ABRIR CAPÍTULO 3 3.8 Del realismo humanista al dramatismo qestual En el Renacimiento se utilizan soluciones escultóricas variadas inspiradas en la antigúedad, manipulándolas en función del artista y del carácter de la obra. El material más utilizado en la escultura del Renacimiento es el mármol, en algunas ocasiones otro tipo de piedras y en menos ocasiones el bronce, la madera o el barro cocido. A medida que avanza el Renacimiento, la importancia de representar al individuo deja de basarse en el detalle fisionómico y particular> centrándose la atención en la expresión del modelo, unido a un estudio anatómico y bajo la influencia clásica de la belleza y la armonía. Surge un especial interés en la utilización de las posibles soluciones clásicas romanas, con un estudio más psicológico, utilizando tanto la forma real del ojo, como tallando efectos de claroscuro sobre el mismo. Se simplifican los detalles superficiales en volúmenes y la expresión se carga de movimiento, humanidad y fuerza, desligándose de la rigidez que reflejaban los bustos realizados a partir de mascarillas. Las cejas se representan por medio de simples aristas que Las reflejan de forma mínima, hasta llegar a cejas espesas y asimétricas. El globo ocular se traduce con un globo liso, e incluso reduciendo la parte visible de éste casi a un plano; así ganan en importancia los párpados. En frecuentes ejemplos se traduce el iris ola pupila a través del claroscuro, de forma similar a los retratos romanOs. Se intensifica la dirección de la mirada, que va también acompañada de un estudio de los párpados, que ayuda a realizarlos siguiendo su misma dirección. Ello denota una mayor preocupación y acercamiento a la realidad. Si comparamos la forma de realizar los ojos en el David de Donatello (fig.58) y el David de Miguel Ángel <fig.59), podemos comprobar cómo se fue acentuando el claroscuro en la forma, el gesto y la fuerza de la mirada. El primero resuelve las cejas y el puente nasal de un modo clásico, con una mirada serena y un estudio matizado de la zona palpebral, en el que no se traducen arrugas. En el David de Miguel Ángel la tuerza es más concentrada, con un acentuamiento del oscuro, y una traducción con gran movimiento de las cejas. La estructura anatómica 125 formal del color en los ojos no existe, solucionándolo con policromía, al igual que todo el resto de la figura. El trabajo de color sobre la talla era frecuente encargarlo a pintores. Podemos destacar la obra escultórica de Juan de Juni, Gregorio Fernández, Berruguete, Martínez Montañés y su discípulo Alonso Cano. 131 ABRIR CONTINUACIÓN CAPÍTULO 3