el éxito en algún campo suponen que será eterno y sencillamente
se duermen en sus laureles. Se piensa que como en el pasado
ya se tuvo éxito, éste va a perdurar eternamente. ¡Cuidado!
Si esto ocurre hay que hacer un alto en el camino, detenerse a pensar y reflexionar sobre aquello que se está dejando de
hacer y que se hacía en el pasado –en el origen–, cuando se
iniciaba el camino del éxito.
Reflexione sobre esto:
¿Qué esfuerzo realizó para llegar a donde está hoy?
¿Qué es lo que hacía usted al principio de su carrera
profesional?
¿Qué hábitos tenía?
¿Qué ideales perseguía?
Seguramente, en un principio lo arriesgaba todo; era mucho
más audaz y atendía muy de cerca a sus seres queridos, a los
amigos o a sus clientes. Con cada uno de sus clientes estaba
atento, pero ahora el mercado ha crecido, las utilidades han
llegado a su organización y usted se ha dormido en sus laureles y no tiene tiempo, por lo que ha dejado de realizar aquello
que hacía en sus orígenes.
En el mundo empresarial llamamos entropía organizacional
al acto de olvidar lo que se hizo en los orígenes. Es el desorden
en un sistema cerrado. Se trata sencillamente del descuido, del
olvidarnos cuál fue nuestro origen y eso nos lleva al fracaso en
la mayor parte de las ocasiones. Intente recordar cómo atendía usted al primer cliente de su empresa, usted le daba gusto hasta en el más mínimo detalle. Hoy el cliente ya se hizo
algo usual, se convirtió en rutina y sencillamente se nos ha
olvidado cómo lo tratábamos originalmente. Sucede también
con nuestra familia; con frecuencia tratamos mejor a las visitas que a los miembros de nuestro hogar. Reflexione un poco y
verá cómo esto sucede en muchos campos de nuestra vida.
Si usted quiere recuperar la ruta al éxito, por favor regrese a
sus orígenes. El trato que dé a sus clientes, su familia y sus
amigos deberá ser como si fuera la primera ocasión que están
llegando a su casa o a su organización. Intente conquistarlos. Curiosamente se le da la mejor atención al cliente nuevo,
mientras que al cliente viejo, ese que ya dejó buenas utilidades y que en buena medida es parte de nuestro éxito, lo hemos
olvidado en el camino. Recuérdelo siempre: es importantísimo regresar a nuestros orígenes.
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Ve r i t as • Octubre
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