NUEVAS POBREZAS. ALTERNATIVAS, AGENTES Y ESCENARIOS INTRODUCCIÓN

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NUEVAS POBREZAS. ALTERNATIVAS, AGENTES Y
ESCENARIOS
Joaquín García Roca
INTRODUCCIÓN
* “¿ Por dónde amanece?”
* Conocer desde el límite
* Sistema expulsor, contextos inhabilitantes, quiebra del sujeto
I.- DESECHABLES Y SOBRANTES
1.- La producción estructural de los residuos
* el ángel de la historia y los residuos de la producción
* las grandes fracturas actuales y la vulnerabilidad de masas
* espiral de violencia : hacia abajo, hacia fuera, hacia dentro
2.- Alternativas a la producción del sobrante
* del crecimiento económico al desarrollo humano
* de las aspiraciones al derecho
* de los actores sociales a los políticos y económicos
3.- Buenas prácticas
* ética de la indignación
* inductores de procesos y alianzas
* los derechos sociales: el derecho de inserción
II.- HUMILLADOS E INSIGNIFICANTES
1.- La producción social de la distancia
* el mercado como productor de valor
* el estado como productor del “otro”
* el desarraigo social y debilitamiento de las redes sociales
2.- Alternativas a la producción de insignificancia
* de la carencia al reconocimiento de las capacidades
* de la ayuda a la reciprocidad
* de los actores institucionales a los actores sociales.
3.- Buenas prácticas
* prácticas de cooperación
* creación de redes locales y trasnacionales
* la vecindad frente a la ciudadanía mutilada
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III.- NAUFRAGOS Y HUNDIDOS
1.- La producción cultural de la exclusión
* los dinamismos vitales
* quiebra de la confianza, de la identidad, y de la sociabilidad.
* “ A nuestros padres humillasteis...”
2.- Alternativas a la producción del naufragio
* de la distancia al acogimiento
* de lo simple a la paradoja
* de los actores sociales a las comunidades curativas y de sentido
3- Buenas prácticas
* el fortalecimiento del sujeto y practicas de resistencia
* objetivos de vida
* prácticas narrativas
* tutores de la dignidad y dignidad de la desnudez
* la incondicionalidad y la gratuidad
CONFER Febrero 2007
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DOCUMENTO PROVISIONAL
NUEVAS POBREZAS. ALTERNATIVAS, AGENTES Y
ESCENARIOS
Joaquín García Roca
La pobreza es como un virus mutante en constante trasformación,
que necesita rehacer los mapas conceptuales y recrear las prácticas sociales
a partir de dejarse hablar por la propia realidad y escuchar las voces y los
silencios de los empobrecidos. Nuestra aproximación al tema de la pobreza
no es meramente académica sino que se ha forjado en el interior de todas
las situaciones que a lo largo de las últimas décadas han ido construyendo
nuestras grandes convicciones. “Todo esfuerzo de pensamiento, comenta
Simone WEIL, consiste en pensar la experiencia.”
En contacto con los menores de protección y de reforma, mientras
compartíamos con ellos el pan y la palabra, la fiesta y la salud nos
regalaron la convicción de que la reconstrucción de la identidad personal
solo es posible desde la proximidad y la cercanía, mediante la recreación de
nichos afectivos, que inauguren un nuevo trayecto de vida. Un componente
esencial de las nuevas pobrezas afecta al sujeto que ama y espera, desea y
desespera.
En contacto permanente con los sures del mundo nos regalaron la
presencia permanente y constante de las tramas y de las marañas detrás de
las pobrezas. Otro componente esencial de las nuevas pobrezas son los
procesos estructurales. La pervivencia del Sur es el recuerdo permanente
de que muchas personas, pueblos y países no están donde quieren estar, al
contrario de lo que predica la ideología neo-liberal. La exclusión tiene
carácter estructural.
En contacto con los barrios periféricos de las ciudades aprendimos que
las nuevas pobrezas se arraigan en contextos de vida que hacen muy densa
su superación y se consolidan en contextos inhabilitantes, que enrarecen el
ambiente. Los barrios tienen conciencia de sí y capacidad de proponerse
metas y de organizarse para lograrlas. La exclusión tiene carácter
contextual.
En contacto directo con las personas inmigrantes experimento a diario
los tres niveles que se interafectan entre sí: por detrás de una decisión
migratoria está el epicentro de las desigualdades mundiales que desplaza a
continentes enteros, está la decisión del sujeto que espera, desea y ama, y la
profunda convicción de que quien emigra son las redes.
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Las pobrezas de siempre y las nuevas son el resultado de una triple
quiebra: la ruptura del sujeto con sus dinamismos vitales, que deja de
esperar, de amar, de confiar, de estimar y estimarse; la ruptura de los
mundos vitales que conforman las redes que dan libertad y seguridad; y la
quiebra de una organización social que expulsa y orilla a algunos de sus
hijos.
En el interior de estos procesos que conforman el rostro permanente
de las nuevas pobrezas, nunca abandoné la convicción de que era posible
romper el destino de la exclusión. Aunque tuve que negociar
constantemente con mi propia frustración. Nuestra orientación vital nos
lleva siempre a otear los lugares donde puede amanecer, algunas veces lo
encontramos y otras nos quedamos solamente en el intento de la búsqueda.
Me sucedía lo que al discípulo de la sabiduría oriental:
- Hay algo que yo pueda hacer para cambiar esto?, pregunta el
discípulo al maestro
- Tan poco como lo que puedas hacer para que amanezca por las
mañanas
- Entonces para que sirve estar aquí?
- Para estar seguro de que no estarás dormido cuando el sol
comience a salir.
¿Que significa amanecer en el abordaje de las nuevas pobrezas?
Conocer y prácticar desde el límite, escuchar y dejarse hablar por lo que
está fuera del sistema; como sugiere HORKHEIMER, para conocer un
cuarto oscuro, es necesario acercarse a la pared.; las nuevas pobrezas son el
gran revelador de los sistemas sociales, lo que muestra sus pliegues y sus
contradicciones. De este modo podemos recuperar las rutas que no se
navegaron; romper los silencios y las memorias ignoradas que no
triunfaron; abrirse a otro modo de hacer historia. Las exclusiones son como
“un cuchillo clavado al futuro”, a través de él se ve lo que está escondido y
hay cosas que sólo se ven si se clava el cuchillo.
Mi pregunta hoy no es cómo amanecía en el interior de aquellas
experiencias de ayer, sino rastrear el amanecer en el hoy, con sus últimas
trasformaciones. Me centraré en los rasgos emergentes que caracterizan
hoy los distintos rostros de las nuevas pobrezas e intentaremos identificar
la estructuras mental y las buenas prácticas.
I.- DESECHABLES Y SOBRANTES
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No podemos olvidar nunca los elementos estructurales de la
exclusión, que se produce como un efecto agregado a la construcción del
orden social y al progreso económico; los excluidos son las víctimas
colaterales del progreso. Walter BENJAMÍN lo vio representado en el
cuadro titulado el Angel de la Historia. El viento de la modernidad y del
progreso es como un fuerte huracán que impide al ángel recoger sus
victimas, mientras con los ojos desencajados y las manos tendidas hacia
atrás sólo ve como crecen las víctimas. Si construimos el motor de la
sociedad sobre el consumo y el bienestar, quedarán colgados jóvenes
drogodependientes; si lo construimos sobre el motor de la competencia
nacerán enormes grupos de personas mayores descolgados del progreso.
