El auxilio y el comprender del ser enfermo en el Servicio de

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Artículo Original
El auxilio y el comprender del ser enfermo en el
Servicio de Enfermería del Hospital Manuel Belgrano
Fernando Marzano
Licenciado en Psicología. Coordinador del área de inter consulta de salud mental del Hospital Zonal General de Agudos Gral. Manuel Belgrano. Docente en la cátedra de Psiquiatría de la Unidad Docente Hospitalaria del Hospital Gral.Manuel Belgrano. Miembro del capítulo
de Apsa: interconsulta y medicina de enlace.
Resumen
Puede repensarse la figura del enfermero como aquel que solo recibe las indicaciones dadas por el médico tratante o los dispositivos hospitalarios, desconociéndose que el paciente emplaza su subjetividad en la relación de ayudas
y solicitudes, cobijándose en la tarea asistencial del personal de enfermería como una suerte de garante y eficacia del
tratamiento.
Considerar en estos encuentros con el servicio de salud mental, las respuestas afectivas que implican a todo aquel
que se ocupe del semejante, que se fundan en cualidades intrínsecas con disposiciones anímicas que la labor de asistencia pone en juego. Teniendo en cuenta la crisis social y poder revisar las condiciones laborales en la actividad de
enfermería que da muestras de la exigencia y labor del enfermero en nuestro Hospital Manuel Belgrano.
Palabras claves: hospital, enfermería, crisis social, angustia, palabra
Summary
Nurse´s concept can be redefined as that who only receives the instructions of the doctor or the hospital devices
not taking into account that the patient requires the nurse’s subjectivity as regards assistance and requests. The patient
usually looks for shelter in the assistance provided by the nursing staff as the guarantor of treatment efficiency.
The affective responses of all those who follow a service career should be considered in these encounters with the
mental health service since such responses are based on intrinsic qualities with the emotional disposition that the assistance work puts at stake. Taking into account the social crisis, we should review the working conditions of the nursing
activity. Our hospital, Manuel Belgrano shows the high demands and the work performed by the nurses.
Key words: hospital, nursing, social crisis, anguish, word
Resumo
É possível repensar o papel do enfermeiro como aquele que só recebe as indicações dadas pelo médico tratante
ou os dispositivos hospitalares, desconhecendo que o paciente localiza sua subjetividade na relação de ajudas e requerimentos, amparando-se na tarefa assistencial do pessoal de enfermaria como um modo de garantir a eficiência do
tratamento.
Considerar nesses encontros com o serviço de saúde mental, as respostas afetivas que implicam a todo aquele que
se ocupe do semelhante, que se funda em qualidades intrínsecas com disposições anímicas que a tarefa de assistência
coloca em jogo. Levando em consideração a crise social e poder revisar as condições de trabalho na atividade de enfermaria que oferece mostras da exigência e trabalho do enfermeiro em nosso Hospital Manuel Belgrano.
Palavras chaves: hospital, enfermaria, crise social, angústia, palavra
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El servicio de Enfermería del Hospital, como
toda actividad relativa a la asistencia, desarrolla
sus tareas con encomiable voluntad de atención y
cuidado de pacientes internados y ambulatorios. A
partir del mes de marzo del año 2012, este conjunto de trabajadores de la salud planteó la necesidad
de encontrar un espacio de reflexión acerca de su
labor. Hacía tiempo manifestaban interés en revisar las condiciones laborales y la marcha de la tarea
asistencial y solicitaban mantener encuentros de reflexión con el servicio de salud mental del hospital.
El pedido fue atendido. Así surgió un espacio
creado para la reflexión y la escucha de lo que acontece a los enfermeros. Pretende ser el sitio mismo
donde el enfermero pueda reconstruir su posición
profesional y encontrar o reencontrar el tesón para
seguir dando respuesta a las múltiples demandas
que le son requeridas.
Que ellos enfermen por su labor es un observable clínico que se pudo constatar y tiene estricta
relación con la angustia en su trabajo. La mirada
práctica no alcanza a visualizar el compromiso sensible del personal frente a la asistencia del enfermo.
