08-tu.qxd 6/9/04 9:25 PM Page 1 8 La Plata, jueves 10 de junio de 2004 HISTORIAS DEL CRIMEN: RICHARD SPECK EL VIOLENTO MOTIN EN BENFICA La noche de delirio criminal que terminó con ocho vidas No se sabe qué pasó con 81 presos Chicago, años ‘60. Speck, de 25 años, era buscado por un intento de homicidio. En una de sus noches de desenfreno, entró en el departamento de nueve chicas. Las estranguló y apuñaló. Una sobrevivió y ayudó a la policía a capturarlo Eran nueve, todas jóvenes estudiantes de enfermería, compartían un departamento en un edificio de Chicago. Eran los finales de los sesenta, cuando una noche alguien golpeó en la puerta y desató la peor pesadilla. Al comienzo parecía un simple robo pero el correr de los minutos hizo crecer la violencia. Una sola de las víctimas logró esconderse y escapar. El resto fueron violadas y estranguladas. Richard Speck tenía 25 años y un largo historial de peleas en los bares, debidas en parte a su adicción por el alcohol y drogas. Había vivido en Texas pero ahora se instalaba en Chicago. Su mujer lo había abandonado y lo habían echado de su trabajo en un astillero. Ahora sobrevivía con robos de poca monta. Antes de instalarse en Chicago, Richard Speck había huido de Texas, donde se lo buscaba por el intento de asesinato de su suegro. En los meses previos a la matanza, la idea de Speck de pasar una buena noche en la ciudad era emborracharse, tomar drogas, ir luego a un bar y molestar a otro cliente hasta que la cosa degenerase en una pelea. Si conseguía darle una paliza a su oponente, entonces la noche habría sido un éxito; en caso contrario, buscaría a una prostituta y la golpearía salvajemente antes de caer dormido. Aquella noche estaba tan drogado como siempre cuando entró al edificio elegido para su nuevo atraco. Llevaba un cuchillo y una pistola para que nada saliera mal. Speck eligió el departamento que Desde la cárcel seguía jactándose de sus crímenes y mostraba los beneficios de estar preso compartían nueve chicas americanas y filipinas. Las amenazó para que le entregaran el dinero que tenían y las obligó a arrojarse al suelo de una de las habitaciones. Sin embargo una de ellas pudo esconderse, rodando debajo de una cama, sin ser vista. “Nacido para traer el infierno” Tras desvalijar la casa, Speck comenzó a ponerse agresivo y se las fue llevando una a una hacia otra habitación, donde las estranguló y apuñaló. Una vez que el agresor se fue de la vivienda la única superviviente salió de su escondite, y horrorizada al ver lo que había sucedido, fue directamente a dar parte a la policía. La joven pudo aportar una pormenorizada descripción del feroz atacan- Una sola noche fue suficiente A pesar de que su nombre suele estar entre las listas de los asesinos más famosos, Richard Speck no fue lo que realmente se denomina “asesino en serie”. Si bien es cierto que mató a ocho jóvenes estudiantes en Chicago, todas ellas fueron masacradas en una sola y trágica noche. Se cree que luego no volvió a matar. El tatuaje que identificó al asesino Cuando su vida criminal recién comenzaba se tatuó en su brazo : “Born to Raise Hell” (nacido para traer el infierno). Como una premonición, estaba signando su destino. Años después el tatuaje fue la inconfundible seña que permitió su identificación y su posterior detención, acusado de los ocho crímenes. Una condena que no alcanzó Tenía 48 años cuando murió en la cárcel de una ataque al corazón. Algunos años después, los medios difundieron un video de sus años de prisión. Se lo veía en escenas de sexo con otro preso, y con la misma actitud desafiante y autosuficiente que lo caracterizaba, se jactaba de sus crímenes y de lo bien que la pasaba en la cárcel. te, incluyendo un tatuaje que llevaba en un brazo que decía “Born to Raise Hell” (nacido para traer el infierno). Toda la policía estaba tras sus pasos. Finalmente Speck se presentó en un hospital con una herida en el codo. El tatuaje fue reconocido y su arresto fue inmediato. La enfermera sobreviviente lo reconoció y además Speck