La producción industrial ha proporcionado a Z. BAUMAN, los
elementos para construir la metáfora de índole económica, que permite
entender la densidad estructural de la exclusión. La imagen de los residuos
industriales representa el modelo de desarrollo a escala local y planetaria.
De las fábricas parten a diario dos tipos de camiones: unos se dirigen a los
grandes almacenes y los otros a los vertederos, los dos lugares
emblemáticos de la modernidad. No hay una fábrica sin su basurero, no
hay un taller artístico sin sus basurero, no hay sociedad sin su basurero. Los
residuos se han construido en un ingrediente indispensable del proceso
social. La imagen representa por qué la globalización económica ha creado
zonas residuales, porqué Africa desaparece.
1.- La producción estructural de los residuos
Este proceso se despliega en fracturas de enorme densidad. La
fractura capital-trabajo por la cual lo que es bueno para el capital ha
dejado de ser bueno para los trabajadores. La fractura tierra-seres humanos
por la cual la tierra ha dejado de ser un organismo vivo para convertirse en
un yacimiento para los humanos. La fractura norte-sur que amplia la
brecha entre los que no pueden dar la vida por supuesto y quienes la
pierden por sobreabundancia. La fractura varón-mujer como un ejercicio
de dominación. Y la última fractura entre los de dentro-fuera empeñados
en sembrar el universo de fronteras físicas y simbólicas que nos ha
convertido a todos en una sociedad de cowboy.
¿Qué causa hoy esta dimensión estructural de las nuevas pobrezas?
Se crea la vulnerabilidad de masas. La producción de residuos
humanos o, para ser más exactos, seres humanos residuales (los excedentes
y superfluos) es una compañera inevitable e inseparable de la
modernización. Lo de menos es que ese proceso te expulse de tu país, o te
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expulse del trabajo o te orille en la cera de una calle o en una estación o te
orille por tu dependencia y falta de autonomía. En todos hay la experiencia
de una nueva vulnerabilidad. La experiencia fundamental de la nuevas
pobrezas consiste en sentir el ser expulsados, el quedar desahuciados, el ser
orillados. Hay como una especie de vulnerabilidad de masas: todos
estamos en jaque y citados por ese destino. Entre estar de pie y el quedar
caído está el ir cayendo. Lo cual es una condición que amenaza a todos los
seres humanos; se supera de este modo la ubicación tradicional de la
pobreza sólo en una clase social.
Es necesario acentuar esta característica estructural, ya que el
pensamiento hegemónico neoliberal olvida la condición de víctima y
atribuye solo a la libertad el origen de las nuevas pobrezas. Con lo cual se
culpabiliza la pobreza y la responsabilidad recae exclusivamente sobre los
hombros de los pobres ya que estamos en una sociedad de las
oportunidades. Es frecuente hoy atribuir el retraso de los pueblos a las
corrupciones de sus líderes, a la pereza de sus gentes, a la imposibilidad
cultural de modernizarse. Los excluidos no están donde quieren estar. Se
quiere expresar de este modo que la exclusión no es una elección sino un
destino, no es un camino sino una trama, que se despliega en tramoyas y
entramados. La exclusión no está donde están los excluidos; está en otra
parte.
Y en tercer lugar, las nuevas pobrezas se configuran en círculos de
muerte y espirales de violencia que empuja hacia abajo, como una especie
de tobogán, y hacia otra parte, como un callejón sin salida. sin principio ni
fin, en el que se densifican las fracturas sociales y se condensan en agujeros
negros por donde supuran las heridas de todo tipo.1
Hacia abajo. En el mundo laboral constatamos la tendencia hacia
abajo. En un mercado laboral presidido por la competencia, vende quien
logra hacer la oferta más baja y a costes menores; la experiencia de las
migraciones indican que muchos de ellos llegaron como médicos,
arquitectos, ingenieros...pero fueron reducidos a auxiliares domésticos, a
recollidors de naranjas, a obreros de la construcción. Y si alguien sugiere
mejores condiciones de empleo, se contratarán a otros inmigrantes aunque
sea trayéndoles en autobuses del Este o amenazarán con marchar a otro
sitio, “más bajo”.
Hacia otra parte. Hay un mecanismos estructural que se ha
identificado como des-localización, que expulsa hacia otra parte. Está en el
1
GARCIA ROCA, J.: Contra la exclusión. Presencia social. Santander, 1995
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origen del desarraigo. Es más que una anécdota biográfica ya que se
convierte en una trayectoria que impide o dificulta vivir en comunidad , en
la memoria y en las raíces. Cada vez son más las personas, que se han visto
descolgados de sus redes naturales como mecanismos de protección general
y se convierten cada vez más en individuos sin apoyos. Es el grado máximo
de desafiliación familiar y de ruptura de sus vínculos naturales y de sus
redes sociales.
Hacia adentro. Es el origen de los guetos, que sobreviven en la
defensiva. Se reúnen entre iguales para encontrar nichos afectivos que les
defiendan. Las experiencias actuales de jóvenes urbanos que constituyen
sus hordas urbanas y sus grupos es un síntoma de nuevas pobrezas, que se
juntan entre iguales.
3.- Alternativas a la producción del sobrante
Las nuevas pobrezas nos sitúan en auténticas encrucijadas que
requieren nueva políticas y nuevas prácticas.
Del crecimiento económico al desarrollo humano
Hace 20 años empezamos a diferenciar entre desarrollo humano y
crecimiento económico, que es el impacto sobre la gente. Nos interesa más
crecer en coches que saber qué opciones produce el coche. La gente
sencilla lo había tenido siempre claro: tiene muchos dinero pero no saber
qué hacer, no sé para que le sirve tener tanto. Tiene muchos dinero y no
tiene oportunidades escolares, sanitarias, culturales. Es rico en dinero y
pobre en oportunidades. No necesitamos ningún premio Nobel, aunque
llegó con Amartya SEEN, par formularlo. El desarrollo es el crecimiento
con oportunidades, con participación, con igualdad, con asociaciones, con
capital humano.
El Desarrollo no se mide en términos de dinero sino de opciones, de
oportunidades y grados de bienestar de los protagonistas. Si queremos
saber si nuestros pueblos caminan hacia su desarrollo, no sólo interesa
saber si crece económicamente (el nivel de inversiones, productividad,
PIB…) sino qué importa la participación en las condiciones de vida, que se
despliega en años de vida, en la escuela, en la salud, en asociaciones, en la
mujer… Un crecimiento sin voz, sin participación es inhumano. La riqueza
principal de un país es su gente.
Comprometido en ampliar el nosotros humano, ampliar las
capacidades para llevar cada uno la vida que considere deseable, promover
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un desarrollo humano y sostenible. Donde todos se puedan sentar a la mesa
y llevarse algo digno a la boca.