La distancia necesaria ante la angustia del trabajo
muchas veces es insuficiente como recurso para
protegerse de la impotencia que genera la tarea
diaria en el Hospital. Decimos impotencia, término
certero que habla, las más de las veces, del particular sentimiento que el enfermero o la enfermera en
la misma asistencia encuentran el obstáculo mayor
del fracaso de las terapéuticas, o en la emergencia
de asistir a cuadros graves. Ellos se ven confrontados con esta realidad a la que diariamente su labor
los enfrenta.
En este escenario, podemos observar una verdadera lucha del trabajo en enfermería. Una de las
cuestiones centrales con las que tienen que lidiar es
con la multiplicidad de tareas, que a veces, por escaso personal y por la intensidad de las mismas se
acumulan. De este modo, la práctica cotidiana se
ve sobrecargada, tal como se dice comúnmente “no
dan abasto”.
El enfermero cuenta con un registro de signos
y una observación clínicamente precisa que ayuda
a la hora de evaluar al paciente. Esas palabras del
enfermero, previas al encuentro con el paciente amplían la observación de quien realiza la consulta.
Su trabajo no solo consiste entonces en la asistencia al enfermo, sino además son quienes con-
tactan con los familiares, los que reciben sus reclamos, sus quejas, sus demandas. Además suelen
ser interrogados numerosas veces por el estado de
salud de los pacientes y no hay duda de que no dejan de percibir las emociones particulares, a veces
dolorosas o desgarradoras de los familiares de los
enfermos.
No se pueden permitir ninguna ansiedad, buscan neutralizar su angustia y la sensibilidad que sostienen multiplicando su tarea. Muchas veces, se
encuentran con el horror de la automatización de la
práctica que da la apariencia de insensibilidad frente a su quehacer. Nada más ajeno, porque están
sujetos a respuestas íntimas, a respuestas propias
de su cuerpo, no sólo debido al cansancio de una
labor de exigencia, sino porque el destino de sus
emociones alcanza a lo íntimo de su ser.
Nos hemos reunido muchas veces y hemos escuchado sus manifestaciones. Ellos mismos se han
preocupado en elaborar lo que les pasa, sus dolores, sus emociones, sus problemáticas. Han podido
hablar de sus experiencias y de su práctica que debe
estar sujeta a elogio, no solo por lo incansable que
se muestra, sino también por lo que deben enfrentar en su labor.
Una vez más, son ellos quienes administran,
controlan y alertan sobre las carencias y las falencias de insumos, debiendo lidiar con lo insuficiente
que suelen resultar.
Quiérase o no el personal de enfermería es testigo eficaz de la marcha y funcionamiento y de la
historia del Hospital y puede dar cuenta de los pasos, de las vicisitudes, de los acontecimientos políticos- sanitarios que aquejan, aquejaron y aquejarán
a la asistencia pública.
Sería bueno escucharlos en relación a cuál es
el testimonio real y eficaz de un desarrollo genuino
para la tarea de enfermería. Ramón Carrillo pensaba al Hospital como una estructura de integración
formal de las prácticas. Solventando esto, de alguna
manera, en la mirada no solo puesta en el trabajo
con el paciente sino además en la puesta en valor de
la tarea del profesional a cargo para darles también
el necesario resguardo, cuidado y reconocimiento a
su trabajo.
No basta con el reconocimiento, si ellos son partícipes también de una lucha incansable para sostener la salud pública de la Argentina. Hay una evidencia cierta del imaginario del Hospital público que
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procede de otra época, de la década del sesenta.
Esta referencia se ha desajustado con el paso del
tiempo frente a los avatares de la implementación
de políticas sanitarias que escasamente satisfacen
las necesidades de la población hospitalaria. Decididamente carecieron del impulso y el sostén, mediante recursos y personal, en una declinación de
las bondades del Hospital público de aquella época.
