elPeriódico.com Sociedad Imprimir REACCIONES POLICIALES EN SITUACIONES DE PELIGRO Disparos de ciego Un sargento de los Mossos expone en Nueva York sus estudios sobre las dificultades de los policías para usar sus armas de fuego Domingo, 4 de julio - 00:00h. Han pasado 22 años, pero Miguel aún recuerda aquella noche persiguiendo a un tironero en el Raval. Salió corriendo tras él calle de Hospital abajo. El ladrón giró a la derecha y se metió en la calle de Robadors, donde agotado se paró y sacó una navaja. «Vi que se dirigía hacia mi. Yo saqué mi pistola. Lo que había alrededor desapareció. Todo estaba borroso. Solo veía a aquel tipo y el resplandor de su navaja. Si hubiera pasado un oso polar por la calle, no lo habría visto», recuerda este veterano agente, que al final hubo de pegar un tiro al aire. Sensaciones similares han tenido miles de policías de todo el mundo que han usado su arma ante un peligro real. Para saber qué pasa en el cerebro de un policía en una situación como esa, el sargento de los Mossos d'Esquadra David B. Duch, responsable de formación del Sindicat de Policies de Catalunya (SPC), se ha embarcado en un doctorado en neurociencia en el que investiga el comportamiento neuronal y las reacciones de los policías en situaciones de peligro. Duch, una imponente roca granítica de 1,80 de altura y no menor envergadura, dotado de brazos como muslos, sometió a pruebas a un millar de policías y, con el apoyo de varios catedráticos, ha comenzado a sacar conclusiones que ha plasmado en el libro Cara a cara con una intervención armada. Su estudio ha llamado la atención del Departamento de Policía de Nueva York (NYPD, en sus siglas en inglés), que le ha invitado a dar un curso. «Quería saber por qué ante un peligro no puedo actuar como me han entrenado. Hablando con compañeros, vi que eso también les pasa a ellos. Pese a que son situaciones de vida o muerte, se asume que lo normal es no poder hacer aquello para lo que te has entrenado», cuenta este policía. Duch constató algo aparentemente obvio: que el policía es un ser humano. «Ante una amenaza súbita, el instinto de supervivencia del homo sapiens se pondrá en marcha antes que su pensamiento consciente como policía». «La primera reacción del policía –continúa– será instintiva, de supervivencia. Se echará atrás, levantará una mano para protegerse, girará su cuerpo para evitar la amenaza. Esa posición no tiene nada que ver con la que le han enseñado para usar el arma». En las pruebas descubrió que muchos policías se caen al suelo cuando intentan empuñar su arma para repeler un ataque imprevisto. «La primera reacción es evitar el peligro, con lo que el agente echa su cuerpo atrás. Entonces, al sacar el arma e intentar empuñarla con las dos manos, como le han enseñado, su centro de gravedad se desplaza y cae al suelo», comenta. Este sargento analizó los procesos que se desatan en el cerebro del policía en un enfrentamiento con armas de fuego. El primero es el efecto túnel: ante el peligro, la visión del policía se concentra en la amenaza, todo lo demás desaparece, se vuelve borroso. Donde más se nota esa influencia del instinto es a la hora de disparar. «Te enseñan que, para disparar, debes colocar la pistola a la altura de los ojos y alinear el alza con el punto de mira. Sin embargo, en una situación de peligro, el policía siempre baja la pistola. Lo hemos comprobado en los experimentos». ¿La razón? «En la postura recomendada en los entrenamientos, la pistola está justo ante los ojos. En cambio, ante un peligro real el cerebro nos ordena que bajemos la pistola, porque quiere ver la amenaza, no quiere nada entre los ojos y el peligro». El resultado es que la inmensa mayoría de disparos efectuados por policías son de cintura para abajo. Y eso tiene otra consecuencia: «Al perder la posición, y además bajar el arma, no puedes apuntar bien, con lo que es casi imposible disparar a donde se quiere». ¿Cómo entrenar entonces? Una clave es formar a los agentes para detectar posibles situaciones de riesgo. «Así se evitan situaciones súbitas que le van a descolocar», comenta Duch. ¿Y el disparo? «Ya que ha quedado claro que en una situación de riesgo no podemos apuntar con la vista, porque esta nos engaña, hay que apuntar con el cuerpo», agrega a la vez que pega la cara al hombro y estira el brazo. «De este modo, es mi cuerpo el que apunta. Debemos aprender de los invidentes, que se orientan con su cuerpo. Hay ciegos que disparan mejor que algunos policías». elPeriódico.com