Aprender a pensar racionalmente 58. Los psicólogos suelen enseñar técnicas cognitivas. ¿Qué técnicas son ésas? ¿Se puede enseñar a pensar «mejor»? Efectivamente, se puede enseñar a pensar de una manera más realista, más cercana los hechos objetivos, menos dramática o tremendista, lo que conduce a evitar los síntomas de ansiedad y depresión que están vinculados a determinados pensamientos. Las técnicas diseñadas a tal fin más conocidas son la terapia racional emotiva, de Ellis, y la reestructuración cognitiva, de Beck. 59. ¿Qué es la terapia racional emotiva? ¿Cómo puede ser racional y emotiva a la vez? ¿Pueden integrarse razón y emoción? Lo que su autor, Albert Ellis, quiere transmitir con ese nombre es que determinados pensamientos conducen a determinadas emociones. Si pensamos racionalmente, tendremos emociones positivas o adaptadas, pero si tenemos ideas irracionales, entonces nos encontraremos mal y surgirán emociones negativas o inadaptadas. Lo esencial en este planteamiento es que lo que pensamos —y no tanto lo que nos pasa— es lo que determina cómo nos sentimos. 60. Pero, dependiendo de lo que nos pase, nos sentiremos de una manera u otra. Lo importante es lo que nos pasa, ¿no es así? Aparentemente sí; es lo que todo el mundo cree. Pero si lo analizamos más despacio, veremos que no es algo tan evidente. Por ejemplo, ¿cómo se siente alguien a quien despiden de su trabajo? En principio, creemos que fatal. Pero ¿por qué siente eso? Probablemente porque imaginamos que, en esa situación, pensará: «¡Qué horror, cómo voy a salir adelante ahora, no valgo, no voy a encontrar otro trabajo, qué vergüenza!». Pero si pensase: «Aquí me explotaban, es una oportunidad para hacer otra cosa mejor, para tener otros compañeros, otros jefes, lo veo como una oportunidad para aprender a enfrentarme a dificultades en la vida, siempre puedo aprender de esto», entonces se sentiría bien. En realidad, casi cualquier cosa puede despertar unos sentimientos u otros dependiendo de los pensamientos que se generen al respecto, hasta encontrarse el coche con la rueda pinchada. O lo contrario, ¿seguro que ganar un premio importante en la lotería sólo va a ser para bien? ¿No va a tener también unos pensamientos negativos asociados a los problemas y cambios vitales que puede acarrear? 61. Pero unos pensamientos serán más realistas o lógicos que otros dependiendo de la situación, ¿no? Claro que sí. Eso es exactamente lo que defiende Ellis. Hay que procurar detectar los pensamientos irracionales para discutirlos y desecharlos porque muchos de los sentimientos que tenemos están relacionados con determinados pensamientos irracionales que aparecen a pesar de que la situación sea normal. Aunque se pueda creer que son infinitos y que cada persona tiene los suyos, hay varios estudios que demuestran que los pensamientos irracionales fundamentales son pocos (entre diez y quince) y que los presentan muchas personas dentro de nuestra cultura occidental. Algunos de los más comunes son: 1. Tengo que ser querido y aprobado por práctica mente todo el mundo. 2. Tengo que hacerlo todo bien, ser perfecto en todo lo que haga. 3. Es un desastre que las cosas no salgan como ha bía planificado. 4. El mundo está lleno de personas viles, malvadas e infames. Hay que descubrirlas y castigarlas por su maldad. 5. El mundo está plagado de peligros donde quiera que sea y permanentemente hay que estar pendiente para que no ocurra nada malo. 6. Existe una solución precisa, concreta y perfecta para los problemas humanos. 7. La desgracia humana se origina por causas ex ternas y la gente tiene muy poca o ninguna capacidad para controlar sus penas y perturbaciones. 8. Es más fácil y mejor evitar ciertas responsabilidades y dificultades en la vida que afrontarlas. 9. La historia pasada de uno es un determinante de la conducta actual, algo que ocurrió una vez y que me conmocionó seguirá siempre afeitándome. 10. La felicidad llega por inercia, sin hacer nada. 62. ¿Y qué puede hacer el terapeuta para confrontar estos pensamientos irracionales? ¿Cuál es su trabajo en la consulta? La función del psicólogo consiste, precisamente, en detectar si el paciente está actuando bajo esos presupuestos irracionales (aunque no sea consciente de ello). Tiene que analizar los hechos de su vida, lo que le va pasando en el día a día para, como un detective, descubrir si la causa estriba en la presencia de esos pensamientos irracionales. Luego, una vez detectados, debe discutirlos con el paciente de forma que éste aprecie su autoengaño, cómo está perjudicando su vida y cómo puede tratar de cambiarlo. Lo mejor es poner un ejemplo: si yo lo paso fatal cada vez que un amigo llega tarde a una cita que tiene conmigo, quizá sea porque creo que el mundo es peligrosísimo y que siempre estamos en grave riesgo. Hasta que yo no deseche esa creencia por exagerada no tendré sosiego. Por eso hay que detectar las ideas irracionales que aparecen incluso en situaciones normales y cambiar esos pensamientos negativos, inadaptados y faltos de realismo por otros positivos, adaptados y realistas. 