De las aspiraciones al derecho
El carácter estructural de las nuevas pobrezas sólo se puede abordar a
través de la conquista del derecho que puede ser exigido y garantizado.
Somos tutores del derecho. La grandeza de este momento es que hemos
creado las condiciones necesarias para convertir en derecho lo que hasta
ahora era cuestión de benevolencia. El crecimiento de la riqueza puede
erradicar el hambre y la pobreza.
Hay dos lineas de acción que hoy despierta grandes expectativas: la
renta mínima de ciudadanía por la cual se garantiza vía derecho las
condiciones mínimas de vida necesarias, la construcción de los servicios
públicos que cubran y acojan las necesidades humanas vitales como el
derecho a la salud, al trabajo, a la casa que constituyen hoy la línea de la
dignidad. Y la ampliación de la ciudadanía mundial y cosmopolita. Y los
microcréditos que se presentan hoy como panacea para erradicar la
pobreza. Loa primeros se someten a la lógica del derecho, y los segundos a
la lógica de la contraprestación.
De los actores sociales a los actores políticos y económicos
Para esta tarea, están convocados los actores políticos –locales,
autonómicos, nacionales y trasnacionales. A ellos corresponde convertir
estas necesidades en derechos exigibles, en justicia. La grandeza del
quehacer político consiste en convertir en derecho lo que es sólo una
aspiración.
Están convocadas las empresas, mediante la responsabilidad social
de las mismas que no consiste en abrir un departamento para la solidaridad
a través de alguna fundación, sino en hacerse accesibles también para
aquellos que quedan en las puertas. Se impuso en los últimos años un
prejuicio que consistía en considerar que las empresas pueden incorporar
solo los que son competitivos y se bastan por sí mismo. Fue un prejuicio
que nos condeno a todos a abrir talleres ocupacionales para posibilitar la
entrada a la empresa. No puede ser así. La empresa es hoy también un
factor esencial para la inserción.
3.- Buenas prácticas
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La dimensión estructural de la exclusión nos sitúa en ese espacio
donde la beligerancia de la razón y la energía profética, que exige la vida
para los que están pero situados, sumergirse en la vida, pero también de
elevarse por encima de ella, como una aurora del amanecer. Lo cual no es
posible sin una ética de la indignación, que aúne el conocimiento con la
ética y esta con la política e integre el pensamiento con la acción y la
eficacia del saber con la justicia del hacer.
Las buenas prácticas contra la exclusión son inductoras de procesos.
No hay soluciones puntuales, sino respuestas secuenciales en forma de
eslabón. Quienes hemos sido educados en la alternativa del todo o nada, en
el idealismo ingenuo o en el purismo más inocente solemos confundir la
ética con la afirmación abstracta de los principios. Asumir la condición del
proceso es parte del éxito, ya que nos hace estimar las propuestas
provisionales y sobre todo el trabajo en red.
Desde la representación estructural, la lucha contra la exclusión es
una aventura colectiva que pivota sobre el ejercicio de la acción conjunta,
que se inserta en el seno de un movimiento que se sustenta sobre la
colaboración. La preocupación mayor en las prácticas cooperantes consiste
en activar los dinamismos comunitarios, despertar lo que está dormido en
la sociedad, devolver el protagonismo y sus potencialidades a los
residuales; de este modo se postula una forma de relacionarse los sujetos
sociales entre sí, que consiste en obtener un mayor nivel de interacción a
través de mayores reciprocidades. La energía que nace de la relación , del
hacer-con, sitúan las propuestas alternativas en una sustancial y esencial
horizontalidad de la intervención.
La existencia de los excluidos invita a establecer un modo original
de entender el derecho de inserción, que hermane la ayuda económica, la
participación social y la implicación personal. Tener una pensión es un
derecho clásico exigible como derecho; pero tiene también el derecho a
participar no como penalidad o castigo sino como derecho, y la implicación
personal por la cual el excluido queda vinculado a un proyecto mediante un
compromiso reciproco del individuo y de la colectividad. No se
compromete una sola de las partes, no es una especie de crédito que se
podía exigir como derecho pasivos a indemnización. Se puede exigir una
pensión pero no se puede exigir una inserción ya que depende tanto del
excluido como de la sociedad excluyente.
II.- INSIGNIFICANCIA Y HUMILLACION
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Las nuevas pobrezas y las exclusiones se han asociado en los últimos
años a la experiencia de la insignificancia. Insignificante es aquel que no
cuenta, que carece de reconocimiento social. El día que yo sufría una
neumonía, la padecía uno de los sobrantes, él murió y yo estoy curado aquí
con Uds. Eso es la insignificancia. Yo significaba para mis amigos, para el
hospital; él por el contrario, sólo se tenía a sí mismo.
La insignificancia es la hermana mayor de la humillación. Así lo
entendían los jóvenes de las periferias de Paris cuando decían “A nuestros
padres humillasteis y a nosotros nos cerrasteis las puertas”. En los últimos
años, la exclusión se ha hermanado con la insignificancia y la humillación.
Los excluidos se experimentan a sí mismo como carentes de valor:
los que no cuentan, son prescindibles e innecesarios. Los otros no te
necesitan; pueden arreglárselas igual de bien, si no mejor, sin ti. Los
insignificantes son aquellos que tuvieron valor y ahora no lo tienen.
1.- La producción social de la distancia
Los dos grandes productores de insignificancia son el mercado y el
estado.
El mercado. La modernidad ha consagrado una sociedad de
artefactos, de mercancías y de soledades anónimas. Rodeados de
artefactos, vivimos la insignificancia, que permite pasar de largo si alguien
no tiene significación económica, el inmigrante tiene valor por su utilidad
para guardar nuestros ancianos y limpiar nuestras casas. El mayor
productor de valor es el mercado. Según esté el mercado, las casas tienen
un valor u otro, el trabajo tiene un valor u otro, los viejos tienen valor u
otro. La insignificancia se sostiene sobre un mecanismo que ha convertido
el mundo en un supermercado global que regula la misma vida humana. El
mercado se ha convertido en una institución que invade todos los sectores
de nuestra vida y se ha convertido en religión universal, en concepción del
mundo y en criterio para determinar el valor y la felicidad. No es algo
exterior a nosotros, sino que está en nosotros y nosotros en él.
Esta insignificancia se percibe en pueblos y continentes que han
dejado de interesar; es el caso de Centroamérica o de África. Es el caso de
las personas mayores que dejaron de se productivas.
El Estado. El último capitulo de la insignificancia se produce
mediante la construcción del nosotros y ellos. Todas las sociedades se han
construido sobre un dentro y un fuera; se han visto obligadas a establecer
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unos límites para reconocer los propios y los extraños. Para mantenerse
como sociedades organizadas han creado unas fronteras físicas y sobre todo
simbólicas: los nuestros y los extraños . A los nuestros les atribuimos la
normalidad, (piensa como nosotros), la confianza (es de los nuestros), a los
de fuera se le atribuye la extrañeza y tiene que demostrar que es objeto de
confianza.
