Francisco Arenas Profesor invitado de INALDE Business School ¿Por qué las empresas avanzan lentamente? Respuestas a este dilema Para que año tras año no sienta que su empresa no ha evolucionado según lo previsto, tenga en cuenta los siguientes aspectos. “La junta de planeación resultó muy provechosa. Finalmente tocamos los temas que veníamos postergando y discutimos las iniciativas que se habían ido acumulando. El plan anual tiene lógica, coincide con los objetivos del presupuesto y cada gran línea de acción tiene responsables y recursos asignados. Aún así, tengo la impresión de que volveremos a empantanarnos. En realidad, el ejercicio del año pasado fue tan inspirador como este. Me pregunto si no seremos demasiado ambiciosos”. ¿Por qué avanzamos tan lentamente? Esta pregunta ronda la mente de muchos de los empresarios que pasan por nuestras aulas. El cuestionamiento nunca es retórico: lo hacen personas que han llegado a encabezar organizaciones precisamente por su capacidad ejecutiva y de liderazgo. Quienes lo preguntan son además egresados de programas que se caracterizan por su orientación a la acción y por su alto grado de diálogo entre empresarios de diferentes industrias. Es frecuente que su participación en los cursos de alta dirección provoque cuestionamientos estratégicos, cambios estructurales e innumerables iniciativas de nuevos negocios. Pero una vez concluida la reflexión estratégica, las organizaciones se van olvidando de la energía creativa de aquellos días. Lo cotidiano espera ansioso para tomar su lugar central en la agenda de la organización. Un año después, al inicio de la nueva junta estratégica, la pregunta vuelve con toda su fuerza: “¿Por qué no avanzamos más rápido?”. No todas las organizaciones son así. Hay otras que parecen hechas de otra sustancia. Una visita luego de un trimestre permite descubrir avances impresionantes, hallazgos y replanteamientos, al tiempo que nuevas oportunidades surgen en nuevos frentes. ¿En qué radica la diferencia? Todas ellas se distinguen por un nivel de liderazgo y gestión sobresaliente. Muchas tienen un equipo directivo de mayor calidad que la media de sus industrias. Con frecuencia tienen una mayor articulación y claridad en sus propósitos, además de mejores medios para comunicarlos y contagiarlos. Se caracterizan también por su magnanimidad de visión. Luego de observar empresas en los dos polos del espectro, las siguientes pueden ser algunas respuestas al dilema: Hacer análisis y diagnóstico Con gran frecuencia, la empresa más eficiente de un sector es también la que más sabe de ese negocio. ¿Por qué? Porque en la medida en que una empresa busca sistemáticamente nuevas fuentes de eficiencia, cuestiona los paradigmas de su sector. Pero en esta fórmula falta un ingrediente: no basta con cuestionar, es necesaria una adecuada metodología y disposición para el análisis y el diagnóstico. Algunas veces el sentido común ayudará, pero en muchas otras la falta de diagnóstico y análisis solo provoca la asignación errónea de recursos, la imprecisión en los aspectos clave y la confusión entre medios y fines. Adaptación a la gestión de proyectos La mayor parte de nuestras organizaciones están constituidas alrededor de las funciones principales de la empresa. La explicación de esto es simple: la organización funcional es muy eficiente (permite especialización y estandarización), es fácil de entender y posibilita la contratación, el desarrollo del talento y los mecanismos de coordinación. Sin embargo, el modelo funcional puede conllevar a una fuerte restricción en la gestión por proyectos, sobre todo en los casos de proyectos transversales o de situaciones en las que las iniciativas de cambio buscan modificar las premisas mismas del negocio. Es común encontrar que las metodologías de gestión de proyectos sean ‘propiedad’ de un grupo de expertos, en lugar de ser una práctica habitual y horizontal a lo largo de la organización. En contraparte, empresas de alta adaptación se caracterizan por usar el modelo de gestión por proyectos para determinar la agenda de la organización. Holguras y agilidad para la transformación Es muy frecuente que a la persona más eficaz sea a quien hayamos asignado la mayor parte del trabajo. Y la única forma de romper ese ciclo vicioso es liberar capacidad. Así, la única fuente de agilidad de transformación es la permanente creación de holguras. Muchas de estas holguras parecen incosteables en un primer momento… hasta que la necesidad de cambio se vuelve tan perentoria que justifica la contratación de consultores y expertos. Y sí, estos apoyos son muy útiles, pero mucho más onerosos que la generación oportuna de holguras. Claridad entre las distintas etapas del desarrollo de iniciativas La falta de metodología de análisis, así como la ausencia de talento, recursos y experiencia para emprender proyectos, pueden provocar otro serio problema: la incapacidad para identificar las distintas etapas del proceso. Y cada una de estas etapas (diseño conceptual, diseño detallado, experimentación, escalamiento, ajustes, liberación) requiere de habilidades distintas, de diferentes enfoques y herramientas, y de un diverso seguimiento. Si no se distinguen las etapas hay la tentación de acelerar el ritmo de avance. Pero una inoportuna transición entre ellas puede limitar la calidad de la evolución, provocando reiteraciones costosas, pérdida de ímpetu y confusión para los involucrados. Carácter experimental y de aprendizaje Hay una gran brecha entre la definición inicial de los proyectos y la forma final que estos toman. En consecuencia, es necesario adoptar el desarrollo de nuevas iniciativas con un carácter experimental. Pero este carácter es poco frecuente. Es importante tener en cuenta que, en muchos casos, los beneficios no radican únicamente en la consecución de los objetivos, sino en el aprendizaje o precisión sobre las hipótesis iniciales. Así, no es igual la instrucción de entrar en un nuevo mercado, que acompañarla con el objetivo de conocer con precisión la dinámica de la industria, la estrategia de los principales competidores, las diferencias en los hábitos de consumo de nuestros clientes habituales, etc. Podríamos sugerir así una serie de nuevas preguntas para el cuestionamiento de aquellos directivos de los que hablábamos al inicio. - ¿Qué profundidad de análisis se empleó? ¿Qué costumbre y experticia tiene la organización para desarrollar aquella serie de iniciativas? ¿Qué nivel de holguras era necesario para asegurar la operación cotidiana y la agenda de cambio? ¿Cuáles eran las etapas que debíamos transitar en cada iniciativa?, ¿qué tan claras fueron para los involucrados y responsables? Y ¿con qué carácter las encargamos? Esas respuestas tal vez resulten útiles para la siguiente reunión anual. * Director del Área de Dirección de Operaciones de IPADE Business School, México Destacado: Las empresas que avanzan a buen ritmo se caracterizan por un alto nivel de liderazgo y gestión sobresaliente.