UNIVERSIDAD AUSTRAL DE CHILE Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales Escuela de Derecho La libertad de información en conflicto con el derecho a la privacidad Memoria para optar al grado de Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales. Profesor Patrocinante: Sr. Alfonso Banda Vergara. Carolina Manríquez Quintana Valdivia Chile 2004 Informe Profesor Patrocinante Valdivia, 14 de Septiembre de 2004 Señor Profesor Dr. Andrés Bordalí Salamanca Director Instituto de Derecho Público Universidad Austral de Chile. Señor Director: Dando cumplimiento a lo establecido en el Reglamento para optar al Grado de Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Austral de Chile, informo la Tesis de la estudiante CAROLINA MANRIQUEZ QUINTANA, titulada "La libertad de información en conflicto con el derecho a la privacidad". El objeto de la investigación, de acuerdo a la Introducción, es el estudio de las dos garantías mencionadas que al entrar en conflicto en un caso determinado suelen contraponerse al punto de hacer difícil su armonización, pues representan intereses totalmente contrapuestos. El interés actual del problema reside en que habiendo adoptado nuestro sistema el esquema de dejar entregado a la judicatura la solución de los posibles conflictos y debido al amplio desarrollo actual del periodismo investigativo, lo que incrementa el número casos conflictivos, los jueces deben asumir su rol jurisdiccional plenamente, debiendo para ello recurrir no sólo a interpretar la ley - muchas veces anacrónica para la época actual - sino que deben recurrir a los principios generales que informan el Derecho Público chileno y los instrumentos internacionales. En este contexto, la tesis aborda sucesivamente un análisis conceptual y dogmático de los derechos en cuestión fijando respectivamente el ámbito de su contenido esencial a la luz del ordenamiento jurídico nacional contrastándolo con alguna normativa comparada. Enseguida se avoca al examen bastante acucioso de las posibles distintas soluciones que se han instrumentalizado para los efectos de solucionar el conflicto entre estos derechos. En una última parte del desarrollo de la tesis, encontramos un interesante estudio acerca del problema desde la perspectiva de su desarrollo jurisprudencial, capítulo en cual se pasa revista y se comentan acertadamente los casos más emblemáticos que nos puede presentar la jurisprudencia nacional de los últimos años. En todo caso el análisis que se hace de los distintos casos consultados me parece interesante y significa un importante aporte para el estudio jurisprudencial de una materia que ex profeso el constituyente dejó entregada a la solución por los tribunales de justicia ante la dificultad de señalar límites bien precisos en el ejercicio de los respectivos derechos. En este análisis de los casos resueltos por nuestros tribunales, al suscrito le parece que es importante destacar en éstos - como lo hace acertadamente la tesista - los distintos criterios de relevancia que utilizan los tribunales para resolver la colisión de derechos, argumentando en ocasiones sobre la supuesta jerarquía de un derecho sobre el otro (caso Martorell y otros en que usa tal criterio decisorio); sobre la prevalencia de algunos valores "mayoritariamente" aceptados por la sociedad y que se afectarían con la exhibición de una película (Ultima Tentación de Cristo); o resaltando el interés social de la libertad de expresión; incluso ahora negando la posibilidad de establecer jerarquías entre los derechos y asumiendo una interpretación armónica entre ambos para que puedan coexistir, etc. Como se puede apreciar el más importante aporte de la tesis estriba en el estudio jurisprudencial efectuado a la luz de nuestro ordenamiento jurídico constitucional y los principios que lo informan desde el punto de vista de la realidad de su aplicación por los operadores jurídicos. En suma, el suscrito es de la opinión que el trabajo de Carolina Manríquez Quintana ofrece un interesante análisis del conflicto planteado entre estos derechos fundamentales que es un tema de innegable actualidad, y sin duda que de ello deriva el interés de abordar la cuestión como lo ha hecho la tesista. Para todos los efectos reglamentarios el suscrito estima que la Tesis en informe merece ampliamente su aprobada, siendo evaluada con nota 6.0 (seis punto cero). Sin otro particular saluda atentamente al señor Director. 2 3 I. INTRODUCCION La libertad de información y el derecho a la privacidad, son garantías que no es necesario confrontar para que presenten áreas difusas o francamente oscuras, puesto que ya individualmente consideradas presentan sus propios conflictos. Por lo tanto, si en una situación determinada ambos derechos confluyen, no es de extrañarse que se contrapongan, representando muchas veces, intereses que a primera vista podrían considerarse incompatibles. El llegar a determinar su alcance es una tarea que puede tornarse una lucha por la reivindicación de derechos infradimensionados en su sentido, o mal interpretados, toda vez que existen distintos enfoques acerca de lo que ellos comprenden. Por ello es que en muchos casos, los legisladores de los distintos ordenamientos han debido depositar su confianza en este punto, esto es, determinar el sentido y alcance de un derecho en conflicto con otro derecho que se estima de equivalente importancia y protección, en los jueces, quienes, si bien, en otras materias podrían por algunos considerarse “la boca de la ley”, en estas materias recobran el recto sentido de su función, cual es, ponderar casuísticamente el derecho que debe prevalecer, más que efectuar un ejercicio silogístico respecto de la ley. Esto lo hacen principalmente a través de Recurso de Protección, sin perjuicio de que puedan intentarse otro tipo de acciones que permitan el pronunciamiento de los tribunales. Es decir, el problema del conflicto entre ambos derechos, es algo que excede al Recurso de Protección, y en cierto modo, también al derecho Constitucional, y se extrapola a otros ámbitos del Derecho1. En esta labor de ponderar el derecho que debe prevalecer, los jueces han tenido que recurrir no sólo a las normas positivas, sino además a los principios que informan el Derecho Constitucional, al Derecho Público e Instrumentos Internacionales, además de su sentido común. En la interpretación o dilucidación de estos principios, deben asimismo, empeñarse en compatibilizarlos con la compleja realidad jurídica que presenta la coexistencia de normas que si bien se adecuan a las actuales exigencias de la vida en sociedad, son desvirtuadas por normas anteriores (algunas de ellas más restrictivas) que se dice, atentarían contra el mismísimo Estado de Derecho. Así por ejemplo, en el caso concreto del conflicto entre la privacidad de personajes públicos y la libertad de información (y por ende su correlativo derecho a la información, de raigambre social), 1 Como en el caso del Juez Calvo, aquí la norma que permitió procesar a los Periodistas de Chilevisión se encuentra en el Código Penal. 4 a fin de procurarse mejor defensa, se han utilizado otros medios que el Recurso de Protección para resguardar la vulnerada privacidad2. Gracias al desarrollo paulatino que ha tenido el llamado “Periodismo Investigativo” en los últimos años, podría estimarse que se ha contribuido positivamente a fomentar el espíritu crítico de la ciudadanía hacia las instituciones que conforman el Poder Estatal, sometiendo al escrutinio público situaciones que afectan preferentemente a “personas públicas”; éste es, sin duda, un punto a favor de esta nueva forma de hacer periodismo; no obstante también posee detractores, ya que es posible que se intente validar una situación de abuso o sobre exposición indebida o innecesaria en aras del derecho a informar. El problema se presenta precisamente porque todavía no está suficientemente definido el ámbito hasta donde se puede llegar con este tipo de periodismo, ya que, de algún modo, los medios de comunicación social no están exentos de perder su objetividad en la vorágine de captar la atención de los informados. Por una parte, La Carta de Etica Periodística otorga carta blanca a ciertos medios que la ley no aprueba en determinadas circunstancias, acogiéndose a instrumentos internacionales que validan tales medidas, o que dejan un amplio margen para su utilización. Más aun, la pluralidad de medios a través de los cuales puede accederse a la información, hace de este problema una madeja muy difícil de desenredar, sobre todo considerando la escasa legislación que en algunas materias existe. Otro punto a considerar, que agrava o al menos contribuye a la no solución del conflicto en cuestión, es la coexistencia de legislaciones antiguas –preferentemente represivas- con las nuevas que obedecen a concepciones quizás más avanzadas respecto de la intimidad y su ámbito inviolable, y la libertad de expresión como un mecanismo certero para lograr una sana democracia en todo el sentido del término. En la presente memoria de tesis, expongo estos puntos con mayor detalle a fin de rescatar los elementos más significativos del problema y plantear un criterio o fórmula relativamente estable a la cual se pueda acudir para solucionar la cuestión en comento, atendidas las características de nuestra idiosincrasia reflejadas en nuestro ordenamiento jurídico, pero más fundamentalmente en nuestra jurisprudencia, sin perjuicio de innovar en la consideración de elementos del derecho comparado que sirvan a nuestro objetivo, cual es identificar el verdadero conflicto subyacente en esta materia y erradicar sus eventuales funestas consecuencias . 2 Con esto hago referencia a Ley de Seguridad Interior del Estado, derogada en lo pertinente, por la Nueva Ley de Prensa, sin embargo de lo cual todavía existen normas similares en el Código Penal. 5 II. CAPITULO I: BREVE ANALISIS DE LOS DERECHOS EN CUESTION 1.- El derecho a la intimidad El derecho a la intimidad o a la privacidad, que emana del Nº 4 del artículo 19 de nuestra Carta Fundamental 3, está referido básicamente a la facultad de la que están dotados todos los individuos, sujetos de derechos fundamentales, de sustraer del conocimiento del común de las personas, aspectos que ellos mismos consideran como de su más íntimo ámbito 4-5. La importancia de la intimidad, como una manifestación de la dignidad personal, se centra en que ella es base para la autodeterminación de las personas y su autoestima y para el desarrollo del hombre y su familia. En contraposición a la vida privada6 existe la denominada “vida pública”, estudiada por Habermas en su tesis doctoral7, que se podría conceptuar en torno a la distinción doctrinal 8 que se 3 “Artículo 19.- La Constitución asegura a todas las personas; 4.- El respeto y protección de la vida privada y pública y a la honra de la persona y de su familia. La infracción a este precepto cometida a través de un medio de comunicación social, y que consistiere en la imputación de un hecho o acto falso, o que cause injustificadamente daño o descrédito a una persona o a su familia, será constitutiva de delito y tendrá la sanción que determine la ley…..” 4 Del latín intimus, “Lo más interior o interno”, variación filológica de intumus, forma superlativa del adverbio intus: “dentro”. A su vez, intimidad la define como aquella “zona espiritual íntima y reservada de una persona o de un grupo, especialmente de una familia”. Real Academia Española. Diccionario de la Lengua Española. Editorial Espasa Calpe, Madrid, 1992. 5 “Intimo es, pues, aquello que está lo más adentro posible. No sólo lo que está en el interior del hombre, sino lo que está en el congüelmo mismo de su humanidad”. La intimidad, por consiguiente, vendría a ser “aquella zona espiritual del hombre que considera inespecífica, distinta a cualquier otra, independiente de lo que sea, y por lo tanto, exclusivamente suya que tan sólo él puede libremente revelar”. Además precisa, de acuerdo con Ortega y Gasset, que es una cualidad que se da únicamente al hombre, que “se refiere a su mundo interior”, y “tiene lugar en la medida que el hombre la conoce y es consciente de ella, susceptible de profundización”, “constituye un punto de apoyo para la proyección del individuo en la vida social”. En el mismo sentido, señala el autor que una cualidad importante de la intimidad es que “en esa parte del hombre es imposible la insinceridad, en ella solamente se es lo que se es, desnudo de toda apariencia”. Desantes, J. M. Revista de Estudios Públicos Nº 46. C. E. P. , Santiago. 1992, páginas 274, 275, 284 y 285. 6 Una de las primeras construcciones doctrinales que abarcaron la intimidad fue la privacy, cuyo sustento teórico inmediato lo encontramos en la idea de la libertad como autonomía individual, expuesta en la obra “On Liberty”, de John Stuart Mill, para el cual ella se expresaba en que en todo lo relacionado con la individualidad del ser humano hay independencia absoluta, sin derecho a la ingerencia externa, y por otra parte , sólo se podían exigir responsabilidades y conductas sociales obligatorias en lo que atañe a las relaciones con los demás individuos. 6 hace respecto de las personas en “privadas” y “públicas”. Las primeras vendrían siendo aquellas personas, cuya actividad no se relaciona con el interés público o con el “interés general de la sociedad”9, y que por tanto no tienen connotación pública. Las personas públicas son aquellas que por su actividad, sea ésta política, religiosa, de espectáculos, deportiva, etc., revisten especial interés para los demás miembros de la sociedad, interés que puede estar bien justificado (como en el caso de personas que desempeñan cargos públicos y cuya vida privada o determinados aspectos de ella, pueden influir negativamente en forma directa en su gestión) o no. En este último caso, ella puede ser producto, a mi juicio, de una solapada morbosidad con respecto a determinados aspectos de la vida de tales personas, ya que su carácter de público no atendería a cuestiones de interés social. Me refiero con esto a aquellas personas cuya actividad se relaciona en mayor parte con el mundo del espectáculo, cuyas conductas en cuanto a su vida privada no tiene influencia en el bienestar general de la sociedad. Es decir, evidentemente existe una gran diferencia en el caso que figuras públicas de distinta naturaleza (una política y la otra de espectáculos, por ejemplo) disfracen o lisa y llanamente falseen su propia realidad. En el caso de un político que utilice una determinada consigna para catapultarse, como por ejemplo ser ferviente defensor de ideales en los cuales ni siquiera cree, evidentemente que el conocer su verdadera realidad ayuda mucho más a los demás miembros de la comunidad, para poder tomar decisiones responsablemente y con conocimiento de causa, en este caso en cuanto a su elegibilidad. En este punto, debemos también necesariamente hacer alusión también a la relatividad del concepto de privacidad en lo que a “personas públicas” concierne, por cuanto en estos casos, la privacidad o intimidad de ellas parece estar en sí misma más restringida que en el caso de una persona “no pública”. Parece disminuirse la protección que el ordenamiento respectivo brinde atendido el especial carácter de estas personas, sin perjuicio de que este límite quede entregado en su determinación precisa a los Tribunales de Justicia. Podríamos sostener que este derecho se ha ido haciendo cada vez más importante de fortalecer o resguardar, toda vez, que el desarrollo de sofisticados medios de captación de imágenes y sonido 7 En “Sistema Jurídico y Derechos Humanos”, los autores sintetizan dicha investigación, a grandes rasgos, en cuatro etapas: de génesis simultánea y entrelazada de lo público y lo privado; la fase de expansión de lo público y creación ideal de intimidad; fase de la publicidad ampliada; y finalmente, fase de reensamblaje de lo público y privado en una sociedad de masas. 