Capítulo V Neurocirugía funcional: Neuromodulación quirúrgica Julián Soto Abraham1 y Ma. Virgilia Soto Abraham2 1 Servicio de Neurología y Neurocirugía Hospital General de México 2 Unidad de Anatomía Patológica, Hospital General de México 249 Historia La Neurocirugía funcional se dedica al tratamiento quirúrgico para abolir o disminuir, en los padecimientos neurológicos, los trastornos y alteraciones cognoscitivas. Para lograr sus objetivos, la Neurocirugía funcional se ha apoyado en técnicas quirúrgicas como la Estereotaxia, en técnicas de Neuroimagen y en algunos casos en la evaluación neuropsicológica. La palabra “Estereotaxia” proviene de los vocablos griegos “estereos”, que significa duro y “taxus”, que denota división. La cirugía estereotáctica se dedica a la ubicación espacial, , de las diferentes estructuras cerebrales, mediante coordenadas. Los primeros intentos por crear un aparato estereotáxico fueron en 1907 por Rossolimo, quien construyó un aparato con forma de semiesfera que servía para realizar un topograma cerebral. La historia de esta técnica se remonta a Horsley, neurofisiólogo y neurocirujano, quien en conjunto con el matemático Clark, crearon el primer aparato estereotáxico para animales en 1908. Por medio de este aparato se pudieron introducir electrodos intracerebrales. Fue hasta 1947 cuando Spiegel y Wycis idearon un aparato estereotáxico con la ventaja de utilizarse en humanos (Gildenberg, 2006). A finales de los años 40 Hassler y Hess rutinariamente administraban estimulación crónica a gatos despiertos vía electrodos implantados. Reconocieron que aunque la estimulación podría producir efectos reversibles que eran esencialmente los mismos que la lesión produce en el mismo sitio, cambiando la frecuencia de estimulación podría producirse activación más que inhibición (Gildenberg, 2006). Los efectos de la frecuencia de estimulación alta (inhibición) versus baja (facilitación) no fueron completamente apreciados en ese tiempo. La frecuencia baja podría ser entre 6 y 60 Hz, mientras que alta frecuencia podría ser entre 50 y 100 Hz. Spiegel et al. (1964) hicieron lesiones en el campo Forel para el tratamiento del Parkinson. Provocaron en sucesivos niveles de profundidad hasta que la desviación lateral de un ojo indicó que el electrodo entró en las fibras oculomotoras. En la década de los 70 sobresalieron dos procedimientos importantes en la neurocirugía estereotáctica. Primero, Hosobuchi y Adams en 1973, incitaron eléctricamente el tálamo para tratar el dolor por denervación, y segundo, se propuso la espoleación eléctrica profunda de la sustancia gris periacueductal y periventricular para dolor persistente (Gildenberg, 2006). Entre 1980 y 1989 se consolidó el conocimiento del dolor en diferentes áreas no quirúrgicas. El avance más importante fue la colocación de bombas que infundían narcóticos al sistema nervioso. También surgieron algunas técnicas para tratar la neuralgia del trigémino. Hakanson introdujo la inyección retrogaseriana con glicerol, mientras que Mullan empleó una técnica con un balón de compresión en el cavum de Meckel. En este milenio, la neurocirugía estereotáctica enfocada al tratamiento del dolor implica retos como la radioterapia fraccionada, la terapia génica y la infusión de factores tróficos intracerebrales. 250 La estimulación de la médula espinal ha provisto un alivio significativo a una multitud de pacientes quienes tienen del dolor crónico. Aunque han sido muchos los esfuerzos para mejorar los resultados a través de la modificación de los parámetros (Tulgar et al., 1993a, b), la clave del éxito de la neuromodulación eléctrica, como otra modalidad en el manejo del dolor, parece basarse en la selección del paciente (Gildenberg, 1998). En 1991, Tsubokawa et al. Reportaron que la provocación de la corteza motora aliviaba el dolor, particularmente el dolor central. Migita et al. (1995) usaron provocación magnética transcraneal de la corteza motora alcanzando el mismo beneficio. Durante los últimos años ha incrementado el uso de la neuromodulación sobre todo para los desórdenes motores tales como distonía o la enfermedad de Parkinson (Lozano, 2001). Esta actividad ha precipitado un renovado interés en el uso de la estimulación del cerebro con electrodos implantados permanentemente. La estimulación eléctrica crónica de las estructuras de los ganglios basales tales como el globo pálido interno y el núcleo subtalámico por un electrodo implantado que está acoplado a