Tales bondades, sólo se solventan por el espíritu de
los profesionales que no ha cambiado, sigue siendo
el mismo. Uno puede preguntarse cuál es el fundamento, ya no samaritano en sí mismo, sino el fundamento de una alta condición sanitaria en el que las
cualidades profesionales, el esmero y la dedicación
de los profesionales de la salud está por encima de
las condiciones que le asisten al ámbito donde desarrollan su tarea.
Frente a un contexto de fuerte deterioro y crisis
social, la tarea del enfermero está atravesada, también, por la conflictiva que subyace a esta compleja
realidad. Se encuentra a diario sin insumos y con
condiciones de un sistema hospitalario poco favorable, como la sobrecarga de trabajo, el escaso personal, las bajas remuneraciones y sumado a esto la
gran dificultad que se les plantea en la utilización
del transporte: el tiempo dedicado para llegar a su
jornada laboral, el alto costo económico que representa necesitar más de un medio de transporte para
acercarse a su lugar de trabajo y las malas condiciones de los mismos.
Toda esa carga incide en su desempeño, cuestiones que hay que tener en cuenta en relación a la
mirada y la observación sobre la performance profesional de los empleados en el sistema sanitario
del Hospital.
Evidentemente, la comunidad ha cambiado, y
con ella podemos percibir una aguda fragmentación
y descomposición social.
El paciente muchas veces se muestra díscolo y
no es receptable en términos de auxilio y anhelo.
Generalmente nos encontramos con un paciente
violentado, dañado por algunos vicios o con personalidades muy propias de este tiempo, donde se
destaca la agresividad y la pérdida elemental del
trato decoroso al profesional que lo asiste. También
nuestro hospital recibe pacientes con patologías del
lenguaje, dificultades comprensivas y limitaciones
intelectuales.
No es infrecuente la amenaza, por lo cual puede
haber profesionales que trabajen con miedo, con
temor. Encontramos a diario en la crónica policial la
denuncia de hechos de violencia en el interior de los
hospitales, puede señalarse, entonces, como una
modalidad a estos acontecimiento propios de estos tiempos digámoslo, de hace veinte años por lo
menos.
Es preciso volver a la pregunta que se realizaba
Ramón Carrillo de qué es un hospital. Hace cincuenta años “destacaba la impronta del sentido social,
los métodos de acción e interrogaba acerca de si la
inauguración por sí sola era la manera de avanzar o
progresar, sin pensar que se trata de un recinto que
alberga el sufrimiento humano. Afirmaba que el
Hospital es el producto de un esfuerzo de sentido
social y la asistencia que reclama el necesitado es
un derecho”.
Si el conjunto de trabajadores puede hablar de
lo que les pasa, pues entonces puede reconstruirse
en algún sentido el campo de sus ideales. Son esos
elementos que favorecen su posición en la tarea
que desempeñan. Procurar un efecto de mejora, en
el cuidado y la mirada fundamentalmente hacia el
padeciente, sujeto enfermo que acude al hospital
en condiciones básicamente extremas por las características socioculturales del ámbito en el cual está
situado el hospital.
Es importante destacar que es la institución
quién colabora y ayuda a que puedan realizarse estos encuentros, favoreciendo en mucho la disponibilidad de horarios para que puedan concurrir todos
aquellos que estén interesados, así como también
brindando un lugar como es el salón de reuniones.
La frecuencia de trabajo en nuestras reuniones
se fija en cada encuentro con cada servicio. De este
modo acordamos las fechas de las próximas reuniones, donde pueden adelantarse o posponerse, no
en mucho tiempo, en función de las exigencias y las
necesidades laborales que surgen en lo cotidiano.
Uno de los resultados que se puede comenzar a
definir al transcurrir estos encuentros, desde el año
anterior a este, es que en la tarea del enfermero se
ha desplazado la queja a otra función, habiendo
una suerte de reconocimiento en el valor de la palabra. Podemos decir con medido entusiasmo que
la mirada al padecimiento ha cambiado. Las evoluciones de los pacientes y los fracasos comienzan a
ser el tema cuando dicen o hablan a propósito de
su labor. Indudablemente podemos dar cuenta que
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mejora el encuentro del personal de enfermería con
los pacientes en el Hospital, una mejora sustancial.