8 doctrinal, porque la Constitución consagra la igualdad de las personas en dignidad y derechos, dentro de los cuales está, por supuesto el derecho a la intimidad. 9 este concepto si bien evidentemente es un concepto de contenido indeterminado, sostengo que los conflictos que genera se deben en mayor parte a la gran extensión que se le ha dado a éste, comprendiendo situaciones que no revisten la característica de ser de interés de toda la ciudadanía. 7 principalmente, han hecho que esta esfera naturalmente reservada10 del individuo sea cada vez más susceptible de revelación, habida consideración de la rapidez con que la tecnología avanza. Mientras más adentro estén en el sujeto los pensamientos y sentimientos, lo privado es cada vez menos público, o susceptible de ser expuesto. Sin embargo, esta afirmación, de que lo privado es cada vez menos público, así como aquella que señala que serán de conocimiento público sólo aquellos aspectos de la vida que el propio sujeto decida, se contradice con fenómenos como el de la globalización.11 Antes de continuar con este análisis, es necesario poner de relevancia una cuestión evidente: si bien el derecho a la intimidad está garantizado para todas las personas sin distinción12, parece ser que precisamente, respecto de las personas públicas la vulneración de la privacidad es más frecuente, dada la avidez con que los medios buscan hacer noticia y ganar el liderazgo informativo, que no sólo brinda un reconocimiento de corte profesional a la labor realizada (cuando ella efectivamente está bien realizada), y aun cuando pudiera sostenerse, como se ha hecho, que por el hecho o la circunstancia de ostentar cargos públicos o de desarrollar actividades de pública notoriedad, estas personas realizan hasta cierto punto, una especie de concesión de intrusión a su privacidad, no es menos cierto que la garantía constitucional abarca a todas las personas sin distinción, y por ser estas personas las potencialmente más amenazadas son las que deberías estar más protegidas 13. Si bien la intimidad no llega a ser un concepto jurídico con contenido indeterminado, es difuso. Ello es lo que ha permitido que a través del tiempo, sus márgenes hayan ido variando, y que haya habido que flexibilizar el concepto de modo de equilibrarlo con la libertad de de expresión14. Si bien se ha dicho que la libertad de expresión encuentra una de sus limitaciones en el respeto a la honra y la vida privada de las personas, sería más correcto sostener que ellos deben ponderarse de modo de poder ser ejercidos ambos, en forma simultánea o al menos coexistente, con legitimidad, y es precisamente aquí donde surge la labor encomendada a los Tribunales de Justicia de 10 “La reserva supone guardar algo para sí que no es conocido por nadie ajeno al individuo, que no sólo interesa a los demás, sino que no interesa que interese a los demás. El secreto, por su parte, implica callar algo que por oficio se conoce”. Desantes, J. M.., Op. Cit. 11 En efecto, asociada a la globalización, en los hechos se ha restringido aun más el margen de lo privado, pues debido a la existencia de variadas bases de datos de diversa naturaleza, el individuo común participa de cierta información suya al resto de la comunidad, a veces sin su conocimiento ni aquiescencia. 12 Como bien es sabido, las distinciones surgen doctrinariamente. 13 Con lo anterior, no estoy sosteniendo en caso alguno que los personajes o figuras públicas deban ser intocables o recibir un trato especial, simplemente me limito extender a esta materia lo que sucede en otras ramas del Derecho respecto de las partes mas afectadas en sus derechos. 14 Por encontrar ambos derechos una misma raíz de la cual surgen, y encontrarse ligados a la personalidad del individuo, deben necesariamente coordinarse y complementarse. 8 determinar en cada caso y de acuerdo con los antecedentes allegados a la causa, si hay ejercicio abusivo de la libertad de información en perjuicio del derecho a la privacidad. De no ser así, podría llegar a sostenerse, como se ha hecho en algunos casos15, que efectivamente existe una jerarquía respecto de los derechos, jerarquía que por ser tal, excluiría siempre el ejercicio de un derecho en perjuicio del otro derecho que lo confronta, sin atender a una evaluación sustantiva, sino más bien adjetiva o formal. Primariamente las cuestiones relativas a la vida privada no son difundibles, sino en cuanto trasciendan o repercutan en la vida pública, pues sin este supuesto no es legítima su difusión. Este principio es importante por cuanto la intimidad y la privacidad no están definidas en la ley (y ello es lógico, puesto que al definir los conceptos en forma doctrinaria, se corre el riesgo de desvirtuar su núcleo). En el mundo interior, el hombre es soberano, es él quien construye su propia individualidad. Parte de este mundo interior son tanto sus percepciones como sus sentimientos y pensamientos, y desde éste último punto de vista, es dable notar una cierta relación entre la libertad de pensamiento, el derecho de opinión y la intimidad. El alcance que debemos hacer en este sentido es que la intimidad es previa a la libertad de pensamiento y de opinión, pues para poder formarse una opinión se requiere la ponderación de diversos elementos influidos a su vez, por la interioridad del individuo. Limitaciones al derecho a la intimidad Como sabemos, el derecho a la intimidad es un derecho subjetivo, siendo su ejercicio de carácter relativo, para guardar armonía y correspondencia con los otros derechos de igual rango o valor, que forman parte de un ordenamiento jurídico que se supone coherente, por lo anteriormente señalado su ejercicio está sujeto a una serie de regulaciones o limitaciones, para evitar situaciones de abuso o ejercicio ilegítimo. Dichas limitaciones pueden ser de carácter general, ello es, aplicable a todas las personas; o bien, pueden ser de carácter personal, dada la condición particular o especial de los sujetos. Los límites de carácter general se justifican en razón de ciertas instituciones, conceptos o derechos que se estiman de especial protección, tales como la seguridad del Estado, la libertad de información, y el bienestar de la comunidad. 15 Me refiero con esto al criterio consignado en el fallo de la Corte de Apelaciones de Santiago, que fue ratificado por la Corte Suprema, respecto del caso Martorell. En el se estimó que el derecho a la privacidad era superior en cuanto a su jerarquía respecto de la libertad de información, entre otros motivos por el hecho de que dicha libertad está limitada en su ejercicio por el derecho a la vida privada y la honra de la persona y de su familia, sin que respecto de este último derecho se consigne limitación alguna. 9 En cuanto a la seguridad del Estado, la defensa y estabilidad de éste, se justifica en determinados casos la limitación del derecho a la intimidad de las personas. Así por ejemplo, en ciertos casos de excepción constitucional, como el estado de guerra, podría traducirse eventualmente en una restricción de las comunicaciones, o bien, la restricción de otros aspectos de la vida privada. Asimismo en la investigación de hechos constitutivos de delitos en ciertos casos, cumpliéndose los requisitos dados por la ley se autoriza al juez al allanamiento de ciertos lugares, la interceptación de llamadas telefónicas y correspondencia, entre otras. En consideración al bienestar de la comunidad, encontramos por ejemplo aquellos casos en donde debe suministrarse obligatoriamente información privada a organismos públicos cuando estos lo requieren asimismo como información y documentación bancaria, tributaria o de salud como lo serían la obligación de laboratorios y centros médicos de suministrar obligatoriamente información relevante de ciertas enfermedades infecto contagiosas a las autoridades de salud. En cuanto a las limitaciones especiales estas se refieren a aquellas personas que revisten u ostentan ciertos cargos públicos por lo que me remito a lo señalado en su oportunidad. Proyecto de Ley de protección civil al honor y a la intimidad de las personas16. Algunos aspectos destacables de éste son: - Sólo se podrán difundir aspectos relativos a la vida privada de una persona o familia en situaciones en que haya delito, e incluso el propio implicado puede determinar en su relación con los medios lo que "está reservado para sí mismo y su familia"17. 16 “Esta iniciativa responde al mandato del Art. 5° inc. 2° de la Constitución, que obliga a los poderes del Estado a respetar y promover los derechos esenciales que emanan de la naturaleza humana. Siendo la intimidad y el honor derechos ligados a la personalidad, derivados de la dignidad de la persona, se encuentran reconocidos normativamente tanto a nivel internacional como interno. Sin embargo, no cuentan con una efectiva protección civil, lo que conlleva a que la vía penal sea la única forma de resolver los casos de intromisiones ilegítimas a estos derechos. La normativa existente no asegura a los afectados el término inmediato de las actividades ilegítimas, como tampoco una indemnización civil acorde. De esta manera, el proyecto busca establecer, a través del procedimiento sumario, la protección civil de estos derechos, entendiendo la existencia de intromisión ilegítima en todos aquellos casos en que no hay autorización expresa de la ley o del afectado, establece conductas específicas calificadas como intromisión ilegítima, y presume la existencia de perjuicios siempre que se acredite la intromisión referida”. Esto, de acuerdo a lo que el propio boletín 2370-07 de la Cámara de Diputados señala. Este proyecto se encuentra en la etapa de Segundo trámite constitucional y en la subetapa de Primer informe de Comisión de Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento. 17 El artículo 3º deja en manos del particular la determinación de lo que considera que está reservado para sí mismo o su familia". 10 - Los afectados en su honra por "intromisión ilegítima"18 podrán plantear ante la ley acciones indemnizatorias y las grabaciones sin consentimiento podrán ser castigadas con presidio de 61 días para sus autores y multas a los medios que las difundan hasta por 23.000 dólares. Si esos criterios se transforman en ley, el empresario Claudio Spiniak, eje de la red de pedofilia donde se suponía que estaban implicados parlamentarios, podría demandar una indemnización a Canal 13, que difundió imágenes de su captura que el Consejo Nacional de Televisión consideró sensacionalistas y denigratorias. Lo mismo podría hacer el juez Calvo, ya que tanto el Consejo Nacional de Televisión como el Consejo de Etica de los Medios sancionaron a Chilevisión por el uso de la cámara oculta para que el magistrado reconociera sus inclinaciones homosexuales, lo cual motivó su remoción del caso de pedofilia. Por lo pronto, el Presidente Lagos le bajó el perfil retirándole urgencia al polémico proyecto, que en mayo de este año, comenzará a ser tratado en Uno de los reclamos más duros de los periodistas y propietarios de medios plantea que con esa disposición todas las oficinas de los poderes del Estado pasarán a ser recintos secretos, donde no se podrán hacer coberturas informativas sin la autorización de un ministro, un juez u otro funcionario. 18 El artículo 6º considera como intromisión ilegítima una serie de conductas que describe, básicamente relativas a la divulgación y captación de hechos relacionados con la vida privada y la protección de la imagen de las personas. Se definen como intromisiones ilegítimas el emplazamiento o la utilización, en cualquier lugar, de aparatos de escucha, filmación, dispositivos ópticos o de cualquier otro medio apto para captar, interceptar, grabar o reproducir conversaciones o comunicaciones de carácter privado; o apto para fotografiar, fotocopiar o reproducir documentos o instrumentos del mismo carácter, o para captar, trabar, filmar o fotografiar imágenes o hechos de carácter privado. Pero al final agrega una letra que establece una causal general e indeterminada como es "utilizar mecanismos medios o acciones o procedimientos análogos a los anteriores". También se considerarán como intromisiones ilegítimas la divulgación de hechos de la vida privada de una persona, familia, así como la revelación o publicación del contenido de cartas, memorias u otros escritos personales de carácter íntimo. En la letra d) del citado artículo se señala como una forma de intromisión ilegítima la captación, reproducción o publicación de la "imagen de una persona en lugares o momentos de su vida privada o fuera de ellos". El artículo séptimo no considera que sea intromisión ilegítima cuando se trate de personas que ejercen un cargo público o una profesión de notoriedad o proyección pública, pero siempre que la imagen se capte en un acto público o en lugares abiertos, salvo que se afecte la dignidad de las personas. Junto con penar el uso no autorizado de equipos y dispositivos de escucha, filmación u observación, se considera intromisión ilegítima la captación, reproducción o publicación de la "imagen de una persona en lugares o momentos de su vida privada o fuera de ellos". El último aspecto, se puntualiza en otro artículo donde se señala que la intromisión ilegítima no es tal si se trata de personas que ejercen cargos públicos o tienen notoriedad o proyección, "siempre que la imagen se capte en un acto público o en lugares abiertos" y que la imagen o grabación "no afecte la dignidad de las personas". El artículo 8º del proyecto, a su vez, vuelve a hacer aplicable la difamación, al disponer que darán lugar a una acción indemnizatoria "toda expresión proferida o acción ejecutada en deshonra, descrédito o menosprecio de otra persona, como asimismo los abusos que con ocasión de aquella se cometieren en ejercicio de las libertades que consagra el inciso primero del Nº 12 del artículo 19 de la Constitución Política de la República". 11 segundo trámite por el Senado, con un enfoque en el cual se espera un efectivo respaldo legal a la labor fiscalizadora de los medios, según señaló el Colegio de Periodistas. - Ahora la exigencia para publicar es mucho mayor, pues sólo se podrá hacerlo sobre hechos referentes a la vida privada de una persona o familia en las situaciones en que haya delito. Y como consecuencia, respecto a los personajes públicos, la fiscalización de su actuar queda más limitada. - Quien considere que ha sido objeto de una intromisión ilegítima puede deducir una acción indemnizatoria para lo cual rige un año de plazo, pero no desde la publicación o difusión del hecho, sino contado desde que el afectado o sus herederos tomaron conocimiento del hecho que la motiva. - Los propietarios, editores, directores y administradores de los medios de comunicación social serán solidariamente responsables de las indemnizaciones que procedan dependiendo de la estimación del daño que cause la difusión o la intromisión. - La grabación sin consentimiento del afectado de imágenes de hechos personales que lesionen su intimidad y el uso de instrumentos para escuchar o registrar conversaciones privadas será sancionado con reclusión menor en su grado mínimo (61 días) y una multa que va de 50 a 500 unidades tributarias mensuales. 2.- La libertad de información La libertad de información se enmarca dentro de la libertad de expresión. Por su parte, la libertad de expresión y de informar, también permiten el desarrollo del ser humano, junto con el derecho a la privacidad en cuanto es necesario que se le reconozca como un sujeto auto deliberante con posibilidad de expresar sus opiniones y de ser informado, en un marco democrático, permitiéndole el control del ejercicio del poder y de las personas que lo sustentan. Por una parte, esta libertad de expresión comprende el derecho a buscar información por cualquier medio (lo que implica investigar), transmitir información o ideas y recibir la información. Se pueden observar dos derechos19: 1.