un generador de pulsos, ha demostrado aminorar la bradicinesia, temblor, rigidez, así como las anormalidades posturales (DeLong y Wichmann, 2001, Limousin et al., 1998). La técnica de neuromodulación quirúrgica El éxito de la cirugía estereotáctica moderna se basa en la localización precisa del sitio “blanco” y en la colocación de un electrodo de estimulación. Para la estimación de las coordenadas de la estructura blanco en cada intervención, se necesita el empleo de un marco estereotáctico. Su colocación en la bóveda craneal se realiza mediante cuatro tornillos, y requiere anestésico local. Se debe elegir la colocación de los tornillos en un plano que evite los artefactos al realizar los cortes axiales cuando se utilizan la tomografía axial computada (TAC) o imágenes de resonancia magnética (RM). Esta colocación debe ser lo más simétrica posible en relación con la cabeza, y minimizar rotaciones o inclinaciones del marco. Esto asegura que cualquier cambio efectuado intraoperatoriamente en la posición de la aguja de lesión o del electrodo se mantenga en la dirección planificada. La técnica de neuroimagen permitirá el cálculo de las coordenadas de las comisuras anterior y posterior. Con estas coordenadas como referencia, además de la anatomía ventricular y ciertas referencias óseas de la base craneal, el sitio blanco se elige según un atlas de estereotaxia (los más empleados son los de Schaltenbrand-Wahren y el de Talairach, Crosgrove, 2000; Kopell y Rezai, 2000). No existe un acuerdo definitivo sobre la técnica de neuroimagen que debe utilizarse. La línea intercomisural (LIC) se reconoce adecuadamente con RM, pero esta técnica introduce cierta distorsión en las coordenadas, por lo que en algunos centros se prefiere todavía la TAC. Actualmente, con objeto de obtener las ventajas de ambas técnicas, se empieza a utilizar la técnica de fusión de 251 imágenes, que combina las imágenes de TAC practicadas con estereotaxia con las imágenes previas de RM sin estereotaxia. En los últimos años se han desarrollado diferentes programas informáticos para la visualización y elección directa del sitio blanco. El fundamento de este método es la digitalización de un atlas cerebral humano que pueda superponerse a la imagen del cerebro de cada paciente concreto, de tal modo que la medida real de la LIC y las dimensiones de los ventrículos de cada individuo puedan adaptarse a las referencias del atlas. Este sistema aumenta la seguridad del método, ya que la variabilidad del cerebro humano es importante, sobre todo en los pacientes de edad avanzada, en los que la atrofia cerebral puede ser marcada. El programa ideal debe ser capaz de reconstruir tridimensionalmente la anatomía de las estructuras seleccionadas mediante RM, corregir las medidas de cada paciente y dibujar la trayectoria que deben seguir la aguja de lesión o el electrodo de estimulación desde la corteza hasta el blanco. A pesar de los avances en las técnicas de neuroimagen, se estima que cualquiera de éstas introduce un error de unos 2-3 mm. De hecho, el trabajo de varios grupos en cirugía de los trastornos del movimiento, donde existe mayor experiencia, indica que el porcentaje de error entre las coordenadas anatómicamente definidas y el lugar donde finalmente se realiza la lesión o se coloca el electrodo de estimulación –que se define neurofisiológicamente– es próximo al 30%, con diferencias entre la zona real de actuación quirúrgica y las coordenadas teóricas de hasta 6 mm. La realización de una lesión fuera de su diana supone, como mínimo, la obtención de un resultado parcial y transitorio. Por esta razón, en el procedimiento quirúrgico estereotáctico sería útil algún modo de caracterización neurofisiológica. Una vez efectuado el cálculo anatómico del sitio blanco, el paciente se traslada al quirófano y se procede a la monitorización anestésica. Se realiza el abordaje quirúrgico a través de trépano. Toda la intervención se realiza, por lo general, con el paciente despierto. El paciente se coloca en la posición más cómoda que sea posible, con el marco estereotáctico fijo a la mesa quirúrgica, y la cabeza ligeramente elevada –sin superar por lo general los 20º, para impedir el embolismo aéreo. A continuación se realiza el orificio de trépano, se coagula y se abre la duramadre; finalmente, se practica una pequeña apertura en piamadre; se evitan las venas corticales y se permite así que la introducción del electrodo no sea traumática. Llegado este punto, el arco