tenía en su contra las huellas dejadas en la escena del múltiple crimen. Richard Speck fue juzgado en 1967 y sentenciado a la pena de muerte. Tras una apelación, la condena fue cambiada por 400 años de prisión. En una de las entrevistas con el coronel Robert Ressler, agente del FBI y experto en psicología criminal, mostró una clara actitud insensible hacia la vida y admitió que había matado a sus víctimas para que no pudiesen testificar contra él. Según comenta Ressler en uno de sus libros (El que lucha con monstruos), “aunque varios médicos opinaban que el corte de la arteria del codo había sido el resultado de un chapucero intento de suicidio en la pen- Lo habían condenado a la pena capital pero tras una apelación fue sentenciado a 400 años de cárcel sión de mala muerte donde vivía, Speck negó tal cosa, diciendo que había tenido una pelea en un bar y le habían hecho el corte con una botella de whisky rota. Diez años después del crimen seguía tratando de mostrarse ante mí como un macho”. Años más tarde, en 1991, el asesino de las jóvenes enfermeras falleció en la cárcel, a la edad de 48 años, de un ataque al corazón. Video desde la cárcel En 1995, la opinión pública se conmocionó cuando se dio a conocer una cinta de video filmada en la prisión de Stateville en 1988, tres años antes de la muerte de Speck. En ella, se podía ver a Richard Speck consumiendo cocaína, participando en prácticas de sexo oral con otro interno y burlándose de sus asesinatos. “Si supiesen cuánto me divierto aquí... me soltarían”, expresaba. La emisión de fragmentos de esta cinta por diferentes cadenas de televisión de Illinois provocó que se avivara el debate sobre la conveniencia o no de la pena de muerte. La mascota Un guardia de la prisión contó que Speck había capturado un gorrión y lo había convertido en su mascota. Le ataba una cuerda en la pata y lo llevaba sobre su hombro. Los guardias le pidieron que se deshiciese de él puesto que las mascotas no estaban permitidas en la prisión, pero Speck hizo caso omiso. Después de varias discusiones lo amenazaron con incomunicarlo en una celda de castigo si seguía con el animal, y al oír eso, Speck se dirigió a un ventilador y arrojó el gorrión contra él. Los sorprendidos guardias le preguntaron por qué había matado al animal, y contestó que si no podía ser suyo, no sería de nadie. La cárcel del horror La Orden de Abogados de Río de Janeiro exigió ayer información sobre 81 presos de la Casa de Custodia de Benfica, un penal en el que la semana pasada 30 reclusos fueron asesinados por sus compañeros en medio de un motín. El presidente del colegio de abogados carioca, Octávio Gomes, dijo que las familias de esos 81 presos han denunciado que desde la matanza no han recibido información sobre sus parientes, que no aparecieron en las listas oficiales de víctimas del motín. “¿Qué ha pasado con esos 81 internos? O fueron asesinados, o se han fugado o pueden estar dentro de la prisión, pero las autoridades tienen el deber de responder a las familias”, dijo Gomes, que ya ha pedido explicaciones a la dirección del presidio y aún no obtuvo una respuesta. Según Gomes, “el Estado está demostrando una insensibilidad a toda prueba, demostrando su desorganización y la falta de preparación en la administración de prisiones”. El dato Peligroso: agresivo y de malos modales Richard Speck era un hombre muy agresivo, cuyo comportamiento violento era bien conocido, tanto en la prisión como fuera. Si bien tuvo serios problemas de conducta cuando era pequeño, cuando creció no tuvo reparos para enfrentarse hasta con los suyos. Antes de instalarse en Chicago había huido de Tejas, donde se lo buscaba por el intento de asesinato de su suegro. Según la policía mantuvo una fuerte discusión por problemas de índole familiar que derivaron en una sangrienta disputa, en la que el padre de su pareja quedó al borde de la muerte. Speck le acertó más de cinco puñaladas y decidió continuar su vida como prófugo de la Justicia, lejos de los afectos. Al poco tiempo, fue detenido.