psicoterapia psicoanalítica y psicoanálisis

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PSICOTERAPIA PSICOANALÍTICA Y PSICOANÁLISIS. ENCUADRE
PSYCHOANALYTIC PSYCHOTHERAPY AND PSYCHOANALYSIS. SETTING
Francisco J. Jiménez González; Víctor Ramírez Puga; Andrés Ojeda Hernández; Iván L. Alemán Ruiz
Kairós. Psicología y Psicoterapia. Las Palmas de Gran Canaria
[email protected]
Relación de Ayuda, Psicoanálisis, Psicoterapia Psicoanalítica, Técnica, Proceso, Definición, Definición
Informal.
Help Relation, Psycoanalysis, Psychoanalytic Psychotherapy, Technique, Process, Definition,
Informal Definition
RESUMEN:
Partiendo de las consideraciones de algunos autores de prestigio alrededor del Psicoanálisis y la
Psicoterapia Psicoanalítica, el texto anima a pensar y debatir en torno a estas dos formas de relación
de ayuda. Estas reflexiones se enriquecen con la ayuda de definiciones informales. Se enviaron 58
cuestionarios por vía telemática y fueron obtenidas 22 respuestas, datos que ya adelantan la
dificultad para precisar ambos términos.
ABSTRACT:
The text encourages to think and debate around this two forms of help relations, considering as a
starting point the observations of some prestigious authors about Psychoanalytic Psychotherapy and
Psychoanalysis. These reflections become richer with the help of informal definitions. There were 58
questionaries sent via telematic and 22 answers obtained, data which anticipates the difficulty to
precise both terms. Similarities and discrepancies seem to dilute in the dynamics of the analitic
practice.
1
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1. Introducción
En el intento de delimitar excesivamente el concepto, se corre el peligro de perder por el
camino parte de su esencia, que no es otra que amoldar los conocimientos y hallazgos al servicio del
sujeto (paciente y analista). Se pretende en este trabajo invitar a la reflexión, abarcar desde
diversos puntos de vista la amplitud que encierran tanto el Psicoanálisis como la Psicoterapia
Psicoanalítica, considerando que las palabras, los términos y los conceptos
están en continuo
movimiento, tanto movimiento como el que origina el propio proceso analítico o psicoterapéutico.
Por ello nos
apuramos
a decir que no podría existir la definición definitiva de Psicoterapia
Psicoanalítica o de Psicoanálisis. Obsérvense, por ejemplo, las diversas variaciones que sufrió el
término en manos del
propio Freud, quien a lo largo de su obra fue moldeando el concepto que
abrigaría toda la teoría psicoanalítica. En el presente trabajo, no nos quedaremos pues en una
revisión y reflexión sobre lo escrito hasta el momento, sino que añadiremos la experiencia subjetiva
de aquellas personas que de una u otra manera conocen y están implicadas en lo psicoanalítico.
Estas experiencias, como no podía ser de otra manera, se han recogido textualmente según han
aportado las definiciones los participantes, con un lenguaje coloquial, el cual posiblemente, en
consonancia con la obra de Winnicott, es el que nos acerca más a la creatividad, porque en definitiva
el presente trabajo no pretende más, que recordar la necesidad imperiosa de creación que requiere
un modelo como el psicoanalítico.
Se trata de intentar analizar y reflexionar sobre las convergencias y divergencias existentes
entre ambos términos. La experiencia como psicoterapeutas evidencia cómo, a menudo, tanto en
consulta como en la calle ante la pregunta de un otro que quiere conocer más antes de plantearse
iniciar la experiencia analítica, si bien es cierto que la casuística nos dice que esa pregunta muchas
veces responde a resistencias propias del inicio, indica también la necesidad de un manejo adecuado
de esta información que se solicita. Esto no sólo requiere al psicoterapeuta un buen nivel técnico
para trabajar con las resistencias de ese otro en cuestión, sino que además, en nuestra opinión, es
clave a la hora de ayudar a tomar la decisión final, que como profesionales de la salud mental,
manejemos un abanico suficientemente amplio de definiciones sobre el tema en cuestión. En
definitiva, será fundamental que nuestro rango de posibilidades para explicar qué es la Psicoterapia
Psicoanalítica y qué es el Psicoanálisis nos permita manejarnos con amplitud y flexibilidad ante estas
situaciones que muchas veces se dan en las primeras entrevistas, e incluso, muchas otras, en
preentrevistas de manera informal.
Se plantean dos cuestiones que abordaremos desde dos puntos de vista:
1. Lo que dicen los autores.
2. Lo que aportan de manera informal terapeutas y personas vinculadas a la Salud Mental,
principalmente como analizandos o profesionales en formación.
Las dos cuestiones a abordar son ¿qué es la Psicoterapia Psicoanalítica?, ¿qué es el
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Psicoanálisis?
2. Empezando la reflexión
Revisando la literatura sobre el tema en cuestión, la información resulta excesiva. Parece que
lo más interesante y operativo sería dejar que “hablaran” los expertos en la materia, y los autores
del presente trabajo, apuntaremos, comentaremos, cuestionaremos y acompañaremos al lector en
su reflexión.
Assoun (2005) nos recuerda que Freud aportó formulaciones sucesivas del Psicoanálisis entre
el temprano 1896 y sus últimas exposiciones en la década de 1930. Quizás la definición con mayor
grado de aceptación, o cuanto menos, la más repetida en los diversos manuales de Psicoterapia y
Psicoanálisis, cuando se quiere hacer alusión a la aproximación que Freud realiza del término, es la
aportada en 1922 en Dos artículos de enciclopedia: “Psicoanálisis” y “Teoría de la libido”, en la que
define el Psicoanálisis como:
“1) Un procedimiento que sirve para indagar procesos anímicos difícilmente accesibles por
otras vías; 2) Un método de tratamiento de perturbaciones neuróticas, fundado en esa indagación, y
3) Una serie de intelecciones psicológicas, ganadas por ese camino, que poco a poco se han ido
coligando en una nueva disciplina científica.” (Freud, 1979)
Hornstein (1983) concreta que Freud caracteriza al Psicoanálisis en función de una teoría, un
método y una técnica. Una teoría de la personalidad, un método de Psicoterapia y una técnica o
instrumento de investigación científica, manteniendo en nuestro criterio la tesis de que estas tres
características permanecen indisolubles, ya que la técnica de investigación coincide con la aplicación
del método de Psicoterapia, y sin ambas, no sería posible el desarrollo de una teoría de la
personalidad.
Partiendo
de
la
definición
freudiana,
para
el
presente
artículo,
nos
centraremos
principalmente en el método de Psicoterapia, ya que es el elemento donde parecen encontrarse las
mayores divergencias entre aquellos que separan conceptualmente el Psicoanálisis de la Psicoterapia
Psicoanalítica. En lo concerniente a la teoría de la personalidad y al instrumento de investigación
científica, realizaremos sólo apuntes necesarios, ya que son lugares comunes de ambas tendencias
sobre las que se nutren las diferentes praxis del método.
Es preciso destacar también que dentro de las Psicoterapias Psicoanalíticas, se dan diferentes
variantes de la misma. Según Ávila y Poch (1994) éstas, abarcarían todas las técnicas
Psicoanalíticas excepto la Cura Tipo, es decir: la propia Psicoterapia Psicoanalítica, Psicoterapia
breve, Psicoterapia de apoyo, Psicoterapia institucional y Psicoterapia grupal. Otto Kernberg (2000)
propone una diferenciación estricta entre el Psicoanálisis clásico (Cura Tipo), la Psicoterapia
Psicoanalítica y la Psicoterapia de apoyo basada psicoanalíticamente. A modo de introducción, se
ofrecen algunas definiciones de varios autores sobre ambos términos y posteriormente nuestras
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reflexiones.
