No sabían que era imposible, así que lo hicieron. Mark Twain Duomo_Amor_isla.indd 9 18/7/11 15:29:44 Duomo_Amor_isla.indd 10 18/7/11 15:29:44 Aún es de noche y el río está tranquilo cuando Odon Schnadel sale a la cubierta de su chalana. Lleva un tazón en la mano; es su primer café, negro, muy caliente. Pone dos aspirinas en el tazón, porque le duele la cabeza. El calor es sofocante. Unas ramas flotan en el río, rotas más al norte y arrastradas hasta allí, confundidas con el color oscuro de las aguas. Los árboles sufren, incluso los que tienen las raíces hundidas en el agua. La cubierta huele a barniz. Hay unos pinceles en una lata, un bote de pintura, unos trapos. El olor a barniz se suma al dolor de cabeza. Odon bebe su café mientras contempla el fluir del río. En alguna parte de la isla ladra un perro. En la puerta hay un ojo de buey enrejado. Un tenue halo naranja. Cuando Mathilde se fue, se juró dejar la luz encendida hasta que volviera. Cinco años. Las bombillas se fueron fundiendo. Las cambió. Ahora ella está allí, en la ciudad, mientras dure el festival. El rumor corre desde hace semanas: la Jogar está de regreso, actúa en Los puentes de Madison, en el teatro del Minotauro. Hablan de ella en los periódicos. Hablan de ella en todas partes, en su barrio, en la calle. Dicen que está instalada en La Mirande, uno de los mejores hoteles de la ciudad. Dicen también que ha renegado de su nombre para convertirse en la Jogar. Duomo_Amor_isla.indd 11 18/7/11 15:29:44 Claudie Gallay Odon bebe despacio su café, con el tazón en las manos y los codos en la borda. Está amaneciendo. Big Mac, el sapo, se esconde en el talud. Pasa un tren. Odon saca un cigarrillo, arranca el filtro con los dientes. Viendo que es el último, estruja el paquete y lo arroja al río. Mea en el agua. Un pez nada en la superficie. Un siluro agoniza en las ramas, entre la chalana y la orilla. Todo está sediento este verano: la tierra, el cielo, incluso el río reclama su parte. Deja el tazón, atrapa el siluro y lo lanza hacia la corriente. 10 Duomo_Amor_isla.indd 12 18/7/11 15:29:44 Jeff llega unos minutos después de las ocho, deja la moto apoyada contra el sauce y franquea la barrera. Al pie de la pasarela han brotado unas matas de ortigas y de hierbas verdes. Un tiesto con un viejo geranio, los tallos nudosos, secos. Jeff sube a la chalana y se quita la gorra. Tiene el pelo húmedo por el sudor. Arroja el periódico sobre la mesa, entre el tazón y el cenicero. Siempre lo arroja del mismo modo, con gesto desenvuelto. Le sigue la gorra. Antes era cantinero en la cárcel. Cuando la cárcel cerró, guardó las llaves, un manojo entero. Desde hace diez años ocupa una celda con vistas a la parte posterior del Palacio de los Papas. Recibe un subsidio del Estado y hace también algunos trabajillos, como ocuparse de la chalana y del teatro de Odon. Saca un trébol del bolsillo. –Lo he encontrado en la orilla –dice, mostrando las cuatro hojas–. Es un buen presagio. Odon, que acaba de abrir el diario, se mofa: –Así que un buen presagio… En la primera página, con grandes titulares, anuncian: «Conmoción en Aviñón». Tras una semana de huelga, la dirección del festival ha decidido anular todos los espectáculos oficiales. La noticia aparece en todos los periódicos. Hace años que viene creciendo el malestar: tenía que estallar en cualquier momento. 