- Uno perteneciente a cualquier persona para buscar y difundir información 20 . 2.- La otra parte se encuentra radicada en el cuerpo social, que corresponde al derecho a recibir esta información21, pues no serviría de nada garantizar el primer aspecto del derecho que nos 19 Algunos autores haciendo un análisis más amplio incluyen una primera etapa previa a las dos posteriores que están por enunciarse, cual es el derecho a emitir opinión, conceptualizada como aquella facultad que posee toda persona para exteriorizar por cualquier medio, sin injerencia o apremios de terceros, lo que cree o piensa. 20 Este derecho es ejercido, la generalidad de las veces por los medios de comunicación social. 12 ocupa si no se tiene la posibilidad de difundirla, es decir, el ciclo informativo podría truncarse por esta vía y hacerse ilusorio este derecho. En el último aspecto mencionado, se ha dicho que la información entregada al cuerpo social debe cumplir con los requisitos de ser oportuna, objetiva y veraz, por cuanto una información que no reúna las características mencionadas no sólo pudiera eventualmente atentar contra el derecho a la privacidad, sino que además el derecho de la comunidad de recibirla en las condiciones más óptimas posibles. Se ha señalado que la libertad de expresión es una condición que necesariamente debe existir para el establecimiento de una sociedad democrática22, y por cierto de su buen funcionamiento; así como otros derechos fundamentales se estiman que son “medidores” del grado de desarrollo y madurez de la misma sociedad. Por lo demás contribuye a la transparencia de los procesos y funciones estatales, y por que no decirlo, al debate y al escrutinio público de los mismos, al mismo tiempo que es la mejor garantía para mantener el sistema democrático, eliminar los privilegios, evitar el autoritarismo y los abusos de poder, puesto que la ciudadanía está en condiciones de evaluar críticamente la información que le es entregada, poseyendo, en un sistema democrático, los canales de acción legítimos para intervenir en esos procesos que se estiman defectuosos. Los orígenes de la libertad de expresión debemos encontrarlos en el liberalismo clásico, y su reconocimiento por parte del Estado o poder público se produce a partir de la Revolución Francesa, desde ese punto histórico, los procesos de reconocimiento y garantía de la libertad de expresión ha sido un proceso arduo, no sólo por la dificultad de la determinación de su contenido esencial23, sino que más aun, en el entendido que este derecho, más bien su ejercicio en un estado de derecho, así como otros, no es arbitrario y exento de límites. En este sentido, las limitaciones se encuentran establecidas en atención a valores o conceptos que se estiman igualmente importantes, como lo son el orden público, la seguridad nacional, el honor de las 21 “El derecho a la información está directamente relacionado con el derecho a la vida. Como decía Francisco de Vitoria ya en el siglo XVI, el hombre sólo es capaz de vivir en comunidad, y sólo existe comunidad cuando hay comunicación, entonces el hombre requiere de información para poder vivir”. Derecho a la información. Publicación Corriente de Opinión, Nº 85, www.chileunido.cl. Julio, 2003. 22 En este sentido el punto Nº 1 del Acta Constitutiva de la Agrupación “Periodistas por la Libertad de Expresión”, expresa “Que la libertad de expresión y el derecho a la información son los fundamentos centrales de una sociedad democrática….” 23 Debemos tener presente que en el caso chileno la libertad de expresión se encuentra consagrada en el artículo 19 Nº 12 de nuestra Carta Fundamental, no olvidando que por el mandato constitucional del inciso 2º del artículo 5, la libertad de comunicación se encuentra reconocida en diversos instrumentos internacionales, ratificados por nuestro país y que se encuentran vigentes. En ese sentido artículo 13 de la Convención Americana de Derechos Humanos (CADH) y artículo 19 del Pacto internacional de Derechos Civiles y políticos (PIDCP) 13 personas, pero estas limitaciones y restricciones deben siempre cumplir con los criterios de necesidad, proporcionalidad y legitimidad24. El criterio que se ha establecido por nuestro legislador es que cualquier persona tiene el derecho de expresar sus opiniones, ideas, juicios, creencias, pensamientos, sugerencias, por cualquier medio apto, con una particularidad importante, cual es, sin censura previa pero generando eso si, responsabilidad ulterior para el caso de ejercicio abusivo o ilegítimo del mismo. La libertad de expresión, que supone comprender un cúmulo de derechos de libertad, permite a quien transmite la información en el sistema interamericano de derechos humanos, el que ella no esté sometida a censura previa, debiendo establecerse lo que se entiende por tal. Ello se corresponde con nuestro sistema democrático. Sin embargo, podemos observar una diferencia con el sistema europeo de derechos humanos, en el cual si se admite, en algunos casos, la censura. Esta medular diferencia obedece, según se dice, a las distintas tendencias en cuanto a los gobiernos de uno y otro sistema, primando en los países latinoamericanos la tendencia al absolutismo de sus gobernantes, me refiero con ello a los gobiernos totalitarios y de facto que en varios países de nuestro continente se han instaurado. Ello ha llevado a estimar que para garantizar realmente la libertad de expresión en este sistema, se requiere proscribir la censura como forma de control de los gobernantes25. Este punto de eliminar la censura previa reviste particular importancia, dado que no será una autoridad administrativa o ejecutiva quien evalúe qué materias estarán dentro de las que se consideran ofensivas para la honra -o, en este caso, de la intimidad- de alguna persona en particular. Es decir, se elimina el juicio apriorístico que hace algunos años se instituyó con la Constitución de 1980. Esto implica devolver a cada poder lo que le corresponde, o devolver, más bien, a cada poder su verdadera función, pues será el poder legislativo quien establezca las bases para que a su vez sea el juez quien determine caso a caso si ha habido o no infracción o abuso de la libertad en comento. Y esto es lógico, por cuanto se ha demostrado ampliamente la dificultad, incluso la 24 Se ha señalado por algunos, que en atención a los requisitos señalados “no serían admisibles las restricciones o limitaciones que consagran un privilegio especial para personas que ostentan ciertos cargos públicos, religiosos, militares”, etc… 25 Sin embargo, se puede observar que es difícil llegar a un equilibrio, en el cual la libertad de expresión se ejerza con responsabilidad. Ello porque, sin embargo de existir la responsabilidad ulterior en lugar de censura previa, en el caso del derecho a la privacidad, poco interesa que se responda con posterioridad a la lesión de este derecho, ya que una vez que lo privado se ha hecho público, no hay forma de volver al estado anterior, por lo que el sistema de responsabilidad ulterior en este caso no tiene efecto útil, como si lo tiene en el caso de la vulneración del derecho a la honra, lo cual constituye un problema adicional. 14 ineficacia de establecer reglas demasiado específicas, pues por esta vía en numerosas ocasiones al tratar de abarcarlo todo, limita la eficacia de la norma en el tiempo. En su afán regulatorio, no deja espacio al intérprete para ajustarla norma a las nuevas situaciones que surgen con el pasar de los años. Es así como hay situaciones que escapan a su previsión y dejan obsoleta la norma26. Es así como el legislador transfiere al poder judicial, o más bien, hace retomar su natural labor de establecer casuísticamente la mejor aplicación de las leyes. Esta no es una tarea fácil, sobre todo cuando hay dos derechos27 de orden fundamental en conflicto; pero se ha dicho que si el ejercicio de ambos derechos fuera válido, entonces el conflicto será sólo aparente. El conflicto se produce sí y sólo sí, uno de los dos derechos se ejerce abusivamente. Consagración internacional de la libertad de expresión Respecto a su consagración internacional, tenemos que los tratados internacionales consagran el derecho a la libertad de expresión como derecho fundamental, al reconocer de manera amplia dicha garantía, prohibiendo de manera absoluta toda censura previa, y sometiendo su ejercicio a un régimen de responsabilidad ulterior. En efecto, tanto el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, aprobado por la Asamblea General de la Naciones Unidas el 16 de diciembre de 1966, como la Convención Americana sobre Derechos Humanos, suscrita en la Conferencia especializada interamericana sobre derechos humanos, en San José de Costa Rica, reconocen el derecho a la libertad de expresión sin censura previa. Haciendo remisión a lo arriba anotado, ambos cuerpos internacionales consagran el derecho de toda persona a buscar, recibir y difundir informaciones sin censura previa, sujeto únicamente a las responsabilidades legales ulteriores y a la rectificación de las informaciones inexactas o agraviantes. Por su parte la Corte Interamericana en la Opinión Consultiva Nº OC/585, reconoció la importancia fundamental de la libertad de expresión para la existencia de una sociedad democrática en los siguientes términos:” La libertad de expresión es una piedra angular en la existencia misma de una sociedad democrática. Es indispensable para la formación de la opinión pública. Es también condictio sine qua non para que los partidos políticos, los sindicatos, las sociedades científicas y culturales, y en general, quienes deseen influir sobre la colectividad puedan desarrollarse plenamente. Es, en fin, condición para que la comunidad, a la hora de ejercer sus opciones, este suficientemente informada. Por ende, es posible afirmar que una 26 Como una amplia parte de la doctrina lo sostiene, la eficacia de las leyes radica, , por una parte, en su posibilidad de adaptación a un gran número de situaciones (de ahí el carácter general de la ley),y por otra parte, en un margen de tiempo de permanencia lo más amplio posible. Ello garantiza a grosso modo, la longevidad que una determinada legislación pueda tener. 27 o más bien garantías. Este término es más correcto procesalmente, pues está dotado de la acción Constitucional de Protección 15 sociedad que no está bien informada no es plenamente libre”. Lo anterior denota la relevancia de la libertad de expresión, particularmente la ejercida a través de los medios de comunicación social, como garantía de una sociedad democrática. Por ello, el derecho fundamental a la libertad de expresión debe ser protegido en las sociedades democráticas, a fin de garantizar el derecho colectivo a la información, especialmente contra las limitaciones o restricciones indebidas a esa libertad, tales como las censuras previas o el ejercicio indiscriminado de demandas judiciales, que conduzcan a anular esa libertad. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos ha advertido la naturaleza progresiva del derecho a la libertad de expresión para una sociedad democrática, señalando que implica un pluralismo y tolerancia frente a las opiniones minoritarias, aún de aquellas que puedan ofender o perturbar a la mayoría. Régimen de Responsabilidad Ulterior. La protección que brinda el estado contra los perjuicios al honor y a la reputación de las personas, derivados del ejercicio de la libertad de expresión, se concretiza estableciendo un sistema de responsabilidad posterior, el que y dentro de un Estado de Derecho, solo puede ser conocido y declarado judicialmente respetando las normas del debido proceso de conformidad con la ley, como surge de los instrumentos internacionales sobre derechos humanos. El criterio que se ha establecido por nuestro legislador es que cualquier persona tiene al derecho de expresar sus opiniones, ideas, juicios, creencias, pensamientos, sugerencias, por cualquier medio apto, con una particularidad importante, cual es, sin censura previa pero generando eso si, responsabilidad ulterior para el caso de ejercicio abusivo o ilegítimo del mismo. 16 III. CAPITULO II: DISTINTAS SOLUCIONES QUE SE HAN DADO AL CONFLICTO Como ya se ha enunciado con anterioridad, nuestra Carta Fundamental, tanto por vía directa (Artículo 19 Nº 4 y artículo 19 Nº 12) como por vía indirecta (tratados internacionales, ratificados por nuestro país, que se encuentran vigentes respecto de esta materia), considera a éstos, dos bienes jurídicos de relevancia y los cuales frecuentemente entran en pugna. La situación anterior, es decir, el que entren en conflicto, es de habitual ocurrencia, pero sin duda posee otra connotación cuando la persona presuntamente afectada es titular de alguna función pública, se encuentra en posesión de poder u ostenta cierta calidad que lo distingue del resto de los ciudadanos. La forma de vida moderna posibilita esta situación de conflicto, no olvidando el avance tecnológico de los medios de comunicación. La forma de solucionar estos conflictos corresponde en un Estado de Derecho, a los Tribunales de Justicia, quienes normalmente por la vía del Recurso de Protección, deben conocer del asunto y reestablecer el imperio del Derecho. 28 De lo anteriormente expresado surgen varias interrogantes válidas; ¿Resulta lícito que sean los Tribunales de Justicia quienes decidan que es lo que se debe ver y leer por el resto de la población?, ¿Es posible conjugar ambos derechos para que coexistan en relativa armonía? (lo anterior sin duda le proporciona estabilidad y credibilidad al llamado “bloque de constitucionalidad”). Para resolver el conflicto debe dejarse por sentado que no existe un orden de precedencia entre ambos derechos que determine a priori la aplicación de los mismos29; debe por ende, estimarse que ambos poseen la misma “jerarquía” normativa (si es que efectivamente puede hablarse de tal cosa en el caso de los derecho constitucionales), ambos son derechos humanos fundamentales y derechos subjetivos públicos que emanan de un mismo supuesto básico esencial: la dignidad de la persona humana. La solución al conflicto, en caso que necesariamente deba optarse por uno de ellos, es entonces precisamente establecer una precedencia entre ellos, pero no a priori, sino que llevada al caso particular y concreto, que es lo que se ha dicho por algunos determinar el “peso relativo”, lo que nos lleva a la solución de que atendiendo a ciertas circunstancias un derecho pueda prevalecer 28 Como opinión personal, debo señalar que a mi juicio los Tribunales de Justicia no siempre han resuelto las contiendas que se han presentado a su decisión conforme a Derecho, respetando la prohibición de establecer una censura previa, casos emblemáticos los hay de sobra. 29 Como según por algunos sucedió con la tesis propuesta por el Profesor José Luis Cea en el año 1993, que postulaba un orden más bien lexicográfico del artículo 19 de la Constitución Política. 