Hemos experimentado todos los criterios para establecer el nosotros
y el ellos: criterios étnicos, religiosos, culturales y políticos. Los otros son
los no-ciudadanos. Pero la globalización económica no solo ha traído
extranjeros, sino también extraños, no sólo turistas sino también
emigrantes económicos, que no encajan en nuestro mapa cognitivo, moral
o político. Heredan los comportamientos que provocaban los pobres en el
siglo pasado: desprecio y rechazo. “No marginamos al inmigrante si es
rico, ni al negro que es un jugador de baloncesto, ni al jubilado con
patrimonio: marginamos a los pobres” Los extraños son los otros, mientras
que los extranjeros son parte de nosotros mismos. A los extranjeros se les
ha vendido la costa del país porque el dinero no conoce nacionalidades, a
los inmigrantes que buscan piso se les niega el acceso a la vivienda por su
condición de extraños. Unos pueden comprar las playas y otros no pueden
alquilar un piso.
La insignificancia llega incluso después de la muerte. Vivos sin
rostro y muertos sin nombre. “La tumba blanca no tiene nombre” allí, en
Matril, a 30 kilómetros de Ceuta yace Mohamed el BAKALI, uno de los
siete inmigrantes marroquíes abrasados en la comisaría de Málaga el 27 de
diciembre. El último episodio se sitúa en una galería subterránea, sin
ventanas, con una única salida, celdas con aspecto de establo, sin luz ni
camas, aquí perdieron la vida siete personas. Dos de ellos han sido
identificados; sus cuerpos anónimos y ennegrecidos, reposan en la soledad
de una cámara frigorífica en Málaga a la espera de una identidad que quizá
no llegue nunca.
Esta insignificancia se representa estos dias en la tragedia del
Mariner, que situado en alta mar no interesa a nadie. Entre los mecanismos
más burdos cabe señalar la desaparición física, que se despliega como
limpieza étnica o eliminación del emigrante-extraño mediante el naufragio
en el mar; helicópteros y lanchas de vigilancia, cámaras de infrarrojos, los
radares, las vallas electrificadas (sólo la de Ceuta costó 50 Millones de
euros) la ONG marroquí Asociación de Familias de Víctimas de la
Inmigración clandestina eleva a 10.000.
También es frecuente entre nosotros practicar la demonización del
extraño, de quienes mostramos los componentes realmente inaceptables del
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otro, a quien se les atribuye relatos alarmistas y sensacionalistas. Se les
atribuye el aumento de la delincuencia, la responsabilidad del paro. Entre
los mecanismos más refinados, pero con una fuerte carga ideológica,
podemos referirnos a dos. En primer lugar , la reducción instrumental del
extraño a recurso. Los queremos y aceptamos mientras nos sirvan para
algo. Aceptamos a los que los empresarios necesitan, no nos molestan en
los solares en construcción, ni en las fábricas, ni en los restaurantes, ni
apoyando a los ancianos pero hieren y ofenden si hay demasiados en los
paseos del domingo.
Finalmente, se construye el mecanismos de la generalización. El
Holocausto fue posible por generalizar entre los alemanes la convicción de
que por muy atroces que fueran las cosas que les ocurrían a los judíos, nada
tenía que ver con el resto de la población y por eso no debían preocupar a
nadie más que a los judíos. Ello era posible porque previamente se reducían
a colectivos a “los judios”, como hoy a los moros, los inmigrantes.
Vivimos hoy la mutilación de la ciudadanía, a manos del mérito, la
financiación o a la nación. El problema mayor que sufren los excluidos es
la condicionalidad de su dignidad. Y el nombre de la dignidad en la
conciencia mundial se llama reconocimiento de los derechos, y su negación
es la más grande expresión de la marginalidad. Desde la perspectiva
política, la existencia de los excluidos significa que muchos de ellos no
tienen garantizados sus derechos civiles, político y sociales. Lo cual
significa la muerte legal.
La insignificancia se consuma en la conversión en objetos de ayuda,
que les reduce a objeto y a carencia. Despojados de dignidad como
trabajadores, de autoestima como personas y de reconocimiento como
ciudadanos, son auténticos beneficiarios pasivos de la ayuda y de la
palabra.
La distancia se produce mediante la invisibilidad. Una vez declarado
insignificante ya nadie quiere pensar más en ellos ni verlos. La
insignificancia genera un proceso de ocultamiento, se hace invisible;
pasamos por el lado de los escombros y no miramos. Es el secuestro de la
mirada. Su espacio es residir en “ninguna parte”. Se retiran los bancos en
los jardines, en las estaciones de trenes, incluso se cierran los urinarios
públicos para evitar que se conviertan en los nuevos domicilios de los
excluidos. Supernumerarios invisibles en la ciudad.
2.- Alternativas a la producción de la insignificancia
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De la carencia al reconocimiento de las capacidades
Las estrategias más acreditada ante el anonimato y la indiferencia son
la cercanía y la proximidad. Los excluidos antes de ser un grupo social o una
clase explotada, antes de ser una raza marginada, antes de ser una cultura
discriminada, antes de ser un género no suficientemente apreciado... son
personas con biografía e historia personal.2
De este modo, los nuevos pobres recuperan su nombre, su historia e
identidad. El mundo de la pobreza está habitado por personas y sólo cuando
son reconocidos como personas pueden trasformar su propia situación y
romper el destino de la exclusión.
La primera operación, que puede convertirse en una buena práctica,
consiste en recuperarlas de este modo en sujetos activos de su propio
destino, en personas capaces de tomar su vida y la vida del mundo como
tarea propia. Por esta razón, las buenas prácticas, proponen que no se puede
superar, resolver o mitigar por la vía impositiva, sea por coacción física,
moral, jurídica o administrativa sino que precisa una solución que pase por
la colaboración. Que los excluidos hablen entre sí, se ayuden entre sí.
Resulta obvio que cuando se ha convertido al excluido en objeto,
disminuye su capacidad de acción y solo le queda recorrer la trayectoria
fijada desde fuera. La capacidad humana no es sólo reactiva ni adaptativa,
sino que podemos crear nuevas significaciones, hacerse cargo del entorno,
cambiar la propia historia vivida. Sin negar la densidad que en ciertas
trayectorias vitales tienen las circunstancias y los factores advenidos, no
somos un espejo pasivo sino que, como lo formuló Albert Camus,
“podemos romper el destino de exclusión”.
De la ayuda a la reciprocidad
No hay ningún contexto en punto cero, todos están habitados por
algún tipo de posibilidad. No hay ningún rico que no tenga nada querecibir
ni ningún pobre que no tenga nada que dar. Es un principio básico de la
acción integrada actuar no tanto sobre las personas , sino con ellas y a
partir de ellas; intervenir es vincularse al desarrollo comunitario, a la autoorganización, a la búsqueda de salidas protagonizadas por las personas.
Rompe el esquema "tú eres el problema y yo soy la solución", para generar
el "nosotros somos el problema y nosotros somos la solución".