63. ¿Es muy difícil o lleva mucho tiempo llegar a pensar racionalmente? La verdad es que supone un esfuerzo importante por parte del paciente. Los patrones de pensamiento negativo suelen estar muy arraigados y es difícil deshacerlo para siempre. Pueden volver periódicamente si las técnicas aprendidas en la terapia no se recuerdan activamente. No obstante, es un tratamiento estructurado, con objetivos claros y que, sobre todo, se centra en el aprendizaje del propio paciente, por lo que puede ser de utilidad a lo largo de toda la vida. Por supuesto, estas técnicas de pensar de forma más adecuada se combinan con ejercicios prácticos, coherentes con las ideas realistas, que también ayudan a cambiar el comportamiento de las personas. 64. ¿En qué consiste la reestructuración cognitiva? Más que una técnica, es toda una terapia desarrollada por Aaron Beck para el tratamiento de la depresión, aunque su empleo se ha generalizado también a otros trastornos. En esencia, se trata de aprender a detectar los esquemas de pensamiento que llevan a distorsionar nuestra visión de la realidad y, en consecuencia, a hacernos sentir mal y actuar de forma poco adaptada. 65. ¿En concreto, qué distorsiones de pensamiento son las más habituales? Las más importantes, con algunos ejemplos para que se comprendan bien, son las siguientes: 1. La inferencia arbitraria: ocurre cuando se llega a una conclusión sin evidencia que la apoye o con evidencia contraria a la conclusión. Por ejemplo: «Como Carlos no me ha tratado tan amablemente como yo esperaba, quiere decir que le caigo mal». 2. La abstracción selectiva: es la valoración de una experiencia centrándose en un detalle específico extraído fuera de su contexto e ignorando otros elementos relevantes. Por ejemplo: «Sí, fui alcampo, hizo buen tiempo y vinieron todos mis amigos..., pero el pollo me quedó crudo y eso fue un desastre». 3. La generalización excesiva: se extrae una conclusión o regla general a partir de uno o pocos hechos aislados y se aplica a todas las situaciones. Por ejemplo: «Mira, cogí el avión y me perdieron la maleta dos días. Ya no vuelvo a volar. Si viajas en avión, seguro que todo acaba mal». 4. La magnificación y la minimización: consiste en evaluar la magnitud de un acontecimiento incrementando o disminuyendo su significación. Un ejemplo de magnificación: «Me han puesto en la peor mesa del restaurante; esto es horrible»; de minimización: «Sí, vale, me han puesto sobresaliente en cinco asignaturas, pero qué importa, eso no significa que vaya a ser un buen profesional, en realidad no quiere decir nada». 5. La personalización: es la tendencia y facilidad para atribuirse sucesos externos sin base firme para realizar esa conexión. Por ejemplo, mi hijo ha cogido la gripe y yo afirmo: «¡Soy un desastre demadre! ¡No lo estoy cuidando como debiera!». 6. El pensamiento absolutista o dicotómico: consiste en la tendencia a clasificar todas las experiencias en una o dos categorías opuestas, seleccionando la del extremo negativo para describirse a uno mismo. Por ejemplo: «Mira, en este mundo sólo hay dos alternativas: o triunfas o eres un fracasado». 66. ¿Cómo acaba la gente creyendo esas cosas? ¿Son culturales? Probablemente sí sean un producto de la cultura. Vivimos en una sociedad que estimula el pensamiento dicotómico, la minimización, el personalismo, etcétera. No obstante, para Beck estos esquemas cognitivos son adquiridos durante la infancia a través de experiencias personales negativas, de identificación con personas significativas o por la percepción de actitudes negativas en otros. También afirma que la existencia de estos esquemas no es suficiente para que se desencadene la depresión: para que se activen es necesario que se vivan experiencias negativas análogas a las inicialmente responsables de la formación de los esquemas. 