11 Duomo_Amor_isla.indd 13 18/7/11 15:29:45 Claudie Gallay Odon está preocupado. La víspera, precisamente, su compañía no quiso dar la función, por solidaridad con los huelguistas. Se pasa las manos por la cara. Tiene la piel seca, o tal vez sean las manos las que lo están. Mira el río. El sol arranca reflejos rojos de la superficie. Jeff guarda el trébol y coge una manzana de la cesta. Apoyándose contra la borda, roe un poco la cáscara con los dientes antes de atacar la carne. Se come también el corazón, tal como hace siempre. Incluso traga las semillas, aunque se dice que tienen arsénico. Lo único que deja es el cabito del tallo. –Parece que será un verano malo –dice–. Un verano horrible. Enumera todas las tareas que tiene que hacer antes de que llegue el otoño: lavar la cubierta, cambiar el aceite al grupo electrógeno, reparar la mesa plegable. Tiene que retirar asimismo todas las ramas y tirar los botes de pintura vacíos, desperdigados por todas partes. A Jeff le pagan para que limpie y barnice, para que impida que aquello se convierta en una pocilga. No impide nada. La cubierta está atiborrada con varios sillones, un diván, una silla giratoria de peluquero, una mesa baja en el centro. Un alero de cañizo protege los muebles del sol. Un piano. Jeff desliza la mano por las teclas, barre una mezcla de polvo y polen. Queda la huella de los dedos, un sudor que se evapora. Odon pasa las páginas del periódico hasta llegar a la sección de espectáculos. Hay una foto de la Jogar. En la sala de un hotel, con traje de noche. La cabellera abundante, los ojos oscuros. En la boca, esa sonrisa que hace que la tilden de arrogante. –Ha vuelto –dice Jeff, inclinándose por encima de su hombro. –Eso no te incumbe. Jeff se endereza. –No me gusta que esté aquí –declara. 12 Duomo_Amor_isla.indd 14 18/7/11 15:29:45 El amor es una isla –No es cosa tuya. Jeff retrocede. –Entonces me alejo del periódico. –Haces bien, aléjate –dice Odon, cerrando el diario–. Tendrías que arrancar las ortigas. Dentro de poco no podremos salir. –Voy a hacerlo. –Hace semanas que lo dices, Jeff. También has empezado a barnizar la cubierta y no has acabado. –Ya me ocupo de regar las plantas… –Sí, las plantas las riegas, pero las ortigas hay que arrancarlas, y a Big Mac no le agrada cómo huelen. –A veces a uno no le gusta algo y al final se acostumbra –contesta Jeff. Odon da un golpe sobre la mesa con la mano abierta. Jeff se calla. Con el calor, las hojas se resecan, se tornan amarillas, mueren. Bajo una de las portillas, la hiedra se convierte en lianas. Encima del piano, sobre una tabla de madera, hay varias plantas alineadas, que crecen en botes de vidrio; la transparencia de éste permite ver las raíces. Es Jeff quien las planta. Cuando se le acaban los botes, utiliza latas de conserva, que agujerea con un punzón. Trae limo de un lugar secreto de la isla. Todo lo que Jeff planta arraiga. «Si plantara la muerte, también crecería», suele decir. Odon piensa en Mathilde. Por las noches, él permanecía en vela para contemplarla. La boca grande, el cuerpo desnudo bajo las sábanas; recorría todos los contornos con la mirada, la abarcaba entera, la devoraba con los ojos. Todo en ella le gustaba: el vientre suave, el olor de su piel, su risa, sus deseos, su voz. El día de su partida, ella le dijo: «¿Pensarás en mí de vez en cuando?». Él fue incapaz de responder. Le depositó un largo beso en los cabellos. Jeff riega las plantas del piano. Habla del festival del año anterior. 13 Duomo_Amor_isla.indd 15 18/7/11 15:29:45 Claudie Gallay –¿De dónde era ese tipo que nos ayudaba con los decorados? Tenía un acento muy raro. –De Míchigan. –Sí, eso es. Y tocaba el banjo… Sigue hablando, solo, mientras riega la tierra. 