2GUTIERREZ,
G. Renovar la opción por los pobres, en Sal Terrae, 983 (1995), 683
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Nadie puede ayudar si no es ayudado, educar si no es educado. No
son destinatarios de nuestra intervención sino que los acompañantes son
acompañados. Estos es lo inesperado de esta hora. Si no nos dejamos
acompañar por los excluidos no hay futuro para nadie, nuestra acción será
humillante. Sin abrirse a ellos y a su mundo. Ya no somos bienhechores ni
liberadores, recibíamos compañía y ayuda de nuestros presuntos
destinatarios. Así nace algo tan elemental como el acompañamiento. Ellos
no son los destinatarios de nuestra acción sino los coparticipes de
encuentros. Quieren y pueden ser sujetos de su propia historia y
protagonistas de su propio destino. Quieren ser reconocidos como personas,
como sujetos, como seres humanos y culturales, abandonando el carácter
prepotente de quien tiene frente al que no tiene. Más bien, aspiran a la
reciprocidad que trastorna radicalmente las relaciones de dominio que
frecuentemente amenazan el ejercicio de la ayuda.
Del individuo a la comunidad
La insignificancia nos obliga a activar todos los potenciales curativos
que tiene la sociedad, donde se puedan curar recuerdos, frustraciones y
decepciones.
En esos lugares no existe espacio para el cálculo egoísta ni para la
lógica mercantil sino que se produce una aceptación incondicional. Allí no
tienen que demostrar nada, sino practicar el mutuo reconocimiento. No sólo
pueden venir porque la población española envejece y hay que mantener su
equilibrio demográfico o porque el sistema económico les necesita como
“recurso laboral”, sino porque nos necesitamos mutuamente en un proyecto
alternativo de civilización.
Quienes son sometidos a unos exámenes de admisión que no terminan
nunca, quienes experimentan todos los rigores del exilio requieren de un
“plus” de acogida. Si el inmigrante no ha dejado del todo el lugar del que se
fue, ni ha terminado por adaptarse completamente al sitio donde llegó, los
sin lugar, necesitan comunidades de arraigo.
En estos casos importa construir enclaves cálidos que den seguridad,
libertad y confianza, que permitan la inmersión confiada, donde se pueda
experimentar el ser aceptados, donde se pueda construir el arraigo, que
solicita posteriormente la reglamentación de extranjería, donde se celebre la
identidad de todo ser humano, donde se permita reconstruir sus identidades y
curar las heridas del largo viaje sin meta y sin retorno.
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Cuando llegan clandestinamente a las parroquias o asisten con miedo
a las asambleas comunitarias y viven en guetos, invisibles e insignificantes,
les ofrecen el entorno afectivo que requiere la Mesa compartida; entre su
expulsión del país y la marginalidad entre nosotros, existirán las parroquias
como espacios compasivos. Quien es comensal en la mesa del Señor, está
acreditado para sentarse en cualquier mesa y ante cualquier señor. Sólo si
aumenta una cultura inspirada por esa compasión, crecerá la perspectiva de
que Europa llegue a ser un paisaje multicultural floreciente y no en llamas,
un panorama de paz y no una explosión de violencia (METZ, 2000, p. 83).
En una situación así, la dificultad mayor es encontrar la puerta de
entrada a los códigos de comunicación del mundo económico, del mundo
laboral, del mundo social. Se trata de superar una situación de nocomunicación, de estigmatización, de discriminación y de exclusión.
El acompañamiento gratuito aminora las dificultades de comunicación
entre las diferentes culturas, entre el centro y la periferia, entre el integrado y
el excluido. Hay experiencias de acompañamiento entre nosotros en las
cuales jóvenes o familias de migrantes que buscan empleo o vivienda o
relaciones sociales son acompañados por otros jóvenes o adultos que
conocen los códigos de comunicación del mundo económico y social. Son
una especie de garantes y acompañantes en el recorrido de inserción, que
eligen voluntariamente acompañar en la búsqueda de trabajo y empleo, en el
mundo relacional.
3.- Buenas prácticas
Quien se acerque profesionalmente a esta realidad conformada desde
la insignificancia, ha de saber que su máxima aspiración es poder ser
reconocido como valiosos. Lo que esperan son tutores de la dignidad y del
reconocimiento
Prácticas de cooperación
Solo un enfoque cooperante está en condiciones de abordar la
exclusión. El enfoque de la cooperación en lugar de recurrir a presiones
condenatorias, o a restricciones legales, o a coacciones morales, aspira a
fundarse en las decisiones racionales de hombres y mujeres, a quienes se le
ofrece un amplio margen de elección, garantías de seguridad personal y
colectiva, y la posibilidad de informarse a través de un diálogo abierto y de
debates públicos de amplia difusión. El enfoque de la cooperación
inmuniza a las prácticas de inserción frente a todo caudillismo o
mesianismo social y en su lugar le remite a crear estructuras que posibiliten
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y amplíen la responsabilidad común, a conformar lugares, instituciones y
mecanismos que permita la colaboración, aunque sea a través de la
confrontación, la negociación y el dialogo.
La representación asistencial ha planeado sobre las profesiones
sociales, abocados a solucionar el problema en tiempo corto y desde la
centralidad de la urgencia. Con frecuencia, la cohesión social exige que se
resuelvan con rapidez ciertas situaciones a fin de que no perturben la paz
social. Esta representación ha planeado constantemente sobre las
profesiones sociales para sugerir su identidad y su competencia; Fabio
FOLGHERAITER sugiere que el experto se ve a sí mismo como un “un
guardián de la puerta o un conserje de los servicios sociales”, de este modo
garantiza que las provisiones existentes lleguen a los ciudadanos que tienen
derecho o lo necesitan.3
Capital social e inteligencia colectiva
Para afrontar esta maraña son necesarias activar círculos virtuosos,
Sólo los círculos virtuosos, con sus energías sociales, cortafuegos y diques
pueden detener, amortiguar o desactivar el poder destructivo de los círculos
de exclusión. Es tanto un clima social alternativo como un compromiso
personal, es a la vez un capital social y un tejido convivencial, es un
potencial cultural y un clima cooperativo.
Para afrontar esta espiral hacia abajo, hacia otra parte y hacia dentro,
son necesarias pero no suficientes, las estrategias de acompañamiento para
recrear el capital humano, como son la autoestima, el ánimo; sino que se
precisa cultivar el capital social que consiste en un depósito de confianza,
de créditos de cooperación, de fondos de acogida y de tejido social. “Para
que nazca un árbol en el desierto, es necesario que en algún lugar exista un
depósito de agua”. Es necesario recrear el sótano del edificio social, el
esqueleto de una sociedad. Algunos científicos sociales (COLEMAN,
PUTNAM, BOIX…) hablan de capital social, de cultura cívica, de
conocimiento colectivo para significar la capacidad que impregna e induce
comportamientos a través del ambiente y del contexto, en el que actúan los
individuos. Es hora de enfatizar el capital social que produce cambios en
las relaciones entre las personas, crea “expectativas de cooperación
sostenidas por redes institucionales (asociaciones) y pautas de cooperación
continuadas”.
3
FOLGHERAITER, F. Teoria e metodologia del servizio sociales. La prospettiva di rete.
Francoangeli, Milano. 1.998, p. 401
17
La inserción precisa de un clima cultural apropiado, que hoy se
reconoce como inteligencia colectiva, capital social y civismo. Es tanto un
clima social alternativo como un compromiso personal, es a la vez un
ambiente social y un tejido convivencial, es un potencial cultural y un clima
cooperativo.
