Nuevas noticias biográficas de Bernardo Zapater. Eustaquio

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Nuevas noticias biográficas
de Bernardo Zapater
EUSTAQUIO CASTELLANO ZAPATER
Nace nuestro personaje en la Ciudad de Albarracín
(Teruel) el día 19 de agosto de 1823 y no en 1824, como
erróneamente fechan su nacimiento algunos autores.
Fue el primogénito del matrimonio formado por don
Francisco Zapater Pérez, de Albarracín y doña Vicenta
Marconell Casino, de Cabra (Teruel), del que nacerían
dos hijos más, José y Antonio.
Si bien la profesión del padre era la de maestro tintorero,
la cual ejercía proporcionándole una posición acomodada,
sus hijos se apartarían del comercio, dedicándose todos
al estudio y siguiendo distintos caminos. José consagró
su vida al sacerdocio, llegando a ocupar el cargo de Deán de la Catedral de
Albarracín y siendo tan interesante su obra científica que bien merece que en su
día se publiquen unas líneas biográficas del mismo. El Episcopologio, por ejemplo,
atribuido a Bernardo Zapater, en realidad lo escribió él. El otro hermano, Antonio,
eligió el estudio de las leyes, ejerciendo como abogado. Aunque es Bernardo el
que tiene que ocupar el espacio de este trabajo, no podremos ignorar a sus otros
hermanos, pues estuvieron muy vinculados a él a lo largo de toda su vida, no solo
por motivos de afecto, sino científica y profesionalmente.
Siguiendo la costumbre de la época, fue bautizado el mismo día de su nacimiento
por D. Antonio Oquendo Vico, párroco de Santa María de Albarracín, en la citada
iglesia. Es de suponer que los primeros años de su infancia transcurrieran de una
forma similar a la de los niños de su época, con la única ocupación de jugar y con
el cariño de sus padres solo para él, pues hasta diez años más tarde no nacería su
segundo hermano José, y casi veinte años le separan del tercero, Antonio.
Este niño tenía ante sí un siglo, el XIX, en el que la evolución iba a ser revolucionaria
en muchos aspectos de la vida, en la política, la industria, las ciencias, etcétera.
Hay que hacer hincapié en las ciencias, donde los nombres de los investigadores
y científicos se multiplicarían prodigiosamente y la lista de los descubrimientos
sería muy amplia, desde el nacimiento de la Arqueología y la Antropología, al
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descubrimiento del Radio, que nos deja a la entrada del desarrollo de la ciencia
atómica moderna. A este desarrollo científico iba a contribuir Bernardo Zapater
con una dedicación total de su vida al estudio y a la investigación, de una forma
callada y modesta, resultando en su mayor parte ignorada, al menos en España.
Inicia su actividad escolar aprendiendo las primeras letras en el Colegio de las
Escuelas Pías de su ciudad natal, donde permanecerá hasta su ingreso en el
Seminario de Teruel. Hay aquí un periodo poco definido en sus estudios. A pesar
de la abundantísima documentación existente de las Escuelas Pías, que permiten
reconstruir tanto su historia como sus sistemas educativos, no ha sido posible
encontrar, hasta este momento, ningún dato sobre la primera estancia de nuestro
colegial. Tampoco en Teruel el resultado de la búsqueda fue satisfactorio, ya que,
desgraciadamente, una de las graves secuelas de la guerra de 1936 consistió en la
destrucción y desaparición del Seminario y de su contenido.
Contando con esta falta de datos escritos, se puede admitir que coincidiendo con
la época que permanecieron suprimidas las órdenes religiosas por la ley de 1837 y
debido a la cual también se vieron afectadas las Escuelas Pías, Zapater se traslada
a Madrid para continuar sus estudios en la Universidad Central, donde se graduó
Bachiller en Artes, con calificación de sobresaliente, en el año 1845. Su hábito al
estudio es manifiesto y continúa en la citada Universidad cursando el primer año
de Sagrada Teología y las asignaturas de cálculo, diferencias e integral y química
de ampliación. Todo esto lo hace simultaneándolo con las clases que imparte de
matemáticas en un colegio particular y en otro da clases de geografía. Continúa
con este ritmo de trabajo y al año siguiente hace el segundo de teología y en la
sección de Ciencias estudió mecánica racional.