estereotáctico se manipula, con las coordenadas previamente ajustadas, para conducirlo a la posición del trépano, de tal modo que se pueda introducir la cánula. Se implanta un electrodo de estimulación en el área de interés cuyo extremo contiene cuatro puntos de contacto. El tamaño del electrodo (7,5 o 10,5 mm) se suele elegir según el área donde vaya a colocarse. Por regla general, para obtener los mejores resultados, se realiza una estimulación bilateral, por lo que en estos casos se necesita repetir el procedimiento a través de un trépano contralateral, en la misma que sería lo ideal o en una segunda intervención. El electrodo, tras fijarse en su salida del trépano (sistema de anillo con cubierta plástica, microplaca o cemento acrílico) se externaliza en la región parietal y se conecta inicialmente a 252 una extensión provisional. Esto permite probar su eficacia mediante un generador de pulsos manual, antes de proceder a la instalación definitiva del generador. El paciente requiere un control y ajuste de la estimulación durante aproximadamente una semana, antes de implantársele la extensión y el neuroestimulador en una segunda intervención quirúrgica. El implante del neuroestimulador se realiza bajo anestesia general. Se practica una incisión horizontal de unos 5 cm. en la región subclavicular para, a continuación, preparar un espacio subcutáneo que aloje el generador. El generador que se implanta se carga con una batería de litio y se programa por telemetría. El cable proximal, en la apertura del cuero cabelludo en la región parietal –que servía como punto de salida a la extensión de prueba del electrodo, se conecta mediante un sistema de cuatro tornillos a una extensión que, a su vez, se conecta distalmente al generador en el espacio infraclavicular. El generador de impulsos se debe suturar en la cara pectoral para evitar su migración. Durante los primeros meses tras la implantación de un sistema de ECP, el paciente requiere, por lo general, frecuentes ajustes de la medicación y de la programación del neuroestimulador, paralelamente a los resultados clínicos que se observen. Neuromodulación quirúrgica en la Enfermedad de Parkinson Clínicamente el síndrome parkinsónico se caracteriza por temblor rítmico, aparece en reposo y ha sido descrito como temblor en “cuenta monedas”. Primero se afectan los músculos dístales de las extremidades y después la cabeza, la cara y los labios. El temblor se incrementa con el estrés o al aumentar la atención y desaparece durante el sueño. Se caracteriza también por rigidez, que afecta en forma asimétrica y difusa las extremidades, llega a ser tan severa que impide el movimiento del enfermo. Se manifiesta mediante una marcha a pasos cortos que a poco a poco se hace más acelerada, haciendo perder al enfermo el punto de equilibrio hacia adelante. El paciente con Parkinson tiene acinesia, que se manifiesta por un enlentecimiento generalizado para efectuar movimientos voluntarios y que interfiere con actividades cotidianas. Se asocia con reducción de expresión facial, tendencia a sentirse “congelado” al iniciar el movimiento y pérdida del balance. Se suman a estos signos otras alteraciones, como trastornos de la postura y marcha, signos autonómicos y demencia. El síndrome puede ser ocasionado por causas bien establecidas, como ateroesclerosis, secuelas de una enfermedad viral (e.g. enfermedad de Von Ecónomo) y en muchos casos, se le considera idiopático dado que se desconoce su causa. La enfermedad de Parkinson es el resultado de una disminución de la dopamina en el sistema nigroestriatal, causada por una degeneración idiopática de las neuronas dopaminérgicas de la sustancia nigra compacta (SNc). El 80% de la dopamina del encéfalo se encuentra en los núcleos básales y de manera particular en el estriado. La aparición de los datos clínicos de la enfermedad de Parkinson ha sido correlacionada con una pérdida de por lo menos 90% de las cantidades normales de dopamina del estriado y con la pérdida de las neuronas dopaminérgicas en la SNc. Este tipo de patología se caracteriza por una 253 desaparición más o menos simétrica de células que va acompañado de cambios histopatológicos no específicos con poca o ninguna reacción inflamatoria y con una ligera reacción glial. En la autopsia de los pacientes con enfermedad de Parkinson además de la perdida neuronal en SNc y del locus cerelus, se encuentran cuerpos de inclusión de Lewy en los somas de las neuronas afectadas. Fisiología