Nos hablan todavía

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CRECER-VOLUNTARIAS DE DON BOSCO (VDB)
Editorial
EL AÑO 2007
UN AÑO ESPECIAL EN EL SIGNO DEL CORAZÓN.
Al comenzar el nuevo año nos encuentra
a pocos meses del inicio de nuestra Asamblea
General. En la tapa de “CRECER” se puede ver
que el año 2007 y la sexta Asamblea General
polarizan la atención sobre el Grupo y su misión.
Se elaboraron proyectos interesantes por y
para los Grupos, y luego se realizaron y
evaluaron. Estas experiencias fueron recogidas
en el instrumento de trabajo y puestas a
disposición de todas las VDB: cada una puede
leerlas y enviar otras propuestas para un
intercambio fructífero durante la AG/6.
El logo de la AG/6, elegido entre los
muchos enviados, es un proyecto del Grupo
Mercedes de Uruguay, Región APU. Felicito a
las autoras que supieron dar una forma original al
tema de la Asamblea. El logo es simple y
simpático. Un diseñador transformó su creación
en un archivo digital. Ahora el logo está
disponible con el título en diversas lenguas.
Este es el comentario de las mismas autoras:
Este es el resultado de una tarde de domingo en la que el Señor me invitó, una vez más a
“volver a las fuentes de nuestra vocación”, poniendo en mis manos el “Cuaderno Carpanera” y
motivándome a leer con atención la primera conferencia de Don Rinaldi a María, Francisca y Luigina.
Entre los muchos consejos dados allí, uno atrajo especialmente mi atención en relación al trabajo
pedido:”…formen un solo corazón…”.
Ahí encontré el primer elemento con el que comencé esta creación: el corazón, figura estilizada
que se descubre observando la línea curva a lo largo de la que están dispuestas las letras y las demás
líneas curvas que constituyen el contorno de dicha figura.
Este corazón grande quisiera representar nuestro Instituto a nivel mundial, constituido, a su vez, por los
corazones de todas nosotras que le damos vida, distribuidas en los cinco continentes representados por
los diversos colores.
Al mismo tiempo este gran corazón quisiera representar nuestro Instituto a nivel local, es decir
el Grupo, en el interior del que laten los corazones de cada una de las hermanas que, volviendo al
Cuaderno Carpanera, “…aunque separadas físicamente” están “unidas en el mismo espíritu…”.
Aquí encontré no sólo la frase que acompaña el dibujo, sino también quien desde el inicio me
inspiró: el Espíritu Santo representado en la parte superior derecha, con la forma de un ave en vuelo, a
la sombra de cuyas alas caminamos juntas hacia la AG/6.
Un logo puede decirse bueno, si estimula
la imaginación e invita a profundizar siempre
más una idea central. Nuestro logo para la AG/6
cumple indudablemente estos requisitos. Por mi
parte agrego mi tentativa de interpretación,
invitando a todas las VDB a encontrar en él
inspiración para alcanzar nuevos modos de ver.
El lema “En el Grupo para la misión”
indica el tema que se tratará en la próxima
Asamblea. Formamos un Grupo y vivimos en
comunión para vivir mejor nuestra misión.
el Espíritu nos invita a dar un paso adelante con
nuestra fe, llegando a ser nuevamente luz1.
Sin la presencia del Espíritu, el Grupo no
tendría alma. El Grupo se reduciría a un
encuentro casual de personas, un club donde los
miembros vienen cuando quieren a servirse lo
que se ofrece. El Espíritu Santo viene en nuestra
ayuda, personas vulnerables, para ayudarnos a
crecer en solidaridad y a creer que puede suceder
lo que parece humanamente imposible. Esta es la
fe que necesitamos para vivir toda nuestra vida
en fidelidad a nuestra misión y al compromiso de
comunión entre nosotras, a pesar de las
dificultades.
Entra en nuestra misión el compromiso de
promover una sociedad amable. Por esto el logo
presenta el corazón grande, que es el corazón de
Dios, con cinco pequeños corazones de diversos
colores en su interior. En un mundo que cada día
derrama sobre nosotros ríos de noticias que
hablan de guerra y violencia, lucha de poder y
miseria, y de tantos sufrimientos escondidos
cerca de nosotros, nosotras queremos ser un
corazón que late. Nosotras queremos ponernos a
disposición para escuchar a las personas y sus
problemas. Escuchando con interés, haciendo un
gesto simple, diciendo una palabra amable,
asumiendo un punto de vista valiente, nosotras
hacemos la diferencia. Un mundo con corazón
está lleno de relaciones cordiales, que hacen
felices a las personas. Jesús acampó entre
nosotros, murió y resucitó, para que todos
nosotros tengamos vida y vida en abundancia.