En 1851 se trasladó a Cuenca y en su Seminario central estudió el tercero y cuarto
años de Sagrada Teología y el primero y segundo de derecho canónico. En esta
facultad recibe el grado de Bachiller en Junio de 1853, cuando ya había obtenido
en la Universidad Central el mismo grado en la Facultad de Filosofía.
Durante este periodo de estancia en Cuenca, disfruta de la compañía de su hermano
José, ya graduado Bachiller en Artes, y al que inicia en las ciencias Exactas. José
tampoco pierde el tiempo e imparte clases de lógica, matemáticas y químicas. En
1853 se ordena sacerdote y regresa a la Corte de donde saltará a Mallorca, como
educador de los hijos del Marqués de la Romana.
Separados nuevamente, Bernardo regresa a la Universidad Central, donde continúa
sus estudios de ciencias aprobando las asignaturas de geometría analítica, geografía
astronómica, zoología, botánica, mineralogía y álgebra superior, graduándose
primero de Bachiller y después consigue la licenciatura en ciencias fisicomatemáticas.
Una vez más su domicilio queda instalado en Cuenca, pero ahora no es alumno,
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D. Bernardo Zapater Marconell
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sino que figura como profesor del Seminario de Cuenca y allí se ordena Presbítero
a título de la Cátedra.
Entre las muchas lagunas que hay sobre su vida, está la que se refiere a su estado
sacerdotal y, sobre todo, a su razón de ser. Según la información transmitida por la
familia, se trató de una vocación tardía, provocada por el fallecimiento de su novia
y prima Isabel, cuando iban a casarse. Este mismo argumento lo narra Pamplona
Blasco, quien, según parece, tenía alguna documentación que desgraciadamente
se perdió con su muerte. Para más detalle, hay que decir que sus familiares
conservan una fotografía, que siempre ha sido mostrada como la de Isabel, al igual
que señalan la tumba donde reposan sus restos, en la Iglesia de Santa María de
Albarracín.
No se puede negar que existiera ese noviazgo, pero sí que fuese con su prima.
El texto de su lápida funeraria, construida con azulejos, está situada en el suelo
de la Iglesia de Santa María de Albarracín. Es suficiente observar la fecha de su
fallecimiento para ver que ocurrió cinco años antes de que naciera su primo
Bernardo: AQUÍ YACE YSABEL ZAPATER I/ MARTINEZ, MURIO DIA 23 DE FE/
BRERO DEL AÑO 1819 DE EDAD/ DE 20 AÑOS. ROGAD POR SU ALMA.
Más fácil y lógico es pensar que se trata de la tumba donde está enterrada
una tía suya, hermana de su padre, a quien se le ha dedicado un recuerdo tan
prolongado.
También se decía que siendo sacerdote por las causas antedichas, no ejercía como
tal, oficiando únicamente en su capilla particular, en la de los vecinos Escolapios
y muy de vez en cuando en algún pueblo de la Sierra. Muy pronto veremos cuan
diferente es su labor como sacerdote, tanto fuera, como en Albarracín, donde desde
luego, no ejercería hasta después de su retiro a esta Ciudad, aproximadamente en
el año 1880.
Habíamos dejado a Zapater con su labor docente en Cuenca, de donde marcharía
nueva y definitivamente para incorporarse al cargo de capellán de la comunidad
de las Descalzas Reales de la Corte, nombramiento que le concedió en el año
1859 el Cardenal Arzobispo de Toledo. Cargo que disfrutaría durante un año
aproximadamente y que dejaría al ser nombrado por Real Orden, Capellán del
Hospital del Carmen.
Su nombramiento como Capellán nos plantea otra duda con respecto a las fechas.
Hemos citado 1859, tal como consta por otros autores que al parecer se han
documentado todos en la Enciclopedia “Espasa”; sin embargo, en varias de las
cartas dirigidas a su hermano y todas fechadas en 1878 y más concretamente en
abril, toca el tema de su ingreso y dice en una de ellas:
“me dijo que tuviese paciencia, que se había propuesto destituir a D. Andrés
a todo trance y nombrarme a mí. Le di las gracias y seguiré sin acordarme
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de esto porque me he convencido de que es malo desear nada ni formarse
ilusiones que pudieran no realizarse.”
