Contribución del Soberano Gran Comendador del Supremo

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Contribución del Soberano Gran Comendador del Supremo Consejo, Gran Colegio del REAA – GODF
Contribución del Soberano Gran Comendador del Supremo Consejo, Gran Colegio del
REAA – GODF
Alain de KEGHEL 33° a la 2ª reunión de Altos Grados de las potencias miembros de
CIMAS
(septiembre 2007)
"Meditar o actuar, ¿Cuál es la alternativa para los Hermanos as de los Altos Grados?"
Ill:. y muy Quer:. Herm:.,
Es un gran privilegio para el Gran Comendador del Supremo Consejo del Gran Oriente de
Francia de tener la palabra hoy en esta 2a conferencia de los Altos Grados de las potencias de
la CIMAS en Valparaíso. Muchísimas gracias para la tan fraternal invitación y las saludes de
todos los miembros de la jurisdicción escocesa de Francia que es la más antigua en Europa y
también la primera dextro los dos del Estados Unidos de América.
Resulta muy difícil conseguir una definición del espacio « sociedad » en que se inserten las
prácticas y las representaciones de los hombres. Es que concedemos una vida a la sociedad y
la acaparamos. En realidad el concepto de « sociedad » es complejo ya que no incluye
solamente a una mera cantidad de individuos sino a personas que tienen diferencias y
semejanzas: idiomas, étnicas, clanes, religiones, países….Tienen obligación de acatar sus
leyes, de tomar en cuenta la tradición y enfocar el porvenir con miras de mejora permanente a
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la que llamamos « progreso ». La sociedad, deseamos que sea unitaria y fraterna pero ella
sigue siempre plural y egocentrista.
Entonces tenemos que preguntarnos:
¿Cual podría ser la naturaleza de los juicios de los consejos, que una entidad – por más
humanista que sea - se permitiría “actuar” y dirigir a la sociedad en su globalidad?
Dichas Jurisdicciones son a la par masónicas y escocesas. Cabe recordar las definiciones de
su razón de ser y sus objetivos pero, también cabe que sepamos si su verdadero destino es
que puedan oírse en la sociedad. ¿No estriba su Constitución en una llamada a favor de la
Humanidad?
¿Qué es lo que se debe entender por “meditar”? ¿No son ambos conceptos incompatibles?
¿No sería más conveniente referirse al « proceso o a la progresión iniciática »?
¿Si la enseñanza se dirige sólo a los adeptos, cómo se la puede comunicar a los
no-iniciadores? ¿A título individual? ¿A título colectivo?
Las Jurisdicciones desean una contestación clara y sin rodeos pese a la ambigüedad que se ha
desarrollado y puesto de realce más arriba, en el mismísimo texto de nuestra cuestión.
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Si Platón, en su republica, admite que a los hombres les gusta congregarse y que el origen de
la sociedad procede de las insuficiencias que le tocan a cada individuo aislado, Aristóteles
precisa que nos reunimos para vivir pero que seguimos juntos para vivir bien o sea para vivir en
conformidad con la justicia.
Resulta que hay conflicto entre la propensión del Hombre a asociarse, a colaborar con sus
semejantes, lo cual le permite desarrollar sus potencialidades, y su afición a desprenderse o
sea, por egoísmo, de salir en defensa de su propio interés y de su deseo de aprovecharse de
su autonomía cuando se trata de sus decisiones. Para Kant, dicha competencia viene a ser
buena puesto que contribuye al progreso de la sociedad.
Sin leyes comunes el tejido social va desatándose, el « vivir juntos » desaparece. Por otra
parte, es preciso que para tomar en cuenta el interés de la sociedad y de la persona humana,
las leyes se orienten hacia la búsqueda del « Bien ».
En principio, puede y debe la sociedad otorgar su confianza a sus legisladores para tratar los
asuntos de la « vida civil » pero necesita vigilancia para guardar los « valores morales » fuera
de cualquier dogma. Las exigencias morales así como éticas, a base de reglas y valores
comunes, a base de modos de portarse que se desprenden de estos, alimentan la vida del
grupo y de sus miembros que ansían un objetivo compartido : mejorar a los hombres, a todos y
a cada uno, mejorando a la par las sociedades ellas mismas. Y ese alimento viene a ser
imprescindible como amparo de la vida social.
La sociedad necesita de avisos, consejos, advertencias para seguir el rumbo de las exigencias
morales y éticas.
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Si va a decir verdad, no sería el mismo eco, al que se dirigía Julio Ferry, en su famosa “carta a
los maestros”; «….Aquella moral antigua que recibimos de nuestros padres y madres y cuyo
rumbo nos honramos de ir siguiendo para las relaciones de nuestras vidas sin darnos la
molestia de preguntarnos por sus fundamentos filosóficos.»
