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Luisa Miller
Giuseppe Verdi (1813-1901)
MELODRAMMA TRÁGICO EN TRES ACTOS. LIBRETO DE SALVATORE CAMMARANO,. BASADO EN LA OBRA
“KABALE UND LIEBE” (INTRIGA Y AMOR) (1783) DE FRIEDRICH VON SCHILLER . ESTRENADA EN EL TEATRO
SAN CARLO DE NAPOLES, EL 8 DE DICIEMBRE DE 1849. ESTRENADA EN MADRID EL 11 DE DICIEMBRE DE
1852. ÓPERA EN VERSIÓN DE CONCIERTO
Director musical: James Conlon
Director del coro: Andrés Máspero
El Conde de Walter: Dmitry Beloselskiy
Rodolfo: Francesco Meli
Federica: Maria José Montiel
Wurm: John Relyea
Miller: Leo Nucci
Luisa: Lana Kos
Laura: Marina Rodriguez-Cusí
Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real
23, 26 de abril de 2016
20:00 horas
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Argumento
Luisa Miller
Fernando Fraga
despertando la amargura los celos de Federica.
La acción tiene lugar en el Tirol, a principios
del siglo XVIII.
En casa de Miller, mientras se escucha a lo lejos los sonidos de una cacería, el soldado revela a su
hija la verdadera identidad de su enamorado. Luisa
no tiene tiempo para lamentos, pues Rodolfo hace
una repentina aparición, reitera sus promesas amorosas y pide la bendición de Miller. Aparece Walter
y airado insulta a los Miller, tratando a Luisa de cortesana. La situación se hace insostenible, al enfrentarse Rodolfo, espada en mano a su padre (cuarteto:
Fra mortali ancora oppressa). Cuando Walter ordena a sus arqueros que tomen presa a Luisa, Rodolfo
se interpone y amenaza a su padre con revelar los
infames medios por los que aquel ha conseguido el
poder, Walter confuso y alarmado, se hecha atrás y
ordena que Luisa sea liberada (final primero: I cenni
miei si compiano).
Acto I: El amor
Ante la casa de Luisa Miller, un viejo soldado
retirado, Laura y un grupo de aldeanos que felicitan a Luisa, su hija, a la que ofrecen un ramo de
flores por su cumpleaños (coro: Ti desta, Luisa regina de´cor¡). La muchacha está enamorada y lo
manifiesta de acuerdo con sus sentimientos candorosos y tiernos (aria: Lo vido e il primo palpito).
Con la llegada de Carlo, su enamorado, la pareja
expresa la pasión que los une (dúo: T´amo d´amor
ch´esprimere). El soldado rechaza al intendente del
conde Walter, Wurm, como yerno (aria: Sacra é la
scelta) y se ve invadido por funestos presentimientos (cabaletta: Ah¡ Fu giusto il mio pensiero). Sus
recelos se hacen realidad al saber por boca del siniestro Wurm, que tras el nombre de Carlo se oculta,
Rodolfo, el hijo de su señor.
Acto II : la intriga
Laura y un grupo de aldeanos informan a
Luisa del arresto de su padre (coro: Al villaggio dal
campo tornando). Pero Wurm, siguiendo instrucciones del conde Walter ofrece a Luisa la salvación
de su padre, siempre que a cambio, a través de un
escrito, confiese que ha fingido amar a Rodolfo solamente por ambición... Añadiendo en la confesión
que a quien ama en realidad es a Wurm. Luisa duda
y desesperada eleva una plegaria (aria: Tu puniscimi o, Signore), antes de firmar el funesto convenio.
Pero Wurm le pide aún otro sacrificio más: Luisa ha
En una sala del castillo, Walter proyecta la
unión de hijo Rodolfo y la duquesa Federica, amiga
de la infancia del muchacho, hecho que aumentará
el prestigio social de la familia (aria: Il mio sangue, la
vita darei). Rodolfo no tiene tiempo de dar cuenta a
su padre de su amor por Luisa, pues la duquesa hace
su entrada precedida por su séquito (coro: Quale un
sorriso d´amica sorte). Rodolfo es sincero y en el encuentro sucesivo (dúo: Dall´aule raggianti di vano
splendor) pone en claro su situación sentimental,
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Llega el sonido distante de un órgano, anunciando el comienzo de la ceremonia nupcial de de
Federica y Rodolfo, pero éste ha abandonado la
iglesia y entra en la casa en un apreciable estado
de agitación. Atada a su juramento, Luisa confirma
que en efecto escribió la fatídica carta. Bruscamente
Rodolfo le ofrece una copa, donde ha vertido un poderoso veneno. Luisa bebe y tras ella Rodolfo apura
el resto del contenido. Ante las vacilaciones de Luisa, Rodolfo vuelve a preguntarla si realmente está
enamorad de Wurmy, cuando la muchacha sabe
que pronto tendrá que dar cuenta de sus actos a
Dios, confiesa la verdad de lo ocurrido (dúo: Piangi
il tuo dolor.. Allo strazio ch´io sopporto). Reaparece
Miller y comprende de inmediato la gravedad de la
situación y recibe emocionado las últimas palabras
de Luisa (terceto: Padre ricevi l´estremo addio). En
el instante que la muchacha fallece, entran Walter
y Wurm, y éste cae abatido, por la espada de Rodolfo. Rodolfo se desploma muerto sobre el cadáver
de Luisa, no sin antes echar en cara a su padre la
responsabilidad de lo sucedido.