L´abbé Pierre decía que “Para que nazca un árbol en el desierto, es
necesario que en algún lugar exista un depósito de agua”. El capital social
consiste en un depósito de confianza, de créditos de cooperación, de fondos
de acogida y de tejido social. Cada uno de nosotros, en determinadas
situaciones, se siente más capaz, animado, inteligente y generoso y en otras
circunstancias se resbala hacia la impotencia, el desanimo o la desconfianza.
Como decía Antonio MACHADO “¡Qué difícil es no bajar cuando todo
baja”.
El capital social o cultura cívica se despliega en una amplia geografía
de iniciativas sociales en forma de voluntariado que connota un compromiso
ligado a la gratuidad y conectado con fuertes motivaciones altruistas con los
mas débiles, de asociacionismo que connota organización y actividad
dirigida a actividades de animación cultural y social, de movimientos
sociales, que representan a los ciudadanos en función de la tutela de ciertos
problemas sociales: medio ambiente, feminismo, derechos humanos,
infancia, consumidores, defensa de los enfermos del sida, defensa de
enfermos crónicos, de empresas sociales, que instalan la solidaridad en el
mundo de la economía y de los servicios a las personas, de movimientos
profesionales, y otras iniciativas que muestran el alto grado de efervescencia
social en este campo.
Prácticas narrativas
Somos hijos de las narraciones, lo nuestro es contar y narrar. Y al
hacerlo descubrimos el valor prospectivo de la palabra.
Las narraciones no solamente describen las vidas de las personas,
sino que también las prescriben. El Candeal era una favela cualquiera como
cualquier otra de las miles de favelas de Brasil, hasta que Carlinhos Brown
la supo narrar. La violencia, la pobreza y la desesperanza eran constitutivas
de su identidad. Pero, Carlinhos ha logrado cambiar ese relato y ha
ayudado a construir una nueva identidad. Dice Carlinhos “vengo de la
mierda que apesta durante días, del engranaje podrido de Brasil, pero me
dije que iba a ser lo opuesto a lo que la sociedad me ofrecía”. Así desterró
el concepto de favela para nombrar a su barrio, que estaba asociada a
violencia y desestructuración, y se convirtió en comunidad, asociada a
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proyecto común, solidaridad, belleza, alegría. Así, el Candeal, a pesar de
sus condiciones adversas, optó por la dignidad, por asumir las riendas de
su vida y convertirse en una comunidad de la que se sienten orgullosos sus
habitantes. Así la historia vital de la favela, que se había vuelto limitadora e
incoherente, requería otra narración, que permitiera argumentos nuevos
para abrir nuevas posibilidades, recreando futuros posibles.
Redes trasnacionales
Hace unos días, lo solicitaban los padres de esos 10.000 jóvenes
muertos en las pateras: querían que alguien desde aquí les dijeran si habían
llegado o si se habían quedado en el estrecho. Nos invita a construir redes
sociales, en torno a la inmigración. Sabemos que las redes mafiosas en
torno a la explotación, a la compraventa de mujeres ya existen. Sin
embargo son muy débiles las alianzas en torno a la dignificación de los
inmigrantes mediante vinculaciones internacionales. La cultura de redes
que nos ha familiarizado los programas europeos debe profundizarse hacia
el sur y extenderse a Tanger y a Marrakech, a Quito y a Managua.
Si nacen redes internacionales de solidaridad, nacerán desde ellos y
con ellos. Pero sobre todo, esa acción conjunta ha de incorporar a los
propios inmigrantes, como agentes de la nueva ciudadanía. Fortalecer sus
propias redes, sus asociaciones y su protagonismo político es un trabajo tan
necesario como urgente. Con frecuencia trabajamos para ellos pero sin
ellos, ni con ellos.
Hay situaciones que nadie puede afrontar sólos. “Todos soltamos un
hilo, como los gusanos de seda; roemos y nos disputamos las hojas de
morera, pero ese hilo, si se entrecruza con otros, si se entrelaza, puede
hacer un hermoso tapiz, una tela inolvidable”.
Practicas preventivas
Roberto ESPOSITO concluye su IMMUNITAS contraponiendo la
metáfora de “lucha a muerte” a la metáfora de “lucha a vida”. La primera
se ha construido con la experiencia clínica que se adquiere contra la
invasión externa de bacterias que es propio de un buen sistema inmunitario:
contra los excluido hay que usar todas las técnicas posibles sin reparar que
frecuentemente aquella estrategia produce mayores males. La imagen
opuesta de la “batalla a vida” como se juega en el vientre materno a lo
largo de un embarazo. Es este ultimo caso, la confrontación con otro, con
un cuerpo distinto dentro del propio cuerpo, no se plantea como
destrucción sino que es un encuentro creativo, vital en el sentido más
19
genuino. Es este el modelo de relación con la alteridad, en la época en la
que los confines entre dentro y fuera se han hecho tenues e inexistentes. En
lugar de incompatibilidad nacerá algo nuevo al abordar la alteridad
III.- NAUFRAGOS Y HUNDIDOS
Las nuevas pobrezas tienen en común la experiencia subjetiva del
naufragio, que afecta a los modos de sentir y de emocionar la vida. En todo
naufragio hay un sentimiento de pérdida, de impotencia, de soledad, de
falta de horizonte.
I.- La producción cultural del naufragio
En las nuevas pobrezas que identificamos como exclusión, hay una
quiebra de los dinamismos fundamentales del ser vivo.
Se quiebra la confianza y ganan los sentimientos de impotencia. Las
nuevas pobrezas están minada por los desánimos y por la falta de
perspectiva "En el origen de todo naufragio está la fatiga con la
desesperación", decía el náufrago de Caldas, narrado por García Márquez
en el Relato de un naufrago. "Estás tan cansado que no sabes siquiera que
está amaneciendo." La desesperanza es la compañera inseparable del
naufragio, bien porque se pierden las fuerzas, bien porque decae el ánimo.
Se cree que ante los problemas no hay soluciones reales.. "El náufrago
tiene confundido el sentido de la orientación " y "pierde los puntos de
referencia" : " no tenía la menor idea sobre mi dirección y mi posición, no
sabía si la balsa avanzaba hacia la costa o hacía el interior." (p.54)
Se quiebra la identidad, que es el resultado de lo que uno dice de sí
mismo y lo que los otros dicen de él. Hace unos días se lo escuchaba a una
persona inmigrante. “Vivo diez años en España, me siento español entre
españoles pero sólo cuando alguien me mira me siento árabe”.
Se quiebra la sociabilidad. El sentimiento de exclusión afecta
igualmente a la relación con los otros. El primer sentimiento del náufrago
es la de estar absolutamente solo en la mitad del mar "El naufragio nos
precipita en un abismo" , “en una soledad infinita” (p.42)
II.-Alternativas a la producción del naufragio
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Frente a la desconfianza, somos tutores de la confianza en las
posibilidades de trasformación. Cuenta García Márquez en el Relato de un
náufrago que en el naufragio siempre “encontré un recurso para sobrevivir,
un punto de apoyo, por insignificante que fuera, para seguir esperando”.