17 sobre otro, pero si se alteran éstas (las circunstancias), el resultado de dicha operación puede variar. Otro punto importante a analizar a este respecto se encuentra dado por la circunstancia de ser personaje público30 uno de los involucrados en un conflicto de derechos. No olvidando que ambos derechos en conflicto deben ser ejercidos de manera legítima, en aquellos casos en que se ventilen hechos de la vida privada de un hombre público, es legítimo que sean difundidos por los medios de comunicación social, sólo en cuanto éstos puedan incidir en su vida pública, ya que se estima que el cuerpo social posee el derecho legítimo a saber aquellos hechos puesto que puede estimarse que van a afectar el fiel desempeño de su cargo, es decir, la vida privada constituye un límite al derecho a informar, en las condiciones antedichas. En el caso anterior, es decir, donde se encuentran involucrados personajes públicos, el estándar de protección que debe utilizar el Juez, es ciertamente menor a que si se tratase de un particular, que no posea notoriedad pública; y ello es así porque se ha estimado que dichas personas se han “expuesto” a la vida pública, y con ello también han expuesto aspectos de su vida personal e íntima. Lo anterior se ve reforzado por el carácter de interés social que dicha información posee, pues en este caso, la intimidad o derecho al honor cede terreno ante la libertad de información, pero se requiere que la divulgación de esa información posea justificación legítima, que posibilite la intromisión en los actos de la esfera privada, personal e íntima de dicha persona. La idea anterior se ve refrendada y fortalecida al tenor de la indicación sustitutiva del Ejecutivo al Proyecto de Ley de Protección Civil al Honor y la Intimidad de las Personas, en el sentido que la protección de la privacidad debe ser más intensa cuanto menos se encuentre comprometido el interés público, en otras palabras, no todo lo que se hace en público es susceptible de ser informado, así como no todo lo que se realiza en privado debe ser protegido. Se ha estimado por algunos, que en estos casos de autoridades públicas, la doctrina imperante es aquella denominada de la “real malicia”, que establece una limitación el ejercicio de la libertad de informar sólo en cuanto a que el afectado pueda recurrir en forma posterior a los Tribunales de Justicia en contra de quien emita información difamatoria, sea éste un particular o medio de comunicación, pero debe probar que dicha información es falsa, pesando sobre sus hombros el onus probandi. 30 Con eso no hago referencia a personeros públicos o a miembros de algún poder del Estado, sino a deportistas destacados, personas ligadas al mundo del espectáculo etcétera, pero sin duda reviste mayor trascendencia pública en el primero de los casos. 18 Esta misma doctrina es aplicable en aquellos casos en que se divulgue o ventile información privada de los personeros públicos, puesto que estas materias constituyen una legítima preocupación del cuerpo social, lo cual es determinado precisamente por la propia opinión pública o en su defecto, los Tribunales encargados de la resolución del asunto. Esta premisa de que de que las autoridades tienen menos privilegios en esta materia se produce precisamente porque ellos detentan o están en una posición de poder, que les permite, un acceso privilegiado a los mismos medios de comunicación para realizar sus descargos, también en forma pública. El problema ahora consiste en determinar cual es el verdadero ámbito de lo privado, de manera más o menos objetiva (si es que tal cosa puede hacerse).Esta determinación, para que efectivamente sea objetiva, deberá atender a unos criterios externos, como puede ser por ejemplo el interés público (al que propongo adjetivar de “verdadero”),para lo cual habrá que distinguirse dependiendo de los bienes jurídicos que estén envueltos en la revelación de un aspecto no público de por sí, de la vida de una persona. Habrá, además, que distinguir entre los caracteres de las distintas personas, ya que sin perjuicio de la igualdad de todas ellas ante la ley, podría sostenerse que la intimidad en el caso de las personas “públicas” está más reducida que en el caso de las que no tienen tal carácter, como también hay que decir que en el caso de las personas que desarrollan tareas propias de la res pública, habría un interés más legítimo en conocer aspectos de la vida privada de los mismos, pues podrían influenciar en el correcto desempeño de su gestión. No así en el caso de las personas públicas que no están a cargo de la res pública, sino que son celebridades en ámbitos como son el televisivo, deportivo, etc.; casos en que no podría sostenerse seriamente que existe un verdadero interés público más allá de la morbosidad de las masas y de la “inquietud ociosa”31 de los medios de comunicación social. FORMAS DE SOLUCION DEL CONFLICTO El problema de un supuesto conflicto entre derechos es un problema que lógicamente se dará en el caso de que ambos derechos sean fundamentales. Si hay conflicto entre un derecho fundamental y otro no fundamental, lo lógico será preferir el derecho fundamental por sobre aquel que no lo es. En definitiva, el conflicto –real, podríamos decir- surge cuando hay dos derechos que son fundamentales, en pugna, pues el preferir uno dejará necesariamente en la indefensión el otro. Es aquí donde surge el mérito de los tribunales para determinar cuando un derecho está siendo ejercido ilegítimamente. 31 Tal como lo explicitaron Warren y Brandeis, en su célebre artículo publicado en Harvard Law Review de 15 de Diciembre de 1890. 19 Ese límite es el que deben determinar en cada caso los tribunales. Pero ya que nuestro ordenamiento Constitucional está informado por ciertos principios, es necesario acercarse a estos principios a la hora de determinar cual derecho está siendo ejercido legítimamente, como aquel que establece que la dignidad con que nacen las personas es la misma para todos. Si un derecho – su ejercicio, más bien- es atentatorio contra la dignidad del afectado, ¿qué argumento podemos esgrimir para pasarla a llevar? ¿Existe algún otro principio o derecho que sea más importante que preservar la dignidad de las personas?. Desde este punto de vista, lo que pretendo sostener es que el problema del conflicto de derechos, si bien no es una tarea fácil de abordar ni mucho menos de solucionar por la vía de establecer reglas de general aplicación, puede ver un punto de orientación en este principio. Lo que contravenga a la dignidad humana, será necesariamente nocivo para el ejercicio (incluso podría sostenerse para su núcleo fundamental, su esencia) de los derechos. Si bien, por otra parte, se ha sostenido que el derecho a la privacidad es un derecho que se considera una extensión del derecho a la libertad personal, es también, a mi juicio una emanación del derecho a la integridad psíquica32 de las personas, poseyendo en este sentido, una doble naturaleza. En efecto, no sólo consiste en poder decidir qué aspectos de la vida propia pueden sustraerse del conocimiento público, y de poder decidir en qué momentos de la vida estar solo. Además es un aspecto esencial para el desarrollo psicológico normal de las personas. El poder tener un ámbito propio, conocido sólo por el individuo, es parte importante para el desarrollo de la espiritualidad del individuo. El ser humano es un ser social, sin duda, pero es a la vez un ser espiritual, en el sentido de que su interioridad es parte fundamental de una multiplicidad de facetas que se dan en el ser humano. La exposición de los aspectos reservados de la vida propia, puede resultar más en un perjuicio para esa persona que en un beneficio para la sociedad. Y aquí es donde la jurisprudencia debe determinar cuando la intromisión a esos aspectos privados escapa de la legitimidad que se le exige. La solución al conflicto, en caso que necesariamente deba optarse por uno de los derechos en conflicto, es entonces precisamente establecer una precedencia entre ellos, pero no a priori, sino que llevada al caso particular y concreto, es lo que se ha dicho por algunos determinar el “peso 32 Sin desconocer aquella doctrina que clasifica al derecho a la integridad física dentro de la dimensión material; y a la privacidad, dentro de la esfera inmaterial. A mi juicio, el situar a la integridad psíquica en el mismo plano que a la integridad física, dificulta su diferenciación. Dudosamente la integridad psíquica estará dentro de la esfera material cuando ella se refiere a una esfera distinta de la corpórea. Psíquico se refiere en sentido etimológico a “Lo perteneciente o relativo al alma”, del griego psique “alma humana”, aunque en nuestro contexto, se utiliza más bien como sinónimo de “mente.” 20 relativo”, lo que nos lleva a la solución que atendiendo a ciertas circunstancias un derecho pueda prevalecer sobre otro, pero si se alteran éstas, el resultado de dicha operación puede variar. Otro punto importante a analizar a este respecto se encuentra dado por la circunstancia de ser personaje público33 uno de los involucrados en un conflicto de derechos. No olvidando que ambos derechos en conflicto deben ser utilizados de manera legítima, en aquellos casos en que se ventilen hechos de la vida privada de un hombre público, es legítimo que sean difundidos por los medios de comunicación social, pero sólo en cuanto éstos puedan incidir en su vida pública, ya que se estima que el cuerpo social posee el derecho legítimo a saber aquellos hechos puesto que puede estimarse que van a afectar el fiel desempeño de su cargo, es decir, la vida privada constituye un límite al derecho a informar, en las condiciones antedichas. En el caso anterior, es decir, donde se encuentran involucrados personajes públicos, el estándar de protección que debe utilizar el Juez, es ciertamente menor a que si se tratase de un particular, que no posea notoriedad pública, lo anterior es porque se ha estimado que dichas personas se han expuesto a la vida pública, y con ello aspectos de su vida personal e íntima. Lo anterior se ve reforzado por el carácter de interés social que dicha información posee, pues en este caso, la intimidad o derecho al honor cede terreno ante la libertad de información, por lo que se requiere que la divulgación de esa información posea justificación legítima, que posibilite la intromisión en los actos de la esfera privada, personal e íntima de dicha persona. La idea anterior se ve refrendada y fortalecida al tenor de la indicación sustitutiva del Ejecutivo al Proyecto de Ley de Protección Civil al Honor y la Intimidad de las Personas, en el sentido que la protección de la privacidad debe ser más intensa cuanto menos se encuentre comprometido el interés público, en otras palabras, no todo lo que se hace en público es susceptible de ser informado, así como no todo lo que se realiza en privado debe ser protegido. Se ha estimado por algunos, que en estos casos de autoridades públicas, la doctrina imperante es aquella denominada “real malicia” , que establece una limitación el ejercicio de la libertad de informar sólo en cuanto a que el afectado puede recurrir en forma posterior a los Tribunales de Justicia en contra de quien emita información difamatoria, sea éste un particular o medio de comunicación, pero debe probar y demostrar que dicha información es falsa, pesando sobre sus hombros la carga del onus probandi. Esta misma doctrina es aplicable en aquellos casos en que se divulgue o ventile información privada de los personeros públicos, puesto que estas materias constituyen una legítima preocupación del cuerpo social, lo cual es determinado precisamente por la propia opinión pública o en su defecto, los Tribunales encargados de la resolución del asunto. 33 Con eso no hago referencia a personeros públicos o a miembros de algún poder del Estado, sino a deportistas destacados, personas ligadas al mundo del espectáculo etcétera, pero sin duda reviste mayor trascendencia pública en el primero de los casos. 21 Esta premisa de que de que las autoridades tienen menos privilegios en esta materia se produce precisamente porque ellos detentan o están en una posición de poder, que les permite, un acceso privilegiado a los mismos medios de comunicación para realizar sus descargos, también en forma pública. Como ya se ha señalado, nuestra Carta Constitucional proscribe expresamente la censura previa, estableciéndose otros mecanismos para hacer efectiva una eventual responsabilidad ulterior. Así las cosas, no es menos cierto han existido ciertos casos en donde nos encontramos derechamente ante prohibiciones de autoridades judiciales u otros organismos controladores que conllevaron a la prohibición de exhibición de ciertas películas, publicación, venta y distribución de libros, representaciones teatrales, musicales y artísticas. A modo ejemplar, he aquí casos que han causado revuelo público, ya sea por el contenido de las mismas o por las personas que aparecen a ellas vinculados. 1.- Tesis jurídicas de solución del conflicto 34 La doctrina nacional, ha sustentando diversas tesis que pretenden dar un marco teórico de solución al conflicto. Cronológicamente, tienen su comienzo en los primeros estudios preparatorios de la actual Constitución Política de 1980. A continuación, de manera resumida, se expondrán las tesis mencionadas: a. Atender el derecho más relacionado con la dignidad de las personas y los principios del régimen democrático. Esta postura, propuesta por el español Juan José Solozabal 35 sostiene que el conflicto debe solucionarse atendiendo a cual de los derechos se relacionan mayormente con la dignidad de las personas. El autor sostiene lo siguiente: “La importancia de los derechos deriva de su relación con la dignidad de la persona y de la imprescindibilidad de los mismos en un sistema democrático.” b. Criterio casuístico o de la argumentación 34 Maritza Castro Frías “Privacidad, vida pública y honra frente a la libertad de expresión, soluciones a un conflicto” En: Revista de Derecho Público de la Universidad de Chile, Santiago, Volumen 84, 2002. 35 Solozabal, Juan José. “Los derechos fundamentales en la Constitución Española”. En: Revista de Estudios Públicos, Nº105, julio/septiembre, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid, 1999, página 11, citado por Maritza Castro Frías. Ob.cit., página 274. 22 Fundamentalmente, son dos los autores nacionales que propugnan esta postura, Enrique Barros Bourie36 y Antonio Bascuñan Rodríguez. El primero se inclina por sostener que la solución no pasa por el texto de la Constitución, atendido lo concentrado de la misma y su pobre semántica. Se debe resolver los conflictos en estas materias, a la luz de los casos particulares y con buenas razones. Para ello propone una regla “amparada en jurisprudencias comparadas”, que sostiene que “para que haya reparación se exige que la materia hecha pública, en materia de privacidad, sea altamente ofensiva y objetable por una persona razonable, de sensibilidad ordinaria y además no tiene que haber un interés legítimo en hacer disponible al público la información.” Alejandra Nash37, sostiene que para comprender esta regla, en los términos que Barros la ha explicado, es necesario precisar en primer lugar, que la privacidad es de aquellos bienes que una vez lesionados no son reparables en naturaleza, una vez que la información es divulgada pasa a ser del patrimonio público irreversiblemente. En segundo lugar, Barros precisa las características del ilícito civil, como un patrón de conducta que excepcionalmente está definido en la ley, de esta manera el establecimiento del ilícito civil supone ponderar la forma como concurren los derechos en conflicto y cómo se distribuyen los costos personales y sociales en favor de una u otra decisión y en tercer lugar, puntualiza que la violación a la intimidad no está protegida por la excepción de veracidad de los hechos divulgados, lo importante es que de acuerdo a ciertos patrones de conducta la intromisión sea ilegítima. Antonio Bascuñan Rodríguez, según Nash 38, señala que la solución a esta colisión de derechos pasa por decisiones ponderadas que deben ser tomadas en cada caso, según las circunstancias del mismo, evaluando y sopesando las restricciones a los derechos y las vulneraciones a los otros derechos involucrados, para tomar una decisión que adecue al sistema social, en el que se inserta y respete las diferentes posturas que en él se puedan encontrar. c. Criterio de la jerarquía de derechos Esta postura que ha sido, probablemente, la más difundida entre los autores nacionales, ha sido reconocida y desarrollada por diversas personas e instituciones. Así, tenemos que la Comisión de 36 Barros Bourie, Enrique. “Honra, Privacidad e Información: Un crucial conflicto de bienes jurídicos”. En: Revista de Derecho. Universidad Católica del Norte – Sede Coquimbo. Año 5. 