de acompañarle al castillo para delante del conde
y de la duquesa Federica corroborar que ha escrito libremente aquella confesión. La desolación de
Luisa es desgarradora (cabaletta: A brani, a brani,
o perfido).
En el castillo, en un tenso diálogo, el conde
revela a Wurm (dúo: L´alto retaggio non ha bramato) que Rodolfo conoce que para alcanzar el título
nobiliario él mató al viejo titular del condado y que
esto les pone a los dos en sus manos. Seguidamente, ante Federica, destrozada por la situación Luisa
confirma que está enamorada de Wurm (cuarteto:
Presentarti a la Duchessa.. Come celar le smanie).
Wurm hace llegar a Rodolfo la carta de Luisa y el
despecho del muchacho es agobiante (recitativo:
Ah, fede negar potessi). Recuerda con melancolía
las promesas de amor de su amada que ahora ve
que han sido sólo mentiras y falsas promesas (aria:
Quando le sere al placido). Aprovechando su situación anímica, Walter le anima a que olvide a la traidora casándose con Federica, pero Rodolfo sólo es
capaz de abandonarse a la más negra desesperanza)
cabaletta: L´ara o l´avello, apprestami).
Acto II: el veneno
En casa de Miller las amigas de Luisa la consuelan mientras ella escribe una carta de despedida
a Rodolfo (coro: Come in un giorno solo). Miller,
que ha sido liberado gracias al sacrificio de su hija,
se la encuentra en un estado de abatimiento total.
El padre cariñosamente la anima con palabras de
esperanza. Deciden abandonar esas tierras e iniciar
una nueva vida en un lugar lejano (dúo: La tomba `e un letto sparso di fiori… Andrem, raminghi
e poveri).
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Luisa miller: una tragedia burguesa
Fernando Fraga
de coquetería. Este dato de simple significado
canoro sirve para marcar la evolución vocal del
personaje. Es una vivaz escena de conjunto a la
que se une Rodolfo, el tenor.
Con esta obra número quince de su catálogo, Verdi cambia de registro dramático al enfrentarse a una tragedia con personajes burgueses en
conflictos con la nobleza, dejando atrás definitivamente los llamados años de galera y anunciando una nueva etapa creadora. Luisa Miller supone
un nuevo encuentro con la obra del poeta y dramaturgo alemán Friedrich von Schiller, después
de Giovanna D´Arco e I masnadieri y antes de
Don Carlo.
Aparece en escena Wurm, personaje negativo, que podría parecer un antecedente del malvado Yago de Otello, da pie a la página solista del
barítono. Son dos páginas de amplia nobleza de
canto donde Miller, antiguo soldado, define sus
ideales y su personalidad limpia y honrada. Justo
después de mostrarnos un padre, digamos “ejemplar” como es Miller, escuchamos ahora expresarse a otra figura paterna menos agradable, el padre
de Rodolfo, conde Walter, quien manifiesta hacia
su hijo unos sentimientos opuestos a los que sentía Miller por su vástaga. Si Miller, adelantándose
a la época en que transcurre la obra da libertad a
Luisa en la elección de marido, Walter, al contrario le impone a Rodolfo un matrimonio forzoso.
La sinfonía que abre la ópera, es más bien
un preludio. Un allegro donde se expone y se varía con gran habilidad un tema enérgico y nervioso, de inquietante amenaza. Como si reflejara el
destino que se cierne sobre la infeliz protagonista
de la obra. Dicho tema reaparecerá en algunos
momentos de la partitura, sin que adquiera la categoría de motivo conductor a la manera wagneriana, sino un recuerdo de ese destino implacable
que perseguirá a la infeliz Luisa. Cada acto lleva
un título que de alguna manera engloba la trama
que domina su contenido.