de los Núcleos Basales Al parecer son la corteza motora primaria, la corteza motora suplementaria y la corteza premotora las directamente implicadas en la elección de un plan motor para realizar una conducta, pero existen diversas estructuras subcorticales implicadas en el control del movimiento. En la figura 10.1 se muestran las estructuras subcorticales que forman parte de los núcleos basales y que están involucradas en el control del movimiento. Figura 5.1. En esta figura se muestra las estructuras que se incluyen en los núcleos basales En la respuesta motora existen dos grandes circuitos subcorticales íntimamente relacionados con la corteza. Debido a la importancia de las manifestaciones clínicas producidas por la alteración en su función ha sido posible caracterizarlos desde un inicio. Uno de estos es el circuito entre la corteza somatosensorial y el cerebelo. El otro gran circuito es la conexión entre toda la corteza y los núcleos básales; en él existe un relevo en el tálamo y termina nuevamente en la corteza, pero en este caso lo hace de manera específica en las áreas premotora, suplementaria y prefrontal. Las estrechas conexiones entre los núcleos basales (NB), sus aferencias y eferencias pueden describirse en cuatro circuitos. El circuito principal, que posee la mayor aferencia a los NB y que proviene de prácticamente todas las áreas corticales (i.e., motora, sensorial, de asociación y del sistema límbico), proyecta al 254 estriado (núcleo caudado y putamen) tiene una organización específica. El putamen está más relacionado con el control motor, el caudado con los movimientos oculares y la memoria, y el estriado central con las áreas límbicas. Las fibras del estriado convergen al globo pálido (GP) externo e interno interconectándose con neuronas palidales. De la porción medial del GP se forman dos conjuntos eferentes de fibras. El asa lenticular y el fascículo lenticular (respectivamente caudal y rostral a la sustancia negra) se unen en el campo H de forel e ingresan como el fascículo talámico al núcleo anterior del tálamo que interconecta con otros núcleos del mismo y al núcleo ventral que proyecta directamente a las áreas 4 y 6 de la corteza cerebral. Otra aferencia y circuito importante del estriado es el proveniente del núcleo centromediano del tálamo. Esta hace contacto con neuronas del núcleo caudado (NC) y putamen (P) y sale por el GP interno (GPi) al tálamo para separarse poco antes de llegar al ventral lateral y entrar a los núcleos intralaminares del tálamo. Existen dos circuitos más, el primero se establece entre la sustancia negra compacta (SNc) y el estriado, después hace sinapsis con el GP, sale a la sustancia negra porción reticular (SNr) que es el segundo núcleo eferente de los ganglios básales, y se conecta a los núcleos ventrales del tálamo. La última conexión se establece entre el GPe y el núcleo subtálamico (NST) y después éste manda proyecciones a los dos núcleos de salida: GPi y la SNr. En este modelo existe una gran aferencia cortical de fibras glutamatérgicas al estriado que es excitatorio. El estriado manda una proyección al GPi-SNr utilizando GABA y sustancia P, de la misma forma se conecta al SNc y finalmente envía fibras al GPe utilizando GABA y el NS utiliza tres vías glutamatérgicas, una al propio GPE y otras dos a los núcleos GPi-SNr (ver figura 10.2). Convergen en GPi-SNr una vía directa inhibitoria y una vía indirecta excitatoria. El neurotransmisor de salida a los núcleos del tálamo es GABA que inhibe las proyecciones excitatorias a la corteza. 255 Figura 5.2. Esquema de las vías de retroalimentación fisiológica en los ganglios basales. De esta manera, una señal excitatoria de la corteza establece un efecto final excitatorio sobre la misma corteza utilizando la vía directa (estriado-GPi-SNrtálamo) y un efecto inhibitorio usando la vía indirecta (estriado-Gpe-NST-Gpi-SNrtálamo). En la figura 10.3 se muestran ambas vías en el control del movimiento. Figura 5.3. Esquema de las vías directa e indirecta de los núcleos basales en el control del movimiento. Las flechas azules representan la vía indirecta y la flecha roja representa la vía directa. Cuando hay una disrupción en la estimulación que sale de la sustancia Nigra compacta, como en el caso de la enfermedad de Parkinson, se alteran las 256 relaciones entre ambas vías y se da un aumento en la actividad de la vía indirecta. Por otro lado se debe de considerar que existe una interconexión entre la SNc y el