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Paule Mellet
¡Para que tengan la vida en abundancia!
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(Marzo 2009)
En los años 80 cerramos dos hogares de niñas jóvenes bajo nuestra responsabilidad. Entonces, nacía en
medio de nosotros un deseo de establecer una comunidad misionera, que no fuera dirigida hacia los
servicios internos de la congregación; sino más bien una inserción en la ciudad, en un barrio muy popular de
una gran ciudad.
En el Capítulo de 1995, el Consejo general ampliado se suma a nosotras con su tema "Avance en agua
profunda" y con sus conclusiones, de las cuales aquí citamos algunas:
Somos llamadas a ser presencia de amor, de paz, de ánimo, de reconciliación, de don total;
llamadas a ser signos de esperanza, a presentar el gesto que sostiene, libera, anima, que devuelve el gusto
y la fe en el futuro; llamadas avivir en la debilidad una relación de amor que no aplasta al otro pero que lo pone de
pie, le hace crecer.
Algunas Ilamadas concretas son también mencionadas, como la de "atrever a insertarse en las grandes ciudades". El
Consejo general ampliado daba así la luz verde al distrito de Francia para ir adelante en su búsqueda.
Un lugar y una comunidad o barrios populares
Sor Paulette Deschamps, la Superiora principal de entonces, apoyada por sus hermanas y dejándose guiar por el
Espíritu, se pone a la obra con toda confianza para preparar esta implantación. Entra en contacto con la diócesis de
Saint-Denís en Francia. La acogida de parte de su obispo Mons. Olivier de Béranger y de su delegado para la vida
consagrada, el Padre Jacques Meunier fue un signo de que Dios esperaba a las hermanas espiritanas, cuyo carisma
misionero en esta periferia cosmopolita era a menudo mal vista, sobre todo cuando se trata de personas que habitan
dichos "barrios sensibles".
Varios lugares fueron propuestos entonces, pero con una neta preferencia por Aubervilliers, ciudad importante de la
diócesis y desprovista de una presencia de vida consagrada. Pero Dios no parecía esperarnos ahí, pues surgía
cualquier obstáculo para encontrar un alojamiento; todas las puertas se cerraban. En cambio, en La Courneuve, la ciudad
vecina, se nos indicó un alojamiento a " visitar". Las hermanas Jacqueline, ecónoma de entonces, y Helena, futura
miembro de la comunidad, fueron a conocerlo. Era invierno y hacía frío. La hermana Jacqueline toma contacto con el
conserje mientras que la hermana Helena busca encontrar a personas del barrio en sus quehaceres, iniciando ahí un
primer contacto. Después de su salida, esas mismas personas van a buscar al conserje y le manifiestan su deseo de ver
a las hermanas vivir entre ellas. Observamos al paso que la mayor parte de las familias que habitaban en el barrio no
eran cristianas. Algunos días más tarde, las hermanas recibieron el acuerdo definitivo y las llaves para mudarse. Dios,
ahí también, se nos adelantaba. La mudanza tuvo lugar el 6 de enero de 1999, día de la Epifanía.
Tres hermanas fueron nombradas para esta nueva inserción: la hermana Helena (ya mencionada) de Holanda; la hermana
Bernadette Roger, ejerciendo ya un trabajo social a domicilio en las familias de la ciudad de París; la hermana
Rosenir, brasileña, quien se reunirá con éstas dos últimas algunas semanas más tarde. He aquí, la comunidad
que refleja la vecindad en su diversidad de culturas y de lenguas, ya que en nuestra urbe habitan familias
venidas de Magreb, de las Antillas, del África Subsahariana, de Asia del Sur y del Sureste, y algunas europeas,
francesas y otros. En 2003, la hermana Bernadette nos deja y es reemplazada en la comunidad por la hermana Paule Mellet. Luego, en el 2004, se va la hermana Rosenir; ella es sustituida por la hermana María, de
Cabo Verde. Tenemos esta interculturalidad que forma parte integrante del proyecto de la comunidad.