Según Gill (1954), “el Psicoanálisis es la facilitación de una neurosis de transferencia
regresiva y su resolución por medio de la interpretación, llevada a cabo por un psicoanalista desde
una posición de neutralidad técnica.” Así mismo, para Nacht (1962) “la Cura Tipo es una técnica que
se basa en la utilización terapéutica de la neurosis de transferencia mediante el arte de las
interpretaciones” y, en la misma línea, Laplanche y Pontalis (1996) realizan una extensión de la
definición freudiana de 1922: “Un método psicoterapéutico basado en esta investigación y
caracterizado por la interpretación controlada de la resistencia, de la transferencia y del deseo. En
este sentido se utiliza la palabra Psicoanálisis como sinónimo de Cura Psicoanalítica […]”
Ávila y Poch (1994) van algo más lejos, describiendo el Psicoanálisis como la “Técnica que se
caracteriza por el análisis en profundidad de la neurosis transferencial, la elevada frecuencia de las
sesiones terapéuticas (4 ó 5 a la semana), y el trabajo sobre focos móviles y múltiples”. Además de
nuevas condiciones necesarias que más adelante trataremos, puntualizan la necesidad de ahondar
en el análisis de la transferencia.
Sabiendo que las estructuras psíquicas son principalmente modificables desde un análisis
transferencial minucioso, Villamarzo (1986) lo enfatiza definiendo Psicoanálisis como “todas aquellas
técnicas, estrictamente freudianas, cuyo objetivo terapéutico fuera el de modificar radicalmente las
mas profundas capas de la estructura de la personalidad.” Del mismo modo, según Kernberg (2000)
“el objetivo del Psicoanálisis es el fundamental cambio estructural, la integración del conflicto
inconsciente reprimido o disociado en el yo consciente.”
Algunas definiciones de Psicoanálisis se centran en un análisis transferencial laborioso y en
resultados estructurales contundentes, mientras que las definiciones de Psicoterapia Psicoanalítica
parten del uso adecuado de la transferencia para alcanzar otros fines no necesariamente nucleares,
persiguiendo en su caso objetivos estructurales algo más discretos. Es así cómo la describe
Villamarzo (1986), desde su perspectiva la Psicoterapia Psicoanalítica son “todas aquellas técnicas
cuyo objetivo terapéutico pretende, mediante una adecuada utilización de la transferencia,
posibilitar la evolución pulsional del individuo desde las fases autoeróticas o incestuosas narcisísticas
infantiles, hasta las mas evolucionadas fases de relación de objeto.” Según Ávila y Poch (1994):
“este término se usa, en singular, para denominar a una sola técnica, derivada de la Cura-Tipo
Psicoanalítica, que se caracteriza por el trabajo sobre algunos focos psicopatológicos específicos y
delimitados previamente, con objetivos más parciales que la Cura Tipo Psicoanalítica y con menor
frecuencia de sesiones semanales”.
Kernberg (2000) especifica que en la Psicoterapia Psicoanalítica “[…] el objetivo es una
reorganización parcial de la estructura psíquica en el contexto de cambio sintomático significativo”,
sin embargo, Laplanche y Pontalis (1996): hablan de “[…] una forma de Psicoterapia basada en los
principios teóricos y técnicos del Psicoanálisis, aunque sin realizar las condiciones de una Cura
Psicoanalítica rigurosa”, como si ésta fuera una versión incompleta del Psicoanálisis.
Solimano y Bergallo (2005) dicen que la característica que la define es la resistencia, “el
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sujeto está incluido en su padecer con una responsabilidad que desconoce y rechaza. Es el conflicto
psíquico.” Y se preguntan “¿hay una Psicoterapia Psicoanalítica que no sea Psicoanálisis?”,
respondiéndose que la meta del Psicoanálisis es el ser comprendido y esta experiencia incluye el
alivio del sufrimiento, por lo que habría identidad entre objetivo de investigación y objetivo
terapéutico. Esta propuesta integradora de Solimano y Bergallo resulta sugerente. El “desinterés”
por la delimitación conceptual en beneficio de la unificación de teoría, técnica y objetivos orientados
al proceso e individuo, da soporte a nuestras venideras reflexiones. La pregunta de si existe
Psicoterapia Psicoanalítica que no sea Psicoanálisis se extiende como un eco que nos alumbra.
A modo orientativo, en cuanto a los objetivos o criterios de curación en Psicoanálisis y poder
valorar la homogeneidad o no entre Psicoterapia Psicoanalítica y Psicoanálisis, empleamos la
siguiente clasificación de Horstein (1983):
“Se suelen diferenciar dos tipos de criterios en relación al proyecto terapéutico:
1º Criterios metapsicológicos: hacer consciente lo inconsciente, levantar las resistencias,
mayor plasticidad del yo, refuerzo del yo (en la escuela americana), “des-ser”, destitución subjetiva
(en la escuela lacaniana), etc.
2º Criterios clínicos: desaparición de síntomas, adaptación, creatividad, satisfacción en las
relaciones objetales, en las laborales profesionales, en la sexualidad.
Se podría hacer un enorme inventario de criterios de curación en Psicoanálisis. Como síntesis
provisoria podría postular que, para Freud, el proyecto terapéutico tendría por fin:
1º Una reducción cuantitativa del espacio psíquico bajo la égida de lo inconsciente;
2º Permitir que el yo someta a sus propios fines una parte de los deseos inconscientes,
posibilitando recursos sublimatorios y teniendo un placer sexual y relacional, en general, realizable
con otros reales que no sean fuente de conflicto.
3º Cambiar la relación presente entre el yo y los efectos, en su propio espacio, de lo
reprimido que retorna;
4º
Transformar
la
organización
fantasmática,
es
decir,
algunos
de
los
contenidos
inconscientes de manera que pierdan sentido las inhibiciones, las defensas, la angustia, los síntomas
y los estereotipos caracteriales a las que el yo se veía obligado a recurrir”.
Una somera lectura indicaría, de acuerdo a las definiciones aportadas, que los criterios
metapsicológicos establecidos por Horstein pertenecerían en mayor medida a la Cura Tipo, mientras
que los criterios clínicos serían territorio de la Psicoterapia Psicoanalítica. Se pretende cuestionar al
respecto, que si por establecer criterios u objetivos a priori, sería éste un elemento suficiente para
realizar una diferenciación entre ambos conceptos. A lo largo del artículo se aportarán reflexiones
que quizás ayuden clarificar esta cuestión.
En el espectro de la técnica, observamos como elementos comunes en las definiciones
expuestas que a) el abordaje consistente de la relación transferencial, b) la consideración del
dinamismo y movilidad del tratamiento psicoanalítico y c) la mayor frecuencia de las sesiones, sobre
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a) el trabajo más focal, b) parcial y c) menor en cuanto a la frecuencia, son los aspectos que
resaltan estos autores para definir Psicoanálisis y Psicoterapia Psicoanalítica respectivamente.
