LEGITIMA DEFENSA DEL HONOR, EN CASO DE ADULTERIO. Por

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313561. . Primera Sala. Quinta Época. Semanario Judicial de la Federación. Tomo XXXVII, Pág. 2127.
LEGITIMA DEFENSA DEL HONOR, EN CASO DE ADULTERIO. Por honor debe
entenderse persona sin mancha, consideración absoluta, limpieza de vida cumplimiento
absoluto del deber, respecto al semejante, pundonor en no ser disminuido. Por tanto, y
teniendo en consideración la realidad ambiente, la sociedad para la cual fueron promulgadas
las leyes del país, la constitución de la familia mexicana y la idea predominante en nuestro
medio, en el sentido de que la esposa es la guardiana del honor conyugal, y de que cualquiera
infidelidad suya, refluye directamente en el marido, lesiona su honra, mancha su vida y lo
disminuye en el concepto social, debe admitirse que la conducta licenciosa observada por una
esposa, lastima profundamente los sentimientos del marido y demerita su personalidad ante la
sociedad. En esas condiciones, y tomando en cuenta que agresión es todo hecho de poner en
peligro, por medio de un acto positivo, una situación existente, jurídicamente protegida; que
el adulterio es un delito permanente, que no se integra por el acto carnal único; y que el
esposo tiene el derecho, legalmente reconocido, a que su mujer le guarde fidelidad, en el caso
de que una mujer casada tenga un amante, existe una agresión dirigida a los sentimientos del
marido, a su honor, que consiste, y esto es de una importancia capital, no en uno o varios
actos determinados que la esposa ejecuta, sino en todas las acciones ofensivas cometidas por
la adúltera, y que, al repetirse, forman una conducta agresiva para la estimación y para el
propio respeto del marido, así como para la buena opinión y fama a que socialmente tiene
derecho un hogar honrado. No pueden juzgarse aisladamente los actos provenientes de una
adúltera, sino que es indispensable considerarlos encaminados directamente a afrentar a quien
tan íntimamente perjudican, y en este sentido, es también indudable que el modo de proceder
de una mujer casada, que tiene relaciones adúlteras con un amante, constituye una agresión
actual para el honor del esposo. Ese ataque tiene, así mismo, el carácter de violento, porque
no puede afirmarse que la violencia sea solamente de carácter físico, sino que también puede
ser moral, existiendo dentro de lo subjetivo, e ir encaminada a lastimar los sentimientos de la
persona ultrajada. Nuestra legislación positiva admite violencias que no se traducen en el uso
de la fuerza material, y dentro de la amplitud de los términos en que está concebida la
fracción III del artículo 45 del Código Penal de 1929, es incuestionable que cabe la violencia
moral en las agresiones al honor, en las cuales la fuerza empleada es generalmente de esa
índole. Tampoco es posible dudar que los actos lesivos para el honor de un esposo ultrajado,
son ejecutados sin derecho, ya que del contrato matrimonial derivan deberes de fidelidad, y
los actos positivos de alguno de los cónyuges que tiendan al adulterio, constituyen una falta a
esas obligaciones, que no autoriza la ley ni las conveniencias sociales, razón por la cual, tales
hechos son ilegítimos.
Amparo penal directo 3549/31. García Escamilla José. 21 de abril de 1933. Mayoría de
cuatro votos. Disidente: Francisco Barba. La publicación no menciona el nombre del ponente.
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