Ser una presencia de Iglesia en el corazón de la urbe
Antes que nada, sería bueno comentar sobre la acogida del equipo parroquial - de los Hijos de la Caridad que igualmente se ha revelado para nosotros como una presencia divina. El padre Yves Brillet, párroco, ha
calificado la llegada de las hermanas como un regalo de Dios, enviado por el Espíritu Santo. Y él ha acogido
con alegría el ofrecimiento y la disponibilidad de las hermanas en los diferentes servicios pastorales según
las competencias y el tiempo de cada una. El Espíritu ha estado también obrando, en el diálogo, en el
compartir, en el respeto de unos y de otros, al enriquecer así la parroquia con nuestro carisma y con nuestra
experiencia misionera, vividos en el día a día entre culturas diferentes. "¡Una oportunidad para la parroquia!",
nos han dicho. Nuestra comunidad se sumaba a otras dos comunidades religiosas, animadas por la
espiritualidad del padre Charles de Foucauld, la una contemplativa, la otra una comunidad de formación.
Somos una presencia de la Iglesia en el corazón de esta urbe. En nuestro apartamento en el 7o piso de un
inmueble de 13 pisos, el cuchitril ha sido transformado en oratorio. Cada mes, uno de los sacerdotes de la
parroquia viene a celebrar la Eucaristía con nosotras. Todos los lunes por las tardes, nos encontramos en
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comunidad para un tiempo largo de oración. En medio de nuestras numerosas actividades, este tiempo es para
nosotras esencial. Insertadas en un medio multi-religioso y pluricultural, somos llamadas a ser vigilantes, a la
escucha de las llamadas del Espíritu que nos llegan por nuestros vecinos, nuestras vecinas, estos otros por
quienes el Señornos habla. ¡Y cómo no escuchar a Dios hablarnos cuando oímos a nuestra vecina decir: "¡Soy
feliz pues tengo a Dios a mi lado!" Al dar mucha atención a los encuentros diarios y a los intercambios, nos
acercamos a las personas compartiendo las mismas dificultades: una avería del ascensor durante todo un fin
de semana, el ruido, la falta de limpieza, etc.
Nos encontramos bien en este propósito de la hermana Helena: "Para mí, personalmente, busco ser
acogedora, amable, llena de atención y a tener mucho respeto por la dignidad de todos, en el ascensor, el
patio, la calle. Busco escuchar, hablar, reír con ellos, estar simplemente entre ellos, cercana y teniendo
siempre una mirada positiva. Las personas vienen a buscarnos y nos llaman cuando tienen graves
problemas o viven acontecimientos determinantes, como por ejemplo, cuando Sana, la hija de nuestra
vecina, ha querido suicidarse porque la querían casar a la fuerza; cuando Estive, el hijo de otra vecina, está
en prisión; una joven mujer musulmana maltratada por su marido; una chiquilla de 9 años, sola abandonada
en el frío, por una tía prefiriendo a sus propios hijos; durante un duelo o un nacimiento... Estuvimos también
presentes en la boda de una joven mujer musulmana que ha hecho que los jóvenes adopten una mirada
diferente sobre nosotros... "
Al principio, la hermana Rosenir tenía medio tiempo de permanente pastoral en la parroquia Nuestra Señora
de las Virtudes en Auber-villiers. Aseguraba igualmente una presencia en San Luciano, acompañando a
jóvenes confirmandos, muy marcados por ella. La hermana María, su reemplazo, también ha encontrado su
lugar en el servicio de la liturgia y en la catequesis de jóvenes, adolescentes y confirmandos. Además, una
vez por semana, asegura en Saint-Denis una permanencia domiciliaria de los "sin techo", en el marco del
Socorro Católico. Su origen africano constituye para ella una posición favorecida en sus relaciones con los
jóvenes que vienen de África, de las Antillas o los jóvenes Tamiles. Tiene sobre ellos un impacto muy
especial. Es para nosotros el signo de una bendición de Dios por transmitir, por reconocer, por contemplar y
por compartir.
La hermana Helena se encuentra en el catecumenado de los adultos, en la acogida parroquial y en la
celebración de funerales, como también en la acogida de las familias en duelo. Al caminar en la fe con los
catecúmenos entre los que hay varios minusválidos, ha percibido y ha podido dar gracias por ver cómo Dios
actúa en cada uno. Es este camino con las personas de La Courneuve que le permite decir: "las personas me
han ayudado a escuchar con un corazón más atento, a orar cada vez más mientras escucho al pueblo
viviendo múltiples sufrimientos, hasta la exclusión que lleva a la violencia. Conocer sus miedos y sus
sufrimientos, he aquí lo que me ha permitido ser más humilde, más cercana, más tolerante y juzgar menos".