1998, página 56 y ss. 37 Nash Lavín, Alejandra. “Conflictos y jerarquías de los derechos constitucionales: Análisis dogmático y de jurisprudencia.” Memoria para optar al grado de Licenciada en Ciencias Jurídicas de la Universidad de Chile. Santiago. 2000, página 33. 38 Nash, Alejandra. Ob, cit., página 73. 23 Estudio de la Nueva Constitución, el Consejo de Estado, los Tribunales de Justicia o José Luis Cea Egaña, han sostenido que existe una jerarquía de los derechos constitucionales. i) Comisión de Estudios de la Nueva Constitución y el Consejo de Estado. Los anteproyectos de la Comisión y del Consejo, de la actual constitución establecían que los tribunales de justicia podían prohibir la publicación o difusión de opiniones o informaciones atentatorias contra la moral, el orden público, la seguridad nacional, la vida privada, etc. En otros términos, el conflicto entre vida privada y libertad de expresión debía ser resuelto por la judicatura, privilegiando el primer derecho respecto del segundo39. ii) José Luis Cea Egaña. José Luis Cea Egaña reconoce que los derechos consagrados en la Constitución son valoricamente iguales y obligan de la misma manera, pero estima que ellos tienen una jerarquía dispar y que cuando entran en conflicto los unos con los otros, la solución debe ser encontrada, precisamente en su jerarquización o gradación. La escala, para éste autor, comienza con “el derecho a la vida y la integridad personal; continua con la intimidad, el honor y la inviolabilidad del hogar; para concluir con el orden público económico, dentro del cual se halla la libre iniciativa empresarial...” 40 La actual numeración de los derechos del artículo 19 de la Constitución Política de 1980, siguen un orden determinado, es decir, la secuencia jerárquica ya enunciada. Y lo mismo cabe aseverar del orden con que aparecen asegurados en los Pactos Internacionales respectivos. Cea Egaña41, propone reglas para armonizar los posibles conflictos entre los dos derechos. Ellas permitirían a cualquier entendido en materias jurídicas solucionar los problemas de colisión. La 39 El artículo 19 números 11 del anteproyecto de la Comisión, en lo pertinente señalaba lo siguiente: “La libertad de emitir opinión y la de informar, sin censura previa, en cualquier forma y por cualquier medio, sin perjuicio de responder por los delitos que se cometan en el ejercicio de estas libertades, en conformidad a la ley. Con todo, los tribunales podrán prohibir la publicación o difusión de opiniones o informaciones que atenten contra la moral, el orden público, la seguridad nacional o la vida privada de las personas.” Y el número 12 del anteproyecto del Consejo indicaba: “La libertad de emitir opinión y la de informar, sin censura previa, en cualquier forma y por cualquier medio, sin perjuicio de responder por la falsedad de la información y de los delitos y abusos que se cometan en el ejercicio de estas libertades, en conformidad a la ley. Con todo, los tribunales podrán prohibir la publicación o difusión de opiniones o informaciones que atenten contra la moral, el orden público, la seguridad nacional, la vida privada de las personas o el secreto de las actuaciones del sumario, o si lo consideran necesario para el éxito de la investigación.” 40 41 Castro, Maritza. Ob. cit., página 277. Cea. Egaña, José Luis. “Estatuto constitucional de la libertad de información”. En: Revista de Derecho. Universidad Católica del Norte - Sede Coquimbo. Nº5. 1998, páginas 39 y 40. 24 primera regla plantea lo siguiente: “Tratándose de la vida pública, en una democracia siempre tiene que prevalecer la libertad de información”. A continuación, la segunda sostiene que: “Si se trata de la vida privada o de la vida intima es preeminente el derecho a la intimidad y, naturalmente, también el derecho a la honra.” Siguiendo, la tercera regla, señala lo siguiente: “La libertad de información, el derecho a la intimidad, el derecho a la vida privada, a l a vida pública y a l a honra, tienen, todos, excepciones que los vuelven derechos de ejercicio ilegítimo”. Las excepciones a esta última regla, son que el secreto de lo íntimo o de la privacidad, no puede invocarse para cubrir el dolo propio, o lesionar el bien común, o dejar en riesgo la seguridad del Estado o la seguridad nacional. Tampoco la publicidad de la información puede esgrimirse con el fin de afectar lo que ese mismo bien común exige cautelar para beneficio de todos, que es el de intimidad. Estas situaciones tienen que tener rango legal para que no terminen afectando a la regla. La cuarta regla, sostiene que: “Lo privado del hombre público existe siempre” y finalmente el autor indica que “en caso de restricción (a la información42), no basta alegar una finalidad de protección a los valores íntimos o al interés público. Se debe ponderar por el juez la gravedad de la intromisión en la intimidad, como asimismo, si la medida es imprescindible para asegurar el bien común que se pretende proteger.” iii) Tribunales de Justicia. Los Tribunales de Justicia nacionales, tradicionalmente, adscribieron a la teoría de José Luis Cea Egaña de la existencia de una preeminencia entre los derechos constitucionales. En el último tiempo, tres fallos han tenido un razonamiento distinto. En sentencia de 1999, la Iltma. Corte de Apelaciones de Santiago, no aceptó el principio de la jerarquía. Posteriormente, conociendo de esta misma sentencia la Excma. Corte Suprema, lo acepta, mas lo relativiza, al señalar que además deben valorarse otros. Por otra parte, el año 1991 el máximo tribunal, sin pronunciarse sobre la colisión, da a entender que se vulnera el derecho a la honra y vida privada y pública de las personas, si no hay verdad en las aseveraciones que se informan. Posteriormente, en el año 2000, este mismo estrado, aplicó un criterio parecido a las tesis del interés público y del carácter individual o social de la libertad de expresión (ambos serán explicados más adelante). En el párrafo III, del presente informe se detallan las doctrinas a que la jurisprudencia nacional ha adscrito, mediante el análisis de diversas sentencias de los tribunales superiores de justicia. 42 El entre paréntesis es nuestro. 25 d. Criterio positivista Para Maritza Castro Frías43, la forma valida de zanjar el conflicto es por la adecuada interpretación de las normas jurídico-positivas al caso particular, con sujeción al principio de supremacía constitucional. En el caso de Chile, no existen normas de dicho rango que solucionen el conflicto, sin embargo la Carta Fundamental, da luces al señalar, claramente, que no cabe la censura previa, sin perjuicio de que si en el ejercicio de la libertad de expresión se incurre en un abuso o delito, se debe responder por él. El énfasis debe estar en la represión expost. En otras palabras en determinar si ha habido ejercicio ilegítimo del derecho de información y a quien le corresponde dicha responsabilidad penal. No en censurar ex-ante la información. La autora recuerda que el Nº12 del artículo 19 de la Constitución Política de 1980, establece un sistema que ella denomina de “respuesta, aclaración y responsabilidad” para los casos de alusiones u ofensas proferidas por medios de comunicación social. En éste se acepta que pueden existir responsabilidades para las personas que divulguen información falsa y no se plantea la censura previa como mecanismo de solución de los conflictos. e. Criterio que atiende al carácter individual o social de la libertad de expresión. Esta postura es sustentada por el Tribunal Constitucional Español. Otorga preferencia a la libertad de expresión y de información cuando ésta se mueve en su dimensión colectiva o pública, es decir en el ámbito de “creación de opinión pública libre como pieza esencial del orden democrático”44 siempre que la información sea relevante y veraz. En el primer caso, la relevancia puede justificarse por la persona de la que procede o en relación a la cual se produce el hecho noticioso, por su carácter público o su trascendencia social, o “bien por ser de interés su conocimiento público a los efectos de la formación de una opinión libre”45. La veracidad de la información dice relación con hechos. En este punto debe analizarse la relevancia pública de la intromisión y difusión de los hechos. En cuanto a las ideas o opiniones, ellas se validan por ser más o menos convincentes, o sólidas o persuasivas y no por acercarse a la verdad o la falsedad. Por su parte cuando el conflicto se da en la dimensión meramente individual, serán el honor y la privacidad los límites del derecho de información, alterándose el criterio de la dimensión pública. 43 44 Castro Maritza. Ob. cit., página 280. Albertí Rovira, Enoch. “Libertad de información y derecho a la privacidad y al honor en España y en la Convención europea de Derechos Humanos”. En: Ius et Praxis. Universidad de Talca. Nº6. 1999, página 61. 45 Albertí, Enoch. Ob.cit., página 61. 26 2.- Tesis periodísticas para coordinar derechos a la información y a la honra De acuerdo a Pilar Rodríguez Birrel46, en la labor periodística existen diversos criterios para coordinar las colisiones de los derechos de honra y de información, siempre teniendo en cuenta que entre ellos no existe una jerarquía de importancia. Los criterios son los siguientes: a. Criterio de Verdad Este plantea que la base del objeto del derecho a la información es la verdad de los antecedentes que fundamentan el mensaje informativo. Así, la voluntad del informador ha de ser, tratar por todos los medios posibles, de aspirar alcanzar la verdad, al menos en lo que dice relación con el núcleo de la información. Rodríguez Birrel señala que la exigencia para el profesional es que debe “tener absoluta certeza (dentro de sus posibilidades) de que aquel mensaje informativo que está difundiendo a un público específico es verdadero, y que no le caben dudas al respecto.”47 En estos casos se podrá afectar la fama o la imagen social, pero no la honra ya que esta requiere información con una base falsa. b. Criterio de responsabilidad informativa Este criterio es cercano y complementa al anterior, y significa que el profesional de la comunicación debe difundir los antecedentes que posee, en la medida que sean verdaderos, pero además tiene obligación de advertir al receptor de la ausencia de otros que no le constan. En principio no podría omitir dar cuenta de ellos, pero con la salvedad respecto de su veracidad. En ningún caso podría comunicarlos si carece de elementos sustanciales para la interpretación del mensaje informativo, por cuanto ello podría significar una distorsión de la realidad que pretende difundirse. El principio subyacente en esta postura es que el periodista no tiene obligación de proteger la reputación de las personas en la sociedad, pues “éste es un concepto subjetivo y muy ambiguo”48. 46 14 Rodríguez Birrel, Pilar. “La coordinación de los derechos a la información y a la honra” En: Cuadernos de Información. Pontificia Universidad Católica de Chile. Nº4-5. 1987-1988, páginas 85 y ss. 47 Rodríguez B., Pilar. Ob. cit., página 85. 48 Rodríguez B., Pilar. Ob. cit., página 86. 27 Rodríguez Birrel, acepta que esta postura puede ser calificada de abusiva, pero asimismo considera que existen herramientas legales para perseguir las responsabilidades penales por los mensajes informativos. c. Criterio de ponderación operativa Este criterio estima como básico que en todo proceso de tratamiento y difusión de la información, la prudencia del profesional de la comunicación es indispensable. Joseph Pieper, citado por Rodríguez Birrel49, señala que esta virtud es “cognoscitiva e imperativa. Aprehende la realidad para luego, su vez, ordenar, el querer y el obrar”. El informador, antes de difundir la información, deberá ser capaz de ponderar, de manera honesta y objetiva, las consecuencias favorables y desfavorables (entre ellas afectar la honra de otros) para él y para los terceros de sus actos. d. Criterio de Interés Público El criterio del interés público pretende determinar si la información apunta hacia la consecución de un bien social real, que contribuya a la formación de la persona humana en sociedad. El punto de partida de este análisis, es la constatación de la existencia de interés público en la información. Este concepto ha sido definido por diversos autores. Antonio Millán Puelles señala a su respecto que es “el bien apto para ser participado por todos y cada uno de los miembros de una comunidad o sociedad de personas humanas”50. José Ortego, por su parte, lo define como: “los acontecimientos son o no interesantes, en cuanto tienen aptitud para satisfacer los apetitos racionales, las necesidades de los lectores; o carecen de tal potencialidad. Según este criterio, el acontecimiento cuya difusión puede servir algún interés humano, tiene potencialidad para satisfacer un apetito racional, es noticia”51. La racionalidad exigida, para Rodríguez Birrel52, deberá ser determinada mediante el justo equilibrio entre las percepciones profesionales del periodista y lo que pueda, realmente, estar requiriendo el público en materia informativa. 49 Pieper, Joseph. “Virtudes fundamentales”. Editorial Rialp. Madrid. 1976, página 75. Citado por Pilar Rodríguez Birrel. Ob. cit., página 89. 50 Millán Puelles. Antonio. “Sobre el hombre y la sociedad”. Editorial Rialp. Madrid. 1976, página 10. Citado por Pilar Rodríguez Birrel. Ob. cit., página 89. 51 Ortego, José. “Noticia, actualidad, información”. Editorial Eunsa. Pamplona. 1976, página 75. Citado por Pilar Rodríguez Birrel. Ob. cit., página 90. 52 Rodríguez B., Pilar. Ob. cit., página 90. 28 En la determinación del interés público, es fundamental, comprobar si los actos o hechos irregulares, forman parte de la vida privada de una persona. En dicho caso, no deben ser informados, por cuanto ellos “no aportan elementos sustanciales al desarrollo del hombre en su sociedad, ni tampoco apunta hacia un bien social. En definitiva, no constituye un interés público”53. En el caso que dicha información se refiere la vida pública o al ejercicio de una función social, de personajes públicos, es lícito informar o elaborar críticas a su respecto. Sin embargo, si se encuentra en el ámbito privado de esa persona, sólo constituirá interés público en la medida que los antecedentes trascienden en sus consecuencias al ámbito público. Ante la pregunta de quiénes son personas públicas en una sociedad, se han planteado diversas clasificaciones. Ignacio Berdugo54, señala que primero se han de incluir a quienes ostentan cargos formales en el poder político, como en el ámbito de la vida social (en instituciones sociales, culturales, económicas, deportivas, etc.). Ellos asumen una responsabilidad social en el ejercicio de sus cargos, esto los hace más vulnerables al conocimiento de algunos aspectos de su vida privada, en la medida que trasciendan a la vida pública. En todo caso existe un núcleo de intimidad que no puede ser accesible a ninguna persona, sin el consentimiento del afectado. Lo anterior importa para el periodista el deber de ponderar si su interés informativo esta motivado por el correcto ejercicio del control social de las funciones públicas, de caso contrario debe abstenerse de informar. 53 Rodríguez B., Pilar. Ob. cit., página 90. 54 Berdugo, Ignacio. “Honor y libertad de expresión.” Editorial Tecno. Madrid. 1987, página 110. Citado por Pilar Rodríguez Birrel. Ob. cit., página 91. 