En otra dice, refiriéndose a una vacante:
“la desprecié porque llegué a creer que estaba próximo mi nombramiento
de las Descalzas y como te dije ayer va para largo, porque según colijo, no
se atreve a destituir a D. Andrés, aunque lo hará tarde o temprano. No me
preocupo pues por el destino y así vivo más tranquilo.”
Después de estas notas es lógico admitir la primera fecha como errónea, pues de
lo que no podemos dudar es de sus cartas. Tan solo cabría la posibilidad de que
hubiera tenido dicho cargo en dos ocasiones distintas. Mientras tanto se ocupa en
celebrar misas en San Justo y en San Jerónimo, siempre procurando que las horas
no pasen de las nueve de la mañana (según escribía a su hermano, despreció varias
por esta causa), pues deseaba tener el máximo de tiempo libre para emplearlo en
sus visitas a las bibliotecas, primero a la del Ateneo y después a la Nacional.
Hasta este momento residía en Madrid, en casa de unos parientes, a los que dejó
para instalarse en la calle del Olivo nº 5 Cto. 2º Dcha. “Un cuartito muy bonito e
independiente”, así se lo comenta a José al comunicarle el cambio de domicilio
y agrega: “la patrona es una señora anciana, sin familia y no hay más que dos
huéspedes, con quienes casi no me trato, porque tengo un cuartito independiente”.
Después cambiaría, dentro de la misma pensión a un cuarto compuesto de un
gabinete con alcoba y por el que pagaba 10 reales.
Impartía clases en un colegio privado con pocos alumnos, propiedad de D. Miguel,
un buen amigo, quedándoselo D. Bernardo (ignoramos si en propiedad o en
alquiler) y poniéndole el nombre de Colegio Zapater. Estaba situado en la plaza
de San Miguel nº 5 de Madrid. En él se dedicaba a la preparación de carreras
especiales. Contó con la colaboración de su hermano y enseñaban matemáticas,
geografía, griego, religión y moral. Entre ambos lograron afianzar el buen nombre
de este centro hasta conseguir que por
Real Orden fuera aprobado como de
segunda enseñanza, con el nombre de
San Vicente de Paúl.
Nuevamente quedaría solo en Madrid,
donde continúa con sus trabajos
habituales, pero dedicando cada vez
más tiempo a la investigación, en una
muy amplia gama de secciones, tales
como la arqueología, la meteorología,
mineralogía, etcétera.
En la familia se dice que tenía la
carrera de ingeniero, pero de esto no
Lirios en un regacho de la masía de la Torre,
propiedad que fue de la familia de Zapater
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hay seguridad. Es cierto que muchas de las materias que estudió y sobre las que
escribía o hablaba eran propias de esa carrera, lo mismo que lo eran los aparatos
ópticos que tenía en casa (de los cuales solo conservamos uno incompleto), pero
también es cierto que las utilizaba en sus múltiples aficiones científicas a las que
dedicó un enorme interés, como testimonia en sus cartas. Así que de momento no
podemos confirmar esta posibilidad.
Durante todos estos años, que hemos descrito muy rápidamente, no mencionamos
Albarracín desde que dejó sus primeros estudios. Pero no quiere ello decir que
su ausencia fuese total, ni mucho menos. Pasaba junto a su familia los veranos,
repartiendo los días entre su ciudad y la masía de la Torre, próxima a Royuela, en la
zona conocida como Loparde, de la que eran propietarios. Baste decir, sin entrar en
detalles, que todas esas salidas eran aprovechadas para herborizar, cazar mariposas
o coger minerales para sus colecciones, sin prescindir de sus vivencias familiares, a
las que daba una gran importancia.
En el año 1871 se funda la Sociedad Española de Historia Natural, en la que ingresa
desarrollando una gran actividad social durante unos cuantos años en la Corte.