estriado, mediada por dopamina, que actúa para dos tipos de receptores D1 y los D2. Los efectos de las vías dopaminérgicas pueden ser excitatorios o inhibitorios. Las consecuencias finales de esta modulación sobre las neuronas gabaérgicas del GPe-SNr se expresan mediante una inhibición o desinhibición de la actividad tónica normal del tálamo y otros núcleos como el colículo superior y los núcleos del pedúnculo pontino. De esta forma, un proceso desinhibitorio del estriado incrementa la actividad del colículo superior manifestada por el movimiento de los ojos. Si se utiliza un fármaco como la 6OH-dopamina se produce una lesión sobre las neuronas de la SNc y así se libera el efecto inhibitorio final que el NST ejerce sobre el GPi-SNr y se frena el efecto excitatorio del estriado sobre los mismos, de esta manera se explicaría un signo tan característico del Parkinson como lo es la acinesia. La excesiva actividad de la vía indirecta en el núcleo subtalámico parecer ser un factor importante en la producción de signos parkinsónicos. Por otro lado al disminuir paulatinamente la dopamina el desequilibrio ocasionado en este fino sistema produciría el temblor y la rigidez. Tratamiento neuroquirúrgico Aunque el abordaje terapéutico se ha enfocado a realzar la función dopaminérgica por medio de precursores de dopamina que permitan restablecer el equilibrio en la función del estriado, también se ha considerado el tratamiento neuroquirúrgico. En estos pacientes se ha buscado interrumpir las proyecciones de salida de los núcleos basales afectados, ya sea en el fascículo talámico o en su llegada al tálamo, con objeto de aliviar la rigidez. Por otro lado, la lesión de las radiaciones prelemniscales, localizadas en la región subtalámica y una vía colinérgica del tallo cerebral, produce la desaparición del temblor en la EP. Bajo este tratamiento desaparece el temblor en el 85% y 93% de los casos seleccionados sobre todo cuando la enfermedad tiene poco tiempo de inicio y los signos predominantes eran temblor y rigidez. (Velasco et al., 1972) Neuromodulación quirúrgica La posibilidad de mejorar síntomas neurológicos como el temblor, la rigidez o la bradicinesia en la enfermedad de Parkinson es una herramienta terapéutica de la medicina actual, englobada en los procedimientos denominados neuromodulación. La neuromodulación quirúrgica es la modificación de la actividad neuronal con estimulación eléctrica o química por medio de dispositivos intracerebrales. Este procedimiento funciona mediante la actividad eléctrica liberada por cuatro contactos de platino que producen una densidad de carga alrededor del electrodo o por liberación de fármacos agonistas o antagonistas de diferentes sistemas de neurotransmisores. Así es posible mejorar diferentes síntomas dependiendo de la 257 amplitud de voltaje, la frecuencia de pulsos de estimulación y la duración de cada pulso. La estimulación eléctrica permite revertir los efectos secundarios sin afectar los efectos terapéuticos. Una ventaja fundamental de este procedimiento es que los efectos producidos pueden revertirse al modificar los parámetros de estimulación, apagar los sistemas o al explantarlos. Los mecanismos de acción exactos de la neuromodulación quirúrgica se desconocen. Existen diferentes teorías que tratan de explicar por qué es efectiva la estimulación eléctrica en la mejoría sintomática de varios trastornos neurológicos. Una teoría sugiere que la estimulación a alta frecuencia (más de 100 Hz) actúa como una lesión ablativa reversible, e inactiva células cercanas por medio de un bloqueo de la despolarización. La estimulación eléctrica también podría activar axones por despolarización directa, e inhibir, a su vez, la actividad de ciertos circuitos neurales (Starr et al., 1998). Otra posibilidad es la influencia tónica de la estimulación eléctrica sobre el potencial de reposo en las neuronas que son su blanco. Estas neuronas, de acuerdo con sus propiedades intrínsecas de voltaje, empezarían a descargar a frecuencias diferentes a las habituales, con lo cual se alteraría la actividad del circuito neuronal implicado. La cirugía estereotáctica, el desarrollo de tecnología de imagen por resonancia magnética y tomografía computada de cráneo y la aparición de equipos de estimulación eléctrica intracerebral, son herramientas básicas sobre las cuales se ha sustentado el concepto de “neuromodulación” y que consiste en disminuir o incrementar una función neurológica para controlar un síntoma