Se inicia un dialogo entre los dos bajos
Wurm y Walter, más de inmediato éste se lanza a
una breve página solista donde si el texto nos puede indicar que el padre siente un verdadero afecto por su hijo, la orquestación parece desmentirlo
con su engañosa serenidad, salpicada intermitentemente de agitación y acentos imperativos.
Un clima que continúa en el recitativo que sigue
con el tenor, antes de la luminosa entrada de la
duquesa Federica. La mezzosoprano entra punteada por un placentero coro femenino que lleva
El acto primero, El amor lo inicia el clarinete, instrumento muy presente en la obra sugiriendo el lugar en que transcurre la ópera, el Tirol. En la escena de introducción, integrada por
un coro de aldeanos y Luisa, donde la protagonista femenina aparece descrita en todo su candor y
sencillez, aunque las notas picadas que subrayan
de improviso su canto pudieran sugerir un toque
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directamente a un duetto iniciado por Federica.
Un momento que nos puede evocar el donizettiano final de La favorita. Tenor y mezzo, rara vez
cantando al unísono, sugieren la distancia que los
separa sentimentalmente. El desencuentro toma
forma de aria y cabaletta, al atacar el tenor el aria
en la que rompe un tanto el encantador clima del
inicio y donde la divergencia dramática de los dos
personajes se evidencia con mayor rotundidad.
lita que Rodolfo renueve sus promesas de amor.
La repentina aparición de Walter, instante en el
que se evoca el tema del preludio, precipita los
acontecimientos. El concertante, solemnemente
iniciado por Walter con toques de orquesta de
siniestra premonición cuenta con réplicas bellísimas del tenor y la soprano de contenido más
bien patético. Esta conjunto ofrece un momento
de especial brillo para el tenor, tenso y agudísimo
en el que se enfrenta al padre amenazándole con
desvelar el terrible secreto que oculta. El acto termina en La mayor.
El primer final da comienzo con las trompas, dando noticia fidedigna en compañía del
coro a capella de una partida de caza en los alrededores de la casa de Miller y que despierta en
Luisa y su padre amargos presentimientos. Estos se concretan cuando Luisa conoce la verdadera identidad de su amado, aunque la llegada
de Rodolfo, con sus ardientes palabras de amor,
permita de nuevo a la muchacha abrigar de nuevo esperanzas. Una aparición del clarinete faci-
El acto segundo: La intriga, comienza con
un coro, breve pero expresivo, dando noticia a
Luisa y a los demás del apresamiento de Millar,
resorte que aprovechará de inmediato Wurm para
poner en marcha la siniestra maniobra aludida en
el encabezamiento de este acto. En el muy expresivo recitativo, en el que tiene lugar la infame
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propuesta, el clarinete diseña un tema melódico
que recuerda un momento similar de La traviata,
pues ambas protagonistas están viviendo situaciones similares. La reacción de la soprano a tamaña iniquidad no se hace esperar. El espléndido
andante agitato, refleja muy bien la situación de
Luisa, tanto en el obsesivo acompañamiento de
las cuerdas como en la línea de canto de la solista
que ha de moverse generosa por sus tres registros
y ha de finalizar con una complicada cadencia
cromática. En ese dialogo aparece un poderoso
diseño para la voz de Wurm.
Un personaje sin un particular momento
solista, pero excelentemente perfilado en su maniquea, sumisa y renovada maldad. En la cabaletta de Luisa, se observa un peligroso cambio de
registro instrumental y expresivo por parte de la
cantante. Exige casi una soprano spinto, con repentinos retornos a sus habituales matices líricos,
en una página de excelente factura, muy acorde
con la situación y, además, tratándose del momento que se trata, de brillante lucimiento para
la solista. Toda esta magnífica escena, donde Verdi demuestra un excelente y desplegado dominio
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tación tan simple como significativa, se remata
con un soberbio Fa agudo.
de las formas, en conjunto destila una atmósfera inquietante, angustiosa y desconsoladora. La
escena siguiente tiene una especial importancia
dramática, pues en ella descubrimos el siniestro
pasado del conde Walter. El centro de la escena
lo constituye un imponente dúo entre los bajos
Walter y Wurm que puede evocar en ciernes el
espectacular encuentro entre Felipe II y el Gran
Inquisidor en Don Carlo, de dos décadas después.
