Roberto Montenegro, Pescador de Mallorca, 1915 (1887-1968) ROBERTO MONTENEGRO EN PESCADOR DE MALLORCA (1915), CUADRO DE ROBERTO MONTENEGRO QUE PERTENECE AL ACERVO DEL MUNAL, EL PINTOR JALISCIENSE DEMUESTRA QUE EL ARTE PUEDE Y DEBE DESAFIAR LA OSCURIDAD DEL DEVENIR HISTÓRICO. 12 1954 N acido en Guadalajara en el seno de una rica familia jalisciense, Roberto Montenegro debutó en el terreno de las artes visuales gracias al modernismo. A los dieciséis años comenzó a colaborar como viñetista en la famosa Revista Moderna, fundada por Bernardo Couto Castillo, que entre 1898 y 1911 tuvo dos épocas, la segunda de las cuales contó con la dirección del poeta y prosista Amado Nervo, primo de Montenegro por vía materna. Entre 1904 y 1905, mientras enviaba viñetas a la Revista Moderna, Montenegro realizó estudios de arte; su primer maestro fue Félix Bernardelli, pintor de origen italo-brasileño avecindado en Guadalajara. En 1905, Montenegro se mudó a la Ciudad de México; poco después ingresó en la Academia de San Carlos, donde tuvo como profesores a Antonio Fabrés, Germán Gedovius, Mateo Herrera y Leandro Izaguirre. A la par de sus estudios en San Carlos, Montenegro se integró al mundo cultural de la capital; fue así como pudo entablar amistad con Jorge Enciso, Diego Rivera y sobre todo José Juan Tablada, uno de los pilares de la Revista Moderna, quien le inculcó el gusto por el arte japonés. En 1906, Montenegro fue becado por la Secretaría de Instrucción Pública para viajar a Europa. Su primera escala fue Madrid, donde consiguió entrar en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando; allí estudió grabado con el vasco Ricardo Baroja. Hacia mediados de 1907, Montenegro decidió probar fortuna en París; fue acogido por la Escuela de Bellas Artes y la Académie de la Grande Chaumière. Su habilidad le permitió exponer en dos célebres salones, el de los Artistas Franceses y el de Otoño, además de editar un álbum de dibujos prologado por el poeta simbolista Henri de Régnier. Al ter- Zúñiga se instaló en Tlalpan donde tuvo un estudio propio y donde vivió hasta el final de sus días. Participó en la organización de la Escuela Nacional de Artesanías de la Ciudadela e impartió cursos durante un año. Publicó artículos en la revista Arte Público de David Alfaro Siqueiros. @Elhombredetweed NÚM. 11 | DI CI EMBR E | 2012 H A B L A D O S Mauricio Montiel Figueiras R E T R A T O S minar el verano de 1910, Montenegro volvió a México y atestiguó el inicio de la Revolución; tres años más tarde, al cabo de participar en dos muestras exitosas, emprendió el retorno a Europa. Instalado de nueva cuenta en París, entró en contacto con figuras de la talla de Rubén Darío. Y entonces estalló la Primera Guerra Mundial. En cuanto empezó el conflicto, Montenegro decidió refugiarse en la isla de Mallorca; iba acompañado por un amigo pintor, Antonio de la Gándara. En su exilio mallorquín, Montenegro hizo buenas migas con otro colega: el catalán Hermenegildo Anglada Camarasa. El nexo pictórico entre ambos artistas es patente en Pescador de Mallorca (1915), cuadro luminoso de Montenegro que pertenece al acervo del Munal y que demuestra que el arte puede y quizá debe desafiar la oscuridad del devenir histórico. Durante su estancia de cinco años en Mallorca, entre 1914 y 1919, Montenegro comenzó su carrera como muralista; establecido en el puerto de Pollensa, tomó parte activa en la vida cultural insular. Además de dar a conocer su obra en diversos foros, Montenegro aceptó encargarse de la decoración mural del Casino de Palma; esa fue la primera de varias comisiones a través de las que el jalisciense exploró el territorio del fresco, y entre las cuales destacaría Alegoría de las Baleares (1917-1919). En 1919, al cabo de ganar renombre en suelo español, Roberto Montenegro regresó a México; dos años después se sumaría con brío al naciente movimiento muralista. “Quería poner mi grano de arena para la reconstrucción de mi patria luego de la Revolución”, llegó a declarar.