El otro, un rostro de Dios por discernir
En cuanto a mí, hermana Paule, estoy empeñada como TISF (Técnica de Intervención Social y Familiar) en este
departamento, donde en el marco de la asociación AMFD (Ayudas a las madres y a las familias en su domicilio),
participo en el apoyo a familias con numerosos problemas sociales. Estando cerca y acompañando día a día a
estas mujeres y estos niños que llevan muchas veces pesados sufrimientos morales o psíquicos que he aprendido a callar. He sido llamada a escuchar sin poder dar una solución. Dios se me adelanta cuando me encuentro
donde una madre justamente en el momento más duro. Es la presencia divina que es bueno reconocer cuando
se oye de una trabajadora social constatar: "la TISF, Paule, ha sido el elemento de equilibrio para esta familia". Y
sin embargo cuántas veces, repitiendo los mismos gestos materiales, me he hecho la pregunta: ¿lo que hago,
sirve de algo? Pero qué decir, cuando una mamá viene finalmente a confiarnos: "con ustedes siento que puedo
ser una buena mamá" o aun cuando esta joven mamá musulmana, salida de un momento depresivo después
de la muerte de su marido, viene a atestiguar: "con su ayuda he resucitado". Y estas familias que se preocupan
en saber si he descansado bien durante mi semana de vacación, mientras tienen dificultades en administrar sus
propios asuntos. Todas estas personas me dicen cuan importante es el otro, al que debemos cuidar y que
debemos amar a fin de no perder la presencia de este Otro y reconocer su huella. Un rostro del que Jesús nos
ha asegurado la infalibilidad: "Les aseguro que cuando lo hicieron con uno de estos mis hermanos más
pequeños, conmigo lo hicieron" (Mt 25,40).
En el territorio de la parroquia ayudo en la capellanía de los adolescentes, en el club ACE, y participo en la
ayuda de los deberes en la urbe de los 4000 Sur, mal presentada por los medios. Dios está obrando cuando
se da y se comparte lo poco que se tiene. Así vuelvo a encontrar a Heliesse que tiene muchas dificultades
en la lectura. Un día en que todo iba mal, me dice: "me siento inútil". Y luego, hace poco tiempo, me ha
pedido ir a buscarle un libro... él quería leer. No hago selección en mi trabajo, pero intento estar disponible a
las propuestas y a las llamadas que me llegan. En estos ambientes y en las diversas redes de relaciones
tejidas con el paso de los años, debo reconocer la confianza concedida por ciertos colegas de trabajo, otros
trabajadores sociales como los médicos o puericultores de las PMY (Protección Materna e Infantil), de las
directoras de escuela, de las asistentes del servicio social, etc. Es el camino que Dios entrega para hacerse
cada vez más intensamente presente en mi vida. Es Él que se hace encontrar a través de esas personas
encontradas, estas personas que Él ha escogido para revelarme su presencia pero "de espaldas" como para
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Moisés en el Horeb (Ex 33, 23).
¡Que ellos tengan vida en abundancia!
En todo eso, yo comulgo más profundamente con esa palabra de Jesús en el Evangelio de Juan: "He
venido para que tengan la vida y la tengan en abundancia" (10, 10). ¡Si por mi presencia y por mi trabajo,
puedo hacer que un niño, que un adolescente, que una mamá tenga un poco más de vida, de calidad de
vida, Dios sea alabado! Sí, puedo decir que esta palabra. "calidad de vida" resume bien nuestra presencia y
sobretodo "calidad de vida" engloba también "vida de Dios”.
Nota:
Paule Mellet es religiosa, miembro de la Congregación de las Hermanas Misioneras del Espíritu Santo. Ha trabajado más
de 22 años en Brasil, en las afueras de Río y Sao Paulo. En Francia desde 2003, ejerce un trabajo social en La
Courneuve (Seine Saint-Denis, Francia) y se ha dedicado también al acompañamiento de jóvenes.
Ref.: Sor Paule Mellet - Traducción: Anne Lies Salvador.
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