EL ARABISMO ZOCO Y SUS DERIVADOS. FUNCIÓN APELATIVA Y TOPONÍMICA Isaac Rodríguez Universidad Complutense de Madrid No descubro nada si digo que un zoco es un mercado. Al menos eso es lo que respondería cualquiera, si le preguntáramos en la calle. Pero el Diccionario de la Real Academia dice un poco más de este homónimo de zueco, zócalo y zurdo en su segunda entrada: «masculino. En Marruecos, mercado // 2. Lugar en que se celebra este. // 3. ant. Plaza de una población». [RAE, 2001]. Con esa fijeza y ese esplendor que lo caracteriza, nos aclara varias cosas y nos deja algunas pistas. Veamos tres, una por acepción: 1º. Dice que, en Marruecos significa mercado, con lo que, por exclusión, se infiere que aquí no. Mal empezamos. ¿No habíamos quedado en que todo el mundo, desde un zagal a un veterano, identifica zoco con mercado? Pienso que lo que están queriendo decir los académicos es que ya en España no se usa esa palabra para ese referente, y en Marruecos sí (supongo). Claro, aquí ya sólo hablamos del Centro Comercial o del mercadillo de los viernes. 2º. Asegura que es el “lugar en que se celebra este”. Bien, parece que con el sitio, y no con la actividad, sí lo identificamos. Pero no olvidemos que con la palabra mercado nos referimos tanto al espacio como al tráfago, al trasiego o al trajín que lo alborota. Por esa regla de dos, también zoco valdría para otro tanto. No obstante, lo que interesa destacar es lo de “lugar”, pero no en el sentido aldeano del Quijote. Quiere decirse que ya sea en una plaza, en una calle, en un descampado o en el parqué de la Bolsa, si hay mercadeo hay zoco. Y a veces alboroque. • 385 Isaac Rodríguez 3º. Antiguamente, “plaza”. Vuelta el burro a las coles. Que ya, tampoco es plaza de una población. ¿Alguna vez lo fue? Joan Corominas nos da la solución: «ZOCO, ‘mercado moruno’, del ár. Sq ‘mercado’, ‘bazar’. 1ª doc.: Acad. 1884. En aquélla ed. está como voz anticuada y con el significado de ‘plaza’. No conozco documentación antigua, y en todo caso hubo de ser palabra rara, acaso sólo deducida de nombres de lugar de etimología arábiga, tales como Zocodover. Donde realmente se empleó es en catalán, ant., donde encontramos assoc en textos del Sur del Principado (Ag.1, s. v. assoch y açoc). En castellano sólo me consta el empleo de zoco con referencia a Marruecos y otros países de lengua arábiga, y en fecha moderna, siempre con el valor de ‘mercado’ o ‘lugar donde se celebra’. Con este carácter lo registra la Acad. ya en 1925». Lleva razón, como casi siempre el maestro catalán. Y en el discurrir de estas cuartillas trataremos de confirmarlo. No nos vamos a detener ahora en las características del zoco andalusí: su organización, los oficios que se ejercían, su tamaño o su localización temporal y espacial. Tampoco vamos a enumerar los zocos principales que se repartían por la geografía de Al-Ándalus, sobre todo en Sevilla, Málaga, Almería o Córdoba. Si alguien está interesado en profundizar en la historia del zoco, le recomiendo acercarse a la obra de Torres Balbás, “Crónica de la España musulmana”, y a la que ya es referencia “El señor del zoco”, de Pedro Chalmeta. Nosotros vamos a centrarnos en la palabra, sólo en la palabra. Para lo cual, resulta inevitable indagar en los textos, seleccionar las variantes que en ellos se encuentren y localizar otras palabras que, de algún modo, deriven de nuestra raíz. Después presentaré un sucinto estudio sobre la pertinencia de los cambios fonéticos que han generado las distintas variantes; para terminar con la enumeración de algunos términos de nuestra toponimia que tienen su origen en el vocablo que estudiamos. Variantes y derivados Todos los autores que hemos consultado, arabistas o no, coinciden en que zoco procede del vocablo árabe