29 IV. CAPITULO III: JURISPRUDENCIA Primariamente, y sin ánimo de redundar en el análisis de casos que han sido ampliamente discutidos tanto en la esfera jurídica como periodística, me referiré brevemente a algunos casos emblemáticos en esta materia, a fin de mostrar la forma en que los tribunales de justicia han resuelto dichos problemas. * Recurso de Protección “Luksic con Martorell y otro”. Iltma. Corte de Apelaciones de Santiago En el caso Martorell, como se recordará, el periodista Francisco Martorell publicó un libro llamado “Impunidad Diplomática”, en el que aludía a la conducta indecorosa de ciertos personajes públicos chilenos. Algunos de los aludidos presentaron un recurso de protección. El fallo que acogió el recurso de protección presentado en contra de Francisco Martorell y en el que se prohibió la circulación del libro en Chile, determinó que “el derecho al honor y el derecho a la vida privada tienen mayor jerarquía que la libertad de expresión”. En el considerando N°3 de la sentencia de la Corte se lee lo siguiente: “3°) Que el respeto a la vida privada, a la dignidad y a la honra de la persona humana y de la familia constituyen valores de tal jerarquía y trascendencia que la sociedad política se organiza precisamente para preservarlos y defenderlos, de modo que no puede admitirse concepción alguna del bien común que permita el sacrificio de ellos ni convertir tal sacrificio en medio para que prevalezca otra garantía constitucional.” Con lo anterior, la Corte Suprema consideró que existe una jerarquía entre los derechos, según la cual el derecho a la intimidad prevalece sobre la libertad de expresión. Es así, como la Corte Suprema confirmó el razonamiento seguido por la Corte de Apelaciones, que en la primera instancia señaló que: “8°) Que en la especie, el libro impunidad Diplomática se refiere en su mayor parte a hechos que caen en el ámbito de la vida privada e íntima de las personas, y que por ende no es lícito a su autor divulgarlos a terceros, por encontrarse el ejercicio de su libertad de expresión restringida por un derecho de mayor jerarquía, como es el consagrado en el artículo 19 N° 4 de la Carta Fundamental…”55 55 Según Ximena Fuentes Torrijo: “Nadie discute que el constituyente siguió, aunque no lo diga expresamente un orden de prelación en las garantías y derechos que consagra el artículo 19. Desde luego, la ordenación en que aborda tales derechos y garantías no es arbitraria, como lo prueba la sucesión descendiente de su importancia”. Fuentes, X. “Criterios Para Solucionar El Conflicto Entre La Libertad De Expresión Y La Protección De La Honra De Las Personas: Dos Métodos Distintos De Razonamiento Jurídico”. En mi opinión, esta “sucesión descendiente” de las garantías constitucionales no es tan clara, toda vez que hay derechos que se consagran antes que algunas de las garantías 30 El razonamiento utilizado por la Corte de apelaciones para concluir que existe un orden de prelación entre las garantías del Artículo 19, parece haber sido determinado por el hecho de que tanto en la Constitución como en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, está sujeta a restricciones entre las cuales se contempla la protección de la privacidad y de la honra. En cambio, la protección a la esfera de la intimidad de las personas no contempla ninguna restricción. De esta manera, la Corte concluye que: “…no sólo la Constitución Política asigna indiscutiblemente un mayor valor a la honra, sino que un instrumento internacional de carácter universal como es el Pacto Internacional de derechos civiles y Políticos coincide con ella”. Este razonamiento empleado por la Corte fue, de acuerdo a los parámetros de Atiyah y Summers56, un razonamiento enteramente formal, pues la prevalencia de un derecho sobre el otro no es resultado de un proceso de ponderación, como debería ser en materia de derechos fundamentales, sino de la aplicación de una jerarquía preestablecida en el texto mismo de la Constitución. * Recurso de Protección, “García Valdés, Sergio y otros contra el Consejo de Calificación Cinematográfica”. Iltma. Corte de Apelaciones de Santiago Varias personas recurren en contra de la decisión del Consejo de Calificación Cinematográfica de revisar una resolución administrativa anterior suya, en la que había censurado la película “La última tentación de Cristo”57. La Iltma. Corte, en lo pertinente a este trabajo, acepta la postura de amparadas por el derecho de protección. Por ejemplo ¿podría afirmarse que el derecho de reunión antecede en importancia al derecho de propiedad, uno de los últimos consagrados en la carta fundamental? A mi parecer, no lo es, al menos, no tiene la trascendencia que le da su utilización en el diario vivir en cuanto a su invocación como medio para proteger diversos intereses que incluso exceden, según algunos, su natural alcance, en lo que se denomina la “propietarización de los derechos”. 56 57 “Form and Substance in Anglo-American Law”. Atiyah, P.S. y Summers, R. S. Clarendon Press, Oxford, 1996. "La Ultima Tentación de Cristo" (1987), de Martin Scorsese, En noviembre de 1988, es rechazada por considerar que su argumento "contradice las enseñanzas de la Biblia y constituye una ficción de una parte de la vida de Cristo". El fallo fue ratificado el 14 de marzo de 1989. El 11 de noviembre de 1996, el organismo recalifica el filme, dejándolo para mayores de 18 años. Un día después, abogados vinculados a la corporación Porvenir de Chile presentan un recurso de protección y una orden de no innovar en contra de la cinta. El recurso es aceptado y se suspende la exhibición. El 20 de enero de 1997, la Séptima Sala de la Corte de Apelaciones de Santiago resuelve acoger el recurso y prohíbe la exhibición de la película en Chile. En junio de mismo año, la Corte Suprema confirma el fallo del tribunal de alzada, con lo que la exhibición del filme en el país queda definitivamente prohibida. El 10 de septiembre de 1997, el caso es llevado a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, la que en mayo de 1998 acepta la denuncia y comienza la revisión del caso para presentarlo a la Corte. 31 la jerarquía de derechos constitucionales, más no es éste el argumento principal para acoger el recurso de protección. En este caso, se examinó por la Corte de Apelaciones de Santiago la imagen de las figuras bíblicas envueltas en su trama, prohibiendo la exhibición de la película por estimar que contenía un mensaje anticristiano ofensivo por cuanto Jesús aparece como un personaje inseguro, que parece ser un Cristo por casualidad a pesar suyo, entre otras razones. En cuanto a la exhibición de escenas con contenido sexual, estas no tienen un contenido que pueda calificarse como pornográfico ni nada que se le parezca, ya que están insertas dentro del contexto de la historia de un hombre de carne y hueso, como fue Jesús. Y sin perjuicio que los evangelios señalen otra realidad que la que la película expone, no tiene nada de retorcido ni anormal plantearse una posibilidad diversa, atendida la naturaleza humana de Jesucristo cuando existió. Teniendo en consideración la advertencia del autor del libro de que esta representación corresponde a una exploración espiritual, que no se basa plenamente en los evangelios, no queda claro en que radica la falta de decencia de la película. En este caso, la Corte intentó hacer una En un fallo inédito, el 9 de febrero de 2001 el tribunal internacional resuelve que el Estado chileno debe eliminar la censura previa de su ordenamiento jurídico y exhibir la película. Pese a la contundente resolución, la cinta aún no ha sido presentada en el país, esto debido a que, según han explicado las autoridades, el CCC no puede invalidar el fallo de la Corte Suprema, recalificar y permitir la exhibición del filme, a menos que medie una sentencia de los propios tribunales que deje sin efecto lo resuelto. Asimismo, se ha argumentado que para que "La Ultima Tentación de Cristo" pueda ser mostrada, es clave la aprobación del nuevo proyecto de Ley de Calificación Cinematográfica, también denominada Ley de Cine. La nueva legislación fue aprobada el 29 de octubre de 2002 por 99 votos a favor y una abstención en la Cámara de Diputados. Un día después, el 30 de octubre, fue ratificada unánimemente en el Senado. Uno de los párrafos de la iniciativa señala que, a partir de la aplicación de la ley, las películas "que hayan sido 'rechazadas' dejarán de estarlo y para su exhibición o comercialización deberán someterse a la calificación del Consejo". Esta indicación afecta principalmente a "La Ultima Tentación de Cristo", ya que abre la interrogante sobre si debe primar el criterio de la nueva ley que permite recalificar las cintas, o el del fallo de la Corte Suprema. Sin embargo, el 9 de enero de 2003 el nuevo Consejo de Calificación Cinematográfica recalificó la cinta para mayores de 18 años. El 30 de octubre de 2002 fue aprobado en el Senado el proyecto de Ley sobre Calificación Cinematográfica, con lo que la iniciativa quedó lista para su promulgación por el Ejecutivo. Entre otras cosas, la nueva legislación crea un nuevo Consejo de Calificación Cinematográfica, en el cual es eliminado el actual representante de las Fuerzas Armadas. Sin embargo, el organismo mantendrá su dependencia del Ministerio de Educación y tendrá la misión de calificar la exhibición pública del material cinematográfico en tres tramos: todo espectador, mayores de 14 y mayores de 18 años. Las calificaciones, además, agregan expresiones orientadoras como "contenido educativo", "inconveniente para menores de siete años", "contenido pornográfico o excesivamente violento". Las películas pornográficas sólo pueden ir a salas triple X, mientras que la única restricción para las excesivamente violentas es que no podrán exhibirse en la TV abierta. El Consejo no podrá censurar previamente ningún material fílmico, tampoco tiene injerencia sobre el cable o la televisión satelital, ni menos sobre producciones adquiridas para "consumo personal". Este proyecto fue promulgado el 09 de diciembre de 2002, y hoy es ley de la República. 32 valoración sustantiva, pero cayó nuevamente en argumentos formales para prohibir su exhibición. En casos como este es que la prohibición de la censura previa se justifica plenamente, pues cuando hay algún margen de posibilidad, los tribunales no han dado argumentos de suficiente peso como para validar tal prohibición. * Recurso de Queja ante la Excma. Corte Suprema, contra el Ministro Haroldo Brito Cruz y otros. Recurrente Francisco Bartucevic Sánchez La presente causa se origina en un Recurso de Queja interpuesto por el abogado Bartucevic, representante del ex - Ministro de la Excma. Corte Suprema Servando Jordán, contra los ministros que revocaron una sentencia que ordenaba a “El Mercurio” de Santiago, rectificar una nota editorial que, según el recurrente, vulneraba la Ley sobre Abusos de Publicidad, vigente a la fecha. La Excma. Corte Suprema reconoce la prelación de los derechos constitucionales, más establece que, por prudencia se debe complementar con otros criterios, entre los cuales se reconoce el del interés público, el casuístico y el carácter individual o social de la libertad de expresión. Señala: “Que el artículo 19 de la Constitución Política de la República señala los derechos que la Carta Fundamental reconoce y asegura a todas las personas. Si bien afirman que dicha enumeración es jerárquica, de manera que unos derechos deben prevalecer sobre otros de acuerdo al orden establecido en esa disposición, lo cierto es que no resulta apropiado ni prudente emplear ese solo criterio para dirimir una colisión de derechos constitucionales. La racional y justa decisión de tales conflictos deberá siempre valorar, además de la consideración abstracta de los derechos en concurso, cuestiones de hecho como la calidad o estados de las partes, el cargo o autoridad pública que alguna de ellas detentare, las formas que revistiere el ataque contra la garantía constitucional o las circunstancias en que el denunciado ilícito se habría producido.” (Considerando 12º) * Recurso de Apelación “Jordán, Servando con Illanes, Juan Pablo, en representación de El Mercurio de Santiago”. Iltma. Corte de Apelaciones de Santiago El ex - Ministro de la Excma. Corte Suprema Servando Jordán, demandó a “El Mercurio” la rectificación de una nota editorial. En primera instancia se acogió la petición, pero luego la Iltma. Corte de Apelaciones revocó ese fallo. Los Ministros niegan que el mecanismo de solución del conflicto sea mediante la jerarquía de derechos. Para ellos, serán las normas legales las que armonicen a los derechos, con ello se acercan al criterio positivista, con guiños al de interés público. 33 El fallo señala lo siguiente: ”Que atendida la naturaleza de los derechos constitucionales, entre los que se encuentran el derecho a la honra y el derecho de expresar opinión, no es posible establecer relaciones de jerarquía, y, por lo mismo, la colisión entre ellos no puede ser solucionada privilegiando unos en perjuicio de otros. Por ello, entonces, la armonización que se requiere en algunos casos se obtiene mediante excepciones que siempre deben preverse mediante leyes de quórum calificado y, en otros, a través de contrapesos legales que hacen posible el ejercicio coetáneo de los mismos. Por tal razón, y a objeto de cautelar la honra personal en relación con el derecho de informar, es que ha sido establecido el derecho de respuesta, toda vez que de este modo junto con garantizar la libertad de expresión también se aseguran los intereses particulares y sociales relativos a la honra y dignidad personal.” (Considerando 3º) . * Recurso de Protección, “Berríos con Revista Qué Pasa”. Excma. Corte Suprema Carlos Berríos González dedujo recurso de protección contra la Revista Qué Pasa, por supuestas imputaciones que ésta le habría hecho de participar en delitos vinculados al tráfico ilícito de estupefacientes. Solicitó protección de su honor y de la honra, mediante las medidas que fuesen necesarias. La Excma. Corte, determinó que atendido que existían imputaciones que podían ser estimadas como delitos de calumnia e injuria, procedía tener en consideración los criterios positivista y de verdad, desde el momento que deben operar las disposiciones legales sobre responsabilidad penal por la veracidad o no de las informaciones. El máximo tribunal señaló en sus vistos: “Que la publicación de que se trata hace referencia condenas anteriores tanto para fines particulares como especiales que rolan a fojas 2 y 3 de autos, de manera que tal aseveración vulnera la garantía constitucional contemplada en el artículo 19 Nº4 de la Constitución Política de la república referente al respeto y protección a la vida privada y pública y honra de las personas.” * Recurso de Protección, “Callejas, Tamara con Echeverría, Mónica” Tamara Callejas recurre de protección contra Mónica Echeverría escritora, quien la entrevistó acerca de su vida. La autora decidió escribir un libro al respecto pese a que la recurrente había negado autorización para hacer pública su historia e identidad. 