Desde el punto de vista de Kernberg, y al igual que Ávila y Poch, los objetivos de ambas
modalidades de tratamiento parecen también diferir, principalmente como consecuencia de la
diversa aplicación en cantidad y cualidad de la técnica psicoterapéutica, poniendo pues aquí el
acento que delimita ambos conceptos. Al respecto, consideramos que los logros alcanzados por el
paciente en cualquier tipo de relación de ayuda, Psicoanálisis en todas sus modalidades inclusive,
pueden trascender a las expectativas y objetivos del psicoterapeuta y a los criterios técnicos
empleados. No podría ser de otra manera a no ser que pensáramos que el analista, que tras su
valoración inicial decide emprender una Psicoterapia Psicoanalítica con sus respectivos objetivos
parciales, presenta una autoridad tan asfixiante como para no permitir que el individuo, más allá de
los objetivos ladinos establecidos por su analista, no logre elevarse por encima de dichas
expectativas y produzca modificaciones estructurales no planeadas en un principio. Se puede afirmar
que la vida se abre paso y que el paciente presenta capacidad potencial para superar, a no ser que
su cuadro clínico lo imposibilite, los objetivos expuestos por su analista. Por lo tanto,
se puede
considerar que si en cuanto a los objetivos del tratamiento nos situamos en una polaridad
modificación focal - modificación estructural para establecer la diferencia entre Psicoterapia
Psicoanalítica y Psicoanálisis respectivamente, se observa que se pueden producir cambios
estructurales relevantes en pacientes tratados con Psicoterapia Psicoanalítica. Sería pues a través de
la técnica o método donde se pueden encontrar las divergencias más significativas. En adelante se
verá si es la técnica en sí o quizás la técnica en conjunción con las características personales de
analista y paciente las que puedan estar jugando un papel central en la delimitación del concepto y
del proceso terapéutico.
Se rescata la siguiente definición de Strupp (1977) sobre Psicoterapia por la brillante
explicación acerca de la naturaleza de la relación terapéutica “[…] el campo llamado Psicoterapia
comprende a una persona que ha reconocido que necesita ayuda, a un experto que ha consentido en
proporcionarla y a una serie de interacciones humanas, cuyo carácter suele ser sumamente
intrincado, sutil y prolongado, y que tiene por objeto producir cambios beneficiosos en los
sentimientos y la conducta del paciente […]”.
Profundizando en la triada (intrincado, sutil y prolongado) se puede entender por “intricado”
algo difícil, enrevesado, por “sutil” delicado pero de gran penetración y hondura y como tales, dan
lugar a la tercera característica,
“prolongado” en el tiempo. Parece que estas son características
comunes del estilo de relación de ayuda que se intenta definir en este trabajo, independientemente
del término que se desee o crea conveniente utilizar, Psicoanálisis o Psicoterapia Psicoanalítica.
Resulta difícil negar que la Psicoterapia Psicoanalítica, la Cura Tipo por descontado, es un arte
intrincado y sutil en las acepciones que planteamos y que para su adecuada aplicación se requiere
de gran destreza y preparación. En este sentido, Caparrós (2007) apunta “[…] la Psicoterapia
Psicoanalítica no es un género menor con respecto al Psicoanálisis, sino el producto de los nuevos
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desarrollos del Psicoanálisis, tanto teóricos como técnicos, que permiten ampliar su campo clínico de
acción”. Se puede añadir que incluso en relación a la prolongación del tratamiento, aspecto central
de lo psicoanalítico, empieza a disiparse la idea de que es la Cura Tipo la modalidad de tratamiento
que requiere de dicha prolongación mientras que a la Psicoterapia Psicoanalítica le pertenecieran
tiempos y ritmos más limitados. Bernardi, Defey, Garbarino, Tutté, y Villalba, L (2004) en relación a
esta atribución a la Cura Tipo en detrimento de la Psicoterapia Psicoanalítica de aspectos centrales
del tratamiento como el mayor número de sesiones, mayor neutralidad y mayor profundidad,
señalan: “[…] hoy en día algunos de estos criterios están en revisión, poniéndose énfasis en el
encuadre interno del analista, más que en sus características externas y en las cualidades del
proceso terapéutico, existiendo distintas posiciones al respecto”.
Caparrós (2007) refuerza este planteamiento: “Está muy extendida la opinión de que una
frecuencia de tres o cuatro sesiones semanales es un requerimiento esencial para que la
intervención terapéutica se pueda llamar Psicoanálisis, mientras que una sesión a la semana es cosa
propia de la Psicoterapia Psicoanalítica. Esta creencia debe ser revisada […] la tendencia más actual
hace hincapié sobre todo en la extensión que el tratamiento requiere más que en su intensidad”. Al
inicio del artículo se indicaba que las definiciones y los criterios teóricos y técnicos están
saludablemente en continuo movimiento, parece que no podría ser de otra manera. ¿Acaso puede el
analista por un lado, el paciente por otro, o ambos en conjunto incluso, determinar a priori si la
tarea que van a emprender va a tener como fin la reducción de síntomas o la modificación
estructural de la personalidad?, ¿no estaría el concepto limitando el proceso? Parece evidente la
crucial
relevancia del encuadre, la importancia de valorar las condiciones personales de
analizabilidad y la disposición socioeconómica y demográfica de la persona al tratamiento propuesto,
pero el respeto por y para el paciente y su proceso obliga a ampliar el campo de visión y no
pretender por las citadas cuestiones, considerar que los cambios realizados en el proceso se dirigen
a una mejoría sintomática o estructural por el hecho de haber empleado mayor o menor neutralidad,
mayor o menor utilización de la interpretación, o mayor o menor análisis de la transferencia. Como
se señaló anteriormente, da la impresión de que no es una cuestión a valorar a priori por ninguna de
las dos partes si se va a proceder a realizar cambios focales o estructurales como si de una
intervención quirúrgica se tratase, sino en todo caso, la profundidad o no de la creación conjunta
que se ha realizado, debería ser una cuestión a valorar a posteriori por ambas partes.
Se parte de que la mejor descripción del valor de una intervención psicológica siempre
vendrá de la mano del paciente y su subjetividad y no de la ortodoxia o heterodoxia de la misma sea
cual fuere su escuela. Siempre que se quiera adaptar la técnica a la fenomenología particular de
cada caso, no se debería escandalizar ningún terapeuta cuando fuese de obligado cumplimiento
“hacer la vista gorda” en la abstinencia ante por ejemplo, un yo escasamente construido. Tampoco
minimizar la interpretación transferencial tras tiempo de análisis de un paciente con poca capacidad
simbólica debería ser una blasfemia. Parece claro que tal terapeuta no debería ser tachado de
polizón en el barco psicoanalítico, tampoco zarandeado de un lado al otro del continuo Psicoterapia
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Psicoanalítica-Psicoanálisis,
sino
aplaudido
por
su
cintura
a
la
hora
de
adaptarse
a
los
requerimientos del caso.
Da la impresión que cuando en una “supuesta” Psicoterapia Psicoanalítica se garantizan los
aspectos teóricos esenciales del Psicoanálisis en el tratamiento, léase, “[…] lo inconsciente, la
sexualidad infantil y la defensa […]” (Caparrós, 1996) y los procedimientos técnicos (interpretación,
análisis de la transferencia y neutralidad) son el eje central del trabajo psicoterapéutico, ¿no se
trataría de Psicoanálisis?, ¿estaría en las limitaciones clínicas del paciente para abordar este
tratamiento la clave que diferenciara un concepto de otro?, ¿sería quizás la limitación personal, sea
cual fuese, del analista el factor que determinará si es Psicoanálisis o Psicoterapia Psicoanalítica?,
¿podría ser la conjunción de ambas? Kernberg (2000) arroja luz: “[…] no es la técnica per se la que
permite la diferenciación de estos tratamientos, sino la interacción entre la técnica y la respuesta del
paciente, o aún la interacción entre la personalidad y la técnica del terapeuta, por un lado, y la
personalidad del paciente y la interacción con el terapeuta por otro […]”.