sq, ‘mercado’. Y también la mayoría remite a la voz azogue 1 Diccionari Aguiló 386 • El arabismo Zoco y sus derivados. Función apelativa y toponímica (assq), que no es sino el mismo término con el artículo, *al-sq2, como ocurre con la mayoría de los arabismos de nuestro castellano (alcázar, alcachofa, alcalde…). El mismísimo Corriente, don Federico (arabista de alcurnia) analiza nuestra palabra en la variante portuguesa açougue: “‘carnicería; mercado’ (pt., con la var. azogue, sólo en Morais y castellanismo), azogue y zoco ‘mercado’ (cs.), assoc, çoc y xoco (ct.) ‘zoco’, açuque y azoque ‘mercado’ (ar.): del and. Assúq < cl. sq < aram. sq < acad. Squ(m) ‘calle’”. [Corrientes, 1992]. Lo de remontarse al acadio ya es hilar fino, pero ¿por qué no? Resulta curioso, por otra parte, que entre los derivados portugueses de nuestro azogue (mercado, no mercurio) incluya Corriente la voz alcouce, que se usa, o se usaba, allí para decir ‘prostíbulo’, acaso porque en la plaza es donde se ubicaban las casas de citas o porque en sus esquinas llevaban a cabo los “tratos” las meretrices; y, también, açougaria, con el significado de ‘griterío’, tal vez por el ruido y algarabía que hay a cualquier hora en los mercados. Hay otros glosarios, como el de Covarrubias, que tampoco incluyen la palabra zoco, o que remiten a azogue, y sin embargo reflejan los topónimos açoguejo y çocodover, de los que luego hablaremos. El diccionario de Autoridades sólo contempla los términos azogue, azoguejo y azoguero, todos a partir de la forma compuesta as-sq. En azogue termina diciendo que “es voz anticuada, y que se conserva en algunos refranes. “En el azogue, quien mal dice mal oye”. Refrán que da a entender que el que murmura y habla mal del próximo, y en parte pública, como es en la plaza, permite Dios que sea injuriado y castigado por los mismos filos. “Cuando el viejo no es oído, o está entre necios o en el azogue”. Refrán que explica y trahe el Comendador Griego, y dice que enseña que los hombres cuerdos y experimentados, cuales son los ancianos en las Repúblicas, por lo regular no son atendidos de los ignorantes, ni de los necios, ni de la gente popular”. [RAE, 1726]. 2 Cuando el artículo árabe se une a una palabra que comienza por consonante solar, la ‘l’ del artículo se asimila a dicha consonante. Pero cedo la palabra a Diego de Guadix, que lo explica más gallardo en la octava advertencia preliminar de su glosario [GUADIX, 1593]: “Lo octavo presupongo que es regla de gramática y muy practicada y usada entre árabes, que una letra a que en su alfabeto llaman “lam”, que es o suena como nuestra “l” latina, aunque escriva en la dición, no se a de leer ni a de seguir a la pronunciación, quando se le siguiere alguna letra de las que los árabes llaman <<gemcias>> y <<solares>>, que son las siguientes: ص, ت, د ث, ر ذ, ز, ط, ظ, نy ض, al sonido de las cuales corresponden a el sonido de nuestras: t, r, z, d, c, x, n. Es muy de importancia la inteligencia d’esta reglilla de gramática arábiga para saber pronunciar un nombre arábigo en verdadera y legítima pronunciación arábiga”. • 387 Isaac Rodríguez Pedro de Alcalá, en su impagable “Arte para ligeramente saber de lengua aráviga”, traduce a la forma simple sq —çuq (sg.), açuaq (pl)—, cuatro conceptos de Nebrija: almoneda, feria o mercado, plaça lugar donde venden y mercado lugar. [Alcalá, 1505]. Por su parte, Equilaz y Yanguas registra açougue como voz antigua portuguesa, donde se usaba con el significado de ‘carnicería’, suponiendo una elipsis de sóc-alláham (mercado de carne) > sóc > as-sóc. También registra azogue (azocá y azoguea, en vasco) y el diminutivo azoguejo. Por último, el arabista finlandés Eero K. Neuvonen es quien más claramente expone la ubicación temporal de çoco y de açogue. Porque