14 Duomo_Amor_isla.indd 16 18/7/11 15:29:45 Odon se lanza al agua, y el sapo se zambulle detrás de él. Hace años que tiene ese hábito, una vez que empieza el buen tiempo. Nadan juntos, el hombre y el animal. Bordean la costa y, al cabo de unos cuantos metros, Big Mac se le sube a los hombros, el cuerpo frío se aplasta contra su nuca, y Odon se mete de lleno en el río. Es peligroso. Cuando siente las corrientes alrededor de los muslos, da media vuelta y regresa. –Las corrientes son mortales –dice Jeff, observándolo salir del agua. –Conozco las corrientes. Jeff se encoge de hombros. –Un día el río te atrapará o matará a Big Mac. Odon no contesta. Se seca con una toalla que deja colgada de una cuerda tendida entre dos árboles. La chalana está amarrada en la orilla más silvestre, bajo la densa sombra de una hilera de plátanos. Hace años que pone el río entre él y la ciudad. Es incapaz de vivir directamente en tierra, con los hombres. Es incapaz de vivir sin ellos. En invierno, la bruma se deposita sobre el río, y lo único que ve de Aviñón son las borrosas murallas. Se sirve otro café. Jeff enciende la radio, France Inter; es época de vacaciones, hay una cierta desorganización en los programas. El boletín meteorológico pronostica calor, temperaturas caniculares sin esperanza 15 Duomo_Amor_isla.indd 17 18/7/11 15:29:45 Claudie Gallay alguna de una lluvia próxima. En la síntesis de noticias anuncian la cancelación del festival. Odon refunfuña. No se ha cancelado todo el festival, sino sólo los espectáculos oficiales. Cambia de emisora. Todas las radios transmiten la misma información. En France Culture, Ariane Mnushkin se subleva, reclama el legítimo derecho a actuar. Bartabas denuncia una decisión suicida, se niega a aceptar esa huelga que le imponen. Odon termina su café. Todo hace pensar que el día será tenso. Al igual que los días siguientes. Y las noches. Por encima de la chalana, el cielo ya está azul, un calor agobiante que durará hasta el fin de semana y, sin duda, todo el mes de julio. 16 Duomo_Amor_isla.indd 18 18/7/11 15:29:45 Odon mira bajo los plátanos, y es entonces cuando ve a la chica. Durante las semanas del festival aparecen por decenas, jovencitos sin alojamiento que sueñan con aventuras y acaban durmiendo en la calle. Ésta es casi una chiquilla, veinte años apenas, cabello demasiado corto, un pantalón demasiado grande para una figura delgada. Odon le muestra el tazón. Ella asiente con un gesto. Odon entra en la bodega, sale con un jarro y baja la pasarela. La chica lleva una camiseta a rayas, pantalón de algodón, zapatillas cubiertas de polvo. No lleva calcetines. Tiene un aro en el labio, un clavo en la ceja y tres pendientes a lo largo de una oreja. Hay una mochila tirada en el terraplén, con una máquina de fotos encima. –Está cargado –dice ella al tomar el primer sorbo. Habla con voz apagada, casi inaudible, con una respiración de asmática. –¿Vienes de lejos? –pregunta Odon. –Del norte. –El norte es muy extenso. –De los bosques de Versalles. Él sonríe; no es tan al norte. 17 Duomo_Amor_isla.indd 19 18/7/11 15:29:45 Claudie Gallay La chica dice que ha llegado haciendo autostop; atravesó el valle por la autopista, en el coche de una pareja. Bebe su café, sujetando el jarro con las dos manos. En la orilla, un escarabajo empuja una bola de arena; los mirlos rascan en el polvo, buscando sustento. –¿Es allí? –pregunta ella, señalando la ciudad. –Sí, allí, entre las murallas. Ella no está habituada a los ríos. Éste es ancho, una masa densa, amenazadora. –¿Tienes hambre? –inquiere Odon. Vuelve a la chalana y coge lo que encuentra –unos higos, pan y mantequilla– y lo pone en un plato. Cuando sale otra vez, la chica se ha marchado. El jarro está abandonado en el muro. Un sedimento oscuro tiñe el blanco lechoso del interior. 