“Cuando el viento aulla en el mar –comenta el naufrago de García
Márquez- cuando las olas se rompen contra los acantilados, uno sigue
oyendo las voces que recuerda” Unas veces era, en medio de aquella
soledad infinita, ver la luz de un barco, otras veces era el reflejo de la luna
en las olas, otras el ruido de unos aviones, y siempre la capacidad de
recordar. "Siempre encontré un recurso para sobrevivir, un punto de apoyo,
por insignificante que fuera para seguir esperando" (p.64-65), "una veces
era, en medio de aquella soledad infinita, ver la luz de un barco" (p. 42),
"otras veces era el reflejo de la luna en las olas" , "otras el ruido de unos
aviones" (p. 46 ) " la presencia de la gaviotas" (p.58), o "el cambio en el
color del agua" (p. 83) "Hay un instante en que ya no se siente la sed ni el
hambre; pero aun no se pierden las esperanzas" (p.57)
La confianza es la hermana mayor de la autoestima. "Decidí,
comenta el naúfrago de Caldas, que con lo único que contaba para
salvarme era con mi voluntad y con los restos de mis fuerzas"
La
inclusión, por el contrario, es una energía que activa, un impulso
insaciable; existe porque las cosas pueden ser de distinta manera y está en
nuestras manos cambiarlas y mejorarlas.
El naufrago de Caldas "se sentó a escrutar el horizonte por todos
lados" ; "con la misma esperanza con que esa tarde esperé ver aviones en el
horizonte, estuve esa madrugada buscando luces de barcos"; "miré con
tanta intensidad, que en un momento el cielo se llenó de puntos
luminosos." (p.44) “Seguía mirando primero el reloj, luego el horizonte”
(p.42). La inserción cae de parte de las oportunidades; antes de dejarse
llevar por el presentimiento de la catástrofe, acentúan la capacidad de
llegar a puerto. aspira a crear e inventar posibilidades nuevas y posee una
connivencia esencial con la creatividad y la anticipación.
III.- Buenas prácticas
El acompañamiento
Las nuevas pobrezas piden desarrollar el equipaje de la empatía:
sentir la realidad desde la piel del otro, más allá de esquema mentales y
prejuicios ideológicos. Las prácticas de acompañamiento incorporan los
afectos a la razón y practican una sabiduría hecha simultáneamente de
información y de sentimientos, de razón y de afectos, de inteligencia y de
21
emociones. No es necesario prescindir de los afectos ni anular los
sentimientos para luchar contra las nuevas pobrezas. .
La empatía se despliega en acompañamiento, que cuando se trata de
nuevas pobrezas conoce la paradoja y la indeterminación de los resultados.
Hemos de vivir la espiritualidad de la paradoja; saber que de las
circunstancias buenas puede nacer lo malo, y del estercolero puede nacer
una rosa. La racionalidad del trabajo social hereda también un aspecto que
definió el drama griego: la tragedia del conductor del barco que no sabe si
llegar a puerto será bueno para los viajeros.
El acompañamiento desarrolla el principio de indeterminación que
hace imprevisible los resultados esperados. En el modelo social, los
efectos de la intervención no son totalmente previsibles ni se pueden lograr
a ciencia cierta los resultados esperados. Hay realidades que son
imprevisibles por su esencial complejidad; las causas son múltiples, las
soluciones pueden ser diversas y los resultados se escapan muchas veces al
control. En el mundo de lo social, la complejidad es el estado natural de la
realidad en la que cada momento crea nuevas indeterminaciones y abre
amplias probabilidades. Las soluciones están en el mismo proceso y sólo
advienen a través de la participación y de la implicación de los
interlocutores. En el ámbito de lo social se va de lo complejo a lo
complejo,
El fortalecimiento del sujeto y la risilencia
En la medida que la exclusión expropia los dinamismos vitales, las
prácticas inclusivas intentan activar el fortalecimiento del sujeto . Las
nuevas pobrezas deben asumirse no sólo como carencias sino como
potencialidades que dan lugar a la búsqueda y a la participación. Si los
primeros esperan la solución de los problemas y la satisfacción de las
necesidad de un agente externo hacia el cual derivan sus reivindicaciones,
los segundos las esperan del autodesarrollo de los propios sujetos
organizados y se orientan a la solución de los problemas con el propio
esfuerzo.
22
Los recursos para luchar contra las nueva pobrezas son las propias
personas, su capacidad de innovación y cooperación, y sobre todo la
capacidad de plantearse objetivos de vida.
Objetivos de vida
Como reconoció Primo LEVY desde su experiencia en los campos
de exterminio nazi: la desolación y la muerte sólo se superan a través de
objetivos de vida: "casi nunca tuve tiempo que dedicar a la muerte; tenía
otras cosas en las que pensar, encontrar un poco de pan, descansar del
trabajo demoledor, remendarme los zapatos, robar una escoba, interpretar
los gestos y las caras que me rodeaban. Los objetivos de la vida son la
mejor defensa contra la muerte: no solo en el Lager." (p.127)
Cuando hay objetivos de vida, la decepción personal adquiere un
nuevo relieve; la proximidad a los heridos como hecho cotidiano y
horrendo y la cercanía a los mas desvalidos y despojados es un camino
hacia el cambio estructural. Lo secundario y superficial se evapora, las
opciones ideológicas y religiosas se hacen irrelevantes, el lugar de
nacimiento, la clase social y la raza cuentan más bien poco. Cuando los
grandes pisotean a los débiles, objetivos de vida son su defensa; cuando el
herido está indefenso, objetivo de vida es asistirle. Y de este modo,
amanece una realidad nueva.
Tutores de la dignidad y dignidad de la desnudez.
Somos tutores del valor y de la dignidad. No devuelven la dignidad
porque nadie la ha perdido sino que la reconocen; no sustituyen la voz,
porque cada uno tiene la propia sino que la agrandan. Somos más coro que
solistas. El nombre actual de la dignidad son los derechos humanos en sus
tras generaciones. Y en perspectiva religiosa la dignidad es salvar lo divino
del hombre. Hay algo divino en el hombre que la exclusión pone en peligro
y que se nos confía su defensa; nuestra responsabilidad nace de esta
experiencia.
El excluido anda con lo que lleva puesto. Su reconocimiento no está
condicionado al traje, al carnet a la tarjeta Visa, El reconocimiento de que
la dignidad no está condicionada a los ropajes, cuantas más capas decaen,
más amanece la dignidad afirmada por ella misma.
La dignidad de la desnudez se ha representado admirablemente en
Mar adentro. ¿Por qué no quiere vivir? La pregunta se la formula a Ramón
Sanpedro por parte de dos profesionales. Uno se la hace desde el reproche,
23
desde el poseedor de la verdad y de un saber a distancia, desde la justicia
abstracta, desde el representante de la institución, desde la guía de recursos.
“Es que acaso los tetrapléjicos no pueden amar?. Le critica el sabio jesuita;
y Ramón contesta “Yo no hablo de los tetrapléjicos”. En el otro caso, se la
hace el trabajador social que se siente conmocionada, afectada y se deja
hablar. “Porque no te puedo abrazar. La distancia entre la vida y la muerte
es el abrazo.”