o signo de las enfermedades crónicas del sistema nervioso. Neuromodulación de la Región del Subtálamo Posterior Desde 1969, Bertrand et al han dirigido las lesiones estereotácticas para el tratamiento del temblor a una zona crítica de la región subtalámica. Esta zona crítica denominada Raprl fue encontrada incidentalmente en el curso de operaciones estereotácticas al observar que en algunos casos el solo impacto producido por la penetración de la punta de un leucotomo, con diámetro menor de 2mm, en esta zona ubicada por debajo de la línea intercomisural, suprimía el temblor de forma inmediata y permanente. En estos casos la lesión requerida era mínima y no se acompañaba de algún déficit neurológico. Este sitio se ha caracterizado electrofisiológicamente y se encontró poca actividad de disparo multiunitario que muestra una gran diferencia con los núcleos talámicos inmediatamente superiores. Se encontraron potenciales evocados tardíos muy fácilmente diferenciables de los potenciales tempranos del lemnisco medio y de los núcleos laterales del tálamo (Jiménez et al., 2000). Sus indicaciones son pacientes con temblor como síntoma principal y de manera secundaria rigidez o con una combinación de ambos, Pacientes con EP unilateral o bilateral incipiente. Con tratamiento que responda inicialmente a L- dopa pero que posteriormente cursen con intolerancia tratamiento médico y/o sean refractarios al tratamiento médico. Los resultados de la estimulación eléctrica 258 unilateral de las Raprl muestran los mismos efectos realizados por la lesión, es decir de manera particular mejoran el temblor de manera aguda y sobre todo en un tiempo de neuromodulación prolongada por lo menos un año. Sin embargo, existe otro componente de mejoría que no es tan marcado en la lesión y es la mejoría para la rigidez de manera significativa. En algunos casos se han realizado lesiones de Raprl bilaterales, en aquellos pacientes en que el temblor y la rigidez aparecieron o aumentaron en lado no operado, sin embargo las Raprl contralaterales aumentan la acinesia en los pacientes así como un síndrome llamado de inanteción contra lateral, que es la incapacidad para utilizar espontáneamente las extremidades tratadas, y que concierne principalmente a la extremidad que anteriormente temblaba. Se ha reportado mejoría de hasta un 95% del temblor y la rigidez y en 80% de la bradicinesia, así como se ha visto mejoría en la marcha y la postura (Velasco et al., 2001). Las complicaciones transitorias han sido un mutismo transitorio después de la introducción de los electrodos y una disminución de la intensidad de la voz. Neuromodulación del Tálamo Benabid en 1991 presentó sus primeros resultados satisfactorios sobre la estimulación del núcleo ventral intermedio del tálamo que se considero la entrada de las aferencias palidales y nigrales de los ganglios basales (figura 10.4). Sus resultados fueron corroborados y se reportan con una mejoría de 65 a 100% de los casos de temblor en reposo o en temblor esencial. Los mejores resultados se obtienen como en otros procedimientos al efectuar registro transoperatorio de la actividad neuronal. Las principales complicaciones son las distonías, parestesias y disartria. Figura 5.4. En esta figura se representa uno de los procedimientos quirúrgicos de la cirugía funcional en el tratamiento del Parkinson, en donde se estimula el núcleo ventral intermedio del tálamo. 259 Neuromodulación del pálido interno Originalmente la lesión del Gpi fue propuesta por Leksell en 1952 y se replanteo por Laitinien en 1992 (figura 10.5). Los resultados se encaminan a la mejoría de la rigidez y la bradicinesia en los pacientes con Parkinson avanzado, quienes presentan severos trastornos para la deambulación, pérdida del equilibrio, desordenes autonómicos y gran discapacidad. Sigfried en 1994 presentó los primeros reportes en la estimulación cerebral crónica de alta frecuencia del Gpi. Figura 5.5. En este diagrama se representa la estimulación del pálido interno en el tratamiento del Parkinson. Los resultados son satisfactorios sobre todo en alivio de la rigidez y la bradicinesia en un 90%, aunque la marcha puede mejorar sin ser tan significativa. Los efectos de la estimulación del Gpi pueden ser bilaterales y los resultados aparecen mucho más temprano que la lesión. Otra ventaja es la disminución significativa de las disquinesias producidas por levodopa. Las principales complicaciones son ligeras parestesias del hemicuerpo contrario a la estimulación, fosfenos de color, la mayoría de ellos transitorios. Neuromodulación del núcleo subtalámico de luys Limousin en 1995 presentó los resultados de la estimulación en forma bilateral en el núcleo subtalámico (figura 10.6), los resultados informados han sido satisfactorios para los tres signos del Parkinson, incluso mejores que la estimulación bilateral del Gpi. Como efectos colaterales se han reportado movimientos involuntarios como hemibalismo o distonía axial, hipotonía o disartria, que son prácticamente transitorios. 