18 Duomo_Amor_isla.indd 20 18/7/11 15:29:45 La chica entra en la ciudad por la gran puerta de Oulle. Las murallas. La plaza Crillon. Hay carteles por todas partes, colgados, enganchados a los barrotes de las ventanas, pegados en las paredes o en cartones. Ya había algunos en el puente. Alza los ojos, mira a su alrededor. El cielo está seco. La luz es intensa. Deambula por calles que parecen decorados. Calle Joseph-Vernet, calle Saint-Agricol. Más carteles: un hombre con sombrero, una bailarina sobre un alambre, el corazón rojo de un Cupido… Algunos tienen pintada encima una cruz negra. De las panaderías abiertas sale un olor a pan, a croissants. Plaza del Reloj, las sillas y las mesas de los bares todavía están sujetas con pesadas cadenas. Tiene sed. El café le ha dejado un gusto amargo en la boca. Busca una fuente, pero no hay ninguna. Se frota la lengua con la mano. El primer cartel de su hermano lo ve un momento después, contra una reja. Distingue otro un poco más allá. Se acerca con el corazón palpitante. El cartel está pegado sobre un cartón: Noche roja, de Paul Selliès, puesta en escena de Odon Schnadel, en el teatro del Perro Loco. Es para ver esto por lo que atravesó toda Francia. El nombre de su hermano. Oír sus palabras. Saca una foto, y otra, el nom19 Duomo_Amor_isla.indd 21 18/7/11 15:29:46 Claudie Gallay bre de su hermano. Busca otros carteles; encuentra una decena, sólo en esa plaza. No presta atención a ninguna otra cosa de la ciudad, únicamente a esto. De pronto se halla frente a la explanada, enorme y abierta. El Palacio de los Papas, las altas murallas. El sol ilumina las torres. En lo alto del campanario, una estatua dorada de la Virgen domina la ciudad. Es una plaza inmensa, en una ciudad cercada. Avanza hacia allí. Sobre los escalones que conducen a las puertas del palacio hay una veintena de huelguistas tumbados. Cuerpos, brazos y piernas desmadejados. Cualquiera diría que se trata de fusilados. Detrás de ellos, en una pancarta con letras rojas, se lee: «Estamos muertos». 20 Duomo_Amor_isla.indd 22 18/7/11 15:29:46 Odon franquea las murallas, se interna en la ciudad. Las estrechas calles del barrio de la Balanza. Varias compañías se marchan. Se cruza con asistentes al festival que deambulan, un tanto perdidos. En la explanada, los trabajadores temporales explican por qué no actúan. Otros, por qué actúan. La confusión es total. Odon se detiene frente al cartel del festival, tres llaves inglesas y el casco herrumbrado de un barco como fondo. Premonitorio. Atraviesa los jardines hasta la calle Ciseaux-d’Or. Su teatro, el Perro Loco, es uno de los más antiguos de Aviñón, y se alza en la plaza de Saint-Pierre, en el corazón mismo de los barrios viejos. Hace quince años que lo compró. En aquella época era un edificio deteriorado, abandonado. Dentro vivía un perro, supuestamente loco, que se negaba a salir. Los vecinos le dejaban comida en una escudilla. Era un dogo de pelo espeso, hocico largo, y el pobre animal acabó por morir de miedo una noche de tormenta. Odon lo enterró a la orilla del río, donde más tarde arraigó un sauce. El cura está en el porche de su iglesia. Los dos hombres se estrechan la mano, un gesto franco. Al cura lo llaman père Jean, padre Jean, pero su verdadero nombre es Noël, por lo que deberían decirle père Noël, papá Noel. Su madre no podía adivinar que sería sacerdote. –¿Habrá funciones o no? –pregunta el párroco. 21 Duomo_Amor_isla.indd 23 18/7/11 15:29:46 Claudie Gallay Odon lo ignora, espera que sí; pero, con la cancelación de los espectáculos oficiales, desaparece buena parte del programa. Saca una invitación del bolsillo. –Mi contribución a la ofrenda para el culto. Julie se alegrará mucho si vienes a verla. –Iré –dice el cura, asintiendo con la cabeza. Está persuadido de que algún día Julie será una gran actriz. Odon no lo cree. Su hija ama demasiado la vida, no se aburre jamás, desconoce la desesperación. –Isaac amaba tanto a Dios que estaba dispuesto a sacrificarle su hijo –dice Odon. –¿A qué viene eso? –Julie actúa bien, pero no sacrifica nada. El cura se encoge de hombros. Hablan de la huelga, de lo que habría que hacer o no. Un grupo de turistas se ha detenido frente a la fachada del teatro. Miran el juego de ajedrez colocado sobre la mesita, cerca de