Ser empresario: un reto permanente

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VIDA ACADÉMICA
Clausura del PIDE
Ser empresario: un reto permanente
El pensamiento empresarial de Juan Arévalo
La lección magistral de clausura del Programa PIDE, el
pasado 21 de abril, estuvo a
cargo de Juan Arévalo Gutiérrez, conocido empresario de
Jaén, hecho a sí mismo desde
su juventud, empezando desde el taller de aprendices. En
la actualidad, su espíritu emprendedor le ha llevado a la
presidencia de un grupo de
empresas entre las que destacan Savoy Espawagen (sector
de automoción) y Diagnostico por Imagen (sector de la
medicina).
Su intervención estuvo basada en su larga e intensa experiencia personal. Con las
referencias precisas a las nuevas tecnologías, a cómo adaptarse al cambio permanente
y a los valores de la empresa,
así como al desarrollo de la
misma y las cualidades del
buen empresario.
Los nuevos sistemas de información, como Internet,
permiten conocimientos insospechados y el acceso a
mercados y proveedores de
todo el mundo. Pero, en definitiva, el mercado y sus actores son personas y el acceso a ellas es realmente lo importante.
Los cambios del entorno
siempre han existido y lo que
realmente caracteriza a los
tiempos actuales es la velocidad de los primeros. La adaptación rápida determina que
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Nº 1. JUNIO 2001
Ser empresario
La larga experiencia de Juan
Arévalo le lleva a determinar cinco cualidades que se
requieren para ser empresario:
1- Visión clara: ¿quién
soy? ¿a dónde voy? Mirar
siempre hacia delante.
2- Formación constante y permanente: propósito decidido de cultivar
el desarrollo propio, de
sus familias y de sus nego-
el empresario adquiera una
personalidad compleja.
Estas facetas se aproximan
a las características de los personajes del "Best Seller" de
Spencer Johnson "¿Quien se
ha llevado mi queso?". En este
sentido, a veces hay que actuar como un ratón fisgón
que detecta pronto el cambio,
o bien como el escurridizo
que se apresura hacia la acción. También hay que considerar las cualidades del enano Hen que se resiste al cambio por temor a lo peor, o,
por el contrario de Haw que
propone que el cambio puede conducir a lo mejor. Pero,
en definitiva, hay un objeto
común: la necesidad de encontrar nuestro camino en el laberinto, pues hay que instalarse en el cambio permanente a la velocidad adecuada, ya
que en la vida hay tantas opor-
tunidades como clases de quesos.
Respecto a los valores del
empresario, se consolidan los
tradicionales: vocación, riesgo, reinversión permanente
de los beneficios, si es preciso
en la PYMES, con el aval del
patrimonio familiar.
El desarrollo de sus empresas es la historia de una aventura personal, con una alternancia de fracasos, que sirven
de aprendizaje, y de éxitos.
Se caracteriza por una vocación precoz y mantenida de
ser empresario independiente y de aprovechar oportunidades donde otros apreciaban
fracasos seguros, con una
ponderación oportuna de los
riesgos, y de diversificación de
las actividades. Y todo ello
con un denominador común:
ilusión, trabajo y visión de
futuro.
cios, con la asistencia de
instituciones como San Telmo.
3- Iniciativa: en Andalucía existen áreas en las
que desarrollar nuevas iniciativas con ánimo, trabajo
y capacidad de asumir riesgos.
4- Capacidad de ilusión: insistiendo en que el
mercado y los empresarios lo constituyen personas, por lo que hay que
crear equipos motivados e
ilusionados con nuestro
proyecto.
5- Tesón: persistencia en
los propósitos y pensamientos sin desfallecer.
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