260 Figura 5.6. Estimulación del núcleo subtalámico como alternativa en el tratamiento del Parkinson. Neuromodulación quirúrgica en trastornos psiquiátricos. Aunque la neuromodulación quirúrgica ha mostrado ser relativamente eficaz, especialmente en pacientes jóvenes con Parkinson, esta técnica también puede ser una alternativa a la neurocirugía ablativa en los trastornos psiquiátricos (Kopell et al., 2004). En pacientes con Parkinson y trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) la estimulación del núcleo subtalámico puede aminorar los síntomas compulsivos además de las anormalidades motoras (Mallet et al., 2002). Es también reconocido que la estimulación del núcleo subtalámico puede resultar en un mejoramiento del humor (Woods et al., 2002). Interesantemente, se ha reportado que la estimulación bilateral del núcleo subtalámico en pacientes con Parkinson induce risas (Krack et al., 2001). La estimulación de otros sitios en el cerebro ha mostrado tener un efecto en los síntomas psiquiátricos, como el ITP o pedúnculo talámico inferior para el tratamiento del TOC o la depresión mayor (Jiménez et al., 2005). La neuromodulación quirúrgica del globo pálido interno ha mostrado reducir los síntomas de ansiedad en los pacientes con Parkinson independientemente de los síntomas motores (Higginson et al., 2001). Estimulación bilateral de las ramas anteriores de la cápsula interna han mostrado resultados positivos en la atenuación de los efectos del TOC, y sugiere que la neuromodulación quirúrgica es una alternativa a la capsulotomía ablativa (Anderson y Ahmed, 2003). Dado que la neuroanatomía funcional que subyace al TOC, depresión y otras enfermedades psiquiátricas se sigue conociendo, la estimulación cerebral puede llegar a ser empleada muy frecuentemente. La indicación para efectuar la “Psicocirugía” era para pacientes con “trastornos mentales intratables”. Hay que tomar en cuenta que no existía como tal un 261 tratamiento farmacológico o terapia eficaz para tratar a este tipo de pacientes. La mayoría de éstos estaban confinados en instituciones psiquiátricas y solo se les podía ofrecer la Terapia Electroconvulsiva (TEC) y tratamientos radicales como el uso de coma barbitúrico o el shock hipoglucémico con insulina (Jiménez et al., 2006). Actualmente, la psicocirugía se usa específicamente en el TOC (Jiménez et al. 2006). La razón por la cual algunos pacientes con trastornos psiquiátricos intratables mejoran con la lesión de la sustancia blanca del lóbulo frontal no es conocida a ciencia cierta. Al parecer la mejoría estaría dada por el compromiso directo o indirecto del sistema límbico, ya que existe una compleja relación entre el lóbulo frontal y las estructuras límbicas; "la corteza frontal es la representación neocortical del sistema límbico" (Figura 10.7). Figura 5.7. En este esquema se muestran en gris las principales estructuras del sistema límbico y alrededor de ellas en color rojo las principales estructuras paralímbicas. Los sitios quirúrgicos a lesionar interrumpen las conexiones entre estas estructuras. Debemos recordar que la leucotomía límbica es una combinación de cingulotomía y tractotomía subcaudada. Los componentes de tal circuito de Papez son el hipotálamo, el área septal, el hipocampo, los cuerpos mamilares, el núcleo anterior del tálamo, el cíngulo y sus interconexiones: "el sistema límbico aparece estratégicamente localizado para mediar e interconectar los estímulos somáticos y viscerales con las funciones corticales superiores y de esta forma adicionar un colorido emocional a los procesos psíquicos". Tal sistema fue luego completado por McLean en 1952 al incorporar la corteza orbital frontal, la ínsula, la corteza temporal anterior, la amígdala y el núcleo dorsomedial del tálamo (estructuras paralímbicas). Este complejo sistema y sus interconexiones juegan un papel central en la fisiopatología de los trastornos afectivos mayores, el TOC y los trastornos de ansiedad. 