Fonagy, Roth y Higgitt (2005), parecen apuntar en similar dirección al poner el acento en la
habilidad de los clínicos y su vinculación con el resultado del proceso más que predefinir
conceptualmente el tipo de trabajo que se va a desarrollar. Textualmente citan: “[…] quizá baste
con que digamos que no podemos ver las directrices, por muy sofisticadas que sean, como
sustitutas de la pericia y la experiencia clínicas, al igual que el Código de Circulación no puede
sustituir la habilidad conduciendo. La investigación venidera tal vez debiera fijarse también en la
habilidad con que los clínicos implementan sus tratamientos particulares y la relación de la misma
con el resultado del paciente”. En consonancia, cabe incidir una vez más en la habilidad del analista
y del vínculo que establezca con el analizando como factores relevantes para determinar y
conceptualizar, más allá de las directrices técnicas, el tipo de relación de ayuda que se establece.
Asimismo y conscientes de la dificultad que entraña, parece adecuado vincular también la habilidad
del clínico en torno al manejo transferencial y su relación con la evolución del paciente. Da la
sensación que en esta complejidad se encuentra la grandeza del modelo, canalizada a través de lo
personal como señalan Ey, Bernard y Brisset (1980) escribiendo sobre “[…] el acto por el cual el
espíritu viene en auxilio del espíritu, en un encuentro saludable de comprensión y restauración.”
3. Profundizando
Entonces, ¿Psicoanálisis y Psicoterapia Psicoanalítica? y por qué no, ¿lo psicoanalítico?,
¿proceso psicoanalítico? o ¿continuo Psicoterapia Psicoanalítica-Psicoanálisis? Retomemos a Freud
volviendo a la técnica, concretamente a la extensión del tratamiento. Albani, Pokorny, Blazer, König,
Geyer, Thoma y Kächele (2002) citan: “Freud comparó el proceso analítico con el ajedrez y
estableció analogías entre el hacer del arqueólogo, del pintor y del escultor con el del analista”.
Ilustró también la distinción de la Psicoterapia Psicoanalítica de las técnicas sugestivas, “[…] la
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técnica sugestiva opera “per via di porre”: aplica la sugestión sobre el síntoma, sin tomar en cuenta
su origen ni su significado, suponiendo que su fuerza impedirá la exteriorización de la idea
patógena. La terapia analítica en cambio actúa “per via di levare”, no quiere agregar o introducir
nada nuevo, sino restar y retirar lo que reprime u oculta, lo que desfigura la fuerza del origen y la
significación de los síntomas patológicos.” Jung (2006) en esta línea plantea “[…] el Psicoanálisis es
un método que sirve para la reducción analítica de los contenidos psíquicos a su mas simple
expresión y para el descubrimiento de la línea de menor resistencia en el desarrollo armónico de la
personalidad”. Ferenczi (2006) apunta también en esta tendencia, a la transferencia como
resolución del proceso: “Desenmascarar todo lo posible las relaciones ficticias, haciéndolas retornar
a su verdadera fuente, lo que entraña su disolución”.
Esta alusión a la transferencia de Ferenczi, se asocia también al concepto que Lacan (1987)
llama "destitución subjetiva", y que emplea en varias direcciones (política, religiosa, conocimiento y
análisis). Roudinesto (1995) dice que “[…] Lacan llamaba chute du sujet supposé savoir (que se
entiende literalmente como “caída del sujeto que se supone que sabe”, pero en una construcción
francesa donde se lee a la vez “sujeto supuesto” y donde “saber” va en infinitivo, forma nominal del
verbo, todo lo cual no es indiferente) a la liquidación de la transferencia por la cual el analista se
encontraba en posición de “resto” después de haber sido investido de un saber supuesto (savoir
supposé), de una omnipotencia.”
Dichos
aspectos
teórico-técnicos
son
terreno
de
lo
psicoanalítico
en
general
y
consecuentemente que su profunda dificultad requiere de una adecuada y precisa extensión del
tratamiento, la cual es considerado condición sine qua non para una efectiva aplicación del método,
en mayor medida en el caso de personas con perfil patológico y precario. Por lo tanto sea cual fuese
el concepto analítico a emplear, se observa esta característica como elemento propio también de la
Psicoterapia Psicoanalítica. Es bien sabido que derribar e incluso reforzar resistencias sin ofrecer un
marco contenedor y seguro sobre el que cimentarlas, puede amenazar a la capacidad funcional de la
persona. Parece claro pues que la extensión del proceso, es entre otras cuestiones, una de las
características esenciales para estructurar ese nuevo marco de construcción personal.
En esta línea y como se trató anteriormente, ¿podría entenderse como un continuo donde
empezaríamos con Psicoterapia Psicoanalítica y en un momento del proceso accederíamos a la Cura
Tipo? Al menos con una parte de los pacientes da la impresión que sería viable. En un extremo se
encontraría la Cura Tipo propiamente dicha, basada básicamente en la interpretación de la
transferencia, defensas y conflictos inconscientes. En el otro extremo del continuo situaríamos a la
Psicoterapia Psicoanalítica con base teórica y técnica Psicoanalítica, centrada en mejorar las
fortalezas del paciente, hacerle más llevadera su realidad y para ello, analizar las defensas, tener en
cuenta lo transferencial y auspiciar la toma de conciencia. Quizás los dos polos no se encuentren a
tanta distancia.
En este sentido, la continuidad más allá del síntoma puede no precisar de grandes saltos, tan
sólo seguir la andadura sin que signifique una huida de la angustia, donde quizás los beneficios
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sentidos al acudir a terapia sean suficientes para sostener el hábito aun cuando permanezca la
angustia. En ocasiones somos los terapeutas quienes animamos y damos así permiso al paciente a
sumergirse a mayor profundidad y a prolongar el proceso inevitablemente en el tiempo. Surge la
sospecha de que apelar al narcisismo del paciente avivando por ejemplo su ambición o capacidad
analítica sean estrategias no escasamente utilizadas con esta intención. Sin embargo, sea como
fuere, más allá de los motivos que empujan a la primera consulta puede que la adherencia del
paciente al diván siempre esté motivada en algún grado por la utópica búsqueda de la protección
ante la angustia y nada mejor que conocer las propias estructuras para situarse ante ésta. Estas son
muestras que llevan a incidir en la importancia de la rigurosa formación analítica del psicoterapeuta
o analista, sin distinciones sobre si ejecuta un trabajo más centrado en el polo de lo psicoterapéutico
o más próximo a la Cura Tipo. Se considera que cualquier técnica que aborde lo inconsciente debe
tener las mismas exigencias formativas. En este caso no se observa tampoco en los conceptos
diferenciación para determinar la preparación del profesional. En esta línea, así como hay autores
que plantean para la formación de la práctica de la Psicoterapia Psicoanalítica una determinada
forma de aprendizaje para los terapeutas noveles, Caparrós (2007) defiende que el psicoterapeuta
psicoanalítico necesita de una sólida formación en Psicoanálisis que le permita valorar, manejar y
elaborar el proceso psicoterapéutico.
De la cuestión anterior surge una nueva pregunta: ¿cuánto más nos alejamos de la Cura Tipo
menos valor se le atribuye a la Psicoterapia Psicoanalítica? Aunque parece existir una corriente
latente
que
respondería
afirmativamente,
como
se
ha
ido
observando,
también
hay
posicionamientos divergentes.
Se pueden realizar también varias aproximaciones que puedan atisbar una respuesta, o
quizá, al menos que generen nuevas preguntas que ayuden a reflexionar sobre ello.