Como vemos, su vida está rodeada de personas influyentes, no solo de científicos, sino
también de personalidades pertenecientes a la Corte. Algunos miembros de su familia
ocuparon cargos políticos, sin embargo él nunca quiso participar en estos asuntos. Su
única preocupación, a pesar de todo, siguen siendo las ciencias y decide regresar a
Albarracín en el año 1880, de donde
prácticamente ya no saldrá, al menos, para largas ausencias.
El 2 de enero de 1902 se fundaba
la Sociedad Aragonesa de Ciencias
Naturales en la que figura como
miembro fundador. Al año siguiente, en 1903, era nombrado Presidente de la Sociedad, sustituyendo
a D. José Pardo y Sastrón, por lo
que se convertía en el segundo presidente de esta Sociedad. Este cargo lo ostentaría durante el periodo
de un año, al término del cual, el
13 de enero de 1904, le sería concedida la medalla de la Sociedad y
el título de socio honorario.
Zapater, al final de sus días
256 Comarca de la Sierra de Albarracín
El 26 de diciembre de 1907 fue
el último de sus días: don Bernardo Zapater Marconell dejó de
existir víctima de una hemorragia
cerebral.
Don Bernardo Zapater Marconell, un egregio naturalista serrano
JAVIER MARTÍNEZ GONZÁLEZ
Bernardo Zapater Marconell fue uno de los naturalistas aragoneses más destacados en
todo el siglo XIX. Interesado por la naturaleza en su conjunto, dirigió sus investigaciones
hacia diversos campos, como la flora, los moluscos terrestres y acuáticos o los insectos,
con especial atención a los lepidópteros.
Escribió numerosas publicaciones científicas, algunas de las cuales fueron publicadas
y obtuvieron un gran éxito. El Catálogo de Lepidópteros de la provincia de Teruel y
especialmente de Albarracín y su Sierra, publicada en colaboración con D. Maximiliano
Korb en los Anales de la Sociedad Española de Historia Natural, es una de las más
notorias. En ella se describen nada menos que 2.849 especies, muchas de ellas
presentes en la Sierra de Albarracín que Zapater identificó en Valdecabriel, dehesas
de Griegos, Villar del Cobo y Guadalaviar, Orihuela, Puerto de Bronchales y otros
puntos de la sierra. A través este catálogo fue conocida en toda Europa la abundante
y variada población de lepidópteros en la Sierra de Albarracín, atrayendo a muchos
entomólogos hasta la actualidad.
Según algunos científicos, Bernando Zapater fue el primer herborizador español.
Sus trabajos de campo sentaron las bases de muchas de las técnicas utilizadas
posteriormente por algunos de sus alumnos, como Carlos Pau Español (1857-1937).
Trabajó en colaboración con otro botánico aragonés, Francisco Loscos Bernal (18251886). Mantuvo contactos científicos con ilustres naturalistas europeos, como Heinrich
Moritz Willkomm (1821-1895) y fue respetado y querido por su generosidad al enviar
especies a quien se las pedía.
Son muy numerosas las aportaciones taxonomicas de Zapater. Mencionaremos
algunas especies que muestran el ingente trabajo que realizó: Ephippigerida
zapateri Bol; Asarta zapateri Rag; Erebia zapateria Obth, Draba zapateri, incluso
un molusco endémico de la Sierra de Albarracín, el Helix zapateri publicado junto
a otras aportaciones en las Hojas Malacológicas. Algunas de estas especies las
descubrió él mismo, otras le fueron dedicadas por científicos que lo admiraban.
Bernardo Zapater fue uno de los fundadores
de la Real Sociedad Española de Historia
Natural y de la Sociedad Aragonesa de Ciencias
Naturales. Presidió esta última en 1903 y en
1904 fue nombrado Socio Honorario.
Desde su muerte, acaecida en 1907, Zapater
ha sido reconocido como uno de los naturalistas españoles más sobresalientes. La prestigiosa revista de la Sociedad Aragonesa de
Entomología, se llama Zapateri, en honor a
nuestro ilustre paisano y basta con ojear cualquier publicación especializada en botánica o
entomología para encontrar innumerables referencias a Zapater y su obra.
Flores de Draba zapateri
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