Para esto nosotras somos llamadas y enviadas.
En el interior del corazón grande vemos
cinco corazones pequeños que surgen del mismo
núcleo formando una unidad, como los pétalos de
una gran flor. Son los miembros, cada uno de un
color diferente. Los diferentes colores, como
dice el Grupo de Mercedes, hacen referencia a
los diferentes continentes en los que las VDB
están presentes.
Hay tantas diferencias de
cultura, de pensamiento, de personalidad. Todas
estas diferencias son importantes: enriquecen el
Grupo y lo preparan a cumplir su misión en un
mundo de gran pluralismo. En el Grupo, en la
aceptación mutua, se aprende a ser abiertas y
flexibles frente a la diversidad, y a tener un
corazón acogedor para cada persona.
Diciendo “también nosotras”, entiendo
tanto a cada VDB en particular en su propio
ambiente, como a todas nosotras juntas como
Grupo. El Grupo es en cierta forma nuestra base,
donde, inspiradas por el Espíritu Santo,
intercambiamos nuestros puntos de vista y
buscamos ofrecernos mutuamente fuerza y
valentía. El Grupo es el corazón palpitante de
nuestra misión. De él recibimos sangre bien
oxigenada, que hacemos correr a través de los
canales del mundo para nutrir y sanar la vida.
El corazón grande no está cerrado
herméticamente, sino que está abierto a lo que
sucede fuera del Grupo. Tal apertura es
indispensable para un intercambio fecundo y una
cooperación constructiva con la sociedad en la
que nos encontramos. Un corazón cerrado, en el
que no entra ni sale sangre, se atrofia
rápidamente.
El Grupo está bajo el influjo del Espíritu
Santo, el Abogado, el Inspirador. No faltan
momentos en los que la presencia animadora del
Espíritu es claramente perceptible y visible. En
otros momentos prevalecen las dificultades
cotidianas, las angustias, las dudas, que hacen
sombra al Grupo. En medio de estas dificultades
La misma apertura es necesaria para que
se puedan insertar nuevos miembros, nuevas
vocaciones. Las jóvenes pueden sentirse atraídas
1
Mt 5,14:Vosotros sois la luz del mundo; no se puede
esconder una ciudad colocada sobre un monte.
2
por nuestro celo apostólico y por el clima
auténtico y cordial.
El pequeño corazón verde es símbolo de
una fe optimista que permite esperar en nuestro
mundo tan frágil, y también en la fragilidad de
nuestro Grupo. A partir de nuestra experiencia de
fe sabemos que Dios asegura la victoria del bien.
El instrumento de trabajo para la AG/6
está dividido en seis capítulos. También estos se
pueden relacionar con el logo. El primer capítulo
es como un cuadro en el cual se insertan todos
los demás. El retiro mensual es expresión
culminante de la vida del Grupo. Los otros cinco
capítulos, como una rica gama de colores,
enfocan los ingredientes que constituyen la vida
del Grupo: sentido de pertenencia, comunicación
y solidaridad, oración y celebración, formación y
finalmente misión.
El color rojo hace referencia a
Pentecostés, a la inspiración y la fuerza del
espíritu Santo. En esta fuente encontramos las
palabras y los gestos para acercarnos entre
nosotras, para comprender el sentido y el hilo
conductor que recorre nuestra vida, y para
descubrir y seguir la voluntad de Dios en la
realidad cotidiana. El Espíritu Santo nos inspira
a practicar el silencio, a descubrir el rumor del
viento, a escuchar verdaderamente los intereses y
las necesidades de la gente.
Pero la inspiración del logo no se agota en
esto. Él reclama también los elementos que
constituyen nuestra espiritualidad salesiana
secular, como ya he tratado de interpretar en una
serie de seis aportes1. A la luz del tema de la
AG/6 estos elementos reciben un significado
propio.
El azul está por la libertad, el mar abierto
o el cielo despejado sin limites. La libertad de
los hijos de Dios es integridad y veracidad en
nuestras relaciones. Nos ayuda a perseverar sin
angustia y ser valientes en tomar iniciativas por
el Reino de Dios. Esta libertad la reconocemos
en los santos salesianos o no, que valientemente
han continuado el propio camino y nos invitan a
hacer lo mismo.
