Sobre la historia del Ejército Revolucionario del Pueblo | Contexto

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Tipo de documento: Capítulo de libro
Autor: Roberto Regalado
Título del libro: FMLN: un gran Tsunami de votos rojos
Editorial: Ocean Sur
Lugar de publicación: México D.F.
Año de publicación: 2011
Páginas: 52-57
Temas: El Salvador, Debate político e ideológico, Fuerzas políticas
Sobre la historia del Ejército Revolucionario del Pueblo
Roger Blandino: El surgimiento del Ejército Revolucionario del Pueblo se produce en un contexto de ascendencia de la lucha, determinado por factores
políticos como la negación, por métodos fraudulentos, del derecho del pueblo a decidir su destino, y por el agravamiento de la crisis económica provocado
por el fracaso del Mercado Común Centroamericano y por la guerra con de Honduras. A ello se suma una lógica de desarrollo económico nacional que
excluía a las grandes mayorías, casi centrada –a principios de la década de los años setenta– en la especulación financiera y en la especulación con las
tierras. Las opciones laborales se centraban en las zonas francas, el turismo y una agroexportación sujeta a la situación de los mercados de café, la caña
de azúcar y el algodón.
El ERP nace de la convergencia de distintos grupos que surgen entre finales de la década de 1960 y principios de la de 1970, los cuales terminan de
unirse en un solo agrupamiento en 1972. Al mirar hacia atrás, me parece que fue un proceso con sentido lógico porque eran grupos gente muy joven que
cuestionaban la estrategia de la izquierda tradicional, representada por el Partido Comunista de El Salvador, y que estábamos explorando alternativas
para darle un nuevo curso a la lucha revolucionaria.
En un primer momento, el ERP intenta acercamientos importantes. A finales de 1973, se hablaba de elaborar un enfoque unificado junto con las FPL, el
cual no llega a progresar. Después se producen los desgraciados sucesos que desembocan en la muerte, en el asesinato, de Roque Dalton, y en la
ruptura interna. Este fue un momento dramático en la vida del ERP y en su imagen política, tanto interna como externa. El impacto del asesinato de
Roque se vio atenuado dentro del país porque su figura era más fuerte fuera de El Salvador. Más allá de algunos intelectuales y gente ligada a la
izquierda, la importancia de Roque era poco conocida por los jóvenes salvadoreños que se incorporaban a la lucha.
El primer pleno del ERP, efectuado en 1975, hizo una primera reflexión que no llegó a la profundidad autocrítica exigida por la gravedad de los errores
cometidos. Esa autocrítica subyace en el hecho de que se decidiera construir el Partido dela RevoluciónSalvadoreña, que no logra progresar. Creo que
contra eso conspiró la muerte del comandante Rafael Arce Sablah, uno de los pilares de ese esfuerzo por construir un partido, quien pierde la vida un mes
después del pleno. Su muerte frena el impulso, el vigor y la creatividad de ese esfuerzo, lo que crearía nuevos problemas. El abandono de la lucha de
masas más tarde sería reconocido como un error. El dinamismo de la coyuntura de mediados de los años setenta le impone a la organización la
necesidad de corregir ese error. Fue una rectificación tardía, decidida en 1977, pero se logra hacer.
Cuando, a raíz del triunfo de la Revolución Popular Sandinista, llega el momento más álgido de esa etapa de lucha, el sentido de urgencia de construir la
unidad que se había instalado en un amplio segmento de la población, fue correctamente interpretado por el ERP, que por medio de las Ligas Populares
28 de Febrero plantea un ideario y enarbola una consigna sobre la necesidad de construir la unidad popular para derrotar a la dictadura.
La organización tuvo la sabiduría de interpretar la verdadera naturaleza del golpe de Estado del 15 de octubre de 1979. Eso define su conducta desde el
primer día con los alzamientos insurreccionales que realizó en Mejicanos, San Marcos y Cuscatancingo, que fueron bien acogidos por el pueblo. La gente
se suma a la guerrilla en esos momentos insurrecciones y se logra generar una situación que desnuda el carácter y la esencia del golpe. Más allá de las
buenas intenciones que pudieran haber tenido los militares progresistas, la estructura que se movía detrás de ellos queda al descubierto. Esa acción
insurreccional ayuda a que la situación cobre mayor velocidad, mayor algidez, y pronto queda en evidencia, ante los ojos de los propios miembros
progresistas de la Junta Revolucionaria de Gobierno, que ese era un camino equivocado. La acción del ERP contribuyó a ese desenlace y fue un aporte
efectivo a la construcción de la unidad de los sectores populares mediante la constitución de la Coordinadora Revolucionaria de Masas dada a conocer en
enero de 1980.
Lety Méndez: Inicié mi contacto con el Ejército Revolucionario del Pueblo en 1975. Provengo de una familia numerosa. Uno de mis hermanos mayores se
había iniciado en el ERP. Él estudiaba en el Instituto Francisco Menéndez de San Salvador, uno de los más combativos y en el cual muchos jóvenes se
unen a la lucha. A él lo incorpora un compañero que cayó después, Edgardo Antonio Salmerón, cuyo seudónimo era Balta.