En el mundo en que vivimos, hay una imprescindible necesidad de tomar en cuenta la tradición
y de enfrentarnos a los nuevos datos que aparecen en el mundo contemporáneo, mundo que
llega a conjugar con soltura la mayor riqueza con la última pobreza, la generosidad con la
actualidad más cruel. Quizás esto pueda ser una « verdad de todos los tiempos » pero, en
este mundo donde la información se nos entrega en el acto, es preciso encontrar respuesta a la
mundialización. Será posible, para unas entidades a las que se llama humanistas y cuyo papel
es la vigilancia, hacerse las ignorantes o apoyarse en tradiciones para hacer constar su propia
carencia. Parece que la sociedad está esperando actos que pongan de realce los valores de
fraternidad y amor para dar firmeza a la finalidad de « convivencia ». Más allá de las religiones
que proponen soluciones cuya práctica sale en perjuicio de la persona y de la libertad absoluta
de conciencia, las respuestas de los filósofos, desde Kant a Durkheim y hasta a los más
contemporáneos, no han satisfecho a las esperanzas. El hombre de hoy quiere que se le hable
de su época, de este mundo incierto, en que según Conte-Sponville: “Nuestra época nos
impone vivir ateniéndonos a la moral, ya sin creer en la verdad absoluta de la moral. “
Estas Jurisdicciones son a la par masónicas y escocesas. Después de recordar las definiciones
de su razón de existir y sus objetivos, es importante que sepamos si tienen vocación a que se
las oiga en la sociedad. ¿No serán sus Constituciones un grito a favor de la Humanidad?
¿Podría ser la Masonería una de las instituciones que, formando parte de la « conciencia del
mundo », tienen la posibilidad de ofrecer, si no verdaderas soluciones, por lo menos un modo
de mover a los hombres a interrogarse en cuanto a la necesidad de una reflexión colectiva?
Las soluciones, sólo pueden proceder de los hombres ellos mismos. ¿Tendrá vocación nuestra
Masonería a intervenir?
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Si consideramos a la Masonería como institución universal, fuera de discrepancias y ritos,
sabemos que aquellos que escribieron los Textos Fundamentales, particularmente la «
Constitución de Anderson » quisieron dirigirse a la persona del Masón para llevarle a compartir
valores como la solidaridad y la beneficencia. El compromiso libremente aceptado mueve la
persona del Masón a que aprenda a conocerse, a dominar sus pasiones, a pensar por si
mismo, a alcanzar el sentido de responsabilidad, la autonomía del juicio, a dudar, a
cuestionarse con propósito de volverse hombre libre y respetuoso de los demás hombres.
Quizás, esta “larga marcha” sea para el Masón una respuesta a la solicitud de la sociedad
consensual que va instándonos a « convivir », cuanto más que la Institución masónica le
mueve a que se persone en el mundo poniendo de manifiesto el ejemplo de sus cualidades.
Hay una voluntad pedagógica, una voluntad de hacer escuela, de enfrentar ideas, de respetar a
los demás, de amar a su prójimo.
Entre las Instituciones Masónicas, las Jurisdicciones escocesas, particularmente las que
corresponden a los Altos Grados vienen “ interpeladas” por la necesidad de participar en el
mantenimiento de los valores y obrar de tal manera que la sociedad no llegue a desmoronarse
y, por lo contrario que vayan reforzándose aquellas nociones universales de paz, de justicia y
justicia social, de la fraternidad.
A esta « concienciación » nos mueve nuestro escocismo puesto que la masonería escocesa
está presente en el mundo entero.
Es universal.
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El Masón escocés de Altos Grados sabe, por los conocimientos alcanzados, cuanto dichos
conocimientos alcanzados resultarían de gran provecho para la sociedad si ésta supiera
beneficiarse de ellos. Los deberes, la esperanza, la fe, la caridad, el amor a la verdad, el amor
a la humanidad, la vigilancia, la justicia, el amparo y la práctica de los valores. Por añadidura
sabemos que por sus enfoques múltiples, el rito escocés también es un instrumento a favor de
la liberación del Hombre.
¿Qué es lo que debemos entender por « mensaje masónico » y por « misión iniciática »?
¿Son estas expresiones las más convenientes?
¿Planteémonos otra vez la cuestión: existirá un mensaje masónico? La respuesta es negativa.
Lo que existe es una enseñanza masónica dirigida solamente a los iniciados. En el momento
de la ceremonia de iniciación, cuando los ascensos de grados, se transmiten conocimientos a
dichos iniciados pero resulta que lo que se les dirige es una llamada a su reflexión, a su
dedicación a la construcción de su “templo interior”. Las interpretaciones de los símbolos, de
las leyendas, de los rituales, las reciben de manera tan personal y tan íntima los recipiendarios,
que la comprensión personal la experimentan distintamente los candidatos. La iniciación es
cosa personal. Si hay mensaje se experimenta de varias maneras pero, a pesar de todo, con
un fondo común. Diferente y sin embargo el mismo. El Masón y particularmente el que posee
Altos Grados Escoceses lleva consigo, no solo altos valores morales sino también la noción de
libertad absoluta de conciencia y de laicidad. Las Jurisdicciones no tienen otros propósitos
fuera de conservar la tradición, cuidar de que se aplique el ritual y de que los Hermanos vayan
progresando andando por el largo camino iniciático. Ellas pertenecen a la tradición iniciática.
