El señorito satisfecho Dra. María del Carmen Platas Pacheco 30 de diciembre de 2012 El señorito satisfecho Una de las obras obligadas para entender nuestro tiempo, fue escrita por el filósofo, académico, político y periodista español José Ortega y Gasett nacido en Madrid en 1883, y muerto en 1955. Su más famoso libro, que en realidad se compone de la colección de artículos periodísticos que publicó a la largo de los años La rebelión de las masas, contiene un ensayo que no tiene desperdicio y que da título a este artículo, en que me propongo invitar a los amables lectores a la reflexión en el contexto de este fin de año, sobre un tema medular para el presente y futuro de México, éste es la educación de los jóvenes. El ensayo a que me refiero en el párrafo anterior lleva el sugestivo título de El señorito satisfecho; dicho en lenguaje de nuestros días, el niño bien, ese joven (mujer o varón) que nació en un entorno sobrado de medios, donde nada le ha faltado ni costado, de manera que vive pensando que todo se lo merece y precisamente se comporta con la frivolidad, insensatez, altanería y vulgaridad de quien no valora ni distingue la diferencia entre el valor de las personas y sus acciones y el precio de las cosas y objetos que el dinero puede comprar. Ortega y Gasett plantea en éste, como en todos los ensayos de La rebelión de las masas, como el joven moderno, esa especie que él llama señorito satisfecho ha decidido saltar al primer plano social a ocupar los puestos y las responsabilidades antes reservados a los intelectuales, líderes, pensadores y científicos forjadores de la civilización. El señorito satisfecho posee, según Ortega y Gasett, una estructura psicológica que puede ser descrita como una impresión nativa y radical de que la vida es fácil, sobrada y sin limitaciones trágicas impuestas por el sufrimiento y la carencia, instalado en esta cómoda ingenuidad, el señorito posee una permanente sensación de autosuficiencia, satisfacción, dominio y triunfo, porque la vida lo ha tratado bien y para él todo ha sido regalado. El señorito satisfecho se afirma en sí mismo en la facilidad que le ha sido dada de acceso a los bienes, y, en consecuencia, da por bueno y sin confrontación su haber intelectual y moral cerrándose a cualquier confrontación o crítica, circunstancias que le permiten un estado permanente de contento interior e inconsciencia rechazando por reflejo la escucha de quienes lo contradicen; al 1 El señorito satisfecho Dra. María del Carmen Platas Pacheco 30 de diciembre de 2012 ser incapaz de confrontar sus ideas y opiniones las da por buenas, porque su sensación de dominio de las situaciones lo llevan fácilmente al predomino en los ámbitos sociales donde se desenvuelve, de manera que ser hijo de tal o cual personaje político o empresarial, basta para que sus opiniones sean correctas, abriéndosele todas las puertas y facilitándosele todas las gestiones. Ortega y Gasett señala que el niño mimado y el primitivo rebelde son el antecedente de este nuevo joven que irrumpe con su vulgaridad y prepotencia en todas partes, exigiendo que se le atienda y se le considere con el respeto y la dignidad que él no muestra en su trato con las personas, ni se ha ganado, asumiendo, por así decir, que la superioridad grosera que ostenta le fue dada por el solo hecho de haber nacido de determinados padres, llevar tal apellido y pertenecer a cierto entorno sobrado de condiciones y medios materiales. El señorito satisfecho va por la vida imponiendo su barbarie íntima; se comporta como el heredero que es, ejerciendo un poder violento, y así como los hay en muchas familias, otro tanto podemos decir de la herencia de la civilización del consumo y la abundancia en que vivimos, de manera que muchos de los jóvenes de hoy han recibido, al menos, alguna de estas dos herencias, y así se explican sus comportamientos, frecuentemente ajenos a las obligaciones y responsabilidades que la vida adulta exige, pero puestos y dispuestos para llegar al límite y agotar los gozos, placeres y beneficios, viviendo en una permanente infancia y dependencia. El joven heredero de familia o de civilización o de ambas, sin conciencia, experimenta, según Ortega y Gasett, un gran drama, precisamente porque, sin haber hecho nada para merecer, goza y disfruta condiciones de vida que él (o ella) no han creado, consecuentemente no se producen como fruto del esfuerzo, es decir unidas a sus vidas. Al nacer se encuentran instalados en el acceso a prerrogativas que no tienen nada que ver con él (o ella), precisamente porque otros (sus antepasados) las produjeron, y el drama radica en que el señorito tiene que vivir como heredero, es decir, no vive su propia vida, ni ciertamente la del prócer inicial, sino una representación. El señorito satisfecho está condenado a vivir una farsa, la representación de quienes lo patrocinan, de manera que su vida pierde autenticidad al ser ficción de otra vida. En esencia, nada de lo que tiene y usa le costó o se lo ganó, por tanto no lo valora, más bien le fue dado y por esa vía el hastío y el sinsentido hacen acto de aparición en la escena de esas vidas, dice Ortega y Gasett, llenas 2 El señorito satisfecho Dra. María del Carmen Platas Pacheco 30 de diciembre de 2012 de cosas y carentes de ideales y compromisos, donde las mil formas de excesos en el uso y consumo de sustancias, mercancías y sexo, llenan su tiempo vacío. Según Ortega y Gasett, este joven incivil es producto de la civilización moderna que ha centrado los afanes en la posesión y acceso a bienes prodigiosos, los medicamentos, los productos tecnológicos y las mil formas de comodidad que propicia la sociedad de consumo, y donde el acceso les es dado sin esfuerzo de su parte y sin medida. El señorito satisfecho llena su tiempo haciendo del deporte y del juego su ocupación principal, así, cultivar su cuerpo mediante los regímenes higiénicos, dietéticos y estéticos ocupan la mayor parte de su tiempo, precisamente porque sus vidas son representaciones de sus padres y patrocinadores, y la imagen, la apariencia que impone la moda, los obliga a una permanente actualización y consumo de novedades. En el ámbito de las relaciones personales, el señorito satisfecho huye del compromiso, no desea hacerse de responsabilidades que pudieran amenazar su libertad, entendida como sin límites, de manera que consciente o no trivializa sus relaciones personales y las convierte en juego. En el ámbito cultural tampoco tiene necesidad de cultivarse, el dinero y las influencias le permiten acceder a reuniones y espacios donde su apariencia y nombre bastan, aun cuando su ignorancia sea enorme. En uno de los párrafos del ensayo, Ortega y Gasett sostiene: toda vida, es la lucha, el esfuerzo para ser sí misma, no obstante la tónica de la existencia del señorito satisfecho es la insinceridad, la broma. Lo que hace lo realiza sin el carácter del compromiso, así es como gasta su vida y hace sus travesuras el señorito satisfecho. Sígueme en twitter 3 @mcplataspacheco