El corazón grande es el apoyo de nuestro
ser, la fuente de nuestro obrar. “En esto todos
sabrán que sois mis discípulos, si os amáis los
unos a los otros”2. Esta amistad apostólica nos
sirve como modelo.
El amarillo está por la sencillez de
nuestra espiritualidad. No es la estima de la que
gozamos y no son las prácticas ascéticas,
extrañas al mundo, que realizamos, sino la
sencillez lo que nos acerca más fácilmente a Dios
y a la gente. La sencillez forma parte de aquellas
pequeñas
virtudes
que caracterizan la
espiritualidad salesiana y convienen a nuestra
misión secular. Pueden ser practicadas en todas
partes y por cualquier persona.
En
nuestro
corazón
sentimos
verdaderamente nuestra humanidad, al mismo
tiempo sentimos nuestro origen y destino divino.
El Principito de Saint Exupéry es consciente que
sólo con el corazón se ve bien. Para triunfar en
nuestra misión secular y realizar un encuentro
liberador y divino con la gente, es indispensable
que nos encontremos en primer lugar entre
nosotras a nivel del corazón, hablar abiertamente
y por lo tanto a partir del amor de Dios. Este
segmento de espiritualidad vivida es fuente de
gran alegría. A partir de nuestra cordialidad
también los demás podrán reconocer nuestra
salesianidad.
1
2
El café está por la tierra fecunda.
Diversas formas de vocación han germinado en
el suelo salesiano. Nosotras vivimos la vocación
salesiana como la levadura en la masa, con
discreción. Nada espectacular, pero eficaz de
todos modos. “Las Voluntarias, impulsadas por
el amor de Cristo, quieren ser sal de la tierra y
luz del mundo, y participan en la función
evangelizadora de la Iglesia que las envía” (C 6).
Ver Crecer 5/2004 y todos los números del 2005.
Juan 13,35
3
salesiana a la que nos impulsa el Espíritu.
Visto de este modo el logo llega a ser una
llamada. Hagamos de tal manera que en Navidad,
en el interior de nuestro Grupo y entre todas las
personas que encontremos a lo largo de nuestro
camino, se pueda sentir esa perfumada cordialidad
A todas las VDB los mejores
augurios para esta Navidad y un feliz año nuevo.
Anita
Página de las Aspirantes
VIVIR EN NUESTRO MUNDO,
conscientes del don recibido
Dios nos ha regalado a todos su salvación,
un regalo del que nos hacemos conscientes en la
medida en que lo recibimos con generosidad.
Este saber valorar la largueza y los dones de Dios
acrecienta, en primer lugar, nuestra apertura al
regalo recibido, aumenta también la alegría por
el don de Dios e incluso incentiva nuestro
compromiso por hacer el bien en favor de la
propia salvación y la de nuestros hermanos.
autorrealización, sino un crecimiento en nuestra
identidad de consagradas, de seglares y de
salesianas, a través de una adhesión constante a
Cristo, a su humanidad y a su amor al Padre y a
los hermanos.
Se vive esta responsabilidad para con los
demás, adquiriendo y conquistando la gracia
divina a toda costa y día tras día. No podemos
ignorar a los hermanos, porque Dios quiere que
sus hijos vivan una solidaridad que va más allá
de la vida, puesto que Él entregó a su Hijo y
este, a su vez, entregó su vida por nosotros. No
preocuparse del prójimo, incluso por encima de
la coartada de hacerlo por respeto a su libertad, es
una actitud anticristiana, se mire por donde se
mire. Se trata, en realidad, de ese individualismo
que invade nuestra sociedad y nos lleva a la fría
indiferencia de que se nos habla con la parábola
del samaritano: todos se acercaban junto al
hermano herido, lo miraban y pasaban de largo
sin pararse a socorrerlo.
El don de la vida, enriquecido por el
bautismo y fortalecido con nuestra toma de
consciente colaboración, es una vida que se nos
otorga. Y que se da generosamente. Para
nosotras, consagradas seculares, se convierte en
“una vida entregada” completamente a Dios y a
los hermanos sin distinción alguna.