¿Si su enseñanza sólo va dedicada a los adeptos, cómo darla a conocer a los no-iniciadores?
¿A título individual? ¿A título colectivo? ¿Cómo cumplir con este deber?
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No existe gobierno masónico; sólo existen Jurisdicciones que reúnen a los iniciados. Por lo
contrario todos estos hermanos tienen, a título individual, el deber de difundir por el mundo
profano las verdades que pudieron conseguir, comunicándolas por el ejemplo de sus propias
cualidades. El mundo logrará la perfección, según reza el ritual, « cuando los muros del Templo
alcancen los lindes del universo ». El Masón de Altos Grados Escoceses, así como sus demás
Hermanos, anda metido en el mundo profano y en la ciudad; en concreto tiene que satisfacer a
lo que espera la sociedad.
Su obligación es aquella con la que se comprometió en el día de su iniciación y que va
repitiendo siempre que consigue nuevos grados o funciones. Su compromiso hace de el « un
militante ».
Desde luego nos encontramos ante una gran dificultad para contestar la pregunta que hemos
planteado. ¡La sociedad está esperando valores cultivadas por las Jurisdicciones
particularmente las de los Altos Grados Escoceses, por medio de los propios Hermanos a título
individual! ¡ Así pues no hay motivo para que las Jurisdicciones, instituciones esencialmente
iniciáticas, intervengan directamente en la sociedad! ¡Y eso que la Constitución incita cada
hermano a satisfacer las necesidades de la sociedad!
A pesar de todo podemos encontrar una solución, contestar a la pregunta inicial y concluir con
lo siguiente:
El adelanto del proyecto conjuntamente sostenido cuando la 18° Encontrar Internacional del
Rito Escoses de Ginebra en 2005, por las Jurisdicciones del espacio europeo, certifica la
ausencia de contradicción absoluta entre el procedimiento iniciático y la capacidad de entregar
un mensaje humanista y, por otra parte, una verdadera política activa en la sociedad.
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Pero eso no podría, ni podía proceder directamente de las Jurisdicciones a no ser que se
desprendiera del diseño tradicional de los Altos Grados Escoceses.
Construyendo las bases de una S.EU.RE (Sociedad Europea de Estudios y de Investigaciones
Escocesas) y favoreciendo su completa independencia para con las Jurisdicciones del REAyA,
pero incitando sus miembros a comprometerse a titulo individual a base de sus propias
capacidades, abriendo también las iniciativas hacia la sociedad profana, en Ginebra hemos
asentado un principio que permite, así como lo podemos comprobar concretamente el día de
hoy, trascender el método iniciático sin olvidarnos de él, por lo contrario, y acoplarlo con un
actuar estructurado trayendo a la ciudad valores masónicos que nos pertenecen, valores
llevados al sumo grado de la iniciación.
Comprometiéndose al nivel institucional de la Unión Europa y consiguiendo en adelante la
aceptación oficial de los valores que llevamos, con total respeto de una sociedad plural, los
actores que actúan a título individual por medio de la S.EU.RE tienen la oportunidad de
emplear un nuevo modo de « hacer las cosas » que ofrece enfoques muy esperanzadores.
Así, en 2008, si va confirmándose el proceso que ha empezado, la S.EU.RE tendría, que ser
partícipe por completo de la Comisión Europea para organizar las jornadas « Media y
Desarrollo » que se le encargará por mandato votado por la Comisión. Esto sobrepasa el
estatuto de observador que había conseguido el CLIPSAS en la UNESCO. La capacidad del
REAyA para integrarse en un método filosófico, iniciático y de acción en lo que toca al « buen
gobierno » o “gouvernance”, en África ofrece en este punto su más elocuente demostración.
Entretanto, la S.EU.RE va integrándose además en la lógica de solidaridad expresada por
Jurisdicciones de nosotros Rito en Ginebra.
Al fin y al cabo, las Jurisdicciones escocesas de Altos Grados no derogarán a su vocación o
sea de conservar la tradición de no-intervención en el mundo profano y eso que no faltarán a
su deber para con la sociedad estimulando la acción de los Hermanos y Hermanas e
induciéndoles e incitándoles a tomar parte en obras humanitarias y a delatar las injusticias
sociales ya por escritos, ya por medio de conferencias o editoriales.
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Solo nos valdremos de “armas puras” y no tendremos miedo ni mancha.
Dicho
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