incluye açogue en el primer capítulo de su glosario, “arabismos que se remontan a la época de la expansión musulmana —desde 711 hasta mediados del siglo X—”, mientras que çoco lo relega al capítulo III, “los arabismos que pasan al español durante el siglo XIII”, y lo califica de cultismo. Según esto, y aunque sea arriesgado afirmarlo (a falta de un recuento mucho más amplio), podríamos aventurar la hipótesis de que las palabras del árabe se quedaron antes en nuestro romance con la prótesis del artículo; y, posteriormente, por efecto de la intervención culta, se descubre y se usa simultáneamente la forma natural, para evitar una repetición tautológica del artículo. Dice Neuvonen: “al lado de azogue, encontramos en el siglo XIII el arabismo çoco, de la misma significación y proveniente del mismo origen; los vocablos se diferencian por su vía de entrada: debiéndose aquél a la tradición popular y siendo culto y moderno éste”. [Neuvonen, 1941]. Sería muy interesante confeccionar una estadística enfrentando los arabismos “articulados” a sus correspondientes simples. Pero dejemos eso para otro espacio, otro tiempo y otro narrador más fino, y pasemos al siguiente aspecto. Debido a la tremenda e inevitable vacilación a la hora de representar por escrito los sonidos de la lengua arábiga, especialmente las sibilantes y las velares, son numerosas las variantes gráficas que encontramos en los textos, para decir lo mismo: zoco y azogue. He aquí una lista de documentos (ordenados de mayor a menor antigüedad) con casi una decena de diferentes grafías: 1.“IV.- Qui messare uel percusserit cum pugno uel ad cozes. Toto omne qui mesare uel firiere con puno aut cozes a uecino aut filio de uecino in taberna uel in azoche aut in carera aut in quali loco quesierit et ille mal (Fol. 1 v.) non dicendo nec faciendo, et probatum fuerit, pectet IIII. or morabetinos a los fiadores”. [Millares, (1141-1235), CORDE]. 2.“X. Qui ropare azog o mercado. [Miralles, (1141-1235), CORDE]. Qvi ropare in azoch, o qui pignoraret in die de mercado algun mercadero, o forca o birto fecerit, o qui pendraret de requa que az ucles uenerit, christia388 • El arabismo Zoco y sus derivados. Función apelativa y toponímica no, o moro, sine mandato de seniore, aut de concilio, pectet .X. morabetinos”. [Gross, (1179-1184), CORDE]. 3. “...domos illas que sunt en la zoc velo, in quibus nunc moror, et quantam hereditatem habeo en la aldea que dicitur Carrascal et quantum mobile, scilicet, boves cum apparatu suo, domos, terras, vineas, ortum, cubas, cum exitibus et omnibus suis pertinentiis”. [Sánchez, (1181), CORDE]. 4. “…otorgamos que damos e desamparamos a vós don Joán Pérez e a vós don Estevan, arcipreste de Coca, amos canónigos en Santa María de Segovia e maordomos del cabildo de los canónigos des mismo logar, tres tiendas, e una casa e todos los logares que Ferrant Martínez, el sobredicho, avié en el açogue mayor ó venden el pescado, que son en linde de la calle e la plaça que es ante la carnicería, e de la otra parte la eglesia de Santa María la mayor”.[Sánchez-Prieto, (1277), CORDE]. 5. “E si el amparador non quisier fazer la manquadra, peche la peticion quel demandan, fueras por carne de carnicero, o por pan de panadero, o por uino de uinadero, o por frucha que uendan en lo azogue, o por pescado que uendan en lo azogue; e por estas cosas non faga manquadra”. [Castro, (1279), CORDE]. 6. “Item que se dieron a los regydores del azoque en los dichos tres años a quatro regydores a quatroçientos maravedis a cada uno, son quatro mill e ochoçientos maravedis”. [Blanco, (1489-1522), CORDE]. 7. “Y assí le llevaron de palacio arrastrando por los pies hasta la plaça o çoco de dentro de la ciudad, donde inumerable gente avía concurrido y subiéndole en un altoçanillo de tierra que está en medio de la plaça para semejantes justicias, le començaron mui prolixa y cruelmente a cortar la cabeça por detrás”. [Torres, 1575, CORDE]. 