Una vida que se entrega generosamente es
fecunda y normalmente genera libertad, junto a
no pocas responsabilidades. Esto sucede
naturalmente en la vida matrimonial al nacer un
hijo y en su educación; pero también sucede en la
vida consagrada, aunque no haya maternidad y
paternidad física. Una persona puede encargase
de otra cuando es humana y espiritualmente
adulta. Por eso nosotras tenemos que cuidar
esmeradamente nuestra formación humana y
cristiana, si queremos cuidar la salvación de
nuestros hermanos. Para nosotras VDB la
formación no es sólo cuestión de una mera
El individualismo y el consumismo son
los dos grandes pecados de nuestro tiempo que
están
propiciando
una
cultura
de
irresponsabilidad. No debemos dejarnos atrapar
por el consumismo, ese afán de buscar las cosas
“a buen precio” porque pronto serán tiradas tras
breve uso. También nosotras podemos caer en el
pecado de buscar la gracia a bajo coste sin el
4
compromiso de cuidarla, o de desear el perdón
sin arrepentimiento, o el bautismo sin que lleve
aparejado unos compromisos comunitarios, o la
Eucaristía sin confesión personal. Se desea la
gracia a bajo precio, por comodidad: es una
gracia sin pasar por la cruz, una gracia sin Cristo
viviente, encarnado y víctima por amor.
descubran el don de Dios y respondan
generosamente a su llamada específica.
Todo esto supone unas buenas relaciones
con los demás, no replegarnos sobre nosotras
mismas, no aislarnos existencialmente, nada de
desconfianzas en nuestras capacidades y en las de
las demás hermanas. Don Bosco decía que en
todos nosotros hay un punto sobre el que se
puede hacer palanca para elevarnos a Dios y a su
gracia
Por el contrario, la gracia adquirida
costosamente, es el descubrimiento de un tesoro
escondido en el campo, que nos obliga a vender
todas nuestras cosas para comprarlo. Es
reconocer el señorío de Dios; es la “secuela
Christi”tras abandonar las redes. Es vivir y hacer
realidad el Evangelio día a día, en el contexto de
la propia vida. Es el don de buscar siempre la
puerta a la que se quiere llamar con insistencia.
Por tanto, para nosotras hay una palabra
que debe ser clave: responsabilidad. ¿Cómo
hacerlo? Imitando la actitud de Jesús que tiene
compasión de cada una de nosotras. Esto no
equivale a ponernos en actitudes de piedad, sino
a tener empatía, a tener un corazón grande para
acoger a las demás, a ser conscientes y capaces
de escuchar a las demás, ser mediadoras de la voz
amorosa
de
un
Dios,
que
suscita
responsabilidades; significa prestarle la voz a los
demás.
La gracia a “precio elevado” exige dar la
vida tal como hizo Cristo, regalo generoso del
Padre, que no vio excesivo el precio de entregar a
su Hijo Unigénito para salvar a la Humanidad del
pecado. En cuestión de vida espiritual, no se
puede vivir como parásitos, disfrutando, gozando
y consumiendo bienes realizados por los demás.
Como creyentes que somos, no podemos
conformarnos con ser meros seres pasivos,
infantiles, anémicos, pretenciosos y, de vez en
cuando, reivindicativos. No somos seres llevados
sin más hacia Dios, extraídos del conjunto de la
masa humana, sino que hemos de llegar a Él a
través de un camino con frecuencia duro y
comprometido.
Es necesario que la oración nos ponga en
sintonía con ese Padre, de ese Padre que nos
quiere salvadas que nos impulsa a ser
responsables por la gracia que hemos recibido,
que nos estimula a gastar nuestra vida en nuestra
salvación y en la salvación de todos los
hermanos.
Todo esto supone respeto a los ritmos de
los hermanos, una dedicación que quiere ir
muchas veces más allá de nuestra capacidad
personal, pero que nos ha sido dada por Dios.
Requiere pasar de nuestras reservas mezquinas,
que suelen basarse en las propias fuerzas y en la
búsqueda de ganancias y éxitos, a una entrega
generosa y desinteresada de sí misma; exige un
ensamblaje entre razón y fe en un Dios que tiene
poder para desplazar montañas.
El bautismo, y mucho más a nosotras tras
nuestra consagración, nos debe hacer conscientes
del don de la gracia recibida a un “altísimo
precio”; en virtud de ella y por ella, no podemos
eximirnos del ineludible deber y compromiso con
la salvación de nuestros hermanos; tan
gratuitamente como hemos recibido todo, así
debemos empeñarnos en que los demás
Dora
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6
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