La gratuidad
Los sueños de una sociedad inclusiva necesitan de las tradiciones
asentadas sobre la experiencia de la gratuidad, que estiman y aman sin
condiciones ni presupuestos 4 y de este modo se cultivan en contacto con
las fuentes de la vida, que puede ser experimentada y dinamizada desde el
amor incondicional, que siente compasión por el que fracasa y recoge lo
que se perdió..5 Y al hacerlo, activa un proceso de liberación que es
profundamente terapéutico: fortalece al que es así amado, pues le
acompaña y le envuelve en su caída, impidiendo que ésta sea completa e
irremisible.
La relación gratuita no pone ninguna condición para ser vivida: ni
condición de raza, de religión, de nacionalidad, de ideología o de mérito.
Ama por amar; llega al otro sin retorno ni recompensa. Es el amor
incondicional el que da origen a la relación incluyente que es propio de la
madre y de Dios. Sólo ellos amana sin condiciones ni presupuestos aquello
que no tiene valor y a veces no tiene ni rostro humano. Estamos ahí porque
tenemos una convicción esencial: que el dolor es dolor sin necesidad de
preguntarse por el color de la piel ni condicionar la ayuda al mérito, a la
nación o la contraprestación
Me impresionó aquella noticia sobre la huida de una mujer del
Hospital psiquiátrico con el deseo de buscar a su compañero que había
trabajado en el ferrocarril. Aprovechando la distracción del maquinista,
robó una locomotora y comenzó su odisea. Cuando le detuvieron, solo
pudo decir al policía "Si ustedes supieran lo que es el amor, me dejarían
seguir", y mientras le conducían a la comisaría, con llantos gritaba:
"Vosotros nunca hicisteis nada por amor".
Es este el componente maternal de la inclusión, que está junto al
hijo, sea cual sea su situación; quiere al hijo enfermo mientras está
4
5
ROSANVALLON: La revolución del derecho a la inserción, en Debats, 54 (1996), p. 40
Cfr. DOMENECH, A.: Isegoria. p.6
24
enfermo, al que está fuera del hogar mientras está fuera, al encarcelado
mientras está en la cárcel.
Es el componente religioso de la inclusión. La gratuidad es el suelo
de la experiencia religiosa. Y quizá sea esta la razón de que sean tantos los
que en este ámbito está movido por la experiencia religiosa. En clave
religiosa, el símbolo de la comensalidad es un capital simbólico capaz de
movilizar las energías ciudadanas. Quien come en la mesa de Dios puede
comer en cualquier mesa; a quien es aceptado como comensal por Dios,
nadie le puede negar su comensalidad. Con la Mesa compartida se inaugura
la humanización. Nos acercamos en todo lo que éstos tienen de
necesitados: de perdón y de curación, de pan y de esperanza, de verdad y
de justicia; pero también en todo lo que tienen de potencialidad, de hambre
de dignidad de pan, de cobijo y de Dios.
Gesto paternal y gratuito
La experiencia vital, construida en un barrio periférico de Argel, ha
permitido a Albert CAMUS en su obra póstuma e inacabada titulada El
primer hombre, orientar la respuesta. CAMUS vuelve a Argelia a la
búsqueda de su infancia, «de la que nunca se había curado, a ese secreto de
luz, de cálida pobreza que lo había ayudado a vivir y a vencerlo todo» (p.
44). A aquel espacio, que hoy llamaríamos “no-lugar”, se lo representa
como una “fortaleza sin puentes levadizos» . Una fortaleza “como un cáncer aciago, exhibiendo sus ganglios de miseria y fealdad», “una vida
encerrada en sí misma” (pp. 127-128)
¿Quien y cómo puede romper el destino de exclusión? Cuando
buscaba su infancia, Albert CAMUS se encuentra con la figura del
maestro «uno de esos seres que justifican el mundo, que ayudan a vivir
con su sola presencia» (p. 39). A él le atribuye tres cualidades básicas en
todo acompañamiento que quiere romper el destino de los excluidos.
Sentir que existían
En su clase “sentían por primera vez que existían y que eran objeto
de la más alta consideración: se los juzgaba dignos de descubrir el
mundo». « La escuela proporcionaba lo que con tanta pasión amaban y no
encontraban en casa, donde la pobreza y la ignorancia volvían la vida más
dura, más desolada, como encerrada en sí misma” «En la clase del señor
Bernard por lo menos la escuela alimentaba en ellos un hambre más
esencial todavía para el niño que para el hombre, que es el hambre de
descubrir. En las otras clases les enseñaban sin duda -muchas cosas, pero
25
un poco como se ceba a un ganso; les presentaban un alimento ya
preparado rogándoles que tuvieran a bien tragarlo» (p. 128).
Del maestro le vino a Camus «el único gesto paternal, a la vez
meditado y decisivo, que hubo en su vida de niño. Pues el señor Bernad,
su maestro de la última clase de primaria, había puesto todo su peso de
hombre, en un momento dado, para modificar el destino de ese niño que
dependía de él, y en efecto, lo había modificado» (p. 120).
Desde la experiencia de Camus, el potencial del don y de
reconocimiento se manifiestan como senda de incorporación. «Más aún, el
maestro no se dedicaba solamente a enseñarles lo que le pagaban para que
enseñara: los acogía con simplicidad en su vida personal, la vivía con ellos
contándoles su infancia y la historia de otros niños que había conocido, les
exponía sus propios puntos de vistas, no sus ideas» (p. 128).
Y finalmente, recuerda Camus el último acto de grandeza de su
maestro, que «había asumido sólo la responsabilidad de desarraigarlo para
que pudiera hacer descubrimientos todavía más importantes» (p. 139).
Recuerda aquel momento en el que le consigue una beca para seguir estudiando ya fuera del barrio y le despide diciéndole: «Ya no me necesitas le decía- tendrás otros maestros más sabios. Pero ya sabes dónde estoy, ven
a verme si precisas que te ayude» (p. 152). Y al despedirse, mirando a su
maestro, que lo saludaba por última vez y que lo dejaba solo, «en lugar de
la alegría del éxito, una inmensa pena de niño le estremeció el corazón,
como si supiera de antemano que con ese éxito acaba de ser arrancado el
mundo inocente y cálido de los pobres, mundo encerrado en sí mismo
como una isla en la sociedad, pero en el que la miseria hace las veces de
familia y de solidaridad, para ser arrojado a un mundo desconocido que no
era el suyo donde no podía creer que los maestros fueran más sabios que
aquel cuyo corazón lo sabía todo» (p. 152).
Para ello será necesario atender la invitación de Ernesto SABATO”
“abracémonos en un compromiso: salgamos a los espacios abiertos,
arriesgémonos por el otro, esperemos, con quien extiende sus brazos, que
una nueva ola de la historia nos levante. Quizá ya lo está haciendo, de un
modo silencioso y subterráneo, como los brotes que laten bajo las tierras
del invierno. Algo por lo que todavía vale la pena sufrir y morir, una
comunión entre hombres, aquel pacto entre derrotados” 6.
6
SABATO, E. Antes del fin. Seix Barral, Barcelona 1.999. p. 187
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