8. “Busquen otro; que yo he nacido en el potro; y es por que en aquel barrio y plazuela, como en el azoguejo de Segovia, se crian mozuelos que pueden dar quince y falta á los que más se precian y presumen de saber, entender y penetrar las cosas más árduas y dificultosas, así para bien como para todo género de vicio”. [Alcalá Yáñez, 1624, CORDE]. Como se puede comprobar, las formas más antiguas son azoche y azoch, mientras que el diminutivo, castellanizado, no se documenta (en el Corpus Diacrónico de la Real Academia) hasta el siglo XVII. Por otra parte, es curioso comprobar que no hay ninguna forma con la grafía “s” para la sibilante, procedente de la sn árabe ()س, aunque sí hay numerosos textos en • 389 Isaac Rodríguez los que aparece asogue, pero con el significado de mercurio, que deriva de zwq (con za, )ز. Para la consonante final qf ()ق, se duda entre las grafías g, q, c, y ch, con a sin vocal de apoyo. Luego hablaremos sobre esto. Para terminar este epígrafe sólo resta consignar otras palabras de nuestro castellano que derivan del sq árabe, además de zoco y azogue, y que, con toda probabilidad son: – Azoguejo: diminutivo de azogue que viene a significar plaza pequeña o plazuela, y que ha sobrevivido gracias a algún topónimo, como luego veremos. Al decir diminutivo de azogue quiero insistir en que esta derivación, típica, es ya del romance. No puede provenir del diminutivo árabe suwayqa, que sí terminará en Sueca, otro topónimo. – Azoguero: lo define el Diccionario de Autoridades como “el que trata y contrata en azogue”. Parece que se refiere a negocios del mercado, pero no está muy claro si se refiere al azogue ‘plaza’ o al azogue ‘mercurio’. Sobre todo porque luego añade —para mayor duda—: “En la Villa Imperial del Potosí en Indias, hai Gremio de Azogueros” [RAE, 1726]. El diccionario actual recoge el término, pero sólo lo refiere al mineral. – Zacatín: el DRAE lo hace derivar del ar. Clas. saqqat, ‘ropavejero’, pero también nos informa de que en algunos pueblos es plaza o calle donde se venden ropas. Por su parte, Covarrubias invierte los valores y dice que es plaza pequeña, plazuela, que es nombre arábigo, diminutivo de çoc, plaza, y de ahí zocatín o zacatín; para inmediatamente añadir: “vale ropavejeros en arábigo”. [Covarrubias, 1611]. Tanto monta. – Zabazoque: El diccionario de la Academia dice textualmente: “(del ár. hisp. *sáhb assúq, y este del ár. clás. shibu ssq, jefe del mercado).1. m. almotacén (|| persona que contrastaba las pesas y medidas)”. Sin embargo, Corominas se extraña (¿) de que la Academia registre zabazoque y dice conocer otras variantes (zabazogue, zavazonke, zavazauc, zavazour y cebaçogue) para ‘inspector del mercado’. Sea como sea, ahí está el apelativo zabacoque, que más parece un insulto que un cargo. Como curiosidad, diremos que el DRAE registra el adjetivo azogueño, y lo define como natural de Azogues (Ecuador). Valdrían, para nuestro estudio, como apelativo y como topónimo, si no estuviéramos casi seguros de que son hijos naturales del mercurio. 