Tan formidable diálogo entre los dos solistas graves, subrayado con oportunidad por una orques-
La escena siguiente, la del terrible momento en que Luisa ha de renunciar definitivamente al amor de Rodolfo, se resuelve a través de un
cuarteto donde a la protagonista se le suman las
voces de Walter, Wurm y Federica. Es un momento de enorme riqueza musical y expresiva, tanto
por las partes meramente recitativas, de enorme
contenido melódico, donde cada personaje apare-
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ce completamente diferenciado en sus distintos
sentimientos, como en el cuarteto propiamente
dicho. La frase que le da punto de partida es de
Luisa, descendente y de una dinámica completamente de acuerdo a su situación psicológica y que
va perdiendo así fuerza y entusiasmo.
musicales dignas del Verdi más elevado, se suceden recitativos y páginas solistas de una manera
magistral.
El reencuentro entre padre e hija tiene su
principal punto de apoyo en un andantino para
la soprano, seguido de un extraordinario dúo.
El aria es de una dulce y resignada pesadumbre
al evocarnos, con sus notas picadas, a la feliz
Luisa del comienzo de la obra. El dúo que se
concreta tras un dilatado diálogo entre padre
e hija, permite a Verdi pintar el lado más tierno y conmovedor de Miller. Luisa al repetir las
palabras y la melodía paterna añade una emocionante respuesta, que se repite en el da capo
del dúo en una escritura de excelente factura
contrapuntística.
La siguiente escena aporta la página más
popular de la ópera: “Quando le sere al placido”,
para el tenor, precedida por un esplendoroso y
agresivo recitativo y rubricada por una excepcional cabaletta. En su acompañamiento reaparece implacable, en medio del susurrar de las
cuerdas, el omnipotente y locuaz melancólico
sonido del clarinete. Tras una sección “puente”
donde asistimos a otras intervenciones solistas
y corales, entra de improviso, con la fuerza de
los sentimientos que en ese instante agobian al
protagonista una valiente cabaletta, de complicada escritura para el tenor por su incidencia en
notas de paso y agudas (fa, fa sostenido, sol, la y
si bemol). El valor musical de toda esta escena
se refuerza por la sinceridad de los sentimientos expresados por el protagonista, que rezuman
verdad y pasión.
El lejano sonido del órgano sugiere a Luisa una nostálgica e íntima plegaria, una joya canora en medio de la cual entra furtivo y nervioso Roberto. La escena siguiente, en recitativo,
llama la atención, sosteniendo la sobriedad de
la escritura melódica el expresivo acompañamiento orquestal, donde otra vez el acompañamiento del clarinete se hace evidente en compañía del violonchelo y las demás cuerdas. A la
serena aria de Luisa, se opone el más dramático
discurso del tenor. Ofreciendo así a Verdi una
descripción fidedigna de la situación anímica
de la amorosa pareja.
El tercer acto: El veneno, se inicia con una
sonora citación al tema de la obertura o sinfonía,
en inquietante diálogo con otra alusión esta vez
al aria de presentación de Luisa. Laura y el coro
desgranan un sobrio pero tristísimo lamento. En
la siguiente escena antes de la entrada del liberado Miller, sobre el canto de Laura y luego del
coro fluye oscura y triste, de nuevo, la alusión
al destino de Luisa expresado en la sinfonía. El
tema, puntuará todo este extraordinario acto
tercero, donde con una continuidad y fluidez
Roberto tiene la oportunidad de exhibir
sus encontrados y fogosos sentimientos, que acaban arrastrando a la soprano en un momento de
fascinante desasosiego resuelto en una ominosa
nota grave. Esta atmósfera lúgubre la mantiene y
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la soprano es retomado y desarrollado por tenor y
barítono. La muerte de Lucia, acompañada por el
arpa, es uno de los momentos más emocionantes
de la partitura.
continúa el sonido de la campana, poco antes de
que Luisa sepa que ambos van a morir envenenados. Es el momento en que Luisa se siente libre
para desvelar la verdad de su conducta, cosa que
hace con la agitación correspondiente en canto y
El final de la ópera, una vez muerta la protagonista, cuenta con toda la fuerza y la moderación verdiana. Un remate donde el tenor, después de hacer justicia traspasando con su espada
a Wurm, asciende a un soberano si bemol, en una
de esas frases grandiosas en su jugosa sencillez y
que sólo pueden ser producto del singular talento
verdiano.
orquesta, facilitando que Rodolfo se explaye por
su parte en un momento de desesperación, que
inmediatamente comparte la soprano. De una
sencillez pasmosa a la par que emotiva es la revelación que Luisa hace a su padre de que se encuentra en peligro de muerte, poco antes de que
se inicie el celestial terceto en el que el canto de
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