A) Una de ellas es la mencionada formación del terapeuta, el estar capacitado para realizar
una Cura Tipo, o sea, el estar formado como psicoanalista (teoría, análisis personal, supervisión de
la práctica). Se considera que ésta debe ser condición indispensable para desarrollar otras
Psicoterapias de corte analítico (Psicoterapia Psicoanalítica, Psicoterapia Psicoanalítica de apoyo,
Psicoterapia breve Psicoanalítica), lo cual garantizaría la seguridad y calidad del tratamiento, y
quizás así, se minimizarían consecuentemente aquellas posturas más puristas acerca del método.
Volviendo al continuo Psicoanálisis Psicoterapia Psicoanalítica, Poch y Ávila (1998) apuntan:
“En lo relativo a esta cuestión, se ha constatado repetidamente un doble fenómeno: por una
parte no todos los pacientes pueden beneficiarse del tratamiento psicoanalítico como tal, en función
de sus características estructurales; por la otra se han constatado diferencias sistemáticas en
numerosos indicadores diferenciales de naturaleza sociocultural, demográfica y de salud en los
pacientes a los que se les indica tratamiento psicoanalítico estricto respecto de los que reciben
indicaciones para Psicoterapia de orientación analítica”. Se observa como entran en juego
numerosas variables para determinar el tipo de tratamiento a aplicar. Se hace evidente que se trata
de un asunto demasiado complejo como para reducirlo al empleo de determinadas técnicas o al
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establecimiento de determinados objetivos.
Paralelamente se va abriendo el campo de enfoques basados en la teoría Psicoanalítica, lo
que parece un avance en el campo de la Psicoterapia que va permitiendo responder a los nuevos
retos que presenta el desarrollo de nuestra sociedad, lo cual da la sensación de ser un
enriquecimiento para nuestra labor.
B) Atendiendo al continuo, en la Cura Tipo, el paciente es el elemento activo de la díada
aportando mediante asociación libre los contenidos de la sesión que el terapeuta modulará con sus
señalamientos e intervenciones, tratando que el paciente adquiera un mejor conocimiento personal.
En la Psicoterapia Psicoanalítica parece que, siempre en función de las características del paciente,
el papel del terapeuta es mas activo, clarificando, confrontando, señalando e interpretando. Donde
ya se plantea que más que interpretación y por lo tanto dirigida al proceso primario (inconsciente)
posiblemente se está hablando, a priori, de otras intervenciones (hacer preguntas, dar información,
clarificar reformulando el relato, recapitular, sugerir, confrontar) en las que nos estaríamos
dirigiendo aparentemente al proceso secundario (consciente). Se dice “aparentemente”, porque el
psicoterapeuta debe tener constancia y observancia de los movimientos inconscientes, si no, no se
estaría hablando de Psicoterapia Psicoanalítica.
C) Otra aproximación en la que se aprecian a priori divergencias entre el Psicoanálisis y la
Psicoterapia Psicoanalítica es en el uso de la palabra y de los silencios. En la Cura Tipo se cede al
paciente la iniciativa de la verbalización y los silencios. En el análisis lacaniano el analista calla hasta
que el paciente habla con significado e interrumpe la sesión para remarcar que se ha dicho algo
importante. En Psicoterapia Psicoanalítica, es más frecuente el diálogo del terapeuta con importante
incidencia de los silencios. Para Etchegoyen (1988) la palabra y el silencio tienen un valor relativo.
Van a estar en función de la pertinencia de la situación y no callar o hablar en función de la ansiedad
del paciente o del terapeuta. Pero lo cierto es que en ocasiones se tiende a no evitar frustración
como forma de generar pensamiento. He aquí quizás un matiz relevante, el manejo del silencio y la
palabra no como condición técnica sino como elemento diagnóstico de la ansiedad de paciente y
terapeuta.
Estos aspectos técnicos descritos, se pueden entender como punto de partida y no de llegada
a la hora de definir el método analítico empleado, ya que como se ha ido apuntando, los objetivos o
metas alcanzados, dependerán de otros factores más complejos. Como se ha apuntado, en el
presente trabajo, junto a otros autores, la esencia del proceso y su conceptualización, pueden estar
más cerca de las características y capacidades personales tanto del analista como del analizado y del
vínculo que establezcan, que de unas cuantas aplicaciones técnicas predeterminadas. A partir de
aquí, si las condiciones mencionadas son óptimas, las posibilidades del proceso son ilimitadas.
Recordar si no, como descubrió Freud (1996) en 1895 la asociación libre como regla fundamental
del Psicoanálisis: Emmy Von N. ante las continuas interrupciones de Freud (en una suerte de
aplicación de lo que hoy se denominaría Psicoterapia Psicoanalítica) reivindicó el derecho al silencio
de su analista para poder hablar libremente y comenzar así su análisis. Las capacidades de la
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paciente para reclamar un terreno que era suyo (pese a sus limitaciones clínicas) y la pericia de
Freud para escuchar y entender lo que aquella le pedía, promovieron el salto de lo supuestamente
psicoterapéutico a lo psicoanalítico. Parece pues, que el vínculo y el proceso pesaron más que la
técnica diseñada a priori. Winnicott (1993) comentó en 1961 con su particular y cercano estilo,
apunta en esta dirección haciendo parecer simple lo que entraña tanta dificultad. En una disertación
en la que pareciera definir la atención flotante afirma: “Por lo demás, entre las dificultades que tiene
un paciente, ¿cuántas se deben al simple hecho de que nadie los ha escuchado nunca de manera
inteligente? […] podría decirse que el Psicoanálisis es una larga, larguísima recepción de una historia
[…]”. Añadir que estos aspectos, sutiles y profundos pertenecen por entero al continuo Cura TipoPsicoterapia Psicoanalítica.
Abriendo el espectro para posteriormente poder ir “cerrando”, viene al caso exponer en este
momento la definición aportada por Erroteta (2009) en la que ajeno a cuestiones técnicas y
objetivos pre-establecidos, define un estilo de relación de ayuda en el que parece poder tener cabida
el continuo al completo. Dice: “No considero el análisis como una experiencia emocional correctora
ni como volver consciente lo inconsciente reprimido, aunque ambas cosas puedan ocurrir durante el
proceso. El análisis es para mí la creación de un espacio entre dos seres humanos, que no es
adentro ni afuera, ni del paciente ni del analista, sino mucho más y diferente que la suma de sus
factores precipitantes. Es el lugar intermedio donde la ilusión puede volver a surgir y con ella, la
esperanza de que no sea demasiado tarde. Donde la pulsión se atreva, nuevamente a crear y
conquistar al objeto.”
Estimando los principios esenciales de lo psicoanalítico, se destaca esta definición de
Erroteta, con marcada influencia de Winnicott, en la que resaltan palabras que no suelen estar
presentes en definiciones al uso. Palabras como “ilusión” y “esperanza”, que por otro lado son
aspectos fundamentales que no sólo son beneficios del análisis, sino que a su vez son necesidades
del análisis mismo para que éste pueda tener un mínimo éxito. Sugiere la idea de considerar e
imaginar el trabajo personal como un “taller de artesanía” donde el paciente y el analista se juntan
para atreverse a crear, para recordar formas alternativas sobre cómo se puede jugar la vida en unos
tiempos y en unos términos más sanos que los que les han llevado a encontrarse en ese lugar.
Dicho de otra manera que cada cual encuentre su juego, el juego que le permita crear la obra más
preciosa que esconde. Como si de un buen crisol se tratara. Las preguntas ¿jugamos? o ¿quieres
que te acompañe a encontrar tu juego? Se pueden convertir en preguntas trascendentes. Surge la
pregunta inevitable: ¿por qué no saldrán más las palabras ilusión y esperanza en las definiciones de
otros autores? Parece una cuestión interesante para debatir y da la impresión de que estos aspectos
son territorio común e indispensable de lo psicoanalítico.