262 Dado que la neuromodulación quirúrgica promete manipular (estimulación e inhibición) núcleos o estructuras cerebrales con diferentes resultados en la conducta, entonces parece ser una herramienta fundamental en la investigación clínica. Más aún, considerando la ventaja que tiene sobre otros métodos de estudio en las neurociencias cognoscitivas ya que se puede trabajar con el cerebro de sujetos humanos y evaluar sus correlatos con la conducta. Aunque se sabe bastante sobre la fisiología de los núcleos basales, las diferentes vías del control del movimiento y sus neurotransmisores involucrados, la neuromodulación quirúrgica ha evaluado la estimulación de diferentes sitios con distintos resultados en los signos del paciente con Parkinson. Mientras más se conozca acerca de los circuitos en el control de la emoción y el humor, es más prometedor el campo de acción de la neuromodulación quirúrgica. En el caso de los padecimientos psiquiátricos, se necesita primeramente basarse en la psicocirugía ablativa y sus efectos en la conducta para poder cambiar hacia la neuromodulación quirúrgica. Es necesario evaluar los resultados obtenidos después de la intervención quirúrgica en la corteza del cíngulo anterior, el brazo anterior de la cápsula interna, la tractotomía subcaudada, hipotálamo posteromedial y la amígdala basolateral, que en su mayoría son lesiones puntuales realizadas por termo-coagulación y que ya se cuenta con indicaciones precisas para cada una. Esto en relación con los resultados demostrados para las diferentes patologías como pueden ser trastornos afectivos, depresión mayor, ansiedad generalizada, TOC y conductas agresivas. También cabe destacar el papel fundamental de la neuropsicología en la evaluación conductual del paciente que está afectado por alguna enfermedad psiquiátrica o, después de la intervención quirúrgica como resultado alguna lesión cerebral terapéutica. Por ejemplo cuando se consideran las conductas o procesos cognoscitivos asociados a estructuras como con el lóbulo frontal a nivel de la corteza prefrontal y orbitofrontal. De esta forma, vale la pena no solo tratar con sitios donde por accidente se ven cambios del humor, como en los estudios con pacientes parkinsónicos antes descritos, sino estimular sitios como los que se lesionan terapéuticamente. Quizás se podrían probar nuevos sitios que estuvieran relacionados con el sistema límbico o estructuras paralímbicas (i.e., el núcleo acumbens y el área 25 de Brodmann) y que se relacionan con las diferentes alteraciones conductuales y psiquiátricas en cuestión. Así como también el tratamiento de nuevas entidades psicobiológicas, como pueden ser los trastornos de la alimentación (anorexia y bulimia), obesidad mórbida y las adicciones. Discusión y conclusiones Es importante recalcar que los últimos resultados de la estimulación son en la inhibición de la actividad neural, lo que implica una equivalencia funcional a la lesión. La diferencia prominente, por supuesto, es que la lesión funcional es 263 controlable y reversible. El estimulador puede implantarse y activarse en varios instantes de tiempo en el paciente. De esta manera, se pueden hacer estudios éticamente apropiados si la cirugía es eficaz. Además, tales estimuladores pueden implantarse en más de un sitio blanco y la relativa eficacia de varios blancos puede probarse. Tales estudios serían el mayor avance en este campo. Los avances en neurobiología a lo largo de la pasada década han creado un futuro posible para la psicocirugía constructiva, lo cual entendemos como una intervención que aumenta o estimula la función neuronal para beneficio terapéutico más que para resecarlo. La liberación de material genético o celular con específicas funciones por medio del aparato estereotáctico en ciertas áreas cerebrales también mantiene la promesa de aumentar más que inhibir la respuesta funcional. Otra futura dirección de la intervención neuroquirúrgica será la liberación de productos celulares en regiones cerebrales degeneradas o con un mal funcionamiento. 264 Referencias 1. Anderson, D., Ahmed, A. (2003) Treatment of patients with intractable obsessive-compulsive disorder with anterior capsular stimulation, J. Neurosurg. 98: 1104–1108. 2. Benabid Al, Pollack P, Gervason C et al. Long-term suppresion of tremor by chronic stimulation of the ventral intermediate thalamic nucleus. Lancet 1991; 337 : 403-406. 3. 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