34 La Excma. Corte, negando el recurso, aplica un criterio similar a las tesis del interés público y a la del carácter individual o social de la libertad de expresión. Para ello cita la obra “The protection of privacy” del autor Reymond Wacks58־59 * Recurso de Protección; “Donoso, Luz y otros con Revista Caras” Este particular caso llegó a conocimiento de la Corte de Apelaciones de Santiago en Agosto de 1998, cuando doña Luz Donoso por sí y en representación de sus hijas Alejandra, Leonor y Francisca Zegers Donoso, dedujo la acción constitucional de protección contra la revista Caras, por la amenaza a su derecho a la vida privada que representaba una eventual publicación de un artículo que dicha revista estaba preparando a propósito del suicidio del esposo de la Sra. Donoso, con pretensiones de vincular este hecho con el accidente de la línea aérea Fawcett en Arequipa, en el cual falleció una de sus hijas. Este recurso fue acogido en primera instancia, pero fue luego desestimado en la apelación ante la Corte Suprema, por considerar que tal derecho no estaba siendo afectado por la actuación de la revista. Como se ha dicho con anterioridad, el hecho de tener una persona el carácter de “pública”, debilita hasta cierto punto la protección que el ordenamiento jurídico pueda brindarle. En este caso en particular, se trata de una persona sin tal carácter, por tanto la protección constitucional es, o debiera ser más fuerte, sin embargo de lo cual y para eludir el hecho de que no se estaba ante un personaje público, la revista caras pretendió ligar esta muerte a un hecho noticioso ampliamente difundido, cual fue el accidente de un avión de la línea aérea Fawcett en Arequipa, bajo el pretexto de “mostrar las secuelas materiales, sociales y morales y la doble victimización a la que se ven sometidos los familiares de personas que han sufrido accidentes aéreos” . 58 Obra no disponible en el fondo bibliográfico de la Biblioteca del Congreso Nacional de Chile. 59 En estricto rigor el nombre del autor es Raymond Wacks y no Reymond Wacks. Es profesor de derecho, específicamente de la cátedra de teoría del derecho de la Universidad de Hong Kong y sus áreas de especialización son teoría del derecho, derechos humanos y especialmente protección de la privacidad. Fuente: Página web de la Facultad de Derecho de la Universidad de Hong Kong: http://www.hku.hk/law/dept/rw.html (febrero, 2004). El considerando 2º del fallo señala lo siguiente: “Según Reymond Wacks: cfr, The protection of privacy, Londres, 1980, págs 89-90 (...), la mejor manera de conciliar el derecho a la intimidad con el de la libertad de expresión es la protección legislativa del individuo frente a la publicidad que pudiere dársele, cuando se divulguen datos personales o confidenciales. Las posibles defensas esgrimibles por quien divulga semejantes datos son las siguientes: a) ser una publicación de interés público; b) ser el demandante un personaje público; c) estar el demandante en un lugar público; d) tratar de una información de la que pueda disponer un registro público; e) haber dado el demandante su consentimiento a la publicación; f) modo de adquisición de la información; g) la importancia de lo publicado respecto de la identidad del demandante; h) trascendencia de la invasión producida a la intimidad; i) motivo de la publicación.” 35 A mi parecer, el hecho de que la revista caras haya pretendido publicar las circunstancias en que murió el padre de una de las pasajeras de un avión de la línea aérea fawcett en Arequipa, atenta contra la vida privada de su familia, más precisamente, constituye una amenaza contra su derecho constitucionalmente consagrado. Más aun, la excusa de la revista de que tal información ya había sido difundida por otros medios de comunicación60 con anterioridad, no es válida. Si bien es cierto, dichos medios privaron del derecho a la intimidad a esta familia respecto de las condiciones en que murió el padre de familia, su conducta que de por sí era reprochable por transgredir la intimidad del núcleo familiar, no habilita a otros medios para seguir conculcando dicha garantía61. En este sentido, la Corte de Apelaciones señaló en su considerando N° 8: “Que respecto de las publicaciones en revistas y televisión que se hicieron relativas a la trágica muerte del señor Zegers, las que sirven de sustento a la posición de la recurrida, no estuvo la Corte en situación de evitarlas, no pudiendo servir de modo alguno como justificación para tornar ahora la situación en ignominiosa para esta familia y persistir en los errores;”62 La soberanía en materia de la privacidad se extiende no sólo a la persona individualmente considerada, también a su familia, y se extiende además tanto a las condiciones de la vida de las personas que integran su núcleo, como de las de su muerte, sobre todo en estos especiales casos en que dichas condiciones acrecientan el dolor de sus deudos. En efecto, los medios de comunicación que se adelantaron a la publicación que la revista caras estaba preparando, arrebataron a esta familia su derecho a mantener estas condiciones en reserva. El hecho de haberse producido su muerte en forma autoinducida no reviste interés público, ni aun en el entendido que dicha muerte efectivamente hubiese tenido relación de causa a efecto con el accidente y muerte de su hija. A mayor abundamiento, en el caso del suicidio, los motivos que puedan llevar a una persona a llevar a cabo tal decisión, son usualmente complejos, se dan en un contexto determinado y se deben a una suma de factores, en los cuales nada tienen que ver los medios de comunicación social. Volviendo a lo dicho anteriormente, la familia tiene el derecho preferente a reservarse las condiciones de esta muerte, sobre todo cuando estaba en juego la estabilidad emocional de la 60 61 Entiéndase por tales, Diario Las Ultimas Noticias y canal Megavisión. De aceptarlo así, el Derecho colapsaría, pues cada vez que no fuese posible perseguir al autor de una infracción, quienes siguieran sus pasos podrían alegar la falta de acción dirigida contra tales. 62 En este punto, la Corte Suprema, al revocar la sentencia de la Corte de Apelaciones, no se pronuncia acerca de dicho argumento, por lo cual debe inferirse que no lo descarta. Más bien, los motivos para revocar los funda en otras consideraciones. 36 menor de las hijas, de escasa edad y presumiblemente escasa madurez como para dimensionar este hecho sin que se le generase un daño psicológico irreparable, todo ello por el manejo inescrupuloso de información que dudosamente podría calificarse como de interés público. Al respecto, la Corte de Apelaciones de Santiago señaló en su considerando N° 7: “ Que a lo anterior cabe agregar, que la menor de las hijas por las que se recurre, Francisca, tiene tan sólo ocho años de edad, lo que hace aun más aconsejable evitar publicaciones, por bien intencionadas que sean, que puedan a tan corta edad revelarle una verdad que no será capaz de comprender y que puede ocasionarle daños síquicos irreversibles;” La ponderación de la Corte Suprema, en conclusión, resultó errada. Efectivamente, nos encontramos ante un caso en que la Corte tuvo la oportunidad de decidir a favor del afectado en su derecho, ponderando sustantivamente y con seriedad la naturaleza del daño que se estaba por causar al recurrente. Sin embargo, no fue de esta manera. Y sostengo que esta ponderación fue errada porque faltó la delicadeza y la altura de miras como para darse cuenta de que aquí se estaba faltando a uno de los deberes del Estado, o más precisamente de uno de sus órganos, cual es velar por la protección de la familia, por ser ésta el núcleo fundamental de la sociedad. Más aun, faltó a su deber en estas condiciones tan dolorosas y desesperadas como fue para esta familia la pérdida de un ser querido por una vía no natural, autoinducida, cuando era precisamente ella la Corte- quien estaba llamada a restaurar el imperio del Derecho. Si la Corte en el caso Martorell, por ejemplo, estimó que ningún derecho o valor puede anteponerse al derecho a la honra y a la privacidad de las personas, no se entiende cual es el motivo de un cambio tan radical de postura, máxime si se afectaba la intimidad de toda una familia, ya no sólo de un individuo. De esto, podría concluirse que la Corte en algunos casos se ha escudado en argumentos de mayor jerarquía de un derecho por sobre otro, y al criticarse esta valoración adjetiva sobre todo en instancias internacionales, se ha tendido a ponderar más detenidamente las circunstancias de hecho, al menos aparentemente, para intentar aplicar una valoración sustantiva, y arribar a un resultado más justo. Sin embargo, esta ponderación no ha sido efectiva para proteger los derechos realmente vulnerados de las personas. Se alegó en primera instancia por revista Caras, que el reportaje todavía no estaba listo y que el tema “estaba en fase de investigación”, que el suicidio del Sr. Zegers había sido motivado, entre otros factores, por la muerte de su hija como efecto de este accidente como también por la molesta tramitación posterior, por ello se estimó por la recurrida que se trataba de un tema de alto interés público y de “actual cobertura en los medios de comunicación, que ameritan una investigación periodística acerca de las secuelas humanas, materiales y sociales de las muertes en accidentes de aviación, particularmente las conductas posteriores de las líneas aéreas afectadas. 37 Mi pregunta es ¿qué había para investigar en este caso? El suicidio de una persona vinculado presuntamente a un accidente aéreo que causó conmoción nacional. Ahora bien, el supuesto interés público envuelto en este hecho, ¿era tal? ¿Justificaba su difusión inescrupulosa por los medios? Y por último ¿el beneficio que la difusión de este hecho conllevaba era superior al perjuicio que se causaba con ello? Creo que no. La información a difundir en este caso tenía menor “peso relativo” que el bien jurídico al cual se contrapone y que conculca. De ahí que la Corte de Apelaciones de Santiago haya considerado arbitraria la actuación de la revista. Por último, quiero referirme a un argumento que la recurrente utilizó, pero que no fue mayormente discutido en su oportunidad, y es el hecho de que la menor de sus hijas, de apenas 8 años a la fecha del suicidio de su padre, se enteró de las circunstancias de esta muerte por medios externos a su familia, vale decir por medio de los medios de comunicación social. A su vez, en la Convención Americana de Derechos Humanos, la norma que prohíbe la censura previa reviste una excepción y ella señala que los espectáculos públicos pueden ser censurados en interés de la moral de la infancia y de la adolescencia. Ahora bien, sin ánimo de asimilar esta situación a la censura de espectáculos públicos, quiero referirme a la parte de esa norma que se refiere a la protección de la moral de la infancia. Porque ¿no compromete acaso la formación moral y psicológica de esta niña el hecho de que temas tan delicados como este tengan la posibilidad de ser explicados adecuadamente, en su debido momento y en el seno familiar? ¿Por qué no se le dio la relevancia que correspondía a este argumento? ¿Por qué por tratar de erradicar la censura previa se ha caído en errores como este? Los fundamentos que la Corte Suprema para rechazar el recurso no son lo suficientemente claros. Señala en su N° 3: “Que es posible inferir de lo relacionado precedentemente que se hace consistir la amenaza cuya concreción preténdese evitar, en la eventual realización de un determinado reportaje que supuestamente versaría sobre aspectos de la vida pública de la familia Zegers Donoso, a difundirse públicamente en forma próxima e indeterminada. De allí lo impugnado se relaciona a un acto futuro, aun no acontecido, indefinido y, también eventualmente lesivo. Y, más aún, resulta que no surge la necesaria vinculación causal entre las maniobras incipientes descritas y ese acto aleatorio sujeto a reproche, de suerte tal que se amague en algún grado, a título siquiera de amenaza – seria, actual o inminente, precisa y apta para producir un resultado determinado-, el bien jurídico constitucionalmente protegido cuyo resguardo se reclama; circunstancia que constituye un presupuesto básico del medio procesal utilizado.” 38 * El Caso Calvo A propósito de los últimos acontecimientos que remecieron al Poder Judicial en torno a la puesta en tela de juicio el decoro de uno de sus integrantes – el Juez Daniel Calvo63- he realizado un seguimiento a la evolución que este caso ha tenido, por cuanto se encuentra aquí una manifestación, o más bien una confirmación, respecto del criterio que ha primado en Tribunales, el cual tiende a hacer prevalecer el Derecho a la privacidad por sobre la libertad de expresión, esto a raíz del procesamiento de 5 periodistas del canal de televisión Chilevisión, y al Administrador de un sauna gay – Sebastián Rodríguez- quien por medios cuestionables, hizo admitir al Juez su concurrencia a este tipo de lugares. El ilícito por el cual fueron sometidos a proceso estaría constituido por un supuesto intento de extorsión (extorsión encubierta), y por el hecho de utilizar avanzados medios tecnológicos para captar dichas declaraciones, equipos proporcionados a Rodríguez por la mencionada estación televisiva. Esta situación presenta dos aristas importante para el análisis del caso: A) El emisor de estas declaraciones se encontraba en los momentos en que éstas fueron grabadas en su despacho, es decir, donde el Juez en forma habitual ejerce sus funciones. Lo señalado precedentemente ha generado controversia en el sentido de determinarse el carácter público o privado que poseería el despacho del ex ministro Daniel Calvo. Así para algunos se ha planteado que la grabación se realizó en un recinto que puede considerarse público, pero de acceso restringido, en tanto se trata de la oficina de un juez de la República en un edificio público, que son los Tribunales. En cambio, un criterio absolutamente contrapuesto fue el utilizado por la Corte de Apelaciones de Santiago al rechazar los recursos de amparo presentados por la plana mayor de Chilevisión, al señalar que se vulneró la ley al ingresar al despacho del Juez, puesto que éste es un lugar privado, pese a que se encuentra en un recinto público.64 B) El ministro calvo no fue advertido por su interlocutor en momento alguno que la conversación estaba siendo grabada por dispositivos de imagen y sonido. En este punto deben precisarse varios conceptos. Uno de ellos es precisamente que la conversación entre Sebastián Rodríguez y Calvo era de carácter privada y por ende reservada, pues pese a que esta conversación pudiera haber sido de interés público, lo que se critica no es la 63 Con una trayectoria impecable, fue designado relator de la Corte de Apelaciones de Santiago en 1992, nombrado titular del Trigésimo Tercer Juzgado del Crimen de Santiago en 1996, relator de la Corte Suprema en 1999 y Ministro de la Corte de Apelaciones de Santiago el 2002. 64 En este sentido, si bien el Palacio de Tribunales podría estimarse como un recinto público, el despacho de un Juez no necesariamente reviste esa calidad, puesto que precisamente requiere de la autorización de su titular para ingresar a él. 39 obtención o incluso la posterior difusión de la misma, sino que fue la forma y los medios por los cuales esta información fue recabada, mediante acciones y maniobras ocultas y oscuras, que atentan desde todo punto de vista en contra del honor y la vida privada65. La situación descrita con anterioridad fue tipificada como delito en atención al tenor del artículo 161 A) del Código Penal66. El medio de comunicación en cuestión se escudó en el manifiesto interés público que una información de tamaña envergadura concitaba, teniendo en cuenta el carácter de persona pública del cuestionado Juez. Sin embargo, y a pesar de que se señaló que el uso de cámaras ocultas está permitido desde 1995 por la Carta de Etica Periodística, se extraña aquí la utilización de un conducto regular, y más aun, un comportamiento profesionalmente correcto en la obtención de la información y en su posterior manejo. Es así como los medios utilizados por Chilevisión al parecer de quien suscribe no parecen idóneos, pues no se está haciendo pública alguna conducta constitutivo de ilícito penal, pues se trata de una falta moral, conducta que quedaría exenta de todo escrutinio público67. 