BONIFACIO SALAS TORESANO (PANCHO) El último juglar (Por D. Miguel Zapater Cornejo) Nace el 14 de junio de 1885. Era hijo de Saturnino Salas, natural de Vallejimeno y de Julia Toresano, natural de Viniegra de Abajo. Se encontraba en Argentina en el momento de redactar la relación de direcciones de 1912, al igual que su hermana Rosalía Salas que residía en la casa del Sr. Emeterio Hernández, C/ Victoria 802, Buenos Aires. Inicia su vida laboral, según él mismo refiere, a la edad de 12 años, en Badajoz, como zagal de un rebaño trashumante, en el que permanece con el mismo dueño durante cinco años, sin descanso dominical, y con férrea disciplina, esclavo del deber. Al recordar estos años, en febrero de 1938 en el que goza de una semana de descanso, la primera en sus 53 años de vida, trabajando siempre de obrero, los trabajos del siglo XX, le parecían gloria, a su vejez. Su estancia en Badajoz la vuelve a recordar en setiembre de 1931, con motivo de la visita a Viniegra de Francisco Martínez, de Villafranca de los Barros (Badajoz), patrón de la antigua tienda “Los Moros”. En esta ocasión “hace elogios de esa fértil tierra para cereales, tan conocida de mi infancia hace 30 años, como el cortijo de Espantanatas y la Dehesa de doña Carmen Tobía de los Bramadales”. Al término de sus cinco años de permanencia en Badajoz, con 17 años de edad, emigró a Argentina. En enero de 1925, en la última estrofa de una de sus poesías, alude a su estancia allí, al decir “Mis glorias de la Argentina, te las hubiera explicado, aventuras de Bahía, Rosario, Bedia y Bragado”. En otra de sus poesías, en febrero de 1940 dice “el día 11 de febrero hice las bodas de plata”, con lo que viene a decir que el 11 de febrero de 1915, en que se casa, ya había regresado a Viniegra. Su esposa era Ana Garachana, natural de Vallejimeno (Burgos), y también su padre era de allí. Por eso, en otra de sus poesías titulada, “La herencia de mi suegra”, en su última estrofa dice. “Pueblo de Vallejimeno, mucho te debo querer, pues es patria de mi padre, de mi suegra y mi mujer”. De su matrimonio con Ana Garachana tuvo los hijos, Nicolás, Florián, Mª Rosa, Saturnino y Carmelo. Nicolás emigró my joven a la República Argentina; Saturnino, Carmelo y La Rosa emigraron a Andalucía, fijando su residencia en Córdoba; Florian y La Juanita se quedaron en Viniegra de abajo En julio de 1919 inicia el Najerilla su andadura y en el mes de diciembre se publica en esta revista, su primera poesía, bajo la rúbrica “Versos del laureado poeta Pancho”. En Viniegra se dedicó a todo tipo de actividad, cultivando sus tierras y dedicando el resto de su tiempo a trabajar en las distintos oficios en los que se necesitaba empleo en la localidad, sobre todo en el ramo de la construcción, tanto en las viviendas que se construyeron en esos años, como en la carretera, embalse de Mansilla, etc. De sí mismo decía en la primera estrofa de otra de sus poesías, “Pancho cuando va de caza, siendo medio labrador, y jornalero de raza, es que esto marcha peor”. Dado su afán de conocer y su talante hiperactivo, recorrió todos los pueblos de la comarca de Nájera, en muchos casos a pie, desplazándose por este procedimiento a vendimiar por los distintos pueblos de La Rioja Alta, incluso llegó hasta Logroño. El mismo refiere que en setiembre de 1942, tuvo el gusto, a los 58 años, de bajar a Logroño andando por los Cameros Nuevos (aunque él los denomina Viejos), recorriendo El Rasillo, Montemediano, Nieva, su famosa venta (del Hambre), la de Patero, Torrecilla, Panzares, Nestares, Castañares, Islallana y las famosas vegas de Nalda y Albelda, llegando a las 8 de la noche a Lardero, recorrido de 12 horas. Unos meses antes había estado tres meses en el hospital, y uno de convalecencia, y pudo recoger, desde la azotea y el patio, impresiones del Ebro, del Cerro de Cantabria, sierras de Álava y Navarra, y los montes de Clavijo, y añadía que, “el cielo ha querido que vuelva al pueblo que me vio nacer”. Las experiencias que tuvo en los distintos lugares en que transcurrió su