El 30 de julio de 1975 fue la masacre de estudiantes universitarios. Después de ese acontecimiento, el ERP clandestinizó a todos sus cuadros y a todos
sus militantes, así que mi hermano pasa a formar parte de los comités militares del pueblo. Mi hermana y yo, que éramos menores de edad –yo tenía 14
años– nos fuimos acercando a la organización. Por medio de mi hermano fuimos leyendo y familiarizándonos con el ERP. Así nos incorporamos a un
comité de base que era atendido por un comité militar del pueblo. Allí estaba el compañero José Antonio Euceda, quien luego murió. Amadeo era uno de
sus seudónimos. Él era quien atendía a mi familia. Él incorporó a mi mamá y, años después, mi papá también se unió a colaborar. Así es como conozco
yo al ERP. Venía de una familia muy pobre y mi mamá nos inculcó sus ideas de justicia. Me motivó que el ERP planteaba la necesidad de trabajar por la
revolución. Se hablaba de que el objetivo era llegar al socialismo para erradicar la injusticia, de hacer los cambios estructurales que el país necesitaba.
Ingresé al ERP porque era la única organización que conocía en aquel momento. Después supe que había otras, como las Fuerzas Populares de
Liberación Farabundo Martí y la Resistencia Nacional. También conocí que había distintos modos de ver el proceso, diferentes ideas de cómo llegar a esa
revolución. Las FPL hablaban de una guerra popular prolongada y el ERP de una insurrección. Eran cosas que nos diferenciaban. Eran diferencias de
fondo, pero yo me sentía bien con el esfuerzo que estábamos desarrollando.
Tras la masacre de julio de 1975, el ERP había decidido clandestinizarse y retirarse del trabajo de masas. El 28 de febrero de 1977, después del fraude
electoral que despojó de la presidencia al candidato de la Unión Nacional Opositora, el coronel Ernesto Claramount, la dictadura hace una segunda gran
masacre, en este caso, contra la concentración de protesta que durante nueve días se venía realizando en la Plaza Libertad. A partir de la nueva situación
creada, el ERP hace un análisis autocrítico que arroja que no puede seguir desarrollando solo la lucha armada mediante los comités militares, sino que
necesitaba retomar el trabajo de masas, por lo que crea las Ligas Populares 28 de Febrero, nombre adoptado en alusión a la masacre.
Los dirigentes y cuadros de base del ERP fueron puestos en función del trabajo social. Entonces es cuando a mi hermana y a mí nos orientan trabajar con
la juventud y nos incorporamos a las comunidades eclesiales de base. Mis papás eran muy cristianos. En esa época, la iglesia desempeñó un papel muy
preponderante en la concientización de la gente. Así es como llegamos a trabajar con los jóvenes en un grupo de base, con el cual tuvimos la dicha de
visitar a monseñor Romero. Le llevamos una carta, le trasladamos nuestras preocupaciones y le dijimos que queríamos organizarnos.
Mis hermanos y yo no llegamos a ser dirigentes de las LP-28, sino que apoyábamos en el trabajo de base en la periferia de esa organización. En 1979, el
partido nos vuelve a clandestinizar para que realizáramos un trabajo que no podían hacer los comités militares ni las organizaciones de base: atender
casas de seguridad donde se cuidaba a los heridos y se fabricaban los explosivos. El ERP nos encarga que, como familia –no mi mamá, sino mi hermano,
mis dos hermanas, el esposo de una de ellas y yo–, creáramos una casa de seguridad en la cual se asentó una de las principales fábricas de explosivos
que preparaba materiales para los frentes de guerra que se estaban creando en San Vicente y en Morazán. Esa fue una época de mucho clandestinaje
para nosotros.
De la lucha clandestina en los años setenta, hay que resaltar la mística revolucionaria del ERP. Fue la organización que hizo más acciones militares en
esa etapa. Eran momentos difíciles en los cuales teníamos que estar bien camuflados para no ser detectados. Lo más valioso era la mística, la disciplina
fuerte y la compartimentación. Todos estábamos claros de que uno no podía saber más de lo que necesitaba saber, ni decir más de lo que necesitaba
decir.
Nuestros militantes tenían valores y principios. Eso le llamaba la atención a la gente. Mientras el enemigo decía que éramos terroristas, que éramos
come■niños, la gente que entraba en contacto con algún miembro de la organización, se admiraba y decía: Bueno, si estos son los guerrilleros entonces
no es lo que dicen. Eso nos hacía ganarnos la confianza de la población. Llegábamos con mucho respeto a las casas donde nos íbamos a esconder y nos
incorporábamos a las tareas del hogar como uno más de la familia. Esa actitud permitió ir incorporando nuevos jóvenes a los comités militares. Si no
hubiesen existido todas esas familias, no hubiéramos llegado a ser lo que fuimos porque ellas eran la base para que pudiéramos trabajar y desarrollarnos
todos.
Los años 1979 y 1980 fueron de gran efervescencia en términos de lucha popular. Más de dos años después del fraude cometido en las elecciones de
1977 contra el candidato presidencial de la UNO, el 15 de octubre de 1979 se produce un golpe de Estado que instaura una denominada Junta
Revolucionaria de Gobierno, que se mantuvo tres meses. En el período de esa primera Junta, el ERP se toma Mejicanos, San Marcos, Cuscatancingo y
una zona por San Jacinto, con el propósito de llamar a la insurrección. Esas tomas fueron muy buenas porque nos dieron la pauta del estado de ánimo de
la población, al ver a la gente incorporarse, poner barricadas y ayudar a los compas cuando se enfrentaba al enemigo. Incluso hubo gente que se nos
incorporó. Sin embargo, ese momento coyuntural fue pasando.
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