67. ¿Y cuál es la función del psicólogo en estos casos? ¿Cómo se ayuda a la gente que desarrolla estos esquemas de pensamiento? La función del psicólogo en esta terapia es enseñar al paciente a detectar que está pensando a partir de unos esquemas distorsionados y ayudarlo a desecharlos. Esto lo hace por medio de unas intervenciones muy específicas, como llevar unos registros para apuntar determinados pensamientos y sentimientos en cuanto aparezcan, y luego enseñarle a «re atribuir» responsabilidades de forma más objetiva (técnica de la «re atribución»)/ a buscar activamente posibles alternativas a los sucesos (técnica de la conceptualización alternativa), o a modificar imágenes e imaginar las cosas de forma distinta. 68. ¿Ante qué tipo de problemas son útiles las técnicas cognitivas? Ante conjuntos muy grandes de problemas vitales. Por supuesto, los estados de ánimo bajos y las depresiones, pero también los trastornos bipolares, los cuadros de ansiedad y muchos tipos de adicciones: al alcohol, al juego, etcétera. También se utilizan en problemas de alimentación (como la anorexia y la bulimia) y en los problemas de pareja, las dificultades por estrés laboral u otros problemas vitales. 69. ¿No es complicado un tratamiento así, en el que hay que cambiar la forma de pensar? Tiene su complejidad y requiere una formación específica. Cuando el trabajo consiste en confrontar lo que piensa el paciente, siempre estamos ante una situación muy delicada, muy comprometida. Por eso, el terapeuta sólo tendrá éxito si, simultáneamente, es capaz de transmitir al paciente que tiene todo su respeto y toda la consideración por sus creencias y sus actitudes; se mostrará empático con independencia de que se toquen temas difíciles y deberá despertar confianza siendo auténtico y aceptando a la persona. Sólo así conseguirá no generar una actitud defensiva en el paciente. Por otro lado, cuando el trabajo se ha planteado bien desde el principio, suele evolucionar de forma favorable y exitosa. De hecho, por su eficacia contrastada experimentalmente, la reestructuración cognitiva de Beck es uno de los tratamientos de elección para la depresión. Su propia vida y que no les corresponde arrastrar nuestros propios problemas, es cuando todo funciona mejor. De hecho, se trata justamente de eso: lo problemas de los hijos no deben ser los problemas de sus padres —su miedo a la enfermedad, sus resentimientos y frustraciones, sus enfados, su cansancio, sus problemas en la relaciones sociales—. Los hijos no deben cargar con ellos. 132. ¿Y la tristeza de los padres también influye mucho en los hijos? ¿Si yo soy algo depresiva, mis hijos también acabarán siéndolo? Es verdad que ver alegría en la casa y que haya humor es bueno para los hijos. Pero también es verdad que estar siempre disimulando no es adecuado pues los niños suelen captarlo, aunque no lo acaben de entender. Por tanto, es importante luchar para mejorar el propio estado de ánimo si es depresivo, aunque tampoco hay que agobiarse si no se consigue. Cómo se encuentren los padres es un factor importante más para el bienestar de los hijos, pero hay muchos otros; y, estén como estén, los padres siempre pueden procurar ser coherentes y auténticos con sus hijos. 133. Tengo a mi hijo adolescente tumbado todo el día, sin ninguna motivación por nada. Sólo juega con la consola y ve películas. ¿Se puede hacer algo para que se motive? ¿Se le debe obligar? Es un problema característico y, en principio, no preocupante a no ser que se prolongue durante meses. En un libro precioso, Retorno a Brideshead (muchos lo recordarán por la serie de televisión), dice Evelyn Waugh que la indolencia es lo más propio o característico de la adolescencia. Y es verdad que pasamos por períodos —justo en esa época de la vida— de enorme pasotismo. Naturalmente, una vez conocido esto, tenemos que hacer lo posible por motivar y sacar de ese estado a los adolescentes. Por supuesto, hay que empujarlos con las actividades que sabemos que los pueden motivar, pero también obligándolos a hacer determinadas tareas, quieran o no quieran. Privándolos de cosas si no hay otro remedio y premiando su esfuerzo. Hay que analizar caca caso y creer que siempre existen motivadores, quese hallarán si se observa durante tiempo y se premia con ellos (por ejemplo, en este caso, podrá ver las películas o jugar con la consola si primero hace lo que h madre considera un mínimo, y ve como un premio ú acceso a estas actividades de ocio). Con la queja y la protesta ya contamos, porque es un adolescente. Hay que tener en cuenta que es un período difícil, que el adolescente se rebelará y criticará a su madre, pero liego, más mayor, le agradecerá no haberle dejado abandonado y haber estado allí, aguantando sin desfallecer su mal humor o sus caprichos.