Teniendo todos estos factores en cuenta, Winnicott (1991) habló en 1961 de lo esencial de lo
psicoanalítico en una especie de metáfora integradora a tener en cuenta cara a la aceptación del
continuo “¿Qué es lo más importante de cuanto nos dice el Psicoanálisis sobre la gente? Nos habla
del inconsciente, de la vida profunda y oculta de cada individuo humano, que tiene sus raíces en la
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vida real e imaginaria de la más temprana infancia […]” Esa infancia génesis del neurótico, donde
quizá no fue debidamente reconocido o respetado. Donde quizás se le forzó en todo o en parte a ser
quien no era, o si no se le forzó, al menos fue objeto de importantes expectativas en este sentido.
Lo psicoanalítico, el continuo en toda su dimensión, debe ofrecer ese espacio en el que la persona
retome o inaugure, según el caso, la capacidad para escucharse con mayúsculas a través del otro.
Otro (analista – psicoterapeuta
psicoanalítico) como vehículo que ayude a recorrer el arduo y
maravilloso camino hacia sí mismo.
4. Definiciones informales.
Para la obtención de las definiciones sobre Psicoterapia Psicoanalítica y Psicoanálisis se pasó un
cuestionario vía telemática con dos preguntas concretas a 58 personas el 16 de enero de 2012,
recibiendo en fecha 29 de febrero del mismo año un total de 22 respuestas. La muestra estuvo
compuesta por profesionales de la Salud Mental y personas que están vinculadas a la Salud Mental,
principalmente que estuvieron o están recibiendo tratamiento analítico o iniciando su formación en
Psicoanálisis. La naturaleza de este trabajo ha sido puramente cualitativa, siendo un espacio a la
reflexión más que a la medición, pretendiendo con el presente cuestionario conocer de primera
mano la impresión y valoración de los cuestionados acerca de las definiciones sobre Psicoterapia
Psicoanalítica y Psicoanálisis.
4.1. Definiciones de Psicoterapia Psicoanalítica:
- 1. Proceso de enriquecimiento personal mutuo para el paciente y terapeuta.
- 2. Estudio del pensamiento, explicación del pensamiento.
- 3. Conjunto heterogéneo de técnicas de comunicación en las que a través de la palabra o el cuerpo
se pretende aliviar un estado de malestar y/o descubrir el sentido de éste.
- 4. Para mi la psicoterapia es un método que se puede emplear para tratar desde problemas leves
que pueda tener alguna persona, hasta la aplicación de técnicas y métodos para canalizar
problemáticas más serias.
- 5. Tratamiento psicológico que busca la mayor toma de autoconciencia del paciente para afrontar
patologías mentales y ayudarle en su crecimiento personal.
- 6. En una casa heredada con unos muebles donados y sin preguntarnos si van con nosotros y
para que sirven vamos construyendo una forma de acercarnos al mundo y de manejarnos en él. La
psicoterapia propondría la adecuada decoración donde cimientos, paredes, cables, ventanas,
puertas, muebles, sillones, cocina, baño, etc. etc. permitiera una adecuación y/o utilidad y/o
adaptabilidad para la persona que habita esa casa. Queda por supuesto que hay partes de la casa y
de la decoración que es más difícil mover.
- 7. Terapia psicológica en la que el psicólogo ayuda al paciente a descubrirse a si mismo y aprender
a convivir con sus virtudes y defectos.
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- 8. Proceso de crecimiento personal entre una persona que busca aliviar o remitir un padecimiento
emocional y otra, experta, con capacidad para acompañar a aquella en ese camino.
- 9. Espacio de relación de ayuda con un peso específico puesto en los aspectos psíquicos del
paciente/s.
- 10. Técnica que ayuda al crecimiento personal/resolución de conflictos
terapeuta.
con la guía
de un
- 11. Espacio que facilita el darse permiso.
- 12. Es el proceso por el cual una persona busca mediante el contacto con un especialista el
modificar y mejorar sus acciones y manejar sus emociones de una manera más sana para él.
- 13. Encontrar la fuerza necesaria para ayudarse a sí mismo.
- 14. Poner en valor lo que haces.
- 15. Asumir las consecuencias de tus decisiones y de tus acciones.
- 16. Encontrar la voz propia.
- 17. Vivir los vacíos como espacios a llenar.
- 18. Establecer nexos entre los fenómenos que hasta ese momento aparentemente no los tenían.
- 19. Darnos cuenta que lo que nosotros consideramos los hechos es solo nuestra versión de los
hechos.
- 20. Terapia que busca la eliminación de síntomas o aumentar el bienestar de la persona por medio
de técnicas psicológicas.
- 21. Hablar desde un parámetro muchos temas diferentes y hablar un solo tema desde muchos
lados.
- 22. Resolución del conflicto inmediato a través de un trato más cercano entre paciente y
terapeuta.
4.2. Definiciones de Psicoanálisis.
- A. Proceso por el cual intentas librarte de tu padre y de tu madre para siempre sin dejar de ser
buen hijo.
- B. Ellos escarban y tú huyes.
- C. Para mi el análisis es el resultado que se puede dar después de estudiar a una persona con su
problemática y las posibles mejoras que se aconsejan para lograr un resultado más óptimo.
- D. Psicoterapia que usa la técnica psicoanalítica.
- E. Siguiendo con la metáfora del hogar. El tratamiento Psicoanalítico es esa forma de entrenar,
guiar, sugerir, dar las pautas, "enseñar", una nueva forma de ver la decoración para poder
acercarnos a la casa vacía y a partir de ahí elegir el mobiliario, dónde pongo el hilo musical, por
ejemplo. El trabajo entre dos es donde se crea una atmósfera de reciprocidad transferencial, donde
se van encontrando muebles, monstruos bajo la cama, comidas suculentas, sábanas mojadas,
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waters con lejía y ruidos extraños, que el profesional sabrá detectar a qué época de la vida se
refiere y cómo se quedó fijada, procurando una construcción (elaboración) más útil (real) para el
paciente. Es importante en este tratamiento mantener una nueva casa (encuadre) que permite a la
vez que el paciente redecore la suya.
- F. Psicoanálisis: Terapia centrada en la escucha inconsciente y apoyada en la asociación libre y la
atención flotante.
- G. Metodología para analizar y darle a conocer al paciente la raíz de sus comportamientos,
pensamientos, formas de actuar, ... reflexionando acerca de los hechos ocurridos desde su niñez.
- H. Proceso de conocimiento personal basado en la búsqueda del significado inconsciente de las
motivaciones de la persona, genere esto alivio o dolor.
- I. Espacio profesional y de relación de ayuda donde el analista muestra y educa al paciente a ir
incorporando a su vida diaria un método de investigación de si mismo y del mundo, y las clases
prácticas de este método se inician y se perfeccionan durante las sesiones de tratamiento. Un
método con efectos secundarios en su mayoría saludables.
- J. Técnica que ayuda al crecimiento personal/resolución de conflictos con la guía de un terapeuta
teniendo en cuenta especialmente tu infancia.
- K. Proceso por el cual uno gana grados de libertad, rompiendo o flexibilizando ciertas cadenas que
nos impone nuestra cultura.
- L. Tratamiento por el que un paciente en compañía de su terapeuta profundiza y mira en si mismo.
- M. Llegar a ser quien eres.
- N. Tratar de ser lo que uno es.
- Ñ. Darle sentido al pasado.
- O. Autorrealización mediante el otro.
- P. Asumir tu historia.