390 • El arabismo Zoco y sus derivados. Función apelativa y toponímica Justificación fonética Suscribimos, al pie de la letra, las palabras de Rafael Lapesa cuando dice que “los arabismos, tomados al oído, fueron acomodados a las exigencias de la fonología romance. Muchos fonemas árabes eran extraños al español, que los reemplazó por fonemas propios más o menos cercanos. El romance peninsular no tenía entonces más sibilantes fricativas que la // sorda y la // sonora ápico-alveolares; así pues, las sibilantes fricativas dentales árabes fueron sustituidas por las africadas romances // y /ž/, escritas respectivamente c o ç y z”. [Lapesa, 1980]. Efectivamente, la sn árabe, sibilante dental fricativa, en todos los casos que hemos visto se transcribió con ç o con z, nuestras africadas. La vocalización árabe, por su parte, tiene, en el habla, un alto grado de arbitrariedad; y, además su ww ()و, ocupa un amplio espacio articulatorio y, en entornos faringo-velares, un alófono con realización abierta, por lo que no resulta nada extraño que todas las grafías romances de sq se escribieran con nuestra velar media “o”. Así ocurre en otros casos como alcohol < /al kuhl/, albóndiga < /al bunduqa/ o mojama < /mušmm/. La oclusiva velar sorda /q/, en la mayoría de los casos se realiza efectivamente como sordo en el estándar andalusí, como ocurre, por ejemplo, en Alcántara < /alqntara/, Alcocer < /al-quy(ya)r/ y alcazaba < /al-qa()ba/, entre otros muchos; pero no faltan ejemplos de una pronunciación sonora de este fonema por influjo de fenómenos intra-romances (asimilación a entorno sonoro, posición intervocálica, etc.). Así, la sorda /q/ no sonoriza en zoco, pero sí lo hace en azogue, lo mismo que en acelga < / slqa/, en algodón < /al-qutn/ o en el topónimo Alguibla (Murcia) < /al-qbla/. Por último, es fácil justificar, por tan corriente, el fenómeno de la adición de una vocal de apoyo, o paragógica, a las consonantes finales, que el romance no toleraba. Esta vocal es, en la mayoría de los casos una “e” (/as´saut/ > azote), /al-arḍ/ > alarde, /az-zayt/ > aceite), y en otros muchos una “o”: /rib/ > rebato, /fuln/ > fulano, o /sq/ > zoco.3 Así pues, fusionando estos dos cambios fonéticos, la sonorización y la paragoge, podemos resumir diciendo que las oclusivas sordas se transcriben por <c> ante vocal velar, y por <qu> ante vocal palatal; y en caso de sonorización intra-romance, por <g> o por <gu>, respectivamente. 3 Todos los ejemplos de este epígrafe los tomo prestados de [Neuvonen, 1941], [Corrientes, 1977 y 1992] y [Steiger, 1991], donde se podrán consultar muchos más, así como una explicación más detallada de estos y otros fenómenos fonéticos. • 391 Isaac Rodríguez Con estas apreciaciones elementales espero que se hayan aclarado suficientemente las distintas grafías que transitaron por nuestro romance para representar los sonidos del sq y del as-sq árabe. La toponimia Este arabismo que estudiamos, también ha tenido cierta productividad en la toponimia de nuestro país, especialmente en la zona de Levante. Bien es verdad que, por su propia razón semántica, se refleja casi exclusivamente en la toponimia menor: calles, puertas, plazas y plazuelas. “El tipo morfológico que más abunda —dice Asín Palacios— es el diminutivo árabe, masculino o femenino” (Sueca) y también “los diferentes tipos de plural fracto” (Zocodover) [Asín, 1944]. El topónimo actual más importante es el que nos brinda la población valenciana de Sueca; que tiene en la actualidad 30.000 habitantes aproximadamente y se encuentra cerca de Cullera y Albalat, en la Ribera Baja, entre Valencia y Denia. En los Repartimientos de Mallorca, Valencia y Cerdeña figura como “alchería de Zuecha (también Çueyca, Çueca y Çuecha) in término de Culera”. Según Carme Barceló, que ha estudiado ampliamente la toponimia árabe del País Valenciano, este nombre se documenta ya en 1248, con la grafía Suecha, y “prové de l’àrab /as-suwyqa/ ‘el mercadet’, amb pèrdua de l’article àrab en romanç´”. [Barceló, 1983]. En la misma provincia tenemos las tierras de Assoc, en el término de Gandía; este derivado no ya del diminutivo, sino de la raíz, y conservando, además la prótesis del artículo: de as-sq. Pasando a otros lugares de toponimia menor, son muy conocidas —y de evidente tautología— las plazas de Zocodover, en Toledo y la del Azoguejo, en Segovia. “La mención más antigua de la famosa plaza toledana —atestigua Torres Balbás— que aun lleva el nombre de Zocodover, sq al-dawbb, ‘mercado de las caballerías o de las bestias’, es de 1176”. [Torres Balbás, 1982]4. Esta plaza toledana es, todavía, la referencia de la ciudad, por su céntrica situación intramuros y por su gran amplitud, de estructura cuasi cuadrangular y circundada de soportales. 