la puerta, con dos taburetes debajo. El juego pertenece a Odon, y lo deja allí durante todo el verano. Cualquiera que lo desee puede jugar. Junto a la puerta, una placa de latón: Teatro del Perro Loco, O. Schnadel Un simple picaporte de madera: la entrada de los artistas. Odon apoya su enorme mano en el hombro del cura. –Hasta luego. Atraviesa la plaza. Detrás de la puerta, el pasillo está a oscuras. Del techo penden cables y hay olor a polvo. Odon conoce a ciegas ese pasillo. Seis camerinos, los bastidores, el telón. Trajes en los colgadores. En la sala, diez hileras de dieciséis butacas, los asientos plegables en las filas, la moqueta roja raída. En cada costado, una 22 Duomo_Amor_isla.indd 24 18/7/11 15:29:46 El amor es una isla estufa antigua. Las tiras de cuero que servían antaño para sostener los hachones. Jeff está en el escenario. Con martillo y clavos repara un listón desprendido del suelo. Los bastidores están abarrotados de objetos. Desde que ha empezado la huelga de los técnicos, los decorados son un caos. Ve a Julie en el primer camerino, con Damien, Chatte y Greg. En un rincón, Yann habla por teléfono. El aire acondicionado está al máximo, hace casi frío. Si lo bajan, deja de funcionar. Un problema del termostato, y no hay nadie para repararlo. Contra la pared del pasillo, los carteles de Noche roja sobre fondo blanco, repetidos hasta el infinito. –¿Qué hacemos esta noche? –pregunta Julie cuando ve pasar a su padre por el corredor. Odon vuelve sobre sus pasos. –¿Cómo, qué hacemos? –Tenemos que ser solidarios –dice Julie. Odon se niega a cerrar las puertas del teatro un día más. –Hay que sacar los trajes del pasillo, o esto va a ser un follón. –De todas maneras será un follón –dice Damien. Se miran a los ojos, y Damien desvía la mirada. Odon saca un cigarrillo. –Ser solidarios no nos impide actuar. Para Julie, hacer huelga es también un modo de actuar. Si cada compañía montara una barricada, habría más de seiscientas en la ciudad. El espectáculo tendría lugar entonces en la calle, el escenario sería el asfalto. Llegan los técnicos, se suman a la reunión. Odon está convencido de que continuar con la huelga servirá a los intereses del Medef, la organización patronal, y le hará el juego al Gobierno. –La manera de que la gente se haga oír es dejar los teatros abiertos. 23 Duomo_Amor_isla.indd 25 18/7/11 15:29:46 Claudie Gallay Los ánimos se acaloran. Julie no se atreve a enfrentarse a su padre. –Dentro de una hora nos reunimos y tomamos una decisión –dice Odon. Tomar una decisión significa votar. Va a su despacho, revisa el correo. Los papeles se amontonan sin que tenga tiempo de revisarlos todos. Alquila la sala para otros dos espectáculos, El infierno, en el hueco del mediodía, y un vodevil a las tres de la tarde, por la compañía del Sablier. Las dos compañías están en huelga. Imposible encontrar los respectivos contratos en aquel caos. Reina el desorden por todas partes, también en las habitaciones de al lado: son quince años de archivos y de viejos decorados. Odon llama al director del teatro de los Carmelitas. Benedetto dice que nunca ha visto el barrio tan tranquilo. Su teatro permanece abierto, pero las funciones se han cancelado. El escenario se ha convertido en un centro de debate. Tampoco hay funciones en el Castaño Negro. Hace algunas llamadas telefónicas más. Sus cuentas están casi en números rojos. Se pone de pie. El punching ball se balancea delante de la ventana. Ya estaba ahí cuando compró el teatro. Lo acarica con la palma de la mano, descarga un golpe. Varias veces. Un ruido sordo. Lo golpea sin darle tiempo a rebotar. Luego llama a su hermana. Odile vive cerca de allí, en la calle Bains. Había quedado en ir a almorzar con ella, le avisa que no irá. 24 Duomo_Amor_isla.indd 26 18/7/11 15:29:46