- Q. Dialogar con tu pasado.
- R. Encontrar lo que no estás buscando.
- S. Encuentro con uno mismo.
- T. Tratamiento psicológico que busca el significado de los síntomas (tanto en el campo consciente
como en el inconsciente) y que promueve cambios internos para que la persona encuentre formas
óptimas de funcionar sin recurrir a los síntomas.
- U. Descubrimiento de nudos infantiles conscientes e inconscientes que dificultan las relaciones
adultas y que permiten el perdón y la reconciliación con la familia, con el fin de no repetir aquellos
patrones de conducta que hacen sufrir y poder llevar así una vida tranquila y en paz con uno mismo
y en la relación con los otros.
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5. Comentarios de los Resultados.
El grado de conocimiento de los participantes sobre lo psicoanalítico osciló entre un amplio rango de
profesionales con formación y experiencia contrastada y personas que están recibiendo tratamiento
analítico pasando por profesionales en el inicio de su formación. De ahí la diversidad y la riqueza de
las definiciones, principalmente reflejada en
el léxico empleado por cada componente. En base a
esta cuestión, en algunas de las definiciones se emplean términos analíticos de forma explícita por lo
que nuestra labor se reduce a señalarlos y asociarlos con la cuestión planteada. Sin embargo en
otras definiciones, los términos empleados son puramente coloquiales, por lo que los autores del
presente trabajo nos hemos tomado la libertad de “traducirlos” al lenguaje analítico, en lo que nos
parece, una muestra más de la riqueza que se encuentra en lo cotidiano.
5.1. Comparativa de las diferencias entre Psicoterapia Psicoanalítica y Psicoanálisis
encontradas en las definiciones informales.
En líneas generales encontramos en las definiciones de Psicoterapia Psicoanalítica menos alusiones a
lo inconsciente, predominando expresiones como: mejorar, superar, eliminar, lograr y aumentar el
bienestar, todo ello dentro de un marco más focal y menos estructural en términos de modificación
de la personalidad. También se destaca la intervención más técnica, más operativa, más práctica o
funcional. En las definiciones de Psicoterapia Psicoanalítica aparece la palabra técnica en tres
ocasiones (3, 10 y 20), frente a las definiciones de Psicoanálisis que a parece en una ocasión (J). Se
subraya en mayor medida el resultado y el objetivo específico del tratamiento, como podemos ver
en las definiciones número 3 (“[…] aliviar un estado de malestar […]”), 5 (“[…] afrontar patologías
mentales […]”) y 20 (“[…] eliminación de síntomas […]”). Sin embargo, en las definiciones de
Psicoanálisis se hace alusión en mayor medida explícita o implícitamente a conceptos como
resistencia, defensa, inconsciente, infancia, pasado e historia, así como a aspectos técnicos como
elaboración-reconstrucción, transferencia, asociación libre, atención flotante y abstinencia. Todo ello,
al contrario que en las definiciones sobre Psicoterapia Psicoanalítica, en un marco donde prima la
modificación estructural de la personalidad. En esta línea, se observa un elemento común en ambos
grupos de definiciones, concretamente las alusiones al crecimiento personal, aunque se considera
que desde niveles de conocimiento o conciencia diversos, oscilando desde una mayor profundidad en
las definiciones sobre Psicoanálisis (con mención especial a lo inconsciente) a un crecimiento más
entendido desde lo evidente y por tanto con menos hondura sobre las capas de la personalidad.
Concretamente las alusiones al crecimiento personal desde la Psicoterapia Psicoanalítica se tienden a
vincular directamente con el alivio sintomático y el trabajo focal, como podemos observar en las
definiciones número 3, 6, 7, 8, 10, 12, 20 y 22. Por ejemplo en la número 6 se hace mención al
tratamiento focal donde las resistencias son abordadas de manera parcial, una a una e incluso se
refuerzan aquellas “que son
más difíciles de mover”. En la número 7, destacan las alusiones al
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tratamiento parcial al mencionar las virtudes y defectos, así como el papel más activo del terapeuta
y en la 22 se menciona la candidez o cercanía de la relación terapéutica en contraposición a lo
mencionado anteriormente en las definiciones sobre Psicoanálisis en las que prima la abstinencia.
Estas características se observan en las definiciones H, J, L y U principalmente.
Como no, se observan también excepciones como en la definición número 4 en la que el participante
parece entender la Psicoterapia Psicoanalítica como un continuo que puede abarcar desde
“problemáticas leves a más serias”, pudiéndose entender entre otras cosas, desde “cuestiones
focales a estructurales”. Dentro de las excepciones nos encontramos también con la definición
número 5, en la que el participante define parte de la esencia psicoanalítica y se la atribuye a la
Psicoterapia Psicoanalítica, es decir el autoconocimiento y logro de una mayor conciencia como fin
del proceso y desplazando el alivio sintomático al lugar de consecuencia de tal fin y no como
objetivo de la Psicoterapia.
En lo relativo a las definiciones sobre Psicoanálisis encontramos como elemento común la
predominancia de la técnica empleada, el marco teórico y el proceso (conocimiento de sí mismo)
sobre el establecimiento de objetivos como por ejemplo el alivio sintomático. Se hace referencia a lo
inconsciente en las definiciones F, H y T. En aquellas en las que predomina el objetivo y no la
técnica, éste se enfoca principalmente hacia un mayor conocimiento de sí mismo, a encontrar el
significado y el sentido inconsciente del síntoma, a la reconstrucción, a la adquisición de una mayor
libertad personal y no al alivio sintomático o la superación del conflicto como objetivo, esto se puede
observar en las definiciones A, E, K, L, M, N, Ñ, R, T y U.
Pero como mencionábamos
anteriormente, lo que distingue principalmente el grupo de definiciones sobre Psicoanálisis, además
de esta visión menos alopática de los objetivos, es la mención a aspectos técnicos estrictamente
psicoanalíticos como la elaboración-reconstrucción, transferencia-contratransferencia, asociación
libre, atención flotante y abstinencia dentro de un marco teórico cimentado en lo inconsciente, la
infancia y las defensas-resistencias principalmente. Esto se puede observar en las definiciones
número B, E, F, G, H, I, J, K, L, T y U.
Observamos cómo muchas de las más escuetas definiciones de Psicoterapia Psicoanalítica y
Psicoanálisis que se han aportado en el presente trabajo abarcan una enorme complejidad que en su
conjunto podrían completar el índice de un manual de estudio de casos. Tanto unos como otros
reflejan líneas de trabajo que podrían describir diferentes terapias, diferentes pacientes. Tal vez, los
propios autores de estas definiciones y su propia experiencia analítica, aunque esto último ya sería
especular en exceso. No en vano, puede que cualquier analizando circule por momentos así
descritos a lo largo de su proceso, sin embargo, algunos de estos asumen un protagonismo especial
y representan el caballo de batalla de cada paciente. ¿Cuántos encuadres no van acompañados en
su diseño de un “darse permiso” o “descubrirse a sí mismo”?
En estas definiciones informales se aprecia un factor común y es la presunción de la capacidad del
ser humano para la autorrelación, para situarse fuera de sí mismo, para tomar conciencia que es a
la vez el sujeto y el objeto de la experiencia. Son los grados de libertad, que se atesoran con la
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terapia, entre otras tantas experiencias vitales, lo que nos singulariza del resto de los seres vivos
(animales y plantas) y nos convierte en seres históricos que nos permite mirar hacia el pasado y
hacia el futuro, suspirar por lo que no es y disfrutar de lo que es. Nos sigue conectando con otro
continuo de las definiciones, como es el de comprender nuestra historia, lo que permite una cierta e
importante influencia sobre el futuro.