4 Traslado su propia cita: “González Palencia, Los mozárabes de Toledo; vol. III (Madrid, 1928), documento nº 900, a. 1176, pp 171 a 172”. 392 • El arabismo Zoco y sus derivados. Función apelativa y toponímica “Azoguejo —hablo ahora por boca de Diego de Guadix— es en España una parte de la ciudad de Segovia, y no es sino un diminutivo d’esta algarabía alçoq, que -en arábigo- significa ‘el mercado (como si dixésemos) el lugar donde se venden diversidad de cosas’. Assí que “Azoguejo” es “Azoquejo”, que significará ‘el mercadillo (combiene a saber) la plaçuela o la partecilla de ciudad o donde se venden diversidad de cosas’. Y por lo dicho en la octava advertencia5, no ha de sonar la “l” del artículo, y assí —en rigor de buena y fina algarabía— no ha de ser “Alçoquejo” sino “Açoquejo”. Y corrompido dicen Azoguejo y El Azoguejo”. [Guadix, 1593]. Esta plaza segoviana, aunque no se conozca la ciudad, es de fácil identificación, porque es la que se refleja en todas las postales debajo del famoso Acueducto. Vistos estos cuatro topónimos principales anotaré ahora, casi en telegrama, otros lugares de la geografía española que llevan, o llevaron, por nombre un derivado del arábigo sq. –En Granada todavía existe la calle Zacatín, que lleva a la Alcaicería. –En Zaragoza, la plaza y la calle del Azoque, en la Morería. –En Teruel, según se sube a la Alfambra, todo un barrio se conoce como Nuevo Azoque. –En Betanzos (La Coruña), hay una iglesia que lleva por nombre Santa María del Azogue. –Y en Benavente (Zamora), otra iglesia del siglo XII lleva el mismo nombre: Santa María del Azogue (es curioso que en esta misma ciudad se localice la iglesia de San Juan del Mercado, religiosa competencia). –En Murcia existió la puerta del Azogue, hoy de Santa Florentina. –En el siglo XIV había en la judería sevillana una plaza con el nombre de Açueyca. –Y en esos últimos siglos de la ocupación musulmana se documentan: una plaza del Azoguejo en Valladolid, un barrio de Salamanca conocido como Azoc Vieio, un gremio de obradores que se hacían llamar “el Açoch” en la judería valenciana y, por último, las casas de Azoche en Olivenza (Badajoz).6 Hemos intentado demostrar que el arabismo zoco —hoy relegado al ámbito de la promoción comercial— tuvo en al-Ándalus un uso frecuente; y arraigó en 5 6 Véase nota 2. Estos topónimos, y algunos más, los documentan [Torras Balbás, 1982], [Chalmeta, 1973] y [Barceló, 1983], entre otros. • 393 Isaac Rodríguez la toponimia española con no poca amplitud espacial y no menos abundancia. Si estas notas a vuelapluma han resultado clarificadoras, atribúyanselo a los autores de los que me aproveché; si farragosas, a mi torpe acarreo. BIBLIOGRAFÍA ALBAIGÉS, J. Mª; Enciclopedia de los topónimos españoles, Barcelona, Planeta, 1998. ALCALÁ YÁÑEZ Y RIBERA, Jerónimo; El clonado hablador Alonso, mozo de muchos amos (1624) (Edición de Rossel, Cayetano, Madrid, Atlas, 1946) [CORDE]. ALCALÁ, Pedro de; Arte para ligera mente saber la lengua arábiga vocabulista arábigo en letra castellana, Granada, 1505 (Edición de Paul de Lagarde, “Petri Hispani de lingua arábica libri duo, Gottingae 1883”. ASÍN PALACIOS, Miguel; Contribución a la toponimia árabe de España, Madrid, CSIC, 1944. - Obras escogidas. II y III de Historia y Filosofía árabe, Madrid, CSIC, 1948. 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