65 Este criterio fue reafirmado por el Consejo de Etica de Medios, al amonestar a Chilevisión pues éste “estima que Chilevisión ha incurrido en faltas a la ética (...). El canal tuvo una evidente preocupación por verificar las fuentes y confirmar una noticia de indudable interés público. Pero, al utilizar una cámara oculta en procedimientos que deliberadamente escondieron la consecuencia de sus dichos al magistrado; a ello se suma que el medio perdió el control de sus acciones investigativas al entregar la cámara a una persona ajena al Canal que paralelamente tenía la calidad de denunciante; para finalmente, afectar gravemente la dignidad personal de éste con la difusión de las imágenes así obtenidas”, en su comunicado público de amonestación al canal Chilevisión. 66 Los artículos 161 A) y B) que conforman el párrafo 5 del título II del Libro II del Código Penal, fueron introducidos a este cuerpo legal por la Ley 19.423 de 20 de noviembre de 1995. Este dispone “Se castigará con la pena de reclusión menor en cualquiera de sus grados y multa de 50 a 500 Unidades Tributarias Mensuales al que, en recintos particulares o lugares que no sean de libre acceso al público, sin autorización del afectado y por cualquier medio, capte, intercepte, grabe o reproduzca conversaciones o comunicaciones de carácter privado; sustraiga, fotografíe, fotocopie o reproduzca documentos o instrumentos de carácter privado; o capte, grabe, filme o fotografíe imágenes o hechos de carácter privado que se produzcan, realicen, ocurran o existan en recintos particulares o lugares que no sean de libre acceso al público. Igual pena se aplicará a quien difunda las conversaciones, comunicaciones, documentos, instrumentos, imágenes y hechos a que se refiere el inciso anterior. En caso de ser una misma persona las que las haya obtenido y divulgado, se aplicarán a ésta las penas de reclusión menor en su grado máximo y multa de 100 a 500 Unidades Tributarias Mensuales. Esta disposición no es aplicable a aquellas personas que, en virtud de ley o de autorización judicial. Estén o sean autorizadas para ejecutar las acciones descritas”. 67 Como una especie de precedente en la materia, respecto de los funcionarios de la administración pública, la Ley de Probidad Administrativa, que reformó la Ley Orgánica Constitucional de Bases Generales de la Administración del Estado, establece que las faltas a la probidad se refieren únicamente a aquellas comprendidas dentro de la labor ministerial de los respectivos funcionarios, lo cual excluye de evaluación el comportamiento privado de los 40 Si bien es cierto, los delitos de pedofilia y su castigo pueden calificarse de innegable interés social, no debe olvidarse que la ley penal establece que el incurrir en las conductas del artículo 161 A) del código Penal constituye delito. Podrá discutirse hasta el cansancio sobre la necesidad de derogación de este párrafo completo del Código Penal, pero la verdad de las cosas es que esta disposición existe y es por consiguiente aplicable. Otro punto es determinar si este artículo podría estimarse como atentatorio a la libertad de expresión, por constituir estas disposiciones una especie de censura previa, la cual se encuentra proscrita por nuestra propia carta fundamental y diversos instrumentos internacionales, ratificados por nuestro país, vigentes e incorporados a nuestra Constitución por vía del artículo 5 inciso 2º de la misma. Si bien la conducta del otrora ministro Daniel Calvo68, podría calificarse como de incuestionable el interés público envuelto en esta controversia, en este caso la labor periodística no resultó objetiva, , dando con ello lugar a una contaminación de la información misma, puesto que ésta se imbuyó de notas y matices morales, por lo que perdió, a mi juicio, imparcialidad, ya que como todo juicio de opinión, se encuentra sesgada por el criterio de quien la emite. El que un medio de comunicación social se dedique a evaluar la gestión e idoneidad de un funcionario público en base a criterios y motivaciones morales no parece compatible con la objetividad que se requiere en la entrega informativa. Aun cuando se dijo por Chilevisión que el punto de discusión no es que un Juez sea gay69, sino que se trata, en este caso particular, de un miembro del Poder Judicial promiscuo que debiendo investigar y sancionar a pedófilos, no tiene moral para hacerlo por cuanto éste frecuentaba lugares donde se favorecían las relaciones sexuales entre los que concurrían a ellos, podría haberse dado el supuesto que el propio Juez tuviera eventualmente que juzgar a sus copartícipes de sus aventuras extramaritales. Chilevisión no descartaba esta hipótesis, ello fue el elemento detonador para que difundieran la noticia, pues presumieron que Calvo podía estar expuesto a presiones inconvenientes que podrían hacer peligrar su imparcialidad como sentenciador de los hechos investigados. mencionados. Esta tendencia demuestra que en nuestro país se ha tendido a objetivizar el tema de la probidad, dejando fuera de la evaluación del desempeño profesional, los aspectos considerados constituyentes de la vida privada de las personas. 68 quien admitió su concurrencia a dos saunas gay hace aproximadamente tres años atrás... 69 “¿Alguien me pude decir que no es relevante en un caso de pedofilia saber si el juez tiene “tejado de vidrio”, como lo reconoce el mismo? Porque el problema no es su opción sexual, es que se expuso por sus conductas a una situación de vulnerabilidad.” A. Guillier, Jefe de Prensa de Chilevisión, en entrevista de Revista del Sábado de Diario El mercurio de 27 de Noviembre de 2003. 41 Sin embargo, aun cuando se ha sostenido 70 que los jueces por tener la labor de determinar la sanción aplicable a quienes incurren en conductas constitutivas de delito, deben observar un comportamiento mucho más cuidadoso, recatado y austero que lo que podría exigirse a cualquier persona, existe gran dificultad para determinar que comportamiento es el adecuado para imponerlo de manera general71. Entonces, la única oportunidad en que podría entrar a calificarse el comportamiento privado de estas personas sería en el caso que ellas sean constitutivas de delito72. Chilevisión tampoco descartaba que pudiera haberse cometido algún delito por el Juez Calvo, sin embargo se apresuró en este punto, pues posiblemente por la prontitud de ventilar esta noticia, no esperó a reunir elementos y antecedentes para probarlo.73-74 En definitiva, si bien pueda ofender a la moral de la mayoría de los chilenos el asistir o frecuentar saunas gays, dicha conducta no está en caso alguno penada por la ley, así como el mantener una doble vida engañando con esto a la o él cónyuge, es más, nos encontramos aquí ante conductas personales, cuya sanción es moral. Más aun, es extremadamente peligroso que un medio de comunicación social se atribuya a si mismo la calidad de “contralor supremo” de la virtud pública, que es lo que ocurre habitualmente con el periodismo informativo al denunciar frecuentemente conductas cuya ilicitud no se encuentra probada, pues en definitiva serán los ciudadanos quienes ejerzan a la postre el control de las autoridades. La labor del periodismo es ceñirse a la objetividad, oportunidad y veracidad necesaria para que el proceso informativo se realice regularmente y exento de vicios. No debemos olvidar ni perder de vista que por mucho que sea de interés público la conducta privada que funcionarios o personeros públicos o de connotación social tengan, éstos siguen siendo personas, dotadas de dignidad y merecedoras de respeto, por ende. Este es el criterio que quedó plasmado en la resolución de la Corte de Apelaciones de Santiago que rechazó los recursos de amparo presentados por los procesados en autos, ya que se establece que la ley no faculta en 70 Esa es la idea que prima entre los legos, y también entre algunos letrados. 71 Incluso más: en el caso de los jueces, no se considera, en estricto sentido, su conducta moral en su evaluación. 72 Me atrevería a decir, muy previamente, que quizás la conducta moral de los funcionarios podría ser considerada si, y sólo si, ella se confundiere con alguna circunstancia o patología que influyera negativamente en su labor, haciéndolo inidóneo para desempeñar su cargo, lo que por supuesto deberá ser constatado por algún especialista en la materia. 73 Lo anterior se explica porque su labor investigativa duró sólo dos semanas. 74 Es así como el propio Alejandro Guillier, doblemente encausado por infracción al artículo 161 A) del Código Penal, reconoció posteriormente que la grabación hecha a una persona en un recinto privado sin advertirle se encuentra justificada cuando existe delito y la cámara oculta debe ser usada sólo en los casos en que pudiera por ese medio probarse la comisión del mismo, pero reconoce que en este caso no había delito alguno, y las grabaciones no debieron difundirse, sobre todo porque Calvo había aceptado los hechos. 42 caso alguno a efectuar conductas o acciones, que no obstante sean conducentes a recabar información determinada, puedan o lleguen eventualmente a perturbar o afectar la vida privada y honra tanto de los afectados como de su familia. 43 V. CONCLUSIONES 1. El tema de los derechos materia de la presente memoria de tesis, no presenta un tratamiento igual en los sistemas Europeo y Latinoamericano respectivamente. Ello obedece, según se dice, a que en Latinoamérica no han primado precisamente los gobiernos democráticos, y a su vez, los gobiernos democráticos no llegan al óptimo todavía, por cuanto persisten en las Constituciones y en otras normas, salvo las internacionales, cláusulas que recuerdan la opresión y la falta de inspiración democrática de los regímenes de facto. 2. Asimismo, el tratamiento de ambos derechos no ha sido uniforme dentro de nuestro sistema jurídico. Al respecto, podemos distinguir al menos tres categorías de casos: en algunos, se ha argumentado a favor de una jerarquía de derechos fundamentales, apoyada por el orden descendente en importancia de los derechos consagrados en los diversos numerandos del artículo 19; en otros casos más actuales, sin perjuicio de que se escude en otras consideraciones más inclinadas hacia lo sustantivo, parece subyacer la idea de una prelación jerárquica; y por último, los hay en el sentido de evitar caer en consideraciones de jerarquía y tratar otros aspectos previos a la interposición del recurso, como la arbitrariedad. 3. El criterio de la Jurisprudencia, ha sido errático, por decir lo menos. Prima en esta materia la falta de un criterio uniforme y estable que permita establecer reglas más o menos claras de interpretación. De ahí que no se sabe bien cuales son los aspectos que en un caso u otro pesarán para la decisión de los tribunales. 4. La Doctrina ha sido un poco más clara al respecto, y ha evolucionado mucho en la materia, tratando de adecuarse al sistema Internacional de derechos humanos. Sin embargo, todavía existe alguna dispersión. 5. Se ha concordado en decir que la libertad de expresión no debe estar sujeta a censura (“previa”)75, sino a un sistema de responsabilidades ulteriores, pero un punto que no se ha considerado por parte de la doctrina en esta cuestión, es el de la distinción que debe hacerse respecto de la responsabilidad ulterior en el caso de que el derecho afectado por el ejercicio de dicha libertad sea la honra o la intimidad. 75 Incluso más, cuando este derecho presenta conflicto con algún otro (v.gr. honor y reputación), se ha dicho por algunos que éste derecho de libertad debería prevalecer, atendida su doble naturaleza, que es a la vez un derecho individual y un derecho colectivo consecuente con la idea de democracia como sistema político que incorpore efectivamente a todos los sectores de la nación. Es por ello que se ha estimado que tiene mayor peso relativo que otros derechos. 44 Pero hay que hacer notar que el derecho a la honra y el derecho a la privacidad, por tratarse ambos en un mismo precepto, y por estar íntimamente relacionados, se les ha dado un mismo tratamiento en caso de amenaza, perturbación o privación. Sin embargo, sostengo que el sistema de responsabilidades ulteriores tiene efectos distintos en uno y otro caso. En el caso de la honra (concepto objetivo),si alguien profiere expresiones que atenten contra ella de cualquier forma, es posible, a través del ejercicio de las acciones correspondientes, que la persona ofendida en su honra “limpie su nombre”,y en definitiva quede indemne frente a este atentado. Aquí el sistema de responsabilidades ulteriores tiene un efecto calificable como “útil”. En otras palabras, cumple su función, pues a pesar de que se difundan las expresiones que atenten contra ella, es susceptible de reparación, quedando el afectado en una situación bastante similar a la anterior a la vulneración de su derecho. Sin embargo, en el caso de la intimidad, es distinto. Una vez que se hace público por otras personar ajenas al titular del derecho afectado, lo que éste ha decidido legítimamente sustraer del conocimiento ajeno, no se puede volver al estado anterior. No se puede volver atrás para “despublicitar” lo que ya se ha hecho público. No existe una mecanismo que permita volver a convertir en privado lo que en el pasado lo fue y que actualmente ya no lo es (sin que su titular haya prestado su aquiescencia respecto de ello). Por ello, sostengo que el sistema de responsabilidades ulteriores en el caso de la violación al derecho a la intimidad, no tiene efecto útil. No sirve para reestablecer lo que ya se dañó. 6. En torno al concepto de censura76, hay también delimitaciones que deben hacerse. 7. A mi juicio el criterio más adecuado para solucionar este conflicto será el de ponderar en cada situación particular de coalición: a) La naturaleza de las personas envueltas en el conflicto. En este caso, tendremos, por un lado, un particular que puede revestir el carácter de personaje público o no, y por otro lado habrá en la mayoría de los casos de conflicto, un medio de comunicación social que ejerce la libertad de 76 En el caso de la intimidad, lo que podría denominarse “censura” no debe entenderse por tal en este contexto, porque en el ámbito de la intimidad, no es en principio la autoridad quien sustrae del conocimiento público una información determinada, sino que es el propio titular del derecho quien decide no hacer público un aspecto de su vida, que por su naturaleza no es público. Este simple ejercicio decisorio es algo a lo cual todo ser humano tiene derecho. En ese ámbito íntimo de su vida, el sujeto es soberano (en principio), pues es él quien decide qué es lo que desea mantener para sí y qué no. 45 información. Así, deberá tomarse en cuenta la trascendencia de la invasión producida a la intimidad y la importancia de lo publicado respecto de la identidad del demandante b) La efectiva necesidad y utilidad de revelar la información, dada por un interés social genuino en su divulgación (que exista un motivo plausible para la publicación). Al respecto, sin ánimo de caer en la majadería, considero adecuado evaluar si la información a revelar influye, en el caso de los personajes públicos, en su desempeño o gestión. De otra manera, la intromisión deberá considerarse ilegítima. c) Asimismo, deberá tomarse en consideración el hecho de haberse dado consentimiento a la publicación por la o las personas que resulten afectadas por la publicación. d) También debe observarse si los hechos que pretende divulgar se desarrollan en un lugar público o no, o si se puede disponer un registro público respecto de la información. e) En cuanto al modo de adquisición de la información, ella debe hacerse siempre conforme a Derecho. BIBLIOGRAFIA Textos Medina, C. y otros “Sistema Jurídico y derechos humanos”. Cuadernos de Análisis Jurídico, Escuela de Derecho Universidad Diego Portales. Santiago de Chile, 1996. Verdugo, M. Pfeffer, E. y Nogueira, H. “Derecho Constitucional”. Editorial Jurídica de Chile, Santiago de Chile, 1994. Ollero, A. “La Garantía Del Contenido Esencial De Los Derechos Fundamentales”. Centro de Estudios Constitucionales, Madrid, 1997. 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