5.2. Comparativa entre definiciones informales y las definiciones de los autores.
En la revisión y comparación entre las definiciones de los autores y las definiciones informales se
encuentran más convergencias que divergencias. Como ejemplo de las que convergen dentro de las
definiciones informales de Psicoterapia Psicoanalítica, dos de lo aspectos que se destacan son la
aparición reiterada de la palabra técnica que coincide con la definición de Ávila y Poch (1994) y la
idea de eliminación del síntoma que se asimila a la descrita por Kernberg (2000). Otros dos
ejemplos de convergencia entre las definiciones informales de Psicoanálisis y los autores son la
aparición de la palabra inconsciente, tal y como vemos en otro de los escritos de Kernberg (2000) y
la idea de profundizar que aparece en otra de las definiciones de Ávila y Poch (1994).
Si bien es cierto que los autores, como no podía ser de otra manera, abarcan cuestiones que
consideramos relevantes para la presente discusión como la duración, la frecuencia del tratamiento
o el uso de la interpretación para diferenciar ambos tipos de tratamiento, y que no se encuentran en
las definiciones informales, varios de los aspectos centrales parecen repetirse entre ambos grupos.
En este sentido, al Psicoanálisis en cuanto a la técnica le atribuyen en mayor grado, entendidos y
neófitos, el abordaje transferencial, el empleo de la abstinencia o neutralidad del analista sobre un
marco donde prima lo inconsciente como referente teórico y que tiene como objetivo principal el
conocimiento de sí mismo y la modificación estructural y profunda de la personalidad. Mientras que
en la Psicoterapia Psicoanalítica los autores ponen el acento en el trabajo focal y parcial de la
personalidad sin excesiva relevancia a la abstinencia del analista. En este sentido, coinciden con las
definiciones informales, ya que como mencionamos en el anterior apartado, éstas se centran
principalmente en la superación del conflicto a través del alivio sintomático (abordaje parcial) en lo
concerniente a los objetivos y en referencia a la técnica se insinúa un papel más activo por parte del
analista y menos alusión a la abstinencia. Todo ello sin especial atención a lo inconsciente, aspecto
éste que sí difiere en relación a la visión de los autores, ya que si bien éstos hacen distinción en
cuanto a técnicas y objetivos para diferenciar ambas modalidades de tratamiento, los referentes
teóricos parecen ser comunes, siendo lo inconsciente un aspecto troncal en ambos.
Sin pretender dar simetría a la relación terapéutica, esta es un encuentro, una relación de ayuda, y
tanto en las definiciones de los autores como en las de los profesionales, el cambio lo percibimos
pero en medio de una espesa calima, que incomoda y necesita viento y tiempo para dar paso a la
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claridad y a la nitidez. Y es el cambio que se produce en las dos personas implicadas en un
encuentro verdadero, como es el Psicoanálisis y la Psicoterapia Psicoanalítica. En el paciente es
omnipresente, en el terapeuta aparece muy desvanecido, obviando que si como terapeutas no
estamos abiertos a las posibilidades de cambio difícilmente lo van a estar los pacientes.
Al ensamblar definiciones de Psicoanálisis y de Psicoterapia Psicoanalítica
realizadas por autores
(análisis de transferencia, interpretación de las resistencias, de los deseos) y por profesionales
(enriquecimiento personal, autoconciencia, relación de ayuda, establecer nexos, eliminar síntomas,
ganar grados de libertad). Nos preguntamos ¿estamos en sintonía?, ¿es un efecto de la praxis?, ¿es
contextualizar a los autores?, ¿es banalizarlos? Ensamblar en este mosaico de definiciones los
interrogantes hace de lo psicoanalítico un mundo vivo, lleno de esperanza, pero de la esperanza que
se ofrece no sólo de la esperanza que se tiene. Cuestionar para crear, clarificar y crecer.
6. Reflexiones finales
Como si de una sesión de análisis se tratara, en la que se sabe de donde se parte, pero
nunca a donde se llega, vamos concluyendo el presente trabajo con el deseo de haber invitado a
seguir reflexionando sobre los conceptos que definen nuestra labor terapéutica. Parece claro que
ésta es una compleja tarea, ya que en el Psicoanálisis de una u otra manera siempre se han hecho,
“planteamientos imposibles” (en el sentido más saludable), como por ejemplo la idea de trabajar sin
memoria y sin deseo de Bion (1970). Por tanto, muy conscientes de que el Psicoanálisis siempre ha
tenido ese planteamiento de tarea inabarcable, nos centramos en lo latente de los términos, en lo
movilizador de los conceptos más que en aprehenderlos y aplicarlos como dogma en lo que sería
una especie de exégesis que se alejaría del dinamismo de la teoría que ahora mismo se está
tratando.
Freud (1996) al respecto ya atisbó tanto en el Prefacio para un libro de August Aichhorn de
1925 como en 1937 en Análisis terminable e interminable la imposibilidad de llevar a la práctica tres
profesiones: educar, gobernar y psicoanalizar. En las cuales estaba de antemano seguro que los
resultados serán insatisfactorios. Si la tarea resulta imposible, definirla no será menos. Este trabajo
se relaciona directamente con la tarea, oficio o profesión imposible del curar o de ser terapeuta en
general, y por tanto imposible será también la tarea de acotar y describir de forma final o definitiva
cualquier definición de Psicoanálisis o de Psicoterapia analítica.
En esta línea, cuando empezamos nuestra formación en Psicoanálisis uno de los factores que
más influencia ejerció sobre nosotros, frente al modelo en el que habíamos sido formados en
nuestras facultades, fue el encontrarnos con un modelo de intento de explicación del ser humano
permanentemente abierto y en construcción continua, con unas bases sólidas, pero en absoluta
apertura al movimiento, al devenir del ser humano y de los diversos tipos de sociedades que vamos
formando. Desde esta apertura tan dinámica es desde donde tenemos muy claro que la tarea de
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dar con una definición final de Psicoterapia Psicoanalítica o de Psicoanálisis es una tarea que queda
tan abierta y tan en construcción dinámica permanente como el propio modelo del que parte. Esto
parece un síntoma muy significativo de salud, que recuerda nuestro absolutamente pequeño tamaño
en el universo y a su vez da permiso, como en un buen análisis, para ser lo más libres posible para
pensar, repensar, replantear… y si se nos permite la licencia literaria, vuelta a rempenzar. Así nos
vemos en un pensar y rempenzar permanente y oxigenante. Mucho dicho, todo por decir… y con el
pensamiento de Winnicott presente, seguimos jugando… Teniendo pues, presente en nuestra labor,
los principios teóricos y técnicos esenciales de lo psicoanalítico, hablar de Psicoanálisis y Psicoterapia
Psicoanalítica como compartimentos estancos, atribuyéndoles definiciones cerradas, se antoja como
un giro hacia la nosología conceptual que en sí mismo se aleja de la esencia Psicoanalítica y su
capacidad movilizadora.
En última instancia, en este trabajo, se defienden los conceptos como puntos de partida,
siempre y cuando no entorpezcan el devenir del proceso y no interrumpan el salto a la profundidad,
el cual está en manos también del analizando y no sólo de las aplicaciones técnicas del terapeuta.
Las palabras, los conceptos y las clasificaciones no deben despistar ni desorientar, ni tampoco lo
manifiesto debiera ser la esencia. De ser así nuestras limitaciones recorrerían el camino orientado a
convertirse en limitaciones de nuestros pacientes, y no siempre habrá una Emmy Von N. que
reclame tan decididamente lo que le pertenece. Su proceso.
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