Entonces podemos observar que, progresivamente
retorna la mirada del enfermero hacia el sufrimiento del paciente.
Es necesario un reconocimiento institucional
a este efecto, no porque sea obligatorio que sean
respetuosos, sino porque efectivamente se recompone la instancia laboral en la cual la dignidad de
cada sujeto en su labor, en su tarea cotidiana, recupera su valor en sí, como es asistir al que sufre,
asistir al enfermo y a la vez asistir al profesional que
se hace cargo de la conducción de un tratamiento.
Debemos decirlo: “no es poco lo que hacen”. Diremos entonces, que cuando las personas comienzan
a reflexionar sobre sus cosas, sus vidas, sus asuntos,
sus trabajos, surge en ellas interrogantes que los
sorprenden, promueven e incluso angustian.
Otro resultado para destacar es que en los encuentros casuales en los pasillos del hospital, los
enfermeros solicitan breves entrevistas para dar
cuenta de lo que les pasa, dándole valor a la palabra y a las intervenciones realizadas. La apertura de
estos espacios, fuera de lo cotidiano, les otorga la
posibilidad de expresar preocupaciones laborales y
poder construir desde su deseo íntimo la excelencia
de su trabajo, mejorando al máximo las condiciones
de satisfacer a pleno las necesidades de un ser que
sufre.
Es evidente que hay una intención de mantener
una mirada muy atenta por parte de las autoridades del Hospital en darle al personal de enfermería
la dignidad y el reconocimiento que tal vez en otra
época había declinado.
Pues bien, puede hablarse de crisis en la salud
pública pero en el interior del hospital los trabajadores de la salud, los enfermeros en este caso, continúan con su tarea y trabajan resistiendo en muchos casos la automatización de la misma.
Silenciosos, tal como ese icono que los muestra
con el dedo índice llamando al silencio, es lo que
los hace muchas veces callar y no gritar la desdicha
de una práctica, que más de una vez fracasa por
negligencias de los planes sanitarios. Es bueno que
hablen, es bueno que nos cuenten a nosotros, terapeutas, cual es su sentir, cual es su pensamiento,
que es lo que les pasa en su entendimiento, que
siempre es más listo que lo que uno supone en su
práctica activa. Porque saben mirar, saben escuchar,
más de una vez son los que alertan sobre un estado
de cosas que la mirada clínica, la mirada médica, la
mirada profesional no alcanza, no llega.
Son los cercanos y próximos al enfermo, son los
prójimos calificados, en el auxilio y en la comprensión del ser enfermo.
Bibliografía
1.
2.
Maristella Svampa. La sociedad excluyente Taurus 2005.
Petit Michéle.Lecturas: del espacio íntimo al espacio
público.F.CE.2008.
3. Ramón Carrillo. Teoría del Hospital-1951-. Obras completas I. Eudeba. Buenos Aires.
4. La redacción del trabajo fue sobre la base en las notas y
transcripciones durante la tarea misma con el personal
de enfermería.
5. egistro observacional realizado en el campo laboral del
enfermero.
6. Maristella Svampa. La sociedad excluyente. Taurus 2005.
7. Michele Petit .Lecturas: del espacio íntimo al espacio
público.F.CE.2008.
8. Ramón Carrillo. Teoría del Hospital-1951-. Obras completas I. Eudeba. Buenos Aires.
9. Trabajo realizado en el Hospital Zonal de agudos Manuel Belgrano del partido de San Martín, Pcia. de Buenos Aires. Director del Hospital: Dr. Francisco Attaguile.
Jefe de Servicio de Salud Mental: Dr. Juan Carlos Papich.
10. La redacción del trabajo fue sobre la base en las notas y
transcripciones durante la tarea misma con el personal
de enfermería.
11. Registro observacional realizado en el campo laboral del
enfermero.
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