El gaucho a través de los Años: Los Mazorqueros (1845) Nota N° 17

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El gaucho a través de los Años: Los Mazorqueros (1845)
Que Juan Manuel de Rosas gobernó con mano férrea la
provincia de Buenos Aires, eso, nadie lo pone en duda, lo
que sí está en discusión es la existencia y necesidad de
excesos en su política. Con seguidores para todos los
gustos y detractores en la misma cantidad, no podemos
negar que para el gaucho, el gobernador de Buenos Aires,
fue una figura que desató amores y odios de una manera
comparable con muy pocos otros líderes en nuestro país.
La paz es en verdad el objetivo principal de la política de
Rosas.
Vista desde esta perspectiva final, esa política parece
paradójica: en efecto, pocas veces una línea política ha
logrado provocar tantos conflictos como la que Rosas
adoptó. “El Río de la Plata- advertía Rosas- solo puede
gobernarse popularmente; su herencia colonial, confirmada
por su existencia revolucionaria, excluye toda solución
aristocrática y por eso excluye también una organización
política unitaria, impensable, sin una aristocracia
gobernante”.
La imagen de la paz que es preciso reconquistar incluye la
eliminación de toda política, la reducción del arte de
gobierno a la mera eficacia administrativa, tal como la
había poseído el régimen colonial.
Si esta idea tuvo sólidos apoyos al principio, irán
desapareciendo a medida que la política rosista revelaba su
alto costo.
Había algo errado, pensaban los disidentes, que en nombre
de una política por la paz se viva de guerra en guerra, que
en nombre de la concordia se exasperen todas las
discordias.
Y comienza una época de terror ejercido por vía
administrativa cuyos instrumentos (reclutados sobre todo
en el cuerpo profesional de policía y capitaneados por el
comandante Cuitiño) sólo dirigen sus golpes allí donde el
gobierno quiere que caigan.
Este terror aparece y se afirma en la segunda parte de la
década del 30.
La Mazorca será el instrumento de esos actos oficiosos que
se extenderán hasta 1846 año en que es disuelta.
Nota N° 17
Por Carlos Ernesto Pieske
Mazorquero
Los degolladores. Oleo de Cesáreo Bernaldo de Quirós
En esos años Buenos Aires comienza un despertar
económico que parece evidenciar que el rosismo no es
incompatible con la prosperidad.
Sin embargo poco dura y la crisis que se desata en 1848
daña el comercio local y abre el acceso a la población de
Buenos Aires a los productos europeos.
En la campaña, mientras tanto, la mano de obra criolla es
afectada por una militarización que no cesa, los extranjeros
son cada vez más numerosos, en el inmediato sur distritos
enteros son cubiertos de explotaciones ovejeras irlandesas,
cuyos titulares se hallan libres del servicio de las armas,
razón por lo cual los estancieros también se disputan el
servicio de los peones extranjeros.
Pero soplan malos vientos para Juan Manuel de Rosas y ya
se comienza a preparar el principio del fin para su
gobierno.
Verdadera “Guardia de Corps” para el Brigadier General
don Juan Manuel de Rosas, en esa época, Gobernador de
la provincia de Buenos Aires con la suma del poder
público.
De ellos, se cuentan hazañas y bestialidades, su mismo
nombre, mazorquero, viene de que se lo acusa de
“empalar” a sus víctimas con una mazorca de maíz seca.
Viste gorro de
pisón o manga
color rojo, pañuelo
serenero,
camisa
roja y chiripá del
mismo
color,
calzoncillos
con
flecos y botas de
potro de medio pie.
A la cintura un
tirador con cierre
de patacones, atrás
su facón, cuelgan
también
las
boleadoras.
De
su
mano
derecha pende un
rebenque de argolla
y en su izquierda
sostiene
una
tacuara con una
hoja de cuchillo
atada con tiento, a
modo de lanza.
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