vida, desde su estancia en Extremadura, su paso por América, sus trabajos en Viniegra y sus correrías por La Rioja, le sirvieron para amueblar su mente, que fue recordando y expresando en las muchas poesías que escribió, publicándose un buen número de ellas en El Najerilla, desde sus primeros números, hasta después de su fallecimiento. Enjulio de este año, en una de sus poesías, decía, “como estoy muy atareado, casino puedo escribir, solo tengo la figura, y pronto voy a morir. Desde el mes de junio acá, he perdido otros diez kilos. Es la leche mi alimento, bebo poco y poca grasa, y siempre estoy descontento, pues no sé lo que me pasa. Según dice D. Perfecto, mucho no debo de hablar, mas los nervios no me dejan, ni hasta en la cama callar”. Con motivo de su muerte, acaecida en noviembre de 1948, El Najerilla decía de él: “Mucho podría decirse de este tan singular hombre, de temperamento sutil, sencillo y dinámico a la vez, que como blasón siempre ostentaba las huellas de su rudo trabajar. Su nerviosismo le llevó a romper la monotonía del rincón pueblerino y atravesar los mares. Su dinamismo, a escalar montañas, trasponer el Urbión y el San Lorenzo y con sus versos en el Najerilla, hacerse célebre en toda la región. Trabajador incansable, y de una honradez comprobada, por ello en este pueblo contaba con la simpatía y el aprecio de todos los que cotidianamente le tratábamos. Por estas y otras nobles cualidades que adornaban su buen modo de ser, la región pierde su poeta; el pueblo un buen hijo, el Najerilla un corresponsal activo, muy leído y, como tal, propulsor de sus páginas, y sus familiares un ser muy querido”. Al año siguiente, en febrero de 1949, Gloria Salaverri de Troyano le dedica un poema, y su hijo Carmelo, en diciembre de este mismo año, al cumplirse el primer aniversario de su muerte, decía: “Aniversario del poeta Pancho. Día 7 de diciembre, cuando nadie lo esperaba, falleció el poeta Pancho, que todo el mundo admiraba. Se puso el cielo de luto, y se entristeció la tierra; todo el mundo lo lloraba, en los pueblos de la sierra. Se oyen doblar las campanas, y todo el pueblo gemía, al ver que se fue del mundo, el hombre de la hidalguía. Algún alma generosa debiera de gestionar, se dedicase un recuerdo a un hombre tan ejemplar”. Carmelo Salas, hijo suyo. Mientras fue corresponsal Donato Montalvo, publicó sus poesías bajo el título, “Versos del laureado poeta Pancho”, y después, a partir de marzo de 1930, en que él es el corresponsal, van con la firma de Pancho, bajo el título que algunas veces les pone. Durante el período que va desde diciembre de 1919 hasta su fallecimiento, publica más de 200 poesías, con muy distinta temática. Unas de carácter geográfico, como los límites de Viniegra, o las dedicadas a Brieva, a Mansilla y a otras localidades de la comarca; otras sobre el clima y el tiempo que hace, sobre las características del paisaje o los distintos cultivos, el cereal, las patatas, sobre las actividades tradicionales (recogida de la bellota, de las setas, de la caza, de la pesca, la poda del chaparral); sobre semblanzas de distintos personajes de la localidad, otras sobre la Guerra Civil, que pone de relieve su espíritu patriótico, su pensamiento sobre España y la misma Guerra Civil. Sobre costumbres, tradiciones, festividades (S. Ildefonso, Santiago), fiestas de Ventrosa, de Mansilla, etc. En muchas de ellas se encuentran datos autobiográficos, de su vida familiar. Gracias a sus poesías se pueden conocer muchos de los aspectos de la vida tradicional de Viniegra de Abajo. El poeta Pablo de las Heras, en su poesía dedicada a los poetas Pancho y Millán decía de Pancho que “nunca cupo en su interior, más grande satisfacción, ni alegría tan sincera, como aquellas que he sentido, al ponerme en relación, con poetas tan queridos, y de tan honda intuición”. Texto extraído del Libro “La Asociación Protectora de Viniegra de Abajo”, “Emprendedores Riojanos en Argentina y Chile (1836‐1956) Dr. D. Miguel Zapater Cornejo Instituto de Estudios Riojanos GOBIERNO DE LA RIOJA